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2
DEL P. CARLOS FREY DE NEUVILLE
REY DE FRANCIA.
TR A D U CIDOS DE L FRAN CE S
TOMO SEPTIMO.
PANEGIRICOS.
EN MAD RID
ANO DE M.D.CC. LXXXIX.
POR D ON B L AS RO MAN
Impresor de la Real Academia del Derecho Español
y Publico.
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.
Vendense en casa de D. Antonio Baylo calle de las Carretas. T. <
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TA B L A
DE LOS SE R MO N ES
QUE SE CONTIENEN
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PAG. I
SER MO N
DE SAN FRANCISCO DE PAULA,
Ipse quasi signum in dextera manu.
El fue como un milagro en la mano del Señor. El Ecle
siastico cap. 49. W. 13.
¿(-Nómo pensais se nos representa en la Sagrada Es
C critura aquel famoso restaurador de Sion, que
supo finalmente reedificar la ciudad santa sobre sus
propias ruinas, y levantar el templo de sus propios
despojos 2 aquel digo, que despues de un dilatado
cautiverio , congregó las tribus de Israel, fugitivas
y dispersas, á la sombra y abrigo de un nuevo san
tuario? El mismo Espiritu Santo hizo de él el mas
ilustre elogio, diciendo que fue como un milagro en
la mano del Señor, destinado á propagar de Orien
te á Poniente la gloria del Dios de Jacob : ipse qua
si signum in dextera manu.
Por estos rasgos con que se pinta el caudillo de
Israel, no dudo, Señores, que vendreis en conoci
miento del padre y fundador de otro pueblo mas
santo y virtuoso, quiero decir, del incomparable
Francisco de Paula, el Taumaturgo de estos ultimos
siglos. El qual fue una de aquellas grandes almas,
que en los tiempos decretados por la eterna sabidu
ria extrae el Altisimo del tesoro de sus misericor
dias, para hacer alarde en los ojos del mundo de su
poder comunicado á un hombre mortal, y para ma
nifestarle con el exemplo de estos dioses visibles,
para explicarme con la expresion de la Escritura,
la grandeza y el imperio absoluto de Dios invisible:
ipse quasi signum.
A ¿Pe
2 S E R M oN
Pero qué digo º antes él mismo fue un milagro
mayor todavia, que todos los milagros que obró.
Olvidemos, si es posible, aquella multitud de asom
brosos prodigios, cuya memoria permanecera gra
bada eternamente en la de los hombres ; pues con
siderandole á él solo y en sí mismo, suministra mate
ria suficiente para apurar nuestra admiracion: enfin
para mirarle como un prodigio y un milagro, no
hay necesidad de saber lo que hizo, basta saber lo
que fue : ipse, ipse..... -
PARTE PRIMER A.
2 S E R M o N
pensar solamente en sí: él mandaba, y obedecia: él
oía, y enseñaba: él cedia, y resistia: él castigaba,
y perdonaba: en fin él se trasformaba con la gracia
en todas las formas y figuras : todas las virtudes re
sidian en él, y él señoreaba todas las virtudes: su
corazon nunca se mudaba, y su conducta se muda
ba siempre segun la diferencia de circunstancias y
ocasiones. Y qué dire de aquella fé sencilla y ren
dida, que se contenta con creer , sin intentar exá
minar curiosamente el objeto de su creencia ; de
aquella fé viva y fervorosa que parece esta viendo
con los ojos aquello mismo que cree; de aquella ino
cencia que apenas conoce la culpa; de aquella deli
cadeza de conciencia que llora hasta la sombra de
un defecto, hasta sus virtudes mismas, que en su
juicio nunca llegan á la debida perfeccion; de aque
lla caridad del proximo, que socorre todas las ne
cesidades de los hombres, y de aquel desinteres,
que se niega á todas sus dadivas y beneficios ? qué
mas os sabre decir? Francisco de Paula junta en sí
todas las virtudes cristianas, todas las virtudes que
exíge el Evangelio, todas las virtudes que el Evan
gelio aconseja; y para ponderaros debidamente su
santidad, sería necesario hablaros de la de todos los
Santos : vir iste....
Y qué se seguiria de aquí? Entendedlo, ama
dos oyentes mios. Supuesto que nuestro gran Santo
tuvo las virtudes de todos los justos , ya no debe
mos admirarnos de que obrase los milagros que hi
cieron famosos á los santos de entrambos Testamen
tos. Si habló como otro Moyses, y el mar se dividio
para dexarle paso libre, y las aguas brotaron de las
entrañas de un risco, y el pueblo encontró en el de
sierto un alimento milagroso, tambien tuvo la cordu-,
ra, la mansedumbre, la paciencia de Moyses: si
como otro Josue manda á los astros, y con una so
v - * - la
DE SAN FRANcisco DE PAULA. I3
la ojeada ahuyenta las naciones enemigas, tambien
tuvo el valor y la fidelidad de Josue : si como á la
voz de Elias el cielo se abre y se cierra al sonido
de sus palabras, y las cenizas frias y heladas revi
ven en las concavidades del sepulcro, tambien tu -
vo la intrepidez y ardiente zelo que abrasaba al Pro
feta : si como otro Sanson sustenta tan enorme peso,
que abrumaria los hombros mas robustos , tambien
imitó y aun excedió la abstinencia tan sabida de
aquel famoso Israelita: si como los tres mancebos
de Babilonia frustró la impetuosa voracidad de las
llamas, tambien tuvo la inocencia de sus costum
bres: si como los profetas antevio las vicisitudes y
acaecimientos humanos, tambien imitó la fidelidad
de los profetas en el cumplimiento de la ley divina,
y aquella entereza con que intimaron la voluntad y
ordenes del Señor á los pueblos y á los Reyes de la
tierra: si como el grande Gregorio Taumaturgo tras
lada los montes, tambien tuvo todo lo ardiente de
su fé, y toda la seguridad de su confianza en Dios:
vir iste spiritu justorum omnium plenus. Al paso que
vosotros me alegueis milagros, os alegare yo virtu-,
des, y por grande que sea su multitud , menos ad
mirados quedareis de lo estupendo de sus prodigios,
que de lo sublime de sus virtudes. Si la santidad pues
de Francisco de Paula fue una santidad correspon
diente á sus milagros, y en algun modo digna de
ellos, no nos debemos maravillar que Dios le con
cediese el don de milagros; y aun segun las leyes
de su providencia parece que no podia negarsele su
divina Magestad , por haber sido la santidad de
Francisco de aquella particular especie de santidad,
á que anda ligada la gracia de obrar prodigios. -
SE
DE SAN FRANCIsco pE PAULA. 25
SEGUND A PARTE.
--
- ier
DE SAN ERANeIsco BE PAULA.
ternecer por las lagrimas que por el corren, ni si
gue, ni presta oidos, sino al virtuoso zelo que le ani,
ma. Observad esa pobre gruta, no distante del Real
trono; alli pues agoviado Francisco de Paula con el
peso de los años no cesa de purificar con la peniten
cia la viétima que ha sacrificado tantas veces ; por
que como sea tanta verdad aquella sentencia de Je
su-Christo , que las Cortes son el centro de la sensua
lidad y de las delicias: ecce qui mollibus vestiuntur
in, domibus Regum sunt , era o conveniente que un
Francisco de Paula trasladase á ellas los rigores
y austeridades de los desiertos. Podreis, vosotras fa
mosas soledades de Egipto y de la Tebaida algun
exemplo de penitencia mas ilustre que alegarnos? Fue
pues Francisco de Paula en el palacio de nuestros
Monarcas un anacoreta comparable con los Antonios,
con los Pablos, con los Arsenios. i, .
e. Podia finalmente temer peligros, respecto de la
humildad. No se lee en los fastos de la Historia Ecle
siastica santo alguno, que se viese mas rodeado de
honores. No espereis que os los refiera yo menuda
mente. Los Prelados y los Sumos Pontifices, los Prin
cipes y los Reyes, en fin, lo mas alto y sagrado del
Sacerdocio , lo mas encumbrado y mas augusto del
mundo, todos obsequian , , y veneran publicamente
su virtud3 pero todas estás veneraciones solo sirven
para humillarle, y confundirle. Del juicio de los
hombres apela Francisco ál de su propia conciencia;
de sus universales aplausos á sus defectos; de la opi
nion en que le tiene el mundo, á lo que es, ó por me
jor decir, á lo que él cree ser: llora la ceguedad de
los hqmbres, á quienes ve tan empeñados en tributar
le alabanzas que no merece; duelese de no tener , de
carecer de aquellas virtudes que ponderan en él; y se
consuela, y resarce de los honores que le ofrecen, con
los abatimientos que inventa, , , , , , , .
