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los Alumnos
Experiencia en una institución escolar de la Provincia de
San Luis
Por razones de tiempo (pues, por un lado, la asignatura es cuatrimestral y, por otro,
sucedieron circunstancias ajenas a nuestras posibilidades), sólo fue viable aplicar la
primer parte del método, esto es, la concertación entre los alumnos.
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pares. Con ello, el dispositivo promueve el pasaje de una estructura psicofamiliar a
una psicosocial, es decir, de un funcionamiento inconsciente en que la sociedad es
vivida como una familia, los superiores jerárquicos como padres y la transgresión de
la autoridad de éstos como fuente de culpa (como consecuencia del temor a perder
el amor de esas figuras parentales internalizadas), a otro en que el sujeto pueda
apropiarse de su acto de forma legítima y autónoma. Por tanto, el método
desarrollado por Mendel fomenta en los alumnos el desarrollo de todas las
capacidades inherentes a la personalidad psicosocial a partir del movimiento de
apropiación del acto, esto es, la recuperación o inauguración de sentimientos de
autoría, elección y decisión de aquellos actos que hacen a la vida del sujeto. En
pocas palabras, uno de los objetivos principales a los que aspira el M.E.C.A es la
emergencia del acto-poder, entendido éste como el acto a partir del cual el sujeto
ejerce poder sobre su entorno (Mendel, 1996).
Este método concierne, entonces, a dos procesos diferentes. Uno tiene que ver con todo lo
que sucede entre los alumnos, por lo tanto, con la concertación intra grupo, que para
nosotros es el verdadero tiempo de la socialización; otro, en el segundo tiempo, que es el de
la comunicación con el grupo de los docentes, también indispensable para vincular la
elaboración de los alumnos a la realidad institucional de la escuela. (Mendel, 1996, p.21).
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situación, aprender a trabajar en equipo, llegar a un acuerdo sobre las
problemáticas que los atraviesan como estudiantes para, finalmente, hacer
propuestas racionales de mejoramiento de las condiciones de su trabajo, que serán
comunicadas de forma sintética y consensuada al equipo docente y/o directivo de la
institución en un segundo tiempo (Mendel, 1996).
Primer tiempo:
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grupo total establece cuáles son sus demandas, cómo quieren ser ayudados y
determinan a quién/es desean que lo elaborado sea transmitido:
sólo se transmitirán los pedidos que se hagan; muchas de las cosas que ellos hablan entre sí
sólo le conciernen a la clase y esto no es necesario transmitirlo, no debe ser transmitido, es
propiedad de la clase, esto es su acto-poder en cierta forma (Mendel, 1996, p.25).
Segundo tiempo:
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Primer encuentro:
Cuando finalmente se comenzó con el dispositivo (no sin dificultades, pues hubo
complicaciones en relación con las autorizaciones necesarias para participar en la
actividad), la reguladora distribuyó los integrantes del curso (el grupo total), por
orden alfabético, en sub grupos. Como consecuencia pudo observarse, en un primer
momento, cierta dificultad en la interacción al interior de uno de los subgrupos, lo
cual podríamos pensar como esperable dado el momento evolutivo en el que se
encuentran estos adolescentes. Separar a los jóvenes de su grupo habitual implica
cierta pérdida de identidad, pues es el grupo de pares el que, en esta etapa del
desarrollo, otorga los elementos identitarios fundamentales (Erikson, 1968). No
obstante, dicho obstáculo se vio sorteado rápidamente, por lo que la comunicación
continuó de forma fluida, tanto al interior de cada grupo como entre los grupos.
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la pregunta de cómo les gustaría ser ayudados, pudieron debatir, para finalmente
consensuar, diferentes propuestas en relación con esta consiga. Es decir, a pesar
de la presencia de diferentes opiniones y puntos de vista, pudieron ordenarse,
escucharse y llegar a un acuerdo. Podríamos pensar, por tanto, que el objetivo del
método, a saber, la socialización, se estaba concretando.
Aconteció un fenómeno en dos de los subgrupos que nos llamó la atención: antes
de plasmar sus quejas y peticiones en los afiches que serían compartidos en el
grupo total, armaron borradores en los que anotaban aquello que iba surgiendo en
la discusión intra-grupo. Es decir, discutieron y definieron al interior del subgrupo
qué plasmar en el afiche que sería visto por el grupo total. Vemos, entonces, que así
como lo discutido en el grupo total de alumnos no es transmitido completamente al
grupo de docentes y/o directivos, tampoco lo que se discute al interior de los
subgrupos será transmitido íntegramente al grupo total, es decir, los subgrupos
deciden qué será transmitido y que no al grupo total de alumnos. Existe contenido
que le pertenece solamente al subgrupo, otro que le pertenece sólo al grupo total y
otro que podrá ser transmitido a los docentes y/o directivos, tras previo consenso.
