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Salud y enfermedad
Perspectiva neuroinmunoendocrinopsicológica
Concepto de Salud
Por otro lado, considero fundamental que pensemos el estatus de salud, como dinámico y
émico, quiero decir, según como sea percibido por el propio sujeto, más allá de las
apariencias o las miradas que podemos tener sobre lo que observamos.
Podemos observar un niño en silla de ruedas, que gana un campeonato de básquet,
¿realmente está enfermo?, pero otro niño en silla de ruedas, pasa el tiempo llorando, no va
al colegio, está deprimido ¿es la silla de ruedas su impedimento?
Desde el punto de vista médico se discrimina, la patología (disease), el padecimiento (illness)
y la enfermedad (sickness), se puede establecer e interpretar los conceptos de salud y de
enfermedad, entendiendo la patología como el “mal funcionamiento” de procesos biológicos
o psicológicos, la cual designa las anormalidades funcionales o estructurales de base
orgánica. Pero en mi concepción teórica no existe la diferencia entre lo biológico y lo
psicológico, puesto que lo psicológico en la serie humana se sostiene y produce biología, y la
biología como un software se modifica, con la improvisación y empleo de las secuencias que
se producen desde la evolución de la psique, existen upgrate.
Es de cuidado que dentro del ámbito de la educación se insertan los procesos de la patología
y paradigmas ideológicas, sociopolíticos y económicos, tengamos en cuenta que sin
diagnóstico no hay cobertura médica y estrategias de acompañamiento profesional.
Los trastornos, padecimientos, incluyen indirectamente siempre procesos de alteración de
la atención, percepción, respuesta afectiva, cognición.
Entonces, para redondear las puntas de esta definición, desde la perspectiva de la educación
“La salud es un hecho individual y social, los agentes educadores son agentes promotores del
bienestar desde ambas perspectivas”.
Síntoma
Foucault, a través de obras “El nacimiento de la clínica (1978)”, ¡Arqueología del saber
(1979)”, “Las palabras y las cosas: una arqueología del saber humano (1979)”, e “Historia de
la locura en la época clásica (2000)”, muestra que nuestras experiencias prácticas y discursos
sobre el enfermo, el loco, el delincuente o la sexualidad son inventos recientes que han
aparecido a partir de ciertas relaciones entre el saber y el poder que las han hecho posibles,
de tal manera que, si estas disposiciones que han permitido su emergencia desaparecieran,
se llevarían consigo dichas realidades.
Es así como Foucault (1978) en “El nacimiento de la clínica” hace una arqueología de la mirada
en la medida en que cada formación-médico histórica, modula una luz primordial y
constituye un espacio de visibilidad de la enfermedad, poniendo de relieve “los síntomas”,
unas veces como la clínica, otras como la anatomía patológica; y, por otro lado, devuelve al
ojo la profundidad y al mal un volumen”. Para Foucault, la enfermedad inicia en una
organización, jerarquización dada por las familias, el género y las especies.
Sigmund Freud, como recordarán, plantea la diferencia entre el sistema consciente, pre
consciente e inconsciente dentro del psiquismo humano, la teoría freudiana sobre el
inconsciente introduce una nueva forma de pensar al ser humano y su comportamiento,
Freud descubre la división del sujeto, ve la presencia del sujeto del inconsciente.
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dirige a alguien, es decir, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o, quizás, aún
más desarrollado. A este signo creado, yo lo llamo el Interpretante del primer signo. El signo
está en lugar de algo, su Objeto. Representa a este Objeto no en todos sus aspectos, sino con
referencia a una ida que he llamado a veces el Fundamento del representamen dice Peirce
(1987)
El signo en el campo médico tiene una posición muy clara y precisa dentro de un orden que
media entre el síntoma y el síndrome, definiendo su posición, función y especificidad
respecto de ellos. Se ubica como el término que necesariamente articula el puro fenómeno
mórbido (síntoma) y la caracterización racional de un cuadro (síndrome).
La primera propiedad que aparece en la mayoría de las definiciones es su objetividad, en
contraposición a la subjetividad con la se caracteriza al síntoma. Esta distinción se mantiene
constante y unánime, sin opiniones que difieran.
El signo es aquello plausible de ser objetivado de lo que se presenta como fenómeno, es la
“apreciación crítica del síntoma, después de ser analizado e interpretado por el médico”.
La objetividad se define como una señal, un indicio, una prueba, una evidencia, una
manifestación, un hallazgo, un carácter, un dato o un elemento, que se ha logrado
individualizar y universalizar una vez apartado lo singular y subjetivo del síntoma.
El recuento de hematíes bajo es anemia cuando los síntomas son compatibles, como
cansancio, entonces, es: síndrome anémico (abreviando para que el ejemplo sea plausible).
El signo es el indicador de un cambio, señala una alteración de aquello que no está dentro del
normal funcionamiento del organismo. Puede ser una anomalía observable por el médico.
Esta observación objetiva realizada por el médico se distingue primeramente de las
sensaciones subjetivas que trae el paciente “síntomas”
Signo es cualquier hallazgo objetivo perceptible al examinador (psicopedagogo, docente,
médico) en contraposición a las sensaciones subjetivas del estudiante, paciente, etc.
