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TEMA 4. Rahner, in: Escritos de teología.

La conciencia de Dios, en los hombres del NT es muy natural, para ellos no era un
problema la existencia de Dios, entonces el solo hecho de que Dios existe era
suficiente para ellos; sin embargo, nos fijamos en los hombres modernos, tan
escépticos, que buscan comprobar la existencia de Dios a través de razonamientos o
reflexiones metafísicas.
De hecho, lo que lleva a estos hombres del NT a tener un fuerte saber teórico sobre
la existencia de Dios, es la “cruz”, la locura de la cruz, en la que se hace presente el
infinito amor de Dios hacia los hombres. Por esta razón, ellos acusan fuertemente que
el no conocer a Dios se debe a una culpa moral o idolatría, y que este no conocer no es
igual a “ignorar” a Dios.
Vemos por otra parte que los hombres del AT manifiestan su saber sobre Dios en
su monoteísmo, y no solo de este modo, sino que esta razón interna del saber
consciente de Dios, lo tienen de manera principal en el obrar de Dios en la historia que
ellos viven. El hombre entra en una relación real y salvífica con el Dios vivo,
aceptando al Hijo, y esto lo tenían muy claro los hombres del NT.
El elemento central del mensaje de Cristo es la unicidad de Dios, este Dios al cual
hay que amarlo, y a propósito de esto, lo expresa en un pasaje en donde dice que el
primer mandamiento es este, el “schema”. Y el que se ha manifestado en Cristo es el
Dios único, y solo de este modo, la revelación, se da un verdadero conocimiento de
Dios, que tiene una personalidad viva, al cual pueden dirigirse por “tú”.
El obrar de Dios en el mundo no es un “aquí y ahora”, todo lo contrario, es un
“siempre” y en “todo lugar”, de este modo la inteligencia humana no puede trascender
este obrar de Dios. En este obrar, que es libre y es voluntad suya, él ha dado un fin a
cada cosa creada y que este se va manifestando dentro de la historia, y sucede ahora,
no en otro tiempo. Siendo que su obrar es libre y todo lo que hace es por pura voluntad
suya, se compadece de quien quiere y endurece su corazón a quien quiere.
Dios hace libre al hombre frente a sí, para de esta manera entablar con él un
verdadero diálogo, es decir, el hombre es libre de obedecer o no obedecer su voluntad.
En esta relación libre frente a Dios no se trata de descubrir quién es Dios, sino cómo él
actúa frente al hombre, por decirlo de una manera, sus cualidades, así como cuando
dos personas hablan, no muestran atributos, sino cualidades.

Se puede resumir que el amor de Dios consiste en que este Dios, de los padres
nos ha llamado, en su Hijo, por pura gracia, a la más íntima unión con él. En el AT
alcanza la cumbre de su amor, y lo demuestra perdonando siempre a su pueble y
siendo paciente con él cuando este se alejaba de él. En el NT este amor se ve
manifestado y exaltado en su Hijo querido, y Dios mismo se nos ha dado en Cristo, y
esta comunión de ambos, nos da el Espíritu, por el cual somos hijos, hijos por
adopción.

Todos los estudios realizados llevan a hablar con propiedad sobre que cuando
se nombra a “Dios” en el NT, se está refiriendo a la primera persona divina, esto
significa que decir “Dios” era casi lo mismo que decir “Padre”. Pero con el correr de
los tiempos decimo que Dios se comporta con el hombre como Padre, Hijo y Espíritu,
y esto es en sí y para sí.

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Si hacemos, tal vez, un paralelismo del hombre moderno y del Nuevo Testamento,
notamos perfectamente que este último, tenía conciencia de Dios tan naturalmente, y que de
su existencia no tenía duda, simplemente Dios existe y eso era todo lo que importaba, su
realidad y el mundo era obra de Dios. Estos primeros, es decir el hombre moderno, busca
deducir por razonamientos la existencia de Dios. Desde luego que esta certeza acerca de la
existencia de Dios en el hombre del NT no responde a reflexiones metafísicas. El carácter
creado del mundo es algo que siempre se le manifiesta al hombre y este debería de ser una
muestra más que suficiente.
Existe un acontecimiento histórico mucho más fuerte que un saber teórico, que mueve a
estos hombres a creer en la existencia de Dios y este es la “cruz”, la locura de la cruz y la
resurrección de Cristo. El hecho de no reconocer esta sublimidad, el amor de Dios, se debe a
la perversión moral del hombre, sostienen estos antiguos hombres. El NT habla y distingue un
ignorar de Dios y un no conocer a Dios; este segundo se debe a una culpa moral entendido
como idolatría según San Pablo, a un oscurecimiento de la mente y del corazón; mientras que
ignorarlo no se refiere a una problemática de este estilo.
La palabra de la revelación y el conocimiento natural de Dios se condicionan mutuamente.
El primero que supone al hombre caído que idolatra al mundo y quprofete ya sabe algo de
Dios; y segundo, este saber oculto sobre Dios que deviene rompiendo el endurecimiento del
corazón al ser redimido por la palabra de Dios que se revela trascendiendo el mundo.
Si nos remontamos a los profetas podemos notar que su monoteísmo constituye el
fundamento de su saber primero acerca de Dios. Pero estos hombres no solo saben de Dios a
través de esto, es decir de una experiencia personal con Dios, sino también que experimentan
su realidad viva mediante su nuevo obrar en la historia que ellos viven.
Todo esto nos lleva a ver que el NT existe un saber verdadero y permanente de Dios, el
que sitúa al hombre en una relación real salvífica con el Dios vivo, aceptando al Hijo. Es esta
experiencia viva y tangible de Cristo, de sus obras y su resurrección, la tienen, la tienen los
hombres del NT, que son testigos de la realidad total de Cristo, es decir, lo que Dios les ha
revelado concretamente de si, en Cristo.
Recordemos aquella situación en la que preguntan a Jesús cuál era el primero de los
mandamientos y el responde haciendo alusión al amor, pero en este contexto decisivo Jesús
cita el “schema”, es decir, el amor al único Dios, y cuando él quiere expresar en qué consiste
la vida eterna que vino a traer, habla del conocimiento del único Dios verdadero, y este
conocimiento y esta confesión es uno de los elementos centrales del mensaje de Cristo.
La importancia del monoteísmo lo notamos al ver su sentido, es decir la múltiple realidad
que es necesario concebir como una realidad última. En el NT vemos que el que se ha
manifestado en Cristo es el Dios único, es decir, el Dios vivo que ellos profesaban, es la
persona viva que obraba en la historia sagrada del AT y que se reveló definitivamente en su
Hijo.
Decimos también que aquel que profese un único Dios, y que este es el Padre de nuestro
Señor Jesucristo, no habla del Dios que la iglesia primitiva confiesa. Esta unidad, sin
embargo, no se refiere a una unidad estática, pues la profesión de un Dios único no es
cuestión solo de un hecho sino de un quehacer, una tarea siempre renovada, que debe llegar a
todos los hombres.

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