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SERMONES º" O

2
DEL P. CARLOS FREY DE NEUVILLE

PREDICADOR DE LUIS XV.

REY DE FRANCIA.

TR A D U CIDOS DE L FRAN CE S

POR D. JUANANTONIO PELLICER


DE LA REAL BIBLIOTECA.

TOMO SEPTIMO.
PANEGIRICOS.

EN MAD RID
ANO DE M.D.CC. LXXXIX.

POR D ON B L AS RO MAN
Impresor de la Real Academia del Derecho Español
y Publico.
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.
Vendense en casa de D. Antonio Baylo calle de las Carretas. T. <
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TA B L A

DE LOS SE R MO N ES
QUE SE CONTIENEN

EN ESTE TOMO SEPTIMO.

Sermon de San Francisco de Paula............. Pag. 1.


De San 5uan de la Cruz............. Se e e 38.
De San Francisco de Sales............... 74.
Sobre el Estado Religioso............... II9.
Oracion Funebre del Eminentísimo Cardenal de
Fleury.................................. ee e se e 162.
Del Mariscal de Belle-Isle............ 2 I4
2'abla y Analysis de los Sermones................ 263.
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PAG. I

SER MO N
DE SAN FRANCISCO DE PAULA,
Ipse quasi signum in dextera manu.
El fue como un milagro en la mano del Señor. El Ecle
siastico cap. 49. W. 13.
¿(-Nómo pensais se nos representa en la Sagrada Es
C critura aquel famoso restaurador de Sion, que
supo finalmente reedificar la ciudad santa sobre sus
propias ruinas, y levantar el templo de sus propios
despojos 2 aquel digo, que despues de un dilatado
cautiverio , congregó las tribus de Israel, fugitivas
y dispersas, á la sombra y abrigo de un nuevo san
tuario? El mismo Espiritu Santo hizo de él el mas
ilustre elogio, diciendo que fue como un milagro en
la mano del Señor, destinado á propagar de Orien
te á Poniente la gloria del Dios de Jacob : ipse qua
si signum in dextera manu.
Por estos rasgos con que se pinta el caudillo de
Israel, no dudo, Señores, que vendreis en conoci
miento del padre y fundador de otro pueblo mas
santo y virtuoso, quiero decir, del incomparable
Francisco de Paula, el Taumaturgo de estos ultimos
siglos. El qual fue una de aquellas grandes almas,
que en los tiempos decretados por la eterna sabidu
ria extrae el Altisimo del tesoro de sus misericor
dias, para hacer alarde en los ojos del mundo de su
poder comunicado á un hombre mortal, y para ma
nifestarle con el exemplo de estos dioses visibles,
para explicarme con la expresion de la Escritura,
la grandeza y el imperio absoluto de Dios invisible:
ipse quasi signum.
A ¿Pe
2 S E R M oN
Pero qué digo º antes él mismo fue un milagro
mayor todavia, que todos los milagros que obró.
Olvidemos, si es posible, aquella multitud de asom
brosos prodigios, cuya memoria permanecera gra
bada eternamente en la de los hombres ; pues con
siderandole á él solo y en sí mismo, suministra mate
ria suficiente para apurar nuestra admiracion: enfin
para mirarle como un prodigio y un milagro, no
hay necesidad de saber lo que hizo, basta saber lo
que fue : ipse, ipse..... -

O por mejor decir no separemos lo que quiso


Dios juntar. Consideremos á un mismo tiempo tanto
lo que obró, como lo que fue : y sus virtudes y sus
milagros; porque estos de aquellas, y aquellas de
estos se comunican mutuamente un nuevo lustre y
una nueva gloria. Digo pues, y esta es mi idea, di
go que su virtud comunicó mayor autoridad y ma
yor realce á sus milagros : y que su virtud debe
una principalisima parte de su merito á sus mila
gros. Por qué asi ? Porque su virtud hace todavia
mas creibles sus milagros: y este sera el asunto de la
primera Parte. Y porque sus milagros le fueron oca
sion de una gran virtud : y este sera el asunto de la
Parte segunda. Los milagros de Francisco de Paula
acreditados y probados por su virtud; y los mila
gros de Francisco de Paula contribuyendo al aumen
to y á la perfeccion de su virtud , es todo el obje
to que exige vuestra atencion. Imploremos la gracia
por la intercesion de Maria: Ave Maria.

PARTE PRIMER A.

A virtud de San Francisco de Paula acredita la


fé de sus milagros: pero de qué milagros? Es
to es lo que nos conviene reflexionar desde luego
por ser la base y el fundamento de esta Oracion
- Fue
DE SAN FRANCIsco DE PAUr A. 3
Fue Francisco de Paula en estos ultimos tiempos
un hombre prodigioso , un hombre en quien depo
sitó el Señor su fuerza y su poder: este es su carac
ter propio y personal , que le distingue de los de
mas Santos. Con efecto, si desde nuestros tiempos re
trocedemos á los siglos mas remotos, apenas encon
traremos en tan inmenso espacio quien se le parez
ca á San Francisco de Paula. Hallaremos justos en
quien substituyó el Omnipotente la virtud de su
brazo , pero lo hizo con mas economia en ciertos
dias , en ciertos momentos ; al paso que parece se
la comunicó á Francisco de Paula casi sin medida:
ella empieza por decirlo asi con él : ella no fenece
sino con él : ella desciende con él al sepulcro : y
desde las entrañas de la tierra que le contiene, pa
rece que manda á la naturaleza, que se muestra do
cil y obediente á sus ordenes.
Qué espectaculo tan asombroso se ofrece á nues
tra consideracion ! El Omnipotente habla por la bo
ca de Francisco de Paula. Manda éste, y todas las
cosas escuchan la voz de sus deseos , y se apresu
ran á obrar los milagros que pide. Seguidle los pa
sos, y vereis que todos los instantes de su vida, to
dos los reynos por donde anduvo, todos los lugares
donde residió, se hicieron famosos y venerables á
los tiempos venideros con los repetidos milagros que
obró en ellos. Sobre aquellas campiñas hizo que
descendiesen copiosas lluvias, que las fertilizaron.
De las entrañas de esta empedernida roca hizo bro
tar cristalinas aguas, que regaron su desierto. Esas
tan bastas y dilatadas llanuras, que alla se des
cubren, eran antes unas colinas y montes enrisca
dos; pero habló Francisco, y las colinas se allana
ron , los montes huyen velozmente , y ocuparon
otros sitios. Aquí, donde se levanta ese edificio has
ta las nubes, la tierra se abrió espontaneamente
A 2 pa
S E R. M o N
para recibir las piedras en que estriba esa soberbia
mole. Al eco de su voz se vieron esos sepulcros,
cerrados ya, obligados á restituir á la luz de esta
vida á los que la muerte habia sumido entre las ti
nieblas de una profunda noche. El otro mar, enfu
recido con sus embrabecidas olas, famoso por sus
freqtientes naufragios , fue para él un camino llano y
desembarazado: consolidanse las aguas; los vientos
se enfrenan y enmudecen, dandole paso libre. Aquel
formidable conquistador, aquel vencedor de la Asia,
terror de Europa, en cuyas manos , como la de
otro Nabucodonosor parece depositó Dios los rayos
de sus venganzas, amenazaba á Italia consternada con
inminentes estragos: sus numerosos exercitos cubrian
la tierra: todo se rinde, todo huye, todo es sus
tos , todo es lagrimas. Pero levanta la voz Francis
co al cielo desde el corazon de su desierto, y de
tan formidables tropas solamente quedó el lugar
donde acamparon, y la memoria del miedo que in
fundieron , y del espanto que le disipó. -

No penseis sin embargo, amados oyentes mios,


que yo me propongo haceros una puntual relacion
de sus milagros; porque bien veo, que para refe
rir la historia de sus prodigios, era necesario refe
rir la historia de toda su vida: lo que intento ma
nifestaros es que estos milagros por estupendos y
asombrosos que sean, no deben admiraros, ni pas
maros en Francisco de Paula. Porque sin detener
me á confundir y postrar esa desdeñosa altaneria;
esa soberbia incredulidad de tantos impios filosofos,
que fundan su extravagante merito, é ignominiosa
gloria en no dar credito á ningun testimonio, en no
ceder á ninguna autoridad, como si no fuese indi
cio de tan corto entendimiento el no prestar asenso
á lo que es verdadero, como el adoptar lo que es
falso, y el no creer nada, como el creerlo todo:
SIIl
DE SAN FRANcisco DE PAULA. -

sin declamar contra la dilatada y desatinada critica


de este siglo frivolo y caprichoso, que niega á los
milagros de estos ultimos tiempos la fé, que presta
á los prodigios de los primeros siglos, como si nues
tro Dios no fuese el mismo Dios, que el de nuestros
padres : sin detenerme pues á desvanecer las vanas
sospechas y timidos recelos de una excesiva descon
fianza, no tengo necesidad para comprobar los mi
lagros de Francisco de Paula sino de sus virtudes,
en donde encuentro la prueba de sus prodigios,
prueba decisiva é incontrastable; porque la santi
dad de Francisco fue una santidad proporcionada á
sus milagros, y digna, permitidme esta expresion,
digna en cierto modo de sus milagros; porque la
santidad de Francisco fue una especie de santidad á
la que estuvo aligado el don de milagros; porque
la misma santidad de Francisco fue un milagro de la
gracia, mayor que todos los demas milagros. Con-"
tinuadme vuestra atencion , catolicos, y procuradº
entender el verdadero caracter de un Santo, nunca º
bastantemente conocido.
I. Sustento pues que los milagros de Francisco
de Paula, tan asombrosos por su multitud , por su º
variedad , por su singularidad, que casi exceden to
da creencia, no excedieron sin embargo la sublimi
dad de sus virtudes: que siendo Francisco lo que
era, era como natural que hiciese todo lo que hi
zo: que segun el plan de providencia que guarda
Dios con sus escogidos, debia concederse la abun
dancia y plenitud de los milagros á aquella abun
dancia y plenitud de santidad que resplandecia en
Francisco de Paula : porque bien sabeis que Dios
tiene prometido cumplir con la voluntad de los que
cumplen la suya, y oir los deseos de una alma fiel
que executa los de su espiritu y los de su gracia:
2/0-
6 SE R M o N -

voluntatem timentium se (1). Segun esta sentencia


pues de la eterna Sabiduria, lo que nos debe asom
brar mas no es que Francisco de Paula obrase tantos
milagros, sino que poseyese tantas virtudes : pues
admirado unas veces de las obras de aquel maravi
lloso poder que Dios le comunicó, asegurado otras
de las virtudes, lo que sé, y me consta de su san
tidad, me certifica de lo que se dice, y refiere de
sus prodigios. Con efecto, si la vida de Francisco de
Paula es un cumulo de acciones ilustres, no lo es me
nos de acciones heroicas : si él obró los milagros
que ilustraron á los mayores hombres , tambien po
seyó las virtudes en que florecieron los mayores
Santos: y yo no puedo daros de él mas cabal idea,
que repitiendoos las palabras de un gran Pontifice:
vir iste spiritu justorum omnium plenus fuit. Vieron
se en Francisco las virtudes de todos los Santos: su
virtud fue el conjunto de todas las virtudes; y lo
que pudiera ser suficiente para componer su comple
to elogio, solo es una parte de sus alabanzas : vir
iste spiritu justorum omnium plenus fuit.
e Solemos admirar en ciertas almas aquel tempra
no fervor, que santificó las primicias de su vida:
¿pero que corazon vivió mas ageno de la ponzoña
del vicio, ni obedeció con mas prontitud los lla
mamientos de la gracia, que el de Francisco de Pau
la ? El fue hijo de lagrimas y de oraciones; pues
afligida su madre con una larga esterilidad, pidió á
Dios un hijo, y para alcanzarle, interpuso con su
Magestad la intercesion del grande San Francisco
de Asís; ¿y no era justo por otra parte que el padre
de tantos santos fuese hijo de santos , y que el funda
dor de una Orden pobre y penitente estuviese enla
za
(1) Ps. 144. v. 19
- DE SAN PRANCIsco DE PAULA.
zado con los vinculos del agradecimiento al exem
plar de la austeridad religiosa, y abnegacion Evan
gelica 2 justo era que Francisco de Paula tuviese co
nexion con Francisco de Asís en calidad de hijo, su
puesto que no la podia tener en calidad de discipu
lo, y que fuese deudor de la vida á aquel, cuyo es
piritu venia á perpetuar, y cuyos exemplos venia á re
novar. Un nacimiento tan puro y tan santo fue el pre
sagio de sus virtudes , y sus virtudes no tardaron en
verificar los presagios de un origen tan noble. De la
infancia de los demas Santos rara vez se hace meri
to en sus elogios, y contentandose el Orador con
admirar el curso magestuoso de aquellos grandes
rios , no sube hasta su nacimiento. Pero en Fran
cisco de Paula la santidad se anticipa á los años: su
corazon tierno y docil á los influxos de la gracia,
se dirige y encamina desde su tierna edad á vos,
Dios mio: sus primeros suspiros os imploran, sus
primeras lagrimas corren por vos , y el primer em
pleo que hace de su corazon , es de entregarosle;
apenas conoce la penitencia , y ya es penitente. No
era el profano mundo digno de que creciese en su
seno una virtud tan pura : por eso esta reciente flor,
alimentada con el jugo de la piedad , regada con
el rocio de la gracia , está destinada para hacer ri
ca ostentacion de sus frescos y maravillosos colores
en una tierra mas píngue, exénta de los halitos en
venenados de las vanidades y concupiscencias del
siglo, en el recinto del santuario, á la sombra del
tabernaculo: y como otro Samuel , que pasó desde
los brazos de una madre virtuosa á las manos de
los Sacerdotes y Levitas , imitando los exemplos
que veia, y dando él otros casi inimitables , asom
bró á los mas provectos y adelantados en la virtud
con una vida tan prodigiosa, que empieza donde el
que la acabase, sería dichoso; que no dexa ya que
. de
d - SE R. M o N -

desear, y que sin embargo promete mucho por ser


una vida, que solo consta de algunos dias , y ya
se ve colmada de meritos : vir iste spiritu justorum
omnium plenus fuit. -

Soleinos admirar en las grandes almas, en las


almas heroicas, aquella sed ardiente de la perfec
cion , que creen no haber hecho nada si les queda
algo que hacer, y que carecen de todas las virtu
des, si advierten que hay una sola que no posean
en toda su plenitud : ¿ pero en quién fue nunca mas
inextinguible que en Francisco de Paula esta sed de
la perfeccion ? Era su virtud un expectaculo de ad
miracion para los hombres y los angeles, y en sus
ojos solo era objeto de lagrimas y confusion. Ansio
so y desasosegado por llegar á la mas sublime san
tidad, veo que dexando la casa paterna , discurre
por las Provincias de Italia, buscando modelos y
éxemplares de perfeccion : unas veces pisando los lu
gares santificados con la penitencia del gran San
Francisco de Asís, se llena y se reviste del espiritu
de mortificacion y abnegacion evangelica: otras vi
sitando en Roma el sepulcro de los Apostoles , , y
aquellas venerables catacumbas, donde descansan los
huesos de los martires, preciosas reliquias, que per-.
donó el azero y el furor de los tiranos , se encien
de con aquellos devotos objetos en el amor del mar.
tirio , y en el odio de las blandas delicias: unas
veces viendo la caberna en que San Benito se enter
ró vivo en la flor de su edad, se duele de haber
tardado tanto en romper los vinculos que le tenian,
asido al siglo para vivir con Dios solo , asi como
quiere vivir por Dios solo: otras revocando á su
memoria las acciones de los mayores santos, sus
combates, sus victorias, siente encenderse en su in
terior un fuego que le consume , un ardor que le
enagena: desciende con ellos á la liza, sigue todos
- SllS
DE SAN FRANcisco DE PAULA. 9
sus pasos, anda por todos sus caminos, se inmola
por todos sus sacrificios; nada basta á satisfacer la
sed que le abrnsa; quantas mas virtudes adquiere,
menos le parece que posee , quanto mas cerca se
mira del termino, mas aviva el impetu de la carre
ra : ya está consumada la obra de la perfeccion de
sus virtudes, y suspira amargamente por no haber
la aun comenzado, y dotado de toda la santidad de
los justos , se imputa todos los vicios de los pecado.
res. Vir iste.
Solemos admirar en aquellas almas desasidas y
muertas al mundo aquel amor al retiro, que no sus
pira sino por Dios, ni quiere ser conocido sino de
Dios. Pero para San Francisco de Paula no hay desier
to desconocido, no hay soledad inaccesible. Levan
tanse en el reyno de Napoles montañas esteriles y
y escarpadas, coronadas de enriscadas peñas, al
pie de las quales se forman profundos valles, adon
de nunca penetran los rayos del Sol, y cuyo silen
cio solo se advierte interrumpido con el fragor de
los uracanes , y con el bramido de las olas del
mar, que está cercano : internase pues allí Fran
cisco de Paula; y qué es lo que intenta ? ¿ Es aca
so alguno de aquellos solitarios de que habla el
Apostol, que huian mas de los odios y persecucio
nes del mundo, que de sus halagos; que se sepulta
ban vivos en las entrañas de la tierra para evitar las
venganzas de los impios Emperadores º Mas Fran
cisco de Paula no huiria del mundo , si hubiese aun
tiranos en el mundo, pues la esperanza de dar la
vida por Christo, le consolaria de la pena y violen
cia de vivir en el mundo. ¿Es acaso algun pecador in
signe y arrepentido que viene como las Tais y las
Pelagias á llorar sus maldades, á curar las llagas de
su corazon con la quietud de la soledad , haciendo
un divorcio eterno con el mundo en castigo de ha
Torn. VII. B - ber
IO S E R. M o N
berle amado con exceso º Mas Francisco de Paula
no se siente reo sino de aquellos defectos, que el
mas santo no puede evitar, porque es hombre : si
sus lagrimas humedecen y riegan el desierto que ha
bita , son hijas unicas de su amor, que las hace cor
rer incensantemente. ¿Es acaso una alma debil y ti
mida que busca un asilo que la asegure del contagio
del mundo, y de los hombres falaces, y de los pla
ceres traidores ? Mas en vista de una virtud tan in
contrastable y tan intrepida como la de Francisco
de Paula, ¿no podria decirse que esas violentas tem
pestades que nos agitan , que nos postran, y derri
ban , no hubieran sido para él sino un ligero soplo?
Qué es lo que viene pues á buscar en la soledad?
La soledad misma, catolicos : hirióle Dios con la
flecha de su amor: vulneravit me charitate. Solo la
soledad puede satisfacer las ansias de un corazon
herido tan vivamente como el suyo del amor divi
no: el bullicio, y estrepito de Babilonia ahuyenta á
los que sus ponzoñosas delicias no pueden contagiar;
y si Francisco de Paula hubiera permanecido en
ella, tendria necesidad de pensar en el mundo, aun
que no fuese sino para defenderse de él, y para no
pensar en él; pero en la soledad gozará su amor
de toda su libertad, el silencio de las selvas aumen
tará su amor: ni alli vera, ni alli oira sino al Dios
de su corazon; de modo que ni es solitario sino por
que ama, ni quiere serlo sino para amar mas: él,
va al desierto adornado ya de aquellas virtudes, que
se adquieren en él, y en nadie se advirtio mayor di
ligencia en huir del mundo con menos motivo de
temerle : vir iste spiritu justorum omnium plenus fuit.
Solemos admirar en las almas desasidas y muer
tas á sí mismas aquella vida interior, espiritual, en
tregada al exercicio del amor divino , que en unas
se manifiesta con los rigores de la mortificacion; en
"" , , , • a «OtraS
DE SAN FRANCIsco DE PAULA. II

otras con la abnegacion interior; en estas con lo


ardiente de su fé; en aquellas con lo fervoroso de
su corazon. Pero observad á Francisco de Paula : y
en un mismo Santo notareis casi todos los cara éte
res de santidad. Tuvo mortificacion rigurosa. Vivia
estenuado con los ayunos, consumido con las vigi
lias, inundado en lagrimas, vestido de un tosco sa
co, mas á proposito para manifestar el amor per
fecto que profesaba á la pobreza de Jesu-Christo,
que para defenderle de las inclemencias de las es
taciones, ceñido de un aspero silicio , alimentado
eon las yerbas que crecian entre las peñas: no pro
longa los dias de su vida, sino para prolongar sus
penitencias, ni queria vivir, sino para padecer.
Tuvo un amor de Dios tierno, compasivo, ar
diente, impetuoso. Quantas veces aquella silvestre
gruta que habitaba , le oyó en medio de los extasis
del amor preguntar como la Esposa de los Canta
res por el Dios de su corazon á todas las cosas que
le cercaban Solo vive de la esperanza de hallarle,
y del deleyte de buscarle.
Tuvo la mas perfecta abnegacion , y el desasi
miento de sí mismo mas absoluto y mas universal.
Insensible Francisco de Paula á aquellos impulsos
del amor propio, que tan freqüentes son en aque
llas almas que hacen profesion de aspirar á la per
feccion , y que son tan funestos á su virtud , no
obra sino por el influxo de la gracia : él se retira á
la silenciosa obscuridad del desierto, y vuelve á.
comparecer á la luz del dia: él suspende el traba
jo, y vuelve á su ocupacion: él se separa de la gen
te, y vuelve á freqüentarle : él le huye , y le bus
ca: él dexa las suavidades de la contemplacion , y
se entrega á ellas sin ninguna reserva: él se olvida
de sí mismo para ocuparse solamente en los nego
cios de los proximos : él se olvida de ellos, para
B 2 pen
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2 S E R M o N
pensar solamente en sí: él mandaba, y obedecia: él
oía, y enseñaba: él cedia, y resistia: él castigaba,
y perdonaba: en fin él se trasformaba con la gracia
en todas las formas y figuras : todas las virtudes re
sidian en él, y él señoreaba todas las virtudes: su
corazon nunca se mudaba, y su conducta se muda
ba siempre segun la diferencia de circunstancias y
ocasiones. Y qué dire de aquella fé sencilla y ren
dida, que se contenta con creer , sin intentar exá
minar curiosamente el objeto de su creencia ; de
aquella fé viva y fervorosa que parece esta viendo
con los ojos aquello mismo que cree; de aquella ino
cencia que apenas conoce la culpa; de aquella deli
cadeza de conciencia que llora hasta la sombra de
un defecto, hasta sus virtudes mismas, que en su
juicio nunca llegan á la debida perfeccion; de aque
lla caridad del proximo, que socorre todas las ne
cesidades de los hombres, y de aquel desinteres,
que se niega á todas sus dadivas y beneficios ? qué
mas os sabre decir? Francisco de Paula junta en sí
todas las virtudes cristianas, todas las virtudes que
exíge el Evangelio, todas las virtudes que el Evan
gelio aconseja; y para ponderaros debidamente su
santidad, sería necesario hablaros de la de todos los
Santos : vir iste....
Y qué se seguiria de aquí? Entendedlo, ama
dos oyentes mios. Supuesto que nuestro gran Santo
tuvo las virtudes de todos los justos , ya no debe
mos admirarnos de que obrase los milagros que hi
cieron famosos á los santos de entrambos Testamen
tos. Si habló como otro Moyses, y el mar se dividio
para dexarle paso libre, y las aguas brotaron de las
entrañas de un risco, y el pueblo encontró en el de
sierto un alimento milagroso, tambien tuvo la cordu-,
ra, la mansedumbre, la paciencia de Moyses: si
como otro Josue manda á los astros, y con una so
v - * - la
DE SAN FRANcisco DE PAULA. I3
la ojeada ahuyenta las naciones enemigas, tambien
tuvo el valor y la fidelidad de Josue : si como á la
voz de Elias el cielo se abre y se cierra al sonido
de sus palabras, y las cenizas frias y heladas revi
ven en las concavidades del sepulcro, tambien tu -
vo la intrepidez y ardiente zelo que abrasaba al Pro
feta : si como otro Sanson sustenta tan enorme peso,
que abrumaria los hombros mas robustos , tambien
imitó y aun excedió la abstinencia tan sabida de
aquel famoso Israelita: si como los tres mancebos
de Babilonia frustró la impetuosa voracidad de las
llamas, tambien tuvo la inocencia de sus costum
bres: si como los profetas antevio las vicisitudes y
acaecimientos humanos, tambien imitó la fidelidad
de los profetas en el cumplimiento de la ley divina,
y aquella entereza con que intimaron la voluntad y
ordenes del Señor á los pueblos y á los Reyes de la
tierra: si como el grande Gregorio Taumaturgo tras
lada los montes, tambien tuvo todo lo ardiente de
su fé, y toda la seguridad de su confianza en Dios:
vir iste spiritu justorum omnium plenus. Al paso que
vosotros me alegueis milagros, os alegare yo virtu-,
des, y por grande que sea su multitud , menos ad
mirados quedareis de lo estupendo de sus prodigios,
que de lo sublime de sus virtudes. Si la santidad pues
de Francisco de Paula fue una santidad correspon
diente á sus milagros, y en algun modo digna de
ellos, no nos debemos maravillar que Dios le con
cediese el don de milagros; y aun segun las leyes
de su providencia parece que no podia negarsele su
divina Magestad , por haber sido la santidad de
Francisco de aquella particular especie de santidad,
á que anda ligada la gracia de obrar prodigios. -

lI., Tened la fe de Dios, decia Jesu Christo : y si


mandais á este monte que se hunda en el mar, se
pultado en lo mas profundo del abismo desapare
Ce
I4 SE R. M o N
cera de vuestra vista. Observad, advierte San Agus
tin , que no dixo Jesu Christo solamente tened fe; sis
no tened la fe de Dios : habete fidem Dei (1). Hay
una fe presuntuosa, que estriba en sus propias fuer
zas ; una fe atrevida , que á todo se atreve, y todo
se lo promete ; una fe interesada , que solo obra por
su provecho, y todo lo refiere y reduce á sí mis
ma; una fe orgullosa y soberbia, que se deleita en
sus obras; una fe sedienta de gloria y de fama, que
solo aspira á conciliarse la estimacion de los hom
bres; una fe desmayada y facil de engañar, que se
dexa deslumbrar con la brillantez exterior de los
prodigios, que se desvanece con el vapor del incien-.
so que prodigamente se le ofrece, que se recrea
oyendo el lisonjero murmurio de los aplausos y ala
banzas que excita. No es propio pues, continúa este
Santo Padre, de la divina Sabiduría comunicar su po
der á unas almas soberbias y altaneras, que convier
ten en vanidad propia una gloria que debe restituirse
á Dios pura y entera; y por consiguiente esta fe no es
aquella fe divina que tiene derecho á las promesas
de Jesu Christo. Pero dadme una fe sencilla, firme,
modesta, enemiga de exterioridades y ostentacion,
reconcentrada en sí misma; que no se deleita' sino
en el silencio, que cree en la cruz de Jesu Christo,
y vive siempre á su sombra , que sin embargo de
tener delante de sus ojos todas sus obras, no se olvi
da de lo que es; esa es la fe pura y santa , la fe ce
lestial y divina, á quien Jesu-Christo concedera el
dominio y señorio sobre el mundo y la naturaleza:
pues segun esta sentencia del Espiritu Santo humilem
spiritu suscipiet gloria, (2) la gloria sera el blason
y timbre del espiritu humilde y modesto. o s
O humildad, virtud admirable no puedes ser
I1OIIl s.

(1) S. Marc. c. 1 1. v. 22. (2) Prov. c. 29. v. 23.


=-

DE SAN FRANCIsco DE PAULA. 15


nombrada sin traerá la memoria á Francisco de
Paula Luego que éste advirtió que los milagros de
su infancia empezaban á merecerle la atencion del
público, vuelve las espaldas á su temprana reputa
cion: y huyendo al desierto interpone entre él y los
hombres asperas montañas, y escarpados riscos pa
ra impedir que su vista le alcanzase. Quáles fueron
en aquellos espantosos solitarios lugares los rigo
res de su penitencia, las lagrimas de su oracion , los
extasis y los deliquios de su contemplacion , las lla
mas y los incendios de su union con Dios, los tier
nos y amorosos desahogos de su corazon en la pre
sencia divina , los misterios profundos que le fue
ron revelados , los combates y sacrificios que exer
citaron su virtud , y los favores del cielo que la co
ronaron ? Solo lo sabe Dios, y todo está escrito en
el libro de la vida : lo que á nosotros nos consta es
que de todas las virtudes cristianas ninguna merecio
el amor de Francisco de Paula mas particularmente
que aquella que aumenta el merito de ellas, desnu
dandolas de todo a parato exterior; y esto lo hubiera
mos ignorado eternamente , si Dios no hubiera levan
tado el velo que ocultaba á la tierra unas virtudes
que eran el asombro del cielo. . . ..
Porque empeñado Dios en mostrarse fiel en sus
promesas , empezó entonces á cumplir lo que tenia
ofrecido de que la gloria ensalzaria al que la humil
dad abatiese: humilem spiritu suscipiet gloria (1). Bus
ca Francisco de Paula los sitios yermos y solitarios,
las soledades impenetrables, los retiros inaccesibles,
y Dios tiene cuidado de sacarle del desierto para ex
ponerle á los ojos del universo, para ensalzarle so
bre los Grandes de la tierra, y arbitros del mundo,
y para postrar en su presenciá el orgullo y fausto"
º - s. de i
(). Prov. c. 29. v. 23.
-
. . . . . . . . . . . . . . . . ..."
1ó S E R M o N
de las hijos del siglo. Sepultose Francisco en el de
sierto para que no fuese conocida su virtud , y su
virtud fue conocida en el mismo desierto. Vosotras,
montañas, riscos, y valles desconocidos en otro
tiempo, ahora no podeis contener la multitud que
os inunda. Concurren de todas partes y se a presuran
á congregarse á la sombra del maestro que los ins
truye , del director que los guia, del padre que los
consuela, y de aquel hombre milagroso por quien
anhelan. Con qué velocidad pasan aquellos dias tan
amados de su humildad, aquellos dias de retiro y
soledad, en que solo con Dios solo , el mundo esta
ba muerto para él, y él para el mundo O dias di
chosos, ó dias serenos ó dias de quietud y de silen
cio! qué es posible que no podais volver á amanecer
ya ! El anda vagueando por aquella soledad lloran
do sus importunos aplausos; y qué diligencias tan
extraordinarias no hizo para evitarlos ? Unas veces
disimulaba baxo las apariencias artificiosas de una
simplicidad despreciable aquella profunda sabiduría,
que bebió en la escuela de Jesu Christo: otras su hu
mildad ingeniosa procuraba con varias industrias obs
curecer la gloria de sus milagros, y privarlos de los
debidos aplausos; pero todos eran vanos é inutiles es
fuerzos. Pues quanto mayores diligencias hacia Fran
cisco de Paula para esconderse , mas se complacia
Dios en colmarle de aplausos y honores; bien que
quanto mas le ensalzaba el Señor, mas se abatia él.
... Viviendo Francisco con tranquilidad, sin turba
cion , sin solicitud, fixos los ojos en su nada, él so
lo no piensa en lo, que todo el mundo piensa , él so:
lo no ve lo que todo el mundo ve diriase que ni
echaba de ver su virtud, ni su fama 3, ni el sonido
de sus alabanzas liegaba á sus oidos. No era su hu
mildad cómo cierta humildad de ostentacion y de
aparato, que procura ocultar las demas virtudes, pa
13
DE SAN FRANCIsco DE PAULA. 17
ra mostrarse ella mas patente: ni como cierta humil
dad , que aunque verdadera, llama la atencion del
mundo con su demasiada afectacion en huir las hon
ras mundanas : ni como cierta humildad transeunte
y poco permanente, que flaquea y falta quando es
tentada , á quien un desprecio, un ultrage derriva,
desapareciendose entonces la humildad, y dexan
dose ver un orgullo envidioso y despechado: ni co
mo cierta humildad , meramente exterior, que con
sintiendo en vivir desconocida del mundo , quiere
gozar de la interior y halagueña complacencia de
conocerse y congratularse en secreto. Pero la humil
dad de Francisco de Paula fue una humildad since
ra é ingenua, una humildad interior y radicalmen
te plantada en su alma ; él se reputaba por la mis
ma miseria y la misma fragilidad, ni conocia las vir
tudes que ocultaba su humildad, ni la humildad que
las ocultaba á ellas : fue una humildad vigilante y
activa, que sabia disimularse con una tranquilidad
aparente en medio de las honras que tenia , que
huia de las glorias del mundo, porque era humil
de , pero que quando le envestian contra su volun
tad, las recibia sin alterarse, porque no menos te
mia parecer humilde, que no serlo. Fue una humil
dad constante y permanente. Quien podra ponderar
los jubilos de su alma y las delicias de su corazon
quando ciertos hombres , sugeridos de la envida, ca.
lificaban sus extasis de ilusiones, de sueños, de em
baymientos, su penitencia de hipocresia, sus mila
gros de efectos de la magia, la confianza y devocion
de los pueblos de supersticion desatinada? Deteneos,
hombres ciegos qué es lo que haceis ? Vosotros
creis pelear contra Francisco , y peleais por él.
Vuestras calumnias no pueden despojarle de sus vir
tudes, y si llegan á quitarle la fama, le habreis he
cho el unico bien que desea; porque si el mundo ig
Tom, VII. C IlQ
I8 - S E R M o N
nora lo que él hace por el cielo, se tiene por con.
tento; pero si se le concede agradar á Dios, y des
agradar á los hombres, se tendrá por dos veces fe
liz: largo tiempo hace que su humildad gime opri
mida baxo el peso de una universal reputacion, res
tituidle á su primera obscuridad, y le enjugareis
sus lagrimas; ó si quereis verselas correr , disfrazad
vuestra rabiosa envidia con las apariencias de honra
y estimacion. En Francisco de Paula solo el hombre
humilde y modesto es delicado y resentido: solo se
le puede ofender con alabanzas, y solo se puede ven
garse de él con elogios; y si tiene necesidad de ca
ridad, es para perdonar la importuna estimacion y
los indiscretos honores que mortifican, su humildad.
No le basta á Francisco de Paula haber funda
do en su corazon el reyno y el imperio de la humil
dad: antes procura propagarle y perpetuarle, con
fiando el deposito de esta virtud amada á una céle
bre Orden , que á pesar de las injurias del tiempo
conservando todo su primitivo fervor, inmortaliza
las victorias y los triunfos de la humildad, por com
ponerse solamente de hombres dedicados y, consa
grados á la humildad. Porque segun las ideas de
Francisco, qué viene á ser esta nueva Orden con que
enriquece la Iglesia? Nada menos que la mansion y
el asilo de la humildad, el templo y el santuario
de la humildad. Observa Francisco de Paula que
andan las virtudes, por explicarme asi , repartidas
entre diferentes Religiones. En unas los fervorosos
solitarios, apartados del bullicio y estrepito del mun
do, se emplean unicamente en huir del mundo , y
en invocar en silencio el nombre santo de nuestro
Dios pacifico: en otras unos hombres llamados para
pelear las batallas del Señor, para reparar los al
tares que amenazan ruina, para mantener la Iglesia
que se cae, para conservar y defender la fe en el
- . ) ... , chris
DE SAN FRANCIsco DE PAUI A. 19
christianismo : unos consagrandose como victimas á
la penitencia, solo se alimentan de suspiros, regan.
do con sus lagrimas los altares de un Dios crucifica
do: otros, imitando á un Dios que nace pobremen
te, fundan toda su felicidad en ser pobres, y toda
su gloria en parecerló. Pero Francisco de Paula jun
ta en su instituto el retiro de los solitarios, el zelo
de los Apostoles, la mortificacion de los confesores,
el desapropio y la abnegacion de los pobres Evan
gelicos; pero sobre todo quiere que la humildad sea
el caracter propio y distintivo de su instituto ; por
que aunque sus discipulos sean unos fervorosos soli
tarios, unos apostoles llenos de zelo, unos confeso
res penitentes, y unos pobres Evangelicos , si con -r

esto y sobre esto no son humildes, no seran imita


dores de Francisco de Paula. . . . . .
El qual ilustrado con luz superior antevio los fu-r
turos sucesos de su Orden recien fundada : él ve que
han de florecer en ella unos hombres que por su
ciencia y erudicion , por lo ardiente de su zelo, por º
la viveza y pureza de su fe, por lo acendrado de ,
sus virtudes, han de ser en todos los siglos la ale
gria y el consuelo de la Iglesia: el ve ya crecer de
lante de sus ojos , y propagarse con veloces progre
sos aquella generacion santa: que las ciudades le
abren el recinto de sus muros: que las provincias la
solicitan : que los , pueblos la llaman : deseanla al
principio por amor de él , y despues la cónservan
por su propia conveniencia : él recibe de ellos la
gloria que les dio: él ve su grande Religion esten
derse, y perpetuarse en la sucesion de los siglos sin
experimentar la injuria de ellos, y que apartandose
de su origen, conserva su pureza : él ve un pueblo
nuevo, que sucediendo continuamente al que el tiem
po arrebata , traslada á las manos de los suce
sores todas las virtudes de los que los precedieron:
rl. . .» C2 él
2O. S E R M oN
él los ve estimados de los Grandes, amados de los
Reyes y de los poderosos de la tierra. O qué pe
ligro para su humildad Por esto quiere que las
honras y distinciones que obtengan en la Iglesia de
Dios les acuerden continuamente la obligacion que
contráxeron de ser humildes. Y en estas precau
ciones con que el padre asegura la humildad de los
hijos, se echa de ver la del mismo padre: él fue
el discipulo fiel de esta gran virtud; él fue su mas
perfecto exemplar, su Apostol y Evangelista mas
zeloso : él fue el humilde por excelencia : y por
consiguiente debia ser tambien por excelencia el va
ron milagroso: humilem spiritu suscipiet gloria. Y
su misma santidad no fue ya un prodigio º Tercera
prueba de sus milagros : fuelo en efecto una santi
dad que fue un milagro tan asombroso como los mis",
mos milagros. -

III. Fue su santidad un milagro en su duracion.


Traed á la memoria las virtudes que le visteis exer
citar en su infancia. A los catorce años ya emulaba
el fervor de los Antonios y de los Hilariones ; y
apenas pisaba los umbrales de la juventud, quando
ya era el patriarca y fundador de un Orden nuevo
Religioso: él enseñaba la mas sublime perfeccion en
una edad en que los demas apenas entienden este
idioma. Los ancianos de Judá, los maestros y doc
tores de Israel venian á oir las lecciones de sabidu-,
ria de este Salomon casi infante , sin avergonzarse
de ser sus discipulos; porque si ellos tenian mas años
de edad, él tenia mas años de virtud. Era Francisco,
de Paula en lo hombre joven, pero en lo solitario, º
en lo penitente, en lo contemplativo era mas an-o
ciano; y si otros emprendieron antes que él el esº,
trecho camino del Evangelio, con sus prontos y ve
loces pasos se adelantó á ellos, confirmandolos en él
eon sus consejos, dirigiendolos con su prudencia,
l. - -º alen
DE SAN FRANCIsco DE PAULA. 2 Lº

alentandolos y animandolos con sus exemplos, y en


señandoles todas las virtudes que deseaban exercitar.
Era joven, y ya poseia toda la prudencia, toda la
discrecion , toda la constancia de los mas perfectos:
contaba ya casi un siglo de edad, y conservaba
aun todo el fervor, la puntualidad escrupulosa, la
atencion delicada, la solicitud activa y diligente de
los principiantes : ni con la edad contraxo nada , ni
con edad le defraudó de nada ; el fue á manera de
un sol que en su oriente y en su ocaso lucia y que
maba como en su cenit. A los diez y nueve años era
padre, conductor, legislador, modelo de una fami
lia santa : y á los noventa y uno conservaba la pie
dad fervorosa, la devocion sensible, la conciencia
timorata , la mortificacion penitente de un novicio
que empieza la vida religiosa : hombre en fin, que
al primer paso llego al termino, y continuaba to
davia en caminar.
Fue un milagro en la union de las virtudes que
parece se hermanan con mayor dificultad. Aleganse
solamente algunas , porque es necesario recoger ve
las en matería tan vasta y dilatada. Juntó la peni
tencia con la inocencia. Que David se despoje de
la purpura para vestirse de cilicio, enhorabuena;
pues David fue pecador, y asi convenia fuese peni
tente: peccatum meum contra me est semper ( 1). Que
Magdalena bañe con sus lagrimas los pies de Jesu
Christo, no hay que estrañarlo; pues la abrasan las
llamas del amor divino; pero su corazon ardio en
otro tiempo en los incendios de un amor sensual.
Mas en Francisco de Paula á qué fin esa rigurosa.
abstinencia, esas no interrumpidas vigilias , esos.
santos rigores de mortificacion 2 Una alma tan ino
cente requeria acaso una vida mortificada ? Apenas
se persuadia el mundo que hubiese valor para sus
º - - -- - --- -- - ten
(1) Ps. 5o. v. 5.
22 S E R M o N
tentar el peso de la austera observancia que propo
nia á sus hijos; y sin embargo despues de haber
cumplido plenamente su regla , habia que andar to
davia largo camino antes de llegar á sus exemplos.
Supo hermanar el amor de la soledad con en zelo
de las almas. Inspira poco á poco la soledad olvido
de los hombres : y el dulce sosiego á que acostum
bra á una alma derretida en el amor de Dios , la
hace poco á proposito para los cuidados y solici
tudes del ministerio Evangelico. Por otra parte los
solicitos y bulliciosos trabajos del Apostol, que obli
gan á una alma á ocuparse en obras exteriores , la
disgustan insensiblemente de la soledad. Fue San
Francisco de Paula á un mismo tiempo anacoreta y
apostol, saliendo continuamente de su recogimiento
interior para ganar almas á Jesu-Christo, y volvien
do á él inmediatamente para traer recogida su alma
en Jesu-Christo. Observad en las funciones del mi
misterio apostolico con qué actividad se entrega al
gobierno de la familia religiosa que la divina provi
dencia le conduce al desierto , con qué bondad la ,
consuela, con qué zelo la instruye, con qué entereº
za la reprehende? No se ve ya aqui el anacoreta y el
solitario: sino que aparece un apostol impelido y esti
mulado por la corriente de un zelo impetuoso : pero
un momento despues, libre y restituido á sí mismo,
enagenado en las profundidades de una sublime con
templacion, se muestra desasido de la tierra, vive
olvidado de todo, y hasta de su propio zelo ; y co
mo si en este vasto universo no hubiese mas que "
Dios y Francisco de Paula, asi en un hombre solo
se manifestaban sucesivamente dos hombres bien di-º
ferentes , un apostol, que solo parece vive para los
otros hombres, y un solitario que solo parece vive,
para Sl mismo. - - - -

Supo hermanar la mortificacion rigurosa


• e •-
¿ala
-
DE SAN FRANCISCO DE PAULA. 23
amable mansedumbre. Vense con freqüencia hom
bres á quienes una vida austera y penitente hace
intratables , y mal acondicionados , y de quienes se
podria decir que renunciando el amor propio, re
nunciaron la caridad. Pero bien diferente de esos
genios duros é indigestos Francisco de Paula, aquel
hombre criado en el silencio agreste de los bosques
y selvas , entre las lagrimas y los rigores de la pe
nitencia, es todo suavidad y mansedumbre: del mis
mo modo gustaba de padecer , que de consolar á los
que padecian: el poder que recibió del cielo, solo
le empleó en la felicidad agena: no representó por
cierto en la tierra al Dios terrible, sino al Dios
amoroso y lleno de misericordia : fueronle á pren
der unos soldados , y no hallaron en él un Elias que
hiciese descender fuego del cielo para reducirlos á
cenizas; sino un hombre pacifico, que ni acerto á
huir, ni á defenderse, ni á quejarse; un hombre, que
no supo responder sino llanamente á sus preguntas,
amarlos, hacerse amar de ellos, y desarmar su bra
zo ganandoles el corazon: sus palabras suaves, amo
rosas, persuasivas, suspenden y arrebatan la aten
cion: los dias en su compañia parecen un momento,
los corazones se enternecen, las pasiones sensuales se
postran , y reprimen , la tierra parece que desapare
ce, y en su lugar se substituye el cielo. De lo inte
rior de su desierto es llamado al teatro del mundo;
y en medio de las cortes mas florecientes y mas cul
tas de Europa le concilian desde luego un aplauso
universal Su noble sencillez, su amable modestia, su
conversacion llena de gracias : no parece que se ha
lla en tierra extraña: admiranse en él todas las vir
tudes que se adquieren en la soledad , y aquellas mo
dales gratas y cortesanas que se aprenden con el tra
to del mundo: sabia complacer sin adulacion, y
reprehender sin ofender : decir con libertad las mas
- º odio
24 SE R M o N
odiosas verdades , y hacerlas amables con el modo
de decirlas: respetar la autoridad de los Grandes sin
adular sus pasiones, y afearles sus vicios sin exas
perar su autoridad: admirabase en él libertad sin rus
ticidad , condescendencia sin baxeza, prudencia sin
disimulo, entereza sin dureza, jovialidad sin incon
sideracion , virtud delicada sin escrupulo : en fin
Francisco de Paula es el hombre dotado de todas las
virtudes, de todos los talentos, de todos los genios;
y asi convenia que lo fuese para que su santidad
fuese un nuevo milagro. *

Fuelo en efecto en la solidez y triunfo de su


virtud incontestablemente reconocida en la Corte.
Bien lo sabeis, ó Cortes de los Reyes, vosotras en
donde la politica lo disfraza todo, la envidia lo in
venta todo, la maledicencia lo exagera todo, la ca
lumnia lo emponzoña todo, la maliciosa perspicacia
lo adelanta, y lo imagina todo : centro de las sos
pechas, de las desconfianzas, de la malignidad , de
los odios, de la impostura, en vosotras repito vivio
la santidad de Francisco de Paula no solo venerada
publicamente, sino tan libre de sospechas como lo
estuvo en el desierto. ¿Quien conoce la Corte, tiene
necesidad de otro argumento para convencerse de
que la santidad de Francisco de Paula fue un mila
gro, y un milagro superior en cierto sentido á todos
los demas milagros que hicieron su vida tan gloriosa,
supuesto que de su santidad resulto á sus milagros su
lustre y su autoridad, y que esta misma santidad
hizo mas creibles sus milagros? Esto acabais de ver
en la primera Parte. Ahora añado que sus milagros
sirvieron al aumento y perfeccion de su santidad , y
que le fueron ocasion y raiz de mayor santidad. Es
te sera el asunto de la Segunda. , -
- - -

SE
DE SAN FRANCIsco pE PAULA. 25

SEGUND A PARTE.

Diºgº dos cosas en los milagros de San Fran


cisco de Paula: esto es , lo estupendo y asom
broso de ellos respecto al pueblo, lo ocasionado y
peligroso respecto del mismo Santo ; ó lo que es lo
mismo, la autoridad que le adquirieron con los hom
bres, y el peligro á que pudieron exponer su virtud.
Digo pues, que considerados los milagros de Fran
cisco de Paula baxo estos dos aspectos fueron para
él el principio y el origen de una santidad mas su
blime todavia y mas heroica, porque se sirvio ad
mirablemente para la mayor honra y gloria de Dios
de la autoridad que le daban sus milagros sobre los
hombres, porque supo cautelar su virtud del peli
gro á que podian exponerle sus prodigios. Oid con
atencion estas dos reflexiones. r

I. Sirviose San Francisco de Paula para solicitar


la gloria de Dios de la autoridad que le daban sus
milagros sobre los hombres , y de lo estupendo y
asombroso de sus milagros respecto de los hombres.
Observad desde luego que de estos milagros no po
dia dexar de redundar á Dios nuestro Señor mucha
gloria; porque qué otra cosa eran estos milagros de
Francisco de Paula tan admirables, tan numerosos,
tan publicos, tan inegables , tan generalmente con
Y
fesados, sino una poderosa voz, que resonando de
un polo al otro, dispertaba á los pueblos de aquel
sueño aletargado, de aquella estupidez profunda,
donde los tenian como sepultados las pasiones, ex
citando en ellos la memoria de la grandeza, del po
der, de la magestad, del imperio absoluto de un
Dios, arbitro y Señor del mundo 2 Qué otra cosa
eran sino una palpable y convincente prueba de la
verdad del christianismo? Ellos hablaban á los ojos
Tom, JVII. D de
26 S E R. Mo N .. .
de los pueblos, y les manifestaban patentemente la
divinidad de esta Religion sagrada : Ellos pues, les
enseñaban la necesidad de venerar todos sus oracu
los , de creer todos los misterios , de observar todas
sus leyes, de temer todas sus amenazas, de mere
cer todos sus premios. Pero sobre todo qué otra co
sa eran los milagros de Francisco de Paula sino glo
ria de nuestra Madre la Iglesia, que veia que todos
estos tan multiplicados milagros se obraban por el
ministerio de uno de sus hijos mas dociles y mas ren
didos 2 qué otra cosa eran sino un testimonio evi
dente de la santidad, de la fe pura y sana de esta
misma Iglesia 2 Testimonio que acreditaba de error
y de mentira las sectas que se habian separado, ó
estaban para separarse de la Iglesia Romana: digo
que estaban para separarse. Porque, avivad vuestra
atencion, Catolicos. No parece sino que concedien
do Dios nuestro Señor al mundo á San Francisco de
Paula, atendio, segun observa uno de los mas acer
rimos defensores de nuestra fe, los peligros y ca
lamidades que amenazaban á la Iglesia ; porque la
heregia confeccionaba ya el veneno que habia de
contagiar un numero no escaso de provincias : ya
empezaban ciertos espiritus inquietos y turbulentos á
sembrar la cizaña en el campo del Señor ; hombres
digo que con las negociaciones de una negra y se
diciosa politica armaban la credulidad de los pue
blos á favor de sus intereses, aunque al parecer solo
los movian en defensa de la Religion. Tales eran
los funestos precursores de la horrible tempestad que
amenazaba al christianismo , y que allanaron los
caminos á aquellos dos heresiarcas Lutero y Calvi
no, á quienes tan famosos hicieron aquel trastorno
de la fe y de costumbres, que mudó de semblante á
tantas provincias, é inundó la Europa con un di
luvio de sangre. Veia Dios los peligros á que habia
-
« de
DE SAN FRANCIsco DE PAULA. 27
de estar expuesta la fe de los christianos en aquellos
calamitosos tiempos; veia unos sabios , que habian
de deslumbrar los ojos de la gente sencilla con la
ilustre fama de su erudicion , y que sembrando en
sus obras todas las gracias y echizos halagueños de
la eloqüencia, vestirian al error con el trage y co
loridos de la verdad; unos hombres artificiosos y
maquinadores , que lo sufririan todo en silencio has
ta que se sazonara el momento y tiempo oportuno
dispuesto por sus ardides, en que se atreverian á to
do desvergonzadamente y en que todo lo intentarian
con violencia; unos hombres hipocritas, que sabrian
adoptar todas las apariencias de la virtud , y hablar
el idioma de la devocion, para aniquilar con mas
seguridad la Fe, manifestando que solo trataban de
destruir el vicio. Contra todos estos autores de men
tiras y engaños opuso Dios á Francisco de Paula pa
ra que al circuito de Israel fuese como un muro de
bronce, donde viniesen á estrellarse la ciencia hincha
da, la piedad hipocrita, los falaces raciocinios de
los sectarios : diriaseles que la verdadera Iglesia, la
esposa de Jesu-Christo es la inviolable depositaria de
la potestad y de la doctrina de Jesu-Christo : que
en la union, obediencia, y sumision á la Iglesia Ro
mana resplandecio Francisco de Paula en tantos mi
lagros publicos y autenticos , en tantos milagros,
obrados en publicos concursos y á vista de tantos
pueblos, en tantos milagros que tuvieron por testigo
al mundo entero, en tantos milagros que no admi
tian ni duda, ni sospecha, ni desconfianza: esto se
les diria, y esto bastaba para confundir á los nue
vos seétarios. - -

De aqui se originó aquella atrocidad de la here


gia contra Francisco de Paula; de aqui aquel sacri
lego delito, indigno de la luz del sol, quando pre
valeciendo en nuestra Francia el error puso sus im
-
D 2 pias
23 - S E R M o N
pias manos en el cadaver venerable de este gran San
to, que desde las obscuridades silenciosas del sepul
cro hacia que triunfase todavia la Fe: atentado tan
barbaro que no perdonó ni lo que habia perdonado la
muerte : y tan desatinado que no vieron los agreso
res que se llenaban de eterna ignominia, y que acre
ditando con él á la posteridad su odio contra un
hombre, obrador de tantos milagros., descubria el
engaño y la impostura de su falsa impiedad. Ay, ama
dos oyentes mios amad la religion , amad la docili
dad, la obediencia , la paz, la unidad: ved en qué
excesos precipita el torrente de las opiniones huma.
nas aquellas gentes, acostumbradas á bendecir la
memoria de Francisco de Paula, á implorar y ex
perimentar los efectos de su intercesion poderosa:
aquellas gentes, que veian estampado el dedo de Dios
sobre los despojos de aquel grande hombre, tienen la
6sadia de profanar sus cenizas inmortales, y de desver.
gonzarse contra el mismo Dios, destruyendo una obra
tan noble de sus misericordias. No os admireis: el
mosto del error embriaga á los mas sabios, y preci
pita en excesos, que tocan la raya de delirios, y de
que aunque tarde se averguenza una razon mas sere
na y mas sana. y
Perdonadme , catolicos, de haberme apartado
tanto del asunto principal; pues este punto me pare
ció por su importancia digno de vuestra atencion. Si
gamos el discurso: y no ponderando ahora lo que fue
ron estos milagros entre las manos de Dios , solo ha
blare de lo que fueron entre las manos de San Fran
cisco de Paula, y del uso que hizo de ellos para hon
ra y gloria de su Dios. Luego que vio que atraido el
pueblo por la fama de sus prodigios concurria y se
retiraba al desierto, su zelo y su humildad le convir
tieron en Apostol: su humildad, con el fin de enca
minar á Dios la atencion y la vista de los hombres: .
- - - y
DE SAN FRANCIsco DE PAULA. 29
y su zelo, que le inspiró el deseo de substituir á una ad
miracion esteril pensamientos mas solidos y mas utiles.
Tomaba pues ocasion de los milagros que el Señor
obraba por medio de su siervo para predicarles la om
nipotencia y las dulces misericordias de su Dios. O.
y qué oportunas y felices circunstancias lograba en
aquellos concursos qué bien dispuestos se hallaban sus
entendimientos y corazones para seguir los influxos de
la gracia! Yo me figuro ver en su persona á Moyses
explicando la ley en la ribera del mar, cuyas olas
acababan de sorberse todo el poderio de Egipto : á
Josue conculcando las ruinas de Jerico: á Isaias avivan
do en medio del campo, donde se estaban revolcan
do en su propia sangre los Asirios pasados á deguello
por el angel exterminador, la piedad y la religion de
Israel. A este modo predicaba Francisco de Paula en
aquellas vastas llanuras la palabra divina: vense al re
dedor de él hombres á quienes acaba de resucitar, y
hombres á quienes acaba de restituir la vista: los qua
les penetrados de gozo y de gratitud, qué negarian á
un hombre que tanto bien les hizo, y que en retri
bucion de sus beneficios no les pide otro pago sino
amar y servir á aquel Dios, que le concedió á él
quanto ellos han recibido? Y quáles serian las dispo
siciones de aquellos pueblos, testigos de tantos mila
gros? Qué les diria Francisco que no les hubiera ya
persuadido con sus prodigios? Predicabales la grande
za y la omnipotencia de Dios, que este Señor es e
autor de la vida y de la muerte, que todos depende
mos de sus manos, y que de ellas cuelga el hilo de
la vida: y todo lo que veían , les hablaba el mismo
idioma. Ponderales las excelencias de la virtud , la
gloria y premio eterno que tiene reservado á sus
escogidos; pero él mismo era de esto una prueba
convincente y sin replica. El terror, la admiracion,
el respeto, el asombro, todos los afectos que animan
el
3o - SE R M o N
el corazon humano los hacen dociles y rendidos ba
xo el ministerio apostolico de Francisco de Paula.
De aqui aquella mudanza de costumbres, aquellas
conversiones notables, aquella renovacion de la fe y
de la piedad en las provincias de Italia, que afirma
das en la religion en fuerza de sus milagros, de los ser
mones y de los exemplos de Francisco de Paula, fueron
casi las unicas á quienes no pudo arrastrar el halago
de la novedad, quando la heregia se derramó en to
das las provincias de la Europa. Hablaba Francisco
de Paula con fruto, porque como otro Apostol de
las Gentes, hablaba mas con la voz de sus prodigios,
que con sus discursos: non in persuasibilibus huma
nae sapientiae verbis , sed in ostensione Spiritus & vir-,
tutis (1), porque hablaba con la autoridad de un
hombre revestido de la fuerza y potestad de Dios:
quasi potestatem habens (2). Esta autoridad le hacia
facil y llano lo que por otra parte parecia imposible:
lo que en los demas parecia imprudencia y temeri
dad , era en Francisco de Paula prudencia y cor
dura : mirabanle como una de las mas nobles ima
genes de la divinidad, como un hombre suscitado
por Dios para reynar sobre los reyes y sobre los
reynos: aquella penetracion de espiritus, con que
le favorecio Dios , le daba lugar para emprenderlo
todo, y sur zelo no le permitia inutilizar un don
tan singular.
Con qué libertad, con qué intrepidez santa re
prendió al Rey de Napoles sus tributos excesivos, y
la sangre de los pueblos sacrificada á su cruel ava
ricia ?
Ocupaba entonces el trono de nuestra Francia
aquel Rey tan famoso en las historias por sus gran
des talentos, y por sus grandes defectos : Principe,
Sl

(1) I. ad Cor. c. 2. v. 4. (2) S. Marc- c. 1. v. 22.


DE SAN FRANCIsco DE PAULA. 31
si hemos de creer á las historias , cuyo verdadero
caracter fue no tener ninguno , y tenerlos todos por
el cumulo de mil calidades diferentes, que jamas se
vieron hermanadas en nadie, sino en su persona:
genio vasto é inquieto, arrojado y tímido: constan
te en sus odios, y inconstante en sus amistades; mag
nifico é interesado; avariento y liberal; popular y
altanero; escrupuloso, é indevoto ; un Principe que
daba á la Religion mas de lo que pide , y le nega
ba lo que exige y manda; que todo lo desprecia
ba, y todo lo temia; que ni podia sufrir la paz ni
la guerra ; que en ciertas ocasiones se mostraba tan
esforzado, que tocaba la raya de la temeridad , y
en otras tan circunspecto y desconfiado, que se ma
nifestaba de animo caido y flaco ; que usaba en los
negocios de menos entidad de las sutilezas de la mas
profunda politica, y tal vez en las ocasiones mas
claras y patentes procedia contra las reglas de la
prudencia comun 3 que siendo capaz de lograr las
mayores empresas, incurria en las mas groseras ruin
dades , y siendo apto para restablecerlo todo, lo
era tambien para perderlo todo: Rey mas politico,
que Rey ; mas aproposito para extender los limi
tes de su imperio , que para sustentar la majestad
del trono: tan zeloso de sus derechos , como negli
gente en conservar el decoro de la corona; pero
que sabia hacer respetar la autoridad del Principe,
aun quando parecia que degradaba su persona. Rey,
en quien las buenas y las malas calidades , los ta
lentos y los defectos , las virtudes y los vicios no re
conocieron mediania : Rey en fin deseoso de reynar
y de vivir, y que temiendo la muerte, no se dis
ponia á ella: entregado pues todo mas á las inutiles
diligencias de dilatar la vida , que á las de santifi
carla, no le quedaba otra esperanza, que la de los
prodigios de Francisco de Paula. Con quántos hono
TCS
32 SE R M o N
res, con quántas promesas , con quántos ruegos y
lagrimas imploró su intercesion poderosa! Pero la
hora del Monarca era ya llegada. Dispon las cosas
de tu casa, le dixo el profeta al Rey de Juda:
dispone domui tuae (1). Estas palabras podia Isaias
decirselas sin temor á Ezequias , porque este Prin
cipe se hallaba conforme con la voluntad del cielo,
y como victima obediente esperaba el golpe que la
habia de sacrificar, y sus lagrimas solo eran indi
cio de su dolor. Pero intimar esta temible sentencia
á un Rey tan asido al amor de la vida ; á un Rey
tanto mas irritado de ver frustradas sus esperanzas,
quanto espero con mayor confianza; á un Rey tan
temible en su ira! No importa. Francisco de Paula,
lleno de aquella confianza en Dios que le inspira,
descubre á aquel colerico Monarca el sepulcro abier
to, pidiendo sus cenizas: mandale que se humille
baxo la mano poderosa de Dios Omnipotente, en
cuya presencia los arbitros del mundo son como si
no fuesen : revistese entonces de aquel ayre de gran
deza y de majestad , propio de un profeta y de
un ministro de Dios vivo: y aquel Rey , aquel
gran politico se convierte en un pecador peniten
te , que llora con amargas lagrimas y contricion
intima de su corazon los excesos de su vida pasa
da; que ve sin turbacion que el trono abre paso
franca á su sucesor; que mira y reconoce con tran
quilidad otro Rey en su Reyno; que desengañado
de las vanidades del mundo dexa ya de temer la
muerte , y solo piensa en disponerse, para ella. De
este modo rindiendo Dios á los pies de Francisco
los Grandes de la tierra, le coronaba de aplausos;
pero de este modo igualmente enseñando Francis
co de Paula á los Grandes á humillarse en la pre
SCIl

(1) , Cap. 38. v. 1.


DE SAN FRANcisco bE PAULA. 33
sencia de Dios, empleaba la autoridad, que para
eon los hombres le resultaba de sus milagros, en glori
ficar al Señor: y no puso menos estudio en cautelar
su virtud del peligro á que podian exponerle sus mi
lagros.
: , II. Podían exponerle á los peligros de la distrac
eion en medio del concurso de un numeroso pueblo
que acudia á la voz de sus prodigios; en las mas po
bladas ciudades , en las mismas Cortes, á donde le
conducian las disposiciones de la divina providencia.
Si habeis admirado á Francisco de Paula huyendo del
mundo, y buscando á Dios en el desierto , con mas
razon le admirareis solitario en medio del mundo , y
hallando á Dios no menos en el mundo, que en el
desierto, sosegado en medio de la confusion, y si
lencioso en medio del sordo estrepito, y de las cla-,
morosas voces de la tumultuaria muchedumbre: pres
sentanse á su vista el aparato ostentoso y pompa hax
lagueña del siglo, pero sin merecerle la menor aten
cion , su alma se halla tan unida con Dios, que el
mundo no tenia la menor entrada en su corazon : ni
él pensaba sino en Dios, ni suspiraba sino por Dios,
ni veia, ni oia sino á Dios: de modo que no hizo mas
que mudar el nombre al lugar de su soledad, llevan-.
dola consigo por todas partes, y siguiendole º ella
siempre segun la expresion de San Bernardo: solitu
dinem cordis sibi afficiens & secum solitudinem circum
ferens ubique solus erat: el bullicio tempestuoso del
Inundo que le cerca , no le impide el continuo em
pleo de su oracion , el fervor de su devocion, la vi
gilancia de su piadoso zelo , lo encendido de su,
amor, su profundo recogimiento: el vive unido con
Dios, y, Dios se comunica con él con la misma abun
dancia y liberalidad. Vivir en soledad retirado del
mundo, esto o lo han hecho gloriosamente muchos.
santos; pero vivir en soledad en el mismo mundo,
-Toh. VII, E Cl
34 S E RM o N - º* -

en el mundo mas tempestuoso , en las Cortes, y has


ta en los palacios de los Reyes, estaba reservado pa»
ra Francisco de Paula. - - ".

