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SER MONES

DEL P. CARLOS FREY DE NEUVILLE


1 PREDICADOR DE LUIS XV. 2,48 -

REY DE FRANCIAs 2,

TRADUCIDOS DEL FRANCES

POR D. JUAN ANTONIO PELLICER


DE LA REAL BIBLIOTECA.

TOMO QUINTO,
FESTIVIDADES,

EN MA D RID.
AÑO DE M.DCC.LXXXVI.
POR D ON B L AS RO MAN
Impresor de la Real Academia de Derecho Español
y Publico.
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.
Wºndense en casa de D. Antonio Baylo calle de las carreta,
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DE LOS

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QUE SE CONTIENEN EN ESTE


T O MO Q U INT O.

DE la Circuncision. Pag, r.
De la Purificacion. 45 •
De la Encarnacion. 89.
De la Santisima Trinidad. I 29.-
Del Santisimo Sacramento, ó Corpus Christi. 184.
De la Concepcion. 277.
Platica, o Instruccion sobre las Indulgencias y
fubileos. 265.
Tabla y Analisis. 3o7.
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PAG. 1.

SER MON
DE LA CIRCUNCISION
DE N. S. JESU-CHRISTO.

Postquam consummati sunt dies octo, ut circumcí


deretur puer, vocatum est nomen ejus Jesus.

Pasados ocho dias fue circuncidado el Niño, y pusieron


le por nombre fesus. San Lucas, cap. 2. V.2 I.

¿ Onque solo vino Jesu-Christo al mundo à pa


decer? quál sera pues el discurso y fin de
una vida, cuyos principios son tan dolorosos Des
preciado el Hijo de David y repudiado por su pue
blo, solo encontró un establo donde nacer, un pese
bre donde reclinarse, unos pañales con que defender
se de las injurias de la estacion inclemente, una po.
bre y afligida madre que con su tierna mano le enju
ga las lagrimas, y unos rusticos pastores que con
sus humildes obsequios reconocen su absoluto impe
rio. Presto sucedera à estos primeros dias de dolor
y de ignominia, otro mas amargo y afrentoso en que
à rigores del acerado cuchillo de la circuncision , cor
re su sangre mezclada con sus lagrimas, en que pa
rece obscurecerse su gloria, y desvanecerse su santi
dad e inocencia; pues en lugar de un Dios parece no se
registra ya, sino un niño bañado en sangre, y co
mo envilecido y vilipendiado con la marca y sello de
pecador. Misterio de un Dios rendido y obediente à
la ley de la circuncision: misterio de donde debia to
Tom. V. A 111 all.
2. - SE R M o N
mar mayor ocasion de escandalo la arrogante piedad
del Judio, y la razon soberbia del Gentil, que del
misterio de la pasion y muerte de un Dios, porque
hay menos oposicion entre el poder del Dios de la glo
ria y de la majestad, y la flaqueza del hombre, que
entre la santidad del Dios de las virtudes, y la me
ra apariencia del pecado : misterio, que es como la ba
sa y fundamento de nuestra fé, y sobre que estriba
la obra de la mediacion de Jesu-Christo y de nues
tra justificacion: misterio por consiguiente, cuya me
ditacion profunda nos interesa en sumo grado asi pa
ra la gloria del hombre-Dios, como para la instruc
cion del hombre christiano : para gloria de Jesu
Christo, digo, y para nuestra enseñanza.
ldos misterios, dice el Apostol, se contienen en
este misterio, es a saber, el misterio de la Circunci
sion de Jesu-Christo, y el misterio de nuestra cir
cuncision en Jesu-Christo : aqui se ve una ley que
Jesu-Christo cumple, y otra ley que Jesu-Christo
nos impone: esto es, la circuncision exterior à que él
se sujeta, y la circuncision interior que él establece.
Quál es pues la razon por que obedece Jesu-Christo
a la ley de esta circuncision exterior, y por qué debe
mos sujetarnos nosotros à la circuncision evangelica
e interior De entrambas dificultades hallo yo la so
lucion en las palabras del tema propuesto: pasados
ocho dias fue circuncidado el niño, y pusieronle por nom
bre jesus. Mirad, amados oyentes mios. Yo entiendo
que el nombre de Salvador que Jesu-Christo quiere
admitir, y que en efecto admite en su circuncision
segun los eternos decretos de la divina Providencia, le
impone à este hombre-Dios la obligacion de la circun
cision legal, y à nosotros la de la circuncision evange.
lica: y sustento que el nombre de Salvador es un titu
lo
DE LA CIRcUNcisioN. 3.

lo de esclavitud que le sujeta à la ley de la antigua cir


cuncision que él recibe, y un titulo de autoridad que
nos sujeta à nosotros à la ley de la nueva circuncision
que él impone. Siento pues, que este nombre de Salva
dor es una obligacion que empeña y sujeta a Jesu
Christo à la circuncision legal y exterior: asunto de la
primera Parte: y que es una obligacion que empeña y
sujeta al christiano à la circuncision evangelica e in
terior : asunto de la Segunda. Imploremos la gra
cia por la intercesion de Maria. Ave Maria.
PRIMERA PARTE.

L nombre de Salvador impuso à Jesu-Christo un


empeño en virtud del qual quiso sujetarse à la
circuncision: pero qué empeño pensais º empeño de
sumision y de obediencia; empeño de zelo y de fi
delidad; empeño de gloria y de conveniencia: em
peño de sumision y de obediencia, porque el carac
ter de Salvador le priva de los derechos que le dis
pensan de obedecer à la ley de la circuncision: empe
ño de zelo y de fidelidad, porque no puede habilitar
se para cumplir con el oficio de Salvador sin cumplir
con la ley de la circuncision: empeño de gloria y
de conveniencia, porque sin detrimento de su gloria,
no puede revestirse de la calidad de Salvador sin obe
decer antes la ley de la circuncision.
Primer empeño de sumision y de obediencia. Je
su-Christo no estaba de ningun modo sujeto à la ley
de la circuncision 3 porque era Dios, y siendo Dios
solo podia dar leyes, no recibirlas; él era la misma
justicia y santidad por esencia, y como justo y san
to, no le comprehendía una ley, cuyo principal fin
segun opinion de muchos Santos Padres, era perdo
A 2 Indº
4 SERM o N

nar y borrar el pecado original; él era hijo verda


dero y unico del Altisimo, imagen viva del poder y
majestad suprema; y en quanto hijo, le era inutil la
observancia de una ley intimada para signo de adop
cion, y para sello y señal de pacto entre el pueblo es
cogido, y entre el Dios de Abran : divinidad, san
tidad, generacion inefable obrada en el seno del Pa
dre y en las entrañas de Maria por obra del Espi
ritu Santo: o, y quantos titulos que le dispensan, y
aun parece le prohiben sujetarse à la ley de la cir
cuncision: ley de abatimiento , de servidumbre y
de dependencia : ley que supone prevaricacion y
pecado.
Es verdad que Jesus es hombre-Dios, hombre
justo, hijo unigenito de su Eterno Padre; pero en
fin es un Dios que adoptó los pecados del mun
do, un Dios que quiere satisfacer superabundan
temente por los pecados del mundo, un justo agovia
do con el peso de las iniquidades del mundo; un hi
jo que quiere tomar sobre sí todas las atrocidades y
prevaricaciones del mundo; pues desde este punto se
le derogan todos sus titulos, se le cancelan todos sus
derechos, se le aniquilan todas sus prerogativas: quie.
ro decir, que ya no le es permitido valerse de los de
rechos de su divinidad, ni usar de los privilegios de
su inocencia y santidad, ni de alegar contra los rigo
res de la ley las preeminencias de su nobleza: y que
en fin , sin embargo de ser Dios, no le queda otro re
curso sino el de obedecer como hombre, y como hom
bre encargado de satisfacer por todos los pecados de
los hombres. Porque si quereis saber, dice San Ber
nardo, hasta que estremo de abatimiento y oprobio
reduxo al Verbo Encarnado la calidad de Salvador,
vedlo en que vistiendose de nuestra carne mortal, se
hi
EN LA CIRcUNcisioN. 5
hizo inferior à los Angeles ; y aceptando el titulo y
oficio de Salvador, se hizo, por explicarme asi, in
ferior à los hombres , supuesto que en fuerza de es
te titulo se ofreció à la dura carga de la satisfaccion
de sus delitos.
En cuya consequencia, qué pensais hizo este hom
bre-Dios quando consintió en ser el Salvador de los
hombres no menos que , renunciando à su propia
gloria por el amor de nuestra salvacion, dar à su
Eterno Padre un derecho para que solo atendiese à
lo hombre en lo Dios, y solo viese nuestros peca
dos en el Santo de los Santos. No pregunteis ya pues
cómo fue posible que un hombre-Dios se sujetase à
la ley de la circuncision 3 antes os preguntaré yo con
San Ambrosio ; no sabeis que este hombre-Dios es
Salvador, o ignorais que en quanto Salvador no hay
ley por ignominiosa que sea, à cuyo cumplimiento no
se rinda Vereisle algun dia que pendiente en una cruz,
hecho todo su cuerpo una llaga, befado, escarneci
do por un pueblo furioso e insolente , muere una
muerte la mas ignominiosa; y si solicitais saber por
qué delitos ha merecido los furores de la tierra, y la
indignacion del cielo, levantad los ojos, y registrad
esa inscripcion que hay clavada sobre su cabeza, que
ella os lo dira : alli se lee que él es Salvador, y es
to basta : imposuerunt super caput ejus causam ipsius
scriptam. (I) Hoy le veis debaxo del cuchillo de la cir
cuncision, à cuyos filos derrama las primicias de su
sangre: veisle confundido y tratado como los demas
pecadores, infamado con la observancia de una ley
ignominiosa y dura; no lo extrañeis: imposuerunt su
per

(1) S. Matth. c. 27. v. 37.


6 SERM o N

per caput ejus causam ipsius scriptam. El Angel, como


sabeis, declaró que él es el Salvador que nos ha de
redimir de nuestros pecados; pues yo no me maravillo
ya sino del amor que de Dios y Señor nuestro le con
vierte y hace nuestro Salvador: ni me maravillo tam,
poco que siendo nuestro Salvador, dependa y se su
jete. Verdad es que al mismo tiempo es Dios; pero
toda su santidad, toda su divinidad solo contribuiran
para enoblecer su dependencia: constituiran sí el va
lor y el merito infinito de su obediencia; pero no pre
valeceran sobre el titulo y cargo de Salvador, cuyas
obligaciones quiere cumplir enteramente: titulo, que
solo él contiene mas virtud y poder para humillar al
hombre-Dios, que quanto poder y virtud contienen
otros muchos titulos suyos para engrandecerle y glo
rificarle : imposuerunt super caput ejus causam ipsius
scriptam.
Pero qué idea os hago yo concebir del titulo y
oficio de Salvador es correspondiente y conforme
con la que nos dan las sagradas Escrituras Es este
pues aquel titulo mas plausible y glorioso que quan
tos titulos inventó la adulacion humana para lison
jear la vanidad, y nutrir el orgullo de los Grandes
del mundo º cómo este nombre, precio de la sangre
de un Dios, desagravio de sus ignominias, recom
pensa justa y total de su pasion y muerte, nombre
digno de un Dios, y de que solo un Dios puede ser
digno, cómo repito puede ser este nombre nombre
de gloria, y nombre juntamente de infamia nombre
de esplendor, y nombre de oprobio nombre de gran
deza y de majestad, y nombre de abatimiento y de
sujecion? Sí, amados oyentes mios, todo esto pue
de ser, y lo es en efecto todo junto: es nombre de
grandeza, de imperio, de majestad, en sí mismo, en
- el
DE LA CIRcUNcISIoN. 7
el merito que Supone, en las virtudes que anuncia,
en los prodigios que obra, y en la autoridad que co
munica: y es nombre de dependencia, de abatimien
to y de servidumble en las leyes que impone , y en
las obligaciones à que sujeta. Es nombre que ensalza
sobre todo lo criado à quien le tiene, y nombre que
le hace inferior à todas las cosas : nombre que le en
salza sobre todo lo criado, porque solo un Dios pue
de ser Salvador, solo un Dios puede merecer el nom.
bre de Salvador, solo un Dios puede cumplir plena
mente con los oficios de este nombre de Salvador, y
solo à un Dios puede quadrar con toda energia y
propiedad la significacion de este nombre de Salva
dor. Es nombre que le hace inferior à todas las cosas,
porque en virtud de este nombre de Salvador, y se
gun la medida con que quiere cumplir sus cargas, no
hay abatimiento tan profundo, ni sujecion tan perfec
ta, ni aniquilamiento tan absoluto à que no se suje
te y que no se obligue aceptar : y ved aqui como se
resuelve aquella dificultad que hallaba San Bernardo
en componer el titulo y oficio de Salvador con la su
jecion à la ley de la circuncision : sentia este Santo
Padre dificultad en comprehender como un Dios que
venia à salvar à los hombres, obedeciese à una ley que
no tenia otro fin que la salvacion de los hombres : cir
cumcisio quippe magis est salvandi quam Salvatoris. Pero
si consideramos bien este titulo y oficio de Salvador,
averiguaremos que lejos de ser un obstaculo para el
cumplimiento de la ley de la circuncision en la per
sona del hombre Dios , antes tenia un intimo enlaze
con la observancia de esta misma ley. No solamente
porque segun nos enseña el Apostol , toda la vida
mortal del Salvador habia de ser una perpetua obe
diencia à la voluntad de su Padre , y que desde el
pe
8. - SERM o N
pesebre à la cruz todo habia de ser en el Verbo En
carnado dependencia y sumision: faéfus est obediens
usque ad mortem ; (1) y no solamente porque al oficio
de Salvador pertenecia desvanecer las sombras y figu
ras de la primera alianza ô pacto primitivo, y abo
lir la ley antigua, perfeccionandola por consiguien
te por medio de su cumplimiento segun declaró que
él no habia venido para derogar la Ley, antes bien
para cumplirla 3 ni para dispensarse de la obliga
cion que 1mponia , antes para executar quanto
to mandaba, y para dar quanto prometia : legem
. . . . . . . non veni solvere, sed adimplere ; (2) si
no porque quanto mas dura y mas afrentosa era esta
ley de la circuncision, y quantos mas eran los titu
los que le dispensaban de ella, mas conveniente era
que se sujetase à su observancia. Procurad entender
una instruccion tan importante, y no perdais de ella
un apice.
Cómo asi por qué razon, amados oyentes mios,
se ha de sujetar un hombre-Dios à la ley de la circun
cision, una ley que ni le obligaba, ni podia obligar
le La razon es ; porque aceptando el titulo y oficio
de Salvador, quiso prestando una puntual obediencia
à las leyes que menos le comprehendian, desagraviar
del modo mas completo la gloria de Dios ultrajada
con la desobediencia con que violamos tantas leyes
que para nosotros son de una estrecha e indispensa
ble obligacion leyes de rendimiento y fidelidad para
con Dios,leyes de compasion y caridad para con el pro
ximo, leyes de equidad y de justicia, que son el ori
gen de la concordia y de la paz entre los hombres;
le

(1) Ad Phil. c. 2. v. 8 (2) S. Matth, c. 5. v. 17.


(
DE LA CIReuNcisioN. 9

eyes de honradez y de agradecimiento, que son el


vinculo de la sociedad, las delicias de la amistad; le
yes de humanidad y generosidad en que estriba el
auxilio de los debiles, y el socorro de los pobres; le
yes de moderacion y de modestia, que templan y coar
tan la pompa y el poder de los Grandes ; leyes de
subordinacion, que enlazan y unen entre sí los miem
bros del cuerpo politico y eclesiastico; leyes de mo
destia y de decencia, que aseguran la honra y la fama
de las familias ; leyes de vuestro estado y condicion;
leyes de vuestra edad y de vuestro sexo ; leyes de la
gracia y de la naturaleza; leyes de una razon recta y
de un corazon bueno; leyes que no pueden violarse
sin vulnerar el caracter de hombre de bien , no me
nos que el de cristiano, sin ofender la tierra no me
nos que el cielo, sin agraviar la razon , no menos
que la fé: leyes todas sin embargo quebrantadas
continuamente en el mundo por el mas vil interes,
por el antojo de la pasion mas ciega, por la esperanza
del mas insulso deleyte, con el menor pretesto, no
pocas veces, sin pretesto alguno, y casi siempre sin
verguenza, sin remordimiento, sin escrupulo.
Por qué razon repito se ha de sujetar un hombre
Dios à una ley tan dolorosa? porque como Salvador
quiso encargarse de desagraviar de un modo especial
à nuestro Dios, pospuesto indignamente todos los dias
à esa tan lenta y tan deliciosa indolencia, à esa deli
cadeza que tan facilmente se estremece de todo lo que
suena à rigor, à ese amor propio nuestro que no sa
be violentarse, aprisionarse, hacerse fuerza; à ese
amor propio nuestro tan perspicaz en bruxulear
pretestos, tan ingenioso en inventarlos, tan diestro
en esforzarlos, tan sutil en justificar todo lo que es
de su gusto, y en defenderse de todo lo que le repug.
Tom. V. B - na3
1O SE RM o N

na; y porque como Salvador él habia de hacer à


Dios vengado de las transgresiones continuas de su
ley santa, adonde nos arrastra y precipita el desen
freno de nuestras pasiones, lo indomito de nuestros
apetitos, la perversidad de nuestro corazon, ese esti
mulo, ese invencible arractivo del deleyte sensual,
que parece no conoce otras leyes, que su inclinacion
innata, ni otros respetos que sus caprichos , ni otros
limites que la imposibilidad de satisfacerse; que con
oprobio de la Religion y de la razon se manifiesta con
tantos delitos, se contamina con tantas obscenidades,
se oculta con fantas abominaciones, y se hace final
mente publico con tantos escandalos. , y

Por qué razon, digo tercera vez, se ha de suje


tar un hombre-Dios à una ley tan afrentosa porque
como Salvador tomó sobre sí el particular encargo
de desagraviar à Dios de los desprecios, con que le
ofende sin cesar ese espíritu de orgullo y de arrogan
cia, ese espiritu de altaneria y de presuncion , ese es
piritu de rebeldia y de independencia, ese espiritu de
libertinage y de impiedad, que vemos se levanta inso
lentemente contra Dios y contra la Religion, que
blasfema de sus misterios, que desprecia sus leyes y
preceptos , que insulta su templo y sus altares, que
se endurece y obstina contra su gracia , insolente e
intrepido en cansar su paciencia sin temer sus iras.
Por qué razon finalmente se ha de reducir un
hombre-Dios, con toda la grandeza y majestad de su
ser, à una servidumbre tan vergonzosa porque en
calidad de Salvador se habia propuesto servir de pa
dron y dechado à todos los hombres 5 à vosotros es
pecialmente los que sois, u os figurais ser grandes en
el mundo: venia él à confundir con tan ilustres exem
plos la pompa de vuestra vanidad, para enseñaro
- COIl
DE LA CIRcuNcisioN. I

con la renuncia que hizo de sus mas indisputables de


rechos, à avergonzaros finalmente de esa vuestra fan
tastica independencia, que no reconoce otro funda
mento que el orgullo que la engendra, de esas aereas
distinciones, de esas imaginarias dispensas , de esos
injustos privilegios que solicitais en el empleo, en la
calidad, en la riqueza para eximiros de la obediencia
de Dios, como si por anteponeros Vosotros à los de
mas hombres, se hubiese Dios hecho inferior à voso
tros: porque ¿no os estan dictando estas lecciones los
exemplos que se obligó à dar en calidad de Salvador
Luego este titulo le sujetó à la ley de la circuncision,
y por consiguiente fue en él un empeño de obedien
cia y de sumision: y fue tambien un empeño de zelo
y de fidelidad. -

2. Empeño de zelo y de fidelidad en un hom


bre-Dios, que sin desamparar el oficio de reconcilia
dor que había aceptado, sin frustrar las esperanzas
que nos habia prometido, sin dexar de ser lo que ha
bia prometido ser, no podia el Salvador y el Media
dor de los hombres eximirse de la ley de la circunci
sion, supuesto que solo en la obediencia y cumpli
miento de esta ley podia hallar lo que necesitaba pa
ra consumar la obra de nuestra Santificacion. Explica
reme. Antes de la circuncision, e independentemen
te de la circuncision, era Jesus Dios , y era santo;
pero su misma divinidad, y su misma santidad (co
sa que os llenara acaso de asombro ) servian como
de impedimento à lo que intentaba executar en be
neficio de nuestra salvacion: de modo que al mismo
tiempo que su divinidad y su santidad eran necesa
rias para la obra de nuestra, salvacion , eran como
un obstaculo para la execucion de lo que intentaba
hacer para salvarnos: ellas eran necesarias para la
B2 obra
12 - SERM ó N

obra de nuestra salvacion 3 porque es de tal condí


dicion la malicia del pecado con que Dios es ofendi
do, y tal la grandeza del Dios que es ofendido por
el pecado, que solo la humillacion de un hombre
Dios pudo satisfacer por nuestras ingratitudes contra
Dios, solo el abatimiento y vilipendio de un hombre
Dios pudo desagraviar la gloria de Dios; solo la pe
nitencia y las lagrimas de un hombre-Dios pudieron
satisfacer superabundantemente à la justicia de Dios;
porque toda victima que no fuese un Dios de santi
dad, en vano se hubiera ofrecido en las aras; todo
otro Pontifice , dice el Apostol , que no fuese un
Pontifice inocente y sin mácula, en vano hubiera
levantado las manos al cielo, y llenado el santua
rio con la voz de sus gemidos y de sus ruegos;
si Jesus era pecador, tenia necesidad de ser redimido;
si Jesus era puro hombre, no podía salvarnos: luego
su santidad y divinidad eran necesarias para nuestra
salvacion , y por otra parte formaban un como obsta
culo para salvarnos.
Con efecto nuestra salvacion segun los designios
de eterna sabiduria estaba aligada à la pasion y
la
muerte del Dios Salvador: luego si Jesus no es capaz
de sufrir y de morir, no nos salvara. Aun mas: se
gun las disposiciones altisimas de esta misma sabidu
ria adorable la pasion y muerte de este divino Salva
dor no habian de obrar nuestra salvacion sino en
quanto fuesen de una satisfaccion estrecha y riguro
sa, esto es, en quanto esta muerte y estos dolores fue
sen intimados por la justicia de un Dios que quiere
vengarse del pecado, castigar el pecado, satisfacerse
del pecado à costa del hombre pecador: luego Jesus
no podia salvarnos sino habilitandose para ser obje
to de la ira y de las venganzas, objeto de la detes
- - ta
DE LA CIRcuNcisioN. Y3
tacion y maldiciones que merece el pecado: ahora
pues, un Dios, un hombre-Dios, un hombre santo y
justo qué puede ser sino el objeto de las complacen
cias de Dios, y de su amor mas tierno luego era
necesario que para que Jesus nos salvase, removiese
este obstaculo que impide los designios de su miseri
cordia : à este fin es necesario que acepte, no el pe
cado de que era incapaz, sino la carga y la pena del
pecado, de la qual sin hacerle pecador, resulta a su
Eterno Padre el derecho de tratarle como pecador: es
necesario que sin dexar de ser lo que es , tome la
forma de pecador : es necesario que como medianero
entre Dios y el hombre, ocupe como el medio entre
la santidad y el pecado; y que para que la ira divi
na descargue sus impetus en él, se oculte baxo el ve
lo y sombra del pecado.
Pero cómo se revestirá de este trage exterior de
pecador, sujetandose al precepto de la circuncision,
precepto, que teniendo por principal objeto borrar
el pecado original, sella con la señal del pecado al
que le cumple : circuncision que por lo mismo que se
mandó para limpiar de la mancha del pecado, impri
me el caracter aparente del pecado en el circunciso?
Luego en este momento de la circuncision, y no en
otro empezaron principalmente à cumplirse los vatici
nios de los Profetas; en este momento el Dios de la san
tidad fue computado en el numero de los pecadores; y
los ojos de su mismo Padre como que desconocieron à
su propio hijo: en este momento de su circuncision, y
no en otro se verificó aquel prodigio de que habla tan.
tas veces el Apostol, quando dice que aquel que no co
noció ni sombra de pecado, que aquel en quien habian
de ser benditas las naciones , se ofreció anatema y
maldicion por ellas ; y que el Dios justo , el Dios
- San
I4 SE RM o N

santo se dexó ver con la señal y la imagen del peca


do: en este momento de la circuncision , y no en
otro recibio especialmente de su Padre Eterno aque
lla cedula de pecado segun la expresion de San Pablo:
chirographum peccati, (1) la qual habia de atar à su
cruz, y borrarla con su sangre : y por consiguien
te en este momento de su circuncision empezamos no
sotros à tener un Salvador, un Medianero, un Re
dentor. - -

Antes de este dia dichosisimo no veia Dios en el


mundo sino infinidad de pecadores, cuyas lagrimas en
vano hubieran corrido, y regado, la tierra, pues no
por eso hubiera dexado de ser maldita: es verdad
que veia en ella algunos justos, mas estos no eran si
no puros hombres, y qué importa el hombre en la
presencia de Dios? Pero ahora ve un Dios niño , y
no puede menos de amarle, y derramar sobre él las
riquezas de su gracia: este Dios niño se rindio y su
jetó à la dura ley de la circuncision 3 pues ya el Señor
del cielo bien puede hacer alarde de todos los rigores,
y de toda la terribilidad de sus iras ; que finalmen
te ya hay en el mundo una victima digna de su ma
jestad, una victima que junta en sí todo lo que es
necesario para aplacar la colera divina: un niño ce
lestial quiero decir que arrebatado de amor exclama:
Ego in flagella paratus sum. (2) Ya me hallo en el es
tado en que tanto he deseado verme, en un estado
de victima y de immolacion: mi divinidad solamente
no podia conciliarse con mis dolores y con mis desig
nios; pero ya quiero finalmente cumplirlos desnudan
dome del resplandor de mi gloria : o y quán amable
IIYC .

() Ad coloss. c. 2. v. ... (e.) Ps 37 v, s,


DE LA CIRCUNcisioN. 15
me es la baxeza que me facilita la libertad de satisfa
cer los afectos de mi corazon! pueblos que habitais la
tierra, conoceis hoy à vuestro Dios yo os he prome
tido mi sangre, y ya veis que empiezo à derramarla
por vosotros: o si hubiese ya llegado la hora señala
da para consumar el sacrificio y tu, ö Padre mio,
descarga ya tus iras 3 pero que todas caigan sobre mí:
Ego inflagella paratus sum.
Atrevereme, Señor, à desplegar mis labios, y à
proferir una palabra, siendo como soy polvo y ceniza?
Qué os va, Señor, en la salvacion del hombre qué
ganais vos en ganarnos ni qué perdereis en perder
nos Sabeis qué ganara, catolicos quanto quiere, y
quanto ama; y sabeis qué perdera quanto teme per
der; el objeto de sus mas ardientes deseos, el precio
de su sangre, las delicias y la alegria de su corazon.
No conocemos ciertamente el corazon de Jesus, que
si le conociesemos, no sabriamos negarle el nuestro:
pero quién nos impide conocerle no se manifiestan
bien patentemente sus afectos en su conducta Obser
vad su sabiduria infinita ocupada en discurrir los me
dios, en remover los obstaculos, en allanar los ca
minos de vuestra salvacion: yed como este Dios de
amor y de caridad da principio en este dia à la obra
de vuestra salvacion con la efusion de su sangre, co
mo se obliga à ser sacrificado por vuestra salvacion,
y à ofrecerse en holocausto y victima por vosotros.
Tanto amor à unos hombres pecadores y miserables
en un Dios tan escandalosamente insultado y vilipen
diado, ö prodigio de misericordia incomprehensible
y asombroso! Y tanto desamor à este Salvador divi
no en unos hombres tan tiernamente amados, ö pro
digio de ingratitud nunca bastantemente llorado pe
ro el prodigio de los prodigios, el prodigio que de
- - - be
16 - SERM o N

be llenarnos de admiracion y pasmo, es el prodigio de


nuestra insensibilidad no ya para con nuestro Dios,
sino para con nosotros mismos y con nuestra sal
Vacion.
Confesemos con harta verguenza nuestra, que sí
hay en el corazon humano algun misterio incompre
hensible, es este. Nosotros creemos, y hacemos pro
fesion de creer, que nuestro Dios baxó del cielo à la
tierra para obrar nuestra salvacion 3 que vivio una
vida tan dolorosa y afrentosa para merecernos la sal
vacion 3 que se humilló, se anonadó, y espiró en una
cruz para asegurarnos la salvacion 5 de donde por una
consequencia legitima y ciertisima concluimos , que
el negocio de nuestra salvacion es el negocio de nues
tra alma, el negocio de nuestra eternidad, el granº
de, el importante, el unico negocio nuestro; que en
él solo estan cifradas todas las cosas, que todo lo de
mas nada nos importa: esto es lo que creemos , y
lo que tenemos à mucha dicha creer : pero en la
practica, en la conducta, en el tenor de vida, en las
continuas ocasiones que se ofrecen de mostrar y acre
ditar nuestra fé con nuestras obras, lo creemos asi,
ò damos à entender que lo creemos?
Adelantarse , promoverse, conservarse en el
mundo, el empleo que se solicita, el acomodo que
se pretende, las riquezas que ô se han de guardar,
ô se han de aumentar, la dignidad à que se aspira,
la fama, la estimacion, el aplauso humano, los pa
satiempos, las honras, los altos puestos, las prospe
ridades mundanas , estos son los grandes obje
tos, las grandes fortunas, los grandes sucesos, los
grandes intereses; en este quicio rueda la maquina
de los grandes designios, de los grandes proyectos,
de las grandes empresas; con esta idea se practican
las
DE LA CIRcuNcisioN. 17
las grandes diligencias, se exercitan las grandes so
licitudes, se traman las grandes negociaciones : de
aqui nacen los grandes temores, las grandes esperan
zas, las grandes inquietudes. - -

Si se trata de hacer fortuna, no hay dificultades


que no estemos prontos à vencer, ni conexiones que
no estemos dispuestos a romper, ni obligaciones que
no estemos resueltos à olvidar , ni trabajo que nos
acobarde, ni peligros que nos espanten, ni dificulta
des que nos detengan, ni sacrificios que nos parezcan
costosos: y pregunto, en medio del alboroto que ex
citan los deseos, los cuidados, las solicitudes, la ac
tividad, y el ardor de la concupiscencia, qué es de
la salvacion olvidamosla, descuidamosla, no pensa
mos en ella, huimos de pensar en ella , arriesga
mosla, exponemosla, aventuramosla, sacrificamos
la, perdemosla, consolamonos de perderla, y mu
chas veces no reflexionamos lo bastante para echar de
ver que la hemos perdido. - .

Os repetire lo que despues de S. Bernardo se ha di


cho tantas veces: aut Christus errat,aut mundusfallitur:
ò Jesu-Christo yerra, ò el mundo está ciego: ô Jesu
Christo tiene de nuestra salvacion un concepto dema-.
siadamente ventajoso, ô nosotros no la estimamos co
mo se debe 3 ó Jesu-Christo ha hecho demasiado , ô
nosotros no hacemos lo suficiente º Condenemos pues
à Jesu-Christo, ô condenemonos à nosotros : pero
ah no nos condenemos sino à nosotros mismos
nosotros somos los necesariamente engañados , noso
tros los que erramos en la fé, ô los que andamos cie
gos en las costumbres; pues ô la salvacion no es lo que
pensamos, ó Dios nos pide mas de lo que hacemos.
Mudemos de fé, ô mudemos de conducta. Pero qué
digo? no desamparemos nuestra fé , Supuesto que ella
Tom. V. C - InQ.
I8 Se RM o N
no es otra cosa que verdad y sabiduría ; abandone
mos antes nuestros vicios, supuesto que no son otra
cosa que delirio y perdicion : continuemos en pensar
y en obrar como christianos 3 hagamos para salvar
nos lo que Jesu-Christo se digno de hacer para sal
varnos; cumplamos con las obligaciones que nos im
pone el nombre de christianos, asi como el cumplio
con las que se impuso à sí mismo en calidad de
Salvador : calidad y caracter que fue para él un
empeño que le sujetó à la circuncision: empeño de
sumision y de obediencia: empeño de zelo y de fide
lidad : empeño finalmente de gloria y de conve
11CI) C13.

3. Los hombres aca en el mundo adoptan sin


verguenza titulos que ni merecen, ni mereceran nun
ca; porque dexandolos Dios fluctuar à la merced de
sus ciegas pasiones, se pierden en las ideas de una
grandeza quimerica, se hinchan con honras imagina
rias que solo sirven para deshonrarlos, castiganse ellos
mismos de su ambicion , porque el pueblo tarde ô
temprano conoce el escaso merito y ningunas prendas
de los que viven agoviados con el peso de sus soberbios
honores, y la necia vanidad de los que insolentemen
te los usurpan: pero quan lejos está de la sabiduria de
un hombre-Dios ese delirio y esa embriaguez de un
frenetico orgullo: pues él da principio à sus obras me
reciendo las honras, y el ultimo paso que da, es reci
birlas. Estabale destinado desde la eternidad el nombre
de Salvador: vocabis nomen ejus fesum. (1) Sin embar
go por urgente que parezca la necesidad que hay
de intimar à Israel y à Judá que ya llegó el tiem
po

(*) S. Luc, 1 ... v. 31


DE LA CIRcUNCISIoN. I9
po de su salud, de anunciar al mundo los designios
y el ministerio del niño recien nacido, de dar en el
nombre que se le impone, una idea de su dignidad al
tisima, no admite con todo eso el nombre de Salvador
sin que primero reciba la circuncision: vocatum est
nomen ejus fesus. Y por qué esto sino porque es gloria
suya no recibirle hasta haber executado aquellas obras
à las quales quiso aligar especialmente el merito de
tan sublime nombre Al instante pues y al tiempo pe
rentorio de la circuncision aligó este merito, porque
entonces con particularidad empezó à cargarse con
nuestros pecados, à ofrecerse anatema por nuestros
pecados, y à obligarse à derramar la sangre que le
quedaba en sus venas para salvarnos. En el pesebre
habia vertido lagrimas, habia experimentado las pe
nalidades que acompañan un pobre y humilde naci
miento; pero no estaba reservado el cumplimiento
de nuestro bien ni à sus lagrimas, ni à sus suspiros,
nià su pobreza, ni à sus abatimientos: queria que
dependiese de la efusion de su sangre, de aquella san
gre que segun San Pablo, sola ella habia de reconci
liar el cielo y la tierra: pacificans per sanguinem cru
cis ejus sive que in terris sive que in caelo sunt, (1) de
aquella sangre cuya voz sola habia de alcanzar el
perdon de los pecados: sine sanguinis efusione non fit
remissio : (2) Con que empezando à verter su sangre
en el instante de su circuncision , siguese que en el
mismo instante de su circuncision empieza especial
mente à obrar como Salvador, à padecer como Sal
vador, à ser Salvador, y aceptar el nombre de tal.
Es verdad que la poca sangre que derrama en
C2 la

(1) Ad Coloss. c. 1. v. 2o. (2) Ad Hebr. c. 9. v. 22.


2O SE R M o N

la ceremonia de la circuncision, no basta para me


recerle el nombre de Salvador con toda aquella esten
sion con que se propuso serlo; pues el mismo San Pa
blo nos enseña que segun los designios de su amor
solo con su muerte y à costa de su propia sangre se
reservó adquirir tan divino nombre : Factus obediens
usque ad mortem . . . . propter quod Deus donavit illi
momen. (1) No obstante, sin oponerme en un apice à la
doctrina del Apostol, intento hacer ver, que desde
este instante comunica la circuncision todo el merito
al nombre de Salvador, aunque este Señor quiso me
recer este nombre con el sacrificio de su misma vida.
Cómo asi porque el misterio de su pasion y el de
su circuncision, qualquiera que sea la distancia que
los separa, son un mismo misterio; porque el dia de
su muerte y el de su circuncision, qualquiera que sea
la distancia que los separa, se reunen en un solo y uni
co dia ; y porque Jesus circuncidado ya es en algun
modo Jesus padeciendo, Jesus espirando en la cruz.
Qué fue con efecto la circuncision en Jesu-Chris
to? fue una aceptacion autentica y solemne de la
muerte y de la muerte de cruz; pues quando se suje
ta al precepto de la circuncision, no ignora ninguna
de las obligaciones que va à contraer con la justicia
de un Dios vengador 3 ya se mira cadaverico, desfi
gurado, desfallecido, cubierto de ignominias , rin
diendo el postrer suspiro en un patibulo: todo lo an
teve, todo lo acepta : y solo sufre el dolor de la cir
cuncision para disponerse à padecer las penas de su
pasion dolorosa: si la resolucion pues que el Verbo
divino formó alla en la eternidad de inmolarse por
la

(1) Ad Philip. c. 2. v. 8. . . . . . . . -
DE LA CIRcuNCISION. 21

la salud del mundo, es bastante fundamento para


que el discipulo amado profiera que el Cordero fue
muerto en el principio de los siglos: Agni ... qui oc
eisus estab orignine mundi, (1) qué derecho no te
nemos nosotros para mirar su sacrificio como que ya
se está obrando en esta ceremonia de la circunci
sion, donde empieza à padecer, donde empieza à con
traer la obligacion de morir por nosotros : ya en vir
tud de su circuncision no es mas que un hombre des
tinado à la muerte, sacrificado à la muerte, escogi
do para la muerte : ya se ha abierto con su sangre
la puerta del santuario donde ha de ser ofrecido en
holocausto de propiciacion : per proprium sanguinem
introivit semel in Sancta 3 (2) ya no es sino una victi
ma herida, que se desangra ya, que solo espera el
golpe mortal, que por eso dilata el morir para pro
longar el padecer. Con que si todavia no hemos sido
nosotros redimidos, no queda porque Jesus no sea ya
nuestro Salvador; y por consiguiente sin temer ser
reconvenido de haber apresurado el momento de su
gloria, ya puede admitir un nombre cuyas obliga
ciones cumple ya tan dignamente. - -

Y aun me adelanto à decir que importa à su de


toro y à su gloria no tardar en ponerse en posesion
de este augusto titulo: porque en ningun tiempo ex
perimentó Jesu-Christo mayor abatimiento que en el
dia de hoy: las mismas ignominias de la cruz no son
en cierto modo excedidas por el abatimiento de su cir.
cuncision quien en el Calvario le afrenta y trata como
à malhechor, es un pueblo enfurecido; pero aqui él
mismo se confiesa al parecer y se reconoce pecador: en
la
—a
P

(*) APoe c. 13. v. 8. (2) Ad Hebr, c. 9. v. 12.


22. SERM o N

la cruz, de donde pende en el Calvario, pueden


ser enclavados inocentes , pues como sucede muy
ordinariamente, pueden engañarse los hombres en
sus juicios 3 pero la circuncision era para todos los
que la recibian , la marca , la señal, la estam
pa del pecado : con qué sombra , con qué obs
curidad no quedaria pues empañada la gloria y la
santidad de este hombre-Dios, si el nombre de Sal
vador que le impone el cielo, no le justificase para
con el universo! O maravillosa harmonia de la circun
cision con el nombre de Salvador Jesus debe en par
te el nombre de Salvador à los abatimientos de la
circuncision, y el nombre de Salvador le resarce y
desquita de las ignominias de la circuncision: asi se
verifica que la circuncision ya le humilla, ya le en
salza , ya le defrauda, ya le reintegra en toda su
gloria ; ya causa, ya desvanece la afrenta del peca
do: ella en fin le abate comunicandole la apariencia
del pecado,y le ensalza dandole el nombre de Salvador.
O nombre de Salvador ô nombre el mas augus
to de todos los nombres pues solo un hombre-Dios
puede merecer honrarse con él, y si me atrevo à
decir tanto, él concurre à la gloria y à la recompen
sa de un hombre-Dios Ó nombre el mas suave, el
mas delicioso para la caridad y misericordía de este
hombre-Dios pues él es entre todos los nombres el
mas propio para declararnos los intimos afectos de su
alma, y las mas singulares finezas de su amor para
con los hombres. 3

O Reyes, ó Conquistadores honraos vosotros


en hora buena con esos renombres de terror y espan
to, colocad entre vuestros dictados las proezas de ciu
dades asoladas, de arruinadas provincias, de inge
nios talados y destruidos de naciones desterradas y
- çX
DE LA CIRCUNcisioN. 23

extermínadas, de regiones enteras reducidas à vastas


soledades; pero considerad bien si acaso sois deudo
res de esos renombres con que se hincha y congra
tula vuestro orgullo, à maldades atroces: pues aun
que vuestro brazo, y vuestras armas hayan sido
siempre gobernadas por la justicia, no es posible que
cogieseis los laureles de esas sangrientas victorias sin
lamentaros de la dura necesidad que os precisó à pelear
y vencer: cómo podrá un corazon compasivo conside
rar con serenos ojos las lagrimas y sangre, cuya me
moria se renueva con esos famosisimos renombres de
tantos conquistadores odiosos, que nacieron para des
truccion del genero humano y qué barbara compla
cencia sentis en perpetuar la memoria de vuestro fu
ror dexad, dexad por Dios que la posteridad olvi
de para siempre la desgraciada suerte de sus ante
pasados. Cosa os parece tan honrosa y tan envidia
ble no ser deudores de un glorioso renombre sino à
las desdichas y ruina de los pueblos? es posible que
no halleis otros laureles mas dignos de vuestro valor,
que los que crecen y se sazonan con el riego de nues
tras lagrimas O vosotros, vice-dioses en la tierra,
aprended de él à reynar beneficiando, y concilian
doos los corazones, en lugar de hacer esclavos vol
ved los ojos à este tierno infante que solo ha naci
do, y solo viene à enriquecernos con los tesoros de
su gracia: advertid como ha sabido ocultarse aquel
Dios grande, aquel Dios fuerte, aquel Dios pode
roso y terrible, y solo se ha ofrecido à nuestra vis -
ta como Dios amoroso, como Dios que es padre y sal
vador de los hombres : apparuit enim gratia Dei Salva
foris nostri 3 (1) y en fin el nombre que tiene, no le
ca
º

(1) Ad Tit. c. 2. v. 1 1.
24 SERMo N
debe , sino à la efusion de su propía sangre.
O nombre de Salvador, ô nombre de Jesus, nom
bre de paz y de amor, nombre de gracia y de ben
dicion! ô nombre dulcisimo de Jesus que serenas los
temores, que resucitas las esperanzas, que apaciguas
las tormentas de las pasiones, que enfrenas el poderio
del espiritu infernal, que consuelas en las tribulacio
nes, que fortaleces en los peligros, que disipas el
ayre infecto de la concupiscencia , que estimulas el
fervor, que enciendes y conservas el fuego del amor
divino ô nombre suavisimo de Jesus persevera siem-.
pre indeleblemente grabado en nuestras almas, haz que
la lengua de los parvulos se desate pronunciandote;
que no aprendan à hablar sino aprendiendo à invo
carte 5 que las ultimas articulaciones de nuestra mo
ribunda voz sea vuestra invocacion ; que vivas y rey
nes en nuestros corazones para encender nuestro amor,
para excitar nuestra gratitud, y para darnos aliento
y facilidad de cumplir con todas las obligaciones que
.
nos 1mpones. - - -

Habeis visto en la primera Parte que el nombre


de Salvador fue para Jesu-Christo un titulo que le
empeñó al cumplimiento de la circuncision legal y ex
terior: ahora vereis en la segunda que el nombre de
Salvador es para el christiano un empeño que le obliº
ga à recibir la circuncision evangelica e interior.
.

SE GUND A PARTE.

NRror seria manifiesto parar solamente la atencion


en las obligaciones, que el nombre de Salvador
impuso à este hombre-Dios, y desentendernos de la
autoridad que él comunica à este mismo nombre. Este
- - --- - - - nom
DE LA CIRcoNcisioN. 2 5.
nombre pues misterioso es un titulo con que se con
trae una mutua y reciproca obligacion entre Dios que
salva à los hombres, y entre los hombres que quieren
ser salvos: obligacion en fuerza de la qual Jesu-Chris
to se desnuda de su propia voluntad, y se entrega y sa
crifica à nosotros, à nuestras necesidades, a nuestra
felicidad segun aquella expresion de Tertuliano: totus
in usus nostros expensus ; y obligacion en fuerza de la
qual debemos nosotros renunciarnos à nosotros mis
mos, y entregarnos à su majestad, à su arbitrio, à
su voluntad, à sus leyes, à sus preceptos segun
aquella expresion de San Pablo: & non estis vestri. (1)
De modo que asi como el nombre de Salvador fue pa
ra este Señor un empeño que le sujeta hoy à la obser
vancia de la circuncision legal y exterior 3 asi es pa
ra nosotros un empeño particular que nos sujeta a la
circuncision evangelica e interior que él establece.
Empeño de vocacion y de correspondencia, em
peño de precaucion y de seguridad, empeño de inte
res y de felicidad: empeño de vocacion y de corres
pondencia, porque la gracia y la ley de este Salvador
divino es una gracia y una ley de circuncision inte
rior: empeño de precaucion y de seguridad , porque
la circuncision interior es el unico medio de conservar
la pureza y la inocencia que hemos recibido de este
Salvador divino: empeño de interes y de felicidad,
porque la circuncision interior es el unico camino que
conduce al termino de la felicidad que nos ha mereci
do este divino Salvador. Amplifiquemoslo, y conti
nuadme vuestra atencion. - -- -- -

1. Empeño de vocacion y de correspondencia


Tom. V. D fun

(1) I. ad Corinth. c. 6. v. 19. -


26 ” SERM o N
fundado en la naturaleza de la gracia y de la ley de
este Salvador divino, la qual es una gracia y una
ley de circuncision interior. Verdad fundamental de
nuestra Santa Religion, que con tanta eficacia procu
raba San Pablo inculcar à los christianos primitivos,
especialmente à los Judios convertidos, que conserva
ban todavia grande aficion à las observancias y cere
monias legales. Ya, les decia, ya pasaron, hermanos
mios, los tiempos de sombras y figuras: pues un pac.
to y alianza espiritual e interior se ha substituido
en lugar de la alianza carnal y exterior: la ofrenda
del corazon y del espiritu ha sucedido à las ofrendas,
que por nuestra misma mano suspendiamos en las aras:
la circuncision, que es ahora el distintivo del pueblo
de Dios, no es ya aquella circuncision cuyos vesti
gios y cicatrices se descubrian y permanecian en la
carne 3 sino que es una circuncision oculta e invisible
que solo tiene por testigo à Dios, y que solo se ha
ce patente y manifiesta por las obras de justicia : ya
no es el templo del Señor aquel soberbio, magnífico,
y visible edificio construido por Salomon; porque el
hombre mismo ha venido ya à ser templo de Dios
vivo, templo donde su corazon es à un tiempo mis
mo altar, sacerdote y victima. Quereis pues saber,
continuaba San Pablo, quereis saber las obligaciones
que os impone vuestra vocacion en Jesu-Christo Sa.
bed que formados ya en Jesu-Christo como una nue
va criatura, no os es licite conservar los deseos, los
apetitos, las inclinaciones, los resabios de vuestro
primer origen: sabed que el bautismo con que habeis
sido reengendrados en el segundo Ádan, es un mis
terioso sepulcro donde debe quedar sepultado todo lo
que heredasteis del viejo y primero Adan: sabed que
yuestra yocacion es una vocacion de fé y de esperan
Za.
DE LA CIRcuNcisioN. 27
za: vocati estis in una pe: (1) una vocacion de espi
ritu : vocati estis inspiritu : una vocacion del hom
bre interior: secundum interiorem hominem. (2) Por es
to decia Jesu-Christo à la Samaritana, que su pueblo
no seria un pueblo seguidor de observancias exterio
res y significativas; sino que seria un pueblo que
profesaria con particular empeño un culto interior y
espiritual de que solo eran sombras las antiguas cere
monias: inspiritu c5- veritate oportet adorare. (3) Por
esto no nos dice Dios en el Evangelio lo que en la anº
tigua ley fue dicho à Israel: esto es, la prenda de mí
alianza quedara señalada en Vuestra carne : eritque pac
tum meum in carne vestra. (4) Sino que nos dice 3 el
sello, la señal de vuestra adopcion y de mi imperio
ha de estar dentro de vosotros: regnum Dei intra vos
est : (5) ha de estar en vuestro entendimiento para
cautivarle 3 en vuestra razon para rendirla; en Vues
tros juicios para corregirlos 3 en vuestro corazon pa
ra mortificarle 3 en vuestro genio para reprimirle; en
vuestros deseos para contenerlos; en vuestros apeti
tos para domarlos ; en vuestras inclinaciones para vio
lentarlas; en vuestros pecados para destruirlos; en
Vuestras virtudes para arreglarlas , gobernarlas , y
señorearlas: regnum Dei intra vos est. Ha de estar en
vuestra soberbia para abatirla; en vuestra pompa y
vanidad para refrenarla; en vuestra ambicion para
cauterizar sus impulsos; en vuestra concupiscencia
para degollar sus depravados deseos; en vuestra in
dolencia para dispertarla del profundo sueño de su
pereza y negligencia 3 en vuestra veleidad para fixar
* D 2. - las

(1) Ad Eph. cap. 1. v. 4. (2) Ad Rom. c. 7. v. 22.


(3) Evang S. Joann. c. 4. v. 24. (4) Genes. c. 17.7. 13.
(5) S. Luc- c. 27. Ve 2 I e
28 º SERM o N
a; en vuestra víveza y bullicio para reprimir sus ims
petus; en vuestra dureza de corazon para ablandar
la; en vuestros odios y aversiones para desarraigar
las 3 en vuestras inclinaciones y amistades peligrosas
para romper todos sus lazos, y quebrantar sus cade.
nas 3 en todos vosotros para desasiros y desnudaros
de vosotros mismos : regnum: Dei intra vos est. -
Por esto toda la doctrina de nuestro divino Sal
vador solo conspira à purificar, à renovar, à mudar
el interior; no pide para salvarse que se renuncien
riquezas, sino que se desarraigue el amor de ellas; no
que se ame la pobreza, pero que se reciba sin que
ºxarse, no que dexemos el mundo, pero que apartemos
de él el corazon; no que vivamos abatidos, sino que
seamos humildes; no que nada poseamos, sino que vi
vamos desasidos de todo; no quiere ni desea su divina
Majestad, sino nuestro corazon; y con tal que se le
entreguemos, licito nos es el uso de las demas cosas:
omnia enim vestra sunt ; (1) pero enrendamos que no
sotros somos todos y todo de Christo : vos autema
Christi (2) Como no desea pues sino nuestra alma, el
sacrificio del mundo entero no le resarciria de la re
pulsa que le hiciesemos de nosotros mismos. De mo
do que la virgen recogida, la religiosa solitaria, aun
que haya renunciado las mas lisonjeras esperanzas,
la mas esplendida fortuna, si al sacrificio de quanto
posee, no añade el sacrificio de su corazon , imper
fecto sera su sacrificio e indigno de aquel à quien se
ofrece : ô por mejor decir digno de que envie sobre la
victima fuego que la abrase el Altisimo provocado por
la hipocresia de un corazon falso y traidor que se es
- - Cal

() I. ad Corinth. c. 3. v. ; 2. (*) Ibid. v. 23.


DE LA CIRcuNcisioN. 29

CaSea y niega al tiempo mismo que parece se franquea


y entrega. De modo que quien no se niega a sí mis
mo, solo hace una renuncia esteril: quien no degüe
lla todas las inclinaciones viciosas que siente en sí, no
ha hecho todavia la renuncia esencial que Dios le
manda. Antes digo que ha renunciado, y ha deser
tado de Jesu-Christo: porque no debilitemos ni ener
vemos la fuerza y severidad del Evangelio; porque
infeliz de mí, si con opiniones excesivamente riguro
sas, levantase en vuestras almas peligrosos escrupu
los y no menos infeliz de mí, si por temor de no
turbar vuestra falsa paz, callase la verdad, que aun
que os puede contristar, pero contristandoos, os pue,
de mover y convertir. No soy yo pues el que hablo:
el Apostol de las gentes es el que intima , que todo
aquel que está todavia asido à sí mismo, esto es, à
su concupiscencia, à sus perversas inclinaciones, por
mas justicia y Santidad que aparente, aunque sea un
hombre obrador de prodigios y milagros , supuesto
que está asido à sí mismo, no es discipulo ni segui
dor de Jesu-Christo. Con efecto (ahora continúo yo
amplificando el discurso del Apostol ) asi como la
circuncision exterior fue el sello que confirmaba
el antiguo pacto y alianza entre el pueblo escogido y
el Dios de Jacob , asi la circuncision interior es el se
lo de la nueva alianza entre el pueblo christiano y
el Dios del Evangelio; y los que carecen de esta inte
rior circuncision por mas unidos que esten al cuerpo
de la Iglesia por los vinculos de la Fé, estan separa
dos del espiritu que la vivifica. Porque segun enseña
San Geronimo, no nos unimos à Jesu-Christo sino
por nuestra abnegacion, y la vida de Jesu-Christo en
nosotros consiste en morir à nosotros mismos. Si Je
su Christo, dice este grande Doctor de la Iglesia, nos
- . - 2l CO lº
3o SERM o N
aconseja que dexemos los bienes, los hijos, á quan
tos nos aman, y à quantos nosotros amamos, no se
propone otro fin sino habilitarnos y animarnos à re
nunciarnos a nosotros mismos: el renunciar al mun
do no es otra cosa en los designios de este Salvador
divino sino una preparacion y disposicion para renun
ciarse à sí mismo; la abnegacion del mundo no es otra
cosa que el medio y el camino, la abnegacion de sí
mismo es el fin y el termino : la abnegacion del mun
do es precepto del Evangelio: la abnegacion de sí mis
imo es el fin y el termino del Evangelio. Circuncision
interior, muerte interior, en esto, en esto consiste
especialmente toda la excelencia, toda la santidad, y
toda la severidad de la doctrina del Evangelio. Dixe
toda la excelencia. Gloriabase en otro tiempo la razon
humana de criar sabios desasidos de las riquezas, de
los deleytes, y de las grandezas terrenas. No sé hasta
qué grado de perfeccion podia llegar esta ciencia. Pe
ro decidme, ¿una razon que dexaba el corazon hu
mano en manos de su propia voluntad, no le dexa
ba expuesto à todo el desenfreno de las pasiones, y
à toda la corrupcion de los objetos que nos rodean
asi se vio esta falsa sabiduria obrar en infinitas oca
siones contra sus mismos preceptos, y mostrar paten
temente la debilidad y ineficacia de su doctrina; y
Viose no menos veces que con verguenza e ignominia
de aquella tan severa Filosofia se mostraron los Filo
sofos hombres tan flacos, y quiza mas fragiles, que el
resto de los mortales. Sin embargo, dice San Geroni
mo, el desinteres, la mansedumbre, la continencia,
y el huir de las honras no fueron virtudes que no
practicasen los sabios de Roma y Atenas: hoc & Phi
losophus fecit. Pero desnudarse de sí mismo, desasirse
de sí mismo, morir à sí mismo , no dictó jamas la

DE LA CIRcuNcision. gr
razon humana tales lecciones. Mas cómo era posible
que ella enseñase lo que ignoraba, ni hablase un
idioma que con tanta dificultad entiende Virtudes
tan sublimes son muy superiores al hombre para ser
exercitadas por qualquier hombre : solo el christiano
evantado y fortalecido por la gracia las practica y
exercita, sobreponiendose en esto al hombre mismo;
se ipsum oferre Deo proprium christianorum est.
Dixe toda la santidad de la doctrina del Evangelio,
Qué otra cosa fue por lo comun aquella tan hincha
da y presumida sabiduría sino una ilusion grosera del
amor propio, que no desaficionaba al hombre de los
objetos exteriores sino para aficionarle con mayor ve
hemencia à sí mismo qué otra cosa era sino una ocul
ta idolatria que no proponia al hombre otro Dios que
à sí mismo qué otra cosa era sino un desvarío de la
vanidad ingeniosa en dexar una pasion por otra, en
sacrificar el demonio de la sensualidad al demonio de
la soberbia, y en sacrificarse ella misma à sí propia?
qué era finalmente sino una refinada injusticia y pre
varicacion, que en lugar de ofender à Dios con los vi
cios, le ofendia y provocaba con las apariencias hi
pocritas de la virtud :
Dixe toda la severidad de la doctrina del Evangelio.
Sí atendemos solamente al exterior y superficie de las
cosas, quánto mas grave y pesado era el yugo de la
ley antigua que el de la nueva quántas sectas hay
derramadas por ese mundo mas austeras en la aparien
cía, que la verdadera Iglesia ! quántas supersticiones
mas rigidas que el Evangelio pero severidad aparen
te, severidad fantastica, propia para deslumbrar y,
engañar la embotada vista de un pueblo inconside
rado que no pasa de la superficie de las cosas. Lo cier
t9 es que no hay doctrina propiamente severa y ri
gu
32, SERM o N

gurosa síno la que mira à dominar el corazon, à su


jetarle, à cautivarle 5 ni otro sacrificio duro y costo
so para el amor propio que el de sí mismo: todo otro
sacrificio puede ser facil, comodo, y tal vez suave
y gustoso. y

Registrad los Fastos de la Iglesia, y vereis que


algunos sectarios, victimas infelices del error y de
la mentira, preocupados ciegamente del apetito de
la falsa gloria de confirmar , de autorizar, de pro
mover su secta, se resolvieron a traer una vida so
litaria y obscura, una vida penitente y mortificada,
una vida trabajosa y austera, una vida llena de pro
yectos y de negociaciones, una vida llena de inquie
tudes y bullicios, una vida llena de riesgos y peli
gros. Quántos idolos desde Baal aca han tenido sus
profetas defensores de un culto sacrilego, que en fa
vor de sus esteriles deidades solicitaron competir con
el zelo que los profetas del Señor manifestaron por
el verdadero Dios? Apenas han faltado en siglo al
guno sus Priscilas, sus Montanos; y no hay tiem
po que no haya reconocido segun consta de una ex
periencia lastimosa, que el infierno logra de quanº
do en quando sus apostoles y IIuartyres respectivos.
Porque entendamos que para quien se halla estimu
lado de un oculto interes, que tiene su origen en cier
ta corrompida concupiscencia, no hay cosa dificil ní
pesada. Todo lo que es del gusto de nuestra propia
voluntad, lo reputamos por licito e inocente , decia
San Agustin; y yo añado, que todo lo que quere
mos se nos hace facil; porque yendo delante nues
tro propio gusto, los mismos cerros, y los mismos
montes parece que se nos allanan, las mas estrechas
sendas parece que se ensanchan y desembarazan, los
impedimentos parece que se remueven y desaparecen;
pues
DE LA CIRcuNcIsroN. 33

pues la fruicion de cumplir cada qual su antojo, allar.


na y dulcifica la penalidad de quanto se hace; por
que cueste lo que costare, es indispensable hacerlo,
por quanto seria mas doloroso al hombre dexarlo de
hacer. .

Pero hay que contradecirse, hay que hacerse


violencia à sí mismo ? El cristiano mas fervoroso ne
cesita para conseguirlo de los mas poderosos auxilios
de la gracia. Por esto observa Tertuliano que esta
abnegacion propia, este interior desapropio era el pre
cepto de nuestra ley, en que hallaban mayor impedi
mento los Gentiles para abrazar el Evangelio: por
que casi se sentian con fuerzas de cumplir con todos
los demas; pero en este punto rendian la cerviz y res
petaban altamente la tlignidad, la nobleza, la mages
tad, la santidad de los preceptos Evangelicos 3 mas
no tenian valor para aspirar à una perfeccion tan pu
ra y tan sublime; y quanto mas conforme era con
su entendimiento la doctrina del Evangelio, mas in
timidaba y acobardaba su corazon. Y aqui es donde
no puedo dexar de decir que los Gentiles entendian
mejor nuestra religion que nosotros ; que la enten
dian mejor que tantas personas que no solamente se
precian de entenderla, sino de vivir segun sus leyes:
de esas personas devotas quiero decir, que con su de
cantada virtud fomentan y nutren en su corazon deseos
inutiles, afectos y conexiones sospechosas, fines ocul
tos de interes y vanidad, envidias y emulaciones, as
pereza y antipatias, distraccion y curiosidad ; de
esas personas espirituales que con toda su virtud con
servan cierto apego à sus propias inclinaciones , ā sus
ideas, a sus caprichos, á su propio dictamen, a los
exercicios devotos que han elegido por su antojo, y
que abrigan en su corazon todos los vicios del amor,
2óm. V. E pro
34 - SE RM o N
propio, porque toda la masa de sus virtudes está ín.
ficionada con la mala levadura del amor propio:
que entendian mejor la religion repito, que tantos
hombres que ahora se precian no solo de enseñar
la, sino de vivir conforme à sus maximas; hom.
bres que nada hablan sino rigor , que nada pre
dican sino rigor , que nada se oye en sus discur
sos, y quiero creer que nada se vea en su conducta,
sino rigor 5 pero que con todo este rigorismo no for
man el menor escrupulo de sus resentimientos tan
crueles, de sus odios tan inveterados, de sus persecu
ciones tan violentas, de sus venganzas, maledicen
cias, y calumnias, de su orgullo y contumacia, de
sus declamaciones é invectivas, de sus libelos y sa
tiras 3 y se lisonjean sin embargo, y se glorian tal vez
de ser las columnas y el baluarte de la verdad, los
defensores y modelos de la pura y sana doctrina, los
maestros, los oraculos del pueblo christiano: siendo
asi que todavia no han empezado à ser discipulos en
la escuela de Jesu-Christo: maestros y modelos de
un rigor farisayco, sí; pero apostatas y extermina
dores del rigor del Evangelio, que todo estriva en
sujetar el entendimiento, y en domar el corazon.
Quándo se vió jamás un rigor mas inflexible, una se
veridad mas edificante en lo exterior, que la de esa
secta enemiga de Jesu-Christo ? y sin embargo ja
más hubo rigor como vosotros sabeis muy bien, mas
inmediatamente opuesto à la severidad cristiana.
Triunfó el Evangelio facilmente de la sensualidad, y
amor à los deleites de la carne, que tenia esclavizadas
à las almas mas perdidas y viciosas, y no pudo ven
cer la desdeñosa elacion , y severidad indomita de
esas almas rigidas y feroces, viendo con asombro el
mundo cumplida aquella profecía de Jesu-Christo?
: - • que
DE LA GrrcUNtIsioN. 35
que los vicios mas escandalosos no apartan en cierto.
modo tanto à los christianos del reyno de los cielos,
como las demasias y extremos de una virtud rigida,
hija del orgullo, y aplaudida por él: Publicani, di-.
meretrices pracedent vos. (1). --

Qué quereis, hermanos mios, que os diga? sino.


que el espiritu del cristianismo consiste en rendir su
propio juicio, y la sabiduria del Evangelio en negarse
à las luces de la propia sabiduria porque careciendo de
esta virtud por mas que logreis las alabanzas y los
aplausos del mundo, no tendreis las alabanza y la apro
bacion de vuestro Dios; por mas que en lo exterior os,
mostreis christianos, no tendreis su espiritu; tendreis
la virtud segun el hombre, pero no la virtud segun
Dios: podreis profetizar en nombre de Jesu-Christo,
pero Jesu-Christo no os conocerá por suyos; y aun
que carecieseis de todos los vicios que prohibe la ley
divina, sereis reprobados con los que están contami
nados de ellos, porque careceis de las virtudes que
ella manda, y aun os digo que no tardarán los vi
cios á apoderarse de vuestras almas: porque el uni
co medio de conservar la inocencia y pureza que he
mos recibido de nuestro divino Salvador, es la cir
cuncision interior. Pasemos ya brevemente à su se
gun do empeño, que es el empeño de precaucion y de
seguridad.
2. Si el hombre no conoce su flaqueza propia, es
señal que tiene muy escaso conocimiento de sí mismo,
y si no siente el dominio y tirania de las pasiones, es
indicio cierto, que le tienen lastimosamente ciego. 0,
y qué fragil y quebradizo es el vaso en que traemos
E 2 de
A

(1) S. Matth. c. a 1. v. ; 1.
36 , SE RM o N

depositada la inocencia inestimable que recibimos en


el bautismo quántos enemigos se conjuran para ro
barnosla Solicitos y ansiosos de nuestra ruina espiri
tual el mundo y el infierno, siembran por todos los
caminos de nuestra vida deleites para adormecernos,
desabrimientos para impacientarnos, honores para en
vanecernos , deshonras para exasperarnos, riquezas
para llenarnos de vicios y pecados, pobreza para mo
vernos à quexas y murmuraciones: ellos nos hacen
mil halagos para enflaquecer nuestro ánimo, predican
maximas perniciosas para viciar nuestro corazon, ofre
cen exemplos para persuadirnos, razones de decencia
y de decoro para autorizarnos, escandalos para alen
tarnos. A y que todo está para nosotros sembrado de
lazos y de peligros pero à qué proposito haré yo
aqui mencion de tantos enemigos el hombre hablan
do propiamente, el hombre solo tiene un enemigo,
que es à sí mismo: los otros no tienen otras fuerzas
ni otras armas sino las que les subministra nuestra
fragilidad, y no por otra razon somos vencidos de
ellos, sino porque no sabemos vencerlos á ellos. Así
que, catolicos, despreciadlos à todos, si me es licito
decir tanto, y solo os desconfiad de vosotros mismos:
que si vosotros me asegurais vuestro corazon, yo os
aseguro vuestra virtud. - r

Pero mientras conserveís en vuestro corazon un


solo afecto menos arreglado, un solo deseo , hijo de
la concupiscible, mientras permanezca en él una sola
raiz del amor propio, mientras conserveis alguna afi
cion al vicio por imperceptible que sea, digoos que
no hay pecado en que no podais caer: porque la puer
ta del abismo esta todavia abierta, y vosotros es
tais sentados todavia en la margen del precipicio; y
qué pensais bastará para despeñaros en él un ob
e.
DE LA CircuNcisioN. 37
º.

jeto halagueño y provocativo, una ocasion peligro


sa é impensada, un leve extravío de la razon, un
descuido en la prevencion y circunspeccion cristiana,
un ligero dormitar en la virtud y en la fé, un dia
aciago, un instante azaroso. Porque si todavía estais
asidos à la fama y estimacion mundana, podrá ser
que los hombres os obliguen à executar cosas que
Dios prohibe ; los respetos del siglo serán opuestos à
los de la Religion , y os vereis perplexos entre dar
gusto al mundo, o darle à Jesu-Christo, entre dexar
à Dios, ô ser dexado del mundo. Si pensais en acu
mular riquezas, en solicitar los acomodos y mejoras
de vuestros hijos, podrá ser que os halleis en una cri
tica coyuntura, donde dudareis si dexareis à vuestro
Dios ó á vuestro favorecedor, si pospondreis vuestra
salvacion a vuestra fortuna, si preferireis los bienes
temporales à los eternos. Si manteneis ciertas amis
tades, y conexiones que traen vuestro corazon der
retido, os hallareis en alguna ocasion en que esa amis
tad tan intima sea para vosotros una piedra de escan
dalo, ocasion en que os veais en el caso de perder el
objeto amado, ó á Dios à quien solo debeis amar:
qué hareis entonces hasta dónde alargareis el pa
so hasta qué termino os conducirá vuestro corazon
desmandado Eso Dios solo lo sabe, y vosotros lo
ignorais. Lo que nos consta es que estas ocasiones
son frequentes en el mundo, y que ordinariamente
naufragais en ellas; porque puesto en ellas el hombre,
el mas debil y moderado deseo crece inmediatamente
y se convierte en pasion desenfrenada, y como no
tiene habito à resistir, à luchar, à vencer, se dexa
arrastrar, se rinde, cede, y cae miserablemente : un
abismo llama à otro abismo, formase costumbre de
las recaidas ; y se incurre en aquel estado de cegue
dad
v38 . SE R. M o N
dad y de obstinacion, en que constituido un corazon
lleno de iniquidad y malicia parece que ni tiene ya
suficiente vigor para hacer frente à sus pasiones, ni
suficiente ternura para que las impresiones de la gra
cia le muevan y ablanden: es verdad que no creía
llegar à tanto extremo 3 pero debia considerar que si
al principio no se llega à tanta miseria, finalmente se
llega à ese derrumbadero. Asi David se sobresaltó
con la novedad de considerarse adultero y homicida,
y para que lo echase de ver enteramente, fue nece
sario que abriendole un Profeta los ojos que tenia
adormecidos con el sueño y letargo de la sensualidad,
le hiciese una llamada a su propio conocimiento. Salo
mon postrado y ofreciendo incienso à unas esteriles e
inmundas deidades, fue un misterio increible. Saul
y los hermanos de Josef nunca pensaron que una le
ve emulacion, que cierta enviduela seria causa de
tantos delitos como cometieron. Acab no creia que
obraba con grande injusticia en usurpar la heredad de
Naboth, ni con grande inhumanidad en regarla con
la sangre de su legitimo dueño: exemplos todos me
morables de la fragilidad humana, que nos enseñan
que la virtud no tiene mas asilo, que la mortificacion
de todas las perversas inclinaciones de nuestra viciada
naturaleza, y que la circuncision interior es el unico
medio de conservar la pureza y la inocencia, que he
mos recibido de nuestro Salvador divino : asi co
mo tambien es el unico medio que conduce al termi
no de la felicidad que nos mereció este mismo Señor,
Que es el tercer empeño de la circuncision interior,
empeño de interes y de felicidad. -

3. El unico camino que Jesu-Christo nos abrió


y señaló para conseguir el premio eterno de la gloria,
fue la circuncision interior 3 porque asi como à este
Se
DE LA CircuNcisioN. 39
Señor no le vino el nombre de Salvador sino por la
circuncision legal, asi tampoco nos salvaremos noso
tros sino por la circuncision Evangerica. O circunci
sion del corazon, unico origen de donde procede el
merito de nuestra justificacion ó si la brevedad del
tiempo me permitiese tratar debidamente este impor
tante punto de la vida cristiana Bien sé que erane
cesario un largo discurso para explicarle; pero mientras
tanto digamos solamente que como los premios eter-.
nos que nos ha merecido nuestro Salvador divino, SOn"
infinitamente superiores à la naturaleza , todo quan
to no excede los limites de ella, y todo quanto pro
viene de su influxo, no alcanza à merecer aquella glo
ria interminable, que nos compró el Redentor con
su sangre preciosisima. Asi que para la consecucion de
ella no hay otros meritos, que los deseos de la fé y
de la gracia, los movimientos de la fé y de la gracia,
y el espiritu de la fé y de la gracia, la vida de la fé
y de la gracia. Aunque poseyesemos por otra parte
todas las virtudes que constituyen al hombre de bien
segun el mundo, y todas las virtudes que constitu
yen al hombre christiano y devoto segun la opinion
del mundo, se nos intimaria como al otro desgracia
do Rey aquella sentencia: appensus es in statera, ó-.
inºentºs es minus habens : (1) tu tenias meritos sufi
cientes para ser santo y justo en la estimacion del
mundo, y en tu propio dictamen; pero delante de
Pios eres un arbol infructifero que serás arrojado al
fuego inextinguible; pues ponderadas tus virtudes en
el peso del Santuario han sido juzgadas por insuficien
tes, y todo quanto eres nada importa para la salva
, ,, , " , cions
(1)
--
Dan, c. s. v. 27. . ,º
4o - SE R M o N
cion 3 appensus es in stutera ó inventus es minus
babens. -

Yved aqui el estudio unico y continuo en que


debieran meditar y exercitarse todos los christianos: es
to es lo que desearia yo entendiesen bien todos aque
llos que emprenden el camino de la virtud esto es lo
que debieran estudiar ya para utilidad propia, ya pa.
ra la agena todos aquellos venerables sacerdotes que
por obligacion de su oficio, ô por zelo y caridad se
encargan del gobierno de las almas. Porque sin intro
ducirme à dar lecciones à los que exercitan el sagrado
ministerio del confesonario, me veo obligado, ve
nerables sacerdotes, à deciros para vuestra instruc
cion que todas esas maximas de una virtud subli
me, todos esos exercicios de una mistica elevada,
todos esos consejos, todas esas luces, toda esa cien
cia, todos esos talentos que deseais con tanto anhelo,
que solicitais con tanta diligencia, que hallais, ô os
imaginais hallar con tanta complacencia en los direc
tores que elegís por vuestros maestros y padres espí
rituales, todo esto repito no os aprovecha ni puede
aprovecharos sino en quanto sirva de desasiros de vo
sotros mismos : y en quanto os enseñe à renunciaros,
à vosotros mismos, y morir à vosotros mismos. Por
que presumir que os guian por los caminos verdade
ros de Dios, y fomentar vuestra indocilidad, y la
buena opinion que teneis de vosotros mismos, alimen
tar vuestro orgullo y vanidad, adular vuestros capri
chos y contumacia, y dexar que abundeis en vuestro.
propio sentido y que os fieis de vuestro propio dicta-,
men : presumir que os llevan por las sendas del verda
dero espiritu, y por una ceguedad que nada ve, ô
por una condescendencia que todo lo otorga, tolerar
que vuestro corazon se mantenga, todavia, entero y
C"
DE LA CRcuNcisioN. 4I
resentido, con todos sus impetusy apetitos vivos, agi
tado todavia con vanos deseos, entregado à amista
des ocasionadas, lleno todavia de si mismo, y asido
á sí mismo; qué otra cosa es esto sino descaminaros y
descaminarse con vosotros, engañaros, y engañarse
con vosotros, perderos y perderse con vosotros O
merito de la circuncision, de la abnegacion y mortifi
cacion interior No conoce Dios otro merito que pue
da salvaros, amados oyentes mios, sino este, y no
permita Dios, que vosotros conozcais otro. El solo es
el merito que no está sujeto à ilusiones y engaños:
porque bien puede un hombre ser zeloso por par
tido, exemplar por vanidad, ajustado por ostenta
cion, penitente por temperamento, manso y benigno
por natural, condescendiente por negligencia, retira
do por melancolia: bien puede un hombre renunciar
los honores por indolencia, las riquezas por amor al
sosiego, la venganza por cobardia, los deleytes sen
suales por altivéz y pundonor; pero ninguno puede
renunciarse à sí mismo sino por la fé, y solo por la vi
da de la gracia podemos morir à los deseosde la carne
y de la sangre: este es el unico merito que es propio de
todas las edades, de todas las condiciones, de todos
los dias, de todos los momentos: porque no todos
pueden dar exemplo de moderacion en la prosperidad,
º de conformidad y fortaleza en las desgracias; no
todos son llamados à la profesion de la vida solitaria
y religiosa; no todos son escogidos para el penoso
exercicio del ministerio apostolico; no todos tienen
posibilidad Para socorrer las miserias agenas, y en
jugar las lagrimas del pobre ; no todos son llevados
Por los caminos asperos de la horrorosa penitencia, por
ºº yº, la flaqueza y enferme dad del cuerpo, ya
la condicion del estado ya la necesidad, ya otras
Tom. V. R obli
42 . SE R M o N a
obligaciones de caridad y zelo moderan y contie
nen los impetus de la devocion mas fervorosa; pe
ro todos, todos somos llamados à mortificar nues
tras pasiones, à luchar con nuestros apetitos, y à
salir victoriosos de ellos. -

Y en este exercicio santo no hay que temer CXtfC


mos ni demasias. Otras virtudes tienen sus limites fi
xos, los quales traspasados, llegan à ser vicios: una
constancia que toca ya en dureza, una condescencia
que toca en floxedad, un zelo que toca en aspereza
y acrimonia, una blandura que toca en insensibili
dad, un vigor que toca en indiscrecion, que sé yo
que otras mas cosas, catolicos, que se sacan de sus
quicios, y que por esto dexan ya de ser virtudes.
Quántos christianos hay que andan por los caminos
de la virtud y de la gracia ; quántos loables ciudada
nos y politicos: quántos hombres, finalmente , tie
nen grandes defectos, los quales no son otra cosa, por
explicarme asi, sino el exceso de sus virtudes Pero
en la circunsicion interior no temais excesos ni dema
sias: vivid siempre recelosos de que no haceis lo bas
tante, porque quanto menos quede de vosotros en
vosotros mismos, mas intimamente unidos vivireis
con Jesu-Christo.
Es además de esto contraria enteramente à todos
los vicios esta circuncision interior. La mortificacion
exterior suele ser frequentemente un peligro, un es
collo para la virtud: ella hace al hombre tal vez tan
riguroso para sí mismo como para los demas, y tan
incapaz de usar de condescendencia con los proximos
como de perdonarse à sí mismo: con ella el christia
no puede ser insufrible, altivo, menospreciador de
los demás hombres, aspero, murmurador , conº
tumáz, caprichoso, indomito y rebelde. En qué Pre
Cl
* -.. ..., ,
DE LA CIRcUNCISIoN. º 43

cipicio no despeñó esta severidad caustica y sober


via à unTertuliano, à un Montano, à un Novaciano,
aquellos declamadores injustos contra los vicios de su
siglo, y la decadencia de la disciplina Eclesiastica,
eternos ponderadores de los primitivos tiempos, de cu
ya caridad y docilidad carecian º Por el contrario con
la circuncision interior es el hombre humilde, do
cil, rendido, condescendiente, afable, amoroso, ge
neroso, puntual en el cumplimiento de sus obligacio
nes, atento, y urbano: severo consigo mismo, indul
gente con todos; alabador de la virtud agena, censor
inexorable de sus propios defectos: tolera en paz y
en silencio los males que no puede remediar, hace to
do el bien que puede: reserva para sí solo todos los
rigores del zelo, guarda para su proximo todas las
atenciones, todos los respetos, todos los oficios de la
caridad; porque quien no conoce deseos desordena
dos, qué defectos puede tener! Quita el amor pro
propio, decia San Bernardo, y quitarás el infierno,
desterrarás todos los vicios, y introducirás todas las
Virtudes. . -
Tengamos en fin presente, amados oyentes mios,
y concluyo con esta advertencia: tengamos presente
que el gran precepto del amor de Dios, donde se resu
men todos los demas preceptos, estriba y se funda en
la abnegacion interior; que quanto menos nos ame
mos à nosotros mismos, amaremos mas à Dios; que
quanto condescendamos con el desordenado amor de
nosotros mismos, otro tanto defraudamos al amor de
Dios : de donde se sigue que la grandeza de la santi
dad se ha de graduar y medir por el amor à Dios; de
modo que el mayor y mas glorioso santo del Cielo
no será el que al parecer se haya exercitado en mayo
res virtudes, sino el que haya vivido mas despegado de
-.. . . F 2. - sí
44 SE R M o N

si mismo, porque eso mas habrá vivido unido con


Jesu-Christo.
Grabad, Señor, en nuestros corazones estas ma
ximas tan ciertas, tan sublimes: es verdad que el sa
crificio que nos pedis, es el mas dificil y costoso; pe
ro tambien lo es que el galardon que nos prometeis,
es el mayor y mas rico: bien sabemos que si morimos
à nosotros mismos, viviremos con vos; y qué estima
cion merece la vida que pedis os sacrifiquemos, com
parada con la que nos ofreceis aquella es una batalla
instantanea, y esta una eternidad y un peso inmenso
de gloria. Resueltos estamos , pues, ô Dios mio, à
que no viva en nuestro corazon otro que vos, a que
no le posea otro que vos, para que asi reynemos con
vos en la bienaventuranza. Amen.
SER MON
DE LADE PURIFICACION
NUESTRA SEÑORA.

