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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

1. FUNDAMENTOS DE LA ANTROPOLOGÍA

1.1 Definiciones1
El hombre en su afán de explicar su origen, desechando la enseñanza bíblica,
inició lo que conocemos como antropología. Esta palabra deriva de los
vocablos griegos: antropos, que significa hombre, y logos, que quiere decir
estudio. Por tanto, la antropología es sencillamente el estudio del hombre. Y
es sobre la base de los requerimientos de esa ciencia que los estudiosos
bíblicos dieron respuestas a las numerosas preguntas de la arqueología,
implementando así la antropología bíblica: ¿Qué es el hombre? ¿Cómo se
originó?, Etc., todo ello basado en la Biblia.
1.2 Importancia de la Antropología: ¿Qué es el hombre?2
Hace tres mil años el salmista le preguntaba asombrado a Dios: “¿Qué es el
hombre, para que tengas de él memoria?” (Salmo 8:4). Después de todo este
tiempo transcurrido, el ser humano continúa planteándose la misma cuestión.
La extensa gama de respuestas que se han dado a lo largo de la historia no
parece, ni mucho menos, haber agotado el tema.
Tal ha sido siempre el reto de la antropología, en sentido general, llegar a
conocer la esencia fundamental del ser humano. Sin embargo, lo cierto es
que no existe consenso. Hay numerosas concepciones de lo que es el
hombre. Las diversas soluciones antropológicas configuran un amplio
abanico que va desde la más pura animalidad hasta las nociones míticas del
superhombre, el hombre-semidiós, pasando por las ideas del hombre objeto y
hombre máquina. ¿Es el ser humano una cosa más en el mundo de los
objetos o, por el contrario, estamos frente a una realidad subjetiva, ante un
ser personal? ¿Somos una especie zoológica como las otras del pretendido
árbol evolutivo, o existen realmente diferencias cualitativas que nos distinguen
de los demás seres vivos? ¿Puede equipararse la mente humana al órgano
del cerebro o lo mental supera con creces lo cerebral? Las respuestas que se
dan a todas estas cuestiones configurarán modelos bioéticos distintos y
contrapuestos. De ahí la necesidad de transparencia en las ideas previas que
debe exigírsele a todo planteamiento ético de la vida.
No es este el lugar para realizar una historia general de la antropología, sin
embargo, sí que nos parece pertinente revisar las últimas manifestaciones
que se han venido sucediendo, sobre todo en el último siglo, desde la
aparición de la filosofía existencialista hasta el momento presente.
1.2.1. Antropologías del siglo XX
Ante la necesidad de ofrecer una visión de conjunto, se ha optado por resaltar
las concepciones acerca del ser humano que defienden las seis ideologías
siguientes: existencialismo, estructuralismo, neo marxismo, reduccionismo
biologista, conductismo y la llamada antropología cibernética.

1
THOMPSON, Les. “La Persona que soy”. Unilit, 1997. Pg. 12
2
CRUZ, Antonio. “Bioética Cristiana”. Editorial Clie. 1999. Pg. 27-44

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1.2.1.1. Antropología existencialista3


El hombre se concibe como un proceso abierto e inacabado. Este proceso
abierto de autorrealización se trunca con la muerte 4. De ahí que la
antropología existencialista sea, en realidad, una teoría sobre la muerte, una
tanatología. Si el Dios de la fe cristiana fue el Creador del ser a partir de la
nada5, el filósofo existencial sería el creador de la nada a partir del ser.
1.2.1.2. Antropología estructural6
La antropología estructural afirma que el ser humano es únicamente una
realidad objetiva. El sujeto como ser trascendente, por tanto, no existiría. El
hombre carecería de alma, de conciencia y de espiritualidad. No tendría
sentido ya hablar de “culpa”, sino de “error”. No existiría el bien y el mal, sino
sólo estructuras que podrían funcionar mejor o peor. 7

1.2.1.3. Antropología neo marxista8


3
La filosofía existencial surgió en Europa durante la primera mitad del siglo XX y se desarrolló
principalmente en la década siguiente a la Segunda Guerra mundial. Uno de sus principales proponentes,
el filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976), resaltó la singularidad del hombre, ya que se trataría del
único ser que “no solo es, sino que sabe que es, que está ahí”. El ser humano sería distinto al resto de los
animales porque es un ser histórico. Es decir, un ente capaz de recordar el pasado y anticipar el futuro
para vivir en un presente razonado y con propósito.
4
El discípulo más notable de Heidegger, el francés Jean Paul Sartre (1905-1980), se opondrá a esta mística
de su maestro mostrando que la muerte sería para él la gran expropiadora del ser humano. La que roba el
sentido de su existencia. Para Sartre sería absurdo haber nacido y sería absurdo también tener que morir.
Todo sería absurdo porque todo estaría consagrado a la nada. Si Heidegger hablaba de “angustia” ante la
realidad de la finitud humana, Sastre prefiere hablar de “nausea” como experiencia fundamental de la
existencia.
5
Tal concepción pesimista acerca del absurdo de la vida humana llevaría a algunos, como al escritor
francés Albert Camus, a pensar en el suicidio como “solución” al problema existencial. Si la vida no tiene
sentido lo mejor sería desprenderse de ella.
6
Las ideologías estructuralistas parten de la base de que sólo existe un tipo de saber y un tipo de verdad,
la que proporcionan las ciencias experimentales. Sólo habría una manera de adquirir conocimiento
verdadero que sería mediante la aplicación del método científico propio de las ciencias exactas. Tal
afirmación lleva a la creencia de que sólo hay un tipo de realidad, aquella a la que tienen acceso las
ciencias de la naturaleza. Lo único verdadero sería lo que puede contrastarse experimentalmente, lo que
es posible pesar, medir, ponderar y verificar. ¿Qué pasa entonces con la realidad humana? ¿Qué sería el
hombre, un sujeto o un simple objeto? La antropología estructural se opone a la existencialista y afirma
que el ser humano es únicamente una realidad objetiva. El sujeto como ser trascendente, por tanto, no
existiría.
7
Esta es la lóbrega perspectiva que nos presenta pensadores como Michel Foucault y Claude Lévi-Strauss,
quienes consideran la inteligencia, la conciencia y la mente humana como insuficientes para justificar la
singularidad del hombre. Sin embargo no es tan sencillo desembarazarse de la noción del hombre, como
lo demuestra el hecho de que quien niega su existencia es también un ser humano. Para decir que no hay
hombre hace falta otro hombre. Si no hubiera sujetos, es decir, personas capaces de dar respuestas,
nadie respondería, nadie sería responsable de nada. No podría exigírsele al ser humano responsabilidad
de sus acciones. Este es, obviamente, un discurso muy peligroso desde el punto de vista ético.
8
Si el existencialismo propuso la exaltación del ser humano, un verdadero subjetivismo individualista, y el
estructuralismo fue, según se ha visto, todo lo contrario, un auténtico anti humanismo, la antropología
neo marxista supondrá un regreso al humanismo porque concebirá de nuevo al individuo humano como
persona. El pensador polaco Adam Schaff señala que el marxismo ve al hombre como un producto de la
vida social.

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El marxismo ve al hombre como un producto de la vida social. El


individuo no sería un ser autónomo e independiente de la sociedad en la que
vive sino que, por el contrario, se le concibe como un ente generado por ella y
dependiente de ella. De manera que en este punto el marxismo se opone al
existencialismo porque el individualismo es incompatible con la vida en
comunidad.
El hombre es a la vez, en la antropología marxista, criatura y creador de la
sociedad. Alfa y omega. Su origen y su punto final. El ser supremo para el
hombre y también su máximo bien. De ahí que este humanismo sea,
precisamente, el conjunto de todas las reflexiones acerca de lo humano que
aspiran a la felicidad del individuo aquí en la tierra. El cielo marxista sería
absolutamente terrestre. Es decir, que no hay nada de sobrenatural en el ser
humano. Ni alma ni imagen de Dios. Sólo la posibilidad de llegar a ser mejor
por su propio esfuerzo, convirtiéndose a sí mismo en un superhombre capaz
de crear la sociedad ideal del futuro.

1.2.1.4. Antropología biologista


El hombre es un animal que había tenido éxito en la lucha por la
existencia. Su inteligencia, así como su capacidad para el raciocinio, la
abstracción o la palabra hablada, no son más que el producto de la
acumulación neuronal en el órgano del cerebro. Las únicas diferencias con el
resto de los animales serían solamente cuantitativas, pero no cualitativas.
Tres obras emblemáticas: El azar y la necesidad, del bioquímico francés
J. Monod, quien fue premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1965; El
paradigma perdido, el paraíso olvidado, del antropólogo, E. Morín y
Sociobiología del etólogo E. O. Wilson. Veamos en síntesis lo que proponen
cada uno de estos autores:
Tal como se desprende del título de su libro, Monod argumenta que en el
origen y transmisión de la vida no existiría ningún tipo de finalidad sino
únicamente el concurso de dos leyes impersonales, el azar y la necesidad.
Las posibilidades que tenía la vida para aparecer por azar eran prácticamente
nulas, sin embargo, “nuestro número salió en el juego de Montecarlo. ¿Qué
hay de extraño en que, igual que quien acaba de ganar mil millones, sintamos
la rareza de nuestra condición?” (Monod, 1977:160) 9.
Todos los seres vivos, incluido el propio hombre, serían meras máquinas
generadas por casualidad. No habría un destino final predestinado ni un
origen inteligente. No es necesario recurrir a las ciencias humanas, a
conceptos metafísicos a la noción de espíritu, para describir lo que es el
hombre. Sería suficiente con entender sus reacciones fisicoquímicas.
Pero, por otro lado, ¿no continúa siendo la vida y el propio hombre un
auténtico enigma? ¿Es posible dar cuenta de la increíble diversidad y
complejidad de lo viviente sin apelar al diseño original? ¿Puede el azar
fortuito dar razón de la conciencia autoreflexiva del hombre? ¿Cómo brotó la
libertad humana en un terreno únicamente abonado por la necesidad y el

9
MONOD, J. 1977, El azar y la necesidad, Barral, Barcelona.

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azar? Afirmar, como lo hizo Monod, que el azar es “una noción central de la
biología moderna... la única compatible con los hechos de observación y de
experiencia”, es una posible interpretación de los hechos, no la única y, desde
luego, no es el hecho en sí.
Por su parte, el antropólogo Morín se propone también en su obra romper
con el “mito humanista” para quien el ser humano sería el único sujeto en un
mundo de objetos. Su idea es acabar con la “fábula” inventada por la religión
cristiana, en colaboración con las ideologías humanistas, que concibe al
hombre como un ser sobrenatural o como creación directa de la divinidad.
Para conseguir su propósito procura evidenciar la gran cercanía que existiría
entre hombres y animales.
Para Morín no hay frontera alguna entre sujeto y objeto, antropología y
biología, cultura y naturaleza o, en fin, entre el hombre y los animales. La
vida humana equivaldría, en definitiva, a pura física y química. Seríamos
máquinas perfeccionadas, hijos todos de la gran familia Mecano. Robots de
carne y hueso con conciencia cibernética.
Por último, nos queda la sociobiología como postrer baluarte del
reduccionismo biologista contemporáneo. Wilson la define como “el estudio
sistemático de las bases biológicas de todo comportamiento social” (Wilson,
1980:4)10. En realidad, se trata de una disciplina que mediante la utilización
de conocimientos ecológicos, etológicos, genéticos y sociológicos, pretende
elaborar principios generales acerca de las características biológicas de las
sociedades animales y humanas. Sería un intento de unificación, una “nueva
síntesis” entre la biología y la sociología.
La misión fundamental en la vida sería producir y transmitir los propios
genes para que éstos pudieran perpetuarse convenientemente. Animales y
humanos, por igual, son concebidos así como máquinas creadas por el
egoísmo impersonal de los genes. La humanidad y su comportamiento social
estarían determinados genéticamente.
Lo cierto es que siempre que se pretende construir una moral o una ética
basada en la genética se llega a consecuencias indeseables para el propio
ser humano. Detrás de cualquier racismo hay generalmente un darwinismo
social o una sociobiología solapada. La ética es algo exclusivo del hombre
que no puede heredarse de forma biológica sino que ha de adquirirse a través
de la cultura. Echarle la culpa de nuestras maldades a los genes y tirar la
libertad humana por la ventana equivale a reconocer, una vez más, que
somos máquinas pensantes incapaces de autocontrol.
La sociobiología no puede explicar de manera satisfactoria las palabras
bíblicas: “amarás a tu prójimo como a ti mismo” porque los genes no
entienden ese amor al prójimo que no reporta ningún beneficio. El hombre es
el único ser que posee conciencia de su propia muerte y esa capacidad es la
que le predispone hacia sus creencias religiosas. Precisamente esta
autoconciencia, junto al desarrollo de la ética y de la religiosidad, son

10
WILSON, E. O. 1980, Sociobiología. La nueva síntesis, Omega, Barcelona.

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características notables que abren una brecha fundamental entre el ser


humano y el resto de los animales.
¿A qué clase de bioética conducen los silogismos? Si el mono es igual
que el hombre, ¿por qué no se va a poder tratar absolutamente igual a
ambos? De hecho, en el mundo occidental hay animales de compañía que
viven mejor cuidados que millones de niños del Tercer Mundo.
El proyecto de la antropología biologista de reducir lo humano a lo
puramente zoológico, y lo biológico a lo inorgánico, no puede calificarse de
científico sino, más bien, de ideológico. Ocurre con demasiada frecuencia
que de ciertas hipótesis, aparentemente científicas, se amagan preferencias y
convicciones metafísicas personales.
1.2.1.5. Antropología conductista11
Asume que en el hombre no habría una realidad llamada “mente”, sino
únicamente un mecanismo de estímulo respuesta. Los cambios de conducta,
o aprendizajes, se investigan primero en animales para aplicarlos después al
ser humano. La conducta humana está determinada por el ambiente y
modificado éste podría cambiarse la voluntad.

1.2.1.6. Antropología cibernética


Los últimos intentos de explicación de la realidad humana provienen de la
nueva ciencia de los ordenadores. Si se asume la doble ecuación de que la
mente equivale al cerebro y que éste no es más que un órgano físico, la
conclusión que se sigue es la equiparación entre el hombre y la computadora.
El ser humano no es más que una máquina pensante. Un paso hacia la
aparición de las futuras personas artificiales. Hay una enorme fe en el
progreso informático que lleva a homologar: mente-cerebro y cerebro-
máquina. Sin embargo, la idea de que el cerebro es una máquina no es
compartida por todos los científicos de nuestros días, como en ocasiones se
cree.
El hombre es mucho más que la máquina y que el animal. 12 De ahí que la
búsqueda científica del alma continúe generando nuevas hipótesis y nuevos
intentos de explicación (Crick, 1994) 13. La mente humana posee unas
propiedades características que superan de sobra lo puramente físico,
biológico o fisiológico. Por tanto, el misterio y la extraordinaria singularidad de
la conciencia del ser humano continúan sin una adecuada y convincente
explicación científica.

11
El conductismo es un sistema de investigación que considera la conducta (behavior en inglés, de ahí que
también de hable de “behaviorismo”) como el único objeto de la psicología, mientras la conciencia y sus
procesos quedan excluidos de su ámbito de estudio. Frente a una antigua ciencia del alma o de la
conciencia, a principios del siglo XX, el conductismo opondrá una radical ciencia de la conducta. Detrás de
todo este sistema estaba también la creencia biologista que equiparaba el hombre al animal.
12
Si la inteligencia natural humana y la inteligencia artificial de la máquina se conciben exclusivamente
como un puro proceso fisicoquímico, resulta que sólo somos autómatas conscientes. El ser humano no es
más que una fase en el proceso evolutivo hacia la aparición de las máquinas pensantes o las futuras
personas artificiales. Es decir, otra máquina biológica más.
13
CRICK, F. 1994, La búsqueda científica del alma, Debate, Madrid.

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1.2.2. La antropología cristiana frente a las otras antropologías


La mayor parte de las antropologías del siglo XX que han sido
brevemente reseñadas conducen a las mismas conclusiones.
- El existencialismo estaba convencido de que el ser humano era portador
del terrible gusano de la nada,
- por su parte, el estructuralismo dirá que el hombre no es persona, sino
únicamente un objeto más de otros.
- De manera parecida, el conductismo y los distintos biologismos
supondrán que se trata sólo de un primate con suerte,
- mientras que la antropología cibernética nos equiparará a las máquinas
computadoras.
En resumen, la realidad humana según tales concepciones no difiere
cualitativamente del resto de la materia. Los conceptos de “persona” y
“libertad” no significan nada. El hombre no es un fin en sí mismo sino un
medio para alcanzar otros fines. Un valor relativo que puede ser utilizado
según las circunstancias para cualquier finalidad que se considere necesaria.
El comportamiento humano y la propia historia no son más que el resultado
de las leyes biológicas y fisicoquímicas combinadas con el azar. La raíz
antropológica condiciona decisivamente cualquier respuesta bioética.
Pero por otro lado y frente a todo este abanico ideológico, ¿cuál es la
postura de las Escrituras? ¿Qué nos dice la antropología bíblica acerca del
hombre? El relato creacional del Génesis se refiere claramente al ser
humano como “imagen de Dios”: “Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza” (Gn 1:26). La culminación de toda la obra
creadora es precisamente una criatura singular y única. Un ser que será fin
en sí mismo y nunca deberá considerarse un medio. Un representante del
Creador cuya responsabilidad consistirá en señorear y gobernar la creación.
De manera que la criatura humana a pesar de pertenecer a la realidad del
mundo, la trasciende porque fue hecha “un poco inferior a los ángeles” y
coronada “de gloria y honra” para señorear las obras del creador (Sal 8:5-6).
La realidad del hombre, según la Biblia, es sumamente paradójica frente al
resto de los seres creados. De una parte se le confiere el señorío de un
mundo físico y material, ya que él mismo es cuerpo mundano, mientras que
de otra se señala su transmundanidad.
El hombre es “cuerpo”, materia afincada en la tierra, de ella provienen
todos sus elementos constitutivos, pero a la vez es el interlocutor entrañable
de Dios, la imagen que le representa en el mundo. Por tanto, es también
“persona”, “alma”, sujeto capaz de dialogar con el Creador y de proyectarse
hacia él. El hombre no está perfectamente adaptado a ningún ecosistema
concreto sino que es capaz de sobrevivir en cualquier ambiente. Es un ser
abierto a todo el mundo, apto inclusive para alcanzar los astros y colocar su
nido “entre estrellas”, como señalara el profeta Abdías (1:4)
Una segunda característica de la especial naturaleza humana es su
constante insatisfacción. Los humanos nunca estamos satisfechos con los
logros alcanzados. Siempre aspiramos a más. El hombre vive siempre en la

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esperanza. Experimenta una exigencia continua de rebasar sus propias


fronteras y descubrir nuevos límites.
De manera que esta ambivalencia humana consiste en ser una creatura
del mundo con cuerpo físico y, al mismo tiempo, una espiritualidad que
trasciende todo lo mundano. De ahí que resulte tan difícil para ciertas
antropologías aportar una definición satisfactoria del fenómeno humano.
Desde la concepción bíblica, no obstante, el hombre fue creado por Dios para
la vida y no para la muerte. La gloriosa victoria de Jesucristo sobre ésta
constituye precisamente la esperanza cristiana de toda resurrección.
1.3. Antropología: Instrumento para el acercamiento al hombre
desde la comprensión de su naturaleza
1.3.1. La interdependencia del sistema doctrinal
Lo que creemos acerca de una doctrina afecta o tiene implicaciones para
otras doctrinas. Lo que creemos acerca del hombre afecta lo que creemos
respecto a Cristo y Su obra. Por ejemplo, si no crees en la depravación total,
no apreciarás el sacrificio de Cristo por Su pueblo. Además de afectar nuestra
perspectiva de la salvación, nuestra antropología “afecta nuestros métodos de
evangelismo, [y] nuestra esperanza para el futuro. De hecho, afecta todo.” 14
1.3.2. ¡Lo que la gente piensa sobre sí misma y este mundo afectará
profundamente la forma en que vive!
Si el comportamiento de las personas refleja lo que ellos creen que es
real y verdadero, ¿cuál es el punto de vista que está dominando nuestra
cultura?
La evolución de Darwin no es primordialmente importante como una teoría
científica, sino como un dominante entendimiento cultural de la historia de la
creación. Toda cultura debe tener su historia sobre su creación como base
para su filosófica, su educación y sus leyes.15
Si queremos saber cómo dirigir nuestras vidas y relacionarnos con
nuestro prójimo, el lugar donde comenzar es conociendo cómo y por
qué fuimos creados. Cuando existe un desacuerdo radical en una
comunidad sobre la historia de la creación, el escenario está abierto para toda
clase de conflictos. Este tipo de conflicto es conocido como "cultura de
guerra".
Según la historia de la creación más aceptada hoy día, todos
evolucionamos por un proceso material desconocido y sin propósito, con
cambios genéticos al azar, y por medio de una selección natural que nadie
controla. Esto implica que el conocimiento de la mente de un Creador y de su
propósito es ilusorio; y que el verdadero creador –la evolución – no tiene
mente ni propósito.
¿Quién o qué define moralmente un comportamiento aceptable? La
respuesta a esa pregunta no es automática ni es fácil. La respuesta que debe

14
ROBERTS, Linleigh J., Let Us Make Man, Carlisle, PA: Banner of Truth, 1988, p. 7.
15
JOHNSON, Phillip E. Reason in the Balance, páginas 12-13.

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ser estudiada, pensada y aceptada será la que establecerá los linderos y


parámetros de la vida.
Nuestra batalla es contra todos aquellos que nos quieren quitar confianza en
Dios y en Su Palabra. Con toda su fuerza buscan minar nuestra fe. Como
explica Phillip Johnson: “Desde el punto de vista naturalista creen que el Dios
Creador de la Biblia es tan irreal como los dioses del Olimpo, y que los Diez
Mandamientos fueron dados por una deidad tan irreal que no son más que
unos mandamientos de un viejo clérigo".
Encima de todas esas negaciones, nos han venido con otro problema: la
llamada “deconstrucción postmoderna” de la historia. En realidad no es
“reconstrucción” es literalmente la “destrucción” de la historia.
Bajo este concepto se reescribe la historia para ajustarla al punto de vista
buscado. A propósito distorsionan los verdaderos hechos para que nadie
pueda reclamar autoridad sobre ella. Saben que si no existe una fuente de
autoridad que indique lo bueno y lo malo, entonces ¡todo está permitido!
En nuestras vidas, ¿qué lugar juegan las verdades históricas en cuanto a
Dios, la creación, los propósitos de Dios en habernos creado? ¿Será que nos
hemos dejado engañar por aquellos que por encima de la verdad buscan una
religión que les convenga, que no pida mucho, que permita hacer lo que a la
gente le gusta? Tal tipo de religiosos toman la Biblia y dicen, “Esto me gusta”,
y lo colocan en la sección religiosa aceptable. Pero igualmente toman la Biblia
y dicen, “Esto no me gusta”, y lo botan en el basurero. El problema es que
cuando miramos a la Biblia que queda, ¡casi toda ha sido botada!
¿Cómo y por qué fuimos creados? Esa es la pregunta clave. La iglesia, el
líder cristiano que no tiene respuesta a esa pregunta básica, vaga por este
mundo tal como lo describe el apóstol Judas: “nubes sin agua, llevadas de
acá para allá por los vientos, árboles otoñales sin fruto, dos veces muertos y
desarraigados” (Judas 1:12). Recuerde: Lo que la gente piensa sobre ellos
mismos y este mundo afectará profundamente la forma en que viven.

