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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0323/2014

Sucre, 19 de febrero de 2014

SALA SEGUNDA
Magistrada Relatora: Dra. Mirtha Camacho Quiroga
Acción de amparo constitucional

Expediente: 03359-2013-07-AAC
Departamento: Oruro

En revisión la Resolución de 16 de abril de 2013, cursante de fs. 94 a 98 vta.,


pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por
Egberta Flores Camata vda. de Montoya contra Dani Álvaro Nieto
Flores, Notario de Fe Pública; Bailón Nieto Flores, Cacique; Timoteo
Nieto Ocza y José Montoya Mamani, comunarios; todos del ayllu
Chahuara de la jurisdicción del municipio de Huari del departamento
de Oruro.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memorial presentado el 1 de abril de 2013, cursante de fs. 57 a 63, la


accionante, expone los siguientes fundamentos de hecho y de derecho:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

No obstante que por escritura pública 06/2007 de 7 de diciembre de “2011”, su


esposo Fermín Montoya Mamani, por voluntad propia y como hermano mayor,
otorgó su testamento, declarando los derechos que le correspondían en favor
tanto de ella como de sus hijos; además de los terrenos que le tocaban a su
hermano José Montoya Mamani, quien debido a su profesión de militar, perdió
las tierras que poseía por no haberlas trabajado; empero, el 5 de junio de
2008, tras el fallecimiento del marido de la accionante, apareció en la
comunidad de Thula, Tía, reclamando las tierras, que ella trabaja hasta el
presente.

Refiere que, José Montoya Mamani -ahora codemandado-, acudió e instó a las
autoridades originarias del ayllu Chahuara del Municipio de Huari, a efecto de
que la presionaran para que la accionante, cediese el 50 % de sus tierras a
favor de éste, las que abarcan aproximadamente más de 150 ha, las cuales
conservó con su trabajo y dedicación junto a sus hijos, manteniendo así a su
familia, sin que en momento alguno el nombrado haya hecho lo más mínimo
para tener derecho sobre dichas tierras y menos haber cumplido con sus
obligaciones naturales con la comunidad. Sin embargo, los codemandados,
principalmente el Cacique y el Notario de Fe Pública, que son hermanos,
instados por su padre Timoteo Nieto Ocza, actuando en conjunto como juez y
parte, el 22 de enero de 2013, bajo el pretexto de ir a ver sus tierras y en
presencia de su cuñado José Montoya Mamani, sin que estuviera presente la
comunidad, le amenazaron diciéndole que si no cedía el 50% de las mismas en
favor de su cuñado, las iban a revertir a la comunidad y que el sembradío de
quinua que había en el lugar lo cosecharían para su propio provecho; además,
que por ser mujer no tenía derecho a esas tierras, de modo que con engaños,
en ejercicio de violencia moral y psicológica, le obligaron a firmar un libro de
actas, por el que estuviese cediendo la mitad de las tierras que le corresponden
a favor del ultimo de los nombrados, sin siquiera permitirle exponer sus
razones, ni leer su contenido o que ellos lo hayan leído.

Arguye que, no obstante que posteriormente, presentó diversos requerimientos


fiscales, cartas notariadas e incluso reclamaciones, para que los
codemandados, le entregaran una copia legalizada, fotocopias o simple copia
del acta en cuestión para tomar sus recaudos o acciones que fueren necesarios,
cada vez que acudía a pedir los prenombrados documentos, sea personalmente
o por intermedio de sus hijas, incluso en presencia de testigos, los
codemandados, se rehusaron totalmente a entregarle las mismas, sin dejar de
reiterarle que “como mujer no tenía derecho… amenazándole con la reversión
de sus tierras y cosecha para la comunidad” (sic).

Finalmente denuncia que, en las reuniones que se celebraron en su ayllu, como


en la realizada el 20 de marzo de 2013, la propia comunidad que nunca estuvo
presente en Thula Tía el 22 de enero del mismo año, aleccionados por los
demandados y José Montoya Mamani, se volcó en su contra rechazando su
presencia, negándole el derecho de participar de la misma, por su condición de
mujer y por no haber accedido a entregar las tierras a su cuñado, echándola
más de una vez de las prenombradas reuniones e incluso amenazándola con
expulsarla de la comunidad, culpándola de generar odio y resentimiento contra
su familia, además de haber acudido a instancias judiciales en reclamo de sus
derechos, lo que constituye para los demandados una afrenta hacia ellos.
Actuaciones con las cuales los demandados, le sometieron a una sentencia de
pérdida de sus tierras, a su reversión a dominio de la comunidad sin
justificativo ni norma alguna, le privaron de su derecho al debido proceso en
cualquier jurisdicción, a ser oída en reclamo de sus derechos, a no ser
condenada sin juicio previo, a tener jueces independientes e imparciales; sin
embargo, llevaron a cabo una justicia por mano propia que se constituye en
una medida de hecho arbitraria que atenta a sus derechos a una vida digna sin
restricciones ni discriminación, al trabajo para sustentar a su familia y que
además le privaron de su derecho de petición, al no otorgarle una respuesta
positiva o negativa a sus numerosas solicitudes de facilitarle una copia del acta
de 22 de enero de 2013, que suscribió a la fuerza, sin la presencia de la
comunidad.

I.1.2. Derechos y garantías supuestamente vulnerados

Denuncia la lesión de sus derechos al debido proceso, “A NO RECIBIR


SANCION ALGUNA SIN HABER SIDO JUZGADA Y OIDA, APLICABLE TAMBIÉN
EN LA JUSTICIA INDÍGENA ORIGINARIA CAMPESINA” (sic), a la vida, al trabajo
y de petición, citando al efecto los arts. 8.I y II; 9.1 y 2; 14.I, II y III; 15.I y II;
24; 46.I.1; 109.I; 110.I, II y III; 115.I y II; 117.I; 119.I y II; 120.I y II; y,
190.I y II de la Constitución Política del Estado (CPE).

I.1.3. Petitorio

Solicita se le conceda la tutela; disponiendo: a) La nulidad o dejar sin efecto ni


valor jurídico alguno, el Acta de 22 de enero de 2013 y todo lo que se vincule
con el mismo, así como las consecuencias conocidas; b) Que los demandados
se abstengan de realizar actos de amenaza, amedrentamiento, acoso o
cualquier género de violencia y disposición en su contra y de su familia
respecto a las tierras de Thula Tía o cualquier otra acción, sin previamente
observar las normas constitucionales y legales, así como las concernientes al
debido proceso incluyendo la jurisdicción indígena originaria campesina y todos
sus componentes; y, c) La condenación de costas y responsabilidad civil en
contra de los demandados.

I.2. Audiencia y Resolución del Juez de garantías

Celebrada la audiencia pública el 16 de abril de 2013, según consta en el acta


cursante de fs. 81 a 94, se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

La accionante a través de su abogado, ratificó los fundamentos expuestos en el


memorial de la acción de amparo constitucional y en audiencia amplió
señalando lo siguiente: 1) Es comunaria del ayllu Chahuara de la estancia de
Thula Tía, ella y su esposo desde tiempos remotos trabajaron la tierra sin
oposición de ninguna naturaleza, dándole la función social que establece la ley;
sin embargo, el codemandado José Montoya Mamani, hermano de su difunto
esposo, apareció reclamando el 50% de las tierras que trabajaba, sin haberse
ocupado antes de las mismas, ni considerar que la Constitución Política del
Estado, señala que a pesar de tener sucesión hereditaria, declaratoria de
herederos y todo aquello que en materia legal se pueda entender, no tiene
mayor trascendencia legal, cuando una persona no trabaja la tierra; por ello, la
accionante no podía ceder al nombrado, las tierras que trabajaba con esfuerzo
y dedicación para mantener a su familia y a sus hijos, porque éste en ningún
momento cumplió con los deberes en la comunidad ni trabajó un solo pedazo
de aquella tierra que en su momento su hermano le cedió y que podrían
corresponderle, pero que por el ejercicio de su función militar la perdió al no
ejercerla; 2) Respecto a la actuación de Bailón Nieto Flores, Danny Alvarado
Nieto Flores y Timoteo Nieto Ocza como autoridades originarias, debieron
respetar la Constitución Política del Estado, que señala que nadie puede ser
sujeto a sanción sin haber sido oído y juzgado en derecho, no en materia
ordinaria sino de acuerdo a los usos, costumbres, tradiciones y al derecho
indígena, lo que implica el respeto a la dignidad de la persona, sin emitirse una
sanción por mucho que tenga la apariencia de justicia cuando básicamente
amenazaron a la accionante de expulsarla de la tierra, de cosechar su quinua o
cualquier otro producto sino cedía aquel porcentaje a favor del codemandado,
determinación en la cual no se respetó el derecho del juicio previo, ni a ser
escuchada, en el que los tres demandados, padre e hijos participaron, más aún
cuando el demandado Notario de Fe Pública, Dani Alvaro Nieto Flores, que
tiene su ejercicio en el municipio de Huari, autoridad ordinaria que presta
ayuda en la jurisdicción indígena originaria campesina, concurrió a la
suscripción de las actas reclamadas para tratar de darle cierta legalidad a
dichos actos, las cuales aunque no las firmase, su intervención fue como
autoridad fedataria; el art. 16 de la Ley del Notariado (LN), prohíbe que dichos
funcionarios, puedan participar en acto alguno o en la otorgación de
documentos de cualquier índole en los cuales tuviesen participación o interés
sus ascendientes, descendientes y los parientes colaterales, por su relación
consanguínea, bajo responsabilidad; por lo que éste debió excusarse de una
intervención de esta índole en la jurisdicción indígena; sin embargo, participó
junto a su familia en conjunto como autoridades, viciando de nulidad el referido
acto, en el cual las codemandadas autoridades indígena originario campesinas,
que también ejercen el rol de jueces en la garantía de una buena
administración de justicia en la jurisdicción que fuese, afectaron el principio del
juez natural, imparcial e independiente, previsto en el art. 115.I y II de la CPE,
que dimana inclusive del Pacto de San José de Costa Rica, el Convenio 169 y
otras normas de carácter internacional, estableciendo el respeto del derecho al
debido proceso; y, 3) El art. 5 de la Ley de Deslinde Jurisdiccional (LDJ), en su
parágrafo segundo, señala que las jurisdicciones incluyendo la indígena
originaria campesina deben respetar los derechos fundamentales y garantías
constitucionales, ello implica que en cualquier decisión que se tome debe
primar el respeto a los derechos fundamentales, entre ellos el derecho que
tienen todas las mujeres a la participación, decisión y presencia en todo lo que
se refiere el debate comunal, lamentablemente como consecuencia del derecho
ejercido por su persona, al reclamar en justicia que le sean franqueadas copias
de las mencionadas actas, no le fueron respondidas positiva ni negativamente;
asimismo, en reuniones de la comunidad, sus miembros ni siquiera quisieron
escucharla, sino más bien trataron de expulsarla, discriminándola,
manifestándole que por su condición de mujer no tenía derecho ni siquiera de
hablar, afectando a su dignidad.