Postquam impleti sunt dies Purificationis ejus se


cundum legem Moysi, tulerunt illum in Jerusa
lem ut sisterent eum Domino.

Cumplidos los dias de la Purificacion de Maria segun la


ley de Moysés, llevaron al Niño a ferusalen para pre
sentarle al Señor. San Luc, cap. 2. V. 2 I.
A L REY.

Señor,

T A madre de un Dios sujeta y obediente à la ley:


un hombre Dios que por medio de su madre se
sujeta à la ley: ved ahí el mayor triunfo que recibió
jamás la ley de Dios: ved ahí el dia mas glorioso que
vió jamás. Porque en esta ocasion recibió de Maria
una honra y gloria qual no pudo recibir en el discur
so de tantos siglos de la virtud de los justos, del zelo
de los profetas, de la fortaleza de los martyres. Ma
yor majestad y pompa ostenta hoy la Ley en el al
tar en que Maria la cumple y obedece, y mas glorio
sa y augusta se manifiesta, que sobre el trono de
los Davides y Josias; mas triunfante y conquista
dora que en los campos de los Josues y de los Maca
beos 3 mas autorizada y mas terrible que entre los ra
yos y relampagos del monte Synai; y mas pura y san
ra que en el corazon de las Judites y Esteres; porque
- - --- has
46 SE RM o N A

hasta entonces no habia impuesto su yugo sino à los


hombres, y ahora rinde al mismo Dios à quien están
sujetos todos los hombres. - º *-

Qué especie de festividad es, pues, la que nos


congrega hoy en este templo Quereis, amados oyen
tes mios, formar de ella una cabal y verdadera idea?
Consideradla como el triunfo de la ley de Dios: triun
fo, no solo porque la victoria de la ley no puede lle
gar à mas que à sujetar baxo su yugo à un Dios, y
à la madre de un Dios; no solo porque la obediencia
de un Dios y de la madre de un Dios desagravia à
la ley de la injuria, que la hace nuestra desobediencia;
sino triunfo principalmente, porque sujetandose Jesus
y Maria à la ley, todo lo sujetan à ella, dandonos à
entender que la ley debe dominar sobre nosotros y
sobre aquellas pasiones nuestras que se oponen à la
ley: pasiones soberbias e insolentes que sacuden con
descaro el yugo de la ley, pasiones astutas y falaces
que esparcen sombras y tinieblas sobre la ley: espiri
tu de libertad y de impiedad que le disputa à la ley
su vigor y autoridad : espiritu de sofisteria y artifi
cio que coarta y pone limites à la autoridad de la ley:
dos causas de nuestras desobediencias solemnemente
reprobadas por la sujecion que Maria presta á la Ley
por Jesu-Christo, y por sí misma: con cuyo rendi
miento hace Maria que triunfe la ley del desenfreno
y de la impiedad de las pasiones, que no quieren reco
nocer la autoridad de la ley: y hace que triunfe así
mismo de la ilusion y vanos pretestos, que coartan y
limitan la autoridad de la ley. En dos palabras: la
autoridad de la ley, y la extension de la ley son los
objetos que ofrece à nuestra consideracion el misterio
de este dia bien reflexionado.
Espiritu divino, dignate guiarme por el caminº
t, que
DE LA PURIFICAcioN. 47
que me mandas andar: porque sin vuestro auxilio,
qué puedo yo hacer las palabras del mismo Apos
tol de las gentes no hubieran sido sino un sonido va
no que se esparceria en el ayre, si tu no hubieras ha
blado con él y por él; pero quando à títe place, de
todo hombre, y hasta del mas humilde y desprecia
ble haces un Isaias, un Pablo: la respiracion de un
niño inocente, como sea llevada en alas de la gra
cia, llega a ser una poderosa voz que segun la expre
sion de la Escritura estremece el desierto, y desar
raiga los cedros del Libano: comunica á mis oyen
tes tales afectos, que ni quieran ni soliciten sino la sal
vacion de sus almas: pues toda la suficiencia de mis
talentos libro en sus buenas disposiciones; porque qué
soy yo para que suene mi voz en el santuario Mas,
Señor, pues, que asi lo quereis, rindome à vuestra
santísima voluntad: esforzad mis debiles conatos pa
ra que vuestra palabra penetre los corazones, dis
pertandolos, avivandolos, de modo que solo pien
sen en vos, que solo oigan à vos, que yo solo pro
fiera aquello que vos me dicteis, y que vos suplais
lo que yo no dixere: que finalmente, en el exer
cicio de mi ministerio todo me venga de vos, y to
do buelva à vos, que nada se me atribuya à mí,
que todo se atribuya à vos. Para conseguir esta gra
cia, unico objeto de mis deseos, imploro la interce
sion de Maria. Ave Maria. -

PRIMERA PARTE.

DAra confundir al hombre mas altivo, mas sedí


cioso, y mas empeñado en disputar à la ley de
Dios su autoridad y su vigor, basta à mi parecer,
amados oyentes mios, poner delante de los ojos de su
COl
48 SE R M o N

consideracion lo que pasa hoy dia en el Templo. Por


que sujetando Maria à Jesus al yugo de la ley, nos
obliga à confesar que la ley de Dios exerce sobre no
sotros unos derechos tan santos , y tan inviolables,
una potestad tan justa y tan legitima, un dominio
tan natural, y tan indispensable, que no podemos
quebrantar la ley divina sin romper los mas sagra
dos vinculos de la subordinacion y de la equidad.
No lo he dicho todo. Para darnos Maria Santisima
una plena instruccion sobre esta materia, nos condu
ce hasta el origen de la autoridad que reside en la
ley de Dios, descubriendonos esta Señora, y presen
tandonos la fuente, el principio, y los titulos de la
sujecion que debemos à la ley, obligandonos à reco
nocerlos en todo lo que somos respecto de Dios, y
en lo que Dios es en sí mismo: de parte del hombre
un fondo de dependencia esencial y necesaria que
nos sujeta á la ley de Dios: de parte de Dios un fon
do de grandeza y de gloria que eleva y ennoblece
nuestra sumision à la ley de Dios; sumision justa y
legitima, sumision honrosa y plausible no desperdi
cieis un apice de este documento.
1. Dependencia esencial y necesaria de parte del
hombre: primer titulo de sujecion à la ley que se
nos presenta en el misterio de este dia, à fin de alla
nar y destruir toda hinchazon y sobervia que se le
vanta contra Dios y su ley. Lo que introduxo y
conserva en el mundo el reyno y imperio del peca
do es ese infeliz espiritu de presuncion y rebeldia
que no quiere ceder sino à sí mismo ni obedecer si
no à sí mismo. Porque preciandonos de hijos obe
dientes à la voz de la sangre de un padre rebel
de, abrigamos en nuestro interior un fondo de in
docilidad en fuerza de la qual nos yolvemos contra
Dios
DE LA PuRIFICAcioN. 49
Dios luego que nos habla con autoridad de Señor ab
soluto de todo el universo: de modo que lo que tal
vez le concederiamos si no lo pidiese, basta que lo pida
para que se lo neguemos: quantos objetos hay, que
deben todo su atractivo à la ley que prohibe su pose
sion . Y es tal la orgullosa flaqueza del corazon hu
mano, que para apartarnos de obedecer el demonio,
de pocas armas se vale mas poderosas, que de la arma
y del estimulo de la misma desobediencia. Orgullo
que crece, se aumenta, y se hace mas indomito y fe
roz al paso que logramos en el mundo un grado mas
de distincion por parte del nacimiento, de la fortu
na, de la autoridad, del empleo, de los talentos, del
merito: porque constituido el hombre en alguna de
estas circunstancias es verdad que sabe mandar ¿pero
sabe igualmente rendirse y obedecer? y los señores
de la tierra se acuerdan siempre que tienen un supe
rior en el cielo no se cumple respecto de Dios prin
cipalmente aquel dicho, que los grandes beneficios solo
hacen grandes ingratos, como si quisiesemos justificar
con nuestra conducta los rigores de la providencia con
tra las quexas y murmuraciones de aquellos, à quienes
dexa vivir en la miseria y humildad de su estado, dan
do à entender à Dios que quanto mayores prosperi
dades nos concede, de mas virtudes nos priva la pros
peridad, y que para ser santos es ocioso que pasemos
por el fuego de los infortunios y calamidades
Orgullo que subsiste, se conserva y fomenta has
ta en los estados donde se mira mas abatido; pues
obsequioso el soberbio e indecorosamente oficioso en
presencia de los hombres, lleno de respeto y reve
rencia delante de esos idolos de barro y tierra, apa
renta para con Dios inmortal una barbara rebeldia
hasta llegar à quebrantar sus preceptos sin remordi
Tom. V. G mien
5o SERMoN
miento y sin escrupulo, hasta violar sus mas sacro
santas leyes sin verguenza ni miramiento, hasta glo
riarse y hacer alarde de sus resistencias, de sus teme
rarias contradicciones à la voluntad de Dios; porque
no ignorais vosotros, que à este extremo de impie
dad lleva poco à poco la presuncion de ese desatina
do orgullo, que despues de haber sido el pecado del
primer hombre, se ha hecho por una sucesion y fa
tal contagio el pecado de todos los hombres. - -

Para reducirnos pues à la memoria nuestra de


pendencia, y para confundirnos Dios nuestro Señor
con un exemplo augusto, nos pone su Majestad de
lante la sujecion de Maria à la ley: y à qué ley a
una ley , cuyo cumplimiento en la persona de Maria,
ò por mejor decir por el ministerio de Maria, es un
argumento evidente y sin réplica de la obligacion in
dispensable.que tenemos de respetar y obedecer à Dios:
Sanctifica mihi omne primogenitum : (1) Consagrame to
dos los primogenitos, dixo el Señor al Legislador de
los Hebreos; nazcan y criense los demas hijos para go
zo y felicidad de los padres; pero nazcan estos para por
cion especial de su Dios; yo le concedo à Israel los de
mas para perpetuar el linage santo; pero entregueme
estos Israel para eternizar la memoria de los beneficios
de que le he colmado 3 sean los otros destinados para
cumplir la promesa hecha à Abran de una posteridad
mas numerosa, que las arenas del mar; pero sean es
tos dedicados desde luego à renovar de siglo en siglo
el sacrificio de Abran quando levantó el brazo sobre
Isaac, determinado à hacer la victima de su obedien
cia
... º
-ºes
(*) Exod. c. 13.v. a. - -

.
* --

-
- DE LA PORIFIcAcioN. 5 I

cia del objeto mas tierno de su amor: Sanéiifica mibi


omne primogenitum. -- - - -

Por qué pedia Dios, me direis, el sacrificio de º

los primogenitos Aplicad vuestra atencion al espiri


tu y fin de la ley, pues de aqui pretendo yo sacar
el provechoso y convincente documento que necesi
tan nuestras almas. Todo es del Señor, todo debe ser
para el Señor, todo vive por él, y todo debe vivir
para él: verdad primordial y fundamental que la na
turaleza ha grabado en nuestros corazones con inde
lebles caracteres; pero que nuestra concupiscencia ha
encontrado medios y modos de debilitarla y obscure
cerla, interponiendo entre nosotros y esta clara luz
tantas preocupaciones y tantas erradas maximas, que
llega ya y se deriva à nosotros obscurecida con dudas
afectadas, y desfigurada con vanas sutilezas. Porque de
xa el hombre de ver de buena gana aquello que veía
con repugnancia, y el entendimiento desaprends pron
tamente lo que le manda el corazon que ignore. Si su
divina Majestad pues no hubiera mandado por esta
ley que le ofreciesen los primogenitos, para que de
positados en manos de los Pontifices fuesen una so
lemne confesion y autentica protesta del supremo do
minio y absoluto imperio de Dios, las pasiones hu
manas hubieran conseguido facilmente extinguir esta
luz en Israel. Qué pensais pues ºMaria, quan
do cumpliendo puntualmente con la ley, ofrece en
manos del Altisimo aquel hijo que recibió de ellas?
ella viene penetrada de la mas profunda humildad y
de la mas sincera gratítud -à reconocer y protestar,
que aunque es dignisima madre de Dios , no por eso
se mira menos obligada à una total dependencia, à
una perfecta sujecion à la voluntad del Señor, y que
aunque su hijo es Dios, no por eso Dios es menos
G 2 a -
52 . Se a M o N
arbitro y señor de ella: mea enim sunt omnia: (1) ella
viene à confesar por Jesu Christo y en nombre de
Jesu-Christo que este hijo, aunque Dios verdadero,
como hombre y desde el punto que se hizo hombre.
es posesion y herencia del Señor; que es cosa de Dios
y para Dios: que en quanto hombre, no es libre ni
independiente, ni ya es suyo: mea enim sunt omnia.
* A vista pues de este hombre Dios que por me
dio de Maria viene à reconocer tan solemnemente su
dependencia, qué debemos pensar de esa decantada
independencia que tanto afectamos con detrimento
de la sujecion que Dios nos pide No obrar ni pen
sar sino para sí mismo, no procurar sino para sí
mismo, referirlo y reducirlo todo à sí mismo, ce
ñirse y resumirse en sí mismo : y para conseguir
este unico y propio negocio, atropellar y destruir,
quanto estorba y se opone à nuestras ideas , apar
tar los competidores, derribar los emulos, vestir
se alternativamente del trage de todas las virtudes
y de todos los vicios, aborrecer à los mas afortuna
dos, despreciar, y acabar de perder à los infelices, y
sin miramiento al derecho del proximo, ni respeto al
bien publico estimarlo y pesarlo todo en la balanza
del propio interés : correrse de la virtud, si no rinde
provecho, gloriarse de una atrocidad, si à costa de
ella se ha adelantado algun paso en la fortuna, suplir la
falta degrandes talentos con muchedumbre de grandes
delitos, bien sé, que este es el camino trillado del
mundo, la ciencia y la politica del mundo, la doctri
na y la opinion del mundo, la ley y como el Evan
gelio del mundo. . . . . . . . . . . .»
, , , , , , , do . Pe-.

(1) Lib. Numer. c. 8. v. 1z, -


-
DE LA PURIFICAcioN. 53
Pero ley del mundo, ley que llena al mundo de
confusion y de injusticia. De aqui provienen los amos
y superiores crueles e intolerables, los domesticos
interesados e infieles, los comerciantes sin hombria de
bien y buena fé, los magistrados sin conciencia y sin
equidad, los empleados en oficinas sin rectitud y sin
compasion: de aqui los monopodios que desuelan la
tierra 3 de aqui el persuadirse alguno que el em
pleo que ocupa, es solo para sí, y por esto pensar
solo en sus intereses, y para solicitar su propia feli
cidad, no dudar ser ocasion de la calamidad publica:
de aqui los pleitos que tanta cisma levantan en las fa
milias, porque el interes propio quiere usurparlo to
do, y no ceder nada; à la menor sombra de derecho
se arman litigios, y muchas veces no hay mas derecho
que el que da la execrable ciencia de esforzar los de
rechos mas iniquos: de aqui las amistades falsas y fin
gidas, las amistades llenas de doblez y de infidelidad,
no siendo ya las conexiones mas finas y mas estre
chas sino un verdadero amor propio, paliado con el
nombre de amistad: y como el amigo no ama en sus
amigos, sino a sí mismo, dexa de amarlos luego que
dexa de hallar en ellos el interes de su gusto, ô de sus
conveniencias: asi no conocemos ya à nuestros amigos
quando su amistad no nos es de provecho alguno, y
todavia los conocemos menos quando ellos tienen ne
cesidad de nuestra amistad: y como entre los Grandes
y señores reyna y florece principalmente esta idola
tria de sí mismo, por eso todo lo que les cerca es fin
gido y disimulado; no hay sinceridad, no hay inge
nuidad, no tienen amigos, pero tienen aduladores
bulliciosos, esclavos sujetos y alquilados: ellos se
persuaden que solo viven para sí mismos, y los que
los rodean solo los sirven por su provecho propio; pron:
* tOS
54 SE R M o N

tos à dexarlos y venderlos siempre que se las presente


otro protector mas poderoso, siempre que se figuren
esperanzas de mayor fortuna. Pero dexemos allá al
mundo con todos sus intereses y pompas mundanas.
Mas qué digo Ojalá que el mundo abriese los ojos
para conocer las pestiferas, contagiosas, y horribles
consequencias de esos sistemas de impiedad, con que el
infierno procura inficionarle en estos ultimos tiempos,
y quiera el cielo que avisado finalmente y vuelto en
sí el mundo con las experiencias de sus desgracias,
conozca que faltando à Dios, se falta à sí mismo.
Lo que digo es, y para ello me autoriza el miste
rio de este dia, que esta ley del mundo es una ley
de usurpacion. Con efecto si un Dios luego que
comenzó à ser hombre, dexó ya por este titulo de
ser suyo: si el Verbo divino, la grandeza y ma
jestad misma, la soberania y la misma independen
cia, luego que encarnó, no le quedaron otros bienes
por razon de su humanidad sino la sumision 3 en qué
fundaremos nosotros el derecho de disponer de noso
tros mismos a nuestro arbitrio ? No, hermanos mios,
no vivais engañados, ninguna cosa, dice San Agus
tin, es vuestra con tanta propiedad, como Vosotros
mismos, y sin embargo ninguna cosa es mas agena
de vosotros que vosotros mismos: Nihil magis tuum.
quam tu, ó quid.minus tuum quam tu º Vuestros bie
nes, vuestros empleos , vuestra fortuna, nada de es-,
to es parte de vosotros, y aunque no sean parte de
vosotros , son cosa mas vuestra que vosotros mismos,
porque todo esto en cierto modo puede ser obra de
vuestras manos, y en cierto sentido podeis tenerlo por
vosotros mismos, y deberlo à vosotros mismos pe
ro por el contrario ninguna cosa de quanto sois, es
Vuestra, porque nada de quanto sois, viene de vo
SOe
DE LA PURIFICACIoN. 55
sotros: Quid minus tuum quam tu , si id totum quod
es, alterius estº Solo Dios es dueño y arbitro de sí
mismo, porque solo Dios procede de sí mismo: y
esta independencia es tan esencialmente el caracter
peculiar, y el distintivo de la divinidad, que ni
aun conviene à la naturaleza del hombre unida à la de
Dios. -

Plugo al Verbo divino, dice San Pablo, mani


festarse en forma de hombre, y por una consequen
cia necesaria se manifestó en estado de sujecion y de
servidumbre : Formam servi accipiens in similitudinem
hominum factus. (1) Enviónos Dios, continúa el Apos
tol, à su hijo querido ; y cómo nos le envió sujeto à
la ley: y por qué sujeto à la ley porque era hom
bre: Misit Deus filium suum facium ex muliere, fac
cium sub lege. (2) Notad, dice San Juan Crisostomo,
el enlace y conexion que San Pablo pone entre estas
dos expresiones: facium ex muliere, facium sub lege:
un Dios hecho hombre, y un Dios sujeto à la ley.
El Verbo divino (oidme esta amplificacion del dis
curso de San Pablo). El Verbo divino en quanto
Dios, como Señor absoluto, Soberano, e indepen
diente solo podia intimar leyes, y no podia recibirlas;
pero en quanto hombre, sin embargo de ser Dios,
queda comprehendido en la sujecion y subordinacion
comun à todos los hombres, facium sub lege:. En quan
to hombre, no puede obrar por sí mismo, ni gober
narse por sí mismo, ni referir sus acciones à sí mis
mo: solo puede obrar para Dios y segun las ideas y de
signios de Dios, y segun las leyes y voluntad de Dios;
pues todo esto se contiene y envuelve en la depen
den

(1) Ad Phil, C, 2 e v. 7 9 (*) Ad Fal, Co 4. V. 4.


56 SE RM o N

dencia que Jesu-Christo reconoce por medio de Ma


ria ; faéfum sub lege: porque sin esta circunstancia no
seria otra cosa esta dependencia sino un vano titulo,
y un nombre arbitrario y destituido de significado, ni
esta protesta de subordinacion que hace Jesu-Chris
to, seria mas que una ceremonia superficial y enga
ñosa: de modo que Jesu-Christo estaria sujeto à Dios
nuestro Señor, y no lo estaria. Quiero decir, catoli
cos, y confesemoslo para verguenza nuestra, quiero
decir que estaria sujeto a Dios al modo que nosotros
lo estamos; porque es verdad que nosotros confesa
mos y reconocemos à un Dios; pero la ley de Dios no
nos impide satisfacer nuestros deseos ni continuar en
nuestros proyectos, ni llevar adelante nuestros empe
ños, ni adelantar nuestra fortuna, la ambicion nos
despeña tras las honras, la avaricia tras las riquezas, la
concupiscencia tras los deleites sensuales, con todo ar
rostramos, à todo nos entregamos sin el menor escru
pulo ni recelo de si el camino que seguimos, es camino
de Dios, contentos con saber que es nuestro. Es ver
dad que confesamos y reconocemos à un Dios; pero
no solo no nos gobernamos por su ley santa, sino que
ni aun la consultamos; no solo no la estudiamos, ní
procuramos entender, sino que hacemos los mayores
esfuerzos para olvidarla e ignorarla: ni hay pretextos
que no busquemos para dispensarnos de ella, ni ra
zones que no inventemos para frustrarla, ni sutilezas
que no discurramos para mitigarla y enervarla, ní
principios ni maximas que no excogitemos para aniº
quilar el Evangelio interpretandole; y enflaquecer y
abolir la ley no dexando caso en que obligue. Es ver
dad que confesamos y reconocemos un Dios; pero
quando la ley es tan expresa y tan formal, que no
podemos ni obscurecerla ni negarla, quántas otras
- •sa le
-
DE LA PURIFICACION. 57.
leyes no contraponemos y preferimos à esta ley santa?
leyes de razon, y de prudencia humana , leyes
de exemplo y de imitacion , leyes de moda y de
costumbre , leyes de urbanidad y buena crianza,
leyes de nobleza y de fortuna 3 ó si observamos
alguna ley de Dios, no lo hacemos puramente por
ue es ley de Dios, sino porque es ley del mundo,
y de aquellos hombres a quienes en el mundo de
seamos complacer ; no lo hacemos porque es ley de
Dios , sino porque es ley nuestra, porque es la ley
de nuestro genio y de nuestro antojo, la ley de nues
tro natural y temperamento, la ley de nuestro esta
do y condicion, la ley de nuestra vanidad y arrogan.
cia, la ley de nuestra politica e interes, la ley de nues
tros apetitos e inclinaciones. De aqui nace que siem
pre hay alguna cosa que quiere Dios , y nosotros
no queremos , alguna cosa siempre que pide Dios,
y nosotros no queremos darle : hasta en las almas
que se precian de mayor union con Dios, siempre
hay algo que no es de Dios, ni para Dios: en fin,
ô no servimos à Dios, ô le servimos à medias, y des
pues quedamos muy pagados y contentos de noso
tros mismos, creyendo que Dios tambien lo debe
estar 3 y porque le llamamos Señor, Señor, nos pa
rece que no tiene ya derecho de exigir de nosotros
OtIa COSa. - - -

No lo entendió asi Jesu-Christo, nuestro bien,


que venia para ser nuestro Legislador , y nuestro
exemplar : el qual porque era hombre ya era de Dios,
y por ser de Dios, se sacrificó enteramente à la ley
de Dios, à las leyes mas duras y penosas, à las le
yes mas severas y afrentosas: y atento y cuidadoso
de conformarse con la ley, sin anticiparla ni poster
garla, espera la hora y los momentos decretados por
Tom. V. H Sll
58 SERM o N

su Eterno Padre tanto para entregarse en manos de


la muerte, como para empezar a obrar maravillas:
mondum venit hora mea . . . . . Haec est hora vestra: él
no tiene mas voluntad que la de su Padre : non mea
voluntas, sed tua : él enfin vive como exemplar de
obediencia, y muere victima de ella: obediens us
que ad mortem. (*) - -

Y querremos todavia disculpar despues de un


exemplo tan admirable nuestras transgresiones contra
la ley de Dios Si à tanto nos atrevemos , atreva
monos à negar nuestro principio y origen , atreva
monos à decir como el otro impio no solo en nuestro
corazon, sino en nuestro entendimiento, si es caso
que nuestro entendimiento es capaz de decirlo ; que
no hay Dios: delirio, no lo niego, devaneo, frene
sí de la razon, de cuya ignominiosa debilidad se es
tremecieron los siglos mas acostumbrados à perder la
verguenza à todo vicio y error; pero desengañemo
nos, catolicos, que si no nos dexamos sumir en es
te abismo horrible, no nos queda pretesto ni escu
sa que alegar en abono de nuestras costumbres: por
que, supuesto el principio infalible de nuestra con
fesion y creencia de un Dios verdadero, qué os pa
rece se sigue de aqui? Yo os lo dire. Quanto somos, y
quanto tenemos, todo nos viene de Dios; luego quan
to somos, todo lo debemos ser para Dios. Si todo nos
vieñe de Dios, luego todo debe volver à Dios. Sí
Dios es el origen de todo, luego Dios debe ser el cen
tro y el termino de todas las cosas : principio sencillo
y evidente fundado en las ideas mas puras y en las
- lll dS

(*) Evang. S. Joann. c. 2. v. 4, S. Luc. c. 22, v, 53. Ibid.


v. 42. Ad Philip, c. 2. v. 8.
.
DE LA PURIFICAcioN. 59,
mas verdaderas nociones del Criador, y de la criatu
ra, del hombre y de Dios. Por quanto Dios es señor
absoluto de sí mismo, y todo se lo debe à sí mismo,
ni puede obrar sino para sí mismo, por eso el hom
bre es de Dios, y todo él se debe à Dios, ni puede
proponerse otro ultimo fin, que à Dios. Si Dios de
xase de ser de sí mismo y para sí mismo, dexaria de
ser Dios: luego si fuese permitido al hombre ser due
ño de sí mismo y para sí mismo, no seria ya hom
bre: principio sobre que nos residenciará Dios, y so
bre que nosotros debieramos residenciarnos no solo
para domar y reprimir nuestras pasiones y apetitos,
sino tambien para arreglar y acrisolar nuestras vir
tudes. Porque tal vez queremos servir à Dios y ser
suyos, ô por mejor decir, nos lisonjeamos que que
remos ser suyos 3 y à este fin huimos quiza del mun
do, abandonamosle 3 pero no nos dexamos ni hui
mos de nosotros mismos: nos privamos quiza de los
deleytes, de las honras, de los pasatiempos del mun
do; pero no nos privamos, ni nos renunciamos à no
sotros mismos; conservamos todavia cierto apego à
nuestro propio dictamen , à nuestros caprichos, à
nuestras aficiones , à nuestros apetitos, à nuestras
antipatias, à nuestras aversiones, à nuestra vanidad,
à nuestra altivez, à nuestra arrogancia, à nuestras
emulaciones, à nuestro genio. O error ó engaño!
porque si vivimos asidos à nosotros mismos, ó escla
vos de nuestra propia estimacion, de los deleytes, de
la codicia, de la ambicion 3 ó vivimos pecando por
amor del mundo, ô traemos una vida devota , pero
llena de amor propio, agradamos por eso mas à Dios,
somos siervos mas fieles suyos?
Si el hombre no sirve, ni se entrega à Dios, que
se entregue, y que sirva à quien se quisiere , nada
H 2 im
6o SERM o N
importa qué importa que sea él el adorador, ô el
idolo, ni que sirva al mundo, ô a sí mismo todo el
ser, toda la felicidad del hombre no estriba, ni con
siste sino en ser de Dios enteramente. Y no creamos
que esta dependencia y sujecion total nos degrade ní
envilezca; pues Jesus rendido à la ley por medio de
Maria nos manifiesta en Dios un peso tal de gloria
y de grandeza, que enoblece nuestra sujecion à la ley
divina. -

2. Con efecto, si hubiese alguno en mi audito


rio, que opinando como aquellos impíos que pregun
taban desvergonzadamente, quien es el Señor para
que nosotros le sirvamos: quis est Omnipotens ut ser
viamus ei? (1) No le diria yo que es el Criador del
universo; que es aquel que con un solo acto de su
voluntad sacó el mundo de la nada, y que este mis
mo mundo sujeto al arbitrio del Dios que le dio el
ser, solo espera la menor insinuacion de su benepla
cito para aniquilarse y volverse à sumir en su antiguo
caos: que es aquel que si articula la voz de su indig
nacion, desaparecen los mas florecientes imperios, los
mas poderosos Monarcas sienten que titubean y se
desquician los tronos donde se sientan , se postran y
caen por tierra las columnas del firmamento ; tiembla
y se estremece la tierra, y se desarraigan los cedros
del Libano. Magnificas y nobles figuras tódas, pintu
ras majestuosas, que el impetuoso ardor, la sobrenatu
ral vehemencia de un zelo abrasador dictaba y suge
ria à los profetas para confundir y derribar de en
tiempo en tiempo la soberbia de los Faraones de su
siglo. Porque antes de Jesu-Christo no era conocido
Dios

() Job c. 21. v. 15.


DE LA PURIFICAcio». 61

Dios de la mayor parte de los hombres sino por sus


obras, y para manifestarse el Criador al universo so
lo se valia del idioma y de la voz de sus criaturas. Pe
ro ah! si los profetas hubieran visto con . Sus ojos lo
que nosotros vemos con los nuestros, con qué ener
gicas y vehementes expresiones, con qué divina elo
quencia fulminadora y tonante, con que emocion,
con qué raptos, con qué fuego, y enagenamiento de
una alma asombrada à la vista del espectaculo mas au
gusto hubieran exclamado: ó tierra, tierra ð polvo,
ô ceniza ô hombre miserable mira finalmente à tu
Dios, adorado por un hombre-Dios, un Dios que
solo podia ser dignamente adorado por un hombre
Dios porque ya se cumplieron los tiempos, ya el
renuevo de Jese y de David, el deseado de las nacio
nes, el Angel del Testamento , el Dios de Israel
entra en su Santuario: ahora se renueva la pompa y
magnificencia que vió el profeta Ezequiel quando al
acercarse el Altisimo, titubearon y se desquiciaron
los muros de la ciudad santa de Jerusalen, separan
dose como para dexarle paso libre: quando el altar
tembló en su presencia, y los Serafines medrosos y
estremecidos se cubrieron el rostro con sus alas. To
do calla con un respetuoso silencio, y hasta el mismo
Templo estraña y se pasma de ver à su Dios en su re
cinto. Solo le diria, que contemplase à Jesu-Christo
reclinado en los brazos de una doncella modesta,
virginal y vergonzosa, hablando solo con la voz de
sus suspiros. Señor, le dice, à su Eterno Padre, due
leme altamente, que ignorado tu nombre y blasfema
do entre los mortales por el discurso de tantos siglos,
solo haya experimentado en esta tierra de iniquidad
y mentira desprecios y ultrajes! desde ahora en vir
tud del oficio con que he venido al mundo de reden
Ol.
62 SE RM o N
tor y reparador de sus prevaricaciones y escandalos,
te consagro las primicias de una vida que solo he re
cibido para restituirtela: bien sé que el Calvario so
lamente te puede desagraviar de los pecados de Sion,
de las iniquidades de la ingrata Jerusalen 3 mas para
derramar la sangre de mis venas, solo espero que
me lo mandeis, y mientras llega el dia que admitas
por victima à un Dios, recibe los obsequios y adora
ciones de un Dios : ya aquel hijo, que engendras
te antes de la aurora entre los resplandores de los
Santos, no reconoce en tíunicamente un Padre amo
roso, sino un Señor airado: yo solo he venido à es
te mundo à intimarle las leyes y preceptos de tu vo
luntad Santisima, y à darle el exemplo de sujetar
le à ella; y dichoso yo, sí despues de haberme des
nudado de la magnificencia y resplandor de mi glo
ria, consigo enseñar à los hombres à conocer y re
verenciar la tuya Deus meus, volui c9 legem tuam
in medio cordis mei. (1)
Con efecto, solo Jesu-Christo podía llenar toda
la estension de la ley que cumple. En vano el al
tar cargado de ofrendas presentaba continuamente
al Altisimo los votos y el tributo del mas fino agra
decimiento. En vano un pueblo religioso con la con
sagracion de sus primogenitos añadia à los demas
sacrificios el sacrificio de sí mismo. Porque qué su
ponen todas las naciones y pueblos delante de Dios?
Son como si no fuesen , responde el Profeta : el uni
verso mismo en su presencia no es mas que un ato
mo tan imperceptible , que solo le alcanza à ver
porque todo está patente à su inmensa ciencia: subs
fa/3-

(1) Ps. 39. v. 9.


DE LA PURIFICACIoN. 63
tantia mea tanquam nibilum ante te. (1) De modo que
los mas augustos sacrificios , las victimas mas pre
ciosas de Judá y de Israel nunca llegaban ni con in
finita distancia à darle un culto conveniente ; por
que aunque le daban quanto tenian que dar, na
da le daban que fuese digno de su Majestad. Ma
ria Santisima, aquella Señora que entre las puras
criaturas fue la obra esmerada y privilegiada que
salio de sus manos, la obra mas insigne de su mag
nificencia, el milagro de la naturaleza, el prodigio
de la gracia, Maria digo no le hubiera ofrecido un
sacrificio digno de su grandeza inmensa, si no se
hubiera ofrecido en él sino à sí misma: de suerte que
su holocausto solo merecio las propicias atenciones
de Dios por el merito de la victima que se ofrecia
en él, que era Jesu-Christo,
Si somos , catolicos , capaces de razon , qué
concepto , qué idea tan sublime no nos debemos
formar de nuestro Dios Dexe el cielo de anunciarle
hoy à la tierra 3 pues la tierra le anunciará y le
pregonará en el cielo: porque no solamente reyna
y procede Dios como Díos en la celestial Jerusalen,
sino en la Jerusalen terrestre igualmente. La santa
Sion, la corte de los cielos contempla al Altisimo
sentado en su trono, mira como los bienaventura
dos penetrados de respeto y de veneracion arrojan à
sus pies sus coronas, entonando continuamente : glo
ria sea dada al que es y sera en en los siglos de los si
glos. Pero estas adoraciones y rendimientos que ma
nifiestan su amor, no son los unicos que declaran
su grandeza 3 pues otras honras y aun mayores hon
121S
-

(1) Ps, 38. v. 6.


64 SERM o N

ras le aguardan en la Sion, en la Jerusalen de la


tierra. Un hombre-Dios rendido y obediente , un
hombre-Dios pidiendo y suplicando! Qué cosa pues
tan sublime y tan augusta no sera un Dios adora
do por un hombre-Dios, un Dios à quien solo pue
de dar dignos y proporcionados cultos y obsequios
un hombre-Dios? Es el Dios inmortal y eterno, el
Dios fuerte y poderoso, el Dios de los Reyes y de
los reynos, el Dios de los exercitos y de las bata
llas, el Dios del cielo y de la tierra; pero lo que
tantos titulos magnificos, y lo que tantos renombres
de majestad y gloria no aciertan à declarar, lo expli
ca sola la expresion de que es el Dios de un hom
bre-Dios. Este pues es el Dios de quien yo os ha
blo, este es vuestro Dios. Doblese toda rodilla al
oir el nombre de Jesus, decia el Apostol; pero yo
puedo añadir , que se doble toda rodilla delante
de un Dios, que mira à todo un Jesu-Christo incli
nado y postrado al pie de sus altares.
Decidme ahora, hombres carnales , un Dios à
quien Jesus adora, es algun Dios de quien vosotros
debais avergonzaros, y que os sea licito menospre
ciar Y si no servis à este Dios, a quién servis en
qué os empleais Ó santos cielos qué encanto tan
poderoso es el de la pasion que nos trae enagenados!
qué fatal velo tiende sobre nuestros ojos para que
no advirtamos los errados caminos por donde nos
despeñamos! ello es que el hombre por un espiritu
de altivez indiscreto consigue envilecerse, y de
gradarse.
Preciamonos de no servir à Dios : pues à quién
servimos A los Grandes de la tierra, à los ricos y
dichosos del siglo : á esos dichosos del siglo, que co
mo señores soberbios piden que se respeten servilmen
tC.
DE LA PURIricAcroN. 65
te sus caprichos, que se aplaudan sus inclínaciones,
que se adoren sus ideas, que se adivinen sus deseos,
que nada se les niegue de quanto piden, y que con
la actividad obsequiosa de servirlos, se les perdone
aun el trabajo de pedirlo: que no se haga sino lo que
ellos aprueban, y que se apruebe todo lo que ellos
hacen: hombres à quienes no se complace sino en quan
to se les persuade que son amables y aplaudidos de
todos, y à quienes si no se les sirve en todo, en nada se
les sirve: basta un semblante, un gesto que les ofen
da, unas modales, y hasta una virtud que no sea de
su gusto, paraque el merito mas sólido y mas comple
to no sea en sus ojos sino un merito odioso e impor
tuno: con una bagatela se adquiere su amistad, con
otra se pierde: ignorase el modo de grangear su es
timacion , y el de perderla: ni ellos mismos lo saben;
cada dia amanecen con nuevas ideas, con nuevas afi
ciones: como viven sujetos à las continuas mudanzas
de la inconstancia y del capricho, ninguno está mas
cierto de incurrir mañana en su desgracia, que el que
hoy les cae en gracia. Esos dichosos del siglo repito,
que como inconstantes y mudables prestan por un
instante su corazon, pero nunca le dan ; porque es
tal su veleidad, que quanto mas declarada es su pro
teccion , quanto mas empeñada su fineza, es presa
gio mas cierto de perderla mas aprisa; porque como
el amor mas impetuoso, suele ser menos duradero,
agotando desde luego toda la ternura, solo aman un
momento aquello que aman con tanta vehemencia.
Esos dichosos del siglo, repito segunda vez, que sien
do unos ingratos, se pudre un hombre, y se sacrifica
en su servicio, y no recibe en recompensa sino desai
res, y sequedades injuriosas, desprecios desdeñosos;
tal vez una mirada benigna con que parece aceptan
Zom. V. I - el
66 SE R M o N
el sacrificio, reputandose el inferior por muy dichoso
en derramar su sangre, con tal que el idolo de su due
ño se digne de admitir la victima : recibe a lo mas de
él algunas escasas mercedes, y tal qual honor, ó em
pleo, que mas se le concede por animar y engolosinar à
los que sirven, que con deseo de galardonar à los que
han servido,
Preciamonos de no servir à Díos : pues à quién
servimos Servimos al mundo, à ese mundo falso y
engañador, à ese mundo perfido y traidor 5 à ese
mundo que no nos llama sino para huir de nosotros,
que no nos convida y halaga sino para abandonarnos,
que no promete sino para negar, que no nos roba
nuestras virtudes, sino para zaherirnos con nuestros
vicios: à ese mundo intolerable y envidioso, que sí
nos ve con prosperidad, nos aborrece, y si nos ve con
infortunios, nos desprecia; de modo que ni sabe per
donar nuestra felicidad, ni compadecerse de nuestras
desgracias. - - -

Preciamonos de no servir à Dios: pues à quién


servimos à nosotros mismos, y esto es lo que lison
jea nuestra vanidad : gloriamonos de ser libres, de
no recibir la ley sino de nosotros mismos, de no re
conocer otro superior, otro Dios que à nosotros mis
mos; pero libertad falsa, independencia soñada perº
suadimonos que no servimos sino à nosotros mismos,
y no discernimos entre nosotros mismos y entre los
vicios y perversidad que introduxo en nosotros el pe
cado, ni entre las tinieblas y ceguedad que introdu
ce en nosotros la ignorancia 3 ni entre las preocupa
ciones y maximas erradas que introduce en nosotros
el trato y conversacion con el mundo; ni entre las fra
gilidades y depravacion que introduce la concupiscenº
cia; ni entre la vanidad , el interes, el libertinage,
«. la
DE LA PURIFICAcroN. 67
la impiedad, las opiniones vanas y sutiles, las dudas y
perplexidades, las ideas insensatas y sistemas desati
nados que introduce en nosotros el amor propio. Per
su adimonos que somos enteramente nuestros, que
à nadie servimos sino à nosotros mismos , y este
nosotros mismos no es por lo regular sino el complexo
de nuestros propios vicios y engaños, y en fin, otro
nosotros mismos levantado sobre los vestigios y ruinas
de todas las luces y bondad que el cielo nos habia co
municado, y de quanto juicio habia dotado à nues
tra razon, y de quantas virtudes habia plantado en
nuestra alma.
Persuadimonos repito, que à nadie servimos sí
no à nosotros mismos, y servimos en la realidad al
mundo, cuyas leyes y modas nos esclavizan, cu
yas costumbres y exemplos nos arrastran , cuyas
criticas, y zumbas nos acobardan ; cuyas insinuacio
nes y halagos nos cautivan; cuyos deleytes y embe
lesos nos embríagan y ciegan 3 cuyo imperio y ter
ror nos estremece y aprisiona. Persuadimonos, que
à nadie servimos sino à nosotros mismos, y somos
presa de unos viles lisonjeros que por los ocultos
y artificiosos caminos de la indecente e indecorosa
adulacion han llegado à dominar nuestro entendi
miento, à burlarse de nuestra razon, à disponer de
nuestra alma: hombres perjudiciales, cuya oficiosa
y politica urbanidad, astutamente empleada, no mi
ra à otro fin sino à que sirvamos nosotros para sus
intereses y propias conveniencias, haciendosenos ellos
à nosotros utiles y necesarios para nuestros pasatiem
pos: hombres ruines, que desconfiando de sus pren
das, ô teniendo de nosotros tan baxo concepto, que
juzgan no poder ganar nuestra amistad con el merito
y los talentos, solo se proponen adular nuestras pa
I 2 Sio
68 SE R M o N

siones, y esperar su interes y conveniencias de su


cooperacion à nuestros infames y vergonzosos vicios,
Persuadimonos, finalmente, que solo servimos à
nosotros mismos: y somos en la realidad esclavos de
violentas y impetuosas pasiones, de vivos y bullicio
sos deseos, de tristes y desasosegados pensamientos,
de temores que nos perturban, de sinsabores que nos
pudren, de tedios que nos consumen, de remordimien
tos que nos devoran, de latidos de la razon, de la fé,
de la conciencia que nos inquietan y amedrentan, de
impetus que nos enagenan, de flaquezas que nos deshon
ran, de desordenes que nos desacreditan, de excesos que
nos arruinan. Un Cain, un Saul atormentados de la en
vidia, un Jeroboan, un Herodes, de la ambicion y de
la politica: un Aman, de la soberbia y vanidad: un
Acab, de la avaricia: un Salomon, de la sensualidad.
Todos fueron no lo dudo Monarcas , y señores sí
quereis del mundo; pero hasta en el trono mismo ar
rastraron las cadenas de su servidumbre : servidum
bre la mas cruel y inclemente. A y quántos dias tris
tes y amargos pasan los pecadores por un deleyte mo
mentaneo Ellos desean con ansia, gozan con sobre
saltos y amarguras: ellos se hallan en la posesion del
bien à que anhelaron, y no sienten el gusto que se
habian prometido : ellos se fastidian de todo, mue
vense à sí mismos à nausea, y experimentan la ver
dad de aquella terrible sentencia: porque no quisis
teis obedecer à un Dios benigno y misericordioso,
servireis à unos Dioses crueles que no os dexarán so
segar: Servietis ibi diis alienis die ac nocie qui non da
bunt requiem. Servidumbre vergonzosa, de que se
corre el mismo pecador no hay instante que no sien
ta que su razon reprehende y remuerde à su cora
zon: no hay instante que con sus pesares y despe
- - chos
DE LA PURIFICAcroN. 69
chos no haga vengado à Dios à quien abandonó.
Ah , catolicos supuesto que es indispensable
obedecer, obedezcamos à Dios: sirvamos à Dios, pues
que servir à Dios, es reynar con Dios, y es reynar
sobre el mundo, despreciando no solo sus promesas
sino sus amenazas; es reynar sobre el infierno, frus
trando sus engaños, y astucias; es reynar sobre las
pasiones, despreciando sus halagueñas mentiras 3 es
reynar sobre sí mismo; y el hombre que se sobrepone
à las flaquezas de la humanidad, es mas que hombre:
y si este camino de obediencia os parece todavia peno
so y abatido, os diré con Tertuliano: Solutio omnis
difficultatis Christus est. Entended que andando por las
sendas de la obediencia, seguis los pasos y huellas de
un Dios que anduvo por ellas: entended que en su
jetaros à la ley despues que se sujetó à ella Jesu-Chris
to, no tanto honrais à Dios como le imitais , no
tanto le obedeceis, como os asemejais à él : enten
ded que sí servis à un Señor, pero es un Señor tan
grande, que un hombre Dios le reconoce por su
yo, que es un Señor que es el Dios de Jesu-Christo,
el Dios finalmente, de ese hombre-Dios à quien noso
tros adoramos: Solutio omnis difficultatis Christus est,
Asi vuestra sujecion y obediencia no solo será jus
ta y legitima, sino honrosa y gloriosa. Habeis vis
to como sujetando Maria à Jesus al cumplimiento
de la ley, hace esta Señora que triunfe la ley de la
insolencia y impiedad de las pasiones que no quieren
reconocer su legitima autoridad : ahora vereis cómo
sujetandose Maria à la ley, hace que esta misma ley
triunfe de los pretextos, y de los engaños de las pa
siones que limitan y coartan su autoridad: que es el
asunto de la segunda Parte. º

PAR
7o SE RM o N

PARTE SEGUNDA.

Omo nuestro amor propio es tan fecundo y tan


ingenioso en inventar escusas y pretextos, solo
concede a la ley para eximirse y dispensarse de ella
una autoridad limitada y ceñida à ciertos estados, à
ciertas condiciones, à ciertos exercicios espirituales,
y à ciertos sacrificios y resistencias de la propia volun
tad error manifiesto, ilusion lamentable, que se des
vanece y destruye con el exemplo de Maria, en quien
se ve una prueba y argumento invencible de una au
toridad universal en la ley, de una autoridad que à
todos comprehende, y à ninguno exceptua: de una au
toridad universal que à todo se estiende , y nada
exime. Continuadme vuestra atencion , que seré
breve. -

I. Autoridad universal, que comprehende à to


dos los hombres, que sujeta à todos los estados y
condiciones. Y si todavia lo dudamos, pongamos los
ojos en Maria, y veremos que su grandeza no solo
no la exime de la ley , sino que la sujeta mas indis
pensablemente à la ley, recibiendo un nuevo lustre y
realce de la observancia de la ley. O si lo limitado
del tiempo me permitiese alargarme sobre las reflexio
nes morales que suministra este punto Y qué gran
deza es esta de Maria, que no la dispensa de la ley?
Es la grandeza mas verdadera, es la grandeza mas só-.
lida y efectiva, una grandeza que hace á Maria mas
grande aun en los ojos de Dios, que en los ojos de
los hombres, es una grandeza la mas sólida, y la
mas interior, pues que supone y causa aquélla gran
deza de virtudes y de meritos, sin la qual en el cen
tro mismo de la grandeza, no solo no seria grande el
- . hom
DE LA PURIFICACIoN. 71

hombre, sino una cosa despreciable: es una grande


deza la mas soberana, la mas sublime, pues que dan
do por hijo à Maria aquel que no tiene otro padre que
à Dios, hace que Maria participe por explicarme aside
la autoridad con un Dios, y sobre un Dios. Sin embargo
pues de la plenitud y cumbre de gloria y de grandeza
desde donde Maria reyna en algun modo sobre un Dios,
reyna la ley sobre Maria. Y aunque es verdad, dice
Santo Tomás, que no tenia necesidad la madre de Dios
de observar la ley de la Purificacion; pero no es me
nos cierto, añade el Doctor Angelico , que por el
mismo hecho de ser ley, era necesario que fuese ob
servada y cumplida por la madre de un Dios: non prop
ter indigentiam, sed propter legis praeceptum. La razones,
porque su Majestad no habia manifestado todavia el
singular privilegio que dispensaba à Maria del cumpli
miento de la ley 3 ni se habia corrido para los ojos de
Israel el velo que ocultaba la divinidad de Jesus, y la
virginidad de Maria, ni tenia inteligencia de los pro
fundos y eternos consejos del Altisimo sino tal qual va
ron justo favorecido con especialisimas gracias del cielo.
Con que reducida Maria à estas circunstancias no po
dia dispensarse de la observancia de la ley, sin ser
una piedra de escandalo en Judá, poco informado
entonces del misterio de un hombre-Dios: luego el
silencio de Dios imponia à Maria la obligacion de
cumplir la ley: non propter indigentiam , sed propter le
gis praeceptum. -

O adorable providencia y conducta de Dios! ex


clama aqui San Agustin: el qual no quiso que la ley
nueva diese principio por una inobservancia y dis
pensacion de ley antigua, por justa y legitima que
fuese esta inobservancia: conducta sapientisima obser
vada por Dios para confundir y postrar ese orgullo y
al
72 SE R M o N

altivez de los Grandes del mundo que tan acostum


brados están à persuadirse que estan dispensados de
obedecer, porque ellos mandan à los demás, y que
quando un hombre intima leyes, no está obligado
à recibirlas. Porque qué estado, ni qué dignidad
por elevada que sea gozará de privilegios de que no
gozó la maternidad divina Era Maria madre digni
sima de Dios: y vosotros, ó Grandes del mundo, qué
sois en mi presencia, dice el Señor unos hombres
fragiles y sujetos à la muerte, unos hombres destina
dos para descender à las profundas concavidades de
los sepulcros: esa tierra que ya guarda en su seno las
cenizas de la plebe, está esperando las vuestras, y
realmente las recibirá : Ego dixi dii estis... sicut homi
nes moriemini. (1) En mi presencia todos son iguales,
el principe y el vasallo , todos son subditos mios:
non accipit personas principium : (2) y si hago alguna
diferencia entre ellos, consiste en que descargo mayo
res castigos sobre los grandes, si abusan de su poder
grandeza : potentes autem potenter tormenta patien
tur. (3) Registrad las Escrituras Santas, y conside
rad las muertes lastimosas de un Saul, de un Antio
co, de un Baltasar, de un Sedecias: sucesos tragicos,
castigos exemplares que deben avisar à los potentados,
à los semidioses de la tierra del respeto que deben al
Dios del cielo, y deben advertirlos de que lejos de
ser la grandeza un titulo de dispensas, y de esen
ciones , es un titulo de especial subordinacion à
la ley.
Prosigamos el discurso. De ser Maria madre de
U11

(1) Ps.81. v. 5. y 6. (*) Job c. 34. v. 19, (3) Sap. c.


6, V, 7 , ,
DE LA PURIFICACIoN. 73
un Dios, qué es lo que vosotros inferis, catolicos?
acaso que Maria estaba esenta de la ley pues yo juz
go que por el mismo hecho de ser Maria madre de un
Dios, tenia la ley un derecho especial à la obediencia
de Maria : yo juzgo que aunque Maria como Virgen
estaba dispensada de la ley, estaba sin embargo su
jeta à la ley como madre de Dios. Con efecto, podré
yo decir con San Bernardo: ¿ era acaso conveniente
que anduviese Maria por unos caminos opuestos à los
de Jesus La independencia de Maria, aunque la mas
natural por otra parte y la mas bien fundada, no esta
ria fuera de su lugar en la madre de un Dios rendido
y obediente Convengo en que una virgen no e taba
sujeta à la ley de la Purificacion ; pero mucho menos
sujeto estaba un Dios à la ley de la circuncision: Non
est tibi opus purificatione, o Virgo Mater, sicut nec filio
tuo circuncisione. Siguese, pues que supuesto que Jesus
quiso cumplir con la ley, no era decente que la ma
dre de Jesus se dispensase de la ley : Sed esto inter
mulieres, sicut filius tuus inter ceteros homines : ni ha
biendose humillado y aniquilado la grandeza en un
hombre Dios, debia afectar demostraciones de li
bre, y de independiente en la madre de un hombre
Dios.
De qué le sirvió pues à Maria su grandeza? me
preguntareis. Quereis saberlo, catolicos º sirvióla pa
ra cumplir la ley de un modo mas perfecto y mas
elevado: porque sujetandose Maria à la ley, y suje
tando tambien à ella à Jesus, ofrece à Dios el mas
inestimable don de quantos recibió de su Majestad,
y la prenda de su agradecimiento iguala à la grande
za del beneficio: porque como Maria tiene por hijo
à un Dios, Dios por el ministerio de Maria tiene à
un Dios por victima y ofrenda. De qué mas la sirvió
Tom, V. à
74 SE RM o N

à esta Señora su grandeza sirvióla para disponer y


allanar los caminos de la sujecion, y docilidad Evan
gelica, y para hacer mas llevadero y suave para los
discipulos el yugo, que habia llevado la madre de su
divino Maestro: sirvióla por consiguiente para con
formarse con las ideas y designios de Dios que no
para otro fin ha criado à los grandes en el mundo,
sino para reprimir y contener con su exemplo y au
toridad la impiedad y disolucion del pueblo: Et re
ges ut serviant Domino. (1) -
No entiendas, decia Mardoqueo, à la virtuosa
Esther, que Dios te ha colocado en el trono de Asia,
para que admiren en tílos pueblos un modelo de la
pompa y magnificencia mundana; pues has de saber,
que segun los designios de la divina providencia, asi
como con razon el pueblo es subdito del Rey, asi, y
con mas razon todo Rey es subdito de Dios, y solo
reynan los Reyes para hacer que reyne y triunfe
Dios: Et reges, ut serviant Domino. La obligacion
de los grandes en quanto hombres es de guardar la
ley divina; pero su principal obligacion en quanto
grandes es hacer que la guarden los demas : si su vir
tud se reduxese y ciñese solamente à servir à Dios
sin procurar que los otros le sirvan, seria una virtud
imperfecta, ó por mejor decir, ni aun llegaria à ser
virtud : porque lo uno es inseparable de lo otro, no
solo porque un amor de Dios sin zelo alguno por los
intereses de su gloria seria un vano y quimerico
amor, y porque la primera obligacion de los grandes
señores es de sustentar la autoridad y vigor de la
ley, sino porque es de tal eficacia el exemplo de los
. - gran
2 --- T -- -,
- r -

º () Psalm, ros. v. ; 3.
-
- º - s
- -
--
- -. * .
DE LA PURIFICACION. 75

grandes, que quando ellos sirven à Dios, le sirven los


demas. -

Yo veo, ô ministros del Evangelio, que esa tier


ra que regais con vuestro sudor, no lleva fruto algu
no de gracia y santidad 3 que debilitados con las fa
tigas de vuestro ministerio apostolico, pasais vuestra
vejez entre el dolor y sentimiento de ver frustrados
los afanes de vuestro zelo; que en el mayor descon
suelo y amargura de vuestra alma os quexais con el
Profeta de que llamasteis à las puertas de Sion, y Sion
no os respondio. Pero ay que esos corazones que se
resisten à la eficacia de vuestra eloquencia, que se
desentienden de vuestros cuidados y solicitudes, que
se hacen sordos à la voz de vuestros suspiros , una
sola palabra, un solo exemplo de un Grande desva
neceria la niebla del engaño que los fascina, y que
cierra las puertas de su alma: para que no les entren
las inspiraciones de la gracia; entonces veriais que re
duciendose esa oveja perdida de sus torcidos y peli
grosos caminos, volveria al aprisco de vuestros bra
zos , y enjugaria con su conversion vuestras la
grimas. o º, , a

Qué sea posible, ô Grandes del mundo, que no


alcancemos nosotros tanto dominio como vosotros so
bre el espiritu de los hombres ô que no prenda en
vuestros corazones una centella de aquel celestial fue
go que consume à los varones apostolicos ay, que
si vosotros fueseis santos, habria pocos pecadores en
el mundo Dicese comunmente, y no sin verdad,
que la conducta de los Grandes es la ley del pueblo.
Con efecto, yo no sé qué espiritu de vanidad e in
-greimiento inclina à aquellos hombres, à quienes la
divina Providencia tiene reducidos à vivir humilde y
obscuramente a à pretender parecerse à los que ocu
4-3 K 2. pan
76 SERM o N

pan los primeros puestos imitandolos, como dando


se à entender à si mismos, que la conformidad de
costumbres allana las distancias de las dignidades y
opulencias , y que los hombres son iguales quando
son semejantes. Por esto en los reynados de los
Achab, de los Sedecias, de los Manases , declama
ban en vano en Israel los Elias, los Isaias, los Jere
mias : Jezabel prevalecia sobre Elias 5 la supersticion
de una Reyna extermina en el espiritu de diez Tribus
la idea del Dios de Abran , y el zelo ardiente de
aquel Profeta apenas puede mantener un escaso nu
mero de Israelitas en el culto y adoracion del verda
dero Dios, y esos viven temerosos, sobresaltados y
ocultos alla en un rincon del desierto: asi vemos que
los Profetas fueron casi inutiles en tiempo de los ma
los Reyes, y en el de los Reyes justos y piadosos ca
si no fueron necesarios: el templo corria la misma
fortuna que el trono ; pero en el reynado de un Jo
safat, de un Josias no solo restauró la Religion su
primer vigor, sino que desaparecieron hasta los ves
vigios de la disolucion pasada. . . . . . . . . .
Dichosos pues aquellos Grandes , que siguen el
camino de la virtud porque su exemplo, ocasion de
tantas virtudes, contribuye para la santificacion del
pueblo, y la santificacion del pueblo constituye por
una justa recompensa su merito delante de Dios , y
aun los hace ilustres y gloriosos à los ojos de los hom
bres: pero por el contrario infelices de aquellos Gran
des que atropellan la divina Ley 5 porque sus peca
dos, dice la Escritura, son pecados de escandalo, que
abortan otros pecados: y mas infelices son todavia
aquellos Grandes que al escandalo de sus malos exem
plos añaden el escandalo de sus persuasiones; que no
satisfechos con aborreger la virtud 2 llegan à perse
*. - . guir
DE LA PURIFICACIoN. 77

guirla; que al pecado de seguir los vicios, añaden el


de provocar à ellos; que solo favorecen à los vicio
sos ; que para complacerlos à ellos, es necesario des
agradar à Dios. Pues porque pecando, dice la sagra
da Escritura, hicieron pecar à Israel, seran castiga
dos no solo por sus delitos propios, sino por los del
pueblo tambien : Dios les pedira estrecha y terrible
cuenta de esa grandeza de que se sirvieron para ofen
der à Dios, de esa grandeza que solo les fue conce
dida para promover el servicio de Dios, de esa gran
deza à quien hubieran dado un nuevo realce con su
obediencia y cumplimiento de la ley de Dios.
No es esto pues lo que sucede en este dia à Ma
ria Santisima En la cumbre del honor tan sublime à
que se mira hoy elevada esta Señora, solo le falta
ba una cosa que era digna de la gloria que poseía,
acreditar à los ojos del universo la eleccion del Se
ñor, provocar à todas las naciones y à todos los si
glos à decir que de todos los dones con que el cielo
enriquece à Maria, el mas precioso, el que es unica
mente merecedor de todos los demas, es una alma
mas grande y mas sublime que toda su grandeza.
Corramos el velo que oculta lo arcano de este miste
rio. Qué espectaculo tan magnifico se descubre una
rigorosa ley pide à esta Señora el sacrificio de toda
su gloria, el sacrificio de todo su amor, el sacrificio
de sí misma, y el sacrificio de su hijo; pero rendi
da ella y obediente à la voz que la llama al altar,
no responde sino con su obediencia y sumision: exe
cutala Dios por todos sus beneficios; y la que en
otro tiempo se manifestó lenta y temerosa en acep
tarlos, pronta ahora y animosa en resignarlos, mues
tra al parecer menos dificultad en desapropiarse de
ellos, que la que tuvº en recibirlos; el Angel que
- Se
78 - SERM o N

se los ofrecio, experimentó contradicciones que alla


nar, y Dios que los recobra, no halla resistencias
que vencer : siempre igual , siempre consiguiente
consigo misma esta doncella benditisima, se levan
ta y se muestra superior à la alteza de sus honores ya
por la humildad con que los teme, ya con la gene
rosidad con que los sacrifica. O ambicion nobilisi
ma! o ambicion capaz de rendir los deseos de una
alma magnanimal ô ambicion,que acrisolada por la Re.
ligion , podria llegar à ser una virtud digna del
Evangelio ! Entonces si que la nobleza del nacimien
to y las altas dignidades realzarian y darian nuevo
lustre à la piedad, y las virtudes darian peso y res
peto à la autoridad.
- Qué mal entendeis vuestro propio bien, ô Gran
des del mundo y esto que os digo à vosotros, qui
siera yo que lo tomasen por dicho à ellos los padres
y madres, que si no rigen y gobiernan à sus fami
lias, deben regirlas y gobernarlas 5 los magistrados
que íntiman leyes à las ciudades y à las provincias;
los amos respecto de sus domesticos; los pastores que
gobiernan y apacientan la grey de Jesu-Christo, se
gun la clase y dignidad que ocupen en el orden civil,
ò en la gerarquia eclesiastica. Qué mal entendeis, re
pito, vuestro propio bien, ô Grandes del mundo!
porque qué otra cosa haceis quando os levantais con
tra Dios, sino alentar à los demas hombres à que se le
vanten contra vosotros sino enseñarles los caminos de
la inobediencia, sino adelgazar, desatar y romper los
vinculos y ataduras que los tienen sujetos à vuestro
imperio porque de dónde pensais procede esa auto
ridad que teneis su unico origen y principio es
Dios: por eso unicamente hay Grandes , hay Supe
riores, hay Reyes, dice el Apostol, porque hay un
lXios:
DE LA PURIFICACIoN. 79
Dios: non est enim potestas misi a Deo. (1) No, no
conserva por cierto baxo el yugo de la obediencia à
vuestros vasallos el pomposo aparato de opulencia y
de majestad que os rodea, ni la multitud de cortesa
nos, que respetuosos se postran en vuestra presencia,
ni los grandes exercitos, ministros de vuestras temi
bles venganzas 3 pues todo esto cria esclavos, pero
no subditos: y quantas veces se vieron sediciosos,
traidores y desalmados, que tramando viles y ocultas
conjuraciones, sacudieron las coyundas de la fideli
dad, y con armas infelizmente victoriosas se abrieron
paso hasta el trono, resueltos a sepultar al Monarca
entre las ruinas de su monarquia ! Pero lo que obser
vamos y vemos patentemente en vosotros es el sello
y la imagen adorable de la divinidad: el mismo rayo
de la divina venganza es el que se fulmina y dispara
de vuestras manos; à cuya vista el corazon humano
se franquea à la obediencia, y cede, y se rinde, y teme,
y respeta, y ama: non est potestas nisi a Deo. Si vues
tra autoridad estribase sobre qualquiera otro fundar
mento, incierta, dudosa, y mal segura seria el lu
dibrio de la licencia y desverguenza de las pasiones
humanas.
Determina el primer Rey de Samaria mudar el
culto del verdadero Dios conocido en Israel » para
asegurar la fidelidad de su pueblo à los principios
del nuevo dominio. Funesta politica que abrió las
zanjas del precipicio donde se hundió su desdichada
descendencia 3 porque faltando las Tribus à la fideli
dad que debian à su Dios, se cansaron pronto de
guardar la fidelidad que habian jurado à sus Princi
- 3- . pes: -

(1) Ad Rom. c. 13. v. 1. .


8o SER Mo N

pes; Israel vio su corona hecha el objeto de la am


bicion de traidores y facinerosos , la qual sin firme
za, ni seguridad en la cabeza de sus Reyes , teñida
muchas veces de su propia sangre, solo duraba en
poder de un Tirano el tiempo preciso, que una mano
no menos cruel y desgraciadamente triunfadora ne
cesitaba para urdir la trama y disponer el exito de
sus sangrientas conjuraciones: tanta verdad es, que
quien no conoce à Dios, no conoce Reyes : que el
hombre sin conciencia solo le falta la ocasion para
cometer una atrocidad : que un hombre capaz de
posponer su obligacion à una oficiosidad interesada,
lo sera todavia mas de sacrificar à su Principe à su
propia fortuna 3 que los que afectan mayor respeto
y sumision con los Grandes, son los mas peligrosos;
y que el cortesano que à todo se presta, à ninguna
empresa se niega. Volved los ojos à Joab : ved como
para adquirir el favor de David,conquistador y triun
fante, no duda bañar sus crueles manos en la sangre
de Urias , pues nunca se vio esclavo entregado mas
ciegamente à la voluntad de su Señor ; pero esperad
que pasen algunos años: quando en este mismo So
berano debilitado por la edad no observe Joab sino
un Rey que à él le parezca que ya no es Rey, ve
reis como estiende una mano sacrilega á la diadema,
y temerariamente intenta colocar en el trono al tira
no Adonias. Desengañemonos, que no hay hombres
que sirvan verdaderamente al Principe y al Estado,
sino los que sirven sinceramente à Dios y à la Religion:
de donde se sigue que para hacerse obedecer del pue
blo, el camino mas cierto y mas seguro es dar al
pueblo el exemplo de obedecer à Dios : obediencia
de que no puede dispensar la elevacion de la digni
dad y de la fortuna 3 porque la ley de Dios goza de
U 13l
• DE LA PuRIFICAcrón. 8I

una autoridad universal que se estiende à todos, y à


ninguno exceptua : y goza tambien ademas de esto
de una autoridad universal que se estiende à todo, y
no exceptua nada. Sere muy breve.
2. Y qué necesidad tengo yo sino del exemplo
de Maria para confundir los pretestos que tantas ve
ces objetan los hombres à la ley, quexandose de que
pide, de que exige cosas muy rigurosas Conside
rad, y juzgad si la ley es tan rigurosa para voso
tros como lo fue para Maria: y no hablo del sacri
ficio de su gloria, que ni aun le merece el menor pen
samiento; ni cómo habia de pensar en él, si está ame
nazado su corazon de un golpe mas duro, si le ab
sorbe toda su atencion un cuidado amoroso de mucho
mayor momento? Vese obligada Maria à ofrecer à su
dulce Jesus à Dios, pero un Dios (quisiera que no
os olvidaseis de esto ) un Dios severo, un Dios jus
to y terrible, un Dios justiciero e indignado , un
Dios que no parece que ve ya à su hijo, sino que
solo ve en él nuestros pecados e iniquidades: con que
se ve obligada Maria à presentar en el Templo à Je
sus, no para que se crie en él como otro Samuel à la
sombra del Tabernaculo; sino para salir de él victi
ma destinada à la muerte, que sera conducida luego
al altar que ha de ser regado con su propia sangre:
de modo que no presenta Maria à Jesus en el Tem
plo, sino que le ofrece al Calvario y à la Cruz.
Quando la madre de Moyses arrojó à su hijo à
las aguas del Nilo, pudo consolarse del peligro à que
le exponia,con la reflexion del riesgo de que le liber
taba: quando Abran tuvo atado à Isaac para descar
gar el golpe , tenia cierta esperanza que prevalecia
sobre su temor, porque no podía dudar, que Isaac,
aunque fuese renaciendo de sus propias cenizas, no
Tom. V. L - lle
y
82 SERM o N

llegase à ser padre y cabeza de un inmenso pueblo.


Pero en Maria nada concurre para disminuir y miti
gar las penas de su hijo; ni aun se le permite cor
rer un velo por un instante al triste espectaculo de
su hijo. Un Profeta inspirado por el Espiritu San
to le pronostica la espada de dolor que ha de atra
vesar su corazon: llora ya ella todo lo que ha de
tener que llorar algun dia: todavia vive Jesus, y
en cierto modo ya ha muerto para Maria: solo vi
ve para aumentar con sus virtudes y su amor el
desconsuelo de verle irse acercando à cada paso ácia
la hora de su sacrificio.
Quando fuese necesario (decia el Apostol a aque
llos primitivos cristianos, que por las bravas persecu
ciones de los Gentiles contra la Iglesia reciennacida
flaqueaban en la fé) quando fuese necesario luchar
contra el odio entero del universo conjurado contra
nosotros, no somos acaso hijos y herederos de san
tos ? Es posible que antes de Jesu-Cristo los justos
del antiguo Testamento, desterrados, vageando por
desiertos, devorados por el fuego, triunfaron del po
derio de los Reyes idolatras; y nosotros , discipulos
que somos de un Dios crucificado, dudaremos toda
vía de andar por el camino que él nos abrio tuvo
sus martires la ley antigua, y carecera de ellos el
Evangelio despues que el monte santo humeó con
la sangre de un Dios, temera nuestra sangre de
correr y regar la tierra Ay, que todavía no se os
pide que deis la vida, y ya vuestro corazon se es
tremece de temor mondum enim usque ad sangui
nem restitistis. (1) Reconvencion que pudiera yo
haceros con la misma razon mostrandoos à Maria
pues

(1) Ad Hebr. c. 12. v. 6. s . . . . .


