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de Santa Ana
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El arrabal de Santa Ana fue el sitio donde en el siglo XIX se formó el espíritu medular de la
población de la ciudad de Panamá
“Los negros en fila avanzaban penosamente por el camino. Daban tres pasos, se detenían, y
nuevamente otros tres pasos. Todos al mismo tiempo, todos con el mismo ritmo. Los grilletes y
cadenas que sujetaban sus pies estaban unidos a otra más grande que cargaban a sus espaldas. Un
terrible y triste rechinar de hierros se oía producto de esa forma humillante de seguir adelante.
Los soldados españoles de miradas atentas, los custodiaban armados con mosquetes, y
látigos. Al que perdía el paso, ¡fuazzzzzzzzz! Allí iba, certero el azote que desgarraba la piel y
provocaba una queja de dolor. No podían permitir que nadie retrasara la ristra humana.
Cada uno valía muchas monedas de plata. A estos negros que habían llegado desde África,
los llevaban al mercado de Calidonia, en las afueras de la Ciudad de Panamá. “(Tomado del libro
Leyendas Cuentos y Tradiciones 500 Años de la Ciudad de Panamá, Andrés Villa).
El arrabal de Santa Ana tiene una historia singular. Fue el sitio donde en el siglo XIX se
formó el espíritu medular de la población de la ciudad de Panamá. El proceso tiene condimentos
muy propios que nacen en 1673 a las afueras de las murallas tan pronto se traslada la urbe después
del ataque de piratas ingleses.
Esa especie de libre albedrío, de marginación, le da carácter a una población negra que
guarda la proporción de siete a una con respecto a la blanca. Omar Jaén Suárez en su obra La
Población del Istmo de Panamá, señala contundentemente que: “No se puede olvidar un hecho
mayor el cual es que toda persona de color tiene un ancestro esclavo.
Acá hay campamentos de negros bozales que son traídos del África en barcos a Portobelo,
custodiados y encadenados caminan por el Camino Real, llegan al lado Pacífico para ser
reembarcados hacia Suramérica. Algunos, comprados, se quedan sirviendo aquí. Durante tres siglos
se da ese fenómeno de Panamá ser un punto de rexportación de negros, pero entre el año 1718 a
1726 este comercio infame es manejado por escoceses que nombran a su campamento al lado de la
ermita de San Miguel, Calidonia. Es una manera de recordar el antiguo nombre de su país, y el
lugar se queda con él. Cada uno que vendido era marcado con un hierro candente para demostrar
que la transacción mercantil había pagado impuestos al Rey de España.
El cimarronaje, la historia de los que se rebelan y que huyen al monte sobre todo al este de
la ciudad, Pacora, Chepo son elementos de esta historia.
Es esta una capital con una clase blanca dominante dedicada al comercio, con iglesias,
plazas y calles pavimentadas, rodeada de miles de personas de color en estado de pobreza e
ignorancia que viven en el arrabal. Las estadísticas de este comercio van variando durante toda la
etapa colonial. Al menos 40,000 esclavos pasaron por aquí en el S XVIII, Hay tiempos de auge,
pero va disminuyendo paulatinamente entrado el siglo XIX y por fin, la esclavitud es abolida en
1852 por ley de Nueva Granada.
Existen esclavos en las haciendas, pero también los hay hombres y mujeres domésticos.
Jaén Suárez señala la relación entre ambas castas. “La sociedad panameña y particularmente la
urbana en su mayoría de color porta el peso de la herencia de la esclavitud. “Y agrega que mediante
el bautismo se da un parentesco sociológico pues los amos les dan sus apellidos a sus negros.
Es interesante la deducción de este historiador que también escribe que debido a una
profunda cohabitación en las residencias de los intramuros se trasfiere el alma del negro al cuerpo
de blancos. Todo esto salpica al arrabal. Hay una intensa relación entre ambas razas, de amor, odio,
necesidad y algunos sentimientos más.
En 1756 se determina que para vivir “decentemente” se necesitan cuatro esclavos. Se señala
que una familia con estatus debía por lo menos contar con un lacayo, un cocinero, un cochero, y un
sirviente.
Nos preguntamos cómo un negro del arrabal ascendía en la escala social desde el último
peldaño de la esclavitud. La respuesta es que ellos podían comprar su libertad si trabajaba extra, o
era un diestro artesano. Claro que reunir 200 o 300 pesos de aquella época le podía costar muchos
años, pero lo hacían. Ya los libertos ayudaron comprando la libertad de esposas e hijos. Servir en el
ejército del Rey fue un medio para que el negro rompiera sus cadenas.
Con todo eso los libres estaban en desventajas. Pero todo comienza a cambiar en 1821 con
la independencia de España. El Siglo XIX tiene grandes transformaciones. Los negros conocidos
como proeles son expertos navegantes corriente arriba y corriente abajo del Rio Chagres, también
trabajan como arrieros de caravanas de mulas en el Camino de Cruces. El arrabal vive del tráfico de
gentes y mercancías de la ruta transístmica. Y hay los que acumulan dinero y montan comercios
que operan fuera de las murallas.
Venden productos agrícolas, aguardiente. Este último destilado de caña ofrece dos
versiones. El que tiene anís, lleno de fragancia y con el sabor de esa planta. La gran mayoría de
esos licores tienen como base etílica un alcohol puro e insípido. Poco a poco el anisado va cediendo
en preferencia a la segunda versión que no tiene sabor ni olor y al que le llaman “seco”. Con los
años se convertirá en la bebida nacional.
