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PHILOSOPHIA VULGARIS

(scripta quodammodo philosophica)

REDACCIÓN

Marisa Mosto
Federico Caivano
Raúl Lavalle
Editor responsable: Raúl Lavalle
Dirección de correspondencia:
Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina
tel. 4811-6998
raullavalle@fibertel.com.ar

nº 7 – 2019
Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta
publicación.

1
ÍNDICE

Presentación p. 3

María del Carmen Fernández. Una noche de teatro con amigas p. 4

Felipe Matti. Circa 7-18 (poema) p. 7

María Reina Marques dos Santos. El tiempo, el agua y la vida p. 8

Ignacio Leonetti. Kant y Rousseau en el Salón de la Justicia p. 10

Marisa Mosto. “A lo mejor no existimos y todavía no lo sabemos” p. 13

El arcón de los recuerdos p. 16

Minima philosophica p. 19

Dialoguitos en el perípato p. 20

2
PRESENTACIÓN

En este lugar encontrarás, amigo lector, algunos escritos


que se relacionan de algún modo con la filosofía. Tal relación se
manifestará en notas y minucias filosóficas: unas veces, con
humor; otras, con seriedad. Nos gustaría que nos acompañaras
con tu lectura y con tu pluma. De esta forma serás para nosotros
un nuevo Boecio, pues darás alegría y consuelo.
Radulfus

3
UNA NOCHE DE TEATRO CON AMIGAS
MARÍA DEL CARMEN FERNÁNDEZ

¿Quién nos convocó?


La Señora de la escena teatral: CHINA ZORRILLA
¿El motivo?
Participar del UNIPERSONAL: EMILY (La bella de Amherst).1
¿El horizonte? A través del “espacio de juego” y desde él
“nomadizar” en él, poder auscultar algo del misterio del “otro”, a través
de la palabra poética.
Mis amigas y yo estábamos dispuestas a celebrar ‘la fiesta’ y a
caminar por ella.

Toda la acción transcurre en la casa de los Dickinson, en


Amherst, Massachusetts, entre 1845 y 1886. Emily es una mujer
delicada, sensible, inteligente y de prístina belleza, pero con una gran
fuerza interior. Sus modales van de lo infantil y caprichoso, a lo
profundamente conmovedor, siendo a veces mordaz y punzante. Emily
tiene “53” años que no aparenta. Su pelo es castaño rojizo, peinado con
raya al medio y recogido con un rodete. Lleva un sencillo vestido largo
color blanco, y sobre él, un delantal. Así comienza a “dar a luz” la
palabra poética:

“El alma elige su propia compañía


y entonces…se encierra”

Lo propio de la palabra poética, es “esto”: sólo dejar huellas a su


paso; no pruebas; sólo las huellas hacen soñar. El poder de la palabra nos
permitía al volvernos “escuchas” de la misma, crear halos de
significación, de ensueños, de imágenes. Todo porque por única vez, de
manera única, dice algo único…

“Una palabra muere al pronunciarse,


algunos dicen, por decir…

Yo digo que es entonces,


cuando empieza a vivir.”

1Basada en la vida de Emily Dickinson de William Luce. Versión de Fernando


Mallorens y Federico González del Pino. Intérprete: China Zorrilla. Dirección:
Alejandra Boero. Estrenada en el Teatro Regina, 8-1-81. Extractos del texto.

4
La palabra “habla”, nosotros prestamos “oído”, y entonces…
comienza la “fiesta”. Nos alejamos del mundo de los relojes y entramos
en el Kairós. Todos congregados alrededor de ella, porque la fiesta es
comunidad, la presentación de la comunidad misma en su forma más
completa.

“Si consigo evitar


que un corazón se rompa,
no habré vivido en vano.
Si consigo aliviar
el dolor de una vida,
o calmar una pena,
o tan solo que vuelva un pecho colorado
de nuevo
a su nido,
no habré vivido en vano.”

