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HISTORIA DEL PUEBLO YORUBA

El pueblo Yoruba, del cual hay en la actualidad más de 25 millones, ocupa la esquina
sur occidental de Nigeria, por todo el borde de Dahomey y se extiende hasta el mismo
Dahomey. Al este y al norte, la cultura Yoruba llega a sus límites en el río Níger. Sin
embargo, culturas ancestrales directamente relacionadas con los Yorubas florecieron
al norte del Níger (Mapa). Los descubrimientos arqueológicos y los estudios genéticos
señalan que los antepasados de los Yorubas pueden haber vivido en este territorio
desde la prehistoria.Evidencias arqueológicas indican que una sociedad proto-Yoruba
con altos niveles tecnológicos y artísticos, se encontraban viviendo al norte del Níger
en el primer milenio de nuestra era, y ya tenían conocimiento del hierro.

La teología Ifa plantea que la creación de la humanidad aconteció en la sagrada


ciudad de Ile-Ife, donde Oduduwa creó tierra firme del agua. Mucho tiempo después
un número desconocido migró hacia Ile Ife. En este punto se sinergizaron los
africanos orientales y occidentales. Algunas hipótesis, basadas en la similitud de las
esculturas egipcias y las encontradas en la ciudad estado de Ife, señalan que los
Yorubas pueden descender de los Oduduwa provenientes de Egipto y que estos
fundaron los primeros reinos. Los Yorubas aun se denominan a sí mismos "Los hijos
de Oduduwa".
Estas ciudades-estado Yoruba formaban parte de los más de 25 reinos, todos ellos
centralizados. De todos ellos, es Ile-Ife, el reconocido universalmente como el más
importante. Su fundación se cree que date del año 850. Su eterno rival, el reino de
Oyo, al noroeste de Ife, se fundó aproximadamente hacia el 1350 DC. Los Oni (rey)
de Ife y el Alafin de Oyo todavía son considerados como los reyes Yoruba y se les
rinde respeto como tales en Nigeria. Otros reinos importantes eran Itsekiri, Ondo y
Owo en el sureste, Ekiti e Ijesha al noroeste y el Egbado, Shabe, Ketu, Ijebu, y Awori
en el suroeste

Los exploradores portugueses "descubrieron" las ciudades Yoruba y sus reinos en el


siglo XV, pero ciudades tales como Ife y Benin, entre otras, han estado en el mismo
sitio por cientos de años antes que los europeos llegaran.

El reino de Oyo se fundó con la ayuda de las armas portuguesas. A finales del 18
siglo se produce una guerra civil en la que uno de los bandos consigue el apoyo de
los Fulani, quienes en el año 1830 se hacen con el control de todo el imperio Oyo. La
invasión Fulani empujó a muchos Yoruba hacia el sur donde se fundaron los pueblos
de Ibadan y Abeokuta. En 1888, con la ayuda de un mediador británico, Yorubas y
Fulanis firman un acuerdo por el que los primeros recuperan el control sobre su tierra.
En 1901 Yorubaland es colonizada oficialmente por el imperio británico, quienes
establecen un sistema administrativo que mantiene gran parte de la estructura de
gobierno Yoruba.

Durante todos estos años Ife mantuvo su importancia vital como una ciudad-estado

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sagrada, cuna de los Yorubas y base de su pensamiento religioso. Hasta hace poco
tiempo, los Yorubas no se consideraron a sí mismos como una sola nación. Más bien
se consideraban como ciudadanos de Oyo, Benin, Yagba, entre otras ciudades. Estas
ciudades consideraban a los habitantes de Lagos y Owo, por ejemplo, como vecinos
extranjeros. Los reinos Yorubas no solo guerrearon contra los Dahometanos, sino
también entre sí. El nombre Yoruba fue aplicado a todas estas personas relacionadas
lingüística y culturalmente por sus vecinos del norte, los Hausas.

Las típicas ciudades Yoruba antiguas, eran centros urbanos con granjas a su
alrededor que se extendían por docenas de millas o más. Oyo y Benin fueron
fundadas por reyes de Ife o sus descendientes. Benin obtuvo sus conocimientos
rituales directamente de Ife, y el sistema religioso de adivinación Ifa se expandió
desde Ife no solo a través de todo el territorio Yoruba, sino que alcanzó a todo el
mundo. Un sistema de creencias Yoruba común dominaba la región desde el Níger,
moviéndose hacia el este hasta el Golfo de Guinea en el sur.

