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PERIODOS DE LA HISTORIA DE CONCEPCIÓN DE LA SIERRA

Los periodos en que podríamos dividir la historia de Concepción serían los


siguientes:
1. Periodo aborigen: comprende la presencia en esos parajes de los
primitivos dueños de las tierras, hasta la fundación de la Reducción
Jesuítica.
2. Periodo Jesuítico: Desde la fundación de la Misión, en el año
1.619, hasta la expulsión de los Jesuitas en 1.768.
3. Provincia Hispánica, 1.773. Gobernación de Doblas: 1.781 a
1.808.
4. Concepción y la Revolución de Mayo de 1.810.
5. Gobernación de Artigas 1.811.
6. Anexión a Corrientes: Decreto de Posadas, 1.814.
7. Gesta de Andresito Guacurarí y Artigas: 1.819.
8. Decadencia, destrucción, olvido, hasta su refundación.
9. Refundación en 1.877.
Esto por supuesto, a grandes rasgos, en este acontecer de siglos, se
destacan: ese periodo de pueblo próspero y feliz que fue bajo el signo pacifico
de la Cruz y con la dirección de unos pocos beneméritos sacerdotes de la
Compañía de Jesús, dedicado al trabajo fecundo en la convivencia pacífica y
constructiva. La incorporación de los Guaraníes a los ejércitos de la Patria
Naciente. La participación en la gesta libertaria de Andresito. Y por último, el
esfuerzo creador de sus hijos para levantar el pueblo, cual Ave Fénix renació
de entre las cenizas para incorporarse al progreso mediante el trabajo fecundo.

PERIODO ABORIGEN:
Las tierras de esos lugares fueron habitadas, en épocas precolombinas, por
los aborígenes llamados comúnmente “Guaraníes” aunque ellos se denominan
“Mbya”. En pequeños poblados sobre los cursos de agua que cubren la media
luna de campos de las bajas Misiones, que termina en San Javier. Dedicados a
la caza, la pesca, algo de agricultura: mandioca, maní, maíz, mucha
recolección, no permanecían mucho tiempo en el mismo lugar, cambiándose a
medida que disminuía la caza, el tambú o la miel silvestre. De espíritu
belicoso, vivian en permanente guerra con sus vecinos. Precisamente una

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situación de esta naturaleza obligo a miles de aborígenes, del margen
izquierdo del rio Uruguay, a concentrarse en esta región, poco tiempo antes de
la presencia del Padre Roque González de Santa Cruz, el fundador de la
Reducción de Concepción”, “De la Concepción” como la llamó Él.
En tanto en el Río Uruguay y sobre sus riberas, vivían los “Guayanás”,
parcialidad aborigen que se destacó por formarse con grandes navegantes del
río. Fueron notables constructores de canoas, vaciando los troncos de
gigantescos timbos para sus grandes embarcaciones, que fueron habituales en
este río.
Hasta hace muy poco tiempo (suponemos que hasta la actualidad) era
bastante corriente el uso de estos “Caícos”, como regionalmente se lo
denomina, a esas piraguas. En lo que no caben dudas, debe haber herencia de
los ya olvidados “Guayanás”, los primeros navegantes de ese bellísimo Río
Uruguay que integra, con destaque, las “cosas de Misiones la hermosa”.

PERIODO JESUÍTICO:
El padre Guillermo Furlong, de la Compañía de Jesús, fue un talentoso
sacerdote que dedicó, gran parte de su vida a la historia Argentina. Así fue
como sus relevantes méritos en tal sentido lo llevaron a ser miembros de la
Academia Nacional de la Historia, donde ocupó un sitial que supo honrar con
gran solvencia científica, alto sentido de la responsabilidad y notable espíritu
de trabajo, entre otras buenas cualidades.
Es fecundo autor de diversos trabajos sobre el periodo Jesuítico. Entre ellos
el buenísimo libro “Misiones y sus pueblo de Guaraníes”, publicado con los
auspicios de nuestra Provincia con la gobernación del Dr. Cesar Napoleón
Ayrault.
Se trata de la obra mejor documentada sobre este tema, lo que se explica en
cuanto a lo Jesuita, que le permitió un acceso más fácil y seguro a las fuentes
de información y resultado, en consecuencia, muy valioso.
Padre Furlong:
“En 1617 y después de la cuaresma de ese año, salió de Itapúa
(Actualmente Posadas) el Padre Roque González de Santa Cruz y se
encamino al oriente hasta llegar al Rio Uruguay, por el que descendió no
pocas leguas, y volvió a subir el río, tropezando por doquier, con indios
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reacios y altivos. El Padre Francisco del Valle, describe las peripecias por
las que hubo de pasar atajado por el Cacique Ivácombú, ya por Canarimá,
Pasiví y Arapotí, fue precisamente sobre el Río Uruguay que el Padre Roque
González fundó la segunda de las tres o cuatro reducciones a que estaba
autorizado (La primera fue Itapúa). La llamó “DE LA CONCEPCIÓN” y la
colocó aproximadamente a quince leguas al sudeste de Itapúa. Su fundación
fue a los ocho días del mes de Diciembre de 1.619. Los antecedentes de esta
fundación, debida exclusivamente al Beato Roque González, son abundantes.
Así el Padre Diego de Boroa en carta del 24 de Noviembre de 1.619, escribió
que “Diez días habrá que escribir a vuestra Reverencia, con la buena nueva
del gusto con que los caciques del Uruguay iban saliendo a hablar con el
Padre Roque González. Anteayer recibí una suya en que dice ha hallado ya
un excelente puesto para la reducción, que era lo que le tenía con mucho
cuidado. Tiene mucho monte airoso y buena vista, a una legua pequeña del
Uruguay, y los caciques gustan de que haga allí una reducción, y así, según el
orden de Vuestra Reverencia, el Padre está determinado de dar principio a
ella para lo cual envía a pedir indios carpinteros para levantar una Cruz y
hacer una Capilla y poner Campana”
“Saldrán de aquí mañana con todo recaudo y cuñas, para comenzar a
rozar. Dice el padre que si hay cuñas, estará hecha aquella reducción dentro
de dos años y que, en espacio de ocho leguas se juntaran casi 500 indios, que
serán dos mil quinientas almas. El Padre procede en todo con mucho tiempo,
prudencia y acierto, como a quien nuestro Señor a escogido para tan ardua
tarea. No basta más que vuestra Reverencia lleve adelante lo que para tanta
Gloria Divina ha comenzado, enviando mucha y muy escogida gente para tal
empresa”
Bellísimo testimonio histórico en cuanto encierra, con profunda fe, un
augurio de Paz y Bonanza con autentico sentido de Cristiandad.

