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TEMA 3 GRECIA.

El mundo griego generó un importante conjunto de reflexiones, de prácticas y de


orientaciones educativas, que se sintetizaron en un ideal educativo, una paideia ramificada
en manifestaciones que en unos casos ponían el acento en el dominio de la palabra, en
otros en la racionalidad filosófica y en otros como la paideia helenística en un saber más
amplio. Este legado construido, fue incorporado a la cultura romana que formularon el ideal
“humanitas” con menor preocupación por los saberes científicos y que extendieron por toda
Europa.

1. Educación infantil.
Cuando en Grecia se habla de la formación del niño, se alude a la instrucción moral, donde
está centrado el humanismo. El educador no es el maestro, sino el pedagogo que acompaña
y vigila a el niño. Es el pedagogo el que transmite las ideas familiares y el que favorece la
incorporación del niño al medio social.

2. Educación primaria (7-16 años).


El maestro se llamaba grammatistés, o profesor de grammatiké, esto es, de gramática. La
enseñanza primaria consistía en gramática (la griega, porque las demás lenguas no merecían
su estudio, según estimaban los griegos), la aritmética y la escritura; después se estudiaban
de memoria pasajes de los poetas griegos, seleccionados con arreglo a las lecciones morales
que conviniera deducir de ellos.
Tanto en Atenas como en Esparta los niños recibían de sus padres la primera educación. Se
les enseñaba poesías y canticos apropiados para infundirles buenos sentimientos y se
aprovechaba su afición por los cuentos y fábulas para inculcarles principios morales. El culto
doméstico y la asistencia a las ceremonias publicas fomentaba en ellos la reverencia a las
divinidades.
El amor patrio se cultivaba en la vida hogareña y en las manifestaciones sociales. La
tradición nacional se transmitía al vincular el joven con el adulto, el niño con el pedagogo y
el maestro con el discípulo; estableciéndose una mutua simpatía que proporcionaba un
ejemplo directo para la formación del carácter.

3. La paideia.
La paideia no es solo instrucción, sino es también incorporación a los ideales de la cultura
griega. Es el cultivo de los sentimientos religiosos y patrióticos, unido al de los sentimientos
éticos. Los griegos reconocen el valor absoluto de la personalidad humana y de la perfección
ética. Al dominio de sí mismo, al auto conquista lograda por el saber, a la armonía y la
autodisciplina la denominaron “sofrosyne”.

El propósito de la paideia no es solo llenar las necesidades del desarrollo del niño, sino
formar al hombre maduro. La palabra “paideia” puede ser también traducida por:
“tratamiento que conviene aplicar al niño para hacer de un hombre”. En latín, para decir lo
mismo, emplea la palabra “humanitas”, humanidades.

Lo que quiere la educación griega es la formación del hombre completo: cuerpo y alma,
sensibilidad y razón, carácter y espíritu. De aquí que por la instrucción no se pretendía
formar al sabio, al artista, al literato, sino que se procuraba dar una norma de vida que
estaba de acuerdo con un ideal de perfección.
El hombre que posee una sólida cultura humanística se encuentra preparado para afrontar
todo género de empresas. Por las humanidades el hombre adquiere, junto con el
conocimiento moral humano, el dominio completo de la razón, de la palabra, instrumento
privilegiado de su cultura y vehículo de la vida social.

4. La lectura.
Los maestros ignoraban todo método. la didáctica era rudimentaria. Se aprendía a reconocer
y a nombras las letras (apelación), luego a pronunciar las sílabas, finalmente las palabras.
Inmediatamente seguía el aprendizaje de la lectura a través de algunos textos poéticos. La
tarea era trabajosa. Era necesario reconocer las palabras porque en los textos estaban escritas
una a continuación de otra sin separación ni puntuación. Se debía captar primero el sentido
de las palabras para que la lectura fuera inteligible.
El procedimiento era mecánico; el maestro recitaba y el alumno repetía en voz alta. Como
los textos eran costosos, cuando el alumno sabía escribir los copiaba, o si no el maestro
dictaba fragmentos que luego hacía comparar con sus textos, cotejando los errores.
Debemos recordar que Platón consideraba que cuatro años no era mucho tiempo para
aprender a leer.