No fue por accidente que la cultura Yoruba se expandiera a través del Atlántico hasta
América. Cazadores de esclavos europeos capturaron violentamente a millones de
africanos y los enviaron a su suerte en barcos negreros sobrecargados hacia América.
Guerras de esclavización comenzadas desde el reino de Dahomey contra algunos de
los reinos Yorubas, y similares guerras entre los mismos Yorubas, hicieron a estos
prisioneros de guerra, esclavos disponibles para su transportación hacia América.
Esclavos Yorubas fueron enviados a colonias inglesas, francesas, españolas y
portuguesas en el nuevo mundo, y en una gran parte de estos lugares, las tradiciones
Yorubas sobrevivieron con gran fuerza. En Cuba, Brasil, Haití y Trinidad, los ritos
religiosos Yorubas, creencias, música y mitos se encuentran entronizados hasta
nuestros días. En Haití los Yorubas fueron llamados Anagos. Actividades religiosas
afro haitianas dieron un lugar de honor a los ritos y creencias Yorubas, su panteón
incluye numerosas deidades de origen Yoruba.

La esclavitud en los Estados Unidos fue muy diferente a otras regiones colonizadas.
El idioma y la cultura de estos cautivos fue cruelmente eliminada, donde los africanos
recibían generalmente la pena de muerte por ejercer sus prácticas.

En Cuba, ocurrió un proceso de sincretización de la religión Yoruba con la católica,


dando lugar a un nuevo sistema, conocido como Regla de Osha o Santería, que es el
que con más fuerza se ha extendido a América Latina, Estados Unidos y Europa. Este
resurgimiento en popularidad e interés de la adaptación de Yoruba e Ifa con el
catolicismo, llegó a los Estados Unidos a través de los puertorriqueños en los 40's y
los 50's (los cuales anteriormente lo habían recibido de Cuba) y luego en los 60's con
el flujo de refugiados cubanos.

En Cuba, el panteón de las deidades Yorubas ha sobrevivido intacto, junto a un


complejo de ritos, creencias, música, bailes y mitos de origen Yoruba.

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Quien es Oroiña:

Oroiña para los Babalawos es una energía de fundamento. Es el ancestro de Aggayú


Solá, nace directamente de Olorun. Representa la lava del volcán, la energía calórica del
centro de la tierra, es donde nacen los terremotos, sus poderes forman las montañas,
colinas y cordilleras. Se recibe con Aggayú y no se pone a la cabeza de nadie.
Representa el amor y la ira, el fuego purificador y el conocimiento intuitivo. Nace en el
oddu Irozo Melli.
Patakí de Oroiña:

 La Tierra era una gran masa incandescente y Olofin sintió tanto calor que envió
a Yemú a apagar el fuego. Tras largos días de trabajo, estaba extenuada, pero la
candela había desaparecido de la superficie.

El agua corría de los lugares más elevados a los más bajos, tan largo era el
camino que el dulce líquido cuando llegaba a su destino se tornaba salado, así
fueron naciendo los ríos y los mares. Oroíña, el fuego que había quedado preso
en el centro del planeta, no estaba conforme con su destino y fue a ver a Olofin
quien le reprochó su actitud anterior, pero con su bondad y sabiduría habituales
dijo: “Estás pagando tu culpa, mas para que nadie te olvide, cada cierto tiempo
te prestaré la loma y por ella dejarás oír tu voz y mostrarás tu descendencia.”
Por eso, cuando menos lo esperamos, un volcán nos espanta con su ruido, que
no es más que la voz de Oroíña, y Aggayú, su hijo, devora los sembrados y se
adueña de la sabana

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PATAKIES

LA LETRA DEL AÑO

Olofin mandó a buscar a los Orishas para la ceremonia de apertura del año y todos


asistieron elegantemente vestidos. Orula, que llegó último, fue en ropa de trabajo y con
cuatro ñames en la mano, lo que ocasionó burlas y comentarios. La letra que salió decía
que iba a faltar la comida, pero como estaban en holganza económica se olvidaron de la
advertencia y comenzaron a gastar sin preocupación. Al final, tuvieron que pedirle
comida a Orula, que fue el único previsor, ya que sembró los ñames y tuvo comida todo
el año.

