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1 CRÓNICAS
7
Tomó también David los escudos de oro que llevaban los siervos de Hadad-ezer, y los trajo
a Jerusalén. 8Asimismo de Tibhat y de Cun, ciudades de Hadad-ezer, tomó David muchísimo
bronce, con el que Salomón hizo el mar de bronce, las columnas, y utensilios de bronce.
David acumuló todo esto del botín de guerra. Continuemos con los versículos 9 hasta el 11:
9
Y oyendo Toi rey de Hamat que David había deshecho todo el ejército de Hadad-ezer rey
de Soba, 10envió a Adoram su hijo al rey David, para saludarle y bendecirle por haber peleado
con Hadad-ezer y haberle vencido; porque Toi tenía guerra contra Hadad-ezer. Le envió
también toda clase de utensilios de oro, de plata y de bronce; 11los cuales el rey David dedicó a
Jehová, con la plata y el oro que había tomado de todas las naciones de Edom, de Moab, de los
hijos de Amón, de los filisteos y de Amalec.
Sabemos que en el pasado, cada una de estas naciones eran enemigas de Israel y habían
luchado contra ella. Ahora David recibe victoria sobre todas ellas y también recibe el botín de
guerra. Podemos observar que para que David llegue a ser el rey sobre toda esa región, tiene
que echar a todos los enemigos.
El hijo de Dios, amigo oyente, tiene enemigos. Se nos dice que tenemos que ponernos la
armadura de Dios. Nuestro enemigo no es un enemigo de carne y sangre. Es un enemigo
espiritual, y el apóstol Pablo nos había señalado esto. El dijo: Porque no tenemos lucha contra
sangre y carne. La sangre y la carne no son nuestros enemigos, amigo oyente, sino que tenemos
un enemigo espiritual. Continúa el apóstol Pablo, diciendo: . . . sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
Esa idea que algunos tienen de que el creyente puede sentarse tranquilo y pasar el tiempo sin
preocuparse, haciendo arreglos con todo lo que venga en nuestra dirección, es completamente
equivocada. Usted tiene que tomar una posición. En el día de hoy, amigo oyente, necesitamos
creyentes que se pongan de pie y hagan algo. Tenemos a muchas personas que en lugar de estar
de pie, están sentadas esperando que el Señor haga algo por ellos. Esa no es la posición del
creyente. Nos vamos a dar cuenta un día, que es necesario que hagamos algo, que debemos
tomar una posición. Y eso es lo que está haciendo David. Estos son enemigos, y son enemigos
a los que se debe vencer. Los últimos versículos de este capítulo 18, del Primer Libro de
Crónicas, los versículos 12 hasta el 17, nos hablan de la victoria sobre los edomitas. Y también
nos dan los nombres de los que rodeaban a David y que ocupaban posiciones claves en su reino.
Ahora, en el capítulo 19, tenemos un incidente que nos revela que Dios tiene sentido del humor.
Pero, también nos muestra que David es un hombre que es un poco exaltado; él reacciona como
todos nosotros los seres humanos. Y aquí tenemos un incidente en el cual Dios muestra que
David, estaba muy equivocado. Sin embargo, es algo muy interesante. También muestra que
David tenía un corazón magnánimo. Leamos, pues, el primer versículo de este capítulo 19, del
Primer Libro de Crónicas:
1
Después de estas cosas aconteció que murió Nahas rey de los hijos de Amón, y reinó en su
lugar su hijo.
Ahora, Amón era un enemigo de Israel. David no quería tener guerras. David había
adoptado una posición defensiva, y como ya hemos visto, él había adoptado esa posición durante
gran parte de su vida. Y el hombre de Dios, amigo oyente, se encontrará muchas veces en esa
Ahora, David tenía estos enemigos, pero él quería ser un amigo de ellos. Quería ser amigo
de los hijos de Amón. ¿Qué fue lo que sucedió cuando murió Nahas el rey y reinó en su lugar
su hijo? Demos paso a la primera parte del versículo 2:
2
Y dijo David: Manifestaré misericordia con Hanún hijo de Nahas, porque también su
padre me mostró misericordia.
Si usted repasa un poco la historia de David, recordará que cuando él tuvo que cruzar al otro
lado, Amón había sido bueno con él. Leamos ahora la segunda parte del versículo 2.
2b
Así David envió embajadores que lo consolasen de la muerte de su padre. Pero cuando
llegaron los siervos de David a la tierra de los hijos de Amón a Hanún, para consolarle, . . .
3
los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún: ¿A tu parecer honra David a tu
padre, que te ha enviado consoladores? ¿No vienen más bien sus siervos a ti para espiar, e
inquirir, y reconocer la tierra?
