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REY DE FRANCIAs 2,
TOMO QUINTO,
FESTIVIDADES,
EN MA D RID.
AÑO DE M.DCC.LXXXVI.
POR D ON B L AS RO MAN
Impresor de la Real Academia de Derecho Español
y Publico.
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.
Wºndense en casa de D. Antonio Baylo calle de las carreta,
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TA B LA
DE LOS
S ER MO N ES
DE la Circuncision. Pag, r.
De la Purificacion. 45 •
De la Encarnacion. 89.
De la Santisima Trinidad. I 29.-
Del Santisimo Sacramento, ó Corpus Christi. 184.
De la Concepcion. 277.
Platica, o Instruccion sobre las Indulgencias y
fubileos. 265.
Tabla y Analisis. 3o7.
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PAG. 1.
SER MON
DE LA CIRCUNCISION
DE N. S. JESU-CHRISTO.
(1) Ad Philip. c. 2. v. 8. . . . . . . . -
DE LA CIRcuNCISION. 21
(1) Ad Tit. c. 2. v. 1 1.
24 SERMo N
debe , sino à la efusion de su propía sangre.
O nombre de Salvador, ô nombre de Jesus, nom
bre de paz y de amor, nombre de gracia y de ben
dicion! ô nombre dulcisimo de Jesus que serenas los
temores, que resucitas las esperanzas, que apaciguas
las tormentas de las pasiones, que enfrenas el poderio
del espiritu infernal, que consuelas en las tribulacio
nes, que fortaleces en los peligros, que disipas el
ayre infecto de la concupiscencia , que estimulas el
fervor, que enciendes y conservas el fuego del amor
divino ô nombre suavisimo de Jesus persevera siem-.
pre indeleblemente grabado en nuestras almas, haz que
la lengua de los parvulos se desate pronunciandote;
que no aprendan à hablar sino aprendiendo à invo
carte 5 que las ultimas articulaciones de nuestra mo
ribunda voz sea vuestra invocacion ; que vivas y rey
nes en nuestros corazones para encender nuestro amor,
para excitar nuestra gratitud, y para darnos aliento
y facilidad de cumplir con todas las obligaciones que
.
nos 1mpones. - - -
SE GUND A PARTE.
(1) S. Matth. c. a 1. v. ; 1.
36 , SE RM o N
Señor,
PRIMERA PARTE.
.
* --
-
- DE LA PORIFIcAcioN. 5 I
PAR
7o SE RM o N
PARTE SEGUNDA.
º () Psalm, ros. v. ; 3.
-
- º - s
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DE LA PURIFICACION. 75
SERM ON
PARA EL DIA DE LA ENCARNACION.
Quod nascetur exte sanctum , vocabitur, filius Dei.
- - e
El divino infante que nacera de tí, sera llamado hijo
de Dios, San Luc. cap. I,
PRIMERA PARTE.
() Ps, 4. c. 3. .
2d . ...
\
DE LA ENCARNACION. 93
cierto necesidad de salir de vuestro estado, ni de le
vantaros sobre vuestro estado para encontrar y ad
quirir la verdadera grandeza. La verdadera grande
za no depende de esas pomposas distinciones de titu
los, de empleos, de honores, de dignidades que fo
mentan la vanidad humana. En qualquiera estado
que os halleis, de vosotros unicamente depende ser
solida y verdaderamente grandes , supuesto que la
verdadera grandeza no reconoce otro principio, ni
estriva en otro fundamento sino en la virtud, inde
pendiente siempre de la diferencia de clases yy de
condiciones.
Quereis de ello una prueba evidente No salga
mos para buscarla del misterio de este dia. Maria
declarada madre de Dios, nombrada madre de Dios,
destinada para ser madre de Dios 3 es sublimada à
una grandeza superior à toda grandeza, à una gran
deza, que no dexando sino à Dios sobre Maria, po—
ne debaxo de Maria todo lo que no es Dios ; y esto
es lo que ocasiona vuestro asombro, y sobre lo que
debo daros alguna instruccion. Lo que principalmen
te miró Dios en Maria para levantarla à la alta dig
nidad de madre suya, º fue la virtud : luego en los
divinos ojos no hay grandeza verdadera sin virtud.
La misma Reyna de los cielos prefiere la perfeccion
de la virtud à la maternidad divina: luego la suma
grandeza consiste en anteponer la virtud a toda la
grandeza. Dos utilisimos documentos que nos sumi
nistra este misterio, y que procuraré explicaros.
I. Queriendo el Verbo divino dexar el seno de
su Eterno Padre para estrecharse dentro del seno de
una madre mortal, se prepara una madre digna de él,
si es posible : y para esto es necesario, que entre to
das
94 SE RM o N
(1) Ibid. .