1.4. Comprensión de la necesidad del hombre


Cómo responder al aborto, la eutanasia, la homosexualidad, lesbianismo, y
transgénero, o cualquier otra condición humana que demande razón de la
esperanza que hay en el cristiano (1 Pedro 3:15).

2. La naturaleza esencial del hombre, desde el Génesis


2.1 Razones para estudiar acerca de la creación del Hombre
Una de las tareas más productivas en la vida, es el estudio de la naturaleza
humana. Es indispensable conocer al ser humano para poder ministrar a sus
necesidades. El conocimiento que se tenga de lo que constituye una
persona, determinará en gran manera el trato que se le brinde al prójimo. El
enfoque de este estudio está basado en varios textos de Antropología Bíblica,
especialmente en el de Les Thompson, “La Persona que soy”. En todo
caso siempre que tratemos de estudiar acerca del hombre desde la
perspectiva bíblica, nos encontraremos con la necesidad de depender

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totalmente de Dios en cuanto a la revelación de su diseño y plan para el


hombre. Recordemos lo que dice Proverbios 21:30, “Ante el Señor no hay
sabiduría que valga, ni inteligencia ni buenas ideas”. Por mucho conocimiento
que podamos reunir acerca del hombre no sólo desde la antropología sino
desde la teología y la filosofía, la única vida que vale la pena vivir es aquella
que tiene a Jesucristo como centro. Por eso Proverbios 22:12, dice: “Los ojos
de Jehová velan por la ciencia; mas Él trastorna las cosas de los
prevaricadores”.
Esto no obstante no significa que no inspeccionemos ni tampoco nos
inquietemos por razonar acerca del cómo, el por qué y el para qué del
hombre. Por eso es bueno que pidamos a Dios…”Enséñanos de tal modo a
contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12). Es
recomendable fortalecer este estudio con el video que FLET, ofrece acerca de
este tema, titulado “La imagen destrozada” de R.C. Sproul.
2.2 Somos creados a Imagen de Dios
“Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten
sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los
límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera,
palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de
nosotros” (Hch. 17:26-27).
La unidad del género humano está claramente establecida, porque a través
de Adán y Eva (Gn. 3:20), y después, a través de los hijos de Noé (Gn. 9:19),
fue que surgieron todas las razas y nacionalidades humanas. Todos
procedemos de una sangre, tanto figurativa como literalmente, puesto que los
mismos tipos de sangre se encuentran en todos los grupos étnicos.
¿Si de una misma sangre Dios ha hecho el linaje de todos los hombres, para
que habiten sobre toda la faz de la tierra (Hch. 17:26), cómo se explican los
cuatro tipos sanguíneos presentes en todos los grupos étnicos?
“Al utilizar el término “sangre”, el texto bíblico de Hechos (17: 26) no se refiere
literalmente al tejido líquido cargado de glóbulos rojos, leucocitos, plaquetas,
hemoglobina y demás proteínas, que recorre nuestro cuerpo, oxigenándolo,
alimentándolo y limpiándolo de impurezas.
Lucas usa la palabra henos sin referirla a ningún nombre concreto. Las dos
principales traducciones que existen de esta palabra son: UNO y HOMBRE. Por
tanto, el versículo se puede entender así: “De uno hizo que toda nación de la
humanidad habite sobre la faz de la tierra” o “de uno hizo toda nación de la
humanidad”. Y la segunda interpretación se refiere al primer hombre Adán. La
idea es: “de un mismo individuo” pero también “de una misma materia humana”.
El manuscrito añade haimatos con este sentido, “de una misma sangre”.
En mi opinión, la Nueva Versión Internacional de la Biblia traduce bien esta idea:
“De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra”.
Pues lo que pretende afirmar el autor de Hechos es la unidad de la raza humana

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y no su afinidad sanguínea en cuanto a los distintos grupos AOB, según los


conocemos hoy.
Por lo que respecta al origen genético de estos grupos sanguíneos, hoy se sabe
que todos dependen de un gen situado en el cromosoma 9, que posiblemente
mutó en el pasado originando los grupos existentes en la actualidad.
Aproximadamente el 40 por ciento de los europeos tienen sangre tipo O, otro 40
por ciento lo tiene A, un 15 por ciento tiene sangre tipo B y un 5 por ciento AB.
Las proporciones son parecidas en otros continentes, con la notable salvedad de
América, en donde su población nativa era casi exclusivamente del tipo O,
excepto algunas tribus canadienses, que con mucha frecuencia eran del tipo A, y
los esquimales, que a veces eran del tipo AB o B.
La distribución de los grupos sanguíneos en el mundo se debe probablemente a
la incidencia de ciertas enfermedades infecciosas. A medida que hostigaban a
nuestros antepasados, las grandes enfermedades epidémicas como sarampión,
viruela, tifus, gripe, sífilis, fiebre tifoidea, varicela y muchas otras, fueron dejando
su huella en nuestros genes. Las mutaciones que conferían resistencia
prosperaron, pero a menudo esa resistencia tenía un precio demasiado alto, la
incapacidad para recibir transfusiones del tipo de sangre indebido.
Es decir, que Dios creó a Adán y Eva sanos, robustos y con una sangre
determinada, pero el pecado, el deterioro ambiental y las enfermedades fueron
estropeando aquella perfección original y dando lugar a la aparición de los
diferentes grupos sanguíneos que existen en la actualidad.” – Notas del Dr.
Antonio Cruz (Teólogo y biólogo español).
2.2.1. Fuimos hechos seres naturales
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su
nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gen. 2:7). En la versión
BAD, dice: “Cuando llegó el momento oportuno…”. Dice la Biblia que fuimos
creados “del polvo de la tierra”. La palabra hebrea ‘adam, en su sentido
general, no tiene nada que ver con la masculinidad, sino más bien con
humanidad. ‘Adam probablemente se relaciona con el verbo ‘adom, el ser
rojo, que se refiere a la hermosura del ser humano. ‘Adamah, “tierra” o
“terreno” también podría derivarse de este verbo. De ahí que Gen. 2:7 diga:
“Entonces Jehová Dios formó ‘adam del polvo de ‘adamah”.

Fuimos creados del polvo de la tierra (Gen 2). El polvo de la tierra es un material cerámico, se
caracteriza por ser muy estable en el ambiente, debido a su configuración interna, el
posicionamiento de los átomos y sus enlaces. Dios no se equivocó al escoger ese respectivo
material, ya que nosotros debemos ser lo más estable con su creación en si. Si Dios hubiera
tomado otro material este por naturaleza se oxidaría con el ambiente, ya que buscaría su mayor
estabilidad.
Hasta el oro se oxida, solo que a una velocidad muy baja. Un óxido es un material cerámico, o
sea el metal se vuelve un cerámico para ganar estabilidad. Dios sopló aliento de vida (Génesis
2). Cuando alguien sopla, expulsa un gas. Características físicas de los gases, es el menos
denso de los estados esto le permite disiparse fácilmente, además es el que mayor volumen
ocupa debido a falta de enlaces primarios. Dios tampoco se equivocó en esto. Al soplarnos lo
hizo para que se llenará todo nuestro cuerpo y alma y tuviera una distribución correcta en todo

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nuestra vida, para que no faltara ninguna partecita sin que hubiera ese soplo de vida. En el
pasaje dice que sopló en la nariz, es el sitio donde normalmente entran los gases a nuestro
cuerpo y además influyen para bien o para mal dentro de nosotros. Dios sopló Hálito de vida
(“suave y apacible soplo de aire”– Diccionario Enciclopédico Salvat), para que en todo nuestro
ser, tanto interno como externo tuviéramos vida.
De una costilla sacó a la mujer (Génesis 2). Características de una costilla: la costilla es un
hueso, el cual se caracteriza por ser la estructura mecánica más estable para el diseño del
cuerpo humano. Los huesos son porosos, esto le permite ser muy liviano, pero debido a que es
un cerámico es muy resistente mecánicamente a la tracción, pero es muy frágil y puede
romperse al impacto con mucha facilidad. Dios tampoco se equivocó en sacar a la mujer de un
hueso. Ellas son las que proporcionan estabilidad al hombre, es el complemento perfecto, pero
son frágiles y livianas, o sea, con mucho cuidado uno debe tratarlas. (Apuntes a la materia
hechos por Gabriel Neira para la clase de Antropología Bíblica – Cencam Cali / 2007)

2.2.2. Fuimos creados seres espirituales


Por la manera en que recibimos vida (“Sopló en su nariz aliento de vida, y el
hombre llegó a ser un ser viviente” - Gn. 2:7) hallamos la relación especial
que tenemos con Dios.
Este acto divino explica por qué somos tan distintos al resto de la creación y,
también, por qué el hombre -no importa a dónde uno llegue en este mundo-
es un ser religioso.
El apóstol Pablo escribió a los romanos: “…porque lo que de Dios se conoce
les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de
él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación
del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que
no tienen excusa” – Romanos 1:19-20
Y antes de esto a los atenienses: “Dios toleró la ignorancia que el hombre
tenía en cuanto a esto en el pasado, pero ahora ordena que todos arrojen a
un lado los ídolos y lo adoren sólo a Él, porque ha establecido un día en el
cual juzgará al mundo con justicia por medio del varón que escogió y que nos
señaló al levantarlo de entre los muertos” – Hechos 17:30-31.
Leamos lo que San Pablo afirma en Romanos 2,12-15 en la versión Biblia al
día.
SIETE PROMULGACIONES DE LA LEY DIVINA16
Esta clasificación, ilustra el método de Dios de revelación gradual y progresiva, y de publicación
de su ley.
Primera Promulgación, Escrita en la naturaleza. Salmo 19:1
Segunda Promulgación, Escrita en la conciencia. Romanos 2:15
Tercera Promulgación, Escrita en tablas de piedra. Éxodo 24:12
Cuarta Promulgación, Cristo, la Palabra viviente. Juan 1:14
Quinta Promulgación, Todas las Escrituras. Romanos 15:4
Sexta Promulgación, Escrita en el corazón. Heb 8:10
Séptima Promulgación, Los cristianos como epístolas vivientes. 2 Cor 3:2-3

El hombre es un ser religioso porque tiene un origen divino. Esto se traduce


en dos grandes necesidades: Primero, una necesidad innata en el hombre de
saber lo que es bueno y lo que es malo. Segundo, una gran necesidad de
16
Biblia de Referencia Thompson – VRV 1960. Editorial Vida. Novena impresión, 1993. Pg. 1429

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adorar. Cuando estas dos necesidades son ignoradas, los seres humanos se
agrupan para conformar sociedades que proclaman sus propios códigos de
conducta, y adorar los ídolos que reflejan los estilos de vida deseados. No es
que el hombre inventó la religión para explicar lo inexplicable, sino que al ser
creado por Dios intuitivamente necesita comunicarse con su Creador. Como
decía Agustín de Hipona: “Oh Dios, tú nos has creado para ti mismo y no
descansaremos hasta haya reposo en ti”.
Cuando Dios crea al hombre y a la mujer, no los crea con su voz. Los crea
con sus manos. Eso es lo que nos dice Génesis 2: 7, 21-22 “Entonces Jehová
Dios formé al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de
vida. Y fue el hombre un ser viviente…entonces Jehová hizo caer sueño
profundo sobre Adán, y mientras este dormía tomó una de sus costillas y
cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre
hizo una mujer, y la trajo al hombre”. Los formó entonces con sus manos.
Una vez están creados, Dios habla. Adán y Eva fueron creados de forma
diferente. No con su voz y estaban acabados. Fueron creados con sus
manos para depender de su voz para siempre.
2.2.3. Fuimos hechos seres materiales
Otro hecho inquietante son los atributos especiales con que Dios dotó al
hombre. El conjunto de ellos nos muestra el valor especial del hombre:
 Jehová Dios les dio un lugar especial para vivir: El campo abierto no era
apropiado para esta criatura especial, ya que el hombre no es como los
animales. Necesita casa, abrigo, y techo.
 Los dotó con un sentido estético: la habilidad para apreciar lo artístico y lo
bello. “Y el Señor Dios hizo brotar de la tierra todo árbol agradable a la
vista” (Gn. 2:8).
 Les dio el sentido del gusto: Árboles “buenos para comer”. Hizo cada
cosa con un sabor especial para satisfacer el paladar del hombre.
 Les dio objetos de valor material: “El oro de aquella tierra es bueno; allí
hay bedelio y ónice” (Gn. 2:12). Dios en el Huerto de Edén, anticipa
nuestra necesidad de oro y piedras preciosas. El abuso, y el pecado,
ocurre cuando amamos más lo material que a Dios.
 Les dio animales, criaturas vivas para proveerles alimento, abrigo, y
entretenimiento: A la vez, estas criaturas servirían para recordarles la
diferencia entre ellos y el resto de la creación.
2.2.4. Fuimos hechos seres prácticos
A este ser especial, creado del polvo, Dios le dio la habilidad para trabajar:
“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para
que lo labrara y lo guardase” (Gen. 2:15).
El hombre al ser hecho a la imagen de Dios (Dios es un ser activo y creativo),
requiere responsabilidad y actividad para satisfacer sus habilidades creativas.
Dios dijo: “Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del
mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra”
(v. 28). El trabajo es importante para sentirnos satisfechos. Es el resultado de

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

la obra de nuestras manos lo que nos alegra. Algo parecido a lo que Dios
sintió luego de sus actos creativos. La Biblia dice: “Y vió Dios todo lo que
había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gen 1:31).
2.2.5. Fuimos creados seres racionales Gen. 2,19-20
“Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de
los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo
lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán
nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo” (Gen.
2:19-20).
Cuando La Biblia habla de “dar un nombre”, significa describir
conceptualmente las cualidades de lo nombrado. Por lo tanto, la tarea
encomendada a Adán era una responsabilidad científica.
2.2.6. Dios nos hizo seres sociales
Los sociólogos señalan que la gran aflicción del hombre moderno es la
soledad. Interesantemente esto fue lo que Dios le quitó al primer hombre:
Gn.2:18-25
Cuando Dios dice: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda
idónea”, no está hablando de la inferioridad de la mujer sino de la
insuficiencia del hombre. Esto indica que requiere ayuda y compañía. Para
satisfacer esas dos necesidades básicas, Dios establece el matrimonio.
A su vez hay quienes enseñan que el celibato agrada más a Dios. Veamos lo
que la Biblia enseña:
 Lev.21:13: En los tiempos del Antiguo Testamento el individuo más santo
era el sumo sacerdote; y siempre era casado.
 Jue. 14:2-3: Al nazareo, persona separada especialmente para servir a
Dios, se le permitía casarse.
 1 Cor. 7:7: En los tiempos de San Pablo, se cree que por razones de las
intensas persecuciones, a algunos les fue dado el don del celibato, pero
esto no era normativo.
 En toda la Biblia jamás se le ordena al hombre no casarse (1 Tim. 4:3).
Continuando el comentario, es interesante el dato que se nos da acerca de la
manera novedosa en que la mujer fue creada. Este detalla su importancia. El
hombre viene del polvo; la mujer de Adán: “fue tomada del hombre”.
Ese acto creativo tiene que ver,
- En primer lugar, de la relación que la esposa ha de tener con su marido.
Como indicó Adán, ella es “hueso de mis huesos y carne de mi carne”.
Eso habla de una unidad indispensable. Ver: Efesios 5:25,28-29.
- En segundo lugar, el hecho de que “fue tomada del hombre” señala que
posee la misma dignidad que el hombre y es igual a los ojos de Dios. Sólo
así puede ser “ayuda idónea” para él. “pues todos sois hijos de Dios por la
fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,
de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús.” Ver: Gálatas 3:26-28.
- En tercer lugar, puede y debe haber una diferenciación de roles. Cuando
el apóstol Pablo establece líneas de autoridad, lo hace para establecer un
orden de responsabilidades (1 Corintios 11:3). Dios estableció
autoridades sobre la tierra (Éxodo 18), ya sea padres para gobernar
familias o líderes para la iglesia, o para el gobierno, porque los
necesitamos para funcionar en la práctica. Pero no debemos confundir la
función social con el valor de la persona. Pues tanto el hombre como la
mujer son igualmente valiosos delante de Dios. “Pero en el Señor, ni el
varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer
procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede
de Dios.” Ver: 1 Corintios 11:8-9
La última frase del capítulo añade otro aspecto del matrimonio: “estaban
ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban”. Vivían
en tan hermosa armonía que no tenían nada que esconder el uno del otro.
El ser humano existe en una relación de varón y mujer (Gn. 1:27). Dios creó todas las cosas
dando una orden, menos al ser humano. Somos una unión entre polvo y aliento divino (Gn. 2:7).
Todo lo que Dios hizo fue bueno (Gen. 1:4, 10, 12, 18, 21, 25,31). Solamente una cosa no era
buena: que el hombre estuviese sólo. Por lo tanto creó a la mujer. La imagen de Dios se refleja
en ambos, varón y mujer (Gn. 1:27)
Dios no creó a Eva desligada del hombre, sino que utilizó la costilla de Adán para subrayar su
interdependencia: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn. 2:18-25).
En el propósito de Dios ninguno es inferior o superior al otro (Gn.1:28).

2.3. Características del diseño dado por Dios al hombre 17

2.3.1. El varón es la única criatura que fue “modelado” por Dios


Todo lo creado salió de la boca de Dios. La mujer del costado del varón, pero
el hombre fue modelado del barro por Dios. El hombre necesita en su
naturaleza más íntima sentir la mano del Padre que le modela y da forma a su
vida (Génesis 2:7).
2.3.2. Dios diseña al hombre para atender su voz. Por consiguiente
lo responsabiliza de sus acciones
El hombre fue diseñado para atender la voz de Dios (Gen 2:15-17). Sabe que
es responsable de sus acciones porque fue puesto en el huerto del Edén para
que lo cultivara y lo cuidara.
2.3.3. Dios usa su Palabra y las circunstancias para modelar el
carácter del varón (Salmo 107)
Cuando el hombre se resiste a escuchar a Dios, Él usará las circunstancias
para doblegar su autosuficiencia.
2.3.4. El hombre es desafiado a vivir para la gloria de Dios

17
Elaborado por William Vásquez para el XII Congreso de Hombres de Verdad. Medellín 2008

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Cuando la Biblia habla de que para justicia reinará un rey, también declara
que príncipes presidirán en juicio (Isaías 32:1-8). Cuando el hombre busca su
propia gloria, no sabe qué hacer con ella (Proverbios 25:27; Juan 7:18; 12:42-
43)
2.3.5. Dios hizo al hombre con una necesidad de compañía, que lo
lleva a una relación de complementariedad, y no de competencia,
con la mujer (Gen 2:18)
Aunque en el Edén Dios responsabilizó al hombre por obedecer la voz de su
mujer y no la suya (Gen 3:17-19), esto fue el resultado de no estar en sintonía
con Dios. Cuando el hombre escucha la voz de Dios y le obedece, Dios
promete exaltarlo sobre todas las naciones de la tierra (Deut 28:1-2). Esto
hace que la relación con la mujer sea una relación de complementariedad (Pr.
31: 10-12).
2.4. El diseño de Dios para la mujer
2.4.1. Fuiste creada por las manos de Dios, a imagen y semejanza de
Él 18

Todo lo creado salió de la boca de Dios. Mientras que el hombre y la mujer


fueron creados de una forma diferente: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó; Varón y hembra los creó” (Gen 1:27). En Efesios
2:10, Pablo declara que “somos hechura suya”. La palabra griega traducida
como hechura, es la raíz de la palabra poema en español. El hombre fue
creado del barro; La mujer del costado del varón. Ambos son un poema de
amor de Dios. Al ser creada del costado del hombre, Dios dio a la mujer una
fortaleza sin igual. ¿Cómo hizo Dios a la mujer? Resistente, pero frágil. Por
eso debe ser tratada con mucho cuidado.
2.4.2. La mujer NO fue creada para servir a Adán, sino para servir
CON Adán (Gen 2:18,23)
La Biblia también afirma que Dios diseñó a la mujer como “una ayuda idónea
para el varón” (Gen 2:18). Una lectura superficial del texto haría ver al varón
como el más importante, y a la mujer como sólo un ayudante. Pero al
profundizar en la expresión hebrea traducida por “una ayuda idónea” – nos
encontraremos con dos significados: Primero, se refiere a una persona que
realmente puede brindar ayuda porque es más capaz, más fuerte, un aliado
más inteligente. En el Antiguo Testamento se emplea la misma palabra para
hablar de la ayuda que Dios nos da (ver: Sal 121:1). El que ayuda es el que
tiene algo que ofrecer al que la necesita. Adán necesitaba ayuda. No tenía
compañera. Dios le creó una colega que le ayudara. Segundo, el significado
también revela qué clase de compañera le concedió Dios a Adán. Formó para
Adán una ayudadora igual a él. En Génesis 2:18, Dios le concede al varón
“una ayuda idónea… igual y adecuada a él”. ¿Cómo reaccionó Adán cuando
dirigió por primera vez su mirada a la mujer? “Esto es ahora hueso de mis

18
Tomado del libro “¿Por qué no la mujer? – Una nueva perspectiva bíblica sobre la mujer en la misión, el
ministerio y el liderazgo.” De Loren Cunningham y David Joel Hamilton. Editorial Jucum, 2003. Págs. 97-
100

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huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue
tomada” (Gen 2:23).
2.4.3. Fuiste creada para ser amada, cuidada y hermoseada
En Ezequiel 16:3-14, Dios se refiere a Jerusalén como a una mujer, y el trato
que recibe es un trato honroso: Dios la cuida y le brinda abrigo, cuando nadie
lo hacía (vs. 3-6). Cuando llega a la pubertad, Dios cubre su desnudez,
tratándola con honor y dignidad (vs. 7-8). Cuando es tiempo de amores, Dios
le da lo mejor, la hermosea y la hace suya (vs. 9-13). Toda su hermosura y su
grandeza se debía a causa de la hermosura de Dios sobre ella (vs. 14).
2.4.4. Fuiste creada para brindar ayuda a otros
En el Libro de Proverbios 31: 10-31, habla de una mujer cuya estima
sobrepasa a la de las piedras preciosas (vs. 10). El corazón de su marido
confía en ella, porque le da ella bien y no mal (vs. 11-12). Voluntariamente
trabaja con sus manos (vs. 13). Tiene sus propios negocios (vs. 18). Alarga su
mano al necesitado (vs. 20). Fuerza y honor son su vestidura (vs. 25). Es una
mujer que teme al Señor, y por ello será alabada (vs. 30-31).
2.4.5. Dios ha dado a la mujer que se ampara en él, la maravillosa
capacidad de afrontar el dolor y transformarlo en esperanza
En el libro de Rut, capítulo 1, podemos ver en acción lo que los psicólogos
llaman resiliencia, que es esa “capacidad del ser humano para hacer frente a
las adversidades de la vida, superarlas e incluso ser transformado por ellas.
2.4.6. Ni el varón, ni la mujer fueron creados por Dios como seres
autosuficientes e independientes. Esto es aún más evidente en el
ejercicio de su liderazgo
Un ejemplo palpable donde podemos ver la aplicación de este principio es en
el libro de Jueces 4:1-9. Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo (vs. 1).
Por la opresión de sus enemigos, Israel clama al Señor (vs. 3). Gobernaba en
aquel tiempo una mujer: Débora (su nombre significaba “abeja”. Esposa de
Lapidot, que significa “lámpara”). A través de ella Dios impartía su consejo a
todo el pueblo de Israel (vs. 5). Dios usa su extraordinaria prudencia y
sabiduría para exhortar a quien debía ejercer el liderazgo (vs. 6). Débora era
“el vaso más frágil”, sin embargo, su fe era más fuerte (vs. 7-10). Israel es
rescatado de las manos de sus enemigos por la acción concertada de Débora
y Barac (vs. 11-24). La mujer al igual que el varón fueron creados
dependientes de Dios e interdependientes entre sí. Dios puede usar el
liderazgo de la mujer para bendecir toda una nación entera.
2.4.7. El poderoso consejo de Dios a través de la mujer: un bien
escasamente aprovechado
 En el encuentro de la mujer de samaria con Jesús, junto al pozo de
Jacob (Juan 4): Después de ser restaurada por Jesús, su poderoso
consejo hizo que muchos hombres vinieran a Cristo (vs. 27-30, 39-42).
Esta capacidad de comunicarse con otras personas puede hacer de las
mujeres grandes evangelistas y consejeras. Esta mujer de Samaria fue la

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

primera persona que llevó las Buenas Nuevas fuera de los límites de la
cultura judía.
 La mujer a quien Jesús se le apareció resucitado (Mc 16:9-11): Jesús
escogió a esta mujer para comunicar el siguiente mensaje: “Ve a mis
hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios, y a
vuestro Dios” (Juan 20:17). Este era el mensaje que los discípulos
necesitaban recibir, y este es el mensaje que también los hombres y
mujeres de hoy necesitan recibir. Y Dios va a usar a las mujeres para dar
este mensaje en un mundo donde las personas se sienten solas y
desamparadas.
2.5. Conclusión
La imagen y semejanza de Dios se revelan tanto en el hombre como en la
mujer (Gen 1:27). Dios nos creó con funciones diferentes, pero
complementarias. No fuimos creados excluyentes el uno del otro. Quien no
entienda esto, se perderá las mejores oportunidades de crecer en la vida,
tanto si es hombre, como si es mujer. La mujer está siendo llamada a un
liderazgo único, en una hora única para la historia de nuestro pueblo. Pero así
mismo necesita experimentar sanidad de sus heridas, fundamentos
equivocados sobre su identidad que han pasado de una generación a otra y
descubrir en el creador su correcta identidad, para un correcto ejercicio de su
liderazgo. Liderazgo que como nunca necesitamos en esta época de tanta
soledad y desamparo.
2.6. ¿Bipartitos o Tripartitos?
Existe una polémica entre los que creen en una construcción tripartita de
nuestro ser y los que creen que es posible considerar adecuadamente al
hombre en dos niveles únicamente. Todas las partes en esta polémica
reconocen que el ser humano consiste por lo menos de una parte física que
muere y que necesita ser resucitada, y de una parte inmaterial que vive más
allá de la muerte, la parte propiamente llamada persona. La única cuestión es
si pueden diferenciarse dos partes en la parte inmaterial.
Sin embargo, no debemos perder de vista lo siguiente: Ya sea que hablemos
de dos partes o de tres partes que componen el ser del hombre, un individuo
es una unidad. Su salvación consiste en la redención de todo su ser, no sólo
de su alma o de su espíritu, del mismo modo que (estableciendo un
paralelismo en sentido opuesto) cada parte es afectada por el pecado.
Y esto es todo lo que implica la diferencia entre espíritu y alma en el esquema
de tres partes. Espíritu, alma y cuerpo son simplemente términos útiles para
hablar de lo que realmente significa ser un ser humano. El cuerpo, entonces,
es la parte visible de la persona, la parte que tiene vida física. Lo que importa
de esta discusión es que nuestros cuerpos son de gran valor y deberían ser
honrados por la manera como los tratamos. Como hombres y mujeres
redimidos, deberíamos considerar nuestros cuerpos como “templos” de Dios (l
Co. 6:19).

