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Contenidos
Contrato de arrendamiento de servicios.
Concepto y naturaleza.
Contenido del contrato.
Extinción del contrato.
Doctrina jurisprudencial.
Médicos y profesionales sanitarios.
Abogados.
Incumplimiento del arrendador.
Los sujetos del contrato son el prestador del servicio, llamado arrendataria (en terminología del
CC: criado, trabajador…) y el cliente o patrono, que es el arrendador (CC: el amo).
Característico de este contrato: la obligación asumida por el prestador del servicio es una
obligación de hacer y de medios, no de resultado, cuya consecución no es asumida por el
prestador porque, normalmente, no dependen directamente de él, sino de un tercero. Así el
prestador se obliga a desarrollar una determinada conducta tendente obviamente a alcanzar un
resultado concreto mediante la observación de una determinada diligencia, pero no se obliga a
obtener el resultado.
Es oneroso, ya se pague el precio, que debe ser cierto, en dinero o especia, pero no cabe, ni
como forma atípica, el arrendamiento de servicios gratuito. La doctrina jurisprudencial ha
considerado que el precio es cierto cuando se determina fijando el importe de los honorarios por
referencia a tarifas o minutas de honorarios mínimos, fijadas por la organización colegial de la
profesión liberal correspondiente.
El contrato instaura una obligación de tracto sucesivo ya se contrate sin tiempo fijo o por tiempo
cierto. Pero en cualquier caso, no cabe el arrendamiento de por vida o vitalicio, declarado
expresamente nulo por el art. 1583 CC.
El prestador del servicio, trabajador, etc., debe prestar el servicio comprometido, es decir,
desarrollar la conducta o actividad objeto del servicio prometido con la diligencia debida. Para
determinar tal diligencia, se debe distinguir si el servicio se presta con carácter profesional o no.
En el primer caso, en el ámbito profesional, el canon de diligencia exigible es la lex artis que es
el canon de diligencia profesional medio; en el segundo caso, la diligencia exigible es la media
del hombre medio, es decir, la del buen padre de familia.
De este modo, el prestador del servicio no incumple por el hecho de no haber alcanzado el
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resultado al que tiende el servicio; sino que incumple si no desarrolla la diligencia exigible en
cada caso, o sea, si actúa con negligencia. Pero tal actuación negligente debe ser probada
por el arrendatario o cliente.
Así, si el contrato se basa en la confianza o genera una relación jurídica calificable como
intuitus personae, cabe el desistimiento unilateral por cualquiera de las partes basado
precisamente en la pérdida de confianza. Asimismo, cuando se haya encargado el servicio a
una persona por razón de sus cualidades personales, el contrato se extingue por la muerte
de esa persona.
Si el contrato se pactó por tiempo determinado, el desistimiento unilateral debe estar basado en
una causa o motivo justo, como deriva del art. 1586 CC “los criados de labranza, menestrales,
artesanos y demás trabajadores asalariados por cierto término para cierta obra, no pueden
despedirse ni ser despedidos antes del cumplimiento del contrato, sin justa causa”.
Doctrina jurisprudencial
Médicos y profesionales sanitarios
(1) STS 580/2009 de 20 julio (Seijas Quintana)
natación: improcedencia: daños y perjuicios futuros e hipotéticos que no pueden ser objeto de
una condena de futuro.
Los recursos de casación interpuestos traen causa de la reclamación promovida por los padres
de un menor, por las secuelas padecidas por éste a consecuencia de un retraso en la práctica
de la cesárea a la madre, y que determinó que el niño naciera con un sufrimiento fetal agudo,
encefalopatía hipoxicoisquémica grado II, pausa de apnea e infección pulmonar y renal por
cándida, causante de un grave retraso psicomotor y encefalopatía hipoxica perinatal, así como
otras secuelas.
La Audiencia Provincial estimó parcialmente el recurso de apelación formulado por los padres y
el recurso promovido por el centro sanitario, en lo que hace a la indemnización a favor de los
padres y del menor. La sentencia considera hecho probado que la causa de las secuelas del
menor es debida al excesivo tiempo de duración del sufrimiento fetal provocado por la demora
en la práctica de la cesárea, indicando que lo determinante de este retraso lo constituyó la falta
del personal adecuado para tal práctica en el centro porque " si bien el sanatorio puede -
reglamentariamente- tener un sistema de guardia de disponibilidad, el mismo no funcionó
adecuadamente, produciéndose el resultado lesivo". En consecuencia absuelve al ginecólogo y
condena al centro médico demandado.
Se articula en tres motivos: el primero y el segundo, por infracción de los artículos 1101, 1103,
1104 y 1258 , en relación con los artículos 1902 y 1903.4, todos ellos del Código Civil,
pretendiendo una revisión del juicio de culpabilidad sobre la actuación del médico ginecólogo,
invocando, principalmente, la doctrina del daño desproporcionado y la aplicación de la carga de
la prueba, interesando su condena y la de las compañías de seguros que garantizan el riesgo,
por cuanto consideran que no habría actuado conforme a las exigencias de la lex artis para
evitar el daño cerebral causado, que entiende predecible. Los dos se analizan conjuntamente
para desestimarlos.