DE LA PURIFICACION. 83
puesta al pie del altar : arrebatanla à su hijo, ar
rebantala à su Dios, y arrebatanle de los brazos
de la Madre , dice San Bernardo , para ponerle
en los brazos de la cruz: inter brachia crucis; y se
ve obligada, añade San Epifanio, à ofrecerle ella
misma al sacrificio, siendo à un mismo tiempo el al
tar donde se coloca la victima, y el sacerdote que la
ofrece : Sacerdos pariter Ó altare; y si vuelven otra
vez à su poder esta victima, es para que ella misma
cuide de que crezca, de conservarla, de criarla, de
sazonarla para el fuego que ha de consumirla. Y vo
sotros qué teneis que sacrificar pasiones mas fecun
das en desabrimientos que en gustos, aficiones de
donde no menos nacen todas las calamidades, que to
dos los delitos de vuestra vida, odios mas perjudicia
les para vosotros mismos que para aquellos à quie
nes aborreceis, algun respeto humano que vencer,
algunas ligeras zumbas que sufrir, algunos intereses
que renunciar 3 intereses de tan poca importancia mu
chas veces, que los sacrificariais sin dificultad en fa
vor de qualquiera otro, como no sea en favor de
vuestro Dios. Porque esto es lo que consuma nuestra
iniquidad; que la ley de Dios encuentra dificulta
des, que no experimenta ninguna otra ley: el precep
to que manda perdonar las injurias, encuentra resen
timientos y pundonores vivisimos : no hay enemis
tad, no hay altivez que no ceda y se rinda al inte
res y lo fortuna, verificandose todos los dias que la
politica junta y compone lo que la Religion no pue
de concordar : el precepto de la limosna nunca ha
lla riquezas suficientes para hacerla; y sobran para
el luxo, para el fausto, para los pasatiempos : no
hay para dar, y hay para desperdiciar prodigamen
te; para cumplir con el precepto del ayuno y de la
L 2 abs
84 SE R M o N
abstinencía falta la salud, y sobra para tolerar la fati
ga de un excesivo juego, para velar noches enteras,
y para infinitos desordenes temese sufrir la menor
incomodidad por el servicio de Dios, y gustase de
perder la salud, y aun la vida en servicio del mun
do. Asi es, catolicos, por mas dura, por mas into
lerable, por mas rigorosa que nos parezca la ley de
Dios, como ella fuese ley del mundo, por todo atrope
llariamos, por los mayores intereses, por las amis
tades mas estrechas, por las esperanzas mas lisonje
ras, por los temores mas desasosegados: porque este
nuestro amor propio, este amor propio tan indomito
y tan rebelde, entonces no sabria sino obedecer y
rendirse, y no solo sabria correr, sino volar por los
caminos mas asperos y dificultosos.
Ó locos de nosotros, que tanta deferencia presta
mos al mundo, y tan poca à Dios! Es posible que
nos ha de acompañar hasta el postrer suspiro de nues.
tra vida el letargo y embriaguez de las pasiones que
nos traen desatinados con devaneos tan funestos qué
puede hacer el mundo por nosotros ni qué puede
hacer el mundo contra nosotros? ni qué podemos no
sotros temer del mundo? juicios errados, murmura
ciones insulsas, desprecios aparentes : porque no se
ha de negar que el mundo sin embargo de su ma"
lignidad y perversidad, venera y respeta à la virtud:
y si afecta despreciar la elevacion y el heroismo de
unos sentimientos que él no tiene valor para imi
tar, es solo por desahogar su rabiosa envidia. Qué
podemos esperar del mundo premios tan engañosos
y falaces como él, mercedes tan perecederas y tran
sitorias como él ; porque todos los favores, y todos
los infortunios del mundo son temporales, y solo en
la mano de Dios estan depositados los destinos eter
11OS«
DE LA PuRIricAcioN. 85
nos. Seanos pues licito guardar con el mundo ciertas
atenciones, ciertos respetos 3 pero reservemos para
nuestro Dios todo nuestro temor, todas nuestras es
peranzas, todo nuestro amor: observemos las leyes
del mundo quando no son contrarias à las de Dios; y
observemos la ley de Dios, venciendo todas las con
tradicciones del mundo.
O ley santa, ô ley inmaculala, ô ley divinal perma
nece grabada eternamente en mi corazon. Y quándo
me convertire yo à vos sinceramente, Señor, sino en
este lugar, y en unas circunstancias en que todo cons.
pira para viviros eternamente agradecido? ¿Porqué à
la vista sola de este palacio no se renueva en nuestra
imagínacion, y no llena nuestros corazones de terror
y espanto la memoria del horrible peligro de que el
Omnipontente libertó al Rey y al Reyno Repre
sentaseme delante aquel monstruo, armado de un ace
ro asesino por las furias del infierno: veo que Luis
ya caminando acia el precipicio que le abre una ma
no perfida, que se levanta el brazo parricida, y veo
correr la sangre : ya oigo los gritos y lamentos de to
da la Francia consternada, los gemidos de una desn
consolada Reyna, de un hijo penetrado del dolor
mas vivo, de una augusta familia angustiada y ane
-gada en lagrimas. Pero solo Luis impavido y constan
te, no da lugar sino à los temores prudentes, nobles
y virtuosos que dicta la Religion ; y asi en el Mo
narca moribundo casi desaparecio lo hombre, y so
lo se conservó lo Rey, lo padre, lo cristiano: mag
nanimidad heroica, que quanto es mas prodigiosa,
causa mas amargos sentimientos, y mas intimo do
lor porque atonitos con la representacion de tan es
Pantoso y tragico suceso, debieramos exclamar: abrid
vuestras entrañas, o vastos e impenetrables desiertos,
- -º •, y
86 - SERM o N

y sepultadnos en vuestros mas ocultos senos y conca


vidades, adonde no pueda llegar el eco de tan sacrile
ga atrocidad contra Rey tan bueno. O por mejor de
cir, cómo podremos agradecer dignamente vuestras
infinitas misericordias, ô Dios clementisimo supues
to que nos concedeis ver con nuestros ojos postrado
ante vuestros altares en este templo à ese Monarca
tan amado de todos ni cómo podemos dudar que
no se halle con las debidas disposiciones para mere
cer vuestro agrado porque si las grandes almas no
pueden dexar de ser agradecidas à los grandes ben e
ficios, qué Rey tuvo jamas mayor fundamento para
creer que es el objeto de vuestro amor?
Os ponderaré la gloria de sus armas, los felices
progresos de su prudencia y politica Asombrase la
Europa de ver salir inumerables flotas de nuestros
puertos, que por el discurso de tantos años se vie
ron desiertos y solos. Esa nacion que se gloriaba de
ser la señora del mar, manifiesta con sus temores y
su ruina que basta para humillar su orgullo un gra
ve mirar de Luis : aquel mirar digo que no solamen
te ahuyenta los estorbos, sino que trasladando nues
tros soldados al recinto de los muros enemigos, sin
derribarlos rinde en breves horas una plaza que hu
biera frustrado los multiplicados esfuerzos de los sol
dados mas valientes; maravilla no menos incompre
hensible para la nacion vencida, que para la nacion
victoriosa. La America, tan fecunda en triunfos, da
testimonio de que por todas partes por donde se oye
y reyna el nombre de Luis, ni vacila ni se niega la
victoria. Las dos casas de Borbon y de Austria, cuyas
famosas emulaciones consternaron tantas veces à la
cristiandad, se mancomunan ya y proceden de acuer
do en el proyecto de conservar los pueblos en paz, y
criar
DE LA PURIFICAcIoN. 87
criar la felicidad en el seno de las familias.
No veo en este dia sino multitud de milagros:
milagros con que el cielo ha manifestado la especial
proteccion con que siempre ha cuidado de conservar
su sagrada persona. Estando aun en la cuna, sus
ojos casi difuntos buscaban en vano la luz que
apenas habian hecho mas que divisar 3 pero el Angel
del Señor dispertó en sus venas el espiritu de vida, y
anudó el hilo casi roto de sus dias: detenido como otro
Ezequias en medio de sus victorias, estuvo para ren
dir el postrer suspiro, y ya tenia casi abierto el se
pulcro; pero al imperio del Señor se cierra el sepul
cro: y en aquel dia, dia infame y abominable, dia
que quisieramos borrar con nuestras lagrimas del nu
mero de nuestros dias, vinieron à socorrerle como à
otro Joas los espiritus angelicos, no permitiendo nues
tro peligro y nuestros sobresaltos, sino para que co
nociesemos la soberana mano que nos libertó del pre
cipicio.
Con que es verdad, Señor, que en cierto modo
ha concedido Dios à vuestra Majestad mas de una vi
da , , y que si las prendas amables de vuestra Majes
tad le han merecido el renombre de Rey amado de
su pueblo, las especiales atenciones de la divina Pro
videncia pueden y deben intitular à V. M. como à
otro Salomon el Rey amado de su Dios: vocavit no
men ejus amabilis Domino, eo quod diligeret eum Domi
mus 3 (1) y qué consuelo para un subdito, amante
respetuoso de la sagrada persona de V. M. no tener
que representarle lo que la santidad y las obligacio
nes de mi ministerio no me permitirian callar quie
IO

(1) II. Reg. c. 1 22 V. 25.


88 SE R M o N
ro decir, que quanto mas ha recibido V. M. de Dios,
mas tendra que restituir à Dios, y que las finezas de
su amor, si no corresponde V. M. à ellas, se conver
tiran en tesoros de ira contra V. M. Pero no, no hay
que temer, no tendra necesidad el cielo de enviar
otro Natan para reconvenir à V. M. con sus benefi
cios olvidados, ó menospreciados, porque las dispo
siciones del corazon de V. M. seran las mismas entre
las dulzuras de la paz y del sosiego , como lo fueron
en tiempo del peligro y de la tempestad, y como en
tonces pensó V. M. pensará siempre , y lo que
entonces empezo, lo llevará à su debida perfeccion:
penetrado de los mismos afectos que el penitente Rey
de Juda, Señor, dira V. M. à Dios, la muerte obe
decio vuestros preceptos, y huyó de mi presencia,
por vos vivo, y ya no vivire sino para vos: non mo
riar, sed vivam, ó narrabo opera Domini. (1) Y por
que las almas grandes estampan en sus acciones su ca
racter y sello, por no conocer ellas aquella incons
tancia, aquellas reservas, aquellas veleidades propias
de las almas vulgares, V. M. servira à Dios , como
gran Rey, como grande hombre, con un esmero
digno de él, y digno de V. M. Y siendo como es V.M.
nuestro Monarca por los derechos de su nacimiento;
nuestro padre por la bondad de su corazon ; nuestro
modelo por el exemplo de sus virtudes, sera tambien
V. M. el Rey amado de Dios, no solamente porque
este Señor amara à V. M. sino porque V. M. le ama
ra tambien à él : vocabit momen ejus amabilis Domino,
eo quod diligeret eum Dominus: y continuando Dios en
ser el amparo y escudo de V. M. en la tierra, sera
tambien el galardon de V. M. en el cielo.

(1) Ps. 1 17. v. 17.


89

SERM ON
PARA EL DIA DE LA ENCARNACION.
Quod nascetur exte sanctum , vocabitur, filius Dei.
- - e
El divino infante que nacera de tí, sera llamado hijo
de Dios, San Luc. cap. I,

Umplieronse finalmente los vaticinios de los Pro


fetas; abiertas tiene ya la tierra sus entrañas
para dar a luz à su Redentor. Puntual el cielo en el
cumplimiento de sus promesas, congrega las fecun
das nubes de donde ha- de llover el rocio de gracia
y salvacion: ya viene, ya está cerca aquel Justo,
aquel Mesias, aquel Principe de la paz esperado por
tantos siglos, implorado con tantos votos y suspiros,
figurado por tantas sombras y sacrificios. Postranse
los collados, allananse los montes, levantanse los va
lles para dexarle el paso libre y, desembarazado. Ya el
Dios de Jacob miró con benignos ojos à su pueblo;
ya viene à enjugar las lagrimas de Sion, à cance
lar el oprobio de Israel, à revivir la antorcha de Da
vid, à reparar las ruinas de Juda. Resuelto à des
prenderse de los resplandores de los Santos que ilu-,
minan su nacimiento eterno, merece un nuevo naci
miento entre los mortales. Intérprete un Angel de su
voluntad suprema, es enviado à la Virgen Maria, à
quien revela la altisima dignidad para que el cielo la
tiene destinada , anunciandola que brotará de ella
la luz del mundo , la esperanza de las naciones, el
consuelo de los pueblos; que dara la vida à aquel
Tom. V. M de
9o SERM o N

de quien ella recibio la suya ; que el Dios à quien


adora, vivira sujetó à su voluntad y sus preceptos;
que ella tendra por hijo à aquel que solo tiene por
padre à Dios; quod mascetur ex te sanéium , vocabitur
filius Dei, -

Quién duda que estareis asombrados de la estu


penda liberalidad y magnificencia de nuestro Dios;
que no podreis contemplar à Maria sino con suma re
verencia elevada à la mayor altura de gloria y de
grandeza, adonde nunca llegó ninguna pura criatu
ra 3 que vuestros ojos quedaran como deslumbrados
con el resplandor de la majestad que la circunda; y
que asi como entendeis que no hay cosa mas alta y
sublime que su hijo, asi tambien creereis que des
pues de él no hay cosa tan grande y elevada como ser
madre suya Pues yo intento probar, que lo mas su
blime que en cierto sentido hay en Maria, es Maria
misma; que la grandeza de sus obras excede la de
sus honores ; que hace en presencia del Angel alar
de y ostentacion de una grandeza mayor y mas subli
me, que la que el Angel la promete, y que aquello
de que huye en este dia, es de algun modo superior à
lo que recibe. Yo intento manifestaros (sin minorar
por esto el menor grado de respeto y veneracion tan
debida à su augusta calidad de madre de Dios) in
tento manifestaros en Maria una grandeza mas soli
da, mas real, mas verdadera, y una grandeza, sí
me es licito explicarme asi, mas del agrado de Maria,
y que Dios estima mas en Maria, que la excelencia.
de su maternidad divina: aquellas virtudes digo, que
adornaban su alma quando el Eterno Padre la levan
tó à tanta grandeza, y que supo conservar en me
dio de ella: aquel merito digo, con que la halló re
vestida su grandeza, y el que la comunica su gran
de
DE LA ENcARNAcroN. 91

•) deza misma : manantial inagotable de enseñanza y


doctrina para nosotros en qualquiera estado y con
dicion en qae nos haya puesto la Providencia divina,
ora sea la mas alta y principal, ora la mas humil
de y abatida.
Con efecto en el misterio de este dia, que pode
mos mirar como el misterio de la maternidad divina,
podemos considerar por una parte las disposiciones y
sentimientos de Maria respecto de la maternidad di
vina que se le anuncia ; y por otra las disposiciones
y sentimientos de Maria revestida ya de la materni
dad divina que ella acepta. Sustento pues que las dis
posiciones y sentimientos de Maria respecto de la ma
ternidad divina que se la ofrece, nos declaran en qué
consiste la verdadera grandeza : aqui teneis, pobres
del mundo, hombres ignorados y olvidados del mun
do, aqui teneis materia con que desengañaros y con
solaros ; y este sera el asunto de la primera Parte.
Sustento asimismo, que las disposiciones y sentimien
tos de Maria revestida de la maternidad divina que
ella acepta, nos enseñan en qué consiste el buen uso
- de la grandeza: aqui teneis, Grandes y Poderosos
del mundo , materia para instruiros y humillaros;
y este será el asunto de la Segunda. En una palabra,
aprendamos de Maria a conocer la naturaleza y el
principio de la grandeza verdadera; e igualmente
el uso bueno y loable de esa misma grandeza. Im
ploremos la gracia por la intercesion de Maria &c.:
Ave Maria,

PRIMERA PARTE.

Eseos de grandeza y elevacion mundana; deseos


de adelantarse, de señalarse en el mundo, de
M 2 $Ul
92 .v., SE RM o N

suponer algo, y si es posible, de suponerlo todo en el


mundo, ved ahí la podrida raiz de donde brotan
tantos deseos que perturban nuestro corazon, tan
tos desabrimientos que le consumen, tantas inquietu
des que le desasosiegan , tantas envidias que le roen,
tantas murmuraciones que le amotinan, tantas rabias
que le despechan, tantas pesadumbres que le deses
peran , tantos excesos que le vician: porque no sien
do nada, quisieramos ser algo; porque siendo ya al
go, quisieramos ser mas 3 porque siendo ya mucho,
quisieramos ser mucho mas : y asi corremos , nos
apresuramos, nos agitamos, bullimos , nos revesti
mos de todas las formas, adoptamos todas las figu
ras, admitimos todos los proyectos , abrazamos todos
los negocios: vivimos siempre lisonjeados y embebe
cidos con nuestros propios devaneos y esperanzas 3 y
siempre descontentos de nuestra condicion y estado;
siempre desvanecidos con lo que nos proponemos ser,
y siempre disgustados de lo que somos ; siempre al
borozados con lo que la fortuna promete, y siempre
desabridos con lo que da, nos consumimos con pen
samientos melancolicos, nos debilitamos trabajando,
nos fatigamos y desfallecemos haciendo esfuerzos in
fructuosos por lo regular y sin provecho.
Hasta quando, hermano mio, podre decirte con
el Profeta, hasta quando engañado por una vana.
apariencia de grandeza has de correr exálado tras de
una quimerica fantasma que te alucina, y alucinan
dote te pierde y extravia Ut quid diligitis vanitatem,
có queritis mendacium (1) Dentro de vosotros está
lo que solicitais fuera de vosotros: no teneis por
cier
-

() Ps, 4. c. 3. .
2d . ...
\
DE LA ENCARNACION. 93
cierto necesidad de salir de vuestro estado, ni de le
vantaros sobre vuestro estado para encontrar y ad
quirir la verdadera grandeza. La verdadera grande
za no depende de esas pomposas distinciones de titu
los, de empleos, de honores, de dignidades que fo
mentan la vanidad humana. En qualquiera estado
que os halleis, de vosotros unicamente depende ser
solida y verdaderamente grandes , supuesto que la
verdadera grandeza no reconoce otro principio, ni
estriva en otro fundamento sino en la virtud, inde
pendiente siempre de la diferencia de clases yy de
condiciones.
Quereis de ello una prueba evidente No salga
mos para buscarla del misterio de este dia. Maria
declarada madre de Dios, nombrada madre de Dios,
destinada para ser madre de Dios 3 es sublimada à
una grandeza superior à toda grandeza, à una gran
deza, que no dexando sino à Dios sobre Maria, po—
ne debaxo de Maria todo lo que no es Dios ; y esto
es lo que ocasiona vuestro asombro, y sobre lo que
debo daros alguna instruccion. Lo que principalmen
te miró Dios en Maria para levantarla à la alta dig
nidad de madre suya, º fue la virtud : luego en los
divinos ojos no hay grandeza verdadera sin virtud.
La misma Reyna de los cielos prefiere la perfeccion
de la virtud à la maternidad divina: luego la suma
grandeza consiste en anteponer la virtud a toda la
grandeza. Dos utilisimos documentos que nos sumi
nistra este misterio, y que procuraré explicaros.
I. Queriendo el Verbo divino dexar el seno de
su Eterno Padre para estrecharse dentro del seno de
una madre mortal, se prepara una madre digna de él,
si es posible : y para esto es necesario, que entre to
das
94 SE RM o N

das las criaturas que son obra de sus manos, elija


aquella que tenga mas semejanza y conformidad con
el Dios que la crió, aquella cuya grandeza personal
se acerque y aproxime mas à la nueva grandeza à que
esta destinada. Sobre quién tendera la vista, gober
nandose por las ideas de su infinita sabiduria Fuera
de su pueblo mira, dice San Leon , el Romano po
deroso Imperio reynar con gloria y majestad de orien.
te à poniente, levantando sobre los tronos abatidos
y reducidos à polvo su soberbio imperioso dominio:
mira aquella altiva Señora del mundo, sumisa escla
va de los Cesares, ofrecer à sus pies los votos que
ella recibe de otros, ofrecerles los se rvicios y obse
quios que à ella la tributan otros , y temer sus iras
aun mas que las demas naciones temen sus armas : él
mira en su pueblo unas doncellas, que nacen entre el
luxo y pompa de la magnificencia mundana, entre la
opulencia de las riquezas, entre el fausto de los ho
nores y dignidades : todo esto mira. Pero desprecian
do la purpura Romana, y sin dignarse de volver la
vista à la pompa y lucimiento de las hijas de Sion,
busca en el recinto de un obscuro retiro una virgen
sencilla, pobre, que ni conoce al mundo, ni el mun
do la conoce à ella; que nada tiene que llame la aten
cion del mundo, y sin embargo merece todas las aten
ciones de Dios; que nada supone en el mundo, y
à quien Dios prefiere à quanto hay en el mundo: una
virgen que no es conocida con caracter alguno entre
los hombres, y à quien Dios llama à ocupar la pri
mera dignidad en el universo ; que en la tierra solo
experimenta desprecios y desayres, y à quien el An
gel promete las mayores mercedes del cielo: una vir
gen, à quien Judá casi se averguenza de contar en el
*- -
fAll
DE LA ENCARNAcioN. 95

numero de sus hijas, y à quien Dios elige por su ma


dre: missus est Angelus . . ... ad Virginem. (1)
.. Y que es lo que ve Dios en Maria, que asi le de
termina à honraria con una preferencia tan gloriosa?
Pero antes bien, ô catolicos, qué es lo que no ve Ve
en ella todo quanto ama, y todo quanto estima: ve
inocencia, modestia , humildad: ve las mas raras
virtudes, la Santidad mas eminente, los mas precio
sos frutos de las abundantes y especiales gracias que
derramó sobre esta hija de Judá. Esto es lo que ve
Dios en Maria, y para verlo es necesaria la perspica
cia de los divinos ojos; porque tan denso como esto
fue el velo que la modestia de esta solitaria Virgen
tendio sobre la excelencia de sus virtudes: pero no
ve en ella de ningun modo lo que el siglo , deliran
te con sus devaneos, llama grandeza; ni gran fortuna,
ni grandes titulos, ni grandes honores, que es lo que en
la estimacion del mundo se llama el gran merito, el
verdadero merito, el unico merito, ô que à lo me
nos realza y comunica el mayor lustre al merito que
se tiene, y suple la falta del merito que no se tiene.
Bendita eres entre todas las mugeres , la dice
el Angel, y tu daras al mundo à aquel en quien
seran benditas todas las naciones : beneaicia tu in
mulieribus. (2) Pero entiende, que si eres bendita entre
todas las mugeres,es porque tu virtud es mas excelen
te que la de todas las mugeres ; que si el Señor está
y estará contigo, es porque tu estás en él ; que si él
habitará en tus entrañas, es porque él habita en tu
corazon 3 que si eres el santuario donde residira el
Dios de gloria y de majestad, es porque tu eres el
ICIIl
r—

(1) S. Luc c. 1. v. 26. (2) S. Luc, c. 1. v. 19,


96 SE RM o N

templo donde habita el espiritu de gracia y de santí


dad : gratia plena. (1) Porque sin esto no hubiera te
nido Maria à Dios por hijo suyo, sino por su Señor,
sin embargo de hallarse revestida de la gloria de Sa.
lomon, y contarse en el numero de sus ascendientes.
Y con esto Maria es la privilegiada , la escogida en
la estimacion de Dios, que no atiende ni cuenta los ti
tulos y dictados honrosos, sino las virtudes; que no
examina ni se para en las apariencias de las cosas, si
no que carga unicamente su consideracion en la subs
tancia y ser solido y verdadero de las cosas; que no
estima por merito los dones de la fortuna, sino que
concede y premia con sus beneficios el merito real
y verdadero. Por esto la pobreza y necesidad de Ma
ria no es impedimento para la maternidad divina. Por
esto la pobreza y necesidad de Maria es una disposi
cion y como preparacion natural à la maternidad di
vina. Porque, como habia resuelto Dos en los pro
fundos consejos de su adorable sabiduria postrar las
pasiones humanas, y humillar el orgullo del mundo
con los abatimientos e indigencia del Verbo eterno,
quería este mismo lXios pobre y abatido una madre
constituida en este abatimiento y pobreza, de que ve
nia à dar al mundo enseñanzas y exemplos. Por con
siguiente la pobreza de Maria que se conformaba con
los designios que Dios tenia sobre su hijo , era para
Maria una especie de titulo para ser elevada à la ma
ternidad divina. Pero qué pobreza, pensais una pobre
za sin quexas ni murmuraciones, sin impaciencias ni
desabrimientos, sin altiveces y sin envidias: una indi
gencia docil y rendida, pacifica y moderada, justa
- y

(1) Ibid. .
- de la ENCARNAcroN. 97.
y equitativa, inocente y modesta. Porque una indi
gencia que se irrita con las murmuraciones, que se
desahoga en quexas, que se consuela con invectivas,
que se contrista con desconfianzas; una pobreza que
por orgullo no se manifiesta, y que se apura y abate
con la desesperacion 3 una pobreza que se indigna con
sus infortunios, ó envidia la felicidad agena; una po
breza que no perdona à Dios los males que padece,
ni à los ricos los bienes que poseen 3 una pobreza que
desearia salir de su miserable estado aunque fuese à
costa de injusticias y maldades, ü olvidar y desen
tenderse de sus propias penalidades, entregandose à
los mas vergonzosos deleytes. Porque semejante po
breza no fue ni será jamas sino objeto de abomina
cion ante aquel Dios, que quiso ser pobre por elec
cion y preferencia, pero que es necesariamente san
to por esencia, ante aquel Dios que solo reprueba
en la opulencia lo que tiene de peligroso para la vir
tud, y no ama en la pobreza sino lo que tiene de
opuesto al Vicio. De suerte que la union de estas dos
calidades, de pobreza y de virtud, de una pobreza
elevada y enoblecida por la virtud, de una virtud
acrisolada y consagrada por la la pobreza, fue la que
disponia y habilitaba especialmente à Maria para ser
madre del Verbo Encarnado; porque una madre po
bre y abatida convenia à un Dios pobre, una ma
dre santa debia ser madre del Dios de la santidad; de
suerte que la pobreza de Maria sin sus virtudes,
no le hubiera servido de merito alguno delante de
Dios, ni las virtudes de Maria constituida en otro
estado y fortuna no hubieran tenido relaciones tan
intimas, y estrechas con los divinos designios.
Consideracion oportunisima para consuelo de
aquellas personas, que ô por su humilde nacimiento,
- Tom. Va N ô
98 SE R M o N

ò por los infortunios y adversidades tan frequentes


en la vida humana, parece se miran sentenciadas à
ser el menosprecio del mundo: consideracion oportu
nisima para embotar el sentimiento de sus pesadum
bres, y cicatrizar las llagas de su corazon: conside
racion no menos oportunisima para instruir y contener
dentro de los limites de la moderacion à esas almas
ambiciosas que viven tan mal halladas en los estre
chos terminos de un estado y condicion ordinaria,
para reprimir los ardientes deseos de tantas indomi
tas, y antojadizas pasiones, en fuerza de las quales
miran los hombres con tedio y con desden su for
tuna actual por ventajosa y envidiable que sea, per
suadiendose que de todo carecen, porque no son due
ños de todo: pasiones perjudicialisimas al mundo,
cuyo sosiego perturban, cuyo orden y subordina
cion trastornan , quebrantando SU1S ImaS SaCIOSal
tas leyes , y mas fundados derechos : pasiones co
munisimas y frequentisimas en el mundo, supuesto
que vemos en él, que no hay hombre por dichoso
que sea, que no experimente en sí deseos de otra
mayor fortuna, y que los bienes que fomentan la
codicia humana, lejos de satisfacerla, solo sirven pa
ra aumentarla y estimularla. Porque qué pensamien
tos, imaginais, podrian dispertarse en una alma que
se dexase ilustrar con las luces que ofrece el misterio
de este dia? Sí Jesus la introduxese en su santua
rio, y Maria la educase en su escuela, quántas preo
cupaciones se desterrarian, quántas nieblas se disipa
rian, quántos sueños se resolverian en humo qué
caso debe hacer, se diria á sí misma, de esta gran
deza humana transitoria y caduca, que no esten
diendose su duracion mas alla que los terminos del
tiempo, pasa y huye con la misma inconstanr
*. Cla
DE LA ENcARNACIoN. 99

cía que él, con la misma ligereza que él , con la


misma velocidad que él ? Ella no es otra cosa que un
relampago que centellea un instante, que deslumbra,
que recrea, que desaparece inmediatamente , y se
hunde en eterna obscuridad: ella no es otra cosa que
una flor que el sol que nace, Ve antes de morir que
brota, que crece, que se amustia, que se marchita,
preguntando à la tierra que la crió, si existió algu
na vez: ella no es otra cosa que una grandeza imagina
ria, que solo subsiste entre los engaños de un pueblo.
ciego que solo presta oidos y asenso à su acalorada e
ilusa imaginacion, y que jamás se dexa instruir y des
engañar de las luces y dictamenes que la dicta la ra
zon. Si queremos pues ser verdaderamente grandes,
aspiremos à aquella grandeza que mira Dios como
la unica y la solida grandeza, aquel Dios cuyos jui
cios son todo verdad y equidad. Y para conseguir
la, sabed que no teneis necesidad ni de los ardides de
la politica, ni de las sofisterias de la astucia, ni de
las cabilosidades de la prudencia humana, ni del afan
y bullicio de los proyectos y negociaciones, ni de
las vilezas de la adulacion , ni de los halagueños
atractivos del interes, ni del valimiento de los pode
rosos, ni de eso que llamais favorables caprichos de
la suerte. En fin para poseerla no teneis necesidad
de salir de vuestro propio estado; porque para Dios
todo estado, toda condicion lleva y produce sus Gran
des, sus heroes, sus prodigios, sus milagros.
Para ser el hombre à quien la gracia mueve y
sostiene, grande ante Dios, no necesita sino de sí
mismo: y esta grandeza debe buscarla el hombre
dentro, y no fuera de sí mismo. El hombre se go
bierna en sus juicios por las apariencias engañosas de
las cosas; pero Dios juzga por el corazon que nun
- N 2. Ca
IOO SE R M o N

ca engaña. La estimacion y el aplauso del mundo,


que se tributa à la mentira de esos contagiosos hono
res, que muchas veces son el galardon del vicio, y casi
siempre el escollo de la virtud: la estimacion del mun
do, repito, no es otra cosa que un humo vano de que
se alimentan nuestros ambiciosos devaneos; pero la
estimacion de Dios empieza con nuestras virtudes, y
con ellas acaba. Como este Señor es imposible que
se dexe alucinar con los encantos del poder y de la
autoridad, asi Aman en medio de su valimiento no
era para Dios sino un tirano de los pueblos que opri
mia, y la deshonra y verguenza del Principe que
se servia dél: un Faraon sentado en el trono no tie
ne otro lugar en su estimacion, sino el de una alma
esclava de una politica barbara y injusta: un Acab.
el de perseguidor y asesino de justos: un Manasés
el de un infame apostata de la religion de sus padres:
un Ozias el de profanador del Santuario: un Sedecias
el oprobio y la calamidad de Judá : un Salomon el de
esclavo de la sensualidad, y loco adorador de todos
los idolos que adoraban las mugeres, en quienes ido
latraba: una Jezabel el de un monstruo mantenido
y engrosado con la sangre de los profetas: una Ata
lia el de una victima de sus venganzas, que con lo
espantoso de su caida asombró al mundo escandaliza
do ya con lo abominable de sus maldades. El Monar
ca mas poderoso, el Señor absoluto del mundo, sí
sus virtudes no son superiores a su poderio, si la re
ligion no tiene mas parte en su oficio de Rey, que
la autoridad y el mando, por mas que le adorne la
purpura, por mas elogios y alabanzas con que le en
salcen sus lisonjeros cortesanos, no registra en el su
Majestad divina sino un hombre flaco y miserable,
un hombre, objeto digno de su desprecio, y de su
- odio,
DE LA ENCARNAcioN. "IO I

odio. Pero un Job en el muladar; un Jacob entre ser


vidumbres y destierros; un Josef entre cadenas 3 una
Susana infamada con falsos testimonios; un Moyses
peregrinando y vagueando por el desierto 3 un Da
vid huyendo de Saul 3 un Daniel en cautiverio 3 un
Tobias entre pobrezas 3 una Judit entre angustias,
ved ahí los grandes sucesos para Dios, los grandes
expectaculos que merecen sus atenciones, que rinden
su corazon, que se levantan con sus alabanzas: ved
ahí las grandes almas, las almas nobles y heroicas,
las almas que son dignas de Dios, y de quienes solo
Dios es digno, las almas en quienes mira Dios su
imagen expresa y cabal, las almas de quienes se glo
ría Dios como de la obra unica y singular de sus ma
nos, las almas de quienes sin embargo de su infinita
grandeza no se desdeña de preciarse, ni de gloriarse, pa
ra explicarme asi: numquid considerasti servum meum (1)
Ved aqui, catolicos, ved aqui el aspecto por don
de cada uno de nosotros debiera mirar su estado, juz
gar de su estado, formar el debido concepto de su
estado; pero como solo le miramos y le considera
mos con un espiritu lleno de las maximas del mundo,
y solo le consideramos por parte del mundo, y con
respecto al mundo, se nos representa como un esta
do triste y melancolico, como un estado ignominioso
y doloroso. Mas si le mirasemos por parte de Dios, y
con respecto à Dios ; si nos habituasemos à pensar
que este estado de pobreza y de abatimiento, lejos
de ser un obstaculo para merecer la amistad y pro
teccion de Dios, asi como lo es para grangear la es
timacion y el favor del mundo, y lejos de ser repro
ba

(1) Job, c. 1. v.7.


(O2 SE R M o N

bado de Dios, como lo es del mundo, es un estado


que antepone Dios à qualquiera otro estado, y un
estado que eligió Dios para sí à fin de ensalzarle,
de enoblecerle, y de consagrarle en su persona: si
considerasemos que queriendo Dios elegir hoy una
madre de quien nacer, escoge una de este estado y
condicion, conoceriamos claramente, que no sola
mente no dice oposicion alguna este estado con la
verdadera y solida grandeza, sino que es el camino y
medio mas seguro para ser grande ante Dios, no so
lo porque no hay cosa mas grande en la estimacion
de Dios que una virtud acrisolada con las penalida
des de este estado ; sino porque este estado facilita la
adquisicion de aquellas virtudes que segun los desig
nios de Dios, contiene mayor grandeza.
Con efecto, aunque todas las virtudes de Maria
concurrieron para su elevacion, dos sin embargo en
tre todas distinguen especialmente los Santos Padres,
las quales constituyeron su principal merito, y de
notaban sus mas proximas y competentes disposicio
nes para la maternidad divina. Estas fueron su hu
mildad, y su pureza: humilitate placuit, virginitate
concepit. Humildad: disposicion la mas esencial para
recibir los dones del cielo ; porque segun la doctrina
de San Agustin, no puede llenarse de Dios el corazon
humano, si no está vacio de sí mismo, si no está despe
gado de sí mismo, desprendido de sí mismo; y que
por consiguiente no esté reconcentrado en sí mismo.
ni con la hinchazon de la soberbia, ni con las altane
rías de la altivez, ni con la presuncion de la vani
dad, ni con la idolatria oculta del amor propio. La
pureza: porque segun el dicho de Tertuliano, como
Dios es espiritu puro, quanto mas mortificados y es
piritualizados traiga el hombre sus sentidos, mayor
- do
DE LA ENCARNAcioN. Io3
dominio y ímperio exerce sobre este cuerpo de barro
y lodo, y mayor semejanza se logra con Dios. Hu
mildad y pureza, de que Maria dió testimonios y
exemplos que no recibió de ninguna otra criatura, y
à cuya perfecta imitacion ninguna otra criatura lle
gó jamas : humildad, que al paso que la abatia en la
presencia de Dios, la iba disponiendo y aproximan
do à la maternidad divina, porque un Dios que na
cia para sufrir baldones, e ignominias, quería nacer
de la mas humilde de las virgenes: humilitate placuit:
pureza que era para Maria un genero de disposicion
para la maternidad divina: virginitate concepit; por
que como dice San Bernardo, queriendo Dios tener
madre como los demas hombres, convenia que naciese
de una virgen, y si una virgen llegaba à concebir un
hijo, convenía que fuese madre de un Dios: neque enim
aut partus alius virginem, aut Deum decuit partus alter.
¡O pureza y humildad no ignorais quantos la
zos encuentran estas virtudes en la grandeza que evi
tar, quántos peligros que precaver, quántos combates
que sustentar, quàntos enemigos que vencer, quán
tas contradiciones que superar: no ignorais quán di
ficil es saberse el hombre constituido en altas digni
nades defender de la altivez que le parece ilustra y
honra a la grandeza, y de la sensualidad que con
oprobio de la misma grandeza parece han dexado
ya los grandes de mirar como deshonra. Asi que,
las dificultades que pueden ofrecerse en nuestra
religion y hacer titubear à un entendimiento refle
xivo y juicioso, permitidme, amados oyentes mios,
que os diga, que no son por cierto aquellas dificul
tades a quienes la concupiscencia y la depravacion
de las costumbres comunican tanto peso y tanta fuer
za 3 porque despues de intimado el Evangelio al mun
- do,
Io4 SE R M o N

do, no consíste ya ni se cifra el místerío de la divina


providencia en colocar à los hombres en un estado
pobre y abatido ; sino que el gran misterio, cuya
obscuridad se representa la mas densa e incomprehen
sible: el gran misterio que estremece y consterna, es
triva y consiste en constituir Dios à los hombres en
un estado de grandeza y de felicidad en que se en
gendran tan facilmente los vicíos que tanto aborrece
su Majestad divina, y en que tan facilmente se pier
den todas las virtudes, que tanto ama: en un estado
de grandeza y felicidad peligrosa, à quien se debe tan.
to numero de almas eternamente infelices, como de
hombres dichosos en este mundo: en un estado de
grandeza y felicidad tan fatal muchas veces, que
solo engrandece à tantos para abatirlos, que solo los
ilustra para envilecerlos, que solo los desvanece pa
ra perderlos. El misterio de los misterios consiste en
que despues del Evangelio, y en el centro donde se
profesa el Evangelio, en medio de las luces del Evangelio,
y de la fé del Evangelio me atreva yo à reconvenir à
Dios porque me colocó en el estado en que se colocó a
sí mismo,y de haber elegido para mí el estado que elí
gio para sí: el misterio de los misterios consiste en que
juzgue un cristiano que vive deshonrado en el estado
que tanto le honra delante de Dios; que se quexº
un cristiano y se averguence de un estado, que si le
priva de una falsa y perniciosa grandeza es para alla
narle los caminos de la verdadera grandeza: el mis
terio de los misterios consiste en que un cristiano ni
entiende ni quiere entender que la verdadera grande
za se cifra y funda en la virtud, y que la suma de las
grandezas estriva en sacrificar toda grandeza à la virº
tud. Y este es el segundo documento que nos da Maria
2 Aquella virtud que levantó a Maria hasta
-
la
1113l
.
DE LA ENcARNAcioN. Io 5
maternidad divina, esa misma virtud la levanta en
cierto modo sobre la misma divina maternidad. No
temas , Maria, la dice el Angel, porque hallaste
gracia en los ojos del Señor: en ningun hijo de Is
rael descubrió su Majestad virtud tan eminente; pe
ro si tu amas mucho, mucho tambien eres amada:
ne timeas, Maria, invenisti gratiam apud Deum. (1)
Siglos hace que el perverso y extragado mundo tie
ne estancada la corriente de las misericordias y bene
ficios divinos: y asi, cómo es posible que el justo
prometido à tus padres venga à una tierra cubierta
toda de iniquidad ? Pero la voz de tus virtudes su
bió mas alto, que la de sus maldades: tu parirás un
hijo, y este hijo será el Salvador de su pueblo: pa
ries filium , & vocabis nomen ejus jesum. (2)
¿No os parece, catolicos, que no puede hacer Dios
mas por Maria Pero disimuladme esta expresion
que parece la disculpa la grandeza misma de mi asun
to. Arrojome pues à decir, que puede Maria aña
dir nueva gloria de la maternidad divina, pudiendo
con la grandeza de los sentimientos que Dios inspira,
aumentar la grandeza que la anuncia el Angel. Es
posible que me vea yo tan cerca de ser madre de
Dios, no aspirando yo à otra mayor gloria que à la
de ser esclava suya madre digo de aquel Dios à
quien amo, à quien adoro, à quien tendria yo por
suma felicidad de tenerle en mis brazos, de guardarle
el sueño, de enjugarle las lagrimas, de acompañar
le en sus penas , de mezclar mis lagrimas con su
sangre, de llegar à llamarle mi hijo, y de oirme lla
mar su madre Pero ay que el Señor sabe el voto
Tom. V. O que

(1) S. Luc. c. 1. v. 3o. (2) Ibid. v. 3 r.


1o6 SE RM o N

que le juré en el Templo, y mas quiero complacer


le, que exercer sobre él algun imperio: quomodo fiet
istud, quoniam virum non cognosco (1)
O virtud o santidad ô virginidad ! ¡qué vic
tima se ofreció en tus altares mas noble ni mas pura!
No dudo que se hallarán almas que sobreponiendose
à impulsos de la gracia sobre la flaqueza de la natura
leza, se esfuercen à imitar y à traer, no obstante lo
terreo y fragil de sus cuerpos, la vida de los Ange
les, y à practicar y poner en obra aquella palaora
cuya inteligencia no se concede à todos: pues lo in
estimable de la gloria que esperan, prepondera y pre
valece sobre el amor y afecto de todo lo que renun
cian y sacrifican. Pero Maria por amor à la mas acre
ditada y perfecta virtud, consiente en sacrificar la mis
ma gloria que la ofrece el cielo.
¡O, y quánta es vuestra complacencia , Señor,
al ver lo mucho que sois amado de aquella à quien
vos amais tan finamente! ¡quán grande es vuestra fruis
cion al ver que vos mismo sois asi preferido à vos
mismo, y que la fineza de Maria se tenga por mas
dichosa en hacerse digna de vuestro amor, que en
poseer la mas preciosa prenda de vuestros cariños!
Vos quisisteis, Señor, hacer esta peligrosa experien
cia de su amor; quisisteislo para gloria vuestra à fin
de justificar vuestra eleccion, y de dar à entender al
mundo que ya que resolvisteis hacer alarde en bene
ficio de una pura humana criatura de los tesoros de
vuestra omnipotencia, ninguna era mas digna de
vuestros dones y mercedes, que la misma que los re
cibe : y quisisteislo para gloria de Maria, à fin de
dar

(1) S. Luc. c. 1. v. 34.


DE LA ENCARNAcroN. Io7
dar ocasion à todas las gentes, y à todos los siglos
para decir que de quantas celestiales prerogativas
adornan à Maria, la mayor, y la unica merecedora
de todas las demas, es una alma superior à toda la
grandeza que la circuncida. -

Entendamos pues con S. Geronimo que hay en la


madre de Dios una especie de grandeza mas sublime, sí
me es licito arrojarme à tanto, que la maternidad di
vina: aquel amor de la virtud quiero decir, que en la
virtud no estima sino la virtud misma, que lejos de
buscar la virtud por la gloria, huye de la gloria por ma
yor perfeccion de la virtud: aquel amor repito de la vir
tud en fuerza del qual estima mas la promesa y voto
que tiene hecho à Dios, que quantas glorias le anuncia
el Angel, y anteponiendo à la maternidad divina
una virginidad obscura, y oculta con el velo del ma
trimonio, no menos teme casi perder el merito de su
virtud, que admitir las honras à que es acreedora su
virtud : immobile virginitatis propositum , quod nec
Angelo filium Deum promittente aliquatenus turbavit.
Entendamos que sobreponiendose Maria en cier
to modo à la maternidad divina con la humilde re
sistencia que manifiesta à ella, aspira y adquiere una
grandeza, que no la hubiera comunicado esa misma
divina maternidad. Porque la honra que la prome
ten, no es mas que gloria de la liberalidad y magnifi
cencia del Señor 3 pero las virtudes que Maria exer
cita, no menos son dones de Dios, que gloria de Ma
ría, gloria propia y personal suya, gloria solida e
intrinseca. Vióse, dice San Cypriano, la suma pru
dencia de esta dichosisima Virgen, quando à la gra
cia que la santifica, da mas lugar en su alma y mas es
timacion, que a la gracia que la engrandece y la subli
ma; y quando prefiere un estado mas perfecto à otro
O 2 CS 3
Io8 SE R. M o N

estado mas sublíme; porquesin embargo de la alta díg


nidad de madre de Dios, continúa este Padre, no consis
te su merito delante de Dios en sus honras, sino en sus
virtudes; y si lo uno pudiese separarse de lo otro,
quanto Dios hace en beneficio de Maria, la seria inu.
til sin lo que ella hace para corresponder agradecida
à la gracia y à los beneficios divinos.
No nos engañemos, catolicos, no son por cierto
las distinciones del mundo, ni aun ciertos regalos y,
favores del cielo los en que consiste la verdadera
grandeza 3 podrán ser à lo mas estos favores celestia
les una grandeza aparente , una grandeza exte
rior, indicio, prueba y recompensa de la grandeza
interior; pero no siempre grandeza solida y verdade
ra: antes suelen ser alguna vez el escollo y la ruina
de ella. Lo que tanto solemos admirar en los mayo
res hombres y en los mayores Santos, no es muchas
veces lo que merece el agrado y la estimacion de
Dios. La gloria de Abran estriva en nuestro jui
cio en haber sido padre de una generacion y pue
blo santo: la de Moyses en haber sido como el Dios
de Faraon ; la de Elias en abrir y cerrar el cielo à su
arbitrio, y en mandar à los elementos como dueño
absoluto de ellos; la de los profetas en penetrar la
tenebrosa obscuridad de los futuros siglos; la de Pa
blo en haber sido arrebatado al tercer cielo, y ha
ber oido aquellas misteriosas palabras, que à ningun
hombre mortal es licito proferir. Pero en el juicio de
Dios la gloria de Abran consiste en haber creido, y
obrado segun esta fé; la de Moyses en haber estima
do en mas los desprecios de Israel, que las honras de
Egipto; la de Elias en haber vivido devorado por
el zelo de la casa del Señor; la de los profetas en no
haber disimulado ni dexado de intimar à los Reyes
- liIl
DE LA ENCARRAcion. rog
impios verdades de terror y espanto; y la de tantos
millares de bienaventurados en haber luchado contra
el poder y fuerzas del infierno, y haber acrisolado
su virtud en el horno de la tribulacion. Aun la gloria
de Maria Santisima no consiste solamente en ha
ber concebido en sus entrañas à Jesus, sino en ha
berle conservado en su corazon, en haber sabido jun
tar la excelencia de las virtudes con la singular sobe
rania de sus prerogativas, y en haber sabido honrar
con sus virtudes la maternidad divina que à ella la
honró reciprocamente con su lustre y gloria. Resuci
tarán en el postrer dia de los siglos esos hombres
que profetizaron en nombre de Jesus, y que no le sir
vieron; y despojandolos Dios de los dones que les ha
bia comunicado, les dexará solo sus obras y sus ac
ciones. Y reconocerá entonces el Señor por suyos à
todos aquellos que le anunciaron y dieron à conocer
en el mundo? Quia numquam novivos. (1)
No hay grandeza solida sin virtud ; ningu
no es verdaderamente grande sino à medida y à
proporcion de la virtud que tiene 3 el camíno
mas seguro de ser grande es sacrificar à la vir
tud todas las demas grandezas ; y sin embargo la
virtud es la unica grandeza à que no aspiran
esos hombres que aspiran à todo. Engrandecerse
con las dignidades, con los empleos, con la auto
ridad, con el valímiento, con las distinciones, con
los honores, con los altos puestos : engrandecerse
con la opinion del valor y pericia militar, de las
ciencias, de los grandes talentos, adquirir gran nom
bre en el mundo, suponer mucho en el mundo, ha
CC1.
—-

(1) S. Matth. c. 7. v. 2 3.
IIO - SE R M o N
cer gran fortuná en el mundo, ved ahí en lo que se
piensa, y en lo que se piensa demasiado. Pero quién
de nosotros piensa en engrandecerse con la virtud, en
enriquecerse con los tesoros de la virtud, en honrar
se con la librea de la virtud, y à este fin estudiar
los caminos de la virtud, adiestrarse en la virtud,
cautelar la virtud, no arriesgar, no aventurar, no
exponer temerariamente la virtud Ni cómo es po
sible que pensemos en ello Dirélo y no se nos llena
rá el rostro de rubor al oir lo que tan sin verguenza
executamos Hallase entre nosotros la virtud tan despre
ciada y tan desacreditada, que la reputamos como una
calidad que nos deshonra y afrenta. Nunca se ha oido
con mayor escandalo y descaro que en nuestro tiem
po aquella vergonzosa maxima con que satirizó el
otro poeta Romano à su siglo menos estragado aca
so que el nuestro: virtus post nummos : la virtud se
ha de buscar despues del dinero, despues de todo;
todo en fin antes que la virtud. Levantarse sobre el
polvo de su nacimiento humilde por medio de bulli
ciosas diligencias y pretensiones: introducir la opu
lencia en una casa, atonita y asombrada de verse ri
ca y aplaudida de repente; hacer que anden postra
dos y sumisos en nuestra presencia aquellos ante
quienes nosotros anduvimos sumisos y postrados; y
á fuerza de adorar el idolo de la fortuna trepar final
mente sobre el altar, y hacerse el idolo y el objeto
del culto y adoracion pública, ved ahi la obra mas
excelente del ingenio humano, y el milagro de la saga
cidad y diligencia humana; ved ahí el merito superior
à todo merito, merito á quien la virtud nada puede
casi añadir ya segun las ideas del mundo corrompi
do, y à quien la falta de virtud apenas puede degra
dar ni obscurecer. La riqueza suple por la virtud, y
- la
DE LA ENcARNAcioN. II r

la virtud jamas suple por la riqueza 3 porque en fin,


quien nada tiene, nada vale: virtus post nummos. De
modo que para que un hombre represente impurne
mente en el teatro del mundo un alto personage es ne
cesario que su virtud se manifieste en él realzada y
enoblecida con el realce y pompa de la magnificencia
y de los honores; porque sola y desnuda de este
adorno postizo, solo sirve de estorbo en el teatro: y
no espere por cierto en nuestro siglo aplausos ni apro
baciones del concurso público el que solo hace papel
de hombre honrado y de hombre de bien.
O maximas abominables, o maximas impias, ô
maximas que unos padres llenos de codicia y ambi
cion destilan e infunden en la juventud incauta y
docil naturalmente à las lecciones del vicio y de la
maldad maximas vergonzosamente autorizadas por
las corrompidas costumbres y serviles lisonjas de un
siglo que no sabe alabar sino à aquellos solamente
que le pueden pagar sus alabanzas: maximas cuyo
contagioso cancer ha contaminado y discurrido ca
si por todos los miembros del estado De aqui vie
ne la fragilidad en las mugeres, la falta de obedien
cia en las familias, la mala fé en el comercio, la in
constancia eh las amistades, las discordias entre los
domesticos, el valor afeminado en los soldados, los
vicios tan frequientes e individuos compañeros de los
constituidos en grandes puestos, el mundo corrompido
lleno de confusion y desorden, que como verdugo pro
pio venga en sí mismo los ultrajes con que injuria à la
virtud: y dichoso del en medio de su propia infeli
cidad, si desengañado de sus miserias , se reduce al
camino verdadero de la razon y de la religion, si lle
ga à conocer que no hay otra grandeza verdadera
sino la que se funda en la virtud; que todas las de
- - • - maS
I I 2. SE RM o Ñ
mas grandezas que no estriban en la virtud no son
otra cosa que un velo engañoso que podrá acaso
ocultar à los ojos de los hombres, mas nunca à los
de Dios, una vergonzosa desnudez , y una ignomi
niosa pobreza: nescis quia tu es miser & miserabilis,
& pauper... 6 nudus. (1)
Dichoso del si llega à conocer que toda grande
za à quien se sacrifica la virtud, es una funesta gran
deza, que al mismo tiempo que levanta al hombre,
le deprime y arruina, abriendole un abismo de cala
midades en donde se precipita irremediablemente;
que una grandeza que se adquiere à expensas de la
virtud , es una grandeza que tal vez envilece y de
grada en los ojos del mismo mundo, à quien la gran
deza no siempre estorba el censurarà los Grandes: ven
drá un dia en que despojando Dios à esos hombres
tan aplaudidos de la mascara de esa grandeza su
puesta, los entregará à un eterno baldon y oprobio:
dabo vos in opprobrium sempiternum , & in ignomi
niam eternam que numquam oblivione delebitur. (2)
Volvamos à nuestro asunto. Ya nos ha enseñado
María en lo que consiste la verdadera grandeza: sepa
mos ahora de ella en qué consiste el uso verdadero de
esa misma grandeza. Asunto de la segunda Parte. Seré
breve.
SEGUND A PA R. T. E. -

y.

Ocas veces sucede en el mundo, que los hombres


ostenten y exerzan la grandeza con las calida
des que ella requiere; y menos veces todavia dexan
de revestirse de las pasiones que ella por lo comun en
gendra: porque el contagio de la humana prosperidad
CS
—4–—l —-

(1) Apocal. c. 3. v. 17. (2) Jeerem. c. 23. v. 4o.


DE LA ENCARNAcioN. II 3.
es de tal condición, que mas es la grandeza de que
ordinariamente priva, que la que comunica, pues
como enemiga jurada de la virtud, anda huyendo
de ella casi siempre, y muchas veces solo la busca:
para destruirla mas à su salvo. Años enteros vividos
con juicio y con cordura ceden tal vez à un solo ins
tante de grandeza y elevacion. Asi se ven por ahí al
gunos hombres, que quando no eran nada, parecian
dignos de todo, y quando llegan à ser algo, se mues
tran por la mayor parte indignos de quanto obtienen
; y no es creible que el publico que en otro tiempo
se pasmaba de ver su merito sin premio, mudando
ahora de dictamen, se indigne de ver sus honores y
aplausos destituidos de merito Desvanecidos con su
propia grandeza, son la misma altivez y soberbia y
estragados con su grandeza, son la misma indolencia
y sensualidad: de modo que aborrecibles al mundo
por su orgullo, e inutiles al mundo por su disipa
cion, se degradan y envilecen en su grandeza y por
su grandeza. Pero en Maria no se descubrió por cier
to el menor resabio de la contagiosa prosperidad y
grandeza humana; porque la gloria vinculada à la
maternidad divina, la dexa humilde y modesta : y
las penas vinculadas à esta misma maternidad divina,
la hallan fuerte y animosa. Humildad solida y verda,
dera: esfuerzo valeroso y heroico: ved ahí las dos
calidades en que estriva el recto uso de la grandeza,
y como en nosotros unicamente consiste el aprenderlas
en la escuela de Maria. . . . . -

Ó humildad tan indispensablemente necesaria al


cristiano cuya justicia sin humildad es preciso que
sea una vana apariencia de justicia: sus virtudes unas
virtudes esteriles o fantasticas, y muchas veces ver
daderos vicios : su piedad un mero engaño por lo
Tom. V. P CO
II4. . .. SERM o N

comun, capaz solamente de lisonjear la vanidad de los


que se hinchan y congratulan con ella, e incapaz de
merecer la aprobacion y agrado de Jesu-Cristo, que
abomina toda virtud que se complace en sí misma.
O humildad indispensable para todos, y mas indispen
sable especialmente para los Grandes de la tierra! su
puesto que solo la humildad, y una humildad pro
fundamente arraigada, puede preservarlos de aque
lla hinchazon de espiritu, y de aquella mala levadu
ra de orgullo, de cuyos vicios podemos decir lo que
de las blanduras y delicias de la carne decia Jesu
Cristo, que tienen su morada y centro en el trono y
en los que le rodean. Porque sitiados los Principes de
una multitud de aduladores, que alicionados por el
interes, el maestro mas consumado en la ciencia de
la lisonja, ni les dexan ignorar sus buenas prendas,
ni advertir sus propios defectos , no tienen pasion
ninguna que no logre apologias, y si quieren, pane
giricos, ni inclinacion, ni capricho que no esté segu
ro de un elogio: la verdad vergonzosa y encogida an
da foragida de ellos, y ellos no hacen la menor dili
gencia por buscarla: no oyen continuamente sino que
abundan en virtudes, y à fuerza de oirlo se acostum
bran à creerlo, à unir su voto con el de los demas, à
decirse a sí mismos alguna vez lo que tantas veces les
dicen otros, à complacerse del merito que tanto les
exágeran, a juzgar de sí mismos por la favorable des.
cripcion que hacen de ellos, y respetados y adorados
como unas deidades , vienen à olvidarse de que son
hombres. Humildad, de cuya virtud, sin embargo
de ser tan necesaria para el cristiano, apenas sabemos
el nombre, y cuyo exercicio todavia le ignoramos mas:
porque la soberbia que fue el pecado de nuestro pri
mer padre, lo es tambien de sus hijos: y asi la vanidad
-- . 1113lS
pE LA ENcARNAcroN. II5

mas abatida, procurando resarcirse de los aplausos


que se le niegan, con los elogios que se da a sí pro
pía, se desagravia de los desprecios agenos con la
estimacion que hace de sí misma, sujetando de este
modo à la maldicion y anatema intimada en las sagra.
das Escrituras, no pocas almas que hasta entre el ci
licio y la ceniza conservan su soberbia entera y viva:
odivit anima mea. . . . . . pauperem superbum. (1)
Humildad, que siendo tan indispensablemente nece
saria à los Grandes, es casi desconocida entre la Gran
deza: mirandola como una virtud agena de su esta
do, y de que estan dispensados por su estado, como
una virtud incompatible con su estado, e impracti
cable en su estado. -

- Qué es lo que hace pues Dios en este dia Ha


cer patente à los Grandes en la persona de Maria
la humildad mas propia para destruir los pretestos de
su vanidad. Cómo asi porque es una humildad la
de Maria constituida en la mas alta y sublime dig
nidad. - - - - - -- - -

Si Maria no hubiese sido humilde, sino en la


obscuridad de su primera fortuna; y si mudando de
estado, hubiera mudado de pensamientos, el exem
plo de su humildad no tendria eficacia suficiente para
persuadir a los Grandes, y el exemplo de su vanidad
seria eficacisímo para moverlos. Pero la que hoy ha
ce una profesion tan autentica de confesarse y tener
se por esclava humilde del Señor, de constituir toda
su gloria en aniquilarse y humillarse en la presencia
del Señor, no es ya aquella Virgen olvidada, desco
nocida, despreciada del mundo; no es aquella hija
- P2 de

(1) Eccles. c. 25. v. 3. y 4.


11 6 SERMo N
de David reducida por la suerte injusta à vivir una
vida pobre y triste en la misma tierra donde reyna
ron sus padres, sino Maria rodeada de honores y de
gloria : Maria levantada derepente à la dignidad de
ser la honra de su pueblo, la gloria de su familia,
la Señora del mundo, la hija amada del Padre Eter
no , la esposa del Espiritu Santo , la madre de su
Dios, que lejos de desvanecerse en su grandeza, no
acierta sino a abatirse y humillarse, protestando que
no es nada, ó que si es algo, solo lo es por su hu
mildad : respexit humilitatem ancille sue. (1) Es la
madre de un Dios, que en presencia del cielo y de
la tierra protesta que lejos de ser la grandeza motivo
de vanidad y presuncion , antes es un vinculo estre
chisimo que obliga mas indispensablemente al exerci
cio de la humildad ; que quanto mas elevada y su
perior se considera sobre el hombre, mas obligada
se mira à vivir mas inferior y mas sumisa à Dios; y
que por lo mismo que es madre suya , le conviene
mas que nunca ser su sierva: ecce ancilla Domini. (2)
Y qué consequencia debemos deducir de aquiº
Avivad la atencion para entenderlo bien, y no des
aprovecheis un documento tan instructivo.
- Si la madre de un Dios se conserva humilde en
medio de su altisima dignidad, y tanto mas humil
de, quanto mas sublimada : pero digamos mas, y no te
mamos decir demasiado. Si la madre de un Dios cree
que tiene mayor obligacion à ser humilde , quanto
mayor es su grandeza: en qué pararán esos privile
gios y afectadas esenciones que la vanidad humana
busca, y tal vez se lisonjea de hallar en su estado y
. COn

(1) S. Luc. c. 1. v. 48. (2) - Ibid. v. 38. - s.


DE LA ENCARNACION. 1 17
condicion, como si en el cristianismo hubiese estado
en que no fuese permitido ser cristiano , ô que el
Evangelio no intimase la humildad, sino à los de po
bre y abatida condicion 3 como si algun estado pudie
se gozar de derechos y prerogativas de que no goza
se la maternidad divina 3 y como si hubiese hombres
que no esten sujetos à las leyes, de que no estuvo
esenta la madre de un Dios. Porque Maria, y es ad
vertencia de San Bernardo, Maria independentemen
te de la maternidad divina podia complacer à Dios,
y con efecto halló el medio de complacerle 3 pero sin
embargo de la inestimable dignidad de madre de Dios,
no podia merecer las complacencias de Dios, sino con
la virtud de la humildad. De modo que Maria sin ser
madre con una fecundidad maravillosa, y aun sin
ser virgen podia haber entrado en el reyno de los
cielos 3 pero sin ser humilde , nunca hubiera goza
do de la vista de Dios: potest salvari sine virginitate,
sine humilitate non potest.
¿Nos perdonara Dios pues, ni debieramos perdo
narnoslo à nosotros mismos, aspirar à una indepen
dencia que nunca tuvo la madre de nuestro Dios,
afrentarnos de llevar un yugo de que ella tanto se glo
rió, anhelar por ser mas que ella, sin advertir lo gran
de que ella es en la presencia de Dios, y lo ruines que
somos nosotros comparados con ella, sin advertir
sue en qualquiera altura de grandeza y prosperidad
en que estemos colocados, siempre quedaremos mas
inferiores à ella, que quanto superiores podemos lle
gar à ser sobre el resto de los mortales?
Demos un paso mas adelante. Si la madre de un
Dios supo ser humilde en medio de tanta elevacion y
grandeza, que sera de esas quimericas incompatibili
dades entre las elevaciones de vuestra condicion y
cla
I 18 SERM o N

clase y los abatímientos de la humildad cristíana? De


modo que Maria supo ser madre de Dios, y ser hu
milde; ser humilde, y no deprimir la dignidad de la
maternidad divina, ni vilipendiar la augusta calidad
de madre de Dios, ni derogar un apice la majestad
y alto caracter de madre de Dios: aun mas , conti
nua el Crisostomo ; porque no solo supo ser hu
milde la madre de Dios, sin desayrar ni degradar la
maternidad divina, sino que nunca se manifestó mas
digna de ser madre de Dios, que mostrandose humil
de: no solo finalmente no degradó la humildad à la
maternidad divina, sino que la misma divina mater
nidad fue en cierto modo ensalzada y engrandecida
por la humildad de Maria. Cómo así Porque se
vieron entonces dos prodigios no creibles, los quales
se comunicaron mutuamente gloría y excelencía. El
uno fue un prodigio de grandeza en medio de la hu
mildad; y el otro un prodigio de humildad en me
dio de la grandeza. La humildad fue ensalzada por
la maternidad divina, y la maternidad divina lo fue
en cierto modo por la humildad. Lo primero, por
que la humildad de Maria sin las preeminencias que
le comunica la maternídad divina, sería solo una hus
mildad obscura y reducida al escondido recinto de su
corazon. Lo segundo, porque la humildad de Maria
aumentó el merito y la grandeza de alma, la gran
deza propia y personal de la misma madre de Dios;
de este modo comunicandose mutuamente la mater
nidad divína y la humildad de Maria los rayos de su
gloria, aquella honra en Maria la humildad, y ésta
la maternidad divina. -

Qué engaño pues tan conocido no es mirar à la


grandeza como un título que dispensa del exercicío de
la humildad, ô à la humildad como incompatible con
ve- la
DE LA ENcARNAcioN. y 19
la grandeza? Error ciertamente grosero , mirar la
grandeza como un impedimento para la practica de
la humildad, figurarse en la grandeza unas razones
de estado incompatibles con la humildad: razones su
perficiales, razones fantasticas y quimericas no digo
yo solamente en el juicio de Dios, sino en el de los
hombres; no solamente en el tribunal del Evange
lio, sino en el del mundo. Porque quándo consis
tieron jamas las razones de estado y las obligaciones
politicas de la grandeza en el porfiado empeño de las
precedencias, en los zelos de la autoridad , en el
pomposo alarde del señorio, en la aspereza del man
do, en las altanerias de la altivez , en la ostenta
tacion del poderio, en la contumacia de la presun
cion? Qué no puede un Grande serlo ni parececlo
sin mostrarse amo descontentadizo, soberbio, duro,
dominante, zeloso, vengativo, extravagante, facil
de airarse , dificilimo de aplacarse, amigo de opo
nerse à todos, enemigo de que ninguno se le opon
ga ; sin estar lleno y desvanecido de sí mismo, sin
ser idolatra de sí mismo, sin estar lleno de estimacion
propia, y de desprecio de los demas no puede un
Grande serlo sin imaginarse que él es algo mas que
hombre, y que los otros son algo menos que hom
bres es esto acaso lo que constituye à un Grande
y su grandeza ó antes, no son estos defectos los
que hacen aborrecible e intolerable una fortuna que
al paso que crece, se engrie y ensoberbece mas no es
este espiritu de orgullo el que concita el odio comun
contra la grandeza y los Grandes no es esta altivez,
y esta indiscreta aspereza la que envilece tal vez los
mas distinguidos cargos, y à los que los exercen, di
ciendose por ella comunmente que todo es grande y
magnifico, en ciertos Grandes, menos su persona ? -
* -- - - Er
I2 O. SE AM o N
Error conocido, mirar la humildad como un im
pedimento de grandeza No entienden à la verdad lo
que les importa esos hombres vanos y soberbios; y
es providencia particular de Dios, segun observa San
Agustin, que ignoren hasta donde alcanzan los ha
lagueños influxos de una grandeza modesta y bene
fica. Si alguna vez se dexan ver en el mundo algu
nos de aquellos Principes que saben templar el res
plandor de la diadema y la majestad de la purpura:
qué amor, qué extasis no infunden en el pueblo no,
no tiene necesidad su nombre de quedar escrito en los
Fastos de los Imperios, ni de ser entallado en el bron
ce ni en el marmol, pues el amor le graba en los cora
zones: en ellos, en ellos vive, y desde alli no teme la
injuria de los tiempos; porque la ternura y el agrade
cimiento publico confunden para con ellos todos los si
glos y todas las naciones; y hoy dia se habla de los Tí
tos, de los Luises XII. y de los Enriques IV. como de
unos bienhechores del Universo. O y quién inspirára
à los Grandes la generosa ambicion de emprender esta
carrera Ó y quién los enseñára à mirar con horror
el fausto y los caprichos del orgullo, escollo frequen
tisimo donde naufraga su gloria y su esplendor Por
que qué tienen que temer de la humildad? ¿pueden
ellos ignorar acaso que la admirable ciencia de la hu
mildad cristiana es de tal condicion , que sabe humi
llar al Grande sin deprimir la grandeza, precaver así
mismo de la altivez, de la qual procede el odio, y las
baxezas que concitan el desprecio comun contra ella,
despojar à la grandeza de su altaneria, sin defrau
darla de su imperio, y darle lo que grangea el amor
sin privarla de lo que sabe conciliarse el respeto Có
mo es posible, me direis, conservar la humildad en
medio de la grandeza Ah, catolicos ¿quándohase
• -• — - - -

-
4.
-=

DE LA ENCARNAcroN. 2

hallará vuestra grandeza expuesta à los embates de


una grandeza igual à la de Maria porque dónde se
vio una elevacion y grandeza mas aparente para li
sonjear la vanidad humana, y llenar al alma de es
timacion propia Maria no solicitó la gloria, y la
gloria la buscó à ella : ella se ve colocada en la ma
yor altura , y esto por la mano del mismo Dios.
Luego su grandeza es argumento inegable de su me
rito; pero de qué merito de un merito superior
à todo el merito del resto de los mortales, supues
to que él la grangea una honra superior à todas las
honras de los hombres : y quando Maria no quisie
se acordarse de tantas preeminencias, no se la per
mite que las olvide ; porque en este dia, oye expre
samente que no por otra razon se ve llena de glo
ria, sino porque está llena de virtudes y de gracia:
gratia plena. (1) Quanto la ponen delante asi exterior
como interiormente, todo conspira à ensalzarla y en
grandecerla: obliganla à aceptar lo que ni aun acer
tó a desear: ofrecenla el trono, y mandanla que se
siente en él ; su elevacion que es fruto de un sin
numero de virtudes, siendo aceptada por obediencia,
viene à ser una nueva virtud: de modo que à un mis.
mo tiempo es merito, y galardon de este mismo me
rito fat mibi secundum verbum tuum. Confesemos, que
saber ser humilde en semejantes circunstancias, es una
ciencia reservada à Maria ; pero para no encapri
charse con su grandeza, y aun para vivir acaso
avergonzado de su propia grandeza el hombre, qué
convendria hacer? Convendria que el hombre vol
yiese los ojos por los caminos que anduvo, y exá
Tom. V. Qi . . . mi
- — —I= - - = - - T -

(1) S. Luc g. I• Ye ys, º - 41 º,


- ---
a -
. . r
* 2
I22 SERM o N

minase los medios de que se valio para conseguir


la , y verla ; y por poca verguenza y poco amor
que tuviese à la equidad, no lo podria ver sin in
dignarse e irritarse contra sí mismo , veria repito
esa grandeza mendigada vilmente con tan frequen
tes obsequios , con tantas condescendencias , con
tantas suplicas, con tantas baxezas, que tanto des
honran à su autor 5 salteada con tantas instancias
e importunidades; arrebatada por la negociacion, por
el ardid , por la adulacion infame, por la abor
recible supercheria, por las malas artes ; comprada
con una servil condescendencia à las mas abomi
nables pasiones de sus protectores, con una indecoro
sa constancia en sufrir tantos desaires , en tolerar
tantas afrentas, con una vergonzosa facilidad en
adoptar todos los vicios, en desnudarse de todas las
virtudes , y en desacreditarse con los servicios
y ministerios mas vergonzosos e infames : ve
ria la honra comprada con la ignominia , y una
grandeza que no tanto debe deslumbrar el lucimien
to que comunica, quanto debe humillar por el pre
cio que cuesta; y estos hombres sin embargo, gran
des por la suerte, grandes por la negociacion y por
estratagemas, grandes sin virtudes, y grandes tal
vez por los vicios, estos son los mas altaneros y do
minantes, que mandan con mayor orgullo, y que
afectan mandar hasta sobre los verdaderos grandes.
Cómo es posible, repetis, conservar la humildad en
medio de la grandeza? Para ser humilde Maria, fue
necesario que llegase en cierto modo à ignorarse y
desconocerse; mas para ser nosotros humildes, no
tenemos necesidad sino de exáminar nuestro interior
y sondear los senos de nuestra alma; y no dudo afir
mar, que quanto mayor merito conozcamos en non
so
DE LA ENCARNAcroN. 123
sotros, mas nos confundiremos con el conocimiento
del que nos falta ; y asi los amos y superiores que
en el mundo se conocen mas benignos , mas hu
manos, mas condescendientes, son aquellos que son
mas dignos de serlo; y à quien tiene las demas vir
tudes, qué le cuesta agregar à ellas la humildad y
la modestia ... -
. -

Cómo es posible, direis tercera vez, conservar


la humildad en medio de la grandeza ? Quereis sa
berlo, catolicos? No necesitais mas que juzgar de la
grandeza humana, y hacer concepto de ella por las
luces del Evangelio: qué os podra entonces parecer la
grandeza mundana sino una grandeza funesta por lo
comun y perniciosa, una grandeza maldita y re
probada en casi todos los que la poseen Jesu Cristo
solo hace mencion de ella para detestar de su pom
pa y opulencia, de sus pasatiempos y deleytes, pa
ra lamentar los peligros que la rodean, y para do
lerse de los derrumbaderos adonde se precipita. Por
cierto que lo que es la grandeza a los ojos del mun
do; no deslumbrara à ningun hombre que conside
re lo que es à los ojos de Dios...,
Pero no bastaria conservar la humildad en medio A
de la grandeza, si no procura el hombre revestirse de
aquella fuerza, y de aquel valor que no se dexan ven
cer de las dificultades y de los deberes de la ¿
2. La grandeza humana, por mas que se forme otra
idea de ella la ambicion de los hombres, no es otra
cosa que una esclavitud paliada ; y apenas pueden
apetecerla sino hombres o de limitados alcances, que
no conocen sus obligaciones, ó de corazón estraga
do, que se dispensan de ellas, y no quieren cum
plirlas. Por santa, por sagrada, y por celestial que
era la dignidad, de
vº º
º rº se , no estuvo
2.
- A

eXen
y
124 . SE RM o N

exenta para María de los trabajos à que estan suje


tas las dignidades mundanas: y no sé yo si tuvo ma
yor necesidad de humildad para renunciar sus honores,
que de animo para sufrir las penalidades aligadas à
ella. Ya se acabaron para Maria los dias serenos, y
sin lagrimas: su destino en el mundo se confunde y
equivoca con el de su precioso hijo: ay qué serie
tan continua de penas, de contradicciones y de afren
tas se la prepara Paso en silencio aquellas sospechas
que se levantaron acerca de aquella su tan amada vir
tud, y que ella supo sufrir silenciosamente, esperan
do sin turbacion ni inquietud el tiempo señalado pa
ra desvanecer la sombra y densa niebla que obscu
recia su gloria. Y dichosa de ella mientras tuvo que
padecer sola Pero nace Jesus, y no halla en la
tierra este divino infante otros regalos que las lagri
mas que vierte, y el llanto con que su madre se
compadece de sus penalidades: este niño no obstante
es su hijo à quien ama: y es su Dios à quien ado
ra: entonces fue quando Maria sintio la primera
vez ser pobre : y una pobreza que se padece por
Jesus, tiene sus consuelos quando se ama; pero
una pobreza que padece Jesus, tiene tanto desa
brimiento y pena, quanto de amor. " " -º
Ya se acabaron, vuelvo à decir, los gustos y
el descanso para Maria. Sigamosla al templo en don
de ve derramar las primicias de su sangre, en donde
un venerable anciano le intima anticipadamente los
martirios que ha de padecer. Apenas hubo presentado
su hijo à su Eterno padre quando fue preciso que hu
yendo de las iras de Herodes, buscase un asilo y un
refugio en tierra estraña; de donde no vuelve à Israel
sinº para traerhablar
oye despues una obscura y trabajosa
de los milagros vida y º
de Jesus, SU.

-
DE LA ENcARNAcioN, R 125
celestíal doctrina, de la solicitud y concurso del pue
-blo que anhela por seguirle y escucharle, es solo pa
ra ver formarse la tempestad que ha de disponer y
terminar finalmente aquella sangrienta y tristisima es
cena, cuya representacion nunca se la caia de la me
moria. Y quál pensais quedaria esta desconsolada ma
dre, quando se le puso delante este hijo, tiernisimio
objeto de su amor, agoviado del peso de la cruz,
quando por el rastro de la sangre le seguia hasta el
Calvario, quando escuchaba los postreros ecos de su
moribunda voz, quando depositaron entre sus brazos
aquel cardeno y desfigurado cadaver, que solo se de
xaba reconocer de los ojos de una madre No hubo
ciertamente jamas, despues de los tormentos de Jesus,
dolor semejante al de Maria, porque jamas hubo cora
zon que supiese amar tanto, ni hijo tan digno de ser
amado. - si lº º -, º º
Estos son, catolicos, los gages que le valió à
Maria la honra de la maternidad divina; no tuvo
un momento de gusto; pero ni tampoco mostró la
menor flaqueza: la virtud del hijo sustenta à la ma
dre, la qua padece con él, y con la debida propór
cion que debe haber siempre entre la criatura y el
criador, padece como él: stabat juxta crucem. Y“asi
como Jesu-Cristo no profirió palabra alguna que no
fuese digna de un Dios, tampoco Maria exhala nin
guna quexa que sea indigna de la madre de tin
Dios. Derramar lagrimas, mientras que Jesus derra
ma su sangre; venerar el amor de un Dios que mue
re victima de su propio amor; amarā Jesus e imi
rarle, en estas dos palabras se encierra la historia de
Maria, la de su grándeza, y la de su conducta. Es
te es el exemplar de grandeza y de conducta que de
ben seguir, y con que se deben conformar todos
* -- aque
, 12 6 - , - S E R M o N --

- aquellos, à quienes ha colocado la provídencía en car


gos de autoridad y mando.3 porque no hay dignida
des ni empleos que no impongan obligaciones onero
sas, y quanto mas altos y principales son , mayores
cuidados traen consigo 5 de modo que quanto mas
crece en los hombres el poder y el valimiento, mas
se multiplican las obligaciones y cargas. ¿Quereis sa
ber qual debe ser la vida de todos los que obtienen
cargos, ocupan empleos, y disfrutan los primeros
puestos Dedicarse à un trabajo penoso, cumplir con
unas funciones molestas, asistir puntualmente à sus
oficios à horas incomodas, renunciar à las diversio
nes, perder de su descanso, exponer la salud, verse
rodeados continuamente de hombres que tienen sus
flaquezas, y es preciso sufrirlos ; que tienen sus ca
aprichos, y es preciso tolerarlos ; que tienen sus fines
dañados, y es preciso disimularlos; que tienen sus
pasiones , y es preciso contemporizar 3 que tienen
pretensiones, y es preciso discernirlas 5 que tienen
su merito, y es preciso premiarle; que tienen sus
importunidades, y es preciso conllevarlas: verse ex
- puestos continuamente à, las sospechas de la ma
lignidad, à las zumbas de la mordacidad, à las
imposturas de la calumnia, à las negociaciones de los
competidores, al odio de los subalternos , ān los
caprichos de los superiores, à las quexas y muf
muraciones de los descontentos; y vivir finalmente
no para sí, sino para los demás. Y qué diré de aque
llas peligrosas ocasiones, de aquellas criticas coyunº
turas que toda la prudencia no basta para evitar, en
que executando por una parte la justicia, halagando
por otra el favor, se trata, de ser ô martir, ô preva
ricador de la probidad; de sacrificar la conciencia, º
a sumº seise, a ales nº º es
- - Cas
º3
DE LA ENCARNAcio N. 127.
rio para andar derecho por tan dificiles y trabajosos
caminos; y para no ceder ni flaquear en tentaciones
tan vehementes - - -

No ignoro que en este siglo, tan esclavo de la am


bicion y de la sensualidad, es bien sabida la ciencia
de no adoptar de los cargos y de los empleos sino
aquella parte que lisonjea à la vanidad, y renunciar
la parte que sujeta y coarta la indolencia y los delei
tes; la de ser grande solo para recibir los honores,
los rendimientos y los obsequios que se deben à la
grandeza, y de no serlo para cargar con los cuidados
que molestan, con el gobierno domestico que cansa,
con el despacho y desempeño de otras obligaciones,
que esclaviza 3 la de ser grande para desahogar sus
pasiones impunemente, para soltar libremente la rien
da à sus odios, à sus venganzas, à sus resentimien
tos, à su fausto, à su orgullo, y de no serlo para
mantener el buen orden, para Zelar, la observancia
de las leyes, para velar en la conservacion de la paz,
y pública felicidad; la de no ser grande sino para
disfrutar de su vanidad y de sus deleites, para go
zar de su propia grandeza, y para ocupar en el tem
plo de la fortuna el lugar y oficio de aquellos idolos,
que alimentados de humo y de incienso, ni tienen
ojos para ver las necesidades de sus pueblos, ni oi
dos para escuchar sus quexas, ni corazon compasivo
para dolerse de sus miserias, ni manos para fabricar su
felicidad. Ciencia reprobada y funesta; ciencia de
orgullo y de vanidad 3 ciencia de sensualidad y de
pereza, ciencia de deleites y pasatiempos; pero que
nunca fue ciencia del Evangelio, ni es tampoco ni lo
puede ser, ciencia de la razon, de la probidad, y de
la equidad. Tened presente, ô Grandes del mundo,
que vuestra grandeza no es tanto un titulo de auto
,
* - ----- a 1
128 . A SER M o N or

ridad, como un titulo de sujecion ; no tanto un de


recho de mandar à los hombres, como una obligacion
de servirlos, que si estos son inferiores à vosotros,
vosotros les debeis à ellos vuestro influxo y auxilios;
que si ellos os deben rendir obediencia, vosotros de
beis protegerlos ; que el mundo no se hizo para los
Grandes, sino que los Grandes fueron criados para
que contribuyesen à la felicidad del mundo : si este
no es el lenguage del orgullo humano, lo es cierta
mente de la religion y de la verdad: verdad, que bien
entendida, corregiria en los Grandes esas altanerias,
esas modales arrogantes , esos desdenes soberbios,
esos ayres despreciativos e insultantes, que confun
diendo todo el buen orden de las cosas, convierten
en esclavos à los que solo nacieron para subditos, y
en tiranos à los que nacieron para padres : ver
dad, que bien entendida, estimularia à los Grandes
à dispertar de ese letargo de indolencia y sensuali
dad, que los hace inutiles para la felicidad del mun
do: antes humildes y modestos, laboriosos y ocu
pados en medio de la grandeza, santificarian esta mis
ma grandeza, y por el buen uso de una grandeza
transitoria llegarian à conseguir aquella grandeza perº
manente, que les está prometida en la bienaventuº , y
ranza eterna. Amen -

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SER MON
D E LA F E.
PA RA LA F.I.E.S.T.A.

