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La sociedad del siglo XXI requiere un ciudadano con nuevas competencias,

entre las que se destacan la educación emocional y la creatividad. Desarrollar

la creatividad exige innovar, utilizar el pensamiento crítico y la solución de

problemas; así como la comunicación. La educación emocional consiste en

favorecer el desarrollo de habilidades para lograr un grado óptimo de bienestar

socio-emocional. Implica flexibilidad yadaptabilidad, iniciativay autodirección,

habilidades sociales, liderazgo y responsabilidad. Ambos retos son necesarios

para formar ciudadanos innovadores, críticos y reflexivos, que aprendan: por una

parte, a dar respuesta a los desafíos sociales, científicos y tecnológicos; por otra,

a gestionar tanto el proceso de enseñanza-aprendizaje como la convivencia en el

aula, porque el manejo de las habilidades emocionales ayuda a resolver conflictos

y problemas que exigen soluciones y desafíos inusuales (OCDE, 2019).

A modo de conclusión, indicar que la creatividad y la curiosidad permiten

a las personas mantener una apertura mental a las emociones para adaptarse

conflexibilidad a las circunstancias cambiantes del contexto, regulary gestionar

las relaciones sociales complejas del siglo XXI.

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