Espero hayan sido claras las contraposiciones. El estudiante es sujeto de las sensaciones
sintomáticas que luego trasmitirá en un relato. Son signo para el analista de la educación.
Síndrome
Como venimos planteando, es un conjunto de síntomas y signos que son comunes a varias
enfermedades, vinculados genética, etiológica o patogénicamente, esto en el campo de la
salud, el mismo está presente en diferentes enfermedades, se llama síndrome característico
por ejemplo de la neumonía, que afectan distintos órganos y son producidos por diferentes
causas (infecciosas, parasitarias, degenerativas, neoplásica, etc.)
Los síndromes no son directamente considerados enfermedad y a la vez pueden estar
relacionados con una o más enfermedades. Para comenzar, un síndrome es un cuadro de
síntomas y signos conocidos e identificados que pueden tener una o varias causas.
Marcelo Pedro Russo VERSIÓN ESCRITA | CLASE 4
Ya nos habían dejado boquiabiertos Nicholas Cohen y Robert Ader1 al plantear una hipótesis
que hoy no necesita ser contrastada, pues actualmente, sabemos que una función o
disfunción del sistema nervioso, no sólo puede afectar la función del sistema inmunitario,
sino el sistema hormonal y el digestivo, entre otros tejidos y órganos.
Entonces, nos preguntaremos aquí y ahora; ¿Podemos afirmar que es una variable de
desequilibrio inmunológico y hormonal, la acción de nuestras emociones?
Para Aristóteles (384-322 a. C.) “Un cambio en el estado de la psique produce un cambio en
la estructura del cuerpo, y a la inversa, un cambio en la estructura del cuerpo produce un
cambio en la estructura de la psique.”
De igual manera se puede resaltar a Galeno (129-199 d.C.), quien expresaba que “Cada
emoción está asociada con un fluido específico del cuerpo (bilis negra, bilis amarilla, sangre
y flema)”
Pero si entramos en la modernidad, desde hace más de 40 años, gran número de evidencias
experimentales y clínicas han demostrado la existencia de una comunicación constante y
bidireccional entre el sistema neuroendócrino, y la respuesta inmunológica.
1
El término psiconeuroinmunología, nace en el año 1975, como resultado de un experimento realizado en la
Universidad de Rochester por el psicólogo Robert Ader y el inmunólogo Nicholas Cohen. Estos basándose en el
condicionamiento clásico de Pávlov, demostraron que produciendo una señal aversiva a través del sistema
nervioso condicionaba las respuestas del sistema inmune.
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Más adelante, en 1981, David Felten de la Universidad de Indiana, descubrió por primera vez,
que una red de nervios llegaba a los vasos sanguíneos y al sistema inmune. Dicho
descubrimiento aportó las primeras pruebas de cómo ocurre la interacción entre sistema
nervioso y sistema inmune.
En ese mismo año, mediante la recopilación de una serie de trabajos históricos se produce la
fundación científica de la Psiconeuroinmunología, plasmándose en la edición del libro
Foundations of Psychoneuroimmunology.
Según Ekman P, (1985) “En general se ha tendido a pensar que las emociones inciden en las
respuestas físicas y fisiológicas, pero se ha comprobado que el circuito también funciona, al
contrario.”
Así como la meditación, la relajación, ciertas terapias psicoanalíticas y
cognitivoconductuales, pueden evidenciar mejoras en el estado de ánimo y luego verse
reflejado en la salud general de los pacientes; el duelo, el divorcio, una época prolongada de
exámenes académicos, el inicio en un desafío laboral, un atraco con violencia, o la pérdida
sostenida de empleo son algunos de los factores que alteran el sistema
neuroinmunoendocrino y por lo tanto las potencialidades de aprendizaje.
Estas comunicaciones se denominan “interacciones neuroendocrinoinmuno lógicas” (NEI),
nos permiten mantener la homeostasis ante los estímulos estresantes, tanto de tipo
sistémico –lesiones tisulares, infecciones mediadas por bacterias virus y parásitos– como de
tipo psicológico, secundarios a la percepción y procesamiento del estímulo por cada sujeto.
Existen relaciones mutuas entre los sistemas endocrino y nervioso, de hecho, al menos dos
glándulas secretan sus productos en respuesta a estímulos nerviosos como son la médula
suprarrenal y la hipófisis nerviosa y pocas hormonas adenohipofisarias son secretadas en
cantidad importante si no es en respuesta a la actividad nerviosa del hipotálamo. Además, el
sistema inmunológico está sujeto a una modulación nerviosa y hormonal y la formación de
citocinas por los linfocitos puede modificar la función endocrina.
Entonces definimos el campo de atención de esta ciencia: estudia la interacción entre los
procesos psíquicos, el Sistema Nervioso (SN), el Sistema Inmune (SI) y el Sistema Endocrino
(SE) del cuerpo humano, es decir, entre Mente - Cuerpo y trata de explicar cómo los sistemas
psicológicos, biológicos, culturales, sociales y ecológicos interactúan contextualmente e
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Su principal componente son las glándulas endocrinas, las que liberan hormonas al torrente
sanguíneo; estas sustancias regulan el crecimiento, el desarrollo y las funciones de varios
tejidos, así como también la reproducción sexual.
