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1. FUNDAMENTOS DE LA ANTROPOLOGÍA
1.1 Definiciones1
El hombre en su afán de explicar su origen, desechando la enseñanza bíblica,
inició lo que conocemos como antropología. Esta palabra deriva de los
vocablos griegos: antropos, que significa hombre, y logos, que quiere decir
estudio. Por tanto, la antropología es sencillamente el estudio del hombre. Y
es sobre la base de los requerimientos de esa ciencia que los estudiosos
bíblicos dieron respuestas a las numerosas preguntas de la arqueología,
implementando así la antropología bíblica: ¿Qué es el hombre? ¿Cómo se
originó?, Etc., todo ello basado en la Biblia.
1.2 Importancia de la Antropología: ¿Qué es el hombre?2
Hace tres mil años el salmista le preguntaba asombrado a Dios: “¿Qué es el
hombre, para que tengas de él memoria?” (Salmo 8:4). Después de todo este
tiempo transcurrido, el ser humano continúa planteándose la misma cuestión.
La extensa gama de respuestas que se han dado a lo largo de la historia no
parece, ni mucho menos, haber agotado el tema.
Tal ha sido siempre el reto de la antropología, en sentido general, llegar a
conocer la esencia fundamental del ser humano. Sin embargo, lo cierto es
que no existe consenso. Hay numerosas concepciones de lo que es el
hombre. Las diversas soluciones antropológicas configuran un amplio
abanico que va desde la más pura animalidad hasta las nociones míticas del
superhombre, el hombre-semidiós, pasando por las ideas del hombre objeto y
hombre máquina. ¿Es el ser humano una cosa más en el mundo de los
objetos o, por el contrario, estamos frente a una realidad subjetiva, ante un
ser personal? ¿Somos una especie zoológica como las otras del pretendido
árbol evolutivo, o existen realmente diferencias cualitativas que nos distinguen
de los demás seres vivos? ¿Puede equipararse la mente humana al órgano
del cerebro o lo mental supera con creces lo cerebral? Las respuestas que se
dan a todas estas cuestiones configurarán modelos bioéticos distintos y
contrapuestos. De ahí la necesidad de transparencia en las ideas previas que
debe exigírsele a todo planteamiento ético de la vida.
No es este el lugar para realizar una historia general de la antropología, sin
embargo, sí que nos parece pertinente revisar las últimas manifestaciones
que se han venido sucediendo, sobre todo en el último siglo, desde la
aparición de la filosofía existencialista hasta el momento presente.
1.2.1. Antropologías del siglo XX
Ante la necesidad de ofrecer una visión de conjunto, se ha optado por resaltar
las concepciones acerca del ser humano que defienden las seis ideologías
siguientes: existencialismo, estructuralismo, neo marxismo, reduccionismo
biologista, conductismo y la llamada antropología cibernética.
1
THOMPSON, Les. “La Persona que soy”. Unilit, 1997. Pg. 12
2
CRUZ, Antonio. “Bioética Cristiana”. Editorial Clie. 1999. Pg. 27-44
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9
MONOD, J. 1977, El azar y la necesidad, Barral, Barcelona.
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azar? Afirmar, como lo hizo Monod, que el azar es “una noción central de la
biología moderna... la única compatible con los hechos de observación y de
experiencia”, es una posible interpretación de los hechos, no la única y, desde
luego, no es el hecho en sí.
Por su parte, el antropólogo Morín se propone también en su obra romper
con el “mito humanista” para quien el ser humano sería el único sujeto en un
mundo de objetos. Su idea es acabar con la “fábula” inventada por la religión
cristiana, en colaboración con las ideologías humanistas, que concibe al
hombre como un ser sobrenatural o como creación directa de la divinidad.
Para conseguir su propósito procura evidenciar la gran cercanía que existiría
entre hombres y animales.
Para Morín no hay frontera alguna entre sujeto y objeto, antropología y
biología, cultura y naturaleza o, en fin, entre el hombre y los animales. La
vida humana equivaldría, en definitiva, a pura física y química. Seríamos
máquinas perfeccionadas, hijos todos de la gran familia Mecano. Robots de
carne y hueso con conciencia cibernética.
Por último, nos queda la sociobiología como postrer baluarte del
reduccionismo biologista contemporáneo. Wilson la define como “el estudio
sistemático de las bases biológicas de todo comportamiento social” (Wilson,
1980:4)10. En realidad, se trata de una disciplina que mediante la utilización
de conocimientos ecológicos, etológicos, genéticos y sociológicos, pretende
elaborar principios generales acerca de las características biológicas de las
sociedades animales y humanas. Sería un intento de unificación, una “nueva
síntesis” entre la biología y la sociología.
La misión fundamental en la vida sería producir y transmitir los propios
genes para que éstos pudieran perpetuarse convenientemente. Animales y
humanos, por igual, son concebidos así como máquinas creadas por el
egoísmo impersonal de los genes. La humanidad y su comportamiento social
estarían determinados genéticamente.
Lo cierto es que siempre que se pretende construir una moral o una ética
basada en la genética se llega a consecuencias indeseables para el propio
ser humano. Detrás de cualquier racismo hay generalmente un darwinismo
social o una sociobiología solapada. La ética es algo exclusivo del hombre
que no puede heredarse de forma biológica sino que ha de adquirirse a través
de la cultura. Echarle la culpa de nuestras maldades a los genes y tirar la
libertad humana por la ventana equivale a reconocer, una vez más, que
somos máquinas pensantes incapaces de autocontrol.
La sociobiología no puede explicar de manera satisfactoria las palabras
bíblicas: “amarás a tu prójimo como a ti mismo” porque los genes no
entienden ese amor al prójimo que no reporta ningún beneficio. El hombre es
el único ser que posee conciencia de su propia muerte y esa capacidad es la
que le predispone hacia sus creencias religiosas. Precisamente esta
autoconciencia, junto al desarrollo de la ética y de la religiosidad, son
10
WILSON, E. O. 1980, Sociobiología. La nueva síntesis, Omega, Barcelona.
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11
El conductismo es un sistema de investigación que considera la conducta (behavior en inglés, de ahí que
también de hable de “behaviorismo”) como el único objeto de la psicología, mientras la conciencia y sus
procesos quedan excluidos de su ámbito de estudio. Frente a una antigua ciencia del alma o de la
conciencia, a principios del siglo XX, el conductismo opondrá una radical ciencia de la conducta. Detrás de
todo este sistema estaba también la creencia biologista que equiparaba el hombre al animal.
12
Si la inteligencia natural humana y la inteligencia artificial de la máquina se conciben exclusivamente
como un puro proceso fisicoquímico, resulta que sólo somos autómatas conscientes. El ser humano no es
más que una fase en el proceso evolutivo hacia la aparición de las máquinas pensantes o las futuras
personas artificiales. Es decir, otra máquina biológica más.
13
CRICK, F. 1994, La búsqueda científica del alma, Debate, Madrid.
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14
ROBERTS, Linleigh J., Let Us Make Man, Carlisle, PA: Banner of Truth, 1988, p. 7.
15
JOHNSON, Phillip E. Reason in the Balance, páginas 12-13.
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Fuimos creados del polvo de la tierra (Gen 2). El polvo de la tierra es un material cerámico, se
caracteriza por ser muy estable en el ambiente, debido a su configuración interna, el
posicionamiento de los átomos y sus enlaces. Dios no se equivocó al escoger ese respectivo
material, ya que nosotros debemos ser lo más estable con su creación en si. Si Dios hubiera
tomado otro material este por naturaleza se oxidaría con el ambiente, ya que buscaría su mayor
estabilidad.
Hasta el oro se oxida, solo que a una velocidad muy baja. Un óxido es un material cerámico, o
sea el metal se vuelve un cerámico para ganar estabilidad. Dios sopló aliento de vida (Génesis
2). Cuando alguien sopla, expulsa un gas. Características físicas de los gases, es el menos
denso de los estados esto le permite disiparse fácilmente, además es el que mayor volumen
ocupa debido a falta de enlaces primarios. Dios tampoco se equivocó en esto. Al soplarnos lo
hizo para que se llenará todo nuestro cuerpo y alma y tuviera una distribución correcta en todo
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nuestra vida, para que no faltara ninguna partecita sin que hubiera ese soplo de vida. En el
pasaje dice que sopló en la nariz, es el sitio donde normalmente entran los gases a nuestro
cuerpo y además influyen para bien o para mal dentro de nosotros. Dios sopló Hálito de vida
(“suave y apacible soplo de aire”– Diccionario Enciclopédico Salvat), para que en todo nuestro
ser, tanto interno como externo tuviéramos vida.