5. La escritura.
La escritura se realizaba por medio de un punzón sobre tabletas o cuadros de madera
cubiertos de cera. Uno de los extremos del punzón era aplanado y servía para borrar.
Frecuentemente se empleaban cañitas talladas de tal modo que se podía escribir con tinta.
Lo escrito se borraba con una esponja. En la escuela se aprendía también a contar con ayuda
de los dedos. Nunca se enseñaron las cuatro operaciones.

6. Disciplina.
La disciplina era severa: a menudo, el maestro recurría a los castigos corporales.
La imagen característica que se guardaba como recuerdo de la escuela era la del terrible
maestro y del temor que inspiraba. “No se prospera si no se realiza un esfuerzo costoso” era
el lema.

7. Ubicación y material de las escuelas.


Las escuelas elementales (didaskaleion) en los tiempos más antiguos se hallaban
establecidas en tiendas;
Era frecuente también encontrarlas en las plazas públicas y en los recodos de las calles.
En la escuela, el maestro se instalaba en un asiento, y los niños se agrupaban a su alrededor;
no había bancos ni mesas.

8. Las instituciones escolares griegas.


a) La escuela de primeras letras.
b) El gimnasio o las instituciones destinadas a impartir una educación secundaria
incipiente.
c) Una enseñanza superior impartida en clases de filosofía y retorica.
d) Una formación militar y ciudadana obtenida con las practicas propias de la efebía.

EL GIMNASIO O LA INCIPIENTE EDUCACIÓN SECUNDARIA (16-18 AÑOS).


Cuando ya sabía leer y escribir, el adolescente proseguía su formación en la escuela del
gramático, profundizando el estudio de los poetas y de los escritores clásicos.
La educación superior se llamaba mousiké (es decir, instrucción general de las disciplinas
presididas por las Musas), y comprendía los estudios literarios, así como la música. La lira
era el instrumento preferido, y como todas las poesías líricas tenían su música, era variado
el repertorio para practicar.
Después de concurrir a la escuela del gramático (educación literaria), el joven se dirigía al
gimnasio, para adquirir la educación atlética (gimnasia) y artística (música).
La gimnasia consistía en un entrenamiento para las pruebas de destreza, en particular del
pentatlón o cinco combates: lucha, carrera, salto, lanzamiento del disco y de la jabalina. Los
más hábiles practicaban el boxeo y el pancratio (lucha libre). Las pruebas de destreza no
eran abandonadas a la casualidad ni cultivadas por unos pocos para entretenimiento de los
demás. El éxito no consistía tanto en el triunfo, sino en la demostración de haber adquirido
el porte gracioso y digno, el dominio del temperamento, la elegancia en el ejercicio.
En el gimnasio se impartía también la enseñanza musical, lecciones de ciencias y artes
mediante conversaciones con hombres ilustrados, audiciones de obras musicales,
declamación de poesías, discursos y conferencias. El aprendizaje se realizaba así de una
manera viva y ocasional.
Fue en estos gimnasios donde se inició la enseñanza de la filosofía y de la sofística. Más tarde,
las escuelas de filosofía fueron, por eso, denominadas gimnasios. Estos establecimientos de
educación popular fueron creciendo en importancia y Atenas llegó a contar con tres gimnasios
famosos: la Academia, el Liceo y el Cinosarco. Los dos primeros tuvieron como maestros,
respectivamente, a Platón y Aristóteles. Estas instituciones poseyeron jardines, teatro,
bibliotecas, estadios para ejercicios físicos, etc.
Gimnástica y música, dos caracteres arcaicos de la educación griega, perdieron su influencia
en el período helenístico, para dar paso a la educación literaria.
A los veinte años el joven entraba ya a participar plenamente de los derechos y de las
responsabilidades de los ciudadanos. Para ello la admisión a la ciudadanía estaba precedida
de un período de preparación, de los 18 a los 20 años. Era una especie de servicio militar, de
noviciado cívico, de preparación moral y religiosa para el ejercicio pleno de los deberes del
ciudadano.
La religión desempeñaba un papel principal, ya que comenzaban con peregrinaciones a los
distintos templos de la ciudad.