... , "y E2 - Re
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36 " S e R Mo N º T
Representaos á este hombre , poderoso en obras
en palabras, hecho la admiracion y asombro de los
¿ : famoso en todas las Cortes de Europa , so
icitado de los Grandes, llamado y convidado de los
Reyes: lustre y gloria de la Religion ; f. el defensor
y apoyo de la Iglesia ; el conservador de Italia; el
angel tutelar del mundo christiano; el terror de los
infieles; aquel patriarca, padre y fundador de una fa
milia tan numerosa; aquel profeta, que vaticina á
las naciones sus futuros destinos; aquel Taumaturgo,
á quien obedece la naturaleza; aquel justo, á quien el
piadoso pueblo prepara ya altares, y dispone tem
plos: preguntadle qué piensa de sí, y os dirá que es
un pecador miserable, digno de ser el desprecio del
mundo, indigno de aspirar al Sacerdocio de Jesu
Christo: si considerais sus acciones, todas son una
serie de humillaciones y abatimientos : vedle huyen
do de la brillantez de la Corte vedle en medio de
sus hijos, y aunque todos son sus discipulos, él los
mira , y los venera como á sus maestros: ellos no
pueden imitarle, y él se los propone por nodelos y
exemplares : él se olvida de su autoridad y faculta
des, y siente vivamente que haya quien se acuerde
de ellas: pero yo me engaño: no se olvida: de ellas,
antes se sirve de su propia autoridad. Pero para qué?
para elegir la celda mas pobre; para exercitarse en
los ministerios mas humildes; para ocuparse en los
oficios mas viles; para obligará sus modestos hijos
á que admitan los servicios que su caridad mas mo
desta todavia y mas humilde gusta de hacerles, de
todos sus titulos y dictados, de padre, de maestro,
de superior, de legislador; de todos sus aplausos y
glorias se reserva solamente el derecho de humillar
se, y olvidarse de sí. ¿Son estos pues los efectos que
han causado en Francisco de Paula los honores que
por todas partes le cercaban ? Si por cierto, catoli
* -- . . . . COS.
DE SAN FRANcasco de PAULA. -
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AE tres cosas consta la vida interior: de las virtu
LA" des que disponen el alma para recibir las gracias
y mercedes de Dios: de estas mercedes de Dios; que
son premio de las virtudes; y de la perfeccion y ple
nitud de las virtudes, que son el efecto que deben
producir, y ás que se deben referir estas mercedes
de Dios. Sigamos á San Juan de la Cruz en estos tres
estados diferentes, veamos, como merecio las gracias
y beneficios del cielo, quantos recibio, y el prove
eho queosacó de ellos. Y en esto hallaremos exemplos
oportunos pàra alentar, muestra devocion, para alis
mentar, nuestra oesperanza, y para excitar nuestro
agradecimientó. . .2 sigi ( , ob zos cir zo
I. El espiritu del Señor inspira donde quiere: la
lluvia del cielo tanto cae en, los esteriles arenales,
como en las tierras mas sazonadas: ladgracia produw.
ce tedos los meritos py no supoñe, ninguno. Todas
—rr:oir, ni e L L) º b 2.35 : , º s tor 2isºrt son 2
(i): . . ad Cors es: a v. 6. o p i y 2 C. - 22;
•a í3
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 4I
son verdades inegables. Sin embargo tiene la vida in
terior dones reservados para premiar la virtud mas ele
vada, los quales no menos son en quien los recibe un
argumento de su fidelidad á la gracia, que un prodi
gioso efecto de misericordia en Dios que los reparte.
Qué Santo pues fue mas digno de los favores ce
lestiales, que San Juan de la Cruz? Una conciencia
timida y delicada , que lexos de vivir con sosiego en
sus defectos, se recelaba de sus mismas virtudes: un
rigor de penitencia, que de un gran pecador hubie
ra hecho un gran Santo, y en un gran Santo seria
un milagro de santidad: una oracion continua, que
se perfeccionaba con el silencio de la soledad, sin
distraerse ni interrumpirse con el bullicio del mun
do: un zelo activo y eficaz, y no menos sediento de
padecer, seguro siempre de hacer fruto, porque re
putaba los grandes peligros y calamidades por gran
des felicidades : una caridad con el proximo amoro
sa, aétiva , desinteresada, sufrida: un amor de Dios,
que aprisionaba y extinguia todos los demas amores:
una humildad solida y sincera, que temia las alaban
zas quanto la vanidad puede temer los desprecios:
los dias trabajando, orando las noches: silencio in
violable, impenetrable soledad, divorcio eterno con
el mundo, perfecta abnegacion y desasimiento de sí
mismo. Qué mas os sabria decir , catolicos 2 En fin
yo os he reducido á la memoria las virtudes que com.
ponen el elogio de muchos santos; pero si habeis
leido la vida de Juan de la Cruz, ya habreis enten
dido que apenas he dado principio á su elogio. ,
Nació de una familia , que habia decaido de su
antigua opulencia, y quando sus ojos se abrieron pa
ra ver la luz de esta vida, no registraron en la tier
ra otra herencia, que la esperanza del cielo. O he
rencia riquísima, Por esto jamas deseó otra. Luego
que conocio la felicidad de su estado, le amo, y si
. Tom. LVII. F tal
42 - SE R M o N -
- º * -- - - - .
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46 - SE RM o N
en sumo grado á San Juan de la Cruz; y tambien
porque esperaba por este camino que se olvidasen
los hombres de lo que era , renovando la memo
ria de lo que habia sido , y ocultar el resplandor
de sus virtudes baxo la obscuridad de sus principios:
de modo que este mismo hermano colocado en una
fortuna opulenta, no hubiera experimentado tantas
demostraciones de cariño.
Este es el verdadero camino , por donde llega
reis seguramente al termino feliz de vuestros deseos, ha
... -
DE SAN JUAN DE LA CRUz.
los ardientes humos de nuestras pasiones, y llenos
de las especies de los inmundos deleites, querria
mos experimentar desde los primeros pasos de la vi
da espiritual las delicias de la virtud , para resar
cirnos de las sensualidades del vicio. Descargue, se
ñor, vuestro azote sobre nosotros , que tan mereci
do le tenemos: pero por qué este siervo fiel no ha
de ser el objeto de vuestras ternuras? Vos fuisteis
siempre el objeto de su amor: vos veis la obedien
cia y resignacion , con que despues de tantos años
padece el martirio de vuestros desconsuelos: si le
castigais , adora con lagrimas la mano que le hiere:
su fé permanece constante, su animo no flaquea:
y si él persevera en su primer fervor , no volvereis
á usar con él de vuestras antiguas misericordias?
Sí, señores : ya empieza el Señor á comunicar
sele. Pero advertid, que no lo hace para satisfacer
su amor, sino para avivar su fuerza y actividad.