Siendo así, no es posible sostener con arreglo a esta Doctrina que se ha producido un daño en
la persona del menor, vinculado a la actuación del ginecólogo, que no haya podido ser
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explicado debidamente por este, como así resulta de los hechos probados que la sentencia
expone de una forma minuciosa, coherente y convincente, de los que se infiere que actuó con la
diligencia exigida para el acto médico concreto, no pudiendo ponerse a su cargo las
consecuencias derivadas de una defectuosa prestación asistencial por parte del Centro. La
diligencia del buen médico en todo acto o tratamiento, comporta no sólo el cumplimiento formal y
protocolar de las técnicas previstas con arreglo a la ciencia médica adecuadas a una buena
praxis, sino la aplicación de tales técnicas con el cuidado y precisión exigible de acuerdo con
las circunstancias y los riesgos inherentes a cada intervención según su naturaleza y
circunstancias (STS 19 de octubre de 2007 ( RJ 2007, 7308) , y las que en ella se citan).
La decisión de llevar a cabo la cesárea, dice la sentencia, " se efectuó sobre las 15 horas y la
misma no se inició hasta las 16,45 horas por causas no imputables al citado Doctor; pues, hasta
la toma de dicha decisión, de las pruebas practicadas se revela que el Doctor en cuestión actuó
de conformidad con la diligencia exigible: examen de la paciente, estudio de gráficas,
prescripción de tratamiento -postura de la paciente, administración de oxígeno-, práctica de
ecografía, registro tococardiográfico...; y una vez decidida la cesárea (aproximadamente a las 15
horas), el sistema de "guardia de disponibilidad" del centro fue el causante de tal retraso en la
práctica de la cesárea; no constando, como parece presumir la apelante, invirtiendo la carga de
la prueba, que el citado Doctor tras dicha decisión abandonase el centro", ni que formara parte
de las decisiones sobre la gestión del centro médico. Además, no solo consta probado que es a
las 15 horas cuando se decide la práctica de la cesárea, sino incluso que previamente a tal hora,
a pesar de la evolución favorable que hasta entonces había mostrado la paciente, se había
alertado a los componentes del equipo sobre la "posibilidad de practicar una cesárea con el fin
de que estuvieran localizables si realmente llegaba a realizarse... y ello por indicación del
Doctor Erasmo ", sin que pueda imputársele "que a partir de las 13 horas no previniese que la
situación acabaría con la práctica de cesárea pues...la paciente, tras el tratamiento otorgado,
manifestó mejoría a las 14:20 horas".
Por otra parte el hecho de que se considere probado que desde las 12 horas el menor estuviese
permanentemente monitorizado, " en modo alguno puede considerarse como un error en la
valoración de la prueba por el hecho de no constar en autos las gráficas de tal monitorización,
pues la Juez de instancia fundamenta la valoración que efectúa en otro medio probatorio"; error
que tampoco advierte por el hecho de no haberse practicado la prueba de microtomas de sangre
fetal, al no existir dilatación cervical mínima imprescindible, o la de amnioscopia para determinar
la presencia de meconio cuando esta prueba no ofrece datos sobre el sufrimiento fetal, pero no
sobre su intensidad, de forma que no está acreditado que su realización hubiera aportado una
información diferente a la obtenida a través del registro tococardiográfico, o que el traslado a otro
centro hubiera procurado una solución más favorable, ya que a la vista de la secuencia temporal
de los hechos y de las circunstancias que concurrieron en los mismos se descarta que la
decisión hubiera implicado una menor demora en la práctica de la cesárea.
Se trata, en suma, de sustituir el criterio del Tribunal por el propio de quien recurre, lo que no es
posible con los datos fácticos que ha tenido en cuenta para establecer el juicio cuya revisión se
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art. 220 LEC 2000 ), como señala la sentencia de 2 de noviembre de 2005 ( RJ 2005, 7780) , y
las que en ella se citan>>.
Al establecimiento médico , porque esta responsabilidad no descarta la del propio Centro por
aplicación del artículo 1902 del CC , cuando le es directamente imputable una prestación de un
servicio irregular o defectuoso por omisión o por incumplimiento de los deberes de organización,
de vigilancia o de control del servicio. Estaríamos más que ante una responsabilidad por
hecho ajeno en sentido propio, ante una responsabilidad por la deficiente prestación de
un servicio al que está obligada la entidad y que se desarrolla a través de profesionales
idóneos, cuya organización, dotación y coordinación le corresponde (
STS 22 de mayo 2007 ( RJ 2007, 4618) ).