En uso de la dúplica, el abogado de la accionante, refirió que en la presente


causa, al haberse aplicado vías de hecho no es posible pedir el agotamiento de
otros mecanismos, debido a que las numerosas sentencias constitucionales
señalan que cuando se trata de acciones de hecho, la acción de amparo
constitucional, es la única vía para reclamar la vulneración de derechos, por lo
que no corresponde agotar otras instancias; por otra parte, con relación al
Notario de Fe Pública, éste no podía cumplir otra función que no sea aquella
que le confiere la Ley del Notariado de 5 marzo de 1858; aspecto que
corrobora el que siendo hijo de la autoridad originaria, estaba impedido de
realizarla; además, al actuar como secretario, lo cual no correspondía, por el
ejercicio de su función, debió explicarle a Egberta Flores Camata lo que
entendía, o lo que estaba firmando, respecto a que en la suscripción de las
actas hubo acuerdo de voluntades, no existe un lugar donde diga que la
nombrada, estuvo de acuerdo o por lo menos que se la haya escuchado, en el
acta de 22 de enero insistentemente, reclama sus tierras hasta el último
momento; sin embargo, la autoridad originaria dijo que se dividía, haciéndole
firmar de ésta manera, contexto que da lugar a un acto de violencia física,
psicológica o moral, lo que da cuenta que las autoridades referidas vulneraron
la constitución y la ley, hayan recibido o no beneficio alguno, en el caso, no
cumplieron con la ley como corresponde, por lo que solicita se conceda la tutela
solicitada con las condenaciones de rigor.

I.2.2. Informe de las autoridades originarias y la persona demandadas

Dani Alvarado Nieto Flores, Notario de Fe Pública; Bailón Nieto Flores, Jilaqata
de la comunidad Hiluta Chahaura, Timoteo Nieto Ocza y José Montoya Mamani,
comunarios; todos del municipio de Huari, a través de su abogado en audiencia
manifestaron: i) De la lectura del libro de actas a cargo de Bailón Nieto Flores
-codemandado- autoridad originaria del ayllu Chahuara, se tiene que Egberta
Flores Camata Vda. de Montoya y José Montoya Mamani, comparecieron al
domicilio de éste, para resolver problemas de terrenos, sin haberlos citado,
sino, se presentaron ejerciendo su autonomía de voluntad; quien, oídas las
pretensiones formuladas por ambos, para levantar el acta correspondiente,
requirió del concurso de un secretario e invitó a Danny Alvarado Nieto Flores,
para que se constituya como escribano a efecto de redactar dicho documento,
no para que actúe como juez y parte como lo denunciado por la parte
accionante; ii) Al haber arribado a un acuerdo de voluntades, el Hilacata Bailón
Nieto Flores, señaló otra audiencia, declarando un cuarto intermedio para bajar
al lugar del terreno, además evitando problemas con los colindantes, dispuso
su citación; es decir, el 21 de enero de 2013, ya hubo una reunión anticipada
en el domicilio de la autoridad originaria, para que comparezcan la ahora
accionante y José Montoya Mamani no se ejerció presión física, moral o
psicológica, sino las partes concurrieron voluntariamente, de ahí que en el acta
firmaron simultáneamente ambos; iii) El 22 de enero de 2013, luego de dar
solución a su conflicto, Egberta Flores Camata y el referido codemandado se
constituyeron en el lugar junto con los colindantes, procediéndose a suscribir el
acuerdo al que habían arribado para la división de terrenos, sin que la
autoridad originaria haya sido beneficiada, menos el codemandado Notario de
Fe Pública, al cual llamó para que suscribiese el acta, para luego proceder a la
división de terrenos y como hubo acuerdo de voluntades firmaron las partes,
los testigos Isabel y Silvia Montoya, pruebas documentales que demuestran
fehacientemente, el ejercicio de la autonomía de voluntad, donde no hubo
presión moral, ni psicológica como tampoco vulneración de derechos ni
garantías constitucionales; posteriormente, la accionante, nuevamente suscribió
otra acta de solución voluntaria de conflicto de terrenos, donde firmaron la
accionante y seguramente su hija, además de Isabel Montoya, Silvia Montoya,
José Montoya, Isidro Ocza, Cresencio Arellano y otro testigo, en esta acta no
firman los demandados, Timoteo Nieto y Danny Alvarado Nieto; y, iv) Por otra
parte, el art. 129 de la CPE concordante con el art. 94 de la Ley del Tribunal
Constitucional (LTC), señala que la acción de amparo constitucional podrá ser
interpuesta, siempre y cuando no exista otro medio o recurso legal para la
protección inmediata de los derechos y garantías restringidos, suprimidos o
amenazados, por lo que en cumplimiento a la Ley 1715 y la Ley 3545, la
accionante debió recurrir al Tribunal Agroambiental, al tratarse de terrenos y en
caso de no ser amparada por ésta, recurrir a esta acción constitucional; por lo
que al no haber existido violencia física o psicológica en la firma de las actas en
el que los mencionados ciudadanos estamparon su firma en ejercicio de su
consentimiento, solicita se declare “improcedente” la presente acción de
amparo constitucional.

En uso de la réplica, el abogado de los demandados, reiteró, que la parte


accionante con carácter previo debe agotar todas las instancias que la ley le
franquea, toda vez que la acción de amparo constitucional no constituye un
recurso “constituido”, por lo que solicita se declare “improcedente” el mismo.

I.2.3. Resolución

El Juez de Partido Ordinario de Sentencia Penal, del Trabajo y Seguridad Social,


Niñez y Adolescencia de las provincias Eduardo Abaroa, Ladislao Cabrera y
Sebastián Pagador de Challapata del departamento de Oruro, constituido en
Juez de garantías, por Resolución de 16 de abril de 2013, cursante de fs. 94 a
98 vta., concedió la tutela solicitada, con costas y responsabilidad civil a los
demandados a ser cuantificados en ejecución de sentencia, determinando: a)
Dejar sin efecto las actas del 21 y 22 de enero de 2013, que cursan en el libro
de actas puestos de manifiesto en la audiencia de acción de amparo; b)
Mediante Secretaria, se otorgue copias legalizadas a la parte accionante de las
referidas actas, sin perjuicio de la nulidad adoptada; y, c) Remitir antecedentes
a la representación del Consejo de la Judicatura a objeto de que dicha instancia
tome determinaciones contra el Notario de Fe Pública, Álvaro Nieto Flores;
fundamentando su Resolución en los siguientes puntos: 1) El 21 y 22 de enero
de 2013 se realizaron reuniones en presencia de la autoridad originaria Bailón
Nieto en su condición de Jilaqata del Ayllu Chahuara con intervención del
Notario de Fe Pública Dani Álvaro Nieto Flores donde presuntamente se llegó a
un acuerdo de división de terrenos en el 60% para la ahora accionante y el
40% para el codemandado José Montoya, conforme el contenido de las actas
de las fechas señaladas, las mismas que dentro de la jurisdicción indígena
originaria campesina se constituyen resoluciones de las autoridades originarias
que se trasuntan a través de actas, en otros casos a través de resoluciones al
igual que la justicia ordinaria, en las cuales interviene como Secretario o
escribano el demandado Notario de Fe Pública, hecho que no solo invalida el
contenido de las mismas, por no sólo haberse vulnerado derechos y garantías
constitucionales de la ahora accionante, quien a pesar de manifestar que no
estaba de acuerdo, se continuó con la reunión, la cual concluyó con el
amojonamiento de tierra en los terrenos que fueron repartidos, vulnerándose el
derecho al debido proceso, a la defensa; sin considerar que el art. 190.II de la
CPE, señala que la jurisdicción indígena originaria campesina respetará los
derechos a la vida y a la defensa, derechos fundamentales que no debe
descuidarse en ninguna jurisdicción; 2) En materia agraria está vigente, la
norma que señala que tierra es de quien la trabaja, en los últimos años la
bonanza de la producción de quinua, el elevado costo que tiene este producto,
hace que mucha gente vuelva a reclamar terrenos que eran de sus padres, de
sus abuelos, demandando derechos que perdieron, precisamente por realizar
otras actividades, como la del codemandado que es ex militar; 3) La
jurisprudencia constitucional ha establecido que cuando la voluntad es lograda
mediante coacción, violencia, la aparente aceptación o acto consentido no es
válido, cuando de por medio exista como en el caso, cierta presión, violencia
moral, psicológica, en las actas, reiteradamente Egberta Flores Camata Vda. de
Montoya, reclamó para sí los referidos terrenos, señalando que no estaba de
acuerdo , incluso pidió que le den más, por lo que no hubo consentimiento, no
obstante de haber firmado el acta del 22 de enero de 2013; y, 4) La actas
pronunciadas dentro de la jurisdicción indígena originario campesina conforme
lo previene la Ley del Deslinde Jurisdiccional, constituye una sentencia
pronunciada por las autoridades originarias, quienes también como jueces
aplican la justicia de acuerdo a su propio derecho consuetudinario, conforme a
sus usos y costumbres, pero sin vulnerar derechos y garantías constitucionales;
sin embargo, al intervenir una autoridad fedataria, un notario de fe pública, que
tiene sus específicas atribuciones sólo en ámbitos estrictamente señalados por
ley, se vulneró el debido proceso, pues al ser la prenombrada acta, una
sentencia, la accionante estuvo en indefensión al lesionarse su derecho a la
defensa; asimismo, haciéndole ceder el 50 % de sus tierras en la próxima
gestión en favor del codemandado José Montoya Mamani, se vulneró su
derecho al trabajo; consiguientemente, al no existir otro mecanismo de defensa
y al haberse vulnerado derechos fundamentales de la ahora accionante,
corresponde conceder la tutela solicitada.

