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Walker Villanueva
Gutiérrez.
Revista Jurídica Nº 36
Si intentamos comprender la estructura de imposición del IGV, el análisis del hecho gravado venta
de bienes muebles, origina una interrogante de primera importancia ¿Cuál es la razón de gravar los
retiros de bienes, como venta de bienes?. No es sólo que el IGV por el modelo adoptado, es un
impuesto que incide sobre el valor agregado; por lo que - en rigor - no debería afectar las
"transferencias gratuitas" o "autoconsumos", que por sí mismas, aisladamente consideradas, no
revelan un incremento del valor del producto, en la cadena de producción y comercialización. La
explicación a la interrogante planteada, no es unívoca, como tampoco lo es el concepto de retiro de
bienes, como lo veremos líneas adelante.
¿Cuál es la razón que subyace como fundamento de los retiros de bienes? COSCIANI, señala que
la asimilación responde a la necesidad de evitar distorsiones en las formas contractuales, y que se
eluda el impuesto en ciertos casos; BALBI, indica que la asimilación respondería
fundamentalmente al propósito de evitar que el impuesto sea reducido mediante maniobras tales
como las adquisiciones de bienes de uso personal, a través de la empresa; la reducción de
retribuciones que integran el valor agregado; la utilización de transferencias a título gratuito para
encubrir distribución de utilidades que afectan la cuantía del valor agregado.
Caso I: Por ejemplo, una empresa compra del fabricante 100 unidades por S/. 100, vende 80
unidades por S/. 160,00 y 20 unidades son entregadas a los accionistas a título gratuito. ¿A cuanto
asciende el valor añadido en el ejemplo?. ¿Sólo a S/. 60,00 o se considera también el valor de las 20
unidades?. Los escenarios son diversos.
1. Si la transferencia obedece a una mera liberalidad, es necesario gravar dicha operación para
equiparar la condición entre el consumidor que lo hace adquiriendo el bien de un tercero y el
consumidor que ocupa dicha posición por disponer a título de liberalidad bienes que
inicialmente estaban destinados a la venta; es decir, equipara la condición entre una persona
natural que compra un bien con el propósito de regalarlo y otra persona que siendo sujeto del
IGV dispone a título de liberalidad, bienes de propia producción o adquiridos de terceros; si el
primero asume S/. 118,00 incluyendo el IGV; el segundo también debe asumir S/. 118,00.
Pero también existe una alternativa en este primer escenario, reintegrar el crédito fiscal de los
bienes adquiridos o producidos, y luego destinados a fines no empresariales, en cuyo caso, se
reembolsaría el IGV en función al costo de adquisición o producción, sin considerar ningún
margen de ganancia. No parece adecuada esta solución, en tanto se perfila una diferencia
marcada entre el consumidor que compra de un tercero y el que destina a fines privados
existencia de propia producción o adquiridos de terceros. Así tratándose de existencias
compradas o producidas, lo adecuado será gravar las transferencias gratuitas, para equiparar las
condiciones entre consumidores finales; por el contrario, cuando se trate de adquisiciones de
bienes que no sean mercadería, inicialmente destinados a formar parte del inventario de la
empresa, y que finalmente son destinados a realizar una "liberalidad", es razonable plantear el
reintegro del crédito fiscal, como una alternativa al retiro de bienes, pues se logra con ello,
reintegrar el crédito fiscal previamente computado, sin reconocer margen de ganancia alguna,
porque la empresa no las compró como existencias.
2. Si la transferencia pretende encubrir una "distribución de utilidades" o "pago de
remuneraciones" u "operaciones a título oneroso", indicando que se trata de una transferencia
a título gratuito por causa de liberalidad, donde lógicamente hubo lugar a cómputo del crédito
fiscal, es indispensable gravar la operación, pues en todas ellas, se encubre un "valor
agregado" que escaparían a la incidencia del Impuesto. En esta situación, no cabe sostener
ninguna alternativa adicional, pues necesariamente, se deberán gravar las transferencias
gratuitas, de forma similar a las transacciones onerosas gravadas; pues de otro, no se estaría
afectando todo el valor añadido.