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

El alma es la parte del hombre que llamamos su "personalidad". En términos


generales, el alma se refiere a lo que hace de los individuos una persona
única, singular. Podríamos decir que el alma se concentra en la mente y que
incluye todo lo que nos gusta y lo que no nos gusta, nuestras habilidades
especiales y nuestras debilidades, nuestras emociones, nuestras aspiraciones
y todo lo demás que diferencia al individuo de los demás miembros de su
especie. Porque tenemos alma es que podemos tener comunión, amor y
comunicación entre unos y otros. Pero no sólo tenemos comunión, amor y
comunicación con los miembros de nuestra especie. También amamos y
tenemos comunión con Dios, para lo cual necesitamos un espíritu. El espíritu
es, por lo tanto, la parte de la naturaleza humana que entra en comunión con
Dios y participa en cierta medida de la esencia misma de Dios.

3. ¿Qué pasó con la imagen de Dios en el hombre?


Estudiemos ahora con mayor detalle lo que significa haber sido creados a
imagen de Dios.
Una de las cosas que significa es que las mujeres y los hombres comparten
esos atributos de la personalidad que Dios mismo posee, pero que los
animales, las plantas y la materia no poseen. Para tener personalidad es
necesario poseer conocimiento, sentimientos (incluyendo el sentimiento
religioso), y voluntad. La personalidad, en el sentido que la estamos
definiendo aquí, es algo que relaciona a la humanidad con Dios, pero que no
relaciona ni a la humanidad, ni a Dios, con el resto de la creación.
Otro segundo elemento implícito al haber sido creados a imagen de Dios es la
moral. La moral incluye, además, dos elementos adicionales: la libertad y la
responsabilidad. Para ser exactos, los hombres y las mujeres no poseen una
libertad absoluta. En otras palabras Adán, y Eva, no eran autónomos. Eran
criaturas y eran responsables de reconocer su estado en la obediencia.
El tercer elemento presente por haber sido creados a imagen de Dios es la
espiritualidad. La humanidad existe para estar en comunión con Dios que es
Espíritu (Jn.4:24). Aquí podríamos precisar que aunque tenemos cuerpos
físicos, como las plantas y los animales, solamente los seres humanos
poseernos espíritus. Y es sólo en este nivel del espíritu que podemos tomar
conciencia de Dios y estar en comunión con Él.
Por “imagen y semejanza” con Dios entendemos que nuestros padres, Adán y
Eva, fueron creados perfectos en su ser, naturaleza, y en sus conocimientos
(Col. 3:10), y en justicia y santidad (Ef 4:24). Adán tenía la capacidad de
poder comunicarse inteligente y directamente con el omnisciente Dios (Gen.
2:16,17; 3:8-10). La mujer también es mostrada con la capacidad de hablar y
razonar con inteligencia (G. 3:1-6; 4:1). Por esa perfección de su creación fue
que Dios pudo responsabilizarlos plenamente por desobedecerlo.
3.1. Una imagen hecha añicos
Cuando Dios puso a Adán y Eva frente a la prueba del árbol prohibido, que
debía servir como una medida de su obediencia y responsabilidad hacia
Aquel que los había creado, Dios dijo: "De todo árbol del huerto podrás

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el
día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gen. 2:16-17). Adán y Eva
comieron del árbol prohibido, y murieron. Sus espíritus, esa parte que podía
establecer una comunión con Dios, murieron instantáneamente. Su muerte
espiritual es obvia del hecho de que huyeron de Dios cuando Dios vino a ellos
en el huerto. Los hombres y las mujeres han estado huyendo y
escondiéndose desde ese entonces. Además también comenzó a morir el
alma, el asiento del intelecto, los sentimientos y la identidad. Es así como los
hombres y las mujeres comenzaron a perder el sentido de su propia identidad,
a dar rienda suelta a los malos sentimientos y sufrir la descomposición de su
intelecto. Al describir este tipo de descomposición, Pablo nos dice que,
habiendo rechazado a Dios, las personas inevitablemente “se envanecieron
en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser
sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en
semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedo y de
reptiles" (Ro, 1:21-23). Eventualmente, el cuerpo también muere. Así está
escrito: "Polvo eres, y al polvo volverás" (Gen. 3:19).
Podemos apreciar la gloria y la plenitud del evangelio cristiano, cuando Dios
salva a un individuo, porque salva a toda la persona. La salvación del espíritu
está en primer lugar; Dios establece contacto con la persona que se había
rebelado contra él. Esto es lo que se llama la regeneración o el nuevo
nacimiento. A continuación, Dios comienza su obra con el alma, renovándola
para que se asemeje a la imagen del hombre perfecto, el Señor Jesucristo.
Esta obra se conoce como la santificación. Por último, tendrá lugar la
resurrección, donde hasta el mismo cuerpo será redimido de la destrucción.
Pero además, como lo señala Pablo en 2a Corintios 5:17, Dios hace de la
persona redimida una nueva creación. No se trata solamente de poner
remiendos al espíritu viejo, al alma vieja y al cuerpo viejo; como si fuera
posible reparar la casa, en proceso de derrumbe, apuntalándola por aquí y
por allá y dándole una mano de pintura. Lo que si hace es crear un nuevo
espíritu, una nueva alma (conocida como el hombre nuevo) y un nuevo
cuerpo. Este cuerpo es del mismo orden que el cuerpo resucitado de nuestro
Señor Jesucristo. Hoy hemos sido salvados como cristianos, pero también
estamos en proceso de salvación, lo que implica que el presente también es
importante. Y, además, mantenemos nuestra mirada hacia el futuro, porque
sólo en la resurrección futura se completará la redención comenzada en esta
vida y podremos erguirnos perfeccionados delante de la presencia de nuestro
gran Dios y Salvador, y de Jesucristo.
3.2. Cuatro teorías que explican cómo opera la imagen de Dios en el
hombre después de la caída.
3.2.1. La imagen se entiende en términos de la capacidad moral
Esta interpretación es la que enseña la Iglesia Católica Romana. Puesto que
vivimos en un ambiente católico, es muy importante que la comprendamos,
pues el efecto de esa enseñanza influye en el pensamiento y conducta de
todos.

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

- Primero: Adán y Eva fueron creados moralmente neutros. Esto es, no


fueron creados buenos, ni fueron creados malos. Su cuerpo y alma
estaba sin pecado, ya que fueron creados en perfecta inocencia. No
tenían vicios ni defectos en sus cuerpos y almas. Sin embargo, fueron
creados con apetitos que podían conducirles a pecar, pero sus facultades
de razonamiento les alertaban de las consecuencias. Tal apetito es
llamado concupiscencia; no es pecado, sino el combustible que puede
ocasionar el pecado.
- Segundo: Dios, para prevenir el pecado, intervino y les dio lo que llaman
un donum supernaturalis (Un don dado por encima de lo recibido
naturalmente). Se explica así: Por faltarles fuerza para resistir el mal,
Dios les dio una medida adicional de gracia, a la cual ellos podían acudir
para recibir toda la fuerza necesaria para vivir como les correspondía.
- Tercero: ¿Qué perdieron en la caída? No perdieron su condición de
inocencia moral; perdieron esa donum supernaturalis, es decir, la gracia
que les daba poder sobre sus inclinaciones normales. El hombre, tal
como enseñan los católicos, nace con “inocencia moral”: no es bueno ni
malo. Llega a ser o “bueno” o “malo” por la conducta que escoge. Ya
que desde la desobediencia de Adán y Eva nace sin gracia, tiene que
luchar fuertemente para hacer obras que Dios acepte. Para ser “salvados”
de esa “caída”, ahora necesitan no sólo del perdón de Dios sino de una
nueva fuente de gracia especial.
- Cuarto: ¿Cómo se recupera ese donum supernaturalis? La iglesia, por
medio de los sacramentos, provee esa gracia, haciendo posible que los
pecadores logren poseer la justicia que el santo Dios demanda.
Resumen: La consecuencia de tal creencia es que el hombre, por ser
moralmente neutro –ni bueno, ni malo-, puede escoger ser malo o bueno. El
pecar no es innato, ni inevitable, ya que el hombre escoge lo que quiere
hacer. Las buenas obras, junto con esa gracia dispensada por la IGLESIA
contribuyen a la salvación. Pero aún más significativo, la muerte de Cristo
figura solamente como la base para el perdón, y nada más. Esa muerte no es
en esencia sustitutiva, ni la única provisión de Dios para salvación de los
pecados. La Iglesia, junto con el esfuerzo humano, es igualmente importante
para la salvación.
3.2.2. La imagen se entiende en términos de dominio y
representación
Algunos teólogos, apegados al movimiento ambientalista moderno, toman a
Génesis 1:27-28 como base para su concepto de la imagen de Dios en el
hombre: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, que gobierne y tenga
dominio. . .” ven una relación entre “dominio” e “imagen”. Para ellos es obvio
que la relación entre “imagen” y “dominio” en el texto aclara lo que es “la
imagen” de Dios en nosotros. Enseñan que la imagen se limita a la
obligación de ejercer dominio sobre la creación como representantes de Dios.
El deber humano, entonces, es reflejar “la imagen de Dios”. Esto se logra al
actuar en nombre de Él y a favor de la naturaleza y todo lo creado. Maneras
en que lo hacemos:

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Maneras en que lo hacemos: 1) Manteniendo la pureza de la naturaleza. 2)


Controlando la “polución” (o contaminación) que está destruyendo nuestro
planeta. 3) Protegiendo los animales, árboles, ríos, mar, etc.
Resumen: Como podemos ver, este concepto reduce a un mínimo el amplio
sentido bíblico de lo que es la imagen de Dios en nosotros. Llega a ser un
solo deber, una obra, una responsabilidad, y no propiedades de nuestra
personalidad que reflejen al Ser divino.
3.2.3. La imagen se entiende en términos de virtud moral
Martín Lutero fue el que elaboró esta interpretación de la imagen de Dios. Se
basó en dos enseñanzas bíblicas: Efesios 4:22-25 y Colosenses 3:9-10: “En
cuanto a su antigua manera de vivir, desháganse ustedes de su vieja
naturaleza que está corrompida, engañada por sus malos deseos. Ustedes
deben renovarse en su mente y en su espíritu, y revestirse de la nueva
naturaleza, creada según la voluntad de Dios (a imagen de Dios) y que se
muestra en la vida recta y pura, basada en la verdad”. “No se mientan los
unos a los otros, puesto que ya se han librado de su vieja naturaleza y de las
cosas que antes hacían, y se han revestido de la nueva naturaleza: la del
nuevo hombre, que se va renovando a imagen de Dios, su Creador, para
llegar a conocerlo plenamente”.
Según esta interpretación, el hombre cuando fue creado recibió “virtudes
morales excelentes” –como las de Dios—que representaban la “imagen de
Dios”. Al pecar, el hombre perdió la “imagen de Dios”, esa cualidad de
excelencia moral. Su entendimiento fue entenebrecido. Su disposición tornó
hacia el pecado y no a la santidad. Finalmente, su comportamiento llegó a
ser pecaminoso en lugar de justo. La imagen perdida se recobra por el acto
de regeneración y la obra santificadora del Espíritu Santo. El pecador, al
venir a Cristo Jesús, recupera la imagen de la excelencia moral perdida en la
caída.
Resumen: La objeción principal al concepto de Lutero –que el hombre al
pecar perdió la imagen de Dios- es que limita demasiado al hombre como
creación especial. No aprecia la totalidad de la grandeza de la creación del
hombre. La imagen se reduce sólo a la conducta o a lo moral, sin tomar en
consideración otras características en el ser humano que reflejan la persona
de Dios, por ejemplo, lo intelectual del hombre y su capacidad creativa,
evidentes aún en los que niegan a Dios.
3.2.4. La imagen se entiende en términos de personalidad
Varios teólogos evangélicos enseñan que esta explicación de la “imagen de
Dios” en el hombre se encuentra al definir lo que es ser “persona”. Tanto Dios
como el hombre poseen cualidades especiales que les distinguen de todo
aquello que es impersonal. Para ilustrar esta similitud se puede usar el
proceso común de hacer copias de un documento. Se lleva el original a una
fotocopiadora y sale una reproducción “semejante” al original.
Al definir esta posición se aclara:

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

 Lo que distingue a Dios del hombre: En ciertos aspectos el ser humano


se parece a Dios, en otros hay una diferencia abismal. Se entiende esta
diferencia por los atributos incomunicables de Dios:
o Su omnipotencia
o Su omnisciencia
o Su omnipresencia
o Su inmutabilidad (no cambia; es igual ayer, hoy y siempre).
 Similitudes del hombre con Dios: El humano se parece a Dios en lo
interno, no en lo externo. No es en el cuerpo, sino en aquello que no es
material. Se entiende esa similitud a través de los atributos
comunicables:
o Capacidad intelectual (seres racionales)
o Libertad moral (seres volitivos)
o Habilidad para amar (seres personales)
o Sentimientos (seres emotivos)
Textos bíblicos usados para afirmar esta interpretación: Génesis 5:1-3; 9:6; 1
Corintios 11:7; Santiago 3:9.
Las dos últimas interpretaciones tienen un gran valor. Dios no sólo es un ser
PERSONAL, también es un ser MORAL. No es sano dividir estos dos
aspectos, ni en Dios, ni en el hombre, puesto que ninguno es neutro. En la
caída, el hombre perdió lo que fue la plena imagen que tuvo al principio.
Perdió su parentesco con Dios en su conducta, aunque retuvo importantes
características de personalidad. El pecado distorsionó su naturaleza. El
nuevo nacimiento es el comienzo de un proceso de restauración de esa
imagen perdida, que la Biblia llama “santificación”, proceso que llegará a su
total perfección cuando lleguemos al cielo, donde nuestra restauración será
completada. El mensaje de la Biblia explica quiénes somos, y cómo llegamos
a ser. Contesta el gran interrogante acerca de qué nos pasó. Y nos presenta
el maravilloso remedio para nuestra dolencia.
3.3. Somos responsables
Otra parte de haber sido hechos a imagen de Dios es que somos agentes
morales responsables dentro del universo divino. La responsabilidad moral
está implícita en los atributos de nuestro ser (el conocimiento, los
sentimientos, la voluntad, y la conciencia de Dios) y en la prueba posterior de
obediencia a Dios (Gn.2:16-17). Este concepto ya está presente en el relato
de la creación. En el mismo versículo que se nos habla sobre la decisión de
Dios de hacer al hombre a su imagen también se nos dice que él ha de
señorear "en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en
toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra" (Gn.1:26).
Cualquier clase de dominio, pero este dominio por su alcance en particular,
involucra la habilidad de actuar con responsabilidad.
En la actualidad en el mundo occidental hay una fuerte tendencia a negar la
responsabilidad moral humana sobre la base de alguna clase de
determinismo. Dicha posibilidad no es aceptable en la Biblia. Hoy en día, el

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

determinismo toma una de las siguientes dos formas. Puede asumir la forma
de un determinismo físico y mecánico ("los seres humanos son el producto de
sus genes y de la química orgánica") o la forma de un determinismo
psicológico (“los seres humanos son el producto del medio ambiente y de su
historia pasada”). En ambos casos, el individuo está libre de responsabilidad
por sus actos.
El punto de vista bíblico no podría ser más contrario a esto. Schaeffer señala
que “como Dios ha hecho al hombre a Su imagen, el hombre no está preso en
las ruedas del determinismo. Por el contrario, el hombre es tan grande que
puede influenciar la historia para sí y para otros, para esta vida y para la vida
futura”. Hemos caído, pero aún en nuestro estado como caídos somos
responsables. Podemos hacer grandes cosas, o podemos hacer cosas
terribles, cosas por las que algún día rendiremos cuentas ante Dios. Existen
cuatro áreas en las que debemos ejercer nuestra responsabilidad:
Primero, Eres responsable ante Dios. Ap.20:12. Dios es el Ser que creó al
hombre y la mujer y les dio el dominio sobre todo el orden creado. Como
consecuencia ellos son responsables ante él por lo que hagan con la
creación.
Segundo, Eres responsables frente a los demás. Gen.9:6; Santiago 3:9-10.
En estos pasajes se prohíben los asesinatos y las maldiciones sobre la base
que la otra persona (aun después de la Caída) retiene algo de la imagen de
Dios y por lo tanto debería ser valorada por nosotros, del mismo modo que
Dios también la valora.
Tercero, Eres responsable frente a la naturaleza. Ro. 8:20-21. La manera
como nos comportemos frente a la naturaleza, si la cultivamos y la
desarrollamos, o si la utilizamos y la destruimos, tiene una dimensión moral y
ética.
Cuarto, Eres responsable ante ti mismo. Sal. 8:5;19 Fuimos colocados entre
los seres más superiores y los más inferiores, entre los ángeles y las bestias.
Lo que es significativo es que se diga que hemos sido colocados un poco por
debajo de los ángeles, en lugar de decir que fuimos colocados un poco por
encima de las bestias. Nuestro lugar y nuestro privilegio es ser una figura
intermediaria, pero una figura que mira hacia arriba y no hacia abajo. Cuando
rompemos esa ligadura que nos ata a Dios y tratamos de despojarnos del
gobierno de Dios, no nos elevamos para ocupar el lugar de Dios, como es
nuestro deseo, sino que nos hundimos al nivel de las bestias. Hemos llegado
a considerarnos como bestias ("el mono desnudo") o, lo que es incluso peor,
como máquinas.

19
Esta referencia a haber sido hecho "un poco menor que los ángeles” se aplica en una primera instancia
a la persona del Mesías venidero, el Señor Jesucristo. Pero es solamente con referencia a su Encarnación
que es empleada. Por lo tanto, la expresión y, en realidad, todo el salmo puede ser entendidos como
haciendo referencia a los hombres y las mujeres en general. Los versículos siguientes se refieren al papel
del dominio otorgado a Adán y Eva en el Génesis: “Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
todo lo pusiste debajo de sus pies” (Sal. 8:6).

