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LECCIÓN 1

EL DERECHO OBJETIVO

1. Concepto de Derecho.
2. La norma jurídica: Concepto, estructura, caracteres y clases.
3. Derecho público y Derecho privado.
4. Las Fuentes del Derecho: Ley, Costumbre y Principio Generales del Derecho.

INTRODUCCIÓN: La necesidad del Derecho

Al tratar de explicar qué es el Derecho es frecuente contraponer a Robinson en su isla al


hombre en sociedad. Robinson, se dice, no pudo tener ninguna relación jurídica porque
estaba solo. El Derecho existe cuando hay sociedad, es decir, una pluralidad de seres
humanos en contacto, cada uno con diferentes intereses, por lo que es preciso resolver
sus posibles conflictos, sabiendo cada cual qué es lo suyo y precisando todos de una
autoridad que cuide de sus incumbencias comunes. Es, por lo tanto, la convivencia de
los seres humanos lo que hace indispensable el Derecho, que nace ineludiblemente en
cuanto que los hombres viven juntos y en relación.

1. CONCEPTO DE DERECHO

La palabra Derecho se emplea en dos sentidos distintos:

a) En sentido objetivo: es el conjunto de reglas jurídicas que están vigentes en una


sociedad. Es decir, se habla de derecho como ordenación o como norma.
b) En sentido subjetivo: es la facultad o prerrogativa reconocida a una persona por el
derecho objetivo y que le permite imponer a los demás un determinado
comportamiento. Aquí se habla, por tanto, de derecho como facultad o prerrogativa.

Ambos conceptos están relacionados ya que el derecho subjetivo deriva del derecho
objetivo y tiene su reverso en el deber jurídico, ya que lo que es poder o facultad para
una persona es, para otra, limitación o sometimiento. Nosotros nos vamos a referir en
este tema, sólo, al derecho objetivo, es decir, al derecho como norma o como regla
jurídica.

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2. LA NORMA JURÍDICA

La palabra “norma” se utiliza para designar a las reglas a las que se sujeta el obrar
humano.
Debemos distinguir la norma jurídica de otras normas sociales que quedan fuera del
ámbito de lo jurídico:
• Normas morales, son aquellas que se dirigen a la conciencia de la persona y
sólo tienen valor en el terreno de la ética;
• Normas sociales, costumbres, hábitos, etc. que corresponden a un
comportamiento socialmente adecuado según el uso social y cuya infracción
acarreará una sanción social, pero no jurídica. Por ejemplo: no saludar a un
amigo o no vestir de una manera adecuada a las circunstancias.

Por el contrario, podemos definir la norma jurídica como todo precepto general cuyo fin
sea ordenar la convivencia de la comunidad y cuya observancia puede ser impuesta
coactivamente por el poder directivo de aquella (es decir, de la comunidad).

2.1. Estructura de la norma jurídica

En la estructura de toda norma jurídica se distinguen dos elementos distintos:


• El supuesto de hecho, que es la realidad social contemplada por la norma, y
• La consecuencia jurídica, que es el efecto o respuesta que esa realidad social
merece en el ámbito de la norma.

Por ejemplo: El artículo 138 del Código Penal señala que, “quien matare a otro será
castigado con la pena de prisión de 10 a 15 años”. El supuesto de hecho es “matar a
otro”, y a ese supuesto de hecho se la aplica como consecuencia jurídica la pena
privativa de libertad de entre 10 a 15 años.

a) El Supuesto de Hecho:

Contempla la previsión hipotética de un futuro acontecimiento (en el ejemplo


anterior, el futuro acontecimiento que contempla la norma es que una persona

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mate a otra). Dicho acontecimiento, cuya realización contempla anticipadamente
la norma, puede ser de naturaleza muy variada:

• Unas veces se trata de un hecho natural independiente de la acción del


hombre (por ejemplo, el art. 370 Código Civil – en adelante, Cc- que se
refiere a la posibilidad de que quede abandonado el cauce de un río por
variar naturalmente el curso de las aguas).
• Otras veces se refiere a un acto humano en el que se prescinde de la
intención del agente (por ejemplo, el art. 351 Cc que alude al hallazgo de un
tesoro oculto).
• Otras veces se trata de un acto humano en el que se tiene en cuenta dicha
voluntad (art. 120 Cc que tiene en cuenta determinado comportamiento del
padre consistente en reconocer la filiación ante el registro civil) y,
• Otras veces, la norma contempla ciertas situaciones en que se encuentran las
personas (por ejemplo art. 233 Cc, que impide el ejercicio de la tutela sobre
un menor a quien fuera condenado a pena privativa de libertad).

b) La Consecuencia Jurídica:

Tenemos que distinguir entre dos tipos de eficacia o consecuencia jurídica:

• La eficacia particular de cada norma, cuyo estudio corresponde a


las diversas instituciones particulares del derecho.
• La eficacia general de las normas jurídicas.

La eficacia general de las normas jurídicas, que se manifiesta en todas ellas, tiene dos
manifestaciones:

i) Inexcusabilidad del cumplimiento: El primer efecto general de las normas es


imponer a sus destinatarios el deber de ajustar a ellas su comportamiento.
Cuando tal comportamiento se realiza, tiene lugar el cumplimiento de la
norma, por ello, se puede establecer como principio general que el
cumplimiento de las normas es inexcusable.

