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Una breve introducción a la Modernidad

Un profundo cambio pedagógico y social acompañó el pasaje del siglo


XIX al XX: la expansión de la escuela como forma educativa hegemónica
en todo el globo.
En ese entonces la mayoría de las naciones del mundo legisló su educación
básica y la volvió obligatoria, lo que dio como resultado una notable explosión
matricular.
La condición de no escolarizado dejó de ser un atributo bastante común entre
la población, al punto de que muchas veces ni siquiera se lo consignaba, para
convertirse en una estigma degradante.
La modernidad occidental avanzaba, y a su paso iba dejando escuelas.
De París a Timbuctú, de Filadelfia a Buenos Aires, la escuela se convirtió en
un innegable símbolo de los tiempos, en una metáfora del progreso, en
una de las mayores construcciones de la modernidad.
Pablo Pineau, “La máquina de educar”

En el párrafo precedente encontramos dos ideas que nos interesa destacar:

1) “Un profundo cambio pedagógico y social acompañó el pasaje del siglo


XIX al XX: la expansión de la escuela como forma educativa
hegemónica”

2) “la escuela se convirtió en un innegable símbolo de los tiempos, en una


metáfora del progreso, en una de las mayores construcciones de la
modernidad”.

Ahora bien, antes de comenzar a desarrollar estas dos ideas que presenta
Pablo Pineau en su texto (La escuela como máquina de educar. Tres escritos sobre
un proyecto de la modernidad. Buenos Aires: Paidós, 2001.) es conveniente
establecer algunas características que presenta la Modernidad.

● Podemos pensar a la Modernidad como una etapa histórica que se


desarrolló de modo paulatino a partir del siglo XV. Su origen lo ubicamos
en Europa.
● La Modernidad fue un movimiento que sucedió a la Edad Media e
implicó una serie de cambios muy profundos en la vida de las
personas.

● Estos cambios abarcaron desde la organización social, política y


económica en las sociedades europeas, hasta el surgimiento de una
nueva manera de pensar el mundo.

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Hasta el comienzo de la Modernidad la forma de gobierno imperante fue la


monarquía, que presentaba una sociedad estratificada (nobles, sacerdotes,
militares y plebe) donde la religión producía la cosmovisión del mundo
circundante1 y fundamentaba el ordenamiento social.

1
Por cosmovisión del mundo circundante podemos entender la forma en que las personas
lograban comprender e internalizar sus condiciones objetivas de vida.
La autoridad política de reyes y reinas provenía directamente de Dios, era una
autoridad “delegada”. El ejercicio del poder por parte de la monarquía, era
cumplir con la voluntad de Dios.
Por el contrario, rebelarse ante el estado de las cosas era oponerse al statu
quo (estado de cosas en un determinado momento), acción que por lo general
era castigada con la muerte.

Dentro de este contexto surge con claridad la importancia que durante toda la
Edad Media tuvo la religión.
La idea de Dios intervino en todas las esferas de las actividades humanas: la
organización política y económica, la producción de conocimiento, la filosofía,
el arte, y en particular, cómo se dio forma a la subjetividad de la época.

Antes de continuar desarrollando algunas ideas sobre la Modernidad, nos


referiremos brevemente al término subjetividad, ya que probablemente
volvamos a encontrarnos con el mismo en otros textos:
Subjetividad: Desde el punto de vista de la sociología, la subjetividad se
refiere al campo de acción y representación de los sujetos siempre
condicionados a circunstancias históricas, políticas, culturales, etc.
Cuando nos referimos a la subjetividad de una persona queremos expresar la
forma en que esa persona interpreta el mundo y también el modo en que
actúa sobre el mundo. Algo importante a tener en cuenta es que la subjetividad
es producida, se forma, no es un atributo natural de las personas.
Mi subjetividad comienza a producirse al momento de mi nacimiento, mi
entorno familiar, la escuela, las instituciones sociales, serán las encargadas de
dicha producción. Nuestro interés en relación con este concepto, Subjetividad,
remite a aquellos aspectos en común que podemos encontrar en una
sociedad en un momento histórico determinado: valores, ideas, sentimientos y
maneras de interpretar un contexto dado.

Ahora bien, sigamos con la Modernidad.


