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UNIVERSIDAD DE MEXICO 3

la verbosidad y la pobreza ensimisma-


EL AMBIENTE LITERARIO da del ambiente. Pero ellos, y los demás
que sobresalen, son -precisamente-
que hable de su excepciones; árboles que presiden -mas
P DE
EDIR A UN ESCRITOR
tra,to. con los escrit~res equivale, no caracterizan- el bosque entre cuyos
. pract!camente, a pedIrle una espe- linderos habitamos.
cie de autobiografía.· A través de las
primeras, y de las subsecuentes lecturas,
o mediante las diluídas enseñanzas de
M É x 1 e O Tan probable como la carencia del
sentido del diálogo, es la falta de otro
importantísimo sentido: el del humor.
las tradiciones literarias, cuando no des- Por Jaime GARCÍA TERRÉS Ya me parece oír el diluvio de pro-
de la cátedra, o en los contactos perso- Dibujos de Juan SORIANO testas: "¿Importantísimo? ¡Bah!, el hu-
nales, son los demás escritores los que, mor es una cualidad superflua, y no se
en buena medida, forman y encauzan a relaciona con la cultura ni con el pen-
cada escritor. La literatura es un mal virtiendo desde luego que las que aquí samiento. Además, los mexicanos tene-
que se adquiere por contagio. Y no se se propongan serán generalizaciones mos un gran sentido del humor; siem-
la concibe nacida porque sí, ni en rigu- mínimas, ninguna de ellas sin excep- pre estamos diciendo chistes, bromean-
rosa soledad. Un Robinsón que, en me- ciones más o menos abundantes, y to- do, tomándole el pelo al prójimo .. ."
dio de una isla deshabitada, decidiera das sustentadas apenas en una medita- Y sin embargo ...
empezar a escribir, tendría al menos el ción premiosa. No. El sentido del humor no es una
auxilio invisible, indirecto, que le de- Comenzaré, inclusive, por partir de popular habilidad para evadirse del
parasen los almacenes de su memoria; esta misma diversidad. ¿No será, en efec- mundo real a través del "chiste", Tam-
escucharía sin cesar voces ajenas -anóni- to, el excesivo individualismo una de poco ha de confundirse con la burla, ni
mas a menudo, mas no por ello irrea- las notas distintivas de nuestro carác- con la sátira. No es un frívolo "qué me
les- capaces de dictarle moldes y de ter? Sospecho que sí. Porque no se trata importa" ante los agobios del prójimo.
sugerirle imágenes. tanto de una diversificación natural Ni siquiera es lo mismo que la ironía;
De otro lado, la vida literaria no es como de un aislamiento. Entre nosotros, aunque, cual ésta, tiene el rango de una
distinta de "la vida" a secas. Aquélla actitud inteligente frente a la vida.
constiuye, si se quiere, un aspecto de Tomarse en serio -escribe Jean La-
ésta. Pero hay aquí un todo indiviso. croix- es subordinarse a aquello que
¿Cómo decantar una lectura, de las ex- uno hace; perderse en la propia obra;
periencias que la provocan o que le su- rebajarse al nivel de un objeto. La iro-
ceden? ¿Cómo distinguir la admiración nía y el humor, en cambio, representan
o la hostilidad hacia un poeta, de las la supremacía del sujeto, la no sumisión
propias inquietudes vitales que nos ha- al objeto. Ambos entrañan "formas in-
cen preferirlo o relegarlo? telectuales del desprendimiento" (les
En consecuencia, de acatar sin reser- formes intellectuelles du détachement) ,
vas el tema común de este ciclo, la plá- Son dos maneras de estarse interrogando
tica presente habría. de prolongarse en constantemente, de convertir en proble-
forma desmesurada. Me vería yo cons- ma (en cuestión) el ser, el valor, la je-
treñido a hilvanar incontables recuer- rarquía de lo creado; son dos ventanas
dos, a rescatar huellas borrosas, a des- abiertas a la continua rectificación, a la
cubrir un vasto acerbo de trivialidades, enmienda incesante y perfectiva.
bordando, por espacio de largas horas, Pero la ironía -razona Lacroix-
el retrato de mis amigos, e! rastro de arranca a menudo del orgullo, y puede
muchos libros y de muchos maestros; desembocar en el desprecio. No en vano
releyendo docenas de viejas cartas, y re- Kierkegaard temía que ella redundase
sumiendo mil aventuras cotidianas. finalmente en una "negatividad infini-
Huelga decir que esto no sería justo ta", ya que el punto de vista de la iro-
para nadie. Charles Péguy gustaba de nía, en tanto que ironía, es el nil admi-
situar en los cuarenta años la edad de raTi, el no admirar nada, y, por consi-
las confesiones, Yo no los he cumplido guiente, e! no entregarse a nada. Es
aún. Sírvame tal excusa para diferir un preciso -para todo espíritu liberal y
relato injustificado en quien, como yo, los grupos suelen obedecer a meras coin- sediento de progreso- pasar por la iro-
se encuentra a menos de la mitad del cidencias provisionales, o a una amistad nía, experimentarla; pero también es
camino de sus proyectos, con más sue- que rara vez se traduce en auténtica co- necesario superarla, dominarla, Y este
ños que raíces, con más esperanzas im- munión permanente. momento de dominio constiuye, justa-
pacientes que frutos acabados. y es que, en rigor, carecemos de eso mente, el humor. El humor es un "des-
Hoy hablaré de todo un poco. Sí, de que podríamos llamar el sentido. del prendimiento" del mundo, no exento
algunos amigos, de encuentros y lectu- diálogo. No somos dados a ver, nI en de simpatía, de tristeza, de amor. Es e!