“… La casa de papá y mi jardín…este es mi mundo, y como


compañeras tengo a las montañas y las puestas de sol. Y el ruido del
estanque al atardecer que casi apaga los sonidos de mi piano. Y mi perro
Carlos, casi tan alto como yo, que Papá me regaló y que es mejor que un
ser humano, porque cuando sabe algo se lo calla, no se lo cuenta a los
demás.
Yo no tuve que viajar, no tuve que moverme de aquí para
encontrar el paraíso. Lo encontré aquí, en cada uno de estos objetos, en
cada una de estas plantas, en cada piedra, en mi perro… este es el único
mundo que amé, aquí en Amherst, Massachusetts…”

La intérprete, la “maestra”, pone en sus labios, el “sentido” de la


casa, ese que se descubre cuando los lugares y los instantes pierden su
anonimato existencial, para convertirse en figuras de plena humanidad
que, en forma de presencia o ausencia, de cercanía o lejanía, tienen tanto
que decirnos, como alguien lo decía.

“…Mi profesión es cantar a través de las palabras. ¿Qué importa


que nadie me escuche? Yo encuentro el éxtasis con sólo vivir. El mero
hecho de sentirme viva es suficiente alegría para mí. Quítenme todo lo
que tengo, pero por favor, déjenme el éxtasis.”

Al dejar que la palabra poética penetrara en nosotros, mirando,


oyendo, entramos en un ámbito en el cual pudimos movernos y tratar
con las personas allí narradas, ¡y todo por la pasión creadora de la
“Actriz”!

5
“… La última tarde que pasé con mi padre, a pesar de que yo no
tuve ninguna premonición, preferí no salir y quedarme con él. El parecía
satisfecho en una forma muy peculiar y agradecido de que yo me
quedara muy callada y reconcentrada, mirándolo y me dijo: –Emily,
quisiera que esta tarde no terminara nunca…”
“… Papá ya no vive con nosotros. Vive en su nueva casa. No
tiene su jardín porque se mudó al lugar donde alguien hace jardines por
uno. Por eso siempre, le llevo las mejores rosas. Y si sólo yo supiese que
él lo sabe, tal vez yo dejaría de llorar…”
“Un año después de la muerte de Papá, Mamá tuvo un ataque y
nunca más volvió a caminar. (…) La muerte de Mamá casi aturdió mi
espíritu. Se deslizó de mis dedos como una hoja recogida por el viento y
ahora es parte de esas nubes llamadas ‘el infinito’.
… Y ésta fue la forma en que murió.

“Y cuando se apagó su aliento


se resignó a usar un simple atuendo
y allá partió rumbo hacia el sol.
Su diminuta estampa en el portal
sé que los ángeles espiaban.
¿Por qué encontrarla nunca pude
acá en el lado mortal?”

“…Pero cuando enfermó se transformó en mi hija y entonces


explotó mi amor. Estrechen a sus padres tiernamente, porque cuando se
van, el mundo les va a parecer un lugar extraño y solitario…”
“Como verán, dialogar con ustedes me resultó más fácil de lo que
pensaba, Pero hay algo más.
Esta es mi carta al mundo
que nunca me escribió.
Las simples noticias
que la naturaleza
majestuosamente me dio.
En manos que no veo
su mensaje consignó.
Por amor a ella, dulces compatriotas
juzgadme… tiernamente… con amor…”

Después de este maravilloso ‘regalo’, sólo dos palabras:


¡GRACIAS, CHINA! Desde lo profundo ¡GRACIAS!

MARÍA DEL CARMEN FERNÁNDEZ

6
CIRCA 7-18

Y el hombre al fin
a Atlas vio,
risueña su mirada se precipitó
sobre el augurio de quien
la verdad sostenía.

“¡Serás un monte! Piedras tus piernas,


rocas tus espaldas; esas mismas cargarán
por siempre aquella, la suma verdad.

Lo falso será lo que contra ti,


¡oh tu gran bóveda! Contra ella misma
habrán de decir aquellos quienes
ostenten humillar a esos que
a ti han de esclavizar.”

Sopesado, languidecía su postura,


él tan solo pensaba,
sobre esa, la estulta locura
de quien se proclamaba victorioso.