- de la ENCARNAcroN. 97.
y equitativa, inocente y modesta. Porque una indi
gencia que se irrita con las murmuraciones, que se
desahoga en quexas, que se consuela con invectivas,
que se contrista con desconfianzas; una pobreza que
por orgullo no se manifiesta, y que se apura y abate
con la desesperacion 3 una pobreza que se indigna con
sus infortunios, ó envidia la felicidad agena; una po
breza que no perdona à Dios los males que padece,
ni à los ricos los bienes que poseen 3 una pobreza que
desearia salir de su miserable estado aunque fuese à
costa de injusticias y maldades, ü olvidar y desen
tenderse de sus propias penalidades, entregandose à
los mas vergonzosos deleytes. Porque semejante po
breza no fue ni será jamas sino objeto de abomina
cion ante aquel Dios, que quiso ser pobre por elec
cion y preferencia, pero que es necesariamente san
to por esencia, ante aquel Dios que solo reprueba
en la opulencia lo que tiene de peligroso para la vir
tud, y no ama en la pobreza sino lo que tiene de
opuesto al Vicio. De suerte que la union de estas dos
calidades, de pobreza y de virtud, de una pobreza
elevada y enoblecida por la virtud, de una virtud
acrisolada y consagrada por la la pobreza, fue la que
disponia y habilitaba especialmente à Maria para ser
madre del Verbo Encarnado; porque una madre po
bre y abatida convenia à un Dios pobre, una ma
dre santa debia ser madre del Dios de la santidad; de
suerte que la pobreza de Maria sin sus virtudes,
no le hubiera servido de merito alguno delante de
Dios, ni las virtudes de Maria constituida en otro
estado y fortuna no hubieran tenido relaciones tan
intimas, y estrechas con los divinos designios.
Consideracion oportunisima para consuelo de
aquellas personas, que ô por su humilde nacimiento,
- Tom. Va N ô
98 SE R M o N
(1) S. Matth. c. 7. v. 2 3.
IIO - SE R M o N
cer gran fortuná en el mundo, ved ahí en lo que se
piensa, y en lo que se piensa demasiado. Pero quién
de nosotros piensa en engrandecerse con la virtud, en
enriquecerse con los tesoros de la virtud, en honrar
se con la librea de la virtud, y à este fin estudiar
los caminos de la virtud, adiestrarse en la virtud,
cautelar la virtud, no arriesgar, no aventurar, no
exponer temerariamente la virtud Ni cómo es po
sible que pensemos en ello Dirélo y no se nos llena
rá el rostro de rubor al oir lo que tan sin verguenza
executamos Hallase entre nosotros la virtud tan despre
ciada y tan desacreditada, que la reputamos como una
calidad que nos deshonra y afrenta. Nunca se ha oido
con mayor escandalo y descaro que en nuestro tiem
po aquella vergonzosa maxima con que satirizó el
otro poeta Romano à su siglo menos estragado aca
so que el nuestro: virtus post nummos : la virtud se
ha de buscar despues del dinero, despues de todo;
todo en fin antes que la virtud. Levantarse sobre el
polvo de su nacimiento humilde por medio de bulli
ciosas diligencias y pretensiones: introducir la opu
lencia en una casa, atonita y asombrada de verse ri
ca y aplaudida de repente; hacer que anden postra
dos y sumisos en nuestra presencia aquellos ante
quienes nosotros anduvimos sumisos y postrados; y
á fuerza de adorar el idolo de la fortuna trepar final
mente sobre el altar, y hacerse el idolo y el objeto
del culto y adoracion pública, ved ahi la obra mas
excelente del ingenio humano, y el milagro de la saga
cidad y diligencia humana; ved ahí el merito superior
à todo merito, merito á quien la virtud nada puede
casi añadir ya segun las ideas del mundo corrompi
do, y à quien la falta de virtud apenas puede degra
dar ni obscurecer. La riqueza suple por la virtud, y
- la
DE LA ENcARNAcioN. II r
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DE LA ENCARNAcroN. 2
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124 . SE RM o N
-
DE LA ENcARNAcioN, R 125
celestíal doctrina, de la solicitud y concurso del pue
-blo que anhela por seguirle y escucharle, es solo pa
ra ver formarse la tempestad que ha de disponer y
terminar finalmente aquella sangrienta y tristisima es
cena, cuya representacion nunca se la caia de la me
moria. Y quál pensais quedaria esta desconsolada ma
dre, quando se le puso delante este hijo, tiernisimio
objeto de su amor, agoviado del peso de la cruz,
quando por el rastro de la sangre le seguia hasta el
Calvario, quando escuchaba los postreros ecos de su
moribunda voz, quando depositaron entre sus brazos
aquel cardeno y desfigurado cadaver, que solo se de
xaba reconocer de los ojos de una madre No hubo
ciertamente jamas, despues de los tormentos de Jesus,
dolor semejante al de Maria, porque jamas hubo cora
zon que supiese amar tanto, ni hijo tan digno de ser
amado. - si lº º -, º º
Estos son, catolicos, los gages que le valió à
Maria la honra de la maternidad divina; no tuvo
un momento de gusto; pero ni tampoco mostró la
menor flaqueza: la virtud del hijo sustenta à la ma
dre, la qua padece con él, y con la debida propór
cion que debe haber siempre entre la criatura y el
criador, padece como él: stabat juxta crucem. Y“asi
como Jesu-Cristo no profirió palabra alguna que no
fuese digna de un Dios, tampoco Maria exhala nin
guna quexa que sea indigna de la madre de tin
Dios. Derramar lagrimas, mientras que Jesus derra
ma su sangre; venerar el amor de un Dios que mue
re victima de su propio amor; amarā Jesus e imi
rarle, en estas dos palabras se encierra la historia de
Maria, la de su grándeza, y la de su conducta. Es
te es el exemplar de grandeza y de conducta que de
ben seguir, y con que se deben conformar todos
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SER MON
D E LA F E.