Porque como estaba destinado Juan de la Cruz pa
ra ser padre de una familia religiosa, cuyo exerci
cio habia de ser la oracion y contemplacion , con
venia que pasase sucesivamente por todos los grados
de la vida espiritual: por eso no camina ya por
entre las tinieblas de una noche obscura; sino que
á beneficio de una clara y serena luz descubre las
riquezas de la santa Sion : ya oye la voz del Espo
so , pero, solo la oye á lo lexos. Y qué inquie
tudes, qué zozobras pensais produce en el corazon
humano esta poderosa voz? Ya nos lo explica el mis
mo glorioso santo; porque quién sino él nos lo po
dia explicarº. Estas visitas, dice, mas son para en
fermar, que para sanar; mas para avivar los de
seos, que para satisfacerlos ; no son para que el
alma habite pacificamente consigo misma, sino pa
ra que saliendo de sí corra tras de su Dios que ya
se manifiesta, ya se retira; que ya se acerca , ya
Tom. VII. G hu
5o .. SE R M o N
huye; que parece se va á comunicar, y se suspen
de. Desfallecido el corazon de Juan de la Cruz á
rigores del amor divino, suspiraba, se quejaba, es
clamando continuamente con la Esposa de los Can
tares: ó angeles del cielo, ó bienaventurados de la
gloria, que cercais el trono del Altisimo, presentad
á mi Dios mis gemidos y mis congojas amorosas,
decidle como muero de amor: adjuro vos...ut nun
cietis ei quia amore langueo (1).
• Probole Dios finalmente como se prueba el oro
en el crisol, y le halló digno de su magestad. Aho
ra pues recibirá su alma á manos llenas aquellas
mercedes del cielo , cuya corriente se suspendió
por tanto tiempo. Ya puede mirarse en posesion de
quantas dulzuras contiene la oracion mas fervorosa,
de quantas luces puede comunicar la mas alta con
templacion , y de quantas delicias promete en la
tierra la union intima con el celestial esposo. Ya
ilustran su entendimiento luces vivisimas : ya pare
ce que se le han revelado los mas profundos mis
terios , los dogmas mas incomprehensibles: de mo
do que él casi no reconoce ya tinieblas en la fé,
y que ve con sus ojos quanto cree. Al mismo tiem
po se siente su corazon inundado en gozo. O qué
extasis! ó qué santa embriaguez ó dichosos mo
mentos, cómo os pintare yo? Siente que de impro
viso se excita en su alma un indecible deleyte, y
ni sabe donde se halla, ni que es de ella; por otra
parte se desprende un rayo de luz celestial, que
hiriendo en sus ojos , parece que le descubre en toda
su plenitud la hermosura eterna. Acalorase su cora
zon, abrasase , apasionase, derritese , quejase, sus
pira, y ya no conoce nada, ni aun á sí mismo se
conoce: experimenta unos como preludios de aquel
-- ... , .. . . . . .. ... rio
(1) , Cantic. c. 5. v. 8.
-
a R
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52. SE R M o N º
recibir los favores del cielo con una caridad bien
ardiente: pero qué valia esta para aquella caridad
que se engendró, se aumentó , y se perfecionó en
el comercio tan intimo que tuvo con su Dios? yo
le considero tan elevado sobre sí mismo, quanto lo
ha sido sobre los demas hombres. . .»
Su amor fue un amor tierno, un amor domi-a
nante y fuerte : no un amor tibio, frio, que de
xa á los demas objetos toda su fuerza y todos sus º
estimulos: no es un amor , si me atrevo á expli
carme asi, de razon y de fé, que gobierna á su
arbitrio las acciones, que reprime los deseos, que
sujeta y enfrena las inclinaciones; sino un movimien
to, un impetu veloz que le arrebata acia Dios : es
una violenta inclinacion que le arrastra; es un afec.
to vivo y delicioso que comunica á su alma quan
to puede recibir y sentir su corazon: agitaciones,
turbaciones , extasis continuos: es aquella atencion
eterna en agradar , aquel temor inquieto de ha
ber desagradado, aquella actividad, aquella inmen
sidad de deseos , aquella sed, aquel ardor inextin- )
guible, que las lagrimas y los suspiros no hacen
mas que imitarlos. O con qué lentitud pasan los dias o
y los años ó si el tiempo apresurase su curso quán
do se unirá con su Dios eternamente! ah , que él
solamente vive con la esperanza de poseerle , y con .
la-fruicion de amarle Hiriole el Señor, con un dar-s
do de su amor: vulneravit me charitate. o se o ; ;
Llevabale clavado en su alma por donde quie- ,
ra que iba. El bullicio del mundo , los cuidados y 3
fatigas de la vida apostolica, el sueño y la obscu- 2
ridad de la noche, todo le dispertaba», tódo le re
ducia la imagen de su Dios. En vano º suenan al re-e
dedor de él las voces de los hombres 3 pues absor
to y todo en Dios ni ve ni oye sino á Dios: de
modo que mas parece un serafin abanas en suad, -
-
-
} .
Fue su amor generoso, impaciente, y ansioso r
o SEGUNDA PARTE.
-
- º
4
DE SAN JUAN DE LA CRUz. 73
tros nosotros no seremos participantes en su compa
ñia de las riquezas y de los honores de la celestial
Sion , sino en quanto fueremos fieles en seguir el ca.
mino por donde él anduvo.
Glorioso Santo, ofreced en este dia dedicado á la
memoria y al elogio de vuestras virtudes nuestros de
seos y suspiros ante el trono del Dios de gracia y de
misericordia, que galardona y corona á los justos. No
hablo de ese coro de virgenes inocentes, que á la
sombra de la Cruz de Jesu Christo esconden virtudes
tanto mas admirables, quanto que la saben ocultar
con mayor recato de la admiracion publica : vos
sois su padre, ellas son vuestras hijas, y unas hijas
dignas de tal padre. El tiempo, que todo lo consume,
ha respetado su fervor, y no degenerando de sí mis
mas , las veis despues de algunos siglos tales quales
las visteis en los floridos dias de la reforma recien
fundada. Diriase que las primitivas hijas de Santa
Teresa viven todavia ahora , y que estos lugares de
refugio son habitados por unas almas escogidas. Y
supuesto que el curso de los tiempos nada ha alte
rado en ellas, tampoco habrá mudado las disposi
ciones de vuestro corazon para con ellas. Para quie
nes imploro yo vuestra intercesion es para nosotros.
Confieso que no puedo alegar otro derecho para me
recer vuestro amparo , que nuestras necesidades,
nuestra confianza, y vuestra inmensa caridad. Y ya
que nos instruis con vuestros exemplos, socorrednos
con vuestra intercesion poderosa: acreditad lo mu
cho que valeis con Dios, alcanzandonos la gracia de
la conversion y de santificacion , que conduce á la
felicidad eterna de que gozais. Amen. -
SER MON
DE SAN FRANCISCO DE SALES.
PRIMERA PARTE.
(1) S. Mat. c. 1. v. 9.
... y
DE SAN FRANCIsco DE SALEs. 7
mas virtudes? De:haber poseido San Francisco de Sa.
les esta mansedumbre en grado heroico, proviene su
extension: de ser fruto de la virtud y de la gracia, su
principio: de no haber perjudicado jamas á la virtud,
su prudencia : y por haberse unido su merito con
aquellas virtudes, cuyo exercicio se concilia al pa
recer mas dificultosamente con la mansedumbre, na
ce que la de nuestro Santo sea un asombro, un pro
digio, un milagro. - º *
9o". º º SE a M o N 2= -
-º * . SEGUNDA PARTE,
- * --
• - - º - -º a
- - º -..
*, - - . - º Y
ro6 º SE RM o N a º
se el ultimo de sus pecados pues de las entrañas
mismas de la tierra , que la hubiese embebido , le
vantaria la voz para apresurar algun dia su salva
cion: fratres meos qudero. -
Pero ya se acerca el tiempo destinado para co
ger las mieses regadas con tantas lagrimas. Ya aquel
pueblo da muestras de la mas viva y constante ter
nura : y si no le buscan todavia, ya no huyen de él.
Habla Francisco, y sus amorosas exhortaciones, que
sólo respiran paz y caridad , comienzan ya á obrar,
á mover, á enternecer su corazon ; porque cierto
ayre de candor, de ingenuidad, de virtud , que se
asomaba al semblante, les llamaba la atencion.
