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Arquidiócesis de Huancayo

VÍA CRUCIS BÍBLICO

1
INTRODUCCIÓN

El víacrucis, como ejercicio espiritual de


gran arraigo en la piedad tradicional de la
Iglesia católica, pretende reavivar en la
mente y en el corazón la contemplación de
los momentos supremos de la entrega de
Cristo por nuestra redención, propiciando
actitudes íntimas y cordiales de compunción
de corazón, confianza, gratitud, generosidad
e identificación con Cristo.
Esta forma de meditación, casi
escenificada y alternada con cantos y
oraciones, nos ayuda no sólo a recordar los
sufrimientos de Cristo, sino a descubrir, en
cierta medida, la profundidad, la
dramaticidad, el misterio sumamente
complejo, donde el dolor humano en su más
alto grado, el pecado humano en su más
trágica repercusión, el amor en su expresión
más generosa y más heroica, la muerte en su
más cruel victoria y en su definitiva derrota,
adquieren la evidencia más impresionante.
En el nombre del Padre…
2
ORACIÓN INICIAL
Señor Jesús, que la meditación de tu Pasión y
Muerte nos anime, fortalezca y ayude a
tomar la cruz de cada día y seguirte, para un
día resucitar contigo en la gloria. Amén.

3
PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ

La Ultima Cena ha sido la despedida,


rebosante de cariño hacia los suyos. Después
Jesús va con ellos al Huerto de los Olivos y
allí ora al Padre. Es el momento de aceptar
con obediencia de hijo la voluntad divina.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos.
R. Que por tu santa cruz redimiste al
mundo.

Del Evangelio según San Lucas 22, 39-46


Salió [Jesús] y fue como de costumbre,
al monte de los Olivos; le siguieron también
los discípulos. Llegado al lugar, les dijo: Orad
para no caer en tentación. Y se apartó de
4
ellos como a un tiro de piedra y puesto de
rodillas, oraba diciendo: Padre, si quieres,
aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya. Y entrando en agonía
oraba con más intensidad. Y le vino un sudor
como de gotas de sangre que caían hasta el
suelo. Cuando se levantó de la oración y
llegó hasta los discípulos, los encontró
adormilados por la tristeza. Y les dijo: ¿Por
qué dormís? Levantaos y orad para no caer
en tentación.
Comentario
En momentos importantes de su vida
Jesús reza: vuelve los ojos al Padre y entabla
con Él ese diálogo lleno de confianza, ese
diálogo de amor. Y ahora, en el momento
decisivo, recurre a la oración. Es en la
intimidad de la oración donde descubre,
donde también nosotros descubrimos, la
voluntad del Padre.
Por eso Jesús ha invitado a los
discípulos: "vigilad y orad para no caer en la
tentación". Pero ellos no saben ofrecerle el
consuelo de estar a su lado, al menos con la
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plegaria. El poco apoyo de sus amigos, la
visión de los tormentos, de la muerte
amarga, hace que el Señor sienta tristeza y
angustia hasta sudar gotas de sangre. Vemos
en toda su profundidad la humanidad del
Señor, perfecto Dios y perfecto Hombre, que
ha querido entregarse hasta el final
Oración
Señor, me emociona tu entrega sin
condiciones. En la dificultad buscas la
oración, la unión íntima con el Padre. Yo,
que tantas veces hago mi voluntad, y me
olvido de Ti, quiero pedirte la fuerza para
acudir también al Padre en los momentos de
alegría o tristeza, de esperanza o desaliento.
Para conocer su voluntad y aprender a
amarla. Para entregarme con presteza a lo
que me pida.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

6
SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS TRAICIONADO POR JUDAS, ES
ARRESTADO

Los cuatro evangelistas nos relatan este


acontecimiento que tan vivamente debió
quedar grabado en sus mentes: Le entrega
uno de los Doce, uno de sus amigos íntimos,
que ahora va a la cabeza de los enemigos del
Señor.
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos.
R. Que por tu santa cruz redimiste al
mundo.

