REDACCIÓN
Marisa Mosto
Federico Caivano
Raúl Lavalle
Editor responsable: Raúl Lavalle
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nº 7 – 2019
Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta
publicación.
1
ÍNDICE
Presentación p. 3
Minima philosophica p. 19
Dialoguitos en el perípato p. 20
2
PRESENTACIÓN
3
UNA NOCHE DE TEATRO CON AMIGAS
MARÍA DEL CARMEN FERNÁNDEZ
4
La palabra “habla”, nosotros prestamos “oído”, y entonces…
comienza la “fiesta”. Nos alejamos del mundo de los relojes y entramos
en el Kairós. Todos congregados alrededor de ella, porque la fiesta es
comunidad, la presentación de la comunidad misma en su forma más
completa.
5
“… La última tarde que pasé con mi padre, a pesar de que yo no
tuve ninguna premonición, preferí no salir y quedarme con él. El parecía
satisfecho en una forma muy peculiar y agradecido de que yo me
quedara muy callada y reconcentrada, mirándolo y me dijo: –Emily,
quisiera que esta tarde no terminara nunca…”
“… Papá ya no vive con nosotros. Vive en su nueva casa. No
tiene su jardín porque se mudó al lugar donde alguien hace jardines por
uno. Por eso siempre, le llevo las mejores rosas. Y si sólo yo supiese que
él lo sabe, tal vez yo dejaría de llorar…”
“Un año después de la muerte de Papá, Mamá tuvo un ataque y
nunca más volvió a caminar. (…) La muerte de Mamá casi aturdió mi
espíritu. Se deslizó de mis dedos como una hoja recogida por el viento y
ahora es parte de esas nubes llamadas ‘el infinito’.
… Y ésta fue la forma en que murió.
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CIRCA 7-18
Y el hombre al fin
a Atlas vio,
risueña su mirada se precipitó
sobre el augurio de quien
la verdad sostenía.
FELIPE MATTI
7
EL TIEMPO, EL AGUA Y LA VIDA
Me pregunto cómo hacer para que los días sean siempre así y por
ahora sólo se me ocurre esto: hay que empezar bien y seguir mejor.
Cuando empiezo “mal” hay muchas “chances” de que el día siga igual o
peor. No sé por qué, pero me suele pasar.
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Ahora bien, ¿cuándo es que empiezo mal? Empiezo mal cuando
me olvido de beber agua fresca antes de salir y me quedo sólo con el
agua del día anterior. La del día anterior sirve, no digo que no, pero no
es agua fresca. Necesito más agua y agua nueva… y recién ahí puedo
empezar bien. Es más, lo mejor sería directamente beber del manantial
más grande que encuentre.
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KANT Y ROUSSEAU EN EL
SALÓN DE LA JUSTICIA
IGNACIO LEONETTI
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Ese deber es el que hace que el héroe también se preocupe por el
malo de la película sin apenas movérsele un músculo de la cara, salvar a
la chica y poner las cosas en un estado de tranquilidad precaria que se
quebrará en la próxima producción de la saga. Pero ese mismo deber es
el que le exige que se aleje de la escena una vez cumplida su misión,
porque éste no es su mundo; ese deber es el que le impone que la
felicidad no es posible, porque a él le ha tocado ser un elegido (¿el Dios
Relojero que atiende sólo los desperfectos?, ¿el genio artístico de
Kant?), que sólo acude para cuando se lo necesita y que le está prohibido
el amor de la chica del film. Este mismo deber es el que le exige
ocultarse en la oscuridad de una rutina que –de fondo– es el verdadero
problema que agota a las sociedades que crean a estos héroes.
Así, los superhéroes son dioses hasta que vuelven a una vida
insignificante. Ambas cosas, creo, le hacen injusticia a nuestra
naturaleza humana. Dos de los tres famosos protagonistas de El bueno,
el malo y el feo no tienen ni siquiera nombre en la historia. Aquaman y
Tarzán quedan disueltos en las inmensidades de sus “junglas”, Clark
Kent ayuda con sus gafas a esconder a Superman, etc. Estos vaivenes
también marcan el pulso del hombre contemporáneo, que quiere jugar a
ser otro. Identidades dobles, maravillosas gestas épicas que ilusionan al
hombre de a pie, cansado de una tiranía que lo aplasta.1
Tercero y último. ¿Qué diferencia hay entre buenos y malos? En este
esquema moral… Esencialmente…ninguna. Podrá sorprender a algunos
o escandalizar a otros pero no hay diferencias substanciales entre ambos.
Y ESTO ES LO MÁS GRAVE.
La ética de Kant es voluntarista. Nuestro mundo corrompido o no por
Lex Luthor también lo es. No hay otra forma de explicar las renuncias de
los superhéroes, el saber sobrellevar las desgracias sin cuento que nos
relatan las ficciones. El mensaje que se transmite es que el voluntarismo
es un éxito porque aunque sea con el último suspiro el héroe vence y
salva. (Incluyendo el abuso del recurso trágico del deus ex machina).