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Este principio se relaciona con otro, que es el de la ignorancia de las normas. El
art. 6.1 Cc dice que “la ignorancia de las leyes no excusa de su
cumplimiento”. En justificación de dicho principio se alega razones diversas.
Las principales y contrapuestas son, por un lado, las que hablan de un deber
general de conocimiento de las normas y, por otro, las que defienden la
necesidad social de imponer sus consecuencias, independientemente de que éstas
sean o no efectivamente conocidas. En la doctrina moderna predomina este
último punto de vista e, igualmente, la jurisprudencia1 ha interpretado el
precepto citado no como un deber de conocimiento, sino en el sentido de que la
ignorancia de las leyes a nadie debe aprovechar.

ii) Eficacia represiva de las normas: las normas desenvuelven su eficacia


represiva o sancionadora cuando se incumple el mandato que contienen. Es
ésta la característica de las normas jurídicas que la diferencia de otras
normas no jurídicas como son los usos sociales, morales, etc...

2.2. Características de las normas jurídicas

a) Imperatividad: Toda norma jurídica contiene un mandato o una prohibición,


por eso se dice que es imperativa; este carácter hace que la norma se imponga a
todos los ciudadanos que, de esta forma, tienen el deber de acatarla. Así el art.
9.1 Constitución (en adelante, CE) dice que los ciudadanos y los poderes
públicos están sujetos a la Constitución y al resto del Ordenamiento.

Debemos tener en cuenta que el que toda norma mande o prohíba algo, no
quiere decir que de ella nazcan sólo deberes, porque frecuentemente a la vez que
manda, concede a otro el derecho a que se cumpla lo debido.

b) Generalidad: La norma es general porque se refiere a todos aquellos casos que


estén comprendidos en el supuesto de hecho descrito por la misma. Se entiende

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La jurisprudencia está formada por las resoluciones de los casos particulares por los tribunales de
justicia.

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que es general la disposición dictada para toda una categoría o clase de actos
cualesquiera que sean, con tal de que reúnan los requisitos que, en abstracto,
han sido prefijados. Por ejemplo: cuando se establece que a la muerte de todo
funcionario público su viuda percibirá determinada pensión. Por tanto, falta la
generalidad cuando se dicta una disposición para un supuesto individual,
referente, pues, a una persona en particular, a una cosa concreta o a una relación
determinada. Por ejemplo, cuando se concede una pensión extraordinaria a la
viuda del funcionario X.
Por eso, cuando el Consejo de Ministros aprueba un Real Decreto por el que
se concede una medalla a una persona por sus méritos o servicios prestados,
no estamos ante una norma jurídica, porque no es general, no se refiere a una
pluralidad de supuestos de hecho, sino ante un mero acto de la
administración que busca premiar a una persona concreta.

c) Coercibilidad. Es la garantía de cumplimiento de la norma: el Estado presta sus


medios coactivos para que puedan imponerse, en defecto de cumplimiento
voluntario, las sanciones previstas por la norma para el caso de incumplimiento.
No se concibe el Derecho sin la idea de obligatoriedad y sanción; la norma
necesita contar con la sanción, esto es, con la fuerza de la Organización estatal
de la que recibe validez.

2.3. Clases de normas

a) Normas rígidas y elásticas

Normas rígidas: son aquellas en las que el supuesto de hecho y los efectos o
consecuencias jurídicas son taxativos, de contenido concreto e invariable. Por
ejemplo, el art. 315 Cc dice que a los 18 años cumplidos (supuesto de hecho), se
adquiere la mayoría de edad (consecuencia jurídica).

Normas elásticas: son aquellas normas en las que, bien el supuesto de hecho o
bien los efectos jurídicos, son flexibles, es decir, no están determinados
concretamente, sino sólo indicados en general mediante conceptos cuyo
contenido singular es variable dentro de ciertos márgenes, de forma que es

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posible tomar en cuenta todas las circunstancias de cada hipótesis particular a
que hayan de aplicarse, así como aplicarlas a tenor de las ideas socialmente
imperantes que pueden evolucionar de una vez a otra. Por ejemplo, cuando la
norma emplea expresiones como “cuando exista una causa justa”, o cuando, en
las normas penales, se permite al juez decidir la pena en la extensión
determinada que considere, como el caso antes visto del art. 138 Código penal
que castiga “al que matare a otro con la pena de diez a quince años de presión”,
es una norma flexible porque la consecuencia jurídica que prevé –prisión de diez
a quince años- permite que el juez tenga en cuenta las circunstancias
concurrentes en el delito para castigar al homicida a la pena máxima o la
mínima, o la que considere ajustada al caso.

b) Normas comunes y normas particulares

Según el ámbito territorial de aplicación, las normas pueden ser:

Comunes: rigen en todo el territorio de que se trate. Por ejemplo, en toda


España.

Particulares: rigen sólo en una parte del territorio, como ocurre con las normas
de una Comunidad Autónoma o de un pueblo determinado –por ejemplo, un
bando del alcalde que regule las fiestas del pueblo-.

c) Normas imperativas, necesarias o de “ius cogens” (derecho obligatorio) y


Normas dispositivas, supletorias o de derecho voluntario:

Normas imperativas: son aquellas que establecen una regulación forzosa para el
supuesto que se trate. Por ejemplo, los artículos 57 y 58 Cc dicen que el
matrimonio ha de contraerse en la forma que establece la ley. Así, si se contrae
de una forma distinta no es válido.

Normas dispositivas: son aquellas que establecen una regulación supletoria para
el supuesto tratado. Es decir, estas normas permiten que los particulares pacten

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libremente el contenido de la relación jurídica y, sólo cuando no hayan pactado,
rigen estas normas dispositivas.