DE LA SANTISIMA TRIN ID A D.

Euntes ergo docete omnes gentes, baptizantes eos


in nomine Patris , & Filii , & Spiritus Sancti.

Id, enseñad á todas las gentes, bautizandolas en el nom


bre del Padre, y del Hijo, y del Espiritu Santo. San
Mateo c. 28. V. 9. /

N solo Díos, y tres personas: un Padre que


-/ desde ab eterno está engendrando à un Hijo
tan eterno, tan sabio, tan poderoso como él: un Es
piritu de amor y de santidad, que procede y se deriva
del amor que estrecha y enlaza al Padre y al Hijo:
una divinidad que subsiste en tres personas sin divi
dirse ni multiplicarse: tres personas en quien creemos
y à quien adoramos, y un solo Dios sin embargo, un
Dios unico à quien adoramos: Esta es la suma de la
Fé que se manda à los Apostoles enseñar à todas las
gentes, cuyo deposito fue, e irá la Iglesia pro
pagando de siglo en siglo hasta el fin del mundo:
misterio profundo e incomprehensible , que con sus
aparentes contradicciones trae suspensa y atonita a la
razon humana: misterio altisimo, cuya profundidad
insondable ningun entendimiento cuerdo y circuns
Tom, V. R. pec
I 3o SE RM o N

pecto se atreverá a examinar, contentandose con ado.


rarle con un religioso silencio. Unidad de naturaleza,
Trinidad de personas. Baptizantes eos in nomine Pa
tris, ó Filii, c5 Spiritus Sancii, Ved ahí el grande
objeto de nuestra fé, ved ahí lo que debemos creer y
lo que no pudieron explicar los apostoles, ni los que
les sucedieron en el ministerio apostolico, los apos
toles digo y sus sucesores, los prelados de la Iglesia,
los doctores de las gentes, las lumbreras del mundo,
los pastores de la grey, los interpretes de las Escritu
ras, los predicadores y las columnas de la verdad:
ved ahí repito la regla de nuestra fé, que nosotros
nunca llegaremos à comprehender debidamente, por
que al paso que nos importa conservar el deposito de
la fé verdadera, nos es igualmente necesario no enga
ñarnos en la inteligencia de la verdadera regla de
la fé.
Dos generos de personas pueden vivir engañadas
en este punto de la regla de la fé: unos son aquellos
que no la buscan en la Iglesia; y los otros aquellos
que se persuaden haberla encontrado en una Iglesia
que no es la Iglesia verdadera: manifestemos puesà
los primeros la obligacion que tienen de profesar una
sumision y rendimiento ciego à todas las decisiones
de la Iglesia en materias de fé, y en todo lo que per
tenece à la pureza de esta misma fé : y enseñemos
á los segundos , y hagamosles conocer la Iglesia,
en donde reside la autoridad de decidir en puntos
de fé.
Avivad vuestra atencion para que entendais un
documento tan importante; que sí no teneis necesi
dad dél para desengañaros, no os dañará para que
en tiempos tan peligrosos, no caigais en algun error,
No permita Dios que yo lleve en esto otro animo que
el
DE LA Fé. I3 I
el de vuestra instruccion y edificacion, ni que con el
calor de un zelo impetuoso, prorrumpa en expresio
nes, que puedan ofender à ciertos espiritus delicados
y suspicaces : porque bien sé que la verdad es mo
desta y pacifica, que el espiritu de Jesu-Cristo es un
espiritu de amor y de caridad, que se debe impugnar
el error sin herir las personas, y desengañar al pue
blo sin concitarle contra los que le engañan : bien
sé que la santidad de la catedra del Espiritu Santo
quedaria profanada con las libertades de la satira, y
con las acrimonias de las invectivas. Sin omitir pues
nada de quanto pueda ceder en vuestra enseñanza,
nada proferiré que pueda ofender , procurando
ajustar la libertad que pide el ministerio apostoli
co , con las atenciones que pide la caridad. Pero
desgraciados de vosotros, si ciegos con preocupacio
nes culpables mírais con odio los terrores de un
celo que solo pretende instruiros y confirmaros en
la fé; yo os hablaré sin acrimonia, oidme voso
tros sin preocupacion 3 yo solo solicito vuestra ins
truccion, desead vosotros solamente ser instruidos;
olvidaos de que soy yo quien os habla, y prestad
toda vuestra atencion à la voz y à las verdades que
el Espiritu Santo infunda en lo interior de vues
tras almas. Pidamos sus luces por la intercesion de
Maria. Ave Maria.

PRIMERA PARTE.

Hº estrecha e indispensable obligacion de pro


fesar sumision verdadera, sumision absoluta,
sumision sincera, e interior, sumision de entendimien
to y de corazon à las decisiones que la Iglesia inti
ma en materias de fé; obligacion fundada en el pre
R 2 cep
cepto de Jesu-Grísto, en las promesas de Jesu-Cris
to, en la naturaleza de la Religion establecida por
Jesu-Cristo, y en las calidades de la fé que pide
Jesu-Cristo. Oidme con vigilancia, amados oyentes
mios, que todo es digno de vuestra atencion.
1. Obligacion fundada en el precepto de Jesu
Cristo. Estando nuestro divino Salvador para subirse
al cielo, confia à sus Apostoles el deposito y minis
terio de su doctrina: id les dice, y llevad por el mun
do la lumbre de la fé, intimele vuestra voz las ver
dades de mi religion, y sepa de vuestra boca lo que
habeis sabido de la mia: euntes, docete : obligacion de
enseñar y de instruir, que de los Apostoles se ha de
rivado à sus sucesores, supuesto que no es menos ne
cesaria en la Iglesia la predicacion de la divina pala
bra, que la administracion de los Sacramentos, cuyo
duplicado ministerio se explica, y comprehende en
unos mismos terminos: euntes , docete, baptizan
tes : enseñad y bautizad: obligacion , que supone
en aquellos à quienes incumbe, potestad para seña
lar al pueblo lo que deben creer, y lo que nó;
lo que deben admitir y adoptar , y lo que deben
repudiar y reprobar : obligacion por consiguiente
de instruir y enseñar en los pastores, que supone y
requiere en la grey otra obligacion de sumision y
docilidad.
Con efecto, decia San Pablo, explicando à los
primitivos cristianos la economía y gobierno estable
cido por Jesu-Christo en su Iglesia: la dignidad de
prelado, de doctor , no es una dignidad de fausto y
pompa mundana, que se limita à deslumbrar los ojos
del público con la vana ostentacion de una grandeza
profana, y con la qual el pueblo tiene cumplido con
tributarla los obsequios de una reverencia exterior
S1
DE LA Fé. I 33
síno que su autoridad es una autoridad onerosa y de
servidumbre, autoridad que es propia de ellos, pero
que no es para ellos: pastores c5 doctores in opus minis
terii: (1) autoridad de que son revestidos para con
sumar la obra de la santificacion del mundo: ad con
summationem sanciorum; (2) para reunir todos los espí
ritus en la unidad de la fé, in unitatem fidei ; (3) para
contener la bulliciosa curiosidad de los ingeniosos
presumidos, y precaver de engaños à los simples: ut
non simus.... fluctuantes, ó circumferamur omni vento
docrine in nequitia hominum, (4)
Ya veis pues, catolicos (y no hay necesidad de
demostraroslo) que la defensa de la unidad de la fé
solo hallaria un flaco apoyo, al paso que la insolen
cia del error solo experimentaria tambien obstaculos
de ninguna fuerza, en una autoridad que fuese lici
to despreciarla, y en una palabra y doctrina que
hubiese derecho para no oirla. Luego hay en la Igle
. sia potestad para enseñar y instruir; pero potestad
que en los pastores no será sino una preeminencia
quimerica , y una vana sombra de superioridad,
potestad que contra la intencion del mismo Jesu
Cristo explicada por el Apostol, seria en sus ma
nos un instrumento inutil e infruótuoso, si no hu
biese en nosotros obligacion de rendir y sujetar nues
tras luces à las luces de la Iglesia, nuestras ideas y
juicios à la enseñanza de la Iglesia, nuestros racio
cinios y decantadas evidencias à la autoridad de la
Iglesia.
Yo sé sin embargo, amados oyentes mios, que
ha

(1) Ad Eph. cap. 4. v. 1. (2) Ibid. 12. (3) Ibid. y.


13. (4) Ibid. 14.
134 SE RM o N

hablando propíamente, solo à Dios somos deudores


del obsequio de nuestra fé, que solo la palabra de
Dios tiene derecho de ser el objeto de nuestra fé; y
que solo a la revelacion de Dios contenida en la Escri
tura ô en la tradicion pertenece ser la regla de nues
tra fé; pero lo que no nos importa menos saber, di
ce San Cypriano, es que la Iglesia ha sido elegida pa
ra conservar el precioso deposito de la divina palabra,
para manifestarnos el sentido oculto y los profundos
misterios de la revelacion divina: y por consiguien
te qué pensais que hacemos recibiendo la palabra y
doctrina de la Iglesia º recibimos la palabra de Dios;
obedeciendo à la Iglesia, obedecemos a Dios; suje
tandonos à la Iglesia, nos sujetamos à Dios; de suer
te que lexos de vulnerar los derechos de Dios con la
obediencia que prestamos à la Iglesia, no es otra
cosa esta obediencia sino una consequencia de la que
debemos à Dios, y consequencia necesaria. Cómo asi?
Por quanto Dios quiere que nuestro rendimiento à
su divina palabra, dependa de nuestro rendimiento
à la palabra y doctrina de la Iglesia , supuesto
que tiene declarado que toda desobediencia à su
Iglesia, es una desobediencia contra él mismo: qui
vos spernit, me spernit. (1) No os parece, ama
dos oyentes mios, que ne podia Jesu-Cristo elegir
un medio mas cierto y mas seguro para tenernos in
violablemente adictos à la Iglesia porque como es
nuestro padre, y nuestro Señor , nuestro Dios y
nuestro Redentor, nos sentimos inclinados à guar
darle fidelidad en fuerza de una como impresion na
tural de respeto y de agradecimiento, de religion y
de amor 3 pero como el yugo de la dependencia y de
la
l

(1) S. Luc. c. 1o, v, 16.


DE LA Fé. 135.
la sujecion à unos hombres mortales y caducos, à
unos hombres sujetos à tantas fragilidades y pasiones,
à unos hombres, que por mas elevados que se hallen
sobre nosotros por sus talentos, ô por su nacimiento
ilustre, no por eso dexan de ser tan hombres como
nosotros, como la sujecion à estos hombres puramen
te no podia dexar de parecernos penosisima y gravisi
ma, qué pensais hizo este benignisimo Señor Colo
case él en lugar de la Iglesia para recibir el tributo
de nuestra obediencia; él coloca la Iglesia en su lugar
para exigirle 3 él la traspasa sus derechos 3 él no se
grega sus intereses de los intereses de su Iglesia ; su
gloria de la gloria de su Iglesia; su autoridad de la
autoridad de su Iglesia: el mismo Jesu-Cristo no re
conoce por suyos à los que no la quieren reconocer
por suya; y se desdeña en cierto modo de ser cabeza
de los que no quieren reconocerla por madre : Si au
tem Ecclesiam non audierit, sit tibi sicut ethnicus ó pu
blicanus. (1)
El no tiene ya por pueblo suyo al que niega la
obediencia à su Iglesia, mancomunandole con aquel
pueblo que ofrece inciensos à los idolos; porque si el
uno es pueblo de falsas deidades, el otro no es pue
blo de Jesu-Cristo, y aunque tenga el nombre cristia
no, parece que le abjura con su indocilidad: de lo
qual oid la admirable razon que da San Agustin:
ninguno es verdadero cristiano, dice este santo Doc
tor, sino en quanto es miembro de Jesu-Cristo, y
por consiguiente en quanto està asido al cuerpo
de Jesu-Cristo: el cuerpo pues de Jesu-Cristo es la
Iglesia : Habere autem caput Christum memo pote
rit,

(1) S. Matth. c. 18. v. 17.


136 SE R M o N
rit, misi qui in ejus corpore fuerit, quod est Ecclesia.
Dónde hubo pues error mas craso, que el de tan
tos hereges que se gloriaban de seguir à Jesu-Cristo,
y no eran de su Iglesia ; que tenian por blason de ser
hijos de Jesu-Cristo, al mismo tiempo que hacian
insensato alarde de no reconocer à la Iglesia, de rebe
larse y de rebelar tal vez à los pueblos contra la Igle
sia, que se persuadian de estar tanto mas intima
mente unidos con Jesu-Cristo, quánto mas enemi
gos se declaraban contra la Iglesia, y la Iglesia con
tra ellos No, jamas se verá brotar entre nosotros
aquella pestifera semilla, aquella especie de furor y
de delirio que mira insolentemente los rayos que ful
mina el Vaticano como un titulo y un derecho que
le habilita para la herencia del cielo, y que se per
suade que no puede merecer mejor el amor y la gra
cia de Jesu-Cristo sino mereciendo ser arrojado del
seno de la esposa de Jesu-Cristo.
Pero otro error hay, catolicos, que no se teme
ya tanto, porque se desconfia menos de él; error acer
ca del qual acaso vivimos engañados, y acerca del
qualacaso permitimos que se nos engañe todos los dias:
porque el hombre enemigo no intenta romper estre
pitosamente las coyundas y vinculos que nos atan y
unen con la Iglesia; pero nos va segregando de ella
imperceptiblemente, y poco à poco nos va encami
nando por las sendas de una separacion , que no por
ser oculta, es menos funesta. Persuadense algunos que
son hijos verdaderos de la Iglesia, porque en lo ex
terior profesan sumision à esta misma Iglesia, pos
que no erigen altar contra altar, Iglesia contra Igle
sia, ministerio contra ministerio; porque no imitan
la pública apostasia de la rebelde Samaria, y conti
nuan ofreciendo en el templo de Sion sus dones y sus
V1C
De LA Fé. 137
dones y sus victimas; pero baxo el velo exterior de
paz y de concordia ocultan un espiritu de disension
y de discordia, un espiritu lleno de todas las ideas,
doctrinas y opiniones reprobadas por la Iglesia ; con
servan un corazon lleno de hiel y de amargura con
tra todos los que patrocinan la causa de la Iglesia, de
desprecio y de desobediencia contra los Prelados que
la gobiernan, de critica y de censura contra los decre
tos que profiere, contra las devociones que permi
te, contra las leyes que intima 3 ocultan un corazon
lleno de amor y de zolo para con aquellos que alte
ran su paz, que disputan su autoridad, que impug
nan su doctrina: con todo esto y à pesar de todo es
to se congratulan de la union que conservan con
la Iglesia, se glorian de ser hijos verdaderos y miem
bros sanos de la Iglesia, como si Jesu-Cristo solamen
te pidiese para su Iglesia una obediencia acreditada
por los sentimientos y por la conducta; como si no
debiesemos reconocernos y confesarnos hijos de la
Iglesia sino con las exterioridades del culto, ni debie
semos creer sino una parte de sus dogmas, y no de
biesemos antes profesar segun el admirable dicho de
Santo Tomas una adesion plena e interior de espiritu
à lo que la Iglesia enseña: porque no nos engañe-.
mos, añade el Doctor Angelico, sola la fé puede
abrirnos la puerta de la Iglesia, y para ser miem
bro vivo de la Iglesia, es necesario estar animados del
mismo espiritu de la Iglesia ni la unidad del espiritu
puede verificarse y subsistir sino con la unidad de una
misma creencia: unus spiritus...... una fides: (1) Con
que para vivir el hombre delante de Dios separado
de la Iglesia, no es necesario que apostate publica y
Tom. V. S CS

(1) * Ad Ephes. c. 4. v. 4. y 5.
138 SERM o N

escandalosamente de la Iglesia, pues basta que no pien


se como ella, ni crea como ella. De aqui aquella sen
tencia de San Agustin contra ciertos cristianos indo
mitos, que aparentaban union y conformidad con los
catolicos: es verdad que no han levantado bandera
de rebelion, decia este gran Doctor, ni la Iglesia ha
fulminado publicamente contra ellos el rayo de sus
anatemas, ni ellos se han separado , ni menos han
sido separados; pero la union no es mas que aparen
te, pues renunciando la fé de la Iglesia, se han apar
tado de ella, y aunque al parecer están incorporados
en la Iglesia, en los ojos de Dios ya están segregados
del cuerpo de ella: antequam visibiliter excommunica
tur, quisquis contra veritatem inimicum gestat animum
jam praecisus est. Querer vivir unidos exteriormente
con la Iglesia, y ser interiormente enemigos de la
Iglesia, llamarnos hijos de la Iglesia, y no obedecer los
decretos de la Iglesia, preferir antes nuestro propio dic
tamen al dictamen de la Iglesia, es querer conciliar al
mismo tiempo los caracteres de sujecion y de resis
tencia à la Iglesia : jam precisus est. La apostasia de
los hereges à quienes reprehende San Agustin, no
era pública ni autentica, mas era real y verdadera,
y entre un cismatico notorio, y un cismatico oculto,
exceptuando el escandalo de la rebelion y sus funes
tas consequencias, no hay mas que esta diferencia, que
el uno se atreve à parecer lo que es, y el otro, afec
tando parecer lo que no es, añade al pecado del pri
mero la hipocresia, con que à un tiempo mismo se bur
la de Dios y de los hombres: jam precisus est.
En vano pues cumpliré con los actos exteriores
de la Religion.con que se distinguen y señalan los hi
jos de la Iglesia ; en vano mostraré al parecer que re
conozco los pastores de ella, y en vano participaré de
- los
DE LA Fé. 139
los Sacramentos que administra: en vano asistiré
al incruento sacrificio que ofrece , y practicare
las virtudes que la edifican; pues si no presto una
sumision interior à su palabra y à su doctrina, bien
podrán los hombres, que solo juzgan por las obras, re
putarme por hijo verdadero de la Iglesia; pero de
lante de Dios que ve y discierne los pensamientos del
alma, discretor cogitationum, (1) yo ya soy un miem
bro podrido, cortado del cuerpo de su Iglesia; él ya
me mira y me tiene por tan ageno y extraño de su
Iglesia, como al que nunca estuvo en ella: sicut, ethni
cus. Yo bien podré en este punto engañarme, ô de
xarme engañar, deslumbrarme ô permitir que me
me deslumbren ; vivir tranquilo, ô permitir que me
tranquilicen; pero ni mi amor propio, ni mis pasiones,
ni las vanas sutilezas no destruirán aquel precepto de
Jesu-Cristo que mandando à su Iglesia que enseñe,
manda à los fieles que obedezcan la doctrina de la
Iglesia; euntes, docete: ni destruirán aquella sentencia
de Jesu-Cristo que dice, el que se rebela contra la
Iglesia, contra mí mismo se rebela: quivos spernit,
me spernit : ni destruirán aquellas palabras de Jesu
Cristo que declaran que el que no oye à la Iglesia,
no es discipulo de Jesu-Cristo: Si ecclesiam non audie
rit, sit tibi sicut ethnicus. Habeis visto que la obliga
cion de sujetarnos à los decretos que la Iglesia profiere
en materias de fé, es una obligacion fundada en el
precepto de Jesu-Cristo; ahora vereis que se funda
tambien en las promesas del mismo Jesu-Cristo. -
2. Estas promesas son infalibles y verdaderas en
todos los juicios de la Iglesia que tengan por objeto
S2 ---- la .

(1) Ad Heb. c. 4. v. 12 • -y -
14O SERM o N

la fé y los dogmas que á ella pertenezcan. Asi en el


plan y gobierno de la religion todas las cosas tienen
una mutua conformidad , y se apoyan y confirman
reciprocamente: el precepto es fiador de las prome
sas, y las promesas acreditan el precepto. El precep
to supone las promesas, porque aquel Dios sapienti
simo y eternamente verdadero no puede mandarme
que preste atento oido, ni sujete un espiritu docil y
sumiso al lenguage del error y de la mentira, y por
consiguiente una Iglesia, cuyos oraculos me manda
Dios que oiga, es una Iglesia que no puede engañar.
me. Las promesas suponen el precepto 5 porque si la
doctrina de la Iglesia es siempre doctrina de verdad,
tan ilicito es apartarse de la Iglesia, como apartarse de
la verdad. -

Quién será pues el atrevido que dispute à la Igle


sia la prerogativa de no errar en las decisiones que
pertenecen à la fé quién puede ignorar lo que dice
San Pablo, que la Iglesia es la columna de la verdad:
columna o firmamentum veritatis (1) quién no sabe
que las puertas del infierno, esto es, el espiritu de
error, el artificio de la mentira, la corrupcion de la
iniquidad no prevalecerán contra la Iglesia portae in
feri non praevalebunt : (2) quién no oyó lo que decia
Jesu-Cristo que el Espiritu Santo inspiraria à los
Apostoles, y les enseñaria toda verdadº docebit vos
omnem veritatem : (3) quién no tiene noticia de aque
llas expresiones de los profetas, que la Iglesia será
aqu lla Sion de donde saldrá la ley de verdad, y
de sabiduria de Sion exibit lex, (4) la nueva Jeru
- S2l - .

() I. ad Tim. c. 3. v. 15. (2) S. Matth. c. 16 y 18.


(3) S. Juan. c. 16. v. 13. (4) Isaicº a evº 3- º
DE LA Fé. I4
salen, la ciudad santa, siempre resplandeciente con
la luz divina ferusalem civitas Dei ... luce splendida
fulgebis: (1) el tabernaculo de alianza eterna, que
durando para siempre, ni experimentará la injuria
de los tiempos, ni le comoverán tempestades , ni
le arruinaran ningunas fuerzas Tabernaculum quod
nequaquam tran ferri poterit ..... ó omunes funiculi ejus
mon rumpentur. (2) Pero principalmente nunca se bor
raran de la memoria de los hombres aquellas palabras
de Jesu-Cristo referidas en el cap. 28. de San Ma
teo. Dixo Jesus à sus Apostoles: haseme concedido to
da potestad en el cielo y en la tierra. (3) Qué magnificas
promesas se seguiràn de aqui, exclama el Crisostomo
pero no solo magnificas, sino que la misma grandeza
de Dios que las hace, sale por fiadora de su estabili
dad y firmeza: promesas que no saldran vanas segu
ramente, como fundadas en una potestad que no re
conoce terminos ni limites en la redondez de la tier
ra ni en la inmensidad del cielo; data est mihi omnis
potestas. Id pues, enseñad à todas las gentes, predi
cadles todas los verdades que ya os he predicado: Id,
que vuestro Dios os guiará : con vosotros estoy yo,
y estaré hasta la consumacion de los siglos: Ecce ego
vobiscum suma omnibus diebus usque ad consummationema
saculi. (4)
Este es el articulo, amados oyentes mios, en que
toda arrogancia que se levante contra la Iglesia, se
verá forzada à humillarse y abatirse: este es el arti
culo, contra el qual los hereges de la primitiva Igle
sia, y los novadores de los ultimos siglos se han es
tC

(1) Tob. c. 13. v. 1. & 13. (a) Isai. c. 33. v. 2o.


(3) S. Mat. c. 28. v. 18. (4) Ibid. -
I42 SERM o N

trellado y se han desvanecido con todo el aparato


de su erudicion, con toda la eminencia de sus talen
tos, con todos los ardides de su ingenio: ellos in
tentaban (porque el caracter y propiedad del error
es gustar de disputar eternamente, y no ceder ja
mas) ellos intentaban empeñar à los catolicos en el
examen y disputas de los dogmas ya averiguados;
pero los catolicos los reducian y traian siempre à este
articulo particular de la infalibilidad de la Iglesia,
que basta él solo para decidir todos los demas articu
los: y sin intríncarse ni perderse contra la prohibicion
del Apostol en el laberinto de disputas intermina
bles, contentabanse con repetirles lo que dixo Jesu
Cristo: id, enseñad la verdad, con vosotros estoy y
estaré hasta la consumacion de los siglos : docete om
nes .... ecce ego vobiscuin suma usque ad consummatio
nem seculi.
Sobre otros puntos, y respecto de personas menos
instruidas, podian ellos hallar efugios para evadirse,
sutilezas vanas para engañar, falsos resplandores para
deslumbrar, capciosos raciocinios para desatentar, y
hasta textos de la sagrada Escritura para cegarse y
desatinarse en sus misteriosas obscuridades 5 pero
quando los Padres los llamaban y los reducían à las
promesas de Jesu-Cristo, promesas tan claras, tan
formales, tan evidentes ; quando un San Agustin les
decia: ahí está la Iglesia, por demas es toda disputa:
ecce Ecclesia, quid tergiversaris quando para secar
el torrente de las heregias, encendia un San Geroni
mo el abrasado sol de la autoridad de la Iglesia se
gun su expresion: poteram omnes propositionum rivu
los uno Ecclesie sole siccare; qué respondian Todo,
pero nada al caso, replica San Agustin ; pues sus res
puestas solo servian para manifestar su perplexidad,
pa
pE LA Fé. I43

para confundír el error, y para poner mas en claro


la verdad.
Los Donatistas pretendían que las promesas de
Jesu-Cristo se limitaban à los Apostoles, y no se
extendian à los Obispos, sucesores de los Apostoles;
pero San Agustin les manifestaba que Jesu-Cris
to promete la perpetuidad de su asistencia hasta la
consumacion de los siglos, y por consiguiente mas
alla de los tiempos de los Apostoles: usque ad consum
mationem saculi.
Otros entre los mismos Donatistas defendian que
las promesas de Jesu-Cristo no excluian ciertos dias
obscuros y nublados en que el error se revestiria de
la luz clara de la autoridad de la verdad; pero fa
cil era haberles respondido que quando Jesu-Cristo
dixo yo estoy con vosotros, no dixo, yo estoy y
estaré con vosotros en ciertos días, y en otros no es
taré, sino yo estaré con vosotros todos los dias:
omnibus diebus: que si la Iglesia padeciera sus mo-.
mentos funestos, sus dias de error y de caidas, Jesu
Cristo no hubiera dexado de anunciarlos y señalar
los tan expresamente, que nadie se hubiera equivoca
do, ni confundido los dias en que se mandase creer
à la Iglesia, con los dias en que no se la debia creer;
y que alomenos no hubiera intimado un precepto
de oir y obedecer à la Iglesia, que no excluye mo
mento alguno, y que comprehende todos los tiem
pos. Asi advierte San Agustin, que la Iglesia no
puede obscurecerse ni ocultarse, porque no puede
perecer, y que una Iglesia que no se descubre ni
parece, ni subsiste, ni es Iglesia : numquid Ecclesia
operta estº que en una palabra las promesas de Jesu
Cristo son universales para todas las edades, y res
pecto de todas las verdades: docentes omnes omnibus
die
I 44 SE RM o N

diebus: que estas promesas ni tienen límites, ni res


tricciones , ni pueden tenerlas sino las arbitrarias que
cllos sacan de las perversas inclinaciones de su
corazon y de los errores de su entendimiento: y que
no es menos temeridad y menos reprehensible aña
dir à las promesas de Jesu-Cristo , que restrin
girlas.
Los Pelagianos recurrian à la distincion de la
Iglesia congregada en Concilio, y de la Iglesia dis
persa por el mundo cristiano 3 pero San Agustin tra
yendoles à la memoria las palabras de Jesu-Cristo,
y la continua tradicion, les probaba que el que ha
prometido inspirar y regir la Iglesia, no ciñó sus
promesas à los estrechos terminos del escaso numero
de los dias que vieron, ô que verán Sinodos Ecumeni
cos ô Concilios generales ; traiales à la memoria los
Nicolaitas, los Ebionitas, los Novacianos, los Sabe
lianos, los discipulos de Montano y de Paulo Samo
sateno condenados y proscriptos por la Iglesia no jun
ta en general Concilio: Sinodi opus erat quasi nul
la ha resis misi sinodi congregarentur, damnata sit. Sus
tentabales que recurrir à semejante distincion en ma
terias de fé no tanto es sujetarse al juicio de la Iglesia
congregada, como oponer una resistencia reprobada
à la Iglesia separada; que las promesas fueron he
chas à la Iglesia, que para serlo no tiene necesidad de
congregarse; que puntualmente fueron hechas en el
momento en que Jesu-Cristo mandaba à los Aposto
les separarse para ir à enseñar la verdad à todas las
naciones del mundo; y que no se hicieron otras ní
mas solemnes ni mas formales para el momento en
que habian de reunirse; defendiales que si la Iglesia
no tiene seguridad de sí misma, ni certidumbre en
sus juicios y decisiones sino en los Concilios genera-.
les,
DE LA Fé, s- I45

les, el gobierno y ministerio de ella es defectuoso en


parte sustancial, porque por discurso de largos siglos
dexa à la Iglesia entregada en manos de la discordia,
porque dexa el error sin freno, los pastores sin auto
ridad sobre la grey, la grey sin pastores, la verdad sin
apoyo, la doctrina sin el sello de sana y segura, la ver
dadera Iglesia sin cabeza visible, los espiritus fluctuan
do y vacilando en la fé sin regla para saber lo que han
de creer : de donde el santo Doctor concluia inven
ciblemente que este proceder de los Pelagianos todo
era ardid y astucia, que por eso apelaban à un tri
bunal que no existia, para declinar la jurisdiccion del
que habia, por eso pedian un Concilio , porque
veian una especie de imposibilidad en concederseles,
por eso querian otro juez, porque no querian ser juz
gados, por eso prometian obediencia en adelante para
cohonestar el delito de su actual desobediencía, y
por eso intentaban alborotar el mundo para con
solarse de no haber conseguido seducirle : orbem ca
tholicum quoniam pervertere mequeunt , commovere co
"24477tur”.

Los Protestantes objetaban à la Iglesía Romana


la depravacion de sus costumbres, y la crasitud de
Su ignorancia 3 pero haciaseles conocer que estos ex
cesos ( si es que eran tan verdaderos como los pon
deraba la heregia, porque quién no sabe su ínsolen
cia y audacia en esparcir mentiras ) no se habían
ocultado à la vista perspicaz de aquel Dios que en el
libro de lo venidero lee lo que todavia no existe, con
la misma claridad que ve en lo presente lo que existe
ya, y que no habiendo restañado la vena de la bon
dad del autor de las promesas, no impedian el exer
cicio de la potestad de quien estaba encargado de
cumplirlas. Repetiaseles las palabras de Jesu-Cristo en
2 om. V. T - que
-=m

146 SERM o N

que manda obedecer y practicar la doctrina de los


Escribas y Fariseos, prohibiendoles al mismo tiempo
que siguiesen sus exemplos e imitasen sus obras: su
per cathedram .... sederunt 3 (1) y que San Pablo co
nocia que estaba aun sujeto à las flaquezas de la hu
manidad, quando escribia: si un angel del cielo os
predicase otro Evangelio distinto del que yo os pre
dico, sea anatematizado : Sed licet nos aut Angelus de
calo evangelizet, anathema sit. (2)
O ceguedad extraña Servianse puntualmente
los hereges para enervar la autoridad de la Iglesia
de lo que es mas propio para demostrar su potestad
divina. Observa el sabio Cardenal Baronio que para
manifestar que la Iglesia es obra de Dios, este mismo
Dios, cuyos caminos son la misma sabiduria, ha per
mitido alguna vez la corrupcion de costumbres en los
Pontifices que la gobiernan. Porque los reynos y
monarquias del mundo, obra de la fuerza y de la
industria humana, solo tienen por fundamento las
virtudes y los talentos de los hombres, su valor, su
prudencia, su politica: su gloria y su firmeza solo
estriba en la habilidad de los que los gobiernan: le
vantanse y caen con ellos mismos: quántos grandes
monarcas han precipitado y sumido con sus personas
en el sepulcro la grandeza de sus imperios quán raras
veces sobreviven largo tiempo los reynos a las virtu"
des de los Reyes Pero lo que denota que la Iglesia
está marcada con el sello de la divinidad es que no de
pendiendo de las costumbres ni del caracter de los
que la gobiernan, no ha podido arruinarse aun
quando todo parece conspiraba para su perdicion 3 y
- , , , , , o a ... c. que,
-

() S. Mat. c. 23. v. 22. (2) Ad Gal. c. - vº 8º X

-
s • o ,
DE LA Fá. 147
que esta navecilla en un mar lleno de escollos y de
rocas , sacudida de tantas olas y tormentas, sin em
bargo del sueño, ö negligencia, y si asi lo quereis,
sin embargo de la perfidia de sus pilotos , impeli
da siempre por la marea suave del Espiritu Santo, ja
mas hizo naufragio alguno.
No, catolicos, no hay que desconfiarnos de la Igle
sia ni de las pasiones de los que la gobiernan ; des
confiemonos antes de nosotros mismos y de nuestras
pasiones propias. Arrogancia de ingenio y hinchazon
de ciencia: prurito de la novedad y de la curiosidad:
tentacion halagueña de la libertad y de la indepen
dencia: amor à la estimacion y gloria mundana: incli
naciones viciosas del corazon: enlaces y empeños de
humanas amistades: de aquí, de aqui puede resultar
la decadencia de nuestra fé, la perdida de nuestra
fé, y no de las pasiones de los que dirigen el go
bernalle de la Iglesia ; porque sabra Dios sin necesi
tar de ellos, y si conviene, contra las mismas inten
ciones dellos, servírse de su ministerio para estable
cer y mantener el imperio de la verdad: Non aliun.-
de , dice San Cypriano, non aliunde in ecclesia sunt
haereses, quam quod sacerdotibus non obtemperatur. Lo
cierto es, que nunca abortarían heregias , si fuese
mos obedientes à los Prelados; porque por medio de
esta obediencia nos conformaríamos siempre con la
doctrina de Jesu-Cristo que los envia, y à quien re
presentan. -

. La prudencia pues dícta que hagamos estímacion


de la Iglesia, y nínguna de nosotros; que fiemos
mas de la Iglesia, y menos de nosotros ; que nada
malo temamos de la Iglesia, y todo lo temamos de
nosotros. Pero por un deplorable desorden de las co
sas, por un orgullo, y presuncion frequentisima tor
T 2. do
148 SE R. M o N
do lo malo lo tememos de la Iglesia, ni nos defende-,
mos, ni nos precavemos sino contra la Iglesia ; ni an
damos inquietos ni sobresaltados sino respecto de la
Iglesia; sobre la Iglesia recaen todas nuestras sospe
chas, todos nuestros recelos, todas nuestras descon
fianzas: por esto los Prelados que la gobiernan, jamas
para nosotros son suficientemente santos ni Sabios;
pesamos en la balanza de nuestras preocupaciones sus
talentos y sus virtudes, sus costumbres y su capaci
dad, su prudencia y su probidad, sus luces, y
su integridad 3 averiguamos sus pasos, nos informa
mos de sus acciones, exageramos sus flaquezas; sin
que les sirva de asilo y de refugio el caracter augus
to del sacerdocio, la majestad del Santuario, la gran
deza de Dios cuyos ministros son, el nombre y ofi
cio de padres y pastores; antes por lo mismo que son
pastores y prelados, tenemos una maligna complacen
cia, y tal vez miramos como obligacion, dictada por:
un falso zelo desacreditarlos con el público, llenando
los de oprobio y de ignominia: nada les perdonamos;
apenas les perdonamos sus virtudes: no nos contenta-,
mos con acriminarles lo que se ve, sino que nos pre
ciamos de adivinar lo que no se ve 3 empeñamonos
en sondear los profundos senos de su corazon; supo
nemosles ideas, designios, intereses, fines particula
res; y decimos altamente que todas sus resoluciones
son formadas por la ignorancia, dictadas por la preocu
pacion, compradas por la esperanza, vendidas al fa
vor , y salteadas por la negociacion. O hombres
incorregibles en lugar de derramar la hiel de vues
tras satiras sobre la tribu de Levi, por qué antes
bien no entrais la mano en vuestro pecho Conside
rad el orgullo que os embriaga, las preocupaciones
que os ciegan , los empeños que os exasperan, las
- º -
- COl-a
DE LA Fé. I49
eoncupiscencias que os dominan y aprisionan. De
aqui, de este manantial envenenado, de la indocili
dad del pueblo, y no de la prevaricacion de los Pas
tores dimanan siempre los errores y las heregias que
estragan el mundo. Sean lo que fueren los sucesores de
Aaron, nunca faltará en la Tribu santa ciencia y san
tidad suficiente para nuestra instruccion y vuestra en
señanza: bien podran sus acciones ser obras de tinie
blas, pero sus documentos serán siempre lecciones
saludables y prudentes: los ministros pueden prevari
car, pero su ministerio siempre nos salvará : Dios dexa
obrar a los Pastores; pero él los hace hablar; en quan
to hombres, ellos están en cierto modo dexados en sus
propias manos; en quanto Pastores están puestos en las
de Dios. Es verdad que las promesas han sido hechas
para vosotros, catolicos, pero no se hicieron à voso
tros, sino à los Pastores: porque vosotros os podeis
engañar, pero ellos jamas os engañarán à vosotros.
La verdad permanece, dice el Profeta, las sec
tas se desvanecen, las mentiras se resuelven en hu
mo : vemos las heregias y las falsas doctrinas acre
ditadas por la eloquencia de sus autores, patrocina
das con el favor de los Grandes del mundo, mante
nidas por el artificio, adelantadas por el ardid y la
intriga, fomentadas por el vicio y la politica, acrecen
tadas por el espiritu de partido, dilatadas por la ca
lumnia y la impostura, triufantes por la fuerza y la
violencia, aplaudidas por una multitud de sequaces
engañados, ö ignorantes; vemos repito sus progre
sos, y de alli à poco su decadencia: porque es ver
dad que à manera de torrentes al pasar causan un
ruido extraordinario, y con el impetu de sus olas
arrebatan à los que no hallan fuertemente asidos
à la Iglesia 3 pero igual à la rapidez con que cor
Cl
I 5o SE R M o N

ren, es la brevedad de su duracion , como dice S. Ge-.


ronimo : feruntur bareses prono eloquentie cursu c5 pre
cipites, ut quema que obvium & levem invenerint, secum
trabunt, sed tanquama torrentes velociter transierunt.
La Iglesia que las ve levantarse, las ve caer las
unas tras las otras, y sola ella en medio de tantas
ruinas no conoce ni las vicisitudes ni las variaciones;
pero cómo las ha de experimentar, pregunta S. Agus
tin, siendo ella como es aquella ciudad de David à.
quien los Profetas que vaticinaron sus glorias , y
Dios que echó sus cimientos, la han prometido du
racion eterna Deus fundavit eam in eternum. (1)
Objetense pues à la Iglesia sus tiempos tempes
tuosos y calamitosos 5 vuelvansela à abrir las llagas
que recibió en el tiempo de sus persecuciones e in
fortunios, para hacer con esto à la religion heridas
mas profundas; llenense los libros de los estragos y
decantados triunfos del Arrianismo vencedor, quan
do San Atanasio y San Hilario desterrados y fugi
tivos eran casi los unicos, segun quieren los contra
rios, que combatian contra el mundo entero: que yo
no haré aquí larga historia de tantos gloríosos defen
sores de la fé, cuyos nombres viviràn eternamente
en los fastos de la Iglesia; ni retrocederé à los siglos
antiguos para inquirir los monumentos de la Iglesia
primitiva; ni les pondré delante millares de Obispos
catolicos, cuya robusta y fuerte voz acreditaba la
verdad con los mas autenticos testimonios; ni les ha
blaré de las violencias y atrocidades con que la he
regia destruía su propia obra y su misma íntencion,
pues con ellas avisaba al mundo que la confesion
que

(1) Ps. 47. v. 9


DE LA Fé. 15 1
que iba à oír, no era hija del vigor episcopal, sino
efecto de la humanidad flaca, cautiva y temerosa; ni
les representare à los Obispos consagrados en Rimini,
que apenas se apartaron de la presencia de sus tiranos,
y recobraron su libertad, quando borraron con sus
lagrimas la fatal subscripcion que juzgaron por licita:
subscripcion , cuyo defecto por otra parte consistia
en haber callado la verdad, y no en aprobar el error;
ni me parare en manifestar la contradiccion que hay
en recurrir por una parte à los Concilios, y alegar
por otra esos conciliabulos, esas congregaciones fal
samente llamadas ecumenicas, y que han sido el lu
dibrio del error, en degradar y desacreditar el unico
tribunal que parece reconocen, y en discurrir de an
temano medios contra un juez que se pide quando no
le hay, y cuyas sentencias, quando las profiere, se
resisten 5 ni preguntaré finalmente si los tiempos del
suceso de Rimini fueron como se nos pintan y repre
sentan ; porque cómo, quando los Donatistas, que
fueron los primeros que se atrevieron à oponerlos y
alegarlos, contra la Iglesia, cómo S. Agustin les negó
resueltamente e impugnó unos hechos tan recientes,
desmintió la historia de su siglo, contradixo la fé y
la opinion del mundo entero, falsificó la verdad, y se
desacreditó ignominiosamente respondiendo à los Do
natistas, que aquellos exemplos indagados con tan
afectada diligencia no solo no autorizaban su secta,
sino que eran una especie de blasfemia contra inu
merables Santos His atque hujusmodi exemplis in San
étis Ecclesia blasphemare non cessant. Cómo los Pela
gianos, aquellos hereges tan astutos, tan cautelosos,
tan fecundos en ardides y artificios, quando el Doc
ctor de la gracia los agoviaba con el peso de los ana
temas, con que los cargaba todo el orbe, cómo no le
.
- opo
I52 SERM o N.

oponian y citaban el exemplo de todo el mundo he


cho Arriano ¿podian ignorar ellos el trastorno ge
neral de la religion, que se experimentaba en toda la
redondez de la tierra ¿ el amor à su fama, y à una
secta defendida con tantos ardides y calumnias no los
executaba para que divulgasen una verdad que tan
to los favorecia el silencio de unos sectarios tan cui
dadosos de justificarse, tan cercanos à unos tiempos
de donde nos hallamos nosotros tan remotos ¿qué
otra cosa es que una prueba evidente de que miraban
como mera fabula lo que los Donatistas habian pu
blicado por verdad cierta, y que no hallaban res
puesta digna para satisfacer e impugnar lo que San
Agustin habia sentado? cómo San Geronimo, testi
go en aquel mismo siglo de esta decantada comun
caida, zaheria à los Luciferanos con el escaso nume
ro de sus sequaces, y con el descredito de su secta?
cómo San Juan Crisostomo, que alcanzó aquellos
tiempos, afirmaba tan resueltamente que primero se
extinguiria la luz del sol, que obscurecerse la Iglesia
y dexar de ser visible facilius est solem extingui
quam ecclesiam obscurari, cómo San Cptato, cómo
Vincencio Lirinense y todos los Padres contempora
neos han dado y recibido las decisiones de la Iglesia
por regla infalible de la fé cómo el mismo San Ata
nasio, despues de revoluciones tan asombrosas , ale
gaba contra el Arrianismo la fé de Nicea acreditada
con la generalidad de los votos en la Iglesia º no ad
vertia que una autoridad de decision sucesivamente
comun à dos partidos, no justifica ni reprueba ninº s.

guno de ellos? -

¿Y habrá quién se lisonjee de ver ahora en la


distancia remotisima de tantos siglos lo que tantos
hombres grandes que vivieron en aquellos mismºs
y. temn
DE LA Fé. I53

tempos, no vieron jamas, ni vieron tampoco tan


tos hereges tan interesados en saberlo y en publi
carlo?
Pero dexando discursos tan convincentes, con
tentaréme con exclamar con San Agustin: no ad
vertis, hombres engañados, ó engañadores, que no
luchais contra nosotros sino contra Dios mismo ad
huc non intelligitis quoniam quidquid nobis objicitis, ser
moni ejus objicitis ¿No es él quien ha jurado fidelidad
eterna à su Iglesia, quien ha prometido que las
puertas del infierno no prevalecerian contra ella; que
seria la columna de la verdad; que alumbrando ella,
andaria el mundo por los caminos de la salvacion;
que la ciencia residiria en los labios de sus Sacerdo.
tes y Profetas, y que no apartaria su espirtu de sus
Pontifices y Pastores? ¿quereis persuadirnos que ha
desamparado Dios à su Iglesia despues de haberla
dado la dulce esperanza de que no la faltaria nunca
con qué intentais probar que ha sido infiel en sus
promesas y que sus oraculos son vanos y mentiro
sos º Numquid irritum facies judicium Dei (1) No
puede la Iglesia engañarse en sus juicios sin que sea
Dios falso en sus promesas, y quanto nosotros deci
mos de su Iglesia, él lo dixo de ella antes que noso
tros: Quidquid nobis objicitis, sermoni ejus objicitis. Ah!
¿ Llevareis à mal que creamos antes à nuestro Dios,
que unos sucesos dudosos, obscuros, inciertos, re
motos, que apenas fueron creidos por unos hombres
que tanto interes tenian en creerlos , y que fueron
impugnados por aquellas claras lumbreras de la Igle
sia, cuya doctrina os gloriais vosotros mismos de se
Tom. V. V guir

(1) Job c. 4. v. 3. - -
I 54 SE R M o N

guir º Pierdase quanto guste el incredulo en el labe


rinto de sus averiguaciones y reflexiones tenebrosas;
que el verdadero fiel cristiano juzga de la verdad de
los hechos por la consonancia y conformidad que tie
nen con la inmutable palabra del Dios de la ver
dad. Y supuesto que este Señor promete à su Iglesia
que ella es el organo de la fé, si llega a hablar;
solo nos toca sujetarnos á sus decisiones. Luego hay
necesidad de una sumision fundada en las promesas
de Jesu-Cristo, y ahora añado que se funda tambien
en la naturaleza de la religion establecida por el mis
mo Jesu-Cristo.
3. Porque qué os parece que son los dogmas de
la religion Son unas verdades santas, pero profun
disimas, que exceden infinitamente los limites de nues.
tro entendimiento 3 verdades que tanto mas las cree
mos con la fé, y con el merito de la fé, quanto me
nos las comprehendemos 3 verdades que entre sí se
corresponden con una perfecta armonia, pero que
tienen una aparente contradiccion; y quando estas
aparentes contradicciones se desvanezcan, no será en
esta vida, sino en la venidera; entonces no habrá ya
fé, sino vision intuitiva, no será ya tiempo de me
recer, sino tiempo de gozar: verdades sobre todo
que todas son luz y sabiduria celestial para las almas
dociles : Ipsis autem vocatis ..... Dei virtutema ó Dei
sapientiam : (1) pero que para las almas soberbias y
arrogantes son escandalo y locura: Scandalum , &-
stultitiam ; (2) verdades, que muchas veces dexan de
creerse luego que se entra à examinarlas y à sondear
las temerariamente : todo entendimiento indiscreto
que

(*) I. ad Cor. c. 1. v. 24. (2) Ibid. v. 23, o


DE LA FÉ. I55
que se atreva à levantar el velo que las oculta, re
gistrando el Santuario con profana curiosidad, no
hallará sino escollos en la doctrina cristiana; y por
haber querido entender demasiadamente lo que cree,
sin llegar à adquirir la ilustracion que solicita, per
derá acaso la fé que posee, exponiendose à hacer tan
tos naufragios quantos juicios haga 3 habens .... bo
mam conscientiam quam repellentes, circa fidem naufra
gaverunt. (1)
Y esta religion tan impenetrable en sus miste
rios, tan sublime en sus dogmas, tan dificil en la
apariencia de conciliarse con su doctrina; esta fé, cu
ya perdida es tan facil y tan funesta, qué hombres
halla en este mundo unos hombres à quienes una
bulliciosa curiosidad empeña precipitadamente en exa
menes y averiguaciones temerarias 3 unos hombres
que teniendo escaso entendimiento junto con mucha
presuncion, tropiezan y caen por todas partes; hom
bres facilisimos de convencer quando no saben nada,
y dificilisimos de ser persuadidos quando saben algo;
hombres à quienes el orgullo engaña, y hombres à
quienes la simplicidad expone à ser engañados. Toda
via duraban los primitivos y envidiables dias del
cristianismo, y ya S. Pablo veia brotar esos espiritus
revoltosos y de discordia, que en la larga serie de los
siglos venideros habian de causar tantos estragos y
arrancar tantas lagrimas à la Iglesia; esos espiritus
idolatras de sus propios pensamientos, que no adop
tan sino las opiniones que hallan en sí mismos , que
no tienen mas religion que la que ellos se inventan,
y que se profesan à sí mismos tanto amor, que no
- V 2 acier

(1) I. ad Tim. c. 1. v. 19.


156 SERM o N

aciertan à buscar la verdad fuera de sí mismos: Ho


mines se ipsos amantes : (1) esos espiritus soberbios, y
perdidos por la singularidad, que se tendrian por in
fames y viles, si creyesen con la plebe, que se des
deñan de mancomunarse con la multitud por la uni
dad de la fé, mas sensibles à la complacencia y à la
fruicion de pensar singularmente, que al temor de
pensar mal: humines ...... superbi. (2) espiritus engrei
dos con una loca presuncion, que se tienen en tan
alta estimacion à sí mismos, y en tan baxa à los de
mas, que no pueden recabar de sí obedecer los dic
tamenes de la autoridad agena, que serian verdade
ros creyentes, si la fé pudiese subsistir sin la humil
dad, ó si el orgullo supiese humillarse: bomines .......
elati: (3) esos espiritus enemigos naturalmente de la
sujecion, cuyo voto tiene seguro toda doctrina que
haya sido reprobada por los Prelados, que en una
opinion proscripta y condenada hallan siempre un
gran merito, à saber el de la reprobacion; y en to
do alboroto un atractivo halagueño, à saber el de la
independencia : homines ...... nun obedientes: (A) esos
espiritus ambiciosos que por adquirir fama en el mun
do, perturban la paz del mundo, emprenden la car
rera de las ciencias estimulados del deseo de la gloria;
traspasan los limites que fixaron nuestros padres;
abren y facilitan al pueblo caminos desconocidos; brinº
danle con el gustoso y dominante aliciente de la no º
vedad, aprisionanlos, cautivanlos con la sombra de
una vana y peligrosa libertad : y viendose aplaudidos
por unos apasionados discipulos, como idolos susten
- fa

(1) II. ad Tim. c. 3. v. 2. (2) Ibid. (3) Ibid.


(4) Ibid.
DE LA Fé. 157

tados con el humo de profanos inciensos, se saborean


exerciendo su imperio sobre las ruinas y despojos de
la religion: bomines cupidi : (1) esos espiritus revolto
sos que ni pueden sufrir su propio sosiego, ni el so
siego público, à quienes el amor al partido y al bu
llicio introduce en todas las negociaciones, que miran
como propias para fomentar su inquietud, ocupar
su ociosidad, y perturbar la paz agena: bomines ....
sine pace: (2) esos espiritus sagaces que con tanta des
treza saben vestirse del trage de la virtud, para armar
la asechanzas con mas seguridad, para cegar y cor
romper el pueblo con el especioso pretexto de ilus
trarle, y destruir la fé con las apariencias de la de
vocion: habentes speciem quidem pietatis. (3)
Veia el Doctor de las Gentes que todas estas pasio
nes de soberbia y orgullo, de vanidad y presuncion,
de indocilidad y contumacia, de avaricia y ambi
cion , altaneria y arrogancia, de odio y de envidia,
se armaban contra la fé, abortando atrevidas
opiniones: veia a los autores de ellas señalarse por
la desverguenza, acreditarse con calumnias, conciliar
se la veneracion pública con afectaciones y aparien
cias de austeridad y reforma, engañar al pueblo con
la novedad, deleitarle con la suavidad del estilo, des
lumbrarle con la pompa de su erudicion y ciencia, sus.
penderle con la sutileza de sus discursos, perderle en
tre las intrincadas profundidades de questiones difici
les. En el pueblo reconocia un fondo inagotable de in
constancia y veleidad, de curiosidad e ignorancia, de
ceguedad y presuncion, de facilidad y contumacia, de
COIl
-----º

(*) II. ad Tim. c. 3. v. 2. (2) Ibid. v. 3. (3) II. ad


Tim. c. 3. v. . *
-
1 58 SE RM o N

condescendencia y obstinacion: advertia todo esto, y


exclamaba con dolor de su corazon que las discordias
y heregias, esos males y azotes tan terribles, eran
casi inevitables: oporter & hareses es se : (1) y se estre
mecia al considerar la perdida de tantas almas : ins
tabunt tempora periculosa. (2)
Qué remedio pues para tantos males? Alios autem
pastores ó doctores. (3) Ni dónde podria hallarse otro
sino la autoridad de los prelados, y la obediencia del
pueblo Porque para elegir partido entre tantas
sectas que disputan, y que cada una de ellas se
gloría de poseer el tesoro de la fé pura y ortodo
xá, alegando á su favor los textos de las sagradas Es
crituras, la autoridad de la tradicion, la doctrina de
los Padres, los Canones de los Concilios ; ha de ir el
cristiano, como lo executan tantos bulliciosos inge
nios, penetrando los escondidos senos y tortuosida
des de raciocinios capciosos, discurriendo por el mar
inmenso de las Escrituras, siguiendo el hilo de la tra
dicion, estudiando sistemas, entendiendo dogmas, y
las pruebas y argumentos en que se fundan El me
dio de la averiguacion y del examen, como ya les
replicamos à los Protestantes, es un medio de que es
incapaz el pueblo simple e ignorante; cómo es posi
ble pues que haya dispuesto Dios un medio que no
pueden entender todos, aquel Dios que quiere que
ileguen todos al conocimiento de la verdad Omnes
vult ..... ad agnitionem veritatis venire. (4) Luego
Dios no pudo elegir como medio y arbitrio para re
solver dudas y terminar disputas un medio que an
* - tCS

(1) I. ad Cor. c. 11. v. 19. (2) II. adrim. e. 3. v. 1•


(3) Ad Ephes. c. 4. v. . . (4) I. ad Tim. c. 2. V 4
DE LA Fé. I59

tes conduce para nutrir y fomentar en los ingenios


temerariamente curiosos las pasiones de donde brotan
los errores, y que eternizan las disputas. Nuestra re
ligion no tanto es religion de ciencia y de averigua
cion, como religion de obediencia y rendimiento:
redigentes omnem intellecium. (1) Y si à los sabios y de
profundo ingenio no los excluye de su seno, parece
que prefiere à los simples y parvulos que solo saben
creer : abscondisti hac a sapientibus, ó revelasti ea par
vulis ; (2) porque la Iglesia de Jesu-Cristo, como
Iglesia de paz, y de silencio que es , no gusta del
estrepito y porfiada voceria de las disputas: Si quis
autem videtur contentiosus esse , nos talem consuetudinem
non habemus , neque Ecclesia Dei. (3) La experiencia
de los siglos pasados ha acreditado superabundante
mente la verdad de aquella sentencia del Espiritu
Santo; que el medio de un examen y averiguacion
temeraria suscita muchas veces una guerra universal
y nunca facilita una paz solida y verdadera, y que
si no se gobierna por la sujecion humilde à la auto
ridad, solo tiene la funesta habilidad de dar princi
pio à las disputas, sin saberlas concluir: faciendi plu
res libros mullus est finis: (4). La experiencia ha acre
ditado superabundantemente que entregar la fé à la
curiosa averiguacion de tantos espiritus presuntuo
sos, es convertirla en un problema, e introducir un
sin numero de falsas religiones, destituyendo la ver
dadera: porque quando el hombre llevado de un es
píritu de orgullo y elacion empieza a inquirir
y à veriguar, pronto por lo regular pierde el tino,

(1) II. ad Cor. c. 1o. v.5. (2) S. Mat. c. 1 m. v. 25.


(3) I. ad Cor. C. I 1. v: I6 e (4) Eccles. Cs I 2 • V. 16s
16o SE RM o N.

y quando una vez ha empezado à desatentarse, per


dese sin termino; y esta es observacion de San Juan
Crisostomo: ni sabe ya lo que ha de creer, ni lo
que cree : y el examen que empezó por el especioso
deseo de llegar al conocimiento de la verdadera reli.
gion, viene à parar en no tener ninguna. Registrad
todas las sectas establecidas sobre el fundamento del
examen; y hallareis que sus sectarios saben qué doc
trina repudian, pero ignoran por lo regular qué doc
trina siguen: ellos ciertamente no son catolicos: pues
qué son eso es lo que no se sabe por lo comun: y
acaso no lo ignoran ellos mismos? y si por ventura
saben lo que son hoy, no pueden responder de lo
que seran manana. -

Desde el principio de su císma se repetía esto mís


mo y se les inculcaba à los Protestantes, y no lo
creian ; mas ya lo han experimentado. Lutero vió
desde luego levantarse con él el calvinismo, el ana
baptismo, y otras muchas sectas contra la Iglesia y
despues contra él mismo : una secta abortaba otra
secta: todo discipulo se erigia en maestro y en fun
dador. Para contar todos los nuevos dogmas que es
tas heregias han introducido en el mundo , seria
necesario contar casi todos los hombres que ellas
han usurpado à la Iglesia. Los pueblos infecta
dos con su ponzoña son hoy dia pueblos de todas las
religiones, ô antes bien, pueblos de todas las su
persticiones, los quales divididos por sus errores, so
lo se conforman en no admitir la verdad. De suerte
que la decantada reforma se vió obligada à volver
à las decisiones de los Prelados, à las confesiones de la
fé, à las anatemas, à los sinodos.
Ved ahí una contradiccion entre sus dogmas y
su conducta prueba evidente que para conservar
- al
DE LA Fé. I61

al pueblo en la verdadera religion, y para conservar


à la religion su majestad y su unidad, no hay otro
medio que el de la sujecion y obediencia à los pasto
res: contradiccion que acredita la prudencia y verdad
de la Iglesia de que apostataron, supuesto que des
pues de tantas declamaciones satiricas y negras invec- .
tivas, se han visto obligados à recurrir à aquella de
cision y juicio que profiere con suprema autoridad la
Iglesia catolica, à quien tanto se lo han reprobado, y
acriminado como usurpacion de una potestad reser
vada à Dios, y como un yugo que destruye la li
bertad de los hijos de Dios: contradiccion que los lle
na de ignominia , porque con ella se convencen de
cismaticos y rebeldes à Dios y su Iglesia los autores
de su secta: contradiccion en que es facil incurrir
quando en las disputas de fé se sigue el partido re.
probado por el cuerpo de los prelados unidos à su ca
beza. ¿Pretenderáse acaso, como lo gritaban en otro
tiempo los Pelagianos, que esta conformidad y ge
neral consentimiento en la condenacion de sus nue
vos dogmas podia muy bien no ser otra cosa
que una conspiracion de error y de impiedad ? No
ignorais como desvanece San Agustin este erroneo
y malicioso sueño: yo solamente añadiré, que si el
cuerpo de los prelados unido con su cabeza no es
una prueba inegable de la verdad, tampoco es indi
cio esencial ni el caracter distintivo del error; de don
de se sigue que para declararse contra el cuerpo de
los pastores, era necesario examinar la doctrina que
él enseña, erigirse en juez de la sentencia que pro
nuncia, constituirse arbitro de los dogmas que sus
tenta: y para esto era necesario consultar los testi
monios de las Escrituras, las doctrinas de los padres,
los monumentos de la tradicion: era necesario com
Tom. V. X pa
162 " SERMON
parar evidencias con evidencias , razones con razo
nes , doctrina con doctrina , autoridad con autoridad :
con que era necesario estudiar , examinar , profundis
zar , pesar , rumiar : era necesario resolverse él mis
mo. y por sí mismo , y por consiguiente era nece
· sario como lo hacen los sectarios , entrar y caminar
por la sendas dificiles de un examen soberbio y pre
suntuoso : era necesario , viendo la contradiccion en
que incurrieron con volver del examen à la autori
dad que repudiaban , contradecirse à sí mismos, des
echando la autoridad para volver al examen que re
probaron : era necesario adoptar el error que pare
ce habian abandonado , y sin querer apartarse de la
santa Ciudad de Sion , imitar los primeros delirios
de Samaria , y despreciar el plan y gobierno de aque
Ila religion santa que ciene por basa y fundamento
·la sujecion perfecta a las decisiones de la Iglesia : su
jecion à la Iglesia que pide la naturaleza de la reli
gion fundada por Jesu - Cristo : sumision finalmen
te fundada sobre las calidades propias de la verda
ra fé. .
4. Una fé, catolicos , reprobada por la Iglesia
no trae consigo indicio ni caracter alguno de fé cțis
tiana y evangelica ; porque es una fé presuntuosa è
imprudente ; una fé terrena y humana ; una fé vil y
baxa ; una fe inconstante y variable ; una fé de per
turbacion y de discordia ; una fé vacilante y perple
xa. No me dilataré mucho en esta enumeracion tan
instructiva y tan necesaria . Prestadme os ruego vues
- tra atencion .
Una fé digo reprobada por la Iglesia es una fé
presuntuosa è imprudente. Con efecto , amados oyen
tes mios : desde el punto que en las disputas que sus
cita todos los dias el orgullo del entendimiento hu
i. ma
DE LA FÉ. 163
nano , y elamor de la novedad , tan fecundo en sis
emas peligrosos , desde el punto repito que abra
ais con vuestro entendimiento dogmas extraños y
diosos à la Iglesia y à vuestra fé , no es una fé pru
ente è ilustrada. Cómo asi ? porque no se contiene
a dentro de aquel orden de sumision y dependencia
stablecida por Jesu -Cristo : porque segun las adora
les disposiciones de este divino Salvador , à la Igle
a pertenece arreglar vuestra fé , y determinar vues
a creencia. Pero qué es lo que se practica , ò à lo
enos , qué es lo que han practicado los hereges de
dos los siglos ? Instigados de la presuncion , des
mbrados por las apariencias vanas ., preocupados
la idea del propio merito , llenos de símismos , se
Entan osadamente en la catedra de la autoridad su
ema : citan ante el tribunal de su razon no solo à
- partes que litigan y disputan , sino à la misma
Lesia à quien unicamente incumbe juzgar y difinir
disputas : es verdad que escuchan con atencion
- decisiones ; pero no para conformarse con ellas,
o para criticarlas ; no para instruirse , sino para
mendarlas ; no para defenderlas , sino para impug.
las ; no para sujetarse à la Iglesia , sino para ava
arla , para reprehenderla , para desengañarla , pa
humillarla , para confundirla. .
Será pues mucho decir con S. Agustin , que seme
ce conducta es la suma presuncion , presuncion que
a à anteponerse à la Iglesia , à presidir à la Iglesia,
ersuadirse que se tienen unas luces de que ella care
de que se ye lo que ella no vé : delirio y presun
todavia mas monstruosa , quando se lisonjea el
zbre profesar sin embargo desto la verdadera fé,
o si la fe pudiera subsistir donde se halla tanta
uncion y tan poca humildad ; como si pudiera
X 2 lle
164 SE R M o N

llegarse à la posesion de la verdadera fe por otros cad


minos que por los , que le plugo à Jesu-Cristo seña
larnos y abrirnos.
Una fé reprobada por la Iglesia es una fé terrena
y meramente humana: porque si nuestra fé es con
traria à la de la Iglesia, qué fé puede ser sino la fé
de nuestras preocupaciones, de nuestras ideas singu
lares, de nuestra vanidad, de nuestra curiosidad, de
nuestra ambicion, de nuestro orgullo, de nuestro in
teres lo mas que podiamos pretender era que fuese
la fé de nuestras averiguaciones, de nuestros descu
brimientos, de nuestros desvelos literarios, de nues
tro ingenio, de nuestra razon; mas nunca será una
fé de rendimiento y obediencia à Dios : ella podrá
ser una fé de ciencia y de estudio; mas nunca será
un sacrificio ofrecido à Dios de nuestras luces, y de
nuestro entendimiento: antes será el triunfo de un
espiritu altanero, de una razon soberbia que se re
bela contra la autoridad. Porque creyendo de este
modo, solo os sujetareis à yosotros mismos; ni obe
decereis sino à vosotros mismos, ni rendireis obsequio
sino à vosotros mismos: vuestra fé será una fé que
os deis à vosotros mismos, y no una fé que reci
bais: Fidem ipsi sibi constituunt, non accipiunt: será
fé de hombre, no será fé de Jesu-Cristo: será una
fé humana y profana , una fé carnal y terrena, y
por consiguiente una fé esteril y sin merito delante
de Dios, una fé vergonzosa y afrentosa para voso
tros, una fé no menos indigna del hombre, que
de Dios, una fé servil finalmente; una fé vil y
baxa. :,, r: , -

No hemos dexar, cristianos mios, de confesar


que la fé es un yugo, y una esclavitud. La fé ca
tolica es humilde y sumisa; pero ô y quánta subliº
-- - - mi
DE LA Fé. 165
midad y nobleza se incluye en esta humildad y en es
ta sumision ella engrandece al hombre abatiendole:
ella le comunica una verdadera grandeza, y le des
poja de aquella falsa y quimerica grandeza, que no es
otra cosa que una hinchazon orgullosa y presumida:
como esta fé tiene puestos inalterablemente los ojos
en Dios, ni oye ni escucha sino à él: si venera y
respeta los libros sagrados, es porque ve impreso en
ellos el dedo de Dios : si entre tanta diversidad de
objetos incomprehensibles à su entendimiento, entien
de el sentido verdadero de las Escrituras, es porque el
mismo Dios se lo ha declarado por el ministerio de
la Iglesia. Asi que el verdadero fiel nunca fue en su
creencia el ludibrio de sus pasiones propias ni de las
agenas; porque libre e independiente en las materias
de fé, no ofrece sino à Dios el obsequio de su razon;
y aunque hombre no rinde su entendimiento al de
los demas hombres : ni cede à la mayoria de sus in
genios, ni à su mayor ciencia, ni à la fuerza de sus
argumentos: solo cede à la autoridad de Dios que
los inspira: y oyendo al hombre , solo obedece à
Dios. Asi se verifica, que abatiendose, se levanta y
engrandece. No asi el hombre presumido y temera
rio, el qual al paso que se subleva contra la Iglesia,
se envilece y degrada; porque por vanidad y arro
gancia toma de ordinario la resolucion de declinar la
autoridad de la Iglesia ; porque se le representa co
mo una cosa agradable y halagueña no depender
en sus juicios sino de sí mismo, el no creer sino à sí
mismo ; y este es el escollo mas peligroso de la fé,
el aliciente de la libertad y de la independencia: li
bertad fantastica y falaz. Levantad el velo que ocul
ta, lo interior de esos hombres soberbios e indomi
tos 3 y Vereis que de maestros los avasallan y tirani
Zal Il
1 66 SERM o N

zan en lugar de un maestro que repudían quántos


sueños los burlan, quántos caprichos los arrastran,
quántos engaños los ciegan, quántos odios los enfu
recen, quánta ambicion los desatina, quánta envi
dia los abrasa, quanto respeto humano los esclaviza,
quántos designios y esperanzas terrenas los engol
fan, quánta obstinacion y contumacia los endurece,
quántos discursos sutiles y superficiales los suspen
den, quánta adulacion y lisonja los deslumbra, quán
ta codicia los ciega y enciende el corazon ! Esos he
resiarcas, esas cabezas de vando, esos hombres que
rebientan de sabios presumidos, y que à la ver
dad son incomparablemente mas esclavos, que noso
tros, dexarian bien presto de hacer la guerra à la
Iglesia, si viviesen bien avenidos consigo mismos y
no estragados con sus costumbres; y asi para redu
cirlos al verdadero conocimiento, pocas veces se ha
bia de emprender la cura por convencerlos e ilustrar
les el entendímiento; sino casi siempre por conver
tirles y purificarles el corazon. Y en fin para un es
caso numero de hombres que conservan esa vana
sombra de libertad aerea y aparente, quánta multi
tud no vive arrastrando las cadenas de una pública
y notoria servidumbre? Vemos inmensos pueblos que
esclavos no solo de sí mismos, sino de otros hombres,
ilusos y engañados, niegan la mas legitima autori
dad , y sufren vilmente el yugo de una autoridad
espuria y usurpada. Erigese de repente en maestro y
en oraculo un Calvino, un Lutero, un profeta de
errores y mentíras, al rededor del qual humea toda
via el rayo que fulminó contra él el Vaticano; y se
adoptan sus sueños, se admiten sus ideas, se toman
empeños y aun las armas para apadrinar su causa,
se renuncia el nombre de catolico para honrarse
C
DE LA Fé. 167
el de cismatico y herege. ¿Es posible que haya habi
do cristianos tan poco apreciadores y zelosos de nom
bre tan hermoso, que le hayan renunciado por car
garse con la ignominia de aquellos dictados infames
de Arrianos, Nestorianos, Pelagianos? Sí por cier.
to: asi se degrada y abate una presuncion loca cre
yendo engrandecerse, y con sus indiscretas altane
rias se envilece y envilecerá en la posteridad. Asi,
Dios, justo juez, sabe desagraviar a la Iglesia su Es
posa: y muchas veces para confundir mas plenamen
te los proyectos de la rebeldia, derrama en esas alta
neras y soberbias almas el espiritu de delirio y de le
targo: de aqui esa monstruosa mezcla de arrogancia
y de baxeza, de altaneria y de condescendencia, de
credulidad y de incredulidad : veseles impugnar las
decisiones mas acertadas, y adoptar los sistemas mas
extravagantes 5 resistirse à las verdades mas evidentes,
y creer ciegamente fabulas increibles, esperanzas ae
reas, vaticinios falaces ; dar ocasion de asombro al
universo al ver tantas veces su porfiado empeño en
no creer nada , y otras su facilidad mas extraña
todavia en creerlo todo: hacer necia ostentacion
de desacreditarse con la servidumbre de una fe vil e
indecorosa, y perderse entre las vicisitudes de una fé
inconstante y voluble; como gente sublevada e indo
mita con los maestros que Dios les dió, y timida e in
decentemente sumisa con los que Dios nos les da.
Roto una vez el dique de la sumision en mate
rias de fé, no se descubre ya, dice el Crisostomo, si
no un vastisimo campo y Soledad interminable, don
de se entra sin guia, sin luz, sin camino seguro: ca
da uno señala en él la senda que quiere seguir, y
abre el precipicio que le ha de sorber. Quando la fé es
obra de la razon humana, conservan toda su incons
*- al n
I 68. SE R. M o N

tancía y volubilidad de ella. El sistema mejor traza


do flaquea y se desfruye por una dificultad que no se
habia previsto; y asi es necesario volver atras, to
mar otro camino, y inventar otros principios y fun
damentos en que estribe la nueva creencia: funda
mentos tan debiles y quebradizos, como el entendi
miento que los discurrió, que se deshacen y quie
bran entre las manos del autor: excogitanse despues
otros nuevos que no son mas firmes ni duraderos. Pa
sase la vida en inconstancias y variaciones eternas:
vive el hombre contradiciendose siempre à sí mismo:
nunca se asegura de sí mismo: ya empieza à creer
de nuevo, y à dexar luego de creer aquello mismo:
él levanta, y él echa por tierra: él edifica, y él des
truye : adopta todos los sentimientos y pareceres , y
ninguno le satisface : y vagueando de opinion en
opinion sin aderirse a ninguna, da un publico testi
monio con esta perpetua veleidad, que quando el
edificio de la fé no se levanta sobre la piedra funda
mental de la Iglesia, es flaquisimo para resistir à los
vientos de la inconstancia humana: y si el entendi
miento, quando ha sacudido el yugo de la Iglesia,
no está conforme consigo mismo, cómo se concorda
rá con los demas?
Sola la sumision à la Iglesia puede conservar la
conformidad de fé en las naciones: por mas que se
diferencien entre sí por las costumbres, por las leyes,
por la contrariedad de genios, y principalmente por
los intereses, mientras que permanezcan adictas a la
autoridad de la Iglesia, el scita y el parto, el grie
go y el romano, el judio y el gentil, el hombre
libre y el esclavo, hablarán un mismo lenguage to"
dos los pueblos compondrán un solo pueblo, y el
mundo antiguo y el nuevo à pesar de los espacios
* - im
- DE LA Fé. 169
inmensos de tierras y de mares que los dividen, solo
compondrán una ciudad. Pero si se permite la licen
cia de que cada uno forme su creencia y arregle su
fé al arbitrio de su propia razon, es imposible que
no resulten luego en el mundo tantas religiones, quan
tos hombres y espiritus hay de temples y caracteres
distintos. Alegadme desde el principio de la Iglesia al
guna secta que no haya visto brotar en su seno mis
mo la perturbacion, la discordia, el cisma. En el
arrianismo yo os señalaré quienes anatematizaron à
Arrio; en el pelagianismo quienes insultaron à Pela
gio; en el Luteranismo y Calvinismo quienes repro
baron los articulos de sus decantados Reformadores.
Siendo pues el reyno de Jesu-Cristo un reyno de
paz, y su fé una fé de union, y de concordia, si
guese que esta fé cismatica y belicosa no es la fé de
Jesu-Cristo, sino una fé que Jesu-Cristo no conoce;
es aquel imperio de Satanas en que prevalece el er
ror, introduciendo en él la discordia y guerras in
testinas.
Sustento finalmente que la fé que es contraria à
la que enseña la Iglesia, es una fé dudosa e in
cierta, una fé vacilante y caduca; porque si entre
tantas materias obscuras y dificiles, no hay autori
dad en la Iglesia que me asegure, de dónde me ven
drá mi quietud y tranquilidad interior? Acaso de la
evidencia de las escrituras mas de dónde han proce
dido las heregias de los siglos pasados ? ¿por ventura
no se han originado de las escrituras viciadas, y
pervertidas con traducciones infieles, interpretadas en
sentidos estraños con falsas y atrevidas explicacio
nes , depravadas con argumentos capciosos; escri
turas mal entendidas, mal explicadas, mal expuestas?
escrituras obligadas à obedecer à la razon, y enten
Tom, V. Y di
17o SERM o N

didas segun los diótamenes de la razon ? Qué Novar


dor no apeló de la Iglesia à la Escritura, de las de
cisiones de los prelados à las del Espiritu Santo, de
la autoridad à la verdad? No dudo afirmar, decia
Tertuliano (y él mismo no hizo de ello en sí una
triste y lastimosa experiencia : ) no dudo afirmar que
la Sagrada Escritura interpretada segun el espiritu
de indocilidad, o de temeridad, de indiscrecion ô
de impiedad que nos anima, puede suministrar
ocasion , y como materia à las heregias: nec peri
clitor dicere, scripturas sic es se dispositas ut ha reticis ma
teriam subministrarent. o -