El adjetivo endocrino es una formación científica moderna a partir del griego endo = "interior"
(del adverbio ἔνδον dentro) y "crino" = "referido a la excreción" (derivado del verbo κρίνω
separar, dividir). El sentido que se pretende es "que vierte hacia dentro".
Todas producen sustancias que apoyan el funcionamiento de los órganos del cuerpo, como
el corazón, los riñones y los intestinos, entre otros.
Suelen estar constituidas por grupos de células que se disponen en forma de acúmulos,
cordones y folículos, incluidos en un tejido de sostén integrado por fibras reticulares finas y
asociados con una red sinusoidal o capilar.
Las glándulas endocrinas están reguladas por el sistema nervioso, o bien por otras glándulas
endocrinas o por combinación de factores nerviosos y endocrinos. Aparte de las glándulas
endocrinas especializadas para tal fin, existen otros órganos como el riñón, hígado, corazón
y las gónadas, que tienen una función endocrina secundaria, por ejemplo, el riñón secreta
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La glándula pituitaria
La glándula pituitaria a veces se denomina "glándula maestra" porque ejerce gran influencia
en los otros órganos del cuerpo. Su función es compleja e importante para el bienestar
general. La glándula pituitaria está dividida en dos partes, la parte anterior y la posterior.
La pituitaria anterior produce diversas hormonas:
• Prolactina. La prolactina (o PRL por sus siglas en inglés) estimula la secreción láctea
en la mujer después del parto y puede afectar los niveles hormonales de los ovarios
en las mujeres y de los testículos en los hombres.
• Hormona del crecimiento. La hormona del crecimiento (GH por sus siglas en inglés)
estimula el crecimiento infantil y es importante para mantener una composición
corporal saludable. En adultos también es importante para mantener la masa
muscular y ósea. Puede afectar la distribución de grasa en el cuerpo.
La pituitaria tiene un lóbulo medio (intermedio) que libera una hormona que estimula los
melanocitos, las células que controlan la pigmentación (el color de la piel) a través de la
producción de melanina.
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El hipotálamo
El hipotálamo es la parte del cerebro situada arriba de la glándula pituitaria. Libera hormonas
que inician o paran la secreción de las hormonas pituitarias. El hipotálamo controla la
producción de hormonas en la glándula pituitaria por medio de varias hormonas
"liberadoras." Algunas de éstas son: la hormona que libera la hormona del crecimiento, o
GHRH (que controla la liberación de la hormona del crecimiento); la hormona liberadora de
tirotropina o TRH (que controla la liberación de la hormona estimulante de la tiroides); y la
hormona liberadora de corticotropina, o CRH (que controla la liberación de
adrenocorticotropina).
El timo
El timo es una glándula que se necesita en los primeros años para tener una función inmune
normal. Es bastante grande inmediatamente después de que nace un niño y tiene un peso
máximo cuando el niño llega a la pubertad, momento en que su tejido es reemplazado por
grasa.
La glándula del timo secreta hormonas llamadas humores. Estas hormonas ayudan a
desarrollar el sistema linfoide o sistema inmune, que es el sistema que ayuda al cuerpo a
tener una reacción inmune madura en las células para protegerlas contra la invasión de
cuerpos invasores, tales como la bacteria.
Los testículos
Los hombres tienen glándulas reproductivas gemelas, llamadas testículos, que producen la
hormona testosterona. La testosterona ayuda a que el niño varón se desarrolle y mantenga
sus características sexuales.
Durante la pubertad, la testosterona ayuda a producir los cambios físicos que hacen que el
niño se convierta en un hombre adulto, tales como el crecimiento del pene y los testículos, el
crecimiento del vello facial y púbico, el engrosamiento de la voz, el aumento de masa
muscular y fuerza, y el aumento de tamaño.
El cáncer testicular, que es el cáncer más común en varones de 15 a 35 años, puede ser tratado
por la extirpación de uno o ambos testículos. La reducción o falta de testosterona puede
causar una disminución del impulso sexual, impotencia, una imagen alterada del cuerpo y
otros síntomas.
Marcelo Pedro Russo VERSIÓN ESCRITA | CLASE 4
Los ovarios
Las dos hormonas femeninas más importantes producidas por las glándulas reproductivas
gemelas, los ovarios, son el estrógeno y la progesterona.
Estas hormonas son las responsables de desarrollar y mantener las características sexuales
femeninas y de mantener el embarazo. Junto con las gonadotropinas pituitarias (FH y LSH),
también controlan el ciclo menstrual.
Los ovarios también producen inhibina, una proteína que inhibe la liberación de la hormona
estimuladora de folículos producida por la pituitaria anterior y ayuda a controlar el desarrollo
de los óvulos.
El cambio más común en las hormonas ovarianas ocurre con el inicio de la menopausia que
es parte del proceso natural de envejecimiento. También puede ocurrir cuando los ovarios se
extirpan quirúrgicamente. La pérdida de función ovariana significa la pérdida de estrógeno,
lo cual puede producir sofocos, adelgazamiento del tejido vaginal, suspensión de la
menstruación, cambios de estado de ánimo y pérdida ósea u osteoporosis.