Esta clasificación se hace según que el Ordenamiento jurídico permita o no que


se anteponga a sus normas la voluntad de los particulares, o, como señala la
doctrina, el precepto creado por la Autonomía Privada (autonomía privada es el
poder del individuo de autorregular sus propios intereses, a través,
fundamentalmente, de la libertad de pactos a la hora de realizar un contrato).
Por ejemplo, el artículo 1465 Cc señala que los gastos de transporte de la cosa
vendida serán a cargo del comprador, salvo si se pacta otra cosa. Es una norma
dispositiva porque las partes del contrato de compraventa pueden pactar que los
gastos de transporte corran a cargo del vendedor. Solo en el caso de que no
hayan pactado nada se aplicará el art. 1465 Código civil y los gastos serán
abonados, en consecuencia, por el comprador.

Lo expuesto no contradice el carácter imperativo que antes se afirmó en toda


norma; las normas supletorias o dispositivas sí son imperativas en el sentido de
que siempre obligan a lo que mandan, pero sólo mandan en el caso de que los
interesados no hayan regulado ese punto de una manera distinta.

3. DERECHO PÚBLICO Y DERECHO PRIVADO

Esta distinción de las normas en normas de Derecho público y normas de


Derecho privado es, sin duda, la más importante, dado que no constituye una
mera cuestión teórica sino práctica. Baste fijarnos cómo existen una serie de
Tribunales diferentes que conocen de diversas partes del Ordenamiento jurídico.
Así, los Tribunales civiles y mercantiles conocen del Derecho civil y mercantil,
los Tribunales penales, contencioso-administrativos y laborales del Derecho
Penal, administrativo y tributario y, del Derecho del trabajo; sólo los primeros y
los laborales son de Derecho privado. Pero tampoco constituye una separación
del Ordenamiento en dos compartimentos estancos, ya que se trata de dos ramas
procedentes de un mismo tronco u origen, que son distinguibles o separables,
pero están intercomunicados y no son oponibles.

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Los criterios de distinción son los siguientes:

1º Criterio subjetivo

Colocan la nota distintiva en la intervención del Estado. Así, son normas de


Derecho público aquéllas que se refieran al Estado, bien porque las normas
regulen la organización, estructura o actividad del Estado, bien porque regulen
relaciones entre el Estado y los ciudadanos.
a) Normas que se refieran a la organización, estructura o actividad del
Estado. Como normas que regulan la estructura del Estado podemos señalar las
que reglamentan los distintos poderes del Estado, (normas relativas al poder
ejecutivo –v. gr., normas sobre organización del Gobierno central o de los
Gobiernos autonómicos-, poder legislativo –v. gr., normas que regulan el
funcionamiento de las Cortes Generales o de las Asambleas legislativas de las
Comunidades Autónomas-, y poder judicial – v. gr., normas sobre la
organización de los Tribunales, o las normas de carácter procesal-). Así, por
ejemplo, la Ley del Gobierno (Ley 50/1997, de 27 de noviembre) regula cómo
se estructura el Gobierno y alude a las funciones de sus miembros, como las del
Presidente del Gobierno, los Ministros, los Secretarios de Estado, etc.; éstas son
normas de Derecho público porque regulan la organización del Gobierno, que
forma parte del Estado; igual ocurre con las normas que regulan las
universidades, o los municipios, por ejemplo, todas ellas regulan la estructura o
la organización del Estado, del que forman parte.
b) Normas que regulen relaciones entre el Estado y los ciudadanos.
Como normas que regulan las relaciones entre el Estado y los ciudadanos
podemos señalar las del denominado Derecho administrativo sancionador que
permite, por ejemplo, imponer multas cuando un conductor infringe el Código
de la circulación.
Ahora bien, el Estado puede intervenir en su relación con los ciudadanos de dos
formas distintas:
• Como tal Estado, dotado de jerarquía y superioridad respecto del
ciudadano.
• Como un sujeto más, es decir, de igual a igual.
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Según este criterio, Derecho público sería, sólo, el que regula relaciones
jerárquicas o de plusvalor. Es decir, cuando existe lo que se llama una relación
jurídico-pública (aquellas en las que interviene el Estado dotado de su
“imperium”); por el contrario, cuando el Estado actúa de igual a igual frente a
los ciudadanos estaríamos ante normas de Derecho privado. Por ejemplo,
cuando la administración alquila un local para abrir una oficina del INEM no
actúa dotado de imperium, como tal administración, sino de igual a igual, de tal
manera que, si no paga la renta, el propietario del local puede desahuciarle. En
cambio, cuando un Guardia civil pone una multa de tráfico, actúa dotado de
jerarquía y no de igual a igual, de hecho, para recurrir la multa si el particular no
está conforme con la sanción, primero debe pagar y luego recurrir (regla “solve
et repete” -paga y luego reclama-). Además, la versión del Guardia civil tiene
presunción de veracidad, por lo que el conductor tiene la carga de probar que no
es cierta la versión de los hechos que mantiene el agente de la autoridad.
La dificultad de este criterio estriba muchas veces en saber cuándo la
Administración actúa como sujeto de poder y cuándo lo hace desprovista de
imperium como si fuera un sujeto más.

Frente al Derecho público, el Derecho Privado sería el que regula lo relativo a


los particulares o sujetos que intervienen de igual a igual. Así sólo es Derecho
privado el Derecho civil, el mercantil y el laboral; el resto del ordenamiento es
Derecho público.

2º Criterio objetivo

Según este criterio, el Derecho privado es el derecho de la utilidad o el interés de


los particulares, y el Derecho público será el que busca la utilidad pública.
Esta formulación parece inexacta ya que todas las normas jurídicas pretenden y
buscan un interés de tipo general, sin perjuicio de que puedan contemplar,
también, intereses particulares.