“¡Cobarde! Quitarás solamente la libertad,


y tus amados hombres correrán,
tu propio hijo te traicionará,
porque solos tropezarán;
y eso sin saber
que sobre ellos
solamente un artificio
es lo que han de observar.

Olvidas que dentro suyo se encuentra,


el gran espejo de la verdad;
podrás embarrar nuestras propias miradas,
pero pronto el velo caerá,
puesto que virarán hacia lo intangible.

Vamos, petrifícame, eso espero,


no más cometas un crimen
contra ti mismo,
por a Urano tus ojos no querer despojar.”

FELIPE MATTI

7
EL TIEMPO, EL AGUA Y LA VIDA

MARÍA REINA MARQUES DOS SANTOS

El tiempo es algo que nos acompaña todo el día, durante todos


los días de nuestra vida, al menos mientras estamos despiertos. Lo que
me llama la atención es que hay veces que usamos “bien” el tiempo y
hay veces que lo usamos “mal”. Pero lo que me resulta más impactante
es que, según cómo usemos ese tiempo, nos vamos a sentir mejor o peor
a la hora de acostarnos (o al menos esa es mi experiencia).

Usar bien el tiempo puede generar que me vaya a acostar feliz y


que tenga uno de esos suspiros que son mezcla de cansancio y
satisfacción. Pero la realidad es que no todos los días son así. Sólo
algunos. Me gustaría que fuesen cada vez más los días en los que me voy
a dormir de ese modo. Cuando lo hago me siento fructífera y sobre todo
muy “fresca”, muy “ventilada”.

Me pregunto cómo hacer para que los días sean siempre así y por
ahora sólo se me ocurre esto: hay que empezar bien y seguir mejor.
Cuando empiezo “mal” hay muchas “chances” de que el día siga igual o
peor. No sé por qué, pero me suele pasar.

8
Ahora bien, ¿cuándo es que empiezo mal? Empiezo mal cuando
me olvido de beber agua fresca antes de salir y me quedo sólo con el
agua del día anterior. La del día anterior sirve, no digo que no, pero no
es agua fresca. Necesito más agua y agua nueva… y recién ahí puedo
empezar bien. Es más, lo mejor sería directamente beber del manantial
más grande que encuentre.

Y luego me pregunto: ¿qué hago para continuar “mejor”?


Continúo el día con ánimo, buscando los pequeños o grandes vasos de
agua que se van presentando en mi camino y que (cuando los sé
encontrar) veo que me dan el agua justa para el camino que me falta
recorrer hasta el próximo vaso de agua u oasis… ¡quién sabe!

MARÍA REINA MARQUES DOS SANTOS

9
KANT Y ROUSSEAU EN EL
SALÓN DE LA JUSTICIA
IGNACIO LEONETTI

“Con dinero y sin dinero


yo hago siempre lo que quiero
y mi palabra es la ley.”

J. A. Jiménez (folklore mexicano)

Quiero compartir una meditación en torno a las figuras heroicas


contemporáneas, difundidas por el cine y la cultura general en los
últimos cien años. Ellos son los héroes de las películas, de las canciones
y los superhéroes de los comics (en mis tiempos eran historietas…).
Pues bien, afirmo aquí que estos personajes son kantianos porque
cumplen con el paradigma de sujeto moral autónomo que postuló Kant.
Pensemos en la legendaria dureza que transmitían con su rostro
John Wayne o Steve McQueen. Cowboys polvorientos, duros,
taciturnos, que están abandonados a la suerte de los desiertos pero
siempre dispuestos a salvar a la dama del pueblo, mientras no cesan un
instante de masticar su tabaco y limpiar sus armas. Y desde allí volemos
imaginariamente hacia Batman, Superman o Ironman (o alguno
novísimo que escape a mi conocimiento). La misma postura pero con
superpoderes, dados por la tecnología o por ciertas naturalezas ajenas a
este mundo. Señalemos, entonces, algunos puntos fundamentales.
Primero. En estos ámbitos de la cultura, el bueno es ajeno al
sistema dado (la sociedad corrompe, ¿no es cierto, Rousseau?). Todos
los héroes tienen existencias que los arrojan dramáticamente a ser lo que
son. Son salvadores porque son de otro lado: Krypton, el desierto, un
disfraz y una máscara que, junto a una poderosa fortuna, le permiten
todo y le ocultan de todo. Son hijos perdidos de este mundo porque los
padres mueren o porque fueron criados en estado semisalvaje, como
Tarzán. Nadie se ha planteado nunca cómo se puede ser feliz, si uno
queda huérfano en los términos de Superman o Batman. Nadie habla de
las mutaciones de Hulk y del Hombre Araña, provocadas por aventuras
científicas de dudosa reputación.
Segundo. Se impone la ley de los héroes forajidos. Si tuviésemos
que seguir las leyes de Ciudad Gótica, estaríamos perdidos. La solución
es Batman con “su ley” (Kant, ¿no?). Los códigos del deber
determinados por su razón son los que preservan a los buenos del mal,
salvan de la muerte y la violencia a masas desesperadas que actúan como
extras en las vidas sublimes de los personajes.

