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Otras instituciones privadas como la Fundación San Telmo, desde 1980, desarrollaron una
importante labor de difusión del arte argentino. Albergó meticulosos panoramas retrospectivos
de la gráfica de Antonio Berni, las fotografías de Grete Stern y la obra en general de Clorindo
Testa, Alberto Heredia, Luis Benedit, Víctor Grippo, Ernesto Deira, Ary Brizzi, Alejandro
Puente y Carlos Silva, entre otros.
También cedía su espacio para que diversos artistas jóvenes presentaran gus trabajos
individualmente o en exposiciones colectivas. En colaboración con instituciones nacionales o
del exterior realizó una ampla labor que abarcó diversos temas contemporáneos y algunas
incursiones en el arte argentino del XIX en colaboración con el MNBA.
Acogieron un arte underground que, se planteaba temas como la identidad individual sexual y
colectiva y la cultura popular como un capital social del cual nutrirse.
Liliana Maresca impulsora de la autogestión colectiva. Los límites de los lenguajes expresivos
se borraron, y la parodia y la ironía atravesaron las actividades más diversas
Hacia fines de 1981, se tornaron cada vez más frecuentes los encuentros privados en los talleres,
organizados por los propios artistas como Rafael Bueno con su café Néxor que con el objetivo
de conectarse entre los artistas abrió las puertas de su casa organizando reuniones para
interactuar con otros artistas.
Cerca de allí se encontraba La Zona, un sótano que servía de taller a Bueno y otros artistas,
donde se efectuaron muestras y performances.
Frecuentadas por una comunidad diversa, estos espacios fueron claves para socializar
experiencias y presentar muestras emblemáticas como Sauna y Los últimos pintores en las que
se exhibieron trabajos de Rafael Bueno, José Garófalo, Alfredo Prior, Martín Reyna, Alejandro
de Ilzarbe, Gustavo Marrone y Miguel Harte.
Omar Chabán, Sergio Aisenstein y Helmut Zieger abrieron el café Einstein convertido en poco
tiempo en centro de la movida alternativa, que luego se trasladaría a la discoteca Cemento, el
Parakultural y el bar Bolivia.
Estos espacios, crearon una singular red de interconexiones artísticas para la “movida” de los
jóvenes.
La experiencia de pintar en grupo, se transformó en algo habitual en estos años. Esta práctica
era compartida, además del grupo Loc-son, por otros artistas como Guillermo Kuitca, Alfredo
Prior, Juan José Cambre y Luis Frangella.
El teatro y lo performático han sido considerados el campo más fértil de la época, e impulsor
de algunas de las experiencias más innovadoras.
Lucía Muerta, presentada 1984, puede considerarse uno de los casos más
paradigmáticos de las obras interdisciplinarias.
La apertura de estos espacios favoreció a las asociaciones espontáneas entre los artistas de
distintas disciplinas dando lugar a intensos cruces.
La pintura formó parte-de espectáculos marginales que incorporaron prácticas performáticas
que pusieron las poéticas en el centro de la escena.