PA RA LA F.I.E.S.T.A.
DE LA SANTISIMA TRIN ID A D.
PRIMERA PARTE.
(1) * Ad Ephes. c. 4. v. 4. y 5.
138 SERM o N
(1) Ad Heb. c. 4. v. 12 • -y -
14O SERM o N
146 SERM o N
-
s • o ,
DE LA Fá. 147
que esta navecilla en un mar lleno de escollos y de
rocas , sacudida de tantas olas y tormentas, sin em
bargo del sueño, ö negligencia, y si asi lo quereis,
sin embargo de la perfidia de sus pilotos , impeli
da siempre por la marea suave del Espiritu Santo, ja
mas hizo naufragio alguno.
No, catolicos, no hay que desconfiarnos de la Igle
sia ni de las pasiones de los que la gobiernan ; des
confiemonos antes de nosotros mismos y de nuestras
pasiones propias. Arrogancia de ingenio y hinchazon
de ciencia: prurito de la novedad y de la curiosidad:
tentacion halagueña de la libertad y de la indepen
dencia: amor à la estimacion y gloria mundana: incli
naciones viciosas del corazon: enlaces y empeños de
humanas amistades: de aquí, de aqui puede resultar
la decadencia de nuestra fé, la perdida de nuestra
fé, y no de las pasiones de los que dirigen el go
bernalle de la Iglesia ; porque sabra Dios sin necesi
tar de ellos, y si conviene, contra las mismas inten
ciones dellos, servírse de su ministerio para estable
cer y mantener el imperio de la verdad: Non aliun.-
de , dice San Cypriano, non aliunde in ecclesia sunt
haereses, quam quod sacerdotibus non obtemperatur. Lo
cierto es, que nunca abortarían heregias , si fuese
mos obedientes à los Prelados; porque por medio de
esta obediencia nos conformaríamos siempre con la
doctrina de Jesu-Cristo que los envia, y à quien re
presentan. -
guno de ellos? -
(1) Job c. 4. v. 3. - -
I 54 SE R M o N
172 SB RM o N
. ..." ) -
A
176 SE R M o N
ks. l
Por dónde pues y porqué pueden disputar
Pro
los
182 SERM o N
Protestantes esta unidad à la silla de San Pedro ? Sa
beis porqué, catolicos º porque una autoridad que
violenta y cautiva el entendimiento, que anula y
condena sus juicios y discursos, una autoridad abor.
recible al orgullo humano, se hace bien presto sos
pechosa: todo lo que lisonjea à nuestros deseos, nos
parece santo e inviolable, dice San Agustin: quod
cumque volumus, sanéium est. Por esta misma razon
todo lo que contradice nuestro gusto, nos parece malo
y reprobado. Todas las sectas recurren à la razon co
mo a su maestro y guia principal: la razon interpre
ta las Sagradas Escrituras, explica los oraculos de los
Concilios, decide de los monumentos de la tradicion:
los catolicos solamente se han sujetado siempre à reci
bir y adoptar la regla de sus juicios por la de los age
nos. Hay hombres à quienes impacienta y fatiga es
ta violencia, y dicen con Israel indomito: nosotros
queremos seguir los pensamientos de nuestro cora
zon, y vivir como las demas naciones al arbitrio de
nuestros deseos : ibimus post cogitationes cordis nos
tri. Y lo que duele mas es que estos hombres son tal
vez como Tertuliano; notables por sus talentos y
austeridad de vida: unos santos en fin , si pudiera
haber santidad sin sumision. Ay! quánto mejor fue
ra que tuviesen menos talentos, pues asi no abririan
à la Iglesia llagas tan profundas, y ella no tendria
tanto motivo de llorar su caida quánto mejor se
ria tambien para ellos, porque perecerian solos, y
no serian responsables de tantos como precipitan
con sus exemplos y doctrina en el despeñadero de la
perdicion!
Tendremos pues valor, amados oyentes mios,
para exponer nuestra fé, y nuestra salvacion à tan
grandes peligros Pongamonos de acuerdo con noso
" fro$
- /
DE LA Fé. 183 -
* - . -, - - SER-.