La tiroides
La tiroides es una pequeña glándula dentro del cuello, situada adelante de la tráquea y abajo
de la laringe. Las hormonas tiroideas controlan el metabolismo, que es la capacidad del
cuerpo de desintegrar los alimentos y almacenarlos en forma de energía, y convertir los
alimentos en productos de desperdicio, liberando energía en el proceso. La tiroides produce
dos hormonas, T3 (llamada triyodotironina) y T4 (llamada tiroxina).
Las hormonas
Las hormonas son mensajeros intracelulares elaborados por un tejido, que ejercen sus
acciones sobre otro. Dichas acciones se producen usualmente en una localización lejana del
área donde la hormona es liberada a la circulación tras su síntesis.
Ocasionalmente, el mensajero intercelular es transportado directamente de una célula a
otra.
Normalmente, las hormonas que segrega una glándula se sintetizan en la misma; excepción
clásica a esta regla es el lóbulo posterior de la hipófisis que solo sirve como reservorio de
adiuretina que se forma en el hipotálamo. En cuanto al transporte, la mayor parte de las
hormonas circulan por la sangre asociadas a moléculas proteicas o bien libres. Las hormonas
de naturaleza esteroide normalmente circulan asociadas a una proteína, del mismo modo la
tiroxina circula asociada a una globulina específica; sin embargo, las hormonas peptídicas
circulan libre o débilmente asociadas a proteínas sanguíneas. La hormona unida a proteínas
no puede penetrar en la mayoría de los compartimentos celulares y actúa como reservorio a
partir del cual se libera la hormona libre. No se conocen proteínas portadoras específicas para
insulina, glucagón, parathormona, calcitonina y todas las hormonas del lóbulo anterior de la
hipófisis
ostensiblemente a lo largo del día se habla de ritmo circadiano, como es el caso del cortisol;
si el ritmo cambia varias veces al día se denomina ultradiano, como la secreción pulsátil de
GnRH. Existen ritmos más amplios, como sucede con las hormonas ováricas que presentan
un ritmo mensual. La secreción hormonal está regulada en la mayoría de los casos por un
mecanismo de retroalimentación (feedback) negativo. Como ejemplo se pueden citar las
hormonas segregadas por la hipófisis anterior: el hipotálamo segrega la hormona
estimulante de la hipófisis a la circulación portal y la hipófisis reacciona con un aumento de
la secreción de las hormonas del lóbulo anterior. Estas hormonas hipofisarias hacen que se
produzca una secreción de hormonas en las glándulas periféricas; la concentración sanguínea
de las hormonas de glándulas periféricas frena a la hipófisis y al hipotálamo. Por el contrario,
cuando la concentración sanguínea de la hormona periférica disminuye por debajo de
determinado nivel, se estimula la producción de las hormonas hipotalámica e hipofisaria
correspondientes.
Existe un determinado “nivel” (set point) para cada una de las hormonas, por debajo del cual
el hipotálamo y la hipófisis estimulan la formación de la hormona; inversamente, superado
este valor la inhiben.
proteica. Todas estas poseen un peso molecular igual o superior a 6000 Daltons o un número
de residuos aminoacídicos igual o superior a 50 aminoácidos.
a) Actividad: actúan en concentraciones muy pequeñas dado que una ínfima cantidad
es capaz de generar respuestas notablemente intensas. Los niveles de hormonas circulantes
en sangre suelen ser muy bajos.
b) Vida media: es el tiempo en que la concentración de la hormona desciende a la mitad.
Debido a su actividad biológica las hormonas deben ser degradadas y convertidas en
productos inactivos, pues su acumulación en el organismo tiene efectos perniciosos. El
tiempo promedio de duración de las hormonas en sangre varía de una a otra y puede oscilar
desde segundos hasta días. Será más corta cuanto más rápidamente sea metabolizada y más
prolongada si su metabolismo es lento.
Endocrinología de la conducta
Se podría señalar que existe una endocrinología de la conducta que interviene en los procesos
de aprendizaje por ejemplo el Síndrome psíquico endocrino que ocurre en la insuficiencia de
la hipófisis, tiroides o corteza suprarrenal se presentan frecuentemente apatía, falta de
animación, cansancio, falta de concentración y mal humor depresivo; en cambio en el
hipertiroidismo el paciente está insomne e irritado. En el síndrome de Cushing existe una
amplia gama de posibilidades, desde una paranoia grave hasta una esquizofrenia con
mutismo. Estos cuadros generalmente se normalizan después de un tratamiento endocrino
adecuado.
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En segundo lugar, la conducta puede variar como consecuencia de la maduración del sistema
nervioso central. Este mecanismo es especialmente importante en las primeras etapas del
desarrollo postnatal en las especies altriciales. Los individuos de las especies altriciales -en
oposición a las precociales- nacen en un estado de desarrollo sensorial y motor relativamente
atrasado. Los carnívoros domésticos y algunos roedores de laboratorio son ejemplos de
especies altriciales, mientras que los ungulados domésticos son especies precociales.
Por último, la conducta del animal/hombre se ve modificada como consecuencia del proceso
de envejecimiento, que afecta tanto a la función del sistema nervioso central como a los
órganos efectores de la conducta y a los receptores sensoriales. La temporalidad es un
concepto clave en Neurobiología. Este hecho puede observarse con claridad en el efecto de
las hormonas sobre la conducta, al tratarse de acciones moduladas por el período de
maduración del sistema nervioso en que se ejercen.
