Está en la página 1de 9

Leer y escribir poesía en la escuela secundaria/ Corpus literario (primer encuentro)

Capítulo 7 Rayuela (Julio Cortázar)

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy


dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera
vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para
deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca
que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara,
una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida
por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un
azar que no busco comprender coincide exactamente con tu
boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y


entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de
cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se
superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos,
las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose
con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes,
jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con
un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan
hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de
tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca
llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de
fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si
nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del
aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola
saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar
contra mí como una luna en el agua.

1
Mientras por competir con tu cabello (Luis de Góngora)

Mientras por competir con tu cabello


Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Mientras a cada labio, por cogello,


Siguen más ojos que al clavel temprano,
Y mientras triunfa con desdén lozano
Del luciente cristal tu gentil cuello,

Goza cuello, cabello, labio y frente,


Antes que lo que fue en tu edad dorada
Oro, lilio, clavel, cristal luciente,

No sólo en plata o viola troncada


Se vuelva, más tú y ello juntamente
En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

María la sirvienta (Juan Gelman)

Se llamaba María todo el tiempo de sus 17 años,


era capaz de tener alma y sonreír con pajaritos,
pero lo importante fue que en la valija le encontraron
un niño muerto de tres días envuelto en diarios de la casa.

Qué manera era esa de pecar de pecar,


decían las señoras acostumbradas a la discreción
y en señal de horror levantaban las cejas
con un breve vuelo no desprovisto de encanto.

Los señores meditaron rápidamente sobre los peligros


de la prostitución o de la falta de prostitución,
rememoraban sus hazañas con chiruzas diversas
y decían severos: desde luego querida.

En la comisaría fueron decentes con ella,


sólo la manosearon de sargento para arriba,
pero María se ocupaba de llorar,
los pajaritos se le despintaron bajo la lluvia de lágrimas.

Había mucha gente desagradada con María


por su manera de empaquetar los resultados del amor
y opinaban que la cárcel le devolvería la decencia
o por lo menos francamente la haría menos bruta.

2
Aquella noche las señoras y señores se perfumaban
con ardor
pero el niño que decía la verdad,
por el niño que era puro,
por el que era tierno,
por el bueno, en fin,
por todos los niños muertos que cargaban en las valijas
del alma
y empezaron a heder súbitamente
mientras la gran ciudad cerraba sus ventanas.

Duermo con las dos (Roberta Iannamico)

Duermo con las dos


como una leona
con sus cachorras
en la oscuridad
mi respiración es suave
como una sábana
la de ellas es fuerte
y llena de gracia.

Fuego (Pity Alvarez)

Esta vez es en serio


no estoy mintiendo
algo se prende fuego
sé que muchas veces dije que el lobo venía
pero esta vez el lobo esta acá
Se prende fuego mi pelo, mi piano,
mis discos, la ropa y el perro,
puede ser que esta vez no sea cierto
pero siento como el fuego me quema por dentro
Esta vez es en serio
no estoy mintiendo
algo se prende fuego
sé que muchas veces dije que el lobo venía
pero esta vez el lobo esta acá
Se prende fuego mi pelo, mi piano,
mis discos, la ropa y el perro,
puede ser que otra vez no sea cierto
pero siento como el fuego me quema por dentro
Dame un balde de agua o de arena
o pasame el matafuegos

3
el incendio está cerca
y no voy a quemarme sin antes pelear
Se prende fuego mi pelo, mi piano
mis discos, la ropa y el perro,
puede ser que otra vez no sea cierto
pero siento como el fuego me quema por dentro
Fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego,
Fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego,
Estamos enfermos
fuego, fuego
estamos enfermos
fuego, fuego
Fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego,
Fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego,
Estamos enfermos
perdónennos, perdónennos, sí
perdónennos, perdónennos, sí

Oda al gato (Pablo Neruda)


Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen

4
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos

5
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

Sindicalismo (Fabián Casas)

No te dejes engañar
por el papel brilloso de los chocolates
ni la vista iluminada de la ciudad cuando oscurece.
No te distraigas
con los que se fotografían en familia,
alzan trofeos,
o se muestran seguros
en las revistas de mucho tiraje.
Que tu corazón esté
con los que viven solos,
los que saben que un par de tragos
jamás abolirán el azar
y por eso forman parte de ese estúpido club.

Inagotable Asombro (Oliverio Girondo)


Este perro.
Este perro.
¡Indescriptible!
¡Único!

(¿Quién diría la forma,


la intención,
el tamaño
de todas sus membranas,
sus vértebras,
sus células,

6
sin olvidar su aliento,
sus costumbres,
sus lágrimas?)

Este perro.
Este perro,
semejante a otros perros
y a la vez tan distinto
a su padre,
a su madre,
sus hermanos,
sus hijos,
a los perros ya muertos,
y a todos los que existen.

Este perro increíble,


con su hocico,
su rabo,
sus orejas,
sus patas,
inédito,
viviente;
modelado,
compuesto
a través de los siglos
por un esfuerzo inmenso,
constante,
incomprensible,
de creación,
de armonía,
de equilibrio,
de ritmo.

Este perro.
Este perro,
cotidiano, inaudito,
que demuestra el milagro,
que me acerca al misterio...
que da ganas de hincarse,
de romper una silla.

Sonatina (Rubén Darío)

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?


Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

7
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,


o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa


quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,


ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!


Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!


(La princesa está triste. La princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
(La princesa está pálida. La princesa está triste.)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

-«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;


en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

8
Soneto a tus vísceras (Baldomero Fernández Moreno)

Harto ya de alabar tu piel dorada,


tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.

Canto a tu masa intestinal rosada


al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.

Canto al tuétano dulce de tus huesos,


a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.

Quiero gastar tus vísceras a besos,


Vivir dentro de ti con mis sentidos...
Yo soy un sapo negro con dos alas.

Actividad
1) Leer el corpus y establecer una relación intertextual entre al
menos tres de ellos. Debes explicar qué tipo de relación
encuentras; si es relacionado con su temática, su forma, su
mensaje, etc.
2) Busca canciones, poemas, o fragmentos de textos narrativos
que te parezcan poéticos y que se vinculen en su temática con
algunos de los textos poéticos. Explica la relación.

También podría gustarte