I.4. Tramite procesal en el Tribunal Constitucional Plurinacional

Se hace constar que por requerir de documentación complementaria se


suspendió el plazo por decreto constitucional de 9 de agosto de 2013,
reanudándose el 7 de febrero de 2014.

II. CONCLUSIONES

De la revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados, se


establece lo siguiente:

II.1. Escritura Pública 06/2007 de 7 de diciembre de 2011, relativa a un de


testamento abierto otorgado el 11 de junio de 2007 por Fermín
Montoya Mamani a favor de Egberta Flores Camata -ahora accionante-
e hijos, en Santiago de Huari; mediante el cual legó, instituyó y nombró
como herederos universales de todos sus bienes, acciones y derechos a
futuras sucesiones a su esposa y nueve hijos, de los cuales indicó que a
la fecha señalada tres eran mayores de edad; asimismo, nombró como
albacea y ejecutora testamentaria a la accionante; detallando, en el
punto cuarto, la ubicación y denominación de todas sus propiedades
agrarias, entre estas la de “TOLATIA” (fs. 1 a 4 vta.).
II.2. Acta de reunión de solución de conflicto de terrenos entre la ahora
accionante y el codemandado José Montoya Mamani, de 21 de enero de
2013, efectuada en la casa de Bailón Nieto Flores, Jilaqata de la
comunidad Hiluta Chahuara del municipio de Huari, mediante la cual, la
autoridad originaria, dispuso que la división de las parcelas para esta
gestión se haría en un 60% para Egberta Vda. de Montoya y 40% para
el nombrado y para el siguiente año, la división sería en partes iguales;
es decir, al 50%; se bajaría al lugar del terreno para verificar el acuerdo
entre éstos y que se notificaría a los colindantes para que no haya
conflicto. Acta suscrita por los mencionados, Bailón Flores Nieto
autoridad originaria codemandada, impresión digital de Victoria Flores
Nieto, Mama Thalla; además consta el sello de la Notaría de Fe Pública
de Segunda Clase, a cargo de Danny Álvaro Nieto Flores -hoy
codemandado- (fs. 78).

II.3. Del Acta de inspección de terrenos en conflicto suscrita el 22 de enero


de 2013, se establece que no obstante que el co-demandado Jilaqata,
en coordinación con Dolores Arellano y Rubén Montoya, colindantes y
afectados, señaló que dando solución al problema de tierras entre la
ahora accionante y José Montoya Mamani, efectuarían la demarcación
de terrenos mediante mojones de tierra, correspondiéndole 40 m al
referido co-demandado de norte a sud y los restantes 60 m de norte a
sud a la accionante; sin embargo, ésta manifestó no estar de acuerdo
con la división, pero si era así, que le toque más terreno por sus hijos y
que si bien noche antes entraron de conformidad pero que al año
realizarían el documento, además, que José Montoya Mamani, no se
hizo cargo ni trabajó en la comunidad; a cuyo efecto, el codemandado,
refirió que si se “retira perdemos todos los terrenos y estamos hablando
del cultivo que realizó…” (sic) y que para evitar problemas marquen con
mojones y se respete el acta de convenio de 40% a 60%, para ambas
partes. Documento que fue firmado por las partes en conflicto, además
de los testigos, Isabel Montoya, Silvia Montoya, Isidro Ocza y Bailón
Nieto Flores (fs. 78 y vta. a 79).

II.4. Cursa declaración jurada, prestada el 4 de febrero de 2013, por Waldo


Flores Camata, ante la Notaria de Fe Pública de Segunda Clase de
Challapata; de cuyo tenor se tiene, que el citado comunario refiere que
el 21 de enero de ese año, cuando se encontraba trabajando en los
terrenos de la accionante; Timoteo Nieto y el Cacique Bailón Nieto,
luego de intimidarlo, amenazaron a Egberta Flores Camata
manifestandole que “…le quitarían el terreno de Ki Kanchuri…”(sic)
momento en el que llegó José Montoya Mamani, con el “propósito de
que se iba a repartir el terreno a iguales” (sic) (fs. 54).
II.5. El 19 de febrero de 2013, la ahora accionante, solicitó al Fiscal de
Materia de Challapata, requerir bajo conminatoria que las autoridades
de Huari, “Timoteo Nieto Colque, Bailón Nieto y Danny Alvaro Nieto”,
extiendan en su favor fotocopias legalizadas de actas o documentos
referidos en el memorial de 7 del citado mes y año; en mérito al cual, la
autoridad fiscal, mediante requerimiento de la misma fecha, dispuso
que en el plazo de vinticuatro horas de su legal notificación, las
referidas autoridades, extiendan lo impetrado, requerimiento con el cual
los demandados fueron notificados personalmente el citado día a horas
17:00 (fs. 5 a 7 y vta.).

II.6. Mediante carta notariada de 5 de marzo de 2013, la accionante, solicitó


a Timoteo Nieto Ocza, Bailón Nieto y Danny Alvaro Nieto la extensión
de una copia o fotocopia legalizada del acta de cesión de tierras que le
hicieron firmar bajo presión y a la fuerza el mes de enero del citado año
a favor de José Montoya Mamani (fs. 8 y vta.).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

La accionante, estima vulnerados sus derechos al debido proceso, a no recibir


sanción alguna sin haber sido juzgada y oída y de petición; alegando que las
autoridades indígena originarias de su comunidad, Bailón Nieto Flores junto a
Dani Alvaro Nieto Flores, Notario de Fe Pública de Huari, instados por su padre
Timoteo Nieto Ocza, actuando en conjunto como juez y parte, el 22 de enero
de 2013, sin que exista juicio previo y a sola instancia del co-demandado José
Montoya Mamani, hermano de su difunto esposo y sin que estuviera presente
la comunidad le obligaron a firmar un acta, cediendo a favor de éste el 50% de
sus tierras de Thula Tía, que abarcan algo más de 150 h aproximadamente,
bajo presión psicológica amenazándole con revertirlas a dominio de la
comunidad y que el sembradío de quinua que había en el lugar lo iban a
cosechar para su propio provecho; sin considerar que ella las trabajó
permanentemente dándoles una función social como es el mandato de la
Constitución, más aún, sin permitirle exponer sus razones, ni leer el contenido
de la citada acta, indicándole que por ser mujer no tenía derecho a esas tierras,
ni considerar que su cuñado por su profesión de militar abandonó por muchos
años la comunidad perdiendo cualquier derecho sobre la tierra de la
comunidad; y que no obstante de haberles solicitado se le extienda una copia o
fotocopia legalizada del referido documento, éste no le fue entregado; además,
que en la propia comunidad aleccionada por los demandados se le negó el
derecho a participar de sus reuniones por su condición de mujer y por no haber
entregado sus tierras a su cuñado, amenazándole con expulsarla de la
comunidad. En consecuencia, en revisión corresponde establecer si los hechos
denunciados son evidentes, a objeto de conceder o denegar la tutela
impetrada.

III.1. Naturaleza jurídica de la acción de amparo constitucional

La acción de amparo constitucional, consagrada en el art. 128 de la CPE,


se instituye como una acción tutelar de defensa contra actos u omisiones
ilegales o indebidas de los servidores públicos, o de persona individual o
colectiva, que restrinjan, supriman o amenacen restringir o suprimir los
derechos reconocidos por la misma Constitución Política del Estado y la
ley.

De conformidad a la disposición constitucional citada, se infiere que la


acción de amparo constitucional es una acción de defensa de todos los
derechos fundamentales y garantías constitucionales previstos en la
Norma Suprema y en los Pactos y Tratados Internacionales en materia de
Derechos Humanos ratificados por el Estado Plurinacional conforme
previene el art. 410 de la CPE, salvo los derechos a la libertad y a la vida
cuando éste se encuentre vinculado a la libertad, los que están bajo la
protección de una acción especifica cómo es la acción de libertad.

