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AÑO DE 1907

EXPEDIENTE NÚM. 178


ARCHIVO
DEL GOBIERNO DEL DISTRITO SUR DEL TERRITORIO DE LA BAJA
CALIFORNIA
Ramo de Gobernación. Ocurso. De los vecinos de San José de Gracia, en
que piden el auxilio de este Gobierno para descubrir las causas que motivan
la locura de que se sienten atacados algunos vecinos de aquel lugar.

Ciudadano Jefe Político del Distrito.


Los subscritos mayores de edad y vecinos de este lugar jurisdicción de la
Municipalidad de Mulegé Partido Centro de este Territorio, ante Ud., con las
protestas debidas exponemos: que hace mucho tiempo venimos observando que
en este lugar, sin conocer la causa, muchos de los pobladores de él, se sienten
atacados de una locura, que, según el carácter probable de cada uno de los
atacados, varía entre furiosa para con ellos mismos, puesto que se golpean
grandemente, o melancólicos y llorando constantemente; éstos atacados, después
de ser tratados por medio de simples remediajos de que en este rancho, que se
compone aproximadamente de ciento y tantos habitantes, pueden disponerse, se
mejoran, quedando por mucho tiempo imposibilitados de atender en nada sus
negocios, dado que su cerebro no funciona con regularidad. El mal tanto ataca al
varón como a la hembra, siendo todos ellos ya mayores.
Temiendo que tal enfermedad obedezca a consecuencias motivadas por
persona malévola, que por cierto hasta la fecha no son sino simples sospechas,
pues no podemos acusar directamente a nadie, o que obedezca ya sea al clima,
alimentos que tomemos naturales de este suelo, o que nuestras familias estén por
causas de nosotros no conocidas debilitadas y atacadas a la vez de la enfermedad
descrita; estamos condenados a eterno suplicio, temiendo constantemente a
nosotros, o cualesquiera miembro de nuestra familia, se presente ya enfermo.
Reconocida como nos es la magnanimidad de Ud., señor Jefe Político y su
altruismo para beneficiar todo aquello que esté a su mano, no hemos reparado en
tomarnos la libertad de rogarle, como lo hacemos, nos preste su valioso auxilio
para descubrir el de dónde depende el mal a que nos referimos, y que nos causa
tan terribles perjuicios; ya sea pasando este a quien pudiera favorecernos con sus
conocimientos científicos o donde juzgue sea del caso para descubrir la incógnita.
En tal virtud:
A Ud., Ciudadano Jefe Político, implorando su protección, para lo que tenemos
referido, esperando sea a Ud., posible favorecernos con lo que solicitamos.
Protestamos lo necesario y a Ud., señor Jefe Político, nuestros respetos.
San José de Gracia, agosto cuatro de mil novecientos noventa y siete.
Felipe Murillo
Gil Murillo
Tomás Aguilar
Jesús Aguilar
Antonio Aguilar
Juan R. Murillo
Gil J. Murillo
Santa Ana Aguilar
Melitón Aguilar
Anastasio Aguilar
Apolonio Aguilar
Gerónimo Murillo
Tomás Murillo
Liberato Murillo

MINUTA
Con fecha 4 del mes en curso, varios vecinos de San José de Gracia de esa
municipalidad dejaron a esta Jefatura un ocurso que a la letra dice:
“Los subscritos . . . solicitamos”.
Lo que por acuerdo del C. Jefe Político tengo el honor de transcribir a usted
para su conocimiento, recomendándole que se traslade a aquél lugar para que
recabe algunos datos que den luz sobre el asunto de que se trata.
Reitero a Ud., mi distinguida consideración y aprecio.
LIBERTAD Y CONSTITUCIÓN.
La Paz, B. Cfa., agosto 27 de 1907
El Secretario.
Al Subprefecto Político de Mulegé
Cumpliendo con la disposición del C. Jefe Político, contenida en el atento oficio de
Ud., número 856, fechado el 27 de agosto próximo pasado, me trasladé a la
Congregación de San José de Gracia, donde levanté la información que original y
en 18 fojas útiles tengo la honra de remitirle, así como en 4 fojas también útiles, el
informe relativo, producido por el Doctor Prudencio Vidal Rodríguez, que me
acompañó en mi viaje a la mencionada congregación.
Lo que tengo la honra de decir a Ud., para conocimiento del citado Superior
Funcionario; manifestándole por vía de informe que por aparecer el móvil de todo
lo ocurrido en San José de Gracia, el señor Felipe Murillo, como una medida
preventiva, le ordené se presentara en esta cabecera donde se encuentra con la
prevención de que no salga de ella hasta nueva orden, pero en libertad de
buscarse ocupación que le convenga. Esto dispuse entre tanto doy cuenta como lo
hago, a esa superioridad para lo que tenga a bien resolver. Asimismo, informo que
amonesté a la curandera Doña Francisca Murillo de Martínez, a quien ordené se
retirase a su residencia y no volviera más a dicha Congregación, creyendo
acertada esta medida por considerar que la citada Murillo de Martínez sea también
la causa de los trastornos que sufren aquellos vecinos, habiéndoles indicado que
se procedería en su contra como hubiere lugar si quebrantaba esta prevención.
Reitero a Ud., mi respetuosa y distinguida consideración.
Mulegé, octubre 16 de 1907.
El Subprefecto Político.
Enrique N. Jiménez.
Al C. Secretario de Gobierno. La Paz, B. C.