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3º Posición de la jurisprudencia

Por regla general, los tribunales estiman que el criterio más aceptado es el
subjetivo. Por tanto, se considera Derecho público, cuando las normas se
refieren a la organización, estructura o actividad del Estado, así como cuando
regulan relaciones entre el Estado y los ciudadanos, interviniendo el Estado
como poder y no en plano de igualdad; si bien no señalan criterios generales en
los que detecta la actuación de un ente como titular de “imperium”, sino
específicos, caso por caso.

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4. LAS FUENTES DEL DERECHO

En sentido técnico, se habla de fuentes del derecho en un doble sentido:

a) Como "origen de las normas jurídicas", es decir, quiénes son la persona, personas o
grupos sociales que en un determinado sector social o político ejercen el poder de
creación de normas jurídicas (como el Parlamento del que emana las leyes).

b) Como "la forma de expresión o exteriorización en que la norma se manifiesta" (por


ejemplo, la ley misma).

De lo anterior, se deduce que no cabe definir fuente del derecho unitariamente sino que
cabe distinguir fuente material y fuente formal.

Fuente material del derecho, es la fuerza o poder social con facultad normativa
creadora; personas o grupos sociales que tienen la potestas normandi, la potestad de
dictar normas jurídicas.

Fuente formal del derecho, es la forma externa de manifestarse el Derecho


positivo (derecho vigente), la forma de exteriorización de la norma.

La Fuente material del derecho es el pueblo, que ostenta la soberanía nacional (art. 1.2º
Constitución Española –CE-), a través del poder legislativo del Estado, que radica en las
Cortes Generales (arts. 66 y ss. CE): crea las leyes, fuente formal. También el pueblo,
no en el sentido nacional sino local, es fuente material del derecho, cuando éste se
manifiesta, como fuente formal, en la costumbre. Del ordenamiento jurídico se deduce
los principios generales del derecho, nacidos, pues, indirectamente, también del espíritu
del pueblo.

Fuentes formales. Las enumera el artículo 1 del Código civil, al decir que “Las fuentes
del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y los principios generales del
derecho”.

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El sistema de fuentes formales se integra entre sí constituyendo lo que se ha venido
llamando la “integridad del ordenamiento jurídico". Este concepto significa que
cualquier caso o situación que acontezca en la realidad, tiene una regulación legal, por
lo que se puede mantener que no existen lagunas en el derecho, es decir, situaciones no
reguladas, sino que podrá haberlas en la Ley, pero nunca en el Derecho considerado
como un todo. Por eso, el artículo 2-7 Cc dice que "Los Jueces y Tribunales tienen el
deber inexcusable de resolver en todo caso los asuntos de que conozcan, ateniéndose al
sistema de fuentes establecido".

Para poder comprender la integración del Derecho, debemos hacer referencia al


concepto de ordenamiento jurídico.

El ordenamiento jurídico no es un simple agregado o conjunto de normas, sino que es


una organización, una estructura, dentro de la cual se insertan las normas. El
ordenamiento es, por tanto, algo más que las normas que lo integran, e incluso debe
estimarse que no puede darse un concepto ordenado de las normas que lo integran sin
anteponer previamente el concepto unitario de aquél.
Así, cuando se habla de Derecho italiano o francés no es verdad que se piense sólo en
una serie de normas, sino en lo que se piensa es en la compleja y variada organización
del Estado italiano o francés.

Por lo tanto, podemos definir el ordenamiento jurídico como la organización y


estructuración de las normas que lo componen conforme a unos principios.

Coexistiendo diversas fuentes formales en nuestro Derecho, se hace preciso establecer


su orden jerárquico, esto es, enumerarlas según su primacía y subordinación respectivas
de acuerdo con su rango, y así distinguimos:

1ª La Constitución española, de 27 de diciembre de 1978


2ª Los Tratados internacionales y el Derecho de la Unión Europea
3ª La ley
4ª La costumbre
5ª Los principios generales del derecho

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CONSTITUCIÓN
TRATADOS INTERNACIONALES
DERECHO DE LA UNIÓN EUROPEA
LEY

COSTUMBRE

PRINCIPIOS GENERALES

3.1. LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

La Constitución Española, al igual que las constituciones de los países de nuestro


entorno, cumple los requisitos que doctrinalmente se consideran necesarios para que
pueda hablarse de una verdadera Constitución: (1) su origen, que está en la voluntad
popular, (2) contiene el conjunto de derechos que el pueblo soberano decide otorgarse
para vivir en libertad y paz, y, (3) establece el orden político determinado para llevar a
cabo su fin esencial de respeto del modelo de convivencia y, en especial, (4) la
separación de poderes del Estado, a saber:

a) Poder legislativo (arts. 66 y siguientes -ss.- CE): Cortes Generales, que son
bicamerales, compuestas por el Congreso de los Diputados y por el Senado.
b) Poder ejecutivo (arts. 97 y ss. CE).
c) Poder judicial (arts. 117 y ss. CE).

Valor normativo de la Constitución. La Constitución es la ley de leyes, es la norma


suprema de nuestro ordenamiento, todas las demás deben respetar sus principios y
ninguna puede ir contra sus preceptos. Así, señala su artículo 9.1 que “Los ciudadanos
y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento
jurídico”.

En este sentido, es la norma superior de toda nuestra legislación, sus principios


informan la interpretación de las demás fuentes del derecho y parte de sus normas tienen
aplicación directa, en especial los relativos a los derechos fundamentales y libertades
públicas.