El efecto organizador, se podría explicar, pensando cómo antes del nacimiento ya comienzan
las influencias hormonales en el cerebro.
Marcelo Pedro Russo VERSIÓN ESCRITA | CLASE 4
Inicialmente, Phoenix. (1959) propuso que la conducta sexual típica del adulto (efecto
activador) estaba programada y organizada por las hormonas esteroides que actuaban sobre
el sistema nervioso durante el período sensible del inicio del desarrollo (efecto organizador),
razón por la cual desde el nacimiento existe un dimorfismo sexual funcional en el cerebro que
tiene su expresión en diferentes habilidades cognitivas.
El cerebro del varón tiene mejores rendimientos en tareas que exigen inteligencia para el
manejo del espacio. Esta habilidad se evalúa mediante tests en los que el sujeto debe
imaginar la rotación de un objeto, o cómo se vería un objeto desde una perspectiva diferente.
La superioridad masculina en inteligencia espacial es un rasgo consistente a través de
culturas occidentales y orientales, lo que sugiere que sea una propiedad congénitamente
determinada.
El sexo femenino, por su parte, se ve favorecido en habilidades cognitivas de tipo verbal, que
incluyen mejor uso de la gramática, la tasa de adquisición del lenguaje en la niñez y la
habilidad para la comprensión del lenguaje. Otras habilidades cognitivas que muestran
diferencias por sexo son las motrices: el sexo femenino supera ampliamente al masculino en
rapidez y agilidad en la psicomotricidad fina.
El efecto activador se relaciona con la activación de células diana para facilitar conductas en
contextos específicos. Se trata de influencias transitorias, puntuales, determinadas por la
concentración de las hormonas en cada instante.
atención no están relacionadas con estados de ansiedad u otras variables, sino que son una
consecuencia directa del exceso de estas hormonas en el sistema nervioso central.
La producción excesiva de hormonas del tiroides no es la única que compromete los procesos
de atención. El exceso de hormonas de la corteza adrenal provoca una manifestación similar.
Se han estudiado pacientes con síndrome de Cushing, hiperplasia de la corteza de las
glándulas suprarrenales con la consecuente hiperproducción de cortisol. En estos casos se
observa el mismo patrón deficitario de atención concentrada.
Sistema inmune
Su principal función es la de identificar y eliminar sustancias extrañas al organismo. Estas
sustancias se denominan antígenos y entre ellas se encuentran los virus, las bacterias y toda
estructura química que sea reconocido como no propia, los hongos o los parásitos, así como
sustancias de deshecho del propio organismo.
Todas las células del sistema inmune provienen de células madre pluripotenciales o stem
cells. Las células madre de la médula ósea siguen dos líneas fundamentales de diferenciación:
Linaje mieloide, Linaje linfoide.
Las IgG, IgA e IgM poseen a su vez subclases (cuatro las IgG y dos las IgA e IgM). Los linfocitos
B llevan el marcador CD40. Los grupos de diferenciación CD (Cluster of Differentiation) son
marcadores que se utilizan para diferenciar a las células del sistema inmune.
Linfocitos T: Existen dos grandes tipos; los cooperadores Th (Thelper) y los citotóxicos (Tc).
Todos los linfocitos T llevan el marcador CD3. Los cooperadores (Th) el marcador CD4 y los
citotóxicos (Tc) el CD8.
Los linfocitos Th se subdividen a su vez en Th1 y Th2, dependiendo del tipo de citocinas que
secreten.
Los Th1 producen IL-2, interferón y factor de necrosis tumoral (TNF tumor necrosis factor).
Los linfocitos Th2 producen interleucinas: IL-4, IL-5, IL-6, IL-10 e IL-13.
Estas citocinas son importantes para inducir en los linfocitos B la producción de
inmunoglobulinas (IgA, IgE, IgG4)
Los Linfocitos NK (Natural Killer, Células Asesinas Naturales): No maduran en el timo ni
secretan inmunoglobulinas. Son grandes células que destruyen tumores y células infectadas
por virus sin necesidad de estimulación antigénica específica. Llevan los marcadores CD3-,
CD16+ y CD56
Los órganos linfoides primarios son la médula ósea y el timo. En la médula ósea se producen
células madre que, bajo la influencia de hormonas y citocinas, se convierten en leucocitos.
El timo, aparte de ser una glándula endocrina, es un órgano linfoide en el que maduran los
Linfocitos T. Los otros leucocitos maduran en la médula ósea. Los tejidos linfoides
secundarios son: el bazo, los nodos linfáticos, tejidos linfoides del tracto intestinal, los
pulmones, las amígdalas, el apéndice, los riñones o el corazón, entre otros. Estos órganos
son el lugar de acción para las células de la inmunidad específica.
Los órganos y células del sistema inmune se comunican entre sí por medio de mensajeros
químicos, principalmente por citocinas, sustancias de naturaleza peptídica y que pueden
actuar como: sustancias autocrinas (sobre la misma célula), paracrinas (sobre células
cercanas) o endocrinas (células distantes).