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- PA RA LA FIEST A
(1) A Phil. c. 2. v. 7. - º *
I92 SE RM o N
vez debidamente, amados oyentes mios? y conseguí
ré yo daroslos à entender unos milagros tan admi
rables aun en el orden y esfera de milagros, quanto
lo son los demas milagros en el orden de la naturale
za. Porque qué fueron los milagros que obró Jesu
Cristo en el discurso de su vida mortal fueron unos
milagros obrados para testificar su divinidad, para
desvanecer las sombras que ocultaban su divinidad,
y para dará conocer y hacer que fuese adorado en
el hombre que se veia, el Dios que no se veia. Pero
quáles son los milagros que obra Jesus en el augusto
Sacramento del altar 3 milagros que obra con el fin de
ocultar su humanidad, y de eclipsar su divinidad;
milagros que tienen por objeto hacer igualmente des
conocido lo hombre y lo Dios; milagros que lejos de
contribuir y facilitar la fé de su real presencia, son
el mayor impedimento que tiene que vencer esta mis
ma fé; milagros que lejos de persuadir à la fé con su
evidencia, parece que apartan de ella con sus aPa
rentes contradicciones; milagros que lejos de atesti
guar la fé deste altisimo misterio, son ellos mismos
el misterio que necesita de mayor fé. Vese pues maniº
fiesto que Jesu-Cristo obra en la Eucaristia comº
Dios; pero quanto mas obra como Dios, menos lº
parece, y obra solamente para no parecerlo Pºr º
to muda, altera, confunde las leyes de la naturaleza,
causando como cierta ilusion por explicarme así, a
nuestros sentidos, à nuestra imaginacion , à nuestro
entendimiento, y à nuestra razon: de modo que to
do lo que es necesario creer, es contrario a lo que se
vé; y asi como lo que obra Dios en este misteriº º
el ultimo esfuerzo de su omnipotencia, el comunicº
la fé de todo esto, es, si me es licito explicarme as,
el mayor milagro de la gracia ; y el recibirla ºsº
Ildº
DEL SANTismo SAcRAMENro. 193
mayor maravilla de la fidelidad y docilidad humana,
y el mas ilustre obsequio y vasallage, que la razon
humana puede tributar à un Dios abatido y anonadar
do: semetipsum exinanivit. - -
*- , . - b 2 hi
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196 - SERM o N
hibe, y se afrenta de hacer lo que se le manda: Deus
erat in Christo mundum reconcilians sibi.
Jesu-Cristo está en nuestros sagrarios como un
Dios compungido, rogando y gimiendo por los peca
dos del mundo 3 y Dios está en Jesu-Cristo desagra
viado por las ansias y suspiros de este Dios santo, de
tantos pecados que comete el mundo, y que el mundo
no conoce ni quiere conocer; de tantos pecados que Dios
castiga con tanto rigor, y que el mundo reputa por una
nonada; de esas murmuraciones festivas e ingeniosas,
de esas detracciones finas, maliciosas, e hipocritas, que
sacarian menos sangre, si ocultasen con menos arte la
intencion dañada, y que hieren tanto mas inhumana
mente à la persona contra quien asestan sus tiros, quanto
lisonjean y regalan mas sabrosamente los oidos de los
que las escuchan 3 de esas antipatias y aversiones se
cretas, que sabiendo tal vez violentarse hasta llegar
à no quebrantar las atenciones de la urbanidad, no
- saben descender y acomodarse à los sentimientos y
los oficios de la caridad; de esa exquisita delicadeza
y sensualidad, hija de un amor propio, diestro en
condimentar los deleytes, y en precaverse contra to
da incomodidad 3 de esa vida deliciosa e indolente
que no menos ignora los fervores de la inocencia,
que los rigores de la penitencia; de esa vida ocupa
da en continuas fruslerias y pasatiempos, tan infruc
tuosa para el mundo como para el cielo ». de esa vida
que traen esos hombres de bien segun el concep
to del mundo, que en el juicio humano parece no
porque viven al parecer
carecen de ninguna virtud y
dos
aparta de todos los vicios, al paso que en los ojos
de Dios hierben tal vel en vicios por lo mismo que
les faltan tantas virtudes Deus erat in Christo mun
du m oncilians sibi, - º . lº
-- r rec --º- º 3 º Ese
DEL SANTISIMo SACRAMENTo. 197
Está ultimamente Jesu-Cristo en nuestros Sagra
ríos contraponiendo un Dios sacrificado por los hom
bres à un Dios ultrajado por los hombres; la reno
vacion de su augusto sacrificio à la profanacion de es
te mismo sacrificio ; un Dios de paz y de amor à un
Dios de ira y de venganza 3 y Dios está en Jesu
Cristo olvidandose de su justicia para no acordarse
sino de sus misericordias; apartando sus ojos de los
pecadores para ponerlos solamente en el Dios de la
santidad : Deus erat in Christo mundum reconcilians
sibi.
Ní cómo era posible, catolicos, que si no tuvie
semos en Jesu Cristo una victima de propíciacion, pu
diese mirar Dios pacientemente el diluvio de malda
des que cubre la faz de la tierra º Alcanzamos un
siglo de tanta disolucion e impiedad, que con la des
verguenza insolente de sus disoluciones parece ha con
seguido que los ministros Evangelicos no se atrevan à
reprehenderselas con libertad. Atreveréme pues yo
discurriendo por las diversas condiciones de los hom
bres, à pintar el desenfreno y los escandalos de la
grandeza, los regalos y la presuncion de la opulen
cia pero qué digo se conocen acaso ya entre noso
tros distinciones de clases, ni desigualdad de fortu
nas Grandes y pequeños, plebe y magistrados, es
posos y esposas, ciudadanos y soldados, à todos los
veis ya confundidos por el olvido, por el desprecio de
todos los respetos y distinciones de la edad, del sexo, del
nacimiento, del estado, del empleo: sin dar lugar en
tre sí à la emulacion del merito y de los talentos, as
pirando unicamente à la ribalidad y competencia de
pecados, y pasiones delinquentes, solo pretenden pre
ferirse los unos à los otros en la vileza del interes, en
El fausto y suntuosidad del luxo, en los insensatos de
- Vd
198 SERM o N
vaneos y rabiosas envidias de la vanidad, en las traí
ciones y perfidias de la ingratitud, en los furores y
venganzas del odio, en las atrocidades profundamen
te disimuladas de la ambicion, en las infamias y vo
racidades de la sensualidad ; hombres en fin que no
son cristianos, ni son hombres sino para afrenta del
cristianismo y de la humanidad. Pero corramos un
velo sobre el lastimoso espectaculo de sus vicios; y no
los consideremos sino por las reliquias de su virtud
que parece conservan todavia, ö por mejor decir por
lo que ellos llaman virtudes.
