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PROGRAMA No.

0493

1 CRÓNICAS

Capítulos 11 & 12

Continuamos hoy nuestro recorrido por este Primer Libro de Crónicas, y llegamos al
capítulo 11. Y en nuestro programa anterior, decíamos que estamos aquí al comienzo de
la tercera división de este libro. En los primeros nueve capítulos, encontramos esa notable
genealogía, o mejor genealogías, ya que son varias. Son destacadas indudablemente.
Tenemos ante nosotros algo digno de destacar. Solo un capítulo es dedicado a Saúl. O
sea que, desde el punto de vista de Dios, no hizo tanto impacto como muchas personas
pensaban que podría hacer. Desde el punto de vista de Dios, este hombre no impresionó al
Señor para nada. Pero aquí, en el capítulo 11, donde comenzamos hoy, veremos que hay
en realidad, dos capítulos, ya que se trata de los capítulos 11 y el 12, dedicados a los
Valientes de David.

Así es que, nos encontramos en una sección importante y el énfasis cae en David. Y
sería bueno notar el énfasis dado por Dios a ciertas cosas en la vida de David, mientras que
otras son casi pasadas por alto. Por ejemplo, el pecado de David, que se considera en el
capítulo 21 de este Primer Libro de Crónicas, no tiene nada que ver con Betsabé. Lo que
él hizo, fue un Censo de la gente, y esto no es tratado en ninguna otra parte. Diríamos que
ante los ojos de Dios, este fue el pecado más grande, y éste es el que se destaca en este libro.

Creemos, amigo oyente, que en estos días, hay muchas personas y muchos creyentes

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también, que consideran que algunas cosas son pecado, y hay otras que no consideran
como pecado. Pero van a llegar a la presencia de Dios un día, y van a descubrir que
estaban completamente equivocados en conexión con esto. Que no estaban tan seguros
como creían que estaban. Lo que ellos creían que era un gran pecado, quizá no lo era; y lo
que pensaban que era algo muy leve y sin importancia, Dios lo había considerado como un
pecado. En la vida de David, todos pueden señalar el pecado que cometió con Betsabé, y
Dios lo castigó por ello. Fue un pecado terrible, indudablemente, pero Dios lo perdonó
porque él llegó y confesó su pecado al Señor. Pero este asunto del Censo, no parece ser
algo muy malo. Sin embargo, veremos que fue algo importante en cuanto a lo que a Dios
se refiere. Y también veremos por qué.

Quizá sea bueno para nosotros lograr una perspectiva diferente en cuanto a lo que
realmente es el pecado; es decir, el pecado en cuanto a ciertos hechos; algunas cosas que
hacemos y ciertas cosas que dejamos de hacer. Vimos eso, especialmente en nuestro
estudio de la epístola a los Romanos, y el gran principio que Dios señala allí para nosotros.
Comencemos, entonces, con este capítulo 11, y tenemos aquí que el énfasis se encuentra en
los hombres Valientes de David. Vamos a ver, cómo él llegó a ser rey. Leamos lo que dice
el primer versículo de este capítulo 11 del Primer Libro de Crónicas:

1
Entonces todo Israel se juntó a David en Hebrón, diciendo: He aquí nosotros somos tu
hueso y tu carne.

Usted recordará que cuando leímos en los otros Libros dobles, cuando se mencionó esta
historia, se nos dijo que David reinó por siete años sólo sobre dos tribus en el sur: la de Judá y la
de Benjamín, y que su reino estuvo en Hebrón. Todo eso ha pasado ahora. ¿Por qué? Porque
Dios los está observando como una nación – formada por todas las doce tribus. Y en el Libro de
Dios, la fecha cuando él llegó a ser rey fue cuando lo hizo sobre las doce tribus, y cuando todo

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Israel lo llegó a aceptar. Ellos dijeron: nosotros somos tu hueso y tu carne. Y luego leemos
aquí en el versículo 2:

2
También antes de ahora, mientras Saúl reinaba, tú eras quien sacaba a la guerra a Israel,
y lo volvía a traer. También Jehová tu Dios te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo
Israel, y tú serás príncipe sobre Israel mi pueblo.