FUNDACIÓN DE CONCEPCIÓN:
En este paraje, llamado por los nativos, “Ybitiracua” se habían concentrado
unos cuantos miles de aborígenes, en su gran mayoría provenientes del actual
territorio brasileño y cuya presencia conocida por el Padre Roque González de
Santa Cruz, (hoy Beato), motivó su viaje a esa zona de la costa del Alto
Uruguay. Allí tomo contacto con los jefes Indios Niesa y Guarací-pucú,
quienes lo recibieron amistosamente ofreciendo la colaboración. Asi fue como
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numerosas familias se aprestaron a concentrarse en el nuevo pueblo que
prometía fundar el Padre Roque González de Santa Cruz. Pero las
parcialidades del otro lado del Río, como así mismo muchos poblados aguas
arriba, no estuvieron de acuerdo, y por lo contrario resolvieron castigar a
Niesa, el jefe principal de los que ayudaban al Padre Roque, por su adhesión a
este. En venganza cometieron una serie de atropellos y depredaciones en
franca actitud hostil, en forma de venganza.
La situación se tornó sumamente critica, porque los aborígenes amigos del
Padre Roque, eran inferiores en número a los disconformes. Entonces el Padre
Roque, cruzando el Rio Uruguay fue a entrevistar a los jefes opositores, a
quienes les llevaban diversos regalos. La misión, sin duda alguna peligrosa,
fue exitosa, consiguiéndose la anhelada paz. Como ya se contaba con más de
doscientas familias, se procedió a fundar el pueblo. Dice el Padre Guillermo
Butlong: “El padre González fundó esta Reducción a la que llamo “De la
Concepción ( De la Concepción de Nuestra Señora)”, a los ocho días del mes
de Diciembre de 1.619. Los antecedentes de esta Fundación, debida
exclusivamente al Beato Roque, son abundantes”.
Siete años vivió en Concepción el Padre Roque, antes de continuar su obra
evangelizadora en los territorios de la otra banda del Rio, donde habría de
encontrar la muerte como Mártir. En ese ínterin, y llamado por el Gobernador,
viajo hasta Buenos Aires. Lo hizo por agua, en compañía de varios aborígenes
amigos, entre ellos el jefe Niesa, quien había sido Bautizado con el nombre
Diego. En Buenos Aires y conforme a las instrucciones de sus superiores
jerárquicos, concertó su entrada al actual territorio brasileño que habría de
finalizar con su trágico fin en el Caaró.
Sus restos, como el de los otros mártires, estuvieron mucho tiempo en la
Iglesia de Concepción. En la Biblioteca Nacional se conserva un manuscrito
de Don Felix de Azara, del año 1.784, quien, al referirse a su visita al lugar
dice así: “Concepción, pueblo de Indios… en su sacristía se conservan los
huesos o reliquias de los Padres Jesuíticas Juan del Castillo, Roque Gonzalez
y Alonso Rodríguez, Muertos por los Indios en 1.628y los del Padre Diego de
Alfaro, de la misma religión, muerto del mismo modo en 1.639”.
Del mismo modo se refieren los Padres Juan Escandón en su informe del
año 1.754 (Madrid, Archivo Histórico Nacional) y José Cardiel, en 1.777
(Biblioteca Vaticano).

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Dice la tradición que el padre Roque González de Santa Cruz, el día de la
fundación de esa Misión, expuso a los fieles la imagen de la virgen que había
sido traída desde Tucumán y que fue la misma que llevaron en su cruzada
evangelizadora y a la que llamaban, piadosamente, “La conquistadora”.
Ignoramos donde puede estar esa sagrada imagen, pero este donde este, ella
es el centro de la conquista espiritual.
Los curas de Concepción:
En los 30 Pueblos de Guaraníes fundados y sostenidos por los beneméritos
sacerdotes de la compañía de Jesús, siempre hubo un solo cura de la
Reducción, a quien solía acompañar otro que lo secundaba. Excepcionalmente
fueron más de dos. Así también sucedió en la Reducción de Concepción o de
“La concepción de Nuestra Señora” que, al refundarse en 1877, paso a
llamarse “Concepción de la Sierra”.
Desde su Fundación en 1.619 hasta 1.768, de la expulsión de los Jesuitas y
sucediendo al Padre Roque González de Santa Cruz, fueron muchos los
Sacerdotes que estuvieron allí, todos cumpliendo con eficiencia su alto
cometido, aunque algunos de ellos se destacaron especialmente en las
ciencias, en las artes o simplemente como misioneros. Entre ellos podemos
citar a: el Panameño Diego de Alfaro, que fue Cura y Comisario de la
Inquisición desde 1.631y a quien acompañaba el Padre Francisco de Molina.
Años más tarde este último quedo como Cura siendo su compañero el Padre
Diego Suarez. En 1.655 lo fue el gran misionero, el Padre Francisco Díaz
Toño y, como compañero, Diego de Zalazar. Dos años después fue el Padre
Alonso Gutiérrez; en 1.713 el Paraguayo José Isaurralde y como compañero el
Padre José Gallardo. Desde 1.724 hasta 1.742 estuvieron los Padres Tobías
Pétola y Juan Ramos. En el año 1.742 los curas fueron tres: Ramón Toledo,
Manuel Olmedo y Diego Altamirano. En 1.745 continuaba el Padre
Altamirano, con los Padres José Guerra y José Garcete, pero en 1.749 fueron
reemplazados por Gregorio Haffe, Antonio Ligotti y Segismundo Aperge.
Este último fue el gran científico especializado en medicina y farmacopea. En
1.754 fueron Jaima Mascaró, Manuel Boxer, Conrado Herder y Bartolomé
Piza, en tanto en 1.765 y 1.768 fue cura el Padre José Gardiel, el autor del
libro “Declaración de la verdad”. Lo acompaño el padre Juan España, primero,
y luego Miguel Maimón.
Expulsión de los Jesuitas:

