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- SERMIONES

DEL P. CARLOS FREY DE NEUVILLE


PREDICADOR DE LUIS XIV.

REY DE FRANCIA.
4 3
TRADUCIDOS DEL FRANCES

POR D. JUAN ANTONIO PELLICER


DE LA REAL BIBLIOTECA.

-,

TOMO QUARTO.
QUARESMA.

EN MAD R. ID

AÑo de M. D cc. lxxxv .


POR D ON B L AS ROMAN
Impresor de la Real Academia de Derecho Españo
y Publico.
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.

Vendense en casa de D. Antonio Baylo, calle as Carres


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DE LOS SER MONES
QUE SE CONTIENEN EN ESTE

TOMO QUARTO.
ARA el Viernes de la quarta semana de Qua
resma : De la Misericordia de Dios para
con el pecador. . . . . . . . . . . . . . . . Pag. r.
Para la Dominica quinta de Quaresma: De la Pa
labra de Dios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38.
Para el Martes de la quinta semana de Quaresma:
Del Establecimiento de la Religion Catolica. 91.
Para el fueves de la quinta semana de Quaresma:
Del Pecado mortal. . . . . . . . . . . . .
. . . . 156.
Para el Viernes de la quinta semana de Quaresma:
Del Deseo con que debemos llegar à comul
8ºre - º * - • • • • • • • • • • • • • • • • • • • - • • 2O4
Para el Domingo de Ramos: Del Respeto con que
se debe llegar à comulgar. . . . . . . . . . . . 244.
Para el Viernes santo: De la Pasion de nuestro
Señor Jesu-Christo. . . . . . . . . . . . . . . . 393.
Para el Domingo de Pascua: De la Resurreccion. 353.
Tabla y Analysis. . . e 4oo.
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PAG. r.

SER MON
DE LA MISERICORDIA DE DIOS
PARA coN EL PECADoR.
PARA EL VIERNES DE LA QUARTA SEMANA
de Quaresma.

Dimittit nonaginta novem in deserto, & vadit ad


eam , qua perierat donec inveniat eam.

Dexó las noventa y nueve ovejas en el desierto, y fue


a buscar la que se habia perdido hasta que la en
contró. S. Luc, cap. I 5. V. 4.

O es esta por cierto alguna de aquellas para


bolas, con cuya misteriosa sombra ocultaba
por lo comun Christo nuestro bien los dogmas y
documentos de su Evangelio : no es este aquel ve
lo que escondia de los ojos de Israel carnal y terreno
los caminos y consejos del Altisimo, y que solamen
te se levantaba para los Discipulos y Apostoles, à
quienes por una gracia especial se descubria y reve
laba la inteligencia de los misterios del reyno de
los cielos. -

Quién de nosotros tendra tan escaso conoci


miento de sí mismo , que no llegue à advertir la
huella de los sacrosantos pies de Jesu-Christo es
tampada en las torcidas sendas, por donde la ove
ja fugitiva y descarriada se perdia , huyendo del
obediente rebaño ¿Quién de nosotros ignorará tan
...Tom. IV, - A to
2 , - SERM o N
to lo que sucede en lo interior de su corazon, que
no llegue à reconocer la infinita misericordia de Dios
para con el pecador en las ansiosas solicitudes de
aquel pastor divino, que no se cansa de buscar por
el desierto la oveja ingrata y atrevida, que huyó de
su gobierno, y de su grey, menospreciando su amor
Prestadme vuestra atencion, amados oyentes mios:
aunque cómo es posible que me la negueis, tratan
dose de un asunto tan importante , en que intento
poner à vuestra vista una fiel pintura y retrato ver
dadero de vuestro Dios, y de vosotros mismos; de
su corazon y del vuestro? Desgraciados de vosotros,
si la materia de que voy à hablaros os es estraña y
nueva Aunque habiendose dignado de hablaros
vuestro Dios, cómo seria posible que os hubieseis
resistido à oirle Mas ya observo, que no habeis
querido escucharle, imponiendo silencio à vuestras
pasiones, supuesto que permaneceis todavia peca
dores. Para volver pues à encender en la tierra
aquel amor divino , cuya calidad y excelencia es
consumir en un momento las carnalidades de nues
tros vicios y deseos terrenos , esforcemonos princi
cipalmente à conocer à nuestro Dios, las finezas de
su amor, y los tesoros de su gracia. -

Vengo pues , Catolicos , resuelto en es


te dia à explicaros el orden y providencia de
aquella gracia eficaz , que muda y convierte al
pecador; y ciñendo mi Discurso à la idea mas senci
lla y natural, os manifestaré lo que obra la gracia
en beneficio del pecador que se apartó de Dios: y
lo que la gracia espera del pecador arrepentido, que
vuelve à la amistad de Dios; ô por mejor decir, lo
que obra la gracia en beneficio del pecador, debe
obligarle à volverse à su Dios ; y lo que la gracia
obra
DE LA MISERIcoRDIA DE DIos. 3.-
obra por el pecador, le enseña el modo cómo debe
volverse à Dios. En una palabra: el gobierno y con
ducta de la gracia con el pecador, que es el motivo y
estimulo de la penitencia, será el asunto de la prime
ra Parte. La conducta de la gracia con el pecador,
que es la regla y modelo de la penitencia, será el
asunto de la Segunda.
De una de vuestras obras mas admirables, de uno
de los mas gloriosos triunfos de vuestra gracia in
tento, ô Espiritu divino, hablar à este devoto con
curso ; pero en vano intento hablar de tí, si tú
no te dignas hablar conmigo, y por mí. Porque qué
es el hombre, ni qué influxo y poderío tiene en el
corazon de los demas hombres Humillad y confun
did à todo ministro indigno , que quando intíma la
divina palabra, desatiende y se olvida de la gran
deza y dignidad de su ministerio, y solo no se olvida
de sí mismo. Quán reprehensible sería el predicador
que no se propusiese convencer, instruir, y santifi
car. Pero quán digno de compasion es el que lo inten.
ta, y solicita ; y no lo consigue Porque qué utiliza
mos, ni qué ganamos, si no ganamos almas à Jesu
Christo? Haced, ô Espiritu puro, que sea util y fruc
tuoso para su salvacion el zelo que nos inspirais ; y
mientras yo les descubro en vuestra gracia el mas po
deroso motivo, y la mas segura regla de una verda
dera penitencia, comunicadles esta misma gracia, pa.
ra que en virtud de ella presten atentos y dociles oidos
à vuestra palabra interior. Esta gracia os pedimos, po.
niendo por intercesora à Maria. Ave Maria. y

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2.

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4. . SERM o N - - - A

PARTE PRIMERA.
UÉ es lo que hace la gracia con el pecador
Bien claro y manifiesto se observa. su gobier
no y su proceder en el presente Evangelio.
Desviase del rebaño la oveja ingrata y voluntariosa, y
el buen pastor la busca con solicitud : vadit ad illam
que perierat: sin cansarse de buscarla: donec inve
niat eam. Hallala en fin, recibela con alegria, y vuel
vela sobre sus hombros al redil : imponit in humeros
suos gaudens. (1) Notad como en iguales e identicos
extravios experimenta el pecador la misma bondad
y benignidad: pierdese, precipitase en el intrincado
laberinto de sus pasiones , quanto mas se interna
en este funesto camino, mas se acerca al derrum
badero donde está para caer irremediablemente, co
mo que se olvidó en fin, y abandonó à su Dios; pe
ro Dios no le tiene olvidado : antes le llama , le
atrae, le convida con su amistad: y el pecador en
tonces se para, se rinde, cede 3 y en lugar de ex
perimentar un Dios ofendido y menospreciado, en
cuentra un padre, y un padre amorosisimo. Amor
tierno, que busca y solicita al pecador: vaditad illam
que perierat: amor constante y firme, que de nada se
acobarda, y que vence sus resistencias : donec inve
niat eam : amor liberal y generoso, que derrama en
él los tesoros mas preciosos de su gracia: imponit in
humeros suos gaudens. Ved aquilas ansiosas solicitudes
de la gracia que busca al pecador, las atenciones y
la perseverancia de la gracia que muda y convier
tC

(1) S. Luc. c. 15. v. 5


DE LA MISERIcoRDIA DE DIos. S
te al pecador, y los dones y beneficios de la gracia
que admite y justifica al pecador. Dónde hallareis,
os ruego, amados oyentes mios, motivos y estimu
los para arrepentiros y convertiros mas vehementes,
mas poderosos, y mas dignos de arrebatar, y como
yer una alma noble, generosa, y agradecida º
1. Hablaré en primer lugar del mas asombroso,
mas fino, y mas tierno amor que se descubre en las
ansiosas solicitudes con que la gracia busca al peca
dor: prodigio, que para comprehenderle , es nece
sario haber considerado atenta y profundamente to
da la injuria y ofensa que hace à Dios el pecado.
Considerad al hombre, que siendo polvo y ceniza,
niega el culto y veneracion debida à aquel Dios
de gloria y majestad, en cuya presencia los Re
yes y las monarquias, el cielo y la tierra son como
sino fuesen; el hombre, que esclavo naturalmente
y adorador servil de las deidades de la tierra, des
precia y se rebela contra el imperio y autoridad
de aquel Dios poderoso que dixo: hagase el mun
do, y el mundo fue hecho; el hombre que siendo la
misma fragilidad y timidez, provoca la ira de aquel
Dios terrible que à la duracion de sus castigos no
ha fixado otros terminos que los de la eternidad;
el hombre especialmente , el hombre que siendo re
engendrado en Jesu-Christo, e ilustrado con las lu
ces de la fé, deslumbrado sin embargo y atraido
con el halagueño cebo de un deleyte momentaneo,
renuncia los bienes de la adopcion divina, y la he
rencia del cielo, desprecia igualmente las prome
sas y las amenazas divinas, quebranta su ley, se
resiste à sus gracias, insulta su justicia, menospre
cia su amor, y no quiere reconocerle ni por su
señor , ni por su padre, ni por su Dios, ni por
- SUl.
6 ... " SERM o N
su Salvador. Ved ahi, no obstante qualesquier so
fisticos discursos y errados conceptos del mundo, ved
ahi el pecado , y aquel pecado especialmente que con
tanta insolencia comete el pecador de proposito deli
berado; el pecado, repito, tal qual es en los ojos
de Dios y con respecto à Dios: rebelion que sacu
de el yugo de la autoridad mas legitima; temeri
dad que provoca el poder y la justicia mas terri
ble; perfidia que quebranta los mas sacrosantos y
solemnes juramentos; ingratitud que abusa de las
gracias y beneficios mas insignes. Pero qué digo?
Todavia no son estos los primeros pasos que da el
pecador en el tenebroso camino de la culpa. Osaré
descorrer el velo que oculta el horror de nuestras
atrocidades y prevaricaciones? Ah, Dios mio có
mo entenderemos hasta donde se extienden las mi
sericordias de vuestra gracia , si ignoramos quán
dignos somos y merecedores de todo el peso de vues
tra indignacion! No por cierto, no nos ha de infor
mar de la grandeza de vuestra bondad el corazon fiel
que os adora, sino el corazon ingrato y rebelde que
os ofende: aqui es donde habeis colocado el trono y
el santuario de vuestras misericordias; y me arrojo à
decir, que no nos da mayor testimonio de vuestro
amor lo que haceis por el justo, que el que nos da de
vuestra clemencia lo que sufrís al pecador. º

Si luego que el pecador comete la culpa, no se


vuelve prontamente à Dios à quien ofendió, cor
respondiendo con fidelidad al primer llamamiento
de la gracia , va cundiendo e introduciendose la
ponzoña del pecado, segun la expresion de la Es
critura, hasta lo mas intimo de su alma, talando
en ella todas las semillas de fé, de religion , de
verguenza, de agradecimiento , de temor , y de
- - ICS
r,

DE LA MISERIcoRDIA DE Dios. y
respeto. Veneno mortal que ya causa un espiritu
de sopor y de funesta soñoliencia : spiritum soporis:
(1) de donde se origina una profunda paz, un sosie
go inalterable con que el pecador vive sin sentimien
to de lo pasado, sin cuidado de lo venidero, en
tregado à la tirania de las pasiones, consolandose
del peligro de morir en pecado mortal con la frui
cion de vivir en él, no pensando , ni queriendo
pensar en tan inminente peligro; antes defendiendose
y cautelandose contra los latidos de la razon y de la
fé, que podian romper la cadena de tan gustoso en
gaño, y amando el pecado hasta executar y evitar
quanto pueda contribuir para hacerle menos amable
y halagueño. Ya causa una especie de frenesí y de de
lirio: spiritum vertiginis. (2) Asi un pecado sucede à
otro pecado ; cada dia se cometen nuevos delitos, se
despiertan nuevas pasiones ; y perdido el tinó el pe
cador, corre precipitado de maldad en maldad; y co
mo si temiese tardar en condenarse, se apresura à
cegarse todos los caminos de la penitencia, acaban
do de viciar y podrir su corazon. Ya causa una espe
cie de error y de mentira: somniantes mendacium. (3)
Por esto no hay pretesto, que para aquietarse el pe
cador y autorizarse en sus desordenes no invente;
ni escusas ridiculas que no alegue ; ni vanas sutilezas
de que no se valga 3 ni falsas razones de estado que
no pondere 5 ni principios de sistemas desatinados
que no abrace. Finalmente, para ofender à Dios mas
à su salvo, toma la resolucion de no quererle conocer,
y no sintiendose con fuerza y robustez de espiritu para
Vi

*) Isai. c. 29. v. ro. (2) Ibid., cap. 19. v. 14.-


(3) Jerem. cap. 23. v. ; 2.
3. SERM o N
vivír conforme à su ninguna religion, formase una
razon que piense y discurra segun sus antojos y ape
titos. Ya causa un espiritu de furor y de atrevimien
to; un espiritu de escandalo pestilente: contra Omni
potentem roboratus est. (1) Asi dexan luego de ser
discipulos, y se erigen prontamente en maestros de
iniquidad: de modo que ningun pecador se hallaria
tan cargado de iniquidades, si tuviera que responder
solamente de sus pecados propios y personales. Mi
rad, dice el Profeta, mirad esos Reyes , y esos
reynos, esos Principes, y esos vasallos , esos pue
blos, y esas naciones despedazandose con tan crue
les odios, e intereses tan contrarios; ved sin em
bargo, cómo una funesta confederacion los coliga
contra el Señor y su Christo : y como el mundo en
tero se subleva y rebela contra el cielo : dirumpa
mus vincula eorum , & projiciamus a nobis jugum ip
sorum. (2)
Asi como los soldados, dice Salvíano, que han
resuelto la destruccion de una ciudad enemiga,
contraminan sus baluartes , socaban sus defensas,
penetran y hienden intrepidamente por entre aceros
y fuegos, alegres y determinados à perecer entre
sus ruinas, y à apresurar con su muerte su deso
lacion: sicut illi qui munitissimas urbes obsident : à este
modo los pecadores fatigados, y como cansados de
tantas misericordias de su Dios, obligandole finalmen
te à volver guerra por guerra, odio por odio, acumu
lan delitos sobre delitos, escandalos sobre escandalos:
ita c3 nos ad expugnandam misericordiam Dei omni pec
catorum genere ............. oppugnamus. Vemos en efecto,
que

(1) Job c. 15. v. 25. (2) Psalm. 2. . 3.


DE LA MISERIcoRDIA DE Dios. 9
que su Religion sacrosanta es el objeto de nuestras im
portunas pesquisiciones, y el examen de tantos su
perficiales entendimientos : que sus festividades son
profanadas; sus mas augustos misterios reputados
por locura y escandalo ; su culto casi abolido ; su
mismo altar tal vez vilipendiado ; quebrantadas sus
mas sagradas leyes ; sus gracias menospreciadas 3 ven
dida la justicia al empeño ô al interes. Vemos la
Grandeza arrogante y soberbia, la opulencia dura
y sin misericordia, proscriptas y desterradas la ver
guenza, la verdad , la caridad: vemos justificados
por la politica, autorizados por el exemplo, apro
bados y encarecidos con los dictamenes de esa ra
zon tan ponderada, consagrados por la costumbre,
y dictados por el respeto humano todos esos deli
tos que contribuyen para el logro de los deleytes,
ò de la fortuna: vemos la misma iniquidad sentada
muchas veces hasta en el Santuario , y la abomina
cion de la desolacion colocada en el lugar santo: y
que todas las edades, todos los estados, y todas las
condiciones compiten al parecer por quien ha de
hacer à Dios mayores ofensas.
Levantate, Señor, y dispierta finalmente par
ver los escandalos y abominaciones de la tierra:
Exurge, quare obdormis, Domine. (1) Sola una mi
rada tuya destruirá esta rebelde caterva de peca
dores como un poco de polvo que el uracan arre
bata y esparce por los ayres : la tierra y el mar
oiran todavia tu voz, y abriran sus senos para se
pultar al pecador y al pecado: los espiritus celestia
les esperan solamente tu mandato para arrancar y
- Tom. IV. B 211
aa

(1) Psalm. 43. v. 24. y


IO SERM o N
arrojar al fuego la zizaña que infelizmente ha cu
bierto el campo regado con tu sudor y tu sangre. Mi
ra, como triunfa insolentemente el pecador : y co
mo tu silencio autoriza al parecer su impiedad , y
el desenfreno de sus pasiones , porque cree , que
un Dios que dexa sin castigo tantos delitos, es un
Dios que no los ve 3 y que el hombre mirandose
como arbitro, y como un semi-Dios en la tierra,
nada tiene que esperar ô temer del Dios del cielo:
quomodo scit Deus, ó si est scientia in excelso. (1)
Oye los deseos y suspiros de los justos, que abra
sados en zelo santo imploran y solicitan el momen
to en que tu pueblo ingrato y rebelde , que no
quiere conocerte por tus misericordias, se vea obli
gado à reconocerte por tus castigos saludables. A tí
solo, Señor, no te dolerán los ultrajes de tu gloria
Exurge, quare obdormis , Domine.
O pecador, que me escuchas! Acaba de cono
cer quán digno es de tu amor el Dios à quien
ofendes; y quién te lo dará à entender Tus mismos
pecados 3 ni yo quiero otro maestro, ni otra guia
en algun modo para explicaros las finezas de su
amor. Este Dios tan vilmente abandonado y menos
preciado; este Dios tan indignamente ultrajado y
ofendido; este Dios tan solemnemente negado y re
nunciado; este Dios de quien dudais si es vuestro
Dios; este Dios cuya colera e indignacion tantos años
ha que estais provocando, y que provocais cada dia,
y casi todos los instantes, tiene reprimido el trueno
de su ira, y armada su mano con el rayo de su
furor , no le vibra. Siendo como sois vasos de
ira

(a) Psalm. 72. v. 11. -


DE LA MISERIcoRDIA DE DIos. I

íra, aptos solamente para estallar , y reducirse à


polvo, os sufre y tolera con increible paciencia:
sustinuit in multa patientia vasa ira apta in interi
tum. (1) Y quién es, sepamos, este Dios, à quien
vuestros muchos pecados no bastan à interrumpir
aquel sueño de paz y de paciencia, con que el Pro
feta casi se atrevió à reconvenirle? Es un Dios que
tiene contados todos vuestros pasos, observadas to
das vuestras acciones, que lee y registra Vuestros
mas ocultos pensamientos, que sabe todos vuestros
deseos , que nada ignora de quanto sois , y que
tiene noticia de todas las iniquidades de vuestro
corazon, de esas iniquidades, mas enormes muchas
veces que las que manifiesta vuestra conducta : es
un Dios que juzga que el pecado, y un solo pe
cado , no es suficientemente castigado sino con el
infierno , ni suficientemente llorado sino con lagri
mas de un Dios, ni suficientemente resarcido sino
con los abatimientos de un Dios , ni suficientemen
te satisfecho sino con la sangre de un Dios: es un
Dios que aborrece y detesta el pecado, y que de
xaria de ser Dios, si dexase de detestar el pecado;
que no es Dios, si me es licito explicarme asi, si
no enquanto aborrece y detesta el pecado , de
suerte que su grandeza y poder infinito son la ca
bal y unica medida de su aborrecimiento al peca
do: es un Dios, que quando explica un odio al pe
cado, persigue en un hombre-Dios que se consti
tuyó fiador del pecado, la sombra sola del pecado
hasta condenarle à muerte, y muerte de cruz: es
un Dios que alimenta con el soplo de su odio in
. B 2 tCI

(a) Ad Rom. c. 9.v, a 2. - .


I 25 SE R Mo N
terminable las llamas que crió para vengarse por
los siglos de los siglos de la injuria que le hizo el
pecado : es un Dios que si bien castiga el pecado
con un infierno , y con un infierno eterno, toda
via es mayor el odio, si és posible , con que de
testa el pecado, que el tormento con que le casti
ga , y que apenas halla en los tesoros de su ira
venganzas suficientes que puedan declarar su abor
recimiento.
Tanta perseverancia pues en un Dios , enemi
go, tan mortal del pecado , en tolerar al pecador,
ò qué misterio , Catolicos Que en el mismo
momento en que prevaricaron los Angeles se vean
condenados à las llamas eternas; que las aguas del
diluvio asuelen y despueblen un mundo lleno de
vicios y de iniquidades, no me maravilla; porque
un Dios ofendido e injuriado por los pecadores; un
Dios santo, y el pecado no promete ni amenaza,
sino anatemas y maldiciones 3 de suerte que un Dios
que se indigna, que castiga, y vibra rayos con
tra el pecado, ni admira ni asombra; pero un Dios
que tolera, que disimula, que sufre , que espera
al pecador : y un pecador que vive muchas veces
de asiento en el pecado, que se deleyta en el pe
cado, que reincide en el pecado, que se complace,
se jacta y se gloria en el pecado , que se obstina
en el pecado, que con sus escandalos propaga el
contagio del pecado, que se vale y abusa de la di
vina misericordia para tranquilizarse , y perseverar
y endurecerse en el pecado, ved ahi, Christianos,
un misterio incomprehensible. - . - -

Porque, qué mudanza tan deplorable, qué re


volucion tan lastimosa no sobreviene de repente à
la alma que comete una culpa. Del estado de
la
DE LA MISERIcoRDIA DE Dios. 13
la gracia y de la felicidad se precipita y sumerge en
un estado de iniquidad y de miseria. El pecado,
dice el Chrisostomo , causa en el hombre una gran
perversidad , una corrupcion extraña, y una gran
calamidad ; y Dios , aunque sumamente ofendido,
continúa este Santo Doctor , siente mas la infelici—
dad del pecador , que su maldad. El Profeta,
añade San Bernardo , nos declara que un abis
mo llama otro abismo : abyssus abyssum invocat. (1)
El abismo de insolencia y sedicion del pecador de
biera atraer sobre sí otro abismo de castigos y de
azotes; pero el abismo de infortunios y calamida
des en que ha incurrido, hace del corazon de Dios
un abismo de misericordia y de amor : abyssus mi
serie abyssum invocat misericordia. En el pecador re
belde no ve este amoroso padre , sino la obra de
sus manos: y al verle tan tierno y tan movido à
compasion, por qué no diriamos que le merece tan
ta. atencion su infelicidad, que parece no se acuerda
de su pecado Porque en lugar de prorrumpir en
tonces en una voz de indignacion y de anatema, gime
y calla con sufrimiento: silui, patiens fui (2) En lu
gar de aprisionarle al principio de su funesta carre
ra, y librarse asi de las ofensas que le prepara su
indocilidad, le concede tiempo para que vuelva en
sí, y para que se vuelva à él: él le espera, y pa
ra derramar sobre él sus antiguas misericordias, so
lo desea que su corazon se franquee para recibir
las: expectat Dominus ut misereatur vestri: (3) él se
acuerda solamente de que es infeliz, y se olvida de
que es delinqüente. -

- Mas

(r) Psalm, 4. I , W. 8, (2) Isai. C• 42, W, 14. (3) Ib. Co 39- V.- 183
I4 SERM o N
Mas no se olvida , no ; que bien lo sabe,
bien lo ve, y bien presente lo tiene : y por qué pen
sais lo tiene presente? Aqui suspenderia yo mi Ora
cion, amados oyentes mios, si la Religion y la Fé
no os habilitara para entender un lenguage, que
no puede entender ni gustar sino el christiano. La
gracia solamente puede inspirar en nuestro interior
algunos principios, y delinear algun leve y tosco
bosquexo de las verdades que voy à ponderaros.
Vosotros , hombres, que tanto os preciais de imi
tar la grandeza, el poder, la majestad, la justi
cia, y la sabiduria de Dios Supremo , quién de
vosotros se alentará à imitar su bondad y su mi
sericordia Veo en efecto, que quanto mas crece
vuestra grandeza, quanto mas os eleva y constitu
ye dioses de la tierra segun la expresion de la Es
critura el poder y la autoridad, menos lo sois por
lo comun por la compasion y mansedumbre. Pues
qué nuestro gran Dios, de cuyas manos somos to
dos obras y criaturas, no nos ha criado tambien à
imagen y semejanza de su corazon, como à ima
gen y semejanza de su espiritu Pero ô desdicha
Que como en el corazon se concibe y fragua prin
cipalmente el pecado , en el corazon es donde el
pecado causó sus primeros y mas terribles estragos;
en él destiló e introduxo el contagio toda su fuer
za y actividad, y apenas conocemos, sentimos, ni
sabemos nosotros que tenemos corazon, sino por el
tropel de fragilidades y vicios en que hierve. La
escasa porcion de nobleza que ha conservado de su
primer origen, se halla tan corrompida y adulterada
con la mezcla de las pasiones que introduxo la cul
pa, que sus mas apreciables prendas son muchas
veces por el abuso que hace de ellas el origen y
ma
DE LA MiseRicoRDIA DE Dios. IS
manantial de sus mas vergonzosos desvarios. La
misma bondad y generosidad de corazon son un es
collo muchas veces para la humanidad y la caridad;
el alma que con mas facilidad se conduele de las
miserias agenas, se irrita tal vez con mayor pron
titud por una leve injuria ; y la sensibilidad y ter
nura de corazon engendra mas antipatias, mas aver
siones, mas resentimientos, mas odios y discordias,
que amistades y conexiones. Hay afrentas e inju
rias que el hombre no perdona, antes cree que es pro
pio de una alma noble y generosa no perdonar
las : y si acaso las perdona alguna vez, ha de ser
en el Santuario, postrado à los pies de un Dios
crucificado que con la voz de sus lagrimas y la voz
de su sangre pide perdon para sus enemigos : en
fin, uno de los mayores sacrificios que se pueden
hacer à la Religion, es el del deseo de la propia ven
ganza : y es necesaria la gracia poderosa de un Dios
para conseguir del hombre que perdone à otro hombre.
Pero qué seria de nosotros, quál seria nuestro
paradero , si no nos concediese Dios sino lo que
un hombre tan delinquente contra la tierra, como
lo somos nosotros contra el cielo, no osaria pedir
à los otros hombres, esto es , el perdon de nues
tros pecados Entendamos, que apartados una vez
de Dios, permaneceriamos eternamente separados
de su amistad , si la gracia no nos llamase y re
duxese à ella. Porque, desengañaos, dice San Pros
pero 3 lo mismo pasa con los que se vuelven à Je
su-Christo, que con los que vienen de nuevo à él;
y con el pecador arrepentido que le ha ofendido,
que con el gentil que no le conoce : ellos fueron
amados, y ellos no amaron : el Señor los buscó à
ellos, y ellos no buscaron al Señor ; dilecii sunt, ¿.
v%
I6 SE R M o N
non dilexerunt, quesiti sunt, ó non quaesierunt. En
tienda toda alma, dice San Bernardo, hora sea que
haya salido del pecado, hora sea que salga de las
tinieblas de la infidelidad ; que entanto buscó à
Dios, porque Dios la buscó à ella antes, y que en
tanto se convirtió à Dios, porque Dios se convirtió
acia ella y la reduxo a sí: noverit anima se preventam,
nisi quereretur , non querit, misi reducatur , non re
Uerfetty”.

O conducta maravillosa de Dios para con el


alma, exclama el Chrisostomo, y conducta entera
mente contraria à quanto vemos y palpamos en el
mundo Acá en el mundo el injuriador ha de dar
los primeros pasos para reconciliarse con la per
sona ofendida ; pero en el punto de nuestra salva
cion, siendo el hombre el reo, y Dios el ofendido,
con todo eso Dios busca y solicita al hombre: quan
do debieramos temer que nos soterrase el impetu ir
resistible de su ira, entonces hace alarde de su mi
sericordia infinita para salvarnos, y habiendole aban
donado nosotros sin embargo de los llamamientos
de su gracia, nos avisa inmediatamente, y da al
davadas por medio de los sobresaltos de nuestra
conciencia. El pecado mismo que nos aparta de Dios,
excita los remordimientos que nos reducen a su
Majestad; y de la misma culpa con que se satis
face la pasion, y con que satisfaciendose se fortalece,
excita los latidos interiores, los sobresaltos, las tur—
baciones que hacen guerra à la pasion, que la de
bilitan, que obligan à recurrir à la gracia con que
se doma, y à los sacramentos que lavan las manchas
de las culpas. De suerte, que en fuerza de un es
tupendo y rarisimo prodigio el pecado es en algun
modo origen, ô à lo menos ocasion de los saluda
*.
bles
DE LA MISERIcoRDIA DE Dios. 17.

bles temores y movimientos que destruyen el peca


do, y convierten al pecador. -

Sin estas amarguras , Catolicos, sin estos sin


sabores que turban la paz y el deleyte del pecado;
sin estos sobresaltos que nos desasosiegan 3 sin estos
temores que nos consternan ; sin estas luces que nos
ilustran ; sin estos latidos de la fé, sin estos lla
mamientos de la gracia que nos sacuden , nos dis
piertan, y nos comueven, un solo pecado levan
taria entre Dios y nosotros un muro de division
eterno: de modo, que si le perdiamos una vez, nun
ca le recobrariamos. Y ved ahi la esencial diferen
cia que hay entre el corazon de Dios y el cora
zón de los hombres : diferencia que debiera tener
nos asidos con vinculos indisolubles al servicio y
obsequio de un Señor tan bueno. Porque el mun
do solamente reparte sus bienes y riquezas à los
que le caen en gracia, à los que le sirven, à los
que le aman 5 à los que se las piden , à los que
las desean, à los que las solicitan ; à los que las
anhelan, à los que se las disputan, à los que se las
saltean ; à los que se las arrebatan con sus servicios,
con sus negociaciones, con sus importunidades: ni el
mundo concede sus gracias y favores , sino à los
que con sus adulaciones, con sus artificios, con sus
oficiosidades las arrebatan por asalto; à los que le
prestan alguna utilidad , ô han sabido merecer su
agrado, à los que él ama., ö de quien cree ser
amado 3 de suerte, que las mercedes que el mun
do hace, son el efecto, la estimacion, y la recom
pensa del merito que ellas suponen en quien las re
cibe 3 merito falso, como es notorio , merito su
puesto por lo comun y bien ageno del merito ver
dadero: pero merito sin embargo, reputado por tal
Tom. IV. C à
I8 SE R M o N

à los ojos del mundo y en la opinion del mundo.


Mas en la conversion del pecador, dice San Pros
pero, todas son gracias puramente gratuitas, gra
cias prevenientes, los llamamientos interiores , los
temores saludables, los pensamientos santos, los impul
sos que mueven la voluntad: gratiam prevenientem
volo, suasiones, monitiones, terrores, sanciam cogita
tionem, quibus voluntas excitatur, - º

Gracia preveniente; porque ella constituye to


dos los meritos, y no supone ninguno, y porque
no es galardon debido al merito, sino un benefi
cio puramente gratuito que engendra virtudes so
brenaturales en el alma, y no las halla adquiridas.
Porque de otro modo no seria ya esta gracia, di
ce San Pablo: alioquin gratia jam non est gratia. (1)
Gracia preveniente 5 porque se anticipa y precede
al consentimiento de la voluntad ; y es un movi
miento que excita Dios en nosotros sin nosotros,
como dice San Anselmo 5 y como dice San Agusr.
tin, es el bien que obra Dios en el hombre sin el
hombre. Gracia preveniente; porque no depende de
la disposicion ni de los deseos de la voluntad : ver
dad que con tanta solidez y energia establecio San
Agustin contra la orgullosa protervia de los Semi
pelagianos, y que se decidió en el concilio de Oran
ge, el qual nos dice que todo, todo hasta el pri
mer principio de la conversion procede de Dios, y
no del hombre; y que el deseo de la gracia es una
gracia. Gracia preveniente 3 porque ni viene ni pue
de venir sino de un amor libre y puramente gra-,
tuito. En efecto, qué es lo que ve su Majestad en el
pe

(1) Ad Rom. c. 11. v. 6. -


De LA MISERIcoRDIA DE Dios. 19
pecador que pueda hacerle digno de sus beneficios? Y
que puede esperar por otra parte del pecador arrepen
tido ? En el mundo se reconcilian tal vez los hombres
con un enemigo poderoso ô por politica, ô por conve
niencia propia, y los bienes que esperan de su reconci
liacion preponderan à las injurias que recibieron antes;
de modo, que no perdonan ni vuelven à hacer las
amistades por generosidad de corazon, sino por baxe
za y vil interes con que se venden à la fortuna. Asi co
mo el pecado es malo y dañoso para el pecador; asi los
bienes de la penitencia solo redundan en beneficio
del pecador arrepentido. Porque Dios nada pierde
quando nosotros nos apartamos de él; ni menos
grangea nada quando nos volvemos à su Majestad:
nuestra conversion solamente interesa a su miseri
cordia, y nosotros solo le ocasionamos la compla
cencia de ver que somos felices: y mostrandose impa
ciente, si me es licito usar de esta expresion, mostran
dose impaciente de disfrutar este deleyte purisimo,
añade à las instancias y solicitudes de la gracia con
que previene al pecador, los alicientes y la perseve
rancia de la gracia con que le muda y convierte.
2. No os hablaré ya de las maravillas de un
Dios de paz y de paciencia que sufre, tolera, y
aguarda al pecador; ni de un Dios de bondad y
misericordia que solicita, convida, y llama al pe
cador 3 ni de un Dios que ama al hombre; ni de
un Dios ofendido que ama al pecador: pues tales
maravillas ceden à un prodigio mas asombroso; y
lo que podria apurar toda nuestra admiracion y to
do nuestro agradecimiento, no es mas que el prin
cipio y como el ensayo de los beneficios divinos.
Quiero hablaros ahora de un amor à quien las es
quividades y desprecios hacen mas fino y generoso;
C2 de
20 SER M o N
de amor que, para explicarme asi, crece, se infla
ma, adquiere nuevas fuerzas y actividad, quando
el pecador se le resiste con oposicion mas porfiada,
y rebeldia mas indomita. No se cansa el hombre
de huir de Jesu-Christo, ni Jesu-Christo de bus
carle : donec inveniat eam ; porque él es el Dios, el
padre, el Salvador de los pecadores; por ellos vino
principalmente; y su sangre está siempre clamando,
y llamandolos: de modo , que el pecador parece
que es el objeto de sus mas regalados cariños, y que
le roba el corazon con preferencia del justo : asi
dexa todo el rebaño por buscar la oveja perdida:
dimittit nonaginta 3 mas parece que este Salvador di
vino en nada estima perder lo que posee , con tal
que recobre lo que ha perdido. Es verdad que ama
al justo 3 pero le ama con un amor mas quieto y
confiado ; porque está seguro y satisfecho de su
amor : pero el amor con que ama al pecador, es
un amor, si me atrevo à decir tanto , mas desa
sosegado, mas ardiente , mas solicito , porque es
un amor avivado con el miedo, y asustado con el
peligro de perder lo que ama 3 y deseoso por esto
e impaciente de libertarle de las calamidades que
le amenazan, corre apresuradamente trás él por las
torcidas sendas de su perdicion. Asi vemos, que la sa
grada Escritura nos le representa ya fatigado y casi
desfallecido por la dilatada peregrinacion que hace
por caminos escabrosos , fatigatus ex itinere : (1)
ya abrasado de sed, sitio : (2) ya movido de la
compasion mas tierna, misericordia motus : (3) ya
- - der-,

(1) Evang. S. Joann. c. 4. v. 6. (2) Ibid.c. s. v. ...s.


(3) S. Luc. c. 7. Ve 13. -
DE LA MISERIcoRDIA DE Dios. 2I

derramando preciosas lagrimas , flevit : (1) Otras


veces se entrega à un sentido y melancolico silen
cio; pues se halla su amor sumergido en tanto
desconsuelo, que no admite ni da lugar al alivio y
desahogo de las quexas : silui. (2) Pero comunican.
candole luego aliento y nuevas fuerzas el peligro
del pecador, levanta la voz, y puebla el ayre de
sus lamentos y suspiros. Llamale : detente, le di
ce, hombre ciego y desventurado, pues ni sabes
de quien huyes, ni lo que buscas; mas yo lo sé, yo
lo conozco , y tiemblo , y me estremece el peli
gro que corres: mira que miserablemente engaña
do te despeñas : mira que ese inmundo deleyte que
te enloquece, te hará feliz solo un momento, e
infeliz por toda una eternidad: aures tue audient.......
momentis, hac est via , ambulate in ea. (3) Obstina
se el pecador en su resistencia à la gracia ; y Je
su-Christo repite sus llamamientos, multiplica sus
voces. Conviertete à mi, conviertete à tu Dios, ô casa
de Israel, obra de mis manos, alma redimida con mi
sangre; porqué quieres mas perderte Ay! quánto mas
facil me seria à mi, precipitarte en los abismos, que
à ti el ofenderme Si desprecias mis amorosas an
sias, duelate à lo menos tu infelicidad ; y si à mi
me olvidas , acuerdate à lo menos de ti: Converti
mini , convertimini , quare moriemini , domus Is
rael (4)
Corresponde muchas veces el pecador à solici
tudes tan amorosas con resistencias y rebeldias mas
protervas 3 pero pensais por eso que cansado Jesu
Chris-.
º

(1) Ibid. c. 19. v. 41. (2) Isai. cap. 42. v. 4.


(3) Isai cap. 3o. v. a 1. (4) Ezech. cap. 33. v. 11.
22 SERMo N
Christo de tantos injuriosos desprecios, le abando
na à la furia de sus propias pasiones? Juzgariais
entonces del corazon de Dios por el vuestro; y
sabed que el mundo no conoce sino el nombre,
ni posee sino la sombra de la verdadera ternura.
No conoce en efecto el mundo sino amistades in
teresadas, que quando no se fundan en otro prin
cipio, ni se proponen otro objeto que la fortuna,
no son otra cosa que mera vanidad que se engran
dece y honra con el merito y talentos sobresalien
de la persona amada, ô mero amor propio, com
placido y lisonjeado con los halagueños hechizos de
una inclinacion agradable con que se saborea el al
ma y se recrea. Amistades, repito, mudables e in
constantes 3 amistades transitorias que duran algu
nos dias, tal vez algunos momentos; amistades su
perficiales y sin solidez, que ceden à qualquiera di
ficultad e incoveniente ; amistades principalmente so
berbias y altaneras, que al menor desprecio, al
menor desayre se convierten en odio y aversion.
Si el hombre, quando recibe alguna ofensa, supiese
perdonar, el agravio que sentiria mas profunda
mente, seria el perdon que él ofreciese con since
ridad , y que su enemigo repudiara con arrogancia;
porque en dar él los primeros pasos solicitando
reconciliarse, lo que intenta es, que todos conozcan
y admiren la grandeza y dificultad del sacrificio; y
que se sepa como sabe domar su arrogancia, y an
teponer la benignidad y ternura de corazon à los
derechos de su reputacion y pundonor agraviado.
Hasta el hombre que hace profesion de virtuoso,
cree que hace bastante en no huir de su enemigo,
en aventurar algunas demostraciones, y en esperar
con sosiego, y recibir en paz à su contrario à quien
Cl
DE LA MISERIcoRDIA DE Dios. 23
en vano solicitó Ay, quán diferentemente proce
de aquel Dios, à quien debemos proponernos por
exemplar de nuestra caridad aquel Dios que mide
y gradúa su conducta no por su grandeza y poder,
sino por su amor aquel Dios que en la resisten
cia del pecador solo le merecen su atencion las fu
nestas calamidades à que le expone, y que se des
entiende al parecer de la injuria y malicia de sus
rebeldias Raros a la verdad son los corazones do
ciles y blandos, que ceden y se franquean al pri
mer influxo de la gracia; raros son los Davides que
oyendo la voz del Profeta, confiesan luego la cul
pa, y, la lloran; raros los Ezequias, cuya vanidad
abatida y humillada por la mano del Señor, hace
ver en el trono un Rey penitente en lugar de un
pecador de mera fragilidad ; raros los Pedros que
a un solo volver los ojos del Salvador divino, pror
rumpan, y se inunden en lagrimas. Pero las con
quistas de Jesus suelen comprarse à costa de mas
batallas. Qué no me sea concedido, Carolicos, se
guirle paso à paso, y representarosle en todas las
ocasiones y por todos los caminos, por donde dis
curre impelido de su caridad Veriaisle manifestar
sucesivamente las mayores ternuras del amor, y las
Y.
mayores demostraciones de terror para corregir, y
avergonzar las pasiones de los hombres ; veriaisle
hacer ostentacion de la bondad de un padre, de la
autoridad de un superior, de los consejos y persua
siones de un amigo, de los mandatos y amenazas
de un juez, de las luces que ilustran, de los avi
sos que instruyen, de la verdad que desengaña, de
las reprehensiones que averguenzan , de los remor
dimientos que perturban, de las pesadumbres que
Pudren, de las promesas que atraen, de las esperan
ZaS
24. SE RM o N .
zas que alíentan, de los llamamientos que cautivan
y enternecen, de los temores que arrastran y do
minan 3 veriais que su gracia adoptaba , y se re
vestia de todas las formas y figuras: multiformis
gratia. Ya despidiendo luces claras, à cuya viveza
las nieblas se despejan y desvanecen , el velo se
corre y despedaza , vese la brevedad de la vida,
lo caduco de las honras , los engaños del mundo,
la vanidad de los deleytes, los peligros inseparables
de la sensualidad , los sinsabores y amarguras que
dexa, las calamidades e infortunios que la castigan:
vese abierto el sepulcro, aquel sepulcro, tenebro
sa mansion de la noche y del silencio eterno, don
de se hunden todos nuestros proyectos y esperan
zas. Ay, que estas luces son algunas veces el uni
co asilo contra la tirania de las pasiones, que for
man y fabrican de nuestra infeliz vida una funes
ta tela de pecados y congojosos desabrimientos. Sa
cudidos entonces y como dispertando de un profun
do sueño, esclamamos con San Agustin, pecador to
davia, pero de alli à poco, penitente: insensatos.
de nosotros, qué es lo que pretendemos, qué es
lo que solicitamos en esta carrera de gloria y pros
peridad mundana qué es lo que nos promete el
mundo, ni qué puede darnos , sino unos falsos y
perecederos bienes , fruto de inumerables trabajos,
manantial de inumerables sentimientos ? Per quot pe
ricula pervenitur ad majus periculum Qué frenesí
pues andar solicitos ni dar un paso por adquirir
una felicidad momentanea, olvidandonos de los bienes
eternos Vendrá tiempo en que el mundo no exista
ya, y nosotros todavia existiremos! Qué viene à
ser el valimiento de los Grandes, ni qué son los
Grandes mismos con toda su grandeza qué viene
à
DE LA MISERIcoRDIA DE Dios. 25
à ser el mundo con todos sus deleytes y pompas,
sino una sombra vana que pasa y desaparece, sin
dexar apenas vestigio alguno? Bien, se yo que es
tas luces e influxos de la gracia en la voluntad
humana no siempre la mudan, no siempre la con
vierten ; pero en fin la perturban, la desasosiegans
y si no hacen i mejor al pecador, le dexan menos
tranquilo, y sazonan y disponen su conversion, aci
barando el deleyte del pecado. Ya despidiendo lu
ces instantaneas 3 porque ya es un relampago que
brilla y: deslumbra la vista, y desaparece : ya un
afecto , una emocion , que se desvanece y huye;
pero que al huir dexa no sé qué displicencia, no
sé qué tedio melancolico, que desnuda à los bie
nes terrenos de sus engañosos halagos, dispertan
do, en el alma deseos de los bienes celestiales. Fran
quease el corazon, y tal vez se cierra luego; pe
ro el dardo queda en él profundamente clavado,
y el llamamiento que pasó, excita afectos que du
ran. Ya despidiendo luces permanentes y duraderas
que siempre nos ilustran, y con que Dios nos fa
vorece mal nuestro grado: luces, que en vano evi
ta y aparta de sí, el hombre; pues desechadas y
repudiadas, vuelven siempre : entonces no se atre
ve à habitar solo consigo mismo, , con su razon
y su fé, conociendo que para ponerse en paz con
sigo mismo , no tiene mas remedio que volverse
à Dios, y que no cesaran su turbacion y espan
tos hasta que dexe de pecar 5 porque ya estas son
unas gracias fuertes y poderosas que espantan, es
tremecen, postran 3 gracias , rquer para hacerles
guerra, y resistirse es necesario que el hombre
este dominado de toda la embriaguez, de todo el
temerario arrojo, de toda la furia de las mas vio
Tom. IV. D len
26 SERM o N - :
lentas pasiones, nutridas y fortalecidas con la lar
ga costumbre de pecar. Quántos pecadores hay, à
quienes está mascaro condenarse, que salvarse quán
tos pecadores, que serian ahora exemplo de fervor
y de santidad, si hubieran hecho contra las pasio
nes una parte de las resistencias , que han hecho
contra la gracia Ya son unas gracias mas suaves,
mas insinuantes mas sutiles en su influxo, mas
ocultas en sus afectos: son digamos como una llu
via, como un rocio que desciende mansamente, que
riega y fertiliza imperceptiblemente las entrañas de
la tierra; de modo que sentimos en nosotros cier
ta novedad, cuya causa ignoramos, y no mudam
dose para nosotros nada en el mundo, experimen
tamos en nosotros una total mudanza respecto del
mundo. Ya son unas gracias que se explican con
estruendo, cuya voz se oye en medio del alboro
to de las pasiones mas impetuosas; resonando con
tinuamente en nuestros oidos aquellas terribles pala
bras que oyó Saulo en el camino de Damasco: por
qué persigues à un Dios que con tanta liberalidad te
convida con su amistad y gracia, y que por otra
parte se vera obligado finalmente à vibrar contra
ti los rayos de su ira para vengar su amor menos
preciado? Quia me persequeris Ya son unas gracias,
ya son unos sucesos que obran sin manifestarse, que
sin sentir, sin echarlo de ver, para explicarme asi,
disponen, facilitan, y adelantan la obra y el ne
gocio de la conversion del pecador 3 porque ô son
unos contratiempos que destruyen tan sin recurso
el edificio de vuestra fortuna; que las pasiones no
os piden ya ningun desahogo , porque ya no os
pueden prometer nada; ô son unos inconvenientes
e impedimentos que os detienen en medio del ca
( . ... mi
DE LA MISERIcoRdIA DE Dios. 2z
míno, ô unos competidores y emulos, que os ar
man asechanzas, y os crian fastidio y disgusto de
un mundo, que no sabe conocer ni premiar el mer
rito: ya son algunas enfermedades, cierta, salud
quebrada y achacosa que solo os representa en la
serie de los años venideros muchos dolores y pe
nalidades que sufrir, y deleytes agenos que desear
y envidiar: ya son unas calumnias que os infaman
y que dispiertan en vosotros, el odio de un mun
do que no os, conoce, y que os enseña a vosotros
à conocerle : ya son unos amigos desleales y mu
dables que al separarse de vuestra amistad dexan
en vuestra alma unai soledad y amargura, que so
lo Dios puede suavizar y llenar: ya es una hor
rible ingratitud de la persona amada , por cuyo
despecho renunciais vuestra pasion , y rompeis las
cadenas de su tirania , poniendoos en estado de
convertiros à Dios por medio de la libertad que
recobrasteis: es finalmente no sé qué displicencia,
qué tedio, qué interior desconsuelo que acibara
vuestros gustos; porque no faltandoos nada para
ser felices , no lo sois con todo eso , ni esperais
serlo, nunca: poseis à exemplo de Salomon quanto
puede dar der sí el mundo; pero como os habeis
hallado burlados tantas veces, no podeis ya con.
seguir alucinaros ni dexar de conocer la vanidad
de los bienes terrenos: acaso suspirais por un en
gaño tan deseado y halagueño, y bien querriais
no hallaros tan desengañados; pero os veis en la
necesidad de confesar que nuestro corazon no
está criado para el mundo, y que no hallara paz
ni descanso verdadero hasta que descanse en el Se
ñor : irrequietum est cor mostrum donec requiescat in
te. - -

D 2 Asi
28 ... o ar SERM o Nr a ra
Asi nos va dirigiendo la gracia º, y llevando
por caminos felicisimos al termino, que ni cono
cemos ni buscamos nosotros. Y como no hay hom
bre queño tenga su caracter , sus propensiones,
sus inclinaciones, que le separan y distinguen de
los demas hombres 5 y como los llamamientos que
rendirian unos corazones no excitan muchas veces en
otros sino un debil y ligero movimiento, qué pen
sais se digna hacero la gracia Hace no pocas ve
ces con nosotros lo que nosotros executamos en el
mundo y con los hombres -, cuya amistad y be
nevolencia queremos conciliarnos. Adaptase , dice
San Agustin , à nuestras - ideas e inclinaciones;
cede, si me atrevo rā decir tanto; a nuestróge
nio 3 atemperase , si me es licito usar de esta ex
presion , ā nuestro caracter : vocat, quomodo scit
cognoscere. Como que diriais que el corazon hu
mano le impone leyes, que para vencerle y triun
far de él, empieza al parecer obedeciendole; y que
para desasirle y purgarle de sus pasiones, como que
le habla el idioma de sus inclinaciones. Asi vereis,
que si encuentra con una alma de nobles y eleva,
dos pensamientos, le pone delante lo: vil y baxo,
la servidumbre, y esclavitud ignominiosa de las in r
dignas aficiones que sujetan y reducen à un hom.
bre al imperio y yugo de otro hombre : si encuen
tra con una alma interesada, le descubre lo cadu
co y vano de esos bienes transitorios y perecede
ros, que con tanta velocidad nos dexan à nosotros,
ô nosotros à ellos: si con una alma tierna y agra
decida, le pone delante à un Dios difunto , que
en cambio de tanta sangre derramada por ella, so
lo le pide su corazon y que le ame como él le ama:
si con una alma sensual y voluptuosa , le repre
, SCIl
DE LA MISERIcoRDIA DE DIos. 29
senta un Dios vengador, y aquellas inextinguibles lla
mas, que no apagaran ningunas lagrimas aunque cor
ran por una eternidad. Qué se yo, Catolicos, ni qué
mas quereis que os diga. Yo veo que para congraciar
nos con los hombres, observamos las inclinaciones de
su corazon, nos aprovechamos de sus flaquezas, soli
citamos y adivinamos las ocasiones oportunas; pero
Dios parece que espera nuestra oportunidad, ó por
mejor decir la excita, la trae, la rodea: y como no
hay secreto que su gracia ignore, se vale del tiem
po, del lugar, de la ocasion , de las circunstan
tancias: aquello mismo, que quando el pecador se
halla sumergido en el cieno inmundo de sus deley
tes, apenas hubiera llegado à la superficie de su al
ma, en un dia en que la razon y la reflexion le
amanecen despejadas, en un instante en que expe
rimenta algun despecho, alguna calamidad, le ablan
da, le penetra, le rinde. Largo tiempo habia que
Agustin andaba meditando en las Epistolas de San
Pablo ; y aunque se hallaba ilustrado y persuadi
do, no se sentia mudado y convertido: el cora
zon se resistia y andaba huyendo con el entendi
miento; pero llegó el tiempo oportuno, y si bien
las verdades eran las mismas, le arrebatan, le se
ñorean, triunfan; y aquel Agustin, rebelde tantos
años contra la gracia , se hace de repente rico des
pojo y triunfo de los mas gloriosos de la gracia,
el mas fiel discipulo, el doctor mas profundo , y
el defensor, mas acerrimo de la gracia : en un so
lo instante sazonado y elegido por la gracia consis
te la diferencia de Agustin pecador, y de Agus
tin maestro y exemplar nuestro : vocat quomodo scit
congruere. - - -

Y ved ahi, Christianos, en lo que consiste el


tIlill Il
3o. SE R M o N
triunfo y la gloria de la gracia en sus atenciones
triunfadoras de nuestras resistencias, y en su po
derosa y eficaz suavidad. Los hombres vencen con
la fuerza, Dios con la suavidad : porqué no imi
taran pues su beneficencia, y se fatigaran por ser
imagenes de su bondad, ya que lo son de su po
der En esto igualmente consiste el verdadero po
der de Dios sobre el hombre, à saber, en poderlo
todo en su corazon, dexandole al mismo tiempo li
bertad y fuerza para resistir; y en conseguirlo to
do, aunque el corazon lo puede negar todo. Llega
como à parecerle al hombre que el que se convier
te es él; porque Dios se oculta, y confunde, pa
ra explicarme asi, su gracia con las luces de nues
tra razon , y con los remordimientos de nuestra
conciencia. Aqui tropezaron los Pelagianos; esto les
engañó; esto les hizo decir que no habia mas gracia
que el conocimiento solo de la ley, y que no habia
necesidad de otro auxilio para obrar. i;
3. Quán diferente es la reconciliacion, con que
admite Dios à su gracia al pecador, de las recon
ciliaciones humanas! Estas siempre son tardias , y
siempre dexan en el corazon o no se que residuos
de frialdad y de desvio. Por el contrario su Majes:
tad divina nos recibe sin tardanza 3 pues para perº
donarnos nuestros yerros, y perdonarlos plenamen
te nada mas nos pide que dolor de haberlos come
tido , proposito firme de no reincidir, mucho amor,
y mucha confianza en su misericordia: con esto el
pecador, luego que dexa de serlo, luego que reº
prime aquellas pasiones que le apartaban de Dios,
se hace el objeto de sus cariños : regocijase este
Señor alla en el cielo por su conversion felicisima;
comunicale aquellos preciosos dones de su gracia
- que
-

DE LA MISERIcoRDIA DE Dios. 3I
que él habia despreciado tanto tiempo 3 cargale, pa
ra explicarme segun la parabola del Evangelio, car
gale sobre sus hombros para escusarle las molestias del
camino ; suavizale las penalidades de la penitencia;
hace que experimente mayor fruicion en las lagri
mas, à que le provoca la memoria de sus culpas
pasadas, que quanta experimentó antes en las locas
alegrias , en las bulliciosas diversiones , y en los
deleytes falaces y momentaneos, que le perdie
ron y apartaron de su Dios y de su ley santa: dul
ciores sunt lacrime paenitentium , quam gaudia tbea
fr07"tt772. -

Trasladaos con la imaginacion à los desiertos


de la Tebayda, y figuraos que veís à aquellos ana
coretas que la gracia conduxo à aquellos desiertos.
C) rusticas y solitarias grutas, ô suelo regado con
lagrimas quántos mas hombres verdaderamente con
tentos y felices se hallan en ti, que en las mas opu
lentas ciudades, y en los palacios mas soberbios!
Preguntad à Arsenio dónde pasó dias mas alegres
y serenos ; si al pie del trono, ô antes en la pro
funda soledad de las selvas? Es verdad que Dios
como justo juez no quiere indultar al pecador de
los rigores de la penitencia; pero de qué arbitrio
pensais se vale su misericordia Suavizaselos : y
dispone que en el retiro, en la oracion, y en la mor
tificacion misma encuentre gusto y deleyte una alma
que se ha convertido à Dios de veras; de modo que
mayor dificultad sentiria Magdalena en abstenerse de
sus lagrimas, que en privarse de sus deleytes.
Asi que, Catolicos, qué de motivos no nos es
timulan para volvernos à Dios! Motivo de agra
decimiento: porque él se digna de esperarnos, de
solicitarnos, de estrecharnos; y aunque ha tantos
2.11OS
32 SE R M o N
años acaso que huimos de él , que nos resis timos
à sus llamamientos , que le damos con la puerta
de nuestra alma en los ojos, no se ha cansado con
todo eso de llamarnos: no es ya pues tiempo que
abramos los ojos y conozcamos nuestra ingratitud,
y la emendemos Motivo de confianza : porque
bien sabemos que este Señor que nos llama , , no
nos desamparara 5 que él conoce nuestra fragilidad,
que él es nuestro arrimo y apoyo; que él asegu,
rara nuestros pasos en los caminos de la virtud; que
él desvanecera esos miedos y terrores panicos que
nos representan el exercicio de la virtud como su
mamente escabroso y melancólico ; y que él nos
asistira, que él peleara por nosotros, y que ven
ceremos por él y con él. Motivo de esperanza: por
que recobraremos quanto hemos perdido: omnia bo
na resurgent, dice el Chrisostomo : aquellos meri
tos, aquellas obras buenas , tantas y tan santas
acciones , quanto hicimos por Dios en el tiempo
felicisimo de nuestra inocencia, todo lo perdimos,
perdiendo la gracia, y quando nos arrojamos à co
meter la culpa; pero libertandonos de su esclavitud,
vuelven à reintegrarse , restituyense à su antiguo
y verdadero valor estos mismos bienes, bienes que
son los unicos dignos de estimacion. Lloramos in
consolablemente la perdida de lo temporal: ay in
felices ignoramos acaso que estas lagrimas son un
tesoro precioso que desperdiciamos prodigamente
Llorais una salud perdida, un amigo que la muer
te arrebató de vuestra vista; llorais vuestra hacien
da y fortuna perdida por la malicia de los tiem
pos ô de los hombres : lagrimas todas infructuo
sas: ofrecedlas à esa alma que tanto debeis amar:
lamentad su perdicion, pues por este medio la re
CO
DE LA MISERIcoRDIA DE Dros. 33
cobrareis , y con ella el derecho que os ha conce
dido Jesu-Chrísto à su gloria. -

No dudo, hermano mio, que te hallas ya con


vencido plenamente de quanto ha hecho por ti es
te Dios de las misericordias ; que en fin quieres
darte por entendido de sus llamamientos ; y que
viendo el amoroso gobierno que ha observado su
gracia contigo, te resuelves à no resistirte mas a ella:
aprende pues ademas de esto de este mismo gobier
no como debes obedecerla, y conforma con esta
regla y modelo tu penitencia. La brevedad del tiem
po no me permite tratar difusamente la materia
abundantisima de esta segunda Parte ; y asi solo
indicare sus principales puntos, esperando que vo
sotros suplais con vuestra consideracion lo que yo
omito sobre un asunto tan importante.
Ha de ser vuestra penitencia pronta, para apro
vecharos de esta gracia sufrida y preveniente que
os espera, que os solicita : ha de ser verdadera
y permanente para cumplir los fines de esta gra
cia que os halaga, que se atempera en algun mo
do à vuestras ideas, à vuestras inclinaciones, y à
vuestro caracter : ha de ser fervorosa para honrar
y agradecer esta gracia que os reconcilia con Dios,
y que os llena prodigamente de sus riquezas. -

1. Penitencia pronta. No imitemos , amados


oyentes mios , à aquellos pecadores cuya conver
sion, para alucinarse, y adormecer unos remordi
mientos que no pueden acallar , toda se reduce à
ideas y proyectos vanos. Sientense sobresaltados,
movidos , contritos; pero se resisten à estas inspi
raciones de la gracia sin resistirse, para explicar
me asi: las pasiones reprimen los deseos de la sal
vacion no por la obstinacion con que los contra
Tom, IV. E di
34. - SERM o N :
dicen ; sino por el artificio con que los suspenden.
Toda su correspondencia à la gracia se reduce à
prometer la fidelidad en adelante 3 prometenle la
conversion, y se la niegan: audiemus te de hoc ite
rum : (1) renuncian su salvacion, y no desesperan
de salvarse ; ofrecen à Dios lo venidero, y abusan
de lo presente 3 prometen lo que no tienen, y nie.
gan lo que tienen. Convertiremosnos, dicen, alla
en la vejez quando nos hallemos cansados del mun
do, y el mundo de nosotros 3 quando nada desee
mos, ni esperemos ya; quando la torpeza de nues
tro entendimiento no acierte à concebir otros pen
samientos ; quando la flexibilidad de nuestro cora
zon no sea capaz de otras aficiones; quando en na
da tengamos gusto, ni nadie le tenga con nosotros. Pe
ro es posible que por eso no hemos de dexar nosotros
de ser malos, porque Dios no dexa de ser bueno? es
posible que en sus mismas amorosas solicitudes he
mos de hallar siempre una razon para apartarnos
de su Majestad Divina, para tranquilizarnos, para
hacernos fuertes, para multiplicar , para propagar
nuestros pecados , para obstinarnos y asegurarnos
en las descaminadas y torcidas sendas, por donde
discurrimos y andamos perdidos º An oculus tuus ne
quam est quia, ego bonus sum (2) -

Ved, repito, el misterio incomprehensible que


hace mas patente la perversidad de nuestro corazon.
Ninguna cosa debiera mover mas al pecador à amar
à su Dios, que esta su bondad tan benefica y ama
ble, y de ella misma abusa muchas veces para vi
vir en su enemistad; librando su seguridad y con
- fian

() Act. Ap. c. 17. v. ; 2. (2) Matth. c. 2o. v. s. *


-
-
- DE LA MISERIcoRDIA DE Dios. 35
fianza en que es un Dios de suma paciencia, y un
Dios dispuesto siempre à recibir con los brazos abier
tos al pecador, y à darle su gracia. -

Asi convertimos en nuestro daño su infinita


misericordia: aquella misericordia que salva à los
que se aprovechan de ella 3 que condena à los que
que de ella abusan 3 que salva a los que encuen
tran en ella causas y motivos para convertirse; y
que condena à los que en ella encuentran motivos
para no convertirse : de suerte que la desesperacion
no se aprovecha de ella, y la vana confianza abusa
de ella: la desesperacion no se aprovecha de ella
para dexar los caminos del pecado; y la vana con
fianza abusa de ella para continuar en ellos : la
desesperacion no admite la mano que le alargan
para salir del cieno de la culpa; y la vana confian
za, hace en ella hincapie para permanecer en él:
en la desesperacion hay mas ceguedad ; y en la
vana confianza mas malicia. Dexa pasar el pecador
y desaparecer aquellos instantes de luz , aquellos
estimables momentos, aquellas gracias especiales, que
acaso no volveran jamas : gracias, que à manera de
relampagos que brillan en lo mas recio de la tem
pestad, nos descubren las rocas y baxios donde
vamos à estrellarnos; mas en el estrepito y bulli
cioso estruendo de las pasiones nada nos alum
bra, ni nos estremece, porque estamos entregados
al mundo con todo nuestro corazon y con todo
nuestro entendimiento.
2. Penitencia constante y verdadera. Ay, her
manos mios, qué de inconstancia, qué de veleidad
no se observa en todas las acciones de nuestra vi
da! Ese Dios que siempre para nosotros es el mis
mo, no experimenta en la conducta que observa-,
E 2 mOS
36 SERM o N
mos con su Majestad sino mudanzas y veleidades
continuas. El nos ha solicitado, él se ha dignado
buscarnos; pero ay, qué distantes estamos noso
tros de convertirnos à él de todo nuestro corazon
Para adelantar nuestra fortuna, para satisfacer nues
tros apetitos, ninguna diligencia nos parece ociosa y
superflua ; mas para apartarnos del pecado, para de
testar el pecado, para hacer penitencia del pecado, qué
de lenitivos, qué de miramientos, qué de considera
ciones. Todo, nos parece demasiado: y en efecto, no
son por lo regular nuestras penitencias ô falsas, ô
insuficientes No parece sino que todo nuestro es
tudio tiene por fin engañar à Dios ; mas ay, que
à quien intentamos engañar y deslumbrar es à no
sotros Supuesto pues que Dios no se entrega à
nosotros por partes, entreguemonos nosotros à él
entera y absolutamente, porque si él registra to
dos los senos de nuestro corazon, viendo en él esas
aficiones que solo reprimimos en el exterior, esos
odios y resentimientos que solo sobredoramos , y
todas esas pasiones à que hacemos tan debil y benigna
guerra, concediendoles mas gustos que aquellos de
que las privamos 5 cómo es posible que la verdad,
la generosidad, y la inmutabilidad por esencia acep
te unos obsequios tan indignos de ella? ,
3. Penitencia fervorosa. Si fuese de esta con
dicion nuestra penitencia, no se arredraria y aeo
bardaria con tanta facilidad. A los principios de
nuestra conversion en nada hallamos repugnancia,
porque amamos à Dios, porque detestamos los pe
cados; pero poco à poco nos vamos entibiando: em
prendemos el camino apresuradamente, pero luego
le andamos à paso lento, luego nos paramos, lue
go descansamos 5 porque desde el punto que no
11OS
DE LA MISERIcoRDIA DE DIos. 37
nos reputamos por pecadores, ya no nos miramos
con obligacion de hacer penitencia, persuadiendo
nos que los pecados que lloramos una vez, no ne
cesitan ya de mas lagrimas. Mas entended que es
tas penitencias tibias no son las que la Iglesia ca
noniza 3 ni son las que edifican à los que habeis
escandalizado 3 ni son las que resarcen daños tan
dificultosos de expiar ; ni las que honran la gra
cia tantas veces desairada; ni las que impetran
aquella gracia que nos hara felices eternamente, y
que yo os deseo en el nombre del Padre , del
Hijo, y del Espiritu Santo. Asi sea.
-
-

- rº - -
------ .

SER MON
SOBRE LA PALABRA DE DIOS.
- - i

PARA LA DO MINICA V. DE QUARESMA. -

-
-

..)

Scriptum est : non in solo pane vivit homo, sed,


ín omni, verbo quod procedit de ore Dei. , ,
- - - - : - - o - * --

Escrito está : no con solo pan vive el hombre, sino


de toda palabra que procede de la boca de Dios.
S. Math. c. 4. v. 4.

N qué consiste que aquella palabra de Dios


que comunica y restituye la vida de la gra
cia : aquella palabra vehemente que tan prodigio
sa en otros siglos, supo colocar la humildad en el
trono, introducir la penitencia y el desapropio en
el centro de la opulencia y regalo, enriquecer los
desiertos con los despojos del mundo, plantar en el
mundo, y en un mundo el mas peligroso, vir
tudes dignas de los anacoretas: en qué consiste re
pito que debilitada hoy esta misma palabra y casi des
virtuada no solo no renueva entre los christianos
sus triunfos, sino que nos dexa à todos en la po
sesion de nuestros vicios, y de nuestras indomitas
pasiones? No espereis que yo defienda ahora y jus
tifique à los ministros que el Señor ha destinado
para coadyuvar à la obra de vuestra salvacion 3 pues
solo à un Doctor de las gentes es licito declarar
delante del cielo y de la tierra que cumplio fiel
mente con todas las obligaciones de este sagrado
* - mi
soBRE LA PALABRA DE DIos. 39.
ministerio, guardando toda su dignidad y decoro;
y que ni los ojos del mundo ni los ojos de Dios
advirtieron en él como Apostol fragilidad alguna
de hombre 3 él en fin era vaso de eleccion, y no
sotros, somos pecadores miserables: y dado caso que
tuviesemos las virtudes que constituyen santos, quién
de nosotros se atreveria à prometerse los talentos que
constituyen apostoles?
Pero sin embargo , amados oyentes mios, no
dudare afirmar, que à vosotros, y no à nosotros
se ha de imputar la decadencia, y si me atrevo à
decir tanto, la ineficacia de la divina palabra. Bien
sé que decis que por eso no os mueve la palabra
de Dios, porque no hallais en los ministros que la
intiman las prendas y calidades necesarias. Mas yo
por el contrario os digo que por eso no os mueve
ni os convierte la palabra divina, porque nosotros
hallamos en los christianos que la oyen, tales dis
posiciones, que bastan à inutilizar las calidades del
predicador mas perfecto. Disposicion de un corazon
doblado e hipocrita : disposición de un corazon mun
dano y relaxado. Corazon fingido y hipocrita que
no quisiera hallar en los ministros del Evangelio las
prendas, que al parecer busca: corazon mundano
y relaxado, que aunque las hallase, no se aprove
charia de ellas. , , , , , , , , , , ,
Quisieramos, repetis, quisieramos ver renova
dos en los ministros de la divina palabra el merito
y los talentos de los Apostoles ; y nosotros fiaba
mos que nuestro corazon seria despojo inevitable de
su eloquencia triunfadora. Pero yo por el contrario
os digo que vosotros no venis à oir la palabra de
Dios con verdadero deseo de hallar en los que la
intiman el merito y los talentos de los Apostoles;
.
- . . . - 2Il
40 - SE RM o N

antes la oís con tales disposiciones que inutilizarían


toda la virtud y zelo de los apostoles. En una pa
labra, vosotros quereis apostoles, pero no los de
seais; pedis apostoles , pero estoy cierto que no
os aprovechariais de ellos : dos importantes verda
des, que me propongo explicaros en este Discurso;
pues descubriendoos lo que sois, entendereis lo que
debeis ser, para que la palabra de Dios sea para vo
sotros de salud y de gracia. -

a Espiritu divino, tu solo puedes dispertar y sa


cudir el letargo del entendimiento humano, y triun
far de las aficiones de nuestro corazon: principio
y causa de la negligencia e indocilidad con que los
hombres oyen tu divina palabra; dignate de ben
decir el zelo santo que tu me inspiras, para que
este, Discurso afiance el fruto de los documentos
que le han precedido, y de los que se le han de
seguir: asi te lo suplico por la intercesion de Mar
ria. Ave Maria. - - -

PARTE PRIMERA. -

- - 2

Uando se os representa la valentía y la liberº


tad en el zelo, la energia y vehemencia en
el Discurso, la acreditada opinion de virtud
y de santidad en el ministerio sagrado , no hay
duda que por estas señales reconoceis un apostol
y un profeta, y os doleis de que no os hubiese
eriado nuestro Dios en aquellos tiempos, ô de que
no anime las cenizas de aquellos hombres inspira
dos por el Espiritu Santo para renovarlos en estos
calamitosos, que ofrecerian à su valor y zelo tan.
tos monstruos de irreligion y disolucion de cos
tumbres con quien luchar. Pero dolor y sentimien
- O
soBRE LA PALABRA DE Dios. 4L
to no solo vano y futil , sino falso y engañoso:
sentimiento, que nace de un corazon ciego que no
se conoce, ô de un corazon hipocrita que se disimu
la y disfraza. Sustento con efecto, y pretendo persua
diroslo tambien à vosotros, que este zelo, este talen
to, estas virtudes que deseais al parecer en los mi
nistros de la divina palabra os ofenderian mucho mas
que los defectos que reprehendeis en ellos. Sí por cier
to. Segun el concepto practico que tengo de vuestras
costumbres, y segun el que debeis tener de vosotros
mismos, no dudeis sino que su zelo irritaria vuestro
amor propio, sus exhortaciones exasperarian vuestra
puntillosa delicadeza, y la opinion de su buena vida
dispertaria la malignidad de vuestra murmuracion y
maledicencia. Amor propio que se indignaria de la li
bertad y entereza del zelo apostolico; vana y falsa
delicadeza que se ofenderia de las exhortaciones apos
tolicas; murmuracion y maledicencia que procuraria
denigrar la virtud y santidad apostolica: no es esta,
Dios mio! (bien lo sabeis vos) no es esta la pintura e
imagen verdadera del pueblo adonde nos enviais? no
es este por consiguiente un pueblo que nada menos de
sea que encontrar en cada uno de nosotros un aposto?
1. No procedamos desde luego con error en la
idea que debemos formar del zelo apostolico: el qual
miramos y debemos mirar como el esfuerzo mas ilus
tre y el valor mas heroico que cabe en el mayor he
roe. Quando leemos en los sagrados Libros que un
Samuel, niño todavia, fulminaba contra el Sumo Sa.
cerdote los rayos y amenazas del cielo, poniendo pa
tente ante sus ojos el precipicio que abrieron las diso
luciones de los hijos,y la reprehensible floxedad y des
cuido del padre: quando vemos que viene caminando
Tom. IV, F el
42 - SERM oN

el mismo Samuel à la frente de las tribus congregar


das à intimar à Saul la sentencia de su degradacion,
mandandole que traslade y deposite el cetro en otras
manos mas fieles; y manteniendo con entereza la ma
jestad del Dios à quien representa, despreciar los rue
gos, los suspiros, las lagrimas del monarca reprobado:
quando vemos que Nathan manifiesta à David la tier
ra caliente todavia con la sangre de Urías, y la espada
del Señor pidiendo la victima: que en la presencia de
un Elias se muestran encogidos y silenciosos. Acab y
Jezabel, aunque colericos e indignados: que un Moy
ses, y un Daniel hendiendo la turba de una multitud
de aduladores, llenan con su voz de terror y espanto
aquellos palacios donde jamas se oyeron sino viles li
sonjas : que un Bautista declara à Herodes su pecado
y lo feo de su incestuoso amancebamiento: y que un
Pablo libre en medio de las cadenas comueve y estre
mece el tribunal donde estan sentadas para juzgarle la
majestad real, y la purpura Romana; quién de voso
tros no siente que sobresaltada su alma, comovida,
enagenada, y como arrebatada, no se sobrepone à la
tierra, dilatandose, elevandose, olvidandose y salien
do de si misma? Ya veo, amados oyentes mios, que la
representacion de un espectaculo tan divino os embar
ga los sentidos, y os encanta; pero dexad que vuestrá
alma se serene y vuelva en sis dad lugar a que recobre
libertad y afectos; à que hable y se explique: pregun.
tadle si son estos los predicadores que desea? Ay, Ca
tolicos Quando considerais los pasados y remotos tiem
pos, no ignoro que os desatais en aplausos y alaban
zas encarecidas de aquel tiempo primitivo en que
la fé y la gracia reynaban con tanto imperio; por
que en esto solo obra el entendimiento, y el cora
- . . . . e ZOIl
soBRE LA PALABRA DE DIos. 43

zon no tíene interes ni parte alguna: pero si miraseis


de cerca à aquellos varones santos , si fueseis voso
tros el objeto de su zelo, si aquellas luces que todo
lo penetran e iluminan, si aquella libertad que nada
disimula, descubriesen y reprehendiesen vuestras pa
siones, quién de vosotros no exclamaria con Israel:
no no nos hableis, Señor , vos en persona, pues
nuestra debilidad no sabria resistir el impetu vehe
mente y el fuego abrasador de vuestra palabra quién
de vosotros no huiria del profeta y del apostol, y
no desearia y apelaria al predicador moderno?
Porque no penseis serian sus reprehensiones como
las nuestras, unas reprehensiones blandas, unas cor
recciones mitigadas , unas reconvenciones suaves,
unas pinturas de vuestros vicios en bosquexo quales
salen de nuestras manos: pinturas vagas de la flaque
za y fragilidad humana, de la corrupcion y malicia
universal, que à nadie convienen en propiedad, por
explicarme asi, porque se pueden aplicar à todos, y
que son al parecer mas aproposito para escusar nues
tras culpas, que para reprehendernoslas, y para es
cusar à cada pecador en particular el rubor de sus
propios vicios, suministrandole ocasion y pretesto de
pensar y defender que por eso es pecador porque es
hombre : pinturas que se limitan à caracterizar las
costumbres del siglo y à representar nuestros desva
rios mas como el pecado de nuestro tiempo, que co
mo vicios de nuestro corazon. No serian por cierto
aquellas pinturas que forma un pincel gobernado y
dirigido por una cobarde y humana prudencia; pin
turas que tienen con el pecador tal qual remota se
mejanza, pero donde no ve su retrato expreso, y por
las que está seguro que nadie venga en conocimiento
de él; pues no solo serian pinturas sino retratos ver
- F 2 da
4+ SE R M o N -2

daderos, cuya valentia y destreza de pincel os co


piaria faccion por faccion: porque no saben pintar de
otro modo los Profetas ni los Apostoles inspirados de
Díos : no conocen otro estilo ; asi forman unos retra
tos en que se representan enteramente parecidos y
sin disimulo alguno el pecador y el vicio ; retratos
por donde no podriais dexar de conoceros vosotros,
y por donde todo el mundo os conoceria indefecti
blemente. - - - -

Pero ha Catolicos que la tirania de los respetos


humanos ha estendido en estos tiempos los limites de
su jurisdiccion funesta hasta en el santuario. Esa lla
mada prudencia, cordura, y circunspeccion nos tie
ne esclavos de tantas atenciones, de tantos miramien
tos, de tantos respetos, que aquella impetuosa y
noble intrepidez y arrojo que tanta energia y vehe
mencia comunica à la eloquencia profana, parece es
tá vedada y prohibida en la eloquencia christiana.
Apenas nos es licito ya pintar los vicios de nuestro si
glo usando de impropios y agenos nombres, y de
exemplos forasteros. Si por ventura se nos desliza de la
boca alguna palabra mas libre, alguna reprehension
mas acre y mas contraida y personal, qué alboroto,
qué murmuraciones, y qué escandalos tal vez no
causa ! Qué diriais pues, y cómo no os comoveriais,
si prendiendo en nuestro corazon alguna centella de
aquel divino fuego que ardia en el de los Aposto
les y Profetas, osase el predicador evangelico sin res
petar clase, nacimiento ilustre, poder, riquezas, fa
ma, rasgar el velo que oculta tantos misterios de ini
quidad en todos los estados y condiciones?
Con qué indignacion, con qué colera oiriais vo
sotros, Grandes y Poderosos del mundo, à un mi
nistro de Jesu-Christo quando sin mas autoridad,
- - sin
soBRE LA PALABRA DE Díos. 45
sin otro titulo que su vocacion al ministerio sagra
do, y su valentia en cumplir con él, os dixese con
el Profeta: hasta ahora no ha oido mi voz sino
el pueblo rudo, por no haber podido llegar à vues
tros oidos, y acaso no observa el vulgo los manda
tos del Señor sino por falta de instruccion: dixi, for
sitan pauperes, sunt ó stulti ignorantes viam Domini:
(1) mas vosotros no pecais por ignorancia de enten
dimiento, sino por malicia del corazon: ibo igitur ad.
optimates ....... ipsi enim cognoverunt viam Domini. (2)
Con que teneis conocimiento de vuestro Dios; bien
es verdad que solo le conoceis para rebelaros con ma
yor insolencia contra su santa ley, y sacudir mas des
vergonzadamente el yugo de su amable imperio: ecce
magis hi confregerunt jugum. (3) No es justo pues que
yo como ministro enviado para desagraviar la gloria
del Señor, guarde respeto ni contemplacion alguna
con quien tales injurias y ultrajes hace à su Majestad:
yo correre el velo que oculta à los ojos del publico la
ignominia vergonzosa de vuestros depravados deseos:
y el mundo entero vera en vuestras personas envile
cida la grandeza con las flaquezas mas serviles e inde
corosas. Decid la verdad, Grandes y Poderosos del
mundo: no veria él renovadas contra si las conjura
ciones de los cortesanos de Sedecias contra Jeremias, .
y las furias de Eudoxia contra el Chrisostomo? Jue
ces iniquos, Magistrados , cuya autoridad es tan
aplaudida y venerada en aquellos que solo se sirven.
de ella para amparar à los inocentes, y atemori
zar à los malhechores ; si de repente compareciese
en este pulpito un profeta, un Isaias; si despues de
- ha
---- =T-T - se

-, (a). Jerem. c. 5. v. 4. (2) Ibid., y.5, (3), Ibid.


46 . . SE R M o N

haber observado y seguido vuestros pasos por los in


trincados caminos de esos tribunales, descubriese las
pasiones que con vosotros se sentaron en ellos, y os
arrebataron de la mano la balanza donde se pesan y
examinan los derechos del pueblo, dictando segun
su antojo y decidiendo à su arbitrio de la suerte de
tantos infelices ; si manifestase las preocupaciones que
ofuscan las luces de vuestro entendimiento, la negli
gencia y sensualidad que las apagan, el empeño y,
las conjuraciones que las sufocan, el artificio, los
malos medios, la negociacion que las seducen, los
fines politicos que las esclavizan , el respeto huma
no que las ahoga, las inclinaciones y apetitos que las
venden y sacrifican al interes ô à la ambicion ; si os
diese en rostró con esas disimuladas y oficiosas con
descendencias, que con tanta prontitud se rinden y,
allanan ante el Grande, el rico y el poderoso del mun
do; y con esa arrogancia y sobrecejo que dexan hier
ta y sonrojada à la inocencia desvalida ; si os re
conviniese porqué hallan tan pronta entrada y tan
buena acogida el favor, el valimiento, y la amis
tad , en lugar que con tanta dificultad son oi
dos los lamentos del pobre quando no tienen mas
padrinos que su miseria y sus lagrimas : omnes dili
gunt munera, sequuntur retributiones, pupillo non judi
cant, ó causa vidua non ingreditur ad eos. (1) Decid
me, no mirariais la libertad de su zelo como una
injuria y ultraje de vuestra autoridad -
Si en tiempos que no fuesen los nuestros , sí en
el reynado de un Monarca menos aplaudido por sus
justicia, por su beneficencia, por su acreditado acier
.. tO

.
(1) Isai. c. 1. v. 23, 24. -)
soBRE LA PALABRA DE DIos. 47
to en conocer y elegir para los empleos los sujetos
habiles e idoneos para la felicidad publica, se atre
viese un predicador evangelico à poner su lengua
en aquellos personages, que baxo las ordenes del So
berano sustentan en sus manos las riendas del impe
rio, qué tormenta no concitaria contra si aquelze
lo que representase sencillamente el merito olvida
do, la virtud abatida, protegido el vicio, la inha
bilidad colocada en altos puestos, premiada la trai
cion , las elecciones dictadas por el capricho y la ca
sualidad , el favor y los empleos hechos despojo y,
presa de la adulacion, del artificio, del interes, de
la sensualidad, la verdad negada ô disimulada, des
preciados los gemidos de la inocencia y de la mise
ria, y la razon de estado , el bien del estado, la
tranquilidad del estado, nombres venerables , con
que ocultan la violencia e injusticia de sus designios
no lloverian sobre este zelo mas castigos que los
que merecen esos fanaticos incredulos que blasfeman
contra la divinidad de la Religion, ô contra la ma
jestad del trono? - . . . .
Qué pensarian, qué dirian esos hombres, fenor
menos de la fortuna, que vemos tal vez levantarse
de repente del polvo de la tierra, elevarse en un ins
tante sobre la esfera de los demas hombres, conde
corar su opulencia reciente con el prestado esplen
dor de los mas ilustres apellidos, quando un minis
tro de Dios les dixese con toda verdad y sinceridad,
que esos palacios soberbios estan edificados sobre los
vestigios y las ruinas de ciudades y provincias Po
pulum meum exactores sui spoliaverunt : (1) que el in
--, SCIn

(*) Isai. c. 3. v. 12. . . . ... ... º ----


48 - SE R M o N

sensato orgullo que con tanta pompa hace ostenta


cion de sus tesoros, es un nuevo pecado sobre el
de la codicia que por medios tan iniquos los acau
dala: que la profanidad y magnificencia odiosa con
que insultan e irritan la publica calamidad , echa
el sello à la miseria de los que por ellos son infeli
ces: rapina pauperis in domo vestra. (1) no tendrian
semejantes expresiones por una satira acre e indecen
te Asi hablaban sin embargo los Profetas en Israel
y en Judá. º
º. A qué predicador Evangelico perdonarian las mu.
geres, que, aunque fundado en las santas Escrituras,
las reprehendiese ese exterior falsamente modesto, esa
afectada y postiza compostura, cuya ficcion se des
cubre con tantas indignas oficiosidades y demostra
ciones amorosas, ese deseo de parecer bien que per
vierte tantas almas, y que no puede nacer sino de un
corazon ya corrompido y viciado, ese ayre arrogan
te y desdeñoso que pretende la comun adoracion, her
manado sin embargo con ese abandono de su verguen
za y decoro propio, que las expone al desprecio de tan:
tos? Pro eo elevata sunt filia Sion: ... c3 nutibus ocu
lorum ibant. (2) Con qué estraña y furiosa indigna
cion no le escucharian, si intentando aconsejarles la
modestia y decencia convenientes,descendiese a repre
hender y hablar memudamente de la multitud de esos
adornos, de esas modas que deben su principio e in
vencion à la vanidad, y que la comunican à tantas
pasiones no se juzgarian con suficiente derecho pa
ra decirle que ignoraba (lo que estaria harto de sa
ber) el decoro y gravedad que pide la catedra del

- (1) Ibid. v. 14. (2) Isai. v. 16. s" º


soBRE LA PALAPRA DE Dios. 49.
Espiritu Santo; y que estaba perfectamente instrui
do en las modas y fruslerias del siglo, que él igno
raria enteramente -

Qué seria pues, si pasando de la reprehension del


estado y del empleo à la de la persona , como
lo solia mandar Dios alguna vez à los Profetas, pu
siese ante los ojos de cada uno de nosotros un vivo re
trato de nuestro corazon y costumbres Ruegoos,
amados oyentes mios, que me digais si el titulo y
dignidad de apostol y de profeta le captaria una aten
cion muy grata Llevariamos nosotros en paciencia
el peso grave de una correccion tan afrentosa? Profe
tas eran los Isaias y los Jeremias 3 pero sin embargo
por quanto predicaban verdades desnudas y amargas,
porque ignoraban, y les estaba mandado que igno
rasen y no entendiesen de esas atenciones , de esos
miramientos, de esos respetos cobardes que comba
ten el pecado dexando intadto al pecador, desampara
dos y casi solos veian que Israel y Judá corrian à
exercitos à prestar gratos oidos à los profetas politicos
y cortesanos, que compraban la estimacion y benevo
lencia de la multitud adulando sus pasiones: qui di
cunt ... loquimini nobis placentia. (1)
Confesemos pues, amados oyentes mios, que ningu
na cosa se conformaria menos con nuestro genio y con
nuestras verdaderas inclinaciones, que un predicador
que fuese un apostolò un profeta. Con todo eso decimos
que deseamos y queremos zelo en los ministros de la
palabra divina. Mas procedamos con sinceridad, qué
zelo es este que deseamos? un zelo enteramente con
trario del zelo apostolico: esto es un zelo que tenga
Tom. IV. G la

(*) Isaic, o v. 1o.


--
5o SE R M o N
la sabia discrecion de atemperarse à los intereses y
flaquezas de nuestro amor propio y de nuestra vani
dad; esto es, un zelo que use de la circunspeccion de
instruirnos sin avergonzarnos, de reprehendernos sin
humillarnos 5 esto es, un zelo con docilidad y apti
tud à recibir la ley de los vanos caprichos del siglo
corrompido; porque corren en el dia ciertos vicios à
quien una falsa delicadeza parece que exime de nues
tras reprehensiones. Esa pasion contagiosa del amor
impuro, cuyas llamas consumen y talan todas las eda
des y condiciones, ya se manifiesta con disolucion
e impunidad en los perniciosos libros que la propa
gan, en las conversaciones que la estienden , en las
concurrencias que la avivan, y en los teatros que la
enseñan. En las representaciones tragicas aparece con
tinuamente enoblecida y casi justificada por los gran
des personages cuyos ilustres nombres adopta, y en
quienes esta pasion infunde sus flaquezas. En esos
teatros se dexa ver engalanada con todas las gracias
y embelesos de la poesia, avivada con una musica, à
cuya dulce y sensual armonia se destemplaria y fla
quearia la virtud mas rigida: en ellos pues vereis que
una multitud inmensa de ambos sexos se ablanda
y enternece con sus suspiros , mezcla sus lagrimas
con las suyas, la hospeda y admite en su corazon, y
se embriaga con sus dulces impetus ; mas si en la ca
tedra del Espiritu Santo se trata de ponderar y pin
tar sus horrorosos estragos, tiembla el pincel en la
mano mas valiente, flaquea, y solo tira rudos y
mal formados rasgos. Mesuranse los oyentes, mani
festando en sus semblantes un rubor hipocrita y apa
rente : y por escusar la verguenza de sus propias abo
minaciones, han discurrido y hallado modo para que
el mismo predicador se averguence de su zelo: la mis
Ild.
soBRE LA PALABRA DE DIos. 5I

ma piedad ilusa e indiscreta coadyuva y fomenta los


intentos de esos hombres disolutos con importunos es
crupulos; y fundandose en textos que no entiende,
reprueba que imitemos nosotros los exemplos de liber
tad evangelica que nos dio San Pablo. Es verdad que
deseamos y queremos que los predicadores tengan
zelo, y acaso les deseamos un zelo verdaderamente
apostolico; pero con tal que no seamos nosotros el
objeto de su zelo: un zelo en fin que solo nos ha
ble de lo que queremos oir. Asi los amos se derra
man tal vez en aplausos y alabanzas de un ministro
del Evangelio que declama contra la pereza, la poca.
fidelidad, y la inobediencia de los domesticos : y es
tos le alaban igualmente quando le oyen exhortar y
persuadir à los amos la benignidad y caridad que de
ben usar con sus subditos, con quienes los vinculos de
la Religion los estrecha y une mas de lo que los se
para y desune el nacimiento y la fortuna. Como él.
instruya y aconseje al pueblo à sufrir la subordina
cion, à respetar la autoridad, à mirar en los que
ocupan los primeros cargos de la Republica, no el
ser de hombres meramente, sino la imagen de Dios
à quien representan, tendra segura la aprobacion de
los Grandes; pero si declama contra la altaneria y
soberbia, contra la profanidad y excesos de los Poten
tados, el pueblo envidioso no acabara de encarecer y
ensalzar à un predicador, cuya entereza se atreve à
provocar à los dioses de la tierra: si exercita su elo
quencia contra las sutilezas, las sofisterias, los rodeos,
la intrepidez , la temeridad, las falsedades, el escan-,
dalo, y las perniciosas consequencias que confunden,
y adulteran la ley en beneficio de las pasiones, las
almas menos escrupulosas, y aun los hombres mas
Perdidos y desalmados juzgaran de él que carece del
-

- -
G2
r
de
52 SE R M o N

debido vigor y fuerza; pero intente explicar el gobier


no, la economia, la naturaleza de nuestra sagrada
Religion, manifestando que no menos es ley de su
mision para el entendimiento, que ley de caridad para
el corazon 3 que no reprueba menos la altivez orgu
llosa que declina y no quiere reconocer la autoridad
que condena el error, que la concupiscencia que des
truye y asuela los diques levantados contra el torrente
del vicio 3 que igualmente apadrina la causa de la
verdad, que la de la virtud; y que en materia de Fé,
y en materia de moral no condena menos las res
tricciones mentales, los equivocos, los probabilismos,
las disimulaciones, las sutilezas , las sentencias que
adulan y fomentan las preocupaciones y apetitos, y
vereis que por suave y benigno que proceda el predi
cador , apenas se librara de la reconvencion y nota
de sedicioso, ô à lo menos de imprudente y temerario.
Si anatematizamos y abominamos de un mundo que
solo respira odios y venganzas; de un mundo escla
vo de una ambicion sin ley ni rienda, y de un inte
res vil y sordido; de un mundo, despojo y presa de
grandes vicios y de grandes pasiones , las almas de
votas aprueban gustosas y alientan nuestro zelo; pe
ro si reprehendemos esas prontitudes y arrebatos de
genio, esos desahogos y complacencias de vanidad;
que sé yo qué otras flaquezas esos defectos que de
lante de Dios degradan el merito de la virtud , y pa
ra con el mundo le dexan en muy baxo concepto, las
mismas almas virtuosas afectaran olvidar que segun
observa San Agustin, no para otro fin hay institui
dos predicadores en la Iglesia de Dios sino para re
prehender à todo pecador; y que no menos faltan à
las obligaciones del ministerio evangelico tolerando
las ilusiones de la falsa e indiscreta devocion, que di-.
* -- sº - S1
soBRE LA PALABRA DE DIos. 53

simulando los delirios del libertinage: ad hoc constituti


sunt in Ecclesia, ut objurgando nemini parcant. Gusta
mos en fin de ver notados y reprehendidos los vicios
de los demas; pero no de ser objeto de la curio
sidad y censura agena. Aplaudimos al predicador,
quando reprehendiendo los defectos de que nosotros
carecemos, forma el elogio de las virtudes que te
nemos: y asi lo que llamamos invectivas quando se
dirige à nosotros la correccion, lo intitulamos zelo
quando habla con el proximo. Veis pues como cada
uno pide y quiere apostoles para humillar, confun
dir, reprehender à los demas, corriendo el velo que
oculta sus maldades: y como nadie quiere apostoles
con deseo de instruirle, y con entereza para repre
henderle. Con que si nuestro amor propio se ofende
ria de la libertad del zelo apostolico, pensais que un
sermon predicado segun el espiritu y la libertad de
un apostol no exasperaria nuestra delicadeza
2. En efecto, con qué disposiciones se viene hoy
dia à oir la divina palabra Vienese con una delica
deza de entendimiento, y de gusto que busca su de
leyte en las gracias, y en la cultura del discurso: y con
una delicadeza de corazon y de sentimientos que teme
no la desazone y perturbe la vehemencia de este mis
mo discurso. Observad, dice San Geronimo, el inmen
so auditorio que concurre a nuestros templos; aun
que no dudo se hallaran en él algunas almas devotas
y timoratas que vienen à aprovecharse de la divina pa
labra, y que seguramente hallaran à Dios, porque
solo buscan à su Majestad; pero observad, repito, la
multitud que acude al Santuario traida de una cu
riosidad reprehensible, y compuesta de unos hom
bres que erigiendose en arbitros y maestros de la elo
quencia christiana, quanto oyen quieren que se con
- y - - - - for
º
54 SE R M o N

forme con sus ideas y pensamientos. Este habituado


à meditar profundamente, no gusta sino de argu
mentos y razones secas y aridas: aquel, de enten
dimiento sutil y superficial, no aprueba una elevacion,
una abundancia, una solidez de razones, una eloquen
cia de estilo, superior à sus alcances: el uno, rigi
do y severo, solo quiere que se hable al entendi-,
miento: el otro, de una imaginacion mas viva y
mas amena, no gusta sino de un discurso que enter
nezca el corazon y mueva los afectos. Y unos y otros
no saben, ni quieren saber que todo el merito del
oyente consiste en desprenderse y olvidarse de si pa
ra franquearse plenamente à los diversos impulsos
que puede excitar en él la voz del hombre, en espe
cial la voz de la gracia. Tampoco se sabe ni se quie
re, saber que la principal suficiencia y habilidad de
un Orador, consiste en revestirse y despojarse suce
sivamente de toda especie de espiritus , y de valerse
ya de los discursos mas pateticos, ya de los mas tier
nos y vehementes afectos: no se quiere entender que
el predicador mas digno y mas idoneo para intimar el
Evangelio seria aquel que unas veces, manifestase la
grandeza y majestad de la Religion con la pompa y
magnificencia del estilo; y mas sencillo otras veces y
mas persuasivo enseñase con sencillez.y suavidad: o,
por mejor decir, no se entiende ni se quiere enten
der, que supuesto que à ningun entendimiento es
concedido revestirse y adoptar toda especie de en
tendimientos, la razon dicta que el oyente se des
prenda y desnude de su genio propio y personal pa
ra atemperarse y hacerse al genio del predicador. Pe
ro los hombres que todos son de diferente gusto,
todos se conforman en hacer un riguroso escruti
nio y critica inclemente de los Sermones. Y nocen
des
- •», ...
soBRE LA PALABRA DE Dios 55
cendere, Catolicos, al pormenor de esa altaneria
desdeñosa con que ois la palabra divina, de esa fal
ta de atencion, hija del orgullo y de la vanidad,
de esas comparaciones odiosas en que la ignorancia
y la pasion prevalecen tantas veces contra la razon y
la justicia. No hablare de esos genios indigestos, y
acedos, y descontentadizos que nada alaban sin restric
cion, que no empiezan ningun elogio sino fenecien
dole con satiras, y no nos disimularian la reprehen
sion de sus vicios, si no esperasen consolarse y resar
cirse con la censura de nuestros defectos. Ni excla
mare con San Geronimo: ó escandalo! ya no con
curren à las oraciones Evangelicas, sino oyentes pro
fanos Notorio es que hemos llegado à unos tiempos,
que necesitamos estudiar mas ciencias, que la cien
cia del Evangelio para predicar de Jesu-Christo:
ya el apostol no instruye al pueblo, sino que el
pueblo juzga, condena, abate y confunde al apos
tol; pretendiendo nada menos que, profanando no
sotros la santidad de nuestro sagrado ministerio, si
gamos y aprobemos solamente como esclavos viles
los caprichos y antojos de nuestros oyentes, quan
do nuestra obligacion es vibrar rayos contra sus
escandalos: ad auditoria concurritur, ut oratio, rheto
ricae artis fucata mendatio, prodeat in publicum non tam
auditura populos, quam populi plausum captatura.
Hablo de esos hombres, que nunca hallan eleva
cion suficiente en los pensamientos, ni dignidad en la
expresion, ni propiedad en el estilo, nigracia ni de
licadeza en las pinturas, ni suavidad ni ternura en
los afectos: de esos hombres, à quienes una accion im
propia, una voz desentonada ofende y martiriza. Qué
oracion pues sera tan afortunada que acierte à mere
cer su aprobacion, y à captar su benevolencia Sera,
-
11O
56 SE RM o N

no lo dudo, toda oracion que se ciña à enseñar po


liticamente las maximas y preceptos de equidad , de
probidad, de decoro, de moderacion mundana: se
ra quando el Santuario convertido en Academia les
ofrezca en lugar de un Pablo que solo predicaba la
locura de la Cruz de Jesu-Christo, un Filosofo que
dicte y pondere con eloquencia las lecciones de la
ciencia hinchada de los Sabios de Atenas: un Reco
pilador de reflexiones y disertaciones sobre las causas
de la decadencia y ruina de los imperios, de lo de
sierto y despoblado de las monarquias, de lo dete
riorado del comercio y de las artes, y de la perdida
de las habilidades y talentos: un Recopilador repito
que abra, digamoslo asi, una escuela de politica pa
ra sus oyentes, y en el mismo recinto del altar les
borre de la memoria que son christianos, no hablan
doles sino de las obligaciones del ciudadano. Pero sí
una oracion digna de la majestad del templo sacro
santo de Dios vivo, pone patente à sus ojos la terri
ble, e inmutable suerte eterna que puede caberles; si
los traslada à la cumbre del calvario donde corra la
sangre de la victima sacrificada por la expiacion de
sus iniquidades; ò al tribunal de un Dios justamente
irritado que à vista de todo el mundo los agoviara
con el peso de sus anatemas y maldiciones 3 ó à
las puertas del infierno que está esperandolos para
hundirlos en sus profundas cavernas , atonito en
tonces su amor propio, estremecido, impaciente y
ansioso por evitar y embotar la fuerza de estas refle
xiones que los atormentan, toman la resolucion de exa
minarlas y criticarlas, estirandolas y recibiendolas co
mo unas exhortaciones, que semejantes à las que pro
vocaban la colera y la furia del impio Joram, solo les
anuncian, eintiman calamidades: nomprophetat mibi bo
A 774772
soBRE LA PALABRA DE Dios. 57
num sed malum. (1) Despues, para justificarse à si mis.
mos y acallar su conciencia, culparan acaso en el
predicador no haber acertado à hablar dignamente
de la sublimidad de las verdades de nuestra Religion;
y por ventura su verdadero delito no sera otro en
su opinion, sino haberlo intentado con alguna feli
cidad. Porque, qué motivo (no hablo con aquellas
almas piadosas que prontamente se mueven y enter
necen, que facilmente conciben afectos santos, y que
para sentirlos y provocarse à ellos no tienen necesi
dad de que voces de terror y espanto los dispierten
y exciten en su interior, imponiendo silencio à sus
pasiones: hablo solamente con esas almas mundanas,
distraidas, relaxadas, esclavas de la futilidad y del
deleyte, y casi sin religion) qué motivo, repito,
pueden tener para echar menos y desear en la catedra
del Espiritu Santo eso que llaman, porque se les an
toja, llaneza y sencillez del estilo y lenguage aposto
lico?. Ya estan entendidas; pero, aunque ellas quie
ren engañarse voluntariamente, no caemos nosotros
en su error. El misterio está en que unos discursos
nerviosos y convincentes las desengañarian mas de
lo que ellas quieren desengañarse; en que unas re.
flexiones profundas, unos afectos vehementes y pa
teticos, unas imagenes vivas y valientes, unas expre
siones energicas y vigorosas las señorearian, las ren
dirian, las sujetarian mal de su grado; y en que
la delicadeza de entendimiento y de gusto cede à la
delicadeza de los afectos y de las pasiones : y por
eso encarecen tanto los discursos sencillos porque no
les perturban el falso sosiego del corazon. De aqui
nacen tambien las falsas y quimericas ideas que tie
Tom. IV. 1CIl

(1) Libr. 2. Paral, c. 18. v. 7.


