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El matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y Los diferentes sexos y la

identidad eterna

El matrimonio entre un hombre y una mujer es ordenado por Dios

Nuestro Padre Celestial estableció el modelo divino del matrimonio con Adán y Eva en el Jardín
de Edén. Dios “…unió [a Adán y a Eva] como esposo y esposa… Ni nosotros ni ningún otro ser
humano puede alterar ese divino orden del matrimonio; no es una invención humana”. La
combinación única de aptitudes espirituales, físicas, mentales y emocionales del hombre y de la
mujer era necesaria para llevar a cabo el plan de felicidad, es decir procrear y henchir la tierra.
‘Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón’ (1 Corintios 11:11).

El esposo y la esposa son compañeros iguales}

El matrimonio de Adán y Eva presenta el modelo del Señor de lo que un matrimonio debería ser.
Los matrimonios son una ayuda idónea, cada uno es un compañero adecuado e igual que posee el
poder de salvar. El hombre no tiene más valor ante que su esposa, mejor dicho los dos son un
complemento, los cuales deben amarse y respetarse.

Las enseñanzas del Señor acerca del matrimonio entre personas del mismo sexo

En los últimos años se ve al matrimonio entre personas del mismo sexo como normal, pero los
cambios en la ley civil no modifican, ni pueden cambiar la ley moral que Dios ha establecido. Su
ley de castidad es clara: las relaciones sexuales son correctas únicamente entre un hombre y una
mujer que estén legal y lícitamente casados como esposo y esposa.

El sexo es una parte esencial de nuestra identidad eterna


hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija
procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un
destino divinos. El ser hombre o el ser mujer es una característica esencial de la identidad y del
propósito premortales, mortales y eternos de la persona.

La Iglesia hace una distinción entre la atracción hacia las personas del mismo

sexo y el comportamiento homosexual


El sentirse atraído por personas del mismo sexo no es una violación de la ley de castidad, pero el
actuar de acuerdo con esa atracción sí lo es. Cuando vivimos en armonía con los mandamientos
de Dios, podemos disfrutar de todos los privilegios de ser miembros de la Iglesia y de las
bendiciones de la expiación del Salvador.

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