Pero qué novedad sucede tan extraordinaria ! Los
templos reedificados; la Cruz de Jesu-Christo enar
bolada y victoriosa; los ministros del error proscrip
tos y desterrados anuncian á las poblaciones comar
canás lá, restitucion de la fee. Qué es esto? ha veni
do por ventura algun otro pueblo á habitar esta tier
ra? Ya advierto que se renuevan las virtudes de la
primitiva Iglesia en la nueva Iglesia del Chablaix:
ya noto que muchos y fervorosos neofitos lloran por
todas partes noche y dia sus pasadas prevaricacio
nes. Qué suspiros, qué llantos no se oian! Ah, quan
do se ocupaban en reedificar los templos, quando en
tre las ruinas de los altares descubrian las reliquias
de los primeros martires , veneradas por sus mayo
res, y vilipendiadas por la heregia ; los huesos de
los Catolicos que habian degollado en odio de aque
1la Religion santa, que volvian á abrazar; las pie
dras del santuario teñidas con la sangre de los Sacer
dotes y Levitas inhumanamente martirizados; y las
cenizas de sus padres, cuya fee desampararon, se per
suadian que nacian segunda vez, y que desde aquel
momento empezaban á ser sus verdaderos hijos.
Qué dia hubo mas alegre para la Iglesia , ni mas
glo
DE SAN FRANCIsco DE SALEs. ro7
glorioso para Francisco de Sales, que aquel, cuyo
Sol alumbró en la capital de una provincia, despues
de setenta años de rebelion contra el augusto sacrifi
cio de la Misa, contra la autoridad de sus Prelados
legítimos, contra la obediencia de su Soberano, el
triunfo del Santisimo Sacramento? El Legado de la
Santa Sede, y el Duque de Saboya, que iban detras
de Jesu-Christo, conducido con toda la solemnidad
y pompa que requeria fiesta tan grande, le tributa
ban sus obsequios y rendimientos , y recibian los del
pueblo ; y el pueblo con sus aclamaciones, con su
general alegria, y publicos regocijos juraban fideli
dad eterna á su Dios , á la Iglesia, á su Principe.
- Veamos ahora como la mansedumbre de Fran
cisco de Sales extiende, el imperio de la Iglesia, y
acrecienta sus riquezas. . , , X - . . . . .
o III. Estas riquezas son espirituales, y consisten
en el gran numero de justos, que debieron su santidad
á la mansedumbre de Francisco de Sales. Quién se
ra suficiente á numerar las almas que las armas po
derosas de su eloqüencia rescataron del vicio, y en
tregaron en brazos de la penitencia? Luego que se
dexaba ver en la catedra del Espiritu Santo, su man
sedumbre y su mirar modesto, la viveza extraordi
naria y penetrante de sus ojos, su argentina y suave
voz, le hacian inmediatamente señor de todos los
corazones: no era su eloqüencia á manera de un im
petuoso rio, que precipita con estrepito sus encrespa
das ondas; sino como una mansa corriente que blan
damente penetra las entrañas de la tierra, fertilizan
do los campos circunvecinos, á sus orillas; no era co
mo un rayo, que espanta y amedrenta, sino como
un fuego que despedia una luz clara, que se aumen
taba por grados, que obraba sin violencia, que con
sumia imperceptiblemente las ligaduras de las cos
tumbres inveteradas, y que todo lo mudaba sin des
- 4 O 2 truir
-
108 Se RM o N r
truir nada: su lenguage no era aquel lenguage de
terror, que excita en el alma una comocion violen
ta, que nace y se desvanece en un mismo momento,
que el entendimiento procura sacudir pronto de sí,
rque le inquieta y le contrista; sino que era aquel
lenguage de uncion, y persuasion suave, que fluye
y se interna en lo mas intimo del alma, que cauti
va el corazon, y el corazon admite espontaneamente,
que hace aquella amable violencia, de que el hombre
ni puede ni quiere defenderse : pintaba con tan vi
vos colores, representaba con pinturas tan expresi
vas y eficaces la tirania de las pasiones, la tranqui
lidad y la alegria de una buena conciencia, las pu
ras é inexplicables delicias de la virtud , las espe
ranzas de la vida eterna, las misericordias de un
Dios redentor y salvador, las ternuras de su amor
que se encendian los corazones de todos en deseos de
reformar sus vidas , llorando sus pasados excesos.
¡Quantas veces tuvo el consuelo de ver algunos peca
dores que Inovidos, enternecidos , inundados en la
grimas, sin poderse explicar sino con suspiros, ve
nian á sus pies á lograr el fruto de la turbacion san
“ta que habia suscitado en sus almas ! Entonces per
feccionaba en lo secreto del tribunal de la peniten
cia la obra que habia empezado con sus publicos ser
mones. Como director perspicaz examinaba los senos
del corazon, sóndeaba el laberinto de las miserias y
fragilidades humanas, aclaraba el caos de una con
ciencia enmarañada , confusa, incomprehensible has
ta para el mismo pecador; comprehendía toda la
extension del pecado, todo el imperio y vehemencia
de la pasion, y toda la fuerza de la costumbre: como
director severo proporcionaba la satisfaccion á las
culpas, los remedios saludables á las inclinaciones
viciosas, las precauciones de la penitencia á la fla
queza de la voluntad: como director prudente, que
. . . Se
DE SAN FRANcIsco DE SALEs. Io9
se pone á estudiar despacio el caracter del espiritu,
el temple del corazon y los influxos de la gracia
dirigia las almas por aquellos caminos que quiere
Dios, exigia de ellos todo aquello que podian hacer,
y no pedia lo que no podian: como director ilustra
do, habil, consumado en esta ciencia del espiritu,
tan despreciada hoy dia, y tan necesaria sin embar
go, desasia á las almas de sus apegos y aficiones al
mundo, amortiguaba sus malos deseos, reprimia la
sensibilidad, prontitudes , arrebatos del natural, las
levantaba á la mas sublime perfeccion por medio del
exercicio de las virtudes comunes, les comunicaba
aquel merito interior que solo tiene á Dios por testi
go, ni puede tener sino á Dios por galardon : tuvo
especialmente, y este fue Su gran talento , aquel ta
lento con que supo lograr los frutos y progresos de
todos sus talentos: como director sufrido, manso,
pacifico, no tuvo aquel zelo aspero y arrebatado que
mas sirve para perder almas, que para salvarlas, que
amedrenta y exaspera mas pecadores, que son los
pecados que destruye, que no destierra las demas pa
siones, sino para dispertar en lugar de ellas la des
esperacion. No porque dexaba quando convenia de
intimar valerosamente como otro Natan á los pode
rosos del siglo: tu es ille vir (1). Pero por lo co
mun procedia cómo un Samuel que se compadecia
de Saul; como un Jeremias, que lloraba sobre las
ruinas de la ciudad santa; como un Josef cuyo co
razon se enternecio al oir los infortunios de sus her
manos: él alargaba los brazos, abria su pecho al
pecador, le enseñaba á llorar sus pecados, lloran
dolos él mismo , él le animaba, él le alentaba, él le
consolaba, y sin dispensarle en nada los rigores de
la penitencia, le enviaba arrepentido, sosegado, fe
liz y contento.
-- - Vi
e (1) Lib. 2. cap. 12. v. 3
IIO ... S E R M o N
Vive todavia este digno ministro del Evangelio,
este incomparable director de las almas, vive, y vi
ve todo entero para bien y utilidad de la Iglesia en
sus obras, las quales nos le representan al vivo. La
delizadeza, la cultura, la fecundidad de su entendi
miento ; la amenidad, la viveza de su imaginacion;
los suaves y tiernos afectos de su corazon; aquellas
gracias tan naturales, aquella sencillez tan amable
y persuasiva, que el arte con todos sus esmeros y
sutileza no alcanza á igualar, ni á imitar, ni á re
medar : respiran en ellas la paz, la virtud , la ino
cencia, la caridad celestial: obras en fin, de cuya
descripcion me abstendre, porque por fortuna son
tan conocidas en el mundo, que no hay quien las
ignore. -
II2 SE R M o N
si tan antigua como el reyno, y casi igual á los prin
cipios del imperio de los Franceses. -
y laAprended de estesongran
mansedumbre unasSanto , que
de las la paciencia
primeras virtudes o.
S ER MON
EN LA E NTR A D A
DE UNA RELIGIOSA.
PRIME R A PA R TE.