9. La educación liberal.
Al humanismo griego se le ha denominado también “educación liberal”, o sea, educación del
hombre para que éste pueda usarla con pleno conocimiento de la propia libertad;
Actividad intelectual del hombre que le permite desentenderse de las tareas manuales para
poder gozar de las altas expresiones del espíritu.
Es por eso que la educación griega no impone a los educadores normas fijas que los obliguen
a seguir determinados métodos.
El equilibrio se logra con el ideal de la armonía, es decir, con la bondad indisolublemente
unida a la belleza, como bondad resultante de un firme dominio de sí, como belleza que
representa exteriormente el severo orden interior del ánimo. Por esto la educación es
perfecta euritmia, equilibrio que se alcanza únicamente con una lucha interior en el
individuo contra el desorden de las fuerzas instintivas, hasta alcanzar un iluminado y
coherente concepto de la vida.

10. Periodos de la educación griega.


a) Periodo arcaico
La educación heroica: Con los poemas de Homero se abre la historia de la educación en
Grecia. En La Ilíada y la Odisea, donde se celebran las hazañas de los héroes de las
ciudades griegas que lucharon en el asedio de la ciudad de Troya, encontraremos los
mejores testimonios de lo que era la educación arcaica.
El ideal concreto de la educación arcaica es el héroe. El héroe es el hombre que sabe
dominar a los demás y dominarse a sí mismo, que es poseedor de una capacidad
espiritual y corporal dispuesta siempre a emplearla en lo bueno y para lo bello. La
formación del héroe es siempre una lucha para conquistar virtudes, para alcanzar el
premio, para dominar la naturaleza, para mantenerse en una situación de preeminencia
con respecto a la masa del pueblo.
b) Periodo de los comienzos de la paideia
Después de la caída de Troya, dos ciudades comienzan a destacarse: Esparta y Atenas.
Durante más de tres siglos la vida política de Grecia giró alrededor de estos dos pueblos,
considerados como los polos del genio griego.
- Atenas, de carácter emprendedor, inquieto, revolucionario.
- Esparta, en cambio, de origen dorio, apegada a sus tradiciones, aristocrática y
conservadora, que cultivó más las virtudes militares que las artes y las letras, en las
cuales llegó a ser maestra su rival Atenas.
La educación espartana se caracteriza por su sentido exclusivamente estatal y, sobre
todo, militarista. Esto se explica si recordamos que Esparta tuvo que defenderse
permanentemente de los pueblos vecinos y de los enemigos interiores o clases
sometidas.
c) Periodo de las Grandes Innovaciones Educacionales
Las grandes innovaciones en la educación griega tienen lugar durante el llamado siglo de
Péricles. En este período actúan los grandes teóricos de la educación, como son los sofistas,
Sócrates, Platón, Aristóteles, Isócrates.
En cuanto a las instituciones educativas, sólo recordaremos que en este período
adquieren un renovado vigor, al organizarse, definitivamente, los planes de estudio del
gimnasio y al constituirse de una manera orgánica las escuelas de filosofía y de retórica.
d) Periodo de la cultura helenística
Con Alejandro Magno la cultura griega fue llevada hasta las puertas de la India, pero,
aunque adquirió una gran expansión, perdió su pureza original. Las polis, ciudad-Estado
donde esa cultura se había desarrollado, fue malogrando su característica independencia
mientras que la paideia iba simultáneamente perdiendo su espontaneidad, su gracia y
originalidad que la caracterizaban.
El imperio recién formado determinó nuevas formas de cultura. Las grandes ciudades
como Alejandría en Egipto, Pérgamo en Asia Menor, y Antioquía en Siria, eclipsaron a
Atenas por sus riquezas y se convirtieron en el centro de atracción de artistas y sabios.
Los habitantes del imperio aprendieron el griego vulgar (koiné) hablado por los soldados
y mercaderes, y las ciudades se edificaron con perspectivas grandiosas con teatros,
bibliotecas y fastuosos templos, mientras que la literatura señaló las cumbres de un
mundo en decadencia.
En este período histórico la educación griega, la PAIDEIA, sufre una transformación. Sin
abandonar las letras, se orienta hacia el estudio y enseñanza de las ciencias. Un
conocimiento general que caracteriza al hombre culto, para otros será la cultura básica e
indispensable a todo nombre para edificar sobre ella una cultura superior. En las escuelas
helenísticas no se dio ya tanta importancia a las letras o a la filosofía sino a las ciencias
particulares. Podemos afirmar que toda nuestra cultura se halla cimentada en el plan de
estudio de este período, organizado del siguiente modo:
- Conocimientos literarios: gramática, retórica y dialéctica.
- Conocimientos científicos: aritmética, geometría, música y astronomía.
- Conocimientos filosóficos y teológicos: metafísica, ética, política.
La retórica, arte del bien decir, se transformó en el ideal de toda educación. Su posesión
convertía al hombre en un ser culto. Aprender a hablar bien era aprender a pensar bien y
a vivir bien. Así lo entendieron los griegos y todo Occidente hasta el Renacimiento.
El fruto más preciado de la retórica era la elocuencia, que se adquiría con los ejercicios
literarios realizados en la escuela de un maestro llamado rethor o retórico. Unido
espiritualmente al modelo, cada escuela, cada maestro, se identificaba con un clásico que
le parecía encarnar mejor su ideal retórico; así, unos preferían a Demóstenes, otros a
Lysias, etcétera.
Al estudiarlos, se debía adquirir su vocabulario y expresar el alcance de sus ideas. El
ejercicio comprendía cinco partes: la invención o argumento, la disposición de las partes,
la elocución o manera de expresar las ideas, la memorización y la acción o recitado.
La perfección del método hizo que las escuelas de los retóricos ofrecieran la más elevada
disciplina, durante algunos siglos, y que Atenas fuera, en ese lapso, el centro de la cultura
intelectual del mundo antiguo.