Usted puede notar que ellos están reconociendo la mano de Dios, y que David no llega a ser
rey hasta cuando todo el pueblo lo acepta como el elegido de Dios. Esto comenzó siete años
después que comenzó a reinar, a la muerte de Saúl. Ahora, el versículo 3, dice:

3
Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David hizo con ellos pacto
delante de Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel, conforme a la palabra de
Jehová por medio de Samuel.

Ahora, David es ungido como rey de las doce tribus, y en cuanto a Dios se refiere, entonces
es cuando comenzó a reinar. Se nos dijo antes, que reinó siete años sobre dos tribus, pero aquí
no. Leamos ahora, el versículo 4:

4
Entonces se fue David con todo Israel a Jerusalén, la cual es Jebús; y los jebuseos
habitaban en aquella tierra.

David había inspeccionado esa tierra. Creemos que él había estudiado muy bien todo lo que
en ella había y la conocía como la palma de su mano; la conocía mejor quizá que los espías que
habían sido enviados por Josué. El conocía mucho de aquel lugar. Jerusalén fue la ciudad que
él eligió para ser la capital de la nación. Ese sería el lugar elegido para edificar el templo. El

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hizo de esa ciudad, la capital. Fue lo que él eligió y también lo que eligió Dios. Ahora,
tenemos mucha información en la Palabra de Dios sobre la ciudad de Jerusalén. Y tenemos que
aclarar que ella no es la misma o estaba en las mismas condiciones que la Jerusalén de hoy.
Modernas excavaciones han demostrado que el muro de la ciudad estaba orientado en la
dirección opuesta a la que tiene el día de hoy. La ciudad de David estaba ubicada en una
depresión, y uno siempre debía mirar hacia arriba cuando miraba al templo.

Mas tarde, cuando el muro fue trasladado a otro lugar, fue colocado en el Monte Sión y en
una posición más elevada, y desde ese lugar se miraba hacia abajo cuando uno observaba el
templo. Esa es la forma actual. Gran parte de la ciudad de Jerusalén se encuentra en nuestros
días, sobre la zona del templo. Esa zona del templo es el Monte Moriah, y es un cerro en el
mismo centro de la ciudad. Y del otro lado del muro está el Gólgota, el lugar de la Calavera,
donde el Señor Jesús fue crucificado. Este fue el lugar que David eligió. David tomó la
fortaleza de Sión. En ese lugar hizo edificar su palacio. El Monte Sión era un lugar muy
especial para David. Veamos ahora, lo que nos declara el versículo 6:

6
Y David había dicho: El que primero derrote a los jebuseos será cabeza y jefe. Entonces
Joab hijo de Sarvia subió el primero, y fue hecho jefe.

Este hombre Joab era el número uno en el servicio de David. El era el primero; podemos
decir que él era su consejero, el que comandaba el ejército. El pertenecía a los valientes de
David. Usted recordará que se nos ha dicho algo de sus hazañas cuando él se presentó por
primera vez ante David. Cómo guió al ejército, y cómo luchó por David. Así es que, este
hombre llegó a ser capitán del ejército. El era el que dirigía todos los asuntos militares en los
días de David. El estaba comandando todo lo relacionado con el ejército, la marina, y todo lo
demás que podía haber existido militarmente en esos días. Dentro de unos momentos vamos a
ver la lista de los hombres valientes de David, pero antes, notemos el versículo 7 de este capítulo

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11:

7
Y David habitó en la fortaleza, y por esto la llamaron la Ciudad de David.

La Ciudad de David es el área del Monte Sión. A David le encantaba ese lugar.
Aparentemente allí mismo Hiram construyó el palacio. Eso es importante y lo debemos notar.
Veamos ahora, el versículo 8:

8
Y edificó la ciudad alrededor, desde Milo hasta el muro; y Joab reparó el resto de la
ciudad.

Joab no sólo es un soldado sino que también es un arquitecto. El estaba a cargo de la


reconstrucción de la ciudad. Pasamos ahora, al versículo 9:

Y David iba adelantando y creciendo, y Jehová de los ejércitos estaba con él.

David llevó a su reino al lugar más alto posible. Pensamos que cuando uno mira o estudia
cualquier ciudad de la historia antigua; cuando uno observa grandes naciones en el mundo, como
lo fueron Egipto, Babilonia, o Persia, y aun antes que ellas, la nación hetea, es necesario recordar
que fue David quien llevó a esta gente al lugar de notabilidad e influencia por todo el mundo.
Esa fue la base que permitió a Salomón presentar un testimonio al mundo en esos días.