MINUTA
VARIOS vecinos del pueblo de San José de Gracia comunicaron a esta
Jefatura que en aquel lugar se había extendido una enfermedad que los
trastornaba mentalmente, en vista de lo cual esta misma Jefatura ordenó al
Subprefecto del Partido Centro que se trasladara al lugar ya mencionado y
practicara una información sobre el asunto. El citado funcionario practicó las
diligencias que con un informe del Doctor Prudencio Vidal Rodríguez; tengo el
honor de remitir a usted, por acuerdo del C. Jefe Político, para merecerle que se
sirva emitir su opinión sobre el particular. Reitero a usted mi distinguida
consideración y aprecio.
LIBERTAD Y CONSTITUCIÓN.
La Paz, Baja California, octubre 22 de 1907.
El Secretario
Al Inspector Sanitario.
He leído con detenimiento la averiguación practicada por el C. Subprefecto
del Partido Centro sobre la enfermedad que según varios vecinos del Pueblo de
San José de Gracia se ha desarrollado en dicho lugar.
Me he impuesto también del informe que sobre el mismo asunto rinde el
Doctor Prudencio Vidal Rodríguez de Mulegé, de ambas piezas se desprende que
dicho pueblo está formado principalmente por dos familias: Aguilar y Murillo,
relacionadas entre sí por matrimonios consanguíneos; que en los antecedentes de
estas familias (Abuelos) hay una mujer loca y otra histérica; en la actualidad hay
una familia, la Aguilar, con un miembro francamente neurótico, la señorita Javiera,
que hace dos años viene padeciendo ataques de histeria, y otros dos miembros
más: una señorita y una viuda, en los que con dificulta se vislumbra el aura
histérica; la familia Murillo en la que un miembro, Víctor Murillo, es francamente
epiléptico viene sufriendo desde hace doce años a esta parte ataques periódicos
más o menos frecuentes y una señorita hermana de Víctor que tuvo por el mismo
tiempo en que comenzó a padecer su hermano, un ataque de histeria, más estos
dos hermanos son monomaniacos predominando en ellos el delirio de grandeza;
han una señorita Isabel Murillo con un ataque aislado mal caracterizado y que por
las causas una comida bien pudo ser congestivo; y finalmente una mujer
octogenaria, curandera, que para curar emplea yerbas sin ningún valor curativo ni
perjudicial y practicas místicas; que emplea cierta malicia para sugestionar y por
este medio adquirirse clientes.
De todo lo expuesto se desprende: 1º: Que en el pueblo de San José de
Gracia existen casos francos de Neuróticos bien explicables por tratarse de un
lugar que, por estar en su mayor parte formado por dos familias, los matrimonios
deben ser consanguíneos. 2º: Que no sería raro hubiera en algunas personas
ataques simulados por imitación. 3º: Que las manifestaciones Neuróticas no son
contagiosas por esencia. Y 4º: Que dadas las condiciones de población que tiene
el pueblo de San José de Gracia no es difícil que en otra generación haya
desequilibrados francos.
Lo que me honro en decir a su Superioridad en respuesta al oficio núm.
1056 en que se pide mi opinión sobre el particular devolviendo el expediente e
informe relativo. Protesto a Ud., mi atenta y distinguida consideración.
LIBERTAD Y CONSTITUCIÓN.
La Paz, octubre 25 de 1907.
El I. S. del C.
V. O. Viruete
Al Sr. Coronel Jefe Político y de las Armas
MINUTA
Di cuenta al C. Jefe Político con el ocurso de usted fechado el 4 de agosto último,
en el que comunican la existencia de una enfermedad que reviste los caracteres
de enajenación mental, y el citado superior funcionario se sirvió acordar se
trasladase a ese lugar el Sub-Prefecto del Partido, con el fin de que recabara
algunos datos que dieran luz sobre el asunto de que hacen referencia. Obtenidos
estos se pasaron al C. Inspector Sanitario de este Distrito para que previo estudio
emitiera su opinión la cual es la siguiente:
“He leído con detenimiento la averiguación practicada por el C. Subprefecto
del Partido Centro sobre la enfermedad que según varios vecinos del Pueblo de
San José de Gracia se ha desarrollado en dicho lugar. Me he impuesto también
del informe que sobre el mismo asunto rinde el Doctor Prudencio Vidal Rodríguez
de Mulegé, de ambas piezas se desprende que dicho pueblo está formado
principalmente por dos familias: Aguilar y Murillo, relacionadas entre sí por
matrimonios consanguíneos; que en los antecedentes de estas familias (Abuelos)
hay una mujer loca y otra histérica; en la actualidad hay una familia, la Aguilar, con
un miembro francamente neurótico, la señorita Javiera, que hace dos años viene
padeciendo ataques de histeria, y otros dos miembros más: una señorita y una
viuda, en los que con dificulta se vislumbra el aura histérica; la familia Murillo en la
que un miembro, Víctor Murillo, es francamente epiléptico viene sufriendo desde
hace doce años a esta parte ataques periódicos más o menos frecuentes y una
señorita hermana de Víctor que tuvo por el mismo tiempo en que comenzó a
padecer su hermano, un ataque de histeria, más estos dos hermanos son
monomaniacos predominando en ellos el delirio de grandeza; han una señorita
Isabel Murillo con un ataque aislado mal caracterizado y que por las causas una
comida bien pudo ser congestivo; y finalmente una mujer octogenaria, curandera,
que para curar emplea yerbas sin ningún valor curativo ni perjudicial y practicas
místicas; que emplea cierta malicia para sugestionar y por este medio adquirirse
clientes. De todo lo expuesto se desprende: 1º: Que en el pueblo de San José de
Gracia existen casos francos de Neuróticos bien explicables por tratarse de un
lugar que, por estar en su mayor parte formado por dos familias, los matrimonios
deben ser consanguíneos. 2º: Que no sería raro hubiera en algunas personas
ataques simulados por imitación. 3º: Que las manifestaciones Neuróticas no son
contagiosas por esencia. Y 4º: Que dadas las condiciones de población que tiene
el pueblo de San José de Gracia no es difícil que en otra generación haya
desequilibrados francos. Lo que me honro en decir a su Superioridad en respuesta
al oficio núm. 1056 en que se pide mi opinión sobre el particular devolviendo el
expediente e informe relativo”.
Transcribo a ustedes como resultado de sus gestiones.
LIBERTAD Y CONSTITUCIÓN.
La Paz, noviembre 2 de 1907. El Secretario.
A los C. C. Felipe Murillo, Gil M., y demás signatarios. San José de Gracia, B. C.
1907
Expediente relativo a diligencias practicadas por el Subprefecto Político del
Partido en la Congregación de San José de Gracia en el mes de septiembre
próximo pasado.
Septiembre


En San José de Gracia a los veinticinco días del mes de septiembre de mil
novecientos siete, siendo las siete de la mañana, el ciudadano Enrique N.
Jiménez, Subprefecto Político de este Partido Centro ha tenido a bien para la
práctica de estas diligencias nombrar secretario al ciudadano Hesiquio Murillo y
como testigos a la pareja de gendarmes que le sirven de escolta al mismo
funcionario Ramón Molina y Fernando Álvarez.
En el mismo acto y previa citación se hizo traer a la testigo a la presencia
del personal y después de haberle tomado la protesta legal se le hizo presente la
pena en que incurren los testigos que no se producen con verdad principiando a
tomarle su declaración preparatoria y dijo llamarse Ramona Aguilar de quince
años de edad, soltera, natural y vecina de esta Congregación. Interrogada sobre
los hechos objeto de estas diligencias y preguntada en forma referente a que diga
cuántas veces y qué clase de enfermedad ha sufrido desde que tiene uso de
razón hasta la fecha, dijo: que no recuerda haber sufrido ninguna clase de
enfermedad, que siempre su salud ha sido buena y que hace como diez días que
sufrió un pequeño ataque en la cara que se le torció un poco la boca del lado
izquierdo, pero que en esta fecha se encuentra casi buena y que este achaque lo
atribuye a que después de lavarse la cabeza se puso a planchar, que es todo
cuanto tiene que decir referente a las preguntas que se le hace, después que le
fue leída su anterior declaración, la ratificó en todas sus partes y firmó al margen.
Doy fe.
Enrique N. Jiménez.
Hesiquio Murillo
Ramona Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)
En el mismo acto y habiendo hecho traer a la presencia del personal a la testigo y
tomándole a esta la protesta legal y habiéndola hecho saber la pena en que
incurren los testigos que se producen con falsedad y principiando a tomarle su
declaración preparatoria, dijo que se llama Javiera Aguilar de diez y seis años de
edad, soltera, natural y vecina de esta Congregación. Interrogada en forma
referente a los hechos que se le preguntan, dijo: que hará cosa de dos años poco
más o menos que comenzó a sufrir una enfermedad extraña para ella, sin poderse
dar cuenta por el momento de la causa, pero que lo atribuye porque algunas
personas le indicaron que podían haberle dado a tomar alguna sustancia que
fuera la causa del citado mal que padecía, fundándose en este hecho en que en
cierta ocasión y eso de tantas veces que por esa época iba ella acompañada de
sus dos hermanas Ramona y Francisca a estudiar la doctrina a la casa habitación
del señor Tomás Murillo, originario y vecino de esta Congregación y que en uno de
esos días Víctor Murillo y su señorita hermana Ángela, hijos ambos del señor
Murillo antes dicho, dice la testigo que los hermanos Murillo se rieron al verla y le
dijeron que sus canillas se parecían a las canillas de Álvarez, este término, según
la apreciación de la misma testigo, dice que la impresionó tanto que cree ella
misma que le motivara la enfermedad, explica ella del modo siguiente: que por
periodos más o menos largos sufre unos pequeños ataques que llega a perder el
conocimiento, no dándose cuenta de sus hechos en intervalos de una o dos horas,
pero que fuera de estos momentos su salud es perfectamente buena, que ella no
ha podido creer nunca que esto pueda ser locura y sí alguna pequeña nerviosidad
que debe afectar directamente al corazón, puesto que es la parte que le duele
cuando la afectan los pequeños achaques que ya ha descrito; después que le fue
leída su anterior declaración la ratificó en todas su partes y firmó al margen. Doy
fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En seguida, se hizo traer a la testigo Esperanza Aguilar de veinticuatro años de