Por tanto, como precisa la Sentencia de 5 de enero de 2007 , "el principio culpabilístico en torno
al que se articula la responsabilidad extracontractual en el CC, no se opone, en suma, a un
criterio de imputación que se funda en la falta de diligencia o de medidas de prevención o de
precaución que, al hilo de la normativa específica de protección de los consumidores, debe
entenderse ínsita objetivamente en el funcionamiento de un servicio cuando éste se produce de
forma diferente a lo que hay derecho y cabe esperar de él en tanto no concurran circunstancias
exógenas aptas para destruir este criterio de imputación, anteponiendo, como la doctrina más
reciente ha propuesto, las legítimas expectativas de seguridad del servicio a la valoración de la
conducta del empresario".
La propia Caser admite haber actuado aquí en virtud de un seguro de asistencia sanitaria, no de
enfermedad, y que su obligación consiste en "la organización de los medios materiales para que
la provisión de servicios de salud sea posible y en garantizar la disponibilidad de los
profesionales o centros sanitarios, cuyo coste asume".
Como tiene sentado la doctrina legal ( STS 4 de junio de 2009 ( RJ 2009, 3380) y las que allí se
citan), la responsabilidad del asegurador de asistencia sanitaria frente al beneficiario que sufre
un daño en el curso de la asistencia prestada en el ámbito del seguro puede fundarse en
diversos criterios: a/ responsabilidad por hecho de otro (artículo 1903 IV CC ), en los casos de
dependencia -laboral, arrendamiento de servicios u otra- entre el personal médico causante del
daño y la compañía; b/ responsabilidad contractual de la propia compañía cuando es ella la que
asume "la prestación de los servicios médicos y quirúrgicos" (artículo 105 LCS ( RCL 1980,
2295) ), valiéndose del personal médico que actúa a modo de simple auxiliar de aquélla; c/
responsabilidad por apariencia, cuando en la oferta publicitaria y en el contrato el asegurador se
erige en garante de la actuación de los médicos y demás personal o de la clínica por medio de
la cual presta el servicio; d/ culpa in eligendo al seleccionar los profesionales que incluye en el
cuadro médico puestos a disposición de los beneficiarios; e/ responsabilidad del asegurador por
conducto de los artículos 26 y siguientes de la
Ley general para la defensa de los consumidores y usuarios ( RCL 1984, 1906)
(actualmente, artículos 147-148 Decreto Legislativo 1/2007 ( RCL 2007, 2164 y RCL 2008,
372) ).
Pues bien, baste una remisión a lo que se ha expuesto en los fundamentos precedentes para
comprobar que los medios personales (en este caso, una de las profesionales de su cuadro
médico) a través de la cuales Caser atiende las necesidades asistenciales de los beneficiarios
de sus pólizas de salud se produjeron con grave negligencia, determinante de una inadmisible
demora en la adopción de la indicación médica (práctica de una cesárea de urgencia) que
aconsejaba el estado de la gestante señora Natividad , lo que con toda certeza contribuyó a las
lesiones neurológicas que presenta su hijo Everardo .
A falta de toda explicación por parte de Caser acerca del tipo de vínculo que le une con la
ginecóloga Ascension, integrante del cuadro médico puesto a disposición de los beneficiarios
de la póliza de salud, cabe entender que se trata de un mero auxiliar del que el asegurador
se sirve para cumplir la prestación asistencia a su cargo, de tal manera que la grave
deficiencia asistencial en que incurrió aquélla ha de considerarse signo revelador de un
incumplimiento de contrato por parte del asegurador ( STS 22 de julio de 2010 ( RJ 2010,
6567) ).
(La situación enjuiciada guarda parecido con la que originó la STS 20 julio 2009 – la anterior
(1)- , en la que se condena al centro médico que retrasó exactamente 1 hora y 45 minutos la
práctica de una cesárea adecuadamente ordenada por sus servicios médicos, siendo así que
esa demora era atribuible a deficiencias organizativas del propio centro y no a negligencia
alguno de su personal médico).
Doña Estrella y Don Genaro, que actúan en nombre propio y en el de sus hijos menores de
edad, Martin y Noelia, ejercitaron acción de reclamación de daños y perjuicios por el
fallecimiento de su hija y hermana en el momento del parto, en base a la acción directa derivada
del contrato de seguro, frente a la Aseguradora ZURICH ESPAÑA S.A., a partir de una doble
imputación: 1ª) Deficiente funcionamiento del servicio sanitario en lo relativo al fallecimiento de
uno de los fetos. 2ª) falta del consentimiento informado, respecto de la ligadura de trompas al
haber fallecido uno de los fetos, alterando las circunstancias para el que se prestó.
En primer lugar en ningún caso se dice que la actora pretende la ligadura porque no quiera tener
más de tres hijos. Esa manifestación no aparece en ningún documento. Ni tan siquiera se ha
probado que se hiciera. Lo único que existe es, por un lado, el consentimiento informado
suscrito por la actora y, por otro, las manifestaciones de la Médico que efectuó la ligadura en el
sentido que fue antes a ver a la paciente y para asegurase que era su voluntad le preguntó por
dicho extremo diciéndole la Sra. Estrella que no quería tener más embarazos. Esto último es
lógico por cuanto independientemente del número de hijos en cada parto, lo cierto es que en
cada embarazo, y este era el segundo, se le tenía que practicar una cesárea, con los riesgos
que conllevaría la práctica de otra.