De una costilla sacó a la mujer (Génesis 2). Características de una costilla: la costilla es un
hueso, el cual se caracteriza por ser la estructura mecánica más estable para el diseño del
cuerpo humano. Los huesos son porosos, esto le permite ser muy liviano, pero debido a que es
un cerámico es muy resistente mecánicamente a la tracción, pero es muy frágil y puede
romperse al impacto con mucha facilidad. Dios tampoco se equivocó en sacar a la mujer de un
hueso. Ellas son las que proporcionan estabilidad al hombre, es el complemento perfecto, pero
son frágiles y livianas, o sea, con mucho cuidado uno debe tratarlas. (Apuntes a la materia
hechos por Gabriel Neira para la clase de Antropología Bíblica – Cencam Cali / 2007)
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adorar. Cuando estas dos necesidades son ignoradas, los seres humanos se
agrupan para conformar sociedades que proclaman sus propios códigos de
conducta, y adorar los ídolos que reflejan los estilos de vida deseados. No es
que el hombre inventó la religión para explicar lo inexplicable, sino que al ser
creado por Dios intuitivamente necesita comunicarse con su Creador. Como
decía Agustín de Hipona: “Oh Dios, tú nos has creado para ti mismo y no
descansaremos hasta haya reposo en ti”.
Cuando Dios crea al hombre y a la mujer, no los crea con su voz. Los crea
con sus manos. Eso es lo que nos dice Génesis 2: 7, 21-22 “Entonces Jehová
Dios formé al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de
vida. Y fue el hombre un ser viviente…entonces Jehová hizo caer sueño
profundo sobre Adán, y mientras este dormía tomó una de sus costillas y
cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre
hizo una mujer, y la trajo al hombre”. Los formó entonces con sus manos.
Una vez están creados, Dios habla. Adán y Eva fueron creados de forma
diferente. No con su voz y estaban acabados. Fueron creados con sus
manos para depender de su voz para siempre.
2.2.3. Fuimos hechos seres materiales
Otro hecho inquietante son los atributos especiales con que Dios dotó al
hombre. El conjunto de ellos nos muestra el valor especial del hombre:
Jehová Dios les dio un lugar especial para vivir: El campo abierto no era
apropiado para esta criatura especial, ya que el hombre no es como los
animales. Necesita casa, abrigo, y techo.
Los dotó con un sentido estético: la habilidad para apreciar lo artístico y lo
bello. “Y el Señor Dios hizo brotar de la tierra todo árbol agradable a la
vista” (Gn. 2:8).
Les dio el sentido del gusto: Árboles “buenos para comer”. Hizo cada
cosa con un sabor especial para satisfacer el paladar del hombre.
Les dio objetos de valor material: “El oro de aquella tierra es bueno; allí
hay bedelio y ónice” (Gn. 2:12). Dios en el Huerto de Edén, anticipa
nuestra necesidad de oro y piedras preciosas. El abuso, y el pecado,
ocurre cuando amamos más lo material que a Dios.
Les dio animales, criaturas vivas para proveerles alimento, abrigo, y
entretenimiento: A la vez, estas criaturas servirían para recordarles la
diferencia entre ellos y el resto de la creación.
2.2.4. Fuimos hechos seres prácticos
A este ser especial, creado del polvo, Dios le dio la habilidad para trabajar:
“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para
que lo labrara y lo guardase” (Gen. 2:15).
El hombre al ser hecho a la imagen de Dios (Dios es un ser activo y creativo),
requiere responsabilidad y actividad para satisfacer sus habilidades creativas.
Dios dijo: “Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del
mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra”
(v. 28). El trabajo es importante para sentirnos satisfechos. Es el resultado de
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la obra de nuestras manos lo que nos alegra. Algo parecido a lo que Dios
sintió luego de sus actos creativos. La Biblia dice: “Y vió Dios todo lo que
había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gen 1:31).
2.2.5. Fuimos creados seres racionales Gen. 2,19-20
“Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de
los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo
lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán
nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo” (Gen.
2:19-20).
Cuando La Biblia habla de “dar un nombre”, significa describir
conceptualmente las cualidades de lo nombrado. Por lo tanto, la tarea
encomendada a Adán era una responsabilidad científica.
2.2.6. Dios nos hizo seres sociales
Los sociólogos señalan que la gran aflicción del hombre moderno es la
soledad. Interesantemente esto fue lo que Dios le quitó al primer hombre:
Gn.2:18-25
Cuando Dios dice: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda
idónea”, no está hablando de la inferioridad de la mujer sino de la
insuficiencia del hombre. Esto indica que requiere ayuda y compañía. Para
satisfacer esas dos necesidades básicas, Dios establece el matrimonio.
A su vez hay quienes enseñan que el celibato agrada más a Dios. Veamos lo
que la Biblia enseña:
Lev.21:13: En los tiempos del Antiguo Testamento el individuo más santo
era el sumo sacerdote; y siempre era casado.
Jue. 14:2-3: Al nazareo, persona separada especialmente para servir a
Dios, se le permitía casarse.
1 Cor. 7:7: En los tiempos de San Pablo, se cree que por razones de las
intensas persecuciones, a algunos les fue dado el don del celibato, pero
esto no era normativo.
En toda la Biblia jamás se le ordena al hombre no casarse (1 Tim. 4:3).
Continuando el comentario, es interesante el dato que se nos da acerca de la
manera novedosa en que la mujer fue creada. Este detalla su importancia. El
hombre viene del polvo; la mujer de Adán: “fue tomada del hombre”.
Ese acto creativo tiene que ver,
- En primer lugar, de la relación que la esposa ha de tener con su marido.
Como indicó Adán, ella es “hueso de mis huesos y carne de mi carne”.
Eso habla de una unidad indispensable. Ver: Efesios 5:25,28-29.
- En segundo lugar, el hecho de que “fue tomada del hombre” señala que
posee la misma dignidad que el hombre y es igual a los ojos de Dios. Sólo
así puede ser “ayuda idónea” para él. “pues todos sois hijos de Dios por la
fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,
de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni
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libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús.” Ver: Gálatas 3:26-28.
- En tercer lugar, puede y debe haber una diferenciación de roles. Cuando
el apóstol Pablo establece líneas de autoridad, lo hace para establecer un
orden de responsabilidades (1 Corintios 11:3). Dios estableció
autoridades sobre la tierra (Éxodo 18), ya sea padres para gobernar
familias o líderes para la iglesia, o para el gobierno, porque los
necesitamos para funcionar en la práctica. Pero no debemos confundir la
función social con el valor de la persona. Pues tanto el hombre como la
mujer son igualmente valiosos delante de Dios. “Pero en el Señor, ni el
varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer
procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede
de Dios.” Ver: 1 Corintios 11:8-9
La última frase del capítulo añade otro aspecto del matrimonio: “estaban
ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban”. Vivían
en tan hermosa armonía que no tenían nada que esconder el uno del otro.
El ser humano existe en una relación de varón y mujer (Gn. 1:27). Dios creó todas las cosas
dando una orden, menos al ser humano. Somos una unión entre polvo y aliento divino (Gn. 2:7).
Todo lo que Dios hizo fue bueno (Gen. 1:4, 10, 12, 18, 21, 25,31). Solamente una cosa no era
buena: que el hombre estuviese sólo. Por lo tanto creó a la mujer. La imagen de Dios se refleja
en ambos, varón y mujer (Gn. 1:27)
Dios no creó a Eva desligada del hombre, sino que utilizó la costilla de Adán para subrayar su
interdependencia: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn. 2:18-25).
En el propósito de Dios ninguno es inferior o superior al otro (Gn.1:28).
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Elaborado por William Vásquez para el XII Congreso de Hombres de Verdad. Medellín 2008
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Cuando la Biblia habla de que para justicia reinará un rey, también declara
que príncipes presidirán en juicio (Isaías 32:1-8). Cuando el hombre busca su
propia gloria, no sabe qué hacer con ella (Proverbios 25:27; Juan 7:18; 12:42-
43)
2.3.5. Dios hizo al hombre con una necesidad de compañía, que lo
lleva a una relación de complementariedad, y no de competencia,
con la mujer (Gen 2:18)
Aunque en el Edén Dios responsabilizó al hombre por obedecer la voz de su
mujer y no la suya (Gen 3:17-19), esto fue el resultado de no estar en sintonía
con Dios. Cuando el hombre escucha la voz de Dios y le obedece, Dios
promete exaltarlo sobre todas las naciones de la tierra (Deut 28:1-2). Esto
hace que la relación con la mujer sea una relación de complementariedad (Pr.