Y ahora, tenemos la lista de los hombres valientes de David. Parecería algo extraño que esa
lista esté incluida en este relato. Estos fueron los hombres que se unieron con David cuando
éste fue rechazado. Ahora que él llega a ocupar una elevada posición, como lo es la de rey,
ellos también son ascendidos en sus posiciones.

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Debemos decir aquí que existe una correlación entre esta situación y el Señor Jesucristo, y es
algo que no debemos pasar por alto. El Señor Jesucristo está llamando hoy a un pueblo para Su
nombre; ellos son los hombres valientes del Señor. Los nuestros, son días en los cuales El es
rechazado. De la misma manera como fue rechazado David, quien luego llegó a ser rey; pero
que hasta ese momento, no lo podía ser porque Saúl estaba reinando.

Dios le había dado a Saúl todas las oportunidades que necesitaba para corregirse, pero no lo
hizo. Por eso se encontraba David en un estado de rechazo, pero él había logrado reunir a sus
hombres de valor. Cristo es rechazado por el mundo en nuestros días. No es necesario
cansarse para poder destacar eso. Si usted, amigo oyente, no puede apreciar eso, entonces no
puede apreciar nada. Usted y yo vivimos en un mundo que está rechazando al Señor Jesucristo.
Pero durante este tiempo, El está llamando para Sí a un pueblo. El es el Rey, y uno de estos días
El vendrá a tomar Su lugar en el reino. Hoy, El es nuestro Señor y nuestro Maestro, nuestro
Salvador; así es que debemos esperar hasta cuando El llegue a tomar Su lugar como Rey.

Se nos dice en la Biblia que nosotros vamos a reinar con El. Ahora, si El es rechazado, ¿por
qué los creyentes quieren llegar a ser las personas más populares en la ciudad? Usted, amigo
oyente, no puede ser popular. El Señor Jesús dijo: Si a mí me han perseguido, también a
vosotros os perseguirán. El Dr. Roberto Schuller dijo: “Yo no juzgo a los hombres por los
amigos que tienen, sino por los enemigos. Si usted tiene los enemigos debidos, entonces está
bien.” Yo quiero estar seguro que los amigos de Satanás no me quieran. Me alegra poder decir
que aquellos que no desean estudiar la Palabra de Dios, y esto es siempre una realidad en la
iglesia; aquellos que están contra los estudios bíblicos, odian el estudio de la Biblia. Algunos
llevan una gran Biblia debajo de su brazo, y parecen muy piadosos. Pero, en realidad, amigo
oyente, odian estudiar la Palabra de Dios. Y me alegro de no ser amigo de ellos, porque siempre
he insistido en el estudio de la Biblia. Usted es juzgado por los enemigos que tiene. ¿Cuáles
son? Estamos en el tiempo del rechazo de Cristo, pero El está llamando a Sus hombres valientes.

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Volviendo ahora, al Primer Libro de Crónicas, permítanos dirigir su atención hacia tres
grupos de personas. Ya hemos mencionado uno de ellos antes. Son los que trajeron agua del
pozo de Belén, para que David la pudiera beber. Esa historia es emocionante. Veamos algunas
de las cosas que ocurrieron durante el período de su rechazo. Leamos los versículos 16 al 19:

16
David estaba entonces en la fortaleza, y había entonces guarnición de los filisteos en
Belén. 17David deseó entonces, y dijo: ¡Quién me diera de beber de las aguas del pozo de
Belén, que está a la puerta! 18Y aquellos tres rompieron por el campamento de los filisteos,
y sacaron agua del pozo de Belén, que está a la puerta, y la tomaron y la trajeron a David;
mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová, y dijo: 19Guárdeme mi Dios de
hacer esto. ¿Había yo de beber la sangre y la vida de estos varones, que con peligro de sus
vidas la han traído? Y no la quiso beber. Esto hicieron aquellos tres valientes.