Caso II : Una empresa dedicada a la producción de licores, decide en el cumpleaños del Gerente
General, consumir 100 unidades del producto, cuyo valor de mercado es de S/. 1,00 y sabiendo que
el margen asciende a 50%. ¿Debe gravarse dicha operación?. ¿Si la respuesta fuera afirmativa, a
que valor debe gravarse?. ¿Existiría la alternativa de reintegrar el crédito fiscal computado?.
Si no se gravara la operación habría un desequilibrio evidente entre el consumidor final que accede
al producto comprándolo de un tercero y el consumidor que accede a él, por haberlo producido el
mismo; mientras el primero, asume una carga económica de S/. 118,00; el segundo asumiría sólo el
costo de producción de S/. 50,00. Es en ese sentido, que resulta plenamente justificada la inclusión
del autoconsumo como "operación gravada" y de modo similar al valor que se le asigna a tales
productos en sus operaciones con terceros ("valor de mercado"), pues en caso contrario, habría
siempre un desequilibrio económico, que es lo que se pretende evitar.
De otro lado, entendemos que la alternativa del reintegro no es viable, tratándose del autoconsumo
de mercaderías, porque se daría una cierta diferencia equivalente al margen de ganancia de la
empresa, que no estaría alcanzado por el Impuesto en el autoconsumo destinada a fines privados o
no empresariales. En cambio, si el autoconsumo fuera de bienes adquiridos de terceros y adquiridos
inicialmente para uso empresarial, pero que finalmente se consumen en fines privados, entendemos
razonable plantear la alternativa del reintegro del crédito fiscal, pues en verdad en estas situaciones
se buscaría, igualar las condiciones económicas entre los consumidores.
Dice DEROUIN en este sentido, que "en lo referente a la toma de un bien comprado, los Estados
miembros tienen la facultad de sustituir el gravamen por la prohibición de la deducción o por su
regularización si la deducción ya tuvo lugar, lo que denota la preocupación no ya de crear in
abstracto una categoría de operaciones imponibles nuevas, sino de igualar las condiciones de la
competencia entre los consumidores" 1. Esta alternativa, entendemos es viable en tanto no se trate
del consumo propio de mercadería adquiridas o producidas, porque en tal circunstancia, habría un
desequilibrio económico entre los distintos consumidores, siendo la única alternativa posible, el
gravarlos como retiro de bienes y de forma similar al valor asignado en sus operaciones con
terceros.
De modo específico y más preciso, y sobre la base de lo anteriormente expuesto, podemos extraer
las siguientes consideraciones:
Ahora bien, en las transferencias a título gratuito, habíamos ya indicado que, por un lado, el
legislador pretende equiparar la condición de los consumidores finales, tratándose de verdaderas
liberalidades que representan actos de consumo privado, y por otro lado, pretende - y esto quizá sea
el motivo determinante - evitar el encubrimiento de "operaciones onerosas" por la vía de gravar toda
transferencia de bienes a título gratuito.
BALBI, señala que la Sexta Directiva de la Unión Europea contempla " la asimilación a la entrega
de bienes de los retiros de bienes efectuados por el sujeto para su uso privado o el de su persona -
esto es el autoconsumo- ; así como, para transferirlos a título gratuito o, más generalmente, para
afectarlos a fines ajenos a las necesidades de la empresa - estas son la transferencia a título de
liberalidad -, cuando tales bienes hubieran dado lugar al cómputo de crédito fiscal en forma total o
parcial"3.
En nuestra experiencia nacional, el legislador peruano ha asimilado con cierta exactitud el
autoconsumo como operación gravada, cuando se trate de usos destinados a fines no empresariales
o privados; empero, esta misma lógica, no se ha aplicado en las transferencias a título oneroso, en el
que por el contrario, resulta gravada toda transferencia a título gratuito, lo cual incluye no sólo
liberalidades, sino también entrega relacionadas a fines empresariales (gastos de representación,
gastos de promoción), que paulatinamente han venido siendo excluidas como asimilaciones al
"retiro de bienes"; es el caso de las muestras médicas, las entregas promocionales, y la última
modificación referida, a las bonificaciones.