En este entendido, la acción de amparo constitucional tiene carácter


extraordinario, una tramitación especial y sumaria, la inmediatez en la
protección y no reconoce ningún fuero, privilegio ni inmunidad con
relación a las autoridades o personas demandadas.

Ampliando la configuración de esta acción tutelar, la SCP 0975/2012 de 22


de agosto, precisó: “Asimismo, ésta acción constitucional se respalda en
los tratados de derechos humanos que al tenor del art. 410.II de la CPE,
integran el denominado bloque de constitucionalidad, es decir la
Declaración Universal de Derechos Humanos cuyo art. 8, que precisa que:
‘Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales
nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley’, el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos cuyo art. 2.3. inc. a),
señala que: ‘Toda persona cuyos derechos o libertades reconocidos en el
presente Pacto hayan sido violados podrá interponer un recurso efectivo,
aun cuando tal violación hubiera sido cometida por personas que actuaban
en ejercicio de sus funciones oficiales’, la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre Americano cuyo art. XVIII, determina
que: ‘Toda persona puede ocurrir a los tribunales para hacer valer sus
derechos. Asimismo debe disponer de un procedimiento sencillo y breve
por el cual la justicia lo ampare contra actos de la autoridad que violen, en
perjuicio suyo, alguno de los derechos fundamentales consagrados
constitucionalmente’ y la Convención Americana sobre Derechos Humanos
cuyo art. 25.1, refiere que: ‘Toda persona tiene derecho a un recurso
sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o
tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la
presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas
que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales’.

De la sola lectura de dichos antecedentes normativos se puede extraer


que el diseño del amparo constitucional debe hacer del mismo una acción
idónea para la protección de los derechos fundamentales, así la Corte
Interamericana de Derechos Humanos sostuvo que debe ser capaz: ‘…de
producir el resultado para el que ha sido concebido…’ (OC 8/87 de 30 de
enero de 1987) aspecto que sin duda no podría lograrse si el fondo de lo
debatido en la acción de amparo constitucional dependiese de las formas
procesales porque en base al principio de verdad material en realidad toda
interpretación de las normas que regulan la tramitación de esta demanda
constitucional debe partir del principio de prevalencia del derecho
sustantivo sobre el derecho adjetivo”.

III.2. Sobre el reconocimiento del pluralismo jurídico en la


construcción del Estado Unitario Social de Derecho
Plurinacional Comunitario

La Constitución Política del Estado, en su primer artículo establece que


Bolivia se funda, entre otros valores y principios, en el pluralismo
jurídico. A este efecto, el art 179.I de la Norma Fundamental determina
que: “La función judicial es única. La jurisdicción ordinaria se ejerce por
el Tribunal Supremo de Justicia, los tribunales departamentales de
justicia, los tribunales de sentencia y los jueces; la jurisdicción
agroambiental por el Tribunal y jueces agroambientales; la jurisdicción
indígena originaria campesina se ejerce por sus propias autoridades;
existirán jurisdicciones especializadas reguladas por ley”. El parágrafo II
del mismo precepto constitucional determina que: “La jurisdicción
ordinaria y la jurisdicción indígena originario campesina gozarán de
igual jerarquía”.

Por su parte el art. 7 de la LDJ, estipula que: “(JURISDICCIÓN


INDÍGENA ORIGINARIA CAMPESINA). Es la potestad que tienen las
naciones y pueblos indígena originario campesinos de administrar
justicia de acuerdo a su sistema de justicia propia y se ejerce por medio
de sus autoridades, en el marco de lo establecido en la Constitución
Política del Estado y la presente Ley”.

Este tema fue desarrollado en la SCP 0790/2012 de 20 de agosto, que


precisó lo siguiente: “Con la promulgación de la Constitución Política del
Estado, ingresamos a un momento fundacional en la historia del Estado
Boliviano: el Estado Plurinacional Comunitario, el que como Tribunal
Constitucional Plurinacional estamos llamados a construir,
profundizando el pluralismo, la interculturalidad y la descolonización.

El Estado Plurinacional Comunitario, como resultado de la fuerza


descolonizadora de los pueblos indígena originarios campesinos, ha
hecho posible la visibilización de éstos, antes excluidos de toda
institucionalidad estatal, reconociéndolos como naciones de pleno
derecho junto a la antigua ‘Nación Única’; por lo que dentro de esta
concepción de Estado Plurinacional Comunitario, la comprensión de los
derechos, deberes y garantías no puede realizarse desde la óptica del
constitucionalismo liberal, sino más bien abrirse a una pluralidad de
fuentes del derecho y de derechos, trascendiendo el modelo de Estado
liberal y monocultural cimentado en el ciudadano individual,
entendiendo que los derechos en general, son derechos de
colectividades que se ejercen individualmente, socialmente y/o
colectivamente, lo cual no supone la negación de los derechos y
garantías individuales, pues el enfoque plurinacional permite concebir a
los derechos, primero, como derechos de colectividades, luego como
derechos que se ejercen individualmente, socialmente y colectivamente
en cada una de las comunidades civilizatorias, luego como una
necesidad de construir, de crear una comunidad de comunidades; es
decir, un derecho de colectividades, un derecho que necesariamente
quiebre la centralidad de una cultura sobre las otras y posibilite
diálogos, espacios políticos de querella discursiva para la generación
histórica y necesaria de esta comunidad de comunidades de derechos.

El reconocimiento y adopción del pluralismo jurídico, hace posible un


diálogo intercultural entre derechos, pues ya no existe una sola fuente
de Derecho y de los derechos; de donde éstos pueden ser interpretados
interculturalmente, lo cual habilita el carácter dúctil y poroso de los
derechos, permitiendo un giro en la comprensión de los mismos,
generando su transformación para concebirlos como práctica de diálogo
entre culturas, entre mundos civilizatorios, en búsqueda de resignificar
constantemente el contenido de los derechos para cada caso concreto.

Por ello, la construcción de la institucionalidad plurinacional parte del


desmontaje de las lógicas de colonialidad, desmistificando la idea de
que impartir justicia es solamente una “potestad”; sino por el contrario,
asumirla como un servicio al pueblo, concebida como
facultad/obligación, pues fruto de la colonialidad antes construida, se ha
estructurado una ‘administración de justicia’ extremadamente formal,
cuasi sacramental, reproductora de prácticas judiciales desde la colonia
y el periodo republicano, fundadas en la señorialidad de esta actividad
bajo la concepción de ‘potestad’ antes que de ‘servicio’, sustentado por
todo un aparato normativo, doctrinal e institucional. Corresponde al
Tribunal Constitucional Plurinacional, romper esas relaciones y prácticas
que se reproducen en lo social, cultural, político e institucional,
constituyéndose en un instrumento destinado a la generación de
espacios de diálogo y relacionamiento de las diferentes concepciones
jurídicas en el marco del Estado Plurinacional Comunitario, aportando al
proceso de interpretación intercultural de los derechos humanos y
fundamentales, así como de las garantías constitucionales, con énfasis
en los derechos colectivos y de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos”.

De lo anterior se concluye que existe un reconocimiento constitucional a


la jurisdicción Indígena Originaria Campesina; en cuya virtud tienen el
derecho fundamental al ejercicio y administración de su justicia en el
marco de sus normas y procedimientos, así lo establece el art. 190.1 de
la CPE, cuando señala que: “Las naciones y pueblos indígena originario
campesinos ejercerán sus funciones jurisdiccionales y de competencias
a través de sus autoridades, y aplicarán sus principios, valores
culturales, normas y procedimientos propios”; por tanto esta
jurisdicción es jerárquicamente idéntica a la jurisdicción ordinaria o a la
jurisdicción agroambiental, por lo que sus determinaciones deberán ser
respetadas. Sin embargo, al ser el Estado Plurinacional de Bolivia, un
Estado Unitario sometido a una Norma Suprema como es la
Constitución Política del Estado, esta jurisdicción también se encuentra
sometida al Sistema Concentrado de Control de Constitucionalidad
ejercido en última instancia por el Tribunal Constitucional Plurinacional;
órgano encomendado en definitiva a controlar el respeto a los derechos
y garantías fundamentales en todas las jurisdicciones disciplinadas en la
norma fundamental, considerando los principios generales de la
atribución de impartir justicia contemplados en el art. 178 de la Ley
Fundamental, entre ellos, el pluralismo jurídico, la interculturalidad y la
equidad; antecedente que justifica la composición plural del Tribunal
Constitucional Plurinacional.

III.3. El derecho al debido proceso en el ámbito de la justicia


indígena originaria campesina
Sobre el tema en particular, la SCP 0645/2012 de 23 de julio, precisó lo
siguiente: “El art. 12 de la Ley 1257, que eleva a rango de ley el
Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes de la OIT, establece que: ‘Los pueblos interesados
deberán tener protección contra la violación de sus derechos, y poder
iniciar procedimientos legales, sea personalmente o bien por conducto
de sus organismos representativos, para asegurar el respeto efectivo de
tales derechos. Deberán tomarse medidas para garantizar que los
miembros de dichos pueblos puedan comprender y hacerse comprender
en procedimientos legales, facilitándoles, si fuese necesario, intérpretes
u otros medios eficaces’.