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

4. Cómo revelamos o escondemos la imagen de Dios en nuestra identidad


sexual20
¿Puede realmente cambiar la persona quebrada relacional y sexualmente?
¿Puede encontrar liberación alguien atado a pautas adictivas de expresión
sexual? ¿Puede asegurar la sanidad alguien herido en su identidad sexual y
de género?
Muchos no saben qué es la integridad sexual, y mucho menos cómo lograrla.
Dios plantó en cada persona un deseo por algo superior y más verdadero que
su quebrantamiento sexual y relacional. Muchos tienen hambre de Él, la
única fuente de libertad a cualquier nivel. Entre estos hay quienes están
perdiendo la esperanza como cristianos. La mayoría esconde sus luchas de
otros creyentes por temor al rechazo. Algunos viven debilitantes vidas dobles,
oscilando entre ser buenos cristianos y ser feroces adictos sexuales en
cuestión de minutos. Otros se han dado por vencidos del todo y han optado
por resolver su dilema interior adoptando su quebrantamiento sexual y
relacional.
El término “quebrantamiento sexual” se aplica a la realidad del pecado y del
desorden sexual, que incluye a la homosexualidad, la adicción sexual y el
abuso sexual. Este ministerio también incluye problemas relacionales tales
como problemas emocionales y codependencia. Este enfoque se hace cada
vez más relevante para quienes simplemente necesitan sanidad de sus
identidades personales, y de las distorsiones relacionales que surgen del
quebrantamiento personal.
Al escuchar y ayudar a las personas con quebrantamiento sexual, los temas
que surgieron eran necesidades y problemas humanos, no precisamente de
naturaleza homosexual. Especialmente impresionante eran las batallas
libradas por los miembros en contra de la adicción sexual, y los efectos
traumáticos del abuso sexual en la infancia. La meta primaria de un programa
de discipulado efectivo está en ayudar a las personas a descubrir la presencia
afectuosa y poderosa del Dios que está presente a favor de sus luchas.
Adoptar Su amor en las raíces, las compulsiones, las autopercepciones y las
relaciones que le dan forma a esa lucha, es la clave para la liberación del
quebrantamiento sexual y relacional, y la liberación para relaciones
heterosexuales maduras.
Al iniciar un proceso de acompañamiento, usted se dará cuenta que lo que se
hace más evidente es la necesidad de honestidad, responsabilidad,
consistencia y fortalecimiento, lo cual se fortalece en un contexto de célula.
La sanidad comienza al expresar alguien su dilema en un contexto de amor y
apoyo santos.
4.1. Género y límites
Género y límites. Ambos son componentes claves de la sexualidad. El
género se refiere a la realidad de haber nacido ya sea hombre o mujer; la
identidad de género implica no sólo el componente biológico de género, sino
20
Texto tomado del material “Quebrantamiento sexual y relacional” de Andrew Comiskey. Del III
Seminario para pastores, consejeros y psicólogos cristianos. 11-15 de Abril de 2005. Medellín, Colombia

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

también el psicológico y emocional. La identidad de género se compone de la


manera en que pensamos y sentimos en cuanto a nosotros mismos.
La identidad de género es crucial para la sexualidad. Nos sentimos atraídos a
otros basados en autopercepciones y sentimientos en cuanto a nuestra propia
masculinidad o femineidad, y lo que percibimos como atractivo en cuanto a la
identidad de género de él o ella. A su tiempo, la sanidad de identidad de
género influye en el deseo sexual. Al sentirnos más seguros en los
sentimientos y percepciones de nuestro propio género, los deseos sexuales
cambian. Comienzan a fluir más normal y adecuadamente. En vez de
expresar la extrema necesidad y la confusión interna de uno, el deseo sexual
revela una solidez desde la cual el o ella busca amar a otros correctamente.
Los límites entran en juego aquí. Los límites separan a una persona de la
otra; son líneas invisibles pero muy reales que dan forma y protección a la
propia humanidad personal. Dado que somos conscientes de la naturaleza
buena y correcta de estos límites, tomamos decisiones en cuanto a lo que
haremos con el deseo sexual hacia otros. Un ejemplo obvio en cuanto a
romper los límites es el abuso sexual. Es este caso una persona adulta o
mayor impone su sexualidad sobre un niño, alguien que es demasiado joven
para consentir con ese acto, mucho más aún para contener esta imposición
violenta en su pequeña vida naciente.
La intención de las líneas límite es sostener el respeto y la dignidad
personales. Detrás de esas líneas, elegimos alimentar o reprimir o actuar de
acuerdo a nuestros deseos sexuales. Con esperanza aprenderemos a
administrar nuestras líneas de límite sexual, abandonándolas sólo en
relaciones íntegras y santas (Lc 21:19; 1Cor 9:10).
Género y límites son cruciales para la sexualidad. Cuando estamos
quebrantados en nuestras identidades sexuales, también son quebrantados
los límites y el género. La víctima de abuso, el adicto sexual, y el luchador
homosexual necesitan sanidad de identidad de género y la restauración de
límites quebrantados.
Gran parte de la sanidad opera cuando la persona descubre la importancia de
estos dos aspectos, y cómo el Padre Celestial es quien abre un camino para
que seamos sanados donde estamos quebrantados (Jn 6:37,39). Tal sanidad
libera nuestra sexualidad del estancamiento o la exageración; nos ayuda a
aceptar la buena dádiva de nuestra sexualidad y a permitirle tomar su lugar
normal en nuestras vidas.
El Padre se dedica libremente a la restauración de la identidad de género y
los límites de Su creación (y a su tiempo la liberación de una sexualidad
saludable) – Gn 1:26. Esto hace porque como nuestro Padre, El nos creó a
Su imagen como hombre y como mujer. ¡Su propósito para nosotros es
revelarse a Sí mismo sobre la faz de la tierra! Esto implica de qué manera
administramos nuestra identidad de género y los límites que protegen
nuestras pasiones. Somos llamados a revelar al Padre, no a pesar de nuestra
sexualidad, sino a través de la salud y santidad de la misma.

Pá gina 25
ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Es por esa razón que El actúa sin demora para impartir en nosotros sanidad y
comprensión en nuestro quebrantamiento sexual y relacional. Él sabe que allí
donde estamos dañados o confundidos en nuestra identidad de género, no
somos capaces de revelarlo claramente en nuestra humanidad. Y allí donde
nuestra sexualidad ha sido derrochada, o nuestra calidad de persona
agredida, nuestra humanidad se encuentra aún más velada. Como autor y
restaurador de nuestra calidad de persona, el Padre restituye Sus intenciones
originales para nosotros. Allí donde estamos quebrantados el imparte
sanidad (Sal 140:12); si estamos manchados, El promete purificación; donde
somos débiles e insignificantes, Su amor sin medida nos imparte la base para
una fortaleza nueva y duradera. El Padre es nuestra meta. Perseguir la
integridad sexual y relacional es en realidad ir tras el Padre que se nos ha
revelado en la persona de Jesucristo. ¿Su meta para nosotros? Que lo
conozcamos y amemos con todo nuestro corazón, mente y cuerpo, y
revelarse a sí mismo en la manera en que nos amamos unos a otros.
4.2. Sexualidad y Espiritualidad: Definiciones Necesarias
Es en la relación con el Padre que llegamos a ser íntegros sexual y
relacionalmente. Esto es así porque somos personas creadas para la pasión
(Ver material: Diseñados para desear, de la serie Discovery). En esencia
somos creados para amar a Dios; poseemos un inmenso vacío de adoración
dentro de nuestro ser que sólo puede ser llenado al dedicarnos al Señor. El
incita en nosotros una pasión santa hacia Él. La corriente viva del Espíritu
Santo fluye en nuestro ser y nos impulsa a inclinarnos y adorar al Rey (Salmo
47). Jesús dijo a la mujer adúltera de Samaria: “…mas el que bebiere del
agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4.14). El
propósito de Dios es que esa “agua viva” se convierta en la fuente de nuestra
principal pasión, es decir, el deseo de amar a Dios por sobre todo lo demás.
La espiritualidad puede ser definida como esa pasión por Dios. En su gran
pasión por nosotros, Dios nos libera para tener hambre y sed de Él; Dios se
convierte en nuestra principal pasión (Ver: Stg 1:22, 25). Antes que cualquier
cosa, como seres humanos somos esencialmente espirituales. Somos
creados para conocer a Dios y ser conocidos por Él.
Nuestras otras pasiones deben ser subordinadas a nuestra pasión espiritual
fundamental. De hecho, si vamos a adoptar la virtud de estas pasiones
menores, debemos estar creciendo en nuestra pasión por Dios. El creador de
nuestra humanidad es así liberado para inspirar nuestros afectos (2 Cor 3:17).
Esto es especialmente verdad en lo que se refiere a nuestros deseos y
anhelos sexuales. La sexualidad puede ser definida como el deseo físico de
no estar solos. Implica el anhelo que experimentamos en nuestro cuerpo y en
nuestro corazón de romper las murallas de la soledad física y unirse con otro
ser humano.
Aquí es donde tanto el género como los límites entran en el juego. Nuestras
percepciones de nosotros mismos como hombres y mujeres impactan la
dirección y la intensidad de nuestros deseos sexuales. Y como ya fue
anotado, los límites y la toma santa de decisiones entran a hacer parte de lo
que hacemos con nuestros deseos sexuales (Heb 5.14). A la luz de estas
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

variables, no debemos perder de vista la verdad de que nuestra sexualidad es


en esencia una buena dádiva. Dios consideró antes de la caída que Adán no
podía estar solo (Génesis 2:18). En consecuencia, debemos comenzar a
hacer las paces con la naturaleza inspirada de ese anhelo para aliviar nuestra
soledad corporalmente. Dios ordenó el componente sexual como parte de
nuestra calidad de personas. Y Él lo redime al darle nosotros el acceso a esta
fuente privada y profunda de deseo. Sin dudas, dar a Dios ese acceso suena
más fácil de lo que en realidad es. Para muchos de nosotros, la sexualidad y
la espiritualidad parecen tan lejos la una de la otra como el este lo está del
oeste, tan cohesivos como carne y espíritu. Tenemos la tendencia de ver
nuestra sexualidad en la oscuridad de su quebrantamiento. La sexualidad
llega a reducirse al “compulsivo monstruo interior” que eleva su horrible
cabeza para entregarse en actos genitales o en vínculo emocional
desordenado. La seducción, la obsesión, y el comportamiento orgásmico que
resultan en mayor quebrantamiento y necesidad, pueden haber afectado
nuestra definición de sexualidad. Para otros, el anhelo de no estar solos
significa la desesperación de una necesidad no satisfecha y una soledad
aparentemente crónica.
Nuestra única esperanza para la restitución de las buenas dádivas de la
sexualidad yace en el gran amor del Padre por nosotros tal como fue revelado
en Cristo (Jn 13:1; 17:6-12). Un alivio maduro de nuestra soledad, tanto física
como emocional, necesita de una relación madura con el Creador.
Necesitamos ser tocados por la corriente viva de Su gran pasión por nosotros
y nuestra pasión por El (Os 2:14-23). Es la única forma en que la corriente
menor de nuestra sexualidad puede ser limpiada y adecuadamente realineada
a Su buena voluntad e intención para la misma. Nos conectamos con otros
ya sea a partir del yo íntegro y santo que Él nos proporciona, o separados de
Él, lo cual resulta en un caos relacional (Romanos 1).
Nuestra sexualidad necesita que lo busquemos a Él primero y le entreguemos
nuestros anhelos, nuestras frustraciones y nuestros ídolos (Isaías 30:21-23; 2
Cor 3:18). Él recupera la buena dádiva al restaurar continuamente nuestra
verdadera calidad de persona. Desde el verdadero yo, la sexualidad toma su
lugar legítimo dentro de nuestra humanidad. Venimos a Él ciegos en nuestro
quebrantamiento y Él trae claridad; venimos necesitados y Él revela el
verdadero deseo de nuestro corazón. Venimos desnudos, y Él revela nuestra
vergüenza para revestirnos en gracia y verdad. Nuestra sexualidad, en su
estado inspirado y quebrado, debe ser entregada a su Creador y Redentor.
En Cristo, enfrentamos la maravillosa posibilidad de una renovación espiritual
que resulta en integridad sexual.
4.3. Reconociendo nuestra necesidad
La debilidad no es popular. Aunque nuestra cultura (cristiana o no) valora la
“salud”, raramente apoya la dolorosa toma de conciencia como el previo
requisito para la integridad. El quebrantamiento es un clamor lejano de los
modelos que admiramos. Como resultado, corremos a partir de lo que “es” en
nosotros con la esperanza de que mágicamente llegaremos a lo que
quisiéramos ser. Nuestros esfuerzos son en vano. ¿Por qué? Porque no
estamos reconociendo nuestra profunda necesidad. Podemos incluso usar a
Pá gina 27
ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Jesús como un encubrimiento, escondiéndonos de nosotros mismos bajo el


disfraz de la fe. Podemos tener una relación, pero no una comunión, incluso
tener experiencias, pero las convicciones se forjan en lo íntimo del ser,
cuando derramamos nuestra alma (1 Samuel 2:1-10), y para ello debemos
preguntarnos: ¿es más valiosa la apariencia de salud que la salud misma?
Procedemos con la esperanza de que las necesidades expresadas son el
primer paso para que las mismas sean genuinamente satisfechas (Stg 5:16).
4.4. Definiendo lo que se necesita reconocer
4.4.1. Pecado y necesidad:
Es en extremo importante que distingamos entre las necesidades legítimas
relacionadas con nuestra sexualidad y emociones, y las maneras falsas que
elegimos para satisfacer esas necesidades. Los anhelos sexuales y
relacionales llegan a ser pecaminosos cuando nos hacemos cargo de ellos y
decimos: “Así es como voy a satisfacer mis propias necesidades”.
4.4.2. Anhelo dado por Dios:
Ya hemos tratado anteriormente cómo nuestra sexualidad nos impulsa a “no
estar solos”. Dios nos ha dado un anhelo interno de buscar plenitud fuera de
nosotros mismos. La historia de Génesis que describe la unión de Adán y
Eva describe bien este anhelo de plenitud.
4.4.3. El hombre como Dios:
Adán y Eva aceptaron la mentira de que ellos tenían el derecho de elegir
independientemente de Dios. Esta es nuestra batalla: necesitar
desesperadamente a Dios y sin embargo resistirle, ser ambivalentes,
especialmente en las áreas profundas y sensibles, tal como las luchas
sexuales y relacionales de mucho tiempo, o eventos pasados traumáticos.
4.4.4. Hacernos cargo de nuestras necesidades:
En una relación alejada de nuestro Creador, tendemos a intentar satisfacer
nuestras propias necesidades de la mejor manera posible, pero no lo
logramos (Pr 3:5-8).
4.4.5. Pecado:
Falta fundamental de confianza e independencia de Dios para satisfacer
nuestras necesidades: Esta es la base de nuestro quebrantamiento.
Luchamos en vano para ser íntegros, alejados de Él. En esencia nuestro
problema es el orgullo, nuestra propia tendencia hacia la dependencia de
nosotros mismos, en vez de dependencia en Dios “Y todo lo que no proviene
de fe es pecado” (Romanos 14:23). “La vida natural en cada uno de nosotros
es algo egocéntrico, algo que quiere ser mimado y admirado, aprovecharse
de otras vidas, explotar el universo entero. Y especialmente quiere que lo
dejen solo: mantenerse bien lejos de cualquier cosa mejor o más fuerte o más
alta, cualquier cosa que lo haga sentir pequeño” – C. S. Lewis
4.4.6. El resultado del pecado:
Desintegración personal, al desafiar la fuente que es la base de nuestra
integridad: Sin estar centrados en Él, nos partimos. Nuestras partes

Pá gina 28
ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

quebradas y necesitadas llegan a ser nuestro amo, nos definen y nos


conducen, nos separan de nuestra fuente de esperanza.
4.5. La necesidad pecaminosa se expresa en las Escrituras como:
4.5.1. La hoja de higuera (Génesis 3:7):
La hoja simboliza nuestra propia tendencia de intentar escondernos de Dios y
de otros. Sentimos vergüenza, culpa, temor y mucho dolor por nuestro
quebrantamiento sexual y relacional, sin embargo tratamos de esconderlo.
Para muchos este encubrimiento resulta de una vergüenza que no proviene
de Dios. Los sentimientos penetrantes de ser “malo”, a causa de tener ciertas
clases de dificultades incluyen a esta vergüenza. Para algunos esta
vergüenza tiene sus raíces en el abuso infantil, el veneno del
quebrantamiento y la perversión de otro es asimilada por la víctima del abuso.
Él o ella interiorizan el pecado del abusador. A su tiempo llega a verse como
malo o sin valor, hasta merecedor de tal trato.
4.5.2. La vergüenza (Génesis 3:8):
Es también un problema para quienes tienen luchas sexuales desde hace
mucho tiempo. Su persistencia, a menudo sin tregua, se traduce para el
luchador de esta manera: “Debe haber algo en mí, debo ser malo”. El auto
aborrecimiento y el rechazo paralizantes son síntomas claves de una
vergüenza que no proviene de Dios. Esta vergüenza también puede venir por
la vía de comparación. Sentimos vergüenza de nosotros mismos, cuando nos
hemos comparado o hemos sido comparados desde temprana edad con
personas, o imágenes de lo que deberíamos ser. Esto nos lleva a luchar con
nosotros mismos, y al auto aborrecimiento cuando no logramos los
estándares que otros o nosotros mismos, nos hemos autoimpuesto. Antes de
proceder, debemos estar de acuerdo con el Padre en que Su amor por
nosotros es superior a nuestro auto aborrecimiento y rechazo (Nm 23: 8, 20).
Debemos aprender a apartarnos de la mentira de la vergüenza profana y
dirigirnos a la verdad de su amor.
4.5.3. Oración de Renuncia al Auto Aborrecimiento
“Padre, confesamos el pecado del auto aborrecimiento. Confesamos que nos
hemos vuelto en contra de nosotros mismos a causa de áreas quebrantadas y
descontroladas de nuestras vidas. Necesitamos Tu perdón por creer que
nuestro quebrantamiento es más poderoso que Tu amor por nosotros.
Establece en nosotros Tu amor inmutable. Consume nuestra vergüenza con
Tu radiante presencia”.
4.5.4. La futilidad y la carne (Efesios 4:17-19):
Estos versículos se aplican a no creyentes, pero conciernen a cristianos de
esta manera: el cristiano carnal, como el pagano, busca aliviar el dolor de su
pecado y quebrantamiento enterrándose aún más profundo en el placer del
pecado.
4.5.5. El dominio de la oscuridad (Efesios 2:2-3; 6:12):
El resultado de escaparse de Dios es la opresión, o llegar a estar bajo la
autoridad de Satanás en las áreas no rendidas de nuestra vida.
Pá gina 29
ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

4.5.6. Conformidad con el mundo (Romanos 12:2):


A su tiempo nosotros llegamos a ser definidos por formas falsas y paganas de
satisfacer nuestras necesidades.
4.6. Necesidad sexual y relacional
¡La necesidad sexual y relacional es el clamor del corazón que nos advierte
de nuestra gran necesidad de redención sexual y relacional! En vez de
escaparnos del dolor -El dolor cumple una función muy importante-,
necesitamos recibir su alerta roja de que ¡no todo está bien aquí!
4.6.1. Definición de quebrantamiento sexual y relacional:
Estamos quebrados en nuestra necesidad de amar a otros. Unos de esos
quebrantamientos es la Atracción hacia el mismo sexo (AMS). La AMS,
definida como la condición adulta de tener fuertes sentimientos emocionales y
eróticos por el mismo sexo en contraste con el sexo opuesto, señala una
lucha falsa por la plenitud de género. Por otro lado, algunos de nosotros
estamos atados a relaciones heterosexuales adictivas, ya sean emocionales,
eróticas o ambas. Aún otros han tratado de desactivarse sexualmente por
completo y aliviar el dolor y la confusión con el mito de la “asexualidad”. Esto
es especialmente cierto para aquellos expuestos a prematuras expresiones
quebradas de sexualidad en su niñez. Desde muy temprano, la sexualidad fue
experimentada como destructiva y caótica, produciendo el deseo de
desexualizarse como una forma de protección.
4.6.2. La sexualidad como una potente fuerza para bien y para mal
(Rom 6:16; 1 Cor 6:12):
Nuestros anhelos sexuales pueden ya sea realzar o destruir la vida, como lo
sugiere tu experiencia.
4.6.3. Diversidad de quebrantamiento sexual y relacional, y cómo
opera el Espíritu Santo:
Existen muchas expresiones de quebrantamiento, desde la adicción sexual a
la obsesión emocional y el enredarse en una forma promiscua de vida. Sin
embargo, cuando una persona ha recibido a Cristo, además de las variadas
expresiones de quebrantamiento, está unida en las profundas e inspiradas
ansias de integridad que el Espíritu Santo ha plantado en su corazón. Cristo
en ti mantiene vivo el clamor por justicia en todas las cosas ¡Incluyendo tu
sexualidad!
4.6.4. ¿Qué necesidades profundas proclaman en tu propia vida el
quebrantamiento sexual y relacional?
Fundamentalmente, tu necesidad más profunda es tener más de Dios, más de
su presencia afectuosa derramada sobre ti, dándote así la misericordia, el
poder y la guía que necesitas para llegar a ser libre.
4.7. Escapando del dolor y la inseguridad. ¿por qué huyes de tu
necesidad?
Debes identificar y admitir la resistencia real que enfrentas al intentar librarte
del quebrantamiento sexual y relacional.

Pá gina 30
ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

 Temor de afianzar el problema: “Si comienzo a ahondar en este


problema, me abrumará”.
 Temor a perder la auto-resolución y la auto-preservación: Mi “yo”
quebrado me define: ¿Qué me definirá y sostendrá si no tengo la “hoja
de higuera” de mi quebrantamiento? Esto es así en aquellos cuyas
identidades han tenido su raíz en el quebrantamiento sexual, por
ejemplo, aquellos con un estilo de vida donde se han abandonado a su
propio quebrantamiento sexual y relacional. También es así para
aquellos que se encuentran tan empapados en su propia recuperación
que han comenzado a vivir principalmente a partir de una identidad
enfocada en problemas (ver: Heb 12:1-4).
 Reevaluación dolorosa de lo seguro y conocido: “Me da miedo pensar
en cuanto a lo que percibo como bueno en mi vida obrando en contra
de lo bueno y superior que Dios tiene para mí.”
 Temor de sentir (ceder el control emocional). Es mucho más seguro no
sentir: “¿Qué me sucederá si permito que el dolor y la ira salgan a la
superficie?
 El “yo” religioso. En resumen, orgullo religioso: “He sido cristiano todos
estos años. No debería tener este problema”.
 Elevada necesidad de aprobación: “Si otros saben de mi lucha, perderé
la base de la aceptación”.
 Perfeccionismo: Llegar a estar bajo la autoridad del engaño religioso de
que “si no soy perfecto, no soy aceptable”. Entonces evades lo
inaceptable de ti en un esfuerzo inútil de convencerte a ti mismo y a
otros de que eres aceptable. Incapaz de recibir verdaderamente Su
presencia sanadora, tu alejamiento de El tomará una de dos formas:
 La persona pasiva y debilitada, que no puede escuchar
verdaderamente la voz del Señor ni responder a ella en
obediencia.
 El individuo agresivo, endurecido, cuya postura de control y
fortaleza no es más que un caparazón para protegerse del dolor
y la confusión en su interior.
 Teología defectuosa: A menudo somos culpables de elevar la bandera
de la victoria de Cristo antes de someter tu quebrantamiento real a Él.
Así Su victoria no se aplica donde realmente se necesita.
 Huir del dolor es huir de la realidad: “La neurosis siempre es un
sustituto del sufrimiento legítimo” -Jung.
A su tiempo, la verdadera libertad comienza cuando comienzas a confesar al
Señor y a otros el dolor real inminente.
4.7.1. Reconocimiento de tu necesidad: Acceso al crecimiento

Pá gina 31
ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Tu clamor por ayuda es escuchado por Aquel que prepara el camino para la
sanidad. Admites tu necesidad y las maneras pecaminosas en que has
intentado satisfacerla.
 Pobreza de Espíritu (Mateo 5:3): La poderosa motivación del tumulto
interior interno te impulsa a buscar otra opción, específicamente el
camino de la Cruz.
 La manera de Cristo: sanidad a través de la humildad. Jesús es tu
ejemplo clave y tu abogado al reconocer tu necesidad (2 Corintios 8:9;
Mateo 9:11-13).
 “El poder de la palabra débil” (Poder en la debilidad – 2 Cor 12:10). La
fortaleza más grande de Cristo fue revelada cuando se sometió
voluntariamente a la cruz. Entonces la fortaleza en ti se convierte en
una realidad verdadera al morir al dominio de nuestras debilidades.
 ¿Prostituta o Fariseo? (Mateo 21:31): Determinar las expectativas y
prioridades personales a la luz de las de Cristo. Tu debilidad es Su
oportunidad.
Dios ha de ser encontrado en el centro de tus profundos deseos y
antagonismos, tus esperanzas y temores no reconocidos. Es enfrentándolos
y siendo obligados a darte cuenta de tu debilidad y vulnerabilidad, que tomas
conciencia de Dios, tu fortaleza en la debilidad, tu Sabiduría en tu ceguera e
ignorancia. El santuario interno donde Dios habita no ha de ser encontrado
en la versión altamente editada e idealizada de ti mismo, en la que te gusta
creer y que intentas presentar a otros.
Al contrario, se encuentra a Dios al reconocer y someter las partes quebradas
y necesitadas de ti mismo a Su gran amor y orden. Allí sale a tu encuentro;
establece Su amor y misericordia en esas áreas donde más necesidad tienes
de Él.
El ejemplo de Pablo (2 Corintios 12:9-10): Los sanos no necesitan de un
médico; los religiosos no necesitan un Salvador. Sólo los quebrantados
saben lo contrario (Salmo 34:15-18; Isaías 57:15-21). En vez de ser un
obstáculo para Cristo, tu necesidad se convierte en el factor motivador que te
impulsa hacia Él. En cuanto a esto, tienes tres opciones. Puedes:
 Negar tu necesidad;
 Escapar de Dios y de otros con el temor de que se te descubrirá por
estar necesitado y sujeto a expresiones pecaminosas de tu necesidad;
o
 Reconocer lo que hay en tu vida y humildemente comenzar a permitir a
Jesús entrar en las grietas y sombras de tu humanidad caída. Esto lo
haces con la esperanza bien fundada de que tu debilidad puede llegar
a ser la puerta de entrada a través de la cual Dios saldrá a tu encuentro
de una forma rica y profunda (Romanos 8:18-27).
4.8. El Padre en pos de nosotros
4.8.1. Llegando a responder a su amor