Podemos apreciar aquí la acusación que estos hombres, hombres jóvenes aparentemente que
4
Entonces Hanún tomó los siervos de David y los rapó, . . .
Ahora, esta era una desgracia para un judío. A él se le había dicho que nunca debía afeitar
su barba. Finalicemos este versículo 4:
4b
y les cortó los vestidos por la mitad, hasta las nalgas, y los despachó.
5
Se fueron luego, y cuando llegó a David la noticia sobre aquellos varones, él envió a
recibirlos, porque estaban muy afrentados.
El les dijo que se quedaran en ese lugar, hasta que les volviera a crecer la barba. Y por
supuesto, amigo oyente, también van a necesitar un uniforme nuevo. Nos imaginamos que ellos
lucían muy tristes y apenados.
Y el versículo 6 nos muestra que lo ocurrido llegó a oídos de los hijos de Amón. Alguien
quizá les pudo haber dicho lo que dijo David cuando vio lo que hicieron con sus hombres.
Leamos lo que dice el versículo 6:
6
Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de
Amón enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de
Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba.
Aquí podemos ver que en lugar de ser David el que quería hacer la guerra, era este nuevo rey
el que la estaba buscando. El quería demostrar que podía derrotar al rey David. Así que ahora,
sabiendo muy bien lo que había hecho, y estamos seguros que él sabía cuál sería el resultado de
su acción, que fue un insulto no sólo a los hombres de David, sino a toda la nación de Israel y a
David mismo, ahora envía a buscar ayuda de parte del ejército de Siria para poder luchar contra
David. Y David se entera de esto, como vemos en el versículo 8; leamos:
8
Oyéndolo David, envió a Joab con todo el ejército de los hombres valientes.
David sabe que un ejército se está preparando para luchar contra él, así que él le sale al
encuentro. David actúa un poco exaltado en todo esto. Leamos los versículos 9 y 10, ahora:
Los sirios tenían un ejército muy bueno; por tanto David tomó lo mejor del ejército de Israel
y lo puso contra los sirios. Ellos están llegando del norte, y del sur llega el ejército de Amón.
Veamos ahora, el versículo 11:
11
Puso luego el resto de la gente en mano de Abisai su hermano, y los ordenó en batalla
contra los amonitas.
La estrategia que utilizó Joab aquí, era muy buena. El le dijo a su hermano: “Si ellos son
más fuertes que tú, yo te ayudaré. Pero si ellos son más fuertes que yo, tú vendrás en mi ayuda;
lo haremos de esa manera.” En otras palabras, ellos utilizaban su fuerza en el lugar del ataque
de los enemigos. Ese tipo de lucha fue utilizado en los Estados Unidos, durante la guerra civil
de aquel país. Se utilizó en una batalla que fue la definitiva en la guerra. Ahora, en los
versículos 13 y 14, leemos:
13
Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y
haga Jehová lo que bien le parezca. 14Entonces se acercó Joab y el pueblo que tenía consigo,
para pelear contra los sirios; mas ellos huyeron delante de él.
Joab era un verdadero soldado. El había sido enseñado por David, y él y David eran
probablemente los mejores en cuanto a estrategia militar se refiere. Ahora, el versículo 15, dice:
16
Viendo los sirios que habían caído delante de Israel, enviaron embajadores, y trajeron a
los sirios que estaban al otro lado del Eufrates, cuyo capitán era Sofac, general del ejército de
Hadad-ezer.
En otras palabras, solicitaron ayuda de otros. Es decir, buscaban refuerzos para una nueva
lucha. Y leemos ahora, en los versículos 17 al 19:
17
Luego que fue dado aviso a David, reunió a todo Israel, y cruzando el Jordán vino a
ellos, y ordenó batalla contra ellos. Y cuando David hubo ordenado su tropa contra ellos,
pelearon contra él los sirios. 18Mas el pueblo sirio huyó delante de Israel; y mató David de los
sirios a siete mil hombres de los carros, y cuarenta mil hombres de a pie; asimismo mató a
Sofac general del ejército. 19Y viendo los siervos de Hadad-ezer que habían caído delante de
Israel, concertaron paz con David, y fueron sus siervos; y el pueblo sirio nunca más quiso
ayudar a los hijos de Amón.
Debemos decir que, David no quería salir a la batalla. Y aquí tenemos una tremenda
lección. Recuerde que estamos aquí viendo el punto de vista de Dios. David no quería pelear.
Dios nos presenta eso en forma clara. El quería paz con los amonitas; había hecho un gesto
pacífico hacia ellos. Pero recibió un insulto, y como dijimos antes, David era un poco exaltado.