El nuevo diseño dogmático de la Constitución Política del Estado, que


incorpora como directriz irradiadora y transversal en todo el texto
constitucional al principio del pluralismo, como emergencia de la
cualidad plurinacional del nuevo Estado boliviano, conlleva a la
necesidad de asumir la incorporación de matices propios de esta
cualidad en todos los órdenes de su organización política,
administrativa, social, económica, entre otras. Tal exigencia es aún más
evidente en el campo jurídico, y de modo particular en la tramitación de
procesos judiciales y procedimientos administrativos donde se
encuentren involucrados las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, ya sea actuando como sujetos colectivos o como personas
individuales.

De este modo, tomando en cuenta que el debido proceso es una


garantía inherente a cualquier ciudadano bajo jurisdicción estatal, que
debe hacerse efectiva en la tramitación de procesos judiciales o
administrativos, a consecuencia de los cuales pueden verse afectados
derechos fundamentales; en el caso de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos, dicha garantía resulta aún más
indispensable puesto que dada su especial condición, como resultado
de sus características propias, condiciones económicas y sociales, sus
instituciones representativas y, normas y procedimientos propios; la
eventual afectación de sus derechos y garantías repercute de modo
más sensible que si se diera en otros sectores de la población. Más aún
cuando dentro de un proceso administrativo o judicial no se ha
garantizado por parte del Estado el derecho a la defensa que asiste a
cualquier ciudadano y peor aún, si como emergencia de ello, se ha
deducido una Resolución desfavorable y lesiva de sus derechos
fundamentales que les asisten como sujetos colectivos.
Con relación al debido proceso y las garantías judiciales la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Comunidad indígena
Yakye Axa Vs. Paraguay estableció: ‘Los recursos efectivos que los
Estados deben ofrecer conforme al artículo 25 de la Convención
Americana, deben ser sustanciados de conformidad con las reglas del
debido proceso legal (artículo 8 de la Convención), todo ello dentro de
la obligación general a cargo de los mismos Estados de garantizar el
libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención a
toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción. En este sentido, la
Corte ha considerado que el debido proceso legal debe respetarse en el
procedimiento administrativo y en cualquier otro procedimiento cuya
decisión pueda afectar los derechos de las personas. En lo que respecta
a pueblos indígenas, es indispensable que los Estados otorguen una
protección efectiva que tome en cuenta sus particularidades propias,
sus características económicas y sociales, así como su situación de
especial vulnerabilidad, su derecho consuetudinario, valores, usos y
costumbres’ (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso
Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 17 de junio de 2005, No. 16, párr. 62 y 63).

La citada jurisprudencia interamericana también ha sido confirmada en


el caso de la comunidad indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay,
señalando: ‘…la Corte recuerda que el debido proceso legal debe
respetarse en el procedimiento administrativo y en cualquier otro
procedimiento cuya decisión pueda afectar los derechos de las
personas. Asimismo, conforme a la jurisprudencia del Tribunal, es
indispensable que los Estados otorguen una protección efectiva que
tome en cuenta las particularidades propias de los pueblos indígenas,
sus características económicas y sociales, así como su situación de
especial vulnerabilidad, su derecho consuetudinario, valores, usos y
costumbres’ (Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay.
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de marzo de 2006, n,
párr. 82 y 83)” (las negrillas son ilustrativas).

De la jurisprudencia precedentemente citada; se infiere que el


debido proceso está reconocido constitucionalmente como
principio, derecho y garantía constitucional por los arts. 115.II
y 117.I de la CPE, razón por la cual es de aplicación general a la
totalidad de las jurisdicciones disciplinadas por la propia
Constitución Política del Estado, puesto que todas ellas se
hallan comprendidas en los alcances de la Norma Fundamental.
En tal virtud las autoridades encargadas de administrar
justicia, sea en la vía ordinaria, agroambiental o indígena
originaria campesina, tienen la obligación de observar los
procedimientos legales que tienen a su cargo en el marco del
debido proceso, sea que se trate de procesos judiciales,
administrativos, reglamentarios o de cualquier índole.
Aclarando que en el ámbito de la justicia indígena originaria
campesina se debe entender a esta garantía como el derecho
que tiene toda persona o colectividad a un proceso justo donde
se respeten las normas propias y en el que puedan ser
escuchados de manera imparcial, en igualdad de condiciones y
ejerciendo plenamente todos los derechos fundamentales que
se encuentran contenidos como elementos del debido proceso;
en el caso en particular a partir de una interpretación
intercultural.

III.4. Sobre la protección de la mujer en el ámbito de la justicia


indígena originaria campesina

Este aspecto fue desarrollado en la SCP 1624/2012 de 1 de octubre,


cuyos razonamientos relievan la protección reforzada de este sector, al
considerar a la mujer y a la minoridad en contextos intra e inter
culturales como parte de grupos vulnerables, cuando precisa lo
siguiente: “Tal como se señaló en el Fundamento Jurídico VI.5 de la
presente Sentencia, el primer elemento del test del paradigma del vivir
bien, se refiere a la armonía axiomática a la cual deben adaptarse todas
las decisiones emergentes de la jurisdicción indígena originario
campesina; en ese orden, considerando que toda decisión emanada de
esta jurisdicción, en cuanto a sus fines y medios empleados, debe
asegurar la materialización de valores plurales supremos entre los
cuales se encuentran la igualdad, solidaridad y la inclusión, en ese
orden, al encontrarse las mujeres y la minoridad en condiciones de
‘vulnerabilidad material’ razón por la cual, la doctrina constitucional los
considera sectores de atención prioritaria, su protección reforzada, en
mérito a la constitución axiomática, debe estar también asegurada en
contextos intra e inter culturales, por tanto, el paradigma del vivir bien,
en cuanto al análisis del primer elemento del test, implica el ejercicio de
un control plural de constitucionalidad reforzado en relación a estos
grupos vulnerables.

En el marco de lo expresado, la SCP 1422/2012, de manera expresa


señaló: ‘…en circunstancias en las cuales los actos denunciados como
lesivos a derechos de mujeres o la minoridad en contextos intra e
inter-culturales, el control plural de constitucionalidad, deberá asegurar
la consolidación de los principios de igualdad, solidaridad e inclusión, a
través de una ponderación reforzada a la luz de una pauta específica de
interpretación: la interpretación intra-cultural favorable, progresiva y
extensiva para estos sectores, a cuyo efecto, se establece la vigencia
del paradigma de la favorabilidad para las mujeres y minoridad, al cual
debe armonizarse la cosmovisión de todo pueblo y nación indígena
originario campesino’.
Por lo afirmado, se tiene que cualquier decisión de la
jurisdicción indígena originaria campesina que plasme medios
o fines contrarios a los valores plurales supremos referentes a
la igualdad, inclusión, solidaridad u otros y que afecten a estos
sectores de protección prioritaria, deberán ser restituidos por
el Control Plural de Constitucionalidad, en aplicación del
paradigma de favorabilidad para las mujeres y minoridad, en los
términos precedentemente expuestos” (las negrillas son añadidas).

III.5. Sistema de administración de justicia indígena del Ayllu


Chahuara del Municipio de Huari del departamento de Oruro

A objeto de emitir una resolución acorde a la naturaleza de la


problemática planteada, se solicitó informe técnico a la Unidad de
Descolonización del Tribunal Constitucional Plurinacional, del cual en
relación al Sistema de Administración de Justicia Indígena del
lugar donde se originó el caso en análisis, se tiene que: El Ayllu
Chahuara, como parte de la estructura de la marka de Huari, cuenta
con un sistema de administración de Justicia Indígena que regula el
comportamiento de sus miembros; dicho sistema, en la actualidad, está
incluido en el Estatuto vigente. Esta justicia ancestral está orientada
principalmente a la reconciliación entre las partes involucradas, la
compensación de los daños y el restablecimiento de la armonía social,
así como la armonía con la naturaleza; por tanto, está orientada a la
recuperación del equilibrio social roto por la transgresión.

También se advierte que, en caso de que las prácticas tradicionales de


administración de justicia no sean suficientes para solucionar los
problemas emergentes, entonces se acude al Juez Agrario;
demostrando de esta manera que la administración de justicia dentro
del Ayllu, también se complementa con los mecanismos de la justicia
ordinaria.

El Ayllu Hiluta Chahuara, desde su creación, por generaciones, tuvo una


administración de justicia propia, la cual recae en la Autoridad
Originaria del Jilaqata, estrictamente ejercida por el Chacha-Warmi; el
cual es la máxima autoridad representativa y responsable del Ayllu;
además de resguardar, defender y resolver cualquier problema dentro
de la comunidad; ya sean casos de conflictos de terrenos y otros
explícitamente dentro de la comunidad.

Cuenta con un sistema de administración de justicia de acuerdo a sus


usos y costumbres ancestrales milenarias, respetando la jerarquía de
autoridad de menor a mayor jerarquía por conducto regular.

Para comprender la organización de autoridades originarias, es


necesario partir de conceptos de configuración territorial en las que
están inmersas las autoridades originarias. De ahí que, estas entidades
son las siguientes:
JAKISA: Es una entidad territorial ancestral milenaria integrada
territorialmente por las saphis, comunidades, ayllus y markas que
restablecen la antigua organización regional ancestral (Jatun Killakas
Asanajaqi); en la actualidad, es una organización denominada suyu,
cuya población comparte una sola identidad, historia, institucionalidad
territorio, idioma, tradición y cosmovisión y tiene una procedencia
anterior a la invasión colonial española.

MARKA: Es la unidad territorial que aglutina a varios ayllus con


territorio determinado, y ejerce su gobernabilidad territorial a través de
sus propias instituciones, manteniendo el vínculo territorial en función a
la administración de su territorio (en lo social, económico, político y
cultural). Internamente, las markas están divididas en parcialidades
Aransaya y Urinsaya; y los ayllus están configurados en dichas
parcialidades.