Del Evangelio según San Lucas 22,47-48.52-


54a
Todavía estaba hablando, cuando llegó
un tropel de gente, y el llamado Judas, uno
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de los doce, los precedía y se acercó a Jesús
para besarle. Jesús le dijo: Judas, ¿con un
beso entregas al hijo del Hombre? (…) Dijo
después Jesús a los que habían venido contra
él, sumos sacerdotes, oficiales del Templo y
ancianos: ¿Cómo contra un ladrón habéis
salido con espadas y garrotes? Mientras
estaba con vosotros todos los días en el
Templo, no alzasteis las manos contra mí.
Pero ésta es vuestra hora y el poder de las
tinieblas.
Entonces le prendieron, se lo llevaron, y
lo metieron en casa del Sumo Sacerdote.
Comentario
Judas había sido elegido personalmente
por Jesús. Era de los Doce, del grupo inicial
que más cerca estuvo de Él: vio sus milagros,
escuchó sus palabras de vida. El Señor habla
tenido con él gestos de confianza y
predilección.
¿Cuál es la respuesta? La traición. Judas
vende a Jesús por dinero; cambia su amistad
por unas monedas. Y la traición, como
ocurre en tantas ocasiones, trata de ocultarse
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con el disfraz, se viste de apariencia: con un
beso, gesto de amor y amistad Judas entrega
a su Maestro, a su amigo. Y sabe cubrirse las
espaldas: junto a él vienen soldados
armados. Al Príncipe de la paz vienen a
arrestarlo con armas. ¿Por qué lo hiciste,
Judas? ¿Por qué no supiste reaccionar ante tu
error? ¿Por qué desconfiaste del perdón de
quien era todo misericordia?
Oración
Señor, cuánto debió dolerte la traición
de Judas, uno de tus predilectos. Pero más te
dolió su impenitencia, el desesperarse y no
confiar en tu perdón. Perdóname, Señor, por
tantos besos traidores. Que no responda a tu
amor con traición o con indiferencia, y si
tengo la desgracia de alejarme de Ti, dame la
serenidad para reconocer mi error y volver a
tu lado.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.
9
TERCERA ESTACIÓN
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE POR
EL SANEDRÍN

Los judíos principales buscan cómo


deshacerse de Jesús y ahora se les presenta la
ocasión propicia. No quieren dejarla pasar,
por eso le acusan injustamente y de noche le
condenan.
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos.
R. Que por tu santa cruz redimiste al
mundo.
Del Evangelio según San Mateo 26,59-67
Los príncipes de los sacerdotes y todo el
Sanedrín buscaban un falso testimonio contra
Jesús para darle muerte; pero no lo
encontraban a pesar de los muchos falsos
testigos presentados. Por último, se
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presentaron dos que declararon: Este dijo:
Yo puedo destruir el Templo de Dios y
edificarlo de nuevo en tres días. Y,
levantándose, el Sumo Sacerdote le dijo:
¿Nada respondes? ¿Qué es lo que éstos
testifican contra ti? Pero Jesús permanecía en
silencio. Entonces el Sumo Sacerdote le dijo:
Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si
tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. Jesús le
respondió: Tú lo has dicho. Además, os digo
que en adelante veréis al Hijo del Hombre
sentado a la diestra del Poder y venir sobre
las nubes del cielo.
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus
vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué
necesidad tenemos ya de testigos? Ya lo veis,
acabáis de oír la blasfemia: ¿Qué os parece?
Ellos contestaron: Es reo de muerte.
Comentario
En estas horas turbias y oscuras van a
condenar a muerte al Señor. Quieren
matarle, y han amañado el juicio. Lo de
menos es si aquel hombre es o no inocente;
ellos sólo reparan en que Jesús va contra sus
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intereses. Y aunque la Ley prohibía juzgar de
noche, y sin oír la defensa del reo, no se
detienen ante nada: convocan el Sanedrín.
No les importa la verdad. Por eso, Jesús
calla. Y ahora, que lo vemos frente a sus
acusadores, llenos de envidia y de odio, nos
conmueve todavía más ese silencio del Señor
ante la acusación injusta. Nosotros, que
tantas veces buscamos quedar bien, porque
la verdad resulta tantas veces incómoda,
sentimos el reproche de ese silencio.
Oración
Señor, el Sanedrín, los "buenos", los
representantes de Dios, te condenan.
Ayúdame, Señor, a ser siempre comprensivo
con los demás; que nunca les juzgue y menos
ano les condene. No permitas que se
introduzca en mi corazón, el cáncer de la
envidia. Que vea a todos con tus mismos
ojos, y sepa corresponder a tantas maravillas
de amor.
Padre nuestro… Ave María… Gloria…
V. Pequé Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia de nosotros.
12
CUARTA ESTACIÓN
JESÚS ES NEGADO POR PEDRO