58 . .. SE RM o N -- º

nen de la sencillez apostolica. No ignoro que la elo


quencia christiana gusta de llaneza: esto es, que re
cibiendo suficiente exornacion y hermosura de su
misma grandeza y majestad, desprecia adornos age
nos : esto es, que no tiene necesidad de aquella
afeminada elegancia, de aquel estilo afectado, de
aquellas exornaciones artificiosas que manifiestan ô
la vanidad del Orador deseoso de agradar al audi
torio, ö la esterilidad de la materia que no ofrece
al ingenio campo suficientemente dilatado; pero tam
bien sé que nada menos es que una eloquencia hu
milde y valadi, sin vigor, sin energia, sin eleva
cion; pero tambien sé que si la Religion encuen
tra con un Orador de talentos y de natural facun
do, le eleva, le engrandece, y levanta à un grado
de eloquencia, que sin arte excede todos los efectos
maravillosos del arte, -

Desgraciado, dice San Prospero, desgraciado


aquel ministro del Evangelio, si predicando al pa
recer à Jesu-Christo, solo se predica à si mismo;
si solo habla de Dios con el fin de dar que hablar de
sí; y si se complace mas en los aplausos de un pue
blo asombrado de su eloquencia , que en los ge
midos y lagrimas de un pueblo arrepentido y con
-trito Non vocibus delectus populi acclamantis sibi, sed
fletibus. Pero desdichado igualmente, desdichado de
aquel predicador pusilanime y negligente que no de
dica y emplea en la salvacion de las almas (y en pro
mover la gloria de Dios) los talentos con que le plu
go al Cielo dotarle Sabed pues que la Religion es
fecunda madre y manantial copioso de altas y subli
mes ideas, de energicas y vigorosas expresiones, de
afectos vehementes de un corazon enardecido de
-los impetus y extasis de un entendimiento elevado
SO •
soBRE LA PALAPRA DE Dios: 59

sobre sí mismo: y quien acierte à gustar de sus deli


cias, y à hacer en ella profundo estudio, pronto
se convertira en algo mas que hombre : y cómo es
posible que un Orador dexe de hablar con majestad
y decoro, quando hable de vos, ô Dios mio! -

Asi lo entendieron aquellos antiguos Padres de la


Iglesia, modelos tan perfectos de las virtudes y talen
tos, con que debemos exercitar el sagrado ministe
rio del pulpito. Todos, segun el consejo del Apostol,
emplearon en propagar el Evangelio aquellas gracias
y dones que Dios se digno de concederles: unicuique
sicut Dominus dedit. (1) Un Chrisostomo, la elegancia
de la expresion, la urbanidad del estilo, la abundan
cia de ideas, la fecundidad de entendimiento: un
San Gregorio Nacianceno, las inagotables agudezas
del ingenio, los tesoros de la erudicion , la solidez
del discurso, las profundidades de la mas alta theo
logia: un San Cipriano, un Arnobio, un Lactan
cio, la suavidad, la delicadeza, la pureza del lengua
ge, que con dulce y disimulado atractivo cautiva el
entendimiento, disponiendole para que se cebe con
ansia en lo que entiende con deleyte: un Tertulia
no, lo ardiente de la imaginacion, lo arrojado de los
pensamientos, la valentia de los tropos y figuras: un
San Leon, la majestad, la pompa, la magnificencia,
la harmonia del discurso: un San Gregorio el Mag
no, la claridad , la limpieza, la sencillez amable:
un San Ambrosio, aquella oportunidad y profun
didad de reflexiones, aquellos altos y delicados pen
samientos, aquellas caidas tan felices, aquel orden,
aquella trabazon, aquellas expresiones tan cultas y
- - . - H2 CX

(1) 1. AdCol, c. 3. v. .
óo SE RM o N

exquisitas, que movieron à Agustín à elegirle prí


mero por maestro en la oratoria, y despues en la
ciencia de creer, y vivir segun el Evangelio: un
San Agustin, un San Bernardo, aquel estilo dulce
y halagueño que penetra, mueve, ablanda y en
ternece el alma, haciendo al corazon aquella ama
ble violencia de que ni puede ni quiere defenderse:
unicuique sicut Dominus dedit. -

Pero dexando de hablar de las prendas que el


hombre tiene en quanto tal; qué grandeza, que su
blimidad no se advierte en un Isaias inspirado del
cielo Con qué truenos, con qué rayos tan abrasa
dores de una eloquencia superior à toda humana elo
quencia intima los destinos de los pueblos, anuncia
el imperio del Dios de los exercitos, abre el sepul
cro donde se precipitan y hunden Babilonia, Tiro, Da
masco, Reyes y reynos, conquistadores y conquistas,
polvo todo y ceniza, que un halito del Todopodero
so esparce por los ayres! Con qué impetu, con qué
vehemencia no postra y destruye toda soberbia in
domita que se rebela contra Dios! Qué dolor hubo
jamas mas vivo en sus lamentos , mas tierno y sen
tido en sus pesares, mas lastimoso en sus quexas y
suspiros que el dolor de Jeremias? Al considerarle
sentado sobre las ruinas del santuario bañadas con
sus propias lagrimas; al oir los tristes gemidos con
que lamenta las calamidades de Sion reducida à pa
vesas, no sabe el hombre de quien se conduela an
tes si de los infortunios de Israel, ô de la angustia del
Profeta ! Revolved las Sagradas Escrituras, y halla
reis que la eloquencia profana es vil y baxa compara
da con los grandes modelos que se leen en ellas: y las
expresiones en que prorrumpe la misma poesia arreba
tada toda en el mas impetuoso entusiasmo, por energi
CaS
soBRE LA PALABRA DE Dios. 61

cas que sean, siempre enervan la pomposa majestad y


sublimidad de los Escritores sagrados. Aquel Pablo,
que dice claramente no haber venido para ganar
las almas con la persuasion halagueña de la eloquen
cia humana, quando se pone à explicar los arca
nos de la gracia; quando postra y confunde el or
gullo de los zeladores de la ley 3 quando defiende y
justifica su vocacion al apostolado 3 quando repre
hende en los Galatas el detestable y vergonzoso de
lirio con que se sujetaban à las observancias judai
cas ; quando fulmina el rayo de su eloquencia con
tra los escandalos de Corinto, no parece puro hom
bre, ô por mejor decir, es un hombre en quien se
admiran unidos los talentos y los ingenios de todos
los hombres: bien es verdad que no sabia sino a Je
sus crucificado, esto es, que toda su ciencia la em
pleaba y dedicaba en predicar la cruz de Jesu-Chris
to; no sabia digo , sino à Jesus crucificado ; mas
para saberle como le sabia Pablo, es necesario no
ignorar nada.
Vuelvo à seguir el hilo del discurso; y para que
el documento aproveche igualmente à los ministros
que predican la divina palabra, y al pueblo que la
oye, quiero convertirme à vosotros especialmente,
ò jovenes Levitas, à quienes el zelo y los empeños
de vuestra vocacion disponen para el cumplimiento de
las funciones de este sagrado ministerio. Quereis cum
plir dignamente con las obligaciones de este grande
y dificultoso encargo Proponeos por vuestros mo
delos y exemplares los sagrados Escritores: en ellos
profundamente estudiados aprendereis dos generos de
eloquencia de que os podeis valer sucesivamente se
gun la naturaleza de los asuntos que se os ofrezca
tratar, y las circunstancias y coyunturas en que os
ha
62 - SE R M o N

halleis. Moyses, quando habla con la gravedad de


Legislador; nuestro Salvador divino, quando reve
la los misterios e intima los preceptos de la nueva ley,
los Apostoles, quando explican y repiten las senten
cias y lecciones de su maestro, os enseñaran à her
manar con una sencillez majestuosa la claridad, la
limpieza, la concision tan necesaria y esencial pa
ra fundar los dogmas, para declarar los preceptos,
para resolver los puntos morales, de donde depende
la bondad y arreglo de las costumbres, para referir
los sucesos milagrosos, y fundar y poner en claro los
argumentos que prueban el divino origen de la Re
ligion Catolica: en fin, sea todo luz pura y serena,
todo claridad apacible y despejada, quando se trata de
ilustrar, ô desengañar el entendimiento, de confir
marle en la verdad, ö de reducirle à ella. ¿Pero os
veis en el caso y necesidad de dispertar al pecador
del sueño de la culpa, de perturbarle su infeliz paz,
de estremecer su alma con expresiones de terror y es
panto para curarle la locura y embriaguez de sus
desenfrenados apetitos, de ponderar la gloria y la
majestad del Altisimo sacrilegamente vilipendiadas
por los desacatos de nuestras iniquidades, de encare
cer lo riguroso e inexorable de sus juicios y castigos,
los tesoros de su gracia y de sus misericordias, de
zaherir à la impiedad y deshonestidad con lo escan
daloso de sus abominaciones ? Levantese entonces
vuestra voz y estilo à exemplo de los Profetas, de los
Apostoles, de un Pablo, de Jesu-Christo mismo:
avivese, enardezcase, fulmine y truene: arrebata
da y enagenada vuestra eloquencia no conozca si

no ideas grandes, estilo sublime, profundos discur


sos, pinturas naturales y vivas, valientes y libres
descripciones, afectos verdaderos, expresivos, tier
nOS,
soERE LA PALABRA DE Dios. 63
nos, dulces: no admita, no, aquella sencillez que
usada en semejantes ocasiones, solo serviria para lu
dibrio de un mundo soberbio y presumido, y para
fomentar los vicios y paz falsa de un mundo carnal y
depravado: sea tal vuestra eloquencia que à manera
de un fuego devorador todo lo consuma y derrita, y
à manera de un impetuoso torrente lo arrastre y arre
bate todo: y entended sin embargo que aunque
vuestra voz sea tan recia y espantosa como aquella
voz que desquicia y desarrraiga los cedros del Li
bano, no por eso dexara de encontrar con pasiones
tan indomitas y rebeldes, que dexen burlados sus
esfuerzos y conatos. Vivid tambien persuadidos que
siguiendo como debeis seguir con fidelidad las hue
llas de los profetas y de los apostoles, tambien os
cabra su misma suerte : y que como à ellos, os oi
ran pocas veces à vosotros y aun menos os aplau
diran: vosotros experimentareis que un entendimien
to sutil y superficial, inconstante y distraido, y
sobre todo un corazon, un corazon digo entregado
à sus locas sensualidades, y tan idolatra de sus vicios
y fragilidades, que vive alerta y cautelado contra
todo lo que puede inquietarle y alterarle, moverle
y convertirle, despreciara y huira de exhortaciones
y discursos que le intimen las verdades de nuestra
-Religion con tal claridad y energia, que sobresalte
la conciencia, y dispierte en ella remordimientos.
---Ah, dadme unas almas que conozcan lo peligro
so de sus llagas, que lloren sus excesos, que procu
ren quebrantar las cadenas de sus malas costumbres !
y yo os dire que à otras almas es licito pedir con
sus suspiros, e implorar con sus ansias la fuerza y
la eficacia primitiva del ministerio apostolico; pero à
nosotros nos toca confesar con humildad que, aunque
- he
64 ... SE RM o N

mos sucedido à los Apostoles en el mínísterio, pero


no asi en sus talentos. Mas en quanto à ciertas al
mas, que con igual empeño solicitan lo que lisongea
la imaginacion, que evitan lo que perturba la paz
y violenta las inclinaciones del corazon , es evi
dente que la eloquencia apostolica, era sencilla y
natural, era dominante e imperiosa segun las ma
terias que trata, solo sentiria para dispensar su fal
sa delicadeza de entendimiento y de displicencia, ô
su reprehensible delicadeza de sentimiento y de pa
sion. Finalmente la virtud de unos santos , y apostoli
cos varones no se libraria de la malignidad de sus sa
tiras e invectivas. - - J.

3. . Tengamos siempre presente, nosotros los mi


nistros del Evangelio, que segun el dicho de San Pa
blo, servimos de espectaculo al mundo, à los Ange
les, y à los hombres. El derecho que tenemos de re
prender todas sus pasiones, concita todas sus pasiones
contra nosotros. Inflexibles en sus juicios, nada per
donan de quanto ven 5 temerarios en sus sospechas,
conjeturan quanto no ven ; prontos en escusarse con
la mas ligera falta, de una inadvertencia instantanea
del predicador sacan argumento para perseverar mu
chos años en sus prevaricaciones. No basta, continúa
San Pablo, que el predicador carezca de todo vicio,
es necesario ademas de esto que posea plenamente to
das las virtudes. Y lo que tal vez sería licito à un
hombre que por su estado solamente estuviese ceñi
do à guardar los mandamientos, seria alguna vez un
delito, ô acaso un escandalo en el varon apostolico.
En conclusion el primero y principal talento de los
Apostoles fue la santidad : y en vano poseeriamos
nosotros todo su ingenio y talentos, si no poseye
semos sus virtudes. . ... . . . . . .. . . . -

No
soDRE LA PALABRA DE DIos. 65
No dudo sin embargo afirmar que el principal
impedimento para la conversion de las almas no es
tá en nosotros, sino en vosotros: en ese genio caus
tico quiero decir, en esa propension à la satira que
vosotros teneis por zelo y por deseo de lo mejor. Por
que si esto fuese verdadera piedad que desea descu
brir virtudes para su edificacion, y no malignidad
que anhela por saber fragilidades que reprehender,
y en que exercitar su maledicencia, seria el hombre
mas circunspecto en sus juicios, y mas cauto en sus
conversaciones. Con efecto, por quanto nuestro amor
propio se saborea à todo su placer con la ventajosa
idea que tenemos de nosotros mismos; y por quanto
la tierna amistad tiene extraordinaria complacencia
en ver sus inclinaciones disculpadas y justificadas por
la aprobacion publica 5 de aqui es que somos tan ha
biles en encarecer el valor y merito nuestro, y de
todo lo que amamos, tan ingeniosos en detestar las
sombras que pueden obscurecer su lustre, y tan fe
lices en inventar pretextos para cohonestar con visos
de razon las acciones mas agenas de ella.
Pero si se trata de los ministros de Jesu-Christo;
si florece en el santuario algun varon insigne, re
vestido de autoridad; y distinguido en la Igle
sia con algun merito sobresaliente, y con aceptacion
publica, ya se le siguen los pasos, se le indagan las
acciones, se glosan sus intenciones rectas, se inter
pretan siniestramente sus mas santos fines, envenena
se la conducta mas inocente y la mas irreprehensible:
y mirase no solo como recreo, sino como obligacion
casi indispensable publicar, exagerar y propagar un
descuido, una venialidad. Ahora pues, con semejan
tes disposiciones qué aprovecharia para los progresos
de la predicacion la mas escrupulosa y vigilante pie
Tom, IV. I dad
66 se a u os
dad ¿ quien no sabe perdonar faltas tan ligeras, có.
mo se resolvera à alabar la virtud agena en qué
merito y en qué santidad no descubrira defectos el
ojo maligno de un corazon malvado º Apostol era
San Pablo, y discipulo sabia ser no menos docil, que
maestro insigne de la doctrina de Jesu-Christo ; y
sin embargo la calumnia le obligó muchas veces à sa
crificar su modestia al obsequio de la verdad, y al
honor del Evangelio. Aventurada vieron en Israel los
Profetas frequentemente su fama, expuesta à los tiros
de la envidia y de los falsos testimonios; el orbe en
tero engañado por la perfidia Arriana reputó largo
tiempo el zelo de Atanasio por contumacia rebel
de y ceguedad temeraria ; y el mismo Jesu-Chris
to, aquel Dios de verdad y de caridad, no fue re
putado por un embustero y un hombre sedicioso?
Concluyamos, amados oyentes mios; que si nuestro
zelo fuese un zelo inspirado, gobernado y purifica
do por la gracia, no observariamos tantos defectos
en los ministros, del Evangelio, y los defectos pu
blicos que advirtiesemos en ellos, los llorariamos
delante de Dios, los cubririamos con el velo de la
caridad , y los sepultariamos en profundo silencio.
Israel respetaba à sus Profetas quando se conserva
ba fiel al Dios de sus padres. Pero entre esos hom
bres enemigos de la fé, que para defenderse de la
fuerza de los argumentos que le acreditan , buscan
apoyo en las flaquezas de los que la sustentan : en
un siglo politico y filosofo, que parece se ha coli
gado para infamar y abatir la generacion sacerdotal.
de Aaron, y la tribu de Levi, probando à derribar
el arca y el santuario, las mas acendradas virtudes
no defenderian a los ministros del Evangelio de la
publica censura; y aunque fuesen unos apostoles , no
por
soERE LA PALADRA DE Dios. 67
por eso os gustarian mas, antes menos. Porque su
zelo irritaria vuestro amor propio; sus exhortaciones
exasperarian vuestra delicadeza; y su virtud provo
caria vuestra critica y maledicencia. Con que, aun
que al parecer suspirais por apostoles, la verdad es
que no los apetece is. Y si el cielo os los otorgase, se
riais vosotros tales que os aprovechaseis de ellos pa
ra el beneficio de vuestra salvacion En fin vosotros
pedis apostoles, y la verdad es que no los deseais;
y ahora añado que ni os aprovechariais de ellos.
SEGUNDA PARTE.
por cierto, amados oyentes mios: si el cielo os
Sí concediese esos apostoles que vosotros echais me
nos, seguro estoy que no os servirian de nada. Por.
que si no os aprovechais de los predicadores que Dios
os envia, indicio es de que no os aprovechariais tam
poco de los que deseais. La razon es evidente. Porque
si vosotros fueseis los que debieseis ser , vuestras
buenas disposiciones suplirian todo el talento y todo
el merito que nos falta : y porque siendo lo que
sois, no hay merito ni talentos que puedan suplir
la falta de vuestra disposicion.
I. Si vosotros fueseis los que debieseis, vues
tras buenas disposiciones suplirian todo el talento y
todo el merito que por ventura nos falta à nosotros.
Porque, qué es lo que nos falta? Todo de parte nues
tra; pero respecto de vosotros, nada, amados oyen
tes mios. Con efecto, de aquel dogma importante
que con tanta vehemencia defendió San Agustin con
tra el cisma y la heregia de Donato sobre que la
gracia de los sacramentos, con que el hombre que
los recibe, queda justificado , no está aligada à la
santidad del ministro, que los confiere, de este dog
I 2 II13l
68 SERM o N

ma digo, se sigue en cierto modo otra verda d, dig.


na de toda vuestra atencion 3 y es que respecto à la
salvacion y à la enseñanza del pueblo, no está la
virtud y eficacia de la palabra divina aligada à los
talentos y merito del que la predica. Porque nues
tra vocacion al ministerio apostolico , y la potestad
que recibimos de enseñar y de reprehender, ad do
cendum, ad corripiendum, no se funda en los dones
particulares de la naturaleza ô de la gracia. No te
nia Apolo ni las luces, ni el ingenio de un Pablo : y
sin embargo podia gloriarse igualmente que él, de
ser ministro y cooperador de Jesu-Christo: quid igi
tur est Apollo quid Paulus ministri ejus cui credidi
stis. (1) Todo hombre llamado para cultivar el cam
po del Padre de familias tiene derecho para decir con
los primeros Apostoles, que él es ministro y dis
pensador de los misterios de Dios ; sic nos existimet
homo, ut ministros Christi & dispensatores mysteriorum
Dei. (2) Todo operario Evangelico, que coopera à la
obra de la redencion y santificacion del mundo, no
coopera con Jesu-Christo y los Apostoles sino un
cuerpo de ministerio.
Ministerio (notadlo bien, Christianos, y llegad
à comprehender el gobierno y economia de vuestra
Religion) ministerio que de suyo, y en sí mismo
contiene todas las gracias de la salvacion; porque ese
fue el beneplacito de Dios, dice San Pablo, segun sus
altisimos consejos, Santificar los hombres con los hom
bres. Bien podia sin valerse del instrumento de nues
tra voz hablar él solo al entendimiento y al corazon
del hombre, sembrar la fé, e infundir su gracia en
- las

(1) I. Ad Cor. c. 3. v. 45. (2) Ib. c. 4. v. r.


socRE LA PALABRA DE DIos. 69
las almas; pero plugole elegir otros caminos de voca
cion y de justificacion: y asi vemos que la gracia fue
distribuida por mano de los Apostoles, y estableci
da la fé por el ministerio de su predicacion: fides ex.
auditu. (1) La luz del Evangelio no iluminó ni esten
dio sus rayos sobre los gentiles sino al paso que
los Apostoles peregrinaban por distintas regiones 3 y
los pueblos donde no llegaron predicadores, no co \

nocieron à Jesu-Christo: quomodo autem audient sine


predicante (2) Cornelio estaba muy cerca de ser chris
tiano segun sus costumbres ; mas para llegar a serlo
por la fé, fue necesario que le anunciase Pedro la
luz del Evangelio. Leia el Eunuco de la Reyna Can
daces y meditaba sobre un texto de Isaias; pero la
niebla que le impedia su inteligencia, no se disipó
hasta que llegó Felipe : y el prodigio en fuerza del
qual es llevado por los ayres Felipe, violentaria me
nos las leyes de la naturaleza, que violentaria las de
la gracia el prodigio en fuerza de qual se hiciese un
hombre christiano sin la enseñanza de un maestro vi
sible. El cetro y monarquia, en cuya posesion debia
permanecer Judá hasta la venida del Mesias, se halla
ba en poder de estrangeros 3 mas para que Israel vie
se lo que veia , fue necesario que viniese el Precursor
à abrirle los ojos y à enseñarle lo que parecia no de
bia ignorar. En todas las Sinagogas leian los Judios à
los Profetas; pero el velo que ocultaba los arcanos
profeticos, esperaban que la mano de Pedro y Pablo
le descorriese. El mismo Jesu-Christo no se desdeñó
de exercer este ministerio exterior y sensible : y asi
no procedio en el mundo solo como Dios, sino que
tam
-

(a) Ad Rom. c. 1o. v. 17. (2), Ib. v. 14... . . .


7o SE RM o N

tambien quíso proceder como hombre. Movido à


compasion al contemplar tantas naciones sentadas à la
sombra de la muerte, manda à sus discipulos que rue
guen al Padre de familias que envie à aquellas remo
tisimas provincias obreros que recojan la mies: rogate
ergo dominum messis ut mittat operarios. (1) -

La doctrina y la eficacia del Evangelio obra y


sigue en sus efectos aquellos animosos medios con
que se establecio; esto es, conservase y perpetuase
con la predicacion. No ignoro que la leccion de un
libro consumó en Agustin lo que habia empezado la
voz de Ambrosio ; de modo que ella es suficiente pa
ra hacer santos, y con efecto los hace. Un buen exem
plo, un consejo saludable, una reprehension ayivada
por el zelo, y templada por la mansedumbre; una
muerte repentina y tragica no dudo que pueden oca
sionar y atraer gracias, y gracias eficaces que mue
van, que conviertan ; pero estas son unas gracias espe
cialisimas, unas gracias extraordinarias, gracias pro
digiosas y estupendas. / -

Mas la gracia comun, la gracia universal es la


gracia de la instruccion y predicacion Evangelica.
Esta gracia pues, que es la gracia de todos los tiempos
y de todos los pueblos, la gracia que en sí contie
ne todas las demas gracias, plugó à su Majestad y
fue su beneplacito que el hombre la ofreciese y la
presentase 3 pero no fue su voluntad que recibiese es
ta gracia su virtud, su eficacia y su progresos del
merito del hombre y de sus talentos, para que nadie
dudase que el pecador debe sus remordimientos y
su conversion à Dios y no al hombre.
Con

(1) S. Luc. c. 1o. v. 2 . - -”


soBRE LA PALABRA DE Dios. v71
¿?»
Con efecto si la eficacia del ministerio Apostoli
co dependiese de las prendas del predicador, el hom
bre seria deudor de su salvacion al hombre y à la
predicacion del hombre. Pero la conversion de las
almas no está aligada à las palabras del hombre, co
mo palabras de hombre, sino à la palabra del hom
bre en quanto habla por Jesu-Christo y en nombre
de Jesu-Christo. Diferencia que San Pablo daba a en
tender à los primitivos christianos, declarandoles que
su predicacion no se logró en ellos, ô no se lograria,
sino en quanto recibieron, ö recibiesen sus palabras
como palabras de Dios: sicut est verè verbum Dei. (1)
Por esto , quando el Espiritu Santo nos hace un
elogio tan magnifico de la palabra de Dios; quan
do enseña que deshace las nubes; que infunde el co
nocimiento y el amor de la ley; que comunica virtud
y sabiduria; que estremece el desierto 3 que postra y
quebranta los cedros del Libano, no distingue entre
profeta y profeta, entre apostol y apostol. Por esto
no atribuye Jesu-Christo la fecundidad y fruto de la
semilla Evangelica à la industria de la mano que la
esparce, sino à la calidad. unicamente de la tierra
que la recibe : quod autem in bonam terram. (2) Por
esto, confiesa el Doctor de las gentes que en el
exercicio del ministerio Evangelico, el hombre na
da supone, todo lo es Dios : neque qui plantat., est
aliquid, neque qui rigat. (3). Y si un “Pablo protesta
que nada vale, quién será tan temerario que piense
de sí que es algo De aqui procede finalmente la enor
me diferencia de la eloquencia christiana , y de la
... , , , , , . . . . . . . . .
.
. . .. . . . . ... elo
—r-

(1) Ad Thessal. c. 2. v. 13. (2) S. Luc. c. 8. v. 1 $. -

(3) I. Ad Cor. cº 3. V. 7. - . . .
72, SE R M o N

eloquencia profana. Si esta se gloría de arrebatar los


corazones con su eficacia, no carece de fundamento en
algun modo. Porque la naturaleza que empezó y tra
zó las primeras reglas del arte, infundió en cada uno
de los hombres el principio y semilla de aquellos es
timulos dominantes que hacen titubear à la razon mas
despejada; porque la pasion mas vehemente e indo
mita prevalece sobre las demas pasiones. Por esto tal
vez la vanidad adulada, el clamor de un corazon mo
vido à compasion, aplacan la venganza y arrancan la
espada de las manos del Vencedor. La conveniencia
publica de un reyno esforzada con viveza, autori
zada con poder, impone leyes al trono, decide de la
paz y de la guerra: de donde se sigue que en los ne
gocios politicos y civiles se puede decir en cierto
sentido, que ninguna cosa intenta el hombre que ex
ceda las fuerzas humanas. Pero despojarnos de nues
tras inclinaciones y apetitos; pero infundir en nuestra
alma sentimientos contrarios à nuestra naturaleza; pe
ro pedir que nos desnudemos de nosotros mismos, y
conseguirlo, eso es puntualmente lo que digo una y
otra vez con San Pablo, lo que nunca hara el ma
yor hombre : y quando a el le parezca que lo hace,
no es él quien lo hace, sino Dios: neque qui plan
tat, est aliquid , neque qui rigat, sed qui incrementuma
dat Deus, (1) ,,, º - ) es
De este principio pues incontrastable, en cuya
exposicion confieso que debia detenerme mas, pro
ceden dos verdades igualmente importantes: una pa
ra nosotros, otra para vosotros. Primera verdad, con
venientisima para contenernos dentro de los limites de
- ... la
•," -- - --- - - - - -----

-
- -

..., .
-
- -
.
(1) Ibid. - - º * - - * , . . ... - - - - --

\.
sobre LA PALAPRA DE Dios. 73
la modestia y de la humildad christiana. Supuesto
que la virtud y la eficacia de la predicacion no depen
de del merito y de los talentos del ministro Evangeli
co; siguese que por abundantes que sean las bendicio
nes que el cielo derrame sobre nuestra predicacion,
siempre debemos confesar que somos siervos inutiles;
y que las conversiones, y hasta el deseo de hacerlas,
todo, todo es obra unica de Dios, que es quien
solo da el querer, el poder y el obrar. Segunda ver
dad, convenientisima para instruirnos y confundir
nos. Supuesto que el merito y los talentos del predi
cador no limitan la virtud y eficacia de la predicacion
Evangelica; siguese que sea quien fuese el ministro,
en vosotros consiste haceros provechosa la predica
cion, pues vuestro corazon no está en manos del
hombre, sino en las de Dios, y que vuestra conver
sion no depende sino de su gracia, y de vuestra do
cilidad. . . . . ... . ...

Ahondemos mas con la consideracion en este Dis


curso. Por mas talentos que tenga un ministro del
Evangelio, no dependen de él los frutos de su pre
dicacion, si no concurre la gracia : luego en vano in
tentamos convertir à Dios un corazon que la gra
cia no facilita, no ablanda, no sazona, y en vano
hablamos, si la gracia no habla por nosotros: luego
sin ser temerariamente sacrilegos nunca podemos te
nernos por autores de aquellas conversiones de que
tal vez servimos de instrumentos dichosisimos, ,
Con que si del mayor caudal de talentos no de
penden los frutos de la predicacion, luego los talen
tos mas limitados, si la gracia asiste, no impiden los
frutos de la predicacion: con que sea quien fuere el
Predicador a quien su Majestad envie, siempre ha
blara Dios, y siempre hablara a favor de los que anhe
Tom. IV, K len
74. SERM o N 23

len por oirle: con que si la divina palabra encuen


tra almas dociles y obedientes à sus inspiraciones,
el influxo fecundo de la gracia hara de qualquiera
predicador un profeta y un apostol. Entonces el in
fante que no sabe todavia proferir palabras, sabra
persuadir segun la expresion de la Escritura: enton
ces la oracion mas destituida de vehemencia y elegan
cia agradara y aficionara 3 la mas superficial, con
vencera e instruira 3, la mas languida, la mas fria
movera, y encendera 3 la mas arida y desmayada,
animara y enternecera. Para una alma verdaderamen
te devota no hay sermon perdido. La voz del hom
bre sera solo un mero sonido que se desvanecera en el
ayre; pero la voz de Dios se introducira y pene
trara hasta lo mas intimo del corazon: y el Espi
ritu Santo dira lo que el hombre no habra dicho,
ni habra podido decir. Podra muy bien el predica
dor no ser un apostol, ni ser un profeta; y sin em
bargo podra serlo para vosotros, y respecto de vo
sotros: en fin sin tener las calidades de profeta ni de
apostol, podeis sentir en vosotros los efectos de tales.
Qué pensais pues que habra que hacer para que
experimenteis en la predicacion evangelica los auxi
lios y luces que necesitais acaso comunicar al ora-,
dor las prendas que vosotros echais menos en él. No
por cierto 3 antes bastara solamente que vosotros le
oigais con las disposiciones que él pide. Porque es un
engaño, es un error pensar que de las prendas y ta
lentos del orador dependen las virtudes del pueblo;
antes bien las disposiciones del pueblo son las que
constituyen el merito, las luces y los frutos del ora
dor. No ignoro que quando nos representamos à Is-.
rael vertiendo amargas lagrimas al volver de la cau
tividad de Babilonia, ocupado en la leccion de la Es-.
-- -" -
- - . .. ... CIl"
sobre LA PALAERA DE Dios. 75

critura santa, viendose los Levitas obligados à ir de


tribu en tribu conteniendo los suspiros y las lagrimas
que les arrancaba la memoria de sus pasados excesos,
no ignoro que nos decis en vuestro interior: como
vosotros seais otros Esdras , nosotros seremos otro
Israel contrito. Pero os engañais, Catolicos; pues
para renovar exemplos de tan maravillosa penitencia,
no es Esdras quien falta, sino el pueblo. Con efecto,
los Isaias, los Jeremias tenian acaso menos autoridad,
menos zelo, menos santidad, menos talentos que ES
dras No ignorais púes vosotros que se oyo su sono
ra voz en Israel por el discurso de largos años 5 yº
sin embargo no correspondio Israel à sus exhortacio
nes sino con desprecios, con insultos, con desdeño
sas repulsas. Pero el yugo de una servidumbre es
trangera; setenta años de destierro y de cautiverio;
Jerusalen reducida à pavesas; el Sancta Sanctorum
hecho pabulo de las voraces llamas; sus campos tala
dos y yermos, tantas y tan grandes calamidades ha
bian domado el orgullo de aquella fiera e indomita
facion: veianse sentados sobre las ruinas de la ciu
dad santa: congregabanse al rededor de los vestigios
del templo destruido; tendian por todas partes sus
caidos y tristes ojos, y no advertian sino destruccio
nes e infortunios: ni se prometian asilo ni esperan
za sino en el patrocinio de un principe distante contra
las conjuraciones de los reynos comarcanos coligados
para acabar de destruirlos. Ay! que para mover y
enternecer un pueblo comovido ya con la representa
cion y sentimiento de sus propias desgracias, y arran
car lagrimas, cuyo manantial corria siempre perene
à impulsos del dolor, el menor Levita podia ser un
Esdras. En conclusion , la eloquencia de los Isaias,
(como consta de la experiencia ) la de los Jeremias, la
.. K2. - de
76 - SE RM o N , , , , ,
de otros muchos profetas en vano fulmina truenos en
medio de Israel aletargado con la embriaguez de sus
prosperidades 3 pero lo que vemos es que con la me—
ra leccion de la Ley se muda Israel advertido y en
señado por sus propias calamidades en un pueblo
compungido y penitente. Luego los felices progre
sos de la predicacion Evangelica no proceden de la di
ferencia de meritos del predicador , sino de los dis
tintos afectos y disposiciones del oyente : luego si vo
tros fueseis los que debeis, vuestra disposicion supli
ria la falta de nuestro merito y talentos. Y por el
contrario, siendo los que sois, qué merito, ni qué
talentos bastarian à suplir la falta de vuestra dispo
sicion ? -

2. Quando vosotros, amados oyentes mios, su


poneis que otros predicadores os convertirian , nos
alegais la muchedumbre de gentiles que los Apos
toles convirtieron à la fé de Jesu-Christo; pero ig
norais acaso, ô afectais ignorar que otro mayor nu
mero todavia quedó envuelto en las tinieblas del
error y de la supersticion Sabed pues que quando
los Apostoles dexaron este mundo miserable , era
bien escaso el numero de los christianos; y que la
idolatria sin embargo de hallarse combatida con la
fuerza y luces de tantas y tan estupendas maravillas,
se gloriaba todavia de tener avasallado y esclaviza
do à todo el orbe. Aquel Israel, objeto principal de
su ministerio apostolico; aquel pueblo, depositario
de tantas promesas, à quien con preferencia à todas
las demas naciones del mundo le fue predicado el
Evangelio, se cego con una incredulidad tan obs
tinada, que triunfo de su zelo y de sus milagros.
Aquella Jerusalen, regada con las lagrimas y san
gre de Jesu-Christo , de cada diamas perfida, an
- - tCS
• --º * --
soBRE LA PALABRA DE DIos. 77
tes consintio en ser sepulcro de sus propios hijos y
habitadores, que abrir las puertas del Santuario al
Dios à quien ella habia condenado à muerte. Es ver
dad que en solo un sermon convirtió San Pedro tres
mil almas : argumento convincente de lo que puede
y obra en el hombre la divina palabra. Pero no es
menos verdad que San Esteban, San Pablo, y el mis
mo San Pedro solo experimentaron por lo comun las
rebeldias y persecuciones de un pueblo fanatico, y
que vieron engendrarse las mas violentas furias, los
mas atroces intentos en los corazones mas instruidos
al parecer, mas sabios, mas virtuosos: argumento
el mas evidente de lo que pueden contra la divina
palabra las pasiones indomitas y obstinadas ; y prue
ba decisiva de que pueden hallarse en el oyente re
sistencias y obstaculos: escollo fatal donde por lo re
gular naufraga la eloquencia sagrada. -

Con efecto, de qué sirve ni de qué aprovecha


que se predique la divina palabra con zelo y vehe
mencia, si os resistis, si huis de oirla? Y quienes
son los que concurren à oirla? no son por cierto
esas almas devotas y fervorosas 3 pues quanto mas
conoce el christiano los caminos del Señor, mas desea
conocerlos, y quanto mas ama à Dios, mas gusta de
oir hablar de Dios. Son pues esos hombres entrega
dos al mundo y sus vanidades, à pasatiempos y ocu
paciones inutiles, que les sobra tiempo para perder
le y desperdiciarle , y no le hallan para ocuparle
provechosamente: esos hombres llenos de empleos y
negocios que oprimidos con la multitud de cuida
dos que los traen sin sosiego, se olvidan del unico ne
gocio que debiera ser su unica ocupacion : esos
hombres, centro de la pereza y de la indolencia, à
quienes mueven y estimulan menos la religion y la
- s- y gra
78 SE R M o N
gracia de Jesu-Christo, las esperanzas y bienes eter
nos, que el letargo de su tranquilidad voluptuosa:
esos hombres esclavos de sus gulas y sensualidades, à
quienes no basta todo el peso del dia para adelantar
y consumar la obra de su condenacion eterna, y que
sentirian vivamente desmembrar de él un quarto de
hora para ocuparle en procurar su salvacion : esos
hombres, desvanecidos con su ilustrado entendimien
to y con la grandeza de su estado, que se avergon.
zarian de aparentar que ignoraban alguna cosa, aun
que nada ignoran muchas veces mas que aquelle
que les importa saber unicamente: esos hombres, pre
sumidos y soberbios, que se reputan por suficientes
para dar documentos de virtud, y por superiores à
toda agena enseñanza: esos hombres, aficionados a
los teatros, donde se complacen viendo representa
das sus propias pasiones con el realce, y lisongeros
coloridos que ellos les comunican, y temen verlas
pintadas en la catedra del Espiritu Santo con aquellos
vivos y verdaderos colores, que tanto les disgustan
y los perturban: esos hombres, tan sedientos de las
lecciones que les da el vicio, quanto enemigos de
los documentos que les podria dar la virtud esos
hombres de tan poca instruccion por una parte, y
tan ilusos por otra, que viven persuadidos de que
premiara Dios la leccion de sus libros espirituales yº
sus devociones voluntarias con aquellas gracias con
que le plugo honrar el ministerio de la predicacion
Evangelica que establecio en su Iglesia: esos hom
bres que colocados en altas dignidades, en subli
mes puestos se congratulan y saborean con la ha
lagueña complacencia de causar la felicidad y arre
lar el destino de las monarquias, dexando à la
casualidad el exito de su suerte eterna: esos hom
*... -
-
y

-
bres
soBRE LA PALABRA DE Dios. 79
bres sujetos à todo genero de desvarios, y de sen
suales deseos, que no por otra razon huyen y afec
tan desdeñar la palabra divina, sino porque conocen
quanta necesidad tienen de ella, y porque temen no
los convierta. - - - -

De que sirve ni de qué aprovecha que el cielo os


envie predicadores que ardiendo en puro y desintere
sado zelo, desnudos de toda vanidad y amor propio,
soliciten unicamente vuestra salvacion, si no es esta la
que vosotros buscais en sus sermones Si, imitando à los
Fariseos, no tanto venis à oirlos con deseo de apro
vecharos, quanto movidos de cierta malignidad ; no
tanto con deseo de salir de ellos instruidos y edifi
cados, quanto por lograr la ocasion de reprehen
der y censurar al predicador ut caperent eum in
sermone: (1) si no concurris, sino traidos de la vanidad y
del orgullo para calificar el merito y los talentos de
los ministros de Jesu-Christo, para erigiros en jue
ces y arbitros de su opinion y fama, para refor
mar el concepto del publico, y para confirmarle y
echarle el sello con vuestra aprobacion si, semejan
tes à aquellos oyentes de quienes se quexaba Ezequiel,
y estimulados de cierto afecto y complacencia hu
mana concurris no porque gustais de hablar de Dios,
sino porque gustais de oir hablar al predicador ?
No esperes, profeta mio, decia el Señor, no espe
res fruto alguno de semejantes oyentes. Solamente
se pueden esperar de ellos algunos aplausos, algunas
alabanzas del Orador. Pero, ô Dios mio! seria po
sible que diesemos nosotros entrada en nuestro co
razon à tan insensato deseo si tal deseo nos do
T

() S. Luc. c. ao. v. ao. . . . . ... .. .


* --J
3ó SE R m o N
minase, no solo el penoso exercicio del pulpito nos
abreviaria los dias de la vida sin otro premio que
llevar al sepulcro la miserable complacencia de dexar
entre los hombres el vano sonido de una fama es
teril, que al cabo no puede sobrevivirnos mucho
tiempo, si ya no acaba y muere antes que nosotros;
sino que profanadores sacrilegos de la divina palabra;
colocariamos insolentemente el orgullo y la ambi
cion en aquella catedra del Espiritu Santo donde pre
dicamos un Evangelio de humildad, y desapropio
universal de todas las cosas. No , amados oyentes
mios, ya que llegamos à prometernos vuestra con
version y vuestras lagrimas, no añadais al descon
suelo de no conseguirlo, el agravio de pensar que
no es este el unico objeto de nuestro zelo: zelo to
talmente infructuoso, si vuestros deseos no corres
ponden a los nuestros, porque el espiritu de Dios no
habla en el corazon de aquellos que solo siguen, que
solo dan oidos al espiritu del hombre. - º
De qué sirve ni de qué aprovecha que el predi
eador explique solidamente las importantes verdades
de nuestra santa fé, si la imaginacion se alimenta con
sus devaneos; si el corazon distraido se adormece
con los peligrosos sueños en que se ceba; si tantos
pensamientos senstales, si tantos deseos de mundo,
si tantos proyectos de fortuna y de ambición tienen
suspensa y absorta el alma toda ; si la negligen
cia y desidia, que engendran el tedio y la inapli
eacion, huyen del trabajo y de la fatiga ; si esas
vehementes y desenfrenadas pasiones excitan en vues
tro corazon tal voceria y alboroto que impide que
llegue nuestra voz à vuestros oidos Ay! que
muchas veces parece que nos escuchan, y no somos
oidos; y tal vez sucede que en un numerosisimo con
-
cur
soBRE LA PALABRA DE Dios. 81

curso, apenas logramos un oyente.


De qué sirve y de qué aprovecha que el predi
cador reprehenda abusos, declame contra escanda
los, si sin llegarnos à conocer jamas, y justifican
donos siempre, calificandonos de inocentes en el tri
bunal de nuestro propio apasionado juicio, no ad
vertimos en nosotros ninguno de los defectos y vi
cios que el reprehende Por eso no entendemos con
tra quien dirige el Orador sus invectivas porque
no nos conocemos, porque no metemos la mano en
el pecho. Aplicamos à los demas lo que tal vez no
les compete; y evitamos la aplicacion de lo que nos
comprehende à nosotros plenamente : y tal oyente
hay que todos entienden que por él se dice, y él
no cae en ello: en fin como otro David necesitaba
de otro Natan que le dixese expresamente que por él
se dice: tu es ille vir. (1)
De qué sirve ni de qué aprovecha que el predí
cador os advierta las obligaciones de la vida christia
na, quando os habeis inventado y propuesto unas ma
ximas contrarias à las maximas del Evangelio; quando
para vivir seguros sobre vuestro tenor de vida, ha
beis discurrido tantos pretestos que alegais falsa
mente para cohonestar todos vuestros antojos , y
tantas razones para libertaros de todo lo que no que
reis pretestos de la familia, y de sus necesidades
para dispensaros de la obligacion de dar limosna: pre
testos de negocios y ocupaciones para dispensaros
de la oracion, y de la frequencia de sacramentos;
pretestos de decoro y de pundonor para no re
conciliaros con vuestro enemigo; pretestos de de
Tom. IV. . - . L CCn

() º Reg, c. 12. v. 7. -
82 ... º a SE R. M o N

cencia para no reformar ni la profanidad ni el jue


go; pretestos del estado y de la dignidad para no
abrazaros con la mortificacion y penitencia; pretestos
todos futiles à la verdad y vanisimos; pero que sin
embargo en fuerza de ellos nunca os apropiais à vo
sotros lo que dice el Predicador, antes lo aplicais à
todos los demas. - -

De qué sirve ni qué aprovecha que el predica


dor exercite su eloquencia patetica y vehemente, que
os infunda temor y espanto, que convierta la dure
za de vuestro corazon en blanda cera, si en lugar de
corresponder con fidelidad à los llamamientos de la
gracia, solo pensais en haceros sordos à ella, y en
libertaros de sus importunos impulsos; si volviendo
à engolfaros inmediatamente en los bullicios afano
sos del mundo, haceis particular estudio de poner
en lo ultimo de vuestro olvido quanto habeis oido?
Con semejantes disposiciones de qué os serviria un
apostol, ni un profeta Solo servirian para haceros mas
delinquentes delante de Dios, y mas inescusables; solo
servirian para echar el sello à vuestras iniquidades, pa
ra incurrir en el ultimo pecado de haber despreciado,
de haber resistido, de haber abusado de la gracia.
Id ahora, y cohonestad, y escusad vuestra indo
cilidad, vuestra constante resolucion en salir de los
sermones con los mismos vicios con que venisteis à oir
los. Encarecednos las victorias y triunfos de aquellos
varones apostolicos que en los anales eclesiasticos
ocupan tan justamente tan principal lugar, pues hi
cieron tantas y tan asombrosas conversiones en tan
diversas provincias. Es indubitable, catolicos oyen.
tes mios, que movieron, que convirtieron, que re
duxeron à penitencia à los mayores pecadores; pe
ro tambien es verdad que no está abreviadas la ma
11Q
soERE LA PALAPRA DE Dios. 83
no del Señor , y que puede valerse todavia de
los mas flacos instrumentos, y valerse asimismo de
nuestra debil voz para derramar sus gracias y sus
misericordias sobre los pecadores. Pero sobre qué pe
cadores, os pregunto? Sobre aquellos pecadores que
hasta en sus mismos excesos , conservan todavía
ciertos vestigios de rectitud de corazon y de buena
fé: sobre aquellos hombres sinceros y veraces, cuya
ingenuidad y llaneza no conoce ni esos fingimientos
ni artificios, ni esas preocupaciones y erradas ma
ximas, ni esas escusas futiles y pretestos vanos, ní
esas esquisitas y peligrosas sutilezas, ni esa presun
cion y altaneria, ni esa delicadeza profana y afecta
dos desdenes, ni esas fanrasticas distinciones de es
tado y de condicion, ni esas leyes quimericas de
pundonor y reputacion, ni esas pretendidas obliga
ciones de prudencia de carne y sangre, que alegais con
tanta eficacia para frustrar los esfuerzos mas podero
sos de nuestro zelo. Tales son los pecadores que ceden
y se rinden a la eficacia de la divina palabra. -

Porque de esos hombres rebeldes y pertinaces;


de esos hombres falsos y disimulados, de esos hombres
que pecan y quieren vivir de asiento en el pecado;
de esos hombres que pecan por sistema y por princi
pios; de esos hombres cuyo corazon es todo deleite
y sensualidad, cuyo entendimiento todo dudas e
incertidumbres ; de esos hombres que solo concurren
à los sermones como censores para examinarlos, como
jueces para sentenciarlos, como filosofos para despre
ciarlos, como escandalosos para sacar de ellos mate
ria para sus zumbas sacrilegas, mandado nos está
que deseemos su conversion, que la pidamos, que
la solicitemos con todas nuestras fatigas: y aun aña
do, que podemos esperarla, porque en los tesoros
L 2. de
84 SE R M o N
de la gracía hay y se encierran milagros prodigiosos
de gracia. Mas no podemos esperarla sino à titulo de
prodigio y de milagro; pórque Jesu-Christo tiene di
cho expresamente que quando la semilla de la divi
na palabra cae y se siembra en una alma esclava de
sus pasiones, en cuyas infelices cadenas adora e ido
latra esa alma, muere de ordinario, y se esteriliza.
Y no esperimentamos esto mismo los ministros del
Evangelio todos los dias Ello es que segun la diver
sidad de tierras por donde peregrinamos, somos dis.
tintos hombres. En las aldeas, en las poblaciones
menos opulentas y menos cultas, adonde la fé, la pro
bidad, la modestia se han acogido como à su ulti
mo asilo, experimentamos que el que entra à oirnos
pecador, sale tal vez convertido, porque sin embar
go de sus vicios, nos oye como verdadero catolico
christiano. Pero en la corte, en esta babilonia, cen
tro de las riquezas, de la gloria, de la pompa, de
la magnificencia, de la majestad de su vastisimo
imperio : en esta corte, centro de la urbanidad,
de la ciencias, del buen gusto, de los grandes ta
lentos: aqui, porque todos sus habitantes no son
ni quieren ser sino vicios y pasiones, porque el ser
mon mas patetico y doctrinal solamente es oido con
espiritu de mundo y de critica, ah! qué adelan
tamos nosotros qué es lo que hacemos Hacemos,
gran Dios! hacemos vuestra santa voluntad : y esta
persuasion basta para nuestro consuelo. Finalmente
en otros lugares hacemos casi el oficio de apostoles, y
en la corte apenas parecemos hombres. No por cier
to, un apostol verdadero no haria mas que lo que
nosotros hacemos. Qué haria en estos mismos audito
rios un Pablo? quereis saberlo Consideradle en Ate
nas derramando en el Lyceo y en el Portico aquel
--- - I1O
soBRE LA PALABRA DE Dios. 85.
rio de eloquencia, en cuya virtud fue reputado por
otros pueblos como el Dios de la eloquencia: escurº
charonle con complacencia aquellos sabios filosofos,
pero sin fruto: ellos veian, pero no creian 5 y acaso.
creian, pero no se convertian. Consideradle en el
tribunal de Felix: consternase, estremecese Felix:
pero no se conviertes porque el interes prevalece sobre
el convencimiento : Felixi teme al Dios, que predica
Pablo, pero no por eso dexa de adorar à los dioses
del Cesar. Tales fueron, y tales serian en esta nueva
Atenas, en el centro de una ciudad instruida y sen
sual, en medio de un pueblo filosofo, entre corte
sanos politicos: tales i repito serían hoy todavia los
progresos de la predicacion de un Pablo. Pero el mis
mo Salvador divino no decial à los Judios que no
creerian en su celestial doctrina, porque eran carna
les y de dura cerviz, y porque solo el espiritu pue
de entender las cosas del espiritu Podemos pues no
sotros, oyentes, hacer lo que no hizo nuestro Dios?
Sí, catolicos, si nuestra santisima Religion, à quien
tantos prodigios tienen calificadá de divina, necesi
tase de algun nuevo milagro para su mayor gloria, o
algun milagro pudiera añadir colmo y plenitud à su
gloria, seria el milagro de un predicador, que fuese
un apostol en la corte y para la corte, un apostol
en esta y para esta ciudad populosisima. . . . . . ... a
Y qué sera de vosotros, ö ministros del Evange
lio si siendo indignos de las sublimes y augustas
funciones del apostolado, os dexais arrebatar de los
impulsos del amor propio, del interes, de la am
bicion en vuestros trabajos y fatigas apostolicas, sa
bed que sonara continuamente en vuestros oidos la
espantosa voz del Señor, que prorrumpiendo desde
el centro de los mismos oraculos y verdades eternas
- que
86 SE R M o N .
que predicais, os dirá: siendo como sois tan delin
quentes, y mas que el pueblo, supuesto que à los
demas, vicios en que vivis mancomunados con él,
añadis la disimulacion y la hipocresia, cómo teneis
atrevimiento de erigiros en defensores de las mismas
leyes que violais, de declamar contra vuestras pro
plas iniquidades, de deshonrar mi nombre y el Evan.
gelio que promulgais, sirviendoos de todo para con
seguir vuestros fines profanos: quare tu enarras jus
titias meas; verumtamen servire me fecisti in peccatis
tuis. (1) Yo frustare vuestros intentos; yo infundire
envuestra alma un espiritu de delirio y de furor; y
la viveza y ardor de vuestra imaginacion, deslum
brada con los falsos resplandores de lo verdadero, de
lo hermoso, de la grande, solamente conspiraran pa
ra despoblar los templos donde prediqueis,- y hace
ros el objeto del olvido, del abandono, y del des
precio del publico: eris. ... in proverbium ac fabu
lam. (2) . . . . . . .
Ni con esto me tendre por suficientemente vena
gado y satisfecho., Porque sois merecedores de que
yo, os conceda esos aplausos, esas conveniencias à
que me posponeis, de que colmados de aplausos y
alabanzas os adormezcais con la embriaguez de vues
tra vanidad; cuyo sueño sera dulce, pero breve, y
el dispertar amargo y terrible : vendra el dia en que
os desnudare del disfraz, y las naciones todas del
universo no veran en vosotros sino el abuso sacrile
go. que hicisteis del ministerio apostolico, las artes
viles, la hipocresia desvergonzada hasta llegar à burº
larse de Dios y de los hombres: el desprecio, el opro
. ... oo co , ,, , , , , , , , , , , bio,

() Iaias c.43. v. 14. (2) Deuter. c. a 8. v.37.


- - º
soERE LA PALAERA DE Dios. 87
bio, la confusion , la oignominia grabadas en vuesa
tra frente con caracteres indelebles descenderan con
vosotros al abismo, habitacion de vuestra desespe.
racion eterna: evigilabunt .... in opprobrium utivi
deant semper. (1) º º º" º -
Pero vosotros que no os sentis impelidos sino del
unico deseo de ganar almas à Jesu-Christo, no igno
ro que es bien triste, y bien penosa la carrera que
habeis emprendido. Qué de lagrimas, qué de suspiros
os cuesta el cultivo de una tierra que con tanta perse.
verancia beneficiais, y que no os promete mies algu
na! La fé sostiene vuestra constancia; ella os enseña
que sigais las huellas de los profetas, y de los apos
toles; que vuestra gloria está cifrada en padecer su
mismo destino, y que supuesto que estais sujetos à
las mismas tribulaciones, os espera el mismo galar
don ; pero à exemplo de ellos habeis de exortar con
tinuamente, de instruir, de reprehender, de ins
tar, de amenazar, de estremecer: predica ... insta ...,
argue, obsecra, increpa. (2) Pero quanto mas puro y
santo sea vuestro zelo, mas profundo y amargo sera
vuestro dolor. Porque llenos de desconsuelo al ver
despreciadas las palabras de salvacion y de vida eter.
na, y aplaudidas y solicitadas las palabras de impie
dad, acaso os imputareis à vosotros mismos el triun
fo de la irreligion en virtud de vuestra timorata
y delicada conciencia. Pero no os asusten los diferen
tes progresos de estas dos predicaciones 3 pues aun
que os debeis doler de ellos, no hay razon para que
temais y os consterneis. Porque vosotros declamais
contra todas las pasiones, y todas las pasiones se con

() Dan, c. 1a. v. 2 (a) - m. ad Timotea. v. . . .


88 . Se RM o N. a
citan contra vosotros: y solo Dios puede contener
su torrente y enfrenar su furia, y en la mano del
hombre no está el corazon del hombre. Pero por el
contrario, sentados en la catedra de pestilencia los
maestros y doctores de la impiedad peroran à favor
de las pasiones, y las pasiones abogan à favor de
ellos, con mayor eloquencia todavia y energia ; y
aun les prestan mayores servicios que los que reci
ben de ellas; porque ellas les perdonan el trabajo de
pensar, de estudiar, de examinar, de disputar, de
probar. Pues cierto ayre de desdeñosa decision; cier
tas replicas y objeciones que solo admiran y sor
prehenden por la desverguenza de renovarlas y resu
citarlas; cierto bosquexo de raciocinio que apenas
empieza à formarse; cierto alarde de erudicion apa
rente; cierto cumulo de hechos y de doctrinas que
ellos inventan, ô que acomodan y adaptan à sus opi
niones; cierta imaginacion amena que divierte y re
crea con calumnias, con murmuraciones, con criticas,
con satiras, con zumbas; que alucina con los colores
de una expresion eloquente y halagueña: ay pueblo
loco y engañado mira que esos hombres presuntuosos
tienen tan baxo concepto de ti, que juzgan que basta
esto solo para engañarte y lo peor es que tu luego
caes en las redes que te tienden ; luego cedes, luego
te rindes, luego recibes como oraculos sus sentencias;
y el humo del incienso que les prestas, les desvane
ce à ellos la cabeza. Desde lo alto, por explicarme asi,
de dos altares que les erige vuestra credulidad, lamen
tan ellos las tinieblas de ignorancia, en que estuvier
ron, embueltos los siglos que precedieron al suyo,
contemplandose como aquel sublime y criador espi
ritu que dixo: hagase la luz, y la luz se hizo. Pero
ay que si quisiesen ellos examinar hasta º
soBRE LA PALABRA DE Díos. 89
gan los quilates de su capacidad e ingenio en la pie
dra de toque de la razon y de la verdad, el primer
paso que habian de dar, era abstenerse de exercitar
le en promover la sensualidad y la impiedad; y el
segundo emplearle en apoyo y defensa del pudor y
de la religion: abririanse entonces sus ojos, y verian
que la fama, las alabanzas, los aplausos que los
seguian antes, se trasladaban y radicaban en sus
rivales y competidores: ellos conocerian que el pre
dicador de la fé catolica y de las virtudes christianas
prevalece siempre ; que el propagador del vicio y del
orgullo solo triunfa porque habla con corazones de
pravados, y porque las pasiones, y no la razon y la
virtud, son las que oyen, las que leen, las que juz
gan, las que deciden: que lexos finalmente de des
vanecerse con el aplauso y fama de sus talentos e
ingenio, se avergonzarian de unos progresos igno
miniosos de que solo son deudores à unos hombres,
cuya aprobacion y alabanzas es honroso y plausible
no poder merecer, y vileza y abatimiento saberlas
alcanzar. - -

Concluyamos el Discurso. De quanto dexo sentado


y convencido en él resulta que en el exercicio de la
predicacion evangelica nosotros casi nada podemos
con los oyentes, y que ellos lo han de poner todo de
su parte ; y que de las disposiciones del auditorio de
penden los progresos y fruto que pueda hacer el
predicador: y por consiguiente, si venis à oir la pa
labra divina con un espiritu de vanidad, de curiosi
dad, de orgullo, de presuncion, de pasatiempo, de
disipacion, de critica, de impiedad , y acaso de ir
religion, aunque un profeta, aunque un apostol os
predicase esta palabra celestial, que vosotros no que
reis oir, y que por tanto desperdiciais, entended que
Tom. IV. M le
9o - SE R M o N !.

lexos de ínstruiros, y de convertiros, solo serviría


para cegaros mas, y mas obstinaros. Pero por el con
trario con un santo deseo de oirla, con cierta ansia
de aprovecharse de ella, de disponerse à recibirla
por medio de la oracion 3 de conservarla en su cora
zon con silencio, con recogimiento, con modestia;
con darte por entendido de los estimulos de la con
ciencia, y de las inspiraciones interiores del Espiritu
Santo, con un corazon blando, docil, y obediente
para recibir la gracia, vigilante y fiel para conser
varla, no dudeis que entonces sin embargo de las vir
tudes de que carecemos, del merito, de los talentos
de que nos consideramos faltos, no dudeis repito si
no que se renovarian los prodigios que se obraron en
los primitivos y envidiables tiempos de la predicacion
del Evangelio; y que no obstante nuestra indigni
dad seriamos para vosotros unos profetas y unos apos
toles. No seria ya nuestra esta palabra, sino del mis
mo Dios; ella seria palabra de Dios; seria una pala
bra de salud y gracia: palabra en fin de vida san
ta sobre la tierra, y de vida felicisima en la eterni
dad. Asi sea.
9I

S ER MON
soBRE EL ESTABLECIMIENTo
de la Religion Catolica.
PARA EL MARTES DE LA QUINTA SEMANA.
de Quaresma,

Si dimittimus eum sic, omnes credent in eum.

Si no procuramos contenerle, todos creeran en él. S. Juan


cap. II. v. 48.
Iserables cautelas, frustradas plenamente pues
à pesar de los ardides politicos y furores in
humanos de la Sinagoga, presto se cumpliran las pro
fecias que habian vaticinado los triunfos del Mesias.
Presto aquel pequeño arroyo que segun la expresion
de la Escritura habia corrido mansamente por el
discurso de tantos años sin ser conocido en los va
lles de Judá, se convertira en un rio caudaloso y
arrebatado, cuya impetuosa corriente inundara todos
los pueblos: parvus fons qui crevit in fluvium magnum,
c3- in aquas plurimas redundavit. (1) Intento hablaros
del establecimiento de nuestra sagrada catolica Reli.
gion; y de qué argumento mas provechoso y mas im.
portante podria yo trataros Pero miserable condi
cion la de los ministros del Evangelio en este siglo de
impiedad y de disolución! No son hoy dia los sermo
- M2 IlCS.

(1) Lib. Esth. c. 1o. v. 6.


92 SERMoN soBRE EL ESTABLECIMIENTo
nes mas necesarios los que exhortan à las costumbres,
y al exercicio de la Religion 3 sino los que exhortan
y estimulan à creer. Pero no dudemos que para ma
nifestar el Evangelio su verdad y divinidad, no ne
cesita sino de sus propios progresos; porque qué mas
prueba que la Religion Catolica es obra y enseñanza
del mismo Dios, que ser ella la Religion que se ha
estendido y propagado por todo el universo? Siguien.
do este pensamiento, ved como discurro.
Para fundar y establecer la Religion Christiana
en el mundo, era necesario nada menos que todo un
Dios. Pero qué Dios? Un Dios de sabiduria y de
luces; un Dios de virtudes y de santidad; un Dios
de fuerza y de poder; porque como Dios de sabidu
ria y de luces, persuade à los hombres quanto quie
re; como Dios de las virtudes y de la santidad obra en
los hombres quanto quiere 5 como Dios de fuerza y
de poder executa à pesar del hombre quanto quie
re. Repito pues que el establecimiento de la Religion
Catolica es la obra mas estupenda de aquel Dios de
la sabiduria y de las luces que domina sobre el en
tendimiento y sobre los juicios de los hombres; de
aquel Dios de las virtudes y de la santidad que exer
ce su imperio sobre el corazon y la voluntad de los
hombres; y de aquel Dios de fuerza y de poder que
frustra los proyectos de los hombres, postrando su re
sistencia sin el menor esfuerzo. -

O Dios mio, que veis los peligros que corre en


este Reyno la fé Espiritu divino, espiritu dador
de la suficiencia y talentos de los Apostoles, comu
nicadme la vehemencia y solidez de sus discursos , la
sublimidad de sus ideas y expresiones, y la celestial
energia de su eloquencia para confundir y postrar
las furias que aborta y renueva cada dia el infierno
CIll
DE LA RELIGIoNCAtoLICA. 93
embravecido tan rabiosamente contra el Señor y
su Christo. Seguro estoy de alcanzar los auxilios de
vuestra gracia poniendo por intercesora à Maria. Ave
Maria. -

PARTE PRIMERA.

TA Religion Christiana encontró en el entendí


miento humano unos obstaculos, que solo Dios
pudo vencerlos: la Religion Christiana se valió para
vencer estos mismos obstaculos de unos medios, que
solo pudo inspirar Dios. Seguid con atencion el hilo
de estas dos reflexiones, y quedareis convencidos de
que el establecimiento de la Religion es obra del Dios
de la sabiduria que domina sobre el entendimiento y
sobre los juicios de los hombres. - -

1. Quáles pensais eran los obstaculos que halla


ba la Religion en el entendimiento humano; ô por
mejor decir, qué obstaculos no hallaba en él Mirad,
amados oyentes mios : quando yo determino declara
ros lo prodigioso del establecimiento de la Religion,
no espero por cierto causar en vosotros un efecto digno
de la grandeza e importancia del caso; porque colo
cados por dicha de vuestro nacimiento en el cen
tro de la pura verdad, luego que vuestros ojos se
abrieron para mirar la luz de esta vida mortal, ya vie
ron tambien y registraron la luz del Evangelio. Es
verdad que ni sabeis, ni podeis saber en fuerza de qué,
serie de sucesos, y determinaciones de una providen
cia incomprehensible, ha sido conveniente y necesa
rio encaminar los hombres à aquella misma Religion,
que vosotros abrazasteis al nacer; y aqui es en par
te donde flaquea el asunto de que me propongo ha
blaros, cuyo defecto no hay raciocinios que basten
à suplir. Pero el camino que yo no os puedo allanar à
VO
rº --- =
*-------- . -
- -

94. SERMoN soBRE EL ESTABLEcmIENro


vosotros, Catolicos, podeis vosotros allanarme à mí.
Retroceded pues con la imaginacion , y recapacitad el
discurso de los siglos pasados: figuraos que os hallais
en medio de Roma y Atenas; y ya observo que os
asombrais y estremeceis al considerar la distancia in
finita que hay entre un hombre mero, y un chris-.
tiano; y que atemorizados de la grandeza de los im
pedimentos que se opoñen al establecimiento de la
Religion, decis à los discipulos de Jesus, lo que decia
el Señor al Profeta: no hables con ese pueblo, pues
no te escuchara: có non audient te. (1)
Con efecto, qué cosa era el mundo quando se
oyó en él la voz de los Apostoles ? Ven, presuncion
arrogante, llenate de rubor, confesando que en pun
to de Religion no hay cosa mas necia que la razon.
humana, quando solo se gobierna por los apetitos
del corazon, y por las luces de un entendimiento
curioso y rebelde. Estaba tal el mundo que no pa
rece sino que las aguas del diluvio que habian inun
dado la tierra, habian borrado tambien la estampa
y la imagen de la mano que la fabricó. Qué confu
sion tan desordenada y monstruosa de supersticiones
extravagantes, de necias credulidades, de cultos pro
fanos y ridiculos! Alli la idolatria victoriosa hace des
vergonzada ostentacion de sus abominables e impu
ros misterios: aqui el ateísmo entre las lobregueces
de la noche y del silencio destila poco à poco en los
discipulos la ponzoña de su licenciosa doctrina: afec
tan algunos no conocer la divinidad ; pero el mayor
numero la multiplica: erigense las pasiones en arbi
tras y artifices de la Religion, y publican e intiman
- le

() Jerem. c. 7. v. 27.
DE LA RELIGION CAToLICA. 95,
leyes: repudian los hombres segun su capricho al
Dios verdadero que las condena 3 ó admiten deida
des que las fomentan y patrocinan: los filosofos las
adoran en su corazon 3 y el vulgo les erige altares.
Quién conoce la verguenza ni las buenas costumbres?
No hay delito que no se cohoneste y que no halle
exemplar en alguna divinidad: desterrada la desho
nestidad y condenada por las leyes, se acogia à los
templos donde encontraba seguro asilo 3 y la autori
dad publica veneraba en el cielo las iniquidades que
hubiera castigado en la tierra. No me causan ya ad
miracion aquellos monstruos de desemboltura, de des
templanza y de perfidia; ni de aquellos amores de
testables que describe con tanta energia San Pablo;
porque unas naciones que adoraban semejantes deida
des, cómo era posible que fuesen mas justas ni mas
castas que ellas Antes estoy cierto, que contaminan
dose con tantos vicios, no era razon que adorasen
otros dioses. Un Jupiter adultero se hubiera avergon
zado de recibir el incienso del pudor timido y modes
to; y ni la lascivia podia rendir adoraciones ni diri
gir votos sino à una Venus deshonesta: de modo que
los adoradores eran conformes à la calidad de sus dio
ses; y los dioses eran tales como los adoradores que
los invocaban. Asi la idolatria, engendrada por las
pasiones , abortada por la imaginacion, admitida,
con apluso por los sentidos , acreditada con las
preocupaciones de la educacion, autorizada por la
costumbre, mantenida por la politica, hermoseada
con las galas e invenciones de la Poesia, tenia erigi
do trono y tabernaculo en casi todos los templos. Las
naciones mas cultas se mostraban mas fecundas y mas
entregadas a supersticiones: si algunos entendimien
tos mas solidos al parecer, pero mas debiles en la rea
li
96 SERMoN soBRE EL ESTABLEcmIENros
lidad se eximian del error comun, solo era para in
currir y adoptar un delirio mas lastimoso ; y la ma
yor parte de los que no creian en las falsas divini
dades, se preciaban de no creer nada.
Segun esta lastimosa pintura no os parece, ama
dos oyentes mios, que confuso y desquiciado el mun
do vuelve à su primitivo cahos Yo à lo menos no ad
vierto en él sino un lobrego abismo lleno de tinieblas
palpables: tenebra erant super faciem abyssi. (1)Y quién
sino aquel Dios à quien nada se resiste, pudo decir
que se hiciese la luz, y la luz fue hecha Fiat lux,
có facía est lux. (2) Habian los Filosofos intentado en
vano rasgar el velo que habian tendido las pasiones
e interpuesto entre Dios y el hombre; pero idolatra
el mundo de sus vicios y de sus fabulas solo corres
pondio à la energia de sus exhortaciones y discursos
con muertes y destierros de sus personas; y para li
bertarse de la furia popular, se vieron obligados à
pecar con él, cumpliendose entonces y verificandose
el escandalo que nota San Pablo en la Epistola à los
Romanos, de que los Sabios sacrilega y vergonzosa
mente politicos se infamaban à si mismos, y junta
mente al Díos à quien conocian , doblando la rodi
lla ante las deidades que despreciaban. Pero ya se
cumplieron los tiempos; ya toman sobre si la em
presa otros hombres ; mas quién son estos hombres?
Ya lo exáminaremos en el progreso de este Discurso,
y este exámen nos suministrara otro nuevo argu
mento de la verdad de la Religion. Estos hombres
pues, mas valientes y animosos que los Filosofos, in
timan la guerra à los dioses de todas las naciones, as
º -
p1

(1) Gen. c. 1. v. 2. (2) Ibid. v. 3.


De LA RELIGIoN CAroLICA. 97
pirando sus intentos no menos que à substituirles
otro Dios. Pero qué auxilios, qué socorros, qué fa
cilidad se prometen del entendimiento de los hombres
para desasirle de las opiniones de que intentan des
pojarle, y disponerle a admitir las ideas de que quie
ren imbuirle Nada encuentran à su favor, todo es
contra ellos: todo es impedimentos y resistencia: im
pedimentos y obstaculos tan frequentes y tan insu
perables, que solo pudieron ceder al poder de un
Dios. No lo he dicho todo; y este es un punto
importantisimo para vosotros , que nunca debiera
mos cesar de explicaros. Obstaculos, repito, que no
pudo vencer la Religion sin confundir de antemano
y destruir los argumentos mas especiosos y falaces,
que estos ultimos tiempos tan fecundos en impias suti.
lezas, se objetan al Evangelio. Yo me explicaré. Quan.
do inducidos los oradores Evangelicos del deseo y
esperanza de mortificar, abatir el orgullo de tan
to insensato y libertino, que tan acostumbrados es r
tan à no reconocer fuerza de entendimiento, ni peso
de razon, sino en quanto no se les hable de Religion,
ni se les haga evidencia de ella, les ponemos delan
te tanto numero de christianos verdaderos , que
leyeron, reflexionaron , discurrieron , profundiza
ron: christianos que se gloriaron de la fé, y de quie
nes la fé misma se gloría y honra todavia no menos
por la grandeza de su ingenio, por su capacidad sin
limites, por su vasta erudicion, que por la integri
dad de sus costumbres, y por la eminencia de sus
virtudes, se acogen y hacen fuertes en su comun trin
ehera, atribuyendolo à la fuerza de la educacion, de
la costumbre, y de la autoridad, cuyo imperio y
yu8o pocos , auni de los mayores hombres , se
atreven à sacudir. Pero retorciendo contra los im
Tom, IV. N pi
98 SERMoN soBRE EL ESTABLECIMIENTo
pios sus propios argumentos, yo afirmo resueltameh
te que esta fuerza y dominio de las preocupaciones
de la crianza, de la costumbre y de la autoridad con
que nos arguyen, son una robusta prueba de la ver
dad y origen divino de nuestra Religion. Por qué? me
diran. Porque la Religion no se establecio y planto,
ni pudo establecerse ni plantarse en el entendimien
to del hombre, sino superando estas dificultades, y
obstaculos, y otros todavia mucho mayores. Inter
nemonos en el discurso.
Vencio el obstaculo del nacimiento y de la edu
cacion. Ponderen los impios quanto gusten lo que -

nos ayudan y disponen para recibir nuestra santa fé


aquellas primeras ideas de la infancia, aquellas ideas
que abren surcos tan profundos, que dexan vesti
gios tan permanentes, que parece son la razon mis
ma, pues se forman y se explican con ella y antes de
ella; pero no me negaran que estas ideas tenian en
tonces mas fuerza y poder para combatir la Religion,
que el que ahora tienen para conservarla. Porque en
tonces cada nacion , cada ciudad, cada familia, di
gamoslo asi, tenia sus dioses, su culto, su sacerdo
cio, su religion peculiar: riqueza que miraban como
la parte mas preciosa y estimable de la herencia de
sus mayores. Si las preocupaciones pues de la educa
cion tienen fuerza y dominio suficiente para sujetar
al hombre al yugo de la Religion Christiana, à una
Religion tan incomprehensible en sus dogmas, tan
rigurosa en sus leyes, quánto poder no tendrian ellas
para mantenerle en la creencia de una religion de
deleytes y desembolturas , que concedia al entendi
miento licencia para pensar segun sus caprichos, y
libertad al corazon para seguir el torrente de sus de
seos ? Si la razon mas robusta y mas solida rara vez
DE LA RELIGION CAToLICA. º - 99

y con grande dificultad se sacude y limpia de las den


sas sombras de la preocupacion, qué triunfo tan ce
lestial y divino sera el de una Religion que en todas
las naciones ha destruido y arrancado todas las preo
cupaciones del entendimiento de todos los hombres!
Vencio el obstaculo de la costumbre, y de la anti
guedad; ô por mejor decir, de la perpetuidad. Una
sola nacion , y esa ignorada, por explicarme asi, de
todas las demas naciones, conservaba en sus Fastos la
noticia y memoria del Criador de todas las cosas. Por
lo demas el Universo entero no conocia cosa de mas
remota antiguedad que sus propias supersticiones;
pues las fabulas que habian confundido y obscureci
do el principio y origen de las republicas y monar
quias, le representaban el imperio de los dioses an
terior al imperio de los primeros Legisladores, y
pareciale que la idolatria habia sido la religion de
todos los siglos , asi como era la religion de todas
las naciones. Vencio el obstaculo de los sentidos y
de la imaginacion. Cómo era posible que un mundo
seducido y alucinado con las ficciones de la idolatria,
con la relacion de las hazañas y apoteosis de sus al
tiguos heroes, con la pompa de sus sacrificios y es
pectaculos; un mundo sumergido en tan halagueños
sueños, embebido en tan agradables fantasias, có
mo repito , era posible dispertase de repente para
prestar oidos, y recibir una doctrina de fé humilde
y rendida, de adoracion en espiritu, y para substi
tuir un Evangelio que condena todo deleyte, à una
Religion que apenas sin contradecirse podia conde
nar vicio alguno Vencio el obstaculo de politica y
de autoridad. Nunca se vieron hermanados con mas
estrecho vinculo el Estado y la Religion. El Princi
pe que gobernaba el pueblo, el General que manda
". N2 ba
oo SERMoN soBRE EL ESTABLEcIMIENTo
ba los exercitos , el Orador y Senador que resolvia
las causas publicas se veian indispensablemente necesi
tados à estudiar la ciencia de los Aruspices , de los
agoreros, y de las expiaciones ; y se tenia entendido
que el sacerdocio y el imperio, Roma y el Capito
lio, los Dioses y los Cesares estaban sujetos à una
misma suerte y à un comun destino. Vencio el obsta
culo de ignorancia y de preocupacion. El odio y la
envidia, artifices tan diestros de horribles calumnias,
habían desacreditado el nombre christiano, imputan
dole los delitos mas atroces. En vano consiguieron los
Justinos, los Ireneos, los Tertulianos, llevar al pie
del trono y trasladar à los oidos de los Cesares los
suspiros y lagrimas de la inocencia oprimida; pues
la impostura que de todo triunfaba, sufocó la voz
de la verdad; y quando incitados de sus propios vi
cios perseguian la Religion los mismos que la cono
cian, viendo esto algunas almas que deseaban lo me
jor, escandalizadas de tanta calumnia, espantadas
de tanto atroz delito como la acumulaban, rehusaban
conocer y temian examinar una Religion tan furiosa
mente combatida. Vencio el obstaculo de ciencia y
de ilustracion. Qué siglos hubo nunca mas doctos ni
mas cultos , que los siglos de la primitiva Iglesia?
Quándo se conocio el gusto mas delicado y fino; la
eloquencia mas vehemente y halagueña ; las artes
mas adelantadas y perfectas ; las academias mas fre
quentadas y lucidas ; y las opiniones mas varias y
ventiladas Apenas empezo la Religion à publicarse
en el mundo, quando el interes comun reconcilio
las sectas mas opuestas entre si: quanto se dice hoy,
ya se dixo entonces. Ya inventaron y se valieron
de los argumentos mas ingeniosos para cohonestar el
culto de los idolos; de los mas capciosos y aparentes
pa
DE LA RELIGIÓN CAToLICA. 1O1

para eximir la razon del yugo de la fé; de los mas


agudos y sutiles para explicar y ponderar las supues
tas contradicciones del Christianismo 3 y de los mas
eficaces y especiosos para desacreditar su doctrina y
sus dogmas. No, amados hermanos mios, no os des
lumbren ni os engañen los pomposos elogios que
nuestros tan encarecidos originales ingenios se tribu
tan unos à otros perenemente: que todos sus siste
mas, tan artificiosamente aplaudidos, no son otra
cosa que los sistemas antiguos, resucitados del olvi
do, donde los tenia sepultados nuestra Religion: sin
mas diferencia que volverlos à la noticia y vista de
los hombres engalanados con el trage elegante del
lenguage para darles el ayre y el colorido de la no
vedad. No fueron por cierto aquellos primeros ene
migos de la Religion hombres de menos aplicacion y
discurso, ni de menos ciencia y capacidad que sus
sucesores. Por otra parte unas mismas pasiones mo
vian à todos 3 de modo que los apetitos y convenien
cias del corazon humano hacian veces de entendi
miento; y considerad vosotros quanto mas rezeloso
es aquel, mas desvelado por sus intereses, mas di
ligente y activo, mas rebelde, y mas dificultoso de
dexarse persuadir y convencer. Vencio principalmen
te el obstaculo de la presuncion, de la libertad, y
de la independencia. Porque la Religion no se con
tenta, no , con desnudar al entendimiento de sus
propios dictamenes y opiniones, sino que le cautiva
y reduce à servidumbre. No es por cierto el Evange
lio alguno de aquellos sistemas, que siguen y profe
san los hombres por vanidad, por capricho, y por
sobervia: no es el Evangelo, alguno de aquellos sis
temas que lisongean el entendimiento humano, inquie
to naturalmete y bullicioso, descubriendole para
- , eXCI
-
IO2 SERMoN soBRE EL ESTABLEcIMIENTo

exercicio de sus discursos un campo vastisimo y re


giones incognitas : antes es una verdad rigida e im.
periosa, que impone à la razon indomita la ley
de un silencio que la exaspera e irrita. No pro
pone la Religion sus misterios para ser examina
dos y comprehendidos sino para ser creidos, ni
para ser disputados sino para ser venerados con pro
fundo silencio. Qué estruendo belico, qué clamor
sedicioso no se levanta y dispierta por esta razon con
tra ella en todos los entendimientos Toda especie de
entendimientos se coliga y conjura contra la de esta
inocente Religion. El entendimiento superficial y sin
jugo, porque le desapropia de sus preocupaciones; el
agudo y atrevido, porque le arranca sus opiniones
y sistemas; el rustico y grosero, porque le obliga à
la entera persuasion y creencia de los mas abstractos
y profundos dogmas 3 el curioso y amigo de noveda
des, porque le priva de la libertad de sus averigua
ciones; el vivo y penetrante, porque le contiene y
reduce dentro de unos terminos estrechisimos; el ar
rogante y enemigo de la sujecion, porque le compe
le à un perfecto rendimiento; el entendimiento del
sabio y del filosofo, porque le manda creer lo que no
ve, y porque, aunque le concede y da motivos de
credibilidad, pero le prohibe examinar y averiguar
los misterios que le manda creer: el entendimiento
finalmente con todo el aparato de preocupaciones, de
presuncion, y de indocilidad , declara la quema de la
Religion, porque no puede haber en el entendimien
to ninguno de estos vicios que la Religion no persi
ga y procure sujetar y rendir. Venció en fin el obs
taculo mas terrible, y el mayor de todos los obsta
culos: esto es, el respeto humano. Bien notorio es el
influxo que tiene sobre la Religion y contra le gion
• º
Reli
-----
DE LA RELIGIoNCAToLICA., º To;
gion. Desear complacer al mundo, lucir en el mun
do, adquirir en el mundo credito de hombre que
sabe pensar, robustamente, sacudirse de las preocu
paciones y opiniones del vulgo en las obras de inge
nio y de profundas reflexiones, aventurar nuevos y
desconocidos discursos, desear à lo menos participar de
la fama de los escritores que se han señalado por el
atrevimiento temerario con que han quebrantado los
limites y terminos que pusieron la razon y la reli
gion entre Dios y el hombre; y desear aplaudir sus
progresos, o temer sus desayres, sus desprecios, y
la tempestad de sus amargas satyras, ved ahi lo que
hace casi todos nuestros incredulos. De los quales al
gunos, que han llegado à, sacudir enteramente el
yugo de la fé, se erigen en maestros, en doctores
y en adalides de la impiedad; pero la multitud que
se compone de entendimientos pobres y subalternos,
en pos de ellos va con vacilantes y dudosos pasos, y sin
haber dexado aun de creer, solo anhela por el dia
bolico honor de ser reputado por hombre que nada
cree. Este delirio pues, este cancer del respeto huma
no, escollo famoso por tantos naufragios de la Fé,
si bien todavia dexa intacta entre nosotros à pesar
de los embates de sus contrarios la sumision debida
al trono, y el respeto que merecen en el Reyno los
personages de alto nacimiento, y dignidades eminen
tes, los que sobresalen en virtud y letras, los de
grandes talentos y vasta erudicion, qué obstaculo
humanamente invencible no contrapondria este mons,
truo, repito, del respeto humano al establecimien
to y predicacion del Evangelio en aquel tiempo de
la primitiva Iglesia, tiempo de tristeza, de lagrimas
y abatimientos No ignorais que entonces el nombre
del Christiano era infame y aborrecido en todo el
- ll 11
- -------.
- -

1o SERMoN soBRE EL EstABLECIMIENTo


universo: que la locura, el escañdalo, y las afren
tas de la Cruz eran toda la herencia y patrimonio de
la nacion santa ; y que cumpliendose en el discipu
lo la sentencia que se cumplió en el Maestro, luego
que el grande, el sabio, el filosofo adoraba à Jesus,
profesando su santa Ley, quedaba como borrado del
numero de los demás mortales; hecho el objeto del
publico escarnio, hollado de las heces del pueblo que
aun se desdeñaba de mirarle : vermis c3. non homo,
approbrium hominum & abjeciio plebis. (1) , , ,
Resumo, pues, y reconvengo asi al incredulo:
Esa Religion, que solamente se sustenta segun tu
dictamen à beneficio de preocupaciones, sabe que
no estriva sobre tan fragiles cimientos, supuesto que
no se ha establecido y plantado, ni pudo plantarse
en el entendimiento humano sino fundandose sobre
las ruinas de todas las preocupaciones, de todas las
ideas, de todos los caprichos, de todos los dictame
nes, de todas las contradicciones y resistencias de ese
mismo humano entendimiento. Esa Religion cuyos
dogmas combates, cuya doctrina censuras, sobre cu
yos milagros quieres sembrar dudas y sospechas, sa
be que es plena e incontrastablemente verdadera, su
puesto que ni se ha plantado ni podido plantarse en
el entendimiento humano sino triunfando de todo
el poderio, de los argumentos mas invencibles de los
mayores ingenios que la examinaron y estudiaron
tanto como tu y mas que tu, que no tenian menos inte
res que tu en pesar sus fundamentos, ni menos agude
za y capacidad que tu para conocer por donde flaqueas
ban, y para ponderar sus dificultades ; que tuvieron
. . .. .. . . . . . . . pre
-
-

- r , o;
-

() Psal . . . s. v. 7. - o * ---> —
DE LA RELIGioN CArolica. I o5

presente quanto tu ves ahora, que para juzgar de


ella lograban la misma oportunidad que tu, y aun
mayor, porque vivian en la misma fuente y principio
de su predicacion, porque estampaban sus pies so
bre las primeras huellas de esa Religion que empeza
ba, porque este nuevo culto, esta nueva creencia na
cia y se propagaba delante de sus ojos mismos. Esa
Religion que no quieres confesar que es obra de
Dios, sabe que no es obra del hombre, supuesto
que ni se plantó, ni pudo plantarse en el mundo si
no à pesar de las pasiones del corazon, y muchas
veces de las engañosas luces del entendimiento hu
mano. De suerte que los obstaculos que halló la Re
ligion en el hombre, fueron las preocupaciones mas in
veteradas que vencer; los intentos mas injuriosos que
desvanecer ; las mas recibidas opiniones que destruir;
las sectas mas doctas que confundir; los raciocinios
mas capciosos que resolver; las aversiones y repug.
nancias mas invencibles que domar; los desprecios y
ultrages mas ignominiosos, que sufrir ; libertad de
pensar que sacrificar, y tantos incentivos finalmente
tantos estimulos de gloria, de preeminencias y dig
nidades que abandonar. Y quién otro que Dios podia
allanar tanto cumulo de dificultades? Y para insinuar
se en el espiritu del hombre, de qué medios pensais
se vale ?
2. Ya nos los explica San Pablo quando advier
te à los de Corinto que para traerlos al conocimien
to de la Fé, no se ha valido de los tesoros de la elo
quencia humana, sino de los del espiritu y virtud
divina: non in persuasibilibus humana sapientie verbis;
sed in ostensione spiritus < virtutis. (1). Dos especies
Tom. IV. O de

(1) 1. ad Cor. c. 2. v. 4.
lo 6 SERMoN soBRE EL ESTABLECIM IENTo
de persuasion distingue el Apostol , una que procede
del hombre, y que puede llegar à colmo en manos
del hombre; y otra que procede de Dios, y que so
lo puede ser don suyo. La persuasion de ciencia y
de eloquencia es el fundamento de los sistemas hu
manos, que como carecen de aquella autoridad
que domina, tienen necesidad de adornos que agra
den, que atraigan, que halaguen: y asi es menes
ter exornarlos, hermosearlos, embellecerlos ; y en
esta sola marca se reconoce el hombre. Pero la per
suasion de los prodigios y milagros es el medio mas
digno de un Dios infinitamente sabio y bueno. Có
mo asiº Porque es un medio que se dexa entender y
comprehender de todo entendimiento. Es defecto ge
neral de las opiniones humanas estrivar en fundamen
tos muy sublimes ó muy vulgares; ô muy sutiles ô
muy flacos : fundamentos que ô la gente comun no
los comprehende, ô los doctos los miran con despre
cio 5 pero los milagros se dexan entender del mas
torpe entendimiento, y convencen y cautivan al en
tendimiento mas profundo, y habituado à reflexio
nar. Y ved ahi un medio dignisimo de aquel Dios que
instituyó el Evangelio, por ser sumamente propor
cionado al plan y economia de la Religion Christia
na que segun advierte, San Pablo, tan obediente y
sujeto quiere al entendimiento como al corazon: in
captivitatem redigentes omnem intellecium. (1) En nues
tra Religion todos son sabios; pero ninguno puede
vanagloriarse de serlo: el vulgo se halla instruido
suficientemente para dar razon de la Fé que profe
sa: y el hombre de mayor entendimiento nunca lle
gara à penetrar y conocer profundamente sus mis
te

(1) 2. ad Corint. c. 1o. v. .


DE LA RELIGioN CAtolica. Io7

terios. Luego el medio de los milagros es un medio


incontrastable. Como asi porque siendo como son
inegablemente los milagros obra del espiritu y vir
tud divina, siguese que toda doctrina acreditada y
autorizada con milagros verdaderos, trae patente
mente grabado en sí el sello de la divinidad: in os
tensiose spiritus ó virtutis. (1)
Recapacitad ahora dentro de vosotros mismos lo
que sabeis acerca de la Religion Christiana: la pro
fundidad y obscuridad de sus misterios, lo rigu
roso de sus preceptos y doctrina: traed à la memo
ria todos los obstaculos de que acabo de hablaros,
de nacimiento, de educacion, de preocupaciones, de
costumbre, de politica, de orgullo, de independen-,
cia, de respeto humano. Y al considerar esta Reli
gion combatida con tantos obstaculos, digo y argu
yo asi con San Agustin: ô la Religion ha superado
tanto numero de obstaculos con la autoridad y fuer
za invencible de los milagros, y entonces queda evi
dentemente demostrada la verdad de ella : ô bien
vencio todas estas dificultades y obstaculos sin el
auxilio de los milagros, y esto seria entonces un mi
lagro todavia mas convincente: es set omnibus signis mi
rabilius. No lo he dicho todo: no solo sería el mayor de
los milagros que todo el mundo hubiese recibido la
doctrina del Evangelio sin la persuasion y autoridad
de los prodigios, sino que en cierto sentido seria un
prodigio imposible y contradictorio. Con efecto: que
de sentado que este mundo tan enemigo de la Reli
gion no pudo rendirse ni ceder sino à la voz de un
hombre, ô por mejor decir à la voz de un Dios que
O 2 ha

(1) 1. ad Cor. cap. 2. v. 4.


Io8. SERMoN soBRE EL ESTABLEcIMIENTo

hablaba por medio de milagros. De donde se sigue


que la Religion no se ha valido de ninguno de aque
llos medios con que el hombre consigue el fin de
sus empresas en el mundo ; non in persuasibilibus hu
mana sapientias verbis.
Concibe la Religion sus designios y se resuelve à
la conquista del mundo; y entre quiénes os parece eli
ge sus Apostoles y Evangelistas Eligelos entre los de
condicion mas humilde, unos pobres pescadores, hom
bres de obscuro nacimiento, sin representacion ni au
toridad alguna: estos son los maestros que elige para
enseñar al siglo mas ilustrado, al siglo mas critico. ¿Son
estos pues algunos hombres, cuya vasta y profunda
erudicion puede deslumbrar al pueblo, deslucir y
eclipsar à los sabios, allanar los caminos à la fé y
creencia de la nueva doctrina, manifestando lo in
fundado y erroneo de las antiguas opiniones? Antes
son unos hombres que no saben otra cosa que à Dios
crucificado à quien predican, y hombres por consi
guiente no menos aproposito para exasperar la sabia
delicadeza del mundo con lo que profesan ignorar,
que para irritar la concupiscencia de este mismo mun
do con lo que intentan enseñarle: misi fesum Christum,
c5 hune quidem crucifixum. (1) Son à lo menos estos
hombres algunos maestros consumados en el arte de
persuadir y de convencer, artificiosos, que solo van
manifestando por grados su sistema, que por la par
te por donde flaquea, le fortalecen con raciocinios su
tiles y capciosos, que donde pueden cimentarle con
verdades, le sostienen con verisimilitudes, que la
falta de luz la suplen con vislumbres esparcidas con
S21

(1) 1. ad Cor. c. 2. v. 2 .
pE LA RELIGION CAToLicA. IO9

sagacidad ? Antes son unos hombres ingenuos y sen


cillos, que ni usan de disimulo ni disfraz alguno;
que proponen y explican su doctrina ingenuamente y
sin reserva alguna, que confiesan altamente que su
predicaciones locura para la sabiduria humana: gen
tibus autem stultitiam : (1) y que a las dificultades
no satisfacen con otra respuesta que exhortando à ve
nerar los profundos consejos de Dios, mandando creer
aquellas cosas que ellos no pueden explicar ni dar à
entender: O altitudo, ó c. (2) ¿Son acaso unos hombres
en quienes las pasiones suplen y hacen oficio de talen
tos y de suficiencia? Antes no conocen en el mundo
otra conveniencia propia ni otro interes que el del
Evangelio; pues no faltandoles valor para no temer
nada en el mundo , ni instruccion ni conocimiento
para no esperar nada de él, saben con toda certidum
bre que siendo victimas destinadas à la muerte segun
la sentencia del Dios à quien adoran, se hallan en el
continuo e inminente peligro en que el ciego furor
de Israel creera ofrecer al Señor un sacrificio acepta
ble, si sobre la sangre del Maestro derrama la de los
discipulos: cum omnis qui interfecit vos. (3) ¿Son aca
so unos hombres de una profunda politica, que tie
nen artes y facilidad para conciliarse el amor del pue
blo con halagueñas promesas, y con la lisongera es
peranza de alguna revolucion en que mejoren de for
tuna Ninguna otra cosa prometen sino lo mismo
que les han prometido à ellos, à saber, lagrimas y
cruces; ni otro remedio aplican à los pobres y à los
que padecen infortunios sino el sufrimiento y el amor
à

(*) Ibid. c. 2. v. 23. (2) Rom. c. 11. v. 33.