edad, viuda, natural de esta Congregación, y después de habérsele tomado la
protesta legal y de haberla advertido de las penas en que incurren los testigos que
se producen con falsedad, se le interrogó para que diga si ha estado o está
sufriendo alguna enfermedad y se explicó de la manera siguiente, diciendo: que de
algún tiempo anterior a esta fecha ha sufrido algunas hemorragias internas
sumamente abundantes, que la causa cree que sea un mal parto o aborto, que
hace como tres años sufrió, y que estas hemorragias le han producido un estado
de debilidad sumamente grave y cuyo síntoma característico es una bola que
siente que se le sube al estómago y le produce un estado de sofocación que le
parece que cualquier día la ahoga y que algunas personas de esta localidad le
dicen que “está enyerbada”, pero que ella no cree en tales patrañas y que jamás
ha creído que ella pueda estar loca en ningún grado, no teniendo más que agregar
después que le fue leída su anterior declaración, la ratificó en todas sus partes y
no firmó por expresar no saberlo hacer. Doy fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

Incontinente y en el mismo día se hizo traer a la presencia del funcionario y


después de habérsele tomado la protesta legal y haberla advertido de las penas
en que incurren los testigos que se producen con falsedad, la testigo dijo llamarse
Carmen Murillo de cincuenta años de edad, casada, natural de San José de
Gracia y residente en un ranchito cerca de esta localidad que le nombran “El Agua
Blanca”; interrogada en forma, dijo que tocante a lo referente que es preguntada,
por el señor Subprefecto de este Partido Centro, oye decir a varias personas que
algunas señoritas como también algunos hombres de esta Congregación están
sufriendo de una clase de locura, pero que ella nunca ha creído eso; que por lo
que toca a su persona hace como tres años que ella sufre también hemorragias
fuertes interinas, pero que esto a no dudarlo debe ser la consecuencia de algunos
abortos que ha sufrido en el transcurso de este tiempo; que esto la debilita y tiene
bastante quebrantada su salud; pero que protesta enérgicamente expresando que
ella jamás ha estado loca y no teniendo más que agregar, leída que le fue su
anterior declaración, la ratificó en todas su partes y no firmó por expresar no
saberlo hacer. Doy fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)
En el mismo día y siendo las tres de la tarde, se hizo traer a la presencia del
personal a la testigo señorita Isabel Murillo de catorce años de edad, soltera,
natural y vecina de esta Congregación, y habiéndole tomado la protesta legal y
haciéndole saber en las penas que podía incurrir si no se produce con verdad, el
Subprefecto Político, teniendo en cuenta el caso de que se trata reconociendo
muy bien a la testigo, pues ésta es una criatura y al parecer sumamente inocente
si se quiere no pudiendo dar fe de su dicho, pues sus apreciaciones en totalidad
no arrojan ninguna luz, pues se concreta exponer que ella cree que hará como
cosa de un año que comiendo panocha ella y varias personas y según explica de
un solo pedazo dice que a ella solamente le produjo un ataque que le duraría una
hora o dos y que en ese tiempo no se daba cuenta de lo que era; que después de
este hecho o sea del ataque de referencia se quedó como dormida y que en el
sueño veía varias visiones y entre las visiones que mayor se acuerda dice que
veía una culebra blanca que le subía por la cintura y a un hombre que se llamaba
Juan Paz, esto, el Señor Subprefecto le pareció inverosímil y determinó interrogar
al padre de la niña a ver si por medio de este podía haberse alguna luz de lo ya
expresado por la testigo y Murillo padre de la niña citada, de lo dicho por este
solamente pudo corroborarse el dicho de su hija; la jovencita sólo dice que ella no
siente nada más que le sube una cosa de abajo para arriba, como calor o frío,
pues no explica y se le sitúa en el estómago y que en este lugar siente ella una
bola dura, que le alcanza hasta el corazón y que éstos síntomas le han hecho
creer también algunas personas de esta localidad que es causa o motivo de
alguna cosa que le han dado a tomar y que cualquiera cosa que haya sido se lo
dieron en la panocha de que ya tiene hecho mención; no teniendo más que
agregar y leyéndole su declaración anterior, la ratificaron en todas sus partes,
tanto el padre como la hija, el primero firmó al margen y la segunda no firmó por
expresar no saberlo hacer. Doy fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