Acaso me vendrá esta tranquilidad interior de la


ciencia, de la virtud, del merito de aquellos, cuyas
opiniones adoptamos acaso de nuestra razon, y
ciencia propia pero la fe de unos misterios tan in
comprehensibles à nuestro limitado entendimiento no
estribaria entonces sino en debiles y flacos fundamen
tos; ni tendriamos entonces sino dudosos motivos de
credibilidad. Luego nada de esto puede ser regla
segura de nuestra fé, , , , , , , , , ,
Oid pues, almas rebeldes , la voz de un San
Agustin que os grita: Quó te committis, misera Ha
beis considerado de quanto bien os habeis privado re
pudiando la autoridad de la Iglesia habeis pensado
en el peligro que correis en seguir unicamente este
camino de la razon y de la Escritura Quó te commi
tis Ay! quántos mas sabios que vosotros se han per
dido por esos caminos asperos, e impracticables º así
por las sendas que seguis Vosotros no registrais sino
funestos vestigios y, despojos tristes de naufragios.
Quó te committis y en medio de tantos peligros, có
mo podeis vivir con tranquilidad ? y si la teneis en
medio de tantos motivos de incertidumbres y temo
. ¿ - CS2
DE LA Fé. 17 I

res, no puede provenir este sosiego síno de una pre


suncion excesiva, de una deplorable obstinacion en
el error; mas no por eso vuestra fé es menos incier
ta y perplexa por sí misma 3 ni es menos dudosa, y
vacilante, y por tanto ni puede ni debe por sí mis
ma asegurarse : Quo te committis A dónde cami
nais? Esto no veis vosotros , mas nosotros lo ve
mos: y asi os declaramos que ya no vivis en la obe
diencia de la Iglesia, y que no estais en carrera de
salvacion. ,, , ,
Habeís visto en la primera Parte la necesi
dad que hay de obedecer los decretos de la Iglesia
en materias de fé. Vereis en la Segunda los carac
teres propios de esta Iglesia à quien pertenece juz
gar de nuestra fé.
sE GUND A PARTE.
- Ntiguedad, universalidad, autoridad, unidad,
ved ahí los caracteres que disitinguen à la ver
dadera Iglesia, aquella Iglesia à quien incumbe pecu
liarmente juzgar en materias de fé, y à quien debemos
sujetarnos en todos los puntos pertenecientes à la fé.
- "1. . Y en quanto à la antiguedad , no hablo de
la antiguedad de la doctrina, hablo de la antigue
dad , del origen de la perpetuidad de la sucesion,
que es la prueba mas cierta de la antiguedad de la
doctrina. Con efecto, si alguno me preguntare cómo
podria certificarse del unanime consentimiento de to
dos los siglos en punto de doctrina? Sin el trabajo
de leer muchas historias, de consultar muchos li
bros, de seguir el curso de la tradicion , bastaria, le
diria yo que tuviese presente que Jesu-Cristo pro
mete una Iglesia donde permanecerá y se enseñará
-) - Y 2 siem
-----= -

172 SB RM o N

siempre la verdad: una Iglesia pues infalible no hier


ra; luego siempre cree una misma cosa: demos pues
una vista à la fé de la verdadera Iglesia, y habre.
mos visto la fé de todos los siglos. Sobre este princi
pio argumentaban San Cypriano, San Optato, San
Agustin, quando probaban la antiguedad de la doc
trina por el testimonio de la verdadera Iglesia, y no
la verdadera Iglesia por la antiguedad de la doctrina;
porque segun el orden establecido por Jesu-Cristo,
no se ha de buscar la Iglesia por el examen de los
dogmas, sino que se ha de inquirir la verdad de los
dogmas por la Iglesia.
Qué Iglesia pues es la verdadera Iglesia sino la
que fundó Jesu-Cristo la Iglesia pues fundada por
Jesu-Cristo, añaden estos Padres, es aquella que
desde los Apostoles puede señalar una continuada se
rie de pastores y prelados 3 es aquella que retroce
diendo de siglo en siglo, encuentra sus primeros pas
tores, sus primeros autores y fundadores en Jesu
Cristo y en sus primeros Apostoles ; es aquella que
no reconoce otro primer instante de su origen, que el
del nacimiento del cristianismo: ved ahí pues lo que
es propio y peculiar de la verdadera Iglesia.
La secta que despues de la condenacion de Ar
rio se juntó à aquel sedicioso presbitero, y formó una
Iglesia contra la Iglesia, llevaba siempre consigo el
ignominioso caracter de su error y de su cisma imº
preso en su misma novedad; y asi se le podia decir:
ô Iglesia que te hallas apartada de aquella otra Igle
sia en cuyo gremio nació Arrio, y que le recibió y
lavó en las aguas del bautismo, tu existes hoy, y
no existiais ayer. Pero Jesu-Cristo, y la Iglesia de
Jesu-Cristo existia ayer, y existirá siempre, y siem
pre existió: jesus-Christus heri & hodie ó ipse in se
- 2 º - 64
DE LA Fé. 173
rula. A la infeliz Iglesia del oriente ínficionada con
la ponzoña del cisma de Focio, se le podia tam
bien decir: ayer se reconocia y confesaba en todas
tus dilatadas provincias la primacia del Pontifice Ro.
mano, y la necesidad de comunicar con la silla de San
Pedro ; luego hoy empezaste à ser lo que eres: sien
do asi pues que la Iglesia de Jesu-Cristo existia antes
que tu, luego tu no eres la Iglesia de Jesu-Cristo;
Christus heri & hodie có in saecula. -

Lo mismo que digo de Arrio y de Focio, digo


igualmente de toda sociedad, de toda congregacion
que se levanta contra la Iglesia. Preguntaré si conti
núa todavia en mirar à la Iglesia de Roma como la
verdadera Iglesia; porque si asi es, luego ella cree que
en esta Iglesia reside la verdad, supuesto que la ver
dad no puede separarse de la verdadera Iglesia; lue
go debe adoptar y seguir lo que esta Iglesia enseña,
ô confesar que renuncia la verdad. Porque quién será
tan atrevido que se persuada que en la diversidad de
juicios acerca de la fé puede conservarse verdadera
mente unido con la Iglesia, apartandose de su creen
cia º Pero dos partidos, de los quales el uno conde
na la heregia del otro, nunca formarán un mismo
cuerpo; porque si díesemos y admitiesemos esta idea
horrorosa de la unidad cristiana, destruiriamos el
cristianismo; despojariamos el reyno de Jesu-Cristo
de aquel caracter de paz y concordia que le hace eter
no 3 desterrariamos de la Iglesia toda la religion, que
riendo introducirlas todas. Toda sociedad pues, to
da congregacion apartada de la Iglesia por el juicio
opuesto à ella que hace en materias de fé, es una so
ciedad cismatica, ora sea que abiertamente lo publi
que, ora que lo disimule con artificio, y ya se le
Puede decir: sabemos tu origen, vemos tu princi
- - - pio:
174 SE R M o N

pio: tu no existías todavia, y la Iglesía ya existía:


Christus heri & hodie & in sacula. -

De este modo, catolicos, ha sabido Dios, frus


trando los ardides del error, conservar á su Iglesia un
caracter y una prerogativa que jamas podrá imitar el
error. La Iglesia de Jesu-Cristo es tan antigua como
la religion: ella comprehende todos los tiempos; ella
se estiende à todas las edades ; ella es apostolica; la
sujecion y autoridad primitiva son regalias peculia
res suyas; y todos los que la repudian, la han reco
nocido antes por madre. Por cismas y heregias que se
levanten, ella será eternamente el tronco à quien las
ramas desgajadas dexan integro e intacto, el rio de
donde salen los arroyos. No ha sido posible jamas se
ñalarla otro autor que Jesu-Cristo. Pudieron , es
cierto, los heresiarcas deslumbrar à los hombres con
su eloquencia, comoverlos con sus pasiones, empe
ñarlos por su interes: pudieron facilmente engañarse
ò engañar à los demas; pero todo esto no excedia la
esfera de lo humano. Mas el sello de la divinidad solo
está impreso en la perpetuidad de la sucesion, en la
antiguedad del origen: esto es lo que no puede con
traher ni remedar ninguna mano mortal; porque na
die puede mudar los siglos pasados, ni puede hacer
que le hayan precedido antecesores. Esos famosos
nombres de Arrianos, Pelagianos, Nestorianos no son
otra cosa, que unos titulos de cisma y de separacion,
que declarandonos que estas sectas no siempre han
existido, nos dicen lo que son. En vano procuran sus
sequaces ocultarse baxo, el velo de otros nombres me
nos odiosos; pues el mundo se empeñará à pesar de
ellos en reducirlos al momento de su origen, seña
lando el principio de la heregia por el nombre de su
heresiarca. Yo no hago en esto, amados oyentes mios,
, º IIndS
DE LA Fé. 175
mas que recopilaros aqui brevemente lo que podeis
leer mas por estenso en los libros de San Cypriano, y,
de San Agustin sobre la unidad de la Iglesia.
La universalidad de los pueblos y naciones: segun
do caracter de la verdadera Iglesia, que San Agustin
explica admirablemente en la misma obra. La ques
tion que entre nosotros y vosotros se trata , decia San
Agustin à los Donatistas, consiste en saber si voso
tros, ö nosotros vivimos en el gremio de la verdadera
Iglesia? Questio inter nos versatur, ubi sit ecclesia,
utrum apud nos, an apud illos Trescientos Obispos
contais en Africa; pero fuera de ella ni uno solo. De
cidida pues está la question: porque por testimonios
evidentes de las Sagradas Escrituras consta con certi
dumbre que la Iglesia de Jesu-Cristo está propagada
entre todas las naciones. Cómo se atreven pues los
Donatistas à gloriarse del escaso numero de sus sequa
ces, y jactarse que ellos son la pequeña grey que mere
ció ser alabada de Jesu-Cristo Donatiste dicunt periis
se orbem terrarum, se autem in hac paucitate quam Do
minus laudavit, remansisse. -

Con este argumento refutaba San Optato à los


hereges de su tiempo: si reducis la Iglesia, les decia,
à terminos tan estrechos, en dónde hallaremos aque
lla herencia de las naciones que supo adquirir y me
recer el Hijo de Dios?, -

Con este argumento agobiaba San Geronimo à


los discipulos del cismatico Obispo de Callari. Falsas
son las sagradas Escrituras, les decia, si la Iglesia de
Jesu-Cristo no está derramada por toda la redondez
de la tierra. . . - a ... y

Con este argumento enmudecia San Paciano à los


sequaces de Novaciano: probadnos, les decia, que to
das las naciones están llenas de vuestros discipulos.
º, Con
- -- -
º
- \ -

. ..." ) -
A
176 SE R M o N

Con este argumento, robustecido con la autoridad


de muchos Santos Padres, abatieron los Doctores y
Prelados de nuestra Francia el orgullo de las Iglesias
protestantes. De qué medios no se valieron ellas para
justificar su causa no solo ponderaron en sus escri
tos los tiempos calamitosos de la Iglesia ; sino que
los libros de sus ministros y sus universidades no di
vulgaban sino los progresos y los triunfos del Arria
nismo. Paso en silencio lo que los sabios Cardenales
Baronio, Belarmino, du Perron, y el celebre Bosuet,
esos famosos defensores de la fé, respondieron para
descubrir y confundir la impostura y la calumnia. So
lo os pido que hagais conmigo una reflexion que me
ofrece el libro de San Agustin sobre la unidad de la
Iglesia: la qual es sencilla, y para quien cargue la
consideracion sobre ella, convincente. Dice este santo
Doctor que los Donatistas procuraban satisfacer à la
reconvencion que se les hacia sobre el escaso nume
ro de sus sequaces, con exemplos de lo que habia su
cedido en los siglos antecedentes: His atque hujusmo
di exemplis haretici suam paucitacem commendare coman
tur. Con que en tiempo de San Agustin era de fé en
la Iglesia Catolica que la verdad no se halla entre po
cos en quanto dicen oposicion con una mayor autori
dad: luego entonces se miraba como verdadera Igle
sia, aquella solamente que era universal. -

Tercer caracter: autoridad y postestad. La Igle


sia de Jesu-Cristo es aquella à quien Jesu-Cristo hi
zo sus promesas. A qué Iglesia pues se hicieron las
promesas de Jesu-Cristo à aquella Iglesia que abri-.
ga en su seno à los Obispos, sucesores de los Aposto
les, Prelados à quienes el Espiritu Santo ha confiado
el gobierno de la Iglesia: Vos Spiritus Sančius posuit
- epis
DE LA Fé.2 t77
episcopos regere ecclesiam Dei. (1) Prelados que han recí
bido la potestad de enseñar: euntes docete. (2) Prelados
en cuyas manos se han depositado las llaves de la cien
cia de la salvacion: labia enim sacerdotis custodient scien
tiam. (3) Prelados, depositarios de la autoridad que
ata, y que desata: quecumque alligaveris. (4) Prela
dos que tienen derecho de castigar fulminando ana
themas, y de cortar del cuerpo de Jesu Cristo los
miembros inficionados e inficionadores; si autem .....-
non audierit. (5) A quién, repito, fueron hechas las
promesas à aquella Iglesia que tiene à Pedro por
fundamento: super hanc petram edificabo ..... ó porta
inferi non prevalebunt : (6) à aquella Iglesia que tanto
ella como sus miembros todos están baxo aquel go
bierno, que describe el Apostol hablando de los Pas
tores que enseñan, y de la grey que es enseñada:
quosdam Apostolos, alios Pastores ó Doctores .. . . . . . .
in mensuram etatis plenitudinis Christi : (7) à aquella
Iglesia que gozando de toda la plenitud de autoridad,
tiene derecho para ser creida sin examinar sus dog
mas, y que promulga sus decisiones como decisiones
infalibles. Porque una Iglesia que desconfia de sí mis
ma, y de quien se puede desconfiar; una Iglesia que
confiesa que puede engañar y engañarse; una Iglesia
que no puede gloriarse de la verdad, y que no puede
fundarla en su autoridad propia, renuncia por esto
mismo las promesas de Jesu-Cristo. ? - sa

¿ Osareis pues, ô sociedades, ô congregaciones


apartadas de la Iglesia universal, osareis aspirar à la
Tom. V. * . Z. 21 11 - ,

(1) Act. Apost. c. ao. v. 18. (2) S. Matth. c. 28. v. 19.


(3) Malach. c. 2. v. 7. (4) S. Matth. c. 18. v. 1 8.
(5) S. Matth. c. 18. v. 17. (6) Ibid. c. 16. v. 81. º
(7) Ad Ephes. c. 4. v. 11. & 13. .. . . .. . . .
-
178 SE RM o N
autoridad del ministerio eclesiastico? ¿desde el ínstante
que erigisteis altar contra altar, no hubo razon para
haceros aquella pregunta, que Tertuliano quiere quese
haga à todos los Novadores: qui estis, & unde venistir?
quién sois, y de dónde venisteis por qué conducto
se ha derivado hasta vosotros la autoridad vuestra
Hglesia es nueva, y la autoridad fue dada à la Iglesia
Apostolica : vuestra Iglesia tuvo principio despues
del discurso de algunos siglos, y la autoridad perte
nece à aquella Iglesia que empezó en Jesu-Cristo y
sus Apostoles. Qui estis quién sois ya veo que vo
sotros sois unos hombres que os atribuis insolente
mente las promesas divinas; mas vuestra Iglesia no
es aquella Iglesia que fue edificada sobre Pedro; ní
vosotros componeis la Iglesia que conserva el orden
del ministerio. Porque decidme , dónde está la pleni
sud del gobierno eclesiastico dónde la cabeza dón
de la union y conformidad de los Pastores º dónde
la distincion de la Iglesia que enseña, y de la Iglesia
que es enseñada dónde la distincion de los que es
tán sentados en la catedra de la doctrina, y de los que
reciben con sumision la autoridad de esa misma cate
dra dónde la distincion de Pastores que gobiernan
la grey, y de la grey gobernada por los Pastores º
Pero entre vosotros todos son Pastores y Doctores:
-

todos enseñan, ninguno aprende: todos tienen igual


derecho para mandar , y por lo mismo ninguno
manda. Pero qué digo º antes vuestra misma Igle
sia, desengañada de su propia debilidad, se recono
ce por agena de las promesas de Jesu-Cristo , su
puesto que no puede subsistir sino destruyendo la
autoridad establecida por Jesu-Cristo. Pero ved ahí
una falta de autoridad que con nada, puede recom
pensarse ni suplirse. .. . . . .. . . . . . --
Jac
DE LA Fé. I79
a Jactanse los Novadores, decía San Fulgencio, de
que ellos gozan de entendimiento capacisimo, de vas
tisima ciencia; pero no se trata aqui, respondia el
Santo, de saber donde se halla la ciencia, sino donde
reside la autoridad de los Pastores y la obediencía
del pueblo. Porque no nos ha de salvar la ciencia, si
no la fé; no estriba la seguridad del cristiano en la
eminencia y agudeza del ingenio, sino en la sen
cillez de la fé; y no nacen las heregias de dis
putar contra los sabios, sino de disputar contra
la Iglesia. Ah que sin la presuncion de ciertos sa
bios no habria ciertamente tantos errores una cien
cia soberbia que desvanece el entendimiento, es mu
chas veces el origen de la mayor parte de las here
gias : una ciencia empeñada en propagar el error, es
la causa de los progresos y estragos que hace la he
regia: tentacion peligrosa para una alma en quien
el amor y devocion à la Iglesia no ha echado profun
das raices 5 tentacion peligrosa, viendo por una par
te à la Iglesia, y por otra à unos hombres, cuya eru
dicion admira, y cuya piedad venera. -

Solamente os responderé à esto, amados oyentes


mios, que el hombre puede vivir mal, y pensar bien;
pero es imposible que viva bien y piense mal : bien
puede el hombre ser docto, y no ser catolico, ser sa
bio, y no ser docil: antes sucede rara vez que el que
tiene mucha ciencia, tenga mucha humildad: y so
lo la gracia puede obrar esta especie de milagro de
hallarse juntas en un sugeto estas dos calidades. Oi
go, decia San Geronimo, ponderar el merito de Ter
tuliano, ensalzar sus virtudes, alabar su erudicion:
digo que todo será verdad; pero Tertuliano sin em
bargo de su extraordinario merito, no fue hijo
de la Iglesia ; nihil amplius dico misi ecclesia hominem
- - Z 2. 77012
18o S = RM o N
mon fuisse. De quántos puede decírse esto mismo
Aquel es un ingenio profundo, cultivado con estu
dio, enriquecido con inmensa literatura, que sabien
do casi todas las cosas, siempre está aprendiendo; pe
ro yo solo digo, que no es hijo de la Iglesia: nihil
amplius dico misi ecclesia hominem mon fuisse. El otro es
un hombre de rigidas costumbres, de vida irrepre
hensible, de conducta exemplar, arreglado, circuns
pecto, modesto, aplicado al desempeño de sus obliga
ciones: ojalá que entre tantas prendas tuviese tambien
la de ignorar que las tenia ojalá que entre tantas vir
tudes, tuviese tambien la de la humildad, en que consis
te la seguridad y el merito de todas las demas él en fin
es un hombre dotado de todos los talentos, yal parecer
de todas las virtudes; pero yo solo digo que no es hijo
de la Iglesia: nihil amplius dico misi ecclesiae hominem non
fuisse. Aunque fuese un Angel, me prohibe el Apostol
darle oidos: etiam si Angelus de calo: y siempre seria
yo reprehensible, si me dexase engañar de falaces apa
riencias de ciencia y de virtud. Porque finalmente :
nada de todo esto es ni puede ser la regla de la fé.
* Con efecto la regla de la fé ha de ser una regla
cierta, segura, infalible, que me haga ver elara y
distintamente la verdad y el error. Entre qué dudas
y perplexidades no vacilaré yo pues, si para resolver
me no tengo mas guia, que las apariencias de la cien
cia y de la virtud Luego ni el profundo entendi
miento, ni las luces, ni la ciencia, ni los dones de
la naturaleza ni del arte, ni otras perfecciones hu
manas que pueden hallarse tanto en el partido
del error, como en el partído de la verdad; ni una
exquisita erudicion, ni aun las apariencias de la vir
tud son aptas para constituir la regla de la fe. No lo
son con efecto; porque Jesu-Qriste me tiene diche
«A º -= A por
DE LA Fé. 181
por una parte que los lobos se vestirán de piel de
ovejas para devorar el rebaño, y por otra me manda
que practique lo que enseñan los que estan sentados
sobre la catedra de Moyses, aun quando sus obras
sean reprobadas: luego solo me ha dexado la autori
dad por invariable y constante regla de la fe, que de
bo profesar: luego seria yo reprehensible, si aban
donando la regla que me ha dexado, siguiese una re
gla elegida por mí, y no escogida por Jesu-Cristo.
Unidad de los Pastores y union de todos los
miembros baxo una misma cabeza 3 quarto y ultimo
caracter de la Iglesia: caracter que los Protestantes
han querido negar, sin embargo que toda la antigue
dad y todas las Escrituras concurrian para abrirles los
ojos. El mismo Celso, que entre las muchas Iglesias
cismaticas que por todas partes se levantaban, repre
hendia à los cristianos su diversidad de opiniones en
materia de doctrina, advierte que habia una Iglesia
distinta de las otras, y mas poderosa, à la qual in
titulaba por esta razon la Iglesia grande, y esta
era la Iglesia Romana. Eusebio dice que en los al
borotos que movió Paulo Samosateno, el Empera
dor Aureliano reconoció facilmente la verdadera Igle
sia cristiana: y asi adjudicó los Templos à los que
comunicaban con los Obispos de Italia y Pontifice
Romano. San-Cypriano advierte que à Pedro se dió
la primacia para manifestar la necesidad de la uni
dad: primatus Petro datus ut unitas monstretur; y que
el que se aparta de la catedra de Pedro, fundamen
to de la Iglesia y de la union que debe reynar en
tre sus miembros, se aparta de la Iglesia: qui cathe
dram Petri supra quam fundata est ecclesia, deserit, in
esclesia esse inmerito confidit. -

ks. l
Por dónde pues y porqué pueden disputar
Pro
los
182 SERM o N
Protestantes esta unidad à la silla de San Pedro ? Sa
beis porqué, catolicos º porque una autoridad que
violenta y cautiva el entendimiento, que anula y
condena sus juicios y discursos, una autoridad abor.
recible al orgullo humano, se hace bien presto sos
pechosa: todo lo que lisonjea à nuestros deseos, nos
parece santo e inviolable, dice San Agustin: quod
cumque volumus, sanéium est. Por esta misma razon
todo lo que contradice nuestro gusto, nos parece malo
y reprobado. Todas las sectas recurren à la razon co
mo a su maestro y guia principal: la razon interpre
ta las Sagradas Escrituras, explica los oraculos de los
Concilios, decide de los monumentos de la tradicion:
los catolicos solamente se han sujetado siempre à reci
bir y adoptar la regla de sus juicios por la de los age
nos. Hay hombres à quienes impacienta y fatiga es
ta violencia, y dicen con Israel indomito: nosotros
queremos seguir los pensamientos de nuestro cora
zon, y vivir como las demas naciones al arbitrio de
nuestros deseos : ibimus post cogitationes cordis nos
tri. Y lo que duele mas es que estos hombres son tal
vez como Tertuliano; notables por sus talentos y
austeridad de vida: unos santos en fin , si pudiera
haber santidad sin sumision. Ay! quánto mejor fue
ra que tuviesen menos talentos, pues asi no abririan
à la Iglesia llagas tan profundas, y ella no tendria
tanto motivo de llorar su caida quánto mejor se
ria tambien para ellos, porque perecerian solos, y
no serian responsables de tantos como precipitan
con sus exemplos y doctrina en el despeñadero de la
perdicion!
Tendremos pues valor, amados oyentes mios,
para exponer nuestra fé, y nuestra salvacion à tan
grandes peligros Pongamonos de acuerdo con noso
" fro$
- /
DE LA Fé. 183 -

tros mismos: no olvidemos que todas esas buenas


prendas, à quienes vosotros llamais virtudes, es im
posible que agraden à Dios sin la fe : "sine fide autem
imposibile est placere Deo, (1) y que toda nuestra sangre
vertida fuera del gremio de la Iglesia, seria inutil pa
ra nuestra salvacion:non querit sanguinem, sed fidem.
Qué responderiamos en el ultimo dia à Jesu-Cristo,
quando se nos pusiese delante en el tráge en que se
aparecio à San Pedro Martir, patriarca de Alexan
dria, vestida su tunica toda despedazada por las ma
nos de Arrio ? Los mismos Apostoles, los fundadores
de la Iglesia, que fecundaron y regaron con su sudor
y su sangre: los mismos martires sacrificados à la de
fensa de la Iglesia: los mismos doctores, que fortalecie
ron la fé con sus trabajos y escritos: los mismos Pon
tifices, que oprimidos con el peso de las obligaciones
de su ministerio, la conservaron en la Iglesia, y la
. . aumentaron à costa de tantos cuidados y fatigas: aque.
llos millares de millares de Santos, que engendró en
su seno, que le son deudores de sus virtudes y de
su felicidad eterna, todos se levantarian contra noso
tros, pidiendo venganza. Yà quién la pedirian à
aquel Jesus, aquel esposo y padre de la Iglesia, à
aquel Jesus, que nos manifestaria su tunica desgarra
da por nuestra cismatica separacion. *.

Señor, no sea yo jamas acusado en vuestra pre


sencia por las lagrimas de vuestra Iglesia: vos me crias,
teis en ella, no me aparte yo nunca de ella: viva y O,
y muera hijo fiel de esta Iglesia que existe en la tierra,
para ser incorporado en la del cielo. Amen.

* - . -, - - SER-.
== *

(1) Ad Hebr, c. 11, y, de -----


- - º
e

-
...
--
-

- PA RA LA FIEST A

DEL SANTºº SACRAMENTo,


O CORPUS CHIRISTI.

Congregavit David omnes electos ex Israel , &


abiit , & universus populus , ut adducerent
Arcam. - -

Convocó David d los grandes de Israel, y acompaña.


do de todo el pueblo, conduxo el Arca d jerusalens
- Lib. 1 I. de los Reyes, cap. 6. .

QEntado David en el trono de Israel, adonde le


conduxo la mano del Señor libertandole de infi
nitos peligros, estimulado del mas vivo agradecimienº
to, y con intento de que reynase con él aquel, Dios
por quien él reynaba, hizo trasladar el Arca del
Testamento à la capital de su imperio. No se
había visto en Israel ceremonia mas augusta: los su
cesores de Aaron, los Sacerdotes, los Levitas iban
delante del Arca, con vestiduras de pompa y gala:
seguian los magistrados, las cabezas de las familias,
los ancianos del pueblo: David en medio de una cor
te modesta y religiosa, acompañado de aquellos va
lientes soldados , que le ayudaron à pelear tantas
batallas, y a conseguir tantas victorias, despojado
de la diademia , mancomunad9 con el pueblo, sin
çons
DEL SANTISIMo SACRAMENTo. 185
servar otra preeminencia de la majestad y de la pur
pura, que el derecho de dar mayor exemplo y rendir
mayores obsequios: todo sexo, toda edad, todo es
tado, toda condicion, todo Israel, y todo Judá, to
das las Tribus, y toda aquella posteridad de Abran
no menos numerosa que las estrellas que brillan en
el firmamento, todos acompañaban al Señor: sube
y se esparce por los ayres el humo del incienso y de
los perfumes: resuenan los valles y montañas con
musicas armoniosas y canticos de alegria 5 corre por
la tierra la sangre de las victimas; y la nacion entera,
llena del espiritu del santo Rey que la gobierna, se
emplea toda en alabar, bendecir e invocar al Dios de
sus padres : Congregavit David, ó c.
Es esta la religion de Israel, ô la vuestra, catoli
cos ? son estas solemnidades solemnidades de tiempos
pasados ó antes en esta descripcion no se ve la pom
pa de este dia y en los obsequios que rendia Sion
al Arca del antiguo Testamento no reconoceis los ob
sequios que la Iglesia tributa al Arca del Testamento
Nuevo Felices de nosotros, si nuestra devocion ex
cediese al fervor de David y de Israel quánto nuestras
festividades exceden à las solemnidades de Judá. Des
engañemonos, amados oyentes mios, que por santa
que sea por sí misma la festividad que celebramos
hoy, no será santa para nosotros sino en quanto pro
curemos celebrarla con espiritu de fé viva y religion
devota. Qué debemos pues hacer, y con qué espiri
tu debemos disponernos para la celebridad de este
dia º De esto me propongo trataros, imploremos la
Eracia por la intercesion de Maria. Ave Maria.
La fiesta que celebramos, es la fiesta del cuerpo
de Jesu-Cristo festum corporis Christi. Debemos pues
esmerarnos en obsequiar y venerar en esta Octava el
Zom. V. - Aa Cll C
¿186 - SERM o N

cuerpo de Jesu-Cristo: pero en qué estado pensaís


honra la Iglesia hoy el cuerpo de Jesu-Cristo. No en
el estado de gloria, sino en el estado de obscuridad;
no en el cielo, sino en la tierra donde está oculto y
como aniquilado baxo el candido velo de la Eucaris
tia ; y era debido, dice el sagrado Concilio de Tren
to, y era muy justo que agradecida la Iglesia ensal
zase con la pompa de una solemnidad particular los
asombrosos abatimientos, à que ha reducido el amor
à Jesu-Cristo en el Sacramento de la Eucaristia: pie
ó religiose induéium fuisse hunc morem ut peculiarifes
to hoc Sacramentum celebraretur. Y yo añado que era
propio de la prudencia y de la caridad de la Iglesia
el instituir una festividad, de donde los fieles habian
de sacar tan grandes provechos : de suerte que la
Iglesia se propone dos objetos en esta fiesta, à Jesu
Cristo, y à nosotros: las glorias de su esposo, y la
utilidad de sus hijos. -

Con efecto la festividad que celebramos hoy, se


refiere y tiene por objeto segun la doctrina del Con
cilio Tridentino a Jesu-Cristo humillado en el Sa
cramento de la Eucaristia. Yo pues considero dos es
pecies de humillaciones que padece Jesu-Cristo en
nuestros altares: unas llamo yo voluntarias, que son
efecto de su amor, y de donde nos resultan à noso
tros infinitos bienes: otras involuntarias, que son efec
to de nuestra ingratitud, y de donde nos resultan in
finitos daños. Qué es lo que intenta pues hoy la
Iglesia nuestra madre? Guiada por un espiritu de
amor y de agradecimiento, quiere por una parte hon
rar y reparar las humillaciones voluntarias de Jesu
Cristo en el Sacramento de la Eucaristia; y guiada
de un espiritu de zelo y de caridad, intenta por otra
parte reparar las humillaciones involuntarias que pa
- * de
DEL SANTISIMo SACRAMEN ro. 187
dece Jesu-Cristo en el Sacramento de la Eucaristia.
Estadme atentos, amados oyentes mios, y procurad
entender mi pensamiento. -

La festividad que solemniza hoy nuestra madre


la Iglesia, tiene por objeto à Jesu-Cristo abatido y
aniquilado en nuestros altares ; pero de estas humi
llaciones, y aniquilamientos hay unos que Jesu-Cris
to quiere, ama, elige, que son obra de sus manos, y
para nosotros manantial inagotable de gracias y de
dones; y asi era preciso que la Iglesia los honrase:
otros hay que ni Jesu-Cristo quiere, ni ama, que
son obra propia nuestra, y de que debemos temer
los mas terribles efectos; y estos era preciso que la
Iglesia los reparase. Ved pues ahora el espiritu de la
solemnidad que nos congrega hoy en este Templo, y
los puntos en que dividire este Discurso, Esta fiesta
es una fiesta de alabanzas y de hacimiento de gra
cias por las humillaciones voluntarias de Jesu-Chris
to en el Sacramento de la Eucaristia; y por con
siguiente de nuestra parte pide un espiritu de amor y
de agradecimiento: punto primero. Esta fiesta es una
fiesta de desagravios y de expiacion por las humilla
ciones voluntarias de Jesu-Cristo en el Sacramento
de la Eucaristia ; y por consiguiente pide de nues
1ra parte un espiritu de satisfaccion y de penitencia:..-
punto segundo. Amor agradecido, amor peniten
te: dos afectos que deben arder en nuestros cora
cones, y dirigir nuestras acciones en toda esta solem
misima Octava. Empiezo,
PRIMERA PARTE.
Or humillaciones voluntarias de Jesu Crísto entien
do yo aquel estado de obscuridad y de tinieblas,
aquel estado de muerte y de insensibilidad, aquel
- Aa 2 CSº
188 SE RM o N -

estado de victima y de inmolacion que adopta Jesu


Cristo en el Sacramento de la Eucaristia. De este
estado pues de voluntario abatimiento digo lo pri
mero que requeria toda la gratitud, que publica la
Iglesia en esta solemnidad: y digo lo Segundo que
no podia reconocerle mejor que por medio de los
obsequios, que tributa a Jesu-Cristo en la festivi
dad de este dia. Ved aqui que estas voluntarias hu
millaciones de Jesu-Cristo son unas humillaciones
dignas de todo el agradecimiento de la Iglesia ; y
que la gratitud y jubilo, que la Iglesia manifiesta
en este dia, es una gratitud proporcionada en lo
posible à las humillaciones voluntarias de Jesu
Cristo en el Sacramento de la Eucaristia. Explique
monos con aprovechamiento de todos.
1. La Iglesia, amados oyentes mios, jamas po
dia hacer demasiado, ni puede hacer lo bastante pa
ra obsequiar y desagraviar à Jesu-Cristo. Bien sa
beis que todo el plan y toda la economia de nues
tra religion estriba y se funda principalmente en una
mutua correspondencia de amor y de gratitud 3 de
amor de parte de Dios; de amor y de agradecimien
to de parte de los hombres; de amor que inclina á Dios
á humillarse por los hombres ; de amor y de gratitud
que empeña à los hombres à engrandecer con sus
obsequios y rendimientos la majestad de un Dios aba
tido. Yo sustento pues que entre quantos estados de
humillacion y aniquilamiento à que reduce el amor
à Jesu-Cristo, no hay ninguno que pida gratitud
mas viva y mas sincera que el estado à que se halla
reducido Jesu-Cristo en nuestros Sagrarios. Cómo
asi porque este es el estado de la mas plena y com
pleta humillacion. En todos los demas pasos y estados
de su vida sacratisima se advierten rastros y vestigios
* -- - - de
DEL SANTISIMo SAcRAMENTo. 189
de su divinidad. Si Jesus nace pobre y silencioso, una
milagrosa estrella anuncia su nacimiento, y unos Re
yes que vienen de regiones distantes, le adoran en
el pesebre, resarciendole con los obsequios y dones
que le ofrecen, de los honores y aplausos que su pue
blo le recatea y niega. Si perseguido y fugitivo en
Judá, si desconocido y despreciado en Israel trae una
vida pobre y trabajosa, experimentando frequentes
desprecios y contradicciones, esta apariencia y ex
terioridad, dice el Discipulo amado , solo engaña
à quien mira las cosas superficialmente 5 porque por
entre los celages que ocultan à la divinidad, brotan
destellos de luz que la descubren 3 y hasta en el Ver
bo anonado se trasluce el hijo del Altisimo. Si Jesus
no manifiesta en lo exterior todo lo que es, no po
demos dudar que es mucho mas de lo que aparece, y
las humillaciones no llegan à obscurecer y ocultar
tanto al arbitro y Señor del mundo, que no se dé à
conocer por sus milagros: vidimus gloriam ejus, gloriam
quasi unigeniti a patre. (1) Al tiempo de espirar, pla
gado de dolores y afrentas, este flaco y moribundo
Dios, obra maravillas mas estupendas, que aquel Dios
justiciero que tan pesadamente cargó su mano sobre
Egipto. El vapor de su sangre sube hasta el cielo, y
desquiciando las bovedas del firmamento, empaña y
obscurece la claridad de los astros: estremecese la
tierra, y vacila baxo el peso de su cruz: y los muer
tos recobran nueva vida para publicar sus glorias.
Cristo espirando, lo llena todo de terror y espanto;
y mostrandose mas poderoso, mas formidable, mas
terrible quando ya fenece, compele à sus enemigos

(*) S. Juan, c. 1. v. 14. ..


I9o SERM o N

à que se asombren y caigan de anímo al ver el pro


digio inaudito de un hombre que empieza à reynar
quando acaba de vivir. Por entre el hombre, y un
hombre moribundo se echa de ver el hijo de Dios:
vere hic homofilius Dei erat. (1)
Pero qué vista habrá tan perspicaz que reconoz
ca à este Dios, arbitro y autor de la naturaleza, en
el Dios que adoramos en nuestros altares ¿ Cómo es
posible que aquel Dios inmortal y eterno, que con
sus resplandores alumbró las primeras luces de la eter
nidad, que fue siempre, y que nunca dexará de ser,
descienda todos los dias y venga como à morir y
renacer en nuestros sagrarios? es posible que aquel
Dios inmenso e infinito, para quien la vasta redon
dez del orbe es habitacion tan estrecha y limitada,
se contiene en el breve circulo de aquella hostia que
veo con mis propios ojos ? es posible que aquel Dios
tan grande, tan libre, tan señor de sí mismo y del
mundo entero, que dispone à su arbitrio del destino
de las naciones, que no reconoce mas leyes que las,
que él mismo quiere imponerse, obediente ahora à
la voluntad de un hombre, se apresure luego que oyº
su voz à descender del cielo à la tierra es posible
que aquel Dios, criador de todas las cosas, que viº
brotar de repente debaxo de su fecunda mano la tier
ra y los astros, que juega con el mundo, y cºº
quanto hay de mas formidable en el mundo, en cuya
presencia todos los pueblos son como si no fuesen: que
aquel Dios cuyo mirar soberano no pueden sufrir,
los Angeles sobrecogidos de veneracion y resPºtºs
- - - que -

(1) S. Matth. c. 1 5. v. 39.


DEL SANTISIMo SACRAMENTo. 191
que vestido de luz, solamente con mostrarse obscurece
el resplandor del sol y de las estrellas: es posible repi
to que aquel Dios de gloria, y de majestad, aquel
Dios de grandeza y de poder habite en nuestros ta
bernaculos Ah exclama el Crisostomo ; si hay al
gun misterio en que se pudiera al parecer perdonar
al hombre no conocer à su Dios, es en el misterio y
Sacramento de la Eucaristia; y à aquel Dios que reside
en ella convienen con particular propiedad y energia
aquellas palabras del Apostol : semetipsum exinani
vit: (1) anonadose à sí mismo con efecto, continúa este
santo Doctor, quando por medio de la Encarnacion
se vistio Dios y adoptó las flaquezas del hombre, el
hombre se vistio de la fuerza y del poder de Dios 3 y
si el pesebre y el calvario daban testimonio de un
Dios que era hombre, mostraban al mismo tiempo
un hombre que era Dios. Pero en la Eucaristia suce
de todo lo contrario: pues lexos de representarse en
ella Jesus como Dios, ni aun parece mero hombre;
porque la humanidad está en ella tan escondida co
mo la divinidad ; y nuestros sentidos no ofrecen à
nuestra vista sino un poco de pan material: de modo
que si los supersticiosos Gentiles considerasen solo el
objeto de nuestro culto exterior y superficialmente,
le confundirian con las falsas divinidades que ado
ran: con aquellas divinidades que tienen ojos, y no
ven, manos, y no obran: pues semejante à ellas
se muestra sin accion , sin vida, sin movimiento;
pero yo me engaño, pues alli esta obrando las mas
asombrosas maravillas. Pero qué milagros , gran
Dios, qué prodigios Habeislos considerado alguna
- º VeZ

(1) A Phil. c. 2. v. 7. - º *
I92 SE RM o N
vez debidamente, amados oyentes mios? y conseguí
ré yo daroslos à entender unos milagros tan admi
rables aun en el orden y esfera de milagros, quanto
lo son los demas milagros en el orden de la naturale
za. Porque qué fueron los milagros que obró Jesu
Cristo en el discurso de su vida mortal fueron unos
milagros obrados para testificar su divinidad, para
desvanecer las sombras que ocultaban su divinidad,
y para dará conocer y hacer que fuese adorado en
el hombre que se veia, el Dios que no se veia. Pero
quáles son los milagros que obra Jesus en el augusto
Sacramento del altar 3 milagros que obra con el fin de
ocultar su humanidad, y de eclipsar su divinidad;
milagros que tienen por objeto hacer igualmente des
conocido lo hombre y lo Dios; milagros que lejos de
contribuir y facilitar la fé de su real presencia, son
el mayor impedimento que tiene que vencer esta mis
ma fé; milagros que lejos de persuadir à la fé con su
evidencia, parece que apartan de ella con sus aPa
rentes contradicciones; milagros que lejos de atesti
guar la fé deste altisimo misterio, son ellos mismos
el misterio que necesita de mayor fé. Vese pues maniº
fiesto que Jesu-Cristo obra en la Eucaristia comº
Dios; pero quanto mas obra como Dios, menos lº
parece, y obra solamente para no parecerlo Pºr º
to muda, altera, confunde las leyes de la naturaleza,
causando como cierta ilusion por explicarme así, a
nuestros sentidos, à nuestra imaginacion , à nuestro
entendimiento, y à nuestra razon: de modo que to
do lo que es necesario creer, es contrario a lo que se
vé; y asi como lo que obra Dios en este misteriº º
el ultimo esfuerzo de su omnipotencia, el comunicº
la fé de todo esto, es, si me es licito explicarme as,
el mayor milagro de la gracia ; y el recibirla ºsº
Ildº
DEL SANTismo SAcRAMENro. 193
mayor maravilla de la fidelidad y docilidad humana,
y el mas ilustre obsequio y vasallage, que la razon
humana puede tributar à un Dios abatido y anonadar
do: semetipsum exinanivit. - -

Humillaciones de Jesu-Cristo (y ved aquí, ama


dos oyentes mios, la razon por que son especialmen
te acreedoras à nuestro mas vivo agradecimiento) hu
millaciones mas incomprehensibles todavia en su ori
gen, que en su estension Qué designio tuvo nuestro
divino Salvador en la institucion del santisimo Sacra
mento de la Eucaristia quién pregunta eso, respon
de San Bernardo Visto es que tan grandes humilla
ciones no pueden ser dictadas sino por un amor gran
de; y como este misterio es el misterio de los abati
mientos, es la humillacion de las humillaciones, si
guese necesariamente que es el misterio de la mas
ardiente caridad, y el amor de los amores : amor.
377207"¿//72, - -
-

Veia Jesu-Cristo que su muerte nos habia de


hacer mas culpables por el abuso que hariamos della;
que su sangre derramada por los hombres, y profana
da despues por esos mismos hombres, solo serviria res
pecto de innumerables, de apresurar las venganzas del
cielo: qué es lo que hace pues º movido de aquella
caridad inmensa que le obligó à cargar sobre sus
ombros los pecados del mundo, para dar al mundo
la justicia de los hijos de Dios, al tiempo de ausen
tarse de nosotros discurre un divino arbitrio para
quedarse entre nosotros : volviendo al Padre, dice
San Agustin, no se aparta de su pueblo: rediit, có.
mos non deseruit. Subiendo al cielo, quedase en la tier
ra ; y qué le mueve a quedarse Ay amados oyen
tes mios, un largo Sermon necesitaba yo haceros, pa
ra ponderaros los tesoros de su amor Quedase en
Zom. V. Bb el
194 - «. SE RM o N
el mundo para que entre todos objetos de indígna
cion como Dios ve en él, esté siempre mirando el ob
jeto de sus complacencias, y le mire en un estado tan
propio de inspirarle pensamientos de paz y de miseri
cordia: quedase para continuar su oficio de media
dor y de Salvador, esto es para hacer en nuestros
altares el oficio, que hizo en el calvario de un Dios
que quita los pecados del mundo, de un Dios que satis.
face por los pecados del mundo, de un Dios que borra
los pecados del mundo: de suerte que podemos y
debemos aplicar à Jesu-Cristo sacramentado lo que
San Pablo dixo dél quando pendia de tres escarpias
en el calvario : Deus erat in Christo mundum reconci
lians sibi. (1) Está Cristo humillado y abatido por los
pecados del mundo, y Dios está en Jesu-Cristo reci
biendo la satisfaccion que Jesu-Cristo le da , por los
pecados del mundo, y por esta satisfaccion sufre, di
simula, tolera los pecados del mundo: Deus erat in
Christo , &c. -

Jesu-Cristo está en el Sagrario como Pontifice


Sumo de la ley de gracia, como Pontifice eterno
que está ofreciendo un sacrificio que durará por los
siglos de los siglos: victima inmortal, que sin con
sumirse jamas , es ofrecida cada dia con una inmola
cion mistica y real. Jesu-Cristo está en el Sagrario re
novando sin efusion de sangre el sacrificio cruento
del calvario, y Dios está en Jesu-Cristo, aceptando
este sacrificio en satisfaccion de todos los excesos de
que nos hacen reos delante de Dios las continuas
transgresiones de su ley, nuestra inflexible rebeldia,
à su voluntad santisima, la profanacion de su cul
to,

(*) II. Cor. c. s. v. 19- . ... . . . . .


DEL SANTIsiMo SAcRAMBNto. 195
to, el olvido de sus beneficios, la resistencia à su
gracia, la impiedad de esas sacrilegas zumbas con
que se insulta à la religion, esas conversaciones licen
ciosas de que se afrenta la modestia, esas maximas
depravadas con que se enseña y autoriza el vicio; esas
modas y usos tiranicos, que con oprobio del cristia
nismo son para el cristiano una ley mas respetada y
obedecida que el Evangelio de su Dios, esos errores
en materia de fé, y esas relaxaciones en materias de
costumbres, que arrastran consigo la ruina de la reli
gion, y apresuran la decadencia de la virtud en el
pueblo; esos escandalos funestos, esos exemplos con
tagiosos, esas condescendencias delinquentes, que
constituyen en el mundo el reyno del pecado, y des
truyen el reyno de Dios: Deus erat in Christo mun
dum reconcilians sibi. . -

Jesu-Cristo está en nuestros sagrarios solo con


Dios solo, y tal vez abandonado, desatendido, desco
nocido y sin procurar que le conozcan, olvidado y
olvidandose en algun modo de sí mismo, entendien
do solamente en las cosas de su Padre, en el cuidado
de resarcir las injurias hechas à la majestad divina; y
Dios está en Jesu-Cristo humillado, desagraviandose
de este modo de tantos pecados como causa esa loca
estimacion de nosotros mismos, y ese desprecio toda
via mas loco que hacemos de los demas, ese deseo
inmoderado de complacer, que aborta tantos vicios, y
ese temor cobarde de desagradar que nos cautiva e
impide el exercicio de tantas virtudes; ese espiritu
de ambicion que aspira a todo, y que con nada se con
tenta 5 ese espiritu de independencia que se precia de
no reconocer ni superior en la tierra, ni Dios en el cie
lo; ese espiritu de rebeldia, que enemigo de la obe-,
diencia, se gloría de executar todo lo que se le pro-.
-

*- , . - b 2 hi
-
-

-- . ----
--- -
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-
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— -
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- ------ ---- - —

196 - SERM o N
hibe, y se afrenta de hacer lo que se le manda: Deus
erat in Christo mundum reconcilians sibi.
Jesu-Cristo está en nuestros sagrarios como un
Dios compungido, rogando y gimiendo por los peca
dos del mundo 3 y Dios está en Jesu-Cristo desagra
viado por las ansias y suspiros de este Dios santo, de
tantos pecados que comete el mundo, y que el mundo
no conoce ni quiere conocer; de tantos pecados que Dios
castiga con tanto rigor, y que el mundo reputa por una
nonada; de esas murmuraciones festivas e ingeniosas,
de esas detracciones finas, maliciosas, e hipocritas, que
sacarian menos sangre, si ocultasen con menos arte la
intencion dañada, y que hieren tanto mas inhumana
mente à la persona contra quien asestan sus tiros, quanto
lisonjean y regalan mas sabrosamente los oidos de los
que las escuchan 3 de esas antipatias y aversiones se
cretas, que sabiendo tal vez violentarse hasta llegar
à no quebrantar las atenciones de la urbanidad, no
- saben descender y acomodarse à los sentimientos y
los oficios de la caridad; de esa exquisita delicadeza
y sensualidad, hija de un amor propio, diestro en
condimentar los deleytes, y en precaverse contra to
da incomodidad 3 de esa vida deliciosa e indolente
que no menos ignora los fervores de la inocencia,
que los rigores de la penitencia; de esa vida ocupa
da en continuas fruslerias y pasatiempos, tan infruc
tuosa para el mundo como para el cielo ». de esa vida
que traen esos hombres de bien segun el concep
to del mundo, que en el juicio humano parece no
porque viven al parecer
carecen de ninguna virtud y
dos
aparta de todos los vicios, al paso que en los ojos
de Dios hierben tal vel en vicios por lo mismo que
les faltan tantas virtudes Deus erat in Christo mun
du m oncilians sibi, - º . lº
-- r rec --º- º 3 º Ese
DEL SANTISIMo SACRAMENTo. 197
Está ultimamente Jesu-Cristo en nuestros Sagra
ríos contraponiendo un Dios sacrificado por los hom
bres à un Dios ultrajado por los hombres; la reno
vacion de su augusto sacrificio à la profanacion de es
te mismo sacrificio ; un Dios de paz y de amor à un
Dios de ira y de venganza 3 y Dios está en Jesu
Cristo olvidandose de su justicia para no acordarse
sino de sus misericordias; apartando sus ojos de los
pecadores para ponerlos solamente en el Dios de la
santidad : Deus erat in Christo mundum reconcilians
sibi.
Ní cómo era posible, catolicos, que si no tuvie
semos en Jesu Cristo una victima de propíciacion, pu
diese mirar Dios pacientemente el diluvio de malda
des que cubre la faz de la tierra º Alcanzamos un
siglo de tanta disolucion e impiedad, que con la des
verguenza insolente de sus disoluciones parece ha con
seguido que los ministros Evangelicos no se atrevan à
reprehenderselas con libertad. Atreveréme pues yo
discurriendo por las diversas condiciones de los hom
bres, à pintar el desenfreno y los escandalos de la
grandeza, los regalos y la presuncion de la opulen
cia pero qué digo se conocen acaso ya entre noso
tros distinciones de clases, ni desigualdad de fortu
nas Grandes y pequeños, plebe y magistrados, es
posos y esposas, ciudadanos y soldados, à todos los
veis ya confundidos por el olvido, por el desprecio de
todos los respetos y distinciones de la edad, del sexo, del
nacimiento, del estado, del empleo: sin dar lugar en
tre sí à la emulacion del merito y de los talentos, as
pirando unicamente à la ribalidad y competencia de
pecados, y pasiones delinquentes, solo pretenden pre
ferirse los unos à los otros en la vileza del interes, en
El fausto y suntuosidad del luxo, en los insensatos de
- Vd
198 SERM o N
vaneos y rabiosas envidias de la vanidad, en las traí
ciones y perfidias de la ingratitud, en los furores y
venganzas del odio, en las atrocidades profundamen
te disimuladas de la ambicion, en las infamias y vo
racidades de la sensualidad ; hombres en fin que no
son cristianos, ni son hombres sino para afrenta del
cristianismo y de la humanidad. Pero corramos un
velo sobre el lastimoso espectaculo de sus vicios; y no
los consideremos sino por las reliquias de su virtud
que parece conservan todavia, ö por mejor decir por
lo que ellos llaman virtudes.
Porque qué viene à ser su prudencia º sino un ta
lento de artificio y de impostura, que sabe reducir
à ciencia la mentira, y à arte los misterios de iniqui
dad, canonizando politicamente los delitos necesarios
para promover cada uno su fortuna. Qué su probidad?
sino una afectacion hipocrita de honradez munda
na, desmentida siempre por la oculta malicia del
corazon, y negada muchas veces por la execucion
de injusticias verdaderas y horribles. Qué sus amista
des º sino unos enlaces y conexiones fundadas unica
mente en amor propio, cuya fragil e incierta dura
cion depende de los caprichos de la muerte, y de
las veleidades del ingenio humano, mas inconstan
te todavia y mas movible que la fortuna. Qué Su re
ligion sino un complexo casual de ideas extravagan
tes, de frivolas opiniones, de dogmas arbitrarios:
cahos tenebroso de donde extrae el corazon una va
na sombra de divinidad, que se fabrica segun el an
tojo de sus deseos: obra del amor propio y de la coa.
cupiscencia: divinidad à quien no conceden OtO ati
buto de perfeccion , sino una bondad indolente y,
ociosa, que no exige ningun culto , que nº casti8º.
ningun delito, que nº premia ningunº Virtud, que
- -
-
nO -
DEL SANTISIMo SACRAMENTo. I99

no consuela en ningun infortunio.


En qué siglo vivimos , santo Dios qué profun
das y palpables son sus tinieblas qué enormes sus ví
cios y pecados ¿ es ésta la ciencia y la virtud del si
glo tan celebrado de ilustrado mo abundaban por
cierto en mas iniquidades y delirios los tiempos tan
detestados en la sagrada Escritura, quando toda edad,
todo sexo, todo estado, toda carne habia corrompi
do su camino : ni la tierra estaba mas contaminada
de abominaciones, quando un diluvio la anegó en
sus aguas.
Porqué pues suspende Dios sus iras porqué di
simula nuestros pecados, esperandonos à penitencia?
Ay, amados oyentes mios porque en medio de los
hombres impios y disolutos registra à su hijo abatido
y anonadado en su presencia en satisfaccion de nues
tros pecados ; porque está oyendo que desde la sole
dad y silencio de esos sagrarios le está diciendo: no
atiendas , Padre mio, à las maldades de los hombres,
ò miralas solamente para ver como yo satisfago por
ellos: es verdad que se rebelan insolentemente con
tratí, pero vedme à mí postrado y humillado en tu
presencia ; es verdad que se olvidan de tí y que no
quieren conocerte; pero yo te adoro ; si ellos son in
gratos y desleales, yo soy obediente y fiel; si su co
razon arde en impura y adultera llama, respirando
solamente blandas y delinquentes delicias, yo me
veo consumido y devorado por tu amor: respice in
faciem Christitui. (1) mira à que estado me hallo re
ducido aqui: acuerdate que estoy aqui por los hom
bres por ellos mori una muerte sangrienta y dolorosa;
y

(1) Ps.83. v. 1 o. .
2OO SE R M o N
y por ellos muero todos los dias una muerte mistíca
e incruenta; estos son los hijos de dolor que engen
dré en la cruz, y que acabo de criar en el sagrarios
ellos son mi pueblo y mi herencia; ellos se apartarán
de los caminos torcidos del vicio ; ellos abrazarán la
virtud; yo les hablaré al corazon: yo los moverés
ellos vendran arrepentidos, y convertidos à pediros
conmigo y por mi medio el perdon que te pido yo por
ellos. Me privarás de esta dulce esperanza? te olvi
darás de que si son unos hombres que te ofenden,
yo soy un Dios que te honra han de ser ellos mas
poderosos para perderse, que yo para salvarlos? y se
ras tu mas juez suyo, que yo padre de ellos Respi
ce in faciem Christitui. -

No lo dudeis, catolicos ; que este es el baluarte


que defiende las ciudades y las provincias ; este el
dique que contiene el torrente que sumergeria y pre
cipitaria à los pueblos ; esto lo que detiene el fuego
vengador preparado para abrasar la tierra y consu
mir sus iniquidades; este el origen y el manantial
de donde se derivan esas gracias eficaces, que des
pues de haber andado largos tiempos por los caminos
de la iniquidad, nos reducen al de la salvacion 3 esto
lo que nos afianza el tiempo de volvernos à Dios, y
de enmendar con nueva y penitente vida los excesos
de nuestra vida pasada. ¿Y nos maravillaremos ya»
añade San Juan Crisostomo, que respete el cielo la
presencia de un Dios que habita entre nosotross
la sangre del Cordero con que se teñian las puertas
de los Israelitas, auyentaban al angel exterminador,
cómo se atreverán los ministros de la ira divina a
descargar sus rayos sobre una tierra no solo regada,
sino bañada y empapada en la sangre de Jesu-Cristo
Concluyamos pues, amados oyentes mios ; que
las
DEL SANrismo SAcrAMENro. 2O .

las humillaciones de Jesu Cristo en el sacramento de la


Eucaristia son las humillaciones mas profundas, humi
llaciones dictadas por el amor mas encendido, humi
llaciones en que estriva la defensa y la fuerza del pue
blo cristiano: humillaciones à las quales debe la Igle
sia la inocencia y el fervor de los justos, el zelo y
triunfos de los Apostoles, el valor y la constancia
de los Martires, la conversion y lagrimas de los pe
cadores arrepentidos : humillaciones por consiguiente
dignas de todo el agradecimiento de nuestra Madre la
Iglesia. La gratitud pues que la Iglesia manifiesta en
este dia, es una gratitud proporcionada à las humilla
ciones de Jesu-Cristo. Porque qué otra cosa es esta so
lemnidad, que celebramos, sino el triunfo de un Dios
humillado en la Eucaristia, triunfo público, triunfo uni
versal, triunfo el mas pomposo, el mas augusto, triun
fo en fin que hace gloriosas hasta las mismas humilla
ciones de Jesu-Cristo? Continuadme vuestra atencion.
Triunfo público, y que por lo mismo que es pu
blico enoblece y realza las humillaciones de Jesu
Cristo. Porque aquel Dios à quien adoramos en la
Eucaristia, dexa especialmente en este dia de ser un
Dios obscuro y desconocido; pues sacandole nuestra
Madre la Iglesia de los sagrarios donde reside, y del
recinto de los templos que le encierran, le conduce
y pasea a vista del cielo y de la tierra por todas las
calles y plazas de villas y ciudades, y le adora, le
confiesa y reconoce por su Dios. En el sacramen
to de la Eucaristia pierde Jesu-Cristo (permitidme
esta expresion , que aunque por ventura os pa
recera demasiadamente arrojada, os dara à enten
der mi pensamiento con mayor claridad ) pierde
Jesu-Cristo para explicarme asi su grandeza, su po
der y su majestad quánto habia pues perdido;
Tom, V, Cc . de
2O2 SE RM o N
de quánto se habia despojado , todo lo recobra
en la pública confesion que de su divinidad ha
ce en este dia la Iglesia. Asi el herege, asi el li
bertino que por consultar solamente à sus senti
dos, y dar solo oidos à las preocupaciones de su ima
ginacion, no pueden resolverse à creer que habite en
nuestros templos el Dios de la gloria y majestad, ins
truidos por la presente solemnidad, reconocerán alo
menos, y sabrán, y verán que el Dios à quien ve
meramos en nuestros altares es aquel mismo Dios, à
quien la Iglesia catolica adoró en todo tiempo.
O cristianos contumaces, ô hombres incredulos
este Dios humillado no es vuestro Dios, ni es Dios
de esa vuestra decantada Iglesia, de esa Iglesia no
visima ; cuyo sedicioso origen vieron nuestros padres;
de esa vuestra Iglesia incierta y vacilante en la fé,
que cuenta casi tantas diferentes doctrinas como doc
tores, tantas sectas como sectarios; de esa vuestra Igle
sia reducida à limites tan estrechos, y contenida en
los terminos de algunas provincias; Iglesia que tiene
por cabezas y pastores à unos hombres, que ellos mis
mos se han introducido, y no han sido enviados;
unos ministros que no entraron en el ministerio sin
otra vocacion, que con el atrevimiento de usurparle,
ni con otros talentos muchas veces que con la cienº
cia y habilidad de saberse aprovechar de las pasiones,
ò de la ignorancia de los Grandes y de la plebe. Este
Dios humillado, no es vuestro Dios, repito: nuestro,
nuestro es: no es por cierto el Dios de vuestra secta;
pero este dia os le manifiesta, este dia os le anun
cia como al Dios de aquella antigua Iglesia, que tu
vo su principio y cuna en la cuna de la religion,
aquella Iglesia que fue fundada por los fundadores
dels -3 cristianismo , que
-—
precedio al origen• de. . .» º
-
• ,

º.
- º ,
* Se
DEL SANTISIMo SAcRAMENTo. 2 o3
las demas Iglesias, y cuyo principio ninguna Iglesia
vio;como al Dios de aquella Iglesia de paz y de con
cordia, que no permite ninguna division ni cisma en la
fé, y que no es tolerada por ninguna heregia, por
que ella no tolera heregia alguna; de aquella Iglesia
catolica y universal que tiene por su herencia a to
das las gentes, por limites à los terminos de la tier
ra: como al Dios de aquella Iglesia Romana, ma
dre y maestra de todas las demas Iglesias, que reco
noce por su cabeza, y pastores à los mismos à quie
nes confió Jesu-Cristo la guarda de sus ovejas; co
mo al Dios de aquella Iglesia inmortal y eterna, que
si bien tantos errores han podido combatirla, nin
guno ha podido destruirla; porque estrivando en
el baculo de la cruz, y asegurada de la palabra de
Jesu-Cristo , ve extirparse, y caer sucesivamente
al rededor de sí las sectas abortadas por la insolencia
humana, mirando como se suceden las unas à las otras
al modo que las olas se sacuden e impelen unas à otras;
combatida siempre, vencida nunca; pasan los siglos,
y ella permanece , siempre; los años desaparecen, y
ella no siente la injuria de los tiempos. ,

2. Ni vuestro tampoco es este Dios humillado , ô lí


bertinos, ô genios soberbios, ô hombres altaneros y
arrogantes pero bien veis que es el Dios de aquella
religion santa, marcada con el sello de la divinidad
con tantos milagros, anunciada con las oraculos de
tantos Profetas, rubricada con la sangre de tantos
martyres, ilustrada con las virtudes de tantos justos:
él es el Dios de aquella religion que se libertó del ace
ro de tantos tiranos , que sobrevive à la ruina de.
tantos imperios y à la decadencia de tantas religio
nes.-Preguntoos ahora : no es esto mostrarse su Ma
jestad divina Dios verdadero ni cómo podrá acre
Cc 2 di
zo4 ... SE R. M o N
ditarse mas de verdadero Dios, que manifestandose
à los ojos de todo el mundo como el Dios à quien ado
ra una Iglesia de tales prerogativas, como el Dios
à quien anuncia una religion tan sublime Atrevase
en los demas dias la heregia, dice el Concilio de
Trento, atrevase en los demas dias la heregia à in
sultar al Señor Sacramentado; pues publico y notorio
es la densa niebla de errores con que el demonio del er
ror, auxiliado del demonio de la novedad y de la in
docilidad, suele cegar à las almas: pero avergonzada y,
confusa en este dia no sabra sino consternarse y re
bentar de envidia al ver à nuestro Dios honrado con
tan solemne y obsequioso culto, reconocido por tan
tos pueblos, confesado por una Iglesia tan pura, tan
santa, tan antigua, tan numerosa, tan universal, que
tiene las calidades tan incontrastablemente ciertas de
verdadera Iglesia: ut adversarii in conspecíu tanti splen
doris vel tabescant vel resipiscant. -

Sí por cierto; este dia es capaz de excítar en eí.


sectario mas intrepido mil reflexiones tristisimas, sí
no se incorpora con nosotros para venerar rendido a
Jesu-Cristo con una adoracion publica 3 pues la mis
ma inquietud de su corazon y los remordimientos de
su conciencia le arrancarán à pesar suyo un rendi.
miento y obsequio aunque forzado, que prestará à
aquel Dios de quien renegó; y, desto tenemos un
exemplar bien convincente e identico en el libro ter
cero de los Reyes, donde leemos que Adonias, uno
de los hijos de David quiso usurpar el cetro destina
do para Salomon : Adonias..... elevabatur dicens ego
regnabo. (1)
- Se

(1) III. Lib. Reg, c. 1. v. . . - /


bEL SAN rismo SAcRAMENTo. 2 o5

Seguido Adonias de todos los sediciosos de Is


rael y de Judá, ciñe su frente con la sagrada diade
ma: y quando la multitud engañada en aplauso del
insolente usurpador gritaba , viva el Rey Ado
nias, (1) he aqui que derepente se levanta un cla
mor que llena de terror y espanto. De dónde procede
este movimiento, de dónde este alboroto en Jerusa
len (2) Está Salomon sentado en el trono del reynos y
esta es la voz que se oyó. (3) Y asi era la verdad;
porque ungido Salomon y consagrado solamente por
Rey y sucesor de Israel, acompañado de los Profetas,
seguido de los Sacerdotes y Levitas, volvia al palacio
de David; los grandes, los ancianos de Judá, los ge
fes del exercito corrieron apresuradamente en pos del
joven monarca à ofrecerle los primeros obsequios: y
el mismo David dobló la rodilla ante el heredero de el
cetro: c5 adoravit rex in leófulo suo. (4) Consterna
dos al saber tal novedad el usurpador Adonias y sus
sequaces , huyen , se ocultan, y separan: territi
sunt ergo, ó surrexerumt ........ c. ivit unusquisque
in viam suam. (5) ,

Imagen viva de lo que sucede en la festividad pre


sente. El usurpador Adonias representa à los que
han intentado fundar su nueva doctrina sobre las rui
nas de la fé antigua, queriendo que se recibiesen sus
opiniones en lugar de la doctrina de Jesu-Cristo: ele
vabatur dicens: ego regnabo. David que manda coro
nar a Solomon, representa à la Iglesia que saca al
Ver

(1) Dicentibus, vivat rex Adonias. (2) Quid sibi vule


clamor civitatis tumultuantis º ibid. v. 41. (3) Salomon sedet
super solium regni... & hac est vox quam audistis. Ibid. v. 45. y
46. (4) Ibid. v. 47. (5) Ibid. v. 49.
2o6 SERMo N
verdadero Salomon del obscuro recinto del Sagrarío,
que le coloca en el trono de su imperio, que le depo
sita en las manos de sus sacerdotes y profetas, que
le adora, y que da à los pueblos exemplo para que
He adoren: & adoravit Rex. Qué respeto qué amor
qué rendimiento qué extasis y amorosas ansias en
las almas fervorosas Jesu-Cristo finalmente reyna y
triunfa: Salomon sedet super solium regni & hac est voxe
quam audistis. Y avergonzada la heregia huye pre
cipitadamente, cediendo alomenos en este dia à Jesu
Cristo el imperio que se atrevio à usurpar: territi
surrexerunt, ó. ivit unus quisque in viam suam. De
suerte que con el triunfo de Jesu-Cristo se despecha la
heregia , y esta desesperacion y rabia de la here
gia aumenta el triunfo de Jesu-Cristo. Con que este
triunfo es triunfo público, y ahora añado que es
tambien triunfo universal.
Todo sexo, toda edad, todo estado, toda cona
dicion concurre y se reune para dar culto y rendir
adoraciones al Santisimo Sacramento del altar: no ya
solo el religioso contemplativo que ora en el silencio
del claustro; no ya solamente las almas justas y fer
vorosas, que van à un templo desierto y solo a conº
versar con el Dios de su corazon y à tributarle obse
quios; que no teniendo otro objeto que à su Magestad
divina, no tienen tampoco otro testigo 3 sino todo el
pueblo, movido de zelo santo, penetrado de afec
tos religiosos, lleno de fé viva, inunda el Santuario
con las olas de su concurso, viene à buscar en él a Je
su-Cristo, siguiendo sus pisadas; y celebra su victo
ria y triunfo glorioso con publicos regocijos y can
ticos devotos. Triunfo universal; porque no se limita
y estrecha al recinto de una ciudad, de una provin
cia, de un reyno pues esta fiesta es la fiesta de
- tQ
pEl SANTISIMo SAcRAMENro. 2o.7
todos los lugares, de todas las provincias, de todos
los reynos; la fiesta en fin de todos los pueblos. Por
donde quiera que el sol esparce su luz en este dia, mi
ra postradas à los pies de Jesu-Cristo, patente en el
Santisimo Sacramento, las diversas naciones que ha
bitan el mundo antiguo y nuevo. Triunfo univer
sal en su duracion, mientras que la Iglesia dure: y
de fé es que ha de durar hasta la consumacion de
los siglos: mientras tanto pues cada año renovará las
glorias de Jesus sacramentado. En vano os fatigais,
arbitros y señores del mundo, conquistadores y semi
dioses de la tierra, en perpetuar en el mundo la
memoria de vuestro nombre y honras ; en vano gra
bais vuestro nombre en marmoles y bronces para re
dimirle del olvido del sepulcro y de la injuria de los
tiempos 3 pues esos pomposos monumentos de vuestra
soberbia saben à la fragilidad de la mano mortal que
los erige: ellos se desvanecen como la sombra: ellos
serán tarde ô temprano pabulo de la voracidad del
tiempo, y despues de los extraordinarios esfuerzos
que habreis hecho para vivir eternamente, apenas
se sabrá que exististeis: en lugar que el honrar y so
lemnizar las humillaciones de Jesus Sacramentado
durará de siglo en siglo y llegará à la mas remota
posteridad. Nuestros postreros descendientes ignora
rán por ventura la historia y los sucesos raros de
nuestro siglo, podrán tambien hablar otra lengua,
adoptar otras costumbres; pero no ignorarán los respe
tos y obsequios con que nuestra devocion agradecida
veneró y desagravió a Jesu-Cristo humillado en la
Eucaristia: sabranlo, y su piedad se esforzará à emu
lar y competir con la nuestra. Y sin embargo de la
distancia de los siglos que los separará de sus padres,
se reunirán con nosotros para que formemos un solo
pue
2 o8 SE RM o N
pueblo de siervos de Jesu-Cristo, que le adore en el
Sacramento de la Eucaristia.
Es tambien el triunfo mas brillante y magnifi
co. No espereis que me detenga à descubriros la mag
nificencia de las sagradas ceremonias, con que se ce
lebra la fiesta de hoy ; porque no sois peregrinos en
Israel, y nuestra Madre la Iglesia os acostumbró
desde que nacisteis à ver la pompa de esta gran so
lemnidad: bien sabeis que hoy se vale de quanto
hay de mas majestuoso en sus augustas ceremonias,
y de quanto hay de mas precioso en sus tesoros para
hacer mas solemne y plausible el triunfo de Jesus
sacramentado: vosotros mismos notais por otra par
te el concurso del pueblo, el piadoso alborozo, el
religioso bullicio de villas y lugares: hoy es quando
las hijas de Sion se despojan de sus ricas joyas para
adorno y hermosura del tabernaculo; hoy la opulen
cia de Egipto se traslada à Israel, hoy la tierra se
desnuda de sus flores, la vanidad profana de su
pompa y fausto para engalanar à Jesu-Cristo. Porque
este es el dia en que el Señor solamente se ostenta
grande y magnifico: exaltabitur autem solus Domimus
in die illa. (1)
Toda grandeza desaparece y se aniquila hoy obsº
curecida con el resplandor de la majestad que ro
dea à Jesu-Cristo : los magistrados, de quienes de
penden las honras, las vidas, las haciendas del pú
blico, descienden de sus temibles tribunales para pos
trarse a los pies de aquel que decidirá de su suerte
eterna; los soldados le confiesan por el Dios de las ba
tallas y de la victoria; los Reyes dexan el trono
Iman
y

(1) Isai. c. 2. v. . .
bEL SANTIslMo SAcRAMENTo. 209

mancomunados con la plebe protestan con sus rendi


dimientos y veneracion, que aunque tan grandes y
respetables para nosotros, delante de él no son mas
que polvo y ceniza: Exaltabitur autem Dominus so
lus in die illa. Hoy parece que se borran y anulan
esos nombres y dictados de jueces, de conquistado
res, de Monarcas: solo queda y prevalece el nombre
de cristiano, de catolico, de adorador de Jesu-Cris
to: y en tanto numero de reynos no se reconoce hoy
sino un Señor, un Rey unico , que es Jesu-Cristo
patente en el Santisimo Sacramento: Exaltabitur au
tem Dominus solus in die illa.
O dulce Salvador mio, quán glorioso te ostentas
en este dia ! ó dia grande qué tesoro de riquezas y
suavidades encierras para una alma verdaderamente
devota y penetrada de las verdades de la religion ô
Jerusalen ô santa y venturosa ciudad donde rey
na el Dios de mi corazon quándo se me concederá
entrar por tus muros, pasear tus calles quándo lle
gará aquel instante en que desamparando este valle
de lagrimas y pecados, me traslade y habite en la
santa y pacifica Sion quándo os veré, Señor, ves
tido de luz y resplandor, admitir las amorosas ansias
y encendidos suspiros de aquellos bienaventurados, que
solo se sustentan con el fuego de vuestro amor ó qué
veloces correrán las horas entre los embelesos de gozo
tan extatico ô cómo los siglos parecerán solo un
instante momentaneo Pero si alguna vez es licito
sentir alguna dulzura apartado de vos, hoy es quan
do puedo desentenderme de las penalidades deste va
lle de lagrimas 5 porque veo en este destierro y mun
do miserable un trasunto de la celestial Jerusalen;
veo que las fiestas y solemnidades del cielo descien
den à la tierra 3 que las lenguas de todos los mortales
Zom. Va Dd 5:
2 Io - SE R M o N º

se desatan para celebrar vuestros beneficios; que exas


lados todos y con devotos corazones corren, y se
anticipan à aplaudiros y acompañaros por la carrera
por donde salis triunfante; los cielos y la aurora
narran y testifican vuestra gloria ; en el mediodia se
oye vuestro nombre, los Monarcas mas poderosos pa
recen à vuestro lado meros hombres, pero que aumen.
tan mas su majestad y grandeza con los obsequios
que os rinden à vos, que con los respetos que exi
gen de sus vasallos 5 ellos ceden y consagran su gran
deza para ensalzar la vuestra: todo se olvida y obs
curece hoy 3 vos solo vivis, vos solo reynais: Exalta
bitur autem Dominus solus in die illa. - - º

Triunfo finalmente, en fuerza del qual los abati


mientos de Jesu-Cristo redundan en su mayor hon
ra y gloria. Porque quién es el Dios à quien adora
mos y obsequiamos en esta solemnidad no es aquel
Jesus, vencedor de la muerte, que está sentado à la
diestra del Padre, reynando en el cielo, sino Jesu
Cristo humillado y abatido en la Eucaristia: de don
de se sigue que las humillaciones de Jesu-Cristo no
solamente son el principio de los honores que se le haº
cen, sino que estas mismas humillaciones dan un nue
vo realce à los obsequios que recibe. Cómo asi porº
que si en este misterio santisimo de la Eucaristia fuese.
menos desconocido, le tenia en algun modo menoS.
honroso y plausible el ser reconocido en él, y reci
bir en él nuestras adoraciones.
Que Israel quede atonito, y lleno de terror y es-.
panto al oir en el monte Sinai los estampidos de los
truenos, y el relumbrar de los rayos 3 que Salomon
y todo el pueblo se postre en tierra, quando la majesº
tan del Señor desciende y llena el templo, no me
maravillo; porque todo contribuye Para
º
-
museº
- ... l
º vº
DEL SANTISIMo SACRAMENTo. 2. I

a presencia del Altisimo. Pero en el Santisimo Sacra


mento del altar descubre nuestra madre la Iglesia à S
Jesu-Cristo sin embargo del velo que le oculta: su
fé la certifica de la real presencia de su divino Salva
dor; y su amor la confirma en ella. Mas ilustrada
que Magdalena, ardiendo en caridad mas encendida,
ella le reconoce baxo una forma agena, ella se postrá
à sus pies, ella le adora, ella se apresura por mani
festarle en este estado à todos los pueblos, para que
vean hasta donde llega el amor con que su Dios la ama,
y hasta donde llega el amor con que ella le ama.
Los hombres, para herir y deslumbrar la imagi
nacion y los ojos del vulgo, usan de pompa exterior,
y se revisten y adornan del lucimiento y majestad
agena, porque tienen necesidad de este socorro y au
xilio forastero: y por esto no pocas veces no tanto ad
mira el publico la persona del grande, como su granº
deza. Pero Jesu-Cristo no quiere ni necesita para
atraerse las veneraciones y aplausos universales sino
de sí mismo. Aqui no hay temor ni terror que em
bargue y contenga à los fieles: solo el amor es el al
ma y movil de esta festividad : el amor solo es el
que quita y el que restituye à Jesu-Cristo la gloria
à que tanto derecho tenia en la tierra : este es aquel
amor benefico que oculta y obscurece à Jesu-Cristo;
y aquel amor agradecido que presta à este Dios ani
quilado, los honores y adoraciones con que se quiere
dar por satisfecho.
-- O amor que derramas tantas gracias ô amor
que tambien sabes agradecerlas reynando tu tan
soberanamente en Jesus y en su Iglesia, en el corazon
del esposo y de la esposa, es posible que el corazon
humano ha de cerrar eternamente sus puertas à tus
dulces y halagueños impetus , , , , - -

Dd 2. Va
2 I2 S E RM o N

Vaya pues lejos de nosotros ese espirítu de velei


dad, de bullicio profano, de indevocion que tan
tierna y tan religiosa solemnidad la convierte en fies
ta de distraccion y curiosidad mundana: ese espiri
tu de fé amortiguada, ô de devocion inconstante,
que despues de haber obsequiado algunos instantes
à Jesu-Cristo, vuelven presurosamente al vano exer
cicio de sus pasatiempos. La ocupacion pues de un
cristiano en este tiempo debe ser leccion de libros
devotos, oraciones fervorosas, apartarse del mundo
y de sus ocasionados concursos y diversiones; asistir
al augusto sacrificio del altar: visitar a Jesus sa
cramentado 3 edificar al proximo con asistir devota
mente à la procesion y culto público; dedicar un ra
to cada dia para conversar con Dios en el Santisimo
Sacramento en esas Iglesias que suelen estar tan so
las. Pero especialmente no dexeis pasar esta Octava
tan solemne sin acercaros si es posible à la sagrada
mesa del altar, sin entregaros à un Dios que os es
pera con los brazos abiertos, sin recibir a un Dios
que se ofrece en sacrificio por vosotros. Si esta comu
nion no es comunion de precepto, como la pasqual,
no por eso dexará de ser una comunion que tendrá
mas señales de amor y de gratitud: no os habla hoy
la Iglesia por su precepto, pero os convida, os exe
cuta con sus deseos. Obedientes pues à su voz, es
forcemonos a volver amor por amor 3 permita el cie
lo que nuestro amor no degenere, sino que se pro
ponga solamente por objeto el honrar à Jesus sacra
mentado Pero à las humillaciones voluntarías de Je
su-Cristo que debemos honrar, quántas humillaciones
involuntarias se añadirán hoy, que debemos llorar y
satisfacer? de aqui es que la solemnidad de este dia
es tambien una fiesta de desagravio y de expiacion
por
DEL SAN rismo SacRAMENro. 213
por las humillaciones involuntarias de Jesus sacramen
tado; por lo qual nos pide un espiritu de satisfac
cion y de penitencia: en una palabra al amor agra
decido debemos añadir un amor compungido y pe
pitente. -

r PARTE SEGUNDA.