En segundo lugar la facultativa reconoce que cuando saca al niño, que resultó fallecido, es
cierto que ella notó la falta de respuesta y que se lo da a los neonatólogos que son los que se
dedican a las prácticas de reanimación en otras dependencias y que cuando a ella le
comunican el fallecimiento ya había realizado la ligadura de trompas, que es precisamente lo
que había solicitado la Sra. Estrella que se le hiciese, primero por escrito y después verbalmente
a la propia médico, consentimiento este que en momento alguno fue revocado en los términos a
los que se refiere la Ley 41/2002 ( RCL 2002, 2650) .
Se interpone recurso de casación por los demandantes, al que, entre otras razones, opone la
recurrida el carácter de orden público de la jurisdicción para conocer del asunto por discutirse la
responsabilidad patrimonial de la Administración Pública, problema que ha sido resuelto
reiteradamente por esta sala atribuyendo competencia a la jurisdicción civil cuando la demanda
se dirige en el ejercicio de la acción directa del artículo 76 LCS ( RCL 1980, 2295) , contra el
asegurador de la Administración ( SSTS 30 de mayo 2007 ( RJ 2007, 4973) ; 21 de mayo 2008
( RJ 2008, 4149) ).
Se articula en tres motivos. En el primero denuncia la infracción del art. 1101 CC, en relación
con los art. 1106 y 30 del mismo texto legal. Alegan los recurrentes que no se cuestiona a través
de este motivo el quantum indemnizatorio sino que, lo que plantean a la Sala es la revisión de
las bases sobre las que se ha obtenido la indemnización. Así la Sentencia de la audiencia
entiende que la indemnización debe ajustarse a la tabla II contenida en la resolución de la
Dirección General de Seguros, de 7 de febrero de 2005, y en concreto en el presente caso en el
apartado de víctima embarazada con pérdida de feto. Sin embargo los recurrentes entienden
que es indebida la aplicación al presente caso del art. 30 del Código Civil, ya que la pérdida
sufrida es la de una hija y una hermana, y no un feto. Se cita la
Sentencia del Tribunal Constitucional n° 53/1985, que declaró que el comienzo del parto
pone fin al estadio fetal y, por consiguiente, se transforma en persona lo que antes era feto. Por
ello y teniendo en cuenta además que la muerte de la niña no se certificó hasta 20 minutos
después del nacimiento, debería haberse indemnizado por la pérdida de un ser humano, razón
por la que se infringe lo dispuesto en el art. 1101 del Código Civil, en relación con el art. 1106
del mismo texto legal, al no haberse indemnizado la totalidad del daño causado.
>. .
- Resumen de antecedentes.
Los errores en la valoración de la prueba no pueden ser canalizados por la vía del
artículo 469.1.2.º LEC . Este motivo de infracción procesal está reservado, en lo que aquí
interesa, al examen del cumplimiento de «las normas procesales reguladoras de la sentencia».
Estas normas comprenden el procedimiento para dictarla, la forma y el contenido de la sentencia
y los requisitos internos de ella, pero no, con carácter general, las reglas y principios que deben
observarse en la valoración de los distintos medios de prueba, los cuales constituyen premisas
de carácter epistemológico o jurídico-institucional a las que debe ajustarse la operación lógica
de enjuiciamiento necesaria para la resolución del asunto planteado.
La invocación del artículo 469.1.2.º LEC no puede determinar la inadmisión del motivo cuando
es clara la infracción en que se fundamenta, como ocurre en el caso examinado. Sin embargo,
debe ser tenida en cuenta cuál es la vía adecuada para plantear ante esta Sala errores en la
valoración de la prueba, con el fin de determinar el alcance con que esta infracción puede ser
invocada y examinada por este Tribunal.
B)
(i) La sentencia recurrida expresa de modo suficiente los razonamientos a través de los cuales
llega a la conclusión de que la afirmación de la recurrente sobre el error en el diagnóstico inicial
quedaba desvirtuada por los informes periciales.
Recurso de casación
Que se formula al amparo procesal del artículo 477.1 LEC , infracción de normas
aplicables para resolver las cuestiones objeto del proceso por vulneración de lo
estatuido en el artículo 1101 CC ( LEG 1889, 27) (si se aprecia la responsabilidad
como contractual), y en el artículo 1902 y 1903 CC (si se aprecia responsabilidad
extracontracual) y su interpretación jurisprudencial y por infracción de los artículos 25
y 26 de la Ley de consumidores y usuarios ( RCL 1984, 1906) , Ley 26/1984, en
relación con el artículo 28.2 del mismo texto legal, y artículo 24 CE
El motivo se desestima.