Entonces, el bueno que es superhéroe lo es porque tiene ganas.
Pero los malos combaten en igualdad de condiciones y, para tranquilidad
de la platea, van a perder. Pero de fondo, las fuerzas que poseen y ponen
en juego son las mismas pero para distintos fines2. Lo que aquí quiero
resaltar es que los fines son puestos por la razón (kantiana) de los héroes
buenos pero, de fondo, no hay ordenamiento de las cosas o de la
naturaleza y por ello, el voluntarismo nos conduce al nominalismo.
1
Me viene ahora a la mente la reflexión seguida por varios autores cristianos, que
identifican a la pereza como la contracara necesaria y exacta del activismo utilitarista
de nuestro tiempo. Ver especialmente El ocio y la vida intelectual de J. Pieper.
2
Dejamos para otra ocasión desarrollar el maniqueísmo también latente en estas
expresiones culturales.
11
Los buenos y los malos dependen de cómo han puesto a jugar sus
fuerzas, pero este escenario podría cambiar y el contraataque de los
malos sería igual de valioso e inteligente. El Hombre Araña tiene su Mr.
Hyde en el Hombre Araña Oscuro. Entre Batman y Guasón no hay
muchas diferencias. Lo que les hizo tomar caminos diversos fue solo la
voluntad, el querer personal. Porque afuera reina la anarquía: uno se
hace eco de ella y la promueve, el otro la combate con “su ley”. Pero si
la voluntad de Batman fallara, si la kryptonita venciera a Superman, si el
reguero de pólvora que enciende el malo llegara al polvorín antes que el
bueno pudiese aplastarlo con sus botas texanas, si la bronca de Hulk
(paradoja ejemplar del “buen salvaje”) no lo hiciera “destruir para que el
bien triunfe”; en definitiva, si a estos héroes les fuera quitado su poder
voluntarista, su ley se disolvería en el caos que –desde su locura–
enarbola el payaso famoso. Y esto ocurre de este modo porque esa ley
no tiene sustento in re. No hay orden real, sólo juego de voluntades
(Nietzsche).
Lo cierto es que la sociedad que pretenden salvar unos y
esclavizar otros, en última instancia, queda sojuzgada por la pelea sin fin
de las fuerzas no tan distantes de un bien desarraigado y un mal al
acecho permanente. Y sólo la voluntad de uno podrá salvarla…
IGNACIO LEONETTI
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“A LO MEJOR NO EXISTIMOS
Y TODAVÍA NO LO SABEMOS”
MARISA MOSTO
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Luego me contó como pudo, con la respiración entrecortada:
“Decidida yo a obedecer la advertencia de Sócrates acerca de que ‘una
vida sin examen no merece ser vivida’ y decidida a luchar contra el
espíritu de esta época de acelerados en que nos hemos convertido todos,
me dispuse a bajar un cambio y a pensar en mi vida. “¿Me ayudarán los
Pensamientos de Pascal?”, me pregunté; “¿Y por qué no?”, me dije.
Todo venía bien hasta que llegué al pensamiento 168 (porque los tiene
numerados, ¿sabías? ¡Los tiene numerados! –repetía alucinada. ¿A quién
se le puede ocurrir numerar sus pensamientos?). En el 168 me encontré
con una verdadera re-ve-la-ción sobre el tiempo, y sobre el tiempo pre-
sen-te: ‘No nos atenemos jamás al momento presente’ (“Es verdad”
pensé, “ando siempre distraída, o preocupada por alguna cosa”). ‘Nos
anticipamos al porvenir como que viniera lentamente, para apresurar su
curso’ (“Esto también es cierto”, me dije, “soy muuuy ansiosa”); ‘o nos
tornamos al pasado para detenerlo, como demasiado ligero’ (“Mmm. Es
por eso, entonces” deduje sagazmente “que siempre me gustó esa parte
del bolero que dice: reloj no marques las horas… reloj detén tu
camino…, toda una filosofía la de Cantoral y una anduvo por la vida sin
reconocérselo”): ‘tan imprudentes que andamos errantes en los tiempos
que no son nuestros’ (“¡No son nuestros!” Me atraganté con esta
afirmación, “Pero ¿cómo que no son nuestros? ¿Por qué no son nuestros
el futuro y el pasado? ¿No son acaso mi futuro y mi pasado? No me
ayuda, me enreda, señor Pascal”, comencé a impacientarme) ‘y no
pensamos nada en el único que nos pertenece; […] El presente no es
jamás nuestro fin: el pasado y el presente son nuestros medios; sólo el
porvenir es nuestro fin. Así nosotros no vivimos nunca, sino esperamos
vivir, y disponiéndonos siempre para ser dichosos es inevitable que no lo
somos jamás.’