11. Esparta.
El Estado era quien determinaba si el niño recién nacido tenía las condiciones que podían
hacerlo en el futuro apto para su servicio.
Al nacer, debía ser presentado ante una comisión de ancianos que examinaban su
constitución física. Si era débil o deforme, era arrojado desde lo alto del monte Taigeto.
Hasta los siete años dejaban al niño con su familia, pero después de esa edad hasta su
muerte el espartano pertenecía totalmente al Estado.
A partir de los siete años comenzaba la educación pública, de carácter obligatorio, impartida
en organizaciones de tipo militar. La escuela era única, sólo para la clase dominante. Los
niños recibían sus lecciones de monitores escogidos en grupos de 64 alumnos; debían
aceptar sin murmurar las órdenes y los castigos.
A los 12 años, el niño vestía el manto de la virilidad.
De los 18 a los 20, los jóvenes formaban los kruptoi o grupos encargados de vigilar las
fronteras, vivían fuera de las ciudades y hacían ejecutar por los esclavos (ilotas) los trabajos
de utilidad pública.
Hasta los 30 años permanecían en la categoría de irenos; dirigidos por un instructor,
aleccionaban a los más jóvenes.
Al terminar ese período, adquirían los derechos de ciudadanos y podían constituir una
familia, pero permanecían siempre en los cuarteles, comiendo en mesas comunes y
sirviendo de maestros a la juventud.
La mujer era ejercitada en los deportes y en la danza. La disciplina fomentaba en ellas los
sentimientos de honor e impavidez, llegando a no inmutarse al oír que sus hijos habían
sucumbido en la batalla, a condición de que hubiesen caído de cara al enemigo.
Para el espartano, la educación física era fundamental y con ella se buscaba la resistencia
corporal. Vestían la misma túnica en verano y en invierno, llevaban los cabellos rasurados y
se acostaban sobre un lecho de juncos recogidos en las riberas del Eurotas.
Los ejercicios al aire libre eran variados: lucha, carreras, saltos, jabalinas, etcétera. La caza,
rama importante de su plan de enseñanza, fue preferida, sobre todo. Practicaban, entre
otros deportes, uno muy semejante a nuestro fútbol (el episkiros).
Niños y jóvenes aprendían a tocar la cítara y a cantar. Preferían los ritmos viriles y los
himnos marciales del poeta Tirteo. Esta educación culminaba con la danza guerrera.
El uso del látigo era corriente. Anualmente, en las fiestas de Diana, los maestros
administraban castigos públicos para desarrollar el espíritu de sumisión. El pundonor exigía
que soportaran los golpes sin quejarse.
La educación moral constituía la base de la educación patrocinada por Licurgo. Se
aprovechaban todas las ocasiones para inspirar al niño el respeto a las leyes y a la religión, la
obediencia absoluta al Estado y a los superiores jerárquicos. Las fiestas religiosas y los
banquetes públicos favorecían este intento, pues el joven escuchaba a los ancianos discutir
los negocios del Estado.