El ve que el enemigo se está preparando para luchar contra él; por tanto envía a Joab a la batalla
Pero eso no pone fin al conflicto, ellos están buscando ayuda, están tratando de conseguir
aliados para su bando. Es por eso que ahora David mismo encabeza su ejército en la batalla, y
cuando él sale a luchar, sale a luchar para ganar.
Creemos que es una tragedia para cualquier nación del mundo, salir a la guerra sin la
intención de ganarla. Eso es muy trágico. Uno no sale a la guerra simplemente por guerrear,
sino que sale, amigo oyente, para obtener la victoria.
Muchas personas que han leído pasajes como éste, dicen que Dios es un Dios sangriento.
Pero, no creemos eso, amigo oyente. Dios no es un Dios sangriento. El conoce la manera de
salvar vidas humanas. Y la forma de salvar vidas humanas, es ganando batallas, es ganando la
guerra.
Al leer estos capítulos, estamos observando cómo ve Dios las cosas. Y podemos decir que
para nosotros personalmente, es una cosa extraordinaria. Creemos sinceramente que ésta es una
de las grandes secciones de la Palabra de Dios.
Estamos en días de demasiado libertinaje; días de gente mal hablada; días en los que ya no
Mas adelante vamos a ver el pecado más grande que David cometió. Y no tenía nada que
ver con Betsabé. Pero, veremos ese gran pecado de David, más de cerca. Y es una de esas
cosas que la gente comenta como si no tuviera demasiada importancia. Ellos, no pueden ver en
realidad que este sea un gran pecado. Todos, por alguna razón, y hasta nosotros, pensamos que
el pecado que cometió David con Betsabé, fue algo terrible. Estamos de acuerdo, que ese fue un
pecado terrible, pero aun así, vamos a ver el pecado más grande que cometió David, y ese es el
que Dios menciona, porque fue un pecado espiritual, un pecado que no afectará la salvación de
David, pero que sí afectará a David personalmente, y a la nación de Israel, en su relación con
Dios.
Y así concluimos el estudio de este capítulo 19 del Primer Libro de Crónicas. Pasando
ahora, al capítulo 20, vemos que hay dos enemigos. Enemigos constantes, persistentes. Casi se
podría decir, eternos enemigos de la nación de Israel, y en especial de David. Uno de ellos, eran
los hijos de Amón y el otro, los filisteos. Y debemos decir aquí, amigo oyente, que no hay tal
cosa como un arreglo. Hay ciertas cosas que deben ser decididas de una manera u otra, quizá
con una lucha. En el día de hoy, amigo oyente, estamos luchando contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes. Si usted es un hijo de Dios, también es un soldado de Dios.
Es por eso, que se nos indica que debemos ponernos la armadura de Dios. Nosotros no tenemos
que marchar contra nadie. Tenemos que estar firmes, y eso es lo importante. Si usted, amigo
1
Aconteció a la vuelta del año, en el tiempo que suelen los reyes salir a la guerra, que Joab
sacó las fuerzas del ejército, y destruyó la tierra de los hijos de Amón, y vino y sitió a Rabá.
Mas David estaba en Jerusalén; y Joab batió a Rabá, y la destruyó. 2Y tomó David la corona
de encima de la cabeza del rey de Rabá, y la halló de peso de un talento de oro, y había en ella
piedras preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David. Además de esto sacó de la ciudad
muy grande botín. 3Sacó también al pueblo que estaba en ella, y lo puso a trabajar con sierras,
con trillos de hierro y con hachas. Lo mismo hizo David a todas las ciudades de los hijos de
Amón. Y volvió David con todo el pueblo a Jerusalén.
Al leer esto, encontramos algo un poco extraño, ¿no le parece? Parecería que en esta
ocasión Joab fuera el agresor. Ahora, puede que eso fuera cierto, pero si usted quiere acusarlo,
amigo oyente, entonces ha olvidado ya las cosas que vimos anteriormente.
Recuerda que David hizo una oferta de paz hacia el joven rey de Amón, cuando murió el rey
Nahas; él envió sus condolencias. Fue inmediatamente insultado, y el nuevo rey se lanzó contra
el rey David en guerra abierta. Así que esto que estamos viendo es simplemente la continuación
de lo que comenzó, y que hemos estado considerando anteriormente.
No se puede hacer arreglos con el mal. Mientras exista la luz y la oscuridad, y mientras
exista el bien y el mal, tiene que haber conflictos. El bien y el mal, amigo oyente, no se pueden
Pues, bien, vamos a detenernos aquí, porque se nos acabó el tiempo. Continuaremos, Dios
mediante, en nuestro próximo programa. ¡Que Dios le bendiga muy ricamente!