(3) Evang. S. Joan. c. 16. v. 2.
O SERMoN soBRE EL ESTABLEcIMIENTo
à las calamidades: beati pauperes .... beati qui perse
cutionem patiuntur. (1) ¿Son acaso unos hombres sa
gaces, halagueños, doblados, que solicitan y adquie
ren el patrocinio de los grandes, adulandoles des
vergonzadamente sus pasiones? Con la Iglesia Tesa
lonica atestiguaba San Pablo, y desafiaba à la ca
lumnia, que supuesto que à nadie perdona, le diese
en rostro si podia, con el vicio de la vil adulacion y de
la indecente condescendencia: neque enim aliquando
fuimus in sermone adulationis. (2) Ellos eran verdade
ros padres Solamente de los pobres despreciados, de los
inocentes oprimidos; y solo reservaban y fulminaban
contra los ricos y poderosos amenazas y anatemas: ve
vobis divitibus.... plorate ululantes in miseriis vestris.(3)
¿Son acaso unos hombres activos inquietos, bullicio
sos, con cuyos turbulentos impetus se disimula y
condesciende, porque se les teme ? Debiles eran al
principio los Apostoles, medrosos, cañas quebradizas
que se doblaron al primer amago de la tempestad, y
no se mostraron valerosos sino despues de la muerte
de Jesu-Christo: y cómo manifestaron su intrepido
valor Animosos en ofrecer el cuerpo à las persecu
ciones, e inalterables y gozosos quando las padecen,
no saben sino sujetar la cerviz al acero de los tira
nos, compadecerse de su ceguedad, amar sus perso
nas, orar y morir... ¿Son acaso unos hombres à quie
nes el numeroso pueblo que los sigue, hace temibles
à la prudencia politica que tan facilmente se asusta y
consterna de todo? No hay lugar à este temor: por
que no poseia cada nacion su apostol; antes separa
-
dos

(1) S. Matth. c. 15. v. 1o. (2) 1. ad Thesal. c. 2. v. 5.


(3) 1. S. Luc. c. 6. V. 24. Ep. S. Jacob. c. 5. v. 1.
DE LA RELIGION CAtoLICA. I II

dos entre sí por medio de diversas regiones y mares,


solo los unia la caridad, el zelo, y el exercicio
uniforme de las virtudes mas pacificas y beneficas.
¿Son acaso unos hombres condescendientes y concilia.
dores de opiniones, que para subyugar todos los en
tendimientos, toman de toº s algo. En ellos mas
que en la persona de Israel se cumplio à la letra aquel
vaticinio de que el hijo de Abrahan seria enemigo
de todas las naciones, y todas las naciones serian
enemigas suyas: manus ejus contra omnes, ó manus
omnium contra eum. (1) El judio y el gentil; el griego
y el barbaro ; el romano y el estrangero; la sinagoga
y las naciones; las fabulas del oriente y las supersti
ciones del occidente; las preocupaciones del pueblo
y los sistemas de los sabios; las sutilezas de los peri
pateticos; las dudas de los platonicos; la hinchazon
y soberbia de los estoicos; los dioses de todas las na
ciones: todos, todos intiman la guerra contra los
Apostoles, y los Apostoles la intiman contra to
dos : manus ejus contra omnes, ó manus omnium con
tra eum. - -

Con que doce hombres unicamente, un Pedro,


un Pablo: doce hombres repito, humildes, pobres,
plebeyos, sin ciencia, sin disposicion, ni arte para
hablar, para agradar, para deslumbrar, para captar
la benevolencia, para infundir temor, hacen frente
à todo el universo Al considerar pues que, capta
dos prontamente estos primeros maestros del christia
nismo, à quienes suceden unos quantos discipulos
educados y aguerridos en su escuela; se rinde el mun
do entero en el discurso de algunos siglos despues de
- . las

(1) Gen. c. 16. v. 12. . -


2 SERMoN soBRE EL ESTABLEcIMIENTo
las mas serias reflexiones, del examen mas critico y ri
guroso, de las mas porfiadas resistencias, de los odios
mas crueles, de los desprecios mas mortificativos, y
de las mas sangrientas persecuciones, dando asenso à
una Religion llena de misterios incomprehensibles,
abrazandola y creyendola con tal firmeza, que él
mismo la predica despues, y en testimonio de la qual
no duda derramar su sangre, pregunto (y no temo
que la incredulidad me lo niegue en lo interior de su
razon y de su corazon, si lo examina y piensa bien)
la Fé Catolica promulgada y establecida en el mundo
tan maravillosamente, no es ella misma un milagro ya,
y un milagro extraordinario Porque decir que la
Religion se ha establecido en el mundo y hallado
asenso en los hombres, sin el auxilio de milagros
y prodigios que acreditasen su divino origen, es un
caso imposible, que solo podra creerle la ceguedad y
deslumbramiento que nada ve, ô la insolencia y ca
lumnia que se atreve à negar y desmentir lo mismo
que esta viendo.
Acabadlo de comprehender, amados oyentes mios.
Es un prodigio que despues de tantas oposiciones y
resistencias haya podido el mundo deponer una
creencia tan general, tan halagueña, tan acomoda
da à la carne y à la sangre, tan autorizada por la
antiguedad, por la politica, por el interes del esta
do y del corazon humano, y adoptar en lugar de
ella otra creencia nueva, y estraña que humilla al
hombre, que le reprime: es asi pues que los aposto
les no ofrecen ni se valen de otros atractivos ora rea
les ô fabulosos, ora verdaderos ô supuestos que de sus
prodigios y milagros: non in persuasibilibus humana
sapientie verbis, sed in ostensione spiritus ó virtutis.
Luego vio el mundo, ô creyo alomenos ver mi
- la
DE LA RELIGION CAToLICA. 1 13
lagros; y qué milagros milagros que tenian bastan
tes indicios para creer inegablemente eran obra de
aquel Dios que es arbitro y hacedor de la naturale
za; milagros tan incontrastables, que la vista mas
lince no descubria en ellos resabio alguno de ficcion
ni engaño, ni vestigio alguno de ilusion ni mentira.
El mundo, repito, vio milagros, ö creyó alomenos
verlos; luego los vio efectivamente; porque seme
jantes milagros no los remeda el mundo, no; y Dios
sabe siempre imprimir en sus obras un caracter que
nunca acertará à imitar la mano del hombre. Vio en
efecto el mundo milagros; porque no se engañan los
hombres en la creencia de unos hechos en que tanto
les va el no engañarse; ni los creen sin verlos quan
do tienen tanta repugnancia en creerlos; y aun ape
nas los creen, viendolos; especialmente quando cre
yendolos, se han de apartar de quanto aman y suje
tarse à quanto teman: luego no es posible que se
rindiese el mundo sino à la multitud y à la evidencia,
de los milagros. r

Resumamos. Preocupaciones de nacimiento y de


educacion ; preocupaciones de costumbre y de anti
guedad; preocupaciones de politica y de autoridad;
preocupaciones de opiniones y de sistemas; contra
dicciones de orgullo y de vanidad, de independen
cia y de libertad; contradicciones de raciocinios, y
en algun modo de la razon misma que se amedrenta
ba y exasperaba con las contradicciones aparentes de
los dogmas y misterios del Evangelio; ideas recibidas
y acreditadas, e intereses del entendimiento, todo es
to, ó casi todo se declara ultimamente contra la Reli
gion: luego no se establecio ni pudo establecerse la Re
ligion en el mundo sino en quanto que de la autoridad
incontrastable de los prodigios y milagros resulto una
Tom. IV. l. - yer
1 I4 SERMoN soBRE EL ESTABLEcIMIENTo
verdad tan convincente, que triunfo de todas las con
tradicciones, de todas las resistencias, de todas las
preocupaciones, y de todos los intereses del entendi
miento. De donde se sigue que ni se establecio ni pu
do establecerse la Religion en el mundo, sino ven
ciendo obstaculos e impedimentos que solo Dios po
dia allanar. Con que habeis visto que la Religion Ca
tolica es obra del Dios de sabiduria y de luces , que
señorea el entendimiento y los juicios de los hom
bres. Vereis ahora como el establecimiento de la Re
ligion es obra de aquel Dios de las virtudes y de
la santidad, que domina el corazon y voluntad de los
hombres.
P A R TE SEGUNDA.

Ara hacer debido concepto de este nuevo triun


- fo que Jesu-Christo consigue del mundo, exa
minemos qué es lo que la doctrina del Evangelio exi
gia del corazon humano; examinemos qué motivos
compelieron al corazon humano à seguir la doctrina
del Evangelio; ô antes bien, examinemos solamente
el corazon del hombre, y esto en sus resistencias
contra la Religion Christiana; y en su sumision y
rendimiento a esta misma Religion 3 ponderando fi
nalmente la fuerza y la grandeza de sus resistencias,
y los motivos e impulsos de su obediencia y sujecion:
que estos dos rayos solamente de luz nos descubriran
la mano poderosa que intervino en el establecimien
to y promulgacion de la doctrina del Evangelio, y
nos manifestaran la gloria y el triunfo de aquel Dios
que señorea el corazon y voluntad de los hombres,
1. No dudo sino que en la victoria que la Relí
gion consiguio de las preocupaciones e ideas con que
el mundo se negaba y resistia a recibir la fé de los
- - - - º * dog
DE LA RELIGIoN CAtolica. 3 II 5
dogmas y misterios del Evangelio, habreis conocido
el influxo del dedo de Dios. Por grande sin embar
go y por divino que se os haya representado este
triunfo de nuestra santa Religion, no es sino la me
nor parte de su gloria. Las resistencias del entendi
miento nada suponen comparadas con las del cora
zon. Un error que halaga con el deleyte, o le pro
mete, se representa tal vez como mas verdadero, que
la verdad misma. De modo que si la Religion Catolir
ca estribase y se reduxese solo à meras y sencillas es:
peculaciones, no me asombraria yo tampoco de los
rapidos progresos con que se propago en el mundo;
pues el hombre presta su fé y creencia sin gran di
ficultad ni empeño, quando se le perdona y se le
dexa intacto el dominio de sus pasiones, y señorio
de su conducta. -

Pero si los milagros de la Religion son superio


res al hombre, no lo es menos la doctrina del Evan
gelio. Y aqui es, amados oyentes mios, donde no
temo que no quedeis absortos al oir la grandeza y di
vina excelencia de las cosas que voy à referir. Pero
no hablo con vosotros, hombres altaneros y pre
suntuosos, que sin maestro y sin guia alguna andais
intrincados y vagueando segun el antojo de vuestros
deseos en el laberinto de vuestras opiniones y siste
mas 3 y oxala que el unico impedimento que halla la
fé en vosotros sea solo esta presuncion ; y que esa
ciencia hinchada no sea el velo que la hipocresia
tiende sobre la muchedumbre de vuestros vicios !
Con vosotros hablo, que sois tan dociles en el exer
cicio de las virtudes que la Religion pide, como en
creer la doctrina que ella enseña; y que quanto me
jores christianos sois, mas experiencia teneis de lo
mucho que cuesta serlo. Si el yugo pues de la doctri
- P2 I1a.
II6 SERMoN soBRE EL ESTABLECIMIENTo
na moral del Evangelio se dexa todavia sentir de unas
almas criadas y nutridas con los principios y maxi
mas de la Religion, habituadas desde sus primeros
años à reprimir sus deseos y malas inclinaciones, de
unas almas à quienes la soledad y el retiro liberta de
tantos peligros, precave de tantos lazos, defiende de
tantas ocasiones : si tal vez la Religion experimenta
dificultad en conservarse en corazones, que por ex
plicarme asi nada le disputan; si se halla el hombre
à veces cercado de tal obscuridad y tinieblas, que
para eximirse de las duras leyes que impone, se sien
te tentado de dudar de sus verdades, ah! cómo se le
representaria à un mundo adorador todavia mas cie
go de sus pasiones, que de sus dioses?
Porque en fuerza de una fatal y mutua comuni
cacion de errores y de vicios, el entendimiento habia
consumado la obra de depravacion del corazon, à
que el mismo corazon habia dado principio, y toda
via mantenia y perpetuaba la ceguedad y engaños del
entendimiento; pues hasta que el hombre se olvidó
de sí mismo, no llego à olvidarse de Dios. Los idolos
del corazon fueron los autores y artifices de los
idolos de los templos ; y el oficio de la poesia no fue
otro que suministrar las exornaciones de las fabulas,
y los embelesos halagueños de sus agradables ficcio
nes para encubrir y paliar con nombres fingidos de
fantasticas deidades el culto que las pasiones se tri
butaban à sí mismas. Juliano, Celso, Porfirio, defen
sores de la supersticion que ya espiraba, procuraron
con grande estudio encubrir y disimular la verguen
za y la ignominia de sus escandalosas divinidades.
Pero Arnobio, Lactancio, Eusebio , y el grande
Agustino les probaron que la idolatria no era otra co
sa que la concupiscencia humana colocada en las aras;
- CS
DE LA RELIGIoN CAToLICA. 117
esto es, el odio, la ira, la venganza, el engaño, la
alevosia, la ambicion, la sensualidad, que junto con
el imperio de la tierra, habian usurpado el del cielo.
Qué pasiones pues dexarian de satisfacer por verguen
za unos hombres que no la tenían de adorarlas
No espereis que conforme pedia la impetuosa cor
riente de aquel rio de abominaciones que inundo la
tierra, os manifieste yo que casi del todo el mundo
andaban desterradas y foragidas la honradez, la hu
manidad, la verguenza. Bastara la descripcion de una
sola ciudad para que entendais la suma disolucion à
donde llegaron las demas naciones. Registrad la señora
y capital del mundo. Roma, aquel centro de la gran
deza, de la potencia, y de las riquezas; Roma per
dio todas sus virtudes conquistando el imperio del
universo ; y siendo mas los vicios de que quiso ha
cerse esclava voluntaria, que los reynos que suje
tó, no parecia sino que los pueblos vencidos se
vengaron y apresuraron la ruina del pueblo vence
dor, comunicandole sus pasiones. Qué descripcion tan
individual y tan horrorosa nos hacen los autores gen
tiles de las costumbres y vicios de su sigio La mis
ma libertad con que los pintan, es argumento de la
disolucion con que se cometian. La adulacion mas vil
y vergonzosa: la altaneria mas indomita: la codicia
mas infiel: las venganzas mas crueles: la ambicion
mas desaforada: la sensualidad mas disoluta y escan
dalosa: veianse modelos de los mayores vicios tanto
en el trono, como en el altar; los Cesares imitaban
mientras vivian el exemplo de aquellas deidades, de
cuyos divinos honores participaban despues de muer
tos 3 y para asemejarse mas perfectamente à sus dioses,
no conservaban nada de hombres. 4

- Gran Dios, arbitro y señor de los corazones,


º Vol
I I8 SERMoN soDRE EL ESTABLEcIMIENTo

volved vuestros compasivos ojos à la obra de vues


tras manos 5 reconoced en la muchedumbre de vues
tras misericordias à este pueblo, ya que él no os co
noce à vos; haced alarde y ostentacion de todo vues
tro poder, y de todos los tesoros de vuestra gracia:
que bien son aqui necesarios. Pero qué es lo que ob
servo qué novedad es esta Al modo que Jonas en
tró en Ninive, veo que Pedro y Pablo se van acer
cando acia Roma. Nos atreveremos à preguntarles
con el Chrisostomo que fin los lleva, qué esperanza
los alienta Entran resueltos nada menos que à in
timar y publicar el Evangelio de Jesu-Christo. Có
mo es esto? à predicar en una ciudad soberbia y am
biciosa un Evangelio de humildad; en una ciudad
llena de odios y venganzas un Evangelio de paz y
caridad; en una ciudad entregada al fausto y al lu
xo un Evangelio de modestia y de sencillez; en una
ciudad avarienta y codiciosa un Evangelio de pobre
za y desasimiento; en una ciudad sensual y luxurio
sa un Evangelio de penitencia y mortificacion?
Ay, qué tempestades y tormentos se fraguaran
contra estos Apostoles santos quién podra serenar
las pero quién podra serenarlas sino aquel Dios
omnipotente, que no solo señorea los vientos y las
olas, sino que tiene en su mano el corazon de los
hombres? Ya oygo que las pasiones furiosas y des
mandadas rugen y braman. Quexase la ambicion
de que la despojan de sus proyectos, de sus ideas,
de sus sueños , de sus agradables fantasias 3 la
politica, de que la privan de sus negociaciones,
de sus maquinas, de sus artificios, de sus adula
ciones: el orgullo, de que le desnudan de su faus
to, de sus altanerias, de sus ademanes y ayres de
imperio y autoridad: la vanidad, de que la desa
- pro
DE LA RELIGION CAtolicA. 1 19
propian de sus ocultas preferencias, de los obsequios
que ella tributa, y que quiere que se le tribute à su
merito: el odio, de que no le dexan libertad para de
sahogar sus despechos, sus acrimonias, sus rencores:
la venganza, de que le arrebatan sus furores, sus
traiciones, sus perfidias: el amor al interes, de que
le hacen cargo y le imputan à pecado sus diligencias
demasiadas , sus recelos y precauciones solicitas :
la ociosidad , de que la obligan à salir de su indo
lencia, de su reposo, y de su soñoliencia: el delei
te, de que le privan de sus pasatiempos, de su lu
xo, de sus festines y teatros: la sensualidad, de que
la precisen à avergonzarse de la vehemencia de sus
deseos, y de la embriaguez de sus locas y pecamino
sas alegrias. Vese la ambicion condenada à abatirse;
la politica à manifestarse; la soberbia à humillarse;
la vanidad à despreciarse; el odio à amar; la vengan
za à perdonar; el interes à desasirse ; la ociosidad
à trabajar; el deleite a mortificarse; la luxuria à to
mar venganza de sí y castigarse con lagrimas y ri
gurosas penitencias; el amor propio à olvidarse de sí
mismo, y à renunciar todos sus derechos.
Hase de habituar y enseñar à los Grandes à no
serlo, sino para beneficio del pueblo; y à los ricos,
sino para beneficio del pobre 3 los plebeyos han de
aprender à estimar su condicion humilde; los pobres
su necesidad; los Reyes á reputarse hombres; los sub
ditos à venerar el poder y hasta los antojos de sus supe
riores; los jovenes à mirar como enemigas las diver
siones y la ociosidad ; las mugeres à desterrar el luxo
y los atavios; el cortesano à preferir à Dios al Ce
sar 3 el politico à temer menos una caida y una cala
midad, que un pecado que le haria venturoso; el
comerciante à despreciar los intereses por la salvacion;
y
I 2O SERMoN soBRE EL ESTABLECIMIENTo
y el soldado à ser mas escrupuloso en punto de la con
ciencia, que en puntos de honra y fama. Vanse à in
troducir nuevas ideas, nuevas nociones , nuevas cos
tumbres, nuevas inclinaciones : ò por mejor decir,
ideas contrarias à quanto se piensa; nociones contra
rias à quanto se sabe; costumbres contrarias à quan
to se usa 3 inclinaciones contrarias à quanto se apre
cia y ama en el mundo profano : vase finalmente à
criar unos nuevos hombres, y un mundo nuevo.
No es pues solo el entendimiento el que armado
de sus preocupaciones, de sus dudas, de sus sistemas
examina la Religion, pondera sus pruebas, juzga de
sus milagros, abulta y encarece sus dificultades ; si
no que tambien exerce este juicio el corazon con to
dos sus deseos, con todas sus pasiones, con todos sus
apetitos: el corazon repito, y un corazon à quien im
porta sumamente no admitir el Evangelio 3 pero sin
embargo de tanto imperio, y de tanto interes , este
corazon se rinde, cede, y acepta la Ley. A y, Chris
tianos por qué parte juzgaremos que flaquea una Re
ligion que salio victoriosa del examen, de las averi
guaciones, sutilezas y sofisterias de un corazon exas
perado, apasionado, enardecido Qué Religion Se
ra ni podra llamarse divina, sino una Religion que
exerce sobre el hombre mayor poder y dominio, que
el que exerce en él su mismo corazon Unamos lo
que no debe separarse : qué Religion sera ni podra
llamarse divina, sino una Religion que exerce ma
yor imperio sobre el hombre, que el hombre mis
mo, y que su entendimiento movido por el corazon,
y que su corazon ayudado por su entendimiento
Quál pues habra sido el motivo y el impulso tan po
deroso, que substituyó tanta docilidad à tanta resis
tencia? - - -

In
DE LA RELIGION CAtolica. El 21

- 2. Incredulos, que os preciais de tan sagaces en


penetrar los senos mas ocultos del corazon humano;
vosotros que por no querer ver à Dios donde clara-,
mente se muestra, os figurais y suponeis al hombre.
donde no se halla, explicadnos el misterio de un
mundo rendido a la ley y yugo de la doctrina del
Evangelio Atribuireis su obediencia y sujecion à al-,
guna de las pasiones, de los afectos, y de las incli
naciones naturales del hombre Señaladnos pues de
quantas pasiones tiene el hombre quál es la que lison-.
gea la Religion Christiana, ô la que es lisongeada de
ella; y la que no la impugna, ô no es impugnada.
por ella Ay, amados oyentes mios Bien notorias
son y sabidas las fuentes donde bebe el libertino, y
de donde saca sus contradicciones contra el Evange
lio. Siempre hay cierta inclinacion secreta que se bur-,
la de la miserable razon. Los sistemas mas rigurosos y
severos se reservan y concilian una pasion de que se
valen para dominar las demas pasiones ; que es u el
orgullo, ô la vanidad, ô el amor de la independencia.
Finalmente bien conocemos el corazon que forma al
incredulo 3 pero el corazon, que forma al christiano,
y aquel Evangelio que penetra hasta lo mas intimo
del alma para consumir y desarraigar en él lo que hay
de mas delicado, de mas amable, y de mas pre
cioso en el hombre, su amor propio, la fruicion y
vana confianza de sí mismo; el corazon que se incli
na à recibir este mismo Evangelio, pregunto, se ha
llara en el hombre entregado à su concupiscencia ? Si
hay algun corazon que lleve e incline à Jesu-Chris
to, no puede ser otro que un corazon donde rey
ne la modestia y la humildad; el desasimiento, la
abnegacion de sí mismo, el desinteres y la caridad;
el amor à la penitencia y à la mortificacion. Quién ig
Tom. IV. - Q - nora
22 SERMoN soBRE EL ESTABLECIMIENTo

nora pues que para formar un corazon con estas ca


lidades, es indispensable empezar reprimiendo las in
clinaciones viciosas del propio corazon 3, O Filosofos,
antes engañadores, que engañados, no ignorais por
cierto, aunque no lo querais confesar, que el prin
cipio del libertinage es un corazon rebelde à las lec
ciones de la verdad; y que un consentimiento de la
verdad tan pleno, que triunfe del corazon y de todas
las pasiones, es unicamente lo que puede determinar
al hombre à sujetarse y confesar el Evangelio
Atribuireis à la fuerza y vigor de la razon huma
na esta prodigiosa conversion del mundo Pero qué
tales eran , ô gran Dios, las fuerzas de la razon hu
mana tan ponderada y aplaudida en el mundo antes
de la publicacion del Evangelio Dos escuelas de cien
cias, y de doctrina moral competian entonces por el
imperio y gloria de la enseñanza. En la una se daban
lecciones para adquirir virtudes de indolencia , de
inaccion , de delicadeza, y pereza sensual, donde no
se presentaba al corazon sino incentivo del deleyte,
ni el entendimiento bebia sino documentos para per
petuariel gusto del deleyte. En la otra se enseñaba
mna sabiduria aspera, inflexible, arrogante, desdeño
sa, maquinadora, y partidaria. Teniendo locamente
por dogma el poder quimerico del destino, ö del ha
do, à quien hacian señor del cielo y de la tierra, de
los dioses y de los hombres; mas se empleaba en in
ventar disculpas para escusar el vicio , que en dar
lecciones para obrar bien 3 porque su estudio era ma
nifestar tanto en el vicio, como en la virtud, y en
la adversidad, como en la prosperidad los caprichos
crueles y extravagantes del ciego fatalismo. Lexos
pues que los dogmas y lecciones de semejante fi
losofia preparasen y allanasen el camino para reci
- ...” 4. bir
c: DE LA RELIGIoN CAtolica, º r23
bir el Evangelio, no dudo asegurar que le fue aca
so mas dificil à la Religion triunfar de las aparentes
virtudes del mundo, que de sus vicios y de los sue
ños de su razon ilusa, que del frenesí de sus desor
denadas pasiones y concupiscencias. . . . . 3 º r
Direis acaso que no dexo de hallar la Religion
algun auxilio y apoyo en el fondo de aquella pura y
verdadera razon, la qual no alcanzan jamas à des
truir ningunos delirios del entendimiento ni del co
razon , que lo mas que pueden hacer es adormecer
la e imponerle un alto silencio Mas quál es la cau
sa que de repente dispertó esta razon sepultada en
tan profundo sueño º quál es la causa que solo dis
pertó à la voz de Pedro y Pablo cómo pudieron
unos hombres sin autoridad, sin poder alguno di
fundir por la redondez de la tierra aquella luz re
fulgente, que les fue maestra de todas las virtudes?
Cómo consiguieron trazar, explicar, e introducir
aquel plan de sabiduría sublime y de heroicas virtu
des, que no llegaron à alcanzar los mas elevados in
genios con todas sus sutilezas y discursos ? Y no es
esto, por resistirse ciegamente à confesar un milagro,
venir à confesar otro mayor y mas estupendo, el mi
lagro digo de que habla San Ambrosio, quando di
ce que la ciencia de unos pescadores que no entendian
mas que de sus barcas y redes, ha confundido y tra
tado de locura la sabiduria de los Filosofos que en las
Academias de Roma y Atenas tanto se exercitaban?
Scientia piscatorum stultam fecit scientiam philosophorum.
Y si la razon ha servido al mundo de guia para incli
narle à que se sujetase y reconociese la doctrina mo
ral del Evangelio, cómo ha abandonado el mundo y
dexadole solo en punto à la creencia y fé que ha
prestado à los milagros del Evangelio Cómo es po
- C Q 2 Sl
124 SERMoN soBRE EL ESTABLEcmIENTo
sible, ni quién podra jamas comprehenderlo, que
unos mismos hombres en un mismo tiempo, y en un
mismo momento se hayan determinado à obrar segun
la razon, y a creer contra la razon, à adoptar unas
virtudes tan rigidas que ofendian y contradecian to
das las inclinaciones de su corazon, y à creer unos
milagros que repugnaban todas las luces de su razon?
Y en fin la moral de la Religion no es superior infi
nitainente à la moral de la razon ? Desasimiento en
las riquezas; humildad en la grandeza; tranquilidad
en los infortunios; alegria en las lagrimas ; retiro y
soledad interior; amor a los enemigos y mortifica
cion de quantas pasiones brotan en el corazon 3 exer
cicio de todas las virtudes ignorando que se tienen;
no creernos à nosotros, ni creer para nosotros, sino
à Dios y por Dios, antes de Jesu-Christo se habia
oido esta doctrina, ni este idioma Y para llegar des
de el hombre meramente racional al hombre chris
tiano y Evangelico, qué distancia tan inmensa no hay
que vencer? - . . . . . . . . .
Querreis todavia que esta resolucion inopinada,
fuese efecto de la inconstancia natural al hombre vo
luble, que con tanta facilidad se fastidia de los vicios
como de las virtudes ? Pero quándo se vieron hasta
entonces, y cómo no se han renovado despues ja
mas, estas felices conversiones de la casualidad y del
capricho Vemos que los hombres andan vagueando
de una pasion en otra, y dexando un vicio por en
tregarse à otro; pero hemos visto à alguno que sin
ser movido con serias reflexiones, con auxilios po
derosos pase del vicio à la virtud, y à unas virtudes
que sean semejantes à las que enseña el Evangelio
Preguntoos, amados oyentes mios, si esa persona
que conoceis soberbia, altanera, ambiciosa., intere
3 s -) S3
DE LA RELIGioN CArolicA. 125.
sada, engolfada en el mundo, y entregada à sus de
leytes y honras, se resolviese à vivir virtuosamente,
viviendo en oracion , en recogimiento, en santa sen
cillez, negada a todos los impulsos de la envidia y
de la vanidad, sin aspirar à ninguna fortuna, à nin
gun valimiento, deseosa unicamente de que ni el mun
do la conozca, ni ella conocer al mundo, y de edifi
carle solo con sus buenos exemplos, y de consolarle
en sus aflicciones 3 pero digamos alguna cosa que
tenga concernencia mas inmediata con el asunto de
que hablamos. Si alguno de esos sabios libertinos,
tan ingreido con su ciencia y talentos que se des
deña soberbiamente de la sencillez Evangelica, re
nunciase de repente aquella orgullosa sabiduria de que
hace tan pomposa ostentacion, y de aquellas vergon
zosas pasiones que con tanta diligencia oculta, ô con
tanta desverguenza y escandalo manifiesta; si seme
jante hombre, repito, empezase à pensar, à creer, y
à vivir como christiano, quién de vosotros no ex
clamaria que esta conversion era obra de la mano del
Altisimo Digitus, Dei est hic. (1) De dónde provino
pues la conversion y santificacion de tantos pueblos y
naciones ? - - - -

Y no alegueis que no todos los hombres que en


tonces eran christianos en la fé, lo eran tambien en
las costumbres; porque os replicare que no solo no
enflaqueceis ni obscureceis su prodigiosa fé con esta
objecion, sino que antes la ensalzais mas, dandole
un nuevo lustre. Porque en efecto, profesar una Re
ligion que nos humilla, que reprueba nuestras malas
inclinaciones, que nos obliga à renunciarnos à no
, , , ,, - SO

(1) Exod. c. 8. v. .z. . . ..- .. . . . .


- - - --

- )
I2 6. SERMoN soBRE EL ESTABLEcIMIENTo
sotros mismos; prestar asenso à una Religion que sin
cesar fulmina truenos de amenazas y maldiciones con
tra el pecador impenitente; à una Religion en cuyo
seno tiene depositadas contra él llamas voraces y un
infierno inextinguible, no es esto confesar que no
puede el hombre dexar de creer, y que no halla mo.
tivo ni pretesto alguno por donde se niegue à creer?
Y si la fé del justo honra la santidad del Evangelio,
no podemos decir que la fé del pecador honra casi
tanto la verdad de ese mismo Evangelio Porque, de
quién se sospechara menos que tiene grandes funda
mentos para creer, sino del que cree contra el tor
rente de sus propias inclinaciones Y qué Religion
tiene mas asegurado su credito y probanza, que aque.
lla Religion que los hombres creen sin embargo del
interes tan grande y tan urgente que tienen en no
creerla? De modo que no sé yo quien acredita con
testimonio mas autentico la Religion Catolica, si la
fé de los pecadores cuyos vicios prohibe y detesta,
ò el fervor de los justos que con tanta fidelidad cum
plen con sus preceptos. Lo que sé ciertamente es que
los desordenes de los unos solo son argumento de
la humana fragilidad , en lugar que la virtud de
los otros requiere una resolucion y unas fuerzas su
periores al hombre. Con efecto, y vuelvo à repe
tirlo , si hasta en el centro del christianismo nos
parece un perfecto christiano tan digno de la ad
miracion comun; si no obstante los beneficios de
la educacion , de la fé, de tantos documentos,
de tantos exemplos, de tantas gracias ; si no obs,
tante el asenso tan pleno y total con que creer
mos la verdad de nuestra Religion , se hallan tan
cos virtuosos segun la norma y la ley del Evan
gelio, cómo es posible que se hallasen sin una espe
C1C
DE LA RELIGioN CAToLICA. 127.

cie de milagro en un mundo donde todo concurria


para que los hombres viviesen agenos y apartados
del Evangelio, nacimiento, educacion , preocupa
ciones, exemplos, autoridad Lo que la fé pues no
consigue de un mundo christiano, quién sino Dios
pudo conseguirlo de un mundo idolatra En conclusº
sion toda la doctrina del Evangelio es opuesta à las
pasiones 3 y todos los apetitos del corazon son contra
rios à esa misma doctrina del Evangelio: de donde sesi
gue que solo Dios ha podido convertir el corazon
del hombre en corazon de un christiano. Pero, dira
alguno, ya que la Religion no halló en sí misma
auxilios ni socorros para establecerse, no los halló
por ventura fuera de sí. A esto respondere en la ter
cera Parte, donde os hare ver esta Religion como
obra de un Dios fuerte y omnipotente, que frustra y
mira como un juego pueril los designios y resistencias
de los hombres; ya que os la he manifestado hasta
aqui como obra de un Dios de sabiduria infinita, que
señorea el entendimiento y juicios de los mortales; y
como obra del Dios de las virtudes y de la santidad,
que domina la voluntad y corazon humano.
-
. ... *

-
- -
-
-
* - º *
PARTE TERCERA.
, - -
... . . .
-
. . .

A Greganse à las contradicciones del entendimien


to y del corazon contra el Evangelio las re
sistencias de la autoridad , del poder, del valimien
to. Con que no le basta à la Religion ilustrar el en
tendimiento, y mover el corazon, sino que se ve
necesitada à combatir contra el mundo,y à vencer to
das sus resistencias y poderio. Seguid paso à paso à la
Religion por este nuevo camino que emprende, y no
os faltaran motivos de adorar à aquel Dios que la
- guia
128 SERMoN soBRE EL ESTABLEcmIENTo
guia y gobierna 3 aquel Dios que la saca victoriosa
de las resistencias del mundo; aquel Dios que fa
cilita sus triunfos por medio de esas mismas resis
tencias del mundo.
I. Triunfa la Religion de las resistencias del
mundo. Qué espectaculo se descubre aqui à nuestta
vista ; y cómo sufrira el mundo la relacion de sus
vergonzosos delitos El acero de los Tiranos que
parece se desenvayna para destruccion de la Iglesia,
se afila para degollarla en la cuna: y todas las naciones
se conjuran contra aquella nacion santa luego que se
dexa ver en el mundo. El odio, la envidia, el orgu
llo, el zelo hipocrita de las sinagogas se avanderizan
y coligan con las preocupaciones, con las supersticio
nes, con los vicios y pasiones de la idolatria ; y para.
exterminar la Religion tienen resuelto valerse, de las
mas atroces calumnias, del rigor de las leyes, del
zelo de los magistrados, de la autoridad de los Prin
cipes, del furor y licencia desenfrenada del pueblo. El
Senado y los Cesares establecen por fundamento de
su politica y razon de Estado destruir y exterminar
el christianismo. Enciendese, el fuego de la persecu-.
cion: ay, quántos años correran primero que se apa
º gue Persecucion la mas violenta y mas cruel Uno
de los menores suplicios que han de padecer los chris
tianos, es la muerte: y la suerte que les ha de caber
es no morir hasta haber agotado el caliz de la co
lera de los Tiranos, y fatigado las fuerzas de los ver
dugos: martyr habra que sufra todo linage de tor
mentos, y a quien no se le conceda morir hasta que
haya experimentado sucesivamente todos los grados
de dolor y crueldad que puede inventar la venganza
humana estimulada por las furias infernales. La suer
te que los espera, repito, es morir destituidos delcon
r - «,
leve
• -
*... -
o DE LA RELIGION CAroLICA. 129
consuelo que causan aquellas demostraciones, ô aquel
silencio melancolico, testigo de la compasion con
que la humanidad se conduele muchas veces de los
delinquentes, y que no sabe negar a la inocencia
que padece. Mas en el christiano un padre no re
conoce ya à su hijo; ni la esposa al esposo; ni el
principe al vasallo; ni el magistrado al ciudadano; ní
un hombre à otro hombre; pues esta profesion y
nombre solo rompe los vinculos mas sacrosantos de la
sangre y de la naturaleza: veni enim separare ... fir
lium adversus matrem. (1) La misma Roma en sus in
humanos circos no gusta ya de ver la sangre de sus
gladiadores; y solo se complace con la efusion de la
sangre de los discipulos de Jesus, de que se muestra
sedienta : y la politica, que tanto interesa en los
aplausos del pueblo, no encuentra camino ni medio
mas oportuno para complacerle, que ofrecer en pu
blico espectaculo un christiano hecho presa de la bra
veza de leones y de tigres , ô de la voracidad de
las hogueras; pues toda otrá diversion es ya como
indigna de la asistencia y aplauso del pueblo ven
cedor y arbitro del universo. La suerte ultimamen
te, que espera à los christianos, es morir, y no oir
al espirar sino. improperios y execraciones. Un chris
tiano en su concepto, es lo mismo que un trai
dor, un perjuro, un sacrilego, un enemigo del cie
lo y de la tierra, del principe y de la patria, de la
razon y de las costumbres: basta la profesion de
christiano para reputar à un hombre por convencido
publicamente de impiedad, de asesinatos, de sedi
ciones; y no parece sino que al recibirla y exerci
Tom. IV. . . . . . .. . R. , , , , , , , tar
— --- - - a

==== = , , —= =r--, F
f () s. Mat. c. 1o. v. 34 - , a - º nº
l 3o SERMoN soBRE EL ESTABLECIMIENTo

tarla, se despojo el christiano de todas las virtudes,


y se contaminó con todos los vicios.
Fue esta persecucion generalisima. Ansioso el fu
ror y rabia de los tiranos de exterminar y destruir
hasta los menores vestigos del Evangelio, atraviesa
mares, se interna por los desiertos. Mirad sinó esos
christianos que huyen de todas partes, y en ninguna
encuentran lugar seguro: y solo en las profundas
cavernas, en las entrañas de la tierra les es licitó eri
gir templos donde pueda la Religion ofrecer sus sa
crificios; si bien muchas veces ni la obscuridad de la
mas tenebrosa noche basta à ocultarlos de la vista de los
verdugos Fue generalisima; y asi ni perdono edad,
ni sexo, ni clase, ni condicion, ni merito, ni vir
tud. Fue finalmente continua y constante; y si el ace
ro exterminador emboto alguna vez sus filos, so
lo fue para herir despues con mayor fuerza: tes
tigos tres siglos de peligros, de lagrimas, de tor
111CntOSs . - 2 - . . -

No vivia pues la Religion libre y pacifica qual


ahora la vemos, amparada del patrocinio de las leyes,
y de la defensa del trono i antes vivia desterrada,
entre cadenas, en calabozos, sobre cadahalsos y ho
gueras, inundada en lagrimas, y bañada con la sangre
de sus Apostoles y Discipulos, sin mas atractivo que
el de convidar y llamar à todos para que siguiesen las
pisadas del Crucificado participando de sus penas e ig
nominias. Qué cosa era pues entonces, por consi
guiente, hacerse un hombre christiano Oidlo breve
mente. No era otra que dedicarse y sujetarse à la
practica y exercicio de la mas rigurosa virtud, expo
niendose al mismo tiempo à sufrir tormentos y afren
tas, cargando con la ignominia de los mas abominables
delitos. Pero sin embargo del horrible empeño de un
IIlll Il
DE LA RELIGION CATolicA. I3 I

mundo conjurado, la doctrina evangelica rompe los


diques, desbarata los impedimentos que se oponen à
sus progresos; crecen de dia- en dia sus conquistas;
y acudenle sin cesar maestros, discipulos, nuevas vic
timas que se substituyen en lugar de los Apostoles y
martires primeros, degollados con el cuchillo de la
persecucion. Apenas se apaciguo la tempestad, quan
do ya de sus profesores estan llenos la Corte, el
Senado, el exercito, la Italia y las provincias: de
suerte que Tertuliano avisaba à los Cesares que mi-,
rasen no les cumpliese el cielo justamente ayrado sus
desatinados deseos, porque si llegaban à exterminar
enteramente los christianos, serian solamente seño
res de vastas y yermas regiones, el trono careceria
de vasallos, de ciudadanos la patria. - . . .

Asi se iba verificando la sentencia del Apostol


de que llegaria tiempo en que aquel Dios dispensa
dor y arbitro de los sucesos humanos y divinos, haria
que las cosas e instrumentos mas flacos y debiles
que hay en el mundo, triunfasen de los mas fuertes
y poderosos : infirma mundi elegit Deus ut confundat
fortia. (1) , , , -

Porque, de qué otro principio, sino del de la


gracia, podian proceder aquella constancia y valentia
que jamas llego ni igualo la belicosa intrepidez de
los mas famosos conquistadores 3 Porque sabeis de
donde nacia por lo comun el valor tan celebrado de
aquellos heroes? De la ambicion, de la codicia, del
deseo de lucir, y adquirir gloria, y de la considera
cion de que los ojos del mundo no los perdian de
vista en la carrera de sus hazañas con la solicitud y
- - R. 2 CUl

(1) 1. ad Cor. c. 1. v. 27. : , ,, , ,


132 - SERMoN sobRE EL ESTABLEcIMIENTo

curiosidad de llenarlos de aplausos, ó de vituperios


segun que los viesen ô arrojarse à los peligros, ô
huirlos. Como eran valientes por miedo, para expli
carme asi, el temor de desacreditarse los sobreponia al
temor de otro peligro menos temible 3 y cediendo el
amor propio a la vanidad, la necia esperanza de in
mortalizarse en la memoria de los siglos venideros,
los hacia derramar su sangre prodigamente. Pero por ,
mas que examineis y sondeis los mas ocultos senos,
del corazon de todo hombre que obra mirandose à sí.
solo, no descubrireis, el menor vestigio de aquella
generosa valentia de los heroes del Evangelio que solo
trabajan en cumplimiento de su ministerio, valentia:
e intrepidez que no flaquea à vista de aquellos dos
peligros, que quando amenazan juntos no hay afecto,
no hay temorñatural al hombre, que le suministre
auxilio ni recurso alguno de valor: aquellos dos peli
gros digo; el uno de morir à violencias de los mas
crueles tormentos 3 el otro de morir ignominiosa
mente cargado con el odio y maldicion universal. - 3
... Apresurate, Filosofia mundana, apresurate, repito,à.
hacer ostentoso alarde de tus mas ilustres y mas severas.
virtudes; que averiguaras ciertamente que todos tus
heroes apenas quedan reducidos à la esfera de hom
bres comparados con los mas flacos y fragiles pro
fesores del Evangelio : Infirma mundi elegit Deus ut
eonfundat fortia; o antes tu misma nos confesaras que
no menos hablaba el profeta Isaias con el presuntuoso.
Filosofo, que cor, Israel rebelde, quando decía: tenº
dran delante de sus ojos la verdad, y no la veranº
videntes videbitis, 6 inon perspicietis (1) y no solo no
- : , quer

(1) 1. Act. Ap. c. 28.26. .. . .. . . 3 o3 - (1)


\
\
DE LA RELIGION CATolicA. 133
querran reconocerlas, sino que enseñaran en su lu
gar fabulas y mentiras; y habituados à no responder,
con razones, sino con desprecios, ultrajes, insultos,
y declamaciones injuriosas, proferiran y se desaho
garan levantandoles falsos testimonios, y atribuyendo
les fanatismos, preocupaciones, caprichos, ilusiones,
engaños. - - º* -

- Delirio, gritais, y fanatismo. O filosofos Sabeis


que haceis en esto Que para defenderos del inven
cible argumento con que arguye à su favor la Reli
gion de una fuerza y una intepidez evidentemente
milagrosa, en la qual todo es de Dios, porque todo
es superior à las fuerzas humanas, teneis la desver
guenza de contraponerle la sombra vana de un pro
digio fantastico, que ni puede provenir de Dios, ní.
del hombre. El milagro quiero decir de un fanatismo.
aereo y supuesto, que no pudiendo caber sino en el
natural arrebatado de unos pocos hombres vivos y
bulliciosos, faciles de moverse à qualquier viento, de
imaginacion ardiente, incapaces de pensar con sosie
go, y de hacer profundas reflexiones, era preciso no
obstante segun vosotros que hubiese sido comun,
à todas las edades , à todos los sexos, y à todos
los estados: , à las almas mas sosegadas, timidas y
medrosas ; y, à las mas intrepidas y diligentes, à
la vejez mas decrepita y yerta, y à la juventud
mas inconsiderada y fogosa; al hombre mas conde
corado con nacimiento ilustre, con dignidades, em
pleos, de mas alto ingenio, de mas vasta ciencia,
de talentos mas sublimes; y al hombre mas vulgar,
de mas humilde cuna, de mas corto entendimiento:
un frenesi digamos que hubiese cundido en todas las
naciones sin embargo de la distancia con que se separan,
de las diferencias de genios, de inclinaciones, de
2 ll SOS
134 SERMoN soBRE EL ESTABLECIMIEMTo.
usos, de costumbres, de opiniones, de falsas ideas
con que se distinguen y caracterizan: un fanatismo,
que en lugar de ser una exhalacion, una llamarada
que apenas prende, quando se apaga, es preciso que
fuese igual en la duracion y en los progresos s pues
vemos que vence el curso de los años, que se per
petua en la dilatada serie de tres siglos; que ni el
tiempo, ni la reflexion, ni las lecciones de la expe
riencia no debilitan ni amortiguan su actividad; y
que su perseverancia triunfa de la persecucion, que
no se aplaca sino porque desespera de exterminarla.
Por otra parte cómo estaban templados el entendi
miento y corazon de aquellos apostoles, qual era la
conducta y costumbres de aquellos martires, que en
fuerza de este fanatismo subian à los cadahalsos , se
arrojaban à las hogueras s de aquellos hombres di
go que tenian ideas tan altas, y tan sublimes de la
divinidad 3 que reprobaban tan expresamente y con
tanta vehemencia impugnaban las desatinadas supers
ticiones del paganismo; que enseñaban una doctrina
tan pura y tan santa, viviendo segun ella; que no
respiraban sino paz y concordia, sujecion à la auto
ridad y à las leyes, caridad y benevolencia, reca
to y modestia, desasimiento y humildad; de aquellos
exemplares de todas las virtudes, que la razon sola pue
de enseñar, y de muchas mas de que la razon sola no
puede ser maestra, ¿son estos hombres pregunto algo
mas que hombres, y al mismo tiempo algo menos que
hombres s mas sabios que los filosofos, y de menor ca
pacidad que el pueblo rudo, defensores acerrimos
del culto que se debe à Dios, y tan mentecatos que
creen en los sueños y fantasticas quimeras de unos
supuestos milagros que se les prometen, y que no
ven cumplidos, señores de sí mismos en tanto grado,
que
DE LA RELIGIoN CATolicA. 135

que no sienten pasiones, y ludibrio al mismo tiempo


de una vana ilusion sin conocer la fuerza de la razon?
Ah si tales son las costumbres, si talla doctrina, si
tal la perseverancia de unos varones tan intrepida
mente virtuosos , que proVocan continuamente el ace
ro de los tiranos, sin dexar de venerar y adorar la
providencia que le pone en sus manos; que no saben
vengarse de sus enemigos sino con suspiros humildes,
con oraciones fervorosas, con deseos ardientes por su
felicidad ; que con tanta prontitud ofrecen su vida,
quando se la piden, y que tan claros y singulares
testimonios de zelo y fidelidad dan en medio de las
tempestades que se levantan contra el trono por el
discurso de tres siglos: si tales repito son las accio
nes que acreditan el delirio y el fanatismo, enseñen
nos los Filosofos incredulos quales son las propieda
des, qual el caracter, qual el sello de la razon serena y
despejada. Reducidos pues à la necesidad de juzgar
quienes son los fanaticos y delirantes, si los chris
tianos primitivos, ô nuestros sabios modernos 3 no
reputaremos con razon por tales à los que inventan
y se imaginan esta quimera de fanatismo, revestido
de todos los coloridos de la razon, y no presumire
mos con todo fundamento que se cumple en ellos
aquel terrible castigo con que amenaza la Sagrada
Escritura à los entendimientos soberbios que el frenesí
de la impiedad infundira en su imaginacion los sue
ños y extravagancias del mas reprehensible delirio?
Moti sunt sicut ebrius, omnis sapientia eorum devorata
est. (1) Sigamoslos por los torcidos caminos de sus
miserables errores.
-

Re

(1) Psalm. roe. v. 27. s.

4.-
136 SERMoN soBRE EL ESTABLEcmIENTo
Recurris, ô Filosofos, ô la fuerza y poder de la
preocupacion. No nacemos christianos, os respon
dera Tertuliano, sino que nos hacemos: non nascimur,
sed fimus christiani. Es verdad prosigue que mientras tu
ve la desgracia de ignorar la doctrina del Evangelio,
la impugné en fuerza de esta preocupacion; mas aho
ra que tengo pleno conocimiento de ella, me com
plazco en vivir bajo el yugo suave de su ley, y es
toy pronto à dar la vida con alegria en su defensa.
Porque es de saber que en la primitiva Iglesia se re
novó muchas veces el exemplo de Saulo que de per
seguidor se convirtió en apostol de ella; y los mis
mos que habian martirizado à tantos christianos, vi
nieron à mezclar su sangre con la de aquellos biena
venturados. El primer sacrificio que la Religion les
pedia, era el desprecio y odio de las preocupaciones;
sacrificio que conseguia, con tanta mayor dificultad
quanto que él no se ceñia solamente al nacimiento, à
la crianza, y à las ideas 3 sino que se estendia à las
preocupaciones mucho mas fuertes y poderosas de las
inclinaciones, del corazon, de la independencia, de
la libertad, y del respeto humano, y que en virtud
de este primer sacrificio debia el christiano reputarse
como una victima preparada y sazonada para el cu
chillo luego que la persecucion se enfureciese. -

Apelais tambien à la imprudencia con que facil


mente cayeron los primeros christianos en el lazo del
error, que les armó el artificioso engaño de los maes
tros y doctores de la Religion. Catolica. No quiero
decir sino una palabra acerca de los milagros, en cu
ya defensa y testimonio hay obligacion de dar la vi
da, Pregunto, no es caso este que pide que todo el
hombre, todo su entendimiento, y todo su corazon
se dedique à examinarlos con la mas rigurosa, critica?
- El
DE LA RELIGIon CAroLICA. r37
El mísmo amor propio, amedrentado à vísta del pe
ligro con que amenazan, no procurará obscurecer su
evidencia, suscitar dudas, y serenar la incertidumbre
que le desasosiega con el desden y desprecio, ô con
el olvido que le tranquiliza º porque cierta cosa es
que con gran dificultad se presta asenso à la fé de
semejantes milagros, aun quando son evidentes y
clarisimos. Pero creerlos quando solo muestran algu
nas vislumbres de verdad, y quando solo son una
mera fabula, habra hombre capaz de semejante deli
rio º apelo à quien conoce el corazon humano. Y no
escarnece igualmente el filosofo incredulo à la razon
y a la Religion, pretendiendo hacernos creer que
los primeros maestros y doctores del Evangelio die
ron la vida en credito y fé de unos milagros de que
falsamente se persuadian que eran obradores, no
obrandolos en la realidad; y que sus discipulos asi
mismo murieron por dar testimonio de unos milagros
que les parecia que existian, y que verdaderamente
mo existianº
Opondreis tambien el argumento del amor y ad
hesion vehemente à la doctrina, lo qual forma una
disposicion proxima para recibir y creer los sucesos
que parecen milagrosos. No ignoro que es propiedad
de los sectarios creer y defender tenazmente todo
aquello que puede contribuir para justificar su secta.
Mas no quisiera que se os olvidara nunca esta reflexion
convincente. Sabed que en la Religion Christiana no
ha preparado ni facilitado el dogma el camino para la
creencia de los milagros, antes los milagros han sido
los argumentos que han probado y acreditado el dog
ma. Asi vemos que los Apostoles no creyeron en Jesus
resucitado porque pensaban que era Dios; sino que
por eso creyeron y publicaron que era Dios, por
Tom, IV. S que
I 38 SERMoN soBRE EL ESTABLEcIMIENTo
que no pudieron dudar que habia resucitado. Ved
ahi pues la diferencia esencial que hay entre los mi
lagros adoptados y creidos por la preocupacion y fin.
gimiento humano, y los que sirven de basa y funda
mento de nuestra Religion: de modo que lexos de
que la creencia de la doctrina haya precedido à los
hechos, la creencia y convencimiento solo de los
hechos persuadio la doctrina. Luego los martires no
se sentian estimulados por ningun impulso ni incli
nacion à adoptar los milagros: luego los martires
mueren con todo eso victimas de su persuasion y
de su creencia ; y de una creencia la mas fuerte,
intima y velemente, supuesto que en fuerza de ella
sacrifican sus haberes, su vida y su honra: de una
creencia la menos expuesta à error, supuesto que to
da estriva y se funda en unos hechos y sucesos acer
ca de los quales es imposible que el hombre se en
gañe en tanto grado, que crea que los cree quando
no los cree. Por consiguiente el esfuerzo valeroso de
los martires acredita su fé, y comprueba al mismo
-

tiempo la verdad de esta misma fe.


2 Mas, ô profundidad de los consejos y de la
sabiduria de l)ios La violencia y la duracion de las
persecuciones en lugar de exterminar la Religion, so
lo sirvieron para asegurar y propagar su imperio.
Aquella misma profecia que dixo Jesu-Christo que
quando fuese levantado en la cruz, arrastraria à
sí à todos los pueblos y naciones del mundo, se
verificó igualmente en los Apostoles y sus primeros
discipulos; pues el edificio de la fé se erigio y le
vanto en algun modo sobre la ruina de las columnas
destinadas para sustentarle. En los sucesos humanos
los Reyes son arbitros de los destinos de los reynos:
el Principe tiene en su mano la suerte de la monar
, º quia
DE LA RELIGIoN CAroLICA. r.39
quia, y las conquistas se acaban y fenecen por lo
comun con la muerte de los conquistadores. Pero la
Religion de Jesu-Christo procede de un principio en
teramente divino, y como tal no está sujeta à la
condicion de las cosas humanas en sus progresos: y
asi quantas mas gargantas de christianos deguelle el
cuchillo de la persecucion , tanto mas se propaga y
multiplica el christianismo. Maravilla verdaderamen
te estupenda con que Tertuliano llamaba la aten
cion de los Cesares. En vano, les decia, teneis sus
penso y desenvainado sobre nuestras cabezas el ace
ro; pues quanta mas sangre derrameis, tanto mas
se fertiliza el campo de la Iglesia, y lleva mies mas
abundante: quo plures metimur, eo plures efficimur.
Por un hijo de que los despojais, vienen apresurada
mente mil à sucederle; y habrá quien dudando en
ciertas circunstancias declararse discipulo de Jesu
Christo, aspire ansiosamente en otras à la gloria de
alistarse entre sus martires: in christianis crudelitas
illecebra seéfae est,
Ahora provoco yo à la incredulidad mas teme
raria para que considere con ojos serenos un suceso
à que no podra responder. Con efecto aquel argu
mento incontrastable de que nos valemos para de
mostrar la existencia de Dios, y que Dios mismo se
dignó de autorizar en el Libro de Job, quando ha
blando con el filosofo soberbio, dime, le dice, qué
mano fue aquella que tuvo tanto poder y sabiduria
que afirmó la tierra sobre sí misma; que pesó la ma
sa de los ayres y de las aguas del mar; que comen
suró la distancia y ordenó el curso de los astros; que
vistió de luz al sol y à las estrellas? Estudialo; que
quanto mas cargues el peso de la consideracion so
bre los misterios de la naturaleza, descubriras abis
S 2. IOS
14o SERMoN sopRE EL ESTABLECIMIENTo
mos mas profundos, y si en el gran libro del Uni
verso no ves ni lees à Dios , indicio es que estas
ciego. Este argumento, repito, no manifiesta menos
evidentemente la divinidad de nuestra Santa Reli
gion, que el suceso insinuado que ahora os declara
ré. Entiendense bien y sabense el origen y progresos
sucesivos de los imperios de la tierra: y no se igno
ran las maquinas de que la politica y el esfuerzo hu
mano se han valido para sujetar los pueblos; pero
no hay entendimiento por perspicaz que sea, que
llegue à descubrir el origen de los progresos y triun
fos de la Religion 3 y si no penetra hasta el mis
mo Dios , solo vera efectos sin causa. Considerad
los dioses del gentilismo colocados en el Capitolio;
y al Hombre Dios, autor del Evangelio, pendien
te en una cruz. Ved las fabulosas deidades de los
gentiles adoradas por el mundo, y por los señores
del mismo mundo ; y ved su culto mantenido por
politica y razon de Estado, y por el interes todavia
mas poderoso del corazon y de las pasiones: ved esos
mismos dioses rodeados de aquellas triunfantes le
giones, que favorecidas por la victoria penetra ma
res y supera montes; que llevan armada la mano
de aquel rayo de la guerra , cuyo fuego consumió
tantos tronos, devoró tantos imperios: pero consi
derad à Jesus, detestado por el mismo pueblo don
de nacio, rindiendo el postrer suspiro en el Calvario,
y muerto finalmente y sepultado. Quiero pues aho
ra que los Cesares se empeñen en hacerle adorar , y
en introducir y propagar su doctrina; mas si otra ma
no mas poderosa no les allana el camino, consegui
ran acaso que le presten alguna veneracion, hija del
terror, y alguna adoracion politica y exterior 3 pe
ro nunca alcanzaran que le adoren con un culto de
s - per
c DE LA RELIGIoN CAroLicA. 141
persuasion y de convencimiento , ni le adquiriran
discipulos que le prediquen, ni martires que le ates
tiguen. Este imperio pues de Jesu-Christo, que en
vano intentarian radicar los Cesares Romanos por
tan invencibles à toda humana potencia los obstacu
culos que encontrarían en el entendimiento y cora
zon del hombre, no basta todo el poderio de los
Emperadores junto con tantos impedimentos insupe
rables, antes no solo queda frustrado en el proyecto
con que por algunos siglos se empeñó en estorbar que
se formase, sino en el de ahogarle y destruirle en
sus principios. Porque desde la eminencia de su cruz,
desde la concavidad de su sepulcro desatienta y cie
ga Jesu-Christo su politica, frustra todo su poderio,
fixa su silla en sus propios templos, sube sobre sus
tronos para estampar en ellos en algun modo el sello
de su divinidad, para enseñarles à imitar su beneficen
cia, para enseñar à sus subitos à respetar en el poder
de sus señores la autoridad del supremo Dios, para ha
cerles reynar con mayor majestad, y para recibir el
tributo de sus adoraciones. El manda à todas las na
ciones, y todas las naciones le obedecen: él manda que
todo el mundo se haga christiano, y todo el mundo se
hace christiano. En qué obras estupendas reconocere
mos la mano de Dios, si no la reconocemos en el mas
incomprehensible y mas celestial de sus prodigios? De
aqui se derivan dos importantes consideraciones.
Consideracion primera, de donde habeis de sa
car mayor estimulo y aumento de vuestra fé. Fundo
la en estas palabras de San Agustin: quisquis adbue
ut credat prodigia inquirit, magnum ipse prodigium est
qui mundo credente non credit. El hombre, que despues
de la conversion del mundo, pide y espera todavia
milagros para creer lo que el universo ha creido, él
1111S
142. SERMoN sopRE EL ESTAPLEcmIENTo
mismo es un prodigio mas asombroso que el mila
gro que pide. Desentrañemos el pensamiento de es
te admirable Doctor. La incredulidad, dice, despues
de la conversion del mundo à la Fé, es un misterio
ô prodigio incomprehensible! Prodigio digo de so
berbia, con que, se cree el hombre dotado de mas
perspicacia, de mas discurso, de mas entendimiento,
de mas capacidad que quanta tuvieron los sabios mas
celebres que hubo en el mundo en los siglos mas ilus
trados y doctos : y con que se lisongea que él ve lo
que no alcanzaron à ver los mayores hombres, à
quienes imputa el haber errado torpemente y cega
dose en el punto y negocio que mas les importaba no
engañarse, y en materia en que les era facilisimo no
padecer engaño. Todo lo qual es una vanidad, y
una presuncion intolerable, pero es el caracter ge
neral de todos los incredulos 5 podran acaso estar
adornados de algunas virtudes; pero faltales à la
verdad una esencialisima: aquella modestia, aquella
modestia digo, amabilisima, que ni conoce el desati
nado orgullo del injurioso desprecio de los demas,
ni la arrogancia de una loca estimacion de sí mismo:
prodigium est.... Prodigio tambien de indolencia, y
desaplicacion en meditar y en examinar las materias.
Porque los progresos y propagacion del Evangelio
contrapuestos à los impedimentos que vencio, bastan
para acreditar incontrastablemente su verdad; sien
do como es una Religion tan enemiga de las preocu
paciones y de las pasiones, tan apartada de los ca
minos ordinarios de la razón y tan bravamente comº
batida por la autoridad : una Religion en fin que
nadie podia abrazar sin correr peligro de la vida, ni
podia declararse su discipulo sin resolverse à aumen
tar el numero de sus martires. Si la evidencia pues
de
DE 1. A RELIGION CATolICA. 143
de los milagros no grabó la estampa de la divinidad
sobre la profundidad e incomprehensibilidad de sus
dogmas, y sobre el rigor de sus leyes, nos veremos
obligados à decir que el error, y un error notorio,
grosero, y palpable, triunfó de todas las luces de
la razón, de toda la fuerza de las preocupaciones,
de todas las resistencias del entendimiento, de todas
las rebeldias del corazon, de toda la autoridad de
las leyes, de todos los incentivos del deleyte, de to.
dos los intereses de la fortuna, y de todos los estimu
los de la fama y del honor: misterio mas incompre
hensible, que todos los misterios de la Fé: milagro
mas estupendo, que todos los milagros que no quie
ren creer los incredulos, y en fuerza del qual mi
raremos siempre como una especie de prodigio à to
do hombre que no se averguence de dar à luz
unos devaneos y delirios que apenas se podrian su
frir soñados, estampandolos en unas obras que escri
be con intencion de ensalzar un siglo de luces e ilus
trado, cuyo oraculo se precia de ser él : prodigium
est. Prodigio de temeridad en resolyer, y de atre
vimiento en excogitar e inventar hipotesis ô supues
tos voluntarios y quimericos. Por mas que los incre
dulos se fatiguen por explicar el misterio de la con
version del mundo, por mas congeturas que discur
ran, por mas que se consuman en vanas sutilezas, no
lograran otra cosa que ilustrar mas las verdades que
pretenden obscurecer. Desengañemonos: que la con
version de un mundo idolatra en un mundo chris
tiano, no puede ser obra sino de la multitud y de
la evidencia de los milagros, cuya voz y autoridad
arrancó al entendimiento à pesar de tantos impedi
mentos y resistencias el convencimiento mas intimo,
mas absoluto y mas dominante. No negará en efecto
el
144 SERMoN soBRE Et EsTABLEcmIENro
el incredulo que los sentidos , la imaginacíon, las
preocupaciones, las pasiones, el respeto humano,
la profundidad incomprehensible de los misterios, y. -

la sublimidad del moral christiano eran otros tan.


tos obstaculos contra la Fé, Quién grangeó pues
los hombres para Jesu-Christo? El interes? Ah el
Evangelio no prometia ni intimaba sino virtudes; y
prohibia la posesion de todas las demas cosas. La po
litica, la autoridad No subyugaron por cierto los
Reyes à los reynos: antes que los Emperadores reci
biesen el bautismo, ya el imperio era christiano; y
Constantino siguio el exemplo ageno, no le dio. Si
hubo politica en alguno, no la usó el pueblo para
congraciarse con el Soberano ; sino el Soberano para
captar la benevolencia del pueblo. Primero abrigó en
su seno la Religion à los vasallos, despues à los Re
yes, para dar à entender Jesu-Christo que no debe
nada al mundo, antes el mundo se lo debe todo à
Jesu-Christo; y que atribuir à la prudencia humana
los triunfos del Evangelio es defraudar à Dios, de sus
derechos, y atribuir al hombre lo que no es suyo;
ceguedad y traicion prodigiosa: prodigium est. Pro
digio de independencia, que temerariamente se des+
peña en raciocinios mas à proposito para fundar el
imperio de la Religion, que para destruirle. Yo me
explicaré. Quando el incredulo y impio Filosofo, ene
migo declarado de nuestra Santa Fé, encarece con
tan vana confianza las aparentes contradicciones de
la doctrina del Evangelio; quando expone sus dudas
y sospechas contra los milagros de Jesu-Christo, co
mo está tan torpemente ciego, que no solo no ad
vierte que la conversion del mundo corresponde pler
namente asi à la doctrina, como à los milagros, si=
no que convierte contra él toda la fuerza de sus arr
e gul
º. De la RELIGioN Carolaca, a 145
gumentos? cómo no echa de ver que nos pone la
ocasion en la mano de estrecharle con este argumen
to sin respuesta. En medio de esas contradicciones apa
rentes; en medio de esas sospechas y dudas, de esas
sutilezas y sofisterias, de que se valio y echó ma
no, el comuna interes de todas las aficiones y te
mores que tiranizan el corazon humano, yemos
que el mundo se declaró discipulo y adorador de Jesu.
Christo; vemos por otra parte que los hombres que
con tantasy tan tenaces contradicciones se resistian à la
predicacion del Evangelio, aquellos hombres digo que
para abrazar la Religion tuvieron que vencer las mis
mas dificultades contra que tu tienes que luchar para
desertar de ella 5 educacion, exemplos, autoridad,
respetos debidos à la Religion del principe y del estar
do: hombres que para estrecharse mas y mas con la
Religion tuvieron que hacer guerra à quanto à títe
aparta de ella , pasiones, amor à la libertad, in
comprehensibilidad de misterios, rigor y severidad
del moral: hombres, que para dedicarse al culto de
la Religion, tuvieron que renunciar intereses que tu
no aventuras, fortuna, vida, honra: vemos repi
to que estos hombres despues de haber disputado
largamente, despues de haber dudado, resistido,
tuvieron en fin que rendirse y darse por conven
cidos con los argumentos que probaban la verdad y
divinidad de la Religion: luego vuestras sutilezas
y sofisterias pesadas en el contraste de su razon, que
tanto interes tenia en darles credito; han sido re
putadas por vanas y frivolas: luego para dar a la Re
ligion la gloria que ellos le dieron, y para prestarle
el obsequio que ellos le prestaron, imitandolos en su fé,
solo te falta à títener como ellos un entendimiento tan
Perspicaz,
o Tom. IV.
tan sano, tan consequente,
T
un corazonbue
-
tan
- -
146 SERMoN sopRE el EspAbLécniestro
bueno y bien inclinado, y unas pasiones tan sujetas
y domadas prodigium est. Prodigio de mala fé en las
comparaciones injustas que se contraponen à la mila
grosa conversion del mundo. No me detendre yo ahora
amados oyentes míos; à manifestaros la diferencia tan
notable que hay entre el establecimiento de la Reli.
gion, y el reyno de la idolatria. Porque ignoramos
acaso el poder que exercen las pasiones contra la
verdad?ignoramos que del eentro de un corazon per.
vertido se levantan negros vapores que entorpecen el
entendimiento y que quando una doctrinaiha dado
el primer paso haciendo de su vando a la concupis
cencia, pronto da el segundo de conseguir que la ra
zon la apruebeyó alomenos que seiadormezca º No
ospondre delante tampoco los temperamentos politicos
de la conciliación, los halagueños incentivos de la
lascivia, la violencia y terror de las almas con cuyo
auxilio introduxo Mahoma en tantas naciones la
creencia de sus fieciones y delirlos, ni os diré que su
doctrhal hallaba poca contradicción en el entendi
miento de los hombres, y ninguna en sus costumbres,
en sus inclinaciones, en su corazon: que los peligros de
perder la hacienda, la vida, la honra solamente ame
nazabáñ à los rebeldes y a los que se resistianº que sus
predicadores, que hacian oficios de conquistadores, no
de apostoles, enseñaban con espada en marios que ha
cian martires a otros, pero ellos nunca aspiraban al
martirios que siendo perseguidores siempre, y nunca
perseguidos, rojéregian el altar de su prófeta sino
sobre ruinas y vestigios, ni afirmaban suscindientos
sino con sangre de estrangeros. Solo me contentare
con deciros, que si quereis apocar el milagro de la
conversión del mundo eon álgún paralelo ô compa
racion digna de la atencion y examen de los hombres
- J - º de
e. De la RElicion Carotica a 2 47.
de juicio, habeis de alegar una doctrina que para ese
tablecerse y propagarse por el mundo no haya encon-,
trado socorro ni ayuda alguna en la educacion y en
las preocupaciones, ni en los sentidos e imaginacion,
ni en las pasiones, e inclinaciones, ni en las ideas, e
intereses, ni en los temores y esperanzas de sus discin
pulos, ni en la ciencia y talentos, ni en el poder y aun
toridad de sus maestros. Una doctrina que impugne to
das las opiniones recibidas y establecidas, una doctri
na que, no lisongee à la yanidad ni al deleite, que la
independencia y libertad de que despoja al corazon, no
la conceda alentendimiento, ni recompense la aspereza.
del yugo que impone alentendimiento, con la licencia
que permita al corazon: una doctrina que no se manº
tenga ni sustente por el valimiento de los grandes, ni
por los artificios de los politicos, ni por la fama de los
sabios, ni por la eloquencia de los oradores, ni por
la potencia de los Reyes, ni por los exercitos de
los conquistadores: una doctrina acrisolada y compro
bada con las mas violentas y largas, persecuciones,
sellada con la sangre de una inumerable multitud de
martires 5 y martires, no de dogmas en cuya creencia
puede padecer el entendimiento engaños , sino mar
tires de unos sucesos palpables, que nadie puede figu
rar ni fingir à la vista de otros una doctrina en fin que
se propaga y perpetuabaxo el acero de los tiranos, y
que resistiendolo el mundo, se hace señora del mundo.
Pero cierto estoy que no alegaran nuestros Filosofos
modernos, ni aun les pasara por la imaginacionale
gar una doctrina en cuyo establecimiento concurran
todos estos rasgos y propiedades. Bien creo se pro
meteran descubrir algunas de ellas en la idola
tria, en el mahometismo, en las las sectas, y en
las heregias que han afligido à la Iglesia de Jesu
o - T2 Chris
148 SERMoN sopRE EL ESTABLECIMIEN ro
Christo. Mas quién ignora que no hay rasgo parti
cular de alguna verdad moral que no pueda ser imi
tado y copiado por la mentira quién ignora que so
lo el conjunto, la concurrencia, el complexo de
propiedades y señales forma el sello completo, y la
marca y cuño autentieo y legitimo de la verdad? Es
te conjunto pues, este complexo solamente se ha
lla en nuestra Religion; y por consiguiente al paso
que la conversion del mundo es un milagro evi
dentisimo que califica la verdad de la Religion, la
incredulidad del libertino es un prodigio que argu
ye ô lo limitado de su entendimiento, ö la furia de
sus pasiones: prodigium est. Prodigio de contumacia
que toca en lo sumo del furor, y que precipita en el
abismo de las mas horribles contradicciones. Resuma
mos brevemente toda la sustancia de este discurso.
Es ciertisimo (y en efecto la incredulidad mas desva
necida con sus conjeturas y nuevos argumentos no
se ha atrevido à negarlo en sus famosos e injurio
sos libelos) es ciertisimo que la Religion ni se estable
cioni pudo establecerse en el mundo sino triunfando
de las preocupaciones del entendimiento, de las re
beldias del corazon, de los impedimentos del poder
y de la autoridad: y por consiguiente triunfando de
la resistencia y oposicion de todos aquellos motivos
y estimulos que pudieran inducir en el hombre ina
plicacion, error, engaño. Con todo eso pretende el in
credulo que su establecimiento carece de pruebas que
acrediten suficientemente su origen verdadero y divi
no. Pero, o hombre ciego, abre esos ojos, y considera
el precipicio en cuya margente hallas, y ojala que to
do estremecido te retires atras Con que segun eso
se habra establecido la Religion en el mundo sin ofre
cer al mundo incentivo alguno de preocupaciones, ô
--. C de
de la RELicioN Carolica. 249.
de razon, de pasiones ô de luz, de autoridad ô de
convencimiento, de aficiones ô de inteligencia, de
interes ô de persuasion, de error ð de verdad Con
que se habra establecido la Religion en el mundo
sin ofrecerle motivo alguno aproposito de ilustrar al
hombre, ô de captarle la voluntad, de encaminar
le à la verdad, ö de apartarle de ella Con que la
Religion se habra establecio en el mundo destituida
de todos aquellos motivos que nos mueven à creer
la, y de todos aquellos que nos determinan à no
creerla; esto es, de todos aquellos motivos de preo
cupacion y de costumbre que segun vuestro sentir
constituyen ahora al christiano; y sin aquellos moti
vos de razon y de reflexion, que segun vuestro dic
tamen constituyen al incredulo ; esto es, de todos
aquellos motivos de orgullo y de presuncion, de li
bertad y de impunidad, que segun nuestro juicio cons
tituyen al incredulo ; y de todos aquellos motivos de
razon sosegada y modesta, de costumbres inocentes
y honestas, que segun nuestra opinion constituyen al
christiano. Con que un mundo que cree contra todas
sus inclinaciones y contra toda su razon, contra to
das sus preocupaciones y contra todas sus luces, con
tra la mayor debilidad y la mayor robustez del en
tendimiento, contra todas las razones y motivos pa
ra no engañarse y contra todos los intereses y moti
vos de amor propio, de fortuna, de vida, y de hon
ra que podrian perderle. Luego de aqui resulta un
mundo que cree sin tener motivo de creer, y contra
todos los motivos que hay para no creer: un mundo
que cree y que no cree, porque no hay creencia don
de no hay algun motivo de credibilidad : un mundo
por consiguiente que por una parte es christiano, y
por otra no lo es: un mundo poblado enteramente
de
15o SERMoN soBRE EL esTABLEciMIENro
de mentecatos que ya son hombres, ya no lo son.
Gran Dios, vengada queda vuestra gloria; y no tie
ne necesidad vuestra Religion de nuestro, zelo, pues
el incredulo canta y confiesa la victoria mas comple
ta de su verdad, quando para defenderse contra la
fé, se ve reducido à inventar raciocinios tan devi
dentes reprobados por la razon: quisquis adhue pro
digia ut credat inquirit, mignum ipse prodigium est qui
mundo credente non credit. . . . . e
Ya veo, amados oyentes mios, que semejante de
lirio, y un abuso tan escandaloso de la razon huma
na os asombrar y consterna; y que se os parte el
corazon de dolor al reconocer, en este castigo aquel
espiritu de ceguedad deplorable que acostumbra su
Magestad divina-quando quiere vengar su poder y
sabiduria infinita ultrajada y menospreciada, infun
dir en las cabezas mas cabales, por otra parte y
mas enteras: Dominus miscuit in medio ejus spiritum
vertiginis. (1) Qué seria pues, si me permitiese el tiem
po acabar de confundirlos, comparando el estableci
miento de la Religion que tanto procuran deprimir
y degradar, con el establecimiento y progresos de
la irreligion de que se glorian de ser los fundadores;
No hare mas que insinuar el pensamiento , dexan
doos à vosotros el cuidado de desentrañarle y ahondar
en él profundamente con la consideracion. Si la Re
ligion , como queda deducido, solo pudo estable
cerse en el mundo derribando la fuerza de las preo
cupaciones, la rebeldia de las pasiones, los impedi
mentos de la autoridad y valimiento humano, luego la
Religion solo pudo establecerse ayudada de los argu
... , , , , - , men

(1) Isai, c. 19. v. 14-. - - - ----


- -
o DE LA RELIGION CAroLICA. 15 t
mentos mas incontrastables, del convencimiento mas
absoluto, triunfando de quanto conspira al error, y
estribando solo en todo lo que facilita el camino à
à la verdad : luego la Religion es verdadera, si ya
no estique se haya concedido al error el privilegio
de revestirse de todas las propiedades y carecteres de
la verdad, y desnudarse de todas las señales y pro
piedades de la mentira. Comparad ahora pues esta
pintura que acabais de oirme con el establecimiento
y progresos de esa filosofia, exterminadora de la
Fé. Esa filosofia digo, que para establecerse y pro
pagarse disfruta de toda la vehemencia impetuosa de
nuestros errores, de la agudeza del ingenio, y de
lo mas culto que tiene la corte de toda la aproba
cien y de todo el impetu de los apetitos y concupis
cencias del corazon: de todo el credito y de todo el es
timulo y aliento que comunican los aplausos y ado
raciones de una multitud viciada y pervertida que
anhela, por la disolucion de las costumbres, por la
paz y tranquilidad de sus pasiones, por la libertad y
impunidad de aquellos desatinos que la soledad y
la noche ocultan à la vista de los hombres: ella lo
gra los elogios de los sabios y de los grandes, que
eselavos de una emulacion indiscreta quieren sepa
rarse de los caminos ordinarios, aspirando à la opi
nion y fama de hombres de entendimiento superior
que piensan y entienden por sí mismos: ella goza de las
condescendencias y del silencio del respeto humano,
que alguna vez parece se ha llegado tambien a apo
derar del santuario, que desampara la causa de la
fé por no ser el blanco de los insultos y ultrages de
la impiedad: ella no encuentra resistencia sino en las
sacrosantas leyes de una Religion que pide demasia
dos sacrificios para ser atendida y obedecida: y en el
gri
152 SERMoN soBRE El EstableciMIENTo
grito de una razon modesta y circunspecta, que no
es consultada; y en los bienes y suavidades de la vir
tud, que se lamenta de versevilipendiada por las in
solencias del vicio, cuya jurisdiccion y derechos en
sanchan y apadrinan tanto las especulaciones moder
nas. Ved ahora pues como esta Filosofia, extermina
dora de la fé, solo se establece y propaga ayudada de
quanto conspira al error , y despreciando quanto
conduce à la averiguacion de la verdad: luego
no es otra cosa que ficcion y mentira, à no ser
que la verdad por alta permision del cielo no se vea
condenada à revestirse de todas las apariencias, de
todas las propiedades, y todos los caracteres del error,
Que pensais pues por consiguiente que hace el incre
dulo quando siembra unas veces por todo el univer
so y destila el veneno de sus sacrilegas satiras contra
el establecimiento de la Religion; y le llena otras de
los ecos de los aplausos, con que encarece el estable
cimiento y progresos de la irreligion 3, No hace
otra coca que substituir un prodigio à otro prodigio.
Al prodigio de la sana y recta razon, de la constan
cia inalterable, de las virtudes mas heroicas, que su
pieron triunfar de todas las preocupaciones del enten
dimiento, de todas las rebeldías del corazon, de tor
das las contradicciones que oponia la fuerza y autori
dad humana: à un prodigio digno de nuestra vene
racion eterna, obra marcada con el sello de Dios,
que es el unicamente poderoso para levantar al hom
bre sobre el hombre mismo: à este prodigio, repito,
substituye el incredulo otro prodigio de presuncion
y de orgullo indomito, de libertad y de pasiones de
senfrenadas, otro prodigio de sutilezas y sofisterias
calificadas de pensamientos profundos, otro prodigio
de maestros y doctores sumamente arrojados en sen
ta
DE LA RELIGioNCAtoLIca. 153
tar proposiciones sin probar ninguna; y de discipu
los desalumbrados, esclavos de la autoridad agena,
sin estar convencidos. En lugar del verdadero Dios,
criador y señor absoluto del universo del mundo que
formo de la nada, y de las leyes que le impuso, subs
títuye el incredulo el prodigio de un Dios de poder
limitado y sujeto al fatalismo: prodigio que no pue
de ser obra sino de un entendimiento que delira, de
una razon entorpecida y soñolienta, del miserable
engaño en la eleccion de los medios por donde desean
hacerse famosos los hombres, y del fogoso desenfreno
de las pasiones que son las unicamente capaces de
avortarle y de fomentarle : prodigio que degrada à
los hombres, y à los mayores hombres, haciendo
los inferiores al hombre mismo: prodigio en fin dig
no de que todos le lloremos, porque ahora es el
escandalo de nuestro siglo, y despues sera su opro
bio y su ignominia. Segunda consideracion de donde
debemos sacar la emienda y correccion de nuestras
costumbres. El milagro de la conversion del mundo es
argumento cierto de la verdad de la Religion: luego
nuestra Religion es verdadera: luego es verdad quan
to me intima el Evangelio acerca de la importancia de
la salvacion, de la terribilidad de los juicios de Dios,
de la gravedad del pecado, de la eternidad del in
fierno ; luego es verdad quanto se dice en el Evange
lio acerca del caliz de furor y de indignacion que tie
ne preparado el cielo ofendido, para ese hombre sacri
lego que vierte y propaga la ponzoña de sus vicios y
errores, que está sentado en la contagiosa catedra de
pestilencia ; para ese hombre prevaricador que es
candaliza 3 para ese hombre vilmente contemplativo
que le aplaude, le imita, le alienta, le apadrina;
para ese hombre cobarde y temeroso que disimula,
Zam. IV, V - y
154 SERMoN soBRE EL ESTABLECIMIENTo

y con su silencio le da nuevas fuerzas: luego es ver


dad quanto me dice el Evangello acerca de la necesi
dad de una vida penitente y mortificada; de una vida
de oracion y de soledad interior; de una vida modes
ta y humilde; de una vida de abnegacion de sí mis
mo, y de una vida de paz y de caridad: luego es
verdad quanto se me dice en el Evangelio acerca de
los peligros de las riquezas, y de la grandeza y pros-.
peridad mundana : luego es verdad quanto se me di
ce en el Evangelio de lo reprobado y delinquente de
una vida de profanidad y luxo; de una vida ocupada
en el juego y en amores locos; de una vida entrega
da à los pasatiempos y à los teatros 5 de una vida de
ambicion y de codicia; de una vida de amor propio
y de vanidad; de una vida regalona y ociosa 3 de
una vida mundana e inutil; de una vida de indo
lencia y de sueño ; de una vida que acaso carece de
Vicios, pero se halla falta de toda virtud: luego es Ver
dad quanto se me dice en el Evangelio acerca de
la repentina venida del Hijo del hombre, que ha
de venir quando menos lo pensemos 3 y de la ne
cia temeridad del pecador que dilata de dia en dia
la conversion de su estragada vida, y reduce, por
explicarme asi, à Dios nuestro Señor à la necesidad
de negarle la gracia y el momento oportuno de la
contricion.
Qué frenesi es el mio, santo Dios, y adonde
llega mi locura en gobernarme por otros principios y
maximas qué seria de mi si en este instante fue
y qué se yo quando
se citado al tribunal divino
me citaran à él para ser juzgado segun las leyes
del Evangelio Qual sera pues en adelante mi pri
mer cuidado, mi unica ocupacion sino entrar en el
verdadero camino del Evangelio, andar por él, Pºº
- Se
DE LA RELIGION CAToLICA. 1 55
severar en él à pesar de todas las persecuciones del
mundo, y de todas las rebeldias de mis pasiones ?
Pero vista, señor, mi fragilidad, solo en vos confio y
en vuestra gracia. Haced, Dios mio, que esta mis
ma Religion que vencio al mundo, triunfe de las
resistencias de nuestro entendimiento y de las con
tradicciones de nuestro corazon, para que siendo
ella en este mundo la regla y pauta de nuestros sen
timientos y costumbres, sea en el cielo el principio
de nuestra gloria y felicidad eterna. Asi sea.
f
-

V. 2. SER
SER MO N
SOBRE EL PECADO MORTAL.

PARA EL jUEVES DE LA QUINTA SEMANA


de Quaresma,

Jesus dicit ei: vis sanus fieri ?

Dixole jesus: quieres sanar? S. Juan cap. 5. v. 6.

L Paralitico que por el discurso de tantos años


estaba esperando en la Piscina el tiempo opor
tuno de su curacion, y que à eficacias de la voz om
nipotente de Jesu-Christo recobra repentinamente la
salud y las fuerzas, es segun doctrina de los Padres
figura del pecador à quien la gracia previene, llama,
ilustra, mueve, y correspondiendo fielmente à los
auxilios de ella, se convierte de veras à Dios. Dicho
so es à la verdad en volverse a Dios; pero mucho
mas dichoso sería si nunca se hubiera apartado de
su Magestad divina . La grande obra de la gracia de
Jesu-Christo y de la fidelidad de una alma es la ino
cencia que nunca se contaminó con la ponzoña del
pecado; y si en todo tiempo fue un como milagro,
qué prodigio no será en nuestro siglo?
¿Hallaranse hoy dia algunas de aquellas almas ino
centes y virtuosas que no permitieron jamas que su
corazon se embriagase con el vino mortifero de la
culpa No vemos por el contrario que han vuelto y
renovadose aquellos dias de prevaricacion tan repro
bados en las divinas Escrituras, en que toda por
s
edad
-
sobre El PEcado MoRTAL. 157
por explicarme asi, todo sexo, y easi todo estado
han pervertido sus caminos Toda la superficie de la
tierra se halla inundada del vicio : él reyna baxo los
doseles de las grandezas humanas, como entre los
abatimientos de las condiciones mas humildes : él
exerce su imperio en el centro de la opulencia y de
las delicias, y se multiplica en el centro de la pobre
za y de la miseria : el levanta la cabeza con altane
ria y soberbia entre los Grandes, y se propaga con
desverguenza y disolucion entre la gente plebeya:
él se precipita y corre à manera de impetuoso tor
rente entre el bullicio y alboroto del siglo depravado:
y se introduce suavemente y, se insinua hasta en el
santuario, y en el silencio de las soledades y retiros
santos: él finalmente engaña à la infancia, pierde
la juventud , y deshonra la vejez, 9 infelicidad
Ya llegó el tiempo en que el numero de los pecado
res iguala ya casi al de los hombres ; no se cººººº
ya casi en el mundo otra virtud, que la virtud de
la penitencia ; y solo entre lagrimas y gemidos, pe
netradas de dolor y de contricion y Para dolerse de
sus pasados desordenes exclaman ya las almas fervo
rosas con el penitente Rey: bienaventurado aquel
que no tuvo parte en el coreºjo de los impios, y
que no anduvo por loS CaminOS tOrcldos de las pecar
dores : Beatus vir qui non abiit in consiliº impiorum , ó.
in via peccatorum non tetit. (1)
Qué encanto pues tan poderoso, qué hechizo
tan activo nos mantiene esclavos baxo la dura servi
dumbre del pecado
quando nos qué endelirio
precipitamos y frenesinos,
la barbara agiº
temeridad de
\ ofen

(1) Psalm. 1. v. 1.
f58 SE RM o N

ofender à la majestad del Altisimo, y de exponernos


a caer por medio de estas ofensas en el profundo
abismo de una desesperacion eterna . Porque sabeis,
catolicos, quales son los efectos del pecado la in
juría y el ultraje de Dios, y la condenacion del hom
bre. Pero la pasion tiende un como denso velo sobre
estas dos verdades , cegandonos por una parte para
que no advirtamos lo injurioso del pecado respecto
de Dios; y pintandonos por otra con los mas vivos
colores lo halagueño y agradable del pecado respec
to de nosotros. Dos errores que desearia yo destruir,
manifestandoos quan grave ofensa es la culpa respecto
de Dios à quien injuria, y quan imponderable mal
CSpara el hombre que la comete ; asuntos son estos
dignos de ser considerados con la mayor profundi
dad, y que para explicarlos debidamente no basta
ba un sermon solo. Pero yo me ceñire à considerar
y hablar del pecado como ofensa e injuria que es
de Dios matería importante, basa y fundamento
de nuestra Religion. . . . . . . . . . .
"Necesitado me hallo, Señor, para restituiros
tantas almas como os roba el pecado, del lleno de
vuestras luces, de la plenitud de vuestras gracias:
ambas cosas os caplico por la intercesion de aquella
Virse pura y santa, que ni conocio aquel pecado,
que es desgracia lamentable de nuestro infecto ori
gen 3 ni aquel pecado, que es delito y malicia de
nuestro corazon. Ave Maria.
Por grande que sea nuestra fragilidad, por ve
hemente que sea nuestra concupiscencia, no se dexa
ºria arrastrar el hombre con tanta complacencia, con
tanta prontitud y facilidad por los caminos escabrosos
de la culpa, si nuestro comun enemigo no hallase el
medio de ocultarle la fealdad de sus abominaciones,
alen
soBRE EL PECADo MoRTAL. 159.
alentando al pecador escusando el pecado: y asi con
sus astucias llega à persuadir frequentisimamente que,
el pecado solo hace à Dios una ofensa levisima, ô que,
su Majestad no siente la injuria, que el pecado le ha
ce. Para destruir pues un error tan perjudicial, ma-.
nifestaré que el pecado hace à Dios un agravio, no
solo el mas injurioso, sino el mas sensible: cuya prue
ba encuentro en el corazon del hombre y en el co
razon de Dios. -

PARTE PRIMERA. y

- -

Í por cierto, amados oyentes mios; en el cora


S zon del pecador es donde hemos de considerar
los estragos del pecado, si queremos formar una jus
ta y cabal idea de su fealdad y malicia. Si para ha
cer juicio de lo horrible del pecado, solo nos gober
namos por las maximas y dictamenes del mundo; por
las preocupaciones de una crianza aseglarada, y de
unas conversaciones licenciosas; y por las ideas y
dictamenes de una razon à quien ciega y entorpece,
el apetito; si solo en fin nos gobernamos por la apa
riencia y por el exterior, podiamos mirar solo el pe
cado (y en efecto no se le mira hoy dia por otro as
pecto) como una inadvertencia de los sentidos, co
mo, una flaqueza y fragilidad momentanea, como
un error y ilusion instantanea , como un deya
neo transitorio, como un breve sueño de la ra
zon y de la fé, como un consentimiento que no
tanto da formalmente quanto, presta por descuido la
inconstancia de una alma naturalmente voluble;
como un olvido en fin de Dios, mas que como ofen
sa suya. ¿Porque no son estas las disculpas con que
el pecador se escusa consigo mismo, y con que pre
fCIl
r6o - SE RM o N
tende escusarse con su Dios? no procura de este modo
engañarse a sí mismo, y lo consigue Pero entiende, o
miserable, que à Dios ni se le engaña, ni se le puede
engañar : que eso que tu afectas ignorar , lo cono
ce plenamente su Majestad; que él hara que lo co
nozcas algun dia para eterna confusion tuya; y que
ocupando yo hoy su lugar, me obliga mi ministe
rio à daroslo à conocer para vuestra conversion, di
ciendoos aquellas mismas palabras que él os dira en la
consumacion de los siglos: arguam te , & statuam.
contra faciem tuam. (1) - V - s.

Qué viene à ser el pecado? Es un deseo, respon


de San Agustin, una palabra, una accion contra la
ley de Dios : dicium, facium, concupitum contra le
gem Dei. Prestadme atencion. Señcillas son estas pa
labras ; pero en medio de su sencillez encierran un
fondo de doctrina inagotable. El pecado (y para
conocerle mejor consideremosle especialmente en el
pecador que le comete con proposito deliberado) el
pecado repito supone indispensablemente dos cosas:
la voluntad de Dios intimada al hombre, y la volun
tad del hombre que se resiste à la voluntad de Dios:
una ley de parte de Dios, y una desobediencia de
parte del hombre: un deseo en el corazon de Dios,
y un deseo contrario en el corazon del hombre. De
modo que habla Dios, y el hombre se hace sordo à
la voz de Dios. Da à conocer Dios al hombre todo
el peso y todos los derechos de su autoridad, y el
hombre se rebela contra la autoridad divina. Intima
Dios al hombre su voluntad por medio de las luces
que le envia, y el hombre no obstante las luces s
- > - - * . - J C

- () Psalm. 49. v. 2 .
soBRE EL PEcADo MoRTAL. I6 I.

le ilumínan, desprecia la voluntad divina. i o


Qué viene pues a ser un corazon que se entrega
al pecado? No se diga ya que es un corazon blando,
afectuoso, tierno, que se presta e afecta facilmente de
los objetos que le arrastran 3 un corazon flexible. y.
condescendiente que no sabe resistirse ni negar nada;
un corazon cobarde y medroso que se dexa arrastrar
del respeto humano, y que se sobrecoge del temor: di
gase antes que es un corazon duro y acerado , que nf
la gracia puede ablandar, ni estimular el conocimien
to de su malicia, ni enternecer los beneficios: un co
razon duro y rebelde, soberbio y presuntoso, teme
rario y atrevido à quien las insinuaciones, los lla
mamientos, los halagos no mueven ni atraen, ni el
imperio y la autoridad sujetan, ni las amenazas ame
drentan: digase, si os place, que es un corazon blando
y tierno para el mundo, pero duro e insensible para
Dios: un corazon docil y comedido para con los
hombres, pero soberbio, arrogante y descortes pa
ra con Dios: un corazon vil y baxo, cobarde y me
droso en presencia de los señores y arbitros de la tier
ra, pero locamente intrepido delante de Dios y con
tra Dios: digase que es un corazon, que apostaran
do sacrilegamente de su Dios, declina su autoridad,
se rebela contra su imperio, se revuelve contra sus
beneficios, desprecia su amor, renuncia su herencia
y galardon eterno, se burla de sus amenazas: un co
razon que no reconociendo mas Dios que su pasion,
exclama como el otro prevaricador Israelita: el Señor
no es ya mio: ya he encontrado yo otra deidad à
quien tributar el incienso y los afectos de mi cora
zon: no quiero ya reconocer al Dios que me crio,
no conozco ya ni quiero conocer por Dios sino al que
Tom. IV. X yo
I62 . .. . SE R M o N

yo he sabido fabricarme: inveni idolum mibi (1)


Bien sé yo que el hombre quisiera muchas veces
satisfacer sus pasiones sin ofender à Dios, cumplien
do con lo que le piden sus antojos sin faltar à lo que
manda la ley de Dios: quisiera por explicarme así
hermanar su obligacion y pasion, su idolo y su Dios.
Finalmente quando el hombre se ve reducido à la ne
cesidad de obrar, conserva cierta sombra de venera
cion à la ley de Dios, y la quebranta; detesta de su
pasion, y la satisface; conoce su obligacion, y no
cumple con ella; maldice su pecado, y le comete;
siente ofender à Dios, y no acierta à resolverse à
darle gusto 3 reconoce à su Dios, respetale, y aun
acaso le teme 3 pero rinde adoracion à su idolo, obe
decele, adorale: inveni idolum mihi. , , , , , , ,
Cosa triste es à la verdad, dice un corazon am
bicioso, vivir en el mundo en un estado humilde, vi
vir olvidado y sin nombre: ahora veo que se me fa
cilita y proporciona una alta dignidad , y que la for
tuna me quiere levantar à la cumbre de sus ho
nores; mas para subir à ella, me es indispensable va
lerme de tramas y negociaciones, de calumnias y de
falsos testimonios, de engaños e imposturas, de vi
les adulaciones, de condescendencias pecaminosas; me
es indispensable alexar todos los competidores, mal
quistar todos los rivales, desacreditar todas sus vir
tudes ; imitar todos los vicios y adular todas las
pasiones de un protector, arbitro del favor y del vali
miento: y quando ya haya llegado à la cumbre de la
fortuna, no tendre otro camino de mantenerme en ella
Si

(1) Oseas c. 1 a. v. 8.
SOBRE EL PECADO MORTAL. 163
sino usando de mas artificios, de mas astucias, de mas
baxezas, de mas engaños, de mas acciones reproba
das, y de mas misterios de iniquidad, que los que
usé para subir à ella. Y podre yo arrojarme à come
ter tanta multitud de maldades , sin quebrantar
todos los fueros de la verdad, de la caridad, de la
justicia ; sin obrar contra todas las maximas del
Evangelio, sin oponerme a todos los principios de la
honestidad y honradez natural O si plugiese al cielo
que la fortuna solo vendiese sus favores à costa de vir
tudes! Mas en este perverso y depravado siglo un alto
empleo no se consigue por lo regular, sino cometiendo
una insigne maldad. En fin Dios me lo prohibe todo;
pero mi ambicion me lo manda; es verdad que Dios
debe ser preferido à todas las cosas; pero mi ambicion
debe serlo à Dios : inveni idolum mihi. -

Bien conozco, dice un corazon sensual, y esclavo


de una pasion vergonzosa, bien conozco lo ilicito de
mi aficionà esa persona que tan cautivo me tiene, y à
quien yo tengo la funesta dicha de agradar; pero qué
he de hacer, si enamorado mas y mas de sus hechizos
halagueños, lexos de aspirar à romper mis cadenas,
nada temo tanto como el que blandeen y se desaten?
Bien sé que para volverme à Dios, no necesitaba sino
de apartarme de su amistad: mas cómo me he de en
tregar à Dios , si solo quiero servir al objeto de mi
pasion, y por otra parte ya no soy dueño de mi mis
mo ? inveni idolum mihi.
Este contrato, dice un corazon avariento y inte
resado, es usurario, esta ganancia ilicita, esta compa
ñia dolosa : yo no puedo resolverme, dice un cora
zon vengativo, à olvidar y perdonar la injuria que
se me ha hecho: ni yo, dice un corazon amigo del
descanso y del regalo, ni puedo yo sujetarme al
--- X 2 du
164 . Se R. M o N
ro peso de tantas penosas obligaciones, ni à tanta vio
lencia y repugnancia, à tanta vigilancia y circunspec
cion: ni yo, dice un corazon temeroso y esclavo
del respeto humano, me atrevo à ser la fabula y la
diversion de un mundo impio y mordaz, dispuesto
siempre à reprobar toda virtud que condena y re
prueba sus vicios: ni yo puedo, dice un corazon en
tregado al fausto, al luxo, y à la vanidad, vicios ca
lificados con el nombre de decencia del estado, ni yo
puedo sin decaer de mi empleo, sin desdorar mi ca
lidad medir el gasto con la renta, oir y atender los
lamentos del acreedor que reclama su deuda, del po
bre que reclama los derechos de la humanidad. Mas
debo entender que no se le esconden à Dios los viles
y odiosos artificios de la insaciable codícia, y que
mis riquezas adquiridas por medios iniquos, seran en
sus ojos un tesoro de ira y de maldicion: que satisfa
ciendo mi animo vengativo, me hago el objeto de to
do el furor y colera del Dios de paz y de caridad:
que si no cumplo con estas obligaciones graves y pe
nosas, aventuro la salvacion, y por una dicha tran
sitoria me condeno y consiento en una infelicidad
eterna: que por conservar la amistad de esos hombres
superficiales, à quien en la realidad no estimo, pier
do la estimacion y amistad de mi Dios: que los la
mentos del acreedor y del pobre de que huyo, ô à
quien me hago sordo, me perseguiran y me acusaran
en el tribunal divino de donde se fulminaran las mas
espantosas sentencias de maldicion y condenacion
eterna para desagraviar y vengar las verdaderas ra
zones y decencias de religion, de razon, de equidad,
de humanidad pospuestas indignamente à locas y pe
caminosas decencias, que si honraban el empleo, des
honraban lo hombre y lo christiano. Mas aunque
--- - - Cº
sOBRE EL PECADO MORTAL. 165
que entiendo todo esto, nada me convence y hable
Dios enhorabuena, prometa, amenace, dispare rayos;
que mi Dios son mis riquezas, mi venganza, mi
ociosidad, mi honra, mi ansia de lucir mas que todos,
de ocupar el primer lugar, de ser preferido à todos.
Podra ser, que allá quando sienta amortiguado el in
centivo del deleite, quando no experimente los lati
dos de la pasion, quando el mundo dé lugar, me
vuelva à Dios: y aun tengo animo y proposito hecho
de volverme à su majestad, quando con la mudanza
de los tiempos yo me halle en otras circunstancias,
me llamen la atencion otros intereses, piense de otro
modo, y vea por distinto aspecto las cosas 3 mas por
ahora perdoneme, que ni le conozco, ni quiero co
nocerle: inveni idolum mihi.
No penseis, catolicos, que son estos algunos de
aquellos encarecimientos en que prorrumpe tal vez un
predicador encendido y arrebatado del zelo apostoli
co: no por cierto, no os engañeis. Volvamos con so
siego à tomar el hilo del discurso, y demos lugar à la
13lZOIl. ,, -
- -
-

Qué viene à ser un corazon que se arroja à co


meter un pecado mortal: No lo ignorais vosotros. Es
un corazon que da oidos, que obedece, que ante
pone la ley de su antojo y de su concupiscencia à la
ley de Dios: Dicium, facium, concupitum contra legem
Dei. Es por consiguiente un corazon que hace de sí
mismo y de su pasion su idolo y su Dios: inveni
idolum mibi. Consequencia por cierto dignisima de ins
pirarnos horror al pecado Por esto procuraba con
tanto imperio San Pablo grabarla y imprimirla pro
fundamente en el corazon de los primitivos christia
nos. Gracias imortales debeis dar, hermanos mios, al
Dios de las misericordias y de las luces por haberos
- S21
I66 SE R M o N

sacado de las tinieblas del gentilismo : velad pues


para no recaer en la dura servidumbre de donde fuis
teis redimidos: state & nolite iterum jugo servitutis
contineri. (I) Cautelaos, por mas que os precieis de
christianos, y guardaos de reincidir en vuestros pri
meros desvarios, y de substituir una nueva idola
tria en lugar de vuestra antigua supersticion, fabri
candoos otros dioses en lugar de los que habeis aban
donado. Porque no creais, continuaba el Apostol,
que no hay mas adoradores de las gentilicas deidades,
que esos ciegos y miserables hombres que veis ver
gonzosamente postrados delante de esos insensibles si
mulacros; porque, que rindais adoraciones y ofrez
. cais inciensos al idolo de los templos gentilicos, ô al
idolo de vuestro corazon, qué mas tiene Qualquie
ra que sea el objeto por que desampareis a Dios, sereis
por eso menos reos de una sacrilega apostasia?. Mu
dareis de idolo, pero la idolatria es la misma. Los
dioses de los paganos son el bronce y el marmol,
obra de sus propias manos 3 y el Dios del avariento
es su oro y su plata: avarus, quod est idolorum ser
vitus: (2) y el Dios del luxurioso es el deleyte y la
gula: quorum Deus venter est. (3) Idolo tanto mas ve
nerado, quanto que en lugar del humo del incienso
se le ofrecen los afectos y suspiros del corazon, y en
lugar de victimas agenas, se le ofrece el hombre mis
mo que le sacrifica todo su ser, con todo lo que posee
y espera, la razon, la fé, la conciencia, la eternidad:
de suerte , dice Santo Tomas, que haciendo reflexion
debida sobre la naturaleza y circunstancias del peca
-
º
-
- - - - - - - s" do,

(2) Ad Gal. c. 5. v. 1. (2) Ad Eph. c. s. v. ; .


