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Una vez teniendo una perspectiva más acercada a la realidad decidimos desarrollar
solo una torre, calculando los elevadores, escaleras y rampas, así como los
estacionamientos que necesitábamos para el proyecto, investigando sistemas
estructurales, definiendo alturas de entrepisos y analizando el programa
arquitectónico, buscando desarrollar un proyecto materializable.
De esta manera, desarrollamos un nuevo partido arquitectónico con una nueva
zonificación que contempla que el lado Este y Norte serían los elementos rígidos del
rascacielos, teniendo como análogo la Torre Reforma de Benjamín Romano y que
los lados Sur y Oeste serían aquellos que nos permitirían un juego volumétrico a
partir de terrazas ajardinadas que nos permitieran mitigar la radiación solar, así,
continuamos con el interior de los distintos espacios solicitados centrándonos más
que en el amueblado de los mismos, en los interludios, en estos vacíos que se
creaban y que daban pie al espacio público, la planta baja, una plaza pública en el
nivel 11 que serviría como recepción al centro comercial; el mismo centro comercial
con una terraza en la fachada Este acompañada de un vacío que ilumina con luz
natural los distintos niveles y que tiene como referencia la fundación Ibere Camargo
de Álvaro Siza; la terraza del centro comercial en la que se desarrolla el food court y
que demarca la separación de usos con los niveles destinados a oficinas; el vestíbulo
del museo que también permite una separación ahora con la parte residencial del
proyecto y por último un mirador público en el último nivel, en donde se encuentra
también un restaurante. Nos enfocamos en estos espacios que a la lejanía parecen
vacíos pero que permiten esta libertad delimitada, esta atmosfera que propicia el
encuentro, el descanso, la calma, una plaza, que, como los otros espacios públicos
del rascacielos, se convirtiera en ese lugar de espera, de acomodo, en el que te
preparas para nuevos recuerdos o memorias colectivas que terminan generando
comunidad.
Así llegamos a la propuesta final, desarrollando un rascacielos que tiene como
objetivo que impacte en la sociedad, que genera espacio público, comunidad, que
denota que tiene vida en su interior más allá de unas oficinas privadas con actividad
de ocho a seis o de unas residencias destinadas para una minoría, decidimos diseñar
un rascacielos que crea y que es parte de la cultura.