La aplicación de esta doctrina conduce a la desestimación del motivo, pues la parte demandante
ha fundado sus pretensiones atribuyendo los daños padecidos básicamente a determinados
actos u omisiones en el tratamiento y la asistencia médica y quirúrgica, respecto de las cuales
se ha declarado que no ha existido incumplimiento alguno de la buena praxis médica>>.
Que se formula al amparo procesal del artículo 477.1 LEC , infracción de normas
aplicables para resolver las cuestiones objeto del proceso, en relación a la doctrina
jurisprudencial sobre el daño desproporcionado del que se desprende la
culpabilidad del autor corresponde a la regla res ipsa loquitur [la cosa habla por sí
misma] que se refiere a una evidencia que crea una deducción de negligencia y ha
sido tratada profusamente por la doctrina angloamericana y la regla del
Anscheinsbeweis [apariencia de prueba] de la doctrina alemana y, asimismo de la
doctrina francesa de la faute virtuelle [culpa virtual], por lo requiere que se produzca
un evento dañoso de los que normalmente no se producen sino por razón de una
conducta negligente, que dicho evento se origine por alguna conducta que entre en
la esfera de la acción del demandado aunque no se conozca el detalle exacto, por
infracción del artículo 1101 CC (si se aprecia la responsabilidad como contractual)
por infracción de los artículos 1902 y 1903 (si se aprecia responsabilidad
extracontracual) y su interpretación jurisprudencial y por infracción de los artículos 25
y 26 de la Ley de consumidores y usuarios, Ley 26/1984, en relación con el
artículo 28.2 del mismo texto legal, y 24 CE
El motivo se funda, en síntesis, en que existió un daño desproporcionado, en relación con una
simple fractura de muñeca, pues con un tratamiento inicial adecuado y un posterior seguimiento
médico tales daños no se producen.
El motivo se desestima.
En el terreno del diagnóstico , la obligación del médico es la de realizar todas las pruebas
diagnósticas necesarias, atendido el estado de la ciencia médica en ese momento. Sólo la
omisión de las pruebas exigibles en atención a las circunstancias del paciente, y el diagnóstico
que presente un error de notoria gravedad o unas conclusiones absolutamente erróneas,
pueden servir de base para declarar su responsabilidad (STS de 15 de febrero de 2006 ( RJ
2006, 692) ).
Con arreglo a la anterior doctrina no son aceptables las argumentaciones de este motivo del
recurso que parecen defender una concepción objetiva de la responsabilidad médica fundada
en la existencia de un resultado de daños, o a sostener que los médicos actuantes estaban
obligados a demostrar que la secuela padecida no fue debida a su negligencia, puesto que la
sentencia destaca, entre otros extremos, que el tratamiento fue adecuado, que la secuela
padecida puede aparecer por distintas causas y que solo podía evitarse mediante rehabilitación,
en la que resulta importante la colaboración de la paciente, que no se produjo>>.
Abogados
(5) STS 462/2010 de 14 julio (Xiol ríos)
(iv) Existencia del nexo de causalidad, valorado con criterios jurídicos de imputación
objetiva. El nexo de causalidad debe existir entre el incumplimiento de los deberes
profesionales y el daño producido, y solo se da si este último es imputable objetivamente, con
arreglo a los principios que pueden extraerse del ordenamiento jurídico, al abogado. El juicio de
imputabilidad en que se funda la responsabilidad del abogado exige tener en cuenta que el
deber de defensa no implica una obligación de resultado, sino una obligación de medios,
en el sentido de que no comporta, como regla general, la obligación de lograr una estimación o
una resolución favorable a las pretensiones deducidas o a la oposición formulada contra las
esgrimidas por la parte contraria, pues esta dependerá, entre otros factores, de haberse logrado
la convicción del juzgador ( SSTS de 14 de julio de 2005 ( RJ 2005, 6701) ,
14 de diciembre de 2005 ( RJ 2006, 62) , 30 de marzo de 2006 ( RJ 2006, 2129) ,
30 de marzo de 2006, RC n.º 2001/1999, 26 de febrero de 2007 ( RJ 2007, 2115) ,
RC n.º 715/2000 , entre otras). La propia naturaleza del debate jurídico que constituye la
esencia del proceso excluye que pueda apreciarse la existencia de una relación causal,
en su vertiente jurídica de imputabilidad objetiva, entre la conducta del abogado y el
resultado dañoso, en aquellos supuestos en los cuales la producción del resultado
desfavorable para las pretensiones del presunto dañado por la negligencia de su
abogado debe entenderse como razonablemente aceptable en el marco del debate
jurídico procesal y no atribuible directamente, aun cuando no pueda afirmarse con
absoluta seguridad, a una omisión objetiva y cierta imputable a quien ejerce
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absoluta seguridad, a una omisión objetiva y cierta imputable a quien ejerce
profesionalmente la defensa o representación de la parte que no ha tenido buen éxito en
sus pretensiones (STS de 30 de noviembre de 2005 ). Este criterio impone descartar la
responsabilidad civil del abogado cuando concurren elementos ajenos suficientes para
desvirtuar la influencia de su conducta en el resultado dañoso, como la dejadez de la parte, la
dificultad objetiva de la posición defendida, la intervención de terceros o la falta de acierto no
susceptible de ser corregida por medios procesales de la actuación judicial
(STS 23 de julio de 2008 (RJ 2008, 7063), RC n.º 98/2002 ).