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Precisamente la presencia en Concepción del Formidable cura, el Padre
Gardiel, obligo a disposiciones muy especiales para la ocupación de las
reducciones por parte de las fuerzas que debían hacerlo conforme a la real
orden de expulsión de estos sacerdotes. Es que el Padre. Gardiel había sido
sindicado tanto por Valdelirios como por Gómez Freyre, de ser uno de los
instigadores más tenaces contra el tratado de límites con Portugal.
Fue Don Francisco Pérez de Saravia el encargado de la expulsión y toma de
los Pueblos de Concepción, San Javier, Santa María, Loreto, San Ignacio-Miní
y Corpus. Lo hizo escoltado por la conveniente tropa. El Acta correspondiente
a Concepción dice así:
“En el pueblo de Concepción, a diez días del mes de agosto de este
presente año (1768) a las once de la mañana, le hice saber al Padre José
Gardiel y al Padre Miguel Marimón la real pragmática sanción en presencia
del corregidor alférez real del Cabildo de este pueblo, y afirmaron quedar
entendidos en todo su contenido; e inmediatamente en dos carretas y una
litera que de antemano tuve prevenidas, por medio del corregidor y
administrador del citado pueblo, les hice poner y acomodar con sus equipajes
y el viático necesario, entregándoles una partida de tropa a cargo del
Teniente Don Ignacio Gómez para que, en conformidad con la orden del
Señor Gobernador y Capitán General de estas Provincias, los escolte y
conduzca al pueblo de la Candelaria, llevándolo por fuera de los pueblos que
hay en su tránsito, a fin de evitar inconvenientes. Y para que conste lo anoto
(Fdo.) Francisco Pérez de Saravia”
Hace pues 209 años que los Jesuitas salieron de Concepción, donde
estuvieron 149 años, desde su fundación. Dice el Padre Gardiel en su
“Declaración de la Verdad”:
“La América no expulso a los Jesuitas de su tierras; más bien lloro con
amargas lágrimas su partida…”
Los hechos posteriores confirmaron esta aseveración.

Cuando Concepción fue pueblo jesuítico

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Antes de pasar al “Periodo de la Provincia Hispánica”, que es el que le
sucede a la Jesuítica o Cristiana, daremos algunas referencias históricas de
Concepción correspondientes a ese lapso de 149 años, que fue pueblo Guaraní
sostenido y dirigido , siempre por unos pocos Sacerdotes de la Compañía de
Jesús.
Así diremos que, como todas las otras reducciones, Concepción fue
prospera y feliz. En ella florecieron las artes y las artesanías; fue un pueblo
grande con una importante y bellísima Iglesia; a igual que su plaza principal.
Sus pobladores se dedicaban al trabajo fecundo de la tierra, plantando maíz,
mandioca, porotos entre otras producciones que abastecían al pueblo. Cerca de
la reducción había 3 (tres) yerbales y 3 (tres) algodonales, en tanto tenia
grandes yerbales naturales de mucha producción, pero distantes como en todos
los casos de este tipo de yerbal. El algodón era hilado y tejido allí mismo para
el consumo local.
Sus estancias estaban muy pobladas, siendo las más importantes las que
tenía sobre los ríos Aguapey y Arecutay.
Pese a que a Concepción marcharon muchas familias para instalarse en
nuevas reducciones (Fue madre de otras dos), fue una de las misiones más
pobladas de la Provincias Jesuíticas. En el año 1.702 su población era de 5.653
almas, superando a todas las otras. Le seguía San Carlos con 5.450. En 1.733
había aumentado en 5.881 pero, siete años después quedo prácticamente
reducida a la mitad como consecuencia del tratado de límites entre España y
Portugal, llegando a solo 2.337 almas.
En el año 1.784, dieciséis años después de la expulsión de los jesuitas el
pueblo contaba todavía con 2.104 habitantes.
Como recién dijimos, su Iglesia fue muy grande y bella. Tenía 5 naves de
arquería y muy espaciosas. Su frente, muy alto y bellamente ornamentado,
tenía varias imágenes de santos talladas en piedra. Todavía se conservan
algunas. Cuando el pueblo fue invadido y asolado por los portugueses y, según
la tradición, las enlazaron y las hicieron caer en busca de presuntos tesoros
escondidos en su interior. Así fue como se rompieron y luego se hallaron
algunas de estas sagradas imágenes sin cabeza.
En la Iglesia se guardaron los restos mortales de los Beatos: Roque
González de Santa Cruz, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo. Los mártires

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del Caaró y, hasta el año 1.784 todavía se conservan en la sacristía esos
huesos, al igual que los restos del Padre Diego de Alfaro.
En el piso de la misma recibieron sepultura el venerable P. Diego de Alfaro
(1628); hermano Juan Cárdenas (1647); los padres Alonso Gutiérrez (1647),
Diego Suarez (1687), Pedro Arbel (1707); Hermano Jadoco Gravelinga
(1702). De los padres Martín Torres (1712), Juan Ramos (1729), Diego
Ignacio Altamirano (1746); Antonio Ligotti (1751); Tobías Pérez (1752); Blas
Reshinge (1753); Gregorio Haffe (1753) y Conrado Heber (1761).
Allí quedaron los restos mortales de estos beneméritos religiosos cuando el
supremo hacedor dispuso el comparendo de sus almas. La labor a la que ellos
contribuyeron en vida en un experimento de notable trascendencia,
infortunadamente trunco, ha pasado a tomar parte en su alta valía, de la
historia de nuestra provincia.
Las estancias de concepción:
Recién dijimos de la importancia de las estancias de la Reducción Jesuítica
de la Concepción, Nuestra Señora de la Concepción, actualmente ciudad de
Concepción de la Sierra. Una idea de esta importancia puede darlo el informe
que, en el año 1768 de la expulsión de los Jesuitas, hiciera el cura de este
pueblo, el famoso P. José Cardiel, que dice así:
“A fines de enero del año 1768 visité los pueblos y rodeos de todas las
estancias pobladas, y hallé de vacas veinticinco mil ochocientas cincuenta y
dos cabezas, y regulando el proceso desde el mes de enero a este mes de
agosto, con lo que se ha gastado para la manutención del pueblo, de los
estancieros y otros muchos gastos que se han hecho en viajes de carretas etc.
Y prevenciones con ocasión a la venida del Seño Gobernado, que ha sido
muchos más que otros años; y entrando también en esta regularidad de haber
sacado algunos cantidad de vacas que de sus estancias se habían pasado a la
de este pueblo y a las que este pueblo ha pasado a ellas a causa de no ser
estancia cercada; habrá el número de veinticuatro mil cabezas”
Cuando el P. Sardiel entrego el pueblo a Pérez de Saravia, lo hizo bajo
polijo inventario. En este figuraban unas planchas de plata. Como es sabido la
fuerza principal que movió la empresa del descubrimiento y conquista del
nuevo mundo, fue la posible riqueza a través de los metales preciosos: oro y
plata. Ello por una parte y, por otra, que ya en aquel entonces corría el rumor
de que los Jesuitas poseían riquísimas minas de estos metales. En fin, creían