Acto y seguido y en la misma tarde fue traída la testigo y después de tomarle la


protesta legal y advertirla de la pena en que incurren los testigos que se producen
con falsedad, expresó llamarse Francisca Murillo de ochenta años de edad,
casada, natural de Loreto, y con residencia en San Ignacio, y de paso ambulante
en este lugar tomada su declaración en forma e interrogada sobre los puntos que
abajo se expresarán, dijo: que ella se ocupa desde hace una cantidad de años que
asegura que pasan de catorce o quince, que tanto en la jurisdicción de San
Ignacio, como en la jurisdicción de Mulegé y en particular en San José de Gracia y
todos los ranchos que pertenecen a esa Congregación en administrar a los
enfermos que le solicitan ciertas sustancias vegetales según expresa ella misma
para curar o pretextar curar toda clase de enfermedades, pues dice la señora en
su modo de expresarse que ella ha curado o ha visto curar hace muchísimos años
cuando ella vivía en La Paz, una enfermedad que a ella le contaban que era
producida por una clase de yerba y que esta clase de yerba producía una locura
que era muy parecida a los enfermos que ella ha visto y que confiesa
ingenuamente que ha curado y que son vecinos de San José de Gracia y de
algunos de los ranchos próximos a este lugar; con preferencia en este lugar, dice
haber curado de la enfermedad antes dicha al señor Juan Murillo, a la señora
Esperanza Aguilar, Bernabé Murillo del rancho de Raysudo, señorita Javiera
Aguilar, señorita Isabel Murillo, estas personas enumeradas son las que la citada
curandera expresa haber curado y según la opinión de la declarante, confiesa con
el tono más ingenuo que ella por medio de su procedimiento estando según su
modo de ver las personas citadas arriba, todas ellas atacadas de un grado mayor
o menor de locura y que ésta que es producida según la expresión de ella misma y
que manifiesta ante el señor Subprefecto que está presente, como también
confiesa haber manifestado los mismos enfermos que curaba que su creencia era
que los enfermos estaban enyerbados o hechizados y que para su curación les
administraba a estos enfermos gordolobo, manzanilla, romero y camotillo y se
queja la declarante que si ella hubiera tenido una yerba que la nombra ella
Cachana y que en esta localidad no la hay; pero sí confiesa que donde hay mucha
es en La Paz, Capital de este Distrito. De la falta de esta sustancia, la declarante
se expresa con pena diciendo que si aquí la hubiera tenido a todos los enfermos
que son afectados de la locura que ella dice, los hubiera curado en mucho menos
tiempo y con mayor seguridad; pero en cambio de este remedio, dice que les
aplica un jarabe que dice ella misma que ella lo hace y que le da un resultado muy
bueno; el citado jarabe según el dicho de la declarante se compone de garbanzo,
romero, mezcal y azúcar, no expresa las cantidades que le pone al total ni la
proporción de las cuatro sustancias con que confesiona su citado brebaje, expresa
también la citada señora y esto hace con recogimiento y beatitud que cuando
alguno de estos enfermos le da el ataque de locura que ella dice, entonces les da
tomar agua bendita, no puede expresar la cantidad, es decir que les da tomar, les
pone también agua bendita en las manos y en la frente también les pone la misma
agua bendita y dice entonces que después de esto invocando el nombre de Dios,
el acceso de locura según ella furioso se calma como por encanto y el enfermo
después de todo esto se pone bueno y o teniendo más que agregar después de
que le fue leída su anterior declaración, la ratificó en todas sus partes y expresó no
firmar por no saberlo hacer; levantándose el acta de hoy para continuarla mañana.
Doy fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)
En veintiséis de septiembre de mil novecientos siete y siendo las siete de la
mañana se hizo traer a la presencia y ante el funcionario que suscribe y con
motivo de conducir esta averiguación a la testigo señora Gertrudis Obeso de
Murillo de setenta y ocho años de edad, casa origina de Guaymas, Sonora, y
vecina de esta Congregación, que se le tomó la protesta de ley y exhortándola a
que produzca con verdad en todo aquello que fuere preguntada, después de
advertirla que la ley castiga severamente a los testigos que no cumplen con este
hecho. Interrogada en forma a las preguntas del funcionario que con motivo de
esta averiguación se están practicando, expone que la primera pregunta que se le
hace dice la testigo que del hijo Felipe hace varios años se supone que pasan de
diez, que este su hijo le dan unos ataques que ella llama horribles y que a los
primeros que aborrece según expresión categórica es a sus mismo padres, es
decir padres de Felipe, y que los ataques de su hijo Felipe o sea que a ella le
parece también los sufrió su misma hija Dolores, pero que esta fue atacada
solamente una vez y que hará como diez años de esto, siendo curada de este por
Doña Francisca que según parece es una especialidad; la citada curandera cura
todas estas enfermedades y esto es corroborado por la declarante, pues que su
hija Dolores solamente sufrió la enfermedad una vez, habiendo gozado de
perfecta salud desde entonces a esta fecha, la declarante dice cuáles fueron las
sustancias que empleo la curandera para curar este caso, pero debe inferirse que
como en otros análogos, el agua bendita y la palabra sacramental Dios, debieron
ser las medicinas principales, dice además y esto es para concluir pues el
funcionario presente llama la atención a la declarante, recordándole casos que no
tienen sentido por razones de coordinación, creyendo que esta señora divagaba
en todos sus hechos notablemente, así es que sólo agrega la declarante que la
causa que sus hijos hayan sufrido de locura, Dolores una sola vez y Felipe varias
veces, los atribuye esta a que a estos sus hijos les hayan dado a tomar algunas
sustancias vegetales y que estas les hayan producido la locura de que ya ha
hecho mención y no teniendo más que agregar, se le leyó su anterior declaración
que no firma por expresar no saberlo hacer. Doy fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En seguida, el suscrito Subprefecto Político en derecho legítimo para la práctica


de estas diligencias y para sus efectos legales que no habiendo más papel
marginado para la continuación de las citadas diligencias hace constar que sigue
actuando con papel igual al anterior y que carece de margen, ante los testigos y
Secretario: que darán fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En el mismo día y siendo las nueve de la mañana, se hizo traer a la testigo y


