El 2 de enero de 1968, el entonces Secretario de Educación Pública, Lic. Agustín
Yánez, suscribió un acuerdo por medio del cual la Telesecundaria quedó inscrita en el Sistema Educativo Nacional, al otorgársele plena validez oficial a los estudios realizados a través de este servicio educativo, el cual siguió los Planes y Programas de Estudio en vigor, de modo que los alumnos de Telesecundaria tenían acceso a los mismos contenidos que los educandos de otros servicios del nivel. En 1981, el Gobierno del Estado de Durango, gestionó ante la Secretaría de Educación Pública el establecimiento del servicio de Telesecundaria en Durango y le fue autorizado en el mes de septiembre, iniciando operaciones el 1º de noviembre de ese mismo año, con el establecimiento de 50 escuelas telesecundarias instaladas en 8 municipios y una población escolar de 963 alumnos, atendidos por 50 profesores. Una de las primeras 50 escuelas que se fundaron del sistema estatal de telesecundaria, es la que se localiza en la comunidad serrana de Llano Grande, del municipio de la capital. Esta escuela lleva por nombre Francisco Javier Pérez Gavilán de la Parra, próspero empresario que fue pieza fundamental para el desarrollo de esta comunidad, inicia operaciones con 40 alumnos. Cabe mencionar que solamente logran concluir la educación 12 de ellos y de esta generación, cuatro ahora son destacados profesionistas en diferentes ramas de la ciencia. La educación socialista pretendía una juventud fuerte física e intelectualmente, sin prejuicios religiosos, con la posibilidad de que su trabajo le diera medios suficientes para vivir y contribuir al progreso de la humanidad. Ejerciendo la labor que fuese, buscaba unificar la educación de los pobladores del medio urbano y rural. La educación rural se decía que, abarcaría tanto la difusión cultural como emancipación económica a las generaciones jóvenes. Hasta este periodo del cardenismo, la educación rural dejo de circunscribirse a las aulas para para insertarse en la vida misma. La escuela rural era el lugar donde la comunidad se reunía y el maestro ponía sus conocimientos al pueblo. Poco duro el sueño de la educación socialista, el presidente Manuel Ávila Camacho sabia bien que la reforma al artículo 3º en aquellas condiciones era inoperable. Así considero continuar con el proceso educativo esperando que las aguas se calmaran. La alfabetización y la construcción de escuelas y bibliotecas fue el primer paso en ese sentido, para continuar con el mejoramiento de salarios y condiciones de trabajos de maestros. En 1945 Jaime Torres Bodet, secretario de la SEP en la ultima etapa del presidente Manuel Ávila Camacho, tuvo a su cargo la transformación educativa. El fundamento de la de la educación democrática fue uno de los puntos mas importantes de dicha transformación, considerando a la democracia “no solo como uno una estructura jurídica y un régimen político, si no como un sistema de vida fundado en constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo” El antecedente que dio origen a la educación secundaria ocurrió en el Congreso Pedagógico de Veracruz de 1915, donde se plantearon los lineamientos básicos de su estructura. Sin embargo, no fue sino hasta 1923 cuando el subsecretario de Educación, Bernardo Gastélum, buscó reorganizar la educación secundaria. Básicamente dividió la educación preparatoria de cinco años en aquel entonces para formar un nivel educativo que tuviese una relación más estrecha con la primaria que con el nivel superior. Con la educación secundaria se procuraría realizar la obra correctiva de los defectos y desarrollo general del estudiante, vigorizar la conciencia de solidaridad con los demás, formar hábitos de cohesión y cooperación social, así como ofrecer a todos gran diversidad de actividades, ejercicios y enseñanzas, con el propósito de que cada cual descubriese una vocación y pudiese cultivarla.20 En suma, tenía un “fin cívico social, económico vocacional e individualista a vocacional”. La educación secundaria se consolidó en 1926 durante el gobierno de Plutarco Elías Calles (1924-1928); dos acciones fueron fundamentales para ello: el 29 de agosto de 1925 se autorizó a la Secretaría de Educación Pública la creación de escuelas secundarias, y el 22 de diciembre del mismo año se decretó la formación de la Dirección General de Escuelas Secundarias, la cual, a cargo del maestro Moisés Sáenz que entonces contaba con sólo cuatro planteles, tuvo la facultad de administrar ese nivel, crear nuevos planteles y organizarlos. La secundaria, a decir de Sáenz, habría de resolver un problema netamente nacional: el de di- fundir la cultura y elevar su nivel medio a todas las clases sociales, para hacer posible un régimen institucional y positivamente democrático. La creación de la Dirección posibilitó, en los años que siguieron, no sólo crear nuevos planteles sino la Asamblea de 1926, que coincidiría con el primer cambio del plan de estudios. El nuevo plan buscaría promocionar actividades extraescolares como las sociedades estudiantiles científicas, artísticas, deportivas y cívicas. La insistencia de relacionar más íntimamente a las secundarias con la vida social, propia de los treinta, llevó a incluir asignaturas de carácter técnico en el plan de estudios en 1932. La secundaria, entonces, se hizo depositaria de cuantiosos objetivos: debía articular sus contenidos y actividades con los de la primaria, dotar de preparación académica, metodología de estudio y formación del carácter para continuar los estudios posteriores, a la vez que procuraría brindar educación técnica con el propósito de facilitar la incorporación de los estudiantes al ámbito laboral en caso de no continuar sus estudios. Por otro lado, se buscaba que la educación secundaria: 1) hiciera que los cono- cimientos se usaran para entender mejor las condiciones sociales que rodeaban al educando; 2) encausara la incipiente personalidad del alumno y sus ideales para que fuera capaz de desarrollar una actividad social, digna y consciente; 3) formara y fortaleciera los hábitos de trabajo, cooperación y servicio; 4) despertara en los alumnos la conciencia social con el fin de que, dentro de una “emotividad mexicana”, gestara un amplio y generoso espíritu de nacionalismo, y 5) hiciera que los programas respondieran a las exigencias sociales. Para 1940 el número de escuelas secundarias había crecido a 212, organizadas en un Consejo Consultivo y un Comité de Orientación Vocacional. En 1943, Torres Bodet modificó el plan de estudios retirando la especialización vocacional y centrándose en las necesidades que los alumnos, como adolescentes, tenían.