-.. r
152 SERMON EN LA ENTRADA
sangre fomentada por la nobleza de los pensamien
tos no te ha dado menos exemplos, que lecciones de
virtud. Pero no puede negarse, que si en el mundo
se hallan justos, si en el estado religioso se encuen
tran pecadores, por un instante de descuido y de
fragilidad que se note en el claustro, vereis en el
mundo años enteros de vicios y de excesos: para un
justo que conserve su virtud en el mundo, hallareis
una nacion entera de santos en el desierto: para un
David , para una Ester, que el mundo admira, y á
quienes admira tanto mas, quanto se atreve menos á
imitar, hallareis millares de solitarios, cuyas virtu
des heroicas pierden la admiracion , porque logran
casi otros tantos imitadores, como testigos. Si en la
religion puede el hombre caer y perderse, qué hará
en el mundo? Si el vicio inunda el santuario, respe-.
tara el mundo corrompido? Si en medio de la santi
dad del estado religioso hay tanto que temer, de
xara mucho que esperar lo depravado del mundo?
Puede el hombre caer y perderse en la Religion no
hay duda. Pero quienes son por lo comun los que se
pierden en ella ? Los que vuelven los ojos al mundo,
los que contraen obligaciones con el mundo, los que
ven el mundo , y quieren ser vistos de él. Qué acti
va sera pues la infeccion del mundo, quando con los
socorros, las gracias, los preservativos del estado
mas santo y mas propio para adquirir la virtud bas
ta que el hombre vea y trate al mundo para olvidar
se de Dios, y faltar á sus obligaciones ? Sí por cier
to, al mundo debe imputar el estado religioso sus
decadencias, porque es tal la eficacia de sus hala
gos tentadores, que quanto perece en el mundo, y -
fuera de él , solamente perece por la malicia del
mundo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
No negare pues que el hombre puede salvarse en
el mundo, y puede perderse en la Religion; pero
u- pa
- DE UNA RELIGIOSA, IS
para salvarse en el mundo es necesario defenderse
del mundo, resistir al mundo, pelear con el mun
do, triunfar del mundo; para condenarse en la Re.
ligion era necesario despreciar con obstinacion to
dos los medios de salvarse , desaprovechar todos los
socorros, repudiar, luchar, frustrar todas las gra
cias del estado religioso: para salvarse en el mun
do es necesario en ciertas circunstancias delicadas
y criticas despreciar y pisar todo aquello que se lla
ma leyes, exemplos , costumbres, empeños , ma
ximas de mundo y de razon de estado: en el mun
do se pierde el cristiano por los peligros, por las
tentaciones , por las ocasiones, tan freqüentes y co
munes en el estado de cada uno: en la Religion solo
se pierde por salir de los limites de su estado, por
ofrecerse á los peligros , á las tentaciones, á las oca
siones que ni son propias ni comunes en su estado:
en el mundo en tanto sirve el hombre á Dios en
quanto ni es del mundo, ni sigue al mundo, ni
participa del espiritu del mundo: en la Religion
en tanto se aparta de Dios en quanto se aparta
de los caminos y obligaciones de su estado, y en
quanto se olvida del espiritu de su estado y le pier
de. Luego el estado religioso es por sí mismo un
estado de santidad y de salvacion , y la virtud ex
perimenta en él menos riesgos y peligros: eripuit pe
des meos d lapsu : y la misma virtud halla finalmen
te en él mas paz y consuelo: eripuit oculos meos d
lachrymis: Y esta es la segunda utilidad que tiene el
cristiano que vive en Religion sobre el que vive en
el mundo. -
(1) Ibidem. c. 1. v. 14 - - y
DE UNA RELIGIOSAe I59
contagio; y tanto cuesta á los religiosos el huir de él,
quanto debera costarle al cristiano el pisarle y vencer
lo! En una palabra, quanto mas santo seais, menos gus
tareis al mundo, y quanto mas santo seais , menos os
gustara á vosotros el mundo. Pero si algunas almas
religiosas faltasen á sus obligaciones, no culpen su es
tado, culpen la flaqueza de su corazon , y reflexios
nen que solo empezaron á fastidiarse de su vocacion,
quando dexaron de cumplir con la regla que profe
saron : mas para restituirlas á su antigua tranquili
dad , y para consolarlas, basta convertirlas y santi
ficarlas. No vemos que las comunidades mas fervoro
sas son el centro de la paz mas inalterable? Por esto,
para desterrar de ellas perpetuamente todo espiritu
de queja y de murmuracion , lexos de templar, de
mitigar el rigor de la regla, se vela tanto contra
qualquiera relaxacion que pudiese debilitarle: mien
tras que los solitarios de Egipto y de la Tebaida se
mantuvieron santos, fueron felices.
Resumamos en breve esta segunda Parte. En el
mundo el alma flaca y debil solo halla peligros y
escollos, borrascas y tormentas; el alma timorata y
virtuosa solo encuentra obstaculos y oposiciones, y
necesidad de luchar siempre, y de vencer siempre: por
el contrarío en la Religion el alma debil y fragil,
apartada de los caminos de la perdicion, solo encuen
tra socorros, auxilios, exemplos de piedad, y el alma
timorata y devota solo encuentra caminos desemba
razados , ocasiones, facilidad, libertad de entregar
se y obedecer los impulsos de la gracia. En el mun
do hay pocos deleites puros é inocentes, pocas vir
tudes solidas y tranquilas. En la Religion viven siem
pre unidas la justicia y la paz, y quanto mas santo
es el hombre, es mas feliz y se halla mas pacifico.
Asi cumplis, Señor, vuestra palabra , quando dixis
teis que el que dexase por vos todas las cosas, las
lo
I6o SERMoN EN LA ENTRADA
lograra todas. Por consiguiente el triunfo de Jesu
Christo , como vencedor del mundo, resplandece
con tanta mayor gloria, quanto que del sacrificio
de la Religiosa no solo resulta la felicidad de la
victima que se inmola, sino la gloria de Dios que
le acepta : hace est vittoria quae vincit mundum fides
l.05l rd.
a. Quiera el cielo, amada hermana mia , que estas
importantes verdades se impriman profundamente
en tu alma ! No dudare entonces que merezcas con
los progresos de tu virtud , y que suspires sin cesar
por el momento de verte encerrada para siempre en
esta santa casa en donde para caminar con seguri
dad , y adelantar con veloces pasos por las sendas
de la perfeccion , no tienes necesidad sino de los
exemplos y de los consejos de las almas santas que
habitan en ella. Aqui veras á esas dignas esposas de
un Dios crucificado , que arrebatadas del amor mas
puro no conocen otro deleite sino el de hablar con
él, ó de él; el de imitarle, ó el de darle á cono
cer; el de buscarle, el de hallarle en la oracion; ó
el de dexarle en algun modo para introducirle en el
corazon de la juventud confiada á su instruccion: al
ternando en el oficio de apostolas por decirlo asi, y
de solitarias , ya pasan de las actividades de una vi
da llena de zelo al silencio de una vida oculta y se
Jpultada en Jesu-Christo; ya del sosiego de la oracion
á las ocupaciones santas de exhortar y de instruir.
Alli, amada hermana mia, solo aspiraras á particir
par de su merito: alli veras como apartadas de los
peligros y lazos del mundo pasan la vida en el cen
tro de la inocencia y de la piedad ; como lexos de
la vicisitud y de la inconstancia de las cosas huma
nas, pasan la vida en el centro de la paz y de la
tranquilidad. Y tu , deseosa ardientemente de su esta
do, y anelando por el logro de tus esperanzas, mues
tra
DE UNA RELIGIOSAe 161
trate digna de la mano que te descubrio el camino
del santuario, pues ella te descubrira igualmente el
camino de la perfeccion: muestrate digna del santo
prelado que preside en esta solemnidad (1). La fé,
la piedad, el zelo, la caridad, la magnanimidad, en
fin todas las virtudes de los tiempos apostolicos jun
tás en su persona, concurren para engrandecer esta
celebridad y acaban de santificarla. Por agradeci
miento te debes considerar obligada á rogar por él,
y no ignoras que pedir por su vida y su conserva
cion es desear la felicidad de la Iglesia.
