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Aunque no todos estarían totalmente de acuerdo, Ingram y Scott (1990) indican
que todas las terapias cognitivo-conductuales se basan en siete supuestos:
1) Los individuos responden a las representaciones cognitivas de
los eventos ambientales más que a los eventos perse.
2) El aprendizaje está mediado cognitivamente.
3) La cognición media la disfunción
emocional y conductual. Debe ser notado que esta asunción no implica
una focalización lineal donde la cognición es primaria, sino más bien
que las variables cognitivas están interrelacionadas con variables afectivas
y conductuales y entonces afecta a estas variables (y viceversa).
4) Al menos algunas formas de cognición pueden ser monitorizadas.
5) Al menos algunas formas de cognición pueden ser alteradas.
6) Como un corolario de los números 3), 4) y 5), alterando la cognición podemos
cambiar patrones disfuncionales emocionales y conductuales.
7) Ambos métodos de cambio terapéutico, cognitivo y conductual, son deseables y
deben ser integrados en la intervención.
Un concepto central para la terapia cognitiva es el de cognición. Para Beck et al. (1979) una c
ognición es cualquier idea o evento con contenido verbal
o gráfico en la corriente de conciencia del sujeto. Las cogniciones se basan
en los esquemas desarrollados en experiencias anteriores. Los esquemas
serían las actitudes, supuestos o creencias que tiene el sujeto. Por tanto,
las cogniciones están supeditadas a estos esquemas. Sin embargo, ha sido
Marzillier ( 1980) quien ha distinguido tres elementos de la cognición: los
eventos cognitivos, los procesos cognitivos y las estructuras cognitivas.
Los eventos cognitivos son los pensamientos e imágenes que ocurren en la
corriente de conciencia (Marzillier, 1980), que son identificables, conscientes. Incluiría,
por tanto, pensamientos, imágenes y sentimientos.
La terapia cognitiva de Beck
De modo semejante a Ellis, Aaron T. Beck fue formado en el campo
psicoanalítico y ante las limitaciones y baja efectividad de éste se planteó
la validación empírica de distintas formulaciones sobre la depresión lo que
le condujo a desechar paulatinamente el psicoanálisis, realizar estudios
que han aportado un conocimiento esencial sobre la depresión y los
estados emocionales, proponer un modelo cognitivo de la depresión y un tratamiento
sumamente efectivo, y combinar las técnicas conductuales
como elemento unido a las técnicas cognitivas en el trabajo práctico.
Beck es hoy conocido por su aportación esencial al tratamiento de la depresión (Beck,
1967, 1976; Beck, Rush, Rush, Shaw y Emery, 1979).
Dada la alta prevalencia de este trastorno, las miles de consultas anuales
que se realizan a psiquiatras y psicólogos clínicos cada año, y la necesidad
de contar con técnicas efectivas, hacen de Beck y sus aportaciones al
tratamiento de la depresión uno de los autores más relevantes de la
psicología clínica de las últimas décadas, al proponer su terapia cognitiva,
de gran efectividad en el tratamiento de la depresión, que se basa en su
modelo de la depresión (Beck et al., 1979), dentro del cual considera la
tríada cognitiva, los esquemas y los errores cognitivos.
La tríada cognitiva atañe a tres patrones cognitivos inadecuados presentes
en el paciente depresivo: visión negativa del paciente acerca de si mismo,
tendencia del depresivo a interpretar sus experiencias de una manera
negativa y visión negativa acerca de su futuro. Los esquemas, definidos
como las actitudes, supuestos o creencias que tiene el sujeto, son los que
le permiten transformar los datos que percibe el sujeto en cogniciones.
Dependiendo de los esquemas el sujeto desarrollará cogniciones o
pensamientos adecuados o inadecuados (pensamientos automático
negativos en el caso de la depresión).
El tercer componente de su modelo cognitivo de la depresión son los
errores cognitivos o errores en el procesamiento de la información. Estos
son los que mantienen su creencia de la validez de los conceptos negativos y va a constituir
un elemento esencial en la terapia su cambio. Estos son
seis: (a) Inferencia arbitraria: sacar una determinada conclusión en
ausencia de evidencia que la apoye o cuando la evidencia es contraria a la
conclusión; (b) Abstracción selectiva: centrarse en un detalle extraído fuera de su contexto,
ignorando otras características más relevantes de la
situación, conceptualizando toda la experiencia en base a ese fragmento
de la realidad; ( e) Generalización excesiva: elaborar una regla general o
una conclusión a partir de uno o varios hechos aislados y de aplicar el
concepto tanto a
situaciones relacionadas como inconexas; (d) Maximización y minimización: increment
ar o disminuir el grado de
significación de un suceso o una conducta hasta el punto de distorsionarlo; ( e) Personalización: t
endencia y facilidad del cliente para atribuirse a si mismo fenómenos externos cuando
no existe una base firme para hacer tal conexión; y,
(f) Pensamiento absolutista y dicotómico: tendencia a
clasificar todas las experiencias según una o dos categorías opuestas sin
tener en cuenta los puntos intermedios.
El tratamiento, por tanto, va a centrarse en detectar las cogniciones
erróneas y cambiar las mismas para procesar más adecuadamente la
realidad, lo que facilitará y permitirá cambiar la triada cognitiva de visión
negativa de sí mismo, de sus experiencias y de su futuro. Como terapeuta
cognitivo, y como una de las aportaciones relevantes de la terapia
cognitiva en general, al ser aplicada a la depresión, Beck da un papel
destacado a la emoción y, junto con ésta, un papel relevante a la relación terapéutica.