10
Ese deber es el que hace que el héroe también se preocupe por el
malo de la película sin apenas movérsele un músculo de la cara, salvar a
la chica y poner las cosas en un estado de tranquilidad precaria que se
quebrará en la próxima producción de la saga. Pero ese mismo deber es
el que le exige que se aleje de la escena una vez cumplida su misión,
porque éste no es su mundo; ese deber es el que le impone que la
felicidad no es posible, porque a él le ha tocado ser un elegido (¿el Dios
Relojero que atiende sólo los desperfectos?, ¿el genio artístico de
Kant?), que sólo acude para cuando se lo necesita y que le está prohibido
el amor de la chica del film. Este mismo deber es el que le exige
ocultarse en la oscuridad de una rutina que –de fondo– es el verdadero
problema que agota a las sociedades que crean a estos héroes.
Así, los superhéroes son dioses hasta que vuelven a una vida
insignificante. Ambas cosas, creo, le hacen injusticia a nuestra
naturaleza humana. Dos de los tres famosos protagonistas de El bueno,
el malo y el feo no tienen ni siquiera nombre en la historia. Aquaman y
Tarzán quedan disueltos en las inmensidades de sus “junglas”, Clark
Kent ayuda con sus gafas a esconder a Superman, etc. Estos vaivenes
también marcan el pulso del hombre contemporáneo, que quiere jugar a
ser otro. Identidades dobles, maravillosas gestas épicas que ilusionan al
hombre de a pie, cansado de una tiranía que lo aplasta.1
Tercero y último. ¿Qué diferencia hay entre buenos y malos? En este
esquema moral… Esencialmente…ninguna. Podrá sorprender a algunos
o escandalizar a otros pero no hay diferencias substanciales entre ambos.
Y ESTO ES LO MÁS GRAVE.
La ética de Kant es voluntarista. Nuestro mundo corrompido o no por
Lex Luthor también lo es. No hay otra forma de explicar las renuncias de
los superhéroes, el saber sobrellevar las desgracias sin cuento que nos
relatan las ficciones. El mensaje que se transmite es que el voluntarismo
es un éxito porque aunque sea con el último suspiro el héroe vence y
salva. (Incluyendo el abuso del recurso trágico del deus ex machina).
Entonces, el bueno que es superhéroe lo es porque tiene ganas.
Pero los malos combaten en igualdad de condiciones y, para tranquilidad
de la platea, van a perder. Pero de fondo, las fuerzas que poseen y ponen
en juego son las mismas pero para distintos fines2. Lo que aquí quiero
resaltar es que los fines son puestos por la razón (kantiana) de los héroes
buenos pero, de fondo, no hay ordenamiento de las cosas o de la
naturaleza y por ello, el voluntarismo nos conduce al nominalismo.

1
Me viene ahora a la mente la reflexión seguida por varios autores cristianos, que
identifican a la pereza como la contracara necesaria y exacta del activismo utilitarista
de nuestro tiempo. Ver especialmente El ocio y la vida intelectual de J. Pieper.
2
Dejamos para otra ocasión desarrollar el maniqueísmo también latente en estas
expresiones culturales.