después de haberla tomado la protesta legal y ser amonestada a la vez para que
se conduzca con verdad en todo lo que le fuere preguntado e interrogada también,
haciéndosela saber las penas que la ley impone a los testigos que faltan a la
verdad de los hechos y enterada dijo que se llama Dolores Murillo, de treinta y
cinco años de edad, soltera, natural y vecina de esta Congregación. Interrogada
para que diga si sabe y le consta qué clase de enfermedad como la nombran en
esta localidad y quién la cura y cuáles son las sustancias que emplean para
conseguir este hecho, como también diga si ella misma ha sido atacada por la
enfermedad en cuestión, a todas estas preguntas la testigo dice, y esto llama la
atención, que no obstante que siendo esta señora una persona de las más
ilustradas de esta localidad, el funcionario presente hace notar que existen ciertas
vaguedades en lo expresado; principia la señora Dolores exponiendo que ella tuvo
un ataque que hará de esta fecha doce años atrás que sufrió un ataque que ella
cree que es de origen nervioso como también cree de buena fe que el citado
ataque le privara del sentido, pues así lo cree ella como lo ha dicho y lo puede
asegurar si se quiere porque algunas personas y entre ellas algunos de su familia
se lo dijeron que fue así, y también la curandera D. Francisca Murillo se lo
manifestó del mismo modo, agregando esta, y esto lo recuerda bien la declarante,
que la Murillo, se entiende la curandera, le indicó que esa era una clase de locura
que ella conocía y que con seguridad la podía curar como así sucedió, pues
refiriéndose a esto la testigo dice que la curandera le dio a tomar varias veces una
agüita amarilla contenida en un trastecito, también dice que le untaba y le daba a
tomar agua bendita y que la hacía rezar ciertas oraciones invocando siempre en el
nombre de Dios. Referente a otros puntos ha oído decir también que algunas otras
personas han sufrido el mismo achaque, pero esto no le consta y no sabe si éstas
han sido tampoco curadas ni por quién, lo que sí le consta es que su hermano
Felipe Murillo sufre los achaques que según su modo de ver son parecido a los
que ella sufría y que, en uno de ellos, sumamente pasajero este, y con motivo de
estar el personal de la Subprefectura Política en esta población y viniendo
acompañado el señor Subprefecto del Doctor Prudencio Vidal Rodríguez, fue
llamado este señor por orden de mi padre el señor Gil Murillo para que mi citado
hermano fuera atendido y le impartiera los auxilios que el citado Doctor creyera
necesario para atender la enfermedad que estaba sufriendo, vino el señor Doctor
a la casa habitación de mis padres y después de reconocer a Felipe mi hermano
expuso que el achaque o congestión nerviosa que estaba sufriendo en ese
momento no presentaba ninguna gravedad y que creía que a otro día amanecería
bien como así sucedió sin que el enfermo tomara ninguna clase de sustancia. La
testigo dijo para terminar que lo que tiene manifestado es la verdad de todos los
hechos relatados y no teniendo más que agregar, leída que le fue su anterior
declaración, la ratificó en todas sus partes y firmó al margen. Doy fe.
Dolores Murillo
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En el mismo día y horas que son las diez de la mañana se hizo traer ante este
personal al testigo Felipe Murillo y se le tomó la protesta legal en forma y después
de advertirle de las penas en que incurren los testigos que se producen con
falsedad, dijo llamarse como está escrito, de treinta y ocho años de edad y de
ejercicio agricultor, natural, soltero y vecino de esta Congregación, después de
interrogado en forma sobre los puntos por que fuere preguntado dijo que se
conducía con verdad, exponiendo que referente a la enfermedad que se ha
desarrollado en esta población de doce o catorce años anteriores a esta fecha, el
testigo infiere según su modo de ver o así le parece que es una enfermedad
extraña y que en atención a esto y creyendo que procedía de buena fe el mismo y
esto que va exponer por más que sea con pena, pues no quisiera relatarlo pues ya
tiene manifestado que su idea solamente fue el hacerle un bien a la Congregación,
el proponer a varios vecinos que le prestaran su apoyo, dándole su firma para ver
si de este modo se le impartían los auxilios necesarios para esclarecer el hecho de
la enfermedad que a su modo de ver era contagiosa, por iniciativa del mismo y no
creyéndose suficiente para poder coordinar o relatar unos hechos que en su
concepto no era capaz, se dirigió a Mulegé y consultó sobre el particular a Don
Susano Rosas, Juez del Registro Civil de esta cabecera y este señor le aconsejó
que se dirigiera por un ocurso al Consejo Superior de Salubridad para que este
Cuerpo le impartiera los auxilios necesarios; el declarante no le pareció el Consejo
oportuno y se dirigió entonces a Don Francisco Rosas preguntándole a este señor
qué era lo que podría hacer y qué recurso sería el más conveniente, Don
Francisco Rosas le aconsejó, según expresa el declarante que salvara el
Conducto de la Subprefectura y se dirigiera directamente al Jefe Político de La
Paz y que este Jefe seguramente le iba hacer justicia a la causa que él defendía
como también le aconsejó que para este objeto contara con los amigos, es decir,
con sus convecinos y además le dijo que esperara a Don José Silverio Romero,
que este señor, aunque estaba en Mazatlán en esos días, lo esperaban por
momentos y que este señor sabiendo más que todos ellos juntos podía arreglar su
negocio a su entera satisfacción, como efectivamente sucedió, pues el señor
Romero mediante los datos que le dio el testigo redactó e imprimió el ocurso en su
máquina de escribir por cuyo trabajo, dice el declarante, que pagó al señor
Romero cinco pesos y que el citado ocurso lo depositó el que habla en Mulegé en
la Administración de Correos en los primeros días de agosto del mes próximo
pasado. Referente a los demás puntos que se le preguntan dice que sabe él y esta
fue la primera razón que tuvo para elevar el ocurso de que había en esta localidad
algunos enfermos que sin poder él asegurar esto como ya tiene manifestado le
decían que era enfermedad extraña y contagiosa y esto lo creyó con más razón
debido a que él, el testigo, está sufriendo en el transcurso de tiempo como de
doce años de unos ataques que le hacen aunque sea por pequeños intervalos
privarse de las labores que le son habituales y como algunas personas y entre
ellas la curandera Doña Francisca Murillo de Martínez y que aquí consideran a
esta señora como una notabilidad para curar este mal, pues tengo noticia de que a
todos los que han sido atacados los ha curado la citada curandera sin que este
hecho pueda yo justificarlo de un modo cierto, sino haciendo eco del dicho de los
vecinos, y como yo tengo manifestado el transcurso de tiempo que llevo
padeciendo no obstante que la citada curandera ha tratado y medicinado varias
veces sin que yo jamás haya sido curado, esto más me animó a solicitar los
auxilios de otra parte, creyendo yo, aunque esto no sea verdad, que la señora
Francisca no me curaba a mí por alguna razón que la señora tuviera para hacerlo,
con este motivo dice el declarante que ha consultado a varios médicos y entre
ellos a varios de los que mantiene para su servicio la Compañía del Boleo en
Santa Rosalía que no recuerda el nombre de todos y sí puede mencionar a los
Doctores Levasor, Lucas y Cornillón y que todos estos médicos han estado
conformes en diagnosticar la enfermedad que padece el declarante en una
Congestión nerviosa de las envolturas del corazón, habiéndole dado siempre por
medicina las preparaciones (ILEGIBLE) y jarabes de corteza de naranja agria, que
este tratamiento ha notado que siempre mejoraba su salud y que antes de estos
hechos si no se ha curado cree el declarante que es por la poca formalidad que ha
tenido para aplicarse el tratamiento indicado, dice el testigo que recuerda, y esto
para terminar, que la última vez que le medicinó la citada curandera esta le daba a
tomar una agua amarilla que olía anís, que no recuerda también si esta señora le
daría agua bendita y que tal vez por esta razón es decir por el agua bendita a él no
pudo curarle la tantas veces citada curandera; pero que sí recuerda perfectamente
aunque hace bastante tiempo ya que esta le decía y le hacía rezar ciertas
oraciones por el alma de sus enemigos y que siempre invocaba ella la curandera
el nombre de Dios. Dijo el testigo que no tiene más que agregar, siendo esta la
verdad de los hechos, pero que protesta, tantas veces como sean necesarias que
él jamás ha estado loco, después de haberle leído su anterior declaración quedó
completamente conforme ratificándola en todas sus partes y firmó al margen.
En concepto del suscrito Subprefecto Político y no habiendo más testigos a
quienes examinar se cierra el acta para volverla continuar si fuere necesario. Doy
fe.
Felipe Murillo
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En veintiséis del m ismo mes y año y siendo las dos de la tarde se hizo traer a la
señora Ramona Aguilar y estando presente se le interrogó sobre lo dicho en la
anterior declaración y se le preguntó a la vez si estaba conforme o quería declarar
alguna cosa más referente al asunto de que se trata y dijo que está conforme y no
tiene más que agregar y firmó al margen. Doy fe.
Ramona Aguilar
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)
En la misma fecha y hora se hizo traer a la señorita Javiera Aguilar y se le
interrogó para que diga si está conforme y es su firma y la reconoce por suya lo
que corre al margen de su declaración como también sí está conforme con esta y
si desea agregar alguna cosa más dijo que lo que ha dicho es la verdad y no tiene
más que agregar y firmó al margen. Doy fe.
Javiera Aguilar
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En seguida presente la señora viuda Esperanza Aguilar se le interrogó para que


diga si está conforme con su anterior declaración, como también para si tiene o
desea agregar alguna cosa más y dijo que está conforme en todas sus partes y
por ser verdad todo lo declarad sobre estos hechos y que no tiene más que
agregar y no firmó por expresar no saberlo hacer. Doy fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En seguida, presente la señora Carmen Murillo de Aguilar y se le interrogó para


que diga si está conforme con su anterior declaración, como también para si tiene
que agregar alguna cosa más y dijo que está conforme por ser verdad todo lo
declarado y que no le queda nada que agregar y no firmó por expresar no saberlo
hacer. Doy fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En seguido, se presentó la señorita Isabel Murillo y se le interrogó para que diga si


está conforme con su anterior declaración, como también para ver si desea
agregar alguna cosa más y dijo que está conforme completamente porque lo
declarado por ella es la verdad y que nada tiene que agregar, e interrogado
también al padre de la niña para que si este desea revocar o agregar alguna cosa
referente a su hija dijo que nada tiene que agregar que está conforme con todo lo
agregado por la anterior firmando este al margen y la señorita Murillo no
haciéndolo por haber expresado no saberlo hacer. Doy fe.
Eusiquio Murillo
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En seguida presente Doña Francisca Murillo de Martínez se le interrogó para que


diga si está conforme con su anterior declaración como también para que diga si
tiene algo más que agregar, diciendo que en la declaración está conforme en
todas sus partes por ser la verdad de los hechos y que nada le queda que agregar
y no firmó por expresar no saberlo hacer. Doy fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En seguida se presentó la señora Gertrudis Oveso de Murillo y se le interrogó para


que diga si está conforme con su anterior declaración y para que diga también si
tiene alguna cosa más que agregar y dijo que está conforme en todas sus partes
con lo declarado por ella, pues es la verdad de los hechos y que nada más tiene
que agregar expresando no firmar por no saberlo hacer.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En seguida presente la señorita Dolores Murillo se le exhortó para que diga si está
conforme con su anterior declaración como también para si tiene o desea agregar
alguna cosa más y dijo que está conforme con la anterior declaración por ser esta
la verdad de los hechos relatados y que nada le queda más que agregar y firma al
margen. Doy fe.
Dolores Murillo
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

