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mor compartido.

En tanto figura de autoridad, La analista ha empleado su sentido del Calibán - RLP, 18(1), 191-192 · 2020
el analista representa los objetos internos per- humor dirigiéndolo hacia ella misma; sin em-
secutorios; al tolerar reconocer que yo puedo bargo, ha tenido un efecto inmediato en los
no poder, se posibilita en ambos una suerte de pacientes porque ha posibilitado una transfor-
elaboración de la angustia primitiva de castra- mación de las emociones negativas que esta- Carlos Brück*
ción, se bordea el límite de la omnipotencia/ ban envolviendo la relación en ese momento,
impotencia, tolerándose la herida narcisista creándose un espacio común de sostén. La
de la incompletud e impotencia. No por gusto, interpretación humorística ha permitido tole- Saber hacer/hacer saber
el humor nos permite reírnos de alguna situa- rar mejor los afectos displacenteros en ambos,
ción en la que simultáneamente estamos pe- sin negarlos, convirtiendo un momento de
nosamente atrapados. tensión y desencuentro en una posibilidad de
Otro ejemplo ocurre mientras saludo a vínculo e insight.
una paciente llamándola por otro nombre; ella La correcta captación empática del analis- El humor le impone un sitio al castillo del su apariencia, o a lo que, muchos años antes,
me responde, con ironía: “Mal comienzo si no ta produce una íntima y profunda comunica- significante. Necesariamente, estas líneas Quevedo describiera impecablemente de for-
sabes quién soy”. Aceptando el lapsus y tole- ción mutua, nos dice Yampey (1983), por eso comienzan con esta imagen porque, a su ma gráfica como un hombre a una nariz pega-
rando mi error, le contesto: “Bueno, pero no las interpretaciones con humor son decisiva- modo, el humor tiene la cualidad de enfren- do. El humor se propone entonces el corte de
tan malo porque todavía sé quién soy yo”. mente operantes y mutativas. tarse a un procedimiento subjetivo que los esa sutura, de ese apegamiento del sujeto a una
Vemos aquí cómo es la paciente quien Creo realmente que cuando, por medio del analistas llamamos la desdicha de la vida co- particular manera de gozar.
recurre al humor irónico, conteniendo sus vínculo analítico, se puede transformar una tidiana. Una situación que no se aligera con el En una ocasión en la que un analizante no
presiones narcisistas y ansiedades confusio- relación transferencial de naturaleza persecu- voluntarismo de convencer a un sujeto afer- dejaba de recurrir a las vicisitudes de su pasa-
nales. En este caso, el vínculo analítico previo toria, es cuando puede surgir el humor en sus rado a su padecimiento. Esa desdicha que le do (en lo que Lacan llamaría quizás unas bo-
se ofrece como un sostén, lo cual me permite múltiples matices. La capacidad para el juego ha permitido circular con el bastón de la queja das taciturnas), mi único comentario fue: “Pa-
acceder a una intervención que aún no he per- y la sublimación se interconectan gracias al como si fuera su tarjeta de presentación. recería que usted se entretiene paseando por el
dido, la noción de mí, dejando entrever entre- humor, que es el juego del adulto con palabras. Por el contrario, el humor es una perma- panteón familiar”. Al desconcierto inicial por
líneas que también podría perderla y ser todo nente falta de respeto a esa tarjeta de cartón no haberme tomado en serio lo que él propo-
un caos. Referencias rígido y letras sombrías que se supone que for- nía, le siguió una reubicación de su transcur-
La palabra humorística revela lo que aún ma parte de las mejores galas con las que, en rir, de su dramática. Este término poco tiene
podría ser peor: perder uno la noción de sí, Pasquali, G. (1988). Algunas anotaciones sobre el humor en el ocasiones, la neurosis circula por la consulta. que ver, por el contrario, con el drama, un
estar en la locura. Ambas reímos, sorteando psicoanálisis. Libro Anual de Psicoanálisis, 3, 173-178. Si esa tarjeta es un hábito que tiene que ver género que excluye cualquier otra manera de
Yampey, N. (1983). Acerca del humor y el insight. Revista de
así una de las angustias esenciales: el temor Psicoanálisis, 40(56), 1173-1181.
con la solemnidad, por el contrario el humor transitar la vida.
a la locura, que encubre, a su vez, el temor a no tiene ninguna relación con la frivolidad o Poco después, se me hizo claro que mi in-
la muerte. Adicionalmente, aquel momento la falta de consideración por los afectos del tervención tenía una filiación con aquel relato
de humor compartido en la sesión posibilitó analizante. freudiano de esos dos sujetos, pobres de toda
a su vez la emergencia del insight, asociando En ese sentido, el humor es ejemplar, es pobreza, que visitan el hábitat mortuorio de la
más adelante una profunda rivalidad con una un modo de intervención, nunca un modo familia Rothschild. Ante tanto despliegue de
de sus hermanas, la más parecida a ella física- de vida del psicoanalista en su consultorio. mármoles, columnas, trompetas con el mejor
mente: sentía que esta hermana la copiaba, le Le corresponde, en la dirección de la cura, la bronce y leyendas doradas, uno le dice al otro:
robaba sus experiencias, interfería en sus vín- claridad de no permitir hacer aun más consis- “¡Esto es vida!”.
culos, intentado ser su clon. tente aquello que podría tener más liviandad Mi intervención en esa sesión no fue origi-
¿Qué tienen en común estas historias? A o alivio. nal, en el más equívoco sentido de la palabra,
pesar de estar descontextualizadas de la sesión También, en ese sentido, el humor es una sino que se sostuvo en la singularidad, pero, so-
y de la historia, en (todas) ellas se puede intervención de corte sobre el apegamiento a bre todo, en la posibilidad y la oportunidad de
apreciar la relación, el vínculo intersubjetivo un significado a la manera en la que Cyrano de hacer girar en alguna otra dirección lo que ya
y cómo los dos personajes en acción han Bergerac andaba por el mundo, abrumado por estaba excesivamente supuesto por el analizante.
compartido una imagen particular, común
solamente a ellos en esa específica situación.
* Presidente de la Fundación Proyecto al Sur.