Si durante la Edad Media la idea de Dios condicionó en gran parte la
subjetividad imperante en esa época histórica ¿Cuáles fueron las razones para
que tanto cambiara? Qué ocurrió, qué se produjo como para que surgiera una
manera particular y nueva de ver el mundo?
Muchxs historiadorxs dan una serie de causas que fueron condición necesaria
para el surgimiento de la modernidad:
la invención de la imprenta,
la llegada de los españoles a América,
la reforma protestante de Lutero
y la revolución científica, son algunas de ellas.

En la Modernidad se producen cambios importantes en relación con la


concepción del mundo para el ser humano: la razón se impone por sobre la
religión, el mito deja de ser la explicación del universo y se empiezan a buscar
las causas de todo fenómeno a través de la ciencia, el ser humano pasa a
ocupar el centro del pensamiento que antes pertenecía a Dios.

(Miguel Angel-la creación de Adán-siglo XVI)

La modernidad irrumpe en el mundo con una firme decisión de Progreso


ininterrumpido, trae el mandato de instaurar la Razón en el devenir histórico de
la sociedad, se propone desarrollar las Fuerzas productivas del trabajo,
considera imprescindible otorgar a cada Hombre la igualdad ante la ley y la
libertad para el ejercicio de sus ideas.
La transformación que trajo la modernidad fue revolucionaria, pero aun así
impactó de manera desigual en la vida de las personas, dependiendo de las
clases sociales a las cuales pertenecían y también dependiendo del género.

Cuando hablamos del sistema de dominación de un género sobre otro,


hablamos del Patriarcado. La dominación de los hombres sobre las mujeres es
anterior a la modernidad, sin embargo con el auge del capitalismo este sistema
de dominación tomó una nueva forma: el confinamiento de la mujer al ámbito
de lo doméstico y el fortalecimiento de un sistema jurídico que dotaba de
derechos a los hombres y privaba de derechos y autonomía a las mujeres. Es
entonces cuando emerge el feminismo como respuesta a la injusticia del
sistema patriarcal. Pero todavía faltarían muchos años para que esas luchas se
transformaran en conquistas.

La consolidación de la Modernidad fue un proceso paulatino que demandó


varios siglos para su instauración en el mundo occidental. Los cambios en las
ideas filosóficas, políticas y económicas dieron por resultado las revoluciones
modernas (Revolución Inglesa, Revolución Francesa y también entre
otras, nuestra Revolución de Mayo).

En todas ellas el denominador común es el cambio radical de la organización


política y económica del estado: caen los gobiernos monárquicos que son
reemplazados por los Estados Nacionales. El poder cambia de manos, de los
reyes y reinas, a la nueva clase social que también nace con la modernidad: la
burguesía.

Entonces, ¿si la razón y el conocimiento científico debían reemplazar a los


postulados teológicos impulsados por la religión, si era imprescindible modificar
la subjetividad de los hombres y mujeres que interpretaban su mundo a través
de los lentes de la fe religiosa, qué herramienta inventó e implementó la nueva
sociedad moderna para alcanzar el triunfo sobre el oscurantismo y el yugo del
poder monárquico?
Es aquí cuando debemos retomar las dos ideas que nos importa subrayar del
fragmento de Pablo Pineau citado al principio.
Los nuevos Estados Nacionales, hijos de la revolución moderna,
encontraron en la escuela el dispositivo adecuado para lograr sus
objetivos. Claro que la escuela, tal como la conocemos, no surgió de un
día para el otro ni fue un descubrimiento exclusivo de la modernidad. Fue
la amalgama de distintas prácticas educativas, la implementación de
ideas que la humanidad venía macerando desde hacía tiempo en cuanto a
cómo lograr la instrucción de unos pocos hacia unos muchos.

Los nuevos estados nacionales tuvieron la decisión política de instaurar esta


nueva forma educativa hegemónica.
Ya no más educarse en los conventos o por medio de un preceptor o instructor
en el caso de las familias adineradas. La escuela comenzaba a estar
disponible para toda aquella persona que calificaba como niña o niño.
La instauración de la escuela moderna y su posición hegemónica (como
espacio educativo socialmente aceptado y sin competencia alguna) fue
condición necesaria para que los nuevos estados nacionales por fin triunfaran
por sobre el antiguo régimen (el orden monárquico).
Fue la escuela moderna quien garantizó el proceso de construir una nueva
subjetividad entre sus estudiantes.
Era necesaria la “producción” de ciudadanos modernos, hombres y mujeres
que internalizaran las normas de la nueva sociedad, una sociedad regida por la
razón, donde todos los hombres serían iguales ante la ley y tendrían un pasado
y un destino en común.

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