Una consecuencia clara de la evolución que han tenido muchas terapias cognitivo-
conductuales, el actual constructivismo, y la distinta procedencia
de muchos de los actualmente denominados terapeutas cognitivo-
conductuales, tenía que ser el intentar integrar distintos modelos y
sistemas de terapia incluyendo o partiendo de las terapias cognitivo-
conductuales. Esta pretensión es vieja en la psicología clínica, desde Dallar
y Miller hasta nuestros días, aunque ha cobrado de nuevo gran auge en los últimos 20 años.
Cada clínico opera dentro de un marco teórico conceptual concreto,
desechando habitualmente otras perspectivas (Goldfried, 1980). Hoy
sabemos, por otra parte, que la conceptualización y naturaleza del cambio
terapéutico no es simple sino compleja y depende de factores múltiples.
Esto, entre otros motivos, ha favorecido el incremento del interés por la
integración de las corrientes psicoterapéuticas. Conocido con los nombres
de eclecticismo o integracionismo, actualmente se prefiere esta última
denominación por ser más concreta que la anterior, que es abstracta y
subjetiva cuando queremos saber con exactitud a qué se refiere un
terapeuta cuando utiliza y practica eso que dice. Este movimiento ha
aflorado en los últimos 20 años, motivado por (Norcross y Newman, 1992):
la proliferación de nuevas terapias; la inadecuación de teorías simples para
explicar los problemas; las contingencias socioeconómicas externas; el
incremento de las psicoterapias breves centradas en problemas
específicos; las oportunidades de observar y experimentar con varios
tratamientos; la insuficiencia de la eficacia diferencial entre terapias; el
reconocimiento de que las comunidades terapéuticas contribuyen de modo
importante a la varianza del resultado; y, al desarrollo de una tendencia
profesional hacia la integración.
De los aspectos anteriores destacaríamos el fuerte incremento en los
últimos años de las psicoterapias breves, partiendo del psicoanálisis,
motivado por el pago de servicios psicológicos sólo para terapias breves y
la necesidad de demostrar que no sólo son cortas sino eficaces para cada
problema particular en muchos países. Esto ha exigido técnicas eficaces
para cada trastorno concreto y no modelos globales de tratamiento.
También se ha visto favorecido por la aparición de clínicas para un
trastorno específico (ej. depresión, trastornos alimentarios, ansiedad,
problemas maritales, etc.); la aparición de manuales de tratamiento de
distintas orientaciones terapéuticas, lo que permite conocer y aplicar tales
procedimientos al tener una descripción clara de la terapia y de su proceso
de aplicación; la asunción de la importancia de los factores comunes al
tratamiento (ej., características del cliente, relación terapéutica, etc.) para
explicar una parte de la eficacia de la terapia, etc.
Dicho proceso de integración se ha realizado a través de tres modos
principales. El primero a través del eclecticismo técnico de Lazarus con su
propuesta de la terapia multimodal (Lazarus, 1983). En ésta se evalúa el BASIC ID, inicial
es de las palabras conducta, afecto, sensaciones,
imaginación, cognición, relaciones interpersonales y abuso de drogas. Al
sujeto se le evalúa en todos estos aspectos y se le aplican técnicas
específicas para las alteraciones en cada uno de ellos. El segundo atañe a
la integración teórica, en donde destaca el modelo transteórico de
Prochaska (Prochaska, Diclemente y Norcross, 1992), en donde distingue
estadios, procesos y niveles de cambio. Dicho modelo permite una
integración de todos los modelos teóricos, a nivel explicativo del cambio y
del proceso de dcha cambio. Finalmente, en tercer lugar, la explicación
basada en los factores comunes. Aquí destaca Frank (ej., Frank y Frank,
1991), para quien el objetivo de cualquier tratamiento es conseguir que el
sujeto supere la desmoralización, causa de su problema, y para la que se
ponen en marcha todas las técnicas de intervención de cada distinto
proceso terapéutico. Cuando el cliente, con esas técnicas de intervención,
es capaz de llevar a cabo las conductas que le permiten una mejora de su
situación, se produce el proceso de mejoría. A esto ayudan factores
comunes como la relación cliente-terapeuta, la seguridad que proporciona
el contexto de la terapia donde el terapeuta tiene la sanción social de "curar",
la reconceptualización que el terapeuta le ofrece al cliente de sus problemas
y de las soluciones a los mismos, y la prescripción de tareas o recomendaciones
que son coherentes con la conceptualización ofrecida.
La terapia cognitivo-conductual ha sido un claro ejemplo de integración
teórica y práctica, en un sentido histórico, siendo actualmente esta
orientación la más importante y relevante en los psicólogos clínicos de los
países líderes en la psicología contemporánea.
enfoque Cognitivo Conductual
Conclusiones
CONCLUSIONES
En la actualidad los terapeutas genéricamente denominados cognitivo- conductuales se auto
asignan a uno de estos tres grupos: conductuales, cognitivo-
conductuales y cognitivos. De un estudio hecho en 1985 por
Mahoney (1989) con 42 influyentes terapeutas conductuales o cognitivos,
los conductuales aceptaban más el modelo de condicionamiento de
aprendizaje, daban más peso al ambiente que al organismo y eran menos
tolerantes en aceptar las ciencias cognitivas. En cambio, los cognitivistas
eran más críticos de los modelos de condicionamiento, más inclinados a
darle importancia al organismo y más optimistas sobre el porvenir de los
estudios cognitivos. Finalmente, aquellos que se identificaban como cognitivo-
conductuales se posicionaban en el punto medio de las
cuestiones anteriores. Curiosamente, los que se posicionaban como
cognitivos eran sustancialmente menos escépticos de los procesos
inconscientes. Es interesante apuntar el dato de que el 69°/o de los
miembros de la Asociación Americana para el Avance de la Terapia de
Conducta (A.A.B.T.) se consideran cognitivo-conductuales (Craighead,
1990).
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