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El Tribunal constitucional. En relación con la Constitución tiene especial importancia
el Tribunal Constitucional, que es el órgano encargado de interpretar la misma a través
de sus sentencias, debiendo, además, todos los jueces y tribunales españoles seguir esos
criterios interpretativos. Entre otras, tiene competencia2 para conocer de los siguientes
recursos:

- Recurso de inconstitucionalidad, contra leyes y disposiciones normativas con


fuerza de ley. A través de este recurso, el Tribunal Constitucional puede
declarar inconstitucional las leyes que no respeten la Constitución,
expulsándolas de nuestro ordenamiento jurídico. Por eso se dice que actúa
como “elemento negativo de las fuentes del Derecho” anulando las normas
que vayan contra la misma.
- Recurso de amparo: Cualquier ciudadano puede recabar la tutela de los
derechos fundamentales y de las libertades públicas reconocidas en la
Constitución, no sólo ante los tribunales ordinarios, sino ante el Tribunal
Constitucional (art. 53.2 CE).

Principios constitucionales que rigen nuestro sistema de fuentes:

1º Principio de jerarquía normativa

La CE en su art. 9-3 garantiza el principio de jerarquía normativa, en virtud del cual una
norma de rango inferior no puede ir contra otra de rango superior.
Este principio viene recogido en varios preceptos:
- Art. 9.3 CE: “La constitución garantiza … la jerarquía normativa …”.
- Art. 97 CE: “El Gobierno ejerce la potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitución y
las leyes”.
- Art. 1.2. Cc: “Carecerán de validez las disposiciones que contradigan otra de rango
superior”.

2
Además de los recursos mencionados, la Ley Orgánica 15/2015, de 16 de octubre, de reforma de la Ley
Orgánica 2/1979, de 3 de octubre, del Tribunal Constitucional, para la ejecución de las resoluciones del
Tribunal Constitucional como garantía del Estado de Derecho, dota al propio TC de los instrumentos de
ejecución necesarios para garantizar el cumplimiento efectivo de sus resoluciones. De esta manera, el TC
no solo dicta sentencias u otras resoluciones, sino también, puede ejecutarlas por sí mismo u ordenar su
ejecución a otras autoridades o tribunales para su conseguir su plena efectividad.

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- Art. 47.2 Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las
Administraciones Públicas: “Nulidad de pleno derecho .. También serán nulas de pleno
derecho las disposiciones administrativas que vulneren la Constitución, las leyes u otras
disposiciones administrativas de rango superior …”.

2º Principio de legalidad

Consiste en que (1) la Ley emane del poder legislativo del Estado y siguiendo el
procedimiento que legalmente esté previsto. Este principio excluye la posibilidad de
crear libremente el Derecho fuera de los cauces señalados por la CE.
Igualmente supone, que (2) los poderes públicos han de obrar de conformidad con la
Ley y el Derecho (art. 103-1 CE).

Respecto del contenido de nuestra Constitución, destacamos:

La Constitución define el modelo de Estado: España se constituye en un Estado social y democrático de


Derecho (art. 1 CE).

El Título I CE, “De los derechos y deberes fundamentales”, establece, entre otras disposiciones, el
reconocimiento de los derechos fundamentales de toda persona, por lo que tiene una importancia
extraordinaria en nuestra legislación.

Destacamos los siguientes, recogidos en su capítulo II: a) igualdad ante la ley y no discriminación (art. 14
CE); b) derecho a la vida y a la integridad física y moral (art. 15 CE); c) a la libertad ideológica (art. 16
CE); d) a la libertad "física" (art. 17 CE); e) al honor, a la intimidad y a la propia imagen (art. 18 CE); f) a
la elección de residencia (art. 19 CE); g) a la libertad de pensamiento y expresión (art. 20 CE); h) a la
reunión pacífica y sin armas (art. 21 CE); i) a la asociación (art. 22 CE); j) a la participación en los
asuntos públicos (art. 23 CE); k) a la tutela de los jueces y tribunales (art. 24 CE); l) a la condena penal
con arreglo a la ley (art. 25 CE); m) prohibición de tribunales de honor (art. 26 CE); n) derecho a la
educación (art. 27); ñ) a la sindicación y la huelga (art. 28 CE); o) a la petición a los poderes públicos (art.
29 CE); p) al servicio militar o a la prestación social sustitutoria (art. 30 CE); q) a pagar los tributos de
acuerdo con la capacidad económica (art. 31 CE); r) a contraer matrimonio (art. 32 CE); s) a la propiedad
privada y a la herencia (art. 33 CE); t) a la fundación para fines de interés general (art. 34 CE); u) al
trabajo (art. 35 CE); v) al ejercicio de las profesiones tituladas (art. 36 CE); w) a la negociación colectiva
(art. 37 CE); x) a la libertad de empresa (art. 38 CE).

El Título II CE, “De la corona”, señala que el Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad, arbitra y
modera el funcionamiento de las instituciones, asume la más alta representación del Estado Español en las
relaciones internacionales y ejerce las funciones que le atribuyen la Constitución y las leyes.

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El Título III, “De las Cortes Generales”, regula el poder legislativo del Estado, así como el
procedimiento de elaboración de las leyes.

El Título IV, “Del Gobierno y de la Administración”, regula el poder ejecutivo del Estado.

El Título V, “De las relaciones entre el Gobierno y las Cortes Generales”, alude al control que ejercen las
Cortes Generales sobre la actuación del Gobierno.

El Título VI, “Del poder judicial”, regula este poder del Estado.

El Título VII, “Economía y Hacienda”, recoge los principios económicos básicos del Estado.

El Título VIII, “De la Organización Territorial del Estado”, señala que el Estado se organiza
territorialmente en municipios, en provincias y en Comunidades Autónomas. Todas estas entidades gozan
de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses.

El Título IX, “Del Tribunal Constitucional”, que es un órgano judicial que tiene encomendado la
interpretación de los preceptos constitucionales y cuyas resoluciones deben seguir todos los Juzgados y
Tribunales.

