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SERMONES

DEL P. CARLOS FREY DE NEUVILLE,


1PREDICAZDOR DE LUIS XV.

REY DE FRANCIA, -

(184
TR ADUCIDOS DEL FRANCES

POR D. JUAN ANTONIO PELLICER,


DE LA REAL BIBLIOTECA.

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T O MO TER CE R O.
Q UAR. ES MA.

EN MAD R ID

A Ñ o D E M. D cc. L xxx 1 v.
POR ANDRES R A MIRE Z
Impresor de la Real Biblioteca.
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.

Vendense en casa de D. Antonio Barlo, calle de las Carretas.


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T A B L A
DE LOS SER MONES
QUE SE CONTIENEN EN ESTE

T O MO TERCERO.

PARA el Jueves de la segunda semana de


Quare rma : Del Respeto humano...... Pag. 1.
Para el Viernes de la segunda semana de
Quaresma: De la Pazinfeliz del pecador, 63.
- Para la tercera Dominica de Quaresma:
Del Respeto en los Templos................ Io6.
Para el AMartes de la tercera semana de
Quaresma: Sobre evitar las ocasiones..... 1 58.
Para el Jueves de la tercera semana de Qua
resma : De la Probidad y de la Religion. 199.
Para el Viernes de la tercera semana de Qua
resma : De la Gracia........................... 259.
Para la quarta Dominica de Quaresma: De
la Limosna........................................ 32 I.
Para el Martes de la quarta semana de Qua
resma : Del Servicio de Dios, y del servi
cio del mundo.................................... 39 I.
Para el Jueves de la quarta semana de Qua
resma : De las Grandezas de Jesus........ 423.
Tabla y Anabsis................................... 5 I 3.

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- - Pag. 1.
SER MON º
SOBRE EL RESPETOHUMANO.
PARA EL JUEVES DE LA SEGUNDA
semana de Quaresma.

Beatus est quinon fuerit scandalizatus in me.


Dichoso el que no se escandalizare en mi. S. Ma
teo cap. II. Y. 6.

SEÑoR.

¿ O es asi que los tiempos de las ignominias


de Jesu Christo se han mudado en otros
bien diferentes tiempos? digalo su cruz plantada
gloriosamente sobre el trono de los Cesares. Pos
trados ante sus altares los Monarcas, se reducen
á la esfera de meros hombres, y nunca son ma
yores que quando en su presencia se desnudan
de su grandeza. ¿Tendremos pues nosotros valor
para avergonzarnos de reverenciar á un Dios á
quien adoran nuestros Soberanos? ¿hay pues ya
otro escandalo que temer, que el de una piedad
fingida? ¿y si la felicidad de los Apostoles consistia
en no escandalizarse de Jesu Christo, la nuestra
no consiste en vivir en un siglo que solamente
Tom, III. A pue
2 . S E R MoN
de gloriarse de Jesu Christo y por Jesu Christo?
Sí por cierto, Amados oyentes mios: sobra
damente nos enseña una funesta experiencia que
tenemos que reprehendernos, y acaso que llo
rar nosotros aquella misma flaqueza, aquella co
bardia, y aquella delicadeza indiscreta, contra la
qual queria Jesu Christo que viviesen cautelados
sus primeros discipulos; y ahora desde su gloria
no cesa este Salvador Divino de repetirnos, como
lo hizo al tiempo de su pasion: dichoso el que no se
escandalizare en mi beatus est qui non fuerit scan
dalizatus in me. - - ,

Reyna en efecto en medio del christianis


mo un mundo, que lexos de ser christiano, no
perdona á otros el serlo: un mundo á quien Jesu
Christo no conoce, ni él permite tampoco que los
demas conozcan á Jesu Christo : un mundo in
fiel, cuya censura, por mas fieles que nosotros
nos preciamos de ser, tememos, cuya aprobacion
deseamos, y cuyo beneplacito compramos con
detrimento de nuestra conciencia, y de nuestro
Dios.
Respeto humano, tirano inexórable, que á
pesar de nosotros mismos nos gobierna á su arbi
trio y antojo, que eternamente nos impide que
seamos lo que queremos ser, y nos obliga á ser lo
que no queremos! O quien me concediera, her
manos mios, que os infundiese todo el horror
con que merece ser aborrecido Cierto estoi,
que con la destruccion de un solo vicio, os alla
I13
SOBRE EL RESPETO HUMANO.

naria el camino para todas las virtudes. Estadme


atentos. No es este un documento que solamente
conviene á ciertas circunstancias de estado, de
edad, de temperamento, y de ciertas coyuntu
ras; pues no hay estado, no hay condicion don
de no se hallan hombres que tienen la fatal ha
bilidad de señorear la conciencia de los demas;
y hombres que permiten ignominiosamente que
los demas dominen en su conciencia. Hallanse po
cos espiritus de tal entereza, que no se rindan
alguna vez á los caprichos del mundo: las almas
mas virtuosas lo serian todavia mas, si el mun
do fuese menos enemigo de la virtud; y lo que
es mas digno de llorarse, es que no solo no de
testan los hombres el pecado del respeto huma
no, sino que se sirven de él para escusar los de
mas pecados; como si desagraden menos á Dios,
porque solamente pecan por no desagradar al
mundo. Quereis formar debido concepto del res
peto humano? Pensad que es un vicio opuesto
manifiestamente á la Religion, un vicio conde
nado altamente y reprobado por la Religion.
Cómo asi? porque es un vicio vergonzoso y fu
nesto al mismo tiempo á la Religion: como ver
gonzoso á la Religion, la escandaliza y desacre
dita como funesto á la Religion, la estraga y la
2I'll 1112.

La Religion infamada y envilecida por el


respeto humano : la Religion enflaquecida y
aniquilada por el humano respeto: ved ahí todo
- A2 el
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- — —- —-

SE RM oN
el argumento de este Discurso. Pidamos la gra
cia por la intercesion de Maria. Ave Maria.
PARTE PRIMERA.

Isfracen con los colores que quieran nues


tras locas y engañadas pasiones el respeto
humano, siempre sera verdad, que esa indigna
condescendencia con el mundo en materia y en
asuntos de religion, es el escandalo de la Reli
gion vilmente sacrificada al mundo; es la igno
minia de la Religion abatida y humillada por el
orgullo del mundo; y es el oprobio de la Reli
gion vencida por el mundo. -

Victoria del mundo (y avivadvuestra atencion,


porque este sera el asunto principal de esta pri
mera Parte; ) victoria tanto mas gloriosa para el
mundo, quanto que la Religion es vencida con
las mismas armas con que ella triunfó del mundo,
y que el prodigio del engaño del mundo por me
dio del respeto humano, imita en algun modo
el prodigio de la santificacion del mundo por
medio de la Religion. La gloria de la Religion
consistió en vencer las potestades del mundo con
la debilidad de los Apostoles: su gloria estribó,
como advierte San Pablo, en triunfar de la sabi
duria del mundo con la locura de la cruz; y de
los deleites y regalos del mundo, con la severidad
de su doctrina. La gloria que el respeto humano
da al mundo, consiste en triunfar de la Reli
gion
SOBRE EL RESPETO HUMANO.

gion con quanto hay en el mundo de mas debil,


de mas desatinado, de mas miserable, y de mas
noso. El mundo triunfador de la virtud y
poderio de la Religion con la debilidad del res.
peto humano: el mundo triunfador de la sabiduria
y de las luces mas puras de la Religion con la
locura del respeto humano : el mundo triunfador
de las gracias, y de las mas eficaces inspiracio
nes de la Religion, con las penalidades y desa
brimientos del respeto humano: tres considera
ciones que piden toda la eficacia de vuestra aten
C1OIl. .
I. El mundo triunfador de la virtud y po
derio de la Religion con la debilidad del respe
to humano. Despues de tantas alteraciones y
mudanzas, despues de tantas persecuciones y ca
lamidades, mirad la virtud y el poder divino
de la Religion, que á imitacion de aquel Dios
que la fundó, solo buscó en la nada la mate
ria del mundo christiano, que resolvió substi
tuir en lugar del mundo idolatra : infirma
mundi elegit ut confundat fortia .... ea quae
mon sunt, utea que sunt, destrueret (1): mi
radla digo, como goza de profunda paz, rey
nando sobre las ruinas de todos los templos y de
todas las pasiones de la Gentilidad. Si preguntais
por los autores de una novedad tan inopinada,
ella os pondrá delante unas mugeres, unos niños,
- U111OS

(1) 1., ad Corinth., c. 1. v. 27. a

i
6 SERM oN
unos hombres llenos de miedo y de temor, hom
bres tan poca cosa, que casi son nada; hombres
tan desconocidos, que son como sino fuesen; hom
bres que luego desaparecen, y que detenidos en
medio de su carrera, parece que solo pueden
llevar consigo el rubor de sus designios inutiles
y malogrados: ea quae non sunt. Tales son los sol
dados, los heroes á quien convoca para sus bata
llas y á quien ordena que la allanen los caminos de
la victoria, á quien encarga que la enriquezcan
con los despojos de las naciones idolatras: y no
es esto lo mas, sino que perdiendolos, gana el
universo: con su caida, se sostiene y se arrai
ga: en su sepulcro echa aquel arbolillo tan de
bil al principio, y que elevandose en un instan
te como el mas encumbrado cedro, cubre con su
sombra todos los pueblos del universo, á fin que
desengañado el mundo de la debilidad de sus
vencedores, reconozca la divinidad de una Re
ligion que para obrar todas las cosas no necesita
de ninguna, y que con el ministerio de lo que
no es, destruye quanto tiene ser: ea qua non sunt,
ut ea que sunt, destrueret.
Prodigio á la verdad de fuerza y de poder, á
quien nosotros contraponemos otro prodigio tam
bien, esto es el prodigio del respeto humano:
prodigio de ningun modo sobrenatural, pues tie
ne su origen en nuestras pasiones y malos deseos;
prodigio, que lexos de ser un prodigio de fuer
za, es solo un prodigio de flaqueza; y que r O
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 7
lo mismo que es un prodigio de flaqueza, pare
ce que venga al mundo, y en cierto sentido le
da motivo para decir alternativamente: infirma
mundi elegitut confundat fortia.... et ea quae non
sunt, utea que sunt, destrueret.
Bien sabeis vosotros quan á poca costa triun
fa nuestro corazon en competencia de la Reli
gion. Bastale una vana sombra, la ilusion de un
sueño, una mera fantasia: ea quae non sunt. En
vano se esfuerza la fé á fortalecernos en la virtud
ya con la consideracion de un Dios justiciero, ya
con la consideracion de los beneficios de un Dios
remunerador : envano pone sucesivamente de
lante de nuestros ojos sus mayores incentivos, y
sus mayores amenazas; pues desde el punto que
el mundo habla, ó que se teme dar que hablar
al mundo, la Religion enmudece, ó no se le
presta oidos.
Habla el mundo; y qué es lo que promete?
el cebo de una insulsa alabanza, el murmurio de
un aplauso momentaneo, el vapor de un incien
so que mil veces se niega al merito verdadero,
que todavia se prostituye mas veces á la maldad,
de que se ofenderia todo hombre que tubiese bas
tante discrecion para conocer la indignidad de la
mano que le ofrece, y que no siendo prometi
do sino al vicio, solamente es propio para des
acreditar á quien le recibe. Habla el mundo; y
con qué amenaza ? con una zumba despreciable,
con un semblante displicente, con un sobrecejo,
- COIl
8 SERMoN
con un discurso que se lleva el ayre, con una
murmuracion en que prorrumpe la envidia, con
una mera palabra, con una nonada: ea que non
JAlff.

Habla el mundo; pero qué mundo? un mun


do imaginario muchas veces y quimerico; por
que fuera de un escaso numero de libertinos, á
quienes desprecian los mismos que temen ser des
preciados de ellos, separad del christianismo esos
otros hombres, que ni son hombres ni chris
tianos, y notareis que la probidad, la modestia,
la religion son abundantemente vengadas por las
secretas aprobaciones del publico olvido en que
parece yacen sepultadas entre nosotros. Pero es
to es lo que no se entiende, ni se quiere entender;
y de esta afectada ignorancia se origina ese fatal
contagio, esa funesta comunicacion de pánicos
terrores que se sienten y que se comunican, que
se reciben y que se infunden: todos temen y se
hacen temer, todos engañan, y son engañados:
cada uno se disfraza y obliga á que se disfracen
los demas, y porque no conoce lo que son, no
se atreve á declarar lo que es cada uno: pocos son
malos por sí mismos; casi todos lo son por con
descender con otros: tirano y victima á un mis
mo tiempo el hombre, tiembla de aquellos á
quien hace temblar, y el mundo entero es el
ludibrio de un mundo que no existe: et ea quar
mon sunt, utea que sunt destrueret.
Rendido sin embargo el hombre á este temor
1O
SOBRE EL RESPETO HUMANO.

no hay obligaciones que no abandone, ni gracias


á que no se resista, ni remordimientos contra
quien no se obstine. Con las mas virtuosas ircli
naciones se precipitará en los mas escandalosos de
sordenes: con la verguenza mas recatada sabrá
no avergonzarse de nada; y presto se corre
rá de la verguenza misma: con una conciencia de
licada y timorata que de todo se asusta, se re
vestirá de aquella insensibilidad feroz, de aque
lla horrible intrepidez que hace alarde de no te
mer ninguna cosa, determinado á aventurarlo
todo y á ponerlo todo en contingencia primero
que exponerse á la censura y á las zumbas del mun
do. Pero ay, amados oyentes mios que ultra
jado y calumniado el Doctor de las gentes solo
respondia á las satiras y á las invectivas, despre
ciandolas altamente: qué me importa á mi, de
cia, el mundo y sus juicios ? mihi autem promi
nimo est ut a vobis judicer (1): Dios ve mi cora
zon, y mi proceder: Dios me juzgará, y solo
temo y me perturban sus juicios: qui autem ju
dicat Deus est. (2) En esta santa y generosa
valentía se echa de ver un apostol; al paso
que en las condescendencias del respeto humano
no solo no se registra el christiano, sino que ni
aun se echa de ver el hombre, ó solamente se echa
de ver el hombre envilecido y degradado, á quien
Tom. III. B el
(1) 1; ad Corint. cap. 4. v. 3.
(2) Ibid. v. 4.
Io SER Mo N
el desvelo de libertarse de los quimericos despre
cios del mundo, hace despreciable para consigo
mismo. En efecto; temiendo que la sumision á
la doctrina, y la fidelidad á las leyes del Evan
gelio no le expongan á los anatemas de los he
roes de la impiedad, y que sus soberbias deci
siones no le confundan en la muchedumbre de
las almas subalternas que por falta de luces,
de esfuerzo y de actividad se ven condenadas áge
mir bajo la tirania de las preocupaciones y opinio
nes vulgares, pone suma diligencia en adquirir la re
putacion de hombre de entendimiento robusto é in
dependiente, entendimiento capaz de ver , de
examinar, de meditar, de penetrar hasta la fuen
te de la verdad. Y qué es lo que hace para con
seguirlo? El primer paso que da para revestirse del
caracter de independiencia y de libertad, es su
getarse á la dependencia mas servil, caer en la es
clavitud mas ignominiosa, y como discipulo obe
diente y sumiso adorador, jurar obediencia al
plan, al sistema, á las opiniones del dia. Ahora
pues: negarse á sus inclinaciones, á sus dictame
nes, á su propio conocimiento, á su convenci
miento propio: sugetarse á mendigar y á recibir
de mano agena las ideas, los pensamientos, las
persuasiones, los afectos, las costumbres; admitir
el dominio y señorio ageno hasta en el particular
de Religion, y de las obligaciones mas sacrosan
tas y evidentes, hasta en los intereses mas im
portantes, en la suerte eterna, en la tranquilidad
de
SOBRE EL RESPETO HUMANO. I I

de la conciencia, en la paz del corazon; si es esto


lo que debemos llamar independiencia, libertad,
robustez de entendimiento, vigor, elevacion de
ingenio, firmeza y grandeza de alma; deseo sa
ber qué es lo que merece nombre de baxeza, de
poquedad, de indignidad, de servidumbre vil, de
flaqueza ignominiosa é indigna del hombre.
Indignidad tanto mas injuriosa á la Religion,
quanto que de ordinario no la usamos sino con
ella sola; pues de este respeto humano de que
tanto caso hacemos quando se opone contra Dios,
bien sabemos decir y pensar que nada nos impor
ta quando se opone contra nuestras pasiones.
Con efecto, si un usurero no menos avariento
que pródigo, por los ardides y monopodios de su
ingeniosa codicia hermanados con la ostenta
cion de su luxo, y por su solicitud en acumular y
su frenesi en desperdiciar viene á ser la fabula y
abominacion del pueblo, que si por una parte era
la victima de sus injusticias, vivia tambien escan
dalizado por otra de los suntuosos excesos de su
profanidad: si un ambicioso cansa con la ignomi
nia de las baxezas mas indignas, de los artificios
mas vergonzosos, de las traiciones y perfidias
mas ruines: si todo un pueblo, estremecido de
ver puestas sus vidas y haciendas en manos in
capaces de conservar la autoridad de las leyes,
brama y se lamenta de la indolencia, de la ina
plicacion, de la ociosidad, y de la ignorancia de
un juez sin ciencia y sin integridad: si un bulli
B2 cio
*.

T2 SE R Mo N
cioso é inconsiderado joven mancha con la di
solucion de su vida lo ilustre de su sangre con tal
descredito que todas las virtudes de la edad ma
dura no basten á purgarle de esta infamia: si una
muger entregada al mundo llama y dispierta
contra si la atencion y las sospechas de una ciu
dad entera con el aparato reprehensible de una
profanidad, que la sencillez christiana la prohi
be, y que su estado no la permite: si escandali
za al mundo con la publicidad de tantos galan
teos, con la indecencia de tantas familiaridades,
con las apariencias de tantas estrecheces y cone
xiones: no importa, oyense los clamores del mun
do, pero se desprecian; no se ignoran sus sospe
chas y malicias, pero no asustan; sabense sus mur
muraciones, pero no se temen, porque enton
ces se sobreponen al mundo y á sus dichos. Pe
ro tratese de reformar la conducta, y de vivir
dentro de los limites de la modestia, de la sen
cillez, y del recato; al punto recobra el mundo
su imperio; vuelve á aparecer la fantasma del
respeto humano; dudan, vacilan, caen, cedien
do al mundo una victoria bien ignominiosa para
la religion, al ver que el respeto humano solo
tiene fuerza contra ella, que solo se le da oídos
contra ella, y que no siendo nada, no hay cosa
que no pueda contra ella: ea quae non sunt, ut
ea que sunt, destrueret. Y no hay que decir que
si el mundo es vencedor, tambien es él vencido al
ternativamente; ni que la religion, de quien él
trlll Il
soBRE EL RESPETo HUMANo. 13
triunfa en lo exterior, triunfa interiormente, ni
que el hombre es christiano, aunque no quiere
parecerlo. Y qué le importa al mundo que el hom
bre sea christiano, con tal que no lo manifieste?
qué le importan nuestras intenciones que él ho
ve, con tal que conformemos con sns deseos la
conducta que él ve ? Pero qué digo ? Antes le
importa al mundo que tu seas christiano; pues
sin esta calidad, solo le harias ofrenda de ti mis
mo, solo le sugetarias á ti mismo; y lo que al
mundo le importa es reynar sobre el christiano, no
sobre el hombre; sobre tu religion, no sobre ti.
Con que sois christianos, y conviene que lo seais
para gloria del mundo, para que envilezcais el
christianismo, para que le infameis, para que ofrez
cais al mundo una victima mas excelente, mas
ilustre, mas pingue, y para que enoblezcais con
la parte que conservais de la religion, el sacri
ficio de lo que la quitais : christianos sois, y con
viene que lo seais para hacer vengado al mundo,
para consolarle, para resarcirle del dolor de sus
antiguas perdidas, y para redimirle de la igno
minia de que le llenaba la Religion triunfante
y victoriosa en tiempo de las persecuciones.
Porque nunca, dice S. Cirilo, se manifestó
mas gloriosa la Religion que quando amenazaba rui
na, nijamas se dexóver con mayor pompa, que quan
do parecia iba á caer por tierra. Con efecto, conti
núa este Padre, si me preguntais en donde rey
na esa religion proscripta, reducida á la necesi
dad
I 4. SE R Mo N
dad de encubrir su culto entre las sombras de
la noche y en las entrañas de la tierra; volved
los ojos, os dire, á esas hogueras cuyo fuego de
vorador consume á sus adoradores; mirad esos
cadahalsos regados con su sangre; mirad esas on
das del mar donde se sumergen; esos son los
templos donde da culto á su Dios; esos los san
tuarios donde sacrifica sus victimas. Los edic
tos que la condenan solo sirven de publicarla; los
decretos que la destierran, de propagarla; las tor
mentas y tempestades que la desquician, de ra
dicarla; sus perdidas, de multiplicarla; la tierra
humedecida y beneficiada con la sangre de sus
martires, la produce mil en lugar de uno de que
la despojan, hasta que viendose finalmente el
mundo corrido y fatigado de sus frustrados esfuer
zos, sugetó la cerviz al yugo del Evangelio.
Pero auxiliado el mundo del demonio del res
peto humano, pronto se levantó de entre sus
mismas ruinas; y lo que no pudo conservar con
la fuerza, lo ha recobrado con la astucia; pues si
no pudo conseguir sus intentos mirando á la Re
ligion como un delito que él castigaba, los ha
logrado despues haciendo que sea reputada la vir
tud como una flaqueza, insultada por él : y al
canzando mas poderio con sus palabras, que con
sus obras, ha encontrado para vencer armas mas
seguras que el acero de los Cesares. Qué especta
culo tan halagueño y glorioso para el mundo Ver
á los christianos, aquellos heroes magnanimos,
que
º SOBRE EL RESPETO HUMANO. I5
que estremecieron el Capitolio Romano, que in
timidaron en su trono á los arbitros y señores
del mundo, verlos digo temblar ellos tambien,
y temblar atemorizados de unasola mirada suya! El
ve que consternados del peligro de desagradarle,
vienen agitados de este temor y miedo á entregar
se á su arbitrio y á reconocerle por superior á su
Dios, dando á entender en algun modo que el
mundo puede dispensar galardones mas aprecia
bles que el cielo, y descargar castigos mas espan
tosos que el infierno. Aquellas columnas que
sin vacilar habian sufrido el peso de la colera y
venganzas del mundo, no son ya sino cañas que
bradizas que ceden al amago de una frivola ame
naza; aquellos muros de bronce en que se estre
llaba la potencia de los imperios, se han converti
do en vasos de barro que al sonido de una palabra
estallan y se reducen á polvo. Es esta aquella Re
ligion, triunfadora del mundo? Ay que su es
plendor no subsiste ya sino en la memoria de los
tiempos pasados; y si no pudiese mostrar la rela
cion de las virtudes de nuestros padres, qué otra
cosa seria esta religion que se rinde á lo que
hay de mas debil en el mundo, sino una reli
gion convencida de flaqueza y de imposibilidad?
Y si este es el mundo, vencedor de la fuerza y
del poder de la religion con la flaqueza del res
peto humano; veamosle vencedor de la ciencia y
de las mas claras luces de la religion, con la lo
cura del mismo respeto humano.
Tal
I6 SER Mo N
II. Tal ha sido, dice San Pablo, la profundidad
de los consejos de nuestro Dios, que queriendo
atraer á si las almas dociles, no les ha puesto
delante otra guia que la locura de la cruz: placuit
Deo per stultitiam predicationis salvos facere
credentes (1). Estaba lleno el mundo de filosofos
soberbios y presumidos á quienes era necesario aba
tir; de doctores engreidos con su ciencia, á quienes
era necesario humillar; de sabios desconfiados de
si mismos y deseosos de indagar la verdad, á
quienes era necesario ilustrar y convencer; mas
los ministros del nuevo Evangelio no venimos á
contraponer sabiduria á sabiduria, ciencia á cien
cia, luces á luces, porque Dios no ha derramado
en nuestros labios la dulzura de la persuasion, ni
el eficaz embeleso de la eloquencia humana: non
in persuasibilibus humana sapientie verbis. Pero
sabemos á Jesus crucificado, y esta es toda nues
tra ciencia; predicamos á Jesus crucificado, y este
es todo nuestro ministerio. Los maestros de Israel
reputan por escandalo la cruz: los sabios de Gre
cia, por locura: poblado está el mundo de las
quexas y murmuraciones de su arrogancia, de los
gritos y clamores de sus disputas: olas espumo
sas de un mar embravecido, que vienen finalmen
te á estrellarse contra la arena, adorando la señal
del dedo poderoso que les ha puesto en la ribe
ra los limites que ellas no traspasaran en su
11.12

(1) ad Corint. c. 2. v. 4.
yor
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 17
yor furor. Porque despues de haber disputado y
disertado con tanto estrepito, toda altaneria se hu
milló, todo entendimiento se desnudó de la sober
bia y de la indocilidad de la ciencia: toda sabidu
ria se ocultó, y adorando humilde y silenciosa la
locura de la cruz, llegó á conocer que lo que pa
rece en Dios menos sabio, es mas sabio que toda
la sabiduria de los hombres: quod stultum est Dei,
sapientius est hominibus. (1) De este modo, con
cluia el Apostol, se cumplió el dicho del Espiritu
Santo, que llegaria tiempo en que despojaria á los
sabios de toda su sabiduria : perdam sapientiam
sapientum (2).
Feliz trastorno, que por medio de una aparen
te locura substituye la verdadera sabiduria en lu
gar de una sabiduria falsa y quimerica trastorno
bien diferente del que la flaqueza de los Christia
nos ha empezado á introducir en el christianismo,
dexandose llevar á una verdadera locura por los
caminos de unos designios politicos y sutilezas de
una sabiduria falaz. Porque qué otro nombre da
remos á esa prudencia mundana y carnal de don
de avorta y se origina el respeto humano? Ocu
pados nosotros y encaprichados del deseo de agra
dar al mundo, no solamente nos hemos olvi
dado de aquellos grandes principios, de aquellas
maximas sapientisimas de la religion; que si nos
Tom. III. C 1m

(1) 1; ad Corinth. cap. 1. v. 25.


(2) Ibid. v. 19.
18 SERMoN
importa agradar á alguno, debemos esmerarnos
principalmente en agradar á Dios; que si hemos de
temer algunos juicios, debemos temer principalmen
te los de Dios; que los aplausos esteriles de un mun
do, que al fenecer sepultan consigo la gloria de sus
heroes, no tiene incentivos con que estimular la
ambicion de un corazon criado para sobrevivir al
mundo: no solamente, repito, ha desterrado el
respeto humano estos principios tan fecundos en
virtudes, y llenos de sabiduria tan alta, sino que
en lugar de ellos ha substituido otros principios en
teramente opuestos: principios de no ofender al
mundo, cueste lo que costare; de no contradecir
las ideas, ni el gusto del mundo; de no exasperar
la delicadeza del mundo; y á este fin, de confor
mar, de atemperar, y ajustar la religion al benepla
cito del mundo. Sabiduria detestable, que consiste
en inventar un sistema contrario al de Dios: sa
biduria reprobada, que mira á conservar su honor
con detrimento del honor de Dios: sabiduria im
pia, que se propone colocar al idolo del mundo en
lugar de Dios: sabiduria principalmente falaz y
mentirosa: sabiduria, que no es mas que locura y
delirio de la razon. Cómo? porque por ella teme
mos lo que hay menos temible en el mundo; por
que por ella tememos lo que no hay paraque tema
mos en el mundo; porque por ella nos precipita
mos en la infelicidad que tememos perdam sa
pientiam sapientum.
La locura del respeto humano nos hace te
11CT
SOBRE EL RESPETO HUMANO. I9
mer lo que hay menos temible en el mundo, por
que queremos agradar al mundo; pero á qué es
pecie de mundo nos proponemos dar gusto? pun
tualmente á lo mas estragado y vicioso del mundo,
á lo menos estimable y menos estimado del
mundo. Si en la corte, ó en otra poblacion nu
merosa se hallan algunos libertinos, cuya cien
cia se reduce toda á insultar con insulsas zumbas,
con vanos sofismas, con declamaciones generales
la Religion, cuyas pruebas jamas examinaron por
falta de rectitud, cuyos monumentos jamas con
sultaron por falta de equidad, cuyos arcanos ja
mas sondearon por falta de capacidad : hombres,
cuyo estudio se reduce todo á la aplicacion con
que prestan oídos á unos maestros de impiedad,
y aun mas á su corazon: el corazon, el primero,
el grande, y hablando con propriedad, el unico
maestro del libertinage: si en la corte, ó en al
a ciudad se hallan algunas mugeres entrega
das al mundo, enemigas de todas las virtudes
de que carecen, materia inagotable de murmura
cion, y ellas eternamente murmuradoras; no me
nos envidiosas de la buena opinion de las demas,
que prodigas de su proprio honor, empeñadas en
abonar la irregularidad de su conducta, censuran
do la conducta ajustada de las demas, porque á
ellas las condena: si en las comunidades mas ob
servantes se hallan tales quales espiritus relajados,
que gradúan de escrupulo toda delicadeza de con
ciencia que no experimentan ellos, no hay para
C2 que
2. O SERMoN
que yo diga que esas son las deidades que obliga
á adorar el respeto humano.
Qué dirá de esto, y qué pensará ese Dios á
quien se ultraja? qué dirá y qué pensará esa Re
ligion santa á quien se desacredita? y esa Iglesia de
Jesu Christo á quien se escandaliza? qué dirán y
qué pensarán esos Angeles de paz, que lloran con
lagrimas amargas las prevaricaciones del pueblo
escogido? qué dirá y qué pensará aquella multi
tud de Santos, que lamentan con los Profetas las
iniquidades de Judá, y el oprobrio de Sion? aque
llos Sacerdotes, que entre el atrio y el altar levan
tan al cielo la voz de sus suspiros para aplacarle
por lo que le ofenden los escandalos de la tierra?
qué dirán y qué pensarán tantos hombres de jui
cio, que ven con tanto dolor desaparecer hasta los
menores vestigios de la verguenza y honradez an
tigua? qué dirá y qué pensará uno mismo? por
que, finalmente, el respeto humano no ahoga to
das las semillas de reótitud y de equidad. Bien nos
conocemos, y bien conocemos á los demas : cono
cemos que tenemos bastante razon para reprobar
los; pero no nos sentimos con valor suficiente para
tolerar que ellos nos reprueben: desagradannos, y
andamos solícitos por agradarles: nos avergonzaria
mos si supiesemos que eramos dignos de sus alaban
zas, y no nos avergonzamos de ser el objeto de su
censura: y es tal el furor de la pasion que nos ar
rebata, que nos sacrificamos al deseo de adquirir
una estimacion de que se irritan é indignan los es
C3
soBRE EL RESPETO HUMANo. 2I
casos residuos de honor y de razon que han que
dado en nosotros: perdam sapientiam sapientum.
La locura del respeto humano nos hace temer
lo que no hay paraque temamos en el mundo.
Permitidme vosotros, á quien sumerge el respeto
humano en la abominacion de tantos desordenes,
permitidme, que patrocinando ahora la causa del
mundo contra el mundo mismo , os pregunte,
quáles son los vicios que aplaude y aprueba el mun
do? ¿son acaso los excesos de la destemplanza, el
frenesí del juego, los desatinados gastos de la pro
digalidad, los sórdidos ahorros de la avaricia, la
ferocidad de los odios, los furores de la vengan
za, las profusiones del luxo, los efugios de la ma
la fé, las imposturas de la calumnia, las satiras de
la maledicencia, las tropelías de la ambicion , las
arrogancias del orgullo, las baxezas de la adula
cion, la indolencia de la ociosidad, la embriaguez
de la sensualidad, los escandalos de la impiedad?
ved el catalogo de todos los vicios : decidme
ahora vosotros, por quál de ellos se hace el hom
bre merecedor de la estimacion verdadera , de
los elogios, de los aplausos, de la confianza ín
tima del mundo? señaladme quál vicio de estos
no conviene disimular y ocultar de la vista del
mundo, quando un hombre quiere hacer for
tuna en el mundo? ¿Serán estos hombres, abru
mados con el peso de tantos vicios, los que ele
girá el mundo, ni llamará la voz pública para
que tomen en su mano las riendas de los impe
-º 11OS
22 SERMoN -
rios y se encarguen del manejo de los grandes ne
gocios? podrá ser que maldades infelizmente di
chosas aproximen á un Amán al trono, que ciñan
á Jehú una diadema teñida en la sangre de sus
Principes, que pongan en Israel Jueces iniquos;
¿pero no bramaria el mundo entonces, y lleno de
indignacion no culparia á la fortuna su injusticia?
¿y la primera maxima que se imponen los politicos
quando aspiran al logro de los honores, no es la
de sepultar sus vicios en las tinieblas de un disimu
lo profundo, fiando del feliz exito de sus nego
ciaciones la libertad de manifestarlos?
Prosigo y pregunto: en qué estado, en qué
condicion aliga el mundo su estimacion al vicio?
acaso en el sagrado ministerio? dad al mundo gra
cias, o ministros de Dios vivo, por la feliz nece
sidad que os impone de no tener parte alguna en
sus devaneos, supuesto que os veda hasta sus mas
inocentes gustos; y lo que tal vez os perdonaria
vuestro Dios, no os lo perdonará el mundo, pues
aunque esteis dotados de las mas apreciables cali
dades, basta que os brujulee la sombra de un solo
defecto para desacreditaros., Bien puede el minis
tro vilipendiar el ministerio; mas la santidad del
sacerdocio no podrá libertar al Sacerdote de los
desprecios y oprobrios del mundo. O si mi voz,
d por mejor decir, la voz de este perverso mundo
penetrase en todos los lugares santos y piadosos
Hijos de Leví, os dirian los mundanos, varones
dedicados á la perfeccion religiosa, no nos cono
Cels,
soBRE EL RESPETo HUMANo. 23
ceis, procurad entendernos. Sabed que nuestras
modales, nuestras costumbres, el aparato de nues
tra profanidad, que tanto imitais en vuestras sun
tuosas habitaciones, y vuestra mesa y tren, no nos
merecen sino aversión, envidia y codicia insacia
ble de reintegrarnos de esos bienes, que la piedad
fervorosa de nuestros padres os donó para otros
fines; y supuesto que vosotros vivis olvidados de
la veneracion que debeis á vuestro caracter, no os
quexeis de que nosotros no nos acordemos de ella;
pues quanto mas procurais haceros semejantes á
nosotros, menos os estimamos; y sin embargo de
la puntillosa delicadeza, y de las altiveces de nues
tro orgullo, enemigo declarado de toda reprehen
sion, antes os sufriremos que censureis nuestras
costumbres, que no que las imiteis.
Acaso tiene aligada el mundo su estimacion á
la condicion de las mugeres? por mi vida que no
vivan engañadas, pues muchas veces son mas rigu
rosas para ellas las leyes del mundo que las del
Evangelio de Jesu Christo: muchas veces son mas
temibles, y casi tan perspicaces los ojos del mun
do como los de Dios: él procura verlo todo: sus
recelos y sospechas alcanzan á registrar todo lo
que él no vé: basta una fragilidad, que él bru
julee, y una confianza amorosa que se procure
ocultar de su noticia, para empañar el terso can
dor de la opinion mas limpia.
Acaso en la condicion de los Magistrados? Pro
curen ellos no ocupar los tribunales sino solicita
dos
24 . A .. SERMoN - - -

dos o colocados por voto público, y la virtud su


birá con ellos; pues el mundo que es tan perspi
caz para entender lo que le importa, no deposi
tará su honor, vida y haberes en manos, de cuya
bondad no salga por fiadora la religion: bien sa
be él que la buena causa no tiene nada que temer
de un juez temeroso de Dios: bien sabe que el
hombre que cree que sus juicios serán examinados
en la balanza del santuario, los pesa con equidad:
sabe tambien, y lo sabe con toda certidumbre
quán facil le es á un juez vender la justicia al favor,
quando tiene ya vendida su alma al infierno; y
que el derecho mas incontrastable tiene que temer
mucho de un hombre, que no temiendo nada en
esta vida, llega á persuadirse que nada tiene que
temer en la otra. s

Acaso en la condicion de los Grandes? Noto


rio es, que su grandeza solo sirve para hacer mas
públicas sus fragilidades: y si alguna vez parece
que tienden con ella un velo sobre sus vicios, y
que los oculta á la censura de su siglo, la posteri
dad, mas amiga de la verdad y mas intrepida,
sabrá rasgar el velo de la adulacion, y condenará
un eterno oprobrio los Achab., los Sedecias, las
Athalias. -

Quiero proseguir y no dexar de preguntar : en


quál de las edades es honrado en el mundo el vi
cio? La verguenza de Josef, el candor é inocen
cia de David, la sabiduria de Salomon, la piedad
de Josías, la modestia de Esther, comunican nue
V2S
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 25
vas gracias á la flor de sus años, de quien reciben
nuevo realce. Es verdad que el mundo perdona al
parecer á la juventud sus fogosidades y deseos im
petuosos; pero no hace mas que perdonarlos, ca
lificandolos por locuras de la juventud, á quien
en tanto permite que no sea la edad de las pasio
nes, en quanto supone que no es todavia edad ca
paz de reflexion; mas luego que os halleis entrado
en años, el mismo mundo se apresurará á adverti
ros que ya pasó la sazon de las diversiones; que
los vanos atavios no son proprios ya para Jeza
bel, y que á nadie sienta bien ser joven despues
de la juventud.
Preguntoos finalmente: quáles son las virtu
des que desprecia el mundo? No por cierto, no
condena el mundo en las personas devotas las vir
tudes que han adquirido, sino los defectos que to
davia observa en ellas. Una entereza ni dura, ni
insensible, una delicadeza de conciencia ni escrupu
losa, ni rustica; una humildad ni baxa, ni indeco
rosa; un pudor ni altanero, ni maldiciente, ved ahí
unas virtudes que el mundo mismo canoniza. Si la
frequencia de los sacramentos va autorizada con las
virtudes que disponen para ellos, y justificada con
las que causan; si la vigilancia, atenta á observar
las practicas de la religion, no dexa por eso de
cumplir con los verdaderos respetos del mundo; si
-
la economia solo ahorra las riquezas para trasla
darlas á manos de los pobres, y solamente se cer
cena á sí mucho para dar mas á otros; si el zelo
Tom. III. D cui
26 SERMoN
cuida de los intereses del cielo, y descuida de los
de la tierra; si venga las injurias de la religion, y
desprecia las personales; si en el impetu de sus ma
yores raptos no desconoce este zelo ni las condes
cendencias de la mansedumbre, ni las solicitudes
oficiosas de la caridad; si no desconoce los tempe
ramentos prudentes, ni las lentitudes politicas de
la cordura, ni el amor de la union, de la concor
dia y de la tranquilidad pública; si la ingenuidad,
incapaz de engañará nadie, no se dexa engañar
tampoco con el lenguage de la mentira y de la im
postura, y no pone menos atencion en usar de las
cautelas de la prudencia, que en evitar las sagaci
dades, los efugios y las dobleces de la politica: en
una palabra, una devocion sin orgullo, ni arro
gancia, sin vanidad y sin fausto, sin ociosidad,
sin indolencia, y sin delicadeza de amor proprio;
una devocion sin extravagancias, ni caprichos, sin
aspereza y sin malignidad, sin negociaciones y sin
pretensiones de fortuna ó de ambicion, sin coliga
ciones, ni espiritu de partido ; una devocion que
edifique al mundo sin censurarle, ni perturbarle,
que ni enerve el Evangelio, ni le haga mas rigu
roso: manifiestese en público una devocion de es
ta naturaleza, y yo la prometo casi tanta apro
bacion de la tierra, como del cielo; y lo mismo
la prometerán conmigo esos ingenios sagaces y ar
teros, ingenios astutos y expertos, que conocen al .
mundo mejor que el mundo se conoce á sí mismo,
los quales, despues de haber examinado y tentado
tO
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 27
todos los caminos que guian al logro de la privan
za, deciden que el mas seguro son las aparien
cias de la virtud. Lo mismo la prometeran con
migo los sectarios de todos los tiempos, tan dies
tros en confeccionar el tósigo mortífero de la he
retica novedad, y en pervertir las almas con la ex
terioridad afectada de una devocion fingida.
Y vosotros se lo prometereis, tambien voso
tros digo, que afectais dudarlo; pues incurriendo
en la mas estraña contradiccion, al paso que te
meis deshonraros si haceis profesion de virtuosos,
no dexais de declamar continuamente contra los
engaños é hipocresia de tantos embusteros, que se
visten del trage de la virtud para adquirir la esti
macion del mundo, y conseguir por asalto sus de
seos: hombres chismosos y urdidores de tramas,
de quien el mundo vivirá siempre quexoso, y ellos
se burlarán siempre del mundo: tanta verdad es
que el respeto humano no es otra cosa que una va
na ilusion que el infierno nos pone delante de los
ojos para burlarse de nosotros mismos, y esclavi
zarnos con las cadenas del temor de lo que no hay
paraque temer: perdam sapientiam sapientum.
La locura del respeto humano nos precipita
por medio del temor en el mismo mal que teme
mos, esto es, en el desprecio y fisgas del mundo.
En efecto, sugetandose el hombre al imperio
del respeto humano, dividido entre Dios y el
mundo, se resuelve o á vivir segun el torrente de
sus pasiones, ó á guardar algun temperamento,
2 pa
28 SERMoN
para explicarme asi, con Dios. Roto pues el freno
de la religion, quáles seran, decidme, los excesos
de la concupiscencia? con qué ignominias no des
honrarán los hermofos dias de una juventud incon
siderada en qué precipicios no los despeñará la
sensualidad desacreditados, degradados, desco
nocidos, ó por mejor decir, conocidos demasia
damente en el mundo, y deshonrados con el estre
pito y publicidad de sus costumbres disolutas, sin
opinion, sin graduacion, sin empleo, serán por
sus vicios la ignominia pública, y serán propuestos
por exemplo y escarmiento para que no se preci
piten en el pecado los que se sintieren tentados de
imitarlos. Temian ser escarnecidos por hacer pro
fesion de devotos, y se hallan infamados por sus
escandalos, cumpliendose en su persona aquella
sentencia de la Sagrada Escritura, que serán des
preciados los que desprecian á Dios: qui autem
contemnunt me, erunt ignobiles (1).
Justa venganza, que no podrá evitar con todas
sus ingeniosas astucias la prudencia humana, desva
necida con su decantada destreza en el arte de con
cordar á Dios con el mundo. Porque, qué pensais
resulta de aqui? que proponiendoos un plan de
vida el mas extravagante, hermanais los mas serios
exercicios de devocion con los mas frivolos pasa
tiempos del mundo: la oracion con el juego: la
frequencia de sacramentos con la profanidad de las
ga
(1) 1. Reg, cap. 2. v. 3o.
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 29
alas: la meditacion de las verdades eternas con el
desahogo de las conversaciones mas libres: los pro
positos de reformar las costumbres con una vida
desidiosa y sensual: la caridad que socorre las mi
serias del proximo, con la detraccion que despe
daza su fama: una delicadeza de conciencia que
de todo se asusta, con un genio tan puntilloso
que de todo se indigna y se irrita : un zelo que
todo lo quiere renovar y reformar, con un amor
proprio que en nada quiere violentarse: un re
tiro tan riguroso que huye de los placeres del
mundo, con un ambicioso orgullo que corre ex
halado, solicitando las alabanzas y aplausos de ese
mismo mundo: de este modo, mundanos y chris
tianos alternativamente , de Dios os volveis al
mundo, del mundo tornais á Dios; dexais suce
sivamente al uno por el otro, y volveis sucesiva
mente al servicio de entrambos; sirviendo á dos se
ñores, no servis á ninguno; sois reprobables á los
ojos de un Dios zeloso, que en nada estima quan
to le deis, si le negais alguna cosa; y reprobables
á los ojos de un mundo murmurador y fisgador,
que hace objeto de sus zumbas esas veleidades ver
gonzosas de un corazon, que voluble adorador
de Baal y del Dios de Israel, ofrece á todos los al
tares inciensos, que en todos son repudiados. Asi
perdeis el aprecio de Dios, sin grangear el del
mundo : asi ese sistema de piedad politica que
se proponia concordar á Dios y al mundo, no los
concuerda sino en el desprecio que ambos hacen
igual
3o SERMoN
igualmente de una conducta que no es tan chris
tiana que agrade á Dios, y que en cierto sentido lo
es demasiadamente para no desagradar al mundo:
perdam sapientiam sapientum.
Ay, amados oyentes mios! temamos á Dios,
y no temamos sino á Dios, que es el principio y
perfeccion de la sabiduria. Entendamos que el
mundo solamente es temible para los que le te
men, y solo desprecia á los que no tienen resolu
cion para despreciarle : ni nada estima él tanto co
mo una alma de tal fortaleza, que le niegue lo que
él no tiene derecho de pedir: sugetarnos á sus ca
prichos, es degradarnos de nuestra dignidad, y
aun consentir en un tropel de calamidades, pues
los caminos del respeto humano son caminos de
turbacion y sobresalto.
El mundo, triunfador de las gracias y de las
mas dulces inspiraciones de la religion con las pena
lidades y desabrimientos del respeto humano: ter
cera reflexion. -

III. No le bastaba al mundo engañarnos con


el incentivo de sus deleites y con la brillantez de
sus honras; pues su envidioso orgullo despreciaba
una victoria, que tanto le facilitaban nuestros sen
tidos, infectos con nuestro corrompido origen ; y
asi, como atrevido y sacrilego imitador del Dios
de las virtudes, tiene el atrevimiento de decir con
él: quien quiera ser mi discipulo, renunciese á sí
mismo. Dixo, y á su voz corrieron en pos de él
unos hombres que patrocinan la causa del mundo
COl
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 31
contra sí mismos: hombres, que por no desagra
dar al mundo, se desagradan á sí mismos; que por
no ser repudiados del mundo, se renuncian á sí
mismos; que por sugetarse á la tirania del mundo,
se constituyen tiranos de sí mismos y de su pro
prio corazon: tiranos digo, de su corazon; porque
quánto no cuestan los pecados del respeto huma
no? y qué linage de pecadores pueden decir con
mas razon que anduvieron por caminos dificulto
sos? ambulavimus vias dificiles. (1) Pecais por
el respeto humano : y cómo pecais? pecais sin ali
ciente que excite al pecado, ni estimule al peca
do: no os arrastra al pecado otro cebo que el del
respeto humano : no interviene aqui aquel alha
gueño encanto de las demas pasiones, tan diestras
en ocultar con flores la entrada del precipicio, en
disimular la ponzoña, en destilar en el corazon el
licor venenoso de la persuasion, en ablandarle, en
enternecerle, en atraerle, en vencerle, engen
drando en él deseo de ser vencido: no tiene por
cierto el respeto humano aquel caracter, aquel po
deroso encanto é ilusion, que llena la imaginacion
con las agradables fantasias de mil alhagueños de
vaneos, y que á beneficio de la soñoliencia y nie
blas que esparce en el entendimiento, encubre el
pecado, y solo manifiesta el deleite. Lexos de
ser el aliciente del respeto humano un suave y
gustoso aliciente, es solo un incentivo de terror y
de
(1) Sap.cap. 5. v. 7.
32 SERMoN
de opresion la seduccion arrogante, imperiosa,
altiva, amenazadora, tiraniza, y no gana los ani
mos; atemoriza, y no persuade; consigue por fuer
za y no de grado sus intentos; hace como necesa
rio el pecado, sin hacerle agradable, y le hace come
ter sin hacerle amar: ambulavimus vias difficiles.
Pecais contra todas vuestras inclinaciones y
propensiones: pecais contra aquellas leyes que me
nos querriais quebrantar, contra las virtudes que
el natural, la educacion y religion hace mas res
petables; y parece que el mundo se pone á leer en
el interior de esos corazones viles y pusilanimes,
parandose á contemplar y examinar sus secretas in
clinaciones para obligarlos á hacer el papel mas
odioso y detestable. Habra quien tenga profun
damente grabados en su alma los principios de la
fé, y aunque pecador, conserve todavia lo subs
tancial de christiano; pero por no hacerse el objeto
del desprecio é insultos de los libertinos, tiene por
indispensable el aplaudir sus sacrilegas zumbas, el
asentir á la impiedad de sus sistemas, el blasfemar
con ellos no lo que ignoran, sino lo mismo que ha
cen y que idolatran. El soldado mas cuerdo y
moderado desciende á la palestra; y como gladia
tor infame, vulnera la opinion de su valor, con
fesando que le falta fortaleza para sobreponerse á
la censura de una despreciable multitud : fia de la
precipitacion afortunada de su ardiente juventud,
y de la suerte del duelo una vida, que supo liber
tar de tantos peligros: expone á la infamia de
C
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 33
leyes su gloria, comprada con tanta sangre verti
da: como prudente y juicioso se indigna contra la
tirania de las barbaras costumbres, que han con
fundido el valor heroyco con una temeridad ferina
y selvatica, no conocida en los tiempos de los Ale
xandros y Cesares, aquellos rayos, ó por mejor de
cir, aquellos dioses de la guerra, tan celebrados y
aplaudidos aun despues de tantos siglos : como
christiano ve el infierno abierto delante de sí, y
perdido el color, brama por el sacrificio horrible
que le piden; pero el mundo tiene aligado á él un
necio honor: y confuso y desesperado ofrece al
acero enemigo un corazon atravesado ya con mil
heridas, y disimulando con una intrepidez afecta
da la turbacion y desasosiego de su conciencia, cor
re á pesar suyo precipitado á la muerte, y á su
condenacion eterna, comprando con una desespe
racion que siempre ha de durar, el aplauso fatal
de un mundo que ya se acabó para él: ambula.
Ot7774l.f.

Pecais contra los remordimientos mas vivos


de vuestra conciencia, y contra las mas evidentes
luces de la fé y de la razon. No es el respeto hu
mano una de aquellas fogosas pasiones que enage
nan con su ardimiento, que ensordecen con su con
fusa griteria, que adormecen con su embriaguez:
los pecadores del respeto humano pecan serenamen
te, y ven á una luz que ninguna sombra obscure
ce, todo lo que hay de reprehensible en una ac
cion, y todas las temibles consequencias á que se
Tom. III. — E CX
34. SERMoN
exponen. De aqui nacen aquellas crueles dudas,
quando el respeto humano y la gracia compiten
por una alma que teme á Dios, y que teme to
davia mas al mundo: ya quiere, ya no quiere: ya
se empeña, ya se retira: ya se franquea, ya se nie
ga, Ved ahí aquel corazon que segun la expresion
del Profeta es semejante á un mar tempestuoso,
cuyas olas, azotadas por contrarios vientos, se sa
cuden, se encuentran y rompen efermentando unas
con otras: quasi mare fervens. (1)
De aqui nacen aquellos tristes y congojosos re
cuerdos que con tanta severidad castigan la escasa
y superficial satisfaccion que causan los aplausos
del mundo, quando, pesadas bien las cosas, se cae
en la cuenta de que se sacrifica la salvacion pro
pria á una delinquente condescendencia, de que
se merece el ódio inmortal de un Dios justiciero
por grangear la infructuosa y perjudicial amistad
de un mundo, de que tanto mas abomina el hom
bre, quanto se mira con mayor precision de res
petarle y alhagarle: de aqui aquella penitencia que
hace el hombre de su pecado, aun en el mismo he
cho de pecar: penitencia á la verdad amarga y do
lorosa, porque no hay dolor tan agudo que se igua
le con las zozobras de una conciencia sobresaltada
y consternada. Penitencia sin consuelo! Las lagri
mas de los verdaderos penitentes allá se tienen su
dulzura, pues el llanto que lava la culpa, es gus
- tO

(1) Isai. cap. 57. v. 2o.


SOBRE EL RESPETO HUMANO. 35
toso; pero llorar el pecado y cometerle en el mis
mo hecho de llorarle; penitencia horrible, peni
tencia propria de precitos ! El alma en estas cir
cunstancias se complace con el pecado, y le abor
rece: esclava y enemiga del vicio, le abraza, y le
detesta: como conserva todavia vestigios de reli
gion, no puede hallar paz en el pecado ; y como
siente inclinacion al mundo, no acierta á apartar
se de la maldad.
Llenos pues de furor y despecho contra el
mundo, que nos tiene tiranizados ; contra Dios,
que con su gracia nos llama y nos desasosiega; con
tra nosotros mismos, que nos indignamos por ver
nos tan fragiles, al pecar y despues de haber pe
cado siempre sentimos el espiritu sumergido en
los pensamientos mas congojosos, y el corazon
carcomido de tedio, devorado y consumido de
pesadumbre: hechos victima dolorosa, que pal.
pitando al pie del altar, se revuelca en su sangre,
atravesada de mortales heridas, y necesitada por
suma desgracia suya á besar la mano que descar
ga en ella golpes tan terribles: desesperados al
considerar nuestra salud perdida con el continuo
trasnochar, con las fatigas del juego, con los exce
sos de la destemplanza: atormentados con la me
moria de una fortuna, malograda con desatinados
gastos que se lamentan en secreto, aunque en
público se luce con ellos: y agoviados con el peso
de una conciencia cargada de iniquidades, unico
é infeliz fruto de nuestras condescendencias con el
E2 IIlllIl
36 SERMoN
mundo, bebemos hasta las heces el caliz de amar
gura, presagio fatal de aquel caliz de la ira divina,
que estaremos apurando forzosamente por todos
los siglos de los siglos: ambulavimus.
Dichoso pues, y mil veces dichoso el que sa
be despreciar el mundo y sus juicios: o y de quán
tos desabrimientos se libra, y quántos pecados es
cusa pecados de escandalo, pecados de impiedad:
escandalo que deshonra la religion: impiedad que
la destruye.
Haveis visto en la primera Parte la Religion
deshonrada y abatida por el respeto humano: ve
reis en la segunda enervada y destruida la Religion
por el mismo Respeto humano. -
PAR TE SEGUNDA.

L Respeto humano deprime y degrada la Re


ligion, y abre en ella llagas todavia mas in
curables, pues la debilita y aniquila poco á poco;
porque una religion sometida y rendida al mundo,
qué otra cosa puede ser que una sombra vana, y
una fantastica apariencia de religion? quiero decir,
que es una religion cuyo culto carece de aquella
grandeza y nobleza conveniente para honrar á
Dios, cuyos preceptos y gracias no parece tienen
ya fuerza y eficacia suficiente para santificar al hom
bre: una religion, que no tiene ya bastante poder
y autoridad para mantenerse en el espiritu de los
pueblos; una religion que nihonra á Dios, ni san
t1
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 37
tifica al hombre: una religion, que no puede sub
sistir por sí misma, que cae y fenece. Seguid mi
discurso, y acabareis de conocer el Respeto huma
I1O.

Quando digo (prestadme atencion, amados


oyentes mios) quando digo que el respeto humano
destruye la religion considerada con respeto á Dios,
no intento decir que el pecado del respeto humano
se estiende hasta privarnos respeto de Dios de to
da especie, de toda idea y de todo afecto de reli
gion. Qué viene á ser pues el Respeto humano?
Ved como yo lo entiendo. Es un temor, una con
descendencia, un respeto al mundo, que reconcen
tra en lo interior del alma las miras, las ideas, los
afectos de la religion, sin permitir que se manifies
ten en lo exterior; de modo, que el respeto huma
no no impide que uno sea christiano, pero impide
parecerlo. Vuelvo pues al proposito, y á pesar de
todos los vestigios, ideas, sentimientos, y prin
cipios de fé y de piedad que el Respeto humano
dexa en el alma, sustento que desde el punto que
limita la religion al culto del hombre interior, des
truye y aniquila la religion, considerada con res
peto á Dios.
En efecto, dice S. Agustin, tal es la natu
raleza y la esencia de toda religion, que solo es
religion en quanto honra y glorifica á Dios: la re
ligion pues, continúa este Padre, ni honra, ni
glorifica á Dios sino en quanto hace que sirvan á
Dios hombres que tienen por blason el servirle:
hom
38 SERMoN
hombres que viven en amistad de Dios, y que
tienen á sumo honor estar en gracia suya. Por es
to, añade Santo Tomas, quando Dios instituyó
nuestra religion, ni fue ni pudo ser su intento
que permaneciese desconocida y envuelta entre
tinieblas: con que no debiendo ni pudiendo ser
instituida sino para gloria de Dios, es indispen
sable que se manifieste con toda publicidad, para
que su resplandeciente luz publique la magestad y
santidad de aquel Dios que la fundó, y cuyo ob
jeto es. De donde se sigue tambien, que si con
siderais atentamente el plan y la economia de nues
tra religion, entendereis que no es una religion tí
mida y medrosa, necesitada de esconderse y an
dar oculta por el deseo y temor de evitar el exa
men, la critica y contradicciones del mundo; ni
una religion puramente interior, cuyo instituto
es introducirse en las almas por via de mera ins
piracion, y derramar la gracia en los corazones
solamente con la operacion del espiritu santifi
cador; sino que es una religion, que como está se
gura de su santidad y verdad, nada teme tanto co
mo no ser conocida; pues como dice Tertuliano,
solo puede ser impugnada por los que no la cono
cen. Asi que, es religion visible, y como tal de
be alumbrar al universo, y convidar á todos los
pueblos; que venga á Jesu Christo con la abundan
cia de sus luces y espectaculo de sus virtudes. Es
religion palpable, por explicarme asi, que con
la magnificencia de sus ceremonias, con la mages
tad
soBRE EL RESPETo HUMANo. 39
tad de su culto, con la solemnidad de sus fiestas
hiere luego los ojos y la imaginacion, para apo
derarse mas facilmente del corazon y del enten
dimiento. Es religion vigilante y próvida, que
quiere conocer á los suyos, y á los que no cono
ce, excluye del numero de tales: y este aparato
exterior, segun sienta el Doctor Angelico, esta
exterioridad de culto y de veneracion, esta publi
cidad , esta autenticidad de adoracion y de obe
diencia, constituyen tan esencialmente la substan
cia de la religion, que una religion que no se ma
nifestase exteriormente no tendria mas ser real y
verdadero, que una religion que no existiese. Có
mo asi? porque una religion que no se manifiesta,
no es religion que dá gloria y honor á Dios, y
por consiguiente no es religion. -

De aqui proviene tambien, que el primer do


cumento que nos intima la Fé Catolica, es que
de tal modo debemos servir á Dios, que seamos
conocidos por siervos suyos; que no declararse por
él, es declararse contra él; que él se avergonza
rá de reconocer por suyos en presencia de los an
geles, á los que se avergonzaren de reconocerle por
su Dios delante de los hombres: de aqui aquellos
anathemas que fulmina el Apostol contra los Filo
sofos politicos que conocieron á Dios, y no le dieron
á conocer: de aqui aquella sentencia tan expresa,
que la fé que reside en lo interior, no justifica sin la
fé que se manifiesta exteriormente: de aqui aquel
dicho de S.Cipriano, que no hablar el lengua
ge
4O SERMoN
ge de la verdad, es hablar alguna vez el lengua
ge de la mentira; y que niega la religion el que
no la confiesa quando conviene : de aqui aquel
precepto tan formal y tan terminante, aquel pre
cepto fundamental y primitivo del Evangelio de
hacer publica profesion de fé, aunque sea á costa
de la vida: precepto, cuya fuerza y autoridad
comprehendieron bien los martires, que con disi
mular su religion salian del empeño; pero sabian,
dice Tertuliano, que el hombre que no se mues
tra christiano á los ojos del mundo, no lo es de
lante de Dios: sabianlo, y no lo dudaban, y asi
la victima trepaba al altar con mayor ansia de dar
la vida, que la que tenian los verdugos de quitar
sela; y si hubieran vacilado, si instigados de una
cobarde condescendencia, ó de una vil politica,
hubieran ocultado la religion con el velo del di
simulo, la Iglesia los hubiera reputado por apos
tatas del Evangelio. Porque ¿quál pensais fue el
pecado de aquellas apostasías antiguas, que fueron
la ignominia y la amargura de aquellos primiti
vos tiempos? No siempre fue negar la Fé, muchas
veces no fue otra cosa que dexar de parecer christia
nos; ó por mejor decir, la Iglesia juzgaba que ha
vian dexado de serlo, quando havian consentido
en no parecerlo; pues desde aquel punto se ha
vian desprohijado de aquella religion santa, que
no confiesa por hijos suyos sino á los que la con
fiesan á ella, y que no conoce á los que no la
COIlOCCIl.

Aque
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 4. I
Aquellos escandalos pues de apostasía y de
infidelidad, que el temor de los tiranos abortó en
los siglos de persecucion, bien sabeis vosotros que
la tiranía del respeto humano los renueva cada
dia entre los christianos. ¿En quántas ocasiones pa
ra echar un candado á una boca temerariamente
blasfema, para contener la disolucion de un liber
tino que se burla de la Fé; para inspirar circuns
peccion y modestia en un hombre relaxado, que
propaga el contagio de sus vicios con las maximas
escandalosas que vierte desvergonzadamente; pa
ra llenar de confusion al impío con su misma im
piedad, bastaria solo no avergonzarse de Dios y
de su Evangelio? Temen los christianos de parti
cipar con su Dios de los soberbios desdenes de un
mundo iniquo, y asi dicen lo que decia aquel dis
cipulo pusilanime: non novi. (1) Dicen que su cau
sa y la de Dios son muy diferentes; que bien pue
den ver ofender y ultrajará su Dios, sin que por eso
sean ellos comprehendidos en esas ofensas y ultra
jes: non novi. Esto dicen con su silencio; esto di
cen con la frialdad é indiferencia, con la indolen
cia é insensibilidad que afectan quando se trata de
la Religion. ¿Quántas veces tambien, con una per
fidia que no es menos detestable por ser tan co
mun, quántas veces aprueban la impiedad con
su atencion, la aplauden con sus gestos y modales,
la animan con sus condescendencias, la excitan y
Tom. III. F la
(1) S. Math. cap. 26. v.72.
42 SERMON
la alientan con sus alabanzas? quántas veces, pa
ra congraciarse con ella, llegan hasta imitarla? asi
afectan no conocer á aquel Dios á quien conocen;
precianse de no temer á aquel Dios á quien temen;
sin ser impios hablan el lenguage de la impiedad;
para adquirir el titulo de incredulos, se despojan
del de christianos; y para grangear en el mundo
alguna estimacion, usan con su Dios de las mas
infames ignominias. ¿Quántas veces lo que no
obran con sus conversaciones, lo executan con sus
costumbres? ¿quántas veces, por una culpable con
descendencia con el mundo, niegan á Dios, desco
nocenle, renuncianle en la práctica y en la con
ducta? Llamo negar y desconocer á Dios en la prác
tica, quando en concurrencia de las leyes de Dios
y las leyes del mundo; del gusto de Dios y del
gusto del mundo; de los preceptos y gracias de
Dios, y los usos y costumbres del mundo; las le
yes del mundo son observadas con preferencia á
las leyes de Dios; el gusto del mundo es cumpli
do con perjuicio del gusto de Dios; los usos y cos
tumbres del mundo son atendidos con desprecio
de los preceptos y gracias de Dios. Llamo negar
y desconocer á Dios en la práctica, quando el mie:
do que tienen los hombres al mundo, prevalece al
temor que deben tener á Dios: conocen alguna vez
la necesidad de poner termino á los excesos de su
vida; no ignoran de qué medios se han de valer
para medicinar las llagas de su corazon; deseanlo
y sientense estimulados por los llamamientos de la
gra
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 43
gracia, por los remordimientos de la conciencia,
por los espantosos temores de lo venidero; pe
ro el mundo con ojos linces acecha las huellas de
sus pasos. Es verdad que habla Dios; pero tambien
hablaria el mundo: es verdad que nos amenaza
Dios; pero el mundo acobarda: es verdad que nos
convida Dios; pero el mundo nos detiene: es ver
dad que Dios nos recibiria; pero el mundo nos
arrojaria de sí. Ello es, que si fuesemos dueños de
nosotros, serviriamos á Dios; pero como somos
esclavos del mundo, no quiere el mundo que sir
vamos á Dios : de modo, que de quien se hace
toda estimacion es del mundo, y Dios es tenido
en nada. Llamo negar y desconocer á Dios en la
práctica, quando una penitencia pusilanime gobier
na á los pecadores recien convertidos por las leyes
del temor de desagradar al mundo, mas que por
la del deseo de agradar á Dios. Quisieramos vol
vernos á su Magestad; pero volviendonos á Dios,
ni quisieramos dexar el mundo, ni que el mundo
nos dexase. De aqui es, que en el plan de refor
ma de costumbres que ideamos, no quisieramos
dar lugar sino á las virtudes que el mundo aprue
ba, y á lo sumo, á las virtudes que tolera el mun
do; quisieramos vivir mas conformes con las leyes
del recato y de la modestia, ser mas freqüentes en
la oracion, observar un exterior mas devoto; pero
esto sin perder nada de los derechos de la hermo
sura, de lo grato y alhagueño de nuestras modales,
de lo festivo de nuestro ingenio, de las nimias de
F2 fe
44 SERMoN
ferencias de nuestra urbanidad; sin perder nada de
las ingeniosas ocurrencias de nuestra imaginacion,
de nuestra curiosidad en saber quanto pasa, de
nuestra libertad en decir quanto sabemos; sin sa
crificar en nada la habilidad de engalanar y exôr
nar lo que decimos , ni la inutilidad de nuestras
amistades, ni el lucimiento de nuestro luxo, ni la
suntuosa delicadeza de nuestra mesa, ni de quan
to agrada, ni de quanto es medio para agradar al
mundo. De modo, que quisieramos reformar nues
tro interior; pero no mudar de conducta: esto es,
quisieramos segun este sistema de reforma politi
ca y vana piedad, que reynase Jesu Christo en
nuestro corazon, pero dexando al mundo que rey
ne sobre Jesu Christo: esto es, que Jesu Christo
como una divinidad subalterna se contente solo
con los inciensos y sacrificios que el mundo le alar
gue y ceda.
¿Qué viene á ser, pregunta ahora Tertuliano,
semejante conducta, sino una vil desercion del
Evangelio? In his omnibus quedam est apostasia
fidei. Apostasia tan detestable en cierto sentido,
como la de los primitivos tiempos; porque una vez
que abandonamos á Dios ¿qué importa la dei
dad por cuya adoracion le desamparamos? ¿qué im
porta que sea el idolo de los templos, ó el idolo
del mundo? el idolo de la supersticion gentilica, ó
el idolo del respeto humano? ¿qué importa que le
desamparemos por evitar los castigos del mundo,
ó por adquirir su estimacion? Y si aquellos flacos
y
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 45
y medrosos hombres merecieron el nombre igno
minioso de apostatas por haberse negado á sacrifi
car su vida por Dios ¿de qué nombre son dignos
esos hombres servil é ignominiosamente politicos,
que sacrifican su Dios á una honra sin substancia,
y á un trampantojo de reputacion mundana? qué
le importa á este Dios zeloso ocupar todavia al
gun lugar en el corazon del hombre, si no habita
en ese corazon sino para ser sacrificado é imolado
al mundo, sino para ser abandonado y vendido,
para ser negado y renunciado por el mundo? ¿qué
le importa á esta religion divina que el respeto hu
mano no la destruya en el mundo, sí solamente
la dexa templos para ser profanados, sacramentos
para ser menospreciados, leyes para ser quebran
tadas, gracias para ser conculcadas, un Evange
lio para ser impugnado, un christianismo sin chris
tianos, y un Dios sin verdaderos adoradores? In
his omnibus quedam est apostasia fidei.
No llevaré mas adelante este paralelo: con
tentareme, amados oyentes mios, con advertiros
que la apostasia causada por el temor de los tor
mentos, fue menos perjudicial á la religion, que
lo es ahora la cobardia que ocasiona el respeto hu
mano. En efecto, reducid á la memoria lo que los
monumentos de la primitiva Iglesia nos refieren
del desconsuelo que la caida de un christiano que
se segregaba de Jesu Christo, causaba en la congre
gacion de los Fieles. Referianse unos á otros este
lamentable caso mas con lagrimas y sollozos, que
CO11
46 SERMoN
con palabras: pronunciabase con horror el nom
bre del perjuro apostata, y el santuario se poblaba
de suspiros y gemidos. ¿Qué eloqüencia, os ruego,
la mas sublime, la mas patetica, la mas energica
seria tan poderosa, como el espectaculo del dolor
comun, del llanto universal de la Iglesia para ex
hortar, para animar y alentar á sus hijos á despre
ciar los peligros? Enagenado cada qual y levanta
do sobre sí mismo solamente aspiraba á reparar la
injuria recien hecha á la Religion. Faltabanles cu
chillos á los tiranos, faltaban hogueras. La caida
de uno solo era para todos una leccion de fortale
za y de intrepidez. La sangre de un martir engen
draba entonces un pueblo de christianos; y la per
fidia de un christiano producia una muchedumbre
de martires. En lugar que ahora es tal el conta
gio, del respeto humano, que cada desercion fo
menta una nueva apostasia ; pues si tu cedes al
respeto humano, aumentas su fuerza y su impe
rio: quantos mas esclavos adquiera el mundo, ma
yor será el temor de desagradarle: no hay hombre
que no sirva de regla y de modelo á algun otro
hombre: si tu temes, acrecientas el numero de los
que se cree que deben ser temidos, y tu flaque
za logrará imitadores, que á su tiempo servirán
tambien de modelo y adquirirán discipulos.
Y aqui se descubre plenamente la abomina
cion del respeto humano. Bien sabeis que no hay
cosa mas despreciable y publicamente aborrecible
que la perfida y disimulada hipocresia, que se vis
tC
SOBRE EL RESPETO HUMANO.

te de las apariencias de la religion y de la virtud.


No temo con todo eso afirmar, que no es en nada
comparable su contagio y su oprobrio con el de
la baxa y vil cobardia que se abate á imitar el li
bertinage y la incredulidad. El hipocrita, esclavo
de la ambicion y la codicia, hace alarde de una fé
y de una piedad supuesta, corre un denso velo so
bre los errores de su entendimiento y sobre los ex
cesos de su corazon por donde se ve que encubre
sus vicios, porque se avergüenza de ellos, y se
viste del trage de la virtud, porque conoce su va
lor y estimacion: de modo, que su misma hipocre
sia es un tributo que rinde á la virtud; tributo que
no le justifica, porque no es mas que mentira y per
fidia; pero tributo que puede redundar en utilidad
publica, porque su impostura es oculta. Con que
mientras permite la providencia que la luz no es
clarezca las tinieblas, su pecado no es perjudicial
sino para sí solo: su exemplo puede edificar y traer
al partido de la virtud á los que son testigos de sus
costumbres, y no registran lo interior de su alma.
Pero el hipocrita, esclavo del respeto humano,
aunque no menos perfido y disimulado que el pri
mero, procura no manifestar lo que es, aparen
tando lo que es; pero mas vil y baxo, mas per
judicial y escandaloso que él, solo encubre la fé
y la piedad que respeta, y solo aparenta el vicio
y la impiedad de que se avergüenza y siente en su
alma. Con que el culto interior con que venera
la virtud, ni la honra ni la confirma; y con el
ob
48 SERMON
obsequio que tributa á la disolucion y á la incre
dulidad, las fomenta y acredita. Asi perece él, y
pereciendo, arrastra con su caida á los que son tes
tigos de sus costumbres, y no les consta de sus
sentimientos: de modo, que su pecado no se ci
ñe á negar á Dios el tributo de gloria y de obe
diencia que intíma la religion, sino que estimula
á los demas para que se le nieguen. De todo lo
qual se infiere que el respeto humano destruye la
religion en su naturaleza y esencia, y haciendo de
la misma religion una religion que no da gloria á
Dios, hace tambien una religion que no santifica
al hombre.
II. A juzgar de las cosas superficialmente, se
ria dificultoso de creer lo que dice S. Bernardo, que
el respeto humano es un impedimento casi invenci
ble para adquirir la perfeccion christiana. Pero por
poca reflexion que hagamos sobre los misterios de
la ley, por poco que exploremos y sondeemos los
caminos y abismo del corazon humano, por po
co que consultemos la experiencia, facilmente co
noceremos que de quantos diabolicos artificios se
sirve el infierno para perdernos, ninguno nos des
via tanto de Dios, ni dexa menos caminos abier
tos para nuestra conversion. Sustento pues con es
te Santo Padre, que ninguna pasion de quantas
hay es mas perniciosa al hombre, que la del res
peto humano. Pero yo adelanto mas y digo que
el respeto humano es una pasion tanto mas formi
dable, quanto que parece menos ardiente y mas
1000
soBRE EL RESPETO HUMANO. 49
moderada, de suerte que aquello mismo que ase
gura al pecador de respeto humano, es puntual
mente lo que debe sobresaltarle y traerle mas in
quieto. Convengo desde luego en que el respeto
humano carece de la furia y violencia de aquellas
pasiones indomitas que despeñandose de improvi
so á manera de torrente impetuoso, arrebatan tras
sí una alma sorprehendida y esclava del pecado. Y
si quereis, no le llamemos pasion, llamemosle cier
ta propension, cierta inclinacion, cierto fondo de
blandura, de docilidad, de condescendencia: cier
to caracter facil y sin vigor que apenas acierta á re
sistirse ni oponerse. Pero al mismo tiempo afirmo
que aunque el respeto humano no llegue á ser
pasion, tiene las propriedades de todas las pasio
nes : y sin solicitar nada, concurre y contribuye
para todo. En efecto, qué viene á ser un hom
bre esclavo del respeto humano, sino un hom
bre que no tiene ni sentimientos proprios, ni de
seos, ni ideas, ni principios, ni vicios, ni virtudes?
es una fragil caña, dice S. Euchèrio, que se mim
brea al menor viento: es una nube, dice S. Am
brosio, que llevada á una y otra parte, vaguea al
arbitrio de los vientos que juegan con ella. Por
consiguiente, qué cosa es un hombre sugeto al res
peto humano ? es un hombre, que conservando
todavia la fé y la religion, vive sin embargo sin
religion y sin fé, pues aunque tiene fé y religion,
solamente espera una insinuacion del mundo para
despojarse de ellas: es un hombre, que sin amor
Tom. III. G. al
y . •

5o SERMoN -

al vicio, está dispuesto á contraer todos los vicios:


ya sensual y disoluto, ya chocarrero y murmu
rador, ya arrogante y altivo, ya vengativo y du
ro de corazon, ya disimulado y traidor, ya codi
cioso y prodigo; todo quanto el mundo quiera y
quanto mandáre el mundo. Adan no fue engañado
por la serpiente: y si huviera estado solo, huvie
ra observado fielmente el precepto; pero el temor
de disgustar á su muger engañada, le dió atrevi
miento para desagradar á Dios: me contristaret de
litias suas. Aaron adoraba solamente al Dios de
Abran, y por condescender con los caprichos de un
pueblo prevaricador le erige otro Dios para que le
adore. La barbara impiedad de Herodes no se es
tendia hasta bañar sus manos en la sangre del Bau
tista; mas por no quebrantar un juramento hecho
con imprudencia, le observa sacrilegamente: con
tristatus propter jugjurandum (1). Pilatos era de
intencion recta, y enemigo de injusticias; pero co
mete la mas exècrable al oir que se levanta al re
dedor de su tribunal la voz de estas palabras tan
formidables para un cortesano politico: non es
amicus Cesaris (2). Quisiera yo saber quántos al
oirlas huvieran flaqueado como él, y comprado
la amistad del Cesar con la opresion del justo?
De modo que desnudo de pasion el hombre, sin
ningun interes, contra todas sus inclinaciones, con
tra toda su conveniencia propria, será quanto gus
te

(1) S. Marc cap. 6. v. 26. (2) S. Juan cap. 19. v. 12.


soBRE EL RESPETo HUMANo. 51
te el mundo que sea : y parece que está reducido
Dios, perdonadme esta expresion atrevida, á agra
decer al mundo todos los ultrages que no le hace.
De sí mismo y por sí mismo el hombre sugeto al
respeto humano, es hombre apto para todos los
vicios, porque no tiene mas virtud que la que se
digna el mundo dexarle : y por ultima desgracia,
este respeto humano que le comunica una facili
dad al mal tan deplorable, le hace casi incapaz de
todo bien. s

No es el respeto humano como aquellas pasio


nes vehementes y desenfrenadas que traspasan to
das las leyes de la decencia, que no se contienen
dentro de terminos algunos; antes bien, siempre
encogido, siempre medroso, se repara, obser
va, se precave, dispone los medios convenientes
para el logro de sus intentos, y en esto es dies
trisimo : no endurece el corazon, antes le debi
lita, le afemina, y destila en él un espiritu de flo
xedad y de indolencia. ¿Pero quién no sabe que
para servir á Dios, y aun mas para conservarse en
su amistad, es necesario un animo y una fortale
za, un vigor y una intrepidez que los mas costo
sos sacrificios no sean capaces de amedrentar, ni de
postrar, ni de enflaquecer, ni de apurar con su pro
lixa duracion? Ved pues ahí puntualmente las ca
lidades de que carecen casi siempre las almas
subyugadas por el respeto humano : almas vaci
lantes y dudosas: almas indecisas é irresolutas, lle-.
nas de veleidad y que en nada se fixan : ya quie
G 2 CIl
52 SERMoN
ren, ya no quieren, sino medio quieren capaces de
desear y de deliberar, pero incapaces de resol
ver y obrar: almas que solo saben temer y tem
blar, pero que ni saben amar, ni determinarse á
amar. Podra ser que el hombre ambicioso, el ava
ro, el deshonesto sea mayor pecador; pero el
hombre sugeto al respeto humano es menos ido
neo para ser santo; y tanto menos idoneo para ser
santo y dexar de ser pecador, quanto que las gra
cias mas eficaces contra las demás pasiones, no pa
rece que son sino la misma debilidad contra el res
peto humano.
Porque cómo ha de obrar la gracia? acaso con
sus luces? Las demas pasiones reynan solo entre lo
bregueces y tinieblas: por eso luego que la gra
cia rasga el velo que cubria el corazon del peca
dor, se inquieta, se comueve, y muchas veces dexa
los caminos torcidos y se liberta del abismo. Pero
este auxilio de luz es auxilio ineficacisimo para el
hombre esclavo del respeto humano, habituado á
obrar contra la luz, á avergonzarse de sus iniquas
condescendencias, y multiplicarlas. ¿Acaso con los
desabrimientos y amarguras que esparce la gracia
sobre los objetos mas idolatrados de la concupis
cencia? Ya habeis oido, y vosotros no lo ignorais,
que los esclavos del respeto humano pecan sin in
teres, y muchas veces contra todo su gusto, con
tra todas sus inclinaciones: por consiguiente para
reducirlos al camino de la virtud es diligencia es
cusada é importunisima infundirles odio al vicio.
: Aca
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 53
¿Acaso con espantos mas terribles, con llama
mientos mas eficaces? no por cierto, no hay co
razon que la gracia no pueda rendir y convertirá
Dios; pero es preciso confesar que la conversion
de un pecador de respeto humano, es un milagro
de la gracia. Hay ciertos momentos en que el al
ma mas estragada se resolveria á dexar el mundo
y encerrarse en la soledad de un claustro: en que
el alma mas soberbia y altanera, por el bien de la
paz cederia y perdonaria: en que el alma mas en
tregada á los deleites carnales, se determinaria á
apagar con las lagrimas de la penitencia el fuego
que la abrasa: momentos en que el luxo con su
profanidad, el juego con sus pasatiempos, las co
nexiones mas estrechas y amorosas no lo impedi
rian. Pero el pecador de respeto humano conoce
que no está asido á ninguna de estas cosas: esto
es, no lo está con la inclinacion; pero está adhe
rido á ellas con los vinculos del quedirán, del te
mor de la censura y maledicencia del mundo; y
siempre será preso con estas cadenas; pues aun
que triunfe de sus deseos, quedará vencido de sus
temores, y aunque señoree á las demas pasiones,
será dominado por la pasion del respeto humano:
pasion de todos los dias y de todos los momen
tos, con la qual el hombre jamas habita consigo,
y siempre vive en el centro del mundo: pasion
que ningunos sucesos por felices que sean pueden
satisfacer, ni ningunas resoluciones pueden pos
trar; pues quanto mas agradamos al mundo, ma
yor
54 SERMoN
yor es nuestro temor de disgustarle : y quanto me
nos amor nos muestra , mas tememos su censura.
Pasion de todas las edades; pues no envejece con
el discurso de los años, antes sobrevive á todas las
demas pasiones. ¿Quántos novadores se han vis
to, quántos libertinos que desengañados en sus ul
timos momentos de todas las cosas y desasidos de
todas ellas, se resuelven en sus ultimos suspiros á se
pultarse antes en los profundos infiernos, que de
xar su memoria manchada con la nota á su pare
cer infame de una mudanza y de una inconstan
cia saludable? ¿dando un claro testimonio con su
exemplo de que la ultima pasion que muere en
el hombre y que freqüentisimamente no muere
sino con el hombre, es esta pasion del respeto hu
mano que hace de la religion una religion que no
da gloria á Dios, ni santifica al hombre ? una re
ligion en fin que no sustentandose por sí misma,
cae y perece. De lo qual solo dire una palabra.
III. Y porqué me he de detener yo á pro
bar lo que no podeis ignorar vosotros? quién no
sabe que el respeto humano es el pestilente origen,
el manantial infelizmente fecundisimo de don
de dimanan con tanta abundancia los escandalos
que pervierten las costumbres, y destruyen la fé?
quién no sabe que del respeto humano proce
den los primeros pecados de la juventud y que
de este modo facilita la perversion de las demas
edades? Entramos en el mundo sin experiencia
para conocerle; sin reflexion para penetrar sus maX1
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 55
ximas; sin luces ni prudencia para cautelarnos; sin
vigor ni fortaleza para resistir. Quáles son los ob
jetos que registran al principio nuestros ojos? Qué
lecciones de pecar no se oyen en esta nueva y des
conocida region? Aqui vereis una joven de calidad,
que oye ponderar continuamente la hermosura co
mo la prenda mas estimable y unica; y la habi
lidad de agradar á los hombres como el unico me
rito de su edad y de su sexó: alli un joven que
oye alabar eternamente las riquezas mas que la
integridad, las honras mas que la bondad, los de
leites mas que la virtud; que ve que todas las
adoraciones se reservan y tributan á la fortuna;
todos los elogios y aplausos á los delirios de los
semisabios; para esos que solo creen lo que quie
ren; para esos que se gobiernan segun el antojo
de sus deseos; para la insolente impiedad erigida
en libertad de pensar, en vigor y superioridad de
entendimiento, en generoso desprecio de las pre
ocupaciones del vulgo; que se reservan todos los
desprecios para la sumision respetuosa de los ora
culos de la religion; para las leyes del recato ver
gonzoso y modesto; para la delicadeza y vigor de
las virtudes christianas. O miserial esto es escusar
al infierno el trabajo de pervertirlos: bien puede
el demonio descargar sobre el mundo el cuidado
de descaminarlos. Mudanse las ideas de los jove
nes; obscurecese su razon; proceden al parecer de
acuerdo el deleite y la vanidad; tienen por pru
dencia pensar como piensan los demas: acostum
bran
5ó SERMoN
branse á estimar y amar lo que comunmente se es
tima y ama: y antes de serviciosos por aficion, lo
son por condescendencia. De este modo pervierte
el respeto humano á los hombres con los hombres;
y deprabando á la juventud, inficiona en su fuen
te la honestidad y bondad pública. Quién no sa
be que si hay tantos que observen este conjunto
de leyes y maximas mundanas, aniquiladoras del
Evangelio de Jesu Christo, es en virtud de las po
derosas insinuaciones y condescendencias del res
peto humano?
Quién no sabe que al abrigo del respeto hu
mano se mantienen esas maximas de la sabiduria
del siglo, tan contrarias á las maximas de la sabi
duria christiana, que se acreditan y prevalecen las
falsas razones de estado y de condicion; esos quime
ricos privilegios de grandeza y de opulencia; esas
leyes aereas de honor y de fama tan opuestas al es
piritu del christianismo? Quién no sabe sobre todo
que por las condescendencias, por la blandura é in
dolencia, por las baxezas y timideces del respeto
humano se entibia y extingue el zelo que debiera
levantar diques incontrastables contra el error y la
impiedad? Hace cada dia la irreligion rapidos pro
gresos y se dispone para talar y desjarretar la viña
y la heredad de Jesu Christo. Ven con espanto
nuestros ojos que nos desamparan y huyen de en
tre nosotros avergonzadas la sencillez, la docili
dad, la sumision, la probidad, la fé y las demas vir
tudes. ¿Dónde estan pues los Matatias que de: dS
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 57
las puertas de Judá claman que se junten con él
los que son del vando del Señor? dónde estan los
Isaias y los Jeremias que enmudezcan á los pro
fetas de la mentira? es posible que la Religion va
cilante y embestida por todas partes, ha de im
plorar envano el socorro de sus hijos? y que na
die ha de oir la voz de sus gemidos? Una indigna
y vil politica tiene convertidos en marmol todos
los corazones: un sueño voluntario tiene oprimi
dos los ojos de los que tienen mas obligacion á
mirar por la causa de la religion, basa y funda
mento el mas incontrastable del trono, del estado,
de las leyes y de las costumbres. Hasta en el san
tuario se halla introducida quiza la maxima de con
templar los hombres y de guardar respetos con to
do el mundo; y convirtiendo en consejo de sabidu
ria mundana el precepto del Apostol de no ser ni
de Apolo, ni de Cephas, se desprecia la maldicion
que intima el mismo Apostol contra los que no si
guen áJesu Christo: y digan lo que quieran para
justificar y cohonestar su cobardia, lo que vemos
es, que mostrandose menos enemigos de la impie
dad, que de los que la declaran la guerra, no per
miten al zelo mas pacifico y discreto que derrame
lagrimas, que desahogue su dolor, y que con la sen
tida voz de sus lamentos avise á la patria y á la Igle
sia de los peligros que las amenazan, y del catás
trofe á que estan expuestas. Asi ha faltado la Fé en
otras naciones. La impiedad que siempre conser
va bastante fuego, actividad y audacia, no tiene
Tom. III. H 11C
58 SERMoN
necesidad sino de nuestro silencio : y se le da el
favor posible desde el punto que se toma la reso
lucion de no hacer ninguna oposicion ni resistencia.
Los clamores de los Elias y de los Eliseos sola
mente lograron conservar en Israel siete mil almas
fieles al Dios de Jacob. Si huvieran callado ver
gonzosamente, no huviera sido conocido Dios sino
de sus profetas.
Si os merece pues alguna compasion (y quién
no se dolerá?) el estado deplorable de esta Reli
gion santa, que despues de haver nacido de la san
gre de su Dios, y despues de haver navegado por
los pielagos de sangre con que sus martires han
inundado la tierra, no parece que ha aportado
entre nosotros venciendo tantas tormentas, sino
para naufragar mas lastimosamente en tiempo de
paz y de bonanza, entended que el respeto huma
no ha abierto la brecha en el santuario; y por con
siguiente entended que para avivar esta sagrada
antorcha de la fé, que no despide ya sino desma
yadas y moribundas vislumbres, es necesario que
deis principio á la obra haciendo alarde á vista de
los hombres de vuestra religion y de vuestra pie
dad.
Pero qué verguenza es la nuestra, que tenga
mos necesidad de que nos cautelen y nos esfuer
cen á combatir contra el mundo Sabeis quien
sois vosotros, puedo yo deciros con el Profeta, pa
ra temer á este mundo perecedero? Quis tu, ut ti
meres ab homine mortali? Cómo? un christiano, un
hom
SOBRE EL RESPETO HUMANO. 5
hombre que levantado por la fé sobre todas las co
sas terrenas, debe mirar las grandezas y prosperida
des, los reveses y mudanzas del mundo como el
transitorio pasatiempo de una escena pueril; como
una representacion , que apenas empieza quando
finaliza; como un sueño, como un vapor que disi
pará pronto la aurora de la eternidad : un christia
no, cuya profesion no es otra cosa que una obliga
cion de separarse del mundo, de retirarse, de abor
recer y de divorciarse del mundo: un christiano,
cuya vocacion le llama á combatir con el mundo
y á ser combatido de él; á despreciar el mundo
y á gloriarse de ser despreciado por él: unos hom
bres como nosotros , cuyo merito estriba en no
lograr la estimacion del mundo; pues tendríamos
por enemigo á Jesu Christo, si nosotros fuesemos
amigos del mundo: unos hombres como nosotros,
que estamos criados para juzgar al mundo, teme.
remos los juicios del mundo? será posible que nos
avergüence un mundo á quien debemos avergon
zar nosotros? será posible que nos dé en rostro con
nuestras virtudes un mundo á quien debemos za
herir nosotros con sus locuras? quis tu, ut timeres
ab homine mortali? es posible que un christiano
tenga respeto al mundo? que tiemble y se postre
ante el mundo? que se sacrifique al mundo? Ay,
que un christiano es victima muy preciosa para ser
imolada á semejante deidad! Conozcamos que te
nemos un Dios digno de nosotros, y pensemos
solo en hacernos dignos de él con nuestro zelo en
H2 SUIS
6o SERMoN
sustentar su imperio y el explendor de su gloria.
Pero cómo lo conseguiremos? El desengaño que se
nos acaba de dar de la causa de donde ha dimana
do la decadencia de la fé y el abandono de la vir
tud, enseña y abre á nuestro zelo el camino seguro
de conseguirlo. Convirtamos contra el mismo in
fierno sus astucias y artificios diabolicos: contra
pongamos respeto humano á respeto humano. Ha
blo con vosotros especialmente á quienes lo ilustre
del nacimiento, de los empleos, de la autoridad,
de la fortuna, ó la elevacion del entendimiento,
de los talentos, la grandeza de la opinion consti
tuye en algun modo los arbitros de la estimacion y
costumbres públicas. Puesto que nacisteis para dar
la ley ¿de qué ignominia no seria merecedora
la baxeza que os degradase hasta consentir en re
cibirla, comprando con sacrilegas condescenden
cias la aprobacion de esos decantados sabíos, en
greidos con una reputacion de que abusan con
tra vosotros mismos, y que solo deben á vues
tros encarecimientos y aplausos? quando ven que
vosotros, vosotros digo, dioses de la tierra, os
postrais á sus pies, mendigais sus adulaciones
que facilmente se pueden torcer á satira, los ve
nerais como á oraculos de la verdad, como á res
tauradores de la felicidad y de la libertad, como
á los vengadores de la humanidad, como á bien
hechores del universo, como á vuestros protec
tores mas que como á vuestros favorecidos? có
mo es posible que no quieran para sí unos titulos
- que
soBRE EL RESPETo HUMANo. 61
que vosotros les ofreceis tan liberalmente? có
mo es posible que no tomen posesion del impe
rio y de la superioridad que vosotros les cedeis?
y entonces es quando su insolencia no reconoce lí
mites que respetar, ni obstaculos que temer; pues
subyugados una vez los grandes, se les rinde el
pueblo á exemplo é imitacion suya. Resolveos
en fin á ser lo que sois y lo que debeis ser ; que
ellos conocerán entonces lo que son. Alentad con
vuestro exemplo la virtud acobardada y enflaque
cida: asegurad con vuestro firme asenso á la creen
cia del Evangelio la fé tímida y vacilante entre
los movimientos de la persuasion interior, y los
incentivos de las aficiones mundanas: cerrad vues
tras puertas á gentes que la religion mira como
autoras de sus persecuciones: no dispenseis jamás
vuestros favores sobre el impio: no experimenten
en vosotros sus obras sino la reprobacion, el des
precio, los anatemas que merecen: de modo, que
obligado á huir de vuestra presencia, vuelva á
ser tan desconocido como antes; pues abatido en
tonces su mismo orgullo le condenará al silencio:
su voz, destituida ya de vuestro patrocinio, y
desatendida no encantará ni engañará: abrigad
con vuestro amparo al justo y al siervo fiel, y
defendidos con la sombra de vuestra autoridad y
confianza, sirvan en paz al Dios de su corazon:
que asi la Religion enjugará sus lagrimas, la Igle
sia congregará sus hijos dispersos , las solemni
dades de Sion recobrarán su antiguo lustre y ex
plen
62 SERMoN
plendor primitivo; y siendo cooperadores con los
auxilios de la gracia de esta santa y dichosa re
volucion, y contribuyendo para que su Mages
tad reyne en la tierra, podeis esperar una corona
y un reyno eterno en el cielo. Asi sea.

SER
63

SER MON
SOBRE LA PAZ INFELIZ
DEL PECADO R.

JPARA EL VIERNES DE LA SEGUNDA


Semana de Quaresma. -

Assumpsit eum diabolus in montem excelsum val


de, et ostendit ei omnia regna mundi, et glo
riam eorum , et dixit ei: hacc omnia tibida
bo, si cadens adoraveris me.

El demonio llevó a Jesus á un monte muy encum


brado, y le manifestó todos los reynos del mun
do, y su gloria, y le diro: todas estas cosas
te daré, si postrandote en mi presencia, me
adorases. S. Math. cap. 4. v. 8. y 9.

