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en los noventas
Fabiola García Terán
Leslie Anahí Ruiz
Alberto Ruiz Osoria
Contexto
Montero, D., Fayad, D. M. & Ortega, L. F. (2013). El cubo de Rubik, arte mexicano en los años 90. Fundación Jumex Arte
Contemporáneo.
Se ha insistido en varios lugares que esa
exposición ha servido precisamente para
respaldar la firma del Tratado y que la cultura fue
usada como soporte milenario (literalmente
hablando) que ayudaba a con-solidar una imagen
del país. Pero, más allá de eso y tal vez este es el
punto que más me interesa resaltar- es que
también se ha hecho patente la idea de que la
intervención de Televisa como principal
patrocinador de la exposición es fundamental
para entender los vínculos entre Estado y la
industria privada en relación a la cultura nacional,
y como es claro, la promoción de un producto (o
más bien, la cultura nacional como producto); es
decir, la transacción de capitales económicos
valiéndose de capitales simbólicos, un proceso
que no es para nada fácil de describir.
Además del ensayo fotográfico documental que favorecía ciertas publicaciones como el
periódico Unomásuno, el semanario Proceso y posteriormente, el diario La Jornada, que
empujaban a la izquierda a plantear un nuevo horizonte de identificación en torno a la
nueva población urbana, el fotoperiodismo tiene un renacimiento en el último cuarto del
siglo xx. La censura y parcialidad de los medios electrónicos hacen que en lugares como
México la fotografía fija siga teniendo un rol informativo central, pues documenta con
intensidad y compromiso todo aquello que el poder no deja asomarse en la pantalla
chica: la emergencia de nuevos movimientos sociales, las violaciones a los derechos
humanos, los accidentes de una modernidad desbordada por la sobrepoblación que
provoca (San Juanico, 1984; sismo de 1985). Es así que la fotografía se afianzó como un
arte político que tuvo un papel fundamental en las trasformaciones del país en las tres
décadas de la decadencia del sistema priísta.
En 1984 Rogelio Villarreal y Ramón Sánchez Lira “Mongo” lanzaron La regla rota, la revista que mejor
define el espíritu de una generación que emergió en los años postreros al 68 en clara oposición a la
solemnidad de las revistas y suplementos culturales que circulaban entonces en México (Plural, Nexos,
Vuelta, con la excepción, tal vez, de La Cultura en México, el suplemento que dirigió Carlos Monsiváis de
1970 a 1984). La regla rota era una revista “seria”, que se afirmó de entrada como discrepante, irritante,
malévola, pocha, arbitraria, panfletaria y, por todo ello, profundamente crítica de los mecanismos del arte
y sus instituciones. Revista de rock, de cómics, portafolio fotográfico, vehículo de chismes, instrumento de
la crítica de artes visuales, laboratorio de experimentación literario, y lanzagranadas de una hipotética
nueva izquierda; La regla rota era fiel a la promesa anti-normativa de su título. Si bien por razones
económicas tuvo una existencia más bien caótica hasta su desaparición después de cinco números, en
1987, en su corta vida sirvió como plataforma para varios de los artistas visuales decisivos de la siguiente
década. Las presentaciones en público de la revista en el Bar 9 (uno de los más importantes bares gay de
los ochenta) eran auténticos conciertos-performance. Al filo de la nueva década Rogelio Villarreal logró
lanzar un nuevo órgano de la cultura alternativa, La pusmoderna, que buscaba expresar a las subculturas
urbanas lo mismo que a una crítica cultural más antiacadémica.
La Era de la Discrepancia/The Age Of Discrepancies: Arte y Cultura Visual en Mexico/Art And
http://culturamexicanabachilleres5.blogspot.c
om/2012/10/arte-de-los-90s.html
La Quiñonera
“La Quiñonera es un espacio que se abre a la
esquizofrenia del artista en constante deseo de
amenaza al esquema cerrado de la creación
plástica. Lugar dónde se pretenden un número
indefinido de vocabularios que pueden originar
eventos o tendencias de diversos tonos y verbos,
sin dictaminar los “modos adecuados” de
producción“5.
La Era de la Discrepancia/The Age Of Discrepancies: Arte y Cultura Visual en Mexico/Art And Visual Culture In
Mexico 1968-1997 (2a ed.). (2014). Turner.
