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Gabriel Amengual
Universidad de las Islas Baleares
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7 M. Heidegger, «Brief über den "Humanismus"», o. c., p. 319 (ed. española: p. 263).
a Ibid., pp. 319s (ed. española: pp. 263s).
9 Ibid., p. 321 (ed. española: p. 265).
11 Ibid.
12
Ibid.
13 Ibid., p. 323 (ed. española: p. 267).
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21 M. Foucault, Les mots et les choses. Une archéologie des Sciences humaines.
París, 1974, pp. 351-352.
22 Ibid., p. 353.
23 L. Althusser, «Marxismo y humanismo», en id.. La revolución teórica de Marx.
México, 1972. Cf. G. Amengual, «La filosofía entre la ideología y la ciencia. La concep
ción de la filosofía en L. Althusser», en Educació i Cultura 3 (1982), pp. 11-30. La discu
sión suscitada por el escrito de L. Althusser en L. Althusser / J. Semprún y otros, Polémica
sobre el marxismo y el humanismo. México, 1986.
24 Ibid., p. 190.
25 Ibid., p. 191.
en id.. Para una crítica de la práctica teórica. México, 1974, pp. 73-81.
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sino la naturaleza. Por esta remisión a algo más elemental que el hombre, a la
vida como algo más acá de lo humano, sería más exacto hablar no de trans
humanismo, sino de cishumanismo.
Si el evolucionismo presenta unas especies flexibles y no fijas, ello afecta
no solo al pasado, sino también al futuro, de modo que no solo queda excluida
toda teleología o finalidad, sino que también la misma evolución es imprevi
sible; el pasado no precontiene o no predefine el futuro31.
Con la teoría de la evolución no solo el ser humano, sino todas las especies
pierden su carácter fijo e inamovible, con lo cual se tambalea la posibilidad de
ofrecer una definición esencial completa y definitiva de cualquiera de ellas,
incluida la humana32. De esta constatación se han sacado dos interpretaciones
de algún modo contrapuestas. Por una parte, están los que reivindican la
«naturaleza» humana. Así, Jesús Mosterín afirma de manera rotunda: «Entre
los fantasmas que ha producido el delirio de la razón destaca por su extrava
gancia y recurrencia la idea filosófica de la inexistencia de una naturaleza
humana. Todas las otras especies animales tendrían una naturaleza, pero los
seres humanos serían la excepción»33. Después de un esquemático repaso
histórico de este topos concluye que «el avance en la exploración del genoma
humano hace insostenible cualquier negación de nuestra naturaleza»34, de
modo que dicha negación presenta una total «incompatibilidad con la ciencia
actual»35. Esta afirmación de la naturaleza humana se hace de acuerdo con el
darwinismo y su teoría de la evolución de las especies, también de la humana36;
entonces se entiende por naturaleza humana «el modo de ser de los humanos»37,
«el ser humano es una manera peculiar de ser vivo y [...] la naturaleza humana
es una forma especial de vida»38. Con ser «cada especie [...] única, singular e
irrepetible», y por tanto también la humana39, esta presenta la peculiaridad
34 Ibid., p. 22.
35
Ibid., p. 23.
36 Ibid., p. 25.
37 Ibid., p. 53.
38
Ibid., p. 38.
39
Ibid., p. 37.
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40 Ibid., p. 57.
41 Ibid., p. 133.
42 Ibid., p. 23.
43 A. Escudero Pérez, «Darwin y el posthumanismo», a. c., p. 195. Cf. H. Joñas, Das
Prinzip Leben. Ansátze zu einer philosophischen Biologie. Frankfurt a. M., 2011, pp.
79-87 (ed. española: El principio vida [Hacia una biología filosófica]. Madrid, 2000); C.
Castrodeza, La darwinización del mundo. Barcelona, 2009, pp. 128,336; id., La marsopa
de Heidegger. Madrid, 2003, pp. lOOs.
44 A. Escudero Pérez, «Darwin y el posthumanismo», a. c., p. 195.
45 Ibid.
46 Sobre la crítica de Merleau-Ponty a Sartre, cf. G. Amengual, «Estructura antro
pológica de la libertad», en C. Alonso Bedatb (ed.), La libertad: ilusiones y límites. Madrid,
2009, pp. 83-86.
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a) El hombre biónico
Se habla del hombre biónico, biotecnológico o cyborg. Su significado general
está en que si antes el hombre, mediante la técnica, había intentado dominar
el medio externo al hombre, ahora, con la tecnología aplicada a la biología (la
biotecnología, fruto especialmente de la genética y de la biología molecular),
se plantea dominar y modificar su propia constitución natural, como en un
intento de ir más allá de la naturaleza propia. Tiene a la naturaleza como
referencia, la asiste o suple, según los casos, o más bien la transforma, amplía
y mejora. Del hombre-máquina se ha pasado a la mente computacional, com
prensión de la mente como computación y, en conjunto, a un organismo deter
minadle, ampliadle y mejoradle a través de la tecnología, al cyborg.