(3) Ad Phil. c. 3. v. 19. -
sOBRE EL PECADO MORTAL. 167
do, no puede dudarse que no sea a la idolatria de un
corazon prevaricador que dexa de adorar lo que es
Dios por adorar lo que no lo es : aversio a Deo, conver
sio ad creaturam. -

y Y no repongais que en el mismo, momento en que


ofendeis à Dios, no dexais de mirarle y temerle como
à vuestro Dios; pues yo os dire con San Agustin que
este es lenguage de un corazon falso y fingido, o de
un corazon ciego e iluso. Con efecto, pregunta este
Santo Padrei: si vuestro Dios es aquell)ios que tanto,
temeis ofender, afligir y contristar, cómo puede ser
Dios vuestro ese Dios à quien despreciais, y à quien
posponeis à todas las cosas quidquidin dilectionis lan
ce preponderat, Deus est: aquello que en la balanza del
amor pesa mas, eso es Dios. Podra ser que ese Dios
sea el Dios à quien temeis; pero no es ya aquel Dios
à quien servis y à quien amais : convengo en que sea
el Dios de vuestro entendimiento y de vuestra fés,
mas no es ciertamente ya el Dios de vuestro corazon
y de vuestras costumbres. Sea enhorabuena vuestro
Dios; pero si hemos de hacer juicio por vuestras
obras, no dais à entender que quisierais que no lo
fuese, ó que fuese un Dios que condescendiese con
vuestras malas inclinaciones, que no se opusiese à
Vuestra voluntad, que cumpliese todos vuestros de
seos 5, un Dios finalmente cuyo Dios fueseis vosotros?
Confieso que es vuestro Dios; pero un Dios à quien
vosotros anteponeis otro Dios. Luego no es vuestro
Dios, concluye San Agustin; porque aquel Dios que
la voluntad antepone à todas las cosas, ese es unica
mente el Dios à quien ella adora, pues todo bien mi
rado, ninguno otro puede ser nuestro verdadero Dios,
sino aquel que es Dios de nuestro corazon : quidquid
in dilecuionis lance praponderat, Deus est. Confieso que
- CS
I68. SE RM o N a 2

es vuestro Dios; mas entended, que si tuviese necesi-,


dad de vuestros obsequios y sacrificios, mejor le es-,
tuviera no serlo, supuesto que solo le teneis por vues
tro Dios para despreciarle, para ofenderle, para inju-.
riarle. Todavía direis le tenemos por nuestro Dios y
por tal le reconocemos: soy contento, y no quiero,
que sentencie otro juez la causa de Dios y la vues
tra, sino vosotros mismos. Supuesto pues que pro
testais y confesais que es vuestró Dios 3 luego no
tendreis un poderoso conocimiento de lo ilimitado de
su autoridad, de lo majestuoso de su ser, de los in
mensos beneficios de su amor, de lo profundo de su
santidad? Que pensais pues que es vuestro pecado si
no la mas injusta e injuriosa desobediencia en su natu-,
raleza; y si me permitis esta expresion , pues no ha-.
llo otra que explique con mas propiedad mi pen
samiento, la mas ignominiosa para Dios en sus cir
cunstancias, la mas aborrecible en su ingratitud , y
la mas sacrilega en sus atrevimientos y excesos. Pres
tame atencion, pecador 3 y ya que conoces à Dios,
conoce tambien tu pecado : arguam te ó statuamº
-
contra faciem tuam.
to. Es la desobediencia mas injuriosa en su naturale
za; porque es una sublevacion contra la autoridad
mas respetable y sacrosanta 3 ó por mejor decir con
tra la sola y unica autoridad que reyna en el mun
do. Entended, hermanos mios, y no se os olvide nun
ca, que ademas de esos señores de la tierra, ademas
de esos semidioses visibles que dominan tal vez con
tanta altanería y arrogancia, y cuya autoridad y
mandatos venerais tanto vosotros, y estais obligados
à venerar, no solo teneis un señor invisible, que
es el señor de los señores, y el Dios de los dioses; si
no que hablando propiamente solo teneis un Señor,
3.2 y
soBRE EL PECADO MORTAL. I 69
y solo un superior: unus Dominus. (1) Los Reyes en
sus tronos, los magistrados en sus consejos y audien--
cias, los padres en el recinto de sus familias no tie
nen mas poder que el que plugo à su Majestad co
municarles: non est enim potestas misi d Deo. (2) Ellos
por sí mismos nada son, ninguna autoridad tienen: so
lo son depositarios y ministros de la autoridad que
exercen: esta solo es propia de sus oficios, no de sus
personas; y en tanto son ellos Señores, porque Dios
es señor: unus Dominus. Ay, catolicos preciamonos
de desear en todo lo recto, lo justo: mostramonos
zelosos de conservar y mantener con todo empeño la
dependencia y subordinacion à los legitimos superio
res: nos estremecemos al reducir a la memoria aque
llos sucesos tragicos que tantas veces turbaron los
estados, alteraron y confundieron las familias; rebe
laron los subditos contra los principes; sublevaron los
pueblos contra los magistrados y las leyes; conjuran
dose los hijos contra sus padres, huyendo de un hi
jo discolo y rebelde el rey mas santo de Israel, quan
David se vió ultrajado y escarnecido por un vasallo
insolente: no perdonariamos à nuestra propia sangre
la atrocidad de una sedicion contra los principes y
señores naturales que le plugo al cielo darnos : y
ojala que este amor à la obediencia y sujecion, ori
gen de la paz y de la felicidad publica, reyne eter
namente en los corazones ojala que el monarca y el
pontifice, el sacerdocio y el imperio, el trono y el
altar encuentren siempre un pueblo docil, sumiso y
obediente Mas porqué nos olvidamos de esta justi
cia, de esta probidad , de esta equidad porqué de
Tom. IV, co:... . . . . ...Y , - , , , , sa
=
—-- - —
.

Ce 4, Vs 5. (2) Rom. Ce 13. v. • - - - - -

... .
17o SE RM o N

saparece este amor y deseo de lo recto solo quando


se trata de Dios Si es justo y debido obedecer à los
hombres que estan en lugar de Dios, no es sin com
paracion mas justo obedecer à Dios, cuyo lugar ocu
pan son acaso sus derechos menos sacrosantos, su
imperio y señorio menos natural y legitimo no
somos suyos antes de ser subditos de los principes de
la tierra no somos hombres antes de ser sus vasallos,
y todo hombre no nace indispensablemente sujeto al
imperio de Dios y no dexariamos de ser hombres
desde el punto mismo que nos hiciesemos indepen
dientes y el mismo Dios seria por ventura Dios, si
no fuese señor nuestro. Si vuestro entendimiento pues,
y vuestro corazon detestan y reprueban tan justamen
te al atrevido que desprecia en los principes un debil
destello de la autoridad suprema, con quanta mas
vehemencia y ardimiento deben prorrumpir y abo
minar contra la temeridad insolente que se atreve à
menospreciar esta autoridad, y esto en Dios en quien
ella reside con toda su plenitud y majestadº Arguama
te, ó statuam contra faciem tuam. -

Es la desobediencia mas injuriosa, y en cierto


modo la mas ignominiosa para Dios en sus circuns
tancias. Porque quiénes son, y qué vienen à ser los
que se rebelan contra Dios Son unos Grandes, idola
tras de sus prerogativas y preeminencias , engreidos
con su grandeza, defensores acerrimos de sus dere
chos, puntillosos en materia de autoridad, inexora
bles en exigir todas las condescendencias, todos los
rendimientos, todos los obsequios debidos à su cali
dad, ö al puesto que ocupan , que ni saben olvidar,
ni permitir que se olviden los respetos que se les deben,
ò los que se imaginan que se les deben unos Gran
des, que no perdonarian à quienes por
- -
adversº OS
SOBRE EL PECADO MORTAL, 171
los tratasen como ellos tratan à Dios. Quiénes son los
que se rebelan contra Dios? Son unos hombres sober.
bios y poco sufridos, que de todo se indignan, que con
nada se aplacan. Por una chanza indiscreta, por una
palabra mal mirada, qué alborotos no mueven , qué
tempestades no levantan Sin mas grave causa se ex
citan odios interminables que suelen heredarse de pa
dres en hijos, y sobreviven muchos siglos à sus pri
meros concitadores: y se fraguan deseos de venganza
que no suelen aquietarse sino con la vida del que hizo
el agravio, ô con la del que le recibio. Qué dolor, si
fuera capaz de él, para nuestro Dios! al ver por una
parte unos hombres tan poco sufridos de la menor in
juria, y que por otra le ofenden à él por qualquier
antojo al verlos hacer tanta estimacion de sí mismos,
y tenerle à él tan en poco, olvidandose del mismo
modo de que ellos son hombres, y de que él es Dios!
Quiénes son los que se rebelan contra Dios? Unos
hombres que reducidos por su baxo nacimiento , ô
por la adversa fortuna à la mas humilde y miserable
condicion , son reputados , y ellos mismos se repu
tan à sí propios, como el desecho y la escoria del
mundo; que se estremecen al considerar la distancia
que media entre sí, y los demas hombres ; que no
teniendo mas recurso para vengarse del poco caso
que hace el mundo de ellos que infructuosas mur
muraciones, se horrorizarian solo con pensar en su
blevarse contra la autoridad de quien los subyuga:
unos hombres que apenas el mundo soberbio cuenta
en el numero de los hombres, y que siendo inferiores
à todo, tienen el atrevimiento de anteponerse à Dios,
como para recompensarse de los desprecios que ex
perimentan en castigo del desprecio que hacen de su
Magestad. Quiénes son finalmente los que se rebelan
- Y2 COIlº
* ----- -. - - º

s r

172 SE RM o N

contra Dios unos hombres que en qualquiera estado y


condicion que los haya puesto la providencia, siem
pre estan llenos de respetos y atenciones con los de
mas hombres, y que adoran y veneran servilmente
las mas estravagantes ideas, y los antojos mas capri
chosos de los demas hombres. Si habla el mundo, no
hay interes que no se sacrifique, ni pasion que no se
reprima, ni virtud que no se afecte, ni vicio cuyo
exterior no se adopte sin la menor verguenza: de mo
do que por complacer al idolo del mundo, llegara el
hombre a desagradarse à sí mismo; y por cumplir
le sus deseos, no dudara de negarse aquello que él
mismo mas apetece. Pero hable l)ios; y entonces la
pereza nos entorpece, el amor propio nos aprisiona,
los deleites nos arrastran, el corazon se resiste y re
bela, el yugo de la dependencia y sujecion se nos
hace mas pesado e intolerable : y en vano intentaria
mos disculparnos con la fuerza y violencia del apetito;
pues ese Señor que todo lo tiene presente , sabe y
ve que esa pasion que ponderamos de tan vehemen
te, la sabriamos reprimir, si el mundo lo mandase.
Sí pecador: si no obstante ese ardor infernal que di
ces que te abrasa, y que te saca de tino, supieras ô
entendieras que habia de ver patentemente el mun
do esa pasion amorosa que tratas en secreto, como lo
ve Dios; que te habia de deshonrar y perder para
con el mundo, como te pierde y te deshonra para
con Dios: si penetrase tanto la vista del mundo,
como la de Dios, y como el viese todas las traicio
nes y vilezas que cometes por satisfacer tu ambicion:
si estuvieras tan cierto de perder la fortuna, como lo
estas de perder tu salvacion por esas tramas iniquas
que urdes ocultamente, y por esa disimulada injusti
cia que maquinas: si con esas conversaciones que estan
ICS
soBRE EL PECADo MoRTAL. 173
respirando impiedad e irreligion estuvieras tan cierto
de perder la correspondencia y aficion de ese objeto
en quien idolatras, como lo estas de perder à Dios,
vieramos que de repente se amortiguaba al ardor de
esa pasion, y que dominados tus apetitos, hacias por
el mundo el sacrificio que rehusas hacer por Dios.
Con que si cumples con tu pasion y antojo es por
que solo ofendes à Dios con ella, y si pecas es por
que solo pecas contra Dios, ni aventuras, ni pierdes
sino à Dios: con que si pecas, es porque pecando no
quebrantas sino la ley de Dios, ni te remuerde otra
traicion sino la que cometes contra l)ios, ni concul
cas otra sangre sino la de Dios, ni temes otros casti
gos sino los de Dios. En una palabra, añade el Profe
ta, solo os desvergonzais contra Dios, y al agravio
horrible que le haceis en despreciarle, añadis el bal
don de despreciarle à él solo: arguam te, ó statuam
contra faciem tuam.
Es la desobediencia mas odiosa en su ingratitud.
Quien es Dios, pregunta el pecador, para que yo re
prima por él mis inclinaciones y apetitos Quis est
omnipotens, ut serviamus ei. (1) No quiero decir ya
que es aquel Dios poderoso, aquel Dios terrible, aquel
Dios cuyo imperio y jurisdiccion se estiende y com
prehende quanto existe, y quanto no existe: solamen
te dire que es un Dios amoroso y compasivo, un
Dios liberal y benefico; pero olvidaos, si os place,
que es vuestro señor y juez, y acordaos solamen
te de que es vuestro padre, aquel padre digo que os
ha dado esa sangre que corre en vuestras venas; esa
alma, imagen nobilisima de la divinidad; ese espiri
tu, que siendo mas capaz y mas vasto que el uni
- Ver

(*) Job c. 21. v. 15,


174 .. SE RM o N e:

verso, discurre con una sola ojeada por la inmensa


distancia que hay entre el cielo y la tierra: ese cora
zon que dexa en algun modo de ser corazon estrecho
y apocado de hombre desde el punto que se levanta à
Dios, que ama à Dios, que por su amor hace obras
à mayor honra y gloria suya: y que para usar de la
expresion de la Sagrada Escritura, hace las delicias de
su Dios: delicia mea es se cum filiis hominum. (1) El es
pues vuestro padre: qué nombre tan apetecible para
su amor! no anhela él por cierto por otro nombre:
y supuesto que él os ama, le amais vosotros tam
bien O qué dia tan amargo para su corazon aquel
en que solo experimentáre en el vuestro frialdad e
indiferencia! Pero qué digo indiferencia y frialdad !
No encuentra por cierto en él sino olvido y desprecio,
desvio y deslealtad. Es posible, ingrato, que no ha
podido merecer su amor tu correspondencia y grati
tud tuviste valor para anteponer à este Dios tan
amable, à este padre tan tierno el vil interes de una
ganancia caduca, la vana brillantez de una honra
perecedera, el transitorio embeleso de un vergonzo
so deleyte? Fecisti mala, c3 potuisti. (2) Pero no te
has contentado con no corresponder a sus beneficios;
sino que has tenido el atrevimiento de convertirlos
contra su divina Majestad, como para vengarte de
lo mucho que te ha amado. Tuviste valor para servir
te de la autoridad que lograbas en el mundo por tu
calidad, por tus dignidades, por tus talentos, por tus
riquezas, por tu opinion, para abrir caminos mas
espaciosos y anchos al desenfreno de tus pasiones, pa
ra injuriar mas impunemente à tu Dios, desautori
* Zan

(1) Proverb. c. 8. v. 3 r. (2) Jeremias c. 3. v. .».


SOBRE EL PECADO MORTAL, 175.
zando su santo Evangelio, pervirtiendo las almas de
tus proximos, destilando en ellas la ponzoña de tus
vicios, y de los delirios de tu impiedad fecisti mala
có potuisti. Tuviste valor para hacer que las gracias
de la hermosura y el verdor de la juventud sirviesen
de tizon al demonio de la sensualidad para encender
en corazones puros y castos el fuego de una pasion
vergonzosa: fecisti mala ó potuisti. Esa hermosura,
esas gracias, esa juventud, esos talentos, esa salud,
esa nobleza, esa fortuna, todo era don y regalo de
su amor, y todo lo has convertido en instrumento de
tu ingratitud: pagaste los mas insignes beneficios con
las mayores maldades: el hijo mas tiernamente ama
do ha procedido con mayor desagradecimiento, y las
atrocidades del pueblo predilecto han excedido las
abominaciones de las naciones gentilicas. O genero
sidad, ô bondad de corazon, ö afectos de una alma
noble y amante O agradecimiento, virtud tan de
cantada entre los hombres ! tu eres la primera que
te retiras y faltas en la ocasion; pero la ultima de
cuyas apariencias quieren despojarse los hombres! Re
suelvense estos à ser ingratos; pero cautelanse para
no parecerlo, . . alegan imposibilidades supuestas; ma
nifiestan afectadamente mayores deseos de servir,
quantos menos servicios hacen, declarando con la
lengua lo que no tienen en el corazon. Llegan tal vez,
usando de una precaucion que prueba quanto temen
la opinion de ingratos los mismos que temen menos ser
lo: llegan, repito à ponderar gustosos, o à inventar de
sabrimientos y ocasiones de disgusto para figurar
se con alguna razon y derecho de olvidar los be
neficios recibidos , y quando no tienen pretexto al
guno con que cohonestar su ingratitud , el mismo
respeto humano compele al corazon mas duro e insen
¿ siº
176 SE R M o N

sible à mostrarse agradecido: tan persuadidos viven


que el desagradecimiento trae consigo un caracter
de vileza, de ruindad y de deshonra, que el mun
do mas pervertido no perdona, ese mundo que en
salza por otra parte con tantos elogios todos los de
mas vicios. Ahora pues: la ingratitud solo es repre
hensible y torpe quando se comete contra otro hom
bre?. y han de ser solo los beneficios dívinos los que
no merezcan agradecimiento? O santos cielos! Qué
frenesi, qué oprobrio, qué ignominia es esta del peca
dor él se disimula, y muchas veces se complace en
guardar con Dios una conducta, que se avergonza
ria de guardarla con los hombres: arguam te, ó sta
tuam contra faciem tuam.
Desobediencia finalmenne la mas impia y execra
ble en sus maldades. Todo pecado, dice San Bernar
do, injuria alguno de los atributos de Dios: singuli
illiciti motus sunt quedam in te, Deus, convicia. La.
ira agravia su mansedumbre, la mentira su verdad,
el odio su amor, la sensualidad su pureza: iracundiae.
motus in mansuetudinem. Como en Dios no hay per
feccion que no se oponga à algun vicio, tampoco hay
vicio que no se oponga a alguna de sus adorables per
fecciones : y ahora aviado yo que no hay pecado
que no ofenda casi todas sus perfecciones divinas,
Ofende su grandeza no queriendo reconocerla 3 su
autoridad rehusando sujetarse à su yugo 3 su santi
dad ultrajandola; su gracía reprehendiendola; sus
promesas renunciandolas; su amor despreciandoles
su justicia insultandola, y especialmente su miseri
cordia, aquella misericordia, en que confiado vaº
namente el pecador, comete el pecado, vive de
asiento en el pecado, y se obstina y endurece en el
pecado.
SOBRE EL PECADO MORTAL, 177
Y si es tanta la enormidad de todo pecado , qué
diremos de tantos que ofenden à Dios todavia mas
directamente, pecados sin embargo comunisimos en
nuestro miserable siglo Pecados de escandalo que
ofenden a Dios, y que enseñan à ofenderle; pecados
de conversaciones impias , de maximas mundanas,
que realzan y sazonan el vicio con nuevos atractivos,
desnudandole de su natural verguenza e infamia;
pecados de sacrilegas burlas e ironias, de zumbas
impias con que ridiculizando la devocion, gracejais
de los que hacen profesion de devotos, infundiendo
tal vez hasta en las almas virtuosas miedo à la opi
nion de tales, y apartando del deseo de agradar à
Dios à los que no tienen todavia valor para esponerse
à desagradar al mundo; pecados de malos consejos,
de persuasiones diabolicas para acabar de precipitar
una alma dudosa todavia y vacilante, para alentar à,
la culpa à una alma temerosa todavia e irresoluta; pe
cados de murmuraciones, de calumnias, de chismes
que infelizmente fecundos abortan otros mil pecados;
pecados de destemplanzas y torpezas, donde la ver
guenza perece, la razon se anega, el espiritu se en
torpece, se embota, se debilita, no dexando apenas
traslucirse en el hombre de mayor entendimiento si—,
no tales quales residuos y vestigios de hombre; pe
cados de hipocresia entre tantos impostores y em
busteros, que ocultando al principio la fealdad de
sus vicios con el trage aparente de la virtud, deshon
ran despues la virtud con el escandalo de sus vicios;
pecados de libertinage y de doctrina pestilente en tan
tos decantados Filosofos modernos, que confederados
Por satisfacer sus pasiones para consumar la obra del
principe de las tinieblas, trabajan sin cesar en aniqui
lar en los demas la religion qué no. siempre llegan à
- Tom. IV. Z.
r
- des
178 - SE RM o N

destruir y à aniquilar en sí mismos; pecados de pro


fanacion en tantas almas insolentes que vienen à in
sultar à Dios hasta en su propia casa, vendiendo al
infierno con sus sacrilegios la sangre de Jesu-Christo;
pecados de una conciencia erronea y de afectada ig
norancia, quando para libertarse de los terrores de
la vida futura, se toma la resolucion de confundir y
obscurecer la ley que se quiere quebrantar, de aco
modar el Evangelio à sus propios deseos, y de tener
cautiva la verdad en la injusticia; pecados cometidos
contra los llamamientos reiterados de la gracia, con
tra las mas abundantes luces de la fé, contra los re
mordimientos mas implacables de la conciencia; pe
cados de costumbre, con que se familiariza el pecador,
aumentandolos , y no cesando de multiplicarlos;
pecados en que se vive de asiento con grande compla
cencia, y cuyas ocasiones de cometerlos se solicitan
con mayor anhelo y desvelo, que pudiera tener el
alma mas devota y timorata en evitarlos 3 pecados
à que se arroja el hombre à pesar de las repugnan
cias, de las quexas, de los clamores y voces de su
propio corazon 3 ó por mejor decir, pecados que el
nuevo corazon que à fuerza de iniquidades ha llega
do à criar el pecador, arranca à aquel corazon do
tado de rectitud y modestia que le habia formado
y criado Dios. -

Y si todos estos pecados en qualquiera pecador


son tan enormes, qué serán en esos pecadores tan
calificados por sus dignidades, por su opinion, por
su autoridad, à quienes los demás tienen tanto interes
de complacer, y à quienes con tanta dificultad se
complace sin imitarlos y en esos hombres tan
cientificos, tan acreditados, y dotados de tantos talen
tos, que no pecan, ö apenas pueden pecar solos
... Qué
SOBRE EL PECADO MORTAL • 179
Oué seran en los padres y madres de familias, cu
yos malos y viciosos exemplos siempre constituyen
una parte de la herencia que trasladan à sus hijos,
herencia que por lo regular es la mas permanente,
la menos expuesta à accidentes que la menoscaben, y
la mas dificil de perder Qué serán en unos chris
tianos que para haber de pecar es preciso que fal
ten à tantas piadosas obligaciones, que violen tan
tos juramentos, que olviden tantos beneficios, que
se cieguen à tantas luces, que desprecien tantas gra
cias, que venzan tantas resistencias Qué seran en
unos christianos, que no pueden abrigar en su cora
zon el pecado sin profanar el templo vivo de Dios,
sin contaminar el santuario del Espiritu divino, sin
introducir la abominacion de la desolacion en el lu
gar santo, sin juntar por medio de un monstruoso y
sacrilego enlace el caracter infame de pecador con
el sagrado caracter de christiano, el sello de repro
bacion con el de adopcion, la ponzoña de la iniqui
dad con la sangre de Jesu-Christo ? Qué seran en
esos hombres, à quienes la santidad de su estado y la
augusta majestad del tremendo ministerio que exer
cen, apenas les permite ser hombres todavia? Pero
suspendo aqui el discurso; pues quanto pudiera ex
cogitar y añadir, no bastaria à daros una idea sufi
ciente de quan grave injuria hace a Dios el pecado:
solo este Señor lo conoce, al qual asi como la culpa le
ofende infinitamente, asi infinitamente le provoca. Con
que si consideramos lo que sucede en el corazon del
hombre quando se arroja à cometer un pecado, no hay
duda sino que el pecado hace à Dios el mas injurio
soultraje: ahora añado que si consideramos lo que
sucede en el corazon de Dios respecto del hombre
que se atreve à cometer la culpa, no hay duda si
- Z2 11O
I8o. SE R M o N

no que Díos se indigna infinitamente de la injuría


que la culpa le hace. Asunto de la segunda reflexion.
r 4.

PA R TE SEGUNDA.

DºS error no solo comunisimo, sino muy perju


dicial al hombre el que corre el dia de hoy
pensar que mira Dios casi con indiferencia las que
se llaman humanas fragilidades. Es repito un error
comun que se propaga en los entendimientos à be
neficio de las pasiones que tienen tanto interes en
acreditarle; y de la misma grandeza de Dios, que
aumentando la enormidad y malicia del pecado, se
promete sin embargo el hombre de ella y espera la
impunidad de sus delitos. No es decente, decis, ní
decoroso que se envilezca y degrade tanto la majes
tad Suprema de Dios, que descienda à contar nues
tros pasos, y à informarse menudamente de nuestras
acciones ; porque siendo como es, infinitamente su
perior à nosotros, y habitando siempre entre luces
y resplandores inaccesibles, no pueden añadir nada
à su gradeza nuestros rendimientos y nuestro culto;
ni empañar ni obscurecer su gloria nuestras iniqui
dades: y viviendo siempre como vive en el centro
de las mas puras delicias, nada pierde ni se menos
caba quando nosotros nos apartamos de su majestad,
ni menos gana algo quando nos volvemos à él. Error
asimismo perjudicial al hombre à quien conserva en
el cieno del pecado, y à quien habitua y habilita
para franquear su corazon à los ponzoñosos halagos
de las pasiones, quitandole el temor de un Dios
vengador del pecado: error que destruiria todos los
fundamentos de nuestra sagrada Religion; y error
por consiguiente que no cabe ni puede tener lugarº
- Si
socRE EL PECADO MORTAL. I81

sino en quien ha perdido, ô quiere perder la fé


Porque no ignorais vosotros que todo el fundamen
to y creencia del Evangelio estriba en el principio
del aborrecimiento de Dios contra el pecado. De
aqui resulta, y en consequencia de esta verdad, la
necesidad de un Dios mediador para reconciliar al
pecador y à Dios ofendido por el pecado 3 de un
Dios Salvador, de un Dios Redentor para aplacar
con su sangre la colera de un Dios irritado por la
culpa; de un Dios santificador para defender y for
talecer de los asaltos del pecado con los mas pode
rosos influxos de su gracia el corazon humano, que
por lo viciado y corrompido de su origen quedo tan
flaco y tan fragil: de suerte que no parece que se esta
blecio nuestra Religion con todos sus misterios, con
todos sus preceptos, con todas sus gracias, con to
dos sus premios y con todos sus castigos sino para
revelarnos y darnos noticia de un Dios enemigo del
pecado , y un Dios infinitamente irritado por la
culpa. - - -

Error que procede de la ignorancia afectada de


Dios y de sus perfecciones infinitas. La mas noble y
sublime idea, dice San Ambrosio, que podemos for
mar de Dios, es la de su santidad, porque las de
más perfecciones no solamente no lo serian sin la
santidad, sino que podrian llegar à ser vicios. Si
quitais la santidad, la misma potencia humana po
drá muy bien degenerar y ser solamente tirania y
violencia; la prudencia, lentitud y miedo, artificio
y disimulo 3 el amor, apetito ciego y desenfreno de
los deseos; la afabilidad, desidia e indolencia, la jus
ticia, rigor y severidad extremada. Un Dios que no
fuese santo, seria menos digno de este nombre ado
rable, que un hombre Virtuoso; de suerte que
-º CO)
182 - SE RM o N

con razon, dice San Agustin, anteponian los Es


toycos su Sabio à los mismos Dioses, à un Jupiter
incestuoso, à una Venus adultera. Si alguna perfec
cion pues está mas intimamente unida y conexa con
la esencia de la divinidad, segun podemos nosotros
llegarlo a comprehender, es la santidad. Qué es
pues santidad, sino amor al bien y odio al pecado?
Por esto, Dios nuestro Señor (que es quien solo sa
be en qué consiste la verdadera grandeza) la cons
tituye principalmente en el aborrecimiento del pe
cado, dice San Ambrosio : nunca es mas Dios,
si me es licito explicarme asi, ô nunca lo parece
mas, que por el aborrecimiento al pecado: y por
eso el pecado no le despoja ni priva de nada por
que es Dios; y por quanto es Dios, no puede tolerar
el desorden y deformidad que encierra en sí el pe
cado: y asi como las leyes aplican todo su rigor, y el
principe descarga todas sus iras sobre el rebelde, aun
que sus proyectos, y sus maquinas sean descubiertas
al principio, y sus conjuraciones no surtan ni lle
guen à efecto, asi la fragilidad y flaqueza del pecador
no disculpa el pecado en el tribunal de Dios.
Sufrid ahora, vosotros defensores famosos, apos
toles celeberrimos de las pasiones, que sobre una ma
teria de que depende la integridad, ô destruccion de
las costumbres imite mi zelo el ardor del vuestro. Ha-.
beis considerado alguna vez las horrendas consequen
cias de vuestros sistemas? No Veis que si por ser Dios
una cosa tan alta y tan sublime no se digna mirar ni
castigar los pecados, es por otra parte tan justo que
no puede desentenderse de la virtud, y de premiar
la? Pero lo que yo entiendo en este caso es que na
da os va en que la virtud, de quien huis à toda
prisa, carezca de esperanza, con tal que el vicio
- - CIl
SOBRE EL PECADO MORTAL, 183
en quien idolatrais, triunfe y prevalezca sin miedo:
que os va poco en que se propague y cunda por el
mundo esa monstruosa corrupcion de costumbres, con
tal que las pasiones, en cuyo favor levantais el estan
darte de la disolucion y de la impunidad, os aplau
dan, y que el infierno por los elogios con que incien
sa vuestra vanidad, os remunere los servicios que le
hace vuestra impiedad. Habeis considerado bien la
quimerica deidad que substituis en lugar del verda
dero Dios? La idolatria, si bien procediendo con una
inconsequencia que si degradaba el entendimiento de
sus adoradores, honraba en algun modo su corazon,
admitia y adoraba unos dioses, que al mismo tiem
po que eran exemplares del vicio, le castigaban ; pe
ro vosotros incurriendo en otra consequencia, no me
nos repugnante à la razon, y que manifesta quanto
interesa vuestro corazon en la impunidad del vicio,
enseñais y predicais un Dios, que siendo pura san
tidad, quereis que su mano no se abra para remu
nerar la virtud, y que sus iras respeten y halaguen
las insolentes atrocidades de la culpa. Querriais voso
tros para el gobierno de los imperios y de los tribuna
les unos Reyes y unos magistrados semejantes al Dios
que os figurais Querriais que su negligencia no repri
miese con ningunas penas el torrente impetuoso de las
concupiscencias humanas ? Yo veo en conclusion que
vosotros , para seguridad de vuestra vida , y de
Vuestras haciendas deseais que los que mandan en el
mundo, sean unos semidioses, cuyos penetrantes
ojos velen y descubran los intentos iniquos de los
hombres; y para la paz y tranquilidad de vuestras
Pasiones, deseais que el Dios que reyna en el cielo
sea un ente sin poder y nimiamente condescendiente,
que no salga jamas ni se sacuda del letargo de su in
- do
184 ... SE R M o N , a
dolencia. Entended pues, que si íntentais haceros el
objeto de execracion de quantos hombres de enten
dimiento y de verguenza han quedado en el mun
do, no podiais conseguirlo mas plenamente que in
curriendo en una contradiccion tan manifiesta en
tre deseos y deseos, y entre raciocinios y raciocinios:
contradiccion, que descubre las hondas raices que
ha echado el vicio en vuestras almas; y que nosotros
vemos patentemente y vosotros no ; porque en fuer
za de las pasiones que os esclavizan , os llegais à per-,
suadir que ese sistema de disolucion y de impunidad
es un sistema de adoracion perpetua que prestais à la
divinidad, cuya majestad y felicidad degradaria ô.
perturbaria el distribuir beneficios para premiar la
virtud; el descargar castigos para pena de los de
litos: luego segun este ciego y errado dictamen.
ignorais vosotros que este Dios supremo con una
sencilla mirada lo resgistra y lo ve todo, y que con
un solo deseo lo puede remunerar y castigar todo:
ignorais quiero decir que Dios es Dios.
Id ahora, y haced jactancioso alarde de ser los
doctores y defensores de la grandeza infinita del al
tisimo, doctores y maestros, es à saber de lo que na
die ignora, y defensores de lo que nadie persigue
Pensais que no sabe todo christiano que no tienen lu
gar en el corazon de Dios las pasiones humanas: que
los terminos de pesar, arrepentimiento, ira, indig
nacion, venganza, solamente los usa el Espiritu Santo
para dar a los hombres alguna idea de la santidad
de Dios, de la fealdad del pecado, de los terribles
castigos que amenazan al pecador Pensais ignora él
que asi como es cierto que el Dios à quien adoramos,
no es un Dios que se desentiende de la virtud y del
vicio, asi tampoco es un Dios que remunera, porquº
- COA
SOBRE EL PECADO MORTAL. 185
con la virtud del justo crezca su grandeza y feli
cidad ; que ni tampoco castiga porque le irrite, le
degrade, ô le perturbe el pecado; sino que solamen
te premia porque es bueno y fiel en sus promesas, y
por eso castiga porque es santo y justo? -

-. Qualquiera humilde rustico es tan filosofo como


vosotros, y como tal sabe tanto como vosotros de
la grandeza infinita de Dios; pero como mas filoso
fo que vosotros, sabe de la infinita grandeza de
Dios lo que vosotros ignorais : sabe que supuesto
que es (como realmente lo es) grandeza infinita, ya
no excluye genero alguno de grandeza ; y que por
consiguiente no solo es grandeza de justicia y de san
tidad, sino grandeza tambien de poder y de miseri
cordia; y que ultimamente un Dios que solo fuese
grande con una grandeza de poder y bondad para pre
miar la virtud, pero que excluyese la grandeza de
autoridad y de equidad tremenda para castigar el vi
cio, no seria grande con una grandeza infinita, ni se
ria verdadero Dios.
Pero no nos empeñemos mas en seguir à los de
fensores de la concupiscencia humana por el laberin
to y calles intrincadas de sus sofismas: oigamos la
voz de la religíon que nos conduce y franquea el co
razon de Dios: ella nos habla con la autoridad de unos
hechos que introducen la luz y el convencimiento en
lo mas intimo del alma. - -

- Qué concepto hace Dios del pecado, y que sen


timientos y comocion siente su corazon à la vista del
pecado Permitidme, Señor, que diga, que quan
to mas pienso en vos, menos os comprehendo. , ,
Llenas estan las Sagradas Escrituras de las expre
siones de un Dios que no piensa sobre su pueblo
sino pensamientos de paz y de misericordia. Ya nos
Tom. IV. Aa le
I86 SE RM o N.
le representan como un esposo amabilisimo, y como
un fidelisimo amigo: ya como un pastor el mas zelo
so y vigilante : ya como un padre misericordioso que
baña con lagrimas de amor y de gozo al hijo prodi
go, que estimulado de la hambre vuelve à casa de
su padre, cuya ingratitud solo reprehende colman
dole de nuevos beneficios: ya como una madre so
licita en enjugar las lagrimas, y en cumplir los de
seos del hijuelo que pende de sus pechos, y que to
da su vida la cifra en el gusto de amarle y de ser ama
da de ella. Pero qué mudanza es esta que observo! Ya
no se me representa sino un Dios armado de rayos,
fulminando iras: brama su colera à manera de true
no, suena de un cabo al otro del mundo una voz
terrible y espantosa de indignacion y de furor: el cie
lo se hace sordo y de bronce para los hombres: Dios
no se enternece por sus suspiros; antes se endurece
mas con sus lagrimas, e insulta sus miserias. Qué se
hizo aquel amigo, aquel esposo, aquel padre º ya no
ha quedado sino un señor riguroso, un juez inexo
rable, un leon que desea beber la sangre à sus ene
migos y hartarse de sus carnes: todas son frases de la
Escritura. -

No os asombre, dice ahora el Profeta, espectacu


lo y mudanza tan inopinada. No veis que el pecado
entró en el corazon del hombre? Basta pues esto pa
ra mudar el corazon de Dios: quoniam non Deus vo
lens iniquitatem tu es, neque habitabit juxta te mali
gnus. (1) Hay entre Dios y el pecado una oposicion in
finita; y asi donde quiera que este Señor descubra el
caracter, el sello, y la estampa del pecado, se apre
- - - -- Su
—-a-

-
() Psalm. s. v. . . .
soBRE EL PECADo MoRTAL. 187
sura à descargar el trueno de su ira para desvanecer
y destruir hasta los menores vestigios y resabios de
la iniquidad ; y si dilata el castigo , es para hacerle
mas estrepitoso y exemplar 3 odisti omnes qui operan
tur, iniquitarem ; perdes omnes qui, loquuntur menda
tium. (1) º - 2 - ---, .
Vos, Señor, reducireis à polvo al hombre inso
lente que se subleve contra vos; vos aniquilareis esos
vasos de oprobrio y de ignominia: ya que vuestra
misericordia no ha sido, suficiente para reprimir el
torrente de sus maldades, pronto descargara sus iras
vuestra indignacion: y quién podra detener el im
petu de vuestras venganzas ? No seran por cierto los
dones de naturaleza y de gracia: porque obra eran los
Angeles de la mano del Criador, y obra las mas ad
mirable y perfecta, y en el mismo, instante en que
pecan son reprobados: su ira impetuosa y formida
ble, despeñada en su primer furor no les da lugar
ni para cometer segundo pecado , ni para arrepentir
se, ni para repetir, ni para llorar y expiar su deso
bediencia: y mas quiere, por explicarme asi, yer
mar y despoblar el cielo, que dexar en él vestigios,
ni memoria de pecado: odisti: , perdes. Ni los altos
oficios y supremas dignidades. Ved à un Manases,
cargado de cadenas, hundido en un tenebroso calabozo;
al primer Rey de Israel reducido à la triste necesidad
de desear la muerte como termino y unico remedio
de sus calamidades; à un Nabucodonosor ahuyenta
do de la corte y del trato humano; à un Baltasar,
à un Sedecias, à un Jehu, y à tantos otros delin
quentes principes que se vieron condenados à negar
- - , , , ... Aa 2 COl
a —
====
===

(1) Ibid. v. 7. o o o
- --
-, º ---
-A A--- e= -

188 .m., SE RM o N º a no a
con su propia sangre el trono donde se sentaron: ar,
gumentos evidentes de que el resplandor de la pur
pura y de la diadema no deslumbra los divinos ojos
para que no vean las feas manchas de la culpa, y que
los pecados de los grandes, cuyo funesto cancer con
tagia y se comunica por lo comun à los pecados del
pueblo, son en algun modo semejantes à aquellos en
cumbrados montes que parece convidan y atraen los
rayos de quien son mas frequentemente heridos : odis
ti: perdes. Ni las virtudes que antes de la culpa ad
quirio el pecador. Justos fueron por el discurso de
muchos años un David , un Ezequias. Pero lue
go que pecaron, no sobrevivio su prosperidad à su
inocencia. Ni la muchedumbre de los malos. Las ciu
dades abrasadas, las provincias destruidas, los rey
nos aniquilados, las naciones dispersas y perdidas,
la tierra anegada y yerma: conoced por aqui como
la multitud de pecadores no sirve delante de Dios,
sino para acrecentar el numero de victimas que su
majestad sacrifica en desahogo del aborrecimiento que
tiene al pecado. Ni la vejez decrepita, ni la juven
tud fragil. Vemos que tanto carga la mano en el cas
tigo de los muchachos que escarnecieron al profeta,
como sobre los viejos que calumniaronla honestidad de
Susana: odisti: perdes. Ni la santidad del altar, ni
la sangre de las victimas, ni el incienso que humea,
ni siempre tampoco la abundancia de lagrimas. An
tioco envia al cielo encendidos suspiros , gemidos
profundos, y Antioco reprobo no es oido: llora
Saul su desobediencia : llora tambien Samuel con
Saul y por Saul; y sin embargo de las lagrimas del
Profeta, Dios castiga el pecado del monarca: cae
muerto Gza en presencia del Arca; Heli en el atrio
del Templo; Heliodoro junto al Altars
- ,
sava rae
soBRE EL PECADO MORTAL. 189
rael prevaricador riega con sus lagrimas la casa donde
esta colocada el Arca del Testamento y donde reside
la majestad del Altisimo: que no hallara en ella ni
experimentara las misericordias del l)ios de sus Pa
dres. Israel apresurara con sus destruccion
maldades la
del Templo; pero la santidad del Templo no defen
dera à Israel contra sus maldades. Dexose finalmente
ver un Hombre-Dios con la apariencia de pecador: qui
so salir fiador del pecado de que solo tenia la sombra;
y sin embargo de las prerogativas de su divinidad,
se vio este Hombre-Dios plagado de dolores, anega
do en lagrimas: hecho el objeto de la ira y de la
venganza; un Hombre-Dios desconocido, negado en
algun modo: maldito y anatematizado como se expli
ea el Apostol : factus maledicium. (1) Un Hombre
Dios en fin que no fue respetado y mirado como Dios,
sino despues que lavó y borró con su sangre el sello
y la estampa del pecado; pues hasta entonces, sin em
bargo de ser Dios, fue tratado como los demas pe
cadores. Asi pues como la ira divina persiguio el pe
cado hasta en un Hombre-Dios en quien solo se ha
llaba la apariencia y la sombra del pecado; asi la
misma ira divina persigue el pecado hasta en los hi
jos de los pecadores. La inobediencia del primer Rey
de Israel abre un abismo donde vendra à precipitar
se su desventurada descendencia: y ni las virtudes, ni
la inocencia de Jonatas, ni el amor del pueblo, ní
los ruegos, ni las lagrimas de David seran suficientes
para libertar al hijo de Israel; porque está resuelto
que sirva de exemplar al mundo para que sepan los
hijos que de las iniquidades de los padres deben temer
mu
- . - - - - - - -
- -

(1) Ad Gal. c. 3. v. 14. ... . « , -


, , , ,
-
-
--
, , º
I9o SE R M o N

muchas desgracias. Las prevaricaciones de Salomon


despojan à Roboam de la mayor parte de su reyno.
Los hijos de Acab son trasladados casi sin intermi
sion de la cuna al sepulcro: perdamque omnem domum
Achab. (1) Samuel intima al sumo Sacerdote Heli es
ta terrible sentencia: pars magna domus tue morietur
cum ad virilem etatem venerit... Apenas naceran tus hi
jos quando ya espiren: solo tendras el gusto de verlos
crecidos para experimentar mas cruel el sentimiento
de verlos morir en la flor y vigor de su edad: y solo
durara tu descendencia para perpetua memoria de las
venganzas del Señor: pars magna domus tua morietur
cum ad virilem etatem venerit. La ira divina persigue
el pecado hasta en los amigos del pecador. Apenas el
ardiente zelo del Santo Rey Josaphat pudo libertar
le de la indignacion del Señor, que merecia por haber
se confederado con un Rey prevaricador: impio prebes
auxilium, «3 his qui oderant Dominum amicitia jungeris;
c5- idcirco iram quidem Domini merebaris. (2) Persigue
le tambien hasta en aquellos que viven, en compañia
del pecador. Un Achan que se halla en un exercito
basta para darle en presa al enemigo vencedor. Un
Jonas embarcado basta para alterar los vientos, y
embravecer las olas. Persiguele finalmente hasta en
aquellas cosas que han servido al pecador. La tierra
por haberle sufrido y sustentado; y el sol y los astros
por haberle alumbrado con sus luces caeran al fin de
los siglos, y seran oprimidos con el grave peso de
la indignacion del cielo: Cali ardentes solventur, ó.
elementa ignis ardore tabescent. (3) Encenderase un fue
go

() 4. Lib. Reg; c. 9. v. 8 (-) 2. Paralip. c. s. v. 2. -


(3) 2. Ep- 5. Petro 3. v. 13. .. . .. . . . . . )
soBRE EL PECADO MORTAL. I9 I

go vengador que purifique el universo, y consuma


la tierra contaminada con nuestras abominaciones:
odisti: perdes. Este es pues aquel Dios que os parece
tan insensible à la ofensa del pecado! Vedle manifes
tando al pecado un aborrecimiento y horror que na
da es suficiente à mitigarle : vedle ocupado desde el
principio del mundo en hacer manifiestas demos
traciones del odio que profesa al pecado Direlo fi
nalmente Todas las historias del mundo contienen
exemplos claros y repetidos de sus venganzas: de
aquellas venganzas terribles, por las que con tanta
razon exclamó el Profeta: terrible eres, Señor , y
quien se resistira contra tí tu terribilis es, ó quis re
sistet tibiº (1) -

No espereis que revolviendo las Sagradas Escritu


ras os manifieste sucesivamente asolados los imperios;
destruidas las mas florecientes monarquias, quedando
apenas memoria de su pasada grandeza; abriendo sus
entrañas la tierra para tragarse los murmuradores
insolentes ; sepultado el poderio de Egipto en las
olas del mar; morir numerosos exercitos al filo de
una espada invisible; Judá, aquella nacion privile
giada, sin principe, sin altar, sin sacrificio, va des.
terrada por remotas regiones, arrastrando las pesadas
cadenas de sus prisiones, llorando por espacio de se
tenta años las penas y ignominias de una inclemente
servidumbre 3 conjurados todos los elementos para
exterminio del hombre; los mismos hombres vengan
do sus propios delitos, encarnizados en asesinarse
mutuamente; convertido todo el universo en un tea
tro horrible donde se representan y repiten conti
. Illl3-.

* (3). Psalm. 75.v. 8.


I92 SE RM o N

nuamente las acciones mas tragicas. Pues por nues


tra desdicha no hay para que salir de nosotros mis
mos, para entender y experimentar los castigos del
cielo. Ignorancia del entendimiento, perplexidades y,
amortiguadas vislumbres de la razon; pasiones y ape
titos del corazon; halagueña ponzoña de los falsos de
leytes 3 el tedio de las pesadumbres y desabrimientos
que nos consume; las desgracias que nos humillan;
las traiciones de los amigos que nos desesperan; las
enfermedades que nos debilitan y acaban ; la muerte
que nos lleva al sepulcro: los pecados y las miserias
de esta desventurada vida: todo, todo es efecto de
un solo pecado; de aquel primer pecado, que es el
origen y fuente de donde se despeña el torrente de
calamidades que tiene inundada y perdida la tierra.
Seis mil años ha que se cometio este pecado ; y seis
mil años ha que duran y se cogen con abundancia
los frutos de este pecado. Como infectos y contami
nados que estamos por la culpa original, pasa y se
deriva en nosotros con la sangre de nuestros padres
la indignacion del cielo: horrible herencia, que no
sotros trasladamos à nuestros mas remotos descendien
tes: y el postrer tiempo, el ultimo dia, la ultima ho
ra y el ultimo instante en que fenecera este mundo,
encontrara à este mismo mundo ocupado en llorar con
sus postreras lagrimas el primer pecado del primer
hombre. - -

Puede subir mas de punto el odio contra el peca


do? Oid, y temblad, Catolicos. No es este todavia
todo el aborrecimiento que tiene Dios al pecado: en
este tropel de calamidades se traslucen algunas vis
lumbres de misericordia para con el pecador; y no
son estas todavia las penas con que castiga Dios
eternamente el pecado ; sino à las aflicciones con que
nOS
SOBRE EL PECADO MOR TAL. I 93
nos llama y estimula a rogarle y solicitarle que nos
le perdone. O verdad terrible y espantosa! Confieso
con el Profeta que hasta los tuetanos de mis huesos
se estremecen, y que desfallece mortalmente mi co
razon: emarcui, nec habui quidquam virium. (1) Si asi
perdona Dios el pecado; santos cielos cómo le casti
gara? Quales pensais que son aquellos calabozos eter
nos, que jamas alumbró ni alumbrara con sus divinos
rayos el sol de justicia; aquellos rios de fuego, aquellos
globos de llamas inextinguibles Qué sucesion tan
continua de nuevos y exquisitos tormentos no experi
mentan las inumerables y infelices victimas que gimen
en aquella habitacion horrorosa Pasaran siglos; y
sus penas no se acabaran, ni cesaran de correr sus
lagrimas; ni sus lagrimas apagaran el fuego que las
consume. Ya Dios no las conoce, ô solo las conoce
para verter sobre ellas el torrente de su furor; ni
ellas le conocen tampoco; o solo le conocen por el
rigor y eternidad de sus venganzas. -

- Creereis, Catolicos, que os quiero decir con esto


que los juicios de Dios son justos y rectos: pensa
reis que os quiero traer à la memoria con el Profe
ta aquel postrero y formidable dia en que residen
ciando nuestro Dios y juez inexorable todos los es
candalosos excesos de nuestro amor propio, compelera
à todas las naciones à que adoren y confiesen la jus
ticia de sus eternos decretos ? No por cierto: solo os
intento decir que si quereis saber quanto aborrece
Dios el pecado, mireis el infierno: no necesitais de
otra diligencia. Mas yo me engaño; pues el infierno
sin embargo de lo horrible y espantoso que es, no de
clara todavia bastantemente lo mucho que irrita à
... Tom. IV. Bb Dios
- (1) Dan... c. 1os v. 8. - - - ---, º - -
6- y
I 94 - SE R M o N

Dios el pecado. Ay! que esos hombres à quien no


conoce Dios, ni querra conocer jamas; esos hombres
de quien Dios abominara siempre; esos hombres so
bre quien Dios descarga y descargara por una eterni
dad el peso intolerable de su indignacion, à todos
los veo y registro rociados y bañados con la sangre
de Jesu-Christo! - -

Neguemos, hermanos mios, la fé que profesamos,


ò miremos ya el pecado con el horror y execracion
debida. Al considerar un Dios que da la vida por re
dimir à los hombres, y que condena despues à estos
mismos hombres, à quien amó con tanto estremo, que
murio por salvarlos, ô pecado exclamemos sin li
bertad, ô pecado quán grande es tu fatal poder !
pues llegas à arrancar del seno de Dios unos hijos, à
quien ama con tan tierno amor; à borrar la es
tampa y sello de su adopcion 5 à imprimirles el ca
racter de una reprobacion eterna; y ā convertirlos
delante de los ojos de su padre, y de un padre el
mejor de los padres, en objeto de maldicion y ven
ganza eterna No infiramos pues el odio con que
Dios aborrece el pecado por los decretos de un juez
riguroso y justo, sino por la indignacion implacable de
un padre irritado que se desafuera contra su propia san
gre. Tened presente quanto ama Dios al pecador; con
templad à Jesu-Christo pendiente de una cruz; y al pe
cador sumergido en el infierno: y contraponiendo es
tos dos asombrosos objetos, examinemoslos, medite
moslos, y carguemos sobre ellos el peso de nuestra con
sideracion. No temamos tanto quedar consternados y
estremecidos, como no movernos suficientemente.
Es indubitable que Dios castiga con una eterni
dad de penas un solo pecado mortal: y pregunto
quien es este Dios que asi castiga No digamos que
eS
Soprae la L PECAD o MORTAL. I 95
es un Díos sabio que no puede engañarse en la idea
y juicio que hace del pecado; ni que es un Dios jus
to que no puede castigar al pecador mas de lo que
merece el pecado; ni que es un Dios benigno y bue
no que premia de suyo y por inclinacion 3 ni que es
un Dios misericordioso y manirroto que castiga por
que no lo puede remediar; sino que es un Dios que
se sujeta à la muerte, un Dios crucificado, un pa
dre mas amoroso que lo fue Abran con Isaac, y Ja
cob con Joseph y Benjamin; y que sin embargo de
toda su ternura, si este hijo tan apasionadamente
amado, y solicitado con tan ardiente zelo; si este
hijo llorado con tantas lagrimas, rescatado con tan
ta sangre, muere en pecado, apartase de él este Dios
amoroso, desechale de sí, repruebale, y condena
le à ser infeliz por toda una eternidad.
No digas pues ya, pecador, que el pecado no
injuria à Dios, ni que nada pierde este Señor por el
pecado. Sabes lo que pierde Pierde en quanto está
de tu parte lo que padecio y se humillo en su pa
sion 3 pierde una vida llena de trabajos, una muer
te llena de dolores ; pierde los tesoros de su gracia,
y el valor y meritos de su cruz. Sabes lo que pierde ?
pierdete à tí, amado hermano mio; y que en tan
poco le estuvo tu rescate, que juzgas que no debe
sentir tu perdida Ah si al hombre le costase tanto
cometer la culpa, como le cuesta à Dios el castigarla,
bien presto no se verian sino santos en la tierra. Al
- mirarte, pecador desdihcado, y amado oyente mio,
obra que eres de sus manos, y redimido con su
sangre, al mirarte detestado y maldito de tu Dios
por toda una eternidad, condenado à beber por los
siglos de los siglos el caliz de su ira, quién no inferi
ra la estrema oposicion y horror que este Señor tiene
Bb 2 al
I 96 " ”. SE KTM U N

al pecado, que tanto odio introduce donde hubo tan


to amor! Quiero finalmente manifestaros lo que pien
sa Dios del pecado con esta sola reflexion. Jesus pen
diente de una cruz; y el hombre sumergido en el
infierno! -

- Sumido el pecador en el infierno, y pendiente


Jesus de tres escarpias Ay, amados oyentes mios
Despues de haberos puesto delante de los ojos de
vuestra consideracion un espectaculo mas energico y
persuasivo, que toda la eloquencia de los profetas y
de los apostoles, ya no conviene reprehenderos los
desconciertos de vuestra vida sino con un silencio lle
no de asombro y de dolor. Con efecto, este Dios tier
no y amoroso que espira en una cruz, ofendido con
tantos pecados; este Dios terrible y formidable que
se venga en el infierno, insultado con tantas abomi
naciones, en qué concepto, en qué estimacion le
teneis vosotros No hablo con aquel hombre que no
ha cometido ninguna culpa; sino con quien gime,
llora, se averguenza, se humilla y se compunge de ha
ber pecado, y trata de reparar y satisfacer su pe
cado: no hablo con quien solo peca rara vez, y esto
por fragilidad y tentado vehementemente; sino con
quien se cautela contra el pecado, discurriendo medios
prudentes para defenderse del pecado, no exponien
dose al pecado, ni amando ni buscando la ocasion
del pecado : no hablo con quien solo peca temblan
do, y disputandose al pecar, por explicarme asi, el
deleite del pecado, se reprehende, se indigna con
tra su flaqueza: hablo con aquel hombre que al de
lito de conocer el pecado, añade el de cometerle sin
temor, el de continuarle sin remordimiento, el de
multiplicarle sin espanto : al delito de merecer el cas
tigo del cielo por su temeridad , el de esperarle con
- -- - - - ll (13l
sorRE EL rEva Lºo Mor, 1 AL. - 97

una seguridad inalterable, provocandole con su de


salmamiento: al delito de ser hombre pecador, el de
ser un hombre compuesto de pecado y de iniquidad,
y hombre tal vez esclavo de todos los pecados.
Porque esta es la abominacion propria y caracte
ristica de nuestro siglo, y la funesta y vergonzosa
distincion con que se diferencia de los pasados ; y
quiera el cielo no le diferencie tambien de los venideros!
El torrente de las pasiones que inunda nuestra Fran
cia sin limite y sin termino, han confundido todos los
estados y condiciones no solo con el luxo y la profani
dad, sino tambien con los vicios y pecados. En otro tiem
po los Profetas, los Apostoles, los Padres de la Iglesia,
los Ministros del Evangelio reprehendian los abusos y
desordenes de cada profesion y oficio; porque cada es
tado parece adolecia de sus propios y peculiares vi
cios. Pero hoy dia el orgullo de las mas elevadas for
tunas ha descendido, y se ha comunicado à los ofi
cios y condiciones mas humildes : el sordido interes
acompañado de sus deseos insaciables, de sus ruin
dades y monopodios que tanto se reprehenden en
aquellos comercios viles que se hacen sin honradez
ni fidelidad , ya se insinua y se introduce hasta en
los cargos mas altos, y en los tribunales mas respe
tables 3 ya muchas veces degrada y envilece los nom
bres de aquellas ilustres familias que ocupan en nues
tras historias un lugar tan distinguido y condecora
do3 y ya tal vez no permite al merito la esperanza de
otra justicia, de otro favor, ni de otra gracia, que
lo que pueda comprar por su dinero : los proyec
tos de ambicion casi tan turbado y solicito traen
al hombre que no tiene merito alguno, como al que
tiene derecho à pretenderlo todo : la disension y
emulacion rencillosa no levanta menores tempesta
- -. des
I98 3 E. R. M U N

des y alborotos en lo interior de las familias, que es


el teatro de la corte: los excesos de la gula, y la fe
tida sensualidad sobreviven y pasan mas allá de la ju
ventud : los Grandes se han revestido y adopta
do las baxezas y vulgaridades mas indecorosas de la
gente plebeya; y la plebe imita y vive segun la liber
tad mas desenfrenada de los Grandes. ¿No vemos por
otra parte que la tribu santa y clero venerable, cuyo
ministerio es hacer guerra al vicio no solo con su
predicacion zelosa, sino con sus virtudes, ofrece tal
vez al pueblo exemplos reprehensibles, de que este
se vale para confirmarse en sus erradas ideas contra
lo mismo que le predica y enseña que el depositario
y el defensor de las leyes, cuyo oficio es conservar y
perpetuar en la nacion la grandeza y la sencillez de
las costumbres, envidia alguna vez y disputa al cor
tesano mas frivolo la ciencia de los gustos y de las
modas, de lo sazonado y suntuoso de la mesa, de los
adornos de la casa, de la magnificencia y lucimien
to de los trenes, de la frequencia à los treatos, de la
libertad y desenfado en las modales y conversaciones,
y no mostrarse jamas mas contento y satisfecho de sí
mismo y de sus talentos, que quando logra desfigu
rarse de modo que nadie se acuerda de que es juez y
magistrado? que el soldado se desacredita y afemina
con el aparato de un luxo, de unos atavios, de una
delicadeza que apenas se puede disimular al amor
propio, à la vanidad, y à la ociosidad de las mu
geres º que estas tienen à desatinado honor haber
substituido à la amable y circunspecta modestia tal
facilidad de conexiones, de intimidades, de familia
ridades, tal desprecio de precauciones, y de temor al
respeto humano, de que la misma desemboltura se
avergonzaria alguna vez que nuestros filosofos ha
- - CCIl
sOBRE EL PECADO MORTAL. 193
cen vengada à la razon de sus ultrages, y à la reli
gion de sus blasfemias con las ruindades de sus rateras
enviduelas, con la embriaguez de su soberbia y pre
suncion, con las declamaciones furiosas, y los arti
ficios indignos de sus venganzas, con el frenesi de
unas opiniones y de un moral tan extravagante, que
de verguenza no admitiria el vulgo mas estolido?
que el pueblo por su parte atrevido y insolente pesa
y examina en la balanza de sus preocupaciones y de
su ignorancia los misterios mas profundos de la fé; y
que no sabiendo nada, decide de todo con un magiste
rio y altaneria que ni quisiera ni debiera usar el hombre
mas digno de ser maestro y oraculo del mundo de este
modo en fuerza de un desenfreno de costumbres ir
resistible cada estado reune los escandalos de to
dos los estados; ni hay pecado que no se cometa;
ni hay ya necesidad de disimular, ni encubrir pe
cado alguno 3 pues el vicio triunfa, y anda con la
cabeza engreida, y la virtud yace despreciada y vi
lipendiada. No hemos llegado ya à tiempos en que es
escarnecido el christiano que teme à Dios tiempos
en que apenas se permite que sea conocido? y los
corifeos de la incredulidad no es cierto que desearian
atar las lenguas de los que exhortan à amarle, y ense
ñan à adorarle? . - -

Gran Dios, de qué nacion acabo yo de pintar las


costumbres es acaso alguna nacion que cree en el
calvario y en el infierno Mas, no me causa ninguna
maravilla que se estudie tanto, que se trabaje tanto en
su averiguacion, y que acaso se llegue à no creerlo;
porque qué carga tan intolerable no es para un peca
dor el peso del Evangelio cómo es posible que su
fra la oposicion tan manifiesta que hay entre sus cos
tumbres y la fé cómo podra oir sina cesar
- . y
los clamo
CS
2GO S E RM o N -
res de una conciencia justamente consternada ? De
aqui, amados hermanos mios, y no os dexeis engañar
con las apariencias engañosas con que se disimula la
impiedad, de aqui por lo regular resultan los incre .
dulos, linage de gente de tan poco vigor que no sa
ben resistirse à los halagos del vicio, y de corazon tan
pusilanime que no pueden soportar los terrores de la
religion: y asi para vivir con tranquilidad, es indis
pensable renunciar la fé que se profesa, supuesto que
no se quiere renunciar à las pasiones propias, ô bien
no creer lo que se cree, para abandonarse con paz y
sosiego à los objetos que se aman. Pero ô paz vana y
engañosa paz que se desvanece à la menor reflexion
de la razon, pues ordinariamente olvida à Dios el
hombre à proporcion que se olvida de sí mismo, ni
dexa de temer sino en quanto dexa de pensar. Paz
falsa, paz funesta pues no hay pecador mas digno,
de compasion que el pecador que no se duele de sí,
mismo. Mientras Dios amenaza es indicio que ama
todavia; pues solo calla quando está indignado sin.
dar lugar à la misericordia: quando no quiere exer
cer su ira, avisa con mayor estrepito: y los pecados
que castigara con mayor rigor, son aquellos sobre que
al parecer no hace atencion. Paz loca y temeraria Na
da pueden nuestras falsas ideas y persuasiones contra
la verdad de la religion, si esta es obra de Dios: y
quién lo puede dudar sino el hombre que no conoce,
ni quiere conocer los caminos de Dios Qué frenesí
pues de vivir en pecado qué delirio y qué desespe
racion exponerse à morir en pecado! Somos flacos,
decis, somos fragiles. Ay, amados oyentes mios !
euando nos veamos tentados y en peligro, antes que
demos lugar à que la ponzoña de la concupiscencia
atosigue enteramente el corazon, y à que su letargo
(2 . . . ador
/
SOBRE EL PECADO MORTALs. 2O I

adormezca la razon y la fé, subamos al calvario,


descendamos al infierno, y consideremos al hom
bre rociado primero y bañado con la sangre de
Jesu-Christo, y sumido despues por el pecado en
tre aquellas llamas abrasadoras, encendidas y alimen
tadas por la ira eterna de un Dios enojado: no hay
pasion que se resista, y que no se dome y aniquile
en fuerza de la viva y permanente impresion que ex
perimentara nuestra alma.
O hombre falso y engañado no te disculpes
ya con la vehemencia y los impetus de la pasion;
que si tienes tan pocas fuerzas contra ella, es porque
quieres. Procura armarte del esfuerzo necesario pa
ra reducirte al verdadero camino de la verdad, y
permanecer en él: y correspondiendo con fidelidad
à la gracia, entra en lo interior de tu alma, re
coge alli las preciosas reliquias de tu fé y de tu cora
zon, y à la luz de esta antorcha encendida medita
las importantes verdades que he procurado ponderar
te, y despues preguntate muchas veces, qué viene à
ser el pecado ese pecado de quien vivo con tan poco
recelo; ese pecado, que yo cometo ciego a las luces de
la fé, sordo à los gritos y remordimientos de mi con
ciencia 3 ese pecado, cuyas ocasiones apetezco, lexos
de evitar sus peligros; ese pecado à que me arrojo con
tanta facilidad, con tanta paz, con tanta seguridad:
ese pecado, de cuyos sobresaltos me recobro tan pron
tamente, de que tan aprisa me olvido, y de que ape
nas me queda un levisimo recuerdo de haberle come
tido Qué viene à ser, repito, el pecado eso solo Dios
lo puede saber perfectamente; y asi solo su majestad me
lo puede declarar. Atrevereme pues à preguntar al al
tisimo mas ya me tiene respondido de antemano. La
religion, depositaria de sus oraculos, levanta una es
Tom. IV. - Cc pan
2O2. SE R M o N

pantosa voz, que rompiendo el velo que los encubre,


me enseña y me dice que para lavar el pecado vertio
Su sangre Dios, y para castigarle crio un infierno.
Qué formidable expectaculo, gran Dios! A y de
mi pecador miserable! Ya me parece que asiendome la
mano terrible del omnipotente, me arrebata y precipi
ta en aquel calabozo y en aquel abismo de horror, de
execracion y desesperacion eterna.
De esta verdad de fé, que derramó Dios su sangre
para expiar el pecado, se sigue indefectiblemente que
para expiacion de ese mismo pecado ofrecio Jesu-Chris
to una satisfaccion infinita; que la malicia del pecado
es por sí misma de una gravedad y enormidad que
no podemos comprehender nosotros, y que en algun
modo participa de la infinita grandeza de Dios à quien
ofende; que ningun castigo temporal y limitado seria
suficiente, proporcionado e igual à la malicia del pe
cado. Es asi pues que por largo y riguroso que fuese
en la eternidad este castigo, siempre seria un castigo
breve y limitado: luego la pena del pecado siempre
sera en la eternidad improporcionada e insuficiente:
luego siempre se dira con verdad que el pecado no
habra sido castigado con una pena igual à su malicia:
luego para castigar el pecado como el merece, es ne
cesario un infierno, y un infierno eterno: luego se
gun los principios de la religion bien entendidos no
tanto condena Dios en algun modo, quando se arro
ja al mismo pecador à las penas y desesperacion eterna.
Porque aquel Dios de quien él se aparto, se aparta
tambien de él; la mano que le tenia suspenso para
que no se despeñase en el abismo, se retira, y el se
precipita agravado con el mismo peso de sus iniqui
dades; de modo que su mismo pecado le precipita, le
mantiene y le fixa en el infierno, porque en- la infini
tal
SOBRE EL PECADO MORTAL. 2o3

ta y eterna sucesion de los siglos, nunca llegaran aquel


momento en que el castigo del pecador haya igualado
con la enormidad del pecado.
O Dios sacrilegamente ofendido y ultrajado! ó
hombres alucinados e insensatos ô pecado o eter
nidad! ó monte calvario ó infierno Quando la Re
ligion, amados hermanos mios, nos habla con tanta
vehemencia y energia , no debemos nosotros ha
cer ya otros esfuerzos sino meditar silenciosos, y
mostrarnos dociles à la profunda impresion que de
ben hacer las altas y terribles verdades que nos inti
ma; pues la eloquencia humana solo serviria para dis.
traernos, y debilitar su influxo. Qué seria de mi, qué
seria de vosotros , si causasen en nosotros tan poca
comocion, que estuviesemos todavia en estado yo de
hablar, y vosotros de escucharme No se oiga otra
voz que la de nuestras lagrimas y suspiros para
suplicar ardientemente al cielo que nos llene y pene
tre de estas ideas y de estas consideraciones, que aun
que al principio nos parezcan duras y desabridas, pron
to se convertiran en un abundante y dulce manantial
de fuerza y de valor, de paz y de sosiego: el temor
desterrara las pasiones que constituyen al pecador; y
dispondra y atraera el amor que constituyen al jus
to y al pecador arrepentido: y encendidos en amor
divino, solamente consideraremos y meditaremos en
aquel Dios que en el infierno castiga la malicia y la
enormidad del pecado, para venerar y agradecer las
misericordias de aquel dulce Jesus que le expio y sa
tisfizo superabundantemente en el calvario. Asi sea.

Cc 2. - SER
204

SER MON
SO B R E EL DE SE O

CONQUE DEBEMOS LLEGAR Á COMULGAR.,

PARA EL VIERNES DE LA QUINTA SEMANA


de Quaresma. -

Quimanducat meam carnem, & bibit meum sangui


nem, in me manet & ego in illo.

El que come mi carne y bebe mi sangre, está en mí, y yo


en él. Evang. de S. Juan c. 6.

O son menores que estos los efectos de la Euca


ristia. Aquel Dios que se digno nacer y vivir pa
ra nuestro bien, vuelve à nacer de nuevo, y à cobrar
nueva vida dentro de nosotros: obrando en esto su be
nignisimo amor mayores milagros, que los que obró
en vida mortal. Al considerar esta maravilla no diria
mos que solo desciende de la cruz para subir al altar;
y que solo se levanta del sepulcro para sepultarse en
nuestros corazones Victima sucesivamente de la ca
ridad que le obligo à dar la vida por nosotros, y
de la caridad que le obliga à recobrarla de nuevo por
nosotros en el Sacramento, forma antes de ausentar
se de nuestra vista unos vinculos de caridad mas es
trechos y mas intimos en cierto modo, que los de su
primera venida. Porque por el misterio de la Encar
nacion, Dios quedo hecho hombre: y por el sacra
mento de la Eucaristia los hombres en cierto modo
SC
con que DEBEMos LLEGAR Á coMULGAR. 2 o5
se hacen participantes de la divinidad: de suerte que
ya no vive segun el espiritu y vida del hombre car
nal; sino que viven segun el espiritu y vida de Jesu
Christo : qui manducat.
Conque en la comunion recibimos à Jesu-Chris
to? qué deseos no debe encender el amor qué aten
cion no debe dispertar el respeto desgraciada el alma
tibia y indiferente que no viene ansiosa a recibir las
gracias que Jesu-Christo nos ofrece en el altar y no
menos desgraciada el alma temeraria y presuntuosa
que no se acerca à la mesa del altar con aquellas san
tas disposiciones que nos pide Jesu-Christo Deseo
pues con que debemos respetar y venerar la sagrada
comunion ; y respeto con que debemos desearla, son
dos disposiciones tan necesarias e indispensables la
una como la otra.
Cómo ha conseguido pues el error obscurecer una
verdad tan clara? No hay quien en este siglo de Fi
losofia soberbia y desenfrenada, en que la Religion
à manera de un problema no tanto modera el corazon,
quanto exercita el ingenio, y en que son mas las dis
putas que levanta, que las pasiones que corrige, no
hay repito quien no se divida en opiniones entre
el deseo que pide la comunion, y entre el respeto con
que se debe llegar à ella, creyendose cada qual con
autoridad suficiente para decidirlas. Unos la desean
y no la respetan: otros la respetan y no la desean:
el deseo de los primeros es temerario y presuntuoso:
el respeto de los segundos es tibio, y indolente: un
deseo en fin que no aviva a la alma para disponerse
debidamente, y un respeto que impide que se lle
gue à la mesa del altar, son dos caminos diferentes,
Pero que ambos guian à un mismo termino y pa
radero,
Que
2 o6 SERMoN soBRE EL DEseo º,

Queremos pues recibir este Sacramento, fuente


de amor y de gracias, con la disposicion debida? Per
suadamonos que nunca sera demasiado ni el deseo, ni
el respeto con que lleguemos à esta sagrada mesa : ô
por mejor decir, que lo uno separado de lo otro nada
vale; y añado que lo uno no puede substituir sin lo
otro. El deseo de quien desea la comunion sin la ve
neracion debida, es un deseo falso y hipocrita: el res
peto de quien llega à la comunion sin desearla es un
respeto fantastico y aereo: con que tenemos necesidad
del respeto que guie y gobierne los deseos; y ne
cesidad del deseo que avive y aumente el respeto.
Bien veis, Catolicos, que en un discurso solo no
pueden tratarse dignamente estas dos proposiciones, que
son la vasa y el fundamento de quanto contiene de
mas sublime y de mas augusto nuestra Religion.
Destinando pues otro dia para hablaros de la nece
sidad del deseo que avive y aumente el respeto, me
ceñire hoy a hablaros de la necesidad del respeto que
ha de guiar y gobernar los deseos con que se ha
de llegar al sacramento de la Eucaristia: y afirmo des
de luego que el deseo que anhela por la sagrada co
munion, sin ir acompañado del respeto y venera
cion que procura disponerse, prepararse y hacer
esfuerzos para recibirla dignamente, es un deseo fal
so y hipocrita, deseo mas propio para perder el al
ma, que para justificarla, para quitar la gracia, que
para comunicarla, para ultrajar el Sacramento, que
para darle honor y gloria. Dare la razon en dos pa
labras, las quales dividiran este discurso. Porque el
deseo de la comunion sin ir acompañado de la ve
neracion debida à este augusto Sacramento, es un
deseo que no nace de Jesu-Christo. Parte Primera: y
porque es un deseo que no lleva ni conduce almas a
Je
coN que DepEMos LLEGAR Á coMuLGAR. 2 o7
Jesu-Christo. No nace de Jesu-Christo este de
seo? luego es un deseo profano y deprabado en su
raiz. No lleva ni conduce à Jesu-Christo este deseo?
luego es un deseo peligroso y funesto en sus con
sequencias. Imploremos la gracia por la intercesion
de Maria , &c.

PARTE PRIMERA.

"DNL deseo de la comunion que no va acompañado


con el respeto debido à la misma comunion , es
un deseo que no nace de Jesu-Christo. Prestadme
atencion, amados oyentes mios, y entended mi pen
samiento. No permita Dios que intente yo entibiar
en vosotros, ni haceros sospechoso el deseo de la sa
grada Eucaristía. Ojala, antes bien, que me fuese
posible volver à encender aquel sagrado fuego en que
se abrasaban los primitivos christianos, y que era el
autor de las singulares virtudes que resplandecian en
la primitiva Iglesia pues bien se que un verdadero
y sincero deseo de la comunion es en una alma verda
deramente convertida, el impulso mas dulce y mas san
to de la gracia ; y en una alma justa la obra mas
pura y sublime de la caridad divina : bien sé que sí
reconocemos atentamente la historia de la decaden
cia de las costumbres en la Iglesia, hallaremos que se
han ido resfriando y perdiendo las virtudes al paso
que han dexado de ser frequentes las comuniones;
que el mundo ha ido prevaricando en la fé al paso que
se ha ido separando de la mesa del altar ; que los
vicios que hacen indignos à los hombres de reci
bir este adorable Sacramento, reconocen por origen
la tibieza y negligencia en recibirle, y que para re
Primir y amortiguar los malos deseos del corazon
4. hu
2 o8 SERMoN sopRE EL DEseo
humano, no era necesario mas que recibir y dispertar
entre los christianos los deseos verdaderos de la co
munion. -

Lo que yo digo es (y no quisiera que lo olvida


seis nunca) que si hay algunos deseos de la comu
nion tan loablees que conviene aumentar y fomentar
siempre, hay otros de que debemos guardarnos y
cautelarnos con sumo estudio; que asi como para
creer no nos debemos fiar de qualquiera luz ni ilustra
cion, asi tampoco para obrar nos podemos fiar de
qualquiera fervor ó movimiento; que asi como el er
ror sabe disimularse y disfrazarse con el velo del er
ror, asi tambien el vicio sabe vestirse y adoptar el
trage y los colores de la virtud ; que mas facil cosa es
todavia que el corazon humano se entregue, que no
que la razon se engañe; y que por consiguiente quan
to mas santo se represente este deseo de la comu
nion, y quanto mas respetable es su objeto, mayor
esmero debemos poner segun el documento de San
Juan en este deseo, en averiguar el origen y principio
de donde nace: probate spiritus si ex Deo sint. (1) ,
Quereis saber pues si este deseo es sobrenatural en
su origen, si es inspirado por el espiritu de Jesu-Chris.
to, y si es efecto de su gracia Observad si el deseo
de recibir la sagrada Eucaristia va acompañado con
el temor de abusar de ella; si el amor que os mueve
y estima à multiplicar vuestras comunicaciones, os
incita asimismo à adquirir virtudes ; si es tan activo
y solicito en disponerse, como en desear y anhelar;
porque si os falta esta dichosa mezcla de amor y de
temor, de respeto y de deseo, de fervor y de discre
- - CiOn

() . Epists, Juan c. 4. v. .
...,
. . .
coN que DebEMos LLEGAR Á coMun GAR. 2o.9
cíon no dudo afirmar que los deseos que os mue
ven à sustentaros de aquel sagrado manjar, tienen su
raiz en vuestros afectos e inclinaciones mundanas, y
por consiguiente que no proceden ni nacen de Jesu
Christo. - - - .

Con efecto, quál pensais debe ser un deseo de


la comunion que nazca y que tenga por principio
el espiritu y la gracia de Jesu-Christo debe ser
un deseo que no se guie por otras reglas que por
la voluntad de Jesu-Christo, y que excite en el al
ma, aquellos afectos que pide Jesu-Christo; deseo
por consiguiente que si mueve al alma à disponer
se para la comunion, no menos la mueva para que
rerla recibir 5 porque si, por una parte el corazon
oye la voz del Dios de misericordia que le man
da acercarse à la sagrada mesa, oye por otra la
voz del Dios de santidad que le manda examinar
se y prepararse: si tiene presente lo que dice Je
su-Christo que una alma que no está bañada con
la sangre del cordero, sera como una tierra esteril
que no producira fruto alguno de vida y de vir
ud; tampoco se olvida de lo que dice el Apos
tol , que una alma que profana y conculca la sanr
gre con que se firmó el Nuevo Testamento, es co
mo una tierra maldita que solo producira frutos
de muerte y de pecado: si conoce los tesoros de
gracia que hay, reservados en el tabernaculo para
una alma fervorosa y pura, y por eso los desea; tam
bien entiende el terrible juicio que espera, à una
alma temeraria, y por eso se dispone y prepara 2,...,
¿Porqueo yed aqui, dice San Agustin, en qué
se distinguen los movimientos de la gracia de los
de la naturaleza. El entendimiento del hombre, di
ce este Santo Padre, como por vasto que sea, tie.
... Tom. IV. Dd - Ilé
2 Io. SERMoN soBRE EL DEsEo

ne sus limites y terminos, no se estiende y no lo


comprehende todo; pero el espiritu de Dios es in
menso e infinito: todo lo tiene presente, y jun
ta en uno los estremos al parecer mas opuestos.
Asi el respeto no entibia ni amortigua el deseos
ni el deseo enflaquece ni debilita el respeto; ni el
temor priva al amor de su fervor y raptos, ni el
amor defrauda ni despoja al temor de su vigilancia y
precauciones: de modo que careciendo el alma asi de
aquella tibieza y negligencia mundana que entor
pece la piedad , como de aquel impetu inconsi
derado y profano que la violenta, no conoce ni
el respeto nimiamente cobarde que huye de Jesu
Christo quando llama , ni la viveza imprudente
y bulliciosa que se llega à Jesu-Christo quan
do no llama: aprovechase del momento oportuno
de la gracia; pero no le anticipa fuera de sazon;
y si el deseo que siente, es tan vivo y fervoroso,
que suspira por comulgar frequentemente, se sien
te muchas veces sobrecogida de un temor y res
peto tan profundo , que se prepara para la co
munion con un fervor extraordinario y siempre
11 ll6 VOa

Herida pues una alma de la gracia, no dudemos


que deseara recibir la sagrada Eucaristia; mas por
lo mismo que la gracia la inspira este deseo, de
be poner sumo estudio en considerar y meditar la
santidad infinita y majestad augusta de este ado
rable Sacramento : y asi , penetrando los velos
que le ocultan, à beneficio de la antorcha de
la fé, conocera que el Dios que la convida y la
aguarda en aquella sagrada mesa, es aquel Dios gran
de, en cuya presencia los pueblos y naciones to
dos del universo son como un polvo de ceniza,
- - .. --
- e-
-
-
- que
coN que DEEEMos LLEGAR Á GoMULGAR. 2yr
que esparceria por esos ayres, si quisiese, el me
nor soplo de su ira; entendera que es aquel Dios
poderoso que asi quebranta y aniquila el poderio de
los reyes y de los reynos, como postra el uracan
una fragil caña; que es aquel Dios terrible e in
exorable, que quando irritado castiga, castiga no
menos que por una eternidad; que es aquel Dios
Santo cuya vista perspicaz no descubre tal vez si
no vicios alli donde la del hombre solo registra vir
tudes; y que quando sobre los mayores santos no
descarga
suma el impetuy de
misericordia su colera, usa con ellos de
gracia. • * :

Y como llena de la grandeza y santidad de aquel


Dios, que por la Eucaristia se digna comunicar
se al alma, conocera quanta debe ser su pureza para
recibirle; oira que de lo interior del sagrario don
de este Señor descansa, rompen y salen aquellas pa
labras de terror y majestad, que pronunciaban los
ministros de la primitiva Iglesia antes de adminis
trar al pueblo la sagrada comunion, y que lle
naban de temor y espanto saludable à las almas mas
inocentes y fervorosas; Sancta Sanctis: las cosas san
tas solo son para los Santos: oira la amenaza del Apos
tol: el que bebe indignamente la sangre del Se
ñor, à sí mismo se intima la sentencia de conde
nacion eterna: oira aquella sentencia de San Gre
gorio 3 que el pecado del que profana la sangre de
Jesu-Christo en la mesa del altar, es el mismo que
el de aquellos que se la sacaron en el Calvario,
y que no tiene el cielo reservados menores castigos
para un pueblo sacrilego, que para un pueblo deici
da: oira aquella sentencia de San Agustin; que no ad
mite Jesu-Christo à celebrar la pasqua y comer el cor
dero consigo sino à discipulos dignos de tal maestro. .
Dd 2, Y
2 2. ... º SERMoN soERE EL Deseo o
- Y como conocera la mucha santidad y límpier
za que se requiere en el alma para tener parte en es
te augusto Sacramento, se internara con la considera
cion en lo mas intimo de su corazon: alli averiguara.
todos sus caminos, alli correra el velo - à todos sus
misterios, alli registrara sus mas ocultos senos;
y qué hará quando descubriendo aquel abismo
de flaquezas y fragilidades, vea tantos defectos
paliados y disimulados con la vana apariencia de vir
tud Verase à sí misma, levantara despues los ojos
à Jesu-Christo, volveralos desde alli à fixar en sus
miserias, y asombrada de ver un Dios tan puro, y
un corazon tan inmundo, quién podra, exclama
ra con Israel, quién podra estar en la presencia de
este Dios tan santo impelida del deseo, conte
nida por el temor, no atreviendose ni bien à lle
garse al altar, ni bien à apartarse de él, embarga
da de los primeros afectos que excitara la conside
racion de sus flaquezas, no acertara sino à adorar à
aquel Dios escondido en la Eucaristia, à suspi
rar, à amar, à gemir y llorar sus pecados, à desear
sus gracias y sus dones, y à contristarse y dolerse por
verse indigna de ellos. - - - - -

Y como la humildad que no corrige sus hier


ros, no es menos reprehensible que el orgullo des
lumbrado y ciego (pues el fin porque el Apostol
manda que se pruebe y examine el hombre, no es segun
observan San Gregorio y San Francisco de Sales te
nerle separado de Jesu-Christo, sino estimularle à
que por el excercicio de las virtudes se acerque à Je
su-Christo, para que por medio de la comunion
pueda estrecharse mas con su Majestad ) no se limi
tara ni contendra una alma fiel à la gracia en exalar
suspiros infructuosos; sino que se pondra todo esme
-. IO
con que DEEEMos LLEGAR Á coMúLGAR. 2 13
ro en adquirir la verdadera humildad, en preparar
los caminos del Señor: y para conseguirlo no cesara
hasta postrar todas las altanerias de la vanidad, hasta
degollar todos los apetitos del amor propio, has
ta reparar todos los estragos del pecado, y, hasta
reintegrar la inocencia con la penitencia. . . . . . .. ,
Y como sabe con todos los Teologos y San
Bernardo, que el cristiano que se contenta con evi
tar los escandalos y aquellas abominaciones que pro
fanan la santidad del Sacramento, sin corregir las
imperfecciones voluntarias que impiden la eficacia y
los frutos de la Eucaristia, no ama como debe à
Jesu-Christo, no solo no se contentara el alma vir
tuosa con evitar estos grandes excesos, hijos de las
pasiones desenfrenadas , sino que, evitara aquellos
defectos que se pueden llamar pecados de los que ha
cen profesion de devocion, aspirando à copiar en sus
costumbres la imagen de aquel Dios, que intenta reci
bir en su corazon. Y considerando que el Dios que
se oculta en la Eucaristia es un Dios abatido y ano
nadado, reprimira aquel deseo de estimacion y hon- º
ra mundana, que con tanto aparato y ruido hace
ostentacion de aquellas virtudes que complacen al
mundo, y que con tanta diligencia oculta las que
pueden desagradarle 3 que por ventura no solicita en
el bien que obra, los aplausos de los hombres, pero
que se abstiene muchas veces de hacer obras virtuo
sas por no desagradarlos ni merecer su desprecio: re
primira aquellos impetus de emulacion maligna que
con mas facilidad perdona à sus proximos todos sus
vicios, que su merito, y que con menos dificul
tad disimula los ultrajes propios , que los elogios
agenos. Considerando que el Dios que se nos da
en la Eucaristia es un Dios de paz y de concore -
dia,
«14 . SERMoN sobre El Deseo s
dia, desarraigara aquellas antipatias,
que si bien:
no se internan en el corazon, no aciertan à salir
de él: considerando que está alli como un Dios hu
millado y desconocido, se habituara al silencio, al
retiro, à la soledad: tratando con el mundo precisada
de las obligaciones de su estado, vivira apartada del
mundo con el espiritu empleara en él el tiempo que
Dios prohibe negarle; comunicará con él por necesi
dad, dexarale con gusto y fruicion. Considerando fi
nalmente que el Dios que está en aquel Sacramento
augusto es un Dios de pureza y de santidad, se
abstendra de aquellas amistades, que si bien no estra
gan del todo el espiritu, le traen embebecido con espe
cies halagueñas, que si no afectan demasiado el cora
zon, le ocupan; que si no son ocasion de grandes cul
pas, son impedimento para adquirir grandes virtudes.
Y como sabe que quanto mas santo es el hombre,
se reputa él por mas pecador, por ser el funda
mento de todas las virtudes la humildad que las ig
nora, no se llegará por sí misma à la mesa del
º altar el alma buena y virtuosa; sino que consultando
con los ministros de Jesu-Christo, informandolos con
sinceridad y verdad de todas las aficiones pecamino
sas que la dominan, y de todo lo que obra en
ella la gracia, dexara à su discrecion el cuidado de cer
rarle, ó de abrirle las puertas del santuario, de avi
var, ô de reprimir su fervor: de este modo, al merito
del deseo quando comulga, y al merito del respeto
quando no comulga, juntara el merito, mayor y mas
raro todavia, de renunciar su propia voluntad para
hacer la de Dios. - .