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que ellos eran ricos, y si lo eran, pero espiritualmente. El caso es que
posiblemente con este pensamiento Pérez de Saravia pregunto al P. Cardiel de
que forma recibió o tenía esa plancha de plata, a lo que el cura contesto que,
cuando se hizo cargo del Curato de Concepción halló que las indias usaban
unos grandes zarcillos de plata. Y que entonces les propuso reducir para que
se los diesen para hacer unos candeleros de ese metal y que a cambio les haría
hace unos más pequeños de la forma que usan las españolas. Que las indias así
lo hicieron y que, con esos zarcillos y otras piezas, se hicieron esas planchas
que eran destinadas para los candelabros.
La Música:
En Concepción, al igual que en las otras misiones, había una orquesta que
ejecutaba la música en las reuniones, ya sea en la Iglesia o cualquier otra
reunión. La importancia de la Orquesta de Concepción se despende del
inventario al cual nos referimos, cuyo detalle es el siguiente:
 4 (cuatro) Arpas grandes.
 6 (seis) Rabeles.
 2 (dos) Rebelones.
 7 (siete) Espinetas.
 2 (dos) Violas.
 2 (dos) bajones grandes.
 2 (dos) bajones menores.
 10 (diez) Chirimías grandes y pequeñas.
 1 (uno) Fagotillo.
 2 (dos) cornetas.
 4 (cuatro) flautas de música.
 1 (uno) órgano.
 4 (cuatro) clarinetes.
Además de estos instrumentos en uso, había 11 (once) Chirimías chicas y
grandes y 2 (dos) fagotillos, en el almacén como repuestos.
Al son de la orquesta (orquesta – banda) en ocasiones, se hacían las
procesiones, vuelta a la plaza antes de ir al trabajo y al regreso; otras
festividades y asimismo se encargaban de la música sacra que se ejecutaba en
la iglesia y en la procesión de Corpus y de Semana Santa.

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Recuerdos de un lindo pasado que, considerando muchos aspectos
directamente relacionados con la pérdida sufrida por América con la
extradición de los Jesuitas, lo rememoramos con nostalgia.

Como era el pueblo jesuítico. Su Iglesia:


Pueblo grande, con cinco mil habitantes. Su principal construcción, como
en todos los casos, era la Iglesia. A su lado “La casa de los padres”, que
también se llamaba “El colegio” y las casas de los indios.
Su bellísima Iglesia fue obra del P. Martín Schmidt. En el año 1752; el P.
Pedro Lizoain dejó al superior de las misiones un memorial que decía así:
“El pueblo de la Concepción tiene dispuestos todos los materiales para
edificar la nueva Iglesia y mucha necesidad de hacerla, pues la que está en
uso, está amenazada de ruina. Luego que den lugar las faenas inexcusables
del pueblo procurara, V. Reverencia, que se ponga manos a la obra
estimulando y si fuera menester, obligando al P. Cura a que se aplique con
todo empeño. Para dirigir esta obra dispondrá V. Reverencia, pase a aquel
pueblo el P. Martín Schmidt a quien he hablado y está en esto”. (El P.
Schmidt y el Hermano Brasanelli fueron los grandes arquitectos de las
misiones).
Terminada la nueva Iglesia, así la recuerda el P. Sánchez Labrador:
“Estaba adornada con hermosos retablos de cedro, dorado, en los cuales se
ven estatuas devotas muy bien labradas. El cielo está pintado
primorosamente, y, por las paredes se encuentra la vista con lienzo que
representan los Misterios de Jesucristo, de la Virgen y la vida de los Santos”.
Por su parte el P. Cardiel, su fiel historiador, la recuerda de esta brillante y
melancólica manera al decir: “Sus hermosos retablos son todos dorados. Los
horcones que sirven de pilares, están adornados de pintura y doradura. La
bóveda, que es de tablas, esta con el mismo adorno y también hasta los
marcos de las ventanas. El púlpito y el confesionario, que están hechos con
muchas labores, están asimismo pintados y dorados. Todo está con tanto

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adorno y aseo, que al entrar en la Iglesia, abierta puertas y ventadas,
infunden tal alegría y consuelo espiritual, que parece entrar en algún palacio
del cielo. Hasta lagrimas me hace derramar el escribir esto, cotejando esta
devota hermosura con el desaliño y tosquedad de templos y capillas en que a
cinco años me veo desde que Salí a las Misiones”.
Dios en guaraní es Tupa y casa Oga, Roga. “Tupaó” quiere decir “La casa
de Dios” Es la Iglesia.
Estuvimos recordando la bellísima “Tupaó” del pacífico pueblo de la
Concepción, en el memorable periodo Jesuita, en una tarea particularmente
grata.

Las otras casas:


Continuando con la descripción de Concepción, cuando estaba en su apogeo
de pacífico pueblo de guaraníes dirigido por un par de sacerdotes de la
benemérita Compañía de Jesús, y ateniéndonos siempre a las descripciones de
los padres Cardiel, Sanchez Labrador y el mismo P. Guillermo Furlong,
diremos así:
En el grupo de casas formados por la iglesia como base y la casa de los
padres o Colegio, como también se llamaba, había dos patios: el primero era el
más pequeño y a él daban las piezas ocupadas por los Padres y las aulas
escolares de varones como también la sala de armas, la despensa y el
refectorio de los misioneros. El segundo patio era mucho mayor y allí estaban
los talleres y “oficinas”, como también se los llamaba, donde se practicaban
los oficios de herreros, carpinteros, estatuarios, doradores, plateros, tejedores,
sombrereros, rosarieros, pintores, fabricantes de órganos, campanas y todo lo
perteneciente al cobre.
Con respecto a los estatuarios diremos que se trataba de los escultores y
artesanos que hacían imágenes religiosas en bellas tallas de madera, que luego
eran policromadas por los pintores o directamente en piedra. En este último
caso empleaba mucho la piedra llamada “De San Ignacio”, ese rojo asperón
cuyas canteras estaban en las cercanías del Rio Paraná.
Cerca de la Iglesia, a un lado, calle de por medio estaba la “Casa de la
Virgen”, la “Tupasiró”, también llamada “Cotiguasú”
Tupasiró: Tupa, es Dios; “Sí” es Madre y “Ro” es casa.
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Cotiguasú: “Cotí” es cuarto; “Guasú” grande. “El cuarto grande”.
Era una casa fuerte, de cimientos de piedra y parte de las paredes también
eran de piedra, todo lo demás de adobe. Tenía dos divisiones: una para las
viudas y las que tenían maridos huidos y la otra para solteras sin parientes y
huérfanas. Era bien cercada toda la casa y el patio. Una anciana era la portera.