Podia temer peligros respecto de la abnegacion


Evangelica. Mirase de repente Francisco de Paula
colocado á la fuente de la opulencia y de las delicias:
tiene á su disposicion el favor de los Reyes con to
das las lisonjeras esperanzas que le acompañan ; con
solo explicar sus deseos, puede obtener las mas sin
gulares mercedes; ó por mejor decir ni aun tiempo
se le concede de desear, pues apenas se le permite
libertad para no recibir; pero la pobreza de Jesu
Christo es su unico tesoro, y la unica herencia que
quiso dexar á sus hijos: aquella region de deseos es
teriles y codiciosos, que parece no adora otra divini
dad, que la fortuna, la Corte digo , contempla con
asombro á un hombre que tiene mayor temor de de
xar de ser pobre, que el que tienen los demas hombres
de llegará serlo ; que teme la liberalidad del Princi
pe, aun mas que su indiferencia ; que no solicita
otra gracia sino la de ser olvidado del Soberano, y
el permiso de negarse á sus beneficios : él fue enfin,
un hombre que solo por obediencia, se aproxima al
trono, de donde se aparta por inclinacion : un hom
bre que separandose de la Corte, se lleva consigo to
das sus virtudes, y solamente saca sus virtudes, :
Podia temer peligros respecto de la mortificacion,
religiosa. Los Reyes de Napoles y de Francia le
aconsejan freqüentemente que mitigue su vida tan
austera: sus hijos que ven con dolor que los rigores
de su penitencia han de anticipar la muerte de un
padre tan Santo, que solo les dexará exemplos que
imitar, y cenizas que regar con sus lagrimas, le sui
plican con instancia que conserve una vida tan util
al mundo, y tan amada de ellos; pero sin dexarse
vencer de las delicias que le ofrecen, sin dexarse Clºs
- -

--
- ier
DE SAN ERANeIsco BE PAULA.
ternecer por las lagrimas que por el corren, ni si
gue, ni presta oidos, sino al virtuoso zelo que le ani,
ma. Observad esa pobre gruta, no distante del Real
trono; alli pues agoviado Francisco de Paula con el
peso de los años no cesa de purificar con la peniten
cia la viétima que ha sacrificado tantas veces ; por
que como sea tanta verdad aquella sentencia de Je
su-Christo , que las Cortes son el centro de la sensua
lidad y de las delicias: ecce qui mollibus vestiuntur
in, domibus Regum sunt , era o conveniente que un
Francisco de Paula trasladase á ellas los rigores
y austeridades de los desiertos. Podreis, vosotras fa
mosas soledades de Egipto y de la Tebaida algun
exemplo de penitencia mas ilustre que alegarnos? Fue
pues Francisco de Paula en el palacio de nuestros
Monarcas un anacoreta comparable con los Antonios,
con los Pablos, con los Arsenios. i, .
e. Podia finalmente temer peligros, respecto de la
humildad. No se lee en los fastos de la Historia Ecle
siastica santo alguno, que se viese mas rodeado de
honores. No espereis que os los refiera yo menuda
mente. Los Prelados y los Sumos Pontifices, los Prin
cipes y los Reyes, en fin, lo mas alto y sagrado del
Sacerdocio , lo mas encumbrado y mas augusto del
mundo, todos obsequian , , y veneran publicamente
su virtud3 pero todas estás veneraciones solo sirven
para humillarle, y confundirle. Del juicio de los
hombres apela Francisco ál de su propia conciencia;
de sus universales aplausos á sus defectos; de la opi
nion en que le tiene el mundo, á lo que es, ó por me
jor decir, á lo que él cree ser: llora la ceguedad de
los hqmbres, á quienes ve tan empeñados en tributar
le alabanzas que no merece; duelese de no tener , de
carecer de aquellas virtudes que ponderan en él; y se
consuela, y resarce de los honores que le ofrecen, con
los abatimientos que inventa, , , , , , , .
... , "y E2 - Re
"---
36 " S e R Mo N º T
Representaos á este hombre , poderoso en obras
en palabras, hecho la admiracion y asombro de los
¿ : famoso en todas las Cortes de Europa , so
icitado de los Grandes, llamado y convidado de los
Reyes: lustre y gloria de la Religion ; f. el defensor
y apoyo de la Iglesia ; el conservador de Italia; el
angel tutelar del mundo christiano; el terror de los
infieles; aquel patriarca, padre y fundador de una fa
milia tan numerosa; aquel profeta, que vaticina á
las naciones sus futuros destinos; aquel Taumaturgo,
á quien obedece la naturaleza; aquel justo, á quien el
piadoso pueblo prepara ya altares, y dispone tem
plos: preguntadle qué piensa de sí, y os dirá que es
un pecador miserable, digno de ser el desprecio del
mundo, indigno de aspirar al Sacerdocio de Jesu
Christo: si considerais sus acciones, todas son una
serie de humillaciones y abatimientos : vedle huyen
do de la brillantez de la Corte vedle en medio de
sus hijos, y aunque todos son sus discipulos, él los
mira , y los venera como á sus maestros: ellos no
pueden imitarle, y él se los propone por nodelos y
exemplares : él se olvida de su autoridad y faculta
des, y siente vivamente que haya quien se acuerde
de ellas: pero yo me engaño: no se olvida: de ellas,
antes se sirve de su propia autoridad. Pero para qué?
para elegir la celda mas pobre; para exercitarse en
los ministerios mas humildes; para ocuparse en los
oficios mas viles; para obligará sus modestos hijos
á que admitan los servicios que su caridad mas mo
desta todavia y mas humilde gusta de hacerles, de
todos sus titulos y dictados, de padre, de maestro,
de superior, de legislador; de todos sus aplausos y
glorias se reserva solamente el derecho de humillar
se, y olvidarse de sí. ¿Son estos pues los efectos que
han causado en Francisco de Paula los honores que
por todas partes le cercaban ? Si por cierto, catoli
* -- . . . . COS.
DE SAN FRANcasco de PAULA. -

cós : solo han servido para acrisolar, y perfeccionar


su virtud. =ºcº ro, ºrº º -) . . . . .. . ..
Asi que, los milagros de Francisco de Paula debie
ron su mayor gloria á su santidad: su santidad de
bio su mayor merito áisus milagros. La santidad de
Francisco fue la prueba y el aygumento de sus mila
gros ; porque fue una santidad porporcionada á sus
milagros, porque fue aquella especie de santidad , á
que está obligado el don de los milagros, porque ella
misma fue un prodigio tan admirable y singular, co
mo sus milagros. Los milagros de Francisco de Pau
la fueron la perfeccion de su santidad , porque pro
euró con igual solicitud servirse para gloria de Dios
de la autoridad, y credito que de sus milagrós le re
sultaba para con los hombres, que preservar su vir
tudidel peligro á que podian exponerle sus mismos
milagros. Por esto, solas sus virtudes son suficientes
para acreditar de verdaderos sus milagros; y sus mi
lagros lo son para acreditar sus virtudes de la mas
heroica santidad; por esto para pintar á Francisco
de Paula con una sola pincelada , y ceñir su elogio
a las paíabias del tèmia que elegi, “repita que este
grande hombre tan obrador de maravillas y pro
digios, él mismo fue in insigne prodigio, y un
estupendo milagro: ipse quasi signum in dextera
manº- - »-r -- "- T," º "Y - -
sado mio ete reyno fue el teatro en que tus
virtudes resplandecieron con mayor lustre: por tu
nacimiento perteneces á Italia ; pero la divina pro
videncia, la piedad de nuestros Reyes, la inclina
cion de tu corazon te aligaron á la Francia; mira
con propicios ojos desde el cielo donde habitas, á esta
vasta monarquia: reconócety patrocina al sucesor
de aquellos invictos Monarcas, que creyeron no po
derse engrandecer á sí mismos mas seguramente, que
con los honores que te tributaron: ya ves que se re
• i lll62
/
38 . tº SIRo Remo r 3 ,
nueva en él todo su poder, todas sus viétorias, toda
su prudencia, toda su piedad: vela sobre la vida de
este Principe joven, para que solo reine, para hacer
que solo reine Jesu-Christo: obre tu mano , tan fe
cunda en milagros, una especie de prodigio que con
sista en conservar la virtud en el trono, la Religion
baxo la purpura: intercede para que nuestro Rey dé
mas exemplos de piedad, que nosotros podamos dar
de ella documentos y lecciones; para que siendo san
to el Soberano, sigan sus pisadas sus vasallos, y
nuestro zelo no tenga que desear, sino ver el rey no
semejante á su Rey. No te olvides de este devoto
pueblo , que conserva una tierna memoria de la fe
liz preferencia con que le amaste sobre todos los
pueblos de la tierra, para que permanezcan eterna-,
mente en esta tierra que habitaste, la paz, la union,
la concordia, la fe rendida y docil, la caridad arr
diente y pacifica, y manifiestes tu santidad alcanzan
donos las gracias que nos santifiquen, y nos conduz
zan á la vida eterna. Amen. . . . . . . . .2 : , , , , ,
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Dixit Eliseus: obsecro: utfiat in me spiritus tuus du
splex: qui respondit, rem difficilems postulasti.
Lib. 4. Reg. cap. 2. V. 9. & 1o. o , , , ,
. a 2 o c. 2 ... so- 2 e ( . . .»
Exoséver Elias en Israel representando sucesiva
D mente bien distintos caracteres con asombro del
pueblo ya huyendo de la comunicacion de los hom
bres , vagueando por los desiertos, enagenado y ar
“..." -. - 162
as

DE SAN JUAN DE LA CRUz. 39


rebatado con las profundidades de altisima cóntem
placion: vivia desasido de la tierra, olvidado de to
do, y hasta de su zelo, como si en este vasto impe
rio del universo no hubiese mas que Dios y su pro
feta ; ya empuñando apresuradamente la espada de
su zelo en defensa de la Religion perseguida y vaci
lante exhortaba á las tribus infieles, reprehendia á
Samaria sus abominaciones, derribaba los templos pro
fanos, degollaba los sacerdotes de Baal en los alta
res sacrilegos: ya despreciando en la Corte de los
Reyes el orgullo de la purpura y la magestad de la
diadema, intimidaba á la impiedad hasta en el mis
mo, trono : procediendo en esto animado de dos esº
piritus, y de dos caracteres de gracia y de santidad,
que parecen contrarios enteramente entre sí; y estos
eran el espiritu de una vida interior, bculta y es
condida en Dios; y el espiritu de una vida activa y
agitāda, ocupadá, sincesar en trabajar por Dios. De
modo quelen un solo hombre obraban como dos hom
bres: un hombre de oracion, que solo vivia en Dios;
y un hombre de zelo, que solo vivia para Dios.
Prodigio era este ignorado de las edades que le pre
cedieron, y que no podia renovarse en Eliseo sinoá
esfuerzosa del brazo omnipotente: dixiti Eliseus bbse
cro ut fiat in me spiritus duplex, qui respondit, rem
difficilem postulasti. o o - igl. o . . . .
cº Este pues doble espiritu de contemplacion y de
zelo, que despues de haber desamparado da tierra
con los profetas, se manifestó en 2 los Apostoles en
los tiempos de la primitiva Iglesia, plugo al Señor
renovarle en estos, ultimos siglos en que el mundo
camina á su decadencia, en el Santo cuya memoria
y triunfos celebramos hoy... 2 zº es, pi, al rie groo
3.- Almas puras y fervorosas, que contan vivas ano
sias caminais por las sendas de la vida interior: mi
nistros de Dios vivo, que con tanto zelo solicitaisla
sal
40 .v. ; D SIER Mo N º a ºr
salvacion y perfeccion de las almas, oid , y ved vuesa
tro modelo :.. sapientiam autem loquimur inter perfec
tos (1). Este Discurso dedicado á elogiar á tan gran
Santo, solo conviene á las almas que aspiran á la
mas encumbrada perfeccion. Todos los santos son á
proposito para servir de exemplo á todos los chris
tianos; pero el que celebramos hoy puede servir,
permitidme esta expresion , de exemplar á los mis
mos justos. Brevemente, hoy admirareis en San Juan
de la Cruz el exemplar de las almas que aspiran á
la perfeccion de la vida interior: y el exemplar de
los ministros del Evangelio , que se ocupan en la sal
vacion de las almas. Imploremos la gracia por me
dio de Maria Santisima, Ave Maria.
y - • - ,)

-, , , . . P ARTE P.R. L. M. ER A. º . . . .» º

v. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .»
AE tres cosas consta la vida interior: de las virtu
LA" des que disponen el alma para recibir las gracias
y mercedes de Dios: de estas mercedes de Dios; que
son premio de las virtudes; y de la perfeccion y ple
nitud de las virtudes, que son el efecto que deben
producir, y ás que se deben referir estas mercedes
de Dios. Sigamos á San Juan de la Cruz en estos tres
estados diferentes, veamos, como merecio las gracias
y beneficios del cielo, quantos recibio, y el prove
eho queosacó de ellos. Y en esto hallaremos exemplos
oportunos pàra alentar, muestra devocion, para alis
mentar, nuestra oesperanza, y para excitar nuestro
agradecimientó. . .2 sigi ( , ob zos cir zo
I. El espiritu del Señor inspira donde quiere: la
lluvia del cielo tanto cae en, los esteriles arenales,
como en las tierras mas sazonadas: ladgracia produw.
ce tedos los meritos py no supoñe, ninguno. Todas
—rr:oir, ni e L L) º b 2.35 : , º s tor 2isºrt son 2
(i): . . ad Cors es: a v. 6. o p i y 2 C. - 22;
•a í3
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 4I
son verdades inegables. Sin embargo tiene la vida in
terior dones reservados para premiar la virtud mas ele
vada, los quales no menos son en quien los recibe un
argumento de su fidelidad á la gracia, que un prodi
gioso efecto de misericordia en Dios que los reparte.
Qué Santo pues fue mas digno de los favores ce
lestiales, que San Juan de la Cruz? Una conciencia
timida y delicada , que lexos de vivir con sosiego en
sus defectos, se recelaba de sus mismas virtudes: un
rigor de penitencia, que de un gran pecador hubie
ra hecho un gran Santo, y en un gran Santo seria
un milagro de santidad: una oracion continua, que
se perfeccionaba con el silencio de la soledad, sin
distraerse ni interrumpirse con el bullicio del mun
do: un zelo activo y eficaz, y no menos sediento de
padecer, seguro siempre de hacer fruto, porque re
putaba los grandes peligros y calamidades por gran
des felicidades : una caridad con el proximo amoro
sa, aétiva , desinteresada, sufrida: un amor de Dios,
que aprisionaba y extinguia todos los demas amores:
una humildad solida y sincera, que temia las alaban
zas quanto la vanidad puede temer los desprecios:
los dias trabajando, orando las noches: silencio in
violable, impenetrable soledad, divorcio eterno con
el mundo, perfecta abnegacion y desasimiento de sí
mismo. Qué mas os sabria decir , catolicos 2 En fin
yo os he reducido á la memoria las virtudes que com.
ponen el elogio de muchos santos; pero si habeis
leido la vida de Juan de la Cruz, ya habreis enten
dido que apenas he dado principio á su elogio. ,
Nació de una familia , que habia decaido de su
antigua opulencia, y quando sus ojos se abrieron pa
ra ver la luz de esta vida, no registraron en la tier
ra otra herencia, que la esperanza del cielo. O he
rencia riquísima, Por esto jamas deseó otra. Luego
que conocio la felicidad de su estado, le amo, y si
. Tom. LVII. F tal
42 - SE R M o N -

tal vel le contristó la escasez de sus bienes, fue por


que su pobreza le privaba del deleite de dexar muº
cho por Christo. - , .

Como su alma era superior al mundo y á los bie


nes que puede dar el mundo, no supo abatirse á los
empleos profanos; y hallandose capaz de todas las
cosas quando se trataba de Dios, é incapaz de to
do quando solo se trataba de su fortuna, su espi
ritu y sus manos se negaron sucesivamente á todas
las artes, porque su corazon solamente amaba un
solo arte, que es el de la salvacion y el de la virtud;
y obedeciendo con pronta docilidad á la voz de la
gracia que le llamaba , rompe los vinculos de la car
ne y de la sangre, y huye de la casa páterna. Pasa
los dias ocupado en los exercicios de la oracion y de
la asistencia de los pobres, y sin desamparar jamas
á Jesu-Christo, le busca unas veces en el santuario,
en donde derrama su corazon en su presencia, y
otras le busca y le consuela en sus hermanos desva
lidos y necesitados: y empleado siempre en llorar
sus pecados, ó en enjugar las lagrimas de los mise
rables, no conocia otra felicidad sino tratar solo con
Dios, ó solicitar ocasiones de trabajar por Dios.
No era el mundo digno de poseer mas tiempo
una virtud tan singular: acercabase ya el momento
de verse rodeado el Carmelo de un nuevo luminoso
astro: ya el angel por cuyo gobierno corre la con
servacion y la gloria de este santo monte , apresu
raba con sus ardientes votos la hora señalada para
enriquecerle con el heredero de las virtudes de tan»
tos profetas, y con el padre de una familia religiosa.
Fueron oidos sus ruegos ; y con qué gozo no desam
pararia esta casta paloma una tierra profana para
trasladarse á una region santa? " -
e. Entra en una nueva carrera ; y los primeros pa
sos que da en ella, son pasos de gigante. Adelantase
u .. . . . COl
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 43
con muchas ventajas, traspasando con grande exce
so los limites comunes, á los que habian emprendido
antes que él el camino de la perfeccion religiosa. Diº
riase que se retiro á la soledad no para ser instruido,
sino para instruir; no para perfeccionarse, sino pa
ra perfeccionar á los demas: ni que llevó al desierto
alguna de las pasiones, que se viene á corregir en
él, ni alguno de aquellos defectos, que se viene á en
mendar en él: antes traxo ya todas las virtudes que
en él se adquieren. Sus maestros se hacen sus disci
pulos; lo que le enseñan con sus preceptos, les en
seña todavia mas perfectamente con sus acciones, y
su conducta les da una idea practica de perfeccion,
que todas sus lecciones no pudieron darle á él: y si
él abraza con docilidad sus consejos, ellos estudian
sus exemplos, confesando publicamente que apren
dian mas viendole, que él oyendolos. - º

Con efecto, catolicos, representaosle como pro


cedio desde los principios de su vida religiosa, y co
mo continuó hasta el termino y fin de ella. Vedle
elegir, como perfecto imitador de Jesu-Christo po
bre, para su habitacion una celdilla obscura, y es
trecha, ó por mejor decir, un sepulcro tenebroso;
vestido de un habito pobre y burdo, menos á pro
posito para defenderle de las injurias é inclemencias
de las estaciones, que para manifestar el grande
amor que profesaba á la mortificacion evangelica.
Hombres codiciosos é interesados, cuyos deseos in
saciables no bastan á satisfacer las mayores rique
zas, qué de cuidados, qué de fatigas, qué de peca
dos no os cuesta ese desatinado furor de atesorar,
esa indiscrecion de desperdiciar º Ved aqui un hom
bre que teme mas las riquezas, de lo que vosotros
las apeteceis : vosotros creeis que jamas teneis bas
tante, y él siempre cree tener demasiado: la pobre
za de Jesu-Christo es sºros y mas teme él salir
«e 2 V 2 de
- SE R M o N
de ella, que vosotros caer en ella. Hombres duros é
insensibles, que viviendo tranquilamente en el cen
tro de vuestras opulencias , veis correr las lagrimas
de vuestros hermanos, sin dignaros de enjugarselas!
vosotros que tanto podeis hacer por ellos, y que na
da haceis, mirad á un hombre, á quien la caridad
le equivale por abundantes riquezas: la pobreza evan
gelica es el objeto de todos sus deseos, y los pobres
el de su ternura y compasion 3 él los anima con sus
exemplos, él los consuela con sus conversaciones, él
los sustenta con sus limosnas: viosele en tiempos ca
la mitosos no poner otros limites á sus profusiones,
que sus necesidades , ni temer otra afliccion , que
la imposibilidad de socorrerlos, teniendose por fe
liz, porque dandoles quanto tenia, cumplia á un
mismo tiempo con su amor á la pobreza, y con su
amor á los pobres. -

Este varon santo, que con tanta facilidad se com


padecia de las miserias agenas, solo usaba de rigor
consigo mismo; y ansioso por padecer, y por, co
piar en su persona la imagen del crucificado, sentia
el poco descanso que concedia á la necesidad de la
naturaleza. Sus vigilias continuas, sus ayunos perpe
tuos, un cilicio espantoso, la tierra siempre bañada
con sus lagrimas, y humedecida tal vez con su san
gre: y asi su cuerpo peligraba al rigor de sus peni
tencias , y aun parece que procuraba apresurar su
ruina : solamente por obediencia modero su amorá
las mortificaciones ; pero nada fue bastante para
templar el ardor que le consume : quanto mas pade.
ce, mas desea padecer: preguntale su Magestad qué
premio queria por sus trabajos y por sus virtudes? y
no responde como Santo Tomas , ningun otro, sino á
tí, Señor: nullam aliam nisite: ni tampoco dice co
mo Santa Teresa : ó vivir con vos, ó padecer por
vos: aut pati , aut mori: sino, padecer, Señor, por
a VOs,
/
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 45
vos, y ser despreciado por vos : pati & contemni pro
te: enagenado y como embriagado con el amor á la
Cruz , no encuentra consuelo sino en padecer por
Jesu-Christo, hasta que pueda reynar perpetuamen
te con él : pati & contemni prote. ",

Y no penseis catolicos, que su mortificacion se


limitaba á las maceraciones exteriores. Qué no me
sea permitido manifestaros su corazon, é introduci
ros en el santuario de aquella alma, una de las mas
puras y fervorosas que hubo sobre la tierra, como
se explica Santa Teresa Veriais levantada en él la
cruz de Jesu-Christo sobre la ruina de todos los de
seos, de todas las inclinaciones, de todos los ape
titos de la naturaleza: veriais á un hombre, que po
dia decir con el Apostol: yo vivo, mas ya no yo,
sino Jesu-Christo en mí: vivo autem, jam non ego,
vivit vero in me Christus. (1) Quantas veces, como
se sentia desprendido del mundo, deseó huir á al
guna soledad impenetrable, para vivir en ella una
vida desconocida de los hombres, y conocida sola
mente de su Dios? y ya que no se le cumplieron es
tos deseos , conservó acaso para con sus parientes
algunos sentimientos de ternura, y de aficion huma
na, que se advierten no con poca freqüencia en al
gunos corazones, aunque muertos á todas las demas
cosas ? Lo que yo os sabre decir es que su padre
era Jesu-Christo, su familia la Religion donde pro
fesó. Pero yo me engaño. No puedo negar que tuvo
un hermano, y que le amó, y que le vió, y que
con suma complacencia, por no decir por cierta
obligacion que se impuso , le tuvo siempre cerca de
sí. Era la causa , catolicos, porque la pobreza de
su hermano le acordaba la humildad de su nacimien
to, y mirado por este aspecto se le hacia amable
- CIl
() Ad Gal. cap. 2. V, 2o. -
- -
-

- º * -- - - - .

• r
- -
46 - SE RM o N
en sumo grado á San Juan de la Cruz; y tambien
porque esperaba por este camino que se olvidasen
los hombres de lo que era , renovando la memo
ria de lo que habia sido , y ocultar el resplandor
de sus virtudes baxo la obscuridad de sus principios:
de modo que este mismo hermano colocado en una
fortuna opulenta, no hubiera experimentado tantas
demostraciones de cariño.
Este es el verdadero camino , por donde llega
reis seguramente al termino feliz de vuestros deseos, ha

vosotros, que aspirais á los sublimes dones de la


vida interior. O quan dignas de compasion son aque
llas almas ilusamente devotas, que presumen haber
hallado á Dios , aunque no han dado el primer pa
so para buscarle , que estan satisfechas de haber re
cibido muchos favores del cielo, sin haber procu
rado merecerlos 3 y ciegas con el orgullo que las
trae dementadas , se lisonjean de estar llenas del
Espiritu Santo, quando solo estan llenas de presun
cion y engaño! - -

Pero vosotras almas penitentes, humildes, morti


ficadas , caritativas! almas retiradas del mundo, que
viviendo en una paz inalterable, obedeceis con fide
lidad los impulsos de la gracia, no dudeis de aspi
rar á los regalos y mercedes de vuestro Esposo, que
tiene reservados para vosotras, pues las virtudes de
San Juan de la Cruz han abierto el camino de vues
tra conducta, y el premio con que se las corona
ron, debe avivar vuestra esperanza. .

II. Pero qué es lo que intento, ó Dios mio! Ser


tan temerario que sondee el abismo de vuestros ca
minos, y me introduzca á examinar las profundida»
des de vuestras adorables disposiciones? O qué misº
terio... tan incomprehensible de sabiduria y de amor
es el gobierno de la gracia con una alma verdade
ramente espiritual qué alternativa de suavidades con
11
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 47
rigores, de lagrimas amargas con extasis celestia
lés , de tentaciones que afligen , de tristes descon
suelos que postran , de tedios funestos que descon
suelan, de escrupulos que turban, y casi desespe
ran , con una paz inalterable, con una virtud llena.
de dulzuras y delicias Unas veces parece que el al
ma no solo camina, sino que corre, que vuela, lle
vada en las alas de la gracia y de la caridad: otras

¿ se ve esta misma alma como repelida , y como


abandonada de Dios: ya le llama, y él no respon
de: ya no le llama, y entonces oye su voz: ya le
espera, y él no viene : ya casi no le espera, y en
tonces acude. Considerad á un Dios que no pierde
nunca de vista á esta alma predestinada para pro
barla, para consolarla, para dexarla el merito de
buscarle, y para concederla la complacencia de ha
berle hallado : y á una alma atenta siempre á su
Dios, ocupada en desearle, en regalarse con él , en
esperar en él , en suspirar por él, en amarle quan
do le posee , en amarle aun mas, por explicarme
asi, quando parece que se aparta de ella. Conside
rad de parte de Dios ya un amor tierno, ya un
amor riguroso, pero un amor sin termino siempre y
sin medida. De parte de la alma un amor ya fino
y contento, ya inquieto y anegado en lagrimas, pe
ro un amor violento siempre é impetuoso. Recono
ced por esta descripcion á San Juan de la Cruz. Fue
al principio alimentado con aquella misteriosa leche,
de que habla el Apostol , y que es propia de la fla
queza de la infancia espiritual. Todo era entonces
tranquilidad profunda, paz amable, dulce sosiego
de una conciencia pura é inocente : silencio de senti
dos y de pasiones, amor á la oracion y á la soledad,
esperanza firme y segura de los bienes eternos. O fe
liz estado semejante á una nave, conducida man
samente por la corriente de las aguas, y lleva
d
48 ..- S E R M o N
al puerto por un viento favorable.
Pero qué trastorno, qué revolucion tan repentl
na observo? Los trabajos le agovian , la penitencia
le espanta, la soledad le pudre, la oracion le repug
na: su razon anublada solo despide vislumbres obs
curas y instantaneas; y solo ve por entre densas nu
bes: ausentase Dios , queda solo el hombre, el hom
bre flaco, timido, irresoluto, atormentado de re
mordimientos, acongojado con escrupulos ; en vano
levanta al cielo su voz interrumpida con suspiros,
pues el cielo se hace de bronce, el rocio de la gracia
no desciende ya , y su corazon es como una tierra
esteril, que no produce sino abrojos y espinas. Qué
nueva guerra es esta, que experimento, exclama
ba este glorioso Santo 2 por qué nuevas sendas cami
no ? ó quien me concediese y reduxese aquellos pri
meros años, quando el Omnipotente habitaba en
mí! quis mibi dabitut sim juxta menses pristinos.....
quando Omnipotens erat mecum (1). Pasaron aquellos
felicisimos dias para no amanecer jamas? quien ha
levantado este muro de division entre Dios y mi al
ma? yo, ya no le veo, ni yo le oigo; y que sé yo
si él oye todavia la voz de mis suspiros y de mis la
rimas 2 Tulerunt Dominum meum , &ºnescio ubi po
suerunt eum (2). Huyes de mí, ó Dios de mi cora
zon? Yo sin embargo os seguire siempre, yo camina
ré tras vos por las sendas tenebrosas por donde me
dirigis: bien sé que no merezco volver á hallaros;
pero vos mereceis bien que no me canse de bus
Ca1OS.

Qué espectaculo, catolicos un corazon tan fino


y tan amante, sufriendo tan dolorosos tormentos!
y nos atreveremos nosotros á murmurar y á que
jarnos, nosotros que exhalando todavia por ventura
los
(1) Job c. 29. v. 2. (2) S. Juan c. 2o. v. 13. -

... -
DE SAN JUAN DE LA CRUz.
los ardientes humos de nuestras pasiones, y llenos
de las especies de los inmundos deleites, querria
mos experimentar desde los primeros pasos de la vi
da espiritual las delicias de la virtud , para resar
cirnos de las sensualidades del vicio. Descargue, se
ñor, vuestro azote sobre nosotros , que tan mereci
do le tenemos: pero por qué este siervo fiel no ha
de ser el objeto de vuestras ternuras? Vos fuisteis
siempre el objeto de su amor: vos veis la obedien
cia y resignacion , con que despues de tantos años
padece el martirio de vuestros desconsuelos: si le
castigais , adora con lagrimas la mano que le hiere:
su fé permanece constante, su animo no flaquea:
y si él persevera en su primer fervor , no volvereis
á usar con él de vuestras antiguas misericordias?
Sí, señores : ya empieza el Señor á comunicar
sele. Pero advertid, que no lo hace para satisfacer
su amor, sino para avivar su fuerza y actividad.
Porque como estaba destinado Juan de la Cruz pa
ra ser padre de una familia religiosa, cuyo exerci
cio habia de ser la oracion y contemplacion , con
venia que pasase sucesivamente por todos los grados
de la vida espiritual: por eso no camina ya por
entre las tinieblas de una noche obscura; sino que
á beneficio de una clara y serena luz descubre las
riquezas de la santa Sion : ya oye la voz del Espo
so , pero, solo la oye á lo lexos. Y qué inquie
tudes, qué zozobras pensais produce en el corazon
humano esta poderosa voz? Ya nos lo explica el mis
mo glorioso santo; porque quién sino él nos lo po
dia explicarº. Estas visitas, dice, mas son para en
fermar, que para sanar; mas para avivar los de
seos, que para satisfacerlos ; no son para que el
alma habite pacificamente consigo misma, sino pa
ra que saliendo de sí corra tras de su Dios que ya
se manifiesta, ya se retira; que ya se acerca , ya
Tom. VII. G hu
5o .. SE R M o N
huye; que parece se va á comunicar, y se suspen
de. Desfallecido el corazon de Juan de la Cruz á
rigores del amor divino, suspiraba, se quejaba, es
clamando continuamente con la Esposa de los Can
tares: ó angeles del cielo, ó bienaventurados de la
gloria, que cercais el trono del Altisimo, presentad
á mi Dios mis gemidos y mis congojas amorosas,
decidle como muero de amor: adjuro vos...ut nun
cietis ei quia amore langueo (1).
• Probole Dios finalmente como se prueba el oro
en el crisol, y le halló digno de su magestad. Aho
ra pues recibirá su alma á manos llenas aquellas
mercedes del cielo , cuya corriente se suspendió
por tanto tiempo. Ya puede mirarse en posesion de
quantas dulzuras contiene la oracion mas fervorosa,
de quantas luces puede comunicar la mas alta con
templacion , y de quantas delicias promete en la
tierra la union intima con el celestial esposo. Ya
ilustran su entendimiento luces vivisimas : ya pare
ce que se le han revelado los mas profundos mis
terios , los dogmas mas incomprehensibles: de mo
do que él casi no reconoce ya tinieblas en la fé,
y que ve con sus ojos quanto cree. Al mismo tiem
po se siente su corazon inundado en gozo. O qué
extasis! ó qué santa embriaguez ó dichosos mo
mentos, cómo os pintare yo? Siente que de impro
viso se excita en su alma un indecible deleyte, y
ni sabe donde se halla, ni que es de ella; por otra
parte se desprende un rayo de luz celestial, que
hiriendo en sus ojos , parece que le descubre en toda
su plenitud la hermosura eterna. Acalorase su cora
zon, abrasase , apasionase, derritese , quejase, sus
pira, y ya no conoce nada, ni aun á sí mismo se
conoce: experimenta unos como preludios de aquel
-- ... , .. . . . . .. ... rio
(1) , Cantic. c. 5. v. 8.
-
a R

DE SAN JUAN DE LA CRUz. 5I.


rio de paz que baña la celestial Jerusalen , en que
se inunda su alma: bebe en aquella fuente de de
licias que embriaga á los santos: oye aquellas pa
labras misteriosas, que no se concedio proferir á.
ningun hombre mortal. Y esta desmayada imagen
de felicidad celestial le hace casi dudar si vive aun
en carne mortal. . -,

Ya veo, catolicos, que este idioma os parecera


extraño: no ignoro que no todas las almas son lla
madas para recibir dones tan sublimes : aunque o
quántas almas lo son, y no prestan docilidad ni º
atento oido á la voz que las llama! ¡ás quántas al-;
mas á pesar de los activos impulsos de la gracia º
retienen en el camino comun y ordinario la tibie
za , la pereza, una reprehensible timidez, y los
perjudiciales consejos de un Director inexperto quán-;
tas almas faltan á Dios, á quienes Dios no fal-;
taria? no es hoy nuestro Dios lo que ha sido en to
dos los tiempos? está abreviado su poder y reduci
do á terminos mas estrechos? no solicita su amor .
comunicar todavia sus dones y beneficios? Ah á lo
menos hallandonos como nos hallamos dispuestos á
contentarnos con lo que Dios se sirva de darnos,
determinemonos á desear segun el consejo del Apos
tol , y á merecer en algun modo todo lo que Dios ,
nos puede dar : aemulamini autem charismata melio- 2
ra (1). Si no, vemos que el cielo obre, ya los mila- .
gros de gracia que solia , es porque no ve ya en .
el mundo los mismos prodigios de virtud. Imitad á
San Juan de la Cruz en las disposiciones con que
se preparaba para recibir los dones de la vida in
terior , y bla poseereis º con él, o ó por o mejor decir,
solo os, faltana saber aprovecharos como él. , , , o
3.3 Habiase preparado San Juan de la Cruz para ,
: , ; es C , ... G2 . 1C -
(1) I, ad Cors, c. 12. v.31. . . . .. . . -

t -----
52. SE R M o N º
recibir los favores del cielo con una caridad bien
ardiente: pero qué valia esta para aquella caridad
que se engendró, se aumentó , y se perfecionó en
el comercio tan intimo que tuvo con su Dios? yo
le considero tan elevado sobre sí mismo, quanto lo
ha sido sobre los demas hombres. . .»
Su amor fue un amor tierno, un amor domi-a
nante y fuerte : no un amor tibio, frio, que de
xa á los demas objetos toda su fuerza y todos sus º
estimulos: no es un amor , si me atrevo á expli
carme asi, de razon y de fé, que gobierna á su
arbitrio las acciones, que reprime los deseos, que
sujeta y enfrena las inclinaciones; sino un movimien
to, un impetu veloz que le arrebata acia Dios : es
una violenta inclinacion que le arrastra; es un afec.
to vivo y delicioso que comunica á su alma quan
to puede recibir y sentir su corazon: agitaciones,
turbaciones , extasis continuos: es aquella atencion
eterna en agradar , aquel temor inquieto de ha
ber desagradado, aquella actividad, aquella inmen
sidad de deseos , aquella sed, aquel ardor inextin- )
guible, que las lagrimas y los suspiros no hacen
mas que imitarlos. O con qué lentitud pasan los dias o
y los años ó si el tiempo apresurase su curso quán
do se unirá con su Dios eternamente! ah , que él
solamente vive con la esperanza de poseerle , y con .
la-fruicion de amarle Hiriole el Señor, con un dar-s
do de su amor: vulneravit me charitate. o se o ; ;
Llevabale clavado en su alma por donde quie- ,
ra que iba. El bullicio del mundo , los cuidados y 3
fatigas de la vida apostolica, el sueño y la obscu- 2
ridad de la noche, todo le dispertaba», tódo le re
ducia la imagen de su Dios. En vano º suenan al re-e
dedor de él las voces de los hombres 3 pues absor
to y todo en Dios ni ve ni oye sino á Dios: de
modo que mas parece un serafin abanas en suad, -

-
-

DE SAN JUAN DE LA CRUz. 53


dad, que hombre humano.
O escondidos desiertos, ó soledades profundas!.
quántas veces vino á desahogar en vosotras los in
cendios de su amor porque como en el mundo se
tropieza con tantos objetos que distraen el espíritu,
la soledad solamente puede satisfacer un corazonº
herido vivamente del amor de Dios, el qual pade
ce un martirio quando tiene que privarse del trato
y comunicacion de un Dios á quien ama , y sufrir :
la presencia de un mundo á quien aborrece. -

} .
Fue su amor generoso, impaciente, y ansioso r

por acreditarse con costosos sacrificios. Si contem


plaba á un Dios niño, recostado en un pesebre, ver
.
tiendo lagrimas; si meditaba en un Dios espirando
en la cruz, se abrasaba su alma en nuevos incen
dios de amor : herbia su sangre en sus venas , ane
lando por salir y bañar la tierra. O quién le conce.
diera haber nacido en los tiempos de la primitiva
Iglesia atribulada y perseguida cómo suspira por el Y
acero de los tiranos y no hallando otro arbitrio pro
cura consolarse substituyendo la imagen y represen
tacion del martirio al martirio que no puede conse
guir. Pero ó vanos é inutiles conatos pues la repre
sentacion de un bien que no se concede , solamen
te sirve para aumentar su dolor. Por esto pasó San
Juan de la Cruz su vida en lamentarse de no haber .
podido Sacrificarla por Jesu Christo, y de no haber
podido añadir el deleite de morir al merito de vi
vir solo para su Dios.
- Y podre yo añadir todavia alguna cosa á lo di
cho? Sí, catolicos. Y qué? que no se desvanecio con
tanto cumulo de gracias, con tanto tesoro de virtu
des. Aquella humilde desconfianza de sí mismo, que
es la ultima ciencia de las almas mas prudentes,
fue la primera y principial de nuestro Santo. Nun.-
ca se expuso á los peligros de perder su inocencia,
au - 4. por
54, SE R M o N
porque los temio antes de conocerlos, y jamas tuvo
tanta confianza de sí mismo, que dexase de temer
los. Direlo? La opinion tan universal de santidad de
una Teresa no basta para asegurar su virtud timida y
escrupulosa; y para formarse los primeros vinculos
de una amistad tan santa y tan util á la Iglesia, fue
necesario que interviniese la voluntad de Dios, de
clarada por la voz de su superior, para que cedie
sen á la obediencia las precauciones de su humil
dad: y al mismo tiempo que los prodigios de una vi-.
da tan fervorosa y tan penitente le grangeaban la
veneracion y la confianza del pueblo, siendo él so
lo el que ignoraba su virtud, se contemplaba aun co
mo un pecador, á quien los auxilios continuos de la
gracia le detenian para no precipitarse en la culpa, .
y todo su estudio y su anelo era esparcir en el pu: ,
blico este concepto que tenia de su fragilidad, y co
mo se le veia tan solicito de ocultar sus virtudes, ,
como de perfeccionarlas, dudabase si era mayor el
ansia con que deseaba adquirirlas, que el sobresal
to con que temia su reputacion y aplauso. Los opro
bios, los abatimientos , , los desprecios fueron las
mayores delicias de su corazon: y jamas se vio har-,
to de ser desconocido, y despreciado. Por esto , si
se le queria ver temblar y demudarse de color, bas
taba amenazarle con un elogio. Admirabase con ra- .
zon en Juan de la Cruz aquella bondad, aquella ex
traordinaria benignidad con que lo sufria todo, con
que lo escusaba todo. Pero no tenia fuerzas niva
lor para sufrir una alabanza. Por esto, si tal vez se
le conoció alguna inclinacion, algun particular amor, ,
con quiénes pensais que le usaba? Con aquellos, á
quienes creemos nosotros que amamos suficientemen-,
te, quando recabamos de nosotros el no aborrecerlos
O hombres injustos y perfidos, envidiosos y calum-.
piadores de tan glorioso Santo vosotros compras-
- teIS
.
DE SAN JUAN DE LA CRUz. SS
teis sus beneficios con vuestros agraviós, y quanto
menos le amabais , mas seguros estabais de ser ama
dos de él. -
Es asi nuestro corazon, amados oyentes mios?
somos nosotros tan generosos y tan agradecidos á
los beneficios del Señor? Pensemos en las gracias que
hemos recibido, en nuestras infidelidades é ingrati
tudes: consideremos nuestras virtudes tan poco acep
tables á Dios, y que tanto lisonjean nuestra vani
dad. Es posible que los dones del cielo han de ser
vir solamente para fomentar nuestro loco orgullo, y
para hacernos mas delinqüentes? Ay, pensemos solo
á exemplo de Juan de la Cruz en merecer y en al
canzar las gracias que necesitamos , por nuestra fide
lidad en corresponder á las gracias que recibimos;
y si queremos añadir al fervor de una verdadera vir
tud los trabajos y frutos del zelo, despues de haber
considerado en San Juan de la Cruz el exemplar y
modelo de aquellas almas que viven segun las leyes
de la vida espiritual , estudiemos y contemplemos en
él la norma y exemplar de los operarios Evangeli
cos, que se emplean en promover la salvacion de
las almas. .. º ,

o SEGUNDA PARTE.
-

Misiº del Evangelio, llamados por Dios para


la conversion de las almas, hoy vengo á ofrece
ros un exemplar consumado y completo con aquellas
calidades y virtudes peculiares de vuestro estado.
Bien se que no puedo ofrecer á vuestra vista un nue
vo mundo reengendrado en Jesu-Christo ; ni pue
blos enteros conquistados á la Iglesia, ni grandes
designios, ni vastas empresas, ni estupendos suce
sos, ni aquellas aceleradas y freqüentes conversio
nes de los antiguos y primeros Apostoles ; pero yo
os pondre por delante todos los talentos y todo el co
- 13l
56 - S E R M o N
razon de un Apostol , que no son cosas de menor mo
mento que las referidas. Los talentos con que San
Juan de la Cruz exercitó el ministerio apostolico , y
el valor con que practicó y adelantó la obra del mi
nisterio Evangelico. Continuadme vuestra atencion.
I. Traed desde luego á la memoria las amena
zas que fulmina el Espiritu Santo contra los falsos
profetas que decian: el Señor nos ha enviado, y el
Señor no los envió. La ambicion , la vanidad , la
presuncion desatinada, el zelo bullicioso, los fines
del propio interes , los intentos de la concupiscen
cia, las esperanzas mundanas, de que tantos escan
dalos resultan á la Iglesia, y tantas ignominias á la
Religion , han poblado el santuario de indignos mi
nistros , que recibieron sin otra vocacion el minis
terio evangelico, sino con su audacia sacrilega en
usurparle, ni con otros talentos, sino con su fu
nesta ciencia en lucrarse. Si otros motivos mas pu
ros y eficaces no hubieran obligado á San Juan
de la Cruz á dexar la soledad , hubiera pasado la
vida, siendo util solamente á sí mismo, en el si
lencio y obscuridad del retiro. Vivia como otro Moy
ses en la cumbre del monte , tratando unicamente
con su Dios y de su salvacion , solo se acordaba
de los hombres en su ferviente oracion, quando oyó
una voz que le dixo: desciende al valle, y registra
los pecados de Israel: anda, y anunciale mi indig
nacion. Obedece San Juan de la Cruz sin la menor
repugnancia, y sin la menor replica : dexa la so
ledad, pero con qué sentimiento? Es verdad que al
considerar á su Dios vilipendiado, y sus hermanos
expuestos á su perdicion eterna, movido del zelo y
de la caridad se abraza con ansia con los molestos
cuidados del ministerio apostolico ; pero sin embar
go en medio del bullicio del mundo, de los afanes,
y aun de los mismos consuelos y frutos de su
O, .
fDE SAN JUAN TE LA CRUz. e

lo, viven impresos en su memoria aquellos felices


dias, en que sclo con Dios solo, su ubica coupacion
era gemir sobre las 1uinas de la ciudad santa acue
llos dias, en que no se reconecia con ctra cbliga
cion sino con la de remediar las calamidades de la
Iglesia con el socorro de sus lagrimas y oraciones.
De modo que el amor de la soledad en nada perju
dica á la actividad de su zelo, ni la actividad de su
zelo en nada debilita su amor á la soledad: él está
pronto siempre á dexarla por obediencia, y á reti
rarse á ella por gusto y por inclinacion; ni él se exer.
cita en las funciones del ministerio Evangelico sino
porque Dios lo quiere, ni permanece en él sino en
quanto Dios lo quiere. Y un predicador con estas
disposiciones qué otra cosa puede buscar sino á Dios?
y quando solo busca á Dios , con que nobleza, con
que independencia , con que libertad, con que auto
ridad, con que gravedad, con que decencia no exer
cita la predicacion En vano el que la exercite
por motivos menos honestos , procurará ocultar y
disimular sus torcidos fines, pues su corazon lo de.
clarara ya por un espiritu de politica cobarde, de
una vil é indecorosa condescendencia , afectando ig
norar el pecado, ó disimulandole quando hay que
temer ó esperar algo, del pecador: ya por un espiri
tu de interes, usando de excesivas atenciones con
aquellas personas que, reparten los premios ; ú obe
deciendo desdeñosamente y con dificultad la voz de
la obligacion, quando esta se ha de cumplir en be
neficio de la gente vulgar, que, por su pobreza solo
puede agradecer las doctrinas y piadosos documen
tos , con la docilidad que los oye, con lagrimas de
penitencia , con muestras, de devocion: unas, veces
Pºr ciertº espiritu de vanidad, y de desden, que
sin embargo, vemos envilecerse freqiientemente con
la indecente baxeza, con que ofrece á los Grandes
Tom. LVII. H ob
58 SE R M o N -

obsequios que niega con dureza á los pequeños, des


deñando á todos aquellos, en quienes no reconoce
otra nobleza , sino la adopcion divina; ni otros titu
los , sino el de christiano ; ni otra fortuna, sino la
esperanza del cielo ; ni otra grandeza ni brillantéz,
sino el purpureo resplandor de la sangre de Jesu
Christo: otras veces por un espiritu de superficiali
dad, y de disipacion , que no tanto se propone edi
ficar al mundo, como conocerle 3 ni santificarle, co
mo darse á conocer en él ; ni llevarle á Dios, como
adquirir sus aplausos; ni predicarle las maximas del
Evangelio, como llenar un rato, en que no se sabe
que hacer: muchas veces por un espiritu de envi
dia, con que se miran con ojos tristes, criticos y
acaso malignos los progresos de otros predicadores,
cuya ociosidad y negligencia en el cultivo de la vi
ña del padre de familias se perdonarian mas facil
mente, que sus talentos y su fama: y casi siempre
por aquel espiritu de ambicion, sediento por lucir,
por distinguirse, por ganar creditos, y que conten
tandose con ser el objeto de la admiracion publica,
dexa á los demas ministros del Evangelio el cuidado
y zelo de mover y convertir á los fieles. - -

Pero de quan distinta naturaleza era el zelo de


San Juan de la Cruz! El con entereza y intrepidez
declama contra todos los vicios, y se declara con
tra todos sus abusos. Tu , ó respeto humano, ó con
descendencia con el mundo, ó vanas esperanzas, ó ter
ror del amor propio, ó amehazas y oprobios , vo
sotros todos os deshareis contra este muro de bronce,
y sereis testigos de que el hombre que teme y ama
verdaderamente á Dios no reconoce ni otro temor,
ni otro amor. Como su zelo era vigilante, activo, la
borioso, ningun proyecto acobarda á este varon san
to, ningun trabajo le fatiga, ningun contratiempo
le turba. Como era grave, decente » digno IIla
• y -
de la -
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 59
magestad de su origen, nada cmitia de lo necesario,
nada emprendia inutil, anteponia la satisfaccion del
mundo á la quietud de la soledad: ante ponia siem
pre la quietud de la soledad á las conversaciones y
pasatiempos del siglo : anelaba por ocupar el tiem
po fructuosamente, nada temiendo tanto, como per
derle. Como era verdadero, sencillo, pacífico, aplau
dia con sinceridad de corazon los frutos y aplausos
agenos. Como era ilimitado, comun, universal, no
conocia aquellas odiosas distinciones entre alma y al
ma, y si preferia algunas, era las de los pobres y
humildes. Como era humilde y modesto, sus plati
cas y sermones , desnudos de elegancia, no se ves
tian ni engalanaban sino con las gracias de la sencillez
evangelica; quando predicaba, no se proponia otro
fin sino que los oyentes pensasen en Dios, procu
rando olvidarse del orador. Como era tan desintere
sado y desasido, solicitaba con igual ansia el tra
bajo, con que evitaba la ociosidad. La norma de
su conducta , que repetia freqüentemente, fue esta
maxima; no quiero yo que me paguen los hombres
lo que procuro hacer por Dios. Pagaronle sin em
bargo los hombres abundantemente su zelo y fatigas
apostolicas; pues mostrandose obedientes y dociles
á sus documentos y exortaciones le ofrecian agra
decidos el unico obsequio y tributo, digno de las
atenciones y del corazon de un apostol , que eran
unas costumbres mas, christianas , unos corazones
contritos y humillados, y unas lagrimas amargas de
verdadero arrepentimiento. -

Con efecto, cómo era posible resistirse á la fuer


za, Suave pero eficaz de su eloqiiencia º Eran sus pa
labras unos rayos vivos y penetrantes, que disipa
ban las nubes, unos dardos de fuego que abrasaban
las almas. Los entendimientos ilustrados y conven
cidos, se rendian, las conciencias
l El 2 llenas de turba
º. cion
- -
6o S E RM o N -

cion y temor santo renovaban con amargura la me


moria de sus culpas pasadas: y todo el hombre com
pungido y atonito, no acertaba sino á temblar, á
gemir, á llorar, y á convertirse. El talento singu
lar, el mayor talento y el mas eminente, que re
quiere el ministerio de la predicacion , sabeis qual
es ? Saber hablar de Dios. Este talento pues poseia
San Juan de la Cruz en grado muy eminente. Con
Juan de la Cruz decia Santa Teresa, no se puede
hablar de Dios, porque enagenado todo, prorumpia
luego en aquella eloqüencia sagrada de Pablo. Al oir
solamente el nombre de Dios , se encendia su amor,
y con sus impetus le arrebataba, y todas las cosas
con él. Alli era oirle pensamientos sublimes, nobles
y elevadas ideas, expresiones energicas y pateticas,
que todas nacian de su corazon. Amemos como él, y
sabremos hablar como él.
Y quando la vehemencia de sus palabras hallase
resistencias, qué obstinacion por dura que fuese no
se hubiera rendido á la autoridad de un discurso cor
roborado con exemplos tan persuasivos º el era un
hombre crucificado que predicaba á Jesus crucifica
do. Vedle salir de Duruelo primer Monasterio y cu
na de su Orden para sembrar la divina palabra por
aquellos lugares comarcanos, desnudo de pie y pier
na, pisando nieves y hielos, atravesando con riesgo
de la vida los arroyos hinchados con las lluvias, pu
diendo arrastrar apenas por caminos impracticables
la carga de su cuerpezuelo, desfallecido con el can
sancio, extenuado con los ayunos, consumido con
las vigilias ; sus ojos caidos, su rostro palido y des
figurado, su voz debil y desmayada. Con todo eso
apenas abre la boca, quando ya se enternecen los
oyentes y casi se convierten : su presencia dexa po
co que hacer á sus exortaciones: los corazones se
franquean espontaneamente á los afectes que intenta
---- s - º CX
- DE SAN JUAN DE LA CRUz. 61
excitar en ellos, anticipandose al oficio de las pala
bras; y para conseguir la conversion de los mas in
signes pecadores no necesita sino pedirla : Crucifixus.
crucifixum praedicat. Destinanle sus superiores á un
Convento distante, en tiempo tan inclemente , que
junto con las fatigas de viage tan largo, pudiera te
merse la perdida de la salud mas robusta. Los rigo
res de la penitencia apenas le dexaron un soplo de
vida. Quieren detenerle sus hijos, que se estremecen
al pensar en la ausencia funesta de un padre tan san
to, que solo les dexara exemplos que seguir, y frias
cenizas que regar con sus lagrimas. Ay, amados hi
jos mios, les dixo! Con que verguenza os predicare la
obediencia, si yo rehuso obedecer?
Ay de nosotros los ministros del Evangelio, que
mostramos á los demas los caminos , que nosotros
no andamos de qué nos aprovechara delante de
Dios haber santificado al pueblo, si no nos santifica
mos á nosotros mismos 2 esperamos por ventura sal
varnos con los meritos agenos á falta de los propios?
pensamos que las virtudes á que exhortamos á los
demas, supliran por las virtudes de que carecemos?
O por mejor decir: de qué aprovecharan á nuestros
hermanos los santos documentos que les predicamos,
si los contradecimos con nuestros exemplos ? Quan
do el mundo nos oye, se comueve, se estremece;
pero quando el mundo nos mira á las manos y á las
obras, se aquieta y se tranquiliza; y si tal vez aplau
de nuestros Sermones , no imita nuestra conducta.
No por cierto, no es propio sino de los santos el ha
cer santos; y confesemos aunque sea con dolor, que
los defectos del orador christiano contribuyen fre
qüentisimamente para que se conserven y se perpe
tuen los excesos del pueblo. Bien sé que nuestro
exemplo no justificara su rebeldia y sus delitos; pero
no nos engañemos: eso mismo que no bastara para
- CS
ó2 SE R M o N
escusarle, bastara para condenarnos á nosotros: si
nuestras costumbres fuesen el pretexto y ocasion de
los vicios del pueblo, nosotros seremos castigados
por sus culpas y por las nuestras; en lugar de que,
este nuestro fiel discipulo de Christo crucificado se
ra galardonado por las virtudes en que se exercitó,
y por las que hizo exercitar á otros : Crucifixus cru
cifixum praedicat. -

Es tambien llamado á otro ministerio todavia mas


dificil, en cuyo desempeño se manifestaron de lleno
sus insignes calidades: esto es al gobierno y direc
cion espiritual de las almas. Pide este ministerio sos
lo casi todas las virtudes , y casi todos los talentos:
todas las virtudes , para no perderse; y todos los
talentos, para encaminar á los demas al Cielo. Me
atrevere á levantar el velo que oculta los peligros
del santuario ? os lo dire, ó indiscretos é impruden
tes directores ? Veo que tal vez os complaceis con la
dignidad de vuestro estado; pero no olvideis, os rue
go, sus peligros; porque quán de temer es que ese
zelo tan fructuoso para el bien espiritual de los de
mas , no se convierta para vosotros en ocasion de
ruina; que no os perdais por los caminos de los pe
cadores, por donde andais con el intento y soliciº
tud de a partarlos de las sendas de sus iniquidades ; y
que por un cambio fatal al mismo tiempo que les ins:
pirais virtudes , no adopteis sus vicios Os referire
individualmente con los maestros de la vida espiritual
esas aficiones menos puras , esas condescendencias
mundanas, esas atenciones aseglaradas, esas conexio
nes habituales, esas correspondencias afectuosas que
reciprocamente y sin entenderlo se insinuan, é intro
ducen poco á poco en un corazon ya enternecido, y
dispuesto á inspirar y recibir confianzas Os adver
tire con el Apostol, que si el ministerio es divino,
el ministro es hombre, y que el fuego de la mas en:
- - CCI) -
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 63
cendida caridad se convierte en.... Suspendo aqui la
lengua. Porque la malignidad de este perverso y cor.
rompido siglo , tan inclinado á escandalizarse de to
do, y á autorizarse con todo, nos impide proferir
ninguna de aquellas expresiones libres é ingenuas,
que el candor y la inocencia de los primeros chris
tianos permitian al zelo de nuestros padres y de nues
tros maestros. Pero aquello que la prudencia nos obli
ga á callar, nos obliga mucho mas á temerlo.
Caben pues en este exercicio y ministerio peli
gros muy inminentes, pero que solamente los santos
los temen. Armanse contra ellos de modestia, de re
cogimiento, de atencion freqüente sobre el estado de
su alma, de oracion continua, de vigilancia pronta
y severa en sacudir, en ahogar todo afecto que no
procede de la gracia, que no inspira el Espiritu San
to. Huyen asimismo de toda conexion sospechosa,
de toda conversacion tierna, de todo trato festivo con
las personas cuya direccion fio el cielo de su gobier
no : no las hablan , ni las dexan hablar sino de Dios:
saben merecer su confianza, pero evitan su familia
ridad : imprimen en la misma afabilidad, en la afa
bilidad mas apacible, y mas propia para merecer su
atencion , un caracter de gravedad santa y mages
tuosa , la mas aproposito para conciliar y conservar
su respeto. Y sin embargo de tantas precauciones
apenas tuvo San Juan de la Cruz por segura su ino
CCICla. º -

Por esto añadio á las precauciones que aseguran


la virtud del ministro, las virtudes que hacen fluc
tuoso el ministerio. Esto es , paciencia para sufrir y
esperar al pecador; fortaleza para destruir el peca
do y las raices del pecado ; severidad sin acrimonia,
y sin dureza; condescendencia sin flaqueza y sin co
bardia; vigilancia y perspicacia para no sufrir na
da imperfecto; prudencia y cordura para no pedir
13 -
N,
64 SE RM oN
nada imposible : discrecion de espiritus para cono
cer los artificios del amor propio y de la falsa devo
cion, para no equivocar nunca los deseos de la va
nidad con los efectos de la gracia, ni las ilusiones
del principe de las tinieblas con las obras maravi
llosas del espiritu y padre de las luces; conocimiento
intimo y perfecto de los arcanos de la vida espiri
tual. Juzguemoslo por la estimacion que hacia de
nuestro gran Director Santa Teresa de Jesus : yo
buscaba, dice, luz, consejos prudentes, resolucio
nes seguras, y todo lo hallaba en Juan de la Cruz.
Qué doctor tan ilustrado seria pues , qué profundo
en la ciencia de la perfeccion evangelica un hombre
que fue digno de ser consejero, maestro, y director
de una Teresa Juzguemoslo tambien por los monu
mentos que nos quedan: obras dignas de que en su
estudio se ocupen perpetuamente los ministros del
santuario: obras en que este director tan ilustrado,
este maestro tan profundo en los caminos y arcanos
de la vida interior les descubre, para que no se de
xen seducir de una alma que engaña ó que está ilu
sa, todos los ardides de la hipocresia, todas las as
tucías del demonio , todos los delirios del entendi
miento, todos los devaneos de la imaginacion , to
dos los desatinados sueños del orgullo , todos los
errores de una credula simplicidad : obras en que
declara á los directores poco instruidos , para que no
detengan en los caminos comunes de la virtud á las
almas que Dios quiere levantará un grado mas su
blime, el orden de los , influxos divinos, los prime
ros movimientos de la gracia , las inspiraciones que
anuncian los designios de Dios, las sequedades, los
desconsuelos que acrisolan el alma , los escrupulos
que la traen inquieta , los desabrimientos que la con
sumen, los miedos que la estremecen, la paz que la
consuela, las delicias que la embriagan , el amor
- - que
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 65
que la abrasa y la enagena: obras en fin que la Igle
sia reputa por uno de sus mayores tesoros.
Traed á la memoria, catolicos, las disputas que
se suscitaron en el siglo pasado, y que se termina
ron por una autentica y solemne decision. Disputa
ban dos Prelados, uno de los quales bastaba para
gloria y ornamento de la Francia, del verdadero es
piritu de la mistica ; y discordes casi en todos los
puntos, se conformaban solamente en que los dic
tamenes de San Juan de la Cruz debian ser la regla
de los suyos, supuesto que nada se podia añadir á.
lo que él supo , ni en quanto dixo se ofrecia nada
que reprobar. Dichoso tal operario evangelico que
exercito el ministerio de la predicacion con tantas
virtudes y talentos; y mas dichoso todavia, si cami
na sin flaquear por las penosas sendas del zelo apos
tolico. - -

II. La Iglesia de Jesu-Christo nacio con la san


gre de su Esposo, su cuna fue mil veces ensangren
tada con el cuchillo de los tiranos; y debe su incre
mento y propagacion á la sangre de los martires. Y
desde entonces y en todos los tiempos , sucesivos el
destino de los que forman grandes empresas en be
neficio de la misma Iglesia parece que no es otro si
no estar expuestos y sujetos á grandes tribulaciones.
Habia suscitado Dios en España una Virgen, que
fue ornamento de la Iglesia , y honra de su siglo.
Fue dotada de un entendimiento claro, despejado,
perspicaz, con la prenda de saberlo decir todo con
naturalidad y gracia, con el arte de persuadir aun
quando no puede convencer, con el de conseguir lo
que cree se la habia de negar, con el de insinuar
se en los corazones de los que llevados de sus pasio
nes se oponen á sus intentos, y con el de disipar las
preocupaciones, hablando con ingenuidad y con el co.
razon en las manos. Entendimiento solido y juicioso,
Tom. VII. I que
66 SE R. M. o N a ---
que entregandose al cuidado de las cosas grandes, y
no despreciando las pequeñas , no duda de posponer
los negocios de corta entidad á los grandes y sustan
ciales: entendimiento constante, que camina con pa
so siempre igual tras el logro de sus empresas: na
da estraña , porque lo tiene previsto todo ; nada le
perturba , porque á todo se sobrepone. Entendimien
to, que sabe juntar la prudencia con la sencillez del
Evangelio, que segun las circunstancias se adelanta
y retrocede, se oculta y se manifiesta, cede y re
siste , suspende los progresos de un negocio, para
asegurar mejor su logro , muda de conducta sin
mudar de intento, y toma otro camino para llegar
al mismo termino. Fue dotada de un corazon noble,
generoso, intrepido, con amar el trabajo, arrostra
los peligros , desprecia los infortunios, se aventura
á todo quando ve que ya no hay casi que esperar, y
nunea se manifiesta mas inalterable, que quando to:
do lo teme. Sus virtudes christianas y sus dones de
la gracia fueron infinitamente superiores á los dones
de la naturaleza: su amor de Dios el mas fino y mas
heroico, su zelo el mas desinteresado y mas ardien
te, su deseo de abatimientos y trabajos insaciable,
sus luces sublimes, sus extasis freqüentes: en fin una
Oracion entera no bastaria no digo yo para ponde
rar, sino ni aun para numerar sus virtudes. Pero yo
me engaño: porque en una sola palabra se compre
hende su mas completo elogio, pues son tales los
aplausos y la veneracion con que la celebra el mun
do, que en diciendo Santa Teresa, esta todo dicho.
Como habia destinado su magestad á esta heroi
ca Virgen para ennoblecer con un nuevo lustre, al
monte Carmelo, tenia necesidad de un ministro fiel
para que le ayudase á llevar el peso de una empresa
tan dificil. Vio en una ocasion á San Juan de la Cruz,
y como estaba pronta á admitir á quien la concedie
. Se
DE SAN JUAN DE LA CRUz.
se el cielo, no pudo menos de desear que la conce
diese el cielo al que habia visto: pidiosele , y se le
concedio. O monte santo del Carmelo! Con quánto
regocijo viste á estos tus nuevos pobladores que tu
no esperabas, y que aunque no eran necesarios pa
ra tu gloria , te engrandecieron con tanto esplendor
y lustre Porque qué seria de mí, si arrebatado de
un zelo indiscreto por la gloria de un Santo que no
tiene ninguna necesidad de falsos elogios , yo nega
se á la verdad el tributo y confesion que se le debe
Providos los Sumos Pontifices para socorrer las
necesidades del pueblo christiano, obligaron á salir
de su soledad á los Religiosos del monte Carmelo,
mitigando el rigor de su regla: rigor abundantemen
te recompensado con las fatigas de la vida aposto
lica, á que eran llamados. Y sin embargo de que
eran menos solitarios y mas dedicados á los exerci
cios de una vida santamente activa , conservaban en
todo su vigor el espiritu de su segunda vocacion edi
ficando al mundo con sus virtudes, y santificandole
con trabajos apostolicos, quando movido San Juan
de la Cruz de un espiritu superior se propuso resti
tuir á los profesores de la antigua observancia á su
regla primitiva. La Iglesia no se niega de agregar
esta segunda herencia á su primera posesion; por
que adquiria nuevas riquezas sin perder las antiguas:
reintegrabasela de los bienes que habia poseido en
otro tiempo, sin privarla de los que ya gozaba: in
teresaba mucho en la fundacion de otra Orden mas:
hubiera perdido mucho, si hubiera perdido la pri
mera ; pero nada veia en esta , que quisiese mudar
ni reformar, ni nada veia en la recien fundada , que
no la agradase y edificase. Ojala que permanezcan
por largo y continuado discurso de inumerables años
estas dos Ordenes tan santas , y tan venerables, una
de las quales cuenta á San Juan de la Cruz en el mu
- I 2 II162
68 S E R M o N
mero de sus hijos, y la otra le reconoce por su pa
dre: entrambas son diferentes, pero entrambas son sin
embargo tan semejantes, que se conoce facilmente
que tienen un mismo principio Ojala que los ulti
mos siglos respeten en ellas lo que en ellas admi
ramos nosotros en la segunda un retiro inviolable:
en la primera una actividad laboriosa : en la una
aquel zelo y aquel trabajo que permite la austeri
dad de una vida penitente; en la otra aquella sole
dad y austeridad que permiten los trabajos y fati
gas de una vida a postolica Ojala que el zelo y los
1rabajos de entrambas sean siempre la alegria de la
Iglesia, y su vida pura y sin macula el exemplo y la
edificacion del mundo 3 y que el pueblo christiano
bendiga eternamente la memoria de un Santo tan
grande, de quien se valio Dios para multiplicar la
gloria y las riquezas de Israel!
No solamente fue San Juan de la Cruz autor de
tan alta empresa, sino que fue victima de ella. Pren-,
denle en medio de su carrera , mandan de que des
truya su obra, califican de contumacia la constan
cia de su resistencia. Suceden carceles las mas estre
chas, reprehensiones amargas, instancias importu
nas, consejos molestos, invectivas odiosas, privacion
de sacramentos ; pasan dias, pasan meses, y sus pri
siones no se alivian, antes prevee que no tendran
fin sino con su vida. i

¿No es ocasion esta de preguntar lo que pregun


taron los discipulos viendo al ciego de nacimiento?
Quis peccavit , hic , aut parentes ejus ? (1) de don
de procede esta ceguera , del pecado del hijo , ó de
los pecados del padre? cómo hemos de justificar al
perseguido, sin condenar á los , perseguidores 2 la
inocencia de aquel no arguira el delito de estos, ó
- º * -
--
. ... - ” -
-
-
-
,, ... . . . . . . . . có
(1) S. Juan c. 9. v. 2, . . . . . . . .. . . . . .. ..
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 69
cómo puede dexar de ser culpable el uno, si los
otros no lo son ? Quis pectravit , hic , aut parentes
ejus ? No dudare responder lo que respondio el Sal
vador: neque hic peceavit, neque parentes ejus , sed
ut manifestentur opera Dei (1). Admiremos la forta
leza con que Juan de la Cruz resiste la violencia de
la tempestad: y no culpemos la mano que la excita.
Complacese Dios en llevar tal vez á sus santos por
caminos extraordinarios ; y exceptuandolos de la ley
comun, les dicta por sí mismo la de su voluntad,
obrando mientrastanto los hombres, para quienes son
misterios incomprehensibles las secretas disposiciones
de la Providencia, segun las reglas de la prudencia
humana. De aqui procede que aquello que en los
ojos de Dios es zelo y virtud , se le representa á la
razon humana como capricho y obstinacion , hasta
el tiempo importuno en que su Magestad determina
justificar á sus escogidos, imprimiendo el sello de
la inspiracion divina á sus empresas: neque hic pec
cavit , neque parentes ejus , sed ut manifestentur ope
ra Dei in illo. Permitiolo pues Dios para acrisolar la
virtud de su siervo, y darnos el exemplo de una
fortaleza incontrastable: permitiendo que la piedad
se armase contra la piedad, el zelo contra el zelo,
la autoridad contra la autoridad; y que obrasen con
tra San Juan de la Cruz todas las apariencias , y
que no depusiese á su favor otro testigo, que su pro
pia conciencia : y aun de este consuelo se ve priva
do bien pronto, porque no oye ya la voz del espi
ritu interior: y dudoso, perplexo, fluctuando entre
incertidumbres y temores no sabe que pensar de sí,
y de sus hermanos: si lamentar su ceguedad, ó llo
rar su ilusion º si su fortaleza es una constancia que
Dios aprueba, ó una contumacia que Dios conde
- . na?
(1) , Ibid. v. 3- -
7o SE R M o N
na º en esta incertidumbre consistia su mayor mar
tirio. Pero luego que volvio á amanecerle la luz, á
cuyo beneficio vio clara y expresa la voluntad del
Señor, esperó en paz que viniese el angel, á liber
tarle de las prisiones. -

Ni el deseo de recobrar su libertad le hizo reo de


infidelidad, ni la memoria de su prision le acobardó.
Diriase que todo el edificio estribaba solamente en
Juan de la Cruz: él con su exemplo manifiesta á sus
hermanos la santidad de su vocacion: él con sus exhor
taciones aviva en los corazones el amor de la obser
vancia regular: él con su prudencia y consejos con
tribuye para establecer las leyes y las constitucio
nes de la Orden : él desde los mas principales em
pleos enseña á los inferiores como han de obedecer,
y á los superiores como han de mandar: él instruye
á los novicios en las enseñanzas religiosas; y quáles
serian sus progresos baxo la direccion de un maestro
tan consumado 2 Sacalos muchas veces á los lugares
solitarios, á los montes y selvas ; y deshogando en
ellos los incendios del amor divino, sus suspiros in
terrumpen luego estas soledades. O desiertos de
Fgipto y de la Tebaida, santificados con las virtu
des de tantos anacoretas, fuisteis alguna vez testi
gos de tan plausible y virtuoso expectaculo º A mí
me parece que veo al grande Antonio en medio de
sus discipulos, resucitado despues de tantos siglos,
y compareciendo en otras regiones. Resplandecen
áqui las mismas virtudes, se renuevan los mismos mi
lagros. Unas veces se suspenden las llamas, que de:
voraban un edificio : otras algunos cuerpos enfermos,
postrados, exhaustos, recobran salud, fuerzas , y
vigor : ya se retiran avergonzados los demonios, y
se sepultan en los infiernos: ya lee en el libro de lo
venidero los sucesos, que se han de verificar en otro
tiempo: ya descubre los pensamientos mas ocultos,
y
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 7r
y los deseos mas escondidos del corazon. Pero sus
virtudes y sus milagros ofendieron á algunos envi
diosos, enemigos de todo aquello que les hace algu
na sombra. Aborta la calumnia inumerables impos
turas ; y las sospechas injuriosas astutamente es
parcidas le adquirieron una multitud de perseguido
res. Viendose deshonrado y degradado, a penas en
cuentra abrigo en los Conventos , que fueron obra
de su zelo y de sus manos : y obligado á obedecer
en donde habia mandado, y de sujetarse á la auto
ridad de quienes fue padre y maestro , es preciso que
Jacob se postre ante Joseph , y que no solo no en
cuentre en su corazon la gratitud de hijo, sino que
ni aun halla la humanidad de un superior. Carga por
otra parte Dios su mano juntamente con los hom
bres sobre su miserable cuerpo, y su alma se llena
de turbacion y de temores, Conque le habeis aban
donado, Señor? No por cierto; ya veo que solo pre
tendeis purificar la victima : ya está sazonada, y dig
na de ser colocada en vuestra mesa : ya está para
espirar la noche de esta vida mortal: ya la aurora
que anuncia el dia de la eternidad despide sus pri
meras vislumbres, y disipa las tinieblas. Pero inal
terable Juan de la Cruz, y lleno de una dulce es
peranza ve fenecer su destierro, vaticina la hora de
su muerte: cumplese su vaticinio, y muere la muer
te de los justos : abrese el cielo, es colocada en él
esta grande alma, y publican su gloria inumerables
milagros. -

O Grandes de la tierra! el sepulcro es donde se


hunde y naufraga miserablemente vuestra vana gran
deza , en él feneceis vosotros , y alli renacen los
Santos. Olvidado de los hombres Juan de la Cruz,
desconocido, despreciado, vivia una vida obscura,
pobre , ignominiosa , al mismo tiempo que Felipe II.
uno de los mas prudentes Monarcas que han gober
13-e
72 . S E RM o N -

nado las Españas, ocupaba un trono fundado sobre


las ruinas y despojos de tantos reynos. Su profunda
politica, mas temible que las armas de los conquis.
tadores , traia la Europa consternada , y asustado el
universo. Uno y otro son despojo de la muerte. Y
qué es lo que queda de un Rey tan poderoso y tan
afortunado? un cadaver lleno de podredumbre , unas
frias cenizas, y á lo mas un esteril recuerdo de su
gloria pasada, y la relacion de sus proyectos, de su
opulencia, de sus buenos sucesos , depositada en la
historia para servir de pasatiempo á la humana cu
riosidad, ó por mejor decir para informar á la pos
teridad de un insigne exemplo de la vanidad y ca
ducidad de las mayores grandezas. Pero en el mis
mo rey no en que su Monarca empezó á ser olvida
do luego que dexó de vivir, el cuerpo de San Juan
de la Cruz, libre de corrupcion , es el objeto del
respeto y de la veneracion del pueblo. Las ciudades
y las provincias compiten por la posesion de tan pre
cioso deposito : y si los hijos y los sucesores del Mo
narca humedecen tal vez con sus lagrimas las ceni
zas de su padre, tambien se postran delante de las
1eliquias de este humilde solitario , besando el pol
vo de su sepulcro, y adorando las huellas de sus
p es: venient ad te curvi filii eorum qui humiliaverunt.
te, &º adorabunt vestigia pedum tuorum. (1) Su nom
bre , que se halla escrito en los fastos de la Iglesia,
vivirá lo que dure la Religion , y cada año reduci
rá el dia destinado para solemnizar sus triunfos , y
todo el culto que se le tributa y tributará en la tier
ra, es solo una debil imagen de la gloria de que
goza en el cielo. . - -

Podremos dexar de envidiar su felicidad? pero de


qué nos servirán unos deseos ineficaces? pues noso
- - trOS
(1) , Isai, c. 6o. v. 14. -

- º
4
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 73
tros nosotros no seremos participantes en su compa
ñia de las riquezas y de los honores de la celestial
Sion , sino en quanto fueremos fieles en seguir el ca.
mino por donde él anduvo.
Glorioso Santo, ofreced en este dia dedicado á la
memoria y al elogio de vuestras virtudes nuestros de
seos y suspiros ante el trono del Dios de gracia y de
misericordia, que galardona y corona á los justos. No
hablo de ese coro de virgenes inocentes, que á la
sombra de la Cruz de Jesu Christo esconden virtudes
tanto mas admirables, quanto que la saben ocultar
con mayor recato de la admiracion publica : vos
sois su padre, ellas son vuestras hijas, y unas hijas
dignas de tal padre. El tiempo, que todo lo consume,
ha respetado su fervor, y no degenerando de sí mis
mas , las veis despues de algunos siglos tales quales
las visteis en los floridos dias de la reforma recien
fundada. Diriase que las primitivas hijas de Santa
Teresa viven todavia ahora , y que estos lugares de
refugio son habitados por unas almas escogidas. Y
supuesto que el curso de los tiempos nada ha alte
rado en ellas, tampoco habrá mudado las disposi
ciones de vuestro corazon para con ellas. Para quie
nes imploro yo vuestra intercesion es para nosotros.
Confieso que no puedo alegar otro derecho para me
recer vuestro amparo , que nuestras necesidades,
nuestra confianza, y vuestra inmensa caridad. Y ya
que nos instruis con vuestros exemplos, socorrednos
con vuestra intercesion poderosa: acreditad lo mu
cho que valeis con Dios, alcanzandonos la gracia de
la conversion y de santificacion , que conduce á la
felicidad eterna de que gozais. Amen. -

Tom. JVII. C SER


74

SER MON
DE SAN FRANCISCO DE SALES.

Beati mites quoniam ipsi possidebunt terram.


Bienaventurados los mansos, porque ellos poseeran la
tierra. S. Mat. c. 5. v. 4.