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

La búsqueda más profunda en la vida, la cosa que de una manera u otra es el


centro de toda vida, es nuestra búsqueda de un padre, no simplemente el
padre perdido de nuestra juventud, sino la imagen de una fortaleza y
sabiduría externa a nuestra necesidad y superior a nuestro anhelo, con la cual
la creencia y el poder de nuestra propia vida pueden ser reunidos.
En la necesidad reconocida, clamamos a nuestro Padre Celestial. Nos damos
cuenta que Él se interesa profundamente por los anhelos de nuestro corazón.
Lejos de ser indiferente o estar indignado por nuestra lucha sexual o
relacional, descubrimos que Dios se interesa por los profundos clamores de
nuestro corazón. Descubrimos también algo más en cuanto a su inquietud.
Su alcance afectuoso hacia nosotros precede a nuestro amor por Él. Él ha
abierto un camino hacia nosotros. ¡Es Su poderoso amor por nosotros el que
hace posible que nosotros le amemos a Él! De esa manera, vemos que
somos completamente dependientes de nuestro Padre celestial. Todo lo que
podemos hacer pasa ser salvos y ser liberados es recibir el tierno amor que
continuamente Él extiende hacia nosotros (Juan 6:44-45).
4.8.2. El regalo del Padre, la respuesta de Nuestro Corazón
El corazón del Padre: Su reino viene a nosotros. El nos busca…El inicia.
El anhela una comunión de amor con nosotros. “Dios está buscando
pecadores e invitándolos a someterse a Su reino para que Él pueda ser su
Padre” (George Eldon Ladd).
El hace esto a la luz de lo siguiente:
 Nuestro valor como criaturas favorecidas con Su imagen.
 Dios quiere recuperarnos. Él ha puesto su imagen y semejanza en
nosotros; Él a su tiempo quiere que seamos sensibles a Él, Aquel a
quien fuimos creados para reflejar.
 Nuestra obligación de obedecer y confiar en Él como hijos de un Padre
afectuoso.
 En tiempos antiguos, los padres gozaban de autoridad incuestionable,
y derechos absolutos a la obediencia de sus hijos.
 Nos hemos apartado de Él, pero Su corazón de Padre hacia nosotros
permanece fiel. Su intención es que le amemos.
El considera necesario establecer Su reino en la tierra, para hacer que Su
reino venga a nosotros (Mateo 6:10). Su Reino incluye todo lo que
necesitamos para ser salvos. Cuando hablo de salvación, me refiero al
proceso dinámico por medio del cual somos liberados de cualquier esclavitud
que nos impide amar y ser amados por el Padre y por sus hijos. El reino de
Dios, Su reino en la tierra, rompe el poder de nuestro alejamiento de Él y nos
libera para vivir bajo la autoridad de nuestro Creador.
4.8.3. El corazón que responde
En relación a la divina voluntad masculina del Padre, somos todos
“femeninos”. Con esto quiero decir que solamente podemos responder a la
manera que Él ha provisto para nuestra salvación y sanidad. No llegamos a

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

alcanzar a Dios a través de nuestros esfuerzos religiosos; respondemos a su


iniciativa divina (Juan 3:16). Esta facultad del alma que recibe del Señor y de
otros es el componente femenino de la espiritualidad y la personalidad. Se
aplica tanto a hombres como a mujeres, en especial al buscar conocer y ser
conocidos por el Padre. Sin embargo, la mujer íntegra personifica la bondad
de lo femenino más que el hombre. Esto es obvio en su elevada capacidad
de recibir estímulo externo, de hacer de sí misma un hogar para otro. María,
la madre de Jesús, revela bellamente esta capacidad femenina. Al escuchar
de boca del ángel en cuanto a su futuro embarazo, María respondió
humildemente: “He aquí la sierva del Señor. Hágase conmigo conforme a tu
palabra” (Lucas 1:38).
Esa cualidad sensible y entregada surge del corazón. Implica conocer y
ser conocido en relación con el objeto del deseo de uno. Contrario a las
maneras masculinas analíticas de conocer que buscan conocer en cuanto a
algo o alguien, el corazón femenino descubre a través de relaciones. Por
ejemplo, María de Betania “sentándose a los pies de Jesús, oía sus palabras”
(Lucas 10:39); según Cristo, ella eligió la única cosa necesaria que no se le
podía quitar (vs. 42). María de Betania aprendió de Jesús estando en una
relación con Él.
El corazón anhela unidad con Aquel que es eterno. Responde a su
iniciativa todopoderosa pero tierna. Y no descansaremos ni podremos
hacerlo, según San Agustín, hasta que nuestros corazones descansen en
Dios. ¿Por qué, entonces luchamos tanto para permanecer en El, para
sentarnos a Sus pies y recibir de la fuente de nuestra salvación y sanidad?
Como cultura, valoramos las formas racionales e intelectuales de
conocer por sobre las formas más femeninas y sensibles de conocer.
Esto último a menudo se encuentra subdesarrollado en nosotros, mientras
que lo primero está desarrollado en exceso. Como resultado de este
desequilibrio, nuestros procesos de pensamiento pueden en realidad bloquear
nuestra capacidad de simplemente estar en la presencia del Señor.
Nuestra cultura, ya sea Cristiana o no, valora más el hacer que el ser.
Nuestro sentido de valor está desordenadamente enfrascado en la
productividad personal, en contraste con la calidad de nuestras relaciones.
Esto se aplica de manera puntual a nuestra relación con el Padre y la iglesia.
Tendemos a valorar los logros espirituales más que permitir que el Padre
logre Su voluntad en nosotros. Como consecuencia, hemos dejado de ser (Jer
2:5). Corriendo tras lo vano, nos volvemos vanos. Corremos para hacer
mucho por Él, al mismo tiempo que dejamos de estar en Él.
Un derrumbe temprano en la relación madre-hijo(a). La relación temprana
madre-hijo, es el canal que Dios usa para transmitir un profundo amor, y nos
capacita para ser y recibir, tanto espiritualmente como interpersonalmente. La
represión de lo femenino a menudo reside en las madres de la actualidad.
Separada de las bondades de su propia alma femenina, la madre muchas
veces puede ser incapaz de comunicar a su hijo(a) la maravilla y la
profundidad de lo verdaderamente femenino.
4.8.4. Sanando la Herida de Madre

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Asegurando un hogar interno: Una madre íntegra tiene la maravillosa


posibilidad de hacer de sí misma un hogar abierto para la vida de otro. El
sentido de ser de un niño está ligado al de la madre: Ella recibió la semilla, la
guardó, la nutrió en el vientre, luego, al dar a luz, le otorga al bebé un hogar
en sus brazos. Su contacto, su arrullo y sus caricias, la solidez de su mirada,
le dan al bebé un sentido de ser. La madre llama al niño a la vida a través de
su presencia. Ella despierta su alma, psicológicamente hablando, y le asegura
al niño que él o ella existe como una extensión de su vida. A través del
cuidado de la madre, el niño se asegura un hogar interno que puede recibir y
contener amor.
Ruptura del vínculo y el ser: La integridad y el bienestar de la madre le
otorgan al niño esa calidad de “franqueza en una actitud infantil de confianza”.
Recibir un amor constante de ella solidifica un sentido de ser en el niño, lo
cual lo capacitará para continuar recibiendo y luego dar en otras relaciones.
Pero a veces el infante no recibe suficientemente de la madre en los primeros
dos años de su vida, especialmente durante los primeros seis meses. Este
obstáculo en la recepción puede ser a causa de la falta de la presencia
materna (enfermedad emocional o física, muerte, aflicción, inhabilidad o
negación de vincularse con el niño), o la falta de la presencia del niño
(hospitalización). Dependiendo del grado de la separación, este derrumbe en
el vínculo madre-hijo, puede dejar al niño subdesarrollado en su capacidad de
recibir y contener amor.
Síntomas de la ruptura: La carencia maternal puede expresarse en un
apetito desordenadamente poderoso de contacto físico femenino, el cual en
cualquier sexo puede llegar a ser erotizado. También puede alimentar
dependencias emocionales poderosas caracterizadas por tendencias
“infantiles” de codicia y poder. Otros pueden experimentar este vacío como
una soledad temible, un abismo emocional, acompañado por sentimientos de
abandono. Algunos definen este estado como una sensación profunda de
vacío, con muy poco o ningún sentido de ser.
Recibiendo del Padre la confirmación y la infusión de ser: Nuestro Dios
se deleita en restaurar en Sus hijos un sentido de ser y una nueva capacidad
de dar y recibir amor. El conoce el vacío y el anhelo (como así también las
razones detrás de los mismos); Él también conoce cómo la restauración de
estas heridas profundas y carencias requieren de Su presencia sanadora. Él
nos otorga libertad de acudir a Él en nuestra necesidad, ya sea expresada en
adicción relaciones codiciosas o en una soledad igualmente paralizante. Él
nos reúne en Sus brazos; El restaura en nosotros ese verdadero centro en el
que recibimos amor y desde el cual podemos comenzar a amarle a El y a
otros a partir de una nueva solidez.
4.8.5. Oración de Ser
(Mientras que el líder hace esta oración en un grupo grande, es óptimo
que los miembros femeninos del grupo impongan sus manos sobre el grupo
para mediar la presencia sanadora de Dios a través del contacto femenino)
“Como David, quien asemejó su alma a “un niño destetado de su madre”
(Salmo 131:1-2), entramos en Tu presencia. Te reconocemos, Padre, como

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Aquel que es Tierno y constante. Venimos ante ti buscando la profundidad de


Tu afirmación y confirmación al nivel acorde a Tu intención. Con la ayuda del
Espíritu Santo, te entregamos el temor profundamente arraigado, el miedo y
la ansiedad que ha invadido nuestras vidas. Envuélvenos con tu presencia
afectuosa y continua. Por Tu gracia, asegura en nosotros aquella base de
nuestro ser que nuestra madre y otros no pudieron confirmar en nosotros.
Libéranos para recibir Tu amor, como el Creador y Redentor de nuestras
vidas. Llega a ser la base de nuestra seguridad como personas. Libéranos
para vivir Tu iniciativa de amor hacia nosotros.”
4.9. Conclusión
El Padre nos creó para Sí mismo. En su Vida encarnada en Jesucristo (Juan
1:14,16), y derramada sobre nuestra condición humana a través del Espíritu
Santo (Juan 14:15-17), somos rescatados de la muerte. Esta muerte ocurre
lentamente si fallamos en vivir Su presencia. Cuando nuestros corazones no
responden a la vida superior en Dios, dejamos de ser. “Porque en Él vivimos,
y nos movemos y somos” (Hechos 17:28a). Sin recibir su iniciativa divina, las
carencias de la infancia y las compulsiones adultas se apoderan de nosotros.
Pero en Él descubrimos la base de la verdadera libertad. En verdad, El es
nuestra libertad. Al buscar estar en Él, la sanidad se da como resultado (Juan
8:31-36).

5. El pecado
5.1. Definición del pecado
Resultaría mucho más agradable tratar las gracias y excelencias de nuestra
humanidad que tratar el tema de nuestra propia miseria y pobreza. Es esta
reflexión la que nos lleva a preguntarnos: ¿Qué es el pecado? ¿Por qué
peco? ¿De dónde proviene toda esa maldad que veo en mí y en mi prójimo?
¿Cómo se transmite el pecado? ¿Qué consecuencias trae? Estas y otras
preguntas relativas al pecado son estudiadas por la hamartiología, que es la
parte de la teología sistemática que trata el asunto del pecado. Este término
deriva de dos vocablos Griegos: hamartia, que significa literalmente “no dar
en el blanco”, ofensa, maldad, pecado; y logos, que quiere decir estudio. Por
tanto, la hamartiología intenta responder los planteamientos ya formulados.
Podemos definir el pecado de la siguiente manera:
“En términos generales el pecado es esa gran dañina enfermedad moral
que afecta a toda la raza humana, desde sus rangos más elevados, a
toda clase, a todo hombre y mujer, a toda nación, a todo pueblo, y a toda
lengua. Es una enfermedad que ha infectado a todo el mundo y se
evidencia claramente en todo nacido de mujer, con la sola excepción de
Jesucristo, el Hijo de Dios. El pecado particular o personal es el acto de
hacer, decir, pensar, imaginar cualquier cosa que no esté en perfecta
armonía y conformidad con la mente y la ley de Dios”. (Ryle, 1816-1900)

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Es importante aclarar que El hombre no es pecador porque peca, sino que


peca porque en esencia es pecador. Cuando hablamos del pecado en su
sentido general, nos referimos a la condición universal del hombre. Vemos
que no fue un pequeño resbalón que diera Adán y Eva en el huerto: fue una
severa caída con consecuencias espantosas que nos afectan a todos (Rom.
5:12-19). Todo hombre, toda mujer, están contaminados y manchados con
este mal. Es una herencia que pasa de generación a generación.
¿Qué es el pecado entonces? Es “el hacer, decir, pensar, imaginar cualquier
cosa que no esté en perfecta armonía con la mente y la ley de Dios". Esta es
simplemente una ampliación de lo que el apóstol Juan dijo: “El pecado es la
infracción de la ley” (1 Juan 3:4). ¿Cuál ley? La ley de Dios, esa ley que
explica la mente o el pensar de Dios. Esa ley que encontramos en la Biblia.
El pecado es cualquier infracción de lo que Dios ha prohibido. Lo describimos
así: Puede ser un acto de desobediencia a lo que Dios nos ha mandado.
5.2. El origen del pecado
¿De dónde viene el pecado? ¿Cómo entró en el universo?
Primero, aún antes de la desobediencia de Adán y Eva, el mal ya estaba
presente en el mundo angelical con la caída de Satanás y los demonios. Pero
con respecto a la raza humana, el primer pecado fue el de Adán y Eva en el
huerto del Edén (Gn. 3:1-19). El pecado ataca la base del conocimiento,
porque da una respuesta diferencial a la pregunta: “¿Qué es verdad?”.
Mientras que Dios había dicho que Adán y Eva morirían si comían del fruto
del árbol (Gn. 2:17), la serpiente dijo: “¡No es cierto, no van a morir!” (Gn. 3:4).
Segundo, el pecado ataca la base de las normas morales porque da una
respuesta relativa a la pregunta, “¿Qué es lo bueno?”. Dios había dicho
que era moralmente correcto para Adán y Eva no comer del fruto del árbol.
Pero la serpiente sugirió que estaría bien el comer y que al hacerlo ellos
llegarían a “ser como Dios” (Gn. 3:5). Eva confió en su propia evaluación de lo
que era recto y lo que era bueno o malo.
Tercero, Tercero, el pecado ataca la identidad de las personas, dando
una respuesta equivocada a la pregunta “¿Quién soy yo?”. La respuesta
correcta era que Adán y Eva eran criaturas de Dios, dependientes de Él y
sometidas a Él como Creador y Señor. Pero Eva y luego Adán, sucumbieron
a la tentación de ser como Dios” (Gen 3:5), con lo que intentaron ponerse en
el lugar de Dios, y por lo tanto a la deriva en cuanto a su identidad.
5.2.1. Los árboles del Edén
Edén significa “deleite”. Era un lugar perfecto, sin maldición ni pecado. Allí
reposaba todo bajo la esplendorosa bendición y presencia de Dios. Dentro de
ese jardín estaba “el árbol del conocimiento del bien y del mal”. ¿Por qué lo
colocó Dios en el Edén? El árbol sencillamente simbolizaba la autoridad del
Creador sobre su creación. La obediencia al mandato de no comer su fruto
representaba el reconocimiento a su dependencia de Dios. El hombre no
quiere ser probado debido a su orgullo: queremos ser seres totalmente
independientes libres de todo control, no importa cuál sea su origen.

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

El “árbol de la vida”, tenía amplia cabida en el Edén, pues es símbolo de todo


aquello que nos parece bueno: vida, salud, alegría, abundancia, perpetuidad.
Los dos árboles son símbolos de autonomía y responsabilidad. Dios no creó
al hombre para que fuese un títere indefenso y manipulado, sino un ser con
libre albedrío. ¡Qué gran carga de responsabilidad tiene este libre albedrío! Y
fue sobre este mismo punto que el tentador enfocó su estrategia nefasta:
“¿conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Gen. 3:1).
5.2.2. El tentador, autor de toda maldad
¿De dónde viene Satanás? La Biblia nos informa muy poco de su origen.
Estudie los siguientes pasajes: Isaías 14:12-15, Ezequiel 28:12-19, y Lucas
10:18. Muchos comentaristas bíblicos creen que el pasaje de Isaías 14:12-20
tiene doble aplicación: a) al Rey de babilonia; y b) más específicamente al
“príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2). Satanás es un ser creado, un
arcángel que se rebeló contra Dios (1 Pedro 5:8). El hecho de haber sido
creado indica la limitación de su poder. Él no es todopoderoso ni eterno, ni
está al mismo nivel del Trino Dios. ¿Qué hace el tentador? Entre lo mucho
que se puede decir de sus actividades, destacan dos: a) Procura destruir lo
que Dios ha hecho (véase Is. 14:17). b) Tienta al hombre a rebelarse contra
Dios (Gen. 3:1-5; Mt. 4:1-11). ¿Cómo lo hace? Se disfraza: nunca muestra su
personalidad diabólica (2 Cor. 11:14). En Génesis 3, se apodera de “la
serpiente”, “que era el más astuto de todos los animales del campo”, para que
Eva no pudiera sospechar de sus intenciones malvadas. Y para avanzar con
sus planes destructores, se aprovecha del engaño y la mentira (Jn. 8:44; Gen.
3:1-5).
5.2.3. La tentación
Durante la tentación se libró y se sigue librando una tremenda batalla
espiritual en el corazón del hombre entre elegir el consejo de Dios, o el
consejo del tentador. Y basta con ir al Edén para saber lo que estamos
diciendo. ¿Dónde tuvo lugar la primera sesión de consejería? Allí con Adán y
Eva, cerca de ese árbol cargado de frutos. Allí hubo la primera sesión de
consejería. Dios orienta las vidas de Adán y Eva; les dice, que se den a Él;
que le han de obedecer a Él; que solamente hay un mandamiento: “De todo
árbol del huero podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal
no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis
2:16-17). Esta constituía una revelación de Dios; una interpretación del
mundo. Respuesta coherente: No comemos. Ahora bien, llega otro consejero:
disfrazado de serpiente, y da otra voz, que no es la voz de Dios. Y esa
revelación hace que Adán y Eva reinterpreten el mundo de una forma
diferente. ¿Qué dice ese otro consejero? “No moriréis; sino que sabe Dios
que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,
sabiendo el bien y el mal (tal como Él lo sabe)” (Génesis 3:4-5). Y a Eva se le
enciende la bombillita y dice: “Así que yo sabré el bien y el mal…hasta ahora
yo no sabía el bien y el mal; Dios me lo tenía que decir; tenía que decirme:
Haz esto, haz aquello, no hagas lo otro. Yo no sabía el bien y el mal; o sea
que si como de esta fruta, YO SABRÉ lo que es el bien y el mal. O sea que no
necesitaré del consejero. Sino que yo seré mi consejera. Esto me gusta”… y
Adán y Eva comieron del fruto. Básicamente ¿qué están haciendo? Quieren
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

ellos ser independientes. No depender de la voz de Dios. Ser ellos sus


propios consejeros. Independizarse de su creador. Y escuchan la voz de
un consejero extraño.
5.2.4. La caída
5.2.4.1. ¿Por qué comieron del árbol de la ciencia del bien y del
mal?
5.2.4.1.1. Por infidelidad
Infidelidad, porque la orden de Dios había sido muy clara. Además, Él no les
dio motivo para que dudaran de su carácter; el Señor siempre fue fiel a su
palabra, bondadoso en sus acciones, amoroso en su trato.
5.2.4.1.2. Por rebeldía
Rebeldía, porque, especialmente en el caso de Adán, tomó de la fruta, siendo
consciente de lo que hacía (1 Tim. 2:14); desafiando, deliberadamente el
mandato de Dios.
5.2.4.1.3. Por orgullo
Orgullo, porque el acto de desobediencia daba a conocer su predisposición.
La serpiente les prometió: “Seréis como Dios”. Tanto Adán como Eva
comenzaron a decirse: “Subiré sobre las alturas de las nubes y seré
semejante al Altísimo” (Is. 14:14). No estaban satisfechos con su estado
natural. Por estas mismas tres razones pecamos hoy.
5.2.4.2. ¿Cuáles fueron las consecuencias?
Dios le dijo: “El día que de él comieres, ciertamente morirás”. Murió respecto a
Dios, es decir, la palabra “muerte” se usa de forma figurativa para describir la
separación drástica que ocurrió entre ella y su Creador. Pero, como veremos,
esa muerte también afectó la relación con su esposo y con la naturaleza que
la rodeaba. Adán por su parte no fue engañado, sino que cuando él tomó de
la fruta y comió deliberadamente, también declaró su independencia de Dios.
Las evidencias de esa muerte espiritual en cuanto a Dios son referidas por
Génesis 3:7-13. Dice: “Entonces fueron abiertos los ojos (1) de ambos, y
conocieron que estaban desnudos (2); entonces cosieron hojas de higuera, y
se hicieron delantales (3). Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba
en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron (4) de la
presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios
llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el
huerto, y tuve miedo (5), porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le
dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que
yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: la mujer que me diste por
compañera me dio del árbol y yo comí (6). Entonces Jehová Dios dijo a la
mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y
comí (7)” (Gn. 3:7-13).
 Ojos abiertos: Perdieron la inocencia (Gen 3:7a)

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

 Conciencia de su desnudez: En su inocencia no se escondían nada el


uno del otro. Ahora se ven en su nueva naturaleza, y el descubrimiento
de su desnudez espiritual les hace avergonzarse (vs. 7b)
 Vestidos de hojas: Procuran taparse, porque sienten vergüenza de lo
que son ahora (7c).
 Huida de Dios: El sentimiento de culpa por su desobediencia los agobia y
les hace esconderse del mismo Dios en el que antes se deleitaban (vs. 8).
 Temor: Lo que motiva su temor no es el pecado cometido, sino la
vergüenza que sienten por su desnudez: “Tuve miedo, porque estaba
desnudo”. Dios tiene que preguntarles: “¿Acaso has comido del árbol del
que te mandé que no comieses?”, Para apuntar su pecado (vs. 9-11).
 Disculpa del hombre: No siente, al parecer, pesar por su pecado.
Irresponsablemente culpa a la mujer, aquella en la que antes se había
gloriado (“¡carne de mi carne y hueso de mis huesos!”), y a Dios por
haberla creado (“La mujer que tú me diste”) (vs. 12).
 Excusa de la mujer: Acusa a la serpiente; no reconoce su propia
responsabilidad (vs. 13).
Es así que a través de la Biblia la palabra “muerte”, en este sentido figurativo
de separación de Dios, se usa para describir la condición espiritual de la
humanidad que no ha venido al arrepentimiento y al conocimiento de Dios
(véanse Dt 30:15; Jer 21:8; Ez 18:21,31; Lc 15:24; Jn 5:24; 8:51; 11:25; Rom
5:12-21; 1 Cor 15:21; Ef. 2:1,5; Col 2:13; nótese que en Hebreos 6:1 y 9:14 se
declara que aún las obras de justicia del hombre sin Dios son “muertas”, y
Santiago 2:17,26 va un paso más allá para indicar que la “fe” de ellos es una
fe muerta, si no se da a ver en una manifestación de vida visible).
5.2.5. La doctrina del pecado heredado
¿Cómo nos afecta el pecado de Adán? Las Escrituras nos enseñan que
heredamos el pecado de Adán en dos formas.
5.2.5.1. Heredamos la culpa
Somos declarados culpables a causa del pecado de Adán. Pablo explica los
efectos del pecado de Adán de la siguiente manera: “Por medio de un solo
hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte;
fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron” (Ro.
5:12). El contexto nos dice que Pablo no está hablando de los pecados que
las personas comente cada día, porque todo el párrafo (Ro. 5:12-21) está
haciendo una comparación entre Adán y Cristo. Nos está diciendo que por
medio del pecado de Adán la muerte se extendió a todos los hombres pues
todos pecaron. Pablo está diciendo aquí explícitamente que por medio de la
transgresión de un solo hombre “muchos fueron constituidos pecadores”.
Cuando Adán pecó, Dios consideró pecadores a todos los descendientes de
Adán. Aunque nosotros todavía no existíamos, Dios, mirando al futuro y
sabiendo que existiríamos, empezó a considerarnos culpables como Adán.
Esto es también coherente con la declaración de Pablo de que “cuando