Estos hombres son destacados como los más valientes. Y lo que usted puede ver es un
hermoso cuadro. David había pasado su infancia en Belén. Esa era su ciudad natal. A la
entrada de la ciudad había un pozo del cual, en muchas ocasiones cuando regresaba de cuidar sus
ovejas, cansado y sediento, podía beber el agua para saciar su sed. En estos momentos los
filisteos lo tienen rodeado, y no puede ir al pozo a beber. Y él exclama entonces: ¡Quién me
diera de beber de las aguas del pozo de Belén. . .! Era sólo la expresión de un deseo, nada más,
no era una orden. Pero esos tres hombres rompieron el cerco de los filisteos; consiguieron el
agua y se la trajeron. Lo interesante en la historia es que David no quiso aceptar el agua. Es
decir, no la aceptó para beberla. La aceptó pero para derramarla como una ofrenda a Jehová.
¡Qué hermoso cuadro es este! Agua del pozo de Belén.

Ahora, ¿cuál es el agua de Belén? Ninguna otra cosa sino Cristo mismo. Piense, amigo
oyente, en los innumerables actos de valor llevados a cabo por aquellos que a través de los siglos
han ido a buscar esa Agua para llevarla a un mundo sediento. Podemos pensar en cientos y

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cientos de personas que han dejado sus hogares para ir a tierras lejanas llevando consigo el Agua
de Vida. En todos los países del mundo, ya sean de Europa, América Hispana, Africa y Asia; se
puede ver hombres y mujeres dedicados, consagrados a esa tarea. Ellos han tenido que pasar
muchas barreras para poder llevar consigo la Palabra de Dios a quienes no la conocen. Creemos
que el Señor no se ha olvidado de ellos.

Estos tres hombres de valor, pues, irrumpieron a través de las fuerzas enemigas para cumplir
su cometido. Fue algo maravilloso lo que hicieron. Luego notamos lo que hizo David con el
agua. Lo que él había expresado no era una orden, solamente un deseo. Pero el Señor Jesús
nos ha dado una orden de ir y predicar el evangelio. Pero, volviendo a David, ¿notó usted lo
que él hizo? El no era egoísta. No nos sorprende el amor y la valentía demostrada por sus
soldados. Ellos estaban dispuestos a sufrir por él, porque él estaba dispuesto a sufrir con ellos.
El no quería beber el agua porque sus hombres no tenían agua para beber, así que él tomó un
lugar con ellos. El reconoció el valor de sus hombres.

¿Recuerda usted lo que el Señor Jesucristo dijo en la cruz? Lo leemos allá en el Salmo 22:
He sido derramado como aguas. El tomó Su vida y la derramó como agua en la tierra. El, hoy,
tomó su lugar en esta tierra. Dice la Escritura: Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado.

Una historia de la Segunda Guerra Mundial cuenta que unos soldados habían quedado sin
comunicación con su puesto de comando, cuando una granada cortó el cable de sus teléfonos de
campaña. Se envió entonces a un soldado para que reparara el daño, y él hizo la conexión.
Ahora, el soldado no regresó. Cuando la batalla terminó, lo encontraron muerto; pero aun tenía
en sus manos el alambre del teléfono, uniendo las dos puntas. El había hecho el contacto.

El Señor Jesucristo, amigo oyente, es quien ha sido derramado como agua. El hizo el
sacrificio. Y nosotros también tenemos que hacer el sacrificio, si queremos ser recompensados

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por El. No es como algunos piensan, que El recompensará a todos. Ahora, el tercer incidente
que deseamos resaltar, es uno que es muy apreciado y se encuentra aquí en el versículo 22 de
este capítulo 11 del Primer Libro de Crónicas. Leamos este versículo 22:

22
Benaía hijo de Joiada, hijo de un varón valiente de Cabseel, de grandes hechos; él venció
a los dos leones de Moab; también descendió y mató a un león en medio de un foso, en
tiempo de nieve.