Esº sentencia de Jesu-Christo de que los hombres


pacificos y mansos poseeran la tierra, se ha cum
plido en todos los tiempos. Esta tierra la tienen los
Monarcas rendida y sujeta á su imperio : los gran -
des politicos la gobiernan; y con su destreza en el
arte dificil de manejar aquellos secretos poderosos de
que depende la felicidad de los Reyes y de los rey
nos, mudan continuamente su semblante, la pertur
ban, y la restituyen su tranquilidad, la sublevan y
la pacifican á su arbitrio. Los grandes ingenios, aque
llos ingenios sublimes y capacisimos , que el cielo
concede algunas veces á la tierra para su gloria y su
instruccion , la llenan de admiracion y asombro. Los
conquistadores la miran á sus pies rendida, temblan
do y aprisionada, y sus sangrientos brazos , mas for
midables que el trueno, esparcen por todas partes
el terror y espanto: ay , con qué horror mira la
tierra sus planicies inundadas de sangre, sus campa
ñas taladas , sus ciudades sepultadas en sus propias
ruinas! el dia de su triunfo es para ella dia de triste
za y de amargura : los aplausos con que ensalza su
valor, son unos aplausos violentos, que su mismo co
razon repugna: y quando parece que celebra sus vic
torias, detesta al vencedor.
Pero vosotros, hombres pacificos y mansos, hom
* bres
a E == = -

DE SAN FRANcIsco DE SALEs. 75


bres benignos y misericordiosos, la tierra y las na
ciones que la habitan, son vuestra herencia Obliga
dos á amar vuestras personas los demas hombres con
los vinculos del cariño y de la gratitud , cuentan la
epoca de su felicidad por el dia de vuestro nacimien
to, sintiendo amargamente ver que se pasan los dias
de vuestra vida, tan util y provechosa al mundo:
vuestras menores desgracias son una publica calami
dad: vuestra muerte es un suceso tristisimo, que
mueve al pueblo á copiosas lagrimas , con que riega
vuestro sepulcro y humedece vuestras cenizas: vues
tra memoria no teme la injuria de los tiempos ; an
tes se propaga de edad en edad, se conserva hasta
la posteridad mas remota, y los siglos venideros
envidiaran el siglo en que nacisteis: beati mites.
Tal fue, señores, tal fue en este mundo San Fran
cisco de Sales ; y lleno de aquel espiritu de paz y de
mansedumbre que atrae los corazones , y casi ado
rado de los hombres, querido de los grandes , ama
do de los Reyes ; los grandes y los pequeños, los
Reyes y los pueblos, la Francia y la Saboya, las
naciones extrangeras y su patria, la santa Sion , cu
yas ruinas reedificó, y la profana Samaria, cuyos ido
los derrivó , los catolicos y los hereges, Roma y Gi
nebra; en fin el universo entero se une y congrega
para honrarle en vida, para llorarle en muerte, y
bendecir su memoria: beati mites.
Sigamos, catolicos, esta idea, que incluye la del
verdadero caracter de San Francisco de Sales. Olvi
demos lo de Santo, lo de Obispo, lo de Apostol, y
pensemos solamente en lo de hombre pacifico y man
so: ó antes bien, haciendo el elogio del hombre mam
so y pacifico, alabaremos al santo , al prelado , al
apostol, supuesto que de su mansedumbre procede su
mayor merito delante de Dios, y los mayores frutos
de su zelo delante de los hombres. En dos palabras:
K 2 Fran
76 S E. R. M o N.
Francisco de Sales santificado por su mansedumbre: la
Iglesia victoriosa y triunfante por la mansedumbre
de Francisco de Sales. Esta es la idea y la division
de este Discurso. Imploremos la gracia por la inter
cesion de Maria. Ave Maria &c.

PRIMERA PARTE.

Uando os digo, católicos, que Francisco de Sales


se santificó por su mansedumbre delante de Dios,
y que delante de Dios le fue ocasion de contraer un
grande merito, debeis entender por este merito el
mas aproposito para agradar á Dios, y el mas propio
para robarle el corazon á Dios: un merito que en
cierto sentido tiene la mayor conformidad con el que
hay en Dios. Porque conocer solamente á Dios como
Dios justo, como Dios terrible , no es conocerle su
ficientemente: ni es esta la principal idea que debeis
formar de nuestro Dios, porque segun el pensamien
to de Tertuliano la ira y la justicia no son propias de
su Magestad divina, pues de su naturaleza y de su
cosecha todo es mansedumbre, todo bondad: de no
stro justus, de suo bonus. No me admira pues ya que
los hombres pacificos sean llamados con tan especial y
gloriosa distincion hijos de Dios ; porque con suma
complacencia se mira y reconoce retratado en estas
vivas imagenes de su ternura y misericordia: paci
fici: filii Dei vocabuntur. (1)
¿Esta mansedumbre pues tan amable, y tan pre
ciosa en los ojos de Dios en quién se vio jamas con
mayor plenitud, que en San Francisco de Sales? qué
mansedumbre fue mas grande en su extension , mas
santa en su principio, mas prudente en sus precau
ciones, mas perfecta en su conformidad con las de
- II13S

(1) S. Mat. c. 1. v. 9.
... y
DE SAN FRANCIsco DE SALEs. 7
mas virtudes? De:haber poseido San Francisco de Sa.
les esta mansedumbre en grado heroico, proviene su
extension: de ser fruto de la virtud y de la gracia, su
principio: de no haber perjudicado jamas á la virtud,
su prudencia : y por haberse unido su merito con
aquellas virtudes, cuyo exercicio se concilia al pa
recer mas dificultosamente con la mansedumbre, na
ce que la de nuestro Santo sea un asombro, un pro
digio, un milagro. - º *

1. Poseyó San Francisco de Sales la virtud de la


mansedumbre en grado heroico. Qué podre yo deci
ros sobre este asunto, que no hayais oido mil veces?
y qué se os ha podido decir que exprese dignamen
te y desempeñe vuestros deseos , y el concepto que
teneis formado de esta su tan insigne virtud 2 des
pues de tantos años que se oyen en los pulpitos los
elogios de este hombre pacifico, que por su man
sedumbre es el amor y la admiracion del pueblo,
ha sabido acaso la mas sublime eloqüencia llenar
vuestras esperanzas, y pintarle como vosotros le con
cebis? Pero- de qué, os debeis admirar, si le es im
posible al entendimiento humano seguir los veloces
vuelos del espiritu celestial? Si la perfeccion de vues
tras obras, es superior, ó Dios mio, á nuestras ex
presiones; si nos es imposible decir todo lo que vues
tra gracia puede hacer; y si nos vemos obligados á
dexar casi sin elogios una virtud, que es tan rara
entre los hombres? - * , , a

Antes de San Francisco de Sales, no lo niego, hu


bo hombres mansos y pacificos; pero estaba reser
vado para Francisco de Sales el ser como por exce
lencia el hombre manso y pacifico, el merecer esta
opinion, y el conseguir este renombre por consen
timiento comun del pueblo. ¿Con efecto una Magda
lena es mas conocida por ventura en el mundo por
la abundancia y amargura de sus lagrimas; una Te
4-- . 162
78 , S E R M o N -

resa por sus extasis y revelaciones; un Atanasio por


sus disputas contra los hereges; un Ambrosio por su
vigor Episcopal; un Agustin , por lo profundo de su
ingenio; un Francisco de Asis por el amor de la po
breza; un Xavier por la conquista espiritual de un
mundo entero, que un Francisco de Sales por su
mansedumbre, y por la bondad de su corazon? No
lo he dicho aun todo : porque la idea de su manse
dumbre se propagó tan generalmente en todos, que
casi es solo conocido por ella. Pues qué? no resplan
deció en otras virtudes? Ah , catolicos no ignoran
esto los que han leido su vida, y vosotros lo sabreis
en el discurso de este Panegirico. Adquirió Francisco
de Sales muchas virtudes, y virtudes muy acendradas.
Un amor de Dios tan ardiente en los deseos de agra
dar á Dios, que vivia herido continuamente con el
clavo del temor de haberle desagradado; una deli
cadeza de conciencia, que no solo se aseguraba de
sus defectos, sino vivia temeroso de sus mismas vir
tudes ; una inocencia y una pureza de costumbres,
en que la malignidad nada veia que reprehender, y
que su fervor perfeccionaba mas y mas todos los
dias ; una penitencia tan rigurosa , que bastaba pa
ra haber hecho un gran Santo de un gran pecador,
y en un gran santo es un prodigio de santidad; una
oracion tan continua, que se afervoraba en el silencio
de la soledad , sin resfriarse en el bullicio del mun
do; un zelo tan ardiente, como sediento de pade
cer trabajos; una humildad tanto mas ingeniosa en
ocultar las demas virtudes, quanto era mayor su es
tudio en ocultarse á sí misma. Qué mas os podria de
cir? todas las virtudes christianas, las virtudes mas
sublimes, y virtudes tan sublimes y elevadas á un
grado de perfeccion tan alta, que sin su estupenda
mansedumbre, hubieran constituido á San Francisco
de Sales uno de los mayores santos, que ocupasen
lu
DE SAN FRANCIsco DE SALES. 9
lugar en los fastos de la Iglesia. Estaba tambien do
tado de aquellas prendas naturales y adquiridas, que
tanto se estiman : de un ingenio capacisimo; de una
imaginacion viva, de un gran caudal de ciencia y de
erudicion ; de una elegancia y cultura singular; de
una robusta eloqüencia ; de un maravilloso don de
gentes: de todos aquellos talentos , que acreditan á
un hombre en el mundo, y que le hubieran mere
cido un lugar eminente entre los mayores sabios de
su siglo.
Pregunto ahora : qué luces y qué brillantez no
es preciso que despidiese una virtud , que llegó á
ofuscar tantos talentos? ó por mejor decir, cómo po
dia dexar de llamar la atencion y robar el corazon
de todos la mansedumbre de Francisco de Sales, ca
si desconocida de los siglos que le precedieron?
Representaos, señores, en vuestra imaginacion
un hombre afable, oficioso , humano, cariñoso,
compasivo, generoso, que no conocia otra ambi
cion , que la de ser util á sus proximos; ni otro
deleite, que el de procurar la felicidad de sus subdi
tos; ni otra calamidad, que la imposibilidad de so
correr á los desvalidos: un hombre, dispuesto siem
pre á posponer su propio sosiego al sosiego ageno;
mas contento con la felicidad del proximo, que con
la suya propia; que tiene por cumplidos todos sus
deseos, quando lo estan los de su proximo, y que
se persuade que nada posee, si le falta algo á su pro
ximo : un hombre sensible á todas las miserias que
afligen á sus hermanos, y mas insensible todavia á
todas sus injurias : un hombre que carece al parecer
de humor, de inclinaciones, de pasiones propias. El
hablaba á cada uno en su lengua; él se acomodaba
con todos los caracteres; él se ajustaba con todas las
condiciones y estados; él se conformaba con todos
los genios ; él sabia levantarse á comunicar con los
- gran
80 invas SERMONE ;
grandes por sus nobles y urbanas modales , y descen :
tros
der á tratar con los humildes, por su afabilidad y lla
neza ; él sabia cautivar á unos con su cortesania , y ; lagr
· Sotr
encantar á otros con su bondad. Diriase que estaba
hecho para todos los hombres , y que todos los hom -
bres estaban hechos para él:; : todos le experimenta ,
ban qual le podian desear ; y él los experimentaba
quales los queria ; ó por mejor decir él los queria
quales los hallaba. En una palabra , un hombre tan
amable , que á ninguno casi disgustó en su vida ; y
un hombre tan manso y tan pacifico , que jamas pu
do disgustarle ninguno . No hay necesidad de exprer
sar su nombre ; pues este caracter y estas propieda
des quadran de tal modo á Francisco de Sales , que
nadie puede equivocarse . Fue con efecto todo esto
que os acabo de decir ; dichoso seria yo , si acerta
se á explicaros todo lo que fue! . .
R O cómo se excitarian , en vuestra alma nuevos
afectos de respeto , de admiracion , y de amor , si
me fuese posible manifestaros el inmenso fondo de
bondad , que encerraba esta grande alma! Pudieramos
aplicarle en cierto sentido aquellas palabras que di
xo el Profeta del mismo Jesu -Christo : requiescet su
per illum spiritus Domini.... Spiritus :scientiæ & pieta
tis ( 1 ) : el espiritu de paz moraba en él ; y seño
reando su corazon , dominaba en él con absoluto im
perio . , , rii
. Aquel corazón tan compasivo , que jamas miró
con ojos ociosas é indolentes las miserias de los hom
bres. Miradle entrar en esas tenebrosas estancias don
de habita la necesidad , y adonde la caridad guia sus
pasos. O hombres necesitados y desvalidos , que por
altas disposiciones de la divina providencia vivis una
<vida pobre y angustiada , ahé teneis delarte de voso
PC977oni : ?; y vistros
( 1 ) Isai. c . 11. V . 2011 .. . . . . . in
DE SAN FRANCISCO DE SALES. 81

os al angel' ccnsolador por quien suspirabais ! mas


grimas le deben vuestras calamidades , que á vo
Iros mismos , y en un momento padece él mas an
stias , que las que vosotros habeis padecido en el
scurso demuchos años. El se siente tan penetrado
- vuestra desdicha , tan triste , tan inquieto , que
cando derrama en vuestras casas la abundancia y
5 riquezas , mas parece lo hace para mitigar el
lor de su corazon , que para mejorar vuestra esca
fortuna ; porque mas facil os seria á vosotros tole
r vuestra infelicidad , que á su corazon verla ,
socorrerla : requiescet.... -
Aquel corazon tan tierno , tan inclinado á perdo
er , tan facil de aplacarse . Como estaba revestido
- un ministerio , que al mismo tiempo que es un
inisterio de paz , és tambien un ministerio de auto
Had , era padre y era juez. Y qué os parece bas
ba para aplacar su justicia ? una palabra , una la
ima , un suspiro. Dexase entender de su corazon
te idioma , y movido su corazon , inquieto , turba .
, y penetrado de dolor , no hace sino llorar 50
e el hijo prodigo ; no pone ya sus ojos en sus cul
s , sino en sus miserias : en su concepto dexa to .
- delinqüente de serlo , luego que empieza á ser in
liz , y para que Francisco de Sales aplique á un de
o su correspondiente castigo , es necesario que la
Hispensable obligacion de su ministerio le reduzca
la imposibilidad de perdonarle : requiescet. .. i
Aquel corazon tan liberal y tan generoso . Bien
ferente Francisco de Sales de aquellos hombres esa
avos de la codicia , que vemos limitan su vana com
asion á lastimas y deseos esteriles , el amor que
-ria su corazon para sentir las miserias de sus her :
anos , abria su mano para dar y derramar. Ni ha .
en la posesion de las riquezas otro deleite , que
de desapropiarse de ellas en beneficio de los po
Tom . VII, bres
82 SE R M o N - -

bres; antes perjudicarian á su desasimiento, si no sir


viesen á su caridad. Pero qué digo? Hermananse per
fectamente en su corazon estas dos virtudes ; porque
dando quanto poseia, adquiria el merito de la ca
ridad, y el merito juntamente de la abnegacion Evan
gelica. Requiescet.... . . . . y º

Aquel corazon tan discreto y tan atento. No so


lamente no evitaba Francisco de Sales á los que le
buscaban, sino que buscaba á los que parece huian
de él y le evitaban. Sabia remediar con discrecion
la necesidad de aquellas personas, que no solo eran
pobres , sino que no se atrevian á parecerlo. Sabia
regozijarlas sin entristecerlas. Sabia consolar la vir
tud afligida sin obligarla á avergonzarse, colmando á
las familias necesitadas de beneficios, que no dexa
ban vestigio ni huella alguna por donde pasaban, ne
gandose á su agradecimiento en consideracion de su
honor y de su decoro. Pero qué podian temer? Si su
virtud tiene mayor interes en ocultar el bien que ha
ce, que su vanidad en encubrir las miserias que pa
decen? Qué deleite mas solido y mas intimo para él,
que cumplir con los oficios de hombre caritativo sin
ofender los de hombre humilde y modesto Re
quiescet....
Aquel corazon valiente é intrepido, que despre
ciaba los riesgos, que arrostraba los peligros. Vie
nen á implorar su socorro los pueblos que habita
ban los paramos mas desiertos de los Alpes; y como
donde quiera que se hallen , los mira como á sus
hijos, atraviesa sus montañas cubiertas de un yelo
tan antiguo como el mundo; pasarios acrecentados
con aguas llovedizas , y con las derretidas de las nie
ves; pero todo se facilita á la caridad : los montes
se le allanan ; las rocas se hienden para dexarle el
paso libre. Mira Francisco las calamidades de los que
habitaban aquellos rusticos valles: lloralas con ellos;
º . . .. Y , , SuS
DE SAN FRANcisco DE SALEs. 83
sustentase de sus groseros manjares; hospedase en sus
grutas medio caidas ; visita sus cabañas, é introduce
por todas partes la paz y la tranquilidad. Qué gozo
tan intenso siente en consolar y en padecer con los
que padecen enjuganse sus lagrimas ; pero qué di
o? antes las vierten con mayor abundancia : pero
¿ de quán diferente causa proceden Pues mientras
que este santo y venerable Prelado lamenta sus in
fortunios con lagrimas de tristeza y de compasion,
ellos pagan su caridad con lagrimas de amor y de
agradecimiento. Requiescet.: ,
Aquel corazon pacifico. Viendole inalterable siem
pre y como inaccesible á los mas leves movimientos
de la ira ¿ no debemos considerar en Francisco de
Sales aquel fiel imitador del Dios de la paz, anun
ciado por los Profetas, y de quien está escrito que
no abrirá la boca para la menor queja ni murmu
racion? Sic non aperuit os suum (1)... Por espacio de
tres años toleró con paciencia y silencio una horri
-ble calumnia, que perjudicaba gravemente su fama:
espera en paz el tiempo señalado por el Señor para
—descubrirse su inocencia: ni aun se atreve á apre
surarle con sus deseos : y teme mas el perjuiciq del
impostor, que la deshonra de la impostura. Un pro
afeta inspirado del cielo vino, ó casta Susana , á se
- renar la tempestad, y manifestar tu inocencia; pero
- ahora para desvanecer la impostura, basta mirará
... Francisco de Sales. Solo el justo sabe tolerar con paz
- tan inalterable agravios tan atroces; y á la verdad
quien sabe perdonar tan facilmente, no es posible
que los merezca! Non aperuit os suum.
- Viose tantas, veces insultado; y pensais que difi
a cultó ninguna el perdon, que se le pedia? mi que era
necesario pedirseleº Antes su corazon tierno y com
con a . ºod occº . L 2 a ci, º r , pa
a (), A3, AP e8 y 32.: , a . . . . ,
3
84 - SERMoN
pasivo se imputaba á sí mismo las injurias con que
le habian ofendido, y no descansaba hasta que el
ofensor hubiese olvidado el agravio , que él habia
recibido. Honra, estimacion, intereses, todo lo sa
crificaba por la paz; y no vivia sino para conservar
la en sí y en los demas , y para ser discipulo y
máestro de la paz, modelo y apostol, y muchas ve
ces martir y victima de la paz: Requiescet super illum
spiritus Domini... , ,,
- Fue pues su espiritu un espiritu de mansedumbre.
Pero qué mansedumbre? una mansedumbre verdade
ramente Evangelica : virtud que Francisco de Sales
poseyó en grado heroico; y esta fue su extension.
Mansedumbre, que fue obra y efecto de la virtud y
de la gracia; y este fue su proposito.
II. Oiganse enhorabuena en las academias profa
nas los elogios con que el mundo ensalza á sus he
roes: que la catedra del Espiritu Santo no permite
siño la relacion de las virtudes christianas. Ni la
mansedumbre de Francisco de Sales se veria alaba
da en el Santuario de Dios vivo, si no se hubiera
propuesto á este mismo Dios por fin y por prin
cipio. ,, , , , ,,, , , ,, , , ,
- La naturaleza ciertamente habia andado prodiga
con Francisco de Sales: habiale dotado de muchás
gracias sencillas y naturales: de una modestia virgi
nal, de una noble verguenza , de unas modales gra
tas, de un ingenio vivo , de una imaginacion aména.
Y todo esto no era un poderoso obstáculo á la man
sedumbre? y aquellas personas que han recibido de
las manos de la naturaleza prendas fnas amables, no
son múchas veces los que contribuyen menos para
la satisfaccion del trato humano, y los que menos
le hallan en él º porque desvanecidos y embriaga
dos con su propio mérito, soberbios, presumidos,
despreciadores de los demas, solamente soh afuados
de
DE SAN FRANCIsco DE SALEs. 85
de sí mismos, porque solamente se aman á sí. Para
llegar pues Francisco de Sales á conseguir la virtud
de la mansedumbre , tuvo que defenderse del tosigo
agradable de un merito tan singular y tan aplaudido
en el mundo. Añadid á esto la nobleza del nacimien
to, que infunde orgullo; la grandeza de alma, los
altos pensamientos, que se desdeñan de rendirse y
humillarse baxo la autoridad de los que pretenden
dar la ley: la delicadeza del entendimiento, la vi
veza de la imaginacion , á quien hieren los objetos
vivamente: el amor al decoro, á la urbanidad , á los
respetos humanos, que tanto mas dificilmente per
dona las faltas groseras, quanto que ni á sí mismo
se perdona las faltas mas leves: la misma bondad de
corazon, mas facil de ofenderse y resentirse, quanto
es mas tierno y mas sensible: un temperamento ar
diente y fogoso, como lo acreditan sus escritos, en
que se advierte cierta impetuosa corriente, que des
cubriendonos lo que era San Francisco de Sales por
su natural y temperamento , hace, que admiremos
mas lo que fue por estudio, por reflexion, y espe
cialmente por la gracia. Fue manso y pacifico , por
que lo quiso ser : la naturaleza, si gustais , habia
bosquexado la obra; pero la naturaleza habia dexa
do mucho que hacer á la gracia ; antes se lo habia
dexado que hacer todo, para que su mansedumbre fue
se digna de Dios: pero para una inclinacion que se
-conformase con la voluntad del Espiritu Santifica
dor, quántas inclinaciones se oponian á él. Pero qué
- es lo que hago , catolicos? para justificar los elogios
- que voi tributando á San Francisco de Sales , qué ne
cesidad hay de examinar los senos mas secretos de
su corazon? qué necesidad hay de indagar en ese abis
mo de los pensamientos humanos el principio y el
origen de su incomparable mansedumbre? No es esto
agraviará nuestro Dios, aquel Dios, cuyas obras que
z - tra en
86 S E R M o N
traen impresas en sí el sello de la mano omnipoten
te que las crió, se distinguen por sí mismas de las
falsas virtudes, que son obra de la ciencia hinchada
ó de la disimulada hipocresia de los hombres?
No por cierto, por mas que intente el hombre
hermosear con los mas vivos colores la vanidad hu
mana , que con tanto descaro se tributa alabanzas á
eí misma, ó la adulacion , que tan apresurada vive
siempre por ofrecerselas , nunca la mansedumbre
mundana imitará aquella noble y majestuosa senci
llez, aquel candor, ingenuidad , y verdad de la
mansedumbre evangelica. Siempre descubrira en la
ocasion menos pensada lo fingido, lo falso, lo gro
sero de esas prendas mundanales , que añaden mu
chas veces á la malicia de ser vicios la impostura de
intitularse virtudes.
... La mansedumbre mundana ya procede de la de
bilidad de entendimiento, mas que de la robustez
de la razon; mas de dureza , que de bondad de cora
zon, en fuerza de la qual el hombre lo escusa y di .
-simula todo , porque ó no ve nada , ó no siente na
da: ya es una mansedumbre indolente y perezosa,
con que el hombre lo tolera todo , porque de cuesta
mas vengarse de la injuria , que sufrirla, ó porque
no puede perturbar el sosiego ageno , sin inquietar
- aquella su voluptuosa tranquilidad en que con tanta
complacencia vive aletargado : ya es una mansedum
bre afectada , mansedumbre de violencia y de osten
tacion , que todo lo disimula , que nada perdona, que
se asoma al semblante , y que no reside en el cora
-zon: ya es una mansedumbre politica, cruel y trai
dora, que si dilata la venganza , es para lograrla con
mas seguridad, y si disimula el deseo de vengarse,
es para no errar el golpe; porque como el ofendido
afecta olvidar la injuria , y el autor de la ofensa pier
de la memoria de su delito, y no piensa en los me
- dios
- DE SAN FRANCIsco DE SALEs. 87
dios de defenderse, estando persuadido que no pien
sa su enemigo en vengarse, de modo que despojan
dole de sus temores, se le desarma de su vigilancia
y de sus cautelas, y solamente se le muestra amis
tad, usando de una refinada hipocrita mansedumbre,
para sacrificarle con mas seguridad á su odio: ya es
una mansedumbre involuntaria y forzada, en virtud
de la qual afeéta el hombre una insensibilidad, á que
le obliga el favor y valimiento de un enemigo pode
roso, haciendo ostentacion para con el publico de
una fingida generosidad solo para disimular su im
posibilidad de vengarse : ya es una mansedumbre in
teresada, con la qual procuramos complacer á los
hombres, porque como pretendemos adelantar nues
tra fortuna, levantarnos, engrandecernos, nos con
viene grangear amigos que nos ayuden, y no ene
migos que se nos opongan : ya es una mansedumbre
soberbia y orgullosa, porque nos parece cosa mas
noble castigar con el desprecio, que con la venganza,
ó porque tememos que nuestro enemigo quedará hon
rado, si hacemos publica su enemistad, ó degradar.
nos á nosotros mismos, si manifestamos la flaqueza
de nuestra pasion : ya es una mansedumbre ociosa
y esteril, que ni hace mal alguno, ni bien alguno;
incapaz de agradar ó de desagradar; de obligar, ó
de desobligar ; de servir , ó de ofender; porque es
una especie de sueño aletargado de una alma sin mo
vimiento, sin accion, que ni se altera ni turba por
los mayores agravios, ni los mayores beneficios la
mueven al menor agradecimiento: ya es una man
sedumbre de pura cortesia, de mera ostentacion, an
siosa por manifestarse en el publico, y por conser
varse mientras éste la ve, y á negarse á sí misma
quando se aparta de él: que emplea todos sus obse
quios y rendimientos con los estraños y fuera de su
casa, y que se venga con los domesticos y con
. 3•
33 SE RM o N - -

familia , que son tanto mas dignos de compasion,


quanto que el mundo no querra creer sus quejas y
sus lagrimas, porque no ve en este padre de fami
lias sino á un hombre lleno de cortesia y urbanidad
exterior, y no ve á un hombre tan sujeto á capri
chos y extravagancias: en fin de qualquiera princi
pio que nazca la mansedumbre mundana siempre es
una mansedumbre ceñida y limitada á ciertos ob
jetos, á ciertas ocasiones ; y que cayendosele mil
veces el velo con que suele disimularse , dexa ver
un corazon turbado, descontento, lleno de rabia y
de despecho. - -

O mundo maligno, ya has visto tus heroes, aho


ra veras los heroes de la gracia!
Fue la mansedumbre de San Francisco de Sales
una mansedumbre sencilla é ingenua, que se mani.
festaba espontaneamente, sin artificio, sin afectacion,
que jamas se reprimia ni hacia violencia , sino en las
ocasiones en que se veia obligada á ocultarse ó á ca
llar, á fin de contener con su autoridad á los que se
resistian y no se rendian á su bondad amorosa: fue
una mansedumbre verdadera y sincera, porque se
resistia á la venganza mas facil, y solamente se con .
gratulaba de convertirle
migo, para
tener á su en
arbitrio la suerte de un ene
amigo con beneficios: fue
una mansedumbre limpia y desinteresada , que se
mostraba mas activa y mas tierna, quanto menos te
nia que esperar , y mucho que temer: fue una man.
sedumbre humilde y oficiosa; que no se avergonza
ba de dar los primeros pasos, buscando movido de
la caridad á los que por capricho se habian aparta
do de su comunicacion , y solicitando reconciliarse
con los que no lo merecian: fue sobre todo una man
sedumbre constante é inalterable en las persecucio
nes mas crueles, en las coyunturas mas criticas, en las
circunstancias mas trabajosas. Conservandose Fran
"... . . C13
DE SAN FRANcisco DE SALEs. 89
cisco de Sales con un animo siempre igual, y siem
pre constante observa que todas las cosas se alteran,
se turban, se trastornan, sin que nada baste á in
quietar la paz y la tranquilidad de su corazon. Ya
se mira en tierra enemiga insultado alta y publica
mente por los ministros del error, expuesto cada
instante á ser oprimido por el rabioso furor de la he
regia que en una mano el acero, y en otra el vene
no no perdona ningun linage de maldad para de
fenderse de la fuerza de la verdad: ya se ve acusa
do de una negra impostura, tramada con la mas ar
tificiosa estratagema, viendo asimismo que titubeaban,
y aun casi dudaban de su virtud los que mas temian
que saliese culpado: ya se considera expuesto á las
sospechas de un Principe desconfiado, cuyo animo
suspicaz fomentaba la malignidad de los perfidos cor
tesanos: ya se mira ultrajado en medio de su pue
blo, en el centro de su grey, porque se declara per
seguidor de todos los vicios : y si levanta la voz, no
es, para representar ante el trono sus quejas y su de
fensa, sino para templar la justa severidad de las le
yes, quando las ve inclinadas á vengar su inocencia
descubierta, y para implorar á favor de los execra
bles autores de tantas tempestades y tormentas to
das las gracias del cielo con las felicidades de la
tierra. . . . . .. . .. . . . . . . . ..., -, e r a ..

Confesemos pues, Señores, ó que la verdadera


virtud no se distingue en nada de las prendas hu
manas, ó que la mansedumbre de Francisco de Sa
les fue una mansedumbre evangelica y christiana;
porque en las circunstancias á que se halló redu
cido, por sabio y filosofo que sea un hombre, siem
pre obra segun la condicion de hombre , los cla
mores del corazon prevalecen sobre los del enten
dimiento , y las pasiones preocupan y ciegan la
reflexion. Con que la mansedumbre de Francisco de
- Tom. LVII, M Sa
-

9o". º º SE a M o N 2= -

Sáles fue obra de la virtud y de la gracia; y nunci


perjudicóá su virtud. Y por este respecto es por don
de se hace mas admirable su mansedumbre. . . . . ...
III. La inansedumbre expone la inocencia á gran
des peligros. El corazon del que es manso y pacifi
có, es ún corazon blando y oh á quántos enga
ños está sujeto el que es tierno de corazon el len
guage de las pasiones es tan halagueño, que el alma
mas rigida y mas severa se ablanda y enternece fres
qüentisimamente. El manso de condición tiene un
corazon oficioso, condescendiente, y un corazon de
este temple se presta con mucha facilidad á los que
le llaman, y convidan, supuesto que no sabe negar
se á los que le ahuyentan de sí. Está ademas de es
to dotado del peligroso don de agradar y de ser
amado. Ah , si es tan dificil de no buscar al mindo
quando'huye de nosotros, cómo le evitaremos: quando
nos busca á nosotros y nos solicita Gracias inmor
tales os sean dadas á vos, ó Dios mio y Dios de
paz, que para enseñanza comun de todos los siglos
nos disteis en San Francisco de Sales el exemplar de
tina mansedumbre tan santa, y tan circunspecta, co
mo tierna y complaciente a

Si le considerais naciendo en el centro de la fee y


de la virtud, observareis que no hubo acaso nunca
sangre mas pura, que la que hierbe en sus venas,
Porque firme y constante su antigua y noble casa en
la religion de sus mayores, vió arder su patria con
el funesto incendio de la heregia; pero lexos de de
xarse arrebatar por el torrente del error, ella con
servaba y defendia con su zelo y con su caridad las
reliquias de Jacob, esperando á este hijo destinado
por el cielo para reparar las ruinas y las brechas
del santuario. . ¿. , , * -
, es 2:
Os representare á su madre, que en cierta festi
vidad delante de un crucifixo, sangriento testimonio
«- -

... ... del


DE SAN ERANeisco DE SALEs. 9.
del amor de un Dios, para con los hombres., dirige
sus votos al cielo, no, para alcanzar un hijo como la
madre de Samuel, sino para ofrecerle el que ya le
habia nacido? Fueron 9idos sus deseos. Separa con
efecto para sí el Señor á este hijo anticipase á sus
años el espiritu de gracia y de santidad; sus diver
siones pueriles son hablar de Dios, ú oir hablar de
Dios: sus primerosoquidados cerrar los oidos de su
ahma áda voz de las pasiones que le incitan á vanos
pasatiempos, y de abrirlos á la voz de la ¿
que le habla en favor de los pobres. Envianle á la
capital de Francia, y en un pais estrangero cónser
va la modestia y santas costumbres de su casa, par
terna;9y entregando el entendimiento á las ciencias,
reserva el corazon para la virtud. , , , , , ,
-. Ya habiais, Dios mio, señoreadoos de su cora
zon 3 ya el fuego de vuestro amor divino habia em
pezado, á consumirle. En el libro de la vida estan
escritos aquellos tristes y amargos momentos que
les causaron tan grueles, inquietudes, Qyo en lo
mas intimo, de su alma una temerosa voz que le in
timó que, entre vos y entre él se habia de erigir un
muro de division eterno , que habia de ser el objeto
de vuestpa ira, y que yos, no seriais ya el objeto de
su amor. Yaiobservo, que con timidos, y dudosos par
sos entra en a vuestro santo, templq » que postrado an
te el altar.; y hechos un mar de lagrimas sus ojos,
Señor, exclama para libertarse de la cruel tentacion
que de óprime y desconsuela, Señor, si mis suspiros,
si micilanto son aceptables en vuestra presencia, oid
la voz de vuestro siervo que os implora, Afligenme
temores, vehementes de mi eterna condenacion , y
de vivir por consiguiente por toda una eternidad sin
"ahiaros pues alomenos , Señor, ameos yo mientras
-viva en esta vida mortal; haced, haced que no se
extinga en mí, el fuego de vuestro diyino amer antes
s: .. M 2 que
92 . S E R M o N
que se me extinga la vida: desterrad mis temores:
avivad y alentad mas y mas mi confianza en vues
tra misericordia. Angeles del cielo , oisteis jamas ex
plicarse la devocion con afectos mas intimos, mas
tiernos, mas propios para mover el corazon de
Dios? Quales seran los progresos y fines de una vi
da, cuyos principios son tan puros y tan santos!
Que no me permita el tiempo referir por menor
los sucesos de su vida º Aqui, os diria, en este tem
plo dedicado al nombre de Maria Santisima, se obli
gó á guardar castidad con voto irrevocable: alli evi
tando los lazos armados á su pureza, se expuso á la
furiosa venganza de una muger despreciada. Libre
de todo cuidado , y oprovechandose del silencio y
obscuridad de la noche, unas veces derramaba su al
ma delante de Dios por medio de una fervorosa ora
cion: otrás entrando dentro de sí, examinaba todos
los movimientos de su corazon, reprimia todos sus
deseos, y dando solamente oidos á la gracia, sordo á
los gritos de la naturaleza, usando de la disciplina,
destruia en sí todo lo que era del hombre , para que
todo fuese de Dios. Mirad esa tierra bañada en su pro
pia sangre y ved que se ofrece victima de la peniten
cia. Ciñe ademas de esto su cuerpo fatigado con el tra
bajo, de un aspero silicio, y le aflige con vigilias, con
continuas maceraciones. Postrado en las catacumbas
de Roma en presencia de los huesos venerables de los
martires, preciosas reliquias que perdonó el acero de
los tiranos, se revestia del espíritu de apostol , y del
deseo del martirio: en aquellos altares celebraba el
santo sacrificio de la Misa con tales raptos, con tales
extasis, que el sagrado fuego que resplandecia en su
semblante , indicaba el que consumia su corazon. , ,
* Vemos sembrados por todas partes , y repetidos
los monumentos de su piedad: por todas partes ve
mos en él un corazón que ama á Dios y que nada
. a llà.
DE SAN FRANCIsco DE SALES. 3
atma sino por Dios y en Dios, que ama á Dios has
ta reprehenderse y vivir inconsolable de no amarle
mas: un corazon amante á la verdad del proximo,
pero mas amante de Jesu-Christo, que cede en be
neficios de sus hermanos todos sus intereses, menos
su obligacion: un hombre sensible á todos sus infor
tunios, insensible á todas sus diversiones: dispuesto
siempre á enseñarlos, zá consolarlos, pero siempre
con la cautela de no dexarse engañar de ellos: tan
incapaz de amar el mundo, º como propio para ha
cerse amar de él: industrioso y diligente en ganar
todos los corazones, pero no menos precavido en
reservar y defender su propio o corazon: un hombre
en fin manso y pacifico, pero tan sobre, su manse
dumbre, que no permite se apodere, de su corazon
ninguno de aquellos vicios que dicen al parecer me
nos oposicion con ella. Y ahora añado que era un
hombre manso, y pacifico , pero tan sobre su manse
dumbre, que llegó á poseer todas las virtudes que
parece se concilian concmas dificultad con ella; y
esto es lo que yo llamo mansedumbre asombrosa y
estupenda. . . . . . - >

Qué miserable y fragil es la condicion del hom


bre No sabe sin declinar observar el medio en las
cosas: las mismas virtides suelen tal vez ser un es
collo para su merito : y sus mas envidiables, pren
das suelen ser muchas veces el efecto, ó el principio
de algun defecto. Qué viene á ser, la que se llama
mansedumbres en las almas comunes y vulgares º una
/
¿ , una negligencia, que huye del trabajo ; una -

blandura y condescendencia, timida y apocada, que


á nada se opone, que nada remedia, y que por ha
cerse amable, se hace inutil: pero una mansedum
bre activa y vigilante, vigorosa , íntrepida , animo
sa, es un milagro de la gracia ; y esta fue justamen
te la mansedumbre de Francisco de Sales... c. 2
- - Lue
94. º A, º s r. R. M o s º
Luego que uno de los mayores hombres de su sie
glo le anunció que Dios, le habia elegidd para redu
cir al gremio y centro de Sion las tribuso perdidas y .
errantes, y para arrancarº de las manos de las na
ciones aquella venenosa copa de las novedades here,
ticas, conocio que convenia despojar de aquella ex
celencia casi exclusiva º de la erudición, con a cuya
luz se deslumbraban los ojos del pueblo que sis
guiendo una falsa guia, se despeñaba en et 3 precipi,
cio. Dedicose pues al ºestudio de la teologia: Y qué
progresos pensaishizo en ella ? Adquirió profunda
noticia de la Sagrada Escritura y de las lenguas sa
bias , un conocimiento exacto y preciso de la fé º re.
volvio las obras y los monumentos de la mas remo
ta antiguedad. De aqui procedio aquella superioridad
que adquirio al principio, y conservó siempre sobre
los ministros de las nuevas sectas, que aunque zelo
sos por promover y conservar º su Iglesia vacilante,
aunque erán hombres, que se atrevianº á todo, no
se atrevieron á disputar publicamente con Francisco
de Sales. De áqui aquellos frutos admirables de su
zelo, que no pueden atribuirse á sola su mansedumº
bre; pórque la mansedumbre dispones para recibir
las luces, pero mo las comunica; mueve el córazon,
pero no ilustra el entendimiento prepara y acaso
bosquexa la obra del convencimiento y pero nó la
concluye ; en fin esto aunque es saber , pero es sa
ber poco y porque es necesario hacer util y fructuo
salá ciencia con las actividades del zelo, Yaqui es
donde se me representa San Francisco de Sales mas
dígnoideº admiracion; Vernos algunos hombres andar
y moverse siempre, ya no adelantar nada, obrar in
cesantemente, y no, hacer nada: “ó secreto maravi
-iloso de una actividad ociosa y esteriy! Pero por el
contrario observamos en San Francisco de Sales un
sosiego laborioso,
-3
uarºuala admineens
-
: C
,º DE SAN F8ANGsgo D2 SALEs. 95,
fecunda. Asi como el Sol, ocultando á nuestra vista
la velocidad de su curso, discurre y gira por los in
mensos espacios del cielo, animando y vivificando
en su carrera á toda la naturaleza; asi Francisco de
Sales, sosqgado asin aceleraciono si9 estrepito, man
dà, ordena , dispone, corpige; emprende, y gobier
na, con felicidad la extensa, diocesis de que esta en-,
cargado. Todo lo tiene presente, su vigilancia ... todo
lo ve, todo, lo oye, en todo se halla , confesiones,
sermenes, sin numero, vage8 continuoso carta8o que
de todas partes le escriben todo lo desempeña: pro
paga la fee, reforma las costumbres desarraiga los
abusos, extermina las supersticiones: de modo que
el hombre del natural, mas ardiente y mas impetuo
so apenas parece tendra lugar de idears los proyec.
tos que execita este varon pacifico, El al fin lo ha
todos y parece que nada hace es . . e i; ,a o
a Qué dire ahora de su fortaleza inflexible encon
servar el buen gobierno de su Obispado, en correº
gir la vida licenciosa, de sus feligreses, en mantener
á los que les gobiernan en su nombre baxo la suborº
dinacionsdebida, en defender los derechos de su
Iglesia contra los que intentaban usurparlos , en con:
servar plenamente las augustas, preeminencias de la
dignidad episcopal, en negar las peticiones injustas,
en dar á su grey lecciones y exemplos de delidad
y de obediencia á sus superiores, Ni su mansedum,
bre le privó de aquella actividad, necesaria para
idear proyectos, ni de aquel , ardor con que se ade
lantan y sostienen , ni de aquella constancia que se
obstina contra los obstaculos, ni dei aquella autori,
dad que se concilia, el temor y la yeneracion., es
De qué le servía pues la mansedumbre º Quereis
lo saber , amados oyentes mios? Para realzar y su
blimar su merito, para comunicarle aquel genero
de merito, que no comunica la grandeza de los
talentos. La
96, .2 : 2 se R. M o nº , º - º

La ciencia, que en unos se muestra tan hinchada


y desdeñosa, en otros tan rustica y tan uraña , se
manifesto en San Francisco de Sales tan apacible co
mo modesta. Siendo tan grande maestro, como los
mayores maestros en el arte de la eloqüencia, y
mayor, todavia que ellos en el arte de hablar segun
las circunstancias de tiempo, de lugar, y de perso
nas, sabia hermanar aquella vasta erudicion , aquel
ingenio capacisimo, que no se halla á la verdad en
las conversaciones superficiales ; y en el trato y co
municacion de la gente frivola, con aquella urbani
dad, con aquellas gracias del discurso, que no se
aprenden en el silencio de un retiro laborioso , y de
un estudio constante. Libre enteramente de las pro
piedades de aquellos genios altaneros y imperiosos,
que defendiendo la verdad, hallan el medio de ha
cerla aborrecible, antes cortes y coinedido , confun
dia el error sin vulnerar la caridad: mostrandose
amable en donde los demas apenas son tolerables,
desengañaba, y quedaban contentos los desengañados:
reprehendia , y no exasperaba: nunca se manifesta.
ba mas eloqüente, que quando no respondia á las in
jurias , sino con un silencio modestisimo: en fin ha
blando, suspendia los animos, y callando, persuadia.
De que le servia la mansedumbre º repetis. De
asegurar los exitos de sus intentos. Las ideas politi
cas de las Cortes de Francia y de Saboya eran con
trarias á las de su zelo: las personas más diestras y
consumadas en el manejo de los negocios se asom
braban de la arduidad de sus proyectos. Pero Francis
co de Sales no intenta eonvencer sus entendimientos,
sino que les habla á su corazon, persuadido de que
sin mudar de ideas, mudarian de conducta y si al
principio los veía determinados á negarle lo que pe
dia , bien presto le concederían mas de lo que de
seaba. - º - ¿? - º
l . .29. De l
"-.
DE SAN FRANCIsco DE SALEs. 97
De que le servia la mansedumbre ? replicais. Pa
ra enjugar todas las lagrimas, para socorrer todas
las necesidades, para aliviar todas las miserias, pa
ra perdonar todas las injurias, para tolerar todas las
persecuciones.
De que le servia la mansedumbre? oigo final
mente que decis. Para que fuesen bien recibidos sus
consejos, para templar su autoridad, para hacer mas
llevaderas sus repulsas, para hacer amable hasta su
misma severidad, para aficionarse los corazones de
los hombres, y sobre todo el de Dios, para santifi
carse en fin á sí mismo, y para servir á la Iglesia.
Habeis visto como supo Francisco de Sales santifi
carse con la mansedumbre : ahora vereis á la Igle
sia triunfante y victoriosa por la dulzura de San Fran
cisco de Sales.

-º * . SEGUNDA PARTE,

Bservo, catolicos oyentes mios, que os ha sor


prehendido mi proposicion de que por la manº
sedumbre de Francisco de Sales quedó la Iglesia
triunfante y victoriosa. Acaso, direis, se deben las
batallas y las victorias á los hombres pacificos º Es
perad: y enbreve confesareis conmigo que la man
sedumbre de Francisco de Sales fue casi tan util á
la Iglesia, como el zelo ardiente de los Apostoles.
Porque ella honró la Iglesia , ella propagó el impe
rio de la Iglesia, y ella acrecentó las riquezas de la
Iglesia. Continuemos. - -

I. Fue la mansedumbre de Francisco de Sales el


ornamento y la gloria de la Iglesia ; pero para quie
nes? para aquellos de quienes tanto importa á la
Iglesia ser conocida: para ese mundo maligno, que
tan facilmente se persuade que las obligaciones de
la vida christiana son incompatibles con las obliga
Tom. VII. N cio
98 SE R M o N
ciones y respetos de la vida civil; para aquellos he
reges engañados ó engañadoses , que no querian re
conocer en la Iglesia Romana el espiritu y la moral
de Jesu Christo.
Qué virtud con efecto mas conducente para con
fundir los errores y las falsas ideas del mundo, po
dia escogitarse, que esta virtud de Francisco de Sa
les mansa y pacifica, amable y oficiosa , sencilla y
natural, apacible y modesta, libre de aquella afec
tada singularidad , de aquella melancolica y escru
pulosa tristeza, de aquella severa exterioridad , sin
lo qual puede el hombre agradar á Dios, y con lo
qual espanta y ahuyenta el mundo? no hay cosa
mas sublime que la vida interior de Francisco de Sa
les, ni cosa mas sencilla y comun, que su vida exterior.
Admirase en un tenor de vida casi enteramente
conforme con los usos licitos del siglo un fervor
una virtud digna de los primeros tiempos del chris
tianismo: una condescendencia sin limites hermana
da con una delicadeza de conciencia sin exemplo:
todas las virtudes que enseña el Evangelio juntas con
aquellas nobles prendas, que tanto el mundo admi
ra ; y todos los afectos que constituyen á un hombre
santo delante de Dios, unidos con todos aquellos pro
cederes, aquellas calidades, aquellas modales que
constituyen segun el mundo al hombre de bien , al
hombre amable.
Qué hijo hubo nunca mas obediente y mas agra
decido ? Exercieron sobre él sus padres toda la au
toridad que Dios les dió, y él les profesó todo el
rendimiento y toda la obediencia que Dios le permi
tio. Quando la gracia le inspira que siga por cami
nos contrarios á los que sus padres le señalaban pa
ra su fortuna y elevacion en el mundo, no les ha -
bla sino con suspiros, no les contradice su voluntad
sino con lagrimas, no los convence sino con la amar
gu
DE SAN FRANcisco DE SALES. 99
gura de su alma; manifiestales un corazon que se
entrega al Señor con alegria, que se aparta de ellos
con dolor; un corazon que le sacrificaria todo ente
ro á su voluntad y obediencia, si no se le hubiese
mandado que se renunciase á sí mismo. Ni qué ami
go mas amante ni mas verdadero º Sensible á las
ternuras de una amistad inocente, quién vio un afec
to mas ingenuo y mas sincero, ni una condescen
dencia mas universal, ni consejos mas prudentes y
desinteresados, ni socorros mas abundantes y re
partidos con mayor alegria, ni solicitudes mas acti
vas, ni mas eficaces, hasta el estremo de representar
ante el trono las quejas y los infortunios de sus ami
gos , de no temer la autoridad y el valimiento de
las personas mas poderosas de las monarquias, y de
pedir, un hombre que nada aborrecia tanto como
el recibir ? Quién supo mejor que él hacer respe
tar su autoridad, y amar su persona dentro del re
cinto de su casa , mirando á sus domesticos como á
hijos, sin que estos dexasen por eso de mirarle co:
mo á su padre? Qué vasallo mas fiel á su Principe?
Qué ciudadano mas amante de su patria º nunca sa
tisfizo su zelo á expensas de la tranquilidad publica;
antes con aquella su profunda capacidad , disponia
con tan feliz acierto los sucesos, que servia á la Re
ligion , sin perjudicar al estado.
Quién conoció mejor que Francisco de Sales el
grande arte de hermanar la circunspeccion de una
virtud tierna y delicada con las gracias de un trato
cortesano y desembarazado; los respetos del mundo
con la santidad de su caracter; la autoridad y deco
ro de la dignidad episcopal con la humildad chris
tiana ? quién se mostro mas amable y mas festivo en
la conversacion , con grande complacencia de los
que se contienen dentro de los limites de los place
res inocentes º quién mas afable y culto con aquel
N2 li
IOO - SE R M o N * - -

linage de urbanidad tanto mas agradable, quanto que


ni era efecto de la vanidad que anela por lucir, ni de
la politica que desea engañar, sino que se deriva natu
ralmente de un fondo inagotable de prudencia , de
mansedumbre, de respetos y condescendencias? Con
efecto se admiraban juntas en Francisco de Sales dos
calidades, que rara vez se habian visto hermanadas
hasta su tiempo: á saber, la de edificar al proximo,
y la de complacerle. - r - -

Dexase ver en la Corte de Francia. Reinaba en


ella con profunda paz despues de tantas guerras y
calamidades un Monarca, á quien su propio valor y
los derechos hereditarios habian colocado en el tro
no de sus padres, Enrique IV. digo, conquistador in
victo, terror de Europa, las delicias de su pueblo á
quien habia compelido á que le amase, á que se con
solase de las desgracias pasadas, á que se congratu
lase de la feliz necesidad de obedecer su imperio:
Rey humano, Rey bueno , consolador de los tristes,
amante de sus vasallos, de quienes queria ser ama
do: Rey en fin mas padre, que Rey. Ya ha corrido
siglo y medio despues que murio , y no ha bastado
á enjugar las lagrimas de la Francia, á quien su me
moria es tanto mas amable , quanto que las virtudes
de sus sucesores la renuevan cada dia. Vio pues á
Francisco de Sales , y le amó; y lo que pareceria
increible en qualquiera otro, que no fuese Francisco
de Sales, la turba de los cortesanos vio nacer su
valimiento sin envidia. O Corte de los Reyes, ó mar
embravecido, agitado continuamente con sospechas,
con rezelos, con desconfianzas ó Corte de los Re
yes, donde el hombre no puede ganar el corazon de
un solo , especialmente del Monarca, sin ofender
y herir los corazones de todos los demas , donde pa
ra carecer de enemigos , el medio es vivir sin auto
ridad, y sin talentos; pero donde, ó prodigio hasta
º 621
DE SAN FRANCIsco DE SALEs. IO I

entonces inaudito, Francisco de Sales se mira aplaudi


do de todos generalmente. Y sin que el favor del Rey
perjudicase á su alma, y sin haber dispertado el odio
ó la envidia , sale de la Corte con los despojos in
tegros de toda su virtud, y del amor de todos los
corazones: el del Monarca, y el del pueblo : el de
los buenos christianos, y el de los politicos: el de
los catolicos, y hasta el de los hereges. Digo el de
los hereges; porque es verdad que aborrecian su re
ligion, pero no podian dexar de amar á su persona;
y aún conocian que se extinguia en su corazon su
odio contra la Iglesia Romana. Cómo asiº porque so
la su presencia desvanecia las imposturas que los au
tores de la nueva heregia sembraban contra los pre
lados y pastores de la Iglesia catolica.
Imputabanles el espiritu de interes y de ambi
cion. Pero no podian decir que Francisco de Sales
fuese ninguno de aquellos hombres codiciosos, que
incitados de los deseos de una desmedida avaricia
abrazan el estado eclesiastico; ó que sugeridos por
el mundo, buscan en el santuario honores ú opulen
cias que él les niega ; ó que llevan á la Iglesia no
blezas con que intentan ilustrarla, para percibir quan
tiosas rentas; ó que solo se dexan ver en el altar pa
ra proveerse á su sombra de medios con que volver
á parecer en el teatro del mundo con esplendor y
magníficencia,
Como Francisco de Sales se sintio llamado á in
corporarse en la tribu santa, le fue necesario renun
ciar una gran fortuna, grandes esperanzas, grandes
dignidades , y quando ascendio al sacerdocio , ma
nifestó aquel corazon tierno y generoso con que solo
recibia para dar; ni conocio otras profusiones sino
las de la caridad; ni otras riquezas sino la pobreza
evangelica. y

Acusaban á los Prelados de la Iglesia Romana de


* a aquel
IO2 S E R M o N
aquel espiritu de pompa y de predominio que emu
laba la magestad de los Reyes de la tierra, que rey
naba con altivez é imperio. Pero en Francisco de Sa
les se advertia un hombre modesto, oficioso, popu
lar, que solamente se acordaba de que era Obispo
para no olvidarse de que era padre ; veian aquel
grande ingenio, que despues de haber llenado con la
fama de su nombre la Francia y la Italia, se ocu
paba en predicar el Evangelio en los Alpes, discur
rir á pie por las cabañas y caserias de su diocesis,
doctrinando al pueblo ignorante y á los niños: veia
se en él un hombre que huia de toda gloria y aplau
so; que solo por obediencia habia admitido la facul
tad de mandar: habia admitido la dignidad episco
pal con todos aquellos temores, y con aquella hu
mildad con que la admitian los mayores santos, aun
que dotado del ingenio y de los talentos de los ma
yores hombres : y qué venia á ser su Obispado ? Un
Principe sin vasallos, un Obispo sin Iglesia, un pas
tor sin grey, y casi se miraba como un estrangero
en su propia diocesis: de modo que semejante Obis
pado hubiera sido digno de ser apetecido por los dis
cipulos de los apostoles.
En vano le ofrecio el mayor de los Reyes las
primeras sillas de la Iglesia de Francia; pues eran
muchas y muy amables las prendas que una alma
como la de Francisco de Sales descubria en su espo
sa la Iglesia de Ginebra: encontraba en ella muchos
bienes que hacer, y muchos males que sufrir: todo el
universo no hubiera sido suficiente á desatarle vincu
los tan suaves y tan amados de su corazon. De este
modo era Francisco de Sales la gloria y el ornamen
to de la Iglesia Romana con su vida llena de paz,
de modestia, de caridad, de mansedumbre, y de
humildad: y de este modo preparaba Francisco de
Sales los triunfos que propagaron el imperio de la
Iglesia. II.
DE SAN FRANCIsco DE SALEs. Io3
II. Ya habreis entendido, Señores, que intento
hablaros del Chablais , y de una gran parte de la
diocesis de Ginebra, que reduxo á la fé catolica. Pe
ro no habeis de juzgar de la importancia de esta con
quista espiritual por la multitud de los pueblos suje
tados al yugo de la Iglesia; pues un entendimiento so
lido gradua lo glorioso y plausible de los sucesos por
la dificultad de conseguirlos. -

No permitais, Señor, que el espiritu del error


se apodere ni se introduzca jamas en este florecien
te Reyno. No hablo de los estragos horrorosos, de
las funestas revoluciones que causa la heregia. La
Francia asolada con tantas batallas por las manos de
sus propios hijos; sus ciudades entregadas al fuego y
al acero; sus riquezas despojadas por las naciones
estrangeras; el trono de nuestros Reyes desquiciado
desde sus fundamentos, é inundado en su propia san
gre: nuestros altares profanados; nuestros templos
destruidos, y que con tanta dificultad se van repa
rando de sus antiguas ruinas, nos hablan todavia
bien claro de las calamidades que arrastra la here
gia, para manifestarnos y convencernos de que la
Religion es el fundamento mas incontrastable de los
imperios. Solo digo que quando el hombre renuncia
la antigua ley que profesaba , con dificultad vuelve á
abrazarla. Mas facilmente se disipan las tinieblas de
la idolatria, que las densas é impenetrables sombras
que la astuta heregia esparce y siembra en las almas,
en los entendimientos. Por esto despues del apostol
de las gentes muchos sucesores suyos han cumplido
felizmente con el ministerio Apostolico de convertir
gentiles; pero exercer el apostolado en las provin
cias contaminadas con la heregia fue el empleo de
Francisco de Sales , exercicio y ministerio tanto mas
glorioso, que si de todos los hombres el herege es el
que opone mas obstáculos á su conversion, entre to
dos
IO4 S E RM oN
dos los hereges los que Francisco de Sales reduxo al
gremio de la Iglesia , vivian mas apartados de ella.
- Intenta pues convertir á toda una nacion : y qué
nacion ! No es solamente una nacion contaminada
con el veneno de la heregia; sino una nacion des
confiada, suspicaz , zelosa de su libertad : una na
eion , que en fuerza de estas falsas ideas mira á los
ministros de la Iglesia , , como ministros de un Prim
cipe , que con pretexto de introducir la Religion
solo intenta fundar su autoridad y dominio , y que
solo quiere quitarles su creencia , para despojar
los de su libertad. Ni es por otra parte una na
cion culta, ilustrada, capaz de pensar , de reflexio
nar, de profundizar, de discernir y conocer las dife
rencias del error que habia abrazado , y de la ver
dad de que apostató : sino una nacion ruda, á quien
su misma ignorancia hacia indocil, y que tanto mas
se resistia á oir, quanto estaba menos en estado de
responder. Ni era una nacion casta, templada, que
dexase en la delicadeza de la conciencia un recurso
á la fé: sino una nacion disoluta, que si sacudio el
yugo de la Religion , fue por sacudir el de las cos
tumbres; una nacion mas amante de la libertad y
vida licenciosa, que de los dogmas de la nueva sec
ta; menos aborrecedora de nuestra santa fé, que
de las leyes de la Iglesia Romana ; menos inclinada
á practicar lo que ésta manda, que á creer lo que
enseña; menos christiana todavia , que catolica: una
nacion , á quien la impiedad les habia allanado el
camino para la heregia, y á quien lº heregia había
hecho mas impia. Ni era una nacion sin leyes ni di
reccion, sino gobernada por los falsos pastores que
la engañaron , por las cabezas de la secta, por unos
magnates que debian toda su autoridad al engaño
general de la nacion , y que solo renunciaron á Ro
ma, por mandar en Ginebra. Ni era una nacion pa
- C1 -
DE SAN FRANCIsco DE SALEs. IO5
cifica, moderada, apacible , de quien si no habia que
esperar nada, tampoco habia nada que temer: sino
una nacion tan inculta y silvestre, como las monta
ñas que habita , abezada por la heregia, acostum
brada por sus rebeliones á las mas sangrientas atro
cidades. Todas estas causas, tan capaces de intimi
dar el zelo mas intrepido, avivan mas el de Fran
cisco. En vano se esfuerzan á contenerle la autori
dad de un padre, las lagrimas de una madre , los
clamores de todo el pueblo. Solo atiende á que pe
recen sus hermanos, y no presta oidos sino al len
guage de su amor y de su dolor. , , * -

Observad como se va internando en aquella infe


liz provincia , y como entra ya en una de las prin
cipales ciudades de los hereges. O moradores obsti
nados cómo despreciais á ese angel de paz que os
trae los tesoros de la gracia ? Mirase Francisco por
espacio de tres meses tan º solo en aquella populosa
ciudad, como pudiera estarlo en un desierto: nin
guno se digna de oirle, ni de admitirle en su casa; y
quanto, mas se obstinan en evitarle, con mayor an
sia los busca y solicita. Anda todos los dias un dila
tado camino antes de salir el Sol, pisando nieves,
quebrantando hielos, sufriendo las aguas del invier
no , y despues de haber pasado todo el dia esperan
dolos envano , vuelve al siguiente á reconvenirlos
con el eficaz exemplo de su perseverancia. Si al ver
le trepar y atravesar los riscos y los montes de los
Alpes, le preguntais qué es lo que busca º á mis her
manos , os respondera con Josef: fratres meos quae
ro (1): ellos quieren perderse, y yo quiero salvarlos:
mi amor sera mas firme y mas constante, que su
odio: yo les he de dar ó la fee, ó mi sangre. O qué fe
liz seria, si mi sangre derramada por sus manos fue
Tom. VII. O se.
(1) Gen. c. 37. v. 16.
º.

- * --
• - - º - -º a
- - º -..
*, - - . - º Y
ro6 º SE RM o N a º
se el ultimo de sus pecados pues de las entrañas
mismas de la tierra , que la hubiese embebido , le
vantaria la voz para apresurar algun dia su salva
cion: fratres meos qudero. -
Pero ya se acerca el tiempo destinado para co
ger las mieses regadas con tantas lagrimas. Ya aquel
pueblo da muestras de la mas viva y constante ter
nura : y si no le buscan todavia, ya no huyen de él.
Habla Francisco, y sus amorosas exhortaciones, que
sólo respiran paz y caridad , comienzan ya á obrar,
á mover, á enternecer su corazon ; porque cierto
ayre de candor, de ingenuidad, de virtud , que se
asomaba al semblante, les llamaba la atencion.
Pero qué novedad sucede tan extraordinaria ! Los
templos reedificados; la Cruz de Jesu-Christo enar
bolada y victoriosa; los ministros del error proscrip
tos y desterrados anuncian á las poblaciones comar
canás lá, restitucion de la fee. Qué es esto? ha veni
do por ventura algun otro pueblo á habitar esta tier
ra? Ya advierto que se renuevan las virtudes de la
primitiva Iglesia en la nueva Iglesia del Chablaix:
ya noto que muchos y fervorosos neofitos lloran por
todas partes noche y dia sus pasadas prevaricacio
nes. Qué suspiros, qué llantos no se oian! Ah, quan
do se ocupaban en reedificar los templos, quando en
tre las ruinas de los altares descubrian las reliquias
de los primeros martires , veneradas por sus mayo
res, y vilipendiadas por la heregia ; los huesos de
los Catolicos que habian degollado en odio de aque
1la Religion santa, que volvian á abrazar; las pie
dras del santuario teñidas con la sangre de los Sacer
dotes y Levitas inhumanamente martirizados; y las
cenizas de sus padres, cuya fee desampararon, se per
suadian que nacian segunda vez, y que desde aquel
momento empezaban á ser sus verdaderos hijos.
Qué dia hubo mas alegre para la Iglesia , ni mas
glo
DE SAN FRANCIsco DE SALEs. ro7
glorioso para Francisco de Sales, que aquel, cuyo
Sol alumbró en la capital de una provincia, despues
de setenta años de rebelion contra el augusto sacrifi
cio de la Misa, contra la autoridad de sus Prelados
legítimos, contra la obediencia de su Soberano, el
triunfo del Santisimo Sacramento? El Legado de la
Santa Sede, y el Duque de Saboya, que iban detras
de Jesu-Christo, conducido con toda la solemnidad
y pompa que requeria fiesta tan grande, le tributa
ban sus obsequios y rendimientos , y recibian los del
pueblo ; y el pueblo con sus aclamaciones, con su
general alegria, y publicos regocijos juraban fideli
dad eterna á su Dios , á la Iglesia, á su Principe.
- Veamos ahora como la mansedumbre de Fran
cisco de Sales extiende, el imperio de la Iglesia, y
acrecienta sus riquezas. . , , X - . . . . .
o III. Estas riquezas son espirituales, y consisten
en el gran numero de justos, que debieron su santidad
á la mansedumbre de Francisco de Sales. Quién se
ra suficiente á numerar las almas que las armas po
derosas de su eloqüencia rescataron del vicio, y en
tregaron en brazos de la penitencia? Luego que se
dexaba ver en la catedra del Espiritu Santo, su man
sedumbre y su mirar modesto, la viveza extraordi
naria y penetrante de sus ojos, su argentina y suave
voz, le hacian inmediatamente señor de todos los
corazones: no era su eloqüencia á manera de un im
petuoso rio, que precipita con estrepito sus encrespa
das ondas; sino como una mansa corriente que blan
damente penetra las entrañas de la tierra, fertilizan
do los campos circunvecinos, á sus orillas; no era co
mo un rayo, que espanta y amedrenta, sino como
un fuego que despedia una luz clara, que se aumen
taba por grados, que obraba sin violencia, que con
sumia imperceptiblemente las ligaduras de las cos
tumbres inveteradas, y que todo lo mudaba sin des
- 4 O 2 truir
-

108 Se RM o N r
truir nada: su lenguage no era aquel lenguage de
terror, que excita en el alma una comocion violen
ta, que nace y se desvanece en un mismo momento,
que el entendimiento procura sacudir pronto de sí,
rque le inquieta y le contrista; sino que era aquel
lenguage de uncion, y persuasion suave, que fluye
y se interna en lo mas intimo del alma, que cauti
va el corazon, y el corazon admite espontaneamente,
que hace aquella amable violencia, de que el hombre
ni puede ni quiere defenderse : pintaba con tan vi
vos colores, representaba con pinturas tan expresi
vas y eficaces la tirania de las pasiones, la tranqui
lidad y la alegria de una buena conciencia, las pu
ras é inexplicables delicias de la virtud , las espe
ranzas de la vida eterna, las misericordias de un
Dios redentor y salvador, las ternuras de su amor
que se encendian los corazones de todos en deseos de
reformar sus vidas , llorando sus pasados excesos.
¡Quantas veces tuvo el consuelo de ver algunos peca
dores que Inovidos, enternecidos , inundados en la
grimas, sin poderse explicar sino con suspiros, ve
nian á sus pies á lograr el fruto de la turbacion san
“ta que habia suscitado en sus almas ! Entonces per
feccionaba en lo secreto del tribunal de la peniten
cia la obra que habia empezado con sus publicos ser
mones. Como director perspicaz examinaba los senos
del corazon, sóndeaba el laberinto de las miserias y
fragilidades humanas, aclaraba el caos de una con
ciencia enmarañada , confusa, incomprehensible has
ta para el mismo pecador; comprehendía toda la
extension del pecado, todo el imperio y vehemencia
de la pasion, y toda la fuerza de la costumbre: como
director severo proporcionaba la satisfaccion á las
culpas, los remedios saludables á las inclinaciones
viciosas, las precauciones de la penitencia á la fla
queza de la voluntad: como director prudente, que
. . . Se
DE SAN FRANcIsco DE SALEs. Io9
se pone á estudiar despacio el caracter del espiritu,
el temple del corazon y los influxos de la gracia
dirigia las almas por aquellos caminos que quiere
Dios, exigia de ellos todo aquello que podian hacer,
y no pedia lo que no podian: como director ilustra
do, habil, consumado en esta ciencia del espiritu,
tan despreciada hoy dia, y tan necesaria sin embar
go, desasia á las almas de sus apegos y aficiones al
mundo, amortiguaba sus malos deseos, reprimia la
sensibilidad, prontitudes , arrebatos del natural, las
levantaba á la mas sublime perfeccion por medio del
exercicio de las virtudes comunes, les comunicaba
aquel merito interior que solo tiene á Dios por testi
go, ni puede tener sino á Dios por galardon : tuvo
especialmente, y este fue Su gran talento , aquel ta
lento con que supo lograr los frutos y progresos de
todos sus talentos: como director sufrido, manso,
pacifico, no tuvo aquel zelo aspero y arrebatado que
mas sirve para perder almas, que para salvarlas, que
amedrenta y exaspera mas pecadores, que son los
pecados que destruye, que no destierra las demas pa
siones, sino para dispertar en lugar de ellas la des
esperacion. No porque dexaba quando convenia de
intimar valerosamente como otro Natan á los pode
rosos del siglo: tu es ille vir (1). Pero por lo co
mun procedia cómo un Samuel que se compadecia
de Saul; como un Jeremias, que lloraba sobre las
ruinas de la ciudad santa; como un Josef cuyo co
razon se enternecio al oir los infortunios de sus her
manos: él alargaba los brazos, abria su pecho al
pecador, le enseñaba á llorar sus pecados, lloran
dolos él mismo , él le animaba, él le alentaba, él le
consolaba, y sin dispensarle en nada los rigores de
la penitencia, le enviaba arrepentido, sosegado, fe
liz y contento.
-- - Vi
e (1) Lib. 2. cap. 12. v. 3
IIO ... S E R M o N
Vive todavia este digno ministro del Evangelio,
este incomparable director de las almas, vive, y vi
ve todo entero para bien y utilidad de la Iglesia en
sus obras, las quales nos le representan al vivo. La
delizadeza, la cultura, la fecundidad de su entendi
miento ; la amenidad, la viveza de su imaginacion;
los suaves y tiernos afectos de su corazon; aquellas
gracias tan naturales, aquella sencillez tan amable
y persuasiva, que el arte con todos sus esmeros y
sutileza no alcanza á igualar, ni á imitar, ni á re
medar : respiran en ellas la paz, la virtud , la ino
cencia, la caridad celestial: obras en fin, de cuya
descripcion me abstendre, porque por fortuna son
tan conocidas en el mundo, que no hay quien las
ignore. -

Por la leccion de estos libros empiezan las almas


espirituales que aspiran á la perfeccion , y por ella
acaban las almas mas perfectas despues de haber es
tudiado todos los demas. Asi, que desde el sepulcro
mismo está San Francisco de Sales instruyendo a l
mundo con las suaves lecciones de su mansedumbre;
al mismo tiempo que le edifica con las virtudes, cu
ya inestimable herencia permanece depositada en la
Orden Religiosa que le reconoce por fundador y
padre. -

Su misma mansedumbre le sugirio la idea de fun


dacion tan util. No faltaban en la Iglesia asilos á don
de se acogian la inocencia y la penitencia; pero la
austeridad de la regla desterraba de aquellos reli
giosos retiros á muchas virgenes christianas, que
por la debilidad de su cuerpo no podian seguir el
fervor del espiritu : y asi reducidas á vivir en el
mundo las hijas de Sion por la imposibilidad de de
xarle, se veian obligadas á entonar los canticos del
Señor en tierra estraña, y cautivas y desconsola
das en medio de la profana Babilonia , veian los mu
* C. - * -- 1OS
un sus E-rt=

DE SAN FRANCIsco DE SALES. III.

ros de Jerusalen cerrados para ellas. Movido pues,


Francisco de Sales de su triste situacion, penso en
congregarlas en un nuevo santuario: su mansedum
bre le inspiró la idea, y ella misma echó los funda
-
ImentOS. - º -

Preparole Dios en una de nuestras provincias una


persona capaz de llevar con él el yugo de empresa
tan dificil. Dotola su Magestad de un entendimiento
despejado para preveer los obstaculos, vigilante pa
ra prevenirlos y evitarlos, sagaz para removerlos,
- intrepido para despreciarlos, animoso para superar-,
los: de un corazon ternisimo y al mismo tiempo ge
nerosisimo, que conocia perfectamente lo que cos,
taba hacer un sacrificio , y que hacia denodadamen+
te los sacrificios mas costosos : de una virtud de tal
caracter y de tal temple, qual le requeria la nueva
fundacion ; de una urbanidad, que se insinuaba en
los corazones, y los cautivaba ; de una autoridad,
que dominaba y sujetaba los entendimientos ; de una
piedad exemplar ; de una fortaleza , que hacia que
la imitasen ; de una prudencia, que no se permitia
ningun exceso; de un zelo, que no toleraba ninguna
relaxacion.: de docilidad para executar las ordenes
que la imponian; de vigilancia para hacer que se
obedeciesen las que ella daba, siendo muy á propo
sito para revestirse del espiritu de San Francisco de
Sales y para comunicarle , para establecerle y man
tenerle, para imitar sus virtudes y promover sus pro
yectos, y de quien se podia decir que no fue menos
necesaria á San Francisco de Sales para la execucion
de sus designios, que lo fue San Francisco de Sales
para ella para su propia perfeccion. Ya habreis, co
nocido que hablo de la santa y virtuosa Francisca
de Chantal. Siendo de una casa ilustre, introduxo to
das las virtudes y todas las riquezas en una casa ca
-- S1
*.