11
Los buenos y los malos dependen de cómo han puesto a jugar sus
fuerzas, pero este escenario podría cambiar y el contraataque de los
malos sería igual de valioso e inteligente. El Hombre Araña tiene su Mr.
Hyde en el Hombre Araña Oscuro. Entre Batman y Guasón no hay
muchas diferencias. Lo que les hizo tomar caminos diversos fue solo la
voluntad, el querer personal. Porque afuera reina la anarquía: uno se
hace eco de ella y la promueve, el otro la combate con “su ley”. Pero si
la voluntad de Batman fallara, si la kryptonita venciera a Superman, si el
reguero de pólvora que enciende el malo llegara al polvorín antes que el
bueno pudiese aplastarlo con sus botas texanas, si la bronca de Hulk
(paradoja ejemplar del “buen salvaje”) no lo hiciera “destruir para que el
bien triunfe”; en definitiva, si a estos héroes les fuera quitado su poder
voluntarista, su ley se disolvería en el caos que –desde su locura–
enarbola el payaso famoso. Y esto ocurre de este modo porque esa ley
no tiene sustento in re. No hay orden real, sólo juego de voluntades
(Nietzsche).
Lo cierto es que la sociedad que pretenden salvar unos y
esclavizar otros, en última instancia, queda sojuzgada por la pelea sin fin
de las fuerzas no tan distantes de un bien desarraigado y un mal al
acecho permanente. Y sólo la voluntad de uno podrá salvarla…

Dejo aquí mi pensamiento en voz alta. Vuelvo a la realidad,


preguntándome si puedo esperanzarme en ella por ser más piadosa que la
ficción; o si debo angustiarme más todavía porque es la que origina
semejante ficción.

IGNACIO LEONETTI

Para escuchar y ver


1966. El bueno, el malo y el feo. Música: E. Morriccone. Dir.: S. Leone.
Con C. Eastwood, E. Wallach y Lee Van Cleef. Ver:
https://www.youtube.com/watch?v=1OSP4xHNB4Y (versión ukelele,
humorística).

12
“A LO MEJOR NO EXISTIMOS
Y TODAVÍA NO LO SABEMOS”
MARISA MOSTO

Tal fue la conclusión a la que llegó Beti, mi vecina, la semana


pasada.

Les cuento. Tocan el timbre. Salgo a ver quién es y me la


encuentro a Beti sujeta con las manos como garras a la reja de la puerta,
jadeando, con los ojos desencajados y el pelo revuelto como si la hubiera
sacudido un tornado.

–“¿Pero qué te pasó, Beti?”


– “¡Todo esto es culpa de tus amigos!” Me espetó amenazante. Confieso
que nunca había visto así a mi amable vecina. “¡Mirá! ¡Más vale ni
pensar!” Se desgarraba deteniéndose con énfasis en la “n” de su “ni”.
Mezcla de grito y de lamento que le salía quebrado desde el estómago.
“¡Tus filósofos me van a volver loca! ¡Loca!”, decía sacudiendo la
cabeza.