¡Esto sí que nos gusta! Esto es realmente interesante porque este hombre mató a un león.
Y, ¿notó usted cuándo lo hizo? Lo hizo en un día de nieve. Es maravilloso tener creyentes que
van a las reuniones cuando está lloviendo - en un domingo por la noche, o a una reunión durante
la semana. El Señor no deja pasar esas cosas desapercibidas, amigo oyente. Y pasamos ahora al
capítulo 12. Y aquí deseamos destacar un incidente que encontramos relatado en los versículos
15 al 18, de este capítulo 12:

15
Estos pasaron el Jordán en el mes primero, cuando se había desbordado por todas sus
16
riberas; e hicieron huir a todos los de los valles al oriente y al poniente. Asimismo
algunos de los hijos de Benjamín y de Judá vinieron a David al lugar fuerte. 17Y David
salió a ellos, y les habló diciendo: Si habéis venido a mí para paz y para ayudarme, mi
corazón será unido con vosotros; mas si es para entregarme a mis enemigos, sin haber
iniquidad en mis manos, véalo el Dios de nuestros padres, y lo demande. 18Entonces el
Espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, y dijo: Por ti, oh David, y contigo, oh hijo
de Isaí. Paz, paz contigo, y paz con tus ayudadores, pues también tu Dios te ayuda. Y David
los recibió, y los puso entre los capitanes de la tropa.

Tenemos aquí a un grupo de hombres; pertenecían a la tribu de Gad, que se presentan ante
David. Habían cruzado el río Jordán en la época de las inundaciones. Estaban listos a

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abandonar la lucha, y David sale a recibirlos, sale a verlos. Ahora, David no sabía quiénes
eran los que venían a él, no sabía si eran amigos o enemigos. Y les dijo: “Si ustedes quieren
hacerme daño, los voy a destruir.” Pero ellos le dijeron: “No, No, David, hemos venido para
luchar contigo a tu lado. ¡Esto es maravilloso, amigo oyente! Ahora, no creemos que esto sea
consagración. Creemos que es más bien, servicio. Querían vivir por David. Querían estar a
su lado.

No creemos que uno de los problemas que tienen los creyentes hoy en día, sea el de servicio.
Hay muchos que piensan que deben estar siempre ocupados. Pero, ese no es nuestro problema,
amigo oyente. ¿Quiere usted vivir por Cristo? Eso es lo que dijeron estos hombres: “David,
queremos estar a tu lado, queremos vivir para ti, queremos dedicarnos a tu servicio.” Amigo
oyente, permítanos decirle que El, el Señor Jesucristo le ha llevado sobre el Jordán, por medio de
su muerte y resurrección. Usted ha sido bendecido con toda clase de bendiciones espirituales.
Pero, tiene que regresar al mundo, para vivir una vida cristiana. En el cielo va a poder vivir una
vida cristiana, pero El quiere que la viva aquí en la tierra, ahora mismo. El dice: “No ruego que
los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” Eso es aquí, ahora, hoy. Y este es el
único lugar donde usted tendrá la oportunidad de vivir la vida cristiana, aquí en este mundo.
Usted, amigo oyente, debe dedicarse a El. Y creemos que le va a costar algo. Esa idea de que
vivir la vida cristiana es algo pobre, es una cosa de timoratos, una vida llena de evasivas,
tratando de evadir obligaciones y de hipocresía, es algo muy equivocado. Usted, amigo oyente,
necesita cruzar el río desbordado. Va a tener que ir hasta David, va a tener que ir a Aquel que es
mayor que David, el Señor Jesucristo y rendirse a El. ¡Qué gozo es, amigo oyente, poder estar
al servicio del Señor Jesucristo!

Y, bien, aquí vamos a detenernos por hoy, amigo oyente, porque nuestro tiempo toca ya a su
fin. En nuestro próximo programa, Dios mediante, comenzaremos a estudiar el capítulo 13, de
este Primer Libro de Crónicas. Y continuaremos hablando de David, y en particular, de David y

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el Arca, que se menciona en los versículos 13 al 16, del capítulo 13. Ese es el punto de vista de
Dios, del primer intento que hizo David por llevar el Arca a Jerusalén. Y Dios tomó nota de
eso, porque lo que David hacía era algo que complacía a Dios. Y David le dio énfasis a esto.
Es que, Dios no solamente lo ensalzaba porque ganaba sus batallas en la guerra, sino que lo
ensalzaba, porque estaba interesado en los asuntos espirituales. Eso era lo de mayor
importancia. Esto, es pues, lo que veremos en nuestro estudio del capítulo 13 del Primer Libro
de Crónicas. Y esperamos que usted, amigo oyente, nos acompañe mientras efectuamos ese
recorrido. Será, pues, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente, ¡que el Señor derrame en
usted Sus ricas bendiciones!

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