Quiera el Señor que ni las tempestades ni los hu
racanes de las revoluciones humanas perturben ja
mas el lugar de refugio y de asilo que eliges para tu
habitacion; y si el estado de tu felicidad personal
te obliga á dolerte de las miserias de los extraños,
ruega por este ministro de Jesu-Christo, que dedica
los últimos acentos de su voz debilitada no tanto
por sus años, como por sus tristes suspiros, á en
salzar la estimacion y las utilidades de un estado que
la experiencia de mas de medio siglo le ha hecho
mas apreciable cada dia. Pidele que la gracia que lo
santifica todo, que todo lo suaviza, nos guie por los
diversos caminos que nos señala al mismo termino
de la felicidad eterna. Asi sea. r
-
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Arzobispo de - París.
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Tom. vir, x . ORA
I62
ORACION FUNEBRE
DEL EMINENTISIMO
SEGUND A PARTE.
--
DEL cARDENAL DE FLEURy. 185
De aqui aquel secreto inviolable. Muchas veces
los Ministros de Estado mas desconfiados , y los mas
circunspectos, ya que no se declaren , dexán que
se les adivinen el interior; y ya que no revelen los
arcanos, los indican: leense sus proyectos , sus te
mores, sus esperanzas en sus ojos, y hasta en su si
lencio mismo: nada suelen decir, y con todo nada
suelen ocultar. En vano brujuleariais en el semblan
te del Cardenal de Fleury los arcanos del Estado. Si
se juzga del navio por las maniobras del piloto, pare
ce navega en un mar que no altera el mas ligero vien
to; y que es llevado suavemente por el curso de un
rio cuyas aguas se deslizan con movimiento apacible.
Todo aquello que el Cardenal de Fleury queria ocul
tar de las sospechas y congeturas de la curiosidad,
lo olvidaba sin olvidarlo; abriase su memoria para
depositarlo en sus senos , y cerrabase despues con
un candado, y no le entregaba , sino quando se lo
pedían. Descargado por este medio del peso del se
creto, ni padecia el peligro de revelarlo , ni la di
ficultad de callarlo. - -
- -
- -
-
-==
r
DEL cARDENAL DE FLEURY. 191
tentase tales Ministros! Pero sabra el mundo disfru
tar esta felicidad? Sabra conservarla? Porque qué di
ques hay que no rompa el atrevimiento y la insolen
cia de las pasiones? Pero hablemos un idioma mas
verdadero. Frustra la divina providencia los proyec
tos de los hombres, y para manifestarnos que en
vano los valerosos Capitanes de Juda velan al rede
dor de Sion , si el Señor no vela con ellos y por
ellos, permite que la paz aborte repentinamente las
atrocidades de la guerra. -
. . .
DEL CARDENAL DE FLEURY. t95
hay peligro, se arriesga todo en no reprimirlos. Qué
no puede esperarse del tiempo; pero qué no debe te
merse al mismo tiempo? Un zelo, vigoroso é inflexi
ble precave los progresos del error; y un zelo sua
ve y contemplativo cautiva , mueve, y reduce á la
razon á los espiritus contaminados ya del error.
Quál fue el zelo del Cardenal de Fleury? A la
verdad ignoramos lo que en no pocas ocasiones le
dictaron y le aconsejaron los intereses convinados é
inseparables de la Iglesia y del Estado. Lo que nos
consta es que nuestro amado difunto fue muy aman
te de la Religion , y de la paz: que la actividad y
la solicitud de su zelo no tuvo mas fin, que sostener
y defender la Religion: que la mansedumbre y las
condescendencias de su zelo no tuvo mas fin , que
conservar y sustentar la paz. Lo que nos consta es
que el vigor y entereza que mostro procedio muchas
veces del amor á la paz; y, asi, castigaba usando de
severidad para perdonarse la necesidad de castigar
mas severamente; y que la suavidad y atenciones que
observaba, tenia muchas veces su raiz en el amor á
la Religion ; porque le parecia hacer mejor su cau-,
sa, aparentando que no la hacia. Lo que nos consta.
es que su intencion fue pura y recta; que el temple
y el caracter de su alma fue la paz, la mansedum
bre, la caridad; y por consiguiente que si se mez
cló alguna imperfeccion en su zelo, por eso pudo te
ner algunos defectos leves, porque poseia grandes vir
tudes, y su corazon bastaba para justificar su con-s
duéta. - . . . . .. . . .
Lo que nos consta es que en tiempo del Carde
nal de Fleury han empezado á cicatrizarse las lla-,
f
gas de la Iglesia , á sentirse la tranquilidad, á con
cordarse el Episcopado, á sujetarse el clero á la su-,
yl
bordinacion y á la obediencia , á escuchar las ovejas
|S la voz de sus pastores, á enfrenarse la seduccion)á
Bb 2 des
196 . ORACION FUNEBRE r
desvanecerse los falsos milagros, á rendir su juicio
las sabias universidades, á confiar la educacion de la
juventud de maestros de sana y segura doctrina, á
dar exemplos de obediencia las comunidades mas ce
lebradas por sus virtudes y talentos, á evitar las con
troversias y disputas los ingenios, á estrechar los co
razones con los lazos de la paz y de la concordia.
Lo que nos consta es que por grandes que fueron los
servicios que hizo á la Religion , no llenaron sufi
cientemente la capacidad de su zelo y de sus de
SCOSe -
PA RT E TER CERA, - - ( ,
•
pis; y con la de otros libros que son todo luz y
afectos, que hablan á la razon y al corazon, que
enseñan á conocer á Dios y á conocerse á así mismo,
á conocer los propios defectos, y á humillarse por
ellos. Alli le observariais prudente con aquel genero
de circunspeccion y madurez, que espera el tiem
po oportuno, que le dispone, que le sazona , que
lo fia todo de la prudencia, y nada de la casuali
dad: aqui le advertiriais prudente con aquella pru
dencia evangelica, intrepida en menospreciar las de
licadezas del amor propio en la edad mas abanzada;
y aunque extenuado, y oprimido con el peso de tans -
tos proyectos, de tantos trabajos, de tantas peno
sas ocupaciones, puntual observador siempre de las
leyes de la Iglesia se negaba á las mas leves mitiga
ciones. Ni solicitaba dispensas, ni las admitia: y ol
vidandose de su edad, de sus ocupaciones, de su sa
lud, solamente se acordaba de que al cristiano le
s - All
DEL cARDENAL DE FLEURy. 2o 9
importa poco vivir ó morir, que solo le importa vi
vir la vida de los justos , y morir con la muerte de
los justos. - - -
- 3 ... "
2IO ORAcION FUNEBRE
Rey y su Señor á visitarle y á darle los ultimos tes
timonios de su estimacion. Veneremos con nuestro si
lencio el honor de una visita , cuya soberana dig
nacion no ponderaria sino desmayadamente la elo
qiiencia mas patetica, mas viva y mas vigorosa. Un
Ministro, que dirigio su educacion desde su infancia:
un subdito tan lleno de respeto y tan oficioso, pro
ximo á rendir el ultimo suspiro: un Principe objeto
de tantos desvelos y de tanto amor, vertiendo la
grimas O Francia, entiende por aqui tu perdida y
, tu felicidad Conoce el gran valor de lo que el cie
lo te arrebata, y de lo que te conserva En estas
lagrimas esta cifrada la gloria del Monarca , y el
elogio del Ministro. Qué Rey habra º mas digno de
nuestro amor , que un Rey que manifiesta tanto sen
timiento ! Qué Ministro habra mas digno de nuestra
eterna veneracion , que un Ministro que supo me
Tecerlas “. s
ORACION FUNEBRE
DE CARLOS LUIS AUGUSTO
FOUCQUET DE BELLE-ISLE,
D U Q U E DE G Is O R S,
PAR Y MARISCAL DE FRANCIA &c.