Ste es, amados oyentes mios, el lenguage


que el demonio nos habla en lo interior de
nuestro corazon, quando despues de havernos
apartado del camino verdadero, intenta llevar
nos por los derrumbaderos de la maldad: para es
to irrita nuestros deseos ya con el cebo de las ri
quezas perecederas, ya con la brillantez de una
gran
-

64 SERMoN soBRE LA PAz


grandeza transitoria, ya con el incentivo de una
sensualidad momentanea: hec omnia tibi dabo,
si cadens adoraveris me. Hace ostentacion á
nuestra vista de las dulzuras de una vida pacifi
ca, tranquila y deliciosa; figuranos esta fantas
tica felicidad con tan subidos colores, represen
tala con rasgos tan alhagüeños, que la imagina
cion se enciende, la concupiscencia arde, el en
tendimiento se engolfa y enagena; el alma toda
embelesada y fuera de sí con la embriaguez de
una vana esperanza, corre exhalada á hacer presa
en la apariencia de la felicidad prometida: hac
omnia tibi dabo, si cadens adoraveris me. De este
modo juega el infierno con nuestra flaca razon:
porque en fin, qué es esta felicidad, y estos delei
tes tan ponderados, sino una exhalacion momen
tanea que pasa velozmente ; una sombra vana
que se desliza de la mano que quiere asirla; un
sueño que despues de habernos entretenido un bre
be espacio, huye y se desvanece de repente, de
xandonos penetrados dé dolor, despedazados con
vivos remordimientos, desasosegados con inquie
tudes sin termino? Ay infelices de nosotros que
donde esperabamos hallar la tranquilidad de nues
tra alma, solo encontramos temores y sobresal
tos! pero todavia seriamos mas infelices, si nues
tras esperanzas no saliesen fallidas: y esto es lo
que tu no alcanzas, hombre carnal y disoluto;
pues advierto que en lugar de llorar tu pecado,
solamente lloras la turbacion que es inseparable¿
Cl;
1NFELTZ DEL PECADOR. 65
él; en lugar de limpiar tu conciencia, procuras
estimularla al pecado; en lugar de reconciliarte con
Dios, solamente solicitas reconciliarte contigo
mismo; ni piensas en aplacar su colera irritada, si
no en evitar la inquietud importuna que te ocasio
na la gracia; no en huir el pecado, sino en redu
cir á tu alma la paz que huye de ti. O y qué
infeliz serias, si te se cumpliesen tus deseos an
tes teme que su Magestad por un efecto de su justa
ira no condescienda con ellos; porque paz en el
pecado, tranquilidad en el pecado, silencio en la
conciencia del pecador, castigo el mas espantoso
de quantos la indignacion del cielo puede descar
gar para confundirá un hombre delinquente. De este
terrible castigo quiero daros una cabal idea, ma
nifestandoos que nada debe temer tanto un peca
dor como el vivir sin temores ni sobresaltos estan
do en pecado.
Imploremos la divina gracia por la intercesion
de Maria. Ave AMaria.

Ué cosa es la paz del pecador? ya nos lo dice


S. Bernardo en el libro segundo de las Con
sideraciones. Un corazon sosegado y endure
cido en el pecado es un corazon que con la mas pro
funda pazgoza de las empozoñadas suavidades de la
culpa, un corazon dispuesto siempre á alimentarse
de los gustos carnales, inaccesible siempre á los ge
midos de la penitencia: cor durum est, quoa non
compunčíione scinditur: un corazon que se inde al
Tom. III. I pri
66 SERMoN soBRE LA PAz
primer halago de la concupiscencia, y que se resis
te á los mas eficaces llamamientos de la gracia: nec
pietate mollitur : que no oye ya la voz del Señor
que le llama, ó que la oye, y no se mueve: nec
movetur precibus: un corazon que no se averguen
za de los delitos mas ignominiosos, ni se espanta
ni estremece de los peligros mas inminentes: inve
recundum ad turpia , impavidum ad pericula : un
corazon que sepultado en aletargado sueño, atoni
to con el estrepito de las pasiones, sumergido en
la embriaguez de los deleites, olvidado de todo,
olvidado de sí mismo, ni piensa en las abominacio
nes pasadas, ni en los peligros presentes, ni en los
temores de lo venidero: praeterita obliviscens, prae
sentia negligens, futura non providens.
Pero de qué manera, y por qué grados se lle
ga á este estado de insensibilidad? No ignoro que
los Theologos y Doctores se dividen en opinio
nes sobre este articulo: unos le miran como obra
del hombre que se resiste á la gracia: otros como
castigo de Dios que niega la gracia. Pero yo ten
go por cierto que la paz del pecador es igualmen
te obra del hombre, y castigo de Dios: obra del
hombre que se aparta de Dios: castigo de Dios
que se aparta del hombre : obra del hombre que
injuria y desconoce á Dios : castigo de Dios que
alternativamente abandona y desconoce al hom
bre: el hombre se endurece contra Dios, y Dios
se endurece contra el hombre: el hombre se hace
sordo á la voz de Dios, y Dios se hace insensi
. .. . . ble
INFELIZ DEL PECADOR. 67
ble á la miseria del hombre: el hombre finalmen
te se halla pacificamente en el pecado ; y Dios no
se digna turbar esta miserable paz: de suerte que
la paz en el pecado es al mismo tiempo delito y
castigo; delito de parte del hombre que se la gran
gea, y castigo de parte de Dios que no quiere tur
barla. Sustento pues (y tengo descubierta la division
del Discurso) sustento que la paz en el pecado de
parte del hombre, es el mayor de todos los de
leites: y de parte de Dios, el mayor de los males.
En una palabra, el delito y la desgracia de la paz
en el pecado, es todo el asunto de esta Instruccion.
* -- r * -

PARTE PRIMERA.
Ecador, que te glorías de haber llegado á es
tablecer la tranquilidad y sosiego en un co
razon ºpervertido, ay! que te horrorizarias de ti
mismo, si entendieras quan caro has comprado
la funesta paz que tan o estimas Levanta, si á tan
to alcanzan tus fuerzas, levanta esos ojos oprimi
dos con la densa sombra de la muerte; registra
las huellas de tus pasos; contempla los caminos
por donde has andado ay, y qué dolorosos sa
crificios ha exigido de ti el infierno todo se lo
has sacrificado, fe, razon, conciencia, gracia; y
pareciendole esto cosa vil y baxa, te ha requeri
do que le ofrezcas una victima de mayor precio;
y asi te has visto en la necesidad de rebelarte con
tra Dios, de destruirle y aniquilarle quanto está
I2 de
68 SERMoN soBRE LA PAz
de tu parte, de consentir en apartarte de él con
separacion eterna; de renunciarle y negarle con
un linage de apostasia, mas ignominiosa en cier
to sentido que aquellas apostasias que en tiempo
de los tiranos, escandalizaron los fieles, vilipen
diaron el nombre christiano, y ocasionaron en la
Iglesia un llanto universal es verdad que tu apos
tasia es oculta, y que solo Dios es testigo de ella;
¿mas dexa por eso de ser en cierto modo mas abo
minable é injuriosa á Dios, que aquellas aposta
sias publicas tan detestables de los primeros siglos?
¿dexa de ser, digo, mas abominable é injuriosa á
Dios en su principio, en su duracion, y en sus
efectos? Tres consideraciones que merecen toda
vuestra atencion.
I. Es vuestra apostasia mas injuriosa á Dios
en su principio. ¿Os parece que querré yo ahora
disminuir, ni debilitar en vosotros el justo horror
que habeis concebido de aquellos indignos christia
nos que violaron la fé, que juraronáJesu Christo en
el bautismo ? de aquellos cobardes y fementidos
hombres que negaron vilmente á su Salvador, que
ofrecieron sacrilegos inciensos á las mentidas dei
dades del gentilismo, que blasfemaron el nombre
sacrosanto que antes havian invocado? veian en
cendida la hoguera, desenvainado el acero sobre
sus cabezas; ¿y fue posible que no se gozaron con
tan dichosa ocasion de acreditar publicamente su
fé? ¿ y fue posible, que lavados y bañados en la
sangre de Jesu Christo se negaron á derramar por
- él
INFELIZ DEL PECAIDOR. 69
él la suya? ó miserables ó malos christianos
Pero hay no obstante apostasias ocultas y secretas,
que ultrajan acaso á vuestro Dios mas gravemen
te. Fode parietem...et vide abominationes maio
res (1). Corre el velo que oculta en el corazon hu
mano tantas traiciones, y verás abominaciones
sin comparacion mas horribles. Porque en fin,
quál era el pecado de los que atemorizados á vista
de los tormentos, negaron la Religion? Era esta fal
ta de valor para confesar publicamente al Dios que
adoraban en lo interior de su alma. Fode parie
tem... et vide abominationes maiores. Disipad aho
ra las tinieblas que encubren los pecados de nuestro
siglo, y vereis no ya un Dios negadosolamente con
la boca, sino un Dios negado, abandonado, renun
ciado de todo corazon; una apostasia total, consu
mada y confesada con el corazon: et vide abomi
nationes maiores. Vereis unos hombres esclavos y
vendidos á la tirania del pecado, que no solo no
son del vando de Dios, sino que temen serlo; que
no solo huyen de él, sino que temen volverá su po
der; que discurren medios y procuran con arte
y con estudio levantar entre sí y entre Dios un mu
ro de separacion que los aparte eternamente: vide
abominationes maiores. En efecto ¿qué no hacen
los hombres para llegar á tranquilizarse en el pe
cado? Prestadme atencion, amados oyentes mios,
y quiera su Magestad que no os comprehenda á vo
SO

(1) Ezech. c. 8. v. 8. y 9.
7o SERMoN soBRE LA PAz
sotros nada de quanto voy á decir. , , , , , , ,
Conoce el hombre que una conciencia ilustrada
por la gracia, vela sobre sus acciones; que apenas
desampara ingrato los caminos de la salvacion,
quando le llama é intenta reducir con sus temo
res y sobresaltos; que encargada, por explicarme
asi, de sugetarle á la observancia de la ley, casti
ga su transgresion con reconvenciones y amena
zas terribles : conoce que no puede quebrantar
mandamientos expresos, sin que se sienta turbado
y despedazado con remordimientos crueles: y qué
resulta de este conocimiento? que procura ignorar
la ley, olvidarla, obscurecerla, y borrar su memo
ria de la suya: resuelve sumergirse en las tinieblas
de una ignorancia afectada, huye de la luz, te
me saber sus obligaciones: dice con los impios del
libro de Job: recede d nobis, et scientiam viarum
tuarum nolumus (1). Aparta, Señor, aparta de mi
el melancolico y congojoso, conocimiento de tu
ley: es verdad que no me hallo bastante instruido
en lo que debo hacer, pero no quiero instruirme
mas; y que ignoro mis obligaciones, pero quiero ig
norarlas: con esta ignorancia me hallo bien : en
ella consiste la tranquilidad de mi vida: niegame
tus gracias, pues el obedecerlas me es muy traba
joso; y el no obedecerlas no me seria tal vez menos
penoso y dificil. Recede a nobis, et scientiam viarum
tuarum nolumus. Yo quiero enriquecerme, y pa
T2.
-

(1) Cap.2 I. v. 14.


INFELIZ DEL PECADOR. 71
ra conseguirlo quiero recibir á manos llenas: quie
ro cargar con todo genero de comisiones, entrar en
toda especie de compañias, en todos los negocios
de qualquiera naturaleza que sean, y para esto quie
ro valerme de todos los modos que hay de hacer
emprestitos, y de recibirlos; ni quiero perdonar
medio alguno de aumentar mi dinero, y de ha
cerle producir, desprendiendome de él para que
circule con lucro mio, y restituirle á su fuente au
mentado y ganancioso: quiero para esto seguir en
tre los caminos que hay de enriquecerse, los mas
ciertos, los mas breves, los que guian con ma
yor velocidad al logro de un grueso caudal : bien
oigo decir que estos medios tan ciertos y tan pron
tos son muchas veces ilicitos é iniquos; que es casi
imposible que un edificio levantado en tan breve
tiempo, estribe en otros cimientos que el fraude,
la usura, el monopodio, y la rapiña: bien lo oigo
decir; pero este es punto que yo no quiero entender
ni estudiar, ni examinar, ni desentrañar; porque si
yo viniese á averiguar que la ley prohibe lo que la
pasion pide, á qué inquietudes no me exponia? La
conciencia entonces refrenaria á la codicia, la co
dicia reprimiria y consternaria á la conciencia, ni
yo me arrojaria á aventurar mi salvacion por mis
caudales; mi á renunciar estos por asegurar mi sal
vacion: recede dé nobis, scientiam viarum tuarum
molumus: finalmente no me conviene saber lo que
no quiero practicar. Es verdad que hallaria confe
sores doctos, directores prudentes, doctores sabios
. que
72 SERMoN soBRE LA PAz
que me advertirian claramente lo que la ley per
mite y lo que prohibe; pero como ni lo que la
ley permite, no basta á contentar mi codicia, ni mi
codicia se contendrá dentro de los limites de la ley,
no procuraré saber una resolucion impertinente, que
me llene de confusion y perturbe mi conciencia.
Recede dí nobis. En una palabra, yo quiero enri
quecerme, subir, engrandecerme, adelantarme en
el mundo; quiero levantarme del polvo de la tier
ra, vengarme de una afrenta que me deshonra, vi
vir esplendida y regaladamente: asi lo quiero, y
supuesto que lo quiero, huyamos de saber mas
radicalmente la voluntad divina. Recede d nobis.
Y por quanto hay ciertas obligaciones que na
turalmente se saben, ciertas leyes que el autor de
la naturaleza ha grabado en nuestras, almas con
tan expresos caracteres, que no hay diligencia
que baste á privarnos de su conocimiento, ya
que no podemos obscurecernos la ley, á lo me
nos procuramos disimularnos su transgresion, ocul
tarnos nuestra perfidia, correr sobre nuestras pro
pias acciones un velo de densisimas tinieblas. Ve
reis uno que mantiene conexiones amorosas, que
por mas que él diga, dan mas cebo al corazon,
que pabulo al entendimiento; y apoderado de un
oculto fuego que él no conoce, ó de que se des
entiende maliciosamente, se derrite, se abrasa y
consume á rigores de un mal que se disimula á
sí mismo: herido su corazon con un dardo de amor
carnal, solo piensa en el obgeto de su pasion: su en
tCIlº
INFELIZ DEL PECADOR.
tendimiento se enagena, con halagueñas fanta
sias, le nutre y ceba en pensamientos pecamino
sos, se embelesa con fuiciones delinquentes; pero él
se persuade que estos deseos é inquietudes de un
corazon apasionado no salen de la esfera de una
inclinacion pura y honesta; que á lo mas esos de
seos manifiestos, y confesados por el mismo co
razon, no pasan de la imaginacion. Vereis otro que
respirando odio y venganza, persigue con furor
á su enemigo á quien mortalmente aborrece: ma
quina su destruccion , idea un precipicio en don
de sepultarle vivo, y para esto le enreda en un labe
rinto de pleytos que le arruinen; pero él cohones
ta su odio y su venganza con el titulo especioso de
zelo por el bien publico, de amor á la justicia y á
la equidad. La otra joven vencida de una impor
tuna verguenza, teme confesar á los sacerdotes de
Jesu Christo su fragilidad; y desvergonzada sola
mente contra Dios cuyos ojos no temia, ahora
teme el oido de su ministro, que está obligado
á guardar el silencio mas inviolable: ella sin em
bargo sabe que la Religion está exigiendo esta
confesion funesta y dolorosa: qué hará en este
conflicto? porque profanar el santo sacramento de
la penitencia, conculcando la sangre de Jesu-Chris
to, es una abominacion execrable, que no se atre
ve á cometer. Llegase pues al sagrado tribunal
de la penitencia, y apenas acierta á abrir la teme
rosa boca: suaviza, escusa, disminuye, habla so
lo medias palabras; se explica lo bastante para
Tom. III. K lle
74 SERMON soBRE LA PAz
llenarse de rubor, pero no se determina á decirlo
todo; ya se descubre, ya se oculta, y arrebata fi
nalmente por asalto una absolucion, que debie
ra alcanzar llanamente. Levantase de los pies del
confesor mas conturbada todavia, y empieza á
discurrir, á deliberar, á vacilar, dudosa de la re
solucion que tomará; y por ultimo á fuerza de
dar tormento á su ingenio y de consultar con su
corazon, en lugar de aconsejarse solo con la fé,
se tranquiliza y serena: y como no se siente con
esfuerzo para hacer mas, se da á entenderá sí mis
ma que ha hecho lo bastante. -

Y por quanto hay ciertas transgresiones y que


brantamientos de la ley, que son unos pecados que
no podemos dexar de confesar, y acerca de los
quales no podemos engañar ni adormecer nuestra
conciencia, tomamos el empeño de pervertirla, de
sobornarla, de viciarla: el empeño de substituir en
lugar de aquella conciencia sana y recta, que nos
ha dado Dios para sacarnos del cieno de nuestras
iniquidades, una conciencia erronea y mala, que
disculpe nuestros excesos; el empeño de levantar
sobre las ruinas de aquella firme é inmutable ra
zon, que fundada en la fé, é ilustrada por la gra
cia nos descubre lo pecaminoso de nuestras ac
ciones, levantar digo el imperio de la pasion, de
las maximas del mundo, de aquella moral mu
danza que justifica nuestra conducta; el empeño
de acostumbrarse á mirar esas compañias fraudu
lentas, esos infames monopodios, esos pretar
l 1
INFELIZ DEL PECADOR. 75
ilicitos, esas usuras paliadas, esos efugios legales,
como una industria loable; como que todo ello no
es mas que sagacidad de entendimiento, habilidad
en el manejo de los negocios, entender bien los
propios intereses, saberse aprovechar de la oca
sion y de la fortuna. Esas venganzas de caso pen
sado, esos resentimientos disimulados al principio
con una falsa moderacion, y que despues prorum
pen en ruidosas demostraciones; esos odios crue
les y diabolicos que executan su rabia á sangre y
fuego, y que no fenecen ni se ahogan sino en arro
yos de sangre; esa ambicion sin termino que se
abalanza á las honras por los caminos de la ne
gociacion, de los malos medios, de la calumnia,
y de la traicion; todo esto es reputado por gran
deza del alma, por generosa elevacion de espiritu,
por amor á la gloria y á la fama. Esa vida volup
tuosa, entregada al juego, y á los pasatiempos;
esas conversaciones indecentes y deshonestas; esas
composturas provocativas; esa sensual ociosidad,
esos excesos en la comida y bebida no son ya
otra cosa para quien los mira con ojos fascinados,
sino razones de estado, leyes de la costumbre, tren
del mundo, obligacion de vivir segun la multitud,
de conformarse con las costumbres del siglo, de
seguir la corriente, de imitar el exemplo de las
personas con quien se vive. -

Y por quanto hay pecados, que la disolucion


del siglo no ha levantado todavia á la esfera de
virtudes; pecados que no menos condena el mun
- K2 do
76 SERMoN soBRE LA PAz
do que la conciencia; pecados que el mismo mun
do, aunque corrompidisimo, ofrece, si me es licito
usar de esta expresion, á la venganza divina; cier
tas injusticias horribles, ciertas destemplanzas y
liviandades escandalosas, ciertas furiosas y arreba
tadas venganzas: pecados digo, que ni puede el
hombre ocultarlos de su conciencia, ni hacer que
su conciencia los tolere, pues aunque ciega y estra
gada en todo lo demás, conoce todavia la fealdad
y el horror de estos delitos monstruosos, cuya ima
gen se presenta continuamente á la perturbada me
moria del pecador, poniendole delante la inmen
sa duracion de la eternidad, destinada para cas
tigar el pecado infando que pasó como un sueño;
en este caso el hombre huye de sí mismo, temese
á sí mismo, no puede sufrir su propia presencia,
y no se atreve á estará solas con su razon y su
fé. Desiertos y solitarios lugares, sombras de la
noche, retiro apacible tan deseado del alma
justa y buena, adonde desde el bullicio y es
truendo del mundo viene á desahogar sus tiernos
suspiros, sus abrasados afectos, sus amorosas an
sias, sus lagrimas, los impetus de su amor, los ri
gores de su penitencia: dulces instantes de paz y
de silencio, cuyo veloz curso detendria si pudiese,
ay, qué amargos sois para el pecador para el pe
cador que errante siempre y foragido, fuera de
sí mismo, se engolfa en los negocios , se entrega
sin rienda á los deleites, al juego, á las concur-.
rencias, á los saraos, á los teatros, al tumulto y bi
lli
INFELIZ DEL PECADOR.

llicio del mundo: corre precipitado tras los objetos


exteriores, echando ansiosamente mano de quan
to le puede distraer y enagenar de sí mismo, para
que la voz de la conciencia, voz lastimosa, voz
terrible, voz espantosa y llena de terror, no pue
da llegar á sus oidos ahogada con la confusa grite
ria de las pasiones!
Y por quanto, sin embargo de todas estas di
ligencias, alguna vez se halla solo, y las pasiones
cansadas y fatigadas ya parece que se adorme
cen, y entonces la fé despierta la conciencia,
la desengaña, la comunica luz, infundiendo en
su voz una fuerza, una actividad, un fuego
que abrasa y consume el denso velo que oculta
ba la enormidad de las culpas, vese necesitado
este infeliz pecador, para sufocar este fuego que
le atormenta, á extinguir la antorcha de la fé que
le encendió; para ahogar su conciencia, á des
truir la Religion ; para aquietar su corazon, á con
fundir y trastornar todas las ideas de su entendi
miento. De aqui nace que presta gratos oidos á
esos maestros de la impiedad y de la irreligion, á
esos apostoles del infierno, á esos evangelistas del
ateismo, que solo para esta edad de yerro esta
ba guardado el verlos andar con la cabeza ergui
da, y dogmatizar en público impunemente. De
aqui nace esa ansia de leer libros impios, que im
pelidos por el ayre corrupto del espiritu impu
ro , transmigran de region en region para infi
cionar la Europa con el tosigo de esas opiniones
II 1O11S
78 SERMON soBRE LA PAz
monstruosas, que no conocieron nuestros padres,
sobre la divinidad y culto de Dios: obras pesti
lentes, con cuya leccion os nutris, consumiendo
en ella noches y dias, no conociendo recreacion
que mas os encante: y como la disolucion de las
costumbres, la conveniencia del amor proprio, el
deseo de hallar finalmente una paz por que tan
to tiempo suspirais y siempre envano, comuni
ca vehemencia á los discursos, y amenidad y nue
vas gracias al estilo, sorbeis con ansia el veneno,
abris las puertas de vuestra alma al error; os de
xais apoderar del engaño; os deteneis, os acalo
rais, os arrebatais, y parais de proposito en los
puntos que se tratan con mayor arte; los encar
gais con grande estudio á la memoria para tener
siempre á mano con que sufocar los latidos de la
fé, que alguna vez quiere revivir. Debilitada y
viciada la razon, y despidiendo solamente algu
nas amortiguadas vislumbres, se confunde , se
desatienta y pierde el tino en las dudas, en el
exâmen, en los intrincados efugios de un sofisma
capcioso; ya duda, ya vacila, ya penetra, ya se
retira, ya se empeña, ya se recobra; y apurada,
exhausta, y acostumbrada á seguir los caprichos de
la pasion, cae finalmente á la parte donde la in
clina el grave peso de su concupiscencia : el im
pio se congratula de su caida; porque solo temia
no poder ser infiel, y tener que vivir siempre re
zeloso de un Dios á quien ha hecho proposito de
ultrajar siempre. Y por quanto este Dios, de quien
SC
INFELIZ DEL PECADOR. 79
se aparta el impio, siente, si es licito explicarme
asi, dificultad en separarse de él, y la gracia pue
de destruir la obra del pecado, se empeña el pe
cador, para cegar enquanto está de su parte el
manantial de la gracia, en provocar la ira divi
na, y obligarle á su Magestad á callar: de aqui
aquel correr y precipitarse de maldad en maldad:
de aqui aquella impiedad tan desenfrenada, que
á manera de torrente impetuoso rompe todos los
diques: de aqui aquel sucederse un delito á otro
delito como unas olas impelen á otras, siguiendo
rapidamente su curso: de aqui aquel funesto es.
mero con que el pecador aviva la pasion mori
bunda, irritandola con la presencia de objetos
nuevos, buscando pabulo al fuego que le con
sume, en treatros, en libros, en conversaciones
obscenas, en liviandades y glotonerias artificio
samente condimentadas , que restituyen el sa
bor de la novedad á unos deleites desvirtuados
con el freqüente uso: de aqui aquel echarse á pe
chos la copa fatal de la sensualidad, esforzandose
á anegar en ella la razon, y sumergir la fé: in
ebriati sunt.... de vino prostitutionis ejus (1). Y si
me fuese licito sondear toda la malignidad del co
razon del hombre ¿no se hallaria por ventura al
guno que por medio de sacrilegios procura tran
quilizar los remordimientos de su conciencia? Pues
qué? me direis: en la Religion christiana se ha
llan
(1) Apocalip c. 17. v. 2. —
8o SERMoN soBRE LA PAz
llantales montruos? Permita el cielo, amados oyen
tes mios, que quanto acabais de oir exista sola
mente en miimaginacion, y que no vea el sol ja
mas semejantes atrocidades. ¿Pero teneis acaso por
cosa tan inaudita que se hallen hombres que pro
curan ignorar sus obligaciones, y disimularse sus
pecados; hombres que vician y corrompen su con
ciencia, admitiendo en ella la reprobada doctrina
del mundo con exclusion de la del Evangelio; hom
bres que aborrecen la soledad, el retiro, todo lo
que es meditar para no oir las reconvenciones de
su conciencia; hombres, que para justificar la per
versidad de su corazon, procuran inficionar su en
tendimiento con el veneno de la impiedad y de
la irreligion; hombres que se revuelcan y se hun
den mas en el cieno de la deshonestidad, inten
tando borrar con las abominaciones presentes la
memoria de las pasadas ? teneis acaso por cosa
tan inaudita que se hallen pecadores que vivan con
serenidad y paz en el pecado? Sin embargo el Es
piritu Santo nos enseña que el pecador no dexa,
de temer y temblar sino quando ha descendido á lo
mas profundo del abismo: impius cum in profun
dum venerit.... contemnit (1). Mientras conserve
algunos vestigios de religion, de fé, de probidad
y de conciencia; mientras la gracia dé aldabadas
en su corazon; mientras el Dios de las misericor
dias le mire con benignos ojos; mientras la fé so
bre

(1) Prov. c. 18. v. 3.


==== - - - 3º

INFELIz DEL PECADoR. 8"I


breviva á su inocencia ; mientras adore con sin
ceridad de corazon á un Dios infinitamente justo,
é infinitamente poderoso, nunca podrá desenten
derse de su pecado, mirandole con indiferencia;
rque el infierno y la eternidad son cosas tan ter
ribles, que al considerarlas se estremece la mas
intrepida insolencia. De donde se sigue, que un
hombre que vive de asiento y en paz en el peca
do, es un hombre sin conciencia, o que si tiene al
guna, es una conciencia ilusa y erronea; un hom
bre sin religion , ó solo con apariencia ó ex
terioridad de religion; un hombre entregado en
teramente á los deseos carnales y terrenos, y en
quien domina sola la pasion sin contradicciones,
sin resistencia y sin oposicion impus cumin
profundum venerit.... contemnit. º o º
Preguntoos pues, christianos mios: aborrecer
la luz que os da á conocer vuestras obligaciones;
desentenderse de la ley y de las iniquidades que
la quebrantan; adormecer la conciencia y viciar
la; afectar ignorancia de las obligaciones para no
cumplirlas; afectar ignorancia de vuestras malda
des para no llorarlas; hacer esfuerzos para no co
nocer á Dios y olvidarse de él para ofenderle con
mayor tranquilidad; dar entrada en el corazon
á todas las pasiones, á toda su vehemencia, á to
dos sus impetus y á todos sus excesos, para des
terrar de él á Dios, su gracia, sus inspiraciones y
sus amenazas; renunciar todas las gracias para con
seguir una sola ventaja; y qué ventaja, gran Dios
Tom. III. L po
82 SERMON soBRE LA PAz
podrelo articular sin horror? qué ventaja? la de
olvidarse el hombre de vos, y de ser olvidado de
vos. Preguntoos, digo, christianos, qué viene á
ser todo esto, sino clamar con el corazon junta
mente con los perfidos Judios : nolumus hunc
regnare super nos? (1). Yo no conozco al Dios de
mis padres, ni quiero conocerle : yo soy esclavo
de mí mismo, de mis pasiones, de mi pecado,
y quiero serlo y adorar siempre sus cadenas: yo
no tengo por mi Dios al Dios de la santidad,
de las virtudes y de la justicia : mi Dios es el
Dios de las riquezas y de la opulencia, el Dios
de la venganza y del odio, de la ficcion y de la
injusticia, el Dios de la gloria y de las grandezas,
del placer y de la sensualidad, este es el Dios á
quien yo quiero servir, este es el Dios á quien
amo y temo, este el Dios cuya amistad quiero
conservar y temo perder: yo solamente rindo ado
raciones á deidades terrenas : el Dios que está en
los cielos es para mí un Dios estraño nolumus
hunc regnare super nos. No solamente le abando
no, sino que procuro huir de él; no solamente hu
yo de él, sino que no quiero que me llame; no
solamente no me duele de haverle abandonado,
sino que nada temo tanto como volver á él, co
mo que él me busque, como esponerme á acer
carme á él. Temo su gracia mas que su venganza,
su misericordia mas que su ira, su amor mas que
º :, - 2- - - - Sll

- - () S. Luc. cap. 19. v. 14. . - º. ... .

-s-r
INFELIZ DEL PECADOR. 83
su indiferencia : molumus hunc regnare super nor.
Y como tengo bien conocidos sus llamamientos
y la eficacia irresistible de su voz haré de mi parte
quanto pueda para que no alcance su echó hasta
mí; y como conozco la instabilidad de mi cora
zon que se fastidia del vicio con la misma lige
reza que de la virtud; como conozco la timidez
de mi conciencia que facilmente se asusta, haré
quanto pueda para endurecer mi corazon, para
fixar mi voluntad, para aprisionar y tener cauti
va mi conciencia, á fin que nada haya en mí que
esté bien con Dios, ni me hable de Dios, ni in
tente reducirme á Dios; y tendreme por conten
to, por feliz, por satisfecho, si á fuerza de peca
dos y maldades llego á embotar enteramente los
remordimientos de mi conciencia, y á borrar la
importuna memoria de aquel Dios á quien he de
xado: nolumus hunc regnare super nos. Este es el
lenguage del hombre que estudia como vivir en
paz en el pecado. Acaso su boca temerosa no se
atreve á proferir semejantes blasfemias; pero di
celas con sus obras, y de lo profundo de su cora
zon pervertido rompe una voz secreta que excla
ma: nolumus hune regnare super nos.
De modo que solicitar la paz en el pecado
es lo mismo que prevenirse y cautelarse para no
volver jamas á Dios: linage de apostasia, que no
solamente es exterior, como lo fue la de la mayor
parte de los christianos que negaron áJesu Chris
to en los tormentos; sino que es apostasia inte
L2 rior,
84 SERMoN soBRE LA PAz
rior, apostasia de corazon, apostasia libre y vo
luntaria, pensada de antemano, meditada, sincé
ra, efectiva, y por lo mismo apostasia en cierto
modo mas detestable en su principio, y de ma
yor malicia en su duracion, como veremos ahora.
II. En efecto, de qué naturaleza fueron aque
llas apostasias lloradas con tantas lagrimas, repa
radas con tantas penitencias, y proscriptas con tan
tos anathemas? No permita Dios que yo dismi
nuya en nada el horror que merecen; pero sepa
mos sin embargo, vuelvo á decir, quáles fueron
aquellas apostasias? una accion pasagera, una pala
bra deleznable, doblar la rodilla ante una estatua
muda, incensandola un instante. Y luego que se
apartaban de la presencia del tirano los apostatas,
corrian casi todos á ocultarse en las cuebas mas
subterraneas donde sepultaban su ignominia y su
pecado, renegando de unos Dioses que havian in
vocado, é invocando un Dios que habian negado.
Pero en nuestro caso yo veo una apostasia mante
nida de intento, continuada y renovada por el dis
curso de muchos años. -

Ay, amado hermano mio! en qué estado te


hallas tú? no te reconvengo con el numero y
enormidad de tus pecados ; solo me lamento de
que no los conozcas, ni te los reprehendas á tí
mismo. Qué se ha hecho aquel amor de la vir
tud que gravó Dios en tu alma? dónde están aque
llos principios de religion, aquellas consideracio
nes de la eternidad, aquel temor del infierno que te
-
-
per
INFELIz DEL PECADOR. 85
perturbaban tan extraordinariamente? quisiera re
conocerte y no acierto: ¿es posible que algunos
dias solamente han bastado para desfigurarte tan
to y hacerte tan diferente de ti mismo? ay, que
es preciso que una mudanza tan prodigiosa te ha
ya costado esfuerzos extraordinarios sin duda has
tenido que luchar contra las inclinaciones naturales
de tu corazon, contra los habitos de la educacion,
contra las luces de la razon, contra los remordi
mientos de tu conciencia, y contra el influxo po
deroso de la fé : has tenido sin duda necesidad
de hacer resistencia á todo esto, de vencer todo
esto, de triunfar de todo esto : has tenido necesi
dad de tomar las armas contra ti mismo, de obli
gar á tu entendimiento á pensar de un nuevo mo
do, de alterar en algo la masa de tu alma, de
criar otro hombre, otra razon, otro corazon, otra
conciencia sobre las ruinas y vestigios de lo que
antes eras: has tenido necesidad finalmente de ani
quilarte y darte otro nuevo ser: y esto á la verdad
no es, no, obra de un solo dia, aun quando no
huvieras tenido que pelear sino contra ti solo, ni
trastornar sino á ti solo. Pero es posible, Dios
santo, Dios justo, Dios bueno, que os habeis ol
vidado de vuestras antiguas misericordias? Mirad
como el hombre, ese hombre marcado con el se
llo de vuestra gracia, criado para ciudadano de
la santa Sion, obgeto tierno de vuestro dulce amor,
heredero de vuestras promesas, hijo de la Iglesia
vuestra esposa: miradle como hecho ahora ludi
. brio
86 SERMON soBRE LA PAz
brio de las pasiones, esclavo del demonio, corre
precipitado al infierno; y como si da un paso mas,
se pierde º toda una eternidad. Rasgad el fatal
velo que le impide ver su precipicio; poned de
lante de los ojos de su consideracion la duracion
inmensa de la eternidad, para que despertando co
mo de un profundo sueño, y sacudido con los ra
yos repentinos de estas nuevas luces, vuelva atras
todo estremecido. Consentireis, Señor, que se con
dene? acordaos de tantos suspiros y lagrimas,
de tantas peregrinaciones y trabajos como os ha
costado; que es hijo de vuestro dolor, á quien
reengendrasteis á la gracia en el lecho de la cruz;
que por él inundó el monte santo vuestra sangre
vertida por tantas bocas: acordaos que cansado
y fatigado anduvisteis tantas veces tras él para re
ducirle de sus extravios, y que si parece descan
sabais alguna vez, era para tomar nuevo aliento,
cobrar fuerzas, y volver á caminar apresurada
mente; querens me sedisti las rus. Asi es , res
ponde el Señor: yo me cansé, yo me fatigué,
yo desfallecí buscando al pecador fugitivo, á la
oveja descarriada, al hijo prodigo; y fatigueme
hasta desmayar, hasta apurar mi paciencia, y per
der casi enteramente el deseo de buscarle mas:
quierens me sedisti las sus. Bien es verdad que
por mas aceleradamente que huia este ingrato, yo
le alcancé mil veces, yo le detuve, yo le dixe: por
qué huyes de mí? yo no quiero tu perdicion, antes
nada temo tanto como que te condenes; y sabe
que
INFELIZ DEL PECADOR. 87
que yo te amo mas de lo que tú te amas á ti mis
mo: ego cogito.... cogitationes pacis (1). Si te des
cubro la profundidad de tus llagas, es para curar
telas: si te conturbo con mi gracia, es para redi
mirte de la esclavitud de tus pasiones : si quiero
verte derramar lagrimas, es para purificar y la
var tu alma: mira que mi amor no puede sufrir
que huyas de mí: mira que si te solicito, no es
porque tenga necesidad de ti: sino porque tu la
tienes de mí: mira que yo sin ti, siempre sere fe
liz; y tu sin mí no experimentarás sino miserias y
desconsuelos eternos: ego cogito.... cogitationes pa
cir, c5 non affliófionis. Esto dixe, y oyendolo el
pecador rebelde, no por eso dexó de huir; detu
vele, y él hizo nuevos esfuerzos por desasirse de
mis brazos; yo llené su alma de inquietud y de
turbacion saludable, y él aumentó delitos á deli
tos para alucinarse, y recobrar sus gustos perdi
dos: yo abrí sus ojos para que viesen la luz, y
él los cerró : yo insté, yo solicité, y él me rogó
encarecidamente que callase. Levanto pues la ma
no de mis llamamientos, y obligado de su ingra
titud yo guardaré un silencio que jamas quebran
taré. -

Ya ves, miserable pecador, que este no es


mas que un debil bosquejo de lo que pasa entre
Dios y entre ti. Que por la primera falta que co
metais contra los hombres , ellos os olviden y
mi
(1) Jerem. cap. 29. v. II.
88 SERMoN soBRE LA PAz
miren con indiferencia, no hay que admirar, que
al fin son limitados en amar como en conocer;
mas la bondad clementisima de Dios es tan gran
de y tan misericordiosa, que para cansarla ha sido
menester toda vuestra malicia y toda vuestra per
severancia en la culpa. Aquel Dios que con tan
ta prodigalidad derramó su sangre, no escasea
ciertamente sus gracias: con que si ya no os busca,
es porque está cansado de buscaros : quaeren me
sedisti las sus. Pero entended, que no ha sido
posible que hayais obligado á Dios á guardar este
silencio, sino con una larga continuacion de pecar,
y perseverando en la espantosa resolucion de
apartaros de él, de abandonarle y renunciarle:
apostasia detestable en su principio, mas detesta
ble en su duracion, y detestabilisima en su ex
tension y efectos. -

III. Ya lograste, hombre, finalmente lo que


tanto apetecias; vivir sosegado, quieto, feliz: ya
enmudeció aquella voz de la conciencia que tan
to te molestaba; la gracia ha como apagado su
antorcha, y no despide ya para tí aquellos rayos
de importuna luz que te atormentaba; ya no sien
tes aquellos desabridos recuerdos que te acivara
ban tus gustos, é impedian que te entregases de
lleno al cumplimiento de quantos deprabados de
seos sugiere el mundo : todos los dias amanecen
claros y serenos para ti; todo adula tus pasiones;
nada las contradice. Pero ay, qué estado tan de
plorable qué situacion tan horrible! Quir dabit....
00
INFELIz DEL PECADOR. 89
oculis meis fontem lacrymarum ! Quélagrimas bas
tarán á llorar tu miseria y tus pecados, siendo co
mo eres mas delinqüente en los ojos de Dios, que
aquellos viles christianos que abjuraron en otro
tiempo de Jesu Christo! No fue por cierto su apos
tasia tan absoluta y total como la tuya; y aque
llas palabras con que los reprehendian los Santos
Padres, te convienen á ti á la letra y en todo su ri
gor. O pecador, que tan de asiento y tan en paz
vives en la culpa Ubi est Deus tuus (1)? Dónde
está tu Dios? Tú ya no tienes Dios; porque Dios
no es el Dios de tus acciones, que no son otra cosa
que una tela continua de pecados; no es Dios de
tu memoria, de donde se ha borrado su idea; no
Dios de tu entendimiento que ya no le conoce, ó
ya no piensa en él, ni medita en él; no Dios
de tu corazon, que ni le ama, ni le teme; no
Dios de tu conciencia, cuya voz no se oye ya
en ella: ubi est Deus tuus?
El hombre que vive de asiento y en paz en
el pecado, es aquel hombre cuyo espiritu cegó el
Dios de este siglo para que no reconociese ningun
otro Dios, como dice S. Pablo: in quibus Deus
hujus saeculi exca cavit mentes infidelium (2). Es
un hombre en quien casi no se registran ni resa
bios, ni vestigios de la divinidad. Pues qué? no
fueron formados todos los hombres á imagen y
semejanza de Dios? ó es capaz el pecado de bor
Tom. III. M rar

(1) Jerem. cap. 92. v. 1. (2) 2. ad Cor. cap. 4. v. 4.


9o SERMoN soBRE LA PAz
rar en ellos la estampa de la mano poderosa que
les imprime el sello del ser primero? Ay, herma
nos mios perdonadme el zelo que Dios me ins
pira para vuestra salvacion, el qual no me permi
te callar la terrible verdad que basta á llenaros de
confusion, é infundiros un saludable horror del es
tado en que os hallais , . . . . .
No hay duda que todos los hombres fueron
criados segun la imagen de la divinidad; y en una
alma justa se ve y conserva esta imagen pura, en
tera, resplandeciente, tal en fin como salió de las
manos de su criador: en una alma arrepentida se
forma como de nuevo esta misma imagen, se re
nueva y recobra poco á poco la viveza de sus co
lores antiguos: las lagrimas que vierte con tan
ta abundancia, lavan las manchas que la contami
naban; los suspiros ardientes la purifican; la cari
dad la hermosea y restituye su antiguo lustre: en
una alma pecadora, pero herida con las espinas
del pecado, es verdad que la imagen de Dios es
tá empañada, desfigurada y casi borrada; sin em
bargo mirandola con atencion, todavia se divisa;
reconocense los cimientos donde estuvo findado
el edificio: y las mismas ruinas y vestigios estan
manifestando todavia la magnificencia de la fabri
ca. Mas en una alma que vive en paz en el seno
del pecado, no descubro ya vuestra imagen, Dios
poderoso, Dios de la santidad y de las virtudes
no hay cosa en que no esté estragada y viciada:
ni ya respira, ni siente: no registro en ella sino la
1IIl3
INFELIZ DEL PECADOR. 9I
imagen del demonio, de la brutal destemplanza
y sensualidad inmunda. Ay miserable pecador
llegará dia en que castigando el supremo juez tus
desvarios, y vindicando su gloria vilipendiada, re
novará esta imagen de su divinidad, la qual cau
sará tu mayor tormento. Entonces serás mas in
feliz y mas digno de nuestras lagrimas; pero en
cierto sentido, horrorizarás menos. Los demonios
y precitos del infierno ofrecen á los ojos de Dios
un espectaculo, que mirandole por ciertos aspec
tos, y como efecto solamente de la reprobacion
de sus almas, es menos espantoso que tú. No di
re yo que les eres semejante en la parte mas hor
rible, que es en estar fixo, inmutable y constante
en el pecado; pero dire que en cierto modo estás.
mas adicto al pecado, mas entregado al pecado,
mas rendido al pecado, y segun la expresion del
Apostol , mas vendido al pecado: venumdatus
sub peccato (1): en fin mas separado de Dios, mas
abominable delante de Dios que los mismos con
denados precisamente enquanto condenados. En
el infierno, dice Jesu Christo, el gusano roedor
no muere vermis eorum non moritur (2). Este
gusano roedor es el remordimiento de la concien
cia, que los hace sentir vivamente la enormidad
del pecado. Este remordimiento pues de la con
ciencia, que nunca fenece, hace vengada la san
tidad de Dios ofendido; y es un obsequio y un
M2 tri

(1) Ad Rom. cap. 7. v. 14. (2) S. Marc cap. 9.


92 SERMoN soBRE LA PAz
tributo que el hombre reo rinde por fuerza á la
virtud que despreció; porque él ama el pecado y
se desespera porque le ama; y aborrece la virtud,
y quisiera no aborrecerla: vermis eorum mon mo
ritur; y por consiguiente el precito ama todavia
en cierto modo á Dios y á la virtud; y le ama
lo bastante para no poderse consolar de no haver.
los amado siempre enquanto podia y debia; al
paso que el hombre que vive con serenidad en la
culpa, es esclavo enteramente de la culpa, y to
do conspira en él para estar en guerra viva con
Dios y la virtud. - -

Quántas veces, amados oyentes mios, oimos


ponderar aquellos felices tiempos de la primitiva
Iglesia ; y gustoso exclamaria yo con S. Bernardo:
ay quién me concediese ver la Iglesia de Jesu
Christo en el estado que tenia en los principios de
su fundacion dichosos aquellos que no han so
brevivido al fervor del christianismo. Pero pensais
por eso que aquel primer siglo careció de escan
dalos? Apenas se formó la Iglesia de Corinto,
quando ya lloraba la caida de un incestuoso. Ve
mos tambien por los Canones de los antiguos Con
cilios, que decretaron la duracion y rigor de las
penitencias públicas, que los primitivos christia
nos caian alguna vez en los mas enormes pecados;
pero imbuidos y penetrados de las importantes
maximas de la religion, se esmeraban en tener una
conciencia delicada y timorata, que era la tabla
donde recobraban la inocencia perdida. Postra
ban
INFELIZ DEL PECADOR. 93
banse sin dilacion á los pies de los sacerdotes,
alli descargaban el peso imponderable de sus ini
quidades, alli manifestaban sus llagas, descu
brian su profundidad, pedian remedio para ellas,
hechos sus ojos fuentes de lagrimas, cubiertos de
ceniza , ceñidos de espantosos cilicios, extenua
dos con los ayunos y vigilias; y obligaban mu
chas veces á la Iglesia con las verdaderas seña
les que le daban de arrepentimiento, á mitigar el
rigor de su disciplina. Para estos ultimos tiempos
estaba guardado el estudiar y exercitarse en el ar
te diabolico de embotar los remordimientos con
los errados principios de una doctrina detestable, y
con la disolucion de la impiedad: de habituar la
conciencia con la multitud de pecados á no cons
ternarse de nada, á hacer alarde de un atrevimien
to temerario , á provocar el infierno, mirandole
con indiferencia: estaba, digo reservado para nues
tro siglo acallar la conciencia, irritando á Dio
con nuevos desacatos.
Tended la vista por lo que sucede en el mun
do; mirad esa multitud de hombres que andan,
que corren, que vaguean, que se apresuran: quán
tos de ellos pensais que estan en desgracia de Dios?
ni quién se estremece de estarlo? Cada uno anda
solamente ocupado con el pensamiento de sus em
pleos, dando rienda á sus designios, y tratos va
nos de la vida; cada uno sigue el camino por don
de le llevan sus gustos, su ambicion, su codicia,
sin pararse á contemplar el paradero de todo esto.
La
94 SERMON soBRE LA PAz
La mayor parte viven cuidadosos; pero de nada
menos que de su conciencia, Uno piensa en el
pleito que él ha puesto, ó que le han puesto:
otro en un contrato que ha celebrado: este vive su
geto á una pasion: el otro anda maquinando una
calumnia, una traicion, una venganza; óbien en
asegurar su fortuna, ó en repararla; en grangear
amigos, ó en perder á sus enemigos : de los ne
gocios pasan á los pasatiempos, de los pasatiem
pos vuelven á los negocios; y consumen toda la
vida repartiendola entre las tareas del trabajo, y las
diversiones de la sensualidad. Muchos Davides
gozan en paz de sus adulteros amores; y no es so
lo Achab el que posee pacificamente una heredad
usurpada con homicidios: de suerte que merecien
do todas las cosas el estudio y desvelo de los hom
bres, solamente Dios, la eternidad, el infierno,
el pecado son puestos en profundo olvido. pº
Yvosotros particularmente, vosotros, ama
dos oyentes mios, entrad la mano en vuestro pe
cho: de quántos pecados sois reos, de que la con
ciencia no obstante no os acusa! Ay, quántos mo
tivos teneis para temer, y con qué tranquilidad
vivis! Por qué razon no sois ahora lo que erais
en otro tiempo? Entonces las mas leves faltas
turbaban vuestro interior, y os punzaban el al
ma; y ahora las mayores iniquidades os dexan
sosegados é inalterables : confesiones hechas con
disposicion, con diligencia, con seria contricion
os dexaban recelosos; y ahora estais muy º.CIl OS
- INFELIZ DEL PECADOR. 95
chos con unas confesiones sin exámen, sin prepar
racion, sin dolor: de dónde viene esta diferencia?
acaso la razon al paso que cobra fuerza y robus
tez, nos da á conocer menos la enormidad de los
pecados? acaso nos deben causar menos temor los
pecados porque son mas en numero? acaso no se
os representa Dios tan amable, tan poderoso y
tan terrible en sus venganzas, como juzgabais en
vuestros primeros años? y si es igualmente terri
ble siempre, porqué le tememos menos?
Clamemos pues con el Profeta: vuelveme, Se
ñor, aquella ternura y temor saludable que yo ex
perimentaba en mi juventud : innova dies mostros
sicut a principio (1). De todo me he olvidado y
todo lo he perdido; principios de religion, recti
tud de conciencia, horror del pecado, temor de
la eternidad. Qué estragos tan horribles ha hecho
en mi alma el demonio ya conozco los efectos
de su furor diabolico ya conozco que á fuerza de
cometer la culpa, he venido á habituarme á no llo
rarla despues de cometida; yo he endurecido mi
conciencia á fuerza de obstinarme contra ella; y
á manera de un veneno lento ha cancerado el pe
cado mi corazon: innova dies nostros sicut d prin
cipio. Vuelveme en mí mismo, Señor, para que
yo me entregue á vos: que si yo no siento ya,
si se ha agotado el manantial de mis lagrimas, á
lo menos lamentaré mi dureza. Y qué desgracia
hu
(1) Lam. Jerem, cap. 5. v. 2 1. - -
96 SERMoN soBRE LA PAz
huvo jamás mas digna de millanto? Conozco que
solo he podido llegar á esta infelicisima paz, ven
diendo á mi Dios con la mayor vileza y ruindad:
y este es el delito de mi estado. Pero acaso tam
bien me ha dexado á mí Dios alternativamente;
y esta es la desdicha de mi estado: copiosa y di
latada materia, que la brevedad del tiempo solo
me permite tratar superficialmente en la segunda
Parte de este Discurso. --- ., .

SEGUNDA PARTE.

Revemente os representaré que la paz en el


pecado es el castigo mas terrible que se de
posita en el tesoro de las divinas venganzas. Por
qué asi? Porque es un castigo que solo envia Dios
en el furor de su mayor indignacion; porque es
infecto origen de donde dimanan otros muchos
nuevos pecados; porque es señal casi infalible de
reprobacion eterna. Tres verdades importantes de
que os voy á dar una breve idea; pero que desea
ria que las meditaseis y rumiaseis en vuestro in
terior y en el acatamiento divino. -

La paz en el pecado es un castigo que solo


envia Dios en el furor de su mayor indignacion.
Oid como se explica su divina Magestad en las
sagradas Escrituras. Este Pueblo fementido, dice
el profeta Jeremias, ha llenado finalmente la me
dida de sus iniquidades; adorador voluble de los
dioses de las naciones estrangeras, Israel se ha ol
V1
TN FELIZ DEL PECADOR. 97
vidado del Dios de sus padres; erigense por todas
partes templos profanos, altares sacrilegos en esta
tierra escogida que yo havia consagrado en honor
de mi nombre; las solemnidades profanadas, el
culto abolido, el santuario desamparado, mis pro
fetas escarnecidos y vilipendiados han encendido
el fuego de mi colera: harto tiempo he sufrido
y disimulado: quiero finalmente hacerme justicia
á mí mismo, y determino enviar un castigo, qual
le merecen las prevaricaciones de esta nacion de
prabada: judicabo causam meam et ulciscam ul
tionem meam (1). Y qué es lo que hareis, Señor?
Embriagaré á este pueblo: permitiré que se sepulte
en un sueño aletargado: sus ojos no verán ya, ni
sus oidos oirán : inebriabo populum, ut sopiantur
(2). Yo veré con serenidad como se precipitan,
como se alimentan de la mentira y del engaño,
como se saborean con mil falsas esperanzas; y de
la manera que va la victima al altar, y muere de
un golpe improviso, asi los entregaré yo inermes
en manos del enemigo que desea beberles la san
gre deducam eos quasi agnos ad victimam.
Este pueblo ingrato se quexa, dice el Señor
al profeta Oseas, quexaseme de que sin perdo
narles nada mi indignacion, castigo cada pecado
nuevo en que caen con un nuevo azote; y co
mo hombres necios y ciegos no entienden la feli
cidad que logran en experimentar los rigores de
Tom. III. N mi
(1)Jerem. cap. 51. v. 36. (2) Ibid. v. 29.
98 SERMoN soBRE LA PAz
mi justicia; y pues desean que yo me aparte y me
retire de ellos, yo les cumpliré sus deseos; pero
ay desdichados ve eis cum reces sero ab eis (1). Con
esto entenderán que el abismo y estremo de la mise
ria, es el estar separados de Dios, y no habitar ya
su Dios con ellos: va eis cum reces sero ab eis.
Castigo que Dios no envia sino provocada su
colera, pues nunca le envia sino por ultimo re
medio. No por cierto, jamás nos desampara Dios,
ni se retira de nosotros el primero antes de ver.
se reducido á castigarnos con este espantoso si
lencio, quántos avisos no nos da por medio de
la religion, de la razon, y de la conciencia ! con
los remordimientos saludables solicita este Señor
apartarnos del pecado, y reducirnos al camino de
la virtud; con los infortunios de esta miserable
vida procura desasirnos de las cosas temporales, y
aficionarnos á los bienes eternos: las desgracias tan
freqüentes del mundo, la muerte de los amigos
y valedores, la perdida de la hacienda y de la
honra nos desengañan intimamente de su fragili
dad é incertidumbre; mas para un hombre que
vive de asiento en el pecado, todo esto es sin
fruto: esta espantosa tranquilidad es el unico mal
que no produce ningun bien: todos los demas
males pueden contribuir para que el hombre se vuel
va á Dios; pero este solo sirve para que se condene:
él es en efecto raiz de otros muchos pecados.
- De
(1) Ibid. v. 49.
INFELIZ DEL PECADOR. 99
De el hombre endurecido en el pecado, y
que vive pacificamente en él, se dicen con verdad
aquellas terribles palabras: fiat via illorum tene
bra et lubricum (1). El camino que lleva, es tan
pedregoso y deleznable, que quantos pasos da
r él, son otras tantas caidas. Considerad esos
miserables esclavos del vicio, á quienes la fogosidad
de la edad, el torrente de las pasiones, la fuerza
de los malos habitos han sometido finalmente al
yugo del pecado; nada los contiene; beben co
mo agua la iniquidad ; provocan serenamente la
indignacion de Dios y de los hombres; cada dia
repiten sus abominaciones y desvarios; el mismo
mundo se escandaliza de verlos hasta en la ve
ez mas decrepita entregarse tal vez álosimpetus fu
riosos de las pasiones mas vehementes; escanda
lizase, y ojalá se escandalizase mas escanda
lizase de verlos morir despreciando todos los
auxilios de la religion, de verlos afectar en aquel
tremendo lance una funesta y desesperada paz,
que da tan claro testimonio de que la paz infeliz
que se han adquirido, es un presagio casi infali
ble de una condenacion eterna.
Sí, Dios mio, en medio de vuestros mas terri
bles castigos nos vemos obligados á confesar que
vos sois siempre bueno y misericordioso. Qué di
ligencias no haceis para librarnos de las calami
dades adonde corremos precipitados contra vues
N2 tra

(1) Psalm. 24. v. 6.


I oo SERMoN soBRE LA PAz
tra voluntad, contra vuestros llamamientos, contra
los avisos, y reconvenciones, que si dexais de
continuarnos, es porque nos hacemos sordos á
ellas Gracias inmortalesos sean dadas, Dios mio!
pues solícito de nuestras necesidades, conoceis el
barro de que nos formasteis; sabiais vos que fla
co é inconstante el hombre se cansaria muchas
veces de caminar por las escabrosas sendas de la
virtud; considerabais que inclinado desde su ju
ventud al mal, alucinado por los sentidos, arras
trado por los objetos exteriores, se dexaria en
gañar de la figura de este mundo, tan falaz y tan apa
rente; considerabais que los vanos deleites haria
en su alma una impresion profunda, que rebelde á
vuestros preceptos, sordo á vuestra voz, insen
sible á las suavidades de vuestra gracia, se esqui
varia de vuestro amor, que os perderia, y que
perdiendoos, se perderia él para siempre. Y qué
hicisteis vos ? disteisle una conciencia delicada: y
como el deleite que causa el pecado, desaparece
instantaneamente, y luego se despiertan en su triste
alma el dolor, el arrepentimiento, la inquietud, y
un gusto transitorio y engañoso causainnumerables
dolores reales y verdaderos; de aqui nace de ordi
nario la salvacion del hombre; porque finalmen
te se cansa de oir sonar continuamente en sus oidos
los gritos lastimeros de una conciencia sobresalta
da ; cansase de combatir contra sí mismo, y de
llevar como Raquel dos generaciones en el se
no; de resistir sin poder defenderse, y de sentir
el
INFELIZ DEL PECADOR. IO I

el peso de una mano invisible que le hiere mortal


mente; de temer y temblar siempre; de decir por la
mañana al ver salir el sol: quién sabe si amanece hoy
este astro para ser testigo de mi perdicion, y pro
nosticarme mi ultima hora y exclamar al ver
caer las sombras de la noche: acaso no volverán
mis ojos á ver ya la luz, pues voi á sumirme en
el abismo de las tinieblas eternas Cómo es po
sible que persevere largo tiempo el hombre en un
estado tan congojoso y turbulento?Resuelvese pues,
y apresuradamente corre á postrarse á los pies de
los ministros de Jesu-Christo, donde se descarga
del peso que le agovia: confiesales sus malda
des deshecho en lagrimas, y despidiendo ardien
tes suspiros; y al paso que alivia su corazon de la
pesada carga de los pecados, siente que revive en
él la tranquilidad y la paz.
Asi convertís á vos, Dios mio, una alma pe
cadora, y asi moveis su corazon á los gemidos de
la penitencia, y deseos de una nueva vida. Da
vid, adultero y homicida, se huviera condenado
para siempre, si vuestro profeta con el velo de una
misteriosa parabola no le huviera descubierto la
gravedad de su culpa, ni le huviera sobresalta
do su conciencia, diciendole: tu eres aquel mal
hombre: tu es ille vir (1). Estas palabras fueron
un dardo agudisimo que le atravesaron el cora
zon. David se turba, se consterna, y le parece
que
(1) a. Reg. c. 12. v. 7.
1 o2 SERMON soBRE LA PAz
que está viendo brotar la sangre caliente todavía
de las heridas del desventurado Urias. Su delito
le está acusando siempre: peccatum meum contra
me est semper (1). Si duerme y descansa por la
noche, le envisten espantosos sueños que le con
tristan: dormivi conturbatus: (2) penetrada su alma
de dolor, necesita desahogarle con suspiros, y mi
tigarle con lagrimas. O y quán dichoso fue en
medio de su infelicidad, en estar dotado de una
conciencia tan docil á la gracia, de una concien
cia de temple tan delicado, y tan facil de cons
ternarse Mas para una conciencia insensible no
hay remedio: consejos saludables, exemplos es
pantosos, sermones convincentes, gracias abun
dantes, nada basta para despertar al hombre del
letargo mortal en que yace. Mirad á Jonás fora
gido, con qué descanso duerme en la nave: dor
miebat sopore gravi (3). Levantanse los vientos,
embravecense las olas, hundese el cielo á truenos,
brama el mar con estruendo horrible, y en lo
mas recio de la tormenta, duerme Jonás tran
quilamente: dormiebat sopore gravi. Rindense
los mas animosos á la turbacion, al susto, á la
desesperacion; oyense por todas partes espantosos
ahullidos, á que el cielo solamente se da por enten
dido con nuevos y repetidos rayos. Jonás se ha
lla en el mismo riesgo. Qué digo riesgo ? él solo
CS

(1) Psalm. 5o. v. 5. (2) Psalm. 56. v. 5.


(3) Jon. c. 1. v. 5. -
INFELIZ DEL PECADOR. 1 o3
es por quien el cielo se muestra tan airado, y él
solo está inalterable: él está á punto de ser sumer
ido en los abismos del mar, y él está entregado
á las dulzuras de un funesto sueño: dormiebat
sopore gravi.
Figura puntual de un pecador que vive de
asiento y en paz en el pecado. Los deleites car
nales han contaminado su juventud : la relaxacion,
el abandono de todas sus obligaciones, los libros
pestilentes han extinguido en el la luz de la fé, y
acaso la de la razon: la injusticia, la ambicion, el
fingimiento, la calumnia, la venganza, el odio,
la avaricia, el orgullo, todas las pasiones en fin y
todas las maldades se han apoderado sucesiva y
velozmente de su alma. Finalmente, una muer
te pesima está para poner termino á una vida di
soluta é impia. Todo le amenaza su proxima rui
na: quantas cosas le cercan, andan inquietas,
solicitas y turbadas: él solo ni se asusta, ni se
aterra : dormiebat sopore gravi. El justo juez que
tiene contados sus pasos, y ve que ha llegado al
termino de su carrera, tiene desenvainada la es
pada de su justicia : los ministros de Jesu-Chris
to, quando se les permite que se acerquen á él;
porque qué diligencias no se hacen hoy para pro
hibirles la entrada, y estorvar que no pertur
ben un sosiego tan infeliz Los ministros de Jesu
Christo, solicitados por el zelo de la salvacion de
las almas, se esfuerzan á despertar sufé y religion:
la gracia le da todavia aldavadas, y su antorcha,
aIl
/
/
1 o4 . SERMON soBRE LA PAz
antes de apagarse para siempre, despide los ulti
mos rayos, forzandole á que medio abra los ojos;
pero luego los vuelve á cerrar, y se dexa sumir
serenamente en el horroroso cahos de una eternidad
desdichada: dormiebat sopore gravi.
¿ No mueren de esta manera, amados her
manos mios, en estos miserables tiempos esos
hombres especialmente que ni temen ni esperan
nada despues de esta vida? esos hombres que mi
ran como un impedimento de la publica felici
dad, los saludables temores de la conciencia y de
la religion; que se glorían de ilustrar el mundo, al
mismo tiempo que se empeñan en extinguir la
luz de la fé, y de la razon; que tratan de me
jorar las costumbres, destruyendo todos los me
dios que las pueden reformar; que se precian de
elevacion y de nobleza, degradandonos y envile
ciendonos, hasta calificarnos de entes materiales;
que tanto nos ponderan sus talentos; que tan ce
losos defensores se muestran de los derechos de la
libertad, sugetandolo todo á la fuerza del hado ó
de la necesidad?
Ah Señor! no permitais que yo caiga en esta
deplorable ceguedad: qué se yo si cometeré la in
fidelidad de apartarme de vos! bien entiendo que
estoi en vuestra amistad, y protesto que quiero
estarlo; pero ocurren en la vida unos pasos tan
deleznables, se halla el hombre en unas coyuntu
ras tan peligrosas, que basta un momento para
destruir la obra de muchos años. La gracia, Dios
CS
INFELIZ DEL PECADOR. I o5
mio, que te pido es, que me castigueis si os des
amparo: que si alguna vez os pierdo, lo eche
yo de ver; que no tenga paz conmigo mismo,
mientras no la tuviere con vos; o antes, que
nunca se separe de vos mi alma; que reyneis en
ella en esta vida, para que logre yo reynar con
vos eternamente: esto os pido para mi, y para
todos mis oyentes en el nombre del Padre, del
Hijo, y del Espiritu Santo. Amen. *,

Tom. III. O SER


o6
- SER MON
SOBRE EL RESPETO
EN LOS TEMPLOS.
Para za Tercera do Maxaca
de Quaresma.

Cum videritis abominationem desolationis stan


tem in loco sancto; quilegit, intelligat.
Quando vieseis la abominacion de la de solacion en
el lugar santo, el que lee, entienda. S. Matheo
cap. 24. V. I 5.
- -

SEÑOR.

Ensible es por cierto para un ministro del


Evangelio verse reducido á reprehender en
los christianos los escandalos que echaron el sello
á la reprobacion de los Judios, y que abrieron el
precipicio donde perecieron irrevocablemente. Qué
argumento mas poderoso de la debilidad y deca
dencia en que se halla la Fé y la Religion en nues
tra Francia, que la necesidad en que nos pone la
* . 1111
soBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. Io7
impiedad del presente siglo, de declamar contra
la profanacion del lugar santo! profanacion, que
es un pecado tan comun, que apenas se mira hoy
como pecado: asi vemos que almas por otra par
te timoratas y escrupulosas, no forman sobre este
particular el menor escrupulo.
Reyes de la tierra, grandes del mundo, ma
gistrados que gobernais ciudades y provincias, obli
gacion vuestra es defender la magestad del san
tuario. Desdichados de vosotros , si teniendo co
mo teneis el encargo de zelar la santidad de su
culto, no cuidais del cumplimiento de este minis
terio; pues aquel Dios que en él es adorado, se
vengará de vosotros; él os pedirá cuenta de los
pecados del pueblo; y si el templo se viene aba
xo, vosotros quedareis sepultados en sus ruinas.
Altares sacrosantos, no puedo prestaros otro au
xilio que el de mi flaca voz; pero estoy cierto que
no me hareis cargo de un silencio pusilanime: pues
por medio de la libertad con que en desempeño
de mi ministerio hablaré, intento infundir en
los corazones de todos el profundo respeto y ve
neracion que se debe á vuestra santidad.
. Teneis pues obligacion de venerar los tem
plos, y obligacion que no podeis quebrantar sin
faltar á quanto debeis á la religion, y á quanto
os debeis á vosotros mismos. Podemos considerar
los templos con respeto á la religion que los con
sagra á sus sacrificios, á sus sacramentos, á su cul
to, á su Dios; y podemos considerarlos con res
O2 pe
I o8, SERMoN
peto á los hombres, que tienen librada en ellos
su defensa, su socorro, su consuelo, su asilo: de
modo que los templos son por su naturaleza el
mas firme apoyo, la mas segura columna de la
religion, y el mas fecundo manantial de la paz y
felicidad publica. Pero qué sucede? que por una
revolucion y trastorno de cosas el mas lastimoso,
de los templos profanados resulta el detrimento
mayor del christianismo y de los christianos. Materia
verdaderamente importante tanto, que me ha
parecido que debia ocupar una de las principales
partes de mi ministerio en este siglo, especial
mente en que el atrevimiento de profanar el lu
gar santo no guarda modo, ni reconoce limites
algunos. Si á vosotros os pareciere que no es asun
to digno de nuestro zelo, procede de que jamás
le haveis considerado atentamente; pues soy de
sentir que interesa igualmente á la religion y al
estado. Qué es , vuelvo á decir, la profanacion
de los templos considerada con respeto á la reli
gion? Es el pecado que mas se opone á ella, y
mas la perjudica: argumento de la primera Par
te de este Discurso. Qué es la profanacion de los
templos considerada con respeto á la felicidad
pública? Es el pecado que mas se opone á ella y
mas la perjudica: argumento de la segunda Parte.
Qué felicidad la mia Caberme en suerte el ha
blar en presencia de un Monarca, exemplar de
la veneracion que se debe al santuario de un Mo
narca, Rey y tan gran Rey en el trono, y aqui
tal
- -

- - = ---- - -- - — ----- ---------º-


-
-
- -- - ---- 32 -
---º -
-=- --- -- - - - - - -

SOBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. Io9


tan christiano; y tanto mayor Rey, quanto se
muestra mas christiano Monarca, que como los
Davides, los Josias, los Luises Santos, solamen
te se dexa ver ante nuestros altares para confun
dir la impiedad con sus augustos exemplos Pa
ra que la fé pues y la religion se conserven en su
alma, y que de alli se deriven á los corazones de
sus vasallos, imploremos los auxilios de la di
vina gracia por la intercesion de Maria. Ave Ma
744.

PRIMERA PARTE.

Qº viene á ser la profanacion de los templos


considerada con respeto á la Religion? Es un
pecado de atrevimiento y de insolencia
que se opone directamente á la naturaleza y fin
de la misma religion: es un linage de apostasia
y de infidelidad, que embebe en sí una especie de
abjuracion pública y formal de la religion: es un
pecado de escandalo, que desprecia y ultraja el
culto de la Religion: es un pecado de seduccion
y de contagio fatal que apresura en toda una na
cion la decadencia de la religion. Amplifiquemos.
I. La profanacion de los templos es un pe
cado de atrevimiento y de insolencia que se opo
ne directamente á la naturaleza y al fin de la mis
ma religion ; primer caracter de oposicion á la
religion. Tal es en general toda religion; y tal es
en particular, dice S. Agustin, el espiritu y carac
ter
T I O SERMoN
ter de la religion christiana que su culto exige de
los templos. En efecto, continúa este santo Doc
tor, toda religion tiene por obgeto principal hon
rar á Dios; y como, quanto mas perfecta es una
religion, mas digno de Dios es su culto, sigue
se que siendo la religion christiana la mas santa,
la mas pura, la mas circunspecta, es preciso que
su culto sea proporcionado á la infinita magestad
del Dios que ella adora. De aqui procedió que
apenas se dexó ver en el mundo, quando me
drosa aún y amenazada del acero de los tiranos,
erigió apresuradamente altares, y conduxo á ellos
á sus hijos.
Mirad, christianos: si una alma justa, reco
gida en su interior, separada del estruendo y del
bullicio del mundo, invoca al Señor, no hay du
da que el culto que le da, es puro y religioso;
pero queda oculto en lo interior de su corazon:
de modo que para anunciar á este Señor con todo
el resplandor de su gloria, con toda la amplitud de
su poder, con toda la inmensidad de su imperio,
con toda la magestad de su grandeza infinita, es
necesario un culto de publicidad y de esplendor;
un culto de pompa y de magnificencia; un culto
conveniente y propio para mancomunar los en
tendimientos y corazones de todos en el culto
del Señor universal de todos; un culto que siendo un
agregado de todas las adoraciones, sea una adoracion
universal, y en cierto modo una adoracion sin
limites : En dónde pues recibe este Señor ni pue
de
SOBRE EL RESPETO EN LOS TEMPLOS. I I I

de recibir este culto tan digno de sí, y tan pro


rcionado á su ser supremo sino en nuestros tem
plos? En ellos, y en las solemnidades santas de
nuestra religion, es donde honrado con los res
petos de grandes y pequeños, de ricos y pobres,
de principes y vasallos, se manifiesta como Dios
de todos los estados y de todas las condiciones;
como Dios de Reyes y de reynos, y segun la ex
presion de la Escritura, como Dios de dioses.
Alli recibe de antemano las primicias de la glo
ria que le resultará el ultimo dia, quando de
primida toda otra grandeza, solo Dios será gran
de: eraltabitur autem Dominus solus. La ciu
dad santa de Sion mira ahora como aquellos espi
ritus bienaventurados, postrados en la presencia
de Dios vivo, arrojan sus coronas á sus pies; oye
los entonar aquel dulce cantico: gloria y honor al
que es y será en los siglos de los siglos: ya pasa
ron los tiempos adversos y tenebrosos, ya una pu
ra y brillante luz ilumina aquella mansion dicho
sisima, á cuyo beneficio ven patentemente el res
plandor y magestad del Dios que adoran. Y si
Dios tiende la vista sobre los verdaderos fieles
congregados en los templos (me atreveré á profe
rirlo?) verá en ellos el mismo espectaculo; verá
en medio de las densas tinieblas que palpamos, el
cordero inmaculado tendido en el altar; verá un
Dios aniquilado en presencia de un Dios de ma
gestad y de gloria, porque sobreponiendose á la
esfera de los sentidos y de la imaginacion, pe
11C
T I 2 SERMoN
netran el velo que esconde la divinidad, humi
llanse alternativamente en presencia del Dios hu
millado, sacrificanse con un Dios sacrificado, ol
vidanse de todo, olvidanse de si mismos para
acordarse solamente de su Dios y de su religion:
los grandes se despojan del fausto de su grande
za caduca y perecedera para aniquilarse en pre
sencia de la suprema grandeza; los pobres emplean
para demostracion de los impetus de su amor,
las lagrimas y suspiros que la naturaleza parece
les exige para lamentar su miseria: todos los es
tados, todas las condiciones se confunden é igua
lan: solo Dios es respetado, invocado, adorado:
eraltabitur.....dominus solus.
No exägero aqui nada, que no hayan visto los
primeros siglos, que no se vea todavia en nues
tros dias, y que no se execute tambien en otras
regiones, y remotos climas. Allá en el recinto de
una rustica cabaña, corre la sangre de Jesu Chris
to en una ara erigida apresuradamente. El sacer
dote es un ministro del Evangelio, encanecido
en las fatigas apostolicas, extenuado á fuerza de
vigilias, y de peregrinaciones trabajosisimas: vic
tima libertada de la cuchilla de la persecucion,
sustentando apenas unos debiles residuos de una
moribunda vida cuyo zelo apresuró su decaden
cia: rodean el altar humillados y postrados por
tierra neofitos fervorosos, que á vista del sacri
ficio augusto se embisten del deseo y fortaleza ne
cesaria para el martirio: sus altares son pobres
y
soBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. 13
y desnudos de todo ornato; pero la devocion de
los fieles los embellece: no suenan en ellos musi
cas armoniosas, pero todo se puebla de sus gemi
dos y suspiros: no se ve en ellos pompa ni mag
nificencia de ceremonias; porque su fé viva y fer
vorosa no tiene necesidad de estos auxilios para
estar atenta, y no entibiarse: alli les parece que
las horas corren velocisimamente, y solo se apar
tan con sentimiento de aquel lugar tan amado de
ellos: en él encuentra Dios en la tierra los obse
quios del cielo: en él es Dios adorado como Dios:
en él, ó religion divina, se llenan cumplidamente
tus fines; y entre nosotros, quedan por desdicha
nuestra, burladas freqüentemente tus esperanzas
Porque, qué sucede todos los dias con la profana
cion de los templos? Que por un sacrilego abuso
y desprecio escandaloso de lo mas santo y sagrado,
convierte contra Dios lo que la religion ha institui
do para honor del mismo Dios, el qual desde
aquel elevado lugar en donde le ha colocado la
religion como en su trono, nos llama, y nos
convida para que acudamos á rendirle veneracio
nes; locus solii mei. Pero quién se muestra do
cil á su voz? de qué sirven esos magnificos tem
plos, esos edificios suntuosos? No mas que pa
ra hermosear nuestras ciudades, y alimentar agra
dablemente la curiosidad humana. Concurren de
todas partes á celebrar la elegancia y la magnifi
cencia de la arquitectura; la magestad y simetria
del edificio; la preciosidad y pompa de los ador
Tom. III. P I1OS
I I4 SERMoN
nos que la enriquecen ; la valentia y profundi
dad del ingenio que ideó y dirigió la obra: to
do merece atencion, todo suspende, todo arreba
ta los sentidos, menos Dios que habita en él: mi
rad como en nuestras mas populosas ciudades, ha
bitadas de tanta gente , las plazas públicas, los
lugares destinados para el comercio, los tribunales,
las casas de juego, los teatros no bastan á man
tener la muchedumbre que acude de todas partes.
Solo en nuestros santuarios, casi yermos, parece
que está Dios esperando envano quien le adore.
¿Y no podria grabarse en la portada de los mu
chos templos que hay en el recinto de nuestros
muros aquella inscripcion que halló S. Pablo en
Atenas , ignoto Deo, al Dios no conocido?
Mas ay, que lo despoblado de esos templos nos
avisa bastantemente que su Dios es un Dios olvi
dado y abandonado!
Pero qué hago ? Para qué reprehendo á los
christianos de este tiempo, que dexan solos los tem
plos, quando esta soledad cede, como dice la Es
critura, en tanta gloria y tanta quietud de los mis
mos templos ? Es verdad que entonces nuestro
Dios es un Dios desatendido; mas en las solem
nidades y dias festivos es un Dios ofendido y ul
trajado. Es verdad que venis al templo; pero no
venis por Dios; venis, si me atrevo á decirlo,
para certificar al mundo, que lo podria dudar con
fundamento, para certificarle, repito, con algu
nas demostraciones exteriores de devocion, que
to
soBRE EL RESPETO EN LOS TEMPLOS. II 5
todavia sois christianos; ó para darle á entender
con el aparato escandaloso de vuestra impiedad,
que no lo sois ya. Venis por costumbre y por el
bien parecer; venis para no dar que decir al mundo,
y para ser obgeto de su curiosidad y atencion; pa
ra verle y ser vistos de él; para ocupar vuestra
ociosidad, y entretener la agena: venis, ó sacri
lega irreverencia venis para dar y recibir incien
sos; para agradar y hallar algun obgeto que os agra
de. No venis, vuelvo á decir, al templo por Dios
ni pensais en Dios; puesos presentais en él carga
dos de vuestros proyectos y designios, de vuestras
pasiones, del furor de vuestros odios, de la acri
monia de vuestros resentimientos, de las delicade
zas de vuestro amor proprio, de las condescen
dencias de vuestra vanidad , del desenfreno de
vuestra ambicion, del desasosiego de vuestra ava
ricia, del tedio de vuestras pesadumbres, de las
inquietudes y desconfianzas, de las sospechas y
recelos, de los temores y esperanzas, de los des
pechos rabiosos y alegrias locas y disolutas de vues
tros adulteros amores. Estas son las deidades que
invocais; pues el Dios en cuya presencia doblais
la rodilla, no es no el Dios que el corazon ado
ra. Un profundo silencio, una compostura grave,
un exterior devoto ofrecen tal vez á los ojos de los
hombres las apariencias piadosas de una devocion
fervorosa. El mismo Ezequiel se hubiera engaña
do, y nosotros caemos en este lazo todos los dias;
pero á Dios no se le engaña, porque sabe pene
2 trar
1 16 SERMoN
trar el muro que oculta lo interior, y encubre los
misterios iniquos de un corazon malvado: fode
parietem (1). Y qué es lo que registra este Señor?
Registra en nosotros lo mismo que manifestó al
profeta en los Judios; ve que todo ese pompo
so aparato de una devocion disimulada no es otra
cosa que la abominacion de una hipocresia que se
burla igualmente del cielo y de la tierra; y que
engañando al mundo, provoca á Dios: vide abo
minationes pessimas quas isti faciunt (2). Ve que
ese silencio y recogimiento profundo no es otra
cosa que el enagenamiento de un corazon absorto
en maquinar proyectos, en urdir tramas de amo
rosas aventuras, en escuchar la voz de esos malos
deseos que le defraudan de sí mismo y de su Dios:
ve que sin atender los hombres al Dios que se
ofrece por nosotros en sacrificio, solamente pien
san en las sacrilegas deidades en cuyas aras se sa
crifican á sí mismos : ve que esos suspiros que
exhala un corazon alterado y enternecido, no se
dirigen al Dios venerado en el templo, sino al
idolo que colocó en su lugar; que esas lagrimas
no corren para lavar los pecados y apagar el in
cendio de una pasion vehemente; sino que se llo
ra con ellas el despecho de una pasion mal cor
respondida, ó la muerte tragica de la persona ama
da, cuyo amor continúa despues de su muerte:
plangentes Adonidem (3): ve en el gremio de su
Igle
(1) Ezeq. c. 8. v. 8. (2) Ibid. v. 9. (3) Ezeq. c. 8. v. 4.
soBRE EL RESPFTo EN Los TEMPLos. 1 I 7
Iglesia todas las iniquidades que le concitaron su
indignacion contra la Sinagoga: conversi sunt ad
irritandum me (1): mira baxo las apariencias de
piedad las mismas impiedades, y observa en un
templo mas santo abominaciones no menos hor
ribles, antes mayores. Ocultaban los antiguos Is
raelitas (en fuerza de algunos residuos de vergüen
za que conservaban todavia) sus maldades con el
velo de la modestia, idolatrando en secreto: fa
ciunt in tenebris (2): de modo que para descubrir
las eran necesarios los ojos de Dios, ó los de un
profeta. Hoy en dia ultrajan los hombres á Dios,
é inciensan su idolo no ya entre tinieblas, sino
en la mitad del dia. Judas fue un pecador cobar
de y pusilanime; nosotros pecamos con intrepidez;
su delito fue carecer de la piedad que aparenta
ba; y el nuestro consiste en hacer público alarde
de toda la impiedad que tenemos. Una irreligion
soberbia é insolente ha sucedido en lugar de una
devocion hipocrita; ó antes bien una nueva y mas
detestable hipocresia ha sucedido en lugar de la
antigua: hipocresia quiero decir, de libertinage,
con la qual afecta el hombre ser impio por agra
dará noseque especie de mundo desalmado. O
loca juventud gloríaste de provocar la magestad
del Rey de Reyes, y de hacer alarde delante del
altar de la insolencia y desenfrenado atrevimien
to de irreligion ay, quántos publicos y escanda
lo
(1) Ibid. v. 17. (2) Ibid. v. 22.
II8 SERMoN
losos desacatos cometes tu hablas, tu discurres,
tu ries con el mismo desahogo que si estuvieras
en el treatro; y aunque sea para confusion nues
tra, es preciso confesar que con mayor atencion
asistes á los teatros que á la celebracion de nues
tros augustos misterios. Cómo? han llegado ya
aquellos infaustos y malignos dias que han de pre
ceder á la ruina del mundo, quando el sacrificio
quede abolido ignominiosamente, destruido y ani
quilado? Veo con efecto que no pocos hombres
sin fé y sin vergüenza preparan las sendas del An
techristo, allanandole los caminos: ellos dan prin
cipio á su fatal ministerio; ellos apenas le dexan
ya que hacer, y no es facil entender qué nuevo
genero de abominacion puede ya introducir en el
santuario: cum videritis.....
Y vosotros, ministros de Dios vivo, porqué
teneis aprisionado el encendido zelo que os consu
me? porqué sufris en la casa de Dios, cuya cus
todia se ha fiado á vuestra vigilancia, esa cater
va de jovenes impios que con tanta repugnancia
admiten nuestros templos, y que se estremecen
de verlos dentro de su sagrado recinto? acaso el
caracter de que os hallais revestidos no os comu
nica autoridad suficiente para amparar y defender
la habitacion de vuestro Dios contra semejantes
prevaricadores? bien sabeis que la arrogancia del
cetro Romano, y la magestad del imperio se
quebrantó y humillóá vista de un Ambrosio. Te
meis acaso el escandalo, recelais que el ardor de
VllCS
SOBRE EL RESPETO EN LOS TEMPLOS. I 19
vuestro zelo irrite el furor de su impiedad? Lo
cierto es que el sacerdocio criaria aún sus Ambro
sios, si tuviese esperanza de que el siglo produxe
se Theodosios todavia: pero vemos que el sumo
Sacerdote Onías se ve obligado á ceder á la inso
lencia de los sacrilegios, y retirarse á la soledad pa
ra llorar la profanacion del santuario; calla y huye
para escusar á Antioco nuevos pecados, y á Dios
nuevas injurias. Con que la profanacion de los tem
plos es un pecado de atrevimiento y de impiedad,
que se opone directamente contra la naturaleza y
fin de la Religion: y este es el primer caracter de
oposicion. Y es tambien un genero de apostasia y
de infidelidad que embebe una pública abjuracion
de la Religion: que es el segundo caracter de opo
sicion. -

II. Apliquemonos á conocer la enormidad de


estos escandalos de irreverencia y de profanacion
tan freqüentes entre nosotros. Quando vemos en
nuestros templos un estrangero, pero modesto, re
cogido, devoto ¿necesitamos de mas argumento
para certificarnos de la fé que profesa? su exterior
tan compuesto y tan grave no es una prueba bastan
te pública y autentica de su religion? si alguno
pues de nosotros rindiese á un idolo falso el mis
mo culto y adoracion, no le mirariamos como á
un apostata que desamparó la Religion verdade
ra para profesar las supersticiones del gentilismo?
Qué quiere decir pues ese exterior que está deno
tando disipacion y libertinage, esos ayres irreve
ICIl
T2 O . SERMoN
rentes y desdeñosos, esas distracciones, esa falta
de atencion tan manifiesta, esas posturas altane
ras y arrogantes, esas conversaciones atropelladas
que arguyen vuestra impiedad, y que perturban
la piedad pública; esas risas descompuestas é in
decentes, ese orgullo indomito é impio, que se
desdeña de inclinar la rodilla: todo esto qué quie
re decir sino una abjuracion pública de la Reli
gion? si el venerar las ceremonias de una reli
¿ es adoptarla y declararse profesor de ella:
uego insultar su culto, y sus sacrificios, es decla
rarse contra ella y negarla. Apostasia, entended
lo, christianos, apostasia, que mirada á ciertas
luces puede decirse que es mas detestable que las
antiguas apostasias que llenaron de lagrimas la Igle
sia: videbitis abominationes maiores (1).
Apostasia mas gravemente pecaminosa en su
principio. Porque quál fue el pecado de los que
atemorizados de los tormentos, negaron la Reli
gion? fue el de no tener valor de honrar en públi
ca confesion al Dios que veneraban en lo interior
de su alma; y vosotros injuriais insolentemente
con publicos ultrages al Dios á quien estais obli
gados á adorar: videbitis abominationes maiores.
Apostasia mas injuriosa á Dios en sus circuns
tancias. Es verdad que aquellos flacos y cobardes
desertores del Evangelio renunciaban á Jesu Chris
to; pero renunciandole, le daban un público y
- plau
(1) Ezeq. 8.cap. v. 1 5.
SOBRE EL RESPETO EN LOS TEMPLOS. I2 I
plausible testimonio. Veiaseles, dicen los Padres,
detestar su pecado aun antes de cometerle, pali
dos, pavorosos, caidos de animo: erigiase el ara,
colocabase el idolo, y diriais que ellos eran la vic
tima destinada para el sacrificio; sus ojos empaña
dos apenas veian ; sus pies solo daban dudosos y
vacilantes pasos; su mano no acertaba á alargar
se ; su lengua yerta se desataba con dificultad, y
solo en confusos sonidos proferia la blasfemia que
le mandaban: quando la boca pronunciaba el nom
bre de los dioses falsos, se observaba que su cora
zon les juraba un odio inmortal, pidiendo perdon
á aquel Dios á quien no se atrevia á invocar. Y
quando los dexaban libres, huían de la presencia
del tirano, y corriendo precipitadamente, oculta
ban en la soledad su ignominia y su dolor. Qué
sentimientos qué profunda tristeza! podriaseles
preguntar entonces: infeliz, dónde está tu Dios?
ubi est Deus tuus? (1) No es por cierto ese idolo
quebradizo que tu desprecias; ni lo es tampoco ese
Dios á quien has negado: ubi est Deus tuus? Quién
es pues el Dios que adoras? ay, que no havia ne
cesidad de preguntarselo pues bien claro se echa
ba de ver que el Dios que acababa de negar, era
su Dios, aquel Dios que adoraban en su interior,
y que bramaban por no poderle adorar en públi
co: este era todavia el Dios de su entendimien
to, el Dios de su razon, el Dios de su concien
Tom. III. Q - C13.

(1) Psalm. 4. v. . -
122 . . . . SERMON º

cia, él Dios que confesaban con su temor, que


honraban con su dolor, y que adoraban en cier
to modo con su desesperacion.
. . Ahora os pregunto yo á vosotros, violadores
del templo santo; dónde está vuestro Dios? ubi
est Deus tuus? vosotros haceis profesion de no re
conocer otro Dios que el Dios de los christianos,
y este es sin embargo el Dios á quien cada dia ne
gais y renunciais, cuya colera y venganza provo
cais, cuyo culto y sacrificios profanais: tanto mas
reprehensibles en vuestra sacrilega profanacion,
quanto que no sois impios por miedo, sino que
la misma impiedad os hace locamente insolentes:
videbitis abominationes maiores. Apostasia en cier
to sentido mas reprobable en la presencia de Dios
que una apostasia total y completa, porque pre
gunto, quál es mayor pecado venerar ceremonias
profanas, ó profanar misterios augustos y sacro
santos? adorar dioses que son obra de las manos de
los hombres, ó injuriar al Dios que crió al hombre?
infamarse á sí mismo renunciando la fé, ó conser
var solamente el nombre de christiano para deshon
rarle? Tercer caracter de oposicion: la profanacion
de los templos es un pecado de escandalo que des
precia y ultraja el culto de la Religion.
III. Quán sumo seria el dolor de los chris
tianos en aquellos calamitosos tiempos de la pri
mitiva Iglesia al ver erigidos en todas partes sun
tuosos templos dedicados al culto de los falsos dio
ses, y que la Religion apenas hallaba algun
O
SOBRE EL RESPETO EN LOSTEMPLOS. I 23
lo y abrigo pobre en la obscura concavidad de
unas grutas rusticas y solitarias quién les huvie
ra dicho que sobre las ruinas de los templos con
sagrados á la supersticion gentilica, se habian de
levantar soberbios edificios, en que libre y victo
riosa la Religion havia de hacer ostentacion de
la pompa y magnificencia de su culto quánto hu
vieran ellos deseado vivir en tiempos tan glorio
sos y triunfantes! ojalá huvieran ellos poseido
nuestros templos, ó se hallára en nosotros su fer
vor y devocion! pero si ellos desearon vivir en
nuestros dias, yo no puedo dexar de suspirar por
su siglo. Es verdad que Dios tiene ahora multi
tud de santuarios; pero apenas hay quien le ado
re. Es verdad que es conocida la Religion; pero
yace despreciada. Ahora podemos exclamar con
el profeta, que las solemnidades de Sion son para
ella dias de ignominia y de amargura, y para sus
enemigos dias de triunfo gloriati sunt qui oderunt
te in medio solemnitatis tue (1).
En efecto, qué juicio hacen de nosotros, en
qué concepto nos tienen esas naciones, que el cis
ma y la infidelidad separan de nuestra comunion?
Observan en nuestros templos aquellas demostra
ciones exteriores de una piedad que es argumen
to de la Fé que profesamos? Vén por una parte
esos templos desaseados, pobres, sucios, amena
zando ruina, cuyos vestigios reducen á nuestra
- Q 2 1mG

(1) Psalm. 73. v. 4.


