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Estética de lo cotidiano.

En su libro Historia del siglo XX el historiador británico Eric Hobsbawm dice que
el pasado siglo ha sido el más mortífero de la historia a causa de la envergadura,
la frecuencia y duración de los conflictos bélicos que lo han asolado sin
interrupción, excepto durante un breve período en los años veinte. A diferencia
del “siglo XIX largo”, que fue un período de progreso material, intelectual y moral
casi ininterrumpido en Norteamérica y Europa, el siglo XX abrió nuevos caminos
que dejaban atrás las filosofías que marcaron la época anterior. Estas nuevas
vías implicaban el inicio de una época y de nuevas reflexiones sobre la
decadencia de la sociedad burguesa, el “fin de la historia” o la caída del progreso
por ejemplo.

La economía de mercado libre global género al finalizar el milenio además de


riqueza una sociedad vacía de valores y alentada hacia el consumo; embaucada
por los logros tecnológicos y un estado de bienestar en el que parecemos
encontrarnos actualmente nos dice por otra parte Larry Shiner en su libro La
invención del Arte. Atrás han quedado los grandes relatos que enaltecían y
magnificaban la producción del individuo racional que caracterizo el inicio de la
modernidad. En este contexto las Bellas Artes que habían nacido bajo el espíritu
renacentista y que habían ido cristalizando como una institución autónoma e
independiente a lo largo del siglo XIX se ven cuestionadas desde la práctica por
nuevos lenguajes poéticos y filosóficos, por reflexiones que exponen las
controversias de una disciplina construida sobre los valores propios de una
época que ha sido enterrada por la arenas del tiempo.

La concepción moderna de arte va tomando forma durante el siglo XVIII en una


Europa que se industrializa y vive los periodos de inestabilidad social que darán
paso a nuevas naciones y una nueva perspectiva de la realidad, pasando a
considérala como una construcción continua, a partir de la auto referencialidad,
las vanguardias y sus manifiestos. Destaco en su momento el caso del reino de
Francia donde la monarquía ilustrada fomento la formación de academias que
darán paso durante la república francesa al instituto de Francia en el que se
integrara la Academia de Bellas Artes en 1816. Es en ese momento cuando se
empieza a hablar de bellas artes en las polémicas que tienden a establecer una
diferencia entre el placer estético y la experiencia ordinaria, entre arte y
artesanía, artista o artesano, estableciendo así una separación entre dos
“mundos” diferentes en función del ocio y el trabajo. “La vida se construye atreves
de nuestras experiencias pero no todas nos proporcionan enriquecimiento
estético, las interacciones con el medio que denominamos coloquialmente
experiencias vienen caracterizadas por la distracción y dispersión, la experiencia
integral será aquella que no haya huecos de dispersión ni uniones, en la
experiencia no integral una cosa remplaza a otra pero no la absorbe ni la lleva
consigo”. (L. Shiner 2004)
Vivimos en un ambiente en el que el deseo de hacer, el anhelo de acción son
movidos a una búsqueda incesante de hacer el mayor número de cosas en el
menor tiempo posible puesto de manifiesto en el exceso de receptividad que
impide la maduración de la experiencia.

Es por eso que el concepto de “estética de lo cotidiano” es una forma de


reivindicar el origen de los estudios sobre estética en las experiencias sensibles
de la vida cotidiana, como una pauta de donde se parte hacia la abstracción. El
interés, además, por categorías como juicio, gusto, forma, contenido y
experiencia estética, entre otras, ha propiciado la construcción de un corpus
teórico que genera confusión al momento de concretar una respuesta a las
preguntas ¿qué es arte?, o, ¿por qué el arte?

La casa, el espacio donde se habita, que protege no sólo del exterior, sino que
ofrece cobijo a la intimidad y a la convivencia emocional, es ordenado de cierta
manera, tanto distribuyendo una serie de objetos básicos como incluyendo lo
que se denomina decoración. "Siempre hay un programa estético. Esto ocurre
más allá de que lo quieran o expliciten los propios actores. Las estéticas en la
vida cotidiana se dan de hecho, se ejecutan", asegura Marita Soto Magariños,
docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien dirige proyectos de
investigación centrados en la descripción y el análisis de las estéticas de la vida
cotidiana.