Su producción es inducida por agentes infecciosos y se sintetizan cuando la célula recibe una
señal de activación. Llevan a cabo sus efectos uniéndose a receptores de superficie de las
células y aparte de las funciones inmunológicas intervienen en otras acciones, como: la
diferenciación y crecimiento celular y la síntesis y/o liberación de hormonas.
Marcelo Pedro Russo VERSIÓN ESCRITA | CLASE 4
La inmunidad innata constituye la primera línea de defensa del sistema inmune. La respuesta
natural (no específica) es más primitiva, de acción inmediata, con reconocimiento
inespecífico de los patógenos y sin generar memoria inmunológica.
Los fagocitos (macrófagos / monocitos, eosinófilos y neutrófilos) y los inflamacitos
(mastocitos), tienen receptores innatos (inespecíficos) para múltiples patógenos. Su misión
consiste en reconocer sustancias extrañas y fagocitarlas (comérselas). Si los mecanismos
naturales no son eficaces en la eliminación del agente infeccioso, al menos lo mantienen bajo
control hasta que maduran los mecanismos de respuesta específicos (adaptativos, requieren
una semana).
Inmunidad específica
Esta forma de inmunidad es más reciente en la evolución, tarda una semana en desarrollarse,
tiene unos mecanismos de reconocimiento del patógeno extremadamente específicos
(receptores para antígeno TCR y BCR), presentan memoria y sus responsables son los
linfocitos T y los linfocitos B.
Los linfocitos son capaces de reconocer a los patógenos tanto intactos (Linfocitos B) como
procesados por las células del organismo (Linfocitos T).
Relación neuroinmunoendocrina
Además de los mecanismos de retroalimentación negativos, que son los mismos para la
regulación de la mayoría de las hormonas existen mecanismos de retroalimentación
positivos. Sólo así se puede explicar el hecho de que se produzca la pubertad con una
excitación positiva de testosterona sobre el hipotálamo.
Existen mecanismos sencillos de retroalimentación negativos que explican la regulación de
distintas hormonas de acción periférica. Así, un aumento de la glucosa en sangre estimula la
secreción de insulina por cuya acción se disminuye esta concentración cesando la secreción
de la hormona, aunque el proceso no es tan sencillo porque en el mismo están implicados
otros factores como el nivel de aminoácidos y la presencia de hormonas intestinales. De la
misma manera la secreción de parathormona y de calcitonina se basan en un mecanismo de
retroalimentación negativa que está regulada por la concentración de calcio en sangre. Lo
mismo podríamos decir de la hormona antidiurética y la concentración de sodio
La respuesta de estrés
El término que originalmente introdujo Selye en 1936 haciendo referencia a una respuesta
del organismo ante una situación estresante (estresor), posteriormente ha sido utilizado
desde distintos enfoques:
1. Teorías basadas en el estímulo: Enfoque psicosocial del estrés o enfoque de los
sucesos vitales (Sandín y Chorot, 1995)
2. Teorías basadas en la interacción: Enfoque que pone especial énfasis en la interacción
entre los procesos cognitivos que median entre estresor (estímulo) y la respuesta de estrés
(Lazarus, 1966, 1993a; Lazarus y Folkman, 1984).
3. Teorías basadas en la respuesta: Este enfoque, original de Selye, entiende el estrés
como una respuesta inespecífica del organismo y que atenta contra la homeostasis del
mismo que tiene una forma y composición característica, pero ninguna causa en particular
(Selye, 1960). Según la teoría, cualquier estímulo que facilite la respuesta de estrés para
equilibrar el organismo se convierte en estresor.
Cómo citamos, el eje fundamental de estas respuestas implica la activación del eje HHC
(hipotalámicohipofisiario-corticosuprarrenal) y del SNA (sistema nervioso autónomo).
Taché y Selye (1977) enfatizaron que tener problemas, ser expuesto a alarmígenos
(estresores) o la comúnmente llamada tensión nerviosa, incluyen al estrés y que en todo
momento existe un cierto grado de estrés en el organismo ya que su ausencia significaría la
muerte.
En realidad, por tanto, cuando un individuo sufre o se queja de estrés (o ansiedad), está
comunicando que tiene un exceso de estrés. Por otro lado, es muy importante tener en
consideración que el estrés no está implicado únicamente en las emociones negativas.
Un acontecimiento positivo (relaciones sentimentales afectivas, sexuales) provoca la
liberación de glucocorticoides a veces de manera más intensa que una descarga eléctrica, a
la vez que una sorpresa positiva repentina puede provocar la misma reacción endocrina que
un suceso desagradable (Selye, 1974; Toates, 1995).
El mecanismo y la fisiología del estrés son en sí mismos complejos, ya que además de las
estructuras del organismo involucradas en las respuestas autonómicas y neuroendocrinas, la
respuesta es variable de acuerdo con la cognición o el procesamiento que el sujeto realice de
la información sensorial y cognitiva.
Existen dos vías de respuesta. La primera es una vía de respuesta rápida, inmediata, que se
produce en segundos, como primera reacción al estresor, facilitando la respuesta de lucha o
huida para mantener en equilibrio el medio interno.