190 | María del Carmen Ramos Saber hacer/hacer saber | 191


Y si en mi intervención estaba encontrán- Y, volviendo a lo único no tan único, mis Calibán - RLP, 18(1), 193-195 · 2020
dome implícitamente con Freud, vamos a bus- incursiones y mi interés en conceptualizar so-
carlo en un lugar preciso fuera de toda literali- bre el humor se plantearon leyendo una vez
dad, cuando más de una vez se le ocurre que el más a Freud. En distintos momentos ‒que, al
humor es el único medio en el que el Superyó igual que esta sección, podríamos llamar de Daniel Rodríguez*
se permite decirle al sujeto, palabra más, pa- vórtice‒ él refiere su atracción por el idioma
labra menos, que la vida puede ser parecida español como punta de lanza para leer el Qui-
a un juego de niños, sin la abrumadora carga jote y, sobre todo, divertirse con las andanzas
del Yo Ideal. de aquel Hidalgo que, con una bacinilla como El humor y su lugar en la cultura actual
Por ello, hay que tener en cuenta la multi- yelmo, atropellaría molinos de viento.
plicidad de semblantes que pueden mostrarse Esta sonrisa del Maestro volcó mi lectura
descartando la abrumadora rigidez caracte- hacia otro lugar, cambió cierto aburrimiento
rial. Esa que (y me permito una humorada) escolar que había sucedido cuando, siendo un
Etimológicamente, la palabra humor tiene dos uno de sus escritos referidos al chiste en el que
hizo que los dinosaurios fueran tan pesados niño me habían impuesto leerlo, y le dio una
orígenes históricos, biológico-hormonales: uno nos mostraba cómo algo expresado conscien-
que solo les quedó el destino de ser petróleo. vuelta. Comprendí en esta revisión que el libro
latino, en el que los términos humor y humoris temente puede tener otro significado profun-
En los términos freudianos, aunque nunca de Cervantes era una fina ironía acerca de los
aluden al líquido y a la humedad, y otro de la do, y así nos damos cuenta de cómo el humor
hubiera sido dicho así, hay una frase que es la Caballeros de la Tabla Redonda y que, en esa
medicina griega, que supondría la existencia guarda más relación con el pensamiento crí-
operatoria del humor: “No es para tanto”. Y, sin ironía, en esa toma de distancia que imponía
de cuatro líquidos ‒sangre, bilis amarilla, bilis tico que con el pensamiento único que borra
desestimar, cortar por lo sano. Dejemos de lado el humor, también se planteaba la falta de res-
negra y flema‒, y su equilibrio determinaría un diferencias forzando falsas uniformidades.
cualquier controversia sobre qué es lo sano para peto por aquello que se había consagrado con
buen humor en el sujeto, mientras que con el En una anécdota útil para el tema, habla-
poner en primer plano la cuestión del corte. el puntero de maestras y maestros.
aumento de la bilis negra, experimentaría pesi- remos de un joven al que denominaban “pri-
Como le sucedió a un muchacho que su- Y que no era para tanto.
mismo y tristeza. mer nieto” por su compulsión de perseguir
ponía que su vida debía obedecer a ciertos Y que, por supuesto, había otras maneras
En contraposición, Freud desarrolló la a las mujeres de su pueblo. Cuando alguien
cánones del romanticismo: vivir con desola- de afrontar la angustia cuando algo declinaba,
temática del humor desde el punto de vista preguntó acerca de la razón del apelativo, le