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2013, p. 323.
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b) Posiciones filosóficas
Las posiciones filosóficas ante estas posibilidades van desde la aprobación e
integración dentro de la historia del humanismo hasta la crítica radical. Men
cionemos las dos principales, que cabría calificar como tecnófila y tecnófoba.
En la tendencia tecnófila, el filósofo que más eco mediático ha tenido en su
intento de integrar el programa biotecnológico en un planteamiento estricta
mente filosófico (incluso en el ontológico de Heidegger) ha sido Peter Sloter-
dijk60. Su punto de partida es que el «humanismo es telecomunicación
fundadora de amistades que se realiza en el medio del lenguaje escrito»61. Ello
ya indica el carácter comunitario (nacional) y literario del humanismo62, en el
que «el ejemplo de la sociedad literaria se amplió hasta convertirse en la norma
para la sociedad política»63. Ahora bien, «con el establecimiento de la cultura
de masas [...] la coexistencia humana se ha instaurado sobre fundamentos nue
vos [...] posliterarios [...] y, en consecuencia, poshumanísticos»64. De todos
modos, lo que define los humanismos es «contra qué» luchan, puesto que, en
último término, suponen «el compromiso de rescatar a los hombres de la
barbarie»65. «El tema latente del humanismo es, pues, la domesticación del
hombre; su tesis latente: una lectura adecuada amansa»66. Ello pone de mani
57 Ibid., p. 324.
56 Ibid., p. 320.
59 Ibid., p. 325.
60 G. Chavarría Alfaro, «El posthumanismo y los cambios en la identidad humana»,
a. c„ pp. 103-105.
61 P. Sloterduk, Normas para el parque humano. Una respuesta a la «Carta sobre el
humanismo», de Heidegger. Madrid, 2008, p. 19.
62 Ibid., p. 23.
63 Ibid., p. 25.
64 Ibid., p. 28.
65 Ibid., p. 31.
66 Ibid., p. 32.
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fiesto que «la cuestión del humanismo es de mucho mayor alcance que la
bucólica suposición de que leer educa. Se trata nada menos que [...] de una
definición del hombre teniendo en cuenta su apertura biológica y su ambiva
lencia moral»67.
Si, de entrada, el poshumanismo designaría el humanismo poshumanístico,
a la hora de hablar de la actualidad aparecen ante nuestros ojos dos relatos
(que cabría calificar como ontológico y como social); por una parte, «una his
toria natural de la serenidad en virtud de la cual el hombre pudo convertirse
en el animal abierto al mundo [...]; y, por otra, [...] «una historia social de los
amansamientos»68. Estos dos «grandes relatos [...] convergen en una perspec
tiva común, a saber, en la exposición de cómo del animal-sapiens se derivó el
hombre-sapíens»69. Dicha transformación es obra de los propios hombres, de
algunos, de modo que estos son vistos por Nietzsche como «criadores exitosos
que han logrado hacer del hombre salvaje el último hombre»70. Las cuestiones que
hoy se nos abren son si «el desarrollo a largo plazo también conducirá a una
reforma genética de las propiedades del género; si se abre paso una futura
antropotécnica orientada a la planificación explícita de las características»71.
A partir de Platón se plantean las reglas del parque humano, puesto que
este autor trata de la comunidad humana como si se tratara de un parque
zoológico, como una tarea zoopolítica72. Para dicha tarea. Platón prevé una
clase directora, que no está claro que se distinga solo gradual o más bien
específicamente de los demás. En todo caso, el pastoreo propio del rey se basa
en el saber, consiste en «dirigir, con una política de cría, la reproducción»73-
Llegados a este punto, el autor puede aterrizar en la actualidad, dirigiéndose
«al lector moderno», al que tiene en mente «los liceos humanistas de la época
burguesa y la eugenesia fascista, y al mismo tiempo ya prevé la era
biotecnológica»74. Para este lector, lo que Platón expone es «el programa de
una sociedad humanista encarnada en la figura del único humanista pleno: el
67 Ibid., p. 35.
66 Ibid., pp. 53s.
69 Ibid., p. 54.
70 Ibid., p. 62.
71 Ibid., pp. 72s.
72 Ibid., p. 75.
73 Ibid., p. 80.
74 Ibid., p. 82.
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75 Ibid., p. 83.
76 S. Castro-Gómez, «Sobre el concepto de antropotécnica en Peter Sloterdijk», en
Revísta de Estudios Sociales 43 (2012), pp. 63-73.