31: 10-12).
2.4. El diseño de Dios para la mujer
2.4.1. Fuiste creada por las manos de Dios, a imagen y semejanza de
Él 18
18
Tomado del libro “¿Por qué no la mujer? – Una nueva perspectiva bíblica sobre la mujer en la misión, el
ministerio y el liderazgo.” De Loren Cunningham y David Joel Hamilton. Editorial Jucum, 2003. Págs. 97-
100
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huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue
tomada” (Gen 2:23).
2.4.3. Fuiste creada para ser amada, cuidada y hermoseada
En Ezequiel 16:3-14, Dios se refiere a Jerusalén como a una mujer, y el trato
que recibe es un trato honroso: Dios la cuida y le brinda abrigo, cuando nadie
lo hacía (vs. 3-6). Cuando llega a la pubertad, Dios cubre su desnudez,
tratándola con honor y dignidad (vs. 7-8). Cuando es tiempo de amores, Dios
le da lo mejor, la hermosea y la hace suya (vs. 9-13). Toda su hermosura y su
grandeza se debía a causa de la hermosura de Dios sobre ella (vs. 14).
2.4.4. Fuiste creada para brindar ayuda a otros
En el Libro de Proverbios 31: 10-31, habla de una mujer cuya estima
sobrepasa a la de las piedras preciosas (vs. 10). El corazón de su marido
confía en ella, porque le da ella bien y no mal (vs. 11-12). Voluntariamente
trabaja con sus manos (vs. 13). Tiene sus propios negocios (vs. 18). Alarga su
mano al necesitado (vs. 20). Fuerza y honor son su vestidura (vs. 25). Es una
mujer que teme al Señor, y por ello será alabada (vs. 30-31).
2.4.5. Dios ha dado a la mujer que se ampara en él, la maravillosa
capacidad de afrontar el dolor y transformarlo en esperanza
En el libro de Rut, capítulo 1, podemos ver en acción lo que los psicólogos
llaman resiliencia, que es esa “capacidad del ser humano para hacer frente a
las adversidades de la vida, superarlas e incluso ser transformado por ellas.
2.4.6. Ni el varón, ni la mujer fueron creados por Dios como seres
autosuficientes e independientes. Esto es aún más evidente en el
ejercicio de su liderazgo
Un ejemplo palpable donde podemos ver la aplicación de este principio es en
el libro de Jueces 4:1-9. Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo (vs. 1).
Por la opresión de sus enemigos, Israel clama al Señor (vs. 3). Gobernaba en
aquel tiempo una mujer: Débora (su nombre significaba “abeja”. Esposa de
Lapidot, que significa “lámpara”). A través de ella Dios impartía su consejo a
todo el pueblo de Israel (vs. 5). Dios usa su extraordinaria prudencia y
sabiduría para exhortar a quien debía ejercer el liderazgo (vs. 6). Débora era
“el vaso más frágil”, sin embargo, su fe era más fuerte (vs. 7-10). Israel es
rescatado de las manos de sus enemigos por la acción concertada de Débora
y Barac (vs. 11-24). La mujer al igual que el varón fueron creados
dependientes de Dios e interdependientes entre sí. Dios puede usar el
liderazgo de la mujer para bendecir toda una nación entera.
2.4.7. El poderoso consejo de Dios a través de la mujer: un bien
escasamente aprovechado
En el encuentro de la mujer de samaria con Jesús, junto al pozo de
Jacob (Juan 4): Después de ser restaurada por Jesús, su poderoso
consejo hizo que muchos hombres vinieran a Cristo (vs. 27-30, 39-42).
Esta capacidad de comunicarse con otras personas puede hacer de las
mujeres grandes evangelistas y consejeras. Esta mujer de Samaria fue la
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primera persona que llevó las Buenas Nuevas fuera de los límites de la
cultura judía.
La mujer a quien Jesús se le apareció resucitado (Mc 16:9-11): Jesús
escogió a esta mujer para comunicar el siguiente mensaje: “Ve a mis
hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios, y a
vuestro Dios” (Juan 20:17). Este era el mensaje que los discípulos
necesitaban recibir, y este es el mensaje que también los hombres y
mujeres de hoy necesitan recibir. Y Dios va a usar a las mujeres para dar
este mensaje en un mundo donde las personas se sienten solas y
desamparadas.
2.5. Conclusión
La imagen y semejanza de Dios se revelan tanto en el hombre como en la
mujer (Gen 1:27). Dios nos creó con funciones diferentes, pero
complementarias. No fuimos creados excluyentes el uno del otro. Quien no
entienda esto, se perderá las mejores oportunidades de crecer en la vida,
tanto si es hombre, como si es mujer. La mujer está siendo llamada a un
liderazgo único, en una hora única para la historia de nuestro pueblo. Pero así
mismo necesita experimentar sanidad de sus heridas, fundamentos
equivocados sobre su identidad que han pasado de una generación a otra y
descubrir en el creador su correcta identidad, para un correcto ejercicio de su
liderazgo. Liderazgo que como nunca necesitamos en esta época de tanta
soledad y desamparo.
2.6. ¿Bipartitos o Tripartitos?
Existe una polémica entre los que creen en una construcción tripartita de
nuestro ser y los que creen que es posible considerar adecuadamente al
hombre en dos niveles únicamente. Todas las partes en esta polémica
reconocen que el ser humano consiste por lo menos de una parte física que
muere y que necesita ser resucitada, y de una parte inmaterial que vive más
allá de la muerte, la parte propiamente llamada persona. La única cuestión es
si pueden diferenciarse dos partes en la parte inmaterial.
Sin embargo, no debemos perder de vista lo siguiente: Ya sea que hablemos
de dos partes o de tres partes que componen el ser del hombre, un individuo
es una unidad. Su salvación consiste en la redención de todo su ser, no sólo
de su alma o de su espíritu, del mismo modo que (estableciendo un
paralelismo en sentido opuesto) cada parte es afectada por el pecado.
Y esto es todo lo que implica la diferencia entre espíritu y alma en el esquema
de tres partes. Espíritu, alma y cuerpo son simplemente términos útiles para
hablar de lo que realmente significa ser un ser humano. El cuerpo, entonces,
es la parte visible de la persona, la parte que tiene vida física. Lo que importa
de esta discusión es que nuestros cuerpos son de gran valor y deberían ser
honrados por la manera como los tratamos. Como hombres y mujeres
redimidos, deberíamos considerar nuestros cuerpos como “templos” de Dios (l
Co. 6:19).
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comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el
día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gen. 2:16-17). Adán y Eva
comieron del árbol prohibido, y murieron. Sus espíritus, esa parte que podía
establecer una comunión con Dios, murieron instantáneamente. Su muerte
espiritual es obvia del hecho de que huyeron de Dios cuando Dios vino a ellos
en el huerto. Los hombres y las mujeres han estado huyendo y
escondiéndose desde ese entonces. Además también comenzó a morir el
alma, el asiento del intelecto, los sentimientos y la identidad. Es así como los
hombres y las mujeres comenzaron a perder el sentido de su propia identidad,
a dar rienda suelta a los malos sentimientos y sufrir la descomposición de su
intelecto. Al describir este tipo de descomposición, Pablo nos dice que,
habiendo rechazado a Dios, las personas inevitablemente “se envanecieron
en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser
sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en
semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedo y de
reptiles" (Ro, 1:21-23). Eventualmente, el cuerpo también muere. Así está
escrito: "Polvo eres, y al polvo volverás" (Gen. 3:19).
Podemos apreciar la gloria y la plenitud del evangelio cristiano, cuando Dios
salva a un individuo, porque salva a toda la persona. La salvación del espíritu
está en primer lugar; Dios establece contacto con la persona que se había
rebelado contra él. Esto es lo que se llama la regeneración o el nuevo
nacimiento. A continuación, Dios comienza su obra con el alma, renovándola
para que se asemeje a la imagen del hombre perfecto, el Señor Jesucristo.
Esta obra se conoce como la santificación. Por último, tendrá lugar la
resurrección, donde hasta el mismo cuerpo será redimido de la destrucción.