El Título X, “De la reforma constitucional”, estable el procedimiento y mayorías necesarias para


reformar la Constitución.

3.2. FUENTES INTERNACIONALES Y SUPRANACIONALES

La principal fuente internacional de nuestro Derecho son los Tratados internacionales.


Al respecto establece el art. 1.5 Cc que: “Las normas jurídicas contenidas en los tratados
internacionales no serán de aplicación directa en España en tanto no hayan pasado a
formar parte del ordenamiento interno mediante su publicación íntegra en el Boletín
Oficial del Estado”. Y, por su parte, el art. 96 CE: “Los tratados internacionales
válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán parte del
ordenamiento interno”.

Como fuente supranacional nos encontramos con el ordenamiento jurídico de la Unión


Europea. Es supranacional porque se impone a los Derechos nacionales de los Estados
miembros sin necesidad de que sea ratificado por éstos.

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El Derecho de la Unión Europea tiene sus fuentes específicas, que se clasifican en
Derecho originario, compuesto por los Tratados constitutivos, y los Tratados que han
ido modificando los mismos a través del proceso de integración de la UE; en la
actualidad, básicamente, el Tratado de la Unión Europea (TUE), de 1992, firmado en
Maastricht, y el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE), de 2007 -
antiguo Tratado de la CE- y, el Derecho derivado, que son los reglamentos, directivas y
decisiones (art. 288 TFUE).

- El Reglamento, puede ser adoptado tanto por el Consejo, como por la


Comisión, es obligatorio y directamente aplicable en todos los Estados
miembros. El Reglamento se publica en todas las lenguas oficiales de la Unión
Europea en el Diario Oficial (DOUE).

- La Directiva obliga al Estado miembro destinatario en cuanto al resultado que


deba conseguirse, dejando, sin embargo, a las autoridades nacionales la elección
de la forma y de los medios. De esta forma, los Estados miembros deberán
adoptar las normas internas necesarias para ejecutar, para dar cumplimiento, a
las directivas. La Directiva se convierte en directamente aplicable en el Estado
destinatario cuando no es transpuesta por el legislador nacional conforme a lo
que establezca la propia Directiva.

- La Decisión es obligatoria para sus destinatarios. Se distingue del reglamento


porque no obliga a todos los Estados miembros sino solo a los destinatarios
concretos de la misma, que pueden ser también los particulares.

- Por último, los dictámenes y las recomendaciones no son vinculantes, los


primeros manifiestan una opinión sobre una cuestión determinada, y las
segundas, son recomendaciones para adoptar una conducta concreta sobre
determinada materia.

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3.3. LA LEY Y EL REGLAMENTO

3.3.1. Concepto de Ley

1º En un sentido muy amplio, Ley equivale a norma jurídica, ya proceda del


Estado, ya proceda del Pueblo. Así, frente a la norma estatal aparecería la norma
consuetudinaria –costumbre-.

2º En un sentido menos amplio, la Ley seria la norma jurídica dictada por el


Estado. Se incluye, entonces, a las Leyes que son aprobadas por el poder legislativo del
Estado y a las normas emanadas por la Administración –reglamentos-. Este sentido es el
que tiene la palabra Ley en el artículo 1 del Código civil al preceptuar que las fuentes
del ordenamiento jurídico español son la Ley, la costumbre y los principios generales.

3º En sentido estricto, la Ley es la norma estatal, procedente del poder


legislativo y que sigue el procedimiento parlamentario establecido al efecto.

3.3.2. Tramitación de las leyes estatales: leer artículos 87 y ss CE.

3.3.3. Clases de Leyes

1º Leyes orgánicas y Leyes ordinarias

Son leyes orgánicas las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las
libertades públicas, las que aprueben los Estatutos de Autonomía y el régimen electoral
general y las demás previstas en la Constitución.
La aprobación, modificación o derogación de las leyes orgánicas exigirá mayoría
absoluta del Congreso, en una votación final sobre el conjunto del proyecto (art. 81.1 y
2 CE).

La ley ordinaria puede regular cualquier materia que no este reservada a las Leyes
Orgánicas. Para su aprobación, modificación o derogación es suficiente la mayoría
simple.

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Como puede apreciarse, la relación entre las leyes orgánicas y ordinarias no responde al
principio de jerarquía, sino al principio de competencia normativa: cada uno de estos
tipos de leyes es competente para regular materias distintas, de tal manera que las
materias reservadas a las leyes orgánicas no pueden ser reguladas por ley ordinaria. Si
ocurriera esto, la ley sería inconstitucional por infringir el artículo 81 CE, siendo el
Tribunal Constitucional el encargado de declarar la inconstitucionalidad.

2º Leyes marco, leyes de principios y leyes de delegación

Son normas de colaboración y coordinación entre el Estado y las Comunidades


Autónomas (CCAA). Están reguladas en el artículo 150 CE.

3º Normas con rango de ley

1.- Reales Decretos Legislativos

Son normas con rango de Ley dictadas por el Gobierno, fruto de una delegación
legislativa que en su favor hacen las Cortes Generales para un caso concreto.

Están regulados en el artículo 82 CE:

1. Las Cortes Generales podrán delegar en el Gobierno la potestad de dictar normas con
rango de ley sobre materias determinadas no incluidas en el artículo anterior. Por lo
tanto, las Cortes no pueden delegar materia reservada a las leyes orgánicas.
2. La delegación legislativa deberá otorgarse mediante una ley de bases cuando su
objeto sea la formación de textos articulados o por una ley ordinaria cuando se trate de
refundir varios textos legales en uno solo.