El Archivero (1984-1991), ubicado en la calle de Frontera en la
colonia Roma hasta el temblor de 1985, cuando se mudó a la calle
de Tabasco, y luego a la avenida Álvaro Obregón. Éste fue un
espacio que funcionó como galería, librería y por supuesto, punto
de articulación entre los circuitos nacionales y el extranjero. El
Archivero incluyó las publicaciones de Pecanins y de Macotela,
Ediciones La Cocina (1977), o la editorial de Sáenz, La amenaza
elegante (precursor de las revistas Tinta Morada, Lacre y El
Tendedero), pero también extendió el movimiento de los libros de
artista hacia circuitos alternativos. El Archivero secundó la noción
del libro de artista y llegó a ser punto de referencia obligado que
editó cientos de ejemplares que incluían publicaciones de artistas
de todo el mundo.
El Archivero
El salón des Aztecas
El Salón des Aztecas que Aldo Flores creó en la primavera de 1988, tenía la ambición de
transformar el Centro Histórico de la Ciudad de México en una especie de Soho latinoamericano,
usando el arte para provocar un “renacimiento de Tenochtitlán” de entre las ruinas dejadas por el
sismo de 1985. Aldo Flores instaló su galería y centro cultural en una mueblería de su familia en
la calle República de Cuba, en una zona suficientemente deprimida para permitirle expandirse
sobre los locales comerciales adyacentes según sus proyectos lo requerían. La nota dominante
de la operación era el entusiasmo, la diversidad y la improvisación. Además de concebir al artista
como un agente potencial de cambio urbano, Aldo Flores tuvo el tino de ofrecer a muchos
artistas, y en especial a varios de los inmigrantes de Europa y de Estados Unidos que jugarían un
papel clave en los años noventa, una primera plataforma de exhibición.
Aldo Flores Fachada del salón des Aztecas
La toma del Balmori Taking Over the Balmori
La acción más importante del Salón des Aztecas fue “La toma del edificio Balmori”, en la
esquina de Orizaba y Avenida Álvaro Obregón. En marzo de 1990, ante la amenaza de
que este elegante edificio afrancesado fuera derrumbado so pretexto del daño producido
por el temblor, el Salón hizo una convocatoria abierta para que más de cien artistas de
diversas generaciones, desde Philip Bragar hasta los integrantes de La Quiñonera, se
apropiaran artísticamente del sitio para sonar la alarma pública de la amenaza que se
cernía sobre la arquitectura histórica. La acción fue extraordinariamente exitosa: además
de ser considerada como uno de los hitos del arte de los años noventa, “La toma del
Balmori” logró salvar al edificio, que sobrevive, ahora restaurado, en un entorno que poco
a poco se fue poblando de galerías y centros culturales.
Artistas
Zalathiel Vargas
(1941) 81 años
(1957-2019) fue una figura central en el movimiento del libro de artista en México, tanto en su labor de editora y
promotora como en su práctica artística. Si bien su creación recorre los linderos de lo que la historia de la arte
tradicional ha clasificado como arte objeto, libro de artista e instalaciones, su producción de libros- objetos, expande la
noción del libro de artista y establece un constante cruce entre lo objetual, lo visual y lo poético. (Rugo, s. f.)
La obra de Pecannins estuvo ligada a la creación y promoción
del libro de artista. En 1977 fue cofundadora de la editorial
Cocina Ediciones; en 1985 abrió El Archivero- Libros de
Artista, espacio dedicado a exhibir, coleccionar y promocionar
libros de artista. Estudió linotipia y encuadernación de libros
en Barcelona. Desde 1977, Yani Pecanins colecciona objetos
con los que elabora libros-objetos –o libros-cajas, u objetos
legibles–, en los que se entrecruzan su postura sobre los
papeles sexuales, y obsesiones familiares, en particular, los
residuos de memoria de una compleja historia familiar de
exilios sobre exilios (Alemania, Estados Unidos, España,
México).
Gouache / papel
28 x 38 cm
FT028
Los conejos van a la guerra (1993)
Autorretrato saludando
(1992)
Maruch Sántiz Gómez
Cruzton, San Juan Chamula, Chiapas, México, 1975.