Así, en esa decisión de armar un borrador para definir qué transmitir, observamos el
acto-poder de dos de los grupos.
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Finalmente, a pesar de haberse terminado el tiempo que se nos había designado
para aplicar el método, todos los subgrupos, a excepción del marrón, hicieron uso
de algunos minutos de su recreo para poder finalizar esa etapa de la actividad. Esto
nos permitiría pensar que existe por parte de los alumnos cierto compromiso con
ésta, ya que no sólo la realizaron voluntariamente, sino que ocuparon tiempo de su
ocio para poder concluirla.
Segundo encuentro:
Una vez completados los afiches, éstos fueron colocados en el pizarrón y los
estudiantes disolvieron los pequeños grupos para ubicarse, todos juntos, cerca de la
reguladora, dándole la espalda a las observadoras. Este movimiento podría ser
interpretado como una forma de romper con la jerarquía que la reguladora, como
adulto responsable, representaría. Es decir, ubicarse corporalmente en un plano de
igualdad daría cuenta de cierta ruptura con la autoridad en tanto se quebrantaría la
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distribución áulica habitual en la que los estudiantes, en fila, quedan enfrentados a
un docente que encabeza el espacio. En definitiva, podríamos pensar, a partir de
este movimiento, en cierto pasaje de un funcionamiento psicofamiliar a otro
psicosocial, pues los alumnos transgredieron la norma de la jerarquía parental (lugar
habitual en que se coloca y se lo/la coloca al/ a la docente) para ubicarse en un
plano de igualdad, sin dejar de respetar a la reguladora en su rol.
Una vez aclarado este punto, comenzaron a discutir sobre las conflictivas que los
atravesaban, pudiendo observar que el conjunto del grupo estaba de acuerdo con el
material que iba surgiendo. La charla era bulliciosa y poco ordenada. Surge durante
la concertación una queja que no había sido plasmada en el afiche de ninguno de
los grupos. Sin embargo, todos estuvieron de acuerdo con ella, como grupo
homogéneo. Ésta refiere a la violación, por parte de la institución, de lo que los
alumnos llamaron una “pauta de inscripción”, que estaría vinculada con las normas
institucionales. Específicamente, los alumnos se refirieron al tiempo de tolerancia
para entrar a clase: si bien el reglamento establecería una tolerancia de 15 minutos,
la misma no estaría siendo respetada y los estudiantes obtendrían media falta tras 5
minutos de demora. Ante esto, podríamos pensar que rápidamente acontecería lo
que Mendel (1996) denomina acto-poder, pues ante dicho atropello, los alumnos
determinaron exigirle a las autoridades que respeten el reglamento. Es decir, los
estudiantes identificaron su conflictiva particular y determinaron qué hacer para
resolverla, haciendo respetar sus derechos dentro de la institución.
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Apareció nuevamente una queja generalizada en torno a desigualdades de género
que impone la institución: se prohíbe tanto el uso de aros en hombre como el de
pantalón corto y calzas en mujeres. Ante esto se realizaron diferentes propuestas,
dentro de las cuales estaría la posibilidad de negociar con la directora un tipo
determinado de pantalón corto permitido y el uso de aros no llamativos. Aquí,
nuevamente, podríamos observar el acto-poder, pues los alumnos, mediante la
socialización, cuestionan un funcionamiento institucional pensándose desde sus
derechos y sus posibilidades con el fin reivindicarse y lograr modificar esa situación
que sienten como injusta.
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Apreciaciones finales
Por tanto, podríamos pensar que la instancia del dispositivo que pudo aplicarse fue
llevada a cabo con éxito y tuvo resultados muy satisfactorios (es decir, se logró la
socialización de los alumnos) a pesar de las contingencias acontecidas que
decantaron en la imposibilidad de aplicarlo en su totalidad.
Implicancias
Ailin:
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presencialmente en la aplicación del método. Por tanto, mi aproximación se limitó a
lo discursivo, al relato aportado por las compañeras que sí pudieron formar parte de
la experiencia de una forma más activa. No obstante, debo admitir que, en un punto,
fue un alivio, pues el agotamiento mental y físico que está implicando para mí este
último tramo de la carrera, en la que me desbordan la cantidad de lecturas,
prácticas, informes, parciales, finales, etc., hace que la “liberación” de alguna
actividad sea experimentada como un respiro.