ras; pero no centralmente; sólo a ma- nuestros amigos ni en nuestros enemi- amor, y ya no el orgullo, lo que, en d~­
nera de ejemplos o de fuentes de infor- gos, posibles interlocutores. Departimos, finitiva, inspira el humor. Es un sentI-
mación, procurando examinar con se- sí, con unos y otros. Pero no toda con- miento de comunidad el que lo matiza
mejantes ilustraciones ciertos asuntos versación es diálogo, así como no todas y redime; un sutil trasfondo de adhe-
que conciernen a la generalidad de los las palabras que uno profiere responden sión, de voluntad partícipe. En el ironis·
escritores mexicanos. necesariamente a una idea, a una deli- ta puro hay siempre una amenaza de
Me propongo formularme -y tratar beración sincera, a una voluntad de co- autosuficiencia, de incomprensión. El
de responder- una serie de preguntas: municación. Nos agrada imponer, me- humorista ha triunfado ya sobre la iro·
¿Cuál es el carácter del escritor mexica- jor que convencer: gritar, más que ex- nía. No duda tanto como espera. Des-
no? ¿Cuál es la situación del escritor en presar. Rechazamos la humildad del in- truye sólo para desvelar los mecanisr,nos
la sociedad mexicana contemporánea? tercambio en aras de la vanidad de! más íntimos y más nobles de la conClen-
¿Qué tareas competen por ahora a nues- monólogo. cia y de la solidaridad humanas.
tros escritores? Semejante laguna, unida al culto a Claro que no es indispensable el sen·
la improvisación que padece la atmós- tido del humor para llevar a cabo una
• fera literaria hispanoamericana; mueve tarea literaria de primer orden. Diver·
Igual que en cualquier otra parte del con frecuencia a los escritores de México sas facultades pueden alcanzar a suplir.
mundo, en México no hay un tipo úni- a la construcción de edificios vacíos, ver- lo. Con todo, el "tomarse en serio", la
co de escritor. Basta citar unos cuantos bosos y precarios; a la desconfianza ausencia radical de una elasticidad aní·
nombres elegidos al azar -digamos: Al- -gratuita, ignorante- de los modelos mica que nos permita elevarnos por en-
fonso Reyes, Octavio Paz, Juan Rulfo, clásicos; al repudio de la autocrítica. cima de lo transitorio o de lo inerte, la
Carlos PeIlicer- para reconocer la in- Los hace anteponer el dogma a la ra- imposibilidad de juzgar con libre vuelQ
discutible diversidad de temperamen- zón, y las peores frases hechas a la ex- y -con alada simpatía- cuanto acon·
tos, de propósitos, de disciplinas. Con- periencia dinámica del lenguaje. tece dentro o fuera de nosotros, cons-
viene, pues, proceder con cautela, ad- Repito: no pocas excepciones pueden tituye un serio obstáculo al lo~ro de una
alegarse. Sin ir muy lejos, los cuatro literatura trascendente y UnIversal. Yo
.. Conferencia leída en el Palacio de Bellas no sé si William Shakespeare hubiera
Artes el víernes 6 de noviembre de 1959, dentro nombres antes citados designan a escri-
del ciclo "El trato con escritores". tores que han logrado superar e! caos, llegado a ser el gigante que fue, de no
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haber poseído el don de la sonrisa. Pero común el referirse al mexicano como a masas de nuestra lengua, y que no es
si sé de fijo que la sistemática solemni- un pueblo obsesionado por la idea de sino el ejercicio constante de una lucha
dad que envuelve al escritor mexicano, la muerte. Obsesión evidente si se atien- contra la nada. La muerte que nos ase-
aun -o sobre todo- al de cuarta o quin- de a nuestro arte popular, a nuestra his- dia es, precisamente, una nostalgia de la
ta categoría, le impide a menudo consu- toria cultural, a la temática perenne de nada. Y por ello, m;ís que un sentido
mar una obra valedera. nuestra literatura. En particular, lo que de la muerte (que no se explica sin una
El escritor mexicano vive sitiado -por más sorprende a los europeos, es nues- adhesión a la vida) es una tendencia
así decirlo- en la preocupación de su tra aptitud espontánea para jugar con al desnacimiento, un querer no haber
propia relevancia. Se siente un poco el símbolos funerarios: calaveras ele azú- nacido, o mejor dicho, un no haber na-
centro del mundo; o mejor diclu>, sien- car, muñecos o títeres que representan cido del todo.