AYLLU: Es la agrupación de varias comunidades familiares menores


que tienen una sola raíz cultural y que se desarrollan a partir de una
lengua y tradiciones comunes; mantienen sus propias instituciones de
gobernabilidad territorial, enmarcados en la unidad mayor que es la
marka. El Ayllu es la institución económica productiva, tecnológica,
socio-cultural y política-administrativa de mayor relevancia dentro la
organización territorial de la nación originaria Jatun Killakas Asanajaqi
“JAKISA”.

COMUNIDAD: Es la estructura territorial comunal menor al ayllu;


generalmente, está constituido por varias unidades familiares
consanguíneas que ocupan una territorialidad unitaria como son las
sayañas; entonces podríamos indicar que es la unión de varias sayañas
establecidas en un determinado espacio territorial. La comunidad está
conformada por unos veinte a cuarenta familias aproximadamente;
todas ellas tienen un parentesco común. Su capacidad gobernativa está
determinada por una representación comunal que se circunscribe al
ayllu.

III.5.1. Estructura orgánica de sus autoridades originarias

La estructura orgánica de autoridades originarias, responde a


una lógica de organización territorial basada en una estructura
representativa que parte de la comunidad, ayllu, marka y suyu.

Marka Huari: Es una unidad territorial parte de la “Nación


Originaria Jatun Killakas Asanjaqi” (JAKISA). Como tal, está
estructurado por un Consejo de Gobierno de la Nación
Originaria. Está conformación está basada en las autoridades
denominadas Tata Mallkus; en su representación dual: varón -
mujer (chacha-warmi), los cuales, mediante su autoridad
máxima, viabilizan el manejo de la justicia originaria
enmarcada en los usos y costumbres que permiten restablecer
la armonía y equilibrio en la solución de conflictos,
generalmente de terrenos.

Corregidor: Es la autoridad que representa a toda la marka;


es decir, su rol es superior a los hilacatas de ayllu. Esta
autoridad es quien dirime cualquier conflicto; como por
ejemplo, pone solución a conflictos de terrenos que no pudo
solucionar el Jilaqata; además jerárquicamente, soluciona
conflictos de terrenos comunales que no pudieron ser
solucionados por la autoridad comunal.

Jilaqata “ayllu”: El Jilaqata es la autoridad máxima en su


ayllu; quién asume la responsabilidad del ayllu, y de
administrar la justicia en coordinación con toda la comunidad;
su labor es poner fin a conflictos de terrenos comunales y
otros que fuere necesario, mediante la conciliación entre
partes afectadas, así como la remisión de dicho conflicto al
agotar todas las instancias y posibilidades de solución a la
autoridad superior quien es el corregidor.

III.5.2. Sobre su sistema de normas y sanciones

El Ayllu Hiluta Chahuara, ha establecido sus normas y


sanciones conforme a su cosmovisión y sus patrones culturales
que además proceden de una raíz identitaria aymara-quechua.
En el caso de las faltas graves, se las considera en una
Asamblea Ordinaria, sesión que se lleva a cabo los días 20 de
cada mes. En estos casos, la autoridad, Tata Jilaqata y Mama
Jilaqata, bajo sus normas viabiliza la solución del conflicto; se
sabe que dichas resoluciones son escritas en el libro de actas.
Las faltas y sanciones están establecidas en el Estatuto
orgánico del Ayllu. (Capítulo X, de las faltas y sanciones a los
comunarios/as).

Cabe recalcar que, el sistema de normas y sanciones, en las


comunidades, en los ayllus, en las markas y suyus de las
tierras altas varían, aunque su patrón cultural sigue siendo el
mismo, como por ejemplo, el restablecimiento del equilibrio y
la armonía; sin embargo, cada comunidad, cada ayllu, cada
marka y suyu ya cuentan con sus propias normas, estatutos,
reglamentos internos establecidas y consensuados de acuerdo
a sus propias características culturales y de idiosincrasia. Las
sanciones o castigos, por norma, son proporcionales a la
magnitud de la infracción o conflicto. Tienen como finalidad el
reconocimiento de la falta, el arrepentimiento y la reparación
del daño a través de la reconciliación de partes; su finalidad
última es la de recomponer a la persona y recuperar la
armonía comunal.

Estas directrices normativas son de dominio general en las


tierras Altas; por tanto, las sanciones también pueden ser:

Moral: Cuando alguien quebranta la norma establecida, recibe


el reproche de la colectividad y la desconfianza; es mal visto,
se desprestigia a la familia.

Material: Para reparar el daño ocasionado, se puede imponer


un trabajo en bien de la comunidad; si es en el ayllu, el trabajo
debe ser por el bien del ayllu. Si el daño es ocasionado en la
marka, entonces el trabajo debe ser por el bien de la marka; y,
si es en el Suyu, también por el bien del Suyu.

Económica: Multa en dinero que es aplicada generalmente


por el corregidor. Las sanciones aplicadas son de diversos
tipos, dependiendo de la gravedad del caso, del interés del
afectado y la reincidencia del infractor.

En primer lugar, se debe señalar que en algunos casos se


aplican sanciones de tipo moral; en estos casos, se manifiestan
de dos formas distintas: Por un lado, a través de una llamada
a la reflexión y de atención al infractor hecha por sus padres,
padrinos o la autoridad originaria del ayllu; por otro lado, el
arrepentimiento y reconciliación que deben ser expresadas a
viva voz por el infractor o los intervinientes en conflicto. Por
ejemplo, en el caso de una sanción aplicada producto de un
chisme.

Respecto a los procedimientos de resolución de conflictos en


las comunidades, se tiene que para las autoridades originarias
en la comunidad, todo conflicto debe ser resuelto por
consenso, y por eso, se inicia y se finaliza todo procedimiento
con un ritual. Esto se debe a que al invocar a los espíritus de la
naturaleza y de los comunarios, el ritual también tiene como
objetivo interiorizar en el infractor (de ser el caso) que si sigue
cometiendo la falta por el cual se le procesa, esas fuerzas
“metafísicas” se encargaran de sancionarlo.

III.5.3. En cuanto a su sistema sobre la tierra individual o


colectiva

El Estatuto del Ayllu Chahuara, establece las siguientes


normativas (transcripción inextensa):

Recursos naturales: El espacio territorial de la Comunidad


Ayllu “Hiluta Chahuara” es el lugar donde desarrollan sus
sistemas de organización territorial y utilizan los recursos
naturales según sus usos y costumbres. Los recursos naturales
como el agua, suelo la biodiversidad son aprovechados para
un interés colectivo en el desarrollo de la comunidad. Estos
recursos son de propiedad y dominio directo, indivisible e
imprescriptible de la Comunidad que los administra en función
del interés colectivo según los usos y costumbres de la
Comunidad (arts. 290 II; 297; y, 397 de la CPE).

Propiedad individual y colectiva: Toda persona tiene


derecho a la propiedad individual y/o colectiva, siempre que
ésta cumpla una función social dentro de la comunidad; que
significa conocer, cumplir y hacer cumplir las normas del
Estatuto, respetar, difundir la práctica de los valores y
principios de la comunidad; construir y trabajar según su
capacidad física e intelectual de acuerdo a los usos y
costumbres (art. 56 de la CPE y 5.III de la LDJ).

III.5.4. Sobre la competencia de sus autoridades originarias en


la solución de conflictos

Las competencias y obligaciones del Tata Awatiri y Mama


Awatiri o Tata Jilaqata Mama Jilaqata, y de Tata Jilanku, y los
tipos de conflictos, que se resuelven bajo sus competencias
son múltiples, de las cuales se señalan las siguientes:

La Autoridad Originaria resuelve los conflictos meramente


comunales, ya que el Ayllu Hiluta Chahuara está debidamente
reconocido e inserto en las Tierras Comunitarias de Origen
(TCOs) en ese entendido, el Jilaqata resuelve los casos en que
los terrenos se encuentran en conflictos, limites, problemas
sociales y otros dentro de la comunidad. Estas normativas
están insertos en el Estatuto Comunal Originario “Comunidad
Ayllu Hiluta Chahuara”.

En el caso de otros pueblos ancestrales de las Tierras Altas, la


resolución de conflictos y los tipos de conflictos que se
resuelven, sigue un proceso de fases hasta la resolución del
conflicto; como es el caso del Estatuto de la organización
Jach’a Karangas.

Primero, las Autoridades Originarias en la comunidad, en el


Ayllu, en la Marka y en el Suyu, antes de proceder con la
resolución de conflictos, deben realizar el trabajo de campo
que consiste en ir a visitar al comunario/a demandado como
también al comunario/a demandante, que están considerados
como hijos para la autoridad originaria todos los/as
comunarios/as (wawa-qallus) de indagar, cerciorarse,
informarse de las veracidades (yatjataña, chhiqhataña,
uñakipaniña) donde esta información facilitará el día de la
audiencia de resolución de conflicto de cualquier tipo de mayor
gravedad o de menor gravedad.

Segundo, deben cumplir seriamente con el acto ritual de inicio


y de cierre de administración de la resolución de conflictos.