Esta respuesta es la activación del sistema simpático adrenal. Cuando llega información al
hipotálamo, habiéndose realizado ya procesos cognitivos (evaluación de posible peligro), se
produce liberación, a partir del hipotálamo y por vía simpática, de catecolaminas.
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Esta vía neuroendócrina se activa a partir del hipotálamo, después de haber recibido las
informaciones sobre el estresor, y libera un polipéptido llamado CRF o Factor Liberador de
Corticotropina, que activando el lóbulo anterior de la hipófisis provoca la liberación de la
hormona adrenocorticotrópica, estimulando en la corteza de las glándulas suprarrenales
liberación de cortisona, hidrocortisona y corticosterona. Esta respuesta también estimula la
liberación de mineralcorticoides, como la desoxycorticosterona y aldosterona; y
glueocorticoides, como el cortisol.
Uno de los hallazgos más interesantes es que el sistema nervioso central y el sistema inmune
se comunican y comparten un mismo lenguaje molecular: neurotransmisores, hormonas y
citocinas; incluso se considera que existe una gran analogía entre la estructura del sistema
inmune y el sistema nervioso central. Esto se evidenció con el descubrimiento de que los
linfocitos producen neuropéptidos y receptores que se pensaba eran exclusivos de la hipófisis
y otras regiones cerebrales y que hormonas y neuropéptidos mediadores de la respuesta de
estrés se alteran con estímulos antigénicos. También, se han encontrado receptores de
citocinas en neuronas y células endocrinas, y que las citocinas periféricas activan la
producción de interleucinas en las células gliales.
El hipotálamo parece ser una estructura esencial en los procesos de comunicación de los
sistemas endocrino, inmune y nervioso. Tiene como principal función el mantenimiento de
la homeostasis del organismo y recibe más información que ningún otro órgano regulador;
está conectado por vía neural y vascular a la hipófisis y, por tanto, al sistema endocrino.
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Evidencias
Veamos cuatro líneas de evidencia que ponen de manifiesto la relevancia de las interacciones
entre el sistema nervioso, inmune y neuroendocrino:
Como inhibidor, el estrés parece afectar a los principales parámetros inmunológicos, lo cual
se ha observado en la inmunidad específica (Células T), en la inespecífica (Macrófagos y
Células Asesinas), en la inmunidad mediada por células y en la mediada humoralmente.
Sin embargo, este efecto inmunopresor es complejo ya que, dependiendo del tipo de
estresor utilizado o cómo el mismo sea aplicado, así como la respuesta inmune analizada, se
obtienen resultados diferentes.
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No obstante, en estudios con animales, así como en humanos, esta supresión parece siempre
estar mediada por la activación del eje HHC (c.f. Sandín, 2001). Los glucocorticoides,
productos finales de este eje, son importantes mediadores de la interacción
inmunoendocrina. Sus acciones inmunopresoras y antiinflamatorias son bien conocidas:
Se han hallado receptores tanto para la IL-1 como para la IL-2 y también para el TNF (Factor
de Necrosis Tumoral) en múltiples áreas del sistema nervioso central, incluyendo al
hipotálamo, hipocampo y tronco cerebral.
En particular la IL-1 parece ser un importante mensajero entre el sistema inmune y el eje
HHC. Aunque se trata de una molécula muy grande y que, por tanto, no atraviesa la barrera
hematoencefálica, se está investigando cómo puede llegar al cerebro. Se ha apuntado a la
lámina terminal como lugar primario de acción, ya que en ese lugar no existe barrera
(Bateman et al., 1989).
También es posible su producción en el mismo cerebro por las microglías y por los astrocitos.
Además, la IL-1 periférica podría afectar al cerebro vía fibras aferentes del nervio vago.
Por otro lado, las citocinas juegan un importante papel en el desarrollo y regeneración de los
oligodendrocitos en la producción de mielina, algo que se relaciona directamente con la
esclerosis múltiple, gliomas y demencias asociadas a VIH, lesiones en el cerebro y tal vez en
la enfermedad de Alzheimer (Ransohoff y Beneviste, 1996).
La citocina proinflamatoria IL-1 y el factor de necrosis tumoral (TNF) son las responsables de
la inducción de sueño, fiebre, anorexia y fatiga durante los procesos de enfermedad, los
microbios crecen menos a altas temperaturas en el cuerpo y así, la IL-1 es facilitada en
reposo.
El bajo contenido de glucosa en sangre -mata de hambre a las bacterias-. La fatiga permite
conservar energía como modo de combatir la infección. Hay evidencias de que el síndrome
de fatiga crónica (SFC), que puede ocurrir mientras se está cursando una infección viral,
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Una interesante hipótesis aportada por Rabin (1999) apunta a que el balance entre linfocitos
Th1 y Th2 puede estar desequilibrado a favor de los segundos en situaciones de estrés
crónico. Los elevados niveles de Th1 se asocian a incrementos en la actividad mediada por
células (enfermedades autoinmunes, virus, hongos y bacterias) y decrementos de linfocitos
Th2. Por otro lado, elevados niveles de Th2 se corresponden con aumento de la actividad
humoral que favorece la producción de IgE e IgA (parásitos, enfermedades alérgicas como el
asma e infecciones producidas por las mucosas del cuerpo) y decrementos de Th1.