te que su obra es el centro del mundo, esqueletos humanos, etc. Porque la preo- La creación es un acto de libertad, de
que de ella están pendientes millares cupación de la muerte es un hecho uni- afirmación de autonomía. No ·crea -con
de ojos. Y esta sensación lo orilla a tra- versal. En cambio, la posibilidad de con- auténtica fuerza creadora- quien se ha-
tar de caminar sobre un terreno seguro cebir y ejercer esa especie de coquetería lla asido de la tierra, de las circunstan-
(el terreno de las frases adocenadas, de con la muerte, jugando con sus signos, cias, del mundo en derredor, como de
la "moral" aceptada, del dogma sancio- declarando implícitamente que el morir un vientre maternal infinitamente pro-
nado) en vez de luchar con la plenitud es una operación tan innocua como el tector, perfecto en su tutela y, por tan-
de sus energías por una continua reno- retozar, como el distraer nuestros ocios to, no susceptible de ser criticado: pues
vación de su espíritu, por el redescubri- con un pasatiempo cualquiera, reviste, toda crítica es una profesión de indepen-
miento ininterrumpido de las verdades a las miradas extrañas, una significa- dencia y arriesga cortar aquellas ligas
humanas, por el triunfo del hombre so- ción peculiar, intrigante. -aquel cordón umbilical- tan celosa-
bre la naturaleza y sobre las fuerzas que A las miradas extrañas, y también a mente mantenido.
pretenden inmovilizarlo hundiéndolo en las propias. Sólo que estas últimas, cuan- Quienes determinan el ambiente lite-
la auto-complacencia. La burla que do son sinceras, encuentran a poco lo rario mexicano no suelen ver con bue-
practica es una burla solemne; y es una que hay en el fondo ele tal fenómeno. nos ojos que alguien experimente valo-
burla farisaica, porque aparece sólo Así Octavio Paz ha podido descubrir que res crecidos en los recintos de las litera-
como una forma de justificarse a sí mis- "la muerte mexicana es el espejo de la turas extranjeras. Alegan la Importancia
mo, porque en ella se salva dolosamen- vida de los mexicanos... Calaveras de de la tradición, como si la tradición fue-
te el burlador, su "rectitud", su poderío azúcar o de papel de China, esqueletos ra un huerto cerrado, incontaminado,
supuesto. Nace de la "buena concien- coloridos de fuegos de artificio, nuestras no fertilizable por la absorción de otros
cia", o, lo que viene a resultar igual, del representaciones populares son siempre hallazgos. Ignoran nuestros nacían alis-
resentimiento. Ignora que para dar lec- burla de la vida, afirmación de la nade- tas que la única tradición importante es
ciones hay, primero, que recibirlas, y ría e insignificancia de la humana exis- la que cada uno recrea, revive, de entre
estar dispuesto a seguir recibiéndolas. tencia. Adornamos nuestras casas con la totalidad del acervo humano. Con-
cráneos, comemos el día de los Difun- viene así, no desvirtuarnos, no forzarnos
• tos panes que fingen huesos y nos di- a ser lo que no somos. Pero si no vamos
vierten canciones y chascarrillos en los a repetir a Rilke, tampoco -o menos
Ahora quiero abrir un paréntesis. In-
que ríe la muerte pelona, pero toda esa aún-, hemos de copiar a Altamirano, o
cuestionablemente, la imagen que refle- fanfarrona familiaridad no nos dispen-
jan mis palabras es una imagen negati- Payno o Cuéllar. De lo que se trata es
sa de la pregunta q'ue todos nos hace- de expresar lo que efectivamente hemos
va. y tendrán razón quienes señalen que
mos: ¿qué es la muerte? No hemos in- vivido y estamos viviendo, con ayuda de
una caracterización justa debe tener en
ventado una nueva respuesta. Y cada propios y ajenos, aprovechando las lu-
cuenta las cualidades positivas, además
vez que nos la pregun tamos, nos enco' ces legadas por unos y otros. Debemos
de los defectos, de las lagunas. Ocurre,
gemas de hombros: ¿qué me importa la ser fieles a nosotros mismos v a nuestro
sin embargo, que en nuestro pequeño
universo nacional dista de ser una cos-
muerte, si no me importa la vida?" destino solidario; he ahí lo q~e importa.
tumbre el reconocimiento de nuestras Pero si al mexicano medio no le im- ¿Implica algún demérito el que Joseph
limitaciones. Y al contrario, la hipérbo- porta la vida, no por ello deja de tener Comad haya nacido polaco y escrito en
le, la enfática manifestación de las pe- que vivirla. Y para vivirla, en defecto inglés, incorporándose de hecho a la li-
queñas victorias, son nuestro sustento de una significación intrínseca, se ve teratura brit;ínica? ¿Y el universalismo
de cada día. Si he optado por subrayar obligado a buscar agarraderas que le de Goethe? ¿Y los orígenes brumosos de
las deficiencias, ello ha sido porque es- ayuden a recorrer el trayecto. De allí su Apollinaire? Lo importante en esos tres
timo que ya es tiempo de quitarnos de propensión a todo género de supersti- casos es la común fidelidad a la propia
los ojos las nubes balsámicas que los em- ciones, su debilidad ante las mitologías vocación, al margen del ámbito y de la
pañan. En la producción literaria de los que acaban por devorarlo e inutilizar- tradición elegidos.