Pero además, como lo señala Pablo en 2a Corintios 5:17, Dios hace de la
persona redimida una nueva creación. No se trata solamente de poner
remiendos al espíritu viejo, al alma vieja y al cuerpo viejo; como si fuera
posible reparar la casa, en proceso de derrumbe, apuntalándola por aquí y
por allá y dándole una mano de pintura. Lo que si hace es crear un nuevo
espíritu, una nueva alma (conocida como el hombre nuevo) y un nuevo
cuerpo. Este cuerpo es del mismo orden que el cuerpo resucitado de nuestro
Señor Jesucristo. Hoy hemos sido salvados como cristianos, pero también
estamos en proceso de salvación, lo que implica que el presente también es
importante. Y, además, mantenemos nuestra mirada hacia el futuro, porque
sólo en la resurrección futura se completará la redención comenzada en esta
vida y podremos erguirnos perfeccionados delante de la presencia de nuestro
gran Dios y Salvador, y de Jesucristo.
3.2. Cuatro teorías que explican cómo opera la imagen de Dios en el
hombre después de la caída.
3.2.1. La imagen se entiende en términos de la capacidad moral
Esta interpretación es la que enseña la Iglesia Católica Romana. Puesto que
vivimos en un ambiente católico, es muy importante que la comprendamos,
pues el efecto de esa enseñanza influye en el pensamiento y conducta de
todos.
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determinismo toma una de las siguientes dos formas. Puede asumir la forma
de un determinismo físico y mecánico ("los seres humanos son el producto de
sus genes y de la química orgánica") o la forma de un determinismo
psicológico (“los seres humanos son el producto del medio ambiente y de su
historia pasada”). En ambos casos, el individuo está libre de responsabilidad
por sus actos.
El punto de vista bíblico no podría ser más contrario a esto. Schaeffer señala
que “como Dios ha hecho al hombre a Su imagen, el hombre no está preso en
las ruedas del determinismo. Por el contrario, el hombre es tan grande que
puede influenciar la historia para sí y para otros, para esta vida y para la vida
futura”. Hemos caído, pero aún en nuestro estado como caídos somos
responsables. Podemos hacer grandes cosas, o podemos hacer cosas
terribles, cosas por las que algún día rendiremos cuentas ante Dios. Existen
cuatro áreas en las que debemos ejercer nuestra responsabilidad:
Primero, Eres responsable ante Dios. Ap.20:12. Dios es el Ser que creó al
hombre y la mujer y les dio el dominio sobre todo el orden creado. Como
consecuencia ellos son responsables ante él por lo que hagan con la
creación.
Segundo, Eres responsables frente a los demás. Gen.9:6; Santiago 3:9-10.
En estos pasajes se prohíben los asesinatos y las maldiciones sobre la base
que la otra persona (aun después de la Caída) retiene algo de la imagen de
Dios y por lo tanto debería ser valorada por nosotros, del mismo modo que
Dios también la valora.
Tercero, Eres responsable frente a la naturaleza. Ro. 8:20-21. La manera
como nos comportemos frente a la naturaleza, si la cultivamos y la
desarrollamos, o si la utilizamos y la destruimos, tiene una dimensión moral y
ética.
Cuarto, Eres responsable ante ti mismo. Sal. 8:5;19 Fuimos colocados entre
los seres más superiores y los más inferiores, entre los ángeles y las bestias.
Lo que es significativo es que se diga que hemos sido colocados un poco por
debajo de los ángeles, en lugar de decir que fuimos colocados un poco por
encima de las bestias. Nuestro lugar y nuestro privilegio es ser una figura
intermediaria, pero una figura que mira hacia arriba y no hacia abajo. Cuando
rompemos esa ligadura que nos ata a Dios y tratamos de despojarnos del
gobierno de Dios, no nos elevamos para ocupar el lugar de Dios, como es
nuestro deseo, sino que nos hundimos al nivel de las bestias. Hemos llegado
a considerarnos como bestias ("el mono desnudo") o, lo que es incluso peor,
como máquinas.
19
Esta referencia a haber sido hecho "un poco menor que los ángeles” se aplica en una primera instancia
a la persona del Mesías venidero, el Señor Jesucristo. Pero es solamente con referencia a su Encarnación
que es empleada. Por lo tanto, la expresión y, en realidad, todo el salmo puede ser entendidos como
haciendo referencia a los hombres y las mujeres en general. Los versículos siguientes se refieren al papel
del dominio otorgado a Adán y Eva en el Génesis: “Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
todo lo pusiste debajo de sus pies” (Sal. 8:6).
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
Es por esa razón que El actúa sin demora para impartir en nosotros sanidad y
comprensión en nuestro quebrantamiento sexual y relacional. Él sabe que allí
donde estamos dañados o confundidos en nuestra identidad de género, no
somos capaces de revelarlo claramente en nuestra humanidad. Y allí donde
nuestra sexualidad ha sido derrochada, o nuestra calidad de persona
agredida, nuestra humanidad se encuentra aún más velada. Como autor y
restaurador de nuestra calidad de persona, el Padre restituye Sus intenciones
originales para nosotros. Allí donde estamos quebrantados el imparte
sanidad (Sal 140:12); si estamos manchados, El promete purificación; donde
somos débiles e insignificantes, Su amor sin medida nos imparte la base para
una fortaleza nueva y duradera. El Padre es nuestra meta. Perseguir la
integridad sexual y relacional es en realidad ir tras el Padre que se nos ha
revelado en la persona de Jesucristo. ¿Su meta para nosotros? Que lo
conozcamos y amemos con todo nuestro corazón, mente y cuerpo, y
revelarse a sí mismo en la manera en que nos amamos unos a otros.
4.2. Sexualidad y Espiritualidad: Definiciones Necesarias
Es en la relación con el Padre que llegamos a ser íntegros sexual y
relacionalmente. Esto es así porque somos personas creadas para la pasión
(Ver material: Diseñados para desear, de la serie Discovery). En esencia
somos creados para amar a Dios; poseemos un inmenso vacío de adoración
dentro de nuestro ser que sólo puede ser llenado al dedicarnos al Señor. El
incita en nosotros una pasión santa hacia Él. La corriente viva del Espíritu
Santo fluye en nuestro ser y nos impulsa a inclinarnos y adorar al Rey (Salmo
47). Jesús dijo a la mujer adúltera de Samaria: “…mas el que bebiere del
agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4.14). El
propósito de Dios es que esa “agua viva” se convierta en la fuente de nuestra
principal pasión, es decir, el deseo de amar a Dios por sobre todo lo demás.
La espiritualidad puede ser definida como esa pasión por Dios. En su gran
pasión por nosotros, Dios nos libera para tener hambre y sed de Él; Dios se
convierte en nuestra principal pasión (Ver: Stg 1:22, 25). Antes que cualquier
cosa, como seres humanos somos esencialmente espirituales. Somos
creados para conocer a Dios y ser conocidos por Él.
Nuestras otras pasiones deben ser subordinadas a nuestra pasión espiritual
fundamental. De hecho, si vamos a adoptar la virtud de estas pasiones
menores, debemos estar creciendo en nuestra pasión por Dios. El creador de
nuestra humanidad es así liberado para inspirar nuestros afectos (2 Cor 3:17).
Esto es especialmente verdad en lo que se refiere a nuestros deseos y
anhelos sexuales. La sexualidad puede ser definida como el deseo físico de
no estar solos. Implica el anhelo que experimentamos en nuestro cuerpo y en
nuestro corazón de romper las murallas de la soledad física y unirse con otro
ser humano.
Aquí es donde tanto el género como los límites entran en el juego. Nuestras
percepciones de nosotros mismos como hombres y mujeres impactan la
dirección y la intensidad de nuestros deseos sexuales. Y como ya fue
anotado, los límites y la toma santa de decisiones entran a hacer parte de lo
que hacemos con nuestros deseos sexuales (Heb 5.14). A la luz de estas
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
Tu clamor por ayuda es escuchado por Aquel que prepara el camino para la
sanidad. Admites tu necesidad y las maneras pecaminosas en que has
intentado satisfacerla.
Pobreza de Espíritu (Mateo 5:3): La poderosa motivación del tumulto
interior interno te impulsa a buscar otra opción, específicamente el
camino de la Cruz.
La manera de Cristo: sanidad a través de la humildad. Jesús es tu
ejemplo clave y tu abogado al reconocer tu necesidad (2 Corintios 8:9;
Mateo 9:11-13).
“El poder de la palabra débil” (Poder en la debilidad – 2 Cor 12:10). La
fortaleza más grande de Cristo fue revelada cuando se sometió
voluntariamente a la cruz. Entonces la fortaleza en ti se convierte en
una realidad verdadera al morir al dominio de nuestras debilidades.