Pedro habla confesado que Jesús era el


Mesías, y el Señor le había respondido: "tú
eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia". Pero Jesús ahora necesita ayuda, y
Pedro flaquea: niega a su maestro, no una
sino tres veces.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Mateo 26,69-75


Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera,
en el atrio; se le acercó una sirvienta y le dijo:
Tú también estabas con Jesús el Galileo. Pero
él lo negó delante de todos, diciendo: No sé,
de qué hablas. Al salir al portal le vio otra
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vez y dijo a los que había allí: Este estaba con
Jesús el Nazareno. De nuevo lo negó con
juramento: No conozco a ese hombre. Poco
después se acercaron los que estaban allí y
dijeron a Pedro: Desde luego tú también eres
de ellos, pues tu habla lo manifiesta.
Entonces comenzó a imprecar y a jurar: No
conozco a ese hombre. Y al momento cantó
el gallo. Y Pedro se acordó de las palabras
que Jesús habla dicho: Antes de que cante el
gallo, me negarás tres veces". Y, saliendo
afuera, lloró amargamente.
Comentario
Pedro había estado con Jesús desde el
principio, desde ese encuentro junto al mar
de Galilea, que habla cambiado su vida. Y lo
quería de verdad. Era un hombre sencillo y
apasionado; entonces, ¿por qué niega a su
maestro?
Pedro, el impulsivo, el que sabe sacar la
espada en un momento delicado, no sabe
medir sus palabras, y alardea de que nunca le
abandonará: "aunque todos te nieguen, yo
no lo haré". Pedro confía más en si mismo
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que en el Señor, se apoya en sus propias
fuerzas, y cuando fallan, se desmorona. Ha
entrado en juego la soberbia, se ha fiado más
de si mismo que de la palabra de Jesús. Por
eso, cuando llega la hora de la verdad, se
deja llevar por el miedo a quedar mal ante
los demás, por los respetos humanos, y surge
la cobardía, el miedo, y la traición.
Oración
Señor, yo también, como Pedro, te
niego en tantas ocasiones… en lo importante
y en lo más cotidiano. Cuando las cosas se
hacen más cuesta arriba, me olvido de las
promesas, de esos momentos en que te he
dicho que no te abandonarla. Y porque
conozco mi debilidad, te pido, Señor, ser
humilde en mis palabras y en mis acciones:
que me fie de Ti más que de mí.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

15
QUINTA ESTACIÓN
JESÚS ES JUZGADO POR PILATO

Los judíos han condenado a muerte a Jesús,


pero tienen que ratificar la condena ante los
romanos. Por eso, a pesar de ver en ellos
unos usurpadores, recurren a Pilato, el
procurador romano, que ha de dar el
consentimiento.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Juan 18, 36-38. 19,


14-16.
Jesús respondió: Mi reino no es de este
mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis
servidores lucharían para que no fuera
16
entregado a los judíos. Pilato le dijo: ¿Luego
tú eres Rey? Jesús contestó: Tú lo dices: yo
soy Rey. Para esto he nacido y para esto he
venido al mundo, para dar testimonio de la
verdad. Todo el que es de la verdad escucha
mi voz. Pilato le dijo: ¿Qué es la verdad? (…)
Era la Paresceve de la Pascua, hacia la hora
sexta, y dijo a los judíos: He ahí a vuestro
Rey. Pero ellos gritaron: Fuera, fuera,
crucifícalo. Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey voy
a crucificar? Los pontífices respondieron: No
tenemos más rey que el César. Entonces se lo
entregó para que fuera crucificado.
Comentario
Pilato ve que le han entregado a Jesús
por envidia, por rencillas religiosas; se da
cuenta de que no ha hecho niel a nadie…,
pero no hace nada por salvarle, porque eso
le comprometerla. Es la actitud de tantos,
que por no darse un mal rato tratan de
pactar con el error, con el pecado.
Y para tranquilizar la propia conciencia,
pregunta al Señor: ¿qué es la verdad? se lo
pregunta a Jesús, que es el Camino, la Verdad
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y la Vida. Pero, aunque hace la pregunta, no
le interesa la respuesta y antes de que le
pueda decir nada, se marcha, no quiere
escucharlo. Tiene miedo a agotar la verdad,
a que la verdad le exija más de lo que él
quiere dar. Tiene miedo a perder su posición,
y da una sentencia contraria a lo que piensa,
lavándose las manos ante su propia injusticia.
Oración
Señor, en ocasiones vemos claro lo que
tenemos que hacer, pero nos preocupan
tanto los juicios humanos, que nos volvemos
atrás. Que sólo nos preocupe, Señor,
acomodarnos a lo que Tú quieras. Enséñanos
a amar apasionadamente la verdad, venga
de donde venga, porque la verdad siempre
nos remite a Ti.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