Porque qué viene à ser su prudencia º sino un ta
lento de artificio y de impostura, que sabe reducir
à ciencia la mentira, y à arte los misterios de iniqui
dad, canonizando politicamente los delitos necesarios
para promover cada uno su fortuna. Qué su probidad?
sino una afectacion hipocrita de honradez munda
na, desmentida siempre por la oculta malicia del
corazon, y negada muchas veces por la execucion
de injusticias verdaderas y horribles. Qué sus amista
des º sino unos enlaces y conexiones fundadas unica
mente en amor propio, cuya fragil e incierta dura
cion depende de los caprichos de la muerte, y de
las veleidades del ingenio humano, mas inconstan
te todavia y mas movible que la fortuna. Qué Su re
ligion sino un complexo casual de ideas extravagan
tes, de frivolas opiniones, de dogmas arbitrarios:
cahos tenebroso de donde extrae el corazon una va
na sombra de divinidad, que se fabrica segun el an
tojo de sus deseos: obra del amor propio y de la coa.
cupiscencia: divinidad à quien no conceden OtO ati
buto de perfeccion , sino una bondad indolente y,
ociosa, que no exige ningun culto , que nº casti8º.
ningun delito, que nº premia ningunº Virtud, que
- -
-
nO -
DEL SANTISIMo SACRAMENTo. I99
(1) Ps.83. v. 1 o. .
2OO SE R M o N
y por ellos muero todos los dias una muerte mistíca
e incruenta; estos son los hijos de dolor que engen
dré en la cruz, y que acabo de criar en el sagrarios
ellos son mi pueblo y mi herencia; ellos se apartarán
de los caminos torcidos del vicio ; ellos abrazarán la
virtud; yo les hablaré al corazon: yo los moverés
ellos vendran arrepentidos, y convertidos à pediros
conmigo y por mi medio el perdon que te pido yo por
ellos. Me privarás de esta dulce esperanza? te olvi
darás de que si son unos hombres que te ofenden,
yo soy un Dios que te honra han de ser ellos mas
poderosos para perderse, que yo para salvarlos? y se
ras tu mas juez suyo, que yo padre de ellos Respi
ce in faciem Christitui. -
º.
- º ,
* Se
DEL SANTISIMo SAcRAMENTo. 2 o3
las demas Iglesias, y cuyo principio ninguna Iglesia
vio;como al Dios de aquella Iglesia de paz y de con
cordia, que no permite ninguna division ni cisma en la
fé, y que no es tolerada por ninguna heregia, por
que ella no tolera heregia alguna; de aquella Iglesia
catolica y universal que tiene por su herencia a to
das las gentes, por limites à los terminos de la tier
ra: como al Dios de aquella Iglesia Romana, ma
dre y maestra de todas las demas Iglesias, que reco
noce por su cabeza, y pastores à los mismos à quie
nes confió Jesu-Cristo la guarda de sus ovejas; co
mo al Dios de aquella Iglesia inmortal y eterna, que
si bien tantos errores han podido combatirla, nin
guno ha podido destruirla; porque estrivando en
el baculo de la cruz, y asegurada de la palabra de
Jesu-Cristo , ve extirparse, y caer sucesivamente
al rededor de sí las sectas abortadas por la insolencia
humana, mirando como se suceden las unas à las otras
al modo que las olas se sacuden e impelen unas à otras;
combatida siempre, vencida nunca; pasan los siglos,
y ella permanece , siempre; los años desaparecen, y
ella no siente la injuria de los tiempos. ,
(1) Isai. c. 2. v. . .
bEL SANTIslMo SAcRAMENTo. 209
Dd 2. Va
2 I2 S E RM o N
r PARTE SEGUNDA.
tad y gracia, - º
=
—-
(1) Gen, c. 2o. v. 16. - . . . .
***
. *
222 SE RM o N
dad, he tenido la audacia de provocarle hasta en su
mismo tabernaculo, de despreciar sus iras y vengan
zas, como si fuese alguna de aquellas deidades faltas
de poder, cuya colera fantastica no tiene otro vigor
ni fuerza, que la que le quiere dar el ignorante y su
persticioso vulgo.
Con que habita Dios en nuestros templos qué
es lo que he hecho pues, y qué es lo que no he debi
do hacer Ah, catolicos si la antorcha de la fé no
se ha extinguido enteramente en nosotros, si todavia
despide alguna centella, de qué arrepentimiento,
de que dolor tan vivo no deben penetrarse nuestras
almas Porque, si segun aquella advertencia de San
Agustin: piensa si eres reo del cuerpo del Señor: Co
gita ne sis reus corporis Domini, introduxesemos cada
uno de nosotros la mano en nuestro pecho, y po
niendo silencio al bullicio de nuestras pasiones, qui
siesemos dar oidos à la voz de la gracia, de quántos
pecados no nos hallariamos reos -
- - SER
SER MON
DE LA CONCEP CION
DE MARIA SANTISIMA.