… En el caso examinado, aplicando los criterios que se han recogido en el apartado (iv), de
acuerdo con la relación de hechos que efectúa la sentencia recurrida, debe llegarse a la
conclusión de que las consecuencias negativas derivadas del hecho de haber dirigido la
acusación penal contra el propietario de la grúa y no contra su hijo, que efectivamente la
manejaba, no puede imputarse al abogado, pues se aprecia la existencia de una dificultad
objetiva en la determinación de contra quién debía dirigirse la demanda derivada de la
intervención de un tercero dotado de especial autoridad, la Inspección de Trabajo, al elaborar el
correspondiente informe en el que se identificaba al propietario como persona que manejaba la
grúa. De esto se sigue que era razonable, en el marco de la discusión procesal, la posición
procesal que adoptó el abogado, confirmada por el hecho de que también fue seguida por el
Ministerio Fiscal al ejercitar la acusación, como recoge la sentencia recurrida, y que el hecho de
que hubiera fracasado la acción penal por defectuosa identificación del acusado, como
expresión de un resultado negativo, no es suficiente para apreciar la existencia de
responsabilidad>>.
Al amparo del artículo 477.1 de la LEC 2000 , por infracción de las normas aplicables
para resolver las cuestiones objeto del proceso: Por infracción del artículo 1101 y
1104.1.º del Código Civil y 8, 53, 54, y 102 del Estatuto General de la Abogacía
(RD 2090/1982 de 24 de julio) en relación con el 1258 y 1544 del Código Civil, por
actuación profesional o prestación de servicios inadecuada de los abogados, y la
jurisprudencia que los interpreta (SSTS de 4-2-1992, 28-1-1998, 7-4-2003, 28-1-98 y
16-12-1996)
autonomía.
El motivo se desestima:
Aplica la misma doctrina que las anteriores sobre la obligación de medios y no de resultados, y
la necesaria prueba de la influencia en el resultado dañoso del incumplimiento de las reglas del
oficio, inapreciable cuando el resultado desfavorable es razonablemente aceptable en el marco
del debate jurídico procesa. Declara, en este caso, la improcedencia de la reclamación por falta
de prueba de la posesión por el abogado demandado de ciertos documentos fundamentales
para la defensa del cliente e inexistencia de un error determinante de responsabilidad imputable
al abogado en el planteamiento de la contestación a la demanda.
c) La falta de concurrencia de los requisitos del requerimiento notarial constituye una cuestión
problemática que la AP rechaza tajantemente y sobre la que, tal como se plantea, no puede
aseverarse que se ofrezca con una mínima certeza suficiente para poder considerar que el
reconocimiento de los efectos ligados al hecho probado de haber sido desatendido dicho
requerimiento por el arrendatario obedezca a la existencia de una omisión objetiva y cierta
imputable a su abogado.
Antecedentes:
2. Los hechos probados según la sentencia de primera instancia son los siguientes:
(i) El 3 de octubre de 1994, a las 22:30 horas, el demandante se encontraba en el bar «Los
Arcos» de Argamasilla de Alba (Ciudad Real) en compañía de otras personas, grupo al
que se dirigió Salvador , molestando a los mismos, siendo requerido para que cesara en
su actitud y abandonara eI local, lo que hizo en un primer momento, regresó después y se
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(v) El 10 de octubre de 1995 por la Sección 2.ª de la Audiencia Provincial de Ciudad Real
se dictó sentencia de conformidad condenando al agresor a penas de prisión y a
indemnizar al demandante en la suma de 800 000 ptas., (por lesiones y secuelas),
haciéndose constar expresamente en la sentencia que las lesiones sufridas por el
demandante «pudieran producir en el futuro una patología».
(b) Concurre una negligencia omisiva en la actuación del letrado, pues dictado auto de
conclusión del sumario, debidamente notificado, fue emplazado ante la Audiencia
Provincial, emplazamiento que fue obviado por el letrado en un doble aspecto, porque el
emplazamiento se efectúa con la notificación del auto de conclusión conforme determina el
articulo 623 LECrim y si el letrado entendía que el término incluido en el auto de
conclusión «se emplazará» hacía referencia a una futura diligencia de emplazamiento
debió recurrir la providencia de la Audiencia Provincial en la que únicamente se le tuvo por
personado a efectos de notificaciones y citaciones por vulneración del derecho a la tutela
judicial efectiva de su defendido. El letrado se conformó y produjo un evidente daño a
su cliente ante la imposibilidad de ser parte activa en el procedimiento sin poder
ejercitar la acusación e impedir, con probabilidad, la conformidad y sin posibilidad
de acudir a casación. Por tanto, la ausencia de la personación se debió a la inactividad
imputable al letrado.