¿Prostituta o Fariseo? (Mateo 21:31): Determinar las expectativas y
prioridades personales a la luz de las de Cristo. Tu debilidad es Su
oportunidad.
Dios ha de ser encontrado en el centro de tus profundos deseos y
antagonismos, tus esperanzas y temores no reconocidos. Es enfrentándolos
y siendo obligados a darte cuenta de tu debilidad y vulnerabilidad, que tomas
conciencia de Dios, tu fortaleza en la debilidad, tu Sabiduría en tu ceguera e
ignorancia. El santuario interno donde Dios habita no ha de ser encontrado
en la versión altamente editada e idealizada de ti mismo, en la que te gusta
creer y que intentas presentar a otros.
Al contrario, se encuentra a Dios al reconocer y someter las partes quebradas
y necesitadas de ti mismo a Su gran amor y orden. Allí sale a tu encuentro;
establece Su amor y misericordia en esas áreas donde más necesidad tienes
de Él.
El ejemplo de Pablo (2 Corintios 12:9-10): Los sanos no necesitan de un
médico; los religiosos no necesitan un Salvador. Sólo los quebrantados
saben lo contrario (Salmo 34:15-18; Isaías 57:15-21). En vez de ser un
obstáculo para Cristo, tu necesidad se convierte en el factor motivador que te
impulsa hacia Él. En cuanto a esto, tienes tres opciones. Puedes:
Negar tu necesidad;
Escapar de Dios y de otros con el temor de que se te descubrirá por
estar necesitado y sujeto a expresiones pecaminosas de tu necesidad;
o
Reconocer lo que hay en tu vida y humildemente comenzar a permitir a
Jesús entrar en las grietas y sombras de tu humanidad caída. Esto lo
haces con la esperanza bien fundada de que tu debilidad puede llegar
a ser la puerta de entrada a través de la cual Dios saldrá a tu encuentro
de una forma rica y profunda (Romanos 8:18-27).
4.8. El Padre en pos de nosotros
4.8.1. Llegando a responder a su amor
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5. El pecado
5.1. Definición del pecado
Resultaría mucho más agradable tratar las gracias y excelencias de nuestra
humanidad que tratar el tema de nuestra propia miseria y pobreza. Es esta
reflexión la que nos lleva a preguntarnos: ¿Qué es el pecado? ¿Por qué
peco? ¿De dónde proviene toda esa maldad que veo en mí y en mi prójimo?
¿Cómo se transmite el pecado? ¿Qué consecuencias trae? Estas y otras
preguntas relativas al pecado son estudiadas por la hamartiología, que es la
parte de la teología sistemática que trata el asunto del pecado. Este término
deriva de dos vocablos Griegos: hamartia, que significa literalmente “no dar
en el blanco”, ofensa, maldad, pecado; y logos, que quiere decir estudio. Por
tanto, la hamartiología intenta responder los planteamientos ya formulados.
Podemos definir el pecado de la siguiente manera:
“En términos generales el pecado es esa gran dañina enfermedad moral
que afecta a toda la raza humana, desde sus rangos más elevados, a
toda clase, a todo hombre y mujer, a toda nación, a todo pueblo, y a toda
lengua. Es una enfermedad que ha infectado a todo el mundo y se
evidencia claramente en todo nacido de mujer, con la sola excepción de
Jesucristo, el Hijo de Dios. El pecado particular o personal es el acto de
hacer, decir, pensar, imaginar cualquier cosa que no esté en perfecta
armonía y conformidad con la mente y la ley de Dios”. (Ryle, 1816-1900)
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Evitar los textos bíblicos que tratan el tema del pecado y no estudiarlos.
Apuntar a pecados más horribles que los nuestros y que vemos en otros.
Ver cómo arreglamos la comunidad y el mundo con programas sociales,
en lugar de buscar remedio y cura para nuestro propio mal.
5.2.5.2.1. En nuestras naturalezas carecemos totalmente de
bien espiritual ante Dios:
No es cuestión de que algunas partes de nosotros sean pecaminosas y otras
puras. Más bien, cada parte de nuestro ser está afectado por el pecado:
nuestros intelectos, emociones deseos, corazones (el centro de nuestros
deseos y de toma de decisiones), nuestra metas, y motivos e incluso nuestros
cuerpos físicos. Pablo dice: “Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza
pecaminosa, nada bueno habita” (Ro. 7: 18), y “para los corruptos e
incrédulos no hay nada puro. Al contrario, “tienen corrompidas la mente y la
conciencia” (Tito 1:15). Además; Jeremías nos dice: “Nada hay tan engañoso
como el corazón. No tienen remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” (Jer. 17:
9)
5.2.5.2.2. En nuestras acciones estamos totalmente
incapacitados de hacer el bien delante de Dios:
Esta idea está relacionada con la anterior. No solo no somos pecadores que
carecemos de todo bien espiritual en nosotros, sino que también carecemos de la
capacidad de agradar a Dios y la posibilidad de acercarnos a Dios por nosotros
mismos. Pablo dice que “los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden
agradar a Dios”. (Ro. 8:8). Además en términos de llevar fruto para el reino de Dios y
hacer lo que le agrada a él, Jesús dice: “Separados de mí no pueden ustedes hacer
nada” (Jn. 15:5).
5.2.6. Pecados en la vida
5.2.6.1. Todos somos pecadores ante Dios
Las Escrituras dan testimonio en muchos lugares de la pecaminosidad
universal de la humanidad. “Todos se han descarriado, a una se han
corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!” (Sal. 14: 3).
David dice: “Ante ti nadie puede alegar inocencia” (Sal 143: 2). Y Salomón
dice: “Ya que no hay ser humano que no peque” (1 R 8: 46; cf Pr. 20: 9).
En el Nuevo Testamento, Pablo desarrolla un amplio razonamiento en Rom 1:
1:18-3:20, mostrando que todas las personas, tanto judíos como griegos, son
culpables delante de Dios. Dice: “Ya hemos demostrado que tanto los judíos
como los gentiles están bajo el pecado. Así está escrito: “No hay un solo
justo, ni siquiera uno” (Ro. 3: 9-10). Pablo está seguro de que todos han
pecado y están privados de la gloria de Dios” (Ro. 3: 23). Santiago, el
hermano del Señor, confiesa: “todos fallamos mucho” (Stg. 3: 2), y si el, un
líder y apóstol en la naciente iglesia, podía confesar que había tenido muchos
fallos, nosotros también deberíamos estar dispuesto a reconocerlo. Juan, el
discípulo amado, quien estuvo siempre muy cerca de Jesús, dijo: Si
afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no
tenemos la verdad (1 Jn 1:8).
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
¿Tú?, ¿yo?, ¿Dios? Es por esto que no podemos confiar en nuestro propio
criterio, ni en el del vecino, ni el del periódico, ni el de una revista o libro.
Tenemos que depender de lo que Dios declara como pecado.
5.2.6.3. ¿La habilidad limita nuestra responsabilidad?
Si nuestra responsabilidad ante Dios estuviera limitada a nuestra capacidad,
los pecadores extremadamente endurecidos, que están muy esclavizados en
el pecado, podrían ser menos culpables ante Dios que los cristianos maduros
que se esfuerzan a diario por obedecerle. Y Satanás mismo que eternamente
solo puede hacer el mal, no tendría culpa en lo absoluto, lo que es sin duda
una conclusión incorrecta. La verdadera medida de nuestra responsabilidad y
culpa no es nuestra capacidad de obedecer a Dios, sino más bien la absoluta
perfección de la ley moral y la santidad de Dios (que se refleja en esa ley).
“Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.” (Mt 5:48).
5.2.6.4. La ley de Dios y su relación con el creyente
La ley de Dios (con excepción de las ceremoniales) es dada por Dios para el
hombre de todas las edades, y expresa Su voluntad moral eterna para el
hombre. Para comenzar, debemos comprender que a la ley nunca se le
obliga que cumpla con algo para lo cual no fue diseñada. La ley de Dios
cumple cuatro funciones, y sólo estas cuatro:
Nos despierta a la necesidad de Cristo (Gal 3:24; Rom 7:13)
Nos apunta a Cristo (Rom 8:1-3).
Nos muestra la mejor manera de vivir, ya que nos revela al mundo tal
como es en realidad (Sal 119:97-98).
Nos mide y nos evalúa para saber cómo estamos en nuestro andar
espiritual (Sal 119:49-56).