BALBI menciona también que la Sexta Directiva faculta a los Estados a asimilar como operación
gravada "la afectación" de un bien a una actividad no gravada, a fin de evitar el incremento
indebido de crédito fiscal, o "la apropiación" de bienes por sujetos del Impuesto, al cese de
actividades, a fin de eliminar maniobras tendientes a evitar el Impuesto por la vía de disponerlos
posteriormente a título particular. En el primero se pretende lograr el reintegro del crédito fiscal
computado, en cuanto el bien esté destinado a una actividad no gravada; mientras que, en el
segundo la "apropiación" o "retención" queda sometida a imposición por tratarse de un
encubrimiento destinado a excluir del ciclo de producción o comercialización, una operación que -
en rigor - está dentro de él. Conviene destacar que la primera operación está enteramente
relacionada con el derecho a la deducción, en el sentido que el "cambio de afectación" del bien que
3
BALBI, Rodolfo Alberto. "ASPECTOS TECNICOS DE LA GENERALIZACION DEL IVA". En: EL IMPUESTO AL
VALOR AGREGADO y su generalización en América Latina, OEA, CIET, Ediciones Interoceánicas, Buenos Aires,
1993, Pág. 104.
ha dado lugar a cómputo del crédito fiscal, origina su calificación como operación gravada, con el
exclusivo propósito de lograr el reintegro del crédito fiscal.
2. EL RETIRO DE BIENES: ¿Cómo plasma la Ley del IGV los fundamentos expuestos?
La Ley del IGV, cuyo TUO ha sido aprobado por el Decreto Supremo 055-99-EF (15.04.99), define
como venta al "retiro de bienes" que efectúe el propietario, socio o titular de la empresa o la
empresa misma, incluyendo los que se efectúen como descuento o bonificación, con excepción de
los señalados por esta ley y su reglamento. El contenido normativo de lo que se entiende por retiro
de bienes, lo proporciona el artículo 2 numeral 3 del Reglamento de la Ley del IGV, Decreto
Supremo 136-96-EF, modificado por el Decreto Supremo 064-2000-EF. Antes de entrar a un
análisis detallado de nuestra legislación veamos el siguiente cuadro resumen de operaciones
comprendidas dentro del hecho gravado "retiro de bienes".
4
LUQUE BUSTAMANTE, Javier. LOS RETIROS EN EL CAMPO DE APLICACIÓN DEL IMPUESTO
GENERAL A LAS VENTAS, abril, 1994, Pág. 17.
c. La entrega de bienes pactada por convenios colectivos no
considerada condición de trabajo y que no sean indispensables
para la prestación del servicio.
2.1 LAS TRANSFERENCIAS GRATUITAS ¿Cómo se regulan?
En nuestra legislación, sin distingo alguno se dispone que constituye retiro de todo acto por el que
se transfiera la propiedad de bienes a título gratuito, (artículo 2 numeral 3, inciso c del Reglamento
de la Ley del IGV), tales como obsequios, muestras comerciales y bonificaciones. Como se aprecia,
el legislador ex profesamente califica como retiro de bienes, las transferencias gratuitas relacionadas
al giro del negocio, como las muestras, bonificaciones y obsequios; y no porque desconozca la
concepción teórica expuesta anteriormente, sino porque constató en nuestra realidad, un excesivo y
desmesurado uso de entregas gratuitas relacionadas al giro del negocio, presumiéndose que ellas -
en realidad - encubrían operaciones gravadas con el Impuesto; de este modo, el legislador optó por
facilitar la gestión y administración del Impuesto, antes que el tecnicismo en cuanto a los
fundamentos del Impuesto.
Sin ninguna duda esta circunstancia facilita la gestión administrativa del Impuesto, pero del mismo
adolece de serias deficiencias técnicas, por cuanto, hemos visto que las transferencias gratuitas son
objeto de imposición, en tanto representan actos de liberalidad del sujeto del Impuesto no
relacionadas a la actividad económica, en cuyo escenario se busca equilibrar la situación entre
diferentes consumidores; de otro lado, se gravan las transferencias "gratuitas" en tanto pueden
representar el "encubrimiento" de operaciones onerosas que afectan la cuantía del valor agregado.