I 24 SERMoN
memoria la piedad de nuestros mayores, y estan
culpando la indevocion de nuestro siglo: ven por
otra esos hombres opulentos arrastrando entre sus
pies el oro y el marmol, que para dexar atoni
ta la multitud con el aparato de su grandeza re
ciente, juntan en sus casas todos los primores y
milagros del arte: esas mugeres entregadas al mun
do, que expenden con prodigalidad sus tesoros,
para que no falte á sus juegos excesivos, á la pro
fanidad desatinada de sus galas, á las delicadezas
extravagantes de su blanda sensualidad ; no me
reciendolas ningun cuidado que esté hospedado
Dios en una casa indigna de su Magestad, con
tal que tengan ellas abundancia de bienes con que
satisfacer los deprabados deseos de su amor pro
prio y de su vanidad. .
Oyen tambien las quexas é invectivas de esos
criticos descontentadizos, que siempre tienen por
demasiadas las riquezas del santuario, y por de
masiada su magnificencia, convirtiendo en maxi
mas de acendrada prudencia, y del zelo por el
bien público lo estragado de su corazon y lo amor
tiguado de su fé; criticos, que culpan la piedad
que dedica para adorno del tabernaculo una esca
sa porcion de los despojos de Egypto, prontos á
exclamar siempre con aquel avariento y envidioso
apostol: ut quid perditio hec (1) ; que miran co
mo malogrado quanto se ofrece áJesu Christo, no
- - tC

(1) S. Math. cap. 26. v. 8.


soBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. I 2 5
teniendo por virtud la liberalidad desde el punto
que se emplea en servir al culto divino; que vien
do con serenidad la profusion y locos gastos del
luxo y del regalo, del ornato de los teatros, de
la suntuosidad de los palacios, y enemigos impla
cables de la magestad del Dios supremo, aprue
ban en Salomon la derramada prodigalidad con
que sirvió á sus inmundos deleites, y enriqueció
los idolos de su corazon, y no le perdonan la pie
dad con que hermoseó el templo de su Dios.
Oyen las burlas impias, las ponderaciones sin
termino de esos hombres irritados contra el sacer
docio; que neciamente vanos, se complacen en
destilar la acrimonia de su hiel impia, y derramar
el emponzoñado licor de sus satiras sobre la tribu
santa; que fundan todo su zelo por la religion en
desacreditar sus ministros, y todo su amor por el
santuario en hacer públicas sus fragilidades.
Ven concurridos nuestros templos solo de la
gente comun, y que los Grandes mantienen en el
recinto de sus casas algunos debiles residuos de una
religion moribunda; que se desdeñan de confun
dirse con la muchedumbre, como si temieran en
vilecerse con la piedad, y dexar de ser Grandes,
si se muestran devotos; ó como si la religion fue
se solamente propria de gente humilde, y fuese
indigna de los que nos mandan dirigir á nuestro
Dios los obsequios que reciben de nosotros : glo
riati sunt.....
Ven unas mugeres, que quebrandose de deli
C3
1 26 SERMoN
cadas , enamoradas de sí mismas, enemigas de
quanto violenta su desidia voluptuosa, despues de
haber pasado semanas enteras sin acordarse de su
Dios, ni de su religion, apenas se acuerdan en
ciertos dias de que son christianas, ó que lo deben
ser; que dexan con suma repugnancia su reposo y
ociosidad ; que vienen al templo todavia soñolien
tas, y en trage tan desaliñado é indecente, que no
se lo disimulára el mundo, ni ellas mismas se lo
disimularian á sí, si huviesen de asistir á algun
sarao ú otra concurrencia, y huviesen de parecer
delante de qualquiera otro, que no sea delante
de Dios.
Ven tal vez á alguna, que idólatra de su vana
hermosura y perdida por parecer bien, se adorna
para asistir á los templos como si se preparase, di
ce S. Juan Chrisostomo, para solicitar en la casa
de oracion y de adoracion lances amorosos, y opor
tunidad de hacer ostentacion de su vanidad: salta
tura ad Ecclesiam pergis? an lascivia, obleffamen
ta quieris?. Entra engalanada con mas pompa y
magnificencia que el mismo altar, tanto que pa
rece la deidad del templo; y á imitacion de aquel
impio Rey á quien reprehende la sagrada Escritu
ra por haver profanado la santidad de Sion con el
estruendo soberbio de su grandeza, desvanecida
de sí misma, abrasada del deseo de que otros la
miren, solo lleva puesto el pensamiento en osten
tar con afectados meneos la profanidad escanda
losa de su inmodestia y orgullo, en consultar el
-" , gus
SOBRE EL RESPETO EN LOSTEMPLOS. 1 27
gusto del público sobre una gala, sobre una mo.
da nueva, en hacer experiencia de su funesta be
lleza, teniendose por dichosa si logra que Dios sea
olvidado, si atrae los ojos y atencion de todos, y
si es posible, las adoraciones del pueblo : gloriati
Julff.... - -
Ven que unas veces se ofrece el divino sacri
ficio en nuestros templos con una aceleracion, que
se puede dudar si es mayor en el sacerdote el te
mor de disgustará unos fieles indevotos, que el
deseo de agradar á Dios: ven otras un pueblo in
devoto é impaciente que teme que la devocion del
ministro que celebra, sea mayor que la religion
con que él asiste; que se atedia solo con la apre
hension de disgustarse: que con su displicencia re
conviene á Jesu Christo de todos los momentos
que se ocupa en su servicio; que como si nada tu
viese que decir y pedir á su Dios, anda buscan
do con los deseos y con los ojos otros obgetos don
de fixar su atencion, y ofrecer su culto. Ya ven,
o miseria deplorable! algunos ministros del Señor,
que rezan tal vez la divina psalmodia, y cantan
los sagrados hymnos mas por costumbre y nece.
sidad, que con espiritu de devocion y de fervor;
que manifiestan mas impaciencia de volver al exer
cicio de sus pasatiempos y ociosidades, que aten
cion en glorificar á Dios y aprovechar en la vir
tud. Ya ven tambien algun predicador evangeli
co que en lugar de predicar á Jesu Christo, pare
ce que solo se predica á si mismo; que en lugar
de
128 SERMoN :
de disparar rayos como otro Elias, contra los es
candalos de Israel, fulminando los anathemas del
cielo contra el pecador; recrea á fuer de orador
profano con lo delicado de los pensamientos, con
lo florido del estilo, con la naturalidad de las des
cripciones, y con lo parecido de las pinturas y
caracteres; recrea, digo, el entendimiento, y sus
pende la imaginacion , logrando con esto no solo
enviar á sus casas á los oyentes tan llenos de asom
bro, quanto vacios de jugo de devocion, sino con
tar entre los frutos de su predicacion no los vicios
y abusos, si ha corregido algunos, sino los elogios
y aplausos que merecieron sus talentos. Ven final
mente oyentes, que vienen por su parte á oir la
palabra divina con una delicadeza descontentadi
za que de todo se disgusta; con un tedio mortal
que de todo se desazona; con una insensibilidad y
tibieza que con nada se aviva; con una inaplica
cion que con nada se despierta; con una obstina
cion que con nada se ablanda; con un espiritu in
constante que con nada se fixa; con un corazon
apasionado que con nada se comueve ni se estre
mece. En vista pues del torrente de abominacio
nes que inunda el lugar santo, queremos todavia
que las naciones infieles respeten un culto que no
sotros mismos profanamos? no les damos por el
contrario motivo para que nos escarnezcan, quan
do ven que nosotros mismos negamos y vilipen
diamos con nuestros escandalos una Religion que
reprueba y condena sus supersticiones? qui ¿
soBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. 129
riati sunt....
Pues qué? nos vemos acaso reducidos á no po
der congratular á nuestra santa Religion por sus
antiguos triunfos ? Ay! osaré proferirlo ? Digo
pues que podemos dudar con fundamento si ha
sido sensible para el demonio la ruina de los tem
plos de la gentilidad; pues por nosotros, y por
nuestras profanaciones reina y triunfa este tirano
en los templos de Jesu Christo; en ellos se le ofre
cen grandes sacrificios, y la victima que se inmo
la es Dios y la religion. No sé cierto si huviera
timbre mas glorioso para el principe de las tinie
blas el conservar en pie sus santuarios, que el pro
fanar los nuestros; y acaso entonces huviera su
victoria lisongeado menos su sacrilego orgullo, que
el ver ahora que nosotros mismos insultamos á su
vencedor : gloriati sunt....
IV. Quarto y ultimo caracter de oposicion:
la profanacion de los templos es un pecado conta
gioso que apresura en todo un reyno la decaden
cia de la Religion, primero por medio del exem
plo y de la imitacion, y despues por medio del
castigo.
Por medio del exemplo y de la imitacion.
Eran en otro tiempo los concursos de los christia
nos en los templos una escuela de virtud. Postra
dos los penitentes en el atrio del templo, cubier
tos de ceniza, ceñidos de cilicios, estenuados á
fuerza de ayunos y vigilias, atravesados de dolor,
deshechos en lagrimas de arrepentimiento; sepa
Tom. III. R ra
13o SERMoN
rados de los demas fieles, sin participar de los
mas augustos misterios, daban claro testimonio
del Dios que alli se adoraba, y despertaban en el
alma un vivo horror á la culpa: el coro numero
ro de fervorosas virgenes retiradas en lo interior
del templo: la devocion, la quietud, el recogi
miento, el silencio de todo el concurso: las mu
geres cubiertas, sin atreverse á descubrir sus ros
tros en presencia de los angeles del Señor : los
Cesares, los Emperadores interpolados entre la
muchedumbre, todo publicaba la grandeza y ma
gestad suprema de aquel Dios en cuya presen
cia toda la grandeza humana es vileza, es nada:
sub quo curvantur qui portant orbem (1).
Pero ay, que los tiempos se han trocado ya
la fé y la piedad tropiezan hasta en nuestros tem
plos y se escandalizan. A nuestros templos acu
den esos Grandes y poderosos á hacer ostenta
cion de su profanidad, á oprimir al pueblo con
el peso de su vanagloria, á llenarle de envidia
y de despecho, poniendole delante una opulen
cia de que no puede gozar, y que le da á enten
der mas vivamente lo que es, con la representa
cion de lo que no es; á excitar en él el amor y
la codicia de esa brillantez, que eclipsa la digni
dad del sacerdocio, y la magestad de Dios vivo.
Armanse hasta en nuestros templos peligrosisimos
lazos á la castidad : concurre á ellos tal vez una
- be
(1) Job cap. 9. v. ; 3.
soBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. 131
belleza provocativa, que sirve de tizon al demo
nio de la lascivia para encender en los corazones
limpios y puros la llama de una pasion sacrilega.
En ellos se ajustan y celebran esos conciertos amo
rosos, ocultos al principio, y divulgados despues
con escandalo de la Religion y con deshonra de
las familias. Siervos del Señor, dónde hallareis
abrigo, si al pie de los altares encontrais la muer
te? cerrad los ojos, pues la maldad os asalta por
todas partes, y esa modestia que en otro tiempo
debiais á la edificacion pública, aplicadla ahora
para conservar vuestra inocencia. En nuestros tem
plos es donde á exemplo de una juventud incon
siderada y disoluta, de un padre y de una madre
malos christianos, afectan las personas distingui
das en el mundo por su calidad, distinguirse tam
bien por sus irreverencias: alli se acostumbran los
hijos y se alientan á despreciar lo mas sagrado de
nuestra Religion, queriendo competir con la di
solucion de sus escandalos y libertad de sus pro
fanaciones con aquellos con quienes no se pueden
igualar en la calidad y en la fortuna.
Que la ruina de la religion sea efecto del cas
tigo divino, bien os consta, sabiendo que la de
cadencia de la fé es una de las calamidades con
que venga Dios la profanacion del templo: vides
tu quidisti faciunt.... ut recedam d santuario meo
(1). Como su Magestad ve que nosotros le dispu
R2 ta

(1) Ezeq. cap. 8. v. 6.


132 SERMON
tamos sus altares, nos los entrega en nuestro po
der, y traslada á otras naciones el precioso depo
sito de aquella religion santa que mira entre no
sotros tan abatida y tan inutil. A y christianos
quién hiciera que la luz del Evangelio disipase las
tinieblas en que yacen sumidos tantos infelices
reynos apresuremos su felicidad con el fervor
de nuestras oraciones, y no la anticipemos con la
multitud de nuestros pecados; demosles la fé, y
no la perdamos nosotros, que si tratamos con ve
neracion los templos, Dios habitará en nuestro co
razon; pero si la abominacion y la impiedad se
introducen en el lugar santo, se verá obligado es
te Señor á desampararnos, por no sufrir nuestras
sacrilegas irreverencias: vides tu quidistifaciunt...
cº ut recedam d santuario meo.
Este es pues aquel pecado de la profanacion
de los templos, en que apenas escrupuliza la diso
lucion de nuestro siglo: aquel pecado sacrilega
mente atrevido, que se introduce en el santuario,
que trepa, para explicarme asi, hasta el altar, co
mo para afrentar desde mas cerca la magestad del
Altisimo, y provocar la ira divina con mayor
descaro. ¿Es posible que no quepa en toda la re
dondez de la tierra el desenfreno de nuestras pa
siones? es posible que solamente Dios no ha de
hallar en el mundo un abrigo donde esté seguro
de nuestras descortesias? tememos acaso que no
sea suficiente para condenarnos la voz de nues
tros pecados, sino que hemos de precisar á la voz
de
soBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. 133
de la sangre de Jesu Christo, indignamente vii
pendiada, á que clame contra nosotros? añadire
mos tambien á esta locura un pecado de apostasia
y de infidelidad, que muestre casi tanta insolencia
contra Dios, quanto zelo mostraron los martires
por Dios? pues asi como ellos se presentaron en
los templos del gentilismo para despreciar sus fal
sas supersticiones; asi nosotros nos presentamos
en nuestras iglesias para hacer mofa de nuestra Re
ligion; y aun parece que nuestra sacrilega irreve
rencia guarda menos atenciones con el verdadero
Dios, que guardó su zelo con las mentidas deida
des de los paganos. ¿Añadiremos finalmente otro
pecado de escandalo que deshonra, abate y de
grada la religion; que despoja á su culto y sacri
ficio de aquel caracter de grandeza, de nobleza,
y de magestad, que es el sello visible y la estam
pa exterior de la divinidad? pecado, que enfla
queciendo el respeto que se debe á las cosas san
tas, priva á la fé de todos los medios con que se
conserva en el espiritu de los pueblos? de modo
que portandonos como peores christianos en nues
tros templos, que en las concurrencias del mundo,
en estas nos olvidamos de nuestra religion, y en
aquellos la perdemos y destruimos para siempre.
Si huviese pues hombres que tuviesen á do
naire sus sacrilegas irreverencias; hombres desti
tuidos de toda regla y principio de bien pensar;
hombres que juzgan que todo el entendimiento
consiste en no dar oidos á los dictamenes de la
12
34 SERMoN
razon; hombres de costumbres tan disolutas, y
de tan poca vergüenza, que ni respetan al cielo
ni á la tierra, ni á las leyes del Evangelio, ni á
los derechos de la sociedad; hombres, cuyo des
caro en zumbarse del culto publico, ultraja á un
mismo tiempo á Dios, al principe, y al estado:
no les dire yo por cierto que ninguna cosa des
honra tanto la humanidad, como unos hombres
tan estolidos que creen ganar mucho credito ha
ciendose singulares, señalandose por sus escanda
los y por su impiedad: solamente les dire que son
dignos de que los desprecien tanto, que les con
cedan esa ignominiosa estimacion de libertinage y
de impiedad por que tanto anhelan : solamente les
dire que ese Dios á quien desprecian, hablará al
gundia como Rey justiciero, y vindicará su religion
divina. - -

Haveis visto los estragos de la irreverencia de


los templos respeto á la religion. Vereis ahora
los que causa esta misma irreverencia considerada
con respeto á la felicidad pública. y

SEGUNDA PARTE.
- - . .. Y -

O hay cosa mas contraria y perjudicial á la


N felicidad pública que la irreverencia de los
templos ; porque nos ciega el manantial de las
mas abundantes gracias, y nos merece los casti
gos mas terribles.
Para mayor inteligencia de mi pensamiento,
yo
SOBRE EL RESPETO EN LOSTEMPLOS. I35
yo distingo dos especies de profanaciones ó irre
verencias: una imperfecta y menos grave otra
total y consumada. Llamo irreverencia imperfec
ta, toda irreverencia que procede de olvido, de
indiferencia, y de distraccion, la qual nos hace
inutiles los templos. Llamo irreverencia consuma
da, toda irreverencia que proviene de escandalo,
de impiedad y de libertinage, la qual nos hace los
templos perjudiciales. Renovadyuestra atencion.
En primer lugar: ¿puede imaginarse cegue
dad mas deplorable que la de tantos christianos
que poseidos de las bagatelas y embeleso del mun
do, de los pasatiempos y deleites, de la ociosi
dad y pereza, del bullicio y estruendo de los ne
gocios, del imperio y tirania del respeto humano,
se abstienen tanto de freqüentar el templo, adon
de con tanta dificultad asisten, adonde acuden
obligados de ciertos residuos de vergüenza y de
religion, adonde vienen ciertos dias y ciertas fes
tividades no mas de por venir, y por ofrecer á
Dios el obsequio de una presencia forzada, sin
pensar en rendirle el culto de una devocion fer
vorosa, haciendose como enemigos de su propria
felicidad inutiles los templos, y privandose á sí
de innumerables bienes?
Es verdad que nuestro Dios es un padre siem
pre amoroso, siempre benigno, que en todo tiem
po y lugar le hallan propicio nuestros ruegos y de
seos; pero en el templo especialmente es donde
derrama sus misericordias y bondades. Aunque
tO
136 r SERMoN
toda la tierra, como dice el Profeta, es trono de
su gloria ; aunque el universo entero no es otra
cosa, como dice S. Agustin, que un espacioso
templo, en donde por la fé y la caridad invoca su
santo nombre el genero humano, ha sido con to
do eso beneplacito suyo, que la mano de los hom
bres le fabrique templos donde resida su gloria
mas especialmente, y donde sea honrado con sa
crificios, mas augustos, y solemnes; asi tambien,
continúa este santo Doctor, aunque su misericor
dia derramada por toda la redondez de la tierra,
oye en todas partes la voz de nuestros suspiros:
omnis locus oratorium ; aunque penetra las en
trañas de la tierra para defender á Daniel; los
abismos del mar para conservar la vida á Jonas;
los mas obscuros calabozos para quebrantar las
cadenas de Josef; sin embargo los deseos que se
conciben al pie de los altares, llevados por minis
terio de angeles, llegan con mayor prontitud al
trono del Altisimo, y alcanzan para la tierra mas
copiosas bendiciones. De modo que haciendo Dios
de nuestros templos el solio de su magestad, los
convierte en solio de su misericordia, y si son
monumentos de su gloria, son tambien nuestro
asilo y defensa. El amor le ha hecho descenderá
estos edificios perecederos, y el amor le tiene apri
sionado en ellos. Si en el cielo, como juez supre
mo y arbitro absoluto del mundo está forjando
rayos y preparando fuego inextinguible para abra
sar la tierra; en los templos rendido á la violeil
C13,
soBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. 137
cia del amor , solo tiene su corazon pensamien
tos de misericordia y de paz. En otras partes dis
tribuye sus gracias con peso y medida 3 pero en
el templo las vierte y derrama á manos llenas. En
otras partes es necesario casi merecerlas; en el tem
plo basta casi pedirlas. y

Bien persuadido estaba Salomon de esta ver


dad quando el dia que dedicó á Dios el primer
templo que se le consagró en la tierra, no ten
go, decia, Señor, no tengo olvidadas las palabras
de vida y de salud que haveis hablado á vuestro
siervo: tendre siempre fixos los ojos sobre esta ca
sa, y en ella libraré las delicias de mi corazon:
erunt oculi mei & cor meum ibi cunffis diebus (1).
Alentados de tan firmes esperanzas, entraremos
en este santuario, cargados del tributo de nuestras
lagrimas, y asegurados de que despachareis benig
namente en el templo de vuestra gloria las súpli
cas que os dirijamos en este templo material: quod
cum que oraverint in loco isto.... eraudies..... in
celo..... es propitius eris (2). En él, si los enemi
gos de vuestro pueblo escogido asaltan la tierra que
le habeis dado, os pediremos la viétoria, y los
enemigos mas soberbios huirán avergonzados de
nuestra presencia en él, si el cielo niega el rocio
conveniente á los campos, haremos oracion, y al
impulso de nuestros ruegos y suspiros, se congre
garán las nubes, y de ellas descenderá la lluvia que
Tom. III. S fe

(1) 3. lib. Reg.cap. 9. v. 3. (2) Ibid.cap. 8. v. 3o.


138 SERMoN
fecunda las mieses. Finalmente en todas nuestras
aflicciones acudiremos á vuestro templo como á
nuestro unico asilo, donde os pediremos todas las
cosas, y donde ninguna nos negareis: quodcumque
oraverint.... propitius eris. Asi fue: asi se lo pro
metió Dios á Israel, é Israel experimentó á Dios
siempre fiel en sus promesas; pues mientras sus tri
bus veneraron la casa del Señor, abrigados á la
sombra del santuario gozando de suma tranquili
dad, disfrutaron las delicias de la paz y de la opu
lencia: no tuvieron necesidad sus ciudades de otros
baluartes, sus provincias de otra defensa, el tro
no de sus Reyes de otro apoyo. Contra esta pie
dra de Sion se estrellaban y deshacian sucesivamen
te las ligas y conjuraciones de los reynos enemi
gos, el poderio y orgullo de los Reyes incircun
cisos, y las fuerzas de Siria y Egipto. Entraba
Judá en el templo, y salia del templo el espi
ritu de terror para destruir exercitos numerosos;
el espiritu de delirio y de sopor para confundir
la prudencia y alucinar la politica de los sabios;
el espiritu de discordia que convertia contra sí
mismos las manos armadas contra Israel; de él
salia el angel exterminador, que derramaba la
sangre de los enemigos de Judá; el espiritu de con
fianza y de intrepidez, que hacia un heroe de cada
soldado, y manifestaba que no hay fuerzas que
resistan á un valor adquirido en el santuario, é
inspirado por el Dios de los exercitos: quodcum
que oraverint.... propitius eris. E
S
SOBRE EL RESPETO EN LOS TEMPLOS. I 39
Es cierto que parece no vemos ya que se
obren en nuestros templos prodigios visibles de
fuerza y de poder; prodigios ruidosos y estupen
dos; prodigios de terror y espanto; pero quántos
prodigios no se obran cada dia en lo interior del
santuario, y en lo intimo de los corazones mas
asombrosos? prodigios mas dignos del deseo y an
helo de una alma christiana, y mas dignos de ser
obrados por nuestro Dios, como que tienen por
obgeto no la felicidad temporal, sino la dicha eter
na; no la opulencia y bienes transitorios, sino la
virtud y galardon de la virtud sempiterna?
Almas santas y fervorosas, quántas veces inun
dadas de gozo, y bañadas de consolaciones es
pirituales, haveis sentido en vuestro interior una
alegria pura que os ha recompensado con usuras
de los sobresaltos de vuestra conciencia delica
da y timorata, de la apresurada inquietud con
que vuestro amor se contristaba y sobrecogia, y
finalmente de las penalidades de la virtud austera?
¿no es verdad, que trasladadas de antemano á la
celestial Jerusalen, é inundadas en el torrente de
delicias que baña la ciudad santa, oíais la voz del
Esposo, sentiais su presencia, y casi os parecia que
ya le poseiais? Es verdad que pasaron como un re
lampago que huye velozmente estos dichosos mo
mentos pero desapareciendo dexaron no sé que ocul
tos resabios de paz y tranquilidad dichosa, que os
causó un sosiego con que no tienen comparacion las
alegrias falaces y momentaneas de los mundanos.
S2 Al
I 4O SERMoN
Almas arrepentidas, tristes, compungidas, in
clinadas con el peso de vuestras culpas, llenas de
horror por lo pasado, de incertidumbre por lo
presente, y de temor por lo venidero! ya veo que
no os atreveis á hablar al Señor; pero á sus oidos
ha llegado la voz de vuestro silencio, y os ha di
cho en lo interior de vuestro corazon : vade in
pace (1): id en paz, vosotras sois mias, y yo soy
vuestro; y supuesto que llorais vuestros pecados,
desde luego me olvido de ellos. Dixo; y vues
tras lagrimas continuaron regando el santuario,
perdieron toda su amargura, y jamas os inundó
de tanto gozo la embriaguez de los deleites mun
danos, como los gemidos y rigores de la peniten
cia. - - -

Almas flacas y fragiles, cuya razon obscurecía


ya una maligna sombra; cuyo corazon voluble é
inconstante iba á encenagarse en el lodo del peca
do, vosotras venisteis al templo santo á clamar
con los Apostoles: salva nos, perimus (2): Señor,
no puedo ya resistir el impetu de la tormenta, y
sacudido de los vientos y de las olas, me veo en
peligro de naufragar tristemente; pues á lo menos
quiero perecerá vuestra vista y á la sombra de
vuestra cruz: ¿pero dexareis de vuestra mano un
corazon que no se atreve á apartarse de vos? sal
va nos, perimus. Mandó el Señor, y al imperio
de su voz la serenidad sucedió á la tempestad, en
- tOn

(1) S. Marc, cap. 5. v. 34. (2) S. Math. cap. 8. v. 25.


soBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. 141
tonces llevadas en alas de la gracia, corristeis por
los caminos de la santidad: todo se os allanó, y
sin que vuestra inocencia padeciese el menor de
trimento, recobrasteis la paz de vuestro corazon.
Almas obstinadas y endurecidas en el pecado,
traidas al templo por una benigna y oculta mano,
sin que vosotras supieseis ni adonde ibais, ni por
- qué veniais, pero vuestro Dios, que os esperaba
en él, lo sabia: un llamamiento interior de la gra
cia, una palabra que acaso oisteis al ministro del
Evangelio, un buen exemplo que visteis; qué sé
yo en fin ? un destello de luz divina abrió vues
tros ojos; y sobrecogidas, y como despertando de
un profundo sueño, quedasteis estremecidas al
consideraros sobre el precipicio; envano os desen
tendiais, envano huíais de vosotras mismas, para
libertaros de los sobresaltos que os turbaban; pues
el dardo penetra muy adentro, la herida es muy
profunda, la llaga correrá sangre mientras la peni
tencia no la cicatrice; y vosotras no tendreis paz
hasta que dexeis de pecar.
Almas atribuladas, cuya fé os conduxo adon
de reside sobre el altar el Dios de toda consola
cion, vosotras derramasteis en su presencia vues
tro corazon, y alli llorasteis copiosamente; pero
él enjugó bien presto vuestras lagrimas; y si no os
restituyó vuestra felicidad antigua, él hizo mucho
mas, pues os enseñó el camino de ser felices en la
adversidad.
Pero quántas veces por medios no esperados,
2 llIl
I 42 SERMoN
aunque dirigidos por la divina providencia, no os
haveis visto reintegrados en la posesion de vues
tro primer estado honroso y opulento? Con efec
to, aunque nada se opone tanto al espiritu del
Evangelio como esa vuestra codiciosa avaricia, que
solo pide al cielo bienes de la tierra, que no so
licita de Dios crucificado otra gracia que la de huir
de su cruz, y de no conformarse con él, y que
ya no tiene súplicas que hacerle, luego que la for
tuna le cumple sus deseos; no obstante Jesu Chris
to nuestro bien tiene empeñada su palabra de con
descender con todos los ruegos del justo, siempre
que tengan por obgeto la virtud, y que los refiera
á mayor gloria de Dios: quaerite primum regnum
Dei.... e8º hac omnia adjicientur vobis (1). Con
forme á esta doctrina quiere el Apostol que los
fieles rueguen por la union, por la concordia pú
blica, por la paz y tranquilidad de los reynos, por
la prosperidad de los Cesares, y felicidad de sus
armas. Asi nuestros mayores Monarcas han recur
rido en las calamidades del estado al santuario,
donde han hallado la victoria que les era contra
ria, y experimentaron en fuerza de algunas feli
ces revoluciones, que con mas razon se debe de
cir de nuestros templos, que del de Salomon:
quodcumque oraverint.... propitius eris.
Mas de qué nos aprovechará estar rodeados
de templos, si no entramos en ellos? de qué nos
SGr

(1) S. Luc.cap. 12. v. 31.


soBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. 143
servirá que nos tenga el Señor en el santuario re
servadas sus gracias, si no acudimos á solicitarlas
en él; y que haya jurado oir en él todas nuestras
súplicas, si nosotros no le pedimos nada? qué uti
lidad se nos seguira de concurrir al templo, si so
lo asistimos á él para deslumbrar los ojos de los
demas fieles con la ostentacion de nuestra opulen
cia mundanal, é insultar á Jesu Christo pobre en
su misma casa con esa pompa y profanidad escan
dalosa, que parece está diciendo al cielo, que la
tierra es tan rica y prospera, que no tiene necesi
dad de sus gracias y beneficios? ¿creemos que Dios
nos hará abundantes mercedes, negandole el de
bido rendimiento y obsequio; y que se acordará
de sus misericordias, olvidandonos de su grande
za, y contribuyendo para que otros la olviden y
desprecien? hypocrita bene prophetavit de vobis
Isaías (1). Hipocritas, os dice Jesu Christo, me
teneis acaso por uno de aquellos dioses caducos y
perecederos, que se contentan con exteriores re
verencias, porque lo oculto de los pensamientos y
deseos humanos es para ellos un misterio incom
prehensible? Entended pues que no me engañan
á mí apariencias engañosas de virtud : posuit ocu
lum suum super corda illorum (2). Envano suspen
deis ofrendas de mis altares, si vuestro corazon
no se conforma con vuestras acciones; si vuestro
corazon no es otro templo consagrado por el amor
di
(1) S. Math. cap. 15. v.7. (2) Eccles. cap. 17. v. 7.
I 44 SERMON
divino; si vuestros suspiros no son el incienso, vues
tras pasiones la victima, y la caridad el fuego que
consuma el holocausto: pues yo sé correr el velo,
y ver como andan distraídos por diferentes cami
nos esos espiritus vacios de Dios, y llenos de
mundo; que en el lugar santo dexan vaguear su
pensamiento por obgetos provocativos: yo regis
tro los mas escondidos senos de esos corazones
idólatras, que parece estan comunicando con el
Dios de su salvacion, y solo tratan con el Dios
de sus pasiones. Si vuestro corazon no se halla aqui
con vosotros, no penseis que yo habito en él. En
vano clamareis con Israel prevaricador: templuma
domini, templum domini (1): el templo del Señor
el templo del Señor pues si no venerais el tem
plo, el Señor no os dara su gloria ; y si le profa
nais, os condenará para siempre. Irreverencia de
olvido, de indiferencia, de distraccion, irreveren
cia imperfecta, que nos hace inutiles los templos:
irreverencia de escandalo, de impiedad, de liber
tinage, irreverencia consumada que nos hace los
templos perjudiciales.
II. No por cierto, no llegamos á compre
hender nosotros quanto se ofende Dios de nues
tras irreverencias y desacatos: pues todo lo que re
gistramos en ellos, nos da abundante testimonio
de las bondades de nuestro Dios. No se nos repre
senta en ellos sino un Dios salvador, y un Dios,
VIC

(1) Jerem.cap. 7. v. 4.
soBRE EL RESPEro EN Los TEMPLos. 145
victima de propiciacion. O si hubiese alli algun ob
geto que ofreciese á nuestra memoria un Dios,
vengador de las irreverencias que profanan el san
tuario Un Oza, herido de muerte, por haver
sustentado el arca que se caia, con mano temera
ria; cinquenta mil Bethsamitas, victimas misera
bles de una curiosidad irreverente; los hijos de
Aaron destruidos con fuego del cielo por haver
encendido sobre el altar un fuego, sacrilego; un
Heliodoro, que baña con su sangre el atrio del
templo profanado por el mismo; un Manases, der
ribado del trono y condenado á purgar con la ig
nominia de las prisiones el orgullo é insolencia
de los ultrages hechos al lugar santo; un Joas, pla
gado de lepra luego que temerariamente fixa el
pie en el santuario reservado solo á los sacerdo
tes; un Balthasar, que apenas ha profanado los
vasos sagrados, quando ve una espantosa mano
que escribe sobre la pared de su palacio la sen
tencia de su funesta muerte; un Antioco, que rin
de el alma envuelta en lamentos y desesperacion
rabiosa; un Israel, desterrado á las riberas del rio de
Babilonia, proscripto y disperso por todo el mun
do; y una Jerusalen sepultada entre las ruinas de su
templo. Ved lo que debiera grabarse en nuestras
Iglesias sobre laminas de bronce y sobre lapidas
de marmol, y figurarse en lienzos con los mas ex
presivos colores para escarmiento eterno de todos
los pueblos y de todas las edades, y para que tem
blasen y se estremeciesen con la suerte infeliz de
Tom. III. T CS
146 SERMoN s

estos famosos violadores del lugar santo todos aque


llos que en los siglos venideros tuviesen la avilan
tez de imitarlos. Porque si fueron tan espantosas
las demostraciones con que Dios castigó los pro
fanadores del templo antiguo, qual será el estam
pido de su trueno, y el impetu de sus rayos con
tra los impios que profanan nuestros altares? Por
que no es este un templo consagrado por las manos
de pontifices, herederos del sacerdocio de Aaron;
sino un santuario consagrado por mano del mismo
Jesu Christo, á quien solamente prestan nuestros
pontifices su ministerio material y exterior: ipse
est qui consecrat. No es este ya el tabernaculo don
de habita la magestad de Dios vivo; sino donde el
mismo Rey de la gloria, habitando entre noso
tros, recibe el culto de nuestros inciensos; no es
esta ya la tribu de Aaron, encargada de un minis
terio de figuras y de sacrificios imperfectos; sino
el sacerdocio eterno que vé á un Dios sacerdote
y victima, sacrificio y sacrificador ofrecerse y ser
ofrecido: no inunda ya el altar la sangre de los
becerros, sino la sangre de un Dios. Con que
en medio de nosotros, y á las puertas de nuestros
templos debiera pregonar el profeta aquellas ter
ribles amenazas que llenaron de temor y espan
to á Israel: Audite.... qui ingredimini per portas
has ut adoretis Dominum (1). Oid, vosotros los
que venis á derramar el incienso de vuestras ora
C1O

(1) Ezech. c. 7. v. 2.
-
soBRE EL RESPETo EN Los TEMPLos. 147
ciones, oid lo que dice el Señor: vuestra impie
dad ha convertido esta santa casa, donde mi
nombre fue adorado, en casa de escandalo y en
cueva de ladrones: spelunca latronum fabía est
domus ista (1). Yo he visto que vuestro corazon,
tiranizada de las pasiones mas vergonzosas, ar
dia hasta al pie de los altares en el fuego del odio,
de la venganza, de la ambicion, de la sensuali
dad; yo he visto vuestras irreverencias, vuestros
desacatos, vuestras descortesias, vuestros sacri
Legios; yo los he visto, y no me olvidare de ellos:
ego sum, ego vidi (2). El fuego de mi furor, que
ya está encendido, prorumpirá consumiendolo
todo, consumiendo á vosotros mismos; y des
pues de haberlo abrasado todo, todavia arderá:
furor meus... succendetur et non extinguetur (3).
Debome á mi mismo esta venganza, debomela á la
gloria de mi nombre: bastante tiempo me haveis
tratado como á un Dios despreciable y falto de
poder, de donde ha provenido que viendo los pa
ganos vuestra insolencia en mofarme, y mi bon
dad tan pronta para perdonar, tan lenta para cas
tigar, me han mancomunado con sus deidades
fantasticas, que ni tienen ojos para ver los deli
tos, ni manos para castigarlos. Israel ciego y re
probo ha pensado que el Dios del Evangelio pue
de menos que el Dios del Testamento antiguo: la
cisma y la heregia han dicho que no es posible
- - T2 - que
(1) Ibid. v. II. (2) Jerem. c. 7. v. 11. (3) lbid. v. 2o.
*,
1 48 SERMoN
que habite Dios en unos templos que no defien
de. Quiero pues hacer publico alarde de lo que
soy, y que al desprenderse el rayo de mi ira, os
abra los ojos para que me conozcais. Ego sum,
ego vidi.....furor meus succendetur, et non extin
guetur. Débome esta venganza á misa dad vi
lipendiada é irritada, porque siendo yo a el Dios
santo que aborrece el pecado, me haveis preci
sado á tener parte y comunicacion, para explicar
me asi, con el pecador: la impiedad se ¿.
mis altares, sentose conmigo mano á mano e
el santuario, y se alvergó en mi habitacion y ca
sa. ¿Soy yo por ventura alguna de aquellas vicio
sas divinidades que adora la gentilidad, que apro
bando las locuras de los mortales, permiten rien
da suelta al desenfreno de sus pasiones, con tal
que rediman á costa de sacrificios la impuni
dad de los delitos, y el derecho de ultrajar los
mismos dioses que al parecer veneran? Ego sum,
ego vidi.... Debo finalmente esta venganza á mi
hijo amantisimo Jesu-Christo. Veole en ese altar;
pero á qué estado le veo reducido Veole olvidado,
desconocido, humillado, aniquilado, desagravian
dome por otra parte continuamente por medio del
sacrificio que me hace de su gloria, de los ultrages
que recibo en todas las partes del mundo: á quantas
descortesias no le exponen sus voluntarios abati
mientos? pues entended que quanto mas se des
precia por mí , tanto mas debo yo ensalzarle; y su
puesto que él me desagravia de mis injurias,IIllá
SOBRE EL RESPETO EN Los TEMPLos. I 49
mí me toca vengar las suyas yo debo defender
su gloria y la mia ; y ahora conocereis el amor
que á él le tengo, y la indignacion con que á vo
sotros os miro: ego rum, ego vidi.
... Con e vengará Dios á si mismo, y
vengará Christo. Oid pues, hombres car
nales, y s de pavor. Presto se manifestará
esta veganza con revoluciones y calamidades es
pantosas; porque á este pecado especialmente, se
º doctrina de los Santos Padres, aliga Dios
las desgracias publicas, los repentinos y terribles
castigos. Como asi? porque en los demas pecados,
el incentivo de la concupiscencia que enagena al
pecador, mueve á piedad á aquel Dios que cono
ce el barro fragil de que nos formó; mas el peca
do que profana los templos, no procede de la tur
bacion impetuosa de las pasiones humanas, sino
que se fragua en medio de la tranquilidad del co
razon; pues para executarle no parece que le ar
rastra al pecador otro estimulo que el de ser im
pio, ó el estimulo todavia mas funesto que es el
de parecerlo; por quanto este pecado contiene en
sí un caracter especial de sedicion y descaro, pues
no contentandose con ultrajar la ley de Dios, ultra
ja al mismo Dios; por quanto este pecado especial
mente es pecado de escandalo que aborta otros mil
pecados, y asi el exemplo de una sola irreverenciain
felizmente fecunda, basta alguna vez para haceráto
do un pueblo irreverente, por quanto es un pecado
enfin que por simismo conspira ádestruir y aniqui
lar
1 $o SERMoN
lar el culto publico, el culto visible, el culto exte
rior de donde se sigue que es propio de la pro
videncia de Dios contener su desenfreno, y pro
pio igualmente de su sabiduria infinita impedir que
nadie se aliente á cometerle con su impunidad;
que es propio de su misericordia cautalar sus es
tragos, y de su justicia castigar su m
propio de su santidad infundir horror áé
pio de la fidelidad que cumple sus promesas, ve
lar para que se conserve la religion ¿
te, reprimiendo para esto con castigos ya gravés
y exemplares, ya ocultos y por el mismo caso,
mas espantosos, la disolucion impia de los que so
caban los cimientos del culto publico. Por eso ve
mos que en la Ley antigua la suerte del pueblo
Judaico estuvo siempre aligada á la del templo:
de su fidelidad en venerarle, o de su insolencia
en profanarle se originaron casi todos sus infortu
nios y casi todas sus dichas: los infaustos su
cesos del santuario se regulaban por los del tro
no; y si la magestad del imperio era abatida, se
levantaba con la gloria del altar; de suerte que la
historia de toda la nacion no es otra cosa que la
historia de su templo. Y para decirlo de una vez:
ello parece que la profanacion del templo tuvo
mas fuerza para consumar la reprobacion de la
sinagoga, que el pecado de un deicidio, pues
para desolar aquella tierra, caliente todavia con la
sangre de un hombre Dios, fue necesario echar
el sello á la atrocidad que quitó la vida á Jesu
- Chris
SOBRE EL RESPETO EN Los TEMPLOS. I 5 I
Christo, con la atrocidad que profanó el santuario.
Ay amados oyentes mios quexamonos fre
qüentemente de que cada dia empeoran los tiem
pos. En efecto, qué espectaculo no nos ofrecen los
lugares despoblados y desiertos; el comercio aba
tido y menoscabado; la paz, comprada á costa
de tantas batallas, merecida con tantas victorias,
dudosa siempre, y siempre dispuesta á deslizar
senos de entre las manos; las discordias y disen
siones fatales tan dificultosas de componer, tan
faciles de renovarse? de modo que á qualquiera
parte que volvamos los ojos, oimos los gemidos
y lamentos de la miseria, ni tropezamos sino con
desgracias lastimosas, ó con insolentes prosperi
dades, que para los infelices son el torcedor de
su desdicha. Vemos al mismo tiempo quán ra
pidos progresos hace el espiritu de libertinage y de
impiedad; como se prepara para asolar la here
dad de Jesu-Christo; y como con vergüenza y
confusion de esa filosofia hinchada y soberbia,
enemiga igualmente de la razon que de la reli
gion, le acompaña la disolucion de las costum
bres, que apresura la decadencia de la fé. Ve
mos tambien atonitos y con dolor desaparecerse
hasta los menores vestigios de la honradez an
tigua. El regalo y la ociosidad se introducen atre
vidamente hasta en lo mas sagrado; y qué son mu
chas veces los tribunales sino una especie de con
fuso laberinto, por cuyas intrincadas calles se
pierde ácada paso la justicia? La abogacia está
ya
1 52 . . . . SERMoN
ya casi reducida á un arte de eternizar los pleytos,
y á una ciencia de despojar al rico, y de oprimir
al pobre: muchos empleos publicos qué otra co
sa son, que un teatro de concusiones y una es
cuela de fausto y sensualidad? el comercio pue
de decirse que no es mas que una sentina de usu
ras paliadas, de monodios disimulados, de com
pañias fraudulentas: las mugeres ya parece que no
conocen la vergüenza; ni la juventud la sugecion;
ni los superiores la mansedumbre y humanidad; ni
los domesticos la fidelidad y diligencia; ni los
grandes la verdadera grandeza, la decencia, la dig
nidad; ni el pueblo la dependencia y subordina
cion; ni los iguales la rectitud y equidad; ni los
amigos la constancia y fidelidad; ni las familias el
amor y la concordia; ni las naciones la fé de los
juramentos y tratados; ni el entendimiento freno
y moderacion; ni el corazon cordura y virtudes;
ni el filosofo Dios; ni el christiano Evangelio.
Todo cae, todo perece, todo se destruye, todo
se hunde: y si son tantas nuestras calamidades, que
es imposible contarlas, podremos numerar nues
tras irreverencias y profanaciones?
Mi pueblo, decia Dios al profeta Ezequiel,
me tiene por injusto: manifiestale pues el templo,
y yo sé que no me hará ya autor de sus calamidades,
y que solo pensará en reconocer su culpa: ostende
domui Israel templum, et confundantur (1). Re
. .. " º gis
(1) Ezech. c. 4. 3. v. 1o.
SOBRE EL RESPETO EN LOSTEMPLOS. I 53
gistrad vosotros tambien, hermanos mios, nues
tros templos, y quexaos despues, si os atreveis á
tanto, de esa avenida de miserias que inunda la tier
ra. Mirad esas pilas bautismales, donde prometisteis
renunciar el mundo, vivir y, si fuese necesario,
morir por Dios, y perjuros despues y quebranta
dores de vuestra palabra haveis venido al templo
ánegar vuestros juramentos con la pompa pecami
nosa de vuestra profanidad, y con el escandalo de
vuestra impiedad. Ostende.... et confundantur.
Mirad esos sagrados tribunales de la penitencia, don
de vencidos de un falso rubor, os haveis avergon
zado de decir al ministro de Jesu-Christo lo que
no os avergonzasteis de cometer delante de Dios:
alli echasteis el sello á vuestros delitos, disi
mulandolos con las afectadas apariencias de un
dolor fingido é hipocrita; alli arrebatasteis por
asalto una absolucion que no mereciais: alli en
trasteis pacadores, y salisteis prevaricadores; y lle
nos de inconstancia y de mala fé, disteis á enten
der que llorabais el pecado que haviais cometido,
y luego volvisteis á cometer de nuevo las culpas
que apenas haviais acabado de llorar. Ostende.....
et confundantur. Mirad esa catedra de la verdad,
desde donde por el organo de los sacerdotes de
dicados al ministerio de su divina palabra, el Se
ñor os ha manifestado su voluntad, os ha puesto
delante vuestros desvarios, os ha hablado al co
razon; pero vosotros rebeldes á su gracia, ingra
tos á su amor, lexos de venerar en el hombre el
V Dios
I 54 SERMoN
Dios que habla en él, haveis despreciado la voz
del ministro, haciendo donayre del ministerio.
Ostende....et confundantur. Mirad esa mesa Euca
rística, donde se renuevan cada dia los misterios
de nuestra salvacion obrados en el calvario; pe
ro donde se renuevan tambien cada dia los
misterios de impiedad de que se horroriza el
monte santo. Jesu-Christo es sacrificado de nue
vo; ó y que victima pero, ó y qué profanacion
de sacrificio ¿No podemos decir que sin embar
o de la distancia de los tiempos y de los lugares
nos hallamos presentes á lo que sucedió en Jeru
salen?Unos sacerdotes...; pero no me atrevo á pro
seguir. Una caterva impia, cuyo escandaloso es
truendo perturba la inquietud del que sacrifica, y
hace mofa del sacrificio: moventes capita sua (1).
Unos libertinos que poseidos del espiritu del error y
del delirio, blasfeman lo que ignoran, y no quieren
reconocer á su Dios en su Salvador: blasphema
bant (2). Unas mugeres altaneras y presumidas que
apenas se dignan mirar á su Dios, y tributarle
un breve obsequio y para hacer mas puntual el
paralelo, solo falta muchas veces un hombre ver
daderamente religioso que se declare, por siervo
fiel de Jesu-Christo y doble la rodilla ante él.
Ostende...et confundantur. Mirad este templo, y
notad como todo lo que se contiene en su recinto,
gri
(1) S. Math. cap. 27. v. 39.
(2) Ibidem.
SOBRE EL RESPETO EN LOS TEMPLOS. I 5.5
grita contra vosotros: esas cenizas, esos benditos
huesos de martires, en cuya presencia venis á he
rir mortalmente la religion que defendieron ellos
á costa de su sangre; esos angeles de paz, que tan
tas veces se han visto obligados á cubrirse el ros
tro con sus alas para no ver vuestras vergonzo
sas y detestables abominaciones. No, continúa el
Señor, no necesita este pueblo ingrato y desleal
incurrir en ningun otro delito, para que yo me
haga sordo á sus suplicas. No ruegues, Profeta,
no ruegues ya por Israel, sus irreverencias estan
dando voces contra él, y en vano derramarias
lagrimas para aplacarme; él solo ha sido mi pue
blo para deshonrarme, y asi solo seré yo su Dios
para castigarle; él ha despreciado mi misericor
dia en su santuario, y solo debe esperar los rigo
rer de mi justicia. In domo mea fecit scelera.....tu
ergo noli orare....quia non exaudiam (1).
Pero qué hago, Christianos?; podreisme per
donar que os haya hablado tan largamente de los
castigos destinados para la profanacion de los tem
plos? me he olvidado acaso, ó os haveis olvida
do vosotros de quien sois ? ¿ha degenerado por
ventura en vuestras venas la sangre de vuestros
mayores? ¿no agravio yo la generacion de Mata
tias, recomendandole la ¿ de la honra y
gloria de Sion ? ¿y acaso los templos fundados con
la sangre de los padres, temen alguna injuria de
V2 par
(1) Jerem. c. 11. v. 14. y 1 5.
1 56 SERMoN
parte de los hijos?
Acordaos de las sangrientas guerras que por
el discurso de tantos años asolaron la Francia, quan
do la heregia de Calvino, abortada de las profun
das entrañas del abismo, queria establecerse y fi
xar su trono sobre las ruinas de nuestros santua
rios. Qué serie tan prolixa de calamidades qué
de sucesos tragicos Las naciones estrangeras des
pedazaban las entrañas de nuestra patria; y vic
toriosas y triunfantes, armadas de hierro y fuego
sus manos, amenazaban á la religion con su pro
xima ruina. - = -

Pero entended, nuevos Macabeos, que no ha


blo yo sino de aquellos que se mostraron tan fie
les á la patria como á la Iglesia, y al trono como
al altar; porque los ciudadanos revoltosos y avan
derizados, los subditos indociles y rebeldes no so
lo no los reconoce la religion por heroes y mar
tires, sino que ni aun se digna contarlos en el nu
mero de sus hijos; y cohonesten con quanto zelo
quieran sus temerarias empresas, en ella no halla
rán sino rayos y anathemas. Consternados pues
vuestros mayores con el peligro que corrian los
altares sagrados, y llamados por la voz de su
Rey á pelear por el Señor, acudieron á su defen
sa, dispuestos á sostener el templo ó á perecer
con él. Y en efecto, si querian y creian comba
tir por el Señor, havian de pelear contra él? ¿ha
vian de haver sido sus victorias mas perjudiciales
á la religion que al error? ¿y si nuestros templos
11O
SOBRE EL RESPETO EN LOS TEMPLOS. I. 57
no cayeron por tierra á impulsos y violencia de la
heregia, es posible que soló se libertáron del fu
ror de los sectarios para quedar expuestos á nues
tras irreverencias, y que la piedad de los padres
solo los ha mantenido para que los injurie la im
piedad de los hijos? ¿descendientes indignos de un
tronco tan puro y santo, vendremos á, negar su
fé sobre sus sepulcros y cenizas, y á insultar su
zelo, haciendo que se arrepientan de sus comba
tes y triunfos? Ay! que oimos que desde las en
trañas de la tierra rompe la voz de aquella san
gre que vertieron en tantas batallas, y gime, y
se quexa, y se lamenta, y nos da en rostro con que
hemos cedido enfin la victoria á los asesinos de nues
tros abuelos, y se duele lastimosamente que les ha
ya dado el cielo unos hijos indignos de sus pa
dres, de su religion, de su Dios!
No, Señor, no verán ya vuestros ojos la abo
minacion en el lugar santo; no asistiremos á él
ya sino para reparar el escandalo de nuestras irre
verencias y descortesias con una devocion sin
céra y edificativa: no queriendo otra felicidad
sino la de ocuparnos en esta vida en celebrar en
el templo de vuestras misericordías vuestras ala
banzas, que esperamos cantar eternamente en el
templo de vuestra gloria. Amen. o
, , , , ,,

- ... . . . . . . . . ..

) .. . 3 o lo ...
SER
1 8

º SERMON
S O B RE EVITAR
L AS O CA SIONE S.
PARA EL MARTES DE LA TERCERA
semana de Quaresma.

Hacc omnía locutus est Iesus in parabolis ad tur


bas, et sine parabolis non loquebatureis. -

Jesus dico todas estas cosas al pueblo en parabe


las, y no le hablaba sino en ellas. S. Math.
cap.- 13.
",
v. 34.

2. -

Quella misteriosa obscuridad de que usaba


Jesu-Christo en sus Sermones, era solo
incomprehensible y enigmatica para las almas pér
fidas y de corazon doblado, que lexos de querer
se instruir en su doctrina y mision divina, solo in
ventaban pretextos vanos para justificar su indoci
lidad, y buscando al parecer la verdad, nada te
mian tanto como encontrarla. Con que la rectitud
y
SOBRE EVITAR LAS OCASIONES. I 59
y sinceridad de corazon es una disposicion nece
saria para hallar á Jesu-Christo; y disposicion to
davia mas necesaria para volvernos á él quando
hemos tenido la desgracia de apartarnos de su Ma
gestad, todos los dias nos engaña nuestra falsa
piedad, y aun mas freqüentemente nos burlan nues
tras fingidas conversiones; tanto que muchos chris
tianos nunca se hallan mas rendidos á la tirania
del pecado, que quando se juzgan mas libres de
él; y aunque es verdad que se ven en nuestro
siglo algunos pecadores arrepentidos; pero quán
pocos se arrepienten de corazon! Son comunisi
mas las penitencias falsas é hipocritas, las peniten
cias instantaneas y poco permanentes; y quál
os parece que es la causa? Nace de que quando el
hombre piensa, ó por mejor decir se lisongea de
que piensa seriamente en apartarse del pecado,
no empieza por apartarse de la ocasion del peca
do: persuadese á sí mismo que tiene mudado el
corazon, y no muda de costumbres, de conduc
ta, de aficiones, de pasatiempos.
. Pero estadme atentos, y aprended, vosotros,
digo, que despues de haver andado sin rienda por
los caminos, de la iniquidad, deseais reduci
ros á las sendas de la virtud; pues yo os asegu
ro que si no evitaislas ocasiones de pecar, que si al
primer paso que dais en el camino de la salvacion,
no os separais y apartais de la ocasion del pecado,
Vuestra penitencia no es verdadera, ni será per
manente. Porque no estando todavia en gracia de
Dios
16o SERMoN
Dios, en vano os lisongeais de haveros vuelto á
él, y como todavia no os haveis arrepentido de ve
ras, pronto volvereis á ser tan grandes pecadores
como antes erais, pues vuestra penitencia es una pe
nitencia dudosa y sospechosa que no debe asegurar
vuestra conciencia en quanto á los pecados pasa
dos: y es una penitencia fragil é inconstante que
os debe tener muy recelosos para en adelante. En
una palabra, qué viene á ser la penitencia que no
llega á cortar y evitar las ocasiones del pecado?
Es una penitencia que debeis mirar á lo menos co
mo dudosa y sospechosa, y que debe traeros te
merosos: asunto de la primera Parte. Es una peni
tencia fragil é inconstante, de que no debeis fiaros:
asunto de la Parte segunda. Materia es esta de
evitar las ocasiones importantisima, especialmente
respeto del pecador arrepentido, y que acaso
nunca haveis llegado á entender como se debe;
pues para instruiros debidamente en una verdad
en que nunca sobra la instruccion, pidamos nos
alumbre el Espiritu Santo por la intercesion de
Maria. Ave Maria.
- -
y.
-
. - . . -
. .

PARTE PRIMERA.
, , , ,, - : -

Uando afirmo que la penitencia que no evi


ta las ocasiones de pecar, es una peniten
cia dudosa y sospechosa, no entiendo so
lamente las ocasiones proximas del pecado, quie
TO
soBRE EvITAR LAs oCASIONEs. 1 61
ro decir aquellas ocasiones que por sí mismas y por
su naturaleza son ocasion de caer, y piedra de es
candalo: ni aquellas ocasiones, que siendo por
ventura menos graves por sí mismas, pero que comu
nicandoles fuerza nuestra misma flaqueza y fra
gilidad particular, nos arman lazos que no acer
tamos á evitar: no entiendo tampoco solamente
aquellas ocasiones tan peligrosas y tan vehemen
tes, que tienen relaciones tan intimas con las in
clinaciones y afectos de nuestro corazon, que es
muy dificil, por no decir casi imposible, resistir
las: quales son esa conexion estrecha; ese trato fre
qüente y enamoradizo; esas correspondencias y
visitas freqüentes con esa persona de quien re
ciprocamente gustais; esos teatros que embelesan,
cuyo aparato provocativo enciende en el cora
zon una llama tan viva que discurre luego por
las venas, y abrasa á todo el hombre; esos li
bros detestables, que con una sola palabra des
piertan en el entendimiento mil reflexiones peli
grosas, y con la relacion de casos fabulosos ex
citan pasiones muy verdaderas; esas conversacio
nes tan contrarias al recato, que con un solo di
cho enseñan lo que jamas debiera saberse, y lo
que con tanta ¿ se olvida; esa pasion al
juego; ese frenesí de luxo y profanidad, que oca
sionan tan desatinados gastos, y que cercenan de la
caridad para dar prodigamente á la vanidad; esos
cargos, esos empleos, esos ministerios tan arries
gados, donde no se puede adelantar sino con injusti
Tom. III. X cias,
162 SERMoN
cias, ni mantenerse sino con viles condescenden
cias.
Todos los Theologos convienen en que estas oca
siones de pecar tan directas, tan proximas, y tan
ciertas por lo comun, son de suyo pecado mortal; de
suerte que no solo es pecado caer en ellas, sino
exponerse, empeñarse y permanecer en ellas; y
por consiguiente seria el error mas grosero ima
ginarse el hombre que puede apartarse del peca
da, sin apartarse de las ocasiones de pecar; por
que esto seria tener aun mismo tiempo voluntad
de no pecar mas, y voluntad de pecar todavia; pa
recer penitente y ser pecador; volverse á Dios exte
riormente, y mantenerseseparado de Dios. Las oca
siones de que me propongo hablar en esta Oracion,
son unas ocasiones que no tienen conexion tan di
recta y natural con el pecado; que no guianá él sino
lentamente y como por rodeos imperceptibles; que
no engendranel pecado; pero que le preparan, y le
allanan el camino: ocasiones remotas á la verdad,
pero que incitan y llevan poco á poco á las oca
siones proximas.
Recojo pues el discurso, y prosigo. Si amais
la ocasion del pecado, es indicio cierto que amais
el pecado: si no renunciais aquellas cosas que co
noceis ser para vosotros disposicion y preparacion
para el pecado, es argumento claro de que no abor
receis sincéra y verdaderamente el pecado. Luego
vuestra penitencia ni tiene ni puede tener sino una
vana exterioridad, una superficie y apariencia de pe
- Ill
soBRE EvITAR LAs ocASIONES. 163
nitencia solida y christiana. Verdad terrible, que
yo fundo en tres reflexiones sencillas y naturales,
pero oportunisimas para abriros los ojos é infundi
ros un temor saludable sobre la vanidad é insufi
ciencia, sobre lo pecaminoso tal vez, y sacrilega
hypocresia de esas penitencias falsas que residen en
vuestro corazon segun ponderais, y que no se
manifiestan en vuestras acciones. Sustento pues pri
meramente, que las penitencias de que con razon
deba asegurarse el pecador arrepentido, son mas
raras de lo que se piensa: en segundo lugar, que
de todas las penitencias dudosas y sospechosas nin
guna lo es mas que la penitencia que no llega á
cortar la ocasion del pecado: y finalmente, que
la penitencia que no huye de las ocasiones de pecar,
tiene claramente todas las señales y caracteres de
penitencia falsa. Continuadme vuestra atencion.
I. Y entended desde luego, que lo que des
truye la herencia de Jesu Christo, lo que llena de
sentimiento y lagrimas á nuestra madre la Igle
sia, lo que injuria á Dios mortalmente, lo
que roba á Jesu Christo el precio de su sangre,
lo que pierde y condena para siempre á los
hombres, es la inpenitencia aun mas que el pecado.
Volveos á Dios de corazon, ó pecadores: que
llorando vuestras culpas, le restituireis lo que le
quitasteis y recobrareis lo que perdisteis. Te
med el pecado antes de cometerle; pero des
pues de haverle cometido, nada temais tanto co
mo la impenitencia, porque la impenitencia consu
X2 1113l
I 64 . SERMoN
mala maldad y la plenitud del pecado,y pierde alpe
cador irremisiblemente. Qué impenitencia, me di
reis, causa tan horrorosos estragos? ¿acaso la impe
nitencia meditada, pensada de ante mano, conoci
da por el entendimiento, y confesada por el corazon?
Nó, amados hermanos mios: son ya raros, y á lo me
nos admiran todavia en este siglo depravado y per
vertido, aquellos hombres, que esclavos de la iniqui
dad tienen por complacencia y por gloria infernal
descender al sepulcro cargados con todo el horrendo
peso de sus abominaciones. Lo que llena el infierno
de precitos es una impenitencia disimulada y cubier
ta con el velo de penitencia: una impenitencia que
burla y entretiene á una alma que ni tiene valor para
ser del todo impenitente, ni resolucion para ser
penitente con sinceridad: una penitencia capaz
de engañar á los demas, y de halucinarnos áno
sotros mismos; pero incapaz de agradar y apla
car á Dios, aquel Dios que penetrando, como di
ce Tertuliano, aquel exterior austero y compun
gido con que se oculta una alma que engaña, ó que
está engañada, escudriña hasta los mas escondidos
senos del corazon para discernir la penitencia fal
sa de la verdadera. , .

Dichosos vosotros, y mil veces dichosos, los


que correspondiendo siempre con fidelidad á la gra
cia, no haveis permitido que vuestro corazon se
entregase á las locas alegrias de los placeres, ni
que vaguease al arbitrio de sus deseos por los
caminos torcidos de los pecadores: beatus vir
. qui.
SOBRE EVITAR LAS OCASIONES. I 65
qui.... in via peccatorum non stetit. (1). Si enten
dieseis bien los sustos tan mortales que acompañan
al deleite, ese deleite que con tanta velocidad
huye y desaparece, nada temeriais tanto á la ver
dad como ser presa de sus falsos halagos. Y no
hablo ahora de la congoxosa dificultad que cues
ta al pecador volverse á Dios, romper los esla
bones de las cadenas fabricadas por el vicio y la
sensualidad, destruir una costumbre nutrida, fo
mentada, fortalecida por el discurso de tantos años,
ahogar en lagrimas verdaderas una pasion vehemen
te que fue el embeleso y encanto de toda la vida.
Qué dificultades no siente en desasirse entre qué
perplexidades no fluctúa qué turbacion al pensar
solo en convertirse qué irresoluciones qué retroce
der con qué contradicciones, con qué prolixa incerti
dumbre está luchando el entendimiento confuso é ir
resoluto entre las luces que le hieren, y la tirania de
los antiguos habitos. Porque son muy raras las con
versiones verdaderas que se hacen sin costar mucho
dolor. El hombre no tiene tanto dominio sobre si
mismo, que esté en su mano adoptar de repente y
sin dificultad nuevas ideas y nuevas inclinaciones.
Son tan halagueños los lazos de la concupiscencia,
que el hombre siente violencia en romperlos, y mu
chas veces nunca sontan dulces como en la sazon en
que se esfuerza á romperlos: amamonos demasiado
para separarnos sin dolor de nosotros mismos; y
- - . - - por
(1) Psalm. 1. v. 1. - - -
-
- --- -

- - ---= - = - = - -- - - - *
---- - -

1 66 SERMoN
por obediente que sea la victima, algun suspi
ro exhala á lo menos al subir al altar.
No dudo que lo haveis experimentado voso
tros, amados oyentes mios, si os haveis apartado
de vuestras culpas; pero en vano os persuadis que
las haveis detestado, si no haveis sentido la difi
cultad que cuesta dexarlas, y si no dixisteis con
el Profeta, y con tanta verdad como él: beatus
vir qui.... in via peccatorum non stetit. No hablo
tampoco de aquella memoria triste que aflixe siem
pre á una alma penitente: qué es lo que hecho! yo
he ofendido á mi Dios soy un ingrato, un trai
dor, y la bondad con que me ha perdonado mis
culpas, me descubre con mas evidencia la grave
dad de ellas: haver abandonado, y hecho una
traicion tan vil á un Dios tan bueno y tan ama
bilisimo! quanto mas se olvida pues su Mages
tad de mis pecados, mas presentes los debo yo
tener, porque para quien conoce á este Señor be
nignisimo, el haverle desagradado una vez sola,
es motivo suficiente de sentimiento y de perpe
tuo llanto; y si hay algun hombre que no tenga
que desear nada, es por ventura aquel que no se
siente reo de culpa alguna. Beatus vir... -

Hablo unicamente del peligro que corre el


hombre de no volverse jamas á Dios de veras des
pues de haverse apartado de él una vez. Bien sé
que hay una especie de penitencia tan agradable
á Dios, como la inocencia misma: basta un ar
diente y profundo suspiro para aplacar su ira, y
1TC
soBRE EvITAR LAS OCASIONES. 167
recobrar su gracia; pero es necesario que este sus
piro, excitado por la gracia, nazca de lo mas
intimo del corazon; y el hombre distraido, y
que no está habituado á examinar su interior, no
sabe por lo comun lo que pasa dentro de sí, ni
hay cosa mas facil que engañarse en sus afectos,
y reputar el deseo de la penitencia, por la pe
nitencia; un proposito momentaneo de convertir
se, por la conversion; los sobresaltos de una
concienciatemerosa de los castigos que amenazan al
pecador, por el odio que debe tener al pecado;
los impulsos de la gracia que compele á la vo
luntad, por los esfuerzos de la voluntad que obe
dece á la impresion de la gracia. Con que hay una
penitencia tan capaz de condenarme, como mis
culpas, porque con pretexto de lavarlas, las fo
menta, y porque persuadiendome falsamente á
que las he llorado, solamente sirve para estor
bar que las llore. Qué sé yo pues si esta peniten
cia en cuya fé vivo tan asegurado, no es en sí un
nuevo delito, cuya satisfaccion pide otra peniten
cia? Yo oigo á S. Ambrosio, y con él á tantos
Padres y Doctores, afirmar que de tantos peca
dores como se han apartado de la amistad de
Dios, y que al parecer la han recobrado, hay mu
chos que se apartan mas de ella por su falsa pe
nitencia, de lo que se apartaron por su pecado.
Oígoles exclamar que mas facil es encontrar al
mas que jamas hayan delinquido, que no almas
que se hayan apartado sinceramente de las culpas;
y
168 SERMoN
y almas que jamas hayan caido en pecado mor.
tal, que no almas que lloren de veras sus delitos.
Qué motivo tan poderoso de sobresaltos y temo
res para un corazon tierno que se resuelva á amar
á Dios, y desear su salvacion!
Temores y sobresaltos, que permite Dios en
un corazon contrito para acabar de purificarle y
acrisolarle; temores y sobresaltos, que por la de
licadeza de la conciencia llegan tal vez á ser escru
pulos en almas pusilanimes; temores y sobresal
tos, que templa Dios quando es su voluntad en
una alma fervorosa con la efusion de su gracia,
mostrandole la muchedumbre de sus misericor
dias infinitas; temores y sobresaltos, que son mu
chas veces el ultimo beneficio, que hace á un pe
cador falsamente arrepentido su amor, que para
él espira ya; temores y sobresaltos, siempre bien
fundados en una alma que no se entrega entera
mente al exercicio de la penitencia. Quan pocos
son pues los que pueden tener el dulce consuelo
de no haver negado nada, antes de haver cum
plido enteramente con el deseo de satisfacer, y de
precaverse de los pecados y por consiguiente, qué
raras son las conversiones sincéras y verdaderas,
que puedan producir en una alma timorata la tran
quilidad y sosiego necesario! Por eso siento yo, y
es la segunda proposicion, que la penitencia mas du
dosa y mas sospechosa al parecer es aquella que no se
estiende á cortar y evitar las ocasiones del pecado.
II. Porque qué cosa es la verdadera peniten
cia?
soBRE EvITAR LAS ocAsToNES. 16
cia? Es un dolor, dice el sagrado Concilio de
Trento, de haver pecado, junto con proposito de
huir de la culpa: dolor est de peccato commisso
cum proposito non peccandi de caetero. Pero este
dolor, dicen los Padres y Theologos, ha de ser
un dolor verdadero, fundado en un vivo y cla
ro conocimiento de los grandes bienes que perde
mos por el pecado, y de los innumerables males
que nos vienen por el pecado; de suerte, que mi
rando el pecador arrepentido á Dios como á su
mo bien, al pecado como el mayor mal, y á la
salvacion como el unico y principal negocio que
merece todo su cuidado y desvelo, no sienta nin
guna desgracia tanto como la de ofenderá Dios,
de cometer la culpa, y de aventurar su alma: y
el proposito de apartarse del pecado ha de ser tal,
que prepondere á todos los deseos, y á todos los
temores que pueden afectar la voluntad; de suer
te que si residiese en nuestro corazon un solo de
seo, un solo temor que fuese superior, ó igual á
este proposito de evitar la culpa, ya no seria aquel
proposito saludable que debe preceder necesaria
mente á la gracia de la reconciliacion : dolor est.
Qué viene á ser pues un pecador verdadera
mente arrepentido ? Entendedlo alguna vez, y
nunca se os borre de la memoria. Es un hombre,
que lleno del amor de su Dios, y penetrado vi
vamente del temor de sus juicios, mira como el
mayor mal, como mal sumo, el desagradar á
su Dios y enojarle, el perder su amor, y ex
Tom. III, Y po
17o SERMON
ponerse al rigor de sus venganzas: es un hom
bre firmemente persuadido de que una mediania,
y aun la mas lastimosa pobreza con el temor de
Dios es mas estimable que todos los tesoros y de
leites del mundo; es un hombre que constituido en
la necesidad indispensable de anteponer su alma á
todas las cosas, ó de posponerla á quantas felici
dades deslumbran y lisongean mas en el mundo,
renunciaria todas las esperanzas temporales, antes
que aventurar las esperanzas eternas; es un hom
bre, que turbado, sentido, y lamentandose de las
desgracias que le han ocasionado sus delitos, que
llorando amargamente los estragos que la culpa ha
causado en su alma, y procurando repararlos con
apresurada diligencia, quisiera que huviese pereci
do el dia en que pecó; es un hombre que solo an
hela por la destruccion del pecado; que detesta
el pecado como horrible monstruo que le ha despo
jado del verdadero bien, obgeto unico y digno de
sus mas ardientes deseos; que le teme como un mal
en cuya comparacion todos los demas males son
quimeras y sueños vanos; es un hombre, cuyos
pensamientos, temores, esperanzas, inclinaciones,
todos conspiran principalmente y tienen por ter
mino el deseo de satisfacer por el pecado y evitarle.
Pero abstengamonos ya, amados oyentes mios,
de discurrir mas, y de profundizar esta materia:
no quiero yo juzgaros: haced vosotros mismos
juicio de vuestra penitencia, gobernandoos por este
caracter del pecador verdaderamente arrepentido,
- . .. ... VO
SOBRE EVITAR LAS OCASIONES. 17 1
vosotros, digo, que á beneficio de las luces que
Dios ha infundido en vuestras almas, haveis lle
gado á conocer que el origen de vuestros exce
sos es ese amigo relaxado que tan poco respeto
profesa á la religion, y que tanto dominio exer
ce en vuestra voluntad; esa casa de disolucion
y de escandalo ; esa conexion tan intima con per
sonas que interpretan vuestras virtudes á peca
do, cuya amistad ni os resolveís á romper, y
cuya censura no podeis tolerar; esas concurrencias
peligrosas, donde el mundo hace alarde de la pro
fanidad y vanidad de sus pompas, y donde se
respira un aire infecto que estraga el gusto de
la devocion , si ya no introduce el del vicio;
esos empleos peligrosos, esos manejos de nego
cios interesados, que despiertan la codicia con la
facilidad que ofrecen de enriquecerse; esas diver
siones, que fomentan el placer, que le avivan,
que le comunican impetu y vigor, despues de las
quales sentis siempre en vuestro interior una co
mocion peligrosa, un bullicio de especies impor
tunas, una funesta relaxacion, y de donde vues
tro entendimiento sale mas libre, vuestro corazon
menos christiano; esa disolucion y relaxacion de vi
da derramada en las aficiones del mundo, en el
estrepito, en los afanes, en las diversiones y pasa
tiempos del mundo; esa aletargada torpeza de una
alma, que amortiguada en la fé, y deseando ti
biamente su salvacion, no cuida de prevenirse con
tra los asaltos de las pasiones por medio de la vi
º Y2 gi
172 SERMoN
gilancia; del recogimiento, del retiro, del silen
cio, de la oracion, de la freqüencia de sacramen
tos, y exercicios de buenas obras; esa delicadeza;
esa cobardia del amor proprio, que temeroso de
hacer demasiado, nos reduce tan freqüentemente á
no praóticar lo que basta; ese tenor de vida tan co
tidiano en el mundo, y que de comun acuerdo
se mira como proprio de las personas de calidad;
esa tela y circulo perpetuo de negocios y de di
versiones, de trabajo y de descanso, de ocupacio
nes y de pasatiempos, de conversaciones, de co
nexiones, de proyectos, de negociaciones, de con
descendencias con los demas, y de condescenden
cias que exigimos para nosotros, de amistades de
masiadamente intimas, y de poco disimuladas an
tipatias, de apetitos demasiadamente vivos y en
teros, y de insensibilidad de conciencia, de te
meridad que se aventura á qualquier peligro, y
de estolidez que no se cautela contra ningun ries
go. Vosotros, que no podeis ignorar que todo
esto ha enervado vuestro espiritu, que ha causa
do en vuestra alma imperceptiblemente la deca
dencia de la piedad y de la religion, que ha afe
minado vuestro corazon, entregandole finalmente
inerme en manos de vuestras desenfrenadas pasio
nes: vosotros, que sabeis que vuestra alma benig
na y docil naturalmente, se dexa arrastrar del exem
plo, da entrada á todas las pasiones que otros
quieren despertar en ella, adopta todas las opi
niones que quieren inspirarle: vosotros, á quienes
COITS
SOBRE EVITAR LAS OCASIONES. 173
consta que vuestra alma es de un temple tan ar
rebatado é inflamable, que basta una leve como
cion para enfurecerla, y sacarla de tino, olvidan
dose de quanto ha pensado, y de quanto ha que
rido: vosotros, digo, que por una lastimosa ex
periencia sabeis la fuerza de la ocasion, y de vues
tra miserable fragilidad en la ocasion, y que sin
embargo no quereis huir de la ocasion: vosotros,
repito, ¿os parece que seriais aquel hombre ver
daderamente convertido que, desengañado de los
vanos deleites y de los bienes caducos de la tier
ra, no conoce otra calamidad mas digna de sus
lagrimas que el pecado, que está siempre dispues
to á qualquier sacrificio para expiar su pecado, y
que nada evita ni teme tanto como el pecado?
Ay, amado hermano mio! veote tan idólatra
de tu fortuna, que no solo no la expones á ningun
peligro manifiesto, sino que nunca crees que está
bien asegurada; y esto, porque segun el dicta.
men ciego de la codicia que te tiene esclavizado,
reputas por el bien mas estimable, por el mayor
bien de los bienes la opulencia mundana, la au
toridad, la opinion , las honras; y porque esta
misma codicia se asusta y se amedrenta con la
memoria sola de una vida pobre, de una vida ig
nominiosa. Quién se atreverá á proponerte que si
gas otra vez aquel comercio que te pareció poco
lucroso, que renueves la compañia con aquel ne
gociante cuya infidelidad ó negligencia menosca
bó tu caudal, que te empeñes otra vez en aquel
11C
174 SERMoN
negocio en que salieron frustradas tus esperanzas,
que fies tus intereses de aquel amigo infiel que te
faltó á la amistad? ninguno: porque la experien
cia de lo pasado te ha hecho desconfiado y cauto
para lo venidero, y porque notorio es que nadie
aventura gustoso lo que ama. Cómo pues seria po
sible que una alma que solo suspirase por la des
truccion del pecado, amase la ocasion del pecado,
la causa del pecado, y el origen del pecado? Pues
qué? ¿no es de la misma condicion el corazon del
hombre en el orden de la gracia y de la salva
cion, como lo es en el orden de la naturaleza y
de las pasiones? muda acaso de inclinacion, quan
do varía el obgeto de sus inclinaciones? Qué amor
pues de Dios es el que no teme el peligro de des
agradarle? qué odio al pecado puede ser el que
conserva á la ocasion del pecado todos los incen
tivos que nos la hicieron amable, y en fuerza de
los quales amamos despues el pecado? qué peni
tencia puede ser aquella que continúa en solicitar
quanto conduce al pecado, y quanto puede reno
var el pecado?
Y si esta es verdadera penitencia, decidme
pues, quál es la penitencia falsa? ¿No hay por ven
tura otros penitentes fingidos, sino los que profa
nan con serenidad de conciencia el mas augusto
sacramento, echando con un sacrilegio el sello á
todas sus maldades? Si asi es, borremos de las
sagradas Escrituras todas las maldiciones fulmina
das contra tantos hombres neciamente ilusos, que
bus
soBRE EvITAR LAs ocAsoNEs. 175
buscan á Dios, y no le buscan de todo corazon;
que se persuaden que le buscan, y realmente no
le buscan; que se lisongean que le aman, y no le
aman; que creen que se arrepienten, y no se arre
pienten. Neguemos aquellas verdades del Espiri
tu Santo, que nos declaran que solo Dios sondea
el abismo impenetrable del corazon humano; que
somos el ludibrio de nuestros pensamientos y de
nuestros deseos, de nuestros amores aparentes, y
de nuestros odios imaginarios: de nuestros falsos
pesares y arrepentimientos hipocritas; que una cul
pa llorada por el discurso de largo tiempo, no
siempre es una culpa llorada verdaderamente; que
despues de haver derramado la sangre de las vic
timas, de haver cargado el altar de ofrendas,
de haver quemado en el templo mucho incien
so, nos debe traer temerosos esa misma culpa
llorada con tantas lagrimas, expiada con tantos
sacrificios Neguemos la autoridad de tantos es
pantosos exemplos: de un Antioco que se humi
lla delante del Dios de Israel, que confiesa y llo
ra al parecer sus delitos, y no se convierte; de un
pueblo de Israel que en numerosisimo concurso
acude al templo, implora al Dios de sus padres,
abjura de sus falsas divinidades, y no se convier
te; de un Esau, que prorumpe en exclamaciones
horribles, que derrama un rio de lagrimas, y no
se convierte; de un Faraon, que se humilla, que
se reconoce , que cede , y no se convierte; de
un Saul, que gime, llora postrado á los pies del
pro
176 SERMoN
profeta Samuel, y no se convierte. Neguemos te
merariamente esas verdades publicadas en la Igle
sia, y que todos los dias se intiman en la cate
dra del Espiritu Santo; que la impenitencia mas
comun es aquella en que se precipita el pecador
por ceguedad y por ilusion; aquella impeniten
cia que asegura al pecador sin destruir el peca
do. -

Si, amados oyentes mios: ya veo que para


serenar vuestra conciencia, os ha sido indispensa
ble llegar á este extremo; porque ello es, que si
hay una penitencia falsa que engaña á los hombres,
siguese que hay una falsa penitencia que excita en
el corazon algunos deseos de convertirse, algun
amor á la virtud, algun odio al pecado, supues
to que esta penitencia nos engaña, y que sin es
tos antecedentes no nos engañaria. Pero es preci
so confesar que los deseos de esta penitencia son
muy desmayados y debiles, su amor muy imper
fecto, y el odio que al parecer muestra al peca
do es esteril é insuficiente, puesto que no contri
buye para nuestra justificacion. Porque, qué de
seos de salvacion mas ineficaces que los que no
impiden poner la salvacion en contingencia? qué
amor á la virtud mas imperfecto y amortiguado,
que aquel amor que no nos aparta de las ocasio
nes en que la virtud peligra? qué odio al peca
do mas infructuoso, mas vano, mas ineficaz que
el que subsiste y se compone con el amor á las
ocasiones del pecado? y por consiguiente, qué pe
ll
SOBRE EVITAR LAS OCASIONES. 177
mitencia menos segura, y menos verdadera que una
penitencia de esta naturaleza No lo digo aún to
do; pues no solo afirmo que de quantas peniten
cias que parecen inciertas y sospechosas, ningu
na lo debe parecer mas que aquella que no evita
las ocasiones de pecar; sino añado que esta peni
tencia considerada en sí misma tiene todas las se
ñales de una penitencia reprobada, porque no tie
ne caracter alguno de penitencia verdadera. Ter
cera reflexion.
III. En efecto, volvamos á la doctrina del
sagrado Concilio de Trento. La penitencia del
christiano ha de constar de dos partes esenciales:
de dolor, que con un arrepentimiento sincero y
verdadero deteste el pecado; y de proposito fir
me y eficaz de evitarle. Ved pues los discursos á
á que da lugar este principio, y las proposiciones
que de él se deducen. Si vuestro dolor fuese sin
cero, si vuestro arrepentimiento fuese verdadero,
no tendría la ocasion tantos incentivos y alicien
tes para aprisionar y cebar vuestro corazon; y si
vuestro proposito de conservar la gracia, fuese un
Proposito serio y profundamente grabado en el al
ma, quanto mas poderosa y provocativa fuese la
ocasion, mayor estudio pondriais en evitarla. Si
vuestro arrepentimiento fuese verdadero, él des
nudaria la ocasion del pecado de aquellos falaces
—halagos, de aquel fortisimo aliciente que con tan
ta viveza aprisiona vuestro corazon; pues un ar
repentimiento verdadero es un sentimiento pro
Tom. III. Z fun
178 SERMoN
fundisimo.
Considerad el estado de una alma quando la
antorcha de la fé, encendida por la gracia, des
truye el denso velo que encubria lo horroroso del
pecado herida y como despertando de un pro
fundo sueño, con los repentinos rayos de aquellas
nuevas luces, echa de ver el abismo donde se pre
cipitó: con qué amargura no se vuelve á su Dios
cómo se estremece de verse tan distante de él
d cielo santo, dice, á qué estado me hallo redu
cida dónde estoy ? qué será de mi? ó cruel pe
cado ó infelices deleites, que asi me haveis ro
bado á mi Dios, y no sé quando, ni cómo le re
cobraré es posible, Dios mio, que me haya ol
vidado yo de vos, y que haya llegado á tanto mi
locura no merezco, Señor, que me recibais en
vuestra amistad; mas no por eso dexaré de busca
ros : conozco que vuestra justicia debe repudiar
mis lagrimas; mas no por eso dexaré de derramar
las. Fluctuando entre el temor y la esperanza,
entre el amor y la vergüenza esta alma arrepen
tida, conociendose indigna de solicitar su gra
cia, encendida en el deseo de volverá ella, no
atreviendose ni á acercarse, ni á estarse quieta, no
halla consuelo sino en las lagrimas que vierte, de
seando que no se agote nunca el manantial de
ellas. Pregunto, en este estado qué incentivos pue
de conservar la ocasion de la culpa? Ay amados
oyentes mios si con verdad sintieseis los desvarios
de vuestra vida pasada, prorumpiria enemiº
- ... y afec
SOBRE EVITAR LAS OCASIONES. I 79
afectos vuestra alma á vista de los obgetos que
os engañaron. Aquel es, diriais, el amigo peli.
groso y fementido que me llevó por los caminos
de la maldad, que con sus lecciones , y con sus
exemplos mas perniciosos todavia que sus leccio
nes, me enseñó lo que yo debiera haver ignora
do eternamente, y que solo me amaba para per
derme aquella es la persona que arrebatandole
á Dios mi corazon, encendió en él el fuego de
una pasion funesta, que acaso no bastarán á apa
garle todas mis lagrimas en aquellas concurren
cias, en aquellos saraos tan expuestos se aficionó
mi corazon á los deleites pecaminosos, y sorbió
el veneno que le mató alli se rindió finalmen
te mi flaca virtud despues de haver luchado largo
tiempo contra el halago tentador del vicio
No me admiro ya, ilustres penitentes, cuya
memoria celebra gloriosamente la Iglesia, no me
admiro ya, que llevados en alas de la caridad que
volvió á prender en vuestros pechos, corrieseis á
enterraros vivos en los espesos y solitarios bosques
Porque quántos obgetos huviera ofrecido el mundo
ávuestros ojos , que reduciendo á vuestra memo
tia recuerdos melancolicos , os huvieran causado
un mortal tedio cómo era posible que David ar
repentido huviese tenido valor para ver la tierra
bañada con la sangre de Urias, sin regarla con sus
lagrimas? y tú, principe de los Apostoles, despues
de haver negado miserablemente á Jesu Christo,
ºPenas reconociste tu pecado, quando os vimos
Z2 huir
I8o SERMoN
huir apresuradamente de aquella casa tan fatalá
tu inocencia eggressus foras (1).
De dónde nace pues que sintamos nosotros
tanta dificultad en apartarnos de donde S. Pedro
huviera tenido mayor repugnancia todavia de no
separarse? nace de la diferente disposicion de nues
tro corazon. El dolor del santo Apostol era un
dolor intimo y verdadero; y nuestro dolor es un
dolor aparente é imaginario; su contricion era una
contricion interior y solida, una contricion de co
razon, una contricion profunda y constante; y
nuestra contricion qué viene á ser? una contricion
puramente exterior, que reside solo en las pala
bras, y dexa intacta el alma; una formula que se
pronuncia por costumbre, en fuerza de la qual se
juzga el hombre por suficientemente arrepentido,
solo porque le dice áDios que le pesa de sus culpas:
una contricion artificiosa y estudiada; pues como
sabe el pecador que no dexa de desagradar á Dios
sino en tanto que dexe de complacerse á sí mismo
pecando, esfuerzase, señorease, dominase y se
compele á sí mismo á prorumpir en una demos
tracion de dolor, á exhalar un suspiro; pero la
contricion reside en el entendimiento, sin hacerse
sentir en el corazon; y queriendo en algun modo
arrepentirse, no se arrepiente : una contricion su
perficial, que llega á tocar el corazon, pero no
se interna; que le inquieta, pero no le ablanda;
que
(1) S. Math, cap. 26. v.75.
soBRE EvITAR LAs ocASIONEs. 18 r
que le comueve, pero no le penetra; una contri
cion tibia é indiferente, que mas es una resolucion
aparente de apartarse del pecado, un pesar verda
dero de haverle cometido, y un deseo de no ser
ya pecador, que un sentimiento de haverlo sido:
una contricion suave y pacifica que se excita y se
destruye, naciendo y muriendo en el alma sin per
turbar la tranquilidad y paz del corazon. De mo
do, que asi como pasais con facilidad de la pe
nitencia al pecado, con la misma volveis del pe
cado á la penitencia, cometiendole y llorandole
con la misma facilidad y veleidad.
Y no me digais que aunque el dolor no sea
tan vivo y tan interno, no por eso es menos sin
cero y verdadero. Porque yo os responderé con S.
Ambrosio, que la penitencia que justifica al peca
dor es aquella penitencia que llora el pecado; con
S. Agustin, que no siente como debe el corazon
el pecado quando tiene libertad para negarle sus
lagrimas; con S. Juan Chrisostomo, que no debe
ser creido aquel pecador que, para manifestar su
penitencia, se vale de otra voz que de la de sus
lagrimas; con S. Basilio, que una penitencia que
no llora nada, de nada se arrepiente; con S. Gre
gorio, que solo nuestras lagrimas pueden lavar
nuestros pecados; con S. Leon, que las lagrimas
de la penitencia son el bautismo del pecador; con
el sagrado Concilio de Trento, que la penitencia
es un bautismo de lagrimas, y llanto copiosisimo:
panitentia, baptismus non sine magnis Jetibus.
182 SERMoN
Y sobre todo os responderé con el mismo santo
Concilio que si el dolor, en que consiste esencial
mente la penitencia del christiano, no es siempre
un dolor afectuoso y sensible que se manifieste con
lagrimas y suspiros, debe ser un dolor penetran
te y profundo que quebrante el corazon, que le
aflija, que le anegue y sumerja enteramente : y
por consiguiente, si la desgracia de haver ofendido
á Dios os causase un dolor verdadero y entrañable,
no amariais ciertamente aquellas cosas que os ex
ponen á ofenderle de nuevo. A lo menos lo que
tiene la ocasion de peligroso para la virtud, prepon
deraria á lo que tiene de agradable para la pasion;
y asustandoos mas con los peligros que la acom
pañan, de lo que os halagase con los gustos que
promete, quanto mas provocativa se os represen
tase, con mas celeridad la evitariais y huiriais.
Porque, decidme, la resolucion que haveis for
mado de evitar la culpa, es una resolucion sincera,
firme, valiente y total? Pues si asi es, sin duda es
tais resueltos áresistir á toda ocasion, áreprimir qua
lesquiera pasiones que ella excite,á enfrenar el brio
de la concupiscencia que enciende la presencia de
esos obgetos provocativos y poderosamente tenta
dores, que con una secreta fuerza y casi irresistible
sacan de quicio al alma, la encantan, la enagenan,
causando cierta perturbacion soñolienta, cierta em
briaguez que embarga en algun modo la razon,
que ofusca la é, y que subleva todos los apetitos
contra la virtud. Con que estais sin duda deter
IIl 1
soBRE EvITAR LAS ocASIONEs. 18
minados á manteneros firmes en aquellos peligro
sos momentos, en aquellas criticas, coyunturas,
cuya violencia haveis experimentado tan repetidas
veces. Pues yo os digo, que si fuese verdad que
estuvieseis resueltos á mostrar con la gracia de Dios
la firmeza y constancia necesarias en estas ocasio
nes, por el hecho mismo os hallareis prontos y dis
puestos á apartaros de ellas por vosotros, por vues
tra quietud propria, por el amor de vuestro Dios,
y aun por el vuestro. -

Me direis que esperais vencer. ¿Con que se


gun eso no ignorais que es indispensable pelear 2 y
qué batallas? Quebrantar vuestras mas idolatradas
inclinaciones, reprimir vuestras pasiones desman
dadas é indomitas; contener los impetus rebeldes
de una concupiscencia, que despues de haver es
tado algun tiempo dormida, vuelve á excitarse
con movimientos y alteraciones terribles ; hacer
frente á los rapidos progresos de una llama adul
tera que penetra hasta la medúla de los huesos;
combatir contra todo el infierno, que con tan fu
rioso empeño silicita vuestra perdicion, enemigo
tanto mas temible, quanto que tiene mejor sabi
dos los caminos de herir vuestro corazon, el qual
de acuerdo con él acaso conspirará tambien para
vuestra ruina. Ahora pues, no considerais que os
costará menos huir que pelear ? no despertar las
pasiones que domarlas? quedaros en la orilla, que
luchar contra las soberbias olas de un mar em
bravecido? y no prender la llama que apagar el
-- 11
184 SERMoN
-

incendio? - -

Qué necesidad hay, exclamaba S. Geronimo,


de exponerse y asistir á esas casas de disolucion,
donde si el hombre no quiere perecer miserable
mente, ha de estar siempre con las armas en la
mano! Y yo os digo qué atractivos quereis ha
llar en esas ocasiones, donde, si no quereis ser ven
cidos, estais necesitados á sustentar continuamen
te nuevos combates? Pero yo me engaño; que no
quereis, no, vosotros batallar; es el hombre muy
amigo de su comodidad y sosiego para buscar las
ocasiones con intento de resistirlas. Hombres de
carazon doblado, gritaba el Profeta, hasta quándo
haveis de amar el engaño y la mentira? no os ha
veis de avergonzar nunca de las horribles contra
dicciones en que incurris continuamente? Quando
los ministros de Jesu Christo os afean en el tribu
nal de la penitencia vuestras flaquezas, la sensua
lidad de vuestra vida, vuestras miserables caidas;
ay padre, exclamais, cómo es posible que no cai
gamos? somos de tierra y barro quebradizo, so
mos tan flacos, y las pasiones tan vehementes; es
tan dificil en la destemplada region del siglo don
de reyna un ayre tan infecto, conservar la flor de
la inocencia tan preciosa por un lado, pero tan
fragil y delicada por otro; tropezamos á cada paso
con mil encantadoras sirenas cuya suave y hala
eña voz se introduce hasta lo mas intimo del
alma; de modo que el hombre pierde luego el ti
no, y no sabe de sí ni lo que es, ni lo que debe
SCT:
sobre EvITAR LAs ocASIONEs. 183
ser: finalmente puesto en la ocasion se olvida de
todo y se olvida de sí mismo. -

¿Con que sabeis que puestos en la ocasion, os


olvidareis de vosotros mismos; que si volveis á la
ocasion, caereis bien presto en pecado; que el huir
la ocasion es indispensable al que quiere evitar el
pecado? Asi es. Pero vosotros lo sabeis, y no lo
sabeis: lo sabeis quando se trata de escusar vues
tro pecado, de paliar vuestro pecado, de mino
rar vuestro pecado, de vivir seguros y tranquilos
en vuestro pecado; lo sabeis quando se trata de
ganar, de ablandar, de inclinar á los ministros de
Jesu Christo, de sobrecogerlos, y si podeis, de
engañarlos: pero no lo sabeis, y afectais no sa
berlo, quando se trata de ocultaros, de encubri
ros, de disimularos vuestra impenitencia : lo ig
norais, y quereis ignorarlo quando se trata de po
ner remedio al pecado, de cautelaros contra el pe
cado, de cortar la raíz del pecado: lo sabeis quan
do á vuestra pasion le conviene no ignorarlo; y
lo ignorais quando á vuestra pasion le conviene no
saberlo.
Hay ciertos dichosos momentos, ciertos ins
tantes de luz que debemos á la gracia de Jesu
Christo, en que la religion se avigora, la concien
cia se aviva, en que ven los hombres claramente
las conseqüencias horrorosas del pecado, en que
piensan seriamente en la reforma de sus costum
bres, y discurren los medios para ella; pero esto
ha de ser sin perjuicio de cierto tenor de vida que
- Tom. III. Aa SG
186 SERMoN º

se han formado segun las ideas del mundo y dic


tamenes del amor proprio. La ambicion , la
vanidad, el interes, el amor al deleite dirige
la distribucion particular y gobierno de su vida,
Asisten indefectiblemente á todas concurrencias
con el empeño de lucir en ellas, de deslucir, si
es posible, á los demas, de hacerse mas notables
que los demas concurrentes; y por esto se va
len de todos los auxilios con que el arte, la cos
tumbre, la moda realzan las gracias naturales:
sin embargo que no ignoran que con esta conduc
ta dispiertan las pasiones del proximo, y que es
tas pasiones asi excitadas se corresponden alguna
vez con el corazon que las engendra, de tal modo
que le abrasan reciprocamente : y que al deseo de
agradar se ha de seguir la complacencia de haver
agradado, á la complacencia de haver agradado el
temor de desagradar, y que no se ha de poder con
servar lo que se adquirió con tan afectados atracti
vos, sino con pecaminosas condescendencias. Por
esto viven suave y regaladamente, disfrutando los
gustos que da de sí la juventud, y una fortuna opu
lenta; sin embargo que saben que esto no es po
sible, sin encontrarse por estos caminos del vicio
con mil ocasiones de pecar, y que andando por
ellos se rindieron mil veces á la tirania del peca
do. Por esto complacen al mundo, y á este fin de
ponen cierto exterior que predica reforma y mue
ve su indignacion; aunque bien saben que para
conservar las mercedes
- 3, .
que reciben ...en la Eucha.
, , y . 13
SOBRE EVITAR LAS OCASIONES. I 87
ristia, es necesario nutrir la virtud con este celes
tial bocado, pues les consta que al paso que se
apartaron de esta fuente de santidad, su fervor se
entibió, y crecieron y se avivaron sus pasiones;
aunque saben tambien que para sanar las llagas de
un corazon cancerado por la culpa, es necesario
guardar retiro, habituarse al trato con Dios, gus
tar de la soledad; y que para alimentar su cora
zon, y entendimiento con las verdades de la fé,
es necesario desterrar de él los pensamientos del
mundo con la leccion de libros espirituales, con
servar la delicadeza de la conciencia, y ablandar
el corazon con oracion fervorosa. Por esto viven
segun el espiritu y maximas del mundo, esto es,
que lo han de ver todo, oirlo todo, concurrir á
todo, no rehusarse á nada; y aunque esta vida
mundanal ha sido siempre una vida llena de es
collos y tormentas, una vida expuesta á naufra
gios y á miserables caidas, no importa; ellos se
prometen mayor fortaleza y constancia en adelan
te: y por qué se lo prometen? Aqui se encierra,
christianos, el misterio de iniquidad. Prometen
selo para halucinarse y tranquilizarse; para serenar.
su corazon y libertarle de las importunas inquietu
des de la gracia. Por una parte no quieren sobre-.
saltar su conciencia, confesando en su interior que.
quieren permanecer en el pecado; y por otra no
quieren contristar su concupiscencia, negandola
las ocasiones de pecar; y asi hacen quanto pue
den para concordar la conciencia y la pasion, que
- Aa 2 rien
I88 SERMoN
riendo segun esta permanecer en la ocasion, y
prometiendo segun aquella resistir á la ocasion.
Atribuyen á la conciencia deseos , resoluciones,
palabras; pero hacen á la pasion el organo de los
movimientos é inclinaciones del corazon, de las
acciones y de la conducta. Deslumbranse final
mente, engañanse á sí mismos; pero no engañais
á Dios, ni aun al mundo, ó almas ilusas, que
mientras os vea andar por sus caminos, os mar
cará por siervos y sequaces suyos.
Penitencias vanas y quimericas, que solo re
siden en la imaginacion ; penitencias reprehensi
bles, que ultrajan de nuevo á Dios; penitencias
funestas, que consumen el misterio de la reproba
cion; penitencias fragiles y de corta duracion, que
quitada la mascara, suceden bien apriesa otras
abominaciones á las primeras. Entended pues, que
si amais la ocasion del pecado, ni estais verdade
ramente convertidos, ni tardareis mucho en re
caer en la culpa. Haveis visto en la primera Par
te que una penitencia que no llega á huir y evi
tar las ocasiones de pecar, es una penitencia du
dosa y sospechosa, que os debe traer justamente
sobresaltados. V ereis brevemente en la Segunda,
que es demas de esto una penitencia fragil éin
constante de que debeis vivir desconfiados.
soBRE EvITAR LAsocASIONEs. 189
SEGUNDA PARTE.