Pero entre este cansancio, alivio y entusiasmo por estar aproximándome al final del
recorrido, se mezcla también una marcada frustración, pues el agotamiento mental
no me permiten poner en juego el cuerpo en lo que debería ser el elemento central
de todo el recorrido, a saber: la puesta en práctica de todo el saber transmitido
hasta el momento. Así, el deseo de experimentar en la carne aquello comunicado en
el espacio áulico se ve opacado por la necesidad de seguir respondiendo a esas
exigencias añejas.
Me hubiese gustado poder implicarme desde otro lugar, esto es, desde mi deseo.
Así, debo admitir que no he podido conectarme todo lo que me hubiese gustado con
el práctico propuesto por la cátedra, pero siento que se nos habilitó un espacio que
sigue abierto y al que estamos invitados siempre que queramos asomarnos y
participar, ante lo cual no tengo más que dar las gracias.
Agostina:
Por otro lado, ocurrió que no tenía conocimiento previo en relación al M.E.C.A, por
lo que, a medida que lo iban desarrollando a nivel teórico, fui asimilando al mismo
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en un proceso más bien crítico ya que se generaron debates en los trabajos
prácticos. A su vez, tenía muchas dudas en relación a poder alcanzar al objetivo del
dispositivo, a saber lograr la socialización de los alumnos, ya que, sobre la base de
mi concepción de adolescente, creí que sería muy complejo lograr al menos realizar
la primer parte del dispositivo. La experiencia práctica me permitió pesquisar que es
posible la aplicación del dispositivo.
Leila:
En lo personal tengo que decir que me costó bastante poder llevar a cabo la
articulación teórica-práctica correspondiente al M.E.C.A. Pensaba que tal vez iba a
ser un método, el cual su aplicación iba a ser difícil por la pre-concepción que tenía
sobre “adolescencia” y por las posibles dificultades que tal vez se podrían
presentar al querer trabajar con los mismos. En la práctica por suerte pudimos ver
que la disposición y compromiso de los mismos fue distinta y gracias a eso fue
posible llevar a cabo el trabajo.
Por mi parte me hubiese gustado poder haber participado más a dicha actividad,
resaltando como un aspecto muy positivo, el hecho de que la cátedra nos brindara
la posibilidad de un espacio en el cual estamos invitados a seguir participando.
Julieta:
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En cuanto al M.E.C.A debo reconocer que en un principio, cuando fue explicado y
estudiado al comienzo de los prácticos, dudé si sería fácil de aplicar en un grupo de
adolescentes de escuela secundaria, o mejor dicho, si se aplicaría con éxito. Esta
opinión surge de los recuerdos que tengo de mi propio paso por la secundaria,
momento en el que no me interesaba participar de actividades ajenas a la escuela,
con personas que no conocía, en actividades grupales que requerían cierta reflexión
y análisis, ya que lo consideraba como una exposición y me generaba cierto monto
de ansiedad.
Más tarde, también desde mi implicancia, pude sentir que esta oportunidad de
expresión colectiva, nunca la había tenido durante mi adolescencia y fue mucho
más tarde, una vez egresada, cuando me di cuenta que habían muchas cosas que
me hubiese gustado que cambiaran mínimamente y que estaban relacionadas a la
institución en sí, al trato y a la manera de enseñar de algunos profesores. Llegué
entonces a la conclusión de que este dispositivo era una importante oportunidad
para darle a los estudiantes un espacio en el que se produjera, o al menos se
intentara, una socialización para manifestar, así, las experiencias vividas en su
proceso de aprendizaje y que sean ellos mismos los que propongan, si así lo
requieren, demandas o nuevas propuestas.
Nadin:
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Apreciación grupal y sugerencias
Si bien para realizar este trabajo sólo hicimos uso de las observaciones llevadas a
cabo por nuestro grupo, las supervisiones en las que pudimos escuchar las
experiencias de todos los observadores, fueron sumamente enriquecedoras. Esto
nos permitió tener una idea más nítida no sólo de los diversos grupos de la
institución escolar con los que trabajamos, sino del funcionamiento de dicha
institución. Además, poder trabajar en conjunto fortaleció el interaprendizaje, pues a
través del intercambio pudimos nutrirnos de los diferentes aportes y puntos de vista,
lo que podría considerarse uno de los efectos más importantes de esta modalidad
de trabajo.
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Bibliografía
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