Per unum hominem peccatum in hunc mundum ín.
travit... in quo omnes peccaverunt.
PRIMERA PARTE.
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DE LA CoNCEPcioN. 237
gios y halagueñas mentiras de la lisonja. Complacese
à los hombres con solo el deseo de complacerlos, per
suadiendolos que nos caen en gracia, engañandolos, y
dexandose engañar; complaceseles todavia con mas se
guridad con el poder y valimiento, con los benefi
cios y mercedes que se les hacen, y muchas veces ,
solo con las que esperan recibir 3 porque el que pue
de valer, ô persuadir que con el tiempo podra ser
util, no dexa de agradar y bienquistarse: compla
ceseles finalmente sin virtud alguna, y tal vez pa
ra complacerlos, se emplean las pasiones y las mal
dades. -
- No sucede asi con nuestro Díos: porque aunque
por otra parte te halles constituido en la mayor gran
deza, si no eres mas respetable por tu virtud, que
por tus talentos y tu opulencia, reputate por abomi
nable en su presencia; pues sujeto nuestro Dios, y
como constreñido por las leyes de su propia santi
dad, ya solicita, ya huye : ya se ofrece, ya se nie
ga : ya se comunica, ya se retira segun los vicios, ô
las virtudes que observa. , , , , , o
... Si Dios pues no miró con odio à su madre ni por
el brevisimo espacio de un solo momento, fue por
que ella no estuvo sujeta al pecado ni un solo instante.
Amala su divina Majestad no solamente porque ha de
nacer de ella el Santo de los Santos, sino especialmen
te porque ella es santa: sin cuyo privilegio y exce
dencia hubiera sido despojada de todas las demas pre
rogativas. Ello es que para poderla amar siempre
Dios, fue necesario que empezase por preservarla de
pecado : y cómo pensais que la manifestó este amor
tan ardiente y tierno? el
--3. Dios quiere conceder à Maria una gracia que
corresponda à la magnificencia de un Dios, y à la
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238 .y SE RM o N
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DE LA CoNCEPeroN. 243
ser el objeto de semejante amor. Con que era necesa
- rio que para amar Dios á Maria con un amor que
fuese digno de un Dios, y de la madre de un Dios,
fundase su amor y le hiciese consistir en preservarla
del pecado, en darle su gracia, y en no darle sino
su gracia, en sembrar la tela de su vida de virtudes
y de cruces , entretexiendosela de santidad y de
penas.
Y nosotros, amados oyentes mios, hemos medi
tado y entendido alguna vez, y lo entendemos aho
ra, quanto aborrece Dios el pecado º Y si lo compre
hendemos, podemos dexar de estremecernos al con
siderar la horrible contradiccion de sentimientos e
ideas, que el misterio de este dia nos hace ver entre
Dios y nosotros? un Dios que queriendo elegirse una
madre, no puede consentir que aquella a quien des
tina para la alta preeminencia de la maternidad di
vina, sea concebida en pecado; un Dios que querien
do que no hubiese un momento en que dexase
de amar à su madre, se ve obligado à empezar por
preservarla de pecado; un Dios que queriendo dar
à su madre una prenda de su amor, no le da otra ma
yor sino la de preservarla de pecado ; con qué
ojos nos parecerá que mira en nosotros, que no so
mos sino unos esclavos, unos rebeldes, unos insolen
tes, esos pecados que no son obra de una voluntad
agena, sino pecados propios y personales; esos peca
dos que no son pecados de origen y de necesidad, si
no pecados de eleccion y de voluntad; esos pecados
que no son pecados de solo un momento, sino peca
dos de muchos dias y de muchos años; esos pecados
que no se miran como una calamidad, que llora y
de que se averguenza el hombre, sino como unos
pecados en que se complace, y de que se gloria: por-.
2 que
24.4 SER M oN r
- abOI
DE LA CoNCEPcioN. 247
aborrecimiento. Ahora calla su divina Majestad, aho
ra guarda silencio; pero llegará el dia, dice el Profe
ta, en que levantará la voz los cielos y la tierra se
estremecerán con el estampido de su trueno: superip
sos in caelis tonabit. (1) Este momento pues que ahora
logras, es momento de gracia y de misericordia to
davia; y qué sabeis, si el momento siguiente será el
momento de las venganzas Esperas convertirte des
pues: ô insensato con que presumes convertirte ma
ñana, y acaso moriras hoy ! Qué diras, que respon
deras si de repente eres presentado en el tribunal de
aquel Dios despreciado e indignado En vano impu
taras tu pecado à la infelicidad de tu origen, à tu fla
queza, á tu fragilidad. Pues para destruir tan frivo
los pretestos, basta poner los ojos en Maria. Si la feli
cidad pues y la gloria de Maria concebida en gracia,
os han enseñado à conocer y à temer el pecado; la
conduóta y el exemplo de Maria concebida en gracia
os enseñaran ahora à condenar el pecado y sus es
Cll SaSe - - -
SEGUND A PA R TE. -
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DE LA CoNCEPcioN. 249
(1) Eccles. c. 3. v. a 7»
DE LA CoNCEPcioN. 255
facilidad y espantosa costumbre en dexarse arrastrar
del primer estimulo y halago de las pasiones.