III.5.5. Sobre la participación de la mujer en la distribución de


la tierra comunitaria e individual
En los ayllus, markas y suyus de las Tierras Altas, existe una
lógica de inclusión de género; es decir, no se excluye a la
mujer, aunque su derecho depende del estado civil que
adquiere; es decir, cuando esta contrae matrimonio con otra
persona de la misma comunidad o de otra comunidad; cómo
podemos apreciar en este pasaje:

“La mujer desde que nace en un determinado territorio de una


comunidad o ayllu tiene derecho al uso de la tierra. En caso de
que la mujer se casa, se va; entonces, se va a contribuir al
terreno de su esposo. Puede volver a su comunidad; cuando
fallece su esposo; entonces sigue teniendo derecho a cultivar
la tierra; pero no como contribuyente o tasero. En el caso de
que no se case, se queda con todos los derechos de cualquier
comunario, siempre y cuando pueda cumplir sus normas
establecidas en la comunidad” (Fuente: Tata Mario; Amawta
del TCP - 2013).

En el caso del Ayllu Chahuara esta participación está sujeta a


su estatuto comunal que acredita tal derecho a toda la familia;
en tal caso, el rótulo dice: “los herederos y herederas” en la
que se advierte la inclusión de la mujer en el derecho
hereditario.

Los herederos y herederas obligatoriamente deberán suscribir


acta de acuerdo familiar con los hermanos en la que se
designará a uno de ellos o ellas como representante de la
familia ante la comunidad para asumir cargos en la comunidad
según usos y costumbres (art. 17.1 del Estatuto Comunal
Originario “Comunidad Ayllu Hiluta Chahuara”).

Cada contribuyente inscrito en el padroncillo del Ayllu tiene su


terreno designado, según se cobija en su Estatuto; y son
terrenos comunales insertos en las TCOs por lo que no existe
terrenos individuales; al contrario, son terrenos meramente
comunales.

Libro de padroncillo: El libro del padroncillo -incluido en el art.


15 del Estatuto referido- es un documento escrito (semejante
a un libro de actas); en la que registran a sus miembros,
otorgándoles el derecho a utilizar los terrenos designados por
la comunidad; este reglamento dice:
“Ser parte del libro padroncillo de la comunidad significa
asumir deberes y obligaciones de acuerdo a sus usos y
costumbres y los procedimientos propios, manteniendo la
unidad familiar y de la comunidad de acuerdo a la Constitución
Política del Estado Plurinacional” (Estatuto del Ayllu Chahuara)

Transferencia de Terrenos: Está prohibido la transferencia


(compra-venta) de terrenos conforme el art. 394.III de la CPE.
Es como un mandato que dice, el Estado reconoce, protege y
garantiza la propiedad comunitaria o colectiva, que comprende
el territorio indígena originario campesino, las comunidades
interculturales originarias y de las comunidades campesinas. La
propiedad colectiva se declara indivisible, imprescriptible,
inembargable, inalienable e irreversible y no está sujeta al
pago de impuestos a la propiedad agraria. Las comunidades
podrán ser tituladas reconociendo la complementariedad entre
derechos colectivos e individuales respetando la unidad
territorial con identidad.

III.5.6. Sobre la situación de las tierras de quienes abandonan


la comunidad

Las tierras que son abandonadas por los comunarios del Ayllu,
como sucede en muchas comunidades de las tierras Altas que
migran por mucho tiempo a los centros urbanos y otros
lugares por razones de trabajo u otros motivos, son previstas
en el Estatuto mencionado cuyo texto determina:

“Ante el abandono de terreno de las familias que migran a los


centros urbanos u otros lugares, la Asamblea o la Reunión
Ordinaria de la comunidad dispondrá:

1. Cuando exista abandono injustificado por 10 años


consecutivos o más sin actividad agrícola o ganadera y sin
previa comunicación, los terrenos pasará a la tutela de la
comunidad.

2. Si la familia afectada de la tenencia de la tierra vuelve


después de 10 años y decide recuperar su terreno lo hará
abonando una suma de dinero determinado por la
Asamblea o Reunión Ordinaria de la comunidad bajo el
compromiso de prestar servicios a la comunidad con
asumir cargo según los usos y costumbres.
3. Por el abandono de más de 15 años consecutivos sin
previa comunicación a las Autoridades Originarias, el o los
dueños pierden definitivamente sus derechos de los
terrenos en la Comunidad Ayllu ‘Hiluta Chahuara’ (art. 20
del Estatuto Comunal Originario “Comunidad Ayllu Hiluta
Chahuara”)”.

III.5.7. Sobre el valor de los testamentos dentro la comunidad

En los registros del Ayllu, no existe la valoración de


testamento; y al presente, no se advierte antecedentes de
testamentos suscritos en el Ayllu; el uso de los testamentos
escritos no es propio del ayllu; ya que en la lógica ancestral de
la sucesión hereditaria de los bienes y terrenos pasa
automáticamente a los hijos cuando fallece el padre y la
madre. En este caso hay un consenso familiar para designar a
uno de los hermanos como representante familiar ante la
comunidad.

En las tierras altas, por lo general, un tasero o contribuyente


puede contribuir con la función social hasta la edad de 60
años, según las normas, estatuto y reglamento comunal del
ayllu; luego, dicho contribuyente debe presentar a su sucesor
como nuevo contribuyente; esta transferencia se legitima con
una lectura de la autoridad originaria en la asamblea general y
en forma pública. En el caso de que el contribuyente tenga la
edad avanzada y no presenta a su sucesor, entonces, vuelve a
empezar nuevamente a contribuir con la función social; esto
implica pasar los cargos, aportes, trabajos comunitarios,
cargos festivos y otros, según las normas establecidas.

Con relación a la sucesión hereditaria, en el ayllu Chahuara, la


orientación se basa por el Estatuto antes indicado que
establece:

“La sucesión hereditaria es una forma de obtener el derecho a


la tierra según la tenencia de nuestros ancestros conforme a
los usos y costumbres de la comunidad, el cual deberá seguir
los siguientes pasos: i) Los herederos y herederas
obligatoriamente deberán suscribir acta de acuerdo familiar
con los hermanos en la que se designará a uno de ellos o ellas
como representante de la familia ante la comunidad para
asumir cargos en la comunidad según usos y costumbres; ii)
Los herederos o herederas deberán presentar su acta de
acuerdo familiar a la Asamblea o Reunión Ordinaria de la
comunidad con el fin de legitimar y validar el acuerdo y evitar
conflictos; iii) La validación comunal del acuerdo familiar debe
inscribirse en el libro de Actas de la Comunidad y se
entregarán copia a todos los interesados e interesadas; iv) El
representante será inscrito en el libro de padroncillo de la
comunidad; sin embargo, el cumplimiento de la función social
(usos y costumbres) será una responsabilidad de todos los
miembros de la familia en función al acuerdo interno familiar.

En este Estatuto no se advierte el uso de testamentos escritos


que permitan viabilizar la sucesión hereditaria. Aunque en
algunas comunidades por la influencia de los patrones
culturales externos es posible que se utilicen los testamentos
escritos. Lo que sí es evidente, en los ayllus y markas, los
abuelos, antes de fallecer hacen las recomendaciones y
previsiones de sucesión de terrenos para las nuevas
generaciones; empero todo esta recomendación se lo hace en
forma oral”.

III.6. Análisis del caso concreto

En el presente caso, la ahora accionante, denuncia la lesión de sus


derechos al debido proceso, “A NO RECIBIR SANCION ALGUNA SIN
HABER SIDO JUZGADA Y OIDA, APLICABLE TAMBIÉN EN LA JUSTICIA
INDÍGENA ORIGINARIA CAMPESINA” (sic), a la vida, al trabajo y de
petición; por cuanto las autoridades originarias de su comunidad, junto
a Dani Álvaro Nieto Flores, Notario de Fe Pública de Huari, a sola
instancia del codemandado José Montoya Mamani, hermano de su
difunto esposo; sin que estuviera presente la comunidad bajo presión le
obligaron a firmar un acta, cediendo a favor de éste el 50% de sus
tierras de Thula Tía, que abarcan algo más de 150 h aproximadamente,
amenazándole con revertirlas a dominio de la comunidad; sin considerar
que ella las trabajó permanentemente dándoles una función social más
aún, sin permitirle exponer sus razones, ni leer el contenido de la
prenombrada acta e indicándole que por ser mujer no tenía derecho a
esas tierras y que no obstante de haberles solicitado se le extienda una
copia del referido documento, éste no le fue entregado; además que en
la propia comunidad aleccionada por los codemandados se le negó el
derecho a participar de sus reuniones por su condición de mujer y por
no haber entregado sus tierras a su cuñado.
Precisados los hechos que motivaron la presente acción tutelar, de los
elementos probatorios que cursan en obrados, se tiene que de acuerdo
al testamento abierto inserto en la Escritura Pública 06/2007 de 7 de
diciembre de “2011”, que cursa de fs. 1 a 4 vta., la ahora accionante
fue nombrada junto a sus hijos, heredera universal de los bienes
acciones y derechos de su esposo Fermín Montoya Mamani, entre cuyos
bienes se encuentra la propiedad agraria ubicada en la comunidad de
Thula Tia Ayllu Chahuara del Municipio de Huari del departamento de
Oruro, propiedad que viene siendo trabajada por la accionante en la
siembra de quinua de acuerdo a las antecedentes adjuntos a la
presente y los propios informes de las autoridades originarias
demandadas.

Asimismo por el acta de reunión de solución de conflicto de terreno,


celebrada el 21 de enero de 2013, en el domicilio del demandado Bailon
Nieto Flores Jilaqata de la comunidad Hiluta Chahuara del Municipio de
Huari cursante a fs. 78, se evidencia que en este actuado la citada
autoridad originaria dispuso la división de la propiedad agraria de la
ahora accionante otorgando un 60% en su favor y el restante 40% en
favor de José Montoya Mamani solo para la gestión 2013 y para la
gestión 2014 la división de parcelas de esta propiedad sería en partes
iguales; por otra parte para consolidar este acuerdo se dispuso una
inspección a la citada propiedad.