Legar á persuadirse el hombre, que se halla


restituido á la amistad de Dios, mientras su
corazon ama la ocasion del pecado, es una ilusion;
llegarse á prometer que las ocasiones á que se ex
pone, no le desviarán de los caminos de la salva
cion , adonde cree que se halla reducido por la
penitencia, es una esperanza vana. En efecto, en
qué podrá confiar un pecador arrepentido que se
expone á la ocasion del pecado? acaso en sí mis
mo, siendo tan flaco, y teniendo millastimosas.
experiencias de su fragilidad? acaso en su Dios?
pero concederá este Señor al hombre fortaleza pa
ra vencer los peligros que le manda evitar, y á que
se expone él mismo voluntariamente?
I. No espereis, christianos, que me detenga.
á ponderaros la fuerza de la ocasion, y la flaque
za del hombre; no os dire yo que debilitado por
su infecto origen halla en sí mismo peligros inevi
tables, é impedimentos de su salvacion, que con
mucha dificultad llega á vencer; que no solo tie
ne que recelarse mucho de los obgetos que le ro
dean, sino que apenas puede defenderse de los
impetus de sus inclinaciones. No exclamaré, her
mano mio, que obres tu salvacion con temor y
temblor que las tenebrosas grutas y soledades
horrorosas no han podido tal vez asegurar la vir
tud de los Anacoretas; que algunos cayeron á la
SOIIl
19o SERMoN
sombra de la misma cruz de Jesu Christo, cuyos
lastimosos exemplos quiere Dios que reduzca
mos á la memoria para avivar nuestra vigilancia;
que una vista, una mirada indiscreta bastó para
convertir á David, aquel príncipe cortado por
el corazon de Dios, en un principe adultero y ho
micida; que los falsos halagos de las mugeres es
trangeras pervirtieron al Rey mas sabio, y des
honraron torpemente su vejez; que el principe de
los Apostoles olvidó las protestas de su fidelidad
á la voz de una criada, y á la vista de su Maestro.
Tampoco os dire que la ocasion es un formidable
escollo, donde tarde ó temprano naufraga la vir
tud mas arraigada; y que el hombre es un vaso
quebradizo que se rompe al menor encuentro. So
lamente os pregunto: qué viene á ser un pecador
convertido? Es una ciudad tomada por asalto, que
acaba de desamparar el enemigo sin haverle da
do todavia lugar para reparar y cerrar las brechas:
es un hombre, cuyo corazon viciado y afemina
do, sin reparo ni defensa alguna, queda expuesto
á todos los tiros que el infierno asesta; porque ade
mas de su fragilidad natural, hay en el pecador
la flaqueza que dexa en él la culpa; y confieso que
por esta parte especialmente me parece temible,
el pecado: y asi me parece que es mas dificulto
so no recaer en él, que levantarse, particularmen
te quando el hombre anda descuidado en evitar
las ocasiones; porque en un instante prende otra
vez la llama que se creía apagada. Una alma,
- 1
SOBRE EVITAR LAS OCASIONES. 19 I
bituada largo tiempo al exercicio de la virtud, ali
mentada con la consideracion de las verdades eter
nas, habilitada para pelear con los muchos triun
fos que alcanzó, podria tal vez salir victoriosa de
la ocasion; pero tú, miserable pecador, cuyo en
tendimiento está todavia embebido en el espiritu
del mundo, cuyo corazon se saborea todavia con
los deleites del mundo, cómo resistirás? piensas
que el obgeto que te ocasionó el pecado, ha per
dido la fuerza para no volverle á ocasionar? pien
sas que tu penitencia se mantendrá incontrastable
en aquel peligro que tan repetidas veces triunfó
de tu virtud y de tu inocencia? Ay, que si no
puedes reprímir la inclinacion que te arrastra á la
ocasion del pecado, y esto quando te tienes por
hombre convertido; cómo, puesto en la ocasion,
dominarás el apetito que te arrastra al pecado?
quien no tiene arbitrio para huir, cómo se de
fenderá? - ... )

II. Yo confio, me diras, en la gracia de Dios,


que me sacará víctorioso. Pues no sabes que tiene
dicho Dios, que dexará de su mano al pecador
que temerariamente se expone en la ocasion? Oid,
almas irresolutas y vacilantes, oid esta sentencia:
impossibile est eos qui semel sunt illuminati, gus
taverunt etiam donum caleste.... es prolapsi sunt,
renovari ad panitentiam (1). Palabras son del
Apostol, ó por mejor decir, asi se explica el Es
pi
(1) Ad Hebr, cap. 6. v. 4. y 6. . . . . . .ºs ,)
192 SERMoN
piritu Santo por boca del Apostol. Pasarán el cie
lo y la tierra; pero estas palabras irrevocables no
pasarán. Siguese pues de aqui que hay pocas con
versiones verdaderas; ¿porque quántos christianos
no vemos que apenas se levantan de la culpa,
quando vuelven á caer por no vivir precavidos
contra las ocasiones de pecar? Argumentemos
quanto queramos; engolfemonos en esperanzas
quimericas; prometamonos gracias y fortaleza, que
seguramente nos faltarán en los peligros, que no
sotros nos busquemos por nuestra mano y que no
procuremos evitar; pues Dios se reirá de nuestras
esperanzas, y sus palabras se cumpliran indefecti
blemente: impossibile est, ebc.
Bien sé yo que el hombre puede con la gra
cia resistirse al pecado, y salir del profundo abis
mo en que se precipitó: no ignoro que muestro
corazon está en manos de Dios, y que su gracia
es aquella poderosa voz que estremece los desier
tos, y desarraiga los cedros del Libano : Vor Do
mini confringentis cedros : vor Domini concutien.
tis desertum (1). , , , , , ,, , ,, ,, o
Pero ay hermanos mios! no malogremos nues
tro entendimiento en discursos sin fruto. Los con
sejos de Dios son incomprehensibles: él sabe bien
lo que quiere, y hasta dónde alcanzan nuestras
fuerzas: él dixo estas palabras al Apostol de las
gentes, y se cumplirán en efecto. Pensad en ellas,
- - VO

(1( Psalm. 28. v. 5. & 8. . . . . . . . ...a.


SOBRE EVITAR LAS OCASIONES. I93
vosotros que os hallais en gracia de Dios; pen
sad en ellas, quando el halago de un engañoso de
leite os estimule, quando la esperanza lisongera
de una ilicita ganancia os tiente, quando un amigo
infiel solicite precipitaros otra vez en el derrum
badero de la culpa, quando volvais á sentir los
estimulos de la pasion. A dónde me voy á des
peñar? haveis de deciros, entonces: qué es lo que
voy á hacer? quién me sacará libre de esta ocasion?
yo confio que tendre fortaleza para resistir, y
Dios me intima que quien ama el peligro, pere
cerá en el : yo me persuado que aunque caiga, no
tardaré en volverme á Dios, y Dios me dice que
corro sumo peligro de vivir apartado de su Mages
tad: yo espero salvarmeno obstante mitemeridad,y
Dios me desengaña de que espero envano: para
salvarme yo, era preciso que se falsificaran las pa
labras del Espiritu Santo , ó que eximiendome
Dios de la ley ordinaria, obrase en mi favor mi
lagros su divina gracia: era preciso digo que Dios
obrase estos milagros, milagros de que yo soy
tan indigno: y porqué era preciso que los obrase?
porque no hay corazones menos á proposito para
perseverar en lo bueno, que esos corazones tan
habituados á admitir sucesivamente las impresio
nes del amor y del aborrecimiento del pecado,
los deseos de la virtud y los de la culpa: y tu eres
una de aquellas almas volubles, flacas, inconstan
tes que de todo se aficionan, y en nada perse
veran; que de todo se enamoran, y nada las fixa;
Tom. III. Bb que
1 94 SERMON -,

que á todo ayre se mueven y nada las detiene: ca


ñas fragiles que al menor viento se mueven, que
todo las impele, que todo las sacude, que todo
las arrastra, y nada las sugeta tu eres una de
aquellas almas que ya lo quieren todo, ya no quie
ren nada; que jamas son enteramente del partido
del pecado, ni del de la virtud; que temen con
denarse sin querer jamas de veras su salvacion:
y Dios no admite sino corazones firmes, constan
tes, generosos, que ni se dexan inclinar, ni arras.
trar: la verdadera penitencia es una resolucion
valiente, incontrastable: un deseo serio y eficaz:
y cómo creeré yo que son estos los afectos de tu
alma, quando veo que te expones tan estolidamen
te á los peligros de tantas ocasiones de recaer en la
culpa? - -

Y quando estuvieses seguro de que tu volun


tad estaba pronta para seguir los caminos verdade
ros de la virtud, tendrias en tu mano la gracia, sin
la qual todas tus resoluciones serian de ningun efec
to? te la concederia Dios? y si desobedecerle, es lo
mismo que abandonarle, qué puedes esperar, ó in
grato, sino que Dios te desampare en esas ocasio
nes en que te pusiste contra su diviña voluntad?
Acuerdate de sus beneficios, y conoce alguna vez
la ruindad de tu proceder. O cielo santo en qué es
tado te hallabas quando el Señor se dignó mirarte
con benignos ojos? Engolfado en el bullicio del
mundo, oprimido de negocios, sepultado en el
funesto sueño, y profunda embriaguez del peca
do,
soBRE EvITAR LAS OCASIONEs. 195
do, te despeñabas inconsideradamente de delito
en delito: no se pasaba dia sin nueva maldad, sin pen
sar en tu salvacion, ni en la eternidad, ni en la pe
nitencia: el infierno estaba anhelando por su presa,
abriendo su horrenda boca para tragarte : y no
dexando de cometer contra Dios nuevas injurias,
callaba este Señor, llevandolo todo en pacien
cia. Pero qué digo? Comovieronse sus entrañas de
misericordia, despertó la voz de tu conciencia,
centelleó la luz de su gracia; viste el peligro, y
estremecido, quisiste volver atras; pero él te re
cibió con los brazos abiertos, movió tu corazon,
excitó en él deseos de una nueva vida; destiló en tus
ojoslagrimas de penitencia, y apenas empezaron á
correr, quandose apagó el fuego de su ira. Qué mas
quieres de su amor? y hasta donde llegaria tu in
gratitud, si te arrojases inmediatamente de sus
brazos, si te expusieses ansiosamente á venderle,
á abandonarle, á insultarle? Te prometerás que te
buscará de nuevo apresuradamente, que te segui
rá los pasos por esos caminos torcidos, por don
de indiscreta y temerariamente anduviste? ¿Es bue
no que no puedes sacrificarle lo halagueño de la
ocasion, y crees que desnudará á la ocasion de sus
peligros? ¿Te atreverás á esperar de él todo pa
trocinio, no haciendo tú nada por él ? Por otra
parte, qué quieres que haga mas por ti? él te ha ma
nifestado todo el horror y toda la gravedad de la
culpa: tu has considerado la inmensa duracion de
la eternidad, y esta terrible consideracion parece
Bb 2 que
196 SERMoN
que ha perdido para ti todo su asombro y efectos
estupendos: las verdades formidables de la religion
no hacen ya en ti sino una ligera impresion; co
moviaste en otro tiempo facilmente, y hoy na
da te hace fuerza, nada parece que es capaz de
enfrenarte; é insensible á la calamidad que te
anuncio, acaso no te estremeces, al paso que yo te
temo tanto. En qué libras pues tu confianza? Acaso
esperas que ya que no te aproveches de la gracia
para no caer, á lo menos te aprovecharás de ella
para levantarte de la culpa? acaso esperas recom
pensar con el numero de tus confesiones el nu
mero de tus pecados ? Pero de qué sirve esto?
quereis que yo os lo diga? Sirve para adorme
ceros en la culpa, para embotar vuestra concien
cia, para avigorar vuestras pasiones, para afemi
nar vuestro corazon, para hacer mas indisolubles
los lazos de vuestros pecados, para fortificar vues
tros malos habitos, para indignar á Dios con esta
conducta temeraria, inconstante, voluble, cegan
do para siempre el manantial de las gracias con
el indigno abuso que haceis de ellas. Que un pe
cador que no ha gustado jamas de las delicias de
la virtud, que solo da oidos á la voz halagüeña
de los placeres, y vive siempre sordo á la voz de
la gracia, que no ha experimentado jamas las con
solaciones interiores con que este benigno y com
pasivo Señor suele bañar las almas verdaderamen
te arrepentidas, se aventure temerariamente á
perderse para siempre, locura es conocida, aunque
I1O
soBRE EvITAR LAs oCASIONEs. 197
no tiene nada de estraño; pero vosotros, que ha
veis gustado por experiencia propia quán suave es
el Señor; vosotros que apreciabais tanto el gozo
de una buena conciencia, descargada de la pesa
dumbre de los pecados, que no podiais disimular
su contento; que volvais á entregaros al amor de
las criaturas, que desprecieis los peligros, y que
os expongais al riesgo de desamparar á vuestro
Dios, y á ser desamparados de él, á quién no
pasmará? De qué sirve esto? repito. Sirve para
condenaros con una funesta ilusion; porque para
impedir el demonio que hagais mas obras meri
torias, él procura persuadiros que bastan las que
haveis hecho; que con la demasiada circunspecion,
con la demasiada vigilancia y timidez se hacen
mas peligrosas las tentaciones; que es necesario
fiarnos de nosotros mismos, de nuestros proposi
tos, y de la virtud de los sacramentos: y ay!
que quando él nos habla este falaz lenguage, rara
vez dexamos de darle oidos, y de caer, dandose
los De qué sirve esto finalmente? Sirve de lle
nar de recelos y temores á los ministros de Jesu
Christo, que temen haver administrado su precio
sisima sangre á unos hombres disimulados, que no
descubrian lo que eran, que confesaban los peca
dos sin declarar sus malos habitos y costumbres, que
no tanto deseaban el remedio de las heridas de su co
razon, quanto ocultarlas. En efecto, qué juicio he
mos de hacer nosotros de la sinceridad de vues
tros propositos, quando vemos que tan sin cau
te
198 SERMoN
tela os exponeís despues á los incentívos del vicio:
¿y quando vuestro arrepentimiento hubiese sido
verdadero, podemos esperar que sea constante?
Sin embargo la felicidad eterna está aligada
solamente á la perseverancia. Piensa en ello, ama
do hermano mio, y estremecete de tu inconstan
cia no menos que de tu temeridad. Pide á Dios
aquella circunspeccion, aquella prudencia que hu
ye hasta la sombra del pecado: no prestes ya oidos
á un mundo pervertido. Cree lo que te dicen los
Santos, los Santos que tienen bien sabido lo que
dicen: cree á tu propia experiencia, por donde
te consta con tanta certidumbre quán fragil eres:
sacrifica á la virtud los deleites de la concupiscen
cia, y hallarás en ella un manantial fecundo de de
licias puras, una profunda paz, una tranquilidad
apacible é inalterable, que te hará gustar en el
mundo un preludio de los gozos eternos, que yo
te deseo en el nombre del Padre, del Hijo, y
del Espiritu Santo. Amen. -

SER
I

SER MON
SOBR E LA PROBIDAD
Y LA RELIGION.

JUEVE
PARA Ezsemana spE LA TERCERA
de Quaresma.

Noli esse incredulus, sed fidelis.

No seas incredulo, sino fiel. San Juan cap. 2o.


v. 27.

Ue la fé de la resurreccion de Jesu-Christo,
hallase contradicciones en los Escribas, en
los Fariseos y en los Pontifices que en
fuerza de sus erradas ideas, pasiones y convenien
cias propias tenian tanto empeño en deprimir, en
desacreditar, en disputar, en negar la gloria de los
milagros del Salvador, ni os admira ni os de
be admirar; pero que un Apostol obligado á
Christo nuestro bien con los vinculos de tantos
beneficios y favores, testigo de tantas virtudes y
prodigios; instruido é informado por el unani
me testimonio de los demas Apostoles, se resis
tiese á creer con una obstinacion tan reprehensible,
de
2. O O SERMoN
debiera ciertamente asombrarnos, y nos asombra
riamos á la verdad, si lo que sucede entre nosotros
no comprobase las dudas temerarias que leemos
de este infiel Apostol ; porque, siendo como so
mos discipulos de Jesu Christo, criados y alimen
tado en el gremio de nuestra santa Madre Iglesia¿no
hay fundamento para decir que esta Religion san
ta que profesamos, es tan poco conocida entre
nosotros, como entre las naciones donde no se ha
publicado jamas? Ignorancia verdaderamente mas
culpable, porque no es efecto del nacimiento, de
la educacion, y de las preocupaciones, sino obra
de la voluntad, del arte, del estudio; ni es una
ignorancia que recibimos de otros, sino una igno
rancia que nos adquirimos y grangeamos por no
sotros mismos. Cierto espiritu de vana curiosidad
de disolucion, de libertinage, de impiedad, disi
mulado con el velo de espiritu de reflexion, de
ciencia, y de sistéma ha ofuscado con tales som
bras la Religion, que parece hemos olvidado lo
que ella es, y lo que somos nosotros. Explicaré
1I1C, - -

Ya veis, amados oyentes mios, y bien sé que


si todavia sentis algun amor á la fé no podeis ver
lo sin tomar parte en mi dolor y en el desasosiego
de mi zelo: ya veis digo, que sobre las ruinas del
Evangelio de Jesu Christo se va levantando la fa
brica de un Evangelio de probidad mundana, á
que reducen los hombres todas las leyes de la razon
y de la religion; que intentan convertir al pueblo
chris
--

SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2. O I


christiano en un pueblo filosofico; que reducen
la suma de todas las virtudes al bien publico, á
las obligaciones de la vida civil, á la paz de la
sociedad; que no conocen, ni quieren conocer
otras leyes, ni otros principios, ni otra norma de
costumbres y acciones; que tienen por glorioso
timbre despojarse, y degradarse del nombre de
christianos, preciandose de que los tengan por
dignos del nombre y caracter de hombres de bien.
De aqui procede aquel gloriarse, aquel gallar
dearse de tantos impios que se mofan de la Re
ligion como de una cosa que de nada sirve al mun
do, porque no entienden que la verdadera y sa
na probidad no tiene otros fundamentos mas soli
dos que la Religion: de aqui aquella floxedad y
tibieza de tantos malos christianos, tan descuidados
en el cumplimiento de lo que la Religion les
manda, porque estan persuadidos que las obliga
ciones de christiano se encierran en las de la probi
dad. Creer que la probidad no necesita de los au
xilios y apoyo de la Religion: creer que las obli
gaciones que la Religion impone, se limitan á las
leyes de la probidad, son dos errores, á los qua
les contrapongo dos proposiciones, en que divi
diré la materia de este Discurso. Para ser perfecto
hombre de bien segun el mundo, es indispensable
la Religion ; proposicion y punto primero. Para
ser verdaderamente christiano, no basta ser hom
bre de bien segun el mundo: proposicion y pun
to segundo. En una palabra, sola la Religionhom
hace
Tom. III. Cc
2O2, SERMoN
hombres de bien verdaderos; y el ser hombre de
bien solamente no basta para ser verdaderamen
te christianos. Imploremos la gracia por la interce
sion de Maria. Ave Maria.

PRIMERA PARTE.

S , amados hermanos mios, no temais decir de


todo hombre sin religion, que no tiene ver
dadera probidad; que su probidad es una probi
dad vana y sin solidez, probidad fragil y vaci
lante, probidad aparente y exterior por lo co
mun; que por mas cordura, por mas equidad,
y por mas desinteres que aparente en su conduc
ta, jamas será otra cosa todo ese aparato que un
bosquexo, y (permitidmelo decir asi) una imita
cion casual é imperfecta del verdadero hombre
de bien. Porque qué cosa, pensais, constituye al
hombre de bien, entendido este termino con to
do rigor? Constituyele una vehemente é intima
persuasion de las obligaciones que debe al mun
do; una disposicion inalterable en cumplirlas; una
reótitud de entendimiento y de razon, y una
reótitud de corazon y de sentimientos. Y yo os di
go resueltamente que estos dos caracteres de la
verdadera y perfecta probidad no se hallan sino
en la probidad que la Religion manda, y que se
conserva con sus auxilios. Porqué asi? Porque solo
la Religion puede engendrar en el entendimien
to una probidad fundada en solidos é incontras
ta
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 O3
tables principios; y solo ella puede engendrar en
el corazon una probidad, que se conserve á im
pulsos de unas razones y atractivos eficaces y po
derosos. De donde se sigue que solamente la Re
ligion puede formar el verdadero hombre de bien
segun el entendimiento y la razon, y segun el
corazon y los sentimientos. No perdais de vista
esta importante verdad, que yo confio desterrar
de ella y despejarla de las densas tinieblas, con
que se la ha intentado obscurecer en estos ultimos
tiempos, y despojar á la impiedad de ese orgu
llo y vanidad con que insolentemente piensa que
por eso no la impugna nadie, porque no hay quien
sepa ni entienda los argumentos de que se vale
para defenderse.
I. Siento desde luego que solo la Religion
puede formar un hombre de bien segun el en
tendimiento y la razon, segun principios solidos
é inconstrastables, segun un convencimiento inti
mo y ciertisimo: avivad vuestra atencion, y para
tratar con mayor claridad esta materia tan im
portante, para hacer patente lo que el deli
rio de los hombres ha procurado confundir y
dificultar con tantos argumentos falsos, empece
mos á exäminar los auxilios y subsidios que tie
ne librados la probidad para el cumplimiento de
sus obligaciones en la razon separada de la Reli
gion; y hasta dónde llegan las fuerzas de la ra
zon sola para formar un hombre de bien. Entien
do aqui por hombre de bien un hombre que sabe
Cc.2 re
2 o4 SERMoN
reflexionar, pensar, discurrir; que no solo no se
dexa arrastrar de sus inclinaciones, de las preocu
paciones comunes, y de la fuerza de la costum
bre, sino que arregla su conducta y costum
bres por el nivel y norte de sus ideas y dictame
1neS. -

Y sin salir de nosotros, sin otra luz ni otro


maestro que nosotros mismos, vemos y sabemos
con toda claridad que la subordinacion, la paz, la
concordia, y la felicidad publica no pueden sub
sistir sino entanto que la justicia, la equidad, y
la humanidad compongan un solo cuerpo, para ex
plicarme asi, y un solo hombre de todo ese cu
mulo de hombres que diferencia entre sí la distin
cion de clases y de empleos, la desigualdad de
condiciones y bienes, la diversidad de genios é
inclinaciones, la oposicion de intentos y de in
tereses; que para que la sociedad sea firme y du
radera, es necesario que en el comercio se ob
serve ingenuidad en las palabras, rectitud en el
proceder, fidelidad inviolable en el cumplimien
to de las promesas, noble emulacion en cultivar
y perfeccionar los talentos, nacida del deseo de la
publica utilidad; que mirando el hombre la felici
dad agena como suya propia, tenga por ignomi
nia y verdadera desgracia toda gloria, toda prospe
ridad que ensalce y engrandezca á un hombre con
detrimento de los demas hombres; que por consi
guiente el hombre de bien considerado con respe
to á la sociedad como yo le considero aqui, es
aquel
soBRE LA PRoBIDAD Y LA RELIGION. 2 o 5
aquel que ni conoce la indolente soñoliencia de la
ociosidad, ni los azorados bullicios del interes
propio, ni aquella insensibilidad y dureza de co
razon, que no dando entrada á la compasion be
nigna, nunca supo ni gustó del virtuoso deleite
de verter lagrimas sobre las agenas calamidades;
ni aquel altivo orgullo, cuya ostentacion desdeñosa
llena de rubor al necesitado que recibe algunos esca
sos beneficios de su mano, por las baxezas á que le
obligan; ni aquella engañosa y taimada politica
con que el astuto hipocrita sabe engañar, vistien
dose del trage exterior de la inocencia; ni aque
llas desenfrenadas pasiones de la avaricia, de la
ambicion, y sensualidad que representan todos
los dias en el teatro del mundo tantos horribles
casos deplorables é ignominiosos; que finalmen
te el hombre de bien es aquel que atiende mas á
las obligaciones de su estado y cargo, que á sus
conveniencias propias; que pospone los oficios
de hombre, á las obligaciones de padre, de ma
gistrado, de principe, de subdito, de soldado;
ó por mejor decir, que sabe ser padre, magistrado,
Rey, ciudadano, porque es hombre: ya veis, y
yo lo confieso, que para poner á vuestra vista es
te bosquexo de hombre de bien, no necesito va
lerme de los colores de la Religion; pues el co
nocimiento de las obligaciones del hombre bue
no se derivan tan naturalmente del principio de la
razon, y la doctrina moral de los filosofos acer
ca de las obligaciones de la vida civil desciende
d
2o6 SERMoN
á documentos tan individuales, que el Evangelio
no ha hecho mas que acrisolarla y perfeccionar
la Repito pues que la idea de estas obliga
ciones está radicada profundamente en una ra
zon que se funda y estriba en la Religion; de
suerte que toda doctrina que rompe los vinculos
que unen al hombre con Dios, desata y destru
ye los vinculos que enlazan á los hombres entre
sí. Y asi bien entiendo yo que en el tribunal de
la recta razon deben ser condenadas eternamen
te esas perniciosas doctrinas, esa falsa y sedicio
sa moral que no atribuye á la autoridad otro prin
cipio sino la violencia, madre de la tiranía, y la
flaqueza, principio de la esclavitud; esas opinio
nes abominables que graduan la equidad, la sumi
sion, la modestia, la amistad, el agradecimiento,
de preocupacion, de educacion, de politica as
tuta que abusa miserablemente de la credulidad
y sencillez de los hombres con el quimerico espe
cioso nombre de un bien publico, á que todos se sa
crifican, y cuyas dulzuras y conveniencias ningu
no disfruta. Bien sé que esos perniciosos sistémas
traen consigo grabado el sello de la reprobacion;
que las vanas sofisterias con que ocultan su mor
tal veneno, caen por tierra y desaparecen á vista
de las espantosas conseqüencias que se deducen de
ellos; que las mismas pasiones se avergüenzan de
verse tan canonizadas, y que incluye menos in
famia ser un hombre vicioso por fragilidad é in
clinacion, que serlo por sistema y por principios.
C
soBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 o7
Pero entiendo sin embargo (y sé que mi proposicion
no tendra nada de estraño para quien haya leido
con reflexion estas materias) entiendo digo, que
esos sistémas de tan poca fuerza y vigor contra una
razon auxiliada de la religion, no dexan de te
ner alguna contra una razon que no se ayuda de
la religion. Porqué asi? Porque desde el punto
que la razon no quiera reconocer á un Dios por
autor y protector de la sociedad, la misma razon
subministrará al parecer maximas bien aparentes
para trastornar las leyes de esa misma sociedad.
Maximas de libertad y de independencia, que
el hombre que no tiene Dios, no tiene superior,
y que como es hechura de sus propias manos, to
do se lo debe á sí mismo solamente. Maximas de
convenio reciproco y de contrato mutuo entre los
miembros y el cuerpo de la sociedad, contrato
que debe su ser y principio á la esperanza y de
seo de hallar la propia felicidad en la publica, y
contrato por consiguiente que exige de mí que
yo contribuya al bien comun, pero que no pue
de obligarme á que me sacrifique por él. Maximas
de decantada robustez de entendimiento, que des
velado en purgar el del hombre de las ideas age
nas que le inspiraron los designios de los politi
cos, la voluntad de los legisladores, la educacion,
las preocupaciones y la costumbre, no reconoce
mas obligaciones que las que él se imagina ha
llar en sus ideas primitivas. Qué será pues de la
probidad, á quántas ilusiones, á quántos engaños,
d
2 o8 SERMoN
á quántos malos deseos no quedará sugeta, si eri
ido cada hombre en juez y en arbitro del dere
cho publico, decide de él segun sus ideas y fines
particulares? quántas veces el flaco y limitado en
tendimiento no llegará á comprehender sus obli
gaciones? quántas veces las pasiones le privarán del
conocimiento de lo que sabe, ó le infundirán á lo
menos olvido de sus deberes? Maximas especial
mente de prudencia y de cordura aparente, que
fluctúa y permanece irresoluta entre la luz que le
descubre sus obligaciones, y la profunda obscuri
dad que se las ofusca; pues apagada la antorcha de
la religion, queda el hombre hecho un misterio
incomprehensible á sí mismo, y su razon, cuya
propiedad es juzgar de todo, ni sabe algunas ve
ces qué pensar de sí misma; porque sintiendose
estimulada de dos inclinaciones que nacen con ella,
y que solo con ella fenecen; inclinacion á la per
feccion, pero una perfeccion la mas pura, la mas
suave, la mas tranquila; inclinacion al deleite,
pero un deleite vivisimo, violentisimo, impetuo
sisimo; inclinacion á la virtud, que mueve, que
atrae, que cautiva el entendimiento; inclinacion
á la felicidad, que comueve, que altera, que apa
siona, que enagena el corazon, constituida digo la
razon en este estado, rara vez puede el hombre
seguir sus luces, sin hacer guerra á sus propios de
seos, y asi á cada instante está necesitado á aver.
gonzarse de sus deleites, ó á gemir baxo el yugo
de la virtud. Pero en aquellas criticas circunstan
cias
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 O9
cias que ponen al hombre entre lo que parece que
se debe á sí mismo, y lo que debe á los demas;
quántas razones le dictarán que en criarle la na
turaleza no se propuso hacerle antes infeliz, que
vicioso; que igualmente son obra de la naturale
za las inclinaciones del corazon, que las luces del
entendimiento: en cuyo caso se atreverá á deci
dir la razon sobornada y vacilante ? se atreverá á
condenarle á ser infeliz, ó á que dexe de ser vir
tuoso? Esos nobles y costosos esfuerzos de un hom
bre que se sacrifica por el bien publico, serán cier
tamente calificados de grandeza de alma, de ele
vacion de entendimiento, de virtud heroyca; ¿ pe
ro se leerá estar estampado en ellos el caracter de
unas obligaciones alta é incontrastablemente reco
nocidas?
No por cierto, amados oyentes mios, no hay
ninguna cosa tan intimamente conexà en nuestro
entendimiento como las ideas de ley y de legis
lador, de religion y de virtudes intimadas por ella,
de preceptos naturales, y de un Dios autor de la
naturaleza. Por esto la filosofia de los sabios de la
gentilidad, recelosa de no viciar el corazon huma
no juntamente con el entendimiento, prefirió unos
Dioses, exemplo y modelo de algunos vicios, á
la irreligion que huviera destruido todas las virtu
des; por esto los sabios de Roma y de Atenas,
y despues de ellos los Padres de la Iglesia repre
hendieron con tanta vehemencia á aquellos filoso
fos que derramaron en el mundo la ponzoña del
Tom. III. Dd ateis
2 IO SERMON
ateismo; de que su doctrina no abundaba menos
en maldades que en errores; que tan enemigos se
declaraban de los Cesares, como de los Dioses;
que los tiros que asestaban al altar, resurtian con
tra el trono, y que con el falso pretexto de liber
tar al pueblo de la servidumbre y temores de la
religion, les abrian el camino para el desenfreno
desatinado de todas las pasiones. Por esto en dife
rentes provincias de Europa hemos visto en estos
ultimos tiempos esos hombres tan famosos por su
ingenio y por sus delirios que han recaido en el
precipicio del ateismo, mostrarse mas arrojados,
ó mas ingenuos que los que los precedieron: he
mos visto realmente, que con mas exäétitud, con
mas metodo, con mas habilidad para comprehen
der todas las partes del sistema, desprecian igual
mente la probidad que la religion, y se zumban
de la estupidez del que cree todavia que hay obli
gaciones, despues que dexó de creer que havia
Dios. Por esto el comun concepto que se tiene de
la bondad de un hombre sin fé, qual necesaria
mente es el materialista, es, sin embargo de todas
las astucias con que sabe disimularsela impiedad, de
una bondad dudosa y sospechosa; y no temais
que ninguno se fie de su amistad y fidelidad, sino
enquanto la experiencia de la bondad de su ca
racter le asegure de lo peligroso de sus opiniones;
sino enquanto llegue á persuadirse que sus siste
mas le sirven solamente para norma de su creen
cia, y no para regla de sus costumbres; sino en
4. quan
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 II
quanto llegue á convencerse que ni tiene tanta fi
losofia en el entendimiento, ni tanta perversidad
en el corazon, que llegue á obrar conforme piensa:
y quiera el cielo que la parte de razon que ha
conservado, equivalga siempre á la que ha perdido!
quien es capaz de olvidar á Dios, facilmente ne
gará las obligaciones que debe al hombre; pues
las leyes de la naturaleza no se nos han anuncia
do con mayor claridad, que el mismo Dios que
la fabricó: quando el hombre quiere afinar tanto
las cosas y sutilizarlas, todo desaparece, todo se
evapora, incurriendo en una especie de delirio,
y en castigo de traspasar los limites de la razon,
quanto mas discurre, mas prevarica, y en fuer
za de una fatal cadena de errores seguidos nece
sariamente unos de otros, viene á caer en el ex
tremo ó de no creer nada, ó de contradecirse á
si mismo, creyendo aquellas cosas de que no hay
pruebas ni argumentos de credibilidad masconvin
centes, que de aquellas que no cree. Podrá sin
duda pues tener probidad el hombre sin religion,
tendrala alguna vez, y en algunas circunstancias;
pero una probidad de costumbres, de acciones,
de conducta, una probidad de que muchas veces
será deudor á aquella religion cuyas indelebles
huellas y vestigios duran todavia en su interior
á pesar suyo, una probidad hija de la gloria, del
honor, del bien parecer, una probidad de educa
cion, de costumbre, de imitacion, una pro
bidad de inclinacion, de natural, de caracter;
Dd 2 CSfO
2. I2, SERMoN
esto es una probidad que al mismo tiempo que ce
de en elogio de su corazon, cede en oprobio de suen
tendimiento; porque una probidad derivada de pu
ras y vivas luces, de conocimiento cierto, de solidos
y conseqüentes principios, de maximas inalterables,
solo la religion puede comunicarla. Con efecto, la
razon nos dicta las ideas de orden, de justicia, de fi
delidad, de bien publico; pero quando intentalevan
tar estas mismas ideas á la esfera de obligaciones,
de preceptos, de leyes que obligan al hombre, si
al mismo tiempo no nos pone delante ni al le
gislador que tiene derecho á nuestra sumision,
ni los premios con que sea recompensada una vir
tud antepuesta á la felicidad, ni las penas con
que sea castigada una felicidad adquirida con de
trimento de la virtud, entonces la razon se suble
va contra la razon misma, ayudando á derribar
el edificio que ella intenta levantar; y muchas
veces el que en tales circunstancias hace guerra á
la razon, parece que va tan fundado como el
que la defiende.
Qué es lo que hace pues la Religion? Levan
tando el velo que nos oculta los misterios de nues
tro ser y de nuestra dependencia, nos manifies
ta el origen de donde se derivan los vinculos y
leyes de la sociedad, haciendo que entendamos
y oigamos en el mismo lenguage de la razon la
voz de aquel Supremo Dios, que en caracteres
eternos ha grabado su voluntad en lo mas inti
mo de nuestra alma. Con que no es esta ya aque
lla
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 I 3
lla razon que segun el delirio de alguno, no es
otra cosa que el hombre mismo; sino una ra
razon que marcada con el sello de aquel Dios
cuyo interprete es ella misma, reside dentro de
el hombre, revestida de autoridad tan suprema
que reduce á su dominio sus deseos y apetitos.
Con que no es esta ya aquella sociedad de hom
bres, empezada por la casualidad, fomentada por
el instinto y propension, arraigada por el interes,
conservada por la politica; sino una numerosisi
ma familia, cuya cabeza y padre, cuyo señor y
protector es Dios: de modo que aqui desapare
ce y se hunde enteramente el hombre, y solo se
registra un Dios autor y vengador de las leyes
de la naturaleza. Este grande y sublime especta
culo representaba S. Pablo con viveza á los an
tiguos fieles. Hermanos mios, les decia, sabed
que las obligaciones del hombre mero no son otra
cosa que las obligaciones del christiano: es verdad
que estas obligaciones del christiano son duras y
dificultosas, y que muchas veces requieren una
virtud robusta, que rara vez inspira la gracia en
un corazon afeminado con tanta multitud de vi
cios. La ciencia hinchada de los filosofos de Atenas
intentó vanamente hallar un cimiento firme é in
contrastable de la felicidad y paz mundana; pero
ello es que en el hombre no vemos sino al hombre,
ni observamos sino que las pasiones se desman
dan cada dia mas contra la razon, que la razon
cada dia se muestra mas flaca contra las pasio
11CS,
2I4 SERMON
nes. Quereis vosotros ver fundada la felicidad
publica sobre cimientos solidos é inalterables? Le
vantad los ojos á ese Dios, principio y origen
de todas las cosas, contemplad cómo imprime en
todas sus obras la estampa de su divinidad, có
mo llena con su inmensidad la distancia y dife
rencia de todos los estados y condiciones, y có
mo no se ve ni registra otro superior tanto sobre
los que obedecen como sobre todos los que man
dan en el mundo, sino él solo.
O tú, pueblo, continuaba el Apostol, tú que
te hallas reducido á la sumision y á la dependen
cia, no llegues á degradar la humanidad tanto,
que hagas al hombre esclavo del hombre ad
vierte que Dios es el que reyna en los Reyes,
el que sentencia en los jueces, el que manda
en los superiores, el que gobierna en los padres:
á el solo deben dirigirse todos los obsequios, y el
hombre solo debe recibirlos para ofrecerselos. Gran
des del mundo, depositarios del poder y de la au
toridad, entended que esa multitud de hombres
que os reconocen por sus señores, os debe tam
bien experimentar padres; porque aquel Dios que
recibe por vuestras manos los obsequios del pue
blo, recibe por las del pueblo los dones de vues
tro agradecimiento. Asi que la mansedumbre (no
tad que habla todavia el mismo Apostol, pues
yo no hago mas que recopilar los diversos do
cumentos que hallo esparcidos en sus Epistolas)
la mansedumbre y afabilidad deben tener su asien
tO
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 I 5
to en el trono, porque Dios oye los suspiros y
venga las lagrimas del pueblo: la equidad en los
tribunales, porque nada menos se pesa en la ba
lanza de la justicia que los derechos y los intere
ses del mismo Dios: la paz y la concordia de
ben reynar en el esposo y esposa, porque quien
ha formado el vinculo de su union, es Dios:
los padres deben experimentar el humilde agra
decimiento, la veneracion rendida; y los hijos la
vigilancia provida, y el amor benefico, porque
quien habla por la voz de la sangre y de la na
turaleza, es Dios: y todos los hombres deben ser
verdaderos en sus palabras, porque andan en la
presencia del Dios de la verdad ; fieles en sus
promesas, porque quien las admite, recibe y sa
le fiador de ellas, es Dios; compasivos y libera
les, porque Dios ha depositado el remedio del
pobre en el corazon y manos del rico. -

De aqui resulta una elevacion de sentimien


tos que levanta á una alma generosa sobre las
baxezas del interes, y que del bien que hace, no
pretende otro premio que el gusto de hacerle en
Dios y por Dios; un zelo inflexible y vigoroso
que ni repara ni teme conciliarse el desagrado
y la indignacion de los hombres, con tal que sea
fructuosa; una fidelidad que ni flaquea con la
esperanza, ni se acobarda con el temor; un agra
decimiento á los beneficios que no se acaba con
el valimiento y la fortuna del bienhechor; un
amor á la verdad y á la probidad que mira co
11O
2 I6 SERMoN
mo una desgracia mas ignominiosa la felicidad y el
triunfo del que se engrandece por medios iniquos
y viles, que la caida del que se ve derribado
por los tiros de la perfida envidia; y que entien
de que nada importa quanto se padece, quando
nada remuerde la conciencia.
Pero en el sistema de el que no reconoce otro
superior, otro legislador, otro fin, ni otro premio
que á sí mismo , no hallareis sino vocablos va
cios, maximas pomposas, virtudes llenas de or
gullo y vanidad, sostenidas con la esperanza de la
gloria vana contra los incentivos del amor sensual;
virtudes que apenas se atreveria á dictar la razon
á quien se sintiese sin el aguijon de las pasiones;
vereis á lo sumo unas obligaciones dudosas, in
ciertas, llenas de obscuridad: en lugar que estas
mismas obligaciones consideradas segun los princi
pios de la religion, son estrechas y urgentes, por
que tienen por fundamento y basa el imperio y
la autoridad de todo un Dios: son unas obliga
ciones alta é innegablemente confesadas por todos,
porque la religion concuerda con la razon misma
sobre la naturaleza y estension de sus deberes: ella
le declara al hombre el misterio de sus inclinacio
nes tan opuestas entre sí: ella le dice que el tiem
po de esta vida mortal y momentanea es tiempo
de combatir y de atesorar meritos, á que sucede
ra otro tiempo de paz y de serenidad; que aquel
Dios que aflige, remunerará con prodigalidad;
que cumpliendo el hombre con las leyes de la
SO
soBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 17
sociedad, lo que sacrifica á una virtud esteril é in
fructuosa no es por cierto una felicidad permanen
te, sino un gusto transitorio y sin jugo , pospues
to á unos deleites que durarán siempre, y no se
agotarán jamas. De este modo desvanece la Re
ligion las dudas; confunde y destruye los pretex
tos; ilustra y fortalece la razon ; infunde en el en
tendimiento una luz y convencimiento interior de
sus obligaciones; comunica al hombre una pro
bidad de entendimiento y de razon: y ademas
de esto le comunica una probidad de corazon y
de afectos, que es el segundo caracter del hombre
de bien, que solo puede ser obra de la Religion.
II. Caracter tan necesario, que sin él no hay
verdadera probidad : y esto es puntualmente lo
que no ha considerado, ni querido que se consi
dere ese hombre de tan perspicaz y despejado in
genio, que con afrenta de la razon humana, y
contra el dictamen de todo el universo, ha toma
do á su cargo desvergonzadamente la apologia del
ateismo, defendiendo que una nacion de ateistas
Puede ser una nacion adornada de virtudes mora
les; pondera para esto la fuerza de la educacion,
el imperio de las preocupaciones, el temor de las
leyes humanas opina que la bondad puede ha
llarse, y que en efecto se halla muchas veces en
las costumbres, aunque el animo carezca de ella.
Asi es ciertamente: porque quién duda que el in-.
teres tiene habilidad notoria para disimularse y
vestirse del trage de la bondad? Pero quándo la
Tom. III. Ee vir
2 18 SERMoN
virtud de que carece el hombre, hizo á ningun
hombre virtuoso?. Desengañemonos, que la pro
bidad que no está radicada en el alma, no pue
de acreditar al hombre de bien, y solo sirve de
velo para ocultarse el malvado. Porque quántas
pasiones compiten y se disputan el imperio de un
corazon á quien la probidad tiene que sujetar á sus
leyes? Atrevome casi á decir, que el cumplimien
to de las obligaciones peculiares y proprias de la re
ligion cuesta sin comparacion menos que el de las
de la razon: que la moral del hombre de bien es en
cierto modo mas rigurosa y estrecha que la moral
del christiano; porque lo que en la observancia
del Evangelio es mas repugnante y dificultoso, no
es tanto lo que pide para Dios, como lo que exi
ge para el mundo. Considerad un magistrado, que
solo emplea para su desahogo y negocios proprios
los ratos que le dexa libres el público, que nun
ca se tiene por bastante instruido en esta ciencia
legal, tan vasta y superior al entendimiento mas
capaz; ni con bastantes luces para salir de un la
berinto cuyas intrincadas calles se aumentan y di
ficultan mas y mas por la multitud de las pasio
nes; que siendo en el trato comun de la vida ami
go fiel, compasivo y oficioso, sentado como juez
en el tribunal , sentencia valerosamente contra
quien ama, y echa un candado á su corazon para
no dar oidos, ni permitir que levante la voz sino
la justicia y la equidad; considerad un comercian
te, un hombre de negocios á quien por la real Ha
C1CIl
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 I 9
cienda se le ofrece una ocasion favorable de hacer
una fortuna rapida y brillante, acompañada de
la esperanza, todavia mas halagüeña de ocultar y
esconder á los ojos del público el misterio de su
repentina elevacion; considerad un cortesano que
no ofrece al altar de la privanza ni el incienso de
una adulacion vil, ni el tributo de una condescen
dencia indecorosa, ni el sacrificio de una concien
cia cobarde y dispuesta á venderse, ni los suspi
ros y quexas de una amistad fementidamente aban
donada; considerad un hombre constituido en una
alta dignidad, un Grande, que desearia vivir co
mo un hombre del comun, que conoce que la
aparente grandeza que le agovia, no es mas que
una intolerable servidumbre que le esclaviza, que
reducido á ser esclavo de quantos al parecer es se
ñor, no puede estorbar que sus beneficios hagan
continuamente ingratos, y su reótitud desconten
tos; que ni puede esperar justicia para sus virtu
des, ni gracia para sus defectos; que representan
do perpetuamente en el teatro del mundo el papel
de Grande, no le es licito jamas hacer el de hom
bre y de amigo. Pues qué será, si al sacrificio de
la propria comodidad es necesario añadir el de
los intereses mas idolatrados, el de las mas tier
nas amistades, el de las inclinaciones mas vivas é
impetuosas? A qué sagrado se acogerá la probidad
en medio de esta tormenta de pasiones sino al de
la Religion? A la verdad que ella sola puede sub
ministrar razones verdaderas y eficaces, razones
Ee 2 que
22 O SERMoN
que abracen todas las circunstancias, y todos los
tiempos, razones adequadas á todos los genios y á
todos los caracteres, razones digo verdaderas y
eficaces, razones que aviven el corazon, que le
comuevan, que le penetren, razones que contra
resten los estimulos y la fuerza de la concupiscen
cia. Ponderen quanto gusten la perspicacia y po
derio de la razon: que siempre será verdad que
solo ignoran su flaqueza los que no han hecho ex
periencia de sus fuerzas, y que solo la reputan por
capaz de dar mucho los que nunca la han pedido
nada: como razon finalmente de tan escaso poder,
que si bien enseña la virtud, no la persuade; si
bien reprueba las pasiones, no las enflaquece.
Esta es la causa por que los Legisladores no se
atrevieron á fiar la duracion de los imperios sobre
un fundamento tan caduco; y asi armaron sus le
yes con la fuerza de los premios y castigos; por
que como conocian mas intimamente al hombre
que esos filosofos que blasonan de haver hecho un
estudio tan profundo en su conocimiento, sabian
que envano instruye la razon, si no propone al
guna cosa que se deba esperar ó temer y en efec
to, no vemos que todo se mueve á impulsos del
interés? que entanto es tenida la autoridad pú
blica enquanto tiene fuerza suficiente para hacer
se respetar? que un señor que ni puede dar, ni
prometer, no puede conservar su autoridad largo
tiempo; que para un amigo caido se acabaron ya
los amigos; que los beneficios hechos con antici
pa
SOBRE LA PROBIDAD Y LA R FLIGION. 22 I

pacion y sin prudencia por un padre que ama des


ordenadamente, le enagenan el corazon de sus hi
jos; que en el mismo punto en que se agota el
manantial de sus dadivas, se agota y fenece fre
qüentisimamente su agradecimiento? tanta ver
dad es que una virtud acendrada y libre de todo
interes, es una especie de milagro que nunca pue
de obrar nuestra razon y no hay por consiguien
te otro medio, aun segun el dictamen de algunos
filosofos modernos, para mantener ilesas las le
yes y derechos de la sociedad contra los impe
tus de la concupiscencia que las combaten, sino
enlazar nuestro interes particular con el interes
público.
Y es esto tan cierto, que aunque la doctrina
de los Apostoles no tuviese sino esta excelencia
sola, seria preferible á la doctrina de los sabios de
la antigüedad; porque estos establecieron sus dog
mas sobre el principio de la fuerza y de la razon;
aquellos fundaron la suya sobre el principio de la
flaqueza y perversidad del corazon humano: es
tos intimaron preceptos, excitaron ideas, comu
nicaron luces: aquellos predicaron un Dios legis
lador, vengador, remunerador: de suerte que los
sabios solamente hablaban al entendimiento: los
Apostoles no cultivaban ni obraban sino en el co
razon; sembrando en el alma unas inclinaciones
á la virtud, contrarias á los incentivos del vicio;
despertando pasiones, para explicarme asi, de or
den y de justicia, que combatiesen contra las pa
S1O
222 SERMoN
siones de desorden y de prevaricacion , haciendo
que el interes y el amor proprio que perturban la
sociedad, fuesen contrarestados por otro amor pro
prio, y por otro interes superior y prepotente.
No por cierto, decia S. Pablo, no tiene nece
sidad el christiano para ser bueno, justo, veraz y
fiel, de los escasos auxilios que subministran á la
virtud las esperanzas humanas. Obedeced á vues
tros superiores, aunque sean soberbios, extrava
gantes é ingratos , pues Dios os remunerará los
servicios que ellos no os premien: no alteren vues
tra paciencia los mas justos sentimientos; pues aquel
Dios, cuyo exemplo seguis, os reconocera por
imagenes suyas, y en pago de las fervorosas ofi
ciosidades de vuestra caridad, experimentareis en
vuestras almas los mas dulces cariños de su amor:
no dudeis de anteponer la probidad á la fortuna,
y estad seguros que llegareis á una fortuna toda
via mas elevada; pues el cielo os concedera con
ventaja lo que el mundo os haya negado: y por
que el miedo influye con mayor fuerza en el cora
zon humano, que la esperanza, la religion mani
fiesta á los hombres, que las pasiones que pertur
ban la tranquilidad pública, se convierten tarde
d temprano en su proprio verdugo. Asi vemos,
que despues de haver bañado la envidia sus manos
en la sangre de Abel, despedaza con sus furias el
corazon de Cain, que llega á envidiar la muerte
del desgraciado hermano que rindio la vida á vio
lencias del odio fraternal: los sediciosos abren con
SUS
SORRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION, 22 3
sus alborotos y murmuraciones el abismo que se
los sorbe, y sirven de leccion al mundo para que
aprendan la veneracion que se debe á las potesta
des legitimas: del seno de la negra nube de la ca
lumnia que havia denigrado la reputacion de Su
sana, rompe el rayo que aniquiló á aquellos hom
bres que cometieron dos maldades á un tiempo;
una la de haver intentado atrevidamente violar
su castidad ; y otra la de atreverse despues á ne
garla. La sangrienta politica del insolente Aman,
cuyos intentos no se le lograron, enriquece con
sus despojos al inocente, cuya ruina maquinaba
con sus asechanzas. El amor brutal, que ni pres
tó oidos á la voz de la naturaleza, ni supo enfre
narse con las lagrimas de Thamar, sugetan la cer
viz de Amon al filo de la espada de Absalon, que
toma venganza del incesto con un fratricidio: y la
ingratitud y ambicion, despues de haver desqui
ciado el trono paterno, corta el hilo de la vida del
hijo rebelde y desconocido: la tirania y la injus
ticia riegan con la sangre de Acab y de Jezabel la
heredad que usurparon; y la envidia y odio del
fementido cortesano convierte contra Joab la es
pada que esgrimió contra Abner: la sensualidad
llena el palacio de David adultero de incestos hor
ribles, de muertes y sediciones: y Dios mismo,
mostrandose al parecer menos zeloso de su gloria,
que cuidadoso de la conservacion de la obra de sus
manos, usa de mayor disimulo con las maldades
que ofenden al cielo, que con las que destruyen y
aSulC
2 24 SERMON
asuelan la tierra. Asi vemos que pasados muchos
años, y aun pasados siglos, venga en los hijos los
delitos que no fueron castigados en sus padres, y
pone sumo esmero en conservar al hombre en la
observancia rigurosa de lo que debe al mundo, con
las lecciones y motivos mas aproposito para mo
ver su corazon : motivos digo solidos y eficaces;
pero no solo verdaderos y eficaces, sino motivos
que tienen lugar en todos tiempos y en todas las
circunstancias; porque si en el curso ordinario de la
vida está la virtud expuesta á tantos escollos, de
quántos naufragios no se ve amenazada en mil peli
grosas coyunturas? Ya se nos pone delante un com
petidor cuyo merito sobresaliente le allana y abre
via el camino de la fortuna; pero llegando ya al
termino de la carrera , sucede que entrando en
sospechas contra él un protector desconfiado, re
celoso, se dispone á detener la velocidad de sus
pasos, dexandonos á nosotros desembarazado y li
bre el camino del favor y de las dignidades : ya
se nos ofrece un enemigo formidable á quien la
adversa variedad de los sucesos humanos ponen
en opinion de delinqüente; en cuyo caso lo que
executamos por la satisfaccion de nuestra vengan
za, podrá pensarse que lo hacemos por el bien del
estado, y atribuirse la ruina de un enemigo á una
fatalidad que nos privó de los medios de socorrer
á un amigo: ya ocurre un valedor cuya autori
dad vacila, y que tras su caida nos arrastrará á
nosotros indefectiblemente, en cuyas circunstan
cias
-

SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 22 5


cias solo se trata de anticiparnos á la fortuna que
se retira, y hallar en los servicios que hicimos, pre
textos para no agradecer los beneficios que hemos
recibido: ya nos hallamos en el caso de una con
juracion, de una trama politica cuyo exito pro
nosticamos: ya se nos pide una con descendencia
que no podemos negar sin incurrir en una desgra
cia, y juntamente en el concepto de haverla me
recido, y sin quedar expuestos al ridiculo juicio
en que este siglo de adulacion y de politico artifi
cio tiene á un hombre de perfecta é inflexible hon
radez.
En circunstancias tan criticas, en coyunturas
tan peligrosas , pregunto, amados oyentes mios,
quién se mantendrá firme? quién no caerá? El va
ron recto, que se alimenta del espiritu de las ver
dades de la Religion: el que cree firmemente que
la perspicacia de los ojos divinos penetra los mas
ocultos senos de las iniquidades de los hombres,
que llegará dia en que expuesta á la vista de todo
el universo la negociacion y trama politica mas sa
gazmente urdida, conocerán todos que solamen
te fue perversion de un entendimiento diabolico,
que supo añadir al horror de la pasion que abor
tó el delito, la ignominia de la hipocresia que le
encubre y disimula: el que vive plenamente per
suadido de que todos los bienes temporales no re
sarcen la pérdida de los eternos. Este, este no cac
rá; pero qué digo? este mismo hombre, sin em
bargo de su fé viva y firme religion, flaquea y se
Tom. III. Ff rin
226 SERMON
rinde muchas veces: qué hará pues el que no la
conoce? qué fortaleza podrá subministrar á su vir
tud la razon? Ay, christianos, qué puede la ra
zon en tales circunstancias? ay cómo la oprime y
sufoca la misma grandeza de casos tan graves
porque quando el corazon se halla perturbado con
afectos tan impetuosos y vehementes; quando des
enfrenadas las pasiones le atruenan con sus quexas
y confusa griteria, cómo oira la voz de la razon,
que por lo comun no es mas que un manso vien
to, que un sonido leve?
La corte, como sabeis y repetís freqüentemen
te, no es el centro del ingenio, de la cultura, de
los talentos, del saber? no se diótan y enseñan en
la corte con mayor aparato las maximas de honor,
de razon, de probidad? ¿Mas por qué en la corte
y al rededor del trono se distribuyen las grandes
riquezas, los grandes honores, no reynan en ella
las grandes baxezas, las grandes traiciones, las
grandes fechorias? Todo el arte de los cortesanos
se reduce y emplea en cohonestarlas, en no mani
festar al mundo muy claramente lo que sin esta dili
gencia entenderia indefectiblemente; y en no dexar
ver sino aquellas acciones que él perdona sin gran
dificultad, como se le dexe el cuidado y la frui
cion de adivinarlas. Perderlo todo en este mundo,
y no esperar nada en el otro; si se encontrase un
hombre de una virtud que no tema semejante ca
lamidad, escribase su nombre para gloria y triun
fo de la razon humana en los fastos del mundo,
que
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 27
que yo sé que pocos le acompañarán; pues los mo
tivos de la razon no son como los de la religion,
esto es, proporcionados á todos los genios y á to.
dos los caracteres. Diferencia esencial, que ella
sola confunde y destruye los vanos y sofisticos ar
gumentos de que en estos ultimos tiempos se han
valido ciertos filosofos para impugnar la necesidad
de la religion, y con que han engañado á tantos
entendimientos pueriles y superficiales.
Pasemos pues á hablar del hombre sin religion,
de ese fenómeno de tal qual hombre, que en me
dio de ser rebelde é infiel á su Dios, cumple con
fidelidad las obligaciones que debe al mundo. Pe
ro yo sustento sin embargo, que el interes de la
pública felicidad es inseparable de la religion. Có
mo asi? porque la paz y bien de la sociedad de
pende de los vicios ó de las virtudes del mayor
numero de los hombres; y es imposible que la ra
zon forme, ni pueda formar un pueblo de bon
dad, un pueblo de virtudes morales. Porque en
efecto, pregunto: esas maximas de una razon rec
ta, y sana , esas ideas de orden, de justicia, esa
aficion á la virtud y á la probidad que solo se
llegan á entender y sentir con lo mas delicado,
con lo mas perspicaz del entendimiento humano:
esas impresiones tan suaves, tan gratas, tan deli
cadas y casi tan imperceptibles, que solo llegará á
sentir quien esté dotado de un tacto intelectual fi
nisimo, causarán en una alma comun tal como
cion, que baste á debilitar y amortiguar la vehe
Ff2 11C11
228 SERMoN
mencia de las pasiones? Ese pueblo sin instruc
cion, sin ideas, á quien el temor de Dios y de
sus venganzas, ayudado y fomentado con el mie
do de las leyes humanas, apenas puede mante
nerle sugeto y obediente, se mostrará docil y ren
dido á aquella voz de la razon que es lo que so
lo se obliga á oir, guardando todo lo demas un
profundo silencio, y que nunca levantará tan alto
el grito que llegue hasta sus oidos el eco, pene
trando y venciendo el ruido y estrepito que ex
cita en él el agudo sentimiento de su servidumbre,
de su pobreza, de sus pasiones, de sus infortu
nios? Ay, quán escasas serian las virtudes en el
mundo, si no huviese otras que las que proceden
de la razon mera ay, con qué desacierto huvie
ra mirado la politica por la seguridad y firmeza
de los imperios, si despreciando los medios de la
instruccion y de la enseñanza, solo huviera abra
zado la de la autoridad y del dominio Pero de
las impresiones de la Religion todos, todos son
capaces, todos pueden llegar á conocer lo halagüe
ño de sus promesas, y mucho mas todavia la ter
ribilidad de sus castigos. La politica solo puede
producir una probidad exterior y fingida: la ra
zon una probidad compuesta de maximas y de
ideas poco comprehensibles para un pueblo rudo,
una probidad limitada á un escaso numero de sa
bios; pero la Religion cria y produce una pro
bidad verdadera é interior, una probidad públi
ca y universal, por quanto está fundada sobre
prin
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 29
principios que el mas corto entendimiento puede
entender, y que el entendimiento mas despejado
no puéde llegar á comprehender suficientemente,
y por quanto obra en el corazon humano con im
pulsos que afectan al alma mas noble y magnani
ma, y estremecen y sugetan á la mas feroz y re
belde.
¿Con que segun eso ya no se conocen entre los
seguidores de la mas santa y divina Religion, es
to es, la Religion christiana, ya no se conocen los
delitos que perturban el orden de la sociedad? No
puedo yo negar, catolicos, que nuestro tiempo no
es ya aquel felicisimo tiempo en que la vida de los
christianos era la mas verdadera apologia del chris
tianismo: aquel tiempo en que para abatir la cien
cia hinchada de los filosofos, y avergonzarlos por
la calumniosa impostura con que imputaban al
Evangelio la decadencia de las buenas costumbres
del imperio, decia á los Cesares Tertuliano: exā
minad ese pueblo infamado con tantos edictos, aso
lado con tantas y tan sangrientas persecuciones, y
no hallareis en él ni vicios que reprehender, ni
virtudes que desear. En qué nacion se pagan los
tributos con tanta fidelidad, ni se exigen con tan
ta moderacion? dónde son mas raros los pleytos,
mas integra la administracion de la justicia, las
mugeres mas respetables, y menos solícitas de pa
recer bien, el comercio mas arreglado en sus ne
gociaciones, y mas escrupuloso y observante de
la buena fe, los soldados mas formidables al ene
IIll
23o SERMoN
migo, y mas fieles al Principe? Siendo como so
mos nosotros el fundamento donde estriba vues
tro trono, no teneis otro delito con que darnos
en rostro sino con el de que profesamos una re
ligion á quien sois deudores de aquella obedien
cia que no sabe sino venerar vuestros mandatos,
dolerse de vuestro engaño, osar y morir: ni po
deis acusarnos de otro pecado sino de que de
testamos y aborrecemos unos dioses que ven to
dos los dias concertarse en el recinto de sus pro
pios templos las conjuraciones que ponen al mun
do y á los señores de él en condicion de per
derse.
Entanto reprobaba entonces el mundo al
christianismo porque no conocia á los christianos;
pero qué seria ahora del Evangelio, si en fuerza
de otro error opuesto juzgase del christianismo
por la noticia que tiene de la vida de los chris
tianos? quántos no deshonran á la religion con
los vicios mas contrarios á la razon? quántos no
tienen religion sino enquanto lo requiere su con
veniencia propia, y acaso solamente la tienen
para hacerla servir á sus intereses? Ved cómo
triunfa ese libertino, y cómo hace materia de sus
zumbas las calamidades de la religion; pero atre
vereme á proferirlo? digo que casi triunfa con ra
zon; pues celebra y aplaude la obra de sus pro
pias manos. Porque cómo pensais que se ha ido
disponiendo y formando tan velozmente la de
cadencia y ruina de las virtudes que lloramos? Si
ga
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 3 I
amos el hilo de nuestras historias, y hallaremos
que la probidad se ha perdido al paso que la fé,
el hombre de bien al paso que el christiano: que
los tiempos que en nuestros fastos se notan co
mo mas sueltos y libres en punto de creer, fue
ron siempre los tiempos de mayor deprabacion de
costumbres: y sin retroceder á los siglos pasados,
si ahora se observa tan poca modestia en los jo
venes, tan poca vergüenza en las mugeres, tan po
ca equidad en los tribunales, tan poca fidelidad
en el comercio, tan poca honra y desinteres en
los nobles; si la virtud amedrentada y fugitiva
apenas halla un asilo seguro en el santuario, ¿no
es porque los jovenes, las mugeres, los soldados,
los cortesanos se han hecho todos filosofos, ó se
precian de serlo? si en el christianismo hay tan
pocos christianos que conozcan la probidad ¿no
es porque en el christianismo han quedado ya po
cos christianos? si hay hombres que se sirven de
la religion para ocultar y fomentar sus pasiones,
¿no son aquellos que no conocen ninguna religion?
dónde hallareis mas virtud que en los que no se
han dexado inficionar del contagio de esa fútil y
desenfrenada filosofia ? y por el contrario, ¿dón
de encontrareis mas vicios que en los que hacen
mas ostentacion y pomposo alarde del nombre
de sabios y filosofos? Considerad esos hombres de
discursos tan profundos, de literatura tan vasta,
tan exquisita, tan amena ¿no puede decirse de mu
chos de ellos, que para abatir su divina Magestad
SU
2.32 SERMoN
su soberbía, ha permitido que como los otros fi
losofos de quienes habla S. Pablo, caigan en las
fragilidades mas ignominiosas? viles enviduelas,
miserables emulaciones, maledicencias, calumnias:
satiras sin guardar ningun decoro, sin guardar nin
gun respeto: fraudes, imposturas, partidos, con
juraciones, amistades falsas, odios crueles, sórdi
do y baxo interes, gustos singulares y antojadizos:
no digo yo que se dexen arrebatar de grandes pa
siones, porque no son acaso capaces de ellas almas
tan apocadas; sino de pasiones rateras, pueriles,
despreciables: toda su decantada razon se ha tras
ladado y sumido en su ingenio: no hay ni vesti
gios de ella en su corazon, ni en su conducta:
pretenden ser mas que christianos, y quedan re
ducidos á menos que hombres. Insulten ya pues
la religion, desprecienla, vilipendienla; pero ten
gan entendido que la hacen vengada con la soltu
ra escandalosa de sus costumbres; y que el chris
tiano menos digno de serlo, no puede desenfre
narse tanto, que llegue á ser tan idiota como esos
sabios y filosofos libertinos.
Recojamos el discurso. No niego que dexan
dose el christiano arrastrar de sus pasiones, pue
de quebrantar las leyes de la probidad; pero tam
poco me negareis vosotros, que por quanto tiene
religion, para haver de faltar á lo que debe al
mundo tiene que cegarse á unas luces mas vivas
y mas puras, tiene que desentenderse de unas ma
ximas mas verdaderas, tiene que deponer una per
Sll3.-
soBRE LA PRoBIDAD Y LA RELIGION. 233
suasion mas intima, tiene que adormecer mas re
mordimientos, que vencer mas obstaculos, que
luchar contra fuerzas mas poderosas: y si el mun
do teme que puede incurrir en varios vicios el
hombre, á quien la religion pone delante pre
mios tan inestimables y castigos tan rigurosos, qué
virtudes puede esperar el mundo de una razon
que ni promete esperanzas, ni infunde miedo?
Por otra parte el hombre con religion no puede
sacrificar la probidad á las pasiones sin apartarse
de sus propios principios: y el hombre sin reli
gion no puede sacrificar las pasiones á la probidad
sin apartarse en la practica de su doctrina y sis
tema: de modo que el hombre que conservando
su religion no tiene probidad, y el hombre que
no teniendo religion conserva la probidad, incur
ren en igual contradiccion; ¿un hombre pues lleno
de vicios y con religion, y un hombre verdade
ramente virtuoso sin ella, no son ambos incon
seqüentes, no obran ambos contra los diótamenes
de la razon? Con que confesemos que las religion
es por sí misma el origen y el baluarte de la pro
bidad confesemos que la irreligion es por sí mis
ma enemiga y destruidora de la probidad. Lue
o solo debemos buscar en la religion al hombre
de bien, al hombre de bien digo de entendimien
to y de razon, y al hombre de bien de corazon
y de sentimientos. Mas para no dexaros nada que
saber ni desear sobre una materia tan importan
te, concluiré esta primera Parte con dos proposi
Tom. III, Gg cio
2 34 SERMoN
ciones dignas de toda vuestra atencion. Proposi
con primera si sola la religion puede producir la
probidad , es propio especialmente de la Religion
catolica, formar la probidad mas perfecta y acen
drada. Proposicion segunda: si el hombre sin re
ligion debe ser reputado por un hombre ageno de
toda probidad, este debe ser especialmente el que
ha desamparado la Religion catolica.
Dixe que es proprio de la Religion catolica
formar la probidad mas perfecta y mas acendrada:
y para esto no os pondré delante que ninguna otra
Religion prescribe con tanta individualidad, y tan
radicalmente las obligaciones de la sociedad; ni
ninguna tiene reservados mas terribles castigos y
anathemas contra las pasiones que perturban y con
funden el orden de la sociedad : no os adverti
ré tampoco que ninguna otra religion intíma con
mayor severidad la mansedumbre, la humani
dad, la generosidad, la compasion benigna, aque
llas virtudes de donde se originan todas las de
licias, y todos los gustos de la sociedad: que nin
guna otra religion une y estrecha á los hombres
entre sí con lazos mas fuertes ; ni que la san
gre de Jesu Christo iguala y aproxima todas las
distancias que causa la diferencia de condiciones y
de bienes temporales: ni que lo que será Jesu
Christo en la ciudad santa de Sion para felicidad
de los bienaventurados, esto mismo es en el mun
do para dicha y tranquilidad del mundo; ni que el
christiano no vé en el christiano sino á Jesu Chris
- tO:
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 3 5
to: no os manifestaré que la doctrina de la Re
ligion revelada es la unica doctrina que enseña al
hombre á menospreciarse, á desprenderse, á des
pojarse, á renunciarse, y á morir á sí mismo; y
por consiguiente la unica doctrina cuya eficacia pe
netra hasta el hombre interior, haciendole cederá
los deseos, á los intereses, á los gustos, á las in
clinaciones de los demas, y enseñandole á domi
narse y reynar sobre sí: quiero decir con esto, que
solo una religion, una fé, una gracia sobrenatural
tiene el privilegio de acrisolar las calidades del hom
bre de bien, y las imperfecciones capaces de em
peñar su terso lucimiento, y por consiguiente de
formar un hombre de bien perfecto y cabal segun
el mundo.
Quién ignora la condicion de la razon huma
na, que siendo incapaz de contenerse dentro de
los justos limites, reconoce y tiene pocas virtudes
donde la concupiscencia no tenga lugar de intro
ducir algunos defectos? Y asi, un valor compa
sivo y modesto, una oficiosidad prudente y no
ble, una prudencia ni lenta ni timida, una intre
pidez ni inconsiderada ni temeraria, una grave
dad que no degenere en ceremonia, una jovialidad
que guarde sus derechos á la decencia, y perdo
ne la fama del proximo, una sinceridad sin indis
crecion , una discrecion sin misterios y malicias,
una ingenuidad que no se dexe engañar, una po
litica que no se cubra con el velo del fraude y de
la perfidia, una virtud finalmente que no esté con
Gg2 ta
2.36 SERMoN
taminada con algun vicio; si de ella es capaz al
un hombre, digo que solamente lo puede ser el
christiano. Cómo asi? porque no hay ninguna doc
trina mas estrecha en sus preceptos, mas sublime
en sus consejos, mas prudente en sus cautelas que
la doctrina Evangelica; porque no hay doctrina
que despierte y excite en el entendimiento ideas
mas nobles, principios mas solidos, intenciones
mas puras y rectas: ni en el corazon impulsos mas
vehementes, impresiones mas profundas, deseos de
la perfeccion mas puros y fervorosos: ni en la con
ciencia mas vigilancia, mas delicadeza, mas escru
pulosidad ni en la conducta mas cordura, mas es
mero: y asi un desahogo de vanidad, una pron
titud de genio, una impaciencia, una quexa del
amor propio, un ayre, un gesto desdeñoso y al
tanero, enfin aquellos defectillos que la razon no
echaria de ver, que no solo perdonaria y escusaria,
sino que tal vez podria graduar de virtud, todo
esto lo reprueba el Evangelio como accion viciosa:
de donde nace, que para un exemplo de virtud acri
solada de la escoria de la fragilidad humana que
pueda alegar el mundo, subministra millares la
Religion. Comparados con los heroes de la sagra
da Escritura, qué suponen los de la historia pro
fana? Qué Rey de entrañas mas misericordiosas
y paternales que Joás; qué conquistador mas pia
doso y justo que David; qué politico mas avisa
do y virtuoso que Salomon antes de prevaricar;
qué magistrado mas integro y vigilante que ¿
muel;
soBRE LA PRoBIDAD Y LA RELIGION.237
muel; qué opulencia mas generosa que la de Abran,
qué talento mas universal, mas capaz , mas pro
vechoso al Rey, y al reyno que el de Josef; qué
honestidad mas invencible que la de Susana; qué
belleza mas modesta que la de Esther? Recorred
los fastos del mundo, y hallareis que las grandes
calidades siempre anuncian grandes movimientos
y alteraciones. ¿Esos conquistadores, esos politicos
tan ponderados en ellos, y que son el asombro
de la posteridad, fueron igualmente la felicidad
de su siglo, y de sus pueblos? Yo entiendo que
solo revolviendo los monumentos de la Religion,
y estudiando y meditando en los exemplares que
propone para la imitacion , se forman heroes y
hombres dotados de aquellos talentos quales los
pide Dios, y quales el mundo los desea.
Figuraos una nacion verdaderamente christia
na: qué paz, qué union, qué concordia ! Vereis
superiores sin altaneria y sin caprichos; domesti
cos sin murmuraciones ni ociosidad; magistrados
libres de pasion y de interes; soldados dispuestos
.á derramar su sangre, y enemigos de la disolu
cion 3 amigos fieles y constantes; subditos obe
dientes; Reyes, padres de sus vasallos; pueblo di
choso. No oiriais alli ni los clamores de la inocen
cia oprimida, ni los suspiros de la pobreza desam
parada, ni las quexas de la amistad vendida; ni
observariais alli levantado y triunfante el vicio,
postrada y abatida la virtud. Alli la sociedad solo
seria una mutua comunicacion de beneficios, y de
agra
238 SERMoN
agradecimientos; todos serian felices, y lo que es
la suma felicidad, todos harian felices á otros. O
espectaculo deliciosisimo Ya que no nos sea per
mitido abrigar en nuestra alma esperanzas tan hala
güeñas, aprendamos á lo menos y leamos en esta
imagen de la mas completa felicidad lo que el
mundo pierde y de lo que se priva, quando sa
cude el yugo de la religion, y niega las puertas
de su alma á la gracia de Jesu Christo. Esta Reli
gion santa pues es la que tiene por oficio formar la
probidad perfecta y cabal; y finalmente de quan
tos hombres viven sin religion, ninguno debe ser
tenido por mas ageno de probidad que el apostata
de la Religion christíana.
Que la probidad del hombre que nunca ha
tenido religion, sea muchas veces una probidad in
cierta y poco segura, una probidad vacilante, casi
destituida de principios, y por consiguiente mal
fundada, facil cosa es de probar; pero sin dete
merme ahora en esto, sustento que facilmente se
puede probar que en el hombre que ha desam
parado la religion christiana, no se halla verda
dera probidad, y esto en el negocio mas impor
tante, y en que mas interesa. Llamo no tener pro
bidad el hombre quando niega, repudia, conde
na su religion sin que preceda antes el estudio, el
exámen, las averiguaciones necesarias para decidir
con tino y pulso sobre la religion. Llamo no te
ner probidad el hombre quando se pone á exámi
nar la religion lleno de preocupaciones é ideas fal
Sas,
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 39

sas, de inclinaciones y pasiones que aunque las


conoce, las sigue con gusto: quando en estos exā
menes no tanto se propone el fin de resolver si de
be creer ó no, como el hallar pretextos en que
fundar razones para no creer. Llamo no tener pro
bidad quando el hombre repudia en materia de
religion los argumentos y las autoridades á que de
fiere en qualquiera otro asunto que no tenga co
nexion con la religion; y quando desecha y no
admite pruebas solidas y convincentes, por desear
y querer pruebas imaginarias que ni puede ni de
be darle la religion.
Y en esta parte no quiero yo arguir, amados
oyentes mios, sino con vuestro testimonio y con
el del incredulo que algun tiempo fue christiano,
y ya ha dexado de serlo. Quiénes son los que an
tes de desamparar la Religion, pudieron ni qui
sieron instruirse en ella? y entre los que hicieron
estudio de ella, quiénes son los que no conocie
ron las preocupaciones é ignoraron las pasiones?
quiénes son los que en el exámen de la religion no
se han aplicado y ceñido solamente á aquellos pun.
tos por donde vanamente se pretende que flaquea,
y á exagerar las dificultades? quiénes son los que
no dan credito á hechos y sucesos menos fidedig
nos, que los hechos, las profecias y los milagros
que prueban nuestra santa Religion? quiénes son
los que pudiendo ignorar que todo entendimien
to debe rendirse y cautivarse en obsequio y obe
diencia de la voz de Dios, se han contenido en A
CX21
24o SERMoN
minar y desear saber solamente, si es verdad que
Dios ha hablado por boca de los Profetas y de
los Apostoles, y no se han propasado insolente
mente á erigirse en jueces del dogma y de la doc
trina, llegando hasta pedir pruebas á una religion
que se funda toda en revelacion y en hechos? quié
nes son por consiguiente los que para desamparar
la Religion, no han dado principio quebrantando
las reglas de la buena fé y de la probidad? Y si el
hombre que ya no cree, es de esta condicion, qué
se puede pensar del hombre que combate, im
pugna, habla, disputa, dogmatiza, y escribe con
tra la religion? qué frenesi, qué furia, qué deli
rio, qué falso zelo le arma y agita contra el cielo,
contra la tierra, contra sí mismo? por qué interes
se mueve? acaso por su conveniencia propia ? Pues
qué perjuicio puede causar á la felicidad humana
un Evangelio de paz, de caridad, de sumision,
de paciencia? qué temor puede causar la ambicion,
las calumnias, las tramas, las perfidias, las atro
cidades del que es verdaderamente christiano? Que
su fé sea verdadera ó falsa, estén ciertos, que quan
ta mas religion tenga, á menos pasiones estará su
geto; y que nunca puede ser mas formidable á los
impios, sino empieza imitando su impiedad. Mue
veles acaso el bien público? Reyes que dominais
desde el trono, magistrados que presidis á los tri
bunales, padres de familias que exercitais vuestra
potestad en el recinto de vuestras casas, hablad
ahora : fiariais á la irreligion el gobierno prudente
del
soBRE LA PRoBIDAD Y LA RELIGION. 241
del Estado , la obediencia de los vasallos , la
concordia de las familias, la autoridad de las le
yes, la decencia del recato y de la modestia? y
si alguna vez lo haveis hecho, no os haveis ar
repentido luego enseñados por una experiencia
deplorable? Oyeseles cada dia á estos incredulos
gritar y defender que la religion no es obra de Dios,
que es invencion politica de los Soberanos que
han querido levantar astutamente entre el trono
y las insolencias del pueblo un muro que no pue
da romper ni postrar el desenfreno de las pasiones:
por qué razon pues estos hombres que muestran
tanto zelo por el bien de la sociedad y de la pa
tria, por qué razon destruyen la obra estupenda
x en su opinion de ellos de la humana sabiduria,
despedazando el velo que oculta los arcanos de
un engaño necesario, y desquiciando el Estado con
la atrevida desvergüenza con que socaban los ci
mientos donde estriba? ¿Este error segun ellos, de
que pretenden desengañar á los demas hombres,
no es mas util al mundo que las fabulosas verda
des que quieren enseñarles? porque este solamen
te seria un error especulativo, que en la practica
acercaria al hombre á la verdad, supuesto que si
traia engañado al pueblo, era solo para contener
le, moderarle, mantenerle en paz, y hacerle fe
liz. Finalmente no pueden resolverse sino á pen
sar que toda la religion no es otra cosa que un mis
terio politico; y asi se afanan por persuadirlo al
mundo. De este modo pues, ó Grandes de la tier
Tom. III. Hh ra,
242 SERMoN
ra, ó Magistrados, protectores de las leyes, veri
gadores y defensores de la publica tranquilidad,
de este modo despiertan vuestra vigilancia, y en
cienden vuestro zelo contra la corrupcion de sus
doctrinas pestilentes. El hombre sin religion os
avisa y está gritando que si la Religion perece, el
Estado caerá envuelto indispensablemente entre
sus ruinas; y que estais obligados no solamente
por Dios, sino por el Principe, por el bien pu
blico, por la patria, por vuestra propia autoridad
á contener la temeridad de esos hombres tan inso
lentes que no quieren reconocer superior ni en el
cielo, ni en la tierra: el hombre sin religion os avi
sa y está gritando que la principal obligacion vues
tra como christiano, como magistrado, como hom
bre de bien, y como politico es enfrenar el curso de
esas opiniones contagiosas, que solo combaten la
religion para destruir la probidad, y que solo afec
tan tan escrupulosa delicadeza en materia de probi
dad, para disimular las maldades y ocultar los
horrores del libertinage: el hombre sin religion fi
nalmente nos avisa y está gritando con sus maximas
perniciosas, y acaso con su escandalosa conducta,
que solamente la religion es capaz de infundir la
verdadera probidad. Os he manifestado en la pri
mera Parte, que solo el christiano es hombre de
bien : veamos brevemente en la Segunda, como
el hombre que es solo hombre de bien, no consti
tuye al christiano verdadero.
SE
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 43

SEGUNDA PARTE.
Espues de la deplorable y maliciosa cegue
dad de la impiedad declarada que busca
fuera de la Religion la probidad perfecta y ver
dadera, no hay error mas perjudicial que el de la
falsa piedad que limita y resume todas las obli
gaciones de la Religion á las leyes de la probi
dad. Error freqüentisimo en nuestro siglo Asi ve
mos que aquellos christianos que en medio de las
ruinas de la fé combatida por todas partes, con
servan algunos vestigios de la Religion, piensan
que para ser irreprehensibles basta confesar, res
petar, adorar á Jesu Christo, y conformar su con
duéta con las leyes de la sociedad civil; ó si co
nocen algunas leyes añadidas por la revelacion á
las leyes primordiales de la razon, las reducen á
terminos tan estrechos, que en su opinion nada
ó casi nada añaden las calidades de un verdade
ro christiano á las prendas de un hombre de bien.
Destruyamos este peligroso engaño, manifestan
do quán superiores son las virtudes Evangelicas
á las virtudes de la probidad, por ser unas virtu
des mas sublimes en su perfeccion, mas verdade
ras é interiores en su principio, mas llenas y com
pletas en su extension, y mas acendradas y desin
teresadas en sus fines. Continuemos el discurso.
I. Las virtudes que aconseja é intíma el Evan
gelio son mas elevadas en su perfeccion. No nie
Hh 2 go
244. SERMoN
go yo, hermanos mios, que de la Religion le pro
viene al hombre todo el merito y todas las calida
des de la probidad humana; pero procedamos con
cautela, y siguiendo el precepto del Apostol, con
sideremos con atencion la excelencia de la gracia
por cuyo medio somos llamados á Jesu Christo:
videte enim vocationem vestram (1). Un buen pa
dre, un buen amo, un buen amigo, un buen ma
gistrado, un buen ciudadano, todo esto lo es un
christiano; pero si no pasa de aqui, todavia no
posee las virtudes del christianismo: porque á estas
prendas que pide el mundo, añade el Evangelio
otras virtudes que ni el mundo pide ni conoce: vir
tudes en fin mucho mas elevadas en su perfeccion,
ora se considere el christiano de parte de la razon,
ora se considere de parte del corazon y de las cos
tumbres. De parte de la razon; porque toda la sa
biduria y circunspeccion del hombre de bien se re
duce á no gobernar sus juicios por la regla de sus
preocupaciones y pasiones; á no decidir sino des
pues de un maduro exàmen, de una averiguacion
diligente; á no creer sino lo que vé; pero la cir
cunspeccion y sabiduria del christiano le dicta y
le enseña á reconocer una razon superior á la ra
zon humana, á contentarse con los motivos de
credibilidad, sin solicitar ver lo que cree : averi
guaciones, estudio, luces, noticias, á esto se re
duce el sabio del mundo: ingenuidad, sencillez,
obe
(1) 1.ad Cor. cap. 1. v. 26.
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 45
obediencia, sumision, humildad, ved lo que cons
tituye al sabio del Evangelio: el sabio del mundo
es un hombre sobre quien la razon exerce su im
rio: el sabio del Evangelio es un hombre en
quien la fé domina á la razon: grande y esencial
diferencia entre el hombre que es hombre mera
mente, y el hombre que quiere ser christiano ver
dadero. A y y cómo no llegan á comprehender
la esos entendimientos que se precian mas de filo
sofos que de christianos, que andan eligiendo y
decidiendo entre doctrinas y doctrinas, entre mis
terios y misterios, adoptando unos, reprobando
otros; y fabricando su fé sobre la creencia de los
articulos de aquella religion que á su parecer no
se opone ni repugna á la razon Ay! qué poco
la entienden esos entendimientos soberbios y pre
sumidos que en estos tiempos de tantas disputas
y porfias, se erigen en jueces y árbitros: que en
las controversias de la Religion sentencian entre
los que la Iglesia condena, y la misma Iglesia que
los condena: que desamparan los caminos del ren
dimiento humilde por seguir los dictamenes de la
razon contumaz y presumida! no son estos por
cierto discipulos dociles, sino sabios cuyo estudio
es exáminar con madurez materias y puntos que
resuelven temerariamente : hombres enfin, que
aunque sean christianos en las costumbres, no lo
son en la fé. No, hermanos amados mios, no
tiene la ley de Dios caracter mas expreso, ni mas
cierto para distinguir el Evangelio de todo lo que
-
I lo
246 SERMoN
no es Evangelio, que la obediencia y sugecion del
entendimiento, que como declara S. Pablo, se
rinde y cautiva en obsequio de la fé: redigentes
omnem intelleffum in obsequium Christi (1). Las
demas leyes tienen por fin sugetar las pasiones á
la razon; sola la ley y doctrina de Jesu Christo se
propone por blanco sugetar la razon á la fé: de
donde se sigue, que luego que un hombre se en
trega al exámen y averiguacion, fortaleciendose
en su obstinacion y resistencias, luego que sacu
de el yugo de la autoridad y de la sumision, de
xa ya de ser christiano, y solo queda en él lo filo
sofo: de modo que la doctrina del Evangelio co
mo mas estrecha y mas rigurosa quita al enten
dimiento la libertad que le dexaba la doctrina de
la probidad : ¿y pensareis ahora que será mas be
nigna y tratará con mas blandura las inclinaciones,
los afectos y deseos del corazon humano?
Ay amados oyentes mios esas virtudes de
la probidad natural, son, ni lo parecerán jamas,
virtudes verdaderas comparadas con las virtudes
Evangelicas? Atended. El hombre de bien es un
hombre cuya ambicion no se presta ni á las ver
gonzosas adulaciones, ni á las viles envidias, ni
á las horribles calumnias, ni á la falsa politica;
pero el christiano es un hombre que no aspira por
sí á las honras y dignidades, ni las pretende y con
sigue sino enquanto se las facilita su nacimien
tO,
(1) 2. ad Cor. cap. 1o. v. 5.
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2.47
to, enquanto se las proporcionan sus talentos, se
las ofrecen las coyunturas y circunstancias, y en
quanto le obliga á admitirlas la autoridad agena:
un hombre que tiene mas temor á los peligros
que corre en ellas la virtud, que amor á la pom
pa y lucimiento que las acompaña. El hombre
de bien desprecia el fausto, la altaneria, los des
denes, la humanidad y dureza de la grandeza
y de la opulencia; pero el christiano no lo es
verdadero sino enquanto es humilde entre las
dignidades mas altas, y pobre y desprendido en
medio de las riquezas. El hombre de bien ante
pone la virtud á la fortuna, y es incapaz de co
meter un pecado que le desacredite, para pre
caver ó redimir un infortunio; pero el christia
no se honra llevando la cruz de Jesu Christo,
y en una afrenta no merecida por él, adora y
bendice aquella providencia saludable y llena de
misericordia que le guia á Jesus por los caminos
de Jesus. El hombre de bien sabe refrenar la pa
sion del odio, reprimir sus afectos; pero el chris
tiano no conoce enemigos, y con la llave de oro
de la caridad tiene cerradas las puertas de su co
razon para no dar entrada en él al odio, aman
do todo lo que ama Jesu Christo. Qué os diré
finalmente, y para qué llevaré adelante este
paralelo? Humildad, penitencia, abnegacion de sí
mismo, amor al silencio y á la oración, leccion
espiritual, freqüencia de sacramentos, y otras mu
chas virtudes que no conoce el mundo: si voso
trOS
248 SERMoN
tros no las deseais, si no las poseis todas ellas,
qué sois ni que pensais ser delante de Dios? En
tended que no sois mas que sabios de la tierra,
y justos segun el mundo; pero justos del cielo,
ni destinados para el cielo, ni lo sois, ni lo se
reis jamas : es verdad que teneis el nombre de
christianos, y profesais su ley; pero careceis de
su espiritu : y como no conoceis á Jesu Christo,
tampoco él os querrá conocer á vosotros; y pues
vuestra virtud es conforme la pide el mundo,
que él os la remunere; porque el Evangelio pide
virtudes mas sublimes en su perfeccion, y vir
tudes mas solidas y mas interiores en su principio.
II. No por cierto, no hay cosa que tenga
menos conformidad con las virtudes verdadera
mente christianas, que las falsas virtudes del mun
do: esas virtudes digo, vanas y superficiales, esas
virtudes de ostentacion y de perspectiva, esas
virtudes afectadas y dictadas por el respeto hu
mano, esas virtudes propias de unas acciones y
de una conduóta limitada á lo exterior, y que
constituyen por lo comun todo el merito del hom
bre de bien: virtudes con que el mundo se con
tenta, porqüe él no ve el corazon, y con que
debe contentarse, porque á el le basta nuestro
modo de proceder por no necesitar de nuestros
afectos para su felicidad. Ello es innegable segun
el Evangelio que la virtud debe pasar desde lo
interior á lo exterior : y asi, si una alma de
las que con tanta freqüencia se hallan, dotada
por
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 249
por otra parte de suficiente luz para conocer el pe
cado, de suficiente temor para detestarle, y conster
narse, de suficiente reétitud para reprobarle, de
suficiente sinceridad para reprehenderle en sí; si
esta alma digo careciese por otra parte de la de
bida vigilancia para apartarse de él, y de la for
taleza conveniente para resistirse á sus halagos;
sus temores, sus deseos, sus remordimientos no
solo no la justificarian, sino que agravarian su
malicia por la resistencia á tantas luces y á tan
tas gracias. Con que se ve aqui la necesidad
de que la virtud y piedad christiana se trasluzca
y derrame exteriormente, que salga del cora
zon, que habite en el corazon: principio funda
mental de nuestra Religion, principio sentado
é inculcado tan repetidamente en las Sagra
das Escrituras, que es imposible que nadie le
ignore. Lo que se ignora ciertamente, lo que
muchas veces no quieren saber los hombres, es
que no hay cosa mas rara que esta virtud in
terior, y que en la muchedumbre de tantos
hombres que parecen christianos en las costum
bres, apenas se hallan algunos que sean christia
nos de corazon.
¿Es con efecto virtud de corazon esa virtud
que ni muda, ni reforma, ni destruye nada en
el corazon? que dexa al genio todos sus impe
tus, á la vanidad todos sus desahogos, á la ocio
sidad toda su indolencia, á la soberbia todas sus
altiveces, al amor propio todos sus resentimien
Tom. III. Ii tOS
2 5o SERMoN
tos y delicadezas? virtud enfin que dexa al hom
bre en continua ociosidad para con Dios? Una
alma verdaderamente herida del amor divino
siempre anda desasosegada y con temor de des
agradarle, siempre solícita y ansiosa lexos de
escusar las ocasiones de obrar y de sufrir por
Jesu Christo, solo se quexa de que no se ofrez
can mas: docil siempre y fiel á los menores in
fluxos de la gracia, las faltas mas leves la cons
ternan y provocan á lagrimas. Pregunto ahora;
es virtud de corazon esa virtud que se acobarda
con tanta facilidad, que se fastidia tan apresura
damente del servicio de Dios? Vemos que si se
ofrece una ocasion favorable de adelantar el cau
dal, un lance de honor, qué solícito y apresu
rado anda el hombre por mas christiano que sea
ó se precie de serlo, qué bullicioso y alborota
do, qué vigilante y activo de dónde pensais pro
cede esta solicitud ? de que el corazon está co
movido, y quando obra el hombre segun sus in
clinaciones, se le ensanchan los caminos mas es
trechos, y todo se le allana. Pero tratase del ser
vicio de Dios? En todo halla dificultad: la so
ledad le fatiga, la mortificacion le espanta, el
abatimiento le apura; nada emprende, ólo em
prende con displicencia; el tiempo que se dedi
ca al servicio de Dios, le parece siempre el mas
pesado é intolerable, asiste á los exercicios es
pirituales con repugnancia , y siente regozijo
grande quando se concluyen ; y de aqui nace
111 ll
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 5I
muchas veces que nunca está menos con Dios,
que quando está cerca de Dios; y asi si él habla no
es oido, y si le hablan; no se entiende á sí mis
II1O,

¿Llamaremos virtud de corazon esa virtud que


tanto estudio pone en distinguir aquello que es de
consejo de lo que es de precepto, aquello que
solo llega á entibiar el amor de Dios, y no á pro
vocar indignacion? de modo que el hombre no
tanto se propone amar á Dios, como no conde
narse. Pues esa es ya virtud, me direis? Es ver
dad: pero qué virtud ? quereis que os la explique?
Una virtud adquirida á fuerza de reflexion, de
arte, de estudio: una virtud de razon, que tie
ne osadia para guardar un como medio entre Dios
y el mundo, entre Jesu Christo y las pasiones,
entre la naturaleza y la gracia : que coarta los de
rechos de la Religion, que le pone y señala ter
minos y limita su jurisdiccion: una virtud en fuer
za de la qual sacrificará el hombre los afectos
groseros, y aun las inclinaciones mas delicadas
y propensiones mas lisongeras; perdonará y ex
ceptuará del sacrificio las mas idolatradas aficio
nes y con tal que conserve lo que llamais el
tronco y lo sustancial de la Religion, con tal que
no incurra en ciertos pecados cuya enormidad no
alcanza á disimular ni á cohonestar ninguna suti
leza, nada teme ni cree que hay nada que te
mer. Una virtud en fin hija del amor propio, que
lleva toda el agua á su molino, por explicarme
Ii 2 asi,
- *
2 52 SERMoN
asi, que en todo se busca á sí misma, que na
da le duele la causa de Dios quando no está co
nexà con su conveniencia propia. Virtud, si quereis
y no me opongo, que tendrá su asiento en el
corazon; pero yo os digo que solo está alli co
mo una esclava que sufre la servidumbre de to
das las inclinaciones y apetitos del corazon; de
modo que el corazon gobierne y dé leyes á la
virtud, y no la virtud al corazon: de donde se
seguirá que siendo el hombre riguroso y obser
vante en ciertos articulos, será libre y relaxado
en otros puntos acaso mas sustanciales: que cul
pará en sí lo que podria ser digno de perdon, y
se disimulará lo que no debiera tener por licito:
seguirase tambien de aqui que los vicios que mas
provocan al cielo, y mas escandalizan la tierra, serán
calificados de virtudes y aun tenidos por virtu
des verdaderas luego que el corazon los aprue
be y apadrine. Asi una alma indomita y vana
gloriosa vivirá muy contenta y satisfecha con sus
diétamenes errados y pertinaces : una alma bu
lliciosa é iracunda, con sus prontitudes y arre
batos: y una alma maliciosa, con sus sospechas, con
sus chismes, con sus maledicencias: y de aqui se se
guirá finalmente que aunque un hombre tuviese to
das las virtudes á juicio del mundo, qué le aprove
chará delante de Dios para quien no hay verda
dera virtud sino la que domina, sugeta y preva
lece en el corazon? Luego la virtud Evangeli
ca es una virtud mas verdadera, y mas interior
- que
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 53
que la probidad mundana : y es ademas de esto
una virtud mas universal, mas llena, mas entera,
y mas estensiva.
III. Y hemos llegado á un punto sobre que
debe el hombre explorar con suma diligencia los
caminos de su corazon, y exáminar su conducta;
porque ya se entrega á Dios, ya se aparta de él;
ya es christiano, ya no lo acaba de ser; ya ze
loso, pero derramado ; ya mortificado y peni
tente, pero indigesto y extravagante; ya oficioso
y condescendiente, pero sin vigor, pusilanime,
ligado con los vinculos del respeto humano; ya
afable y amoroso, pero ocioso y lento; ya li
beral y dadivoso, pero respirando pompa y os.
tentacion; ya exemplar y modesto, pero vano
y soberbio: tal vez cumple con muchas obligacio
nes, pero no cumple sin embargo con todas, y
como omite algunas, nada vale muchas veces
quanto executa; pues la falta de una sola virtud
es suficiente para privar de su merito á las demas
virtudes; el dexarse arrastrar el hombre de una sola
pasion es como si viviese esclavo de todas; por
que no procede Dios como el mundo, el qual
disimula y perdona los vicios sobredorados con
brillantes prendas. En el christiano deben hallar
se todas las virtudes: zelo templado con afabi
lidad; humildad animada por el esfuerzo; intrepi
dez, cuyos brios moderey abatala humildad; temor
alentado por el amor; fervor avivado y enardecido
por el temor; oracion á quien suceda el traba
JO,
2 54 SERMoN
jo, trabajo interrumpido por la oracion; mo
destia que no solicite la aprobacion de los hom
bres, generosidad que desprecie sus aplausos y
juicios; caridad que se entregue toda á las necesida
des del proximo y á conservar la paz en el mun
do, fortaleza para resistirse á los halagos de los
deleites: qué se yo que mas? debe finalmente
hallarse en él el conjunto y la union de aquellas
virtudes que son al parecer mas incompatibles.
Esta es la virtud que pide el Evangelio; pues el
que quebranta un solo precepto de la ley, se ha
ce reo de toda ella: qui peccat in uno, factus est
omnium reus (1). Os parece rigurosa esta doctrina?
qué seria pues, amados oyentes mios, si me en
trase yo ahora á examinar la inmensa estension
de aquel gran precepto con que nos manda Je
su Christo ser perfeótos como lo es su Padre ce
lestial qué seria, si desentrañando la doctrina
de S. Pablo y la idea que él dá de un verda
dero christiano, os dixese con el Doctor de las
gentes que debemos todos estar muertos en Jesu
Christo; que la vida de la gracia no es otra cósa
que la muerte de los deseos é inclinaciones vi
ciosas de la naturaleza; que quien niega alguna
cosa áJesu Christo, no le da lo que tiene derecho
para pedir; que el hombre que no anda ansioso
por consumar la obra de su santificacion, es in
dicio de que no ha dado principio á ella; que po
11CI

(1) Ep. Jac, cap. 2. v. 1o.


SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 5 5
ner limites y moderar el fervor, es muchas ve
ces aventurar la salvacion propia?
Pues qué? me direis. Es preciso que todo chris
tiano haya de ser perfecto? No por cierto: pe
ro todo christiano segun la corriente de Theolo
gos y Padres está obligado á aspirar á la perfec
cion de su estado segun su vocacion y segun la abun
dancia de gracias que ha recibido. Y pregunto: qué
es aspirar el hombre á la perfeccion, sino andar solí
cito por evitar las ocasiones de pecar, por hacer
guerra á los apetitos, por desarraigar las malas incli
naciones que malogran en nosotros los influxos de
la gracia? Pues qué? La verdadera virtud no sufre
defectos ? No por cierto, no los sufre, aunque
es verdad que los tiene. Tiene defectos que la
humillan, que la averguenzan, que la contristan,
que la afligen : defectos en fin que ella procura
continuamente moderar, corregir, destruir: y asi
el hombre todavia no es perfecto en sus costum
bres, y ya lo es en los deseos, en el esmero,
en las cautelas, en la vigilancia: no posee todas
las virtudes; pero se dedica, se prepara, se dispo
ne á adquirirlas todas, ó podemos decir que ya las
posee por el sincero pesar, por el dolor verda
dero que siente en considerarse tan ageno y tan
distante de ellas; y por el estudio continuado y
especial esmero que pone para adquirirlas: de mo
do que á este zelo y hambre de la perfeccion no
resta mas que añadir la pureza y desinteres en
los fines y motivos.
IV.
2 56 SERMON
IV. Y no entiendo aqui un desinteres se
mejante al de la virtud y probidad mundana: des
interes falso é hipocrita que solo hace ostentacion
de sí para que le juzguen por mas digno y acree
dor de todas las cosas, afectando con una enga
ñosa generosidad que no pretende nada: desin
teres dictado por la vanidad y soberbia, que si
desprecia la fortuna, es para solicitar la vanaglo
ria : desinterés de amor propio mas ingenioso y
fino que no solicita el concepto y aplausos de los
hombres, porque se saborea con el aplauso in
terior y fruicion propia, con que por su ma
no se cobra y recibe el premio de sus virtudes.
Entiendo pues un desinteres verdadero y sin
cero, un desinteres general y universal, un des
interes tan libre de amor propio como de am
bicion.
Quando obra el hombre por el mundo, ó
pasa si mismo, quando se pone qualquiera otra
cosa fuera de Dios, no busca á Dios verdadera
mente; y asi no le halla: quántas virtudes no nau
fragan todos los dias en este escollo? Introducese
imperceptiblemente en las obras mas santas el
activo veneno de la vana gloria y del amor pro
pio, y lo que el alma havia empezado por Dios,
lo continúa y acaba para sí mismo De aqui es
que muchos al paso que hacen progresos en la de
vocion, se muestran al parecer desdeñosos y so
berbios, resentidos y envidiosos, arrebatados
é insufribles; pues como se consideran apartados
de
SOBRE LA PROBIDAD Y LA RELIGION. 2 57
de todos los pasatiempos y diversiones del mun
do, le parece que tienen derecho á que se guar
de con ellos toda atencion, toda condescenden
cia, y á que se les trate con toda distincion;
mas de qué les aprovecha haverse apartado del
mundo, negandose á sus halagos, si se vuelven
á él, apeteciendo su vanagloria! Entendamos que
la verdadera virtud consiste en olvidar á los hom
bres, y en desear ser olvidados de ellos. Yo quiero
siempre una virtud que ni sepa de sí misma,
ni quiera que otros sepan de ella, y que no se
manifieste en lo exterior sino furtivamente. Si
deseamos que el mundo piense en nosotros, es
indicio de que nosotros pensamos mucho en el
mundo; y quien desea ser estimado de él, ma
nifiesta que todavia le estima y le ama.
Dichoso, ó Dios mio, el hombre humilde,
que camina por sendas apartadas del bullicio del
mundo, donde solo os ve á vos, ni es visto de
otro que de vos! O, y de qué auxilios tan pode
rosos de vuestra gracia no necesitan aquellos á
quienes vos dexais engolfados en el alto mar de
este mundo donde los naufragios son tan freqüen
tes no hablo de sus placeres, de sus escandalos,
de sus embelesos; pues una virtud regular pue
de librarse de este daño: ni hablo de sus des
precios, de sus desaires, de sus afrentas; pues mu
chas veces son un beneficio de vuestro amor, y
con ellas nos enseña y nos ayuda el mundo á
huir de él : hablo sí de su estimacion, de sus
Tom. III. Rk ala
258 SERMoN
alabanzas, de sus aplausos: esta es la tormenta
mas brava y formidable para el christiano: no
hay enemigo mas cruel que un mundo adulador
y halagüeño, que con sus caricias mata, y con
su odio y ultrages vivifica. El mayor favor, Se
ñor, que podeis hacer á un hombre generalmen
te aplaudido de virtuoso, es permitir alguna som
bra que obscurezca su gloria, alguna calumnia que
empañe su resplandor, ó alguna gran desgracia
que le humille; pues desengañado del mundo un
corazon, solo aspirará por vos: y qué mayor fe
licidad que ser vuestro en este mundo, ó Dios
mio, para serlo eternamente en el cielo Ari rea.

SER
259
SERMON
DE LA GRACIA.
PARA EL VIERNES DE LA TERCERA
-
-

semana de Quaresma.

Respondit Jesus, et dixit ei: si scires donum


Dei! -

e , - " , -

Respondió
de Dios!Jesus, y le diro: si conocieras el don
- r

Ste divino don, que no entendia la Samari


tana, y que Jesu Christo le dió á conocer,
es la Gracia. O Gracia, fuente copiosa de la ino
cencia y fervor de los justos; de los suspiros y
lagrimas de los pecadores arrepentidos; del zelo
y fortaleza de los apostoles; de la constancia é
intrepidez de los martires O Gracia de Jesu
Christo Pero de qué ardientes deseos, de qué
solicitud, de qué atencion no os veo arrebatados
al oir solamente nombrar la Gracia ! Quiera el
cielo que vuestra atencion sea una atencion san
ta y religiosa, una atencion de corazon y de en
Kk 2 tCl
26o SERMoN
tendimiento, una atencion inspirada por la gra
cia y digna de ella Desterrad de vosotros, ama
dos oyentes mios; aquella atencion soberbia y
presumida que decide, aquella vana y reprehen
sible curiosidad que se recrea, aquella libertad in
solente que raciocina y disputa, aquella maligna
critica que censura, y aquellas preocupaciones y
pasiones que se exàsperan é irritan. Gran Dios
Qué dolor seria para los ministros de vuestro
Evangelio, si en vuestra presencia, si á la som
bra de vuestra cruz, si al pie de esos altares don
de sois sacrificado todos los dias como victima
de paz y caridad, tuviesen que temer semejan
tes escandalos Advertidos por las calamidades de
nuestros padres, perdonemos á los tiempos ve
nideros la triste necesidad de verter sobre nues
tros infortunios las lagrimas que ahora no pode
mos negar á los tiempos que nos han precedido.
Nunca seha puesto acaso mayor estudio que en nues
tros dias en sondear este abismo de la Gracia, en
penetrar los caminos de la Gracia, y en levan
tar ó casi rasgar el velo que oculta los arcanos de
la Gracia; pero se ha llegado por eso á entender
mejor lo que nos importa saber principalmente
acerca del misterio de la Gracia? -

Si scires donum Dei! O, sientendieses el don


de Dios! Palabras que no solamente se pudie
ron decir hablando con los habitadores de la cis
matica Samaria, y con Israel, supersticioso ze
lador de la Ley, sino tambien hablando con los
- chris
DE LA GRACIA. 261
christianos. Y cómo conoceremos este don? Aba
tiendo, destruyendo, desarraigando nuestra pre
suncion: de ella, de ella unicamente se originan
nuestros errores y desvarios en punto de la Gra
cia: presuncion altanera y temeraria, que despo
ja á la Gracia de la alabanza y honor de la virtud:
presuncion oculta y disimulada, que carga á la
Gracia de la infamia y aprobio del vicio. Me
explicaré. De dos principales propiedades de la
Gracia tenemos noticia por las luces de la Fé, que
son suavidad y alicientes: fuerza y eficacia. Suavi
dad y alicientes: esto es, que aunque puede obrar
con absoluto dominio en el corazon del hombre,
no por eso nos dexa menos dueños de nuestra
libertad. Fuerza y eficacia: esto es, que aunque
nos dexa la libertad, puede obrar quanto quiere
sin resistencia en el corazon del hombre. Qué re
sulta de aqui? Que de esta suavidad, de estos
alicientes, de estas insinuaciones de la Gracia que
influye algunas veces tan inperceptiblemente que
parece se confunde con nuestras luces, con nues
tras propensiones y con nuestras inclinacio
nes, se siente el pecador soberbio y presumi
do tentado de abusar para atribuirse á sí sus
propias virtudes: y de aquella fuerza, de a
quella eficacia de la Gracia que se manifiesta al
gunas veces con marabillosas y raras conversio
nes, abusa el pecador hipocrita para escusar sus
delitos. Repito pues: si scires donum Dei Pe
cador soberbio y presumido, quieres saber quán
deu
262 SERMoN
deudor eres, quánto agradecimiento debes á la
suavidad y atractivos de la Gracia ? Y tú, peca
dor hipocrita, quieres saber quánta injuria haces
á la fuerza y eficacia de la Gracia ? Considera lo
que obra la Gracia en la muger de Samaria, de
quien habla el Evangelio; y considera cómo pro
cede esta muger y cómo corresponde á la Gracia.
Lo que obra la Gracia en ella, os dará á enten
der que la gloria de la virtud es debida solamen
te á Dios: y lo que executa con la Gracia, os da
ráá entender que la malicia del pecador es pro
pia solamente del hombre.-En una palabra, la
suavidad y alicientes de la Gracia no dan al hom
bre arrepentido motivo alguno para engreirse:
ni la fuerza y eficacia de la Gracia dan al pe
cador pretexto alguno para escusarse. Dos impor
tantes verdades que me propongo poner en cla
ro sin salir del Evangelio del dia. Imploremos la
gracia por la intercesion de Maria. Ave Maria.
PRIMERA PARTE.

Unque es inegable que quantas doctrinas


erroneas han perturbado y pertubarán siem
pre la paz de la Iglesia, han provenido y pro
vendran de la viciada raiz del orgullo humano;
con todo eso no sin razon afirma S. Agustin que
de todas las heregias la de Pelagio merecia con
especialidad el nombre de heregia de la soberbia
humana, no solamente porque es propio de la mas
in
DE LA GRACIA. 263
insolente presuncion disputar á Dios el principio
de todo bien, y la gloria y honor de las virtudes
Evangelicas, atribuyendolo al hombre; sino por
que entre todos los articulos de nuestra santa Fé
no hay ninguno mas expreso, mas claro, mas al
tamente inculcado que el dogma que impugnó Pe
lagio. Alzóse el grito en todas partes, fue con
denada generalmente su doctrina detestable; bien
que su mismo bautismo, su misma fé, sus espe
ranzas fundadas en Jesu Christo, las sagradas Es
crituras, las preces públicas, las Liturgias, el sa
crificio augusto, todo le intimaba á Pelagio la ne
cesidad de la gracia, todo le enseñaba la necesi
dad de la gracia. Y aunque es verdad que para
insinuarse, y mantenerse firme en la opinion de
los hombres esta secta tan artera y astuta por una
parte, como presumida y arrogante por otra, se
valio de todas las artes de la politica, de to
dos los ardides del ingenio, de todo el caudal de
la sabiduria, de toda la elegancia y gracias del len
guage, de todos los halagos de la urbanidad, de
toda la opinion y lustre de los mayores persona
ges, de todas las apariencias de la mas rigida vir
tud; con todo eso, y á pesar de tantos auxilios, pe
reció prontamente y quedó soterrada baxo el gra
ve peso de los anatemas del mundo entero. Por
que el error se desvanece, la verdad reyna siem
pre: el destino y suerte de las heregias es durar
algunos dias, algunos años, á lo sumo algunos si
glos: sola la Iglesia está esenta de las injurias de
- los
264 SERMoN
los tiempos, porque es inmortal como el mismo
Dios que la fundó.
Pero sin embargo que ha tiempo que fue ana
thematizado este error, ¿no es verdad que resuci
ta freqüentisimamente en lo interior de nuestro
corazon? ¿hemos llegado á conocer nosotros sufi
cientemente los tesoros de la gracia, nosotros digo,
que nos paramos tan poco á meditar sobre lo que
pasa en los senos mas profundos de nuesta alma?
¿ recibe siempre de nuestra parte la alabanza y el
honor debido aquella gracia, cuyo influxo mode
rado, templado, suavizado para explicarme asi
por su atencion cortes y comedida, nos va diri
giendo por sendas imperceptibles ? Prestadme
vuestra atencion, amados oyentes mios, mientras
yo sustento que esta suavidad, estos temperamentos
de la gracia son acreedores á toda nuestra gratitud.
Venid á exäminar conmigo el Evangelio de este
dia, y vereis que el pecador debe la oportunidad
de su conversion á la suavidad y benignidad de la
gracia que le espera : que debe los primeros deseos
de su conversion á la suavidad y benignidad de la
gracia que le previene: que debe finalmente su con
version á la suavidad y benignidad de la gracia que
le llama, le atrae, y le determina: tres reflexio
nes que os convenceran de que la suavidad y tem
peramentos de la gracia no dan al pecador arre
pentido ningun motivo para ensoberbecerse. Con
t1nllcInOS.

I. Suavidad de la gracia que espera la con


Ver
DE LA GRACIA. 265
version del pecador; atenciones de la gracia que
proporciona al pecador el tiempo y momento de
convertirse; paciencia de Dios que sufre y tole
ra al pecador: pero esta no es todavia aquella gra
cia que ablanda y enternece el corazon del hom
bre, sino la gracia contenida aun en el corazon de
Dios: ni es tampoco la gracia que habla al pe
cador, sino la gracia que intercede por el peca
dor; ni tampoco es la gracia que forma al peni
tente, sino la gracia que prepara la penitencia.
Mas, porque esta gracia mas es cierto silencio, que
una voz de Dios, y mas un reposo, que una accion
de Dios, ni la sentimos , ni la echamos de ver:
pero reposo y silencio de Dios, que es ya un be
neficio grande de la mediacion de Jesu Chris
to, que obliga al hombre arrepentido á la ma
yor gratitud; que es ya un motivo que le com
pele á confesar con el Apostol que sin la gra
cia de Jesu Christo nada seria; y que si es al
go, es por la gracia de Jesu Christo: gratia au
tem Dei sum id quod sum (1).
Fatigado Jesus de un largo camino, se de
tiene y espera: y á quién espera? á una muger
infiel, á una muger estrangera, á una muger ene
miga del pueblo á quien Dios entregó su ley, su
templo, su altar, sus escrituras, sus oraculos,
sus promesas: á una muger que adicta á una se
Paracion cismatica, agraviaba con un culto repro
Tom. III. Ll ba
(). ad Corinth. Cap. I 5. V. 1o.
266 SERMON
bado al mismo Dios á quien adoraba: á una mu
ger que no menos sugeta á la esclavitud de sus
vicios, que á la ceguedad de sus errores, añadia
sus propios y personales delitos á los de sus pa
dres: desvarios de entendimiento, vicios del co
razon, deprabacion de costumbres, presuncion,
desenvoltura, indocilidad. Esta es la mugerá quien
espera aquel Dios á quien ella no conoce ni quie
re conocer ; aquel Dios á quien tantos años ha
que ofende, y á quien quiere proseguir ofendien
do. Ay, Señor qué dichosos fueramos, si acer
tasemos á imitar vuestra mansedumbre y vues
tra paciencia pero qué seria de nosotros, si tu
vieseis vos nuestra impaciencia, nuestro resenti
miento, nuestra prontitud en vengar y en casti
gar las ofensas que se nos hacen Reos á la ver
dad somos de la mayor malicia, por ser Dios el
ofendido; pero quánto mas desgraciados seriamos,
si el que hemos injuriado con nuestras maldades,
fuese un hombre mero vedlo en la Samaritana,
que en este caso huviera experimentado un juez
riguroso é inexórable; en lugar que ahora expe
rimenta un padre amoroso, cuya paciencia llegó
á cansar con sus iniquidades.
No por cierto, amados oyentes mios, no com
prehendemos nosotros, ni podemos llegar á com
prehender los tesoros de gracia que contiene en
sí aquel silencio, aquella paz, aquel sosiego de
un Dios ofendido pues para poder formar una
idea cabal, era necesario conocer toda la baxe
Z3.
DE LA GRACIA. 267
za del hombre, toda la grandeza de Dios, toda
la injuria que el pecado hace á Dios, y todo el
aborrecimiento que tiene Dios al pecado; pero
lo que todavia podemos llegar á entender menos,
es que multiplicando sin termino su Magestad di
vina las marabillas de su amor, nos acostumbra,
para explicarme asi, á desestimar el valor de sus
beneficios. Porque decidme, amados oyentes mios,
las misericordias que usa hoy este divino Salva
dor con esta muger de Samaria, no las haveis
experimentado vosotros, y continuais experimen.
tandolas en vosotros mismos? ¿haveis vosotros ofen
dido menos á Dios, ni Dios ha hecho menos por
vosotros? ¿le haveis vosotros respetado mas, y él
no os sufre á vosotros con mayor paciencia? Ella
hacia profesion de una creencia cismatica, donde
la havia precipitado la infelicidad de su nacimien
to. Y tú, con qué temeridad suscitas tantas dudas
afectadas, prorumpes en tantos discursos peligro
sos, en tantas impias bufonadas, en tantas decla
maciones temerarias, en tantas sacrilegas disputas
contra esa religion sacrosanta que has recibido con
la sangre de tus padres? Enfin siendo christiano á
pesar tuyo, solamente conservas de la fé aquello
que no puedes arrancar de ella.
A la Samaritana solo de una pasion se le ha
ce cargo : y entre todas ellas señalame una, ó tu
pecador, de cuya reprehension y residencia te ha
lles libre. Considerote poseido de los furores del
odio, y juntamente de la embriaguez del amor
Ll 2 1TlaS
268 SERMoN
mas impuro; de la bulliciosa ambicion, y junta
mente de la sensualidad aletargada; de las altive
ces del orgullo, y juntamente de las indecorosas ba
xezas del vil interes; de los desprecios y desdenes
de la altaneria mas insolente, y juntamente de
las groserias y timideces de la mas indigna con
descendencia. Y quiza te hallas envuelto en los
pecados de todas las pasiones: en pecados de to
dos los dias y de todos los momentos; pecados
contra la religion y la probidad; contra el cie
lo y la tierra; contra la honestidad y la humani
dad; pecados cometidos sin verguenza y sin el
menor remordimiento; pecados multiplicados con
tranquilidad inalterable; pecados ostentados con es
candalo y desenvoltura: de modo que siendo tan
pecador, y mucho mas pecador que la Samaritana,
no solamente ha usado el Señor contigo de mi
sericordia, sino que le has experimentado mucho
mas benigno; pues no solo se ha fatigado por
ti una sola vez, sino que te ha buscado mil ve
ces, y tu has huido de él otras tantas; él te
ha llamado, tu no le has respondido; tu te has
ensordecido á los llamamientos de su gracia, y
él no te ha despertado con el trueno espantoso
de su ira: él calla, él disimula, él parece que
ignora tus excesos, él se para, él se detiene un
poco, pero dispuesto siempre á emprender de
nuevo el camino: fatigatus er itinere (1).
Pe
(1) Evang. S. Joan. cap. 4.v. 6.
DE LA GRACIA. 269
Pero, Señor, adónde vas con tanta benigni
dad, con tanto sufrimiento? ¿ Os diré yo, her
manos mios, con S. Agustin que por eso ace
lera el hombre sus venganzas porque teme perder
la oportunidad y la posibilidad de vengarse, y que
por eso las dilata Dios porque es dueño de to.
dos los dias y de todos los momentos, porque
es un señor fuerte y poderoso, porque sabe que
el pecador no puede huir de su justicia sino aco
giendose al abrigo de su misericordia ? Patiens
quia eternus, quia fortis, quia Deus. Mas yo
os digo con el Apostol que no os ha sufrido, ni
os sufre sino porque ha querido, y quiere saca
ros del cieno de vuestros pecados, y traeros á ver
dadera penitencia: ignoras quoniam benignitas
Dei ad panitentiam te adducit? (1). Su grande
za vilipendiada, su santidad ofendida, su justi
cia provocada, su misericordia insultada, su re
ligion abatida, su Iglesia escandalizada, su gracia
mal correspondida pedian y executaban por tu
condenacion; pero su amor ignominiosamente des
atendido y repudiado ha intercedido por ti , pi
diendo tiempo de penitencia, y le ha alcanzado,
aunque este no es mas que el ensayo y el princi
pio de sus beneficios, sin embargo asi se verifica que
el pecador arrepentido debe á la suavidad y á
las atenciones de la gracia preveniente los prime
ros deseos de su conversion.
II.
(1) Ad Rom. c. 2. v. 4.
27o SERMoN
II. Sentado Jesus al pie de la fuente de Jacob,
se entregaba al parecer en brazos del mas pro
fundo descanso: sedebat. Pero ay! que este es
descanso de un Dios Salvador; descanso mas ac
tivo y mas obrador de marabillas, que la activi
dad laboriosa de los hombres : desde el centro de
aquella tranquilidad aparente está concibiendo los
designios, discurriendo los proyectos, ideando
la obra de sus misericordias sobre aquella alma
destinada desde la eternidad para manifestar en
ella clara y patentemente la conducta interior del
Dios de la gracia. Notad como se viene acer
cando una muger de Samaria, guiada de una
venturosa casualidad acia aquel pozo de agua cla
ra que ha de ser para ella una fuente de vida y
de justicia: ella ignora el feliz suceso, en virtud
del qual será agregada á la nacion santa, y ten
drá parte en la herencia de los escogidos; igno
ra digo la dicha que la espera; pero lo que ella
no sabe, lo sabe Jesus ; contados estan sus pa
sos, y una amorosa providencia vela sobre ella
y por ella; asi obedece á una voz que no oye,
y sigue un impulso que todavia no distingue ni
discierne bien.
O providencia de la gracia ! Qué diremos no
sotros quando se desvanezcan las sombras, quan
do veamos claramente el orden, la serie, la co
nexion, la combinacion de los sucesos, de las
circunstancias en que sucesivamente nos vimos y
nos hallamos! Quando conozcamos, que aunque
tO
DE LA GRACIA. 27 r
todo al parecer estaba sugeto á la ley y caprichos
de la fortuna ciega, todo, todo iba dirigido por
una profunda sabiduria ! Yo me apartaba de vos,
d Dios mio, exclamaba S. Agustin, y vos me
llamabais; yo huia, y vos no os separabais de
milado; yo no os buscaba, y os hallé, y qual otra
Samaritana, quando yo pensaba solamente en sa
ciar la sed de mis malos deseos y viciosas inclina
ciones, vos estimulado de aquella sed que des
pierta en vuestro corazon el amor mas puro, cor
riais siguiendome por los caminos de mi mala
vida.
Porque es de tal condicion, amados oyentes
mios, esta prodigiosa suavidad, estos tempera
mentos, estas atenciones de la gracia prevenien
te, que no solo hallamos la gracia con la misma
felicidad que la Samaritana quando no la busca
mos, sino que muchas veces la misma gracia nos
halla á nosotros quando nos apartamos de ella.
Qué digo? por los medios mismos de que nos
valemos para apartarnos de la gracia, viene á
nosotros algunas veces la gracia y nos atrae á sí.
El mundo nos aparta de Dios; y para volver
nos á su Magestad, qué pensais hace la gracia?
Valese del mismo mundo, de sus desaires, de
sus altiveces, de sus extravagancias, de sus capri
chos, de su inconstancia, de su ingratitud, de
sus injusticias, de sus traiciones, de sus falseda
des: hace que no veamos á nuestro lado sino ri
vales y competidores que desbaratan nuestros in
ten
272 SERMoN
tos, que nos arman lazos, que nos confunden en
el laberinto de sus malignos é intrincados ardides:
que no veamos sino valedores desdeñosos, alta
neros, soberbios, interesados, duros, insensibles;
que no veamos sino amigos tibios, viles, cobar
des que con facilidad desisten de nuestro alivio,
y nos desamparan; ni veamos sino almas censura
doras, malignantes, envidiosas, que se asustan de
qualquier merito superior. Apartannos tambien de
Dios nuestras pasiones; y para volvernos al ca
mino verdadero del desengaño, qué pensais ha
ce la gracia? Valese de nuestras mismas pasio
nes y de sus deseos bulliciosos con que nos fati
ga; de sus temores y sospechas, con que nos
mortifica; de los reveses y desgracias que las acom
pañan, con que nos disgusta; de la verguenza é
infamia que les es inseparable, con que nos re
frena; de sus buenos sucesos y de sus logros, con
que nos instruye, nos desengaña, nos causa fasti
dio de nosotros mismos: de suerte que lleno nues
tro corazon de desabrimiento, de amarguras, de
desconsuelo, triste, desasosegado, enfadoso á sí
mismo, se ve necesitado á buscar un asilo, y la
gracia se le ofrece, ó por mejor decir la gracia
le inspira el deseo de acudir á él á consolarse de
sus infortunios y sentimientos.
En efecto, christianos, no nos engañemos:
qué huviera aprovechado á la Samaritana que
nuestro divino Salvador huviese tolerado su des
concertada y licenciosa vida, usando de su infi
111
DE LA GRACIA. 273
nita misericordia; si á la paciencia con que la es
pera, á la providencia con que la gobierna, no hu
viese añadido la luz que la ilustra, la voz interior
que la llama, la inspiracion con que la atrae? Es
cierto que tendria á Jesus en su presencia; pero
se hallaria este dulce dueño ausente de su corazon;
ella le veria, pero ni huviera llegado á conocerle,
ni á amarle. Asi pues nuestro corazon, por mas
que desasido y desengañado de las falsas glorias
del mundo, de las traidoras delicias de la sensua
lidad, se doliese y avergonzase de su miserable
esclavitud, con todo eso no se romperian sus ca
denas; porque es tal nuestra miseria, como obser
va S. Bernardo, que si Dios no viene primero á
nosotros, no iremos nosotros á Dios; ni sabremos
buscarle, sino despues que su Magestad nos haya
buscado á nosotros: non quereres, nisi prius que
sita. De modo, que para condenarme, no tengo
necesidad sino de mí mismo; y para salvarme ten
go necesidad de Dios; pues lexos de poderme con
vertir sin la gracia, está decretado por el con
cilio de Orange, que sin un llamamiento de la gra
cia, ni puedo desear, ni implorar la gracia de mi
conversion , ipsam gratiam facere ut d nobis in
pocetur. Si no me es posible pues desear la gracia
de convertirme sino enquanto la gracia misma
me prevenga y me prepare, ¿cómo podré sin ser
prevenido por la gracia concebir deseos de mi
conversion? Verdad fundamental de nuestra Re
ligion, que vemos demostrada patentemente en
Tom. III. Mm el
274 SERMoN
el Evangelio de este dia. La Samaritana tiene de
lante áJesus, y no le ve; y si le ve, no conside
ra quien es; y si le conoce, solo le conoce para
acelerar su huida; pues criada con odio al Templo,
á la Ciudad santa, y al culto verdadero, ella des
precia á un hijo de Judá, y se tiene por despre
ciada de él: non enim coutuntur Judai Samari
tanis (1). Pero Jesus es quien la prepara, quien la
detiene, quien la habla, quien dá principio á aque
lla conversacion, de donde se sigue su conversion
pronta y verdadera. -

O gracia preveniente quándo sabremos cono


cer y estimar dignamente beneficio tan insignel Ay,
amados oyentes mios que un padre amoroso se
dexe aplacar por los suspiros del hijo prodigo; que
Josef deponga su enojo por el arrepentimiento de
sus hermanos y ruegos de Jacob; que Asuero se
venza por las lagrimas de Esther; que Jesu Chris
to se mueva á misericordia por la fé de la Cana
nea, por el silencio de la muger adultera, por las
lagrimas de la Magdalena, por los lamentos y pe
nitencia de Pedro; que nuestro Dios se muestre
propicio á los gemidos y dolor de un corazon con
trito y humillado, no me causa ninguna marabi
lla; pues la paciencia admirable con que sufre los
pecados de los hombres, es para mí una prenda
que me asegura de la pronta y asombrosa benig
nidad con que admite á su amistad á los pecado
- rCS,

(1) Evang. S. Joan cap. 4. v. 9.


- DE LA GRACIA. 275
res: porque cómo era posible que despidiera con
dureza y sequedad á quien quiso esperar con tan
ta perseverancia? ¿en el mismo conceder al peca
dor tiempo para arrepentirse, no ¿ el be
neficio de la reconciliacion? ¿por qué pensamos que
tarda en vengarse, sino por tener lugar de perdo
nar? Pero que el pastor despreciado corra tras la
oveja descarriada y fugitiva; que el señor insul
tado solicite al siervo inutil, al esclavo rebelde y
obstinado en su rebelion; que un Dios que tanto
aborrece el pecado, se anticipe á tratar con el pe
cador, se humille hasta suplicar, y hasta decir, co
mo lo decia en nuestro Evangelio: da mihi (1)
Dame tu corazon, ese corazon que yo te pido, ese
corazon que ha tantos años que me niegas, ese co
razon obgeto de mis deseos, redimido con mi san
gre, ese corazon, que yo solo merezco, y á quien
yo solo puedo hacer feliz: da mihi. Dame ese
corazon repudiado y corrompido por el mundo:
ese corazon, que por los caminos del mundo solo
ha tropezado con delitos y calamidades, siempre
pecador, y siempre infeliz: da mihi. Dame ese
corazon, victima miserable de tantas pasiones: ese
corazon alterado con tantos deseos, consternado
con tantos sustos, agitado COIl tantaS sospechas,
consumido con tantas envidias, desesperado con
tantas traiciones, marchitado con tantas pesadum
bres, desvirtuado con tantos desabrimientos, des
Mm 2 pe
(1) Ibid. v. 15.
276 SERMoN
pedazado con tantos torcedores y pesares. Da
mihi. O hombre sin juicio! ni tú sabes lo que bus
cas, ni de quién huyes. Ah, si scires donum Dei!
Es por ventura poderoso el mundo para llenar la
inmensa capacidad de tu corazon ? entiende que
siempre serán mayores tus deseos y siempre exce
deran á las felicidades que él puede ofrecerte: por
que muestrame, si puedes, un ambicioso satisfe
cho de honores; un vanaglorioso harto de alaban
zas; un soberbio que no desee mas prerogativas;
un avariento que se tenga por bastante provisto de
riquezas; un cortesano que no aspire á mayor pri
vanza; un politico que no anhele por nuevas y ma
yores prosperidades en sus empresas; un lascivo que
no padezca siempre sed de sensualidades; un hom
bre feliz en el mundo y por el mundo; un hombre
que contento con lo suficiente, no desee mas; ó
que no se fastidie de sí mismo quando llega al ter
mino de sus deseos? Omnis qui bibit er aqua hac,
sitiet iterum (1). Aqui tienes otro dueño que te
convida con su amistad, prueba si con él logra
rás mejor suerte: hasta ahora no has conocido sino
la tirania de las pasiones, y no tienes ninguna ex
periencia del amable imperio de mi gracia, ni del
silencio profundo y agradable, ni de la dulce y
deliciosisima paz que infunde en una alma docil
y obediente á su voz: Qui biberit er aqua quam
ego dabo ei, non sitiet in aternum (2). No te digo
pues
(1) Evang. S. Joann. cap. 4. v. 13. (2) lbid. v. 13.
DE LA GRACIA. 277
pues ya que me des tu corazon; da mihi: solo te
pido que le dexes en su libertad y á su arbitrio;
que yo sé que no tardará en volverse á mí; tú me
le robas á pesar suyo, yo le llamo continuamen
te con las inspiraciones de migracia, y él me im
plora continuamente con sus suspiros; porqué pues
te obstinas contra él y contra mi? Por otra parte
de aqui á un momento te verás en la sepultura;
¿y no te parecen bastantes para tu desdicha las mi
serias de esta vida, sino añades á ellas una infe
licidad eterna? Un suspiro pues nacido de lo inti
mo de tu alma limpiará tus iniquidades; y las la
imas de un verdadero arrepentimiento apagarán
el fuego de mi encendida colera: vuelvete á mí,
que aqui me tienes con los brazos abiertos para
recibirte, y olvidarme de tus ingratitudes : da
mihi.
Qué? es el mismo Dios el que aqui habla? y
con quien habla, es el hombre, el miserable peca
dor? con que se ha olvidado enteramente de lo
que es su Magestad, y de lo que nosotros somos,
esto es de su grandeza, y de nuestra miseria? Sí,
amados oyentes mios, Dios, Dios es, y no pue
de ser otro que Dios; pues los hombres están tan
llenos de pasiones y de necesidades propias, que
no tienen lugar para desear lo que no acrecien
te su opulencia y felicidad. Solamente aquel Dios
que se basta á sí mismo, se emplea en solicitar lo
que le es inutil, y en dar, y no recibir: de modo
que por quanto es Dios, por eso se mueve prime
TO3
278 SERMoN
ro; y por eso no nos movemos nosotros primero,
porque somos meros hombres. Con que la nece
sidad de la gracia preveniente es una prueba de la
miseria y debilidad del hombre; y la misma gra
cia preveniente es una prueba de la grandeza éin
dependencia de Dios. Y haveis de saber que esta
calidad de gracia preveniente constituye uno de
los mas apreciables caracteres de la gracia; por
que la gracia, como advierte S. Agustin , en
tanto es gracia enquanto no la preceden ningunos
meritos, y enquanto ella precede á todo merito.
gratia misigratis sit, non est gratia. En qualquie
ra otra gracia, añade este santo Doctor, concurre
Dios con el hombre; pero en los primeros movi
mientos de la gracia preveniente, Dios se halla so
lo, Dios obra solo: en aquella se observa el bien
que Dios hace que obre el hombre: en esta se ob
serva el bien que obra Dios sin el hombre: Mul
ta Deus facit in homine bona, que non facit homo;
nulla vero facit homo, que non facit Deus ut fa
ciet homo. -

Asi que hemos visto ya que el pecador debe los


primeros deseos de su conversion á la suavidad y
á las atenciones de la gracia preveniente; y ahora
veremos cómo es deudor de su conversion á la sua
vidad y á las atenciones de la gracia que le atrae y
le determina.
III. Y ahora es, amados oyentes mios, quan
do al paso que nos internemos mas en los cami
nos de la gracia, nos veremos obligados á excla
- 11.121
DE LA GRACIA. 279
mar con el Apostol, que las operaciones de la
gracia son un misterio incomprehensible á los en
tendimientos mas perspicaces: investigabiles vie
ejus : misterio de obscuridad impenetrable y
profunda en los influxos y triunfos de la gracial
Porque qué es lo que impele, determina, con
vierte al pecador? El mismo pecador lo ignora
por lo comun. Ya es un movimiento interior, cu
yo principio y progresos no llega á discernir con
claridad: ya es una verdad, que mil veces me
ditó el hombre, y nunca llegó á desengañarse:
ya es un llamamiento que sintió el alma muchas
veces, y nunca se rindió. Años havia que S. Agus
tin se sentia instado, solicitado, convencido, y
con todo eso permanecia siempre pecador: y unas
palabras como dichas acaso, un ojear las Epistolas
de S. Pablo, le convierten: arrepientese, y pro
rumpe en lagrimas que deshacen sus malos habi
tos y pasiones: la voz de un Ambrosio no havia
surtido efecto alguno, y la de un niño fue fruc
tuosa Agustin conoce las gracias á que se resistió:
y Agustin no conoce la gracia á que se rindió: in
vestigabiles via ejus.
Misterio de suavidad, de atenciones, de in
sinuacion en las operaciones tan diversas de la gra
cia, y en las diferentes formas con que se mani
fiesta: porque ya es un rayo de luz viva y pene
trante, cuya impresion instantanea deshace de re
pente las mas densas nieblas: ya es una vislumbre
debil y desmayada al principio, que se va aumen
tal
28o SERMoN
tando y clarificando, y que despide mayor res
plandor á proporcion que el alma fixa en ella mas
la atencion: ya es un rayo que rompe en un ins
tante el velo que sobre la razon y la fé tendieron
los embelesos del mundo y de la concupiscencia:
ya es una mano benigna que procediendo con mas
lentitud y mas templanza, va levantando y sos
teniendo poco á poco este mismo velo: unas ve
ces es la voz terrible del Señor, que comueve los
montes, derriva los cedros, postra á un Saulo per
seguidor: otras es un leve soplo, un suave mur
murio, una dulce marea del espiritu de paz y de si
lencio, que se hace entender, para explicarme asi,
sin hablar: basta una mirada, para que Pedro se
haga un mar de lagrimas: alguna vez se muestra
Dios como juez severo, como Señor irritado, ar
mado del rayo de su indignacion, amenazando á
soterrar al pecador; muchas veces se muestra co
mo amigo fiel, que avisa, que reprehende, que
persuade; como padre amoroso que se desconsuela,
se aflige, se compadece, y se compadece de tíno
atendiendo tanto á tus ingratitudes, quanto movi
do á misericordia por tus miserias: qué sé yo que
mas, catholicos. Luces que ilustran, atractivos que
halagan, miedos que estremecen, silvos amorosos
que atraen, remordimientos que turban, esperan
zas que ceban, amenazas que consternan, recon
venciones amorosas que derriten á una alma, so
bresaltos que acivaran los deleites del pecado,
amor que dulcifica las penalidades de la virtud,
COl
DE LA GRACIA. 28 I
confusion que humilla, esfuerzo y valor que for
talecen: no hay forma, no hay figura que no adop
te la gracia, y de que no se despoje sucesivamen
te: ella se atempera á todos los genios, á todos
los caracteres, á todas las circunstancias: ella se
insinúa con arte y se introduce en el abismo de los
errores para desvanecerlos, de las inclinaciones pa
ra hacerles guerra, de las pasiones para destruirlas:
ella se sirve del pecado mismo contra el pecador:
podriase casi decir, que para hacerse señora del
corazon humano, se sugeta á su imperio, y que
llega á darle la ley, empezando á recibirla en al
gun modo: investigabiles via ejus.
Quereis de todo una evidente prueba ? volva
mos al Evangelio. Qué conquista hizo la gracia
donde se manifestasen mas patentemente los ca
minos de su suavidad, dulzura y atencion? Solí
cito el Salvador divino de disponer y sazonar los
momentos de la salvacion de los hombres, con
duce y lleva á la Samaritana todavia infiel lexos
del ruido y del estrepito, para que en el silencio
del campo oiga mejor la voz de la gracia, y la
voz de su propio corazon: una merced que este
Señor le pide, y que ella parece le quiere negar,
da principio á su conversion; ella no advierte en
Jesus sino un pasagero, natural de Juda, á quien
dice si no sabe que Jerusalen y Samaria son ene
migas irreconciliables: non enim coutuntur & Ju
dei Samaritanis. Jesus le dice, que equivocando
lo que él es con lo que parece, se engaña clara
Tom, III, Nn 1IncIl
282 SERMoN
mente, que su oficio es hacer gracias, no pedirlas,
recibir honores, no tributarlos; pero no le descu
bre todavia la verdad, contentase con manifestar
le su error: Si scires, quis est qui dicit tibi, da
mihi bibere (1). Herida de este primer rayo de
luz, intenta engrandecerse con las glorias del Pa
triarca á quien tiene por cabeza y fundador de su
nacion. Jesus le replica, que la gloria, las felici
dades y opulencia de los Patriarcas no fueron sino
una sombra de las riquezas que él viene á traer al
mundo: aqua quam ego dabo, fietfons aque sa
lientis in vitam aeternam (2). Desea ella entonces
poseer aquellos bienes con que Jesus ha de enri
quecer al mundo; pero se le dá á entender que es
tos bienes están reservados para las almas limpias
é inocentes: voca virum tuum.... non est tuus vir
(3). De esta sola palabra que la despierta la me
moria de sus tratos deshonestos, colige ella que no
hay cosa oculta para aquel hombre á quien no co
noce; que Jesus es un profeta cuya vista perspi
caz penetra la distancia de todos los tiempos y
lugares: Profeta es tu (4). Y ella para cerrar los
ojos á una luz importuna, y divertir la conversa
cion, mueve disputas de religion, unico recurso
de la vergonzosa sensualidad, quando resuelve
sumergirse en un sueño tan profundo, que no te
ma ya el despertar de la razon. Ponele Jesus de
lante el pecado de su cismatica separacion y ya
CS

(1) Evang. S. Joan. c. 4. v. 13. (2) Ibid. (3) Ibid. (4) Ibid.
DE LAGRACIA. 283
está cerca le dice, ó antes ya ha llegado el tiem
po en que todas las naciones compondrán una na
cion sola, el tiempo en que la adoracion en es
piritu y en verdad ocupará el lugar del culto y
adoracion entre sombras y figuras: venit hora, es
nunc est (1). Comovido su corazon, estimulado
interiormente, se franquea al deseo y á la espe
ranza del Mesias; y para creer en su palabra y
obedecer su voz, no le falta mas que conocer
le : cium venerit nobis, annuntiabit omnia (2). Pe
ro Jesus no quiere tenerla mas tiempo perplexa:
ya estás viendo, le dice, ya estás oyendo á aquel
Mesias prometido á tus padres. Entonces la Sa
maritana, fiel y docil, cede y se rinde, deponien
do y sacrificando á los pies de Jesus las preocupa
ciones de su crianza, los errores de su corazon, sus
vicios, sus pasiones, y á sí misma: ego sum (3).
Disimuladme esta exposicion tan por menor,
amados oyentes mios; aunque por otra parte, qué
otro exemplo que el que nos refiere aqui el Espi
ritu Santo, nos pintaria con mas fidelidad, ni con
mas vivos colores las insinuaciones poderosas, los
victoriosos temperamentos de la gracia? Deter
mina Jesu Christo convertir una alma infiel y pe
cadora, una alma envuelta en las tinieblas del
error, y del vicio; notad pues con qué dignacion
le manifiesta sus excesos sin darle en rostro con
ellos; la enseña lo que querria ignorar, instru
11 2 yen
(1) Ibid. (2) Ibid. (3) Ibid.
284 SERMoN
yendola en lo que desea saber; se aprovecha pa
ra los designios de su gracia de sus repulsas, de sus
preocupaciones, de su vana curiosidad; la conven
ce de sus errores contemporizando en algun mo
do con los caprichos de un entendimiento indo
mito; dale á conocer la ignominia y el horror de
sus maldades, contemplando lo delicado de su
amor propio; reducela de los caminos de su cegue
dad, siguiendola por las sendas de sus disputas im
pertinentes; y conducela finalmente al termino fe
liz de su conversion, dando á entender que se de
xaba gobernar.
Aqui es donde todo entendimiento se confun
de , toda razon se humilla, y solo con su silencio
exclama con el Apostol : investigabiles viae ejus.
Caeremos en la tentacion de preguntar, á qué
proposito tantas contemplaciones? Pues qué? Dios
no es dueño de nuestro corazon? Exerce menor im
perio sobre las tormentas de las pasiones, que sobre
las del mar? Habla su Magestad, y las embraveci
das olas se serenan: no de otro modo pues si se dig
na hablar, las olas de nuestra mas indomita y des
enfrenada concupiscencia respetarán y obedeceran
su voz. Ah, christianos cómo se conoce que pensa
mos como hombres cuyo entendimiento carece de
aquella estension y capacidad necesaria para com
prehender las relaciones que dicen entre sí varios
y diferentes obgetos El entendimiento de Dios
es inmenso, infinito, que ve todas las cosas, que
todas las confiere á un tiempo mismo : Dios en
quan
DE LA GRACIA. 285
quanto santificador no se opone á Dios en quanto
criador: los dones de la gracia, dice S. Agustin,
perfeccionan los dones de la naturaleza, no los des
truyen: es verdad que Dios es soberano, pero
no ha criado esclavo al hombre : Dios obtiene,
pero no toma por asalto; grangea, pero no cauti
va; quando obliga al corazon á entregarse, no le
priva de la facultad de resistirse; pero entiendase,
dice S. Agustin, que Dios nada pierde de sus de
rechos quando no violenta los nuestros; un cora
zon libre sabe convertirle en un corazon docil; y
aunque reyna con suavidad, no por eso reyna con
menos soberania: habet humanorum cordium quo
libet inclinandorum omnipotentissimam volunta
fer?.

Enfin, qualesquiera que sean los lenitivos, qual


quiera que sea el velo con que guste el Señor ocul
tar la uncion de la gracia; bien sea que el hombre
conserve la inocencia, bien sea que rompa las ca
denas de los vicios, ello es que nuestras virtudes
y nuestra penitencia son igualmente obra de la
gracia; pero de qué gracia? ya nos lo enseña S.
Agustin; de una gracia que no se limita á ense
ñar la sabiduria, sino que se estiende á persuadir
la; de una gracia que despues de haver ilustrado
el entendimiento, mueve el corazon; de una gra
cia que no solo comunica el conocimiento de la
justicia, sino el amor á ella: de suerte que las lu
ces y los llamamientos , el convencimiento del
entendimiento, y la persuasion del corazon, la vo
lun
286 SERMoN
luntad de hacer el bien, y el mismo bien que se
hace, todo es obra de la gracia, y efecto de la
gracia: gratia, qud nec solium revelatur sapientia,
verum etiam ebº amatur; nec suadetur solum om
ne quod bonum est, verum diº persuadetur.
Concluyamos, amados oyentes mios: el pe
cador debe la oportunidad de convertirse á la sua
vidad y á las contemplaciones de la gracia que le
espera; debe los primeros deseos de su conversion
á la suavidad y contemplaciones de la gracia pre
veniente; debe su conversion á la suavidad y con
templaciones de la gracia que le llama, que le
atrae, que le convierte: por consiguiente no solo
no debilitan, ni disminuyen nuestro agradecimien
to la suavidad y las contemplaciones de la gracia,
sino que deben avivarle y aumentarle mas. Por
que, en qué estado me hallaba yo, ó Dios mio,
quando os dignasteis mirarme con ojos de piedad!
yo huia de vuestra gracia, y ella me buscaba; yo
la apartaba de mí, y ella me hallaba; yo provo
caba vuestra paciencia, y con todo eso no apuré
vuestra misericordia: qué seria yo sin vos, sino
un pecador, un impenitente, un reprobo siem
piezo á amaros, si me atrevo á aspirar á vuestro
amor, de mi penitencia, de mis suspiros, de mis
lagrimas, de mis virtudes, de mis esperanzas, de
todo soy deudor á vuestra gracia: si he pensado
en salvarme, ella me ha dado el pensamiento: si
he querido mi salvacion, ella me ha infundido
este deseo: si he trabajado en el negocio de mi
- sal
DE LA GRACIA. 287
salvacion, ella me ha comunicado animo y esfuer
zo para trabajar en ella: Deus est qui operatur
in nobis & velle c5 perficere. Quanto yo he hecho,
no lo he hecho yo, sino vuestra gracia, que al
principio lo ha hecho sin mí; y despues lo ha he
cho en mí y conmigo: Non ego, sed gratia Dei
mecum (1). Desengañese finalmente y caiga de su
error el hombre soberbio y arrogante, si llega á
presumir que sin vos, es algo en vuestra presencia.
Tributese á Dios solo toda la alabanza, todo el ho
nor, toda la gloria de la virtud: y atribuyase al
hombre solo todo el horror, toda la ignominia,
toda la malicia del pecado. Asi que la suavidad
y las contemplaciones de la gracia no son ocasion
ni motivo de vanagloria al pecador arrepentido,
como hemos visto en la primera Parte. En la Se
gunda veremos que la fuerza, y eficacia de la gra
cia no subministran al pecador pretexto alguno
para escusarse. -

PARTE SEGUNDA.

Quello de que los caminos de la gracia son


como dexo dicho con el Apostol, un pie
lago, cuya profundidad es inaveriguable, puede
y debe decirse de los caminos de nuestro propio
corazon; porque él se pierde en tan confusos la
berintos, se oculta con tantos velos, se esconde
CIl

(1) 1. ad Cor, cap. 15. v. 1o.


288 SERMoN
entre tantas obscuras nieblas, que la vista mas pers
picaz no llega á percibir claramente la estampa
y vestigios de su huella. No hay en nosotros nin
guna inclinacion viciosa que no sepa para engañar
nos revestirse quando le conviene de las exterio
ridades de la misma virtud, á quien ella aniquila:
y el orgullo humano, tan humilde, tan sumiso, y
que usa tantas vilezas para llegar á engrandecerse,
solamente cede á la gracia todo el merito de la vir
tud para cargar á la gracia toda la ignominia del
vicio: orgullo disimulado, fingido , hipocrita y
traidor; ó por mejor decir, orgullo mas á propo
sito para hacerse mas universal y permanente, que
las altiveces de un orgullo insolente. Cómo asi?
porque este engaño se ve autorizado con el dicta
men y aprobacion de todas las pasiones, que al
abrigo de esta falsa humildad reynan en profunda
paz; porque el aplauso de una virtud rigida y pe
nosa es menos apetecible para la multitud, que
un gusto autorizado y justificado; porque para el
hombre entregado á sus malos deseos, no hay es
tado tan agradable como aquel en que todo cree
que les es licito sin delinquir en nada. No desempe
ñaria pues yo sino la menor parte de mi ministerio,
si haviendo postrado y confundido la presuncion y
soberbia del que abusa de la suavidad y atenciones
de la gracia , atribuyendose á sí mismo sus vir
tudes, no vengase la gracia de la soberbia del que
abusa del poder y eficacia de la gracia para escusar
sus pecados. Conoced, ó pecadores la gracia, y
pro
DE LA GRACIA. 289
procurad conoceros á vosotros mismos. Digo que
decis que si lograseis la gracia, os arrepentiriais;
que por eso sois pecadores porque no teneis la
gracia; pero yo entiendo, que no por otra razon
atribuis á la gracia un poder y una eficacia que
no tiene, sino porque queres escusar vuestros pe
cados, ni por otra razon perseverais en el pecado,
sino porque no os aprovechais ni quereis aprove
charos del poder y eficacia que la gracia tiene,
y por consiguiente lexos de que el poder y eficacia
de la gracia escusen vuestros pecados, con vues
tras escusas cometeis un nuevo pecado.
I. Una gracia que arrebata el consentimien
to de la voluntad, privandola de la facultad de
negar su consentimiento: una gracia que no pue
da subsistir inutil en el hombre por la negligen
cia, pereza, obstinacion é indocilidad del hombre
mismo : una gracia que jamas se halla en el pe
cador, porque en el punto que la recibiese, de
xaria de serlo; tal es la gracia, y la gracia uni
ca que conoce un pecador que procura escusar
sus pecados. Digo pues que solo le puede dictar
la idea de semejante gracia el deseo y el interes
de cohonestar, justificar y escusar sus pecados.
Cómo asi? porque este concepto que se forma el
pecador del poder de la gracia, es un error im
pugnado y reprobado por la experiencia que gene
ralmente tenemos todos, y por la que él mismo tie
ne de la eficacia y poder de la gracia.
Continuemos. Error que injuria y deshonra
Tom. III. Oo el
29o SERMON
el poder verdadero de la gracia. En efecto, siga
mos el discurso. La gracia dices puede hacer quan
to guste del corazon del hombre. No digo lo con
trario; pero pregunto, en qué consiste este po
der de la gracia? en un impulso, me dices, en
un movimiento, en una impresion tan vehemen
te que reduce al hombre á la necesidad absoluta
de entregarse á aquel nuevo impulso que supera
y domina todos sus antiguos afectos: de modo
que el corazon no sigue ya ni se dexa llevar, si
no que es violentado; y si cede y se rinde, no
es porque sea docil y blando, sino porque es tan
flaco y debil que no tiene verdaderamente facul
tad para resistir. Pero yo probaré que el hombre
que forma de la gracia semejante idea, despoja á
la gracia de todos los caracteres de grandeza, de
nobleza, de magestad, de divinidad que convie
nen y son propios de la accion de un Dios, y de
la gracia de un Dios: quiero decir, de la inde
pendencia de la gracia, de la sabiduria de la gra
cia, de la fecundidad de la gracia, del poder de
la gracia, y hasta del misterio mismo de la gracia.
Proseguid prestandome vuestra atencion, y no
temais que el exámen tan dificil y metafisico de
estas verdades sublimes, las haga menos claras.
Vuelvo pues al discurso. La gracia en tu opi
nion no es otra cosa que un impulso, una incli
nacion esencialmente vencedora, ó vencida segun
que se le contrapone, ó segun que es resistida por
otro impulso, ó inclinacion mas debil, ó
--
¿
ll C
*.
DE LA GRACIA. 29 I
fuerte. Ay, amados oyentes mios! : Reconoceis
vosotros la libertad, la independencia infinita de
la gracia, en esta gracia siempre y absolutamen
te inutil quando la concupiscencia tiene mayor
fuerza y actividad para combatirla y resistirla? en es
ta gracia que quando triunfa, debe menos la victoria
á sus propias fuerzas, que á la flaqueza de las pa
siones? Quiere decir esto, que solo defendemos la
fuerza de la gracia de las resistencias y contradic
ciones de la libertad, para someterla vilmente á
las leyes de la concupiscencia; que el hombre nun
ca será libre, y que la gracia casi siempre será es
clava.
¿Reconoceis la fecundidad infinita de la gracia
en esta gracia á quien se despoja del derecho de
elegir los momentos, de condescender con los
caracteres, de aprovecharse y preparar las cir
cunstancias, de remover los obstaculos, supuesto
que para todos los momentos, para todos los ca
racteres, para todas las circunstancias, para todos
los obstaculos está la gracia como reducida á su
frir condiciones estrañas, y que es siempre ó ne
cesariamente viétoriosa, ó necesariamente venci
das? ¿reconoceis el poder infinito de la gracia en
esta gracia que entanto lo puede todo en el co
razon humano, enquanto el corazon nada puede
contra ella? Limitado por consiguiente el hombre
en el poder y fuerza de resistir, ya entiendo yo
que para que se rinda y ceda al impulso de un
movimiento superior es necesario que el que le co
Oo 2 IIlll
292 SERMoN
munica sea mas que el hombre; pero hay nece
sidad, ni es indispensable para esto que sea tan
poderoso como Dios? me atreveré á proferirlo?
no dudo asegurar que para tener idea de un triun
fo de esta naturaleza, no hay paraque recurrir
al poder infinito de Dios: exemplos de semejan
tes victorias nos ofrecen las criaturas; pero redimir
nuestro corazon de la esclavitud de las pasiones sin
despojarle de la libertad; hacer que lo conceda todo
dexandole la facultad de negarlo todo, esto pide
no solamente ciencia infinita para la eleccion de
las gracias, é infinita sabiduria en el orden y dis
tribucion de ellas, sino que pide y requiere in
finito poder en el autor de la gracia. Entiendo
por poder infinito un poder que no exerza menos
jurisdiccion é imperio sobre quien puede resistir,
que sobre quien no puede resistir; porque man
dar sobre quien no opone resistencia alguna, ó
no vencer sino privando antes del poder de re
sistir, esos son triunfos propios de hombres, entre
quienes los heroes no vencen sino quando el ene
migo queda desarmado; pero dominar el corazon
humano sin sugetarle, señorearle siempre sin que
él sea jamas esclavo, esto, repito, es propio so
lamente de Dios, esto caracteriza la accion y la
gracia de Dios. Mas en quien reynare sobre un
corazon que no fuese libre, no veria yo sino un
Dios mas poderoso que el hombre; pero en quien
reyna sobre un corazon libre, adoro á un Dios
omnipotente. Aun mas: adoro aquella asombro
Sd
DE LA GRACIA. 293
sa omnipotencia, cuya grandeza y sublimidad con
funden el entendimiento, y solo permiten á la
razon el obsequio de un humilde silencio.
¿ Reconoceis finalmente en el poder de esta gra
cia levantada sobre las ruinas de la libertad el
abismo, la profundidad, la obscuridad impene
trable del misterio de la gracia ? Porque una gra
cia que lo puede todo en un corazon siempre li
bre; un corazon siempre libre en medio del in
fluxo de una gracia que todo lo puede, que todo
lo obra: un corazon á quien la gracia mueve, y
que se determina con la gracia : ved ahí el mis
terio; misterio donde nada ve el hombre, donde
nada entiende, y donde no tiene otro arbitrio ni
otro asidero que la fé. Qué viene pues á ser es
te no reconocer en el hombre poder para resistir
á la gracia? Es asolar y destruir la independen
cia y la libertad de la gracia, la sabiduria y la
fecundidad de la gracia, el poder infinito de la
gracia, y hasta el misterio de la gracia : y es por
consiguiente postrar, destruir, aniquilar el impe
rio de la gracia con el vano pretexto de fundarle
mejor. En qué consiste ya pues la eficacia verda
dera de la gracia? No consiste por cierto en que
no hay gracia alguna á que pueda resistirse el hom
bre; sino en que no hay ninguna resistencia que
no pueda vencer la gracia: no en que no hay nin
guna gracia que no haga santos; sino en que no
hay hombre alguno de quien la gracia no pueda
hacer un santo, y en que no hay ningun santo
que
294 SERMoN
que no haya llegado á serlo por la gracia: y de
tal modo santificado por la gracia, repone S.
Agustin, que ni ha havido, ni havrá santo, de
quien no se pueda y deba decir, como del Apos
tol: non gratia Dei sola, nec ipre solus , sed gra
tia Dei cum illo: no la gracia sola, ni el hombre
solo ; sino la gracia con el hombre, y el hombre
con la gracia.
Indagad pues quanto querais en las conver
siones mas famosas, en las conversiones mas ex
traordinarias y distantes de los caminos comunes
de la gracia, indagad pretextos, inventad razo
nes, ó por mejor decir fabricad voluntarios dis
cursos para confirmaros en vuestras opiniones, y
vivir pacificamente en vuestros vicios; que yo sin
empeñarme en sondear el pielago inmenso de la
gracia , y sin contraponer conjeturas á conjeturas,
estribando en el principio inmutable de la fé, os
responderé que la conversion de esos famosos
pecadores, por extraordinaria que parezca, ni fue
obra de sola la gracia, ni de solo el hombre: non
gratia Dei sola, nec ipse solus.
No salgamos de la conversion que hoy nos
da motivo para alabar y glorificar la gracia de
de Jesu-Christo. Observad cómo espera la gracia
á la Samaritana, cómo la dispone, cómo la ilus
tra, cómo la reprehende, cómo la atrae, cómo
la convida: observad al mismo tiempo las repul
sas de la Samaritana, los efugios, las resistencias,
la luz que raya en sus ojos, que ella cierra; la voz
que
DE LA GRACIA. 295
que habla, y que ella no quiere oir; las recon
venciones que la averguenzan, y de que ella
se desentiende y disimula; los llamamientos que la
instan, que la urgen, y que ella procura diver
tir y evitar, moviendo disputas: cede finalmen
te, rindese y dase por vencida. En conclusion,
en el orden, en la economia, y en los progre
sos de esta conversion milagrosa se advierte to
do lo que obra la gracia en el hombre, todas las
resistencias que hace el hombre á la gracia, y to
do lo que el hombre obra con la gracia. Lla
mamientos, inspiraciones, impulsos de la gracia,
ved ahí, dice S. Agustin el bien que obra Dios
en nosotros y sin nosotros; y el bien que Dios
hace y que nosotros no hacemos: multa Deus fa
cit in homine bona que non facit homo. Consen
timiento á la gracia: ved ahí, añade este santo
Doctor, el bien que obra el hombre; pero có
mo le obra? Con Dios: Dios le obra con él: non
gratia Dei sola, nec ipse solus. De modo que
los llamamientos que impelen, y convidan á la
Samaritana son obra de Dios solo; las resisten
cias con que contradice á la gracia, son obra so
lamente del hombre; y el consentimiento que
ella presta á la gracia, es obra de Dios y del hom
bre, de la voluntad y de la gracia: non gratia Dei
sola , nec ipse solus, sed gratia Dei cum illo. En
tended mi pensamiento. Obra, repito, de Dios y
del hombre; de suerte que toda la gloria se debe
áDios; pues como nota S. Agustin, aunque su
Ma
296 SERMoN
Magestad ha querido que el consentimiento á la
gracia sea obra suya , y obra nuestra, sin embar
go el que llama es Dios, y el hombre no hace
mas que responder: Dios atrae, el hombre no
hace mas que seguir y dexarse llevar: utvelimus,
suum es se voluit et nostrum, suum vocando, nos
trum sequendo. La misma docilidad, la misma
obediencia, el mismo consentimiento libre del
hombre es don de la gracia; y ved ahí de donde
resulta la gloria de Dios. La misma victoria, el
mismo triunfo de la gracia supone, incluye, en
cierra una obediencia y rendimiento libre á la
gracia; y ved ahí lo que da lugar al merito del
hombre. Gloria de Dios, merito del hombre:
dos obgetos que no deben separarse nunca en la
idea que hemos de formar de la economia de la
gracia. Gloria de Dios: no hay justo alguno en la
tierra y en el cielo que no pueda decir con el
Apostol: qué tienes que no hayas recibido, y si
lo has recibido, de qué te glorias? Quid habes
quod non accepisti; si autem accepisti, quid glo
riaris quasi non acceperis? Merito del hombre:
el cielo es un reyno que han conquistado los san
tos, un galardon concedido á sus trabajos, un
premio que alcanza el que corre en la carrera,
una corona de justicia debida á sus combates:
con que sus virtudes son gracias que se les re
compensan, victorias que se les alaban, y junta
mente beneficios que han recibido y meritos que
han atesorado. O union admirable de la gloria de
Dios
DE LA GRACIA. 297
Dios, y de los meritos de los santos, de la efi
cacia de la gracia, y de la libertad del hombre
O escollo, donde indispensablemente naufragará
todo entendimiento que intentase averiguar su ocul
to enlace Porque, qué es lo que hace el filosofo
soberbio? sabeis qué? ólevanta la libertad sobre
las ruinas de la gracia, ólevanta la gracia sobre
las ruinas de la libertad, y esto porque él no quie
re creer sino lo que puede comprehender. Y el pe
cador qué es lo que hace ? porque quanto él se tu
viese por mas libre, se reputaria por mas delin
qüente, y por estar persuadido con S. Agustin
que lo que nos hace pecadores en la presencia de
Dios, no es el no haver recibido ni haver obte
nido la gracia, sino el haver resistido á la gracia;
er eo quod non accepit, nullus estreus: lexos de
conocer con el santo Doctor que Dios dexa á
nuestro arbitrio prestar ó negar nuestro consenti
miento á la gracia; in tua potestate est consenti
re, aut non consentire: pretende, que el hom
bre no puede negar á la gracia lo que la gracia
pide, de donde concluye que la gracia no le ha
pedido
V12 •
nunca lo que ella no ha obtenido toda
Error, engaño vano, y quimerico intento, que
si al parecer atribuye á Dios mas de lleno la glo
ria de las virtudes, es solo por descargar al hom
bre de la ignorancia del vicio. Acaba, christiano,
de entender que no hay otra gracia sino aquella
que mantiene al justo penetrado de los afectos de
Tom. III. Pp ll Il
298 SERMoN
un agradecimiento humilde; y al pecador lleno
del conocimiento y de la verguenza de sus peca
dos ; que no hay otra doctrina de la gracia si
no aquella doctrina segun la qual se puede decir
y se dice que Dios hace al justo, al santo, al
predestinado; y que el hombre hace al pecador,
al infiel, al reprobo: que no hay otra doctrina
de la gracia sino aquella doctrina que me mani
fiesta en el corazon de Dios el principio de mis
virtudes y de mi felicidad; y en mi propio co
razon el principio de mis desvarios y de mi des
dicha: doctrina que me enseña que solo á Dios
debo dar la gloria, que no puedo quexarme sino
de mí solo: doctrina por consiguiente que no
atribuye nada á la libertad en perjuicio de la
gracia, ni atribuye nada á la gracia en perjuicio
de la libertad: quitad la gracia, y se desva
necen las alabanzas y honor á que Dios es acree
dor: quitad la libertad, y privais á Dios de la
gloria de su justicia: quitad la gracia, y ya Dios
no es autor de los santos de la tierra, y de los
bienaventurados del cielo: quitad la libertad, y
resultaria que la necesidad haria los pecadores
en este mundo, y Dios haria los infelices, si los
castigase eternamente.
¿Pero no se debilita, me direis, la eficacia
de la gracia, no se minoran los derechos de la
gracia, no se vilipendia la gracia, confesando en
el hombre poder para resistir á la gracia? Ay, ama
dos oyentes mios ¿Ignoraba el Espiritu Santo la
efi
DE LA GRACIA. 299
eficacia de la gracia, ni la vilipendiaba quando
decia por el Sabio: yo os llamé, y os resististeis?
vocavi, et renustis (1); y quando decia por el
profeta Isaias : yo alargué los brazos á un pueblo
infiel y rebelde ? ad populum non credentem, et
contradicentem (2). ¿Ignoraba Jesu Christo la efi
cacia de la gracia, ni la vilipendiaba, quando se
quexaba de que havia querido congregar los hi
jos de Sion, y que Sion no havia querido? vo
lui....et noluisti (3). Vilipendiaba S. Estevan la
gracia quando daba en rostro á los Judios con
sus resistencias al Espiritu Santo? Spiritui Sanc
to resistis (4). Vilipendiaba S. Pablo la gracia
quando exórtaba á los primitivos christianos á no
recibir envano la gracia, y á no extinguir el es
piritu de la gracia ? Exhortamur me in vacuum
gratiam Dei recipiatis.... Spiritum nolite ertin
guere(5). ¿Vilipendiaba S. Agustin la gracia quan
do afirmaba que dependia de nosotros correspon
der, d nó, á la gracia ? Consentire vocationi divi
mar, vel ei dis sentire, propie voluntatis est. ¿Vili
pendiaba S. Prospero la gracia quando aseguraba
que repudiar la gracia es obra de nuestra indoci
lidad, y corresponder ála gracia es obra de la volun
tad divina y asimismo de la voluntad del hom
bre? Quod refutatur, ipsorum nequitia est, quod
Pp 2 J11.J -

(1) Proverb. c. 1 1. v. 27. (2) Ad Rom. c. 1o. v. 12.


(3) S. Math, cap. 23. v. 37. (4). Act. Apost.c.7. v. ; 1 -
(5) 2. ad Cor. c. 6. v. 1. Ad Thessal. c. 5. v. 19.
3o o SERMoN -

suscipitur et gratie est divinae et humanae volun.


tatis. ¿Vilipendiaba la gracia el santo Concilio de
Trento quando anathematizaba al que dixere que
el hombre no puede negar su consentimiento á la
gracia? Si quis direrit..... non pos se dissentire si
velit , anathema sit. ¿quando anathematizaba al
que dixere que la libertad del hombre quedó ani
quilada por el pecado del primer hombre ? Si
quis liberum hominis arbitrium post Adae pecca- .
tum , amissum et extinčfum es se direrit, ana
thema sit (1). : quando anathematizaba al que di
xere que esta doctrina de la gracia es injuriosa
á la gloria de Dios, ó á los meritos de Jesu
Christo? Si quis direrit per hanc dočfrinam glo
ria Dei, vel meritis Christi derogari, anathema
sit (2). -

Quereis saber pues quién vilipendia la gracia?


Ese pecador, que abusa del poder y eficacia de
la gracia para escusar sus maldades: ese pecador,
que entanto se obstina en un error tan injurio
so á la gracia porque quiere juzgar de la naturale
za de la gracia segun los antojos de sus pasiones,
en lugar de juzgar de sus pasiones por las luces
de la gracia; y porque juzga de la gracia por lo
que quisiera experimentar de ella, en lugar de
juzgar de la gracia por lo que de ella experimen
ta.
- Por
Sessione 6. Canon. 5. Conc. Trident.
(1) Se
(2) Ibid. Canon. 33.
DE LA GRACIA. 3or
Porque olvidad, si os place, los argumentos
solidos con que dexo fundada la doctrina verda
dera de la gracia; pues para desvanecer todas las
nieblas, para destruir todos los pretextos, no ten
go necesidad sino de apelar á la experiencia. Si es
verdad que el hombre ni puede resistir, ni se re
siste á la gracia, de dónde nace que los mas san
tos y mas justos tienen siempre que reprehender
se y acusarse de tantas luchas contra la gracia, de
tantas resistencias á la gracia, de tantas ingrati
tudes á la gracia ? A qué proposito tantas exhor
taciones de los profetas, de los Apostoles, de los
ministros del Evangelio, inculcadas con tanta fre
qüencia, para avisarnos del peligro á que se ex
pone una alma que disputa contra la gracia, que
desprecia la gracia, que abusa de la gracia, que
malogra y desperdicia los momentos favorables de
la gracia? á qué proposito quando el pecador se
conoce y quiere que le conozcan en el sagrado
tribunal de la penitencia, se acusa de sus dila
ciones, de su indocilidad, de su contumacia, de
haver despreciado la gracia, de haverse resistido
á la gracia, de haverse obstinado contra la gracia?
porqué se acusa de esto y lo llora como un pe
cado que llenó el numero de todos sus pecados?
porqué entonces no sabemos de que admirarnos
mas, si de tantos pecados con tanta gracia, ó de
tanta gracia sin embargo de tantos pecados ? Nace
de que entonces habla el hombre el lenguage de
la pura y sencilla verdad; ni culpa ya á la gra
Cla,
3o2 SERMoN
cia, ni culpa ya sino á sí mismo, confesando que
jamas acaso se vió mas vivamente movido, ins
tado, enternecido, é impelido por la gracia, que
en aquellas ocasiones en que atribuía sus miserias
á la falta de gracia y á su fragilidad. Pero ésta es
una escusa falsa, vana y comunisima en el mun
do. Sí por cierto: esos hombres que se quexan de
que se ven desamparados de la gracia; esos hom
bres que pretenden que nunca se halla la gracia en
el corazon sin dominarle, son tal vez aquellos hom
bres, en cuyo beneficio parece ha agotado la gra
cia todos sus tesoros; aquellos hombres que por
su parte han apurado todos los recursos que pue
de subministrar la maldad para cerrar las puer
tas de su corazon, y no dar entrada en él á las
inspiraciones y llamamientos de la gracia. Ya oigo
pues, amados oyentes mios, que decis que si sois
pecadores, es porque os faltó la gracia; y que si
ella os asistiese, dexariais luego de serlo. Mas pa
ra responderos, bastame consultar vuestro cora
zon: respondeat cor vestrum. Con que os ha fal
tado la gracia? Ah! si algun teologo protervo
y adherido á su propio sentir y dictamen profirie
se semejante proposicion, si intentare confirmarle
defendiendose con la autoridad de la Escritura y Pa
dres, yo le responderia que nuestra Madre la Igle
sia sabe mucho mas que el teologo mas sabio;
que á la Iglesia toca enseñar, y no ser enseñada;
que desviarse del camino de la sumision y obe
diencia de esta amorosa Madre, es precipitarse y
per
DE LA GRACIA. 303
perderse en el laberinto de interminables dispu
tas; que en materia de religion la ciencia presu
mida lo confunde todo; que solo la autoridad
termina las controversias; que el estudio hace sa
bios, pero que sola la obediencia hace catholicos
christianos: yo le advertiria en una palabra que
no hay otra doctrina de Jesu Christo que la doc
trina que enseña la Iglesia de Jesu Christo: que
aquellos ingenios altos y capacisimos, aquellos
doctores y oraculos del mundo, de cuya autori
dad se valen, nunca huvieran llegado á llamar
se los Padres de la Iglesia, si no huviesen sido hi
jos y discipulos de la Iglesia que no hay adver
tencia mas expresa en sus obras que la de la obli
gacion indispensable de desconfiarse á sí mismo,
fiarse solo de la Iglesia, de no creerse de sí mismo
de creer solo á la Iglesia. Advertiriales que si los Pa
dres son nuestros maestros, con mas razon son tam
bien nuestros exemplares: que envano presume
alguno seguir sus opiniones, apartandose de sus
costumbres: que el verdadero discipulo de los Pa
dres es el que sigue sus pisadas, no el que racio
cina y sutiliza sobre sus escritos: que ellos nun
ca supieron turbar la Iglesia, alborotar la Iglesia,
sublevar la Iglesia; pues nunca supieron sino res
petarla, amarla, defenderla: y concluiria final
mente que nadie, sin haber incurrido en el error
mas grosero, puede pensar que tiene de su par
te la autoridad de los Santos Padres, resistiendo
se á sugetarse á la autoridad de la Iglesia. Pero
yo
304 SERMoN r
yo como catholico christiano, como hijo de la
Iglesia adicto y obligado á ella con los vinculos
mas sacrosantos de religion, de gratitud, de amor,
gemiré y lloraré quando oiga el estrepito de es
tas ruidosas y aborrecibles disputas: yo como
ciudadano zeloso de la paz, de la concordia y
de la felicidad publica, rogaré encarecidamente
á aquel Dios de cuya mano depende la suerte de
las monarquias, que no permita que estas funes
tas discordias sobre la fé, pronostico muchas ve
ces ciertisimo de las mas formidables revolucio
nes, se propaguen, y echen en el christianismo mas
hondas raices. O gracia de Jesu Christo, excla
maré, qué trastorno, qué fatalidad es esta? que
debiendose encender con los rayos de tu luz el
fuego de la caridad mas ardiente, vemos arder
hasta en el santuario el fuego de la discordia? quie
ra el cielo que perdone á los reynos catholicos;
quiera el cielo que se extinga, y no acabe de
consumir el templo santo de este modo proba
ré con mis lagrimas y suspiros á mover el corazon
del sabio engreido, á despertarle para que mire el
peligro en que se ve la Religion, y á inspirarle el
amor de la patria, de la paz y de la concordia.
Mas para convenceros á vosotros , amados
oyentes mios, no necesito sino consultar, vues
tro corazon. Con que os ha faltado la gracia?respon
deat cor vestrum. Pues decidme, que momentos
fueron aquellos, si no fueron momentos en que
inspiraba la gracia, aquellos momentos digo de
tur
DE LA GRACIA. 3o5
turbacion, de incertidumbre, de combates; quan
do arrebatados del primer ardor que empezasteis
á sentir de vuestra concupiscencia, timidos por
otra parte, perplexos, irresolutos, espoleados con
el estímulo del deleite, y contenidos con el freno
de la conciencia, no tuvisteis que vencer menos
dificultades para soltar la rienda á vuestras pasio
nes, que las que os huviera costado resistirlas? aque
llos momentos de soledad, en que estando solos
con vosotros mismos, no os hallabais sin embar
go solos; y asi necesitabais huir de vosotros, apar
taros de vosotros para no escuchar la voz de la gra
cia, y no prestar oidos á sus santas importunida
des? aquellos momentos de digusto y de tedio, en
que fastidiados de vuestros vanos é inmundos de
leites, os quexabais de que haciendoos peores ca
da dia, no por eso erais mas felices? aquellos mo
mentos de aflicciones y calamidades, en que hu
millados y rendidos por vuestros falsos amigos,
conociais que solo Dios merece ser amado, y que
una alma noble y generosa no experimenta en el
mundo por lo comun sino que la prosperidad so
lo sirve para hacer ingratos, y la adversidad para
darlos á conocer? aquellos momentos de enferme
dades y dolencias, en que viendo que vuestra vi
da caminaba á su ocaso, y que teniais abierto á
vuestra vista el sepulcro, despreciando altamente
todo lo que se acaba con el tiempo, solo apre
ciabais lo que dura eternamente? aquellos momen
tos de una conciencia turbada, asustada, conster
- Tom. III. Qq 113.-
3o6 SERMoN
nada, en que empezabais á sentir el peso de vues
tros pecados, á experimentar en la tierra digamos
lo asi un preludio del infierno, andando por ca
minos sembrados de dolor y lagrimas, abiertos á
todos los males, y cerrados siempre á la esperan
za? aquellos momentos en que viendo ú oyendo
tragicos sucesos, muertes repentinas, en presencia
de aquellas victimas sacrificadas para vuestra ins
truccion y escarmiento, os lamentabais de vuestra
suerte, temblando no os sucediese lo mismo? aque
llos momentos de reflexiones serias, momentos de
razon y de fé, momentos de luces y de inspira
ciones, pero de luces tan vivas y penetrantes, de
inspiraciones tan instantaneas y eficaces, que con
vencidos, movidos, enternecidos, salia de vues
tros ojos un torrente de lagrimas que os causaba
una suavidad , un consuelo, que no saben cau
sar los gustos insipidos del mundo; de modo,
que ya os podiais reputar por pecadores arrepen
tidos, tanto que si dabais un paso mas adelan
te, ya os podian tener por arrepentidos de to
do corazon, y para siempre? aquellos momen
tos multiplicados y repetidos, en que vuestro
corazon apuró las fuerzas, agotó su caudal en
desviar, en repeler de sí la gracia , en hacerse
fuerte, en resistirse á la gracia; de suerte que ha
veis tenido mas batallas que librar contra la gra
cia, que quantos combates tuvo acaso que susten
tar el mayor santo contra las pasiones: y con to
do eso decis que os ha faltado la gracia ?
con
DE LA GRACIA. 3o7
Con que os falta la gracia ? respondeat cor
vestrum. Pues si os falta, porqué estais tan ocu
pados con el cuidado de despedir la gracia, de
precaveros contra la gracia, de cerrar las puer
tas de vuestra alma á la gracia? Con que la gra
cia os falta? me atreveré á proferirlo? ojalá que
os faltase pues seria de desear que enmedio de
tanta indocilidad no tuvieseis tantas gracias. Con
que la gracia os falta? y qué, hallandoos como
os hallais sumergidos en el bullicio de vuestros
temores sin fundamento, de vuestras esperanzas de
mundo, de vuestras vergonzosas deshonestidades,
de vuestras dudas temerarias, de los excesos de
vuestra impiedad, estais en estado de oir, de
percibir, de discernir la voz de la gracia? igno
rais todavia si hay Dios, si hay fé, si hay reli
gion, si hay razon, ni os conoceis á vosotros mis
mos; cómo podriais conocer si teneis, ó nó la
gracia de Dios? O santos cielos, ó escandalo
inaudito que unos hombres cuyo estudio se re
duce todo á la ciencia del mundo, al estudio de
las pasiones, dogmaticen sobre la gracia, decidan
que es imposible resistirse á la gracia, se lamen
ten y confundan de que la gracia no les inspira,
de que la gracia los desampara Pero ya estan en
tendidos: el misterio está en que causa menos ru
bor dolerse de su flaqueza, que confesar su re.
beldia ; pensar que Dios no quiere salvarnos, que
confesar que nosotros queremos perdernos; diser
tar sobre la corrupcion de la naturaleza, que llo
Qq2 13
3o8 SERMoN
rar la perversidad de nuestras costumbres: el mis
terio está en que queremos mas quexarnos de Dios,
que de nosotros mismos, quexarnos de la gracia
mas que de nuestro propio corazon. Sabed pues,
hombres perfidos y de mala fé, que ya se va
acercando el dia en que Dios justificará su causa,
dia en que se hará patente que no con otro fin
atribuis á la gracia un poder y una eficacia que
no tiene, sino porque quereis escusar vuestros pe
cados; dia en que se hará patente que por eso per
severais en el pecado, porque no quereis aprove
charos del poder y de la eficacia que tiene y debe
tener la gracia. Pasemos á otro punto.
II. Quando se os pone delante el marabilloso
exemplo de la conversion que se refiere en el Evan
gelio de este dia; quando os reconvenimos con que
la Samaritana, despues de su desconcertada vida,
se arrepintió finalmente; y vosotros enmedio de
tantas instrucciones, de tantos auxilios, de tantas
luces, de tantos llamamientos, continuais todavia
en vuestros vicios; nos respondeis que si no os con
vertis como se convirtió la Samaritana, es porque
á ella la asistió una gracia que vosotros no lograis.
Pero, decidme, no es mas justo que lo que atri
buis á la diversidad de gracias, lo imputeis á vues
tra diferente conducta? Asi que, omitiendo por
ahora todo lo que es mera conjetura y opinion
de Escuelas, y ciñendome á lo que es de fé en
materia de gracia: oidme.
De qualquiera naturaleza que fuese la gracia
que
DE LA GRACIA. 3o9
que tuvo la Samaritana, ella no se huviera con
vertido, si no huviera guardado con la gracia una
conducta diferente de la que vosotros guardais, y
que ella pudo muy bien no haver guardado: y
por otra parte de qualquiera naturaleza que sea la
gracia que á vosotros os inspira, entanto perma
neceis en el pecado y llegais á obstinaros en el
pecado, enquanto no guardais con la gracia la
conducta que observó la Samaritana, y que por
otra vuestra parte podeis muy bien observar.
Sí por cierto , de qualquiera naturaleza que
fuese la gracia con que favoreció el Señor á la Sa
maritana; por fuerte, por poderosa, por eficaz
que queramos suponer esta gracia, si la Samari
, tana huviera procedido con la gracia del modo que
vosotros procedeis; esto es, con vanas escusas,
con falsos pretestos, con resistencias y contradic
ciones, con desvios y negligencias, con lentitudes
y dilaciones afectadas: mas claro; si indocil la Sa
maritana y presumida, si disimulada y artificiosa,
huviera hecho empeño en obstinarse y en cerrar las
puertas de su corazon á la gracia, de qué otra co
sa le huviera aprovechado la gracia, que de per
derse con mayores avisos, y mas auxilios? En qué
consistió que esta alma infiel y pecadora pasó del
error á la fé, y del pecado á la virtud? Consistió
en que ayudada de los auxilios de la gracia, fue
docil en seguir los llamamientos de la gracia, di
ligente en aprovechar la ocasion y momento opor
tuno de la gracia, y fiel en agradecer los benefi
CIOS
31 o ... SERMoN
cios de la gracia. Como docil y pronta á los llama
mientos de la gracia, apenas recibe una ilustracion,
quando aspira á otra; del conocimiento de una ver
dad pasa á otro; de las luces que la ilustran pasa al
deseo que la alienta; del deseo de los bienes que
Jesu Christo le revela, pasa á la oracion que los
impetra, pide, ruega. Dale Jesu Christo en ros
tro con los desordenes de su mala vida; y ella los
confiesa: instruyela en que la salvacion viene de
Judá, y ella abjura el cisma de Samaria; infor
mala de que pronto se instituira un nuevo eulto,
y solo se sugeta á la ley para disponerse á reci
bir el Evangelio; y finalmente solo se agrega al
pueblo de Moyses para esperar el tiempo feliz en
que ha de fundarse el pueblo de Jesu Christo. Co
mo diligente en aprovechar las ocasiones y mo
mentos oportunos de la gracia, ve todas sus du
das desvanecidas : yo soy ese Mesias, por quien
preguntas, le dice Jesu Christo. Y ella entonces:
vos, dice, sois mi Señor y mi Dios, y aunque
digna de la mayor compasion por haveros ofen
dido antes de conoceros, ya en fin logro la dicha
de conoceros: no quiero ya otra felicidad que la
de adoraros, de amaros, de creer en vuestra pa
labra, y obedecer vuestros preceptos. Como fiel
en agradecer los beneficios de la gracia, conoce que
todo lo debe á la gracia; y asi todo lo sacrifica á la
gracia: preocupaciones y pasiones, adhesiones del
entendimiento y aficiones del corazon; enfin de pe
cadora se hace penitente, de penitente apostol
- d
DE LA GRACIA. 3r r
la conversion de toda una ciudad son las primicias
de su zelo. Asi que, christianos mios, vuelvo á de
cir, que si la Samaritana no huviese procedido con
esta reótitud y sencillez de corazon, si no huviese
tenido tanta vigilancia y atencion, tanto amor y
agradecimiento, lexos de ser un monumento eter
no de las misericordias de la gracia, seria ahora
un exemplo espantoso de los castigos reservados
para las almas que abusan de la gracia.
No hay gracia en el estado en que nos halla
mos de viadores, y atended á esto, amados oyen
tes, que es principio sentado por el conclio de
Trento, no hay gracia que nos prive de la liber
tad de resistirnos á ella: quippe qui illam et ab
jicere potest (1): luego no hay gracia tan fuerte, tan
poderosa, tan eficaz, tan víctoriosa, que en el
triunfo mas completo no contenga un consenti
miento que el corazon humano puede prestar, ó
negar: quippe qui illam es abjicere potest. Lue
go la Samaritana podia resistirse á la gracia asi
como os resistis vosotros; luego ella podia haver
procedido con la gracia como procedeis vosotros;
luego de qualquiera naturaleza que fuese la gracia
que recibio la Samaritana, no se huviera conver
tido, si no huviera guardado con la gracia un te
nor y una conducta distinta de la que vosotros
guardais. Ahora pues, siendo asi que ella se con
virtió, porqué continuais vosotros pecando toda
- - via?
(1) Concil. Trid. sessione 6. cap. 5. de justificatione.
I2. SERMON
via? Yo desde luego juzgo, sin empeñarme aho
ra en exäminar la naturaleza, las fuerzas, la efica
cia de la gracia que recibis, que por eso no os con
vertis, ni podeis convertiros, porque no correspon
deis á la gracia como correspondió la Samaritana,
y como podeis corresponder. - ..

En efecto, quando la gracia inspira , os pro


poneis seguir como exemplar á esta pecadora con
vertida, que tanto os admira? Confesemos llana
mente que es vuestro exemplar, y que no lo es: y
asi la dureza de vuestro corazon proviene igual
mente de que la imitais, y de que no la imitais:
es verdad que la imitais, pero en sus resistencias;
y lo es tambien que no la imitais en su docilidad
r
y obediencia. ... , , ,, ,, , , , , ,, ,
Empieza la gracia á mover y sobresaltar un
alma; y á exemplo de la Samaritana huye, evita;
se desdeña de escucharla; antes se entrega temera
riamente á los gustos, á los pasatiempos, al embe
leso, á la insensata embriaguez del mundo : sien
dole indiferente qualquier camino que siga, con
tal que no le salgan al encuentro ni la fé, ni la
razon; y con tal que esté segura de vivir distante
de su Dios, y su conciencia. Ilustra la gracia con
luces mas vivas, consterna con sobresaltos mas fuer
tes, avisa con llamamientos mas eficaces, porque
en fin mientras el pecador conserve la fé no podra
evitar los anatemas con que amenaza el Evange
lio; pero entonces á exemplo de la Samaritana dis
puta, cabila, y forja sistemas. Llama finalmen
te
DE LA GRACIA. 3I3
te la gracia con voz mas imperiosa, fulminando
sobre el pecador los rayos del supremo Dios, del
Dios de las venganzas: Ego rum qui lo quor (1); y
el pecador que havia seguido el exemplo de la Sa
maritana, ahora le desampara: ella cede, ella obe
dece; pero él se defiende, se resiste; ó acaso no se
resiste, porque le seria muy dificil hacerlo en aque
llos primeros instantes en que el torrente de la gra
cia es tan impetuoso: ni se atreve á permanecer
en el pecado, ni quiere convertirse : busca pues
un medio termino, toma un temperamento : y ni
se rinde, ni se resiste; promete, difiere, y como
otro Agustin todavia pecador, exclama: de aqui
á un instante sine modô! y este instante dura dias,
años, la vida entera: «bº illud modô non habebat
modum. De suerte, que proponiendose el peca
dor planes imaginarios de conversion, y perseve
rando pecador en la realidad, guarda para la gra
cia el dia de mañana que nunca llega, y aprove
cha el dia actual para satisfacer sus malos deseos:
e illud modo non habebat modum. -

Vuelvo pues al principio del santo concilio


de Trento, de que no hay gracia que prive de
poder resistir, y negar el consentimiento: abjice
re potest con que la Samaritana podia ser indo
cil y rebelde como vosotros, y quanto lo sois vo
sotros. Ved ahora otro principio corriente segun
doctrina de S. Agustin, y adoptado por el mis
Tom. III. Rr 1110

(1) Evang. S. Joan. cap. 4. v. 6.


3I4 SERMoN
mo concilio de Trento: no hay gracia alguna
por debil que sea, á que no se siga otra gracia
mas poderosa en una alma sumisa, docil, inge
nua, sincera, dispuesta á hacer lo que puede, fer
vorosa en pedir fuerzas para lo que no puede.
Non Deus impossibilia jubet, sed jubendo ad
monet erfacere quod possis, e petere quod non
possis. Con que por escasa que sea la gracia que
recibes, puedes como la Samaritana aprovecharte
de la gracia que tienes, para conseguir la gracia
que no tienes: con que puedes aprovecharte de la
gracia como se aprovechó la Samaritana: con que
puedes proceder con la gracia como procedió la
Samaritana: con que finalmente, si ella se con
virtio, y tú continúas en el pecado, no te justifi
ca la diferencia de gracias, sino que te condena
la diferencia de obras : prosigue, si te atreves á
tanto, á quexarte despues de esto de la gracia,
á escusar tu obstinacion con la falta de la gracia,
y á decir que estás esperando la gracia.
Con que tú esperas la gracia ? y en qué
tiempo habla asi el pecador? en la sazon freqüen
tisimamente en que la gracia le ilustra, le mue
ve, le impele con mayor fuerza: quando no ne
cesita mas que dexarse conducir y gobernar por la
gracia, y no resistirse á la gracia, quando no sin
tiendose con fuerzas suficientes para contener y se
ñorear su corazon que está dispuesto á seguir el lla
mamiento de la gracia, se vé reducido el hombre
á engañarle y entretenerle con engaños y fina:
e
1DE LA GRACIA. 3I 5
de esperanzas y proyectos varios. Ah, pecador
hipocrita y fementido no esperas tú por cierto el
momento de la gracia; lo que esperas es que se
aviven y despierten otra vez tus pasiones para que
su confusa griteria ahogue la voz importuna de la
conciencia. Lo que tú esperas y deseas de la gra
cia no es por cierto que te inspire, sino que se re
tire y huya; pero es posible que no premedites las
fatales conseqüencias de tus pecaminosas dilacio
nes? de aqui á un momento te verás en el sepul
cro: y con una resistencia mas, te verás sumergi
do en el infierno. Insensato tú esperas lo que no
tendrás, y aguardas lo que ya posees.
Con que tú esperas la gracia! y qué gracia es
la que esperas? una gracia que lo haga todo, y que
no te dexe átí nada que hacer. Engaño manifies
to, error grosero, responde el Doctor de la gracia;
pues ni tú mismo crees, ni puedes creer que la gra
cia te salvará á tísin tí: non salvabit te sine te: no
crees tú ciertamente que tus pasiones te dexarán,
si tú has resuelto no dexarlas; ni que Dios recibi
ra tu corazon, si te empeñas con obstinacion en
no ofrecersele: non salvabit te sine te. De donde
se puede congeturar que solo esperas una gracia
que prive al corazon de la libertad de prestar su
consentimiento, para cohonestar tus resistencias á
la gracia que comunica al corazon poder para cor
responderá ella.
Con que esperas la gracia! y qué gracia espe
ras? una gracia dices mas poderosa, mas eficaz;
Rr 2 pe
316 SERMoN
pero cómo te dispones para esperar esta gracia que
deseas? resistiendo á las gracias que recibes: esto
es: en lugar de obligar á Dios con tu infidelidad
á que te conceda las gracias que no tienes, le obli
gas con tu indocilidad á despojarte de las gracias
de que no sabes aprovecharte: «& quod habet au
feretur ab eo (1).
Esperas, dices, una gracia mas poderosa, mas
eficaz ; pero entiendes segun veo, por esperar
una gracia mas poderosa, el trabajar continua
mente y quanto está de tu parte en hacer la gra
cia mas inutil y mas esteril. En efecto, observad
como esos hombres que para convertirse esperan
gracias mas eficaces, hacen de cada dia mas difi
cultosa su conversion, pasan continuamente de un
vicio á otro mayor, de una vida derramada y dis
traida á una vida llena de pecados, de la inclina
cion á la pasion, de una pasion oculta y disimu
lada á una pasion declarada y publica, de una co
nexion contraida al principio con remordimientos
y sobresaltos á una amistad sostenida con empe
ño y mantenida en paz y con seguridad, de un
desorden secreto á un escandalo publico, de la
perversidad de corazon á los delirios del entendi
miento, del temor de que la religion no sea ver
dadera, al deseo de que lo sea, de los deseos á
las reflexiones aventuradas y congeturas teme
rarias, de las congeturas á las dudas y á la incer.
- - t1

(1) , Matth. cap. 13. v. 13.


