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En 1982, el boom económico de la década anterior mostró su verdadero rostro.

Jesús Silva Herzog


(secretario de Hacienda) anunció que el gobierno mexicano ya no podía cubrir la cuota completa de
su deuda externa debido al aumento repentino de las tasas de interés y la gran fuga de capitales
privados. Esto causó una fuerte inflación que resultó en una recesión económica y todo lo que ello
conlleva: desempleo, desestabilización, agravamiento de los problemas agrarios, etc. De cara a la
gran crisis económica y al desgaste del régimen político, la producción artística adoptó nuevos tonos
políticos y estéticos. La historia, la identidad de género, la patria, el poder, la religión y la sexualidad
son algunos de los temas del amplio repertorio de los discursos plásticos de la época.

Por un lado surgió una segunda ola de grupos como: Atte. La Dirección o Polvo de Gallina Negra, este
último liderado por Magali Lara y Mónica Mayer. Su trabajo giró en torno al cuestionamiento
constante del rol de la mujer en México y la construcción de la imagen femenina en los medios de
comunicación. Buscaban crear nuevas imágenes a partir de la experiencia de ser mujer en un
sistema falocrático.

La obra de Polvo de Gallina Negra casi siempre fue de carácter efímero. Se presentó en espacios
públicos, tanto en la calle como en medios de comunicación. Pola Weiss (frecuentemente referida
como la precursora del videoarte en México), al igual que el colectivo anterior, hizo uso de la
televisión pública y privada y creó el sello "arTV". Su contenido mostraba características con tintes
psicodélicos (Flor cósmica) mientras que otros tienen un estilo documental (Santa Cruz Tepexpan).
La identidad, ya sea en torno a los orígenes, al cuerpo o sus sentimientos (Auto- videato, 1979; Mi
corazón, 1986) fueron el eje temáticos de sus piezas.

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Tanto Pola como Sarah Minter mostraron los primeros videos que exploraban las identidades
marginales. A la par fotoperiodistas como: Pablo Ortiz Monasterio, Fabrizio León y Pedro Meyer
comenzaron a publicar en los periódicos izquierdistas: Unomásuno y La Jornada. Sus fotografías
mostraban los clanes incipientes de la ciudad, como grupos urbanos y personajes marginales. El
fotoperiodismo y el documentalismo fueron fundamentales para el registro de la insurgencia
guerrillera centroamericana de los 70 y 80 y el terremoto de 1985. Ese mismo año, Ruben Ortiz (uno
de los primeros artistas mexicanos en plantearse explícitamente como un productor posmoderno), a
través de sus fotografías. Ortiz capturó el devastado paisaje y lo interpretó como una metáfora del
derrumbe de las ilusiones modernistas, dando como resultado un quiebre en el imaginario colectivo,
determinante para un cambio en las artes.

La interpretación simbólica de dicha ruptura en el psique se venia gestando desde otro frente: el
cuerpo. El cual fue visto "como portador metafórico de la nación y la identidad, donde la noción de
frontera sirve como espacio para la desterritorialización." (1)

Un año después, la pandemia del VIH se extendió a lo largo del globo, esto permitió el develamiento
de diferentes órdenes sexuales. A la par de esto emergió una suerte de levantamientos exigiendo
espacios para la tolerancia de las diversas minorías sexuales. Al poco tiempo aparecieron las
primeras semanas de la diversidad sexual e iniciativa del Círculo Cultural Gay liderado por José María
Covarrubias.

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Hacia 1987, La Pepa (apodo dado a Covarrubias) encontró en el Museo Universitario del Chopo un
espacio para las prácticas de la diferencia. Numerosos artistas se vincularon a este movimiento como
Julio Galán y Nahum B. Zenil, los cuales fueron un representantes de un momento complejo llamado
Neomexicanismo. Es importante puntualizar que no hubo en realidad un movimiento o grupo, con
un programa definido, sino que este término fue otorgado por la historiadora de arte Teresa del
Conde. Y sirvió para catalogar la pintura figurativa compuesta por elementos populares y
nacionalistas. Artistas como: Adolfo Patiño, Georgina Quintana, Julio Galán, Javier de la Garza,
Germán Venegas, Dulce María Núñez y Nahum B. Zenil, fueron parte de la "iconografía
catastrofista".(2)

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