ción la vida cotidiana, ya que él suponía que ya sea la Misión como en los tiempos de Sir
psicoanalítico y sus tópicas, según el cual el respondieron que, al igual que los nietos, él
eso podía ser fascinante para el legado ma- Gawain o Lancelot, o, entre nosotros, las ver-
equilibrio entre yo y superyó permitiría tomar estaba siempre “alzado”. Reírnos supone cono-
terno que había recibido. “Te faltaría poner- siones del nombre del Padre.
distancia de los determinantes aparentemente cer la doble significación de la palabra alzado
te polvo de arroz en la cara para que esté tan Claro está que ante el duelo y la melancolía
genéticos antes mencionados, guardando más en ese pueblo, a saber: excitación sexual de un
pálida como la que contás”. Un silencio y una se pueden requerir también otros artificios,
bien relación con la crianza, el desarrollo y la sujeto/cuidados de un bebé.
carcajada imprevista fueron la señal de que pero el humor ‒y en nuestra clínica‒ es uno
inserción social del ser humano. En otro ejemplo, surgido de un curso so-
algo había dado en el blanco. Algo que tenía de los recursos para confrontar con la angustia
Esta posición permite pasar revista a la bre problemáticas de género, se dio una situa-
que ver con el saber hacer del humor que así, cuando ella emerge, anfibia, de la marea de lo
relación que se va dando entre el humor y ción que nos será útil. En ella un docente uti-
sin aviso, daría lugar a una frase que circuló Real.
distintas concepciones de la vida comunitaria lizó una diapositiva que mostraba una escena
de diversas maneras, sugiriendo que si no se
como para empezar a pensar que el humor que transcurría en una estación de ferrocarril
puede cambiar el país, será necesario cambiar
tendría que considerarse, como dije y escribí donde un hombre y una mujer, tomados de la
de conversación. Referencias alguna vez, una “cosa seria”. mano, se despedían diciendo:
Esto no implica ni resignación ni aco-

modamiento, sino advertir que ese país pue- Brück, D. y Díaz, G. (1988). Acerca del humor: Anotaciones, ‒¿Me vas a extrañar, mi amor?
de tener fronteras móviles y otros goces que conversaciones, fragmentos. Buenos Aires: Tekne. Humor y pensamiento crítico ‒Lo intentaré.
Doolittle, H. (1979). Escrito en la pared. En H. Doolittle, Tributo
aquellos que son elegidos por el sujeto para su a Freud (cartas). Buenos Aires: Schapire. Comenzando con la relación pensamiento
propia mortificación. Freud, S. (1969). Cartas a la novia. Buenos Aires: Tusquets. En la imagen no figuraba quién era quién,
único/pensamiento crítico, nos referiremos a
Es en esa delgada línea que el humor hace Lacan, J. (2006). El seminario de Jacques Lacan, libro 23: El y se generó una situación en la que una alum-
sinthome. Buenos Aires: Paidós. (Trabajo original publicado en la cuestión del doble sentido que puede tener
lo suyo, afirmando que si el parletre se desvive 1976). na del público que no se rió como el resto dijo:
una palabra, tal como Freud lo planteara en
por atribuir sentido, hay (como probablemen- Rudy. (2001). Freud más o menos explícito. Buenos Aires: Planeta. “¿Cómo sabemos quién dice cada cosa?”.
te diría Freud) una otra cosa y algo más que
una vía única para eso.
* Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.

192 | Carlos Brück El humor y su lugar en la cultura actual | 193

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