Cuando obligamos a la ley como creyentes a hacer algo adicional a estas
cuatro cosas, la usamos impropiamente. El fin de la ley nunca fue salvar a
un pecador ni hacernos santos. Somos libres. Es decir, podemos
obedecer o desobedecer la ley de Dios. Si la desobedecemos, nos
perjudicamos. Obedecer a la ley o desobedecerla no tiene que ver con
nuestra salvación, sino con nuestra relación con Dios. Cuando Él nos
regeneró por el poder del Espíritu Santo juntamente con esa nueva vida nos
dio el deseo de obedecerle. Y, para mostrarnos cómo es que Él quiere que
vivamos, nos dio su bendita ley.
5.2.6.4.1. ¿Por qué entonces se necesita la ley de Dios?
Es necesaria para saber qué es pecado ante los ojos de Dios. Dice San
Pablo que la ley fue dada para que una transgresión fuese reconocida como
una ofensa legal (Gal 3:19). Dios nos dio sus leyes, no para que él tuviera
motivo para castigarnos, sino para el bien del hombre. La ley de Dios
beneficia a todo hombre.
Hay quienes declaran que ya no estamos bajo la ley, que vivimos bajo la
gracia, por lo tanto no tenemos que hacerle caso a la ley. Hablan como si
fuera algo odioso, ofensivo, y malo. La ley de Dios, como las buenas reglas
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Por eso les digo que a todos se les podrá perdonar todo pecado y toda
blasfemia, pero la blasfemia contra el Espíritu no se le perdonará a nadie. A
cualquiera que pronuncia alguna palabra contra el Hijo de hombre, se le
perdonará, pero el que habla contra el Espíritu Santo no tendrá perdón ni en
este mundo ni en el venidero. (Mt. 12: 31-32).
Encontramos una declaración similar en Marcos 3: 29- 30, donde Jesús dice:
“Excepto a quien blasfeme contra el Espíritu Santo. Éste no tendrá perdón
jamás; es culpable de un pecado eterno” (Mr.3: 29; cf. Lc. 12: 10).
Así mismo Hebreos 6 dice: Es imposible que renueven su arrepentimiento
aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don
celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado
la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de
todo esto se han apartado. Es imposible, porque así vuelven a crucificar, para
su propio mal, al Hijo de Dios, y lo exponen a la vergüenza pública (He 6: 4-6;
cf. 10: 26-27; también las reflexiones sobre el “pecado que lleva a la muerte”
en 1 Juan 5: 16-17).
Este pecado cosiste en el rechazo intencional, muy malicioso y difamador de
la obra del Espíritu Santo de testimonio acerca de Cristo y atribuir su trabajo a
Satanás. Un examen más detenido de la declaración de Jesús en mateo y
Marcos muestra que Jesús estaba hablando en respuesta a la acusación de
los fariseos de que “éste no expulsa a los demonio s sino por medio de
Belcebú, príncipe de los demonios” (Mt 12:24). Los fariseos habían visto las
obras de Cristo repetidas veces. El Señor acababa de sanar a un hombre
endemoniado que estaba ciego y mudo (Mt. 12:22). Las personas estaban
maravilladas y un gran número de ellas seguía a Jesús, y los mismos fariseos
habían visto muchas veces claras demostraciones del poder asombroso del
Espíritu Santo obrando por medio de Jesús para traer vida y salud a muchas
personas. Pero los fariseos, a pesar de estas claras demostraciones de la
obra del Espíritu Santo delante de sus ojos, deliberadamente rechazaron la
autoridad de Jesús y sus enseñanzas y las atribuyeron al diablo. Jesús les
dijo claramente que “toda ciudad o familia divida contra sí misma no se
mantendrá en pie. Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí
mismo, ¿Cómo puede entonces mantenerse en pie su reino? (Mt. 12: 25-26).
De modo, que era irracional y tonto que los fariseos atribuyeran los
exorcismos de Jesús al poder de Satanás. Eso era una clásica mentira
maliciosa y deliberada.
Preguntas de aplicación personal
- ¿Ha despertado la lectura de este capítulo una creciente conciencia del
pecado que permanece en su vida?
- ¿Puede usted mencionar alguna forma específica en que esto es cierto?
- ¿Puede usted mencionar algunos paralelismos entre la tentación que
enfrentó Eva y las tentaciones que usted enfrenta en su vida cristiana?
- ¿Realmente piensa que antes de ser cristiano, estaba totalmente
incapacitado para hacer algún bien espiritual delante de Dios?
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
21
El enfoque de este estudio está basado en varios textos de Antropología Bíblica, especialmente en el de
Les Thompson, “La Persona que soy”.
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
Siglos más tarde Dios de nuevo llega a otra pareja. A María, descendiente de
Eva, le da un Hijo muy especial, y a José, descendiente de Adán, le da una
promesa singular: “Llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de
sus pecados” (Mt 1:21).
Por el pecado de nuestros primeros padres, por el pecado que de generación a
generación ha llenado la tierra de maldad y violencia, Dios podría habernos dado
a todos las espaldas. Pero el Dios “Tierno y compasivo, paciente y grande en
amor y verdad, que por mil generaciones se manifiesta fiel en su amor y perdona
la maldad, la rebeldía y el pecado” (Ex 34:6), envía a Jesús, Su Hijo unigénito,
para salvarnos de nuestros pecados.
¿Cómo Jesús nos salva? Esa salvación, ese rescate de los perdidos, esa vida
eterna es lo que estudia la soteriología. Vocablo que proviene del término griego
soterion, que significa rescate, liberación, seguridad, entrega, salida,
preservación. Hay cuatro palabras clave para ayudarnos a comprender lo que
significa nuestra salvación.
6.1. Propiciación
Como “propiciación” no es una palabra que usamos en nuestra conversación
diaria, es probable que no la conozcamos. Propiciación significa “tapar”, o
“apaciguar”, especialmente en relación a uno que está enojado; “propiciar o
intervenir a favor de alguien que está bajo la ira furiosa de otro”.
Citemos dos textos bíblicos que emplean este vocablo: Romanos 3:25, “…Cristo
Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre…” y
1 Juan 4:10, “En esto consiste el amor de Dios, que envió a su Hijo como
propiciación por nuestros pecados”. Para entender el uso de “propiciación” con
referencia a Cristo Jesús tenemos que entender, en primer lugar, la reacción de
Dios ante el pecado de los hombres. Dios está airado. Por ejemplo, leemos: “…
grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto
nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme
a todo lo que nos fue escrito” (2 R 22:13).
A través de toda la Biblia hallamos la expresión “la ira de Dios” (50 pasajes en el
Antiguo Testamento, 22 en el Nuevo). Cada vez que aparece esa expresión es
a consecuencia de la desobediencia o el pecado de los hombres. San Pablo lo
reitera con gran vigor cuando dice: “Porque la ira de Dios se revela desde el
cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres” (Rom 1:18).
Hoy en día enfatizamos tanto en el amor de Dios que nos es difícil pensar en un
Dios airado. Pensamos: “Dios ama al hombre, ¿cómo puede estar airado con
nosotros?” Podríamos ilustrar esta sencilla paradoja con el ejemplo de un padre
que ama a su hijo, pero reacciona con gran ira cuando ese hijo repetidamente le
desobedece. ¿Cómo piensas que se siente Dios al ver la horrible iniquidad que
azota a nuestro mundo moderno, no importa en qué país o en qué ciudad? Hay
una ola de maldad, odio, crimen, violencia, y pecado de toda clase que se
levanta en desafío contra el Dios santo y justo. Dios, nos dice la Biblia, está
airado, y con mucha razón.
En Apocalipsis, comenzando con el capítulo 15, leemos la predicción de las
últimas siete calamidades que han de venir sobre este mundo: “Vi en el cielo
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
otra señal grande y asombrosa: siete ángeles con las últimas siete calamidades,
con las cuáles llegaba a su fin la ira de Dios”.
6.2. La ira de Dios: Antropomorfismo
Hay un término que se utiliza en teología para explicar los sentimientos divinos:
antropomorfismo (antropos: hombre; morphos: forma). Es un concepto muy útil
cuyo sentido necesitamos comprender. ¿Cómo puede nuestro glorioso Dios
hacerse entender por nosotros, seres limitados y finitos? Él, siendo inefable, usa
terminología humana, conceptos humanos, para explicar lo que de otra manera
nos sería incomprensible.
La ira es algo que todos hemos sentido: un padre enojado, un jefe enojado, un
policía enojado. Cuando se aplica tal enojo a Dios tenemos que recordar que
todos los atributos de Dios operan en unidad perfecta. Un atributo en particular
no predomina sobre los demás. Así, en cuanto a Dios, aunque su ira no es un
atributo, está equilibrada con el atributo de justicia, y su justicia con su amor, etc.