últimos años se advierte el amanecer lo; su fe ciega en "lo otro", en cuanto Hay que defender y reafirmar lo na-
de una más vigorosa postura; los buenos no sea él mismo; su desesperada invo- c~onal, pero no en tanto que nacional,
libros se han multiplicado; nuestros cación de valores convencionales, que S1l10 en tanto que humano. Todo hom-
jóvenes autores han empezado a ser tra- roza el fanatismo. De allí, parejamente, bre est;í necesariamente en alguna parte,
ducidos a idiomas extranjeros. Pero esto, su agresividad (que es la otra cara de la en un sitio determinado. Se mueve den-
que puede entrañar el principio de un inseguridad); su nacionalismo (que es tro de un grupo de hombres; no puede
florecimiento, lejos de envanecernos, ha la expresión paradójica de una sensa- estar al mismo tiempo en el mundo en-
de despertar en nosotros la asunción de ción inaceptada de inferioridad respecto tero. Yesos otros hombres (sus experien-
una mayor responsabilidad. Mientras no de lo extranjero); su inercia mental cias, sus problemas, sus intereses) deben
sepamos considerar nuestras condiciones (que nace de su temor a enfrentar el ser tenidos en cuenta por cada escritor;
reales, mientras no aprendamos a cono- movimiento de la vida y de la historia) . pero no porque son sus connacional es,
cernos y a ponderar las causas de nues- El intelectual no puede ser considera- ~~no porque son, sencillamente, sus pró-
tras imperfecciones, nuestro paisaje se- do, por supuesto, un mexicano medio. JImos.
guirá sicndo una vasta penumbra con Sin embargo, la atmósfera espiritual que Lo ~urioso es que, al mismo tiempo
~lgunos destellos dispersos y efímeros. nos circunda es tan agobiante, y ha cris- que decretamos a los cuatro vientos la
Por lo demás, no es mi intención la talizado en tantas instituciones tan dia- necesidad de atender "lo mexicano" y
de formular un "yo acuso". Examen de bólicamente sólidas, que una gran por- sólo lo mexicano, descuidamos una tra-
conciencia sería un rótulo más apro- ción de nuestros intelectuales se doble- dición, ésa sí, esencial: la tradición de
piado para estos comentarios. En todo gan ante ella. nuestro idioma. La lectura de los clási-
caso, es bien traer a cuento la existen- Por un escritor que se atreve a ser, a cos españoles, que son .también nues-
cia de una multitud de factores sociales plantearse problemas genuinos, a defi- tros clásicos, puesto que hablamos y es-
que determinan en apreciable medida nir plenas realidades, hallaremos en Mé- cribimos en castellano, está relegada en
la condición de los intelectuales mexi- xico veinte o treinta escritores entrega- México, confinada a la escuela, y prácti-
canos. dos a la consolidación de lo efímero, a camente ignorada de la gran mayoría
Pero antes de entrar en semejante ma- la fortificación de la mentira, al coti- literaria. ¿Resultado? Descontadas, de
.teria, prosigamos explorando la fisono- diano homenaje al mito, al auto-elogio nuevo, las excepciones, no hemos logra-
mía espiritual de nuestros escritores. sistemático, a la degradación de lo valio- do aún dominar el manejo del lenguaje.
so y a la entronización del no ser. Permitimos que éste se contagie sin ce-
* Sí, también en este terreno la muerte sar de impropiedades que lo rebajan;
mexicana es un símbolo. Y conste que no sabe~os en qué forma adaptar a
En ciertos países -desde luego en no me refiero a esa ¡VIuerte sin fin ex- nuestro español inevitables voces (neo-
Francia e Inglaterra- es ya un lugar presada en uno de los poemas más her- logismos) extranjeras; propiciamos, en
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vez de impedirla, la corrupción del len-


guaje del pueblo. . ~---

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O bien, si creemos pertinente la revI-
sión de los abuelos de nuestro idiolIla,
lo hacemos de un modo estático, como
si estuviésemos catalogando momias, fi-
jándonos más en el accidente que en la
sustancia, soslayando el mensaje funda-
mental -creador, pertnanente- que nos
deparan. Así, hacemos a los clásicos
odiosos a los demás; los trocamos. . . en
eso: en momias, en fríos especímenes de
museo.

Nuestra retórica es, aparentemente,
muy complicada. Admite diversos ma-
tices; aparece ora dramática, ora frívola;
ya plañidera, ya grave o dulce. Pero,
como todas las retóricas superficiales, es
nada más que un método, consciente o
inconsciente, de ocultar la verdad, sus-
tituyéndola con "estilos" insinceros y
forzados. Nos han dicho que la litera-
tura mexicana debe ser exuberante, sal-
vaje, en estrecho contacto con la natu-
raleza que nos rodea; y dócilmente acer-
tamos a hilar una serie de adjetivos, de
truculencias, de irreales "realidades",
que acaban por ser grotescos. Nos han
dicho que la tradición mexicana exige
preocupaciones de índole social (¡Ojalá
que fuera así!), y consecuentemente api-
lamos "machotes" de discursos políticos;
repetimos lo que comenzó a escribirse
hace un siglo (o hace varias décadas al
menos) y sigue siéndonos asestado; sin
pensar un segundo en si los actuales
problemas son los mismos; sin conside-
rar las probabilidades de su contempo-
ránea verdad histórica.