La huerta:
La huerta estaba detrás de la Iglesia y tenía un tamaño de 150 varas de
largo, por 50 a 100 varas de ancho. Esta huerta estaba plantada con naranjos
higueras, guayabos, bananos, palmeras, ombúes (para sombra) y toda especie
de legumbres importadas de Europa.
También se cultivaban flores, que eran destinadas tanto a ornamentar la
Iglesia como para otros destinos. Estas flores eran originarias de la región,
como también traídas de Europa. En sus memorias los P. Sepp y Bohm
refieren que cuando vinieron al Rio de la Plata trajeron semillas de diversas
plantas y hasta retoños de las mismas.
El cementerio:
El cementerio estaba a un costado de la Iglesia, del otro lado del Patio de
los Padres. Estaba rodeado de una pared de piedra y tenía en el medio una
gran Cruz. Estaba dividido en cuatro carteles por calles cuyo costado, estaban
plantados nardos en forma de avenidas. El primero era para los Párvulos; el
segundo para las Párvulas; el tercero para los adultos y el cuarto para las
adultas. Allí eran enterrados únicamente los indios. Los Padres y Corregidores
que fallecían cuando ejercían el cargo, eran enterrados en la Iglesia.
El nardo era la flor que más se ponía en el cementerio, pero a sus costados
se ponían otras y, junto a las paredes, había filas de naranjos dulces.
En caso de epidemias, de pestes, se empleaban cementerios especiales
apartados de la población. En estos casos la misma población, en gran parte,
marchaban a los montes para vivir aislados los unos y los otros y evitar
contagios hasta que cesara el peligro.

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CONCEPCIÓN DURANTE LA PROVINCIA HISPANICA DE
MISIONES.
En el año 1768 fueron expulsados los jesuitas. El gobernador de Buenos
Aires, Don Francisco de Paula Bucarelli y Ursua, a quien le correspondió
hacer cumplir la real orden, encaró el problema político-social creado con la
salida de los jesuitas, disponiendo que los pueblos guaraníes fundados y
sostenidos por estos fueran separados en dos agrupaciones políticas: una que
comprendía 20 de los 30 pueblos, desde San Javier al note y la otra, con los 10
restantes, sobre el Rio Uruguay debajo de Concepción.
El 14 de febrero de 1.767 Bucarelli designó a Juan Francisco de la Rivera
Herrera como Gobernador de la primera división, que comprendía también
“De la concepción” o “De la Concepción de Nuestra Señora”, como se
llamaba entonces el pueblo. Pasa a llamarse “Concepción de la Sierra” luego
de la mensura cuyos 100 años se recuerdan ahora. Este Gobernador tenía su
asiento en Candelaria.
Y para la segunda división, la del Rio Uruguay, fue designado Gobernador,
Francisco Bruno de Zabala, con asiento en Yapeyú.
En 1770 Bucarelli introdujo algunas modificaciones administrativas, y, al
año siguiente, la corte de Madrid, las confirmaron, quedando establecidas
cuatro divisiones administrativas, que fueron las siguientes:
Candelaria como Capital, que se integraba con Candelaria, Itapúa, Trinidad,
Jesús, Santa Ana, Loreto, San Ignacio Miní, Corpus.