Por ejemplo: El Código Civil está dividido en artículos, por eso se denomina “texto
articulado”. Cuando el poder legislativo sintió la necesidad de publicar un Código civil,
y ante la imposibilidad de que en las Cortes discutieran todos y cada uno de los artículos
que lo iban a componer, delegaron en el Gobierno la potestad de dictar el Código (texto
articulado). Esa delegación se hizo a través de una Ley de Bases a través de la cual
señalaban los principios o bases que debería tomar en cuenta el Gobierno a la hora de

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redactar la norma encargada. Una vez confeccionado el Código, se publicó como
Decreto Legislativo.

2.- Reales Decretos leyes

Están regulados en el art. 86 CE: “En caso de extraordinaria y urgente necesidad, el


Gobierno podrá dictar disposiciones legislativas provisionales que tomarán la forma de
Decretos-leyes y que no podrán afectar al ordenamiento de las instituciones básicas del
Estado, a los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en el Título I,
al régimen de las Comunidades Autónomas, ni al Derecho electoral general.

Los Decretos-leyes deberán ser inmediatamente sometidos a debate y votación de


totalidad al Congreso de los Diputados, convocado al efecto si no estuviere reunido, en
el plazo de los treinta días siguientes a su promulgación. El Congreso habrá de
pronunciarse expresamente dentro de dicho plazo sobre su convalidación o derogación”.

4º Leyes estatales y leyes de las Comunidades Autónomas

Junto a las Leyes estatales arriba descritas, las Comunidades Autónomas, por medio de
sus Asambleas Legislativas, gozan también de la potestad de dictar Leyes.

Esta potestad debe recaer sobre materias que la Constitución reconoce como
susceptibles de ser asumidas por las CCAA en sus Estatutos de Autonomía que son
enumeradas en el art. 148 CE o, sobre aquéllas otras que por no estar atribuidas
expresamente al Estado en la CE (art. 149), también pueden ser asumidas por tales
Estatutos. Las leyes autonómicas tienen el mismo rango de ley que las leyes estatales,
pero cada una es competente para regular materia distinta (principio de competencia).
Toda norma de una CA debe respetar el Estatuto de Autonomía de la misma, ley básica
en ella después de la CE. El derecho estatal se declara supletorio del de la CA (Art. 149-
3 CE).

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3.3.4. Referencia a la potestad reglamentaria de la Administración

Con un valor jerárquico inferior a la Ley tenemos en nuestro ordenamiento un tipo de


norma jurídica denominada "reglamento". Esta norma es fruto de la potestad
reglamentaria de la Administración. La Constitución atribuye al Gobierno de forma
expresa su ejercicio, que ha de ejercer de acuerdo a la Constitución y a las leyes. Esta
potestad se justifica por necesidades de orden técnico, dado el carácter de orden político
de los parlamentos y su lentitud de actuación, lo que contrasta con el dinamismo y
celeridad que requiere la gestión administrativa.

El Reglamento es, así, la norma general que emana de los órganos del poder ejecutivo
en el ejercicio de esta potestad reglamentaria.

Es usual que el Reglamento desarrolle una Ley para así concretar sus distintos aspectos prácticos, son los
denominados “reglamentos normativos”. Por ejemplo, la Ley de Tráfico está desarrollada por un
Reglamento, que es el Código de la circulación, o la Ley del Registro civil, se desarrolla por el
Reglamento del Registro civil, etc. No obstante, también, caben Reglamentos independientes a la Ley. La
posibilidad de que el Gobierno dicte reglamentos independientes de la Ley tiene como límite el que no
esté la materia reservada por la Constitución a la ley. No obstante, al no existir en la Constitución una
reserva de materias para el reglamento, la ley puede regularlas todas, por lo que el reglamento
independiente es una figura totalmente residual.

Por su parte, los órganos ejecutivos de las Comunidades Autónomas poseen potestad
reglamentaria dentro del marco de los Estatutos de Autonomía.

También corresponde a los Municipios y Provincias la potestad reglamentaria dentro del


ámbito de su competencia (por ejemplo, los decretos del Alcalde sobre aparcamientos).

Por último, se reconoce a determinados entes públicos potestad reglamentaria con


relación a determinados ámbitos de actividad como el Banco de España o la Comisión
Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

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3.3.5. Requisitos de las leyes y demás normas

Sus requisitos son dos, a saber, de interna legitimidad y de externa solemnidad.

1.- La legitimación interna viene dada por la observancia del orden


jerárquico (constitucionalidad de las leyes, o la sumisión de los reglamentos a las leyes).
2.- Desde un punto de vista externo, es necesario la solemnidad en la
confección de la norma. Es decir, seguir en su elaboración los trámites señalados para
las mismas. Así, las leyes, después de su aprobación, deben ser sancionadas,
promulgadas y publicadas. Respecto de las Leyes aprobadas por las Cortes Generales, la
Constitución reserva la sanción, promulgación y la orden de su inmediata publicación al
Rey. La Constitución no se refiere a las Leyes de las CCAA, por lo que habrá que estar
a lo que dispongan los Estatutos de Autonomía.
Además, la Constitución garantiza la publicidad de las normas en el art. 9.3. Y, el
Código Civil, en su artículo 2.1, establece que la publicación habrá de hacerse necesaria
e íntegramente en el Boletín Oficial del Estado (BOE).

En el BOE se publican las normas jurídicas de la siguiente manera: rango, número de norma de ese rango
en el año que se indica, fecha de aprobación y materia de que trata la norma.