Maruch Sántiz Gómez es una artista tsotsil que se presenta a sí misma como
fotógrafa-escritora; Es una de las artistas de mayor repercusión internacional
representada por Galería MUY. La obra de Maruch Sántiz es documental, pero, a la vez,
tiene la capacidad artística de conferir a las imágenes una mirada íntima, reflexiva.
La obra de Maruch Sántiz es una obra de preservación del patrimonio maya/tsotsil. En
1993, con diecisiete años, empezó a trabajar en la serie Creencias de nuestros
antepasados, un compendio de refranes de la tradición tsotsil que empezó a reunir de
forma natural, en las conversaciones con sus abuelos y bisabuelos, y que, luego,
continuó mediante la investigación y las visitas a otras comunidades tsotsiles. Es en ese
momento cuando entra en contacto con Carlota Duarte, norteamericana que fundó en
los 90 el Proyecto Fotográfico de Chiapas, una asociación que tiene como objetivo
enseñar a las poblaciones indígenas el uso de la cámara fotográfica, y así darles la
oportunidad de auto-representarse. Maruch Sántiz decidió acompañar su obra escrita
de imágenes que contarán los refranes, pues, en sus propias palabras, “las fotografías
también pueden leerse”. La serie acabada se compone de 50 fotografías en blanco y
negro acompañadas de sendos textos en tsotsil-español, dirigidas tanto a las personas
ajenas a la cosmovisión tsotsil, como a los propios pueblos originarios de Chiapas,
como obra de referencia sobre su tradición oral.
“Rescatar y mantener nuestra cultura antepasada y nuestra lengua materna. Estas palabras nunca se
han escrito y nadie las ha fotografiado”. Maruch Sántiz
Creencias de nuestros antepasados pronto se convirtió en una obra que atrajo la atención del público
internacional; por un lado, por ser adalid del movimiento Archivo Fotográfico Indígena, y por otro, por ser obra
directa de una artista originaria tsotsil, en un momento, los 90, en que la situación política de Chiapas era
muy delicada.
Oleo / tela
60 x 80 cm
MoC001
Julio Galán
“Gabriel Orozco había estudiado en la enap, por lo que conocía desde dentro los detalles acerca de
las formas y los contenidos en la educación artística que ahí se imparten. En 1987, Gabriel aceptó
orientar paralelamente nuestro desarrollo, de manera personalizada y en su propia casa, ante la
posibilidad de plantear nuevas formas de convivir en un proyecto educativo no institucional ni
marginal. Nos dedicó todos los viernes íntegramente, dando margen a que pro pusiéramos las
actividades que ocupaban nuestra atención [...] En nuestro taller, con la discusión aprendimos a
dialogar, a investigar y a entender la obra del prójimo; no buscábamos el consenso ni la uniformidad
sino la provocación de la personalidad de cada uno. Cuando llegábamos en la mañana al taller,
pensando que teníamos obras acabadas, por la noche regresábamos a nuestras casas con una
madeja de dudas y asuntos que teníamos que problematizar individualmente en el poco tiempo que
hay entre dos viernes [...]
Gabriel Orozco es un artista contemporáneo mexicano. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la
Universidad Nacional Autónoma de México entre 1981 y 1984 y en el Círculo de Bellas Artes de Madrid entre
1986 y 1987. Nacimiento: 27 de abril de 1962 (edad 60 años), Xalapa-Enríquez
Sleeping Dog (Perro
durmiendo), 1990
Silver dye bleach print (Cibachrome)
20 x 16 in.
(3829)
Recaptured Nature
(Naturaleza recuperada),
1990
vulcanized rubber
40 x 24 x 40 in. (101.6 x 61 x 101.6 cm.)
Turista Maluco, 1991
Esta obra, titulada “Mis manos son mi corazón”,
fue realizada tras un fructífero encuentro entre el
reconocido artista inglés Antony Gormley y
Gabriel Orozco, su joven asistente de 1990 en los
hornos artesanales de Cholula, Puebla. La pieza
pudo ser vista como objeto de barro y como
sujeto fotográfico hasta febrero de 2007.
Caja de Zapatos Vacía, 1993
Papalotes negros, 1997
30 x 25 cm