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Recién en el libro XI confirmó la sospecha (la sospecha de
Pascal): ‘el pasado ya no es, el futuro todavía no es’ (“¡Claro! ¡Pero si
era por eso por lo que no son nuestros! Ya que no son, no pueden ser de
nadie”) ‘Y el presente, si fuese siempre presente y no pasase a pretérito,
ya no sería tiempo, […] Sí pues lo que hace que el presente sea tiempo
es que pasa a pretérito, ¿Cómo decimos que tiene ser una cosa, cuya
causa de ser es que no será; de suerte que no podemos decir con verdad
que es tiempo, sino porque tiende a no ser?’
MARISA MOSTO
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EL ARCÓN DE LOS RECUERDOS
16
Me gustan muchas cosas de este libro: desde algo tan mundano
como su tamaño, color de tapa y olor de las páginas, hasta detalles más
significativos como el subrayado de mi abuelo o notas al pie de página
medio misteriosas, dirigidas a un público especializado (raro, porque es
una colección que se vendía al público general). Ni que hablar de su
contenido, que me fascinó al instante y sigo pensando que representa una
de las mejores obras de Platón. Se grabó en mí la parte en la que
Sócrates arguye que, si no hay vida después de la muerte, nada hay que
temer puesto que no existiremos para darnos cuenta. Y que, si existe
algo, bien vale pensar que lo que hagamos en esta vida incidirá en la
próxima.
FEDERICO CAIVANO
La filosofía de la timba
Sin duda la Providencia no nos ha revelado todos sus designios;
lo cual da pábulo a la sentencia lunfarda que dice que la vida es una
timba. En mis andanzas por la Acrópolis di, hablando de azares, con el
objeto de mi foto (tan neblinosa que parece londinense, no de Atenas).
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No puedo mostrar todas las barajas (un buen jugador, no yo, trata
de no revelarlas). Me quedo con una un poco rara, la de Crisipo, aquel
filósofo de la Stoa del III a. C.
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MINIMA PHILOSOPHICA
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DIALOGUITOS EN EL PERÍPATO
MARISA MOSTO
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A Ignacio Leonetti: ¿el mejor escritor de Philosophia vulgaris?
La pregunta del título es impertinente. Pues hay una respuesta:
Ignacio Leonetti. ¿Por qué no poner a Marisa Mosto o a Federico
Caivano, fundadores de la revista? Podrían darse incluso otros nombres.
Bien, paso a responder. La primera consideración, que el dinero es muy
importante. Pues bien, en este aspecto Ignacio lleva, con mucho, las de
ganar. En efecto tiene participación, por pertenencia familiar, en una
importante empresa de autobuses. Me refiero a Leonetti Bus, firma
italiana de transportes, con unidades a todo confort.
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Pero no acaba aquí la riqueza de nuestro amigo. El propio dueño
del Ristorante Leonetti, de Roma, me confirmó que Ignacio es su sobrino
y que le corresponde una porción no pequeña en las ganancias. A tal
punto que, cuando fui a comer allí unos spaghetti alle vongole, cerca de
las Termas de Diocleciano, no me quisieron cobrar.
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El Chapulín no merece ninguna de sus críticas. Esquiva todos sus
agudos dardos. Es manso, tierno, respetuoso de la ley, obediente a
nuestros deseos a los que acude presto a satisfacer. Un verdadero
ejemplo para todos esos superhéroes tan desquiciados que usted
menciona. Verdaderos exponentes de la inextirpable tendencia del
hombre a construir mitos, a presentar batalla a esas fuerzas superiores
que no controla en las cuales podría residir su condena o su salvación y a
las que fabrica según su imagen y semejanza de acuerdo con la cultura
de cada época.
“En el carozo de toda obra ésta la violencia, la guerra, y el dolor”
declamaba días atrás con énfasis en una entrevista Mauricio Kartun. Se
refería al teatro. Pero podríamos afirmarlo también en cierto modo de la
historia del hombre. Hay una cara de la vida que no puede prescindir de
la lucha.
Habría que definir el para qué de nuestra lucha. (¿Cuál es el
enemigo? ¿Cuál el objeto del amor por el que se lucha?) Y también los
medios que empleamos para la lucha, como bien deja entender usted en
su escrito. Es cuestión de táctica y estrategia. Por eso existen varias
clases de superhéroes (¡a Dios gracias!)
No podemos obviar la lucha y por el otro lado bien sabemos que
la lucha excede nuestras fuerzas. La conciencia de esa desproporción
está presente en el ratón Mickey, la hormiga atómica, o nuestro querido
Chapulín y la posibilidad de superarla ha sido también la ilusión de
todos los hobbits de la historia.
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