Quizás académicamente esto no sea arte, ¿qué tiene de arte un acto cotidiano,
una sombra, una gota de agua adornando una rosa, el colorido del puesto de un
puesto de fruta y verdura?, sí que podría tener de estético esto para un filósofo
o un artista titulado pintando el mercantilismo porque es lo que se vende, para
ellos arte una pintura en lienzo con técnica, estilo, cuadratura perfecta y etc.,
Davincci y Miguel Ángel si fueron educados para que fueran lo que fueron, pero
que ahí de aquellos que lo hacen ya sea por instinto puro, nato o educado solo
por educación familiar.

Quizás, entonces, no pueda hablarse de patrones, aunque sí de


ciertas operaciones básicas que se repiten en la mayoría de los hogares, al
margen de su nivel social, económico o cultural. "Son acciones como separar,
iluminar, colocar, ordenar, jerarquizar, aislar, acumular, sustituir, llenar, vaciar,
hacer discreto o continuo, enfatizar, atenuar. En un segundo nivel se
encontrarían estilizar, abstraer, texturizar y otras de un tercero, como
modernizar, tradicional izar, sofisticar, simplificar, funcional izar, entre otras",
asegura Soto Magariños.

Por lo cual hoy queríamos mostrar el arte que nos regalan nuestros actores, pero
¿es arte lo que hacemos? o ¿es solo un reflejo de la sociedad meramente el
video?, ya que en eso consiste el trabajo, para nosotros el trabajo es
efectivamente una forma de expresión artística, en la cual como ya lo había
mencionado antes la estética de lo cotidiano será lo que podremos estar
observando, en donde cada toma siendo sencilla y pequeña muestra mucho de
lo que pasamos por desapercibido todos los días, y también el como muchas
veces dentro de este bello lugar puedes sentirte un tanto más cercano a la
naturaleza, también cabe resaltar que un tanto de esta sensación es producida
por los mismos vendedores los cuales aun sin tener un conocimiento académico
acerca de lo que es la estética o una referencia hacia la calificación de la belleza
cuantificable.

Pero por instinto, bien mencionado en clase al parecer la estética es una de las
sensaciones o sentimientos atados a nuestros códigos genéticos, o quizás solo
a nuestro subconsciente, donde a decir verdad anidan la mayor parte de nuestros
recuerdan aun sin tenerlos a la mano, del mismo modo el cerebro trabaja a
velocidades increíbles, con las que puede incluso en cuestión de instantes
relacionar ciertos momentos, acciones, sonidos, movimientos, etc…, con lo que
tiene en ese momento enfrente, sintetizando, las personas o vendedores sin
darse cuenta y sin que el comprador lo note, el agua que le rocían a las flores es
un ejemplo pues dan la apariencia de ser más frescas o las frutas acomodadas
en ciertas posiciones que les da mayor realce a su color y volumen por ello se
ven mejores

Así justificamos nuestro trabajo en la central de abastos, lugar muy colorido y


vivo, donde encontramos la estética de lo cotidiano, un arte hoy en día que
necesita crecer como una semilla. Así mismo se tiene el deseo de darle un mayor
valor simbólico, pues para todo poblador de Oaxaca conoce este lugar o por lo
menos a escuchado hablar de él, un lugar de multiculturalidad y conocimientos
más naturales por así decirlo, aunque a decir verdad esto es una de las cosas
por las cuales es estéticamente cotidiano, algo que sucede en un día a día,
incluso sin darnos cuenta.

Bibliografía

Hobsbawm, Eric. El siglo XX, México, Siglo XX editores, 1994.

Shiner, Larry. La invención del Arte, España, Paidós Editores 2004

Soto Magariños, Marita. La puesta en escena de todos los días. Universidad de


Buenos Aires, Argentina, 2004.

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