18
SEXTA ESTACIÓN
JESÚS ES AZOTADO Y CORONADO DE
ESPINAS

Pilato quiere congraciarse con los judíos y


entrega a Jesús a los soldados para que lo
azoten. Para estos romanos es un buen
motivo de entretenimiento. Y, al que llaman
"el rey de los judíos", le colocan una corona
de espinas.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Mateo 27,26-30


Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús,
después de haberle hecho azotar, se lo
entregó para que fuera crucificado.

19
Entonces los soldados del procurador
llevaron a Jesús al pretorio y reunieron en
torno a él a toda la cohorte. Le desnudaron,
le pusieron una túnica roja y, trenzando una
corona de espinas, se la pusieron en la
cabeza, y en su mano derecha una caña; se
arrodillaban ante él y se burlaban diciendo:
Salve, Rey de los Judíos.
Le escupían, le quitaron la caña y le
golpeaban en la cabeza. Después de reírse de
él, le despojaron de la túnica, le pusieron sus
vestidos y le llevaron a crucificar.
Comentario
Pilato busca contentar a los judíos, y
entrega a Jesús a sus soldados, que lo
desnudan y lo atan a una columna.
Comienzan los azotes sin asomo de piedad:
uno tras otro descargan sus golpes hasta
quedar exhaustos. Se producen desgarrones,
sufridos en un silencio que no sirve para
conmoverlos.
A la tortura terrible de los latigazos, se
unen los ultrajes, llenos de frivolidad, de
unos inconscientes. El Señor, Rey de cielos y
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tierra, se ve escarnecido con una corona de
espinas, con un manto de púrpura. Y así es
presentado por Pilato: "Aquí lo tenéis, éste es
el hombre". Nos lo presenta como deshecho
de los hombres, y vemos en Él a nuestro
Dueño, a nuestro Señor. Porque es el Hijo de
Dios que va a reinar en un Reino sin ocaso.
Oración
Señor, te vemos llagado y lleno de
heridas. Nosotros, que tanto cuidamos
nuestro cuerpo, quedamos conmovidos de
tu entrega sin límites. Cada latigazo nos
recuerda nuestra sensualidad, cada silencio
ante las espinas, nuestros pensamientos
innobles y egoístas. Enséñanos a vivir con
humildad y pureza de corazón, con
generosidad y desprendimiento; y a respetar
nuestro cuerpo que es morada del Espíritu
Santo.
Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

21
SÉPTIMA ESTACIÓN
JESÚS CARGA CON LA CRUZ

Los romanos emplearon como pena de


muerte la crucifixión. El reo de muerte debía
llevar el madero, instrumento de suplicio,
hasta el lugar previsto: fuera de la ciudad,
para mostrar más claramente que era un
indeseable.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Juan 19,16-17


Entonces Pilato se lo entregó para que
fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús; y
él, con la cruz a cuestas, salió hacia el lagar
22
llamado de la Calavera que en hebreo se dice
Gólgota.