II2 SE R M o N
si tan antigua como el reyno, y casi igual á los prin
cipios del imperio de los Franceses. -

Fue al principio el exemplar de las doncellas po


su modestia y pudor, despues el modelo de las ca
sadas por su afabilidad y virtud : en la flor de sus
años le arrebata un tragico accidente á su esposo á
quien amaba tiernamente. De este modo el Señor, que
destinaba para sus altos designios aquella grande al
ma, la privó de una parte de lo que amaba para dis
ponerla á que no le amase sino á él; y le dexaba lo
demas para darla ocasion de hacer de ello un sacri
ficio digno de su amor. Reducida pues á vivir en el
mundo aunque desasida del mundo , apartada de
todos los vicios, y sin otro defecto que el de buscar
la virtud con una solicitud demasiadamente inquieta,
sintió que se excitaban en su corazon ciertos confusos
afectos, que ni ella podia entender ni explicar. Vio
entonces á Francisco de Sales, y prendada de su man
sedumbre, se entrega á su direccion: descubrele e l
misterioso estado de su corazon, y lo que la gracia
obraba en ella. Y que victimas os parece que se la
piden ? El dolor y sentimiento de un padre, que tie
ne librada su vida y su gusto en esta hija , unica des
cendiente de una casa tan antigua; y un hijo; y
qué hijo imagen viva de aquel esposo, que fue el
objeto de un amor tan tierno. Dexar al hijo era per
der otra vez á su padre, y renovar todas las llagas
de su corazon. Pero quién podria resistirse á las pa
labras de Francisco de Sales, y á sus eficaces persua
siones º Resuelvese pues á abandonar á su padre y á
su hijo para entregarse toda entera á los cuidados
de la nueva familia y generacion que ha de engen
drar en Jesu-Christo, siendo ella la primera piedra
sobre que ha de descansar este edificio. Habia echa
do sus cimientos la mansedumbre de San Francisco
de
DE SAN FRANeisco DE SALES. 3
de Sales; pero ella trazó el plan y las proporciones
Reglas, constituciones , costumbres, gobierno,
todo respira el caracter y el ayre de esta amable
virtud. Su observancia regular , y facil pide solamen
te las calidades del corazon. El espiritu de la regla
es tan sublime, que las almas mas fervorosas apenas
pueden cumplirla con toda su extension 3 pero la le
tra tan benigna y tan sencilla, que la salud mas de
licada y enfermiza puede cumplir todos sus precep
tos. Ella es una mezcla prodigiosa de blandura y de
rigor, ó por mejor decir, obra estupenda de aque
lla mansedumbre prudente y evangelica de Francis
co de Sales : parece que no pide nada, y todo lo
obtiene : abnegacion propia y total, dependencia con
tinua: todos los momentos estan dedicados á la ob
servancia de la regla , pero todas las acciones son hi
jas de la obediencia: perfecto desapropio: se tienen
todas las cosas, y nada se posee: virtudes solidas y
puramente interiores: virtudes que no se manifiestan
en lo exterior por su singularidad, por su aparato;
que nacen y viven ocultas á la sombra de la Cruz
de Jesu-Christo; que cortan, que desarraigan el amor
del deleyte y de la libertad; que ni pueden ser en
gendradas por la vanidad, y que ni ellas pueden
producir ni vanidad ni orgullo.
Regla en una palabra tan benigna y al mismo
tiempo tan perfecta, que solo pide lo que pueden
hacer todas las almas, y que las almas mas perfec
tas no pueden hacer mas de lo que pide. . . . . .
La mansedumbre finalmente de Francisco de Sa
les fue la que consumó esta fundacion tan util para
las almas. Los nuevos institutos padecen al principio
muchas contradicciones. A qué debemos pues atri
buir los progresos tan prontos y tan admirables de
éste, sino á la mansedumbre de Francisco de Sales,
que despues, de haberle hecho dueño de todos los
Tom. VII. P - CO
II 4 SE R M o N -

corazones, le allanó todas las dificultades ? Los Su


mos Pontifices, los Reyes, las provincias, las ciuda
des se apresuran á edificar monasterios para las hijas
de Francisco de Sales. Vos , Señor, quisisteis derra
mar vuestras mas abundantes bendiciones sobre la
posteridad de un padre santo y justo: plantasti ra
dices ejus (). Hablasteis Señor, y se abrieron las en
trañas de la tierra para recibir con alegria aquel re
nuevo , que haciendose bien presto un arbol robus
to, cubrio con su sombra todos los pueblos de la
tierra, y su cima superó á las de los cedros del Li
bano: operuit montes umbra ejus , & arbusta ejus ce
dros. En el discurso de pocos años extendio sus ra
mas desde un mar al otro mar, y ocuparon las mas
florecientes ciudades : extendit palmites suos usque
ad mare (2), Dignaos, Señor, mirar con ojos propi
cios la obra de vuestras manos : respice de caelo &º
vide & visita vineam istam..... quam plantavit dexte
ra tua (3). Derramad vuestras gracias sobre esta san
ta casa, donde registran todavia vuestros ojos aque
lla paz, aquella mansedumbre , aquella caridad in
genua , que estrechaban los corazones de las prime
ras religiosas, que componían al principio esta Con
gregacion: aquel amor divino, que solo se acuerda
del mundo para congratularse de haberosle sacrifica
do generosamente: aquel espiritu de oracion que en
el silencio del santuario os invoca con votos puros y
fervientes; aquel espiritu de fé humilde, que llora
las persecuciones de la Religion , y implora la paz
con lagrimas y suspiros : aquel espiritu de zelo que
comunica á las doncellas , cuya educacion se fia á su
diligencia y esmero, aquellas prendas que las hacen
estimables en el mundo, y todas aquellas virtudes
que contribuyen para edificarle. Dichoso es aquel
- rey
(1) Ps. 79. V. 9. (2) Ibid. V• I2 º (3) Ib, Ve I 5. & 16.
-=- === ---

DE SAN FRANcisco DE SALEs. .. I IS


reyno donde habita familia tan santa: y dichosa es
ta familia, si continúa viviendo siempre imitando las
huellas de este su glorioso padre, que en su manse
dumbre evangelica no solamente halló el merito y
la utilidad de su propia santificacion , sino tambien
todos los talentos y todos los progresos de su minis
terio apostolico.” , , , , ,, , - -

Tal es el instructivo modelo, que os presenta la


- Iglesia á vosotros especialmente ministros del Evan
gelio, á quienes llama á la dignidad del sacerdocio;
á vosotros, repito, que siguiendo los pasos de los
profetas y apostoles os preparais para pelear las ba
tallas del Señor, para ser las columnas de Israel,
los defensores de Sion , la luz y la salud de las na
ciones. -

y laAprended de estesongran
mansedumbre unasSanto , que
de las la paciencia
primeras virtudes o.

que se requieren en una persona dedicada á la utili


dad publica, y llamada á la conversion y santifica
cion de las almas. Aprended de él que si los heroes,
si los conquistadores del siglo se forman é instruyen
en la escuela de las bulliciosas pasiones , entre el
ruido y estrepito de las armas; los heroes, los con
quistadores de la Religion se forman é instruyen en
la escuela del Dios de la paz y del silencio. Aprended
de él que si el ardor que impele y alienta á los he
roes del mundo es el de la ambicion que destruye
las ciudades , que abrasa las provincias, que derri
va los tronos, que tala los imperios; el ardor que
arrebata á los heroes del Evangelio es el de la cari
dad divina , que penetra los corazones, que los en
ternece, que los derrite, que los gana, que los cau
tiva. Aprended de él, que si un Elias, caminando
por los llanos de Samaria con el rayo en la mano,
es el hombre del Dios de la ley , vir Dei; un Pa
blo, porque se aflige con los afligidos, porque acom
P2 . . . . - pa
1 16 . S e RM oN·
paña con sus lagrimas las que vierten los miserables,
es el hombre del Dios del Evangelio: segregatus in
v.
Evangelium Dei (1). - -

Y vosotros , catolicos , no olvideis nunca , que


asi como sola la caridad hace apostoles y ministros
del Evángelio, ella sola hace santos. Mansedumbre
invencible en padecer, pronta en disculpar, indul
gente en tolerar, timida en juzgar, detenida en de
cidir , reservada en reprobar, prudente en disimti
lar, secreta en callar, facil en aplacarse, oficiosa
en obligar, provida en prevenir, modesta en los ho
nores , benefica en el valimiento , amable en las re
prehensiones, tierna en las reconvenciones, liberal
y generosa en la opulencia, sufrida y resignada en
la pobreza , sin altanerias en la prosperidad, sin
murmuraciones ni envidias en la adversidad, sin ca
prichos y sin apego al dictamen propio en la practi
ca de la virtud, sin asperezas, sin indiscreciones en
el exercicio del zelo: en fin espiritu de paz, de union,
de concordia, de mansedumbre, de caridad: ved
aqui toda la sustancia , toda la esencia de nuestra
Santa Religion; no solamente porque la mansedum
bre es la virtud , que nos hace mas semejantes á
Jesu-Christo, que es el exemplar de todas las virtu
des; no solamente porque es la virtud que distingue
la piedad evangelica de la devocion farisaica; no
solamente porque era la virtud caracteristica que con
tanto honor de la Iglesia distinguia á los primitivos
fieles, supuesto que con la filosofia de entonces solo
se criaban virtudes duras y bulliciosas, virtudes des
deñosas y soberbias , y el mundo vio con asombro
que el Evangelio criaba virtudes humildes y modes
tas, virtudes mansas y pacificas : no solamente por
que el exercicio de esta virtud es mas universal por
ser virtud de todos los instantes, de todas las coyun
- - . . tu
(1) Ad Rom, e . v. .-
DE SAN FRANcisco DE SALEs. 1 17
turas, de todas las edades, de todas las condicio mes,
y las demas virtudes tienen sus tiempos , , tienen sus
oportunidades : no solamente porque las demas vir
tudes son nada sin la caridad con que amamos á
Dios, y sin la caridad con que amamos al proximo;
sino porque esta virtud es la perfeccion de todas las
virtudes, la qual supone y requiere necesariamente
todas las virtudes. -

- Porque qué camino os parece hay para llegar á


la mansedumbre evangelica ? No hay otro que el de
renunciar á todos nuestros intereses , á todas nuestras
pasiones, y á, nosotros mismos enteramente.
Es necesario renunciar á todos los iñtereses, á
todos los deseos, á todo pensamiento de codicia.
Porque si el hombre apetece las prosperidades mun
danas, ó si teme los infortunios humanos, ó le in
comodara un rival, ó le perjudicara un concurrente,
ó le desazonara algun impedimento, ó le impacien
tara alguna dilacion , ó le desconsolara alguna tra
ma de su contrario, ó le irritara alguna injusticia, ó
le desconcertara alguna traicion, ó le desesperara al
gun reves de la fortuna.
Es necesario renunciar á todas nuestras pasiones,
y á todas nuestras inclinaciones. Porque si el hom
bre es de natural soberbio, no sabra tolerar una con
tradiccion , un desprecio, un ultrage: si es mal sur
frido, bastara para exasperarle un olvido, una pa
labra indiferente, un gesto serio: si es puntoso, una
zúmba, una palabra , una leve demostracion de po.
co aprecio : si es envidioso, un merito que sobresa
le, un talento que se hace admirar del publico, y
un suceso que le obscurezca y desluzca, excita en
su corazon quejas , despechos, murmuraciones.
Es necesario renunciarse á sí mismo. Una idea
que no se nos adopta , un gusto nuestro que no se
quiere seguir , un capricho que no se nos quiere to
- . - le
1 I8 SE R M o N
lerar: que sé yo que mas , amados oyentes mios
causaria vergüenza el referir por menor las nonadas
que bastan para romperse, como lo vemos todos los
dias, las mas estrechas amistades , con grande des
honor de la humanidad y escandalo de la Religion.
Dixe con escandalo de la Religion, porque si la
mansedumbre de Francisco de Sales honró en su
tiempo y defendio á la piedad christiana contra las
falsas ideas del mundo, hoy dia vemos por el con
trario que por esos arrebatos, por esos pundonores
importunos , por esas altanerias extravagantes, por
esos genios secos y descontentadizos , por esas anti
patias y aversiones mal disimuladas , por esas dis -
cordias , por esos odios , y animosidadess de perso
nas por otra parte virtuosas y timoratas , se ve des
preciada la virtud , y la devocion se mira vilipen
diada por las flaquezas de los devotos. -

Y no dudare añadir finalmente , que si la piedad


mansa y pacifica de Francisco de Sales estendío el
imperio de la Iglesia, nuestras negras enemistades y
discordias acreditan en el mundo, y promueven el
imperio del libertinage y de la irreligion. Olvidamos
nos de que la Iglesia es aquella Iglesia de paz y de si
lencio, de quien decia el discipulo amado que no
conocia los gritos y estrepitosos clamores de las dis
putas: y por eso la convertimos nosotros en el li
ceo y en el portico de Atenas , donde cada uno pro
cura ostentar la robustez y los quilates del entendi
miento, el caudal de su sabiduria y erudicion , las
sutilezas y sofismas de la razon. Todos quieren ser
maestros, todos quieren enseñar y decidir ; y nadie
quiere ser discipulo, ni oir, ni rendirse. El fuego
que vemos propagado en la tierra no es el fuego de
la caridad, sino el de la discordia. O disensiones fa- .
tales, cuya funesta antorcha suele encender el fue
go de las guerras mas sangrientas! Quantas veces,
des
==== ====-

DE SAN FRANCIsco DE SALEs. I 19


pues de haber destruido el santuario é introduci
en el sacerdocio la discordia, desquiciaron el tro
y consumaron la ruina de los imperios Ay, ca
os ! no fraguemos para que caigan sobre nuestros
cendientes, las tempestades y tormentas que pa
... cieron nuestros abuelos ! Si el estado nos debe al
n amor; si nos le debe la Religion; si somos ciu
adanos; si somos christianos , vivamos unidos en
mor y caridad; andemos siempre por los caminos
de la mansedumbre evangelica : caminos seguros,
caminos libres de todo escollo, de todo peligro pa
ra la virtud : caminos que nos llevaran á aquella
santa y dichosa ciudad , donde segun la expresion
de San Agustin , todo es paz y felicidad, porque to
do es amor y caridad. Amen.
» 3 ===é93--- =és:3-- =és:3-- =麺-- = 3 =#s =é)--

S ER MON
EN LA E NTR A D A
DE UNA RELIGIOSA.

Haec est victoria quae vincit mundum fides nostra.


La victoria, con que se vence el mundo, es nuestra
fé. Epist. de San Juan cap. 5. v. 4.
EN aquellos tiempos de ceguedad y de tinieblas
que precedieron á la Religion sacrosanta de Jesu
Christo, apenas conocian otro Dios los hombres, que
aquel Dios á quien llama el Apostol Dios de este si
glo: Deus bujus saeculi. Pero apenas se encendio la
antorcha de la fé, quando se desvanecieron los sue -
I1OS
I2O SERMoN DE LA
ños y fantasmas, que en medio de las sombras y del
tenebroso silencio de la noche del error, habia lle
nado el mundo de mentiras y ilusiones. Ya un Dios
padeciendo y moribundo convida á todas las nacio
nes desde el arbol de la Cruz á que sigan sus san
grientas huellas; y dispertando los hombres como
de un profundo sueño al primer eco de su voz, abren
los ojos ; conocen y lamentan con “harta vergüenza
la indigna esclavitud que padecian: rompen sus pri
siones: renuncian y se desprenden de las blandas y
sensuales delicias de la carne: depositan y arrojan
á los pies de Jesu-Christo los despojos del orgullo y
de la vanidad mundana; y al paso que se desatan
en alabanzas y aplausos de un Dios vencedor y triun
fador del mundo , el mundo se mira solo, despre
ciado, abandonado , precisado á llorar la destruc
cion de su imperio , y de sus honras y opulencias:
haec est victoria. Es verdad que el mundo se levantó
pronto, y renacio de sus mismas ruinas ; que se ad
quirio luego nuevos adoradores ; que la concupis
cencia le reintegró de lo que le habia despojado la
fé; que exerce su dominio y tirania hasta en la grey
mas escogida de Jesu-Christo; pues sin embargo de
ser christianos de profesion y por las obligaciones
que contraximos en el bautismo, somos mundanos
en la practica y en el modo de pensar, y asi pare
ce que no conocemos mas bienes , que los bienes del
mundo, ni mas leyes, que las leyes del mundo , ni
mas evangelio que el evangelio del mundo.
Qué es esto? ha perdido por ventura el escanda
lo de la cruz su fuerza y su eficacia? No por cierto,
amados hermanos mios , os puedo responder con el
Apostol : ergo evacuatum est scandalum crucis? ab
sit (1). En medio de este siglo perverso y maligno no,
de- .
(1) Ad Gal. c. 5. v. 11.
DE UNA RELIGIOSAe I2

dexa Jesu-Christo de conseguir del mundo unas vic


torias que conservan en honra de la fé toda la glo
ria de su primer triunfo, y que nos compelen á creer
que hay todavia un Dios vencedor del mundo: bacc
est victoria. No alegare otro argumento de esta ver
dad, que la ceremonia que nos congrega hoy. Ya
veis delante de vuestros ojos esa delicada doncella,
conducida ante el altar á impulsos de la gracia y de
la fé; y qué pensais viene á buscar aquí? Encendi
da en ardientes deseos de hacer con el mundo un
eterno divorcio, de olvidarle y de vivir olvidada de
él, solo aspira por el feliz momento que la reduzca
á la necesidad de no conocerle ya , y que la ase
gure la complacencia de no ser conocida de él. O
momento dichoso y quán lentamente caminas para
tus deseos, ó amada hermana mia! ya veo que te
quejas de que la victima no sea sacrificada luego
que se presenta, y que el fuego destinado para con
sumirla y que arde ya en tu corazon, no arda ya
en el altar. Este aborrecimiento pues del mundo, es
ta renuncia del siglo, qué otra cosa viene á ser, que
una victoria que la gracia de Jesu-Christo consigue
sobre el mundo? Haec est victoria quae vincit mundum
fides nostra victoria tanto mas gloriosa para Jesu
Christo, quanto es mas provechosa para el alma de
la Peligiosa, la qual abandonandolo todo por Jesu
Christo, lo vuelve á encontrar todo en Jesu Christo,
y renunciando los bienes que el mundo puede dar,
grangea bienes que el mismo mundo no se atreveria
ni aun á imaginar. Baxo estas dos ideas de un triun
fo tan glorioso para Jesu-Christo, como provechoso
para una alma ferviente, determino pues representa
ros el sacrificio de una alma religiosa.
Espiritu divino, concedeme aquellos pensamien
tos , y aquellas expresiones energicas y eloqüentes,
que postran y confunden toda altaneria y orgullo,
Tom. JVII, Q que
22 SERMoN EN LA ENTRADA
que se levanta insolentemente contra Dios, para que la
sencilla y verdadera ponderacion de la excelencia y
utilidades del estado religioso vindique dignamente
esta vida y profesion santa de las preocupaciones, de
los caprichosos sofismas, de las declamaciones inju
riosas, que la falsa filosofia , fomentada por el espi
Titu diabolico de la novedad, aplaudida por la fal
sa politica, alentada por la devocion envidiosa ó ilu
sa, escuchada con ansia por la ignorancia y la credu
la simplicidad, siembran todos los dias en esos infa
mes y fanaticos libelos. Esta gracia te pido por la in
tercesion de tu esposa , protectora y exemplar de las
virgines consagradas á. Jesu Christo. Ave Maria &ºe.

PRIME R A PA R TE.

S por cierto, catolicos: el sacrificio que hace una


v.D alma que entra en religion, es un triunfo que con
sigue Jesu Christo sobre el mundo: un triunfo de los
mas plausibles, de los mas nobles, de los mas au
gustos , y de los mas conducentes para confundir al
mundo, y vengará nuestro Dios de las indignas vic
torias que el mundo consigue todos los dias contra la
gracia de Jesu Christo en tantas almas engañadas y
perdidas: un sacrificio de los mas completos, y de
los mas universales en su extension ; sacrificio de los
mas puros y de los mas desinteresados en su moti
vo, y de los mas generosos y mas heroicos en sus
dificultades: sacrificio en una palabra que parece
equivale á todos los demás sacrificios por la univer
salidad de la extension que comprehende, por el de
sinteres del motivo de donde nace, y por la gran
deza de las dificultades-.. que
nuemos,
le acompañanigº.
", "No . vn
Conti
I. Primer caracter del sacrifició que hace una al
ma que entra en Religion. No es estes igual
º « - º
es- - S
DE UNA RELIGIOSA. 123
los demas sacrificios por la universalidad de la ex
tension á que comprehende? Por entregado que se
manifieste el hombre al servicio del mundo, por
mas idolatra que se precie del mundo, pone limites
y terminos á su amor y su aficion al mundo: llega
ra á ofrecer al mundo sus cuidados, sus atenciones y
esmeros , sus respetos y condescendencias; pero no le
ofrecerá ni sacrificará sus bienes , su fortuna , sus
esperanzas; y si alguna vez llega al parecer á estos
terminos su deseo de servir al mundo, lo hace sola
mente en fuerza de una profunda é interesada politi
ca, que nunca tiene mas presentes sus fines , que
quando parece se desentiende de ellos; que sigue otro
camino para llegar con mas seguridad al mismo ter
mino; que se vale de la ninguna dificultad que tiene
en ceder y desistir de lo que pretendia, para alegar
derecho á otras pretensiones de mas valor y sustan
cia. Como conoce el mundo, sabe que su poder no
alcanza á satisfacer y recompensar ciertos servicios
con todos sus beneficios: de aqui procede que gradua
y averigua en el peso de la prudencia humana lo que
aventura y lo que espera, lo que dexa y lo que solicita,
lo que el mundo quiere y lo que puede: de aqui
proceden aquellas cautelas de una ambicion atentada
y reflexiva en no exceder, ni faltar , en medir los
pasos, en tomar sobre sí empeños con temor y con
recelo, y en no conceder al mundo, sino aquello que
no puede negarle. Aun aquellos que le dan mas , nó
se lo dan todo; y como no extiende la jurisdiccion
de su imperio hasta el corazon humano, aun quando
se lo sacrifican todo, se reservan á sí mismos, que
dandose dueños de sí. , ,, , , ,
- Pero ó qué diferente conducta observa una alma
religiosa, con su Dios! No procede, no , con aquel
temor de propasarse en dar, que apoca y estrecha el
corazon, sino con el recelo de que no da bastante,
...» - Q2 - - - que
124 SERMoN EN LA ENTRADA
que le extiende y dilata: no procede con aquel mie
do y tiento de no aventurar nada, sino con un te
mor generoso de reservarse alguna cosa : no quiere
ser una alma dividida , que no se entrega sino á mes
dias ; sino una alma impelida y arrebatada de un
amor impetuoso, que se ofrece y sacrifica toda en
tera , que al sacrificio de todo lo que es , añade el
sacrificio de todo lo que tiene , deleites , honores, ri
quezas, dignidades, fortuna, descanso, tranquilidad,
libertad, quanto da el mundo, y quanto el mundo
promete: en fin lo dexa todo, lo renuncia todo, y
se despoja de todo.
Y cómo pensais lo dexa todo? No quisiera, ama
dos oyentes mios, que olvidaseis el exceso que el sa
crificio de un religioso hace á todos los demas sacri
ficios. En el mundo lo que sacrificamos á Dios es la
piedad: nuestros sacrificios por lo comun son inte
riores: tal vez estamos prontos á dexarlo todo, y
aun á renunciarlo todo con valor y fortaleza: tal vez
nos sentimos resueltos á perderlo todo rindiendonos
á las disposiciones de la divina providencia, sin per
der sin embargo la paz, ni la tranquilidad del cora
zon; pero en la realidad nada renunciamos , nada
perdemos , y aunque nos lisonjeamos de no amar ni
tener aficion á lo que poseemos, poseemos quanto se
puede amar. En estas circunstancias se hallaba Abran,
quando veia crecer y descollarse á Isaac delante de
sus ojos, y aunque amaba menos á este hijo tan que
rido, que á su Dios ; con todo eso solo despues de
haber levantado el brazo, y empuñado el alfange
para herir al tierno objeto de su amor, fue quando
oyo estas palabras: ahora conozco que amas al Se
ñor tu Dios. Cómo asiº porque el pasar desde el sa
crificio interior, responden los Santos Padres , y del
sacrificio que solamente reside en los deseos y en las
disposiciones del alma, al sacrificio real y efectivo,
- ClCS
DE UNA RELIGIOSAe 125
cuesta siempre infinita dificultad ; porque al ver la
naturaleza descargar el golpe, entonces es quando
se asusta, se estremece, se duele , gime, se lamenta:
entonces suele vacilar y postrarse el animo y el va
lor del hombre; y quando este valor y esta constan
cia no flaquease en las mas peligrosas ocasiones, quan
do el sacrificio estuviese ya consumado en lo inte
rior de la voluntad, era con todo eso un misterio
para el mundo, cuya vista no tiene la suficiente pers
picacia para registrar los senos ocultos de nuestros
pensamientos y resoluciones. Antes que fuese colo
cado Isaac en la hoguera, le veia ya Dios inmolado
en el corazon de Abran, pero el mundo no le veia.
A este modo pues , aunque un sacrificio interior
sea bastante para que el hombre triunfe en los ojos
de Jesu-Christo ; pero este no es un triunfo pa
ra Jesu-Christo en los ojos del mundo: es necesario
por consiguiente que el sacrificio sea real y exterior,
sea visible y sensible para confundir la pompa del
mundo, para abatir el orgullo del mundo, para dar
á conocer al mundo la debilidad de sus armas con
tra los influxos poderosos de la gracia de Jesu-Christo.
A qué sacrificio conviene esto pues mejor que al
sacrificio de la alma de una Religiosa? Sacrificio, que
del pensamiento pasa á la execucion, y asi ella no
se contenta con no amar nada en el mundo, sino que
nada quiere conservar en el mundo. Sacrificio publi
co y solemne, y asi no se contenta con tener en
cerrado en su corazon el odio y desprecio que pro
fesa al mundo, sino que quiere que el mundo sea
testigo de sus determinaciones , el espectador de su
fuga y desercion , y el depositario de sus protestas
y juramentos: es verdad que estando para ausentar
se de él, le busca y hace que la acompañe hasta el
Santuario, resignando en sus manos quanto ella po
see , para darle un publico testimonio de que él no
- tie
1 26 SeRMoN EN LA ENTRADA
tiene dominio alguno en su corazon , y para intimar
le que si en aquella ocasion pone los ojos en él es pa
ra asegurarse que jamás pensará en ella.
Es este sacrificio tanto mas ignominioso para el
mundo, quanto que el alma religiosa no solamente
renuncia todas las delicias y peligrosos pasatiempos
del mundo, sino hasta sus inocentes y permitidas di
versiones. Hay un mundo de que vosotros , ó justos
del siglo , huis, pero hay otro de que no huis., Bien
sé que aborreceis las maximas viciosas del mundo,
sus escandalosas impiedades, su orgullo y pompas
ostentosas, su inmoderado luxo, sus horribles ven
ganzas, sus engaños y deslealtades, sus atroces y
desatinadas ambiciones, sus detestables deleites; pero
esto no es mas que guardar los Mandamientos. Mas su
puesto que no renunciais las comodidades de su opulen
cia, el pasatiempo de sus conversaciones, sus pompas
y sus honores, sus agradables amistades, podeis decir
que seguis los consejos Evangelicos? Yo veo que soli
citais vuestros intereses, que adquiris y conservais
amistades, que no quereis decaer de la decencia y
explendor de vuestro estado, que manteneis vuestra
autoridad, que conservais vuestra opinion, que pro
curais con solicitud acomodar á vuestros hijos, que te
neis afecto y apego á todo esto, y supongo que to
do lo haceis con la subordinacion que Dios pide, con
la preferencia que Dios merece ; pero finalmente es
tais sujetos á estos apegos; amais y sois amados: es
verdad que en todo mirais principalmente á Dios;
pero Dios no os es todas vuestras cosas: y aun quanº
do vosotros no tuvieseis ya amor al mundo, yo veo
que el mundo os ama todavia á vosotros ; sino os
falta valor para apartaros de él, veo que teneis la
complacencia de que él os busque: supuesto pues que
el mundo no os dexa á vosotros , es indicio que no
habeis dexado vosotros enteramente al mundo: con
N que
DE UNA RELIGIOSAe 127
que vuestro sacrificio es solo un principio de sacri
ficio, es un sacrificio menos perfecto. Luego la vic
toria que por vosotros consigue Jesu-Christo contra el
mundo, no es una victoria entera y completa. .
Quándo consigue pues Jesu-Christo un triunfo ple
no y total? Miradle en el sacrificio que hace una Re
ligiosa : ni tiene la menor parte en los intereses del
mundo, ni reconoce esperanzas ni pretensiones de
parte del mundo; el divorcio que hace con el , es mu
tuo: su separacion reciproca ; el mundo muere para
ella como ella para el mundo; ella le abandona, y
él es abandonado por ella; y quando ella se olvidase
de sus obligaciones, y protestas, el mundo no se ol
vidaria de ellas, y quando con sus deseos se acor
dase del mundo, el mundo, no dexaria de huir de
ella. - --->
- Sí, Dios mio , exclama una de estas almas religio.
sas desengañada y fervorosa , bien sé que el cuchi
llo que me poneis en la mano, es aquel cuchillo de
separacion que corta todo lo que tienen de peligroso
y de menos puro los vinculos mas estrechos de la
sangre y de la amistad: veni enim separare filiam ade
versus matrem (1): bien sé que en medio de las amista
des del mundo , de las amistades que se engen
dran del amor propio y de la concupiscencia, no se
oye por mucho tiempo la voz de la naturaleza quan
do no la sostiene y fortalece la voz del interes propio,
que es todavia mas poderosa; porque los hombres
fmiran luego con indiferencia y aun con estrañeza lo
que no les es util; bien se que lo que debiera exci
tar su agradecimiento, que es la renuncia que se nos
e de nuestros bienes á favor del resto de la fami
lia, extingue en ellos la ternura ; porque enriqueci
dos con los despojos, no quieren reconocer la mano
-
º , , , ,, , , que
(1) S. Mat. c. 1o. v. 35. - 3
128 SERMoN EN LA ENTRADA
que se los alarga; la sucesion en los derechos agenos
destierra el amor de su corazon, porque luego que
no tienen ya que esperar nada de nosotras, nos cier
ran la puerta para que nada esperemos de ellos ; y
asi hay pocas religiosas que como las hijas de Laban
no puedan decir que se miran desconocidas en la ca
sa de su propio padre: quasi alienas reputavit nos.
Bien es que acaso nos conocen quando se ven en al
gun trabajo; entonces acuden á comunicarnos sus
desgracias, á que les enjuguemos sus lagrimas ; vie
nen á pedirnos la compasion , los afectos y las de
mostraciones que ellos nos negaban ; pero si avisados
de la adversidad , se acuerdan de que son hermanos,
hermanas , padres y amigos, luego se olvidan otra
vez con la prosperidad , y vuelven á su antigua indi
ferencia. Ojala pues, ó Dios mio, que el exemplo de
estos, avivado con vuestra gracia consuma y aniqui
le en mí hasta las ultimas reliquias de las aficiones
del siglo. O qué feliz es quien os ama, y quien no
ama sino a vos. Pareceme que el poder ser aun ama
da del mundo, es amarle todavia, y que mientras me
sea permitido el volver á él, todavia no le he dexa
do. Estremezcase con el pensamiento solo de una re
clusion perpetua el alma sobre quien vuestra gracia
no haya derramado sus benignas y copiosas influen
cias; que aunque yo conozco la inconstancia y la ve
leidad de este corazon de lodo y tierra, y que si me
pusiese en sus manos, huiria de mí, derramandose á
pesar mio por las criaturas, pero los votos del estado re
ligioso serán un antemural que le detenga y fixe, y un
dique que contenga el impetu de sus deseos. O dulce
y amable necesidad de vivir siempre abrazada con
Jesu-Christo. O estado felicisimo, aquel en que el
hombre no puede ser feliz sino habitando con su Dios!
O quán dignas de compasion son aquellas almas que
viven contentas donde Dios no se halla. O Señor, pa
13
-
---- ----- ---
- -= ---------

TDE UNA RELIGIOSA, I29


ra quien os ama de veras quanto le conviene un esta
do de vida en que solamente os halle á vos! e

Tal es pues, y tal debe ser el estado religioso.


De modo que una alma que le abraza, se priva de to
do recurso ; se cierra todos los caminos de volver al
mundo ; desarraiga de su corazon toda esperanza de
otro destino y fortuna; da quanto tiene, y dalo pa
ra siempre: de donde se sigue que es un sacrificio
que equivale á todos los demas sacrificios por la uni
versalidad y extension que comprehende. Cuyo se
gundo caracter es equivaler á todos los demas sacri
ficios por el desinteres y pureza del motivo de don
de nace. .

II. El mundo no conoce verdaderos adoradores,


porque estos no son sino unos esclavos interesados
que quieren agradarle : buscan sus favores y merce
des, no su amistad : si olvidandose de sí, se sacrifi
can por vosotros, ó grandes del mundo, vosotros
que dispensais las honras, que distribuis las gracias,
no vivais engañados; porque todo esto nace de un
zelo falso é hipocrita, que solo aspira á saltear vues
tro agrado y agradecimiento con las exterioridades
de unos obsequios fingidos, y de merecer vuestras
dadivas con servicios que no se proponen otro obje-,
to. Esa turba de aduladores, que inseparablemente
os acompañan, aman vuestra fortuna, no á vuestras
personas. Que os despoje de vuestro valimiento y de
vuestras riquezas un contratiempo; que un caso im
previsto derrive los cimientos de vuestro poder y
autoridad, y os vereis bien presto reducidos á una
soledad espantosa , conociendo finalmente que el in
cienso que humeaba en vuestros altares, se ofrecia
á otra deidad. Todos eran unos obsequios y unos sa
crificios dictados por la vanidad, la codicia, la ne
cesidad; porque los dioses de la tierra no reciben
otros, ni los hombres mundanos se persuaden que,
Tom, VII. R ha
r.3o SERMoN EN LA ENTRADA
haya otros mas puros ni mas desinteresados, pues
como solo se buscan á sí mismos, no pueden creer que
el hombre dexe de buscarse á sí mismo. De aqui
nace que por mas que se ofrezcan á los ojos del mun
do los exemplos de la conducta mas ajustada , de la
virtud mas edificativa , siempre es reputada esta vir
tud en el dictamen del mundo por una virtud dudo
sa y sospechosa : siempre se persuadira el mundo,
ó se lo querra persuadir que los que sirven á Dios,
tienen otros fines, que el de servirle solamente, que
no obran bien por el unico motivo de agradar á
Dios, que se oculta algun misterio, algun artificio
en el aparato de virtud , que se ostenta al publico;
que siempre se mezcla algun interes, alguna ambi
bicion , alguna politica, ó por lo menos cierto ca
pricho , cierta flaqueza, cierta pobreza de entendi
miento: error, que priva al mundo del exemplo y
de la edificacion, y á Jesu-Christo de la gloria de
los sacrificios que le ofrece la virtud mas sincera y
mas ingenua en sus acciones. Pertenece pues á la glo
ria de este Dios y Señor santificador que se vean en
el mundo sacrificios , cuyo principio no pueda igno
rar el mismo mundo, y que se vean virtudes que en
el juicio y estimacion del mismo mundo sean reputa
das por virtudes sinceras y verdaderas.
No es esto pues lo que para credito y honra de
la gracia de Jesu-Christo hacen tantas generosas vir
genes que se consagran á Dios con los votos de la
Religion & Porque en efecto, qué fines humanos y me
nos justos puede imputarlas el mundo Acaso el in
teres ? Lexos de aspirar á lo que poseen , se desa
propian de lo que poseen. Acaso la ambicion ? Las
honras del mundo no hablan ya con ellas , y por
mas que las merezcan , no pueden recibirlas , pues
todos sus pomposos titulos se reducen al de siervas
humildes de un Dios humillado. Acaso la
º
¿ lllCl
DE UNA RELIGIOSA • 13r
Quien nada espera del mundo , ningun respeto ni
contemplacion guarda con el mundo. Acaso la va
nidad ? Qué les importan las alabanzas humanas?
El rumor de los aplausos y elogios que les tributa
sen, nunca llegaria á oirse en el silencio del claus
tro. Acaso el capricho, el temperamento? El pri
mer paso que se da para abrazar el estado religioso
es reformarse el novicio, degollar todos sus apetitos,
y renunciarse á sí mismo con un desasimiento mas
perfecto todavia, que aquel con que renuncia al
mundo. El amor de la comodidad , el deseo de una
vida regalada ? Qué es la vida de la religiosa, sino
una serie de obligaciones repugnantes, de observan
cias duras, de sufrimientos intolerables para quien
no gusta de padecer ? Acaso algun fervor indiscreto,
que se anticipó á la reflexion ? La esposa de Jesu
Christo no se sujeta al yugo sino despues de haberle
llevado; ni se obliga á andar por los caminos as
peros y dificiles sino despues de haber discurrido
por ellos; ni hace entrega de su corazon sino des
pues de haberse asegurado de sí misma, y de aquel
á quien le entrega,
Con que ni el mundo, ni los fines mundanos tie
nen parte en las determinaciones de una alma reli
giosa. No lo he dicho todo. El amor que prepara y
conduce la victima, no solamente no es un amor de
conveniencia propia, sino un amor de caridad: y
los deseos á cuyos impulsos se perfecciona este sa
crificio, no solamente no son deseos de la natura
leza , sino que son deseos de la gracia ; antes son el
amor de la mas pura caridad; antes entre todos los
deseos de la gracia podrian ponerse en el numero de
los deseos mas santos , mas nobles , mas generosos,
mas heroicos, que puede inspirar la gracia.
Porque la vida religiosa no es de precepto; solo
es de consejo : no pertenece á la sustancia del Evan
R 2 ge
132 SERMoN EN LA ENTRADA
gelio, solo es perfeccion del Evangelio. Qué se si
gue pues de aqui? Entiendelo , amada hermana
mia , no para desvanecerte con tu heroica resolu
cion , sino para dar gracias inmortales á este Dios
de las misericordias, que te ha dado todo quanto le
dais , y que te ha comunicado una fortaleza, que
no es de tu propia cosecha. No le hubieras tu segu
ramente buscado, dice San Bernardo, si él no te
hubiera buscado primero; ni le hubieras elegido por
tu esposo, si él no te hubiera elegido á tí por espo
sa: non enim quaereres , nisi prius quaesita ; non elige
res, misi elebia. Oid, hombres mundanos ; sabed que
duran todavia en la tierra algunas centellas de aquel
puro y nobilisimo fuego que abrasó los corazones de
los christianos de la primitiva Iglesia.
Determina Jesu-Christo hablar al corazon de una
alma fiel, y se le manifiesta en aquella figura y dis
posicion en que le vio el Sol que presenció su muer
te, pobre, abatido, abandonado por sus amigos, es
carnecido por su pueblo, desconocido por sus disci
pulos, desamparado de su Eterno Padre, el sem
blante difunto, inundado en su propia sangre, cu
bierto de profundas heridas, pronunciando aquellas
palabras que se dixeron en otro tiempo á Abran:
egredere de terra tua , & de cognatione tua (1): sal de
tu patria, apartate de todo lo que amas, y de todo
lo que á títe ama , y ven á internarte en este desier
to, donde no hallarás otra guia, que los vestigios
de mi sangre: sponsabote. Yo intento desposarte; pe
ro todo tu dote, todo tu ajuar, toda tu riqueza ha
de ser el retiro, el silencio, la soledad profunda.
De modo que todos los beneficios y ganancias que
te promete Jesu-Christo es vivir baxo una obedien
cia penosa y austera, traer una vida obscura y mor
ti
(1) , Gen. 12, 1.
Era a E-e==- ==== -=

- DE UNA RELIGIOSAs I33


tificada en el retiro de un claustro, privada de to
do deleite , olvidada y desconocida de los hom
bres. En fin él no te ofrece otros gages, que hacer
te participante de su Cruz. Y para que recibas esta
prenda de su amor, es indispensable que lo dexes
todo, que lo renuncies todo. Pidete á la verdad un
grande sacrificio; pero no te engañes: entiende que
no hace mas que pedirlo; pues su voz no es voz de
un superior que manda con imperio, que exerce con
rigor sus derechos, que hace ostentacion de su au
toridad : antes es voz de un amigo , de un padre, de
un esposo que convida, que llama: quiere deberlo
todo al amor: pide , y si como puedes, te resistes
á los llamamientos de su gracia , él se contristara,
gemira, se lamentara; pero te amara todavia. Es
posible, responde el alma fiel, que habia de conti
nuar Jesu-Christo en amarme, y habia yo de mos
trarme ingrata á un amor tan tierno y tan constan
te? Ay! que aunque el Señor tolerase mi ingratitud,
yo no podria sufrir sus quejas. Ya veo, Señor, que
me llamas; y adonde he de ir ? Al Calvario, dice
Jesus. Alla iré á sacrificarme con vos. Y quando me
dexaseis sola , iria á vos con mayor seguridad y con
mayor prontitud. Qué? no os he de reconocer por
mi Dios, sino quando os considero armado con el
rayo de vuestras venganzas ? No lo sois pues menos,
quando os contemplo pendiente en esa cruz de tres
escarpias. Y en este estado, quien será el que os
niegue nada ? Vos, Señor, os dignais de olvidaros
de que sois mi Juez; vos solo me hablais en el idio
ma del amor mas puro y encendido; y como habeis
enseñado á mi corazon á que entienda este idioma,
solo os responde ya con ansias y suspiros: ya cor
re en pos de vos. O amor, ó caridad divina! quan
do se ofreció en tus aras victima mas noble? No, ca
tolicos, no me admira, no, que los teologos conce
dan
/
I 34 SERMON EN LA ENTRADA
dan al parecer al estado religioso una especie de
preferencia en cierto sentido sobre el martirio : ni
dire yo que la vida religiosa es un martirio continuo,
un sacrificio, en que la victima despues de haber re
cibido el golpe mortal, permanece en el altar mu
riendo siempre , y dilatando el morir solo por durar
en el padecer : y que habria tal vez alma que te
niendo valor para sufrir el martirio, no le tendria
para vivir siempre en este estado de inmolacion: y
que en ciertas circunstancias le costaria al hombre
menos algunas veces derramar de una vez su sangre,
que derramarla de este modo gota á gota: solamen
te dire que la constancia y valor de los martires
eran excitados y sostenidos con razones y motivos
poderosisimos; y si es inegable, segun lo atestigua
Jesu-Christo en su Evangelio, que la mayor cari
dad es aquella que da la vida por el proximo á quien
ama: majorem hanc dileciionem nemo habet, ut ani
mam suam ponat quis pro amicis suis, no podemos
creer que otros motivos, bien que puros, pero me
nos perfectos, excitaron tal vez en algunos , y ani
maron esta caridad ardiente ? Veian es cierto encen
didas las hogueras que los habian de reducir á ce
nizas ; pero consideraban por otra parte aquellas lla
mas inextinguibles, que ardian para castigar la apos
tasia de una alma infiel y perjura : veian delante de
sí los cuchillos, los cadahalsos, á un tirano furioso,
á unos verdugos barbaros y desapíadados; pero con
templaban por otra parte á un Dios irritado, á un
Dios vengador, con el caliz de su furor en la mano,
que beben y beberan los pecadores por toda una
eternidad , apurandole hasta las heces: es verdad
que oian los clamores sediciosos de un pueblo que
deseaba beberles la sangre; pero oian al mismo tiem
po en lo interior de su corazon la voz de aquella
terrible verdad; que es mejor entrar en el cielo
DE UNA RELIGIOSA, 35
figurado y mutilado por los tormentos, que conser
varse integro de sus miembros recibiendo en ellos
los golpes de una justicia inexorable: si se trataba
de perder todo lo temporal, tambien se trataba de
perder los bienes eternos: por una parte amenazaba
el pecado ó la muerte: por otra instaba el cielo ó el
infierno: y si eran llamados á un terrible sacrificio,
tambien se sentian estimulados por grandes é impor
tantes intereses. Esta resolucion pues valiente y cons
tante , con que renuncias las comodidades, los hala
gos, las esperanzas del mundo, no me esta persua
diendo á que el amor divino es el que unicamente
te mueve á hacer este sacrificio 2 No es todo de él
y para él 2 Jesu-Christo te habla , no te manda: so
lamente desea, no ordena: para cautivar tu corazon,
no se ha valido sin duda sino de los atractivos de su
amor: y tu corazon se rinde, cede, obedece, ama,
y solo desea ser amado : el amor divino es todo Su
deleite y sus delicias; y el amor divino sera su re
compensa y galardon. O qué sacrificio tan puro y
desinteresado en su principio y en sus motivos!
- El tercer caracter del sacrificio religioso iguala á
todos los demas sacrificios por la grandeza y ardui
dad de las dificultades que acompañan. Nadie nega
ra, catolicos oyentes mios , que el consagrarse á
Dios un joven, ó una joven con los votos indisolu
bles de la religion es una obra que es necesario le
cueste suma dificultad. Porque ni ella ha tenido tiem
po para conocer lo que es en sí este mundo, cuyo
exterior florido se representa tan apetecible ; ni pa
ra penetrar por entre esta corteza hasta lo interior,
en donde oculta tantas miserias y dolores: antes se
figura esta tierra fatal que debora á sus habitadores,
como una mansion felicisima, donde manan como
de una fuente inagotable los deleites , las delicias, y
las comodidades de una vida libre y tranquila : el
ll
136 SERMoN EN LA ENTRADA
infierno por otra parte excita en su imaginacion, que
con tanta facilidad se inflama, mil vislumbres de
mundanas prosperidades , sembrando en su entendi
miento, que tan distante se halla de conocer las
perfidias de los hombres , inumerables halagueñas
fantasias: entonces llena el alma de ideas agradables
y lisonjeras , se derrama en deseos ; el corazon se
agita y se enciende; y arrebatado de no sé que dul
ces esperanzas acude velozmente adonde le llama,
y registra la imagen de la felicidad que se promete.
Detienela en este estado la gracia , y le dice: veni,
sequere me (1): ven, sigueme , dexa el mundo, que
ni es para tí, ni tu para él: palabras llenas de ter
ror y espanto, que el mancebo del Evangelio no pu
do oir sin consternarse: abiit tristis (2): palabras
duras y terribles para una alma que tiene bastante
conocimiento de Dios para aumarle , y no conoce
bastante al mundo para despreciarle: perplexa pues
entonces é irresoluta, duda y fluctua entre Dios y
el hombre, y no se atreve ni á obedecer la voz de
Dios, ni á resistirse. Y la dexareis, vos Señor, por
mas tiempo en manos de su flaqueza, y de los en
gaños del mundo ? os complacereis acaso con sus in
quietudes é irresoluciones? Rasgad, Señor, el velo,
que le oculta lo caduco y perecedero de los bienes
terrenos , y no hallareis ni combates que vencer, ni
resistencias que rendir. Pero qué diferentes son nues
tros pensamientos de los de la sabiduria eterna No
por cierto , no seria este triunfo tan digno de Jesu
Christo , si solamente le consiguiese del mundo co
nocido por lo que es, perfido, inconstante, antoja
dizo y engañador.
Cómo pensais pues que procede quando llama á
alguna alma á la vida Religiosa? No se para á con
VCIl
(1) S. Mat. c. 19. v. 21. (2) , Ibidem,
==

- DE UNA RELIGIOSA, 137


vencerla de los engaños y traiciones del mundo: de
xala con todas sus ideas , con todas sus inclinacio:
nes, y de las mismas esperanzas halagueñas del
mundo saca motivos poderosos que la determinan á
renunciarle. El mundo me promete, se dice á sí mis
ma que sirviendole vivire una vida llena de conten
tos y deleites inalterables. Con que este es aquel
mundo traidor , reprobado por Jesu-Christo tantas
veces aquel mundo de quien dixo que había de na
dar siempre en un mar de delicias, y que los ver
daderos christianos se habian de alimentar de lagri
mas : mundus autem gaudebit, vos autem contristabi
mini! (1) Con que éste es aquel camino sembrado de
flores , que guia al precipicio aquel ancho y espa
cioso camino por donde andan y se pierden, satis
faciendo sus perversos deseos, inumerables naciones
Se han borrado acaso de las Sagradas Escrituras, ó
por téner diez ocho siglos de antiguedad, han per
dido algo de su autoridad y energia aquellas pala
bras, que en la primitiva iglesia poblaron los de
siertos? Es necesario llevar su cruz, renunciarse á
sí mismos, reprimir sus apetitos, padecer los mas do
lorosos sacrificios, si queremos entrar en el reyno ce
lestial Por mas que registro las diferentes mansio
nes de la celestial Jerusalen, no veo ninguna desti
nada para los poderosos del siglo. Con que solamen
te me ofrece los deleites temporales este falso mun
do, para privarme de los eternos: por otra parte
qué vienen á ser estos deleites que el mundo me pro
mete, y á qué precio me los vende ? Es cierto que
el mundo se gloria de que tiene reservados para sus
seguidores puros é inocentes gustos; pero felices de
aquellos, que antes de esponerse al naufragio, des
confiaron de la inconstancia y de la braveza de las
-- Tom. JVII. } ti Si, - olas
- (1) S. Juan Ce 16. Ve 2o. - - . .
138 SERMoN EN LA ENTRADA
olas del mar. Lo que me consta es que el mundo
abunda en objetos que ofenden y perjudican á toda
virtud que quiera conservarse ilesa. Judit evita las
concurrencias de las hijas de Israel, y vive como so
litaria en medio de Betulia. Ester se lamenta de la
dura necesidad que la obliga á ocupar el trono, y
negando su presencia á una multitud importuna de
cortesanos , se retira todos los dias á bañar con sus
lagrimas la diadema, que es la fatal cadena que la
aliga al mundo. Tobias el mozo huye con el mismo
empeño de incensar á los dioses de la gentilidad,
que de los pasatiempos propios de su edad. Mil ve
ces he visto gemir á muchos verdaderos christianos
la rigurosa suerte que los obliga á vivir cautivos en
este valle de lagrimas. Si las diversiones del mundo
no amenazasen pues á su virtud, por qué habian de
desear con tanta ansia desamparar una region , don
de no corriese ningun riesgo ? Lo que me consta es
que si el pecado no siempre acompaña los deleites
del mundo, vive muchas veces muy inmediato á
ellos. Yo he visto con efecto algunas almas, que en
otro tiempo se estremecian al ver la sombra sola
mente del vicio, y despues de alguna comunicacion
con el mundo, traspasaron los limites de la virtud,
y jamas la recobraron. Qué sé yo si mi suerte se
ria mas feliz ! Qué sé yo si conservaria largo tiem
po en este contaminado mundo la flor de la ino
cencia, tan preciosa por una parte, y tan deli
cada y fragil por otra Acaso caeria en el abismo
del pecado; y quien sabe si me levantaria de él y
quando me enmendase de mi mala vida, dónde ha
llaria yo, Dios mio, consuelo de haberos abando
nado? no dudo que vos me perdonariais segun la mu
chedumbre de vuestras misericordias, pero yo no
me lo perdonaria jamas. Lo que me consta es que si
las diversiones del mundo no comunican muchos vi
CIOS,
DE UNA RELIGIOSAe I39
cios, privan de muchas virtudes ; y como ellos son
amables, y con efecto los ama el hombre, el cora
zon, que solo debe amar á Jesu-Christo, vive divi
dido. Pero yo despues de la felicidad de unirme con
él en el cielo con los perpetuos y deliciosos vinculos
de un amor satisfecho , no conozco otro amor mas
perfecto y deseable que unirme con él en la tierra
con las ansias impacientes de un amor inquieto, y
avivado con la ausencia. Apartese pues de mí, hu
ya lexos ese falso mundo, que tan facilmente con
seguiria enjugar unas lagrimas, cuyo manantial quie
ro yo que siempre corra: solamente anelo por dar
le pruebas evidentes de que le aborrezco, y de que
merezco su aborrecimiento: confieso que quanto mas
amable se ostenta , mas le detesto; y que si no tu-,
viese tantos atractivos, no pondria yo tanto esmero
en huir de él.
O catolicos qué espectaculo tan digno de la ad
miracion de los hombres y de los angeles es ver á.
una alma, que sin embargo de las erradas ideas que
perturban su propia razon, se desprende del mundo,
para abrazarse con un Dios crucificado ! ¿Pero en
cierto sentido no seria menos glorioso para Jesu
Christo desvanecer y destruir sus preocupaciones,
que de contrarrestar su fuerza , y oponerse á sus im
presiones? porque el mundo no es lo que piensa es
ta alma; ella entiende que renuncia muchos deleites,
y lo que muchas veces renuncia son muchas pesa
dumbres : ella , añade San Gregorio, dexa delante
de Dios quanto cree que dexa, procediendo de su
error el mayor merito de su sacrificio. Pero sería
de poca ó de ninguna importancia que esta alma
prefiriese á Jesu-Christo á un mundo como es en sí,
esto es , un mundo lleno de engaños , de traiciones,
de miserias; y es de suma importancia, que pre
fiera á Jesu-Christo á un mundo segun, que ella se le
a
-
S 2 fi-”
- «.
I4O SERMoN EN LA ENTRADA
figura, esto es , á un mundo que abunda en delicias y
diversiones, á un mundo amable y digno de ser amado.
Victoria admirable que Jesu-Christo consigue del
mundo, y que obscurece los triunfos que el mundo
consigue de Jesu-Christo. Porque no ignorais que
quando el mundo roba las almas á Jesu-Christo, no
triunfa el mundo real y verdadero como es en sí,
sino un mundo quimerico, un mundo fantastico, un
mundo que existe solamente en una imaginacion en
gañada, un mundo que no hay, y del todo diferen
te del que vemos : victoria y triunfo, de que debe
ria avergonzarse el mundo, supuesto que para ven
cer tiene necesidad de valerse de engaños; supuesto
que el mundo no tendria seguidores, si no tuviese la
desverguenza de mentir, y si el hombre no tuviese la
flaqueza de dexarse engañar. Pero por el contrario
quando una alma llena de fervor se dedica y aliga
al servicio de Dios con los votos de la Religion, no se
vale Jesu-Christo de colores agenos para pintar el
mundo de manera que se desfigure. Qué digo º An
tes, como esta seguro de sus fuerzas y de su impe
rio, se desdeña de descorrer y arrancarle al mundó
el velo con que se cubre, porque el valor y la cons
tancia que sabe inspirar en una alma docil y humil
de, es mayor que toda la astuta y falaz persuasion
del mundo. Con que el triunfo del mundo consiste
en vencer con engaños Con que el triunfo de Jesu
Christo consiste en vencer los engaños del mundo, y
del mundo segun que se pinta y se representa á sí
mismo! Concluyamos. El sacrificio que hace el alma
que abraza la vida religiosa, es un sacrificio que
iguala á los demas sacrificios por la universalidad de
la extension que comprehende, por el desinteres de
los motivos de donde procede, por la grandeza de
las dificultades que le acompañan: de dónde se si
gue que es uno de los triunfos mas gloriosos para
DE UNA. RELIGIOSA. 2 I41
Jesu-Christo. Veamos ahora quan provechoso es es
te sacrificio al mismo que le hace.
SEGUNDA PARTE.
-- , . - -

Lº grande y esencial diferencia que se halla en el


servicio de Dios y el servicio del mundo consiste,
segun observa San Bernardo, en que el hombre hace
muchas veces por el mundo mas de lo que el mundo
puede hacer por él. Pero en el servicio de Dios quanto
mas da y mas hace el hombre, mas recibe ; y aunque
él no piense en su propia conveniencia, Dios pensará
por él, dandole tanto mas, quanto menos piense en sí.
¿Hay alguna alma que dexe mas plenamente todas las
cosas, que se renuncie á sí misma mas absolutamente,
que la que abraza la vida religiosa ? Sin embargo de
eso, mirando con madurez las cosas , parece que
todas sus acciones van reguladas por el amor mas
vigilante sobre su propio interes. Porque en qué esta
do se mira en virtud de su sacrificio, sino en aquel
estado feliz en que el santo Rey David , manifestaba
su agradecimiento á Dios, diciendole : bendito seais,
Dios y Señor de las misericordias, porque me li
brasteis de los lazos que se me armaban, y porque
enjugasteis mis lagrimas º eripuit oculos meos d lacry
mis , pedes meos d lapsu (1). Dos utilidades que saca
la religiosa de su sacrificio, porque dexando el mun
do, asegura su salvacion: pedes meos d lapsu: y de
Xando el mundo, asegura la tranquilidad de su cora
zon: oculos meos d lacrymis. Dos utilidades que no se
hallan juntas sino en el estado religioso. Prestadme
atencion , sí bien no quisiera exagerar nada. Con efec
to, no es mi animo decir que con una continua vigi
lancia no pueda el hombre llegar á conseguir su sal
- o va-,
- (1) Ps, 14. V, 8, - - .." " - - -- - va
a
I42 SERMON EN LA ENTRADA
vacion , viviendo en el mundo; tampoco intento de
cir, que entregandose á todos los deleites y pasatiem
pos del mundo, no pueda gozar de alguna felicidad
en el mundo. Solamente intento afirmar que en el es
tado religioso, y no en otro, pueden verificarse jun
tas estas dos utilidades, salvacion y tranquilidad, ino
cencia y paz. Para convenceros, sentare dos propo
siciones: la primera, que una alma que no vive an
siosa de su salvacion, no puede hallar en el mundo
sino peligros y engaños: la segunda , que una alma
que vive abrasada en el deseo de salvarse, no puede
hallar en el mundo sino afliccion y descontento: dos
proposiciones de donde se sigue que el mundo redu
ce al hombre á la triste necesidad de perder su sal
vacion ó su tranquilidad, su virtud ó su sosiego, y
por consiguiente que en la Religion le es facil á una
alma ser virtuosa, y vivir con tranquilidad , y ser
tan santa y tan feliz quanto se conceda serlo al hom
bre en esta tierra de flaquezas y miserias: eripuit
oculos meos d lacrymis , pedes meos d lapsu. En dos
palabras, la santidad mas facil, la santidad mas fe
liz; menos riesgo y peligro, mas paz y consuelo en
la virtud , ved ahí dos utilidades que tiene el chris -
tiano que profesa vida religiosa, sobre el christiano
que vive en el mundo.
La virtud expuesta á menos riesgos y peligros:
primera ventaja del christiano que vive en Religion
sobre el christiano que vive en el mundo. En efecto
qué gracias tan especiales, qué fidelidad tan incon
trastable no son necesarias para conservar en el mun
do la inocencia? No espereis, amados oyentes mios,
que yo recopile aqui quanto nos han dexado escrito
los padres y los maestros de la vida espiritual sobre
los escandalos, las impiedades, y el contagio del mun
do. Porque qué era el mundo de su siglo compara
do con el mundo que alcanzamos? O siglo misera
ble!
DE UNA RELIGIOSA. º I.43
ble en que se ha desatado el infierno, y en que
abortan continuamente de lo profundo del abismo
enemigos, no conocidos hasta ahora en la tierra. Una
ciencia vana y desenfrenada, una cusiosidad sober
bia y atrevida no cesan de sembrar nuevos errores
entre las ruinas de la fé antigua: esos hombres profa
nos y temerarios han quebrantado desvergonzada
mente los terminos que puso Dios á la libertad de la
curiosidad humana : los dogmas profundos, los au
gustos misterios se sujetan al examen de las disputas
vagas é insensatas de ingenios bulliciosos, las qua
les destruyen la Religion: el mismo Dios viene á
ser desconocido de la obra de sus manos: , de tan
to prestar oidos á la voz del orgullo y de la sen
sualidad , no escucha ya el hombre la voz de la na
turaleza, que siempre clama por su autor y criador:
el pecado de los siglos pasados consistia en que los
hombres no, ajustaban sus costumbres, con la Reli
gion que profesaban; pero el de nuestro siglo infeliz
consiste en que cada uno se forja su Religion segun
sus inclinaciones, segun sus caprichos, y en que es
tas pasiones son la regla no solo de la fé, sino de,
las costumbres. Es verdad, que los vicios del corazon
han allanado el camino á los delirios del entendi
miento, y la decadencia de la fé ha consumado la
perdicion de las costumbres. Asi vemos que han de
saparecido de repente hasta los ultimos vestigios de
la probidad y honradez antigua. Las mugeres ya
parece que no conocen la decencia; ni la juven
tud la sumision y rendimiento; ni los amos la man
sedumbre y la caridad; ni los domesticos el zelo y
el amor; ni los iguales los respetos y atenciones; ni
los amigos la constancia y la fidelidad; ni los mari
dos la apacibilidad y la condescencia; ni las casa
das la economia, y la vigilancia y cuidado de su
familia; ni el pueblo la dependencia y la subordi
la
I44 SERMON EN LA ENTRADA
nacion; ni los ricos la humanidad y la beneficencia;
ni los pobres el trabajo y el respeto; ni los grandes
la elevacion en los pensamientos y la nobleza en sus
acciones; ni los exaltados y favorecidos por la fortu
na la modestia y memoria de su origen; ni la virtud,
valor y fortaleza ; ni el vicio, disimulo y freno,
porque triunfando insolentemente de la razon y de
la Religion , se ha introducido en todos los estados,
y ha contagiado todas las condiciones. Quién podra
numerar los fraudes de la avaricia, los furores de la
venganza, las imposturas de la calumnia, las trai
ciones de la ingratitud , los engaños del interes , los
efugios de la malafé, las injusticias de los tribuna
les, los monopodios del comercio, el rigor de los
arrendadores en la exaccion de los derechos, las
violencias de los soldados, las refinadas sutilezas de
la sensualidad , los excesos de la destemplanza; las
abominaciones de la lascivia , y por ultimo comple
mentó de la detestación y del horror, vemos que el
pecado pasea las calles y las plazas con el cuello y
la cabeza erguida, que manifiesta á la luz del Sol,
que se estremece de mirarlo , los escandalos de mal
dad y de iniquidad, que los siglos mas corrompi
dos executaban llenos de temor y espanto en las ti
nieblas de la noche? El vergonzoso encogimiento
de las doncellas sirve de materia á la burla y ludi
brio público, y si el mundo respeta algunas virtudes,
solo son las virtudes que pertenecen á la buena crian
za, y las que tienen su raiz en la razon , º porque en
quanto á las virtudes que tienen su principio en la
fé y en la Religion, él las desprecia y las insulta;
y asi en el concepto de ciertas personas del mun
do no hay mayor debilidad ni estupidez de entendi
miento que el creer en Dios , ni mayor flaqueza y
mengua de corazon , que temer á Dios y servirle. A
quien pues es semejante una alma fragil y flaca, ex
- pues
== ==

DE UNA RELIGIOSA. I45


puesta á la inundacion de tantas iniquida des, sino á
aquella que nos pir.ta el Profeta en figura de la infe
liz Jerusalen, que se ve circundada por todas partes
de enemigos vencedores que asaltan sus muros debi
les, y que si evita un peligro, es para caer en otro
mas inevitable? Peligros de parte de las costumbres
y maximas del mundo, que con escandalo de la Re
ligion y oprobio de la razon humana han sabido os
curecer entre nosotros, y trocar las ideas y nom
bres de las virtudes y de los vicios, llamando á la
ambicion grandeza de alma; á la venganza, noble
za y generosidad de pensamientos; á la avaricia pru
dente economia ; á las desatinadas profusiones del
luxo decencia del estado; al engaño negociacion po
lítica ; á la ociosidad y vida regalada privilegio de
la grandeza y de la opulencia ; á las destemplanzas
y gulas pasatiempos y vivezas de la juventud; á la
irreligion robustez de entendimiento; á la verguenza
escrupulos , hijos de una educacion rustica y plebe
ya; al retiro y amor de la soledad caprichos de
un genio silvestre y montaraz: maximas y costum
bres, cuya locura y delirio han conseguido domi
nar la razon , trastornar todas las ideas , y hacer
que se mire la virtud con el desprecio y risa con
que debe mirarse el libertinage. Peligros de parte de
la tirania del respeto humano, que obliga al hom
bre á que oculte sus virtudes con la misma diligen
cia y solicitud que pondria en ocultar sus vicios;
que hace que tema el edificar al proximo, tanto co
mo pudiera temer el escandalizarle; que impide que
sean buenos christianos tantos, que lo serian, si pu
dieran serlo sin parecerlo ; ó si pudieran parecerlo
sin ofender á un impio, que lo disimula y perdóna
todo, menos el intentar agradar á Dios. Peligros en
tantas ocasiones inopinadas, que no basta á evitar
ninguna prudencia humana, y á que pocos virtuosos
Tom, JVII, T pue
146 SERMoN EN LA ENTRADA
pueden resistir. Peligros de parte del estado, de la
situacion, de la fortuna. Las riquezas traen consigo
la ostentacion, el luxo, el juego , los deleites : la
pobreza provoca las quejas y las murmuraciones: las
altas dignidades ensoberbecen el corazon : la condi
cion humilde y abatida le postra y le irrita: las ala
banzas alimentan la vanidad: los desprecios la con
tristan y mortifican. Peligros en el retiro , donde se
trae una vida muerta por decirlo asi, donde se vi
ven unos dias, ó antes una noche de tedio , de soño
liencia, de languidez, de inaccion , libre tal vez de
vicios, pero sin virtudes. Peligros en el trato del
mundo, en que las semillas de la concupiscencia so
terradas en los senos profundos de la voluntad, bro
tan, descuellan , se fortalecen , y toman cuerpo con
el contraste y actividad de las pasiones que cercan
al hombre, Peligros en la ociosidad , madre fecun
da de vicios; en la distraccion que ocasionan el tra
bajo y los negocios, escollo freqüente de los deseos
de la salvacion y de la gracia ; en los enemigos in
fieles, á quienes no se puede negar el trato , y en
los amigos verdaderos, á quienes tampoco se puede
entregar enteramente el corazon. Peligros domesti
cos é internos, que aumentan los desabrimientos ex
teriores; tantas preocupaciones que ciegan ; tantos
deseos depravados que perturban; tantas inclinacio
nes viciosas que arrastran : un entendimiento tan fa
cil de alucinar y de ser engañado ; una razon tan fa
cil de adormecer y de ser sorprehendida; una ima
ginacion tan inflamable; un corazon tan flaco con
tra los impetus de las pasiones, y tan indomito con
tra la razon, tan zeloso y tan prodigo de su li-.
bertad, tan impetuoso en sus deseos y tan incons-.
tante en sus inclinaciones. Peligros en fin de parte
de las prendas apreciables, peligros tan grandes
tal vez, como pueden ocasionarse de las faltas y de
- ... , los
DE UNA RELIGIOSA • 147
los defectos. Asi Josef, si no hubiera tenido tan ama
bles calidades, no se hubiera visto en tanto riesgo,
y la hija de Jacob hubiera conservado su entereza,
si la naturaleza no la hubiera dotado de tantas gra
cias y de tanta hermosura.
- Ahora pregunto yo, sobran para no naufragar
en un mar tan impetuoso quanta prudencia , quanta
fortaleza, quanto valor, y quantas precauciones pue
den inspirar la fé mas viva, y la conciencia mas ti
morata 2 Siendo, ay de mí! tan dificil de conservar
la inocencia aun con las mas virtuosas inclinaciones,
y no bastando estas tal vez para conservarla! por
que se fraguan de repente en esta maldita region en
que vivimos, tales tempestades, tales tormentas, que
su violencia impetuosa desarraiga los cedros del Li
bano, y comueve las columnas del firmamento: po
ned los ojos en un David que prevarica; en un Sa
lomon que se olvida de su sabiduria, cuyo corazon
se vicia y se pierde sin remordimiento, y su cora
zon esclaviza la razon. Qué sera pues de una virtud
tierna , que no ha echado todavia profundas raices?
Circunda é insta el vicio por todas partes, ofrecese
á cada paso el deleite, a probado por el exemplo,
aplaudido por las maximas del mundo, preconizado
por sus costumbres y razones de decencia. No nos
admiremos ya, catolicos, de que la inocencia y la pie
dad sean tan raras entre nosotros : antes el que co»
nozca al mundo se llenara de asombro al ver que
lleva algunos frutos de virtud esta tierra de escan.
dalos y de prevaricaciones. Por esto deben perma.
necer indelebles en la memoria de los hombres aque.
llos nombres famosos de un Mardoqueo en la Corte
de Asuero , de un Daniel en Babilonia, de un To
bias en Samaria. El siglo en que vivieron , y las re
giones que habitaron constituyen el elogio de sus
virtudes; estos son una especie de milagros que la
T 2 tier
1 48 SERMoN EN LA ENTRADA
tierra debe pedir al Cielo, milagros que el Cielo la
permite esperar, pero que concede rara vez.
Dichosas pues y mil veces dichosas , si sabeis
conocer vuestra felicidad, vosotras las que llevadas
en las alas de la fé y de la caridad, corristeis á en
cerraros desde vuestros tiernos años en esta amable
soledad, en donde la virtud mas flaca halla un asilo
fuertisimo contra la tentacion del dia malo. Aqui no
viene ningun objeto peligroso á turbar ni sobresaltar
la timida virtud. Aqui vuestra vigilancia es ayu
dada de la vigilancia de vuestros directores, que os
cuentan los pasos, que os ilustran en vuestras dudas;
y por tanto, para haber de faltar á las obligaciones
de vuestro estado, tendriais todavia que deslum
brar y sorprender muchos ojos , despues de vencer
el imposible de deslumbrar los del Señor. Aqui la
experiencia, de los que gobiernan vuestro espiritu os
da lugar para esperar en paz la experiencia que la
edad os comunicara lentamente ; y por qualquiera
camino de la perfeccion que os conduxese vuestro
divino Esposo, hallareis muchos maestros de espiri- .
tu que os digan lo que el angel á Tobias : novi , &º
omnium itinera ejus frequenter ambulavi, que os acla
ren y desembarazen del laberinto de esos intrin
cados caminos, y que liberten vuestra virtud de las
ilusiones y engaños del principe de las tinieblas. Alli
en el silencio del claustro, escuchando los avisos y
reconvenciones de aquella conciencia que solo ha
bla en lo mas interior del alma, cuya voz no oyen
los mundanos por andar continuamente errantes, fu
gitivos, y fuera de sí mismos, no os podreis ocultar
ni lo que sois, ni lo que debeis ser; y asi libre vues
tro espiritu y desprendido de los cuidados de la tier
ra, recogido todo y absorto en el unico negocio de
la eternidad , solamente, se mostrara sensible á la
perdida de los bienes eternos. Alli las conversacio
“ - . - 1162S
DE UNA RELIGIOSAs I49
nes, los exemplos, los retiros , las exortaciones, la
leccion espiritual, la freqüencia de sacramentos, to
do contribuye para conservar la observancia de la re
gla, ó todo renueva su memoria ; todo conspira para
adquirir aquella delicadeza de conciencia, el don mas
inestimable de la gracia, tan raro en el mundo y tan
cotidiano en la Religion , endonde se llora con tan
tas lagrimas lo que en el siglo se miraria casi como
virtudes. Y sobre todo, y esta es da grande excelenº
cia que la religiosa tiene sobre los que viven en el
mundo, alli nada teneis que temer de parte de las
costumbres, de los principios, y de las maximas de
vuestra profesion; porque eso que se llama decencia
y, razon de estado en vosotras, no se.opone de nini
gun modo á las leyes del Evangelio , supuestó que
estas consisten en ser el hombre manso, moderado,
pacifico, penitente, humilde, mortificado, desasido
del mundo, y asido á, Dios; y que el mismo resper
fo humano ayuda á la causa de la Religion, y, aun
me atrevo á decir, que el mundo contribuye á soliciº
tar los influxos de la gracia de Jesu-Christo; porque
este mundo que no puede sufrir que los mundanos
ean santos, no puede sufrir tampoco que un Re
igioso sea mundano, porque haria, aun mas esgarrio
de su vanidad, que de la humildad de ellosia. Para
que un Religioso viviese irreprehensible, ó casi irre
prehensiblemente, bastaria que no se permitiese si.
no las acciones que el mundo le permite, y que no
se perdonase sino lo que el mundo le perdona, por
que no respeta á los religiosos sino en quanto estos
tienen valor y fortaleza para humillarle y confundir
le. No por cierto, no conoceria seguramente el mun
do aquel Religioso , que olvidado de sus obligacio
nes y se desdeñase del nombre de su profesion , y
afectase adoptar é imitar las modales, el lenguage,
N
la conducta, el proceder esparcido, los pasatiéípos
del
150 SERMON EN LA ENTRADA -

del siglo; pues por fruto de su vil y sacrilega con


descendencia, solo recogeria los gemidos de la pie
dad escandalizada ; los triunfos de la irreligion; la
alegria maligna y perfida de los mundanos y mur
muradores, que tendrian suma complacencia en po
der mofarse de la extravagante oposicion del habito
religioso y de la conducta aseglarada; en poder ri
diculizar á un hombre, que quedandose á pesar su
yo religioso, y no consiguiendo desapropiarse ente
ramente de la conducta propia de su estado, ni adop
tar del todo las modales del mundo , ni bien se ma
nifestaba qual debia ser, ni qual pretendia aparecer.
O amables y santas soledades, ó cuna de las fami
lias religiosas, cuyos sagrados claustros quebranta
ban los Reyes y los pueblos para tomar leccione
de otras virtudes exemplares, é implorar vuestras
oraciones en los trabajos y calamidades publicas,
por qué desgracia empezais á decaer ? quomodo obscu
ratum estaurum, mutatus est color optimus? (1) Ay,
que solo perdeis la confianza y veneracion del mundo
al paso que adoptais su espiritu y sus modales Re
nuevese en vosotras la austera gravedad de vuestras
costumbres primitivas, y seguramente los honores y
obsequios de los padres se renovaran en los hijos. O
profesion religiosa, que en tus principios , cercanos
á aquellos tiempos, en que humeaba todavia en el
Calvario la sangre de Jesu-Christo, criabas aquellos
varones prodigiosos, dotados de tan milagrosas gra
cias, cuya relacion no podemos leer sin asombrar
nos de la inmensa distancia que separa nuestra co
moda é indolente piedad del fervor ardiente de aque
llos heroes del Evangelio, y sin preguntarnos á no
sotros mismos si ellos fueron hombres solamente, ó
si nosotros somos cristianos ; si á ellos los animaba
e . . . . . . . . . OtTOi
(1) Lament, Jerem. c. 4. v. . . . . . . . . . . . . . ..