Y como el hombre y todas sus cosas por su pro


ia naturaleza está sujeto à decaer y menoscabarse
imperceptiblemente,
-
como por otra parte sea de111CIte
-

Na
coN que DEREMos LLEGAR Á coMulcar. 2 15
mer que retirando y negando la gracia sus auxilios,
sucedan en lugar de los deseos sobrenaturales otros
deseos demasiadamente naturales y humanos, para
saber si el deseo de la comunion nace todavia de Dios,
esta alma fiel y fervorosa examinará si este deseo de
acercarse à la sagrada mesa dispierta aun en ella el
cuidado y vigilancia de disponerse con el debido res
peto para la comunion; porque desde el punto en que
sintais que se entibia y resfria en vosotros el respeto
y veneracion à la sagrada Eucaristia, no dudeis,
dice San Buenaventura, que el deseo que antes se
derivaba del cielo, no proceda ya de la tierra; pues
aunque tiene el mismo objeto, no es ya el mismo de
seo. Si el deseo de la comunion excitaba en ti el de
seo de apartarte del mundo, de mortificar tu amor
propio, de dedicarte todo al servicio de Dios, entien
de que un deseo que engendraba tantos deseos
de salvacion y de gracia, procedia de la gracia;
mas un deseo que no te dispierta ahora del le
targo de tu indolencia, ni te priva de tus pasa ---.
tiempos, ni te corrige de las extravagancias y an-/ s
-
tojos de tu genio, ni de tus condescendencias con
el mundo, ni de tus aversiones al proximo, ni de
tu descuido y negligencia en el servicio de Dios, 3 º -

* - -
- 2

deseo tan ageno de Jesu-Christo cómo puede na s- º


cer de Jesu-Christo y no naciendo de Jesu. Chris
to, de dónde nacerá Qué abismo, Catolicos, es
nuestro corazon de quántos agradables sueños no
se alimenta quántas veces le parece que obra mo
vido por la caridad, y solo obra engañado por las
ilusiones del amor propio, a -

Como nosotros estamos sujetos à las apariencias


engañosas, como nuestros ojos no pueden penetrar
los arcanos de una alma hipocrita, ó ciega que en
- - gas
216 ... º a SERMoN soBRE EL DEsEo , ,
gaña, o es engañada, qué gozo tan incomparable
no sentimos, en qué alegria no rebosa nuestro cora
zon quando las augustas solemnidades de la Reli
gion congrega al pueblo al rededor de los altares
El santuario no es suficiente à contener la muche
dumbre que concurre sucedense en el templo conti
nuamente oleadas de almas hambrientas y impacien
tes, por sentarse à la mesa eucaristica. La sangre de
Jesu-Christo corre en nuestras manos aunque de
miserables pecadores; renuevase à cada instante el
sacrificio de propiciacion 3 todos participan de la
victima; el fuego en que ella se abrasa, parece
eque prende y se enciende en los corazones de todos y,
que los consume. Qué sosiego, qué silencio! no se
oye ni se siente en el lugar santo sino el cantico del.
eordero, la voz de los ministros sagrados, suspiros
amorososo de las almas fervorosas, ô gemidos de las
penitentes. O felices dias con qué velocidad pasais.
y ya que os desapareceis con tanta prontitud, porqué
tardais tanto en volver à amanecer?. Pero qué nove
dad tan extraña, qué nuevas ideas en nuestro entendir
miento, qué nuevos afectos se excitarian en nuestro
corazon, si rasgando su Majestad de repente el velo
que oculta tantas iniquidades, nos manifestase como
en otro tiempo al profeta Ezequiel, tantas almas que
eonservando la lepra de la culpa hasta en la sagrada
mesa del altar, nada menos adoran en ella que a su
Dios; si entre tantos fieles que llegan a recibir à
Jesu-Christo, mos manifestase los pQcos que se lle
gan puramente, por Jesu-Christo 3 y entrº algunos de
seos de fé y devocion verdadera y tantos deseos mun:
danos, terrenos y carnales. , , , , . . 3:1 o , )
.. Veriamos deseos de respeto humano. Movido un
cristiano de la devocion publica, del exemplo y. d.
*.. 3
coN que DEBEMos LLEGAR Á coMolcAR. 2 17
la costumbre, se presenta en la mesa Eucaristica no
tanto por cumplir con el precepto eclesiastico, como
por no ofender ni escandalizar al mundo; y como
no viene à comulgar por agradar à Dios, sino por
complacer al mundo, no tiene otro cuidado sino el
de componer el exterior, que es lo que ven los demas
hombres; y no cuida de componer y purificar el in
terior, que es lo que ve Jesu-Christo. í

Veriamos deseos de presuncion. Justo y santo


siempre en su propio orgulloso concepto un hombre
soberbio, persuadiendose locamente que no es posi
ble que nada de quanto à él le gusta, desagrada à
Dios, se acerca con desverguenza à la mesa del
altar, cargado con la embriaguez de su amor pro
pio, y reo de otros tantos pecados, quantas eran las
virtudes que creia poseer.
Veriamos deseos de vana ostentacion en una al
ma apetecedora de los aplausos humanos, que no se
mueve tanto por satisfacer su fervor, como por fo
mentar su vanidad, ni por medrar en la virtud como
por vestirse el trage de ella, ni por ser santa como
por parecerlo: en una alma que solo se acerca à la
mesa Eucaristica con cierta sencillez y modestia
fingida, para presentarse despues en el publico con
mayor pompa, comprando para explicarme asi los
aplausos y alabanzas humanas con los obsequios que
ella rinde à Jesu-Christo.
Veriamos deseos de costumbre. Comulgan algu
nos solo porque tienen costumbre de comulgar: son
indefeótibles en aquellos dias que tienen señalados,
aunque en ellos hayan faltado gravemente à sus mas
principales obligaciones; no porque amen menos à
Dios reciben con menor frequencia el cuerpo de su
Santisimo Hijo; y porque no minoran ni cercenan el
Tom, IV. - Ee Illl
2 18 . SERMoN soBRE EL DEsEo - ,,,
numero de sus comuniones, pareceles que son los
mismos, en lugar de que por eso debieran alterar el
numero de sus comuniones porque ya dexaron de ser
los mismos. - - - -

Veriamos deseos tal vez de imitacion y de emula


cion. Hay algunos que sin ningun zelo de hacerse san.
tos, solo aspiran à copiar los que lo son; rebientan
por distinguirse de las almas comunes, siguiendo las
huellas, de las almas privilegiadas por la gracia; por
servir tambien de exemplar y modelo ; por dar asi
mismo el exemplo, y por quitar toda la diferencia
de devociones y exercicios espirituales, no teniendo
respeto ni atendiendo à la diferencia de meritos. Des
preciando de este modo el tronco de la virtud , con
sienten facilmente en que los otros sean mas virtuosos;
pero para disputarles la gloria de serlo, no sufren que
lo parezcan mas, y si comulgan como ellos, no es pa
ra emular su fervor y devocion, sino para participar
de su buena opinion.
e Veriamos deseos de caprichos de voluntad pro
pia. Sientense algunas personas deseosas naturalmen
te de comulgar; y formandose un sistema de propia
devocion, empiezan à arreglar y distribuir sus comu
niones antes de arreglar y mortificar su corazon; y
aunque despues se muestran dociles en todo; en punº
to à sus comuniones, solo se gobiernan por sus pro
pias ideas : los ministros de Jesu-Christo ô no son
consultados, ô no son obedecidos, ni permitirán que
ellos usen con Jesu-Christo de mas circunspeccion ní
respeto que el que ellas usan. ,

Qué mas podré yo decir, qué mas podré añadir


à lo dicho, Catolicos aunque por otra parte, qué
nos importa saber de qué origen proceden estos de
seos vanos y frivolos, estos deseos falsos y engañosos,
- - CS
coN QUE DEBEMos LLEGAR Á coMúLGAR. 2 I 9.
estos deseos peligrosos y funestos que llevan à la me
sa del altar tantas almas mundanas y distraidas, tan
tas almas viciosas y carnales Vos, Dios mio, lo re
gistrais todo; nosotros nada vemos: y à la verdad
somos dichosos en ignorarlo; pues para quien os ama
es suma felicidad tener la escasa y torpe vista de me
ro hombre, y no la de un profeta que ve lo interior
de las cosas, porque desfalleceriamos de dolor al ver
las injurias que recibis. Lo que sabemos, y lo que nos
importa saber es que los deseos de los que no se pre
paran con la debida reverencia para recibir la sagrada
comunion, no pueden ser deseos inspirados por la
gracia; por quanto la gracia que inspira el deseo de
la comunion, es un efecto de aquel espiritu de santidad.
que purifica la victima antes de ofrecerla, y que nun
ca ofrecera al Dios de las virtudes un corazon lleno de
pecados y de perversos afectos : y es asimismo un
efecto de aquel espiritu, amor substancial, que une
al padre y al hijo, y tan zeloso de la gloria de Jesu
Christo, que no le aposentara en un pecho, que no
sea digno tabernaculo suyo: y es finalmente efecto de
aquel espiritu de orden y sabiduria que no separa las
promesas de la fe de sus preceptos, y que no pue
de llevarnos al Sacramento augusto del altar sino
por los caminos del Evangelio. Pregunto yo ahora,
qué cosa es un deseo de la comunion inspirado por
la gracia º es un deseo que si mueve à comulgar
eon frequencia, no mueve menos à comulgar con
santas disposiciones: es un deseo en que hallando
se todo el fervor, todo el incendio del amor mas
puro, no se echan menos los esmeros y solicitudes del
respeto mas profundo. -

Y por consiguiente, avivad vuestra atencion,


amados oyentes mios, porque voy à reducir à brev
-, -
Ee 2. VCS
220. SERMoN soBRE EL DEsEo
ves clausulas la sustancia de esta primera Parte. Y
por consiguiente , repito, si el deseo de la comu
nion es un deseo inspirado por la gracia, si es obra
en fin de la gracia, no dudeis que para preparar
se y disponerse dignamente el christiano para re
cibir la Eucaristia, no perdonará la vigilancia so
bre sí mismo, el recogimiento preciso, el fervor, y
la prontitud en obedecer las inspiraciones del Es
piritu Santo: y no fundara toda su devocion, ô
casi toda su devocion en comulgar muchas veces,
ni conservara defectos incompatibles con la comunion
frequente, querra pues que sus comuniones honren à
Dios, y santifiquen su alma; y à este fin quantas mas
comuniones repita, procurara con mayor anhelo hacer
progresos en la verdadera devocion: en aquella virtud
digo que no consiste en confesar los pecados, sino
en corregirse de ellos; no en censurar al proximo, si
no en edificarle; no en orar mucho, sino en orar
bien; no en vivir en soledad exterior, que separa del
trato de los hombres, sino en vivir en soledad in
terior, que es la unica que estrecha el alma con Dios,
y por donde le halla; no en ponderar los defec
tos del proximo con indiscreto zelo, sino en ocul
tar las virtudes propias con humildad verdadera; no
en reformar el mundo, sino en no conocerle, y
en no ser conocido de él; no solo en evitar los
deleytes peligrosos de las diversiones y publicos con
cursos, sino en evitar principalmente aquel deley
te mas disimulado y halagueño de satisfacer su va
nidad, de alimentar su curiosidad , de cumplir los
caprichos y antojos de su genio: deseara pues el
christiano comulgar, y en efecto comulgara; pero
no comulgara sin disponerse para la felicidad de re
cibir à Jesu-Christo mortificando sus pasiones, y
pa
con que DEEEMos LLEGAR Á coMúLGAR. 22 r
para que entre en su corazon, expelerá de él el
mundo y todas las aficiones del mundo 5 vendra à
la sagrada comunion del altar si ya no con una alma
llena de virtudes, à lo menos con una alma limpia
bañada en las aguas saludables de la peniten
cia, y llena de compuncion 3 con una alma deseo
sa de adquirir todas las virtudes, y de aumentarlas
y perfeccionarlas continuamente. Porqué asi todo es
to? porque el deseo verdadero de la comunion, y
el deseo de la verdadera virtud no componen sino un
solo y unico deseo.
De lo dicho se infiere; que esos deseos de la
comunion que no se proponen por objeto sino la
comunion misma; esos deseos esteriles e infructuo
sos que se terminan en desear la comunion, sin lle
gar à disponer al alma para ella; esos deseos so
berbios, en fuerza de los quales penetra luego el
pecador hasta el santuario, donde colocado cerca
del Fariseo presuntuoso hace alarde de sus virtu
des, sin detenerse en el vestibulo en compañia del
publicano à llorar sus pecados; esos deseos violen
tisimos y impetuosos, que tanto sienten el tiempo
que se les pasa sin comulgar, y que tendrian por
perdido el tiempo que consumiesen en examinar, en
purificar, en acrisolar el alma; esos deseos cobar
des y indolentes que no llegan sino à ofrecer y à
prometer à Jesu-Christo el corazon, sin alargarse
nunca à darsele; esos deseos rebeldes que no re
conocen mas ley que la de sus caprichos, y que
el primer paso que dan para llegarse à Jesu-Chris
to, es empezar desobedeciendole; esos deseos in
considerados y imprudentes que cifran toda la vir
tud en multiplicar comuniones, como si para co
mulgar santa y provechosamente bastase comulgar
- COIl
222 SERMoN soBRE EL DESEo ,
con frequencia; esos deseos que mejoran tan poco,
ô nada el corazon y las costumbres; esos deseos
de la comunion que no excitan ni aumentan el de
seo de la perfeccion, provengan de donde provinie
sen, no son deseos inspirados por la gracia, sino
muy agenos de ella. Asique el deseo de la co
munion que no Va acompañado de la venera
cion debida à este augusto Sacramento, es un de
seo que no nace de Jesu-Christo: y por tanto ni
lleva ni conduce el alma a Jesu-Christo, como
Vereis ahora.

SEGUND A PA R TE. )
-

-
-

A Unque es indubitable, Catolicos, que la sa


grada Eucaristia es el manantial y la ple
nitud de la gracia; con todo eso no todos los que
reciben el Santisimo Sacramento, reciben la gracia
del Sacramento. Segun los principios de nuestra
Santa Fé debemos distinguir con San Agustin dos
modos de recibir la Eucaristia: uno que se puede
llamar exterior, aunque real y efectivo; y el otro
exterior y interior al mismo tiempo: el modo pu
ramente exterior consiste en recibir el cuerpo de
Jesu-Christo: el interior, que es espiritual e in
visible, consiste en recibir el cuerpo de Jesu-Christo,
y juntamente su gracia.
Dexando pues ahora de hablar, continúa este
Santo Doctor, de esos hombres escandalosos, de
esos monstruos de irreverencia y de impiedad, de
esos profanadores publicos, que nunca injurian al
Señor mas indignamente, que quando parece le
honran, ni nunca viven mas distantes de Jesu-Chris
to, que quando se acercan a él, que convierten
ll Il
- -
coN quE DEEEMos LLEGAR Á coMULGAR. 2 23
un sacramento de salvacion y santificacion en ca
racter funesto de reprobacion eterna: tante rei sa
cramentum ad judicium sibi manducat & bibit: quán
tos comulgan recibiendo à Jesu-Christo sin recibir
le ? Recibenle ciertamente, porque la perversidad
del hombre no altera ni muda las adorables dis
posiciones de la voluntad divina: recibenle, porque
el pecador igualmente que el justo, encuentra à
su Dios en la Eucaristia ; si bien para aquel es
un juez severo, y para este un Salvador dulcisi
mo: sin embargo no le reciben dignamente 5 por
que recibir à Jesu-Christo dignamente, es recibir
el espiritu de Jesu-Christo 3 y porque para que en
tre en provecho à la alma el cuerpo y sangre de
Jesu-Christo, es necesario que Jesu-Christo habi
te en ti, y tu en él, y que él descanse en tu co
razon, y tu corazon en él: signum quia mandu
cavit & bibit., hoc est , si manet ó manetur, si
habitat, ó inhabitatur. 3

Ya desaparecieron, amados oyentes mios, ya des


aparecieron (y quién sabe si volveran jamas) aquellos
dichosos tiempos en que aquellas grandes demostracio
nes de fé y de caridad, efectos continuos de la comunion,
anunciaban y declaraban tan sensible y autenticamen
te la real presencia de Jesu-Christo en el Santisimo
Sacramento del altar qué felices hubieran sido los
hijos, si providos y solicitos en conservar esta pre
ciosa herencia de gracias, hubieran renovado en el
discurso de los siglos posteriores el fervor y devo
cion ardiente de sus padres Sola su virtud hu
biera escusado à la Iglesia las heridas profundas que
le abrieron las modernas heregías; y hubiera preve
nido los estragos que padecio el santuario. Cómo
hubieran tenido entonces osadia de blasfemar del au
- - gus
224 SERMoN soPRE EL DEsEo
gusto e incruento sacrificio un Zuinglio, y un Cal
vino El universo entero les hubiera dado en rostro
con el testimonio de sus virtudes para acreditar su fé,
y confundir su impiedad. Si no veis a vuestro Dios
en el Sacramento, les hubiera dicho el Crisostomo,
miradle, patente está y manifiesto en los efectos
del Sacramento 3 pues desde el instante que el cris
tiano bebe el caliz que la Iglesia ofrece à los fie
les, no es ya hombre, ô lo que es mas asombroso,
hombre es todavia; pero sin experimentar las flaque
zas de la humanidad; y se siente tan enagenado del
amor de su Dios, que no quiere ya otro amor, ò por
ninguna cosa anhela mas que por la ocasion desacrificar
por Jesu-Christo todo lo que ama mas tiernamente.
Figuraos, les hubiera dicho San Agustin, un
corazon mas desprendido de los afectos naturales,
un hombre mas desasido de todo lo que le pudie
ra servir de estorbo para unirse con su Dios, que
aquel que no hiciese caso de su padre, de su madre,
de sus hijos, y de su esposa, cuyos ojos fuesen dos
fuentes de lagrimas. Los martires pues se veian rodea
dos de todos estos objetos, y no les hacian ninguna
fuerza. Empezabase à levantar, hubiera añadido es
te Padre con San Cypriano, el torbellino de la per
secucion; entraban en el templo medrosos, encogidos,
perplexos, como cañas quebradizas à quien arreba
ta y desarraiga el menor soplo de viento; pero
apenas gustaban sus labios el divino licor de aquel
sagrado caliz, quando embestidos y embriagados de
su furor sacrosanto, ansiosos de derramar prodiga
mente su sangre, dexaban atonitos a los tiranos con
su invencible constancia, apeteciendo mas tormen
tos, que los que les podian dar. Quién otro, diré yo
ahora, podia obrar semejantes prodigios, sino aquel
- - Dios,
coN qUE DEBEMos LLEGAR Á coMULGAR. 225
Dios, autor de la gracia de modo que el Dios de
cielo premia y corona los santos 3 pero el Dios que
se ostenta en la Eucaristia/, los hace 3 y para cer
tificar al mundo y acreditar su presencia no necesita
sino de la intrepidez heroica y de las virtudes del pue
blo cristiano. -

Pero ah, que los tiempos han variado Dios el


mismo es; pero su pueblo es distinto. Obedeciendo
entonces el precepto del Apostol el alma mas fervo
rosa, temiendo hacer mal una obra que nunca pue
de hacerse demasiadamente bien, se examinaba con
el mayor esmero; y qué cosa es examinarse, pre
gunta San Gregorio, sino procurar con toda diligen
cia destruir el hombre viejo y carnal, perfeccionar
el hombre interior y espiritual, desterrar el peca
do, y introducir la gracia quid probare se , nisi eva
cuata peccatorum narquitia se ad Dominicam mensam pu
rum exhibere Infierese de aqui que la sangre de nues
tro Salvador era entonces un fecundo manantial de
las mas heroicas virtudes, porque se recibia en tier
ra fertil y bien sazonada; mas ahora quando no se
conoce ni se sigue otra guia ni otro maestro que los
depravados y viciosos deseos, qué sucede Lo que
vemos cada dia. Vemos que unos hombres llenos de
solicitudes y negocios de mundo, y que han vivido
años enteros olvidados de Dios y de la religion : hom
bres entregados a pasatiempos y diversiones peli
grosas: hombres esclavos de sus pasiones y de sus
concupiscencias, pasan desde el exercicio de pecar à
recibir la comunion sin preceder mas que un examen
111OIIlCIntanCO. - - -

Examen por cierto vano y quimerico! Pues siendo


tal vez unos hombres mundanos que viven distrai
dos, que con igual facilidad cometen el pecado,
Tom, IV. Ff que
226 SERMoN soBRE EL DEsEo
que le olvidan, que como se arrojan à el sin la menor
resistencia, y tan de corazón, no dexa la culpa en su
memoria sino unos leves yestigios, que no observan
do los ministros del Evangelio en su vida y costum
bres sino motivos para temer su eterna condenacion,
ellos apenas hallan cosa que les remuerda la concien
cia, que con tanta dificultad encuentran en su inte
rior pecados de que acusarse, con quanta los confe
sores les pudieran encontrar virtudes ; se presentan y

sin embargo en el tribunal de la penitencia para dexar.


asombrados à sus ministros al oir unos peniten
tes, que acometidos de mil pasiones y no de menos
ocasiones, con poca religion por otra parte y menos
piedad, se tienen y confiesan por menos pecadores,
que los mayores santos. - -

Examen superficial y frivolo porque el pecador


solo se conoce exteriormente; es verdad que ve sus pe
cados, pero no quiere internarse mas, no quiere descu
brir la causa y el principio de sus miserables caidas;
contentase con saber los pecados de que ha de acusarse,
pero teme saber los pecados que ha de emendar y cor
regir; como que se persuade que la penitencia que lava ,
los pecados, consiste solo en el arrepentimiento que los
declara, que nada tiene ya que hacer desde el instan
te que no tiene mas que decir, y que para justificarse
le basta confesar que fue pecador. -

Examen infructuoso y ineficaz, que todo lo ave


rigua, y nada remedia ! porque el pecador no se pre
cave ni contra la inconstancia de la voluntad, ní
"contra la fuerza de la costumbre, ni contra la corrup
cion del mundo, ni contra el peligro de las ocasiones:
persuadese que se halla arrepentido de corazon, y se
engaña y se ciega: disponese para la comunion con
un nuevo pecado, haciendose mas reo, con la mis
- -
-
- ... l ... , , , IIld.
coN que DEBEMos LLEGAR Á coMuLGAR. 227
ma penitencia, que con sus culpas y profanando la gra
cia de Jesu-Christo en el tribunal de la penitencia,
se ensaya y alienta à profanar en la Eucaristia la san
gre de Jesu-Christo.
Examen escaso y limitado Cómo pensais proce
de una alma que no hace el debido concepto de lo
augusto del Santisimo Sacramento del altar? Evita
solamente los defectos que la hacen absolutamente in
digna de la comunion 3 pero no procura adquirir las
virtudes que la disponen y hacen digna de ella. Abs
tienese pues de los excesos de aquellas pasiones gro
seras, cuyos pecados es imposible que ella no conoz.
ca, y les substituye otras pasiones delicadas y mo
deradas: pasiones mas peligrosas en cierto sentido,
porque sin tener la apariencia de tales, contienen e
incluyen toda su malicia; porque sin inquietar ni tur
bar la conciencia con los impetuosos excesos de la ini
quidad, enflaquecen y estragan el corazon con los
imperceptibles progresos de la corrupcion; y porque
guardando como un medio entre la virtud y el vicio,
justifican y escusan al parecer los pecados que come
ten, con los pecados mas graves que no cometen.
Y asi no fomentara en su interior aquellos violen
tos y irreconciliables odios que se manifiestan en el
publico con quexas y murmuraciones, con obstina
ciones y arrebatos furiosos, con enemistades escan
dalosas 3 pero dara lugar en su corazon a aquellas
antipatias , à aquellas aversiones, à aquellas re
pugnancias , que si no se muestran claramente, se
traslucen y se adivinan; que solo hablan con un si
lencio frio y desdeñoso ; que no se declaran sino por
las modales y ademanes ; que no separan de sí à
los que se aborrecen, sino mostrando suma cortesia,
que no se vengan sino usando de cumplimientos me
( , - Ff2 - Sll
2 28 - SERMoN soBRE EL DEsEo
surados y atentos en lugar de la sencilla y ingenua
amistad, y que traen el corazon lleno de la ilusion li
songera de haber conseguido salir con su intento sin
desagradar a Dios, y satisfacer su resentimiento sin
vulnerar la caridad.
No tratara ya ni se engolfara en esas negociacio
nes y maquinas de una ambicion desenfrenada, pe
ro afectara un genero de virtud de que guste hacer
publica ostentacion: un gusto tan exquisito, y unas
ideas tan extravagantes, que se desdeñe de pensar
como el vulgo, una altaneria y genio tan indomito,
que con la inconstancia de sus caprichos apure al hom
bre de condicion mas benigna y oficiosa, y con sus
modales dominantes, y entonados ademanes exaspe
re al espiritu mas docil y sumiso ; una idolatria fi
nalmente de sí mismo, que intente sobreponer à todos
con la superioridad de su ingenio y talentos.
No incurrira ya en aquellas maledicencias y ca
lumnias, cuyo halito envenenado siembra odiosas sos
pechas sobre la virtud mas acendrada; pero no se
abstendra de aquellas murmuraciones finas y artificio.
sas; aquellas murmuraciones politicas cuya satira em
pieza siempre ô acaba por algun elogio, y cuyas
politicas cautelas no se proponen otro fin que hacer
mas creible, la censura por medio del panegírico;
aquellas maledicencias juiciosas, si se sufre decirlo así,
y estudiadas con que el murmurador con sumo tiento
separa lo que le parece tiene obligacion de callar, de
aquello que le parece tiene libertad de referir, que
muchas veces diría menos en cierto modo, si dixese
mas, cuya discreccion afectada y demasiadamente
conocida revela y descubre lo mismo que intenta ocul
tar, y perjudica mas la fama del proximo con lo que
da que pensar que con quango pudiera decir, o -
«... - «.
*- No
CON QUE DE BEMOS LLEGAR Á coMUPGAR. 2 29
No se entregara ya à aquellos excesos de comer
y de beber, à aquellas deshonestidades, a aquel frene
si de juego y de profanidad, que no causan me
nos detrimento à la opinion que à la conciencia 3 mas
procurara y se hallara bien en una situacion dulce y
gustosa, en una paz indolente, que si no concede à
los sentidos toda rienda, les niega pocas cosas 3 que
si no se entrega à los deleytes claramente pecamino
sos, tampoco aspira a adquirir aquellas virtudes que
cuestan esfuerzos y combates; que si no le permite à
su corazon satisfacer todos sus apetitos, permite
le huir de todo lo que le contrista y afixe: estado
y situacion en que teme el hombre, segun el dice,
cometer nuevos pecados, pero en que no piensa en
hacer penitencia por los cometidos; un genero de vi
da mas conforme con los dictamenes de la razon, que
con los de la religion 3 mas propia de lo que llamais
hombre de bien, que de verdadero christiano: vida,
que difiniendola propiamente, no es otra cosa que
un exercicio del amor propio que hace cierto ajuste,
y establece cierto temperamento entre la conciencia
y las pasiones, entre los negocios temporales y el ne
gocio de la salvacion, entre el Evangelio de Jesu
Christo, y el Ritual del mundo. Dígamoslo mas cla
ro: una vida que no es otra cosa en suma que la ilu
sion y el engaño de un amor propio tan ciego que
llega a persuadirse el hombre que puede ser santo en
la tierra sin tener nada que padecer , y que pue
de ser feliz sin tener nada que le remuerda la con
ciencia. ... - -
. .. . . . . to.
Esperar pues en este estado recibir la gracia del
Sacramento es una esperanza vana quimerica. No
y
hablo de aquellas comuniones hechas precipitadamen
te por el respeto humano, cuya preparacion se redu
i, Ce
23o SERMoN soBRE EL DEsEo
ce a un examen superficial, à una acusacion sin do
lor, à un proposito sin sinceridad, à unas promesas
sin efecto; porque no ignorais, dice San Ambrosio,
que esta especie de comuniones por raras que sean,
siempre son muy frequentes, pues si entrando Jesu
Christo en vuestra alma, no reconoce en ella ni su
espiritu, ni su vida lexos de ser para vosotros un Dios
Salvador que os santifique, solo sera para vosotros un
Dios justiciero que os condene y repruebe: si non mu
tat vitam , magis occiditur, quam vivificetur. Ni hablo
tampoco del peligro tan inevitable de ultrajar à Je
su-Christo à que os expone un estado de imperfeccion
voluntaria, perdiendo vuestra alma con indignas co
muniones. Vos solo, Señor, penetrais el mar insonda
ble de nuestros pensamientos y deseos. Quantas veces
à la sombra de las culpas leves, por quien conserva
mos aficion, se insinuan y cometen otras culpas mas
graves que sobornan la voluntad engañando al enten
dimiento? Una alma que solo teme perderse, y que
no teme desagradaros, está expuesta à disimularse lo
que vos, Señor, no la disimulareis. O y quán facil es
pasar en ciertas ocasiones en que el alma se halla como
soñolienta y entorpecida, del pecado que debilita la
gracia, al pecado que priva de ella! cortisima es por
cierto la distancia que en esto media, y agitado el
corazon del estimulo de las pasiones, corre velocisimo;
y como no aspiraba sino meramente à salvarse, suele
perecer; y el que tal vez creia venir à la mesa del al
tar cargado solo con algunas imperfeciones, llega à ella
pecador, y se retira reo de un sacrilegio.
Digo solamente que este estado de tibieza y fra
gilidades voluntarias es un obstaculo que disminuye
y enerva la eficacia y las benignas influencias de la
gracia; y ved aquila prueba de mi proposicion
. . dº
coN que DEEEMos LLEGAR Á coMolcar. 231
dada en San Geronimo. Aquel Dios que se nos da en
la Eucaristia es un Dios de misericordia, y un Dios
de sabiduria: como Dios de misericordia, solo es
pera para comunicar sus gracias un corazon bien dis
puesto; como Dios de sabiduria y de infinita provi
dencia, no derrama sus abundantes gracias en un co
razon empeñado en repudiarlas y en abusar de ellas.
Reside Jesu-Christo en la sagrada Eucaristia, conti
nua este Santo Doctor, con aquellas mismas disposicio
nes con que se dexo ver en Israel; y asi para ofrecer
la gracia del Sacramento, solo consulta los deseos de
su ardiente amor; y para comunicarla, mira à la dis
posicion de nuestra voluntad: de modo que solo vie
ne à aquellas almas que obedeciendo las inspiracio
nes del Espiritu Santo, le llaman y le instan 3 y solo
sana à los que quieren curar: vis sanus fieri. (1)
Respondedme pues ahora: es modo de desear re
cibir la gracia del Sacramento de la Eucaristia, quan
do lexos de pensar en merecerla, ni aun pensamos en
pedirla? Llegase à la mesa del altar una alma sin la
preparacion debida, y por consiguiente con un de
seo imprudente y temerario: permanece en ella sin
fervor: ved ahi una comunion tibia, fria, desvirtuas
da. Es verdad que Jesu-Christo entra en el corazon;
pero el corazon no se halla consigo mismo: exhalado
tras mil deseos carnales que le turban y le alteran,
enmudece: apenas encontro à su Dios, quando ya le
desampara, recibele y le abandona, ni nada le da,
ni nada le pide : complacese en desperdiciar aquellos
momentos preciosos en que negocia la salvacion, tie
me fruicion en que se pasen y desaparezcan, temelos
Cl

(*) Evang S. Juan c. 5. v. 6. ---


232 SERMoN soBRE EL DEsEo
en lugar de desearlos, no quiere tanta luz, no quie
re sentir afectos tan tiernos y tan vivos, no quisiera.
saber con tanta claridad lo que Dios pide y quiere;
porque el negarselo le costaria gran dificultad, y el
concederselo mayor; y como por otra parte tiene re
suelto no adquirir ya ninguna virtud , desea no reci
bir ya gracias. -

Es modo de desear seriamente la gracia que co


munica este Santisimo Sacramento quando nos limi
tamos solo à desearla, sin mortificarnos, ni sacrificar.
por él la menor pasion, antes conservando y fomen
tando aficiones y costumbres contrarias à las ins
piraciones de la gracia Vivis engañados, amados
hermanos mios, vivis ilusos, si pensais que la sagrada
Eucaristia ha de destruir en vosotros las fragilida
des que vosotros quereis conservar, que os ha de li
brar de las pasiones que anteponeis à su amor, y que
querra entregarse de un corazon que no quiere ser
suyo. -- - - - -- -

No creais que por contentar vuestros vanos de


seos inovara nuestro Dios y Señor el orden y econo
mia de sus designios. Es verdad que por la gracia que
se recibe en este Santisimo Sacramento se ha de con
sumar la obra de nuestra santificacion; pero no es me
nos verdad que no recibireis esta gracia sino en quan=
to seais fieles à otra gracia que le da principio. Por
que deben distinguirse dos gracias que pertenecen
igualmente à la comunion: una que yo llamo gra
cia que comunica el Sacramento 3 y otra que yo lla
mo gracia que se comunica para recibir este Sacramen
to admirable. La gracia que comunica el Sacramento

es una gracia, que siendo el mas puro y maravillo


so efecto del amor de un Dios, puede llegar à des
truir hasta los resabios y vestigios de todo
-
ameri
l
coN que DEBEMos LLEGAR Á coMULGAR. 233
nal, no dexaron en el hombre nada de hombre. La
otra gracia que se nos da, es aquella gracia con que
nos disponemos y preparamos para recibir este admi
rable Sacramento; esto es, una gracia que se nos co
munica para reprimir nuestros apetitos, para morti
ficar nuestras pasiones, para resistir al impetu y cos
tumbre de los malos habitos, para saber sobreponer
nos à nosotros mismos, para desprendernos y desa
sirnos de nosotros mismos. Ahora pues dice San Am
brosio: entended que la gracia propia de la Eucaris
tia, aquella gracia que comunica el Santisimo Sacra
mento no se os comunicara sino à proporcion y me
dida de la fidelidad con que correspondais al llama
miento y inspiracion de la gracia que dispone y pre
para para el : por consiguiente, añade este Santo
Padre, si quereis hallar la vida en el Sacramento,
haced que el Sacramento halle la vida en vosotros;
si quereis conseguir la gracia que obra la conversion
del corazon, dad lugar en vuestra alma à la gra
cia con que se empieza esta misma conversion: qui
vult vitam, mutet vitam porque tened entendido que
si vosotros desechais la gracia con que se hace guer
ra à las perversas inclinaciones de la naturaleza, no
llegareis á conseguir aquella gracia con que se sujetan
y doman.
Qué aprovechan pues esas comuniones sin dispo
sicion alguna, ô con tan poca disposicion Punto es
este, Catolicos, que os debiera estremecer, y traeros
en un continuo susto de que os debeis recelar mas del
Dios que juzga las justicias, que no del Dios que
juzga los pecados; esto es lo que trae consternados
y llenos de rezelos a los zelosos ministros del Evan
gelio. Ven comulgar con frequencia; y no ven ni ob
servan las virtudes que disponen para recibir digna--
Tom. IV. Gg men
2.34. SERMoN sobRE EL DEsEo ,
mente la Eucaristia, ni las virtudes que la Eucarís
tia puede y debe engendrar. Ven que salen y se apar
tan los fieles de entre los brazos de Jesu-Christo car
gados de todas sus flaquezas y fragilidades. Una so
la comunion seria suficiente para comunicarles to
das las virtudes; y despues de tantas comuniones,
todavia no se han emendado de un solo defecto.
Ese corazon bañado tantas veces y regado con la
sangre de Jesu-Christo vive todavia sumergido en
las diversiones y pasatiempos, en la hinchazon y
altaneria de su soberbia, en las delicadezas y en
vidiosas emulaciones de su vanidad, en los antoja
dizos, arrebatos de su genio, en las repugnancias
y aversiones de sus antipatias, en las condescenden
cias y timideces del respeto humano, en las hala
gueñas sutilezas del amor propio. El no sabe to
davia ni abatirse con humildad , ni compadecer
se con caridad , ni trabajar con zelo , ni cau
telarse con el retiro y soledad, ni perseverar con
constancia , ni mortificarse con penitencia , ní
apartarse de quien ama, ni sufrir à quien no ama.
La concupiscencia se conserva tan viva y tan en
tera despues de tantas comuniones. La gracia no ha
adquirido aquella fuerza y dominio que debia exer
cer sobre nuestro corazon 3 antes ha perdido mu
cho mas; porque se recibe en una alma acostum
brada à desatenderla y despreciarla; y pertinaz en
repudiarla y en hacerla resistencia. Asique quan
to mas comulgan algunos christianos, menos dig
nos son de comulgar 3 y en lugar de hacerse mas
santos, se hacen mas reos: reos de la temeridad
con que se llegan à la sagrada mesa del altar sin
la debida preparacion, y de la negligencia con que
reciben este divino bocado. sin fruto ni provecho,
- ICOS
-
coN QUE DEBEMos LLEGAR Á coMULGAR. 235
reos de la vana confianza con que se creen ador
nados de las virtudes de que carecen, ö de la ne
gligencia y descuido con que no corrigen los de
fectos que tienen; reos del vilipendio con que tra
tan à Jesu-Christo, comulgando tibiamente y sin
fervor, y del escandalo que dan á los demas hom
bres, comulgando sin fruto y sin provecho; reos
por ofrecer à la mesa sacrosanta del altar un co
razon lleno de pasiones y de amor de mundo, y
por entregar al mundo un corazon que habian pro
metido reservar solamente para la Eucaristia; reos
de aquellas gracias con que una alma se dispone
dignamente, y à que se resistieron; y de las gra
cias de santificacion que no hicieron diligencias por
conseguir : pediraseles finalmente estrecha cuenta
tanto de lo que hicieron y de lo que dexaron de
hacer , como de las gracias que recibieron y de
las que no solicitaron ni quisieron recibir. . . . .»
Qué medio hay pues para ocurrir à estos da
ños tan temibles ? Qué diligencias se deben practi
car para comulgar santa y fructuosamente Ningu
nas otras, como ya se dixo arriba, sino la de ar
reglar y conformar los deseos de la comunion con
el respeto y veneracion con que debe el alma dis
ponerse, y observar à este fin algunas adverten
cias de discrecion christiana, las quales se derivan
naturalmente de estos mismos respetuosos deseos
de la comunion. Mas claro: arreglar las comunio
nes por la conducta y costumbres, y arreglar la
conducta por las comuniones. Documento impor
tantisimo, que quisiera que jamas se os cayera de
la memoria. - - - - • - . . . . . . . . 3

Advertencia primera: arreglar las comuniones


por la conducta. No hay cosa mas comun que pasº
- - - Gg2. de
236 - SERMoN soBRE EL DEsEo 3

decer engaños: padecelos el hombre todos los días


acerca de sus afectos, y entre tantas cosas como
ignora, de pocas tiene menos conocimiento que de
su propio corazon 3 pues para conocerse, menester
es que salga de sí mismo, que estudie sus inclina
ciones en sus costumbres, y que juzgue por sus
obras. Entonces entendera que por vivos y vehemen
tes que sean los impulsos que le llevan á la co
munion, si el fervor no pasa y redunda de los deseos
à las acciones; si el anhelo por la comunion no
corresponde al estudio y esmero en reprimir las pasio
nes, digoos con San Francisco de Sales que esas
frequentes comuniones mas deben causar en vuestras
almas temor, que confianza. Con efecto dice este
gran Santo, cuyas maximas tan discretas y prudentes
siguen el medio acertadisimo entre la severidad fa
risaica que estrecha y coarta el Evangelio, y la ex
cesiva blandura que le relaxa. Cosas hay, dice, que
no impidiendo comulgar rara vez, pueden ser im
pedimento para comulgar con frequencia. Procurad
entender la razon en que se funda. Como la union,
dice, con que nos estrechamos con Jesu-Christo por
la comunion frequente, es una union mas intima,
mas reiterada, mas habitual, mas durable en cier
to modo y permanente, por eso se requiere una pu
reza mas perfecta: como por otra parte el comul
gar con frequencia sea el medio mas conducente para
adquirir la perfeccion 3 y el deseo verdadero de la
perfeccion sea la disposicion necesaria para la comu
nion frequente, siguese que este deseo de la per
feccion no es deseo verdadero ni sincero, si no se
estiende à la conducta, si no arregla las costumbres.
¿Eres tu pues una de aquellas almas fervorosas
que se mantienen firmes en la observancia de los
* -- . - - pre
coN QUE DEBEMos LLEGAR Á coMvLGAR. 237s
preceptos por medio de la practica habitual de los
consejos evangelicos eres de aquellas almas que para
vivir cauteladas contra lo que se les prohibe, se pri
van muchas veces de lo que les es licito eres de aque
llas almas à quien la gracia encuentra por lo re
gular dociles à su voz, y el mundo casi insensibles à
la voz venenosa de sus hechizos eres de aquellas
almas caritativas y benignas que se compadecen tan
prontamente de las miserias de sus hermanos, y se
olvidan con la misma prontitud de las injurias que de
ellos reciben ; y que se edifican de las virtudes sin
escandalizarse de sus fragilidades eres de aquellas
almas humildes y modestas que dan buenos exem
plos à los demas sin aspirar à sus alabanzas; que solo
estiman y aprecian aquellas virtudes que el mundo ig
nora; que no hallan mas consuelo en sus caidas y
flaquezas sino en el rubor y verguenza que les cau
san, y que de la virtud solo temen el aplauso que
la acompaña º Ven pues, llegate à la sagrada mesa
donde te está esperando tu Dios con los brazos abier
tos para llenarte de los dones de su amor. º
Pues qué me replicareis. Es posible que solo se
ha de permitir la frequente comunion, y ha de ser so.
lo fructuosa à las almas tan puras y tan perfectas? ha
de tomarse en todo rigor y à la letra la sentencia de
San Buenaventura que se ha de conceder rara vez la
comunion à los que cometen pecados veniales y in
curren en imperfecciones voluntarias? -
No por cierto, amados oyentes míos: el mismo
Santo Doctor con San Ambrosio, San Basilio , y
San Gregorio confiesa que ningun pecado venial es
Por su naturaleza impedimento para la frequente co
munion. Pero qué pecados, si pensais? pecados de in
advertencia que mas se puede decir que se nos escal
- - pan,
238 - SERMoN soBRE EL Deseo s
pan, que no que se cometen, y que mas residen
en la conducta, que no en la voluntad; pecados,
que desaparecen como un relampago , y que no
vuelven à aparecer sino rara vez, pecados hijos de
una ocasion inopinada, y como casuales, que por
eso fue dificil prevenirlos porque fue casi imposible
preveerlos; pecados de fragilidad que nacen mas de
inadvertencia del entendimiento, que de la perver
sidad del corazon; pecados leves que la tirania de la
costumbre, los peligros y ocasiones inseparables del
estado y del empleo arrancan por explicarme asi à
una alma que ha dado los primeros pasos en el ca
mino de la virtud, y que segun la expresion de San
Agustin tiene solo una voluntad buena y recta sin
llegar à ser voluntad firme y constante en el bien;
pecados prontamente detestados, que entre la fla
queza con que se cometen, y las lagrimas con que
se lloran, solo se interpone un breve espacio; peca
dos castigados con tal rigor, que con la penitencia que
los expia, se recobra la santidad de la inocencia
que los evita; pecados que ofrecen la ocasion de
adquirir las mas heroicas virtudes por la humil
dad que se averguenza de ellos, por la mortifica
cion que los castiga, por el desvelo y esmero que
los precave, y por el fervor que procura desarraigar
la aficion à ellos. De esta naturaleza son segun la
doctrina de Padres y Teologos las imperfecciones.
y flaquezas que lexos de hacer peligrosa la comunion,
frequente, la hacen fructuosa y necesaria. Porque con
pecados, hijos de toda la advertencia del entendimien
to y de todo el sosiego y serenidad del corazon; con
pecados, en cuyas ocasiones cae el hombre, y de cu
yas ocasiones sabe todavia librarse menos 3 con peca
dos que comete con frequencia, y con facilidadlosse
- - -

º".
coN QUE DEBEMos LLEGAR Á coMulCAR. 239.
los perdona; con pecados que ô no llora de ningun
modo, ô los llora mal 3 con pecados que acostum
bra à confesar y à no dexar, à repetir y à renovar, y
pecados que si con poco escrupulo los comete, con
menos dolor los confiesa; cómo nos lisongearemos que
con esta disposicion son utiles à lo menos las frequen
tes comuniones, si ya no son comuniones indignas y
sacrilegas cómo podremos estár seguros de que, aun
que no nos sintamos con conciencia de pecado mortal,
condicion indispensable para evitar un sacrilegio cla
ro, no incurrimos en aquel grado de irreverencia que
nos priva de los saludables efectos de la sagrada Eu
caristia? - -

.. Por tanto es dictamen, no solo mio, sino univer


sal de los Padres y maestros de la vida espiritual,
que una alma que conserva, y fomenta aficion vo
luntaria y habitual al pecado venial; que una alma
que tiene tan poco respeto à Dios y à sí misma, que
pasa à comulgar muchas veces en este estado, perma
neciendo en él, si bien comulgue frequentemente, se
expone à evidentisimo peligro de profanar el Santisi
mo Sacramento, porque aquella libre y voluntaria
adhesion al pecado venial, de que el alma no quie
re desprenderse, la lleva casi indefectiblemente por
los caminos de la ceguedad y del engaño al pecado
mortal, que por otra parte se lisongea de querer evitar.
Dicen mas estos varones asceticos: que injuria la digni
dad y majestad del Sacramento augusto comulgando
con frequencia sin la preparacion debida, sin un de
seo ardiente y eficaz de sacar los frutos convenien
tes 3 que se inutiliza el medio mas oportuno de santi
ficacion por el impedimento voluntario con que se
opone al poderoso y eficaz influxo del Sacramento;
que se priva de aquellos aumentos de fervor, de re
- SQ
24o SERMoN soBRE EL DEseo »
solucion, y de dominio sobre las pasiones que son los
dones y efectos ordinarios de la Eucaristia; que como se:
llega à la sagrada mesa con un corazon frio y indiferente,
ciega en el de Jesu-Christo el manantial del amor y
de las misericordias; de donde se sigue que lexos de:
fortalecerse con el exercicio de las virtudes cristia-,
nas, se debilita: y lexos de adelantar en el camino
de la virtud, atrasa. Luego hay necesidad de arreglar.
las comuniones por las costumbres.
Advertencia segunda; arreglar las costumbres y
conducta por las comuniones. Sobre cuyo punto no:
os alegare autoridades de Padres y Concilios que con:
tanta vehemencia y energia declaman contra este in-,
digno conjunto de comuniones y defectos; ni os dire
que asi como el vinculo que contraemos con Jesu-r
Christo por medio del bautismo, imprime en nues
tros pecados un caracter especial de malicia y de abo
minacion, à este modo la union estrechisima que se
forma entre Jesu-Christo y nuestras almas imprime.
en nuestros vicios un caracter de horror y de igno
minia, que no solo merecen ser castigados con los
tormentos de la tierra, sino con las iras vengado
ras del cielo. Pues para vuestra confusion y ense
ñanza basta que os llame la atencion à lo que sucede
en el mundo. - , ,

Considerad con efecto esas almas distraidas y


derramadas por el mundo, engolfadas en tantas di
versiones frivolas, sin perdonar las conversaciones
mas alegres, sin escusar las negociaciones mas bulli
ciosas. - º

Esas almas curiosas, indiscretas, maldicientes,


que fundan toda su devocion en publicar los peca
dos agenos, toda su caridad en censurarlos y todo su
zelo en divulgarlos, . . .
Esas
coN QUE DEBEMos. LLEGAR Á coMULGAR. 241
Esas almas orgullosas y satiricas, tan habituadas
à pensar mal del proximo, como à tener buena opi
nion de sí mismas, tan modestas, que no hallan en
sí defecto alguno que vituperar, y tan envidiosas
que nunca ven en los demas cosa digna de alabanza.
Esas almas llenas de viento, que tanto se estiman
à sí mismas, y tanto anhelan por la estimacion age
na; y que segun la arrogancia con que exigen los ob
sequios de los demas, no parece sino que acuden à la
sagrada mesa del altar à tomar lecciones de altaneria
en aquella escuela de aquel Dios de la humildad.
Esas almas que viven sepultadas en ociosidad, en
regalos y en las delicias del amor propio : almas
sujetas à tantas impaciencias y arrebatos, à tanto anto:
jo y mal humor, que con su reprobada conducta
confirman à los mundanos en el errado concepto de
que la vida devota en lugar de arrancar pasiones
del corazon, no hace mas que trastornar el juicio; de
que no hay ralea ni clase de gente que se ame mas à
sí misma, que la que se precia de amar à Dios, y que
los que mas vulneran la caridad del proximo, son los
que mas la exortan y predican.
Esas almas que hacen ostentacion de una virtud
exterior y aparente, que exhalandose tras lo brillante
de la devocion, menosprecian lo solido de ella.
Esas almas que profesan una piedad fecunda en
quexas y murmuraciones, en sospechas y envidias,
en zumbas y detracciones, en imprudencia y en cu
riosidad, en aficion à sí mismas, y en aficion todavia
mas vehemente à personas con quien solo se ha de
tratar y comunicar para aprender de ellas lecciones de
total desapego.
Esas almas que solo parece tienen de devotas con
fesar y comulgar; que no menos admiran al verlas
2Iom. IV. - - Hh lle
2.42 SERMoN soBRE EL DEsEo
llegarse con tanta frequencia à la mesa de la Eucaris
tia con tantas imperfecciones, que verlas despues de
tantas comuniones tan entregadas al mundo y tan res
pirando su aire contagioso -

Este es, como no ignorais vosotros, el escandalo


de nuestro siglo. Escandalo que se compone de mu
cha preocupacion y falsa idea, de mucho error y ce
guedad, de mucho capricho y malicia: escandalo en
fin que desacredita la Religion en el concepto de tan
tas almas poco instruidas, y de corto entendimiento:
escandalo que retrae de la participacion de los Sacra
mentos à tantas almas timidas que se acobardan por
las zumbas del mundo; escandalo con que se autori
zan en su tibieza y negligencia tantas almas vacilantes
é irresolutas; escandalo donde fundan su triunfo y
regozijo tantos libertinos, prevaricadores de la fé; es
candalo de donde toma y afila sus armas el zelo falso
para desacreditar y aniquilar entre los fieles el uso de
la frequente comunion 3 escandalo, padre y raiz de
otros muchos escandalos, que todos seran de cuenta
vuestra, supuesto que pudisteis y debisteis haberlos
antevisto y contenido ; y supuesto que para reprimir
su torrente y remediar sus estragos, no teniais mas
diligencia que hacer sino juntar con el deseo de la co
munion un respeto santo à la comunion; pues solicitos
entonces y deseosos de prepararnos para ella y sacar el
fruto conveniente, hubierais, dado mucho honor y
gloria à este Sacramento augusto con vuestras virtu
des, y hubierais edificado al mundo con vuestras ce
muniones. Y qué otro motivo y estimulo puede haber
mas conveniente para inspirar fervor, recogimiento
interior, humildad, modestia y practica constante de
las virtudes que deben preceder y seguirse à la co
munion, como el deseo de dar honor à Jesu-Christo
- A - CIl
coN que DEBEMos LLEGAR Á coMULGAR. 2.43
en el Sacramento de la Eucaristia, y de hacer que
otros se le den? Por lo que mira à vosotras, almas que
solo os gobernais por el temor y la esperanza intere
sada, no os dire sino que en el centro de la sagrada
obscuridad que circunda el tabernaculo, reside el
Dios de las recompensas y de los castigos, el Dios que
sondea los corazones, que reparte sus beneficios segun
las disposiciones de nuestra alma, que pide à propor
cion de lo que da, que no da sino à proporcion de lo
que recibe, y reserva toda su indignacion para los
que no corresponden con fidelidad à su gracia. Pero à
vosotras, que os abrasais en un amor mas santo y
mas puro, solo os dire que observeis en el altar à
vuestro Dios desconocido; que casi no es ya Dios: y
para qué quiere por otra parte ostentar su divinidad?
No solicita alli sino obsequios y rendimientos de con
fianza y ternura: solo anhela por vuestro corazon: y
os parece mucho, ô por mejor decir os parece sufi
ciente ese corazon para un Dios sacrificado en aras de
su amor propio? y os lisonjeais amarle, no procuran
do como no procurais hacer que otros le amen Resti
tuidle pues con vuestro agradecimiento y fiel corres
pondencia la gloria y la magnificencia de que su amor
le despoja. Comulgad de modo, y entrad y salid en el
santuario con tal devocion y compostura, que el mun
do conozca que el Dios de la Eucaristia es el Dios de
las virtudes; sea este Señor adorado en el templo por
vosotros, para que así reyneis con él en la gloria.
Amen.
. . .
«.

- . - Hh a SER
244

sERMoN
s o BRE EL R Es PET o -

cON QUE SE DEBE LLEGAR Á coMULGAR.


- v:

PARA EL DoMINGo DE Ramos.


Turba que precedebant & que sequebantur clama
bant dicentes: hosanna filio David.

Los, que iban delante de fesus, y los que le seguian


exclamaban : gloria sea dada al hija de David.
S. Math, c. 2 . -

AS turbas que solemnízan y aplauden la entrada


—A triunfante que hace hoy Jesu-Christo en la
ciudad de Jerusalen, nos ofrecen una idea y una
imagen de la conducta y calidades que debe tener una
alma que desea recibir à Jesu-Christo en la sagra
da Eucaristia. La solicitud con que esta gente sigue y,
acompaña à Jesus, es una especie de exemplar del fer
vor con que el alma debe desear la comunion; las
honras y aplausos que tributa à Jesus, son una especie
de exemplar de la veneracion y respeto con que el al
ma debe disponerse para recibir la comunion.
Pero en vano corre la fuente viva de las gra
cias en este tabernaculo, si nos hacemos sordos à
la voz que nos llama à satisfacer la sed en sus cor
rientes. En el Sermon antecedente he procurado
declamar contra la temeraria y precipitada diligencia
de quien se llega à la sagrada mesa del altar sin un
CO
coN que se debe LLEGAR Á coMuLGAR. 245
corazon limpio y puro, digno de aquel Señor à quien
recibe; ahora intento combatir la piedad ciega y ilu
sa de quien retrae de Jesu-Christo los corazones que
pide y desea este Dios amorosisimo.
O estraña ceguedad del entendimiento humanol
La misma inclinacion y amor que tiene à la verdad, se
le convierte à veces en ocasion y en lazo de error; en
gañase con el mismo temor de engañarse; si desam
para el camino, por donde iba errado, es solo para
perderse por otras peligrosas sendas 3 huye y sigue la
mentira à paso igual; si abandona las opiniones la
xas y demasiadamente benignas que halagan y con
templan el vicio, es por seguir otras opiniones ri
gidas y nimiamente estrechas que amedrentan à la
virtud : de modo que para evitar el sacrilegio de co
mulgar indignamente han reducido algunos la virtud
de los cristianos à no comulgar nunca, pasando del
deseo que debilita el respeto, al respeto que extingue
el deseo. -

Hallandoos pues convencidos de que el deseo d


la comunion sin el respeto debido à la comunion, es
un deseo falso y fingido ; y hallandoos instruidos de
la necesidad que hay de este respeto para gobernar
y dirigir prudentemente este deseo; intento conven
ceros hoy de la necesidad que hay de este deseo pa
ra avivar y dirigir este respeto: sustento en suma que
el respeto à la comunion sin aquel espiritu de piedad
y devocion con que el alma desea y se dispone
para recibir la comunion, no es otra cosa que un res
peto quimerico y ideal. Quereis la prueba? Vedla
en dos proposiciones sencillas y naturales, que serán el
asunto y objeto de vuestra atencion.
El respeto à la comunion si no va acompaña
do de un deseo santo de ella, es un respeto que
- COIlS
246 SERMoN soBRE EL REspEro º -

conspira à vilipendiar el augusto Sacramento del al


tar por la tibieza y frialdad que le acompaña: pri
mera Parte. Y es demas de esto un respeto que mira
à destruir la practica y exercicio de comulgar por
la calidad y naturaleza de las disposiciones que re
quiere: Parte segunda. Pidamos la gracia por la inter,
cesion de Maria. Ave, Maria, 3-c. -

PARTE PRIMERA.
O, amados oyentes mios, no se conoce otro res
" peto que honre la comunion, sino aquel que
causa en el corazon un amor impetuoso, y infunde
en las costumbres la actividad de un santo y verda
dero deseo. El respeto à la comunion si no va acom
pañado de un santo deseo de ella, no es otra cosa que
un respeto falaz e hipocrita que deshonra el au
gusto Sacramento del altar con duplicada indiferencia,
à saber con una indiferencia y tibieza que este fal
so respeto ocasiona en los pensamientos; y con otra
indiferencia y frialdad que él ocasiona en la con
ducta. Expliquemos y pongamos en claro este punto
importante de la doctrina cristiana, que tan obscure
cido y confundido tienen tantas sutilezas y erradas
preocupaciones. - - -

1 El respeto sín el deseo deshonra el sacramento


de la Eucaristia con la indiferencia y tibieza que oca
siona en los pensamientos. Habeis comprehendido al
guna vez, hermanos mios, quanto ultraja à Jesu
Christo ese respeto, con que se queda el corazon hier
to, como un yelo, ô con que no siente actividad si
no para temer y para huir, y con que no la siente pa
ra desear y para solicitar? Como que en fuerza de lo
que nos enseña y dicta la Religion, detestamos y
-
11OS
coN que sE DEEE LLEGAR Á coMuLGAR. 247
nos horrorizamos de quien sacrilegamente profana el
Sacramento augusto, como que nos inclinamos à dis
culpar la negligencia de quien no le recibe; porque el
sacrilegio cuyo peligro evita, nos oculta el que él
comete con esta negligencia, la qual nos representa à
nuestros ojos con los colores y apariencias de piedad
por la repugnancia con que no se arroja à un sacrile
gio que redunda en ignominia de la Religion. Mas
no queramos ya reputar por virtud lo que no es otra
cosa que un vicio menos escandaloso: no nos cegue
mos tanto que lleguemos à persuadirnos que hemos
cumplido con quantos obsequios y afectos pide la sa
grada Eucaristia, desde el punto que no le negamos
el respeto que merece. Pero qué es lo que hablo da
remos el nombre de respeto y veneracion à esa des
deñosa languidez, à esa entorpecida tibieza que nos
hace dos veces reos: la una prestando à Jesu-Christo
un obsequio que él repudia; y la otra defraudandole
del obsequio y rendimiento que él desea?
- Porque quál pensais que es el culto y obsequio
que espera Jesu-Christo que le prestemos en la sa
grada mesa del altar Ay, Catolicos que quando
Dios nuestro Señor nos convida à su sagrada mesa,
está muy lexos de hablarnos como en otras ocasiones
un lenguage de temor y espanto. Y qué es lo que ve
mos en la Eucaristia que no nos declare que la des
honramos, si no la honramos realmente con nuestros
fervorosos e impacientes deseos Ella es en efecto el
monumento eterno del amor mas ardiente y generosos
del amor de un Dios que por no dexar que se olvida
se entre los hombres la memoria de su sacrificio, le
renueva incesantemente en esos altares, y que para
que nuestro entendimiento y nuestro corazon sienta
y experimente siempre su presencia, no se aparta ja
IIlaS
248 SERMoN soBRE EL REspEro
mas de nuestra vista. Ella es obra solamente de amor,
y del amor mas puro; amor que nos dispierta la idea
del que Jesu-Christo nos manifestó en el sacrificio de
la Cruz; y asi en la sazon de derramar su sangre en el
calvario, su corazon impaciente se ofrecio y anticipo
à recibir el golpe que le ha de sacrificar. Ella es una
obediencia de amor; y asi quando su sangre baña y
inunda el santuario, el amor la vierte tambien; pero
un amor libre, dueño de sí mismo, que no conoce
mas fuerza ni mas imperio que sus afectos y inclina
ciones. Ella es la obra maravillosa y estupenda del
amor, del amor de un Dios que enagenado y arreba
tado del impetu de su ternura, parece se olvida de
quien es su Magestad y de quien somos nosotros; pa
rece quiere confundir à Dios y al hombre, y no de
tener la corriente impetuosa de sus gracias hasta ha
ber apurado el manantial de ellas; de un Dios final
mente que hace por nosotros casi mas de lo que pode
mos creer, y que con la multitud de tantos y tan re
petidos beneficios se expone en algun modo à perder
nuestro agradecimiento, oprimiendo nuestra razon y
conocimiento con el dulce e imponderable peso de
sus dones. -

Y temiendo Jesu-Chrísto que no entendamos su


ficientemente el idioma de amor que le tiene dulce
mente preso en el augustisimo Sacramento, no se con
tenta con hablarnos por las voces de sus obras mara
villosas, sino que à fin de dispertar nuestros deseos,
nos descubre y manifiesta las copiosas gracias de salva
cion que se contienen en la adorable Eucaristia, à saber
aquella admirable union, en virtud de la qual Dios des
ciende y baxa hasta estrecharse con el hombre, y el
hombre se levanta hasta enlazarse con Dios; aquella
vida sobrenatural por la qual vivimos en Jesu-Christo,
* --- - y
coN QUE SE DEBELLEGAR Á coMULGAR. 249
y es la prenda y las primicias de aquella vida bien
aventurada con que viviremos eternamente con Jesu
Christo; ya para que rompamos todos los lazos con
que estamos asidos à las cosas humanas, al amor
con que promete y convida, une el amor con que inti
ma y amenaza; él dice expresamente que no encon
trara la gracia quien no la solicite en el Sacramen
to; que no se infundira su espiritu en el alma que
no se apresure à franquearle su corazon 3 y que no
recibira en la gloria à los que rehusaren recibirle
en el Sacramento admirable de su cuerpo y sangre: ya
para destruir todos los pretextos de nuestra pereza
desidiosa se nos representa baxo la parabola de un
padre de familias, que descarga todo el impetu de
su colera sobre aquellos falsos y desatentos ami
gos que despreciaron su convite; que sin prestar oi
dos à sus vanas escusas , no oculta sino su amor
irritado, y que reserva sus rigurosos castigos para
los que se niegan à sus beneficios, como asimismo
para los que abusan de ellos : y porque sí el hom
bre viese patentemente al Dios que recibe en la co
munion , la grandeza de su majestad suprema lle
naria su alma de temor y de terror, y apenas po.
dria dar entrada á la confianza y al deseo, por eso
no se manifiesta Dios en la Eucaristia revestido de
gloria y de poder 3 ni aun se representa como aquel
Dios que en el discurso de su vida mortal templó
el resplandor de su majestad con las sombras de la
humanidad, y que por entre el ser de hombre des
cubria tal vez la soberania de un Dios omnipoten
te. Sino que aparece alli como un Dios oculto y es
condido entre densas tinieblas; ningun destello de
gloria desvanece alli la espesa nube que le circunda;
ninguna señal exterior anuncia su grandeza, y todo
- Tom. IV. LiX
lo
25o SERMoN soBRE EL RESPETo , ,, ,
lo que le rodea, observa un profundo silencio. Pero
con qué fuerza y energia no habla este silencio?
y qué otra voz pudiera enseñarnos quanto debemos
al augusto Sacramento Con efecto, y esta es consi
deracion de San Bernardo: si Jesu-Christo hubiese
querido ser adorado en la Eucaristia con un culto
terrible y lleno de pavor religioso, todo el univer
so se postraria atonito en su presencia, y adoraria el
polvo donde se estampase la huella de sus pies sa
crosantos; pero no quiso por cierto este Señor supre
mo manifestarse en el tabernaculo como arbitro
absoluto del mundo; antes se despoja en él de
todas las insignias de su autoridad divina, respirando
confianza y paz; que por esto se llama Sacramento de
amor y caridad. -

¿No es contristar pues à un amor tan fino, repli


ca ahora este Padre, el corresponderle con una des
confianza sospechosa, con temores escrupulosos, con
un respeto tibio e indolente, y con obsequios forza
dos como de quien huye y se retira Y no me
digais que la fé corre el velo y descubre patente
mente à aquel Dios que se oculta en la Eucaristia,
y que el temor y respeto que causa su majestuosa y
inefable presencia es mas poderoso que los deseos
y ansias que excita el amor. Porque os respondere
con San Agustin que de quantas disposiciones se
requieren en el cristiano para recibir dignamente la
sagrada comunion, este amor y este deseo es la dis
posicion mas inmediata, y que tiene conexion mas
intima con este adorable Sacramento ; y por consi
guiente que las demas disposiciones de temor, y de
respeto deben ser preparacion para recibir la Euca
ristia, y que deben conspirar al deseo de unirse el
alma con Dios por medio de este Sacramento, y que
- 4 º, de
CON QUE SE DE BELLEGAR Á coMULGAR. 25 I

dexarian de ser santas y fructuosas disposiciones, si


destruyen aquella primera disposicion de amor. De
suerte, añade este Santo Doctor, que aquel que no
desea la Eucaristia, no le concede à Dios lo que
principalmente quiere y pide al corazon humano; y
el cristiano que solo venera y respeta en fuerza de
la fé, y desea y solicita ardientemente, no se con
forma con las ideas y con la fineza de éste Dios
amoroso: panis iste famem interioris hominis requirit.
Os dire tambien con la comun de los Teologos que
este respeto que ocasiona la tibieza y la indiferen
eia, ô que es ocasionado de ellas, es un respeto con
tra todos los designios y voluntad de Jesu-Chris
to, que en la institucion del Santisimo Sacramento
no se propuso otro fin que satisfacer su amor , y
excitar el nuestro 3 que este respeto es contra la doc
trina comun y constante de los Padres y Doctores
que de siglo en siglo se han valido de toda la ener
gia de su eloquencia, y de todo el nervio de su in
genio para fomentar y avivar en los fieles el deseo
de la Eucaristia: os dire que este respeto es contra
el exemplo de la mayor parte de los santos, y estos de
los mayores, los quales como eran virtuosos hasta
el grado de ignorar sus virtudes, entendieron siem
pre que el verdadero respeto à la sagrada Eucaristia
consistia en humillarse, en confundirse, en gemir,
en llorar, en aspirar à la perfeccion, en preparar
se, en disponerse para la comunion y nunca esten
dieron este, respeto hasta apartarse de la mesa del
altar, absteniendose de llegar à ella: os dire que
es contra la disciplina mas comun y mas autorizada
de los primitivos y felices tiempos de la Iglesia, donde
el pueblo christiano, abrasado con ardor comun en el
deseo de la comunion se componia ô de justos que ma
a Ii 2 Ill
252 . SERMoN soBRE EL RESPEró
nifestaban su amor por medio de su gozo, y de su
solicitud de comulgar , ô de pecadores arrepenti
dos, que le declaraban por medio de sus lagrimas y
suspiros. Añadire finalmente que si segun la vida re
laxada y poco cristiana que traen los catolicos, debe el
respeto moderar el deseo, y contenerie en inume
rables casos, no hay ninguno en que deba el respeto
destruirle, ô debilitarle. Mirad, fieles: no repruebo
yo aquel respeto de vigilancia y de atencion, en vir
tud del qual se examina el hombre, averigua los se
nos de su alma, pone sumo estudio en desarraigar
los afectos terrenos y carnales de un corazon don
de quiere aposentarse el Dios de santidad. Ojala que
este respeto tan loable y santo se apodere siempre
de nosotros Ojala que nunca se abra el sagrario pa
ra esas almas, ô tan presuntuosas que no conocen sus
defectos, ô tan tibias y negligentes que los nutren
y fomentan! Ni repruebo aquel respeto de circuns
peccion y cautela, en fuerza del qual un ministro
del Evangelio suspende y dilata la comunion, quan
do advierte en el alma que dirige, alguna relaxa
cion y decadencia en la virtud. Porque confieso con
S. Buenaventura que una de las mas principales fun
ciones del ministerio sagrado es dedicarse los direc
tores espirituales no menos à moderar el fervor de las
almas, que à excitarle; no menos à reprimir los de
seos infructuosos y esteriles en virtudes, que à avi
var el respeto que carece de deseos: y alabo la ma
xima de San Francisco de Sales que la privacion de
la comunion no solamente es provechosa para cier
tas almas, sino tambien necesaria, à fin de ense
ñarlas y instruirlas, de humillarlas y confundirlas,
de desvanecer las ilusiones de su devocion, y casti
gar los desordenes de su corazon mundano; y que
- a- 1Ill
coN que sE DEBE LLEGAR Á coMULGAR. 253
muchas veces una comunion que se niega con madu
rez y prudencia, consigue del cristiano lo que sin
embargo de tan repetidas comuniones habia siem
pre negado 3 que el grande arte y la gran ciencia
en la direccion de las almas es saberse servir de los
deseos que sienten para habilitarlas à la adquisicion
de aquellas virtudes de que carecen 3 es escasear mas
las comuniones para que la caridad sea mas ardiente y,
acendrada; es contener el impetu de su amor para
avivarle; es prohibir la participacion de la sagrada
mesa para que anden con mas fervor por los caminos
del santo Evangelio. Lo que yo repruebo es esa re
verencia, ese respeto de tibieza y frialdad, que ni sien
te gusto en acercarse à la sagrada mesa del altar, ni
pesar de privarse de ella; ese respeto de pereza y de
olvido, que para acordarse de que Jesu-Christo le
está brindando en el altar con el bocado sacrosanto de
su cuerpo y sangre, necesita del precepto de la Iglesia,
y de sus mandatos executivos 5 que no se llega à la
mesa eucaristica sino quando à ello le obliga el bien
parecer de la religion, si me es licito explicarme asi;
y quiera el cielo no se llegue à recibir este manjar
divino obligado del respeto del mundo, à quien no sé
si me arroje à decir que aquel Dios sacramentado en
la Eucaristia es frequentisimamente deudor de los ob
sequios y rendimientos que recibe al parecer en ella.
Lo que repruebo es ese respeto de temor y sobresalto,
que tanto siente que el curso del año reduzca el tiem
po de la Pasqua florida, que no tiene dias mas tris
tes y amargos que aquellos que contra la voluntad le
executan por la obligacion de comulgar, ni instantes
mas sabrosos y deseados que los que le restituyen la
libertad de olvidarse de su Dios; ese respeto de paz
-
- º y
254 SERMoN soBRE EL RESPETo
y de indolencia que no inquietan ni los deseos con
sus fervores, ni los arrepentimientos con sus amar—
guras. Este es el respeto que afirmo resueltamente
que lexos de ser propio de las almas justas, es importu
no e indecente aun en los pecadores. Porque habeis de
entender, amados oyentes mios, que aunque el pecado y
el vivir en pecado es impedimento para la comunion,
no lo es para desear la comunion: y aun adelanto, que
si bien el que se halla en pecado, esta obligado à no
comulgar, no lo está à no desear la comunion. Ya veo
que estrañareis esta proposicion; pero oid las razones
en que la fundo: porque este deseo de la comunion le
hara al pecador mas intolerable y mas penoso el estado
de la culpa; porque le dara à conocer mas vivamente
el horror y el peligro de perseverar en él; porque
quanta mayor inclinacion tenga à comulgar, con ma
yor facilidad se desengañara de los pecaminosos delei
tes , y se apartara del despeñadero de sus pasiones
para volverse à su Dios; porque este deseo es un re
siduo de piedad y de religion, una disposicion, un
ensayo de amor y caridad, un principio de conver
sion, ún obsequio y rendimiento que presta la fé y
la gratitud, y que le dispone el corazon para recibir
la gracia de Jesu-Christo, al mismo tiempo que solicita
à Jesu-Christo à concedersela.
Está bien, repito, Catolicos, que haya privacio
nes de la sagrada mesa del altar nacidas de verdade
ra reverencia. Pero qué privaciones pensais , son es
tas? privaciones que contristan el corazon, que le
turban, que le compungen, que le llenan de amar
gura y de pesadumbre, que para abreviar su dura
cion le obligan à practicar obras penosas, à sujetar
se à humillaciones, à sufrir los rigores de una verda
- de
CoN QUE SE DE BELLEGAR Á COMULGAR- 255

dera penitencia. Y qué almas padecen estas privacio


nes, hijas verdaderas del respeto y del amor Unas
almas tiernas y amorosas, unas almas llenas de fervor
y de descos santos, unas almas que aunque aparta
das con el cuerpo de la sagrada mesa del altar, asis
ten continuamente en ella con el corazon, almas en
quien la ausencia de Jesu-Christo dexa una soledad
y un vacio, que ninguna cosa criada es capaz de su
plir y de llenar. Porque entendamos, que respeto y
reverencia que no va acompañada de estos dicho
sos impetus de ansias y deseos, nada menos es que
reverencia y respeto verdadero. Cómo asi porque
respeto verdadero es aquel que excita en nosotros
sentimientos conformes à los designios y voluntad
de Jesu-Christo, y nos comunica aquellas disposi
ciones que ante todas otras pide y requiere este
augustisimo Sacramento; porque el verdadero res
peto ha de ser obra especial del amor, y ha de guiar
à él; porque la gracia que es de donde se ha de de
rivar unicamente el respeto verdadero, no funda
una virtud sobre las ruinas de otra, por consiguien
te, quando la gracia aumenta el respeto y la vene
racion, no disminuye el deseo 3 porque si hay gra
cias que hacen al alma mas timorata y mas circuns
pecta, no hay ningunas que la hagan mas tibia ni in
dolente. -

Y esto es lo que parece no quieren entender los


que con un zelo y piedad indiscreta no se cansan de
despedir al rededor del santuario voces de terror y
espanto, hombres que no descubren en la Eucaristia
sino motivos de temor y consternacion, y que con
sumo estudio apartan de ella à aquellos à quien à
exemplo de Jesu-Christo debian en fuerza de su obli
3acion atraer y disponer para ella: confieso que de
º ben
256 SERMoN soBRE EL RESPETo, *

ben, y nosottos con ellos, declamar y pintar con los


mas vivos colores lo escandaloso y abominable de las
comuniones sacrilegas: confieso que deben, y noso
tros con ellos, enseñar y avisar à los fieles de la sin
gular vigilancia, del solicito esmero, de las pru
dentes precauciones que requiere la practica de la fre
quente comunion ; mas al lenguage que con autori
dad y imperio infunda y dispierte el respeto, no se
ha de añadir el lenguage que con terror y espanto es
tremezca y acobarde los deseos ; mas encareciendo
el precepto de San Pablo que manda que se examine
el hombre antes de recibir el cuerpo santisimo de Je
su-Christo, no se ha de encarecer y insistir menos en
el precepto de este mismo Señor que manda comul
gar; mas conviene con San Bernardo dar à enten
der al hombre sensual y esclavo de sus apetitos, que
si peca comulgando mal, tambien peca no comulgando
nunca ; mas antes de declamar contra la frequente
comunion, conviene excitar y aumentar el deseo de
comulgar; mas antes de aconsejar la separacion de
la sagrada mesa, conviene ponderar y dar à enten
dor debidamente el gran peligro, y la gran calami
dad de vivir mucho tiempo sin acercarse à ella: por
que, cómo ha de ceder en mayor gloria de Jesu
Christo, ni qué auxilio puede prestar à la virtud
una separacion de la sagrada mesa de la Eucaristia,
de que el cristiano no se aflige, ni se turba, ni se
confunde, ni se humilla? -

Volvamos los ojos à aquellos antiguos y primiti


vos tiempos que suelen citarsenos alguna vez, en que
la Iglesia nuestra Madre castigaba tantos pecados te:
niendo por el discurso de muchos años apartados del
uso de los Sacramentos à los pecadores. Ay, herma
nos mios qual pensais era entonces el estado y dis
po.
coN QUE SE DEBE LLEGAR Á coMULGAR. 257
posicion de aquellos pecadores arrepentidos sobrequien
descargaba la severidad de sus leyes Acaso la tibieza,
la indolencia , el consentimiento voluntario en la
privacion de la sagrada Eucaristia º no por cierto. Mi
rabanse en cierto modo como degradados del nom
bre de cristianos, no atreviendose à levantar los ojos
para mirar aquel altar donde para ellos no residia
el Señor; oidlos como le imploran con sus suspiros,
como le invocan con sus gemidos, como le llaman con
su arrepentimiento verdadero , como solicitan los
ruegos y intercesion de los demas fieles, como impor
tunan con sus repetidas suplicas à los Sacerdotes y
Pontifices, como procuran moverlos à compasion con
las demostraciones de su dolor , como les sacan
tantas lagrimas quantas vierten ellos, como los obli
gan con los rigores de su penitencia à apresurar
los plazos de su reconciliacion. Petar lacrymis, petat ges
mitibus, petat. populi totius fetibus, teneat pedes, os
culetur, lavet fetibus: cognovi quosdam in paenitentia
sulcasse vultum lacrymis , exarasse continuis feribus
genas.
O qué feliz era entonces la Iglesia quando es
ta privacion de los Sacramentos era uno de sus mas
terribles castigos, y quando desagraviaba con efecr
to à Jesu-Christo, prohibiendo à los pecadores la parr
ticipacion de su cuerpo y sangre! Pero ahora no
solo no temen la excomunion los malos, sino que la re.
ciben con gusto; nieganseles los sacramentos, y no
hacen la menor demostracion de pesar; cierraseles el
templo, y se consuelan gozosos con los idolos de
Samaria de la ausencia y privacion del Dios de Sion;
prohibeseles acercarse à la mesa del altar, y con
vierten esta prohibicion en sosiego y libertad de sus
almas, porque dan, entonces à sus pasiones mas
- 1 am, IV - Kk lar
258 SERMoN sobRE EL REspeto -

larga rienda, no sienten tanto los sobresaltos de su


conciencia: privaseles de la mesa del altar, y no se
acongoxan por esta prohibicion, ni procuran que
se les levante con refrenar sus apetitos y gustos, con
negarse al mundo, con el fervor de su penitencia,
con la sinceridad de sus suspiros, de sus lagrimas y
de su amor; están privados de los sacramentos, y,
llega tal vez su ceguedad à tanto, que hacen gala de
la insensibilidad con que sufren esta privacion. Así
vemos, que quando la primitiva Iglesia solo tenia que
cautelarse contra el demasiado y intempestivo fer
vor de los fieles, la Iglesia actual gime continuamen
te sobre la indolencia y rebeldia de los cristia
nos, que con tanta dificultad logra reducir al cum
plimiento de la comunion pasqual: ¿ y supuesta tan
enorme diferencia de costumbres y sentimientos,
debemos admirarnos de la alteracion- de la disci
plina que la Iglesia observa con los fieles, y de
la diferencia de exortaciones que segun la diversidad
de los tiempos les hace Gobernada por el Espiritu
Santo esta amorosa madre sabe adaptar siempre y pro
porcionar sus usos y enseñanzas segun las circuns
tancias y coyunturas de las cosas. Los primeros siglos
fueron siglos de amor y de ansias fervorosas 5 y
entonces procuraba la Iglesia moderar los deseos de
sus hijos, y no temia entibiarlos 3 pero ahora que la
indolencia y frialdad de los cristianos, paliadas tal
vez con el nombre de respeto y veneracion, han su
cedido en lugar del fervor antiguo , el principal
cuidado de la Iglesia debe ser ahora dispertar el de
seo, impidiendo que del respeto y de la reverencia
misma se forme un pretesto que acabe de destruir las
casi muertas reliquias de los deseos: y de aqui, su
frid que lo diga de paso, de aqui procede aquel dife
- - - - 1 /- - , , , , Glº
coN que se DEBE LLEGAR Á coMulcAR. 259
rénte estilo y modo de explicarse, que tan expresa
mente se nota entre los Padres de los primeros si
glos, y Doctores de la Iglesia de los tiempos pos
teriores : diferencia que examinada superficialmente,
parece significa contradiccion en su doctrina; si bien
un entendimiento perspicaz y sencillo descubre en
ellos un mismo espiritu. Los santos Padres que vi
vieron mas cerca del establecimiento de nuestra santa
Religion, hablan con mas frequencia del respeto y
veneracion que se debe al Santisimo Sacramento del al
tar, porque veian arraigado el deseo en los corazones;
pero los Padres y Doctores que florecieron mas cerca
de nosotros, han hablado mas difusamente de deseo y
de confianza, porque veian grabados profundamente
en los entendimientos los afectos de temor y de
reverencia. Massi los Padres de la primitiva Iglesia hu
biesen vivido en nuestra edad, edad de tibieza y de
indolencia, no hubieran pensado sino en conservar
con un San Carlos, con un San Francisco de Sales,
y con una Santa Teresa las amortiguadas centellas
de amor y de caridad que duran todavia entre noso
tros: no hubieran pensado sino en conservar à la
Iglesia este unico y ultimo recurso contra la diso
lucion de las costumbres y decadencia de la Religion;
hubieran especialmente sudado y fatigadose en dis
pertar aquellos fervorosos y ardientes deseos, en que
consiste principalmente lo meritorio de la comunion
quando se recibe, y que debe conservar siempre el
alma quando por algun tiempo está sin recibirla.
Infeliz pues el hombre soberbio y presuntuoso
que estudiase estos inestimables monumentos de la
antiguedad con espiritu de contumacia sistematica, no
tanto para conformarse con los dictamenes de los Pa
dres, como para violentar à que digan lo que él
*. .. 2. pien
26o a SERMoN sopRE EL REspEro
piensa!. Pero por el contrario dichoso el que estudia
en ellos sabia y templadamente, con el fin unico .
de aprovecharse e instruirse ! Este tal verá, sin em
bargo de la aparente diferencia que se nota en
sus expresiones, la conformidad de doctrina 3 vera
que los que encarecen la reverencia y el respeto,
nada derogan al deseo 3 que los que ponderan y avi
van el deseo, no debilitan ni enervan el respeto; ve
ra que el verdadero designio y fin que unos y
otros se propusieron, fue que los fieles comulgasen no
solo santa sino frequentemente 3 vera que si reproba
ron el deseo temerario que no iba acompañado del res
peto, no hubieran declamado con menos vehemencia
contra el respeto que careciese de deseo. Con que en
vano se intenta levantar à la esfera de virtud es
te decantado respeto; pues solo serviria para abrir
camino y entrada en nuestros corazones al vicio y à
la maldad , efecto funesto del respeto que no va
acompañado del deseo 3 porque semejante respeto ul
traja el augusto Sacramento de la Eucaristia por
la indolencia y frialdad que ocasiona en los sentimien
tos; y le ultraja mucho mas todavia por la indo
lencia y frialdad que ocasiona en las costumbres. -

2 Para que entendais que el efecto mas ordina


rio del respeto y reverencia à la Eucaristia, que
no va acompañada del deseo de la comunion, es in
fundir en el alma una soñoliencia y fatal letargo
en punto de la virtud y de la salvacion, no necesito
alegar otro argumento que la experiencia. Porque
quiénes son esos hombres que tanto encarecen su res
peto y reverencia por la Eucaristia Separad un
escaso numero de personas, cuya falsa piedad no pue
do menos de llorar, porque con tanta facilidad
los inclina à apartarse de los caminos ordinarios, y
- º * - que
con coe se pEEE LLEGAR Á coMuLGAR 261
que tan dificiles son de reducir à ellos que mas
asidos à su propio dictamen, que à las prudentes lec
ciones de los maestros mas sabios, se olvidan de que
el cristiano no puede conservarse en el servicio de
Dios, quando se desnuda de la sencillez evange
lica; se olvidan de que el espiritu de docilidad es el
caracter de la verdadera devocion, y que el afectar
singularidad fue siempre su perdicion, Separad di
go este escaso numero de almas, y qué es lo que ve
reis? Vereis unos hombres que con pretesto de es
ta quimerica reverencia, viven de asiento en el peca
do; unos hombres que de toda la doctrina de la
sagrada Escritura y de los Santos Padres no aprueban
ó no siguen sino aquella parte con que segun ellos
fingen se autoriza su separacion de la mesa del altar;
unos hombres que de la Religion solo respetan los sa
cramentos, y que por Dios y por su salvacion solo
hacen el no comulgar. -

Oh! dadme un respeto avivado por el deseo; dad


me unas almas que dispertando al primer latido
de la conciencia, asombradas al considerarse tan age
nas y distantes de Jesu-Christo , y sujetas à la
triste necesidad de no serles licito comulgar, conocen
intimamente su infeliz estado, que se humillan, se
confunden y hacen los mayores esfuerzos por salir de
la culpa 3 unas almas que dicen en su corazon:
conozco lo augusto del Sacramento, y no menos los
desvarios de mi loca vida: yo sé que sin añadir un
nuevo pecado à los que lloro, y siento no llorarlos co
mo debo, no puedo recibir el cuerpo y sangre
de mi Señor Jesu-Christo; mas sera posible que con
sienta yo en sufrir eternamente su ausencia Ay que
ya lloro largo tiempo ha sus funestos efectos! Qué
hare pues Resuelvome à no acercarme à la mesa eu
* - . - - . . Cºlº y
2 62 º SERMoN soBRE EL REsPEro

caristica sin haber limpiado primero mi alma de la le


pra de la culpa; sin haber primero llorado, detestado
y hecho penitencia por mis delitos, sin haber dexado
todas las ocasiones y roto todos los lazos del pecado:
es, verdad que soy todavia indigno de hallar à Je
su-Christo; pero no por eso me cansare de buscarle,
y para que se dexe hallar de mi, ire sin tardan
danza à él, y para que se olvide de mis pecados, la
vare todas sus manchas con abundantes lagrimas,
consumiendolos en el fuego de la penitencia ; y para
asegurarme su amor dandole prendas del mio, huire
todo peligro en que se arriesgue misalvacion, me apar
tare de todos los pasatiempos inutiles y ocasiona
dos que lisongeando el gusto, infunden amor al peca
do; y para disponerme à recibir la gracia por que
anhelo, con la fiel correspondencia à las gracias que re
cibo , en lugar de aquellas locas pasiones, cuyas
cadenas arrastré con tanto gusto y por tanto tiempo,
substituire aquellas virtudes que tanto tiempo des
precie: substituire la piedad amante de la soledad y
del retiro, que huye de la comunicacion contagiosa
del mundo, y la piedad circunspecta y prudente que
huye de un mundo amador de la libertad y de
los humanos contentos: substituire la humildad que
quando es necesario expone su propia fama à los ma
liciosos discursos de un mundo murmurador; y la
caridad que defiende la fama del proximo de las invec
tivas y satiras de un mundo maldiciente y mote
jador: substituire finalmente la abnegacion de mi mís
mo, que solo averigua y examina sus apetitos para
degollarlos, el amor tierno y generoso à Jesu-Christo,
que lexos de tomar de su separacion motivo alguno
de pecado, antes al considerar arrepentido la grave
dad de sus pecados se afervora para disponerse debi-.
damente. Por
coN que se DEBE LLEGAR Á coMuLGAR. 263
Por estas señas reconozco yo, amados oyentes
mios, un hombre à quien el respeto y veneracion
detiene para no comulgar 3 pero esta detencion y se
paracion no es tampoco una separacion absoluta,
supuesto que continuamente se acerca este pecador à
Jesu-Christo con los deseos, y supuesto que no cesa
de procurar remover con la penitencia el estorbo que
le impide unirse con su Dios. Pareceme que veo
à Israel, que hallandose cautivo en tierras estrañas
y remotas, aumenta con sus lagrimas las corrientes de
los rios de Babilonia, suspirando por las solemni
dades de Sion; que veo à Magdalena, que deshecha en
lagrimas, puebla el ayre de lamentos, preguntando
por su amado à todas las cosas que la rodean; que veo
à un Pedro inundado en llanto que solo se au
senta de Jesu-Christo para hallarle mas seguramente
en la soledad y en el retiro ; que veo à un Pablo,
que antes de ser contado en el numero de los discipur
los de Jesus, ya en virtud de sus deseos es apos
tol, confesor y martir de Jesu-Christo. De modo que
el hombre está privado de recibir el cuerpo y sanr
gre de Jesu-Christo, pero su corazon no lo está, an
tes se aproxima à su Dios, y participa en quanto le es
posible de la sagrada mesa por medio de sus fervoro,
sos y impacientes deseos 5 pues el mismo respeto,
en virtud del qual se abstiene de la comunion, contri
buye para disponerle y examinarle à ella. Cómo
asi porque la veneracion legitima y el verdadero res
peto es un respeto humilde y modesto, pero vir
gilante y deseoso de purgar sus pecados con digna pe
nitencia, y de cautelarse contra la recaida de sus
malos habitos inveterados, y que para robustecer por
explicarme asi su fervor y virtud contra la vio
lencia de las tentaciones, espera el feliz momento de
- CO
264 SERMoN soBRE EL RESPETo
comulgar para revestirse con la gracia de la Eucaristia
las fuerzas y valor, que no se atreve à esperar ni à
prometerse de sí mismo.5 porque el respeto verda
dero es un respeto prudente y discreto que dispone,
pero no cierra los caminos del Señor, que solo re
prime el amor para hacer experiencia de él, y que so
lo le prueba y experimenta para avivarle; porque
el respeto verdadero es un respeto docil y rendido que,
cree firmemente que el mejor modo de conformarsé
con los designios y fines de Jesu-Christo es obedecer y
seguir las leyes y practica de su Iglesia: es un res
peto que reconoce por una parte la obligacion de cum
plir con el precepto de la comunion, y por otra la
obligacion de examinarse y probarse el hombre para
comulgar: es un respeto que no divide el Evange
lio; respeto por consiguiente que no se acerca à Jesu
Christo sin haber detestado la culpa, pero que por
eso detesta la culpa para unirse con Jesu-Christo.
- Porque contentarse con decir: yo respeto y ve
nero el Santisimo Sacramento, y no pasar de aqui:
yo me tengo y conozco por grande pecador 3 y como
si en esta sola confesion de su propia miseria con
sistiese todo el obsequio y rendimiento que debe pres.
tarse à la sagrada Eucaristia, no hacer esfuerzos
para corregir los vicios que hacen à una alma indigna
de la comunion , ni para adquirir aquellas virtu
des que la hacen digna de comulgar, ni corresponder
à los deseos del santuario, al zelo ardiente de los mi
nistros sagrados , à las voces de nuestra madre
la Iglesia, sino con demostraciones de una humildad
perezosa y negligente: esto es añadir à la iniquidad
de las malas costumbres la de la mala fé, y añadir la
hipocresia que engaña à los hombres, á la indiferencia
que desprecia el augusto Sacramento del altar.
- y Con
coN que se DEBE LLEGAR Á coMULGAR. 2 65
Con efecto, si el respeto que os contiene para no
llegar à comulgar, fuese legitimo y verdadero, res
petariais sin duda el Sacramento del altar 3 pero no
respetariais tambien el Evangelio de Jesu-Christo. Es
verdad que os horrorizaríais del sacrilego atrevimien
to de profanar el cuerpo y sangre de nuestro Señor
Jesu-Christo pero tendriais tan en poco esos mons
truosos excesos de deshonestidad y de gula; esas ne
gociaciones de codicia y de ambicion que compran
y apresuran la fortuna con tantas maldades ; esas al
tiveces de un genio dominante, y esa dureza e insen
sibilidad de corazon, que hacen vuestra elevacion y
vuestra opulencia tan odiosa al pobre y tan inutil;
esa funesta espiritual soñoliencia, en fuerza de la qual
traeis una vida ociosa, y que anda girando en un
eterno circulo de inutiles deseos donde se hunden y
y pierden todos los designios y las esperanzas de la
fé si fuese un respeto nacido de la fé y de la reli
gion, seriais maestros rigurosos, y reformadores tan
llenos de zelo solamente en este articulo de la doctri
na y de la disciplina Evangelica seria posible que
incurriendo en una contradiccion manifiesta, proce
dieseis con tanto rigor acerca de las disposiciones ne
cesarias para comulgar, y que sobre el juego, el luxo,
la profanidad, las diversiones, el amor propio, el
interes, la ambicion, y sobre el precepto de la li
mosna de la caridad, y de la humildad siguieseis
practicamente, y autorizaseis con vuestro exemplo las
opiniones mas relaxadas, teniendo por licito lo que no
dan como tal los dictamenes mas favorables à la con
cupiscencia, y censurando por una monstruosa contra
diccion con la lengua los moralistas mas benignos y
laxos, autorizandolos y defendiendolos con las costum
bres si fuese un respeto que procediese de una con
- Tom, IV. - Ll cien
266 SERMoN soBRE EL RESPETo
ciencia delicada y timorata, os induciría, no lo ig
noro à no apresurar la comunion 3 pero no os indu
ciria ciertamente à dilatar vuestra conversion. Por
que ved aqui como se descubre lo fingido y disi
mulado de este respeto. Resuelvense à no comulgar,
y no se resuelven à enmendarse : no se acercan
à la sagrada mesa del altar porque no creen estar
debidamente dispuestos: y quál es sin embargo to
da su disposicion El juego, los teatros, las diver
siones: llega la pasqua, y los halla muy cargados de
culpas, y con poquisima penitencia: entonces pro
cediendo semejantes pecadores con mayor ingenuidad
y sinceridad, se desnudan de aquella exterioridad
de respeto, y sin examinarse ni probarse, sin que
rer ser examinados ni conocidos, sin dolor de los pe
cados pasados, sin cautelarse para en adelante, se
avalanzan à la sagrada mesa del altar: decian antes
y repetian muchas veces, que para comulgar con fre
quencia era necesario ser santos , y ahora comulgan
sin dexar de ser pecadores ; comulgan rara vez, y
esto mal: y se apartan de la mesa del altar reos de
dos injurias contra el augustisimo Sacramento ya por
haberle abandonado tanto tiempo, y ya por haberle
profanado. -

Vosotros los que tanto temeis lo comunion, y que


tan resueltos y denodados sois en ofender à aquel
Dios que os convida à ella, seguid los pasos y exem
plo de esos pocos venerables y santos anacoretas, à
quienes os proponeis por guias y maestros en ese
sistema de manteneros desviados de la sagrada mesa
eucaristica ; id, à sepultaros con ellos en los desier
tos y grutas silvestres ; renovad las austeridades
de su vida, y estremeced de nuevo con vuestra ri
gurosa penitencia la tierra que fue regada con su
- - - Sallº
coN QUE SE DE BELLEGAR Á coMULGAR. 2 67
sangre; que el zelo entonces de los ministros
Evangelicos se ceñira à cautelaros de los peligros de
la ilusion , que confunde los caminos extraordinarios
de la gracia con los ordinarios: la qual desamparan
do las sendas comunes de la virtud, sigue el camino
por donde ella percibe los vestigios y huellas de algu
nos santos que la Iglesia ofrece à nuestra veneracion y
culto sin proponer para nuestra imitacion las admira
bles y estrañas virtudes en que resplandecieron : en
tonces se ceñira el zelo de los ministros Evangelicos à
advertiros que segun la providencia y gobierno co
mun del Espiritu Santo, no se crian ni se perfec
cionan las virtudes sino al pie de los altares, y que
el comun de los santos solo en la Sagrada Euca
ristia ha encontrado el fomento y medras de su fer
vor; ceñirase ultimamente à enseñaros que no consis
te la verdadera virtud en gobernarse por el propio
dictamen, sino en dexarse gobernar; no en obedecer
los impulsos de los propios deseos, sino en obedecer
los preceptos de la Iglesia, en consultar à la esposa de
Jesu-Christo sobre las intenciones de su divino espo
so, y en no temer nada de esta prudentisima madre,
sino en recelarlo todo de sí mismo. -

Pero mientras yo vea que esos santos que preten


deis que son la regla por donde gobernais vuestro res
peto , no son el exemplar de vuestras costumbres;
mientras yo vea que despreciando los exemplos de su
fervor y penitencia, solo seguis el exemplo de su
temor y de sus recelos; mientras yo vea que sin aspi
rar à las virtudes por donde llegaron à unirse con Jesu
Christo, os ceñis à imitarlos en la separacion y pri
vacion de la sagrada mesa del altar, siempre susten
tare que estos sentimientos, aunque identicos en el
nombre, son entre sí diversisimos: pues levantan
* --, Ll 2 - do
268 SERMoN soDRE EL RESPETo

do el velo que te oculta, ô alma tibia y negligente,


y que encubre à los ojos del mundo los misterios de
tu corazon, te manifestaré que ese respeto que tu
reputas por virtud, no es otra cosa que castigo de
tus culpas pasadas. Reduce à tu memoria tantas comu
niones hechas sin espiritu, antes con tibieza, con flo
Xedad; tantas comuniones infructuosas y esteriles! en
tiende pues que todas las castiga Jesu-Christo, per
mitiendo que se extinga en tu alma el deseo de co
mulgar. Una comunion bien hecha, es incentivo pa
ra otra comunion 3 porque este pan celestial, dice San
Gregorio, satisface al hombre, y le aviva; esta agua.
saludable sacia la sed, y la provoca, el fuego que
arde en su corazon recibe un nuevo impetu de
aquel fuego que abrasa el corazon de Jesu-Christo; por
que quantas mas veces recibe el alma à Jesu-Christo
debidamente, mas anhela por repetir las comuniones.
Pero el Espiritu de Dios pronto desampara y se apar
ta de aquellos que se apartan de él , permitiendo
que caigan en una funesta tibieza en castigo de sus
deseos temerarios. Con que conceptuas por obra de
la gracia lo que es obra de tus pasiones, tu decan
tado respeto y reverencia se levanta sobre las rui
mas de la caridad, y no quieres confesar que por eso
empezaste à tener respeto y reverencia para disimular
que habias dexado de amar. Yo te manifestaré à tí,
ò alma ignorante y poco practica en los caminos de
Dios, que ese respeto es una mortificacion para acri
solar tu virtud ; que al fervor sensible que baña al
alma en sosegada paz, y en inefables deleites, suceden
por lo comun unas sequedades y arideces de espiritu
que piden una santa y animosa confianza 3 que en es
te trabajoso estado no tiene el alma otro apoyo para
sustentarse que la fé; que las comuniones en seme"
e - jan
con que se DEEE LLEGAR Á coMULGAR. 269.
jantes circunstancias, aunque practicadas con menos
sensible devocion, no por eso consiguen menos abun
dantes gracias ; que una Teresa fue deudora de su
heroismo, y de su portentosa santidad à la constan
cia con que no se arredró ni dexó de seguir à Jesu
Christo quando Jesu-Christo se retiraba al parecer
de ella; y que infeliz de tí, si lo que te se da para
mayor corona y merito de tu amor, lo conviertes en
su estrago y ruina. Yo manifestaré à tantos tibios y
perezosos cristianos que ese figurado respeto no es
otra cosa que pereza y negligencia. Porque habitua
dos à la cómodidad de una vida sosegada, cuya tran
quilidad no perturban ni los remordimientos que cau
san los grandes vicios, ni las resistencias que piden
las grandes virtudes, se estremecen con solo el pen
samiento de tanta vigilancia, de tanto desvelo sobre
su alma, de tanta guerra consigo mismo , de tantas
victorias conseguidas de su amor propio, que son las
disposiciones y frutos de la comunion frequente; su
politica, tibieza y negligencia contemporizan con su
conciencia para no sobresaltarla con temerarias y ar
riesgadas comuniones ; y contemporizan con su amor
propio para escusarle los desvelos y disposiciones
que pide una comunion santa y fervorosa; y para
justificarse à sí mismos su conducta en su propio con
cepto, llegan à persuadirse que lo que no practican
sino por complacencia propia, lo practican por res
peto y reverencia que profesan à Jesu-Christo. Yo
manifestaré à tantos hombres que se conocen à sí mis
mos, pero no quieren ser conocidos, que si afectan
cierta apariencia de respeto es para conservar en el
mundo algun concepto, de religion y de fé; para aña
dirà tantos pecados la apariencia engañosa de alguna
virtud 3 para dar à entender, que à aquel Dios à
rs . quien
27o, SERMoN soBRE EL RESPETo
quien deshonran en su Evangelio, le honran en su Sa
cramento; y para merecer que el mundo les perdo
ne en algun modo tantos pecados que le escandalizan,
con una devocion exterior que le edifique. Yo mani
festaré à esas almas tan perdidas por todo lo que es
maravilloso y extraordinario, que es muy temible
que su respeto y reverencia no sea otra cosa que sin
gularidad y ostentacion. Proponense por exemplares
esos pocos santos que sabemos vivieron sin frequen
tar la Eucaristia, no tanto por algun expreso y au
tentico monumento de la Historia Eclesiastica, quan
to por el silencio de sus autores, y por eso estudian
tal vez en imitarlos porque son pocos los que los imi
tan, porque una virtud comun no tiene ningun in
centivo que los lisongee, ô porque mortifica su va
nidad; y porque su orgullo no se haria notable, an
tes quedaria confundido en los caminos por donde
anda la multitud: introduxerase la costumbre de co
mulgar rara vez, y veriaislos frequentar la comu
nion, pues bastaria para que ellos se acercasen à la
mesa del altar , que el comun de las gentes vi
viesen separadas de ella. Pero qué seria si este des
vio, si este abstenerse de la sagrada mesa eucaristi
ca procediese de indocilidad e independencia, aver
gonzandose los hijos de pensar y creer como sus pa
dres? porque, cómo no hemos de confesar aunque sea
converguenza y rubor nuestro, que por lo comun admi
timos y aprobamos gustosos toda doctrina nueva? En
vano las opiniones modernas afectan una antigue
dad remotisima; pues de esta antiguedad solo se
sirven como de un embeleso para adormecer la ra
zon: el incentivo con que persuaden y triunfan, es
de reciente fecha y origen: y por eso sus sequaces
afectan conformarse y seguir el exemplo de sus mar
- yo
coN que se DEEE 1 LEGAR Á coMuLGAR. 271
yores, porque quieren separarse del de sus padres:
no por otra razon siguen y ponderan tanto la dis
ciplina de los primeros siglos, sino porque no es la
disciplina del nuestro. Finalmente privarse de la co
munion por estos ô semejantes motivos no es pri
varse por aquella humildad que llora y se compunge
conociendo sus fragilidades, sino por aquel orgullo
que se erige en maestro y reformador publico. Yo
manifestaré principalmente à tantos malos cristianos,
que ese respeto no es otra cosa que artificio engañoso
de las pasiones, zelosas siempre de conservar su do
minio, evitando todo lo que pueda dispertar la con
ciencia. Porque bien advierten que si frequentan los
sacramentos de la confesion y de la comunion, se ve
ran obligados à moderar y reprimir esa aficion al
juego, que tantas horas defrauda à la oracion, y
tantas riquezas à la caridad: à reformar esa vana os
tentacion de galas, y adornos profanos que traen tan
ocupada à la persona que los usa, y à otras muchas
que entienden en ellos: à corregir esa ociosidad
que solo se emplea en desperdiciar el tiempo cuya per
dida es irreparable; a abstenerse de esas chanzas pi.
cantes, y de esas murmuraciones con que tanto aplau
so se gana en el mundo, y tanto se ofende à Dios;
à evitar esa inaccion de fé y de gracia que se ter
mina en la probidad del hombre de bien, sin pene
trar hasta las virtudes cristianas. No ignoran que el
uso de los sacramentos executa por esta reforma, que
la produce, y que la fomenta y conserva como na
turalmente en nuestros corazones. Anteven anticipa
damente los combates que han de sustentar contra la
conciencia que les reprehenderia la vida que traen;
contra la fé que los amonestaria sobre como deben
vivir 5 contra la gracia que los compeleria a mudar de
Vl
272 . . SERMoN soBRE EL ResPETo

vida; contra el mundo que insultaria la flaqueza de


un corazon que ya juzga que hace demasiado, ya
que hace muy poco 3 contra esos directores espiritua
les cuya blandura se reprehende, y cuya severidad se
tene; contra Dios que hablara en lo interior del al
ma un lenguage intolerable para quien está tenaz
mente resuelto a no ceder ni rendirse. Se hallan tan bien
con el mal estado de su alma, que llegan hasta te
mer aquello que hiciese menos amable à su corazon
depravado : y como otro Agustino antes de conver
tirse temen adquirir las virtudes que al parecer de
sean ; sienten dificultad en entregarse à Jesu-Chris
to, y no la sienten menor en negarse à servirle: qui
sieran escusar el trabajo de concederle lo que pide, y
el trabajo de disputarselo; y en medio de estas irre
soluciones, determinan no comulgar: abrazan esta
resolucion , porque mantiene y fomenta, la paz de
las pasiones sin aumentar los sobresaltos de la concien
cia, y porque alexa los peligros del pecado que temen,
sin destruir los pecados à que tienen aficion: abrazan
esta resolucion porque la comunion frequente haria
mas intolerables y ignominiosos unos defectos que
quieren conservar, al mismo tiempo que con no fre
quentarla visten estos mismos defectos del trage de
la devocion y religion: abrazan esta resolucion de no
comulgar, porque este sistema de no acercarse à la
sagrada mesa del altar, es un sistema de rigor y aus
teridad aparente que lisongea la vanidad, y un sis
tema de tibieza y negligencia que robustece al amor
propio; y porque dexa à un corazon estragado la
libertad de satisfacer sus malos y reprobos deseos, y
porque parece se autoriza con él un espiritu relaxa
do y entregado al mundo para erigirse en censor y
reformador de los que viven segun las reglas ordina
- rias
coN qUE sE DEBE LLEGAR Á coMULGAR. 273
rías de la virtud. Abrazan pues la resolucion de no
comulgar, pero no procede esta resolución de reve
rencia y respeto à la sagrada Eucaristia, sino del po
co aprecio que hacen del Evangelio de Jesu-Christo;
no se abstienen de la sagrada mesa por el conocimien
to que tienen de su miseria y fragilidad, ni por llo
rar dignamente los escandalosos excesos de su mala vi
da, sino porque quieren con menos rubor y remordi
mientos sus desordenadas inclinaciones, y apetitos ví
ciosos; no se abstienen porque en las bulliciosas ocu
paciones de su empleo y estado encuentran poca dis
posicion para el recogimiento y fervor, sino porque
tienen un corazon, deposito de todas las pasiones; no
se abstienen porque les parece que no tienen suficien
te virtud que los haga dignos de comulgar, sino por
que no quieren adquirir mas. Y con todo eso dicen
que respetan la comunion y con todo eso se precian
de respetar la comunion . Y para disculpar , y aun
para santificar, si les fuese licito, este respeto hipo
crita y engañoso, se fundan en las disposiciones que
pide la comunion encareciendo su dificultad ; que es
lo mismo que disculpar un desatino con otro; esto es
los vicios del corazon con los errores del entendimien
to: nuevo linage de injuria con que el hombre ofen
de à Jesu-Christo con el especioso pretesto de respe
tar la sagrada Eucaristia. Habeis visto en la Primera
Parte, que este respeto si no va acompañado del deseo,
conspira à ultrajar la sagrada Eucaristia con la indife
rencia y frialdad inseparable de el: vereis en la Segun
da, como conspira à destruir el uso frequente de ella
por la dificultad y naturaleza de las disposiciones que
pide. - -

- Tom. IV. - - - Mm . " - SE


274 SERMoN soBRE EL RESPETo .

SEGUND A P A R TE.

