Está en la página 1de 2

Buenos dias queridos hermanos y hermanas

El día de hoy voy a compartir un mensaje con ustedes, con el tema ¡Él podía sanarme a mí!, del Elder
Peter F. Meurs De los Setenta.

El ministerio de Jesucristo aquí en la tierra nos enseña principios importantes para la actualidad, los
cuales podemos poner en practica y ayudarnos a perseverar hasta el fin.

Por ejemplo, especialmente el relato de la visita del Salvador al pueblo de Nefi3. Es un relato sagrado
sobre el Señor Jesucristo resucitado y exaltado. Él bebió la amarga copa y padeció todas las cosas para
que no padeciéramos nosotros si nos arrepentíamos4. Visitó el mundo de los espíritus y organizó la
predicación del Evangelio allí5. Se levantó de entre los muertos y estuvo con el Padre, de quien recibió el
mandamiento de compartir con los nefitas Escrituras que bendecirían a las generaciones futuras6. Fue
exaltado y obtuvo todo Su poder y capacidad eternos. Podemos aprender de cada detalle de Sus
enseñanzas.

En 3 Nefi 11 leemos cómo el Salvador descendió del cielo para enseñar a los nefitas que Él era Jesucristo,
de quien los profetas testificaron que vendría al mundo. Declaró que era la Luz del mundo y que había
glorificado al Padre tomando sobre Sí los pecados del mundo. Invitó a las personas a que vinieran y
pusieran sus manos en Su costado y palparan las marcas de los clavos en Sus manos y Sus pies. Quería
que supieran que Él era el Dios de Israel, que había muerto por los pecados del mundo. Así hizo la gente
con gozo, yendo uno por uno, hasta que todos hubieron visto y sentido que verdaderamente era Él, de
quien habían escrito los profetas que había de venir7.

Jesús enseñó a los nefitas sobre la importancia de arrepentirse, sobre volverse como un niño pequeñito
y sobre la necesidad de ser bautizados por alguien que tenga Su autoridad. En 3 Nefi 17 leemos que
Jesús dijo a las personas que era la hora de volver al Padre y de mostrarse a las tribus perdidas de
Israel8. Al dirigir la vista alrededor hacia la multitud, vio que estaban llorando y lo miraban fijamente,
como si le quisieran pedir que permaneciera un poco más con ellos9.

La respuesta del Salvador a los nefitas fue conmovedora e instructiva. Les dijo: “… He aquí, mis entrañas
rebosan de compasión por vosotros”10. Creo que Su compasión fue mucho más que una respuesta a las
lágrimas de la gente. Parece que Él podía verlos a través de los ojos de Su sacrificio expiatorio. Vio cada
uno de sus dolores, aflicciones y tentaciones; vio sus enfermedades y debilidades, y gracias a Su
angustioso sufrimiento en Getsemaní y en el Gólgota sabía cómo socorrerlos de acuerdo con las
debilidades de ellos11.

Del mismo modo, cuando nuestro Salvador, Jesucristo, nos mira, Él ve y comprende nuestro dolor y el
peso de nuestros pecados. Él ve nuestras adicciones y pruebas; ve nuestras dificultades y aflicciones de
cualquier tipo, y rebosa de misericordia por nosotros.

Entonces llegó Su generosa invitación a los nefitas: “¿Tenéis enfermos entre vosotros? Traedlos aquí.
¿Tenéis cojos, o ciegos, o lisiados, o mutilados, o leprosos, o atrofiados, o sordos, o quienes estén
afligidos de manera alguna? Traedlos aquí y yo los sanaré, porque tengo compasión de vosotros; mis
entrañas rebosan de misericordia”12.
Las personas se acercaron con “todos los que padecían cualquier aflicción; y los sanaba a todos, según se
los llevaban”13.

El poder sanador y redentor del Salvador en la actualidad se extiende mucho más a los errores
accidentales, las malas decisiones, los desafíos y las pruebas de todo tipo, así como a nuestros pecados.
Al volvernos hacia Él, nuestros sentimientos de culpa y remordimiento serán sustituidos gradualmente
por paz y descanso.

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Cuando el Salvador efectuó la expiación por todo el género
humano, hizo posible que quienes lo siguen puedan tener acceso a Su poder sanador, fortalecedor y
redentor. Estos privilegios espirituales están a disposición de todos los que procuran escucharlo y
seguirlo a Él”14.

Hermanos y hermanas, ya sea que lleven la carga de un pecado no resuelto, sufran una ofensa cometida
contra ustedes hace mucho tiempo o luchen por perdonarse a sí mismos por un error accidental, tienen
acceso al poder sanador y redentor del Salvador Jesucristo.

Quiero terminar con mi testimonio, se que la iglesia es verdadera que Jesucristo vive y nos ama, que si

También podría gustarte