Está en la página 1de 4

Aproximaciones al estudio de la argumentación

La teoría de la argumentación de S. Toulmin (1922-2009)


La aproximación al estudio de la argumentación desarrollada por S. Toulmin recibe el
nombre de “teoría de la argumentación”. La propuesta de S. Toulmin entiende que
argumentar es intentar fundamentar una afirmación, esto es, utilizar el lenguaje para
defender enunciados o proposiciones. La perspectiva de aproximación al fenómeno
argumentativo defendida por S. Toulmin es funcional en tanto considera que argumentar
implica ejercer una serie de funciones, a saber:

1. Apoyar la afirmación a partir de datos (D).


2. Defender la transición entre los datos y la afirmación enunciando garantías (G).
3. Matizar la afirmación formulando modalizadores (M).
4. Salvar una afirmación respecto de posibles contraejemplos formulando
excepciones (E).
5. Reforzar las garantías ofrecidas enunciando respaldos (R).

La teoría de la argumentación de S. Toulmin viene a poner en evidencia la limitación que


afecta la aproximación que la lógica pretende realizar al fenómeno argumentativo: resulta
imposible dar cuenta del buen funcionamiento de una argumentación en términos
meramente formales. Es por ello que, a fin de lograr dar cuenta del fenómeno
argumentativo, la teoría de la argumentación debe ampliar su campo de investigación e
incluir en sus consideraciones no sólo a la forma del argumento sino también su contexto
o materia, esto es, el significado de los términos utilizados en la construcción de los
enunciados puestos en juego y la información que transmiten esos mismos enunciados.
Atento a esta ampliación, la propuesta de S. Toulmin propone distinguir dos grandes tipos
de argumentos:

 Argumentos analíticos o teóricos que pueden ser estudiados independientemente


de la consideración de sus respectos contextos.
 Argumentos sustanciales o prácticos que, en tanto derivan parte de sus bondades
del significado de los términos que utilizan y la información que ofrecen sus
enunciados, son dependientes del contexto.

© Universidad de Palermo. Prohibida la reproducción total o parcial de imágenes y textos. 1


La nueva retórica de Chaïm Perelman (1912-1984) y Lucie Olbrechts-Tyteca
(1899-1987)
La propuesta para el estudio de la argumentación desarrollada por Chaïm Perelman y
Lucie Olbrechts-Tyteca ha recibido la denominación de “nueva retórica”. En el marco de
esta propuesta, se entiende que argumentar es intentar influir eficazmente sobre un
auditorio y, por ello mismo, usar el lenguaje para convencer a otros.

La perspectiva de aproximación al fenómeno argumentativo defendida por C. Perelman y


L. Olbrechts-Tyteca es táctica ya que entiende que argumentar implica aprovechar un
conjunto de medios (i.e., los esquemas de enlace y de disociación) con vistas a lograr que
alguien acepte algo. Ejercer la argumentación implica construir acuerdos con el auditorio.
Las técnicas para alcanzar la adhesión del auditorio no se reducen a la demostración:
existen también los esquemas o procedimientos de enlace y de disociación.

La nueva retórica de C. Perelman y L. Olbrechts-Tyteca hace explicita una segunda


limitación que afecta el tratamiento que la lógica pretende dedicar al fenómeno
argumentativo: que el lenguaje sea utilizado para influir sobre el parecer del auditorio no
necesariamente implica que dicha influencia transforme a la argumentación en un
proceso irracional. Existen, en efecto, dos maneras diferentes de utilizar el lenguaje para
influir sobre un auditorio:

 Persuasión: busca influir sobre la voluntad del auditorio e intenta provocar su


acción.
 Convicción: pretender afectar la razón del auditorio e intenta concitar su adhesión.

De estas dos modalidades de influencia, sólo aquella que pretende persuadir resulta
contraria a la razón; el intento de convencer, en tanto coloca en el centro del proceso
argumentativo a la razón del auditorio, es completamente racional.