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Concepción como Capital, compuesta por Concepción, San Calos,
Apóstoles, San José, Santa María la Mayor, Mártires y San Javier.
De la región comprendida en la otra banda del Río Uruguay conocida como
“Misiones Orientales”, fue designada la Reducción de San Miguel como
Capital y se integraba con San Miguel, San Lorenzo, San Luis, San Nicolás,
Santo Ángel y San Juan.
De la banda del Note del Río Paraná, en la región conocida como “Misiones
Paraguayas”, fue designada Capital a Santiago e incluía a Santiago, San
Cosme, Santa Rosa, San Ignacio Guazú y Santa María de la Fe.
Y la cuarta división administrativa fue la de los Pueblos del Uruguay, con
Yapeyú como Capital.
En el año 1.778 el entonces Virrey Vértiz, dispone una nueva
reorganización, que es la siguiente: Candelaria con este pueblo como Capital y
los de Itapúa, Trinidad, Jesús, Santa Ana, Loreto, San Ignacio Miní y Corpus.
San Miguel como capital de los pueblos comprendidos en las llamadas
“Misiones Orientales” del otro lado del rio Uruguay. Santiago como Capital
de los pueblos de las “Misiones Paraguayas”; Yapeyú como Capital de los
mismos pueblos de la división anterior. Y Concepción como Capital de
departamento de ese nombre que comprendía: Concepción, Apóstoles, San
Carlos, San José, Santa María la Mayor, Mártires y San Javier.
El gobierno de lo temporal en estos pueblos, recaían en los administradores
designados por el Virrey de Buenos Aires, bajo la deliberación de los
Cabildantes indígenas, todo sujeto a la dependencia del Teniente y del
Gobernador que tenía su residencia en Candelaria.
El nuevo gobierno dispuesto por la Coona Española parra los 30 Pueblos de
Guaraníes fundados por los beneméritos sacerdotes de la Compañía de Jesús
y que integraros la Provincia Cristiana de Misiones, tuvo graves fallas en su
cometido. El desconocimiento del idioma y la psicología guaraní por parte de
los funcionarios, como asimismo por parte de los sacerdotes de otras ordenes
que se integraron a las comunidades sustituyendo a los Jesuitas, fue motivo
principal de este fracaso político. Por otra parte y dado el tipo de estructura
político-administrativa, caía en defectos de hecho, pues era cosa corriente los
problemas surgidos entre las autoridades entre sí, celosas de defender sus
respectivas jurisdicciones y siempre queriendo ampliarlas, por lo cual al final
se vivía un permanente enredo.
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Ataques Portugueses. Perdidas de las “Misiones Orientales”:
Lo grabe de este estado de cosas es que influyo, con desastrosa incidencia,
en la estructura militar. Lo que fue aprovechado, de inmediato, por los
portugueses siempre firmes en su política de conquista de estas tierras por
encima de cualquier otra traba legal.
Así fue como fueron continuos los ataques y avances sobre las Misiones,
especialmente sobre los situados en la otra costa del Rio Uruguay y que
comprendía el departamento de San Miguel, con este pueblo como capital.
Esta situación hizo crisis en el año 1.801 al estallar el conflicto armado
entre España y Portugal. Los lusitanos entonces, ya en estado de guerra,
ocuparon todos los Pueblos de las Misiones Orientales, pertenecientes a la
provincia Hispánica de Misiones. Fueron los pueblos de San Miguel, san
Lorenzo, San Luis, San Nicolás, Santo Ángelo, San Juan y San Borja. Al
mismo tiempo instalaron en la región fuertes destacamentos militares para
evitar la acción de reconquista por parte de los españoles. Pero esta nunca
llego a producirse.
La lucha entre España y Portugal cesó cuando ambos países firmaron el
acuerdo de Badajoz, también conocido como “La paz de Badajoz”. En las
cláusulas de este acuerdo de paz se establecía retomar a las anteriores
posiciones, vale decir retorna a los límites que existían antes de producirse el
conflicto. Pero los portugueses se negaron terminantemente, apoyados por las
fuerzas de las armas que dominaban el territorio conquistado, a devolver la
zona. Aduciendo que el tratado no especificaba a los pueblos, a los siete
pueblos ocupados y que las cosas debían continuar así. Y como el entonces
Virrey de Pino no adopto ninguna Providencia para evitar este estado de
cosas, esta situación conquistada por la fuerza y no por el derecho, España
perdió esos siete pueblos misioneros de allá en el Rio Uruguay.
Sería luego Andresito Guacurarí y Artigas, el heroico Caudillo guaraní
quien, al frente de sus hermanos de raza, cruzara el Uruguay para liberar a
esos pueblos de la opresión Luso-brasileña de ese entonces.
Cuando llego ese momento y cumpliendo expresas ordenes de su jefe y
padre adoptivo el gran oriental Artigas, precisamente fue Concepción, junto
con Santo Tome, los dos lugares estratégicos designados como base de
operaciones contra el enemigo. En Concepción Andresito instalo una gran
fábrica de pólvora.

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Gonzalo de Doblas en Concepción:
Como ya dijimos, pese a la Paz de Badajoz firmada ente España y Portugal,
los Portugueses se negaron a devolver las Misiones Orientales y, como no se
adoptaron las providencias del caso, perdimos en consecuencia los siete
pueblos misioneros de la otra banda del Rio Uruguay: San Miguel, San
Lorenzo, San Luis, San Nicolás, Santo Ángelo, San Juan y San Borja. Pero
eso no fue suficiente para las pretensiones de los portugueses, que se
constituyeron en una constante amenaza y peligro con sus evidentes
propósitos de invadir y apoderarse también de las misiones en nuestro actual
territorio.
En este sentido y como base de operaciones de prevención y defensa,
Concepción jugo siempre un papel importante. Por ello precisamente, cabe
destacar la designación de Don Gonzalo de Doblas como teniente Gobernador
de Concepción con residencia en esta Localidad. Hombre culto, servidor
público de altos méritos, esto y otras virtudes fueron considerados por el
Virrey Vertiz que en el año 1781lo designo en tal cargo. Nacido en 1744 en el
seno de una distinguida familia, llego a América en 1768 viajando en el
mismo Navío que llevaba al gobernador Bucarelli la Cedula de supresión de la
Compañía de Jesús.
Don Gonzalo de Doblas se instaló en Concepción, viviendo con su familia
en la Casa de los Padres, también llamado “El Colegio”. Allí nació su hijo
Francisco, quien luego ingresaría al Ejército y fuera comisionado por
Rivadavia para reclutar Misioneros para el Regimiento de Granaderos a
Caballo, conforme a los deseos de San Martin.
Doblas, el padre, el comandante en Concepción, viajo por toda la provincia
e incluso residió también en Candelaria. Pero como decimos, su sede era el
pueblo de Concepción. El pueblo, aunque disminuido en población,
continuaba siendo importante. Con su bellísima y gran Iglesia, su plaza
central, las casas de los indios, sus buenos cultivos de yerba mate, algodón,
maíz, caña de azúcar y sus estancias bien pobladas. Era el centro más
importante de la Región del Alto Uruguay. Antes de finalizar su mandato, este
digno e inteligente gobernante redacto un notable documento del que hizo
llegar copias a Don Félix de Azara, a los Brigadieres Alvear, Lecoq y Varela y
a los Virreyes, Loreto y Avilés, que juzgaron estas memorias de distintas

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maneras. Se trataba de un plan de reforma que, llevado a España por el
brigadier Varela, el Rey manifestó interés en adoptar gran parte de este plan.
Este documento se conoce como “La memoria de Gonzalo de Doblas” y fue
publicada por primera vez en la colección dirigida por Pedro Angelis llamada
“Colección de obras y Documentos Varios”. Fue reproducida con el título
“Memoria histórica sobre la Provincia de Misiones de Indios Guaraníes” en la
colección “Historia Argentina” en el año 1854 y, posteriormente, en la Revista
de Buenos Aires”. Cabe consignar que en ninguno de estos casos se hace
mención de la publicación de Angelis.
Reemplazado Doblas de sus funciones en Concepción, pues fue llamado
para planificar la población de Quilmes en la Provincia de Buenos aires, antes
de ausentase de Misiones fue a reconocer la isla de Apipé en el Rio Paraná. Ya
en su nuevo destino presentó un plan de defensa en la oportunidad de la
Segunda Invasión Inglesa. Falleció en 1.809 habiendo alcanzado el grado de
Teniente Coronel.