Comentario
Jesús toma la cruz. La abraza. Y le pesa.
Le abre las heridas de sus hombros llagados.
Es cruz redentora. ¡Qué duro se hacen los
pasos por la Vía Dolorosa! En torno a Él se
forma un cortejo de curiosos y de gente sin
escrúpulos que aprueba la injusticia. Pero, a
pesar de su debilidad, avanza sudoroso y
sediento, con una sed de amor.
Nosotros, ahora, no podemos
permanecer impasibles ante el Señor que
carga con todas nuestras debilidades. Porque
la cruz, que era signo de oprobio, va a ser
instrumento de nuestra salvación. Y al
contemplar a Jesús sentimos en nuestro
interior, una vez más, su invitación
constante: "Si alguno quiere venir en pos de
mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada
día y sígame".
Oración

23
Señor ¿y yo? ¿tomo mi cruz, la mía, la
de cada día, la que tanto me cuesta y tanto
me santifica? Que no le tenga miedo a la
cruz, a esa cruz del dolor, de la enfermedad,
de las incomprensiones, de las derrotas. Que
sepa ver en ella la voluntad de Dios; porque
la cruz, llevada con gallardía es santificante,
es redentora. Enséñame, Señor, a amar la
cruz, a abrazarme a ella.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

24
OCTAVA ESTACIÓN
EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA
CRUZ

A Jesús le fallan las fuerzas. Pero los soldados


quieren que llegue hasta el lagar de la
ejecución. Y obligan a un hombre, Simón de
Cirene, que viene de su trabajo, a llevar
durante un trecho la cruz del Señor.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Lucas 23, 26


Cuando le llevaban echaron mano de un
tal Simón de Cirene, que venía del campo y

25
le cargaron la cruz para que la llevara detrás
de Jesús.

Comentario
A veces nos encontramos con la cruz sin
buscarla. Simón de Cirene tampoco contaba
pensaba encontrarse con el Señor. Habla
realizado, como todos los días, su trabajo en
el campo, y volvía a casa para el merecido
descanso. Sin embargo, los planes de Dios,
son distintos y se le exige un esfuerzo
añadido.
Jesús sale a buscamos cuando menos lo
esperamos, y nos pide que le ayudemos a
llevar tantas cargas… La redención no es una
empresa que hizo el Hijo de Dios, y como tal
ya está olvidada. El Señor nos pide que
seamos corredentores, que seamos sus
hombros en nuestro camino por la vida. Y
eso, a pesar de que nuestros planes sean muy
distintos. Hemos de saber "cambiar nuestros
planes" ante cualquier insinuación del Señor,
como Simón.

26
Oración
Señor, estás fatigado y nos pides ayuda:
has querido necesitar de nuestro apoyo.
Enséñanos a tener la humildad de pedir
ayuda cuando lo necesitemos. Enséñanos
también a ser los cireneos de los demás, sin
humillarlos. Haz, Señor que sepamos
descubrir tu rostro amabilísimo en los que
sufren, en los más necesitados, en los
marginados, y que sepamos ser su apoyo y su
consuelo.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

27
NOVENA ESTACIÓN
JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE
JERUSALÉN

Jesús carga con la cruz y crece en torno a Él


la expectación y la curiosidad: hay gente de
todo tipo y condición, entre ellos algunas
mujeres, que se lamentan al ver la injusticia
que se está cometiendo contra aquel
inocente.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Lucas 23, 27-31

Le seguía una gran multitud del pueblo


y de mujeres, que lloraban y se lamentaban
28
por él. Jesús, volviéndose a ellas, les dijo:
Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad
más bien por vosotras y por vuestros hijos,
porque he aquí que vienen días en que se
dirá: dichosas las estériles y los vientres que
no engendraron y los pechos que no
amamantaron. Entonces comenzarán a decir
a los montes: caed sobre nosotras; y a los
collados: sepultadnos; porque si en el leño
verde hacen esto, ¿qué se hará en el seco?
Comentario
Muchas veces vemos pasar a nuestro
lado el dolor: en algunas ocasiones lo
padecemos en nuestra propia carne; en otras,
quizá no menos dolorosas, lo sentimos a
nuestro alrededor: claro y rotundo. El
misterio del dolor. Pero no nos engañemos;
no valen los lamentos estériles, ni siquiera la
"resignación cristiana", sino volver la mirada
hacia Jesús, que quiso cargar con el peso de
todos nuestros pecados.
Es el momento de contemplar a Jesús
doliente, que nos invita a purificar ese
lamento. A derramar, más bien, las lágrimas
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por nuestros pecados y por los ajenos. Nos
invita al verdadero consuelo: perdonar a los
enemigos, desagraviar por tantas faltas de
amor, dar esa ayuda eficaz para que el
pecador se arrepienta y vuelva los ojos a
Dios.
Oración
Señor, enséñanos a acoger el dolor
como un don que nos acerque a Ti. Porque
Tú lo has asumido y le has dado un valor
redentor. Que no nos rebelemos cuando las
cosas no salen según nuestros deseos. Que te
encontremos en las dificultades y en los
dolores, propios y ajenos. Enséñanos, Señor,
a tener un corazón a la medida del tuyo, que
nos lleve a compadecernos de los que sufren
y a tratar de consolarlos y ayudarles en sus
necesidades.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