Presente el señor Felipe Murillo fue interrogado para que diga si está conforme
con su anterior declaración como también para que exponga si es que desea o
tiene alguna cosa más que agregar y dijo que está conforme en todas sus partes
con los hechos que ha declarado por ser estos la verdad y nada más que la
verdad y que no tiene más que agregar y firmó al margen. Doy fe.
Felipe Murillo
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En veintisiete del mismo mes y año y hora que son las siete de la mañana el
Subprefecto Político que conoce de estas diligencias y en virtud de las citas que
hace la señorita Javiera Aguilar referente a los hermanos Murillo, Víctor y Ángela,
tuvo a bien disponer sean citados a las siete y media de hoy para que se
presenten a la casa que habita el funcionario para contestar a los cargos que le
resulten en lo que concierne a la práctica de estas diligencias. Doy fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En seguida y previa citación se le hizo comparecer a la citada señorita Ángela


Murillo y después de tomarle la protesta de ley y exhortarla a que se conduzca con
verdad a todo lo que le fuere preguntado, haciéndola saber también en las penas
que incurren los testigos que no dicen la verdad, se le interrogó en forma y dijo
llamarse como queda escrito de veintidós años de edad, soltera, natural y vecina
de esta Congregación a lo que se le preguntó referente a los cargos que le hace la
señorita Javiera Aguilar, después de haberle leído lo tocante a que se refiere a
esta declaración, dijo que recuerda perfectamente que en esa época hará dos
años más o menos las señoritas Aguilar, Francisca, Javiera y Ramona, concurrían
todas las tardes a la casa habitación de su señorita hermana Fernanda del mismo
apellido a estudiar doctrina, que las citadas señoritas jamás tuvo la declarante
ningún disgusto con ellas y por esta razón no tenía motivo ninguno de haber
empleado esos términos de que le acusa la señorita Aguilar, protestando de este
hecho una vez y cuantas veces sean necesarias que ella jamás le dijo a esa
señorita que ella, Javiera, tuviera canilla de Álvarez, ni ninguna cosa que pudiera
ofenderla, que dejaron de asistir las señoritas Aguilar a la casa de su señorita
hermana, pero no preguntó el motivo nunca y por eso no lo expone, diciendo que
no tiene más que agregar y no firmó por expresar no saberlo hacer.
En seguida y presente el señor Víctor Murillo se le tomó la protesta de ley,
exhortándole para que se produzca con verdad en todo lo que le fuere preguntado,
advirtiéndole también de las penas que la ley impone al testigo que falta a la
verdad, haciéndole saber los motivos por que se le cita ante la presencia del
funcionario e informado de esto dijo llamarse como queda escrito, de veintiocho
años de edad, soltero, agricultor, vecino y natural de esta Congregación, y dijo que
referente a la cita que le hace la señorita Javiera de que él, Víctor, se riera de ella
como también que le dijera Canilla de Álvarez, protesto con la fe de hombre
honrado que jamás prejuicio la palabra que la señorita le acusa y que tampoco la
citada señorita le dio nunca motivos para expresarse en esos términos ni en otros
como tampoco para que pudiera reírse de la citada señorita Javiera, que siempre
él ha tenido buena amistad y que ésta es la verdad de los hechos y no teniendo
más que agregar, se le leyó su anterior declaración, tanto a él como a su señorita
hermana Ángela y firmaron el primero al margen y la segunda no firmó por
expresar no saberlo hacer. Doy fe.
Víctor Murillo
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En seguida y estando presentes las personas a que se refiere esta diligencia, la


señorita Javiera Aguilar y la señorita Ángela Murillo y el Sr. Víctor del mismo
apellido se les exhortó tocante a la contradicción que existen en sus declaraciones
para que careándolas a las tres personas expresen cuál fue el motivo y esto sirva
de base para aclarar el hecho de que se trata. La señorita Javiera dijo que si ella
dicho en su declaración que tanto Angelita como Víctor Murillo hermano, que estos
dos señores se habían reído de ella y le habían dicho también que tenía canillas
de Álvarez, este hecho quiere hacerle ver al funcionario público para que le conste
que ella después de haberlo pensado bien a ha pensado que debió ser una broma
de parte de Víctor y Angelita pues como expresan estos en su declaración tenían
muy buena amistad todos, referente al segundo punto, esto es que ella dice que
fue tal la impresión que le produjo a la declarante lo manifestado en su declaración
referente a que estos hechos pudieran producirle la enfermedad que sufrió en esa
época esto no lo asegura porque se lo dijeron algunas otras personas que no
recuerda quiénes fueron y que si no lo indicó en su declaración fue por un olvido
involuntario, tanto Angelita como Víctor hermano de la anterior, ambos presentes
en este Careo sostuvieron su dicho de ambas declaraciones, ratificándola en
todas sus partes, y no teniendo más que agregar, la señorita Javiera Aguilar y
Víctor Murillo firmaron al margen, la ratificación de interrogación de caeos, estando
conforme en todos por ser esta la verdad de los hechos y la señorita Ángela
Murillo, esta no firmó pro expresar no saberlo hacer. Doy fe.
Javiera Aguilar
Víctor Murillo
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

En veintisiete y siendo las nueve de la noche, el suscrito Subprefecto Político en


compañía del Secretario nombrado interinamente para estas diligencias y que
después de nombrado que fue con la intención que fungiera como escribiente,
este hubo que suspenderle el acto, por no ser útil para el caso, como también los
testigos, en presencia de estos se cerró el acto del día, como también hace
constar que en su concepto está agotada la averiguación que motivó estas
diligencias. Doy fe.
Enrique N. Jiménez
Hesiquio Murillo (Srio)
Javiera Aguilar
Ramón Molina (Testigo)
Fernando Álvarez (Testigo)