Pero la consideración de la manera en que resulta necesario entender la influencia


ejercida durante el despliegue de una argumentación no sólo conduce a reconocer la
existencia de técnicas de convencimiento que desbordan la racionalidad demostrativa
sino que también obligan a ampliar el campo de las investigaciones sobre la
argumentación a fin de incluir no sólo la consideración de la relación de la conclusión de
un argumento con sus premisas sino también la que existe entre el propio argumento y el
asentimiento que le otorga el auditorio. Atento a esta ampliación, la propuesta de C.
Perelman y L. Olbrechts-Tyteca propone distinguir dos grandes tipos de argumentos:

© Universidad de Palermo. Prohibida la reproducción total o parcial de imágenes y textos. 2


 Argumentos teóricos: se formulan en contextos de certidumbre donde la influencia
a ejercer sobre el auditorio se limita a la cuestión de la validez de la relación
demostrativa establecida entre premisas y conclusión.
 Argumentos prácticos: se formulan en contextos de falibilidad, cuyas premisas
deben ser acordadas con el auditorio, cuyas reglas de inferencia resultan siempre
discutibles, cuya inferencia es electiva y cuya conclusión supone siempre una
decisión.

La pragma-dialéctica de Frans H. Van Eemeren (1946) y Rob Grootendorst


(1944-2000)
Las investigaciones sobre el fenómeno argumentativo desarrollada por Frans H. Van
Eemeren y Rob Grootendorst recibe el nombre de “pragma-dialéctica”. F. H. Van Eemeren
y R. Grootendorst sostienen que argumentar es intentar resolver una diferencia de
opinión, esto es, usar el lenguaje para acordar una diferencia en torno a un punto de vista.
La pragma-dialéctica se aproxima al fenómeno argumentativo desde una perspectiva
dialógica que busca resaltar el hecho de que argumentar supone intentar comunicarse.
Vista desde esta perspectiva, la argumentación se presenta como un proceso que se
desarrolla a lo largo de cuatro grandes etapas:

1. La exposición del punto de vista objeto de discusión.


2. La emergencia de una diferencia de opinión en torno al punto de vista.
3. El desarrollo de la discusión argumentativa.
4. La resolución de la discusión que conduce a la retractación de una de las partes
que, al ver que sus argumentos han sido rebatidos, finalmente conviene acordar
con la posición sostenida por quien la ha derrotado.

De esta forma, la pragma-dialéctica lleva adelante una tercera ampliación del campo de
investigación del fenómeno argumentativo en tanto viene a poner en evidencia que la
argumentación sólo puede ser adecuadamente conocida si se presta atención, no sólo a la
influencia que una parte intenta ejercer sobre otra sino, más precisamente, a la
interacción y al diálogo que se establece entre ambas.

Dado que la argumentación es una forma específica de comunicación, la acción


argumentativa se presenta como un proceso inmediatamente subordinado a las reglas y
deberes generales que hacen al éxito de cualquier proceso comunicacional, a saber:

a) No impedir la enunciación de puntos de vista.

© Universidad de Palermo. Prohibida la reproducción total o parcial de imágenes y textos. 3


b) Obligarse a defender el propio punto de vista.
c) Comprometerse a atacar puntos de vista reales.
d) Esforzarse por defender punto de vista reales.
e) No suponer ni desconocer afirmaciones implícitas.
f) No desconocer afirmaciones previamente aceptadas.
g) No violar el proceso argumentativo al defender.
h) Argumentar siempre de forma válida.
i) Comprometerse a retirar un punto que no se ha logrado defender.
j) Esforzarse en alcanzar una expresión clara y por ejercer una interpretación exacta.

Por lo demás, la consideración de la caracterización que cabe realizar de la situación en


que el proceso argumentativo se desarrolla, permite a F. H. Van Eemeren y R.
Grootendorst distinguir dos tipos generales de proceso argumentativos: los
razonamientos de la lógica formal que suponen situaciones de acuerdo entre las partes y
los argumentos propiamente dichos que suponen la existencia de una situación de
discusión.

© Universidad de Palermo. Prohibida la reproducción total o parcial de imágenes y textos. 4

También podría gustarte