¿Cuántos de nuestros "escritores so-
ciales" se han acercado efectivamente a
nuestro pueblo? ¿Cuántos son sensibles
a las verdaderas exigencias humanas de
uno de nuestros campesinos, de uno de
nuestros obreros? ¿Cuántos son capaces
de prestar una voz universalmente inte-
lÍl!Íble a nuestra situación política? Sin
duda, muy pocos. ¿Para qué se han de cho. Lo cual no impide que' no sirva letras. Mas ¿a qué puede conducir la
molestar en redescubrir lo ya infinita- para nada. Cuando no el resentimie~to, negación por la negación misma, sin ar-
mente descubierto? Es mucho más có- o el deseo de hacer favores a los amigos gumentos honrados, sin tener nada que
modo seguir las fórmulas verbosas, "pa- (dos eXtremos que se tocan), la. illspira oponer a lo que se intenta destruir?
ra todos los usos", de nuestros implíci- México es la tierra de los "antis".
la impreparación. .,
tos recetarios políticos y electorales. Un crítico literario no se ImproVIsa. Hay demasiados antis y muy pocos pros.
Nuestros "escritores cristianos", por La crítica es una disciplina que requier.e Encontramos anticomunistas, antiarte-
su lado, no son menos vanos ¿Quién de disposiciones naturales, clandad de VI- puristas, antirrealistas, antisurrealistas,
ellos podría asegurar, como Bernanos, sión, ecuanimidad; conocimientos am- antirreligiosos. Incluso -lo recuerdo a
que ha vivido en carne propia cada una plios y profundos, y no sólo de una. lite- guisa de dato de nuestro folklore- llegó
de las palabras que escribe? Son imita- ratura, sino de varias; un pensamiento en uno de esos años a aparecer una re-
dores de Pemán, o de los imitadores de congruente; cultura general, sistema, vista que tenía por exclusivo objeto el
Pemán. Fustigan, anatematizan o enco- comprensión plena. atacar a uno de nuestros más distingui-
mian, lo convencionalmente fustigable, ¿Qué encontramos en cambio, a gran- dos escritores. En contraste, a la hora de
anatematizable o encomiable. Para ellos, des rasgos? Demagogia, gratuidad, incon- exponer las creencias positivas, metas,
el reino de Dios no está en el hueco de gruencia, incomprensión: ~~mor de e:,-- ideales o principios, entonces nos queda-
su mano, sino en los prontuarios que se presar la verdadera opmlOn, ausenCia mos perplejos. ¿?erá que, com? se. t.emía
les ofrecen por otros varones igualmente de fundamento, arbitrariedad,· confu- Daniel Cosía VIllegas en su Cnsls ~e
prudentes y rectos. Lo importante es ve- sión, ignorancia. Un panorama contra- México", somos más aptos para destrUIr
lar por la decencia, preservar las "bue- dictorio. Y estéril. que para construir?
nas costumbres". Neguemos, destruyam?s, que buena
De vez en cuando, aparece un buen
Claro, después de todo, ése es el ejem- trabajo crítico -en pro o en contra de falta nos hace. Pero dediquémonos a la
plo que todos ellos ven dondequiera. una obra-o Pronto se llena de imprope- negación y al exterminio de los m~tos,
A pasos agigantados, estamos constru- rios a quien firmó ese trabajo; por los de las falsedades; y esforcémonos siem-
yendo una cultura hueca; una literatu- amigos o los enemigos del au tor en cues- pre por que nuestras negaciones sean
ra de "escenografía", de pura aparien- tión: depende del caso. correlativas de afirmaciones. Y comen-
cia; una doctrina política dictada por cemos la limpia por la propia casa, acep-
una realpolitik primaria e indigente. Y tando que somos falibles, y perfectibles.
de esto somos responsables, no Fulano o •
Zutano, sino todos nosotros, toda la so- Ni el resentimiento ni el farisaismo . ji<
ciedad mexicana. son cualidades peculiares del escritor me-
xicano;dondequiéra se les halla. Pero es ¿Cómo son· los" escritores en otros
• que aquí se les ha entronizado; se les ha
dado carta blanca en varios principales
países?
En Francia, a pesar de haber vivido
¿Y nues~ra critica literaria? Ah, ¿pero instrumentos de expresión. No están m~l aIli durante más de un año, no traté
es que eXiste en México uQa critica li- los combates literarios; con frecuenCia personalmente sino a unos cuantos escri-
teraria? Sí, existe; por lo menos de he- redundan en envíos de savia nueva a las tores franceses. (En cambio, conocí en
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París a Octavio ,Paz, a la sazón segundo fracción mínima del programa que pa-
secretario en la Embajada de México; recería señalarle su naturaleza.
y, años antes de que publicara su pri- ¿y en las otras esferas?