13
Luego me contó como pudo, con la respiración entrecortada:
“Decidida yo a obedecer la advertencia de Sócrates acerca de que ‘una
vida sin examen no merece ser vivida’ y decidida a luchar contra el
espíritu de esta época de acelerados en que nos hemos convertido todos,
me dispuse a bajar un cambio y a pensar en mi vida. “¿Me ayudarán los
Pensamientos de Pascal?”, me pregunté; “¿Y por qué no?”, me dije.
Todo venía bien hasta que llegué al pensamiento 168 (porque los tiene
numerados, ¿sabías? ¡Los tiene numerados! –repetía alucinada. ¿A quién
se le puede ocurrir numerar sus pensamientos?). En el 168 me encontré
con una verdadera re-ve-la-ción sobre el tiempo, y sobre el tiempo pre-
sen-te: ‘No nos atenemos jamás al momento presente’ (“Es verdad”
pensé, “ando siempre distraída, o preocupada por alguna cosa”). ‘Nos
anticipamos al porvenir como que viniera lentamente, para apresurar su
curso’ (“Esto también es cierto”, me dije, “soy muuuy ansiosa”); ‘o nos
tornamos al pasado para detenerlo, como demasiado ligero’ (“Mmm. Es
por eso, entonces” deduje sagazmente “que siempre me gustó esa parte
del bolero que dice: reloj no marques las horas… reloj detén tu
camino…, toda una filosofía la de Cantoral y una anduvo por la vida sin
reconocérselo”): ‘tan imprudentes que andamos errantes en los tiempos
que no son nuestros’ (“¡No son nuestros!” Me atraganté con esta
afirmación, “Pero ¿cómo que no son nuestros? ¿Por qué no son nuestros
el futuro y el pasado? ¿No son acaso mi futuro y mi pasado? No me
ayuda, me enreda, señor Pascal”, comencé a impacientarme) ‘y no
pensamos nada en el único que nos pertenece; […] El presente no es
jamás nuestro fin: el pasado y el presente son nuestros medios; sólo el
porvenir es nuestro fin. Así nosotros no vivimos nunca, sino esperamos
vivir, y disponiéndonos siempre para ser dichosos es inevitable que no lo
somos jamás.’

“Entonces, Pascal, ¿sólo nos queda el presente? ¿Y en el presente


está la dicha?” Decidí darle un voto de confianza. Al fin de cuentas él es
Pascal, ningún moco de pavo, y yo era una advenediza en estas lides; y
también sobre todo por eso de la dicha. Yo quiero la dicha. Le concedo
que la dicha tiene que estar en el presente, la pasada ya fue y la futura…
es futura. Quizás ni venga…

“Bueno pues, ¡a vivir el presente sea dicho por la dicha!”,


concedí. “Pero ¿cómo lo vivo para alcanzar la dicha?” me pregunté. ¿A
quién recurrir? ¿Y qué mejor que recurrir a un Santo, a un Santo
filósofo? Recurrí entonces a las Confesiones de Agustín. Eran la historia
de su búsqueda “Bien pueden ayudar a la mía”, pensé ingenuamente,
dócilmente como es mi torpe costumbre…

14
Recién en el libro XI confirmó la sospecha (la sospecha de
Pascal): ‘el pasado ya no es, el futuro todavía no es’ (“¡Claro! ¡Pero si
era por eso por lo que no son nuestros! Ya que no son, no pueden ser de
nadie”) ‘Y el presente, si fuese siempre presente y no pasase a pretérito,
ya no sería tiempo, […] Sí pues lo que hace que el presente sea tiempo
es que pasa a pretérito, ¿Cómo decimos que tiene ser una cosa, cuya
causa de ser es que no será; de suerte que no podemos decir con verdad
que es tiempo, sino porque tiende a no ser?’

“¡Acabáramos! El presente tampoco existe.” Pensé cerrando con


ímpetu el libro. “Bueno, en fin, será que no existo y no me había dada
cuenta.”

Salí corriendo a buscar un espejo: “¿Me estaré desvaneciendo?”


“¿Seré un engaño? Una fantasía de mi deseo de dicha.”
Hizo un silencio. Juntó fuerzas, se aferró a la reja:

–¡DECIME!, ¿vos me ves, Marisa? ¿ME VES? Y después ese viento…


también, todo ese viento.”

“Y, sin embargo, el tiempo soplaba; sin cuidarse de los hombres,


pasaba de arriba abajo por el mundo mortificando las cosas bellas, y
nadie conseguía escapar de él, ni siquiera los niños recién nacidos, aun
desprovistos de nombre.” Dino Buzzati, El desierto de los tártaros.

MARISA MOSTO

15
EL ARCÓN DE LOS RECUERDOS

En este arcón aparecen libros y objetos peculiares de valor


incalculable. Venderlos no es una opción, pues al traducirlos en
dinero pierden significado. Sin embargo, queremos compartirlos
de alguna manera y por eso abrimos este espacio.