DE UNA RELIGIosA. I.5I
otro corazon; ó si nosotros tenemos otro Dios, ó
profesion religiosa, repito, disimula los raptos , y
presagios tristes de mi zelo: nunc autem flens dico (1)
tu decadencia y tu ruina no sera obra de los extra
ños, sino de tus mismos domesticos. A la verdad el
estado religioso no caera en desprecio, ni perecera
sino quando los mismos religiosos den ocasion al
mundo para menospreciar su estado, despreciando
los á ellos. Porque si el mundo estima al parecer á
los Religiosos que siguen sus maximas, en la rea
lidad no venera sino á los que cumplen fielmente
con la obligacion de aborrecerle , pues solo los res
peta en quanto tienen resolucion para humillarle y
confundirle con su conducta irreprehensible : y afir
mo sin recelo que para que el mundo y los religio
sos se santificasen á un mismo tiempo, bastaria una
sola cosa; y qual seria ésta 2 que el mundo obede
ciese con docilidad los documentos que con buen ze -
lo le dan aquellos, y que nosotros observasemos fiel
mente las lecciones que nos dicta su malignidad: tan
ta verdad es que este imperio del respeto humano,
tan temible y tan perjudicial á la virtud de los se-.
glares, puede llegar á ser una especie de auxilio,
de apoyo y de preservativo para el religioso.
Sin embargo de todo eso, me direis, el hombre
puede salvarse, en el mundo en medio de todos esos
impedimentos, y con efecto se salva; y puede en
medio de tantos auxilios y socorros condenarse el
religioso, y con efecto se condena. Confiesolo: el
mundo ofrece algunas veces á nuestra veneracion
unos modelos de virtud, dignos de los mayores elo-s
gios: no lo ignoras, tu amada hermana mia, tu que
por una especial providencia naciste en el recinto de
una familia cristiana, en donde la nobleza de la .
, , , , , S3 lº

(). Ad Philip, c. 3. v. 18. . . . . . --- a "... . ... --- y -

-.. r
152 SERMON EN LA ENTRADA
sangre fomentada por la nobleza de los pensamien
tos no te ha dado menos exemplos, que lecciones de
virtud. Pero no puede negarse, que si en el mundo
se hallan justos, si en el estado religioso se encuen
tran pecadores, por un instante de descuido y de
fragilidad que se note en el claustro, vereis en el
mundo años enteros de vicios y de excesos: para un
justo que conserve su virtud en el mundo, hallareis
una nacion entera de santos en el desierto: para un
David , para una Ester, que el mundo admira, y á
quienes admira tanto mas, quanto se atreve menos á
imitar, hallareis millares de solitarios, cuyas virtu
des heroicas pierden la admiracion , porque logran
casi otros tantos imitadores, como testigos. Si en la
religion puede el hombre caer y perderse, qué hará
en el mundo? Si el vicio inunda el santuario, respe-.
tara el mundo corrompido? Si en medio de la santi
dad del estado religioso hay tanto que temer, de
xara mucho que esperar lo depravado del mundo?
Puede el hombre caer y perderse en la Religion no
hay duda. Pero quienes son por lo comun los que se
pierden en ella ? Los que vuelven los ojos al mundo,
los que contraen obligaciones con el mundo, los que
ven el mundo , y quieren ser vistos de él. Qué acti
va sera pues la infeccion del mundo, quando con los
socorros, las gracias, los preservativos del estado
mas santo y mas propio para adquirir la virtud bas
ta que el hombre vea y trate al mundo para olvidar
se de Dios, y faltar á sus obligaciones ? Sí por cier
to, al mundo debe imputar el estado religioso sus
decadencias, porque es tal la eficacia de sus hala
gos tentadores, que quanto perece en el mundo, y -
fuera de él , solamente perece por la malicia del
mundo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
No negare pues que el hombre puede salvarse en
el mundo, y puede perderse en la Religion; pero
u- pa
- DE UNA RELIGIOSA, IS
para salvarse en el mundo es necesario defenderse
del mundo, resistir al mundo, pelear con el mun
do, triunfar del mundo; para condenarse en la Re.
ligion era necesario despreciar con obstinacion to
dos los medios de salvarse , desaprovechar todos los
socorros, repudiar, luchar, frustrar todas las gra
cias del estado religioso: para salvarse en el mun
do es necesario en ciertas circunstancias delicadas
y criticas despreciar y pisar todo aquello que se lla
ma leyes, exemplos , costumbres, empeños , ma
ximas de mundo y de razon de estado: en el mun
do se pierde el cristiano por los peligros, por las
tentaciones , por las ocasiones, tan freqüentes y co
munes en el estado de cada uno: en la Religion solo
se pierde por salir de los limites de su estado, por
ofrecerse á los peligros , á las tentaciones, á las oca
siones que ni son propias ni comunes en su estado:
en el mundo en tanto sirve el hombre á Dios en
quanto ni es del mundo, ni sigue al mundo, ni
participa del espiritu del mundo: en la Religion
en tanto se aparta de Dios en quanto se aparta
de los caminos y obligaciones de su estado, y en
quanto se olvida del espiritu de su estado y le pier
de. Luego el estado religioso es por sí mismo un
estado de santidad y de salvacion , y la virtud ex
perimenta en él menos riesgos y peligros: eripuit pe
des meos d lapsu : y la misma virtud halla finalmen
te en él mas paz y consuelo: eripuit oculos meos d
lachrymis: Y esta es la segunda utilidad que tiene el
cristiano que vive en Religion sobre el que vive en
el mundo. -

II. Ensalce el mundo quanto guste, amados oyen


tes mios , , la pompa de sus honores, la magnificen
cia de su luxo , las diversiones de sus fiestas y espec
taculos, el embeleso de sus deleites y delicias ; que
yo no intento ponderaros los disgustos, los desa
Tom. VII, V bri
IS4 SERMoN EN LA ENTRADA
abrimientos, las alteraciones, las traiciones, las per
fidias, las esperanzas turbulentas, los temores agu
dos , los reveses, las revoluciones , las miserias tan
grandes, que disimula y oculta baxo la vana apa
riencia de libertad y de tranquilidad: lo que intento
manifestaros es, que el mundo no reconoce conten
tos ni satisfacciones sino para la vanidad, la ambi
cion, y la sensualidad, que no reconoce paz ni fe
licidad sino para las pasiones, y no para la verda
dera piedad : que el mundo no hace por lo comun
felices á los hombres sino haciendolos delinquentes,
y que por lo regular no concede deleites sino pri
vando de virtudes: intento manifestaros especialmen
te que no tarda el mundo en fatigar y fastidiar, lue
go que no puede ya engañar con sus falsas esperan
zas ; y que no solamente ama el mundo, como di
ce Jesu-Christo, á los que son del vando del mun
do, sino que el mismo mundo y quanto hay de ape
tecible en el mundo no puede merecer el amor de
los que quieren amar á Dios, y quieren ser amados
de este Señor,
Con efecto lo que en el mundo se mira como una
gran fortuna, esas grandes dignidades , esos gran
des honores, esos grandes empleos, esas grandes ri.
quezas, qué vienen á ser delante de Dios sino unos
grandes cargos, y unas grandes obligaciones º por
consiguiente qué otra cosa son para una alma, que
anela vivamente por negociar su salvacion, sino un
manantial de aflicciones, de impedimentos , de in
quietudes inagotables? Si vosotros, hombres mun
danos, disfrutais en sosiego inalterable las comodi
dades de la opulencia , y la pompa de los honores,
es porque aconsejados del amor propio no tomais de
vuestros empleos sino aquello que puede lisonjear
vuestra vanidad, huyendo de todo aquello que os pue.
de fatigar, é impedir la posesion de vuestra ociosidad.
- Pe
DE UNA RELIGIOSA. I SS
Pero si un Grande en el mundo es un hombre sacri.
ficado á la felicidad del pueblo, y que debe solici
tar el bien de todos aquellos de quienes recibe ob
sequios y vasallage; si un Magistrado es el deposi-s
tario de las leyes, el vengador del buen orden alte
rado, el protector de la tranquilidad pública, el asi
lo y el apoyo de la inocencia oprimida; si el solda
do es un hombre que en la paz debe honrar su pa
tria con perfecta hombria de bien , con noble desin
teres, con grandeza y elevacion de pensamientos, y
defenderla en la guerra con el valor de su brazo; si
los ricos son unos hombres encargados por la provi
dencia de enjugar las lagrimas del pobre, y de anti
cipar el socorro á sus necesidades, no conociendo
otra felicidad sino el deleite de hacer bien ; en una
palabra, si un Grande no es otra cosa segun los
principios de la Religion sino un hombre bienhechor
del pueblo ; el Magistrado un hombre , defensor de
las leyes; el soldado un hombre , sacrificado á la
defensa de la patria ; el rico un hombre, vendido
al socorro de las necesidades del pueblo; el padre,
el amo, un hombre dedicado al gobierno de su fa
milia y casa ; el Rey un hombre, todo de su rey
no , qué verdadero cristiano no convendra conmigo
en que las comodidades y satisfacciones que traen
consigo los bienes y los honores del mundo no tie
nen comparacion con los afanes y cuidados á que
sujetan , y que todo el imperio y autoridad que pa.
rece comunican, no son otra cosa que verdadera
sujecion y esclavitud? -

- Qué sera pues, si á las obligaciones que los bie


nes del mundo imponen respecto de la salvacion, se
añaden los peligros á que exponen la salvacion? es á
saber los honores que hacen la humildad mas difi
cil: una vida regalada y licenciosa , tan perjudicial
á la inocencia, y tan
J.
ºrº º 2.
la penitencia ; las
ri
156 SERMoN EN LA ENTRADA
riquezas, que tan prohibido le esta al amor propio
el desperdiciarlas, y el negarlas á la caridad y ne
cesidad agena, cuyo comun efecto es introducir en
el corazon del hombre el gusto á la sensualidad,
despojandole de los sentimientos de la humanidad;
no siendole tampoco permitido al hombre mas que
prestar su corazon, aun á los deleites mas inocentes
y mas licitos, sin pegarle á ellos, ni poseer los
bienes de la tierra con demasiado afecto y asimien
to. Y qué son estos bienes, quando no se aman?
No lo dudes , amada hermana mia , sino que
considerando lo afanado, lo turbulento de su vida,
aquellas almas en quienes las ideas del mundo no
han obscurecido las de la Religion, envidian el so
siego inocente, la tranquilidad amable que te espe
ra en el santuario. No negare que no te faltaran cru
ces y penalidades ; y con efecto serias digna de las
tima, si gozaras en esta vida una felicidad comple
ta. Pero quáles seran tus trabajos comparados con
los del mundo? quál tu obediencia comparada con
la sujecion servil, con las indecorosas baxezas , con
los violentos servicios, con las vergonzosas condes
cendencias de un ambicioso que se ve obligado á
comprar las honras á costa de ignominias , á expe
rimentar todos los dias tantas repulsas, á sufrir tan
tas afrentas, á dexarse vilipendiar pacientemente
con tantos soberbios desaires, á obedecer vilmente
tantos indignos caprichos º Quál sera tu pobreza,
comparada con aquella indigencia soberbia y desde
ñosa, que consume interiormente á tantas familias
nobles, á quienes niega la fortuna hasta el triste
consuelo de quejarse de sus rigores , y que nada te
men tanto como el ser socorridas en sus necesidades,
porque tendrian por la ultima infelicidad el ser co
nocidas por pobres º Quál sera la severidad de tu
penitencia comparada con los profundos sinsabores,
W COIA
DE UNA RELIGIOSA. 157
con las envidias rabiosas , con los amargos despe
chos, con las disensiones domesticas, con los cuida
dos penetrantes que atormentan el corazon de los
mundanos 2
El exterior del mundo es brillante y magnifico;
el de la Religion triste y melancolico ; y como el
hombre juzga por las apariencias , se engaña co
munmente, por no conocer ni al mundo ni á la Re
ligion. Considerad á Salomon rodeado de toda la
pompa de su gloria; él se mira en la pacifica pose
sion de un trono ensalzado con las victorias y virtu
des militares del padre, y mas ensalzado todavia con
la sabiduria y virtudes pacificas del hijo; él goza,
y hace que goce su pueblo de las comodidades de la
opulencia ; los deleites , que brotan al rededor de la
purpura, multiplican y avivan para su mayor con
tento sus halagos y embelesos, la fama al mismo
tiempo publica por el mundo la gloria de su nom
bre; vienen de quantos climas alumbra el Sol con
sus luces á ver y admirar una felicidad, que no tu
vo exemplar. Quién no tendra por feliz á Salomon?
porque qué le falta para serlo ? Seguidle pues, quan
do apartado de los cortesanos, se retira á los rinco
nes solitarios de su palacio á examinar el estado de
su alma, alli triste, inquieto, conturbado, prorum
piendo en sentidos suspiros, le oireis exclamar: yo
llame la felicidad, y la felicidad huyó de mí; yo
la abrilas puertas de mi corazon, y rehusó entrar
por ellas; yo me sacie bebiendo en la copa de los
gustos y delicias mundanas, y no experimenté sino
tedio y amargura : gaudio dixi , quid frustra deci
peris? (1) El mundo inundó mi corazon con sus va
nos deleites, y me parecieron locos devaneos que
desaparecen con el sueño que los engendra, dexan
do
(1) Eccles. c. 2. v. 2. • º .
158 SERMoN EN LA ENTRADA
do solamente en el alma al despedirse el amargo pe
sar de haber corrido neciamente por abrazar som
bras : universa vanitas & afflictio spiritus (1).
Considerad por otra parte en los montes de Cla
raval aquel su solitario , ceñido de un aspero sili
cio, extenuado con el trabajo, consumido con las
vigilias, agoviado con el peso de las enfermedades,
que apenas conserva el ultimo aliento de vida, pron
to ya para exalarse: no , Señor , no me habeis en
gañado; vos me asegurasteis que yo seria feliz, y
lo soy en realidad: mi felicidad excede á vuestras
promesas : vos me prometisteis solo paz, y yo en -
contre paz y delicias: vera sunt quae dixisti Domi
ne 3esu. - -

Pero concedo desde luego que no siempre des


cienda el rocio del Cielo con igual abundancia en el
desierto, y que el mundo se precie de tener sus bie
naventurados á lo humano, y que en efecto los ten
ga; mas esta es puntualmente, amada hermana mia,
la verdadera y solida preeminencia de tu estado.
Porque para aquel que ama á Dios, los mismos de
leites del mundo son un manantial de inquietudes y
zozobras, los mismos trabajos de la Religion son un
manantial de paz y de consuelo interior. Colocad en el
mundo á una alma fervorosa, y vereis que no teme los
reveses y los caprichos de la fortuna, porque estas
desgracias solo las siente el hombre mundanal: sola
mente temera los favores y las prosperidades huma
nas, porque estas las mira como cruces el hombre
verdaderamente cristiano; porque viendose circun
dado de un mundo amable, y á quien sin embargo
no quiere amar, qué esfuerzos no necesita hacer pa
ra contener los impetus de su corazon mucho mas
facil le es apartarse de él, que preservarse de su
- COL1

(1) Ibidem. c. 1. v. 14 - - y
DE UNA RELIGIOSAe I59
contagio; y tanto cuesta á los religiosos el huir de él,
quanto debera costarle al cristiano el pisarle y vencer
lo! En una palabra, quanto mas santo seais, menos gus
tareis al mundo, y quanto mas santo seais , menos os
gustara á vosotros el mundo. Pero si algunas almas
religiosas faltasen á sus obligaciones, no culpen su es
tado, culpen la flaqueza de su corazon , y reflexios
nen que solo empezaron á fastidiarse de su vocacion,
quando dexaron de cumplir con la regla que profe
saron : mas para restituirlas á su antigua tranquili
dad , y para consolarlas, basta convertirlas y santi
ficarlas. No vemos que las comunidades mas fervoro
sas son el centro de la paz mas inalterable? Por esto,
para desterrar de ellas perpetuamente todo espiritu
de queja y de murmuracion , lexos de templar, de
mitigar el rigor de la regla, se vela tanto contra
qualquiera relaxacion que pudiese debilitarle: mien
tras que los solitarios de Egipto y de la Tebaida se
mantuvieron santos, fueron felices.
Resumamos en breve esta segunda Parte. En el
mundo el alma flaca y debil solo halla peligros y
escollos, borrascas y tormentas; el alma timorata y
virtuosa solo encuentra obstaculos y oposiciones, y
necesidad de luchar siempre, y de vencer siempre: por
el contrarío en la Religion el alma debil y fragil,
apartada de los caminos de la perdicion, solo encuen
tra socorros, auxilios, exemplos de piedad, y el alma
timorata y devota solo encuentra caminos desemba
razados , ocasiones, facilidad, libertad de entregar
se y obedecer los impulsos de la gracia. En el mun
do hay pocos deleites puros é inocentes, pocas vir
tudes solidas y tranquilas. En la Religion viven siem
pre unidas la justicia y la paz, y quanto mas santo
es el hombre, es mas feliz y se halla mas pacifico.
Asi cumplis, Señor, vuestra palabra , quando dixis
teis que el que dexase por vos todas las cosas, las
lo
I6o SERMoN EN LA ENTRADA
lograra todas. Por consiguiente el triunfo de Jesu
Christo , como vencedor del mundo, resplandece
con tanta mayor gloria, quanto que del sacrificio
de la Religiosa no solo resulta la felicidad de la
victima que se inmola, sino la gloria de Dios que
le acepta : hace est vittoria quae vincit mundum fides
l.05l rd.
a. Quiera el cielo, amada hermana mia , que estas
importantes verdades se impriman profundamente
en tu alma ! No dudare entonces que merezcas con
los progresos de tu virtud , y que suspires sin cesar
por el momento de verte encerrada para siempre en
esta santa casa en donde para caminar con seguri
dad , y adelantar con veloces pasos por las sendas
de la perfeccion , no tienes necesidad sino de los
exemplos y de los consejos de las almas santas que
habitan en ella. Aqui veras á esas dignas esposas de
un Dios crucificado , que arrebatadas del amor mas
puro no conocen otro deleite sino el de hablar con
él, ó de él; el de imitarle, ó el de darle á cono
cer; el de buscarle, el de hallarle en la oracion; ó
el de dexarle en algun modo para introducirle en el
corazon de la juventud confiada á su instruccion: al
ternando en el oficio de apostolas por decirlo asi, y
de solitarias , ya pasan de las actividades de una vi
da llena de zelo al silencio de una vida oculta y se
Jpultada en Jesu-Christo; ya del sosiego de la oracion
á las ocupaciones santas de exhortar y de instruir.
Alli, amada hermana mia, solo aspiraras á particir
par de su merito: alli veras como apartadas de los
peligros y lazos del mundo pasan la vida en el cen
tro de la inocencia y de la piedad ; como lexos de
la vicisitud y de la inconstancia de las cosas huma
nas, pasan la vida en el centro de la paz y de la
tranquilidad. Y tu , deseosa ardientemente de su esta
do, y anelando por el logro de tus esperanzas, mues
tra
DE UNA RELIGIOSAe 161
trate digna de la mano que te descubrio el camino
del santuario, pues ella te descubrira igualmente el
camino de la perfeccion: muestrate digna del santo
prelado que preside en esta solemnidad (1). La fé,
la piedad, el zelo, la caridad, la magnanimidad, en
fin todas las virtudes de los tiempos apostolicos jun
tás en su persona, concurren para engrandecer esta
celebridad y acaban de santificarla. Por agradeci
miento te debes considerar obligada á rogar por él,
y no ignoras que pedir por su vida y su conserva
cion es desear la felicidad de la Iglesia.
Quiera el Señor que ni las tempestades ni los hu
racanes de las revoluciones humanas perturben ja
mas el lugar de refugio y de asilo que eliges para tu
habitacion; y si el estado de tu felicidad personal
te obliga á dolerte de las miserias de los extraños,
ruega por este ministro de Jesu-Christo, que dedica
los últimos acentos de su voz debilitada no tanto
por sus años, como por sus tristes suspiros, á en
salzar la estimacion y las utilidades de un estado que
la experiencia de mas de medio siglo le ha hecho
mas apreciable cada dia. Pidele que la gracia que lo
santifica todo, que todo lo suaviza, nos guie por los
diversos caminos que nos señala al mismo termino
de la felicidad eterna. Asi sea. r
-

() El Ilustrisimo señor Don christoval de Beaumont,


s Aº - -

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Arzobispo de - París.
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Tom. vir, x . ORA
I62

ORACION FUNEBRE
DEL EMINENTISIMO

SEÑOR CARDENAL DE FLEURY


MINISTRO DE ESTADO &c.

Beatus homo qui invenit sapientiam..... longitudo die


rum in dextera ejus , & in sinistra illius divitiae &
gloriae. Viae ejus , viae pulchrae , & omnes semitae
illius pacificae.

Bienaventurado el varon que ballo la sabiduria...... la


qual tiene en su diestra la longura de los dias, y
en su siniestra las riquezas y la gloria. Sus cami
nos son hermosos, todas sus sendas estan llenas de
paz. Proverb. cap. 3. , -

Dº este modo nos descubre el Rey mas sabio del


mundo la sabiduria, como un manantial abun
dante de donde se deriva el sosiego del entendimien
to, la tranquilidad del alma, los gustos y convenien
cias de la vida, y todos los bienes, que merecen el
aprecio de la razon humana, y los deseos del cora
zon del hombre. Bienaventurado por cierto, excla
ma, el varon que encontro la sabiduria ! Beatus bo
mo qui invenit sapientiam. Libre y señor de sí mismo
gozando de una paz imperturbable, mira y contem
pla como los dias de su vida serenos , apacibles, y
despejados de nubes y tempestades, se multiplican
y se suceden , causandole la complacencia de expe
rimentar en la tierra las primicias de la inmortali
dad que le aguarda en el cielo: longitudo air. in
- --- * e
DEL cARDENAL DE FLEURY. 163
dextera ejus. Los tesoros de la opulencia y de la glo
ria se anticipan á sus deseos, y no los excitan , y
recibiendolos, no los solicita. Rico sin opulencia; ve
nerado sin empleos ni dignidades, la vida mas co
mun y desconocida, no oscureceria la gloria de su
nombre; y hallandose colocado en la cumbre de la
mas alta elevacion , sabra manifestarse superior á su
misma grandeza : in sinistra illius divitiae & gloria.
Por qualquiera camino por donde dirija sus pasos, los
mas remotos siglos vendran á imitar y estudiar las
huellas de sus plantas : por ellas sabran que el en
tendimiento y el corazon constituyen á los hombres
grandes, no los grandes sucesos: que la virtud por
sí sola sin necesitar de los auxilios de la fortu
na, basta para conciliarse el respeto y la estima
cion del pueblo: viae ejus, viae pulchrae. Enemigo
del bullicio y del estrepito de las victorias , solo
gusta de los triunfos de la eloqüencia, y de la equi
dad ; de las conquistas, solo solicita merecerse el
amor y la confianza de las naciones ; de las recom
pensas y premios, solo aspira á la felicidad y al de
leite de cimentar y perpetuar el imperio de la paz,
y de promover y consumar la felicidad del mundo:
omnes semitae illius pacificae.
Qué es esto, catolicos º Registró acaso Salomon.
con ojos profeticos los siglos venideros ? ¿En esta des
cripcion del Sabio, que acaba de hacernos, no ad
vertis el Sabio, que lloramos , sus pensamientos paci
ficos,sus honras, sus dignidades, la duracion y cons
tante prosperidad de su larga vida % Longitudo die
rum... gloria & divitiae... viae pulchrae... semitae pacificae.
Si yo no hubiera subido á esta catedra del Evan
gelio, sino para tributar á la memoria de este sabio
ministro las debidas alabanzas, qué me quedaria ya
que hablar, despues de lo que acabais de oirme? El
elogio, que apenas he cºgnadoá bosquexar, no
2 le
-

164 , , , , ORAcioN FUNEBRE a -

le reputariais ya por concluido y consumado 2 Pero


otros designios me he propuesto; pues menos deter
minado vengo á alabar , que á instruir : ó por ha
blar con mas propiedad , intento unir la instruccion
con los elogios, y por medio de las alabanzas del
sabio moveros al amor de la sabiduria. -

De aquella verdadera sabiduría, quiero decir, de


aquella sabiduria solida y esencial, que ajusta los fi
nes , los intentos, las acciones á la variedad de co
yunturas, á la importancia de los empleos, á la di
ferencía de circunstancias, á la multitud de las obli
gaciones: de aquella sabiduria , que no conoce ni los
talentos empleados importunamente, ni los vastos
y desmesurados proyectos , ni las virtudes que se
propasan de sus justos limites : de aquella sabiduria,
que comunica á toda la conducta del hombre cierta
regularidad, y decencia de acciones, sin la qual los
talentos son defectos , las virtudes se convierten mu
chas veces en vicios, y las dignidades lexos de hon
rar al hombre , antes el hombre deshonra y envi
lece las dignidades. - -

Oyense diariamente en los templos y en las aca


demias lecciones que enseñan esta sabiduria ; pero
ay, que son raros los exemplos capaces de persua
dirla! La providencia pues nos pone delante un mo
delo cabal de esta sabiduria en la persona del Ilus,
trísimo y Eminentisimo Señor Don Andres Hercules
de Fleury, Obispo que fue de Frejus, Maestro del Rey,
Cardenal de la Santa Iglesia Romana, y Ministro
de Estado. Paremos aqui la consideracion. Dexemos
que el pueblo inconstante é inconsiderado juzgue de
un Ministro por los sucesos del ministerio, y que cali
fique su merito y sus talentos por la fortuna y por los
exitos. Estudiemos nosotros al hombre en el hombre
mismo. Olvidemos quanto obró por el bien y felici
dad del estado. Pero qué digo º Antes tengamos muy
-- - pre
. -- - ----
----------- ---º-º- .. -
- -

DEL CARDENAL DE FLEURY. 165


presente, que los grandes , importantes y esenciales
servicios que hizo al Estado, consisten en los inmor
tales exemplos de su sabiduria , de su prudencia, y
de su moderacion.
Porque yo llamo servir al Estado , y servirle pa
ra los siglos venideros, el confundir , desterrar, y
º desacreditar para siempre en el espíritu de una na
- cion la ambicion vil y baxa que se apodera de los
honores por unos caminos de que la misma virtud
se averguenza ; la indolencia, ó ambicion presumi
da , que goza tranquilamente de los honores, sin ze
lo ó sin capacidad para sostenerlos ; la funesta y de
liquente ambicion , que se sirve de los honores solo
para entregarse con impunidad al desenfreno de las
pasiones. Qué exemplo pues hubo mas capaz que el
del Cardenal de Fleury , para excitar y esparcir en
el Estado una noble emulacion de servicios , de ta
lentos, y de virtudes? -

El Cardenal de Fleury , guiado siempre, y mo


vid o siempre por la sabiduria, llegó al termino de
los honores por el camino del merito y de los ser
vicios; hizo fructuosos sus honores á la patria con
sus talentos, y con el uso que hizo de ellos; y aña
dió un nuevo realce á sus honores con el lucimiento
de sus virtudes. En una palabra, la privanza y el
}. amor del Principe adquirido con el merito y los ser
vicios , alimentado y mantenido con los talentos,
ilustrado con las virtudes. Desentrañemos con la de
bida aplicacion este caracter tan singular, y acaso
unico, para vuestra enseñanza, para gloria de este
sabio Ministro, y para honra de la humanidad.
Exigire de vosotros, Señores, que me presteis
• favorable atencion? No ignoro que las alabanzas en
S las almas vulgares suelen ofender la envidiosa deli
s cadeza del amor propio, á quien tanto mortifica la
• relacion de las virtudes de que carece, como la cen
/ Sll
r66 ORAeroN FUNEBRx -

sura de los defectos que tiene. No ignoro tampoco


que con aquellos personages que fueron los deposita
rios y los arbitros de las gracias y mercedes, acos
tumbra á vengarse sobre la persona de los serviles
obsequios, que con tanta prodigalidad ofrecio á su
fortuna; que quanto mas indecorosas sumisiones hi
zo, con mayor furor se desenfrena contra su bien
hechor; sin echar de ver que despues de haberse
desacreditado con baxas é interesadas alabanzas, se
desacredita todavia mas vergonzosamente con las
amargas maledicencias de la satira; sin echar de
ver, repito, que eso que se llama desengaño, refle
xion, y conocimiento de la razon, no es otra cosa
que la infamia de otro vicio mas, añadido á la ig
nominia del primero. Pero bien conozco que la no
bleza y la elevacion de vuestros pensamientos os ase
gura á vosotros del oprobio de sospecha tan injurio
sa. Vereis pues con complacencia como el merito y
los servicios llegan á la cumbre de los honores, co
mo en medio de ellos esparcen sus luces los talentos,
como brillan las virtudes: vereis asimismo como el
ciudadano, y el cristiano, como el Ministro y el
Prelado se hace admirar por todas partes con hechos
admirables llenos de sabiduria y de Religion.
P A R TE PRI MER A.

Uando la Providencia se complace en conceder


al mundo un hombre, que colocado en la cum
bre de las mas altas dignidades de la Iglesia y del
estado, goza de quantas honras y grandezas pue
den dar el sacerdocio y el imperio, inmediatamente
la ambicion , ansiosa por proponerse un modelo fa
cil de imitar; la emulacion , impaciente por con
solarse en su condicion baxa y humilde, y intere
sada en persuadirse que por eso ensordece la fortu
la,
- - -
-
- ---

DEL CARDENAL DE FLEURY. 167


na á sus ruegos, porque tiene por costumbre huir
del merito ; la curiosidad maligna y perspicaz; las
preocupaciones del entendimiento ; las pasiones de
la voluntad, juntan entre sí y se comunican sus sos
pechas, sus conjeturas, sus reflexiones criticas, sus
luces, y sus mal averiguadas pesquisas. Y como ad
vierten que la historia de las Monarquias por un Jo
sef ofrece muchos Amanes; por un David , muchos
Absalones; por un Judas Macabeo, muchos Joabes;
quieren los hombres que ninguna fortuna sea inocen
te; ó si no descubren en ella perfidias ni maldades,
suponen é inventan un sistema imaginario de nego
ciaciones politicas, de favores mendigados, de ma
quinas sagazmente manejadas: recursos todos que se
reserva la vanidad con el fin de si pierde el gusto de
criticar y murmurar, evite á lo menos la triste nece
sidad de alabar y de aplaudir. Seguid al Cardenal
de Fleury los pasos: examinad el principio y los
progresos sucesivos de su elevacion, y os vereis obli
gados á aplicarle aquellas palabras del sabio: vinie
ronme todos los bienes juntos con la sabiduria, y á
ella le debo toda mi gloria: venerunt mibi omnia bo
na pariter cum illa, & innumerabilis honestas per ma
nus illius (1).
¿Fue con efecto alguno de aquellos hombres, á
quien una feliz casualidad , una coyuntura inopina
da, ó una ambicion bulliciosa y apresurada por pre
cipitar el momento de la fortuna, coloca de im
proviso á la frente del Imperio, que se asombra de
verle salvar de un solo paso una distancia inmensa,
y de verle tocar el termino de la carrera, antes de
haberla andado ? Pero no es de esta naturaleza el
prodigio que admiró la Europa en la elevacion del
Cardenal de Fleury. Si se pone en carrera de los pri
IIne
(1) Sap. cap. 7. º
168 ORACION FUNEBRE
meros empleos del Estado, camina por ella con tan
ta lentitud, que solo llega al termino llevado é im
pelido por el curso de los sucesos. No solicita las
dignidades ; contentase con esperarlas: ó por mejor
decir no tanto las espera quanto es esperado de ellas,
y no tanto va en solicitud de los honores, quanto
los honores vienen á buscarle á el : qui venire ad
dignitatem detrectaverat, ad ipsum dignitas venit.
¿Pretenderase que fue alguno de aquellos hombres
cuya ambicion profunda y disimulada texe la tela,
anuda el hilo de sus tramas politicas oculta y sor
damente: que se encierra en un circulo de proyectos
impenetrables, de misteriosos designios, que evita la
presencia de sus competidores , que se hace incom
prehensible á su perspicacia, y cuyos pensamientos
solo se anuncian con el estrepito de la execucion? En
la fortuna del Cardenal de Fleury no se conocieron
velos , ni nubes, ni misterios. Viose en él que un em
pleo llamaba, otro empleo : una dignidad disponia
para otra dignidad: vesele crecer por grados, á vis
ta y presencia de la envidia, dandola tiempo para
que se cautele, y le quite la esperanza de conseguir
sus intentos. - s º
Miraremos su elevacion como un efecto de la ca
sualidad ? La casualidad, palabra vacia de significa
do, inventada por la ignorancia para disimular la
verguenza, adoptada por la impiedad para defen
derse contra la razon, usada por la malignidad co
barde y politica para murmurar sin peligro de las
elecciones de los Principes : la casualidad, repito,
no es nada, ni nada puede: todo tiene su causa, to
do tiene su principio. El principio de la elevacion
del Cardenal de Fleury fue el merito: un merito co
nocido, estimado, experimentado; un merito, que en
tanto fue premiado con empleos mas distinguidos,
porque se mostro superior á los cargos que ocupaba.
pa
DEL cARDENAL DE FLEURY. 169
Dixe que su merito fue un merito conocido, esti
mado , experimentado. Porque despues de haber ad.
quirido el Abate de Fleury un rico caudal de litera
tura ; despues de haber bebido en sus fuentes la no
ticia de las lenguas latina y griega ; despues de ha
ber penetrado las misteriosas profundidades de la Re
ligion, se presenta en la Corte adornado de aquella
agradable fisonomia , que infunde Dios en el sem
blante de aquellos hombres que destina para ocu
par las mas altas dignidades. En la Corte, en ese
teatro deleznable y movedizo , donde se mudan con
tanta freqüencia las escenas, donde todo se mueve
con tanta rapidez; en ese centro de ocultas traicio
nes, de perfidias tenebrosas, de maldades secretas
y pensadas de antemano, donde los hombres se vene
ran sin estimarse , se aplauden sin aprobarse , se
sirven sin amarse, se ofenden sin aborrecerse ; don
de se hacen ofertas por vanidad , se promete por
politíca, se da por interes; donde se contraen amis
tades sin ingenuidad , y se dexan y abandonan sin
honra ni verguenza; en ese laberinto de torcidas y
confusas calles, donde la prudencia pierde el tino,
donde el camino de la prosperidad guia tantas veces
á las desgracias; donde las mismas prendas que de
ben facilitar y proporcionar los empleos, son mu
chas veces un obstaculo que impide su consecucion;
donde si se evita el desprecio, es para incurrir en
el odio; donde el merito modesto es olvidado, por
que no se manifiesta y aparenta; donde el merito
que afecta manifestarse, es desviado y oprimido,
porque se le teme; donde los privados no tienen
amigos, supuesto que no los conservan en sus des
gracias. En la Corte pues, luego que el Abate Fleu
ry anda los primeros pasos por sus caminos intrinca
dos , ya parece que ha discurrido por ellos mil ve
ces. Los mismos cortesanos que los han practicado
Tom. VII. Y des
17o ORAcIoN FUNEBRE
desde su infancia, no los conocen tan perfectamente.
La razon es , porque la experiencia , el estudio y el
arte solo son necesarios á los hombres de mediana
capacidad : los grandes talentos son ya quanto han
de ser con el tiempo : éste no hace mas que mani
festarlos y descubrirlos; pero no los cria. Con una
ojeada penetra el Abate Fleury los secretos de to
das las parcialidades, conoce el nudo de todas las
tramas de los palaciegos, y entiende la concurren
cia y la oposicion de todos los intereses. Quando se
presenta en la Corte, viene ya provisto de toda aque
lla habilidad y suficiencia que se viene á buscar en
ella; y no contrae ninguno de aquellos vicios , con
que acostumbra á contaminar á los que la freqüen
tan. Como tuvo la felicidad de hermanar la sumi
sion y destreza de los cortesanos con la honradez y
hombria de bien, tuvo el don de agradar sin desvi
virse, de respetar sin baxeza, de alabar sin adula
cion , de estimar el merito , , manifestando que no
carecia de él , de conciliarse amigos, y de saberlos
conservar. Las juntas y tertulias de gusto mas fino,
mas delicado , y mas dificil de contentar, le admi
ten, le llaman y le convidan. Las casas de los Gran
des, los palacios de los Principes, los gabinetes de
los Ministros abren sus puertas, y se franquean al
Abate Fleury ; y es recibido con estimacion, con
amistad, con confianza. Los partidos contrarios no
dudan descubrirsele , sin temer las imprudencias de
la indiscrecion, ni las perfidias del interes: él sabe
conciliarse los afectos de todos , y merecerse la co
mun aprobacion. -

En qué proyectos, en qué devaneos, en qué ilu


sorias esperanzas no se hubiera engolfado un genio
vano y ambicioso! Pero el sabio se ciñe y se limita
al cumplimiento de su obligacion , dexando al cielo
el cuidado de promover su fortuna. Con sea CS
- - 4. , , , CIC
DEL cARDENAL DE FLEURy. 171
elevado el Abate Fleury á la dignidad Episcopal; y
aquel hombre sabio, culto, urbano, agradable; aquel
hombre que era las delicias de la Corte, va á sepul
tarse en las montañas de Provenza. Vesele ocupado
solamente en gobernar con el mayor zelo su dioce
sis; en infundir el espiritu del sacerdocio en los jo
venes, que eran la esperanza del santuario; en exa
minar su vocacion; en arreglar sus costumbres; en
promover sus estudios; en conocer intimamente sus
afectos é inclinaciones; en descubrir y estimular sus
talentos, aprovechandose de ellos; en informarse de
los abusos, y en corregirlos. Vesele ocupado en pre
venir los peligros de la fé, y en evitarlos; en saber
las necesidades del pueblo, y en aliviarlas; en cor
regir los escandalos, y en desarraigarlos ; en recon
ciliar las familias enemistadas , y en hacerlas santas;
en restaurar la decencia y la magestad del culto pu
blico , y en promoverle; en guiar y dirigirá aque
llas almas que viven perpetuamente retiradas en los
claustros religiosos, y en perfeccionarlas en la vir
tud. Como era padre, como era pastor, desempeña
ba las obligaciones de tan respetables nombres con
su ternura , y su vigilancia. Natural y sin afectacion
en sus modales, sencillo en sus expresiones parecia
que no habia visto ni vivido en otro pueblo; que
aquellas montañas fueron su cuna , y que solo sabia
lo que ellas podian enseñarle. Todos sus grandes ta
lentos le son ahora inutiles ; antes los olvida él y los
ignora; pero si el tiempo y la ocasion lo pidiesen,
él sabra volverse á aprovechar de ellos.
Internase en nuestras provincias el Duque de Sa
boya, despues que la capital de su Ducado , que
tanto riesgo corrió de ser despojo de nuestras armas,
vino á ser por un accidente imprevisto el termino
fatal de nuestros triunfos. En medio de nuestras des
gracias y de sus riores, cómo pensais pro
2 Ce
172 ORAcroN FUNEBRE
cedio el Obispo de Frejus ? No espereis ni las impru
dencias de una entereza importunamente inflexible,
ni las sumisiones de una timida é indecorosa politi
ca. Valiendose de su exquisita prudencia , tributó al
Duque la veneracion y los obsequios debidos al tro
no , y manteniendo la fidelidad mas inviolable á su
Soberano, no deshonró el nombre frances con vi
les baxezas tributadas á la fortuna. Su proceder res
petoso y atento merece la inclinacion y benignidad
del Principe : conciliase su estimacion por su noble
libertad: resistese al nombre de vasallo, y sin em
bargo no es tratado como enemigo: desarma la vic
toria, sin sujetarse al yugo del vencedor : y con
ciertas condescendencias, que aprueba Versalles, y
con cierta entereza, que aplaude Turin , acredita su
zelo y amor por su Rey, y liberta á su pueblo de
las calamidades de la guerra. - -

O ciudad dichosa, y digna de serlo ! tu quisiste


que no pereciese en tus habitadores la memoria de
éste beneficio : tu quisiste que discurriendo de siglo
en siglo, llegue á tu mas remota posteridad ; y que
todos los años renueven y reduzcan el dia , dedica
do á tu agradecimiento. Vuestros ardientes votos se
os hubieran cumplido , y el cielo os hubiera con
servado á vuestro protector. Pero era debida una car
rera mas vasta á tanto cumulo de talentos : habia
ya llegado el tiempo en que debia manifestarse al
mundo un merito tan modesto, y en que habia de
acreditarse digno de quantas mercedes puede hacer
un Rey por un vasallo en premio de quantos servi
cios puede hacer un vasallo por un Rey.
º Luis XIV. aquel Monarca, gloria de su pueblo y
de su siglo, gloria de la Religion y del Estado; que
se mostro mas heroico en la decadencia de la vida
y de la prosperidad, que en el lozano verdor de la
juventud y de sus victorias; aquel Rey, cuya tu
* - —.
-
DEL CARDENAL DE FLEURY. , , , 173
tud examinada por las desgracias, obligó en fin á la
fortuna á que se afrentase de su propia desgracia, y
dandola á conocer su debilidad, la desengañó de
que no era oficio suyo ni el dar ni el privar de la,
verdadera grandeza. Este inmortal Monarca, habia
visto desvanecerse como la sombra su numerosa fa
milia , y hallandose solo en sus inmensos palacios
parecia que estaba sobreviviendo á sí mismo ; sus
ojos, proximos á cerrarse para siempre, no veian en
lugar de tantas flores cogidas sin sazon, sino una
flor que apenas habia brotado, mustia, desmayada,
casi agostada por el maligno viento que habia con
sumido y secado tantos florecientes renuevos. El era
como un nuevo Joas, unicas reliquias de la sangre
de David, que perdonado por las ruinas de su au
gusta casa , con dificultad le libertaron de entre las
que le descubrieron envuelto. A este debil infante
tienen por objeto los afectos de su corazon y las
ideas de su entendimiento, las ternuras, de un pa
dre, y los proyectos de un Rey. O. si á lo menos le
fuese concedido dexarle enseñado en el arte dificil
de reynar con sus instrucciones y exemplos Pero el
tiempo insta; el sepulcro le espera ya, y le esta pi
diendo: con que, solo piensa en quien ocupe su lu
gar para el magisterio de su heredero. Sobre quien
recaera pues la eleccion de este Principe, que enve
jecio en el estudio y en el conocimiento de los hom
bres; de este Principe, cuya eleccion que hizo de
los Bossuets y los ¿ habia acreditado y ca
lificado las luces de su entendimiento? Llama pues al
Obispo de Frejus; y deposita en sus manos el desti
: no de su sucesor y de su reyno.
Aqui deberia yo finalizar mi Oracion; supuesto
º que aqui se hermanan y combinan la aprobacion del
padre y las virtudes del hijo; de un Luis XIV, y de
-
un Luis XV. Intentar pues añadir alguna cosa al elo.
-... g10
174 ORAcroN FUNEBRERT
gio del Obispo de Frejus de haber sabido merecer la
confianza de un Rey que fue gloria de la Francia, y
de haber educado para bien de la Francia á un Rey
que es toda su felicidad; no seria desvirtuarle ? Con
efecto, si el mayor y mas glorioso esfuerzo del en
tendimiento humano , es el cultivar, descubrir, y
sacar los quilates de otro entendimiento, qué es
fuerzo no pedira el educar á un Principe, que nacio
para empuñar el cetro? - ? ,
Qué pensais es educar á un Principe destinado
para sentarse en el trono? Es en calidad de cristia
no inculcar profundamente en el entendimiento , y
radicar en el corazon de un Principe joven aquellas
grandes y sublimes verdades , que con tanta ener
gia pondera San Agustín en su Ciudad de Dios: que
la grandeza de los Reyes consiste en no olvidarse
de que si son Reyes para el pueblo, delante de
Dios no son sino hombres: si se bomines meminerint:
que su grandeza consiste en defender y apadrinar
los derechos de la Religion con tanto empeño y ve
hemencia, como los de su corona : si suam potesta
tem ad Dei cultum , majestati ejus famulam faciant.
Que el Rey verdadero no es aquel Principe que es
tiende los limites de sus dominios, sino el que ate
sora virtudes; ni aquel Principe que impone leyes
al universo, sino el que exerce imperio sobre sus pa
siones; ni aquel Principe que eterniza su nombre en
los fastos del mundo, sino aquel cuyo nombre este
escrito en el libro de la vida; ni aquel Principe, cu
ya opulencia satisface y se anticipa á los deseos de
los vasallos, sino aquel que no quiere sino á Dios,
ni anela sino por Dios, ni es Rey sino para Dios:
si Deum timent, diligunt, colunt ; si malunt cupidi
tatibus, quam gentibus imperare, tales imperatores
felices dicimus. . . . . . . . . . . .
Qué pensais es educará un Principe destinado
- pa
DEL CARDENAL DE FLEURY. 175
para sentarse en el trono?. Es en calidad de ciuda
dano virtuoso grabar en lo interior de su alma aque
llos inmutables principios de equidad, de donde de
rivan su estabilidad é invariabilidad las obligaciones
y vinculos reciprocos de mando y de obediencia,
de autoridad y de fidelidad , de Principe y vasallo:
aquellos inmutables principios de equidad que con
vencen de que si los pueblos son propios de los Re
yes, los Reyes son para el pueblo; que no menos
nacio el Principe para obedecerá la razon, que pa
ra mandar á los hombres ; que un Soberano sin mo
deracion y sin equidad no vulneraria menos los de
rechos de la sociedad, que el pueblo sin obediencia
y sin fidelidad, , , ... ... 2 o ... ot ni r
Qué pensais es educar á un Principe destinado
para sentarse en el trono ? Es en calidad de subdito
fiel mostrarle los caminos de la verdadera gloria;
decirle cosas, que ya no se le volveran á decir ja.
mas, que la purpura y la diadema se engrandecen
principalmente con el resplandor de la virtud; que
solamente el merito solido es digno de los humanos
aplausos; que la soberania es el centro y el blanco
de la adulacion, mas indecorosa todavia para, el
Principe que gusta de ella, que para el cortesano
que la ofrece prodigamente. . . . . . .
Que pensais es educará un Principe destinado
para sentarse en el trono ? Es hacerle que adquiera
un merito que se componga y conste de todas las
especies de los demas meritos. Nace, él Rey sujeto
ácumplir con todo genero de obligaciones 3 tiene
pues necesidad de todo genero de talentos, , y de
todo genero de virtudes, pero convinadas estas y
hermanadas en tan perfecto maridage, que la ma
gestad no prive de la confianza; ni la afabilidad de
bilite la veneracion ni la autoridad violente la li,
bertad; ni la bondad enerve el vigor de los pre,
* cep
176 ORAcróN FUNEBRE
ceptos; ni la justicia defraude los derechos de la
clemencia; ni la indulgencia fomente la esperanza
de la impunidad; ni el valor perturbe la tranquili
dad publica; ni el amor de la paz perjudique los in
tereses y la reputacion del estado ; ni el ardimiento
apresure la execucion de los proyectos; ni la cir
cunspeccion y madurez desaproveche los momenta
neos instantes de que depende la suerte de los im
perios. Qué sé yo quantas prendas mas. En fin para
saber rey nar es preciso poseer todas las buenas ca
lidades del entendimiento y del corazon. Y son ne
cesarias menos para enseñar á un Principe á rey nar?
Yo no sé si me atreva á decir que es tan dificil por
ventura instruir á uno, ó enseñar á ser gran Rey,
como serlo. -

Y si tan dificil es educar á un Principe destinado


para el trono, qué sera educar á un Principe ya
Rey? El respeto de Teodosio hacia atentos á las
lecciones de Arsenio á Arcadio y á Honorio. Una
palabra, una mirada de Luis XIV. aquel Rey que no
lo sabia ser menos en su familia, que en su Reyno,
hacia fructuoso el magisterio de los Bossuets y de los
Fenelones. Un niño destinado para el trono, pero
que todavia no le posee, no ighora que tiene un su
perior: pero un niño, que ocupa ya el trono, igº
nora que es Rey? Yo no sé qué voz y qué grito del
corazon y de las pasiones le avisa de su grandeza;
que la experimenta antes de conocerla. O apresura
da elevacion de un Principe, á qué peligros no ex
pones su virtud º Qué vasallo poseera luces suficien
tes, sabiduria, prudencia, circunspeccion y destre
za bastante para reprehenderá su Rey sin disgus
tarle; para contradecirle sin exasperarle ; y para
hermanar la entereza con la deferencia, la autorir
dad con la veneracion, la dignidad del Soberano
con el rendimiento del vasallo -
*.
DEL CARDENAL DE FLEURy. 177.
Yo observo que mientras hago esta descrip
cion , todos teneis el pensamiento puesto en el Obis
po de Frejus: y que le considerais tal, como se le
vio proceder con nuestro joven Monarca. No le dio
por cierto aquella educacion apocada, abatida, que
postra y enerva el alma ; que dexa al corazon en
manos de sus deseos, el natural rendido á sus impe
tuosas inclinaciones, la imaginacion á sus delirios,
el espiritu á su veleidad; que ocupada unicamente
en complacer , ni se atreve á manifestar los fueros
de la razon, ni á persuadir el cumplimiento de las
obligaciones; ni se averguenza de comprar y gran
gear la inclinacion y afecto de un augusto discipulo
á costa y con detrimento de sus virtudes y de su
merito. No os habreis todavia olvidado de las plau
sibles aclamaciones en que prorrumpio la Europa
quando hizo el Rey publico alarde de sí en su tier
na juventud, y en las primicias y como en el en
sayo de su reynado. Viosele ya como un exemplar
de piedad , de apacibilidad , de discrecion, de aquel
merito que la Escritura mira como merito propio de
los Reyes; de aquel caudal digo de sabiduria y de .
prudencia , que es el merito del entendimiento ; y
de aquel caudal de bondad y de compasion , que es
el merito del corazon : prudentiam multam nimis.
latitudinem cordis (1). ,
Ni le dio tampoco aquella educacion triste, ari
da, severa, cuyas pesadas y desdeñosas lecciones
extinguen el fuego de la imaginacion , entorpecen las
gracias y discreciones del entendimiento, y avivan
los impetus de las pasiones: antes usó en ella de
aquel inimitable talento de despojar á los preceptos
de su natural sequedad y aridez ; de aplicar el en
tendimiento al trabajo sin fatigarle ; de fixarle sin
Tom. LVII. Z su
- () III. Reg. c. 4. v. 29...;... . . . .. . . . .
<*
- 25
-
178 ORACION FUNEBRE
sujetarle , de halagarle con el inocente deleite de la
leccion agradable ; de aficionarle con el gusto de la
novedad; de inspirarle deseo de saber aquello que se
le queria enseñar; de insinuar mas, que de enseñar,
y de comunicar á sus documentos alma, vida , y
jugo intelectual.
Tampoco le dio una educacion de sabiduria pro
fana y del siglo, con que nada ignora un Principe,
sino lo que mas le importa saber , que son las maxi
mas y los principios de la Religion. Dire yo que el
Obispo de Frejus se hallaba intimamente penetrado
y convencido de la verdad, de la santidad, y del
caracter divino de la fé catolica º Gran Dios , para
qué tiempos nos habeis guardado, si esta ciencia ha
de servir tambien de materia para su elogio! Abun
dó de virtudes que honraron su siglo : ó quán digno
de llorarse es que los vicios y la malicia de su siglo
diesen nuevo realce y nuevo valor á sus virtudes! O
siglo miserable, en que la ignorancia y la soberbia
del entendimiento humano sorben á dos manos la
ponzoña de la impiedad en el vaso del grosero en
gaño que les ofrecen las pasiones y la sensualidad! O
siglo de ceguedad y de tinieblas palpables , en que
esclavizado el entendimiento por el señuelo y atrac
tivo halagueño de una falsa libertad , se deleita
en internarse en las profundas honduras de vagos y
temerarios discursos , y en vaguear por un laberinto
de sofismas capciosos, en donde gusta perderse, y no
volverse á hallar jamas Temio justamente el Obis
po de Frejus semejante peligro y contagio. Y como
no ignoraba que la codicia y demas pasiones de los
cortesanos se conjuran contra las virtudes y contra
“la religion del Principe, con qué vigilancia no pro
curó pintarle la irreligion con sus colores verdade.
ros , manifestandosela como es en sí? Bullicio y
desasosiego en el entendimiento, rebeldia en la ra
ZOn,
DEL CARDENAL DE FLEURY. 179
zon, amor al libertinage en el corazon , deseo de
impunidad para las pasiones, benigna é indulgente
con el vicio á quien liberta de todo temor; cruel
con la virtud, á quien priva de toda esperanza; extra
vagante complexo de inciertas y dudosas opiniones,
que no puede adoptar el hombre de bien, sin verse
en la necesidad de avergonzarse ó de su corazon vi
ciado por sus persuasiones, ó de sus virtudes impug
nadas por su sistema. Quantas veces le ponderó que
la Religion es la mas firme columna de la autoridad,
el apoyo de las leyes , el alma del estado; y que
para perpetuar la felicidad publica no era necesaria
otra diligencia, que proveer á los pueblos de Reyes
enseñados en la escuela de la Religion, y á los Prin
cipes de subditos instruidos en la propia escuela?
Gracias inmortales sean tributadas á la divina Pro
videncia , que nos ha concedido un Rey que ama la
Religion como christiano, y la ama como Rey ! Ex
plicada y encarecida la Religion por un maestro
tan habil, se aficionó á ella el joven Monarca, y la
admitió y radicó en su corazon. La Religion le co
municó las admirables calidades de su corazon : y
con la Religion le vinieron el agradecimiento, la con
fianza, la amistad. Pero qué digo yo amistad , y ha
blando de un Rey! Verdaderamente que el trono que
tanto se franquea y familiariza con las pasiones hu
manas, se habia manifestado al parecer hasta nues
tros dias inaccesible á la amistad. Se representaba
digno de lastima el estado de los Principes, porque
aunque inundados de grandezas y opulencias, podian
y aun debian envidiar la condicion del hombre hu
milde, que vive obscuro y desconocido ; porque si
este goza de las dulzuras de la amistad verdadera,
no queda bien vengado de los ultrages de la fortuna?
En lugar de que el mayor Monarca, sin amigos vi
vira sin gusto. No se quejen los Principes de su ge
Z 2 Ta I
18o ORACION FUNEBRE
rarquia, ni de su dignidad: quejense solamente de
su corazon. Estaba reservado para Luis el enseñar á
los Reyes , que la amistad es una virtud que no en
vilece á los Reyes, ni una felicidad que les niega el
cielo. Y estaba reservado para el Obispo de Frejus
el enseñar á los pueblos que un vasallo puede aspi
rar á la amistad de su Soberano.
Noble y ilustre recompensa pero si bastaba á
satisfacer los deseos del Obispo de Frejus , no era su
ficiente para satisfacer el agradecimiento del Monar
ca. Nombrado el Cardenal de Fleury consejero de
Estado, enoblecido con la purpura cardenalicia, en
cargado de solicitar baxo las ordenes del Principe
la felicidad del Estado, pero el colmo de su prospe
ridad se fundó en no ser deudor de la estimacion y
de la confianza del Rey , sino á su merito y á
sus virtudes; y de un Rey profundo en sus ideas, im
penetrable en sus proyectos, constante en sus deter
minaciones ; de un Rey, cuyo entendimiento atina
do, prudente , solido, activo, agudo , se desemba
raza facilmente del grave peso de los negocios , go
bierna sin turbacion y sin confusion los inmensos
asuntos de un grande imperio; de un Rey á quien
vemos desentenderse y despreciar las fuerzas de la
Europa coligadas contra él, mostrandose tan ageno
de temer la guerra por cobardia , como de desearla
por ambicion. Blasonen otros reynos de deber sus
glorias al talento de los Ministros que manejaron sus
negocios publicos; que en nuestro difunto de las pren
das del Monarca se deriva la gloria del Ministro,
porque el merito del Soberano manifiesta el merito
del vasallo; y quanto menos necesaria se juzgase la
persona del Cardenal de Fleury, tanto mas honro
so sera para él que un Rey tan grande le hubiese
reputado por util para la felicidad de su Reyno.
Desandad pues, señores, desandad los caminos
- por
DEL cARDENAL DE FLEURY. I8I
por donde el Cardenal de Fleury llegó á la cumbre
del favor, pues yo os los he descubierto y puesto á
vuestra vista. No espereis ver en ellos los bullicios,
las negociaciones , las maquinas de la ambicion insa
ciable y desasosegada; pues unicamente advertireis el
merito solo experimentado en los empleos mas delica
dos , y acreditado con los servicios mas importantes:
modesto , apacible, inalterable, observareisle con
tento con ser lo que es , sin ansia ni solicitud por
llegar á ser lo que no es, elevandose asi á una for
tuna que fue obra solo de su virtud, marcada con el
sello de la sabiduria: venerunt mihi omnia bona pari.
ter cum illa , & innumerabilis honestas per manum il
lius. E informados ya del camino que sigue el sabio
para llegar al termino de los honores , aprended
ahora del exemplo del Cardenal de Fleury, los me
dios de que se vale el sabio para hacer utiles á la
patria estos mismos honores con sus talentos, y el
uso oportuno de ellos. . . . . . . . . .
-
. . . .»
- *, -

SEGUND A PARTE.

S es dificil llegará la cumbre de las primeras dig


nidades con aplauso y estimacion general del
pueblo, todavia lo es mas mantenerse en ellas con
grande opinion. Luego que el Cardenal de Fleury se
vio honrado por el Rey, acreditó el acierto de la
eleccion del Principe con sus talentos, y con unos
talentos los mas utiles y los mas necesarios para la
conveniencia y la prosperidad del Estado.
Semejante el Cardenal de Fleury á aquellos gran
des ingenios, que en la literatura son tan superiores
al hombre de ingenio regular, quanto este lo es al
comun del pueblo, aquellos grandes ingenios, cuya
imaginacion viva, fecunda, ardiente produce sin
ninguna dificultad aquellas felices expresiones, aque
- llos
182 ORAcIoN FUNFBRE
llos pensamientos finos y delicados, aquellas pintu
ras valientes, aquellos discursos profundos, pateti
cos, sublimes, que suspenden , arrebatan , enage
nan: su estilo es un estilo ameno , sencillo, natu
ral, noble, magestuoso al mismo tiempo, que exór
nado con toda la gala y curiosidad del arte, no ma
nifiesta la sujecion y servidumbre á sus leyes: en
fin en nada descubre trabajo ni sudor. Semejante di
go á estos grandes entendimientos en materia de li
teratura, se manifesto el Cardenal de Fleury entre
los grandes talentos destinados á gobernar las riendas
de los estados. Ofreciansele á su imaginacion venti
lados ya y ordenados, por explicarme asi, los pro
yectos; aclarados y digeridos los negocios; venci
das y desatadas las dificultades. Viosele dictar sin
estudio previo, sin meditacion antecedente los de
cretos mas importantes con una abundancia y afluen
cia de ideas ; con expresiones tan propias y con
cisas; con una serie y enlace de hechos y de dis
cursos tan conexo, que mas parecia un decreto es--
tudiado, meditado profundamente, y limado con la
atencion mas seria y reflexiva. Y si por ventura se
ve interrumpido por algun accidente en medio del
discurso, presta atencion al nuevo asunto, sin apar
tarse del primero: dilatase su entendimiento segun la
necesidad de las circunstancias : multiplicansele las
ideas sin confundirse, ó por mejor, decir: abandona
las primeras ideas y no se esfuerza por conservarlas,
porque no teme que se le olviden: desembarazado del
nuevo negocio , vuelve á seguir el hilo del discurso,
sin necesidad de repetir su lectura, y sin riesgo de
repetir lo ya dicho, ó de omitir lo que no dixo.
Y lo que con tanta abundancia y facilidad le flu
ye, no se le borrara de la memoria con la misma ve
leidad ? No , señores, no lo temais: porque asi co
mo nada le cuesta dificultad al Cardenal de Fleury,
aSl
DEL CARDENAL DE FLEURY. 183
asi tampoco nada se le olvida. Docil su memoria,
pronta en recibir las huellas de las cosas, fiel en con
servarlas, puntual en suministrarlas, no conoce di
ferencia entre lo pasado y lo presente, El ve toda
via lo que una vez vio: él oye lo que oyó : él res
ponde lo que respondio: y la memoria que los pre
tendientes perdian de algunas circunstancias de sus
negocios, de sus intereses, de sus motivos, de sus
«diligencias, la hallaban depositada en la del Car
denal de Fleury: porque lo que una vez supo , siem
pre estuvo en estado de repartirselo al Maestro que
se lo enseñó. . . . . . . . . . . . - º . . . .