mera colección de cuentos, a Carlos . Nues!ro periodismo es una empresa
Fuentes.) Pero no hace falta el cono- II.Jdustnal, en la más estricta de las acep-
cimiento personal de sus figuras litera- CIoI).es de esta frase. Si no cierra las puer-
rias, para experimentar el ambiente li- t~s .al escritor honrado, por lo menos
terario francés; cada uno de los barrios lImita fundamentalmente su libertad de
parisienses constituye una reliquia lite-o e:,pres.ión, condicionándolo a las exigen-
raria; aquí vivió Balzac, más allá Baude- CIas dIctadas por determinados intereses
laire; las sombras de Villon, de Flaubert, eco~ómicos. Los dirigentes de nuestra
de Proust, de Apollinaire, ¡qué sé yol, radIO y de nuestra televisión sólo entien-
de mil más, lo persiguen a uno en las den el le~guaje de los pesos y' de los
calles, en los jardin~s, en las tabernas. centavos. Nuestra cinematografía, salvo
y uno se da cuenta, a la vez, de que las excepciones que todos conocemos, se
aquellas presencias latentes nutren y ahoga en un estrecho mercantilisino.
abonan la creación literaria. Las revis- Nuestra sociedad considera que la cul-
tas especializadas son numerosas y al- tur~ es un artíc~lo de lujo. Para ella el
canzan apreciables tirajes y una dura- escntor es un tipO curioso, fuera de la
ción decorosa, cuando no prolongada. reali.da~ y destinado -predestinado por:
Los escritores, es cierto, aparte los auto- sus lllchnaciones masoquistas- a morir·
res de "bestselleres" (los Sagan, los Pey- se de hambre.
refitte, ete.) no ganan mucho dinero; en
todo caso escriben y publican en abun- y claro está: el escritor mexicano no
dancia, yana pocos de ellos se les dis- hace fortuna... a menos de que deje
rios estudiantes empeñados en labores de ser un escritor, o se burocratice, o si-
pensan atenciones insólitas en nuestro
teatrales. En Londres visité los innume- ga puntual y ventajosamente las consig-
medio.
rables departamentos del British Coun- nas de la retórica Oficial, o supedite sus
Hay también -¡quién lo dudal- po- cil y del Artes Council, y Stephen Spen- obras al mercantilismo ambiente, etc.
dredumbre, adulación y mezquindad; y der tuvo la gentileza de invitarme a al-
frivolidad, y falsos ídolos. Pero las opor- Pero no nos engañemos. Semejante de-
morzar, en el Greek Club, "lo mejor de plorable marco sólo atenúa -no exclu-
tunidades para decir lo que se piensa Inglaterra" (son palabras del anfitrión) : ye- la responsabilidad del escritor. No
no son escasas; los intelectuales no desa- ostras y faisán. En todas partes encon- tod,o e~ aquél es desfavor!ible para q~ien
provechan las tribunas, ni se dejan ate- tré pareja hospitalidad, deseo sincero esta dIspuesto a cumphr su Voc~clón.
morizar fácilmente por los eventuales de oír críticas sinceras, un eficaz recono- S~ ,la situac~ón es má~ dura, puede tam-
riesgos de la expresión. Hombres de la cimiento 'del rango de la cultura, curio- bIen, en Cierto sentido, tornarse más
talla de Mauriac llenan con sus opinio- sidad e interés por lo ajeno.
nes -certeras o no, siempre valientes-, fecunda. Sencillamente porque es una si·
las planas de los periódicos. Uno siente Inglaterra es uno de los pocos países tuación de lucha, y, ésta es el mejor fer-
que, en mayor o menor medida, la inte- en donde un escritor puede vivir, en "mento para realizar una literatura viva.
ligencia está viva y se mantiene ope- exclusiva, de su pluma. Los editores es- Lo que urge es no conformarnos; pero
rante. Las inconformidades se manifies- tán en condiciones de mostrarse abiertos seguir sin descanso la declaración de
tan; las aventuras se asumen; las pala- y no regatean oportunidades ni siquiera nuestra verdad; marchar a contracorrien-
bras comprometen. Se estimula el co- a los poetas primerizos. Los grandes pe- te, y no resignarnos a que nos arrastren
mercio literario. Se propicia y difunde, riódicos publican grandes suplementos las aguas turbias de la mediocridad y el
por diversos canales oficiales, la litera- literarios cada semana; suplementos disimulo, No permitir que nuestra con-
tura nacional. equiparables a las mejores revistas. Ld ciencia duerma tranquila en el limbo de
radio y la televisión incluyen día a día las frases hechas.
Francia atraviesa en la actualidad por
programas culturales, en los que los inte- N ing~n patrocinio, oficial o no, pue·
una época de evidente crisis. Sin em-
lectuales devengan honorarios más que de suphr la falta de voluntad produc-
bargo, en este México que sin cesar se
decorosos. Varias instituciones descentra- tiva, la incapacidad de indignación. El
nos presenta como tranquilo y estable,
¿sería posible la actividad de un jean lizadas se preocupan por el porvenir de hecho es que nos agrada encogernos de
Paul Sartre, capaz de gritar sus verda- los hombres de letras y propagan por hombros, mentirnos a nosotros mismos.
