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INTRODUCCIÓN
El prolapso urogenital es una condición común que puede ser angustiante
y se sabe que tiene un efecto significativo en la calidad de vida relacionada
con la salud (CVRS) ¹. Sin embargo, se encuentra cierto grado de prolapso
en el examen en 40% a 60% de mujeres parosas². Aunque muchas mujeres
pueden permanecer asintomáticas, se ha informado que la tasa de cirugía
es de 10-30 por cada 10 000 mujeres y es probable que aumente aún más
con el envejecimiento de la población1. Si bien el prolapso del
compartimento anterior se cita con frecuencia como el sitio más común
de prolapso urogenital, existe un reconocimiento creciente de que la
pérdida del soporte vaginal apical puede aumentar el riesgo de prolapso
del compartimento anterior y posterior y que la falta de soporte adecuado
de la bóveda vaginal puede conducir a cirugía fracaso.2 En consecuencia,
el prolapso de la bóveda vaginal posterior a la histerectomía (PHVP) puede
asociarse comúnmente con el prolapso en otros compartimentos y puede
aumentar el riesgo de falla quirúrgica.
El objetivo de esta revisión es examinar la incidencia de PHVP, así como
los factores de riesgo de identificación asociados. El papel de las
estrategias preventivas también se discutirá además de revisar la
evidencia para el tratamiento conservador y quirúrgico actual.
La PHVP implica la pérdida de soporte apical en la vagina y, por definición,
solo puede ocurrir después de la histerectomía.3 Recientemente se ha
definido como ‘descenso del ápice de la vagina (bóveda vaginal o cicatriz
del manguito después de la histerectomía) 4. El grado de PHVP puede
entonces definirse y medirse objetivamente utilizando el sistema de
cuantificación del prolapso de órganos pélvicos (POPQ) 5 que permite una
estadificación clínica objetiva.
PREDOMINIO
Históricamente, se ha informado que la prevalencia de PHVP oscila entre
0.2% y 43% 6, 7,8, aunque datos más recientes sugerirían una incidencia
de 11.6% después de la histerectomía por prolapso y 1.8% por otra
patología. 9 Si bien no todas las mujeres con descenso de la bóveda
vaginal requerirán cirugía, un gran estudio nacional de Austria que
informó sobre 7 645 histerectomías y 577 procedimientos para PHVP
había estimado un tasa de reparación quirúrgica del 6% - 8% .10.
FACTORES DE RIESGO PARA POSTERIOR A LA HISTERECTOMÍA PROLAPSO
DE BÓVEDA VAGINAL (PHVP)
Las causas del prolapso urogenital son multifactoriales y hay alguna
evidencia de que la histerectomía en sí misma puede aumentar el riesgo
de prolapso. Un estudio de cohorte sueco a nivel nacional ha demostrado
que el 3.2% de las mujeres después de la histerectomía se quejaron de
prolapso urogenital en comparación con el 2.0% de los controles. De estas
mujeres, las que se sometieron a una histerectomía vaginal tuvieron el
mayor riesgo (HR3.8; IC 95%: 3.1- 4.8.11 Estos resultados también están
respaldados por otro estudio escocés que demuestra un menor riesgo de
prolapso después de la ablación endometrial en comparación con la
histerectomía (HR 0,62; IC del 95%: 0,50-0,77) y la histerectomía
abdominal se asoció con un riesgo menor en comparación con la
histerectomía vaginal (HR 0,54; IC del 95%: 0,45-0,64) .12
TRATAMIENTO CONSERVADOR
Todas las mujeres que se quejan de prolapso urogenital sintomático se
beneficiarán inicialmente de las intervenciones de estilo de vida, incluida
la pérdida de peso, la evitación de levantar objetos pesados y el ejercicio
extenuante que afecta el piso pélvico, así como el tratamiento de
comorbilidades como el estreñimiento y la tos crónica. Si bien no hay
ensayos específicos que investiguen el papel del Entrenamiento muscular
del piso pélvico (PFMT) en el manejo de la PHVP, hay evidencia de que el
PFMT supervisado es efectivo para controlar los síntomas del prolapso
urogenital.24 Este estudio está respaldado por varios otros controles
controlados aleatorios ensayos25 y, por lo tanto, PFMT se recomienda
como terapia de primera línea para mujeres con todo tipo de prolapso
vaginal26,27.
PESARIOS VAGINALES
Para aquellas mujeres que no obtienen un alivio sintomático suficiente
con medidas conservadoras, un pesario vaginal puede ser una opción
alternativa antes de considerar la cirugía, aunque la histerectomía
previa28 puede estar asociada con tasas de éxito más bajas. Sin embargo,
la gravedad del prolapso no parece influir en el resultado29. Un ensayo
cruzado aleatorio que comparó dos tipos diferentes de pesario vaginal
(Gellhorn y anillo) ha demostrado que ambos son efectivos en el
tratamiento del prolapso vaginal en estadio II-IV sin diferencias entre los
dos grupos30.
CONCLUSIONES
La PHVP es una complicación poco frecuente, aunque desafiante, de la
histerectomía abdominal y vaginal. Si bien la incidencia parece aumentar
después de la histerectomía por prolapso urogenital, hay buena evidencia
para apoyar el uso de procedimientos profilácticos, como una culdoplastia
de McCall como estrategia de prevención primaria. Si bien todas las
mujeres se beneficiarán inicialmente de medidas conservadoras, la
intervención quirúrgica sigue siendo integral en el manejo efectivo de las
mujeres con PHVP. Es obligatorio realizar una evaluación completa de la
función de los músculos pélvicos antes de considerar la cirugía y esto
puede implicar investigaciones urodinámicas y anorrectales. Además, se
debe aconsejar a las mujeres cuidadosamente sobre la ruta de la cirugía,
el papel de la cirugía de continencia concomitante y los riesgos a largo
plazo que pueden estar asociados con el uso de la malla abdominal.
En última instancia, dada la complejidad del manejo de la PHVP, estos
pacientes se manejan mejor en un centro terciario bajo los auspicios de un
equipo multidisciplinario que incluye uroginecólogos, urólogos y cirujanos
colorrectales.