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Posturas estéticas de las dos grandes

corrientes de la poesía del siglo XX


https://rubilandia.wordpress.com/2012/04/20/posturas-esteticas-de-las-dos-grandes-corrientes-
de-la-poesia-del-siglo-xx/

Siguiendo la Introducción del texto de Muschietti, Poesía Argentina del siglo.XX, donde la


autora delimita dos posibles modelos de análisis, herederos de anteriores corrientes y
tendencias que se fueron definiendo desde el siglo XIX, podemos describir estas dos
corrientes de la poesía del siglo XX como:

1. Modelo heredero de la vanguardia o voluntad neobarroca,


2. Modelo heredero del sencillismo o voluntad neoclásica.

Estas dos posturas estéticas se rigen por principios en relativa oposición, pero no por eso se
puede afirmar que algunos poetas se hayan alineado con solo uno de ellas rígidamente. Por
el contrario, muchos autores supieron incursionar en ambos estilos e incluso existen poesías
donde se pueden rastrear características de ambos estilos poéticos.

Pasemos, entonces, a describir ambas posturas y a compararlas. En el caso del modelo


neobarroco, éste es el que obedece a la voluntad de las vanguardias con su espíritu
renovador y revolucionario, reflejo de los cambios del siglos XX. Buena parte de la poesía
de este siglo, entonces, reflejará la crisis, la fragmentación, la velocidad, la influencia de las
máquinas y la técnica, etc., todo parte de la herencia que las vanguardias dejarán en la
poesía posterior. En los años cincuenta, la revista Poesía Buenos Aires -herederos de la
vanguardia- recupera la figura de Oliverio Girondo como el único vanguardista que lo sigue
siendo treinta años después del movimiento, y condena al resto por “haberse retirado muy
pronto ‘hacia el pruedente clasicismo o el sillón académico'”. (1)

En el caso del modelo neoclásico, se observa la influencia de la corriente sencillista de


principios del siglo XX, que surge como tendencia equilibradora ante tanto barroquismo y
artificialidad extrema del modernismo de Rubén Darío y Leopoldo Lugones (anteriores a
las vanguardias). Un grupo de poetas, entre los que se encuentran Alfonsina Storni,
Baldomero Fernández Moreno, Enrique Banchs, entre otros, “van en busca de una
sobriedad cada vez más clásica”, y van a “exaltar los objetos pequeños y los hechos simples
de la realidad cotidiana” (2). Con una caracterizada capacidad de síntesis, volverán al
confesionalismo romántico, pero no rompen del todo con el modernismo, sino que adhieren
a su amor por el ritmo y la belleza. Un ejemplo de los que adhirieron al movimiento
neoclásico es la llamada “Generación del Cuarenta” (los llamados “jóvenes serios”),
quienes se opusieron a la “retórica ultramarina”, al exteriorismo, el humorismo, el sarcasmo
y la polémica de los vanguardistas, y propusieron una poesía de temática nacionalista,
intimista y, sobre todo, seria, que privilegiaba un tono elegíaco (3). Este grupo rescata a los
autores sencillistas y postmodernistas veinte años después de la publicación de sus obras,
como próceres inmaculados, los mismos autores despreciados, olvidados o satirizados por
la vanguardia martinfierrista. (4)
En cuanto a las características de cada una de las posturas estéticas, podemos contraponer
ambos modelos ya que, como dijimos antes, se definen casi por oposición. Mientras que el
modelo heredero de la vanguardia no adhiere al arte mimético, el que está atado a la
realidad y que proponía Aristóteles, y propone un arte no naturalista, donde el mundo del
poema es un mundo cerrado, autónomo, autosuficiente, y el poeta es su creador cósmico; el
modelo neoclásico es defensor del arte naturalista y la actitud mimética, y el “yo” del poeta
es un “yo” distraído que se disuelve en la misma poesía.

El modelo neobarroco pone a lo feo y a lo sublime en un mismo plano, no son opuestos, y


lo feo puede ser materia de poesía como cualquier otro elemento de la realidad: la poesía
convierte cualquier elemento en poético, aún lo feo. Por el contrario, le modelo neoclásico
no poetiza lo feo sino lo cotidiano, lo simple, lo vital y toma elementos de la vida de la
ciudad o del paisaje natural para llevarlos como temas poéticos.