Por otro lado, también se sabe que en la depresión se puede observar un perfil bioquímico
similar, endocrino e inmunológico, al que se produce en situaciones de estrés, como:
liberación espontánea de IL-1b, IL-6 e inmunodesviación Th2 así como actividad del eje HHC:
Hipercortisolisemia, perturbación de los ritmos circadianos de cortisol, ausencia de
respuesta al test de supresión de la dexametasona e hiperactividad de la hormona CRH
(Sandín, 2001). El exceso de actividad del eje HHC, especialmente la hipercortisolisemia,
puede agravar los síntomas depresivos directamente deteriorando áreas cerebrales
relacionadas con funciones cognitivas, como el hipocampo (Sapolsky, 2000) o
indirectamente (reduciendo los niveles de estrógenos y andrógenos).
Las situaciones clínicas asociadas con el estrés son muchas en medicina (humana y
veterinaria): infecciones, trauma, cáncer, alergias y autoinmunidad (Klinger et al., 2005).
Además, las relaciones entre el estrés y la depresión son muy variadas, pudiendo existir
vulnerabilidad genética o exposición a eventos estresantes en períodos críticos (gestación o
infancia temprana), así como exposición a situaciones estresantes durante cualquier época
de la vida que para determinado individuo sean experimentadas como -fuera de su control-
y en las que se encuentra con una percepción de no poder o no saber hacerles frente.
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La respuesta de estrés va a estar siempre presente en esto casos. Además, la activación del
sistema de estrés también puede producirse por activación del sistema inmune inespecífico,
como, por ejemplo, una infección.
Síntesis
Desde hace 20 años, gran número de evidencias experimentales y clínicas ha demostrado la
existencia de una comunicación constante y bidireccional entre el sistema neuroendócrino y
la respuesta inmunológica.
El organismo inicia una respuesta adaptativa ante los estímulos estresantes (suceso vital) que
consiste en una elevación de los niveles circulantes de citocinas proinflamatorias –factor de
necrosis tumoral alfa (TNF-α), interleucina (IL)-6 e IL-1–, producidas por las células de la
respuesta inmunológica, como los linfocitos y macrófagos.
Al alcanzar una concentración de 10nM, estas citocinas proinflamatorias son capaces de
unirse a sus receptores y estimular al Sistema Nervioso Central (SNC).
El cerebro tiene receptores para estas moléculas distribuidos en diferentes regiones
anatómicas, aunque la mayor densidad de éstos se encuentra principalmente en el
hipocampo.
Cuando las citocinas alcanzan una concentración 10nM, se unen a sus receptores específicos
en el cerebro y, por medio de vías fisiológicas diferentes, inducen la generación de los
siguientes procesos:
1) neuroinmunológicos, que activan la liberación de citocinas en el cerebro mismo;
La DHEA estimula de forma positiva las células T, que pertenecen a una subpoblación
linfocitaria denominada linfocitos cooperadores tipo 1 (TH1), que favorecen una respuesta
inmunológica de tipo celular.
La diferencia entre las subpoblaciones linfocitarias TH1 y TH2 radica en el perfil de citocinas
que son secretadas por cada una de ellas como ya describimos antes.
Las células TH1 secretan citocinas proinflamatorias como la IL-1, TNF-α e IL-6, en tanto que
las TH2 secretan citocinas antiinflamatorias como la IL-4, IL-10 e IL-13, que son antagónicas
a las secretadas por las TH1.
Este antagonismo presente entre las citocinas es un punto de regulación del sistema
inmunológico dentro de las interacciones NEI.
Cuando los estímulos estresantes de nuestro entorno físico o psicológico se vuelven crónicos,
provocan que los niveles de cortisol se mantengan elevados, con lo que inducen una
desregulación de las interacciones NEI, lo que nos hace susceptibles a la aparición de
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Es decir que como nos señala Ader R. (1981) existe una serie de consideraciones que permiten
relacionar el sistema inmune con el sistema neurológico:
Factores psicosociales e inmunidad
• Papel del estrés en enfermedades infecciosas
• Correlación entre depresión e incidencia de cáncer
• Influencia del apoyo psicosocial en la inmunidad
Moléculas comunes en ambos sistemas
• Regulación de la producción de anticuerpos por neurotransmisores
• Receptores a neurotrofinas en células inmunocompetentes
Inmunoendocrinología
• Regulación de la inflamación por glucocorticoides endógenos
• Efectos de las citocinas en órganos no linfoides
• Papel de las hormonas sexuales en la inmunidad
Neuroanatomía
• Inervación de órganos linfoides
• Papel del nervio vago en la fase aguda
• Expresión de citocinas en células nerviosas
Modelos psicológicos experimentales
• Condicionamiento pavloviano
• Estrés experimental (choque eléctrico, nado en agua fría)
Regulación de la conducta por la respuesta inmune
• Cambios conductuales por fase aguda Opioides en inflamación y percepción
del dolor
• Respuesta a virus Epstein Barr y síndrome de cansancio crónico
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Nota de cátedra
Toda la evidencia experimental y clínica han demostrado el efecto neuromodulador de la
conducta a través de las hormonas y la producción de las células del sistema inmune.
El estado de ánimo que es co-responsable de las funciones ejecutivas (cognitivas) que deriva
en la conducta.
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