12. Las escuelas de filosofía: filósofos.


El aprendizaje de la filosofía suponía otro tipo de formación intelectual y hasta otro ideal de
vida.
Volverse filósofo era adoptar una forma de vida distinta a la de los demás, era seguir una
vocación austera, era ser más exigente desde el punto de vista moral.
Esto implicaba un cierto esfuerzo ascético (ejercitación espiritual) que se traducía, de una
manera visible, en el comportamiento, la alimentación y hasta en el vestir: muchos filósofos
griegos y sus discípulos eran reconocidos por su capa corta, ordinaria y oscura, expresión de
su austeridad.
Cada filósofo había organizado la enseñanza en su escuela, eran como cofradías. La
enseñanza se perpetuaba de generación en generación, en las manos de un jefe de escuela
regularmente investido por su predecesor.
Principales escuelas de los filósofos:
- La peripatética: fue fundada por Aristóteles, junto al templo de Apolo Licio, de ahí su
nombre Liceo. Sus jardines formaban un paseo público, y de este paseo, o de la
costumbre de enseñar paseando, su escuela tomó el nombre de peripatética.
- La platónica: Platón fundó su escuela en los jardines de Academo, de donde la
palabra Academia que definió más tarde su escuela. Las dos escuelas restantes
tendieron a señalar soluciones prácticas: ya de valor, ya de resignación ante las
dificultades de la vida.
- La epicúrea: funcionaba en el jardín de la casa de Epicuro.
- La estoica: dirigida por Zenón, se hallaba en el Pórtico (stoa) de Atenas. Estas
escuelas alcanzaron gran éxito y funcionaron hasta la época de Justiniano (529 d. C),
en que fueron clausuradas por haberse transformado en sociedades secretas.
- Existieron también maestros aislados, que enseñaban en las grandes ciudades como
Alejandría, Constantinopla, Roma, etcétera, y filósofos ambulantes, verdaderos
conferenciantes populares que improvisaban diálogos con el auditorio.
13. Las ciencias.
Los últimos tres siglos antes de Cristo son los siglos de grandeza de la ciencia griega
helenística. Arquímedes de Siracusa fue un notable físico. Euclides escribió un libro utilizado
durante más de dos mil años para la enseñanza de la geometría. Eratóstenes midió la
circunferencia terrestre; algunos de los alejandrinos posteriores llevaron a cabo verdaderos
experimentos de mecánica.
La ciencia tuvo su centro en Alejandría, donde funcionaba el Museo o instituto de las Musas.
Fundado por Ptolomeo (322 a. C), era un lugar donde se exhibían los ejemplares
interesantes y donde se realizaba una cierta investigación científica. Sostenidos por el
tesoro real, los “pensionistas” del Museo vivían en comunidad, suntuosamente alojados.
Junto al Museo estaba la Biblioteca, con unos 500.000 rollos o libros manuscritos en largas
tiras de papiro. Esta biblioteca no estaba abierta al público; era para uso exclusivo de los
sabios.

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