30
DÉCIMA ESTACIÓN
LA CRUCIFIXIÓN DEL SEÑOR

Jesús llega al Calvario y allí le despojan de


sus vestiduras. Así, desnudo, para mayor
vergüenza, lo clavan en la cruz.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Marcos 15, 22-27

Y lo llevaron al lagar del Gólgota, que


significa lugar de la Calavera. Y le daban a
beber vino con mirra, pero él no aceptó.
Y le crucificaron y repartieron sus ropas,
echando suertes sobre ellos para ver qué se
31
llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando
lo crucificaron. Y el título de la causa tenla
esta inscripción: El Rey de los Judíos.
También crucificaron con él a dos ladrones,
uno a su derecha y otro a su izquierda.
Comentario
Esta es la respuesta del hombre a la
condescendencia de Dios, que se abaja hasta
nosotros: desgarrones al quitarle sus vestidos,
martillazos que clavan sus manos al madero,
una lanzada que rompe su corazón
entregado por nosotros. Al dolor se junta, la
indiferencia, la ingratitud…
La cruz, signo de oprobio, de fracaso, de
negación, va a convertirse en signo de
redención, de triunfo. Las palabras de Jesús
adquieren ahora su pleno cumplimiento:
"Cuando fuera levantado sobre la tierra
atraeré a todos hacia mí".
El Hijo de Dios nos está invitando a
poner la cruz, su cruz, la cruz santificante,
santificadora, en la entraña de nuestro ser y
nuestro obrar. Porque desde que Cristo subió
a la cruz, lo que era patíbulo de bandidos se
32
ha transformado en camino de salvación, en
signo de victoria, en trono real.
Oración
Señor, te han taladrado las manos y los
pies. Te has entregado hasta el final, con el
desprendimiento más radical. Te has
quedado sin nada; sólo con la cruz. Que
aprenda, Señor, de la desnudez de la cruz.
Que sepa prescindir de tanto superfluo como
hay en mi vida: dinero, comodidad, deseo
de poder, que tantas veces me lleva a la
insatisfacción, a la tristeza. Que te ame,
Señor, sin guardarme nada para mí.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

33
UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS PROMETE SU REINO AL LADRÓN
ARREPENTIDO

A la derecha e izquierda de Jesús han


crucificado a dos malhechores. Y mientras
uno lo insulta, el otro reconoce sus errores y
se da cuenta de la grandeza del que va a
morir junto a él.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Lucas 23,39-43

Uno de los ladrones crucificados le


injuriaba diciendo: ¿No eres tú el Cristo?
Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro
34
le reprendía: ¿Ni siquiera tú que estás en el
mismo suplicio, temes a Dios? Nosotros, en
verdad, estamos merecidamente, pues
recibimos lo debido por lo que hemos hecho;
pero éste, no hizo mal alguno. Y dacia: Jesús,
acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino.
Y le respondió: En verdad te digo: hoy
estarás conmigo en el Paraíso.

Comentario
Allí está Jesús, cosido al madero,
contado entre los malhechores. Estas dos
vidas, que también se están apagando junto
a Él, son el ejemplo de tantas existencias
apartadas de Dios; apartadas incluso de los
hombres, porque están ancladas en el
egoísmo, en la desesperanza, en la falta de
ideales nobles.
A pesar de las propias limitaciones y
errores, no podemos tener una visión
pesimista y oscura de la propia vida. La
misericordia y la gracia de Dios son más
grandes que nuestros fallos. La promesa de
Cristo al buen ladrón es una invitación a
35
luchar por amor hasta el último instante. No
podemos tener miedo a acogernos al perdón
de Dios. No nos ha de preocupar perder
alguna escaramuza, lo importante es luchar
por ganar la última batalla.