(d) Son aplicables a la cantidad concedida los intereses del artículo 20 LCS respecto de la
entidad aseguradora codemandada. El Colegio de Abogados de Ciudad Real pone en
conocimiento inmediato de la entidad aseguradora la existencia del siniestro pero la
compañía no procede al pago, ni consta ofrecimiento o consignación alguna. No existe
tampoco causa justificada que impida el pago o consignación de un mínimo. Por todo ello
se estima esta pretensión, siendo el momento de inicio del devengo el del conocimiento
por la entidad aseguradora de dicho siniestro y según resulta de la documentación
aportada, el 25 de enero de 1996, el Colegio de Abogados de Ciudad Real da traslado de
la reclamación a la aseguradora.
(a) Recurso de Previsión Española, S.A., de Seguros y Reaseguros por vulneración del
artículo 20.8 LCS y aplicación indebida del artículo 20.4 de la misma Ley , no procede la
En esta tesitura, teniendo la aseguradora datos suficientes para poder advertir la gravedad
de los daños derivados del mismo, así como también, la responsabilidad de su asegurado
en su causación, cubierta por el seguro de responsabilidad civil suscrito no debe tenerse
por justificada la negativa de la aseguradora a asumir sus obligaciones para con el
perjudicado.
Tampoco constituye razón justificada el que se tuviera por no líquida la deuda hasta su
fijación por el Juzgado de primera instancia, por lo ya dicho acerca de que esta no liquidez
no es óbice en la actualidad para la imposición de los intereses de demora, y con menor
razón, cuando a la misma coadyuva la aseguradora con una conducta pasiva, que discurre
al margen de su deber de poner en marcha los mecanismos a su alcance para determinar
económicamente el valor del daño y lograr la pronta satisfacción de la víctima, con omisión
de la obligación de pagar o consignar en los tres primeros meses siguientes al siniestro al
menos el importe mínimo de lo que fuera debido>>.
Motivo segundo. «Infracción de lo dispuesto en los artículos 1101,1104 y 1902 CC ; 42, 43,
78 y 79 del Estatuto General de la Abogacía ( RCL 2001, 1679) ; 442 de la
Ley Orgánica del Poder Judicial ( RCL 1985, 1578, 2635) y 24 de la Constitución Española
( RCL 1978, 2836) por falta de aplicación».
El motivo se desestima.
A)
B)
Esta Sala viene reiterando que la fijación de la cuantía de las indemnizaciones por
resarcimiento de daños materiales o por compensación de daños morales -en el caso
examinado, por responsabilidad por daños y perjuicios imputable a un abogado respecto
de su cliente por negligente cumplimiento de sus obligaciones contractuales- no tiene
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C)
D)
En suma, aunque sean discutibles los argumentos utilizados por la sentencia sobre
la calificación del daño, no se advierte que se haya incurrido en una notoria
desproporción entre el daño patrimonial sufrido por el recurrente y la indemnización
fijada con arreglo a las circunstancias del caso, integradas, entre otros extremos, por
las posibilidades de éxito de las actuaciones frustradas por la negligencia del
abogado>>.
Seguros Allianz, S.A., Fomento de Construcciones y Contratas, S.A. y Socosevi S.L. formularon
recurso de apelación que fue resuelto por la Audiencia Provincial de Bilbao en el sentido de
estimar el recurso interpuesto por las demandantes y condenar a los codemandados, acogiendo
íntegramente la demanda, a abonar a Seguros Allianz, S.A. la suma de 443.962,99 euros en
concepto de principal y a Fomento de Construcciones y Contratas, S.A., 12.020,24 euros,
también en concepto de principal con descuento de la franquicia de 901,52 euros y limite de
cobertura de 150.253 euros para Seguros Banco Vitalicio, S.A.. Se mantuvieron los demás
pronunciamientos de dicha resolución en lo que se refiere a la estimación de la demanda
reconvencional e intereses. Sostiene la sentencia que los vigilantes de seguridad de Socosevi,
S.L. no desplegaron toda la diligencia que por su cometido resultaba razonable exigirles, en
concreto D. Nazario porque cuando advirtió la presencia de humo en los bloques 1 y 2 y
procedió a revisar la zona de los alrededores de dichos bloques y no encontró nada, abandonó
las pesquisas sin revisar no sólo las inmediaciones de esos bloques, sino también la zona de
arriba, la correspondiente a los bloques 3, 4, 6 y 7, de lo que deduce la obligación de dicha
empresa de responder por los daños causados por el incendio.
Contra dicha resolución se preparó e interpuso recurso de casación por la parte demandada,
Socosevi, S.L.