De aqui aquella paz, aquel sosiego, aquella tran


quilidad, cuyos efectos agradables, placenteros, ama
bles se le traslucian en el semblante. Los proyectos
inventados, y discurridos con lentas y profundas me
ditaciones dexan en el exterior las señales, y co
mo los resabios de los dificiles conatos y esfuerzos
del entendimiento que los produxo; porque extenua.
da el alma, se reconcentra en sí misma, no sintien
dose ya con suficiente vigor, ni fuerza , ni vida pa
ra salir de lo profundo de sus serias meditaciones.
Viose jamas en el Cardenal de Fleury aquel retiro
triste é intratable, aquellas distracciones inquietas,
aquella atencion estudiada y laboriosa, que son pro
pias de aquellos entendimientos limitados, que es
tan siempre ocupados en pensar , porque jamas pien
san con bastante solidez y claridad ? En qualquie
ra tiempo que se le buscase al Cardenal de Fleury,
sí solo se le buscaba como amigo, y como ciudada
mo , desaparecia enteramente el oficio de Ministro y
de hombre que trataba negocios deo Estado: y con
grande descanso y sosiego no se negaba á las con
versaciones festivas, á las comunicaciones literarias,
á las relaciones de las noticias (eomunes, de los su
cesos publicos y particulares, como, si de afuese ne.
CG
184. .v., ORAcroN FUNEBRE -
cesario precaverse contra el tedio de la soledad, ó
que llenar los ratos de una vida ociosa y des
ocupada. -

De aqui aquella robustez, aquel vigor inaltera


ble del espiritu y de la salud. La vida de los que
ocupan puestos elevados, es breve , dice el Espiri
tu Santo: omnis potentatus brevis vita (1). Los arbo
les plantados en las cumbres de los montes sacudi
dos continuamente por los cierzos y los uracanes, no
tardan á desarraigarse, cubriendo la tierra con sus
despojos: el embate continuo de los vientos les con
sume y seca el jugo que les da vida. Como era el
Cardenal de Fleury tan diestro en el arte de alter
nar el trabajo con el descanso, y de tratar ó sus- .
pender segun su voluntad los negocios y proyectos
mas serios , experimentó la verdad de aquellas pala
bras de la Escritura: que el sueño del varon consu
mado en la sabiduria, es un sueño sosegado, apaci
ble, sueño no menos del alma, que del cuerpo: sue
ño, que vivificando la sangre, avigora y renueva el
espiritu : quiesces, & suavis erit somnus tuus (2)-
Asi vimos que dilató y conservó hasta la edad de
crepita la vivacidad de la juventud, las agudezas de
una imaginacion amena, las flores de la primavera
conservadas despues del otoño: animus gaudens aeta
tem floridan facit (3). Pasaba el tiempo por él sin
dexar vestigios de su voracidad: cada dia le restituia
al parecer y le reintegraba de lo que el dia antece
dente le habia defraudado; y casi nos reduxo ya á
dudar si estaba esento de la ley comun ; y despues ,
de una vida tan prolongada, no carecio su muerte
de las admiraciones de prodigios: mortuus est in se º
netiute bona (4). - -
- De
(1) Ecles. c. 1o. (2), Prov. c. 3. (3) Prov. c. 17.-
(4). Gen. c. 25. ----- ---------- 1 , es- = --

--
DEL cARDENAL DE FLEURy. 185
De aqui aquel secreto inviolable. Muchas veces
los Ministros de Estado mas desconfiados , y los mas
circunspectos, ya que no se declaren , dexán que
se les adivinen el interior; y ya que no revelen los
arcanos, los indican: leense sus proyectos , sus te
mores, sus esperanzas en sus ojos, y hasta en su si
lencio mismo: nada suelen decir, y con todo nada
suelen ocultar. En vano brujuleariais en el semblan
te del Cardenal de Fleury los arcanos del Estado. Si
se juzga del navio por las maniobras del piloto, pare
ce navega en un mar que no altera el mas ligero vien
to; y que es llevado suavemente por el curso de un
rio cuyas aguas se deslizan con movimiento apacible.
Todo aquello que el Cardenal de Fleury queria ocul
tar de las sospechas y congeturas de la curiosidad,
lo olvidaba sin olvidarlo; abriase su memoria para
depositarlo en sus senos , y cerrabase despues con
un candado, y no le entregaba , sino quando se lo
pedían. Descargado por este medio del peso del se
creto, ni padecia el peligro de revelarlo , ni la di
ficultad de callarlo. - -

De aqui aquella extension , aquella variedad in


mensa de noticias. Comercio , hacienda, guerra,
marina, justicia, Religion, funciones y prerogativas
de los cargos, derechos del Principe y del pueblo,
veiase obligado á velar sobre todo : sabia todas estas
cosas, pero como conviene que las sepan los que ocu
pan tan elevados puestos, no con una individual no.
ticia, y por menor de cada cosa, sino penetrando
los radicales principios de ellas, y teniendo unas
ideas generales. Pero aquello que le importaba saber
perfectamente, quien lo supo mejor, ni aun tan bien?
Contrapesar las fuerzas respectivas de los estados,
calcular los intereses de los Principes, averiguar sus
pretensiones, discernir sus rivalidades y sus emulacio
nes, descorrer el velo con que encubren sus fines am
Tom. VII. Aa bi
186 ORAcIoN FUNEBRE
biciosos ; tener un perfecto conocimiento de las cos
tumbres, de las inclinaciones , del caracter, del ge
nio de las naciones ; tener noticia hasta de los nom
bres, de los talentos, de la capacidad de los parti
culares que se distinguian en cada reyno. Diriais que
el Cardenal de Fleury habia peregrinado por todas
las provincias de Europa, residido en todas las Cor
tes, tratado con todos los Ministros , comunicado
con todos los sabios, asistido á todos los Consejos.
Llegaban los Embaxadores extrangeros á la Corte
de Versalles, y dudaban en algun modo si habian
dexado todavia á Roma, á Viena, á Londres , á
Madrid; si estaban tratando aun con los Ministros
de su Principe, ó con el Ministro del Rey á quien
eran enviados. Y esta ciencia de los hombres, que
siendo tan necesaria, es sin embargo tan rara en los
que mas saben , no fue la ciencia del Cardenal de
Fleury? Una breve conversacion , una conversacion
como de paso , indiferente , casual, bastabale para
penetrar los senos mas ocultos del corazon humano:
sicut aqua profunda, sit consilium in corde viri: sed
bomo sapiens exhauriet illud (1). Como era maestro
tan habil el Cardenal de Fleury en ocultar sus pro
pios designios , y en penetrar los agenos, de aquina
cio que no hubo acaso hombre menos conocido , que
él, ni quien conociese mejor á los demas hombres.
Añadid á tanto entendimiento y tanto ingenio una
razon solida , despejada, y una verdadera y sana
politica: aquel talento, quiero decir, sin el qual de
nada aprovechan los demas talentos, el de emplear
los y hacerlos utiles á la patria. Qué Ministro se
manifestó jamas tan dedicado ni tan solicito por la
felicidad publica º Apenas declaró el Rey que queria
gobernar por sí mismo su reyno, valiendose de los
- COInº
(1) Proverb. ao, - - -
º rºs === -
-

- -
- -
-
-==

DEL CARDENAL DE FLEURY. 187


consejos del Obispo de Frejus , quando el reyno y el
ciudadano se prometieron por norte del gobierno á
la mansedumbre y á la moderacion. Empiezanseá
satisfacer con el mas riguroso escrupulo las deudas
del Estado, deudas envejeeidas, deudas muchas veces
despreciadas , deudas enfin olvidadas. Resucita la con
fianza publica: circula el dinero. Qué de proyectos
inventados y puestos en execucion para poner cor
rientes los fondos publicos, sin detrimento de los
vasallos? Pero no temais alteracion alguna en las
moneda: este punto tan delicado, objeto de tantas
representaciones, y de tantos deseos, que ya casi se
habia dexado de desear, porque no se atrevian á es
perarle , no sufrio novedad alguna. El comercio des
cansa sobre esta basa y apoyo permanente: el frau
de y la mohatra se miran defraudados de esperan
zas; la buena fé carece ya de todo temor y terror.
El oficial y el soldado no sufren ya las lentitudes de
una paga tardia: y los diferentes cuerpos del Estado,
conservados en el uso de sus prerogativas, y conte
nidos dentro de sus limites y terminos, viven uni
dos y hermanados con los vinculos de la concordia
y amistad. Y si alguna imprevista alteracion de los
animos amenaza á perturbar la tranquilidad publi
ca , el trueno de la severidad solo suena entre las
manos del Cardenal de Fleury, y solo se manifiesta
con unas amortiguadas y instantaneas vislumbres; y
luego se desvanece. Pero no por eso se retira el Car
denal de Fleury ni , cede : antes elige otro camino
para llegar al termino, y es el de la persuasion, con
el qual triunfa. La fuerza de la autoridad es obra
tan suave y tan imperceptiblemente, que apenas se
siente; pero es tan eficaz y tan poderosa, que no
se la resiste. - -

Pero qué? no me valdré yo sino de la obscura


uniformidad de un gobierno tan pacifico para pintar
Aa 2 y
I83 ORAcroN FUNEBRE
y caracterizar las prendas y talentos de un Ministro
de Estado 2 Ay, Señores ! No envidió el Cardenal
de Fleury á otros Ministros , sedientos de los aplau
sos publicos, la fortuna de hacerse memorables con
proyectos ruidosos, con arbitrios arriesgados , con
grandes empresas: no aspirara á representar en el
teatro del mundo escenas importantes, de las que
ellos mismos sean los actores y los autores : ni se es
timulara á imitar aquellos hinchados rios , aquellos
voraces incendios, que dexan la memoria de sus es
tragos en las ruinas y despojos de los imperios. Con
razon se dixo: dichosa nacion aquella , cuyos fastos
no daran pabulo á la curiosa posteridad con la re.
lacion de sus sangrientas revoluciones Pero yo aña
do: grande y verdaderamente digno de un amor eter
no sera aquel Ministro, de cuya historia no apren
dan los politicos sino el arte de hacer felices á los
hombres. Es inegable que la conservacion de una di
latada paz no es camino para merecer las aclama
ciones y los aplausos del pueblo: disfruta el reyno
de este bien sin advertirlo; y como la paz es la sa
lud del Estado, solo se piensa en la triste necesidad
de haberla de llorar despues de perdida. El Carde
nal de Fleury ni conocio ni se rindio á este amor de
la gloria mundana, que es la flaqueza, por no decir
la baxeza de los grandes hombres ; qué le importa
que sus talentos sean desconocidos, á quien solo de
seaba utilizarlos para bien y felicidads del Estado?
Pero antes bien, lexos de ser inutiles, quan ne
cesarios no fueron ? La dilatada paz que los ocultó
á los ojos del vulgo, quán patentes los hizo á los
ojos de los sabios º Con efecto, prestadme vuestra
atencion. Quién sabe si al vasto y grande talento del
heroe politico cuya perdida lloramos, y á quien la
posteridad le hara siempre la justicia de mirar co
mo al primer autor de nuestras victorias y conquis
tas,
El R-en

DEL cARDENAL DE FLEURY. 189


tas, quién sabe, repito, si no le hubiera costado mas el
conservar nuestras prosperidades, que el prepararlas?
Quando una potencia se levanta sobre las ruinas de
otra muy formidable, se hace el objeto de los temo
res publicos, y carga con el odio que causaba; por
que el interes politico separa y divide lo mismo que
habia unido. Si él habia armado las naciones á fa
vor del conquistador para impedir su ruina, ahora
las arma contra él para precaver sus designios. Por
esto se ha visto en todos los siglos aquel fluxo y re
fluxo de Monarquias ya ensalzadas , ya abatidas, ya
mantenidas florecientes, ya destruidas por las fuer
zas de los pueblos, coligados al principio para defen
derlas, y despues para derribarlas. Y ved resuelto
aquel problema de los politicos: que las monarquias
estan proximas á su ruina , quando llegan á la cum
bre de una prosperidad completa, y que el instante
de su gloria es precursor del momento de su deca
dencia. Asi se vió que en tiempo de Luis XIII. ame
nazaba la Casa de Austria á la Europa con una pro
xima servidumbre: en tiempo de Luis XIV. la ambi
cion, que tan fecunda es en calumnias, nos imputa
ba esta opinion odiosa, á fin de llegar á la realidad
de un poder funesto á la misma Europa. Pregunto
yo ahora, en dónde se manifiesta mas la solidez, la
capacidad, la sublimidad del entendimiento huma
no º en concertar coligaciones, ó en desbaratarlas:
en congregar nubes y vapores para fraguar tempes
tades, ó en desvanecerlas: en sembrar desconfian
zas, ó en precaverlas: en dispertar emulaciones, ó
en extinguirlas: en sublevar la Europa contra los he
rederos de Felipe II. ó en hacer que se olvide de los
sucesos de Luis XIV. y que ame el poder de Luis XV?
Recorred, Señores, recorred en vuestra memo
ria los anales de la Monarquia. Qué sucesos tan glo
riosos á la Francia no encontrareis en ellos Pero
- lee
F9o ORAcION FUNEBRE
leereis acaso en ellos alguno que se iguale con el
ilustre y magnifico expectaculo que nos ofrece el
congreso de Soissons ? Otro semejante á él vió Roma,
y numeróle en el catalogo de sus mas dichosos dias;
pero Roma arrancaba á impulsos del temor los desa
bridos obsequios de las naciones, que vivian medro
sas y sobresaltadas con el peligro proximo de ser
presa de sus violentas y tiranicas usurpaciones. Con
curren á la Francia los Embaxadores de las Poten
cias de Europa, y concurren impelidas de los afec
tos de la estimacion y de la confianza. No hay en
ellas emulaciones , no hay empeños pundonorosos
de precedencias. Asiste en esta augusta asamblea el
Cardenal de Fleury no tanto al parecer como Em
baxador Plenipotenciario de la Francia, como Presi
dente del Senado de la Europa. No se da alli lugar
á aquellas desconfianzas y rezelos, tan enemigos de
la union y de la concordia entre los pueblos, Cada
nacion deposita en él sus secretos fines, sus desig
nios, sus temores, sus esperanzas. Llamale el Rey
cerca de su persona : siguenle los Ministros extran
geros, Qué nuevo linage de gloria para la Francia!
Ya que siempre fue temida , solo le faltaba el ser
amada. Vedlos pues ya á los Embaxadores de tantos
Estados, vedlos congregados á la sombra de aquel
trono, cuya ruina habian jurado, y casi esperado á
principios de este siglo: y se congregaron no ya pa
ra indagar sus intenciones, para cautelarse contra
sus designios, para sembrar en sus patrias el odio
y el terror del nombre frances ; sino para recibir de
mas cerca consejos verdaderos y desinteresados; pa
ra publicar al universo que el cielo concedió á la
Francia un Rey que nacio para la felicidad de todos
los reynos; y que el cielo concedio á la Francia un
Ministro digno de su Rey. O que feliz seria el mun
do, si gozase siempre de semejantes Reyes, y sus
tel

r
DEL cARDENAL DE FLEURY. 191
tentase tales Ministros! Pero sabra el mundo disfru
tar esta felicidad? Sabra conservarla? Porque qué di
ques hay que no rompa el atrevimiento y la insolen
cia de las pasiones? Pero hablemos un idioma mas
verdadero. Frustra la divina providencia los proyec
tos de los hombres, y para manifestarnos que en
vano los valerosos Capitanes de Juda velan al rede
dor de Sion , si el Señor no vela con ellos y por
ellos, permite que la paz aborte repentinamente las
atrocidades de la guerra. -

Aquel Principe magnanimo, á quien hemos vist


abrirse el paso y facilitarse la exaltacion al trono
por su propio merito, ilustrarle con sus virtudes,
renunciarle, y aun despreciarle para siempre, si hu
biera podido dexar de ser padre de su pueblo, sin
continuar siendo su Rey: aquel Principe enlazado
con la Francia con los mas sagrados vinculos es lla
mado con los votos y ansias de su patria ; pero con
federaciones, coligaciones intestinas maquinadas, fo
mentadas , auxiliadas , sostenidas, empeñadas.........
Mas olvidemos unos sucesos vengados con la felici
dad de la guerra, y resarcidos con las utilidades
de la paz. - ,
Manda Luis ; y el Cardenal de Fleury dispone
que obren las fuerzas del reyno. El Rhin y el Po reci
ben ya las leyes que les queremos imponer : dos ba
tallas ganadas en Italia ; destruidas las defensas de
Alemania; el Principe Eugenio hecho solamente tes
tigo de nuestras conquistas; el Imperio abierto, y sin
desconfianzas, anuncian y prometen nuevos triunfos.
Pero el contagio de la prosperidad no se introduce
ni se apodera del corazon del sabio. Obligado de la
necesidad , intimará tal vez la guerra; pero sus de
seos siempre anelaran por la paz, dice San Agus
tin : pacem debet habere voluntas, bellum , necessitas.
La moderacion del vencedor suspende y detiene
V1C
la
192 ORAcIoN FUNEBRE
victoria en su mas veloz carrera , y puesta la Euro
pa en paz, observa una profunda calma y silencio.
Vuelven con la paz los frutos y beneficios de la paz;
y guardando el Monarca fielmente su palabra, no
permite que las calamidades de la guerra se extien
dan mas alla que la misma guerra. Levantanse los
impuestos; y la Francia se hubiera olvidado de que
se vio en algun tiempo precisada á combatir, si la
gloria y el fruto de sus victorias no se lo reduxeran
á la memoria.
Qué no me sea posible, Señores, trasladar á la
posteridad con dignas expresiones y convenientes á
la grandeza de los sucesos lo mismo que hemos vis
to, y que acaso no admiramos debidamente , por lo
mismo que pasó delante de nuestros ojos ! Mirabase
la Casa de Austria y su cabeza amenazada de una
total ruina. Su exercito sin soldados , sin oficiales;
sus Estados sin dinero, sin consejo, abrasados en dis
cordias abrian al Otomano un paso y entrada mas
facil, que la que no consiguieron abrirse los Baya
cetos, los Solimanes y los Selines con tantas bata
llas y victorias. Pero el Cardenal de Fleury baxo los
auspicios del Rey, y obedeciendo sus ordenes salva
la Europa cristiana : depositan en sus manos entram
bos imperios sus intereses y pretensiones; y señalan
do al pueblo vencedor terminos que no se atreve á
quebrantar, dicta y hace un tratado, que el pueblo
que se hallaba menos favorecido de la fortuna, ad
mite gustoso y sin verguenza. Cuyas condiciones son
tan prudentes y acertadas, que el un exercito encuen
tra en ellas el premio de sus trabajos y de sus triunfos;
y el otro encuentra en la paz unas utilidades que le
resarcen de las calamidades de la guerra. - -

O Dios justisimo! bien sabeis que estan grabadas


en el libro, donde teneis escrito el destino de las
Monarquias, estas obras de un zelo
y
megaanim y
C
bEr, cARDENAL DE FLEURY. r93
desinteresado Pero tambien veis, Señor, llena la
Europa de confusiones y discordias á impulsos del
odio, de la envidia , de las sospechas , de los rece
los , de las injustas desconfianzas, y de otros mil in
tereses personales paliados con el especioso pretesto
del bien comun. Veis que esta casa, que se libertó
del naufragio, alentada ahora con algunos buenos su
cesos, parece nos quiere obligará sentir nuestra ge
nerosidad, y á arrepentirnos de haberla puesto en es
tado de olvidarse de nuestros beneficios. Pero no es
pereis que grite yó : destruid, castigad, Señor... Pe
ro antes mi corazon se exhalará en votos mas dig
nos de ser oidos en el Santuario. Mandad, Señor,
á los vientos y á las olas del mar, y se amansarán
las tormentas : haced que las potencias enemigas se
acuerden de que la Francia fue su recurso y su asilo.
en sus aflicciones ; ó antes bien mandad que lo olvi
den ; porque la memoria de las calamidades padeci
das irritan el orgullo, y la envidia no perdona los
servicios quando manifiestan tantas fuerzas y poder.
- Un Ministro, gobernado por estas grandes ideas
de una politica sana y virtuosa, no hubiera aban-,
donado todos sus principios, si no se hubiera condo
lido de los clamores de la Religion, qué en este Rey
no sufria cismas tan funestos? O tiempos indociles y
presumidos , en que revestido el error de un profun
do disimulo y sumision , y aunque, de vastos y teme
rarios proyectos, timido y cauteloso en sus progre
sos, condena á la Iglesia , y no se aparta de ella;,
501 confiesa la autoridad, pero no obedece ; rehuye el
- yugo de la subordinacion , pero no le sacude ; vene-,
0s, ra á los Prelados, pero no los obedece; desenlaza
imperceptiblemente, los vinculos de la unidad, pero
no los rompe; vive sin paz y sin guerra; sin rebe
larse y sin obediencia!
O Religion sacrosanta Tu sabes, que contentan-.
Tom. VII, Bb do
f94 .." ORAcroN FUNEBRE º "
dome con gemir en silencio sobre las calamidades de
Sion, y con suspirar ansiosamente por la paz, por
la union , y por la concordia que veo se destierran,
solamente á pesar mio y temblando proseguire á pres
tarte el instrumento de mi flaca voz para ponderar
tus peligros y tus desgracias ; y que lexos de conser
var su memoria , desearia mas sepultarlas en perpe
tuo olvido, si me fuese licito defraudar á mis oyen
tes de esta gloria del Cardenal de Fleury, en que tu
vo él menos parte, que vosotros. -

Qué exemplos y qué testimonios tan solidos no


dexó de la pureza y de la integridad de la fé? Con
qué expresiones tan energicas no acreditó en su testa
mento su ciega obediencia á las nuevas decisiones de
la Iglesia; su vivo y verdadero agradecimiento á la
merced que le concedio el cielo de preservarle des
de sus tiernos años de toda novedad? Qué venera
cion tan profunda no profesó á la Cabeza de la Igle
sia? quántas veces no se le oyó exclamar y confesar
que la Iglesia de Jesu-Christo es aquella Iglesia edi-.
ficada sobre San Pedro ; que los caminos de separa
cion son caminos de error y de mentira; que en tan
to tiene vida el sarmiento en quanto esta unido con
la vid; que los discursos y raciocinios son mera di
version de los filosofos; que la obediencia es y debe
ser el caracter y profesion del cristiano?. Y quando
mas honrado de la confianza de su Rey, se olvidó aca
so de aquella maxima de San Agustin ; que si el ciu
dadano es deudor solamente á la Religion del buen
exemplo, los Reyes y los Ministros la deben auxiliar
con las obras de su zelo? . , ,, , ,, , *

Quántos escollos y precipicios no padecen los ca


minos del zelo? O y quán dificil es sentar el pie fir
me y seguro entre los dos estremos del zelo que obra
con ardimiento, y del zelo que tolera y disimula con
demasiada benignidad. «.Si. en exasperar los espiritus
* L ,y
.
- .
-

. . .
DEL CARDENAL DE FLEURY. t95
hay peligro, se arriesga todo en no reprimirlos. Qué
no puede esperarse del tiempo; pero qué no debe te
merse al mismo tiempo? Un zelo, vigoroso é inflexi
ble precave los progresos del error; y un zelo sua
ve y contemplativo cautiva , mueve, y reduce á la
razon á los espiritus contaminados ya del error.
Quál fue el zelo del Cardenal de Fleury? A la
verdad ignoramos lo que en no pocas ocasiones le
dictaron y le aconsejaron los intereses convinados é
inseparables de la Iglesia y del Estado. Lo que nos
consta es que nuestro amado difunto fue muy aman
te de la Religion , y de la paz: que la actividad y
la solicitud de su zelo no tuvo mas fin, que sostener
y defender la Religion: que la mansedumbre y las
condescendencias de su zelo no tuvo mas fin , que
conservar y sustentar la paz. Lo que nos consta es
que el vigor y entereza que mostro procedio muchas
veces del amor á la paz; y, asi, castigaba usando de
severidad para perdonarse la necesidad de castigar
mas severamente; y que la suavidad y atenciones que
observaba, tenia muchas veces su raiz en el amor á
la Religion ; porque le parecia hacer mejor su cau-,
sa, aparentando que no la hacia. Lo que nos consta.
es que su intencion fue pura y recta; que el temple
y el caracter de su alma fue la paz, la mansedum
bre, la caridad; y por consiguiente que si se mez
cló alguna imperfeccion en su zelo, por eso pudo te
ner algunos defectos leves, porque poseia grandes vir
tudes, y su corazon bastaba para justificar su con-s
duéta. - . . . . .. . . .
Lo que nos consta es que en tiempo del Carde
nal de Fleury han empezado á cicatrizarse las lla-,
f
gas de la Iglesia , á sentirse la tranquilidad, á con
cordarse el Episcopado, á sujetarse el clero á la su-,
yl
bordinacion y á la obediencia , á escuchar las ovejas
|S la voz de sus pastores, á enfrenarse la seduccion)á
Bb 2 des
196 . ORACION FUNEBRE r
desvanecerse los falsos milagros, á rendir su juicio
las sabias universidades, á confiar la educacion de la
juventud de maestros de sana y segura doctrina, á
dar exemplos de obediencia las comunidades mas ce
lebradas por sus virtudes y talentos, á evitar las con
troversias y disputas los ingenios, á estrechar los co
razones con los lazos de la paz y de la concordia.
Lo que nos consta es que por grandes que fueron los
servicios que hizo á la Religion , no llenaron sufi
cientemente la capacidad de su zelo y de sus de
SCOSe -

Confesad, Señores, que tantos trabajos y diligen


cias para radicar, conservar, y aumentar la paz, el
sosiego y la felicidad de la Iglesia y del Estado, hu
bieran apurado los talentos, y la actividad de qual
quiera otro. Pero al entendimiento y al corazon del
Cardenal de Fleury no le basta el mas dilatado impe
rio: vigilante y solicito pasa á ahogar en sus princi
pios y secar las semillas de la discordia , acude con
sus oportunas providencias donde quiera le llaman los
clamores de la paz perturbada con funestas discor
dias, ó consternada con alborotos, presagios y pri
micias de la guerra. Como le destinó el cielo para
concordar las naciones, para pacificador de la Eu
ropa, dedica la autoridad que su Rey le concedio so
bre su pueblo, á solicitar la prosperidad de todos
los pueblos de ella. Por esto no usan todos ellos si-.
no de un lenguage. En unas partes se oyen en los
templos ruegos y oraciones fervientes por su vida y
por su salud : en otras se recitan elogios para inmor
talizar las virtudes de este sabio Ministro: fama na -
minis ejus per ora populorum volitabat (1). -

Ni temo decir que su gloriosa memoria irá cre


ciendo al paso que vayan corriendo los tiempos : fa
- 99íd.
. . (1) Esther. c. 7- y
.." -
pEL cARDENAL DE FLEURy. 19
ma nominis ejus crescebat quotidie (1). La idea de los
grandes hombres hiere muy de cerca nuestra imagi
nacion en el momento que los arrebata la muerte.
Nos sucede entonces lo que con aquellas estatuas que
adornan los edificios publicos , que hermosean los
frontispicios de los templos y palacios, cuyas per
fecciones, cuyos lineamentos, cuya proporcion y
simetria no se conocen ni se manifiestan sino desde
lexos. Queremos pues antes de concluir esta Segun
da Parte formar verdadero concepto de la capaci
dad , de los talentos, de los sucesos prosperos del
Cardenal de Fleury? Olvidemonos de que le vimos, ó
por decirlo asi , de que le estamos viendo todavia:
borremos de nuestra memoria todo aquello que ha
de perecer y hundirse en la sima de los tiempos:
atrevamonos á trasladarnos y á construir nosotros
mismos la posteridad desinteresada, despreocupada,
desapasionada. Supongamos corridos algunos siglos
entre nosotros y el Cardenal de Fleury, y coloca
dos en aquella distancia, consideremos la Francia en
tiempo de su ministerio , y la veremos en lo interior
gozando de paz tranquila, obediente, sin conocer
revoluciones ni calamidades civiles : en lo exterior la
veremos mas conocida por su beneficencia que lo fue
en otro tiempo por sus victorias, teniendo en su ma
no el peso de la justicia, conteniendo las alteracio
nes de la Europa: veremos que nuestro Rey, que si es
Rey de un pueblo, es padre y proteétor de todos
los pueblos, acalla sus quejas, concilia sus intereses:
aqui extingue las parcialidades de una Republica con
federada, alli restituye á sus legitimos dueños la Isla
de Corcega, rendida con la fuerza de sus armas, pa
cificada con la madurez de sus consejos. Viena y
Constantinopla, el Oriente y el Occidente no quie
* IGL1
(1) Ibid. -
F 98 ORAcroN FUNEBRE - r
ren sino á él por arbitro de sus discordias , por ga
rante de sus tratados. Colocado un gran Rey por las
manos de la paz en un trono, recompensa y premio
de otro que sacrificó al deseo de la paz: agregada.
la Lorena á nuestro Imperio : La sangre y descen
dencia de Anjou, sentada finalmente en el trono de
Napoles y Sicilia, consuela á los Namures y á los
Lautreques, y venga á Luis XII. y á Francisco I. de
los disfavores de la fortuna : Los Principes del Impe
rio, que de todos sus derechos solo disfrutaban la fri
vola regalia de cohonestar su servidumbre con un
voto involuntario para nombrar un Soberano á quien
no se atrevian á repudiar , recobran la libertad para
elegir segun su voluntad un Gefe y cabeza del Impe
rio : y el nombre de Luis XV. mas poderoso, que los
exercitos de Luis XIV. provee á Carlos V. de un su
cesor, descendiente de otra sangre. -

Ya vemos pues estos grandes proyectos de Esta-,


do, estos grandes aciertos de la politica, ya los ve->
mos con los ojos con que los mirará la posteridad.
Si el Cardenal de Fleury estuvo sujeto á algunos de
fectos, y tuvolos ciertamente , porque era hombre
al fin ; si por una fatalidad, comun á nuestros ma-:
yores Ministos, y á nuestros mayores Reyes, se con
taron entre los dias de su vida algunos menos sere-s
nos, menos felices , estas ligeras faltas, consumi
das insensiblemente por el tiempo, ó disminuidas con
la multitud de tantos felices y prosperos sucesos se
haran imperceptibles á los ojos mas perspicaces. Leera
se el nombre del Cardenal de Fleury entre los gran
des nombres de los Amboises , de los Richelieu , de
los Mazarinis, y no le obscureceran : vivira eterna
mente en nuestros Fastos este gran Ministro, y vivi
ra tanto mas digno de veneracion , quanto que al
exemplo de los honores obtenidos por el merito y por
los servicios , y honores sostenidos por los talentos,
a Ild
pEl eARDENAL DE FLEURy. 199 ,
añadió el exemplo de los honores ilustrados por la
virtud: que es el tercero y ultimo caracter del Sabio
superior á la fortuna. -

PA RT E TER CERA, - - ( ,

Uedese para siempre reprobado el errado concep


to de los que defienden que la virtud se com
padece mal eon las honras y dignidades, ó que
no se conserva en medio de ellas. Ya que habeis ad
mirado el ingenio, los talentos, los servicios del Car
denal de Fleury, oid ahora sus virtudes. No penseis,
Señores, que sus costumbres , y sus modales dege
neraron con su fortuna : antes entended, que la pri
vanza, que tan insolente es por lo comun y tan des
deñosa, se despojó en él de sus altiveces, de su pom
pa y de su predominio. - -

Yo ignoro ciertamente por qué fatalidad sucede


que el orgullo se introduce mas facilmente en el alma
de los que la fortuna eleva á la esfera de grandes po
tentados, que en la de los que nacen altivos y seño
res de los pueblos. Sera acaso porque habiendose vis
to obligados á cometer indecorosas baxezas para ele
varse, gustan de recompensarse por los obsequios
que rindieron , con los que reciben , vendiendo el
favor á tan subido precio, como le compraron? Sera
acaso porque su elevacion les ofrece un espectaculo
mas agradable? Los grandes señores que suceden en
los empleos y posesiones de sus mayores, no regis
tran en su grandeza sino la felicidad de su nacimien
to; pero los demás que los han adquirido, se les
representa en esta adquisicion su merito y sus talen
tos. Sera acaso que los ojos de los hombres, que na
cen entre las abundancias de la opulencia y las pre
rogativas de los honores, estan menos ocasionados á
deslumbrarse con el resplandor que miraron sus ojos
-- 2 la
2oo ORAcroN FUNEBRE
la primera vez que se abrieron? ó que el habito de ser
Grandes los familiariza con la grandeza 2 ó que solo
la novedad tiene la propiedad de comover y aficionar
el corazon? ó que para que un hombre haga refle
xiones sobre su estado y empleo, es necesario que
no le haya tenido? Pero sea de esto lo que fuese, es
tas ilusiones del amor propio y de la vanidad no tu
vieron entrada en el corazon del Cardenal de Fleu
ry ; y como no compró la fortuna con baxezas, la
poseyó sin orgullo y sin insolencia. - -

Manso, modesto , urbano ¿en qué fue semejante


á aquellos Ministros soberbios de la Asia desdeñosa
y altanera , segregados con baluartes de la multitud
popular, á cuya presencia no llegan los mas conti
nuos y perseverantes pretendientes , sino á costa de
repetidos esfuerzos; cuyos gabinetes, como otro tro
no de Asuero , cercado de vallas, que no se que
brantaban sin peligro, son un santuario, cuya divi
nidad que los habita, excluye al pueblo profano, y
solo admite un escaso numero de adoradores , ex-.
puestos á no conseguir otro fruto de sus solicitudes,
sino el triste honor de haber leido en sus tetricos y
desdeñosos semblantes la displicencia que les causa
su presencia importuna? Para lograr las audiencias
del Cardenal de Fleury, quién tuvo que sufrir los
desayres de una insolente turba de subalternos, que
apoderados de la puerta del templo de la fortuna, la
abren , ó cierran á su arbitrio, y ensoberbecidos á
proporcion del valimiento de su dueño, venden mas
caro la peticion de las mercedes , que el logro de
ellas? - - :

- Recibimiento facil; audiencias prometidas con


agrado , y verificadas sin lentitudes, sin dilaciones:
libertad en proponer el pretendiente sus derechos,
en esforzar sus pretensiones, en explicar sus intentos,
y sus proyectos, en estrechar , en instar, y aun en
- COIl
- bEL cARDENAL DE FLEURY. 2O.

contradecir y quejarse : La timida modestia queda


ba luego asegurada, y si sentia algun recelo, solo
le dolia su inconsideracion. Buscaban á un Ministro,
y encontraban un mero particular, de facil y llano
trato : y quedaban admirados y perplexos al consi
derar el contraste inaudito del valimiento sin fausto,
de la exaltacion sin altaneria, de la autoridad sin
desdenes, y sin aquel exterior afectado y dominan
te, que obliga alguna vez al cortesano á mostrarse
mas timido delante del Ministro, que en presencia
del Monarca. Ninguno cumplio mas literalmente que
el Cardenal de Fleury aquella leccion del Eclesias
tico: si te hallares superior á los demas, no te enso
berbezcas; y portate como uno de ellos: Refiorem
te posuerunt : noli extolli; esto in illis quasi unus in
ipsis (1). Con qué gracias no sazonaba su trato y
conversacion aquel genio apacible, docil, condescen
diente; aquellas modales urbanas, gratas, oficio
sas; aquel modo tan delicado de pensar , aquella
explicacion tan maravillosa , aquella habilidad para
narrar, para referir; aquella delicada y perfecta no
ticia de los respetos que se debian á cada uno, en
que unicamente consiste el trato humano , la con
servacion de aquella alternativa y envidiable union
del respeto y de la libertad , de los obsequios y de
las mutuas deferencias : aquel profundo conocimien
to del caracter , del genio, de las conexiones, y
de los intereses de cada pretendiente , cuyo conoci
miento escusaba á este del embarazoso caracter de fo
rastero, ó desconocido: hablaba á todos en su len
gua, y á todos interesaba en su conversacion agra
dable. Era en fin el Cardenal de Fleury un modelo
del perfecto cortesano; al verle tan afable, parecia
que tenia interes en complacer á todos; y ninguno
— Tom. VII. Cc hu
(1) Eccles. c. 32. v. 1. -
2O2 ... ORACION FUNEBRE
hubiera sóspechado que él era á quien todos tenian
interes de agradar: vir amabilis ad societatem (1).
Qué diré yo de aquella igualdad de genio, tan
cabal, tan constante , tan inalterable? Bien diferente
de esos hombres caprichosos, que reservandose todos
los halagueños gages y provechos de su autoridad y
valimiento, se vengan con los que los necesitan , de
los cuidados y molestias que traen consigo: hombres,
cuyo trato se ha de solicitar espiando ocasiones, ace
chando momentos favorables, y que hacen pagar
mil veces el beneficio antes de haberle recibido:
bien diferente de estos el Cardenal de Fleury á nadie
era gravoso ni con su alegria, ni con sus contratiem
pos, ni con sus buenos sucesos, ni con sus zozobras.
Siempre hablaba con la misma urbanidad, oia con
la misma paciencia, respondia con la misma blan
dura, resolvia con la misma tranquilidad. Responsio
mollis..... lingua placabilis..... dulcis eloquio...... (2). El
simple ciudadano, el sabio, el filosofo en el retiro
silencioso de una vida quieta y solitaria experimen
tan continuamente los efectos y extravagancias de
un humor indigesto; pero la vida del Cardenal de
Fleury en medio de las multiplicadas y bulliciosas
ocupaciones de su ministerio casi toda ella se vio
exenta y libre de nubes y tempestades.
Ni hubiera sido su merito completo, si evitando
el escollo de la altaneria y de la aspereza, no hu
biese vivido libre del interes y de la codicia. Podia
como otro Samuel provocar á las tribus congrega
das para que le reconviniesen con las riquezas usur
padas ; que todo el reyno levantaria la voz y pro
rumpiria en aplausos de su virtud: é3 dixerunt: neque
oppressisti , neque tulisti de manu alicujus quidpiam.
Constituidor el Cardenal de Fleury, repartidor de
- " Im621

(1) Prov. c. 18. (2) Prov. c. 15. ibid. c. 16.


DEL CARDENAL DE FLEURY. 203
mercedes, distribuidor de empleos , se ocupa en dar
sin recibir, en distribuir sin retener : pasan y cor
ren por sus manos las riquezas de la Monarquia sin
dexar en ellas ningun resabio ni vestigio, y despues
de tantos años de privanza nada tiene suyo en tan
vasto imperio. Vive como extrangero en su patria,
sin hogar, sin casa, sin posesiones , sin heredades,
sin aprovecharse de los beneficios, sin pensar en cau
telarse de los reveses de la fortuna. Si un Ministro
de tanta virtud y de tantos talentos hubiera sido ca
paz de merecer una desgracia ; si un Rey tan pru
dente y de tantas luces hubiera sido capaz de un ca
pricho, hubiera quedado el Cardenal de Fleury ca
lificado con este titulo mas; pero en medio de sus
titulos y honores, hubiera quedado menos rico que
quando se presento en la Corte.
Ya observo, señores, que este desinteres os pa
rece ser la obra suprema de una alma grande, noble,
magnanima: no veis pues sino la corteza y la super
ficie: ahora vereis el principio y causa interna de don
de se derivaba. No era solamente equidad el desinte
res con que respetaba las riquezas publicas; pues esto
mas seria exercitar una virtud, que evitar un vicio : ni
esta virtud seria digna de nuestras alabanzas , sino
por ser rara, y lo que ensalzase al hombre, redun
daria en descredito de la humanidad. Fue pues un
noble y generoso desprecio de la opulencia. Y asi,
cómo miraria con ojos codiciósos el erario publico
un hombre que se desposeia de sus propias riquezas?
Si renunciaba lo suyo, cómo se apropiaria lo age
no º Provenia tambien este desinteres del cumpli
miento y amor á las mas rigurosas obligaciones de
su estado. Mirabase Obispo; ministerio y caracter
de modestia y de sencillez : mirabase honrado con
la confianza de su Rey, y exerciendo un ministerio
de dominio y de autoridad. Instruido con los docu
2 Cc 2 men
2O4 ORAcION FUNEBRE -

mentos de la Religion , entendia que ese aparato de


pompa y de brillantez, que en un Ministro dedica
do al manejo de los negocios publicos, le aprobaria
la razon y la prudencia, no era decente á un Minis
tro dividido entre el trono y el altar. Persuadido de
que la modestia no degrada la autoridad, y que
antes honra la dignidad , dio en su tren, en su equi
page, en sus muebles y adorno de su casa , exem
plos de sencillez, dignos de ser imitados por Prela
dos mas exemplares. Qué atractivo tendrian pues las
riquezas para quien carecia de amor propio y de va
nidad ? Como el Cardenal de Fleury se desdeñaba
de gastarlas, vivia muy distante de exponerse á de
searlas.
Pero yo me engaño. En tiempos se vio el Car
denal de Fleury, y en ocasiones de apetecer rique
zas. Como era de un corazon tan compasivo , se en
ternecia al oir las relaciones miserables de los afligi
dos , y al paso que su alma se franqueaba al senti
miento, se abria su mano para expender mercedes.
En los lugares donde tenia sus rentas eclesiasticas,
solo recibia para dar; no se le conocia en ellos por
un propietario que recogia, sino por un padre que
derramaba. En los dilatados terminos del reyno, á
quantas familias redimio del duro yugo de la nece
sidad y de la casi desesperacion ? De quántos co
merciantes previno la decadencia y total ruina? quán
tas comunidades restablecidas , ó preservadas de su
destruccion? quántas ciudades , quántas provincias
conservaron eternos monumentos de su piedad y li
beralidad º Entonces pues, entonces eran preciosas
ante sus ojos las riquezas. Sus deseos quedaban satis
fechos con qualquiera mediania de fortuna ; pero la
opulencia mas abundante no bastaba para satisfacer
su caridad: para sí todo le parecia mucho; para los
pobres todo le parecia poco. Quando veia consumidos
* - - - . . . - SllS
DEL cARDENAL DE FLEURy. 2o.5
sus caudales propios, se apoderaba de su alma un in
teres mas noble, y mas respetable , que su desinte
res. Acudia á los pies del trono, cargado con los
suspiros y lamentos del pueblo. Qué expectaculo tan
tierno un Ministro tan solicito en pedir; un Rey
tan facil y propenso en conceder: la caridad dicta
las suplicas; la caridad las despacha benignamen
te: ella mueve el corazon del vasallo, y ella excita
el corazon del Principe. Qué es lo que se debe ad
mirar mas en el Cardenal de Fleury? su desprecio,
V?" ó su ansia por las riquezas º su indiferencia por la
.. opulencia personal, ó su actividad para socorrer las
miserias agenas? O desinteres fecundisimo en bene
ficios! Entre las calidades del corazon hay un me
rito superior á este merito ? Sí señores, le hay; y
es el merito de hacer beneficios contenido dentro de
los terminos de la razon y de la equidad.
Yo me explicare. Quando un Ministro se mira
arbitro de la opulencia publica, no puede ofrecerse
le tentacion mas sutil, y mas propia para viciar la
misma virtud, que la vanidad de adquirir entre los
Grandes credito de generoso y liberal. Elogio á la
verdad tan halagueño, como falso Porque eso que
la adulacion llama bondad, y ternura de corazon,
no es otra cosa segun el idioma de la verdad que un
amor propio, ratero y miserable, á quien fatigan los
continuos obsequios, á quien intimidan las quejas y
murmuraciones, á quien contristan y melancolizan
hasta los semblantes serios de los descontentos. Esos
hombres tan aplaudidos, y tan indignos de serlo, no
se compadecen de las miserias publicas, porque no
se ofrecen á su vista; desdeñanse de promover una
- felicidad en que no han de tener parte, ni quieren
ser autores de una dicha , de que no han de ser los
¿ expeétadores ! No dan pues para hacer felices á
otros, sino para asegurar su quietud perturbada con
0$ las
2O6 ... , ORACION FUNEBRE
las suplicas importunas de los que se llaman infeli
ces. Qué les importan los clamores de los pueblos
que no escuchan, ni sus ignorados suspiros ? Por el
contrario resuenan al rededor de ellos los aplausos
de la Corte , cuyos politicos rendimientos sirven de
pabulo á su vanidad, pagando una falsa generosidad
con una falsa gratitud. Pero preferir la virtuosa com
placencia de merecer las alabanzas á la satisfaccion
halagueña de disfrutarlas; pero sufrir las murmura
ciones y quejas de los cortesanos, por no cargar la
pesada mano de los tributos sobre un pueblo de tan
limitadas luces, que solo siente el mal que le ha
cen , sin agradecer el mal que le escusan: por estas
prendas reconocen todos una alma superior á todas
las flaquezas del amor propio y de la vanidad; y yo
reconozco por ellas al Cardenal de Fleury.
Nos asombraremos pues ya que no experimentase
las veleidades é inconstancias de la fortuna ? De
quántos Ministros no hace mencion la historia de to»
dos los Imperios mas famosos por sus desgracias, que
por sus privanzas? De quántos, que sin caer de sus
empleos, perdieron la confianza de sus Soberanos?
Pero el Cardenal de Fleury, util siempre, y siem
pre grato á su Rey, jamas dexó de agradar, ni de
servir; ni tropezo en una carrera tan dilatada, y
tan peligrosa. El Angel del Señor iba delante de él
segun la expresion de la Escritura para limpiar el
camino hasta del menor grano de arena , que pudie
se no solo ocasionar su caida, sino impedir que
sentase el pie con menos firmeza y seguridad : Ne
forte offendas ad lapidem (I). No me atrevere á de
cir que parece debia el cielo al prodigio de una pri
vanza sin vicios y sin pasiones el prodigio de una
privanza sin contratiempos ni reveses. Pero no du
º
da
(1) Ps, 9o. - ? -- a e
DEL CARDENAL DE FLEURY. toz
dare afirmar que el haber conservador su virtud en
medio de las tentaciones de una fortuna tan eleva
da fue un verdadero prodigio ; y añadire que el col
mo de este prodigio fue que no solo su Religion, si
no tambien su razon, se conservase ilesa en medio
de tanta grandeza y favor. i
- Sirvio con efecto el Cardenal de Fleury con me
nos fidelidad á Dios, que al Cesar ? No desempeñó
plenamente las obligaciones de ciudadano y de cris
tiano, sin que unas perjudicasen á otras, sin que una
virtud fuese impedimento para otra virtud? Jamas
se valio de la devocion como de un pretexto para
descuidar y abandonar los deberes de Ministro de
Estado: jamas los negocios importantes, las circuns
0 tancias graves, los sucesos imprevistos, los momen
tos decisivos é instantaneos le interrumpieron la pia
dosa costumbre de asistir todos los dias al augusto
sacrificio del altar, invocando al Señor, y ofrecien
dole las alabanzas á que le obligaba el caracter del
sacerdocio: porque la dignidad y alto puesto que
ocupaba en el mundo no le borraba de la memoria
la que exercia en el santuario; ni la solicitud de la
felicidad publica le entibiaba el deseo de la satisfac
cion personal.
O si la brevedad del tiempo me permitiese seguir
los pasos de su vida ! Yo os le mostraria , ya como
Ministro perspicaz y laborioso, penetrar los proyec
tos disimulados, los contratos artificiosos, las afecta
ciones capciosas de la politica mas diestra en disi
mularse : ya como cristiano timorato registrar los
senos mas ocultos de la concieneia, examinar sus
acciones, juzgarse, acusarse, purificarse en el tribu
nal de la penitencia. Veriaisle tratar con los Emba
xadores de las Potencias extrangeras; usando de la
sagacidad mas fina y delicada; de los discursos mas
pateticos y persuasivos: veriaisle despues representar
- . Cl
",

2o8 ÓRAcron suNebre


en el altar la dignidad y magestad de la Religion
con un exterior devoto y recogido ; veriaisle en el
santuario confundir y refrenar con exemplos de mo
destia tan utiles y tan necesarios la insolente liber
tad de la Corte, tan acostumbrada á no venerar otro
templo, que el de la fortuna, á no creer que hay
otro superior, que el que ve, á no doblar la ro
dilla ante otro altar, que el trono, á no suplicar
ni adorar á otro Dios, que al que distribuye las
mercedes y dictados profanos, y la opulencia terre
na. Veriaisle en las audiencias publicas, y en el tra
to domestico agradar y suspender los animos con su
conversacion discreta y sazonada: y veriaisle unas
veces detenerse y pararse rezando el oficio divi
no para entender y penetrar el sentido sublime de
los sagrados Salmos y llenarse de su espiritu : otras
afervorar su devocion con la lectura del Evangelio,
con la de la Imitacion de Christo del Venerable Kem


pis; y con la de otros libros que son todo luz y
afectos, que hablan á la razon y al corazon, que
enseñan á conocer á Dios y á conocerse á así mismo,
á conocer los propios defectos, y á humillarse por
ellos. Alli le observariais prudente con aquel genero
de circunspeccion y madurez, que espera el tiem
po oportuno, que le dispone, que le sazona , que
lo fia todo de la prudencia, y nada de la casuali
dad: aqui le advertiriais prudente con aquella pru
dencia evangelica, intrepida en menospreciar las de
licadezas del amor propio en la edad mas abanzada;
y aunque extenuado, y oprimido con el peso de tans -
tos proyectos, de tantos trabajos, de tantas peno
sas ocupaciones, puntual observador siempre de las
leyes de la Iglesia se negaba á las mas leves mitiga
ciones. Ni solicitaba dispensas, ni las admitia: y ol
vidandose de su edad, de sus ocupaciones, de su sa
lud, solamente se acordaba de que al cristiano le
s - All
DEL cARDENAL DE FLEURy. 2o 9
importa poco vivir ó morir, que solo le importa vi
vir la vida de los justos , y morir con la muerte de
los justos. - - -

Morir, repito , con la muerte de los justos ! O


qué de gracias se encierran en esta sola gracia ! To
do, ó Dios mio, nos persuade que os dignasteis con
cedersela á este sabio Ministro. El oiria sonar en lo
interior de su corazon aquellas palabras de la Escri
tura : ya me acerco, ya vengo, ya traigo conmigo
los premios y castigos : el que es justo, procure jus
tificarse mas: qui justus est, justificetur adhuc (1).
Obediente á este consejo el Cardenal de Fleury se
forma una especie de soledad dentro de sí. Dentro
de ella solo dedica algunos instantes á las obligacio
nes de Ministro de Estado ; y las horas y los dias
los dedica á los exercicios de la piedad cristiana:
alli consideraba los años en la amargura de su cora
zon contrito y humillado: alli tomaba residencia de
sus acciones , de sus pensamientos, de sus deseos:
alli procuraba conocerse como Dios le conocia, juz
garse como Dios le juzgaba: alli inquiria y se encen
dia en amor de aquella verdad que le confundia :
alli renovaba y purificaba su virtud : ya estaba pre
parada la victima , y todavía no se descubria el cu
chillo: mira el ara en donde ha de ser sacrificada,
y la mira con serenos ojos: como filosofo respecto
del mundo, y como cristiano respecto de la eterni
dad desprecia lo que va á fenecer, y fixa solo la
atencion en lo que va á empezar : bebe con ansia y
con humildad en las fuentes de la gracia ; y se la
va y purifica en la sangre del cordero.
- Si todavia esta en parte asido á la tierra con al
gunos vinculos, estos vinculos se autorizan con la
Religion y con las obligaciones de su estado. Vino su
- Tom. LVII. ... - Dd Rey
(1) Apoc, c. 22..., ; ; -- . . . .
-
º - s

- 3 ... "
2IO ORAcION FUNEBRE
Rey y su Señor á visitarle y á darle los ultimos tes
timonios de su estimacion. Veneremos con nuestro si
lencio el honor de una visita , cuya soberana dig
nacion no ponderaria sino desmayadamente la elo
qiiencia mas patetica, mas viva y mas vigorosa. Un
Ministro, que dirigio su educacion desde su infancia:
un subdito tan lleno de respeto y tan oficioso, pro
ximo á rendir el ultimo suspiro: un Principe objeto
de tantos desvelos y de tanto amor, vertiendo la
grimas O Francia, entiende por aqui tu perdida y
, tu felicidad Conoce el gran valor de lo que el cie
lo te arrebata, y de lo que te conserva En estas
lagrimas esta cifrada la gloria del Monarca , y el
elogio del Ministro. Qué Rey habra º mas digno de
nuestro amor , que un Rey que manifiesta tanto sen
timiento ! Qué Ministro habra mas digno de nuestra
eterna veneracion , que un Ministro que supo me
Tecerlas “. s

: Luego que vio en su presencia á este joven Prim


eipe, las delicias del pueblo, y la esperanza del
trono, con qué presteza se valio de la ocasion de
utilizar los ultimos momentos de su vida en benefi
cio de la Religion y del reyno »Ya veis, ó Princi
•º pe, le dixo, este expectaculo 3 entended por él e,
a» inevitable y universal paradero de los hombres. Asi
º como perece la grandeza de los vasallos; asi perer
•º cera la de los Monarcas mas poderosos. No os de
»xeis deslumbrar con la falsa brillantez de lo que
» fenece en el sepulcro fixad solo vuestra atencion y
» vuestros deseos en lo que es inmortal. de "ir: 3.
Despues de haber cumplido con los oficios que
pedia el zelo y el agradecimiento, su corazon des
prendido ya de los cuidados del mundo, solo suspira
y se ocupa con los de la eternidad. Vesele rendido.
á la voluntad del cielo 3 vesele esperar sin presun
cion ; temer sin flaqueza prepararse sinº zozobra
TC
- DEL cARDENAL DE FLEURy. 2

resignarse sin violencia ; padecer sin quejas ni mur


muraciones; implorar el auxilio del Señor, suplican
dole que le multiplique los dolores, y le aumente la
caridad; que le castigue en esta vida , y le salve en
la eternidad, Viosele guardar hasta el ultimo suspi
ro una gran tranquilidad , y consumando el sacrifi
cio, descansó con el sueño de paz." -

Con qué no existe ya aquel Ministro tan podero


so y tan venerado ? Si existe por cierto: si entre no
-
sotros no , existe en los inmensos espacios de la eter
-)
nidad. La tierra recibio lo que era tierra : y el es
piritu volvio á Dios de donde habia venido: Rever
tatur pulvis ad terram suam unde erat , spiritus re
deat ad Deum qui fecit illum (1).
Ya que hemos seguido al Cardenal de Fleury
por los diversos sucesos con que se texio la tela de
su vida mortal, continuemos en seguirle los pasos:
Atreva monos á acompañarle en la entrada de la os
curisima region de la eternidad. Consideremosle so
lo con Dios solo. O qué revolucion tan instantanea
de ideas y de sentimientos O exemplo raro de las
prosperidades humanas ! Que nuestro insigne difunto
lograse una privanza sin reveses ni decadencias; que
su memoria se vea honrada con el sentimiento de su
Soberano; que los herederos de su nombre, levanta a
dos á los primeros puestos del Estado, gocen de las
mercedes , y de la estimacion del Monarca mas
preciosa, que sus mismas gracias , ay! qué le im.
porta ya quanto fue en el mundo, y quanto sucede
en él El espacio inmenso de la eternidad que se des
cubre á sus ojos; la expectacion terrible de los jui
cios de Dios; el destino, la suerte inmutable de una
vida nueva , que da principios para no tenerle nun
ca, concebid., si es pesible, la impresion profunda
. Dd 2 de
(1) Eccles. c. 12. - º * - º
- -
)
22 ORACION FUNEBRE
de temores espantosos , de comociones turbulentas,
que semejantes objetos excitan en su alma temerosa
y consternada Sabia por la Religion el Cardenal
de Fleury que todas las felicidades, y desgracias hu
manas son puros sueños ; que no hay felicidad, ni
infelicidad verdadera, sino la eterna: sabialo repito
por la Religion , y él lo creia asi: pero roto ya el
velo de la mortalidad, ahora lo ve, lo siente, y lo
experimenta. - -

Bien presto, señores , lo veremos tambien noso


tros , y lo experimentaremos como él. Dentro de al
gunos dias, ó lo mas de algunos años terminare
mos la carrera de esta vida mortal. Y quando el cie
lo nos hubiese señalado y destinado siglos que vivir,
ignoramos que la vida mas prolongada es solo un ins
tante? La duracion del cedro de Libano, compara
da con la eternidad , es tan breve como la del fra
gil arbolillo, que crece á su sombra. Yo solo obser
vo en el hombre el nacer y el morir: el espacio
que separa estos dos terminos, es de tan poca sus
tancia, que no es nada. Entendimiento, talentos,
opulencia , autoridad , fama , valimiento 3 esos dones,
esos tesoros de la naturaleza ó de la fortuna, no nos
olvidemos que estan encerrados en un vaso terrizo,
que cayendo , se quiebra, y solo quedan ruinas y
despojos. Acostumbremonos pues á pensar como pen
saremos en la eternidad; entonces dexaremos que el
hombre mundanal se pierda en las esperanzas y fe.-
licidades engañosas de esta vida, y lejos de envidiar
su dicha, lamentemos su engaño miserable. De qué
aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si pier
- de su alma? Quid prodest homini, si mundum univer
sum lucretur, animae vero sua detrimentum patiaturº (1)
Dichoso pues, y mil veces dichoso este Minis
• ,, . trO
() S. Marc. c. 16. * - - º * - º * ---
- -= r < 2 - -
S--- -- =- -- --

DEL CARDENAL DE FLEURy. 213


tro verdaderamente sabio que vivio tan persuadido
de que Dios es el supremo Señor ; la Religion la
ley suprema; y la felicidad eterna la unica fortuna
que merece los afectos del corazon humano. No nos
toca , Señor, sondear el abismo de vuestros juicios:
0 creemos con San Gregorio, que por mas virtudes que
tenga el hombre, solo sera salvo por vuestra gracia y
0 vuestra gran misericordia: Quia si quem, remota pieta
te, judicaveris, non justificabitur in conspečiu tuo omnis
0°.
vivens. Estas misericordias infinitas os suplicamos
pues, Señor, que apliqueis á nuestro respetable di
funto. Depositad en la mansion de la paz á este
hombre pacifico: conceded á este hombre manso y
modesto la herencia de la tierra de los vivientes:
á
muevase vuestro corazon á piedad para este hombre
tan beneficamente caritativo, cuyas entrañas jamas
se endurecieron á los suspiros y lagrimas del pobre:
juzgad con la muchedumbre de vuestras misericor
dias á este hombre que juzgó á vuestro pueblo con
benignidad y compasion: prestad benignos oidos á los
ruegos de un gran Rey y de un gran rey no, de la
Iglesia y del Estado, de la Religion y la patria: pre
miad unos servicios, que no pueden ya ellos agrade
cer, sino con sus deseos y oraciones: acordaos de
los suspiros, de los gemidos , de la fé, de la cari
dad, de la humilde confianza que manifesto en los
ultimos instantes de su vida : vos teneis prometido
que os olvidareis de los pecados que lava el peca
dor con lagrimas verdaderas; pero si todavia le res
ta que purgar algunas reliquias de la fragilidad hu
mana, oid la voz de la sangre de vuestro hijo Jesu
Christo que va á ofrecerse en esas aras: las puertas
de Sion se abriran al imperio de esta voz omnipoten
te; y él entrara en la mansion dichosa de vuestros
is escogidos, y bendecira, y alabara vuestro santo nom
bre por los siglos de los siglos. Amen.
- - - - ORA
2I4 - -

ORACION FUNEBRE
DE CARLOS LUIS AUGUSTO
FOUCQUET DE BELLE-ISLE,

D U Q U E DE G Is O R S,
PAR Y MARISCAL DE FRANCIA &c.

Melius est ire ad domum luctus, quam ad domum


convivii; in illa enim finis cunétorum admonetur .
hominum , & vivens cogitat quid futurum sit.

Mejor es ir á la casa del llanto que á la del convite,


porque la primera nos avisa del fin de todos los
hombres, el que vive, piensa en lo que ha de suces
der. Lib, del Eclesiast, cap. 7.
- -

LUSTRISIMO SEÑOR, (*)


“A habeis oido, Señores, el fin con que la Iglesia
abre sus puertas , y ofrece la catedra del Evan
gelio á los ultimos honores y á las alabanzas de los
varones ilustres que supieron merecer el amor y e
agradecimiento de la patria. Si os convida á este
aparato de melancolica magnificencia y de pompa
lugubre : si permite que en las bovedas de los tem
plos se oiga la relacion de sus hazañas, no se pro
pone otro fin, que el de manifestarnos de mas cerca
y mas patentemente el abismo donde perecen y se
hunden las prosperidades, que solo hacen feliz al
hombre en los breves dias que vive en la tierra co
- 11O

(*) Ofició el Señor Don Cristobal de Beaumont Arzo


blspo de París. -
---
---º- - -
---ir --
- ---
s.
-----
-s. z->
- es -- -
-

DEL MARISCAL DE BELLE-ISLE. 2 15


mo peregrino, y en el tiempo de su vida momenta
nea , que pasa como la sombra : in vita sua numero
dierum peregrinationis suaº , & tempore quod velut
umbra praeterit (1). - - -

Guiados por el espiritu que gobierna á la Iglesia


levantemos los ojos para considerar , observar ese
monumento funebre que ofrece á nuestra vista, y
nos recuerda la memoria del Excelentisimo Señor
Don Carlos Luis Augusto Foucquet de Belle Isle,
Duque de Gisors, Par y Mariscal de Francia, Prin
cipe del Sacro Imperio , Ministro y Secretario de Es
tado y del despacho de Guerra, Caballero de las Orde
nes del Rey, y del Toyson de oro, Gobernador gene -
ral de los Obispados de Metz y de Verdun, y particu
lar de Metz y de su Ciudadela, Lugar-teniente general
de los Ducados de Lorena y de Bar, Comandante
absoluto en los tres Obispados , pais de la Sarre,
fronteras de Champagne y sobre las costas mariti
mas del Oceano, y uno de los quarenta de la Aca
demia Francesa, el qual obtuvo en este mundo quan
tas fortunas y dictados ilustres caben en un vasallo.
Pero á qué se reduxo toda su grandeza 2 Ya lo
veis. Qué fueron sus dictados y sus dignidades? Una
representacion tan sin sustancia y tan transitoria co
mo ese mausoleo, obra de muchos dias, y de que
goza la vista un momento ? En qué pararon su glo
ria y sus aplausos ? En un sonido que juntamente con
la voz del Orador se desvanece en el ayre, y tarde
l ó temprano se sumira en la noche del olvido.
Pero el Mariscal de Belle-Isle era preciso que sir
viese de exemplo el mas convincente y del mayor
! desengaño de lo perecedero y caduco de las felici
dades humanas , no solo en su muerte como lo ha-º
l cen los demas Grandes de la tierra, sino en vida y
. . . . . . . ... en
s (1) , Eccles. c. 7. . . .. .. . . .. . .. . .
2 I6 ORACION FUNEBRE
en muerte. Con efecto, Señores ; quereis conocer to
da la insustancialidad , todos los engaños, todas las
traiciones de esa que se llama fortuna ? Considerad.
á este difunto que fue tan singular y tan unico por
los diversos accidentes y casos de su vida , como
por el cumulo y variedad de sus talentos. Traed á
la memoria lo que le costo la fortuna, y lo que es
ta le dio : consideradle en el camino y en el ter
mino ; y os vereis obligados á confesar , que entre
todos los que andaban la misma carrera, ninguno
era mas digno de conseguir el premio, y ninguno en
contro obstaculos mas poderosos ni mas dificiles, que
vencer: y que siendo el mas digno de sentarse en la
cumbre de la fortuna, ninguno sufrio repulsas ni
desabrimientos mas amargos y mas intolerables. De
donde deducireis esta natural conseqüencia : que es
locura, que es delirio afanarse tanto, hacer tantos es
fuerzos, traer tan inquieta y desasosegada vida por
asir una vana sombra de gloria y felicidad mundana,
que se vende tan cara á las esperanzas de la ambi
cion, y que las frustra tan cruelmente.
Dignaos , Señor, de comunicar á mis palabras
aquella eficacia y persuasion, propias del Evangelio;
pues me miro tan distante de prometerme que el de
seo de honrar unas cenizas, que son para mi tan ve
nerables, encienda alguna centella de su antiguo fuego
en mi espiritu fatigado ya con el trabajo, y consumi
do con la edad , que antes temo que oprimido de
tan debido sentimiento no acierte á desempeñar en
este dia las obligaciones del sagrado ministerio de la
predicacion con el vigor y zelo suficientes. Descien
da, Dios mio, vuestra gracia sobre los corazones de
mis oyentes, para que considerando el funesto y pe
recedero fin de las felicidades humanas, aprendan á no,
olyidarse de la suerte eterna que les espera , y á
meditar en lo que les ha de suceder, Melius est º
(l
pºr Mariscal nº Berre-Iste. . . .217
ad donum lucius, quam ad domum convivil &c.
-

º
« , , * - º

PRIMERA PART E. s
-

Uanto da el mundo, quanto puede dar el mundo


no tiene comparacion con lo que el mundo exi
ge de los que anelan por sus favores y beneficios.
Primero é importante documento. La razon nos le
dicta, y no la damos oidos: la experiencia nos le
acredita , y no nos convencemos: la Religion nos le
enseña, y no nos aprovechamos de él. Temo que es
te engaño permanezca siempre, si en este dia no que
da destruido. Presentes tenemos los tristes despojos,
la fugitiva sombra de uno de los hombres cuya for
tuna recibio los mayores aplausos, y que por venº
tura ocasionó las mayores envidias. Pero no nos an
ticipemos la escena tragica de esta felicidad aparen
te, turbados con tan varios y funestos sucesos. Conº
tentemonos con examinarla en el peso de la razon,
comparandola con lo que le costó. Llamaremos felici
dad una fortuna comprada á costa de tantas fatigas,
sinsabores, y esclavitudes ? Qué otra cosa fue con
efecto todo el discurso de su vida , sino una perpe
tua lucha y pelea entre el merito y los obstaculos?
Obstaculos tanto mas poderosos y temibles, que ha
biendole ellos mismos servido para ponerle de buen
ayre á la puerta de la fortuna, luego le salieron al
encuentro para alejarle, para cerrarle el camino, y
estorbarle la entrada. " ,,, , , , ,,
Habia á la verdad dotado el cielo al Mariscal de
Belle-Isle de aquellas prendas, con que parece se
ñala la divina providencia, y anuncia á aquellos
hombres á quienes destina para que en el teatro del
mundo representen los mas importantes personages.
Aquella estatura magestuosa, desembarazada , ayro
sa, que Samuel ponderaba en el primer Rey de Is
Tom, JVII, Ee rael.
218 " ORACIoN FUNEBRE
rael. En el ayre y en las modales aquel caracter de
dignidad , de autoridad, de constancia, que podemos
llamar lo exterior, la superficie del merito, y el pre
sagio de la exaltacion. En la conversacion la fuerza
y la energia de las expresiones, con que siempre ocu
paba y llamaba la atencion de los concurrentes. Un
talento, compuesto de aquellas dos especies de ta
lentos, con que distinguia Matatias á sus dos hijos
macabeos , Simon y Judas, que fueron despues de
él la gloria de Sion. Talento para la guerra, que era
una prudente mezcla de impetu atentado , y de len
titud activa; de diligencia y viveza en los prepara
tivos, y de sosiego y serenidad en la pelea 3 tan dis
puesto á aventurar los sucesos, como á disputar el
terreno; á causar admiracion con su temeridad, co
mo á frustrar las disposiciones de los enemigos con
su pericia militar; á antever y prevenir los incon
venientes , como lo pudiera hacer el hombre mas
cobarde, y á exponerse á los riesgos y peligros, co:
mo pudiera hacerlo el soldado mas temerario: con
servó hasta su ultima edad el valor de un soldado
joven para despreciar los peligros; y la prudencia
de un General anciano y consumado para no dexar
nada á la fortuna de lo que las cautelas y providen
cias humanas podian quitarla: 3udas fortis. ... dju
ventute sua, sit vobis princeps militiae (1). Tuvo
tambien el de tratar con destreza los negocios poli
ticos ; y asi sobresalio en la habilidad y en el arte
de preveer las circunstancias y de aprovecharse de
ellas, de sazonar las ocasiones y de lograrlas, de
desvanecer las antiguas pretensiones, inventando y
sustituyendo nuevos intereses, de conciliar los So
beranos, y de enemistarlos; de suspender las cau
Sas y moviles politicos, ya de acelerarlos: Simon,
r , . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . vir,
. () Lib. 1. Mac. c. 2. v. 66. -

« - 1 - —. w - - - -- - -
DEL MARIscAL DE BELLE-IsLE. 2.19
uir consilii est : ipsum audite. (1) Acompañaba este
caudal y este talento con una imaginacion viva y
vehemente, aunque por otra parte docil y tratable:
concebia los proyectos con toda su extension y uni
versalidad, pero no se desdeñaba de descender al
pormenor de las providencias y resoluciones menu,
das y particulares. Veiasele ocupado en la delibera
cion de un negocio importante , de una batalla á
cuyo exito estaba vinculada la gloria de su nombre
y la felicidad del Estado, y se le observaba al mis
mo tiempo aplicado sin la menor distraccion á pro
veer el sustento de un esquadron, y el alojamiento
de un Regimiento. No habia cosa por grande que fue
se que ofuscase su vista perspicaz, ni habia cosa por
despreciable que fuese, que se escondiese de ella. . .»
... Al ver al Conde de Belle-Isle dotado de prendas
tan utiles á la patria , no habia quien no creyese que
le bastaba ponerse á las puertas de la fortuna para
que esta le echase los brazos , y la colmase de pre
mios. Pero asi lo creeria quien no tuviese presente
que la sangre que, corre en sus venas, es la del Su
perintendente Belle-Isle, aquel hombre tan famosó
por su elevada fortuna, y por su caida. La desgra
cia del Superintendente hubiera quiza allanado el
camino á la fortuna del Conde de Belle-Isle en aque.
llas republicas, en que los vandos y partidos, que
ya prevalecen , ya decaen segun el capricho del
pueblo, levantan á la cumbre de los honores al mis
mo á quien habian abatido hasta el polvo de la tier
ra: en aquellas Monarquias mixtas, en que señorean
do, el pueblo el trono á quien sin embargo venera,
ya º
al Rey de Ministros,
le despoja de ellos, y se los arranca, obligandole
otra vez á recibirlos. Pero en las verdaderas Monar.
º. - - Ee 2 quias
4. (1) , Ibid., y, á5s... , , , ... . . . . .. . . . . . .* * - º *, , ,
-c-
220 . ORAdroN FUNEBRE -
quias gobiernan otros usos, otras costumbres. Un
padre sospechoso é infamado en la Corte contagia á
su posteridad con una mancha, que llegan lentamen
te á borrar los servicios ayudados con el beneficio
del tiempo. Ahora os pregunto yo , Señores, quan
do el rayo que hirio al Superintendente humeaba to
davia al rededor del Conde de Belle-Isle, para col
mar de honores, de titulos, de dignidades un nom
bre infamado con una desgracia tan reciente, para
colocarle en algun modo á la frente del reyno, y
aun á la de la Europa en aquella famosa Dieta , en
que presidió á un Senado, que se componia de tan
tos Soberanos; en una palabra para llegar de Pigne
rol á Francfort, preguntoos, repito, quantas preo
cupaciones, quántas resistencias, quántos obstaculos
tendria que superar ? Veo que os asombran , y no
asombraron menos al mismo Conde , de Belle-Isle;
pero veia que quanto mas numerosos é insuperables
son los impedimentos, mas glorioso y plausible e
el triunfo. , --, ...