(TON que es verdad, catolicos (y ojala no ce


semos jamas de llorar este desorden ) con que
es verdad que à las humillaciones voluntarias de Je
sus sacramentado añadimos nosotros otras involunta
rias; à aquellas humillaciones à que quiso sujetarse su
amor, otras humillaciones que agravian y contristan
su amor; à aquellas humillaciones que aplacan la in
dignacion del cielo, otras humillaciones que le pro
vocan ; à aquellas humillaciones que pide toda nues
tra gratitud, otras humillaciones que piden todas
nuestras lagrimas? -

Qué dia tan amargo para nuestra madre la Igle


sia, quando considera que el misterio del amor mas
ardiente se convierte para Jesu-Cristo en un miste
rio de ignominias y que el misterio de vida y de sa
lud eterna se convierte para los hombres en un miste
rio de perdicion y ruina de sus almas qué pensais
pues hace hoy la Iglesia º Sentida no menos de las in
jurias que padece su esposo, que de los castigos à
que se exponen sus hijos, viene à ponerse entre
Dios y nosotros, instituyendo esta solemnidad para
que sea como un asilo, y un muro levantado para
contener por una parte la indignacion divina, que es
tá amenazando à los hombres, y por otra el torren
te de nuestras maldades, que provocan las iras del cie
lo: solemnidad por medio de la qual pacifica la Igles
sia al cielo con la tierra, satisfaciendo ella misma por
- 11 llCS
2r - SE RM o Nº t
nuestros excesos, y haciendo que nosotros satisfaga
mos por ellos, llorandolos por nosotros, y haciendo que
los lloremos con ella. Dos caracteres de esta solemne
festividad, considerada con respeto à las humillaciones
involuntarias de Jesu-Cristo, con que acabareis, de
haceros capaces de toda la instrucción que encierra.
La presente solemnidad es pues un desagravio
que hace nuestra madre la Iglesia à Jesu. Cristo por
las humillaciones involuntarias que padece en el Sa
cramento de la Eucaristia; pero por quanto inutil
mente intentaria la Iglesia desagraviarlas por noso
tros, si no nos convidáraà desagraviarlas juntamente
con ella, por eso esta festividad es un medio podero
so y eficaz de que se vale la Iglesia para excitarnos à
reparar las humillaciones involuntarias de Jesus sa
cramentado. Alargad un poco mas los plazos à vues
tra paciencia. -

1. La solemnidad que nos congrega hoy, es re


pito un autentico desagravio que hace la Iglesia á
Jesu-Cristo, de los ultrajes que recibe en el Sacramen,
to de su amor. Fuera error manifiesto juzgar de la
fiesta de hoy por el aparato exterior; porque solo se
nos representaria entonces como una fiesta de triun
fo y regocijo público; sin embargo segun el espiritu
y la intencion de nuestra madre la Iglesia es un dia
de penitencia pública, de penitencia solemne, de pe
nitencia universal. Es verdad que los templos y las
calles resuenan con canticos de alegria 3 pero la voz
interior de la Iglesia es una voz de gemidos y de sus
piros, una voz de llanto y de lagrimas. Digamoslo
mas claro: todo este aparato de gloria y de magniº
ficencia es un desagravio por nuestros pecados.
Porque quereis saber por qué razon circuncida
hoy la Iglesia a Jesu-Cristo de pompa y resplandorº
* a 3.
DEL SANTIsmo SAcRAMEN ro, 2 5
à fin de cubrir la multitud de nuestras irreverencias:
si levanta hasta el cielo sus canticos y aclamaciones,
espara estorvar que se oiga la voz de nuestros sacri,
legios ; si congrega al rededor de Jesu-Cristo los
justos y almas buenas de todos los pueblos, es para
que la abundancia de sus virtudes ofrezca à Jesu.
Cristo un espectaculo que le haga olvidar en algun
modo nuestras descortesias; si trae à los pies de Jesur
Cristo hombres de todos estados, y condiciones, si rin
de à Jesu-Cristo un culto público y plausible, un culto
y un obsequio compuesto de los obsequios y respetos de
todas las naciones, una adoracion que es la adoracion
de todos los pueblos, es para reparar en un solo dia, en
un solo obsequio, en una sola adoracion los escanda
los de todos los siglos, y de todas las edades, los desa,
catos de todos los pueblos, y de todas las naciones,
- ¿Pero tenia acaso necesidad la Iglesia de ver ul
trajado à Jesu-Cristo en el Santisimo Sacramento
para moverse à honrarle en la Eucaristia tenia ne
cesidad su zelo para avivarse y enardecerse de nues
tras irreverencias y no tiene otro motivo para me
ditar y adorar a su Dios, sino la ternura y el amora
sus hijos ya tengo dicho, catolicos, y vuelvo
à repetirlo, que las humillaciones voluntarias à
que Jesu-Cristo quiere sujetarse en el Santisimo Saa
cramento, consideradas en sí solas y separadas de las
humillaciones involuntarias que añade la impiedad
de los hombres, merecian y pedian todo el agradeci
miento de la Iglesia. Sin embargo yo juzgo, y avivad.
Vuestra atencion, que estas humillaciones involunta
rias puntualmente, nuestras irreverenciasè inmodestias,
nuestros desprecios y escandalos, nuestros abusos y,
profanaciones han inspirado à la Iglesia el pensa
miento de instituir y establecer esta festividad. , , ,
* ---- Traed
2 I6 SE R M o N

Traed à la memoria aquellos tiempos de fervor


y de inocencia, aquellas primicias del cristianismo:
tiempos que con tanta velocidad pasaron, y cuya
imagen solo permanece ya en los libros y monumen
tos sagrados de nuestra religion: tiempos por los qua
les suspira continuamente la Iglesia, cuyos suspiros
nunca logran volverlos y resucitarlos: ó tiempos feli
cisimos quánto era entonces el triunfo y la gloria de
Jesus sacramentado! El pueblo concurria à los tem
plos traido del amor; el amor guiaba sus pasos: qué
silencio tan profundo qué atencion qué recogi
miento eran puros hombres aquellos, podia pregun
tarse, ô antes bien angeles en carne mortal que des
prendidos de los inutiles y perecederos cuidados de
este mundo , eran ya habitadores de la celestial pa
tria por medio de sus encendidos deseos º el silencio
augusto de los sagrados misterios no era interrumpi
do sino con los gemidos de la penitencia, y suspiros
de la caridad: el santuario, cuyas puertas se cerra
ban para los pecadores y gente profana, solamente
se abria para los Sacerdotes y Levitas: el servicio
puntual, la decencia y limpieza, el aparato de las
ceremonias, la santidad y gravedad majestuosa de
los Pontifices, llenos del Dios que invocaban, in
fundian en las almas un temor reverente, y un te
mor religioso: las virgenes puras y fervorosas, si
uiendo al cordero como en la ciudad santa de Sion,
significaban con su devota y viva fé, que no se con
solaban de vivir separadas de Jesus sino con el go
zo de amarle, y con la esperanza de poseerle : las
madres de familia sin otro atavio que el adorno
de la verguenza y de la modestia, sin otro cuidado
que el de ver a su Dios, ni otra solicitud que la de
ser vistas solamente de su Majestad divina no eran
*
-
e - Lly
- ===
----- -= -----=
-

DEL SANTismo SACRAMENTo, 2 17


ínferíores à las virgenes sino en la prerogativa del es
tado, igualandolas en el fervor de la caridad: los
ricos del siglo, los grandes de la tierra, estremeci
dos de su propia prosperidad, apenas se atrevian à
levantar sus ruborosos ojos para ponerlos en aquel
Dios humillado, siendo todo su estudio disimular y
deprimir el fausto de sus personas con los abatimien
tos de la humildad y conocimiento propio que inspi
ra la religion. . . . . . . . . . . . ... ---
A y no era por cierto entonces nuestro Dios un
Dios encerrado, oculto y desconocido en nuestros
templos: ó hablando con mas propiedad, escondido
estaba aquel Dios à los ojos de la carne, pero expues
to y manifiesto à los ojos de la fé; era un Dios: hu
millado, pero respetado 3 un Dios aniquilado, pero
adorado; era es verdad un Dios desconocido, pero
tanto mas amado, quanto el amor le habia escondi
do y ocultado mas. Qué triunfo mas digno y mas
plausible podia entonces y siempre preparar la Igle
sia à Jesus sacramentado, que este espectaculo de
culto, respeto y veneracion tan comun? Pero des
pues que la abominacion se introduxo y cundio en el
lugar santo, se ha visto obligada, nuestra Madre la
Iglesia à patrocinar y defender la causa de Dios, ins
tituyendo fiestas que no conocieron los primeros si
glos de ella, para resarcir escandalos que ignoraron
sus primitivos tiempos. -

a Con este solido e incontrastable argumento con


fundio al principio el sagrado Concilio de Trento, y
despues los teologos catolicos à los Novadores, ene
migos jurados del culto de nuestra Madre la Iglesia.
Vosotros nos pedis, les decimos, que os mostremos
en la primitiva Iglesia las fiestas y solemnidades que
la Iglesia Romana instituyó y dedicó para honrar co
Tom. V. Ee ImQ
2 18 - SERMo N
mo en triunfo público el Santisimo Sacramento de la
Eucaristia. ¿Pero se vieron acaso ni se oyeron en
los tiempos antiguos, replicamos nosotros, los escan
dalos , las blasfemias , los sacrilegios contra este
misterio augusto, que sin exemplo vomitasteis vosotros
los primeros con espanto general del mundo? ¿pero los
tiempos antiguos abortaron hombres tan temerarios
como vosotros, que tuviesen por virtud heroica aso
lar el lugar santo, quebrar los vasos sagrados, dego
llar los sacerdotes, derramar la sangre del ministro
del altar sobre la misma ara en que habia ofrecido la
victima inmolada en sacrificio de paz y de vida, ani
quilar el culto de la Eucaristia, sepultando al Dios
del templo baxo las ruinas de sus santuarios? Por eso
pues no conocio la primitiva Iglesia las presentes so
lemnidades porque ignoró los pecados y rabiosos fu
rores de estos ultimos siglos. Por eso aquellos dicho
sos tiempos no establecieron ni introduxeron casi na
da de nuevo, porque casi nada de nuevo tuvieron
que resarcir, ni que llºrar. Las modernas atrocida
des son las que han ocasionado estas festividades nue
vas: la heregia ha precisado à la Iglesia à contrapo
ner adoraciones públicas y solemnes à publicos y es
candalosos sacrilegios. De modo que estas fiestas son
por una parte obra de su zelo santo, y por otra mo
numento de nuestra impiedad.
De nuestra impiedad repito, porque ved aquí,
catolicos, ved aqui lo que quebranta de dolor el co
razon de nuestra Madre la Iglesia. Ya las iniquida
des de Jerusalen son mayores, que los pecados de Sa
maria, y Judá es mas delinquente, que el cismatico
Israel. Porquesila Iglesia dá en rostro à la heregia con
haber desconocido y negado à su Dios, de qué ofen
sas cometidas contra este Dios que conocemos, no
- InOS.
DEL SANTISIMo SAcRAMENro. 2 19
nos hará cargo à nosotros ella le ve entre nosotros
ingratamente olvidado, abandonado, desestimados
ella le ve blasfemado todos los dias con tantas impias
zumbas; renunciado y negado con tantos escanda
los ; despreciado por tantos ignorantes; baldonado
por tantos indignos ministros: ella le ve afrentado
con la desemboltura de nuestras inmodestias, con la
impiedad de nuestras irreverencias, con la desver
guenza de nuestras profanaciones, y con el horror
de nuestros escandalos: ella sabe que segun la sen
tencia del Apostol los mayores y mas executivos cas
tigos estan reservados para los tiempos de ceguedad
y de malicia, en que los hombres pisen la sangre del
cordero; ella sabe que segun el dicho del Espiritu.
Santo, si el mediador está contra nosotros, nadie nos
valdrá 5 ella sabe que segun se lee en el Apocalip
sis, no hay potencia que resista a la ira del Cor
dero; ella sabe que si el misterio de paz y de pro
piciacion se convierte en misterio de maldicion y
odio, no tendremos asilo adonde acudir para libertar
nos de los rigores de una justicia que tiene que satis
facerse à sí misma, y à su amor despreciado por los
hombres; ella sabe todo esto, y para ayudarnos à
grangearnos el amor de Jesu-Cristo, ella ha instituido
la presente solemnidad tan propia para merecer su amis
- - - «... -

tad y gracia, - º
=

Si cinco justos hubieran sido suficientes para de


fender à Sodoma del fuego del cielo ; si la oracion
que Moyses hizo por el pueblo de Israel, detiene las
divinas venganzas; cómo es posible que Jesu-Cristo,
ese Dios de paz y de amor, ese Dios invocado en el
Sacramento de su amor, se dexe de vencer y rendir
de los gemidos y suspiros de tantos piadosos Prela
dos ; de tantos Sacerdotes, gloria, y ornamentoe del
-- - «. Ee 2 cle
2 2O - SE RM o N
clero, que lloran las prevaricaciones de su pueblo;
de tantos religiosos, que la devocion saca del retiro
del claustro para incorporarse con el pueblo cristiano,
y enseñarle à levantar al cielo las manos devotamente;
de tantas fervorosas virgenes, que obligadas por las
severas leyes de su estado a vivir dentro del recinto
de sus monasterios, salen con el espiritu y con el co
razon para acompañar à Jesus sacramentado en su glo
rioso triunfo 3 de tantas almas devotas y predestina
das que se hallan en todos los estados del mundo, vi
viendo del espiritu de Dios, y no del espiritu del
mundo; todos los quales se congregan para honrar
à Jesu-Cristo y desagraviarle; para adorarle y apla
carle. Injuriariamos pues à su Majestad, si pensase
mos que insensible à tantos ruegos juntos, à los suspiros
y lagrimas de la Iglesia su esposa, negará el perdon
que se pide, especialmente si ve convertidos los co
razones, y mira un pueblo penitente en lugar de un
pueblo prevaricador. ) - -

2. De qué mediº Pues mas eficaz podia Valerse


nuestra Madre la Iglesia para inducirnos à reparar no
sotros mismos las humillaciones involuntarias de Je
su-Cristo en el Sacramento de la Eucaristia qué co
razon habrá tan empedernido, que en una festividad
tan tierna no dé lugar y abrigue afectos de piedad y
devocion: Anegabase en lagrimas Judas Macabeo con
todo el pueblo al ver profanado el Santuario; y la
Iglesia nos conduce à los pies de sus altares , profana
dos no como el templo de Sion por mano agena, sino
por nuestra propia impiedad de suerte que por don
de quiera que convirtamos los ojos , advertifemos
los monumentos eternos del amor mas fino, y los ves
tigios recientes de nuesta ingratitud. Y como el ol
yido voluntario especialmente, y la ignorancia afec
- s o l. r ta
DEL SANTismo SAcRAMENTo. 2 2 I

tada de nuestra religion sea el origen de nuestros de


sacatos; y nuestra desverguenza en cometerlos, y
nuestra indolencia en repararlos proceda de nuestra
poca fé; por esto la Iglesia nos manifiesta à nuestro
Dios con tanto aparato de gloria y majestad, que no
puede ser desconocido. Sacudidos pues y como dis
pertando de un profundo sueño con el resplandor de
esta nueva luz, nos veremos compelidos à decir con
el santo Patriarca Jacob : antes ni lo sabia, ni lo
queria saber, pero ya lo sé, y ya veo ahora que este
lugar es habitacion y residencia del Altisimo: Cum
evigalasset facob de somno, ait: vere Dominus erat in lo
co isto, ó ego nesciebam. (1)
Con que habita Dios en nuestros templos y yo
he venido à ellos tantas veces à hacer alarde ante sus
ojos mismos del desatinado luxo de mi profana opu
lencia, de la odiosa afectacion de mi orgullo, de la
audacia de mi impiedad, de los escandalosos arrojos
de mi libertinage, de la indolencia sensual de mi amor
propio: y he venido à ellos tantas veces à disputarle
el culto de los fieles, à usurparle las adoraciones que
le rendian, y à negarle las que yo le debia : yo he
sido profanador insolente de estas festividades augus
tas, al mismo tiempo que las naciones envueltas en
las sombras del gentilismo veneran religiosamente los
inmundos misterios de aquellas vanas deidades fa
bricadas por mano de hombres, lejos de haber ellas
formado al hombre Vere Dominus erat in loco isto, c3.
ego nesciebam. , -

Con que habita Dios en nuestros templos y ar


rebatado tantas veces de la insolencia de mi impie
, f ... zo su dad
- - -
* ,

—-
(1) Gen, c. 2o. v. 16. - . . . .
***
. *
222 SE RM o N
dad, he tenido la audacia de provocarle hasta en su
mismo tabernaculo, de despreciar sus iras y vengan
zas, como si fuese alguna de aquellas deidades faltas
de poder, cuya colera fantastica no tiene otro vigor
ni fuerza, que la que le quiere dar el ignorante y su
persticioso vulgo.
Con que habita Dios en nuestros templos qué
es lo que he hecho pues, y qué es lo que no he debi
do hacer Ah, catolicos si la antorcha de la fé no
se ha extinguido enteramente en nosotros, si todavia
despide alguna centella, de qué arrepentimiento,
de que dolor tan vivo no deben penetrarse nuestras
almas Porque, si segun aquella advertencia de San
Agustin: piensa si eres reo del cuerpo del Señor: Co
gita ne sis reus corporis Domini, introduxesemos cada
uno de nosotros la mano en nuestro pecho, y po
niendo silencio al bullicio de nuestras pasiones, qui
siesemos dar oidos à la voz de la gracia, de quántos
pecados no nos hallariamos reos -

Tantas comuniones, hechas acaso con un corazon


exasperado con el odio, abrasado con la ambicion,
engreido con la soberbia, afeminado con la abundan
cia de las riquezas, impaciente con los infortunios,
esclavizado por la avaricia, roido por la envidia, ti
ranizado por los caprichos y costumbres locas del siº
glo, abrasado en los incendios de una llama impura
tantas comuniones hechas por respetos humanos, por
el bien parecer, por conservar la buena opinion: he
chas no tanto por agradar à Dios, como por evitar la
censura agena, ó por adquirir la aprobacion de los
hombres tantas comuniones hechas con una concien
cia sobresaltada con remordimientos bien fundados,
y aquietada finalmente con varias sutilezas: con la
horrorosa insensibilidad de una conciencia,que à fuer

DEL SANTISIMo SAcRAMENTo. 223
za de multiplicar sacrilegios, ha llegado à no sentir
sus horrores: con los maliciosos senos de una concien
cia falaz, que se oculta y se disfraza à sí misma, y.
que no quiere ver ni entender nada, porque no quie
re corregir ni reformar nada: con una conciencia er
ronea, que tiene sus vicios propios por virtudes, y
cree que sirve y obsequia à Dios con los pecados de
unas pasiones con que le ofenden: con una concien
cia sacrilegamente vergonzosa, que poseida de un fal
so rubor, ô calla del todo, ö habla confusamente, y
antepone la verdadera desgracia de ocultar sus peca
dos cometiendo otro mayor, à la quimerica verguen
za de descubrirlos con una confesion saludable : con
una conciencia ciega y precipitada, que sin ninguna
reflexion reputa qualquiera frivolo deseo de peniten
cia por la penitencia misma, y que quiere volverse à
Dios sin retirarse del pecado Tantas comuniones
hechas con floxedad, con tibieza, con negligencia;
sin espiritu, con un corazon frio y disipado, como
si la comunion supliese en lugar de todas las virtu
des, y no pidiese ninguna: tantas comuniones sin
fruto, despues de las quales no os habeis sentido ni
mas ni menos reformados : tanto desvio por la comu
nion, quando por indevocion, por insensibilidad,
por tedio, por espiritu de mundo, de pereza e indo
lencia, no habeis querido hacer el menor esfuerzo
para domar vuestras pasiones 3 quando tan descuida
dos habeis andado en volveros à Dios para disponeros
à recibirle 5 quando con el arte abominable de una
virtud hipocrita habeis sabido acaso cohonestar vues
tra reprehensible indiferencia con las afectadas exte
rioridades de una humildad de ostentacion y fingi
miento, publicando que erais indignos de acercaros
à la mesa Eucaristica, y no haciendo de vuestra par
- tC
2 24 SE RM o N
te ningun esfuerzo para haceros dignos de ella; exa
gerando en algun modo la virtud y perfeccion, que
pide este augusto Sacramento, y no aplicandoos. à
minorar vuestros vicios; haciendo gran merito de ese
respeto falso y fingido, supuesto que no lleva otro fin
y objeto, que apartaros de la mesa del altar, y no
procurando infundiros la verdadera veneracion con
que os preparariais para acercaros à ella dignamen
te. Qué otra cosa pues es esta conducta, sino profanar
el cuerpo de Jesu-Cristo, ô despreciarle 5 abusar de
la Eucaristia , ô abandonarla; vituperarle, ó no
prestarle el honor debido Cogita ne sis reus corporis
Domini.
Qué debemos en conclusíon practicar nosotros en
esta festividad augusta. Debemos conformarnos con
el espiritu y con los fines de nuestra Madre la Iglesia,
juntando nuestra lagrimas y suspiros à los suspiros
y lagrimas de la Iglesia, nuestros obsequios a sus
obsequios, nuestras adoraciones á sus adoraciones;
y haciendo en lo interior de nuestra alma con el fer
vor de nuestros deseos lo mismo, que ella practica con
la pompa y magnificencia exterior de sus ceremonias.
Penetrados del mas vivo dolor, digamos con Israel
compungido: pecado hemos, Señor : profanado he
mos el arca de vuestro Testamento: hemos escarneº
cido vuestros sacrificios, y la infidelidad de vuestro
pueblo tan escandalosa ha dado ocasion para que
vuestro nombre haya sido blasfemado entre las na
ciones que no os conocen. Pero jurado teneis, Señor,
de extinguir el fuego de vuestra ira con el agua de
nuestras lagrimas : ya pues las VertemOS en vuestra
presencia con toda sinceridad, y nunca se agotarán;
y aunque vos os olvideis de las iniquidades de vues
ro pueblo, vuestro pueblo jamas se olvidará de
- - - - ellas;
DEL SANTISMo SACRAMENTo. 225

ellas: antes las tendrá siempre presentes para llorar


las, y para daros por ellas una satisfaccion que lejos
de acabarse con esta solemnidad, durará por todo el
discurso de nuestra vida. -

No lo dudeis, catolicos, que con tales disposicio


nes estos dias de tanto triunfo para Jesu-Cristo se
ran para nosotros dias de salud y de gracia 3 porque
este amoroso Dios paga siempre superabundantemen.
te los obsequios que se le hacen, y si nosotros le en
tregamos nuestro corazon, estemos ciertos que no
nos negará el suyo.
Mirad, Dios mio, con benignos ojos este gran
reyno: las naciones comarcanas agitadas del espiri
tu del cisma y del error han quebrantado la alian
za y pacto antiguo , os han cerrado las puertas
de sus tabernaculos, y han abadonado el verdadero
sacrificio; pero en medio de esta funesta mudanza y
trastorno de fe y de creencia que desfiguró el semblan
te de la Europa cristiana, la Francia firme e invariable
en la religion de sus padres, os juró una adhesion
eterna. En vano la heregia ufana con sus conquistas,
se abrió camino en nuestras provincias; en vano los
pueblos embriagados con su ponzoñoso vino querian
compelernos à doblar la cerviz baxo el yugo de la no
vedad profana; en vano esta vacilante monarquía se
vio no una vez sola en peligro de ruina; porque
la Francia antes hubiera sujetado la garganta al cu
chillo, que apartarse de vos. Escritos estan en el
libro de la vida los nombres de aquellos heroes cris
tianos, que fieles igualmente à su Dios, que à su Rey,
defendieron con igual valor y constancia la religion y
el trono ; bendecid, Señor, su posteridad. Alumbrad
esos engañados pueblos que no conocen ya al Dios cuyo
nombre invocaron sus padres; desvaneced la nube
7 om. V. Ff que
i
226 - SE RM o N

que el error ha levantado entre ellos y nosotros: traed


los al santuario para que borren con sus lagrimas los
vestigios de su detestable apostasia: vengan à parti
cipar con nosotros de la liberalidad de vuestras mi
sericordias. Conservadnos al Monarca que habeis co
locado en el trono de este imperio, unico renuevo de
una rama augusta: no os olvideis que la sangre que
corre por sus venas, es sangre de aquel gran Princi
pe, que tanto se fatigó por dilatar vuestro culto, y re
ducir á vuestra Iglesia à los que no os conocian:
aquel Principe, cuyo nombre no menos celebre en los
fastos de la religion, que en la historia de los impe
rios, durará grabado eternamente en el corazon de
los que aman el Estado y la Iglesia: viva pues todo
entero en su descendencia: ya vemos con admiracion
en el hijo la misma constancia en mantener la pureza
de la fé: derramad sobre su alma todas las gracias
con que premiasteis el zelo de su padre. Renovad con
tinuamente en este devoto y cristiano auditorio el es
piritu de fervor con que ahora os ha rendido los mas
puros y sinceros obsequios; y vivamos todos en la
tierra para vos y en vos, à fin que vivamos todos con
yos en la eterna bienaventuranza. Amen.

- - SER
SER MON
DE LA CONCEP CION
DE MARIA SANTISIMA.
Per unum hominem peccatum in hunc mundum ín.
travit... in quo omnes peccaverunt.

Por un hombre solo entró en el mundo el pecado .............


en el qual todos pecaron. Epist. ad Rom. cap. 5.
v. 12.

(TYONque tan infeliz es nuestra suerte sí por


cierto: el manantial de donde nace y se deriva
segun la expresion de la Escritura el torrente de las
generaciones y descendencias humanas, fue luego en
su principio inficionado con la ponzoña de la culpa.
Entramos en el mundo, dice San Ambrosio, como
aquellos baxeles que azotados y quebrantados por los
vientos y por las tormentas, son arrojados por las
olas del mar à la ribera: quos naufragos in hanc vitam
quidam natura fucius expulit. Antes que existamos
ya existe nuestro pecado, él se nos anticipa, él se
nos adelanta, él nos está aguardando en el camino
por donde hemos de pasar. La ira del cielo es la
primera herencia, que hereda de sus progenitores el
que nace para empuñar el cetro, y sentarse en el tro
no. De modo que por el hecho solo de ser hombres,
somos pecadores ; y este titulo de pecador fue propio
al principio de los mayores santos, que por mas fie
Ff2 - les
228 SERMo N

les y constantes que fueron en resistir los ímpetus del


mal, à que siempre se sintieron estimulados con fu
nestas inclinaciones , siempre tuvieron Justa causa pa
ra humillarse, por quanto por el pecado de un so
lo hombre todos, todos los hombres son pecadores: Perº
unum hominem...
Tu sola, Virgen Maria, madre del Dios de la
santidad, tu sola te libraste del naufragio, nunca al
contemplarte à tí misma, te llenaste de rubor y
de verguenza : toda tu vida fue texida de san
tidad y gracia. Tú, hija verdadera de Adan , sin ser
heredera de su culpa, solamente recibiste dé la san
gre y la vida 3 pero no recibiste su pecado. De un
tronco podrido salio una rama sana; y este renuevo de
David aunque plantado en mala tierra , fue regado
con el rocio del cielo, y solo produxo frutos de jus
ticia, porque no se propagó en Maria el pecado de
aquel hombre, en quien todos los hombres pecaron:
Per unum hominem...
Asi que en la comparacion que la solemnidad de
este dia nos dicta e induce que hagamos entre Maria
y nosotros, entre su estado y el nuestro, se advier
ten sin embargo de nuestra regeneracion en Jesu
Cristo dos esenciales diferencias. La gracia de Maria
es una gracia que la preservó de la culpa; y la gra
cia de nuestro estado es una gracia que nos libra de
ella: primera diferencia que yo llamo diferencia de
santificacion y de justicia. La gracia de Maria es una
gracia que la indemniza y exime del violento esti
mulo que nos arrastra al pecado 3 y la gracia de
nuestro estado es una gracia que se nos da para
resistir al incentivo del pecado : segunda diferencia
que yo llamo diferencia de auxilios y de inclinaciones.
La causa pues porque no hacemos el debido aprecio de
aque
DE LA CoNcepcioN. 2 29

aquella gracia que nos liberta del pecado, es porque


no llegamos à conocer toda la fealdad del pecado: y
la causa porque nos parece debil y poco eficaz
aquella gracia que se nos concede para resistir al
incentivo de la culpa, es porque esta figurada inefi
cacia nos parece que escusa nuestro pecado. La segu
ridad pues funesta del pecador que ni conoce ni quie
re conocer el pecado, y los vanos pretextos del peca
dor que escusa y quiere escusar su pecado, entram
bas cosas quedan hoy destruidas con las lecciones que
en esta festividad nos da Maria. Porque una Virgen,
madre de Dios al mismo tiempo, preservada del pe
cado por la plenitud de santificacion y de justicia, con
que es dotada en el primer instante de su concepcion,
es un misterio que da al pecador una idea cabal del
pecado. Una Virgen , que siendo madre de Dios
juntamente, se esmera en precaverse del pecado en
medio de la abundancia de auxilios y gracias, que re
cibio su alma en el primer instante de su concep
cion, es un exemplo que desarma al pecador de las
escusas del pecado. Voy à descubriros mi idea. En
la felicidad y en la gloria de Maria Santisima con
cebida sin pecado, aprendereis à conocer y à temer
el pecado: punto primero. En la vida y en el exem
plo de Maria concebida sin pecado , aprendereis
à detestar el pecado , y sus escusas : punto se
gundo. Imploremos la gracia por la intercesion de
esta Virgen purisima. -

PRIMERA PARTE.

Acemos en pecado : ved ahí la infelicidad de


- nuestro principio. Vivimos, y vivimos gusto
sos en el pecado: ved ahí el delito de nuestra con
- duc
23o SE RM o N

ducta. Pero nuestro delito y nuestra infelicidad jun


tamente consiste en que ni sabemos ni queremos sa
ber qué cosa es el pecado. Porque nos complacemos
tanto en él, que tememos que nos llegue à disgustar:
por esto toda luz que nos descubre la enormidad del
pecado, es para nosotros una luz importuna de que
huimos. Pero desdichado, dice el Señor, desdicha
do aquel profeta, aquel predicador que esclavo de
los respetos humanos, y mundanas condescendencias,
mantiene en mi pueblo las ignorancias que fomentan
sus desvarios. Por tanto, vengo yo hoy, ô pecado
res, à desvanecer la niebla que os impide ver el peca
do. Y para esto me basta explicaros el misterio que
celebra la Iglesia en este dia. El misterio pues de la
inmaculada Concepcion de Maria es hablando propia
mente el misterio de la santidad de Dios; es un monu.
mento de los mas augustos y mas autenticos del abor
recimiento que profesa Dios al pecado ; es una de las
pruebas mas convincentes del horror, que tiene su
Majestad divina al pecado, y del que debemos tener
le nosotros. Qué es con efecto lo que advertimos en
este misterio º Vemos un Dios que queriendo elegir
madre, no puede consentir que la que escoge para
la alta prerogativa de la maternidad divina, sea con
cebida en pecado; un Dios que queriendo amar à su
madre siempre, se ve obligado à empezar por preser
varla de la culpa; un Dios que queriendo dar à su
madre una prenda, un testimonio de su amor, le dá
por primera prueba de su amor, el privilegio de SCI
libertada del pecado. Tres consideraciones sencillas y
naturales, que OSintroducirán en las profundidades de
este gran misterio.
1. Un Dios que queriendo elegir madre, no puede
consentir que la que escoge para la alta prerogativa
de
DE LA CoNCEPCIoN. 23 I

de la maternidad divina, sea concebida en pecado.


Quién me diera eloquencia suficiente para explicaros
S con entera claridad los caminos de vuestro Dios, y
•a
• enseñaros à juzgar de las cosas como él juzga Ese
pecado, que ahora para apoderarse de vuestro cora
zon, enciende y recrea vuestra imaginacion con es
pecies halagueñas, que adormece vuestra razon con
agradables y lisonjeros sueños, que inflama vuestros
deseos con el incentivo de tantos gustos y deleites; no
por cierto, no subsistirán, ni podran sufrir todos sus
engaños e ilusiones la fuerza de un rayo de la luz
eterna, à cuyo beneficio vereis el pecado como es en
sí, desnudo de las halagueñas apariencias con que se
os representa. En aquel instante de lamentable y fatal
contagio en que todos nosotros hallamos el pecado y
la maldicion del pecado, alli encuentra Maria la gracia
y la santidad. De dónde pues procede esta distincion y
privilegio tan glorioso No os diré yo que el Verbo
Eterno no puede pensar sobre Maria sino pensamien
to de paz y de complacencia: que la trataba como
hijo, aunque ella no es todavia su madre; que los
efectos de su amor se anticipan à los afectos en que ha
de arder el corazon de Maria 3 que él no puede ne
gar nada à Maria, supuesto que ha consentido en
serla deudor de su nacimiento: pero lo que yo sus
tento es que si queremos entender y penetrar el mis
terio de su conducta, debemos averiguar las causas
no tanto en su amor à Maria, quanto en su abor
recímiento al pecado. Bien pensareis vosotros que no
se mostraria su Majestad divina Dios de la misericor
dia, si una madre no experimentase en él la ternura
y el amor de un hijo. ¿ Pero no os parece que no se
ria el Dios de la santidad; que no lo seria tanto co
mo lo es que no lo mostraria tanto como quiere y
CO
2 32 SERM o N
como debe mostrarlo, si consintiese nacer de una ma
dre esclava del pecado, y contaminada con la fea man
cha del pecado Y aqui es, aniados oyentes mios,
donde habeis de cargar especialmene todo el peso de
vuestra consideracion, si abrigaseis todavia en vues
tro entendimiento alguna duda acerca de la augusta
prerogativa de la Concepcion inmaculada de Ma
ria Santisima.
Cómo aquel Dios que no quiere habitar por su
gracia en una alma donde habita el pecado; aquel
Dios que se ausenta de nuestro corazon, luego que
damos entrada en él al pecado; aquel Dios que abo
mina de los sacrificios mas santos, si el sacerdote y
el pueblo no procuran ser tan puros e inmaculados
como la victima; aquel Dios que solo corresponde
con truenos y con rayos, si la voz de la iniquidad se
oye y se mezcla con la voz de la oracion; aquel Dios
que prohibe à toda profana y delinquente boca que
se abra para proferir y anunciar su santa Palabras
aquel Dios que por eso es Dios, porque es santos
aquel Dios que segun la expresion del Profeta no
conoce otra gloria que la de ser santo: magniº in
sanciitate : (1) Este dios pues tan enemigº y ºº
vengador del pecado, habia de beber el aliento de
su vida humana en una fuente de aguas inficionadas
con la ponzoña de la culpa º No por cierto, catoli
cos, la sangre que ha de correr en las venas del Dios
de la santidad no seria enteramente pura, si algu
na vez dexó de serlo; y si alguno negáse a Maria el
privilegio de no haber conocido pecado por el temor
de concederle una prerogativa que no la Pertenece,
- 11O

(3) Exod. c. 15. v. .


DE LA CoNcepcioN. 233
no debe temer al mismo tiempo defraudar al mismo
Dios de una excelencia peculiar suya Argumento
tan convincente , y tan solido que un San Agustin,
sin embargo del acalorado empeño que traia en de-º
fender contra los Pelagianos el dogma del pecado ori
ginal, y el pecado universal de los hombres, deriva-.
do de la culpa del primer hombre, no dudó de levan
tar à favor de Maria diques contra aquel diluvio de
iniquidad que inundó toda la faz de la tierra, recono
ciendo y confesando que por honra del mismo Jesu
Cristo no comprehendia à la madre de Dios en la mal
dicion comun: Excepta Virgine Maria de qua propter
honorem Domini, nullam prorrus cum de peccato agitury
haberi volo questionem. Argumento en que se han fun
dado los Sumos Pontifices y el sagrado Concilio de
Trento para prohibir las disputas inutiles que podiani
perturbar la paz y el silencio del culto religioso con
que la piedad de los fieles venera à la inmaculada
Concepcion de Maria. - a 3

. ... Qué viene à ser pues el misterio de la Concep


cion de Maria? Ya he dicho que le podemos conside
rar como el misterio de la santidad de Dios. Procura
ré explicar mi pensamiento. Misterio repito, de la
santidad de Dios, en que en cierto sentido se anun
cia y manifiesta esta misma santidad tan alta y ex
presamente, como en los demas misterios de nuestral
religion. Con efecto, que un hombre Dios dé su viº,
da para satisfacer por el pecado, y salvar al pecador,
que la muerte de un hombre Dios sea necesaria para,
reparar el pecado ; la misma voz de su sangre que
corre por la tierra, la misma grandeza, de la satisfac
cion me está diciendo la grandeza y majestad de aquel
Dios que fue ofendido por el pecado. Pero un Dios
que no es posible se resuelva à sufrir mo digo yo en
-7om. V.o Gg sí,
234 s -SER Mo N r
sí, sino en su madre ni la sombra de una culpa, que
tan aprisa es borrada por la gracia; un Dios que no
es posible consienta jamas llamar madre à ninguna
en quien advirtiesen sus ojos una instantanea mancha
de pecado 3 un Dios que miraria eternamente como
indigno de su pureza un tabernaculo por donde hu
biese pasado, un amago, una sombra, aunque mo
mentanea, de culpa; por estos rasgos y caractares
reconozco todavia al Dios de la santidad. En otros
casos veo à un Dios benigno que ama al pecador 5 à
un Dios justo que castiga el pecado; à un Dios terri
ble que se venga del pecado. Pero aqui veo igualmen
te à este Dios, santo, que detesta al pecado 5 à este
Dios santo , que manifiesta con esmero todo su
aborrecimiento al pecado. Me resolvere à decirlo?
En el mismo madero de la cruz. no encuentro y o
odio al pecado mas formal, mas puro, mas pleno;
mas completo. Porque es verdad que allii sacrifica
el Padre Eterno à su hijo por el aborrecimiento que
tiene al pecado; que le sacrifica por el amor que tie
ne à los pecadores, haciendo ostentacion de Dios de
la santidad, de Dios de paz y de caridad. Pero en el
misterio de hoy no se descubre menos el odio al peº
eado: antes todo es obra suya. La santificacion de la
madre procede de la santidad del hijo, porque si el y.Cº
bo divino no tuviera que ser concebido en las entrafias
de Maria, Maria hubiera sido concebida en pecado.
Y la santificacion de Maria anuncia mutuamente y
declara la santidad de Jesus 3 porque en lo mismo
que hace por ella, se vé y manifiesta lo que él es veº
se en él un Dios que puede perdónar el pecado, borº
rar el pedado, llorar el pecado , obligarse à la satis
faccion del pecado: vese al mismo tiempo en él uñ.
Bios, que por sí mismo, y por respeto à su propia
de a2 .. Y spek
DE LA ConcepcioN. 2 35
persona profesa un odio tan formal al pecado; un
aborrecimiento tan vivo , tan intrinseco al peca
do, que una culpa , una sola- culpa, una culpa
momentanea, la culpa de un solo momento , una
culpa que no es efecto de la propia voluntad de
aquella à quien destina para ser madre suya es im
posible conciliarla con los proyectos y designios
de su misericordia: vese ademas desto en él un
Dios que queriendo amar siempre à su madre, se
ve obligado à dar principio à este amor preservanº.
dola del pecado. --- - -- 3 ... . . .»

-2. Pero qué digo? y cómo cabrá en vuestro juicio,


amados oyentes mios cómo era posible que Maria,
aquella obra privilegiada de la mario del Altisimo, la
mas excelente de todas las puras criaturas; la obra
mas perfecta y noble del Criador; la honra y la ma
ravilla del universo; María, aquella hija de David,
aquella luz de Israel, aquella estrella de Jacob, tan
deseada de los Patriarcas, tan anunciada por los
Profetas; Maria, aquella aurora que ha de prece
der al sol de justicia, aquella fecunda nube que ha
de llover el rocio del cielo en los campos de Judá;
aquella dichosa tierra que habia de abrir sus entra
ñas para brotar la salud de las naciones, Maria, en
que estaba fundada la esperanza de la generacion san
ta, y la expectacion de todo el mundo : digamoslo
de una vez: Maria predestinada para ser hija queri
da del Dios de la gloria y de la majestad; madre del
Salvador divino, esposa del Espiritu Santo; cómo
era posible, repito, que ni por por un solo momento
fuese objeto de ira y de indignacion ante los ojos de
Dios y de qué Dios º de un Dios que es su propio
hijo. Ah, catolicos ¿sabeis como nos representan à
Dios los Profetas para darnos alguna idea de su santi
* - Gg2 dad?
2.36 , , , SE RM o N a
dad representannosle con el rayo en la mano, ven
gandose de los desacatos que se cometen contra éls
representannosle encendiendo el fuego devorador que
ha de abrasar la tierra y todas sus prevaricacionesó
sepultando al pecador baxo las ruinas de ciudades y
reynos; dirigiendo y fulminando el rayo de su justi
cia contra el mismo trono, sin respetar la purpura y
la diadema; sacrificando à su santidad ofendida esos
semi-Dioses de la tierra à quienes el mundo adora.
Con todo eso, el concepto que Dios, tiene del peca
do, no tanto se ha de echar de ver en el corazon de
un amo, como en el de un hijo. O Reyes, ô Monar
cas no ignoro lo respetables, y dignos de toda vene
racion que sois, para nosotros 3 y ojala que no igno
reis vosotros mismos que delante de Dios sois meros
hombres 3 y si sois pecadores , algo menos que
hombres. Pero para romper los vinculos tan estrechos,
para, desatar los amorosos y sagrados lazos de madre
y hijo, basta un pecado : un pecado solo, aunque
fuese original e indispensable, aunque no fuese de
eleccion y de libertad, era suficiente para poner entre
la madre y el hijo un muro de division, que separa
ria y, enemistaria unos corazones. tan intimamente
unidos. Solo este pecado prevaleceria sobre todos los
titulos de hija, de madre, y de esposa. Jesus nomiº
raria ya à Maria como à su madre, ni la veria ya con
ojos de hijo. Desgraciados pues de nosotros, si nos
dexamos engañar en este punto Complacesele al
mundo con los hechizos de la hermosura, con las
gracias del ingenio, con las festivas discreciones de la
conversacion, con los halagos de las modales gratas,
con la amabilidad del natural, con la bondad del co
razon, con las atenciones de la urbanidad, con las
condescendencias de la contemplacion , con los elo
• -
º
* - gos
- "gº - 4 - - - ---

---L L-= =

DE LA CoNCEPcioN. 237
gios y halagueñas mentiras de la lisonja. Complacese
à los hombres con solo el deseo de complacerlos, per
suadiendolos que nos caen en gracia, engañandolos, y
dexandose engañar; complaceseles todavia con mas se
guridad con el poder y valimiento, con los benefi
cios y mercedes que se les hacen, y muchas veces ,
solo con las que esperan recibir 3 porque el que pue
de valer, ô persuadir que con el tiempo podra ser
util, no dexa de agradar y bienquistarse: compla
ceseles finalmente sin virtud alguna, y tal vez pa
ra complacerlos, se emplean las pasiones y las mal
dades. -
- No sucede asi con nuestro Díos: porque aunque
por otra parte te halles constituido en la mayor gran
deza, si no eres mas respetable por tu virtud, que
por tus talentos y tu opulencia, reputate por abomi
nable en su presencia; pues sujeto nuestro Dios, y
como constreñido por las leyes de su propia santi
dad, ya solicita, ya huye : ya se ofrece, ya se nie
ga : ya se comunica, ya se retira segun los vicios, ô
las virtudes que observa. , , , , , o
... Si Dios pues no miró con odio à su madre ni por
el brevisimo espacio de un solo momento, fue por
que ella no estuvo sujeta al pecado ni un solo instante.
Amala su divina Majestad no solamente porque ha de
nacer de ella el Santo de los Santos, sino especialmen
te porque ella es santa: sin cuyo privilegio y exce
dencia hubiera sido despojada de todas las demas pre
rogativas. Ello es que para poderla amar siempre
Dios, fue necesario que empezase por preservarla de
pecado : y cómo pensais que la manifestó este amor
tan ardiente y tierno? el
--3. Dios quiere conceder à Maria una gracia que
corresponda à la magnificencia de un Dios, y à la
•*-- - - tC
238 .y SE RM o N

ternura de un hijo; una gracia digna de la divina ma


ternidad à la qual quiere levantarla, y que en cier
to modo la hace digna de la augusta prerogativa que
la está preparada: una gracia tan estupenda, que so
lo un Dios puede concederla, y solo puede recibir
la una madre de Dios: una gracia, de la qual tomen
ocasion todas las naciones y todas las edades para de
cir que Maria está llena y enriquecida de los dones y
mercedes divinas. - - º , - s: i.

Bien sabeis, Señor, que hablo con un mundo


-

carnal; con un mundo esclavo de sus deseos y con


cupiscencias terrenas; que habiendo yo de manifestar
le la abundancia y las maravillas de vuestras miserí
cordias, él tiene el entendimiento preocupado, y la
imaginacion llena y acalorada con vanos proyectos de
caducas grandezas, porque las ideas que se forma de
vuestra majestad, son conformes al antojo de sus de
satinadas pasiones 3 que su corazon se enardece,
anhela y desea para Maria lo que él apetece para sí
mismo; que está esperando que le sumerjais en un
pielago de opulencia y prosperidad mundana. Pero
no, dice el Señor, mis caminos no son como los vues
tros: Vie mee non sunt vie vestra. No hay otra hon
ra ni otra gloria segun las ideas de Dios» que la ino
cencia; no hay otras riquezas, que los tesoros de la
racia: lo mas que su Majestad divina hará por Maº
ría en el mundo, será preservarla de pecado, derra
mando sobre su alma bendítisima la plenitud de sus
gracias : y sin embargo de ser madre de Dios, creerá
que ha hecho bastante por ella: y sin embargo de
ser él un Dios omnipotente, creerá no poder haber
hecho por ella cosas mas excelentes y provechosas.
Pero Maria, aquella rama y descendiente de tan
tos Reyes que dominaron en Judá en los gloriosos
- tiem
DE LA CoNCEPcroN. 2 39.

tiempos de su prosperidad; aquella hija de tantos y


tan poderosos Monarcas, desconocida ahora y menos
preciada en la tierra donde reynaron sus mayores, so
lamente conserva unos antiguos y olvidados derechos,
y una nobleza envilecida con la indigencia. Mas si
Dios hablase, veriamos aquella rama de David , cu
yas raices se manifiestan al parecer secas, reverdecer
y avigorarse de repente, cubriendo todavia con su
sombra à Jacob. En la mano de Dios está pues 5 y un
hijo que fuese puro hombre pensaria y querría exe
cutarlo; pero un hijo que es Dios, no piensa asi. Y
por qué no piensa asi 3 Prestadme vuestra atencion,
amados oyentes mios; que no puedo hablaros de ma
teria mas importante ni mas tierna. . . . ..
Por qué razon, me direis, no añade Dios à la gra
cia que preserva á Maria del pecado, la de esta pro
teccion exterior de humana grandeza, que la resti
tuiria al explendor de sus progenitores. Por una pre
dileccion, respondo, no menos gloriosa, que venta
josa para Maria. Fue destinada Maria para confundir
con una prueba evidentisima e írrefragable, los erro
res y engaños que padecemos nosotros acerca de lo
que llamamos felicidad e infelicidad, prosperidad y
adversidad, gloria, aplausos y abatimientos. Por eso
negó. Dios al objeto mas tierno de su amor las fe
licidades de este mundo, porque se proponia darnos
à conocer la vanidad de esos bienes por que anhela
mos con tanta ansia; que gozamos con tanta fruicion
y deleyte; y que perdemos con tantas lagrimas y sus
piros: porque intentaba persuadirnos que no son,
otra cosa que sueños y quimericas fantasmas 3 que no
los reputamos por bienes grandes y magnificos, sino.
porque en nosotros todas las cosas son en sí pequeñas.
y de levisimo momento, los designios, los proyectos, a
4: , . las
2 4o SE RM o N

las luces, el entendimiento, la razon, el corazon;


sino porque en nosotros ninguna cosa hay grande si
no nuestra facilidad en dexarnos engañar y nuestra
obstinacion en no querer desengañarnos; sino por
que la momentanea y frivola felicidad de esos fugaces
instantes que llamamos vida humana, no la miramos
nosotros, como la mira Dios desde el abismo de la
eternidad, adonde corre tan precipitadamente à des
vanecerse, à desaparecerse, à sumirse: porque queria.
manifestarnos en el exemplo de su madre que los uni
cos bienes verdaderos son los bienes interiores, los
bienes de la gracia, y de la virtud, pues son los uni
cos que Dios aprecia tanto, que los concede à quien
ama, y los niega à los que no tienen parte en su
amor: porque Jesu-Cristo no puede hacer mayor
honra à Maria, que valerse de ella para que publique
de antemano su Evangelio. ¿Porqué no intima des
de ahora Jesu-Cristo aquellas maximas tan rigidas y
tan austeras; aquella doctrina tan pura y tan sublime3
aquellos oraculos con que habian de ser canonizar.
dos los trabajos, los abatimientos, la pobreza 3 aque
llos
ricosanatemas
y las que se habian
riquezas, de fulminar
contra, contray los
los grandes las
grandezas de la tierra; porque no los intima ya
Jesu-Cristo, repito, por medio de la conducta
que guarda con su santisima madre º ni que otra cºr
sa pueden esperar esos bienes del mundo sino maldi
ciones y anatemas de parte de aquel que los estima
por tan indignos de ser dados por un Dios, como
de ser dados à la madre de un Dios º sº

o Porqué, repetis, porqué Dios no añade los de


mas bienes à los bienes de la gracia º Oid, almas atri
buladas ., y atended que el Dios que aflige no es
menos digno de agradecimiento , antes
cil
ºleº O3lIM
DE LA CoNCEPCIoN. 241
San Agustin, que es mas acreedor à nuestro recono
cimiento, que en el Dios que consuela.
... Por qué, me preguntais, no concede Dios à Mari
los demas bienes con los bienes de la gracia Porque
el amor de un Dios no consiste tanto en darlo, co
mo en negarlos. Con efecto no hay en el peso del
santuario cosa mas estimable y excelente que la vir
tud; pero no hay virtud mas sublime y acendrada,
que una virtud abatida con grandes humillaciones,
acrisolada con grandes infortunios , exercitada con
grandes contradicciones. Dios pues ama à Maria, y
la ama con amor de hijo. Qué pensais se sigue de
aqui? que por quanto la ama con amor de hijo, ha
ce alarde para reservarla de un pecado momentaneo
de toda la fuerza de su brazo; pone en execucion todo
su poder; derrama prodigiosamente todos los tesoros
de su sabiduria 3 agota, si es licito explicarme asi, to
das las riquezas de su gracia; altera todas las leyes
que depositan la fortuna de los hijos en manos de sus
padres; establece solo para Maria un nuevo plan,
un nuevo orden de redencion y de justificacion. Asi
tambien, por quanto la ama con amor de hijo, lejos
de obrar milagros para levantarla y engrandecerla à
los ojos del mundo, antes obra maravillas para ocul
e
tar con la mas densa niebla el esplendor y la grande
za de Maria. . . .. . . . . . . . . . . .. r
, -

Llamo milagros, el violentar en cierto modo sus


inclinaciones, ocultar sus afectos, disimular su amor;
llamo milagros, el proceder contra las leyes ordina
rias de su providencia con sus escogidos. Esta pues y
no otra es la conducta que guarda con Maria. Los
santos, constituidos en la altura de una grandeza su
perior à toda humana grandeza, encuentran en la vir
tud mayor gloria y mayores aplausos de los que ellos
- Tom. V. Hh Keº
242 SERM o N
renuncian: el arbitro y señor del cielo deposita mu
chas veces en manos de sus predestinados el mando y,
el imperio de la tierra; à su voz se altera la natura
leza docil y obediente, ella se comueve, ella obra
al arbitrio de ellos las maravillas que la piden. Sin
embargo este universo que obedece al siervo y al es
clavo, parece no conoce à la madre y à la señora.
Ella trae una vida obscura, desconocida, olvidada,
sin lucimiento ni esplendor alguno que llame la aten
cion y los ojos de los hombres: ni Dios le concede
en la tierra ninguno de aquellos privilegios propios
de la maternidad divina. Pero yo me engaño: antes
se los concede todos ; pues todos se contienen en la
santidad que le concede. Porque qué viene à ser todo
lo demas Sucesos felices, milagros, poder, autori
dad, grande opinion en el pueblo: esto es todo lo
que Dios da quando ama como dueño y como Sobe
rano : y esto es lo que Dios tambien concede quando
no ama. Pero las mayores tribulaciones, los mayores in
fortunios, las mayores humillaciones, todo lo que pue
de ser ocasion y materia de los mayores sacrificios:
ved ahí lo que Dios da quando ama con amor de hijo,
ô con amor de padre: ved ahí lo que no da Dios sino
quando ama con el amor con que ama à Maria.
Bien puede pues Maria ser mas santa, que todos
los Santos; que à fin de acrisolar, de perfeccionar,
de elevar su santidad al grado mas heroyco 3 à fin de
ensalzarla por la virtud quanto se levanta por la dig
nidad; à fin que sea santa como conviene à la ma
dre de Dios, como conviene à la madre del Dios de
la santidad , su Majestad divina la tendrá siempre
humillada y afligida. No por cierto, no hay quien
pueda ni sepa amar de este modo, sino solo Dios; así
como no hay sino la madre de un Dios que merezca
- - - - - SCR.
----------i-- ºeº-º
-

=
e a = -

DE LA CoNCEPeroN. 243
ser el objeto de semejante amor. Con que era necesa
- rio que para amar Dios á Maria con un amor que
fuese digno de un Dios, y de la madre de un Dios,
fundase su amor y le hiciese consistir en preservarla
del pecado, en darle su gracia, y en no darle sino
su gracia, en sembrar la tela de su vida de virtudes
y de cruces , entretexiendosela de santidad y de
penas.
Y nosotros, amados oyentes mios, hemos medi
tado y entendido alguna vez, y lo entendemos aho
ra, quanto aborrece Dios el pecado º Y si lo compre
hendemos, podemos dexar de estremecernos al con
siderar la horrible contradiccion de sentimientos e
ideas, que el misterio de este dia nos hace ver entre
Dios y nosotros? un Dios que queriendo elegirse una
madre, no puede consentir que aquella a quien des
tina para la alta preeminencia de la maternidad di
vina, sea concebida en pecado; un Dios que querien
do que no hubiese un momento en que dexase
de amar à su madre, se ve obligado à empezar por
preservarla de pecado; un Dios que queriendo dar
à su madre una prenda de su amor, no le da otra ma
yor sino la de preservarla de pecado ; con qué
ojos nos parecerá que mira en nosotros, que no so
mos sino unos esclavos, unos rebeldes, unos insolen
tes, esos pecados que no son obra de una voluntad
agena, sino pecados propios y personales; esos peca
dos que no son pecados de origen y de necesidad, si
no pecados de eleccion y de voluntad; esos pecados
que no son pecados de solo un momento, sino peca
dos de muchos dias y de muchos años; esos pecados
que no se miran como una calamidad, que llora y
de que se averguenza el hombre, sino como unos
pecados en que se complace, y de que se gloria: por-.
2 que
24.4 SER M oN r

que tal es la disolucion de este siglo de prevaría


caciones, que con grande escandalo de la religion y
con grande afrenta de la razon no es ya hoy dia el
pecado en cierto modo el mayor delito del pecador.
Pecase; pero cómo se peca º pecase sin miedo,
sin remordimiento, sin escrupulo ; pecase con tan
espantosa facilidad, que parece que para los pecados
que no se cometen, solo nos falta la ocasion de co
meterlos. Si se trata de asegurar nuestra fortuna con
detrimento de la salvacion 3 de obedecer à los estimus
los de la carne, resistiendo à los llamamientos de la
gracia; de ofender à Dios por no ofender à los hom
bres, pronto nos resolvemos, y siempre decidimos
contra Dios, no dudamos de cometer un pecado que
nos sea gustoso, ô util; y la prontitud con que el
corazon humano abraza la culpa, da ocasion para
dudar si para arrojarse al pecado necesita de otro in
centivo, que del incentivo del pecado mismo.
Pecase, y despues de haber pecado , os saboreaís
en profunda Paz con las dulzuras de vuestro pecado:
sobresaltados continuamente y temerosos sobre el es
tado de vuestra fortuna, vivis con inalterable tran
quilidad sobre el estado de vuestra conciencia: à la
menor sospecha de una desgracia, de un infortunio
que puede desbaratar los proyectos y derribar las esº
peranzas de vuestros adelantamientos y desahogos
sensuales, qué sueños, qué quimeras no os fraguais?
en qué tristes pensamientos, en qué profundas me
lancolias no se sumerge una alma, encendida con el
frenesí de cumplir y satisfacer sus pasiones y apetitosº
Una ambicion frustrada, un orgullo abatido, una
venganza malograda, una perversa politica, y una maº
la intencion conocida y descubierra, desespera y en
loquece. Pero si no habeis perdido mas que à Dios y,
- Slk
DE LA CoNCEPCIoN. 245
su gracía, bien presto os consolais; y aún muchas
veces no llega vuestra afliccion à tanto, que necesi
teis de consuelo: porque pecais, y quereis pecar, y
teneis complacencia en pecar, y lejos de huir del pe
cado que os viene à tentar, correis apresurados para
explicarme asi tras el pecado, que huye de vosotros.
Por esto no omitis diligencia alguna para sazonar las
ocasiones, para antever y disponer las coyunturas,
para allanar los caminos del pecado: por esto no omi
tis nada para encender, para viciar vuestro corazon,
y para asegurar y alentar vuestra conciencia. Ay! no
parece sino que la inocencia es para nosotros un horri,
ble peso que nos agovia no parece sino que tememos,
y nos avergonzamos de ser justos mucho tiempo, y
de empezar muy tarde à ser pecadores, pecas !
Pecamos, y nos obstinamos en el pecado, nos re
sistimos à todas las inspiraciones de la gracia, nos en
durecemos contra todos los remordimientos de la con
eiencia, poco cuidadosos de morir en pecado, con
tal que tengamos la satisfaccion de vivir en él. Peca
mos, y no queremos pecar solos. En todo estado, en
toda condicion siembra el libertinage sus maximas
prevaricadoras; la irreligion vomita sus blasfemias;
la sensualidad derrama y comunica su ponzoña; la
maldad con frente erguida y descocada insulta y se
zumba de la modesta y encogida piedad; la moda, la
costumbre, el respeto humano degradan y deprimen,
la virtud 3 y como si cada uno de los pecadores qui
siese que su pecado fuese el pecado de todos los pue
blos y de todas las edades, peca, y se jacta, y se gloría
de su pecado, haciendo locamente alarde de no temer
nada, de no esperar nada, de no avergonzarse de
ningun vicio, de no temer ningun castigo: y como
hombre insensatamente impavido, en nada estima ser
pe
246 SER M o N

pecador, si no añade el escandalo de parecerlo ; y s.


à la temeridad con que se hace digno del castigo del
cielo, no añade la insolencia de provocar sus iras y
despreciar sus rayos.
Queremos pues no ignorar por mas tiempo la idea
que Dios tiene de la malicia del pecado Acordemo
nos que aquel santisimo Dios no pudo sufrir la culpa
en Maria ni por un solo instante: de modo que una
culpa, que no hubiera cometido Maria, ni la hubiera
amado, ni la hubiera querido por sí misma, hubiera
sujetado à la madre de un Dios à la maldicion y abor
recimiento de su divino hijo.
Con qué ira pues tan impetuosa, con qué odio y
aborrecimiento tan implacable descargará un Dios
riguroso y justiciero sus venganzas sobre vosotros,
ò pecadores , que no contentos con ofender su
santidad e irritar su paciencia con los pecados que
cometeis, le renovais cada dia las injurias con vues
tra facilidad en cometerlos; con vuestro sosiego des
pues de haberlos cometido; con vuestra ceguedad en
amarlos; con vuestra solicitud en buscar las ocasio
nes de pecar; con vuestra pertinacia en multiplicarloss
con vuestra desemboltura en escandalizar pecando:
sobre vosotros, ô pecadores, cuyas maximas son to
das lecciones de pecado , cuyos discursos son to"
dos documentos de pecado, cuyas acciones son to
das exemplos de pecado: sobre vosotros, cuya for-,
tuna, cuyos talentos, cuyo nacimiento ilustre no
son otra cosa, que incentivo de pecado y sugestion de
pecado: sobre vosotros, ò polvo y ceniza, ô atomos
despreciables, que delante de Dios no os podeis glo
riar de otro titulo, que del de esclavos del pecado, ni
de otro dictado, que del de pecadores, ni de otros dere
chos, que los derechos que vuestro pecado os SLL

- abOI
DE LA CoNCEPcioN. 247
aborrecimiento. Ahora calla su divina Majestad, aho
ra guarda silencio; pero llegará el dia, dice el Profe
ta, en que levantará la voz los cielos y la tierra se
estremecerán con el estampido de su trueno: superip
sos in caelis tonabit. (1) Este momento pues que ahora
logras, es momento de gracia y de misericordia to
davia; y qué sabeis, si el momento siguiente será el
momento de las venganzas Esperas convertirte des
pues: ô insensato con que presumes convertirte ma
ñana, y acaso moriras hoy ! Qué diras, que respon
deras si de repente eres presentado en el tribunal de
aquel Dios despreciado e indignado En vano impu
taras tu pecado à la infelicidad de tu origen, à tu fla
queza, á tu fragilidad. Pues para destruir tan frivo
los pretestos, basta poner los ojos en Maria. Si la feli
cidad pues y la gloria de Maria concebida en gracia,
os han enseñado à conocer y à temer el pecado; la
conduóta y el exemplo de Maria concebida en gracia
os enseñaran ahora à condenar el pecado y sus es
Cll SaSe - - -

SEGUND A PA R TE. -

r - as - - -

A gracia que recibio Maria en el primer


instante de su Concepcion, fue una gracia
que preservandola del pecado, la preservó del fo
mes del pecado. A esta primera gracia sucedieron
por todo el discurso de su vida otras gracias de
predileccion 3 gracias que creciendo , y multipli
candose, multiplicaron de dia en dia sus virtudes y
meritos. Pero nuestra regeneracion en Jesu-Cristo,
aunque es perfecta en la plenitud de la adopcion y
reconciliacion, no nos comunica tantas fuerzas, ni nos
pres

(*) I. lib. Reg, c. 2. v. 1o.