El mundo de los sentimientos no aparecen en el modelo vanguardista: la anécdota y la


efusión sentimental están ausentes y lo reemplazan la poesía pura, ya que toda
demostración de afecto es considerada cursi y exagerada.  En vez de la expresión de
sentimientos, se busca revelar una realidad superior y también se recurre al uso del humor
con distintos matices: lúdico, corrosivo, irónico, mágico.  Por su lado, la poesía heredera
del sencillismo se vuelca a un confesionalismo donde los sentimientos unidos a la anécdota
muchas veces llevan a expresiones con claros elementos narrativos, lejanos a la poesía
pura.

La actitud expresionista predomina en el mundo de la poesía neobarroca, mientras que la


actitud descriptivo-impresionista rige la estética de la poesía neoclásica.  Por expresionista
entendemos la influencia del movimiento que surge en Alemania en 1910 como reacción al
movimiento pictórico impresionista francés de fines del siglo XIX, el cual busca retratar el
instante y reflejar a la perfección la realidad natural.  Estas posturas en el arte pictórico se
ven reflejadas en las dos posturas estéticas de la poesía argentina del siglo XX: mientras la
“impresión es la huella que la realidad externa deja en la conciencia, la expresión es un
movimiento desde el sujeto hacia el mundo exterior” (5). La poesía heredera del
vanguardismo refleja esa exasperación de la expresión, la deformación y la creación de un
objeto desde la proyección del yo del artista. En cambio, la poesía neoclásica adhiere a la
postura impresionista, que busca retratar el momento, captar la impresión del instante a
través de imágenes sensoriales.

Las posturas estéticas de las dos corrientes poéticas logran una expresión expresionista o
impresionista utilizando recursos diferentes. En el caso de la poesía neobarroca, el
experimentalismo de los poetas se basa en diferentes recursos formales, como el
hermetismo (texto opaco y difícil de entender), el prosaísmo (que consiste en la falta de
armonía o de entonación poética –verso libre y ausencia de rima que acercaban al poema a
la prosa-, o en la excesiva llaneza de la expresión o en la vulgaridad del concepto, a través
de la superposición del nivel coloquial o informativo/científico/técnico con el figurativo), la
nueva disposición gráfica, el prestigio de la imagen audaz (6), la ruptura de la puntuación
tradicional (la sintaxis se quiebra y refleja el caos) , el signo lingüístico polisémico y la
agramaticalidad sintáctica y semántica (combinaciones semánticas imposibles y originales
como “pastito esperanzado”).
En oposición a estos recursos, la poesía neoclásica utiliza los siguientes registros formales
para desarrollar una estética impresionista: la transparencia del texto (opuesto al texto
opaco de la poesía neobarroca), el uso del lenguaje coloquial como una aproximación entre
referente y poema, el uso del verso libre y de la rima (se alterna entre el verso libre  y las
formas más clásicas de rima), el respeto por la sintaxis y la puntuación tradicionales, el
predominio de imágenes sensoriales (como dijimos antes, la imagen sensorial impresionista
-color, sentido, tacto, olor- imita la realidad natural) y el uso de metáforas no audaces ni
asociaciones insólitas (no hay presencia de imágenes audaces como en el caso de la poesía
expresionista).

Por último, vamos a describir los procedimientos que la poesía heredera del vanguardismo
utiliza para crear esas imágenes audaces, desprendidas de la realidad objetiva. Estos poetas
y sus obras recurren a la libre asociación de ideas, a las imágenes oníricas y alucinatorias,
así como a la distorsión del objeto, a la ruptura de la causalidad racional (no se respeta la
lógica clásica racional) y, como dijimos antes, a la unión de signos semánticamente
incompatibles.  Un proceso muy importante es también la transformación de lo humano en
inhumano (deshumanización) -“El frío se está muriendo de soledad”(7)- y de lo inhumano
en humano (humanización), además de la concretización de lo abstracto y viceversa
-“Donde la voz debe estar caliente, pegada a la pared”-. (8)

NOTAS

(1)Prieto, M.: Breve historia de la literatura argentina, Editorial Taurus, Pensamiento, 2006,
p. 372.

(2) Muschietti, D.: Poesía Argentina del siglo XX, Bs. As., Editorial Colihue, 1986, p. 31.

(3) Prieto, M.: Op. Cit., p.361.

(4) Prieto, M.: Op. Cit, p. 358.

(5) Muschietti, D.: Op. Cit., p. 45.

(6) ver procedimientos de la poesía vanguardista más adelante

(7) Blake, P. en Muschietti D.: Op cit., p. 43.

(8) Molinari, R. en Muschietti, D.: Ibid.

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