Mi primer libro filosófico


El primer libro de filosofía que leí por gusto fue la Apología de
Sócrates, de Platón. Me llegó al empezar la carrera, por parte de mis
abuelos, que tenían en su biblioteca la Colección Austral de Espasa-
Calpe (editorial fundada por Ortega y Gasset), edición de 1947. Me
fueron regalando éste y varios otros libros de la colección, obras famosas
seleccionadas, ya que me servían para las materias. Tuve que imprimir y
pegarle etiquetas al lomo porque los títulos ya no se leen bien. Recuerdo
que aprovechaba la hora y media de viaje en colectivo a la facultad para
leer, y usaba los boletos (cuando existían boletos de papel; tempus fugit!)
como señaladores de partes interesantes.
Otros tengo en distintos estados de conservación: El sentimiento
trágico de la vida de Unamuno tengo sin cubierta, con las hojas rotas y
añejas, como un libro medieval desenterrado. Hay otros con garabatos
por dentro; mi papá y mis tíos usaban la colección para hacer castillitos
cuando eran chicos.

16
Me gustan muchas cosas de este libro: desde algo tan mundano
como su tamaño, color de tapa y olor de las páginas, hasta detalles más
significativos como el subrayado de mi abuelo o notas al pie de página
medio misteriosas, dirigidas a un público especializado (raro, porque es
una colección que se vendía al público general). Ni que hablar de su
contenido, que me fascinó al instante y sigo pensando que representa una
de las mejores obras de Platón. Se grabó en mí la parte en la que
Sócrates arguye que, si no hay vida después de la muerte, nada hay que
temer puesto que no existiremos para darnos cuenta. Y que, si existe
algo, bien vale pensar que lo que hagamos en esta vida incidirá en la
próxima.
FEDERICO CAIVANO

La filosofía de la timba
Sin duda la Providencia no nos ha revelado todos sus designios;
lo cual da pábulo a la sentencia lunfarda que dice que la vida es una
timba. En mis andanzas por la Acrópolis di, hablando de azares, con el
objeto de mi foto (tan neblinosa que parece londinense, no de Atenas).

17
No puedo mostrar todas las barajas (un buen jugador, no yo, trata
de no revelarlas). Me quedo con una un poco rara, la de Crisipo, aquel
filósofo de la Stoa del III a. C.

Ruego entonces a los lectores que soporten con verdadero


estoicismo mis malas fotos.
Radulfus

18
MINIMA PHILOSOPHICA

Algunos chistes filosóficos


Gonzalo Recio, en sus tiempos de estudiante de Filosofía, dijo,
poco más o menos: “No le pidas peras al Uno.” La broma se basa en la
voz griega πέρας, ‘límite’, ‘confín.’
Leo Grammaticus, querido alumno mío de Morón, me cuenta que
una vez otros discípulos de Sócrates le comentaron a Platón que veían
demasiado delgado al maestro de la ironía. La respuesta del autor del
Timeo: “Solo sé que no cenaba.”

19
DIALOGUITOS EN EL PERÍPATO

Abrimos en este número una nueva sección, que incluye


escritos sobre anteriores escritos de nuestra Philosophia vulgaris. Le
he puesto un título que recuerda a los “Dialoguitos en el asfalto”,
del viejo diario La razón. Creemos que será del gusto de los
lectores. [Radulfus]

A Federico Caivano y su libro


¡Qué lindísimo recuerdo, Fede! Tu libro de “El arcón de los
recuerdos” me hace recordar a mis abuelos. Ellos tenían la misma
colección en su biblioteca de Villa Ramallo (ellos vivían allí; mi abuelo
era el farmacéutico del pueblo. Uno “de los dos” que tenía el
pueblo). Cuando murió mi abuelo, mi abuela se mudó a Buenos Aires
(porque mi tío y mamá, sus hijos, vivían en Buenos Aires) y se los trajo
para la biblioteca de su nuevo departamento. Y como ella no los leía yo
“fui tomando prestados” algunos ejemplares. Aún los tengo en mi
biblioteca. Algunos en muy buen estado y otros no. Como este de Ortega
y Gasset de la foto, al que tuve que forrar la tapa con otro papel. Se ve
que de mocita lo leía mucho y no tanto a Unamuno.