- O hablo ahora de aquel respeto frivolo y apa


rente, que en las almas imperfectas es tibieza y
disgusto; en las relaxadas indolencia ; en las presun
tuosas y soberbias afectacion de severidad y reforma;
en las hipocritas y fementidas disimulo artificioso de
pasiones. Hablo pues de un respeto mas efectivo en la
apariencia y mas verdadero; de un respeto que presume
ser hijo de la razon y de la religion; de un respeto que
no resulta del aniquilamiento del deseo, que debilita y
enerva este mismo deseo, y que por una natural con
sequencia no puede dexar de destruir y aniquilar el uso
de la comunion por la especie y condicion de las dispo
siciones que pide: disposiciones que ni pide el Sacra
mento de la Eucaristia; ni el que la recibe puede ni
debe conceptuar que las tiene, ni conoce en sí mismo;
disposiciones finalmente que no se adquieren sino con
el uso frequente de la comunion. No se canse vues
tra paciencia y atencion mientras yo explico un do
cumento tan importante; y despojados de toda preo
cupacion, no presteis oidos sino à la voz de vuestra
piedad y de vuestra devocion.
Primer escollo: pedir para comulgar unas dis
posiones que no pide el Sacramento de la Eucaristia.
Confieso, Catolicos, y vosotros es preciso que
lo confeseis conmigo, que la santidad de la adorable
Eucaristia es tan augusta y encumbrada, que la de
vocion mas ferviente, la humildad mas profunda, la
mortificacion mas severa, la penitencia mas rigurosa,
la inocencia mas inmaculada, la fé mas viva, el amor
mas activo dexaran siempre una distancia infinita en
tre el alma que recibe à su Dios en la comunion, y
-

--- - -
, -
-
Cl
con que se DEEE LLEGAR Á comulcAR. 275
entre el Dios à quien recibe; de modo que si qui
siesemos graduar las dignas y santas disposicio
nes que debe tener el alma, por lo santo y augusto del
Sacramento, estaria siempre cerrado el sagrario para
el hombre; ni los justos de la tierra, ni aun los san
tos del cielo serian dignos de entrar en él, supuesto
que solo Dios es digno de sí mismo. Confieso, repi
to, y vosotros es preciso que lo confeseis conmigo,
que por abundante y fecundo que sea el torrente de
gracias, que se deriva de la sagrada Eucaristia, es
tas gracias no inundan nuestro corazon sino en tanto
que nuestro corazon se franquea a la gracia, y en
tanto que estas mismas gracias encuentan nuestro co
razon desprendido del mundo, desasido del amor
del mundo y del amor propio; de suerte que una
alma que desea comulgar dignamente, y medrar en
la virtud por medio de sus comuniones, nunca debe
juzgar que está dispuesta y preparada con la vigilan
cia y disposicion debida. - - .

En que pensais pues que consiste el abuso y en


gaño de un respeto y reverencia nimiamente temerosa
(si me es licito explicarme asi), y que solamente infun
de ideas de la sagrada Eucaristia capaces de desviarnos
de ella? Consiste en mirar aquellas disposiciones, con
que las almas abrasadas en una ardentisima caridad
llegan à esta sagrada mesa, como indispensables ab
solutamente en todos aquellos que han de comulgar
dignamente, confundiendo las disposiciones que son
de precepto para no incurrir en un sacrilegio, y pa
ra participar plenamente de las gracías y regalos que
Jesu-Christo comunica en la Eucaristia, con las dis
posiciones que con Santo Tomas debemos llamar dis
posiciones de consejo, y que son medio para que en
el sagrado banquete del altar se nos franqueen gra
-- Mm 2 cias
275 SERMoN sopRE EL REspero ,
cias mas síngulares y abundantes. Consiste en confun
dir la falta de examen, sin el qual la comunion es
mortifera para una alma impenitente ô temeraria, con
una devocion menos fervorosa, y con unos afectos
menos vivos de humildad y penitencia. Porque con
fundir estas disposiciones, es ignorar la diferencia
esencial que los Santos Padres y los Teologos han es
tablecido entre lo que es de obligacion, y lo que es
de precepto, entre lo que es de perfeccion, y lo que
es de consejo. El precepto consiste en carecer de peca
do, el qual quita la vida de la gracia, y en poseer
las virtudes necesarias para recibir con fruto el cuer
po de Jesu-Christo: el consejo consiste en una vigi
lancia atenta siempre à evitar las faltas ligeras que en
flaquecen y enferman el espiritu y la vida de la gra
cia ; y à libertarse de aquellos leves defectos que em
pañan las virtudes, con que deben adornarse las al
mas que suspiran por unirse y estrecharse con Jesu
Christo: aquel consejo de que habla San Basilio,
quando nos exorta à disponernos para comulgar por
medio de una vida fervorosa, que acredite que vivi
mos muertos enteramente à nosotros mismos, y que
solo vivimos para Dios. El precepto era aquel de que
hablaba la primitiva Iglesia quando antes de la co
munion intimaba por boca de sus ministros que las
cosas santas solo eran para los santos. Confundir
pues estas dos cosas, levantar el consejo à la esfera
de precepto, es segun observa el Doctor Angelico ig
norar la naturaleza y esencia de la sagrada Eucaris
tia, supuesto que este Sacramento augusto lexos de
suponer en nosotros virtudes perfectas, no fue ins
tituido con otro fin síno para perfeccionarnos en
ellas.
Sentados pues estos principios incontrastables, quál
CS
º* -- -
coN que sE DEEE LLEGAR Á coMuLGAR. 277
es la sana y segura doctrina sobre este importante
articulo de la comunion La doctrina que voy à in
timaros; la doctrina que deben seguir vuestros direc
tores espirituales ; la doctrina con que debeis confor
mar vuestras costumbres, es aquella doctrina que ní
pidiendo mucho, ni pidiendo poco, no apruebe las
comuniones tibias sin fruto à fin de conservar las co
muniones frequentes, ni que intente prohibir todas las
comuniones à fin de permitir solo las comuniones mas
fervorosas. Almas tibias, almas sepultadas en el sue
ño de una devocion desmayada y descaecida, yo os
digo (aunque respecto de vosotras, ya me parece que
he desempeñado mi ministerio) yo os digo que os
importa muchisimo aspirar à aquella santidad y per
feccion que solo es de consejo; pues desatendiendola,
os esponeis al peligro de llegar à la sagrada mesa
eucaristica, sin aquella debida disposicion que es de
precepto; porque desatendiendolas os privais de las
gracias que son fruto de las comuniones fervorosas;
porque desatendiendolas, os esponeis, sino à profanar
indignamente el cuerpo de Jesu-Christo, à lo menos
à no tratarle con todo el respeto debido. Y vosotras,
almas sobrecogidas y embargadas con las cautelas y
escrupulos de un respeto nimio , entended que la
disposicion de precepto y de obligacion rigurosa y
esencial no consiste en estar enteramente libres y lim
pias de esos defectos, de esas fragilidades, de esas
imperfecciones que tanto os afiigen; porque supues
to que sabeis contristaros, humillaros, y confundi
ros por esos defectos, por esas fragilidades, por esas
imperfecciones 3 supuesto que la gracia excita en vo
sotras un deseo verdadero, y resolucion animosa
de combatirlas, en la Eucaristia es donde segun la
expresion de un gran Pontifice debeis buscar el prin

278 SERMoN soBRE EL REsPETo y,

cipal remedio, prometiendoos una completa y cierta


victoria de todas ellas: si te profiteris infirmum, quare
non curris ad medicum ? -

Qual es, repito, la sana y segura doctrina en


materia de comunion? Es aquella que reune en lo
que nos pide, todo aquello que nos pidio Jesu-Chris
to. Este divino Salvador no menos pues pidio en la ins
titucion del augustisimo Sacramento del altar las disposi,
ciones, que la practica, y la practica no menos que las dis
posiciones: luego asi como no pretendio que la practica
impidiese las disposiciones, asi tampoco quiso ni quie
re que las disposiciones impidan la practica. De estos
principios deduzcamos consequencias. Jesu-Christo no
quiso ni quiere que las disposiciones impidan el uso:
luego lo infinitamente santo y augusto del Sacramen
to no es motivo para no llegar à recibirle, sino mo
tivo para disponerse bien ; por consiguiente una al
ma que sobrecogida de un respeto nimiamente timi
do, no se atreve à llegar à la sagrada mesa eucaris
tica, ó llega rara vez, procede expresamente contra
la voluntad de Jesu-Christo, asi como procede tam
bien contra ella aquella alma temeraria e indiscreta,
que llega a recibirle precipitadamente sin la debida
disposicion. Jesu-Christo no quiso ni quiere que las
disposiciones impidan el uso, aquel uso digo que la
Iglesia intima à todos los fieles; aquel uso frequente
à que à todos nos exorta: luego exigir para el uso
mero y sencillo de comulgar unas disposiciones, que so
lose pueden adquirir en la soledad del claustro desierto,
es perturbar y confundir el orden de los designios de
Jesu-Christo, porque el uso de la comunion queda
ria reservado solamente para un escasisimo numero
de fieles: luego exigir disposiciones tan perfectas que
no pueden adquirirse sino con el discurso de muchos
* --.
«... anOS
con que se DEEE LLEGAR Á coMulcAR. 279
años seria perturbar y confundir los designios de Je
su Christo; porque entonces se haria muy rara la co
munion, y el pan eucaristico apenas se administraria al
hombre, un pan por otra parte que de sí mismo, y
por sí mismo es pan cotidiano: luego exigir disposi
ciones que no se pueden adquirir sino con gracias ex-e
traordinarias y milagrosas, seria perturbar y confun
dir los designios de Jesu-Christo; porque la comu
nion entonces solamente seria para los mas justos
entre los justos; ni causaria entonces virtud algu
na, sino que solo seria premio y recompensa de las
virtudes. Asique reducida la comunion à limites tan
estrechos, debilitada, enflaquecida, y poco menos
que destruida y aniquilada por explicarme asi, sola
mente prestaria à Jesu-Christo el obsequio de una
adoracion temeraria, servil, sobrecogida: y Jesu
Christo solo seria un Dios que premiase y recompen
sase nuestras virtudes, sin llegar à ser un Dios que las
aumentase y perfeccionase. - -

Segundo escollo del respeto que no va acompaña


do del deseo. Pedir para la comunion unas disposicio
nes que el hombre que la recibe, no debe prometerse
que las tiene en sí, encareciendo con extraordinaria efi
cacia lo augusto del santisimo Sacramento, sin atender
a que la flaqueza y fragilidad humana no tiene fuer
zas para no declinar jamas de los caminos de la vir
tud, y para no titubear alguna vez en las trabajosas
sendas de la perfeccion evangelica; sin tener presen
te que una virtud acendrada y acrisolada de toda
mezcla de imperfeccion no es fruto de la tierra, si
no del cielo solamente; sin confesar con el Doctor An
gelico, como ya dexo dicho, que lexos de suponer
en nosotros el sacramento de la sagrada Eucaristia
una virtud perfecta, antes fue instituido para comu
º nl
28o SERMoN sobre EL Respero
nicarnosla, para fortalecer mas y mas nuestras almas
contra los impetus de la concupiscencia, y abrasar
nos en los mas puros incendios del amor divino; sin
hacer distincion entre la comunion mas frequente, y
la menos; entre las comuniones de eleccion y devo
cion particular, y las de precepto y de necesidad;
entre el inocente sosiego de una soledad silenciosa,
y los peligros de un mundo maligno y bullicioso;
entre almas reciamente combatidas con tentaciones
violentas , y almas fortalecidas con las mas abun
dantes gracias ; entre el justo menos aprovechado en
la virtud, y el justo que ha pasado en ella la ma
yor parte de su vida; yo sustento, que si à titulo
de preparacion indispensable y de precepto se pide
y exige de todo hombre, y para todas ô casi todas
comuniones, un amor de Dios purisimo, triunfa
dor enteramente de todos los demas amores, que no
solamente prevalezca el solo en el corazon, sino que
no dexe en el corazon vestigio ni sombra alguna de
terrenas y momentaneas complacencias, que las oca
siones continuas de pecar arrancan tal vez à la fla
queza humana; sustento repito que con este rigor
y austeridad solo se conseguira perturbar las con
ciencias, apartar de la sagrada mesa à las almas mas
puras con el especioso pretesto de privar de ella à
las almas mas imperfectas: porque en efecto, qué
puerta nos quedaria abierta para llegar à recibir
la sagrada Eucaristia, sino hubiera otra que la de
aquellas eminentes virtudes, que ni puede ni debe creer
el hombre que hay en él? - - -

Por virtudes que ni puede ni debe creer el


hombre que hay en él, entiendo unas virtudes que
aunque peligroso, es indispensable causen alguna
complacencia en él desde el punto que las llegue
"-. A
coN qUE SE DEBE LLEGAR Á coMúLGAR. 281
à considerar como disposiciones necesarias para co
mulgar, Sera peligroso para las almas vanas y satisfer
chas de sí mismas, que en lugar de poner los ojos de
la consideracion en sus muchas y grandes culpas para
llorarlas, para humillarse , para pedir perdon de
ellas, para solicitar los medios de sacudir su tiranica
servidumbre, solo pensarian como el Fariseo del
Evangelio en recrearse con la memoria halagueña de
su fantastica virtud: las quales, siendo unas almas
tan perspicaces para no ver los defectos que tienen,
como para ver las virtudes de que carecen ; tan
propensas à usar consigo mismas de misericordia y
blandura, prestando entero credito al lisongero testir
monio de su orgullo propio, que es tan sagaz y
artificioso para ensordecer y ahogar la voz de la ver
dad 3 tan inclinadas en fuerza de los impulsos de su
propia vanidad à calificar tal vez los deseos momens
taneos e infructuosos de alguna virtud, que solo
reside en su imaginacion y en su idea, por una virtud
solida y profundamente arraigada en el corazon,
quanto mas estudío pongan y mas carguen la conside
racion sobre sí mismas, menos llegaran à conocer
se, y siendo mas reprehensibles por lo que imaginan
que son, que por lo que son realmente, se pre
sentaran ante aquel Dios humillado y abatido en la
Eucaristia llenas de satisfaccion propia, y de la pre
suntuosa indolencia de un orgullo con que se per
suaden que no tienen necesidad ya de que su Majes
tad les haga ningunas mercedes, supuesto que no les
queda ya virtudes que adquirir. , , ,
Peligroso para las almas timoratas que graduando
los sobresaltos y panicos terrores de los escrupulos por
acusaciones y remordimientos de la conciencia, no
Se atreveran à quebrantar los limites que se ponen à su
Tom. IV, Nn amor
28 a SERMoN soBRE EL REspEro

amor, y con el temor de no tener las virtudes que re


quiere el sacramento de la Eucaristia, se privaran de
las virtudes que comunica. ,
Peligroso para las almas mas ilustradas y circuns
pectas 3 pues por mas advertidas y circunspectas
que sean, nunca llegaran à tener tan claro conoci
miento de los afectos y estado de su corazon, que se
atrevan à asegurar que poseen tan acendradas y
sublimes virtudes: y vagueando asi entre el temor y
el amor, no haran mas que titubear, fluctuar, dudar,
suspirar y anhelar por recibir à Jesu-Christo, y
desviarse de él; desear sus gracias, y negarse à
ellas. - º * - -

Peligroso especialmente para aquellas almas que


solo conocen el respeto, y no el deseo ; porque
si el deseo de la comunion ardiese en su corazon,
ellas se emendarian con diligencia de los defectos que
retraen de ella, y adquiririan las virtudes que ha
cen al hombre digno de recibirla 3 pero guiadas y im
pelidas por un respeto y reverencia destituida de
deseo, no considerarian sus propias fragilidades con
aquella saludable tristeza, que estimula para buscar
eficazmente los medios que libertan de ella; y se
privarian serenamente de la mesa del altar, porque
les pareceria que sus imperfecciones justificaban esta
privacion.
Por virtudes que ni puede ni debe creer el hom
bre que hay en él, entiendo unas virtudes que
quanto mas se persuade el hombre que las tiene, mas
distante vive de ellas. Resueltamente me atrevo yo
à afirmar de la humildad lo que el Apostol afirma de
la caridad; pues sin ella la mas encumbrada virtud
no es otra cosa que ilusion y engaño; y si tanta
necesidad tiene el pecador de conocer la gravedad de
- - . - - * - SllS
coN que SE DEBE LLEGAR Á coMULGAR. 283.
sus culpas, no la tiene menos el justo de ignorar la
perfeccion de sus virtudes. -

Por virtudes que ni puede ni debe creer el hom


bre que hay en él, entiendo unas virtudes que
quanto en grado mas heroico las tiene el hombre, tan
to menos cree que las tiene. Bien sabeis que la
gracia de Jesu-Christo tiende sobre las virtudes que
cria, un velo no menos denso que el que corre so
bre los pecados enormes la pasion que los aborta; de
modo que quantas, mas virtudes posee el alma, mas
temor tiene de que se halla falta de ellas; y mas
facilmente se averguenza la modestia, evangelica de
sus imperfecciones, que el libertinage de sus vicios.
Y qué os parece que se sigue de aqui, amados
oyentes mios observadlo bien. Siguese que creciendo
la humildad al paso que la virtud, aquellas almas à
quien solamente se concede y franquea la mesa eucaris
tica, Seran las que se priven de ella con mayor solici
tud: siguese que el sagrario cuya entrada se in
tenta negar à las almas que solo están sujetas à leves
imperfecciones, solo quedara abierto à la vanidad
y à la presuncion. De modo, que desde el punto que
se pidan y requieran como disposiciones indispen
sables para la comunion esas disposiciones de amor.
puro y de amor purisimo; de una caridad en fin tan
ardiente y activa, que consuma y destruya todos los
vestigios y residuos de la fragilidad humana, es pre
ciso que la piedad y devocion desalentada y modesta,
perturbada con escrupulos, sobrecogida de temor,
engañada por su humildad, gima y suspire al pe
so de una privacion del Sacramento tan intolerable, co
mo insensible à su amor. En cuyo caso aquel hu
milde Centurion que por el hecho mismo de confesar
se indigno de recibir en su casa à Jesu-Christo,
Nn 2 CS
284 SERMoN soBRE EL REspero º
es reputado por merecedor de tal gracia por este mis
mo Salvador adorable, es necesario que ceda su lugar
al hinchado y vanaglorioso Fariseo, que teniendo
se por debidamente dispuesto, creerá que honra el
Sacramento, à quien ultraja con su vanidad y altane
ria: de suerte que la humildad que equivale à tantas
virtudes, se vera obligada à ceder el santuario al or
.
gullo que suple por tantos vicios. -

- Porque no son tal vez de menor momento los efec


tos y consequencias de ese zelo nimiamente rigido, de
esas sutilezas en materia de devocion y de mistica: una
virtud es à saber altanera y desdeñosa; una virtud so
berbia y presumida; una virtud indomita y contumaz;
una virtud en fuerza de la qual el hombre se estima à
sí mismo, despreciaà los demas; una virtud que se precia
de saberlo todo, menos de abatirse y humillarse; una vir
tud siempre satisfecha y bien hallada consigo misma.
Pues qué? Me direis. Ha de abandonarse la comu
mien, y la comunion frequente , à la temeridad
de tantos deseos profanos º Venerables Sacerdotes,
Pontifices que estais encargados del gobierno de las
almas, defended con zelo y con rigor la santidad y
majestad del augustisimo Sacramento contra esas in
discretas multiplicadas comuniones, hechas con mala
disposicion, y de que tan póco fruto se saca: te
ned presente que segun observa San Juan Crisosto
mo, no es honrado Jesu-Christo, ni santificado el
hombre con las comuniones frequentes, si no se co
mulga digna y debidamente. Pero me atrevere à
traeros à la memoria lo que vosotros sabeis mejor que
yo Tened tambien presente que segun los princi
pios de la sana doctrina de la Iglesia, segun el sentir
de Padres y Teologos, segun los dictamenes y el
exemplo de los Santos; tened presente repito, que
s 4 - - --
con que se DERE iLEGAR Á coMolcar. 285
las imperfecciones y defeótos leves, si el hombre los
conoce ô llora, si se duele de ellos, si con digna peni
tencia satisface por ellos, si en adelante se cautela con
tra ellos; tened presente en fin que la humildad, la
compuncion, la vigilancia que ellos inspiran, recom
pensan con ventajas las faltas en que estas almas pue
den incurrir; y que cerrar enteramente la puerta
del sagrario à los pecadores flacos, fragiles e imper
fectos, pero verdaderamente arrepentidos, y llenos
del conocimiento de sus propias miserias, seria destruir
la comunion, pidiendo para ella unas disposiciones
y unas virtudes que solo se adquieren por medio de
la comunion. - - - ;
3 Confieso, Catolicos, que nunca comprehendí
plenamente hasta que profundizé sobre la materia que
tratamos, quanta verdad es que toda doctrina que im
pugna à la verdad, se contradice à sí misma y
se destruye por los mismos esfuerzos con que procura
defenderse. En qué siglo se ha hablado tanto de la
fuerza, del poder, de la eficacia de la gracia como en
el nuestro en qué siglo han abundado tanto las
declamaciones y las invectivas contra las fragilidades
y imperfecciones de una virtud languida y indul
gente qué socorros pues, qué auxilios se ofrecen à
los fieles para alentarlos y levantarlos à esas tan su
blimes virtudes que se les piden 3 ningunos : an-.
tes se les priva del abundante y perene manantial de
las gracias: no se concede la comunion sino à las.
almas de santidad encumbrada; ni para la comunion,
se piden otras disposiciones sino unas virtudes tan.
Perfectas, que solo son efecto y fruto de la co
munion.- - -

Preguntoos yo à vosotros los que quereis que una.


alma sea ya perfecta antes de la comunion, igno
- IalS
286 . SERMoN soBRE EL REspEro , , ,
rais acaso que hay unas gracias que disponen para la
comunion, y otras que proceden de la comunion;
que hay una perfeccion que ella pide, y otra que ella
causa 3 que hay unas virtudes con que debemos pre
sentarnos à la sagrada mesa del altar, y otras que de
bemos solicitar en ella? - - -

En efecto entre todos los sacramentos que se lla


man de vivos, no es el sacramento de la Euca
ristia el sacramento mas principal, el mas augusto, y
el mas poderoso al mismo tiempo, y el mas efi
caz es evidente. El no solo supone la vida de la gra
cia, sino que aumenta la vida de la gracia: lue
go si supone, si pide, si requiere la vida de la gracia,
atreverse el hombre à recibirle estando muerto por la
culpa, y falto por consiguiente de toda virtud,
es hacerle un agravio atroz: y supuesto que él aumen
ta, él dilata, él perfecciona la vida de la gracia,
es hacer una notabilisima injuria à la eficacia de este
Sacramento augusto intentar segun los caminos ordi
narios de la providencia llegar a una virtud per
fecta sin recibirle. Qué pensais hace pues una alma
que se priva de la comunion, porque no se ha
lla todavia perfectamente dispuesta º Entended, ama
dos oyentes mios, y nunca se os borre de la me
moria, lo que hace: ella, por quanto no se halla con
esta perfeccion, se priva de los auxilios y medios
mas eficaces, ô por mejor decir del unico medio
de adquirir esa misma perfeccion: ella busca la gracia
donde Jesu-Christo no la ha. depositado, desdeñan-.
dose al parecer de solicitarla en el santuario donde es
te Señor la tiene aligada; ella segun dice San Ciri
lo, favorece sin advertirlo los intentos del enemigo.
de nuestra salvacion que para enflaquecer desde luego
las fuerzas de nuestra alma, y, seducirnos despues y
per
con que se DERE LLEGAR Á coMvicAR. 287
perdernos enteramente, el primer paso que da, es
apartarnos de la mesa sacrosanta del altar; y para
conseguirlo, hace apliquemos toda nuestra atencion
sobre la santidad y majestad de este augusto Sa
cramento, y que la desviemos de la fuerza y eficacia
que contiene, exagerandonos lo que Dios pide, y ca
ilandonos lo que Dios promete. - - .
Y aqui llegó el caso, catolico auditorio, en que
me veo obligado à humillarme, à confundirme y à
confesar que hay ciertas verdades evangelicas, que so
lo las deben y pueden ponderar debidamente los
Santos; y que hay asuntos para cuya exageracion de
nada aprovecha la eloquencia y demas prendas de un
predicador, sino su virtud sola: porque quién si
no aquel que lo sepa por experiencia, podra explicar
lo que pasa en la comunion entre una alma amante y
su amado esposo Jesus? Pero yo me engaño: antes
quanto mas se sabe, quanto mas se experimenta,
menos puede el alma declararlo: porque excita tales
comociones la gracia, siente tales afectos el corazon
que no halla el entendimiento voces con que expre
sarlos. Alla Pablo oyo unas palabras que era imposi
ble al hombre proferirlas: Arcana verba que non licet
homini loqui. (1) Entonces, en aquellos felices momen
tos de paz y de silencio las pasiones amortiguadas ya
y reprimidas con los rigores de la penitencia, enmu
decen y callan enteramente sintiendo la presen
cia del Dios de las virtudes: entonces se aplacan y se
renan las olas de la concupiscencia: entonces desvane
ce el sol de Justicia las sombras de errores y de
engaños que ciegan y turban el entendimiento en
, - - - - , º tOn

(1) 2. ad Cor. c. º. v.4.


-

288 . SeRMoN sobre el respero - , N,

e - —er
tonces se enciende mas y mas la llama del amor diví
no que consume en el corazon todas las reliquias de
los afectos humanos, no dexando casi vestigios del
hombre en el hombre mismo.
i Ay cristianos oyese continuamente declamar
contra los defectos y imperfecciones de las almas que
frequentan la comunion 3 y en los libros y en las con
yersaciones especialmente se refieren por menor y con
suma complacencia sus fragilidades. Mas sin inten
tar disculpar unas flaquezas, que ellas mismas, reprue
ban y lloran amargamente, no tengo necesidad ya
para responder y refutar sus censuras, sino de valer,
me de las costumbres y conducta de esos mismos cen
sores temerarios. . . - - -

Unos no han dexado todavía de ser hombres,


otros no han empezado a ser cristianos. En unos veo
defectos que corregir 5 en otros no hallo virtudes que
alabar; estos podrian ser mas santos; aquellos apea
nas pueden ser peores. Unos no han consumado todar
via la obra de su propia salvacion : otros no han
dado en ella el primer paso: en estos observo una pier
dad empañada con algunas leves sombras de ciertas
flaquezas: en aquellos noto una disolucion de cos
tumbres sin freno ni limites; porque no son ya
ciertos impetus de antipatia, ciertas complacencias de
su merito y prendas personales, ciertos desahogos del
amor propio; sino un odio formal y furioso, una am
bicion desenfrenada, una avaricia la mas insacia
ble y solicita, un orgullo el mas altanero, una im
piedad la mas escandalosa, una sensualidad la mas dir
soluta y destemplada. Ah, mundo iniquo y fe:
mentido! tu que solo hablas de los defectos que cón
servan tal vez en su alma los que frequentan la
comunion, porqué te desentiendes de los vicios que
- es
con que se Dene LLEGAR Á coMuLGAR. 289
este Santisimo Sacramento corrige y contienc? pues
qué? tan pequeña felicidad te parece libertarse el al
ma, y triunfar de tantas y tan vehementes pasiones?
empleaste en manifestarnos algunas imperfecciones
con la frequente comunion 3 pero hallaras muchas
virtudes solidas y cristianas separadas de la comunion
frequente? a . . .
- De dónde os pregunto yo, amados oyentes mios,
sino del santuario salen las almas que dan mayores
exemplos de virtud 3 esas almas digo tan deseosas de
la paz y, concordia que reconcilian los corazones
desavenidos y enemistados; esas almas zelosas y
amantes de la edificacion publica que contienen los
escandalos, cortando el contagioso cancer del vicio y
del error; esas almas llenas de caridad y misericordia
que enjugan las lagrimas del pobre, adelantandose à
socorrerle en sus necesidades; esas almas tan piadosas
que fomentan y abrigan todas las empresas de cari
dad y devocion: en qué pueblos, en qué parroquias
se notan menos vicios, y abundan mas virtudes que
donde el zelo de los pastores y la docilidad de la grey
mantienen el uso de los Sacramentos
- Por esto San Cyrilo resuelve que aquellos que
con el pretesto de virtud se desvian de recibir à Jesu
Christo, se apartan y desvian de la vida eterna;
por esto declara San Juan Crisostomo que si es temi
ble y peligroso comulgar, con tibieza, es incurrir
en la muerte privarse enteramente de la comunion;
por esto San Ambrosio sustenta que la virtud que se
abstiene de comulgar, no es conforme al espiritu y
documentos de Jesu-Christo; el qual no nos dixo res
petad y retiraos; sino respetad y acercaos; por esto
el sagrado concilio de Trento, fundado por otra par
te en la experiencia de todos los siglos, no pedia
Tom. IV. - Co pa
29o SERMoN sobre El RespEro ,, ,
para que entre los cristianos se renovase el fervor e
inocencia de la primitiva Iglesia, sino que resucitase
entre ellos el deseo y exercicio de la frequente co
munion 3 por esto uno de los mas santos y mayo
res Pontifices que vieron estos ultimos siglos sentado
en la Catedra de San Pedro congratulaba à los Obis
pos que habian revivido en sus diocesis el sagra
do fuego del amor à la sacrosanta Eucaristia; por es--
to San Francisco de Sales, San Carlos Borromeo, y
aquella multitud de santos que el Señor concedio à
su Iglesia para defenderla de la peste de nuevas
doctrinas, declaran que los que retraen à los fie
les del uso loable de la comunion, son hijos de
maldicion, discipulos del error, y maestros de la
mentira. . . . . . . . . . . . . .
Asique, infelices digo y repito otra vez, infeli
ces de aquellos que llegan à la sagrada mesa mal dis
puestos ; pero infelices asimismo de aquellos que
no llegan à ella Infelices de aquellos ministros del al
tar, que blandos y nimiamente índulgentes fran
quean el santuario à las almas relaxadas, que se pre
sentan en la mesa eucaristica cargadas de flaquezas
que no lavan con la penitencia; pero infelices asi
mismo de aquellos ministros rigidos y nimiamente
austeros que cierran el santuario à las almas que vie
nen à buscar en él las virtudes, que desean y no
tienen! Pero sobre todo infeliz de aquella falsa virtud
que se disimula con la vana sombra de respeto y ve
neracion, para disculpar su resistencia à la voz de
los pastores que en este tiempo aceptable y tiem
po de salud llaman y convidan con la mesa eucaris
tica. -

Concluyamos, amados oyentes mios; y para for


mar juicio verdadero de las disposiciones que requier
v. -
- V--> , -

(C
coN que se DERE LLEGAR Á coMulgAR. 29 l
re la sagrada comunion, resumamos brevemente todo
el discurso. º r

En la institucion del augustisimo Sacramento del


altar no menos pide Jesu-Christo las disposiciones que el
uso; ni el uso menos que las disposiciones: luego asi
como no pretendio que el uso impidiese las disposicio
nes, asi tampoco quiso ni quiere que las disposi
ciones impidan el uso: luego la santidad infinita
del Sacramento no es motivo para no llegar à reci
birle; sino estimulo para disponerse dignamente: lue
go el alma que se priva de esta sagrada mesa en fuer
za de un respeto nimiamente timido y escrupuloso,
falta verdaderamente à la voluntad de Jesu-Christo,
asi como falta à ella el alma que recibe à este Se
ñor con una indiscreta y bulliciosa precipitacion: lue
go el respeto sin deseo nada vale , ni menos el
deseo sin respeto. Por consiguiente quál es la sana y
segura doctrina en punto à la comunion Es aquella
doctrina que reune en lo que nos pide todo aque
Ilo que nos pidió Jesu-Christo: aquella doctrina que
ni favorece al deseo del que no se dispone, ni al res
peto del que no se llega à la mesa eucaristica.
Quál es tambien por consiguiente la verdadera virtud
que requiere la comunion? Es aquella virtud que
reune en sí todo lo que reune Jesu-Christo en su
santa ley. Siendo asi pues que lo que manda Jesu
Christo es que por una parte se disponga el alma, y
por otra comulgue , siguese que la necesidad de
recibir la sagrada Eucaristia no dispensa del precepto
de disponerse para ella; ni la necesidad de disponerse
dispensa del precepto que manda recibirla; siguese
tambien que es muy reprehensible el deseo de quien
no llega à disponerse, asi como no es loable el respe
to de quien por timidez se priva de esta sagrada mesa.
, Oo 2 Quál
292 SERMoN soBRE EL Respero >

Quál es finalmente el alma que en este santo


tiempo cumple verdaderamente con la ley 3 es aquella
alma que satisface à los dos preceptos, cuya obligacion
impone y reune la solemnidad de la pasqua; el
precepto digo de la preparacion, y el precepto de la
comunion. El precepto de la preparacion manda puri
ficar el alma para recibir à Jesu-Christo: el pre
cepto de la comunion manda recibir à Jesu-Christo
despues de haber limpiado y purificado el alma. Lue
go quando de estos dos escollos, à saber, comul
gar sin apartarse de la culpa, ô no comulgar por no
querer apartarse del pecado, el menos terrible es sin
embargo tan funesto, podemos hallar en la diferen
cia de los motivos razon para no sentir la injuria, que
à vos, Señor, se os hace, y el abismo donde el hom
bre se precipita? -

Vuelva, Dios mio, à arder en nuestros corazones


el fuego y luz de vuestra gracia para que todos ellos
se abrasen y consuman en él: lleguemos dispuestos
y preparados à recibir este pan de Angeles penetrados
del mas profundo respeto, encendidos en el amor mas
ardiente: vean vuestros ojos congregado en la mesa
eucaristica un pueblo digno de vuestras mercedes y
gracias, bañado de vuestra sangre, lleno de vuestro
espiritu, para que siendo ahora fiel à vuestra ley,
merezca reynar con yos por eternidades en la gloria.
Asi sea.

- - -
- - - - - lo ---" "
293

SERMON
DE LA PASION
DE NUESTRO SEÑOR JESU-CHRISTO.
PARA EL VIERNES SANTO.

Attendite & videte si est dolor sicut dolor meus.

Considerad y ved si hay dolor igual al mio. Lament, de Je.


ICII), C. I. V. I2.

? - N un dia, que la Iglesia nuestra madre consa


gra à celebrar con torrentes de lagrimas y ge
midos la muerte dolorosa de su esposo Jesu-Christo,
no debiera bastar poner à la vista de los fieles
1a efigie de su Dios crucificado, diciendoles con el
Profeta : (1) mirad hombres con toda vuestra alma à
este Dios moribundo: registrad estos ojos empañados
y difuntos, este cuerpo atravesado de mortales heri
das, descaecido, desfigurado con los tormentos: mi
radle otra yez, y no os canseis de mirarle: (2) no repri
mais vuestro corazon, dexadle obrar libremente, se
guid los afectos que se excitan en él Solo este espec
taculo os moveria mas eficazmente que todas nuestras
exortaciones; y sola la vista de él os hablaria mas ve
hementemente que toda la eloquencia humana: atten
dite có videte. -

-
- -

En efecto qué puedo yo deciros, amados oyentes


mios , y qué podeis prometeros vosotros de mi
- - tOr

(1)
- )
Attendice. (2) Azzendite dz eidete. -
- - — z=
-= -

2 94 SERMoN DE LA PAsoN

torpe discurso y desmayada voz Veoos congregados


al rededor de estos altares, prontos à prorrumpir en
un mar de lagrimas para llorar à vuestro Salvador
que está para despedir el postrer suspiro: observo que
sin el auxilio de mis palabras se compunge vues
tro corazon, que espontaneamente abre puerta franca
al dolor, que solo necesita de una mano diestra
que acabe de enternecerle; pero yo me reconozco in
habil y insuficiente para cumplir y llenar los pia
dosos deseos de vuestra devocion. Porque cómo es
posible pintar con dignos colores los tormentos de
un Dios crucificado Misterio es este tan profundo
que solo puede explicarse con suspiros, con lagrimas
y con un silencio doloroso. Si yo no siento vivamente,
cómo sabre excitar en vosotros afectos, que no ex
perimento en mí? Y si he meditado bien esta misterio
sa tragedia, yo os aseguro que no sabre hacer otra
cosa que llorar con vosotros. - - - -

. . . Conformandonos, sin embargo con el espiritu de


nuestra madre la Iglesia, sigamos los pasos de este
divino Salvador, acompañemosle por los caminos as
peros y trabajosos que emprende por nuestro bien, y
ojala que nos sirva de guia el amor que le abra
sa Contemplad à Jesus pendiente de la cruz 3 ved
ahí el triunfo de su divino amor; esta es su grande
obra; obra que él solo consumó: ä el solo pues
le toca hablar de ella. No espereis, ya de mí sino
una sencilla y natural narracion 3 porque profanaria
yo un ministerio tan augusto, si le vistiese con la
pompa y adornos de la eloquencia humana: asique el
grande arte de tratar este asunto es desentender
se de todo arte y estudio: el unico lenguage propio
suyo es el lenguage de los afectos: mi unico de
“sco es olvidarine de que os hablo yo, y que os oly
º deis
.
DE NUESTRo sEÑoR JEsU-cHRISTó. 295
deis vosotros de que me escuchais : de moveros, y de
moverme à mí mismo; dichoso yo si el Espiritu San
to infunde en mi corazon afectos dignos de que los
traslade yo al vuestro! . . . . . . . . . . .»
Cruz adorable y santa, tú, espero que animes
mis palabras, que alientes mi flaqueza 3 a ti sola, su
puesto que adoramos un Dios crucificado, debemos
dirigir en este dia nuestros ruegos y obsequios. Ay
que en el mundo todos huyen, todos abandonan à es.
te Dios amabilisimo sus apostoles le venden, le
vuelven las espaldas, le niegan 3 su pueblo ingrato y
perfido tiene la osadia de escarnecerle, su mismo
padre parece que le desampara, y que ensordece à sus
gemidos. Tú sola, príncipal esperanza nuestra, eres
el bien y la herencia que él desea: qué bien, Dios
mio, qué herencia tan cruel! pero en fin él está con
tento con ella, y no anhela por otra. Manifies
tame los dolores de Jesus crucificado, ayudame à ex
plicarlos 3 ayuda à este piadoso auditorio à sentirlos;
O crux, ave. -

El misterio, hermanos mios, decia el Apostol,


el misterio de un Dios que padece y que muere,
es à la verdad un misterio grande; misterio que
à los ojos de los sabios del mundo parecio locura, y
y escandalo à los de Israel grosero y carnal; misterio
que mirado à las luces que la fé infunde en una alma
docil, es para los justos un misterio de sabiduria,
y la grande obra de la fortaleza y virtud divina. Qué
viene à ser en efecto, continúa el Apostol escri
biendo a los Colosenses, el misterio de los tormentos y,
muerte de un Hombre Dios considerado por un enten
dimiento aplicado a seguir y reflexionar sobre los ca
minos y consejos del Altisimo, sino un misterio de
salvacion y de gracias para el mundo 3 y un misterio
. . por
sº . SERMoN DE LA PAstoN a:
por consiguiente de triunfo y de victoria para Je
su-Christo? Es misterio de salvacion y de gracias pa
ra el mundo, porque estando Jesu-Christo pendiente
de la cruz, fixó consigo y borró con su sangre la
sentencia de maldicion y de anatema, intimada contra
el mundo delinquente: delens.... chirographum decreti...
& afgens, illud cruci... (1) Es misterio de triunfo y de
victoria para Jesu-Christo, porque en la cruz y por
la cruz destruyó Jesu-Christo el reyno del infier
no que tenia cautivo al mundo sujeto y esclavo del
pecado: expolians principatus... triumphans illos. (2) Qué
viene à ser, pues Jesu-Christo en este dia de tantos
dolores y ignominias. Ya nos lo dice el Apostol: es
un Dios Salvador que se ofrece en sacrificio por los
pecados del mundo, un Dios Redentor que se ofrece
en sacrificio de propiciacion por los pecados del mundo,
y un Dios penitente que padece y muere por los pecados
del mundo. De modo que no podemos formarnos idea
mas recta y mas natural de la pasion de este hombre
Dios, sino mirandola como penitencia publica, como
penitencia universal, como penitencia llena y comple
ta de todos los pecados de todos los hombres. ,
a Porque en qué pensais consiste la penitencia con
siste en un verdadero, dolor excitado con la consi
deracion de la culpa que injuria la santidad de Dios;
en un profundo abatimiento que vuelve por la gloria
de Dios insultado y ultrajado por la culpa; en una
satisfaccion plena y rigurosa que aplaca la justicia
de Dios indignado por la culpa. Qué es lo que vemos
hoy en Jesu-Christo Vemos un Dios llorando amar
gamente y con el dolor mas profundo la culpa 3 un
-Dios reparando la culpa con los abatimientos mas ig
a --- º * - nO
- == —- =

-- (1) Ad Colos. C, 2 º V. 14. (2) Id. ib.


DE NUEsTRo SEÑoR JEsu-CHRIsto. 2 97

nomíniosos; un Dios satisfaciendo por la culpa se


gun la mas rigurosa e inexorable justicia; un Dios
contrito, un Dios humillado, un Dios padeciendo y
muriendo. -

... En suma, la santidad de Dios desagraviada por


un Dios contrito; la gloria de Dios reparada por un
Dios abatido; la justicia de Dios satisfecha por un
Dios que padece y muere. Oidme, vosotras especial
mente almas penitentes, y contemplad el exemplar que
debeis imitar en este Jesus à quien habeis de amar:
y oidme tambien, vosotras almas impias, y hasta en
el Dios que viene à salvaros, reconocereis al Dios à
quien debeis adorar.
P A R TE PRIM E RA,

Esu-Christo revestido de la persona del pecador, y


AJ llorando como tal el pecado con los mas vivos y
tiernos afectos de contricion y dolor, es el primer obje.
to digno de nuestra atencion. Ya se le descubren y
ponen delante à Jesus los caminos dolorosos y igno
miniosos que le estan abiertos y señalados en la sagra
da Escritura ya se acerca la hora del sacrificio, ya
se dispone la hoguera, ya se enciende el fuego,
ya camina ácia el altar la victima de propiciacion.
Ay, qué pasos tan amargos dara para llegar à él
irá de tormento en tormento; de oprobio en opro
bio 3 experimentara nuevas y continuas tropelias en
la distancia que hay desde el huerto de Getsema
ni hasta el monte calvario; la primitiva escena no
sera menos tragica que la ultima, y las primicias
del sacrificio no seran menos dolorosas que el sacrificio
IIllSmO. -

Tom. IV. Pp Sciens


298 SERMoN DE LA PAsion
Sciens feus quiavenit hora. (1) Sabiendo Jesus
que se habia cumplido ya el tiempo decretado en los
consejos de la sabiduria eterna, desnudase del res
plandor, del poder, de la majestad de la divinidad: la
fortaleza de Dios parece que se oculta, y da lugar à la
flaqueza del hombre, y del hombre marcado con el se
llo del pecado, del hombre sentenciado à la maldicion y
à todos los anatemas que merece el pecado: Christus
nos redemit de maledicio .... facius pro nobis maledic
tum. (2) Oprimido Jesus de esta gravisima pesadum
bre, triste, desasosegado camina enmedio de sus dis
cipulos, y entre las temerosas sombras de una obscu
ra noche entra en el huerto de Getsemani. O sole
dad imperturbable y silenciosa, morada y habitacion
del sosiego y de la tranquilidad, quantas veces vino
Jesus huyendo del estrepito y bullicio del mundo à
desahogar en tí la vehemencia de sus deseos santos, el
incendio de su amor ardiente! pero qué novedad, y
qué mudanza la de hoy tan melancolica y funesta!
Capit contristari & maestus esse. (3) Siente en su alma
un vivisimo dolor; despedazan su corazon la tristeza,
el caimiento de animo, las mas crueles congojas;
rindese à un mortal deliquio 3 retirase, internase en
la soledad, no para disimular su pena, sino para sol
tar libremente la rienda al sentimiento 3 gime, se
lamenta , suspira. Solicitando algun alivio para la
mortal angustia que padece, acude à sus apostoles
como mendigando algun consuelo: tristis est anima
mea usque ad mortem. (4) Aliviad mi dolor, amados
- - - , y ,, dis-.

(1) S. Juan c. 13. v. 1. (2) Ad Galat. c. 3. v. 13


(3), S. Mat. c. 26. v. 37. (4) Ibid. v. 38.
-

. - , -
De Nuestro seÑoR Jesu-CHRisto. 299

díscipulos mios, les dice, acompañandome en el. Pero


rendidos à un vergonzoso sueño, no le oyen. Apar
tase de ellos como temiendo que le hubiesen sentido;
ya vuelve a visitar a sus discipulos, ya vuelve à au
sentarse de ellos; de Dios va à sus apostoles, de los
apostoles vuelve à Dios; crece su dolor, aumentase;
desfallece, empañanse sus ojos 3 embargasele la voz
con interrumpidos y profundos suspiros , de modo
que apenas puede proferir estas lastimosas palabras:
Padre mio (si acaso en el estado a que me hallo redu
cido, puedo apellidaros padre) padre mio, dispensame
de beber este caliz amargo: vos sois omnipotente 3 y
el que os ruega, es un hijo, es un Dios: Pater mi, si
possibile est, transeat a me calix iste. (1)
Ay hermanos mios no me admira à mi tanto un
Dios padeciendo, un Dios abatido, un Dios crucifi
cado, quanto un Dios temiendo y temblando: por
que de que una fragil caña ceda y se quiebre à vio
lencias de un huracan ; que se levanten torbellinos
tan recios, que desarraiguen los cedros del Libano;
que sobrevengan peligros tan inminentes, que con so
la su representacion se llene de temor y espanto el
heroe mas animoso, no me maravillo: porque, qué
viene à ser el mayor hombre del mundo, sino un edi
ficio terrizo que siempre flaquea por alguna parte,
inclinado siempre à sepultarse en sus propias ruinas,
y à resolverse en polvo? pero temblar un Hombre
Dios, contristarse, rendirse al grave peso de una
congoja mortal, cosa es incomprehensible.
... Pero no desayremos, Catolicos, à nuestro Dios;
veneremos, y penetremos, si tanto nos es licito, este
---, - Pp 2 pro

(1) Ibid. v. 39.


3oo SERMoN DE LA PAsioN
profundo místerio. Aquellas admirables palabras de
San Bernardo: plorat ut ceteri; sed non quare ceteri,
con mas propiedad deben aplicarse à Jesu-Christo en
su pasion sacratisima, que en su nacimiento. Llora
Jesus , contristase Jesus, estremecese Jesus como
qualquier otro hombre flaco y fragil; pero ay! que
estas lagrimas proceden de un principio bien dife
rente Turbase acaso, acongojase con la representa
cion de los tormentos que le amenazan ? No ignoro
que por el amor con que se dignó vestirse de nues
tra carne enfermiza, quedó sugeto à esta flaque
za; pero por estremado que sea este temor, no es él
quien abre en su corazon la llaga mas profunda y
mortal. Años habia que suspiraba ardientemente por
este dia amargo de su pasion: baptismo autem habeo
baptizari, c5 quomodo coaréfor usque dum perficiatur. (1)
Yo he de ser bautizado con un bautismo de sangre, y
mi amor padece extraordinaria violencia porque tar
da tanto el cumplimiento de esta grande obra. O si
el tiempo acelerase su carrera quando amanecera el
dia que sea testigo de mi muerte mi sangre hier
ve en mis venas anhelando por salir y regar la tier
ra; mi corazon vive mortificado con la virtud del
sacrificio; y impaciente y enagenada me salta en el
pecho por recibir anticipadamente el golpe de quien
le ha de herir: quomodo coarcior. Y creeremos que
un instante pudo bastar para amortiguar la llama
ardiente de un amor tan encendido º en poder de los
verdugos, atado à la columna, pendiente de tres
escarpias, conserva una tranquilidad y paz admira
bles. Qué es pues lo que ahora le contrista? que,
- yº a . - C

". Y
(1) S. Luc, c. 12. v. 5o- <, " . , ,
-
De Nues rRo seÑor Jesu-CHRIsro. 3or
Señor, poderlo grabar con caracteres indelebles en lo
mas intimo de los corazones de mis oyentes ; pero
bien veis que para esto necesito una centella del fue
go del amor en que ardeis. Qué es lo que tiene, re
pito, sumergido a Jesus en un mar de amarguras?
No tanto lo que le amenaza, como lo que ahora
pasa por él; no la furia de un pueblo deseoso de
beberle la sangre, sino el pecado, el pecado es la
unica calamidad, capaz de atemorizar y estremecer
a un Hombre-Dios, de consternar à un Hombre Dios,
y de trasformar à un Dios glorioso y felicisimo en un
Dios afligido y contristado. - - -

. ... Para comprehender este misterio, apelemos, Ca


tolicos, à los principios de aquella sublime teologia
que con tanta eficacia explica San Pablo, y de que
leemos algunos admirables rasgos en el Profeta Isaias,
que segun la espresion de San Geronimo fue antes
del Evangelio el Evangelista de la Pasion. Dios, dice
el Apostol, Dios consumo la obra de la redencion
del mundo por medio de los tormentos y de la pasion
de Jesu-Christo: Deus erat in Christo mundum recon
cilians sibi (1) De qué medio pues digno de su miseri
cordia y de su justicia se valio para consumar esta
grande obra no imputando, continua el Apostol,
no imputando à los hombres sus propios delitos: non
reputans illis deliéta ipsorum: (2) impuso la pena de
ellos à Jesu-Christo, que ofreciendose viótima por la
salud del mundo, se habia cargado con los pecados del
mundo, y los traspaso à Jesu-Christo: de suerte que el
que no tenia pecado, se hizo en algun modo el pecado
mismo: eum qui mon moverat peccatum, pro nobis peccatum
- - fe.

(r) 2. Ad Corint. c. 5. v. 19.- (2) Ibid.--. y s


3ó2 SERMoN DE LA PASIoN
fecit. (1) Celebrose entre Jesu-Christo y los hombres
un misterioso cange: Jésu-Christo presto caucion por
los pecados del mundo, y Dios dio al mundo la jus
ticia de Jesu-Christo: ut efficeretur justitia Dei in ip
so. (2) De este modo se cumplio la profecia de Isaias,
que ponia Dios en Jesu-Christo todas las iniquidades
de todos lo hombres: posuit Dominus in eo iniquita
tem omnium nostrum. (3) Qué os parece sucede en vir
tud de este cange celebrado entre Jesu-Christo y los
hombres Sucede una revolucion mas asombrosa y
mas incomprehensible, que la revolucion que transfor
ma a un Dios fuerte y poderoso, en un Dios debil y
flaco; una revolucion que justifica y consagra las la
grimas de Jesu-Christo, que acredita que son lagri
grimas dignas de un Hombre-Díos; una revolucion
quiero decir que pone sobre los hombros del Dios de
las virtudes el peso imponderable de todos los peca
dos: posuit.... in eo iniquitatem omnium mostrum. De
modo que Jesu-Christo se ve de repente como carga
do de las maldades del mundo entero: y asi luego que
entra en el huerto de Getsemani, representansele todos
juntos y como de tropel en su imaginacion los pe
cados de todos los pueblos y naciones, los pecados
de todos los siglos y edades ; los pecados de todas
las generaciones y familias; los pecados de todos los
estados y condiciones; los pecados de los grandes y
los pecados de los pequeños; los pecados de los ricos
y los pecados de los pobres; los pecados de los seglares
y los pecados de los sacerdotes; los pecados de los que
viven en las ciudades y los pecados de los que habi
tan los desiertos; todos los pecados de todas: las pa
-. sio
V.

(1) Ibid. v. . . r. (2),-Ibid. () , Isaias. c. 3, Yº 6-1,


pe NoesTRo señor Jesú-CHRisto. 31 3
siones; todos los pecados finalmente de todos los
pecadores: posuit ... in eo iniquitatem omnium mostrum.
Ay quien me concediese hablar con almas que tu
viesen un verdadero y practico conocimiento de Dios,
de toda la perfeccion y santidad de Dios, y de todo el
aborrecimiento que profesa Dios al pecado qué di
chosos seriais, carisimos hermanos mios, si formaseis
del pecado el mismo concepto que forma Jesu-Chris
to pero qué ciegos vivis, si creis que este Señor juz
ga de él como juzgais vosotros Nada importa el pe
cado para un corazon absorto en el loco amor de la
vanagloria; pero qué deplorable estado el de un Dios
humilde, manso, pacifico quando considera que ha
de responder de la emulacion, del odio, de la envidia,
de las sangrientas murmuraciones, de las horribles
calumnias, de las viles traiciones, de las perfidias,
de los engaños, de las conjuraciones indignas, de
los atroces atentados de la ambicion! Nada importa el
pecado para un corazon à quien abrasa y consume la
sed insaciable de las riquezas; pero qué espantoso te
mor para un Dios justo y equitativo, para un Dios
amante y misericordioso, al verse cargado de la du
reza, de la insensibilidad, de las usuras, de los tra
tos ilicitos, de los daños agenos, de los robos, de
las prohibidas y paliadas ganancias, de las socieda
des diabolicas, de una avaricia sin termino ni limite?
Nada importa el pecado para un corazon sumergido
en el cieno de la sensualidad; pero qué verguenza para
un Dios limpisimo haber de satisfacer por deseos carna
les, por pensamientos sucios, por impurezas ocultas, por
lascivias escandalosas, por atrevimientos desvergonza
dos de deshonestidad Nada importa el pecado para un
corazon endurecido en el pecado y por el pecado ; pe
ro qué dolor tan amargo y tan profundo para este
- home
3o4 SERMoN DE LA PAsión
Hombre-Díos, dechado de todos los santos, y de to
da santidad, la representacion de tantos males por que
se ve obligado à satisfacer, la de tantas blasfemias y
y zumbas sacrilegas de la religion, la de tantas dudas
y temerarios arrojos de la incredulidad , la de tan
tos desvarios de la impiedad que tiene que expiar
Nada, ô muy poco importa el pecado para un co
razon que ni conoce à Dios, ni quiere conocerle; pe
ro quando se mira este Hombre-Dios cercado y co
mo inundado segun lo vaticinó el profeta Rey, de
aquellos torrentes de iniquidad que desde el prin
cipio del mundo desolaron la tierra, y no dexaran de
desolarla hasta el fin de él: torrentes iniquitatis contur
baverunt me ; (1) quando ve brotar de esos corazones
podridos esos pecados vergonzosos, que solo se atre
ven à descubrirse entre las tinieblas de la noche, y
esos pecados insolentes que se manifiestan en medio
del claro día, esos pecados de entendimiento que
fomentan la vanidad y el orgullo, y esos pecados
sensuales que tanto agravian y ofenden la modes
tia y el pudor; esos pecados de negra y satirica ma
lignidad, que califica de vicios las virtudes de aquellos
à quienes se tiene aversion , y esos pecados de una
adulacion servil y baxa, que eleva al grado de vir
tudes los vicios de aquellos à quienes por interes se
desea complacer; esos pecados de una vil y bulli
ciosa envidia, que à los favorecidos de la fortuna acri
mina como delito su merito y su prosperidad, y esos
pecados de una dureza y altaneria inhumana que à
los infelices les imputa a delito sus desgracias ; esos pe
cados de una ociosidad con que el hombre se embota y
en

(1) Psalm. 17... v. 5s


DF Nuestro señor Jesu-CHRisto. 3o5.
entorpece, trayendo una vida perezosa e inutil, y esos
pecados de un inquieto bullicio que todo lo perturba
y desordena; esos pecados de una austeridad soberbia
y descontentadiza que tiene por escandalosos hasta
los honestos recreos, y esos pecados de una alma im
pura y sensual que no mira como una infamia los
deleites mas vergonzosos; esos pecados de una ambi
eion atrevida que usurpa y arrebata los honores, y
esos pecados de una ambicion disimulada e hipocrita
que los saltea con empeños y ardides; esos pecados in
ternos que se fraguan en lo mas intimo del alma,
y esos pecados publicos y escandalosos que tanto con
tribuyen para propagar y radicar en el mundo el
imperio del pecado ; esos pecados momentaneos que
parece no llega à advertirlos la humana fragilidad, y
esos pecados habituales y de tantos años que ahogan to
dos los remordimientos de la conciencia y frustran to.
dos los auxilios de la gracia; esos pecados de una alma
instruida que conociendo la culpa, peca con plena
advertencia y con descaro, y esos pecados de una
alma ciega y engañada que afecta no conocer el pe
cado para cometerle con mas libertad y menos re
mordimiento 3 esos pecados que comete el amor pro
pio por conveniencia propia, y esos pecados que se
cometen por condescendencia agena 3 esos pecados de
una impiedad publica que llega en la muerte à pro
vocar al cielo y á la tierra por el delirio y fanatismo
de esas falsas y horribles opiniones, y esos pecados
de un respeto humano tan indecoroso y vil, que lle
ga à avergonzarse de la religion que profesa, esos
pecados de un libertinage insolente que hace alarde
de sus vicios, y esos pecados de una artificiosa hi
pocresia que disimula los vicios que tiene, con la
sombra y velo de las virtudes de que carece 5. esos
Tom. IV. - Qq pe
3o6 SERMoN DE LA PASIoN

pecados que tan sin verguenza se cometen, y esos


pecados que la verguenza ata la lengua para no decir
los ni confesarlos 3 esos pecados que se censuran y
llegan à su colmo por la impenitencia, y esos pe
cados que perseveran en el corazon ignorados, y al
abrigo de una penitencia falsa; todos los pecados que
hasta ahora han vilipendiado la majestad de Dios,
y los que en adelante la vilipendiaran. De qué angus
tias, quiero decir, no se hallaria cercado este Hom
bre-Dios quando se vio responsable de tantos peca
dos agenos, quando saliendo fiador de ellos, los hi
zo en algun modo pecados propios y personales, quan
do segun la profecia mencionada de Isaias se le empe
zaron à imputar todos los pecados de todos los mor
tales posuit in eo iniquitatem omnium nostrum,
Pero qué, amados hermanos mios, se observan
todavia y registran vestigios de un Dios santisimo,
de un Dios virtuosisimo en este hombre cargado con
las iniquidades del mundo entero Si por cierto: bien
sabeis que al mismo tiempo que es un Dios que ni co
metio ni pudo cometer pecado alguno, es un Dios que
se rinde inclinado y oprimido con el peso del pecado;
un Dios que no conocio pecado, y un Dios marcado
con el sello y caracter del pecado: eum qui non noverat
peccatum, pro nobis peccatum fecit. Todo esto fue, y to
do esto quiso ser a un mismo tiempo para llorar dig
na y suficientemente el pecado, no solo porque solas
las lagrimas de un Hombre-Dios pueden llorar debi
damente pecado ; porque solo el corazon. de un
el
Hombre-Dios puede aborrecer el pecado quanto me
rece ser aborrecido, y porque solo los gemidos y con
gojas de un Hombre-Dios pueden igualar à la mali
cia del pecado; sino tambien porque solo un Hom
bre-Dios puede llegar à conocer y comprehender quán.
- ... dié
DE NUESTRo sEÑoR Jesu-CHRIsto. 3o7
digno es el pecado de ser llorado y aborrecido.
Porque la causa por que sentimos nosotros tan
ta insensibilidad y tan funesta indiferencia por el pe
cado, es porque no llegamos à conocer suficiente
mente la grandeza y la majestad del Dios supremo, con
tra quien se levanta y rebela el pecador; es porque
no conocemos la bondad, el amor, los beneficios de
aquel Dios lleno de misericordia y de amor que es
ofendido por la culpa; es porque no vemos las heri
das y estragos horrorosos que hace el pecado en nues
tra alma, y el abismo de miserias adonde nos preci
pita. Pero un Hombre-Dios, pero Jesu-Christo cono
ce toda la grandeza de Dios y toda la gravedad del pe.
cado, conoce toda la bondad de Dios, y toda la in
gratitud del pecador, conoce toda la enormidad del
pecado que comete, y toda la terribilidad del castigo
que merece cometiendole : todo esto sabe , todo esto
ve. No se me pregunte pues ya si reconozco yo al
Dios que adoro, en este Jesus que gime y se angus
tia. Si por cierto: si aquellos prodigios: si aquellos
milagros que con asombro de la naturaleza obró tan
repetidas veces, son argumentos infalibles de su di
vinidad, no los suministra menos convincentes aho
ra este profundo dolor en que se anega, este mortal
deliquio que le acaba; porque solo el Dios de las vir
tudes puede consternarse y estremecerse tan extraordi
nariamente con sola la representacion del pecado: an
tes al contrario, si Jesus pudiese mirar con ojos en
jutos e indiferentes la iniquidad, no notaria yo en
él sino un puro hombre. El corazon de un Hombre
Dios no sera ciertamente insensible al pecado. Haga
pues Jesus alarde en qualquiera otra ocasion del po
der y majestad propias del Unigenito que habita en
el seno del Padre: que un Hombre-Dios, ya que se
Qq 2 dig
3o8 SERMoN DE LA PASIoN

digna cargar sobre sus hombros el peso impondera


ble del pecado, con el dolor y lagrimas ha de dar
pruebas y argumentos de lo que es; y porque la con
tricion de un Hombre-Dios debe ser superior y mas
poderosa que la contricion de los hombres, el dolor
que puede sentir el corazon humano no sera mas que
una desmayada sombra del dolor que ahora oprime
e inunda al corazon de Jesu-Christo; y como la con
tricion de los hombres se explica con llantos y gemi
dos, es preciso que la contricion de un Hombre—Dios
se explique y declare con la voz de su sangre.
Entonces fue llorado el pecado quanto merece ser
llorado, y fue aborrecido quanto merece ser aborrecido:
entonces halló la santidad de Dios en la persona de
Jesu-Christo lagrimas que le diesen satisfaccion con
digna del pecado. Pero amar à Dios con amor de hijo,
y verse responsable de todos los pecados que ofenden
à Dios; amar à los hombres con amor de padre, y
verse cargado con todos los pecados que condenan à
los hombres: un Dios, objeto del amor mas tierno, vil
mente menospreciado, qué espectaculo para un Hom
bre-Dios! unos hombres que se pierden por toda una
eternidad, y hombres redimidos con su propia sangre,
qué espectaculo para un Salvador divino
Aquinos le representa el Profeta exclamando en
tre ansias amorosas: in vacuum laboravi. (1) Es posi
ble, dice, que yo muera de dolor, y que haya de
levantar otra vez la cabeza ese pecado llorado con
tantas lagrimas; que se hayan de repetir las ofensas
contra Dios à quien tanta gloria resulta de estas mis
ignominias; que hayan de condenarse º los
OIl

(*) Isaias c. 49. v. 4.


-
DE NUESTRo SEÑoR. Jesu-cHRisro. 3O9
hombres à quienes redimo, con sacrificios tan san
grientos. Es posible que haya yo vivido entre pobre
za, entre trabajos, entre lagrimas; que ahora muera
entre desprecios, entre baldones, entre tormentos; y,
todo esto para salvar à los hombres, y que no los haya
de salvar todo esto para enternecer à los hombres,
y que no los haya de mover à compasion 3 todo esto
para merecer su amor, y que no me hayan de amar
in vacuum laboravi. Luego en vano es mi muerte y
mi sacrificio. Pero ay! que si mis lagrimas no apagan
el fuego del infierno, le avivaran y encenderan mas!
ay que si mi sangre derramada no convierte à los
hombres, concitara mas y despertara contra ellos la
indignacion de mi padre ay hombres ciegos y mi
serables, para saber quanto padezco era menester que
supieseis quanto os amo quán dulce me seria la
muerte, si fuese para vosotros tan fructuosa quanto
para mi cruel y acerba ay de mi he de morir sin
salvaros he de derramar mi sangre por vosotros, y so
lo para que desde las venas de la tierra que le recibe,
clame contra vosotros Anegase, confundese absorto
en este pensamiento tristisimo; quedase inmovil des
pidiendo profundos suspiros; corren unas veces las la
grimas por sus mexillas, detienense otras; el dolor
parece que ha cegado su manantial; ya recoge el
aliento y las fuerzas para poblar el ayre de amorosas
quexas 3 ya se sumerge en un melancolico y congo
joso silencio; ya levanta sus desmayadas manos al
cielo, ya las dexa caer ácia la tierra; tal vez levanta
tristemente los ojos para mirar el cielo, y luego los
cierra; apoderase la congoxa de su alma y de su cuer
po, y qué efectos os parece causa en él rompense las
venas, brota la sangre, humedece sus vestiduras, ba
ña e inunda el suelo; desfallece, pierde el color, cae
CIl
3 Io SERMoN DE LA PAsoN
en un mortal deliquio 3 y es preciso que el Altisimo
fortalezca su alma para que no se desaten los vinculos
que la tienen aligada al cuerpo: factus in agonia.
Conjurote, pecador quien quiera que seas, y aun
que seas mas duro que una piedra, conjurote que de
tengas el paso por un instante en tu carrera precipita
da; dignate de mirar una sola vez siquiera à este
Hombre-Dios desfallecido: tu te hallas muy sereno,
y él consternado y casi difunto: tu muy consolado, y
él afligido: ni su amorte mueve, ni oyes el documento
que te da: no pido yo no tus lagrimas para él, sino
para tí: no te acuerdes de su agonia mortal, está
bien; pero entrate à considerar el estado de tu alma.
Esa pasion deshonesta que te trae miserablemente
engañado, y que es el embeleso de tu torpe vida,
esa es la que abre heridas mortales en el corazon
de Jesu-Christo; porque él ve en tí lo que tu no ves,
él ve que eres el ludibrio del demonio que te tiene pre
so en sus redes con el cebo halagueño de un aparente
deleite, y que te brinda con un gusto momentaneo
para condenarte despues à una eternidad de penas.
Esto ve él, de esto se lamenta, por esto gime, por
esto suspira, y enternecido y compasivo cede y se
rinde al peso imponderable del dolor que le oprime.
Es posible pues que lo que merece las lagrimas de
un Dios, no merezca las tuyas Y yo, Jesus mio,
sere tan feliz que no sea tambien la grave causa de
tu llanto º bien sé, Señor, que entre todos los na
cidos no hay hombre que os haya causado tormen
tos tan agudos. Alli visteis los abominables excesos de
mi corazon, la inconstancia y desvarios de mi en
tendimiento; alli visteis vuestros beneficios y mis
ingratitudes, vuestra solicitud en buscarme, y mi
pertinacia en apartarme de vos, mis viles condescenº
den


DE NUESTRO SENOR JESU-CHRISTO, 3 II

dencias con el mundo , y mis resistencias à vuestra


gracia, mis vicios verdaderos, y mis virtudes apa
rentes, mis culpas repetidas, y mis vanas y futiles
penitencias. Supuesto pues, Señor, que os dignais llo
rarlas por mí, haced que yo las llore con Vos 3 pues
mis lagrimas sin las vuestras no me aprovecharian, y
las vuestras sin las mias me perderian. Porque no
nos engañemos, carisimos hermanos mios; este Hom
bre-Dios entanto sera nuestro Salvador en quanto
sea nuestro dechado y exemplar 3 esto es en quanto
nuestro dolor imite el suyo, y en quanto lloremos
como él llora. Prestadme atencion, Este Hombre Dios
que vemos entre mortales angustias, sabed que por
que era un Dios Salvador, quiso ser un Dios peniten
te; y porque era un Dios penitente, por eso le vemos
un Dios contrito, y derramando lagrimas. -
Porque, qué cosa es penitencia? es una confesion.
verdadera y humilde, una reparacion publica, una
satisfaccion dolorosa; y sin embargo , esto no es
mas que la corteza, y exterioridad de la penitencia,
la señal y el simbolo de la penitencia, los efectos,
los frutos y las obras de la penitencia; pero el espi
ritu y el alma de la penitencia es un sentimiento vivo,
y un aborrecimiento verdadero del pecado.
Con efecto, dice Santo Tomas, el pecado se for
ma en el corazon 3 pues si en el corazon nace el pe
cado, continua el Doctor Angelico, en el corazon.
debe morir: y asi como el pecado no se comete en el
corazon sino por el incentivo halagueño del deleite,
asi no puede ser destruido sino con la amargura del
dolor , y la viveza del arrepentimiento. Ved aqui
pues por que debieramos todos examinar nuestro in
terior, sondear los senos de nuestro corazon para pe
sar nuestra penitencia en la balanza del santuario.
º. - Por

º,
312 . SERMoN DE LA PAstoN
Porque quando nos resolvemos à volvernos à Díos,
qué diligencias hacemos? Acaso consideramos atenta
mente los pasos de nuestra vida, llegamos à conocer.
nos , adoptamos ciertos medios para reprimir las
pasiones, para evitar las ocasiones de pecar; pero
aplicarse à comover el corazon, à enternecerle , ā
ablandarle, à excitar en él el dolor y arrepentimien
to para llenarle de aquella tristeza saludable que
obra la salvacion, en esto no piensan por lo comun
aun aquellas almas que piensan mas en las otras di
ligencias. .

Contricion puramente exterior, que consiste en


las palabras, y no reside en el corazon : una for
mula en fin que se pronuncia, quedando el pecador
muy satisfecho de que está verdaderamente arrepen
tido, porque ha dicho a Dios con la boca que se arre
piente. Contricion artificiosa y afectada: porque co
mo el pecador sabe que no dexa de desagradar à
Dios sino quando dexa de complacerse en su peca
cado, hace algun esfuerzo, procura moverse à al
gun dolor, despide algun suspíro: la contricion re
side en el entendimiento, pero no en el corazon: quisie
ra arrepentirse, pero no se arrepiente.
- Contricion superficial , que afecta levemente el
corazon, pero no le penetra 3 comuevele, pero no le
ocupa enteramente. Contricion fria y indiferente que
mas consiste en una aparente determinacion de evi
tar el pecado, que en verdadero pesar de haberle co
metido. Contricion suave y sosegada, que ella mis
ma se excita, y ella se destruye; que luego que
nace, muere en el alma sin alterar la quietud del en
tendimiento, ni la paz del corazon; de modo que
con la misma facilidad se va de la penitencia al pe
cado, que se vuelve del pecado à la penitencia 3 y
COIl
DE NUEs rRo sESoR Esu-cHRisto. 313,
con la misma facilidad se comete que se llora..., ;
Ay, Catolicos permitidme que con la libertad que
me concede mi ministerio, y que autoriza el exemplo
de este Dios penitente que llora por vosotros, y de
bien distinto modo que vosotros llorais, permitidº
me que os diga que esas contriciones de que tanto
confiais, son la materia mas comun de nuestras ins
quietudes y sobresaltos : porque esto es lo que espe
cialmente nos hace temer vuestra perdida y la nues
tra en el tribunal de la penitencia, y no Vuestros pe
cados; porque bien sabemos las misericordias infinitas
de nuestro Dios, y por otra parte no ignoramos la fra
gilidad humana: y infelices de nosotros si tenemos tan
poco conocimiento de nuestro corazon, que nos ad
miremos de lo que pase en el vuestro. Asique por santo
que sea el ministro de Jesu-Christo, solo se empleara en
dar gracias al cielo por el valor que os comunica de
apartaros del pecado, sacando de aquiaviso para vi
vir él cautelado contra las flaquezas que os induxeron à
cometerle. Con que lo que nos llena de temor y de es
panto no es ver al pecador, sino no verle arrepentido:
es verdad que abris la boca para confesar los pecados,
pero vuestro corazon está cerrado al arrepentimiento
de las culpas pasadas: sabeis referir los pecados; pero
no sabeis llorarlos ni detestarlos. ... , , , , , , , , lo
Agoviado Jesus con el peso intolerable de nuestros
pecados, sin embargo de su fortaleza divina, tiene al
parecer necesidad de que un Angel le conforte.
Pontifices y sacerdotes de Dios vivo, que recibis
teis del cielo el don de serenar una conciencia sobre
saltada, decidme no es casi inutil hoy dia este ta
lento Quién me concediese oir los sollozos, ver cor
rer las lagrimas de un pecador verdaderamente ar
repentido Pero ay! que por mas que nos esforzamos
Tom. IV. Rr à
3.I.4 º SERMoN DE LA PAsioN a:
à ablandar, à mover à dolor al pecador, trabajamos
por lo regular en vano y sin fruto; hablamos à su
corazon, pero su corazon no nos responde, ni por
ventura nos oye. En el Huerto el que se aflige y gi
me es un Dios penitentes y el que le fortalece y con,
suela es un angel; pero en el tribunal de la penitencia
las unicas lagrimas que corren son tal vez las del an
gel de paz, y si algun hombre ha de ser consolado,
no es el pecador que ha cometido la culpa y la con
fiesa, sino el ministro de reconciliacion que la oye., t,
sa i Con que ya no me maravillo de ver tantas peni
tencias tibias e imperfectas, tantas penitencias desma
yadas e indolentes, tantas penitencias infructuosas
y transitorias, tantas penitencias inconstantes y poco.
Permanentes, tantas penitencias que apenas duran
un día, y tal vez un solo momento porque entre el
pecado y un corazon tan poco arrepentido de haber
le cometido hay tan poca distancia, y intervie
ne tan poca oposicion, que no pueden vivir mucho
tiempo separados. Dadme por el contrario un corazon
herído verdaderamente del odio y del arrepentimien
to de la culpa, y vereis que dispuesto y pronto está
para satisfacer por ella. . . . . -

o. Observad, qué armas tan afiladas de fortaleza y vas


lor toma Jesus del dolor y angustia que padece. No en
cuentran los sagrados Evangelistas colores y expresio
nes convenientes para pintar y ponderar las penas en
que se anega. Ya dicen que es un tedio mortal que le
consume y mata: capit tedere : (1) ya que es un te
mor que le estremece y seca de pavor: capit pave
re: ya una tristeza amarga y profunda, que le redu
-- * - . . . .
-
. . CC

- = T - —-
* -
t
-
-

- . ---- º ,
º () s. Marc, c. 14. v. 37. º- "º" .
.. .
DE NUEsTRo sEÑoR JEsu-CRHisto. 35:
ce à los ultimos terminos de la vida: tristis. ... o ur.
que admontemo (1) ya es un dolor acompañado de un
temor extraordinario que se desahoga en gemidos, que
se explica en lamentos y en suspiros, que encuentra.
alivio derramando lagrimas; ya es un deliquio que
le obligalà, buscar en, otros lo que no halla dentro.
de sí, solicitándo consuelo en unos hombres mas fla,
cos todavia que él: venitad discipulos, (2) Pero que es
lo que advierto qué novedad tan asombrosa es esta?
Aquel Dios que parece se habia ocultado, vuelve a mas
nifestarse con majestad; y lo hombre desaparece aho
ra y enmudece. Porque despues de haber oido al ángel
que le intimo la irrevocable voluntad del cielo, mosr
trandose de repente mas grande, mas augusto, rfias
soberano en cierto modo, que quando mandaba à
las olas del mareñBravecido que se setenasen , reves
tido de aquel aire de imperio y de autoridad, pero
con aquella tranquilidad y intrepidez majestuosa, q
con tantos prodigios y milagros acreditaba ¿
universal que exerce en cielo y tierra, sale al encuer
tro a los que venian a prenderle, anticipando al odi9
de la Sinagoga la victima que tantas veces hasta enr
tonces se le habia frustrado. Cómo pudo pues suceder
tanto valor y constancia à tanta cobardia y flaqueza?
Entendedlo, amados oyentes mios: del centro mismo
del dolor y penas que le angustian y náce el animo
que le avigora, Representabasele à Jesus la cruz y el
calvario; pero Jesus veia que el pecado provocaba al
cielo contra la tierra, y que arinaba en manos de
Díos justiciero el rayo de sus venganzas para destruir
un mundo deliñquerite: veia Jesus ofendido a Dios,
º 2 ro o , º roi, Rr 2 , , , , sen-.
--- - — - - T

() ibid v, 34 () s-Math. o as. v.4o. . . . . . .


-ji
3a6 SERMoN DE LA PAsioN

sentenciados à condenacion eterna los hombres; pues


ya no duda levantarse, escusa à los soldados la dilir
gencia de descubrirle entre la obscuridad de la noche;
da y recibe el osculo de paz sin desviar la mexilla ni
quexarse del traidor; entra en la carrera de su pasion
amarga con tal denuedo y velocidad , que apenas
le puede seguir la vista mas perspicaz. Quereis pues,
Catolicos, imitar al Dios fuerte y poderoso? imitad
al Hombre-Dios contrito y afligido, llorad el pecado
como Jesus le lloro, y solo pensareis en repararle y
satisfacerle como Jesus le satisfizo. Habeis visto la san
tidad de Dios vengada por un Dios contrito; vereis
ahora la gloria de Dios desagraviada por un Dios hu
millado, que es la materia del Segundo Punto.
br, o - º - c. to o s
-zo o rº SEGUNDA. PARTEst al. , o
G. i , I o, l: . . . . . . . ... s. v.
” YOMO el pecado sea una rebelion contra Dios, y
Lº un desprecio de su santa ley y autoridad supre
ma, el primer paso i que debe dar el pecador por los
caminos de la penitencia, ha de ser humillarse, para
restituir à Dios con su abatimiento la gloria de que
le defraudó con su presuncion insolente. Habiendo
se pues encargado Jesu-Christo de reparar los peca
dos del mundo con un linage de satisfaccion que cor
respondiese à la naturaleza del pecado, y superabun
dase à su malicia, siguese que era un Hombre-Dios
que se habia de humillar. Si Jesu-Christo fuese Dios
solamente, no seria capaz por su naturaleza de humi
lacion alguna; y si fuese puro hombre, sus húmilla
ciones no serian dignas de satisfacer à Ebios Con que
segun el plan de redencion decretado en el cielo,
teniamos necesidad de un Dios, que siendo hombre,
pudiese humillarse; y de un hombre, que siendo Pios,
pu
DE NUESTRo SEÑOR Jesu-CRIsro. 3 I7

pudíese dar gloria à Dios con sus humillaciones: un


Hombre Dios que poniendose en lugar del pecador,
desagraviase la honra y gloria de Dios plena y supe
rabundantemente de los vilipendios, con que el or
gullo humano ultraja desvergonzadamente al señor
de los señores, al rey de los reyes, y al Dios su
premo. Qué humillaciones pues mas propias y conve
nientes para reparar y desagraviar la gloria de Dios,
que las de Jesu-Christo en su pasion Con que la
humillacion de Jesu-Christo en este dia es la humilla
cion mas plena, mas pronta, mas sensible, mas publica,
mas injusta y al mismo tiempo mas espontanea y vo
luntaria: humiliavit semetipsum. (1) - -

. Engolfemonos desde luego en las profundidades


de este misterio. O cielo, ô tierra! puedo yo exclamar
con el Profeta : venid y considerad en este dia, cen
tro y termino de todos los demas dias; en este dia,
adonde se referian todos los siglos que le precedieron, y
todos los siglos que le sucedieron y han de suceder;
en este dia, en que los ojos del hombre carnal solo ven
que la furia del infierno, victorioso y triunfante, in
sulta à la inocencia de este Hombre-Dios, y en que
los ojos de la fé solo ven que se manifiesta y anun
cia al mundo la gloria y majestad del altisimo. Quereis,
pecadores y conocer la grandeza de Dios à quien
ofendeis Estudiad en Jesus; y quando sepaisà Je
sus humillado, sabreis todas las cosas. Y vosotros, in
dociles y altaneros espiritus, desnudaos de esas vues
tras ideas viles y rateras: elevaos y remontaos en las
alas de la fé hasta registrar le mas alto y sublime
de la religion. Entendod, que en cada una de estas
- ol - afren

(1) Ad Eph. c. 2. v. 8. . . . . . . . . . . . . . .. . . .
3 18 . SERMoN DE LA PASION

afrentas de Jesus que tanto os escandalizan, resplande,


ce la eterna sabiduría, que va siguiendo, por expli
carme asi, paso à paso al pecador, estampando sus
huellas en las suyas , considerando la fealdad de sus
culpas, para ir midiendo los abatimientos de este
Hombre-lbios por los ultrages, que el pecador ha co
metido contra él. Grande y augusto espectaculo, que
si yo acierto à ponderarle dignamente, no dudo que
respeteis y adoreis à este Señor con la mas profunda
veneracion, y que repitais sin cesar con el Apostol
que Jesus crucificado es el argumento mas autentico
de la sabiduria eterna : Christum crucifixum . . . . . Dei
sapientiam. (1) . . . . . . . . Nº i,
Con efecto como la soberbia que fue madre del
primer pecado, es el principio y origen de todos
los pecados, de aqui, es que para desagraviar Jesu
Christo mas plenamente à su eterno Padre de la inso
lente desobediencia del pecador, quiso sujetarse à la
humillacion, y à la humillacion mas completa y mas
universal; y por esto consiente en perder toda su fama,
toda su estimacion y toda su gloria. o:
, Fue Jesus celebrado en Israel por su sabiduría:
viose en la tierna edad de doce años presentarse en
el templo de Salomon, donde obscurecio, la gloria de
aquel Rey tan nombrado en Juda por su encumbra- .
da sabiduria; alli explica los altos misterios de las sa
gradas Escrituras, alli interpreta las mas ocultas pro
fecias; y los maestros y doctores de Israel como hu
mildes discipulos no aciertan sino à callar, à oir, à
aprender, à asombrarse. Pero en el discurso de su pa
sion el unico recurso adonde parece se acoge es si
..., ; CIl

(1) 2. Ad Cor, c. r. v. ; 3. 24. . . . . . . . . . )


DE NUEsTRo sEÑoR. Jesu-CHRisto. 31 9

lencio: acusanle, y no se defiende; interroganle, y


no responde; imputanle la calumnia mas manifiesta,
la mas grosera impostura, y no la refuta: ve que le
condenan sobre testimonios y declaraciones contradic
torias, y no se opone: con una sola palabra pudiera
desbaratar los intentos de sus enemigos en el tribunal
del Presidente Romano, y no la profiere: procede
él como un hombre rendido y embargado con la fuer
za de la calamidad, desentendiendose igualmente tan
to de lo que maquinan los judios para perderle, como
de lo que él puede para libertarse de su persecucion.
Era Jesus celebrado en Israel por su bondad, por
sus costumbres irreprehensibles, por su modestia,
agena de toda presuncion y de toda ambicion. Abra
sados los fariseos de una negra y maligna. envidia, se
guianle los pasos, examinaban todos sus movimien
tos, acechaban todas sus acciones, con aquellos ojos
malignos y perspicaces, que nunca dexan de ver lo que
hay, descubriendo muchas veces lo que no hay 3 y
sin embargo de su odio implacable, se veian, obliga
dos à confesar que sus acciones sencillas, rectas, sin
estudio, sin artificio no procedian de otro principio,
que de un amor inmutable à la justicia y à la verdad:
cimus quiaveraxes & viam Dei in veritate doces.(1) Pero
en el discurso de su pasion aquel pueblo engañado y
furioso, no mira à Jesus sino, como un hombre que es
timulado de una ambicion oculta, pretende honras por
los medios ilicitos de lassediciones, de las negociaciones,
politicas, de los embustes; que enciende en Juda el fuego
de la rebelion para ceñir la diadema Real, y derribar el
trono de los Cesares; mirale el pueblo como à un hom
bre

(a) S. Matt. c. 22. v. 16.


/

32 o SERMoN DE LA PAsoN
bre que baxo la apariencia y disimulo de una virtud
hipocrita, oculta los fines y intentos mas odiosos; como
un impio, como un blasfemo, como un enemigo de
la ley y de los profetas que quiere usurpar à Dios su
culto, su altar, su templo ; que à nada menos aspi
ra que à destruir el lugar santo, y à borrar hasta los
Vestigios de la religion de sus padres.
Era Jesus celebrado en Israel por su profunda y
sublime sabiduria: él tenia presente los sucesos futu
ros que habian de verificarse en los ultimos tiempos
del mundo; él penetraba los mas ocultos pensamien
tos del alma; à él estaban patentes los deseos que se
excitaban en lo mas intimo del corazon humano. Pero
en el discurso de su pasion no diriamos que es como
V e

uno de aquellos idolos vanos e insensibles que tie


nen oidos, y no oyen, que tienen ojos y no ven º
Non audis quanta adversum te dicunt testimonia (1)
No oyes, le dice Pilatos, la multitud de delitos de
que te acusan pero él ni parece que oye la voceria
de sus enemigos, ni las palabras del juez : Propheti
za quis est, qui te percussit. (2) Adivina quien te hirio:
y la benda que cubria sus ojos, parece que privaba su
entendimiento de la noticia de lo que sucedia.
Era Jesus celebrado en Isralel por su poder él
mandaba, y al imperio de su voz enfreneba el mar
la braveza de sus olas, los ciegos recobraban la vis
ta, las frias y hiertas cenizas revivian en los sepul
cros: la tierra y el mar, el cielo y los infiernos, los
vientos y las olas, el dia y la noche, la salud y la en
fermedad, la muerte y la vida, quanto existe, y
quanto no existe solo espera que insinue sus deseos,
pa

(r) Ibid. c. 27. v. 13. (*) S. Luc. c. 2 ... v. 64. s


DE NUESTRo sEÑoR Jesu-CHRisto. 331
para obedecer prontamente. Pero en el discurso de su
pasion no se advierte sino un hombre temeroso, de
bil, sin fuerza, sin poder, como fragil y quebrada
caña que sirve de juguete al viento. Nosotros creemos
firmemente que es el hijo del Altisimo, el Señor del
mundo, el autor y arbitro de la naturaleza. Ilusion y
engaño conocido, replican los judios, en cuyo con
cepto no es otra cosa Jesus que uno de aquellos sa
gaces embusteros, cuya astucia consigue felizmente
sembrar y suscitar en el pueblo algun alboroto de
poca duracion: y gobernandose por la flaqueza y de
bilidad en que le ven, reputan por falsos y fingidos
aquellos sus prodigios tan celebrados.
Hubo nunca humillacion mas plena, y mas uní
versal? humiliavit semetipsum. Pero como el hombre
se sobrepuso à Dios, es preciso que el Hombre
Dios se sujete y se haga inferior al hombre mero, y co
mo el pecador no respetó ni adoró mas Dios que à sí
mismo, es preciso que el Hombre-Díos se abata tan
to, que apenas parezca hombre: y como la perversa
inclinacion del hombre à anteponerse à Dios es de
tal condicion, que el primer incentivo de la concupis.
cencia le arrastra casi sin resistencia, por esto, para
desagraviar à Dios de los excesos tan prontos y preci
pitados del corazon humano, la humillacion del Hom
bre-Dios en este dia sera la humillacion mas pronta
y mas rapida en sus progresos. .
o Qué vienes à ser tú, ô estimacion humana, ó
aplauso mundano? Un poco de humo que arrebata
do del viento, se resuelve en aire, una vana sombra,
que en el mismo instante que nace, se desvanece. La
Vida entera del hombre no basta para adquirirte, y
basta un solo momento para perderte. Asi lo experi
unenta Jesu-Christo. Sobre treinta años de virtudes y
Tom. IV. Ss de
332 SERMoN DE LA PASIoN

de milagros se fundaba su gloria, y un dia solo bas.


ta para destruir la obra de tanto tiempo, olvidandose
un pueblo voluble y inconstante de todo lo que an
tes era, solo por el estado à que le ve reducido ahora.
Los muros de Jerusalen, donde no habia cesado to
davia el eco de sus alabanzas, resuenan con los clar
mores sediciosos, y confusa voceria de los que piden
su muerte : llevanle preso y amarrado con cadenas
por las mismas calles que estaban aun adornadas des
de el dia que sirvieron para su triunfo y entrada glo
riosa; y alli donde querian erigirle altares, leyanr
tan una cruz donde múera. Qué es esto Se ha levan
tado por ventura y edificado una nueva Jerusalen en
lugar de la antigua Sion Era Jesus ayer el hijo
de David, la esperanza de Juda, el Redentor de Is
rael; y oy es Jesus el objeto del odio publico? Qué
desgracia tan intolerable aquella, à cuyo sufrimiento
el alma no ha tenido lugar para irse disponiendo y
acostumbrando sucesivamente y como por grados º
Caer en un precipicio, y verse derepente sepulta
do en lo mas profundo de él, qué calamidad tan su
ma y estrema Pero asi como para que el hombre se
olvide de Dios, basta un instante, asi bastara ahora
un momento para que este Hombre-Díos quede desco
-nocido de todos los hombres. . .. .. . . . ..
... Y como las pasiones del corazon son las que precí
pitan al hombre en los mayores excesos, por esto ve
mos el abatimiento de Jesu-Christo en el dia de hoy,
para desagraviar à su eterno Padre de las delinquen
tes aficiones del pecado , pero abatimiento el mas
sensible, mas triste, y mas doloroso. Si Jesus reduci
do à este deplorable estado, no fuese mas que pu
ro hombre, mereceria vuestra compasion y vuestras
lagrimas: asi quando era tan celebrado en Israel
- « e. . . . ..... por
DE NUEstrRo sEÑOR JEsU-CHRIsto. 333
por su divina eloquencia, y por la fama de sus mi
lagros, le seguian los pueblos hasta por los desier
tos mas despoblados; y los que le amaban menos, cui
dadosos de disimular su odio con el velo de la estima
cion y aprecio, anhelaban por la opinion y credito de
ser amados de él. Pero apenas empezó à fraguarse la
tempestad, quando al primer trueno, quitada la mas
cara, manifiesta la envidia su odio por entre las fala
ces exterioridades de una amistad fingida: los cora
zones mas ingenuos se consternan, se turban, vaci
lan, se retiran. No solo esto: no seria enteramente
desgraciado Jesus, si solo sus amigos le faltasen; pe
ro sus discipulos, sus apostoles huyen, y hasta su
mismo Padre parece que le desampara. El os llama,
Señor, y vos no le respondeis; acriminanle como
delito haber dicho que era hijo vuestro, y vos tar
dais en acreditar que sois su Padre. -

Habia elegido Jesus ciertos discipulos y apostoles


para asociarlos à su ministerio: grey amada suya, obº
jeto de sus desvelos, y tiernas complacencias. Uno
pues de sus apostoles le vende : y asi en la ultima
cena que celebró con ellos manifestó su inquietud, su
desasosiego, el horror que le causaba tan fea traicion.
Qué no hizo para dispertar y convertir el corazon de
aquel discipulo fementido industrioso su amor halló
medio de acordarle su pecado mirando por su opi
nion. Yo sé, ingrato, le dice, la conjuracion que has
tramado contra mí, yo sé que no aspiras sino à perderme,
y que me aborreces mortalmente 5 pues sabe que yo
persevero en amarte, este secreto quedara sepultado
entre los dos: conviertete à mi; pronto estoy à olvi
darme de tu vil correspondencia; y la misma muerte
me sera gustosa como no me venga por una mano tan
amada. Pero estas reconvenciones tan amorosas no hi
Ss 2 cie
334. SERMoN DE LA PAsoN
cieron mella en aquella alma vendida al demonío de
la codicia. Avivase y empeñase mas con su obstina
cion el amor tierno de Jesus: postrase à sus pies, la
vaselos: ay qué suspiros tan ardientes despidio el co
razon de Jesus para herir y ablandar el corazon de
aquel traidor sus hermosos cabellos confusamente es
parcidos por su frente, sus ojos bañados en lagri
mas, su ademan, su silencio, todo es indicio y argu
mento de su inquietud y desasosiego: dale tambien
à comer su propio cuerpo, à beber su propia sangre:
ahi tienes Judas esa sangre que tanto deseas derramar
Y quando ya vino à consumar el deicidio, amigo, le dice:
amice. (1) Si tú te has mudado, sabe que yo soy inmu
table, sabe que yo que siempre te amé, te amo aho
ra y te amaré siempre: adquid venisti (2) A qué venis.
te amigo qué haces no lo sabes tú ciertamente;
pero yo lo sé, no tanto temo esta tragedia por tí, co
mo por mí: ojala que tu traicion no ocasione la muer
te, sino de aquel à quien tú has vendido pero ya que
me has perdido à mí, no te pierdas tú : siempre me
hallaras con los brazos abiertos: y mi sangre que por
tu traicion sacaran de mis venas mis enemigos, corre
ra tambien para tu salvacion: reconocete, que yo mo
rire contento, si te dexo convertido, y tu salvacion
me desagraviará de tu perfidia: amice. Qué amor tan
fino, qué ternura tan extrema Consideradlo vosotros
que sabeis quanto mas duelen los golpes que descarga la
mano de un amigo. Y tú, apostol preferido à los demas
apostoles, tú à quien tiene destinado Jesu-Christo pa
ra que ocupes su lugar en la tierra, tú que juraste dar
la vida por tu maestro y desagraviarle de la infideli
dad .
A.