INFORME que se levanta en San José de Gracia, Congregación perteneciente a


este Partido Centro de la Baja California en septiembre 30 de 1907.
Por orden del Subprefecto Político de esta Cabecera, el que subscribe,
CERTIFICA: que ha estudiado detenidamente los individuos que a
continuación se expresarán, para determinar según su saber y entender cuál
puede ser la enfermedad que sufren aquí o han sufrido, y si ésta es o puede ser
de aquellas que trastornan las funciones mentales de los que son atacados.
Después de estudiadas las personas que se le presentan, detenidamente,
resulta: la primera señorita Javiera Aguilar, de 17 a 18 años, bien conformada,
constitución robusta, salud fisiológica; preguntada sobre asuntos de que se trata,
contesta que efectivamente hace como dos años que todas las personas que
trataba, le decían que estaba loca y más una mujer que la estaba curando; que
ella no sabe lo que es esta enfermedad y que en esa época creía que
efectivamente estaba como le decían “loca”, pero que si entonces tuvo la tal
locura, hoy también lo está, pues dice que siempre se encuentra lo mismo; esto
que manifiesta sobre la locura puede asegurar que la persona que se lo decía a
todas horas era su tío Felipe y la mujer que la curaba. Observaciones del que
habla: esta señorita carece de toda instrucción y no puede darse cuenta de lo que
es bueno ni lo que es malo: es completamente ignorante. 2ª. Sus antecedentes, es
nieta de una estérica netamente y la madre del esposo de esta murió loca en la
sierra; sólo encontraron sus huesos.
Segunda persona estudiada: Srita. Isabel Murillo de 12 a 13 años, muy
desarrollada y aunque su padre y la citada Murillo insisten que no tiene más edad
que la que me indican, no puedo creerlo pues esta señorita representa a todas
luces, por sus signos característicos, lo menos 17 o 18 años; esta joven tiene
demasiada torpe su inteligencia por falta de instrucción. A las preguntas que se le
hicieron contestó que hace como un año poco más o menos que le dijo el señor
Felipe Murillo que en una convidada que le había hecho una familia a comer
panocha caliente, que en esta le habían dado una hierba que producía locura y
que como este individuo se lo decía cada momento y lo mismo le decía la señora
Francisca Murillo, la Curandera, dice con toda la inocencia que le es característica
que por este motivo creyó que estaba loca y con toda candidez preguntó al que
habla que le dijera la verdad. Observaciones del que subscribe: tanto este caso
como el anterior son debidos a sugestión del tal Felipe Murillo y de la Curandera
Francisca Murillo tal vez con varios fines, todos nada buenos, si se tiene en cuenta
que este individuo aunque monomaniaco y melancólico siempre está dispuesto a
probar que los demás sufren su mismo mal; este sabe más que todos los vecinos
de la localidad de que vengo hablando; hay otra razón aún más poderosa para
conformar lo que dejo dicho y es que este señor Felipe quiere casarse con la
citada señorita, por lo demás Isabel Murillo está en perfecto estado de fisiología.
Tercera persona reconocida, señorita Ramona Aguilar, bien conformada,
desarrollo completo, robusta, hermana de Javiera, primera reconocida, y por lo
mismo tiene los mismos antecedentes referentes a su familia. A las preguntas que
se hicieron dicen que no tiene recuerdo de haber sufrido alguna enfermedad; que
algunas personas y entre ellas su tío Felipe y Dolores Murillo, ambos hermanos,
siempre le están diciendo que está loca como también le dice la misma cosa la
señora Francisca Murillo (la Curandera) ésta le dice con insistencia que tome sus
medicinas y sobre todo su agua bendita que es infalible para curar la locura, pero
que ella no ha querido tomar nunca nada porque nunca ha creído que está loca.
En el día que esta señorita fue conocida presentaba una pequeña neuralgia al
lado derecho de la cara, que con un mediano tratamiento que le aplicó el que
habla se puso completamente buena en diez o doce horas, pero que este achaque
lo atribuye a la señorita Ramona a que se lavó la cabeza y todavía mojada ésta se
puso a planchar creyendo que ahí le sobrevino el mal.
Cuarta persona reconocida, señora Carmen Murillo de cincuenta años de
edad, casada, con varios hijos, su constitución es robusta, es hija de la estérica
que ya tengo mencionada y nieta de la loca que se murió en la sierra; pero sus
facultades son enteramente normales no acusando ningún trastorno funcional. A
las preguntas que s ele hacen dice que ella no ha estado jamás loca, ni ha sufrido
más enfermedad que unas pequeñas hemorragias uterinas y que esto lo atribuye
ella a algunos malos partos anteriores, por lo demás la citada señora en el
momento que se le reconoce goza de entera salud.
Quinta persona reconocida, Esperanza, hija de la anterior, de veinticuatro
años de edad, viuda y con cuatro hijos, mujer completamente robusta dice que no
ha estado jamás loca y que tampoco ha sufrido ninguna enfermedad si se
exceptúa algunas pequeñas hemorragias uterinas que le atribuye ella a un aborto
que tuvo anterior a esta fecha, siento este el único achaque que se reconoce en la
citada señora y que no puede agregar más tocante a este caso.
Sexta persona reconocida, Don Gil Murillo (aquí entramos a lo grave) este
señor tiene varios hijos y solamente haremos mención de dos en lo sucesivo pues
en los demás nada hay que llame la atención referente al caso de que se trata.
Don Gil es hijo de la señora que como dije anteriormente, murió loca en la sierra.
El carácter de este señor es notoriamente débil, pues no obstante que teniendo en
cuenta su edad que pasa de setenta años, su constitución es vigorosa; pero para
probar el carácter del individuo en cuestión, se hace notar que siendo el jefe
absoluto de la familia, sus derechos como padre y representante de ella los ha
delegado en favor de un hijo suyo (Juan) y él se ha retirado a vivir lejos de la
Congregación en un lugar solitario que se llama “El Agua Blanca”. La esposa de
este señor, y que es la séptima persona reconocida, se llama Gertrudis Obeso
Murillo y que pasa también de setenta años de edad, constitución robusta, en
atención a la edad indicada; esta señora es la de que ya se hace mención; es
estérica de un impulso violento, aunque este dura pocos momentos, siguiendo una
calma que según su modo de explicarse, parece de persona razonable; pero que
por todos sus hechos se ve que es capaz de trastornar a todas aquellas personas
que tengan que estar en contacto directo con ella. Octava persona reconocida,
esta es la señorita Dolores Murillo, hija de Don Gil y de Doña Gertrudis; esta
señorita o señora dice tener veinticuatro años de edad, más el que habla cree que
pasa de treinta y seis; tocante a lo que se le pregunta contesta que efectivamente
ella sufre unos ataques que no sabe definirlos; pero en su modo de ver por lo que
ella siente cree que es locura u otro mal resultante de tomar cierta yerba que
alguna persona le dio para que se enfermera. Observaciones del que habla: la
citada Dolores es una persona de buena constitución, robusta. Se ve en esta
persona que sus facultades mentales están un poco trastornadas, es una
monomaniaca y además nifomana, sus monomanías tienden a creerse que es una
persona adinerada como también tiene suficiente inteligencia para poder
entenderse con las personas superiores y que ella no conoce. La monomanía de
esta señora que más se acentúa es la de entablar correspondencia con las
personas extrañas a su estado social. Siempre dice y cómo se ve esto corrobora a
lo que atrás dejo explicado “voy a elevar un ocurso a Porfirio Díaz salvando el
respeto”. Sabiendo que todo Ciudadano tenemos la obligación de respetar al
Primer Magistrado de la Nación; también dice “elevaré un ocurso a Sanginés”,
como se ve, esta trata a nuestros mandatarios de igual a igual, estos conceptos
los hace resaltar el que habla para probar el estado mental de la persona de que
se trata; en abundancia de hechos cita el caso siguiente: estando el día 26 de
septiembre en San José de Gracia, desempeñando la comisión de que viene
haciendo referencia, fue llamado por un miembro de su familia (de Dolores) para
que presenciara un ataque que estaba sufriendo esta como a las tres de la
mañana y luego que llego a la casa habitación de la tantas veces repetida señora,
se encontró con los miembros de la familia todos sumamente acongojados, en
particular la madre, el padre y el hijo Felipe Murillo, estos en su modo de entender
y de pensar de ellos mismos, la enfermera estaba muy grave; para poderme dar
cuenta de los hechos a que era llamado a resolver y en virtud de que no podía
entender a las primeras personas ya indicadas, les supliqué que salieran de la
habitación y que solo quedaran allí tres o cuatro, para que éstas, que son
sumamente maliciosas, pudieran dar fe de los hechos que iban a desarrollar. La