de~ -si no siempre "la verdad"- caiga
todo el mundo sus frutos. En fuerza de ser "realistas", nos hemos
,qUIen cayere? ¿Sería posible la edición y de todas partes del mundo, asimis- desentendido de la realidad. Lo mismo
de una revista como Espút, aunque no mo, se aceptan renuevos y lecciones. El en la derecha, que en la izquierda, que
oficialmente católica, sustentada por una Times Literm) Supplement no tiene in- entre los políticamente neutros (si los
mayoría de intelectuales católicos, y en conveniente alguno en reseñar, junto a hay), la gran mayoría de los escritores
cuyas páginas se comenta con serena au- los ingleses, libros extranjeros. Más de mexicanos hemos aceptado durante lar-
dacia el presente político, filosófico y un volumen de autor mexicano ha reci- go tiempo unas cuantas fórmulas este-
-aun expresamente religioso? ¿Sería po- bido allí el justo comentario -apoyado reotipadas, como si fueran nuestra raíz
sible una actitud como la de .todos esos en razones y no en prejuicios; distintivo y nuestro límite.
intelectuales que han sacrificado seguri- de lo malo y de lo bueno, y no arbitra- Demasiado cómodo resulta echar la
dad y bienestar, por defender sus convic- riamente unilateral- que en México no culpa de todo a la circunstancia. Cual-
ciones? obtuvo. quier pretexto es bueno si justifica nues-
En París se incau tan, con' cierta fre- 41<
tra apatía, nuestro conformismo, nuestra
cuencia desdichada, libros y periódicos. perezosa repetición de recetas caducas e
En México, no ... porque en México no En Méxic9 no existe ninguna insti- inoperantes. N os consolamos pensando
se producen ese tipo de publicaciones tución oficial, o descentralizada, que que no podría ser de otra manera. Y
"confiscables". proteja sistemáticamente al escritor en cuando alguno, por excepción, alza la
tanto que escritor. El renglón del pre- voz e intenta llamar las cosas por sus
supuesto dedicado al fomento de la culo nombres, nosotros mismos nos encarga-
41<
tura es irrisorio. Por educación se en- mos de recordarle que eso es un simple
Inglaterra es otra nación de rico am- tiende, casi de modo privativo, la alfa- romanticismo adolescente, que hay que
biente literario. En 1957 una generosa betización; esfuerzo que' é~taría muy vivir con los -pies en la tierra, y que toda
in~ri.t~c~ón d~l British Cou~cil. ~e per- bien si fuera efectivo, y si a: su lado se . protesta -o toda denuncia franca- es
mltlO lllcurSlOnar en sus IntImIdades. reconociera que la formación y el man- un acto de insufrible pedantería, pro-
Conversé en Cambridge con Kathleen tenimiento de una élite cultural es tan- ducto de una mentalidad inmatura, si
Raine, Edwin Muir (el poeta escocés to o más importante que ul)a vaga ten- no de oscuros, escondidos rencores.
recientemente fallecido) y Willa Muir, tativa de enseI)ar las primeras letras a 41<
su esposa; con John Halloway y John un pueblo por 16' demás, cargado de mi·
Press, ambos jóvenes, poetas y ensayis- seria. El Colegio Nacional es un orga- Tengo presente el cuadro de' Irlanda,
tas, y tomé una copa de jerez en compa- nismo estático e insatisfactorio, El Ins- que me pintó un día, en Dublín, el no-
¡Ha del también hace poco desaparecido tituto Nacional de Bellas Artes y Lite- velista Melvin Wall, secretario del Artes
J. B. Trend, En Oxford hablé con Eliza- ratura, a pesar de los buenos deseos de Council de la República Irlandesa. No
beth ] ennings, promisorio valor en la quienes lo manejan, apenas si cuenta hubiera podido ser más deprimen(c.
poesía de la última hornada, y con va- con fondos suficientes para cumplir una Agllella tierra, grata y hermosa como
UNIVERSIDAD DE MEXICO 7

pocas; aquella gente, alegre y loca y inexorablemente, ni cabe el usarla como andando el tiempo, se ha convenido en
profunda, se encuentran al parecer cer- una disculpa radical. una de las obras más indiscutibles en
cadas por un puritanismo fanático, por El impulso hacia la verdad y la be- la historia de nuestra prosa.
un clericalismo morboso que se com- lleza, hacia el enriquecimiento de ¡a Me refiero, por supuesto, a Ricardo
place en el estrechamiento de la vida. vida humana, parte -tiene que partir- Pozas, autor del Juan Pérez lolote, bio·
Las letras han de soportar el peso de de cada uno de nosotros. No lo consu- grafía de un indio chamula.
una censura cuyos cerebros directores maremos solos. N uestras vidas se entre- ¿Es esto una casualidad? No lo creo.