º
« , , * - º
PRIMERA PART E. s
-
« - 1 - —. w - - - -- - -
DEL MARIscAL DE BELLE-IsLE. 2.19
uir consilii est : ipsum audite. (1) Acompañaba este
caudal y este talento con una imaginacion viva y
vehemente, aunque por otra parte docil y tratable:
concebia los proyectos con toda su extension y uni
versalidad, pero no se desdeñaba de descender al
pormenor de las providencias y resoluciones menu,
das y particulares. Veiasele ocupado en la delibera
cion de un negocio importante , de una batalla á
cuyo exito estaba vinculada la gloria de su nombre
y la felicidad del Estado, y se le observaba al mis
mo tiempo aplicado sin la menor distraccion á pro
veer el sustento de un esquadron, y el alojamiento
de un Regimiento. No habia cosa por grande que fue
se que ofuscase su vista perspicaz, ni habia cosa por
despreciable que fuese, que se escondiese de ella. . .»
... Al ver al Conde de Belle-Isle dotado de prendas
tan utiles á la patria , no habia quien no creyese que
le bastaba ponerse á las puertas de la fortuna para
que esta le echase los brazos , y la colmase de pre
mios. Pero asi lo creeria quien no tuviese presente
que la sangre que, corre en sus venas, es la del Su
perintendente Belle-Isle, aquel hombre tan famosó
por su elevada fortuna, y por su caida. La desgra
cia del Superintendente hubiera quiza allanado el
camino á la fortuna del Conde de Belle-Isle en aque.
llas republicas, en que los vandos y partidos, que
ya prevalecen , ya decaen segun el capricho del
pueblo, levantan á la cumbre de los honores al mis
mo á quien habian abatido hasta el polvo de la tier
ra: en aquellas Monarquias mixtas, en que señorean
do, el pueblo el trono á quien sin embargo venera,
ya º
al Rey de Ministros,
le despoja de ellos, y se los arranca, obligandole
otra vez á recibirlos. Pero en las verdaderas Monar.
º. - - Ee 2 quias
4. (1) , Ibid., y, á5s... , , , ... . . . . .. . . . . . .* * - º *, , ,
-c-
220 . ORAdroN FUNEBRE -
quias gobiernan otros usos, otras costumbres. Un
padre sospechoso é infamado en la Corte contagia á
su posteridad con una mancha, que llegan lentamen
te á borrar los servicios ayudados con el beneficio
del tiempo. Ahora os pregunto yo , Señores, quan
do el rayo que hirio al Superintendente humeaba to
davia al rededor del Conde de Belle-Isle, para col
mar de honores, de titulos, de dignidades un nom
bre infamado con una desgracia tan reciente, para
colocarle en algun modo á la frente del reyno, y
aun á la de la Europa en aquella famosa Dieta , en
que presidió á un Senado, que se componia de tan
tos Soberanos; en una palabra para llegar de Pigne
rol á Francfort, preguntoos, repito, quantas preo
cupaciones, quántas resistencias, quántos obstaculos
tendria que superar ? Veo que os asombran , y no
asombraron menos al mismo Conde , de Belle-Isle;
pero veia que quanto mas numerosos é insuperables
son los impedimentos, mas glorioso y plausible e
el triunfo. , --, ...
-
-
------ " - -
--- rei: ,
----=---==== -
- 3-- -
-
s
superioridad, y que
cubre como piensa de por
sí, ylacomo
ingenuidad
de los con que ofen
demas, des
º de su amor propio, y mortifica su vanidad. El que
se desdeña de humillarse en presencia de los pode
º rosos, tan llenos de presuncion , como destituidos
S de talentos , y de solicitar de su altaneria con las
3” indecorosas politicas demostraciones de una estima
cion fingida el permiso de ser superior á ellos, y de
gº ser grande hombre, quiero que lo sea todo, que lo
gº Tom. VII. - Ff SGº
2” (1) Proverb. c. a 1. v. 3o.
226 ORACION FUNEBRE
sepa todo; pero la experiencia le enseñará que no es
nada, supuesto que no sabe ser cortesano, y que lo
ignora todo, supuesto que ignora el arte de adular
y de incurrir en baxezas. Qué os dire mas? la oposi
cion de los dos partidos contrarios , que reciproca
mente se quieren arrebatar al Conde de Belle-Isle,
ó para empeñarle, ó para perderle : el merito por
otra parte, los talentos , los buenos sucesos , las
modales, los defectos tal vez del Conde de Belle
Isle, porque como hombre no carecia de ellos, son
causa de que el genio y la inclinacion de la Corte,
ese maestro consumado en la ciencia de dañar y de
perder al proximo, eche mano de quantas maqui
nas y ardides enseña. Es finalmente sorprendida la
religion del Principe, á quien el Soberano habia pues
to entre el trono y los vasallos. -
deº
234 - ORACION FUNEBRE -- 7
y persuasivos, hacian tan amable no solo á sus vasa
llos, sino á los mismos enemigos coligados contra
ella: una Princesa, que la misma Francia (anuncios
de las proximas amistades) tan interesada en vencer
la, sentia vivamente la necesidad de esgrimir con
tra ella las armas: esta Princesa pues tan admirable
apenas necesitaba sino de sus virtudes y de sus infor
tunios para interesar en su defensa los corazones de
todos. Las naciones vecinas y las distantes vienen á
alistarse baxo sus estandartes, y el Señor les conce
de la victoria. Valor, capacidad, pericia militar, to
do cede y se rinde. Este dia no fue dia de los solda
dos y de los Generales; sino dia del Señor de los
Exercitos: Dies Domini exercituum (1). Estrechadas,
perseguidas nuestras tropas ceden al poderoso tor
rente que las amenaza , y se retiran á Praga. -
-
-º- «.
-
----- -
-.
- . . Mien
... (1) Ps. 126. (a) Prov. c. 4. v. 25. - - - - a
- º . -
DEL MARIscAL, DE BELLE-IsLE. 237,
Mientras tanto llegó el momento en que el Señor
dio á la casa de Austria la leccion de paz y de con
cordia que habia dado á la casa de Borbon. Entra
el exercito Imperial en la Provenza; registra en ella
los vestigios de Carlos V. pero no se acuerda que la
victoria desamparó á aquel grande Emperador, y que
la Francia logra en el Mariscal de Belle Isle otro
Condestable de Montmorency. Con su presencia se
aseguran nuestras provincias meridionales : fortifica
de tal modo las ciudades principales, que las hace
inaccesibles al enemigo: de los planes de defensas pa
sa velozmente á los planes de ataques muevese, y
el terror le anuncia por todas partes: estimuladas de
él las tropas Imperiales desamparan los baluartes de
Genova, y asegura la libertad de esta republica,
amenazada de servidumbre. Marcha; no le aguar
da el enemigo, y la victoria hace entre nosotros per
petuo asiento. Fatigadas estas dos Potencias de tan
ta serie de desgracias y vicisitudes reciprocas, se per
suaden finalmente que la casa de Borbon se arrui
nará en vano por aniquilar la casa de Austria, y las
Aguilas Romanas por devorar las Lises de Francia.
Sucede pues la paz á la guerra , y con la paz se
efectuan la confederacion y enlaces matrimoniales de
entrambas casas. Quiera Dios que no baste el discur
so de los años por prolongados que sean á debilitar
jamas su estrecha union! Quiera Dios que no se pres.