Luego engaño y error manifiesto, intentar que
solamente pecamos porque nacemos en un estado de
miseria y de pecado. Porque aunque nuestro origen
fuese el mas santo y el mas puro, con la vida que trae
mos, no por eso seriamos mas justos. El primer hom
bre, pregunto, nuestro padre Adan no fue criado
en el estado de inocencia y de felicidad, que tanto desea
mos nosotros y por qué tanto suspiramos. No ignorais
pues que incurriendo en la misma malicia que noso
tros , su desobediencia le hizo pecador como noso
tros, haciendonos à nosotros pecadores como él.
Quiero dar un paso mas adelante 3 y sin genero de
recelo afirmo que Maria, sí, la misma madre de Dios:
Maria, si hubiera traido la vida que nosotros, no
hubiera sido al principio tan dichosa, sino para ser
despues mas delinquente. Me explicaré. Es cierto que
Maria en calidad de madre de Dios recibio las mas
copiosas gracias. Pero no nos engañemos: sobre qué
gracia se fundó especialmente todo el cimiento de su
predestinacion sobre una gracia de fuga y de re
tiro del mundo, sobre una gracia de vigilancia y de
precaucion. -
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DE LA CoNcepcioN. 26
desagradan al mundo. .
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sOBRE LAS INDULGENCIAS
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soBRE LAS INDúLoENcIAs, y Jubil Eos. 269 .
do de estas palabras de Jesu-Cristo, palabras tan gran
des, tan sublimes, tan divinas: mi Padre me ha da
do todo poder en el cielo y en la tierra; yo os doy à
vosotros todo lo que mi Padre me ha dado; yo os
envio como mi Padre me envio à mí, yo deposito en
vosotros toda la potestad que él depositó en mí, y
para que seaís revestidos de ella, recibid el Espiritu
Santo: en virtud de esta autoridad que yo he recibi
do de mi Padre, y de la consagracion que yo hago
en vosotros por medio de la infusion del Espiritu San
to, qué poder tendreis vosotros. Segun. la interpres
tacion de los dos Heresiarcas de estos ultimos siglos,
toda esta potestad se reduce y limita à separar del
cuerpo visible de la Iglesia, ô restituir à él à los que
hubiesen sido descomulgados y expelidos de ella: es
to es, que esta potestad no se pareceria à la de Jesu
Cristo, el qual irrefragablemente tiene el poder de
atar, y de absolver, y él mismo declara que da y
comunica à sus Apostoles la misma potestad que reci
bio de su Padre... . . . . -
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-
-- y
278 PLATICA, ó INSTRUccioN
y santos Padres, segun la doctrina constante de
la Iglesia, los gemidos, las lagrimas, los abatimien.
tos, las mortificaciones del penitente no son ni llegan
à ser satisfaccion suficiente y proporcionada à la in
juria, que el pecador hace à Dios con la culpa sino en
quanto las satisfacciones del hombre, dispuesto con
los sentimientos y el exercicio de una verdadera pe
nitencia, se une à las satisfacciones de nuestro divi
no Redentor, y en quanto reciben su merito de los
meritos deste mismo Redentor divino. Por lo que mira
à Jesu-Cristo sabemos que pudo querer, y realmente
quiso que los meritos de su redencion aplicados al pe
cador fuesen en ciertas ocasiones tan abundantes, que
el pecado quedase entera y plenamente perdonado en
quanto à la culpa y la pena: de lo qual vemos un exem
plo en la conducta que nuestro adorable Salvador ob
servó con la Magdalena, y el buen Ladron. Pero pre
guntase: ha comunicado à su Iglesia Jesu-Cristo es
ta potestad de aplicar sus meritos con aquella pleni
tud, con aquella abundancia que lo borra todo, que
lo perdona todo Es indubitable que podia, y que
puede. ¿Pero lo quiso, y lo quiere ? Ahora es quan
do hablando propiamente empíeza el examen y la in
vestigacion de lo que se llama indulgencia, y jubileo,
Quál es pues la naturaleza, la eficacia, y la ampli
tud de la potestad que ha concedido y concede Jesu
Cristo à su Iglesia en quanto à la pena del pecado?
Solo la Esposa puede informarnos de la voluntad y
designios del Esposo ; y el Espiritu Santo es imposible
que permita que se engañe, ignorando un poder ver»
dadero y efectivo, si lo tuviese, ô persuadiendose que
poseia un poder aereo y fantastico.
7. Traed à la memoria, señores, que el atre
vimiento en declamar contra las indulgencias fue el
pri
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- " .. - Los
3o4 - Platica, ó INSTRUccroN
º Los sectarios, enemigos mortales de la Iglesía, no
se cansan de repetir en sus escritos que las indulgen
cias y los jubileos son unas gracias perjudiciales, que
destruyen la penitencia en estos siglos de escandalo y
de disolucion, que debieran ser mas penitentes y mor
tificados por quanto son mas delinquentes y mas fe
races en maldades, -
Declamacion injusta à la verdad. No por cierto,
la gracia y la virtud de los jubileos e indulgencias
no es el escollo, ni la ruina de la penitencia. ¿Por ven
tura no dexan estas gracias en todo su vigor la satis
faccion que es esencial ô indispensable para el valor
del Sacramento de la Penitencia El ministro, en cu
yo pecho deposita el pecador la triste relacion de sus
miserias, no está obligado à proporcionar los reme
dios à la muchedumbre y profundidad de las llagas,à la
gravedad de las ofensas, à la fragilidad y malicia del
corazon, à la violencia e imperio de la costumbre?