ORULA LE HACE TRAMPA A OLOFIN

Orula apostó con Olofin a que el maíz tostado paría. Olofin estaba seguro de que ello
era imposible, por lo que aceptó la apuesta en el convencimiento de que la ganaría.
Pero Orula llamó a Eleguá y a Shangó y se puso de acuerdo con ellos para ganarle la
apuesta a Olofin.

El día acordado, Orula acudió con un saco de maíz tostado y lo sembró en el terreno
escogido por Olofin. Después, ambos se fueron para el palacio de Olofin a esperar el
tiempo necesario. Esa noche Shangó hizo tronar en el cielo y ayudado por la luz de los
relámpagos, Eleguá cambió todos los granos por otros en perfecto estado.

Pasaron los días y una mañana Olofin le dijo a Orula que irían a ver si su dichoso maíz
tostado había parido o no. Como ya los granos que Eleguá había puesto comenzaban a
germinar, Olofin se quedó muy sorprendido y tuvo que pagarle lo apostado a Orula, el
que luego, en secreto, lo compartió con Shangó y Eleguá.

OSHUN Y ORULA

El rey mandó buscar a Orula, el babalawo más famoso de su comarca, pero el olúo se
negó a ir. Así sucedió varias veces, hasta que un día Oshún se ofreció para ir a buscar al
adivino.

Se apareció de visita en la casa del babalawo, y como de conversación en conversación


se le hizo tarde, le pidió que la dejara dormir en su cama aquella noche.

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Por la mañana, se despertó muy temprano y puso el ékuele y el iyefá en su pañuelo.
Cuando el babalawo se despertó y tomó el desayuno que le había preparado Oshún,
ella le anunció que ya se tenía que marchar. Pero el hombre se había prendado de la
hermosa mulata y consintió en acompañarla un trecho del camino.

Caminando y conversando con la seductora mujer, ambos llegaron a un río. Allí el


babalawo le dijo que no podía continuar, pues cruzar debía consultar con el ékuele para
saber si debía hacerlo o no. Entonces Qshún le enseñó lo que había traído en el pañuelo
y el adivino, ya completamente convencido de que debía seguir a la diosa, pudo cruzar
el río y llegar hasta el palacio del rey que lo esperaba impacientemente.

El rey, que desde hacía mucho estaba preocupado por las actividades de sus enemigos
políticos, quería preguntar si habría guerra o no en su país, y en caso de haberla, quién
sería el vencedor y cómo podría identificar a los que le eran leales.

El adivino tiró el ékuele y le dijo al rey que debía ofrendar dos eyelé y oú. Luego de
limpiarlo con las palomas, fue a la torre más alta del palacio y regó el algodón en
pequeños pedazos; finalmente le dijo que no tendría problemas, porque saldría
victorioso de la guerra civil que se avecinaba, pero que debía fijarse en todos sus
súbditos, pues aquellos que tenían algodón en la cabeza le eran fieles.

De esta manera Obegueño, que así se llamaba el rey, gobernó en aquel país hasta el día
de su muerte.

ORULA SOMETE A IKU

El pueblo hablaba mal de Orula y le deseaba la muerte, pero Orula, que es adivino, se
había visto la suerte en el tablero con sus dieciséis nueces y había decidido que tenía
que hacer una ceremonia de rogación con un ñame, y luego, con los pelos de la vianda,
untarse la cara. Fue por eso que cuando Ikú vino por primera vez preguntando por
Orula, él mismo le dijo que allí no vivía ningún Orula y la Muerte se fue.

Ikú estuvo averiguando por los alrededores y se dio cuenta de que Orula lo había
engañado, por lo que regresó con cualquier pretexto, para observarlo de cerca, hasta
tener la certeza de que se trataba del sujeto que estaba buscando para llevarse.

Orula, cuando la vio regresar, ni corto ni perezoso, la invitó a comer y le sirvió una gran
cena con abundante bebida.

Tanto comió y bebió Ikú, que cuando hubo concluido se quedó dormida. Fue la
oportunidad que aprovechó Orula para robarle la mandarria con que Ikú mataba a la
gente.

Al despertar, Ikú notó que le faltaba la mandarria. Al pensar que sin este instrumento
ella no era nadie, le imploró a Qrula que se la devolviera.