DE LA GRACIA. - 317.
tidumbre, de la incertidumbre á un convencimien
to aparente, á una tranquilidad afectada. Ah, pe
cadores, que no fixais otro termino y plazo á vues
tra penitencia sino quando os hayais cansado de
pecar, ni señalais otro momento para volveros á
Dios sino quando á vosotros os venga la volun
tad de llamarle no digais ya que esperais la gra
cia, decid antes que huis de la gracia, decid que
solo os podeis salvar por un milagro, y que os ha
ceis sumamente indignos de este milagro, obligan
do á Dios á que os le niegue por el hecho mismo
de que os le haceis necesario: decid que lexos de
poder prometeros los influxos é inspiraciones de
la gracia, solo os resta que temer las venganzas
y castigos de la gracia insultada, desayrada, pro
vocada con tantas injurias.
Injuriais á la sabiduria é independencia de la
gracia; porque en lugar de sugetaros á las dispo
siciones de la gracia, quereis que ella se sugete á
vuestro arbitrio; quereis gobernarla en lugar de
dexaros gobernar por ella; quereis sazonar el tiem
po, tantear sus fuerzas, disponer sus influxos co
mo si fuese de vuestra obligacion , siendo como
sois polvo y ceniza, dar leyes á la gracia, exer
cer dominio sobre la gracia, erigiros en arbitros
y señores de la gracia.
Injuriais á la santidad de la gracia, abusando
de ella para vuestras maldades, sacando de la es
peranza de la gracia paz y seguridad en vuestros
Pecados, y ocasion de continuar, de aseguraros, y
de
318 SERMoN
de tranquilizaros en vuestros pecados.
Injuriais á la eficacia de la gracia que tan sin
rezelo ni remordimiento vilipendiais y degradais,
quando siguiendo el antojo de vuestros viciados de
seos, deprimis unas veces, y encareceis otras la efi
cacia de la gracia. Si os instan porque os convirtais,
son tan indomitas, decis, las pasiones, es tan debil
la gracia: si os reconvienen con que haceis mas difi
cultosa vuestra conversion con vuestras dilaciones,
y con la robustez, que con la costumbre cobra la
concupiscencia : ay, reponeis si yo tuviese la
gracia necesaria, por violentas que fuesen mis pa
siones, la gracia triunfaria de ellas. De este mo
do la gracia de que careceis, puede vencerlo to.
do; y la gracia que teneis, no puede nada.
Desengañemonos, amados oyentes mios, que
la eficacia de la gracia hace santos, y la eficacia de
la gracia no escusa al pecador; que á Dios solo se
debe toda la gloria de la virtud, y al hombre so
lo toda la ignominia del vicio : que el justo no
se justifica sino á beneficios de la gracia; y que el
pecador no se pierde sino por sus resistencias á la
gracia. Dos verdades que me prometo haveros
desentrañado en este Discurso: dos verdades que
se demuestran visiblemente segun S. Agustin, en
la parabola del Padre de familias. Advierto, di
ce este Padre, que no vienen todos los convida
dos ; y que todos los que vienen han sido convi
dados: estos no pueden vanagloriarse, pues solo
vinieron porque fueron convidados: quia vocative
72
DE LA GRACIA. 3 I9
merunt: aquellos no pueden justificarse ; porque
aunque fueron llamados no quisieron venir, bien
que podian haverlo querido: ut venirent vocati
erant in libera voluntate. Esta es la doctrina ver
dadera de la gracia, esto es lo que nos revela la fé,
lo que nos enseña la Iglesia acerca de la eficacia de
la gracia actual con que los hombres se hacen jus
tos y penitentes: todo lo que se oponga á esta
doctrina es error expreso, digno de condenarse: lo
que excede los limites á esta doctrina, qué necesi
dad tenemos de exäminarlo? Asi que, como senci
llos que debemos ser en la propension de la fé, abs
tengamonos de cabilar, y de ahondar sobre los mis
terios que ignoramos de la gracia; como prudentes
en nuestra conducta, conformemos nuestras costum
bres con lo que sabemos y alcanzamos de la gracia;
netrados de dolor y de verdadero arrepentimien
to, lloremos el abuso de tantas gracias de que he
mos recibido, y que hemos desperdiciado; llenos
de agradecimiento y de vigilancia, aprovechemo
nos de las gracias que recibimos; y pues el Espi
ritu Santo nos habla todavia hoy, no nos olvide
mos de oir su voz hoy mismo: hodie si vocem Do
mini audieritis, nolite obdurare corda vestra (1).
Ya que nuestras ingratitudes no han bastado para
ahuyentarle, no queramos contristarle mas con in
dignas y maliciosas resistencias: que de este modo,
correspondiendo á la gracia por cuyo medio ha
CC

(1) Psalm. 94. v. 8.


32 o SERMoN
ce santos en la tierra, conseguiremos la gracia con
que hace bienaventurados en la gloria eterna. Asi
Jéá2.

SER
32 I

SERMON
DE LA LIMOSNA.
PARA LA QUARTA DO MINICA
de Quaresma.

Cum sublevasset oculos Jesus, & vidisset quia mul


titudo maxima venitad eum , dixit ad Philip
pum : unde ememus panes ut manducent hi?

Levantando Jesus los ojos, y viendo que le seguia


una gran multitud de gente, diro d Felipe : con
qué compraremos pan para que coman estos?

"-

Ta. es el uso que hacesuJesu Christo del po


padre en el cielo y
der que le comunicó
en la tierra. No se dexa ver en Israel sino para
derramar las riquezas de su amor y la plenitud de
sus gracias: su benefica ternura es el asilo de los
miserables, y lexos de apartar de síá los que implo
ran su auxilio, adivina sus deseos, anticipase á sus
súplicas. Tiende la vista sobre aquella multitud de
gente que le sigue en el desierto, y quanto mas se
olvida de sus necesidades propias, mas presentes
Tom. III. Ss las
322 SERMoN
las tiene su divina providencia: asi sabra premiar
la grandeza de su fé con un milagro de su infini
to poder, y pronto veremos que obedeciendo la na
turaleza á su voz, el pan se multiplica entre las
manos de sus discipulos, la abundancia brota de
repente en aquellos esteriles é incultos parages, que
antes no daban fruto alguno : discubuerunt....
impleti sunt.... colligite que superaverunt.
Ved ahí, Grandes y poderosos del mundo, ved
ahí vuestro exemplar; pues aquel buen Jesus que
ha substituido en vosotros su autoridad y poder,
se os propone á sí mismo para que le imiteis: re
resentad pues su persona con vuestros hermanos
atribulados, de modo que experimenten en voso
tros algunos resabios de su corazon misericordio
sisimo. Permitiera el cielo, amados oyentes mios,
que esta complacencia tan noble, tan virtuosa y
tan santa, ocupase el primer lugar en vuestros de
seos Permitiera el cielo que renovandose en vo
sotros el fervor de la primitiva Iglesia, se redu
xese todo el empeño y zelo de los ministros del
Evangelio á precaveros con el Apostol contra las
indiscretas liberalidades de una caridad ardiente
é impetuosa sin limite! pero no corren ya tiempos
tan dichosos: jamas por ventura abundó ningun
siglo de mas calamidades, de mas contratiempos
y reveses de la fortuna, que el nuestro, y jamas
se han prestado menos benignos oidos á los clamo
res de la humilde y vergonzosa necesidad: todas
las riquezas del universo se miran trasladadas á las
113l
DE LA LIMOSNA. 323
manos de un escaso numero de hombres, y lexos
de servir para enjugar las lagrimas de un sin nu
mero de infelices obligados á arrastrar los tristes
residuos de una moribunda vida, buscando el des
canso del sepulcro por entre los horrores de la mi
seria, solamente sirven para provocarlos, é irritar
los con la odiosa ostentacion de un luxo y de una
profanidad que consume y se sorbe la sustancia y
la herencia del pobre. Digo la sustancia y la he
rencia del pobre, y no quisiera que en esto pade
cieseis el menor engaño; pues lo que el pobre os
pide con sus lagrimas, suyo es mas que vuestro en
algun modo: sus derechos propios reclama, dere
chos ciertos é incontrastables: derechos de que no
valdra desentenderos, ni quererlos ignorar: dere
chos que no os valdra interpretar y cuya fuerza no
os valdra eludir; pues siempre será verdad que los
derechos que el rico alega para dispensarse de la
obligacion de dar limosna, son pretextos falsos.
Tengo descubierta la idea, y dividido brevemen
te el documento que voy á proponer sobre el gran
precepto de la limosna. Derechos del pobre, de
rechos verdaderos é incontestables: asunto de la
primera parte. Escusas del rico, escusas vanas y
frivolas: asunto de la segunda Parte.
Virgen santisima, á quien la Iglesia da el ti
tulo de madre de misericordia y de consolado
ra de afligidos, alcanzadme por vuestra interce
sion poderosa que el Espiritu Santo, á quien esta
misma Iglesia venera con el nombre de padre de
Ss 2 po
324 SERMoN
pobres, de consolador de almas atribuladas, co
munique á mi voz fuerza suficiente para postrar la
altivez, ablandar y quebrantar la dureza de esos
cedros: vor Domini confringentis cedros (1): de
esos cedros digo, que se sorben y convierten en
sustancia propia todo el jugo de la tierra, para
que haciendo sombra benefica y saludable, em
piecen á cobrar vida esas plantas secas, desvirtua
das y marchitas. Ave Maria.
PRIMERA PARTE.

Iniendo desde luego al asunto, sustento con


V S. Agustin, que el pobre tiene á los bienes
del rico un derecho verdadero y legitimo, un de
recho natural y esencial. Vosotros sois ricos, y él
es pobre: dos titulos contra los quales no se pue
de prescribir, de dónde se deriva el precepto de
la limosna, fundado en vuestra calidad y condi
cion de rico; y en vuestra constitucion y esta
do de pobre. Desentrañemos estas dos proposicio
IlCS.

I. Basta por cierto para fundar solidamente y


con toda evidencia el derecho del pobre considerar
esa abundancia y opulencia en que vivis. Y no
hablo solamente de aquellas riquezas que la ge
nerosidad de los fieles ha depositado en el santua
rio, y ha entregado en las manos de los Sacer
do

(1) Psalm. 28. v. 5.


DE LA LIMOSNA. 32 5
dotes y Levitas, para que á la sombra del altar
mantengan siempre abierto un asilo y un refugio
para consuelo y amparo de la virtud necesitada:
de esas riquezas sobre que la Tribu santa no tanto
tiene un derecho de posesion, como de distribu
cion economica. Porque, aun quando fuese posible
que nosotros lo olvidasemos, el mismo mundo
nos advirtiria que lo que proviene de la caridad,
debe volver á la caridad; que las riquezas de los
Eclesiasticos son riquezas de los fieles ; que no han
de hacer mas que pasar por el santuario; que no
han de detenerse ni hacer asiento en él; que nues
tros mayores no intentaron con sus piadosas do
naciones trasladar al lugar santo la profanidad y
pompa del siglo corrompido; ni intentaron hacer
ricos, sino proveer á la decente manutencion, á
la magestad del culto, y al alivio del pobre. No
bablo tampoco de esas riquezas adquiridas por me
dios ilicitos, de esas riquezas derivadas de la de
testable usura; de esos emprestitos que arruinan
y empobrecen, cuyo socorro tan perjudicial al que
le recibe, consiste en remediarle y levantarle por
un breve tiempo, para oprimirle y destruirle
despues irremisiblemente; de esas riquezas que
provienen de esos indignos tratos, de esos artifi
ciosos comercios, de esas fraudulentas compañias,
de esos monopodios estudiados, de esos misterios
de iniquidad, que fundados sobre las ruinas de la
honradez y buena fé, se conservan impunes con
tra las leyes del cielo y de la tierra; de esas tro
pe
326 SERMoN
pelias y fraudes en el manejo de la Real hacien
da, que miran algunos como autorizados por la
costumbre y por los principios y maximas de su
estado, de que sin embargo se avergüenzan, y no
se atreven á declararlos, sí bien ellos se manifies
tan claramente con esas riquezas que para ser le
gitimas, son muy excesivas, y acaudaladas muy
aprisa; de esas injusticias en la magistratura; de esas
estudiadas dilaciones en los tribunales, de esas ca
bilosidades sin numero y malicias de acuerdo, con
que se arruinan las partes en gastos inutiles. No
permita Dios que pida yo para la caridad lo que
se debe á la justicia : la inversion de riquezas que
son fruto del pecado, no debe disponerse por las
leyes de otra virtud, que por las de aquella que
repare el daño : el poseedor de estos caudales no
tiene derecho ni para retenerlos, ni para distri
buirlos á su arbitrio: es verdad que el pobre pue
de representar, como con efecto representa la per
sona del dueño legitimo; pero esto se entiende en
el caso que sea imposible hallarle : y aun enton
ces no se llamará limosna, sino restitucion.
Hablo pues de aquellas riquezas que podemos
llamar justas é inocentes; de aquellas riquezas que
debeis á la opulencia de vuestra casa, á la felici
dad de un comercio cuya basa y fundamento son
la buena fé y la equidad; al exercicio de un em
pleo, cuyas obligaciones cumplis segun las leyes
mas estrechas de la rectitud y humanidad; á la pru
dencia y vigilancia de una industriosa economia:
CS
DE LA LIMOSNA. 327
estas riquezas pues, que traen consigo tan expre
sa la recomendacion de la integridad y legitimi
dad con que se han adquirido; riquezas donde
ni los ojos de los hombres ni los de Dios llegan
á percibir el menor vestigio de injusticia y de usur
pacion, confieso desde luego que son vuestras; pe
ro sin embargo se puede decir en cierto sentido
que no sois vosotros dueños de ellas. Son vues
tras, porque aunque tienen sobre sí la carga de los
alimentos del pobre, quiere Dios que para alcan
zarlos el pobre, dependa de vosotros, y los reci
ba de vuestra mano: y por otra parte no sois due
ños de ellas; porque todo rico, dice S. Agustin,
por el mismo hecho de serlo, se constituye deu
dor del pobre: pues las sobras del uno son el sus
tento necesario del otro : superflua divitum ne
ces saria pauperum sunt. Su propia calamidad le
adquiere un verdadero derecho á esa parte de ri
quezas que destinais para facilitar vuestros delei
tes; y sois en algun modo usurpadores de lo que
no es vuestro, desde el punto que reteneis lo que
no os es necesario: res aliene retinentur, cum super
Jáua possidentur. Con que vuestras riquezas son
vuestras, pero no teneis solos derecho á ellas; d
por mejor decir, vuestras son, pero no para vo
sotros solos. -

Con efecto puedo yo preguntaros con S. Ba


silio, porqué vives tú tan sosegado y feliz, mien
tras tu hermano vive tan trabajosamente, pene
trado de dolor, inundado en lagrimas? curtu di
Zºe J”
328 ... SERMoN
ves es, ille pauper? Pues qué? Aquel Dios, que
es padre comun, y que distribuye con tanta des
igualdad sus beneficios entre sus hijos, es acaso
injusto, procede acaso segun los antojos de una
ciega preferencia? numquid injustus est Deus qui
in equaliter diviserit? ó se propuso hacer tu feli
cidad mas completa y mas plausible contraponien
dola á las miserias del pobre; ó provocar sus in
fortunios con la ostentacion de tu opulencia? En
tiende pues que en su providencia han influido
consejos mas dignos de su sabiduria eterna: y que
solo para la eternidad y con respecto á la eterni
dad gobierna aquel Dios eterno las fortunas tem
porales, y condiciones humanas. Su intento fue
santificar al rico con las riquezas, y al pobre con
su pobreza: él crió al pobre para hacer respeta
ble su providencia ; y al rico para justificarla: él
ha destinado al pobre á glorificar la autoridad su
prema con su sumision; y al rico á imitar la mi
sericordia infinita con sus beneficios: al uno quiso
darle el merito de la paciencia; al otro el merito
de la caridad: ut tu benignitatis mercedem reci
pias, ille patientie pramiis honoretur.
Qué viene pues á ser un hombre rico? Si con
sultamos el mundo, un rico en su opinion, es un
hombre dedicado á fiestas y espectaculos, un hom
bre entregado al fausto y al luxo, un hombre ocio
so é indolente, un hombre dado al juego y á
pasatiempos, al regalo y á la delicadeza, al de
leite y á la sensualidad; pero segun la mente y
las
DE LA LIMOSNA. 329
las ideas de Dios un rico es el consolador y el am
paro del pobre, el tutor y el padre del pobre: un
hombre enfin destinado á hacer felices á otros
hombres.
Noble y sublime ministerio, que nos acor
daba S. Pablo quando decia á los Fieles que
todo poder, toda prerogativa, toda preeminen
cia que se conoce en el mundo, procede de Dios, y
es obra de Dios: Non est enim potestas misi d
Deo (1). En efecto, lo que el Apostol decia de la
superioridad de dominio y de autoridad, conviene
tambien á la superioridad de fortuna y de opulencia.
El mismo Dios que crió al rico, crió al grande: la
grandeza es un destello y una representacion de su
gloria, de su magestad y de su imperio : y las ri
quezas nos representan la imagen de su indepen
dencia, de su felicidad; y de aquella felicidad,
de aquella abundancia, de aquella plenitud en
fuerza de la qual Dios para ser feliz, no tiene
necesidad sino de sí mismo; Dios comunica á los
grandes el derecho de mandar á los demás hom
bres, y de ser honrados con los obsequios que les
prestan de respeto y de obediencia: y comuni
ca á los ricos el mas alto y augusto privilegio de
la divinidad, que es el derecho de recibir el ob
sequio de nuestros corazones , de nuestra con
fianza, de nuestro agradecimiento, y de nuestro
amor. Ahora pues: es un principio sentado en el
Tom. III. Tt dic
(1) Ad Rom. c. 13. v. 1.
33o SERMoN
dictamen de la sana razon y de la religion, que
por quanto el grande no es grande por sí mismo,
no lo es tampoco para sí mismo: y por consi
guiente no siendo el rico por sí mismo rico, no
puede serlo para sí mismo: de donde se sigue
tambien que quanto abusase de su grandeza el
grande que no quisiere ser grande, ni servirse de
su grandeza sino para sí mismo, y para satisfa
cer su vanidad, su altivez, su soberbia y ambi
cion; otro tanto abusará de sus riquezas el rico,
que viniese á ser rico, y á gastar sus riquezas
solamente para sí, y para nutrir y fomentar su
ociosidad, su sensualidad, su delicadeza y su amor
propio. -

Internemonos mas en este discurso tan á pro


posito para que el rico conozca plenamente sus
obligaciones. Aquellas cosas que el hombre no po
see por sí mismo, no las posee para sí mismo: lue
go el hombre no puede ser grande, ó rico para
sí mismo, y solamente lo puede ser para cum
plir las ideas y fines de Dios, que es el origen
y la fuente de toda preeminencia, de toda gran
deza y de toda riqueza. Con qué designio pues,
con qué fin ha criado Dios en el mundo los gran
des y los ricos? Entendedlo, amados oyentes mios,
y no se os olvide nunca. La razon por que Dios ha
querido que haya grandes y pequeños, hombres
que manden, y hombres que obedezcan, es por
que la subordinacion es el unico medio de con
servar la paz y la concordia entre los hombres Ar
al
DE LA LIMOSNA. 33 I
á quienes desunen tantas inclinaciones, tantos ca
racteres, y tantos intereses contrarios entre sí; por
que la libertad y la independencia total y unica
seria un perpetuo seminario de odios, de discor
dias, y de usurpaciones; porque la justicia y la
equidad no tendrian suficiente fuerza, si no estri
basen sobre el apoyo exterior de una autoridad su
prema que contuviese los delitos con el miedo y
el terror. Y Dios quiso igualmente que huviese ri
cos y pobres para enlazar entre sí con los mas es
trechos vinculos todos los miembros de la socie
dad humana, para que ningun hombre pudiese
vivir sin el auxilio de los demas hombres.
Atended ahora pues, dice S. Agustin, La co
sa mas contraria, y al mismo tiempo mas íntima
é indispensablemente unida es el rico y el pobre:
dives e pauper duo sunt contraria, duo sunt si
bi necessaria. Sí, amados oyentes mios: á pesar de
la libertad y de la independencia que dan las
riquezas, el pobre es un hombre necesario al ri
co, porque sin el trabajo, sin el ministerio y sin
los servicios del pobre, el rico no sacaria prove
cho alguno de su opulencia; y el rico es necesario
al pobre, porque sin los beneficios y liberalidad
del rico, el pobre no hallaria remedio en su po
breza: de suerte que si fuese posible que solo hu
viese ricos, todo el mundo seria ociosidad é in
dolencia; vicios y pasiones: y si todo fuese po
breza, todo el mundo seria un mar de lagrimas
y de dolor, suspiros y quexas: si todo fuese ri
- Tt2 que
332 SERMoN
qiezas, el rico no seria verdaderamente rico: y
si todo fuese pobreza, el pobre seria pobre sin
termino y sin limites: dives º pauper duo sunt
contraria, duo sunt sibi neces saria.
De todo lo qual se entiende que en el plan de
sociedad que Dios ha establecido, tiene lugar ne
cesariamente la superioridad de grandeza, y la
superioridad de riquezas. Pero qué especie de opu
lencia ? Facil es de entenderlo, christianos. Una
grandeza modesta y solícita del bien publico:
y una opulencia liberal y benefica. Porque si la
autoridad toda se reduxese á orgullo y tirania; si
las riquezas no fuesen mas que dureza é insensi
bilidad, no dudeis que esta desigualdad que cons
tituye la paz y la tranquilidad de la sociedad,
seria su ruina y su exterminio. Y qué pensais se
seguiria de aqui? Oidme: que sin salir del para
lelo que dexo hecho, os he de dar sobre el asun
to presente el documento mas solido y fructuoso.
Seguiriase que asi como el hombre solo es gran
de para los pequeños , solo es amo para los do
mesticos, solo es principe para los subditos, so
lo es padre para su familia, y solo es Rey para
el reyno: asi igualmente el rico no es rico ni pue
de serlo sino para el pobre. Seguiriase que el
mismo derecho que tiene el pueblo á los cuidados,
á la providencia,á la vigilancia de sus principes y ma
gistrados, ese mismo tiene el pobre á la compasion,
á las limosnas, á los beneficios de los ricos. Se
guiriase que asi como el grande que no mirase
- COIl
- DE LA LIMOSNA. 333
con zelo y con diligencia por la felicidad y pu
blico sosiego, abusaria de los privilegios, pre
rogativas, y preeminencias de la grandeza, por
que esto seria convertir unicamente en provecho
propio una grandeza que ni es suya, ni la ha
recibido para sí: del mismo modo el rico que no
socorre las necesidades del pobre, abusa de sus
riquezas, que solo se le dieron para que las die
se : y por consiguiente desde el punto que no cum
ple con esta condicion, es hombre indigno de go
zar de su opulencia; y la parte de bienes que re
serva para fomento de su codicia, ó que expen
de para alimento de sus gustos, la roba al pobre:
él bien puede ser reputado en los ojos de los hom
bres por verdadero dueño y señor de esa porcion
de bienes; pero en los ojos de Dios no es mas
que una especie de defraudador.
Pero qué sucede no obstante que grandes y
ricos viven igualmente ciegos y perdidos; pues
si á los unos los halucina la soberbia, á los otros
los deslumbra la codicia. El grande piensa que so
lo es grande para dominar : el rieo que solo po
see sus riquezas para gozarlas: ambos se olvidan
que en la distribucion de las riquezas y grande
zas humanas se propone la providencia dos obje
tos: la persona á quien se dan, y el fin para quien
se dan y como el hombre se persuade que es se
ñor y arbitro libre é independiente de las cosas, lle
ga á lisongearse que solamente usa para sí de las
riquezas que expende prodigamente en el fausto
de
334 SERMoN
de la vanidad, en la ostentacion del luxo, en la
diversion de los espectaculos, en los juegos de suer
te y aventurados, en la exquisita delicadeza de la
mesa, en las costosas y brillantes galas, en los
proyectos de la ambicion, en el cumplimiento de
los deseos viciosos. Tal vez conoce, tal vez se
culpa á sí mismo el mal uso de sus riquezas; pero
lo que no conoce, ni quiere conocer es que al pe
cado de concederá sus pasiones las licencias que
debia negarles, añade el pecado de gastar en ser
vicio de sus pasiones lo que no es suyo.
Sí, amados oyentes mios, por mas prudente
y licito que sea por otra parte el uso que hagais
de vuestras riquezas, siempre seriais reprehensi
bles, si gastaseis en vosotros lo que no es vues
tro : y continuamente oiriais los lamentos de los
pobres, que os dirian con S. Bernardo: destrui
dores inhumanos de unos bienes que no son vues
tros, nosotros somos las victimas de vuestros gas
tos desatinados, á costa de nuestras lagrimas y de
nuestra sangre cumplis vuestros apetitos, y lo que
prodigamente concedeis á las soñadas necesidades
de vuestros locos antojos, lo defraudais á nuestras
necesidades reales y verdaderas: mostrum est quod
effunditis, nobis crudeliter substrahitis quod ina
niter expenditis.
Id ahora , christianos, y inventad si gustais
principios, discurrid maximas, fundad opinio
nes; y en qué asunto no se inventan quando te
nemos interés en justificar y autorizar nuestras vi
cio
TDE LA LIMOSNA. 3.35
ciosas inclinaciones? que á pesar de todos los prin
cipios, de todas las maximas, y de todos los dis
cursos de vuestra decantada razon, os vereis ne
cesitados á recurrir al sistema primitivo, y al or
den natural y esencial. Os engañais miserable
mente, exclamaba S. Juan Chrysostomo, si pen
sais que Dios os dio las riquezas como un mero
beneficio que no impone otra ley ni carga sino
la de agradecerlas al bienhechor ; porque sabed
que os las concedió á titulo oneroso, siendo su vo
luntad que lo que á vosotros os sobra, sea el re
medio del que no tiene lo suficiente, persuadien
doos que si ha derramado en vuestra casa la abun
dancia y opulencia, no ha sido para que tengais
la fruicion de gozarlas, sino para facilitaros el me
rito de expenderlas en limosnas : ad hoc accepisti
ut in eleemosynam erogares. Por consiguiente, aña
de S. Gregorio, quando el pobre implora tu com
pasion y auxilio, no tanto es un beneficio el que
pide, y mucho menos es alguna gracia lo que tu
le haces, quanto es una deuda de que te descargas:
justitiae debitum potius solvimus, quam misericor
diº opus implemus. Con que si la negais, excla
ma S. Ambrosio (avivad vuestra atencion, ó ri
cos) con que si la negais, sois reos, sois respon
sables de la sangre de vuestro hermano: es ver
dad que no vibraste el acero, ni le hiciste sorber
vasijas de veneno, ni cortó tu mano el hilo de
su vida; pero no le alimentaste, cortaste y ce
gaste para él el maniantal de la vida y cae des
fa
336 SERMON
llecido, muere, recibele la tierra, que á su tiem
po le restituira para que delante del universo pro
voque con sus justas quexas la ira de Dios para
ue llueva sobre vosotros, de aquel Dios venga
dor de las mas sacrosantas leyes de la humani
dad y del Evangelio sacrificadas vilmente al fu
nesto furor de vuestra insaciable codicia. Non
pavisti, occidisti.
Dexemos ya pues, amados hermanos mios, de
xemos ya de considerar las riquezas segun las ideas,
los principios, las preocupaciones, las maximas,
la practica y costumbres del mundo: consideremos
las segun lo que son delante de Dios, segun las
ideas, los designios y consejos de Dios, se
n el orden de las intenciones y voluntad de
Dios: miradlas por consiguiente, miradlas como
un tesoro de que sois los administradores y no los
propietarios; y como un medio poderoso y efi
caz de que se vale la providencia para enlazar y
perpetuar los vinculos de la sociedad, haciendo
que el pobre sea siempre una cosa necesaria al ri
co, y el rico una cosa necesaria al pobre : Di-.
ves cº pauper duo sunt sibi necessaria. Como me
dio tambien de radicar y mantener en el mundo
el imperio de la virtud, santificando al pobre
con la humildad y paciencia ; y al rico con la ca
ridad christiana, y con la compasion oficiosa y
benefica: Ut tu benignitatis mercedem accipias ille
patientie praemiis honoretur. Mirandolas finalmen
te como una posesion, como una heredad que
te
DE LA LIMOSNA. 337
da Dios á quien quiere y baxo las condiciones que
uiere , reservandose indispensablemente sobre
ella un derecho inenagenable. Este derecho pues
es el que ha querido su Magestad renunciar en
favor del pobre para recibir en su persona las pa
rias y tributo de vuestra dependencia y vasallage.
Con que si los derechos del pobre se fundan con
tanta razon en vuestra calidad y condicion de ri
cos, no se fundan con menos razon y solidez
sobre su constitucion y estado de pobre.
II. ¿No os haria yo, amados oyentes mios,
un agravio notabilisimo, si me detuviese á pro
bar que el pobre por razon de su pobreza es acree
dor á que le hagais bien? quién de nosotros no
tiene experiencia de la verdad de aquella senten
cia que trae San Juan Chrisostomo, que el hom
bre se mueve naturalmente á compasion, y que
esta inclinacion es lo mejor que tiene el hombre?
ad commiserationem d natura commovemur om
nes, nihilque tam bonum est in humanitate nostra:
quién ignora que ningun afecto abriga nuestra al
ma mas facil y espontaneamente, que el del do
lor y compasion benigna y virtuosa? quién ig
nora que no hay titulo ni motivo que mueva y
enternezca mas el corazon de un hombre que sepa
ser hombre, que la desgracia agena? quántas veces,
ó Grandes de la tierra los mismos que os temen
y respetan, indignados de las baxezas á que tal
vez se ven obligados, se cansan de incensar vues
tros caprichos, y se vengan murmurando en secre
Tom. III. Vy tO
338 SERMoN
to de los obsequios que ofrecen en publico á vues
tra fortuna; y esto al mismo tiempo que la pre
sencia de un hombre injustamente perseguido y
desgraciado les gana y rinde sin violencia ni es
fuerzo alguno aquel corazon que sacude el yugo
de vuestro imperio? me atreveré á proferirlo? la
misma virtud parece que pierde su lustre y su me
rito luego que se ve premiada, y que pará gozar
de un general aplauso conviene verla olvidada y
despreciada por los arbitros de las dignidades,
por los dispensadores de las riquezas, en lugar de
que en el reo castigado apenas vemos lo delinqüen
te, y casi no vemos ya sino lo desdichado. Estas
lagrimas pues que tan gustosamente derramamos,
este agradable afecto de dolor y de compasion que
con tanta fruicion admitimos en nuestra alma,
que con tanta ansia buscamos en los teatros, don
de nunca corren y pasan las horas con tanta ve
locidad, como quando los embelesos de su ilusion
nos provocan á llanto; estas digo sabrosas sensa
ciones de una alma agitada y enternecida, qué
otra cosa son que un asilo que la naturaleza ha dis
puesto para refugio de los miserables, y que un
medio eficaz de que echa mano para inducirnos
con el cebo y conveniencia de nuestra propia feli
cidad á levantar á los caidos y reparar su fortuna?
No busqueis pues ya en ninguna otra parte la ley
de la limosna, sino en vuestro interior donde la
llevais grabada. Venid conmigo, entrad en esa
casa, cuyas ruinas dan testimonio no solo de la
opu
DE LA LIMOSNA. 339
opulencia antigua, sino de la decadencia de una
familia ilustre: y advertireis alli grandes miserias
disimuladas y ocultas baxo el titulo de una gran
nobleza: nobleza que es lo sumo de sus calami
dades, porque priva á los infelices de la libertad
de quexarse, que es su mas dulce, y alguna vez
su unico consuelo: mirad como corren aquellas
lagrimas que tanto temen ser vistas: escuchad
aquellos suspiros que solo temerosamente se fian
al silencio de la noche: notad aquel exterior estu
diado de tranquilidad inalterable para deslumbrar
el juicio de la gente; tranquilidad mas insufrible
que los mismos infortunios que ella encubre. Ved
como aquellos miserables, oprimidos de pesadum
bre y de tedio, se rinden poco á poco al gra
ve peso de sus trabajos, y como experimentan la
rimera vez la triste y desabrida complacencia,
aquella complacencia digo (porque en fin lo es)
aquella complacencia de soterrar en el sepulcro la
verguenza é ignominia de su necesidad. Baxad
tambien á aquella subterranea y obscura habita
cion, donde no llega consuelo humano: y ve
reis unos hijos infelices que con sus llantos y cla
mores quebrantan el corazon de una madre afli
gida que no puede remediarlos sino con lagrimas
y suspiros reciprocos: alli mismo vereis una hija
modesta y vergonzosa que por la escasez de
bienes ni bien puede vivir en el mundo, ni bien
dexarle, expuesta á morir de hambre, ó á ven
der su honestidad.
Vy 2 De
34O SERMoN
De estos obgetos, óbarbaros é inhumanos ricos,
de estos obgetos apartais vosotros la vista y la
atencion, negando vuestros oidos á los lamentos
del pobre; porque como temeis á vuestro corazon,
no quereis que lleguen á su noticia los infortunios
agenos, pues no podriais estorbar que él los sintie
se, y se condoliese de ellos. Ah! sea licito apar
tar los ojos de las miserias agenas á quien solo pue
de socorrerlas con lagrimas. Bien sabeis vos, Se
ñor, que si la pobreza Evangelica que profesan
vuestros ministros Religiosos, tiene alguna difi
cultad y trabajo, es solamente en semejantes ca
sos; pues solo sienten imitaros, quando se ha
llan sin posibles pasa socorreros; y aunque con
tentos con su pobreza, desearian ser ricos para con
suelo de los desvalidos. Quién nos concediera co
municar nuestros afectos á esos hombres opulen
tos y poderosos que pueden lo que nosotros no po
demos quién nos concediera criarles un corazon
compasivo, tierno, dadivoso ó noble ambicion!
ó designio digno de una alma generosa el de cau
tivar los corazones con las cadenas de los benefi
cios y de la liberalidad! dónde se hallaria gloria
mas verdadera, ni que mas durase, ni que mas
resistiese á las injurias del tiempo? Quando el
mundo se acuerda de aquellos hombres (si es que
ha havido alguno) que nacieron para consuelo y
remedio de los demas hombres, despues de mu
chos siglos riega todavia con sus lagrimas sus se
pulcros. No ignoro yo, amados oyentes mios, no
1gno
DE LA LIMOS NA. 34 I
ignoro que las limosnas que recibe el pobre de la
vanidad del rico, merecen la indignacion de Dios;
pero vuestra dureza de corazon nos obliga á bus
car en nuestras pasiones lo que no esperamos de
vuestra virtud; y debiendo nuestro ministerio em
plearse todo en enseñaros las obligaciones de chris
tianos, nos vemos reducidos por nuestra desgracia á
desear que seais hombres: á desear digo que seais
hombres; pero qué hombres! O Francia tan celebra
da por el discurso de tantos siglos por la suavidad de
tus costumbres, por tu condescendencia y urbanidad,
por la solicitud y actividad de tu zelo en acoger al
estrangero desvalido, consolandole de modo, que ni
echase menos su patria , ni se acordase de sus
calamidades, quién te ha fascinado ? por qué em
beleso y funesto encanto has llegado al vergon
zoso extremo de permitir sin estremecerte que se
oigan y entonen enmedio de tus plazas esas hor
ribles maximas: que el estado primitivo del hom
bre es un estado de contradiccion y guerra uni
versal: que los vinculos de la concordia é incli
nacion con que los hombres se aman mutuamen
te, son efecto de las preocupaciones de una edu
cacion politica: que las leyes de la sociedad que
los enlazan entre sí, no son otra cosa que trans
gresion de las leyes de la naturaleza que los di
viden y separan que el hombre que es obra in
dispensable de las combinaciones del movimien
to y de la materia, nace aislado, y sin dependen
cia ni conexion con ningun otro hombre: que el
fuer
342 SERMoN
fuerte y poderoso nada usurpa, porque todo es
suyo: que el flaco y sin fuerzas á nada tiene dere
cho, porque no puede nada: y que el mas heroico
desinteres consiste no en hacer felices á sus seme
jantes, sino en procurar el hombre su felicidad per
sonal con el menor detrimento de ellos. Doctrina
y opiniones de una filosofia feroz, abortada por el
infierno, habitacion tenebrosa de aquel espiritu
exterminador que desde el principio del mundo, se
gun dice la Sagrada Escritura, está respirando desas
tres y perdicion del genero humano. Venid, re
yes, venid á la escuela de estos ponderados sa
bios, y de ellos sabreis que ningun hombre na
ce ni puede ser vasallo: venid, magistrados, y
de ellos sabreis que lo justo y lo injusto, el de
lito y la virtud no son mas que meros y vanos
vocablos: venid, padres, y de ellos sabreis que
no estais obligados á amar ni á mirar por vues
tras familias; mi vuestras familias estan obligadas
á prestaros obediencia, ni mostraros agradecimien
to: venid, hombres; que ellos os dirán que el
hombre se envilece y degrada creyendo que la ins
piracion del Altisimo, criador del alma inteligen
te y libre, se dignó criarle á él á imagen y se
mejanza del Ser supremo, porque esta creencia le
intima y da noticia de un superior y le manda
que le adore: que entre él y los animales no hay
mas distincion que una leve diferencia de organi
zacion; y que lexos de envilecerle esta especie de
igualdad, le eleva y engrandece, porque el
re
DE LA LIMOSNA. 343
bre no es verdaderamente grande sino enquanto
con ellos y como ellos ni reconoce Dios que ado
rar, ni autoridad que respetar, ni religion que
exercitar, ni obligaciones que desempeñar. Pero
vosotros, parientes, amigos, ciudadanos menes
terosos y desvalidos, guardaos de fatigar con vues
tras suplicas y lagrimas á los maestros ó discipulos
de estas doctrinas loca y escandalosamente aplau
didas, pues solamente experimentareis las desde
ñosas repulsas de su insensibilidad inhumana; por
que han sufocado y talado en su alma las semi
llas de la compasion, y quando hablan de bene
ficencia y caridad, no se notan en sus discursos
sino los delirios de un hombre que se contradice,
de un hombre que se disimula y finge.
Huid, huid del hombre ideado por los deli
rios de la impiedad, y recurrid al hombre fabri
cado por Dios, rogadle con vuestros suspiros que
él los admitirá, el los escuchará: porque en efec
to, no hay cosa mas propia y natural en el hom
bre, observa S. Ambrosio, como socorrer á los de
mas hombres, y el que no conoce la ley de la ca
ridad y de la beneficencia mutua, no sabe los pri
meros elementos de su ser : nihil tam secundum
naturam quam juvare consortem naturae. Esta es
una ley primitiva y esencial; ley no menos de la
naturaleza que de la gracia ; ley no menos del
hombre que del christiano; ley no menos del co
razon que de la razon; y ley tan profundamen
te grabada en nuestrointerior, que las preocupa
C1O
344 SERMON
ciones, la educacion, el interes, y las pasiones que
obscurecen otras muchisimas leyes, no han podi
do privar á esta de su vigor y evidencia. Esta ley,
siempre pura, siempre inalterable, fue la ley de to
dos los tiempos, ley de todas las naciones, ley de
todas las religiones, y aun ley de todas las supers
ticiones. Retroceded hasta aquellos antiguos si
glos de tinieblas palpables, y de infames y escan
dalosos delirios, quando la tierra adoraba en el
cielo tantos exemplares de maldades quantos dio
ses reconocia en él; quando colocadas en altares
la ambicion, la injusticia, la traicion, la lascivia,
recibian el incienso y las adoraciones de los pueblos:
y observareis que la inhumanidad con los pobres
fue el unico vicio á quien nunca pudo el infierno
erigir aras; de modo que en el diluvio y naufra
io comun de los derechos mas sacrosantos é in
violables, solo el derecho del pobre se salvó de
las tormentas de la disolucion y corrupcion uni
versal: derecho que siendo santo y sagrado, ha
recibido del Evangelio un nuevo grado de auto
ridad no tanto porque como advierte el gran Doc
tor que cité arriba, la ley de la caridad es la
esencia y el alma de la nueva ley, y la compa
sion con los miserables la mas expresa y cierta
señal del christiano: nihil tam commendat chris
tianum quam miseratio charitatis; como porque
despues de la promulgacion del Evangelio no es
el hombre ya el que pide, sino Jesu Christo: es
te Señor es el que pide y el que recibe: de suerte
- que
DE LA LIMOSNA. 345
que con razon dixo Salviano que Jesu Christo es po
bre en todos los pobres, y que no hay para el christia
no otro pobre que el Dios á quien adora: Christus
est qui in omnium pauperum necessitate mendicat.
No me marabillo pues ya de ver que la pri
mitiva Iglesia en medio de las zozobras que la afli
gian, se desentendiese de sus propios peligros, y so
lo mereciesen todo su cuidado y atencion las la
grimas y desconsuelos del pobre; ni de que los
antiguos christianos se desapropiasen de sus bienes
en obsequio de la caridad, grangeando con este
sacrificio la dicha no solo de consolar á sus her
manos, participando de su pobreza; sino la de so
correrlos con sus limosnas, y alentarlos con sus
exemplos: ni de ver que los Apostoles eligiesen
aquellos fieles de mayor zelo y fervor para encar
garles el cuidado y gobierno de los pobres, creyen
do que havian premiado competentemente su vir
tud con dedicarlos á estos oficios y ministerios de la
caridad: ni de ver que un Pablo, aquel vaso de
eleccion, encargado de predicar á Jesu Christo á
los Reyes y naciones del mundo, suspenda sus
peregrinaciones y funciones Apostolicas, para lle
var á los fieles de Jerusalen las limosnas con que
contribuian los demas Fieles que vivian esparcidos
en diferentes provincias: ni de ver á los Sacerdo
tes y Levitas encargados de la decencia y mages
tad del culto divino, ansiosos y solicitos en tiem
po de necesidad por enriquecer al pobre con los
tesoros del santuario, que con peligro de sus vidas
Tom. III. Xx - de
346 SERMoN
defendieron intrepidamente de los sacrilegos robos
de los perseguidores; y aunque vean que el cuer
po y sangre de Jesu Christo sea preciso que se
depositen en vasos terrizos, y que la pobreza de
los altares corresponda y manifieste para los que
los miraban con ojos profanos, la pobreza del hom
bre Dios que se adora en ellos, no importa; pues
el hombre necesitado para quien le mira con ojos
ilustrados por la fé es el primer templo y el san
tuario mas precioso, fiado á la custodia y vigilan
cia de los Sacerdotes, y la desnudez del altar des
pojado en beneficio del pobre, anuncia al Dios de
las misericordias, al Dios de la benignidad y de
la caridad, asi como la magnificencia de los tem
plos anuncia al Dios de gloria y de poder. No
me marabillo, repito , que en el discurso de to
dos los siglos haya sido esta la virtud dominante
de todos los santos, y que hallandose tal vez ellos
mas pobres que el pobre mismo á quien socorrian,
no quedandoles ya nada que dar, se dieron á sí
mismos, dieron su libertad, y su vida. Ah! qué
bien sabian lo que tantas veces se inculca en el
Evangelio, que quanto se da al pobre, se da á
Jesu Christo, y que quanto se niega al pobre, se
niega á Jesu Christo quamdiu fecistis uni de his
fratribus meis minimis, mihi fecistis (1). Ni có
mo huvieran dexado de proceder asi con unos hom
bres á quienes miraban revestidos de todos los de
- re

(1) S. Matth. cap. 25. v. 4o.


DE LA LIMOSNA. 347
rechos que pueden dar las lagrimas y la sangre
de un Dios crucificado? Veian por cierto al pobre,
pero no al hombre sino á Jesu Christo; y asi se
representaban al pobre como el obgeto de su ve
neracion profunda, de su amor fino, y de su de
bido agradecimiento: o por mejor decir veian en
ellos los dispensadores y los arbitros de su suerte
eterna. Con efecto, no solo quiso Jesu Christo de
fender á los pobres de la dureza é inhumanidad
de los ricos, sino que quiso vengarlos de los des
aires y desprecios del mundo. Y qué pensais de
terminó para esto? Dispuso que los fines que cum
plen los ricos en el orden de la naturaleza, los cum
pliesen los pobres en el orden de la gracia : de mo
do, que si segun las disposiciones de Dios como
criador, los ricos estan encargados de la distribu
cion de los tesoros de la opulencia y bienes terre
nos; segun las ideas de Dios como santificador,
de cuenta de los pobres corre la distribucion de
los tesoros de la gracia y de la santidad Evange
lica. - - . -

Prestadme ahora pues vuestra atencion, Gran


des y poderosos del mundo. Contentense otros
con deciros que estais obligados á dar limosna al
pobre, que yo os digo con S. Agustin, que vo
sotros se la debeis pedir á él; que no teneis voso
tros menos necesidad de él, que él de vosotros:
eget ad te alter , eges ad alterum : que él puede
hacer por tí mucho mas de lo que tú puedes ha
cer por él; pues tú solo le puedes dar la tierra, y
Xx 2 ellos

. .
-º a
348 ... SERMoN
ellos á tí el cielo. No hay cosa pues, dice S. Gre
gorio, que haga al hombre mas semejante á Dios,
que el poder contribuir á la felicidad de los de
mas hombres : nihil tam divinum habet homo,
quam de aliis bene mereri. Y si el hacer á otros
felices temporalmente es cosa tan admirable, no lo
es todavia mas asombrosa hacer felices á otros por
toda una eternidad? El pobre en calidad de tal
tiene en sus manos vuestro corazon y vuestras vir
tudes; y asimismo el corazon y las gracias de Je
su Christo; y en muchos lugares de su Evangelio
declaró nuestro Salvador divino, que no admiti
ria las lagrimas de quien se endureciese contra los
clamores del pobre, y que solamente seria Dios
misericordioso para aquellos que usasen de mise
ricordia: beati misericordes, quoniam ipsi miseri
cordiam consequentur (1): que lo que pidiereis no
lo concedera sino á condicion que lo pida el po
bre para vosotros y con vosotros; y que solo ad
mitira en su gloria á los que le ofrezcan las manos
del pobre: facite vobis amicos.... recipiant vos in
aterna tabernacula (2). -

O designios de Dios profundos y marabillo


sos, exclama San Paulino si solo se atiende al
curso ordinario de esta vida, parece que todo se
gobierna por las leyes de la suerte ciega; sin em
bargo ello es infalible que todo va dirigido, to
do ordenado conforme á la altisima providencia de
. llI12.

(1) S. Matth, cap. 5. v.7. (2) S. Luc. cap. 1o. v. 9. *


DE LA LIMosNA. 349
una sabiduria infinita. A quien solo carga la con
sideracion sobre la superficie de los sucesos hu
manos, la pobreza le parece una ocasion verda
dera de quexas y murmuraciones, las riquezas un
manantial fecundo de vicios y pecados: ni ve por
todas partes sino ricos aborrecibles al pobre, y po
bres importunos al rico. Pero entrad con el Pro
feta en el santuario de los consejos eternos de Dios,
y sabreis que solo vive en la tierra el rico para
beneficio del pobre, y el pobre para el del rico,
y que mutuamente se necesitan ambos para su re
ciproca felicidad: Creator divitem pauperi, º pau.
perem diviti preparavit. El pobre, si no fuese so
corrido por el rico, viviria siempre agoviado con
el peso del tedio, de las pesadumbres y desabri
mientos que son inseparables de la necesidad: ut
abundans egenti substantia alimonia, sit: y el ri
co, sin los auxilios que le impetra el pobre, re
sistiria con dificultad á las pasiones que se crian
en el seno de la opulencia: cºrº opulento inops ma
teria justitiae. Asi allana las dificultades el precep
to de la limosna, asi explica los misterios de la
providencia; pues si el criador de cielo y tierra
no huviese dispuesto un asilo y un refugio al po
bre en las liberalidades del rico, y si no huviera li
brado el bien espiritual del rico en las oraciones
del pobre, aquel podria quexarse de Dios que le
dexaba como presa en manos de tantas calamida
des, y éste que le dexaba expuesto á tantas pasio
nes; y áentrambos les pareceria que con razon cul
pa
35o SERMoN
paban á la providencia: al rico aun mas que al po
bre; porque éste solamente seria infeliz enquan
to al cuerpo, aquel enquanto al alma: el pobre
solo se lamentaria de la providencia temporal,
aquel de la providencia eterna. Pero desde el ins
tante que plugo á la divina providencia aligar la
salvacion del rico al exercicio de la limosna, todo
muda de semblante: la pobreza carece ya de horror
y de ignominia: las riquezas de su contagio tan for
midable, y veneno tan activo: el rico es ya padre
del pobre, y el pobre en cierto modo se erige en
instrumento de la salvacion del rico. La providen
cia temporal, por explicarme asi, se vale de la opu
lencia del rico para consolar al pobre; y la provi
dencia eterna se vale de la necesidad del pobre
para hacer santo al rico. Ponga solamente de su
parte el corazon humano el rendimiento y docili
dad conveniente para dexarse gobernar por esta
amable y prudente providencia, que asi la paz y
la inocencia reinarán en el mundo; la tierra no
sustentará sino santos y bienaventurados, ni co
nocerá las lagrimas de la adversidad, ni los vicios
de la prosperidad. -

A qué proposito (me parece que decis, d ricos)


á qué proposito pues descarga Dios en nosotros
el cuidado de sustentar al pobre? pues gravadas
con esta pension las riquezas, ni son gustosas, ni
son apetecibles; y lexos de ser apetecibles, antes
son temibles, porque en lugar del sosiego y re
galo que al parecer prometen, solo traen consi
go
DE LA LIMOSNA. 35 r
go cuidados enfadosos, solicitud, averiguaciones
molestas, é importunidades. Pero ay! que por
otra parte me pregunta el pobre: porqué ha de
xado Dios el bienestar y alimento de tantas fa
milias desvalidas al arbitrio del rico, de ese rico
tan altivo y desdeñoso, tan iniquo y antojadizo,
tan duro é inhumano, tan perezoso y haragan, tan
sensual y regalado? de ese rico que jamas tiene lo
bastante, porque siempre son mas sus vicios que
sus riquezas? Ay pobres desvalidos y menospre
ciados las lagrimas con que llora vuestra miseria
mi corazon tiernamente compadecido, os respon
den primeramente; pero luego que el dolor me
permita levantar la voz, os diré que Dios es
el señor supremo, que es indispensable sugetarse
rendidamente al imperio de sus leyes, adorar con
silencio la profundidad de sus juicios, andar sin
quexas ni murmuraciones por los caminos dificiles
por donde nos manda caminar, y no añadir la des
gracia de una delinqüente y debil rebeldia á la infe
licidad de vuestro estado. Y tomando despues en
la mano la antorcha de la Fé (porque es preciso
confesar que el hombre de mas alto entendimien
to, si carece de las luces y enseñanza de la Reli
gion, ni sabrá discurrir, ni sabrá hablar de Dios
de modo, que la razon quede sosegada y satisfe
cha) os manifestaré que la voluntad de Dios ha
sido probaros, y reduciros á este estado de aba
timiento y sugecion que cierra la entrada á tantos
vicios, y la abre á tantas virtudes; que para sua
- V1
3.52 SERMoN.
vizar los sentimientos á que os expone vuestra po
breza, basta hacer un leve recuerdo de los peli
gros de que os liberta; que Jesu Christo ha ele
gido para tí el estado que eligió para sí mismo:
que primero bebió él el caliz de amargura que
ahora te ofrece; que la ciudad santa de Sion no
admite dentro sus muros otros habitadores sino á
los discipulos que le siguen al Calvario; que bien
presto llegará aquel instante en que sentirias amar
gamente haver sido mas feliz; y que esta misma
providencia, que te sientes tentado de culpar en la
tierra, quando se corran y levanten todos los ve
los, la bendecirás por toda una eternidad en el
cielo.
Y tú, rico ingrato é iniquo, de qué te que
xas ? no es verdad que este precepto de la limos
na se ha establecido por tí y para tí solo? no po
dia Dios, sin valerse de tu ministerio, mantener
y consolar á los pobres ? y no lo executa asi todos
los dias? ¿no sabemos que quando dan entrada
en su corazon á los influxos de la gracia, sienten
enmedio de sus miserias una tranquilidad que tu
solicitais y esperas continuamente de los delei
tes en que nadas, y que nunca consigues? Pe
ro dime, si la providencia no te huviera dispues
to en el exercicio de la limosna un asilo seguro;
si las riquezas no te ofreciesen la facilidad de ad
quirir y acaudalar los meritos de la caridad, qué
otra cosa serian tus riquezas que un don perjudi
cialisimo? Ponderaré ahora la indolencia y ocio
si
DE LA LIMOSNA. 353
sidad que las acompañan, la profanidad y luxo
que engendran, la soberbia y altaneria que ins
piran, el orgullo y vanidad que fomentan, el re
galo y sensualidad que nutren, los odios y desave
nencias que ocasionan, los cuidados de mundo de
que llenan el alma, el descuido total de la salva
cion con que la adormecen, los pecados que cau
san, las virtudes á que hacen guerra y que des
truyen, la inocencia tan rara, y la penitencia tan
dificil? Y pregunto, para libertarse de tantos pe
ligros no es necesario un milagro de la gracia?
y para purificarse de tantos pecados no es nece
saria la plenitud y muchedumbre de la gran mi
sericordia de nuestro Dios? Quereis pues conse
guir estas gracias milagrosas, y la abundancia de
estas misericordias? enjuguen vuestras limosnas las
lagrimas del pobre, y seguro teneis el espiritu de
penitencia y de paz, y la gracia de Jesu Christo:
date et dabitur vobis (1). No os olvideis del po
bre, y yo sé que vuestros pecados serán entrega
dos al olvido: date eleemosinam, º ecce omnia
munda sunt vobis (2). -

Quexaos ahora de que Dios os impone el pre


cepto de la limosna ; esto es, quexaos de que
Dios os ha constituido señores y arbitros de los
tesoros de la gracia: quexaos de que Dios ha de
xado en vuestra mano el medio de aplacar el ri
gor de su justicia : quexaos de que con una sola
Tom. III. Yy vir
(1) S. Luc, cap. 6. v. 38. (2) Ibid.cap. 11. v. 41.
3 34 SERMON
virtud podeis conseguir todas las demas: quexaos
de que dando al pobre parte de vuestros bienes
temporales, llegareis á participar con él de los bie
nes eternos: quexaos de que precaviendoos Jesu
Christo del veneno mortal de las riquezas, ha sa
bido convertir en instrumento de vuestra salva
cion el obstaculo mayor y mas terrible de ella.
Desdichados de vosotros, si la codicia os cie
ga tanto que no llegais á conocer estas verdades
sustanciales é importantisimas Pero no por eso
dexará de ser cierto segun los principios de la re
ligion y de la razon, que violar el precepto de la
limosna es ir contra la voluntad de Dios, criador
de cielo y tierra, que solo crió á los ricos para
beneficio de los pobres; y es haceros obgeto de
todas las maldiciones é indignacion de Dios, Re
dentor universal, que solo salvará á los ricos por
medio de los pobres: siempre será cierto que vio
lar el precepto de la limosna es sacrificar á vues
tros viciosos deseos los derechos mas claros é in
contestables, derechos á que solamente oponeis
falsos pretextos. Haveis visto en la primera Par
te que los derechos del pobre son derechos reales
y verdaderos. Vereis ahora en la Segunda, que las
escusas del rico son escusas vanas y ridiculas.

.. ----
DE LA LIMOSNA. 3.55

SEGUNDA PARTE.

Q.tosdenoinutiles escusas, qué de falsos pretex


alegan los hombres para eximirse y
descargarse sobre otros de la obligacion de
dar limosna pretextos de escasez de bienes, del
estado, y de la condicion: pretextos de economia,
y de prudencia. El precepto de la limosna, decis,
tiene por obgeto las sobras del rico, y nosotros so
lo tenemos lo necesario: ved ahí el pretexto del
estado y de la condicion, en fuerza del qual juz
gais lo que es superfluo como necesario segun la
clase, segun el empleo que obteneis en el mundo.
Y en fuerza del pretexto de economia y de pru
dencia juzgais que lo que en el dia pudiera gra
duarse por superfluo, puede y debe mirarse como
necesario para el dia de mañana. Ya veis que no
oculto ni disimulo nada de quantas excepciones
podais oponer á la ley: veréis ahora cómo la ley
os arguye.
I. Pretexto de escasez de bienes, y del esta
do. El precepto de la limosna, decis, tiene por
obgeto las sobras del rico, y nosotros solo tene
mos lo necesario. Qué quereis que os diga en este
punto, christianos? ¿me atreveré á deciros que ni
sabeis lo que podeis, ni lo que no podeis, que ni
teneis idea verdadera de vuestros haberes, ó que
os engañais en vuestros calculos, o que intentais
engañar á los demas? Conozco que para sondear
Yy 2 CS
356 SERMoN
este abismo, y descubrir los senos y averiguar las
estratagemas de un corazon dominado y cegado
or la codicia, necesitaba de unas noticias tan indi
viduales, y de una instruccion tan menuda, que
ni tengo, ni me es posible tener. Os remitire al
tribunal de vuestra conciencia? Pero qué tales po
drán ser, y qué autoridad podrán tener los dicta
menes de una conciencia sobornada por el amor
propio, y dominada por las pasiones? Qué haré
pues? No intento juzgaros; solo os pondré en ca
mino y en estado de que os juzgueis á vosotros mis
mos, poniendo en vuestra consideracion algunas
sencillas y naturales verdades, cuya luz desvane
cera los sueños y engaños que os traen ciegos.
Verdad primera. El infierno está lleno de ri
cos. Asi nos lo dice expresamente Jesu Christo.
Ni qué otra cosa significan las espantosas amena
zas tan repetidas en el Evangelio contra los ricos
y las riquezas, y aquella oposicion tan formal y
casi invencible que dice nuestro Salvador que hay
entre la opulencia y la salvacion? Y no espereis
que para declararos el origen fatal de esta contra
diccion, os pondere ahora los estragos de la codi
cia que apetece las riquezas, los de la violencia y
abusos de la autoridad y del poder que las usur
pa, los de la injusticia que las acumulaba, los de
la avaricia que las posee sin gozarlas, los de la
soberbia que hace de ellas ostentoso alarde, los
del luxo que las consume, los de las diversiones
que las malgastan, los de la lascivia que prodiga
- 11CIl
DE LA LIMOSNA. 357
mente las derraman: ni espereis que os ponga de
lante tantos pecados, cuyo deseo excitan, cuyos
medios facilitan, cuya impunidad aseguran, cuyo
escandalo acrecientan no lo espereis por cierto;
pues hablo con unos christianos que sin desenten
derse de la fé que profesan, es imposible que mi
ren la salvacion del rico sino como muy dificulto
sa en el orden de la gracia.
Verdad segunda. Lo que condenó á estos ri
cos fue la inhumanidad con los pobres. Porque si
huvieran sido compasivos, misericordiosos, y li
berales, huvieran experimentado en beneficio su
yo los benignos efectos de una particular provi
dencia, y huvieran llovido sobre ellos gracias abun
dantes con que huvieran triunfado de los lazos, pe
ligros y escollos de su opulencia; de donde se in
fiere no solo que todos sus demas pecados nacieron
en algun modo del pecado de su dureza con las mi
serias del pobre, sino que en cierto sentido real y
verdadero este mismo pecado fue la principal y co
mo la unica causa de su reprobacion. Porque el
infierno considerado con respecto al rico solo está
criado para castigar y vengar el desprecio y aban
dono del pobre : qué es lo que hará pues Jesu
Christo en el dia de sus venganzas, dice S. Am
brosio? Quélagrimas, os preguntará, enjugasteis?
á quántos pobres disteis parte de vuestras riquezas?
opes cum quibus divisisti? Por aqui os juzgará,
por aqui decretará vuestra sentencia. Cada rico
tiene sus fragilidades, sus vicios, sus pecados per
SO
358 SERMoN
sonales; pero el pecado comun á todos los ricos,
el pecado por donde el rico enquanto rico será
condenado y reprobado, será la transgresion y que
brantamiento indigno de la ley sacrosanta de la
limosna: esurivi enim, es non dedistis mihi man
ducare (1). *

Verdad tercera. Estos ricos que se perdieron


por su inhumanidad y crueldad, hablaban y pen
saban como tú. Muchos de ellos tenian fé, tenian
religion; pero tan preocupados, tan interesados y
tan ingeniosos en cegarse como tú, miraron el pre
cepto de la limosna como un precepto que no ha
blaba con ellos, como una ley hecha para los ricos,
y que ellos no lo eran; para hombres á quienes
sobrasen las riquezas, y que á ellos no les sobra
ban. Muchos de ellos que sobre otros muchos pun
tos fueron tan prudentes, y acaso mas circunspec
tos y mas escrupulosos que tú, discurrieron sobre
el precepto de la limosna con falsos principios, con
maximas reprobadas, con conciencia erronea. Pre
gunto : el dictamen con que te aseguras en esta
materia, no estriba sobre fundamentos tan falsos
como el dictamen con que ellos vivieron engaña
dos? Mas no intento empeñarme en este exámen:
lo que puedo y debo decirte es que tú hablas, tú
piensas, tú vives como hablaron, como pensaron
y como vivieron todos los ricos que se han con
denado: lo que te digo es, que incurririas en una
- 11nt

(1) S. Matth. cap. 25. v. 42. Ǽ


DE LA LIMOSNA. 359
imprudencia y temeridad suma en vivir sosegado
sin tener otra seguridad que la confianza vana con
que perecieron ellos desgraciadamente por toda
una eternidad : lo que te digo es, que entre todos
los preceptos Evangelicos no hay ninguno en que
sea mas facil padecer engaño; porque si una pasion
sola tiene eficacia muchas veces para embelesar la
razon mas despejada y despierta, para deslumbrar
el entendimiento mas desconfiado y mas perspi
caz ¿de qué colores no sabrá revestirse, con qué
velos no sabrá disimularse esa pasion de las rique
zas á quien todas las demas pasiones prestan su ac
tividad y sus engaños, puesto que apenas hay pa
sion que no tenga necesidad de las riquezas para
conseguir sus fines? lo que puedo y debo decirte
es, que asombra que en materia tan importante
y delicada se decida tan pronta, tan facil y tan
arrojadamente contra la ley que para resolverse,
el hombre, no pregunte, ni consulte, ni preste
oidos sino á sí mismo : que no consulte sino su
ambicion, su vanidad, su avaricia, sus pasatiem,
pos y su sensualidad: que no se aconseje sino con
las maximas, con las ideas y con las costumbres
del mundo y asombra finalmente, que en fé de
estas falaces guias camine sin escrupulo y rezelo
por una senda sospechosa á lo menos y arriesgada.
Pero no incurramos en la necia y reprehensible con
descendencia de debilitar la verdad en una materia
y camino que segun las preocupaciones mas legiti
mas es un camino de reprobacion. Ved la prueba.
Ver
36o SERMoN
Verdad quarta. Estos infelices, estos ricos re
probos con la misma razon al parecer que tú, di
xeron y pensaron que no estaban obligados á dar
limosna, persuadiendose que nada les sobraba, y
que apenas tenian lo necesario para vivir. Asi se
lo persuadian, y asi se engañaban: persuadien
dotelo pues tú tambien, no puedes engañarte igual
mente que ellos? ó misterio incomprehensible del
corazon humano, si no le explicasen las pasiones
Solo quando se trata de conseguir ó de dar, de
solicitar mercedes ó de negarlas, se quexa el hom
bre de la mediania y cortedad de su fortuna. En
qualquier otro tiempo y coyuntura solo aspira á
acreditar su casa con el concepto de una casa rica
y opulenta: de aqui ese tren tan lucido , esos
equipages, ese luxo: de aqui esos muebles tan cos
tosos, esas exquisitas galas, esa suntuosa delica
deza de la mesa, esa multitud de criados: todo,
porque quiere ser reputado por hombre rico, por
que nada teme tanto como que no le tengan por
tal; y agitado del delirio de la vanagloria y de
la emulacion loca cercena muchas veces de lo ne
cesario para lucir y deslumbrar con las apariencias
de lo superfluo; pero si la voz del pobre, notad
lo bien, si la voz del pobre llega á sus oidos, un
engaño de diferente especie socorre luego á la co
dicia , substituyendose una necesidad fingida en
lugar de la opulencia aparente. Ay, amados oyen
tes mios pues os hincha la vanidad, y excita en
vosotros con tanta vehemencia el deseo de parecer
ri
DE LA LIMOSNA. 36 r
ricos ¿no seria cosa mas decente y mas grandiosa
parecer ricos haciendo alarde de limosneros, que
con la ostentacion del fausto ; que con profusio
nes escandalosas; que con los escandalos del vicio;
que con liberalidades que para ser aceptables al
cielo y á la tierra solo les faltase la pureza de inten
cion; que con prodigalidades, merecedoras del
desprecio é indignacion de Dios y de los hombres?
No obstante, procedamos con discrecion. No por
cierto, no os pido yo tanto como acaso concedeis
á vuestras pasiones, las quales no reconocen limi
tes, en lugar de que la razon y la religion guar
dan siempre un medio y una igualdad inalterable
entre los extremos. Tengo muy presente que el
Apostol señaló terminos á este precepto, que la ca
ridad no empobrece al rico para enriquecer al
bre, que solo se remedia la necesidad del uno con
la abundancia del otro : vestra abundantia illo
rum inopiam suppleat (1). Con que estamos de
acuerdo tu y yo en que el derecho del pobre solo
se estiende á las sobras del rico; pero me debeis
confesar tambien que no reconoce otros límites es
te derecho sino aquellos bienes que os son necesa
rios para vuestro sustento y decencia. Ahora pues:
qué entendeis vosotros por lo preciso y necesario?
teneis por precisas y necesarias quantas modas
usos han introducido las locas costumbres del si
glo, el imperio y la tirania de las maximas mun
Tom. III. Zz da
() 2.ad Cor. cap. 8. v. 4.
362 SERMoN
danas, y los caprichos desatinados del mundo? te
neis por precisas y necesarias todas esas riquezas
que el ciego y loco amor ofrece prodigamente á
sus idolos, que el indomito apetito de parecer bien
consume en tantas galas y adornos, y que el fre
nesi del juego, las explendideces de la mesa, y los
excesos del luxo se sorben ? pues si esto teneis por
preciso y necesario, confieso desde luego que ni
os sobra, ni os sobrará jamas nada: y que quanta
mayor sea la opulencia y explendor de un estado,
de un reyno, de una casa, mayores y mas apa
rentes necesidades de esta naturaleza producirá la
prosperidad contagiosa: no hay ya paraque acor
dar que la mediania de vuestra fortuna os dispen
sa de la obligacion de dar limosna; antes es pre
ciso afirmar que no hay riqueza por inmensa que
sea, que deba sufrir ni cargar con esta obligacion:
antes es preciso defender que el precepto de la li
mosna es un precepto quimerico, puesto que so
lo aplica y destina para el sustento del pobre lo
que nadie está en estado de dar.
Sin embargo ello es cierto que el precepto de
la limosna es verdadero y efectivo: luego supone,
recae y tiene por obgeto un fondo verdadero: este
fondo no es lo necesario: luego es lo superfluo.
Consultando pues la Religion y la razon, yo gra
dúo por superfluo todo aquello que no necesitais
en el alimento de una casa gobernada prudente
mente, en la educacion de vuestros hijos, y en
lo que pide la decencia de vuestro estado. Por de
CCIT
DE LA LIMOSNA. 363
cencia de vuestro estado entiendo, como oireis
luego, aquellos gastos verdaderos é indispensables
que no podeis evitar sin vilipendio de vuestro ca
racter, y sin decaer de la autoridad y concepto que
conviene y corresponde al empleo ú ocupacion en
e os hallais.
Llamo y reputo por superfluo quanto se gas
ta por consejo y en cumplimiento de las maximas
perniciosas, de las modas provocativas, de la des
atinada y pecaminosa decencia que pide un mun
do desalmado, sin fé y sin religion; puesto que
no solo no tiene derecho ni autoridad para que
vosotros os le propongais por arbitro y regla de
vuestras costumbres; sino que vuestra primera obli
gacion como christianos es la de confundir y re
probar con vuestros buenos exemplos lo escanda
loso de sus maximas, lo pecaminoso de sus mo
das, y la locura de su ponderada decencia. Lla
mo y reputo por superfluo quanto gastais en esas
diversiones peligrosas, que os hacen dos veces pe
cadores, ya exponiendo vuestra inocencia á ries
gos evidentisimos, ya comprando estos mismos
peligros á costa de la caridad y de los pobres. Lla
mo y reputo por superfluo todo aquello que no es
necesario y utilisimo para fomento de las pasiones:
esos trages y atavios, que avergüenzan y vulne
ran la modestia, ese luxo que afrenta la humil
dad, esos banquetes de donde se destierra la tem
planza, ese regalo, que no sin escandalo del Evan
gelio observais en las almas mas devotas, esos
Zz 2 tCa
-

- - -
- * - -
-
— — —- —
-------
— - --

364 SERMoN
teatros, que siembran y fomentan en el corazon
semillás contaminadas que le disponen para en
gendrar todos los vicios. Ah! solo sois pobres quan
do se ofrece la ocasion de socorrer al pobre siem
pre os sobran las riquezas para el pecado, nunca
teneis lo suficiente para la virtud. O escandalo!
Para librar á una doncella pobre y hermosa de los
escollos y peligros que corre su honestidad, no se
halla quien dé un real : y no falta quien ofrezca
tesoros á esa.... no me atrevo á proferirlo; antes
temo que he ofendido la dignidad y decoro de mi
ministerio, arrojandome á tirar las primeras lineas
de esta horrible pintura. Gran Dios! á qué extre
mo de relaxacion está reducido el christianismo,
donde se hallan abominaciones y escandalos tales,
que no permite la modestia, ni nombrarlos, ni
reprehenderlos Pero continuemos. Llamo y re
puto por superfluo todo aquello que mas es del
pobre que vuestro, que á vosotros solo os es util
y gustoso, y á él le es necesario, cuya necesidad
prevalece á la conveniencia de vuestro gusto lo
qual, si se lo debeis porque os sobra ó nó, no lo
disputo ahora; pero desde el punto que es para él
necesario, no es para vosotros superfluo? Llamo
superfluo todo aquello que reputase como tal una
alma buena, verdadera, ingenua, que no haga es
tudio de ignorar y de obscurecerse sus obligacio
nes; antes ponga todo su esmero en cumplirlas;
porque si el hombre tiene por necesarios todos los
deseos y desahogos que aborta la vanidad y el
2IIMOI
DE LA LIMOSNA. 365
amor propio, nada, ó casi nada será superfluo:
pero al contrario, si no les alarga la rienda sino
hasta donde se lo permite el Evangelio, si solo
quiere ser christiano y parecerlo, qué de tesoros no
tendra á mano para distribuirlos en los pobres
Llamo finalmente superfluo todo aquello que la
caridad mirase como superfluo; pues el mayor mal
y el efecto mas perjudicial que suelen causar las
riquezas, es la dureza de corazon. Rara vez ha
bita en el corazon de los ricos y poderosos la afa
bilidad, la ternura, la humanidad: asi se nota co
munmente que los menos ricos se muestran mas
liberales, y que apenas hay quien socorra al po
bre sino el pobre ; y da la razon S. Ambrosio,
diciendo que en los de medianos haberes no se
desnuda la caridad de sus entrañas misericordio
sas, porque la fé conserva su actividad y ardor:
misericordia largior ubi fides est promptior: y el
estrepito de las pasiones no ha sufocado la voz
de la naturaleza y de la gracia, y teniendo poco
les parece que tienen mucho; y los ricos tenien
do mucho, les parece no tener lo suficiente. Sa
beis porqué? porque, como observa S. Agustin,
la codicia y ansia del hombre nunca tiene lo bas
tante, y la caridad siempre tiene demasiado: sem
per habet unde det, cui plenum est pečíus chari
tatis.

No digais pues ya que el precepto de la li


mosna no os obliga, porque nada os sobra; antes
haveis de decir que nada os sobra, porque os domi
130
- -

- - ----
-

— — - - —. -

366 SERMoN
nan muchas pasiones, y porque teneis poca fé. Yo
á lo menos mientras supiere que asistis á tantas di
versiones publicas, á tantas mesas de juego, á tan
tos pasatiempos escusados, y que usais tantas mo
das y galas: mientras yo viere que salis al publi
co haciendo brillante ostentacion de esa pompa,
de ese luxo, de esa vanidad cuyo fruto se reduce
todo á dará entender que sois ricos, que creeis ser
lo, y que intentais que asi lo crean los demas; c6
mo es posible que me persuada yo que un caudal,
que un empleo que subministra alimento para tan
tas pasiones, no rinde para exercer la caridad con
el pobre? No entendais pues que engañais á Dios:
qué digo? ni aun conseguis engañar al mundo; pues
en los ojos de Dios y en los ojos del mundo el
pretexto de situacion y de fortuna no es mas que
una escusa frivola y maliciosa, que al pecado de
vuestra dureza é insensibilidad añade el de la men
tira y fingimiento.
Vengamos al segundo pretexto, que es el del
estado, de condicion, de economia. Lo que al pa
recer se reputa por superfluo, dirá alguno, es pre
ciso y necesario segun la clase y el empleo que
en el mundo obtengo. Ay, christianos qué seria
de mí, si el precepto de paz y caridad le convir
tiese yo en precepto de turbacion y confusion
Conozco que la misma felicidad pública requiere
que haya en el mundo diferentes clases de noble
za, de dignidades, de empleos y de ministerios:
todo lo qual se ha de anunciar al público con cier
ta
DE LA LIMOSNA. 367
ta exterior grandeza, cuya brillantez hiera y arre
bate la imaginacion del pueblo, y le enseñe á res
petar la autoridad. Estas distinciones no solamen
te no las condena la religion, sino que las permi
te y aprueba. Asi vemos que aquella Esther que
en el retiro de su palacio pisaba la diadema, se
la ciñe en publico para sustentar la gloria y la ma
gestad del imperio. La ley no es contraria á la ley,
ni el orden invierte ni perturba el orden: con que
el precepto de la limosna no perjudica á la decen
cia del estado. Por consiguiente en el curso ordi
nario de las cosas humanas no debeis dar al pobre
lo que esta decencia pide y requiere para su deco
ro. Entendedme. Digo en el curso ordinario de las
cosas humanas; porque en las necesidades urgen
tes y extremas, quando la honra, la vida, la sal
vacion del pobre peligran de modo, que no pue
den redimirse sino con el sacrificio de la decencia
del estado, entonces no solo la fé, sino la misma
razon dictan que el socorro de esta tan grande ne
cesidad del proximo sea preferido á la decencia de
la clase , de la dignidad y del estado: entonces
la decencia del estado cede á otros derechos su
periores y mas privilegiados, que son los primi
tivos y esenciales de la justicia, de la humanidad
y de la caridad: entonces la menor necesidad del
rico cede á la mayor necesidad del pobre. Reco
giendo pues el discurso, y desentrañando con la
atencion debida este importantisimo punto de mo
ral, confieso que el precepto de la limosna no per
Ju
368 SERMoN
judica de ordinario á la decencia del estado; aun
que tambien añado que la decencia del estado no
debilita ni enerva el precepto de la limosna: de
donde se sigue que hay cierta decencia de estado
verdadera y legitima, donde por lo comun no tie
ne lugar el precepto de la limosna: y que hay otra
decencia de estado falsa y aparente que no dispen
sa del precepto de la limosna. Pero ahora, para
que de la sutil y comunmente ignorada diferencia
que hay entre la decencia verdadera y falsa, for
meis una cabal idea, y tan clara que no la obscu
rezcan las nieblas de las pasiones, quiero sentar es
te sencillo é incontrastable principio. La verda
dera decencia del estado ni es ni puede ser sino
de un estado verdaderamente christiano : infiere
se pues, que es indispensable rebaxar de la de
cencia del estado quanto se oponga al espiritu del
Evangelio, de ese Evangelio que tanto predica
circunspeccion y modestia, sobriedad y templan
za, cordura y moderacion, sencillez y humildad,
abnegacion y desprecio de sí mismo, penitencia y
mortificacion; porque no hay estado en que sea li
cito al christiano no vivir como christiano. Infiere
se tambien que es indispensable rebaxar de la de
cencia del estado todo lo que es conformarse con
el gusto y el dictamen de un mundo altanero, fe
roz, orgulloso, amigo de la ociosidad, de delei
tes, de profanidad y de luxo; porque no hay es
tado en que sea licito al christiano vivir como hom
bre mundanal. Si en la decencia del estado no se
1Il
DE LA LIMOSNA. 369
incluyese pues una decencia aprobada, autorizada,
y gobernada por las leyes de la religion, bien sa
beis vosotros tan bien como yo y aun mejor, las
inmensas riquezas que arrebatadas de la tirania vo
raz de la codicia, se trasladarian á las manos y do
minio de la caridad. Pero doy un paso mas ade
lante, y emplazandoos y citandoos ante otro tribu
nal que á primera vista os parecerá menos severo
que el de la religion, siento este segundo princi
pio. No puede haver decencia verdadera del esta
do, si no va regulada y aprobada por la recta y ri
rosa razon. Infierese pues, que es indispensa
ble rebaxar de la decencia del estado todo aque
llo que no sea conducente á conservar el buen
orden de la sociedad; todo aquello que no cons
pira para conveniencia de la tranquilidad y felici
cidad publica; todo aquello que no contribuye á
conservar la verdadera estimacion, y confianza
sincera sobre que se sustenta la grandeza y auto
ridad: pues toda decencia, por mas que se repu
te por debida, luego que traspasa las leyes de la
prudencia y de la cordura, no es mas que de
cencia de capricho y de antojo. En qualquiera
estado pues, en qualesquiera circunstancias que te
halles, no te presentes en el publico sino con aquel
lucimiento conveniente á la paz y felicidad del
mundo, á la conservacion de las leyes, del or
den, de la autoridad, de la subordinacion en el
mundo; no estimeis por decencia de la grande
za sino aquella decencia que caracteriza, y anun
Tom. III. Aaa C13l
7o SERMoN
cia el hombre verdaderamente grande, y dad lo
demas á la caridad. Y interrumpiré yo aqui mi
Oracion, pues no tiene ya necesidad el pobre de
mis exhórtaciones.
Con efecto, apelo á vuestra experiencia. Qué
viene á ser esa decencia que te figuras en tu ima
ginacion, y que te imposibilita socorrer á los
pobres? No es otra cosa que decencia de fausto,
de luxo, de juego , de modas, de vanidad, de
imitacion, y de emulacion: decencia frivola y
pecaminosa tan disonante á la razon como á la
religion, tan reprobada por toda buena doctri
na, como por la del Evangelio: decencia ima
ginaria, que en lugar de autorizar la grandeza,
la desacredita: que en lugar de conciliarse la es
timacion del publico, le irrita despertando en su
corazon una semilla de descontento, dispuesto
siempre á prorumpir en quexas, en murmuracio
nes; y origen alguna vez de escandalosos movi
mientos, y que lexos de inspirarle confianza, le
infunde terror quando considera que sus caudales
están en manos de esos hombres no menos an
siosos por adquirirlos, que por expenderlos pro
digamente, los quales tienen tal hambre y sed
de riquezas, que ni son escrupulosos, ni se paran
mucho en los medios de adquirirlas: decencia fa
tal, abismo donde se hunden cada dia las ca
sas mas ilustres, donde se han sepultado su
cesivamente tantos florecientes imperios, vence
dores un tiempo en las batallas, vencidos des
- - pues
DE LA LIMOSNA. 371
pues por la prosperidad: decencia enemiga y des
truidora de la verdadera decencia; pues mezcla
y confunde todos los estados, todas las clases: y
que bien presto no dexará (y entre nosotros ya
parece lo ha conseguido) otro medio ni recurso
para que los grandes, los nobles, los constituidos
en altas dignidades y empleos se distingan del co
mun, sino la sencillez y modestia en el trage: de
cencia quimerica, inutil absolutamente para man
tener el decoro, el respeto y la dignidad de los
empleos mas distinguidos. No por cierto, no co
noceis al mundo, ni quereis conocerle. Presente
se un grande en trage verdaderamente modesto,
dotado por otra parte de bondad, de humanidad,
de generosidad, amparo de pobres, y vereis que
el mundo, no digo solamente el mundo piadoso
y bueno, el mundo acostumbrado á gobernarse por
la razon y la reflexion; sino el mundo disoluto y an
tojadizo, aquel mundo que no puede alabar lo bue
no sin condenarse á sí mismo, aplaudirá la mo
destia y sencillez de aquel trage, y aquella dis
creta y verdadera decencia; dexando á la falsa
grandeza el pomposo aparato de la profanidad,
que miran como decencia indispensable y natu
ral de aquellos grandes personages, engrandecidos
nuevamente por la casualidad y la fortuna, y que
por esta ostentacion de magnificencia y lucimien
to descubren lo mismo que intentan ocultar, es
to es la fecha reciente de su origen, el pasmo, el
asombro y el desvanecimiento que les causa el fe
Aaa 2 IlO
372 SERMoN
nómeno de su repentina grandeza. Lexos pues de
ser el estado un impedimento para el exercicio de
la limosna, sustento que es un motivo para ella, y
motivo de edificacion. Vosotros, grandes del mun
do, sois el modelo por donde el pueblo se gobier
na, sedlo pues tambien de la caridad christiana;
y los pobres contarán en el numero de vuestros
beneficios no solo vuestras limosnas, sino las que
á vuestro exemplo se les hagan. Motivo de zelo y
de interes para vuestra salvacion, que consiste en
que la limosna perdona los pecados: y en qué es
tado de gentes son mas comunes los pecados, ni
mas graves por su escandalo que con tanta dificul
tad se puede reparar, que en el de los ricos?
La limosna es el manantial de las gracias: quié
nes pues necesitan de mas especiales gracias
que los grandes y poderosos del mundo á quienes
rodean tantos peligros y escollos? y á quienes
quadra mas puntualmente aquel dicho de S. Agus
tin: que hay ciertas almas tan expuestas á los
lazos de las pasiones, que no pueden esperar la sal
vacion sino de la limosna? Quidam sine eleemosy
ma salvari non possunt, ita sunt suis cupiditati
bus irretiti. Motivo de edificacion, para no hace
ros dignos de ese modo de aquella justa reprehen
sion con que S. Agustin reconvenia á los grandes y
poderosos de su siglo de que en sus proyectos y desig
nios, en sus trenes y casa, en sus diversiones y pasa
tiempos se preciaban y afectaban ser los primeros y
sobresalir, que en todas sus cosas se traslucia su
gran
DE LA LIMOSNA. 373
grandeza, menos en las limosnas: vincere vultis.
divitiores; red in eleemosynis habetur modus. Mo
tivo de orden y equidad; porque vosotros sois los
señores del pueblo, y por tanto debeis ser sus pa
dres: vosotros teneis derecho á su veneracion,
ellos á vuestros beneficios. Motivo de gloria y de
fama: vuestra mayor honra delante de Dios y
de los hombres consiste en exercitar dignamente
la afabilidad y humanidad, que son las prendas
que sobreponen al grande á su grandeza misma;
no os digo yo por eso que os despojeis de
vuestro estado por la caridad; sino que os acuer
do que vuestra condicion y estado primero se
gun la gracia es el ser christianos y parecerlo; y
segun la naturaleza el ser no menos las imagenes
del Dios de paz y de misericordia, que del Dios
de gloria y de magestad, y ser unos traslados su
yos tanto por vuestros beneficios, como por
vuestra autoridad. Nos os olvideis de que la ca
ridad es una de las primeras obligaciones de la
religion; de que la bondad, la humanidad, la
liberalidad es la ley primera de la grandeza; y
que si la fortuna distribuye noblezas, y altas dig
nidades, los grandes hombres no los cria sino la
compasion y ternura del corazon.
Tercer pretexto fundado en una prudente eco
nomia. Lo que en el dia, decis pudiera graduar
se por superfluo, puede y debe mirarse como ne
cesario para el dia de mañana. Ya veo, herma
nos mios, que ahora la ambicion que rebienta por
Sl
374 SERMoN
subir, la avaricia que teme desasirse de los bie
nes, estan persuadidas que entre ellas y el pre
cepto de la limosna han fabricado é interpuesto
un muro inexpugnable. No estendamos el precep
to mas de lo justo; pero no enervemos tampoco,
ni debilitemos su fuerza y estension. El Evange
lio no reprueba designios justos de elevacion y de
fortuna, ni reprueba las prevenciones de una pru
dente economía; pero tambien es cierto que no
hay precepto en el Evangelio ni mas expreso, ni
mas terminante, ni mas claro que el de la limos
na. Esto supuesto, oidme. Aspiras tu á un es
tado mas distinguido en el mundo. No entraré á
exàminar si te engolfas en la carrera de las hon
ras y dignidades autorizado y habilitado por tu
calidad, por tus talentos, por la proporcion, por
la equidad, por el amor de la patria, por el zelo
del bien publico, y por los fines que debes llevar
como christiano; pues este cargo de exäminar tu
interior, le dexo á tu cuidado, como igualmen
te el de resolver estas dudas segun los dictamenes
de la recta razon, y de la religion; aunque no
omitiré traerte á la memoria que si no siempre le
está al christiano prohibido desear los adelanta
mientos de su fortuna, nunca le es licito sol
tar la rienda á la ambicion, y anhelar á las
dignidades meramente por subir : finalmente
incumbencia totalmente tuya es explorar son
dear los senos de tu corazon con una vigilancia
tanto mas atenta y escrupulosa, quanto que es mas
Ta
DE LA LIMosNA. 375
raro y dificultoso que los proyectos de elevacion
no se propasen y conviertan en proyectos de am
bicion. Supuesto pues el exámen y juicio que ha
yais hecho de las intenciones de vuestra alma,
pregunto ahora : los proyectos de elevacion
se derivan y originan de la fuente de la ambi
cion? Si asi es, siento este principio incontrastable.
Aquello que el Evangelio prohibe, no dispensa
de lo que el Evangelio manda: es asi que el Evan
gelio prohibe la ambicion, y manda dar limos
na: luego el que se dispensase del precepto de
la limosna con motivo de lograr mas plenamen
te los proyectos de su ambicion, no haria mas que
valerse de lo que el Evangelio prohibe para des
obedecer lo que el Evangelio manda; y soltaría
por consiguiente tanto la rienda á su codicia, que
llegaria á imaginar que para eximirse de la ob
servancia de la ley de la caridad, basta abrigar
en su corazon pasiones que quebrantan la ley de
la humildad, llegando á pensar que el primer pe
cado da derecho para otro pecado. Pero mis pro
yectos de elevacion, me dirás, son justos, inocen
tes, libres de toda tacha y sospecha de ambicion.
Siento pues otro principio. Aquello que el Evan
gelio permite, no dispensa de lo que el Evange
lio manda: es asi que el Evangelio por una par
te permite como yo os lo confieso, algunos designios
de engrandecimiento y elevacion; mas por otra
intima el precepto de la limosna como sabeis muy
bien vosotros ; luego si te dispensases del precep
tO
76 SERMoN
to de la limosna con el pretexto de lograr las ideas
de tu elevacion, no harias mas que abusar de lo
que permite el Evangelio, para desobedecer lo
que el Evangelio manda: y por consiguiente no
serán justos ni inocentes tus proyectos de eleva
cion sino enquanto sepas conciliarlos con la
observancia de la ley de la limosna. Digo mas:
debes tambien entender que si buscas tu eleva
cion sacrificando los derechos del pobre á ella,
no podrás hacerlo sino defraudandole, y come
tiendo injusticias: y añado que el deseo de en
grandecerse el hombre no puede dar dispensas
que no goza la misma grandeza: de donde se si
gue que obligando el precepto de dar limosna
al grande, no dexa de obligar igualmente al
que pretende serlo : debes entender finalmente
que segun los principios de la religion y de la
razon la limosna debe ser proporcionada á tu
caudal, y por consiguiente supuesto que tu for
tuna es superior al estado en que te hallas, tus
limosnas deben corresponder y proporcionarse no
solo á tu estado actual, sino al estado tambien á
que aspiras.
Discurso es este que destruye solidamente to
dos los pretextos y escusas de la ambicion, y que
basta tambien para confundir la avaricia que se
disimula con el aparente velo de prudencia y eco
nomia. Por esto contrapongo yo á las preven
ciones de la insaciable codicia, acongoxada siempre
con los miedos y temores de lo venidero, el pri
* mCr
- DE LA LIMOSNA. 377
mer principio que senté: á saber, aquello que el
Evangelio prohibe, no dispensa de lo que el Evan
gelio manda; es asi que el Evangelio prohibe las
prevenciones demasiadamente desconfiadas y con
goxosas, y intima el precepto de la limosna; luego
el que la contrapone al precepto de la limosna, es un
hombre engañado y falsamente prudente que se
ciega hasta el termino de valerse de lo que prohi
be el Evangelio para no cumplir con lo que este
mismo Evangelio manda. ¿Por otra parte no os
manda vuestro Padre celestial que fieis y espereis
los bienes temporales de aquella benigna y podero
sa mano que engalana y adorna las flores del cam
po con mas vivos y variados matices, que los que
hermoseaban la purpura y manto real de Salomon
en los dias de la mayor solemnidad ? pues con
siderad que si faltaseis á esta confianza, hariais á
este Señor dos agravios, uno el de despreciar sus
promesas, otro el de quebrantar su ley santa. A
las prevenciones ó precauciones que parece que
la prudencia y la razon dictan, contrapongo el se
gundo principio, á saber. Aquello que el Evan
gelio permite, no dispensa de lo que el Evangelio
manda; es asi que el Evangelio por una parte per
mite algunas precauciones, mas por otra intima
el precepto de la limosna; luego si creyeseis que
vuestras prevenciones os daban derecho para dis
pensaros de la obligacion de dar limosna, abu
saríais de lo que el Evangelio permite para no,
cumplir con lo que el Evangelio manda: luego
Tom. III. Bbb VulCS

º
378 SERMoN
vuestras precauciones dexarán de ser justas y pru.
dentes desde el punto que no mantengais en su
fiel y con igualdad la balanza entre los peli
gros y reveses que en adelante puede padecer
vuestra fortuna, y las actuales necesidades del
pobre de donde se sigue que todas esas ponde
radas precauciones de la prudencia y de la razon
no son mas que escusas vanas, que pretextos
frivolos tanto mas despreciables quanto que por lo
comun son temores fingidos é hipocritas, y en
que nada pierden los deleites, la vanidad, y la
ambicion. Vemos en efecto tantos desastres y
menoscabos en las familias nacidos del juego, ve
mos consumirse todos los dias caudales gruesisi
mos por el luxo, por la disolucion, por la sen
sualidad, y lexos de temer los hombres estos pre
cipicios, se exponen á ellos, los buscan, los so
licitan, se entregan apresuradamente á su vora
cidad: de suerte que con escandalo general de la
religion y de la razon, solo guardan los ricos y
los grandes precauciones, y solo son prudentes y
economicos contra Dios y sus pobres.
Resumamos. : Llegaré á prometerme que
aniquilados los pretextos de fortuna y de situacion,
los pretextos de estado y de condicion, los pre
textos de prudencia y de precauciones, aniquila
dos digo por la fuerza de las verdades que acabo
de ponderar, se desvaneceran ya en adelante, qual
volviendo la luz desaparecen los sueños y fan
tasmas, hijas de la noche y del sueño ? Mas si tal
- InC
DE LA LIMOSNA. 379
me persuadiese, manifestaria ignorar que en nues
tro siglo, ese siglo en que tanto abundan los ra
ciocinios, y tan escasa y alcanzada anda la razon,
en que tantas maximas se intiman, en que tanta
doctrina moral y filosofica se inculca, y tan ra
ras son las buenas costumbres, las maximas ver
daderas, y los sanos principios de humanidad;
ignoraria digo que los argumentos que se alegan
contra las pasiones, nunca son tenidos por bas
tante convincentes. Asi que, amados oyentes mios,
permitid que mi zelo busque un nuevo camino de
convencimiento, y para conseguirlo, resumiré
aqui la sustancia de las dos partes de que consta
este Discurso, pues confiriendo los derechos del po
bre con las escusas del rico, espero que de su
paralelo y contraposicion resulte una luz, á cuyo
beneficio conozcais clara y distintamente vuestra
obligacion derivada inmediatamente de la doctri
na del Evangelio, é igualmente distante de la
opinion nimiamente rigurosa que erige el conse
jo en precepto, y de la benignidad nimiamen
te indulgente que convierte el precepto en puro
y mero consejo. Renovad por un instante vues
tra atencion.
Contraponeis, ó ricos, á los derechos del
pobre la economia á que necesariamente os obli
ga el estado actual de vuestra fortuna, y los pe
ligros que la amenazan en adelante. Mas oye co
mo la necesidad de la limosna impuesta por las
mas sacrosantas é inviolables leyes de la huma
Bbb 2 111
38o SERMoN
nidad, y por la voz del sentimiento y de la
razon, gritan que el hombre no es hombre ver
dadero sino enquanto los miserables hallan com
pasion y abrigo en su corazon y benignidad en
sus costumbres : y ved ahí la obligacion de la
limosna dimanada de las entrañas mismas del de
recho natural. Si teneis caridad, dice el Apos
tol, teneis todas las virtudes : alter alterius one
ra portate, cºn sic adimplebitis legem Christi (1).
Pero si carecieseis de ella, bien pudierais poseer
todas las virtudes, que en la realidad ninguna ten
driais: offendat autem in uno, fačfus est omnium
reus (2). Ved pues la necesidad de la limosna es
tablecida é intimada por las leyes mas ex
presas, y casi por la unica ley del Evangelio: y
ved la obligacion de dar limosna dimanada de la
naturaleza y de la misma esencia de la religion.
De la limosna dependen las gracias necesarias al
hombre en qualquiera circunstancia y coyuntura
que se halle. Ved pues la necesidad de la limos
na fundada en vuestro interes propio y personal.
De modo que si sois justos, teneis necesidad
de la gracia para la perseverancia: no dexeis pues
al pobre abandonado al rigor de su miseria, y el
cielo no os entregará en manos de vuestra fragi
lidad: conclude eleemosynam in corde pauperis, e
hac prote exorabit (3). Si sois pecadores, teneis
InC

(1) Ad Galat. c. 6. v. 2. (2) Jac. c. 2. v. 1o.