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom.5:8). Por


supuesto, ninguno de nosotros ni siquiera existíamos cuando Cristo murió;
pero, no obstante, Dios nos consideró pecadores que necesitábamos
salvación.
La conclusión que podemos sacar de estos versículos es que todos los
miembros de la raza humana estaban representados por Adán en el momento
de su prueba en el huerto del Edén. Como nuestro representante, Adán pecó
y Dios nos consideró a nosotros culpables, como también a Adán.
La doctrina del pecado que heredamos de Adán se le llama doctrina del
“pecado original”. Sin embargo, el pecado del que habla no se refiere al
primer pecado de Adán sino a la culpa y tendencia a pecar con las que
nacemos. Es “original” en el sentido de que procede de Adán y es también
original en que lo tenemos desde el comienzo de nuestra existencia como
personas.
Cuando nos enfrentamos por primera vez a la idea de que se nos considera
culpables por causa del pecado de Adán, nuestra tendencia es a protestar
porque nos parece injusto. En realidad, no decidimos pecar, ¿no es cierto?
¿Cómo entonces se nos puede considerar culpables? ¿Es justo que Dios
actúe así? Podemos decir dos cosas para responder a esto:
 Todo el que protesta diciendo que esto es injusto olvida que él también ha
cometido voluntariamente muchos auténticos pecados por los cuales Dios
también lo considera culpable. Estos constituirían la base primaria sobre
la que se nos juzgará en el día final, porque Dios “pagará a cada uno
según lo que merezcan sus obras” (Ro. 2:6), y el que hace el mal pagará
por su propia maldad” (Col. 3:25).
 Si pensamos que es injusto estar representados por Adán, debiéramos
también pensar que es injusto estar representados por Cristo y que Dios
anote a nuestro favor Su justicia. Porque el procedimiento que Dios usó
fue el mismo, y eso es exactamente lo que Pablo está diciendo en Rom.
5:12–21
5.2.5.2. Corrupción Heredada:
Nuestra naturaleza incluye una disposición al pecado por lo que Pablo puede
afirmar que antes que fuéramos cristianos, “como los demás, éramos por
naturaleza objeto de la ira de Dios” (Ef. 2: 3). Todos los que han criado hijos
pueden dar testimonio experimental de que todos nacemos con esa tendencia
a pecar. A los niños no hay que enseñarles a hacer lo malo; lo descubren por
sí mismos. Lo que nosotros tenemos que hacer como padres es enseñarles a
hacer lo bueno, criarlos “según la disciplina e instrucción del Señor” (Ef. 6: 4).
Esta tendencia al pecado heredada no quiere decir que los seres humanos
son todo lo malvados que podían ser. Las sujeciones de la ley civil, las
expectativas de la familia y de la sociedad, y la convicción de la conciencia
humana (Ro. 2: 14–15), evitan el desenfreno particular y social. Sin embargo
cuando somos confrontados por la realidad de nuestro pecado, nuestra
tendencia es:

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

 Evitar los textos bíblicos que tratan el tema del pecado y no estudiarlos.
 Apuntar a pecados más horribles que los nuestros y que vemos en otros.
 Ver cómo arreglamos la comunidad y el mundo con programas sociales,
en lugar de buscar remedio y cura para nuestro propio mal.
5.2.5.2.1. En nuestras naturalezas carecemos totalmente de
bien espiritual ante Dios:
No es cuestión de que algunas partes de nosotros sean pecaminosas y otras
puras. Más bien, cada parte de nuestro ser está afectado por el pecado:
nuestros intelectos, emociones deseos, corazones (el centro de nuestros
deseos y de toma de decisiones), nuestra metas, y motivos e incluso nuestros
cuerpos físicos. Pablo dice: “Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza
pecaminosa, nada bueno habita” (Ro. 7: 18), y “para los corruptos e
incrédulos no hay nada puro. Al contrario, “tienen corrompidas la mente y la
conciencia” (Tito 1:15). Además; Jeremías nos dice: “Nada hay tan engañoso
como el corazón. No tienen remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” (Jer. 17:
9)
5.2.5.2.2. En nuestras acciones estamos totalmente
incapacitados de hacer el bien delante de Dios:
Esta idea está relacionada con la anterior. No solo no somos pecadores que
carecemos de todo bien espiritual en nosotros, sino que también carecemos de la
capacidad de agradar a Dios y la posibilidad de acercarnos a Dios por nosotros
mismos. Pablo dice que “los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden
agradar a Dios”. (Ro. 8:8). Además en términos de llevar fruto para el reino de Dios y
hacer lo que le agrada a él, Jesús dice: “Separados de mí no pueden ustedes hacer
nada” (Jn. 15:5).
5.2.6. Pecados en la vida
5.2.6.1. Todos somos pecadores ante Dios
Las Escrituras dan testimonio en muchos lugares de la pecaminosidad
universal de la humanidad. “Todos se han descarriado, a una se han
corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!” (Sal. 14: 3).
David dice: “Ante ti nadie puede alegar inocencia” (Sal 143: 2). Y Salomón
dice: “Ya que no hay ser humano que no peque” (1 R 8: 46; cf Pr. 20: 9).
En el Nuevo Testamento, Pablo desarrolla un amplio razonamiento en Rom 1:
1:18-3:20, mostrando que todas las personas, tanto judíos como griegos, son
culpables delante de Dios. Dice: “Ya hemos demostrado que tanto los judíos
como los gentiles están bajo el pecado. Así está escrito: “No hay un solo
justo, ni siquiera uno” (Ro. 3: 9-10). Pablo está seguro de que todos han
pecado y están privados de la gloria de Dios” (Ro. 3: 23). Santiago, el
hermano del Señor, confiesa: “todos fallamos mucho” (Stg. 3: 2), y si el, un
líder y apóstol en la naciente iglesia, podía confesar que había tenido muchos
fallos, nosotros también deberíamos estar dispuesto a reconocerlo. Juan, el
discípulo amado, quien estuvo siempre muy cerca de Jesús, dijo: Si
afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no
tenemos la verdad (1 Jn 1:8).

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

5.2.6.2. Cuatro observaciones acerca del pecado


5.2.6.2.1. La tendencia es creer lo que queremos creer,
aunque tengamos que torcer la verdad para creerlo.
¿Cómo empezaron todas las sectas, y por qué tienen tantos seguidores?
Tergiversan la verdad y forman su propia doctrina, la que más les conviene.
En Mateo 28.11-15, tenemos una interesante ilustración. Allí encontramos el
informe que llevaron los guardias a los líderes religiosos cuando vieron que la
gran piedra ante la tumba de Jesús había sido rodada y que Jesús ya no
estaba en la tumba. Al recibir ese temible informe, los sacerdotes les
instruyeron: “Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche y lo hurtaron,
estando nosotros dormidos”.
5.2.6.2.2. La mayoría de las personas no se dan cuenta de
sus falsos conceptos y distorsiones de la verdad.
Las personas metidas en sectas están tan seguras de que tienen la verdad
que rehúsan escuchar la razón. Nos dice el apóstol que “el dios de este
mundo ha cegado los ojos de los incrédulos para que no reconozcan la
verdad” (2 Cor 4:4). Cuando alguien quiere creer una mentira, es casi
imposible razonar con tal individuo. “Por esto Dios les enviará un poder
engañoso, para que crean en la mentira, a fin de que sean juzgados todos los
que no creyeron en la verdad sino que se complacieron en la iniquidad” (2 Tes
2:11-12). Así es también con algunas doctrinas que se han “extraído de la
Biblia”: se aceptan ciegamente sin examinarlas para ver si en realidad son
enseñanzas claras.
5.2.6.2.3. El pecado es invisible hasta que se denuncia
públicamente.
La gran mayoría de nosotros no podemos ver nuestros propios pecados.
Vemos con toda facilidad el de los demás, pero el nuestro nos es invisible.
Una vez que un pecado es denunciado, alguien nos acusa de haber hecho
esto o aquello, ¡qué agonía sufrimos! Ese pecado se levanta como un
monstruo que no nos deja quietos. También cuando el Espíritu Santo
denuncia un pecado, hace que nos moleste hasta que nos arrepintamos y lo
dejemos. Esta es la guerra interna que menciona el apóstol en Romanos 7
cuando dice que la “ley hace guerra con la ley de mi mente”. La conciencia
acusadora no nos deja tranquilos.
5.2.6.2.4. El pecado es una realidad en nuestras vidas,
aunque lo veamos desde la óptica de los prejuicios que
crean nuestras creencias y valores.
Nuestra tendencia es decidir personalmente lo que es bueno y lo que es
pecado por lo que oímos o por lo que categorizamos en nuestras propias
mentes. Por ejemplo, la Biblia señala que la “ira”, “malicia”, “maledicencia”,
“envidia”, “mentira”, “palabras deshonestas”, son pecados. Normalmente no
los clasificamos así. Más bien llamamos a estas cosas “fallas en nuestra
personalidad”, “cosas que heredamos del carácter de nuestros padres”, etc.
Sólo clasificamos como pecado el homicidio, el robo, el adulterio, y cosas que
la sociedad en general califica de malas. ¿Quién determina qué es pecado?

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

¿Tú?, ¿yo?, ¿Dios? Es por esto que no podemos confiar en nuestro propio
criterio, ni en el del vecino, ni el del periódico, ni el de una revista o libro.
Tenemos que depender de lo que Dios declara como pecado.
5.2.6.3. ¿La habilidad limita nuestra responsabilidad?
Si nuestra responsabilidad ante Dios estuviera limitada a nuestra capacidad,
los pecadores extremadamente endurecidos, que están muy esclavizados en
el pecado, podrían ser menos culpables ante Dios que los cristianos maduros
que se esfuerzan a diario por obedecerle. Y Satanás mismo que eternamente
solo puede hacer el mal, no tendría culpa en lo absoluto, lo que es sin duda
una conclusión incorrecta. La verdadera medida de nuestra responsabilidad y
culpa no es nuestra capacidad de obedecer a Dios, sino más bien la absoluta
perfección de la ley moral y la santidad de Dios (que se refleja en esa ley).
“Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.” (Mt 5:48).
5.2.6.4. La ley de Dios y su relación con el creyente
La ley de Dios (con excepción de las ceremoniales) es dada por Dios para el
hombre de todas las edades, y expresa Su voluntad moral eterna para el
hombre. Para comenzar, debemos comprender que a la ley nunca se le
obliga que cumpla con algo para lo cual no fue diseñada. La ley de Dios
cumple cuatro funciones, y sólo estas cuatro:
 Nos despierta a la necesidad de Cristo (Gal 3:24; Rom 7:13)
 Nos apunta a Cristo (Rom 8:1-3).
 Nos muestra la mejor manera de vivir, ya que nos revela al mundo tal
como es en realidad (Sal 119:97-98).
 Nos mide y nos evalúa para saber cómo estamos en nuestro andar
espiritual (Sal 119:49-56).
Cuando obligamos a la ley como creyentes a hacer algo adicional a estas
cuatro cosas, la usamos impropiamente. El fin de la ley nunca fue salvar a
un pecador ni hacernos santos. Somos libres. Es decir, podemos
obedecer o desobedecer la ley de Dios. Si la desobedecemos, nos
perjudicamos. Obedecer a la ley o desobedecerla no tiene que ver con
nuestra salvación, sino con nuestra relación con Dios. Cuando Él nos
regeneró por el poder del Espíritu Santo juntamente con esa nueva vida nos
dio el deseo de obedecerle. Y, para mostrarnos cómo es que Él quiere que
vivamos, nos dio su bendita ley.
5.2.6.4.1. ¿Por qué entonces se necesita la ley de Dios?
Es necesaria para saber qué es pecado ante los ojos de Dios. Dice San
Pablo que la ley fue dada para que una transgresión fuese reconocida como
una ofensa legal (Gal 3:19). Dios nos dio sus leyes, no para que él tuviera
motivo para castigarnos, sino para el bien del hombre. La ley de Dios
beneficia a todo hombre.
Hay quienes declaran que ya no estamos bajo la ley, que vivimos bajo la
gracia, por lo tanto no tenemos que hacerle caso a la ley. Hablan como si
fuera algo odioso, ofensivo, y malo. La ley de Dios, como las buenas reglas

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

de los padres responsables, es para el bien de los hijos. Por ejemplo, en la


ley que le pedía a un pecador el sacrificio de una ovejita como expiación por
el pecado, esa ovejita representaba al Cordero de Dios que más tarde moriría
por el pecado del mundo. Por supuesto, ya que Cristo murió, esa ley
sacrificial (ceremonial) no tiene validez, pero antes de la venida de Cristo era
una ilustración perfecta de que el inocente Hijo de Dios, igual que la ovejita,
cargaría toda la culpa del pecador en Su muerte.
Los Diez Mandamientos en muchos países fueron la base de los códigos
judiciales, los cuales se basan en leyes de la Biblia, precisamente por ser
justas y buenas. El propósito de la ley fue establecer “un reino de sacerdotes
y gente santa” (Ex 19:6). Dios que nos creó sabe que la sociedad funciona
mejor sin adulterios, sin homicidios, sin mentiras, sin idolatría. Los Diez
mandamientos, pueden ser vistos de una mejor manera, si nos detenemos a
considerar lo que cada uno en esencia protege. Consideremos varios
ejemplos:
 Yo, el Creador, “les entrego a mí mismo”, por lo tanto no necesitarán
imágenes inútiles de madera o de piedra, pues me tienen a mí que soy
Señor del universo.
 Yo les entrego mi nombre para que sean llamados por ese nombre.
Traten el nombre como una sagrada posesión y no lo manchen
tomándolo en vano.
 Yo he hecho la vida del hombre sagrada y eterna, estampando mi
semejanza en todo recién nacido. Protejan y valoren lo que he creado.
Dejen que viva, no lo maten.
 Yo les doy el matrimonio y el misterio e intimidad del amor entre un
hombre y una mujer. Presérvenlo íntegro y no permitan su disolución por
el adulterio.
Al ser esto verdad, ¿cuál es la preocupación del Apóstol Pablo en sus
epístolas? Lo que es malo es sustituir a Cristo con la ley. Pensar que por
obedecer la ley moral o la ley ceremonial podemos llegar al cielo. Esto es
hacer innecesario a Cristo. Esto es lo que Pablo arguye en su carta a los
Gálatas. Allí el apóstol, como lo hace en su carta a los Romanos, insiste en
que la reconciliación con Dios es sólo por medio de la fe, y no por las obras
(obediencia a la Ley de Moisés). A las iglesias de Galacia entraron unos
falsos maestros que enseñaban que la salvación se obtenía por dos cosas:
obediencia a la ley de Moisés, y también por medio de la fe en Jesucristo.
Enseñaban que, como exigía la ley ceremonial del Antiguo Testamento, se
deberían celebrar ciertos días sagrados (Gal 4:10) y que especialmente se
deberían guardar las leyes acerca de la circuncisión (Gal 5:2). San Pablo
enseñó que ese legalismo estaba totalmente equivocado. Es la fe puesta
únicamente en la obra redentora de Cristo lo que salva. NI LA LEY DE
MOISÉS, NI NINGUNA OBRA HUMANA, PUEDE DARNOS VIDA ETERNA.
Sólo Cristo Jesús, a través del Espíritu Santo, da nueva vida al creyente (Gal
3:1-5,21).
5.2.6.4.2. ¿Para qué sirve entonces la ley moral de Dios?

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Dice el apóstol: “Para poner de manifiesto la desobediencia de los hombres”


(Gal 3:19). El apóstol sigue su argumento en el libro de romanos: “De no ser
por la ley, yo no hubiera sabido lo que es pecado. Jamás habría sabido lo que
es codiciar, si la ley no hubiera dicho “No codiciarás” (Rom 7:7). Cuando el
apóstol dice: “Ustedes, hermanos míos, mediante la muerte de Cristo han
muerto con él a la ley… quedando así libres para servir a Dios en la nueva
vida del Espíritu, y no bajo la vieja ley escrita” (Rom 7:4-6), no se refiere a que
en nuestros días la ley moral de Dios no tenga efecto. Lo que dice es que
Cristo en su muerte sufrió todo el juicio requerido en esa ley. Al morir por
nosotros, también llevó nuestro castigo.
5.3. El pecado y el cristiano
Cuando un cristiano peca, su posición legal delante de Dios no cambia.
Todavía está perdonado porque “ya no hay ninguna condenación para los que
están unidos a Cristo Jesús” (Ro. 8:1). La salvación no está basada en
nuestros méritos sino en el don gratuito de Dios (Ro. 6:23) y la muerte de
Cristo ciertamente pagó por todos nuestros pecados: pasados, presentes y
futuros. “Cristo murió por nuestros pecados (1 Cor 15:3), sin ninguna
distinción. En términos teológicos, seguimos conservando nuestra
“justificación”. Además seguimos siendo hijos de Dios y todavía tenemos
membresía en la familia de Dios. En la misma epístola en las que Juan dice:
“Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos”
(1 Jn 1:8), se les recuerda también a los lectores: “Queridos hermanos, ahora
somos hijos de Dios” (1 Jn 3:2).
5.3.1. Tres consideraciones acerca de la nueva vida del cristiano
5.3.1.1. Por la obra divina del Espíritu Santo obrando en mí ser,
soy regenerado, he nacido de nuevo.
Esta verdad, sin embargo, no quiere decir que deje de ser hijo de Adán. Soy
humano, pertenezco a la especie humana y llevo las características de un ser
humano. Parte de esa humanidad es que hemos heredado la naturaleza
adámica, es decir, somos pecadores. Así que, por ser hijo de Adán, la “ley
del pecado” es una ley ilegítima pero muy real. Esto significa que aunque
pertenecemos al gobierno de Dios, hay otro poder dentro de nuestros
corazones que clama y demanda control. Dios debe ser el dueño total de
nuestras vidas, pero desde que Adán y Eva se rebelaron contra Dios y se
pusieron bajo el control del usurpador Satanás, el creyente vive en una lucha
continua entre dos fuerzas antagónicas:
 La carne, dominada por la “ley del pecado”. Salmo 51
 La nueva naturaleza (“hombre interior” – vs.22- que ha sido regenerada y
se deleita en “la ley de Dios”).
5.3.1.2. El pecado no sólo hace demandas, también logra ejercer
su influencia.
El hecho de que tengamos pecado que permanece en nuestra vida no
significa que hayamos perdido nuestra posición como hijos de Dios. En
términos teológicos, seguimos conservando nuestra “adopción”. ¿Qué se

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

afecta entonces? Nuestro compañerismo con Dios queda perturbado y


nuestra vida cristiana dañada. Pablo escribió que es posible para los
cristianos “[agraviar] al Espíritu Santo de Dios” (Ef. 4:30); cuando pecamos, lo
entristecemos y el pecado repetitivo hace que se apague su fuego en
nosotros. Cuando desobedecemos, Dios el Padre se entristece, de la misma
forma que lo hace un padre terrenal ante la desobediencia de sus hijos, y nos
disciplina.
Cuando pecamos como cristianos, no es solo nuestra relación personal con
Dios la que se ve afectada. Nuestra vida y fecundidad en el ministerio quedan
también dañadas. Jesús nos advierte: “Así como ninguna rama puede dar
fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco
ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí” (Jn 5:4). Cuando nos
apartamos de la comunión con Cristo a causa del pecado en nuestra vida,
dejamos de dar fruto. Pablo dice que cuando los cristianos ceden al pecado
se van haciendo progresivamente “esclavos” del pecado (Ro.6:16). Además,
cuando pecamos como cristianos sufrimos una pérdida de recompensa
celestial. Una persona que no ha edificado en la obra de la iglesia con oro,
plata o piedras preciosas, sino con “madera, heno y paja” (1 Co. 3:12) verá su
obra “consumida por las llamas” en el día del juicio y “sufrirá pérdida. Será
salvo, pero como quien pasa por el fuego” (1 Co 3:15). Pablo se da cuenta de
que es necesario que todos comparezcamos ante el Tribunal de Cristo, para
que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o lo malo que
haya hecho mientras vivió en el cuerpo” (2 Co 5:10). Pablo implica que hay
grados de recompensas en el cielo, y que el pecado tiene consecuencias
negativas en términos de pérdida de recompensa celestial.
5.3.1.3. El pecado ofrece placer. Asimismo, el que rechaza el
pecado será maltratado por los pecadores.
Un pasaje que explica esta verdad es hebreos 11:24,25: “Por la fe Moisés…
rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado
con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado”.
 Las recompensas de la “ley del pecado” están en lo que la Escritura llama
correctamente “los placeres temporales”. Reconozcamos que el pecado
da placer, de no ser cierto, ninguno de nosotros pecaría. Tan fuerte es la
realidad de este placer y la incitación a disfrutar de sus frutos, que los
hombres venden sus almas, su prestigio, sus posesiones por gozar de los
deleites del pecado, aunque esos deleites sean temporales. El placer del
sexo es real. El placer del dinero es real. El placer del poder es real.
 El vivir para Cristo y rechazar abiertamente ciertos “pecados” aceptados
por la gente trae retribución. Ni aún a los creyentes les gusta que se les
condene por cosas que ellos permiten. Por eso acusan de extremista o
fanático al que desea vivir para Cristo. Nos indica el texto que
consideramos que el que rehúsa seguir a la carne y al pecado sufrirá
“maltrato” con el “pueblo de Dios”. Es una observación interesante. Un
creyente que peca siempre es aceptado por otros pecadores. Pero un
creyente que rechaza el pecado y vive santamente es “maltratado” por los
pecadores. Los peligros, las penas, las burlas, el desprecio, la