Eso es lo que les toca. Todavía la gente de color no puede competir en empleos en
actividades relacionadas con entidades gubernamentales. La Hacienda, las aduanas, los correos son
exclusivos para los blancos de intramuros.
La llegada del ferrocarril es uno de los puntos más importante en la historia del arrabal.
Cambian las costumbres y su modelo económico. La vida es más rápida. La vía férrea convierte el
transporte a través del istmo en multimodal. Los muelles, las aduanas, tramitan mercancías y
pasajeros de varias líneas de vapores. Se destacan las que unen a Panamá con California y con
puertos de Chile, Perú, Ecuador y Colombia. Cruzar el istmo es cosa de horas y las islas del Caribe
y las Costa Este de los Estados Unidos están al alcance de otras líneas marítimas.
Un ejemplo es que desde el S XIX el sombrero de paja ecuatoriano llega a los comercios
panameños y de aquí se manda a Aspinwall y después a la colonia inglesa en la isla de Jamaica. Esa
prenda de vestir será exportada a todas las posesiones de Inglaterra en el mundo, la India, Suráfrica,
Kenia, Australia, Hong Kong, Egipto, Medio Oriente y será conocido por el nombre de Panamá.
Circulan nuevos periódicos como el Panama Star y The Panama Herald. Los terrenos suben
de precio y el interés de la gente de San Felipe por las propiedades en Santana aumenta.
Pero no todo es bueno para los locales. Ellos no gozan de esa bonanza, es más desaparecen
los transportes por el Chagres y toda la actividad del Camino de Cruces. Muchos pierden sus
trabajos. Los arrabaleros no gustan del tren y de todo lo que trae. La compañía importa 7,000
trabajadores irlandeses, negros antillanos, colombianos. Los europeos no aguantan el clima
tropical, son repatriados. Entonces llegan 1,000 chinos, muy pronto mueren 800 y la desesperación
por la falta de opio, que es una parte de su salario cunde en sus campamentos y muchos se suicidan.
La época de la Fiebre de Oro, de la California que duró de 1849 a 1969 está llena de cosas
nuevas y transforma el diario vivir de Santana. Las leyes relacionadas con un tratado internacional,
el Bidlack Mallarino confunden a todos. Nueva Granada permite con ventajas los derechos de paso
de Estados Unidos en la zona. Por tren se transportan $750 millones en oro. Y la inversión de $ 8
millones, que cuesta el tren es rápidamente recuperada. Se habla de dividendos de $ 37.7 millones.
El pasaje es muy caro para un panameño común, $25 por una vía y $50 ida y vuelta.
Un cónsul francés señala en un documento oficial que los buscadores de oro que cruzan el
istmo son groseros, peligrosos y que llevan revólveres de 6 tiros al cinto. Esto genera fricciones. Es
famoso lo del Incidente de la Tajada de Sandía. Una trifulca, con fecha del 15 de abril de 1856 que
provocó 17 muertos, 15 de ellos norteamericanos y 29 heridos, de ellos 14 gringos. Las bajas
locales completan los números. Estos datos son certificados por archivos del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Colombia. Pero el mismo funcionario galo no habla bien de los
arrabaleros.
El problema genera una disputa diplomática que dura diez años y que al fin Colombia
reconoce su culpa y es condenada a pagar $142, 637. Debió ser descontado de las anualidades del
ferrocarril.
He aquí que surge a la palestra política un adalid del Arrabal, el Juez del Crimen de Santana
Buenaventura Correoso. Le toca investigar el hecho y exime de culpa a todos los arrabaleros.
Se supo entonces que el valeroso pariteño José Manuel Luna que se enfrentó con un puñal a
los revólveres de los gringos Jack Oliver y compañía lo hizo debido a que no quisieron pagar un
pedazo de sandía.
Correoso fue maestro y corregidor. Toma la bandera de la educación para hacer de Santana
un mejor lugar. Es la figura política que, aunque no es negro todos ven como ejemplo. Es el que los
guiará a tomar por primera vez el poder a la cabeza del Estado Federal de Panamá. Fue Tres veces
su presidente.
Sus acciones son múltiples. Se recuerda cómo junto a soldados obliga a los arrabaleros a
vacunar a sus hijos contra enfermedades como la viruela. Con clara visión del futuro funda
bibliotecas y escuelas. Y eleva la autoestima popular. Correoso al final es un político conciliador y
gobierna junto a Pablo Arosemena, Manuel José Hurtado, gente de adentro.
Si son los escritos y las ideas de Justo Arosemena, abogado de San Felipe, las que crean el
Estado Federal, es Correoso el líder que en el terreno las pone en práctica contra viento y marea.
Es que los arrabaleros tienen enemigos, la gente blanca de adentro, los extranjeros. Y esto
lleva a enfrentamientos políticos en los que a veces usan armas y hay muertos. Ellos ondean una
bandera roja del partido liberal, Pero son liberales negros. Rafael Aizpuru es otro de sus líderes en
esta lucha racial.
Alfredo Figueroa Navarro y Armand Reclus, el francés explorador que llega para lo del
Canal Francés describen las tensiones entre los de adentro contra los de afuera.