Por lo tanto, decimos que la ira de Dios no es malévola, no es caprichosa o
vindicativa. Pero es justa y real. El hombre o la mujer que no viene al
arrepentimiento sentirán hoy o mañana, la furia merecida por su pecado.
Recuérdese el diluvio (Gen 6), a Sodoma y Gomorra (Gen 19), a Ananías y
Safira (Hch 5). El mismo Jesús dijo: “No temáis a los que matan el cuerpo, mas
el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y
el cuerpo en el infierno” (Mt 10:28).
6.3. Propiciación: El remedio contra la ira divina
Leímos al principio de esta discusión el texto: “En esto consiste el amor de Dios,
que envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4:10).
Cristo Jesús aplacó la ira de Dios cuando murió en la cruz, asumiendo en ese
acto voluntario el castigo que todo pecador merecía. Sobre Él, en esa cruenta
cruz, la justa ira de Dios fue descargada. Él tomó nuestro merecido castigo. Allí
apaciguó la ira divina. Por esa verdad es que todo aquel que en Él cree (acepta
a Cristo como su sustituto) ya no está bajo la ira divina, sino que disfruta de la
gracia, el perdón, y el favor de Dios.
La propiciación, entonces, es la primera gran verdad que aprendemos en cuanto
a la solución de Dios para nuestra condición de pecadores. Recordemos que
todo aquel que rechaza a Jesús, que desprecia ese magnífico sacrificio, no hace
otra cosa que hacerse sujeto de condenación: “Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron
más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Jn 3:17-19).
6.4. Redención
San Pablo habla de un segundo término que también está cargado de profundo
significado en cuanto a la solución divina para el pecado: redención. Redención
quiere decir: Pagar la demanda que pide la ley. Se redime algo cuando se paga
su valor total para poder poseerlo.
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
madero, por nuestros pecados. Nosotros, los hombres, lo coronamos con esa
cruel corona de espinas. Nosotros, los hombres, lo levantamos sobre esa cruz.
Nosotros, los hombres, abrimos su costado con una lanza. Nosotros, los
hombres, nos burlamos de Él mientras sufría muerte sin queja alguna. La única
palabra que emitió dirigida a los que le crucificaban fue: “Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34).
Yo culpable; Cristo Jesús inocente. Él, sobre la cruz, tomó mi castigo para poder
declararme perdonado y sin mancha, tan limpio como si nunca hubiera pecado.
La justificación no quiere decir que ya no peco, ni que no tengo pecado. La
justificación quiere decir que, cuando acepto a Jesucristo como mi sustituto por
fe, Dios me declara sin pecado. Por los méritos de Cristo me declara sin culpa,
como si nunca hubiera pecado. Mi limpieza está en Cristo Jesús y no en mis
obras ni méritos.
6.6. Reconciliación
Para estar completa, la salvación necesita de un elemento más: La
reconciliación con Dios. Pongámoslo así. Por el proceso de propiciación Cristo
pudiera haber quitado la ira de Dios. Ya con eso mucho se habría logrado. Pero
Dios con amor, añadió un elemento más: la redención. Con esos dos favores,
ya no sufría la ira divina. Fui librado de la esclavitud al pecado (libre para
escoger el pecar o no). En su bendita gracia añadió otro favor: la justificación.
Escondido en Cristo, Dios me miraba completamente perdonado y limpiado de
mi pecado. Ahí pudiera haber terminado la oferta divina. Y ¡cuán grande gracia
habría sido todo eso! Pero Dios en su soberanía quiso agregar algo más:
reconciliación. ¡Relación! ¡Comunión! ¡Amistad! ¡Compañerismo! ¡Unión!
¡Cielo!
Antes de pecar, nuestros primeros padres disfrutaron de la comunión íntima con
Dios. En el atardecer, Dios se les aparecía en el huerto de Edén para disfrutar
amistad y comunión con ellos. Entonces vino la interrupción del pecado. Y Dios,
por fuerza, tuvo que separarse de aquellos que contradijeron su ley. Ahora
vemos cómo somos reconciliados con Dios por medio de Cristo:
Romanos 5.10: “Porque cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados
con Dios por la muerte de su Hijo”.
2 Corintios 5.17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo
esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de
Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en
Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a
los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la
palabra de reconciliación”.
De todos los términos estudiados, este es el más emotivo. La mayoría hemos
experimentado una que otra reconciliación, al haber tenido un malentendido con
un amigo o con un familiar. ¡Qué lindo cuando una pareja – un matrimonio- se
reconcilia, cuando un hijo se reconcilia con su padre!
Cuenta la historia del hijo que salió de su casa por la ira del padre. Sus diferencias
eran irreconciliables. Cada vez que se encontraban, todo lo que hacían era pelear.
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA
Así que el hijo un día empaquetó sus valijas y se fue a California (donde al parecer
se fugan los hijos que abandonan sus hogares en los Estados Unidos). Allá en
California vivió perdidamente, tratando de olvidar sus penas familiares por medio del
placer. Pero, en la providencia divina, se encontró con una señora cristiana que se
compadeció del joven. Lo llevó a su casa, lo cuidó, lo vistió y le dio hogar. También
le dio el evangelio. Y un buen día, el joven se entregó a Cristo. Con ese encuentro,
que cambió su corazón, un deseo de reconciliarse con su padre lo llenó. Pero tenía
temor de su padre. Todavía recordaba las peleas, las palabras, y los
malentendidos.
Decidió escribirle a su mamá y de esta forma averiguar el estado de ánimo de su
padre. La madre, contenta de recibir carta de su hijo perdido, contestó de inmediato
rogándole que regresara a su casa. Pero no le dijo nada del padre. Todavía
temeroso, el joven escribió a su mamá de nuevo. Le dijo que tomaría el tren de
regreso pero le advertía lo mucho que temía a su padre, indicándole que no quería
llegar a casa sin estar seguro de que él lo recibiría. Le pidió que si el padre estaba
dispuesto a perdonarlo y a reconciliarse con él, que colgara una sábana del árbol en
el patio de su casa. Al pasar en el tren (que precisamente corría por detrás de la
casa) vería el árbol. Si colgaba la sábana. Él llegaría a la casa. Acercándose al
poblado donde vivían, el joven tenía la cara pegada a la ventanilla del tren. Por fin
pudo distinguir su casa…y el árbol. ¡Este estaba cubierto de sábanas! El padre lo
recibiría; el padre quería reconciliarse con él.
Sobre el árbol del Calvario Dios ha colgado sus sábanas de reconciliación. Tan
cargado está de ellas que es lo único que se puede ver. Dios busca a su
criatura perdida. Dios brinda propiciación, redención, y justificación. Pero sobre
todo nos ofrece reconciliación. El hombre que antes ofendía a Dios, ahora, por
la obra completa y perfecta de Cristo Jesús, puede levantar su rostro al cielo y
decir: “¡Padre!” Y ese Padre lo oye, y le responde, y lo ama, y lo escucha, y lo
ayuda, y le prepara morada eterna. ¡Cuán gloriosa es la obra de salvación! Cuán
espantoso es pensar que el ser humano, sumido en sus pecados, desprecie esta
provisión tan grande.
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TOMADO CARPETA REGIÓN CENTRO
Y PDF. (Teología Sistematica Wayne Grudem ) pag 513- 550 Capítulo 25
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La frase “divinamente impuesto” indica que el hombre nunca puede negociar con
Dios o cambiar los términos del pacto. El solo puede aceptar las obligaciones del
pacto o rechazarlas. Probablemente por esta razón los traductores griegos del
Antiguo y del Nuevo Testamento, no usaron la palabra griega común que
denotaba contratos o acuerdos en los que ambas partes eran iguales (syntheke),
sino que más bien eligieron una palabra menos común, diadsekh, que hace
hincapié en que las provisiones del pacto fueron establecidas solo por una de las
partes. De hecho la palabra diadsekh se usaba con frecuencia para referirse a
“testamento” o última voluntad” que una persona dejaba para indicar la
distribución de sus bienes después de su muerte.
7.1. El pacto de obras
Aunque el pacto que había antes de la Caída ha sido expresado mediante varios
términos (tales como el pacto adánico o el pacto de la naturaleza), la
designación más útil parece ser la de “pacto de obras”, puesto que la
participación en las bendiciones del pacto dependía claramente de la obediencia
u “obras” de parte de Adán y Eva. Los requerimientos de sus relaciones
aparecen bien definidos con los mandamientos que Dios les da a Adán y Eva
(Gen 1: 28-3’; cf. 2: 15) y en el mandamiento directo a Adán: “Puedes comer de
todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no
deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás” (Gen 2: 16-17).