qué otro remedio pues mas oportuno que una vida
penitente y mortificada ? ¿Por ventura no dexan es
tas gracias en todo su vigor la penitencia cristiana y
Evangelica, que los teologos llaman la virtud de la
penitencia, aquella penitencia, cuyo exercicio es tan
obligatorio para el justo y el pecador, pero de ma
yor y mas estrecha obligacion para el pecador, que
para el justo la observancia por exemplo de los ayur
nos y abstinencias que manda la Iglesia, huir de los
placeres, del juego, de los teatros, de la vida indo
lente y deliciosa, de todo lo que lisonjea la concu
piscencia, y fomenta el amor propio ¿Por ventura
no dexan estas gracias en todo su vigor la penitencia
preservativa tan necesaria al pecador arrepentido, de
bilitado con la activa ponzoña de la culpa, que tan
de asiento reynó en su corazon, debilitado con las
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el punto que se extracta, y el segundo
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de la Encarnacio . ..
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32 o TABLA Y ANALYsis
Igle
DE Los SERMoNEs. 32 I
Iglesía que su idioma seria el idioma de la fé;
-y asi quando la Iglesia habla, no hay mas que
rendirse. Con que necesidad de sumision fundada en
las promesas de Jesu-Cristo, y ahora añado, funda
da tambien en la naturaleza de la religion establecida
por Jesu-Cristo. Pag. 139. 154.
III. Porque qué cosa son los dogmas de la reli
gion son unas verdades solidas, pero sublimes, que
exceden infinitamente los limites de nuestro entendi
miento: verdades que muchas veces se dexan de creer
luego que se examinan e indagan con temeraria cu
riosidad: y esta fé que tan facil y tan funesta cosa
es el perderla, qué linage de creyentes encuentra en
la tierra unos hombres, que con escasa capacidad,
y mucha presuncion , tropiezan, y se extravian por
todas partes. Qué remedio pues se ha de aplicar à es
te daño puede acaso aplicarse otro ninguno, sino la
autoridad de los Prelados y la sumision del pueblo?
La experiencia de los siglos pasados tiene acreditada
con la mayor evidencia la verdad de esta sentencia
del Espiritu Santo, que el temerario examen de los
dogmas de la fé excita y enciende guerras universa
les, y jamas concilia paz verdadera. Sumision à la
Iglesia, que pide la naturaleza de la religion esta
blecida por Jesu-Cristo: sumision en fin fundada en
las calidades propias de la verdadera fé, Pag. 154.
lI 62.
IV. No, catolicos, una fé que la Iglesia reprue
ba, no tiene caracter ninguno de la fé cristiana y
evangelica; porque es una fé presuntuosa y temeraria;
por quanto ya no está baxo aquel orden de subor
dinacion y dependencia establecida por Jesu-Cristo.
Ella no es mas que una fé terrena y humana por
. . Tom. V. Ss que
322 TABLA, Y ANALysis
que siendo vuestra fé una fé contraria à la de la Igle
sia, qué puede ser ya sino la fé de vuestras preocu
aciones, de vuestras ideas particulares, de vuestro
orgullo? Ella no es mas que una févil y baxa. En lu
gar de un Señor que desechamos, à quántos señores
no nos sujetamos que nos dominan y tiranizan Ella
no es mas que una fé inconstante y voluble. Quando
la fé es obra puramente de la razon humana, con
trae su misma volubilidad e inconstancia. Edificase,
destruyese, levantase, trastornase: jamas se fixa: ni
se sabe mas que vaguear de opinion en opinion. Sola
mente la sumision à la Iglesia es la que puede mante
ner la unidad de la fé entre los pueblos. Necesidad de
sumision à los juicios que la Iglesia intima y pronun
cia en materias de fé: como lo habeis visto. Aho
ra vereis los caracteres propios de la Iglesia , à
quien pertenece decidir en materias de fé, Pag. 162.
17 I.
PARTE II. Antiguedad, universalidad , autorí
dad, unidad: estos son los caracteres que distinguen la
verdadera Iglesia, aquella Iglesia digo à quien to
ca la decision en puntos de fé, y à quien debemos
rendir nuestro juicio en todo lo que concierne à
la fé. .
I. Antiguedad. Quál es la verdadera Iglesia, sí
no lo es la que fundó Jesu-Cristo La Iglesia pues
que fundó Jesu-Cristo es indubitablemente aquella
que puede manifestar desde los mismos Apostoles una
serie continuada de Pastores y Cabezas de la Iglesia;
aquella que retrocediendo de siglo en siglo, encuen
tra sus primeros pastores, sus autores, y fundadores
en Jesu-Cristo y en los primeros Apostoles; aquella
que no reconoce otro momento de su origen, sino el
,º pri
DE Los SERMoNEs. 323
prímer instante que alumbró el nacimiento de Jesu
Cristo. La Iglesia de Jesu-Cristo existia antes que tu:
puede muy bien decirse à toda secta que se levanta
contra la Iglesia: luego tu no eres la Iglesia de Jesu
Cristo. Pag. 17 1. I75. ,
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