ten jamas oidos á los consejos de la ambicion bulli
ciosa, solicita incesantemente por sembrar al rede
dor de los tronos envidias y desconfianzas. La his
toria de nuestro tiempo está ya refutando y confun
diendo de antemano los sistemas y arbitrios que pue
dan discurrir en lo venidero los falsos politicos
Ven ya estas augustas casas que la Inglaterra despues
de haber conseguido con el auxilio de las armas
Austriacas dividir el imperio del Mediterraneo, fa
- ci
238 - ORACION FUNEBRE -
cilitando á sus navios un paso sin miedo y sin peli
gro por el Estrecho de la Mancha; y que la Prusia
despues de haber logrado con el auxilio de las armas
Francesas y de las concesiones Imperiales erigir en
el centro de la Alemania una formidable Monarquia;
ven repito que convierten contra sus fuerzas coliga
das los mismos beneficios que recibieron de ellas, y
que intentan imponerlas la ley; pero hasta ahora no
ha confundido enteramente el Dios de las batallas
sus esperanzas , para que entiendan asi mejor la
Francia y la Austria que la una no compra los peli
gros de la otra sino á costa de sus propios peligros;
que si una debilita á un rival, es para prepararse un
superior , y que en sus discordias las calamidades de
la guerra redundarán contra ellas, y el fruto de la
victoria en beneficio de sus aliados politicos é intere
sados. - -
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3- º. se - = x = ---
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254. -- ORACION FUNEBRE
El Mariscal de Belle-Isle fue hermano , fue espo
so; y ya no es mas que padre. La soledad, á que
se mira reducido, le aflige y le consterna. Solo le
queda un hijo, unico objeto de su ternura y de sus
sobresaltos. Amabale sabiamente, y no con un amor
indulgente y reprehensible: por esto uso de tanta vi
gilancia y precauciones en su educacion para ha
cerle capaz de sustentar dignamente la gloria de su
nombre, y de servir con utilidad á su patria. Hizole
desde su infancia estampar sus huellas sobre las de
aquellos heroes, á quienes en tiempo de nuestros ma
yores habilitaba para las fatigas de la guerra una
crianza dura y rigurosa. Eligio personas sabias y vir
tuosas para confiarles este precioso, deposito..., y te
miendo que sin embargo de sus desvelos, no se intro
duxese en su tierno corazon la vanidad y el amor á
los deleites, le buscó un asilo inaccesible al conta
gio de la soberbia y de la sensualidad : un asilo don
de no oia sino la voz de la Religion y de la razon, en
donde las mismas clases confundidas, y todas las
graduaciones desconocidas y desterradas enseñaban
á ser ciudadanos instruian en las obligaciones y res
petos de la sociedad , acostumbraban á la sencillez,
á la igualdad y á la frugalidad de las antiguas cos
tumbres. Si el Mariscal de Belle-Isle nos prefirió pa
ra la educacion de su hijo, se lo debemos á su be
nevolencia hereditaria. Con efecto el Conde de Gisors
encontro en nuestra casa los beneficios y, mercedes que
la hicieron sus antepasados; pero tambien encontró
nuestra gratitud, solicita por avivar la vigilancia de
sus maestros, y por alentar y fortalecer sus tiernas
virtudes. º a , .
, Permitidme que renueve la memoria de la com
placencia que sentia, quando traido de la confianza
que experimentaba en mí solia venir al retiro de mi
aposento. Yo veia que en el Conde de Gisors, iba
4-
- CIT62
---. ------
º se ex -s-s- ---
-- -º se cas -- — -.
-
TA
263
TA BLA
DE LOS SER MONES
CON EL ANAL1"SIS DE CADA UNO.
S E R MO N DE S. A. N º FR A NCIS CO
- de Paula. -
TABLA Y ANALYSIS 2 65
hara Jesu-Christo señora del mundo y arbitra de la
naturaleza, y que segun la expresion del Espiritu
Santo, ensalzará gloriosamente, al espiritu humilde:
Humilem spiritu suscipiet gloria.
O humildad, ó virtud poderosa! nombrandote, he
nombrado ya á Francisco de Paula. No le hubiera
mos conocido jamas, si no hubiese levantado el Se
ñor el velo que ocultaba á la tierra unas virtudes que
eran toda la admiracion del cielo. Fue su humildad
constante y permanente. El fue fiel discipulo de es
ta virtud santa: él fue su exemplar perfecto, su apos
3•
tol, evangelista
su debia
lencia; zeloso.
pues ser tambien el humilde
Fuepor excelenciapor exce
el obra
º dor de milagros: Humilem spiritu suscipiet gloria. Y
, su misma virtud no fue tambien un prodigio? Terce"
º ra prueba de sus milagros: una santidad, que fue
$º un prodigio tan estupendo como sus mismos mila
0 gros. Pag. 13.2o. s.
• III. Prodigio en su extension. A los catorce años
de su edad renovo en el desierto el fervor de los An
- tonios y de los Hilariones: quando apenas tocó los
l terminos de la juventud, era ya el Patriarca , y el
d fundador de una nueva Orden en la Iglesia de Dios:
• y era maestro de la mas sublime perfeccion en una
lº edad , en que los demas apenas entienden su idioma.
Prodigio en la union de aquellas virtudes que pare
cen mas dificiles de conciliarse , como son la peni
S tencia y la inocencia : el amor de la soledad y el
zelo de las almas. Prodigio en la fama y triunfo de -
é ER MO N DE SA N FR A NC Is Co
i
*
de Sales. - a * - r - -
- - - . .
S" E R MO N DE SA N I G N' A. C I O.
nó el cielo. -
I. Presentase Ignacio en la Corte de España. El
tiene sus proyectos, y la gracia sus designios : él
piensa en adelantarse velozmente en la carrera de las
honras humanas; pero otra carrera le espera. Desa
parece lo guerrero, lo cortesano : y en su lugar se
substituye un Antonio , un Pablo, un solitario, un
-
-
penitente. . . . . . . . . . . . . . .
Pero cómo se obra esta conversion! Conviene ob
servarlo. Fluctuando entre dos contrarios movimien
tos, ya vencido por uno , ya dominado por otro, y
alternando en la victoria y en el vencimiento, can
sado , fatigado de tantos combates sin triunfos , ya
casi dexa de ser pecador, sin comenzar á ser toda
via penitente: es la razon, porque no solo se propo
ne el cielo convertir á Ignacio, sino suscitar por el
ministerio de Ignacio hombres destinados á propa
gar el imperio de la fé y de la gracia. Por esto se po:
ne Ignacio á comparar con un examen detenido los
alicientes de la concupiscencia, y los atractivos de
la gracia ; los bienes caducos y terrenos , y los bie
nes eternos; los heroes de la ambicion, y los heroes
del Evangelio; todo lo que constituye pecadores, y
lo que constituye penitentes; porque el unico medio
de domar el corazon, es quebrantarle sus mas ado
radas inclinaciones; porque aquel brio, aquel orgu
— Tom. JVII, Oo llo,
29o TABLA Y ANALYSIS
-
DE Los SERMoNEs. 293
III. Si Ignacio fue feliz en el conocimiento de los
hombres, no lo fue menos en la eleccion de los medios.
Despues de haber llenado á sus discipulos del espiritu
del Evangelio, Ignacio les abre la carrera. Misiones en
las regiones mas barbaras y mas remotas, en ciuda
dades y aldeas : disputas con los hereges: obras pro.
fundas , y escritas con el fin de defender la fe: obras
llenas de uncion espiritual para restablecer y perfec
cionar la devocion y la piedad ; retiros, direccion de
espiritus , educacion de la juventud , asistencia á los
pobres enfermos, visitas á los encarcelados. Qué no
me permita el tiempo explicaros largamente el plan,
el orden , y la conexion de las reglas y leyes que es -
tablecio Veriais entonces lo que San Ignacio quiso
que fuesen sus discipulos, y veriais lo que hizo por
ellos.
IV. Ya estan congregados los discipulos de Igna
cio : éste les puso en las manos los medios mas con
ducentes dé asegurar él fruto de sus proyectos: con
que cumplio con el ministerio de padre y de legisla
dor. Quién cumplio tan dignamente con las obliga
ciones de cabeza y de maestro? No fatigaré vuestra
atencion con la relacion individual de sus hechos. Ig
nacio da á sus discipulos el exemplo de todas las vir
tudes, cuyas reglas les dictó. Bastabales á los hijos
para no ignorar ninguna de sus obligaciones, no igno
rar nada de su padre.
V. Qué frutos se siguieron pues á su zelo? Llamo
frutos del zelo de Ignacio tantos vicios desterrados,
tantas virtudes llevadas á su perfeccion , tantas ene
mistades y disputas extinguidas. Llamo progresos de
su zelo los frutos infinitos que han producido los Exer
cicios Espirituales de San Ignacio: los servicios que
hicieron á la Iglesia sus primeros discipulos : y quan
to hicieron por ella los sucesores de los primeros dis
cipulos : en fin el termino feliz de su carrera y de
sus
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294 TABLA Y ANALYSIS
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