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

persecución, la soledad que a veces sufre un creyente, todo ello


representa el “maltrato” de que habla Hebreos 11:25. Bien nos dice el
texto: “Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo
Jesús, serán perseguidos” (2 Tim. 3:12).
5.3.2. ¿Puede ser un pecado de omisión dejar de hacer lo que Dios
te pide?
La severidad con que Cristo trata el pecado de omisión debe hacernos
pensar. Dijo: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno... porque tuve
hambre, y no me diste de comer, tuve sed, y no me diste de beber, anduve
como forastero, y no me diste alojamiento. Me faltó ropa y no me disteis de
vestir; estuve enfermo, y en la cárcel y no me vinisteis a visitar. Preguntaron
ellos, ¿Señor, cuándo te vimos con hambre o con sed, como forastero, o falta
de ropa, o enfermo, o en la cárcel y no te ayudamos? Él les contestará: Os
aseguro que todo lo que no hicisteis por una de estas personas más
humildes, tampoco por mí la hicisteis. Esos irán al castigo eterno” (Mt. 25:41-
46).
5.3.3. ¿Puede cometerse un pecado en ignorancia?
Dios, al dar su ley, le reveló a Moisés el peligro en que estaba el pueblo de cometer
pecados inocentemente: “Di a los israelitas que, en aquellos casos en que alguien
peque involuntariamente contra alguno de los mandamientos del Señor y haga algo
que no está permitido, se hará lo siguiente. . .” (Lv. 4:1-35 y Núm. 15:24-29). En
estos pasajes se delinea la confesión y el sacrificio debidos para lograr perdón por
los pecados cometidos en ignorancia.
En su tema del siervo fiel e infiel, Cristo también habla de pecados involuntarios (Lc.
12:41-47). Entre otras cosas nos dice: “El siervo que sabe lo que quiere su amo,
pero no está preparado ni le obedece, será castigado con muchos golpes. Pero el
siervo que sin saberlo hace cosas que merecen castigo, será castigado con menos
golpes. A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho se le
confió, se le exigirá mucho más.”
5.3.4. La ignorancia nos lleva a falsas conclusiones
Se cuenta de un joven, que quería ser ordenado como pastor, a pesar de que no
tenía preparación bíblica, insistía en que se le examinara porque estaba seguro de
su llamado al ministerio. Así fue que un grupo de pastores se reunió y procedieron a
evaluar los conocimientos bíblicos del presunto candidato al pastorado.
La primera pregunta que se le hizo fue: “¿Cuál es tu libro preferido de la Biblia?”
Contestó:
--- El evangelio según el Buen Samaritano.
Los pastores se miraron entre sí, y uno le preguntó:
--- ¿Nos podrías contar algo de lo que dice ese evangelio?
--- Por supuesto --- dijo el joven, y con gran entusiasmo prosiguió: --- Hubo pues
un samaritano que salió de camino a Jericó. Pasando por la ciudad se dirigió a
Jerusalén. A su paso cayó entre ladrones. Estos le golpearon cuarenta días y
cuarenta noches y lo dejaron por muerto. Cuando pudo levantarse, parecía estar
lleno de mosto y tuvo hambre. Entonces los cuervos vinieron y le dieron de
comer. Le traían pan por la mañana y carne por la noche. Se levantó luego el

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Samaritano de aquel lugar y regresó a Jericó. Aconteció que entrando a Jericó,


levantó sus ojos y vio a Jezabel sentada sobre la muralla. Entonces dijo a los que
estaban con él: “Échenla de la muralla.” Y la echaron una vez. Y repitió: “Tírenla
otra vez.” Y la tiraron hasta setenta veces siete. De los restos recogieron doce
cestas y fue grande su ruina. Decidme, en el día de la resurrección, ¿de quién
será ella esposa?
Nos reímos al escuchar tan obvia tergiversación de la Biblia. La triste verdad es que
tal tipo de cosa sucede continuamente de labios de “maestros” que no conocen la
Palabra de Dios, y pretenden interpretarla. Toman pasajes y los citan, cambiando
por completo su sentido y su enseñanza. Los que escuchan conociendo aún menos,
lo aceptan como verdad. Así entra el error.
5.3.5. El peligro de “cristianos no convertidos”
Un estilo de vida de continua desobediencia a Dios emparejado con falta de
elementos del fruto del Espíritu tales como el amor, el gozo, la paz y otros (vea Ga 5:
22 -23) es una seria indicación de que probablemente esa persona no es de verdad
cristiana en su interior, de que no ha habido una auténtica fe de corazón desde el
principio y nada de obra de regeneración del Espíritu Santo. Jesús advierte que a
algunos que han profetizado, expulsaron demonios e hicieron milagros en su nombre
les dirá: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad! (Mt. 7:23). Y
Juan nos dice que el que afirma: “Lo conozco”, pero no obedece sus mandamientos
es un mentiroso y no tiene la verdad” (1 Juan 2:4; Juan estaba hablando aquí de una
forma de vivir persistente).
5.3.6. El castigo del pecado
Aunque el castigo de Dios por el pecado sirve como disuasivo en cuanto a
seguir pecando y como una advertencia para los que observan, esa no es la
razón primaria por la que Dios castiga el pecado. La razón primaria es que la
justicia de Dios lo demanda, a fin de que él sea glorificado en el universo que
ha creado. Él es el Señor que actúa en la tierra “con amor, con derecho y
justicia, pues es lo que a mí me agrada” (Jer 9: 24).
Pablo dice de Cristo Jesús que Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación
que se recibe por la fe en su sangre” (Ro 3: 25). Pablo entonces explica por
qué Dios ofreció a Jesús como “expiación” (esto es, un sacrificio que lleva
sobre sí la ira de Dios en contra del pecado y de ese modo, Dios transforma la
ira en favor): “Para así demostrar su justicia”. Anteriormente, en su paciencia,
Dios había pasado por alto los pecados” (Ro 3: 25). Pablo se da cuenta de
que si Cristo no hubiera venido a pagar el castigo por los pecados, Dios no
podría mostrar que era justo.
5.3.7. Fuentes equivocadas de autoridad acerca del pecado
5.3.7.1. La sociedad, la opinión pública, lo que dice la gente.
Una publicidad en Francia decía: “Un millón de franceses no pueden estar
equivocados”, como si la opinión de una gran agrupación de personas
determinara lo bueno o lo malo.
5.3.7.2. Lo que a veces oímos en los púlpitos o leemos en las
revistas religiosas o libros; la opinión personal.

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Pastores o líderes religiosos a veces dan opiniones erradas sobre lo que es y


lo que no es pecado, predicando sus propios criterios y no siguiendo lo que
dice la Biblia. Así a veces se inventan pecados y ponen cargas sobre la gente
que Dios nunca pensó.
5.3.7.3. Interpretaciones equivocadas, de pasajes difíciles de la
Biblia
Vamos a tratar ahora uno de los pasajes difíciles de la Biblia, sobre el cual
hay mucha divergencia de opinión. Si llegamos a esta porción con nuestros
prejuicios y nuestras opiniones, con dificultad aceptaremos lo que claramente
aquí nos enseña el Espíritu Santo a través del apóstol Pablo.
“Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el
querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no.
Porque no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practico.
Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado
que habla en mí.
Así que, queriendo hacer el bien, hallo esta ley de que el pecado habita en mí.
Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, pero veo otra ley en los
miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace
prisionero de la ley que está en mis miembros.
¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias a Dios por Jesucristo, Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la
mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado. -
Romanos 7:18-25
Este pasaje explica la lucha de una persona antes de aceptar a Cristo
como su Salvador. Imposible. Contestamos que tal explicación es imposible
ya que, aparte de la gracia de Dios obrando en el corazón, la persona sin
Cristo está en sus pecados, se deleita en el pecado, y se entrega al pecado.
No se preocupa por el pecado ni le aflige sobre manera.
Este pasaje explica un período de carnalidad en la vida del apóstol.
Improbable. No hay indicio bíblico ni secular para respaldar tal creencia.
En este pasaje el apóstol presenta un caso hipotético. Inconsistente.
Pablo en todo el libro habla en primera persona, y se usa a sí mismo como
ejemplo. Sería inconsistente en este capítulo introducir de repente un
elemento simbólico.
Este pasaje explica una simple realidad en todo creyente. Consistente.
Esta es la postura que la gran mayoría de expositores asumen al comentar
estos textos, y es una postura consistente con la experiencia de cada
creyente si analiza su corazón con honestidad.
5.4. El pecado imperdonable
Varios pasajes de las Escrituras hablan de un pecado que no será perdonado,
Jesús dice:

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Por eso les digo que a todos se les podrá perdonar todo pecado y toda
blasfemia, pero la blasfemia contra el Espíritu no se le perdonará a nadie. A
cualquiera que pronuncia alguna palabra contra el Hijo de hombre, se le
perdonará, pero el que habla contra el Espíritu Santo no tendrá perdón ni en
este mundo ni en el venidero. (Mt. 12: 31-32).
Encontramos una declaración similar en Marcos 3: 29- 30, donde Jesús dice:
“Excepto a quien blasfeme contra el Espíritu Santo. Éste no tendrá perdón
jamás; es culpable de un pecado eterno” (Mr.3: 29; cf. Lc. 12: 10).
Así mismo Hebreos 6 dice: Es imposible que renueven su arrepentimiento
aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don
celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado
la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de
todo esto se han apartado. Es imposible, porque así vuelven a crucificar, para
su propio mal, al Hijo de Dios, y lo exponen a la vergüenza pública (He 6: 4-6;
cf. 10: 26-27; también las reflexiones sobre el “pecado que lleva a la muerte”
en 1 Juan 5: 16-17).
Este pecado cosiste en el rechazo intencional, muy malicioso y difamador de
la obra del Espíritu Santo de testimonio acerca de Cristo y atribuir su trabajo a
Satanás. Un examen más detenido de la declaración de Jesús en mateo y
Marcos muestra que Jesús estaba hablando en respuesta a la acusación de
los fariseos de que “éste no expulsa a los demonio s sino por medio de
Belcebú, príncipe de los demonios” (Mt 12:24). Los fariseos habían visto las
obras de Cristo repetidas veces. El Señor acababa de sanar a un hombre
endemoniado que estaba ciego y mudo (Mt. 12:22). Las personas estaban
maravilladas y un gran número de ellas seguía a Jesús, y los mismos fariseos
habían visto muchas veces claras demostraciones del poder asombroso del
Espíritu Santo obrando por medio de Jesús para traer vida y salud a muchas
personas. Pero los fariseos, a pesar de estas claras demostraciones de la
obra del Espíritu Santo delante de sus ojos, deliberadamente rechazaron la
autoridad de Jesús y sus enseñanzas y las atribuyeron al diablo. Jesús les
dijo claramente que “toda ciudad o familia divida contra sí misma no se
mantendrá en pie. Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí
mismo, ¿Cómo puede entonces mantenerse en pie su reino? (Mt. 12: 25-26).
De modo, que era irracional y tonto que los fariseos atribuyeran los
exorcismos de Jesús al poder de Satanás. Eso era una clásica mentira
maliciosa y deliberada.
Preguntas de aplicación personal
- ¿Ha despertado la lectura de este capítulo una creciente conciencia del
pecado que permanece en su vida?
- ¿Puede usted mencionar alguna forma específica en que esto es cierto?
- ¿Puede usted mencionar algunos paralelismos entre la tentación que
enfrentó Eva y las tentaciones que usted enfrenta en su vida cristiana?
- ¿Realmente piensa que antes de ser cristiano, estaba totalmente
incapacitado para hacer algún bien espiritual delante de Dios?

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

- ¿Qué clase de libertad de elección tienen las personas no cristianas que a


usted le rodean?
- ¿Piensa usted que los cristianos de hoy han perdido bastante de vista lo
aborrecible que es el pecado? ¿Lo han perdido también los no cristianos?
- ¿Piensa usted que el mayor problema de la raza humana, y de todas las
sociedades y civilizaciones, no es la falta de educación, la falta de
comunicación, ni la falta de bienestar material, sino el pecado en contra de
Dios?

6. Lo que Cristo Jesús hizo en la cruz21


Un día alguien escribió acerca de la maldad que hay en el mundo. La manera en
que expresó sus sentimientos, merece nuestra atención:
Una vez me arañó un gato; ya no quiero saber nada de los gatos.
También me mordió un perro; no quiero saber nada de los perros.
Un vendedor ambulante me engañó; no quiero saber nada de vendedores
ambulantes.
Una maestra me avergonzó públicamente: ya no confío en maestros.
El pastor de mi iglesia dijo una mentira; ya no voy más a la iglesia.
Una mujer rechazó mi amor; ya no me interesan las mujeres.
Un policía me hizo una multa; no quiero saber de la policía.
Un extranjero se aprovechó de mí; no quiero trato con los extranjeros.
Un abogado me llevó a juicio; no confío en ningún abogado.
Un juez defraudó a un amigo mío; tampoco confío en los jueces.
Un amigo habló mal de mí; ya no quiero amigos.
Pero un buen día el diablo me contó lo que yo quería oír: que soy perfecto, que
tengo mis derechos, que debo hacer lo que yo quiera. Creí todo lo que me contó, y
me entregué a él. Ahora soy la persona más amargada y miserable del mundo.
¿Cómo reaccionas ante la maldad que hay en el mundo? ¿Te llenas de
indignación? ¿Procuras la vía del escape o de la negación? Al considerar como
reaccionas, bien podrías preguntar, ¿cómo ha reaccionado Dios ante la maldad
de toda la humanidad?
La primera reacción divina la encontramos en el huerto del Edén. Dios enfrenta a
la pareja desobediente y a la serpiente que engañó a Eva: “Haré que tú
(Satanás) y la mujer sean enemigos, lo mismo que tu descendencia (los hijos de
las tinieblas) y su descendencia (los hijos de la luz). Su descendencia (Jesús) te
aplastará la cabeza (una herida mortal), y tú le morderás el talón (una herida de
la que Jesús se recuperaría por Su resurrección)” (Gn 3:15, Versión Dios llega al
hombre). En este texto, llamado el “protoevangelio”, Dios maldice a la serpiente,
pero a Adán y a Eva les da una promesa de salvación.

21
El enfoque de este estudio está basado en varios textos de Antropología Bíblica, especialmente en el de
Les Thompson, “La Persona que soy”.

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Siglos más tarde Dios de nuevo llega a otra pareja. A María, descendiente de
Eva, le da un Hijo muy especial, y a José, descendiente de Adán, le da una
promesa singular: “Llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de
sus pecados” (Mt 1:21).
Por el pecado de nuestros primeros padres, por el pecado que de generación a
generación ha llenado la tierra de maldad y violencia, Dios podría habernos dado
a todos las espaldas. Pero el Dios “Tierno y compasivo, paciente y grande en
amor y verdad, que por mil generaciones se manifiesta fiel en su amor y perdona
la maldad, la rebeldía y el pecado” (Ex 34:6), envía a Jesús, Su Hijo unigénito,
para salvarnos de nuestros pecados.
¿Cómo Jesús nos salva? Esa salvación, ese rescate de los perdidos, esa vida
eterna es lo que estudia la soteriología. Vocablo que proviene del término griego
soterion, que significa rescate, liberación, seguridad, entrega, salida,
preservación. Hay cuatro palabras clave para ayudarnos a comprender lo que
significa nuestra salvación.
6.1. Propiciación
Como “propiciación” no es una palabra que usamos en nuestra conversación
diaria, es probable que no la conozcamos. Propiciación significa “tapar”, o
“apaciguar”, especialmente en relación a uno que está enojado; “propiciar o
intervenir a favor de alguien que está bajo la ira furiosa de otro”.
Citemos dos textos bíblicos que emplean este vocablo: Romanos 3:25, “…Cristo
Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre…” y
1 Juan 4:10, “En esto consiste el amor de Dios, que envió a su Hijo como
propiciación por nuestros pecados”. Para entender el uso de “propiciación” con
referencia a Cristo Jesús tenemos que entender, en primer lugar, la reacción de
Dios ante el pecado de los hombres. Dios está airado. Por ejemplo, leemos: “…
grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto
nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme
a todo lo que nos fue escrito” (2 R 22:13).
A través de toda la Biblia hallamos la expresión “la ira de Dios” (50 pasajes en el
Antiguo Testamento, 22 en el Nuevo). Cada vez que aparece esa expresión es
a consecuencia de la desobediencia o el pecado de los hombres. San Pablo lo
reitera con gran vigor cuando dice: “Porque la ira de Dios se revela desde el
cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres” (Rom 1:18).
Hoy en día enfatizamos tanto en el amor de Dios que nos es difícil pensar en un
Dios airado. Pensamos: “Dios ama al hombre, ¿cómo puede estar airado con
nosotros?” Podríamos ilustrar esta sencilla paradoja con el ejemplo de un padre
que ama a su hijo, pero reacciona con gran ira cuando ese hijo repetidamente le
desobedece. ¿Cómo piensas que se siente Dios al ver la horrible iniquidad que
azota a nuestro mundo moderno, no importa en qué país o en qué ciudad? Hay
una ola de maldad, odio, crimen, violencia, y pecado de toda clase que se
levanta en desafío contra el Dios santo y justo. Dios, nos dice la Biblia, está
airado, y con mucha razón.
En Apocalipsis, comenzando con el capítulo 15, leemos la predicción de las
últimas siete calamidades que han de venir sobre este mundo: “Vi en el cielo

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

otra señal grande y asombrosa: siete ángeles con las últimas siete calamidades,
con las cuáles llegaba a su fin la ira de Dios”.
6.2. La ira de Dios: Antropomorfismo
Hay un término que se utiliza en teología para explicar los sentimientos divinos:
antropomorfismo (antropos: hombre; morphos: forma). Es un concepto muy útil
cuyo sentido necesitamos comprender. ¿Cómo puede nuestro glorioso Dios
hacerse entender por nosotros, seres limitados y finitos? Él, siendo inefable, usa
terminología humana, conceptos humanos, para explicar lo que de otra manera
nos sería incomprensible.
La ira es algo que todos hemos sentido: un padre enojado, un jefe enojado, un
policía enojado. Cuando se aplica tal enojo a Dios tenemos que recordar que
todos los atributos de Dios operan en unidad perfecta. Un atributo en particular
no predomina sobre los demás. Así, en cuanto a Dios, aunque su ira no es un
atributo, está equilibrada con el atributo de justicia, y su justicia con su amor, etc.
Por lo tanto, decimos que la ira de Dios no es malévola, no es caprichosa o
vindicativa. Pero es justa y real. El hombre o la mujer que no viene al
arrepentimiento sentirán hoy o mañana, la furia merecida por su pecado.
Recuérdese el diluvio (Gen 6), a Sodoma y Gomorra (Gen 19), a Ananías y
Safira (Hch 5). El mismo Jesús dijo: “No temáis a los que matan el cuerpo, mas
el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y
el cuerpo en el infierno” (Mt 10:28).
6.3. Propiciación: El remedio contra la ira divina
Leímos al principio de esta discusión el texto: “En esto consiste el amor de Dios,
que envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4:10).
Cristo Jesús aplacó la ira de Dios cuando murió en la cruz, asumiendo en ese
acto voluntario el castigo que todo pecador merecía. Sobre Él, en esa cruenta
cruz, la justa ira de Dios fue descargada. Él tomó nuestro merecido castigo. Allí
apaciguó la ira divina. Por esa verdad es que todo aquel que en Él cree (acepta
a Cristo como su sustituto) ya no está bajo la ira divina, sino que disfruta de la
gracia, el perdón, y el favor de Dios.
La propiciación, entonces, es la primera gran verdad que aprendemos en cuanto
a la solución de Dios para nuestra condición de pecadores. Recordemos que
todo aquel que rechaza a Jesús, que desprecia ese magnífico sacrificio, no hace
otra cosa que hacerse sujeto de condenación: “Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron
más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Jn 3:17-19).
6.4. Redención
San Pablo habla de un segundo término que también está cargado de profundo
significado en cuanto a la solución divina para el pecado: redención. Redención
quiere decir: Pagar la demanda que pide la ley. Se redime algo cuando se paga
su valor total para poder poseerlo.

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

 Efesios 1.7: “En él tenemos redención mediante su sangre”.


 Colosenses 1.12, 13: “…Su hijo amado, en quién tenemos redención, el
perdón de los pecados”.
En tiempos de esclavitud, todos los hijos nacidos de los esclavos pasaban
también a ser posesión del amo. Nada le pertenecía al esclavo; todo era
propiedad del dueño. En el huerto de Edén hubo una autoventa: nuestros
primeros padres, al comer de la fruta prohibida, se vendieron a la esclavitud del
pecado. Desde entonces, automáticamente, todo ser nacido pertenece al
pecado. Pero Dios, nuestro primer dueño, nos amó tanto que para rescatarnos
de esa terrible esclavitud mandó a Su Hijo para redimirnos. Él, con Su sangre,
pagó el precio total de nuestra redención.
Se cuenta de una ocasión en que el famoso Abraham Lincoln libertó a una
esclava. En una gira política como candidato a la presidencia, llegó a un
poblado en el momento en que vendían esclavos en la plaza central. Una joven
negra, agraciada y hermosa, fue ofrecida en venta. Lincoln se acercó para ver la
suerte de la joven. Viendo las miradas lujuriosas de los que hacían
proposiciones por ella, con compasión decidió rescatarla. Ganó la subasta y con
mucha dificultad llevó a la renuente esclava a su carroza. Ella, no sabiendo qué
esperar, miraba a Lincoln con odio y desprecio. Pero él, tomando el documento
en venta, lo firmó, declarándola libre. La desencadenó y soltó diciendo: “Te
compré para darte libertad”. Ella, por fin reconociendo el acto misericordioso
por parte de aquel hombre desconocido, comenzó a llorar de gratitud. Se tiró de
rodillas ante él y entre sollozos le dijo: “Si eres un caballero tan noble y
generoso, me entrego libremente para servirte el resto de mi vida”.
¡Qué ejemplo de lo que hizo Jesús! Nos dice San Pedro: “No habéis sido
redimidos…con cosas perecederas como oro o plata, sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin tacha y sin mancha” (1 Pedro 1:18-
19). Si tú y yo hemos sido redimidos a cambio de tan grande precio, ¿por qué
seguimos entregándonos al pecado? (Véanse Hechos 20:28; 1 Cor 6.19-20;
7.23; 2 P 2.1).
6.5. Justificación
La justificación tiene que ver con un problema sumamente serio en cuanto a
Dios y al hombre. Dios es santo. El hombre es pecador. ¿Cómo puede ese
Dios santo tener contacto con el pecador? Para que esto sea posible, Dios tiene
que limpiar al hombre de su pecado. ¿Cómo logra Dios esa limpieza? Lo hace
a través del proceso de justificación. Veamos lo que esto comprende.
Este término merece una clara explicación ya que es un proceso indispensable
para nuestra salvación. Tiene que ver con el cumplimiento de las demandas de
la ley, las demandas de la justicia. Una persona justificada es aquella a la cual
no se le atribuye pena por delitos cometidos. San pablo aclara que envuelta en
el proceso total de salvación está la necesidad de ser justificados ante Dios:
 Romanos 3.24: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio
de la redención que es en Cristo Jesús”.