SEGUNDO
El recurso se articula en dos motivos. En el motivo primero se alega la infracción del art. 1544
CC, en relación con el art. 1101 CC. Argumenta la parte recurrente que el incendio se produjo
en el interior de un garaje subterráneo, con una superficie a vigilar por una sola persona de
40.000 metros cuadrados, con nueve edificios que se encontraban a diferentes cotas de altura,
sin cámaras de vigilancia, sin detectores de incendios, sin alarmas, sin extintores y con una
iluminación nocturna insuficiente, y que el vigilante D. Nazario actuó con toda la diligencia
exigible vistas dichas circunstancias, puesto que divisado un foco de humo, revisó la zona
donde procedía y no viendo nada, pensó que se trataba de los restos de fogatas que los obreros
encendían para calentarse ya que era el mes de enero. Entiende, en suma, que la exigencia de
la resolución recurrida va más allá de lo razonable.
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El motivo es desestimado.
Existió entre los litigantes un contrato de arrendamiento de servicio que tuvo por objeto las
labores de vigilancia y seguridad de las obras de viviendas y urbanización en Txurdinaga-
Otxarkoaga de Bilbao. Es decir, un contrato de mera actividad y no de resultado. Ahora bien,
la sentencia no aplica en contra del recurrente el artículo 1544 puesto que no atiende al
resultado, sino a un servicio negligentemente prestado por parte de quien asumió el
encargo y no lo cumplió en los términos que exigía la diligencia del buen profesional de la
vigilancia. El cumplimiento defectuoso -artículo 1101 del Código Civil - del contrato de
servicio -artículo 1544 - es, por tanto, la causa por la que se le imputa el resultado que surge
no obstante las condiciones en que se realizaban las labores de vigilancia pues era
obligación suya determinar bajo su responsabilidad la adecuación del servicio que debía
prestar respecto de los bienes protegidos teniendo en cuenta los riesgos a cubrir, en este
caso una obra y no un edificio terminado. Lo contrario vaciaría de contenido el contrato,
dejando su cumplimento a la libre determinación de una de las partes, pues siempre
estaría en su mano disponer sobre el objeto de la vigilancia en función de las
circunstancias en que esta se prestaba, incluso no hacer nada pues nada podía exigirles
dadas las condiciones adversas en que lo hacían incluida la superficie a vigilar.
(i) El vigilante Don Nazario , sobre las 22,30 horas del día 12 de enero de 2002, advirtió la
presencia de abundante humo entre los bloques 1 y 2 y procedió a revisar la zona de los
alrededores de dichos bloques sin encontrar nada, no considerando necesario revisar las
inmediaciones de esos dos bloques ni la zona de arriba correspondiente a los bloques 3, 4,6 y
7, habida cuenta que las humaredas aparecieron espaciadamente.
(ii) En el turno de las 8 a las 20 horas del día 13 de enero, sobre las 8.15 horas, el vigilante Don
Victorio , revisando el garaje del edificio, encontró "un gran fuego" y buscó una manguera para
apagarlo (fuego no apagado totalmente).
(iii) En el parte de novedades del mismo día 13 de enero, periodo entre las 8 y 20 horas, Don
Victorio hace constar, a las 8 horas, que "al inicio del servicio me pasa el comunicado el
compañero que ha observado durante su servicio, que salía humo de los garajes del nº 4 (este
número tachado y puesto en su lugar 1 y 2) pero no observó llama alguna, no obstante que haga
ronda por la zona mencionada".
(iv) En el tiempo comprendido entre las 20 horas del día 13 y las 8 horas del día 14, Don Nazario
hace constar en el parte lo siguiente: "comienzo el servicio con sucesivas rondas por la obra,
reviso el foco de fuego encontrado por el compañero, sigo echando agua para bajar la
temperatura de los rescoldos.."
(vi) Los focos de humo que aparecieron espaciadamente podían tener relación con el fuego del
sótano del Bloque 4º.
(vii) El fuego causante de los daños fue de larga trayectoria, de larga duración temporal, pero no
(i) Ha habido una omisión de medidas de vigilancia, que de haberse adoptado, con absoluta
certeza, o al menos gran probabilidad, habrían podido evitar el incendio pues ninguna se adoptó
una vez que se constata la existencia de humo, momento en que se debió actuar, sin esperar al
fuego.
(ii) El daño está en relación directa de causalidad con la conducta omisiva de los
vigilantes puesto que si bien es cierto no fueron ellos quienes lo provocaron, si pudieron
evitarlo teniendo en cuenta que el riesgo de incendio era evidente cuando descubren el humo
(se admite que se hacían fogatas) y que pudieron avisar a los bomberos cuando observan el
fuego, dejándolo vivo hasta que se consumiera por si mismo.
(iii) Esta falta de medidas aparece como la causa próxima y adecuada para producir el
daño ocasionado por un incendio de largo recorrido.
(iv) La atribución del reproche culpabilístico recae sobre la empresa para la que
trabajaban los vigilantes, en razón a la falta de diligencia en cumplimentar las obligaciones
para las que había sido contratada, de control y vigilancia del recinto que estaba a su
cuidado>>.