enferma tendida en una cama no dejaba de gritan en mi presencia diciendo sus
gritos que veía personas que la querían ahogar y otras amenazas por el estilo; yo
le pregunté “Dolores qué es lo que Ud., siente”, contestándome todas las personas
presentes que era por demás que la interrogara, puesto que en ese estado no oía
ni hablaba; se ve que esto de hablar no era verdad puesto que gritaba; entonces
para probar que el citado ataque era simulado como ya había yo creído, después
del reconocimiento que le hice, indiqué a las personas presentes, que la enferma,
si deseaban, debía yo curarla, como creyera conveniente, estas palabras las
pronuncié lentamente y levantando la voz suficientemente para que todas las
personas que estaban presentes, incluso la enferma, se dieran cuenta del
tratamiento que iba a aplicar, después dije que le iba a ministrar a la enferma una
medicina que en el momento la pondría buena, pero que después los efectos de la
misma la iban a dejar como si fuera muerta; (empleé estas palabras ante mis
oyentes para que pudieran darse cuenta del hecho) y que este estado podía durar
varios días y que también algunos que habían tomado la citada medicina no
habían vuelto más a la vida; esto produjo un efecto maravilloso pues la enferma en
el momento que lo dije se sentó en la cama y dijo que ya estaba completamente
buena y no quería de ningún modo tomar la medicina que había yo indicado y que
si había pretextado el ataque había sido solamente con la idea de tener necesidad
de manifestarme ciertas cosas de mucho interés y en efecto me contó cosas que
no tengo necesidad de decir; pero que por estos hechos se ve que los ataques de
esta enferma deben considerarse como simulados y obedecen a cosas
convencionales para ella misma.
Novena persona reconocida. Es Felipe Murillo, hermano de la anterior, de
treinta y cinco años, hombre robusto y bien formado, con alguna pequeña
instrucción; puede apreciarse en sentido práctico, que este sabe más que todos
los que componen la Congregación de San José de Gracia, siendo este individuo
un tipo excepcional; es un monomaniaco; puede apreciarse en primer grado: con
ideas melancólicas intermitentes. La monomanía de Felipe también es de
grandeza y de creerse igual a las personas que están muy por encima de él como
son nuestros mandatarios. A las preguntas que le hice dice él que jamás ha
estado loco, que no niega sufrir unos ataques: que algunos médicos le han
reconocido los han diagnosticado de ataques nerviosos y que estos los sufre por
periodos más o menos largos unos de otros: referente a otros hechos que le
pregunto me dice que efectivamente él ha llevado muchos ocursos como es al
Señor Presidente de la República, a la Secretaría de Instrucción Pública, al
Consejo Superior de Salubridad, al Señor Coronel Sanginés, Jefe Político del
Distrito, al Señor Delegado de Instrucción Pública de La Paz, y tal vez a otras
personalidades que no recuerda, indicándome con seriedad que los citados
ocursos lo seguiría repitiendo, hasta conseguir lo que pedía en ellos. Le pedí
algunos borradores para cerciorarme si era verdad y me manifestó un pedazo de
papel que dice era uno de los borradores y entre otras cosas cito este párrafo de
dicho papel que a la letra dice: “En esta Congregación de San José de la Baja
California existe una porción de individuos locos o melancólicos que se curan con
unos yerbajos, de ciento cincuenta individuos que tiene esta Congregación”. Por la
redacción de este papelucho, creo que es una prueba suficiente para determinar el
estado que guardan sus facultades mentales. Hago constar además que el día 24
de septiembre y estando de paso en esta Congregación, fui también llamado por
un miembro de la familia de Felipe (su hermano Juan) para que viera y le
impartiera los auxilios necesarios a un ataque que estaba sufriendo Felipe. Llegué
a la casa habitación de este y me lo presentaron acostado en el suelo y varias
personas lo estaban conteniendo porque me dicen que se golpeaba. Me lo
presentaron sin luz y estando el lugar sumamente oscuro; después que lo
reconocí a tientas como debe suponerse, pensé inmediatamente que este era otro
caso semejante al que anteriormente acabo de describir y para probar lo dicho le
pregunté “¿qué es lo que Ud., siente Felipe?”, contestándome los presentes que
era por demás que le interrogara porque en ese estado no sentía Felipe, que
aunque lo mataran no se daría cuenta, entonces le dije que el caso era exprofeso,
y esto bastante alto para que todos lo oyeran: que Felipe necesitaba una pequeña
operación y puesto que nada sentía me evitaba el trabajo de privarlo; que la
operación consistía en hacerle una pequeña herida en el cuello para sacarle cierta
cantidad de sangre y con esto evitarle la congestión que era causa del ataque que
estaba sufriendo y para esto desenvolví el estuche de cirugía que llevaba
preparado de antemano y aunque como he manifestado el lugar seguía
completamente a obscuras, Felipe se sentó como por encanto en el lugar que
estaba acostado diciéndome que ya estaba completamente bien. Por todos los
hechos se ve claramente que existe sugestión y pura sugestión en el caso de que
se trata, y que puede apreciarse con seguridad que todos los casos de que se da
cuenta, si los hubo, son sugestivos y demás simulados; el fin no me es posible
determinar en este informe por carecer del tiempo necesario y para concluir, cierro
este informe sumamente mal forjado debido a mi poca capacidad y también a la
premura para poder justificar ciertos hechos; haciendo constar para que nada
falte, en atención a mi buena voluntad, que el día 23 del mismo septiembre, hice
traer ante la presencia del funcionario Señor Subprefecto Político de este Partido a
Doña Francisca Murillo de ochenta y dos años de edad para informarme con qué
medicinas o qué tratamiento empleaba ella para curar a los locos que se dicen
habían existido en esta Congregación: me presentó un saquito conteniendo varios
yerbajos y una botella de aceite de comer que dice eran las medicinas que ella
había aplicado y con las que había curado a la señorita Javiera Aguilar y la
señorita Isabel Murillo, a la señora Carmen Murillo, a su hija Esperanza, al señor
Gil Murillo, a Doña Gertrudis O. B. de Murillo, a Dolores Murillo y a Felipe, y a
Ramona Aguilar y a un Juan Aguilar que este no pudo encontrarse. Es una
particularidad que esta Congregación se compone de dos familias, una Aguilar y
otra Murillo, le indiqué a la señora Murillo que me diera el nombre de sus
vegetales o yerbajos pues no estaban rotulados y me dijo que eran vegetales
simples lo que contenía el saquito, como gordolobo, manzanilla, canutillo y sauco.
Además, me dijo que no llevaba, pero que hacía un jarabe que era sumamente
bueno y que con él curaba todas las enfermedades incluso la locura que dice ella
que ésta es producida por alguna cosa que dan a tomar a las víctimas, algunas
personas malévolas de esta Congregación, y que para asegurar esto se funda en
que siempre que cura a los locos cuando están con el ataque les da a tomar agua
bendita, les unta de esta misma en las manos y en la frente y las hace rezar
ciertas oraciones por el alma de su enemigo, invocando siempre el nombre de
Dios, para estos actos y que inmediatamente cede el ataque por encanto. Estos
hechos de la curandera demuestran hasta la saciedad que entre ésta, Dolores
Murillo y Felipe del mismo apellido, existe cierta inteligencia que no me es posible
determinar sus fines. Para concluir como tengo manifestado esta Congregación se
compone en su totalidad de Murillos y Aguilares, como ya dije atrás y tiene de
ciento setenta a ciento ochenta habitantes, mayores y menores; casi los reconocí
a todos y me llama sumamente la atención de que estos tienen una conformación
completamente desarrollada, si se quiere robusta, tanto grandes como chicos,
pues el local que ocupa la Congregación, que creo son de veinticinco leguas
cuadradas, tan sumamente pobre que en mi concepto, no digo en la Baja
California, ni en toda la tierra, existe uno de esa naturaleza. Los ranchos de aquí
raras veces ven el queso, pues en todos los ranchos que recorrí pertenecientes a
la misma Congregación, sólo vi dos vacas que estaban ordeñando para tomar
leche. En los campos que recorrí no se ven más animales que algunos conejos y
liebres, que es con lo que se alimentan estas pobres gentes, cuando pueden
cazarlos.
Todos los vecinos que fueron reconocidos por el que habla presentan una
nota característica; sus rasgos físicos son sumamente iguales y esa mirada propia
de los idiotas está caracterizada en todos los individuos de esta Congregación que
son en mi concepto dignos de lástima; que el Gobierno podía impartirles algunos
auxilios para remediar en algo su situación aflictiva.
San José de Gracia, 30 de septiembre de 1907.
Prudencio V. Rodríguez

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