77 F. Broncano, La melancolía del ciborg. Barcelona, 2009, pp. 19s.
70 F. Fukuyama, Our Posthuman Future. Consequences ofthe Biotechnology Revo-
lution. Nueva York, 2002, p. 7 (ed. española: El fin del hombre. Consecuencias de la
revolución biotecnológica. Barcelona, 2002, p. 23).
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hacia la próxima etapa como una especie» liberaxta -ote su» cw'strwxienes
biológicas»™. Fukuvama pone ei énfasis en fas ei’o.sec'<ie«.’x’<-as pctiocas. óe
modo que. en la cuestión del control y rextufaciórt. rvr píame de fa fcceeecnv.xKxp^
lo que está en juego es el mantenimiento del concern: de wr>a ifc-xs naturaleza
humana, compartida por todos los pueblos del triunfo gue ruede ptvcóbáo-
namos un terreno común en ei que fancarr.e’.'.tar os derecíaos fearoames uni
versales*1. De ahí su convtocúácL de que existe (¿besar- X» que representaría
precisamente «La esencia ¿ei hcminne. ei ~r;<v —--- básico oe ,¿ condición
humana**1. Sabe que etería aóea ría sáoo r.-r-.-tf-is» por e¡ oínx'lrJsino con
una de sus afirmacicr.es más hásánac --i—.- ¿-g q --- especies no tienen
esencia**. Pero. a pesar de eúc. ms^ue coa arqmremtus a co.-m-a.no.- si no exis
tiera ei «factor X*, .as asrcias w-á~ m-efastta. paes significaría aban
donar ei concepto ¿e ¿.qr...¿A¿ .tcxaar^a y se .ac p jertas a ideologías
que, como ja nazi, .-ecr.azar. coaeepK/*.
fnrti efífaa a ¿a MfMisCñfíifir^ii. ^rjii >í^mt afínadad con \n que acabamos
do ver, aunque proveniente -fes .oar.de xaírícc- opuesto at íoerai, es la crítica de
/Urgen Hahermae. Óu punto de partáfa es .a siguiente constatación: «El avance
de '.ifti mocienciae y ei 'íesarroiio de .as ráci^^cz.otogías no solo amplían las
poeimiídades de acción ya conocidas-, sino oue posibilitan un nuevo tipo de
inHfr'A-ncJnnes íc> que na^a añora estaba "dado" como naturaleza orgánica
/ wimn mucho podía ''ojliívarse”' entra ahora en el ámbito de Ja intervención
orientada a nbtetívos í...¡ 'ie dosi/anece a fVor.tera entre ia naturaleza que
<x>mos'/ 7 .a dotación nrqámca que nos "damos",»*’*. argumentos son
lambían de carácter potíHco; ¡as nuevas posibilidades de r.tervenir porli'ltin
><*r anrotwihadac pvr ni -nercadc; que .ñuscarla tu beneficio sin ímpontarli*
axvmtiial sttla/áon de os imitesde.c lumanc: .amnue’taRpcsiEilídHdnsi’wiitlt*-
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d) Perspectiva moral
La primera pregunta moral respecto a la biotecnología es en qué medida hay
en ella un valor moral. Si se consideran estos cambios dentro de una concep
ción fixista del mundo, puede parecer un contravalor, al romper el esquema
en que dicho ser tiene designado su despliegue. De todos modos, hay que
recordar que siempre ha sido un anhelo humano ser más, de escalar los dis
tintos grados del ser y alcanzar el grado máximo. En cambio, este anhelo puede
ser situado en un mundo en evolución, en el cual no solo se da aumento de
complejidad y de rendimientos, sino que se despliega por mutación y selección,
pero teniendo en cuenta que en este mundo también se extinguen especies
que se muestran incapaces de soportar la rivalidad. Desde esta concepción
evolucionista se podría considerar quizá la mejora como un postulado o incluso
un precepto.
Ello en manera alguna significa volver a una u otra forma de darwinismo
social o a un naturalismo ético radical; desde la biología no cabe deducir
imperativo ético alguno; cuando ello ocurre, es porque se presuponen unas
premisas que no se deducen de hechos de las ciencias naturales92. Las premi
sas que suelen darse no son inequívocas, sino cargadas de inmensas sombras;
las principales premisas son que el desarrollo biotecnológico pudiera contribuir
a la solución de conflictos y problemas internos de la humanidad, a la belleza
y perfección del ser humano, al mayor disfrute de las cosas, a un mejor com
portamiento ético, y que dicho desarrollo vendría dado como un encargo por
el mismo Creador; todas estas premisas se encuentran penetradas por una tal
ambigüedad que impiden hablar de un precepto ético93. Esta ambigüedad
quizá pueda resumirse en la constatación de que un progreso técnico no siem
pre va acompañado ni siempre favorece un progreso moral y, en este caso, el
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temor es que cree una mayor desigualdad entre los humanos. Más bien cabe
afirmar que no puede hablarse ni de un imperativo de mejora del ser humano
ni de una autorización general94. El objetivo de una elevación biotecnológica
de la especie humana es más bien un valor muy dudoso95.