Oración
Señor, nos vemos pecadores, y nos
avergüenza no haber estado, no estar, a la
altura de las circunstancias. Que no
permanezcamos indiferentes o desesperados
ante nuestros errores. Enséñanos a
reaccionar, a luchar para salir del pecado, y
ayudar también a los demás a salir de él. Que
sepamos, Señor, estar muy pegados a Ti; y
que te "robemos" el cielo, como hizo el
ladrón arrepentido.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

36
DUODÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS COLGADO EN LA CRUZ, SU MADRE
Y EL DISCÍPULO

La profecía del anciano Simeón se cumple


ahora en María: la Madre de Jesús está en el
Calvario, al pie de la cruz, contemplando la
agonía de su Hijo. Junto a ella Juan, el
discípulo amado. Y algunas santas mujeres.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Juan 19, 25-27.

Estaban junto a la cruz de Jesús su madre


y la hermana de su madre, María de Cleofás,
37
y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre
y al discípulo a quien amaba, que estaba allí,
dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Después, dice al discípulo: He ahí a tu madre.
Y desde aquel momento el discípulo la
recibió en su casa.

Comentario
La Santísima Virgen ha querido asociarse
a la obra de nuestra salvación. Unida
especialmente a su Hijo, su corazón de
madre se ve traspasado por un dolor hecho
de entrega. Ella, que dijo al ángel: "hágase en
mi según tu palabra", vuelve ahora a renovar
esa entrega total, absoluta a los planes de
Dios.
Contempla Jesús a su Madre y se cruza
entre ellos una mirada de ternura, de amor
sin tasa. No ha querido reservarse nada y nos
la entrega. María es ya madre de todos los
creyentes, porque ha creído contra toda
esperanza que se cumplirían las promesas de
Dios. Y el Señor nos invita también a
nosotros, como a Juan, a acogerla en nuestro
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interior, a tener plena confianza en ella, a
poner en sus manos nuestras preocupaciones
y alegrías, para que las presente al Padre.

Oración
Santa María, Madre de Jesús y Madre
nuestra, tú, que estuviste asociada más
íntimamente que nadie al misterio del
sufrimiento redentor de Cristo, enséñanos a
permanecer unidos a Él y a Ti como hizo
Juan, el discípulo amado. Ayúdanos para que
cuando la cruz aparezca en nuestra vida,
también nosotros nos unamos al sacrificio
redentor de su Hijo.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

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DECIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Son las tres de la tarde. El sufrimiento llega


hasta el límite. Pero antes de morir, Jesús
perdona a sus verdugos, y en actitud
profunda de oración y de obediencia,
entrega su vida al Padre. Se ha consumado la
redención.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Marcos I5, 33-37.

Y al llegar la hora sexta, toda la tierra se


cubrió de tinieblas hasta la hora nona. Y a la
hora nona exclamó Jesús con fuerte voz:
Eloí, Eloí, ¿lamá sabacthaní? que significa:
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Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado? Y algunos de los que estaban
cerca, al oírlo decían: Mirad, llama a Elías.
Uno corrió a empapar una esponja con
vinagre y, sujetándola a una caña, le daba de
beber, mientras dacia: Dejad, veamos si
viene Ellas a bajarlo. Pero Jesús, dando una
gran voz, expiró".

Comentario

Colgado del madero, sólo y


abandonado de todos, Jesús quiere abrazar a
todo hombre. A cada uno de nosotros. Se ha
inmolado hasta el sacrificio supremo. Quiere
apurar el cáliz hasta la última gota y hace
aprenda de su vida al Padre.
Todo queda consumado. Las tinieblas y
la oscuridad llenan la tierra porque el
hombre no ha querido reconocer la luz
verdadera. Jesucristo ha traspasado la
barrera de la muerte, se ha dejado arropar
por ella. También en esto nos da ejemplo: no
teme a la muerte, porque la muerte no es el
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final, porque la muerte es el paso que nos
lleva a la vida verdadera, a la vida eterna que
Dios ha preparado para sus hijos. ¡Jesucristo
con su muerte y resurrección nos ha
concedido la herencia eterna; somos ya hijos
de Dios!

Oración
Señor, has bebido el cáliz de la pasión
hasta el final. Tú dijiste que "no hay mayor
amor que el de dar la vida por los amigos".
Has dado tu vida por amor. Haz que yo
aprenda a entregar mi vida a Ti y a los
hermanos que me necesiten.