¿Está todavía en vigor el pacto de obras? El pacto de obras todavía está en
vigor para todo ser humano aparte de Cristo, aunque ningún ser humano puede
cumplir con sus estipulaciones y conseguir sus bendiciones. Cristo obedeció
perfectamente el pacto de obras por nosotros porque él no cometió ningún
pecado (1 P 2:22), sino que obedeció a Dios en todo a nuestro favor (Rom 5:18–
19). En realidad, para los cristianos hoy pensar que estamos obligados a tratar
de ganar el favor de Dios mediante la obediencia sería apartarse de la
esperanza de la salvación. “Todos los que viven por las obras que demanda la
ley, están bajo maldición…es evidente que por la ley nadie es justificado delante
de Dios” (Ga 3: 10-11). Los cristianos han quedado liberados del pacto de las
obras por razón de la obra de Cristo y han sido incluidos en el nuevo pacto, el
pacto de la gracia (vea abajo).
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PDF. (Fundamentos de la Fe Cristiana James Montgomery Boice ) pag 293- 299
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Los Fundamentos de la Fe Cristiana – Una teología exhaustiva y comprensible - James Montgomery Boice Editorial
Unilit - Pág. 293 - 300
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clásica con respecto a la pregunta sobre por qué Jesucristo se hizo hombre.
Anselmo respondía que Dios se hizo hombre en Cristo porque sólo una
persona que fuera Dios y hombre al mismo tiempo podía lograr nuestra
salvación.
La Encarnación además hace dos cosas adicionales. Primero, nos muestra
que Dios es capaz de entendernos y simpatizar con nosotros, lo que sirve
de impulso para acercarnos a él en oración. Segundo, la Encarnación,
también, constituye un ejemplo sobre cómo debería vivir una persona en
este mundo. Pedro habla incluso de la crucifixión en estos términos: "Cristo
padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas" (1
P.2:21).
Pero la expiación es la causa real de la Encarnación. El autor de la epístola a
los Hebreos afirma esto con claridad. "Porque la sangre de los toros y de los
machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el
mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; más me preparaste cuerpo.
Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He
aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro
está escrito de mí" (He. 10:4-7). Y el autor luego agrega a continuación que
cuando Jesús dice que ha venido a cumplir con la voluntad de Dios, esa
voluntad debe ser entendida como proporcionando un mejor sacrificio. "En
esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo
hecha una vez para siempre" (10:10).
Encontramos este mismo énfasis en otros lugares. En sus denotaciones el
nombre Jesús ("Jehová salva") está apuntando hacia la expiación. “Llamarás
su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1:21).
Jesús mismo hizo referencia a su próximo sufrimiento (Mr. 8:31, 9:31), ligando
el éxito de su misión a la crucifixión: "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a
todos atraeré a mí mismo” (Jn. 12:32). En varios otros lugares en el evangelio
de Juan se habla de la crucifixión como la "hora" para la cual Cristo vino (Jn.
2:4; 7:30; 8:20; 12:23,27; 13:1; 17:1).
8.2. La salvación mediante el Dios-hombre
¿Por qué la doctrina de la expiación es central en las Escrituras? ¿Por qué
debe haber un sacrificio? ¿Por qué la salvación debía de lograrse de esta
manera? Anselmo (y luego Calvino) proponía dos respuestas posibles:
La primera es que la salvación debía alcanzarse por medio de Dios, ningún
otro podía lograrla. Resulta evidente que ningún hombre o mujer podían
alcanzarla, ya que somos nosotros los que estamos en problemas. Estamos
en esta situación debido a nuestra rebelión contra las justas leyes y decretos
de Dios. Además, hemos sufrido los efectos del pecado a tal extremo que
nuestra voluntad está sometida, y por lo tanto ni siquiera podemos optar por
agradar a Dios, y mucho menos agradar a Dios efectivamente. Si hemos de
ser salvos, solo Dios, quien tiene tanto el poder y la voluntad de salvarnos,
debe ser quien nos salve. La segunda respuesta de Anselmo es que, si bien
aparentemente es una contradicción, la salvación debe ser también alcanzada
por el hombre. El hombre es quien le ha fallado a Dios y debe ser por lo tanto
quien arregle el mal que ha hecho. Dada esta situación, la salvación sólo
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puede ser lograda por aquel que es al mismo tiempo Dios y hombre, o sea,
por Cristo.
Esto implica tres aspectos:
Primero, es Dios quien inicia y lleva a cabo la acción. La naturaleza de Dios
está caracterizada por el amor, y fue por amor que planificó y llevó a cabo la
expiación. En Cristo, Dios mismo estaban satisfaciendo su propia justicia. Es
fácil comprender entonces por qué la Encarnación y la expiación deben ser
consideradas conjuntamente para evitar que no sean distorsionadas.
Segundo, en la explicación de Anselmo no hay ninguna sugerencia, de
ningún tipo, de que los seres humanos puedan de algún modo aplacar la ira
de Dios. La propiciación se refiere al aplacamiento de la ira. No es el hombre
quien logra aplacar a Dios. Más bien se trata de Dios que aplaca su propia ira
para que su amor pueda seguir abrazando y salvando al pecador.
Tercero, no se trata de una cuestión de sustitución en un sentido superficial,
donde una víctima inocente toma el lugar de otra persona quien debe ser
castigada. Se está hablando de sustitución en un sentido más profundo.
Quien toma el lugar del hombre para poder satisfacer la justicia de Dios es en
realidad uno que se ha hecho hombre a sí mismo y que por lo tanto podemos
considerarlo como nuestro representante.
8.3. El carácter central de la cruz
Podemos arribar a varias conclusiones a partir de esta explicación de la
Encarnación:
Primero, de acuerdo con las Escrituras, el Calvario y no Belén constituye el
centro del cristianismo. De acuerdo con las enseñanzas bíblicas, la razón de
un Dios-hombre es que un Dios-hombre era quien debía morir por nuestra
salvación. Enfocar el tema de la Encarnación sin considerar la cruz conduce a
una falsa sentimentalidad y negligencia del horror y la magnitud del pecado
humano.
Segundo, si la muerte de Cristo en la cruz es el verdadero significado de la
Encarnación, entonces no puede haber ningún evangelio sin la cruz. La
navidad por sí sola no es el evangelio. La vida de Cristo no es el evangelio. Ni
siquiera la resurrección. Porque las buenas noticias no son sólo que Dios se
hizo hombre, ni que Dios habló para revelarnos la vida que deberíamos
seguir, ni siquiera que la muerte, ha sido conquistada. Las buenas noticias
son que se ha conquistado al pecado (la resurrección es prueba de ello); que
Jesús ha sufrido Su castigo como nuestro representante, para que nosotros
nunca tengamos que sufrirlo; y que por lo tanto todos los que creen en Él
pueden esperar el cielo.
La resurrección no es simplemente la victoria sobre la muerte (si bien se trata
de esto también) sino la prueba que la expiación fue una expiación
satisfactoria a la vista del Padre (Ro. 4:25), y que la muerte, el resultado del
pecado, ha sido abolida sobre esa base. Cualquier evangelio que sólo hable
del acontecimiento de Cristo, entendiendo por esto la Encarnación sin la
expiación, es un evangelio falso.
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Por último, del mismo modo que no puede haber un evangelio sin la
expiación como razón de la Encarnación, tampoco puede darse una vida
cristiana sin ella. Sin la expiación el tema de la Encarnación se torna
fácilmente en una especie de deificación de lo humano y conduce a la
arrogancia y al provecho propio. Con la expiación, el verdadero mensaje de la
vida de Cristo, y por ende también el significado de la vida de los hombres y
mujeres cristianos, es la humildad y el sacrificarse para suplir las necesidades
de otros.
La vida cristiana no consiste en la indiferencia frente a aquellos que padecen
hambre, o están enfermos, o están sufriendo alguna limitación. No es el
contentamiento con la propia abundancia, ni la abundancia de una clase
media con casas y automóviles y ropa y vacaciones, ni la abundancia de una
buena educación, ni siquiera la abundancia de buenas iglesias, Biblias,
enseñanza bíblica o amigos y conocidos cristianos. Se trata de tomar
conciencia de que no todos tienen estas cosas y que por lo tanto nosotros
debemos sacrificar muchos de nuestros propios intereses para poder
identificarnos con estas personas y así traerlas paulatinamente a la misma
abundancia que disfrutamos.
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