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TORRE PHYSIS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


FACULTAD DE ARQUITECTURA
TALLER LUIS BARRAGÁN
ALEJANDRO URIEL MOYA GÓMEZ
OSVALDO BUENO ROMERO
MEMORIA DESCRIPTIVA
26 05 2023
¿Cómo llegamos a la propuesta final?

Como punto de partida realizamos una investigación acerca de Panamá,


comenzando por sus determinantes fácticas que nos permiten conocer el medio físico
natural y artificial; así como de su cultura con el objetivo de obtener un concepto
arquitectónico que nos guíe durante el proceso de diseño. En este caso, nos
encontramos con un País que no existía en el mundo, sino que emergió de los
océanos, así nace nuestro concepto: Physis. En griego significa Naturaleza, sin
embargo, no se refiere a la definición actual de la misma, Physis deriva del verbo
Phyo (φύω) que significa brotar, nacer, florecer, el génesis de las cosas que crecen y
que representan un desarrollo, es decir, el modo en el que las cosas emergen en el
mundo.
Así, el concepto nos dio pie para comenzar con el diseño arquitectónico, primero,
definiendo aquellos elementos que nos gustaría abordar en el diseño como que el
edificio se convierta en un hito, una referencia entre el caos de la ciudad,
advirtiéndose desde varios lugares; el peso, comprendiendo esta parte estereotómica
de la arquitectura mexicana que se distingue por la identidad que encontramos en
tocar el suelo, en que la arquitectura se asiente; así mismo nos enfocamos
mayormente en el interior, en como se vivirán los espacios, tratando de no caer en
el resultado que trajo consigo la arquitectura deconstructivista que tanto gusta en el
occidente pero que, en su mayoría, resulta en un fachadismo que se preocupa poco
por el confort o la riqueza espacial que se puede conseguir en el interior; y por último,
el espacio público, entendiendo que cuando se llega a una obra famosa, no es el
edificio lo que uno goza, se goza todo el entorno, pues no existe el límite de la pieza
perfecta de arquitectura, sino que esta se funde con la ciudad y por consiguiente con
las personas, dando como resultado el que estas participen y que se apropien del
espacio, en donde llegamos a percibir una relación entre quien diseña, quien
construye, quien mantiene y quien usa, lo cual dará pie a la estética del proyecto,
pues cuando un edificio es público, es difícil que las personas que lo usen lo cuiden,
a menos que tenga un valor para la comunidad, cuando a las personas les gusta el
espacio, lo cuidan, pues lo encuentran estético, el rascacielos puede convertirse en el
espacio en el que las personas encuentren una identidad colectiva que expresen ante
el mundo.
Teniendo estos puntos claros comenzamos con las primeras zonificaciones,
primeramente se planteaban dos torres, una residencial y otra únicamente de
oficinas, unidas mediante el centro comercial que nacería desde el suelo y que tendría
una plaza pública en su azotea, además de un elemento que atravesaría ambas
torres y que se convertiría en un elemento cultural como una biblioteca o un museo,
sine embargo habría que aterrizar a la realidad esta utopía pues en primer lugar no
cumpliría con la normatividad de área libre del predio, así mismo construir dos torres
elevaría el costo del proyecto y no sería tan rentable el construir un edificio
únicamente para oficinas cuando no tenemos asegurado que se renten.
¿Cómo llegamos a la propuesta final?

Una vez teniendo una perspectiva más acercada a la realidad decidimos desarrollar
solo una torre, calculando los elevadores, escaleras y rampas, así como los
estacionamientos que necesitábamos para el proyecto, investigando sistemas
estructurales, definiendo alturas de entrepisos y analizando el programa
arquitectónico, buscando desarrollar un proyecto materializable.
De esta manera, desarrollamos un nuevo partido arquitectónico con una nueva
zonificación que contempla que el lado Este y Norte serían los elementos rígidos del
rascacielos, teniendo como análogo la Torre Reforma de Benjamín Romano y que
los lados Sur y Oeste serían aquellos que nos permitirían un juego volumétrico a
partir de terrazas ajardinadas que nos permitieran mitigar la radiación solar, así,
continuamos con el interior de los distintos espacios solicitados centrándonos más
que en el amueblado de los mismos, en los interludios, en estos vacíos que se
creaban y que daban pie al espacio público, la planta baja, una plaza pública en el
nivel 11 que serviría como recepción al centro comercial; el mismo centro comercial
con una terraza en la fachada Este acompañada de un vacío que ilumina con luz
natural los distintos niveles y que tiene como referencia la fundación Ibere Camargo
de Álvaro Siza; la terraza del centro comercial en la que se desarrolla el food court y
que demarca la separación de usos con los niveles destinados a oficinas; el vestíbulo
del museo que también permite una separación ahora con la parte residencial del
proyecto y por último un mirador público en el último nivel, en donde se encuentra
también un restaurante. Nos enfocamos en estos espacios que a la lejanía parecen
vacíos pero que permiten esta libertad delimitada, esta atmosfera que propicia el
encuentro, el descanso, la calma, una plaza, que, como los otros espacios públicos
del rascacielos, se convirtiera en ese lugar de espera, de acomodo, en el que te
preparas para nuevos recuerdos o memorias colectivas que terminan generando
comunidad.
Así llegamos a la propuesta final, desarrollando un rascacielos que tiene como
objetivo que impacte en la sociedad, que genera espacio público, comunidad, que
denota que tiene vida en su interior más allá de unas oficinas privadas con actividad
de ocho a seis o de unas residencias destinadas para una minoría, decidimos diseñar
un rascacielos que crea y que es parte de la cultura.

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