Posteriormente, por el acta de inspección de terrenos en conflicto de 22


de enero de 2013, que cursa de fs. 78 vta. a 79, se infiere que las
autoridades originarias ahora demandadas con la intervención del
Notario de Fe Pública de Segunda Clase, Danny Álvaro Nieto Flores,
procedieron a demarcar la división del terreno de la accionante
mediante mojones de tierra en las proporciones antes referidas, pese a
que la accionante reiteradamente manifestó que no estaba de acuerdo
con la división de su terreno porque José Montoya Mamani, no se
hubiera hecho cargo ni trabajo en la comunidad por varios años, a lo
que el citado codemandado manifestó de que si no se suscribía el acta
perderían todos los terrenos y su cultivo. Antecedente que permite
inferir que la accionante suscribió dicho acuerdo bajo presión, hecho
corroborado por la declaración jurada prestada por el comunario Waldo
Flores Camata, que cursa a fs. 54, quien manifiesta que las autoridades
originarias ahora codemandadas amenazaron a la accionante con
quitarle su terreno de Ki Kanchuri si no aceptaba la división de su
terreno.
Establecidos los hechos precedentes, prosiguiendo con el análisis del
caso, en principio cabe manifestar que conforme se concluyó en el
Fundamento Jurídico III.2 de la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional, si bien existe un reconocimiento constitucional a la
Jurisdicción Indígena Originaria Campesina, en cuya virtud tienen el
derecho fundamental al ejercicio y administración de su justicia en el
marco de sus normas y procedimientos, por lo que sus determinaciones
deberán ser respetadas al gozar de igual jerarquía que la jurisdicción
ordinaria; sin embargo, esta jurisdicción también se encuentra sometida
al Sistema Concentrado de Control de Constitucionalidad ejercido en
última instancia por el Tribunal Constitucional Plurinacional. En este
contexto, también se tiene claro que en el ejercicio de esta jurisdicción,
impera el respeto y observancia de los derechos y garantías
fundamentales consagradas en la Constitución Política del Estado, como
el debido proceso en sus diferentes vertientes o elementos, los cuales
deberán ser valorados en el marco de una interpretación intercultural,
al momento de ejercer el control de constitucionalidad, aspecto
ampliamente desarrollado en el Fundamento Jurídico III. 3 de éste fallo.

Ahora bien, en el marco antes expuesto del desarrollo efectuado en el


Fundamento Jurídico III.5 de ésta Resolución, se advierte que la
Comunidad Ayllu Hiluta Chahuara del Municipio de Huari del
departamento de Oruro, lugar donde se suscitó la problemática ahora
analizada, cuenta con un sistema de administración de justicia propio
que regula el comportamiento de sus miembros orientada
principalmente a la reconciliación entre las partes involucradas, la
compensación de los daños y el restablecimiento de la armonía social,
atribución que recae en la autoridad originaria del Jilaqata ejercida por
el Chacha-Warmi, el cual es la máxima autoridad representativa y
responsable del Ayllu y en caso de que estas prácticas tradicionales de
administración de justicia no sean suficientes para solucionar sus
problemas, acuden al Juez Agroambiental, lo que demuestra que la
administración de justicia dentro este Ayllu, también se complementa
con los mecanismos de la justicia ordinaria.

Respecto a su sistema de normas y sanciones, estás fueron


establecidas conforme a su cosmovisión y sus patrones culturales que
proceden de una raíz identitaria aymara-quechua; de ahí que las faltas
y sanciones que rigen en esta comunidad están establecidas en el
Estatuto Comunal Originario, en tal sentido en caso de faltas graves
estas se las considera en una asamblea ordinaria que se lleva a cabo los
días veinte de cada mes; casos en los cuales la autoridad Tata Jilaqata
y Mama Jilaqata, bajo sus normas viabilizan la solución del conflicto
bajo el criterio que este debe ser resuelto por consenso; resoluciones
que son escritas en un libro de actas bajo las cuales éstas no han sido
cumplidas.

En cuanto al régimen de la tierra individual o comunitaria el Estatuto del


Ayllu Chahuara, establece que toda persona tiene derecho a la
propiedad individual y/o colectiva, siempre que esta cumpla una función
social dentro la comunidad que significa conocer, cumplir y hacer
cumplir las normas del estatuto, respetar difundir la práctica de los
valores y principios de la comunidad, construir y trabajar de acuerdo a
los usos y costumbres. En base a esta concepción la participación de la
mujer en la distribución de la tierra tanto comunitaria como individual
tiene una lógica de inclusión de género; es decir, que no se excluye a la
mujer en el ejercicio de este derecho.

Con relación a la situación de las tierras de quienes abandonan la


comunidad mucho tiempo por migración a los centros urbanos y otros
lugares por razones de trabajo u otros motivos; estos aspectos están
previstos en el Estatuto antes mencionado, de cuyo texto se tiene que
por abandono de más de 15 años consecutivos según los usos y
costumbres, el o los dueños pierden definitivamente sus derechos sobre
los terrenos en la comunidad.

Finalmente en cuanto a la sucesión hereditaria de los bienes y terrenos


en el citado Ayllu se asume la lógica ancestral de que estos bienes
pasan automáticamente a los hijos cuando fallece el padre y la madre;
caso en el que existe un consenso familiar para designar a uno de los
hermanos como representante familiar ante la comunidad por lo que el
uso de los testamentos escritos no es valorado en este ámbito.

De lo anterior se deduce que el sistema de administración de justicia


del Ayllu Hiluta Chahuara, responde a su cosmovisión propia basada en
los principios de respeto, consenso, unidad y armonía en cada uno de
sus procedimientos e instancias; mismos que de acuerdo a las
conclusiones precedentes no fueron observados por las autoridades
originarias ahora codemandadas, por cuanto la decisión adoptada no se
encuentra acorde con las normas, principios y procedimientos
tradicionalmente utilizados en esta comunidad, cuando en un evidente
exceso de poder, de forma unilateral y asumiendo una actitud
discriminatoria por la condición de mujer de la accionante,
determinaron la división de su propiedad agraria otorgando un 40% en
favor su cuñado pretendiendo darle validez a esta actuación obligándola
a suscribir las actas correspondientes de este acuerdo, ejerciendo
presión psicológica en base a amenazas de pérdida de sus terrenos y su
cosecha, conforme se constató de los antecedentes adjuntos a la
presente acción tutelar, vulnerando su derecho constitucional a un
debido proceso, en su vertiente de derecho a la defensa, cuya
observancia también es imperante en la jurisdicción indígena originaria
campesina conforme a los razonamientos expuesto en los Fundamentos
Jurídicos III.3 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional;
razón por la cual corresponde conceder la tutela demandada, máxime si
de acuerdo a la jurisprudencia desglosada en el Fundamento Jurídico
III. 4 de éste fallo, la protección constitucional a la mujer tiene un
componente prioritario en el ámbito de la justicia originaria campesina
al ser considerado un grupo vulnerable.

Con relación a la vulneración del derecho de petición denunciado, de


antecedentes se tiene que la accionante, mediante requerimientos
fiscales y carta notariada (fs. 5 a 7 vta. y 8), solicitó reiterativamente a
los codemandados, le extiendan fotocopias o copias de las actas
efectuadas con motivo del conflicto motivo de la presente acción de
amparo constitucional; petitorio que no fue viabilizado por los
demandados, vulnerando el derecho de petición consagrado por el art.
24 de la CPE, que consiste en que toda persona tiene el derecho
irrestricto a la petición de manera individual o colectiva, sea oral o
escrita, a obtener una respuesta formal y pronta a cualquier solicitud
inherente a sus intereses, por lo tanto corresponde de igual forma
conceder la tutela demandada en relación a este derecho fundamental.

Por lo expresado, la situación planteada se encuentra dentro de las previsiones


y alcances de la acción de amparo constitucional, por lo que el Juez de
garantías al haber concedido la tutela ha efectuado una adecuada compulsa
de los antecedentes y dio correcta aplicación a esta acción tutelar.
POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Segunda, en virtud de la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado Plurinacional de
Bolivia y el art. 44.1 del Código Procesal Constitucional, en revisión resuelve:

1° CONFIRMAR en todo la Resolución de 16 de abril de 2013, cursante de


fs. 94 a 98 vta., pronunciada por el Juez de Partido Ordinario de Sentencia
Penal, del Trabajo y Seguridad Social Niñez y Adolescencia de las provincias
Eduardo Abaroa, Ladislao Cabrera y Sebastián Pagador de Challapata del
departamento de Oruro; y, en consecuencia CONCEDER la tutela
solicitada, en los términos pronunciados por el Juez de garantías.
2° Ordenar que por Secretaría General del Tribunal Constitucional
Plurinacional, se haga la difusión de la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional, en las diferentes Salas de este Tribunal; y los Tribunales
Departamentales de Justicia.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional


Plurinacional.

No interviene la Magistrada, Dra. Soraida Rosario Chánez Chire, por


encontrarse en uso de su vacación anual; razón por la cual se habilitó al
Magistrado suplente, Dr. Zenón Hugo Bacarreza Morales.

Fdo. Dra. Mirtha Camacho Quiroga


MAGISTRADA

Fdo. Dr. Zenón Hugo Bacarreza


MAGISTRADO

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