Por ejemplo:

Ley Orgánica 1/2002, de 22 de marzo, de Asociaciones


Real Decreto-ley 9/2014, de 4 de julio, sobre Tejidos Humanos
______________ __ ____ __________ __________________
Rango Nº Año Fecha Materia de que trata la norma

Así, respecto de la última norma indicada, el rango sería: Real Decreto Ley; el 9/2014, indica que es el
noveno Real Decreto Ley aprobado en el año 2014; luego consta cuando fue aprobado, el 4 de julio de ese
año, y, por último, se alude a la materia que regula esa norma: los tejidos humanos.

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3.4. LA COSTUMBRE

El Art. 1 Cc señala a la costumbre como segunda fuente del derecho, al decir en su


apartado 3 que "La costumbre sólo regirá en defecto de Ley aplicable, siempre que no
sea contraria a la moral o al orden público y que resulte probada".

Podemos definir la Costumbre como la norma jurídica elaborada por la conciencia


social, mediante la reiteración de actos realizados con intención jurídica (Sentencia del
Tribunal Supremo de 18 de abril de 1951). DE CASTRO define la costumbre, en el
mismo sentido, como la norma creada e impuesta por el uso social.

Del concepto de costumbre se deduce que se caracteriza por dos notas:


1. Por su forma de producción, porque se trata de un Derecho nacido de los grupos
sociales, es un Derecho no escrito, y
2. Por su forma de exteriorización, ya que este derecho debe manifestarse a través
del uso social, esto es, una efectiva acomodación continuada y uniforme de la
conducta a tales reglas.

3.4.1. Requisitos exigidos por el Código civil

1º Sólo regirá en defecto de la ley aplicable.


2º No puede ser contraria a la moral o al orden público.
3º Que sea probada por la parte que la alega. A este respecto, hay que tener en
cuenta, que el primer elemento de la costumbre es el uso y éste es un hecho y, como tal
hecho, debe ser alegado y probado por las partes en el proceso.

3.4.2. Los usos jurídicos

El Código civil se refiere a los usos jurídicos para equiparles a la Costumbre. Así, dice el art. 1.3 Cc que:
"Los usos jurídicos que no sean meramente interpretativos de una declaración de voluntad, tendrán la
consideración de costumbre".

En la realidad es difícil distinguir con precisión uso social y jurídico, y éste de la costumbre. Hay que
separar, aun contando con tal dificultad, los tres conceptos: uso social, uso jurídico y uso interpretativo.

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- El uso social no alcanza el aspecto jurídico de las relaciones humanas y no tiene valor
jurídico alguno.

- El uso jurídico es el que se adopta en una relación jurídica, por ejemplo, la forma de realizar
un pago, la forma de entregar los objetos comprados, etc.

El único límite que pone el Código civil al uso jurídico como fuente del Derecho es que el uso no sea
meramente interpretativo de una declaración de voluntad.

Este uso jurídico no se identifica conceptualmente con la costumbre, aunque el art. 1º le ha dado el mismo
valor jurídico de fuente del Derecho. El elemento que diferencia el uso jurídico de la costumbre es el
espiritual que tiene esta última y del que carece el uso jurídico: es la opinio iuris, esto es, la convicción de
la juridicidad o necesidad. Es la convicción de que tales actos se realizan de una manera vinculante.
Como ejemplo de uso jurídico podemos citar el art. 902 Cc, que establece que el albacea -administrador
de los bienes hereditarios hasta la adjudicación de los mismos a los herederos- dispondrá y pagará el
funeral del testador con arreglo a lo dispuesto por él en el testamento, y, en su defecto, según la
costumbre del pueblo. Este artículo no se refiere a la costumbre, porque nadie tiene la convicción de estar
vinculado a un determinado tipo de funeral, sino que es un uso jurídico, ya que se adopta en la relación
jurídica de albaceazgo. Un ejemplo de costumbre puede ser la necesidad de entregar la cosa comprada
envuelta con seguridad para su transporte, el facilitar el manual de instrucción de la cosa comprada, etc.

- Uso interpretativo. Son los usos que sirven para interpretar o conocer la voluntad de una
persona en un acto o negocio jurídico. El artículo 1.3 Cc los excluye de del valor jurídico d
costumbre y, por tanto, del carácter de fuente del Derecho. A ellos se refiere el artículo
1287 Cc al decir “Los usos o la costumbre del país se tendrán en cuenta para interpretar
las ambigüedades de los contratos, supliendo en éstos la omisión de cláusulas que de
ordinario suelen establecerse”.

3.5. LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO

Podemos definir los principios generales del derecho como aquellos que se derivan de la
Justicia tal como la concibe nuestro ordenamiento jurídico y los acogidos por el mismo
que se deducen de él. Son ideas fundamentales del ordenamiento jurídico que no se
hallan materialmente expresadas como la ley o la costumbre, y que contienen valores
que operan como reglas de conducta obligatorias para la totalidad de los ciudadanos.
Por ejemplo, es principio general del derecho la igualdad jurídica entre el hombre y la

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mujer, de tal manera que cualquier norma jurídica debe ser interpretada teniendo en
cuenta esa igualdad.

El artículo 1.4 Cc establece que “los principios generales del derecho se aplicarán en
defecto de Ley o de costumbre, sin perjuicio de su carácter informador del
ordenamiento Jurídico”. Cumplen, por tanto, dos importantes funciones en nuestro
Derecho:

1º Carácter supletorio

Cuando no hay una ley o costumbre que regule una materia, los principios actúan como
fuente del derecho, como norma que ha de rellenar una laguna legal.

2º Carácter informador

En todo caso, la ley y la costumbre han de interpretarse conforme a las ideas


fundamentales o principios en los que se inspira nuestro ordenamiento jurídico, para que
no sean contrarias al mismo y pugnen con ideas superiores de justicia. Entonces, los
principios funcionan con valor superior a las propias normas, cuya interpretación ha de
acomodarse a aquellos.

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