248 SERM o N
presta tantos auxilios: nosotros somos flacos,y las
gracias en nosotro; son menos abundantes. Y en esta
desigualdad de condicion intentamos nosotros hallar
motivos para degradar los quilates de las virtudes de
Maria, y disculpar nuestros pecados. Pero yo susten
to que entre Maria y nosotros se encuentra otra di
ferencia, que nos condena y condenará siempre sin
embargo de aquella otra diferencia de mayores gra
cias y auxilios : y esta es la diferencia en la conducta.
Mi intento es probar que si nosotros procediesemos co
mo Maria, no nos faltarian gracias bastante efica
ces para no ser pecadores, ni gracias bastante abun
dantes para ser grandes santos. Porque si usasemos de
la vigilancia y precauciones de Maria, conseguiria
mos gracias, con cuya virtud evitariamos el pecado:
y si usasemos de la constancia y fidelidad de Ma
ria, conseguiriamos gracias, cuya abundancia nos le
Vantase à las mayores virtudes.
1. Quando afirmo que si tuviesemos la vigilan
cia y las precauciones de Maria, la gracia de nues
tro estado seria bastante eficaz para defendernos de
los impetus y asechanzas de la concupiscencia, no
me olvido de lo que la fé nos enseña acerca de las
profundas heridas, que el pecado de un hombre solo
hizo en todos los demas hombres: yo confieso con San
Pablo que él por la infeccion de su origen se halla
tan depravado, que no puede hallar la virtud sino
fuera de sí mismo. Asi como aquellos soberbios pa
lacios, que oprimidos con el peso de los años y de los
siglos, cayeron finalmente por tierra, y en cuyas rui
nas y vestigios, que conservan algunas reliquias de
magnificencia y suntuosidad, se advierten todavia al
unos resabios de su antiguo esplendor y majestad
s,
primitiva; del mismo modo el hombre apenas
«. . con
Ser
RºT

DE LA CoNCEPcioN. 249

serva algunos vestigios de su antigua pasada granº


deza. Pero ay qué vestigios y quánto desdice lo que
ahora es de lo que entonces fue Una razon embuel
ta en espesas tinieblas, que del centro de los densos
vapores que la ofuscan, solo despide unas apagadas
e instantaneas vislumbres; unas luces esteriles e inefi
caces à cuyo beneficio se divisa alguna vez la virtud,
pero que no la persuaden; que comunican un leve co
nocimiento de ella, pero que no infunden su amor;
una inclinacion à la rectitud primitiva tan amorti
guada, y tan fuertemente combatida, que antes sirve
para hacernos infelices con el pecado que cometemos,
que para impedirnos el cometerle; y con tan pocos
estimulos al bien, y con propension tan impetuosa
al mal; unas pasiones rebeldes e indomitas, que sí
alguna vez son vencidas, jamas son domadas, por
que su fuego contagioso solo se extingue en el sepul
cro; y una sola centella suya basta para excitar en el
alma mascasta y mas pura un fuesto incendio que con
vierta de repente al mayopsanto en el mayor pecador:
pasiones gustosas y amables sumamente para el cora
zon humano: cuyo lenguage es tan fingido y halague
no, que es un hechizo que embelesa; un sueño que
se introduce, se insinua , y adormece la razon con
la ilusion sabrosa de agradables fantasias; un encan
to que suspende y embarga el entendimiento; un
Velo que oculta el precipicio, porque el camino es
ameno y espacioso, y solo se descubren las flores de
que está sembrado: asi vivimos engañados, e idola
tramos en el engaño; huye de nosotros la verdad, y
nosotros huimos de ella: y no solo no tenemos valor
para pelear, síno que ni aun tenemos fuerzas para
intentarlo, porque tememos mas vencer, que ser ven
cidos: y en un estado de tanta fragilidad y flaqueza;
Tom. V. - Ii CIl
25 o SE R M ó N
en un estado de tanta miseria y corrupcion; en un
estado en que apenas me reconozco hombre, se me
imputa à delito (oigo que me decis ) se me imputa à
delito ser pecador, y se me manda ser santo
Sí, amado oyente mio, sí: mandasete ser santo:
y si no lo eres, para condenarte, y obligarte à que
tu mismo te condenes , basta ponerte delante el
exemplo de Maria. Es verdad que colocada esta Vir
gen incomparable en un orden y en una economia es
pecial de gracia y de predestinacion, no experimento
las ignorancias que nos engañan 3 ni los devaneos
que nos pierden ; ni los tedios que nos postran 5 ni
las dificultades que nos arredran 3 ni los deseos de
carne y sangre que nos desasosiegan y turban 3 ni las
tempestades de la vida que nos agitan y nos derrivan;
ni los uracanes repentinos y violentos que desquician
alguna vez hasta las columnas del cielo, y desar
raigan hasta los cedros del Libano; porque Maria
ni experimentó las tinieblas de nuestra razon, ni el
ardor de nuestra concupiscencia: de suerte que si se
gun la aguda advertencia de Ricardo a Sancto Vi
¿tore la gloria de los santos consiste en no ser ven
cidos de las pasiones, la gloria de Maria consiste en
no haber tenido pasiones que combatir y que vencer:
ceteris sanétis magnificum fuit non expugnari, Maria
von impugnari. Pero prestadme atencion, catolicos:
esta misma diferencia, esta superioridad infinita de
auxilios y de gracias, es la que hace que el exemplo
de Maria confunda mas plenamente los vanos pretes
tos de fragilidad, con que nosotros nos aseguramos tal
vez, y vivimos con tranquilidad en el pecado. Por
que quál es la conducta que observa Maria en me
dio de esa abundancia y esa plenitud de gracias que
la distinguen Ved aqui, amados oyentes mios, el
CXCIIl
DE LA CoNCEPcioN. 25 I

exemplar en que no, debieramos cansarnos de estu


diar. Maria nada participa de nuestra miseria y, de
nuestra corrupcion, y sin embargo usa de todos los
esmeros, y de todas las precauciones, que tan nece
sarias y tan indispensables son para nosotros por nues
tra fragilidad. Aquella virtud tan superior à los ma
yores peligros, teme las menores ocasiones; aquel co
razon tan rendido, tan docil que para abrirse, y cer
rarse, para entregarse y negarse espera solamente con
paz y con silencio los mandatos y diótamenes de una
razon gobernada por el espiritu de luz, y de sabidu
ria: aquel corazon incapaz de ser seducido por los
mas poderosos y violentos incentivos, no libra su se
guridad sino en la fuga de los objetos menos ocasio
nados. Seguid à Maria en el discurso de su vida, y
vereis que sus pasos nunca se apartaron de los caminos
de la humilde desconfianza. Desde sus tiernos años
busca un asilo à su virtud en el recinto delTemplo: ya
empieza a temer al mundo à quien todávia no cono
ce: y para imponerse la venturosa para ella necesi
dad de no conocerle, y de no ser conocida dél, si
gue un nuevo camino que su singular fervor la dicta
y abre, celebrando con Dios un pacto ignorado has
ta entonces en Israel: la victima de su virginidad es
ofrecida en el altar antes de la edad competente para
presentarse en el santuario. Encerrada en aquel feliz ,
albergue distribuye las horas del dia entre la oracion
y el trabajo; y su retiro oculta y conserva todas sus
virtudes, Pero aunque obligada à desamparar su ama
ble soledad, no por eso vive menos solitaria: y asi
como solo estaba acostumbrada à ver y tratar con
Dios, y à no ser vista ni comunicada sino de Dios,
la presencia de un Angel la turba y sobresalta. Eleva
da ya a la alta dignidad de madre de Dios, si algu-,
Ii 2 Ila
2 52 SE R M ó N
na vez se dexa ver en el público, es solo por seguir
los pasos à Jesus y poder conversar con él; pero luego
se retira y esconde, pues su ternura solo parece que lo
gra unos rapidos instantes de audiencia: y de todas
las virtudes de Maria la unica casi de que se hace
mencion en el Evangelio es aquella modestia y retiro
que conservando todas las demas ocultas y sepultadas
en olvido, las precave y cautela, no solo de los aplau
so del mundo, sino de su aliento ponzoñoso.
Oid pues ahora el argumento en que me fundo
para asegurar que la conducta de Maria destruye ple
namente los vanos y sutiles pretestos de nuestro amor
propio. Porque si la fuga del mundo, si la penitencia
rigurosa, si la ocupacion continua, si la oracion fer
viente, si el retiro y la soledad profunda, si tanta
vigilancia, tanto cuidado y esmero parece que en Ma
ria son unas precauciones mas superabundantes, que
necesarias 5 pero en nosotros son sumamente utiles.
Confieso que sin todas aquellas prevenciones Maria
podia ser santa; pero con ellas nosotros podemos ser
santos y lo seremos ciertamente. Porque hablemos con
nosotros mismos ahora, y juzguemonos como Dios nos
ha de hablar y nos ha de juzgar despues. De dónde
nacen esos grandes pecados, con que
quebrantamos las leyes de la religion ytodos, los dias
de la razon?
esas deplorables caidas con que perdemos la gracia de
Dios principalmente, y muchas veces la de los hom
bres De nuestra fragilidad, me respondeis. Confieso
lo. Solamente os pregunto ahora qué me digais, de
qué especie de fragilidad? Acaso de una fragilidad.
y flaqueza humilde, modesta » recelosa, que no se ex
pone à los peligros que puede y debe evitar, y quº
solo confia en Dios para no caer en los que no puedº
evitar acaso de una flaqueza timorata , circunspecta
- -. CUll
DE LA CoNcepcioN. y 253

cuidadosa en precaverse : en examinar los pasos,


en velar continuamente sobre los movimientos de un
corazon cuya veleidad y fragilidad conoce acaso
de una flaqueza prudente y timida que para precaver
los estragos de unas pasiones pecaminosas, no se en
trega sino con reserva y cautela à las mas inocentes
aficiones 3 acaso de una flaqueza docil y prudente,
que consultando las luces y experiencias agenas, bus
ca un director y maestro de espiritu docto y experi
mentado, que la advierta y liberte de los lazos y en
gaños del amor propio acaso de una flaqueza solicita
en implorar la gracia de Jesu-Cristo, fervorosa en
pedirla, provida en aprovecharla, pronta, animo
sa y fiel en obedecer sus impulsos Ay! que sin in
troducirme à sondear el abismo y profundad de los
juicios del Altisimo, yo salgo por fiador de que por
debil y fragil que sea la nave conducida por el espi
ritu de la humilde desconfianza y de la precaucion
prudente, y por tempestuoso y frequente en escollos
el mar por donde navega, no naufragará 5 pues si
es necesario obrar milagros para escaparle de los vien
tos y tormentas, Dios los obrara indefectiblemente.
Y el mayor de los milagros, y el prodigio mas estu
pendo seria que pereciese una alma que nada confia
de sí, y todo lo espera de Dios. Pero una flaqueza
ciega e imprudente, que teniendo que temerlo todo,
nada teme 3 una flaqueza indiscreta y temeraria
que se arroja en medio de todas las ocasiones , que
se expone à todos los lazos; que se precipita en el
abismo de todos los peligros; una flaqueza indolente
que en lugar de solicitar les auxilios se contenta con
esperarlos, prometiendose alcanzarlos sin pedirlos; una
flaqueza soberbia y presuntuosa, que se atreve à seña
lar al Espiritu Santo el camino que ha de seguir, que
- ll
254 - SERMo N

intenta sujetarle à sus caprichos, à los tiempos que


ella estipula, que quiere tenerle à su arbitrio para
todas las necesidades, que ella se inventa cada dia; una
flaqueza falsa e hipocrita, que el hombre no quiere
conocer ni confesar quando se expone à las ocasiones
del pecado, quando se empeña y vive de asiento en
la ocasion del pecado ; y solo la confiesa y reconoce
quando se trata de escusar, de cohonestar, de dismi
nuir sus pecados: una flaqueza, que solo es flaqueza
para resistir à las pasiones, y que se convierte en es
fuerzo e intrepidez para resistir à la gracia: ved, ved
ahí la flaqueza que perece, y que es indispensable
que perezca. Perece ; pues el Espiritu Santo nos dice
que el que ama el peligro, perecera en él: qui amat
periculum, in illo peribit. (1) Es indispensable que pe
rezca; porque sí Dios arreglase la distribucion de su
gracia por los caprichos, por las extravagancias, por
los delirios del entendimiento humano, procederia
contra las leyes de su justicia y sabiduria infinita. Qué
es pues lo que nos pierde $ entendamoslo alguna
vez, catolicos, y no lo olvidemos nunca. Qué es lo
que nos pierde No nos pierde tanto nuestra fragili
dad, como nuestra presuncion y soberbia; como nues
tra negligencia y descuido. Qué es lo que nos pierde
nuestra fragilidad, es verdad; pero no tanto aque
lla fragilidad , que heredamos con nuestro infeliz
origen , quánto aquella fragilidad que es obra de
nuestra malicia. Qué es lo que nos pierde nuestro
corazon, no lo niego 5 pero no tanto el corazon que
se nos dio quando fuimos criados, como el corazon
que cada uno se forma y se cria con su imprudente
V-
fa -

(1) Eccles. c. 3. v. a 7»
DE LA CoNCEPcioN. 255
facilidad y espantosa costumbre en dexarse arrastrar
del primer estimulo y halago de las pasiones.
Luego engaño y error manifiesto, intentar que
solamente pecamos porque nacemos en un estado de
miseria y de pecado. Porque aunque nuestro origen
fuese el mas santo y el mas puro, con la vida que trae
mos, no por eso seriamos mas justos. El primer hom
bre, pregunto, nuestro padre Adan no fue criado
en el estado de inocencia y de felicidad, que tanto desea
mos nosotros y por qué tanto suspiramos. No ignorais
pues que incurriendo en la misma malicia que noso
tros , su desobediencia le hizo pecador como noso
tros, haciendonos à nosotros pecadores como él.
Quiero dar un paso mas adelante 3 y sin genero de
recelo afirmo que Maria, sí, la misma madre de Dios:
Maria, si hubiera traido la vida que nosotros, no
hubiera sido al principio tan dichosa, sino para ser
despues mas delinquente. Me explicaré. Es cierto que
Maria en calidad de madre de Dios recibio las mas
copiosas gracias. Pero no nos engañemos: sobre qué
gracia se fundó especialmente todo el cimiento de su
predestinacion sobre una gracia de fuga y de re
tiro del mundo, sobre una gracia de vigilancia y de
precaucion. -

Gracia de vigilancia y de precaucion, que es la


gracia ordinaria, la gracia comun y universal: las
gracias triunfadoras y vencedoras son mas raras de lo
que se piensa comunmente; porque rara vez sucede
que seamos invadidos de otros peligros, que de aque
llos à que nosotros mismos nos exponemos, ô que po
demos evitar. - -

Gracia eficaz, y para explicarme asi, gracia que


está segura de su triunfo, la qual no encuentra tan
tos obstaculos; porque à ninguna alma le cuesta tan
tO
25 6 SERM o N

to huir, como resistir y pelear: gracia la mas digna


de aquella infinita sabiduria que gobierna la obra
de nuestra salvacion, porque seria desperdiciar en al
gun modo la gracia, que se nos da para vencer, el
ofrecerla, quando no hay necesidad de pelear , ô
darla siempre al que debe evitar el combate : gra
cia la mas proporcionada à nuestro estado : esta
do de miseria y de fragilidad: estado de abatimien
to y de servidumbre: estado en el qual nuestro di
vino Salvador se propone no solamente expiar y bor
rar el pecado, sino agotar y secar aquel emponzo
fado manantial de la humana soberbia, de donde han
dimanado todos los pecados : gracia conveniente à
todo estado, y necesaria en todo estado, porque
nunca colocará Dios al hombre en un estado, cuya
gracia sirva para nutrir y fomentar la vanidad, para
favorecer la negligencia y falsa seguridad, para alen
tar la imprudencia y la temeridad: gracia con la qual
el hombre mas flaco será siempre fuerte y robusto:
gracia que el hombre mas fuerte no puede despreciar,
sin exponerse à experimentar una extraña fragilidad,
porque no menos pertenece à la dignidad de Dios de
fender en las ocasiones alvaron humilde que las evita,
que dexa de su mano al presumido y loco que lasbusca.
Quál fue por consiguiente aquella especial gra
cia de Maria de que nos formamos nosotros unas ideas
apropiadas para asegurarnos y hacernos fuertes con
tra la autoridad y decision de sus exemplos vuelvo
- y e e º e

à decir y repetir que esta en su principio y en su ori


gen fue una gracia de retiro y de separacion del mun
do: una gracia de vigilancia y de precaucion. Qué
es por consiguiente, vuelvo a preguntar, lo que san
tificó à Maria º La eficacia de la gracia fue sin duda;
pero no fue unicamente la gracia, sino que contribuyó
talll
DE LA CoNCEPcioN. 257
tambien su esmero en no debilitar la gracia, en no
esponer ni aventurar la gracia. Quántas diferencias
nacen de aqui entre Maria y entre nosotros, que con
funden todos nuestros discursos y raciocinios sobre
la diferencia de auxilios y de gracias -

Por eso conservó Maria la flor de la inocencia y


de la justicia, porque no abusó de la alteza de su es
tado, ni se fió de la felicidad y de la gracia de su es
tado; pero nosotros arrastrados de nuestras pasio
nes, por eso nos despeñamos de pecado en pecado,
porque traspasamos los limites de la gracia de nues
tro estado, y no arreglamos nuestra conducta sobre
la vileza y degradacion de nuestro estado. Por eso Ma
ria fue santa, y exemplar modelo de santos, porque
en medio de la plenitud de las mas eficaces gracias,
no omitio ninguna de aquellas cautelas que pide la
mas flaca virtud , y vivio como si hubiera sido
constituida en nuestro estado; pero nosotros por eso
somos pecadores, y pecadores insignes, porque vivi
mos como si nos hallaramos constituidos en un esta
do tan dichoso como el de Maria, y porque vivien
do en el centro de la fragilidad, nos esponemos a unos
peligros en que caeria la mas solida y acendrada vir
tud. El haberse cautelado siempre Maria de los pre
cipicios de nuestra loca confianza, aunque exenta de
las flaquezas de nuestro corazon, ved ahí lo que yo
miro en ella como la grande obra, la maravilla, el
asombro de su santidad; pero el ser fragiles, y saber
que lo somos, y sin usar de ninguna cautela, ni de
prevencion alguna, lamentarnos despues de nuestra
fragilidad, intentando escusarnos con ella, ved ahí
lo que llamo yo el colmo, la plenitud, la abominae.
cion de nuestro pecado.
Con efecto, quexarnos de los peligros de nuestro
Tom. V. Kk CS
258 SE R M o N

estado, y engolfarnos en mil proyectos, en mil ne


gocios, en mil cuidados, agenos de nuestro estado y
de nuestra condicion; quexarnos de los peligros que
sentimos dentro de nosotros mismos, y arrastrar y
esponernos à los peligros de fuera, entregandonos
sin ley ni rienda à un mundo viciosisimo, y à los ob
jetos del mundo mas halagueños; quexarnos de las
tentaciones que nos asaltan hasta en el retiro mas
silencioso, hasta en los tiempos del mas profundo reco
gimiento, y solicitar nuevas tentaciones, colocando
nos por nosotros mismos en los empleos mas arriesga
dos, en las circunstancias mas deleznables, en las oca
siones mas criticas ; quexarnos de que tenemos un
corazon tierno en demasia y vivo, muy facil y con
descendiente, que quando no tuviese que guardarse
sino de sí mismo, tenia- que recelarse de todo, y
ofrecerle y sacrificarle à quanto tiene de mas halague
ño el teatro del mundo, à quanto tienen de mas con
tagioso los placeres, à quanto la embriaguez de la sen
sualidad y de los deleytes tienen de mas capaz de ar
rastrar y enternecer, no es esto ofender con un solo pe
cado à Dios ya con la imprudencia de esponerse a él,
ya con la facilidad de cometerle, ya con el atrevimiene
to sacrilego de disculparle
No, amados oyentes mios, no os es licito à voso
tros quexaros de la fragilidad del corazon humano,
y de la violencia de las pasiones. A quiénes pues es
licito quereis saberlo A esos solitarios que llevados
en las alas de la fé, se acogieron desde su tierna edad
al desierto buscando en él un asilo inaccesible al conta
gio del siglo; à aquellos heroes de la penitencia cris
tiana, que advierten que la concupiscencia tantas ve
ces vencida, y nunca destruida, dura y permanece en
medio de las ruinas deste cuerpo de pecado, los acom
par
DE LA CoNCEPcioN. 259

paña en sus grutas y cabernas subterraneas, y per


turba el silencio de sus selvas y riscos. A y qué yo
oigo à un Apostol de las gentes, à un Pablo, que
agobiado con el peso de sus trabajos apostolicos y
consumido con las fatigas y peregrinaciones de un pe
noso ministerio, esclama, desventurado de mí! quién
me librará de mí mismo quándo se extinguirá en
mis venas aquel fuego de concupiscencia que à cada
instante se enciende, y continuamente renace de sus
propias cenizas Quis me liberabit? (1) Yo veo al pie
de una escarpada roca à un Geronimo, que hace ex
traños esfuerzos para reprimir el incendio de una ima
ginacion sediciosa, que en lo mas retirado del yermo
le representa à Roma toda entera. Al ver este especta
culo, callo, gimo, acompaño con las mias las lagri
mas que vierte, venero su afliccion, me maravillo de
su valor, y tiemblo Pero vosotros, hombres escla
vos del regalo y de la ociosidad, hombres entrega
dos à espectaculos y pasatiempos, hombres seguido
res de deleytes y diversiones, hombres que pasais la
vida entre el sueño y el juego, hombres bulliciosos
y distraidos, vosotros que con vivas diligencias pro
curais todos los dias criar una nueva concupíscencia,
y excitar en vuestra alma mas pasiones de las que re
cibisteis al nacer, teneis osadia para quexaros de vues
tra fragilidad º Yo no sé con efecto quál es vuestro
mayor delito, si los pecados que cometeis, ó el pe
cado de la insolente impostura con que intentaíses-,
cusarlos lo que yo sé, es que condenados por un
exemplo ilustre, os veis necesitados à confesar que si
tubieseis la vigilancia y las precauciones de Maria,
Kk 2 • las

(1) Ad Rom. c. 7. v. 24. -


26o SE RM o N

las gracias que Dios nos da, serian bastante podero


sas para defendernos contra el pecado. Ahora añado
que si tuviesemos la constancia y la felicidad de Ma
ria, las gracias que Dios nos da, serian bastante co
piosas para elevarnos à las mayores virtudes. Conclui
ré brevemente. *,

Bien diferente Maria de aquellas almas delicadas


y cobardes, que siempre creen que hacen demasiado,
y nunca creen que no hacen bastante, no pone limi
tes à su fervor, y por esto merece que Dios no pon
ga limites à sus gracias. Estudiad en Maria, dice San
Ambrosio, que en Maria sola hallareis todas las vir
tudes y todas las victorias de todos los Santos. Halla
reis aquella humildad en fuerza de la qual se ocul
ta à sí misma su merito y gloria. Maria vive olvida
da de que es descendiente de tantos Reyes; ni se
acuerda de que es madre de un Dios. Pero yo me enga
ño, pues solo lo ignora, quando se trata de participar
de las honras de su Hijo; que bien entendido lo tie
ne, quando se ofrece la ocasion de participar de sus
oprobios e ignominias. Quando Jesus se ocupa en
doctrinar al pueblo, quando llena à la Judea con las
aclamaciones de sus milagros, quando entra triunº
fante en Jerusalen, se le ve solo: porque parece que su
madre anda huyendo dél, pero levantad los ojos alcal.
vario, alli la encontrareis: porque la humildad deMaº
ria ni lá permite tener parte en los aplausos de un hijo
aclamado publicamente, ni negarse al doloroso especta
culo de un hijo cubierto de ignominias y baldones. Ad
mirase en Maria aquel amor à la pureza, que antes de
la venida de Jesu-Cristo asombró al mundo, dandole el
primer exemplo de aquella pureza angelica, cuyas pri
meras lecciones venia à intimar à los hombres el Sal
vador divino: aquella constancia heroica, que jamas
- fla
-. s- - * -

— == ---rrºi ==
====-- -

--- =--- - = - -- - -- rº -
-

DE LA CoNcepcioN. 26

flaqueó aun en las ocasiones mas propias para derri


var y postrar en tierra la virtud mas intrepida. Por
que qué otra cosa fue Maria en el mundo sino una
victima siempre sujeta al cuchillo, y que no parece
que dilata el morir, sino para prolongar la duracion
de sus penas todavia no tiene bien cicatrizada una
llaga, quando ya recibe una nueva y mas profunda
herida: apenas se apartó del altar, quando ya la lla
man para otro sacrificio. No hablo de las sospechas
de su Esposo, que parece injuriaron tan gravemente
su honra, porque Maria no padece quando padece
sola. Pero ver à su hijo y à su Dios nacer con tanta
pobreza y con tantas lagrimas, verle reducido à bus
car su defensa y asilo en un reyno estraño, que no
experimenta en su ingrata y cruel patria sino des
precios y persecuciones, que espira finalmente en un
madero: verse Maria precisada à recibir los ultimos
suspiros y alientos de aquel Dios moribundo, à ver
correr la ultima gota de su sangre, ô santo Dios, qué
dolor, qué desconsuelo tan amargo Direlo si fuese po
sible olvidar la profundidad de los misterios del hom
bre-Dios, no parece que pedis à la madre casi tanto
como al hijo vos pedis à Jesus su sangre, y su vida;
y vos quereis que Maria, testigo de una escena tan
tragica, sobreviva á su hijo, y à sus tormentos. Y
mientras tanto anegada Maria, como lo vaticinó el
Profeta, en el mar inmenso de sus tristezas y angus
tias, bebe resignada y obediente hasta las heces este
caliz de amargura: ella asciende continuamente de
virtud en virtud, pasa de un sacrificio à otro º «da
quanto se la pide, anticipase à ofrecer quanto se la
pueda pedir. - - - -

- ¿ Nos asombraremos ya, amados oyentes míos


que la gracia se derrame sin termino ni limite sobre
* -- l
262 . ... SE R M o N ,
un corazon que la recibe con tanta fidelidad, y que
se franquea tan de lleno a la gracia antes nos de
bieramos admirar, si Dios negase alguna cosa à una
alma fiel, que nada le sabe negar. De esta naturaleza
es el gobierno y conducta que usa con todas las al
mas el espiritu santificador. Hay unas gracias que se
anticipan á nuestra fidelidad, y otras que la siguen,
unas gracias que la ocasionan, y otras que ella al
canza, unas gracias, que son el principio de ella, y
otras que estan destinadas para ser su galardon
y corona. Da Dios el primer paso; y con su gra
cia continua en sostenernos y excitarnos ; pero
no la concede con plenitud sino à proporcion de lo
que él recibe, y solo se comunica sin limite à las al
mas que se le entregan sin restriccion y sin reserva.
Pero qué sucede entregamos nuestro corazon, pero
solo le entregamos à medias ; queremos y nos lison
jeamos de que queremos seguir à Jesu-Cristo; pero
no queremos ni dexar el mundo, ni que él nos dexe,
de aqui nacen tantos respetos , tantas condescenden
cias, tantos miramientos, tantas atenciones, tantos res
petos humanºs : de aqui tantas maximas de razon
profana, y de prudencia segun la carne, que solo
reconoce por virtudes gratas à Dios aquellas que no
-

desagradan al mundo. .

Tenemos alguna virtud, ö presumimos tenerlas


pero entregandonos al servicio de Dios, no por eso
queremos se entienda que nos renunciamos à nosotros,
mismos: de aqui tantos Vanos pasatiempos, tantas
frivolas amistades, tantas sutilezas y ardides de una
concupiscencia habil en separar de la virtud la que
en ella no puede calificar de vicio, y en resarcirse de
las licencias que se la niegan, con la libertad y desa
hogos que se la conceden. Presumimos de no ser esa
- cla
DE LA CoNcEPCIoN. 263
clavos, ô no lo somos realmente , de las pasiones
que abortan enormes pecados 3 pero por quanto el te
mor que tenemos de ser pecadores, es mayor que el
que tenemos de ser santos, nos dexamos arrastrar de
nuestros apetitos e inclinaciones, de nuestro genio, y
de nuestros antojos, de aquellas pasiones de que pa
rece no se originan tantos pecados, y que muchas ve
ces no causan menos, y que tal vez nos condenan
tanto mas seguramente, quanto que no estragan el co
razon sino ocultandose de la noticia del entendimien
to. Volvemos, ô nos lisonjeamos de volver à Dios
despues de nuestras miserías; pero porque no tanto
pretendemos agradar à Dios, como contentarnos à
nosotros mismos, ni tanto ajustar nuestra conciencia,
como aquietarla, apenas dexamos de pecar, quando
nos tenemos por justos: porque solo pensamos en los
vicios de que nos hemos apartado, y no en las virtu
des que tenemos que adquirir. Lejos de procurar sa
ber lo que Dios desea, hacemos estudio y tenemos
complacencia en ignorarlo. No queremos tanta luz,
no queremos sentir estimulos tan vivos para servir à
Dios; porque como nos seria igualmente sensible dar
nos à su Majestad, como el negarnos, queremos escu
sar el trabajo de ceder, y el dc resistir. En tanto la
gracia como violentada y cautiva, se retira poco à
poco; el Espiritu Santo cansado y contristado se que
xa al principio, gime, pero luego calla, huye, y tras
lada sus dones y gracias à otras almas mas finas y mas
amantes. Nosotros quedamos solos, ó casi solos, can
samonos, fastidiamonos, desmayamos , vacilamos,
caemos, nos aletargamos, incurrimos en cierto dexa
miento, y soñoliencia, que es el estado medio entre el
vicio y la virtud, y que es muy suficiente para conde
narnos porque no basta para salvarnos. Sacudimonos
/
y
264 * SE R MoN
y dispertamos, dando lastimosas y terribles caidas, en
tonces abrimos los ojos, y vemos el infierno abierto:
y por no haber querido ser grandes santos, venimos
à ser grandes pecadores.
Sí por cierto, amados oyentes mios; esos propo
sitos de virtud à medio formar, esos proyectos de con
temporizacion, eso es lo que nos pierde, y lo que nos
perderá siempre. Ciertos sacrificios que Dios nos pide,
y que le negábos, basta esto para romper la misterio
sa cadena de la gracia, en que estriba el cimiento de
nuestra salvacion : parecenos que esto nada quiere
decir, y es lo sustancial; porque el espiritu del
Señor inspira adonde quiere y quando quiere: el ro
cio de la gracia no siempre cae con la misma abun
dancia; y la tierra que no la franquea sus senos, siem
pre será una tierra seca y sin jugo. Aprovechemonos
pues de aquellos momentos de salud, que pasan tan ve
lozmente, y que tal vez nunca vuelven. En un solo
instante consiste nuestra felicidad, ô infelicidad eter
na. Fieles pues à la gracia à exemplo de Maria, enten
damos que quien no hace entrega à Dios de quanto
tiene y vale, no le da lo que él pide, y nada debe
esperar. Creamos pues que quanto mas demos, mas
recibiremos, en este mundo gracias , y en el gielo
gloria sempiterna. Asi seas
- \.

PLA
o 1 N STRU cc I o N
sOBRE LAS INDULGENCIAS
- Y JU B 1 L E o s, º
, -- - º *- 4 - - º ---

Quodcumque ligaveris super terram, erit lígatum &


in coelis, & quodcumque solveris super terram,
erit solutum & in coelis.
-- - . • º" , . . . •
Zodo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo,
y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en
el cielo, San Mateo, cap. 16. v. 19.
-

— .. . . . , o - ¿ , , , , ,, , , ... º

TN el Evangelio de San Juan leemos que estando


a Jesu-Cristo para subirse al cielo, congregó sus
Apostoles, à quienes despues de haber declarado que
se le habia concedido todo poder en el cielo y en la
tierra, les dixo: recibid el Espiritu Santo: todos
aquellos cuyos pecados perdonareis, les serán perdo.
nados: quorum remiseritis peccata, remittuntur eis. (1)
En el Evangelio de San Mateo leemos asimismo que
preguntando Jesu-Christo à sus discipulos qué juicio
hacian de su persona y de su predicacion en Israel,
le respondio San Pedro: yo creo que tu eres Hijo de
Dios, vivo. Bienaventurado eres, Pedro, replicó el
r Tom. v. ó Ll Se , ,, 3 -

. -v ( , , , , , — º º : , ,. . . .

(1): R ang, S. Joan. c. ao. v. ºs. 9, e


¿?
*,
266 PLATicA, ó INSTRucciqN
Señor, porque ni la carne ni la sangre, sino mi Pa
dre que está en los cielos te ha revelado el profundo
misterio de mi primer nacimiento eterno, y de mi se
gundo nacimiento temporal 5 y asi como instruido
con luz superior, sabes quien yo soy, entiende aho
ra lo que tu eres. Tu eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia contra la qual no prevalecerán las
puertas del infierno: yo te entregaré las llaves del
reyno de los cielos, y todo lo que ligares en la tier
ra, será ligado en el cielo , &c. Quodcumque ligave
aris 2 c3-c. - -

En la confrontacíon pues destos dos textos se des


cubre y cifra toda la amplitud del poder concedido à
los prelados y sacerdotes de la Iglesia para perdonar
ô no perdonar los pecados, y para ligar ô absolver
los pecadores en el tribunal de la penitencia. Mas pa
ra entender el sentido y significacion adequada de es
tos dos lugares, consideremos en el pecado, y dis
tingamos con Santo Tomas y todos los teologos dos
cosas: una que se llama culpa ô pecado, y otra que
se llama pena ô reato del pecado. Conoce el hom
bre y sabe la ley de Dios, y sin embargo deste cono
cimiento la quebranta: esta transgresion pues de la
ley le constituye pecador, enemigo de Dios, rebelde
ä. b. , objeto de ira y de maldicion à los ojos de
Dios. Esto es lo que se llama culpa ô pecado. Pero
no para aqui toda la malicia del pecador. Porque co
mo con su rebeldia y desobediencia ultrajó la santidad
de Dios, y vilipendio su autoridad suma, pide y requie,
re la justicia que la santidad ofendida seá satisfecha, y.
la autoridad menospreciada reintegrada en sus derechos.
Y esto es lo que se llama pena ô reato del pecado. No
confundamos pues estas dos cosas. Es verdad que la
pena tiene su origen y principio en la culpa no lo
CS
- = - - — -----==
=-==

soBRE LAs INDúLGENcias, y Jubileos. 2.67


es menos que la pena puede subsistir , , y subsiste
con efecto, no subsistiendo ya la culpa; porque si el
pecador movido de la gracia, se convierte, ya no es
pecador; pero sin embargo, aunque no sea ya peca
dor, él lo fue, y siempre es deudor à la divina jus
ticia por el pecado cometido, aunque detestado, llor
rado, aborrecido. Por esto nos enseña la Sagrada.
Escritura que quando perdona Dios la culpa, no siemº
pre perdona la pena. El Señor, dixo el profeta Na
tan à David, te ha perdonado tu delito: sin embar-.
go el Señor castigó a David por el pecado que le
perdonó: luego no se le perdonó la pena, à lo me-.
nos no enteramente. Por esto el sagrado Concilio de
Trento anatematizó à los sectarios que defendian que
por el bautismo no se borraba ni se limpiaba entera-,
mente la mancha e inmundicia del pecado original; y
el mismosagrado Concilio de Trento descomulgaà qual-,
quiera que dixese que la concupiscencia y la muerte, ,
no son en los bautizados resultas y penas de la ori
ginal culpa. Resumamos. Todo pecado contiene en sí
la culpa ô pecado que constituye al hombre verda-,
deramente pecador, y la pena o reato del pecado,
por la qual no solamente el pecador queda deudor à
la divina justicia, sino el que está en gracia puede r
quedar todavia deudor à ella despues de la remision
del pecado. En qué consiste pues el poder ô potestad x.
que Jesu-Cristo dio à la Iglesia respecto del pecado y
del pecador 3 se entiende esta potestad hasta perdo
nar el pecado, hasta perdonar el reato ô la pena del pe
cado, hasta libertar al pecador de la muerte del peca-,
do, y restituirle à la vida de la gracia? o se limita,
esta potestad à la remision de la culpa; ô se estiende
hasta perdonar la pena del pecado, hasta redimir al
Pecador de la necesidad de padecer las penas debidas
Ll 2. al
2 68 PLAricA, ó nstruccioN
al pecado, hasta sacarle, para explicarme, asi del po
der de la justicia, que aun perdonando castiga, y rein
tegrarle en los derechos de la inocencia, sujetandole
al imperio de la misericordia que perdona sin castigar?
Brevemente, queremos saber la potestad que ha
recibido la Iglesia, el derecho y la autoridad de que
goza, y de la que carece en el tribunal de la peni
tencia Confrontemos los dos mencionados textos de
la Escritura: aquellos, cuyos pecados perdonareis, les
serán perdonados: quorum remiseritis peccata ...... ved
ahí la potestad de la Iglesia en quanto à la culpa. To
do lo que ligareis en la tierra, serà ligado en el cie
lo: quodcumque ligaveris ... ved ahí la potestad de
la Iglesia en quanto à la pena ô reato del pecado. Asi
que para formar una idea cabal y verdadera de la po
testad de la Iglesia, no necesitamos sino de entender
con claridad el sentido de las palabras de Jesu-Cristo
de entrambos textos. - - a

Dixo Jesu-Cristo à sus Apostoles: recibid el Es


piritu Santo: todos aquellos cuyos pecados perdonareis
&c. Accipite Spiritum Sanóium: quorum, ó c. (1) Lu
tero, Zwinglio, Calvino con todos los sectarios Pro
testantes conjurados contra nuestra madre la Iglesia,
quieren que esta potestad de perdonar y no perdonar
pecados no sea mas que el poder de separar al pecador
escandaloso de la comunion de los fieles, y de incorpo
rar y restituir à. esta misma comunion al pecador arre
pentido. Oyóse jamas , señores, oyóse jamas opinion,
mas infundada no es ciertisimo que la remision y per
don de los pecados de que habla Jesu-Cristo, es un per
don verdaderamente tal porque quál seria sinó el sen
, , r - - ti
-

(1) Evang. S. Joan. Cs." 2o. Ve 2.3• --. . - . . . .

s, l
soBRE LAS INDúLoENcIAs, y Jubil Eos. 269 .
do de estas palabras de Jesu-Cristo, palabras tan gran
des, tan sublimes, tan divinas: mi Padre me ha da
do todo poder en el cielo y en la tierra; yo os doy à
vosotros todo lo que mi Padre me ha dado; yo os
envio como mi Padre me envio à mí, yo deposito en
vosotros toda la potestad que él depositó en mí, y
para que seaís revestidos de ella, recibid el Espiritu
Santo: en virtud de esta autoridad que yo he recibi
do de mi Padre, y de la consagracion que yo hago
en vosotros por medio de la infusion del Espiritu San
to, qué poder tendreis vosotros. Segun. la interpres
tacion de los dos Heresiarcas de estos ultimos siglos,
toda esta potestad se reduce y limita à separar del
cuerpo visible de la Iglesia, ô restituir à él à los que
hubiesen sido descomulgados y expelidos de ella: es
to es, que esta potestad no se pareceria à la de Jesu
Cristo, el qual irrefragablemente tiene el poder de
atar, y de absolver, y él mismo declara que da y
comunica à sus Apostoles la misma potestad que reci
bio de su Padre... . . . . -
*
-

- 1 1. Estas palabras, quorum remiseritis peccata....


significan una remision y perdon verdaderamente tal,
por medio del qual el pecador que perdiendo la
gracia se precipitó en la culpa , se levanta y vuelve
de la culpa à la gracia. Oid una prueba sencilla y na
tural de esta proposicion. Tus pecados te son perdo
nados, dixo Jesu-Cristo al paralitico: remittuntur ti
bi peccata tua. -

Quién duda que Jesu-Cristo no habla aquí,


de un perdon real y verdadero ? Los Fariseos no lo
entendieron de otro modo. Qué es esto º exclama
ron. Tiene acaso un puro hombre facultad para per
donar pecados él debia explicarse, decian, y expli-.
candose declarar que no se atribuia el poder de un
¿ per
27o PLATICA, ó INSTRUccroN
perdon verdadero, poder que solamente pertenece à
Dios. Pero Jesu-Cristo, lejos de templar y suavizar
la significacion de sus palabras, lejos de pretender
desengañar à los Fariseos, obra un milagro para con
vencerlos de que él tenia potestad para perdonar ver
daderamente los pecados, que él estaba en posesion
de aquella potestad que solamente pertenece y es pro
pia de Dios, de aquella potestad que los Fariseos le
reprehendian y juzgaban que se la usurpaba: por
consiguiente Jesu-Cristo entendia por estas palabras
remittuntur ........ una remision y perdon verdadero:
por consiguiente asimismo quando Jesu-Cristo decia
à los Apostoles quorum remiseritis peccata ... todos
aquellos cuyos pecados perdonareis. ... entendia un
perdon real y verdadero, porque unas mismas pala
bras proferidas por la boca del Dios de la verdad tie- N.

ne siempre una misma significacion: por consiguien


ten estas palabras de Jesu-Cristo, quorum remiseritis
peccata... contienen el poder de perdonar, ô de no
perdonar los pecados: por consiguiente no se ciñen ní
limitan al poder solamente de separar à los pecadores
escandalosos de la comunion de los fieles, y de resti
tuir à ella los pecadores verdaderamente convertidos.
Finalmente todos los canones de los Concilios, la
práctica constante e invariable de la Iglesia, el con
sentimiento unanime de los santos Padres enseñan.
que nuestra Madre la Iglesia tiene potestad para per
donar verdaderamente los pecados. Seria prolixisimo.
examinar particularmente cada uno destos puntos;
por lo qual determino ceñirme à una sola reflexion,
para probar la tradicion constante y unanime doctri
na de la Iglesia acerca del perdon verdadero de los
pecados. º , - . . . . . . . . -

Desde los primeros tiempos del cristianismo se


-
pern
soERE LAS INDULGENCIAs, y JuEn Eos. 271
persiguieron con crueles disputas y altercaciones las
iglesias Griega y Latina 3 y desde el siglo octavo se
apartó con su cisma aquella de esta. Ni en las prime
ras disputas, ni despues de esta cismatica separacion
reprehendio la iglesia Griega à la Latina, ni la Lati
na à la Griega su doctrina y creencia reciproca sobre
la potestad de perdonar los pecados : estas Iglesias
que disienten en tantos articulos, convienen en la fé
de este dogma, que la Iglesia tiene poder para perdo
nar pecados: luego la creencia de este dogma prece
dio à las disputas de las dos Iglesias: luego la creen
cia de este dogma se hallaba establecida en la Iglesia
universal desde los tiempos primitivos del cristianis
mo: luego la creencia de este dogma se justifica por
la tradicion constante e invariable desde los Apos
toles hasta el dia de hoy. * -

A los sectarios Protestantes que se han atrevido


à restringir y limitar la potestad que concedio Jesu
Cristo à su Iglesia, unicamente à la potestad de ful
minar, y levantar excomuniones, han sucedido algunos
doctores mas timidos y cautos. Estos no niegan que las
palabras de Jesu-Cristo significan perdon verdadero
de pecados 3 pero por este poder para perdonar pe
cados, entienden solamente un poder para decla
rar jurídicamente que los pecados estan perdonados.
Mas para refutar estas opinion, bastará reflexionar
profundamente las pruebas convincentes, que aca
bamos de alegar contra la doctrina de los Protes
tantes. sa. . . . .. . . -

La significacion natural de las palabras de Jesu


Cristo , todos los Concilios, todos los Padres, los
Teologos el sentir unanime de las dos iglesias Grie
ga y Latina prueban irrefragablemente que Jesu
Cristo concedio un efectivo y verdadero poder para
rr per
272 PLATIcA, ó INSTRUCCIoN
perdonar los pecados : luego el poder concedido
por Jesu-Cristo no es un aerio, y quimerico poder de
declarar que los pecados son perdonados. A este ar
gumento se pueden añadir otros no menos oportunos
para rebatir mas directamente esta falsa opinion. Jesu
Cristo dixo: aquellos cuyos pecados perdonareis.... luego
Jesu-Cristo, no entiende aqui una mera declaracion
del perdon de los pecados ; porque asi como no se po
dria decir de un magistrado que él concedia una gra
cia, quando solamente declarase que la concesion ver
dadera de esta gracia se derivaba del Principe ; asi no
se podria decir de un sacerdote que él perdonaba
los pecados, si el ministerio de este sacerdote se limi
tase à declarar que los pecados son perdonados: luego
si Jesu-Cristo no hubiese concedido poder sino para
declarar el perdon de los pecados, no debia ni podia
decir que concedia poder para perdonarlos. En segun
do lugar, los sequaces de esta opinion admiten y con
fiesan la autoridad del Concilio de Trento. Este sagrado
Concilio pues tiene decretado que por estas palabras:
quorum remiseritis peccata concedio Jesu-Cristo à los
prelados y sacerdotes de la Iglesia catolica un poder
verdadero de perdonar pecados : luego segun el Con
cilio de Trento el poder de los prelados y de los presa
biteros de la Iglesia de Jesu-Cristo no se ciñe ni resr
tringe al poder de declarar que los pecados son perº
donados. , , a
En tercer lugar, las mismas palabras de la abso
lucion sacramental denotan verdadero poder de un
perdon verdadero, una absolucion, no una declara
cion: ... Ego.... auéioritate illius te absolvo. No dice el
confesor, yo declaro que estás absuelto, sino que di
ce expresamente : yo te absuelvo, Quien dixese pues
que el ministro de la penitencia no tiene poder, sino
; pa
soBRE LAs INDULGENcIAs, y JUBILEos. 271
para deelarar que los pecados son perdonados, y no
para perdonar pecados, desquiciaria las palabras de
la absolucion sacramental de su sentido natural;
porque por estas palabras habla el sacerdote de
un poder que no tiene , y no habla del poder que
tiene. - - -

Pasemos à la segunda question. ? La potestad con


cedida por Jesu-Cristo à su Iglesia se restringe sola
mente à la de perdonar el pecado ; se estiende à per
donar la pena óreato del pecado
Renovad la memoria de las palabras que dixoJesu
Cristo à S. Pedro y en su persona à todos los Apostoles,
à todos los Prelados, à todos los Sacerdotes de la reli
gion catolica: todo lo que ataseis ô ligaseis en la tierra:
quodcumque ligaveris super terram. Este texto expresa y
enuncia doscosas: poder para atar, y poder para desatar;
poder para atar o ligar, en virtud del qual el pecador
verdaderamente arrepentido está obligado delante de
Dios à sujetarse y à aceptar despues de su pecado to
da la satisfaccion, toda la reparacion, y toda la ex
piacion que la Iglesia le imponga: quodcumque liga
veris: poder para desatar, en virtud del qual el peca
dor convertido goza y disfruta delante de Dios de to
da la indulgencia y remision que la Iglesia le concede,
quando se arrepiente de veras y con sinceridad de
sus pecados: quadcumque solveris. De aqui nace en el
pecador la necesidad de cumplir con toda la satisfac
cion y expiacion que la Iglesia impone, de la qual
seria superfluo hablar en las circunstancias presentes:
y la potestad, en la Iglesia para suavizar, templar,
indultar la pena debida al pecado: y esto es lo que
me propongo, examinar radicalmente. º a lº
- Y para lograr el empeño, demos principio for
mandonos una idea todavia mas cabal y mas recta de
Tom. V. Mm la
272 PLATICA, ó INSTRuccioN.
la potestad que se la ha concedido a la Iglesia para con
el pecador arrepentido. El Concilio Tridentino tiene
decretado que el confesor exerce en virtud de esta
potestad el oficio de juez en el tribunal de la peniten
cia; pero en el tribunal de la penitencia no es el con
fesor un juez que unicamente condena, ata, casti
ga; ni es tampoco un juez que unicamente perdona,
absuelve, desata. De suerte que el tribunal de la pe
nitencia es tribunal de misericordia , y al mismo
tiempo tribunal de justicia. De ser tribunal de mise
ricordia, se sigue que el pecador por estragado que
haya sido, alcance, si se arrepiente, y reciba la divina
gracia con el perdon de la culpa. De ser tribunal de
justicia, se sigue que el pecador por arrepentido que
se muestre, sea condenado, y se sujete à expiar sus
pecados con la imposicion de una penitencia propor
cionada à sus culpas. Con que podria decirse que el
tribunal de la penítencia no es otra cosa, que un tri
bunal de misericordia respecto a la culpa ; y un tri
bunal de justicia respecto à la pena. Pero yo me en
gaño : ahondemos mas en la materia, y averiguemos
que ya en quanto à la culpa, ya en quanto a la pe
na el tribunal de la penitencia es tribunal de mi
sericordia , y juntamente tribunal de justicia. En
quanto à la culpa: porque si el pecador consigue
en él entera y plena remision de sus pecados, vese
claro que es tribunal de misericordia 3 pero como no
consigue esta remision sino en quanto empieza à ex
piar su pecado con el arrepentimiento, con el dolor,
con las lagrimas, con los gemidos, y con el proposi
to y resolucion firme y sincera de aceptar y sufrir to
dos los trabajos, que fueren necesarios para satisfacer
el pecado, para reparar el pecado, para precaverse
del pecado, vese no menos claro que es tribunal de
• jus
soDRE LAS INDulgENCIAs, y JuBILeos, 273
justicia. En quanto à la pena 3 porque estando como
está el pecador obligado à satisfacer por sus pecados,
y debiendole imponer el confesor penitencias y otras
satisfacciones por sus pecados ; que por esto la satis
faccion del pecador, es una de las partes esenciales del
Sacramento de la penitencia, pruebase de aqui que
es tribunal de justicia; pero como por rigurosas que
puedan ser las que el confesor imponga al pecador,
son suavisimas y muy ligeras, si se comparan con las
penas de que se libra, por esto es tribunal de mise:
ricordía. . ... , , , , , . . .

. ... Demos un paso mas adelante, y hagamos esta


pregunta. Hasta qué grado de rigor y de indulgencia
tiene nuestra Madre la Iglesia derecho de estender la
potestad de justicia, ô de misericordia, que tiene so
bre la pena del pecado ? Las proposiciones siguientes
nos lo dirán. -

1. Es de fé que la Iglesia en virtud de la potes


tad que recibio de Jesu-Cristo, liberta al penitente en
el tribunal de la penitencia de la obligacion, que habia
contraido de expiar sus pecados con penas eternas: es
ta obligacion pues en fuerza de la qual se sujeta el pe
cador à las penas eternas, se comuta por el poder de
las llaves de San Pedro en la obligacion de expiar los
pecados con penas temporales: quodcumque solveris,
Ved ahí un juicio de misericordia. -

2 Es asimismo de fé que la Iglesia tiene derecho


de imponer al penitente penas temporales para la sa
tisfaccion de sus pecados, y que el penitente tiene
obligacion de sujetarse à esta ligera satisfaccion, y de
cumplirla con todo rigor y plenamente: quodcumque
ligaveris. Ved ahí un juicio de justicia. , , , , ,
... 3. De estas dos proposiciones nacen dos verdade
innegables. Primera verdad. La Iglesia, que en el Sa
vº. Mim 2 C21
274 . PLArica, ó INSTRuccioN
cramento de la penitencia ocupa el lugar del Dios de
las misericordias, liberta al pecador de las penas eter
nas a que estaba condenado: luego por rigurosas que
sean las penitencias que impone al pecador, siem
pre el tribunal de la penitencia será mas tribunal de
misericordia, que de justicia. Segunda verdad. La Igle
sia, que en el Sacramento de la penitencia ocupa el lu
gar del Dios de justicia, impone y debe imponer al
pecador penitencias temporales en cornutacion de las
penas eternas: luego al mismo tiempo que el tribunal
de la penitencia es mas tribunal de misericordia, es
sin embargo tribunal de justicia. ¿Pero en la union y
uso promiscuo de esta justicia y desta misericordia la
Iglesia tiene derecho para prescribirse reglas de una
justicia mas rigurosa, ô mas benigna 3 de una miseri
cordia mas limitada, ö mas copiosa en quanto à la
imposicion de las penas y de las satisfacciones por los
pecados en esta vida mortal Para resolver esta ques
tion no hay necesidad sino de seguir y examinar la
serie de los monumentos Eclesiasticos.
4. Distingamos en el discurso de los siglos que
han corrido desde el principio de la Iglesia has
ta el tiempo presente , , , quatro diferentes epocas.
La primera duró hasta el quarto siglo , ö y quin
to. Entonces las penitencias impuestas eran menos ri
gurosas y menos prolongadas, que en la segunda epo
ca de la Iglesia ; y aun entonces por razon de su fer
vor se concedia la comunion à los que tenían la des
gracia de caer en faltas gravisimas, sin haber hecho,
ni haber pasado por las costosas pruebas de una di
latada penitencia: vemoslo en la conducta que guar
dó San Pablo con el incestuoso de Corinto. A los pe
cadores no tan escandalosos los separaban por algun
tiempo de la comunion, y de la asistencia al tremen
- - - do
sobre LAs INDuLGENciAs, y Jubileos. 275
do sacrificio del altar. A los pecadores incorregibles
y pertinaces los separaban de la comunion de los Fie
les, y los descomulgaban. Parece tambien que en es
ta primera epoca eran admitidos inmediatamente à
la comunion los pecadores luego que eran reconcilia
dos. Toda esta práctica de la primitiva Iglesia se lee
ya demostrada con la mayor evidencia en las obras
de los sabios que con toda curiosidad han averiguado
la historia de los primeros siglos. Asi que la Iglesia en
aquella epoca primera tenia razones para usar mas
del poder de desatar y perdonar, que del poder de
atar y no perdonar: de modo que el juicio de la Igle
sia mas parecia entonces juicio de misericordia que de
justicia: quodcumque solveris.
- La segunda epoca duró desde el siglo quarto ô
quinto como hasta el siglo nueve ò diez. Esta epoca
es la epoca de la penitencia publica ó canonica, llama
da asi porque se arreglaba por los aranceles ô cano
nes de los concilios. Largamente se halla y se escri
be hoy sobre estas materias: todos saben la severi
dad y prolongada duracion de las penitencias canoni
cas. Entonces la Iglesia parece que usaba mas del po
der de castigar, que del de perdonar, y su juicio mas
parecia juicio de justicia, que de misericordia : quod
cumque ligaveris. Como los escandalos crecian, y el
temor del pecado se debilitaba entre los cristianos,
tuvo la Iglesia por conveniente atajar los estragos del
escandalo y dispertar el odio del pecado con el apara
to y temeroso espectaculo de penitencias tan riguro
sas y duraderas. -

La tercera epoca de la Iglesia duró desde el si


glo nueve ô diez hasta el siglo doce ó trece. Desde en
tonces se empezaron à comutar y redimir las peniten
cias publicas ô canonicas. La comutacion se hacia,
- subs
276 : PLATICA, ó INSTRUccioN -
substituyendo à las penitencias canonicas romerias, vi.
gilias, recitacion de Salmos, fatigas y peligros de
la cruzada: la redencion, ô rescate, comutando, las
penitencias canonicas en limosnas para reparar y
construir templos, ô para socorrer las necesidades de
los pobres. Entonces la Iglesia persuadida de justas
razones de condescendencia y utilidad comun quiso
usar mas, del poder de perdonar y desatar, que del
de atar y no perdonar. De modo que su juicio mas
parecio juicio de remision y misericordia, que de ri
gor y de justicia quodcumque solveris. ,

Pero tengamos presente, señores, que la pení


tencia publica y canonica solamente se imponia segun
el sentir unanime de los Teologos catolicos por los
pecados publicos; porque los pecados secretos solo es
taban sujetos a la penitencia secreta: bien que en el
juicio e imposicion de la penitencia secreta, el minis
tro de la confesion debia conformarse con el espiritu
de los Canones, los quales arreglaban y determina
ban el rigor y la duracion de la penitencia publica,
atendiendo solamente à la proporcion que debia ha"
ber entre el castigo de los pecados secretos y la re”
paracion de los escandalos. Notese tambien que quanº
do el penitente habia cumplido plenamente la penir
tencia secreta, impuesta como se ha dicho segun el
espiritu y los designios de la Iglesia, no se puede du
dar que delante de Dios tan verdaderamente que
daba absuelto y desatado de sus culpas, como el peca
dor escandaloso que habia cumplido la penitencia pur
blica: quodcumque solveris. C
La quarta y ultima epoca de la Iglesia dura
y corre desde el siglo doce ó trece hasta nuestros
dias. Entonces, empezó à desaparecer la penitencia
publica º desde entonces empezó tambien el uso de las
1n
sobRE LAS INDúLGENcIAs, y JUBILEos, 277
indulgencias y jubileos mas frequente, mas publico,
mas universal: materia que no es dificil de explicar
ni de comprehender despues de la doctrina que de
xamos sentada, -

5. Ya queda probado que el poder que se con


cede à la Iglesia por estas palabras: quodcumque liga
veris ... es un poder para atar y desatar: luego el
penitente está obligado, como se ha dicho, à cum
plir la penitencia que la Iglesia le impone: de suerte
que si la penitencia impuesta pareciese mas rigurosa
de lo que merece el pecado, el penitente sin embargo
está obligado à cumplirla, ô solicitar que se la mode
ren: quodcumque ligaveris, Supuesta la potestad de
desatar, siguese que el pecador que cumpliese con
todo rigor la penitencia impuesta por la Iglesia, y
proporcionada à su pecado, quedaba plenamente ab
suelto en quanto à la culpa y la pena; quodcumque
solveris. -

6. Esta potestad pues de desatar, considerada


con respeto à la pena del pecado, la exerce la Iglesia
en el tiempo y articulo mas importante, quando por
el Sacramento de la Penitencia comuta la pena eterna,
que habia merecido el pecador por su pecado, en la
pena temporal que impone al penitente. Exerce tam
bien esta misma potestad en quanto à la pena tempo
ral, quando hallandose constituida en lugar de Jesu
Cristo, y en nombre de Jesu-Cristo, quando en vir
sud de la autoridad que ha recibido de Jesu-Cristo,
y por la mayor abundancia con que aplica à los pe
cadores los meritos infinitos de Jesu-Cristo, suaviza,
templa, y minora la pena temporal en quanto al ri
gor y la duracion. Dixe por la mayor abundancia
con que aplica al pecador los meritos infinitos de Je
su-Cristo; porque segun la doctrina de los Concilios
-

-- y
278 PLATICA, ó INSTRUccioN
y santos Padres, segun la doctrina constante de
la Iglesia, los gemidos, las lagrimas, los abatimien.
tos, las mortificaciones del penitente no son ni llegan
à ser satisfaccion suficiente y proporcionada à la in
juria, que el pecador hace à Dios con la culpa sino en
quanto las satisfacciones del hombre, dispuesto con
los sentimientos y el exercicio de una verdadera pe
nitencia, se une à las satisfacciones de nuestro divi
no Redentor, y en quanto reciben su merito de los
meritos deste mismo Redentor divino. Por lo que mira
à Jesu-Cristo sabemos que pudo querer, y realmente
quiso que los meritos de su redencion aplicados al pe
cador fuesen en ciertas ocasiones tan abundantes, que
el pecado quedase entera y plenamente perdonado en
quanto à la culpa y la pena: de lo qual vemos un exem
plo en la conducta que nuestro adorable Salvador ob
servó con la Magdalena, y el buen Ladron. Pero pre
guntase: ha comunicado à su Iglesia Jesu-Cristo es
ta potestad de aplicar sus meritos con aquella pleni
tud, con aquella abundancia que lo borra todo, que
lo perdona todo Es indubitable que podia, y que
puede. ¿Pero lo quiso, y lo quiere ? Ahora es quan
do hablando propiamente empíeza el examen y la in
vestigacion de lo que se llama indulgencia, y jubileo,
Quál es pues la naturaleza, la eficacia, y la ampli
tud de la potestad que ha concedido y concede Jesu
Cristo à su Iglesia en quanto à la pena del pecado?
Solo la Esposa puede informarnos de la voluntad y
designios del Esposo ; y el Espiritu Santo es imposible
que permita que se engañe, ignorando un poder ver»
dadero y efectivo, si lo tuviese, ô persuadiendose que
poseia un poder aereo y fantastico.
7. Traed à la memoria, señores, que el atre
vimiento en declamar contra las indulgencias fue el
pri
- —

soBRE LAS INDÚLGENCIAs, Y JUBILEos. 279


primer paso que dio Lutero en los caminos del cisma
y de la heregia; y de esta centella se excitó bien pres
to el funesto incendio que asoló tan velozmente y con.
sumió tantos reynos y provincias.
8. No me introduciré à resumir aqui y esforzar
los incontrastables, argumentos con que los teologos
catolicos han confundido y aniquilado, los varios, so
fismas de Lutero, de Calvino y de todos sus sectarios.
Ceñiréme solamente à proponer dos reflexiones tan
claras y convincentes, que no dexarán la menor duda
ni la menor incertidumbre en vuestro entendimiento.
Primera reflexion. Los mismos protestantes confiesan
unanimemente que el pecador verdaderamente arre
pentido entra en el cielo luego que muere: luego Dios
le concede total y entera remision de culpa y pena.
Lo que Dios hace pues por sí mismo, no puede ha
cerlo por el ministerio de los Sacerdotes y Prelados
de su Iglesia? El Sacramento del Bautismo no quita ni
borra por la eficacia y virtud de la potestad comu
nicada à la Iglesia el pecado original en los niños, y
en los adultos ademas del pecado contraido y hereda
do de sus padres, todos sus pecados propios y per
sonales? La potestad pues que Jesu-Cristo comunicó
à su Iglesia para administrar el Sacramento del Bau
tismo, no se la pudo comunicar para la administra
cion del Sacramento de la Penitencia ? y si pudo co
municarsela en quanto à la culpa, no podia comuni
carsela con mas facilidad en quanto à la pena ? Lue
go la doctrina que admite en la Iglesia la potestad de
perdonar la culpa y la pena, no contiene ningun
dogma, injurioso al poder, à la redencion y à los
meritos de Jesu-Cristo, ô que no se conforme con la
pureza, con la santidad, y con la economia de la re
ligion catolica. Añadese à esto que los textos de la sa
Tom. V. Nn gra
28o - PLATICA, ó INSTRUccioN.
grada Escritura con que se prueba la virtud y efica
cia del Bautismo, no son ni mas expresos, ni mas
terminantes, que los que establecen la virtud y la efi
cacia del Sacramento de la Penitencia en quanto al
perdon entero y completo de la culpa, y de la pena del
pecado. Porque qué palabras puede haber mas for
males, mas energicas, y mas expresivas, que estas:
quorum remiseritis 3 todos aquellos cuyos pecados per
donareis: quodcumque ligaveris 3 todo lo que atareis?
Supongamos que hubiese querido Jesu-Cristo conce
der à su Iglesia la potestad de perdonar la culpa y la
pena del pecado, podia Jesu-Cristo declarar su vo
luntad en terminos mas significativos y terminantes?
Si no nos dexamos pues cegar con el espiritu de par
tido, si conservamos todavia algunos sentimientos de
la docilidad cristiana y Evangelica, habra quien se
atreva à pensar que Jesu-Cristo dixo mas de lo que
queria decir, y que instruyendo y doctrinando à sus
Apostoles usó de unas palabras por las quales les co
municaba una potestad que realmente no les comuni
caba Luego la doctrina de los protestantes contra la
eficacia de las indulgencias no tiene fundamento ni
apoyo alguno en la Escritura, sino que se opone di
rectamente al sentido natural de ella.
Segunda reflexion. Lutero, Calvino y los demas
seótarios protestantes han confesado y reconocido
en la Iglesia Catolica el poder y eficacia de las indul
gencias, hablando en rigor: la han reconocido, y la
han confesado con los esfuerzos tan extraordinarios
con que han procurado combatirle y destruirle. Por
que ellos advirtieron , y no pudieron dexar de adver
tirlo, que si interpretaban en su sentido natural estas
palabras: quorum remiseritis: quodcumque lgaveris: se
verian obligados à confesar que los Sumos Pontifices
de
a = -==º --- e
- =-=-ºe-=- - -

son RE LAs INDULGENcIAs, y JuRILEos. 28 1


de la Iglesia catolica habian sido instituidos por Jesu
Cristo en la congregacion de los Fieles, y revestidos
de toda la potestad y de toda la autoridad de jueces
para perdonar y no perdonar la culpa, para atar y
desatar. Y en quanto à la pena ellos advirtieron, y
no pudieron dexar de advertirlo, que si confesaban
que habia en la otra vida purgatorio, esto es, un lu
gar en donde las almas que hubiesen salido de esta
vida mortal sin haber satisfecho plenamente por la
pena debida à sus pecados, la purgasen con tormen
tos acabando de satisfacer à la divina justicia, se ve
rian obligados à confesar con toda la tradicion de to
dos los siglos que las almas del purgatorio podian
ser aliviadas y socorridas con oraciones, con limos
nas, con obras penales y otros sufragios por los de
mas fieles. Cómo pues hubieran tenido resolucion pa
ra reconocer y confesar en la Iglesia la potestad de
aplicar à los pecadores arrepentidos el tesoro de los
meritos superabundantes de Jesu-Cristo, siendoles
preciso reconocer para esto, y confesar en las oracio
nes y sufragios de los fieles poder y eficacia para al
canzar esta superabundante aplicacion?
Qué han hecho pues, y qué arbitrio os parece
se han visto obligados à elegir? Ellos, para negar en
la Iglesia catolica esta eficacia , esta potestad de las
indulgencias, han aniquilado, y se han visto preci
sados à negar la verdad y realidad del Sacramento de
la Penitencia, y la realidad y la existencia del purga
torio. Pregunto ahora, no es reconocer y confesar
aunque forzadamente la potestad de conceder indul
gencias, el reconocer y confesar que no puede negar
se este articulo de las indulgencias, sino negando la
realidad del Sacramento de la Penitencia, manifesta
do tan evidentemente en las Escrituras; y negando la
Nn 2 VCI -
282 PLATICA, ó Ns rRUccioN
verdad del purgatorio derivada y fundada con tanta
solidez en la tradicion de todos los siglos por con
siguiente, no es esto confesar y reconocer los hereges
que solamente se han conjurado contra la concesion
de las indulgencias y jubileos, agitados por un es
piritu de partido ciego y contumaz error, contrario
no menos à la Escritura, que à la tradicion Si los
protestantes se hubiesen gobernado por un espiritu de
rectitud, y deseo verdadero de inquirir la verdad,
debieran haber discurrido asi. Es verdad que el
dogma y articulo de las indulgencias no consta espre
sainente en los libros sagrados; pero en ellos consta
evidentemente que Jesu-Cristo concedió à los minis
tros de su Iglesia, y los revistio del poder y autoridad
de jueces para perdonar, y no perdonar, para atar y
desatar: luego la potestad de conceder indulgencias
se contiene e incluye con evidencia en la potestad de
absolver y desatar: luego debemos reconocer y con
fesar la facultad de conceder indulgencias, supuesto
que con tanta claridad se contiene en el poder de per
donar y desatar que tan expresamente consta en las Sa
gradas Escrituras. Pero qué pensais ha hecho el espi
ritu de cisma y de heregia Ha substituido un racio
cinio y modo de argumentar contrario enteramente
al raciocinio que habeis oido, dictado por el espiritu
de reótitud y de verdad. Supuesto, dicen , que la
potestad de conceder indulgencias se contiene con evi
dencia en la verdadera potestad de absolver y desatar,
por esto mismo no queremos reconocer la potestad de
las indulgencias º luego no queremos reconocer en la
Iglesia verdadero poder para perdonar y desatar: luego
con futiles y voluntarias interpretaciones torceremos
el propio y natural sentido de las palabras con que
Jesu-Cristo establece y concede à sus ministros potes
. tad
-====

soERE LAS INDULGENCIAs, Y JUBILEos. 2.83


tad para administrar el Sacramento de la Penitencia;
porque si confesamos este poder de perdonar y desa
tar, habremos de confesar él de conceder indul
l gencias , que de ningun modo queremos recono
- cer : raciocinio que en sus autores está respiran
Y do preocupacion y error; pero que parece conci
lia mas sequito à la doctrina de estos sectarios, que el
que tiene la doctrina de ciertos Teologos, que sin
d delirar tanto , guardan en cierto modo menos conse
quencia.
9. Los quales Teologos opinan en quanto à la re
mision de la pena del mismo modo, que opinan en
ll
quanto
gan al perdondedela laIglesia
la potestad culpa.para
Porque asi como
perdonar la noculpa,
nie
º pretendiendo solamente que esta potestad no es otra,
que la de declarar que la culpa es perdonada; asi tam
d:
5 poco
pena 3niegan la potestadque
pero pretenden deesta
la Iglesia para
potestad noperdonar la
es otra que
- la de dispensar exteriormente de las penas impuestas
0 por el pecado. Con que parece que admiten en la Igle
- sia una potestad que realmente no admiten. Algunas
reflexiones os instruiran brevemente de los fundamen
l- tos de su opinion , y de la verdad de mi propo
}- sicion. . . . . . . .
C 1ó. Traed à la memoria lo que dexamos dicho
(úl
sobre las penitencias publicas. La Iglesia segun el nu
mero y gravedad de los pecados publicos y escanda
Vº losos imponia penitencias publicas mas ô menos seve
l, ras, mas ó menos dolorosas, mas ó menos duraderas:
e la potestad pues de conceder indulgencias solamente
la consiste, dicen otros teologos, en la potestad de
o templar el rigor, de abreviar la duracion, ô llegar à
OS dispensar de la penitencia publica ; luego es inegable,
|C dicen, que la Iglesia tiene este poder, Si ahora en
S- º, tra
284 PLATIcA, ó INSTRUccioN -

trase yo en un riguroso examen de esta doctrina, os


haria patente, que esto es empezar restringiendo la
potestad de conceder indulgencias, supuesto que so
lo se la estiende à la penitencia canonica de los peca
dores publicos y escandalosos 3 y yo preguntaria en
qué fuentes de la Escritura y de la tradicion se ha
bebido la idea de que la potestad de desatar, que ar
rojan y conceden las palabras de Jesu-Cristo para
con todos los pecadores y todos los pecados, no pue
de exercitarse sino con los pecadores y pecados pu
blicos yo os haria ver asimismo, que con limitar y,
contraer la potestad de desatar à los pecadores y pe
cados publicos solamente, se acabáran de persuadir
todos los que saben discurrir, que esto es no recono
cer un Sacramento de Penitencia verdadero, un tri
bunal de penitencia secreta, en donde el penitente se
acusa, y es absuelto, y en donde el confesor se obli
ga a guardar el mas inviolable secreto de quanto ha
oido ; porque si la penitencia y la satisfaccion
canonica es la unica verdadera penitencia, que la
Iglesia tiene derecho de imponer , y sobre que
tiene derecho de desatar, se seguirá que los pe
cados del penitente se harán publicos y notorios
por la naturaleza , ô duracion de la penitencia:
luego no hay ya confesion, ni satisfaccion , ni ab
solucion secreta. Pero volvamos à seguir el hilo del
discurso. -

El poder y la eficacia de las indulgencias consiste


en moderar, ô abreviar la penitencia, cononica. San
Pablo abrevio la penitencia impuesta al incestuoso de
Corinto. Sabemos por San Cypriano, que por las
oraciones y ruegos de los martyres y confesores
eran reconciliados con la Iglesia los pecadores antes
de haber acabado de cumplir la penitencia pública.
En
sobre las INDULGENCIAs, y JuBILeos. 285
En los Concilios vemos que se habla de suavizar, de
moderar, de comutar 3 todo lo qual debe entenderse
y llamarse indulgencia. De este principio se sigue que
lo que se llama indulgencia no es mas, que una rela
xacion de las penitencias publicas y de las satisfac
ciones impuestas por los Concilios: relaxacion, cuyo
valor y eficacia se termina, dicen, en lo exterior:
esto es , que por esta indulgencia es reconciliado
publicamente el pecador con la Iglesia , volvien
do à recuperar el derecho de asistir à las preces,
al culto publico, al sacrificio augusto, y de re
cibir la comunion ; pero delante de Dios no que
da dispensado de ninguna de aquellas penas y sa
tisfacciones de que es deudor à la divina justicia, y
con que debe expiar sus pecados en esta vida, ö en
la otra.
12. Pero no podemos probar que esta doctrina
acerca de la eficacia y naturaleza de las indulgencias
se conforma mal con la Sagrada Escritura, con la
práctica de la Iglesia, y con las decisiones del con
cilio de Trento? -

Conformase mal con la Escritura Sagrada. Jesu


Cristo dice expresamente à sus Apostoles que todo
aquello que desataren en la tierra, será desatado en
el cielo 5 de donde se sigue que la gracia concedida à
los pecadores en la tierra, les será concedida por Je
su-Cristo en el cielo. Si el perdon pues de la pena no
fuese otra cosa, que una relaxacion de la penitencia
canonica, el penitente solo quedaria desatado en la
tierra, y no lo quedaria en el cielo; serialo solo en
el tribunal de los hombres, y no en el tribunal de
Dios 3 supuesto que esta relaxacion de las satisfac
ciones ó penitencias impuestas por la Iglesia, no ím
pe
286 PLATICA, ó INSTRUccioN
pediria que no quedase obligado à satisfacer igual
mente por sus pecados. º. -

No se compone tampoco con la práctica de la


Iglesia. Porque supongamos que la gracia concedida
por San Pablo al incestuoso de Corinto, que las re
conciliaciones concedidas à los pecadores por los rue
gos de los martyres y de los confesores, que la con
descendencia de los concilios en moderar las peniten
cias canonicas, y que las indulgencias concedidas por
la Iglesia no sean otra cosa, que una pura relaxacion
exterior de las penas canonicas ô publicas, entonces
se seguiria que la condescendencia de San Pablo, las
oraciones de los martyres, las caritativas contempla
ciones de los concilios, las indulgencias concedidas
por la Iglesia serian una gracia, y un beneficio muy
inferior à las ideas, que nos dan dél la Escritura y la
tradicion, porque el penitente no quedára delante de
Dios menos atado de lo que antes estaba ; y aun en
los tiempos en que vivimos, vendrian ellas à ser una
gracia y un beneficio mucho menor de lo que an
tes eran, porque en la diminucion y dispensa de
las penas canonicas, dispensaria la Iglesia penas mu
cho menos graves, y por consiguiente nos dexaria
con la obligacion de satisfacer en la otra vida por
nuestros pecados con tormentos infinitamente mas ter
ribles: luego, bien lejos de que aquello que ha sido
desatado en la tierra, sea desatado en el cielo, resul
tará con verdad que quanta mas indulgencia y remi
sion haya encontrado el pecador arrepentido en esta
vida mortal, menos encontrará en la eterna. . . . . .
Ni menos se conforma esta doctrina con las decí
siones del Concilio de Trento. Este sagrado Concilio
anatematiza a qualquiera que se atreva à negar que la
Igle
= * -- º* = - = -

soBRE LAS INDULGENCIAs, y Jubileos. 287


Iglesia no tiene potestad para conceder indulgencias:
pretender pues que solo se trata aqui de la potestad
de imponer, ô no imponer penitencias canonicas y
publicas, es dexar la excomunion sin objeto; porque
la pretension de los Protestantes no se dirigia tanto à
negar que la Iglesia tuviese potestad para imponer ô
no penitencias publicas, quanto à negar la potestad
de perdonar y remitir penas satisfactorias aun en el
mismo tribunal de la divina justicia: luego el Conci
lio no habria entonces condenado la doctrina particu
lar y especialmente defendida por estos Sectarios. En
una palabra, el sagrado Concilio descomulga y ana
tematiza à todos aquellos que nieguen que la Iglesia
tiene poder para conceder unas indulgencias, que no
son una simple relaxacion de la penitencia publica y
canonica, sino que son una remision real y verdade
ra de la pena debida por el pecado: e interpretar de
otro modo el canon del sagrado Concilio seria inten
tar que la Iglesia no habló de la potestad, que le dis
putaban los Protestantes, y que sus decisiones no tie
ºs
nen autoridad ninguna, pues que en cierto modo ca
recerian de objeto. -
El mismo sagrado Concilio Tridentino anatema
tiza tambien à los que negaren que la concesion de
las indulgencias es provechosa y saludable: si las in
dulgencias pues (y ya queda demostrado lo contrario)
no son mas que una relaxacion exterior para esta vida,
y si no causan ningun efecto para la vida eterna; si no
desatan sino en la tierra, y no desatan en el cielo,
digo que las indulgencias no solamente no son saluda.
bles ni provechosas, sino que en cierto modo son da
ñosas y perjudiciales. Cómo asi porque quanto me
nos satisfaga el pecador por sus culpas en esta vida,
mas le quedará que satisfacer en la otra. .
Tom. V. Oo Aña
288 PLATICA, ó INSTRuccioN
Añadese à esto que los concilios Constanciense y
Tridentino encargan que se use con moderacion de
la facultad de conceder indulgencias. Luego por fa
cultad de conceder indulgencias no entendieron ni pu
dieron entender solamente la potestad de dispensar en
las penitencias publicas ô canonicas, porque ninguno
dispensa en leyes que no están en uso ni en vigor: es
asi que en tiempo de los concilios Constanciense y
Tridentino no subsistian ya ni se observaban las pe
nitencias canonicas ô publicas 5 luego los Concilios
Tridentino y Constanciense no entendian por la po
testad de conceder indulgencias, la potestad de dis
pensar en las penitencias publicas. -

Del mismo modo debemos discurrir acerca de las


Bulas de los sumos Pontifices, admitidas y publica
das por todos los Obispos de la cristiandad, cuyas
Bulas conceden alguna indulgencia plenaria; porque
si la indulgencia no es otra cosa que la relaxacion de
penas canonicas, concediendolo todo estas Bulas, na
da conceden, porque solo dispensan de una cosa que
ya no existe: luego las palabras de Jesu-Cristo: quod
cumque solveris 5 todo lo que desatares ; la prac
tica constante de la Iglesia ; la doctrina unanime
de los Padres y Teologos; las decisiones de los
Sagrados Concilios , y especialmente del Tridenti
no, nos enseñan que las indulgencias no son una
mera relaxacion exterior de las penitencias canoni
cas, sino una real y verdadera remision de la pena
del pecado. - -

13. Una doctrina tan verdadera, y tan solida


menta sentada, nunca fue , ni nunca será rebatida
sino con vanos y frivolos argumentos: y entre todos
aquellos con que se intenta combatirla, uno solo en
cuentro yo que puede hacer alguna fuerza à quien
-Cºly.
soDRE LAS INDULGENCIAs, Y JUBILEos. 289
carezca de la debida instruccion, y tenga poco discurso.
La Iglesia, dicen, no entiende por indulgencias
la remision real y verdadera de la pena, porque la
Iglesia solo concede indulgencias al pecador verdade
ramente arrepentido ; puede llamarse pues pecador
verdaderamente arrepentido aquel que no tiene deseo
de satisfacer por sus pecados, ni ha satisfecho por
ellos º Mas : la Iglesia no concede indulgencias
sino con la condicion, que el pecador reciba el Sa
cramento de la penitencia : y no es circunstan
cia y requisito esencial de la confesion imponer al
pecador una satisfaccion y una penitencia y asi el
Sumo Pontifice y los Obispos encargan à los confeso
res que impongan à los penitentes penitencias conve
nientes y proporcionadas al pecado: luego la Iglesia
no pretende con la concesion de las indulgencias dis
pensar al pecador de la necesidad de satisfacer por
sus culpas: luego la intencion de la Iglesia no es
que las indulgencias sean remision de la pena del
pecado. -

14. Si esta objecion fuese fundada y solida, no


nos apartariamos del sentido natural de las palabras
de Jesu-Cristo, palabras con que parece habria con
cedido à sus Apostoles un poder, que realmente no
les comunicaba º podriamos seguir con confianza la
praótica de la Iglesia de todos los siglos, y las deci
siones de los Concilios? si esta objecion no admitiese
replica, no podriamos decir que la Iglesia se contra
decia à sí misma, difiniendo y decidiendo unas veces
que las indulgencias son remision de la pena, y otras
no A la verdad no podriamos menos de decirlo:
que asi como lo dicen frequentisimamente esos hom
bres presumidos y confiados en su ingenio, adictos
Oo 2 à
29o PLATICA, ó INSTRuccioN
à sus propias ideas y dictamen. Pero los que son
de animo rendido y docil dicen , y diràn siem
pre que creen todo lo que la Iglesia les manda creer,
que dexan à los teologos el cuidado de estudiar y
profundizar las materias, y à la Iglesia el de expli
carlas, que no temen que la Iglesia yerre ni se contra
diga, que à ellos no les pertenece sino creer, venerar,
y callar. • º

15. Pero pasemos à examinar ahora y à desentra


ñar toda la dificultad. Espero desvanecer la niebla con
pocas palabras, y reducir la luz. -

La Iglesia, se dice, solamente concede indulgen


cias à los pecadores verdaderamente arrepentidos.
Concedo. Es asi que el pecador verdaderamente ar
repentido quiere satisfacer y satisface por sus cul
pas...... Concedo tambien. Pero qué deseo pregunto,
de satisfacer, y qué satisfacciones necesaria esencial
mente al pecador verdaderamente arrepentido El de
seo y la voluntad de satisfacer quanto Dios pida y
quanto la Iglesia quiera, y en quanto à la satisfac
cion, la que la Iglesia quiere. No se contradice pues
la Iglesia concediendo la remision de la pena al pe
nitente que tiene deseo verdadero y eficaz de satisfa
cer quanto la Iglesia quiera, y que satisface segun la
medida y la proporcion de la satisfaccion que Dios le
pide: luego de que la Iglesia no conceda indulgencias
sino à los pecadores verdaderamente arrepentidos, no
se sigue que las indulgencias no sean remision de
la pena. , - -

La Iglesia, añaden, no concede indulgencias si


no con la condicion que el pecador se confiese y lle
gue al Sacramento de la penitencia: concedo. Cir
cunstancia pues y requisito indispensable de la confe
- y S1Ol
soBRE LAS INDULGENCIAs, Y JUBILEos. 291
sion es imponer al penitente una penitencia propor
cionada al pecado. -

Aquinos conviene pesar las palabras. Convengo


en que es requisito indispensable del Sacramento de
la confesion imponer al pecador penitencia correspon
diente 5 pero es necesario imponer al pecador una pe
nitencia de tal modo proporcionada al pecado, que en
virtud della no quede ya el penitente deudor à la
divina justicia de ningun modo: ni esta proporcion
es absolutamente necesaria ni para el valor del Sa
cramento, ni para la seguridad del penitente, ni pa
ra la conciencia del confesor. El ministro de la Igle
sia ha de ser un dispensador prudente, que pide mas,
ô pide menos segun los pecados y la disposicion del
pecador: y quando nuestra Madre la Iglesa franquea
los tesoros de la divina misericordia, permitido le
es dar menos lugar à la justicia, y mas à la mise
ricordia. -

Resumamos. La Iglesia no concede indulgencias


sino à los que se confesaren. Es pues requisito indis
pensable que el ministro de la confesion imponga al
penitente una penitencia qual la pide el valor de este
Sacramento, y que esta penitencia se regule por una
parte segun la gravedad de los pecados, y por otra
segun las circunstancias de un tiempo, que es todo
de gracia y de perdon. No se contradice pues la Igle
sia concediendo la remision del exceso de la pena al
pecador, que haya aceptado y cumplido con aquella
penitencia, que requiere el valor del Sacramento, y
las circunstancias del tiempo, que es un tiempo todo
de gracia y de misericordia, y las disposiciones que
preparan al pecador para recibir los favores de la Igle
sia: luego de conceder la Iglesia indulgencias solo à
los pecadores verdaderamente contritos y confesados,
- nQ
2 92. PLArcA, ó INSTRUccioN
no se sigue que las indulgencias no sean remision de
la pena.
Los Sumos Pontifices dicen, y los Obispos man
dan à los confesores, que impongan à los penitentes
penitencias proporcionadas al pecado. No lo niego.
Pero si por estas penitencias convenientes y propor
cionadas entendiesen unas penitencias, que por sí y
sin el auxilio de las gracias y fruto de las indulgen
cias, causasen la remision total de la pena, se contra
decirian à sí mismos; porque en este caso concederian
una gracia, que en la realidad no la concedian: lue
go no entienden ni mandan unas penitencias que por
sí y sin auxilio del fruto de las indulgencias causan
la remision total de la pena. Con que no hay con
tradiccion alguna en conceder la Iglesia la remision
total de la pena del pecado despues de unas peniten
cias, que pueden no obrar esta remision en toda su
plenitud: luego de que la Iglesia mande imponer pe
nitencias convenientes y proporcionadas, no se si
gue que las indulgencias no sean remision de la pe
na: luego la Escritura finalmente , la tradicion,
los concilios , todo conspira à establecer y persua
dir que las indulgencias no son una mera relaxa
cion exterior de las penas canonicas ; sino que son
una efectiva, real y verdadera remision de la pena del
pecado.
16. Sentada la verdadera doctrina acerca de las
indulgencias, refutadas las opiniones que la impug
nan, y probado ya que las indulgencias son remision
de las penas debidas por las culpas, resta ahora exa
minar hasta donde alcanzan los efectos, y fruto de
las indulgencias, y de la remision de la pena. Sobre es.
te punto opinan de diverso modo los Teologos. Unos
son de dictamen que el fruto de las indulgencias no
CS
son RE LAs INDulcENCIAs, y Jubileos. 293
es otra cosa, que un suplemento de la penitencia que
no puede hacerse. Supongamos, dicen, que el peni
tente es deudor à la divina justicia de una satisfac
cion, que consiste en veinte ô treinta años de absti
nencias, de ayunos, y de otras mortificaciones: pe
ro lo quebrantado de la salud, y las obligaciones de
su estado no le permiten entregarse à todos los rigo
res de una vida tan austera 3 ó bien emprende con
fervor, y anda con valentia por el camino de esta
dolorosa penitencia, y la muerte le saltea y arrebata en
medio del camino. Ved aqui un pecador que hizo pe
nitencia mientras pudo ; pero que sin embargo de su
ardor y solicitud en satisfacer por sus culpas, que
da todavia à deber algo à la divina justicia ; y
muere. Entonces pues, dicen estos teologos, se le
aplica y alcanza el fruto del jubileo, ô indulgen
cia plenaria, y suple todo lo que faltó à aquella
satisfaccion y penitencia, que quiso hacer, y no pudo
concluir.
No puede negarse, señores, que esta opinion mirada
à primera vista parece que no va fuera de camino; por
que ella reconoce en la Iglesia una potestad legitima
para perdonar la pena del pecado, y parece tiene por
objeto conservar el rigor de la moral y la severidad
de la penitencia. Pero no nos dexemos deslumbrar
con la apariencia y superficialidad de las cosas. Sen
temos este principio irrefragable. El Espiritu Santo
dirige y gobierna à la Iglesia, su esposa, en todas
sus palabras, en todas sus expresiones, en todas sus -
enunciaciones, ya en quanto à las decisiones de fé,
ya en quanto à los puntos de reforma de costum
bres ; luego la Iglesia en estos casos nunca dice
cosa que no deba decir, y entonces siempre di
ce lo que debe decir: luego nosotros debemos usur
- - par
- 2 94. PLArrcA, ó msTRUccioN
par siempre las expresiones y enunciativas de la Iglesia
en su sentido sencillo, propio, natural sin estender
las ni restringirlas al empeño de nuestras opiniones y
sistemas particulares. Es asi pues que la Iglesia, de
clara que ella concede una indulgencia plenaria, to
tal, completa: ella no indica ni dexa traslucir, que
en su intencion la gracia y fruto de las indulgencias
sea solamente el suplemento de aquellas satisfaccio
nes que no se pueden cumplir : ella señala las con
diciones à las quales aliga la gracia del jubileo, decla
rando expresamente que concede la remision plena y
entera de toda la pena debida por los pecados à los
pecadores que verdaderamente arrepentidos cum
plan las condiciones, y hagan las diligencias que
manda , que con la debida disposicion y pureza
de alma merezcan participar de toda la plenitud
del jubileo 3 es asi tambien, repito, que debemos
entender y usurpar las palabras de la Iglesia en su
propio y natural sentido, sin añadir ni quitar na
da; luego debemos creer, que todo pecador verda
deramente contrito y arrepentido de sus culpas cum
ple y practica las diligencias que la Iglesia manda,
consigue plena y entera remision de las penas debidas
por sus pecados. De este mismo principio nace y se
infiere otro argumento no menos convincente contra
la opinion que vamos impugnando. Quando S. Pablo,
San Cipriano, los demas Obispos , y los Concilios,
atendiendo al fervor de ciertos pecadores verdadera
mente heridos de la gracía, los dispensaban las pe
nas canonicas, no hablan de la necesidad de conti
nuar los exercicios de mortificacion y penitencia por
la obligacion de satisfacer por sus culpas: ni la mis
ma Iglesia quando concede las gracias de indulgencias
y jubileos tampoco habla de esta necesidad: si las
/ un
soBRE LAS INDULGENCIAs, y JUBILEos. 297
Indulgencias pues no fuesen otra cosa, sino el suple
mento de aquella penitencia, que no se puede hacer,
seguiriase que la necesidad y obligacion de satisfacer
quanto se pueda y mientras se puede, subsistiria des
pues de las indulgencias : y si la obligacion de satis
facer quanto se puede, y quanto se pueda, subsiste
despues de las indulgencias, San Pablo, San Cipria
no, los Obispos, los Concilios debieron advertir, y
la Iglesia debe tambien advertir ahora de esta obli
gacion que hay de exercitarse en las obras de una pe
nitencia que subsiste siempre, no solo para que los
fieles vivan conforme al espiritu del Evangelo, sino
tambien à titulo de satisfaccion. Cómo asi porque el
silencio sobre una obligacion tan urgente e indispen
sable, seria en cierto modo un lazo para la sencillez
de los pecadores contritos y arrepentidos, que per
suadidos que las indulgencias causan una total y
plenaria remision de las penas debidas, por sus peca
dos, no pensaria en la obligacion que les corria de
continuar haciendo obras satisfactorias: por consi
guiente el fruto y efecto de los jubileos no produci
rian para ellos las utilidades, que podian prometerse
fundados en la conducta y autoridad de la Iglesia,
pues solamente los dispensarian las indulgencias de
las penas de esta vida para que las pagasen y satisfa
ciesen en la otra. Y sin embargo vemos que ni San
Pablo, ni San Cipriano, ni los Obispos, ni los Con
cilios, ni la misma Iglesia avisan à los fieles de la
obligacion, que persevera despues de las indulgen
cias; de satisfacer quanto se puede, y mientras se
Puede. . . . . . , , , , , ,
o a Volvamos ahora à nuestro principio. La Iglesía
gobernada por el Espiritu Santo dice todo lo que ella
debe decir: es así que si esta obligacion subsistiese,
... Tom. V. Pp la
-

298 PArica, ó nstruccioN


la Iglesia debia advertir à los fieles la obligacíon de
continuar haciendo obras satisfactorias: luego la Igle
sia avisaria de esta obligacion, si tal obligacion sub
sistiese: la Iglesia nada habla de ella: luego no sub
siste. En una palabra nosotros no debemos añadir
nada à lo que la Iglesia dice, ni suprimir nada de lo
que dice. La Iglesia pues dice que la indulgencia del
jubileo es una total remision de la pena para todos
aquellos, à quienes la verdadera y fervorosa disposi
cion de sus almas prepara y habilita para recibir con
toda estension y plenitud el fruto y gracia del ju
bileo plenisimo: por otra parte esta misma Iglesia no
dice que tal jubileo sea el suplemento de aquella pe
nitencia que se debe y no se puede hacer: luego la
opinion de los que defienden que el jubileo plenisi
mo no es otra cosa, sino el suplemento de la satisfac
cion y penitencia que no se puede hacer, no parece
es conforme ni con las palabras de la Iglesia, ni con
Su silencio. -

Otros teologos son de dictamen que la gracia


de las indulgencias solamente suple y equivale à la
penitencia canonica y publica. Los canones antiguos,
dicen ellos, intimaban por un homicidio por exem
plo, ô por un adulterio veinte ô treinta años de vi
gilias, de ayunos, de penitencias. Viene la Iglesia,
y concede un jubileo plenisimo; el penitente pues
que practicando las diligencias que la Iglesia manda,
gana la indulgencia, aquel penitente digo que estos
teologos suponen reo de un homicidio, ô de un adul
terio, consigue aquella parte de remision de penas
debidas por su culpa, quanta hubiera conseguido
con la penitencia de los veinte ô treinta años. Ello
parece , añaden estos teologos , que la intencion
í
de la Iglesia concediendo las indulgencias y jubileos,
- - - - . . . . - FlQ
soBRE LAS INDULGENCIAs, Y JUBILEos. 299
no es otra sino la de poner delante de Dios al pecador
contrito en el mismo estado, en que le hubiera pues
to el total cumplimiento de la penitencia canonica ô
publica. Vese claramente esta intencion en el estilo y
terminos de que acostumbra à usar la Iglesia: por
que quando la Iglesia concede una indulgencia de qua
renta dias, de un año, &c. dice expresamente que
perdona quarenta dias, un año de las penitencias im
puestas por los canones: quadraginta dies de panitentiis
injunétis : esto es, que por la eficacia y virtud de
la indulgencia consigue el penitente tanta parte de
remision quanta hubiera conseguido por quarenta
dias, por un año de penitencia pública. - )

Confieso desde luego que esta opinion es indubi


tablemente verdadera, hablando de una indulgencia
de quarenta dias, de un año, de cierto tiempo de
terminado; porque entonces no tiene mas efecto, que
el que hubiera producido la penitencia canonica ô
pública, que se hubiese hecho en igual tiempo al
que se señala en la concesion de la indulgencia:
y hablando de una indulgencia plenaria y total,
se seguirá tambien segun esta opinion que por el
efecto y eficacia de la indulgencia plenaria consegui
rá el penitente toda aquella remision que hubiera
conseguido con el cumplimiento riguroso y literal de
todas las penitencias canonicas ô publicas que mere
cian sus pecados. -

Arguyo ahora pues asi. O suponemos que el


perfecto cumplimiento de la penitencia pública obra
ba y causaba la remision plena y entera de todos
los pecados; o suponemos que sin embargo del per
fecto cumplimiento de la penitencia pública, el peca:
dor no conseguia la remision plena y total de toda
la pena debida por sus culpas. Si suponemos lo pri
.. " Pp 2 me
3oo PLATIcA, ó INSTRUccioN
mero, siguese que causando la gracia de la indul
gencia todo lo que hubiera obrado y causado la
penitencia, si la gracia de la indulgencia obra y
produce todo lo que hubiera causado la peniten
cia pública , la gracia de la indulgencia causa la
remision plena y total de toda la pena : lue
go entonces esta opinion no se diferenciaria sino
en el distinto modo de explicarse de la opinion
que enseña que la gracia y virtud del jubileo cau
sa la remision plena y total de la pena del pecado.
Si suponemos lo segundo, se sigue que despues del
perfecto cumplimiento de la penitencia pública, que
daba el pecador verdaderamente arrepentido y re
conciliado con la Iglesia, en la obligacion de satisfa
cer por sus pecados en esta vida ô en la otra: luego
supuesto que se dice que la gracia de la indulgencia
no obra ni causa sino lo que obraria y causaria la pe
nitencia pública, es preciso decir que despues de ha
ber logrado el penitente el fruto y beneficio del ju
bileo, queda todavia obligado à satisfacer por sus
culpas en esta vida, ò en la otra : luego esta opinion
no se diferencia sino en el modo de explicarse de la
opinion primera que dexamos ya refutada: y es no
menos contraria al sentido natural de las palabras de
nuestra Madre la Iglesia, y à la práctica constante
que ha observado en todos los siglos. Concluyese
pues de todo lo dicho: que la unica y singular opi
nion que yo creo que se debe seguir y adoptar es
aquella, que usurpando y entendiendo las palabras de
la Iglesia en su propio y natural sentido, enseña que
todo pecador verdaderamente arrepentido, que cum
ple fielmente y practica las diligencias que manda
nuestra Madre la Iglesia, y que con el rigor de la
penitencia y caridad fervorosa se dispone para reci
bir
sobre las INDULGENCIAs, y JubiLEos. 3 or
bir plenamente el fruto y gracia del jubileo, este tal
consigue la remision plena y total de todas las penas
debidas por sus culpas. - -

17. Habiendo recurrido hasta las fuentes de la


religion y de la teologia para declararos el principio,
la naturaleza, los efectos, la estension y el beneficio
inestimable de la gracia de las indulgencias y jubi
leos, solo me resta, señores, traeros à la memoria
aquellas palabras de San Pablo à los Galatas: tantum
me libertatem in occasionem detis carnis: (1) no tomeis
ocasion ni pretesto para pecar de la libertad que ha
beis adquirido por la sangre y meritos de Jesu
Cristo. - -

Examinemos los profundos senos de nuestra con


ciencia, el abismo de nuestro corazon, el pielago
inmenso de nuestras cººas: consideremos que miran
donos siervos del pecado, esclavos del pecado, y
como vendidos, y como en rehenes del pecado: ve
mundatus sub peccato, (2) por mas que con nuestra con
tricion, con nuestros gemidos, con nuestras lagrimas
hayamos conseguido restituirnos en gracia de Dios;
por mas que de pecadores hayamos pasado à verdade
ros penitentes; por mas que Jesu-Cristo haya borra
do de nuevo y aligado à su cruz la cedula del peca
do, en fuerza de la qual estabamos sujetos à las eter
nas venganzas de un Dios tantas veces escarnecido,
-
tantas ultrajado: delens...... chirograpbum decreti.......
affgens illud cruci : (3) con todo eso nosotros siem
pre quedamos deudores de las penas temporales debi
das al numero y à la enormidad de nuestros pecados;
CS.