Pero de ningún modo, se gravan las transferencias gratuitas relacionadas al giro del negocio, como
las muestras, bonificaciones, obsequios, porque se produciría una excesiva imposición en el sentido
que el valor de tales operaciones, necesariamente está insumido en el "valor de venta" de los
productos sujetos a imposición; por lo que, consecuentemente, gravarlos en forma independiente
representa una doble e irrazonable imposición. Esta misma lógica es la que sustenta la no
imposición, como - en efecto - ocurre en nuestra realidad, de los autoconsumos necesarios para la
realización de operaciones gravadas con el Impuesto.
Debido a esta situación, el legislador ha ido paulatinamente flexibilizando la rígida fórmula por la
cual "toda transferencia gratuita", sea que esté o no relacionada a fines empresariales, estaba
gravada con el IGV; introduciendo ciertas excepciones, en relación a transferencias gratuitas
relacionadas al giro de la empresa, las cuales como se señaló, no deben ser objeto de imposición, en
la medida que se produciría una doble imposición. Por esa razón, a partir del ejercicio 1997 y ahora
en el ejercicio 2000 el legislador exceptúa del retiro de bienes a algunas entregas sujetas a ciertos
límites, que no buscan sino evitar el uso desmesurado de las mismas, en su propósito de encubrir
operaciones gravadas. Así se pueden mencionar las siguientes entregas relacionadas a fines
empresariales, que no califican como retiro de bienes:
En este caso, se exceptuaba a dicha operación, porque se consideraba que era la única vía para
promocionar la venta del producto, puesto que sólo exceptuaba a los productos cuya publicidad
masiva estaba prohibida y en tanto se expendían bajo receta médica. Sin embargo, el Decreto
Supremo 064-200-EF (30.06.2000), flexibiliza más aún esta excepción, al indicar que es
aplicable a todo medicamento que se expenda bajo receta médica, sin interesar su mecanismo
de promoción, sea que esté o no prohibida su publicidad masiva, porque se entiende que - en
general - todo medicamento es susceptible de promocionarse a través de muestras, que
permiten probar la calidad del producto. Por consiguiente, nos parece que la flexibilización es
razonable, en tanto permite abarcar un mayor universo de operaciones gratuitas, que estando
destinadas a fines empresariales, no resultan gravadas con el Impuesto.
Otro supuesto es el concerniente a la entrega de bienes a título gratuito que efectúen las
empresas con la finalidad de promocionar su línea de producción, comercialización o de
servicios, siempre que el valor de mercado de la totalidad de dichos bienes no exceda del 0.5.%
de sus ingresos brutos promedios mensuales de los últimos 12 meses, con un límite de 4 UIT,
decía el anterior Reglamento. El actual Reglamento (Decreto Supremo 064-2000-EF) inserto
en la lógica de atenuar la rigidez de gravar - incluso - las transferencias gratuitas relacionadas a
fines empresariales, aumenta los límites anteriores al 1% del promedio de ingresos de los 12
últimos meses, incluyendo el mes en el cual se aplica el crédito, y con un límite de 20 UIT.
Asimismo dispone con carácter interpretativo, y en forma acertada, que sólo estará gravada el
exceso que supere el límite legal, lo cual descarta las opiniones que indicaban que cuando se
superase el límite legal, se debía gravar la totalidad de las operaciones y no sólo exceso, por
cuanto la norma usaba una conjunción condicional "siempre que" equivalente a "con tal que".
Esta situación hace referencia a casos en los cuales, la entrega es condición necesaria e
indispensable para el desarrollo del trabajo por parte del dependiente; de modo que, los bienes
entregados no constituyen un beneficio en favor del trabajador sino un elemento
imprescindible para la prestación del servicio y por lo tanto, se trata de entregas relacionadas al
giro del negocio, cuyo costo indudablemente está incorporado en el valor de venta del producto
final, caso por ejemplo de la entrega de cascos, uniformes y otros elementos a los obreros de
una mina. La dificultad de este supuesto de excepción, radica en la calificación de la entrega
como condición de trabajo, que con todo acierto lo define TOYAMA, como aquellas entregas
necesarias para la prestación del servicio y no por la prestación del servicio. Si se tratase de
entregas no necesarias para la prestación del servicio (condición de trabajo), ni tampoco
entregas por la prestación del servicio (remuneración), es lógico concluir que ellas reunirán la
condición de liberalidades o conceptos no remunerativos para efectos laborales (artículo 19 de
la Ley de Compensación por Tiempo de Servicios), en cuya circunstancia resultarán gravadas
como retiro de bienes.