MARISA MOSTO

20
A Ignacio Leonetti: ¿el mejor escritor de Philosophia vulgaris?
La pregunta del título es impertinente. Pues hay una respuesta:
Ignacio Leonetti. ¿Por qué no poner a Marisa Mosto o a Federico
Caivano, fundadores de la revista? Podrían darse incluso otros nombres.
Bien, paso a responder. La primera consideración, que el dinero es muy
importante. Pues bien, en este aspecto Ignacio lleva, con mucho, las de
ganar. En efecto tiene participación, por pertenencia familiar, en una
importante empresa de autobuses. Me refiero a Leonetti Bus, firma
italiana de transportes, con unidades a todo confort.

Leonetti tiene que ver con león. Y, si de leones hablamos, mucho


se relaciona esto con la escritura. Además de todos los llamados León y
Leoncio escritores famosos, están los versos leoninos, está el león de la
Metro y está el león de San Jerónimo. “Según se dice, se encontraba San
Jerónimo meditando a las orillas del río Jordán, cuando vio un león que
se arrastraba hacia él con una pata atravesada por una enorme espina.
San Jerónimo socorrió a la fiera y le curó la pata por completo. El
animal, agradecido, no quiso separarse jamás de su bienhechor. Cuando
murió San Jerónimo, el león se acostó sobre su tumba y se dejó morir de
hambre.” Después de leer esta cita de la Wikipedia, caro lector, te invito
a que mires una de las tantas fotos que me da la Red.

21
Pero no acaba aquí la riqueza de nuestro amigo. El propio dueño
del Ristorante Leonetti, de Roma, me confirmó que Ignacio es su sobrino
y que le corresponde una porción no pequeña en las ganancias. A tal
punto que, cuando fui a comer allí unos spaghetti alle vongole, cerca de
las Termas de Diocleciano, no me quisieron cobrar.

En fin, que me disculpen los otros escritores de Philosophia


vulgaris, pero poderoso caballero es Don Dinero y yo sigo sus pasos. ¡A
ver si todavía Ignacio resulta ser descendiente de Diocleciano y me
transforma en un esqueleto! ¡Bienvenido seas a estas páginas, Romae
aeternae gloria!

¡Y ahora quién podrá ayudarnos!


No contaba usted, Excelentísimo Señor Leonetti, con la astucia
del Chapulín Colorado.

22
El Chapulín no merece ninguna de sus críticas. Esquiva todos sus
agudos dardos. Es manso, tierno, respetuoso de la ley, obediente a
nuestros deseos a los que acude presto a satisfacer. Un verdadero
ejemplo para todos esos superhéroes tan desquiciados que usted
menciona. Verdaderos exponentes de la inextirpable tendencia del
hombre a construir mitos, a presentar batalla a esas fuerzas superiores
que no controla en las cuales podría residir su condena o su salvación y a
las que fabrica según su imagen y semejanza de acuerdo con la cultura
de cada época.
“En el carozo de toda obra ésta la violencia, la guerra, y el dolor”
declamaba días atrás con énfasis en una entrevista Mauricio Kartun. Se
refería al teatro. Pero podríamos afirmarlo también en cierto modo de la
historia del hombre. Hay una cara de la vida que no puede prescindir de
la lucha.
Habría que definir el para qué de nuestra lucha. (¿Cuál es el
enemigo? ¿Cuál el objeto del amor por el que se lucha?) Y también los
medios que empleamos para la lucha, como bien deja entender usted en
su escrito. Es cuestión de táctica y estrategia. Por eso existen varias
clases de superhéroes (¡a Dios gracias!)
No podemos obviar la lucha y por el otro lado bien sabemos que
la lucha excede nuestras fuerzas. La conciencia de esa desproporción
está presente en el ratón Mickey, la hormiga atómica, o nuestro querido
Chapulín y la posibilidad de superarla ha sido también la ilusión de
todos los hobbits de la historia.

La Señora del Fular Impermeable

23

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