(x) s. Matt e 26. v. .o. (2) Ibid. - º


Aa.
DE NUESRO SENOR JESU-CHRISTO, 335

dad de los demas discipulos, porqué das esos pasos tan


lentos y temerosos bien se echa de ver que ni quie
res seguirle, ni dexarle: sequebatur eum a longe. (1)
Conocido estás, Pedro: bien se ve que tus palabras,
tu desasosiego, tu dolor mal disimulado descubren
lo que tienes en el corazon: siendo pues como eres
uno de los discipulos de Jesus, tendras el atrevi
miento ô la cobardia de negarle ya oygo que dices
que no le conoces: non novi hominem. (2) Ah, qué
sentimiento, qué afrenta para Jesus verse tan vil
mente negado y desconocido porque, qué juicio ha
ra el pueblo, habituado à juzgar por la apariencia de
las cosas, de un hombre à quien sus discipulos ven
den, à quien sus discipulos niegan , jurando y perju
rando que no le conocen de un hombre contra quien
se conjura todo el mundo, y por quien nadie vuelve?
Pero asi conviene; púes asi como el corazon del peca
dor fue un pielago inmundo de deleites, y de sen
sualidad, asi el corazon de Jesus ha de anegarse en
un mar de dolores y amarguras, y asi como el pe
cador no reconcio otro superior, que los idolos de su
corazon 3 asi los autores de los tormentos y baldones
de Jesus no seran otros que sus mayores amigos. -

Y como el vicio se manifiesta en el mundo fre


quentisimamente con la cabeza erguida rompiendo los
fueros y terminos de la verguenza y de la modestia,
y como el torrente de las pasiones se despeña precipi
tadamente por la tierra sin dexar en ella vestigios
de la religion ni de la razon, por esto fue necesa
ria la humillacion de Jesu-Christo en este dia para
desagraviar à su eterno Padre de la disolucion de
- SCIl

(*) Ibid. v. ; 8. (2) Ibid. v. 72. -


336 SERMoN DE LA PAsion
senfrenada del pecador 3 pero humillacion la mas pu
blica, y la mas autentica: porque la gente mas culta
del siglo, conviene à saber, un principe con toda su
corte reprueban la estimacion en que el mundo tenia
à Jesus con el desprecio que hacen de él; los perso
nages mas autorizados que hay en la Sinagoga, el
sucesor quiero decir de Aaron, los sacerdotes y mi
nistros del altar le descomulgan ; las personas de ma
yor credito y opinion que hay en Jerusalen, esto es
ios Escribas , los Fariseos, los Doctores de la ley
no creen sus milagros, y condenan su doctrina; y el
magistrado mas supremo firma la sentencia de su
muerte. Es presentado Jesus à todos los tribunales, y
todos los tribunales le condenan: es juzgado por to
das las leyes, y las de su nacion, las Romanas y to
das las demas leyes se interpretan contra él. Asi los
escandalos del pecador han violado insolentemente
todos los derechos de la razon y de la religion, y han
Inficionado con el contagio del vicio todos los estados
y todas las condiciones: y asi el juició que condena
à Jesu-Christo, sera el juicio de todos los pueblos
y de todas las naciones, el juicio de todos los estados
y de todas las condiciones, el juicio por explicarme
asi del cielo y de la tierra 3 de la tierra que conde
na à este Hombre-Dios, y del cielo que parece le
desampara. . . . ..
Y como las pasiones, que podemos llamar pasio
nes del entendimiento, se mancomunan con las del
corazon para disimular y ocultar las mas horribles mal.
dades, por esto fue necesaria en este dia la humilla
cion de este Hombre-Dios para desagraviar à su eter
no Padre de los engaños y perfidias de la politica,
de la irreligion, y del falso zelo del pecador: obra
injusta y abominable, obra de esas pasiones asturas
- y
DE NUESTRo sEÑoR JESU-CHR 1sto. 337

y falaces, obra del odio y de la envidia en los Es,


cribas y Fariseos, en los Sacerdotes y Pontifices. Des
cubria Jesus en presencia de todo Israel las tradicio
nes interesadas, que substituyeron en lugar de la
ley santa y inmaculada, el fausto de su ambicion,
las sutilezas de su codicia. Grangeaba al mismo tiem
po la fama de sus virtudes y milagros la confianza y
el amor del pueblo. Qué hacemos decian. Todo Juda
está pronto para reconocerle por Rey: muera pues,
y muera con él su gloria y nuestro oprobio: cogita
verunt ut interficerent eum. (1) Pero con qué pretestos
cohonestaron esta conjuracion abominable Ay, amados
hermanos mios que una pasion con poder no hay mal
dad que no sepa paliar y cohonestar. Ponderaban el zelo
por la ley de sus padres, el amor de la paz y de la
quietud publica, y que sé yo que mas causas. En con
clusion Jesu-Christo era virtuosisimo, y gozaba una
fama universal; y los Fariseos tenian tanta autoridad,
que era imposible que no hallasen pretestos y moti
vos para perseguirle: expedit unum hominem mori pra
populo. (2) - - -- . . . . ... . .
Y qué os dire de la politica de Pilatos ? Como
sabio politico ve este Juez claramente la inocencia de
Jesus y la malicia de los enemigos; como politico de
buen corazon quisiera libertar à, Jesus, si pudiese li
bertarle sin detrimento de su fortuna; como politico
cobarde y temeroso luego que oye nombrar al Cesar,
luego que se le precisa ô à perder su dignidad, ô à
cumplir con su obligacion, à mirar por su convenien
cia propia, ö a proceder en conciencia, duda, vaci
la, flaquea, cede: como politico vil e infame, de
* - cla

(1), Evangel. S. Juan, c. 18. v. 14. - ,


-4 -
338 SERMoN DE LA PAsoN
clara altamenre por una parte que no halla en Je
sus culpa alguna, y por otra procede contra él como
delinquente : protesta que no quiere manchar sus
manos con la sangre del justo; y sin embargo da li
cencia à sus enemigos para que se la derramen: como
politico barbaro y inhumano manda azotar cruelmen
te à Jesu-Christo con la vana esperanza de que la san
gre que vierte sera parte para conservar la demas que
le queda, y de que un delito menos grave le escusa
ra de cometer otro mayor: como politico injusto y
impio despues de haber hablado, disputado, defendido,
persuadido, y despues de haber temido y temblado,
cobra fuerzas y se reviste de intrepidez hasta obsti
narse contra las luces mas evidentes de la razon,
contra los remordimientos mas vivos de la concien
cia, contra los prodigios y avisos repetidos del
cielo. º

Herodes y su corte aprueban las afrentas de Jesus


por una especie de razon y de critica desdeñosa, ô
por mejor decir por una especie de verdadera impie
dad. Con una vana y temeraria curiosidad esperaban
milagros, pero milagros que acreditasen la fuerza y
el poder, la gloria y la fama de su autor: y Jesus
les niega los milagros que piden, y les da los que
no piden: milagros, que bien reflexionado, son mas
estupendos, mas celestiales, mas superiores à la con
dicion humana; milagros mas utiles y mas instructi
vos; milagros mas desconocidos y mas necesarios en
la corte. Asi Jesus obra en aquella corte vana y so
berbia milagros de modestia y de humildad, en aque
lla corte sensual y deliciosa milagros de mortificacion
y abnegacion 3 en aquella corte puntillosa y vengati
va milagros de paciencia y mansedumbre 3 en aque
lla corte politica y relaxada milagros de desprecio de
- - - la
DE NUEstRo SEÑor Jesu-CHRIsto. 339
la honra mundana, y de indiferencia y insensibilidad
à los favores y privanzas de los Reyes; en aquella
corte disoluta y viciosa milagros de virtud y santi
dad. Pero el hombre carnal y terreno no entiende las
obras ni las cosas del espiritu: un Rey, una corte que
no respiran sino profanidad y orgullo, insultan y
baldonan la virtud modesta y apacible de Jesu-Chris
to; los cortesanos, viles aduladores, y imitadores sa
crilegos de los caprichos de Herodes, cargan à porfia
de oprobios à Jesus; y califican de locura à la eterna
sabiduria. Visten pues à Jesus una ropa de escarnio,
blanca, tosca y grosera, y vuelve asi al poder de sus
enemigos, que triunfan al ver aprobado su furor, y co
mo consagrado por los arbitros y señores absolutos
de la tierra.
Pero la pasion perfecciona y consuma esta obra
de tinieblas tan densas. Agitado el cobarde y indig
no Pilatos de su conciencia sobresaltada hace el ulti
mo esfuerzo para libertar à Jesus, obligando à los
judios à que eligiesen à Jesus, ó à Barrabas. O qué
espectaculo tan ignominioso! comparar à un Dios san
tisimo con un hombre facineroso, y publico malhe
chor: à un Dios de suma caridad y paz con un hom
bre homicida y sedicioso: à un Dios benefico y mise
ricordioso con un mal hombre, reboltoso, infame, y
salteador de caminos. O abominacion inaudita! el pue
blo furioso resuelve inmediatamente; porque las virtu.
des de Jesus le son mas intolerables y aborrecibles, que
las maldades de Barrabas: de modo que no clama ya
la envidia sola de los Pontifices y Fariseos, sino que la
multitud desatinada prorrumpe en confusas y sedi
ciosas voces: todo conforme à lo vaticinado por el
mismo Jesu-Christo: esta es vuestra hora, espiritus
infernales, y ahora conseguireis una plena victoria;
Tom. IV. Tt hec.
34o SERMoN DE LA PAsIoN.

hac est hora vestra ó potestas tenebrarum. (1) Toda la


nacion, todas las tribus, todas las familias, todas
las clases, todos los estados, todas las condiciones,
todo sexo, toda edad se prestaron e incorporaron sus
voces para que solo sonase contra Jesus una sola voz
de anatema y de maldicion. No contentos con esto,
quieren que tengan parte en este horrible deicidio los
hijos que todavia no tienen ser, y que han de nacer
en los postreros tiempos del mundo: sanguis ejus su
per nos ó super filios nostros. (2) Queremos en efecto,
dicen, en nuestro nombre y en el de nuestros hijos sa
ciar nuestra rabia y extinguir nuestro odio en su san
gre; y ojala esta mancha de su sangre derramada se
propague en nosotros de generacion en generacion,
de modo que por ella seamos conocidos en los siglos
futuros por sus enemigos implacables: sanguis ejus su
per nos ó superfilios nostros. Humillacion de Jesus fue
esta tan afrentosa, que no la podremos comprehender
por mas que imaginemos las mayores desgracias que
suceden en el mundo, y quanto deshonra, envi
lece, y afrenta entre los hombres : humiliavit se
metipsum. -

Y como hasta en el letargo mas profundo de las


pasiones se despiden algunos rayos de luz, se sienten
algunos remordimientos de conciencia, se perciben
algunos llamamientos de la gracia, por esto fue ne
cesaria en este dia la humillacion de Jesu-Christo pa
ra desagraviar à su eterno Padre de las resistencias y
rebeldias reiteradas, y repetidas del pecador 3 pero
humillacion la mas libre, y espontanea. Bien lo manifes.
to Jesus desde el principio de su Pasion, quando con
- 11112.

(1). S. Luc, c. 22. v. ; 3. (2) S. Matt, c. 27. v. 25.


-- -
DE NUESTRo SEÑOR JEsu-CHRIsto. 34 I

una sola palabra derrivo en tierra à los soldados que


vinieron à prenderle 3 y no menos lo manifesto con los
prodigios que sucedieron en su muerte. Eclipsase el
sol; rasgase el velo del templo 3 abrense los sepulcros;
rompense las piedras unas con otras 3 vaguean por
Jerusalen las almas de los justos; toda la naturaleza
se estremece y desquicia: quánto seria pues el poder
de este Jesus en vida, si desde la cruz, si desde la
concavidad del sepulcro hace temblar el cielo y la
tierra? El podia haber mandado à los espiritus ce
lestiales, y prontos estos à defender à su Dios, hu
bieran exterminado aquel pueblo sacrilego ; él po
dia haberse ocultado, como lo hizo otras veces,
frustrando las diligencias de sus enemigos ; pero le
xos de esto no fue con otro fin al huerto de Get
semani sino para esperarlos alli; él podia haber tro
cado sus corazones con la fuerza de su eloquencia y
con la eficacia de su gracia , convirtiendo este dia
de amargas ignominias en un dia glorioso y plausi
ble para su persona; él podia haber llenado sus al
mas de terror y espanto, con repetidos prodigios, avi
var la fé del pueblo, conciliarse la proteccion de
Herodes 5 pero ay! que lexos de huir el cuerpo à los
tormentos y baldones, se anticipa à recibirlos : hu
miliavit semetipsum. De modo que el pecador solo, se
condena porque se obstina en condenarse; y este hom
bre-Dios no fue efrentado y vituperado sino porque
lo quiso ser. - , -

- Humillacion finalmente padecida con tan he


roico sufrimiento, que Pilatos quedó atonito y asom
brado. Imputanle los delitos mas graves ; levan
tanle las mas horribles calumnias; infamanle con
los mas sangrientos ultrages, y Jesus no se quexa, ni
murmura, ni se defiende, antes guarda un profundo
Tt 2 Si
342 SERMoN DE LA PAsioN

silencio: fesus autem tacebat. (1) Asi es que en el peca


dor todo finalmente para en una paz y tranquilidad
funesta, y en Jesu-Christo todo es obediencia y ren
dimiento modesto y apacible.
Aqui oigo, Catolicos, bramar la impiedad orgullo
sa, aqui oigo que la razon humana soberbia y presu
mida insulta à la Religion. Este Dios, dicen, en cuya
presencia se estremecen las columnas del firmamento,
que con un leve soplo disipa la tierra esparciendola
por el ayre, apaga la luz del sol y las estrellas, y
puede volver al universo à su primitivo abismo, redu
ciendole al caos eterno de su nada antigua: este Dios
de gloria y de majestad, hecho presa de la mas
desenfrenada rabia y furor de sus enemigos, ofrece á
la consideracion de todas las naciones un espectaculo
de oprobios y ignominias. Si se pretende, prosiguen,
que veneremos à este Dios desconocido, procurese
borrar de nuestra memoria la idea del Dios que co
nocemos, ö hagasenos demostracion de que el Dios
de nuestra razon pudo degradarse tanto, que dexan
do de ser Dios, se hizo el Dios del calvario y de la
cruz. O loca y desvergonzada presuncion 3 ó hincha
da y vana ciencia ! o verdadera ignorancia de la gran
deza y majestad del Altisimo ó por mejor decir, ôigno
rancia de la razon no menos que de la religion oye y
aprende. Que quisiese Dios hacerse hombre para salvar
al hombre, es un misterio de bondad , de amor y de
misericordia, que solo podemos creer ayudados de la
fé; pero luego que se dexa ver en Jesus un Dios Salva
dor, todo se hace llano y claro, y este primer mis
terio explica y declara todos los demas. Porque si Je
sus quiere salvar al pecador, luego Jesus quiere re
. — - pa.
-

DE NUEsTRo SEÑOR JESU-CHRIsro. 343

parar el pecado: si Jesus quiere reparar el pecado, lue


go Jesus quiere ponerse en lugar del pecador: si con
siente pues en ponerse en lugar del pecador, ya se com
prehende que no obstante ser un Hombre-Dios, ha
de ser un hombre sobre quien lluevan oprobios y afren
tas, y ha de ser como dice el Profeta el oprobio de los
hombres: opprobrium hominum. (1)
Dilatemos este discurso. Es verdad que Jesus no era
un hombre sedicioso ni sembrador de discordias; pero
queria reparar los pecados de nuestros odios y aversio
nes, de nuestras desconfianzas y envidias, de nuestras
altiveces y pundonores, de nuestras furias y venganzas,
de nuestras enemistades y disensiones que alborotan
el mundo con tantas murmuraciones y quexas, que le
escandalizan con tantos y ran ruidosos alborotos, que
le llenan de tantas lagrimas y sangre.
Es verdad que Jesus no era embustero, ni de co
razon doblado; pero queria reparar los pecados de
nuestros fingimientos , de nuestras hipocresias, de
nuestros efugios, de nuestros disimulos, de nuestras
calumnias, de la tenacidad de nuestras preocupacio
nes, de la contumacia de nuestros errores, de nuestra ad
hesion a las maximas falsas y relaxadas, de las ilusio
nes de un zelo ciego y quimerico, de los desaciertos
de una conciencia engañadora y engañada, de la im
postura de tantas usuras paliadas, de tantas traicio
nes secretas y ocultas, de tantos odios disimulados,
de tantas amistades desleales, de tantas virtudes falsas.
Es verdad que Jesus no era apetecedor de glo
ria ni de honra mundana; pero queria reparar los
pecados de esa loca estimacion de nosotros mismos,
y
º

(1) Ps. 21. v. 7.


344. SERMON DE LA PASION

y de ese necio menosprecio de los proximos, de


ese reprehensible apetito de parecer bien , manantial
de tantas culpas; y de ese cobarde temor de desagradar
à otros que tiene como cautiva al alma, y que tantas
virtudes se dexan de adquirir por él; de ese espiritu
de independencia y de rebeldia que tanto aborrece
la sujecion, y que tanto merito hace de lo que
se le prohibe, y tanto se averguenza de lo que se le
manda,
Es verdad que Jesus no era enemigo de la ley ni
de los profetas; pero queria reparar los pecados de
que nos hacen reos ante su divina Majestad la pro
fanacion de su culto, el olvido de sus beneficios, la
resistencia à su gracia; queria reparar los pecados de
tantas zumbas impias contra la Religion, de tantas
conversaciones licenciosas contra la castidad, de tan
tas maximas perniciosas que enseñan y autorizan el
vicio, de tantas modas y costumbres tiranicas que con
grande verguenza del cristianismo merecen à los cris
tianos mayor respeto y veneracion que el Evangelio
que les dictó su Dios,
Es verdad que no era Jesus blasfemo ni impio;
pero oid, libertinos que os despreciais de ser hijos de
un Dios abatido. Entended que Jesus queria reparar
los pecados de vuestras dudas temerarias, de vues
tra vana y soberbia curiosidad, de vuestro orgullo
sacrilego, de vuestros sistemas impios, de vuestra
repugnante negligencia en saber y estudiar nuestra
Religion sacrosanta 3 de vuestra presuncion en ne
garla, de vuestra insolencia en repudiarla, de vues
tro furioso empeño en impugnarla; de vuestra repro
bada suficiencia en el arte detestable de obscurecer
las luces de la razon, para librarse de las luces im
portunas de la fé, Para reparar pues plena y super
- abun
DE NUESTRo SEÑor JEsU-CHRIsto. 34.5
abundantemente tantos escandalos, y tantas abomi
naciones quiso humillarse Jesus, quiso Jesus ani
quilarse. -

Jesus, bien lo sabeis vosotros, Jesus es Dios; y


vosotros, incredulos y libertinos, qué sois meros
hombres. Pensais pues que un Hombre-Dios abatido y
lleno de ignominias no es victima digna de ser ofrecida
à un Dios ofendido por los hombres Un Dios humi
llado, un Dios ofendido, ved qué bien se correspon
den entre si. La grandeza de la reparacion es propor
cionada à la grandeza del delito; y quien se escandali
zare de las afrentas y humillaciones del Dios de la Re
ligion, el primer paso que ha de dar es borrar de su
memoria la majestad del Dios de la razon.
Qué es lo que hacia pues Jesus en este dia? Que
reis saber lo que hacia, Catolicos aniquilado en pre
sencia de su Padre eterno, declaraba en este estado de
voluntarios oprobios, que todo entendimiento debe
ceder y rendirse, toda voluntad sujetarse y obedecer
quando Dios habla; dando à entender al mismo tiem
po que rebelarse el hombre contra Dios no solo es
presuncion y atrevimiento temerario, sino ínsensata
malicia; y que no solamente no honra al hombre tan
desatinada independencia, sino que toda su honra y
gloria consiste en sujetarse al imperio y autoridad de
tan gran Señor. -

Qué es lo que hacia Jesus en este dia, repito?


en virtud de su humillacion tan profunda daba à su
eterno Padre una satisfaccion plena, entera y supe
rabundante de todas las ofensas, con que el hombre ha
bia vilipendiado, y podia vilipendiar à su majestad
infinita; de modo que este dia de ignominias para el
hijo, fue un dia de gloria y de triunfo para el padre:
y un Hombre-Dios abatido y deshonrado le restituia
IO
346 SERMoN DE LA PASION

toda la honra de que le podian defraudar los pe


cadores. Este solo dia le desagraviaba finalmente de
todas las injurias, de todos los pueblos y de todas las
edades.
Qué es lo que hacia enfin Jesus en este dia? en
señabanos que el hombre que tuvo la insolencia de
rebelarse contra Dios , debe humillarse profunda
mente delante de Dios y de los hombres; que no
hay humillacion ni ignominia con que no deba abra
zarse y que no deba solicitar; que si la soberbia es
vicio en el hombre, es abominacion en el pecador;
que si el no temer y escusaríos abatimientos es virtud
en el justo, el pecador arrepentido debe solicitarlos,
debe complacerse en ellos.
Gran documento , y el principal que la Iglesia
daba à los pecadores arrepentidos en aquellos primiti
vos fervorosos tiempos, en que los cristianos se ponian
en sus manos para que gobernase su espiritu y su
corazon Cubierta de ceniza la cabeza, ceñido de ci
licio el cuerpo, privados de la mesa Eucaristica, pos
trados en el atrio del templo, sentenciados a no ver
ya el altar del Dios à quien ofendieron, y como de
gradados del nombre de cristianos, apenas se les per,
mitia que se acordasen de que eran hombres. Qué
sera pues de nosotros, carisimos hermanos mios, en
aquel tremendo juicio donde se decretara nuestra eter
na suerte, quando se pesen en la balanza del santua
rio nuestras penitencias, y quando se graduen y juz
guen por la penitencia de Jesu-Christo esas nuestras
penitencias, que no corrigen ni mortifican las altive
ces de la soberbia, ni los desdeñosos desprecios del
orgullo, ni las delicadezas del amor propio, ni las
emulaciones de la vanidad, ni los proyectos de la
ambicion, ni la profanidad y prodigalidades de la
- opu
DE NUESTRo SEÑoR JEsu-CHRISTo. 337
opulencia, ni el pomposo aparato del luxo; esas pení
tencias digo en que nos limitamos a ocultar lo peca
dor, sin manifestar lo penitente? No hay duda que
sobre un punto tan capital podemos engañar y aluci
nar, y ser engañados y alucinados. Pero estas ilusio
nes del amor propio, y de la adulacion de nuestras
pasiones nunca prescribiran contra los preceptos y los
exemplos del Hombre-Dios. Desengañemonos que no
hay penitencia verdadera sino la que repara el peca
do con el abatimiento y humillacion; y la que expia
el pecado con los rigores de la mortificacion. Hemos vis
to la gloria de Dios desagraviada por un Dios humi
llado. Concluyamos, y veamos la justicia de Dios sa
tisfecha por un Dios que padece y muere.
. -

. - ,

TER CE R. A PARTE.

TN Hombre-Dios padeciendo y muriendo qué


espectaculo tan lastimoso y tan estupendo! Que
reis, Catolicos, hacer juicio verdadero de este dia y
de lo que sucede en él. Consideradle como el dia de las
terribles venganzas de Dios: dies ultionis Domini. (1)
Hoy es el dia en que el amor de Jesus ofrece à la di
vina justicia una victima digna de ella; dia en que la
pena y castigo del pecador desagravia à Dios de las
injurias que el mismo, pecado hace à su Majestad.
Anegase el mundo con un diluvio ; reducense à pa
vesas las ciudades; inundase la tierra con la sangre
de sus habitadores: pero todas estas no son mas que
ealamidades sucedidas à hombres; y qué son los
hombres delante de Dios? Pero un Hombre Dios su
Tom. IV. VV 111CI

(1) Isai. Ce I4• Ve Se o y • . •


338 . ... SERMoN DE LA PAsioN
mergido en dolor y en lagrimas ; un Hombre-Dios
muriendo, y muriendo en una cruz por grave que sea
la ofensa, es menor el precio del sacrificio. Ved pues
à Jesus en manos de la divina justicia provocada por el
pecado ; y que sucede? Omitiendo los demas pa
sos, entraos à ver lo que sucede en el pretorio de
Pilatos. ,, , -

No espereís que yo os pondere un espectaculo tan


triste 3 que yo ponga delante de vuestra vista la au
gusta victima sobre quien está para descargar el cu
chillo que la ha de sacrificar 3 que yo os represente
con el Profeta aquellos furiosos y carniceros leones,
que andan rugiendo al rededor de Jesus 3 ni aquellos
caudalosos rios de sangre que corren de su bendito
cuerpo, y bañan la tierra; porque las palabras se
hicieron para explicar los desastres humanos; pero
los trabajos de un Dios son inefables, y solo pueden
delararse con lagrimas: lacrimarum tempus, non ver
borum; luéfuum, non sermonum.
. Acerquemonos à esa temerosa columna. Conoceis
à ese Jesus que está de pies y manos atado en ella?
Sí, dice San Bernardo, yo le conozco, y le conozco
puntualmente por estar tan desconocido3 porque re
gistro en él aquel hombre desfigurado, y lastimoso
vaticinado por los profetas: non et species, neque
decor: (1) vimosle, y no creimos que le veiamos, de
lante le tuvimos, y con todo eso le echabamos me
nos: vidimus eum... & desideravimus eum. (2)Todosu
cuerpo es una llaga: no hallan donde herir aquellos
barbaros verdugos, y con todo eso no cesan de des
cargar golpes: ni alzan mano de los azotes, sino pa
- . . .. ..., 3l

(*) Isac. c. 53. v. 2. (2) Ibid. ?, ,, , , , ,


De NuestRo seÑoR Jesu-CHRisto. 339
ra reservarle para otros nuevos castigos, y apenas
vuelve à dar señales de vivo, quando vuelven à ator
mentarle: su odio y su amor, su furor y su pacien
ciencia son invencibles. Como Jesus es libertador de
Israel, Rey de Juda, Señor de cielo y tierra, no con
tentos aquellos inhumanos ministros desatanas con mo
farse de su poder y imperio, quieren castigarle, y
poniendole en la cabeza una corona de espinas, se
la clavan con violencia. En esta lastimosa figura le
presenta Pilatos à los judios, diciendoles: ecce homo.
Ved al hombre: este es el pretendido Mesias, el res
taurador de Sion, la esperanza de Jacob, el hijo del
Altisimo: ved que de tantos magnificos dictados solo
queda un hombre, y este moribundo: ecce homo. Na
da tengo que deciros à vosotras, almas devotas, que
veis à Jesus todo ensangrentado, pues vuestro amor,
no sabra sino enternecerse y corresponder fielmente à
su amor fino: ecce homo. Y vosotros que tan cautivos os
tienen las pasiones y el pecado, volved los ojos à este,
Dios casi difunto, podreis ya en algun tiempo miti
gar el dolor de haberle ofendido ; supuesto que de
todas las injurias y golpes que recibe, tu pecado es
el que abre en su corazon heridas y llagas mas pro
fundas y incurables? ecce homo. Todo esto es obra tu
ya, pecador, y tu has reducido à Jesus à este ulti
mo exterminio: continuaras pues en mostrarte insen
sible à los dulces llamamientos de su gracia, en ensor
decer à las voces con que te llama? mira que son las
moribundas voces y postreros suspiros de un Hombre
Dios que está para morir victima de su amor. El te,
espera con los brazos abiertos; quando dexaras de
huir de él él te ofrece y brinda con su sangre, quan
do te merecera un suspiro y una lagrima ecce homo.
Almas cristianas, de qualquier estado y condicion en
VV 2 que
34o SERMoN DE LA PASIoN
que os haya colocado la providencia, no os dire ya
que mireis à vuestro Dios, sino con el Apostol os dire
que mireis à vuestro esposo, à quien prometisteis eter
na fidelidad. Quando por la gracia de Jesu-Christo
fuisteis reengendrados en las aguas del bautismo , à
qué Dios prometisteis servir y amar por ventu
ra no fue a este Dios lleno de dolores y afrentas?
despues de juramentos tan solemnes, qué alma pues
sera tan perjura y tan infiel que se entregue à los pa
satiempos, y à los deseos malos y reprobados de la car
ne Llorar con un Dios que llora; orar retirados del
bullicio con un Dios solitario y desamparado; llevar
su cruz con un Dios agoviado y caido con el peso de
la suya; morir con un Dios que espira; estas son las
obligaciones que contraxisteis en el santo bautismo; y
desdichado el cristiano que nos las cumpla! ecce homo.
Y vosotros perfidos y ingratos judios, no os dire ya
que es este el Mesias, y el justo prometido al mun
do: solo os pondre delante que es hombre , y un
hombre de vuestra nacion, descendiente de Abran,
de Isaac y de Jacob, de la sangre de vuestros Re
yes, hijo de David; pero qué es lo que digo ní
aun hombre es, pues solo tiene de hombre una som
bra vana y esqueleto triste apenas conserva una res
piracion de vida que está para exhalarse ¿le negareis
el miserable consuelo de tardar un poco mas en morir,
y de hacerlo con menos dolores -

Pero qué nuevas furias agitan à la ciudad de Je


rusalen? Qué odio tan implacable arde y se apodera
de todos los corazones? crece el tumulto del pueblo,
vehemente e impetuoso en sus deseos , enfurecese,
asegurale à Pilatos su conciencia timida y consterna
dada, alientale a la maldad, obligale à firmar una sen
tencia iniqua. 9 promesas hechas al pueblo escogido.
-
- -- -
- • ò.
--

..-

DE NUESTRo sEÑoR JEsu-CHRISTo. 34 I

ò Abran, que tanto deseaste ver el dia de la venida


del Mesias, y que llegandole à descubrir en los tiem
pos venideros, rebosó tu corazon en un gozo inefa
ble, es este acaso el dia que te fue manifestado? O
patriarcas, ö profetas vuestro pueblo, vuestros propios
hijos piden la muerte de este Redentor, esperado por
espacio de quarenta siglos, y para colmar su horrendo
pecado , otorgaseles su peticion: tradidit eis illum us
crucifigeretur. (1)
Ya camina Jesus al monte Calvario, y en él es
crucificado. Levantad los ojos, y mirad suspenso en
tre el cielo y la tierra al mediador entre Dios y los
hombres, al Pontifice que nos reconcilia, y que al
mismo tiempo es la victima de reconciliacion. Olvi
daos ahora de todos los tormentos y afrentas que ha
padecido Jesus hasta aqui, pues no han sido mas que
los preludios y los preparativos del sacrificio, cuya ple
nitud y consumacion se va à efectuar; porque en
este instante se le juntan todos los dolores que sufrio
sucesivamente en el discurso de su pasion. Manda Je
sus al tiempo venidero que le descubra los profundos
arcanos que encierra en sus archivos. Anteve su Evan
gelio no admitido por infinidad de naciones idolatras
que se han de obstinar en perecer entre las tinieblas
de la gentilidad; anteve que ha de ser impugnado y
blasfemado por Israel sacrilegamente incredulo; ante
Ve su Iglesia despedazada con tantos cismas, desfigu
rada con tantos errores, contaminada con tantas he
regias, afligida y infamada con tantas iniquidades;
anteve la disolucion introducida tal vez en el santua
rio, y la abominacion de la desolacion en el lugar
santo 3 anteve en medio de la cristiandad pocos cristia
- nOS

(1) Ibd. v. j º
342 SERMoN DE LA PAstoN
nos verdaderos ; y su cruz hecha la piedra de escan
dalo donde vendran à tropezar y quebrantarse esos
corazones sensuales y deprabados; anteve su sangre,
sangre de un Dios, conculcada; anteve que esta san
gre en lugar de impetrar misericordias, se vera obli
gada à pedir venganza contra los mismos hombres por
quien fue vertida. Inclina Jesus los ojos desde la cruz
à la tierra: donde estais discipulos y apostoles de Je
sus dexareisle solo en manos de sus dolores y tor
mentos tiende por todas partes su moribunda vista,
y se ve en una espantosa soledad: qui juxta me erant,
de longe steterunt. (1) Pero qué es lo que digo Ojala
se viera Jesus desamparado de todos; pues mas facil
mente toleraria sus tormentos si tuviese que padecer
los solo; pero sentenciado à expiar todos nuestros
desvarios, mayores sentimientos le causa la constan
cia y fineza de los amigos que sin embargo del tropel
de sus afrentas le acompañan, que la perfidia y
deslealtad de los que le volvieron las espaldas : pues
un discipulo amado, unas santas y piadosas mugeres.
que le acompañaron hasta el Calvario, Maria, aque
lla tristisima madre, al pie de la cruz, su hijo baña-;
do en su propia sangre, qué sacrificio, gran Dios,
tan doloroso exigis de tal hijo y de tal madre Solo
vos podreis declararnos el intenso dolor de aquel, y,
el sumo desconsuelo de ésta ay qué puro y santo es
el incendio en que se abrasan, pero qué cruel! Ma
ria no se explica; pues hay sentimientos en que el
corazon no puede desahogarse sino consigo mismo,
porque el dolor en que se anega, prevalece sobre sus
fortaleza, y no tiene vigor suficiente para explicarle:
y
---

() Psalm. 37. v. 12. - -


- - - -rº -

DE NUESTRO SENOR JESU-CHIRISTO, 343

y asi quando la pena y congoja llega à prorrumpir


y desahogarse, ya siente algun consuelo. Pero Jesus
y Maria solamente se comunican y hablan con un si
lencio mutuo; silencio que es interrumpido con los
repetidos clamores y confusa voceria de la plebe, y
de los Sacerdotes y Pontifices que blasfeman y escar
necen à Jesus. Ya Jesus clama al cielo y suspira para
que le envie el remedio que la tierra le niega. O Padre
eterno, ô Padre justisimo asi te desentiendes de tu
hijo bien amado! Cae muerto un Oza por haber sus
tentado el arca con mano temeraria; desciende fue
go del cielo que abrasa à los mozuelos que motejaron
al Profeta, perece Antioco por haber profanado el san
tuario; y el Dios del templo, el Dios del arca y de
los profetas indignamente baldonado no provoca vues
tra ira! qué, no hay en el cielo rayos ni venganzas?
y la tierra abortara impunemente tan nuevas y hor
ribles abominaciones? qué castigos temera ya de un
padre que asi desampara al parecer à su hijo, y de
un Dios que tanto dilata la venganza de este Hom
bre-Dios! Desantendido pues Jesus sufre por espacio
de tres horas todos los rigores de los anatemas del cie
lo, y de toda la indignacion furiosa de la tierra: y
exclama finalmente diciendo: todo esta acabado: con-.
summatum est. (1)Ya llegué al termino de tan espantosa
carrera. Amor, ò amor riguroso e inflexible, ya no tie
nes mas que pedirme, supuesto que yo nada tengo
mas que darte: solo me queda ya una alma su
mergida en un mar de dolores, acaba ya de herir
la mortalmente, y deguella la victima. Inclina luego
- la

(*) Evang S. Juan c. 9. v. 3o. . . . . ..


, . . -
344. SERMoN DE LA PAsioN
la cabeza, y espira: inclinato capite tradidit spiri
tum. (1)
Consumose pues la grande obra de la reconcilia
cion del mundo; pero con quanta costa oidlo, hom
bres, exclama el Apostol, y llenaos de pavor. Toda su
sangre derramó un Hombre-Dios para aplacar la jus
ticia de un Dios, y para satisfacer la justicia de un
Dios: exemplo expantoso de las venganzas del cielo,
que procuramos poneros delante de vuestros ojos para
levantar entre vosotros, y el pecado un muro que no
debeis traspasar ni romper aunque os sintais impelidos
de la pasion mas vehemente.
Porque el considerar solamente como victima de
propiciacion à Jesu-Christo en la cruz no es confor
marse enteramente con los designios de la eterna sabi
duria segun el pensamiento de San Pablo que voy ex
plicando. Danos Dios en este misterio otra leccion; y
leccion no menos util en cierto sentido, ni menos efi
caz, leccion en fin, cuya inteligencia por ventura
nos es mas importante. Pone el eterno Padre à su
Hijo unigenito en la cruz para que à vista del mun
do entero sea un monumento publico y perene de
los rigores de su justicia: quem proposuit Deus pro
pitiationis . . . . in sanguine ipsius ad ostensionem jus-,
titiae. (2) - -

¿Acriminaras ahora, mundo iniquo, à los minis


tros del Evangelio, que exageran las cosas quando
os explican la malicia que encierra el pecado, su per
fidia, su inobediencia, la injuria que hace à Diosº
Soltad quanto gusteis la rienda à vuestros vanos,
y

(1) Ibid. (º) Ad Rom. c. 3. v. 25. ;


DE NUESTRo sEÑor Jesu-cHRIsro. 345

y locos pensamientos; que en este dia Dios es quien


os habla, no el hombre. Porque, qué pensaisha
ce la Pasion de Jesu-Christo? ella os introduce en el
santuario de la justicia divina 3 ella os descubre los
rayos, las maldiciones, los anatemas que tiene reer
vados Dios para castigar el pecado y al pecador; ella
os pone delante à un Hombre-Dios vendido por traicion,
negado con juramento, despreciado, abatido, ani
quilado; un Hombre-Dios que ruega , que gime,
que suspira, que llora, que derrama su sangre; un
Hombre-Dios, à quien su Padre sin embargo del in
tenso amor con que le ama, le desprecia al parecer,
le desdeña, le reprueba en algun modo ; un Hom
bre-Dios tratado como un objeto de odio y de mal
dícion segun la expresion del Apostol : faéfus..., ma.
ledicium. (1) Y todo este rigor, por qué causa, sí
pensais no mas que por tener en sí la imagen y seme
janza del pecado; no mas que por haber salido fiador
por el pecado. . -

Si la sombra sola del pecado fue pues capaz de has


cer de un Hombre-Dios un objeto de maldicion; si
el cielo descargo todo el rigor de sus venganzas so
bre un Hombre Dios luego que le vio sujeto à la
obligacion de expiar nuestros pecados; si un padre
castigó hasta la muerte, y muerte de cruz en un
hijo en quien tanto se complacia, la mancha de un
Pecado ageno, de un pecado imputado à Jesu-Chris
to 3 nos admiraremos ya que el pecador sea conde
nado à penas y à ignominias eternas ? nos admirare
mos que descargue el cielo sus iras, no ya contra la
sombra del pecado, sino contra pecados reales y ver.
Tom. IV. Xx da
Ǽ-

() Ad Gal. c. s. v. ; 3. º .
346 - SERMoN DE LA PAsioN

daderos; no ya contra pecados agenos y imputados,


sino contra pecados propios y personales; no ya en un
Hombre Dios que se humilla baxo el peso afrentoso
del pecado, sino en un pecador desatinado que se jac
ta, se precia, y se gloria del pecado ; no ya en un
Hombre-Dios contrito que llora el pecado, y acepta
qualquier indigno tratamiento para expiar el pecado,
sino en un corazon frio y insensible que no siente el
pecado, y se olvida del pecado, y vive contento y
satisfecho en su pecado; no ya en un Hombre Dios que
se encruelece contra sí mismo, y se expone à todo
tormento para purgar y destruir el pecado, sino en
una alma desidiosa que por sus pecados hace una pe
nitencla superficial, ligera y momentanea, suave y be
nigna; no ya en el Hijo de Dios, igual à su Padre,
sino en un hombre fragil, caduco, polvo y ceniza,
que no siendo nada delante de Dios, tiene osadia.
pera rebelarse contra Dios? Si el cielo truena, si ful.
mina rayos contra el justo, en quien solo se halla la
apariencia del pecado 3 quál sera el estrepito de sus
truenos, quál el estrago de sus rayos contra un pe
cador, contra un penitente sin verdadero dolor de
sus culpas, en quien solo se hallan sombras y apa
riencias de virtud. Si in viridi ligno bac faciunt, quid
fiet in arido? (1) Porque en Jesu-Christo pues se halló
la sombra del pecado, cargó con todo el doloroso pe
so del pecado: luego los oprobios, los abatimientos,
los tormentos, el desamparo de Jesu-Christo en la
cruz nos dan testimonio del sumovilipendio, del
horroroso aniquilamiento, de los tormentos crueles,
de la reprobacion eterna del pecado: Si in viridi ligno
- bac

(1) S. Lue, c. 2 3. v. 2 I- y - -- s.
DF NUEsTRo sEÑoR JEsu-CHRIsro. 347
haec faciunt, quid fiet in arido Conque fuegos inex
tinguibles, llamas consumidoras, llantos, furores,
desesperaciones eternas, quanto se puede excogitar,
quanto se puede explicar ninguna idea dan del infierno
Conque en la cruz, en el calvario, es donde hemos
de estudiar y comprehender la eternidad del infierno,
el abismo, los horribles rigores de la divina justicia !
Consideremos à Jesus espirando, y espirando en una
afrentosa cruz, y colijamos de aqui como castiga Dios,
y como castigara. Llenaos pues de pavor, pecadores;
porque vuestros tormentos supliran por su rigor, por
su actividad, por su multitud, por su duracion toda
la distancia que hay de vosotros à Jesu-Christo, y
de un hombre pecador à un Hombre-Dios: ad osten
sionem justitiae. º -

Gran Dios, asi con una sola expresion sabeis ma


nifestarnos y darnos à entender lo que sois ! No me
maravillo ya de la resolucion con que el Apostol San
Pablo sustentaba en presencia de los angeles y de los
hombres, que Jesu-Christo crucificado es el monu
mento mas augusto de la sabiduria y fortaleza de
Dios: Christum Dei virtutem. & Dei sapientiam. (1)
Quereis conocer à vuestro Dios, carisimos oyentes
mios No os persuadire yo à que con Moyses consi
dereis las maravillas de la creacion del mundo, solo
os dire con el Profeta: venid, seguidme, subamos al
monte de Jacob : venite, ascendamus ad montem Domi
mini & ad domum Dei facob. (2) Alli vereis la in
mensidad de las perfecciones adorables de Dios : do
cebit vos omnem veritatem. (3) Si vuestra razon, ô es
- " - - - XX 2 pi

() Adcor. c. 1. v. 24 (2) Isaias c. 2. v. . (3) Evang.


$. Joan. G. 16. Ve 3 I • - -

-
348 SERMoN DE LA PAsioN
piritus soberbios, insolentemente atrevida, se fabrica
un Dios segun el antojo de vuestros deseos, á quien
tributar su veneracion y culto, qué vendra à ser?
qué parecera comparado con un Dios que se ostenta
en el calvario con un Dios cuya ciencia se aprende
al pie de la cruz qué Dios mas majestuoso que un
Dios que solo puede ser honrado dignamente con las
deshonras de un Hombre Dios qué Dios mas santo
que un Dios que no se da por suficientemente satis
fecho sino con las penas y suspiros de un Hombre
Dios qué Dios mas justiciero que un Dios que no se
aplaca ni amansa sino con las lagrimas y con la san
gre de un Hombre Dios? qué Dios mas amoroso, y
mas padre que un Dios, que sin embargo de su dei
dad, se sacrifica por la salud de los hombres Idaho
ra, y disputad si podeis à la Religion Catolica los
oraculos de sus profetas, la verdad de sus milagros,
sus celestiales progresos; que solo os vereis obligados
à confesar que ninguna Religion da ni puede dar ideas
de Dios tan grandes, tan nobles, tan sublimes, tan divi
nas, y que solo Dios puede haber enseñado à hablar
de sí, como ella habla; que solo os vereis obligados
à confesar, que si os resistis à prestar fé à nuestra san
ta Religion, no nace como ponderais vosotros, de
que sus dogmas y misterios esparcen ciertas densas
sombras sobre la majestad de Dios ; sino porque el
Evangelio os representa y anuncia un Dios mas justo y
mas severo de lo que vosotros quereis; porque no que
reis un Dios que sea tan grande, tan santo, tan jus
to, tan terrible; y porque no quereis un Dios à quien
quedeis tan deudores y agradecidos, y cuyas vengan
zas sean espantosas ; que solo os vereis obligados à
confesar que si os repugna un Dios crucificado, es por
que no quereis un Dios que pide virtudes y castiga
Vi
DE NUEsTRo SEÑoRJEsu-CHRisto. 349
vicios, ni un Dios que sea verdaderamente Dios.
Conque es posible, Señor, que nuestra malicia
convierta en nuestro daño vuestros beneficios, y
que lexos de obligarnos, solo grangeen ingratos º
Triste y miserable estado el de un ministro del Evan
gelio; verse obligado à referir las misericordias de un
Dios que espira en una cruz, à unos hombres por quien
se obran, y que sin embargo no se compadecen, que
llegan hasta temer compadecerse, y que estan resuel
tos à no compadecerse! à renovar las afrentas y tor
mentos que sufrio un Dios-Hombre, y renovando la
historia de aquellos remotos tiempos, verse obligado
à pintar nuestras costumbres porque este es el es
candalo de nuestros dias; este el . . . ... pero, Se
ñor, perdonadme el demasiado ardor de mi zelo. En
un dia tan sagrado como éste, ha de oirse por ventura
otra voz, que la de vuestras misericordias supuesto
que podemos ofrecer à vuestra vista la tragedia lasti
mosa de un Dios que muere en un patibulo, qué nos
falta ni qué podemos desear para encender la llama
de vuestro amor en las almas , sino hombres que
sepan sentir, y que se dignen prestarnos sus oidos?
Pero yo me engaño, carisimos oyentes mios, por
que aunque el cielo me hubiera à mi dotado del
mas perspicaz ingenio, aunque me hubiera comuni
cado la mas poderosa y energica eloquencia, en va
no intentaria renovar la memoria de este antiguo, de
este grande y de este augusto suceso, restituyendo
le aquella fuerza y eficacia que tuvo quando aconte
cio, para mover y enternecer los corazones; pues sola
la fé puede hacer que allanemos distancias de tiempos
y de climas 3 y quando ella pinta. y habla , todo se
renueva y cobra nuevo vigor y vida, y lo que ya no
existia, vuelve a su antiguo ser: si ella hablase pues,
- -
- -” - si
35 o SERMoN DE LA PASION

si ella inspirase en nuestros corazones , veriamos le


vantarse la ciudad de Sion de sus propias ruinas, y
se representaria à nuestros ojos qual estaba en el dia
de su deicidio. Venid pues, y alumbrados de esta di
vina luz, penetrad sus muros, internaos en sus ca
lles. A y qué solas y desiertas estan de habitadores
Mas oid no escuchais la confusa griteria y sedicio
sos clamores que suenan allá a lo lexos Acudid adon
de se oyen, y alli encontrareis congregada à toda Je
-rusalen: hended por medio de esa alborotada turba.
Qué objeto tan lastimoso es ese que se ofrece à vues
tros ojos no otro que al mismo Jesus agoviado con
el grave peso de la cruz 3 que oprimido de la sedicio
sa muchedumbre de un pueblo furioso que se congra
tula barbaramente de su inhumano triunfo, cae à ca
da paso: seguidle, por las sangrientas huellas que
estampan sus sacrosantos pies, y acompañad, à la
victima hasta el lugar del sacrificio, adonde llega
desfigurada, cubierta de su propia sangre, exhausta
de fuerzas, molida, moribunda : ya la colocan y
mandan tender sobre el ara, y el infierno emplea con
tra ella los ultimos esfuerzos de su diabolico furors
porque los Escribas, los Fariseos, los Sacerdotes, los
Pontifices, los ciudadanos y los estrangeros sacian su
odio implacable con la execucion de esta escena tragiº
ca, prorrumpiendo en injurias y en blasfemias. Desqui
ciada la naturaleza se estremece, se turba, se trastorna,
pierde y invierte sus leyes ordinarias; el sol retira su
luz por no alumbrar tantas abominaciones; substitu
yese la noche en la mitad del dia; la muchedumbre
sin convertirse huye despavorida. Acercate tu; alma,
siguiendo la melancolica y dudosa luz que repugnan
dolo despiden esas amortiguadas estrellas sobre esa
tierra sacrilega, y busca à Jesus. Ahi le tienes, consin
º - - der
DE NUESTRo SEÑoR JEsu-CHRIsto. 35 I
derale y registrale despacio: attendite ó, videte. (1)
Contempla à ese Hombre-Dios anegado en un mar
de tormentos, bañado de sus propias lagrimas y san
gre, solo entre las tinieblas de una noche obscura:
envia al cielo y à la tierra amargos suspiros, y nadie
le oye: quanto le rodea observa un triste y profun
do silencio. Tu, alma perfida, tú, christiano ingrato le
has arrojado à este mar de dolores; no piensa sino en
tí, ni teme ni tiembla sino por tí, ni llora, ni gime
sino por tí y sobre tí. Los oprobios, los tormentos,
los verdugos, la cruz, ah como si no lo padeciese;
porque ni sabe ni quiere saber otra cosa que rendir
vuestro corazon, carisimos oyentes mios, satisfacer
por vuestros pecados, ofrecer por ellos una satisfac
cion superabundante , amaros, salvaros, librar todo
su deleite en padecer y en morir por vosotros.
Tampoco yo, Dios mio, quiero saber otra cien
cia, ni aspirar a otra dicha que à sacrificarme por
vos. Quien me diese que se descontasen del numero
de los dias de mi vida los que infelizmente he vivi
do sin amaros yo os prometo, Señor, llorarlos eter
namente sin consuelo, repitiendo sin cesar con Agus
tin penitente: sero te amavi: tarde he empezado a ama.
ros, ô Jesus crucificado; pero ya os amo y os ama
re eternamente. O cruz santa ó cruz adorable ven
dra dia en que huiran de nosotros el mundo y sus
honras, los deleites y los amigos; dia en que el gran
de, el rico, el poderoso, y aun el monarca mas des
potico del universo, se vera desamparado de todos,
y solamente acompañado de tí: tu seras puesta entre
nll CS

(), Jerem. c. 1. v. 12.


-- - -º

º a r"
352. SERMoN DE LA PASIoN
nuestras debiles y casi difuntas manos, tu seras
aplicada à nuestros cardenos labios, y moribundos
ojos: oh y qué consuelo sentira entonces una al
ma que haya vivido crucificada contigo O Dios
mio nada apetezco, por nada anhelo, sino por
vivir y morir à la sombra de tu cruz: esta gra
cia es el unico objeto de mis deseos, dignate con
cedermela, y à este auditorio devotisimo. Amen.
353,

SER MO N
DE LA RESURRECCION.
PARA EL DOMINGO DE PASCUA.

jesum quaritis Nazarenum crucifixum : surrexit, no


est hic. -

Jesus Nazareno crucificado, à quien buscais, resucí


tó, no está aqui. San Marc. c. 16. v. 6.

A finalizaron los dias de afrentas y baldones; ya


- pasó la noche; ya el sol de justicia despide ra
yos y luces mas resplandecientes que nunca: ya Je
sus no es un Dios desconocido y deshonrado, un Dios
à quien el cielo al parecer no conoce, supuesto que le
dexa padecer sin aliviarle; Jesus no es ya un Dios
que con su flaqueza y silencio parece justifica la mal
dad de los que le quitan la vida: pues es el Dios fuer
te y poderoso, el Dios arbitro y señor de los sucesos
humanos, el Dios triunfador del mundo y de sus atro
cidades. Infamandole los Judios y intentando que se
pudriese en un sepulcro, le colocaron sobre el trono; cla
vandole en una cruz, le pusieron sobre el altar, y so
lo se dexó quitar la vida à violencias de su mortal
odio para recibir de su propia mano de ellos el carac
ter y dignidad de Mesias, à quien fue prometida la
herencia de las naciones. Ya se le juntan y congregan
los discipulos à quienes separó y auyentó la brave
za de la tempestad, y llenos del espiritu de Dios
que vive en ellos, corren apresurados à promulgar y
2 om, IV. Yy pu
354 SE R M o N

publicar su ley y sus misericordias à los reynos mas


remotos: resuena de un polo à otro la voz de este
Christo resucitado: tiemblan y se estremecen en sus
aras los idolos del gentilismo; acuden inumerables pue
blos à adorar à aquel Jesus que solo quiso morir como
hombre, para resucitar como Dios. Solo Israel, casi
todo Israel, se resiste à reconocer à su libertador; ama
nece y brilla la luz en medio de Jacob , pero la
Sinagoga permanece sepultada entre densas tinieblas;
y al paso que todo el universo se rinde y presta cre
dito à lo que se le dice, ella se ciega obstinadamen
te contra lo que ve, siendo este un portento casí
tan incomprehensible, como el que ella no quiere
CICCI,

No es este pregunto el lastimoso espectáculo que


nos ofrece todos los dias nuestro siglo La luz del
Evangelio es introducida y resplandece en regiones
distantes, al paso que se debilita y extingue entre no
sotros: no parece sino que para desampararnos la
Religion solamente espera el momento, en que tie
ne dispuesto la providencia que se preparen las de
mas naciones para recibirla, porque ya cada uno co
mo autor de sus propias opiniones, arregla su fé
por las preocupaciones de su entendimiento, y por las
inclinaciones perversas de su corazon 3 y entonces
se congratula à sí mismo de la fortaleza y intrepidez
de su razon propia, y presume y persuade que al paso
que dexa de ser cristiano, mayor hombre y mas memo
rable se va haciendo. - - º

Quereis pues conocer la rudeza y superficialidad de


esos ingenios presumidos y indomitos Examinad con
migo la conducta que observan los Doctores de la ley
en el suceso de la resurreccion de Jesu-Christo: que
no fue otra que infidelidad en estos sabios del ju
-

-
- da
DB LA RESURRECCION, 355.
daísmo: Infidelidad que en su principio fue la verguen.
za y el oprobio de la razon vilmente sacrificada; y
en sus consequencias fue la gloria y el triunfo de la
resurreccion de Jesu-Christo vanamente impugnada:
dos propiedades de la infidelidad judaica, que yo sus
tento que convienen à toda clase de filosofos liberti
nos e incredulos. Siento pues y afirmo que quando el
libertino renuncia la fé, desampara aquella razon
à que tanto se precia de prestar credito; y que quan
do renuncia la fé, establece y autoriza aquella reli
gion que él no cree. En una palabra, la razon sumi
nistra argumentos contra el incredulo ; y el incredu
lo los suministra à favor de la religion: dos verdades
que me prometo explicar solidamente sin salir del mis
terio de este dia. Imploremos la gracia por la interce
sion de Maria: Regina Cali, &c.
PARTE PRIMERA.
ADA menos es la irreligion, dice S. Ambrosío,
que eso de que tanto se vanagloria: robustez
de entendimiento, imperio de la razon , superioridad
de ingenio que desprecia y se sobrepone à los errores
y fabulas que embaucan al pueblo credulo: tales son
los pomposos titulos con que se aplaude y goza desver.
gonzadamente el soberbio incredulo, que tan distan
te vive de conocerse à sí mismo, como la religion que
combate. Pero venid, corred y rasgad este velo fatal;
observad en la incredulidad mas altanera y desconfia
da la misma debilidad disimulada baxo un exterior
engañoso : hablo de la incredulidad de los Escri
bas, Fariseos y Doctores de la ley en el misterio
de la resurreccion de Jesu-Christo. Eran estos unos
hombres que tantos años habia que regentaban con
Xy a Sl 7
N 356 SE RM o N
suma autoridad las catedras de la ley; unos hom
bres depositarios de las profecias, interpretes de los
sagrados oraculos: examinad sin embargo su proce
der, y hallareis solamente la imprudencia y la teme
ridad que no consulta ni da oidos à la razon, y los
errores y pasiones que se ciegan à la razon obstinada
mente: caracter el mas propio y mas cierto del incre
dulo. Continuadme vuestra atencion 3 y reconocereis
que en el tribunal mismo de la razon no hay cosa mas
agena de ella que el incredulo. - .

Imprudencia que precipita el juicio, temeridad


que resuelve y decide sin verdadero examen, ved ahi
repito el primer caracter de oposicion à la razon. Ya la
Sinagoga parece que ha triunfado plenamente; ya
aquel Jesus, objeto de tantas envidias, victima de
su odio y de sus virtudes, pasó de la cruz al sepul
cro 3 y con él se han sepultado su gloria, su fama,
sus conquistas: unos pocos discipulos temerosos y
acobardados, apenas se atreven à quexarse y doler
se en el silencio de la tenebrosa noche : y la es
peranza que apenas alienta ya en sus corazones, no
les dicta otro remedio ni desahogo que prorumpir en
lagrimas; lagrimas, que ellos ofrecen à la memoria de
un maestro digno por cierto de mas dichosa suerte: la
misma Magdalena, aquella muger tan amante de Je
su-Christo, tan animosa, tan intrepida, tan fina,
despues de haber oido en el Calvario los ultimos sus
piros de Jesus moribundo, solo viene al sepulcro à
buscar el triste consuelo de bañar con su llanto el
palido y sangriento cadaver de su adorado Maes
tro; y toda acongoxada, no osa prometerse hallar
le vivo; llena toda de sentimiento y miedo, no le ve
teniendole delante, y le busca todavia; hablandole
está, y aun se pregunta a sí misma por él : la ma
- *. - yor
DE LA RESURRECCION, 357.
yor parte del pueblo, dudoso tal vez, y perplexo has
ta entonces entre la autoridad de la Sinagoga, y
la admiracion de tantos portentos, no ve ya en el
feliz pecado de sus Pontifices sino un zelo justificado
por el efecto; y si el corazon humano es capaz de so
siego quando es reo de tan enorme iniquidad, los
mismos Fariseos se saborean en dulce paz con el bar
baro deleite de haber conseguido exterminar al justo
y deshonrar su nombre.
Pero qué estrepito y horrible trueno se oye en las
esferas que perturba esta infiel y falsa seguridad º
Asustada la guardia, entra en Jerusalen llenandola de
terror y espanto: la causa es aquel Jesus que ya
no existia, y que de entre los brazos de la muer
te se levanta vivo y triunfante 5 y mostrandose mas
terrible y majestuoso, que quando mandaba à los de
monios que se sumiesen en los infiernos, tiembla
la tierra al resucitar , y rompe sin quebrantar
los las puertas y candados que le separaban de la
region de los vivos. Los Apostoles cuyo animo y
esfuerzo se avigora con la resurreccion de su maes
tro , proyectan ya la conquista del mundo , in
tentan que reconozcan todos y adoren por su Dios
à aquel Jesus despreciado y condenado por su
pueblo. . . . . .. . . . . ...
-
- -

Ya considerareis, carisimos oyentes mios, qué


alteracion, qué comocion tan exttaña ocasionaria una
novedad tan inopinada en los Pontifices, en los Es
cribas, en los Fariseos; en unos hombres que eran
cabezas de la religion y del estado ; en unos hom
bres cuyo particular interes (aquel interes digo de
la gloria y de la opinion, que es lo que mas se ape
tece, y se solicita conservar en tan altas dignidades)
estaba tan intimamente unido con el interes publico.
-- Tra
358 º SE R. M o N
Tratabase de un suceso el mas asombroso de quantos
pueden referirse en los fastos del mundo ; suceso tan
singular y tan unico que no tuvo semejante en los si
glos que le precedieron, ni se renovo jamas en los si
glos siguientes, ni se atreveran tampoco los siglos ve
nideros à emularle, ni à fingirle: tratabase de una
resurreccion que decidia irrevocablemente ô à favor
de Jesu-Christo, ô contra Jesu-Christo, que acredi
taba de falaces ô de verdaderos su doctrina y milagros,
reprobando ô justificando la sentencia de muerte que
se pronuncio contra él: tratabase de una resurrec
cion que aseguraba à las cabezas del pueblo judaico
la gloria de haber salvado el templo y la ley , ó que
los infamaba por haber sacrificado à su odio implaca
ble la esperanza de Jacob, el Mesias prometido por
los Profetas: resurreccion que dirimia todo litigio y
controversia, y que privaba à los discipulos de Jesus
de todo recurso, ô dexaba à los judios vergonzosa
mente confundidos. No lo he dicho todo: tratabase
de una resurreccion cuyas consequencias y efectos an
tevieron y conocieron ellos; porque sobresaltados por
la novedad que podia causar en el pueblo, el mas le
ve indicio de la resurreccion de Jesu-Christo, soli
citaron y consiguieron un cuerpo de guardia para que
guardase el sepulcro. Estos hombres pues tan provir
dos en cautelarse contra el zelo de los discipulos, de
quien ultimamente nada tenian que temer, supuesto
que no les habian dexado nada que esperar, con qué
solicitud no procuran averiguar el principio y causa
de un rumor que les anuncia el prodigio tan temidº
quanto inopinado? Con qué solicitud no acuden a
revolver las Escrituras, à ponderar en la balanza
del santuario y de la razon la verdad de los hechos,
à conferirlos con las antiguas profecias a ºr
- - ir

DE LA RESORRECCION, 359
la vida de Jesus, a cotejar el nuevo milagro con tan
tas maravillas de que ellos mismos fueron testigos, ha
bilitandose de este modo para conocer la verdad, repa
rando su vergonzosa ceguedad con un verdadero arre
pentimiento; o poniendo en claro el confuso laberinto
del proceso iniquo que se fulmino contra su Majestad,
para desengañar à los que tenia deslumbrados o la
preocupacion, ô la ignorancia Verdad es que la
justicia, la honradez, el zelo de la religion, el amor
del estado y de la patria, todo conspira para exigir de
ellos el mas profundo examen, las mas serias reflexio
nes, las cautelas mas prudentes, las mas atentadas
prevenciones; pero como indagar una verdad, contra
ria no solamente à nuestras ideas, à nuestras preo
cupaciones, à nuestros juicios, sino tambien à nues
tros intereses, pida una valentia de espiritu singular,
y una virtud sobresaliente, pocos hombres llegan à
averiguarla: à lo menos los Fariseos bien agenos estu
vieron de emprender semejantes diligencias: es verdad
que se congregaron, consultaron, deliberaron, dis
currieron arbitrios, se valieron de todos los ardides
de su politica ; mas para qué, pensais para obscure
cer la verdad, para sufocarla, para intimidarla y se
pultarla: no temais que la examinen, que la inda
guen sinceramente, ni aun que se dignen de oirla,
porque son muchos los intereses, las inclinaciones, los
dictamenes contrarios con quien tienen que lidiar: re
sueltos pues à no creer, no quieren saber, porque sa
ben que les ha de costar mucho menos ignorar la
verdad, que resistirla; y asi sin examen, sin infor
me verdadero divulgan y sentencian que Jesus no
.

ha resucitado. Conducta y proceder no solo injusto y


lleno de obstinacion, sino imprudente, temerario y
desatinado
-
. No es verdad, carisimos oyentes que
• , - - -,
mios,
" .. - -
36o SE R M o N
que puede llegarse à dudar si es capaz el entendimien
to humano de incurrir en semejante delirio? ð antes,
que seriamos felices si la desverguenza de nuestro si
glo, limitandose solo à imitar el exemplo de los judios,
no le excediese Porque, lo que ya no nos asombra,
por haber debilitado las impresiones de la admiracion
la costumbre y la repeticion de los exemplos, es ver
unos hombres no estimulados como los Fariseos para
hacer guerra al Evangelio por las preocupaciones del
nacimiento, por los empeños de la negociacion y tra
mas politicas; unos hombres quiero decir criados en el
centro del cristianismo, hombres que tal vez han vivi
do muchos años segun el espiritu de una fé viva, y se
gun las eternas verdades que enseña; que abrigados
baxo la sombra de esta sacroSanta religion encontra
ron el sosiego de su alma, la paz de su corazon, ver
los repito desamparar derepente este dichoso camino,
negar y renunciar la religion que profesaron, avergon
zarse de haber sido cristianos, blasonar de no serlo ya,
adoptar derepente nuevas ideas, nuevos dictamenes,
sin preceder el menor examen, el menor estudio, el
menor informe, sin poder convencerse à sí mismos so
lida y irrevocablemente de su deplorable mudanza:
ver unos hombres que en qualquiera otro asunto son
hombres atentados, reflexivos, prudentes, de peso:
ver à estos mismos hombres que en materia de reli
gion, negocio en que se cifran y aventuran todos
los intereses temporales, y todos los eternos, sin mas
aliciente tal vez que el de un indolente reposo, de una
peligrosa seguridad entregarse al sueño de una razon
tan aletargada, que para no verse compelida à creer,
huye del trabajo y diligencia de examinar: verlos
pasar toda la vida sin saber si son cristianos, ö no,
manteniendose en una indiferencia que decide sin
de
DE LE RESURRECCION. 361
decidír, supuesto que lo mismo es no abrazar la reli
gion, que repudiarla: verlos incurrir muchas veces
en una incertidumbre pecaminosa, ô en una incredu
lidad insolente, fundada en la mas leve duda, en el
raciocinio mas superficial, en una objecion que no os
parece solida y convincente, sino porque no llegais à
comprehender sus sofismas, y porque presumis va
namente que se daria por convencido y cederia todo
entendimiento donde el vuestro cede; en la acelerada y
poco refiexiva leccion de una obra que debe toda la ha
lagueña eficacia de sus sofisticos argumentos à la habili
dad del autor, que acertó à lisongear vuestra inclina
cion dominante, que acertó a lisongear quiero decir
à la infeliz propension con que aspiramos siempre à
disponer despoticamente de nuestro entendimiento y
de nuestro corazon: ver repito unos hombres, pruden
tes por otra parte y juiciosos, timidos y circunspec
tos, desconfiados y providos, fundar y establecer
sobre principios y cimientos tan falsos el edificio de
una incredulidad cuyas funestas consequencias debe
estremecerlos : este es, hermanos mios, el escandalo
de la razon y su ignominia, no menos que de la
religion.
Bien sé yo que como advierte Tertuliano nuestra
santa religion está cimentada sobre argumentos tan
verdaderos, tan convincentes, y tan infalibles, que solo
puede impugnarla quien la ignore; mas lo que yo
1ntento decir en este dia es que para desamparar el
hombre sin infamarse una religion tan solidamente es
tablecida, era necesario à lo menos una apariencia
de razones mas fuertes, que las que hacen fuerza à
tantos entendimientos presumidos y holgazanes. Aten
ded con efecto al nuevo rasgo de conformidad que se
halla entre la incredulidad de los Fariseos y entre la
Tom, IV, Zz 1n,

---
362 SE R M o N

incredulidad de nuestros dias; y observareis que la


suma imprudencia de aquellos hinchados sabios del
judaismo consistio en la temeridad con que insolen
temente se negaron a no creer un hecho, a cuyo cre
dito allanaban el camino tantos fidedignos hechos.
Todos ellos conspiran à hacer creible la resurreccion
de Jesu-Christo. Los repetidos milagros de Jesus, la
resurreccion reciente de Lazaro no daban lugar para
dudar que Jesus era arbitro de la vida y de la muer
te. Respiraba Jesus una santidad tan publica, y tan ine.
gable, que para proceder contra su Majestad como reo,
fue necesario imputarle delitos fingidos; es verdad que
rindió la vida à violencias del odio implacable del pue
blo; pero bien sabido es, que Jerusalen iniqua tiñó
no pocas veces sus sacrilegas manos en la sangre de
sus profetas; pero en su muerte declaró Jesus que so
lo moria para resucitar, apelando à su resurreccion
para que se juzgase entre él y Israel; pero los mila
gros que se obraron en su muerte, eran fiadores del
milagro que habia prometido; pero todas las Escri
turas que hablaban de Jesus, profetizaban que des
cenderia al sepulcro, y que se levantaria de él. Un
prodigio pues precedido, preparado, afianzado, con
testado con tanto numero de prodigios, no podia
menos de allanar y facilitar el camino à todo humano
entendimiento para su creencia: una nueva prueba,
siendo como era solidisima, despues de tantas prue
bas, suficiente era para disipar las sombras y dudas
del entendimiento mas pirronico 3 y por consiguien
te para negar el milagro de la resurreccion, para
impugnarle, para condenarle, para reprobarle, nada
menos era necesario que argumentos evidentisimos
de la ficcion; nada menos era necesario que una evi
encia superior à toda evidencia 3 impugnar repito
- CS
DE LA RESURRECCION, 363
esta resurreccion milagrosa, repudiarla, negarla, con
denarla con una presuncion y satisfaccion desdeñosa,
con una indolencia tan soberbia que no se digna de
informarse, de examinar, de averiguar, no era esto
vulnerar no solo todos los derechos de la verdad, sino
quebrantar desvergonzadamente todas las leyes de la
razon y de la modestia º
Aplicando pues este raciocinio à los incredulos de
nuestro siglo, qual pensais que es, os dire, esa religion
que renunciais. Ella es una religion tan sublime en sus
dogmas, tan profunda en sus misterios, tan augusta en
su sacrificio, tan grande y majestuosa en su culto, tan
exacta en la proporcion de que consta todo orden y
economia, que si es obra de algun mero hombre, es ne
cesario confesar que una mano mortal Supo imitar per
fectamente las obras de la divinidad: ella es una religion
tan pura en su doctrina, y tan santa en sus leyes, que
es necesario decir que para ser artificio humano engran
dece y eleva al hombre extraordinariamente sobre el
hombre mismo; y que nos guia y conduce con tal segu
ridad à Dios, que solo puede traer su origen de Dios:
ella es una religion vaticinada por tantos profetas, acre
ditada con tantos milagros, rubricada con la sangre de
tantos martires, ilustrada con las virtudes de tantos
justos; una religion que salio ilesa del acero de tan
tos tiranos, que fundó su imperio sobre las ruinas de
tantas religiones, que sobrevive à la decadencia de
tantos reynos, que no intento ya que le presteis obe
diencia y rendimiento; sino representaros que una
religion que respira tanta verdad y divinidad, me
rece alguna atencion, algun respeto, alguna conside
racion de vuestra parte aun quando la renunciais y
desamparais: quiero decir que sin cegaros à las lu
ces de una pura y sana razon no podeis abandonar
Zz 2. la
364 SE R M o N -

la sin haber pesado y examinado maduramente las au


toridades respetables, los autenticos monumentos, los
testimonios fidedignos, los milagros publicos y ciertos
que deponen y acreditan su celestial origen; quiero de
cir que no debeis abandonarla sino despues de haber
conferido por medio de un serio examen los argumentos
con que es impugnada, y las razones con que se prueba;
y que no podeis abandonarla finalmente ( y entonces
os aseguro no la abandonareis) sino fundados en un
juicio y dictamen dictado por un entendimiento, que
sea dueño, y no esclavo del corazon; porque renun
ciar una religion tan solidamente establecida, y defen
dida tan poderosamente, por antojo, por pasion, por
veleidad , por inconstancia, por capricho ; renun
ciarla repito persuadido de conjeturas vanas, de fri
volas sospechas, de sofisticos argumentos, de su
puestas imposibilidades: no es esto empezar ya à no
ser hombres por dexar de ser cristianos, y negarse à la
razon por abjurar de la religion?
No obstante, bien sabeis que esa gran multitud
de incredulos, no procede ni brota sino del centro de
la indolencia y ociosidad, de la precipitacion y inad
vertencia, de los errores y viciosas inclinaciones: es
verdad que algunos deben su incredulidad à una
ciencia hinchada y presuntuosa; pero el mayor nu
mero es de esos hombres frivolos y superficiales que
deben su impiedad à la ignorancia y à la sensuali
dad ; algunos hay que abusan de su razon 3 pero los
mas no se aprovechan de ella: para un incredulo de
estudio y de sistema que se encuentre, quántos in
credulos no hay de casualidad y de capricho Llamo in
credulos de casualidad y capricho à aquellos incredu
los que solo lo son por espiritu de singularidad, y
porque se avergonzarian de pensar y de creer como
plen
DE LA RESURRECCION. 365
piensa y cree la gente popular, y cuya creencia y fé
podria prometerse la religion, si no creyese en ella la mu
chedumbre. Llamo incredulos de casualidad y de ca
pricho à aquellos incredulos que solo lo son por pa
recerlo, por ostentacion y por vanidad ; porque en
estos miserables tiempos ha conseguido plenamente el
infierno, confundir y equivocar la fama y opinion de
hombre sabio con la de hombre libertino, como
intentando con este artificio recompensar la ignomi
nia de lo uno con lo brillante de lo otro: tentacion
funesta y halagueña para tantos hombres inconsidera
dos, que anhelando ansiosamente por asir la som
bra de una vana estimacion popular, posponen el cre
dito de hombre de solido y verdadero entendimiento,
al de hombre de ingenio florido y audaz: asi vemos
que renuncian el honor de ser hombres de razon por
adquirir entre ciertas gentes creditos de hombres que
saben pensar y raciocinar. Llamo incredulos de casua
lidad y de capricho à aquellos incredulos que solo
lo son porque lo son los demas: la inclinacion, ô an
tes bien, el delirio y el fanatismo de nuestro siglo
es ese furor de disputar, de decidir, de dogmatizar
en materias de religion; y si hay algun hombre que
sepa ceder todavia y rendir su juicio, por grandes que
sean sus talentos, por grande que sea su erudicion,
es reputado por ignorante. De aqui es que vemos tan
tos hombres que para ser christianos no les falta sino
ser de otra nacion, ô haber nacido en otro tiempo;
pues solo carecen de religion por conformarse con el
gusto del siglo en que viven, o con el de sus paisa
nos. Llamo incredulos de casualidad y de capricho à
tantos incredulos que viven esclavos de una adula
cion vil y indecorosa: arrogase tal vez uno la auto
ridad de dar la ley en el mundo; y vereis quantos dis
- - - ci
366 SE RM o N
cipulos vergonzosamente condescendientes acuden à to
mar lecciones de pensar de este maestro tan respetable;
vereis à esas almas tan indomitas por una parte, y por
otra tan sumisas deshonrarse por el orgullo mas insen
sato con que se rebelan contra Dios, y con la mas
servil sumision con que se sujetan à los hombres. Lla
mo incredulos de casualidad y de capricho à todos los
que lo son de corazon mas que de entendimiento, por
inclinacion y preocupaciones mas que por reflexion y
por estudio; que lo son por sus modales y lenguage mas
que por persuasion y convencimiento.
Descartemos pues del numero de los incredulos to
dos estos de que acabo de hacer mencion, y se echara
de ver quán pocos son los que pueden dar à su incre
dulidad un baño y un colorido de razon. Pero yo doy
un paso mas adelante, y sustento que esos mismos
hombres que se atribuyen insolentemente la gloria
de autores de sistemas tan bien discurridos, de refle
xiones tan profundas y atinadas, no son tampoco si
no unos incredulos de casualidad , y de capricho.
Ellos, se dice, han estudiado, y han examinado nues
tra religion: pero qué estudio, qué examen es el su
yo? Examen frivolo, examen superficial fundado en
la leccion de algunos libros, practicado con un cora
zon lleno de pasiones reprobadas por la religion, y
con un entendimiento enemigo de la docilidad y su
mision que tanto ella encarga, y con la embriaguez
muchas veces de la sensualidad y torpeza: fundado
repito en discursos disolutos, en conversaciones im
pias, en sistemas destituidos de principios y de con
sequencias, en raciocinios sin razon, en dudas peli
grosas, en vanas sutilezas que señorean y convencen
a una imaginacion docil y flexible por la satisfaccion
propia, y por la intrepidez con que se apoyan 3 nº
7 - - hay
DE LA RESURRECCION. 367
hay otro maestro, no hay otro estudio. Vosotros que
conoceis el mundo y lo que en él sucede, no ignorais
que no se le perdonaria al politico aventurar el bien
de la republica, ni al magistrado decidir sobre un
negocio importante, ni al sabio admitir o repudiar
una conjetura, u opinion filosofica con la facilidad,
la imprudencia, la temeridad, la precipitacion, y
tan sin ningun examen como se arrojan los hombres
à decidir sobre la religion, y contra la religion. Exa
men por cierto inutil y peligroso; pues à exemplo de
los Fariseos, no se hace este examen con el fin de
acertar el juicio, sino con el de confirmar y justifi
car el juicio que ya se hizo: porque el primer paso
que da el hombre, es dexar de ser cristiano, y des
pues buscar razones para no serlo de ningun modo.
Examen falso, y lleno de engaño: resuelvese el hom
bre à no creer, y desde aquel punto ya no estudia la
religion sino en libros enemigos del Evangelio; que
riendo saber todos los argumentos inventados contra
ella, y ignorar todos los que prueban sus verdades in
constrastables : es verdad que examina y inquiere;
pero si el entendimiento es el que piensa, y medita,
el corazon juzga y decide, con lo qual se verifica que
las pasiones del corazon consuman la obra que empeza
ron la imprudencia y la temeridad del entendimiento:
y hemos llegado al segundo caracter de oposicion à la
razon que descubrimos en la incredulidad de los Escri
bas y Fariseos, que son las pasiones que se obstinan y
hacen fuertes contra la razon.
1 I Ninguno en Israel debia estar mas convenci
do de la resurreccion de Jesu Curisto que los mismos
que la negaban y combatian con tanto empeño; pero
sobresaltados y temerosos de las consequencias del
horrible deicidio que han cometido, ya les parece
que
368 SERM o N

que oyen la voz de aquella sangre que esta todavía


caliente y humeando en el Calvario, y que les anun
cia un Dios justiciero: estremecense al considerar que
aquel Christo que acaba de morir, puede turbarles el
curso de los felices sucesos que se prometen; porque co
mo profetizo que habia de resucitar al tercero dia,
sus mismas prevenciones y cautelas dan un testimonio
de su miedo. Pero ô infeliz astucia, ô humana politi
ca, exclama aqui San Agustin, quán poco puedes
contra el Señor esos soldados, ministros de vuestro -

odio mortal, seran los primeros testigos de la resu


rreccion de Jesu-Christo, y si no se la acreditan al
pueblo, ya os la acreditan à vosotros, viendoos obli
gados à creer à pesar vuestro ese milagro que no que
reis que se crea.
Quiero sin embargo, amados oyentes mios, que
acalorados los Escribas y Fariseos con la estraña nove
dad que es preciso causase un suceso tan funesto à la
Sinagoga, ofuscados de cierta niebla y obscuridad, y,
llevados de cierta preocupacion y adhesion nimia
à la ley de Moyses, se resistiesen y cerrasen los ojos
à la evidencia de un milagro, que pensaban por otra
parte que él mismo se desvaneceria y caeria en el ol
vido despreciandole: pero qual seria la suspension de
sus animos quando se viesen destituidos de este ulti
mo recurso, oyendo que los Apostoles mismos predi
caban y publicaban el triunfo de Jesus resucitado?
Porque, cómo podran negar un testimonio tan con
vincente Diran acaso que los discipulos de Jesus son
unos hombres ilusos ? Pero no es este un suceso que
si los Apostoles no le vieron, no pudieron creerle 5 y
que si no existia, no le pudieron haber visto un su
ceso, cuya fé no fundan en la autoridad de un
convencimiento ageno, sino en una persuasion pro
pia
DE LA REsuRREccioN. 369
pía y personal; un suceso de que no tuvo noticia uno
solo, sino muchisimos; un suceso de que no tuvieron
à la verdad un conocimiento momentaneo de que lue
go se olvidaron, sino una prueba constante, durade
ra, permanente? No se trata de un hecho que solo
pudo adquirir credito en su entendimiento destru
yendo todas sus preocupaciones y ideas desconfiados
algunos y nimiamente sospechosos manifestaron su
resistencia mas de lo justo; pero toda su conduóta
acredita la verdad de Jesu-Christo: su fuga y su re
conocimiento; sus dudas y su persuasion; su cobar
dia y su valor: porque por eso desampararon à Jesus
porque fluctuaron y vacilaron en la fé; y por eso vol
vieron reconocidos à Jesus, porque llegaron a darle
credito con la mas intima y solida persuasion. -

Diremos que si ya no procedian ilusos y engaña


dos los discipulos de Jesu-Christo , querian des
lumbrar y engañar a los demas pero qué interes tan
poderoso podria estimularlos à erigirse en apostoles
de la mentira Acaso la ambicion, acaso la codicia?
Pero no es notorio que la autoridad, el valimiento,
las riquezas, todo reside y está depositado en manos
de la Sinagoga por otra parte qué pueden prometer
se ni esperar de aquel Jesus à quien su patria no su
po hospedar ni proveer, sino de una cueva desierta y
derruida para dar principio à su trabajosa vida, y de
una cruz para acabarla qué pueden esperar de aquel
Jesus que solo les promete afrentas, calamidades, ig
nominias y asi desde el primer paso que dan en la
carrera del ministerio Evangelico, ya ven cumpli
dos estos vaticinios, ya ven vibrar el acero que ha
de degollar la victima, ya ven encenderse la hogue.
ra que la ha de consumir. Moviolos acaso la espe
ranza de un suceso que podia lisongear su vanidad
z. Tom. IV, Aaa Pe

Pºr r = o r-------
37o SE R M o N
Pero no advertís que si la resurreccion de Jesu-Chrís
to no es verdadera, todo se convertiria en daño de
ellos? el cielo à quien provocaria su invencion y en
gaño; el infierno cuyo culto y sacrificios exterminan:
el mundo à quien intentan despojar de sus idolos; la
Sinagoga que pelea por su ley 5 el paganismo que de
fiende sus deidades: todo conspiraria para privarlos
de la esperanza de un suceso y exito feliz que nunca po.
dria conceder el poder de los Cesares à una verdad tan
repugnante à los engaños y concupiscencias del mun
do, y con que mucho menos podria autorizar el cie
lo el error y el fingimiento. Y cómo es posible por
otra parte que se hubiesen engañado tantos hombres,
y que la astucia y el odio de sus enemigos no hubie
sen percibido en ellos algun vestigio de pasion huma
na? Habra alguno tan estolido que entienda que lle
garon a fundar en el mundo el reyno de la santidad
y de la virtud, fundando y estableciendo el reyno del
error ni que Dios hubiese sacado mas provecho y
mejor partido de la maldad, que de la verdad? ní
que los apostoles y discipulos de un Mesias falso hu
biesen esterminado y destruido mas vicios y supersti
ciones, que los mas zelosos Profetas Cómo distin
guiremos pues al hombre recto y bueno del malo y
perverso? Careceras acaso, ó verdad santa, de mas
caracteres y propiedades para darte à entender à los
hombres? º º
. Tiene con efecto, Catolicos, sus caraóteres y pro
piedades la verdad, que la separan y distinguen del
error, propiedades que una razon despejada y des
nuda de pasion no dexa de cónocer y penetrar 3 pues
solo las pasiones humanas pueden obscurecerla y bor
rarla. De aqui es que como el testimonio de los Aposº
toles contradice y combate las inclinaciones de aqueº
- -l. - s «- - - º los
DE LA RESURRECCION. 37r
los sabios y prudentes del judaismo, bien puede aquel
ser un testimonio convincente y decisivo, que estos
siempre hallaran efugios con que debilitar y destruir
su autoridad y evidencia; y no parando aqui, Veran,
ò imaginaran que ven en los Apostoles intentos y fla
quezas de que carecen; y en sí propios nunca veran la
pasion, el odio y la envidia que los alucina, los ena
gena y ciega.
Ceguedad frequentisima en los filosofos tan pon
derados de nuestro siglo. Como son hombres sistema
ticos y fundados en principios, no quieren, dicen, ca
minar sino por las sendas de la verdad averiguada:
para ellos no hay prueba ni argumento que les acre
dite nuestra santa Religion: los vaticinios de los Pro
fetas, los milagros de Jesu-Christo, y de los Apos
toles, la fé y la fortaleza de los martires, la santidad
del cristianismo y de los cristianos, la conversion uni
versal del mundo, que ella sola es un prodigio mas
estupendo, que quantos se debe suponer necesariamen
te que la precedieron ; todo les, parece dudoso, to
do sospechoso: de todo desconfian, de las preocupa
ciones y autoridad humana, de la deposicion y con -
-sentimiento unanime de tantos siglos, y de tantas na
ciones. Pero ah entendimientos presumidos de voso
tros, y de vuestras pasiones habeis de desconfiar prin
cipalmente. Empezad por ser mas modestos, y mas
hombres de razon, y acabad ya de no conoceros à vo
sotros mismos, y de no conocer à los demas. Resuel
tamente afirmo que si la Religion Catolica fuese mera
fabula, las preocupaciones exteriores que la favoro
cen, no prevalecerian en tantos hombres que discur
ren tanto como vosotros, y acaso mucho mas, en tan
ras almas que porque practican con fidelidad sus pre
ceptos, conocen tan bien como yosotros, y acaso me
---

" «.
y- . Aaa 2. jor
372 SE R M o N

jor que vosotros quanto cautiva el entendimiento, y


enfrena el corazon; no prevalecerian, repito, las preo.
cupaciones contra la fuerza de la verdad que la ne
gases pues auxiliadas las preocupaciones de las pasio
nes que ésta misma Religion reprueba, no prepondera
rian contra la razon mancomunada con el corazon,
y contra el corazon sostenido y defendido por la ra
zon: quién por el contrario no sabe, ni quién puede
ignorar que una sola inclinacion viciosa del corazon
humano, el menor interes del amor propio no basta
para burlarse del mas despejado entendimiento El
primer paso pues que deviais dar antes de decidir de
la Religion, era ô debia ser desnudaros de vuestras
pasiones, y empezar à vivir como hombres cuerdos y
virtuosos antes de deliberar si habeis de vivir como
cristianos: porque sin este previo examen, sin esta
precaucion envano confiais de la robustez y penetra
cion de vuestro entendimiento. Porqué asi porque en
materia de Religion no hay ni habra nunca verdad tan
evidente, que un corazon, interesado en no creer, no
la sepa ocultar à la razon, y que no sepa obcecar y
obstinar esta misma razon. Quereis de esto un arguº
mento convincente sigamos en su ceguedad a los Es
cribas y Fariseos. Perdonemosles sus preocupaciones
injustas contra los discipulos de Jesus 3 pero cómo se
han de desentender del testímonio de los Apostoles,
fundado en el testimonio expreso de las Escrituras º
pues sucediendose de siglo en siglo unos profetas à
otros, les manifestaron al Mesias oculto entre su pue
blo, el qual renaciendo y volviendose à manifestar à
la vista de aquel mismo pueblo, no se les dice sino
aquello mismo que leyeron tantas veces. Pero cómo se
han de desentender de un Isaac libertado del acero de
su padre, y de las llamas de la hoguera º cómo de un
Moy
DE LA RESURRECCION. 373
Moyses arrojado à las corrientes del Nilo, y intiman
do leyes à Egypto cómo de un Josef encarcelado al
principio, levantado despues à una dignidad casi
real 3 de modo que todos los justos, todos los heroes,
todos los sacrificios, todos los sucesos de la ley an
tigua no fueron otra cosa que sombras y figuras del
Mesias, las quales anunciaban su muerte ignominio
sa, y su nueva vida. Pero los Apostoles no son ellos
mismos un milagro poco menos asombroso que el mi
lagro que publican no son ya aquellos hom
bres rusticos y ignorantes, sino unos hombres do
tados de los mayores talentos: no saben sino una
lengua, que es la que hablan todos los pueblos y to
das las naciones: no son ya unos hombres flacos y su
jetos à pasiones, sino unos heroes à quienes el mun
do no puede ofrecer cosa que se dignen desear,
ò temer , no son, por explicarme asi, sino los mis
mos nombres, no ya los mismos hombres. Por otra
parte los milagros que obran los Apostoles continua
mente dan un testimonio irrefragable del prodigio
que publican : y el Fariseo incredulo ve cumpli
dos por sus propios ojos, y à pesar de sus extrañas di
ligencias para estorbarlo, los oraculos que profeti
zaron y anunciaron à Christo: ya se franquea
la entrada del santuario, ya se estremece todo y va
cila en Jerusalen y sus provincias comarcanas: todo
pronostica que ya llegaron los tiempos, y que empie
za ya à levantarse aquel imperio espiritual del Mesias,
que ha de reynar en todos los pueblos y en todos los
siglos. - - .

Ya conozco que no podeis vosotros comprehender,


amados oyentes mios, como pudieron los Fariseos cer
rar los ojos à la luz, que por todas partes centelleaba,
y se les entraba por el alma. Pero esta dificultad con
siss
374 SE R M o N

siste en que vosotros solo atendeis à las razones que


tenian para creer. Pero venid conmigo, internemonos,
y sondeemos los senos de su corazon: observad los
intereses y conveniencias que los impelian à no creer.
Motivo, ô interes de preocupacion. Porque si Jesu
Christo resucito verdaderamente, es preciso que ado
ren como à Dios vivo y verdadero à aquel Jesus que
como al mayor facineroso pusieron en una cruz don
de rindio el alma; y entonces se seguia que empezase
su imperio y gloria en el sepulcro, termino fatal
donde fenece el poder de los mayores monarcas. Inte
res de furor y de envidia. Porque de un hombre à
quien se aborrece, solamente se creen aquellas cosas
que acrecientan el odio, ô degradan la estimacion.
Interes de falso zelo. Porque resucitando Jesus, el
Evangelio sucede à la ley antigua; y saliendo Jesus del
sepulcro, queda ya reprobada la Sinagoga. Interes de
prosperidad mundana. Porque si Jesus es el Mesias
verdadero, siguese que el reyno de David es reyno
de pura santidad y justicia, y por consiguiente que
ellos esperan y suspiran por un reyno de fausto y
opulencia. Interes de orgullo y de ambicion. Porque
cómo descenderan ellos de sus autorizadas cate
dras para prestar atentos y humildes oidos à los
apostoles de la ley nueva Interes de opinion. Porque
como la han comprado y adquirido à costa de tan.-
-tos delitos, no pueden verdaderamente negar la
nueva maldad que les pide ahora 3 y confesar que Je.
sus es el Mesias prometido al mundo, es lo mismo que
confesar que mancharon sus sacrilegas manos con la
sangre del justo. -

No me pregunteis pues ya, Catolicos, como pu


dieron cegarse tanto, que se resistiesen à los testimº
nios de los Apostoles: pues vemos que se obstinan y
* . .- -. er
l.
DE LA RESURRIECCION. 37 5.

resisten contra la verdad de otras razones mas urgen


tes todavia: resistense contra los prodigios que se
obran y multiplican todos los dias en la Iglesia recien
nacida; contra el expreso y literal cumplimiento de
los oraculos que profetizaron al Mesias; contra la vo
cacion de los Gentiles, y la conversion del mundo
resistense contra la dispersion y confusion de las ge
neraciones y tribus que no permite ya distinguir ní
reconocer al libertador de Israel que envano esperan;
contra la destruccion del segundo templo, donde ha
bia de dexarse ver el Angel del testamento; contra la
extincion total de la casa de David, cuya sangre ha
bia de correr por las venas del Mesias : resistiranse
contra todo; y todo finalmente lo creeran antes que
creer en Jesus. O estraña y asombrosa indocilidad y
obstinacion! pero que solo es estraña para el hom
bre que no conoce al hombre, para aquel hombre
digo que ignora quán debil y flaca es la razon mas
ilustrada y robusta contra las pasiones que arrastran y
aficionan el corazon. -

Esta es aquella funesta y perjudicial concupiscen


cia cuyos halagos no quiere reprimir el hombre: y
que es el escollo, como dice San Pablo, donde se estre
lla, y sumerge la religion de tantos christianos, que
arrebatados por la borrasca y huracan de las pasiones,
padecen en la fé un naufragio lamentable: bonam con
scientiam repellentes circa fidem naufragaverunt. (1) El
primer paso que da el pecador, es ofender à Dios, el
segundo procurar borrar de su memoria la idea, y el
conocimiento de su Majestad: de modo que empieza
por la culpa, y acaba por la impiedad; y no se desamº
. . . . . . . pan

(1) Ad Tim. c.i.v. 19. , , ,


*--
376 SE R M o N
para por o comun la fé, sino despues de haber con
trahido costumbres depravadas: los dogmas del Evan
gelio no parecerian à algunos contradictorios, si fue
se menos severa su doctrina; y no pocos serian cris
tianos verdaderos, si bastase para serlo creer lo que
enseña el Evangelio, sin estar obligados à practicar lo
que manda: bonam conscientiam repellentes circa fidem,
naufragaverunt.
No, amados oyentes mios, no se abandona por
lo comun la Religion, sino porque se teme; y no hay
para que alegarme algunos hombres que parece son la
honra de la humanidad por su rectitud, por su bon
dad, por su mansedumbre, por su desinteres y su
aversion à los deleites. Presente tendre siempre el pre
cepto del Apostol que prohibe hacer juicio de otro,
ni tomaré la defensa de la verdad con detrimento de
la caridad, ni os diré que un incredulo, exento de
todo afecto de sensualidad y de soberbia, seria un
fenomeno de que apenas suministrarian algun exem
plo todos los siglos juntos; y que ninguna cosa prue
ba con mayor evidencia el intimo enlace que tienen
entre sí la depravacion del corazon, y la perversion
del entendimiento, que la ostentacion y arrogancia
con que el libertino nos encarece y pondera sus sa
bios y sus heroes, à quienes pocas veces sin embargo
se propone él por exemplanes. Dexando pues à Dios
el juicio de lo que solo él ve y conoce, y ciñendo
me à hablar de lo que vemos, solamente os pregun
taré, donde estan y quienes son entre tanta multitud
de incredulos los que pueden llamarse incredulos de
reflexion y de razon depurada y
.