4. De la política a la biopolítica
La primacía de la animalidad en la política ha dado lugar a su transformación
en biopolítica. Para ponderar el cambio que significa el paso de la política a la
biopolítica, nada mejor que acudir al que puede considerarse como el texto
fundador de la política, aquel célebre párrafo de la Política (Pol I, 2) de Aristó
teles96, donde en pocas líneas da la doble definición del hombre más usada en
toda la historia, a saber, como animal cívico y como animal que tiene lenguaje,
animal racional, dos definiciones, además, no sin conexión, dado que la segunda
da la razón o el fundamento de la primera: el ser humano es cívico y no gre
gario porque tiene logos97.
En primer lugar, la política no atiende al vivir (<qv), sino al bien vivir (ev <qv),
es decir, el vivir correcto, moral. Ello hace que, en propiedad, la vida en la
ciudad no sea un simple vivir «o>v), sino un determinado modo de vivir, propio
de un individuo o de un grupo (Pioq). Así Platón, en el Filebo, podrá distinguir
tres géneros de vida, primero oponiendo uno fundado sobre el placer a otro
fundado sobre la prudencia, siendo tanto uno como otro incompletos, porque
Sí
Ibid., p. 336.
95 Ibid., p. 337.
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Aristóteles, La política. Ed. preparada por C. García Gual / A. Pérez García.
Madrid, 1977; Política. Ed. bilingüe y traducción de J. Marías / M. Araujo. Madrid, 1989.
97 Para esta interpretación me inspiro en G. Agamben, «Homo sacer». El poder
soberano y la nuda vida. Valencia, 2006, pp. 9-18. M. Foucault, Nacimiento de la biopo
lítica. Curso del Collége de France (1978-1979). Madrid, 2009. Este curso debía estar
dedicado a la biopolítica, pero se reduce al método y su historia en los dos últimos
siglos de la mano del liberalismo. Pero al final deja caer qué entiende por biopolítica:
«La manera como se ha procurado, desde el siglo xvni, racionalizar los problemas
planteados a la práctica gubernamental por los fenómenos propios de un conjunto de
seres vivos constituidos como población: salud, higiene, natalidad, longevidad, razas...»
(p. 311).
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ni uno ni otro son el bien, por lo que cabe buscar un tercero98. Aristóteles, por
su cuenta, en la Ética nicomaquea distinguirá la vida contemplativa del filósofo
(Pioq QcoperiKÓc;) de la vida del placer (Pioq ánoAavariKÓcJ y de la vida política (Pioq
noAiTiKÓc)99.
En segundo lugar, «el hombre es, por naturaleza, un animal cívico», un
animal que busca no solo vivir, sino el vivir de un modo determinado por unas
apreciaciones acerca de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto. La ciudad no es
un añadido más o menos complementario o supletorio del hombre, en todo
caso algo que los ciudadanos construyan para su posible convivencia, algo
posterior a su propio ser, sino el marco de su ser y de su propia realización.
El hombre es un animal que, para su realización, requiere la convivencia en
una ciudad, un ordenamiento jurídico, moral, social y político, es decir, una
comunidad estructurada moralmente.
En tercer lugar, ello es posible porque el hombre tiene lenguaje y no solo
voz, como es el caso de los animales. Con la voz solamente se puede distinguir
entre el dolor y el placer; «por eso la tienen también los otros animales». No
disponer más que de voz y del correspondiente sentimiento de dolor y placer
hace que los animales tengan un comportamiento gregario y no social; mien
tras que el hombre, por el hecho de tener lenguaje, y con él las apreciaciones
morales, es un ser moral, y su asociación se basa en una moral compartida.
La biopolítica significa la inversión total de este planteamiento. En primer
lugar, lo que se persigue alcanzar es la vida y la satisfacción de las necesidades
vitales. A partir de la modernidad, lo que pasa al centro de la atención política
es la vida natural. Como afirma Foucault, «lo que se podría llamar "umbral de
modernidad biológica" de una sociedad se sitúa en el momento en que la
especie entra como apuesta del juego en sus propias estrategias políticas.
Durante milenios, el hombre siguió siendo lo que era para Aristóteles: un
animal viviente y además capaz de una existencia política; el hombre moderno
es un animal en cuya política está puesta en entredicho su vida de ser viviente»100.
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partes, cada una de las cuales tiene valor en sí misma y puede ser reemplazada,
injertada, transformada; por otro lado, su interioridad queda reducida a infor
mación, códigos genéticos, procesos químicos que pueden ser descifrados y
modificados108.
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