(3) Eccles. c. 29. v. 15. -
DE LA LIMOSNA. 381
necesidad de la gracia para vuestra conversion;
arda pues en vuestro corazon la llama de la caridad,
que ella abrasará todos sus vicios, y plantará en él
todas las virtudes: frange es urienti panem tuum...
tunc anteibit faciem tuam justitia tua (1). Si os
hallais convertidos, teneis necesidad de la gracia
para ser perdonados; sumergid pues vestras cul
pas en el mar de vuestras limosnas, y quedarán
plenamente lavadas: charitas operit multitudinem
peccatorum (2). Si gozais de prosperidad, teneis
necesidad de la gracia para ser protegidos, y pa
ra conservaros en ella; sabed pues que esos po
derosos que se hacen sordos á los clamores del po
bre, desaparecerán como la sombra, dice el Sa
bio: y por el contrario el hombre limosnero, no
padecerá necesidad: qui dat pauperi, non indi
gebit (3); pues asi lo tiene Dios prometido, y él
lo sabrá cumplir. Si os hallais atribulados, teneis
necesidad de esfuerzo y de resolucion valiente;
consolad pues al pobre en sus afliciones, y Dios
os redimirá á vosotros y librará en los dias de vues
tra tribulacion: in die mala liberabit eum Domi
mus (4). Ved pues ya la obligacion de dar limos
naderivada de la misma importante vigilancia con
que debeis mirar por vosotros mismos y por vues
tro mas especial bien. -

Veo tambien, ó ricos, que contraponeis á los


- de
(1) Isai. c. 58. v. 7 (2) 1. Epist. S. Petr. c.4. v. 8.
(3) Proverb. cap. 28. v. 27. (4) Ps. 4o. v. 2. -
382 SERMoN .
derechos del pobre la necesidad de los gastos
que exige el tren y decencia conveniente á vues
tro estado y empleo. Concedooslo; pero con la
condicion de que haya de ser una decencia digna
de aquella caridad y generosidad dictada por la
razon que manda á todo hombre que sea util á
los demas hombres, que solo ha establecido esas
distinciones exteriores para bien y provecho de la
sociedad, cuya ruina causarian indefectiblemente,
si con ellas autorizase su insensibilidad y dureza el
hombre que se halla constituido en alguna clase ó
esfera superior á los demas hombres. Luego ha
de ser una decencia que, para explicarme asi, re
sulte del tronco mismo del derecho natural, ci
vil y politico: y una decencia dictada por la re
ligion; porque la primera y principal decencia
del christianismo consiste en parecer el hombre
christiano; y el grande y poderoso no se mues
tran christianos sino enquanto cercenan y ahorran
de las superfluidades de la opulencia y del faus
to exterior de la grandeza para remediar las mi
serias del pobre: decencia digo de caridad fun
dada en las decencias primitivas de todo estado
y condicion, destinado en el mundo á conciliarse
la atencion y veneracion publica. En los Eclesias
ticos; porque todo uso de las riquezas que con
funde á un Principe de la Iglesia con los Princi
pes seculares, y las rentas del altar con los cau
dales y haciendas del mundo, concita contra el
Presbytero y el Prelado el odio de un pueblo
CIl
/ DE LA LIMOSNA. 383
envidioso, que si apenas perdona á la tribu de
Levi sus riquezas, aun quando las dedica á la ca
ridad, cómo se las perdonará, si las ve gastadas
prodigamente en vanidades y regalos? decencia
de caridad en los de alta esfera, y constituidos
en dignidades, porque nunca se manifiesta la
grandeza con mayor lucimiento que quando el
publico junta el respeto con el amor y confian
za: tributo tan gustoso para quien le rinde, y tan
plausible para quien le recibe decencia de caridad
en los magistrados, porque un magistrado á quien
constituye su caracter padre y tutor del pueblo,
debe librar al pobre tanto auxilio en sus limos
nas, como patrocinio al desvalido en su autori
dad; decencia de caridad en los gefes y emplea
dos en oficinas reales, porque si el pobre partici
pára de los premios del trabajo é industria age
na, cesarian esas injuriosas quexas de que los hom
bres que presiden á la fortuna publica, la sacri
fican y convierten en su provecho y sustancia pro
pia; decencia de caridad en los que abundan en
todas las cosas, porque la dura é insensible opu
lencia no grangea sino aborrecimiento y menos
precio; decencia de caridad en el christiano de
ajustada y arreglada conducta, porque toda de
vocion que no se funda en caridad, deshonra
la religion en lugar de acreditarla, desvia á los
demas de la virtuden lugar de atraerlos, y hace
mas odiosos para el pueblo á los que hacen pro
fesion de devotos, que á los pecadores que viven
CS
384 SERMoN
escandalosamente. Ved pues la decencia segun la
caridad derivada evidentemente de las primitivas
y esenciales decencias de toda opulencia y gran
deza.
Sentados pues estos principios incontrastables,
bien comprehendeis, amados oyentes mios, que
no se trata ya sino de contraponer al precepto de
la limosna los terminos vagos é indefinidos de ne
cesidad y de decencia; y de contraponer nece
sidad á necesidad, decencia á decencia: tratase de
averiguar y exáminar si una necesidad, si una de
cencia de profanidad, de luxo, de regalo, de sen
sualidad, de delicadeza, de amor propio, de jue
go, de espectaculos, de galas, de modas, de va
nidad, de ambicion, de caprichos y de vicios por
lo comun y de escandalos; si esta necesidad digo,
y esta decencia deben cederá la fuerza de la necesi
dad dictada por la caridad, y que se deriva del
seno mismo de la divinidad, de los sentimientos
de la humanidad, de las leyes sacrosantas é invio
lables de la naturaleza y de la gracia; si deben
ceder á la fuerza de aquella decencia de generosa
caridad, que tiene su raiz en los principios funda
mentales de todo derecho natural, civil y politico,
en las decencias esenciales del hombre y del chris
tiano, y en las primordiales y preferibles de toda
grandeza y opulencia; tratase de exáminar, si aun
dado el caso, como yo he supuesto, que puede el
christiano reservarse por una economia y precaucion
prudente cierto fondo que mire como preciso pa
13.
DE LA LIMosNA. 385
ra sus urgencias ó necesidades venideras, y que
no tenga obligacion de echar mano de él para re
mediar al pobre: tratase digo de exáminar si no
es verdad que la razon y la religion no declaran
alta y expresamente que estas necesidades y esta
decencia solo coharta y limita el precepto de la
limosna enquanto sean verdaderas y reales nece
sidades, y enquanto sea rigurosa é indispensable
decencia : necesidades tan verdaderas y decencia
tan indispensable que deba prevalecer sobre aque
lla necesidad y aquella decencia de caridad, que
el hombre no puede ignorar, ni dexar de reme
diar sin dexar de ser hombre, ni el christiano sin
dexar de serlo. * -

Y quiera el cielo, amados oyentes mios, que


ahora os desnudeis de vuestras preocupaciones y
pasiones, pues yo dexo la causa en vuestras manos,
y en ellas pongo su decision juzgad, sentenciad
vosotros; pero guardaos de que cegados por el in
teres del amor propio, ó por las desatinadas ma
ximas del mundo, pronuncieis una sentencia te
meraria y precipitada; porque tened presente que
ha de llegar, y ya está viniendo el dia en que
aquel Dios que ha de juzgar las justicias de los
hombres, decidirá tambien é intimará su senten
cia: y qué será de tí, y dónde te ocultarás quan
do oigas estos terribles cargos? Tú viste, hom
bre cruel, christiano desalmado y sin fé, tú viste
postrado á tus pies al pobre, por quien abogaba
la religion, la razon, la compasion natural, mi
Tom. III. Ccc gra
386 . SERMoN :
gracia, mis lagrimas y mi sangre y tú ni te ablan
daste, ni te enterneciste, ni te moviste á piedad,
porque tu codicia ciega tenia aletargada tu con
ciencia; ve pues á pedir el galardon de tu indig
ma servidumbre al tiranico imperio de las pasio-,
nes, de esa loca decencia, de esas modas escan-,
dalosas: pidelo al espiritu infernal, que fue siem
pre tu legislador, tu señor, tu conductor; y pues
yo consiento y quiero en que prosiga exerciendo,
sobre tí su imperio, siguele como fiel discipulo é
imitador suyo á los abrasados y tenebrosos cala
bozos donde fixé su solio, cuyas vigilantes guar-,
das son la desesperacion, el pecado, y los remordi
mientos sin fruto: que si tú tuviste una alma que,
ofrecerle, él tiene un infierno con que premiarte
este servicio discedite dí me maledifi (1). Tú,
hombre sin compasion, no me conociste ni yo
te conozco ahora : tú experimentarás un Dios sin
misericordia: tú desdeñoso y soberbio despediste
al pobre, remitiendole á mi providencia para que
le socorriese, heme aqui ahora sentado en mi tri
bunal para vengarle: cerraste tu corazon para no
dar entrada en él al fuego de la caridad, mira
pues esa hoguera encendida á soplos de mi colera,
que está esperandote, y que nunca se apagarás
discedite in ignem (2). Y si este es el castigo que
espera al christiano que se ensordeció á los lamen
tos del pobre; qué rayos, qué truenos se fulmi
. .. .. . . . . . . . . . . . . . o" na
(1) S. Marc cap. 25. v. ... (2), Ibid.
Y -
. a
*-

, ...
-
- *- - - - - - • - -
DE LA LIMOSNA. 387
narán contra tantos hombres tan expertos en la cien
cia sacrilega de empobrecer á otros? contra esas
diabolicas compañias, contra esos monopodios ajus
tados entre unos monstruos humanos, rabiosamen
te sedientos de los despojos, de las lagrimas y de
la sangre de los demas infelices conciudadanos:
monstruos, que sentados pomposamente sobre las
ruinas y vestigios de las campiñas, de las ciudades
y provincias asoladas por ellos, estan contemplan
do con feroz regocijo la patria convertida en sole
dad profunda, cuyo silencio solamente se inter
rumpe con los lamentos lastimosos de un pueblo
asombrado, y afligido de ver que desaparecen y
se hunden de repente los frutos y cosechas que al
cielo plugo de concederá la tierra. O siglo de coli
gaciones parricidas, ignoradas de los tiempos pa
sados solo se han atrevido temerosamente mis ma
nos á descorrer algun tanto el velo que cubre tus
abominaciones; pero la mano del omnipotente le
rompera y despedazará del todo. O autores de
publicas calamidades, ó artifices y causa de la po
breza universal! ya vendrá tiempo en que veais
familias, generaciones y naciones enteras salir de
los sepulcros, donde las soterró vuestra dureza é
insensibilidad á cuyo rigor murieron, y venirá
representar ante el justo Juez de las venganzas
eternas su infelicidad y vuestras iniquidades, á jun
tar sus maldiciones con las maldiciones de este Juez
severo, y á deciros con él : huid de aqui, preci
tos , donde os aguardan dos infiernos; pues alli
- Ccc 2 y
388 SERMoN :
y no en otra parte hallareis crueldades compara
bles con las vuestras suyos sois, de alli apren
disteis las lecciones con que se gobernó vuestro co
razon, y con que supisteis causar la infelicidad age
na: y ellos finalmente os enseñarán á conocer, á
sentir, y á probar el mortal veneno que obra y
consume sin remedio ni esperanza: discedite.
O Dios de toda consolacion! no permitais
que salga yo de este santo templo con el profun
do y doloroso sentimiento que infunde la triste
idea de las miserias temporales del pobre, y de
los eternos y horrorosos despechos del rico. Mas
por otra parte, solo el miraros, amados oyentes
mios, me sosiega, y infunde una grande confian
za. No dudo que la voz del pobre penetrará vues
tro corazon, y que os hablará el corazon de aquel
Dios á quien adorais y á quien amais: él sabrá de
ciros que las súplicas de los pobres son súplicas su
yas, sus gemidos gemidos suyos, sus llantos llan
tos suyos : él hará que al tiempo de ser sacri
ficado en el Calvario aquel hombre Dios, le oigais
exclamar asi : ya veis que mi sangre está para ser
derramada por vosotros; no veais pues correr in
utilmente en vuestra presencia las lagrimas del po
bre: pobre vivi, y pobre continúo viviendo en los
pobres; mi mano pues recibirá lo que la vuestra
quiera alargarla: y si por vosotros me hice yo po
bre, rehusareis ser menos ricos por mí? yo que os
he colmado de beneficios, pretendo vuestros do
nes; yo os he dado testimonio de mi amor, dad
- IIMC
DE LA LIMOSNA. 389
me vosotros pruebas del vuestro; amad y socor
red á los que yo amo, pues el premio de esta
generosidad es nada menos que el cielo y mi amor:
quamdiu fecistis uni er his fratribus meis minimis
fecistis.... venite benedici (1).
Pero vosotros, amados oyentes mios, á quien
la providencia no os ha concedido sino lo nece
sario para vuestro alimento, acaso estas dulces
promesas de felicidad eterna, no obran ni causan
en vuestras almas sino sentimiento é inquietud,
juzgando que vuestra situacion os inhabilita para
recibir el premio de la caridad y de la limosna.
Mas vivis engañados. Direisme que no teneis que
dar al pobre (lastima os tengo, porque no podeis
gustar el mas dulce de los deleites) pero podeis
recompensarle de otro modo este beneficio: lamen
tad su desgracia: llorad su miseria; pues un cora
zon verdaderamente enternecido y lastimado tiene
tambien sus expresiones y su lenguage de compa
sion: y comovido alternativameñte el pobre y
penetrado de sentimiento, agradecerá vuestro vir
tuoso y patetico dolor: el sonido mismo de vuestra
voz, el ayre mismo y la eficacia de vuestro silen
cio modesto y eficaz le consolarán, y le borrarán
por entonces de su memoria las miserias y abati
mientos de su pobreza: él os bendecira y pedira al
cielo que os dé mas fortuna, y que traslade vuestro
corazon á los ricos: si nihil habes, lacryma ma
gnum
(1) S. Matth. cap. 25. v. 4o. & v. 34.
39o . SERMoN
gnum est infortunato remedium (1): delante de
Dios, amados oyentes mios, havreis cumplido con
el precepto, havreis adquirido el merito de la li
mosna: y constituidos en virtud de vuestros de
seos en la clase de los christianos caritativos y mi
sericordiosos, participareis con ellos de la felici
dad y gozos de la ciudad santa de Sion, que los
ruegos y súplicas ardientes del pobre tienen abier
ta para la benefica caridad del rico. Asi sea.
(1) Greg. Naz. -
--
y

SERMON
DEL SERVICIO DE DIOS,
Y SERVICIO DEL MUNDO,
PARA EL semana
MARTES DE z4 QUARTA
de Quaresma. . . . . . . .
- ), º , - r:
Ego vox clamantis in deserto: dirigite vias Do
- mini. * º

, - e. . . . . ... , , o . y , ) , 3.

Yo soy la voz del que glama en el desierto; prepa


rad los caminos del Señor. Evang, S.Joan.cap.
1. V. 23. . s º
; a
*
. . . . . .. . -. -. . .- - - - -

cir---- - * -
ri. . . . *
. . . .. •
. .
.. º , , , , ,, , , r -
-o , ,, o º

- r

a - - * --,

TYOnsiderad, preparad, andad por los caminos


C del Señor: perseverad, proseguid en los ca
minos del Señor. Estas eran las voces que repe
tia continuamente el Bautista á los Judios que trair
dos de la curiosidad, no menos que del respeto y
de la admiracion, concurrian á las riberas del Jor
dan. O vosotros, profetas de Dios vivo, que ha
veis sucedido al santo Precursor en el exercicio y
ministerio de la divina palabra, id á publicar ¿
-- -3 OC
302. SFRMoN DEL sFRvIcro DE DIos,
doctrina allá en paises remotos, á la soledad y
silencio imperturbable de los espantosos desiertos;
pues alli encontrareis almas hambrientas por oiros,
y prontas á obedeceros ego vor clamantis in de
serto dirigite vias Domini: Si enmedio de Sion,
si en la corte de Judá, si en las cercanias del tro
no quereis complacer á los grandes, si quereis con
vencerlos, averiguad los caminos del mundo, en
señad cómo se luce y se brilla en los caminos del
mundo, cómo se hace fortuna, cómo se logran las
honras del mundo: pues esa es la ciencia que con
viene enseñar, esa la doctrina que conviene in
culcar, eso es quanto se sabe y no se quiere saber
otra cosa; porque hoy en dia todas las ideas
proyectos de los hombres no tienen por blanco.
sino al mundo, ni sus temores ni esperanzas se
terminan sino en el mundo, ni sus respetos ni ob
sequios se dirigen sino al mundo.
¿En virtud de qué halucinamiento y encanto
ha conseguido esta loca y vana deidad llenar su
templo de tantos adoradores, y cubrir sus altares
de tantas victimas? qué es lo que vemos en nues
tro Dios, que asi nos obliga á desampararle? y qué
vemos en el mundo que asi nos atrae y embelesa?
Las pasiones, no lo ignoro, las pasiones nos re
presentan á Dios como un señor inexórable que do
mina rigurosamente, que reduce nuestros deseos á
terminos muy estrechos : y el mundo convida al
parecer con un imperio pacifico y halagueño, cu
yas leyes se reducen casi todas á no obedecer otras
SII1O
Y SERVICIO DEL MUNDO. 393
sino las de los propios apetitos. Este es el encan
to que embota y adormece la razon; y atraida en
gañosamente el alma por la dulzura de este sueño
placentero, se dexa arrastmar del amor á la liber
tad y al deleite: arrebatando el incentivo de la
libertad el entendimiento, y el del vicio el cora
zon. Vana apariencia de libertad, quimerica y
aerea felicidad! No, amados oyentes mios, no nos
dexemos engañar miserablemente: entendamos que
solo Dios puede darnos lo que nos promete el mun
do: en el servicio del mundo todo es esclavitud
é infelicidad : en el servicio de Dios todo es gran
deza y elevacion , todo conspira al verdadero des
canso, y á la tranquilidad interior: en el servicio
de este vil mundo, reprobado por el Evangelio,
no se halla por lo comun sino servidumbre igno
miniosa, ni se experimenta muchas veces sino tur
bacion y dolor.
Prestadme atencion, christianos: que para des
prenderos y desengañaros del mundo, y para redi
miros de su tirania, y restituiros á la amistad de
Dios, de vuestras mismas pasiones he de valerme
contra vuestras mismas pasiones. El hombre es
amante naturalmente de la gloria de los placeres:
naturalmente aspira á la elevacion y á la libertad,
á la quietud, al contento, á la felicidad: yo os ase
guro pues, que nada de esto puede adquirir sino en
el servicio de Dios: y que se desvia enteramente
de la verdadera grandeza y solida felicidad desde
el punto que desampara los caminos de Dios por
Tom. III. Ddd CO1
394 SERMoN DEL SERVICIO DE DIos,
correr desenfrenado por los del mundo. En una pa
labra, la grandeza del christiano verdadero con
trapuesta á la baxeza del hombre mundano; y la
paz del christiano verdadero contrapuesta al infe
liz desasosiego del hombre carnal, es todo el ar
gumento de este Discurso. Imploremos la gra
cia. Ave Maria.

PRIMERA PARTE.

I, amados oyentes mios: intento en este dia


confundir y desvanecer esas preocupaciones
de orgullo y altaneria, de indomita altivez é in
dependencia loca, con que ciegamente nos rebe
lamos contra la autoridad de Dios nuestro legiti
mo señor, y nos rendimos al imperio tiranico del
mundo: y para conseguirlo no quiero valerme de
otros medios que de poner á vuestra vista al hom
bre ajustado, y al hombre carnal, haciendo un
paralelo de los pensamientos y costumbres de en
trambos. El christiano verdadero todo es grandeza
y elevacion en sus sentimientos, todo nobleza y dig
nidad en sus costumbres; pero el hombre munda
no no es comunmente sino baxeza y servidumbre.
I. Y entro confesando, que si hemos de juz
gar de la grandeza interior por la exterior, pocas
cosas veremos en el hombre virtuoso que llamen
la atencion; y por el contrario todo nos marabi
lla y deslumbra en el hombre mundano; aquel,
viviendo muchas veces solo y retirado, sosegado
- S162IIl
Y SERVICIO DEL MUNDO,

siempre y modesto, lexos de mostrarse al publi


co, gusta de andar por caminos solitarios, y de
no dexar por donde pasa huella ni estampa algu
na: éste, enemigo de una vida desconocida y sin
gloria, entregado al estrepito y agitacion de una
actividad laboriosa, al bullicio de una ambicion
desvivida por hacer cosas señaladas, corre exhala
do á tener parte en arduos y gloriosos sucesos, y
no perdona diligencia por ser el primero y seña
larse del resto y del comun de los mortales por
hacerse notable, por ser obgeto de la expectacion
pública y de la curiosidad de su siglo, y si es po
sible, por hacerse cuidado y estudio de las edades
venideras. Pero no nos paremos en la superficie y
corteza de las cosas, penetremos hasta lo interior
y el meollo de ellas, y lleguemos hasta el hom
bre. Qué es lo que descubrimos en él, qué es lo
que vemos? Todo se representa y aparece grande
en el mundano; mas todo es pequeño y despre
ciable : grandes ocupaciones, grandes negociacio
nes, grandes sucesos, grandes casos, grandes ta
lentos, grande merito, grande capacidad, si os
place; mas de qué aprovechan para la verdadera
grandeza unas prendas ó mal empleadas, ó tal vez
infructuosas, ó acaso perjudiciales á su dueño? por
que dónde cabe, ni dónde puede hacerse empleo
de entendimiento y de talentos mas vergonzoso
é infame, que limitarlos á pretender y anhelar
por una sombra vana y deleznable? Venid con
migo, fixad la vista en ese politico lleno de maxi
Ddd 2 IIl2S
396 SERMON DEL SERVICIO DE DIos,
mas mundanas; considerad aquel ademan pensati
vo y enagenado, aquel profundo recogimiento de
una alma absorta y ocupada toda en urdir la tra
ma de sus proyectos y arbitrios, considerad aque
llos esfuerzos y aquella violencia con que su espi
ritu vuelve y revuelve sobre sí continuamente;
aquel abismo de reflexiones en que se sumerge,
aquel laberinto de discursos en que se pierde: ad
vertid aquellas desconfianzas que le acobardan,
aquellas esperanzas que le alientan, aquellas sos
pechas que le despedazan, aquellas envidias que
le roen, aquellos miedos que le roban el color,
aquellas alegrias que le sacan de sí: qué intenta
con esto? adónde camina por entre tantas tormen
tas y tempestades? qué solicita? qué fruto, qué
utilidad espera de los negocios y empresas con
cluidas con la mayor felicidad ? El sonido de un
vano aplauso, un deleite miserable, un premio
valadí, una honra momentanea. Porque momen
taneas son todas las grandezas humanas, como vo
sotros sabeis muy bien, amados oyentes mios, y
en vano intentariamos nosotros disimularoslo; y
no solo contienen en los limitados terminos del
tiempo, sino de aquella escasa porcion del tiem
po que nos ha cabido en este mundo á cada uno
de nosotros, dentro de cuyas margenes breves
corre nuestra vida: y no os quiero decir ahora que
la felicidad que causan, es una felicidad aparente
y engañosa, mas aproposito para excitar los de
seos, que para satisfacerlos, y mas paraderer e
Y sERvICIO DEL MUNDo. 397
el apetito de quien no las posee, que para dar con
tento á los que las gozan: ni os dire que es una
felicidad inconstante y transitoria, que apenas se
alcanza muchas veces quando ya se pierde; que
se la espera por el dilatado discurso de muchos
años, y que excede la velocidad con que huye,
á la lentitud con que viene : felicidad imaginaria,
dice S. Ambrosio, que nada tiene de verdadera:
embeleso que adormece el corazon, y no felicidad
que le satisface : devaneo que desaparece con el
sueño que le engendró : omnis potentia saeculi,
somnium est, non veritas; evigilas, c5 magnitu
do reces sit. Ni quiero hacer mencion de tantos
hombres engañados con falsas esperanzas, y de
quienes huye la fortuna con mayor empeño, que
la diligencia con que ellos la solicitan: ni de tan
tos reveses y casos adversos que hacen al hombre
dos veces infeliz, una por el conocimiento de lo
que es actualmente, y otra por la memoria de lo
que ha sido; aquellos acaecimientos digo que le
obligan á mirar sus antiguas prosperidades como
su mayor desgracia. Digoos solamente y os advier
to que conteis el escaso numero de los dias de
nuestra vida, que midais la corta distancia que
media entre la cuna y la sepultura: entended pues
que solo para llenar este breve espacio se mueven
los hombres, se apresuran, trabajan, velan, se ene
mistan con tantos odios, se reconcilian para ur
dir tantas tramas, para maquinar tantas conjura
ciones; se despedazan la fama con tantas calum
- nlaS;
398 SERMON DEL SERVICIo DE DIos,
nias; se desbaratan mutuamente sus intentos y se
arman tantos lazos; se pierden y destruyen con
tantas perfidias. Tantos deseos violentos que des
pedazan el corazon, tantos temores y sustos que le
consternan, tantas envidias que le destemplan y
roen, tantas impaciencias que le alteran, tantas
esperanzas que le embaucan, tantos pesares que le
afligen, tantas precauciones que le acongojan, tan
tos afanes que le desasosiegan, tantos sentimien
tos y dolores que le atormentan, á qué proposito,
si pensais? Ya nos lo declara el Espiritu Santo: por
un poco de humo que se desvanece en el aire; por
una nieblezuela con que juegan los vientos tra
yendola al retortero; por una sombra finalmente
que se desliza y huye; tamquam spuma gracilis
uas d procella dispergitur, tamquam fumus qui
d vento diffusus est (1).
A esto, á esto se reducen, exclama el Sabio,
esos altos ingenios, esos entendimientos perspica
ces, esos hombres que fabricados segun el soberbio
dictamen de su altaneria de un barro mas selecto y
mas puro, debian ser superiores á todo hombre; y
en conclusion no son otra cosa que unos parvulos
que se enamoran de una mariposa, y se embebecen
con el transitorio colorido de una flor que abre su
rosicler á la mañana, y fenece con la luz del dia:
no dudemos decir que el delirio y sopor ha derra
mado su mortal veneno en esas cabezas tan ente
12S

(1) Sap. cap. 5. v. 15.


Y SERVICIO DEL MUNDO. 399
ras por otra parte y tan juiciosas; que la fortuna, si
es licito usar de esta expresion, ha tendido un velo
sobre esos ojos tan perspicaces por otra parte; pues
sin avergonzarse de sus delirios y sin conocerlos,
dexandose llevar del comun error, disputan, com
piten y pelean por una fantasma de vanagloria y
de opulencia, que apenas se dexa ver, quando des
aparece. Tantos dias finalmente tan turbios y me
lancolicos, tantas nochestrabajosas y desasosegadas,
á qué proposito, repito? para lucir ese instante lla
mado vida humana, para iluminar una mutacion
de teatro, que apenas se descubre quando fenece.
Encareced ahora, hombres mundanos, enca
reced ahora, dice el Profeta, vuestros proyectos
discurridos con tanta habilidad, y guardados con
tan misterioso secreto ponderadnos vuestras as
tucias y ardides sutiles, ese heroismo prodigioso,
é intrepidez inaudita: que quanto mas ostenteis
la elevacion de vuestro entendimiento, y la gran
deza de vuestra alma, mayor indignidad y des
acierto se trasluce en esas mismas infructuosas em
presas que os traen tan absortos y ocupados: ni
baxo esos pomposos nombres de sabios y politi
cos se registra ni oculta otra cosa que los engaños
de una alma tan ciega que no advierte el error
que la seduce, ó tan flaca y apocada que no sabe
resistirse á la inclinacion que la arrastra: non est
judicium in gressibus eorum (1). Yo á la verdad, si
tien
(1) Isai, cap. 59. v. 8.
4oo SERMON DEL SERVICIO DE DIos,
tiendo la vista por el mundo, no advierto sino
una confusa multitud de hombres poseida de va
nos temores, de quimericas esperanzas, y de sen
timientos inutiles, llena de prevenciones super
fluas, sugeta á viles envidias, y á pasatiempos pue
riles: hombres que se temen y se desprecian reci
procamente, que se halagan y se desean beber la
sangre, que se buscan, y se huyen, que se unen
entre sí, y se desconfian unos de otros : hombres
que olvidados de la alteza de su fin, y de la no
bleza de su origen, ni entienden sino en cosas tem
porales, ni trabajan sino por ellas, ni conocen otros
miedos, ni otras esperanzas, ni otros deleites, ni
otros disgustos sino los temporales: hombres cu
yas ideas, cuyos designios, cuyos discursos aun
los mas serios y profundos se terminan y encier
ran en los límites del tiempo, y aun en los de uno
de aquellos velocisimos instantes, de cuya succes
sion se cria el tiempo: hombres que á fuerza de
improbos trabajos se anticipan la vejez, secan y
agotan en sus venas el manantial de la vida, y
toda esta ansia no tiene por obgeto el vivir con
lucimiento, sino el morir con explendidez; ni el
de acumular muchas cosas para disfrutarlas largo
tiempo, sino el de tener mucho que dexar: hom
bres que nada perdonan, ni se perdonan á sí mis
mos por alcanzar una cosa que es nada, ó una
monada: hombres enfin que envilecen y degradan
al hombre con la locura de sus pensamientos, y
con la disolucion de sus costumbres: cogitationes
620
- Y SERVICIO DEL MUNDO. 4O I
eorum, cogitationes inutiles, es non est judicium
ingressibus eorum (1).
Quereis pues, catolicos, saber quien es el
hombre verdadero? Medidle y juzgadle por las
leyes del Evangelio. Este cria hombres grandes en
todos estados y condiciones; y para esta obra no
pide elevacion de entendimiento, ni perspicacia
de ingenio; contentase solo con que el alma se
pa sentir; pues su lenguage es lenguage principal
mente del corazon, que entienden todos: y asi
moviendo ilustra, agitando persuade, y excitan
do afectos infunde sus luces. Ilustrada con la
lumbre de la fé una alma docil y fiel, registra
los inmensos espacios de la eternidad, oye la voz
de la religion que la avisa que en todo hombre
debe considerar dos hombres, el hombre fragil
y perecedero, y el hombre espiritual é inmortal:
que lo que de la tierra nace, vuelve á la tierra,
y lo que trae su origen de Dios, vuelve á Dios:
que donde fenece la vida temporal que es en el
sepulcro, empieza la vida eterna; aquella vida que
no se ha de medir por la sucesion de los dias y de
las noches, por la revolucion de los años y de los
siglos; aquella vida que siempre correrá, y nun
ca se agotará. Preguntoos pues ahora : qué pro
funda y vehemente impresion no deben causar en
esta alma semejantes consideraciones? qué aficio
nes humanas no desapareceran y cederan á su
Tom. III. Eee efi
(1) Isai. c. 59. v.7. & 8.
4O2 SERMoN DEL SERVICIO DE DIos,
eficacia ? ya no dará lugar á mas afectos que los
que la naturaleza permite y la religion aprueba,
los que el zelo dicta y la caridad inspira: ni abri
gará deseos, ni adoptará designios, ni resolucio
nes que no tengan por blanco la eternidad; ni
se moverá ni obrará sino por la eternidad; ni apete
cerá felicidad verdadera sino la eterna, ni temerá
ninguna desgracia sino la eterna. Ay, amados
oyentes mios y quánta verdad es que el politi
co, el conquistador, el señor del mundo tiene
que humillarse, confundirse y rendir obediencia
al christiano porque el hombre del mundo es un
hombre que no mira sino al tiempo: y el chris
tiano mira á la eternidad: el uno se limita á la
breve duracion de un momento velocisimo: y el
otro estiende sus pensamientos á la duracion in
finita de todos los siglos. De esta inmensidad de
ideas y designios, que es la primera diferencia
que hay entre estos dos hombres, quántas otras
diferencias nacen que engrandecen al christiano
no menos de parte del corazon, que del enten
dimiento de aqui, aquel desprecio generoso,
aquella inalterable y magestuosa indiferencia con
que se desdeña de dar entrada en su corazon á los
temores y esperanzas mundanas. Mudanzas de
fortuna, contratiempos inopinados, caprichos de
la suerte que traslada de una familia á otra las
honras y la opulencia, qué sois ni que suponeis en
los ojos del christiano? una mutacion de teatro,
que no solo no merece su atencion, sino que
ape
Y SERVICIO DEL MUNDO. 4o 3
apenas le merece un volver de ojos. Desde el cen
tro de la eternidad donde ya habita por la fé,
como dice S. Zenon, contempla aquella sucesion
de siglos que corren unos tras otros; y asi como
las primeras olas de un torrente impetuoso son sa
cudidas é impelidas por las segundas, á este mo
do ve correr los siglos con tanta velocidad, que
apenas empiezan su curso, quando ya le fene
cen: él ve la ruina del universo tan inmediata á
su principio, que llega á persuadirse que en espacio
tan breve no cabe ninguna cosa de importancia:
in eternam cogitationem ercedens, nihil es se re
putavi.
De aqui aquella igualdad de animo, que no
llegan á alterar aquellas virtudes, y aquellos sen
timientos, y gustos que alternan tan freqüen
temente entre los mundanos; porque mirandose el
christiano como peregrino en la tierra, le es indi
ferente el ministerio que exerza en ella qualquie
ra que él sea, y el camino por donde arrive á la
eternidad. El contempla gozando de suma paz
los torvellinos y tormentas que agitan á los de
mas hombres, que viven segun los deseos de la
carne: vé con efecto que se engrien con qualquier
suceso prospero, y caen de animo con la menor
contradiccion; que se desvanecen con la menor ala
banza, y se melancolizan y desesperan con la
apariencia solo de algun desprecio que reciben, que
cobran aliento con la vislumbre sola de alguna
esperanza, y se cortan y hielan con un solo ade
Eee 2 II13Il
4O4 SERMoN DEL SERVICIO DE DIos,
man de sequedad y frialdad; que lo apetecen to
do, y se fastidian de todo; que anhelan por lo
que aborrecian, y vuelven á lo que havian de
xado; que ni saben reprimir sus deseos en lo que
no poseen, ni contentarse con lo que tienen: es
pectaculo en fin de miserias, que recrearia al chris
tiano, haciendo mas gustosa su tranquilidad, si la
religion no infundiese en su corazon tanta caridad,
quanta nobleza y generosidad en su alma.
De aqui aquella constancia é intrepidez en
los peligros. Llenense enhorabuena de pavor á
la vista del sepulcro, donde perece irremediable
mente quanto son y quanto esperan ser aque
llos que nada creen, y nada conocen despues de
la muerte : que el christiano que pone todo su
estudio en desasirse de todo lo criado, muere no
doliendose de nada, y temiendo solamente la
negligencia en el cumplimiento que tuvo de sus
obligaciones.
La magnanimidad de los mundanos casi siem
pre es magnanimidad falsa y afectada, que no tan
to es grandeza de animo que desprecia los peli
gros, quanto flaqueza de espiritu que teme la des
honra: magnanimidad en fin feroz y desespe
rada, á quien un impetu ciego despeña y precipi
ta, y que se muestra impávida, porque es indis
creta é inconsiderada. Pero la magnanimidad del
christiano es una magnanimidad solida y verda
dera; es la paz inalterable de una alma heroyca,
que mirando sosegadamente todos los peligros que
pue
Y SERVICIO DEL MUNDO. 4o 5
pueden perturbarla, á todos se sobrepone, y que
mira el sepulcro como un asilo feliz, donde de
posita por algunos dias los despojos de su morta
lidad para vestirse despues de inmortalidad. Hay
mas: que este esfuerzo y valentia que es la mas
noble y alta prenda de las almas grandes, la co
munica la religion á las almas mas vulgares; y
la misma plebe desde el punto que se hace vir
tuosa de veras, adquiere y sabe en efecto mas
de filosofica constancia, que los mismos Estoycos.
Asi el mundo vió en otro tiempo hombres antes
medrosos y pusilanimes, mugeres y niños de
poner sus temores, y despreciar la flaqueza de la
edad luego que abrazaron la fé de Jesu Christo:
vió digo que unas mugeres flacas y temerosas na
turalmente asombraron con su valor y esfuerzo
á los señores y arbitros del universo, y ansiosas
por derramar su sangre, se mostraron sedientas de
mayores tormentos, que los que podian executar
en ellas.
De aqui aquella inmutabilidad en la virtud,
que estribando en los quicios de la eternidad, man
tiene una igualdad inalterable en medio de los
embelesos halagueños de la fortuna, y de los dis
gustos y tedio de la adversidad: de aqui aque
lla sinceridad en las palabras, aquella uniformi
dad de vida, aquella buena fé en el comercio,
aquella moderacion en el uso del poder, aquel
desinteres en los servicios que se hacen, y en los
consejos que se dan, aquel caracter de hombre
de
4o6 SERMON DEL SERvIcro DE DIos,
de bien, que tanto apetece el mundo, aunque
tan inutilmente muchas veces: aquel caracter di
go de hombre de bien, que tanta habilidad y ap
titud tiene el mundo para estragarle y viciarle, y
tan poca para comunicarle, y de que el Evangelio
suministra tantos exemplos quantos preceptos
COnt1CInC.

De aqui aquella constancia en las calami


dades. Quien espera firmemente ser feliz por una
eternidad, con qué ojos, pensais, que mirará las
desgracias temporales? de aqui principalmente las
amistades verdaderas, ingenuas y permanentes,
las conexiones sinceras y solidas, la compasion,
la liberalidad, la ternura y bondad de corazon:
aquellas amables prendas de ser amparo del po
bre, refugio del desvalido, vinculo amoroso de
la sociedad, regocijo de la vida, sal y sazon de
todas las recreaciones honestas, y consuelo en to
das las aflicciones. -

Pero borrad, si os place, de vuestra memo


ria quanto me haveis oido hasta aqui; pues para
juzgar rectamente del hombre mundano, y del
que vive ajustado á la ley de Jesu Christo, es
preciso que exáminemos y nos guiemos por su
corazon. Mas qué digo? es escaso el hombre car
nal capaz de entender ni de conocer el corazon
y sus calidades? Ay, quan peligroso y aventu
rado seria el exponerlas al exámen y comunica
cion del mundo, de ese mundo tan lleno de ma
licia y de infidelidad en qué derrumbaderos no
SC
Y SERVICIO DEL MUNDO. 4O7
se precipitaria al primer paso que diese en él una
alma sencilla é ingenua ah, en qué engaños y en
qué lazos no caeria viviendo entre esos hombres,
cuyo estudio y ciencia se reduce toda á suplantar
la verdadera amistad con la apariencia de una
amistad fingida y falsa! porque sabido es que to
do por lo comun es fingido en el mundo: la ur
banidad, las virtudes, la alegria, el sentimiento,
las penas, nada parece como es en sí: en el mun
do ninguno muestra su verdadero semblante,
porque oculta su color natural, sobreponiendo
una tez postiza: alli todo el esmero, todo el
anhelo es por ver y no ser visto, por aparentar
afectos supuestos, y ocultar los verdaderos,
por averiguar el interior ageno, y no dar lugar
á que se trasluzca el propio. El vil interes es el
unico movil, y el alma del mundo: los hom
bres ó son protectores, ó esclavos; no buscan
amigos, ó si los buscan, no quieren ellos ser
lo: ofrecense, prometense, y acaso se ayudan;
mas no se entregan de corazon. Y para que os
desengañeis vosotros los que vivis confiados en
el mundo y en los amigos del mundo, no os
pondre delante á un Josef entre cadenas, á un
Job en un muladar, á un Tobias pobre y ne
cesitado; sino considerad, os diré, un hombre
amenazado de una desgracia próxima: apenas ha
empezado áromper el trueno, quando antes que se
desprenda el rayo vereis ya aquel palacio donde
se congregaba é impelia tanta multitud de lison
ge
4o8 SERMON DEL SERVIcro DE Dros,
geros, convertido en una triste y horrorosa sole
dad, donde acaso resuena el eco de los suspiros, que
despide un corazon que envano implora y llama
á la fortuna. Y quién será el que se atreva á en
jugar las lagrimas de aquel infeliz, y que se ex
ponga á tener parte en su calamidad, alargando
le la mano para sustentarle en el mismo peligro
de la caida? tal qual exemplo no mas de tanto
valor ha visto el mundo en el discurso de tantos
siglos, cuya memoria y representacion tragica gus
ta el mismo mundo de renovar en los teatros, co
mo para consolarse de ver tan rara vez repetida
su imitacion y realidad: puede suceder en fin que
se halle algun hombre que tenga este esfuerzo; pe
ro será por lo comun el hombre mundano, el sa
bio, el politico segun las leyes del mundo, que no
conoce otras virtudes sino las que le son prove
chosas.
Pero el christiano no se gobierna por otro nor
te, que por su propio corazon libre y desnudo
de todo interes: ni se propone otra guia que su
religion, que es todavia mas compasiva, mas hu
mana, mas benefica que el mas tierno y mas ge
neroso corazon: por esto estad ciertos que su amis.
tad sobrevivirá á la prosperidad de los que él ama.
Vereis en efecto que esos hombres, verdadera
mente christianos, que en sus propios contratiem
pos se desdeñan de consolarse con el desahogo de
las quexas, se desdeñan de solicitar con la rela.
cion de sus desgracias, moviendo la compasion de
N
SUS
Y SERVICIO DEL MUNDO. 4O9
sus amigos, alguna defensa y patrocinio contra los
reveses de la fortuna: los vereis digo condolerse
de las miserias agenas, llorar el infortunio de un
amigo con lagrimas mas abundantes que el mismo
paciente, hallar solamente consuelo en las mismas
oficiosas diligencias que practica para consolarle, en
señando al mundo con plausibles testimonios, que
no hay hombres que sepan amar mejor, que aque
llos que menos se aman á sí mismos, y que en
la escuela de Jesu Christo se acrisola y perfeccio
na la amistad, purificandose y desnudandose de los
fines y conveniencias del amor propio.
No lo ignora el mundo; pues aunque ene
migo declarado del Evangelio, reconoce la justi
cia del christiano en este particular: conocele, y
conocese á sí mismo: ni cómo es posible que bus.
case él al hombre de bien, al amigo leal y verda
dero, al de corazon bueno y recto entre aquellos
hombres que estan criados con la leche de su doc
trina, é instruidos por sus maximas? no por cier
to, no se fia él sino del christiano verdadero, ni
se asegura sino de su buena fé, ni se guia sin es:
crupulo sino por sus consejos, ni espera sin rece
lo sino en su probidad, ni vive sosegado sino fia
do en su amistad. El hombre timorato no es á
la verdad aquel amigo que concurre en las oca
siones de diversion y juego, á las fiestas y ale
grias mundanas; pero se le halla en los trabajos
y aflicciones: no es el amigo de los vicios y de las
pasiones; pero es el amigo de estimacion y de
Tom. III. Fff COIl
4Io SERMoN DEL SERVICIO DE DIos,
confianza. El mundano se divierte y recrea con
los mundanos; pero bien sabe que se ha de fiar
principalmente del buen christiano.
Y no me digais que se ven en el mundo to
davia almas nobles, generosas, capaces de amis
tad verdadera, de constancia y de entereza; pues
yo os lo concedo, amados oyentes mios. Pero esos
son unos hombres que viven en el mundo, sin
tener parte en el mundo; unos hombres que no
han adoptado el espiritu y las ideas del mundo;
unos hombres cuya virtud se ha libertado del con
tagio é infeccion del mundo; unos hombres que
tienen por caso de menos valer el sugetarse á las
leyes y contemporizar servilmente con los capri
chos del mundo; pero son tambien unos hombres
que no piensan ni deben pensar adelantar nada
en el mundo; y que si no obstante su justifica
cion y honradez, llegasen á conseguir en el mun
do alguna dignidad, se miraria su elevacion co
mo un fenómeno : unos hombres finalmente, que
un hombre que tiene conocimiento del mundo,
ho los buscará ni esperará hallarlos entre los de
cierta clase y gerarquia, que los expone y apro
xima al servicio del mundo: porque sabe muy
bien que el cortesano, el politico, el ambicioso
que quiere adelantarse y mantenerse, no cami
na ni se para, no se acuerda ni se olvida, no da
ni niega, no franquea ni recata su corazon sino
segun las diferentes impresiones que recibe de su
interes particular: y ved aqui lo que no dudo
2SC
Y SERVICIO DEL MUNDO, 4I I
asegurar, que manifiesta la injusticia de tantas
invectivas, de tantas , satiras y murmuraciones
en que se prorumpe contra los grandes del mun
do. Porqué no es verdad que se quéxan conti
nua y amargamente los hombres de que los gran
des no conocen, ni estiman, ni premian los ser
vicios que se les hacen con fidelidad y desinte
res? ¿Mas no es cierto , que estos servicios tan
desinteresados, son por lo comun tan raros en el
mundo, que con razon suponen en cierto modo
que no es el mundo capaz de ellos? con que de
qué os quexais? Los grandes proceden con vo
sotros como vosotros procedeis con ellos: si los
servis por vuestra conveniencia y propio interes,
tambien ellos se gobiernan por su interes propio
en favorecer y hacer mercedes: de suerte que todos
los dias justifica con su propia conducta el mundo á
los grandes de quienes se quexa; porque la ingrati
tud de aquellos á quienes han favorecido ¿no es cier
to que los defiende de las murmuraciones y que
xas, de los que dexan olvidados?
- Concluyamos pues, que las ideas, los pro
yectos, la prosperidad y la fortuna misma, el
entendimiento y casi el mismo corazon, todo es
limitado, todo es de poco momento, é impor
tancia en el mundano, Pero, á lo menos sabrá
elevarse y engrandecerse por la dignidad y gene
rosidad de su proceder? Venid conmigo ahora á
seguir todavia atentamente los pasos del hombre
mundano, y del christiano verdadero, y enten
ca Fff 2 de
4 12 SERMON DEL SERVICIO DE DIos,
dereis que los heroes del mundo comparados con
los heroes del Evangelio apenas llegan á ser hom
bres. -

II. No por cierto: no hay cosa tan arro


gante, y tan sumisa al mismo tiempo, tan alti
va y tan servil, como el hombre mundano: no
hay rendimiento que no exija, ni baxeza á que
no se sugete: como señor inexórable, quisiera
emular la soberania de Dios supremo: y como
esclavo cobarde no se avergüenza de arrastrar la
cadena de una servidumbre ignominiosa : de re
presentar todos los papeles, o de adoptar y des
echar todos los caracteres, de vestirse y desnu
darse de todas las figuras, de observar todos los
genios, de adivinar todos los gustos, de antici
parse á todos los deseos, de sugetarse á todos
los caprichos, de reprimir sus propias inclinacio
nes, de violentar sus apetitos, de aplaudir lo mis
mo que reprueba, de halagar á los mismos cu
ya sangre desea beber, de fatigarse por conci
liarse el agrado de aquellos á quienes aborrece, de
ahogar dentro del corazon sus gustos y sinsabo
res, ó de aparentarlos en el porte y modales quan
do no residen en su interior, de no atreverse, de
no poder, de no pensar, de no obrar, de no ca
llar, de no hablar, de no evitar, de no solici
tar, de no aborrecer, de no amar por sí mismo
y por arbitrio propio: ved ahi lo que necesita ha
cer, y lo que necesita ser el hombre que quie
re hacer fortuna en el mundo. Pero si el hombre
-2 *- - CS
Y SERVICIO DEL MUNDO. 4I3
es capaz de llegar al extremo de aniquilarse, de re
primirse, de olvidarse tan enteramente de sí, hi
cieralo á lo menos por Dios; pues la grandeza del
señor ensalzaria los obsequios del siervo. ¿Mas
quereis saber vosotros, hombres altaneros y arro
gantes, el idolo infame ante quien os postrais, y
á quien rendis vuestras potencias y vuestra alma?
Sabed que es el mundo: ese confuso y desor
denado conjunto de quantas pasiones pueden al
terar el corazon humano, de quantos vanos an
tojos estragan el entendimiento, de quantas extra
vagancias aborta la imaginacion, de quantos erro
res ofuscan y ciegan la razon, de quantas locas
costumbres y desatinadas leyes reprueba el juicio
humano, de quantas inclinaciones viciosas com
baten á la virtud : ese mundo soñoliento y de
sidioso, que ni tiene ojos para ver el merito, ni
voluntad para agradecerle: ese mundo tan incons
tante y vario en sus gustos é ideas, que hace
materia de su desprecio y maledicencia lo que
poco antes era obgeto de su amor y de su aplau
so: ese mundo censurador y maligno, que solo
os observa para descubrir vuestras flaquezas, y
que no puede sufrir un merito tan sobresaliente,
que le obligue á callar: ese mundo envidioso, que
tarde ó temprano os interpretará á delito asi los
servicios que le hagais, como las honras que él os
hace ese mundo voluble y casquivano, que des
precia al hombre provechoso y util, por acariciar
y premiar al hombre festivo que le divierte; que
2Ca
4I SERMoN DEL SERVICIO DE DIos,
acaso aprecia la habilidad de quien le es util; pe
ro que solo premia las gracias del truan que le
recrea: ese mundo preocupado y contumaz, en
cuya balanza prepondera la casualidad del naci
miento sobre la justicia del merito, por estar ha
bituado á juzgar del hombre no por lo que él es,
sino por lo que han sido sus abuelos; no por las
virtudes que tiene, sino por las riquezas que po
see: ese mundo credulo, ludibrio eterno del or
gullo que pondera sus propias prendas, de la va
nidad que las alaba, de la avilantez que las pre
senta al publico, de la hipocresia que las imita,
y de la maña y artificio con que suple la falta del
merito propio: ese mundo malvado y escanda
loso, con quien se grangea mas pronta y mas se
guramente con defectos que se acercan y equivo
can con vicios, que con virtudes á quien él mira
como censura y reprehension de ellos: esta digo
es la muchedumbre de errores, de vicios, de pa
siones, de preocupaciones y de caprichos, que es
necesario, ó hombres soberbios, que os agovie á
cada momento, y á que vivais sugetos y rendi
dos continuamente.
Sí, hermanos mios: es indispensable abatirse y
humillarse; mas quién tiene esta necesidad? tiene
la todo hombre que intente adelantar en el mun
do su fortuna; pues por ilustre que sea su naci
miento, luego que se determina á ensalzar lo es
clarecido de su prosapia con el lucimiento de los
empleos y de la fortuna, es preciso que el pri
- mer
Y SERVICIO DEL MUNDO, 4I5
mer paso que dé, sea olvidarse él mismo (y pro
curar que se olviden los demás) de la nobleza de
la sangre que corre en sus venas, ó acordarse de
ella solamente para mortificar la propia altivez
con la baxeza de sus rendimientos; es preciso que
mancomunado con una multitud de aduladores,
haga costumbre á exemplo suyo á sufrir sin des
plegar sus labios las altanerías de un superior, los
desaires de un protector, los desprecios de un in
ferior; y aun se tendrá por dichoso, como de re
pente no se levante del polvo de la tierra para
derribarle algun hombre desconocido, sin mas ha
bilidad que la de hacer mas propiamente el pa
pel de esclavo, y como no le obligue á llenarse
de rubor dos veces, una por haver querido en
grandecerse deshonrandose, y otra por no haver
lo conseguido.
Tienen necesidad de abatirse y humillarse has
ta los que ocupan los primeros puestos, los em
pleos mas distinguidos, los cargos mas elevados;
pues sucesivamente ya son grandes ya pequeños,
ya señores ya esclavos, ya adorados ya adorado
res. Asi que, ó grandes del mundo, que fuera del
santuario de la fortuna dominais con tanto sobre
cejo, entended que desde el punto que entrais en
él, y os acercais á la ara desde donde distribuye
sus gracias, os degradais y anivelais con todo el
comun del pueblo. -

Tienen necesidad de abatirse y humillarse los


hombres de mayor merito, de la mas acredita
da
416 SERMON DEL SERvICIo DE DIos,
da capacidad, del mas superior ingenio. Porque,
dónde estan ya, si existieron alguna vez, aque
llos tiempos en que la fortuna buscaba al merito?
ahora es de agradecer que ella no huya de él y
para hallarla propicia, quánto no necesita un me
rito sobresaliente disimularse y templarse? entre
qué sombras no se vé obligado á ocultarse ? y si
no consigue persuadir al poderoso que todo lo es
pera de su proteccion, y nada de sus servicios,
qué sera sino un merito esteril y desvalido? ¿ En
quántas ocasiones no es indispensable que ese sol
dado tan valiente é intrepido en la campaña, apa
rente fuera de ella sumision y casi timidez ? por
que si entra en los palacios cargado del aplauso
de sus victorias, y del generoso orgullo de sus
triunfos; si dexa correr la libertad y desenfado
marcial, si de conquistador no se muda y trans
forma en cortesano atento y servilmente oficioso,
bien podrán estar de su parte y á su favor su me
rito, sus servicios, el publico, el peligro de la
patria; pero si esta voz comun no la anima y es
fuerza el valimiento, se le arrimará como áinutil,
queriendo antes acaso la prepotencia arriesgar el bien
publico y las vidas de los ciudadanos, que va
lerse de su espada y esfuerzo para libertarlas. ,
Y en presencia de quién es necesario humi
llarse y abatirse? en presencia de todo hombre
que puede facilitar ó impedir el camino que guia
á la fortuna: en presencia de unos hombres tal
vez de humilde nacimiento, de ningunas prendas,
obra
Y SERVICTO DEL MUNDO. 4 I7
obra pura del capricho y de las injusticias del favor.
Un Aman, que solo subio á la cumbre de la for
tuna por el camino de sus maldades, ve un vasto
imperio que obedece respetuoso sus antojos. Mar
doqueo, descendiente de tantos Reyes, es senten
ciado á satisfacer en un infame patibulo el delito
de haverse resistido á doblarle la rodilla; y es ne
cesario nada menos que todo el debido agradeci
miento de un Principe, á quien libertó la vida,
para librarle del furor de un orgullo vilipendia
do. - -

Y en presencia de quién, repito, es necesa


rio abatirse y humillarse? en presencia de unos
hombres tanto mas engreidos muchas veces con
el empleo que exercen, quanto menos derecho
tenian á él, y quanto son mas inhabiles para des
empeñarle : en presencia de unos hombres, que
considerandose sin prendas que les concilien el
respeto ageno, solo aspiran á suplir con sus mo
dales arrogantes y aspereza de condicion el merito
verdadero que les falta. -

Quiénes finalmente, y ante quienes necesitan


abatirse 2 todos y ante todos: todos; porque to
do hombre, aunque sea alguna deidad de la tier
ra segun la expresion de la Escritura, todo hom
bre depende de los demas hombres para hacer for
tuna, ó conservarla; no fue solo David el que se
vio reducido á disimular los arrogantes antojos
y genio indomito de Joab, posponiendo el de
coro del trono y la magestad de la purpura al bien
Tom. III. Ggg pu
418 SERMON DEL sERVICIO DE DIos,
publico y á la seguridad del estado: ante todos,
porque asi como no hay potencia alguna tan rica
y asegurada, que nada tenga que temer, asi tam
poco no hay hombre tan despreciable, que no
pueda con el tiempo ser un enemigo peligro
so; pues los mas inutiles siempre son capaces
de dañar; y por consiguiente el que no quiere
tener nada que temer, necesita bienquistarse con
todos.
Solo el christiano está libre de esta dura é ig
nominiosa esclavitud ; y en él se cumple la sen
tencia del Evangelio, que no hay hombres ver
daderamente libres sino los que liberta Jesu Chris
to: si ergo vos filius liberaverit, verè liberi eritis
(1). No ignoro que el christiano tiene un señor á
quien servir; pero un señor, bien lo sabeis voso
tros, un señor tan magnifico, que servirle es rei
nar: cui servire regnare est. Pues qué? está exi
mido el christiano de las leyes humanas, de la au
toridad publica, de los mandatos de los Principes
y Reyes de la tierra? Ay amados oyentes mios
con quánta razon podemos y debemos decir en
honra y gloria de nuestra Religion sagrada, que
ella sola sabe concordar perfectamente la grande
za y la sumision , la libertad y la dependencia!
Innegable es que el que sirve bien á Dios, sirve
bien al Rey y que no hay soldados mas valien
tes, ni jueces mas integros, ni comerciantes mas
CS

(1) Evang. S. Joan. cap. 8. v. 86.


Y SERVICIO DEL MUNDo. 419
escrupulosos, ni padres mas vigilantes, u hijos
mas obedientes, ni mugeres mas laboriosas, ni
doncellas mas recatadas, ni amigos mas verdade
ros, ni subditos mas fieles, ni ciudadanos mas so
licitos del bien de la patria, ni ministros mas des
velados por mantener la quietud y felicidad públi
ca, ni cortesanos mas adictos á la persona del Prin
cipe, que los que viven christianamente.
Con que obedece el christiano. Sí; mas obedece
como christiano: esto es, su obediencia es una obe
diencia dictada por la razon y la obligacion, una
obediencia nacida del corazon y de la inclina
cion, una obediencia noble en su principio, des
interesada en sus fines , y por consiguiente una
obediencia que sin dexar de ser respetuosa, sa
brá ser sumisa y servil sin degradarse, y sabrá ce
der sin baxeza: una obediencia que sabrá mere
cerse el agrado del superior, porque verá que se
propone por obgeto á su persona, y no á su for
tuna, y que se contenta con servirle sin aspirará
sus beneficios: la obediencia finalmente del chris
tiano es una obediencia constante é invariable en
su duracion, porque está acrisolada de todo inte
res. Ambos obedecen el mundano y el christiano;
pero éste como hombre generoso; aquel como es
clavo vil sin elevacion en sus pensamientos, sin
desinteres en sus fines, sin generosidad en su con
duóta. -

No, amados oyentes mios: nunca el mundo,


ni el espiritu del mundo llegará á criar un hom
Ggg2 bre
42 o SERMoN DEL sERvICIo DE DIos,
bre grande: y digo mas, que nunca criará un hom
bre verdadeia solida y constantemente prove
choso al mundo. Porqué? me direis : porque el
espiritu del mundo es un espiritu de interes pro
prio que todo lo encamina, que todo lo refiere
á su propia conveniencia , y para servir bien al
mundo, es necesario servirle en muchas ocasiones
contra su propio gusto, y para cumplir con lo que
se le debe, es necesario oponerse á su voluntad y
esto es puntualmente lo que no sabrá executar con
firmeza el hombre mundano, acostumbrado é ins
truido por el espiritu del mundo á posponer la
prenda de ser util á la conveniencia de no dis
gustar al mundo. Llenas estan nuestras historias
de los desaciertos y yerros, con que alguna vez
se ha aventurado la felicidad de las monarquias,
y en que han caido los mayores hombres impe
lidos de la tirania de los respetos y contempla
ciones que el mundo exige. Quántas veces una
politica vil é interesada aprobó dictamenes perju
diciales en aquellos consejos, en que se decide de
la suerte de los imperios? quántas veces un enten
dimiento ilustrado, pero cobarde y servil, ha per
mitido, por no malquistarse, que la imprudencia
y la ignorancia agena arriesgasen y arruinasen el
bien publico? quántas veces por no saber resistirse
un General en la campaña á la confusa griteria de
un vulgo necio, tomó una resolucion inconsiderada
contra su propia ciencia, contra todas las leyes de
la guerra, perdiendolo todo por no sufrir la vana
re
Y SERVICIO DEL MUNDO. 42 I
reconvencion de que le faltó valor para aventu
rarlo todo?
Figuraos un hombre verdaderamente christiano,
constituido en estas peligrosas coyunturas, y vereis
que su grande alma, superior al mundo entero,
no duda de resolverse á desagradarle con tal que
le sirva; porque despreciando generosamente sus
elogios y su censura, y sin consultar indignamente
sus caprichos, solo atenderá á su obligacion, y ha
bituado á estimar la virtud por sí misma, sabra
conciliarse la estimacion del mundo, y sabra igual
mente carecer de ella. Asi que, todo en el mun
dano es servil y baxo: y en el christiano verda
dero todo es grande y sublime. He procurado ha
ceros ver la grandeza del hombre verdaderamen
te christiano, contrapuesta á la baxeza del hombre
que vive segun las leyes del mundo.
Y no me empeñaré ahora en manifestaros la
paz que goza un christiano ajustado contrapuesta
á la infeliz turbulencia del hombre terreno; pues
este empeño me obligaria á un prolixo discurso: y
qué podria yo deciros que fuese comparable con
lo que vosotros sabeis en este punto? quién de vo
sotros ignora lo que duelen y afligen los sacrificios
que pide el mundo, lo insubstancial y transito
rio de los galardones que dá ó que promete? qué
maestro os instruirá mejor que vuestra propia ex
periencia ? qué haveis hallado por lo comun en
el mundo sino gustos insipidos, dolores agudos,-
alegrias falaces, verdaderos sinsabores? Con que
has
422 SERMON DEL SERVICIO DE Dios,
hasta ahora no haveis experimentado felicidad en
él. La experimentareis en adelante ? mudará de
condicion el mundo ? mudareis vosotros las incli
naciones de vuestro corazon?
Estraña fragilidad del hombre él pasa la vi
da entera en desengañarse, y en dexarse enga
ñar de nuevo; en llorar sus yerros, y en repe
tirlos; en relaxar su corazon, y en recogerle; en
desasirse, y en cebarse con mas ahinco; en ene
mistarse con el mundo, y en reconciliarse con él;
en quexarse amargamente de sus trayciones, y en
fiarse de sus promesas; en despecharse de desespe
racion, y en concebir nuevas y segundas esperan
zas, tan vanas como las primeras; en murmurar
del mundo, y en amarle de corazon. Resolvamo
nos finalmente á ser hombres; y luego seremos
christianos; rompamos las cadenas que nos tienen
aprisionados con este mundo traidor; purgado en
tonces, y vacio nuestro corazon de las locas pasio
nes, se franqueará espontaneamente á los influxos
de la gracia; y desengañados de las vanas fanta
sias, que nos han robado á nosotros y á nuestro
Dios la mas apreciable parte de nuestra vida, so
lamente suspiraremos por la eterna bienaventu
ranza, que yo os deseo en el nombre del Padre,
del Hijo, y del Espiritu Santo. Asi sea.
- -

SER
423
SE R MON

DE LAS GRANDEZAS
D E JESUS.
PARA EL JUEVES DE LA QUARTA
semana de Quaresma.

Praeteriens Jesus, vidithominem cacum á nativi


tate. -,

Pasando Jesus, vio un hombre ciego de nacimien


to.S. Juan, cap. 9. v. 1.

UE Jesus fuese hijo de David, y varon con


Q fetas, famoso por la multitud de sus mila
sumado en la ciencia de la Ley y los Pro

gros, gloria era esta y preeminencia que no po


dian negarle la envidia ni el odio; pero la piedra
de escandalo donde Israel pertinaz se estrelló, fue
su mision divina, y su generacion eterna en el se
no de su eterno Padre: pertinacia é infidelidad tan
to mas delinqüente, quanto que Jesus le suminis
traba en sus virtudes y milagros pruebas convin
centes de la verdad de su doctrina. Pero mas sen
tra
4.2.4. SERMoN
cillo y mas ingenuo el ciego de nuestro Evange
lio, ilustrado y atraido por los beneficios de Je
sus , viene á ofrecerle el tributo de su agradeci
miento, y el obsequio de su fé. Declarale Jesus
ue él es el hijo de David : qui loquitur tecum,
ipse est (1) , y él luego cree, adora y ama áJesus.
Dichoso aquel que penetrado de estos mismos sen
timientos no experimentase en este mundo otros
ustos, otras ansias, y otras penas que las que na
cen del amor de Jesus! Mas nosotros cómo ama
mos á Jesus? Ay, que ni le conocemos, ni pro
curamos conocerle Y el hombre, que ni sabe ni
conoce á Jesus, qué es lo que sabe, ni qué puede
saber? las demás ciencias son perecederas y fenecen
con el tiempo; pero la ciencia de Jesus es la cien
cia de la eternidad, y para la eternidad.
Vengo pues resuelto en este dia, amados oyen
tes mios (ni cómo podré yo en el discurso de esta
Quaresma proponeros asunto mas digno y opor
tuno para captar y arrebatar vuestra atencion?)
vengo digo resuelto á hablaros de la gloria de Je
sus, no qual la tiene en el cielo; pues la debili
dad de nuestra vista no podria sufrir la actividad
de sus rayos y resplandores; sino qual la tuvo en
la tierra, mitigada y templada con las sombras de
la humanidad.
Nada de quanto no era Dios, dice el Evange
lista, existia aún, y ya existia el Verbo: siempre
exis
(1) Evang. S. Joann.cap. 9. v. 37.
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS 42 5
existieron en un solo y en un mismo Dios el Pa
dre y el Hijo: el Verbo era igual á su Padre, y
eterno como él, porque es Dios: In principio erat
Verbum, c5 Verbum erat apud Deum, crº Deus
erat Verbum (1).
Pero este mismo Verbo, segun las disposicio
nes adorables de su sabiduria eterna, empezo á ser
á la mitad de los tiempos lo que no era, sin de
xar de ser lo que era: Verbum caro fačfum est (2):
de modo que no dexando nunca de ser Dios, se
hizo hombre; pero añade el Discipulo amado,
que aunque era hombre verdadero, no dexaba de
manifestarse en él lo Dios, y hasta en el Hijo
abatido se echaba de ver la gloria del Padre: vi
dimus gloriam ejus, gloriam quasi Unigeniti d
Patre (3). Con que en el discurso de su vida mor.
tal, qué es lo que fue Jesus? él fue al mismo tiem
po un Dios oculto, y un Dios manifiesto, un Dios
no conocido, y un Dios notorio: un Dios que
no se dexaba ver, y un Dios que era imposible
dexar de conocer: un Dios y un hombre que se
manifestó como Dios enquanto las disposiciones
de su providencia le han permitido mostrarse tal.
Dos son en efecto las perfecciones que al pare
cer constituyen el caracter principal del ser supre
mo la grandeza infinita que exige nuestra adora.
cion y rendimiento; y la misericordia infinita que
exige nuestro amor; sustento pues, que estos dos
Tom. III. Hhh Cal

(1) Evang. S. Joan.cap. 1. v. I. (2) Ibid. v. 14. (3) Ibid.


426 SERMoN
caracteres, á saber, caracter de grandeza y carac
ter de misericordia, se hallan en Jesus con todo el
explendor y gloria que correspondia á un hombre
Dios: vidimus, erc. Con que Jesus es obgeto dig.
no de nuestra mas profunda veneracion, y obgeto
digno de nuestro mas vivo agradecimiento. De
modo que en Jesus reside toda la plenitud de gran
deza y de gloria que pueda excogitarse en un hom
bre Dios; asunto de la primera Parte : y en Je
sus reside toda la abundancia de misericordia y
de amor, que es propia de un hombre Dios; asun
to de la segunda Parte.
Espiritu divino, criador de la eloqüencia chris
tiana, enciende en micorazon una centella de aquel
fuego que abrasaba á vuestros Profetas y Aposto
les quando hablaban de Jesus: enseñame á Jesus
para que pueda yo enseñarle: comunicame el amor
de Jesus para que pueda yo comunicarle. Virgen
Santisima, bien sé que no os negareis á interceder
por mí en esta ocasion, puesto que voy á hablar
de Jesus, unico amor vuestro que fue en este mun
do, y toda vuestra gloria y felicidad que es ahora
en el cielo. Ave AMaria.

PRIMERA PARTE.

A grandeza de Jesus obscurece y aniquila to


da humana grandeza: es una grandeza la
mas propia para significar y caracterizar á un hom
bre Dios, y para distinguirle de todo lo que es
pu
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 427
puro hombre: es en suma grandeza de esperanza
y de preparacion, grandeza de fuerza y de poder,
grandeza de sabiduria y de conocimiento, grande
za de imperio y de magestad en el padecer y su
frir; grandeza de virtud y de santidad; y es to
do genero de grandeza levantada á tal grado de ele
vacion y de sublimidad, adonde es imposible que
llegue ningun hombre jamas. Carguemos el peso
de la consideracion sobre estas verdades, y vene
raremos en el Unigenito la gloria y la magestad
del Padre: vidimus, dºc.
I. Grandeza de esperanza y de preparacion;
imagen la mas viva y sublime de la eternidad y
de la inmensidad de Dios supremo; porque Jesus
pertenece á todas las edades, comprehende á to
das las naciones: él es la piedra fundamental donde
descansa el universo; él el vinculo que enlaza to
dos los tiempos y todos los pueblos: él existia ya
antes de nacer, y aunque nació despues de pasa
dos muchos siglos, vivia ya en los designios de
Dios, en la esperanza del mundo, en la historia
de las naciones: no advierta enhorabuena el hom
bre carnal en los fastos del universo, en las mu
danzas y sucesiones de los Imperios, sino bullicios
y alborotos de pasiones humanas, ni descubra en
él sino efectos felices de la politica y del valor, es
tragos sangrientos de la ambicion, antojos y capri
chos de la fortuna: que el christiano verdadero no
fixa su atencion en la corteza y superficie de los
acaecimientos; sino que ilustrado por la fé, sube y
Hhh 2 pe
428 SERMoN
penetra hasta el principio y origen de las cosas y
por todas partes y en todas ellas ve á Jesus, de
quien está escrito que él es el primero y el últi
mo, el principio y el termino de los caminos
eternos; y que asi como todas las cosas fueron
hechas por él, asi fueron todas hechas para él. Avi
vad vuestra atencion, amados oyentes mios, que
ya empieza á manifestarse aqui la grandeza de
Jesus, y con la grandeza de Jesus empieza á ma
nifestarse la magestad augusta de nuestra Religion,
que por eso se ve en el dia tan vacilante, porque
la impiedad que se introduce á juzgar de todo, no
quiere exäminar ninguna cosa profundamente, y
porque la presuncion humana que con tanta avi
lantez decide de todo, anda en nuestro siglo acom
pañada de la pereza y sensualidad, que huye del
trabajo de pensar y de reflexionar.
Apenas la paz y la inocencia se dexaron ver
en la tierra, quando hallandose el mundo (recien
te todavia y que acababa de salir de las manos de
su criador) sumergido repentinamente en un pie
lago de miserias y pecados, no se conocia á sí mis
mo; pero el dia de su ruina fue para él al mismo
tiempo dia de salud; y aquellas primeras lagrimas
que derramó, se las enjugó inmediatamente la pro
mesa que se le hizo de un Salvador. Esta dulce
esperanza pues, derivada con tanta fidelidad de
padres á hijos en la sucesion de las primeras gene
raciones, iba á hundirse y perderse en las tinie
blas de la idolatria, quando entre todas las nacio
- 11CS
-
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 429
nes eligió una á quien hizo depositaria de los sa
grados oraculos.
Tú pues, ó posteridad de Abran, de Isaac,
y de Jacob, tú serás el pueblo de Dios, y con
mas razon de Jesus; pues por eso eres el pueblo
de Dios, porque eres el pueblo de Jesus: y como
advirtio S. Pablo en la Epistola á los Romanos,
tu primera y principal gloria proviene de la elec
cion que hizo de tí aquel que te confió el deposi
to de sus promesas: quid ergo amplius Judeis?
Primum quidem quia credita sunt illi eloquia Dei
(1) De aqui nació la separacion de este pueblo de
con los demas pueblos. Si Abran no huviera salido
de su patria, si las ceremonias legales no huvieran
mantenido un muro de division entre la genera
cion santa y las generaciones profanas, amorti
guandose poco á poco la esperanza del Mesias por
la confusion de las familias, por la mezcla de las
naciones, y por la uniformidad del culto, se hu
viera borrado enteramente de la memoria de los
hombres: ó bien no estando aligada la promesa á
pueblo alguno en particular, huviera sido dificul
tosisimo tener noticia de ella para reconocer al Sal
vador prometido al mundo. De aqui provino que
en la misma nacion encargada de enseñar y anun
ciar á Jesus al universo, fue preferida la tribu de Ju
dá á las demas tribus para poseer el cetro y suprema
autoridad, y producir la salud de Sion. De aqui
vº en
(1) Ad Rom. cap. 3. v. 1, & 2.
43 o SERMoN
en la misma tribu preferida, una familia distingui
da de las demas familias, la rama de David digo
destinada para sentarse en el trono, y trasladará
Jesus sus derechos sobre la casa de Israel y de Ju
dá. De aqui provino que en el pueblo destinado
á conservar la esperanza de las naciones, todo anun
cia áJesus: y por todas partes se advierte la som
bra y la representacion de Jesus. Isaac recobran
do la vida entre los filos del cuchillo de Abran, y
constituido en la misma hoguera por cabeza de una
posteridad tan numerosa como las estrellas del cie
lo y las arenas del mar : Josef vendido por sus
hermanos á unos estrangeros, adornado despues
con la purpura, dando leyes á un vasto imperio,
y hecho redentor de los mismos que intentaron
perderle : Moyses, libertado al nacer de la muer
te, que se executó en tantos niños de Israel, y re
dimiendo despues al pueblo de la esclavitud: Jo
nas, arrojado al mar para aplacar la indignacion
divina, libertado de la profundidad de las aguas,
y enviado á predicar á una nacion que no era he
rencia de Jacob : David, Salomon, Josias, Isa
ias, Daniel, figuras todos de Jesus tan expresas,
que no admiten sombra ni obscuridad alguna. De
aqui provino la alianza entera con su ley: su tem
plo, su sacerdocio, sus Pontifices, sus ceremo
nias, sus sacrificios, sus expiaciones, sus fiestas, sus
solemnidades, su pasqua, no era todo mas que una
representacion de Jesus: esto es lo que S. Pablo
explica admirablemente en la Epistola á los He
breos;
JDE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 43 I
breos; y temiendo que el pueblo no entendiese
bien este lenguage de sombras y figuras, anda Je
sus continuamente en la boca de los Profetas: los
uales le pintan tan al vivo, que no tanto pare
cen Profetas que le vaticinan, quanto Apostoles
que le vieron, trataron, y conversaron con él.
Y ahora, christianos, no dudo yo provocar á
la incredulidad mas intrepida para que considere
atentamente el hilo y la serie de las sagradas Escri
turas, exäminando aquellos monumentos de cuya
autenticidad y de cuyas epocas hace fé la misma ma
no por donde nos han venido; puesto que estos di
vinos libros que han profetizado áJesus, los hemos
recibido de la nacion mas enemiga de Jesus; y verá
á Jesus tan conocido de los Profetas que le pre
cedieron, como de los discipulos que le siguieron:
porque no se oye sola la voz de un Profeta; sino
que se nota una serie de varones santos é inspi
rados del cielo, que se suceden unos á otros en el
exercicio del ministerio profetico: y no anuncian
un solo hecho, no algunos sucesos que la casuali
dad pudo haver dictado y comprobado despues;
sino la historia completa de Jesus: su cuna y su
sepulcro, su vida y su muerte, sus discursos y
sus acciones, sus abatimientos y su gloria, sus vir
tudes y sus calamidades, sus milagros y sus penas,
las ignominias y el triunfo de su cruz: enfin anun
cian á todo Jesus pintandole en el antiguo Tes
tamento con aquellos colores con que se manifes
tó en el Nuevo. David le ve entre resplandores
Sa11
432 SERMoN
santos engendrado antes de la aurora en el seno
del Padre; ve al hijo de Dios hecho hijo del hom
bre; vele su hijo al mismo tiempo y su Dios, su
sucesor, y su señor; vele desconocido por su pue
blo, vendido por uno de sus discipulos, desampa
rado de sus Apostoles, colmado de baldones, pla
gado de tormentos; ve sus pies y manos taladra
das, repartidas sus vestiduras, su tunica por suer
te adjudicada, aheleada su boca con hiel y vina
gre; ve á sus enemigos que sedientos de su sangre,
rugen rabiosos alrededor de él, se congratulan
de su barbara viétoria, se mofan de sus virtudes,
provocan su poder, y su divinidad; vé que libre
en la estancia de los muertos, sale del sepulcro sin
contraer la menor corrupcion, y que se sienta á la
diestra del Altisimo: que como Pontifice eterno
y unico, vencedor del mundo y del infierno, re
coge la herencia de las naciones sugetas á su im
perio, y frustra el odio feroz del mundo conjura
do envano contra él. Isaías profetiza la virginidad
de su madre; contemplale el hombre mas abati
do, varon de dolores, viétima sacrificada por nues
tros pecados, la escoria y la salud del mundo, lle
vado al patibulo en compañia de malhechores, y
constituido en virtud de su muerte padre de una
posteridad inumerable; él ve las naciones santifi
cadas é ilustradas por la fé, y los castigos del cielo
executados en Israel incredulo; él ve á Jesus des
conocido y despreciado por la nacion que le bus
caba y esperaba, y hallado y adorado por las na
cio
DE LAs GRANDEZAs DE JESUs. 433
ciones que ni le esperaban ni le buscaban. Jere
mias anuncia que será por él instituido un nuevo
pacto, fundada una nueva alianza, y abolida la an
tigua; que bañados los Judios en su sangre sacrile
gamente vertida, andarán errantes, sin Rey, sin
tabernaculo, sin altar, sin profetas, llevando con
sigo de provincia en provincia el baldon y la marca
de su pecado; esperando de dia en dia á su liberta
dor, y no queriendo reconocerle. Zacarias describe
el triunfo modesto de un Rey pobre que entra pa
cificamente en Jerusalen; él ve herido al pastor, y
esparcidas las ovejas; él cuenta los treinta dineros
que pesados en la balanza del odio de los Fariseos y
de la traicion del discipulo, han de valer mas que
la inocencia de Jesus; él desciende á señalar el cam
po que se ha de comprar con el dinero, á cuyo pre
cio compra la Sinagoga la ocasion y la libertad de
cometer un deicidio. Daniel penetra con la perspica
cia de su vista la obscuridad de muchos siglos, y
cuenta los años que han de correr desde la libertad
de reedificar á Jerusalen hasta la venida del Mesias:
él, dando un paso mas adelante, señala el tiempo
preciso que ha de consumir Jesu Christo en pre
dicar, en instruir á su pueblo, en obrar el perdon
de los pecados; él determina el reyno inmutable
de la justicia, y el cumplimiento absoluto de las
profecias: y como la serie de tantos años podría
causar alguna confusion sobre los calculos y chro
nología formada por el profeta, los fixa y aliga á
un acaecimiento de que siendo testigo todo el uni
Tom. III. Lii Ver
434 SERMON -

verso, previene toda duda, y escusa la necesi


dad de formar computos: anuncia aquello mismo
que vemos, es á saber, la muerte del Santo de los
santos, á que se siguió la abolicion entera de los
sacrificios, la ruina del templo, la destruccion de
Jerusalen, que cayó sin esperanza de levantarse,
la espantosa desolacion del pueblo,á quien niega Je
su Christo en castigo de haver sido negado por él:
en una palabra quantos por el discurso de diez y
seis siglos hablan en nombre del Altisimo, hablan
de Jesus, y pintan á Jesus con tan parecidos colo
res, que solo la ceguedad mas voluntaria puede
desconocerle. Uno representa á Belen, ciudad la
menos populosa de Judá, enoblecida con el naci
miento del Mesias; donde se da á conocer por el
hijo de David por la vara de Jesé , sobre quien
descansará el espiritu del Señor. Otro pondera el
dolor y lagrimas que derrama Raquel sobre sus
hijos, viétimas sacrificadas á las sospechas de un
Rey cruel. Aqui vereis áJesus, que andando fugi
tivo en tierra estraña, desampara á Egipto, y se
restituye á su patria: alli vereis al Angel del Tesº
tamento, al deseado de las naciones, entrar en el
segundo templo. Un profeta se sucede á otro profe
ta: y lo que solo havia insinuado el primero, acaba
de explicar y declarar el segundo: vense comproba
das en el Evangelio todas las profecias; y todo el
Evangelio se halla con anticipacion en las profecias
con tal individualidad y tan circunstanciado, que
igualmente se sabe la historia de Jesus leyendo los
- - . .. . .. es
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 435
escritos de sus discipulos, que los de sus profetas.
O pueblo dichosisimo, instruido por diez y seis
siglos de oraculos y figuras cumple, cumple aprisa
con tu ministerio, predica áJesus al mundo que no
le conoce. Mas qué es lo que veo ? Ya, ya viene
acercandose aquel conquistador formidable, cuya
mano armó Dios del rayo de sus iras: ya caen en
su presencia las murallas de las ciudades; ya Jeru
salen asolada y reducida á pavesas, llora y lamen
ta envano á sus hijos, que prisioneros y cautivos
son trasladados á regiones distantes. Pues qué? va
á perecer este pueblo, y á sepultar con su muerte las
promesas del Altisimo? No lo temais, fieles: to
das son disposiciones de Dios, que por caminos in
comprehensibles á la sabiduria humana, lo obra y
dispone todo por Jesus: conviene que Israel apar
tado de Judá, habite en las orillas del Eufrates, pa
ra instruir á sus monarcas, para comunicarles su es
peranza, é introducir y excitar el deseo de Jesus en
los ultimos terminos del mundo. Entretanto Jeru
salen, aquella ciudad santa, vuelve á levantarse de
sus propias ruinas. Dios llama por su propio nombre
áCyro antes de nacer este principe; él fortalece
su brazo para postrar la soberbia de los vencedo
res, y vengar sobre Babylonia los gemidos de Je
rusalen: amparado Judá de su patrocinio vuelve
á morar en la tierra de sus padres; todo se hace por
consejo del Altisimo, que va aproximando á su
pueblo á aquellas regiones donde se han de levan
tar unas grandes monarquias, que rendidas áJe
Iii 2 SllS
436 SERMoN
sus , le han de subyugar el universo. Mirad ya
como entra Alexandro en la carrera que Daniel
le ha señalado, y conducido en alas de sus con
tinuas victorias, no con otro fin discurre por tan
tos reynos y provincias sino para facilitar en la
Grecia y en Egipto la introduccion de los libros
y oraculos de los Judios, y ponerlos delante de
los ojos de uno de sus mas politicos y beneficos
sucesores, para que trasladadas su Escrituras en la
lengua de sus vencedores, señores que eran del
oriente, anuncien á las naciones los dias de salud
y de gracia. Levantase en fin sobre los vestigios
de los tronos asolados la quarta monarquia, aquel
imperio de hierro que se sorberá todos los reynos
de la tierra, el imperio digo de Roma. Entonces
los Judios, amigos unas veces, enemigos otras de
las aguilas Romanas, pero siempre á su sombra,
aunque dispersos entre todas las naciones, bien que
separados de todas ellas, llaman la atencion del
mundo entero sobre sus profecias. Informado el
universo de sus esperanzas, está esperando que
los sucesos comprueben y justifiquen sus oraculos:
de este modo los señores de Egipto y Syria, los
Reyes de Persia y Media, los heroes de Roma y
Grecia, aquellos conquistadores tan alabados en
los fastos de los primitivos tiempos, y tan decan
tados aun hoy dia despues de tantos siglos: esto
es, los Cyros, los Asueros, los Alexandros, los
Cesares, todos, todos, sin entenderlo ellos, no
hacian mas que pelear para facilitar su imperio,
que
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 437
que triunfar para llenar el mundo de la gloria de
su nombre y de la esperanza de su gloria: de mo
do, que aun no havia nacido Jesus, y ya era el
Dios de las batallas, ya decidia de la fortuna de
los hombres, y ya dependia de su mano la deca
dencia, ó la grandeza de los imperios.
Qué viene pues á ser sino es Dios verdadero,
aquel Jesus, cuya historia empieza con la historia
del mundo? aquel Jesus, con quien tienen una re
lacion tan intima y esencial todas las edades y prin
cipales sucesos que le preceden, que solo manifies
tan á Jesus, y solo hablan de Jesus, que si los se
parais de Jesus, los privais de su trabazon y serie,
de su fin y obgeto; privaislos de quanto encierran
de grande é importante, y de quanto encierran
de mas digno y sublime, que es haver sido Dios
autor de ellos, y haver tenido á bien el ser su his
toriador? De suerte que es del todo ignorante y
enteramente ciego en las sagradas Escrituras qual
quiera que no vea en ellos lo que veía el Discipu
lo amado, á Jesus digo sacrificado desde el prin
cipio del mundo, á Jesus obgeto y fin de la Ley
y de las Escrituras: Agni qui occirus estab origi
ne mundi (1). Y en efecto, una sabiduria que no
huviese ordenado todos los siglos y todos los su
cesos, proponiendose á un hombre, y con respec
to á un hombre, tendriamosla nosotros por sabi
duria de un Dios? Quatro mil años consumidos en
2IllJIl

(1) Apoc.cap. 13. v. 8.


