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APLICACIÓN Y VIGENCIA DE
LA NORMA JURÍDICA
PRIVADA
1. Norma jurídica. Efectos esenciales de la norma jurídica.
● Introducción.
El art. 6.1 del Título Preliminar del Código Civil establece que “la ignorancia de
la ley no excusa de su cumplimiento”. Se trata de un principio tradicional que se
aplica en todos los sectores del ordenamiento jurídico.
No se basa en el hecho de que exista un deber general de conocimiento de todo
el Derecho, sería una exigencia imposible. Su fundamento es puramente objetivo
puesto que parte del interés general en la eficacia del Derecho. La eficacia del
Derecho no puede dejarse al capricho de sus destinatarios, porque las normas no
llegarían a aplicarse racionalmente.
Los ciudadanos no tienen un deber especial de conocer el Derecho, pero no
pueden alegar la ignorancia de la ley para eludir su cumplimiento. Sin embargo,
este deber especial sí lo tienen los funcionarios y, sobre todo, los jueces. Este
principio se expresa en el aforismo iura novit curia que significa literalmente
traducido que el “tribunal conoce el Derecho”.
● El error de Derecho producirá únicamente aquellos efectos que las leyes
determinen.
En el párrafo segundo del art. 6.1 del Título Preliminar del Código Civil se
recoge la figura del error de Derecho diciéndose: “El error de derecho producirá
únicamente aquellos efectos que las leyes determinen”. Hablamos de error de
Derecho para referirnos al desconocimiento o incertidumbre que tiene la persona
sobre la existencia o el contenido correcto de la norma que rige el caso concreto.
La persona interesada desconoce o conoce erróneamente la norma o las normas
que deben aplicarse. Esta ignorancia puede referirse tanto al contenido de la
norma en sí misma como a los criterios necesarios para su correcto
desenvolvimiento, tales como su interpretación y su aplicación.
Históricamente, el error de Derecho era inexcusable, es decir, la persona que lo
sufría no podía alegarlo frente a los tribunales para sanar el defecto del acto
jurídico realizado bajo este tipo de error, mientras que el error de hecho era
excusable. Esta idea pervivió durante mucho tiempo y hasta el movimiento
codificador. El Código Civil no condena el error de Derecho, además no
distingue entre error de Derecho y error de hecho, de modo que ambos tipos de
error pueden excusarse; éstos son los supuestos del error contractual y del cobro
de lo indebido, en los que no se distingue entre ambas modalidades. Pero si la
ley menciona expresamente el error de hecho, es índice de que excluye el de
Derecho.
El error de Derecho puede ser excusable pero no en cualquier caso, sino solo en
los supuestos en los que las leyes lo determinen; el artículo 6.1 CC establece que
“producirá únicamente aquellos efectos que las leyes determinen”. Por ello la
doctrina y la jurisprudencia recuerdan que el error de Derecho debe tener una
consideración “excepcional” puesto que ha de apreciarse cuando la norma
jurídica lo permita y aplicarse con “extraordinaria cautela”.
El propio Código Civil contempla el error de Derecho en numerosos supuestos:
matrimonio putativo (art. 79), plantaciones, construcciones u obras con
materiales ajenos de buena fe (arts. 360 y 361), posesión de buena fe (art. 433),
usucapión ordinaria (art. 1940), etc.
La vigencia temporal de las normas responde a dos cuestiones básicas, cuándo entra en
vigor y cuándo la norma pierde su eficacia (derogación).
El art. 2.1 CC prevé que “las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su
completa publicación en el Boletín Oficial del Estado (B.O.E), si en ellas no se
dispone otra cosa”. Este plazo comienza a contarse (cómputo) a partir del día
siguiente a la publicación en el B.O.E. La publicación es un requisito
imprescindible para la entrada en vigor, sin ella la ley en cuestión no tendría
eficacia alguna (art. 9.3 CE).
Las leyes nacen con vocación de permanencia, pero pueden perder su vigencia
por los siguientes motivos: bien porque la ley de que se trate nazca ya desde el
inicio con un plazo determinado (por ejemplo: las leyes de presupuestos
generales, que, salvo prórroga, duran un año), bien, porque se dicte en atención a
una determinada circunstancia y ésta desaparece (por ejemplo: una ley que
declara una zona catastrófica ante un terremoto), bien porque es declarada
inconstitucional por el TC, bien porque es anulada por el mismo órgano que la
dictó, bien porque siendo un reglamento es declarada ilegal por un juez, o bien
porque es derogada por otra norma posterior de igual o superior rango.
La derogación es el resultado que se produce cuando una norma es sustituida por
otra. A ello se refiere el art. 2.2 CC: “las leyes solo se derogan por otras
posteriores. La derogación tendrá el alcance que expresamente se disponga y se
extenderá siempre a todo aquello que en la ley nueva, sobre la misma materia
sea incompatible con la anterior. Por la simple derogación de una ley no
recobran vigencia las que ésta hubiere derogado”. Deben considerarse dos
reglas: primera, la ley posterior deroga a la anterior, y segunda, la norma
posterior de rango inferior no puede derogar a la anterior de superior rango, lo
contrario atentaría contra el principio de jerarquía normativa (art. 9.3 CE).
La derogación puede ser expresa o tácita. Es expresa cuando la ley posterior
deroga la anterior manifestando el alcance de la derogación. Existen dos modos
de establecer la derogación expresa: señalando las disposiciones derogadas
(derogación expresa concreta), o bien se declaran derogadas cuantas leyes y
disposiciones anteriores se opongan a la presente (derogación expresa genérica).
La derogación es tácita en aquellos casos en los que la ley posterior no se
pronuncia sobre su alcance derogatorio, pero por la materia que regula es
incompatible con otra ley anterior. Esta última cuestión no siempre resulta clara,
y a veces no es fácil determinar cuales son las disposiciones afectadas por la
nueva ley.
- Grados de retroactividad.
- El Derecho transitorio.