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

 Romanos 4.25: “(Jesucristo) el cual fue entregado por causa de nuestras


transgresiones y resucitado por causa de nuestra justificación”.
 Romanos 5.9: “Habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos
salvos de la ira de Dios por medio de él”.
Hay dos términos legales que nos conviene comprender: “amnistía” y
“justificación”:
 Amnistía: Perdonar sin castigar (donde no hay aplicación de justicia sino
perdón arbitrario). El de Dios no es arbitrario, en el sentido de que Su
divina justicia demanda castigo de muerte. “La paga del pecado es
muerte”. Dios demanda la muerte del que tiene pecado.
 Justificación: En su sentido judicial indica que todas las demandas de la
ley han sido satisfechas: al que era culpable se le declara justo, sin delito.
Aplicándose esto al obrar de Dios, quiere decir que para justificar tiene
que haber muerte, ya que esto es lo que Su divina ley demanda. Quizá la
siguiente ilustración lo aclare:
“Cuando salí de Cuba a los quince años de edad, mis padres me mandaron a casa
de mi abuela que vivía en el oeste de Canadá. Mucho podría decir de aquella
piadosa mujer, presbiteriana de pie a cabeza, que amaba y servía a Dios de todo
corazón. Baste decir que tuvo nueve hijos, y antes de nacer cada uno, mientras
todavía los llevaba en el vientre, los dedicaba al servicio misionero. ¡Cómo llegué a
amar y apreciar a esa santa mujer! Una vez le pregunté si había tenido problemas
con alguno de sus hijos. ¿Para qué le pregunté? Comenzó a contarme historia tras
historia de Cliff, su primogénito. Era rebelde, travieso, y contradictor. Su
comportamiento desesperaba a mi abuela.
Me contó de cuán difícil era disciplinarlo, ya que al parecer no respondía a ningún
castigo. Una vez mi abuelo lo llevó al establo donde guardaban caballos y vacas
para castigarlo por una falta. Mi abuelo, hombre de pocas palabras, pero de gran
carácter cristiano, tomó un látigo que usaba para controlar los caballos. Puso el
látigo en manos de su hijo Cliff, y entonces quitándose la camisa, dijo:
- Hijo, hoy voy a llevar el castigo que tú mereces. Pégame con el látigo en la
espalda hasta que fluya la sangre.
- Pero, papá, yo soy el culpable, no tú. No puedo pegarte –dijo el asombrado
muchacho. –Sí, hijo. Tu pecado tiene que ser castigado. Y yo voy a recibir tu
castigo.
Mi abuela lloraba al contarme la historia. Le pregunté si Cliff cumplió con la
demanda de su padre. -Sí –me dijo-, hasta que derramó su sangre. Tu abuelo llevó
las cicatrices hasta su muerte. Él era así; quieto pero severo.
- Y ¿cómo respondió Cliff? –indagué.
- Por primera vez comprendió lo que Cristo había hecho por los pecadores –me dijo.
(De paso, Cliff, más tarde, fue al África de misionero).”
(Tomado del libro: “La persona que soy” de Leslie Thompson. Editorial Unilit, 1997.
Pg. 113).
No conozco historia que explique la obra de justificación por Cristo. Él, en la
cruz, tomó el castigo en lugar de nosotros. Los latigazos se los dimos a Él,
nosotros, seres malvados. Nosotros, los hombres, lo clavamos sobre ese
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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

madero, por nuestros pecados. Nosotros, los hombres, lo coronamos con esa
cruel corona de espinas. Nosotros, los hombres, lo levantamos sobre esa cruz.
Nosotros, los hombres, abrimos su costado con una lanza. Nosotros, los
hombres, nos burlamos de Él mientras sufría muerte sin queja alguna. La única
palabra que emitió dirigida a los que le crucificaban fue: “Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34).
Yo culpable; Cristo Jesús inocente. Él, sobre la cruz, tomó mi castigo para poder
declararme perdonado y sin mancha, tan limpio como si nunca hubiera pecado.
La justificación no quiere decir que ya no peco, ni que no tengo pecado. La
justificación quiere decir que, cuando acepto a Jesucristo como mi sustituto por
fe, Dios me declara sin pecado. Por los méritos de Cristo me declara sin culpa,
como si nunca hubiera pecado. Mi limpieza está en Cristo Jesús y no en mis
obras ni méritos.
6.6. Reconciliación
Para estar completa, la salvación necesita de un elemento más: La
reconciliación con Dios. Pongámoslo así. Por el proceso de propiciación Cristo
pudiera haber quitado la ira de Dios. Ya con eso mucho se habría logrado. Pero
Dios con amor, añadió un elemento más: la redención. Con esos dos favores,
ya no sufría la ira divina. Fui librado de la esclavitud al pecado (libre para
escoger el pecar o no). En su bendita gracia añadió otro favor: la justificación.
Escondido en Cristo, Dios me miraba completamente perdonado y limpiado de
mi pecado. Ahí pudiera haber terminado la oferta divina. Y ¡cuán grande gracia
habría sido todo eso! Pero Dios en su soberanía quiso agregar algo más:
reconciliación. ¡Relación! ¡Comunión! ¡Amistad! ¡Compañerismo! ¡Unión!
¡Cielo!
Antes de pecar, nuestros primeros padres disfrutaron de la comunión íntima con
Dios. En el atardecer, Dios se les aparecía en el huerto de Edén para disfrutar
amistad y comunión con ellos. Entonces vino la interrupción del pecado. Y Dios,
por fuerza, tuvo que separarse de aquellos que contradijeron su ley. Ahora
vemos cómo somos reconciliados con Dios por medio de Cristo:
 Romanos 5.10: “Porque cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados
con Dios por la muerte de su Hijo”.
 2 Corintios 5.17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo
esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de
Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en
Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a
los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la
palabra de reconciliación”.
De todos los términos estudiados, este es el más emotivo. La mayoría hemos
experimentado una que otra reconciliación, al haber tenido un malentendido con
un amigo o con un familiar. ¡Qué lindo cuando una pareja – un matrimonio- se
reconcilia, cuando un hijo se reconcilia con su padre!
Cuenta la historia del hijo que salió de su casa por la ira del padre. Sus diferencias
eran irreconciliables. Cada vez que se encontraban, todo lo que hacían era pelear.

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

Así que el hijo un día empaquetó sus valijas y se fue a California (donde al parecer
se fugan los hijos que abandonan sus hogares en los Estados Unidos). Allá en
California vivió perdidamente, tratando de olvidar sus penas familiares por medio del
placer. Pero, en la providencia divina, se encontró con una señora cristiana que se
compadeció del joven. Lo llevó a su casa, lo cuidó, lo vistió y le dio hogar. También
le dio el evangelio. Y un buen día, el joven se entregó a Cristo. Con ese encuentro,
que cambió su corazón, un deseo de reconciliarse con su padre lo llenó. Pero tenía
temor de su padre. Todavía recordaba las peleas, las palabras, y los
malentendidos.
Decidió escribirle a su mamá y de esta forma averiguar el estado de ánimo de su
padre. La madre, contenta de recibir carta de su hijo perdido, contestó de inmediato
rogándole que regresara a su casa. Pero no le dijo nada del padre. Todavía
temeroso, el joven escribió a su mamá de nuevo. Le dijo que tomaría el tren de
regreso pero le advertía lo mucho que temía a su padre, indicándole que no quería
llegar a casa sin estar seguro de que él lo recibiría. Le pidió que si el padre estaba
dispuesto a perdonarlo y a reconciliarse con él, que colgara una sábana del árbol en
el patio de su casa. Al pasar en el tren (que precisamente corría por detrás de la
casa) vería el árbol. Si colgaba la sábana. Él llegaría a la casa. Acercándose al
poblado donde vivían, el joven tenía la cara pegada a la ventanilla del tren. Por fin
pudo distinguir su casa…y el árbol. ¡Este estaba cubierto de sábanas! El padre lo
recibiría; el padre quería reconciliarse con él.
Sobre el árbol del Calvario Dios ha colgado sus sábanas de reconciliación. Tan
cargado está de ellas que es lo único que se puede ver. Dios busca a su
criatura perdida. Dios brinda propiciación, redención, y justificación. Pero sobre
todo nos ofrece reconciliación. El hombre que antes ofendía a Dios, ahora, por
la obra completa y perfecta de Cristo Jesús, puede levantar su rostro al cielo y
decir: “¡Padre!” Y ese Padre lo oye, y le responde, y lo ama, y lo escucha, y lo
ayuda, y le prepara morada eterna. ¡Cuán gloriosa es la obra de salvación! Cuán
espantoso es pensar que el ser humano, sumido en sus pecados, desprecie esta
provisión tan grande.

7. Pactos entre Dios y el hombre22


Desde la creación del mundo, las relaciones de Dios con el hombre han estado
definidas por requerimientos y promesas específicas. Dios le expresa a las
personas cómo quiere que actúen y también Él se manifiesta dando a entender
al hombre cómo obra. La Biblia ilustra cómo ha sido la relación entre Dios y el
hombre, y con frecuencia llama “pactos” a este accionar específico de Dios. Un
pacto es un acuerdo legal, inalterable y divinamente impuesto entre Dios y
el hombre que estipula las condiciones de sus relaciones.

22
TOMADO CARPETA REGIÓN CENTRO
Y PDF. (Teología Sistematica Wayne Grudem ) pag 513- 550 Capítulo 25

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

La frase “divinamente impuesto” indica que el hombre nunca puede negociar con
Dios o cambiar los términos del pacto. El solo puede aceptar las obligaciones del
pacto o rechazarlas. Probablemente por esta razón los traductores griegos del
Antiguo y del Nuevo Testamento, no usaron la palabra griega común que
denotaba contratos o acuerdos en los que ambas partes eran iguales (syntheke),
sino que más bien eligieron una palabra menos común, diadsekh, que hace
hincapié en que las provisiones del pacto fueron establecidas solo por una de las
partes. De hecho la palabra diadsekh se usaba con frecuencia para referirse a
“testamento” o última voluntad” que una persona dejaba para indicar la
distribución de sus bienes después de su muerte.
7.1. El pacto de obras
Aunque el pacto que había antes de la Caída ha sido expresado mediante varios
términos (tales como el pacto adánico o el pacto de la naturaleza), la
designación más útil parece ser la de “pacto de obras”, puesto que la
participación en las bendiciones del pacto dependía claramente de la obediencia
u “obras” de parte de Adán y Eva. Los requerimientos de sus relaciones
aparecen bien definidos con los mandamientos que Dios les da a Adán y Eva
(Gen 1: 28-3’; cf. 2: 15) y en el mandamiento directo a Adán: “Puedes comer de
todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no
deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás” (Gen 2: 16-17).
¿Está todavía en vigor el pacto de obras? El pacto de obras todavía está en
vigor para todo ser humano aparte de Cristo, aunque ningún ser humano puede
cumplir con sus estipulaciones y conseguir sus bendiciones. Cristo obedeció
perfectamente el pacto de obras por nosotros porque él no cometió ningún
pecado (1 P 2:22), sino que obedeció a Dios en todo a nuestro favor (Rom 5:18–
19). En realidad, para los cristianos hoy pensar que estamos obligados a tratar
de ganar el favor de Dios mediante la obediencia sería apartarse de la
esperanza de la salvación. “Todos los que viven por las obras que demanda la
ley, están bajo maldición…es evidente que por la ley nadie es justificado delante
de Dios” (Ga 3: 10-11). Los cristianos han quedado liberados del pacto de las
obras por razón de la obra de Cristo y han sido incluidos en el nuevo pacto, el
pacto de la gracia (vea abajo).

7.2. El pacto de redención


Los teólogos hablan de otra clase de pacto, un pacto que no es entre Dios y el
hombre, sino entre miembros de la Trinidad. Es el pacto que llama el “pacto de
redención”. Este es un acuerdo entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
mediante el cual el Hijo está de acuerdo en hacerse hombre, ser nuestro
representante, obedecer las demandas del pacto de obras en nuestro nombre y
pagar el castigo del pecado que nosotros merecíamos.
En cuanto al Padre, este “pacto de redención” incluía un acuerdo de dar al Hijo
un pueblo que él redimiría para ser suyo (Jn 17:2, 6), enviar al Hijo para que
fuera su representante (Jn 3: 16; Ro 5: 18-19), preparar un cuerpo para que el
Hijo morara en él como hombre (Col 2:9; He 10:5), aceptarle como
representante del pueblo que habría redimido (He 9:24) y darle a él toda la
autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18), incluyendo la autoridad de

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

derramar el poder del Espíritu Santo y aplicar la redención a su pueblo (Hch 1: 4;


2: 23).
De parte del Hijo, estuvo de acuerdo en que vendría a este mundo como hombre
y viviría como hombre bajo la ley mosaica (Ga 4:4; He 2:14.18), y que se
sometería en perfecta obediencia a todos los mandamientos del Padre (He 10:7-
9), se humillaría a sí mismo y se haría obediente has la muerte en la cruz (Fil
2:8). El Hijo también estuvo de acuerdo en formar a un pueblo para sí mismo a
fin de que ninguno de los que el Padre le iba a dar se perdiera (Jn 17: 12).
El papel del Espíritu Santo en el pacto de redención a veces se pasa por alto en
las reflexiones sobre el tema, pero sin duda era único y esencial. Estuvo de
acuerdo en hacer la voluntad del padre, llenar y facultar a Cristo para que llevara
a cabo su ministerio en la tierra (Mt. 3:16; Lc 4:1,14,18; Jn 3:34) y aplicar los
beneficios de la obra redentora de Cristo a los creyentes después de que Cristo
regresara al cielo (Jn 14:16-17; Hch 1: 8; 2:17-18, 33).
7.3. El pacto de gracia
7.3.1. Elementos esenciales
Cuando el hombre no obtuvo la bendición ofrecida en el pacto de obras, se hizo
necesario que Dios estableciera otro medio, uno mediante el cual el hombre
pudiera ser salvado. El resto de las Escritura después del relato de la Caída en
Génesis 3 es la narración de la acción de Dios en la historia para llevar a cabo el
maravilloso plan de redención a fin de que las personas pecadoras pudieran
entrar en compañerismo con él.
Las partes en este pacto de gracia son Dios y el pueblo que él redimiría. Pero
en este caso Cristo cumple con un papel especial como “mediador” (He 8:6; 9:
15; 12:24) en el cual cumple por nosotros las condiciones del pacto y de ese
modo, nos reconcilia con Dios. La condición (o requerimiento) de la participación
en el pacto es tener fe en la obra de redención de Cristo (Ro 1: 17; et al.). Este
requerimiento de fe en la obra redentora del Mesías era también la condición
para obtener las bendiciones del pacto del Antiguo Testamento, como Pablo lo
demuestra claramente por medio de los ejemplos de Abraham y David (Ro 4: 1-
15). Ellos, como otros creyentes del Antiguo Testamento, alcanzaron la
salvación mirando hacia el futuro a la obra del Mesías que iba a venir y
depositando su fe en Él.
7.3.2. Varias formas del pacto
¿Qué es entonces el “antiguo pacto” en contraste con el “nuevo pacto” en
Cristo? Se refiere al pacto que se hizo en el Monte Sinaí (Ex 19-24), y se le
llama el “antiguo pacto” (2 Co 3:14; cf. He 8:6, 13), porque iba a ser sustituido
por el “nuevo pacto” en Cristo (Lc 22:20; 1 Co 11:25; 2 Co 3:6; He 8:8, 13;9: 15;
12: 24). El pacto mosaico era la aplicación de detalladas leyes escritas puestas
en vigor con el propósito de señalar los pecados de las personas y ser una guía
que nos llevara a Cristo. Pablo dice: “Entonces, ¿cuál era el propósito de la ley?
Fue añadida por causa de las transgresiones hasta que viniera la descendencia
a la cual se hizo la promesa” (Ga 3:19), “así que la ley vino a ser nuestro guía
encargado de conducirnos a Cristo” (Ga 3:24).

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

El sistema de sacrificios del pacto mosaico no quitaba en realidad el pecado (He


10:1-4), pero si prefiguraba que Cristo, el perfecto sumo sacerdote que era
también el sacrificio perfecto, cargaría con nuestros pecados (He 9:11–28).
Pablo se da cuenta de que el Espíritu Santo que actúa dentro de nosotros es el
único que puede capacitarnos para obedecer a Dios en una manera que la ley
mosaica nunca podría, porque él dice que “Dios nos ha capacitado para ser
servidores de un nuevo pacto, no el de la letra sino el del Espíritu; porque la letra
mata, pero el Espíritu da vida” (2 Co 3:6).
El nuevo pacto en Cristo es, entonces, mucho mejor porque cumple las
promesas hechas en Jeremías 31:31-34, como aparece citado en He 8:6-12:
7
Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera
procurado lugar para el segundo.

Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor,
    En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;

No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para
sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo
me desentendí de ellos, dice el Señor.
Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel
10 

Después de aquellos días, dice el Señor:


Pondré mis leyes en la mente de ellos,
Y sobre su corazón las escribiré;
Y seré a ellos por Dios,
Y ellos me serán a mí por pueblo;
Y ninguno enseñará a su prójimo,
11 

Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor;


Porque todos me conocerán,
Desde el menor hasta el mayor de ellos.
Porque seré propicio a sus injusticias,
12 

Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. 


Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y
13 

se envejece, está próximo a desaparecer.

8. El papel del hijo de Dios en relación con el hombre 23


HA SIDO DICHO QUE "EL CRISTIANISMO ES CRISTO" y que la teología
cristiana es por lo tanto una explicación sobre quién es Cristo y lo que
significa tener fe en Él.
8.1. ¿Por qué Cristo se hizo hombre? 24
La respuesta a esta pregunta, como habremos de ver, es que Jesús se hizo
hombre para poder morir por los que habrían de creer en Él. En las obras de
Anselmo de Canterbury (que murió en 1109) encontramos una afirmación

23
PDF. (Fundamentos de la Fe Cristiana James Montgomery Boice ) pag 293- 299
24
Los Fundamentos de la Fe Cristiana – Una teología exhaustiva y comprensible - James Montgomery Boice Editorial
Unilit - Pág. 293 - 300

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ANTROPOLOGÍA BÍBLICA

clásica con respecto a la pregunta sobre por qué Jesucristo se hizo hombre.
Anselmo respondía que Dios se hizo hombre en Cristo porque sólo una
persona que fuera Dios y hombre al mismo tiempo podía lograr nuestra
salvación.
La Encarnación además hace dos cosas adicionales. Primero, nos muestra
que Dios es capaz de entendernos y simpatizar con nosotros, lo que sirve
de impulso para acercarnos a él en oración. Segundo, la Encarnación,
también, constituye un ejemplo sobre cómo debería vivir una persona en
este mundo. Pedro habla incluso de la crucifixión en estos términos: "Cristo
padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas" (1
P.2:21).
Pero la expiación es la causa real de la Encarnación. El autor de la epístola a
los Hebreos afirma esto con claridad. "Porque la sangre de los toros y de los
machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el
mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; más me preparaste cuerpo.
Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He
aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro
está escrito de mí" (He. 10:4-7). Y el autor luego agrega a continuación que
cuando Jesús dice que ha venido a cumplir con la voluntad de Dios, esa
voluntad debe ser entendida como proporcionando un mejor sacrificio. "En
esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo
hecha una vez para siempre" (10:10).
Encontramos este mismo énfasis en otros lugares. En sus denotaciones el
nombre Jesús ("Jehová salva") está apuntando hacia la expiación. “Llamarás
su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1:21).
Jesús mismo hizo referencia a su próximo sufrimiento (Mr. 8:31, 9:31), ligando
el éxito de su misión a la crucifixión: "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a
todos atraeré a mí mismo” (Jn. 12:32). En varios otros lugares en el evangelio
de Juan se habla de la crucifixión como la "hora" para la cual Cristo vino (Jn.
2:4; 7:30; 8:20; 12:23,27; 13:1; 17:1).
8.2. La salvación mediante el Dios-hombre
¿Por qué la doctrina de la expiación es central en las Escrituras? ¿Por qué
debe haber un sacrificio? ¿Por qué la salvación debía de lograrse de esta
manera? Anselmo (y luego Calvino) proponía dos respuestas posibles:
La primera es que la salvación debía alcanzarse por medio de Dios, ningún
otro podía lograrla. Resulta evidente que ningún hombre o mujer podían
alcanzarla, ya que somos nosotros los que estamos en problemas. Estamos
en esta situación debido a nuestra rebelión contra las justas leyes y decretos
de Dios. Además, hemos sufrido los efectos del pecado a tal extremo que
nuestra voluntad está sometida, y por lo tanto ni siquiera podemos optar por
agradar a Dios, y mucho menos agradar a Dios efectivamente. Si hemos de
ser salvos, solo Dios, quien tiene tanto el poder y la voluntad de salvarnos,
debe ser quien nos salve. La segunda respuesta de Anselmo es que, si bien
aparentemente es una contradicción, la salvación debe ser también alcanzada
por el hombre. El hombre es quien le ha fallado a Dios y debe ser por lo tanto
quien arregle el mal que ha hecho. Dada esta situación, la salvación sólo

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puede ser lograda por aquel que es al mismo tiempo Dios y hombre, o sea,
por Cristo.
Esto implica tres aspectos:
Primero, es Dios quien inicia y lleva a cabo la acción. La naturaleza de Dios
está caracterizada por el amor, y fue por amor que planificó y llevó a cabo la
expiación. En Cristo, Dios mismo estaban satisfaciendo su propia justicia. Es
fácil comprender entonces por qué la Encarnación y la expiación deben ser
consideradas conjuntamente para evitar que no sean distorsionadas.
Segundo, en la explicación de Anselmo no hay ninguna sugerencia, de
ningún tipo, de que los seres humanos puedan de algún modo aplacar la ira
de Dios. La propiciación se refiere al aplacamiento de la ira. No es el hombre
quien logra aplacar a Dios. Más bien se trata de Dios que aplaca su propia ira
para que su amor pueda seguir abrazando y salvando al pecador.
Tercero, no se trata de una cuestión de sustitución en un sentido superficial,
donde una víctima inocente toma el lugar de otra persona quien debe ser
castigada. Se está hablando de sustitución en un sentido más profundo.
Quien toma el lugar del hombre para poder satisfacer la justicia de Dios es en
realidad uno que se ha hecho hombre a sí mismo y que por lo tanto podemos
considerarlo como nuestro representante.
8.3. El carácter central de la cruz
Podemos arribar a varias conclusiones a partir de esta explicación de la
Encarnación:
Primero, de acuerdo con las Escrituras, el Calvario y no Belén constituye el
centro del cristianismo. De acuerdo con las enseñanzas bíblicas, la razón de
un Dios-hombre es que un Dios-hombre era quien debía morir por nuestra
salvación. Enfocar el tema de la Encarnación sin considerar la cruz conduce a
una falsa sentimentalidad y negligencia del horror y la magnitud del pecado
humano.
Segundo, si la muerte de Cristo en la cruz es el verdadero significado de la
Encarnación, entonces no puede haber ningún evangelio sin la cruz. La
navidad por sí sola no es el evangelio. La vida de Cristo no es el evangelio. Ni
siquiera la resurrección. Porque las buenas noticias no son sólo que Dios se
hizo hombre, ni que Dios habló para revelarnos la vida que deberíamos
seguir, ni siquiera que la muerte, ha sido conquistada. Las buenas noticias
son que se ha conquistado al pecado (la resurrección es prueba de ello); que
Jesús ha sufrido Su castigo como nuestro representante, para que nosotros
nunca tengamos que sufrirlo; y que por lo tanto todos los que creen en Él
pueden esperar el cielo.
La resurrección no es simplemente la victoria sobre la muerte (si bien se trata
de esto también) sino la prueba que la expiación fue una expiación
satisfactoria a la vista del Padre (Ro. 4:25), y que la muerte, el resultado del
pecado, ha sido abolida sobre esa base. Cualquier evangelio que sólo hable
del acontecimiento de Cristo, entendiendo por esto la Encarnación sin la
expiación, es un evangelio falso.

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Por último, del mismo modo que no puede haber un evangelio sin la
expiación como razón de la Encarnación, tampoco puede darse una vida
cristiana sin ella. Sin la expiación el tema de la Encarnación se torna
fácilmente en una especie de deificación de lo humano y conduce a la
arrogancia y al provecho propio. Con la expiación, el verdadero mensaje de la
vida de Cristo, y por ende también el significado de la vida de los hombres y
mujeres cristianos, es la humildad y el sacrificarse para suplir las necesidades
de otros.
La vida cristiana no consiste en la indiferencia frente a aquellos que padecen
hambre, o están enfermos, o están sufriendo alguna limitación. No es el
contentamiento con la propia abundancia, ni la abundancia de una clase
media con casas y automóviles y ropa y vacaciones, ni la abundancia de una
buena educación, ni siquiera la abundancia de buenas iglesias, Biblias,
enseñanza bíblica o amigos y conocidos cristianos. Se trata de tomar
conciencia de que no todos tienen estas cosas y que por lo tanto nosotros
debemos sacrificar muchos de nuestros propios intereses para poder
identificarnos con estas personas y así traerlas paulatinamente a la misma
abundancia que disfrutamos.

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