(1) Ad Galat. 1.5. v. 3. (*) Ad Rom. c. 7. v. 4.


(3) Ad Colos. c. 2. v. 14. .
3o2 , , PLATICA, ó INSTRuccioN
es verdad que la misericordia nos habia libertado de
los castigos eternos, pero la justicianos sentenciaba
à castigos temporales y transeuntes. Mas ya la Igle
sia tiene abiertos sus tesoros que los franquea à nues
tro fervor y caridad: ya la sangre y los meritos de
Jesu-Cristo han corrido y derivadose sobre nosotros
superabundantisimamente : ya se borraron nuestras
iniquidades, y se nos perdonaron las deudas que ha
biamos contraido: ya podemos gloriarnos de ser nue
va critura en Jesu-Cristo, como se explica San Pa
blo. A y qué alma habrá tan desconocida, qué alma
tan ingrata, que no convierta todos los dias y mo
mentos de su vida en otros tantos dias y momen
tos del mas vivo y tierno agradecimiento de qué in
dignacion e ira eterna no se haria digna aquella al
ma ingrata, que de la facilidad de alcanzar el per
don, tomase ocasion para temer menos el pecado, pa
ra evitarle menos, para abrazarse menos con la pe
nitencia, necesaria para huir las ocasiones del peca
do Cómo ? ¿porque nuestro Dios es todo amor y
todo bondad, seremos nosotros todo rebeldia, todo
insolencia, y todo perversidad an oculus tuus est me
quam, quia ego bonus sum (1)
Sera posible, Dios mio, que se diga que vues
tros beneficios se conviertan en oprobios y baldones
vuestros un superior de entrañas inhumanas, infle
xible à los ruegos y à las lagrimas hallaria acaso
unos subditos, un pueblo docil y obediente : pero
vos sois todo misericordia, vos sois tardo en castigar,
y pronto en perdonar: vos, aunque tuvieseis ya em
pu

(1) S. Mat. c. o.v. s.


sobre las INDulceNcias, y Jubileos, 3o3
puñado el rayo de vuestra iras, una lagrima, un sus
piro verdadero y arrancado de lo profundo del cora
zon, extingue y ahoga en vuestra mano el trueno y
relampago que iba à prorrumpir Seria posible que el
agradecimiento fuese para nosotros menos eficaz y po
deroso que el miedo ó y quan indigno seria de la gra
cia y virtud de las indulgencias y jubileos aquel hom
bre insensato que en vuestra misma inmensa miseri
cordia hallase, por decirlo asi, el incentivo y estimus
lo del pecado pero qué digo cómo era posible que
consiguiese estas gracias Vos, Señor, sondeais, y
probais los corazones , y no restituis la candida
estola de la verdadera inocencia al hijo Prodi
go, sino despues que desengañado de sus excesos,
se resuelve á vivir y morir baxo la obediencia que
debe à su superior, y baxo el amor que debe à su
padre. 4, - -
-. .. .. . -

Lejos pues, señores, de que las indulgencias y


jubileos nos inspiren menos vigilancia, menos reca
to, menos fervor en lo venidero ; procuremos antes
que no nos cierren enteramente los ojos sobre lo pa
sado. Aquellos pecados, de que al parecer hemos con
seguido remision entera, no cesemos sin embargo de
tenerlos presentes en nuestra memoria, y aun mas
en nuestro corazon, para humillarnos por ellos, para
detestarlos, para llorarlos, y aun tambien para ex
piarlos y satisfacer por ellos. Porque quién puede es
tar seguro que habrá cumplido con todas las condi
ciones y diligencias que manda y supone la Iglesia,
con aquel fervor, con aquella pureza de alma que
sea suficiente para recibir con toda su estension la
virtud y fruto de los jubileos y indulgencias que
concede Aun digo mas, y con esta reflexion con
ciuyo. - - , - , )

- " .. - Los
3o4 - Platica, ó INSTRUccroN
º Los sectarios, enemigos mortales de la Iglesía, no
se cansan de repetir en sus escritos que las indulgen
cias y los jubileos son unas gracias perjudiciales, que
destruyen la penitencia en estos siglos de escandalo y
de disolucion, que debieran ser mas penitentes y mor
tificados por quanto son mas delinquentes y mas fe
races en maldades, -
Declamacion injusta à la verdad. No por cierto,
la gracia y la virtud de los jubileos e indulgencias
no es el escollo, ni la ruina de la penitencia. ¿Por ven
tura no dexan estas gracias en todo su vigor la satis
faccion que es esencial ô indispensable para el valor
del Sacramento de la Penitencia El ministro, en cu
yo pecho deposita el pecador la triste relacion de sus
miserias, no está obligado à proporcionar los reme
dios à la muchedumbre y profundidad de las llagas,à la
gravedad de las ofensas, à la fragilidad y malicia del
corazon, à la violencia e imperio de la costumbre?
qué otro remedio pues mas oportuno que una vida
penitente y mortificada ? ¿Por ventura no dexan es
tas gracias en todo su vigor la penitencia cristiana y
Evangelica, que los teologos llaman la virtud de la
penitencia, aquella penitencia, cuyo exercicio es tan
obligatorio para el justo y el pecador, pero de ma
yor y mas estrecha obligacion para el pecador, que
para el justo la observancia por exemplo de los ayur
nos y abstinencias que manda la Iglesia, huir de los
placeres, del juego, de los teatros, de la vida indo
lente y deliciosa, de todo lo que lisonjea la concu
piscencia, y fomenta el amor propio ¿Por ventura
no dexan estas gracias en todo su vigor la penitencia
preservativa tan necesaria al pecador arrepentido, de
bilitado con la activa ponzoña de la culpa, que tan
de asiento reynó en su corazon, debilitado con las
- Cln
-

sobre LAS INDolei:NcIAs, y Jusil Eos. S 3 o 5


- reincidencias y costumbre inveterada de pecar? El
- abstenerse de los deleites, la fuga del mundo, el
y exercicio del retiro, del silencio, de la oracion ; la
mortificacion de los sentidos, de los apetitos, de los
- - pasatiempos; la abundancia de las limosnas ; y,
¿- otros muchos exercicios de devocion, que para el jus
to serian solamente de consejo y de mayor perfeccion,
no son muchas veces de obligacion y de precepto pa
ra el pecador Por ventura estas gracias no imponen
al pecador la obligacion de una penitencia de agrade
cimiento, haciendo à Dios otros tantos sacrificios, sí
fuese posible, quantos son los dones y beneficios que
ha recibido de su liberal mano obligacion de una
penitencia de edificacion, reparando los escandalos
de la vida pasada con el desasimiento, renuncia y
mortificacion de la vida presente obligacion de una
penitencia de modestia Evangelica y cristiana, cumplien
do con las leyes de un hombre que debe solamente à las
mayores misericordias del Señor la gracia de su con
version, y teniendo siempre en la memoria, que un
pecador que tantos años anduvo por los caminos de
y la iniquidad, no puede aspirar en la casa del padre
- de familias à las prerogativas y preeminencias que son
l propias del varon justo, cuyos pasos jamas salieron
- de las sendas de la virtud obligacion finalmente de
¿ una penitencia de zelo por la honra y gloria de la
lº Iglesia, para que segun la expresion del Apostol, los
y$ enemigos de la Esposa de Jesu-Cristo no tengan la
menor ocasion de sublevarse contra ella: Ut is, qui
est ex adverso, vereatur, ó c. y para que los espiritus
pervertidos con el tosigo del cisma y del error se
confundan y enmudezcan, viendo que los frutos de la
redencion dispensados por la Iglesia, no recaen en una
tierra esteril y desagradecida
- Zom. V. Qq. Es
3o6 PLATICA, ó 1Ns rRuccioN z
Estos son, señores, los sentimientos y disposicío
nes con que debemos prepararnos para recibir la gra
cia del jubileo, si todavia no la hemos conseguido, y
con que debemos agradecerla, si la hemos ya alcan
zado. Libres asi de temores sobre nuestra vida pa
-sada, y llenos de vigilancia y de fervor para en ade
,lante, y arrebatados de amor y de agradecimiento
ahora por las mercedes que recibimos en este mun
do, llegaremos a conseguir la gloria que nos espera
en la eterna bienaventuranza. Amen.

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DE LOS SER MO NES
r ANALIs Is DE CA D A s E R Mo N.
El 111 metO primero denota la pagina donde empieza
el punto que se extracta, y el segundo
- la pagina donde acaba. -

ser MON DE LA CIRCUNCISION DE NUESTRo


Señor fesu-Cristo. -

TNAvisioN. El nombre de Salvador es un empeño


D para Jesu-Cristo que le obliga à la Circunci
sion legal y exterior: asunto de la primera Parte. El
nombre de Salvador es un empeño que obliga al
cristiano à la Circuncísion Evangelica y interior: asun
to de la Segunda. Pag 3. A

PARTE I. Es un empeño de sumision y obedien


cia, porque por su dignidad de Salvador se despoja
este Señor de los derechos que le eximian de obede
cer à la ley de la Circuncision: es empeño de zelo
y de fidelidad , porque no puede habilitarse para
cumplir con el oficio de Salvador sin obedecer à la
Circuncision : es empeño de gloria y de convenien
cia, porque sin detrimento de su propia gloria, no
puede tomar la calidad de Salvador, antes de haberse
sujetado à la ley de la Circuncision. y

1. Divinidad, santidad, generacion inefable en


el seno del Padre, y en el seno de Maria por obra
del Espiritu Santo ; ved quantos titulos eximian à
Jesus de la ley de la Circuncision, y que parece le
prohibian sujetarse à ella. Pero Jesus es un Dios que
* -- y Qq 2 SC
3o8 TABLA Y ANALysis

se ha cargado de los pecados del mundo, que quiere


satisfacer superabundantemente por los pecados del
mundo: pues ya todos sus titulos caen y desaparecen;
todos sus derechos se dirimen y cancelan. Vistiendo
se el Verbo Encarnado de la naturaleza humana, se
hizo inferior à los Angeles; y revistiendose de la ca
lidad de Salvador, se hizo inferior, por explicarme
asi à los mismos hombres, pues en virtud de esta dig
nidad de Salvador, se encargó de la satisfaccion de
sus iniquidades. No pregunteis ya pues como un hom
bre-Dios puede sujetarse à la ley de la Circuncision,
supuesto que aceptando la calidad de Salvador quiso
por medio de una obediencia la mas puntual à las le
yes que menos le comprehendian, desagraviar super
abundantisimamente la gloria de un Dios ultrajado
con nuestra desobediencia à tantas leyes; à cuyo cum
plimiento tenemos la obligacion mas indispensable.
Luego la Circuncision fue para Jesu-Cristo un empe
ño ; empeño de obediencia y de sumision. Empeño
ademas desto de zelo y de fidelidad. Pag. 3. 1 1. .
5 II. Qualquiera otro Pontifice, dice el Apostol,
que no fuese un Pontifice puro y sin macula, inutil
mente hubiera levantado las manos al cielo: si Jesus
hubiera sido pecador, hubiera tenido necesidad de
que otro le salvase : si Jesus hubiera sido puro hom
bre, no hubiera podido salvarnos: luego su santidad,
y su divinidad eran necesarias para nuestra salva
cion 3 y por otra, parte formaban como cierto impe.
dimento para explicarme asià nuestra salvacion.
, Con efecto segun el plan, y los designios de la
eterna sabiduria estaba aligada nuestra salvacion à los
tormentos y à la muerte de nuestro divino Salvador:
con que Jesus no nos hubiera merecido la salvacion,
si no hubiera sido capaz de padecer y de morir: ni
-
-,
- «... s. -
-
-- CS
DE Los SERMoNEs. 309.
esto bastaba, pues segun las incomprehensibles dis
posiciones de esta adorable sabiduria, los trabajos y
la muerte del Salvador divino no habian de obrar
nuestra salvacion, sino en quanto fuesen dictadas por
la justicia de un Dios resuelto à castigar el pecado:
y por esto es necesario que Jesus tome no el pecado
de que es incapaz, sino el encargo y la pena del peca
do: es necesario que para que Dios descargue sobre
él su ira, se oculte baxo el velo y baxo la sombra del
pecado. De que modo pues se revestirá de esta apa
riencia, y exterioridad del pecado Sujetandose à la
ley de la Circuncision: ved ahí el empeño de zelo y
de fidelidad. Empeño finalmente de gloria y de con
veniencia. Pag I I. 18. . ...

III. Jesus no recibirá el nombre de Salvador sino


sujetandose al cuchillo de la Circuncision: cómo asi?
porque era gloria suya no adoptarle sino despues de la
execucion de aquellas obras, à las quales quiso aligar
especialmente el merito: aligóle pues al momento de
la Circuncision, porque en ella empieza especialmen
te à cargarse con nuestros pecados: qué cosa fue con
efecto la Circuncision respecto del hombre-Dios? una
aceptacion solemne y autentica de la muerte y de la
muerte de cruz : y asi la Circuncision que dando à
Jesus la apariencia del pecado le humilla, esa mis
ma dandole el nombre de Salvador, le glorifica. , ,
O nombre de Salvador: ô nombre augusto so
bre todos los nombres , pues solo un hombre—Dios
puede ser honrado con él ô nombre de Jesus, nom
bre de paz y de amor, nombre de gracia y de ben
dicion Este nombre de Salvador para Jesu-Cristo es
un empeño que le sujetó à la Circuncision legal: y el
mismo es para el cristiano un empeño, que le obliga
à la Circuncision Evangelica y interior. Pag. 18.24.
l PAR
3ro TABLA Y ANALIsrs
- PAR rº II. Empeño de vocacion y de corespon
dencia, empeño de precaucion y de seguridad, empe
fío de interes y de felicidad. . - - -

I. Sabed, dice San Pablo, que una vez que os


habeis hecho nueva criatura en Jesu-Cristo, ya no
os es licito conservar los deseos, las inclinaciones, los
apetitos de vuestro primer origen sabed que el bau
tismo que os ha reengendrado en el segundo Adan,
es un misterioso sepulcro donde debeis enterrar todos
los despojos del primero. Por esto nos dice Jesu
Cristo en su Evangelio: la señal y el sello de vuestra
adopcion y de mi imperio está dentro de vosotros: en
vuestro entendimiento para rendirle, en vuestro co
razon para mortificarle. Por esto toda la doctrina de
este divino Salvador no se propone otro objeto que el
de puríficar y renovar el interior. Luego es un em
peño de vocacion y de correspondencia para el cris
tiano que le obliga à la circuncision interior: empeño
tambien de precaucion y de seguridad, Pag. 25.35.
- II. El hombre hablando propiamente solo tiene
1un enemigo, que es el hombre mismo: los demas
enemigos solo tienen librada su fortaleza en nuestra
fragilidad, y solo nos dominan porque nosotros no
sabemos dominarnos à nosotros mismos, Por tanto,
catolicos, me arrojo à deciros, que los desprecieis to
dos, y solo os desconfieis de vosotros mismos: co
mo me asegureis vuestro corazon, yo os aseguro vues
tra yirtud, - -

-. El merito de la Circuncision interior, de la abne


gacion, de la mortificacion es el que Dios te pide
para salvarte: el es un merito que nunca sobra: un
merito exdiametro opuesto à todos los vicios. Empe
ño finalmente de interes y de felicidad, que es lo ulti
mo que propongo. Pag.35. 38. .. . . . . . .
- - +- El
DE Los SERMoNEs. 31r

. III. El mayor santo del cíelo no es aquel que en


lo exterior haya practicado mayores virtudes, sino
aquel que haya vivído menos asido a sí mismo, por
que eso mas intimamente habrá vivido unido con Je
su-Cristo. Haced, Señor, que se nos impriman estas
maximas tan santas, tan sublimes 3 es cierto que no
hay cosa mas costosa, que el sacrificio que nos pedis,
pero tampoco hay eosa mas estimable que el premio
que nos teneis prometido: si morimos à nosotros mis
mos, seguros estamos de vivir con vos en la gloría
eterna. Pag-38. 44.

SER MON DE LA PU R I FICACIO Nl


de nuestra Señora. --

r . - -

ivisioN. Jesus se sujeta à la ley por el minísterío


de Maria, con cuya sumision hace que la ley
triunfe del libertinage, y de la impiedad de las pa
siones que no quieren reconocer autoridad ninguna.
Maria se sujeta à la ley ; y con esta sumision hace
que la ley triunfe de los engaños y pretextos falsos de
las pasiones que coartan la autoridad de la ley. En
dos palabras: autoridad de la ley: exencion de la ley.
Estos son los objetos que ofrece à nuestra considera
cion el misterio de este dia bien considerado y, ru».
miado. Pag. 47. - º - - i - " ... -
PARTE I. De parte del hombre nos manifiesta es
te misterio un fondo de dependencia y sumision esen
cial y necesario, que nos somete à la ley de Dios; de
parte de Dios nos manifiesta este misterio un fondo
de grandeza y de gloria que ensalza y enoblece nues
tra sumision à la ley de Dios; sumision justa y legi
tima: sumision honrosa y debida. Pag. 48. a o
--
312 *TABLA Y ANALysis
I. A qué proposito esta oblacion de las primí
cias de la vida atended al espiritu y fin de la ley.
Todo es del Señor, todo debe ser para el Señor, to
do vive por él, y todo debe vivir para él. Y

Qué es lo que hace pues Maria, quando obede


ciendo à la ley pone en manos de Dios el hijo, que
recibio de su divina Majestadº ella reconoce en este
acto, que sfn embargo de la dignidad de Madre de
Dios, no está menos obligada a una total dependen
cia, à una entera sumision à la voluntad del Señor;
y que si todo un Dios es hijo suyo, no por eso es
Dios menos señor suyo. A vista pues de este hombre
Dios que por el ministerio de Maria reconoce su de
pendencia, qué debemos pensar de esa decantada in
dependencia, de que tanto nos gloriamos con perjui
cio de la sumision que Dios nos pide Si el Verbo
Divino , si la grandeza, si la majestad misma, des
pues que se vistio de nuestra humana naturaleza, no
tuvo otra herencia à titulo de su humanidad sino la
sumision, en qué fundamos nosotros el derecho de
disponer à nuestro arbitrio de nosotros mismos ser
todo para Dios, ser todo por Dios, esa es la heren
cia, el destino, el fin del hombre : y no temamos
que esta sujecion» y dependencia nos envilezca; Je
sus rendido al yugo de la ley por el ministerio de Ma
ria, nos manifiesta en Dios un fondo de grandeza y
de gloria, que ensalza y enoblece nuestra sumision à
la ley de Dios. Pag. 48. 6o. , ,
... II. Ah, si los Profetas hubieran visto lo que no
sotros vemos con qué expresiones tan energicas y
valientes hubieran exclamado : ó tierra, ô tierra mi
ra finalmente a tu Dios; un Dios adorado por un
hombre-Dios, i un Dios que no podia ser adorado
dignamente sino por un hombre-Dios. Preguntoos
A. aho
DELos SERMoNEs. 313
ahora, el Díos à quien Jesus adora, un Dios de
quien Jesus es solo digno, es algun Dios, hombres
mundanos, de quien os podais avergonzar, algun Dios
de que os sea licito desdeñaros? y si no quereis de
pender de este Dios, de quién pues dependereis? de
los grandes, de los ricos, de los poderosos de la tier
ra entended pues que como son unos señores no po
cas veces soberbios, os es preciso obedecer servilmen
te sus caprichos; como son inconstantes y volubles,
su corazon se presta, pero no se da ni entrega; co
mo son ingratos, se habrá consumido un hombre, se
habrá sacrificado en su servicio, y muchas veces no
recibe otra recompensa ni otro, premio que desaires e
injuriosas repulsas: ó vergonzosa servidumbre que
hace avergonzarse al hombre de sí mismo. Ah, ca
tolicos supuesto que nos es indispensable servir y obe
decer, obedezcamos à Dios; pues servirle, es reynar:
reynar sobre el mundo ; reynar sobre el infierno: rey
nar sobre las pasiones: reynar sobre nosotros mismos: y
nuestra sumision será no solo justa y legitima, sino
honrosa y plausible. Sujetando pues Maria à Jesus à la
observancia de la ley, hace que la ley triunfe del des
senfreno y impiedad de las pasiones, que no quieren
reconocer la autoridad de la ley: y ahora añado que,
sujetandose Maria à la ley, hace que triunfe la ley
de los falsos pretextos y engaños de las pasiones que
coartan la autoridad de la ley. Pag. 6o. 69.
PARTE II. Para declinar el hombre la jurisdic-,
cion de la ley, como su amor propio es tan fecundo,
e ingenioso en pretestos, no quiere reconocer en la
ley sino una autoridad ceñida à ciertos estados, y à
ciertas condiciones 5 una autoridad ceñida à, ciertas,
prácticas, à ciertas penalidades: yana ilusion, que,
se destruye con el exemplo de Maria; argumento evi
2I0772. V. Rr den
3I4 TABLA, Y ANALYsis
dente de una autoridad universal de la ley, que à
todos comprehende sin exceptuar à ninguno , de
una autoridad universal que à todo se estiende y na
da exceptua. -

I. Autoridad universal, la qual se estiende à to


dos los hombres, y sujeta à todos los estados y to
das las condiciones: si dudamos de ello, volvamos
los ojos à Maria, y veremos que su grandeza no la
dispensa de la ley: y qué grandeza Maria era Ma
dre de Dios: y vosotros, ó grandes del mundo, qué
sois delante de su divina Majestad no sois mas que
unos hombres caducos y mortales, unos hombres
destinados à podriros en una sepultura. De qué pues le
sirvió à Maria su grandeza sirviola para cumplir la
ley de un modo mas noble y mas perfecto. Los gran
des tienen obligacion como hombres de observar la
ley ; y como grandes, su obligacion mas importante es
hacerla observar. Dichosos pues aquellos grandes, que
viven virtuosamente! porque su exemplo eficaz y vir
tuoso contribuye para la santificacion de los pueblos,
y la santidad de los pueblos constituye reciprocamen
te su merito ante el divino acatamiento; para hacer
se obedecer del pueblo, no hay camino mas seguro
como dar al pueblo el exemplo de obedecer à Dios:
obediencia de que no puede dispensar la elevacion
de la clase y de la fortuna, supuesto que la ley de
Dios tiene una autoridad universal que se estiende à,
todos sin exceptuar à ninguno: ahora añado, que
esta autoridad no exceptua a nadie. Pag. 7o. 81.
II. Para confundir los pretestos que tantas veces
se oponen à la ley sobre que pide y exige mucho,
qué otra necesidad tenemos que el exemplo de Ma
ria Considerad y decidid vosotros mismos si la ley de
- - Dios
- ,
- DE Los SERMoNEs. 31 5

íos es tan rigurosa para vosotros, como lo fue para


Maria, Maria se ve obligada à ofrecer à Jesus à Dios;
pero un Dios severo, un Dios justo y terrible, un
Dios justiciero y airado, un Dios que parece
no ve en Jesus sino nuestros pecados : no so
lamente ofrece Maria à Jesus en el templo, sino
que le presenta tambien en el calvario y en la
cruz. Lo que echa el sello à nuestras maldades es
que la ley de Dios encuentra impedimentos que no
hallan tal yez las leyes del mundo. El interes y la
fortuna no encuentran enemistad ni orgullo, que no
se les rindan, y lo que la religion no puede tal vez
conciliar, lo concierta y une todos los dias la politica.
Qué es lo que puede el mundo por nosotros qué es
lo que puede contra nosotros qué es lo que tene
mos que temer del mundo º guardemos para nuestro
Dios nuestro temor, nuestras esperanzas , nuestro
amor: observemos las leyes del mundo, quando no se
oponen à la ley de Dios: observemos la ley de Dios,
à pesar de todas las oposiciones del mundo. Cumpli
miento al Rey. Pag. 81.88.
Ar

SE R MO N PA RA LA F IES TA
de la Encarnacio . ..
- - , ,

ivisioN. Las disposiciones y los sentimientos de


L/ María respecto de la maternidad divina que se
le ofrece, nos enseñan en qué consiste la verdadera
grandeza: pobres desvalidos, hombres obscuros y
desconocidos, aqui teneis, con que desengañaros y
consolaros : y este será el asunto de la primera Parte.
Las disposiciones y los sentimientos de María en la
maternidad divina con que se halla revestida, nos en
Rr 2. SC
316 TABLA, Y ANÁLyss
señan en qué consiste el buen uso de la grandeza hu
mana: ricos del mundo, grandes del mundo, aquí
teneis de que aprender, y con que confundiros. Asun
to de la segunda Parte. Pag. 91.
PARTE I. Para levantar Dios á Maria à la alta
dignidad de Madre, suya, atendio principalmente à
las virtudes de que la dotó: luego en los ojos de Dios
no hay verdadera grandeza sin virtud. Maria misma
prefiere la perfeccion de la virtud à la maternidad di
vina: luego la suma grandeza consiste en anteponer
la virtud à toda otra grandeza.
I. Qué es lo que ve Dios pues en Maria que le
determina à fixar en ella la preferencia de una elec
cion tan gloriosa él ve en ella quanto ama, y quan
to estima: inocencia, pudor, humildad, virtud acen
drada, santidad eminente. Y con esto la pobreza y
la indigencia de Maria no es impedimento para la
maternidad divina: con esto la pobreza y la indi
gencia de Maria es disposicion y como cierta prepa
racion para la maternidad divina: una madre pobre
y humilde convenia à un hombre-Dios humilde y,
pobre ; una madre santa convenia que fuese la Ma
dre del Dios de la santidad. Entendamos, catolicos,
que la verdadera grandeza consiste en la virtud : y el
colmo de la grandeza consiste en sacrificar la mayor
grandeza à la virtud. Pag. 93. Io4. -

II. La virtud habia, levantado à Maria à la su


blime calidad de la maternidad divina : y su vir
tud la levanta en cierto sentido sobre su maternidad
divina: no temas, le dixo el Angel, hallaste gracia
en la presencia del Señor: pariras un hijo, y este hi
jo será el Redentor de su pueblo. No os parece que
no puede Dios añadir ya nada à la gloria de Ma
ria pero disimuladme esta expresion que la mis
-- T13
DE Los SERMoNEs. 317
ma grandeza de mi asunto escusa. Maria puede añadir
una nueva gloria à la gloria de la maternidad divina:
ella puede con la grandeza de los sentimientos que Dios
le inspira, aumentar la grandeza que la anuncia el
Angel. ¿Yo Madre de Dios bastabale à mi gloria
ser esclava suya: bien sabe el Señor lo que he pro
metido en el Templo, y mas quiero complacerle, que
mandarle. Reconozcamos con San Geronimo que en
la madre de nuestro Dios se halla un linage de grande
za mas elevada, si me atrevo à decir tanto, que la
misma maternidad divina: y este es el amor de la vir
tud, el qual lexos de buscar la virtud por la gloria,
huye la gloria por la perfeccion de la virtud. Sí por
cierto, el medio mas seguro de ser grande es sacrificar
à la virtud toda grandeza, y sin embargo la virtud es
la unica grandeza à la qual no aspiran esos hombres
que aspiran à todo. Ya nos ha enseñado Maria en
qué consiste la verdadera grandeza: sepamos ahora de
ella en qué consiste el verdadero uso de la grande
za, Pag. Io4. I 12. - - -

PARTE II. La gloria aligada à la maternidad di


vina dexa à Maria humilde y modesta: en medio de
los dolores aligados à su maternidad permanece fuer
te y animosa: humildad verdadera y solida: valor
intrepido y heroico: dos calidades en que consiste el
recto uso de la grandeza. .

I. Humildad, virtud tan necesaria para todo


cristiano porque sin humildad solo puede tener una
vana apariencia de virtud : y sus virtudes no son
otra cosa que unas virtudes esteriles y aparentes, y
tal vez vicios verdaderos. Humildad, virtud, que
sin embargo de ser tan necesaria al cristiano, apenas
conocemos su nombre, y cuyo exercicio todavia le
ignoramos mas. Humildad que siendo necesaria espe
cial
318 TABLA, Y ANALYsis
cialmente à los Grandes, es sobre todo desconocida en
la grandeza. Qué es lo que hace pues nuestro Dios
en este dia? él enseña à los grandes en la persona de
Maria la humildad mas propia para confundir los pre
testos de su vanidad. Cómo asi porque es una vani
dad la suya que se halla en medio de la mas alta y
sublime elevacion. La Madre de Dios cree que está
tanto mas obligada à ser humilde, quanto se recono
ce mas honrada. A qué quedan pues reducidos esos
privilegios y esas mal fundadas esenciones, que inven
ta la vanidad mundana por consiguiente qué error
mirar la grandeza como una dispensa de la virtud
de la humildad, ô la humildad como incompatible
con la grandeza º pero seria cosa de poca importancia
conservar la humildad en la grandeza, si no se aña
diese el valor y animo que no se arredran por las
penalidades y cargas de la grandeza. Pag. 1 13.123.
II. Por santa, por sagrada, por celestial que era
la dignidad de la maternidad divina, no fue exenta
para Maria de las penalidades à que están sujetas las
dignidades humanas, y no sé yo si necesitó de ma
yor humildad para repudiar sus honras, que valor
para tolerar sus penas.
Porque ya no habrá en la tierra para esta afligí
gidisima madre dias serenos, ni alegres, ni sin amar
guras: ya su suerte se confunde y mancomuna con
la de su hijo: derramar lagrimas, al paso que Jesus
derrama su sangre, adorar el amor de un Dios que
muere victima de su amor; amar à Jesus e imitarle:
en estas dos palabras se contiene y cifra la historia
de Maria, la de su grandeza y su conducta. Este es
el exemplar con quien deben conformarse aquellas
personas, à quienes la providencia ha colocado en al
tas dignidades, en puestos de valimiento 3 porque
10
DE Los SERMoNEs. 3 I9
no hay cargos ni empleos que no impongan obliga
ciones onerosas. Humildes y modestos: laboriosos y
aplicados: este es el camino por donde los Grandes
haciendo un loable uso de su transitoria grandeza,
llegarán à conseguir aquella grandeza perdurable que
les está prometida en la eternidad. Pag. 123.128.

sERMON SOBRE LA FE PARA LA FESTIVIDAD


de la santisima Trinidad.

D"¿ Dos clases de hombres pueden vivir en


gañados en quanto a la fé catolica: los unos
que no la buscan en la verdadera Iglesia: los otros
que se persuaden haberla encontrado en una Iglesia que
no es la verdadera. Enseñemos à los primeros que están
obligados à rendir el entendimiento à todo aquello
que la fé enseña acerca de la fé, y acerca de lo que
pertenece à la pureza de la misma fe: enseñemos à
los segundos à conocer la Iglesia à cuya autoridad
pertenece juzgar las materias de la fé Pag. 131.
PARTE I. Hay estrecha e indispensable obligacion
de una sumision real y verdadera: de una sumision i
de entendimiento y de corazon à los juicios que pro
nuncia la Iglesia en materias de fé, y respecto de la fé.
obligacionfundada en el precepto de Jesu-Cristo, en sus
promesas, en la naturaleza de la religion establecida
por Jesu-Cristo, y en las calidades de la fé que pide
Jesu-Cristo.
I. Obligacion fundada en el precepto de Jesu
Cristo. Id, les dice à los Apostoles, promulgad por
el mundo la fé, oigan de vuestra boca las verdades de
mi religion, y aprendan de vosotros lo que vosotros
aprendisteis de mí, Obligacion de enseñar y de ins
truir,
- =- ==Tr

32 o TABLA Y ANALYsis

truir, la qual se ha derivado de los Apostoles à sus


sucesores. Ministerio de instruír y de enseñar, que
pide en el pueblo sumision y docilidad. Bien lo
echais de ver, catolicos, y no hay necesidad de ma
nifestarlo; que la unidad de la fé solamente tendria
un debil socorro, y la desverguenza del error solo
experimentaria un flaquisimo impedimento en una
autoridad, que fuese permitido despreciar, y en una
palabra que hubiese derecho para no oir. Obliga
cion de sujetarse à los juicios y determinaciones, que
la Iglesia declara en materias pertenecientes à la fé.
Cbligacion fundada en el precepto de Jesu-Cristo: y
ahora añado, obligacion fundada en las promesas de
Jesu-Cristo. Pag. 13 I. I39.
II. Promesa de infalibilidad y de verdad en to
dos los juicios de la Iglesia, que tuviesen por objeto
la fé y los dogmas que tuviesen conexion con ella.
Asi que todos los puntos de la religion tienen entre
sí conexion y apoyo reciproco: los preceptos asegu
ran à las promesas, y las promesas sirven igualmente
de apoyo y de prueba à los preceptos. O y qué mag
nificas son las promesas hechas à la Iglesia mas la
grandeza de aquel Dios que las hizo, afianza su esta
bilidad. Vosotros ireis, dice Jesu-Cristo, y yo os
guiaré: yo estoy con vosotros, y no os desampararé
hasta el fin de los siglos. No, catolicos, no debemos
desconfiar por cierto de la Iglesia ni de las pasiones
de los que la gobiernan; de nosotros sí, de nuestras
propias pasiones debemos desconfiarnos. Con obe
diencia á los Pastores, jamás habra heregias, Su
puesto que prestando obediencia , y rendimiento
á los Prelados , siempre viviremos conformes con
la doctrina de Jesu-Cristo que los envia, y à
quien
º.
representan. Dios tiene prometido à su
- -
«.

Igle
DE Los SERMoNEs. 32 I
Iglesía que su idioma seria el idioma de la fé;
-y asi quando la Iglesia habla, no hay mas que
rendirse. Con que necesidad de sumision fundada en
las promesas de Jesu-Cristo, y ahora añado, funda
da tambien en la naturaleza de la religion establecida
por Jesu-Cristo. Pag. 139. 154.
III. Porque qué cosa son los dogmas de la reli
gion son unas verdades solidas, pero sublimes, que
exceden infinitamente los limites de nuestro entendi
miento: verdades que muchas veces se dexan de creer
luego que se examinan e indagan con temeraria cu
riosidad: y esta fé que tan facil y tan funesta cosa
es el perderla, qué linage de creyentes encuentra en
la tierra unos hombres, que con escasa capacidad,
y mucha presuncion , tropiezan, y se extravian por
todas partes. Qué remedio pues se ha de aplicar à es
te daño puede acaso aplicarse otro ninguno, sino la
autoridad de los Prelados y la sumision del pueblo?
La experiencia de los siglos pasados tiene acreditada
con la mayor evidencia la verdad de esta sentencia
del Espiritu Santo, que el temerario examen de los
dogmas de la fé excita y enciende guerras universa
les, y jamas concilia paz verdadera. Sumision à la
Iglesia, que pide la naturaleza de la religion esta
blecida por Jesu-Cristo: sumision en fin fundada en
las calidades propias de la verdadera fé, Pag. 154.
lI 62.
IV. No, catolicos, una fé que la Iglesia reprue
ba, no tiene caracter ninguno de la fé cristiana y
evangelica; porque es una fé presuntuosa y temeraria;
por quanto ya no está baxo aquel orden de subor
dinacion y dependencia establecida por Jesu-Cristo.
Ella no es mas que una fé terrena y humana por
. . Tom. V. Ss que
322 TABLA, Y ANALysis
que siendo vuestra fé una fé contraria à la de la Igle
sia, qué puede ser ya sino la fé de vuestras preocu
aciones, de vuestras ideas particulares, de vuestro
orgullo? Ella no es mas que una févil y baxa. En lu
gar de un Señor que desechamos, à quántos señores
no nos sujetamos que nos dominan y tiranizan Ella
no es mas que una fé inconstante y voluble. Quando
la fé es obra puramente de la razon humana, con
trae su misma volubilidad e inconstancia. Edificase,
destruyese, levantase, trastornase: jamas se fixa: ni
se sabe mas que vaguear de opinion en opinion. Sola
mente la sumision à la Iglesia es la que puede mante
ner la unidad de la fé entre los pueblos. Necesidad de
sumision à los juicios que la Iglesia intima y pronun
cia en materias de fé: como lo habeis visto. Aho
ra vereis los caracteres propios de la Iglesia , à
quien pertenece decidir en materias de fé, Pag. 162.
17 I.
PARTE II. Antiguedad, universalidad , autorí
dad, unidad: estos son los caracteres que distinguen la
verdadera Iglesia, aquella Iglesia digo à quien to
ca la decision en puntos de fé, y à quien debemos
rendir nuestro juicio en todo lo que concierne à
la fé. .
I. Antiguedad. Quál es la verdadera Iglesia, sí
no lo es la que fundó Jesu-Cristo La Iglesia pues
que fundó Jesu-Cristo es indubitablemente aquella
que puede manifestar desde los mismos Apostoles una
serie continuada de Pastores y Cabezas de la Iglesia;
aquella que retrocediendo de siglo en siglo, encuen
tra sus primeros pastores, sus autores, y fundadores
en Jesu-Cristo y en los primeros Apostoles; aquella
que no reconoce otro momento de su origen, sino el
,º pri
DE Los SERMoNEs. 323
prímer instante que alumbró el nacimiento de Jesu
Cristo. La Iglesia de Jesu-Cristo existia antes que tu:
puede muy bien decirse à toda secta que se levanta
contra la Iglesia: luego tu no eres la Iglesia de Jesu
Cristo. Pag. 17 1. I75. ,

II. Universalidad. La question, decia San Agus


tin à los Donatistas, la question que se sufre en
tre vosotros y nosotros consiste en saber quienes
de nosotros siguen la verdadera Iglesia. En la Africa
contais trescientos Obispos; pero fuera de la Africa
no contais ninguno. Ya está pues decidida la ques
tion : porque consta con evidencia por incontrasta
bles testimonios de las Escrituras que la Iglesia de
Jesu-Cristo está derramada y estendida por todo el
mundo. Luego la comun creencia de la Iglesia catoli
ca en tiempo de San Agustin era que la verdad no
residia entre pocos : luego entonces se miraba como
la unica verdadera Iglesia solamente la que era uni
versal. Pag. I75. 176.
III. Autoridad y ministerio. La Iglesia de Jesu
Cristo es aquella à quien fueron hechas las promesas
de Jesu-Cristo. A qué Iglesia pues fueron hechas es
tas promesas A aquella Iglesia donde residen los
pastores, sucesores de los Apostoles; pastores à quie
nes el Espiritu Santo confirio el cargo y oficio de go
bernar la Iglesia: pastores à quienes se ha comuni
cado poder y facultad para instruir: pastores deposi
tarios de la autoridad que ata y desata. Vosotras,
congregaciones separadas de la Iglesia universal, ten
dreis osadia para arrogaros la autoridad del ministe
rio º dónde se halla entre vosotros la universalidad
del gobierno Eclesiastico Todos entre vosotros son
pastores y doctores: todos enseñan: ninguno es en
Ss 2 SC
324 TABLA, Y ANALYsrs
señado : todos tienen igual derecho de mandar, y
asi ninguno manda. Jesu-Cristo me ha dado y seña
lado la autoridad por regla constante e invariable de
la fé: luego seré inescusable, si repudiando la regla
que me dio, adopto y sigo una regla elegida por mí,
y no por Jesu-Cristo. Pag. 176. 181. -

- IV. Unidad de los pastores y union de todos los


miembros baxo el gobierno de una misma cabeza: este
caracter no han querido reconocer los Protestantes.
Pero toda la antiguedad y todas las Escrituras con
curren para hacerlos abrir los ojos. Señor, haced que
vuestra Iglesia nunca llore ; y pues vos me habeis
criado hijo suyo, prometo no apartarme jamas de
ella: prometo finalmente vivir y morir como ver
dadero hijo de la Iglesia que milita en la tierra, pa
ra ser asociado à la Iglesia que triunfa en el cie
lo. Pag. 181. 183. - - - - -

• - -

SERMON PARA EL DIA DEL CORPUs,


o Fiesta del Santisimo Sacramento.
- -
-
- IvistoN. Esta festividad es una festividad de ala
-, banzas y de hacimiento de gracias por las ig
nominias à que voluntariamente se sujeta Jesu-Cristo
en el Sacramento de la Eucaristia: por consiguiente
pide y requiere de nuestra parte un fervoroso espiri
tu de amor y de gratitud. Primera Parte. Esta festi
vad es una festividad de reparacion y expiacion por
las afrentas à que está expuesto y padece Jesu-Cristo
de parte de los hombres en el Sacramento de la Eu
caristia : por consiguiente pide y requiere en no
sotros un - espiritu de satisfaccion y penitencias
* -2 - - - Se
a De Los SERMoNEs. 32 5
Segunda Parte. Pag. 187. se ,
Amor agradecido, amor penitente dos afectos
- que deben arder en nuestro corazon , y ser el norte
de nuestra conducta en la octava de esta solemnisima
festividad. - -
PARTe I. Las ignominias voluntarias, que Jesu
Cristo sufre en el Sacramento de la Eucaristia, son
unas humillaciones dignas de toda la gratitud de la
Iglesia : gratitud de la Iglesia en este dia , gratitud
proporcionada en lo posible à las ignominias, a que
voluntariamente se expone Jesu-Cristo en el Sacra
mento de la Eucaristia. . . . . . . . ... -
e I. De todas las afrentas a que reduxo el amor
à Jesu-Cristo, no hay ninguna que pida agradeci
miento mas vivo, y mas notable, que el estado à que
le vemos reducido en nuestros templos. Cómo asiº
porque este estado es el estado de la humillacion mas
completa. En otros pasos de su santisima vida se des
cubren huellas y vestigios de la divinidad 3 pero en
la Eucaristia la humanidad se nota tan escondida
como la divinidad : o: humillaciones mas incompre
-hensibles todavia en su principio, que en su esten
sion. Quáles fueron los designios de este Salva
dor divino en la institucion del augustisimo Sa
cramento por quanto este misterio es el misterio
de los abatimientos, la humillacion de las humilla
ciones, por eso es indispensablemente el misterio de la
mas ardiente caridad, el amor de los amores. Que
dóse Jesu-Cristo en nuestros sagrarios, para que en
tre tantos objetos como ve que le provocan à ira, es
té siempre contemplando Dios el objeto de sus com
placencias, mirandole en un estado propio para ins
pirarle pensamientos de paz y de misericordia: que
* -- do
326 TABLA, y ANALysis
dose en ellos para continuar su ministerio de medía
dor y de Salvador: esto es, quedóse en nuestros
templos para ser en ellos lo que fue en el Calvario, un
Dios que quita los pecados del mundo, un Dios que
satisface por los pecados del mundo, un Dios que
borra los pecados del mundo. Y si esto, catolicos, no
fuese asi, y si no tuviesemos en Jesu-Cristo una
victima de propiciacion, podria sufrir Dios tantas
abominaciones como cubren la faz de la tierra este
es el baluarte que defiende las ciudades, este el di
que que contiene el torrente, que está amenazando à
inundar los pueblos: y nos admiraremos, añade San
Juan Crisostomo, que venere el cielo la presencia de
un Dios que habita y se hospeda entre nosotros?
qué cosa pues puede haber mas digna del agradeci
miento de la Iglesia º agradecimiento de la Iglesia
proporcionado en lo posible à las humillaciones volun
tarias de Jesu-Cristo. Pag. 188. 2 o I.
II. Qué otra cosa es esta solemnidad sino el
triunfo de Dios humillado en la Eucaristia Triunfo
público, que por lo mismo que: es público, borra en
cierto modo las humillaciones de Jesu-Cristo. Triun
fo universal. Todo sexo, toda edad, todo estado, to:
da condicion se reune en el culto y adoracion del
Santisimo Sacramento de la Eucaristia. Triunfo el
mas brillante, el mas magnifico: no espereis que yo
me detenga à describiros las augustas ceremonias
pias con que se celebra esta festividad. Triunfo en
fin que ensalza y hace gloriosas las ignominias de Je
su-Cristo: las humillaciones de Jesu-Cristo no sola
mente son el origen de los honores que se le tribur
tan ; sino que sus humillaciones mismas dan un nue
vo realce a los honores que recibe. Pero a las humilla
--, cio
- * w

... DE Los SERMoNEs. 327


ciones voluntarias de Jesu-Cristo, las quales debe
mos venerar nosotros, quántas humillaciones aña
dimos nosotros con nuestra propia malicia, las
quales debemos llorar nosotros y repararlas por
esto esta festividad es festividad de reparacion y ex
piacion: por consiguiente pide y requiere en noso
tros espiritu de satisfaccion y de penitencia : y al
amor agradecido se debe añadir el amor peniten
te. Pag. 2 o I. 213. . . . . C, -i- º ;
PARTE II. Condolida la Iglesia no menos de los
ultrajes que se cometen contra su Dios, que de las
calamidades à que se expone su pueblo, se interpo
ne entre Dios y nosotros, instituyendo la festividad
de hoy, para que sirva como de un muro, que ella
levanta à fin de contener por una parte la indigna
cion divina que amenaza à los hombres, y por otra
el torrente de prevaricaciones que provocan la divina
ira: festividad por cuyo medio la Iglesia, reconcilia
el cielo con la tierra, satisfaciendo ella misma por
nuestras iniquidades, y haciendo que nosotros tam
bien las satisfagamos, llorandolas por nosotros, y
haciendo que nosotros las lloremos con ella. -
I. Con que la solemnidad que hoy nos con
grega, es una reparacion autentica que hace la Igle
sia à Jesu-Cristo de los oprobios, que este Señor sufre
en el misterio y sacramento de su amor. Error seria
juzgar de esta fiesta solo por las apariencias. Porque,
quereis saber porque adorna y embellece la Iglesia à
Jesu-Cristo con tanta pompa y magnificencia para
cubrir la multitud de nuestras irreverencias. Cinco
justos hubieran sido suficientes para servir de baluar
te y defensa contra Sodoma. Cómo pues este Dios de
paz y de amor, un Dios invocado en el Sacramento
- de
328 TABLA, Y ANALYsis.
de su amor, cómo es posible que no se enternezca,
y se aplaque con los ruegos y suspiros de tantos ve
nerables prelados, de tantos sacerdotes, gloria y or
namento del sacerdocio: de tantos religiosos auste
-ros, de tantas virgenes consagradas à Dios: de tan
-tas almas escogidas y predestinadas, que juntan sus
votos y súplicas para honrar à Jesu-Cristo, y para
aplacarle, o para adorarle y desarmarle No, no ne
gará el perdon que se le pida, especialmente si la
conversion de los corazones le manifiesta un pue
blo penitente en lugar de un pueblo disoluto.
Pag. 2 14.2 2o. - -

lI. Qué medio mas eficaz podia excogitar la Igle


sia nuestra Madre para que nosotros mismos repara
semos las ignominias, que por nosotros padece Jesu
Cristo en el Sacramento de la Eucaristia qué cora
zon por empedernido que sea no se franqueará à los
sentimientos de religion en medio de una solemnidad
tan tierna por consiguiente qué obligaciones nos
corren en esta solemnidad augusta ? estamos obliga
dos, y debemos conformarnos con el espiritu y de
signios de la Iglesia: debemos juntar nuestras lagri
mas y suspiros à los suspiros y lagrimas de la Iglesia,
nuestros respetos à sus respetos, nuestras adoraciones
à sus adoraciones: lo mismo que ella executa con la
pompa y magnificencia exterior de sus ceremonias, eso
mismo debemos practicar nosotros en lo interior de
nuestra alma con el fervor de nuestros deseos: no
dudemos, que con semejantes disposiciones estos dias
de triunfo para Jesu-Cristo serán para nosotros dias
de gracia y de salud. Renovad, ó Dios mio, reno
vad continuamente en este devoto auditorio el espiri
tu de fervor, el qual os ha obsequiado con afectos
- - a l
ps Los SERMoNEs. 329
tan puros y sinceros; y que todos vivamos en este
mundo para vos, à fin que vivamos todos con vos
en la gloria. Pag 2 2o. 226. -
-

SERMON DE LA INMACULADA CONCEPCION


de AMaria Santisima.
- º . . º

tvistoN. La dicha y la gloria de Maria concebí


da sin mancha de pecado original nos enseñará
à conocer y temer el pecado: punto primero. La
conducta y el exemplo de María concebida sin peca
do original nos enseñará à condenar el pecador y las
escusas del pecado: segundo punto. Pag. 229.
PARTE I. Qué es lo que vemos en este misterio?
un Dios que queriendo nacer de madre mortal, no
puede sufrir que aquella à quien destina para la alta
dignidad de la maternidad divina, sea concebida en
pecado: un Dios que queriendo que no haya nin
gun tiempo en que no este amando à su madre, se
ve obligado à empezar à amarla preservandola de
pecado: un Dios que queriendo dar à su madre
una prenda de su amor, la da por testimonio pri
mero de su amor el privilegio de eximirla de toda
culpa. -

I. En aquel primer instante infeliz y desgracía


do en que nosotros incurrimos en el pecado y sus
anatemas, Maria halla la gracia y la santidad. Da
dónde viene pues esta distincion tan gloriosa ? yo
sustento, que si queremos comprehender el misterio
de esta admirable conduóta, no tanto debemos bus
car la causa en el aborrecimiento que tiene al pecado,
como en el amor que profesa à Maria, No parece
33o TABLA, Y ANALysis y.

ria pues, que Dios ni seria, ni parecería tan sans


to como quiere y debe parecerlo, si consentia en
nacer de una madre esclava del pecado, y manº
chada con la macula e ignominia del pecado La san
tificacion de Maria anuncia la santidad de Jesus: en lo
que hace este dulcisimo Salvador por ella, se echa de
ver lo que él es. Vese un Dios que por sí mismo, y
con respeto a sí mismo profesa una oposicion tan esen
cial al pecado, un odio al pecado tan irreconciliable,
tan dominante, que un pecado, un solo pecado: un
pecado que no es efecto de la propia voluntad de
aquella à quien tiene destinada para madre suya,
no era compatible con sus proyectos y designios de
su misericordia: añadamos que es un Dios que que
riendo amar siempre à su madre, da principio preser
vandola de pecado. Pag. 23o. 235. . . . . . . . . .
e II. Cómo era posible que Maria criada para la
hija amada del Dios de la gloria, y de la majestad,
la madre del divino Salvador, la esposa del Dios san
tificador pudiese ser ni por un solo instante objeto de
indignacion à los ojos de Dios! y de qué Dios de un
Dios que es hijo suyo. Sí por cierto, en el corazon
de un hijo, y no en el corazon de un amo hemos de
estudiar y considerar el juicio que este Señor hace del
pecado. Una madre, un hijo, mirad que vinculos tan
estrechos, tan amorosos, tan sagrados; pues un pe
cado solo seria suficiente para romperlos y desatarlos:
y este solo pecado preponderaria sobre todos los sua
ves titulos de hija, de madre, de esposa. Ya no ve
rla Jesus en Maria à su Madre, ya no la miraria con
ojos de hijo : y si ni un instante solo la aborrecio, esº
porque ella no estuvo sujeta al pecado ni un solo mo-º
mento. Para poderla estar amando siempre, empezó
- a pre
=
sne n =

DE Los SERMoNEs. - 331 e


preservandola del pecado y cómo la declara este
amer tan ardiente y tan intenso preservandola de
pecado. Pag. 235.237. * - -

-- II. - Para el concepto de Dios y conforme à las


ideas de Dios no hay otra honra, ni otra gloria que
la inocencia; no hay otras riquezas que los tesoros de
la gracia : y asi lo mas que puede hacer por Maria
es preservarla de pecado, y comunicarla la plenitud
de sus gracias: y sin embargo de ser toda una madre
de Dios, cree su divina Majestad haber hecho bastan-.
te: y sin embargo de ser todo un Dios, cree no ha
ber podido hacer cosa mas ventajosa para Maria: con
que Maria es mas santa que todos los Santos: y à fin
que sea santa como madre de Dios, y como madre.
del Dios de la santidad, este mismo Dios la reduce
à traer una vida obscura y llena de trabajos. Asi que
la felicidad y la gloria de Maria concebida sin peca-,
do nos enseñan à conocer y à temer el pecado : y,
la conducta y el exemplo de Maria concebida sin pe
cado nos enseñarán à detestar el pecado y sus escu
sas. Pag. 237. 247. -

PARTE II. Yo digo que si observasemos la mis


ma conducta que Maria, recibiriamos gracias bastan
te eficaces para no ser pecadores, y gracias bastante
copiosas para ser grandes santos: si tuviesemos la vi
gilancia y las precauciones de Maria, la gracia que
Dios nos da, tendria bastante eficacia para que con
ella evitasemos los pecados: y si tuviesemos la cons
tancia y la fidelidad de Maria , las gracias que nos
comunica Dios, serian tan copiosas que con ellas nos,
levantariamos à la cumbre de las mayores vir
tudes. • , -

I. No ignoro lo que la fé nos enseña de las pro-,


* -- - - Tt 2 fun
- º * -
- - -

332 TABLA, Y ANALysis


fundas llagas que el pecado de un solo hombre abrío.
en todos los hombres. Vosotros lo sabeis tan bien,
como yo, y os servis de esta noticia para escusaros y
santificaros; porque soleis decir: es posible que en me
dio de este estado de flaqueza y languidez, de miseria
y de corrupcion 3 en un estado en que apenas llego à.
ser hombre, se me acrimine ser pecador se me mande.
ser santo Sí, amado oyente mio, mandasete ser
santo; y si no lo eres, para condenarte y obligarte,
à que te condenes à tí mismo, basta ponerte delante
el exemplo de Maria; porque en medio de tan gran
de abundancia y plenitud de gracias con que se mira
enriquecida Maria, qual pensais es su conducta Ma
ria no tiene ninguna de nuestras miserias ; y sin em
bargo no omite ninguna diligencia, ninguna de las
precauciones que nuestra fragilidad nos hace tan neces
sarias: fuga del mundo, penitencia rigurosa, trabajo
continuo, oracion fervorosa, retiro y soledad profun
da. Qué es pues lo que nos pierde no tanto nuestra
flaqueza, como nuestro orgullo y presuncion, como
negligencia y indolencia: no tanto la fragilidad, pro
pia de nuestro corrompido origen, como la fragili
dad, obra de nuestra temeridad... Asi que si tuvieseº
mos la vigilancia, y las precaucioees. de Maria, la
gracia que Dios nos da , tendria, bastante eficacia,
para evitar con ella los pecados : y si tuviesemos la
constancia y la fidelidad de Maria, las gracias que
nos comunica Dios, serian tan copiosas que con ellas
nos levantariamos à la cumbre de las mayores virtu
des. Pag. 248.26o.
- II. Maria no pone limites à su fervor, y asi me
rece que Dios no ponga limites á sus gracias: estu
diad en Maria, dice San Ambrosio, en Maria sola
- . - ha
ñE Los SERMoNEs. 333.
hallareis todas las virtudes y todas las victorias de to
dos los Santos. Humildad en fuerza de la qual ignora
ella su propio merito y su gloria: amor à la pureza
que antes de Jesu-Cristo di al mundo que quedó
asombrado, al primer exemplo de la pureza. Angeli
ca: constancia heroica, que jamas flaquea: ella con
cede quanto se la pide ella previene quanto se la
pueda pedir: fieles y animosos à exemplo de Maria,
tengamos presente que aquel que no lo da à Dios to
do, no le da lo que pide, y no tiene derecho para
esperar nada: asi que quanto mas le demos, mas
gracias recibiremos en esta vida, y despues gloria en
el cielo. Pag. 26o. 264.
- .. . . . . . , . ..."

... . • - s - * ,

PLATICA, ó INSTRUCCION SOBRE jUBILEOs,


- , , e Indulgencias. Pag. 265.

Istingamos con Santo Tomas, y todos los


"teologos dos cosas en el pecado : una que
se llama la culpa del pecado ; otra la pena del pe
cado. Conoce el hombre la ley de Dios, y sin
embargo de este conocimiento quebranta esta ley:
esta, transgresion de la ley le constituye pecador,
rebelde contra Dios: esta se llama la culpa del pe-;
cado. Pero no para aqui toda la malicia del pecador:
porque como por su conjuracion y rebeldia ultraja la
santidad , e insulta la autoridad de Dios, exige y
requiere la divina justicia que la santidad ultra
jada sea desagraviada , y satisfecho el despre
cio de la autoridad: esta pues se llama la pena
del pecado. No confundamos pues estas dos cosas.
Es verdad que la pena tiene su principio y origen en
: la
=-=== -ºes
- - =-ºs º-a-re

334. TABLA, y ANALysts


la culpa; no es tampoco menos verdad que la pena
puede subsistir y subsiste con efecto, aun quando
la culpa ya no subsiste. Constanos por las Escri
turas que perdonando Dios la culpa, no siempre
perdona la pena. Pero quereis saber la potestad que
ha recibido la Iglesia, y el derecho y autoridad que
puede exercer, ö no en el tribunal de la penitencia.
Confrontemos los dos textos de la Escritura: los pe
cados de todos aquellos à quienes se los peldonareis,
serán perdonados: quorum remiseritis peccata : ved
ahí el poder de la Iglesia en quanto à la culpa del
pecado. Todo lo que ligareis en la tierra, será liga-.
do en el cielo: quodcumque ligaveris: ved ahí el po
der de la Iglesia en quanto à la pena del pecado. Lu
tero, Zwinglio y Calvino quieren que este poder de
perdonar, y no perdonar pecados es meramente un
poder para separar al pecador escandaloso de la co
munion y trato de los fieles, y de restituir à este tra
to y comunicacion al pecador arrepentido: opinion
extravagante, y que carece de todo fundamento: por-.
que esto es decir, que este poder no seria como el
de Jesu-Cristo que tiene indubitablemente el de atar,
y absolver , y que declara que da y comunica à sus
Apostoles la misma potestad que recibio de su padre.
¿Y estas palabras quorum remiseritis no significan con
toda propiedad una remision ó perdon riguroso, en
fuerza del qual vuelve el hombre del pecado à la
gracia Otros teologos no tan audaces no niegan que
las palabras de Jesu-Cristo signifiquen la remision de
los pecados; mas por el poder de perdonar pecados no
entienden sino un poder para declarar juridicamente
que los perdonados están perdonados. La significacion
natural de las palabras de Jesu-Cristo, todos los Con-.
- - ci
- DE Los SERMoNEs. 3.35
cilios, los Padres, la corriente de los teologos, el
consentimiento unanime de las dos iglesias Griega y
Latina, prueban invenciblemente que el poder que
dio y comunicó Jesu-Cristo fue un poder verdadero
de perdonar pecados: luego el poder concedido por
Jesu-Cristo à su Iglesia no es un poder ilusorio y
quimerico de declarar, que los pecados estan perdo
nados. Pero este poder que Jesu-Cristo concedio a su
Iglesia se limita al poder solo de perdonar la culpa del
pecado, ô se estiende al poder de perdonar tambien
la pena del pecado este texto: quodcumque ligaveris:
todo lo que ligareis. Estas palabras declaran dos co
sas: el poder de atar, y el poder de desatar: poder
de atar en fuerza del qual el penitente está obligado
delante de Dios à sujetarse à todas las satisfacciones y
penitencias que la Iglesia le imponga en expiacion de
sus pecados quodcumque ligaveris: poder de desatar,
en fuerza del qual el penitente se aprovecha y goza
delante de Dios de toda la remision y relaxacion que
le concede la Iglesia, quando se arrepiente verdaderar
mente de su pecado : quodcumque solveris. Pero este
poder de aplicar los meritos de Jesu-Cristo con aque
lla plenitud y con aquella abundancia que se le per
dona y remite todo al pecador verdaderamente arre
pentido, y resuelto con firme proposito de no pecar
mas, le ha comunicado Jesu Cristo à su Iglesia?
Aqui es donde empieza hablando propiamente el
examen de lo que se llama indulgencia y jubileo.
De qué naturaleza pues, de qué eficacia, de qué es-,
tension es el poder que Jesu-Cristo ha concedido y
concede à su Iglesia en quanto à la pena del pecado?
Solo à la esposa pertenece informarnos e instruirnos
de los designios y de la voluntad del esposo: el Es
a pl
T-R -

--

--
- - -

===== -- —--------- ---

336 TABLA, y ANALysis


piritu Santo que la gobierna no puede permitir que
ella se engañe, ô que nos engañe, apropiandose un
poder verdadero, si no le tuviese, ô persuadiendonos
que tiene un poder imaginario: si no le tuviese. El
Sacramento del Bautismo no borra en virtud de la
eficacia y virtud del poder comunicado à la Iglesia
el pecado original en los niños, y en los adultos ade
mas de este pecado, todos sus pecados propios y
personales º no pudo pues Jesu-Cristo comunicar à su
Iglesia en el Sacramento de la Penitencia el poder
que la comunico en el Sacramento del Bautismo ? y sí
se la pudo comunicar en quanto à la culpa, tenia
menos poder para comunicarsele en quanto à la pena?
luego el poder de perdonar los pecados en quanto à
la culpa y la pena no contiene ningun dogma injurio
so al poder, à la redencion, à los meritos de Jesu-Cristo;
ò que no sea conforme con la pureza, con la santidad,
con la economia de la religion catolica. Añadese à esto
que no hay en todas las sagradas Escrituras tex
to tan formal, y tan expreso a favor de la virtud y
eficacia del Sacramento del Bautismo, como los tex
tos que establecen la fuerza y la eficacia del Sacra
mento de la Penitencia en quanto à la remision plena
y total de la culpa y pena del pecado, todos aquellos
cuyos pecados perdonareis, serán perdonados: quo
rum remiseritis : todo lo que ligareis; quodcumque li
gaveris. ... . . . . . . .. . .
Otros teologos no niegan como los Protestantes el
poder que la Iglesia tiene para relaxar y perdonar la
pena; pero quieren que este, poder no es otra cosa
que el poder de dispensar exteriormente las penas im
puestas por el pecado: con lo qual parece que admi
ten en la Iglesia un poder que por otra parte no ad
*- mi
DE Los SERMoNEs. 337
miten á la verdad: y de este modo se apartan de la
practica de la Iglesia y de la decision del Concilio de
Trento, en donde es generalmente anatematizado
todo el que se atreviere à negar que la Iglesia no tie
ne potestad de conceder indulgencias: ahora pues;
si se pretende que aqui no se trata sino del poder
de exigir, ô no exigir penitencias canonicas y publi
cas, se pierde el objeto de esta anatema. El mismo
sagrado Concilio de Trento anatematiza tambien à
qualquiera que negare que la concesion de las indul
gencias es util y saludable. Si las indulgencias pues
no son otra cosa que una relaxacion exterior para es
ta vida temporal, si no obran ningun efecto para la
vida eterna, son en cierto modo dañosas y perju
diciales: porque quanto menos hubiese satisfecho el
pecador en esta vida por sus culpas, mas le quedará
que satisfacer en la otra. Oponen ademas de esto
otra objecion, que no dexa de ser especiosa contra
las indulgencias. La Iglesia, dicen, no entiende por
indulgencia la remision real y verdadera de la pena,
porque la Iglesía solo concede indulgencias al peca
dor verdaderamente arrepentido: preguntase pues,
está verdaderamente arrepentido un pecador, no
teniendo voluntad de satisfacer , y no satisfacien
do por sus pecados º Convengo que la Iglesia no
concede indulgencias sino à los que confiesan sus
culpas con las debidas disposiciones : pero es re
quisito indispensable por el sacerdote imponga al
penitente una satisfaccion qual la exige el valor del
Sacramento: mas no incluye tampoco ninguna con
tradiccion que la Iglesia conceda el exceso de la
pena al penitente que haya aceptado y cumplido
una penitencia qual la exigen el valor del sacra
Tom, V, - Vv 111CIl
338 TABLA, y ANALysts
mento , las circunstanscias del tiempo , que es
un tiempo de gracia y de misericordia y las dis
posiciones con que el pecador se dispone à reci
bir las piedades de la Iglesia : luego de que la
Iglesia no conceda indulgencias sino à los pecado
res contritos y confesados no se sigue que las in
dulgencias no sean remision de la pena: en fin
sin hablar de las opiniones de otros muchos teolo
gos, mi dictamen es que la opinion que se debe se
guir es aquella que tomando en su propio y na
tural sentido las palabras de la Iglesia, enseña que
todo pecador arrepentido, que cumpliendo fielmen
te con las condiciones que la Iglesia manda , y
con el rigor de su penitencia , y caridad fervo
rosa, se prepara para recibir la plenitud de toda
la gracia de la indulgencia , obtiene la remision
plena y entera de todas las penas debidas por sus
pecados. - - a

No por cierto, la gracia de las indulgencias y


jubileos no es para los pecadores verdaderamente ar
repentidos el escollo y la ruina de la penitencia : por
que no dexa ella, en todo su vigor la satisfaccion
que es esencial en el Sacramento de la Penitencia?
no dexa en todo su vigor à la penitencia cristia
na y Evangelica que llaman los teologos la virtud
de la penitencia º no dexa en todo su vigor à la
penitencia de precaucion tan necesaria al pecador
arrepentido, debilitado por el contagio de la cul
pa no dexa la obligacion de una penitencia de
agradecimiento: de una penitencia de edificacion:
de una penitencia finalmente de zelo por la honra y
gloria de la Iglesia, para que avergonzados sus
enemigos enmudezcan, viendo que los beneficios
- de
DE Los SERMoNEs. 339
de la redencíon que la Iglesia nos dispensa, no
caen en tierra esteril e ingrata; libres de este mo
do de temores sobre la vida pasada , vigilantes y
fervorosos para en adelante, penetrados de amor y
de gratitud por las gracias y mercedes que de
contado recibimos en la tierra, llegaremos à la Igle
sia que nos espera en la gloria, Amen, º.

F I N.

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