La Ley del IGV tiene una regulación más lograda tratándose de los autoconsumos, por cuanto,
sólo grava los no relacionados a fines empresariales, en tanto pretende equiparar el sacrificio
económico de consumidores finales, que han ocupado esa posición por distinta causa. Así la
Ley no grava el autoconsumo relacionado a fines empresariales, pues él indudablemente, está
incorporado en el "valor de venta" de los productos sujetos a imposición y esa medida, el
gravarlo en forma independiente, originaría el mismo problema de la doble imposición, como
ocurre en las transferencias gratuitas relacionadas al giro del negocio. Veamos los
autoconsumos necesarios y relacionados a fines empresariales:
a. Insumos, materias primas y bienes intermedios utilizados en la
elaboración de bienes que produce la empresa. No es venta
siempre que el retiro lo realice la empresa para su propia
producción, sea directamente o a través de un tercero.
b. La fabricación por encargo: Se precisa que la entrega de bienes por parte del comitente al
contratista para la fabricación de los bienes encargados, no califica como retiro de bienes, lo
cual significa que no hay transferencia de propiedad, ni autoconsumo no necesario, pues el
consumo de los bienes entregados al tercero, se hace con un fin empresarial, la fabricación de
bienes relacionados al giro del negocio. Por su parte, el contratista (fabricante) entrega un bien
distinto al comitente, operación que según la posición que adoptemos puede calificar como un
servicio de fabricación o una venta de bienes. La legislación vigente hasta 1992, calificaba
expresamente a la fabricación por encargo, como una venta de bienes, en ese sentido, el
Decreto Legislativo Nº 656 (9.8.91), el Decreto Legislativo Nº 666 (11.09.91) y el Decreto Ley
Nº 25748 (1.10.91) entendían por venta:
"La entrega de bienes muebles elaborados o fabricados por encargo de un tercero con o
sin aporte de materias primas, ya sea que la operación es la obtención del producto final
o constituya una etapa de su elaboración, construcción, fabricación o puesta en
condiciones de utilización"
En consecuencia para la legislación del IGV vigente al 31.12.92 la "fabricación por encargo",
era considerada como una de venta de bienes muebles, por la circunstancia que el fabricante
por encargo, al elaborar un bien distinto a los insumos, materias primas o bienes intermedios
que el comitente le hubiera proporcionado, "entregaba" un bien cualitativamente distinto y en
consecuencia se veía precisado de transferir la propiedad sobre el mismo. La legislación
tributaria a partir del 1.1.93 a la fecha, omite calificar expresamente a la fabricación por
encargo, como venta de bienes muebles, aunque tangencialmente ciertas normas abordan el
tema.
En efecto, el artículo 3 inciso d) de la Ley del IGV e ISC vigente, califica como constructor
para la primera venta de inmuebles, a quienes encargan a terceros la construcción total o
parcial de un inmueble; en ambos casos, aunque el comitente proporcione materiales, se grava
la operación como "contrato de construcción", es decir como servicio y no como venta. De este
modo, el contratista no efectúa una venta en favor del comitente, sino un servicio de
construcción; a su vez, el comitente cuando vende a terceros, efectúa la primera venta de
inmuebles. Lo expuesto determina que la "construcción por encargo", califica como un
contrato de construcción (contrato de obra) y no como venta.
Por otra parte, el artículo 33 de la Ley del IGV e ISC, califica como exportación "l a remisión
de bienes al exterior como consecuencia de la fabricación por encargo de clientes del exterior,
aun cuando estos últimos hubieran proporcionado, en todo o en parte, los insumos utilizados
en la fabricación del bien encargado. En este caso, el saldo a favor no incluye el impuesto
consignado en los comprobantes de pago y/o declaración de importación, que correspondan a
bienes proporcionados por el cliente del exterior para la elaboración del bien encargado".
Esta norma califica a la maquila como una exportación de bienes, pero el saldo a favor del
exportador (SFE), se reconoce por un monto proporcional al valor agregado por el fabricante,
sin incluir el valor de los insumos, materias primas o bienes intermedios proporcionados por el
cliente del exterior. Así si el cliente del exterior proporcionara la totalidad de insumos, el saldo
a favor será proporcional al valor agregado de los servicios de fabricación.