estiman -informes textuales- que Gra- tejen, se intercomunican de mil suertes. Veo en ello, al contrario, la confirma-
ham Greene es un peligrosísimo hereje, El universo humano es un universo de ción de una antigua sospecha: No hay
y que Georges Bernanos no estuvo nun- relaciones constantes. Pero aun condi- que pensar demasiado en la literatura
ca en su sano juicio. Por lo demás, Ir· cionados, limi tados -agobiados, si se al hacer la literatura. Tratemos de lo-
landa es un país pobre: ("Lo unico quiere- son los hombres quienes hacen grar una expresión honesta de nuestro
que podemos exportar son irlandeses", la historia. Y los hombres somos ... nos- ser, de nuestras inquietudes, .del infinito
me decía un jovial universitario dubli- otros. Yo, tú, él, ella. Nosotros. Todos, debate humano en que nos hallamos
nense). Y sin embargo, Irlanda ha pro- y cada uno. No valen fugas; no valen situados. Tratemos de comprenderlo y
ducido una de las literaturas más im· soslayos indiferel1les. El hombre es un de transformarlo, y lo dem,ís vendrá
portantes de la edad moderna. Poetas animal responsable. Si hay una culpa, por ai1adidura.
como ''''illiam Butler Yeats;' dramatur- ella descansa sobre nuestros hombros; No. La cultura no es un lujo. Es una
gos como Sean O'Casey, Synge y Lady y su peso no nos permitirá encogerlos. necesidad fundamental, y sus flaquezas
Gregory; novelistas como James Joyce; Convengamos: no es buen escritor el son nuestras flaquezas. Cuando palidece
cuentistas como Frank O'Connor. (Para que quiere, sino el que puede. Pero es que no hemos sabido impartirle po-
sólo mencionar a los principales entre agreguemos, para ser exactos, que nues- derío. Su derrota será la de todos. Pero
los más recientes.) Todos ellos han de- tro infierno nacional está empedrado si despierta, ser;'l también que nosotros
bido sortear indecibles barreras y con- de escritores que pudieron ser buenos, hemos despertado.
flictos; algunos hubieron de expatriar- y no se atrevieron. ¡Y CU;'ll1to precisa México salir de su
se a fin de poder proseguir su tarea. Hay más: a veces puede el que no lo sueño, de ese letargo que lo congela y
El caso es que la gran literatura irlan- pretende. La literatura mexicana con, anula! Si no es seguro que el puro abrir
desa está allí para demostrar el triun- temporánea registra un caso notable. El los ojos nos redima, sí lo es que sin abrir
fo final de sus creadores. de un antropólogo que se dio a redactar los ojos, sean cuales fueren nuestras fa-
Ahora bien, no pretendo que la si- un documento fiel; un estudio descripti- cultades, no iremos jam;is a ninguna
tuación irlandesa sea asimilable a la vo, al margen de las ambiciones literarias, parte.
situación mexicana; ni que los elemen- de la vida en un pueblo indígena igno. ¡Abrir los ojos! Abdmoslos al presen-
tos y los factores sean iguales en una y rada por muchos y explotado por unos te y al futuro, renunciando a las som-
otra especie. Lo que sí juzgo probado pocos. Sin dejar de ser documento ni bras caducas que nos obseden. Abrá·
es que, dondequiera, la circunstancia perder su fidelidad, el libro así origina- maslos a ese México nuevo que ya des-
condiciona, tamiza, mas no determina do trascendió las fronteras I?revistas, y, punta en el horizonte y que un día no
remoto se impondrá definitivamente.
Que no crezca a nuestras espaldas. Flo-
rezca también en nuestra voz. Seamos
heraldos de lo que viene, y no parodias
anacrónicas de lo que fue; no testigos
inmóviles de una lívida agonía.
Yo sé que no es fácil superar un am-

---.---,--, --- biente hostil. Pero ¿desde cuándo la li-


teratura trascendente se ha realizado
sobre lechos mullidos? Vivimos una eta-
pa dramática y no hay por qué abdicar
de ese dramatismo. Sepamos estar a su
altura, sin vanas evasiones ni trucos de-
fensivos. Si aguardamos a que desapa-
rezcan todos los obstáculos del camino,
ya podemos continuar aguardando in-
definidamente.
Hemos permanecido con los brazos
cruzados. Presas de los matices crepuscu-
lares que nos envuelven como una mal-
dición. Ha llegado la hora de hablar
claro, con palabra rotunda.
Pero no confundamos la voz con la
vociferación. Distingamos el diálogo, del
improperio escueto. El grito es una sim-
ple máscara de una derrota anticipada.
La pasión genuina no necesita de la in-
terjección vana. Energía no significa
demagogia. G l' ita l' inarticulada mente
equivale a confesar una ausencia de ra-
zón, o de razones.
No mayores vanidades, sino obliga-
ciones mayores, corresponden a los in-
telectuales. Deberes de comprensión, de
higiene espiritual, de solidaridad cons-
ciente. Deber de satisfacer las exigencias
que reclama el momento actual del mun-
do entero, y, particular mas no exclu-
sivamente, de esta pobre nación enferma
que ya empieza a atisbar. posibilida?es
de salud. De esta comullldad hundida
todavía en mendaces brumas, en fragi-
lidades grotescas; en ruidos. que suenan
a palabras, pero qu~ nada chcen; en. u.na
pasividad moral (~lsfrazada ~le cnstla-
nismo; en una rectItud de labIOS afuera.
Dejemos atrás a los .fa.ntasmas. Atrás
1 a la inercia que nos sohClta. Rompam~s
lanzas en contra de nuestra secular tI-
í bieza. Abramos, abramos bien los ojos,

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