Podran llamarse incredulos de reflexion y de ra


zon depurada esos hombres que sin literatura, sin ta
entos, sin la menor advertencia , viven en el fer
yor
DE LA RESURRECCION. 377
vor de su juventud mantenidos unicamente de diver
siones y bagatelas hombres incapaces de reflexiones
solidas, y que antes de haber empezado à pensar co
mo hombres, renuncian el ser de cristianos. Podran
llamarse incredulos de reflexion y de razon depura
da esas personas de toda edad y sexo, de todo esta
do y condicion, que siendo tan detenidos y medrosos
en decidir sobre todo lo demas, deciden sobre los dog
mas mas incomprehensibles con una temeridad y sa
tisfaccion propia, que nos pasma y asombra porque
no parece sino que la Religion es hoy dia la unica
cosa que puede saberse sin estudiarse, ô que es li
cito condenarla sin saberla. Podran llamarse incredu
los de reflexion y de razon depurada esos hom
bres, cuyas costumbres tienen tan visiblemente es
tampado el sello de la pasion y del antojo y si es
tos son incredulos de reflexion, es preciso confesar
que aplicaron y pusieron todo el nervio y fuerza de
su ingenio y discurso en repudiar la Religion, y que
solo supieron discurrir para dexar de creer : hombres,
que como todos sus discursos, todas sus conversa
ciones, todos sus libros, todas sus obras no respi
ran sino lecciones de sensualidad y disolucion, no
parece que se han propuesto otro fin en la conjura
cion que han formado en desterrar à Jesu-Christo
de nuestros altares, sino el de colocar en ellos la ocio
sidad, la desidia, el regalo, la sensualidad: hombres
en quienes deseariamos que su corazon fuese mas
cuerdo y mas prudente, que su entendimiento, y
que fuesen mas filosofos en sus costumbres, que en
sus maximas. Podran llamarse incredulos de reflexion,
y razon depurada esos sabios, cuyos entendimientos,
estan sujetos à mas extravagancias y caprichos, que
à pasiones y sensuales apetitos el corazon del hom
Tom, IV, Bbb bre
378 . SE RM o N
brevulgar y baxo esos espiritus de contradiccion tan
to en asuntos de Religion, como en todos los demas,
que en fuerza de su modo de pensar unico y singular,
no tanto temen pensar, desvaratadamente, como pen
sar con el comun de los hombres, y que con tal que
hagan opinion aparte , nada les importa, que sea si
guiendo la verdad, ô siguiendo el error Podran lla
marse incredulos de reflexion y de razon depurada
esos hombres soberbios y arrogantes, dispuestos siem
pre à declamar contra las practicas y costumbres que
hallan establecidas, defensores de todo error repu
diado, y enemigos por su naturaleza de toda verdad
admitida y intimada? Podran llamarse incredulos de
reflexion y de razon depurada esos hombres volu
bles y inconstantes, que andan vagueando continua
mente de opinion en opinion 3 protectores de quime
ricos sistemas, que fundan y destruyen à su arbitrio;
hombres que adoptan sucesivamente todos los par
tidos, todas las ideas, todos los sentimientos; esclavos
siempre de la imaginacion, y nunca discipulos de la
razon? Hombres estrayagantes, que desagravian las
opiniones que repudian, con las que adoptan 3 que pa
ra adherir à lo que creen, consultan tan negligente
mente la razon, que no es facil persuadirse que se
hayan aconsejado con ella para apartarse de lo que
no creen: hombres que abrigando en su interior cier
ta aversion secreta contra la Religion, presumen
haber refutado suficientemente los mas solidos argu
mentos con una conjetura frivola y desatinada, con
una voluntaria hipotesi: hombres enfin, que para
creer ninguna razon les basta, y para no creer qual
quiera les sobra. , , , , , , .
Qué mas os sabre decir, amados oyentes mios?
Examinad esos sabios, esos filosofos que tanto presu-.
º , - ... s. .
- mçI
DE LA RESURRECCION. 379
men de abundar de razones, ô por mejor decir de racio?
cinios, y nunca dexareis de hallar en las inclinaciones.
de su alma, ô en el temple de su entendimiento algun
vicio, o alguna debilidad que es la semilla y la raiz de
su incredulidad: y si por disposicion del cielo que qui
siese mostrarse propicio a vuestras santas intenciones,
prestasen alguna vez benigno oido à vuestras pala
bras, ô vosotros, ministros del Evangelio! tened pre
sente que para introducirlos por las sendas de la Re
ligion, habeis de empezar por reducirlos al camino
de la razon. Yo casi me atrevo à salir fiador de su
fé, como vosotros consigais despojarlos de sus pasio
nes, y no solamente de las del corazon, sino de aque
llas tambien que pueden llamarse pasiones del en
tendimiento; porque sin este trabajo previo, por
mas que representeis ante sus ojos la mas viva y pu
ra luz, no veran gota; ô acaso veran, pero no cree
ran; ô acaso creeran, pero no confesaran lo que
creen. Asi alguno de ellos se ha manifestado, y ha
querido manifestarse siempre mas impio de lo que era,
impaciente y solicito de infundir en los demas una
seguridad de que él carecia, artifice diestro e hi
pocrita en instruir discipulos mas infatuados que
el mismo maestro ; y sintiendo en su alma menos
tranquilidad, porque alcanzaba mayores luces, so
lo era incredulo de aparente audacia; pero supo
formar incredulos indociles, fanaticos, pertinaces.
Y es esta aquella tan decantada fuerza y robus
tez de entendimiento y de razon Llamemosla an
tes fuerza fantastica, flaqueza verdadera, dice San
Leon. Postrar las altiveces de un espiritu altanero;
coartar la curiosidad de un espiritu bullicioso; fixar
la inconstancia de un espiritu voluble; sujetar las pa
siones à las leyes de la razon 3 cautivar la razon baxo
Bbb 2 el
38o . SE R M o N
el yugo de la autoridad, estos sí que son oficios y
propiedades de una alma verdaderamente noble y gran
de: magnarum hic vigor est mentium. Es verdad que
el cristiano puede tener, y con efecto tiene, no po
cos vicios 3 pero mientras conserva la fé, aunque sea
entre las ruinas de su piedad, yo observo huellas y
vestigios de su primera grandeza; porque él sabe res.
petar y venerar una verdad que le reprehende y le humi
lla, y él tiene valor para creer contra sus intereses y sus
inclinaciones propias, salvando asi la Religion del nau
fragio de la virtud. Pero en el impio todo es flaque
za, todo pequeñez; el entendimiento que recibe la
ley del corazon; el corazon que la recibe de las pa
siones: solo es grande en el la imprudencia y la
temeridad con que no consulta la razon 3 y las preo
cupaciones y las pasiones que se obstinan contra la
razon: dos caracteres de la libertad de entendimiento,
que espero os hayan convencido, que la razon misma
subministra argumentos contra el incredulo. Ahora
vereis que el mismo incredulo subministra argumen
tos a favor de la Religion. -

SEGUNDA PARTE.

Í, Catolicos: ya lo habeis oido, y no hay cosa


mas cierta. Es tal nuestra Religion Santisima, que
las estrañas diligencias del impio con que procura des
truirla y aniquilarla, solo sirven en virtud de un
prodigio con que Dios, autor de ella, acaba de echar
la el sello de ser obra divina, solo sirven digo para aña
dirla un grado mas de certidumbre 3 pues del hecho
mismo de no creer en ella el incredulo, resulta un
motivo de credibilidad : de modo que el incredulo
es un argumento à favor de la Religion por el es
-- -- - - 3.
DE LA RESURRECCION. 381
tado à que le reduce su incredulidad: y el mismo
incredulo es tambien un argumento à favor de la Re
ligion por su misma incredulidad : dos proposiciones
que acaso os sorprehenderan 3 pero que me prome
to explicar y probar solidamente y sin replica.
1 Pruebase la Religion por el estado a que se re
duce indefectiblemente el incredulo que la niega.
Cómo asi porque el estado del incredulo es un es
do de errores y de contradicciones; porque el esta
tado del incredulo es un estado de dudas e incerti
dumbres. El estado de errores y de contradicciones
acredita la verdad y la divinidad de la Religion: el
estado de dudas e incertidumbres acredita su sabidu
ria y su necesidad. No salgamos del misterio de este
dia, ni del plan que vamos siguiendo.
Observad como aquel Evangelio donde se refiere
la Resurreccion de Jesu-Christo, cuya creencia tan .
vanamente intentaron ahogar y extinguir los Fariseos
con artificios y mentiras; aquel Evangelio, que con sus
violencias intentaron inutilmente sepultar en su
principio, observad repito como este mismo Evange
lio se establece, y propaga en el mundo con una ce
leridad que le promete la conquista de todas las
naciones. -

Fariseos soberbios, zelosos defensores , postrer


recurso de la Sinagoga que vacila ya, qué defensa,
qué dique contrapondreis al torrente de convenci
miento y de gracia, que inunda y arrebata el univer
so? Levantese vuestra voz contra la voz del cielo,
que con sus maravillas se declara propicio; y contra
la voz de la tierra que con su docilidad las aplaude.
Sí, Catolicos, no dudeis que levantaran la voz y habla
ran 3 pero al oirlos hablar, el mundo entero asombra
do de no advertir los vestigos mas leves de razon en
aque
382 SE R M o N

aquellos oraculos de la ley antigua, exclamara con


San Pablo: ubi sapiens ? ubi scriba ubi conquisitor hu
jus saeculi (1) Qué podran decir ellos para justificar
y cohonestar su obstinacion? Nada podran decir que
no ilustre y confirme mas la verdad de la Resurrec
cion, dando testimonio de que solo puede ser impug
nada con fabulas y calumnias, y con un sin nume
ro de contradicciones claras y visibles; porque diran
y se veran precisados à decir que los Apostoles son
faciles y credulos, sujetos à vanos y groseros erro
res; y que al mismo tiempo son artificiosos, sagaces,
politicos, embaidores, que traen engañado al mun
do entero: que por falta de capacidad y de luces
no supieron conocer y averiguar el error, pero que
no les faltaron para sembrarle y persuadirle: que unos
hombres que no tuvieron animo ni valor para acom
pañar a Jesus en su Pasion dolorosa, se sacrificaron
por Jesus en el sepulcro con desatinada intrepidez,
y que convencidos de la impostura, se declaran por
apostoles y martires del impostor: diran y se ve
ran precisados a decir que unos hombres que son es:
clavos de todos los vicios, poseen al mismo tiempo
todas las virtudes ; que unos apostoles ilusos se ima
ginan que obran unos milagros, que en la realidad
no obran; que los cristianos primitivos dieron cre
dito à estos milagros sin haberlos visto jamas, ô que
daban la vida en credito de ellos sin creerlos: diran
y se veran precisados à decir, que ya pasaron y se
cumplieron los tiempos profetizados para la venida
del Mesias, y que sin embargo no vino el Mesias;
que la herencia de las naciones prometida al Reden
tO.
-
-
e

() . Ad cor, c. v.aº
DE LA RESURRECCION. 383
tor de Israel, se ha trasladado à las manos de un
usurpador; que la sangre de David que habia de
correr por las venas del Mesias verdadero, se acabó
y extinguió en las venas de un Mesias fingido. Aho
ra pues, dice San Agustin, no hay verdad mas cierta,
ni mas evidente, que una verdad que no puede ser
impugnada y combatida sino por la contradiccion:
principio inegable. Concluyamos pues que reducidos
los Fariseos, y sumergidos en un abismo de contradic
ciones tan palpables, no dicen ni pueden decir cosa
alguna que no sirva tanto, ô que en cierto sentido
no sirva mas que todo el zelo y todos los mila
gros de los Apostoles. Este triunfo pues tan glo
rioso de nuestra santisima Religion se ha renovado
en todos los siglos, y se renueva cada dia entre
11OSOtIOS.

Con efecto, quántos despues de los Fariseos han


andado por estos mismos caminos, hombres por otra
parte dotados de los mayores talentos, y doctos en
todas las ciencias? Supieron acaso estos tampoco abrir
se con mas dichosa y diestra mano una nueva senda,
que los libertase del escollo y precipicio de tantas
contradicciones que fueron la verguenza y la ignomi
nia de la infidelidad y protervia judaica porque la
misma causa se litiga entre nosotros y los libertinos;
tratase de la misma Religion, de los mismos hechos,
de los mismos milagros: ¿ y asi no es cierto que nos
responden, y que se ven obligados à respondernos con
las mismas fabulas de apostoles ilusos, o engañadores;
de apostoles que sin haber visto la verdad se muestran
persuadidos de unos milagros que no existieron, y
Por cuyo credito dieron sin embargo la vida millo
nes de martires, ô que sin hacer demostracion de
ella, intentaron persuadirlos no nos responden, y,
11O
384 SE R M o N

no se ven precisados à respondernos con la fabula ab


surda de un mundo que abraza una Religion que hu
milla el entendimiento, que desconsuela el corazon,
destituida de toda razon y motivo de credibilidad
Para creer, y contra todas las razones y motivos pa
ra no creer contradicciones mas palpables todavia en
los sistemas, que en contraposicion de la Religion in
Ventan : Sistemas en que nada hay consequente, en
que todo se contradice y se destruye. Emprenderé
referirlos por menor? Sistemas de ateismo. Ese vasto
universo sin Dios, y sin señor que le gobierne; una
obra sin artifice; una providencia y sabiduria infi
nita sin inteligencia, que mande; un movimiento
sin movedorò sin primera causa; unas leyes sin legisla
dor; un mundo donde todos los entes no son mas que
un ente solo, esto es, un mundo que no conoce Dios,
porque en el todo es Dios. Sistemas de deismo. Un
Dios que pudo criar el mundo sin menoscabar su glo
ria, y que se degradaria, si se dignase de entender
y gobernar la obra de sus manos; un Dios, aman
te de la equidad, y que sin embargo no sabe galar
donar la virtud de quien le sirve, ni castigar los de
litos de quien le ofende: en una palabra, un Dios
que no es Dios: una providencia que sufre, y permi
te que una Religion que es mera fabula y mero en
gaño, reuna en sí todos los caracteres de verdad y
de divinidad: pureza en la doctrina, profundidad en
los misterios, heroismo en las virtudes, autoridad
en los milagros, confirmacion en los Profetas: una pro
videncia enfin sin providencia.
Qué seria pues si pudiese yo, y aun debiese inter
narme en las profundas tinieblas de esos sistemas à
quienes los conatos y desvelos del entendimiento hu
mano no han podido comunicar despues de tantos
si
DE LA RESURREccIoN. 385.
siglos sino un ligerisimo barniz, y una vana superfi
cie de razon ? Si pudiese yo digo poneros delante las
palpables y manifiestas contradicciones, las nieblas,
las obscuridades, y los misterios, si es licito explicar
me asi, mas incomprehensibles, que todos los misterios
de nuestra Religion; porque no hay sistema impio
que inmediatamente no sea refutado por otro siste
ma: pues doctos sus autores todos, si quereis, y
diestros en destruir, pero incapaces de edificar, so
lamente se mancomunan en hacer guerra à nuestra
santa fé; ô antes bien, sin echarlo ellos de ver, sola
mente se mancomunan para dar claro testimonio al
mundo de quán verdadera es aquella Religion con
tra la qual no hallan armas los mayores ingenios
sino en opiniones ridiculas de que se averguenza la
recta razon 3 y en opiniones que no pueden rendir ni
cautivar el credito y el entendimiento del mismo que
las invento: asi vemos que pocos incredulos confor
man en sus dictamenes con los demas incredulos; y
que no hay incredulo que persevere largo tiempo en
su opinion: quantas veces no vuelve y se reduce à
pesar suyo à aquella misma Religion, cuyo yugo
quiere sacudir º quantas veces conoce que se desva
necen y pierden para con él el credito los sistemas mas.
bien ideados tal vez les da credito por espacio solo de
un momento por humor, por capricho. . . . . . . . .
Pero hablemos con mas propiedad, y digamos;
que si esos hombres que no quieren creer en nuestra
Religion, pensasen seriamente, cargando el peso de
la consideracion, nada creerian; porque apasionados
demasiadamente por una parte para convencerse de la
Verdad, y ilustrados demasiadamente por otra para
Vivir con sosiego entre errores, se conocerian, dice
el Crisostomo, faltos de luz y camino para salir del
Tom, IV. Ccc la
386 SE RM o N
laberinto de ideas en que habian caido miserablemen
te: talis cogitationum natura, labyrintho cuipiam similis,
nullum unquam finem habens: y de aqui procede el
segundo tributo de autoridad y credito que rinden al
Evangelio; pues con las continuas zozobras de su en
tendimiento, y con sus dudas y perplexidades crueles.
prueban la necesidad y la sabiduria sublime de la
Religion. . . . . . . . . . . .. . . . . - - -

Y no es esto puntualmente lo que sucedio à los


Fariseos ? La Resurrecion de Jesu-Christo allanaba
todas las dudas: ella desvanecia plenamente las nie
blas que durante la Pasion habian obscurecido la glo
ria del divino Salvador: ella explicaba y conciliaba
el sentido de las profecias opuestas al parecer entre sí:
veianse conciliados perfectamente los vaticinios que
pronosticaban el señorio y imperio eterno del Mesias,
con los que pronosticaban sus ignominias: el calvario
justificaba lo que Isaias, Daniel, y Jeremias habian
profetizado del varon de dolores y de afrentas: la glo
ria del sepulcro certificaba lo que estaba escrito del
Hijo de David, como vencedor del mundo y de to
das sus contradicciones: Jesus resucitado verificaba
en sí todos los caracteres contrarios del Mesias, de
aquel Mesias desvalido y poderoso, vencido y vence
dor, mortal e inmortal, oculto y mánifestado, des
preciado y aplaudido, vilipendiado y adorado: los
profetas no se contradecian entre sí; todos vieron
al Mesias, pero vieronle en diferentes circunstancias,
y por diferentes aspectos. Quanto habian pues antevis
to los profetas, todo se veia cumplido en Jesus; y su
resurreccion era la luz y la clave de las Escrituras,
ro negandola,
pero neg se caia en un caos de profundas y -

densisimas tinieblas. Asique, si Jesus no salio triun


fante del sepulcro, no es el Mesias; pero si Jesus
* , , o- - - 10
DE LA RESURRECCION, 387
no es el Mesías, quién podra serlo ni parecerlo? Y en
tonces qué resolucion podra tomar el hombre sino
pensar, y creer tumultuariamente; sino dexarse arre.
batar de la corriente de los sucesos de las cosas; sino
arrojarse ciegamente en brazos de lo futuro, sin alien
to para atreverse à esperar nada? -

Estado lamentable y estado à que se vera siem


pre reducido el soberbio y presuntuoso entendimiento
que se erige insolentemente en maestro y arbitro de
la Religion. Considerad esos hombres, cuya indocili
dad lloramos, cuyo merito envidiamos, cuyos ta
lentos vemos empleados infelizmente en su propio
daño, y en el de tantos por el abuso tan exe
crable que hacen de ellos: consideradlos digo, con el
Crisostomo, semejantes à un caminante perdido en
una noche obscura en un espeso bosque, incierto de
qual de las diferentes sendas que se le ofrecen, ha de
emprender: ni él sabe donde está, ni adonde va, ní
qué es lo que hace, ni qué busca ; ni él sabe si lle
gara à un termino feliz, ö si algun espantoso preci
picio sera el paradero de su extravio : à este modo
pues el incredulo anda vagueando sin tino de opinion
en opinion, de sistema en sistema, sin saber lo que
ha de pensar, sin saber lo que piensa; pero yo os
dire lo que él no cree; aunque sabra él dar razon de
lo mismo que cree? " " . . .
. Sí, Catolicos oyentes mios: si quereis imprimir
en vuestra alma el amor de la Religion ; si quereis
sobrecogeros de un temor y saludable horror de esa
desenfrenada libertad de pensar, que parece es el
vicio dominante de nuestro siglo, no teneis necesidad
sino de conocerla: libertad, independencia, juicio
superior à las ideas bebidas en la niñez, à las preo
cupaciones de la educacion, à la fuerza de la cos
º r Ccc2. tll IIl
388 . .. SER M o N c
tumbre y de la autoridad, ved ahi las apariencías ha º
lagueñas y engañosas que deslumbran; pero continua
perplexidad y incertidumbre, dudas interminables,
sistemas desatinados, opiniones mudables y incons
tantes, ved ahi lo interior, y su esencia verdadera; y es
esta la libertad de pensar que se nos pondera como un
esfuerzo milagroso de la razon Pero qué razon, gran
Dios, puede ser una razon que hace à los hombres
tan agenos de ella? a
No, amados oyentes mios, no temais que por
los caminos de la razon se pierdan los de la Religion;
y continuando el cotejo y comparacion, no desatendais
esta reflexion con que acabareis de convenceros que
asi como el estado de los Fariseos era un argumento à
favor de la Resurreccion, lo es igualmente el de los
incredulos à favor de la Religion. Intentaba el Fari
seo disculpar su resistencia en creer la Resurreccion
de Jesu-Christo, valido de la autoridad de las Escri
turas; si bien todos los libros sagrados, todas las
profecias, todas las figuras, todos los sucesos histo
ricos y legales favorecian y apadrinaban la fé de
la Resurreccion; y por consiguiente para negar à Je
su-Christo, se veian forzados à repudiar a Moyses, à
incurrir en manifiestas contradicciones. Lo que acabo
pues de sentar de los Fariseos, lo entiendo y digo tam
bien de los incredulos de nuestros dias. Intentan estos
justificar la pertinacia con que niegan el Evangelio,
fundados en la autoridad de la razon ; pero yo sus
tento que para no creer el Evangelio, el primer pa
so que necesitan dar, es sacudir el yugo de la razon,
ô caer en continuas contradicciones. Blasonan los in
credulos de no dar oidos sino à la razon, de no se
guir sino su luz purisima : lenguage falaz y artificio
so, con que pretenden engañar, ô engañarse; porque
- * --- SM,
DE LA REsURREccioN. 389
sí es verdad que solo consultan, que solo se acon
sejan, que solo prestan oidos à la razon, cómo no ad
vierten que esa misma razon les dicta que puede muy
bien Dios intimar y mandar observar una Religion,
que al mismo tiempo que pida el obsequio del enten
dimiento cautivado, y sujeto à creer lo que no vé, pi
da tambien el del corazon rendido y obediente à unas
leyes que violenten y quebranten sus deseos º cómo
no advierten que esa misma razon les enseña que una
Religion, cuyo fin es dar gloria à Dios con los obse
quios de una fé libre y voluntaria, es indispensa
ble que padezca sus nieblas y obscuridades, como lo
es tambien que tenga sus luces y sus evidencias lu
ces y evidencias para creer con conocimiento: obscu
ridades y nieblas para que en el creer haya merito; y
que la luz ha de hallarse en las pruebas y argumen
tos, que allanan el camino para la fé, y la obscuri
dad en los dogmas que son el objeto de ella? y por
consiguiente que es obrar contra la recta razon juz
gar de las pruebas y argumentos por el dogma, en
lugar de juzgar del dogma por las pruebas como si
esa misma razon no enseñara que una Religion re
velada es indispensable que tenga pruebas de he
cho, pruebas sencillas, pruebas faciles de compre
hender, porque una Religion que se manda que la
crean todos, no puede depender de reflexiones pro
fundas, de averiguaciones dificiles, de doctos racio
cinios, de que no todos son capaces: como si la ra
zon no les dictara que entre las pruebas y argumen
tos fundados en hechos, ninguno hay mas convin
cente para acreditar el origen divino de una Religion,
como una serie no interrumpida de milagros y pro
fecias; de milagros, porque no pueden ser obra sino
de un Dios omnipotente, arbitro y señor de la natu
* v. ..., Tar
39o s-º uoN
raleza; de profecías, porque no pueden ser dictadas
sino por un Dios, arbitro y señor de los sucesos, un
Dios que todo lo ve y todo lo tiene presente: como
si la razon no los obligara à confesar que los hechos
con que se acredita nuestra Religion, no son menos
fidedignos, que otros muchisimos sucesos, à que ellos
prestan entera y ciega fé; que otros muchisimos su
cesos, en cuyo credito estriba el vinculo de la socie
dad, el fundamento del gobierno politico: como sí
la misma razon no dictara que hay cierta decan
tada razon, que seria cosa peligrosa , imprudente
y temeraria tomarla por norte y guia en materia de
Religion. -

Hay con efecto segun observa San Agustin una


especie de razon que lleva al conocimento de la Reli
gion, y hay otra especie de razon que desvia al hom
bre del conocimiento de la Religion: hay una razon
circunspecta, docil, humilde, modesta, que inquie
re la verdad, que desea hallarla, que se para y fixa
luego que la encuentra: esta razon pues que es la
unica, digna del nombre de razon, no solo no se opo
ne à la Religion, ni la Religion se opone à ella, ni
se hacen entre sí guerra reciproca; sino que es la pie
dra fundamental sobre la qual se levanta y estriba
el edificio de la fé: ratio religionem non deserit. Pero
una razon bulliciosa y llena de curiosidad, una ra
zon audaz y temeraria; una razon que aspira à exer
cer dominio sobre la Religion, y que permite que
las pasiones le exerzan sobre ella; una razon que no
quiere creer sino lo que ve, y que tiene la funesta
habilidad de no ver nunca lo que no quiere creer;
una razon que en lugar de darse por convencida con
los argumentos solidos, pone todo su estudio y co
nato en impugnarlos y debilitarlos con raciocinios
-
SQ
DE LA RESURRECCION, 39 I

sofisticos y sutiles; una razon que desea y pide à la Re


ligion mayores luces y mayor evidencia, que la que
puede y debe tener una Religion establecida para ha
cer experiencia de la docilidad y sumision del hombre:
semejante razon, ô hablemos con mas propiedad, tal
abuso del entendimiento, y tal abuso de la razon y del
raciocinio, de qué puede servir sino para descaminarnos,
y dar con nosotros en un precipicio? Ved ahi pues la
razon que hace à los incredulos. Como esta no es pues
la recta y verdadera razon, por eso no comunica luz,
ni produce convencimiento; y como no es otra cosa si
no un abuso del ingenio y del discurso, por eso pa
dece todos sus delirios, y todas sus inquietudes: pa
deciendo pues todos sus delirios, siguese que con sus
errores y contradicciones acredita esta falsa razon la
verdad infalible, y divino origen de nuestra Religion
santisima: y padeciendo todas su inquietudes, sigue
se que con sus dudas y perplexidades acredita la sa
biduria, y la necesidad de esta misma Religion. Lue
go el estado à que la incredulidad reduce al incredu
lo, es un argumento à favor de nuestra Religion; y
ahora añado brevemente que su misma incredulidad
es otro testimonio con que se prueba esta Reli
gion divina: ultimo rasgo de semejanza entre la in
fidelidad de los Fariseos, y la incredulidad que hoy
reyna. -

Ahora si que debemos reconocer y adorar con San


Agustin una conducta y gobierno en Dios para con
nuestra Religion santisima, enteramente contraria à
los designios de la prudencia humana, supuesto que
lo que parece habia de impedir y estorbar mas la pre
dicacion del Evangelio, es el medio mas poderoso y
eficaz de que se valió su divina Majestad para esta
- ” . - ble- "º
\
392 SE R M o N --
blecerle y propagarle. De la infidelidad de los judíos
resultaba una preocupacion que era grande obstaculo
à la fé y creencia de los gentiles; porque cómo podia
ser el Dios de todos los pueblos un Mesias perseguido
y crucificado por su propio pueblo? Sin embargo,
quando discurriendo los Apostoles por las provincias
y por los imperios del mundo, advertian en sus ser
mones que en las Escrituras de que era depositario
Israel, se decia expresamente que el Redentor prome
tido a sus padres viviria en medio de ellos, y no le ve
rban; que les hablaria, y no le entenderian ; que le
hallarian, y le buscarian todavia; estas mismas tinie
blas de Israel se convertian en una luz clarisima, que,
alumbraba los entendimientos de los gentiles. Qué
pensais pues hicieron estos judios ciegos, y obstinados,
con su ceguedad y contumacia? Nada menos quer
dar con su incredulidad à aquel Jesus que repudia
ron el caracter de Mesias, mas propio y que con
mas frequencia se expresa en las sagradas Escrituras;
de aquel Mesias que habia de nacer de Abran , y que
no llegaria à conocer la posteridad carnal de Abran;
de aquel Mesias que no hallaron los mismos que le
esperaban, y que al parecer hacian diligencias de
buscarle, y que se dexó encontrar de los que no le
esperaban, ni le buscaban 3 de aquel Mesias que di-.
xo à los que no tenian noticia de él: vosotros sois
mi pueblo; y à los que le conocian, ô debian cono
cerle: vosotros no sois ya mi pueblo, Porque (no
malogreis esta reflexion, que acabara de convence
ros) porque despues de los vaticinios de los Profetas no
dia Jesus ser el verdadero Mesias, ni aun pare
cerlo, si no hubiera sido, y mostradose à los ojos del
mundo un Mesias despreciado, y perseguido por ls-,
-- 3 º 4 rael;
DE LA RESURRECCIONe 39 3

rael; pues aunque en la apariencia le hubiesen califi.


cado de tal todos los demas caracteres, si hubiese ca
recido de éste, podria decirse que no tenia ninguno:
luego repudiando y negando à Jesus los judios, han
contribuido para acreditar su verdadero Mesias: lue
go sin embargo de su incredulidad, ö hablando mas.
propiamente, con su incredulidad misma, se hicie-,
ron unos Apostoles y unos Evangelistas de Jesus 3 de ,
modo que desde la muerte de Jesu-Christo solo han
subsistido, y subsisten en todas las regiones del uni
verso para darle un publico, y perpetuo testimonio de .
que Jesus es aquel justo enviado del Señor, de quien ,
estaba escrito que su pueblo le repudiaria, y que él.
reprobaria à su pueblo. Siguese pues claramente que
la misma incredulidad de los Fariseos fue un argumen
to que acreditó la verdadera venida de Jesus. -

O Religion santa, obra de aquel Dios de paz y


de caridad, de aquel Dios amoroso que no se ocu-,
pó en su preciosa vida y muerte, sino en regar con
sus lagrimas y sangre à Jerusalen deicida: ó Re
ligion santa, obra de aquel Dios, que tanto sien
te que se aparten de él los que con tan obstina
do empeño huyen de su presencia, perdona si co
mo discipulos de vuestra escuela, y instruidos se-,
gun los principios y maximas de Vuestra santa ley,
perturbamos con nuestras lagrimas y suspiros el re
gocijo del triunfo que, os aseguran los inutiles, y re
probados intentos de tantos ingratos y desleales hijos,
que insolentemente se atreven à negaros: vos misma
los llorais tambien; no son por cierto estas las victo
rias que apeteceis: freneticos ellos con la fiebre de ,
las pasiones, corren precipitados huyendo de vos, por
los caminos torcidos que les abre una vana y loca fi
losofia: ellos intentan correr el velo que oculta vues
2Iom. IV. Ddd tIOS
394 SE R M o N

tros augustos misterios, y caen miserablemente: ellos


perecen, y no entienden que su deplorable caida justi.
fica la verdad de vuestros sagrados oraculos.
Ahora pido de nuevo vuestra atencion , amados
oyentes mios. Si algun hombre de inocentes costum
bres, de corazon recto, inquiriese la verdad desnudo
de preocupaciones, de orgullo, sin mas anhelo que
el de hallarla: un hombre que pidiese y solicitase con
su Dios las luces de que se hallaba falto: si este tal
digo no creyese, me admiraria grandemente; por
que la Religion que profeso parece me da pren
das y seguridad de que habia de creer 3 porque,
aunque la fé es un don celestial que Dios no debe
à nadie, sin embargo le promete y le concede à to
dos los que le saben desear y pedir de veras; y por
que estos mismos deseos, y estas mismas disposicio
nes de humildad y de docilidad, son unas gracias
que allanan el camino para conseguir la de la fé.
Pero por el contrario; si yo veo un hombre es
clavo de la vanidad y de la soberbia, cuya ciencia,
lexos de ser segun la expresion de S. Pablo, una ciencia
pacifica y caritativa, es una ciencia hinchada, alta
nera, desdeñosa; ciencia llena de sofisterias y disputas
eternas: un hombre tan perdido por la independen
cia, que es imposible que no sea enemigo de toda
autoridad y sujecion: un hombre tan idolatra de su
propio dictamen, que disputa, que sutiliza, que teme
ver la luz , ö que se obstina contra lo mismo que
está viendo: un hombre entregado à los pasatiem
pos y al juego, à la ambicion y à la codicia, à la
destemplanza y à la sensualidad: un hombre vicioso,
y tal vez sujeto à esos inmundos vicios, que tan
ta injuria hacen al pudor y à la modestia: un
hombre que con un entendimiento indomito y re e

. - - . . - º * - bel
DE LA RESURREcCIoN. 395
belde hermana un corazon corrompido y depravado:
un hombre que solo da valor y realce à la razon,
quando se trata de impugnar la fé catolica, y que no
- sabe defender los derechos de la razon contra los
insultos de las pasiones: qué pensais debo yo decir
de semejante hombre gobernandome por los princi
pios, y maximas de nuestra santa Religion, sino que
sin un milagro de la gracia no creera Porqué os
parece porque su infidelidad está comprehendida en
la profecia con que Jesu-Christo vaticinó à la de los
Escribas y Fariseos, que no entrarian ni podian en
trar en los caminos de su Evangelio, supuesto que
tan obstinados estaban en no desamparar los de su
orgullo y propias conveniencias. Porqué mas por
que esto se debe à la gloria, à la majestad, y à la santi
dad de la Religion que niega este incredulo, supues
to que una Religion que se adaptase à todos los ca
prichos del hombre, y en quien hallasen abrigo y
fomento todas las extravagancias y delirios del enten
dimiento humano, nada menos seria que Religion
divina y revelada. Y porqué finalmente porque asi
digamos lo pide la naturaleza y esencia de la Reli
gion que él no quiere creer, supuesto que toda Re
ligion, que procede de Dios solo está instituida para
aquellas almas que desean conocer y tratar con Dios;
para aquellas almas buenas, dice San Agustin, que
se dexan vencer de la verdad, que temen hacerla
frente y resistencia, y prevalecer contra ella: luego
todo el plan, todos los principios, todas las maximas,
todos los oraculos de nuestra Religion santisima pro
meten y aseguran, que él no creera; luego su in
credulidad es un nuevo argumento, que con otros
muchos, hacen demostracion de la verdad y reve
lacion de la Religion cristiana. Siguese pues que
- Ddd 2 con
396 º SE R M o N -.
con su misma incredulidad acredita el íncredulo la
Religion. -

Argumento bien sensible y bien doloroso para el


zelo de los ministros del Evangelio porque quereis sa
ber qué es lo que echa el sello à nuestro desconsue
lo Es ver que al mismo tiempo que el incredulo
acredita à pesar suyo la misma Religion que no
cree, el cristiano es en algun modo un argumento
contra la Religion que cree. Porque si hemos de
juzgar del cristianismo por los cristianos, y del
Evangelio por nuestras costumbres, quien creera que
nuestra Religion es obra del Dios de la modestia
y de la humildad; obra del Dios de paz y de ca
ridad; y obra del Dios de la pureza y de la caridad?
Convengamos, amados oyentes mios, que los ma
yores triunfos del Evangelio se deben à las virtudes
de nuestros padres: el ver solo la circunspeccion de
un fiel christiano movia tal vez, y rendia corazones
que no habian cedido à la eloquencia de los Apos
toles; y Jesu-Christo convirtió a los pueblos y na
ciones de la tierra no tanto con la sabiduria de sus
discipulos, como con su virtud. Y dexaremos noso
tros perecer entre nuestras manos aquella Religion
santisima, que tanto debemos amar Pero antes bien,
supuesto que un zelo impio y libertino se esfuerza
con tanto empeño à impugnarla y destruirla, esfor
zemonos nosotros alentados de un zelo de amor y de
gratitud à mantenerla y propagarla: prestemosla à lo
menos el auxilio de unas costumbres inocentes y in
maculadas: pues si con vuestra loable conducta sabeis
sostener la dignidad, y la majestad de vuestra fé, en
vista de ella y con semejante testigo el impio se con
fundira y se condenara en el tribunal de su propia
conciencia ; y de este modo aquella Religion divi- -
-
DE LA RESURRECCION, 397

na que asi habreis honrado y glorificado en la tier


ra, sera vuestra felicidad y vuestro galardon en el
cielo.
El zelo pues y el amor de la Religion es la obli
gacion primera de todo fiel cristiano de qualquier es
tado y condicion que sea; pero podemos decir, que el
es la ley primitiva, la obligacion mas esencial de los Re
yes, y obligacion mas estrecha quanto son mas po
derosos: y quién fue, Señor, tan poderoso nunca, co
mo vuestra Majestad ? No hablo ahora de la poten
cia, de lo dilatado, de las riquezas de este dichoso
imperio; del valor y denuedo heroico que al pue
blo que obedece vuestras leyes, da el primer lugar
entre todos los pueblos : hablo sí de la union, de
la concordia, de la subordinacion que mantienen en
tre nosotros vuestros consejos prudentes , vuestras
luces, vuestra equidad, vuestra constancia; hablo
del sincero y respetuoso amor, que toda la nacion
profesa à la sagrada persona de vuestra Majestad; de
Vuestra moderacion, y bondad: esas hermosas pren
das del alma, que templan la autoridad sin desay
rarla: si otros Monarcas reynan en mas provincias,
ninguno reyna en mas corazones; y si tienen mas
esclavos que los teman, tienen menos vasallos que
los amen. Hablo de este vasto imperio, cuyos limi
tes no son por cierto las fronteras de vuestro Reyno;
pues vemos que los fastos del universo estan llenos
de las hazañas de Francia conquistadora y victorio
sa. Quantas veces en sus mayores prosperidades se es
tremecia en otro tiempo con los mismos felices suce
sos que la exponian à nuevos y repetidos peligros?
pues obligada à costear su gloria con su propia sangre,
veia que cada triunfo le costaba mil combates; pe
ro en el reynado de vuestra Majestad sin perder la
398 SE RM o N

gloria de que gozaba, ha sabido adquirir la gloria de


que carecia , porque mas temida ya la Francia, y mas
amada es el centro donde se reunen las negociaciones,
los intereses, los temores, las esperanzas de Europa.
Sentado en el eminente trono, objeto en otro tiempo
de tantas envidias y conjuraciones, tiene vuestra Ma
jestad suspensa de su mano la balanza donde se pesan
las pretensiones de los pueblos: arbitro de la paz y de
la guerra, reynais hasta en las naciones de donde no
sois Rey: y para que nada falte à la grandeza admi
rable de vuestro reynado, os ha dado Dios una
Reyna, cuyo mayor elogio es su nombre solo: y un
Principe, cuyo ingenio dispierto y vivo se facilita à to
do estudio: un Principe, cuya razon y advertencia se
anticipa a su edad, cuyo corazon se franquea à todas
las virtudes, y cuya amabilidad y gracias acompañan
todas sus acciones y pasos. Rodeado pues de tanta
gloria, bien se echa de ver, Señor, en lo mucho que
el cielo ha hecho por vuesa Majestad, lo que le pi
de. Los pueblos son de los Reyes, dice la Escritura;
pero los Reyes son de Dios: có reges ut serviant
Domino. (1) El Señor sujeta los pueblos à la auto
ridad de los Reyes, pero la autoridad de los Re
es debe conservar los pueblos sujetos à Dios : la
Religion es el fundamento del trono; pero el trono
es el asilo de la Religion 3 la ira del cielo venga y de
sagravia à los Principes de los insolentes que insultan
su poder; pero à su prudencia toca reprimir la impie
dad de quien se atreviese à rebelarse contra el impe
rio del cielo. No ignoramos, ni el mundo lo ignora,
que ninguna cosa tiene mas lugar en el corazon de
vuestra Majestad, que el zelo y amor de la Religion.
Es
Y
T,
- (*) Psalm. I o I • V. 23.
OE LA RESURRECCION, 399

Este gran Dios, que muchas veces es solo el Dios de


los pueblos, aqui es el Dios de Reyes: sea pues el
Dios del Rey y del Reyno, el Dios de los subditos,
y del Señor: reyne la Religion en todos los entendi
mientos; penetre y llene todos los corazones; sea la
norma por donde arreglemos nuestra vida; y asisera
nuestro galardon y premio. Amen. .
TA B LA
DE LOS SERMONES,
ar ANALrSIS DE CADA SERMON. -

El numero primero denota la pagina donde empieza


el articulo de que se hace analysis; y el segundo
donde acaba. -

SERMON DE LA MISERICORDIA DE DIOS,


para el Viernes de la quarta semana de
Quaresma. Pag. I.

ivisioN. Conducta de la gracia con el pecador:


motivo y aliciente de penitencia: asunto de la
primera Parte. Conducta de la gracia con el pecador:
norma exemplar de penitencia: asunto de la Segunda
Parte. Pag. 3. - .

PARTE I. Las solicitudes y las diligencias de la


gracia que previene al pecador; las suavidades y la
perseverancia de la gracia, que muda y convierte al
pecador; los dones y beneficios de la gracia que admi
te y justifica al pecador, quién podra proponeros,
amados oyentes mios, motivos y estimulos de peni
tencia, y conversion mas eficaces, mas poderosos,
mas propios para mover una alma generosa, tierna,
agradecida?
I. El hombre es reo: Dios el ofendido: con to
do eso anda Dios solicitando al hombre; de modo,
que quando debiera descargar sobre nosotros todo el
ri
DE Los SERMoNEs. 4o I

rigor de sus iras para confundirnos, hace las mayores


demostraciones de misericordia para salvarnos. Dios
nada pierde quando le dexamos: y nada gana quan
do nos volvemos à su amistad: nuestra conversion
solo interesa su misericordia. Impaciente, si es licito
explicarme así, de disfrutar la fruicion de hacernos
felices, à las diligencias y solicitudes de la gracia
que previene al pecador, añade las suavidades y la
perseverancia de la gracia que le muda y convier
te. Pag 5. 19. - º -

y II. El hombre no se cansa de huir, y Jesu-Chris


to no se cansa de buscarle. Desampara todo el reba
ño por buscar la oveja perdida. Obstinase el pecador
en su resistencia, y Jesu-Christo multiplica sus soli
citudes. Ay, Catolicos, si pudiese yo seguir à este Se
ñor, y representarosle por todos los caminos por donde
su caridad le empeña veriamosle valerse sucesiva
mente de las dulzuras de su amor, y de las mayores
demostraciones de su ira, todo á fin de atraer al pe
pecador. Finalmente quando ya le ha reducido, le col
ma de bienes y de gracias. Pag. 19.3o. . . . .
III. Luego que el pecador se aparta de aquellas
vergonzosas pasiones que le hacian enemigo de Dios,
se hace el objeto de sus delicias, regocijase su Majestad
en el cielo por su dichosa conversion; restituyele aque.
llos preciosos dones de la gracia que él habia des
preciado por tanto tiempo: allanale los caminos de
la penitencia : hacele hallar mayor dulzura en las la
grimas que le ocasiona la memoria de sus yerros pa
sados, que la que experimentó en los inmundos y mo.
mentaneos deleites que le perdieron. Quántos y quán
grandes motivos, Catolicos, para volvernos à Dios,
Que nos espera con los brazos abiertos! Con tan amo
rosa conducta perseverareis, todavia en resistiros à
Tom, IV. Eee los
402 TABLA Y ANALYSIS

los llamamientos de su gracia Aprended ultimamen


te por esta misma conducta, como debeis obedecer
le , tomandola como la norma y regla de vues
tra penitencia 5 sobre lo qual dire solo una pala
bra. Pag. 3o.33. - - - .

- PARTE II. Vuestra penitencia debe ser pronta pa


ra que os aprovecheis de la gracia paciente y pre
viniente que os espera y os solicita: debe ser sin
cera y constante para que os aprovecheis de aquella
gracia que con tanta constancia os acaricia: debe ser
fervorosa, para que honreis y agradezcais aquella
gracia que os recibe, y os anuncia sus tesoros con tan
ta abundancia. -

I. Penitencia pronta. Sera posible que no dexe


mos nosotros de ser malos, porque Dios no dexa de
res bueno Ninguna cosa debiera atraernos mas à
Dios que su bondad previniente , y sin embargo
abusamos de ella no pocas veces, para apartarnos de
su Majestad, de este modo convertimos en nuestro
propio daño su misericordia misma. Pag. 33.35.
II. Penitencía verdadera y constante. Ay, ama
dos hermanos mios, à quanta inconstancia, à quanta
instabilidad no estamos sujetos Aquel gran Dios que
para nosotros es siempre el mismo, es siempre inmu
table, no experimenta en nosotros sino inconstancias,
y continuas veleidades. Pag. 35.36.
III. Penitencia fervorosa. Si lo fuese la nuestra,
no se arredraria tan facilmente. Luego que el hombre
se persuade à que no es ya pecador, cree ya que está
dispensado de hacer , penitencia. Pero entendamos
que esas penitencia tibias, y sin espiritu no son aque
llas penitencias, que se hacen merecedoras de aquella
gracia, à que está aligada la eterna bienaventuranza,
que os deseo à todos, Pag 36, 37, º
«..} - . . . SER
DE Los SERMoNES, º 4o3.
, , .—. ,, ,

sERMON DE LA PALABRA DE DIOS


para la Dominica quinta de Quaresma.
- - l

D"¿ Vosotros pedis predicadores y varones


apostolicos; pero no los deseais ni los quer
riais; pedislos, y no os aprovechariais de ellos: dos
verdades importantes que me propongo explicar en
este discurso. Pag. 4o. -
- PARTE I. Estoy cierto que segun el conocimien
to practico que tengo de vosotros, el zelo de los va
rones apostolicos ofenderia vuestro amor propio ; sus
exortaciones exasperaria Vuestro genio vidrioso y
mal sufrido; y la fama de su virtud excitaria vuestra
murmuracion y censura. Con que es visto que nada
menos deseais en los ministros Evangelicos, que el zeló
apostolico.
. I. Si vosotros fueseis el objeto del zelo de los
profetas y de los apostoles; si aquellas luces y aque
lla libertad que nada disimula, se exercitasen en des
cubrir las llagas de vuestras pasiones, y en reprehen,
der vuestra vida, quién de vosotros no exclamaria con
Israel; Señor, no nos hableis vos quién de voso
tros no huiria del profeta, y del apostol , y no
desearia, tratar solo con quien fuese meramente hom
bre Es verdad que deseamos zelo en los predicado
res 3 pero un zelo cuyo objeto no seamos nosotros;
un zelo que no nos hable sino de lo que nosotros
queremos: de modo que no hay quien no pida predi
cadores fervorosos, mas para qué , para humillar y
confundir a los otros, para reprehender sus vicios, y
levantar el velo que encubre sus iniquidades, y na
die quiere varones, apostolicos, que tengan instruc
ion3y libertad para enseñarle y corregirle; porque
Eee 2 nues.

- = --
4O4 TABLA y ANALysis.
nuestro amor propio se exasperaría de la libertad
del zelo apostolico; y nuestra delicadeza quedaria
ofendida de las apostolicas exhortaciones. Pag. 41.53.
II. En efecto, con qué disposiciones se viene por
lo comun à oir la divina palabra con una delicade
za de ingenio y de gusto que quiere ser lisongeada
con lo florido, y con lo exquisito de la retorica; y
con una delicadeza de corazon y de sentimientos,
que teme ser sobresaltada y consternada con la ve
hemencia del discurso. De modo que un orador cris
tiano no logra ya sino oyentes profanos: y para ha
blar hoy dia de Jesu-Christo, es necesaria otra cien
cia distinta de la ciencia del Evangelio : y ya no ins
truye al pueblo el predicador; antes el pueblo juz
ga, reprueba, humilla y confunde al predicador. Y la
eloquencia apostolica ya natural y sencilla, ya vehe
mente e irresistible, no sirve por lo comun sino pa
ra exasperar la delicadeza de esas almas, que con la
misma ansia anhelan por lo que lisongea, y adula
la imaginaeion, que huyen de lo que altera la paz, y
reprime las inclinaciones del corazon. En fin la misma
santidad, y virtud de los varones apostolicos no está
libre de sus malignas censuras. Pag. 53.64.
III. Tratase de los ministros del Evangelio? ha
llase un hombre colocado en el santuario con algu
na autoridad y respeto pues ya se espian sus pasos,
ya se averiguan sus acciones 3 ya tendran por un
recreo, ó miraran como una obligacion indispensable
el agravar y ponderar una inadvertencia, una baga
tela. Los Profetas, el mismo Jesu-Christo, sus Apos-º
toles no fueron por ventura tratados como unos hom
bres embusteros y llenos de errores? Si las mas eleva
das virtudes no eran pues suficientes à eximir de la
censura publica à los ministros de la divina palabras
"- - º º" - º a CM-4
DE Los SERMoNEs. 4o5,
entended que aunque fuesen unos apostoles, no por
eso merecerían mas vuestra aprobacion , antes os.
agradarian menos: porque su zelo irritaria vuestro
amor propio ; sus sermones ofenderian vuestra delica
deza; su virtud excitaria vuestra censura: de suer
te que aunque parece que deseais unos apostoles, ello es
que no los quereis: y si el cielo os los concediese, es
toy seguro que vosotros no os aprovechariais de su
doctrina y exemplos. Pag. 64. 67.
PARTE II. Si vosotros fuereis como debiescis, la,
disposicion de vuestro espiritu con que oiriais à los
ministros del Evangelio, supliria la habilidad y me
rito que les faltase 3 pero siendo como Sois, no hay,
merito ni talentos que puedan suplir à las disposicio
nes que os faltan. - »
- I. Tal fue, dice San Pablo, la deliberacion de los
consejos de Dios, que quiso santificar à los hom-,
bres por medio de los hombres. Asi vemos que por,
mano de los Apostoles fue repartida la gracia ; y por
medio de sus palabras se estableció la fé; la luz del
Evangelio no alumbró à las naciones del mundo sino,
à proporcion que los apostoles fueron peregrinando
por sus diferentes provincias. La obra del Evangelio.
se ha ido conservando por el mismo medio con que se
estableció, perpetuandose por medio de la divina pa
labra. Pudo pues Dios querer, y en efecto quiso que
ofreciese y llevase el hombre una gracia de todos los
tiempos, y de todos los pueblos 3 una gracia que,
contiene en sí todas las demas gracias ; mas no qui
so su Majestad, que dependiese su accion, su fuer
za, y sus progresos del merito, y de los talentos del
hombre. Con efecto, si la eficacia del ministerio de
pendiese de las prendas y calidades del orador, el
hombre seria deudor de su salvacion al hombre, y
- à
4oá. TABLA Y ANALysis
à la palabra del hombre. Pero segun el Apostol de las
gentes, en la obra del ministerio Evangelico nada es
el hombre, todo es Dios. Y si un San Pablo conoce y
confiesa que es nada, quién sera tan temerario que
piense de sí que es algo? De este principio inegable se
siguen dos verdades importantisimas. La fuerza ni la
eficacia del ministerio apostolico no dependen del
merito y de los talentos del ministro del Evangelio;
luego por abundantes que sean las bendiciones que
derrame el cielo sobre nuestras fatigas apostolicas, so
lo nos debe quedar el conocimiento de que somos
siervos inutiles. El merito y los talentos del Predicae
dor no limitan la fuerza y la eficacia de la predica
cion Evangelica; luego sea quien fuese el Predica
dor de los oyentes depende solo hacer que la divina
palabra les sea fructuosa, supuesto que sus corazo
nes no estan en las manos del hombre, sino en las
de Dios, y que su conversion solo depeñde de su gra
cia, y de su fidelidad en corresponder con ella: lue
go sea quien fuere el hombre de quien se digne su Ma»
jestad servirse, Dios es quien habla y hablara siempre
por él para aquellos que le oyeren con atencion y de
seo de aprovechar. Luego las conversiones que obra
la divina palabra, no provienen de la diferencia de
talentos, y habilidad del Predicador, sino de la di
versidad de afectos y sentimientos del oyente: luego
si los oyentes fuesen como debian ser, la disposi
cion de sus animos supliria la falta de merito, y de
talentos de los oradores Evangelicos. Y por el con
trario, siendo lo que son, qué merito ni talentos base
tarian à suplir la falta de disposicion que se halla en
ellos Pag. 67.76. a . . . . . . . . . . .
II. De qué sirve; ni qué importa que se predi
que la palabra divina con zelo y vehemencia, si nº
4- - Sº.
DE Los SERMoNEs 407
se procura oirla, antes se huye de ella? De qué sir.
ve, ni qué importa que el cielo os envie predicado
res, cuya ardiente caridad solo conspire à obrar
vuestra santificacion; si imitando a los Fariseos, no
tanto venis à oirla por religion, quanto por maligni
dad, no tanto por aprovecharos de la palabra de
Dios, quanto por censurar la palabra del hombre. De
qué sirve ni qué importa, que el Predicador explique
y pondere solidamente las grandes verdades de la fé,
si la imaginacion suelta la rienda à sus devaneos, y el
corazon distraido se entrega libremente à los deseos
quimericos que le embebecen? Tened pues un ardi
miento religioso por oir la divina palabra, y un ver
dadero deseo de aprovecharos de ella; dad testimonio
de que la apreciais con vuestro silencio, con vues
tro recogimiento, con vuestra modestia: y enton
ces à pesar de las virtudes, del merito y de los
talentos que nos faltan, vereis renovados los pro
digios que ilustraron los primitivos y felicisimos
tiempos de la predicacion Evangelica: entonces ven
dremos à ser para vosotros unos verdaderos profetas
y apostoles, no obstante lo indignos que somos de
serlo: entonces nuestra palabra no sera ya palabra
nuestra, sino palabra de Dios, palabra de salvacion y
de gracia, palabra de vida eterna en la tierra, y de vi
da bienaventurada en el cielo. Amen. Pag. 76.9o. º
- - —r-=

408 rABLA Y ANALYsis


- - - - o ... - - - ex -

sER Mo N SOBRE EL ESTABLECIMIENz.


". de la Religion Catolica para el Martes de la
quinta semana de Quaresma.

r
D"obra estupenda
Etablecimiento de la Religion catolica,
y prodigiosa de Dios de la sabi
duria y de las luces, que reyna sobre el espiritu, y
sobre los juicios de los hombres; del Dios de las vir
tudes y de la santidad, que gobierna el corazon y la
voluntad de los hombres; del Dios de fuerza y de
poder que frustra los proyectos y las resistencias de los
hombres. Pag. 92.
« PARTE I. La Religion Catolica encuentra en el
espiritu de los hombres unos obstaculos, que solamen,
te los puede vencer un Dios; y esta misma Religion
Catolica se vale para vencer estos obstaculos de unos
medios, que solo pueden reconocer por autor à un
Dios. Prestad atencion à estas dos reflexiones, las qua
les os convenceran de que el Establecimiento de la
Religion Catolica es obra del Dios de la sabiduria, que
reyna en el espiritu, y en los juicios ô dictamenes de
los hombres. -

I. Qué obstaculos no encontro la Religion en el


espiritu de los hombres Obstaculo de nacimiento, de
eduçacion, y de aquellas primeras ideas de la infan
cia, que hacen huellas tan profundas. Obstaculos de
la costumbre, de la antiguedad, y por explicarme
asi, de la perpetuidad. Obstaculo de los sentidos y de
la imaginacion. Obstaculo de politica y de autori
dad. Obstaculo de ignorancia y de preocupacion. Obs.
taculo de ciencia y de luces. Ostaculo sobre todo, obs
taculo de presuncion, de libertinage, y de indepen
dencia. Obstaculo finalmente el mas fuerte, y mas
- -- - po
DE Los SERMoNEs 409,

poderoso que todos los otros obstaculos, quiero de


cir, el respeto humano. De esta condicion y naturale
za son los obstaculos que encontro nuestra Religion Cn
el entendimiento de los hombres, y quién sino Dios po
dia allanarlos Para insinuarse pues en el entendimiento
de los hombres, de qué medios no se valio Pag 93.1o.5.
II. Creencia de prodigios y de milagros, medio el
mas digno de un Dios de sabiduria, y de bondad: có
mo asi porque es un medio que todos entienden. Es
tambien un medio el mas digno del Dios que dicto el
Evangelio: cómo asi porque es el medio mas propor
cionado al plan y à la economia de la Religion Cato
lica. Es ultimamente un medio decisivo: cómo asiº
porque no se puede dudar que los verdaderos mila
gros son obra del espiritu y del poder de Dios; de
donde se sigue que toda doctrina comprobada con
verdaderos milagros, es una doctrina que tiene gra
bado en sí el sello de la divinidad. Luego nuestra
Religion no se estableció en el mundo sino superando
obstaculos que solamente Dios podia vencer, y por
unos medios de que solamente Dios podia ser el autor.
Luego el establecimiento de la Religion es obra del
Dios de la sabiduria y de luz que reyna en el entendi
miento y en los juicios de los hombres. Y ahora aña
do, que es obra de aquel Dios de las virtudes, y de
la santidad, que domina sobre el corazon y la volun
tad de los hombres. Pag. 1o 5.114.
PARTE II. Consideremos el corazon del hombre
en sus resistencias a la Religion cristiana; el cora
zon del hombre en su rendimiento à la Religion cris
tiana 3 la fuerza y la grandeza de sus resistencias; los
motivos y impulsos de su rendimiento. Estas dos con
sideraciones unidas nos manifestaran la mano pode
rosa en el establecimiento de la doctrina Evangelica,
4Io. TABLA Y ANALYSIS

y nos haran patente la gloria, y el triunfo de aquel


Dios que domina el corazon y la voluntad del
hombre. - -

I. Las resistencias del entendimiento son de po


quisima importancia comparadas con las del corazon.
Un error que representa, ö promete un deleite, vie
ne tal vez con apariencias de mas verdadero, que la
verdad misma 3 de modo que si la Religion cristiana
fuese una Religion de sola y mera especulacion, no
serian de maravillar sus rapidos progresos; porque el
hombre no niega con tanto empeño el obsequio de su
creencia, quando se le dexa a su salvo, y à su arbitrio
el dominio de sus inclinaciones y de su conducta.
Pero la doctrina del Evangelio, no es menos supe
rior à la capacidad del hombre, que sus milagros.
Quién sino aquel Dios que tiene en su mano el cora
zon del hombre, podra enfrenar y sosegar sus pa
sines? Qué Religion podra ser una Religion divina,
sino una Religion que exerce mayor poderio en el
hombre, que el hombre mismo, y que su entendi
miento agitado por el corazon, y que su corazon fo
mentado por su entendimiento qué impulso pues, qué
estimulo tan poderoso substituyo tanta docilidad en
lugar de tanta resistencia Pag. 1 14.1 2 I.
II. O incredulos que por no reconocer à Dios
alli donde mas patentemente se manifiesta, os imagi
nais y suponeis al hombre donde no está, explicadnos
este misterio del mundo rendido, y sujeto al yugo
de la doctrina del Evangelio 3 Atribuireis su obe
diencia y sujecion à algunas de las propensiones, de
los afectos, de las inclinaciones naturales al hombre?
decidnos qual de las pasiones favorece à la Religion
cristiana, ô es favorecida de ella ó antes bien de
cidnos qual de las pasiones no la combata, o no es
COIIl
DE Los SERMoNEs. 41

combatida de ella atribuireis à la fuerza y robus


tez de la razon esta prodigiosa conversion del mundo?
Pero qué razon, gran Dios, es aquella razon que tan
aplaudida fue en el mundo antes del Evangelio! Mas
dificil le fue acaso à la Religion el triunfar de las
falsas virtudes del mundo, que de sus vicios; y de
los sueños de la razon alucinada, que del frenesi de
sus concupiscencias. Todas las pasiones del corazon
son enemigas de la doctrina del Evangelio. Por consi
guiente, solamente Dios pudo hacer del corazon del
hombre un corazon cristiano. Establecimiento de la
Religion, obra del Dios de la sabiduria y de las lu
ces: obra del Dios de la virtudes y de la santidad:
obra finalmente del Dios de fuerza y de poder que
frustra los proyectos, y las rebeldias de los hom
bres. Pag. 12 I. 127. . . .
PARTE III. Dios hace que la Religion triunfe,
y salga victoriosa à pesar de las resistencias del
mundo, y el mismo Dios la hace triunfar por me
dio de las mismas resistencias y contradicciones del
mundo. -, * -- -
-º .. . . . . ,

L. No parece sino que el acero de los tiranos es


taba esperando que naciese la Iglesia para dego
llarla en la cuna. Luego que se manifiesta, todas
las naciones declaran la guerra al pueblo cristíano que
empezaba a nacer. No era pues entonces la Religion
tal qual ahora la vemos libre, serena, tranquila,
protegida de las leyes, amparada de la autoridad.
del trono. Qué pensais que era entonces hacerse un
hombre cristiano Era sujetarse y resolverse à exer-,
citar las mas rigidas virtudes, y condenarse al mis-,
º tiempo à los castigos , à las ignominias, y à
la infamia de los mas feos delitos. Pero esto no
ºmbargante y a pesar de los impetus de un mundo,
Fff2 º -º CQ
412 TABLA Y ANALYSS

coligado, la doctrina del Evangelio rompe los dí


ques, derriva las barreras que quiere contener sus
progresos. Pag. 128. 138.
II. Pero, ô profundidad de los consejos y de la
sabiduria de Dios! el rigor y la duracion de las per
secuciones en lugar de ocasionar la ruina de la Reli
gion, solo sirvieron para asegurar y propagar su im
perio. El edificio de la fé no se levanto en cierto mo
do sino con la caida de las columnas destinadas para
mantenerle y sustentarle. Si en este prodigio no re
conocemos la mano de Dios, en qué la reconocere
mos? Haced, Señor, que esta Religion que con vues
tro auxilio supo vencer al mundo, triunfe de las
rebeldias de nuestro entendimiento, y de las indoci
lidades de nuestro corazon ; y que siendo en este
mundo la regla y norma de nuestros sentimientos y
conducta, sea en el cielo el principio de nuestra gloria,
y de nuestra felicidad. Amen. Pag. 1 38. 155.

SER MON DEL PECADO MORTAL.


Para el jueves de la quinta semana de Quaresma.
ivisioN. Si bien se considera lo que pasa en el
corazon del hombre, quando comete la cul
pa, no se puede dudar que el pecador agraviaàsu divi.
na Majestad sumamente: asunto de la primera Parte:
y si se considera lo que pasa en el corazon de Dios.
con respeto al hombre que le ofende, no se puede
dudar que Dios se irrita infinitamente de la injuria
que le hace el pecado: asunto de la segunda refie
xion. Pag. 158. -

PARTE I. Qué cosa es el pecado? es un deseo,


dice San Agustin, una palabra, una accion contra
- •- º * - la
DE Los SERMoNEs. 413
la ley de Díos. El pecado, y para conocerle mejor,
consideremosle especialmente en el pecador que le co
mete con proposito deliberado: el pecado repito su
pone esencialmente dos cosas: à saber, la voluntad de
Dios, que intima sus preceptos al hombre, y la vo
luntad del hombre opuesta à la voluntad divina:
una ley de parte de Dios, y una desobediencia de
parte del hombre. Qué cosa es pues, un corazon que
se abandona à la culpa No digamos ya que es un
corazon tierno y sensible : un corazon blando y
compasivo: un corazon flaco y medroso, sino que
digamos que es un corazon duro y cruel, que ni
se dexa ablandar por la gracia, ni comover por
los remordimientos, ni ganar por los beneficios. Un
corazon duro y rebelde; soberbio y presuntuoso, te
merario y atrevido. Bien sé yo que el pecador qui
siera muchas veces satisfacer sus pasiones sin ofen
der à Dios. Tal vez le respeta, acaso tambien le te
me 3 pero ama el idolo que fabrico su antojo; ante
ponele à su Dios ; obedecele, adorale mucho mas
que à su Majestad: rebelion y desacato el mas injus
to en su especie, por ser una transgresion de la mas
sagrada y respetable autoridad: desacato el mas in-.
jurioso, y en cierto modo, el mas ignominioso con-.
tra Dios. Porque, qué son ni quienes los que se re
belan contra Dios desacato el mas odioso por su
ingratitud. Quién es Dios, dice el pecador, para
que yo le ofrezca el sacrificio de mis inclinaciones y
apetitos? Es un Dios de paz y de misericordia; un ,
Dios amoroso y benefico; un Dios liberal y caritati
vo: desacato en fin el mas impio en sus excesos. To
do pecado, dice San Bernardo, se opone à algun
atributo de Dios. La ira ultraja su mansedumbre; la
impostura su verdad s el odio su caridad. No pasea
º InOS
4 I4. ""ABLA Y ANALYSIS:

mos adelante; pues nada de quanto añadlesemos nos


daria suficiente idea de quán grande injuria hace à
Dios el pecado. Solo Dios lo conoce; el qual como es .
infinitamente ofendido, es infinitamente irritado. Con
que si consideramos lo que pasa en el corazon del hom
bre, quando comete la culpa, no puede dudarse que
la culpa hace à Dios el mas injurioso ultraje : y ahora
añado, que si bien se considera lo que pasa en el co
razon de Dios respecto al hombre que comete la culpa,
no se puede dudar que Dios no quede sumamente
ofendido de la injuria que le hace la culpa. Segunda
Parte. Pag. 159. 18o. - -
».

PARTE II. Corre hoy dia un error comunisimo,


y no menos pernicioso al hombre, reducido à pen
sar que Dios mira con indiferencia los pecados, ô co-,
mo se explican vulgarmente, las flaquezas humanas.:
Error que procede de la ignorancia afectada, que
se tiene de Dios y de sus infinitas perfecciones. Qué os
parece piensa Dios del pecado ¿Qué os parece sien
te su corazon, y como se comueve à la vista del
pecado Figuraos un Dios fulminando truenos y
tempestades; cuya indignada voz llena de temor y
espanto a todo el universo de un cabo al otro. Pues
no lo estrañeis dice el Profeta : porque habeis de sa
ber, que el pecado ha tomado posesion del corazon
del hombre, y esto basta para trocar el benefico
temple del corazon de un Dios. De modo que en
tre Dios y el pecado hay una oposicion infinita. La
ira divina ha perseguido el pecado hasta en un Hombre s
Dios, que solo tenia la aparíencia, y lo exterior del
pecado; y la misma ira divina ha perseguido el pe
cado hasta en los hijos del pecador. Este es pues aquel
Dios que tanto ponderan de insensible à las ofensas
de la culpa. Aprended, hombres, y estremeceos
Con
DE Los SERMoNEs. 4I5
Considerad à Jesu-Christo pendiente de tres escar
pias; y al pecador sumergido en los fuegos eternos
del infierno: y compongamos, si podemos, acá en nues
tra mente estos dos espectaculos tan contrarios como
asombrosos: procuremos estudiarlos, meditarlos, pro
fundizarlos. Con que ello es cierto que Dios castiga
un solo pecado mortal con una eternidad de penas!
y qué Dios, pregunto, es el que asi le castiga Es
un Dios que rinde la vida en un patibulo por el pe
cador, es un Dios crucificado. Qué viene à ser pues
el pecado eso solo Dios lo puede saber cumplidamen
te. Tendre pues la osadia de interrogar al Altisimo º
pero ya me ha oido: en mis oidos suena la terrible voz
de la Religion, la qual es depositaria de sus oraculos
y misterios divinos. Por ella me consta que en satis
faccion del pecado, ha sido necesario que derramase
Dios su sangre; y que para castigarle, criase un in
fierno. O Dios mio, sacrilegamente ultrajado! o hom
bres ciegos y locos! ó pecado! ô eternidad! ð calvario!
ôinfierno! Quando la Religion, amados oyentes mios,
quando la Religion habla con tanta fuerza, y con tan
ta energia, no nos queda otra resolucion que tomar
sino meditar estos desengaños en lo mas retirado y si
lencioso de nuestra alma, y dar lugar à la vehemen
te impresion que deben hacer en ella tan sublimes y
terribles verdades. Pidamos encarecidamente al cielo,
que nos hiera y penetre con el dardo de estas saluda
bles consideraciones. Y asi veremos que el temor ame
drentara las pasiones que esclavizan al pecador; y dis
pondra y atrahera el amor, que constituye al justo y
al penitente. Amen. Pag. 18o. 2 o 3. - , º "
41 6. TABLA Y ANALYSIS
}

SERMONSOBRE EL DESEO DE LA COMUNION,


Para el Viernes de la quinta semana de
la Quaresma.

ivisioN. El deseo de la comunion sino va acom


pañado del respeto a la comunion , es un de
seo que no procede de Jesu-Christo: Parte Primera, y
es un deseo que no conduce à Jesu-Christo: Segun
da Parte. Supuesto pues que este deseo no procede
de Jesu-Christo; luego es un deseo profano y delin
quente en su principio: y supuesto que no conduce à
Jesu-Christo; luego es un deseo funesto y peligroso
en sus resultas. Pag. 2 o 6. -

PARTE I. Quereis saber si el deseo de la comu


nion es sobrenatural en su principio; si es inspirado
en vosotros por el espiritu de Jesu-Christo si es
producido y formado por la gracia de Jesu-Christo?
Observad si el deseo de recibir la sagrada Eucaristia,
va acompañado con el temor de abusar de ella; si el
amor que os estimula à comulgar, os mueve igual
mente à multiplicar virtudes; y si es un amor tan cui
dadoso y diligente para disponerse à la comunion,
como ardiente y fervoroso en desearla: porque sin
esto , sin esta dichosa mezcla de amor y de te
mor, de respeto y de ansia santa, de fervor y de
prudencia, sin ningun recelo afirmo, que los deseos
que os conducen à la sagrada mesa, reconocen su
raiz en el fondo de los afectos y inclinaciones mun
danas: son en fin unos deseos que proceden de voso
tros mismos, y no de Jesu-Christo. Qué vienen à ser
con efecto estos deseos deseos de respeto humano: de
seos de presuncion: de ostentacion: deseos de costum
bre: deseos de imitacion, y tal vez de emulacion: y
de
DE Los SERMoNEs. 417
deseos acaso de dictamen propio, terco y caprichudo.
Pero si el deseo de la comunion es un deseo hijo de la
gracia, si es obra suya, entonces para disponerse el
alma á la comunion, se valdra de todos los medios,
recogimiento interior, fervor, docilidad à los lla
mamientos interiores del Espiritu Santo: de modo
que esos deseos esteriles y ineficaces, esos deseos so
berbios, esos deseos indociles, esos deseos que ni co
munican ni aumentan el deseo de la perfeccion, pro
vengan de donde provinieren, seguramente no son
inspirados por la gracia. Con que el deseo de la co
munion, que no va acompañado del respeto, no pro
eede de Jesu-Christo: y ahora añado que ni conduce à
Jesu-Christo. Pag. 2 o7. 2 22. -

PARTE II. En quantas comuniones se recibe à Je


su-Christo, y no se recibe su gracia? es recibido
eiertamente este Señor, porque la malicia del hombre
no muda ni altera las disposiciones adorables de la
voluntad divina; porque tanto el pecador como el
justo encuentra á su Dios en la Eucaristia; para el
pecador un Dios justiciero; para el justo un Dios
Salvador. , , , .. . . . . . . .»

Sin embargo no se le recibe dignamente; porque


recibir dignamente à Jesu-Christo; es recibir el es
piritu de Jesu-Christo; porque para tener parte dig
namente en el cuerpo y sangre de Jesu-Christo, es
necesario que su Majestad permanezca en nosotros y
nosotros en él; que resida en nuestro corazon, y nues
tro corazon en él. Con que una alma verdaderamer
te virtuosa , obediente al precepto del Apostol; y con
el temor saludable de hacer mal una cosa que nun
ca se puede decir que se hace demasiadamente bien;
debe examinarse con todo esmero; y qué cosa es exa.
=-
-

" -.-
—- —E==

418 "TABLA Y ANALYSIS

minarse el hombre, pregunta San Gregorio, sino


procurar continuamente destruir al hombre viejo y
carnal , perfeccionando el hombre nuevo y espiri
tual, y desterrando el pecado, y introduciendo la
gracia Qué juicio debemos hacer pues de esos hom
bres que no reconocen mas ley, ni mas regla, que
sus desenfrenados deseos ; que entre sus pecados
y la comunion solo interponen un examen mo
mentaneo -

Examen vano y quimerico: ellos tienen igual


facilidad en cometer el pecado, y en olvidarse de él.
Examen frivolo y superficial; que solo se conoce
por la superficie y por la corteza. Examen esteril
e ineficaz , que averigua todos los senos del al
ma, y ningun vicio corrige. Examen limitadisimo;
en fuerza del qual, el hombre enmienda aquellos
defectos que le hacen absolutamente indigno de la
comunion 3 pero no se esmera en adquirir las vir
tudes que le hacen digno de ella. Qué diligencias
pues se deben practicar para comulgar santa y fruc
tuosamente , y para que la comunion nos conduz
ca à Jesu-Christo, y nos grangee las mas abun
... dantes gracias º ninguno otro, repito, sino arre
glar el deseo que anhela por la comunion, segun
el respeto que dispone para ella. Y à este fin usar de
dos cristianas y prudentes precauciones que se deri
van naturalmente del deseo respetuoso de la comu
nion 3 esto es , arreglar las comuniones segun la
bondad de vida ; y la vida segun las comuniones.
Primera precaucion 3 arreglar las comuniones segun
la bondad de vida. Si el fervor no pasa de meros
deseos, transfundiendose en acciones; si el deseo
y ardor por comulgar no va justificado con la vi
- g
DE Los SERMoNes. 419
gilancia en reprimir las pasiones, digoos con San
Francisco de Sales, que mayor recelo, que esperanza
os debe causar la frequente comunion. Precaucion
segunda : arreglar la vida segun las comuniones.
La intima union que por medio de la comunion se
forma entre Jesu-Christo y entre nosotros, impri
me en nosotros un caracter de ignominia, que les
atrae las maldiciones no solo del cielo, sino tam
bien de la tierra. Asi que, quanto mas comulga
una alma, mayor estudio y esmero debe poner en
adquirir fervor, recogimiento, humildad, modes
tia, exercicio constante de las virtudes, que han
de acompañar, y seguir la comunion. Nuestro co
razon es competente ofrenda para un Dios, que
murio victima de su amor? Tributemosle con nues
tra gratitud, con nuestro esmero en obedecerle y
complacerle, la gloria y honra de que su amor le
despojó : que si por nosotros reyna en nuestros
templos, nosotros reynaremos con él en el cielo.
Amen. Pag. 222.243.

S E. R. MO N S O B R E EL , R E S P E TO
con que se debe comulgar, para el Domingo
! de Ramos.

D"¿ El respeto con que se comulga, si no va


acompañado con un deseo santo de la comu
nion, es un respeto que conspira à vilipendiar el San
tísimo Sacramento con la indiferencia y tibieza que le
acompaña: Parte Primera. Y es un respeto que conspi
ra à destruir el uso del Sacramento de la Eucaristia,
por las disposiciones que pide. Pag 245. ---

e. Ggg 2 - PAR
429 TABLA Y ANALISIS.

PARTE I. El respeto con que el alma se lega à


la comunion, si no va acompañado de un santo de
seo, es un respeto hipocrita y fingido que vili
pendia el Santisimo Sacramento con duplicada indi
ferencia: quiero decir con la indiferencia y tibie
za que infunde en los sentimientos, y con la in
diferencia y tibieza que infunde en la conducta.
I. Habeis llegado à entender alguna vez, ama
dos hermanos mios, el agravio que hace à Jesu
Christo, ese respeto que hiela el corazon, ö que
solamente tiene actividad para temer, y para reti
rarse, y no la tiene para desear, para anhelar, pa.
ra solicitar Ay, cristianos: quando Dios nos con
vida à la sagrada mesa, nos habla un idioma, bien
diferente de aquel que solo engendra terror y es
panto: antes es la prenda del amor mas tierno y
generoso. No es pues contristar à su Majestad di
vina, corresponderle solo con una cobarde y vil des
confianza, con un respeto indolente, con unos me
ros obsequios llenos de timidez y cobardía. En va
no pretendera alguno levantar à la esfera de virtud
éste pretendido respeto; pues solo serviria para fran.
quear la entrada en nuestros corazones al vicio, y
al desorden, consequencia funesta del respeto sepa
rado del deseo: con que agravia la sagrada Euca
ristia con la indiferencia y tibieza que infunde en
los sentimientos; pero mucho mas la agravia con
la indiferencia y tibieza, que infunde en la con
duóta. Pag. 246.26o. -
II. Y, para que os convenzais de que el objeto
mas comun de este respeto, que no va acompañado
del deseo de la comunion, es causar en el alma una
negligencia y fatal descuido en punto a la virtud y
-a l e - 22 à
DE Los SERMoNEs. 42 r
à la salvacion, no alegare otra prueba que la de la
experiencia. Porque quienes son esos hombres que
afectan ese pretendido respeto para con el Santisimo
Sacramento Decir: yo profeso un particular respeto
à la sagrada Eucaristia, y no pasar de aqui: decir,
yo soy un gran pecador , y como si en sola es
ta confesion de su propia miseria se cifrase todo
el obsequio y veneracion , que se debe al sacra
mento del Altar, no procurar ni limpiar su alma de
los vicios que la hacen indigna de la comunion, ni
adquirir las virtudes que la hacen digna de ella, es
to es añadir à la perversidad de las malas costumbres,
un pecado de mala fé. En efecto, si fuese verdade
ro el respeto que os detuviese el acercaros à la sagrada
mesa, respetariais y venerariais el Santisimo Sacra
mento; pero dexariais por eso de respetar el Evan
gelio de Jesu-Christo? La verdad es que ese respeto
se ha levantado y se funda sobre las ruinas de la
caridad, y que os atreveis à confesar que por eso
habeis empezado à respetar, porque habeis dexado
de amar. Para disculpar, y justificar, si pudieseis,
este respeto hipocrita y fingido, os haceis fuertes
y os escusais con las disposiciones que pide la co
munion: pero esto es escusar un desorden con
otro, disculpando los vicios del corazon con los er
rores del entendimiento. Luego el respeto, que no va
acompañado del deseo de la comunion , conspira à
agraviar la Eucaristia con la indiferencia y tibie
rza con que se mezcla: y conspira ademas de esto à ani
quilar el uso de la comunion, por la naturaleza de
las disposiciones que pide. Pag. 26o. 273.
PARTE II. Hablo de un respeto que no es causa
do por la extincion del deseo, pero que enerva y de
- ) bi
422 TABLA Y ANALYSIS

bilita el deseo, y que por una natural consequencia


no puede dexar de destruir y aniquilar el uso de la
comunion 3 por la especie de disposiciones que exige:
disposiciones que el Sacramento no pide 3 disposicio
nes que el que le recibe, ni puede ni debe prometer
se que tiene en sí; disposiciones finalmente que no se
adquieren sino comulgando. - - - -

I. Pedir para la comunion disposiciones que la


comunion no pide. En qué consistiria pues el abu
so y la ilusion de un respeto nimiamente cobarde,
si me es licito explicarme asi, y que del Santisimo Sa
cramento solo se fabricase ideas propias para desviar
nos de él consistiria en pedir las disposiciones con
que una caridad ardentisima y purisima se llega à la
sagrada mesa , como indispensablemente necesarias
en todos aquellos que quieren comulgar dignamente:
confundiendo las disposiciones que son de precepto,
para evitar una profanacion sacrilega de la Eucaris
tia, y para recibir y tener parte en aquella gracia
que Jesu-Christo comunica en ella, con aquellas dis
posiciones que segun doctrina de Santo Tomas po
demos llamar de consejo, y con las quales se experi
mentan en el sagrado convite de Jesu-Christo gra
cias singulares y mas copiosas. Supuestos pues estos
principios, qual es la sana y verdadera doctrina acer
ca de la comunion es aquella que junta en lo que
nos pide, todo quanto nos pidio Jesu-Christo. Es asi
pues que Jesu-Christo no quiso ni quiere que las dis
posiciones sirvan de impedimento para comulgar: lue
go lo augusto del Sacramento no es razon suficiente
para abstenerse de recibirle, y solo es motivo para
prepararse dignamente de donde se sigue que una
alma que por hallarse sujeta à un respeto amar
De Los SERMoNEs. 423

te timido, no se llega à la mesa Eucaristica, ö se


llega muy rara vez, no cumple los deseos de Jesu-,
Christo, asi como tampoco los cumple aquella alma
temeraria que se acerca à esta sagrada mesa con de
masiado y inconsiderado ardor. Pag. 274. 279. -

II. Pedir para la comunion disposiciones que el


alma que la ha de recibir, no puede prometerse te
nerlas ni reconocerlas en sí... Sin reconocer con Santo
Tomas, que lexos de suponer en nosotros la perfec
cion de la virtud, no para otro fin ha sido institui
do el Santisimo Sacramento de la Eucaristia, sino pa
ra fortalecer masy mas nuestras almas contra los asal
tos de la concupiscencia, y encendernos en el fuego
mas ardiente del amor divino... Con esta excesiva aus
teridad y rigidez, no se lograra otra cosa sino per
turbar las conciencias, apartar de la sagrada mesa,
las almas mas puras con el pretexto de no permi
tir se lleguen à ella las almas llenas de imperfeccio
nes. Yo entiendo por virtudes que el alma no puede
ni debe reconocer en sí misma, unas virtudes que tan
to menos debe prometerse el hombre que posee, quan
to las posea en grado mas eminente. Pag. 279. 285.
III. Pedir para comulgar unas disposiciones, y
unas virtudes que solo se adquieren por la comu
nion. Con efecto no es el Sacramento de la Euca
ristia el mayor, el mas augusto, y al mismo tiempo,
el mas poderoso, y el mas eficaz Sacramento de to
dos los que se llaman de vivos El à la verdad supo
ne la vida de la gracia, y la aumenta. De aqui es la
sentencia de Jesu-Christo, que todos aquellos que
con pretexto de piedad, no se llegan à la mesa del
altar, se apartan de la vida eterna. Por esto declara
San Juan Crisostomo, que si es peligroso comulgar
COI).
424 TABLA Y ANALysis,
con tibieza, es íncurrir manifiestamente en la muerte eí
abstenerse enteramente de la comunion. Infelices digo
pues, infelices repito los que se acercan à la mesa del
altar mal dispuestos; pero infelices tambien aquellos
que no se acercan á ella! Quál es pues el alma que en
este santo tiempo comulga con verdadera disposicion?
es aquella que cumple con los dos preceptosà que obli
ga la solemnidad de la Pasqua: precepto de prepara
cion: precepto de la comunion. Precepto de la pre
paracion; purificar la conciencia para recibir digna
mente el cuerpo de nuestro. Señor Jesu-Christo. Pre
eepto de la comunion: recibirle despues de haber lim
piado su alma. Pag. 285.292. . . . . . . . . . . ..
.

SERMON DE LA PASION DE NUESTRo SEÑOR


-. jesu-Christo para el Viernes Santo. -

visioN. Qué es lo que vemos hoy en Jesu-Chrís


to? Un Dios llorando el pecado con el mas
amargo dolor; un Dios satisfaciendo por el pecado
con las mayores humillaciones y abatimientos; un
Dios reparando el pecado segun los fueros de la mas
severa y inexorable justicia. Pag. 296. -

PARte. I. Ved como empieza ya à abrirsele à Je


sus la carrera de los tormentos que le está delineada en
las Escrituras. Sabiendo Jesus que habian llegado ya
los tiempos decretados en el consejo de la eterna sabi
duria, desnudase de todo su esplendor, del poder y
de la majestad de la divinidad. Triste y desasosega
do, oprimido con el funesto peso de nuestros pecados,
va caminando en medio de sus discipulos: apoderase
de su alma un yivo y vehemente dolor. Llora Jesu
- º e Chris
DE Los SERMoNEs. 425.

Christo, afíxese, estremecese como pudiera qualquier


hombre flaco y medroso, pero ay, que sus lagrimas
nacen de una causa bien diferente! Qué cosa es pues
la que anega à Jesus en un mar de dolor Considera
se cargado derepente de los pecados de todo el mun
do: ve que al primer paso que da en el huerto de Get
semani, le cercan y le cargan los delitos de todos
los siglos, y de todos los estados. Entonces el pecado
fue llorado debidamente, y fue detestado qual mere
ce: entonces la santidad de Dios encontró en la per
sona de Jesu-Christo lagrimas propias y convenien
tes, para desagraviarle de las culpas del hombre.
Imitad, Catolicos, imitad à este Hombre-Dios contri
to y aflixido, llorad el pecado como le lloró Jesus; y
solo pensareis en reparar el pecado como Jesus le repa
ró.Ved ahi à la santidad de Dios vengada por un Dios
contrito: y ahora vereis la gloria de Dios reparada
por un Dios humillado. Pag. 297. 3 16.
PARTE II. Humillacion de Jesu-Christo en este
dia: humillacion la mas completa, la mas pronta, la
mas sensible, la mas publica, la mas injusta, y la mas,
libre al mismo tiempo, y mas espontaneal humillacion
sufrida con la mas heroica paciencia. Quereis, peca
dores, conocer la grandeza de Dios, à quien habeis
ofendido ? Estudiad en Jesus, que quando sepais à
Jesus humillado , no ignorareis nada. Con efecto,
por quanto el orgullo, que engendró el primer peca
do, es el principio de todos los pecados, por esto
quiso Jesu-Christo sujetarse y sufrir la mas ignomi
niosa humillacion, à fin de desagraviar mas plena
mente a Dios de la rebeldia del pecador. El pierde toda
su fama, su estimacion, su gloria: humillacion, la mas
pronta, la mas rapida en sus progresos: apenas aca
baban los muros de Jerusalen de repetir sus alabanzas,
79 m . IV, - - - Hhh y
426 TABLA Y ANALYSIS.

y ya suenan en ellos los sediciosos clamores de los que


piden su muerte. Humillacion, la mas sensible, y la
mas dolorosa: todos parece le desamparan, sus amigos,
sus discipulos, sus apostoles, su mismo Padre: él, Se
ñor, os implora, y vos no le respondeis. Humillacion
la mas publica: Jesus es presentado en todos los tri
bunales, y todos los tribunales condenan à Jesus. Je
sus es juzgado segun el tenor de todas las leyes: to
das las leyes, las de su nacion, las de Roma, son inter
pretadas en su daño. Humillacion la mas injusta: to
do su proceso es obra del odio, y de la envidia de los
Escribas y Fariseos, de los Sacerdotes y Pontifices.
Humillacion la mas libre, y espontanea: bastabale
mandar; y prontos los espiritus celestiales à la defen
sa del Dios à quien adoran, hubieran exterminado
aquel pueblo sacrilego; él podia, como lo habia exe
cutado en tantas ocasiones, evitar sus pesquisas; él
podia con nuevos prodigios, llenar sus corazones de
terror y espanto: el Hombre-Dios solamente es humi
llado porque lo quiere ser. Humillacion en fin sufrida
con la mas heroica paciencia: Jesus no permite el me
nor desahogo de quexa, de murmuracion, de senti
miento: mirase acusado de los mas horribles delitos;
deshonranle con las mas atroces calumnias; infamanle
con los mas sangrientos ultrages, y él observa
un profundo silencio. Veamos finalmente la justi
cia de Dios satisfecha por un Dios padeciendo y mu
riendo. Pag. 316. 337.
PARTE III. Hoy es quando el amor de Jesus con
duce, y lleva à la justicia de Dios una victima dig
na de su Majestad: hoy es quando la pena del peca
do desagravia à Dios del ultrage, que le hace el peca
do. Acerquemonos à esa cruel columna: quién cono
cera à Jesus aligado à ella todo su cuerpo es una lla
. - - - ga
DE Los SERMoNEs. 427
ga continuada: no es hombre, sino sombra y triste.
esqueleto de hombre. Llevan à Jesus al Calvario;.
clavanle en la cruz acumulansele en este instante y,
siente por junto todos los dolores, que experimentó
sucesivamente en el discurso de su pasion, prorrumpe
en fin en aquella voz: todo está consumado: inclina la
cabeza, y espira! Con que consumada está la grande
obra de la reconciliacion del mundo? y a qué precio.
oid, hombres, y llenaos de pavor, exclama el Apos-,
tol. Un Hombre-Dios ha derramado hasta la ultima
gota de su sangre, para apaciguar el enojo de un
Dios, para satisfacer la justicia de un Dios: exemplo
terrible de las venganzas del cielo, que se nos pone
delante de los ojos de nuestra consideracion para le
vantar entre nosotros y el pecado un muro, que ni
en los impetus de la pasion mas yiolenta osemos rom
per ni quebrantar. O Dios mio, resuelto estoy à vi
vir à la sombra de vuestra cruz, y morir en ella: esta
es mi voluntad: esta gracia es el unico objeto de mis
deseos: dignaos concedermela à mí, y à este devoto,
concurso. Amen. Pag. 337.352. . . . .. . .

S E R MO N DE LA RE S U. R. R.E.CCION
para el Domingo de Pascua.
*

D cia y abandona
Desamparando el libertino la fé, renun
aquella razon, à quien tanto
se gloria de dar credito; y por otra parte con esta de
sercion establece el libertino, y autoriza la misma,
Religion, à, quien no cree: en una palabra, la razon,
es un argumento contra el incredulo, y el incredulo un
argumento contra la Religion. Pag. 355.
PARTE I. Reflexionando sobre la conducta de los,
* --, Hhh 2 Es
428 TABLA Y ANALYSIs:

Escribas y Fariseos, de los Sacerdotes y Doctores de


la Ley antigua, qué advertis todo lo que puntual-,
mente constituye el caracter mas señalado de todo
desenfreno y libertad de entendimiento; à saber, im
prudencia y temeridad que no consultan la razon;
preocupaciones y pasiones que se obstinan contra la
razon. Venid conmigo, y os manifestare que hasta en
el tribunal de la razon no hay cosa mas agena de ella
que el incredulo. -. . . .)
I. Imprudencia que precipita el juicio, temeridad
que decide sin preceder el debido examen. Tratase de
una Resurreccion que termina todas las disputas, y
que dexa à los discipulos de Jesus sin recurso, ô à
sus enemigos sin escusa: estos hombres pues tan dili
gentes en cautelarse contra el falso zelo de los discipu
los, con qué atencion no examinan las sagradas Escrí
turas, no ponderan en el peso del santuario y de la ra
zon la verdad de los hechos, confiriendolos con las
antiguas profecias, y habilitandose por este medio, ð
para conocer la verdad à fin de redimir su vergonzo
so error con un sincero desengaño, ô para entender.
y averiguar la trama de la mentira pero averiguar
una verdad que à un mismo tiempo combate nuestras
ideas, nuestros intereses, nuestras preocupaciones y,
juicios, es un esfuerzo extraordinario del entendimien
tO : pocos hombres son capaces de el ; los Fariseos no

piensan en ello: congreganse, consultan, deliberan: pa


ra obscurecer la verdad, para estancarla, para obli
garla y condenarla à un timido silencio: no la estu
diaran por cierto, no cargaran la consideracion sobre
ella para seguirla. Conducta imprudente, loca y de-.
satinada. ¿No es esta la misma que la de aquellos cris-º
tianos que vemos formarse en un momento otras ideas,
ótra persuasion, sin estudio, sin examen, sin poder
* ---- ... . . . . - S3
-
DE Los SERMoNEs. 429
satisracerse à sí mismos, ni darse razon solida de esta
mudanza deplorable esta es la ignominia y el escan
dalo de la razon, y de la Religion asimismo: no se
estudia la Religion, sino en libros contrarios al Evan.
gelio, quierese saber todo lo que la combate, quierese
ignorar todo lo que la prueba : las pasiones del corar
zon consuman la obra que empezaron à fabricar la im,
prudencia y la temeridad del entendimiento, pasiones
que se obstinan contra la razon. Pag 356. 367. ,
II. Nadie en Israel debia prestar mas firme asen
so à la resurreccion de Jesu-Christo, que los mismos
que con tanto empeño la impugnaban. La verdad tie
ne sus propiedades y señales caracteristicas, que la se:
paran del error, propiedades que una razon bien in
tencionada, y libre de pasion nunca dexa de conocers
y no las tiene tales, que no puedan ser obscurecidas,
y aun casi desconocidas por las pasiones. Sea quanto se
quisiere convincente y decisivo el testimonio de los
apostoles; pero como se opone al modo de pensar de
los Escribas, no dexaran estos sabios y doctores del
Judaismo de debilitar su fuerza y autoridad con va
rios efugios: asi veran, y creeran que ven en los apos-,
toles intentos y credulidades de que ellos carecen, y
no veran en sí y en su propio corazon las preocupa
ciones, el odio y la envidia que los devora y trae aluciº
nados: ceguedad frequentisima en los pretendidos Fi
losofos de nuestro siglo: funestas y peligrosas, concu-,
piscencias de que nunca quiere el hombre desprender
se! este es, segun dice San Pablo, el escollo donde se.
estrella y perece la Religion de tantos cristianos, que
arrebatados por la braveza de la borrasca , padecen,
triste naufragio en la fé, de la qual no apostata por lo
comun el hombre, sino despues de empeorar de cos-.
tumbres: y muchas veces seria uno cristiano, si bas
X ta.
43o TABLA Y ANALYSIS,

tase para serlo creer lo que enseña el Evangelo, sin


obligacion de cumplir con sus preceptos. Quienes en
efecto son aquellos à quienes podemos llamar incredu
los de reflexion y de pura razon? ¿Llamaranse incredu
los de reflexion esos hombres, que hallandose en lo mas
fervoroso de su juventud, destituidos de literatura,
de un juicio regular, de una capacidad comun, pasan
la vida embebidos en pasatiempos y fruslerias Esos
espiritus varios e inconstantes, que andan continua
mente mudando de opinion. Desengañemonos que en
el impio, por mas que blasone de entendimiento soli
do, de entendimiento vigoroso, ninguna cosa hay so
lida y grande, sino la imprudencia y la temeridad,
que nunca se aconseja con la razon, y las pasiones y
errores del entendimiento , que se rebelan contra la
razon: dos caracteres del desenfreno del entendimiento,
que convencen de que la razon es un argumento con
tra el incredulo; ahora añado que el incredulo es un
argumento à favor de la Religion. Pag 367. 38o.
PARTE II. El incredulo es un argumento à favor de
la Religion por el estado à que le reduce su misma in
credulidad: el incredulo es un argumento. à favor de
la Religion por su misma incredulidad. e i
I. El estado del incredulo es un estado de errores
y de contradicciones; y es un estado de duda y de in
certidumbre: por el estado de errores y contradiccio
nes prueba la verdad y la divinidad de la Religion; y
por el estado de duda y de incertidumbre prueba la
sabiduria y la necesidad de la Religion: qué diran los
Escribas y Fariseos para disculpar y cohonestar su con
tumacia? De quanto digan resultara sin duda mayor.
luz à la verdad de la resurreccion, confesando que no
se puede impugnar sino por medio de fabulas y ca-,
lumnias, y de inumerables contradicciones evidentes
4.- y
DE Los SERMoNes. 43 I

y palmarias. Quántos han combatido la Religion


despues de los Fariseos por venturales han abierto
como mas habiles un nuevo camino que los liberte
del escollo de tantas contradicciones sin entenderlo
ellos, publican al mundo quán verdadera es aquella
religion, contra la qual los mayores ingenios no en
cuentran respuestas ni argumentos, sino en opiniones
tan frivolas que la misma razon se averguenza, y de
aqui proceden las perplexidades y dudas del entendi
miento: triste y miserable estado del hombte soberbio
y presuntuoso, que tan insolentemente se erige en
maestro y arbitro de la Religion: el va vagueando de
opinion en opinion, de sistema en sistema, sin saber
qué piensa, ni qué ha de pensar. No, amados oyentes
mios, no llega el hombre à desamparar la Religion por
los caminos de la razon, sino por el abuso del ingenio y
del raciocinio. En conclusion el incredulo con sus erro
res y contradicciones es un argumento con que se prue
ba la verdad y el divino origen de nuestra santa Reli
gion, y con sus dudas y perplexidades prueba su nece
sidad y sublime sabiduria: ahora añado que su mis
ma incredulidad acredita y prueba nuestra Religion,
Pag. 38o. 392. - -
-

II. Qué hicieron pues estos Judios ciegos y per


tinaces en su ceguedad obstinados no otra cosa que
dar con su incredulidad al mismo Jesus à quien repro
baron, el caracter de Mesias mas propio y expresado
con mas frequencia en las sagradas Escrituras. Despues,
de los oraculos de los Profetas, Jesu-Christo no podia
ser, ni podia parecer verdadero Mesias, si no era, y
si no parecia un Mesias despreciado y repudiado por
Israel. Luego con repudiar y despreciar a Jesus los Ju
dios, han contribuido à acreditar su mesiazgo. Un
hombre lleno de vanidad y soberbia, cuya ciencia se
432 TABLA Y ANALY93

gun la expreson de San Pablo, es una ciencía de dísº


putas y altercaciones: un hombre demasiadamente ami.
go de la independencia para no serlo de la autoridad:
un hombre contumaz que disputa, que sutiliza , que
teme ver, ô que se obstina contra lo mismo que ve:
un hombre esclavo de los deleytes, y de la ambicion:
un hombre que solo usa de la razon contra la fé, y
que no sabe defender su razon contra las pasiones, se
mejante hombre segun los principios de nuestra Reli
gion, digo y repito que sin un milagro de la gracia,
no creera. Cómo asi porque su incredulidad no es me:
nos vaticinada que la de los Escribas y Fariseos: luego
su incredulidad es una nueva prueba, añadida à otras
muchas pruebas, de la verdad y divino origen de la
Religion; por consiguiente la misma incredulidad del
impio es un argumento en favor de la Religion.
Argumento bien triste, y bien sensible para nues
tro zelo! Quereis saber lo que echa el sello à nuestro
dolor? Es que mientras el incredulo acredita à pesar
suyo esta Religion que él no cree, el cristiano es un ar
gumento en cierto modo contra la Religion que él cree.
Si vosotros supieseis sostener con la dignidad y bon
dad de vuestras costumbres la majestad de vuestra fé,
el impio se veria obligado con este buen exemplo à
condenarse à sí mismo. De este modo esta Religion
sacrosanta, que habreis honrado en la tierra, sera vues
tra felicidad y vuestro galardon en el cielo. Peroraciona
al Rey. Pag. 392. 399. - º

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