O deseo recto de la gloria , reliquias preciosas


de nuestra primitiva grandeza , oficio es tuyo en
eender en las almas nobles y sublimes el fuego, que
forma los heroes defensores de la patria en sus pe
ligros, y su apoyo y recurso en sus calamidades}
Destierrese pues y vaya lejos de nosotros esa filoso
fia, consejera y maestra de la indolencia y de la sen
sualidad , de cuyas maximas tan embebidos estan
maestros y discipulos, que tan escandalosamente se
dedican á amortiguar y extinguir un fuego tan puro
en el centro de la Francia. Jactanse estos maestros
publicos de reducir al hombre á las inclinaciones y
leyes de su origen y principio; y le dexan reduci
do á las flaquezas que introduxo en el hombre el pe
cado, es decir, al amor del deleite, y del interes
propio. Si prevaleciesen tan perfidas lecciones, bien
pres
DEL MARIscar ox Berre-Isle, ..., 22 a
presto el Estado destituido del espiritu de vida que
le anima, se veria reducido á una confusa multitud
de entes viles y baxos, aislados y desavenidos, sin
ideas, sin amor á la familia, ni á la sociedad: bien
presto degeneraria en una masa informe , que des
truiria sin tardanza la ponzoña de las ruines pasio
nes; y convertido en segunda Babilonia, experimen
taria el exito fatal, que canta el Profeta, cayendo
lleno de oprobrio y de ignominia, á que sucederian
el desprecio y los insultos de las naciones, que vi
vieron en otro tiempo tan envidiosas de su felicidad.
Yo, Dios mio, tepido como cristiano, que mina
cion no os ofrezca otras virtudes sino las que son
dignas de tí; y como ciudadano solo deseo que el
amor de la gloria sea la unica flaqueza de que la re
prehendais; pues aunque con él no se hacen los gran
des santos, se hacen á lo menos los grandes hom
bres , y de un grande hombre á un gran santo hay
poco camino que andar. Las demas pasiones solo
abortan vicios y maldades , que conviene quitar y
desarraigar; pero la pasion de la gloria inspira cosas
grandes y heroicas, que solo necesitan de arreglar
se y moderarse. Y aunque fue vehemente en el Conde
de Belle-Isle esta pasion, él la supo gobernar por las
leyes de la Religion y de la razon, ni le obligó á
baxezas, ni á perfidias; ni quiso deber su fortuna
sino á sus servicios y á sus talentos. . . . . . . .
No intento fatigar, Señores, vuestra atencion con
la historia de su vida militar. Ni os le representare
dando al soldado el exemplo de pelear, y al Gene.
ral los arbitrios de vencer, mostrandose en tantos
sitios, combates y batallas valeroso é intrepido, ac.
tivo y vigilante, prudente y atentado. Ni le segui
re por sus sangrientas huellas por las riberas del
Rhin, del Escalda, del Danubio, del Po; atravesan
do los Alpes y los Pirineos; en Flandes, en Alema.
* .A Ella,
222 ... . . . ORACroN.FUNEBRE : - -

nia, en Italia, en España; en todos las climas, en


todas las estaciones, por donde quiera que le llama
da esperanza de un peligro que vencer , ó de un ser»
Micio que prestará la patria. Ni os le manifestare
mereciendo la atencion y la confianza de los Vandor
mas, de los Villars, de los Berwick, de los Bouflers,
complacidos de verse renovar en este joven capitan,
y de leer en los ensayos de su pericia militar que no
perecera con ellos la gloria de las armas, francesas,
y que concurriendo á adelantarle en la carrera , con»
curren para proveerse de un sucesor capaz de ocu
par dignamente su lugar. Ceñireme á advertiros que
los grados por donde ascendio sucesivamente á la
cumbre de la fortuna, fueron debidos á sus servicios.
Los peligros tan evidentes á que se expuso en el bomº
bardeo de Huninge, las heridas que recibio en el
sitio de Kel, en la batalla de Fridelingue , y en la
primera de Hochstet, fueron los titulos que le me
recieron el Regimiento de Dragones. La intrepidez
y actividad que mostro en el sitio de Verue, en las
batallas de Calcinata y de Cassano, en : guardar los
puestos de Valegio y el curso del Adiga; los intentos
reiterados del Principe Eugenio para echar un puen
te sobre el Ada frustrados; las tropas imperiales der
rotadas dos veces en los llanos de Verona; la retaguar
dia de nuestro, desgraciado exercito en Turin, y qué
pudo haber evitado el furor del enemigo vencedor,
si el exemplo del valor é intrepidez mas heroicos
bastasen á libertar al soldado de los efectos del ter
ror y espanto; la celebre defensa del camino cubier
to de Lila invadido por la flor, de las tropas coliga
das , mandadas por el famoso Malbourough , rá la
vista de Augusto Rey de Polonia , , y de otros mu
chos Soberanos que concurrieron á este grande y ter
rible expectaculo, y su sangre vertida en tan me
morable.batalla... fue tqda, su recomendacion y pa
C. 1. trO

-
-

------ " - -

--- rei: ,
----=---==== -
- 3-- -
-

DEL MARIscAL DE BELLE-Isle. 223


trocinio para obtener el grado de Brigadier, y el
de Maestre de campo General de Dragones. Quan
¿?
do fue nombrado Mariscal de Campo, habia derro
tado ya la retaguardia del exercito enemigo al pa
¿?
sar el Rhin. El zelo y amor que profesaba á la Au
el
gusta Casa de Borbon, le trasladó de la Alsacia, en
l
donde se habia concluido la campaña, á las riberas
del Ter para socorrerá Girona 3 de aquile, restitu.
$,
yó á las del Rhin para hallarse en Alemania al prin
(0.
cipio de la campaña, y le expuso á inumerables pe
ligros en el sitio de Landau. En fuerza de los servi
cios hechos en los sitios de Fuenterrabia y de San Ser
5 bastian, y de los primeros ensayos de su acertada
politica que manifesto en los preliminares del Trata-s
do, que habia de pacificar á Madrid con Versalles,
fue hecho Lugar-teniente General. La conquista de
Traerbach, y su oportuna y feliz vigilancia en des
concertar los proyectos del exercito imperial: las
ocupaciones por otra parte en que se empleaba en
la paz, que eran no menos penosas y utiles, que las
en que se exercitaba en la guerra , y el bien del
Estado ademas de esto que tanto interesaba en acredi
tar y engrandecer al Embaxador Plenipotenciario de
la Francia para con los Principes del Imperio, le ad
quirieron el sumo grado de los honores militares.
El feliz desempeño de sus negociaciones, y la gloria
de nuestras armas en Alemania le levantaron á la
cumbre de las dignidades de la Monarquia. Los acer.
tados consejos que dicto en la campaña de Provenza,
y la debida confianza que todos tenian en su acen
drada prudencia y en las copiosas luces de su enten
dimiento , le franquearon la entrada en los Consejos
y le colocaron en el Ministerio. De modo que no lo
gró ninguna distincion ni en la Corte, ni en los exer
citos, ni en el reyno, que no fuese precedida y se.
*... - - - gui
424 º ORAcroN FUNEBRE -

guida con acciones dignas de la atencion del Sobe


rano y del reconocimiento de la patria. Su fortuna y
sus servicios caminan á pasos iguales, y nada se le
concede por favor, sino por rigorosa justicia y de
bido premio.
- Ya veo que vosotros, que vivis encendidos en de
seos de la verdadera gloria , celebrais con dignos
aplausos el triunfo que ha conseguido el merito de
todos los obstaculos que le aprisionaban. Pero no os
engañeis; pues este triunfo no fue completo. Porque
aun vencidos los obstaculos continuan haciendo guer
ra ; removidos vuelven á brotar; y destruidos, re
nacen y se renuevan. Habia conseguido el talento
sobresaliente del Conde de Belle-Isle borrar la ima
gen de la desgracia paterna, desvanecer las nubes
de la preocupacion y adquirirse la estimacion y la
confianza publica. Habia llegado á inspirar á Luis XIV.
cierta ternura , ciertos desvelos, ciertas inquietudes
sobre los sucesos pasados, y hasta el deseo de desa
graviar (no hago mas que repetir las palabras de es
te Monarca, que se mostro mas grande y mas Rey en
la magnanima sencillez de esta confesion , que en los
mas gloriosos acaecimientos de su reynado ) el deseo,
digo, de desagraviar en el hijo los infortunios del pa
dre. Pero las prendas extraordinarias del Conde de
Belle-Isle lo allanaban y lo superaban todo, á excep
cion de lo que la ignorancia y la supersticion llama
rian el signo y la estrella del Superintendente. º
Como esta ilustre casa estaba destinada para de
sengañar al mundo de la inconstancia y vicisitudes
de las cosas humanas, no saldra del plan que la tra
zó la divina providencia ; por esto nunca llegó á vi
vir en paz y en tranquilidad: antes el Señor la mans
dó que huyese de ella, y así sus descendientes expe
rimentaron siempre las tormentas, á cuyas violen
. Cla SS
\
----º -
---º º * es - ---
sze-s- =====º S. ----- =

DEL MARIscAL DE BELLE-ISLE. 225


cias fue condenado el tronco de la familia: Non est
consilium contra Dominum (1). -

Reynaba ya nuestro augusto Monarca; pero no


gobernaba todavia las riendas del Imperio , y resol
vió ponerlas en manos de un Principe de su sangre,
tan respetable por sus prendas personales, como por
los gloriosos hechos de sus ascendientes. O corte de
los Principes quántas solicitudes cuesta el lograr tus
favores! y qué poco basta para incurrir en tu desgra
cia. En tu suelo se edifica sobre una movediza arena,
que las sospechas , las negociaciones , los partidos
jamas se cansan de inquietar y desquiciar! Qué edi
ficio resistira pues á sus embates, prestando espe
cialmente la envidia los socorros de sus perfidias, y
de sus furores? El merito causa las envidias y las ri
validades ; el primer favor las hace brotar; el pre
mio las aumenta y las fortifiea ; la sombra de una
displicencia las convierte en odio ; el menor defec
to las cohonesta y las santifica con el especioso pre
texto del bien del Estado. Ay, que el hombre de
merito solido, modesto y enemigo de la ostentacion
rara vez evita su cruel tirania! No hay asilo que
; salve á la persona, que con cierto ayre de libertad,
e
de independencia,
inspirar el conceptodedeinflexible entereza,
sus propias fuerzas que suele
y de su

s
superioridad, y que
cubre como piensa de por
sí, ylacomo
ingenuidad
de los con que ofen
demas, des
º de su amor propio, y mortifica su vanidad. El que
se desdeña de humillarse en presencia de los pode
º rosos, tan llenos de presuncion , como destituidos
S de talentos , y de solicitar de su altaneria con las
3” indecorosas politicas demostraciones de una estima
cion fingida el permiso de ser superior á ellos, y de
gº ser grande hombre, quiero que lo sea todo, que lo
gº Tom. VII. - Ff SGº
2” (1) Proverb. c. a 1. v. 3o.
226 ORACION FUNEBRE
sepa todo; pero la experiencia le enseñará que no es
nada, supuesto que no sabe ser cortesano, y que lo
ignora todo, supuesto que ignora el arte de adular
y de incurrir en baxezas. Qué os dire mas? la oposi
cion de los dos partidos contrarios , que reciproca
mente se quieren arrebatar al Conde de Belle-Isle,
ó para empeñarle, ó para perderle : el merito por
otra parte, los talentos , los buenos sucesos , las
modales, los defectos tal vez del Conde de Belle
Isle, porque como hombre no carecia de ellos, son
causa de que el genio y la inclinacion de la Corte,
ese maestro consumado en la ciencia de dañar y de
perder al proximo, eche mano de quantas maqui
nas y ardides enseña. Es finalmente sorprendida la
religion del Principe, á quien el Soberano habia pues
to entre el trono y los vasallos. -

Conoce bien el Conde de Belle-Isle el peligro á


que está expuesto. Ponesele delante la justicia benda
dos los ojos , con la espada en la mano, y como
olvidada del peso y de la balanza. Sin embargo la
mira al rostro sin espanto: entra en la mansion obs
cura de su cautiverio, con un corazon libre de tur
bacion y de inquietud; porque como solamente el
delito perturba y amedrenta á una alma grande, no
da ésta lugar al temor, quando no abandona la vir
tud. En la viveza y gravedad de su mirar se echa
de ver aquel Capitan, aquel heroe, que en los sitios
y batallas traxo tantas veces pendiente de sus orde
nes la viétoria, llamandola y fixandola baxo nuestros
estandartes. El es como aquel leon, que, segun la
expresion de la Escritura, lleno de una noble y va
ronil confianza, infunde mas terror del que recibe:
3fustus.....quasi leo confidens absque terrore erit (1). Las
“artes de los causidicos se aguzaron , y apuraron en
3. - dis
(1) Prov. c. 2. v. 1. - - - - -
DEL MARIscAL DE BELLE-IsLE. 227
discurrir ardides para confundirle en las intrincadas.
calles del laberinto de los procesos, y para arran.
carle alguna palabra con que se pudiese cohonestar
su ruina, ó justificar su prision ; pero él no se de
fiende sino con el idioma de la verdad inviolable, y
de la libertad militar: indignado al aspecto de la
mentira, solo responde con aquel ayre de candor y,
de ingenuidad modesta, que tanto conviene á la ino
cencia perseguida, y que tanto la acredita : y des
pues calló. Avergonzada la calumnia con este desde
ñoso silencio, cuya despreciativa voz no pudo tolerar,
se vió reducida á respetar, á admirar, á condenar-.
se á sí misma, y á poner en libertad al Conde de
Belle-Isle , satisfaciendo asi á los deseos y clamores
del publico virtuoso é ilustrado.
Un triunfo tan glorioso prometia al parecer que
los obstaculos no se atreverian ya á comparecer
en presencia del Conde de Belle-Isle. Facilitasele
á sus talentos la mas gloriosa carrera y la mas
elevada fortuna ; pero los obstaculos, Señores, los
obstaculos entran con él y le acompañan , renovan
do con mas violencia sus contradicciones á los
progresos de su gloria y de su tranquilidad.
Intenta el Rey trasladar á otra casa la dignidad
Imperial, que permanecia tres siglos habia en la car
sa de Austria. Qué novedad tan extraña! Qué tras
torno era preciso introducir en el sistema politico de
la Europa , que estaba fundado en el equilibrio de
fuerzas y poder de los dos primeros tronos de la
christiandad! qué esperanza, qué medios podían ofre
cerse para superar, ó acallar la oposicion que era
indispensable manifestasen tantos Potentados á un
proyecto, que debia ocasionar necesariamente en sus
Consejos otro sistema de seguridades, de precaucio
nes , y de alianzas!
Confesemos, Señores Fque tan vasto designio no
f2 po
228 - ORACION FUNEBRE
podia fabricarse sino en el entendimiento de un gran
Rey, y sin duda hubiera acobardado el de los ma
yores Ministros que habian gobernado la Monar
quia Francesa. La sagacidad pues del Rey, que co
noce su Corte , aun mejor de lo que el cortesano se
conoce á sí mismo, habia descubierto en el Conde
de Belle Isle las prendas de un gran politico , sin
embargo de ser su profesion la de soldado. Eligele
pues y enviale. Parte el Mariscal de Belle Isle, lle
vando en su mano el nuevo destino de la Europa;
llega á las Cortes de los Principes ; raciocina, con
ferencia , persuade: porque su modo de tratar fran
co, ingenuo, abierto , no conoce las lentitudes de
una negociacion timida y misteriosa , que con tan
ta facilidad es desconcertada, ó suspendida , contra
poniendo ingenio á ingenio, ardid á ardid, misterio
á misterio, y en que se consume mas tiempo en adi
vinarse unos á otros los pensamientos , que en ha
blarse: porque la noble sencillez, que es el unico
lenguague que conviene al que representa á tan gran
Rey, reduce la negociacion á la exposicion clara y
precisa de las conveniencias del consentimiento, ó
de las conseqüencias de la repulsa : porque como de
positario de las intenciones de nuestro augusto Mo
narca, declara que su Soberano, contentandose con
reynar en el Imperio Frances, no quiere á exemplo
del padre del pueblo escogido sino la paz de su pue
blo, la prosperidad de sus aliados, y la tranquili
dad en general : Non accipiam ex omnibus, exceptis
partibus virorum qui venerunt mecum (1)
La nerviosa eloqüencia del Mariscal de Belle-Is
le le habia conciliado la atencion favorable de los
Principes. Muevese el Cuerpo Germanico, y en
tra en Francfort seguido ó esperado de la expecta
º cion
(1) Genes. c. 14. v. 24
a - = -- º * - º ---- - -

r -seº----s- = - = --- - -º -- - ==--

DEL MARIscAL DE BELLE-ISLE. 229


cion de toda la Europa. En estas numerosas juntas,
en el concurso de tantas Potencias, en la oposicion
º de tantos intereses y fines particulares, las dificul
() tades que hay que vencer entre los votos prometi
). dos y entre los concedidos, entre los empeños con
traidos, y entre los desempeñados, son pues en las
que precisamente se hallan los escollos mas temibles.
: Aumentase la vigilancia y la actividad del Maris
º cal: él se multiplica, él se halla presente á todo,
él lo ve todo , él lo oye todo, él responde á todo,
l.
él lo previene todo: ya se concilia los animos ó los
intimida; ya los sobresalta ó los asegura; ya amena
za, ya promete. Avivado y dilatado su genio con el
º
ardor del zelo, se levanta y sobrecoge sobre su na
tural esfera y condicion. No habla ya como Minis
tro, como Embaxador, como Plenipotenciario, si
º no como pudiera explicarse la misma Magestad Real
revestida del tono y autoridad de un Monarca, que
consiente en que se le conceda lo que puede exigir
con severos mandatos ; y que si pide , pide como
Rey. Sus discursos, valiendome de los terminos de
la Escritura , no son discursos que persuaden y
que se insinuan, sino unos discursos que respiran
imperio y autoridad: Sermo illius potestate plenus
est (1). - -

Amanece finalmente en Francfort aquel dia, cu


ya memoria no caera de la de los vivientes : aquel
dia que dio á Carlos V. un sucesor que no era de su
sangre. Si la politica del Mariscal obró esta asom
brosa revolucion, su pericia militar debia defender
la, y radicarla. Santuario, donde reside ese Dios de
y paz y de caridad, no turbaré por cierto tu silencio
augusto con la relacion de unas hazañas, que con
verguenza de la humanidad se admiran y aplauden
- ...” tan
0 (1) Ecclesiast. c. 8. . . . . .
23o ORACION FUNEBRE
tanto ; porque en fin los enemigos son hombres. Y
qué es el universo sino una numerosa familia? Con
que despues de la victoria, qué ofrece el campo de
batalla á los ojos del vencedor, sino un objeto y ma
teria abundante de lagrimas? qué es lo que ofrece, si
no hermanos muertos por hermanos , la sangre del
estrangero vengada con la sangre del ciudadano? Re
fieran enhorabuena los sitios de las plazas, los exi
tos de las batallas esos escritores , tan doétos en la
sangrienta ciencia de talar y despoblar la tierra: que
el respeto que debo á esta Catedra del Evangelio, no
me permite alabar en el Mariscal sino el talento de
usar en la guerra de quanta atencion y compasion
puede recibir en ella la humanidad, y de prohibir
quanta crueldad y ferocidad suele exercer en ella la
licencia militar.
La Alemania ve admirada y reconocida que las
tropas francesas amparadas de la proteccion y direc
cion del Mariscal de Belle-Isle ofrece á exemplo del
pueblo escogido baxo el gobierno de Moyses á los
siglos venideros un modelo de la mas severa discipli
na militar: miralas atravesar sus provincias con tan
poco estrepito ni desorden , como si fuese un viage
ro prudente y modesto, que por ningun capricho
ni antojo se desvia de su camino, y á quien llama y
convida el estrangero á quien enriquece :-Non decli
mabimus neque ad dexteram neque ad sinistram : ali
menta pretio vende nobis ut vescamur (1). El proce
der de estas tropas no es semejante á los torrentes
que talan los campos, dexando funestos vestigios de
sus arrebatadas olas; antes imitan el curso sosegado
y magestuoso de un rio que causa la abundancia y
la fertilidad en las tierras por donde corre, y que ba
ña con sus aguas saludables. El pueblo sale al en
Cl62Il
(1) Deuter. c. 1, - - )
DEL MARIscAL DE BELLE-IsLE. 231
cuentro á nuestro exercito, y se disputa el benefi
cio que resulta de pasar por sus lugares; los ciuda
danos las reciben sin temor en el recinto de sus mu
ros; y quanto media entre las riveras del Rhin has
ta los baluartes de Viena todo queda sujeto ó hecho
amigo. Un reyno acrecentado á la Baviera asegura al
nuevo Cesar la corona Imperial, con cuya adquisicion
se mira en estado de mantener con decoro la magestad
del Imperio. Asi nuestro augusto Monarca, como viva
imagen de Dios que reparte los cetros y las coronas,
mira la tierra temblando en su presencia: siluit ter
ra; resplandeciendo la gloria del Mariscal de Belle
Isle con todo el lucimiento que supo comunicar al tro
no de su dueño.
Pero esperad un poco, y vereis la estraña nove
dad que causan ciertos obstaculos y sucesos impre
vistos. Prometense algunos que en los tiempos veni
deros se levantará y descorrerá el velo que ahora ocul
ta el origen á la destruccion de los proyectos del
Mariscal de Belle-Isle. Yo confieso que no intervine
en los secretos de los Reyes, ni que se me concede
internarme en el santuario de su politica , ni pene.
trar las nubes que esconden estos misterios; pero las
divinas Escrituras me dan licencia para asistir á los
consejos del Altisimo ; ellas me dicen que pór su
voluntad se erigen y postran los tronos, y se levan
tan y perecen los Imperios ; que por su mandados se
derrama en los exercitos ya el terror que entorpece
el valor de los fuertes de Juda; ya la audaz iritre
pidez que convierte en heroe al soldado mas pusila
nime, y á un pastorcillo en un vencedor glorioso que
derriva por tierra á Goliat, y redime los campos de
Israel de la ignominia que los cubria: ellas me en
señan que la prudencia humana es dudosa, incierta,
ciega, que es como los discursos frivolos de un ni
ño de que se rie la divina sabiduria; que si anda, so
la
232 ORAcioN FUNEBRE
lamente ve el camino ; pero ni ve la mano que la
guia, ni el termino adonde es conducida ; el qual
conoce Dios , y el exito le da á conocer á los hom
bres ; y nosotros le conocemos y le vemos.
Habia ya llegado uno de aquellos dias de que ha
bla el Profeta , dia destinado para hacer que todo el
poder y toda la sabiduria de los hombres se rindie
se y humillase ante la sabiduria y el poder del Dios
de los exercitos: Dies Domini exercituum.... super om
nes colles elevatos..... humiliatur altitudo virorum &º
elevabitur Dominus solus in die illa. Siglos habian
corrido ya desde el momento en que la emulacion
de las augustas casas de Francia y Austria empezo
á abortar las calamidades de la Europa, y sus pro
pias desgracias, Como solo sembraban turbulen
cias y discordias , solo cogían terror y espanto. Sa
có la Francia de un rincon del Norte al gran Gus
tavo; y por las manos de este temible soldado, y
por las de nuestros Generales, dignos emuladores de
sus glorias, habia comovido y casi desquiciado el tro
no del Imperio. La rama real de la casa de Austria
habia enarbolado sus estandartes en Paris, atrevien
dose á disputar á los Borbones la herencia de los
Valois, La rama Imperial miró con risa las lagrimas
de la Francia moribunda, y solo la libertó del bal
don de una paz solicitada con las condiciones mas ig
nominiosas, por medio de una repulsa soberbia y
desdeñosa, que la dexó tiempo para reparar sus per
didas, Por este fluxo y refluxo de desgracias alterna
tivas, que la Europa anegada en lagrimas y en san
gre veia que llovian de la Francia sobre el Imperio,
y del Imperio sobre la Francia , iba preparando el
Señor el exito de sus altos designios: iba significan
do, que á ninguna de las dos casas rivales le está con
cedida la ventaja de prevalecer contra la otra; que
estos dos grandes arboles , á cuya sombra ondeara
SllS
DEL MARrscAL DE BELLE-IsLE. 233
sus olas el Sena y el Danubio Dies Domini super ceº
dros Libani. (1) Podran sí inclinar sucesivamente sus
copas á violencias de furiosos uracanes; pero - que
sus robustas y profundas raices los mantendran en
pie, porque tampoco podran caer sin arrastrar con
su caida la ruina de muchas provincias y reynos; y
que sus preeminencias y seguridad comun juntamen
te con la felicidad publica no tanto deben fundarse
en el equilibrio imaginario de su poder, como en
su concordia y amistad.
Dispone pues la Providencia para acabar de re
ducirlas á la paz y á la concordia, desengañarlas de
sus proyectos y de sus esperanzas con un nuevo en
sayo de sus fuerzas. Determina desde luego que los
primeros años del precioso renuevo de la casa de
Austria sean tan trabajosos y turbulentos, como lo
fueron los ultimos del mayor Rey de los Borbones,
y que Versalles restituya á Viena los miedos que anº
tes le causó. Vese obligada la hija, y heredera de
tantos Reyes y Emperadores á desamparar la capi
tal de sus Estados, y á refugiarse en las provincias
adonde no llegó el terror de las armas Francesas. Qué
es esto? Vase á extinguir la casa de Austria? No por
cierto: solo intenta el cielo enseñarla ; pues su voz
se dexa oir de los principes y de los pueblos, y su
voz no halla resistencia. Una Princesa, que era ya la
admiracion de la Europa por su heroyco valor, por :
,
su ciencia y cordura, frutos de su perspicaz inge
nio, que para darlos no esperó ni á los años, ni á la ex
periencia: una Princesa, á quien la fama de su fer
vorosa y solida virtud, tan digna de la Religion, como
del trono; á quien las prendas de su alma noble, ge
nerosa y benefica, y el talento de conciliarse el amor
y voluntad de todos con sus discursos convincentes
Tom. LVII. Gg y
(1) Isai. C• 2s - . y.

deº
234 - ORACION FUNEBRE -- 7
y persuasivos, hacian tan amable no solo á sus vasa
llos, sino á los mismos enemigos coligados contra
ella: una Princesa, que la misma Francia (anuncios
de las proximas amistades) tan interesada en vencer
la, sentia vivamente la necesidad de esgrimir con
tra ella las armas: esta Princesa pues tan admirable
apenas necesitaba sino de sus virtudes y de sus infor
tunios para interesar en su defensa los corazones de
todos. Las naciones vecinas y las distantes vienen á
alistarse baxo sus estandartes, y el Señor les conce
de la victoria. Valor, capacidad, pericia militar, to
do cede y se rinde. Este dia no fue dia de los solda
dos y de los Generales; sino dia del Señor de los
Exercitos: Dies Domini exercituum (1). Estrechadas,
perseguidas nuestras tropas ceden al poderoso tor
rente que las amenaza , y se retiran á Praga. -

Asombrada la Europa espera la solucion de esta


escena tan imprevista: ó por mejor decir no la es
pera, antes le parece que la ve, y asi la vaticina
Con efecto, qué puede hacer el Mariscal de Belle
Isle encerrado en una ciudad numerosisima, sin for
tificaciones, sin baluartes, sin viveres, y donde los
enemigos del nombre Frances son tantos, quantos
son sus ciudadanosº Oye por otra parte gritar confia
damente á las tropas Austriacas que no se les esca
pará la presa; oyelas insultar á la Francia con aque
llas voces y clamores, con que llenaban los ayres en
otro tiempo las naciones que se coligaron para la per
dicion de la Asiria: No te glories ya de tus triunfos.
ó soberbia Potencia! sepultate entre las tinieblas:tuaba -
timiento nos consuela, y nos hace vengados: no seras
ya llamada la Potencia que reparte cetros, y distribu
ye coronas: Sede tacens Sº intra in tenebras, quia non
2 ocaberis ultra domina regnorum. Escucha el Ma—.
TSº.
(1) Isai. Ce 2 º V. I2» «-
Y e
- - - * -- --- s. -- º ---
----- --º º - 3 ---------- ---
=-== - *

-
-º- «.
-
----- -

-.

DEL MARrscAL DE BELLE-Isr.E. 235


riscal estos amargos insultos; pero él los convertira en
exclamaciones de dolor y de confusion. En una sola
noche, todo nuestro exercito, infanteria , caballe
ria, carros cargados de viveres y de artilleria, in
troducidos en la plaza por su pericia y talentos, ar
mas, cañones, bagages, todo sale de Praga ; y al
salir parece que el Mariscal dexó selladas sus puer
tas. Ningun aviso interrumpio el sueño de las tropas
enemigas ; y atraviesa sus quarteles con tan buen or
(tº den y con tanto silencio, como si todo Israel fuese
* solo un hombre. Sabiendo al dispertar su atrevimien
,
to, le siguen ; pero él desprecia sus esfuerzos , y los
engaña tomando un camino escusado. Atraviesa apre
suradamente los desfiladeros, que por la eminencia de
los montes , y por las nieves y hielos se miraban co
mo impenetrables: llega finalmente , dexando solo en
la ciudad abandonada el terror de su nombre, la
admiracion de su capacidad , y la gratitud debída
á la entereza y severidad con que supo reprimir la
licencia de la tropa, y proteger á los ciudadanos,
º
Vosotros, Señores , sabeis el arte de la guerra : vo
sotros no ignorais la historia. Decid pues si los anti
guos y modernos capitanes hicieron una retirada mas
feliz; si no pudiera haber honrado á un Turena , y
á un Condé?
Empezaba á recobrarse la salud del Mariscal,
quebrantada con tantas fatigas, quando el Rey fió
á su cuidado una negociacion importante. Vuelve á
entrar en el Imperio: llega á Baviera , desvanecen
se con su presencia los temores que cercaban el tro
no Imperial, revive la esperanza , formanse proyec
S tos, discurrense arbitrios y providencias , cuya exe
y cucion requiere que se convoquen las Potencias inte
resadas en el exito de la causa comun. Pero luego que
los Principes confederados llamaron al Mariscal de
sº Belle-Isle, he aqui que los obstaculos y los pelígros
Gg2 oye
236 ORACION FUNEBRE
oyeron su voz, ó bien la Providencia los avisó y,
mandó que compareciesen : salenle al encuentro y al
camino al Mariscal. De qué aprovechan la vigilan
cia y las cautelas contra la voluntad del Señor? Ni
si Dominus custodierit civitatem, frustra vigilat, qui
custodit eam (1). Aquel hombre, el mas fiel de los
hombres, en seguir el consejo del Sabio; quando ca
mines, no se cierren tus ojos , y tu vista vaya de
lante de tus pasos : Palpebrae tuae praecedant gressus,
tuos (2): encuentra en las llanuras de Alemania el
escollo que habia evitado en Praga, escollo en que
naufragó su libertad, no su gloria. Una nacion in
clinadisima á las revoluciones, respeta enmedio de su
prision á este hombre celebre, que comovió tantas
naciones, y estremecio tantos tronos, tributale tan
tos obsequios, que apenas los recibe iguales la Ma
gestad Real. La Inglaterra se olvida de su enemigo,
para contemplar en el Mariscal solamente su grara
capacidad, creadora, por explicarme asi, de una nue
va Europa, substituida á la antigua. O antes bien,
no se olvida de su enemigo, pero no olvidandole rin
de al Mariscal unos obsequios mas lisonjeros, que
todos los honores y distinciones: ella se niega á cum
plir el Tratado en que se ajustó el rescate de los pri
sioneros de guerra: ella no se atreve á restituirle á su
patria antes que se siente en el trono Imperial el
Principe destinado por ella para ocuparle. Qué ob
sequio y demostracion mas lisonjera ¿Qué le queda
ya que desear al Mariscal para el complemento de
su gloria despues de una repulsa que le ponia en es
tado de decir á los Ingleses, lo que Guesclin el res
taurador de la Francia decia al famoso Principe de
Gales , el heroe de Inglaterra: por eso no me dais li
fertad, porque me temeis *,

- . . Mien
... (1) Ps. 126. (a) Prov. c. 4. v. 25. - - - - a

- º . -
DEL MARIscAL, DE BELLE-IsLE. 237,
Mientras tanto llegó el momento en que el Señor
dio á la casa de Austria la leccion de paz y de con
cordia que habia dado á la casa de Borbon. Entra
el exercito Imperial en la Provenza; registra en ella
los vestigios de Carlos V. pero no se acuerda que la
victoria desamparó á aquel grande Emperador, y que
la Francia logra en el Mariscal de Belle Isle otro
Condestable de Montmorency. Con su presencia se
aseguran nuestras provincias meridionales : fortifica
de tal modo las ciudades principales, que las hace
inaccesibles al enemigo: de los planes de defensas pa
sa velozmente á los planes de ataques muevese, y
el terror le anuncia por todas partes: estimuladas de
él las tropas Imperiales desamparan los baluartes de
Genova, y asegura la libertad de esta republica,
amenazada de servidumbre. Marcha; no le aguar
da el enemigo, y la victoria hace entre nosotros per
petuo asiento. Fatigadas estas dos Potencias de tan
ta serie de desgracias y vicisitudes reciprocas, se per
suaden finalmente que la casa de Borbon se arrui
nará en vano por aniquilar la casa de Austria, y las
Aguilas Romanas por devorar las Lises de Francia.
Sucede pues la paz á la guerra , y con la paz se
efectuan la confederacion y enlaces matrimoniales de
entrambas casas. Quiera Dios que no baste el discur
so de los años por prolongados que sean á debilitar
jamas su estrecha union! Quiera Dios que no se pres.
ten jamas oidos á los consejos de la ambicion bulli
ciosa, solicita incesantemente por sembrar al rede
dor de los tronos envidias y desconfianzas. La his
toria de nuestro tiempo está ya refutando y confun
diendo de antemano los sistemas y arbitrios que pue
dan discurrir en lo venidero los falsos politicos
Ven ya estas augustas casas que la Inglaterra despues
de haber conseguido con el auxilio de las armas
Austriacas dividir el imperio del Mediterraneo, fa
- ci
238 - ORACION FUNEBRE -
cilitando á sus navios un paso sin miedo y sin peli
gro por el Estrecho de la Mancha; y que la Prusia
despues de haber logrado con el auxilio de las armas
Francesas y de las concesiones Imperiales erigir en
el centro de la Alemania una formidable Monarquia;
ven repito que convierten contra sus fuerzas coliga
das los mismos beneficios que recibieron de ellas, y
que intentan imponerlas la ley; pero hasta ahora no
ha confundido enteramente el Dios de las batallas
sus esperanzas , para que entiendan asi mejor la
Francia y la Austria que la una no compra los peli
gros de la otra sino á costa de sus propios peligros;
que si una debilita á un rival, es para prepararse un
superior , y que en sus discordias las calamidades de
la guerra redundarán contra ellas, y el fruto de la
victoria en beneficio de sus aliados politicos é intere
sados. - -

No se proponia el Mariscal de Belle-Isle otra re


gla ni otro fin en su conducta, que el bien del Es
tado, y la obediencia á las ordenes de su Monarca.
Trabaja sobre la perfeccion del nuevo Plan con la
intencion , con la vigilancia, con el zelo y con el ar
dor de sus primeros años, y con justa razon le po
diamos aplicar aquellas palabras de la Escritura: que
la vejez quando no se entorpece con la ociosidad, es
una corona de gloria mas preciosa, que los honores
y las dignidades: corona dignitatis senetus quae in,
viis justitiae reperitur. Colmado de todos los hono
res con que un Rey justo y benefico premia los ta
lentos de un vasallo fiel, este Grande hombre (por
que en fin este dictado le daran los siglos venideros,
que despreciando la censura de algunos leves defec
tos , le juzgarán por el conjunto de su merito y de
sus servicios ; y con efecto asi le apellidaban ya en
vida las naciones estrangeras, que respecto de los
hombres famosos hacen ya el oficio de la posteridad)
- CS
DEL MARIscAL DE BELLE-IsLE. 239
este Grande hombre, repito, no podia prometerse
la dulce esperanza de gozar con paz y tranquilidad
el fruto de tantos cuidados y trabajos? Pero el ter
mino y paradero no sera mas feliz, que el camino.
No hubo ningun hombre mas digno de llegar á la
cumbre de la fortuna, y ninguno encontro obsta
culos mas insuperables; no hubo ningun hombre mas
digno de gozar de las felicidades humanas, y nin
guno tampoco experimentó desabrimientos y contra
dicciones mas duras y mas intolerables.
PARTE SEGUNDA.

por cierto, señores, no hubo fortuna de hom


bre que experimentase mas recios reveses, ni
sentimientos mas inconsolables, y que fuese por otra
parte mas digna de disfrutar una paz mas profunda,
una estabilidad mas permanente, que la fortuna del
Mariscal de Belle-Isle. - .

Vivió el Mariscal de Belle-Isle aligado á los vin


eulos de la religion, del Rey, de la patria, de sus
conciudadanos, de sus amigos, de su familia. Dere
chos sagrados de la Religion, del trono , de la pa
tria, de la sociedad y de la amistad, de la sangre y
de la familia, hubo jamas una alma mas intimamente
aligada y adicta á vuestro cumplimiento? y con la
posesion de tantas virtudes qué alma debia disfrutar
de mayor felicidad? - -"

O Religion sacrosanta si el Mariscal no te hubie


ra venerado siempre, no me hubiera encargado cier
tamente de su elogio; porque temeria que prorum
piendo y tronando la voz de ese Señor que habita
en esos altares, me reprehendiese el sacrilego abuso
que hacia del ministerio Evangelico, profanandole
con los elogios de unas prendas mundanales: Solo
me reduciria entonces á lamentar en mi retiro la in
fe
Y

24o ORAcroN FUNEBRE , , , ,, ,


feliz suerte de este Grande hombre, mas terrible y
mas digno de llorarse, que la ruina y decadencia de
su casa. Pero bien distantes nos hallamos de este ca
so, porque recibió las semillas y los principios de
la Religion entre los documentos y exemplos de una
familia virtuosa , enseñada en la escuela de las ad
versidades: y el deseo de la gloria humana, que fue
el que absorvió los demas deseos (vuestra gracia Dios
mio! se sirve de todo) radicó la obra de la educa
cion. Porque solo del caliz inmundo de la sensualidad
se exhalan por lo comun los densos vapores que em -
briagan al christiano, y que le precipitan por los
caminos de la apostasia y de la impiedad; pues las
unicas pasiones, por quienes naufraga la fé, son esas
pasiones sensuales que tanto infaman al hombre y le
degradan. Para un impio á quien las ridiculas altive
ces de su orgullosa presuncion , fomentadas por la
perversidad de su entendimiento y por los delirios
de su vanidad, hayan precipitado en el abismo de
la incredulidad, se hallarán millares de impios á
quienes se les convenza de haber incurrido en la in
credulidad por los vicios y corrupcion del corazon.
De estos escesos se vió libre el joven Conde de
Belle-Isle en fuerza de sus solidas y juiciosas ideas, y
de sus nobles pensamientos: nunca se desvió de los
caminos de la religion y de la virtud. Quando falle
cio, no puedo negar que senti un testimonio y vivi
simo consuelo, oyendo que los individuos de una
casa religiosa renovaban la memoria de que por es
pacio de tantos años acudian el Conde y la Condesa
de Belle-Isle á su Iglesia (1)á dar continuos testimo
nios de su fe viva y de su tierna devocion; y oyendo
tambien los lamentos del Pastor y de la Grey que se
dolian amargamente de haber perdido exemplos tan
admirables de Religión. . º
.. . . . . . . . . .. . . . En.
. . (1) La parroquia de San Sulpicio. "
(
DEL MARIscAL DE BELLE-IsLE. 241
- En el mando de los Exercitos, y en el ministerio
se mostro mas zeloso defensor de la Religion , por
que veia desde mas cerca que al paso que se quebran
tan los limites impuestos á las vagas y desatinadas
averiguaciones de los ingenios insolentes y atrevidos,
mas se descarnan los cimientos del Estado por la re
laxacion de la decencia, honestidad y probidad pu
blica, por la debilidad de la autoridad, por la afi
cion á la independencia , por el desprecio de las
leyes, por las indecentes y codiciosas. vilezas del
interes. No se cansaba el Mariscal de llorar los
funestos progresos de la impiedad, confundiendo
la con el ardor é intrepidez con que deseaba su
abolicion.c El enfin no se avergonzaba ni de ser
christiano, º ni de parecerlo. O santos cielos. Es aca
so esta prenda materia digna de un elogio? En tiem
po de nuestros padres no hubiera segurament e me
recido el nombre de virtud. O verguenza y baldon
de sus descendientes! Esta confesion constituye aho
ra casi el heroismo de las virtudes. Si conviene aco
meter batallones, arrostrar el hierro y el fuego, to:
davia conserva el soldado denuedo suficiente; y pa
ra tenerle basta ser Frances. Pero quando se ofrece
pisar los desdeñosos desprecios de la altanera é inso
lente incredulidad, el soldado mas intrepido se aco
barda y amilana. Mas para qué le llamaré yo intre
pido. El hombre que no se atreve á confesar su re
ligion , dele el vulgo los dictados que quisiere, no es
sino un cobarde é insensato cobarde por su vil con
descendencia con el mundo: insensato por la locu
ra de su desvergonzado atrevimiento contra Dios,
El Mariscal de Belle-Isle coloca el valor en su
debido lugar: teme á Dios, y quien teme verdade
ramente á Dios, no conoce otro temor : verdad so
lida , que el Mariscal tuvo siempre delante de los
ojos. De aqui nacio su vigilancia en conservar en los
Tom. VII. Hh CXCI -
242 .. - ORACION FUNEBRE r
exercitos que mandaba, los auxilios y socorros reli
giosos, que la piedad de nuestros Reyes procura á
la piedad de los soldados. Ah! si por nuestra desgra
cia llegasen alguna vez los tiempos, en que la pestilen
cia de los sofismas de la impiedad contagiase hasta las
tiendas y pavellones de Jacob: si llegasen los tiempos
en que pareciese que se desvirtuaba é intimidaba el
valor de la milicia de Israel, velando sobre la in
tegridad de sus costumbres , y intimandoles la voz de
la Religion, no solamente os diria yo, ó Generales,
ó Comandantes, ó Gefes de las legiones de Juda!
que entendais que quando nuestros augustos Monar
cas ponen en vuestra mano los truenos y los rayos de
sus formidables venganzas, no menos confian de
vuestro zelo la salvacion de los soldados, que su vi
da, y que encargados de un deposito tan precioso
os mostrais mas crueles y mas desapiadados, quan
do perdeis sus almas, que quando derramais prodi
gamente su sangre. Calificad enhorabuena esta doc
trina de simpleza y desandez, propias de los claus
tros, ó de declamaciones de predicadores exagerati
vos : que vuestros desprecios ni me arredran , ni me
averguenzan : antes lloro yo de antemano en voso
tros lo que vosotros llorareis eternamente, y sé que
mis ideas no faltarán , y las vuestras sí. No solo, re
pito, os diria esto , sino que añadiria que desdicha
dos el Principe y el Estado, á quienes privais de la
proteccion del Dios de las batallas y de las victorias!
desdichados de los soldados, cuyos servicios pagais
con la mas horrible recompensa , con los saqueos,
y con todos los horrores del infierno ! desdichada
tambien de vuestra gloria! pues debeis persuadiros que
jamas estara mas segura, que entre las manos del ofi
cial, y del soldado christiano y virtuoso. Os dexais
sin duda alucinar con las falsas vislumbres de una
errada y miserable politica. Pero no temais, no, que
y • . . º la
DEL MARISCAL DE BELLE-ISLE. 243
la religion enerve el valor militar. Apelo á los Car
lo-Magnos, á los Felipes Augustos, á los Luises XII.,
á los Enrriques Quartos: apelo á los Guesclines , á los
Clisones, á los Richemontes, á los Gastones de Fox,
á los Bayardos, á los Montmorency, á los Condé,
á los Turenas, y á aquellos valerosos Franceses que
militando baxo sus banderas, levantaron á tan emi
nente grado la fama y nombre de nuestras armas.
Despreciad, si os parece, el voto y parecer de un
pobre religioso; pero disputad, si os atreveis á tan
to, contra estos grandes maestros de la guerra , y
para que lo hagais con menos rubor , comprad con
empresas que obscurezcan la gloria de las suyas , el
derecho de contradecirlos. Volvamos á seguir el hi
lo de la Oracion. * -

... El Mariscal de Belle-Isle no solo veneraba la re


ligion, sino, que la amaba y creia lo que ella dicta.
Si es verdad (porque qué no inventa la calumnia3
qué no adopta el odio y la envidia credula?) Si es
verdad que la turbulencia de los negocios , que los
lazos que la codicia arma al rededor de los Gran
desa, y que los i falsos halagos de la concupis
cencia adormecieron al parecer alguna vez su pie
dad, luego la voz de la fe y de la conciencia dis
pertaba aquella alma buena y bien inclinada , redu
ciendola al camino verdadero. No imito la indolen
cia de aquellos semi-christianos, desertores del Evan
gelio por sus costumbres, é ignorantes de los augus
tos misterios de la Religion, de quienes no hay minis
tro de Jesu-Christo que pueda formar concepto si son
hijos de la Iglesia; y si alguno, zeloso, aunque descon
fiado de su salvacion, les habla de ella en su ultima
a, no puede ofrecerles sino el auxilio de una a voz.
que no conocen, y de un lenguague que no entienden.
pero el Mariscal por el contrario, avisado del pe
ligro de su muerte, clama por su confesor y deposita
e 15 Hh 2 - rio
244 ORACION FUNEBRE r
rio de su conciencia : avivase su fe, alientase su pie
dad. Vos, Señor , oisteis benignamente los gemidos
de su corazon ; vos visteis su confianza en vuestras
misericordias. Purificado con las aguas de la peni
sencia, rociado con la sangre de Jesu-Christo, en
tregó en vuestras manos una alma, cuyo fondo siem
pre fue de vos y para vos: tamen non negavit , sed
credidit. El no se avergonzó de confesaros delante
de los hombres, y vos le habreis confesado en pre
sencia de los Angeles. Asi lo teneis prometido, y el
cielo y la tierra pasarán, y no pasará vuestra pa
labra. . . . . . . . . : , . . . . . . .. , , , ,
Quando el vasallo se gobierna por las maximas de
la Religion , no registra en su ley sino la imagen de
Dios supremo. Ninguno procedió mas conforme y
mas arreglado á este principio, que el Mariscal de
Belle Isle. Como era naturalmente amante del buen
orden, ni obraba, ni queria, ni pensaba en cierto mo
do sino segun la voluntad del Monarca ; y como vi
via convencido que la mas leve alteracion en el go
bierno de la monarquia Francesa, turbaria la har
monia , y ocasionaria la destruccion de este imperio,
á quien la obediencia de los vasallos á las leyes y
á los deseos del Principe, ha hecho vencedor de
tantos siglos y de tantas naciones, posponia todo in
teres personal y privado á los intereses del Rey,
trabajando en conciliar todo interes publico con la
voluntad del Rey, y haciendo que toda oposicion ce
diese á su Real nombre. o 2 bºo sº: ; .
Vivia muy remota del Mariscal de Belle-Isle la
sospecha de que imitase el exemplo de aquellos hom
bres soberbios y altaneros, que en el exercicio de los
mas elevados ministerios suelen valerse del nombre y,
del podero del Soberano, solo para tener al º pueblo
sujeto servilmente al imperio despotico y á los ca
prichos
C -
de un ministro, s haciendo
-
que adoren el trO
ce
- = - 7 - - - - º * -

—eº — - = sºn
º=---------- c- 2,º - -
se --á-
— -
-

pEL MARIscAL DE BELEE-IsLE. 245


. tro los vasallos, solo para que los adoren á ellos,
S El Mariscal de Belle-Isle, que fue «tan oficioso y
atento cortesano, como ministro severo y perspicaz,
no reconocio limites ni en su constancia en defen
der la majestad del trono, ni en su prontitud á dar
exemplo de la veneracion que se le debe. Si se ofre
ce el caso de representar la sagrada, persona de su
Rey, de intimar las ordenes de su Rey, de susten
• tar la autoridad de su Rey, el zelo por el servicio
de su Rey le sugeria la eloqüencia mas robusta, la
mas energica, la mas vigorosa, y el tono militar
mas dominante y decisivo. Seguídle despues quando
se va á postrar al pie del trono, y le vereis que
aunque cargado de años , de honores y de gloria, se
acerca con la sumision de un vasallo , que se pre
sentase la primera vez á la vista del Soberano, y
que diese el primer paso acia el templo de la for
tuna. - Y , , , .

. Pero este respeto mas era hijo de su amor, que


- de la veneración de vasallo, mas era para el Rey,
que para el trono. Con qué fruicion , con qué gozo
no nos ponderaba aquellas prendas, de que le infor
mó la confianza con que le honraba S. M. aque
f lla rectitud digo , y de aquella equidad, aque
llas luces , y aquella penetracion , aquella pru
dencia y aquella cordura de nuestro augusto Mo
narca ? aquella afabilidad , , aquella mansedum
bre, que templan la magestad sin degradarla , y exe.
cutan por la veneracion sin exigirla? Asi en aquellas
conversaciones, en que se derrama ingenuamente el
3 corazon, en que se usa del lenguage del hombre, no
del cortesano, se explicaba este siervo fiel y aman
te de su Rey eon tanta eficacia y ternura, que la
excitaba en los que le oian d a . . . . .
i Qué no me sea licito sin renovar las Ilagas de la
Cy Francia hablaros de aquel dia, ó por mejor decir, de
---- aque
246 ,, , ORAcIoN FUNEBRE - -
aquella horrible noche, de aquella noche de espan
to, de duelos y de lagrimas, que desde Metz se des,
cogio y derramó sobre la capital y las provincias
quál seria el dolor y la consternacion del Mariscalá
vista de su Rey, considerandole despojado de la
victoria, y casi agonizando Renuevo rapidamente la
memoria de uno de los sucesos de la vida del Ma»
riscal, que debe suministrar tanta materia á su elos
gio; porque tales casos pierden quanto tienen de ma
ravilloso quando intenta ponderarlos la pluma. Con
tentase la verdadera eloqüencia en hacer mencion
del suceso , y, despues de haberle acordado á los
oyentes, dexa á su corazon el oficio y cuidado de
ponderarle y concluir su pintura. Quando se le re
presentaba al Mariscal aquel infausto dia , veiasele
estremecerse, todo demudado: qué sentiria su al
ma quando sucedio en la realidad el caso! No alcan»
zaba quien le suministró el valor y la actividad que
necesitó para avivar el zelo y promover las ideas del
Monarca, que al morir solo le penetraban el alma
los peligros del Estado. . . . . . . . . . . . .
Suministroselos el amor de la patria. La opinion
tan general de que no ha habido Frances mas amante
de ella, está tan radicada, que no necesita de mi debil
voz para confirmarla. Quién ignora que en el silencia
del gabinete, que enmedio de las turbulentas y gra
ves ocupaciones del ministerio, que enmedio de las
fatigas y peligros de la guerra, velaba continuamen
te sobre todos los ramos del Estado?, Quién ignora
que por medio de correspondencias mantenidas con
sagacidad, se hallaba como presente en todas las
cortes estrangeras, y en los consejos de todos sus
ministros, y que procediendo, en Europa como otro
Josef en Egipto no habia plan, no habia sistema, no
habia providencia que pudiese interesar á la Francia,
que se ocultase á su conocimiento y perspicacia?
- Quién
* -- " -
- - -- ? -- -
-= -

3- º. se - = x = ---
er-= --ir==--------

DEL MARIscAL DE BELLE-Isle. . . 247


Quién ignora que su imaginacion fecunda nunca se
agotaba en ideas, en discursos para promover el
bien publico? por esto no despreciaba ningun pro
e e e

yecto quando ofrecia apariencia y esperanza de al


guna utilidad. Quién ignora su solicitud en informar
se del merito y de los talentos ; su vigilancia en
averiguar sus quilates, empleandolos, en alentarlos
con esperanzas, en animarlos con distinciones , en
premiarlos con sueldos, pensiones y honores? Quién
ignora quán preciosa y respetable fue para este ver
º dadero patriota la vida del ciudadano? Siendo pro
s digo de su sangre en tantos sitios y batallas, fue
ww
avariento
ral con lade sangre
y Ministro delempleó
Guerra, soldadoprincipalmente
; siendo Genesu
autoridad y talentos en conservar las tropas, en no
exponerlas sino con necesidad, en procurar su sub
sistencia, en mantener la severidad de la antigua
disciplina , para evitar la licencia militar y el pi
llage, que las pierden y aniquilanº Quién ignora la
felicidad con que logró su zelo facilitar el servicio
4 militar con el aumento de los fondos destinados pa
ra la paga del oficial y del soldado; ilustrarle con
prudentes providencias que aseguran á la nobleza
º sus justas pretensiones á la preferencia; en alentar
le con la fortaleza y empeño de abolir la ley de la
costumbre, que obligaba á que tantos sobresalientes
talentos envejeciesen desatendidos é inutilizados en
infimos cargos; á privar á los ricos y favorecidos
de la esperanza de lograr empleos sin experiencia y
} sin capacidad; á obligar al soldado á hacer la guer
ra para aprender su arte y sus reglas; á no permi
tir que nadie se olvidase de que los campos de ba
3 talla y los exercitos son la unica escuela, y el tiem
0 po el verdadero maestro de la ciencia de la guer
0 ra, y que solo aquellos valerosos hechos, que ar
guyen un talento superior, pueden abreviar el Ill
* x. -
ca
248 ORAcroN FUNEBRE r
mino de los ascensos y honores militares? Solamen
te insinuo, señores, solamente insinuo los hechos;
la Historia los referira con la debida extension.
El corazon del verdadero ciudadano es un co
razon criado para la amistad y la comunicacion y
trato humano. Tuvo amigos el Mariscal de Belle-Is
le, y era digno de tenerlos. Tuvo amigos que pro
movieron su fortuna , pero quán agradecido se mos
tró siempre á su amor y beneficios! No solo no los
desamparó en sus contratiempos , sino que entonces
les manifesto una amistad mas verdadera, que en el
tiempo de su prosperidad. No hay quien ignore que
la constancia de su amistad fue la ocasion de sus ma
yores desgracias. Lejos de olvidarse de sus amigos di
funtos, permanecian siempre, vivos en su corazon, y
los hijos conocian por el amor con que los favore
cia , los servicios que habia recibido de sus padres:
omni tempore diligit qui amicus est. Tuvo tambien
amigos, á quienes favorecio y sirvio por los caminos
y medios que le proporcionaba su valimiento. La
corte , el exercito, Paris, la Francia me descusan la
fatiga de traeros á la memoria sus buenos oficios, su
actividad, su constancia. Y el concurso á esta lugu
bre ceremonia no está publicando que el Mariscal
sabia amar, y elegir amigos? , , , , , -

... No me permite, el estenderme sobre quán


agradable y apetecible hacian el trato humano sus
costumbres rectas y sencillas, sus modales urbanas y
oficiosas, su facilidad en condescender á los fines, á
los designios, á las ideas, á las pretensiones de los
que llegaban á conseguir su familiaridad. .
Si este caracter tan popular ocasionó algunas fal
tas, ellas constituirian en un nombre de tan supe
rior talento la gloria y honra del corazon humano.
Como usaba de tanta nobleza en su proceder, tan
sin ostentacion ni aparato como se veia el sº
3 (l-
- º *
-
-
DEL MARIscAL DE BELLE-IsLE. 249
blante aquel ayre de dignidad modesta, que por una
parte parece permitia, y por otra estorbaba que se
olvidasen los que le comunicaban de su merito y de
la elevacion de su fortuna, no habia quien no pro
cediese en casa del Mariscal con la misma libertad
y franqueza, que en la suya propia : oia, respon
0. dia , y con la misma prontitud, decia la verdad, que
la oia. Corría un impenetrable velo sobre los pro
yectos, que para madurarse y sazonarse necesitaban
de obscuridad y silencio; pero solo ocultaba lo que
el bien del Estado le prohibia descubrir. Acomodabase
con maravillosa facilidad á todos los estilos y con
versaciones: veiasele, descender y pasar de la rela
cion de las negociaciones mas serias y de las bata
llas á los pasatiempos mas comunes de la sociedad;
en los quales se ocupaba con tan viva y natural
alegría, como si su imaginacion necesitara de estas
familiares diversiones , para ahuyentar el importuno
sueño , y para llenar los huecos de una tediosa ocio
sidad. Veiasele ocuparse en el adorno de sus fuentes,
de sus jardines , de su bosque, con la misma serie
dad y con la misma actividad , con que se ocupa
ba en las mas arduas negociaciones y en las guer
ras. Quando fue por mandado del Rey á Provenza,
renovo la memoria y el oficio de aquel Dictador,
que en las calamidades de la Republica arrancó Ro
ma al cultivo de sus tierras. No dudó obedecer ; pe
ro fuele muy costoso el sacrificio de la obediencia.
Como General del exercito, y como ministro de Es
tado llamaba la atencion y la admiracion del pue
blo; pero como amigo verdadero y generoso, como
ciudadano afable y tratable obscurecia la gloria y
aplauso que se habia adquirido como politico y sol
dado. . - - - - -

Preguntoos yo ahora , señores, el Mariscal de


Belle-Isle , tal como os le acabo yo de pintar con
Tom. VII, Ii los
250 - ORAcIoN FUNEBRE
los colores de la pura y sencilla verdad; el Maris
cal de Belle-Isle, que tanto respeto y tanto zelo
profesaba á la Religion; un vasallo tan honrado
y tan digno de la confianza de su Rey; un ciuda
dano tan amante y tan util á su patria; un amigo
tan fiel y tan constante; un protector tan declara
do del merito en la Corte, y tan amparador de los
desvalidos en sus gobiernos y en sus estados, en don
de ha dexado tantos monumentos permanentes de su
benefica generosidad ; el Mariscal de Belle Isle, re
pito, no podia prometerse confiado en tantas bue
nas prendas una vida quieta y pacifica? -

- Quejariase de mí su grande alma , y reputaria


por falsa mi relacion, si yo pusiese en el numero de
sus desgracias los trabajos y fatigas, inseparables de
los grandes empleos; la vigilancia y las cautelas ne
cesarias para no perecer en el mar tempestuoso de
la Corte, que tanto abunda en ocultos escollos, y
en donde nunca mas se corre peligro de proximo nau
fragio, que quando no hay ninguna nube que pro
nostique tormenta; las quejas , las murmuraciones,
las envidias que causa el valimiento, y que se mul
tiplican á proporcion de las mercedes y gracias que
distribuye ; las criticas y las declamaciones injurio
sas, cuya jurisdiccion se extiende mas alla de los
tiempos de la adulacion, la qual fenece con la vida
de los Grandes, porque no espera ya nada , en lu
gar que la satira exerce sus tajantes filos con mayor
desenfreno despues de su muerte, porque nada teme
ya. Hubierase tenido por feliz el Mariscal de Belle
Isle, y lo hubiera sido ciertamente quanto se permi
te serlo en la region que habitaba, si solo hubiera
tenido que sufrir los sinsabores que llenaban de aci
bar la prosperidad de algunos ambiciosos colmados,
y aun fastidiados de honores. Pero era preciso que
en el Mariscal de Belle Isle fuese todo singular y
- - º 4 - ll Fll
DEL MARIscAL DE BELLE-ISLE. 25.
unico ; y que guardando sus adversidades correspon;
dencia con los demas sucesos de su vida , concurº
riesen á distinguirle y separarle de la multitud de
los demas hombres, , , , , , , , , , , , , , ,
, Yaveo, señores, que con las alabanzas y lagri
mas que ofreceis al mejor, al mas amante, y por
su misma, extraordinaria felicidad al mas desgracia
do de los hermanos, de los esposos y de los padres,
os anticipais á las mias. Disimuladme el dolor y sen:
timiento á que me obliga tan triste memoria. Parei
ceme que en este dia reviven cenizas tan tiernas : ya
me persuado que vuelven á nacer : y ya que vol
yiendose á unirse y enlazarse el hermano, la espo,
sa, el hijo y el padre, caen difuntos en mi presen
cia, heridos, de un golpes comun y fatal,, acabando
mi mano de cerrar el comun sepulcro, que ya no
espera los despojos de ningun otro mortal. Gran Diost
en renovacion de mis votos y suplicas no permitais
que, en fuerza del demasiado sentimiento por que me
executan estos melancolicos recuerdos, me desentienr
da de las inviolables obligaciones de la amistad y de
la religion. No permitais que ni mi dolor defraude á
esta casa extinguida y destruida el tributo de las la
grimas que piden sus infortunios: ni que prive á mis
oyentes de la enseñanza del mas notable exemplo,
que hayais dado jamas al mundo de la instabilidad y
de lo perecedero de las humanas prosperidades. , , ,
Qué casa colmó jamas el cielo de mayores hon -
ras, de mas felicidades domesticas é interiores? Qué -
cedro del Libano levantó mas alta la copa ni la esr
condió entre las nubes, ni echó raices mas profundas
en las entrañas de la tierra? Qué seguridad para lo
presente, qué esperanza para lo venidero no ofrecia
al Mariscal de Belle-Isle un hermano digno de ser
cabeza de una segunda casa, capaz de igualar en ho
nores, y en fama á.

la prim 1 2
Sus naturales ni eran
COl•
252 ORAcioN FUNEBRE
contrarios, ni eran semejantes. Notabase en el Con
de mas aficion á la literatura , un valor mas arro
jado en los peligros de la guerra, mas glorioso de ha
berlos encontrado, y de haberlos arrostrado con ma
yor intrepidez; unas resoluciones mas inflexibles; una
autoridad en el mando mas fin me y mas vigorosa; una
autoridad mas activa; y un odio, si su corazon le
hubiera abrigado, mas temible. Pero las repugnan
cias que pudiera causar esta diversidad de caracteres,
las conciliaba el amor, que de estos dos grandes
hombres hacia uno solamente. Solian tal vez dispu
tar antes de convenirse en un plan , en un proyecto;
pero despues de resuelto, podriase ya dudar de su
inventor. El uno empezaba el trabajo en donde le ha
bia dexado el otro: las operaciones del dia antece
dente servian de regla para los progresos del siguien
te: la obra no se interrumpia, y quedaban tan bien
casados y distribuidos los colores, que parecia obra
de un solo ingenio y de una sola mano. Todos los
pensamientos del Mariscal eran de contribuir á la glo
ria y á la elevacion del Conde ; y el Conde creia
que toda su grandeza y fortuna dependia del merito
y de los honores del Mariscal: la intima amistad de
estos hermanos renovaba en nuestro siglo la de aque
llos dos Scipiones tan celebrados en la historia Ro
mana. Pero sucede que estando nombrado el Conde
de Belle Isle para mandar el exercito, y proximo á
ser elevado al grado de Mariscal de Francia , mues
re. Bien podra ya el Mariscal encontrar amigos, mas
no hallará ya un amigo que sea "un hermano, con
forme enteramente con todas sus ideas, con todos sus
fines, con todos sus intereses: un amigo que sea pro
pio y perfectamente otro como él. . . . . . .
Teniale sin embargo, y le conservaba en su ama
ble y virtuosa esposa. Nombrar á la Mariscala de
Belle- Isle, y recorrer la memoria de todos los dones
de
DEL MARIscAL DE BELLE-IsLE. 253
de la naturaleza y de la gracia , ponderados por el
Espiritu Santo en la muger fuerte, á quien propone
como modelo y exemplar de las prendas, que cons
tituyen el merito y la gloria de las mugeres, es todo
uno. Habiala dotado la naturaleza de un talento ca
paz de sazonar los mayores negocios, y de aconsejar
los mayores aciertos: de un corazon lleno de valor,
de noble confianza, y de aquella libertad magnani
ma, que no conocen muchas veces aquellos valien
—tes soldados, que procediendo como unos heroes á
la frente de los exercitos , tiemblan en la presencia
de los Ministros , y andan encogidos , y haciendo
acaso indecorosas reverencias en la corte. Siendo Em
baxadora extraordinaria en Francfort, aunque sin ti
tulo, concluyó con sus irresistibles insinuaciones lo
que habia empezado la eloqüencia militar del Ma
riscal. Como se preciaba de tan tiernamente amante
de su ilustre esposo, velaba sin cesar sobre el esta
l
do de las negociaciones del Mariscal; y aunque de
seaba que saliese ayroso de ellas, deseaba mucho
mas que anduviese por los caminos del honor, y
que no adelantase su fortuna con infames medios. Con
su agrado, con su urbanidad, con sus gratas mo.
dales le adquiria amigos, y le reconciliaba con los
enemigos, que poco afectos al Mariscal, no podian
aborrecer con obstinado odio al esposo de la Maris
cala. Siendo una persona verdaderamente christiana,
un exemplar de modestia, de regularidad , de pie
dad , de caridad; amparo de pobres; remedio y con
suelo de desvalidos , qué penas y sentimientos no de
bian ser mitigados por una esposa tan amable y dig
na de toda veneracion! Asi logró enjugar y casi ago
tar las lagrimas que se debieron á la muerte de un
hermano. Pero ay! que ella misma estaba destinada á
ocasionar
amargas.
nuevas lagrimas, y - lagrimas
- . . .
todavia mas - x.

-". - - - El
254. -- ORACION FUNEBRE
El Mariscal de Belle-Isle fue hermano , fue espo
so; y ya no es mas que padre. La soledad, á que
se mira reducido, le aflige y le consterna. Solo le
queda un hijo, unico objeto de su ternura y de sus
sobresaltos. Amabale sabiamente, y no con un amor
indulgente y reprehensible: por esto uso de tanta vi
gilancia y precauciones en su educacion para ha
cerle capaz de sustentar dignamente la gloria de su
nombre, y de servir con utilidad á su patria. Hizole
desde su infancia estampar sus huellas sobre las de
aquellos heroes, á quienes en tiempo de nuestros ma
yores habilitaba para las fatigas de la guerra una
crianza dura y rigurosa. Eligio personas sabias y vir
tuosas para confiarles este precioso, deposito..., y te
miendo que sin embargo de sus desvelos, no se intro
duxese en su tierno corazon la vanidad y el amor á
los deleites, le buscó un asilo inaccesible al conta
gio de la soberbia y de la sensualidad : un asilo don
de no oia sino la voz de la Religion y de la razon, en
donde las mismas clases confundidas, y todas las
graduaciones desconocidas y desterradas enseñaban
á ser ciudadanos instruian en las obligaciones y res
petos de la sociedad , acostumbraban á la sencillez,
á la igualdad y á la frugalidad de las antiguas cos
tumbres. Si el Mariscal de Belle-Isle nos prefirió pa
ra la educacion de su hijo, se lo debemos á su be
nevolencia hereditaria. Con efecto el Conde de Gisors
encontro en nuestra casa los beneficios y, mercedes que
la hicieron sus antepasados; pero tambien encontró
nuestra gratitud, solicita por avivar la vigilancia de
sus maestros, y por alentar y fortalecer sus tiernas
virtudes. º a , .
, Permitidme que renueve la memoria de la com
placencia que sentia, quando traido de la confianza
que experimentaba en mí solia venir al retiro de mi
aposento. Yo veia que en el Conde de Gisors, iba
4-
- CIT62
---. ------
º se ex -s-s- ---

DEL MARIscAL DE BELLE-ISLE. , , , , 255


creciendo aquel delicado y perspicaz entendimiento,
aquella discrecion y urbanidad , aquellas gracias y
piedad de la madre; aquel valor y capacidad, aque
ila aplicacion y actividad , aquellos talentos y pren
das heroicas del tio y del padre: yo pronosticaba sus
glorias y sus aplausos; pero ay! que vivia olvidado
de que las flores de mas vivos y matizados colores son
las que marchita y consume antes el infecto y mor
tifero ayre del aquilon. No preveia que en breve le
oiria exclamar con Jonatas : Mis dias fueron sola
mente una aurora : apenas he gustado la vida : ape
nas empece á ser , quando dexe de existir : Gustans
gustavi... paululum mellis , & ecce ego morior.
Ya habia dado en algunas campañas testimonios
de sus talentos militares. Ya un enlace contraido
por los atractivos de una estimacion mutua le habia
colocado en el templo de la piedad , de la religion,
de la razon, de la honradez , del entendimiento, de
las letras , de la decencia , de la urbanidad , de to
das las virtudes , y de todo genero de merito (*):
ya para instruirse en los intereses y costumbres de
la Europa habia viajado por la Alemania y por el
Norte , dexando por todas partes huellas y vestigios
de una prudencia , de una modestia , de una com
postura, que no siempre se puede prometer de un
frances mozo : ya lo sobresaliente de su merito ha
bia puesto en olvido el numero escaso de sus años;
¿ el Rey con toda su prudencias no habia temido
arle la seguridad de sus fronteras, y uno de los
mas fuertes baluartes de su Reyno : ya por interce.
sion del Mariscal de Belle-Isle habia conseguido un
empleo distinguido en la Milicia. O esperanzas hu.
manas, esperanzas frivolas y falaces! Pues ni el amor
- - - • - , . .. º y , del .

(*) Habiase casado en el año de 1753. con Elena Rosalía


de Nevers, hija primogenita del Duque de Nivernois.
256 ORAcioN FUNEBRE
del Mariscal, ni los favores de la fortuna , ní las
mercedes del Rey sirvieron de otra cosa , que de
adornar y engalanar la victima. Amenazale el cu
chillo, descarga finalmente sobre ella el fatal golpe,
y su eco resuena en Europa de un extremo al otro.
De una edad, en que sin una especie de milagro ape
nas llegan otros á merecer algun nombre, ya el Con
de de Gisors era famoso. La Religion y el Estado, la
patria y las naciones estrangeras, la Francia y nues
tro augusto Monarca derramaron lagrimas sobre su
sepulcro ; y aunque no traia ligada todavia á sus
estandartes la victoria, como otro Judas Macabeo,
no lloró mas amargamente Israel á su defensor, que
la Francia á su temprano heroe : Cecidit Sºfieverunt
eum omnis populus Israel plantiu magno (1). Estas de
mostraciones lisonjeras del aprecio y veneracion pu
blica pudieran mitigar el dolor y la llaga del Ma
riscal, si ésta no fuese de aquellas que llamó el Pro
feta incurables: plaga insanabili (2). Toleró el Ma
riscal este cruel contratiempo con entereza, y con tan
ta entereza, que temerariamente fue calificada de in
sensibilidad. O virtudes de Sparta y de Roma Gen
til, sereis superiores á nosotros y á nuestra Reli
gion? Con que la Francia y el Evangelio careceran
de virtud para criar heroes? Porqué rehusaremos
creer de nuestra edad y de nuestra nacion lo que
creemos de los siglos y de las naciones que nos han
precedido, confesando ignominiosamente nuestra mi
seria con tanto, oprobio nuestro? O vil adulacion!
ó calumnia insolente hundid con vosotros en los eter
nos abismos vuestros atroces y desatinados furores;
pues para desacreditar á este grande hombre , le im
putasteis vicios que no tenia; y luego para ultrajarle
le negasteis los vicios que le habiais imputado. Pre
- ten
(1) Lib. I, Mac, c. 9. (2) Isaias 14. 6.
- -

-- -º se cas -- — -.
-

ºs a e - , - Pºº MARiseA. oe BELLE-Isle.