Lo expuesto permite concluir que la Ley del IGV regula ciertos supuestos de fabricación por
encargo, como servicio en forma directa, como ocurre en la construcción por encargo o en
forma indirecta, como ocurre en la maquila internacional; por lo demás el Decreto Legislativo
775, calificaba ya a la fabricación por encargo como un servicio exonerado, cuando indicaba
que los "servicios de fabricación de bienes cuya venta o importación, se encuentren
exonerados", con lo cual, la fabricación por encargo de bienes gravados, constituía un servicio
gravado. En suma, apreciamos en la fabricación por encargo, un autoconsumo necesario por
parte del comitente, y por parte del contratista, un servicio de fabricación gravado con el IGV.
c. El Retiro de bienes para ser consumidos la empresa cuando sean necesarios para la
realización de operaciones gravadas: No hay inconveniente alguno para concluir que el
supuesto en mención, es un caso típico de autoconsumo necesario e insumido en el costo de
producción de los bienes o servicios sujetos a imposición. El único problema advertido por
LUQUE radica en el destino del autoconsumo, el que se efectúa en la realización de
"operaciones gravadas", lo cual no incluiría a la exportación, al tratarse de una "operación
inafecta"; de modo que, el autoconsumo de bienes por parte de una empresa exportadora, se
encontraría gravada con el IGV. Entendemos que, la ratio legis de la norma prevalece sobre la
imperfección literal de la norma, en el sentido que el fundamento técnico pretende gravar los
autoconsumos destinados a fines empresariales o privados; por lo que, gravar aquellos
autoconsumos destinados a fines empresariales, significaría gravar los productos sujetos a
exportación, aun cuando la norma tributaria señala que no lo está.
El artículo 15 del TUO de la Ley el IGV dispone que la base imponible será fijada conforme a
las operaciones onerosas efectuadas por el sujeto con terceros, en su defecto se aplicará el
"valor de mercado". Ahora bien, se entenderá por valor de mercado, el establecido en la Ley
del IR; la misma que en su artículo 32, señala que tratándose de existencias, el " valor de
mercado" es el que normalmente se obtiene en las operaciones onerosas que la empresa realiza
con terceros. En ese sentido, es pertinente plantear las siguientes alternativas, en función a
operaciones relacionadas a fines empresariales o las relacionadas a fines privados:
Tratándose de inventario que no son existencias, pero que son transferidos a terceros con
fines relacionados a actividades empresariales (gastos de promoción, gastos de
representación), no habrá valor de operaciones onerosas con terceros, pues la empresa no
vende dichos bienes a terceros. En tal supuesto, habrá que acudir a la disposición
reglamentaria que indica tomar en cuenta, el costo de adquisición (artículo 5 numeral 6)
6
DEROUIN, Philllippe. EL IMPUESTO AL VALOR AÑADIDO, Editorial de Derecho Financiero, 1981, Madrid,
Pág.34.
como base imponible. No hay en esta hipótesis razón para agregar un margen de ganancia
adicional al costo de adquisición, pues se trata de productos adquiridos con el exclusivo
fin de regalarlos a terceros.
2. Si la empresa transfiere bienes a terceros por causa de simple liberalidad, sin
ninguna referencia a actividades relacionadas a fines empresariales, es indispensable
igualar las condiciones entre distintos consumidores, en cuya circunstancia, tratándose de
existencias, se gravará en función al valor de sus operaciones onerosas con terceros, el
mismo que difiere del costo de adquisición o producción. En esta circunstancia, no hay
lugar a reconocer como una opción adicional, el reintegro de crédito fiscal, pues ello no
equilibraría las condiciones entre distintos consumidores.
Tratándose de inventarios, que no son existencias y que se transfiere a terceros por causa
de liberalidad, la base imponible será el costo de adquisición, pues la empresa no los
adquirió con la finalidad de venderlos sino de usarlos, y si posteriormente decide
regalarlos, se igualaría las condiciones entre distintos consumidores, con reconocer como
base imponible el costo de adquisición. Por lo tanto, en este caso, igualmente resulta
válida la opción entrega gravar dichas operaciones como retiro de bienes, o en su caso,
reintegrar el crédito fiscal previamente aplicado, pues ambas soluciones conducen al
mismo objetivo.