“Bajando al sepulcro lleno de inquietudes sobre la suerte futura de su


familia, a quien solo legaba un nombre sin Tacha”. Dice el padre de Angelis
en noviembre de 1836, y a quien hemos consultado de manera especial para
escribí estos recuerdos tan caros a los misioneros.

El Informe de Doblas:
Como hemos dicho, el informe de Doblas fue enviado por este a varios
brigadieres y a dos Virreyes, como copia del emitido a Azara, que Doblas
encabezaba así:
“El señor Don Félix de Azara, Capitán de Fragata de la Real Armada y
Comandante de la Tercera partida de la demarcación de límites con
Portugal, por la Provincia del Paraguay”. Lo firma en Concepción el 27 de
Septiembre de 1785. Tiene pues, más de 200 años de antigüedad.
Memoria larga, muy larga y detallista. Presenta un panorama histórico,
geográfico y socioeconómico muy completo de Misiones. Todavía tienen
vigencia muchas de sus informaciones. A continuación damos algunos pasajes
de la misma, como el siguiente:

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En el año 1744 se contaba en los 30 pueblos que hay al presente 84.606
almas, según se halla numerada en un mapa de estas provincias impreso en
Viena. Al tiempo del expulsión de los jesuitas, curas de estos pueblos, se
hallaron más de 100.000 almas; y al presente (1785) pueden computarse, los
que existen numerados, en 60.000 almas y en más de 8 a 10.000 los que no
están empadronados: porque andan fugitivos de sus propios pueblos, dispersos
en la misma provincia y fuera de ella en las jurisdicciones del Paraguay,
Corrientes, Santa Fe, Buenos Aires, Montevideo, Arroyo de la China (Actual
Concepción del Uruguay) Gualeguay y otras partes.
“El clima es benigno y agradable, aunque se distinguen las estaciones de
Invierno y verano. Ni uno ni otro son rigurosos sucediendo en esta Provincia
que es común experimentarse muchos días de calor en invierno y otros de frio
en verano. El aire es más Húmedo que seco, a causa de los muchos bosques y
rio. En los pueblos más cercanos a ellos, se experimentan muchas neblinas que
duran hasta las 10 del día. Son frecuentes los huracanas y mucho más las
tormentas de truenos, en las que caen algunas centellas. No se experimentan
Terremotos.”
Luego de informar sobre la orografía y la hidrografía misionera, hace
destacar la abundancia y calidad de las maderas que pueden hallarse en sus
bosques. Seguidamente se refiere a la calidad de la tierra, de la cual dice que
“tiene un color rojo casi como la almagra y solo en algunos bajíos se halla
tierra negra, que al parecer es compuesta por residuos de los vegetales”
Agregando: “Es generalmente muy fértil, principalmente en las faldas de los
cerros cerca de los montes y en los rozados. Pese a lo poco que los nativos
cultivan la tierra para sembrarlas, recogen abundantes cosechas,
particularmente las legumbres. El trigo, aunque no rinde tanto como en
Buenos Aires, se recogen buenas cosechas, siendo lo regular de diez por una.
El arroz se cría bien y viene con abundancia, el maíz lo mismo. Y todo cuanto
se siembra produce bien. Lo mismo sucede con los demás frutos comerciales.
Los Arboles de la yerba nombrada del Paraguay, se crían muy bien en los
mismos pueblos. Todos tienen inmediato a algunos yerbales que han plantado
y lo cultivan, beneficiados para su gasto y enviar a Buenos Aires”
Como vemos, todavía en el año 1.785 todos los pueblos Misioneros
disponían de los yerbales de cultivo. El pueblo de Concepción tenía tres
grandes y buenos yerbales. Infortunadamente y como consecuencia de serias
fallas en la administración de Misiones y luego del extraño decreto de Posadas
incorporándola a Corrientes, se fueron perdiendo esas verdaderas riquezas.
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Pero el esfuerzo y dedicación de los hombres y mujeres que nuevamente
vinieron a probar la amada tierra colorada, hizo que renacieran estas y otras
valiosas fuentes de recursos.

CONCEPCIÓN EN LA PROVINCIA REVOLUCIONARIA DE


MISIONES (1.810)
Con este Capítulo damos fin a la Historia de la Ciudad de Concepción de la
Sierra en nuestra Provincia, desde su fundación por los Sacerdotes de la
Compañía de Jesús, hasta su participación en los acontecimientos sucedidos
en la Provincia Revolucionaria o Provincia Argentina de Misiones, que se
concreta como consecuencia de la Revolución de Mayo de 1.810. Trataremos,
incluso, sucesos de la gesta de Andresito Guacurarí, relacionados con este
pueblo. Y la participación de sus hijos en las luchas por la causa de la libertad,
incorporados al glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo, bajo el mando
del Padre de la Patria el General Don José de San Martín.
En la última audición sobre este tema, nos referíamos a Concepción en la
época de la Provincia Hispánica o Colonial de Misiones. Continúa así:
El 19 de diciembre de 1.809 el Virrey de Buenos Aires designa Gobernador
Interino de Misiones al Coronel Don Tomás Rocamora. El Cabildo abierto de
Buenos Aires del 22 de Mayo de 1.810 resolvio que se informase sobre los
sucesos Revolucionarios del Rio de la Plata a las autoridades del interior.
Conforme a ello la Primera Junta de Gobierno se dirigió por nota al
Gobernador Rocamora, quien residía en Yapeyú.
Con fecha 18 de junio de 1.810 Rocamora, al acusar Recibo de la
comunicación, adhiere con fervoroso entusiasmo a la causa de la revolución.
Al mismo tiempo dispone la realización de una junta general de representantes
de los pueblos, en la Capital, Candelaria. Esta junta, este Cabildo abierto tuvo
lugar el 8 de Julio de 1.810, resolvió ratificar en un todo la valiente actitud de
Rocamora. Misiones pasa a ser, la primer Provincia del interior que se pliega a
la causa de Mayo.
En este Cabildo abierto el pueblo de Concepción no estuvo representado
directamente, sino a través de los enviados de otros concurrentes, pero si lo
estuvo en los acontecimientos que inmediatamente sucedieron, como ser:
Ofrecimiento de víveres, armas, pólvora, caballos y, lo más importante
hombres, soldados. Cuando Belgrano, el asigne patriota arribo a Misiones,
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considero tal ofrecimiento y se dispone que fuerzas de Concepción integren
las que, al mando directo de Rocamora, participarán en la defensa de
Misiones, amenazada por Velazco, el Gobernador de Paraguay.
Ya desde la época de los Jesuitas fue en Concepción donde se instala la
mayor producción de pólvora de ese entonces. Pues como es sabido, fue
necesario armarse en defensa de las pretensiones portuguesas de conquista de
los pueblos Misioneros.
De Concepción salió la mayor parte de la pólvora empleada en la famosa
Batalla fluvial de Mbororé, aguas arriba de San Javier, en el Río Uruguay. En
esa oportunidad una numerosa expedición de esclavistas paulistas, fue
totalmente abatida por los Guaraníes de las reducciones. Factor importante en
el triunfo fue una batería de cañones instaladas en la costa. Los cañones eran
tubos de Tacurusú (tacuara gigante) reforzadas con ataduras de cuero crudo.
Disparaban metralla de tozos de hierro, piedras y otros proyectiles. Los tubos
aguantaban hasta 6 disparos. Esa pólvora, como decimos, se fabricó una gran
parte en Concepción.