- - e - - .
tendisteis que la ambicion fuese el único idolo dºu
corazonº Hablad pues, y decidnos cómo fue insensi
ble ? Mentita est iniquitas sibi. Conque no fue pa
dre amoroso
s so? No se miraConque solamente
aniquilado con la fue
maspadre ambicio
absoluta y to
º tal destruccion? El Superintendente podia consolarse
con la esperanza de que renaciese en su descenden
! cia quien restituyera el lustre de su primera fortu
na. Pero esta esperanza huye del Mariscal irrevoca
l blemente. Y asi, viendose solo y aislado, bebia con
S anticipacion el caliz amargo de la ultima hora : de
) modo que sin morir, dexaba ya de existir. Conside
radle reducido á vivir y arrastrar las postrimerias de
su vida sobre las ruinas de su casa, que comenzó en
él, y acabó antes que él. Sin embargo, lexos de caer
de animo, antes estimulado del mismo peso de su infor.
tunio, se fortalece su alma y se avigora: y á exem
l plo de aquellos grandes hombres tan ponderados de
la antiguedad, aunque impelida su alma de fines mas
puros, solo buscó entre las ocupaciones del zelo, con
que sirvió al trono y á la patria algun consuelo , ó
por mejor decir, alguna distraccion á su pena, que
era tan penetrante, que las olas amargas de su dolor
inundaron su corazon: de modo, que una pala
bra, la ocasion de menos importancia les irritaba.
Quántas veces le vimos, tan amante como Josef, y no
menos señor de sus afectos, venir apresuradamente á
desahogar su dolor entre nosotros , derramando las
lagrimas, que por el cruel respeto humano habia
reprimido quando las provocaba el sentimiento! Mos.
trabase en publico con el caracter de ciudadano y
de ministro, reservando para la soledad y para los
amigos los suspiros, los lamentos, los llantos, los
desahogos de un padre afligido: introiens cubiculum
flevit, rursumque lota facie egressus, continuit se (1).
Tom. LVII. -- Rr - - Pe-.
(1) I. Gerem. c. 43.
258 ORAcroN FUNEBRE
Pero agobiado , consumido, y destruido por su lar
ga edad, por el trabajo, por el dolor , por la vio
lencia en disimularle , desfallece finalmente, y mue
re : y si no hubiera muerto como christiano, qué se
ria de él , señores, en dónde estaria , y de qué le
serviria quanto fué? Quereislo saber? oidlo.
Qué robusta y eloqüente voz prorrumpe de la
concabidad de ese tumulo? Qué profeta, qué apos
tol mas energico, que ese aparato funebre , y mas
idoneo para exhortaros á que solo debeis pensar en la
eternidad? melius estire ad domum luctus..... Con que
este grande hombre, que fue levantado en el mun
do á tan alta y tan brillante fortuna, y que llenará
en la historia un lugar tan recomendable, adquirio y
consiguio tanto solamente para tener que perder y
llorar mas? Solo subio á la cumbre de la opulencia
y de las honras del mundo, para dexar en su muer
te mayores despojos que recoger ; y para enrique
cer con mas abundante provision de empleos y dig
nidades á unos estraños á su sangre y descendencia.
El triste resplandor de esas funestas antorchas es la
unica luz que le alumbra, y no la ve: esas bayetas
lugubres son el unico aparato que le adorna, y no
las percibe : esta Oracion es el unico y postrer eco
del ruido que ha causado en el mundo, y no la oye:
el sepulcro es el unico asilo que le presta la tierra:
la losa, que le ha de cubrir, el unico residuo de su
opulencia: estas dos palabras: Aqui yace, son el
unico monumento de todos sus honores y dignida
des, ó por mejor decir, la historia de sus desdi
çhas : historia brevisima , sino se añade que son mas
enfaticas de lo que suelen ; sino se advierte que ba
xo esta losa descansa (por un suceso tan singular,
que carece de exemplo) con el Mariscal de Belle
Isle toda su casa entera, que vino antes á esperarle
en esta mansion de eterna obscuridad, y que no
de
DEL MARIscAL DE BELLE-IsLE. 259
dexó en la tierra mas vestigios de su existencia., de
los que dexa la sombra de una nube que pasa : tam
quam vestigium. Y á vosotros , valientes soldados,
igual suerte os ha de caber; tras este poco de vien
to correis por medio de tantos riesgos y peligros. Na
permita Dios que intente yo amortiguar con estas res
flexiones vuestro valor: solo pretendo hacerle dig
no de vosotros y de vuestra Religion. Como fieles
descendientes de la antigua y verdadera nobleza Fran
cesa no os olvideis que la ambicion, que entre vues-,
tros mayores crió tantos heroes y hombres grandes,
consiste en la magnanima emulacion de virtudes , de
talentos, de servicios, los quales los levantaron so
bre los favores y sobre los desayres de la fortuna: no
en una envidiosa codicia de honras y riquezas , que
os arrastraria á sus altares como á unos adoradores
abatidos y deshonrados, como á unos esclavos jor
naleros y vendidos al vil interes, infamados en me
dio de sus empleos y dignidades , mendigadas inde
corosamente, y compradas á precio de baxezas é iga
nominias. Como fieles profesores de vuestra Religion,
no os olvideis de respetar, y de no envilecer un
caracter tan augusto. Adorad en el mismo cumpli
miento de las obligaciones, que os empeñan en servi
cio del Principe y de la patria, á aquel Dios que rey
na en los Reyes , y que decide los exitos de las ba
tallas: que si él es el movil y el objeto de vuestras
empresas y de vuestras esperanzas, morid entonces, si
fuere necesario, como victimas de vuestro deber.
El Señor premiará lo que el soldado christiano y re
ligioso hubiese obrado por el trono y por la patria,
asi como premia lo que el profeta y el apostol obran
por la Religion. Inflamados de un vigor y de una in
tencion tan pura, partid ; que el Dios de los exerci
tos os llama. Los enemigos que os temen , no se atre
yen á esperaros ; y
-
aun 2
sea la estacion oporº
- tul
26o ORAcroN FUNEBRE
tuna, aunque confian en las sorpresas, en la multi
tud y en el valor de sus tropas, aunque el misterioso
secreto de sus marchas , el sistema premeditado de
sus ataques, todo les promete los exitos mas favo
rables, y aunque la felicidad de sus primeros es .
fuerzos les aumente sus esperanzas ; con todo eso
quando la Providencia aliga el destino de las bata
llas al valor de los hombres, ninguna cosa se resis
te al soldado frances, mandado por un General en
quien tienen puesta su confianza. Los Generales ene
migos se retiran vergonzosamente vencidos, y su re
tirada llena de tristes presagios las provincias, que se
prometieron tantos triunfos quando pasaron por ellas;
y conocido y acreditado su valor echa el sello á la
gloria de su vencedor: el qual, señores, con voso
tros bien puede atreverse á todo , y emprenderlo to
do sin temer incurrir la nota de imprudente ni te
merario. . . . . . . . . .
- . El Ministro que os comunicará las ordenes Reales,
es acabará de allanar los caminos de la victoria. Ce
lebren la Francia y las naciones estrangeras los talen
tos de este gran Ministro que de una ojeada lo ve to
do, en un momento lo comprehende todo , y con
una palabra lo gobierna y decide todo aplaudan el
imperio natural , que debe á la perspicacia de su en
tendimiento, la suavidad de su eloqüencia, lo gra
to de su urbanidad: pero el elogio que mas le en
grandece es la estimacion con que el Rey le honra:
confia S. M. de su capacidad el desempeño de dos
ministerios, que hasta ahora habian permanecido di
vididos, y que son como opuestos entre sí, esto es,
el ministerio de Guerra, y el de Estado: conoce asi
mismo sus talentos sobresalientes, y está seguro de
que todos sus proyectos y operaciones son dirigidos á
promover la gloria del trono y el interes del Esta
do; que el deseo de la paz no entibiará su actividad
--, . Gl
DEL MARIscAL DE BELLE-IsLE. 26r
en facilitar los progresos de la guerra, ni el aplauso
halagueño de las prosperidades militares le amorti
guará el deseo de la paz. La experiencia ha acredi
tado prontamente la eleccion de nuestro augusto Mo
narca. Con efecto hemos visto que la paz y la guer
ra han ilustrado las primicias de las nuevas ideas del
Ministerio , y que han conspirado mutuamente: la
una , para pronosticar á las potencias enemigas an
tes de empezarse la campaña los triunfos de la Fran
cia : y la otra para prometer á la Europa el fin y
termino de sus calamidades y lagrimas. Baxo los aus
picios de un Rey tan grande, baxo el gobierno de
un Ministro tan perspicaz, vosotros, señores, ireis á.
renovar en Alemania los sucesos estupendos del valor
frances; y la paz os seguira á vosotros para fixarse
en el seno de la patria.
Y vos, Prelado venerable (1), honra y ornamen
to del Sacerdocio, que celebrais en esta triste cere
monia, si los sucesos de la region de esta vida lle
gan á la region eterna , el Mariscal de Belle-Isle está
viendo con agradecimiento esta publica demostracion
de vuestro afecto. El os veneraba, él os amaba, y
él fue amado de vos. Estando para morir, él se alen.
to, él se avigoro al oir vuestra voz; él oyo vuestros
prudentes consejos , y los practicó: continuad en so
licitar su felicidad: oiga el cielo vuestros suspiros.
La fé, la caridad, el zelo, la piedad que siempre
os acompañan, y que velan sobre vos para recoger
vuestros deseos y oraciones, los presentarán en el tro
no del Altisimo. Ojala que la sangre de Jesu. Christo
que por vuestras manos sera ofrecida prontamente en
ese altar, alcance del Dios de las misericordias que
admita en su mansion de paz y felicidad eterna á es
te

(1) El Ilustrisimo Señor Don Christobal de Beaumont,


Arzobispo de Paris.
262 ORAcIoN FUNEBRE
te gran hombre á quien llora la Religion como á uno
de sus mas zelosos defensores, el trono como á uno
de sus mas fieles y utiles vasallos , la guerra y la
politica como á uno de sus mas consumados maes
tros , el Estado como á una de sus mas firmes co
lumnas, la patria como á uno de sus mas virtuosos
ciudadanos, y la Europa como á uno de sus mayores
hombres. Y nosotros, amados oyentes mios, apren
damos de su exemplo que la verdadera sabiduria con
siste en vivir como christianos, y la felicidad verda
dera en morir como christianos: Melius est ire ad.
domum luttus, quam ad domum convivii; in illa enim.
finis cunttorum admonetur bominum, & vivens cogitae
quid futurum sit. No nos olvidemos del fin que nos
espera, y pensemos en lo que nos ha de suceder.

TA
263

TA BLA
DE LOS SER MONES
CON EL ANAL1"SIS DE CADA UNO.

El numero primero denota la pagina donde empieza


el punto que se extracta; y el segundo la pagina
donde acaba.

S E R MO N DE S. A. N º FR A NCIS CO
- de Paula. -

TYIvIsION. Consideremos por una parte las virtudes


del Santo, y por otra sus milagros.
DIvISION. Consideremos por una parte lo que es
y ha sido el Santo , y por otra sus virtudes y sus mi
lagros: unas cosas á otras se comunican un nuevo
explendor y una nueva gloria. Digo pues que de su
santidad resultó mayor autoridad, mayor aplauso á
sus milagros: por quanto su santidad hace todavia
mas creibles sus milagros. Y esta sera la Primera
Parte. Su santidad debe una parte principal de su me
rito á sus milagros; por cuya razon sus milagros fue
ron ocasion de mayor virtud. Asunto de la Parte Se
gunda. En fin los milagros de Francisco de Paula
acreditados y comprobados con su virtud, y estos
mismos milagros contribuyendo al aumento y á la
perfeccion de su virtud seran todo el objeto de
Vuestra atencion. Pag. 2. -

PARTE I. La santidad de Francisco de Paula auto


riza y acredita la fé de sus milagros: porque la san
tidad de Francisco de Paula fue una santidad propor
cio
264 DE Los SERMoNEs.
cionada á sus milagros, y digna, permitidme esta ex
presion, digna en algun modo de sus milagros: por
que la santidad de Francisco de Paula fue de aque
llas santidades á que está aligado el don de los mila
gros: porque la santidad de Francisco de Paula fue
en sí misma un milagro de la gracia, y un milagro
mayor, que todos los que obró. - -

I. Defiendo pues que los milagros de Francisco de


Paula , que por tan admirables por su numero , por
su variedad , por su singularidad , exceden casi á to
da fé humana, no fueron sin embargo superiores á
sus virtudes. Si él obró los prodigios que han ilustra
do á los mayores hombres, tambien tuvo las virtu
des, que han hecho celebres á los mayores Santos.
Qué corazon vivió jamas mas distante de los conta
gios del vicio, y siguio con mayor prontitud las ins
piraciones de la gracia? En quién se vio mas vivo
el deseo de la perfeccion , que en Francisco de Pau
la? Qué amor á la soledad! No hubo desierto que ig
norase, no hubo para él retiro inaccesible. Qué mor
tificacion tan rigurosa qué amor de Dios tan fino, tan
sensible, tan vivo, tan impetuoso. En fin la santidad
de Francisco de Paula fue una santidad proporciona
da á sus milagros, y una de aquellas especiales san
tidades á que está aligado el don de los milagros.
Pag. 5. 13.
- II. No seria cordura, dice San Agustin, que Dios
comunicase su poder á unas almas soberbias y alta -
neras, que fomentan en su corazon y convierten en
sí propias locamente vanas una gloria, que deben dar
y ofrecer á su Magestad entera y pura. Pero dadme
una fé sencilla, humilde, modesta , enemiga de la
ostentacion y aparato exterior: que vive contenta
siendo desconocida, que cree en Jesu-Christo , asida
siempre al pie de su santa Cruz. Esta es aquella fé
pura y Santa, aquella fé celestial y divina, á quien
ha
- = " - -- 3-- --- z
--
#- º ---- - .

TABLA Y ANALYSIS 2 65
hara Jesu-Christo señora del mundo y arbitra de la
naturaleza, y que segun la expresion del Espiritu
Santo, ensalzará gloriosamente, al espiritu humilde:
Humilem spiritu suscipiet gloria.
O humildad, ó virtud poderosa! nombrandote, he
nombrado ya á Francisco de Paula. No le hubiera
mos conocido jamas, si no hubiese levantado el Se
ñor el velo que ocultaba á la tierra unas virtudes que
eran toda la admiracion del cielo. Fue su humildad
constante y permanente. El fue fiel discipulo de es
ta virtud santa: él fue su exemplar perfecto, su apos
3•
tol, evangelista
su debia
lencia; zeloso.
pues ser tambien el humilde
Fuepor excelenciapor exce
el obra
º dor de milagros: Humilem spiritu suscipiet gloria. Y
, su misma virtud no fue tambien un prodigio? Terce"
º ra prueba de sus milagros: una santidad, que fue
$º un prodigio tan estupendo como sus mismos mila
0 gros. Pag. 13.2o. s.
• III. Prodigio en su extension. A los catorce años
de su edad renovo en el desierto el fervor de los An
- tonios y de los Hilariones: quando apenas tocó los
l terminos de la juventud, era ya el Patriarca , y el
d fundador de una nueva Orden en la Iglesia de Dios:
• y era maestro de la mas sublime perfeccion en una
lº edad , en que los demas apenas entienden su idioma.
Prodigio en la union de aquellas virtudes que pare
cen mas dificiles de conciliarse , como son la peni
S tencia y la inocencia : el amor de la soledad y el
zelo de las almas. Prodigio en la fama y triunfo de -

su virtud reconocida y confesada, incontestablemente


l en la Corte: y quien la conoce necesita de otro ar
? gumento mas para convencerse de que la virtud de
Francisco de Paula fue un prodigio, y un prodigio
superior en cierto sentido á todos los milagros que
obró en su vida; supuesto que de su virtud han re
sultado á los milagros su fama y su autoridad, y que
Tom. VII. Ll V SUl
266 DE Los SERMoNEs.
su virtud contribuyó para hacer mas creibles sus mi
lagros? Añado que sus milagros contribuyeron para el
incremento y perfeccion de su virtud , y que le fue
ron el origen y la ocasion de mayor santidad
Pag. 2o. 24.
- PARTE. Francisco de Paula se sirvió admira
blemente para promover la gloria de Dios de la au
toridad que le dieron sus milagros sobre los hombres.
Supo ademas de esto preservar su virtud de los ries
gos á que podian exponerle sus milagros.
I. Luego que vio que se retiraban tantos al de
sierto llamados de la voz de sus milagros, su mismo
zelo y su humildad le erigieron en Apostol: valiose
de su humildad para que convirtiesen acia Dios sus
ojos y su atencion , que la fixaban en él; y de su
zelo , para substituir en lugar de una admira
cion esteril pensamientos mas solidos y mas utiles.
De aqui procedieron aquellas costumbres reformadas,
aquellas ruidosas conversiones. De este modo conver
tia Francisco de Paula en mayor gloria de Dios la
autoridad que le daban sus milagros sobre los hom
bres. Y no puso menos vigilancia en defender su vir
tud de los peligros á que podian exponerle sus mis
mos milagros. Pag. 25.33.
2. Peligros de disipacion al ver la multitud de
pueblos que atraidos de ellos le seguian ; y al verse
en medio del bullicio, en medio de las Cortes adon
de le conducian las disposiciones de la divina Pro
videncia. Peligros en su abnegacion Evangelica. Fran
cisco de Paula se mira de repente trasladado á la
fuente de la opulencia y de las delicias humanas.
Peligro para su mortificacion religiosa. Los Reyes de
Francia y de Napoles procuran inducirle á que trai
ga una vida menos penitente. En fin peligros para su
humildad. Apenas se lee en los fastos de la Historia
Eclesiastica vida de otro Santo mas circundado de
- ho
TABLA Y ANALYSIS 2o.7
honores. Francisco de Paula evita todos estos lazos
y peligros. El procedio como verdadero solitario, de
sinteresado, humilde, penitente en medio de los pa
lacios de los Reyes, y al retirarse de las Cortes sa
lia solamente enrriquecido con su virtud sola. Asi
que para pintarle con una sola pincelada, concluyo
diciendo que Francisco de Paula, que fue tan obra
dor de prodigios y de milagros, él mismo fue un gran
prodigio, y un gran milagro. Pag. 33.38.

SERMON DE SAN jUAN DE LA CRUz.


D"¿ Descubrense en un solo hombre como dos
hombres : un hombre de oracion que solo vive
en Dios : y un hombre de zelo que solo vive por
Dios. Este doble espiritu de contemplacion y de ze
lo, que se manifestó en los Apostoles en los tiempos
de la primitiva Iglesia, Dios quiso renovarle en estos
ultimos tiempos en San Juan de la Cruz. Todos los
santos son aproposito para servir de exemplares á to
dos los christianos; pero éste, permitidme esta ex
presion , puede servir de exemplar á los mismos jus
tos. En dos palabras, en San Juan de la Cruz se nos
propone para nuestra admiracion un modelo de aque
llas almas que son llamadas á la perfeccion de la vi
da interior: y un modelo asimismo de los operarios
apostolicos, destinados á trabajar por la salvacion de
las almas. - -

I. PARTE. Sigamos los pasos de la vida de San Juan


de la Cruz : veamos cómo procuró merecer las mer
cedes y gracias del cielo, quántas recibio, y el pro
vecho que sacó de ellas: asi hallaremos exemplos
para avivar nuestro fervor, para alentar nuestra es
peranza, y aumentar nuestro agradecimiento.
I. La gracia causa todos los meritos, y ella no
Ll 2 Sti
268 DE Los SERMoNEs.
supone ningunos : sin embargo se hallan en la vida
interior algunos dones reservados para premio de la
virtud mas pura, de suerte que no solo son un ar
gumento de fidelidad en el hombre que los recibe,
- sino una prodigiosa misericordia en el Dios que los
dispensa.
, Qué santo pues hubo jamas mas digno de las mer.
cedes del cielo, que San Juan de la Cruz. Concien
cia delicada : penitencia rigurosa: oracion continua:
caridad con el proximo: amor de Dios : humildad
pura y verdadera: silencio perpetuo: soledad invio
lable: retiro total del mundo : perfecta abnegacion
de sí mismo. Almas penitentes , humildes , mortifi
cadas , caritativas! Ahmas retiradas dentro de vosotras
mismas, tranquilas, dociles á las inspiraciones de la
gracia , si os atreveis á aspirar á las gracias que dis
pensa el cielo, para vosotras estan destinadas. Las
virtudes de San Juan de la Cruz son el modelo de
Vurestra conducta : anime vuestra esperanza la recom
pensa de sus virtudes. Pag. 4o. 46.
II. Qué es lo que intento, ó Dios mio! Me atreve
re á sondear el abismo de vuestros caminos, y á exa
minar las profundidades de vuestra incomprehensible
providencia. A y, como las inspiraciones de la gracia
en un alma verdaderamente recogida , son un miste
rio ímpenetrable de amor y de sabiduria! qué alter
nativa de suavidades y de rigores! Como San Juan de
la Cruz fue destinado por la divina providencia pa
ra padre de una familia de hombres de oracion y de
contemplacion, conviene que practique sucesivamen
te los diversos caminos de la vida interior. Exami
mole Dios, como se examina el oro en el crisol , y
vio que era digno de él: por esto se derraman abun
danteinente en su alrna aquellas dulzuras, cuya cor
riente se suspendio por el discurso de tanto tiempo:
él experimenta quantas suavidades contiene la ora
. - - C1OIl,
TABLA Y ANALysis 269
cion, quantas luces contiene la contemplacion mas
sublime, y quantas delicias causa en la tierra la union
estrecha con el celestial esposo. Si el cielo no comuni
ca ya al mundo ni á los hombres gracias tan extraor
dinarias , es porque no ve ya en el mundo virtudes
tan prodigiosas. Imitemos á San Juan de la Cruz en
la preparacion para recibir los dones de la vida inte
rior, y los poseereis con él, sin faltaros otra cosa sino
saber aprovecharos de ellos como él. Pag. 46.51.
III. San Juan de la Cruz se preparó para recibir
estos dones celestiales con un amor firmisimo. Pero
qué fue este amor en comparacion del que se nutrio,
se aumentó, se perfeccionó en su intimo trato con
Dios? Amor tierno, amor dominante é imperioso. Ya
es como un impetu violento que le arrebata; ya co
mo un rio de dulzura, que inunda el alma en las ma
yores delicias. Amor generoso, amor impaciente y
ansioso por emplearse en grandes sacrificios. Pode
tmos-añadir á esto algo mas? Sí por cierto, señores:
que no se desvanecio con tantas gracias, ni con tan
tas virtudes. Siguiendo el exemplo de San Juan de la
Cruz pensemos solamente en merecer y en conseguir
las gracias por que debemos anelar, con la fiel cor
respondencia á las gracias que recibimos; y si al fer
vor de una verdadera devocion queremos añadir los
trabajos y los frutos del zelo, despues de haber ad
mirado en San Juan de la Cruz un exemplar de aque.
llas almas que son llamadas para caminar por las sen
das de la vida interior, estudiemos en el mismo San
to el exemplar de los operarios Evangelicos, que
son llamados á procurar la salvacion
-
de las , almas.
, , , ,,
Pag. 51.55. -

º II. PARTE. Ahora os manifestare los talentos con


que San Juan de la Cruz exercitó el ministerio Evan
gelico: y el vigor y constancia con que desempeñó
y consumó la obra del ministerio de la predicacio:.
- º Vi
27o DE Los Ser MoNEs.
I. Viviendo en el monte santo como otro Moyses,
ocupado unicamente en tratar con Dios, y en nego.
ciar su salvacion, no se acordaba de los hombres si
no en los extasis de su oracion, quando le decia Dios:
baxa á lo llano; mira los pecados de Israel, ve , é
intimale mis juicios. San Juan de la Cruz obedecio
sin quejarse, sin escusarse. Arrebatado del zelo y de
la caridad, se entrega con fervor á los duros trabajos
del apostolado. Su zelo constante y intrepido hace guer
ra á todos los vicios. Vigilante , activo , laborioso,
no hay empresa que le acobarde, ni trabajo que le
fatigue, ni contratiempo que le turbe. Recto, senci
llo, sosegado, encarece con la mayor sinceridad los
frutos del zelo ageno, y se contrista con la mayor
humildad del poco fruto del suyo. General y univer
salignora aquellas odiosas distinciones que suelen po
nerse entre unas almas y otras. Añade á las precau
ciones. necesarias para asegurar el fruto de la predi
cacion , las virtudes propias para hacerla provecho
sa. Paciencia para tolerar y esperar al pecador; for
taleza para destruir el pecado ; severidad sin dureza;
condescendencia , sin baxeza. Vigilancia y atencion.
Prudencia y cordura. Discrecion de espiritus., Feliz
aquel operario Evangelico que exerce el ministerio
de la predicacion con tantas virtudes y talentos; pe
ro mucho mas feliz sera si anda con fortaleza y
constancia por los trabajosos caminos del zelo apos
tolico. Pag. 55. 65. . .. . . .
II. Parece estrella de los que emprenden grandes
obras por el bien de la Iglesia el padecer grandes tri
bulaciones. San Juan de la Cruz no solo fue autor ó
fundador de la religiosa Reforma que le mira como
á su padre, sino que fue la victima de ella: arrestan
le en medio de su carrera: mandanle que destruya
su obra : la firmeza con que se niega, á estos man
datos es tratada de obstinacion : carceles estrechas,
- 3II1O
TABLA Y ANLy sIs. 27 r
amonestaciones graves, persuasiones importunas, con
sejos molestos, privacion de Sacramentos : pasa los
dias, los meses en esta sucesion de trabajos, que co
noce no se han de acabar sino con la vida. Su firme
za es acaso una constancia del gusto y aprobacion.
de Dios, ó una contumacia del desagrado de Dios?
En esta incertidumbre y perplexidad estriba su ma
yor tormento. Luego que le amanecio sereno, que
vio la luz, que el Señor le manifesto su voluntad, ya
espera en paz al Angel que ha de romper sus cade
nas. Pero su virtud y sus milagros ofenden á la en
vidia de algunos; la calumnia urde una trama de im
posturas: ciertas sospechas injuriosas esparcidas con
arte abortan una multitud de perseguidores. Infama
do, degradado apenas encuentra un refugio y aco
gida en las casas que fundaron su zelo y sus manos.
Habeisle, Señor , desamparado? No por cierto: vos
acabais de purificar la victima. Lleno de esperanza y
de tranquilidad mira San Juan de la Cruz llegar la
hora de su muerte. Duerme el sueño de paz; abre el
cielo sus puertas, recibe dentro á su grande alma, y
manifiesta su gloria con inumerables milagros. Gran
Santo, ya que nos enseñas con tus exemplos , ayu
danos con tus oraciones: haz alarde del poder que
alcanzas con Dios , consiguiendonos aquellas gra
cias de conversion y de santificacion que llevan á la
vida eterna. Pag. 65.73. . . . . . . . . . .. . . .
* -
: - ,
- º* ,

é ER MO N DE SA N FR A NC Is Co
i
*
de Sales. - a * - r - -
- - - . .

Dº#acidº el elogio de un hombre manso y


LA pacifico, haremos el de un Santo, el de un Pre
lado, y el de un Apostol; supuesto que debe á su
mansedumbre no solo su mayor mérito delante Dios, - • -
3 ... su-.
272 DE Los SERMoNEs.
sino los mayores progresos de su zelo delante de los
hombres. En dos palabras: Francisco de Sales santi
ficado por su mansedumbre : la Iglesia victoriosa y
triunfante por la mansednmbre de Francisco de Sales.
Esta es la division de este. Discurso. ...,
º I. PARTE. La mansedumbre fue una virtud que tu
vo San Francisco de Sales en grado heroico, y esta fue
su extension: mansedumbre, que fue obra de la virtud
y de la gracia, y este fue su principio: mansedum
bre que jamas perjudicó á su virtud , y esta fue su
prudencia: mansedumbre, cuyo merito se hermanó
con las virtudes que se compadecen al parecer con
mayor dificultad con la mansedumbre, y este fue el
prodigio y el milagro, . . .» -

- I. La mansedumbre fue una virtud que tuvo San


Francisco de Sales en grado heroico. Confieso que an
tes que él hubo hombres mansos y pacificos; pero
estaba reservado para Francisco de Sales el ser por ex
celencia el manso y el pacifico , el merecer el reº
nombre de tal, el ser conocido con este dictado por
el unanime consentimiento del pueblo christiano. Tu
vo mil virtudes. Tuvo tambien muchas prendas natu
rales y adquiridas: ingenio capacisino , imaginacion
viva, grande caudal de ciencia y erudicion , singular
eloqiiencia. Pregunto ahora, quán sobresaliente seria
una virtud que llegó á obscurecer tantos talentos?
Honra, gloria, fama , fortuna, interes, todo lo sa.
crificó á la paz: vivia solo para que reynase en s
mismo, y en los otros , y para ser discipulo, maes
tro, modelo y apostol de la paz : y muchas veces
fue su viétima y su martir. Su espiritu fue un espi
ritu de mansedumbre; pero qué mansedumbreº una
mansedumbre verdaderamente evangelica ; virtud que
San Francisco de Sales poseyo en grado heroico, y
esta fue su extension. Mansedumbre, que fue obra de
la virtud y de la gracia , y este fue su principio.
Pag. 77.84. /
Si
“ABLA Y ANALYSIS 273
II. Si la mansedumbre de San Francisco de Sales
no hub era tenido por fin y principio á Dios , no se
ria alabada en su Iglesia. Mansedumbre de Francis
co de Sales , mansedumbre sencilla y ingenua, ver
dadera y sincera, pura y desinteresadas, humilde
y oficiosa: y sobre todo constante é inalterable en
las mas rudas contradicciones. Luego fue obra de la
virtud y de la gracia; pero no fue alguna vez perju
dicial á su virtud? No , amados oyentes mios: y en
esto admirareis su mansedumbre. Pag. 84.9o.
III. La mansedumbre expone la inocencia á gran
des peligros: porque enternece el corazon, y quán
facilmente es engañado un corazon tierno! Con ella
se tiene un corazon blando, condescendiente : y un
corazon de este temple se rinde bien presto á las ,
persuasiones y solicitudes agenas, y mas no sabien
do negarse á los desprecios. Tienese de este modo el
peligroso talento de agradar y de ser amado: y si es
dificil no buscar al mundo quando huye de nosotros,
cómo huiremos de él quando nos busca Gracias in
mortales sean dadas á Dios que para enseñanza co
mun de todos los siglos nos ofrece en San Francisco
de Sales una mansedumbre tan santa , y tan circuns
pecta, como tierna y condescendiente. Fue tan su
perior á su mansedumbre, que llegó á no tener nin
guno de aquellos vicios, que al parecer se le oponen
menos. Hizo aun mas : él poseyó aquellas virtudes
que parece se hermanan mas dificilmente con ella:
á esto llamo yo el milagro, el prodigio de la man
sedumbre. Pag. 9o. 93.
IV. Qué lastimosa, que deplorable es la miserable
condicion del hombre! él no sabe guardar el medio
debido en las cosas: vemos que hasta sus virtudes
por su mismo merito suelen convertirse en peligro.
Qué viene á ser en las almas comunes y vulgares la
mansedumbre? indolencia, condescendencia baxa y ti
Tom. JVII. Mm mo
274 DE Los SERMoNEs. -

mida. Una mansedumbre activa y vigilante, firme,


intrepida, fuerte, vigorosa, es un milagro de la
gracia : tal fue la mansedumbre de Francisco de Sa.
les. El manda, ordena, previene , corrige, empren
de sin ruido, sin bullicio, sin estrepito. No hay co
sa que se oculte á su vigilancia. Impugna el error,
sin vulnerar la caridad. Desengaña, y se concilia la
estimacion del desengañado; reprehende, y no exas -
pera. Sirviole pues su mansedumbre de que recibie
sen sus consejos , de templar su autoridad , de sua
vizar sus repulsas, de hacer amable hasta la misma
severidad, de merecerle el amor de los hombres, y
sobre todo el de Dios ; de santificarse á sí mismo,
y de servir á la Iglesia. Acabais de ver á Francisco
de Sales santificado por su mansedumbre. Veamos
ahora á la Iglesia victoriosa y triunfante por la man
sedumbre de San Francisco de Sales. Pag. 93.97.
PARTE II. La mansedumbre de Francisco de Sa
les honró á la Iglesia ; propagó el imperio de la
Iglesia ; y aumentó las riquezas de la Iglesia.
I. La mansedumbre de Francisco de Sales honró
y glorificó á la Iglesia. Delante de quién? delante de
ese mundo iniquo, que llega á persuadirse que las obli
gaciones de la virtud christiana son incompatibles
con las obligaciones y respetos de la vida civil: de
lante de esos hereges engañados, ó engañadores, que
no querian reconocer en la Iglesia Romana el espi
ritu ni la doctrina de Jesu-Christo. Francisco de Sa
les desagraviaba la Iglesia con su vida y conducta
llena de paz , de modestia, de caridad, de manse
dumbre, y de humildad, de las calumnias que in
ventaban contra ella y contra sus ministros, prepa
rando los triunfos que propagaron el imperio de la
Iglesia. Pag. 97.1o3.
II. Ya veis que hablo del Chablaix y de una gran
parte de la Diocesis de Ginebra , que reduso la
e TABLA Y AN ysis , 275
fé catolica. Intenta convertir á toda una nacion , y
qué nacion? No era una naeion civilizada , modera
da, pacifica, que si no prometia esperanza de reme;
dio , tampoco habia que temer de ella ningun daño;
sino una nacion tan montaraz como los mismos ris
cos que habita; imbuida de heregias, acostumbrada
por sus rebeliones á las mayores atrocidades. Todos
estos motivos tan poderosos para acobardar el zelo
mas intrepido, avivan y aumentan el de Francisco.
Ve perecer á sus hermanos; pues ya no escucha si
no á la voz de su amor, y de su dolor. Pag. Io3. Ioz.
La mansedumbre de Francisco de Sales propaga
el imperio y aumenta las riquezas de la Iglesia.
III. Estas riquezas espirituales de la Iglesia consis
ten en el numero de los justos acrecentado por la
mansedumbre de Francisco de Sales. Vive todavia pa
ra, bien y provecho de la Iglesia este digno Ministro
del Evangelio, este sabio Director de las almas.
Vive, y vive todo entero en sus obras. Respiran
ellas paz , virtud , inocencia , celestial castidad.
De este modo continua San Francisco de Sales
enseñando al mundo desde la concavidad de su se
pulcro, al mismo tiempo que le continua edificando
con las virtudes , cuya preciosa herencia se conser
va er la sagrada familia que le reconoce por padre.
Si amamos el Estado, si amamos la Religion , si so
mos ciudadanos, si somos christianos, vivamos en
union y concordia; andemos por los caminos de la
mansedumbre Evangelica: que son caminos libres de
todo lazo y de todo escollo para la virtud, y que
son llevados á aquella ciudad santa y bienaventura
da, donde segun la expresion de San Agustin todo es
paz y todo felicidad, porque todo es amor y cari
dad. Pag ro?. 119.
Mm 2 - SER
a 76 DE Los SERMoNEs.

SERMON SOBRE EL ESTADO RELIGIOSO.

Dº#. La fuga del mundo, la abnegacion y el


retiro del mundo qué otra cosa son, sino una vic
toria que consigue del mundo la gracia de Jesu
Christo? Victoria tanto mas gloriosa para Jesu-Chris
to, quanto es mas util para el alma religiosa, pues
dexandolo todo por Jesu-Christo, lo vuelve á encon
trar todo en Jesu-Christo, y renunciando los bienes
que el mundo puede dar, adquiere otros bienes que
ni aun á prometerlos se atreveria el mundo. Baxo es
tas dos ideas de un triunfo tan glorioso para Jesu
Christo, como util á la alma religiosa, intento re
presentar el sacrificio que hace entrando en Religion
I. PARTE. Sí, christianos; el sacrificio de la alma
religiosa es un triunfo de Jesu-Christo contra el mun
do: es un sacrificio que parece iguala á todos los de
mas sacrificios por la universalidad de la extension
que comprehende, por el desinteres del motivo de
donde nace, y por la arduidad de las dificultades
que le acompañan.
I. Este sacrificio iguala á todos los demas sacrifi
cios por la universalidad de la extension que com
prehende. El alma religiosa no tiene ya participacion
de intereses, ni de esperanzas, ni de pretensiones con
el mundo: el divorcio es reciproco: la fuga, la se
paracion es mutua : el mundo muere para ella, y
ella muere para el mundo. Una alma que abraza el
estado religioso, no se dexa ningun recurso, se cierra
todos las caminos para no volver al mundo: se priva
de todas las esperanzas de otra fortuna: se desapro
pia de todo, y se desapropia para siempre: por con
siguiente es un sacrificio que parece iguala á todos
los demas sacrificios por la universalidad de la ex
- Ie Il
/

TABLA y ANALysis 277


tension que comprehende: y tambien. os iguala por
la pureza y desinteres del motivo de donde nace.
Pag. 122. 129.
II. Qué fines menos puros podia imputar el mundo
á las generosas virgenes que se consagran á Dios en
el estado Religioso? Acaso el interes? No solo no as
piran á lo que no poseen, sino que se desapropian de
quanto poseen. Acaso la ambicion? Imposibilitadas
viven de conseguir las honras mundanas. Acaso la
politica? El que nada espera del mundo, en nada
contemporiza con el mundo. Acaso la vanidad? qué
les importan las alabanzas de los hombres? Acaso el
genio, el temperamento º El primer paso que dan
los Religiosos, es el de reformar y destruir sus incli
naciones. Acaso el amor de una vida comoda? Qué
viene á ser la vida religiosa, sino una serie de obli
gaciones penosas, de observancias tirantes? Acaso un
fervor indiscreto , que se anticipa y ofusca la refle
xion? Ninguna se sujeta al yugo sino despues de ha
berlo considerado. s. -
º s
Con que ni el mundo ni los fines del mundo tie
nen parte en las resoluciones de una alma Religiosa.
Aun no lo he dicho todo. No solamente no es amor
de concupiscencia el que prepara y dispone la victi
ma, sino que es un amor de caridad. Es amor de ca
ridad el mas puro; porque la vida religiosa no
es de precepto , sino de consejo : no pertenece á
lo sustancial del Evangelio; solo toca á la perfec
cion del christianismo. El amor divino es el impul
so del alma religiosa ; y el amor divino será su pre
mio y recompensa. O qué puro, ó qué desinteresado
es este sacrificio en sus motivos. Pag. 129. 135.
III. Parece que iguala tambien á todos los demas
sacrificios por la grandeza de las dificultades que le
acompañan. Es preciso confesar, amados oyentes,
que ligarse al servicio de Dios una tierna doncella
- COfà
273
— DE Los SERMoNEs.
con los votos de la Religion, es una determinacion
que es preciso la cueste grande dificultad y repug
nancia; porque no ha tenido tiempo para saber ni
examinar lo que es este mundo, cuyo exterior, cuya
flor, cuya corteza se manifiestan tan agradables y
brillantes. Ay, christianos qué espectaculo tan digno
de los hombres y de los angeles es verá una alma,
que sin embargo de las falsas ideas que anublan su
razon , se despide del mundo para entregarse en los
brazos de un Dios crucificado Sacrificio del alma
religiosa, sacrificio que iguala á los demas sacrificios.
por la universalidad de la extension que comprehen
de , por el desinteres del motivo de donde nace, por
la arduidad de las dificultades que la acompañan, y
el triunfo, por consiguiente mas glorioso de Jesu
Christo, Veamos ahora quan util y provechoso es es
te mismo triunfo para el alma religiosa. Pag. 135. 14r.
PARTE II. Dexando al mundo, el alma religiosa,
asegura su salvacion. Dexando al mundo, asegura la
paz de su corazon. Alli la santidad es mas facil, y
mas feliz: hay menos riesgos y peligros, mayor
paz, mayor consuelo, para la virtud : dos ventajas
que logra el christiano que abraza el estado religio
so, sobre el que vive en el mundo. , , , , , , , , ,
I, La virtud está expuesta á menos riesgos y peli
gros; porque qué gracias tan especiales, qué fidelidad
tan admirable, no son necesarias para conservarse sin
pecado en el mundo? Hay peligros en las costumbres y
en las maximas mundanas. En la tirania del respeto
humano. Peligros en tantas y ocasiones impensadas,
- - º - e

inevitables á la mas advertida prudencia , y á que


tan pocas son las virtudes que pueden resistir. Peli
gros en el estado , en la situacion, en la fortuna. Pe
ligros domesticos é interiores. Peligros en las calida
des y prendas amables , tan temibles tal vez, como
los que nacen de los mismos defectos. No
O
* TABLA y ÁNALysis ... 279
No nos admiremos pues, catolicos , de que a
inocencia y la virtud sean tan raras entre nosotros.
Dichosos pues mil veces, vosotros los que llevados
sobre las alas de la fé y de la caridad os encerrasteis
desde vuestros tiernos años én los amables retiros de
los claustros. Alli no hay objeto peligroso que turbe ni
“s . ... e º • - , , , º º« -- , º «

intimide la piedad. Alli vuestra vigilancia es sosteni


da por la vigilancia de los que os gobiernan. Alli la
experiencia de los que os dirigen os dan lugar para
esperar despacio en paz la experiencia que adquiri
riais con los años. Alli con el silencio del claustro ni
os podriais ocultar lo que sois, ni lo que debeis ser.
Alli ñada tendriais que temer ni de las costumbres,
ni de los principios, ni de las maximas de vuestra
profesion. Luego el estado religioso es por sí mismo
in estado de salvacion y de santidad, en donde la
virtud encuentra menos riesgos y peligros, y mas paz
y consuelo. Pag. 142.153. -

II. No vengo á ponderaros las penas, los sinsa


bores, las zozobras, las traiciones , las perfidias, lás
esperanzas bulliciosas , los temores graves , las mu
chas miserias que oculta el mundo baxo la engaño
sa apariencia de libertad y tránquilidád. A y , amadá
hermana mia con quánta envidia miran la tranquili
dad inocente , el amable sosiego que os espera en el
claustro, aquellas almas en quienes lás idéas del
mundo no han obscurecido las de la Religion, consi.
derandó la vida tan inquieta y turbulenta que traen
No niego que no teºfáltarán cruces. Peró qué impor:
tan vuestras penas comparadas con las del muñdo?
qué vuestra obediencia comparada con la dependen
cia servil, con las sujeciones violentas, con las ir
décorosas y ºvergonzosas baxezas de un ambíciósó?
Qué vuestra” pobreza comparada con aquella sober
bia y desdeñosa necesidad que aflige á tantas ilustres
* ,,,
rías. Qué vuestra rigurosa austeridad, cómpa
13 -
29o DE Los SERMoNEs.
rada con los amargos sinsabores, con las rabiosas en
vidias , con los crueles arrepentimientos, con las dis
cordias domesticas, con los despechos , con las pe
sadumbres que atormentan el corazon de los munda
nos? En el mundo hay pocos gustos puros y inocen
tes, pocas virtudes tranquilas y contentas. En los
claustros viven hermanadas la paz y la justicia, y
quanto mas santa es la persona religiosa , mas feliz
es. Asi se cumple, Señor , vuestra palabra de que
perdiendolo todo, se gana todo. Siguese pues que del
sacrificio que hace quien abraza el estado Religioso no
resulta menos la felicidad de la victima que se inmo
la, que la gloria de Dios que le acepta. Pag. 153. 16r.
—-e

ORACION FUNEBRE DEL E MINE AVTISMO


Señor Cardenal de Fleury.
Dºº, El Cardenal de Fleury, procediendo siem
pre, y gobernandose con prudencia y cordura,
consigue honras en fuerza del merito y de los servicios:
hace utiles sus honores á la patria por sus talentos
y por el uso que hizo de ellos; y con sus virtudes
añade un nuevo lustre y realce á sus honores. En una
palabra el favor , la confianza del Principe obteni
da por el merito y por sus servicios, desempeñada
con sus talentos, ilustrada con sus virtudes. Procu
raré desentrañar este caracter tan singular, y acaso
tan unico para vuestra enseñanza , para la gloria de
este sabio Ministro, y para honra de la humanidad.
I. PARTE. El principio de la elevacion del Carde
nal de Fleury fue el merito; un merito, , conocido,
estimado , experimentado ; un merito que se elevó
á los mas altos empleos, mostrandose superior á los
cargos que ocupaba. -
Dixe un merito conocido. Despues de haber enri
- - - que
DE Los SERMoNEs. " 28 I
quecido su entendimiento con el caudal de la litera
tura ; despues de haber penetrado los profundos mis
terios de la Religion, se dexa ver el Abad de Fleury,
en la corte, dotado de aquella agradable fisonomia
que imprime Dios en el semblante de aquellos hom
bres que destina para las grandes dignidades en este
teatro inconstante y variable : viene ya provisto de
la suficiencia que otros vieneñ á adquirir en ella;
ni contrae ninguno de aquellos vicios que acostum
bra á comunicar la corte. Conciliase todas las volun
tades , logra el aplauso comun. Si es elevado á la
dignidad Episcopal, yo veo que este hombre sabio,
comedido, urbano , persuasivo; yo veo . . que este.
hombre que era las delicias de la corte, se sepulta
vivo en los montes de Provenza: veole ocupado en
teramente en el desempeño de unas nuevas ocupacio
nes. Hacenseles casi inutiles sus talentos y prendas
de corte, ignoralas, olvidalas; pero quando la oca
sion lo pide vuelve á usar de ellas. Manifiesta su ar
diente zelo por el servicio del Rey, y liberta á su
pueblo de las calamidades de la guerra. Entre tanto
llega el tiempo en que debia manifestarse á los ojos
del universo, y que debia acreditarse digno de quan
to un Rey puede hacer por un vasallo , en premio
de todos los servicios que un vasallo puede hacer.
por su Rey. Llama Luis XIV. al Obispo de Frejus,
y pone en sus manos el destino de su sangre y de su
reyno. Si el mas noble y el mas dichoso esfuerzo del
entendimiento humano es el de formar y cultivar el
entendimiento humano, qual sera el de educar á un
Principe para el trono? y si es oficio tan dificil edu
cará un Principe, que nacio para ocupar el trono,
quánto mas lo sera instruir á un Principe ya Rey?
Volved ahora á seguir los pasos del Cardenal de Fleu
ry ; ya os he puesto delante las sendas por don
de caminó. Informados del camino que siguio para
Tom. VII. Nn lle
282 TABLA Y ANALYSIS

llegar á la cumbre de los honores, aprended de su


exemplo como utiliza sus honores á la patria por me
dio de sus talentos, y por el acertado uso que hace
de ellos. Pag. 162. 181.
PARTE II. Honrado el Cardenal de Fleury con la
confianza del Rey, luego acreditó la eleccion del
Principe con sus talentos: talentos los mas utiles, y
los mas necesarios á la felicidad y á la prosperidad
del Estado. Ofrecensele á su entendimiento los pro
yectos, examinados ya, por explicarme asi, y orde
nados ; los negocios aclarados; las dificultades ven
cidas. Nada es dificil para el Cardenal de Fleury, á
todo se extiende su perspicacia. De aqui nacia aque
lla paz, aquel sosiego, aquella tranquilidad. De aqui
aquella robustez, aquel vigor constante é inalterable
de su espiritu y de su salud. De aqui aquel secreto
impenetrable. De aqui aquella extension , aquella in
mensa variedad de noticias y de experiencias. A su
entendimiento é ingenio añadid aquella razon solida,
y despejada, aquella veracidad, aquella sana politica;
y aquel talento, sin el qual los demas valen poco ó
nada, que es el de utilizar los demas talentos en be
neficio de la patria. Leerase el nombre del Cardenal
de Fleury entre los famosos nombres de los Amboi
ses, de los Richelieus, de los Mazarinis, y no que
dará obscurecido. Vivira eternamente en nuestros
Fastos este sabio Ministro tanto mas venerado, quan
to que á los honores obtenidos por el merito y por
los servicios, y desempeñados con la suficiencia de
sus talentos , añadio los honores ilustrados con la
virtud. Pag. 181. 199. -

III. PARTE. Habeis visto la capacidad , los talen


tos, los servicios del Cardenal de Fleury: oid ahora
sus virtudes. La privanza tan desvanecida por lo co
mun, tan desdeñosa, no perdio en él sus altanerias,
su entono y su imperio? Como no habia compradº
DE Los SERMoNEs. 283
el favor con baxeza alguna, le mantuvo y exercio
sin orgullo. El fue apacible, modesto , oficioso: de
trato afable: dexaba libertad para que cada uno
le expusiese sus pretensiones y derechos : su hu
mor siempre igual, constante , inalterable: su de
sinteres noble y magnanimo. ¿Como ciudadano y
christiano no cumplio el Cardenal de Fleury todas
sus obligaciones con toda su extension, sin sacrificar
una á otra, y sin que una virtud sirviese de impedi
mento á otra? Qué no me permita la estrechez del
tiempo seguir paso á paso el curso de su vida! ya le
veriais como Ministro perspicaz y laborioso penetrar
y apurar los proyectos mas intrincados : ya como
christiano recogido y retirado examinar los senos mas
intimos de su conciencia. No se le cae de la memoria
el pensamiento de que el vivir ó el morir le importa
poco al christiano : que solo le importa el vivir la
vida de los justos, y el morir la muerte de los san
tos. Asi se le vio guardar una estraña tranquilidad
hasta el ultimo suspiro, y consumado el sacrificio de
su vida, durmio en paz en el Señor. Feliz pues y mil
veces feliz este Ministro , verdaderamente sabio en
haberse persuadido que Dios es el primer Señor, la
Religion la primera ley, la felicidad eterna la uni
ca fortuna que merece nuestros deseos. Pag. 199.213.

oRACION FUNEBRE DEZ Mariscaz


de Belle-Isle.

Dºº. Traed á la memoria lo que le costo al Ma


riscal de Belle-Isle su elevada fortuna, y lo que
ésta le dio: consideradle en el camino, y en el ter
mino, y os vereis obligados á confesar que de todos
los que anduvieron por el mismo camino , ninguno
fue mas digno de llegar á la cumbre de las dignida
Nn 3 des
284 TABLA Y ANALYSIS

des humanas, y ninguno tuvo que vencer y superar


obstaculos mas poderosos , y mas invencibles : nin
guno fue mas digno de disfrutarlas, y ninguno expe
rimentó desabrimientos mas amargos y mas intolera
bles. De donde inferireis que es locura, que es deli
rio afanarse, fatigarse tanto por adquirir una sombra
de gloria y felicidad mundana que se vende á tanto
precio á las esperanzas humanas, y que las frustra
tan cruelmente.
I. PARTE. Qué otra cosa fue la vida del Mariscal
de Belle-Isle sino una continua guerra entre el merito
y los obstaculos? obstaculos tanto mas poderosos y
temibles, quanto que se anticiparon á su fortuna, y le
salieron al encuentro desde el primer paso que dio
en ella para desviarle de su puerta, é impedirle su
entrada. -

Habia recibido del cielo aquellas prendas con que


la providencia parece que señala y anuncia á aque
llos hombres que destina para hacer las primeras
personas en el teatro del mundo. Una estatura alta,
desembarazada, heroica: un semblante magestuoso,
respirando dignidad y autoridad: una eloqüencia ro
busta, energica, que señoreaba los espiritus: una
capacidad, compuesta de aquellas dos especies de
capacidades, con que Matatias distinguia á sus dos
hijos Simon y Judas Macabeo. Capacidad para la
guerra, en que alternaba el impetu con la lenta ac
tividad. Capacidad para los negocios, en que alter
naba la habilidad y el arte de antever las circuns
tancias y de aprovecharse de ellas, con el de pre
parar las ocasiones y sazonarlas. Una imaginacion vi
va y acalorada, aunque docil y flexible , con que
concebia los mas vastos proyectos, sin desdeñarse
de descender al por menor de las medidas y precau
ciones. Como veian al Conde de Belle-Isle dotado de
tantas prendas utiles á la patria, todos se persuadian,
o , ( - que
DE Los SERMONEs. 285
que solo le faltaba ponerse delante de la fortuna,
que le esperaba con los brazos abiertos para colmar
le de empleos y de premios. Pero parece que se ol
vidaban de que la sangre que corre en sus venas es
la sangre del Superintendente Belle-Isle , de aquel
hombre, quiero decir, tan famoso por su elevacion
y por su caida. Para llegar desde Pignerol á Franc
fort tuvo que vencer tantas cautelas, tantas contra
dicciones , tantas dificultades, que ya veo que á
vosotros os llenan de asombro ; pero no asi al Conde
de Belle-Isle, porque ve que quanto mas insupera
bles , y mas en numero sean los obstaculos , mas
glorioso y plausible sera el triunfo. No os molestaré
con la relacion de su vida militar. Ceñireme á adver
tiros de que los grados sucesivos de su elevacion fueron
debidos rigurosamente á sus servicios. No logró nin
guna distincion en la corte, en el exercito , en el
reyno, que no fuese precedida y seguida por accio
nes dignas de la atencion del Monarca, y de la gra
titud de la patria. Ya observo, que los que os preciais
de estimadores de la verdadera gloria , celebrais el
triunfo que alcanzó el merito de tantos obstaculos.
Pero no os engañeis; pues este triunfo nunca fue com
pleto. Los obstaculos vencidos continuan en hacer
guerra; removidos , vuelven á levantar la cabeza; y
destruidos vuelven á nacer y brotar. El merito, los
talentos , los buenos sucesos y acaso los mismos de
fectos del Conde de Belle-Isle hacen que se pongan
en execucion contra él quantas maniobras y astucias
enseña el genio de la corte, aquel gran maestro en
la ciencia de dañar y perder al proximo: sorprenden
sus enemigos la religion del Principe, á quien el So
berano habia puesto entre el trono y sus vasallos. Es
depositado el Conde de Belle-Isle en una tenebrosa
mansion , donde vive con un corazon libre de te
mor y de inquietud; porque solamente el delito in
ti
236 TABLA Y ANLYSIS

timida á una alma grande, en quien no tiene juris


diccion el miedo, quando no desampara á la vir
tud. Queda confundida la impostura , y se ve obli
gada á venerar, á admirar, y á retratarse , resti
tuyendo al Conde de Belle-Isle á los deseos y cla
mores del publico virtuoso é ilustrado. Presentasele
una nueva brillante fortuna ; y le vuelven á salir al
encuentro los obstaculos. Amanece sobre Francfort
aquel dia que dio á Carlos V. un sucesor , que no
es de su sangre. Era autora de esta asombrosa revo
lucion la politica del Mariscal de Belle-Isle, y su
pericia militar habia de sostenerla y asegurarla. Na
ce una nueva revolucion de sucesos imprevistos. Es
trechadas y acosadas nuestras tropas ceden al peligro
que las amenaza, y se retiran á Praga. Qué arbitrio
le queda al Mariscal encerrado en una populosisima
ciudad , y no fortificada ? Puede retardar su perdi
da, pero parece inevitable. En una sola noche to
do nuestro exercito, carros cargados de provisio
nes de guerra y boca, armas , cañones, bagages,
todo sale.
Decid si las guerras antiguas y modernas ofrecen
una retirada mas prudente, y si no hubiera honra
do á un Turena, á un Condé? Llaman los Principes
confederados al Mariscal de Belle-Isle; y parece que
los obstaculos y los peligros oyeron su voz. Encuen
tra en las llanuras de Alemania el escollo que habia
evitado en Praga, aunque escollo de su libertad, no
de su gloria. La Inglaterra no se atreve á restituir
á este ilustre prisionero á su patria , antes que vea
ocupado el trono Imperial por el Principe á quien
ella le destina. Tanto le teme!
Viendose este grande hombre colmado de todos
los honores con que un Rey justo y benefico premia
los talentos de un vasallo util, no podia prometer
se gozar en paz y en tranquilidad el fruto de tantas
fa
DE Los SERMONEs. 287
fatigas y trabajos? Pero el termino no ha de ser mas
dichoso, que el camino. No hubo hombre mas digno
de ser levantado á la mas alta fortuna, y ninguno ex
perimentó obstaculos mas insuperables. Ningun hom
bre fue mas digno de gozar de ella con tranquilidad,
y ninguno experimentó desabrimientos mas amargos,
ni mas intolerables. Pag. 216. 239.
II. PARTE. No , señores, no se conocio fortuna.
que padeciese mas crueles infortunios , y que fuese
por otra parte mas acreedora á una paz mas profun
da, ni una estabilidad mas permanente que la fortu
na del Mariscal de Belle-Isle. Quién se vio mas ob
servante de los sagrados derechos de la religion , del
trono, de la patria, de la sociedad y de la amistad,
de la sangre y de la familia? qué alma pues debia ser
mas feliz? El habia recibido los principios de la re
ligion entre los documentos y exemplos de una fami
lia virtuosa y aguerrida en la escuela de las adver
sidades. El deseo de la gloria, en que vinieron á re
solverse todos sus deseos (de todo se sirve, ó Dios
mio, vuestra gracia) radicó la obra de la educacion;
porque solo de la inmunda copa de la sensualidad
suelen exálarse vapores densos que embriagan y de
satinan al christiano, precipitandole por los derrum
baderos de la apostasia y de la impiedad. En el tiem
po en que mandaba los exercitos, y en que gober
naba el ministerio, le merecia mayores desvelos y
mayor zelo la religion , porque veia desde mas cer
ca , que al paso que se quebrantan los limites en que
deben contenerse los vagos y peligrosos discursos y
indagaciones de los bulliciosos ingenios, se socaban
los cimientos del Estado con la perdida de la decen
cia, de la honestidad y probidad publica; con la de
bilidad de la autoridad; con el amor á la indepen
dencia; con el desprecio de las leyes; y con las in
decentes y codiciosas baxezas del interes. Quando el
- hom
288 TABLA Y ANALYSIS

hombre se gobierna por las maximas de la Religion,


solo ve en su Rey la imagen de Dios supremo : ma
xima que nadie siguio mas perfectamente, que el Ma
riscal de Belle-Isle. Que no vivia en su tiempo nin
gun frances mas ciudadano y mas amante de la pa
tria que él, era opinion tan generalmente recibida,
que no hay necesidad de que yo la autorice. Tuvo
amigos, y merecio tenerlos, porque sabia serlo. Sa
bia amar, y sabia elegir las personas á quienes de
bia amar. Con el cumulo de tantas virtudes y aprecia
bles prendas no podia prometerse con fundamento
pasar una vida pacifica y tranquila? El sobrevive á la
muerte de su hermano, de su esposa, de sus dignisi
mos hijos: y vese como aniquilado con la destruccion
mas general. Antes de morir cesa ya de existir. Ve
se reducido á arrastrar los ultimos años de su vida
sobre las ruinas de su casa, que empezó en él, y se
acabó antes que él. Consumido por la edad , por el
trabajo, por la amargura se rinde finalmente y mue
re: y si no hubiera muerto como buen christiano,
de qué le serviria quanto fue? Aprendamos con este
exemplo de lo caduco y perecedero de las fortunas
humanas á vivir como christianos, y á morir como
tales. No nos olvidemos del fin que nos espera , y
pensemos en lo que nos ha de suceder. Pag. 239. 262.

S" E R MO N DE SA N I G N' A. C I O.

NOTA. Por cierta casualidad no se imprime abo


ra el Sermon sobre que recae este Analisis.

Dºº Su vocacion anunciada y caracterizada


por sus virtudes : su vocacion cumplida y de
sempeñada con sus talentos : ministerium tuum imple.
Quiera el cielo que las preocupaciones contra los hi
Jos
z DE Los SERMoNES. 289
jos no sean parte para que oigais con menos atencion
el elogio del Padre. o v -

PARTE I. Si consideramos á Ignacio solamente en


sí y sin relacion á la Compañia que fundó, adverti
remos en él al principio, un pecador arrepentido, y
poco despues un apostol. Mi intento pues en esta
Oracion es probar que su fervor y su zelo, sus virtu
des como penitente, y sus virtudes como apostol, tie
nen tales argumentos de verdaderas, que no dexan
la menor duda sobre el ministerio para que le desti -

nó el cielo. -
I. Presentase Ignacio en la Corte de España. El
tiene sus proyectos, y la gracia sus designios : él
piensa en adelantarse velozmente en la carrera de las
honras humanas; pero otra carrera le espera. Desa
parece lo guerrero, lo cortesano : y en su lugar se
substituye un Antonio , un Pablo, un solitario, un
-
-

penitente. . . . . . . . . . . . . . .
Pero cómo se obra esta conversion! Conviene ob
servarlo. Fluctuando entre dos contrarios movimien
tos, ya vencido por uno , ya dominado por otro, y
alternando en la victoria y en el vencimiento, can
sado , fatigado de tantos combates sin triunfos , ya
casi dexa de ser pecador, sin comenzar á ser toda
via penitente: es la razon, porque no solo se propo
ne el cielo convertir á Ignacio, sino suscitar por el
ministerio de Ignacio hombres destinados á propa
gar el imperio de la fé y de la gracia. Por esto se po:
ne Ignacio á comparar con un examen detenido los
alicientes de la concupiscencia, y los atractivos de
la gracia ; los bienes caducos y terrenos , y los bie
nes eternos; los heroes de la ambicion, y los heroes
del Evangelio; todo lo que constituye pecadores, y
lo que constituye penitentes; porque el unico medio
de domar el corazon, es quebrantarle sus mas ado
radas inclinaciones; porque aquel brio, aquel orgu
— Tom. JVII, Oo llo,
29o TABLA Y ANALYSIS

llo, que es la flaqueza á que viven sujetas esas que se


llaman almas grandes , y que es muchas veces el esº
collo de esas que parecen grandes virtudes, fue la
pasion dominante de Ignacio. Los abatimientos de
su penitencia son iguales al rigor de ellas. Oculta y
disimula lo ilustre de su nobleza , las gracias de
su cultura y urbanidad, las luces de su entendimien
to baxo las apariencias de un trage grosero y de un
exterior sordido. Pero por qué fines se preparó , se
dispuso , se concluyó esta conversion de Ignacio con
tantas reflexiones, con un examen tan detenido? A
qué fin aquel retiro tan riguroso, aquella soledad tan
profunda? A qué fin fue dotado de tanta prudencia, de
tanta circunspeccion? A qué fin de aquella abnegacion
tan perfecta, de aquella penitencia tan rigurosa , de
aquella humildad tan profunda, de aquella confian
za tan entera en la providencia divina , de aquella
sed tan insaciable de trabajos y oprobios, de aquel
amor de Dios tan vivo y tan tierno, de aquellos
deseos tan vastos y tan inmensos de la mayor gloria
de Dios? A qué fin especialmente, á qué proposito le
dirigió la gracia con tanta aceleracion por los cami
nos de la vida interior? No á otro fin, ni á otro pro
posito sino para disponerle al cumplimiento de su
ministerio , para habilitarle para padre y maestro de
una numerosa familia de obreros Evangelicos. No
hay pues virtud en Ignacio en que no se descubran
las huellas de su vocacion; y no hablo solamente de
sus virtudes como penitente, sino de sus virtudes co
mo Apostol. -

II. Y para convenceros no me valdre sino de es


ta reflexion solida. Reviste Dios á Ignacio de todas
las calidades de un apostol , y con tantas prendas,
apenas concede el Señor otros frutos ni progresos á
Ignacio, sino los que le preparan y le conducen pa
ra formar y juntar una familia y congregacion de
• - . y Ay obre
- DE Los SERMONEs. 29 I
obreros Evangelicos. Qué prudencia hubo nunca mas
perspicaz para remover los obstaculos que se oponian
á los frutos de su zelo? Qué valor mas intrepido para
superar los peligros? Qué caridad mas ingeniosa y mas
exercitada en el arte de condescenderº en las cir
cunstancias? Qué mas os sabre decir? deseos ardien -
tes y fervorosos; prudencia y circunspeccion; noble
za y desinteres; resolucion y fortaleza; condescen
cia y suavidad; opinion y credito sentado de santi
dad, y de milagros, que puede suplir por la falta,
de talentos , y cuya falta nunca pueden suplir perfec
tamente los talentos: la plenitud y la abundancia de
un zelo verdaderamente apostolico concurrian en Ig
nacio: por qué razon pues tantos obreros Evangeli
cos le excedieron en la velocidad de sus victorias, y
en la extension de sus conquistas? Ay, amados oyen
tes mios. Es verdad que la gracia llama á Ignacio, á
los mas numerosos combates, y que le destina á los
mas dichosos triunfos; pero no ha de vencer y triuna
far por su mano , sino por la de sus hijos. A qué fin
pensais pues que destinará la gracia el zelo de Igna
cio? Para adquirir la ciencia proporcionada á su mi
nisterio , para echar los cimientos de su ministerio,
para formar proyectos, que si la Providencia frus
tra , es para facilitar y asegurar los frutos de su mi
nisterio. Apenas se descubre suceso alguno en el dis
curso de su vida , en que no se adviertan vesti
gios y designios de vuestra gracia , ó Dios mio! La
vocacion de Ignacio anunciada y carácterizada por sus
virtudes. c o -
I. PARTE. La vocacion de Ignacio sostenida y de
sempeñada por sus talentos. - -

II. PARTE. Hagamos juicio de la prudencia y de


los sentimientos de Ignacio; hagamosle del temple
de su entendimiento y de su corazon por la exten
sion de los proyectos que ¿? , por la calidad de
O 2 las
e.92 TABLA Y ANALYSIS
las personas que congregó para sus proyectos , por
los medios que les suministró para la execucion de
sus proyectos, por el modo con que los guía y go-,
bierna en la aplicacion de los medios para los pro
gresos de los proyectos. . . . .
I. Proyecto vasto é inmenso. Retroceded con la
imaginacion á los tiempos de Ignacio: tiempos de ura
canes y de tormentas. O Europa, tierra en otro tiem
po tan santa y tan amada del Cielo!". vase acaso á
cumplir sobre tus infelices regiones aquella sentencia
del Evangelio , de que el reyno, de Dios os será ar
rebatado, y entregado á otras: naciones que sepan
aprovecharse de él?. Auferetur......& dabitur. Si un
mundo perece, otro renace aprisa y brota de repen
te. Presentasele á Ignacio un mundo que reformar, un
mundo que instruir: Ignacio lo ve todo, se determina
á repararlo todo, y á remediarlo todo. a
II. Ya estais informados de los proyectos de Igna :
cio. O qué hombres pedian para su execucion! Pen
saria Ignacio en encontrarlos? se atreveria á esperar
los? Sí, christianos: Ignacio los busca , y los espe
ra de la bondad de Dios: él procura instruirá los
que congregó. Por otra parte en qué alma derramó el
cielo con mas profusion, que en la de Ignacio, aquel
talento, que acaso es el unico que se ve tan raro y
tan escaso en la Iglesia y en el Estado , esto es, el
de conocer los talentos agenos, y el de ocuparlos se
gun sus inclinaciones? - rar ... 2 .. o z -

a Un Xavier O qué ideas tan nobles y tan sublimes


se dispiertan en vosotros solo con la memoria de es
te nombrel. Si el zelo de los demas compañeros, que
supo Ignacio juntar baxo su magisterio, no se seña
ló con tan notables prodigios, la España, el Portugal, la
Alemania, la Italia, testigos de sus combates, y de
sus victorias, los reconocieron por dignos de tenerá
gnacio por padre, y á Xavier por hermano. , 2
-
- - Si

-
DE Los SERMoNEs. 293
III. Si Ignacio fue feliz en el conocimiento de los
hombres, no lo fue menos en la eleccion de los medios.
Despues de haber llenado á sus discipulos del espiritu
del Evangelio, Ignacio les abre la carrera. Misiones en
las regiones mas barbaras y mas remotas, en ciuda
dades y aldeas : disputas con los hereges: obras pro.
fundas , y escritas con el fin de defender la fe: obras
llenas de uncion espiritual para restablecer y perfec
cionar la devocion y la piedad ; retiros, direccion de
espiritus , educacion de la juventud , asistencia á los
pobres enfermos, visitas á los encarcelados. Qué no
me permita el tiempo explicaros largamente el plan,
el orden , y la conexion de las reglas y leyes que es -
tablecio Veriais entonces lo que San Ignacio quiso
que fuesen sus discipulos, y veriais lo que hizo por
ellos.
IV. Ya estan congregados los discipulos de Igna
cio : éste les puso en las manos los medios mas con
ducentes dé asegurar él fruto de sus proyectos: con
que cumplio con el ministerio de padre y de legisla
dor. Quién cumplio tan dignamente con las obliga
ciones de cabeza y de maestro? No fatigaré vuestra
atencion con la relacion individual de sus hechos. Ig
nacio da á sus discipulos el exemplo de todas las vir
tudes, cuyas reglas les dictó. Bastabales á los hijos
para no ignorar ninguna de sus obligaciones, no igno
rar nada de su padre.
V. Qué frutos se siguieron pues á su zelo? Llamo
frutos del zelo de Ignacio tantos vicios desterrados,
tantas virtudes llevadas á su perfeccion , tantas ene
mistades y disputas extinguidas. Llamo progresos de
su zelo los frutos infinitos que han producido los Exer
cicios Espirituales de San Ignacio: los servicios que
hicieron á la Iglesia sus primeros discipulos : y quan
to hicieron por ella los sucesores de los primeros dis
cipulos : en fin el termino feliz de su carrera y de
sus
—r
294 TABLA Y ANALYSIS

sus trabajos apostolicos. Hemos seguido los pasos de


su vida, y qué hemos visto? Su vocacion anunciada
y desempeñada por sus virtudes: su vocacion soste
nida y cumplida por sus talentos : ministerium tuum
imple. Seamos christianos segun nuestro estado, sea
moslo en nuestro estado, y habremos cumplido con
el ministerio en que nos ha puesto la divina provi
dencia : y con esto alcanzaremos la recompensa
eterna que nos tiene preparada su divina Magestad.

: Cº

FIN DEL TOMO SEPTIMO. o

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