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Después de mucho llorar, Qrula le dijo que se la devolvería si prometía que no mataría a
ninguno de sus hijos, a menos que él lo autorizara. Desde entonces la Muerte se cuida
mucho de llevarse al que tiene puesto un idé de Orula.

ORULA ESTABA MUY POBRE

Cuentan que en una oportunidad Orula sólo tenía unos centavos en el bolsillo y no le


alcanzaba ni para darle de comer a sus hijos. Compró unos ekó que repartió entre los
muchachos y salió de la casa comiéndose uno y caminando lentamente, tan lento como
su tristeza.

Ya cerca del árbol que había escogido para suicidarse, el sabio tiró al piso las hojas que
envolvían el dulce que se había comido. Colgó una soga de las ramas del árbol y
entonces oyó que un pájaro le decía:

–Orula, mira qué sucedió con las hojas que envolvían el ekó. El hombre volvió el rostro
y pudo ver que otro babalawo se estaba comiendo los restos del dulce que
permanecían adheridos a la envoltura que él botara al piso.

–Y sin embargo –agregó el pájaro–, no ha pensado quitarse la vida.

OYÁ VENCE A SHANGO

Oyá tenía un rebaño de carneros. Había uno pequeño que por cariñoso se había
convertido en su mascota.

Un día Shangó invadió el reino de Oyá con un poderoso ejército y esta corrió a


esconderse.

El rey del fuego pensó que había ganado fácilmente la guerra; pero no encontró a la
soberana por ninguna parte, lo que hizo que se sintiera desconcertado.

Registró el palacio y en una de sus habitaciones liberó al carnerito que balaba


desconsolado. Sorprendido lo siguió hasta un pasadizo que no había visto antes y tras
una puerta sintió los pasos de Oyá, esta al verse en peligro lanzó una centella y los
soldados del Alafin dispararon sus armas.

La soberana emitió un sonido agudo y penetrante, comenzaron entonces a salir los


espíritus que venían de las entrañas de la tierra, formando una fuerza temible.

Los invasores temblaron de miedo y su jefe palideció. La organizada fuerza militar se


deshizo en segundos por donde mismo había venido.

Oyá, ahora vencedora, no quiso ver más a los carneros por los que había sido

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descubierta y los echó de allí. El rebaño siguió los pasos de los hombres de Shangó, los
que al sentir aquel tropel pensaron que los espíritus los perseguían y corrieron cada vez
más rápido, para nunca volver.

EL PODER DE SHANGO

Shangó creció alimentando el rencor que Obatalá, su padre, le inculcaba hacia Ogún, el


hermano mayor que había tenido relaciones incestuosas con Yemú.

En una oportunidad Shangó pasó montado en su brioso corcel frente a casa de Ogún
y Oyá, la esposa de éste, se enamoró de él. Pensando que nunca tendría mejor ocasión
de vengarse, Shangó raptó a la mujer y la llevó a vivir a casa de su hermana.

Ogún le declaró la guerra de inmediato y luego de un feroz y encarnizado combate lo


derrotó.

Oyá no estuvo nada conforme con la derrota de su nuevo amante. Una mañana, Shangó
se estaba preparando para salir a la calle, fue hasta donde tenía un pequeño güiro que
le había regalado su padrino Osain, se mojó los dedos y luego se hizo una cruz en la
lengua. Oyá lo observaba a escondidas.

Cuando el guerrero abandonó el ilé, la mujer corrió a donde estaba el güiro e hizo la
misma operación. En eso entró Dadá, la hermana de Shangó y le preguntó algo. Cuando
Oyá fue a responder le salieron llamas de la boca. La hermana del orisha se entusiasmó
y le pidió a Oyá que le dijera el secreto.

De repente oyeron los pasos de Shangó que regresaba porque, al parecer, se le había
olvidado algo, y ambas corrieron a esconderse en una palma.

Shangó se dio cuenta que le habían tocado su güiro misterioso y salió a buscarlas. Al fin
dio con ellas y comenzó a recriminarlas.

Oyá le contestó:

–No sé cómo, si tienes tanto poder, no te decides a combatir con Ogún.

Shangó y Oyá emprendieron una nueva batalla contra el dios de las forjas y los metales,
en la cual éste saldría derrotado, pues contra el rayo de Shangó y la centella de Oyá le
fue imposible vencer esta vez.

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