El artículo 16 de la Ley del IGV dispone que Impuesto no podrá ser considerado como costo o
gasto para efectos del IR, por la empresa que efectúe el retiro de bienes. Desde la óptica del
fundamento técnico del Impuesto, el retiro de bienes resulta gravado por aludir a operaciones
no relacionadas a fines empresariales, sea en forma de autoconsumo no necesario, o como
transferencia a título gratuito; por lo que, consecuentemente, el Impuesto pagado por tales
operaciones no guarda vinculación con el mantenimiento de la fuente o la generación de renta
(principio de causalidad) y no resulta deducible para la empresa que ha asumido el gasto del
referido impuesto.
En nuestra legislación, sin embargo, y lo hemos visto a lo largo del presente informe, no sólo
gravan operaciones ajenas a fines empresariales sino también operaciones relacionadas al giro
de la empresa, tales como muestras, bonificaciones, gastos promocionales, gastos de
representación, que indudablemente guardan vinculación con las actividades económicas de la
empresa, y que sin embargo, están gravados con el IGV. En ese orden de cosas, el IGV
asumido por la empresa que transfiere dicho bienes, debería admitirse como costo o gasto de la
empresa, en tanto resulta necesario para la generación de renta; pero por una absurda
prohibición normativa, este impuesto no resulta deducible.
En lo que concierne al adquirente de los bienes - en ningún caso - puede tomar el IGV
consignado en el comprobante de pago como costo o gasto, por una razón evidente, no ha
realizado ninguna erogación que, signifique costo o gasto para él.
5. PROHIBICIÓN DE TRASLADAR EL IGV: ¿Cuál es la razón de dicha
prohibición?
El numeral 6) del artículo 2 del Reglamento de la Ley del IGV, dispone que - en ningún caso-
el Impuesto que grave el retiro de bienes podrá trasladarse al adquirente de los mismos; de
manera tal, que la empresa que efectúe el retiro de bienes, deberá asumir el importe del IGV
que corresponda a dicha operación. Obviamente la disposición afecta el retiro de bienes bajo la
modalidad de transferencia a título gratuito, pues sólo en ellas existe - eventualmente - la
posibilidad de trasladar el IGV a terceros. Entendemos que esta prohibición guarda coherencia
con el fundamento técnico del Impuesto en el siguiente sentido; si la transferencia a título
gratuito, se grava con el propósito de equilibrar la condición entre distintos consumidores, es
lógico entonces disponer que la carga económica del Impuesto, lo asuma quien ocupa la
posición de consumidor, en este caso, la empresa que efectúa la transferencia gratuita y no el
adquirente del bien; por lo tanto, no creemos, como afirma LUQUE que la razón de ello,
radique en no desnaturalizar el retiro de bienes, porque la transferencia habría dejado de ser
gratuita al haberse pagado parte del precio 7, porque ello significaría que contractualmente las
partes podrían conferir a una operación, la naturaleza de venta propiamente dicha o la
naturaleza de retiro de bienes, sin importar el fundamento técnico del Impuesto.
6. NACIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN
La norma prevé que la obligación tributaria nace en la fecha del retiro o en la fecha en que se emite
el comprobante de pago, lo que ocurra primero. Se acredita la fecha de retiro, con el documento que
acredite la salida o consumo del bien. Observamos finalmente que el nacimiento de la obligación
tributaria se limita en el retiro de bienes, a la fecha de salida de los bienes o a la fecha de consumo
de los mismos. Lo primero se acredita mediante el kardex de inventarios, que debe registrar la
descarga de los bienes; sin embargo, la salida registrada en el kardex no necesariamente significa la
entrega a terceros, situación en la cual, no obstante no haber entrega, y por lo tanto, no haber
transferencia de propiedad, se produce el hecho imponible. Es decir, la obligación tributaria surge
antes de "perfeccionarse" el hecho imponible, lo cual indudablemente debería corregirse.
7
LUQUE BUSTAMANTE, Javier, ob. cit., Pág.. 19.