Concepción en Granaderos de San Martin.


Recién dijimos que jóvenes de Concepción de la Sierra también formaron
parte del Regimiento de Granaderos a Caballo de San Martin. Recordaremos
sintéticamente el acontecimiento.
Las cosas pasaron así: San Martín expreso al Triunvirato sus deseos de que
también integrasen el Regimiento que estaba formando, “Mis connaturales
misioneros”, dijo. En consecuencia el gobierno así lo resolvió, enviando al
mayor Francisco de Doblas a reclutar soldados en Misiones. El enviado era
oriundo de Concepción de la Sierra, donde había nacido cuando su padre Don
Gonzalo de Doblas residiera con su familia cumpliendo las funciones de
Gobernador del Departamento. Era misionero pues, como hacía constar en el
decreto del triunvirato de fecha 18 de agosto de 1.812 que dispone su misión.
Misionero y Concepcionero.
Doblas estuvo en Yapeyú, Concepción de la Sierra y Candelaria, reclutando
“Jóvenes de la talla y robustez para el regimiento de Granaderos a Caballo al
mando del Teniente Coronel Don José de San Martín., oriundo de aquel
Territorio” decía la presentación firmada por Rivadavia.

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Los naturales Misioneros respondieron de inmediato a la convocatoria de su
paisano San Martín. En el mes de Mayo de 1.813 ya estaban en Buenos Aires
261 reclutas “de talla y robustez”, ninguno de ellos menos de 25 años ni
mayor de 35. Sus jefes eran el Teniente Miguel Aviyu y los Alferez Andres
Guayaré, Juan de Dios Avayá, Matías Avucú. Eran los Jefes Guaraníes de los
Soldados misioneros, muchos de ellos oriundos de Concepción.
La ultima Corneta de Granaderos:
También era natural de Concepción, Miguel Chapoyá, aunque no hay
seguridad, pues pudo haber nacido en Santa María la Mayor. Pertenecía a la
familia del Cacique Marayúguá que vivía en Santa María, pero que tenía
parientes en Concepción.
Chepoya fue trompeta de órdenes del Regimiento de Granaderos a Caballo.
Fue uno de los reclutas misioneros que se incorporaron conformes a los deseos
de San Martín. Se batió en toda la campaña libertadora, desde 1.813 a 1.824,
actuando bajo las ordenes de San Martín, Belgrano, Rondeau, Bolívar, y
Sucre. El 13 de febrero de 1.826 y bajo las órdenes de Félix Bogado, regreso a
Buenos Aires cargado de gloria. Ya liberada América, desfilaron esos últimos
Granaderos de la Victoria, por las calles Porteñas. Y Chepoyá lanzo al aire el
vibrante toque de su Clarín. El mismo que anunciara cien cargas de valientes.

SAQUEO E INCENDIO EN CONCEPCIÓN. LA GESTA DE


ANDRESITO.
En previsión de la permanente amenaza de invasión por parte de los
portugueses, Andrés Guacurarí cumpliendo órdenes de su jefe y padre
adoptivo Artigas, centralizó sus operaciones en Santo Tomé y Concepción. En
este último pueblo, como dijimos, instaló una gran fábrica de pólvora. El
Brigadier portugués Francisco dos Chagas Santos, cumpliendo órdenes del
Marquez de Alegrete, el 14 de enero de 1.817 cruzo el Rio Uruguay atacando
los pueblos misioneros. Su misión era su destrucción y exterminio de los
guaraníes. Cuando Andresito se enteró hizo frente a los invasores en las
cercanías de Yapeyú, pero ante la superioridad enemiga, debió retirarse
escaramuceando hasta las Tranqueras de Loreto. Entonces Chagas asoló los
inermes pueblos misioneros, aprovechando que el grueso del ejército guaraní
se había unido a Artigas en su campamento de Purificación. Su actuación le
dio merecidamente el Mote de “Atilas de América”. Hizo saquear e incendiar

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los pueblos Misioneros de Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé, Santa María la
Mayor, Mártires, Concepción y San Javier. Otros se libraron del incendio pero
no del saqueo, en esa oportunidad, como Apóstoles, San José y San Carlos.
Luego de apoderarse de todo cuanto había de valor (el botín fue
transportado en un gran convoy de carretas) y de matar hasta a los niños, el 13
de marzo de 1.817 Chagas repaso el Uruguay.
Así desapareció el histórico pueblo de la Concepción. Pero Andresito no
cesó su campaña libertadora y expedicionó a la otra banda del rio para liberar
a los pueblos misioneros de allí. Allí, en actual territorio brasileño, en las
cercanías de San Nicolás, a mediados de julio de 1818 se batió, siempre con
denodado heroísmo, con fuerzas muy superiores que lo obligaron a replegarse
hasta la costa del rio Uruguay, para de allí cruzar a Concepción. Luego de
vigilar el paso de sus soldados y cuando se preparaba para cruzar el río, una
fuerte patrulla enemiga lo sorprendió y allí en San Isidro fue tomado como
prisionero.

REFUNDACIÓN DE CONCEPCIÓN.

Pasaron muchos años desde la destrucción del pueblo hasta que el Gobierno
correntino resolvió su mensura y su consiguiente refundación el 27 de
Septiembre de 1877.

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