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

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DECIMOCUARTA ESTACIÓN
JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO

Nicodemo y José de Arimatea, discípulos


ocultos de Jesús, piden su cuerpo a Pilato
para darle sepultura. Lo desclavan
piadosamente, lo envuelven en un sudario y
lo colocan en un sepulcro nuevo que está en
un huerto cercano.

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Marcos 15, 42-47.


Y llegada ya la tarde, puesto que era la
Parasceve, que es el día anterior al sábado,
vino José de Arimatea, miembro ilustre del
Consejo, que también él esperaba el Reino
de Dios y, con audacia, llegó hasta Pilato y le
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pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se sorprendió
de que ya hubiera muerto y, llamando al
centurión, le preguntó si efectivamente habla
muerto. Cerciorado por el centurión,
entregó el cuerpo a José. Entonces éste,
habiendo comprado una sábana, lo bajó y lo
envolvió en ella, lo depositó en un sepulcro
que estaba excavado en una roca e hizo
arrimar una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María la de José
observaban donde era colocado.
Comentario
José de Arimatea y Nicodemo son
ahora, en los momentos más difíciles, cuando
todos huyen, los que dan la cara. Se
preocupan del cuerpo del maestro,
ofreciéndole lo único que pueden: un lagar
para su reposo. El que nació sin nada, yace
ahora en un sepulcro que no es suyo. Se ha
despojado de todo, de su propia vida, para
que nosotros vivamos la Vida de los hijos de
Dios.
Es tiempo de espera. Es la hora del
silencio, de descubrir que nuestro lugar
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definitivo no es la tierra, sino que estamos
hechos para el cielo. Y sentimos la esperanza
de que Cristo resucitará, de que todo es
posible si damos cauce a nuestro amor.
Porque todo no acaba en la cruz. El Señor ha
vencido a la muerte. Va a resucitar glorioso
y triunfa para siempre en el cielo, a la
derecha del Padre.
Oración
Señor, la piedra fría del sepulcro recibe
tu cuerpo. Es como un eco de nuestras
frialdades. ¡Tú, Señor, has muerto por
nosotros, y no nos podemos quedar parados,
sin hacer nada! Haznos descubrir, Señor, que
hay mucho que cambiar en nuestra vida; que
es hora de tomar decisiones, de empeñarnos
en ser como Tú quieres, respondiendo a lo
que nos pides. ¡Nunca es demasiado tarde!

Padre nuestro… Ave María… Gloria…

V. Pequé Señor, pequé


R. Ten piedad y misericordia de nosotros.

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ORACIÓN FINAL

Señor y Dios nuestro, rico en


misericordia y fuente de todo consuelo,
hemos acompañado a tu Hijo por el camino
de la cruz; hemos revivido con Él los
momentos de su Pasión. Concédenos la
gracia de que este Vía crucis nos ayude a
identificarnos con Cristo y a ser
corredentores con Él, a semejanza de María.
También te pedimos que, siguiendo los pasos
de Cristo, resucitemos en Él. Amén

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UNIDOS AL PAPA

Es una buena costumbre terminar el rezo del


Vía crucis con una oración por la persona e
intenciones del Papa. Lo hacemos como
signo explícito de nuestro amor a la Iglesia,
para que Dios lo ilumine, y le dé fuerzas en
la tarea encomendada por el Señor

Al Padrenuestro, Avemaría y Gloria


añadimos aquí una oración por el Romano
Pontífice, que ponemos en las manos de
María, Madre de la Iglesia

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ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA POR EL
PAPA

Virgen María,
que amas con amor solicito a todos tus
hijos,
cuida con particular amor de Madre
al Vicario de Cristo en la tierra,
a nuestro Santo Padre, el Papa,
para que, en sus desvelos por la Iglesia y el
hombre,
sienta siempre el apoyo y la oración
de los hijos de la Iglesia.
Regálale con la alegría cotidiana que brota
del amor.
Protégelo contra las insidias de quienes no
aman a Dios;
contra las incomprensiones de quienes no le
aman lo suficiente.
Ofrécele tu ternura de Madre,
para que no se sienta solo
en la tarea de regir la Iglesia.
Muéstrate como Madre amorosísima suya.
Y ofrécele siempre tu consuelo. Así sea.
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