438 SERMoN
anunciarle y prepararle antes de nacer, ved ahí la
grandeza de esperanza y de preparacion: y quan
do nace, vereis la grandeza de fuerza y de poder,
que solo es propia de un hombre Dios. -

II. Porque en virtud de un prodigio que so


lo es propio de un hombre Dios, vivio Jesus en
el mayor abatimiento por una parte, y con el ma
yor lustre por otra, manifestandose unas veces me
nos que hombre, y otras tan fuerte y poderoso
como Dios; pues retirado al principio, y reduci
do á una soledad profunda aquel Mesias tan es
perado, deslumbra la vista del pueblo mismo que
le aguarda, y estando enmedio de Judá, Judá pre
gunta todavia por él : sale finalmente de su reti
ro, llama y convoca á Israel; y apenas halla quien
le responda, porque ciego su pueblo con sus pro
pios vicios y con las pasiones de sus Pontifices, se
empeña obstinadamente en no quererle conocer: y
solo acompañan á Jesus algunos Discipulos flacos
y pusilanimes. Pero ah! que este desamparo con
siste en que el poder y la autoridad de un hom
bre Dios no es como aquel poder mendigado, que
necesita para sustentarse del boato y fausto de la
pompa exterior, descubriendo su fragilidad por los
mismos arrimos donde estriba; y en que un hom
bre Dios halla en sí mismo su grandeza propia,
pues siendo superior á todo, de nadie depende, y
aunque reducido á la mas humilde condicion hu
mana, él sabrá siempre ser mas que puro hombre.
Asi vemos que si Jesus nace pobre, una prodigio
S2.
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 439
sa estrella anuncia su nacimiento; los Angeles le
publican con sus musicas celestiales, y sirviendo
le, hallan la gloria y la felicidad donde quiera que
habita Jesus: si Belen no quiere reconocer al hijo
de David, los Reyes que vinieron de regiones dis
tantes, le adoraron en el pesebre, teniendose por
mas honrados por los rendimientos que tributan á
Jesus, que por los que reciben de sus vasallos: si
Jesus huye de Herodes, tiembla con su fuga aquel
Rey usurpador, que conoce que amenazando rui
na su trono, titubea y se desquicia, y que por las
crueldades que le sugieren las sospechas de su me
drosa politica, da á entender á Judá que está cerca
el heredero de David, y dispuesto á cumplir los
altos designios que el cielo le tiene preparados: si
Jesus por espacio de treinta años vive retirado y
oculto, de la misma nube que le esconde, se des
piden rayos de luz que le manifiestan: si entra
en el templo de Salomon, obscurece con los ra
yos de su alta sabiduria la gloria de aquel Rey tan
celebrado por su ciencia universal: y si en las ri
beras del Jordan predica el segundo Elias, los ob.
sequios que le tributan, los refiere y ofrece áJesus.
Da Jesus principio á su predicacion; y ape
nas hay quien le acompañe; pero en medio de
esta soledad la naturaleza reconoce á su hacedor,
á quien publica con los prodigios que obra baxo
el poder de Jesus: prodigios inumerables, pues
para contar los milagros de Jesu Christo, era ne
cesario contar los pasos que dió en esta vida mor
tal,
44o SERMoN
tal, cuyo numero no se atrevieron los Evangelis
tas á individualizar, contentandose con protestar
que las cosas que vieron, son tan superiores áquan
to el hombre puede decir, como á todo lo que
puede hacer. Milagros estupendos por su varie
dad; pues no hay cosa en la naturaleza que no
se sugetase á las leyes de su imperio: el cielo
el infierno, la tierra y la mar, el dia y la noche,
los vientos y las olas, la salud y la enfermedad,
la vida y la muerte, quanto existe y quanto no
existe, todo espera solamente sus preceptos para
parecer y desaparecer, para empezar y fenecer,
para ser y dexar de ser. Milagros que por su na
turaleza son superiores á toda imitacion, y libres
de toda sospecha de engaño: los ciegos recobran
la vista, el pan se multiplica entre las manos
de los Apostoles, las olas del mar se consoli
dan, un soplo saludable y vivificador penetra has
ta las entrañas de la tierra, y restituye á la vi
da los difuntos soterrados en las lobregas conca
vidades del sepulcro. Milagros publicos y ruido.
sos; pues sin hablar de los muchos prodigios obra
dos á vista del pueblo: los mismos Fariseos, los
Sacerdotes, los Principes del pueblo fueron testi
gos que Lazaro recobró la vida al imperio de la
voz de Jesus. Milagros ciertos é incontrastables,
acreditados con testimonios que no dexan la me
nor duda : testimonios digo de unos Aposto
les que no pudieron engañarse acerca de unos su
cesos, que si no se vieron, no pudieron existir, y
Sl
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 44.1
si no existieron, no pudieron ser vistos; Aposto
les, que era imposible que huviesen conseguido en
añar con la velacion de unas, cuyas ficciones no
podian encubrirse de la desconfianza y averigua
ciones de un mundo entero, que se interesaba tan
to en descubrir la mentira; Apostoles, que con su
sangre sellaron la verdad de los milagros de Je
sus, y la confirmaron con nuevos milagros, acredi
tados igualmente con otro sin numero de martires y
testigos. Milagros, cuya operaciones mas prodigio
sa que el milagro mismo; pues mas parecen obrados
como por descuido, que de proposito: una palabra,
un deseo, una insinuacion casi imperceptible de su
poder es suficiente para executar las mayores ma
rabillas. Milagros repetidos por sus Discipulos,
pues aunque hombres mortales y fragiles, la na
turaleza respeta en ellos el sello y la estampa de
Jesus, cuyo nombre los constituye dioses de la
tierra, y depositado en manos tan flacas su po
der no encuentra impedimentos que le contengan;
obrando los Discipulos iguales si no mayores pro
digios que el Maestro: majora horum faciet (1).
Milagros finalmente que obra por sí mismo; pues
ni él invoca otro nombre que el suyo, ni él tri
buta rendimientos y honor á otro Dios: si alguna
vez invoca el Hijo al Padre, no omite advertir
que quanto hace el Padre, puede executarlo el Hi
jo, pues el poder de ambos es igual : Ego et Pa
Tom. III. FKkk fe;

() Evang. S. Joan, c. 14. v. 11,


442 SERMoN
ter unum sumus (1). Los Apostoles para obrar
milagros, invocan solamente el nombre de Jesus,
solo se valen de sus milagros para persuadir la
divinidad de Jesus. ¿Si Jesus pues no fuese Dios, si
como Dios no tuviese poder para obrar milagros,
era posible que Dios comunicase la fuerza y efi
cacia de su brazo á Jesus y sus Apostoles, y que
se degradase á si mismo, cediendo su gloria y su
santuario al usurpador de su culto y de su hon
ra? Luego el poder de Jesus no fue un poder age
no y prestado: luego Jesus tuvo un poder que so
lo es propio de un hombre Dios. Asi lo recono
ció el universo entero, y por esto corrió apresu
rado á adorarle y postrarse ante él. Ojalá que al
canzasemos todavia aquellos tiempos de tan di
chosa y sabia docilidad mas ahora despechado
el orgullo humano de sus rendimientos y cautive
rio, levanta la cabeza y la voz, ya contra la divi
nidad del Evangelio, ya contra la divinidad de
Jesus. Sustento pues que para forzarle á guardar
su antiguo silencio, basta juntar y conferir entre
sí las señales y rasgos de grandeza, de imperio y
magestad que caracterizan los milagros de Jesus,
que acabo de referir; pues me parece que de el con
junto y comparacion de todas estas cosas (que
jamas fueron exäminadas suficientemente por los
enemigos de la Religion, y nunca sobrará que
las desentrañen mas y mas sus defensores) resul
- - - t2.
(1) Ibid. C. Lo. v. 3o. - *-
DE LAS GRANDEZAS DE JESUs. 443
ta un argumento tan evidente é incontrastable pa
ra probar la divinidad del Evangelio y la divi
nidad de Jesus, que se verá obligado todo enten
dimiento á rendirse y darse por vencido.
Soltemos en efecto las velas al discurso. No
ignoro, hombres, enemigos declarados del Evan
gelio, que no aspiran á menos vuestros intentos
que á borrar el sello y la estampa de la divini
dad, que los milagros de Jesus grabaron sobre su
doctrina: mas por qué medios esperais conseguir
la infeliz empresa, que os prometen y á que anhe
lan vuestras pasiones? contraponiendo, decis, á
los milagros de Jesu Christo los prodigios que se
refieren en los fastos de la gentilidad. Ay, qué
miserable comparacion ya que no os correis de
ella, yo me avergüenzo por vosotros; mas oid
me atentos, que vosotros os llenareis de rubor
conmigo. -

¿ Con que en suma, unos prodigios obrados


en el centro de la idolatria y de aquellas inmun
das supersticiones tan despreciadas por vosotros,
como por nosotros; unos prodigios, obra de aquel
espiritu de tinieblas, tan solícito de propagar el
reyno de la impiedad y de las pasiones; unos prodi
gios semejantes á los de los magos de Egipto; prodi
gios terribles, prodigios funestos, cuya execucion so
lo permite al infierno el cielo quando quiere mos
trar su indignacion segun doctrina de S. Agustin,
y castigar la obstinacion voluntaria del corazon
humano con la ceguedad espiritual de la razon y
Kkk 2 del
444 SERMoN
del entendimiento: pargens poenales cecitates:
tales prodigios, digo, contraponeis á unos mila
gros obrados con el fin de fundar sobre las ruinas
de la idolatria el convencimiento y la fé de la
unidad, de la eternidad, de la omnipotencia, de
la sabiduria, de la providencia, de la misericor
dia, de la santidad del supremo Ser; á unos mi
lagros obrados para establecer sobre las rui
nas del imperio de todos los vicios el imperio
de todas las virtudes ; los contraponeis por
consiguiente á unos milagros, que no pueden
ser sino obra de Dios , supuesto que la glo
ria de Dios es su unico obgeto? ¿Con que
unos prodigios que solo tuvieron por testigos las
sombras y el silencio de la noche, algun rincon del
mundo oculto y escondido, un escaso numero
de discipulos embebidos ya en las opiniones de su
maestro y apasionados por él, los contraponeis á
unos milagros que tuvieron por testigos al sol de
medio dia, á los ojos curiosos y desconfiados de
inumerables hombres, libres de preocupaciones
que los dispusiesen á admitirlos, y llenos de preo
cupaciones y afectos que los inclinaban á repu
diarlos? ¿Con que unos prodigios, que si tuvie
ron alguna realidad, cayeron prontamente en el
olvido, sí bien volvieron á renovarse en un libro
sembrado de tales ficciones, que la gente mas
vulgar é idiota se correria de oirlas, los contrapo
neis á unos milagros acreditados con la enseñanza
y testimonio de unos manumentos autenticos,
Cll
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 445
cuya memoria transmigrada de siglo en siglo, ha
establecido y fixado la fé, ha arreglado las cos
tumbres de los hombres de mayor entendimien
to, de esos vuestros maestros digo, de esos exem
plares vuestros en todo genero de virtudes, tan
to mas dignos de serlo, quanto que ignoraron esa
vuestra ciencia estolida de disputar contra la evi
dencia misma, y de mirar solo las cosas con ojos
empañados con los negros vapores de la pasion?
¿Con que unos prodigios tan poco publicos, que
el dia mismo que los alumbró, parece que los ig
noraba; tan poco probados, ó tan incapaces de
probar nada, que no dexaron resabio ni vesti
gio de su execucion, los contraponeis á unos mi
lagros que fueron suficientes á causar la revolucion
mas estupenda y duradera que ha experimentado
el universo; revolucion mas prodigiosa que los
mismos milagros que la produxeron, esto es un
mundo christiano nacido de un mundo idolatra?
¿Con que unos prodigios, que por el mismo testi
monio de los escritores que nos han conservado
su memoria, fueron preparados por el artificio,
ayudados por la naturaleza, empleados por la
politica, aplaudidos por la lisonja, y que sin te
mor ni peligro alguno pudieron sus historiadores
referir sin exámen, sin critica, y sin precauciones,
los contraponeis á unos milagros, que solo pudo
obrar un poder superior á todas las fuerzas de la na
turaleza; milagros obrados con una sola palabra de
Jesus, con el solo tacto de la vestidura de Je
SuS,
446 SERMoN
sus, con sola la sombra de un apostol de Je
sus; milagros atestiguados con la sangre de inu
merables martires, que tanto les iba en certificar
se plenamente de la realidad y de lo sobrena
tural de un caso que les obligaba á dar la vida?
¿Con que unos prodigiosvagos, sin obgeto, sin des
tino, que nada importan en la serie de los su
cesos humanos, que solo llenan un momento de
la sucesion de los tiempos, los contraponeis á unos
milagros, que se renuevan continuamente, cuya
corriente, sin interrumpirse en el discurso de diez
y ocho siglos, ha llegado hasta nuestros dias,
cuya fecundidad vereis vosotros que permanece
aun en la misma religion á quien haceis la guer
ra ; pues á ellos es ella deudora de su principio,
de su propagacion, de sus triunfos, de su per
manencia, de modo que la religion y estos mila
gros mutuamente se prueban y confirman entre
sí? ¿Con que unos prodigios, que apenas mere
cen el nombre de milagros, ó que por mejor de
cir son indignos enteramente de él, los contra
poneis á un solo prodigio, que el nombre de mi
lagro no alcanza á expresar suficientemente, aquel
prodigio digo con que resucitando Jesu Christo de
entre los muertos, se restituye á sí mismo la vida
que acaba de perder en el Calvario ; prodigio
que el entendimiento humano no colocó en la
clase de las cosas posibles hasta que la misma
realidad le dió la idea; prodigio, cuya evidencia
se comprueba tan incontrastablemente en unos
li
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 447
libros , que envano intentaria impugnar la
mas ilustrada y temeraria impiedad? ¿ Con que
en suma, repito, unos prodigios ocultos, casi
no conocidos, dudosos, aislados, sin mas fia
dor que la mentira, ó antes fomentadores de
la mentira, recibidos sin la averiguacion y exā
men conveniente, indiferentes y agenos de todas
las persuasiones é intereses de su siglo ; los con
traponeis á unos milagros publicos, ruidosos, exā
minados, estudiados profundamente con el rigu
roso fin y con el mayor empeño de averiguar la
verdad, y adoptados y aplaudidos contra el ma
yor empeño de repudiarlos; á unos milagros, cria
dores en algun modo de un nuevo mundo ; y á
un milagro superior á todo milagro, y á una
certidumbre superior á toda certidumbre? ¿ ó
porqué no será lo mas acertado decir que con
esta indecente y odiosa comparacion, procedien
do con mas malicia que ignorancia, contrapo
neis unos milagros que no creeis, á otros mila
gros que no quereis creer; unos milagros, cuya
falta de probanza conoceistan claramente, que no
podeis dexar de despreciarlos, á otros milagros,
cuya probanza conoceis que consta tan plenamente,
que no podeis dexar de temerlos? Olocura, ó delirio
mas á proposito para hacer abominable y despre
ciable vuestra incredulidad, que para escusarla y
paliarla omnis iniquitas oppilabit os suum (1).
- Y
(1) Psalm. 1c6. v. 42.
448 SERMoN
Y vosotros, sectarios, enemigos tambien de
clarados de la divinidad de Jesu Christo, que
aunque os preciais de confesar y reconocer su
doctrina, contraponeis los milagros de los
Discipulos á los milagros del Maestro, preten
diendo que asi como los milagros de los Apos
toles y Martires no prueban que sean mas que
hombres, asi tampoco los milagros de Jesus prue
ban con mayor certidumbre que él sea Dios, no os
dire para confundiros y enseñaros, que mediteis y
estudieis; sino que abrais los ojos, y mireis. Cón
efecto, qué es lo que vemos en los milagros de
los Apostoles, de los Martires y de los San
tos? Vemos un poder limitado y ceñido á cier
tos momentos y á ciertas circunstancias; un po
der que ya les asiste, ya se les ausenta; un po
der que si ayer le tuvieron, hoy les falta; un
poder de que no se atreverian á usar, si no sin
tiesen la inspiracion que les da testimonio de su
presencia. Vemos un poder ceñido á cierto orden
de sucesos marabillosos. Unos pueden mas otros
menos, y el que mas puede, no lo puede todo.
Un poder limitado por la necesidad de implorar
y de conseguir otro poder ageno: en vuestro nom
bre dicen los Discipulos á Jesus, hemos expeli
do los demonios, y ellos huyeron. Un poder li
mitado precisamente á quien le exerce y asi el
que obra milagros, no comunica á otros la fa
cultad de obrarlos. Un poder superior á las fuer
zas del hombre; pero poder que ni procede del
hom
DE LAs GRANDEZAs DE JESUs. 449
hombre, ni es propio del hombre; y asi, aun
que se ven hombres favorecidos del cielo, pero
solamente obran como hombres, ni ellos son mas
que puros hombres. Pero por el contrario, qué
es lo que vemos en los milagros de Jesus? Ve
mos un poder que no conoce ni sazon de tiem
pos, ni diversidad de circunstancias; un poder
que todo lo puede, y que lo puede en todos los ins
tantes; un poder, que nitoma el beneplacito, ni es
pera el influxo de ningun otro poder. Llama
Jesus á Lazaro, y Lazaro sale del sepulcro: manda
al Paralitico que se levante, y el Paralitico echa áan
dar. Un poder que comunica á otros quando
quiere: id, dice á sus Discipulos, é invocad mi
nombre, y las enfermedades se ahuyentarán, el
infierno temblará: ellos van, y obran inumera
bles milagros. Un poder que él estiende mas allá
de los limites de su vida mortal, trasladandole
como por una sucesion hereditaria, y propagan
dole por una dilatada serie de años y de gene
raciones. El promete comunicar á los que creye
sen en él el dominio universal que exerce en el
cielo, en la tierra y en el infierno; y cumplien
do fielmente sus promesas, vemos que mientras
fueron necesarios los milagros para establecer y
radicar la fé, todos sus Discipulos fueron otros
tantos taumaturgos: si uno muere, otro le su
cede, y su vida es igualmente milagrosa: (1) signa
Tom. III. Lll (Z44

() S. Marc, c. 6. v. 7.
v.
45 o SERMoN
auten eos, qui crediderint, hec sequentur (1).
Ved pues claramente la diferencia esencial
que hay entre los milagros de los Santos y entre
los milagros de Jesus: los milagros de los San
tos son obra de un poder limitado en su fuerza
y eficacia; de un poder transitorio que existe un
instante, y en otro desaparece; de un poder age
no, y asi el hombre le recibe, y no puede co
municarle, ó solo le comunica por aquellos me
dios á que Jesus tiene aligado el don de milagros.
Pero los milagros de Jesus son obra de un poder
infinito en su vigor y eficacia, que á todo se es
tiende; poder permanente, que es de todos los dias,
y de todos los momentos; poder radicado tan inti
mamente en su Magestad, que á su voluntad y pro
pio arbitrio le comunica y le recobra, le da y le reti
ra. En conclusion: es verdad que los milagros de
los Apostoles y Santos nos muestran en el hombre
un imperio superior al humano, pero poder que
ni es del hombre, ni pertenece al hombre: lue
go solo nos muestran unos puros hombres de quien
se vale la sabiduria divina, meros depositarios del
poder divino; hombres por consiguiente que en
la misma execucion de los milagros no obran, ni
son, ni parecen sino puros hombres: en lugar de
que los milagros de Jesus nos muestran en Je
sus un poder igualmente superior al humano; mas
un poder que nace de él, y es propio suyo; po
der, cuyo origen y cuyo señor es él mismo; poder de
quien él es el propietario; y por consiguiente los
1TC
T) E LAS GRANDEZAS DE JESUS. 45 I
milagros de Jesus nos muestran y prueban en
Jesus un hombre que es Dios y que obra, como
Dios. Con que Jesus tuvo un poder superior á
todo poder humano; y tuvo tambien una pro
fundidad de sabiduria y de conocimiento que so
lo es propio de un hombre Dios.
III. Profetizen lo futuro las deidades de la
gentilidad, decia el Señor, y entonces sabremos
que son dioses: Annuntiate que ventura sunt,
sciemus quia dii estis (1). Os pondre yo delante
el universal conocimiento que tuvo Jesu Christo
de lo venidero? ¿ de la ruina de Jerusalen, de
la abolicion de las antiguas ceremonias, del Tem
plo destruido para no levantarse jamas, del mun
do embravecido contra el Evangelio, y rendi
do despues á sus leyes, de los tiempos de la pri
mitiva Iglesia tan calamitosos y turbados, de los
arroyos de sangre que inundarian su cuna, de las
persecuciones que le arrebatarian sus hijos, de la
paz que la llenaria de consuelo, de las victorias
que la radicarian, de los cismas que la despeda
zarian, de los falsos profetas que la afligirian, y
en medio de tantas tormentas y tempestades de
su perpetuo triunfar de los siglos y de los erro
res? En fin todas las revoluciones de todos los
tiempos se descubren patentemente á los ojos de
Jesus: él registra con la misma claridad lo futu
ro que lo presente; y el tiempo que ha corrido
Lll 2 des
(1) Isai.cap. 41. v. 23.
452 SERMoN
desde Jesus hasta nuestros dias, solo parece que
ha corrido para justificar el cumplimiento de su pa
labra, y para traer los sucesos que él pronosticó.
Sondear el abismo de los pensamientos hu
manos solo es propio de Dios, para quien todo
es luz y claridad : Omnia autem muda sunt c5
aperta oculis ejus (1). Os pondre yo ahora de
lante el corazon humano desnudo de todo velo,
y despejado de toda sombra para los ojos de Je.
sus? El lee los pensamientos que se fraguan en
lo mas oculto de la alma, los deseos que hierben
en lo mas escondido del corazon, y lo que ni el
hombre conoce en sí mismo : sciens cogitationes
eorum, dirit eis (2). El penetra con una sola mi
rada el caracter y las inclinacciones, los proyec
tos y los deseos de los que llegan á conversarle:
ipse enim sciebat quid es set in homine (3). El lee
en su interior lo que son actualmente y lo que
seran en adelante : en el corazon de Judas lee su
traicion é impenitencia; en el de Pedro su nega
cion y arrepentimiento; en el de los Discipulos
su fuga y su reconocimiento; en el de Magdale
na lo agudo de su dolor, y la firmeza y cons
tancia de su amor; en el del pueblo su velei
dad y su pertinacia infiel; en el de los Fariseos
sus preguntas dolosas y las tramas de su envi
dia : quaritis me interficere (4). En fin quanto el
hom
(1) Ad Hebr. c. 4. v. ; 3. (2) S. Mat. c. 2. v. 25.
(3) Evang S. Joan. c. 2. v. 25. (4) Ibid. c. 8. v. 37. ,
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 453
hombre ha de pensar y ha de querer, para Je
sus ya lo ha pensado y ya lo ha querido. ¿Os
hablaré de la sublimidad de su doctrina, de la
grandeza de Dios, de la nobleza de su indepen
dencia, de la inmensidad de su ser, de la ple
nitud de su poder, de su eternidad, de su cien
cia infinita, de la perfeccion de su santidad, de
las solicitudes de su providencia, del rigor de su
justicia, de la abundancia de sus misericordias,
de los dones de su gracia, de la magestad de Dios
como criador, de los beneficios de Dios como
salvador, de las gracias de Dios como santifica
dor, de los altisimos misterios de la unidad y tri
nidad divina; aquellos misterios digo que los
mas altos y perspicaces entendimientos no ha
vian llegado á congeturar, ni los profetas havian
podido mas que bruxulear, ni la ley havia de
clarado sino entre obscuridades y velos densisimos,
ni el mismo Dios havia anunciado en el antiguo
Testamento sino escasamente; y que Jesus enseña
con una claridad y expresion dignas del Unigeni
to que habita en el seno del Padre, y que bebe
la luz en su fuente con un sosiego, que solo es
propio de aquel á quien nada comueve ni altera,
porque para él nada sucede de nuevo; con una
sencilléz, que solo puede convenir á aquel para
quien nada es grande, porque él es mayor y su
perior á quanto se puede decir y excogitar? Y
ahora qué os dire de su Evangelio santo ? O
religion toda divina y celestial ay, con quánta
12
4 K4 SERMoN
razon exclamaban los Judios y preguntaban: qué
nueva doctrina es esta? quaenam doffrina hec
nova ? (1). El mundo á la verdad no havia oido
el idioma en que le hablaba Jesus: temer la pros
peridad, y apetecer las desgracias; anteponer una
pobreza honesta y virtuosa á las riquezas, aun
que licitas; desde la cumbre de la grandeza en
vidiar el estado del hombre de condicion humil
de y baxa; no mirar con ojos envidiosos y ava
rientos los bienes agenos, y mirar con desape
go lo, que se posee; reservar todo nuestro aborre
cimiento para nuestros vicios y pasiones, y guar
dar para los que nos aborrecen toda nuestra afa
bilidad y amor; sentir la elevacion y la opulen
cia, y consolarse de este pesar solo por la fa-.
cilidad de amparar al, desvalido, y, aliviar al ne-.
cesitado; saber alabar solamente las buenas pren
das del proximo, y tener solo ojos para ver los
propios defectos; adelantar y hacer rapidos pro
gresos en el camino de la perfeccion, y pensar
siempre que se halla al principio de la carrera;
anhelar por la virtud, y huir del aplauso que re
sulta de ella; no recelarse sino de las caricias del
mundo, ni temer sino el amarle, y el ser ama
do de él demasiadamente: 6 qué preceptos ó
qué consejos ó qué moral. En vano nos fati
gariamos en descubrir su origen y semilla en nues
tro corazon, ni la idea de ellos en nuestro enten
, , , , , , , , , di
(1) S. Marc. 1. v. 27. TT
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 455
dimiento. No menos debieron asombrarse de tan
alta doctrina Roma, Atenas, y los elevados in
genios del Portico y del Liceo, que Jerusalen y
la Synagoga; pues todo lo que sabian, y po
dian saber y enseñar, no excedia las luces y dic
tamenes de la humana sabiduría; pero Jesus anun
ciaba y enseñaba segun los oraculos de la sabi
duria eterna. Ellos, aunque hombres grandes, eran
al fin hombres, y pensaban y hablaban como hom
bres; pero Jesus es Dios, y piensa, habla, sabe
y enseña como Dios- -

Con que la religion christiana, es religion


santa, y tan pura y santa, que una sola palabra,
un pensamiento momentaneo, un deseo que se
desvanece y no vuelve, basta qualquiera de es
tas cosas para merecer sus iras. Religion que pa
ra desterrar todos los vicios, violenta todos los
apetitos, y penetra hasta lo interior delalma para se
car y extinguir en ella el manantial de las perversas
inclinaciones: y el corazon es la primera victima que
ella desea ver tendida sobre su altar; pues segun el
espiritu de la religion nada debe estar menos asido al
hombre que el hombre mismo, y el que sola
mente cumple con la mitad de sus preceptos, no
menos sera reprobado, que el que los quebranta
todos. - -

Es religion amable, que baña el alma en


deleites mas solidos y mas vivos que los de
leites de que ella la priva; y que solo la prohibe
que se dexe arrastrar de los halagos lisongeros ¿
dS
45ó SERMoN.
las pasiones, para libertarla de sus crueles turbu
lencias y mortales furores. Es religion benigna y efi
caz, que solo pide al hombre aquello que el hombre
ayudado de los auxilios de la gracia puede dar
le : ella en las almas fieles y dociles enciende una
llama viva y penetrante que abrasa y consume
los vinculos de las aficiones terrenas: los sacri
ficios mas dolorosos tienen un oculto aliciente que
llama y atrae; y por un prodigio que él mis
mo que le experimenta, no lo comprehende, sien
te el hombre fruicion y complacencia en derramar
sus propias lagrimas: la Religion nos hace felices
privandonos de nuestros gustos, y el Evangelio
solo es riguroso para aquellos que quieren miti
gar su severidad.
Es religion prudente, que pide un medio
discreto y oportuno en todas las cosas: y como
está tan distante de pedir una virtud muy rigu
rosa, como de tolerar el vicio, ni es demasiado
elevada, ni demasiado condescendiente, ni de
masiado austera: ella purifica la tierra sin turbar
la, y arregla y ordena todos los estados y con
diciones sin confundirlas. O y qué sabiduria tan
milagrosa Haver sabido el lazar con un vincu
lo tan estrecho la gloria de Dios y la felici
dad del hombre, el exercicio de la virtud con
los oficios de la sociedad, la inocencia y la paz
del corazon con la justicia y la felicidad del pue
blo! -

O Jesus ó Maestro verdadero, unicamente


dig
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 457
digno del amor y agradecimiento de los hom
bres Magister vester unus est Christus (1). : In.
tentaré arrebatado de zelo desagraviaros de las
injurias de la orgullosa presuncion humana? Ay!
que las maximas que parangona con vuestra le
gislacion divina, os hacen suficientemente venga
do. Y no hablaré de aquellas doctrinas de sedi
cion y de sensualidad, enemigas del altar y del
trono: de aquellas doctrinas exterminadoras de la
beneficencia y de la gratitud, de la modestia, y
de los oficios de la urbanidad, con que el ateis
mo (á quien tanto ha estimulado la perversidad
de nuestras costumbres para manifestarse y des
cubrirse en publico) obsequia y aplaude el de
lito para justificarle y aquietarle los remordimien
tos; pues si tales maximas en qualquier tribunal
deben ser castigadas y detestadas, en el santua
rio cuya magestad profanan, solo merecen un
desprecio y silencio desdeñoso ; tampoco intenta
ré manifestaros la inutilidad de esa brillante y
pomposa doctrina de nuestros nuevos filosofos, que
con artificios tan astutos desquician los cimientos
de las costumbres publicas, aunque al parecer no
quieren comoverlos porque quien no vé que ad
mitido el principio quimerico y contradictorio
que ellos sientan, de la ley sin legislador, de obli
gaciones que cumplir, sin autoridad que las im
Ponga, y de la obligacion de negarse á la felici
Tom. III. Mmm dad
(1) S. Math. c. 23. v. 8.
458 SERMoN
dad presente sin esperanza y sin temor de lo veni
dero, quién no ve, repito, que sus lecciones son
á lo sumo unos consejos esteriles, que no llegan
á tener fuerza de precepto, que si la razon las
escucha acaso gustosa, la concupiscencia las oye
sin sobresalto, y que siendo tan incapaces de ga
nar el corazon, como de intimidarle (al qual en
tregan enteramente en manos de las pasiones,
desnundandole de todo interes que le obligue á
resistirse á sus halagos) no tanto son un estimu
lo de virtud, como un incentivo del vicio? Li
mitaréme pues á tratar de lo que tiene mas in
mediata concernencia con mi asunto : y siento
desde luego lo que ningun hombre versado en la
erudicion sagrada y profana me negará, á saber:
que en las maximas mas prudentes, mas sanas,
mas puras, que con tanto aparato vierten nues
tros filosofos, nada enseñan ni dicen de nuevo
sino lo que Jesus les enseña; que la doctrina dic
tada por una razon mas recta y depurada no em
pezó á formarse, á brotar y á esparcirse por el
mundo hasta los tiempos en que los Apostoles
y sus inmediatos sucesores publicaron hasta los
ultimos fines del universo la doctrina de Jesu
Christo; y que por consiguiente, contraponer la
moral filosofica á la moral Evangelica, no seria
á lo sumo otra cosa que contraponer el Evan
gelio al Evangelio, los Discipulos al maestro, los
imitadores al exemplar y qué Discipulos y qué
imitadores sin embargo Avivad ahora vuestra
aten
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 459
atencion, amados oyentes mios; porque haveis
de entender, que si la fé no asegura y afirma
la vista del hombre, se turba y ofusca, y no pue
de sufrir la luz viva de la santidad y magestad
de los oraculos del Altisimo.
Habituado el hombre carnal á discurrir, guia
do solo de la vislumbre de una lóbrega luz, se
atreve temerariamente á corregir la doctrina de
Jesu Christo, suprimiendo de ella la eternidad
de la otra vida, la necesidad de la gracia, la
virtud y eficacia de los Sacramentos, la mediacion
de un hombre Dios, el heroismo de una abne
gacion interior, los rigores de la penitencia, los
abatimientos de la humildad. Y qué es lo que ha
ce con esto? El debilita y deshace la union esen
cial que hay entre el criador y la criatura; él
enagena de Dios al hombre que le crió, y pa
ra quien fue criado; de modo que Dios, segun
él , es el Dios del cielo, y el hombre es Dios de
sí mismo en la tierra; y asi se pide las virtudes á
sí mismo, las alcanza de sí mismo, descansa en
sí mismo ; y hasta en las mayores victorias que
su razon consigue de su amor propio, él es jun
tamente la victima que se sacrifica, y la deidad
que recibe el sacrificio. No nos marabillemos,
christianos, de semejantes delirios; pues tal doc
trina es puro lenguage del orgullo; y las virtu
des de quien tiene tal maestro no pueden dexar
de ser virtudes soberbias, y por tanto virtudes
defectuosas en su origen, viles y baxas en su ob
- Mmm 2 ge
46o SERMoN
geto, en sus fines, en sus esperanzas, virtudes
por consiguiente indignas del nombre de vir
tudes verdaderas, virtudes en fin que quando
no sean vicios, no son nada. Ay, qué diferen
te es el Discipulo de Jesus pues introducido por
medio de las lecciones de su maestro en el san
tuario de la divinidad, y sobreponiendose á las
ilusiones de un despreciable orgullo, conoce que
las virtudes del hombre no pueden ser sino dones
de Dios: y asi ni las espera sino de la gracia de
Dios como santificador, ni las solicita sino de Dios
mediador, ni las hace meritorias sino con los me
ritos de Dios como salvador, ni las alcanza sino
de Dios; y todas las refiere á Dios. Levantado
por las grandes felicidades que le esperan en la
eternidad, sobre las prosperidades y adversida
des temporales, proponese solo á Dios como el
ultimo fin que merece todas sus atenciones; en
todas sus acciones y pensamientos no anhela, no
solicita sino agradar á Dios; solo se fatiga por
planar y radicar en su alma la ley de Dios,
y cómo Dios no habita plenamente en el corazon
humano sino por medio de su divino amor, el
amor de Dios es el blason y la divisa que distin
gue á los que siguen á Jesus, de todos los demás
hombres. El discipulo del filosofo mundano so
lo quiere complacerse á sí mismo, y á nadie te
me desagradar sino á sí mismo: el discipulo ver
dadero de Jesus teme á Dios, espera en Dios, y
todo lo ama por Dios: echadlo sino de ver en
- los
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 461
los Pablos, en las Teresas, en los Agustines, en
tantos martires, en tantos apostoles , en tantos
confesores de Jesu. Christo: mirad como este
amor reyna y dirige todos sus demas amores; y co
mo no aman sino segun Dios y por Dios, y pa
rece que en su corazon solo hallan entrada y aco
gida las esperanzas y los temores, las solicitudes
y enagenamientos del amor divino : afligense y re
prehendense por no amar mas, y desean un amor
mas grande y encendido, como el unico y el ma
yor galardon del amor: si suspiran por el cielo,
es principalmente porque saben que en el cielo no
turban el amor de Dios los latidos, las quexas, los
resentimientos de ningun otro amor; y porque sa
ben que en el cielo han de amar á Dios con un
amor sin limites en su intension , y eterno en su
duracion: vivo autem, jam non ego, vivit vero in
me Christus (1). Preguntoos pues ahora, si el dis
cipulo es en cierto modo algo mas que hombre,
cómo es posible que el maestro no sea Dios? y no
debiendo haver experimentado en el mundo sino
obsequios y adoraciones el autor de una doctrina
que engendra virtudes tan altas y celestiales, solo
experimentó tormentas, y borrascas: pero aunque
los sucesos varien, él es inmutable; y siempre su
perior á todos los acontecimientos humanos, no
se menoscabará en nada aquel imperio y magestad
que solo es propio de un hombre Dios.
Al
() Ad Galat. cap. 2. v. 2o.
462 SERMoN
4 . Al considerar las atroces persecuciones éig
nominiosos baldones que sufrió Jesus; al conside
rar que toleró el tropel de ignominias de su Pasion
dolorosa con una constancia, con una tranquili
dad, con una noble y magestuosa indiferencia, que
no conocieron aquellos heroes, y semidioses que
inventó la antigüedad fabulosa para significar el
valor y esfuerzo, con que dota el cielo las almas
que destina para instruccion y asombro del uni
verso: al considerar que la paciencia de Jesus no
flaqueó entre aquellos afrentosos oprobios, en que
vacila precisamente, se debilita y cae toda virtud
que no excede los limites de virtud puramente
humana, por esto solo se le debe toda reverencia,
toda gloria, toda adoracion; pero al considerar
que la gloria de Jesus nunca triunfó ni resplande
ció con mas vivos rayos que en el centro de la
ignominia; al considerar que nunca se manifestó
mas su grandeza que en la sazon en que se huvie
ra aniquilado qualquiera otra grandeza; y que se
dexó ver como Dios, quando apenas debia mos
trarse hombre, aqui es donde atonito todo enten
dimiento no acierta á alabar, adorar, y á expli
carse sino con un silencio profundo.
Prevaleció finalmente la astuta malicia de los
Escribas y Fariseos sobre la inocencia de Jesus,
que cargado con la maldicion de su pueblo, cami
na al Calvario á derramar en la cruz la ultima san
gre que havia ya quedado en sus venas. Muere
Jesus y ahora os conjuro yo y os invoco, ó cie
lo!
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 463
lo ó tierra! para que me digais dónde está lo
hombre en Jesus moribundo? Yo solo registro en
él lo Dios. Muere Jesus; y al morir se muestra
autor de la naturaleza: el dia se obscurece, el sol
eclipsa su luz, la tierra tiembla, las piedras cho
can unas con otras, los peñascos se hienden, el ve
lo del templo se rasga; descienden precipitadamen
te de la cumbre del Calvario la lobreguez, el ter
ror, la consternacion, é inundando la ciudad dei
cida, lo llenan todo de horror y espanto. Mues
trase señor absoluto de los corazones y voluntades:
Pedro, que al principio de esta escena tragica le
negó, le confiesa con sus lagrimas y dolor los
dispersos discipulos se congregan á la sombra de
su cruz : arrepentidos los Judios le dan en su
muerte el titulo de hijo del Altisimo que le havian
negado en vida el apostol traidor, despedazado
por los mas vivos remordimientos, le venga con
su desesperacion. Muestrase vencedor de la muer
te, extrayendo de los sepulcros los difuntos que
despues conversan en Jerusalen, y sobreviviendo
él mismo á su propia muerte. Muestrase arbitro y
señor absoluto de todos los sucesos: la reconcilia
cion del pecador se efectua por medio de un dei
cidio horrible; la Sinagoga se hunde en el sepul
cro del Justo á quien barbaramente sacrifica; la
caña que le ponen en la mano, es aquel cetro de
hierro, de quien havía vaticinado el Profeta que
postraria y quebrantaria los tronos y diademas, co
mo un vaso de barro: con el decreto y titulo de
Sll
464 SERMoN
su muerte (monumento digno de eterna memoria
por el vasallage que con él rinde Israel á su Rey
á quien vanamente negó, y no menos sacrilega
mente despojó de la vida) reconoce el mismo Is
rael sin entenderlo, ni comprehenderlo, áJesus por
Rey de los Judios: cuya inscripcion se fixa en la
cruz de Jesu Christo: Rer Judarorum (1).
Pero qué intento? á qué proposito desciendo
á referir tan individualmente tanto numero de pro
digios? No es acaso el mismo Jesus el mayor mi
lagro de los milagros, y el argumento mas con
vincente de la divinidad? Consideradle cómo le
pinta el profeta Isaías: teñidas las manos y vesti
duras en la sangre que le saca la violencia de los
tormentos, rodeado de aquellos crueles leones que
solicitan á porfia beberle la ultima gota de sangre:
huyen todos de la tormenta, Apostoles, Discipu
los, hombres colmados de beneficios: quién acom
paña á Jesus? Jesus solo: Jesus se basta á sí mismo:
y en medio de aquella noche tenebrosa de atrocida
des, reyna y señorea con tanta magestad, como
quando los astros de la mañana segun la expresion
de la Escritura, manifiestan su gloria al sol que se
encarga de propagarla por el universo. Suelto entre
las cadenas, no profiere palabra donde no se ma
nifieste la divinidad, la verdad y la autoridad su
prema: solo habla lo que quiere hablar, y todo
lo habla con la dignidad y decoro digno de un
Dios:

(1) Evang. S. Joan. cap. 19. v. 19.


DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 465
Dios: con una palabra liberta á los discipulos de
las conjuraciones sangrientas de la Sinagoga: con
una palabra destruye y confunde las calumnias y
falsos testimonios : con una palabra, con que sen
cilla é ingenuamente confesó su divinidad, derri
va despavorida á aquella gavilla infame que intenta
prenderle: con una palabra confunde y oprime la
avilantez insolente del Pontifice y de los Fariseos:
y con una palabra estremece y llena de miedo al de
positario de la potestad Romana, Poncio Pilato.
En aquel dia del triunfo de la Sinagoga, y de
los desprecios de Jesus no huvo paz ni tranquili
dad, no huvo cordura ni serenidad, no huvo deco
ro ni grandeza sino en Jesus: la turbacion, el al
boroto, la perplexidad, la baxeza servil, la trai
cion infame, el fanatismo, y la ceguedad gobier
nan los consejos de los Fariseos; y persuadiendo
se que son arbitros de la suerte de Jesus, no hacen
como viles esclavos, sino lo que quiere permitirles
el Dios á quien ultrajan; el qual ha señalado al tor
rente de su iniquidad, al modo que á las olas del
mar, los limites de arena, que no traspasarán: us
que huc venies (1). Ellos no andarán sino por los ca
minos que les está mandado; ellos no omitiran na
da de quanto Jesus ha vaticinado de sí mismo por
boca de sus Profetas; pero tampoco darán un pa
so mas adelante: ni sufrirá mas tormentos ni opro
bios sino enquanto quiera consentirlos, y segun
Tom. III. Nnn el
(1) Job cap. 38. v. 1 1.
466 SERMoN
el orden y medida ya determinada por su volun
tad santisima; ni pierde la vida, sino que la dexa:
ego pono animam meam.... d meipso (1). Dueño de
sí mismo y del mundo, de lo presente y de lo ve
nidero, de su corazon y de su vida, registra el li
bro de los decretos eternos; y solo despues de ha
verse certificado del entero cumplimiento de los
divinos oraculos, y de haver advertido que todo
está consumado, espira: consummatum est.... tra
didit spiritum (2). No hay duda que todo se ha
vria consumado para un hombre que fuese hom
bre meramente; mas no está consumado todo
para un hombre, que es Dios al mismo tiem
po. Es verdad que concluyó Jesus quanto tenia
que hacer en su vida mortal: consummatum est;
pero ahora vá á dar principio á lo que ha de ha
cer en su vida inmortal; pues su muerte solo ha
roto el velo que ocultaba su divinidad. Brota otra
vez el mundo del caos, y de un caos mas espan
toso que el primero, esto es del caos de sus erro
res y maldades: nuevo culto, nuevos templos, nue
vo sacerdocio, nuevo sacrificio, nuevas costumbres:
verificase la realidad, las sombras se desvanecen,
las figuras cesan, las tribus del pueblo escogido se
desordenan, las tablas genealogicas se confunden:
Israel dexa ya de ser su pueblo, ya cumplió con
su ministerio, y se retira; o por mejor decir, un
nuevo destino le espera y asi todavia formará un
- pue
(1) Evang. S.Joan. c. 1o. v. 17. y 18. (2) Ibid.cap. 19. v. 3o.
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 467
pueblo, pero un pueblo vagamundo, que andará
errante por todas las regiones, y disperso por to
dos los climas, para deponer y dar testimonio de
oriente á poniente de la divina revelacion de los
libros que profetizaron áJesus; y para será un mis
mo tiempo pueblo reprobado por Jesus y pueblo
de Jesus, contribuyendo á pesar suyo á la gloria
de Jesus, y anunciandole tan claramente con sus
calamidades, como lo havia hecho con sus oracu
los. -

Mas ó profundidad, ó abismo de los conse


jos de Dios! De las ruinas de Israel resulta, dice
el Apostol, la salud de las naciones: el acebuche,
ú olivo silvestre inxerto en el olivo natural estien
de sus fecundas ramas desde el Mediterraneo al
Oceano: Jesus enarboló el real estandarte de su
Cruz en el monte santo, y fue vista desde las re
giones donde el sol empieza su carrera, hasta las re
giones donde la fenece : y publicada y anunciada
en los climas donde nunca se dexaron ver las agui
las Romanas, donde nunca se oyeron los aplau
sos de las victorias, ni el estruendo de la caida del
imperio de los Cesares: entrambos mundos se rin
den y postran á los pies de Jesus, y las naciones que
no tenian noticia de Dios criador, adoran á Dios
crucificado : si eraltatus fuero d terra, omnia tra
ham ad me ipsum (1). Si os preguntase yo ahora
si dudabais que morir como murió Jesus, era un
Nnn 2 1nO

(1) Evang. S. Joan. cap. 12. v. 32.


468 SERMoN
morir como Dios, agraviaria vuestra razon no me
nos que vuestra fé el mismo orgullo filosofico, no
obstante su aborrecimiento á los oprobios de Je
sus, tiene confesado, que si Socrates, el heroe de
la sabiduria y de la virtud gentilica, murió como
hombre grande, solo Jesus murió como Dios. Veis
pues una grandeza en los tormentos y persecucio
nes, que solo es propia de un hombre Dios; y ve
reis finalmente una grandeza de virtud y de san
tidad que no puede convenir sino á un hombre
Dios. - - ...
IV. Los mayores hombres tienen sus flaque
zas, y por el hecho mismo de ser hombres, es
imposible que carezcan de ellas: pero qué fragili
lidad se apadrinará y justificará con el exemplo de
Jesus? Acaso el amor á los regalos y blanduras de
la carne? Peregrinaciones penosas, fatigas, exer
cicios trabajosos, una infancia pobre y desvalida,
una vida mortificada y sin alvergue, una muerte
entre ignominias y tormentos: ved en pocas pala
labras la historia de Jesus: in laboribus d juventu
te mea (1). Acaso la ambicion? miradle cómo se
abraza con la cruz y desprecia el Reyno que le ofre
cen ; cómo sale al encuentro á los que vienen á
prenderle, y se resiste á las instancias y empeño
del pueblo que intenta coronarle. Acaso el interés?
una desnudez vergonzosa, por no decir ignomi
niosa, una cruz donde rinde el postrer suspiro, un
SC

(1) Psalm.78. v. 16.


DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 469
sepulcro prestado donde yace, son todas sus rique
zas, y todos los despojos del hijo de David des
pues de tres años de milagros. Acaso el amor á la
fama y gloria mundana? Viosele jamás para con
graciarse con el pueblo aprobar sus ciegas opinio
nes, y celebrar sus caprichos? ¿guardó con los Fa
riseos aquellas condescendencias politicas de esti
macion aparente, que se suelen usar con aquellos,
cuyo aprecio desean conseguir los hombres ? vas
vobis Pharisais (1): ¿solicitó adquirir aquellas vir
tudes ruidosas y populares, hijas de la vanidad, y
madres de la soberbia; virtudes que se recompen
san de las penalidades que cuestan, con el aplauso
que grangean? Vemos que procediendo sencilla
y uniformemente, solo procura señalarse por el
estudio con que se iguala con la multitud en el exer
cicio de las virtudes comunes: in similitudinem ho
minum fabfus (2): él no solicita alabanzas, ni aun
para evitarlas le merecen el menor pensamiento:
él las desecha, y él las admite: él las tolera, y él
las contradice: él confunde la calumnia, y él pa
rece que la autoriza con su silencio : él se engran
dece, y él se humilla: él se hace. igual á Dios, y
él se hace inferior al hombre él, da lugar alguna
vez al agradecimiento; pero de ordinario prohi,
be que se publique sus milagros: él no rehusa los
honores, y él sufre los oprobios tan poco solícito
de su opinion y buen nombre, que parece ocul
- - — : ta

(). S. Luc, cap. 11 y 7. (2) Ad pºr A. v. .


47o SERMoN
ta hasta su modestia. En el corazon de Jesus rey
na un solo amor, que es el amor de su Padre; y
no tiene otro deseo, que el de cumplir la volun
tad de aquel que le envió: non quero volunta
tem meam ; sed ejus qui misit me (1); y el que
ama á su Padre, tiene asegurado el amor de Jesus:
quicum que fecerit voluntatem Patris mei, ipse
meus frater (2): no conoce otras delicias que ha
blar de Dios, ó conversar con Dios: erat per
no fans in oratione Dei (3): Jesus trató en el mun
do, y se dexó ver en el mundo, y en su vida, de
que fue testigo todo el pueblo, nada huvo oculto,
nada que recatase de la notícia de los hombres:
ego palam lo quutus sum mundo (4). Los Fariseos
le observaban con ojos llenos de odio y de envi
dia: ipsi observabant eum (5); y solo le culpaban
la suavidad de su zelo y la dulzura de su caridad
para con los pecadores: quare cum publicanis e
ccatoribus manducat (6)? En fin solo se le pue
¿ arguir de pecado, interpretando á delitos sus
virtudes. . . ... . . . - -

Observad pues con curiosidad á Jesus, y no


encontrareis en él el menor vestigio de las pasio
nes humanas; pero no dixe bien: observad aten
tamente á Jesus, y vereis en él virtudes que no
tienen el menor resabio del hombre, pues como
, - - - - SO

= " - -- —

(1) Evang.S. Joan.c.5. v.3o. (2) S. Matth. c. 12. v. jo.


- (3) -S. Luc. c. 6. v. 12. (4) Evang. S. Joan. c. 18. v.2o.
(5) S. Luc. c. 14. v. 1. (6), S. Marc. c. 2. v. 16.
DE LAs GRANDEZAS DE JESUS. 471
somos finalmente hijos infelices de un padre pre
varicador, la santidad de los mayores santos no
carece de imperfecciones: y quien los imitase en
todo, se engañaria en algo; porque ni en ellos se
hallan exemplos de todo genero de virtudes, ni
virtudes propias de todos los estados; y asi lo que
es loable en el vasallo, seria reprehensible en el
Monarca; lo que es digno de la mayor admira
cion en el solitario, cuya vocacion es el silencio y
el retiro, seria reprobado en el pastor y en el pre
lado, cuyo exercicio es el zelo y la caridad; y aun
que su virtud fuese tan acendrada, que careciese
de Ia escoria de todo defecto, lleva precisamente
impreso el caracter y sello de nuestra humanidad
fragil y deprabada : porque no sé yo qué fondo
de inquietud, de bullicio, de agitacion se trasluce
en el hombre virtuoso, que denota y manifiesta
la dificultad, lo mucho que le cuesta la virtud, que
se hace fuerza, que se reprime; que el corazon es
virtuoso, pero que la virtud no nace del corazon;
esto es, que la virtud no reconoce su principio,
su origen, su raiz en el corazon : en fin todo da á
entender la dificultad, la violencia, la lucha inte
rior; y los esfuerzos que hace el hombre para ser
santo, dan testimonio de que es hombre flaco y
miserable.
Pero la santidad de Jesus es una santidad sua
ve, sosegada, sencilla, natural, que fluye y se de
riva de un manantial que siempre corre: el asien
to de sus virtudes está radicado en lo mas íntimo
de
2 . SERMoN
de su alma: asi ellas segun las circunstancias se ma
nifiestan, se ocultan, se suceden , y como estan
trabadas entre sí con una union perfecta, se acom
pañan unas á otras sin violentarse; pues Jesus igual
siempre á sí mismo, y siempre diferente de sí mis
mo, nada hace con afectacion, y nada omite, pa
sando sucesivamente del exercicio de una virtud
al exercicio de otra; y es imposible distinguir quál
de ellas es mas perfecta, porque todas son del mas
alto grado de perfeccion, ni quál de ellas desluzca
á las demás, o sean deslucidas de ella, ni qual
brille mas, ni qual menos. El caracter particular
de la santidad de Jesus consiste en no tener carac
ter particular, porque reune en sí todos los carac
teres: esto es, el caracter de la inocencia y de la
penitencia, de la paciencia y de la constancia, de
la mansedumbre y de la firmeza, de la condescen
dencia y del zelo, del retiro y del trabajo: las vir
tudes de Rey y de vasallo, de rico y de pobre,
de grande y de pequeño, de maestro y de discí
pulo, de Apostol y de solitario, de hombre reti
rado del mundo y de hombre engolfado en nego
cios del mundo; de modo que no hay estado ni
condicion que no halle su exemplar en Jesus, exem
plar á cuya semejanza envano aspirarian los mayo
res santos; pues ni aun ayudados con los podero
sos auxilios de la divina gracia, lo conseguirian:
es verdad que el cielo les manda que se esfuercen
quanto les sea posible á acercarse á aquella per
feccion; pero por el mismo cielo les está negado
-
- --
a
DE LAs GRANDEZAs DE JESUs. 473
arrivará ella. - " -

La santidad de Jesus es digna de los mayo


res elogios, y los mayores elogios nunca serán dig
nos ni proporcionados para ensalzarla: y tan im
posible será siempre que los mas elevados ingenios
lleguen á ponderarla perfectamente, como el que
el mayor santo llegue enteramente á imitarla. La
santidad finalmente de Jesus es tal, que sus mis
mos enemigos la reconocen, y le ofrecen el tribu
to de su rendimiento; pues aunque presumiendo
de entendimientos sutiles, se tuvieron por capaces
de inventar una doctrina tan pura y elevada co
mo la de Jesus; mas su corazon jamas se atrevio
á pensar, aun en el delirio de su mas desatinado
orgullo, que podria llegar á la sublimidad de las
costumbres y conducta de Jesus : es verdad que
intentaron remedar los milagros de Jesus, ú obs
curecer su gloria, contraponiendoles otros mila
gros; mas nunca probaron á emular la santidad de
Jesus, ó á deprimir su lucimiento, contraponien
dole las virtudes de sus mas famosos sabios; porque
conocieron que su comparacion solo serviria para
engrandecerla mas: de modo que en las demás ca
lidades de Jesus no quieren reconocer obstinados
sino lo hombre; y en su santidad ven y confiesan
lo Dios: y no obstante esto, quién lo creeria al
mismo
man de tiempo que
su doctrina. veneran sus virtudes, blasfe
- •

- Estupenda ceguedad supuesta la qual, es su


perfluo rebatir sus sofismas con otros argumentos:
. Tom. III. Ooo por
474 SERMoN
porque, pregunto, amados oyentes mios, qué sis
tema puede fundarse en principios mas claramen
te desatinados, que un sistema que supone juntos
en Jesus dos caracteres que se destruyen mutua
mente, esto es, el de Jesus, á quien sus virtudes
acreditan de Dios, y el de Jesus, á quien su doc
trina supone menos que hombre ? porque, si sus
virtudes le acreditan de Dios, cómo es combatida
su doctrina? y si su doctrina le supone menos que
hombre, cómo se confiesa la divinidad de sus vir
tudes?
Infeliz de aquel filosofo, que obstinadamente
rebelde é indocil se pierde y desatienta en las ca
lles y encrucijadas de este confuso laberinto sin sa
lida que yo, guiado por la luz de la fé y de la
razon, estoy cierto que sigo un camino bien di
ferente. Yo veo en Jesus una santidad tan pura,
tan perfecta, tan inmutable, que no se trasluce
en ella ningun resabio de las inconstancias y fra
gilidades humanas; una santidad tan universal y
proporcionada á todos los sucesos y circunstancias;
una santidad tan sencilla, y natural; una santidad
acompañada y caracterizada de tanta grandeza,
sublimidad, dignidad y magestad, que no puede
ser sino la santidad de un Dios, que es santo por
esencia. Oigo por otra parte derivarse de la boca
de Jesus unas doctrinas, cuya elevada ¿
dad me asombra, y cuyas aparentes contradiccio
nes me intimidan. Y qué es lo que hago con to
do esto? Yo hago justicia á Dios , y me la hago
. \ á
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 475
á mí mismo, pues confesando que no soy mas que
puro hombre, reconozco que él es Dios. De don
de sentado el principio de que Jesus es Dios,
infiero que quanto sus virtudes exceden á las fuer
zas de la humana sabiduria, tanto exceden sus
luces á las vislumbres de la inteligencia humana.
Jesus es Dios; luego tan Dios es de la verdad,
como de la santidad; y tan imposible es que me
engañe con su doctrina, como que me halucine con
sus exemplos. Jesus es Dios; luego es padre, au
tor, y fuente de toda razon: luego puede ense
ñarme lo que mi razon no es capaz de enseñar
me, y no puede enseñarme lo que mi razon por
otra parte no me intimase que creyese luego lo
que á mí me parece contradiccion, no es otra co
sa que profundidad y obscuridad que resulta con
efecto y sale no de lo que Jesus me revela, sino
de lo que me encubre; no de lo que me dice, sino
de lo que me calla. En una palabra, las virtudes
de Jesus acreditan su divinidad, y su divinidad
acredita su doétrina, á la qual me sugeto y rin
do. . .. . .. . -

Levante ahora el nuevo y orgulloso filosofo,


levante desde el centro del abismo y tinieblas en
que tiene sus delicias, su desentonada y desdeño
sa voz , y pidame con un tono arrogante que
le explique el misterio de un Dios que se hace
hombre, y de un Dios que se ofrece en sacrificio
por los hombres ; que yo le preguntaré por mi
parte que me explique él el misterio de un hom
Ooo 2 bre
” 476 SERMoN
bre que siendo puro hombre, no se observen en
él ningunas reliquias de las fragilidades del hom
bre; que no siendo sino mero hombre, no hable
no obstante, no obre, no viva, ni muera sino co
mo Dios : yo le preguntaré, repito, yo le urgiré
para que me explique el misterio de un hombre
á quien sus virtudes, su vida, su muerte y sus mi
lagros acreditan de Dios, y á quien su doctrina
no obstante supone menos que hombre: esto es,
digno de nuestro culto y veneracion, é indigno
al mismo tiempo de nuestra fé. Misterio por mis
terio, no es tan incomprehensible el segundo co
mo el primero? y por qué razon la creencia que
admite el primero, ha de ser mas estolida, que
la credulidad que admite el segundo? Pero ello es
indispensable elegir uno de los dos partidos: y la
eleccion no pide sino una atencion muy ligera.
Un Dios hombre, un Dios que muere por la sal
vacion de los hombres, todo es misterio y obscu
ridad, donde yo no entiendo lo que creo; mas
tengo razones de credibilidad. Por el contrario: un
hombre que es Dios y que no lo es, que vivien
do y muriendo aparece Dios, y no lo aparece en
su doctrina, este no solo es misterio, sino una con
tradiccion palpable y manifiesta, donde no se ven
razones algunas de credibilidad, antes se ven razo
nes para no creer nada. No separemos pues, no
dividamos áJesus, en quien todo anuncia lo Dios.
Haveis visto que en Jesus reside toda la plenitud
de grandeza y de gloria que es propia de un
- . ( . . . re
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 477
bre Dios: y ahora vereis que reside tambien en él
toda la abundancia de misericordia y de amor que
es digna de un hombre Dios vidimus gloriam
ejus, gloriam quasi Unigeniti d Patre (1): asunto
de la segunda Parte. -
-
-. . . ...ri o
, SEGUNDA PARTE. -.
- - º "... lo r>
TNAEsde luego observamos en Jesus las dos
D principales calidades de la bondad y de la
misericordia, de aquella perfeccion digo, que de
quantas perfecciones componen el fondo y la esen
cia de la divinidad, afecta y apasiona mas nues
tro corazon, las quales son los beneficios que dis
tribuye, y los sentimientos que inspira: pues ve
mos que las beneficas manos de Jesus derrama la
plenitud de gracias, y su corazon arde en el amor
mas tierno y generoso: y asi, si consideramos lo
que Jesus obró por los hombres, nunca cesaremos
de confesar, y de repetir que Jesus tuvo con el
Unigenito una semejanza tan perfecta, quanto pue
de este tenerla con el Padre de las misericordias:
vidimus gloriam ejus, gloriam quasi Unigeniti d
Patre. -

I. Para formar una cabal idea de las gracias


y beneficios de que somos deudores áJesus, con
vendria haver considerado atentamente todas las
calamidades de nuestro primer origen en Adan; y
- - - ** º * - to
(1) Evang S. Joan. cap. 1. v. 14. E. F. Pº
- ( . .
478 . SERMoN
toda la nobleza y excelencias de nuestro segundo
nacimiento en Jesu. Christo. Porque reos y delin
qüentes como hijos de un padre prevaricador,
despojados de la adopcion santa, marcados con el
sello de reprobacion y de iniquidad, estabamos
destinados á pasar nuestra miserable vida, ator
mentada por otra parte coh dolores”, consumida
con el trabajo, perdida con el desenfreno de las
pasiones, en sentir y llorar sin fruto la inocencia y
felicidad que tan apresuradamente perdimos. Por
que qué fondo de perversidad, qué horrible he
rencia de miserías no recibimos con la sangre de
nuestros primeros padres contaminada en su prini
cipio? ceguedad en el entendimiento, obscuridad
en la razon, predominio de los sentidos, desen
freno de la concupiscencia, indocilidad y rebeldia
del apetito enfin el mismo criador apenas podia
reconocer la obra de sus manos: tanta era su de
formidad. La tierra oprimida con el enorme pe
so de sus rvicios y desastres, no ofrecia al cielo
sino objetos de íra y de indignacion, y no veía
en el cielo sino un Dios vengador : lo presente
le representaba una sucesion y una cadena de ma
les interminables y siempre nuevos; en lo venide.
ro no descubria esperanza alguna de consuelo; y
viendo y conociendo su infelicidad, no tenia mas
recurso que llorarla. . . ..., too cr r
Quién pues le huviera dicho que á aquellos
dias tristes y calamitosos havian de suceder otros
dias mas claros y serenos que los de la primitiva
111O
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 479
inocencia! que los estrechos vinculos de una alian
za mas noble y mas augusta enlazarian y trabarian
de nuevo lo que al presente estaba separado para
siempre! que las gracías prodigamente derramadas
en su seno, engendrarian un nuévo pueblo, un
pueblo amado, objeto tierno de las mas dulces
complacencias del cielo, que se le envidiaria á la
tierra con qué instancias tan ardientes huviera
suplicado á los siglos que apresurasen su curso pa.
ra anticiparle el dia de su salud con qué solici
tud, con qué ardor huviera corrido á postrarse á
los pies de su libertador Pues lo que ni ella hu
viera imaginado, ni atrevidose á esperar, lo exe
cuta Jesus, que ofreciendose victima de propicia
cion, reconcilió con su muerte y amistó al cielo
con la tierra: interficiens inimicitias in semetipso
(1). El anuló el anatema y la sentencia de muer
te pronunciada contra el pecador: delens quod
adversis nos erat chirographum, decreti. El der
rivó el muro de division; él rompió las cadenas
de la esclavitud; y sucediendo al titulo infame de
la servidumbre los privilegios de la adopcion, ya
el señor es padre de aquellos hombres que eran
obgeto de su indignacion : jam non est servus,
red filius (2) ; ya ellos son hijos de Dios inmor
tal, y por consiguiente herederos de la inmortali
dada quod si filius es heres (3): y desaparecien
do
(1) Ad Colos. cap. 2. v. 14. (2) Ad Galat. cap. 4.v., 7.
(3) Ibid. e), º - ar a 7
48o SERMoN o
do los vestigios y huellas de la antigua prevar
cacion, donde abundó el delito, superabundó la
gracia: ubi autem abundavit delitfum, super
abundavit gratia (1). Rindamos gracias inmorta
les á nuestro Dios, continúa el Apostol; pues
dandonos á Jesús, nos dió con él todas las co
sas: cum illo omnia nobis donavit (2). De qué mo
do nos dió todas las cosas? Dandose á sí mismo:
semetipsum obtulit immaculatum Deo (3). Con
efecto, haviendo abolido Jesu Christo el pecado
por la eficacia y virtud de aquel sacrificio que ofre
cio de sí mismo en el Calvario, ya Dios no vió
en nosotros sino la sangre que su precioso hijo
derramó por los hombres: esta sangre pues cla
ma mejor y con mas fuerza que la de Abel: san
-guinis aspersionem melius loquentem quam Abel
(4). A la voz de esta sangre abrió Dios las puer
tas de su corazon, y los tesoros de su misericor
dia: y dandosenos Jesus á nosotros, y siendo to
das las cosas de Jesus, nosotros las tenemos todas
ellas por su medio, y nada tenemos sino por él:
per quem omnia. - -
Vosotros, hombres carnales, no entendeis este
idioma: y asi, quando yo con el Apostol os pon
dero la excelencia de vuestra adopcion en Jesu
Christo, vuestro entendimiento se resiste á pres
tar su asenso, porque vuestro corazon no ve nada
( , CIl

(1) , Ad Roman cap. 5. v. 2o. (2) Ibid.cap. 8. v. 32.


(3) Ad Hebr, cap. 9. v. 14. (4) Ad Heb.cap. 14. v. 24.
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 48 r
en nuestros discursos, en que cebarse. Si el fausto
de los honores, si el sonido de la fama y gloria
mundana, si la pompa y regalos de la opulencia,
si el estrepito lustroso de una gran fortuna, y alta
dignidad bienes todos caducos, que tantas veces
se le deslizan al hombre entre las manos, ó pe
recen aprisa con su muerte bienes falaces y enga
ñosos, que solo irritan los deseos, y nunca los sa
tisfacen: bienes pecaminosos, que la concupiscen
cia compra á costa de tantas maldades: bienes per
vertidores, cuyo mortifero veneno tala y consu
me todos los dias tantas virtudes: si de estos bie
nes digo, fuese el premio Jesu. Christo, si fuesen
el galardon de vuestros servicios, cierto estoy que
vendriais á postraros á los pies de este señor, y
viviriais besando el polvo de la huella de sus pies
sacrosantos. Si él fuese Dios de la prosperidad
temporal, quién duda que le adorariais por vues
tro Dios? pero esos bienes vanos y perjudiciales,
por que andais tan perdidos, mendigadlos y com
pradlos cón vergonzosas condescendencias y re
verencias serviles de esos señores del mundo; pues
como todo esto no excede la esfera de lo humano,
bien puede ser dadiva de hombres; pero las pre
eminencias de la virtud, los tesoros de la gracia,
la paz, la inocencia, la limpieza de corazon, la
mortificacion de las pasiones, el menosprecio de
los bienes, de las honras, de la gloria y de la
prosperidad perecedera, y la herencia de la in
mortalidad, todo esto solo puede darlo Dios, y
o Tom. III. Ppp el
482 . SERMON ( . . . . .
el mismo Jesus tambien lo recibiría si no fuese
mas que hijo de David ; y por eso solo lo pue
de comunicar Jesus porque es hijo del Altisimo.
Abrid pues los ojos, y conoced vuestro verda
dero señor y protector: conoced vuestro padre,
vuestro amparo, el principio de vuestra felicidad,
el fundamento de vuestras esperanzas. Porque en
fin, qué viene á ser el hombre aislado, y sin traba
zon con Jesu Christo? no otra cosa que tinieblas que
le circundan, preocupaciones que le ciegan, deva
neos que le entretienen, dudas que le fatigan, ver
dad que solo alcanza á brujulear, y de cuyas luces
procura huir: errores con que se saborea, y en que
se detiene de asiento: orgullo rebelde, y credu
lidad baxa y pueril. Su entendimiento le engaña,
su razon le halucina, sus sentidos le aprisionan, su
imaginacion le domina, las pasiones le tiranizan,
los deleites le embriagan, las pesadumbres le car
comen, los deseos le arrebatan, los disgustos le
consumen, las esperanzas le burlan, los temores
le despedazan, los competidores le desbaratan sus
proyectos, los enemigos le persiguen, los amigos
le venden, las honras le desasosiegan con cuida
dos é inquietudes, la baxeza de la condicion le ex
pone á los desdenes y desprecios, las riquezas le
llenan de vicios y malos deseos, la pobreza le
ocasiona quexas y murmuraciones , su felicidad
propia le oprime y le fatiga, la agena le irrita,
y aumenta sus infortunios: una infancia en que
todavia no es hombre, una virilidad en que
. . . . . . . O
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 483
lo es por las pasiones, una vejez en que tampo
co lo es sino, por la memoria de lo que fue y
por el sentimiento de lo que padece: enfin na
cer entre lagrimas y penalidades, vivir entre in
quietudes y turbaciones, morir entre pesares de
lo pasado, sin esperanza de lo venidero, no po
der nunca ser feliz, porque solo se concede serlo
un momento, ved ahí el hombre aislado y desasi
do de Jesu Christo. . . . . . . . . .
Pero en Jesu Christo y por Jesu Christo to
do muda de semblante, todo se ennoblece, to
do se perfecciona: el hombre inmortal se levanta
sobre las ruinas del hombre flaco y fragil, aquel
hombre digo, que grande en las afrentas mismas,
feliz en medio de las desgracias, no conoce los te
mores y esperanzas vanas que nos turban ... aquel
hombre de equidad y de justicia; pues como Dios
domina al hombre, el hombre se domina á sí mis
mo : su entendimiento cuerdo y atinado, su ra
zon despejada y docil, su imaginacion sugeta y
templada, su corazon libre y desprendidó, sus
sentidos mortificados, sus gustos puros y santos,
sus amistades inocentes: aquel hombre superior sin
arrogancia mi altaneria, siervo sin baxeza, con
pasivo y liberal en las riquezas, sufrido é inal
terable en la pobreza: aquel hombre sin flaque
zas humanas, y para quien (como fundado en
Jesu Christo) esta vida que corre tan veloz, no
es mas que el ensayo, el preludio, el bosquexo
de otra vida mejor, cuya duracion no constará
Ppp 2. de
484 SERMoN - r
de la sucesion de dias ni de años: aquella vida, que
hablando en rigor no es la vida del christiano, sino
el tiempo de su tentacion; pues el sepulcro es pa
ra el discipulo lo mismo que fue para el maestro,
esto es, el transito á la inmortalidad: y asi quan
do este señor se ausentó de los hombres, no mu
rió, no , sino que nació, dando principio á una
nueva vida; y mientras vivimos nosotros en este
destierro , desde lo mas encumbrado del cielo
donde nos espera , cuida y provee á su pueblo
amado: sentado alli á la diestra de Dios Padre,
él le presenta muestras súplicas y oraciones, nues
tros suspiros y lagrimas : Chistus Jerus qui est ad
dexteram Dei, quietiann interpellat pro nobis (1):
él nos ayuda en los peligros, nos fortalece en la
pelea, nos defiende de nuestras pasiones, y él ha
ce que venzamos al mundo, y todas sus asechan
zas hec estviðforia que vincit mundum fides ves
tra (2). . . . . . .. . . . . . . . . . . .
. Porque, hermanos, exclama S. Pablo, desx
dichado de aquel hombre ingrato y soberbio que
presumiese y se atribuyese á sí mismo sus propios
meritos: pues todas las fuerzas humanas sin el au
xilio de la gracia y del espiritu de Jesu Christo,
en orden á la salvacion, son mera flaqueza; y la
virtud humana no es otra cosa delante de Dios re
munerador, para conseguir la gloria eterna sino
un titulo ineficaz y nulo; pues á Dios no se lle
, , , , ,, ga
T() Ad Roman. c. 8. v. 34 (5) Ep. S.Joan. c. 5. v.4.
DE LAs GRANDEZAs DE JESUs. 48.5
ga sino por Jesus per quem es habemus acces:
sum (1): ni aun pensariamos en la salvacion, si él
mo encendiese en nosotros el deseo de ella: non
uad sumus sufficientes er mobis cogitare aliquid
(2). Del centro de sus misericordias se desprena
den las luces puras y vivas que guian nuestros pa
sos por las sendas de la virtud, y nos descubren los
escollos donde puede naufragar muestra inocencia:
él excita en los desalmados y perdidos pecadores
aquellos remordimientos, sobresaltos, inquietudes,
temores de lo venidero, y tedio de lo presente
que les disgustan de los vicios, perturbando y aci
barando sus pasatiempos : él con los eficacesoin,
fluxos de su gracia comunica á la virtud trabajosa
tantas dulces consolaciones: de él se deriva aque
lla acendrada caridad que se complace en los mas
repugnantes sacrificios, y que enagenada con el
amor de su Dios, se desprende con alegria de los
bienes caducoso de la tierra: él es autor de todos
los santos y de toda sántidad: él ora en los soli
tarios, él llora en los pecadores arrepentidos, él
evangeliza en los Apostoles, él pelea en los jus
tos, él triunfa en los martires, él nos inspíra la
esperanza del cielo, y él nos concede el merecer
lo: per quem omnia. Y nosotros, que nos halla
mos enriquecidos de tantas gracias, quándo llega
rá el tiempo, que correspondiendo con ellas con
fino y agradecido amor nos propondremos su con
- .... - , , , , , , , osº - o , y a 2 duc
(1) Ad Rom.cap. 5 y 2. (2) 2.ad Co.cap. 3. v. ;
486 ... J. SERMoN y º

ducta por norma de la nuestra, y su corazon por


nuestro exemplar? Pero qué es lo que he proferi
do, amados oyentes mios? Corazon de Jesus dixe?
d qué exemplar qué excelente y admirable cosa
seria, que aspirasemos á seguirle y imitarle de es,
te manantial divino y fecundo se deriva la inmen
sa abundancia de sus dones; y por este corazon es
Jésus principalmente el Dios de las misericordias.
II. O corazon de Jesusº quién me concedie
ra, catolicos, entrar ahora yo, é introduciros á
vosotros en el santuario augusto de nuestra Reli
gion semejante en algun modo esta sagrada Re
ligion al Dios cuya obra es, tiene tambien como
él sus abismos, supielago de grandeza, de gloria
y de magestad , que nunca llegará á sondear el en
tendimiento humano; pues quanto mas descubra,
y quanto mas llegue á saber, entenderá mas y mas
quanto le queda que descubrir, y quanto le que
da que aprender. Ah, quán cierto es, que nues
tros decantados filosofos ni tienen idea ni gusto
por lo verdaderamente grande, y por lo verda
deramente sublime! pues en el estudio y ciencia
de la Religion experimentarian seguramente el ine
fable deleite que gusta elentendimiento, quando
procediendo de verdad en verdad y de luz en
luz, descansa gustosamente en el conocimiento de
una verdad que ha descubierto, y con rapidos pro
gresos se interna en la averiguacion de otras inu
merables verdades que ya brujulea, engrandecien
dose y dilatandose con las altas y sublimes ideas
que
DE LAs GRANDEZAs DE JESUS. 487
que beberia en la meditacion de los designios y
eaminos profundos de aquella sabiduria, que no
obra ni influye en todo lo temporal sino con res
pecto á los inmutables destinos de la eternidad.
Por lo que mira á vosotros, amados oyentes mios,
si alguna vez he deseado que me prestaseis vues
tra atencion, ahora os pido encarecidamente que
me la presteis toda entera; pues intento manifes
taros, enquanto mis conceptos y palabras alcan
cen, lo que hay en la persona de Jesus, y en su
ministerio y mision divina mas digno de vuestra
admiracion y asombro. . . . . . . . . . . . ...,
No podia la redencion del mundo ser reden
cion completa y plena, sino enquanto el Salva
dor que expiase los pecados del mundo, fuese
tambien la luz que desterrase las tinieblas del
mundo. Antes de Jesus, la muchedumbre de na
ciones derramadas en la tierra, se havían olvida
do de su principio y origen; y en lugar de aquel
Dios supremo que el dia anuncia al dia, y la no
che á la noche; el lenguage del sol y de los asº
tros, interpretado siniestramente por las pasiones
humanas, solo les enseñaba vanas y delinqüentes
deidades. El pueblo escogido y preservado de los
delirios de los Gentiles en vista y por respeto de
Jesu Christo, es verdad que conocía á aquel Dios
señor del cielo y la tierra, de la vida y la muerte,
del ser y de la nada; pero solo conocia imperfec.
tamente á aquel Dios que ama y quiere ser amado.
Es verdad que su Legislador le havia renovadopre
-i
el
488 . SERMoN - -

precepto del amor divino, y las gracias de Jesus,


futuro mediador, le comunicaban poder para cum
plirle; pero aquel pueblo indomito, y de dura cer
viz era preciso que fuese subyugado por el rigor
de la misma ley que respiraba por todos sus arti
culos amenazas y castigos. Moyses, aquel homi
bre tan pacifico y de tanta mansedumbre, luego
que procede segun el espiritu de la ley, y como
ministro suyo, se reviste del caracter de un Juez
severo y terrible: él arrebatado de un ardien
te zelo, rompe las tablas sacrosantas en que el
dedo del Altisimo havia grabado la ley: él man
da que se abra la tierra, y se trague á los murmu
radores : él intima que prorumpan llamas de fue
go, y abrasen á los usurpadores del sacerdocio.
Los oraculos de los Profetas respiran anatemas,
desastres, llantos y gemidos ; toda su historia es
una serie de calamidades é infortunios, que solo
ofrece un fluxo y refluxo continuo de castigos que
se descargan ya en las naciones enemigas, ya en
su pueblo indomito y rebelde. Pero en la plení
tud de los tiempos sucede á la alianza de impe
rio y de servidumbre contraida entre el señor y
los esclavos, la alianza de adopcion y de libertad
concertada entre el padre y los hijos; á la ley de
temor y de terror sucede una ley de amor y de
caridad; una ley que atraerá á los pueblos con el
incentivo halagüeño del amor, que los enlazará
con los vinculos del amor, y que lo que princi
palmente les mandará, será el amor: una ley que
- TC
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 489
rá la tierra con las lagrimas y la sangre de su
Legislador, de sus Apostoles, de sus discipulos;
una ley que encenderá en la tierra aquel fuego de
puro y santo amor que en lugar de vibrar casti
gos repentinos y rigurosos, ablandará al pecador,
consolará al penitente, y destruirá sus vicios y des
varios: enfin solícito este Legislador divino de
mostrarse principalmente Dios de misericordia,
parece que se ha olvidado de que es el Dios fuer
te, el Dios poderoso. Con que es preciso anunciar
al mundo al Dios que ama, y que quiere ser ama
do: con que es preciso descubrir y revelar á los
ojos del mundo el corazon benefico de Dios, pin
tandole con tan vivos colores, y copiandole con
una imitacion tan perfecta, que se muestre y tras
luzca todo entero en el corazon y conduóta del
instituidor de la ley de amor y de caridad. Cómo
pues cumplió Jesus este ministerio tan sublime y tan
divino? este ministerio digo, que pide necesaria
mente un hombre Dios, porque qualquiera otro
hombre que no fuese un hombre Dios, se esforzaria
envano á expresar y representar el corazon de Dios?
Desde luego es conocido por su mirar modes
to, por el dulce sonido de su argentina voz, y
por las amables y gratas modales : aquel hombre
pacifico y silencioso, de quien estaba escrito que
á todo deferiria, que con nadie disputaria, non
contendet (1): que no desplegaria sus labios para
Tom. III. Qqq gri
(1) Matth. cap. 12. v. 19.
49o SERMoN
gritar y clamar: meque clamabit (1): que se con
tentaria con hablar á lo mas intimo del corazon
por medio de las secretas inspiraciones de la gra
cia, sin prorumpir en voces de indignacion y
aspereza neque audiet aliquis in plateis vo
cem ejus (2): que no acabaria de quebrar la caña
desarraigada y maltratada ya por el uracan, ni de
apagar el hacha que todavia humeaba: arundinem
quassatam non confringet, e& linum fumigans non
ertinguet (3): que se dexaria llevar como manso
cordero al patibulo, y recibiria el golpe mortal sin
quexarse sicut ovis ad occisionem ducetur (4).
¿No parece que Isaías tenia delante de sus ojos á
Jesus, quando trazó esta pintura? y no podemos
decir en esta ocasion especialmente que no tanto
hace oficio de profeta que vaticina la historia de
Jesus, quanto de un evangelista que la refiere?
En su patria no experimenta por lo comun
Jesus sino desprecios y contradicciones; en sus pa
rientes envidias secretas, y declarada en sus dis
cipulos inconstancia y veleidad; en su pueblo in
credulidad y persecuciones; pero Jesus siempre so
segado, sin turbacion, sin quexas, sin desistir nun
ca de los oficios fervorosos del zelo y de la cari
dad, da á entender que ignora las maquinas y
conjuraciones horribles de los apasionados Fari
seos que han jurado su exterminio: infamado con
-- - CS

(1). Ibid. (2) Ibid. (3) Matth. cap. 2. V. 2 O.

(4) Isai, cap. 53. v.7.


DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 49.
escandalosas imposturas, mas quiere ceder á la ca
lumnia, que avergonzar al calumniador; mas quie
re dexar con su silencio que triunfe la iniquidad y
la mentira, que esgrimir la verdad que aunque abor
naria al justo, infamaria al delator iniquo: Jesus
autem tacebat (1). Cargado de cadenas, sin po
der sustentar casi sino titubeando el grave pe
so de la cruz, sufre oprobios sobre oprobios, tor
mentos sobre tormentos, se dexa arrastrar por
tribunales, y experimentando, en todas partes las
mismas barbaras crueldades, en todas partes conser
va la misma tranquilidad, la misma paz, la misma
mansedumbre: Israel ciego no pone termino ni lí
mites á su inhumano furor, ni Jesus los pone á su
paciencia y no solo no se resiste álas injurias, sino
que cede facilmente, se entrega él mismo, y se ofre
ce espontaneamente á la violencia de la tempestad:
dabit percutienti se marillam (2). Las ultimas pala
bras que oye en esta vida, son palabras de odio y
de mofa: Vah qui destruis templum Dei (3); y las
ultimas palabras que profiere, son palabras de paz
y de amor, escusando á sus enemigos, y pidien
do perdon para ellos : Pater, dimitte illis, non
enim ciunt quid faciunt (4). El decoro de su glor
ria exigia confundir y soterrará aquellos perversos
hombres, y con una sola palabra los huviera redu
cido ápolvo; pues las legiones de la celestial mi
Qqq2 li-

(1) S. Matth. c. 26. v. 6 3.(2) Lament. Jerem, c. 3.v. 3o.


S. Matth. lo - # ¿ ¿?
492 SERMoN
licia solo esperaban para defenderle su mandato:
pero él las manda, como mandó á Pedro, que se
abstengan de la espada exterminadora. Los discipu
los le instaban para que hiciese llover fuego del cie
lo sobre la ciudad de Samaria. Discipulos inobe
dientes, les responde Jesus, ya veo que ignorais el
espiritu de alianza á que sois llamados: no conoceis
vosotros áJesus, no conoceis lo duro y repugnan
te que es para su corazon hacer mal á nadie: pe
didle que padezca, que calle, que perdone; pero
no le pidais que se vengue nescitis cujus spiritus
es tis (1). Pues qué, no se le oyó alguna vez in
dignarse y declamar contra las hipocresias y sa
crilegios de la Sinagoga ? circum spiciens eos cum
ira (2). Es verdad; pero no pareis la atencion en
esa exterioridad : aquella alteracion de voz, aquel
mirar severo, aquella seriedad terrible de una ma
gestad indignamente ultrajada no es otra cosa que
la expresion y lenguage de un amor sentido, que
se desconsuela y gime al ver el precipicio adonde
voluntariamente corren aquellos hombres desalma
dos; de un amor que quiere reducirlos con sus cla
mores, y desviarlos de las erradas sendas de la
perdicion: circum spiciens eos cum ira, contrista
tus super caecitate cordis eorum (3). O!, que esta
ira es ira del Dios de las misericordias, que solo
truena para avisar al pecador, y cuyos rayos que
- SO

- TSTE ap S. Marc. cap. 3. v. 5.


ser » , sie) sºrer 3 v. .
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 493
solo á su pesar descarga, no desean ni piden mas
que un suspiro de corazon para resolverse en ay
re, y una lagrima para extinguirse pues no
otro que el Unigenito podia revelarnos el corazon
del Padre, manifestando al mundo en su propio
corazon lo abundante y fino de un amor admira
ble en su paciencia y mansedumbre, de un amor
que se muestra todavia mas amor en medio de su
indignacion y quexas, que en medio de la paz y
del silencio, de un amor á quien su extension y
grandeza marca con un nuevo sello de divinidad.
Jesus, aquel hombre Dios, no conoce las di
ferencias ni graduaciones de la elevacion, de la
nobleza, de la fortuna, de la aficion, de la sim
patia, de la antipatia, que en los mayores hom
bres descubren la miseria y poquedad humana.
Vedle en efecto, ved al hijo de David, al hijo
del Altisimo cómo se adapta á todos los genios y
caraóteres, cómo se atempera á todas las condi
ciones: al pueblo le reparte el pan de una doc
trina clara y sencilla: con los doctores de la Ley
entra á sondear el mar profundo de las Escrituras:
á los Sacerdotes y Pontifices les declara el sentido
misterioso de las profecias: él no se niega al con
vite del Fariseo engreido con sus virtudes : él se
sienta á la mesa del humilde Publicano, que gi
me sus pecados: él trae con sus discipulos una vi
da pobre y laboriosa: él honra y santifica con su
presencia las bodas de Caná, acrecentando con
un milagro que obra en ellas, la comun alegria de
los
494 SERMoN
los convidados: él enseña la mas alta perfeccion
de su Evangelio á la Magdalena que le escucha
silenciosa: él ilustra el entendimiento y convier
te el corazon de aquella muger de Samaria, que
se mostraba tan intrepida y arrojada en disputar
y en resolver puntos de la Religion, quanto in
fiel y negligente en cumplir con sus preceptos; y
si manifiesta alguna preferencia é inclinacion es á
los pobres, á quien por eso ama mas, porque es
el unico que los ama: evangelizare pauperibus
misit me (1). En el sosiego, en el sueño, en la
oracion, en sus ocupaciones solo emplea el tiem
po que el pueblo le dexa libre : volumur Jesum
videre (2). A todos admite, á ninguno se niega:
quieren sus discipulos desviar una multitud de mu
chachos bulliciosos que importunan á Jesus, y él
los atrae, él los llama: sinite parvulos venire ad
me (3): él los abraza, él los acaricia, él les echa
la bendicion: comple cans eos.... benedicebat (4).
Escogió doce Apostoles, eligiendolos de los esta
dos y condiciones mas humildes; y no se desde
ña de ellos, ni los desprecia, antes conversa y
vive como uno de ellos: y confundido con la mul
titud, sin aparato exterior que le haga notable, y
sin distinciones que le separen de ella, pone todo
esmero y funda toda su gloria en llenar y suplir
con las obsequiosas oficiosidades de su amor la dis
- tan

(1) º S. Luc.cap. 4. v. 18. (2) Evang. S. Joan. c. 2. v. ...


(3) S. Marc cap. 1o. v. 14. (4), Ibid. v. 6.-
DE LAs GRANDEZAS DE JESUS 495
tancia y diferencia que el aplauso de sus milagros
y de su fama ocasiona entre él y el menor hijo de
Israel. Pero vosotros, ó hombres ó sois dema
siadamente altaneros, ó muy poco generosos, ó
vuestra falsa grandeza es demaslada, óvuestra
grandeza verdadera muy escasa para no posponer
la eleccion de vuestras conexiones y amistades, á
las conveniencias de vuestra vanidad, y á los ca
prichos de vuestro amor propio. -

Jesus, aunque hombre Dios, es igual para to


dos , por lo mismo que es igualmente superior á
todos: todos se representan ante sus ojos iguales y
sin la menor diferencia, porque un hombre Dios
es tan grande, que nada para él es grande, ni na
da pequeño ; pero yo me engaño: pues para ser
objeto especial de las ternuras del corazon de Jesus
basta padecer calamidades. Quién pues por esta
propiedad no reconocerá á un hombre Dios? ni
de qué otro corazon podia proceder aquel dulce y
amoroso pregon que intimaba en poblado y en des
poblado: venite ad me omnes qui laboratis er one
rati estis, es ego reficiam vos? (1) Porqué pues
vosotros los que os hallais atribulados, soltais la
rienda á las quexas y al sentimiento, estando Je
sus enmedio de vosotros? Entended que si sois in
felices, es porque quereis: mirad cómo derrama
sus misericordias por las regiones por donde pasa,
mirad cómo dexa vestigios de su beneficencia por
don
(1) S. Matth. cap. 1 ... v. 28.
496 SERMoN
donde quiera que estampa las huellas de sus pies:
pertransiit benefaciendo (1): no temais pedir mu
cho; pues su poder no tiene límites, y su amor cum
plirá vuestros primeros deseos: petite e dabitur
zobis... accipietis (2). Si no admite al parecer des
de luego las súplicas de la Cananea, no lo hace
por dilatar el beneficio, sino para darle lugar á que
se manifieste su fé: ó mulier, magna estfides tual
(3) Apenas el Paralitico de la Piscina pide áJesus la
salud, quando ya la consigue; y la viuda de Naim
ve á su hijo resucitado antes de pedirlo : é dedit
illum matri sue (4). Penetraron el corazon de Je
sus las lagrimas y el triste silencio de aquella ma
dre desconsolada; y para un corazon tan compa
sivo no hay desgracia en cuyo sentimiento no tenga
parte; hasta en los delitos que le dieron y ofrecie
ron á la muerte como victima voluntaria, no le
duele su calamitoso estado, sino la suerte de tantos
pecadores rebeldes é impenitentes. La venta que
el discipulo traidor concierta de Jesus con los Fa
riseos sus enemigos implacables; las afrentas de la
prision; los escandalos de una noche de befas y de
injurias; las atrocidades de un dia, á quien atonito
y asombrado el sol niega su luz, no alteran la cons
tancia de Jesus, que solo reserva sus sentimientos,
sus quexas, la turbacion, la solicitud, la ternura
para lamentarse de la suerte infeliz de aquel indig
IO

(1) S. Matth. cap. 1. v. 28. (2) S. Matth.cap. 7. v. 7.


(3) Ibid. cap. 15. v. 28. (4) S. Luc, cap. 7. v. 15.
DE LAs GRANDEZAs DE JESUs. 497
no apostol sobre quien el cielo va á descargar sus
iras: Va autem homini illi: bonum erat ei finattir
mon fuisset (1). Parase á contemplar á Jerusalen,
y llora: flevit (2). Mira en aquella ing ata ciudad
los tormentos que le tiene preparados, la cruz que
le tiene destinada; pero no es esto lo que siente.
Mira en aquella infeliz ciudad, las armas enemi
gas que la han de asolar, el fuego vengador que
la ha de consumir , y al considerar este, melanco
lico espectaculo, se entristece profundamente su
corazon, y prorumpen de sus ojos las mas senti
das lagrimas. O lagrimas preciosas, quales nunca
las havia recibido la tierra No havia visto hasta
entonces el mundo sino hombres, y afectos me
ramente humanos; pero ahora ve en Jesus cómo
sabe amar un hombre Dios : ve que ama con un
amor tan inmenso y tan grande, en su actividad,
como fino y sublime en la ternura un amor que
desde el corazon donde reside, anhela por difun
dirse á todos los corazones. Con efecto, destina
do Jesus y dedicado á la felicidad de los hombres,
no parece vino al mundo sino para restablecer en
ellos el imperio de la caridad celestial; y ser su
legislador, su apostol, su exemplar, su padre:
y asi, para hacerla respetar, advierte que el pre
cepto de amar al proximo es semejante al de amar
á Dios secundum autem simile est huic (3): para
Tom. III. Rrr ha
() S.
(3) Math cap.
S. Matth. cap. 22.
26. v.
v. 24.
38. (2) S. Luc. c. p. y v. ...
P.I y
498 a SERMon º
hacerla amar, declara que este es el precepto que
nos encarga, esta la herencia que nos dexa; este
el agradecimiento que nos pide in hoc cognoscent
(1) para facilitarla, asegura que quanto hagamos
por nuestros hermanos, lo hacemos por él; 7uam.
diu fecistis unier his fratribus meis minimis, mihi
fecitis (2) ; y porque las pasiones humanas po
¿ entibiarla con los odios que
sugieren, nos intima que no nos perdonará si no
perdonamos: dimirtite de dimittemini (3) ; y por
que la cáridad del rico es el unico amparo del po
bre, él se pone en su lugar, recibiendo en su per
sona la limosna, el vestido, la libertad de las pri
siones, el consuelo en la enfermedad, que experi
menta el pobre , el desnudo, el encarcelado, el
enfermo nudus..... infirmus, e in carcere (4).
No os reduzcaís pues, ópobres á importunar á los
poderosos con vuestras repetidas instancias; der
ramad en los templos vuestras lagrimas y aficcio
nes; dirigid vuestras súplicas á Dios, y no le pi
dais por vosotros, sino por los ricos; pedidle para
que el espiritu de Jesus se derrame y bañe su co
razon, y luego vendran á porfia á remediar vues
tras necesidades; porque es imposible que el que
ama á Jesus dexe de amar á los que son amados
de Jesus; y la razon por que hay tantas calamida
des entre nosotros sin remediarse, es porque en el
- chris
(1) Evang. S. Joan. c. 13. v. 35. (2) S. Matth. c. 26. v.4o.
(3) S. Luc. c. 6. v. 43. S. Matth. c. 26. v. 37.
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 499
christianismo hay pocos christianos verdaderos. Q
Jesus mio! ó Dios de paz y caridad qué con
version tan feliz seria la nuestra, si obedeciendo
á vuestra voz y álos llamamientos de vuestra gracia,
nos volviesemos de repente á vos! No se verian
ya esos odios fatales, ni esas codicias ansiosas, é
inhumanas que asuelan la tierra; antes por el con
trario veriamos que colocada en el trono la cari
dad benefica y liberal, abria las fuentes de la feli
dad pública; veriamos que sentada en los tribuna
les, defendia al pobre contra las violencias del po
deroso; que velaba á las puertas de las casas opu
lentas y ricas para desterrar de ellas el fausto, el
luxo y la sensualidad, no permitiendo la entra
da sino al deseo y á la fruicion de hacer bien: ve
riamosla dominar en el santuario para impedir que
la tribu santa, depositaria de las riquezas sagra
das, justificase en algun modo con el escandalo de
sus gastos inmoderados (ó por mejor decir la desper
tase y encendiese) aquella codicia que en otros rey
nos se atrevió á usurpar unos bienes que puestos en
manos de quien profanamente los malgastaba, no
parece eran ya bienes eclesiasticos, supuesto que ni
se empleaban en socorrer á los pobres, ni en la de
cencia y magestad del culto: veriamosla dirigir los
consejos para que solo se oyese en ellos la voz de
la humanidad, y se impusiese silencio y se refre
nasen los proyectos malignos y arbitrios nocivos:
veriamosla preceder á la frente de los exercitos,
guiarlos en sus marchas, acompañarlos en el hor
Rrr 2 Or
5co, , , , , SERMon - y -

ror de las batallas para despojar á la victoria de


sus impetus é insolencias, y dexarla solamente la
moderacion y discrecion de aprovecharse de sus
buenos sucesos: veriamos al Grande y al rico llo
rar como dias perdidos é infructuosos los dias que
no huviesen enjugado ó prevenido las lagrimas de
los miserables: veriamos al pobre y al de condi
cion humilde envidiar solamente al Grande y al
rico el poder patrocinar, ó expender riquezas: ve
riamos finalmente al universo, que atonito y pas
mado exclamaria: beata gens cujus est Dominus,
Deus ejus (1): dichosa nacion, cuyo Dios es Je
sus
Cese pues la tierra de cargar sobre el cielo sus
desastres y calamidades; porque despues de pu
blicado el Evangelio no son sus desgracias sino fru.
to de sus pecados, y del olvido y resistencia á las
gracias de Jesus. -

Id ahora, enemigos de nuestra Ley santa, lle


nos de ignorancia presumida, ó de perfida malig
nidad: imputad al Evangelio los torrentes de la
grimas y sangre que desde los tiempos de Jesus
hasta los nuestros inundan con tanta freqüencia la
tierra; que para confundiros solo diré brevemen
te, que asi como la verdadera filosofia no es res
ponsable de ningun modo de vuestras blasfemias:
asi tampoco lo es la Religion de Jesu Christo de
las maldades y escandalosos vandos y guerras que
COIT

(1) Psalm. 32. v. 12.


T) E LAS GRANDEZAS DE JESUS. 5o1
con pretexto de ella han traido los que la profesa
ban : el avanderizado y rebelde se ocultaba con el
velo de la Religion; pero esta misma Religion re
probaba y condenaba sus inhumanas atrocidades:
el impio se disfrazaba con la mascara de la razon;
pero esta misma razon reprobaba y condenaba el
pestilente veneno de sus perversos dictamenes. Go
bernaos pues, catolicos, por la santa y pura doctri
na de vuestra Religion, y estad seguros que de ca
da dia sereis vasallos mas fieles, y ciudadanos mas
pacificos: y vosotros, filosofos, no presteis oidos
sino á las maximas de una razon sana y atinada, y
yo os aseguro que pronto sereischristianos obe
dientes y virtuosos.
Y qué, no descansará ya el amor de Jesus,
supuesto que ha establecido ya los fundamentos de
la concordia y de la felicidad humana ? O hom
bres! no conoceis los caminos de Dios! pues asi
como este orden y concierto marabilloso del uni
verso no fue mas que un juego de su infinita sa
biduria, asi quanto acabamos de ponderar y de
admirar, no es mas que un ensayo, un bosquexo
de su amor. Un hombre Dios, ama como Dios,
y no limitandose á procurar la felicidad de los
hombres temporalmente, no descansa hasta hacer
los felices por una eternidad. Entended pues que
el amor de Jesus no ha hecho hasta aqui mas que
manifestarse: ahora finalmente va á hacer alarde
de toda su inmensidad en un prodigio que solo
puede obrar la omnipotencia de un Dios: prodi
3lo,
5O2 SERMoN
gio, que el momento en que le obra Jesus, acaba
de marcar con el sello del amor de un Dios. Ya
se acerca la hora en que sus enemigos bañarán sus
manos sacrilegas en la sangre del Santo de los san
tos: jurado tienen ya de exterminarle de la tierra
de los vivientes, y de borrar hasta los vestigios y
huellas de sus pies, no solo para perderle, sino pa
ra que ignoren los siglos venideros que ha existido:
ó vanos y ridiculos intentos! El amor de Jesus no
consiente en la destruccion que intentan executará
costa de tantas iniquidades, ni quiere entregarse á
su odio implacable sin dexarle antes burlado, co
municandose á sí mismo en la institucion del San
tisimo Sacramento de la Eucaristia una nueva exis
tencia, de que no solo no le despojarán sus enemi
gos, sino que ni piensan en ella. Jesus les entrega
su vida; pero despues de haver muerto á rigores de
sus barbaros tormentos, vivira enmedio de ellos, y
á pesar de ellos: él habitará en lo mas encumbra
do de los cielos, y al mismo tiempo habitará en la
tierra para continuar en ella el augusto ministerio
de mediador de los mismos Judios, para lanzar
y enviar de la fuente de su amor unos rayos amo
rosos que enternezcan y conviertan el corazon del
pecador, que santifiquen al penitente con sus la
grimas, y que enriquezcan al justo con virtudes.
Resuelven los Fariseos sin entenderlo como
ministros ciegos é ignorantes de los decretos ful
minados por la colera de un Dios terrible, sepul
tar con Jesu Christo las hostias, las oblaciones,
los
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 5 o3
los sacrificios de su Ley. Pero ó triunfo, o inmen
sidad del corazon de Jesus! Aquel amor tan cruel
mente ultrajado no dexará al nuevo pueblo, cuyas
primicias son los mismos Judios, sin pontifice,
sin sacerdocio, sin altar: aquel sacrificio cruento
que le manda consumar la justicia de su eterno
Padre, le perpetúa y eterniza en un sacrificio pa
cifico é incruento; pero estos dos sacrificios no son
en la realidad sino un solo é identico sacrificio; y
solamente son dos sacrificios por las diferencias que
los caracterizan; el primero se consumó en altar
privativo y señalado; y el segundo se consuma y
renueva á cada instante: en el primero solo muere
Jesus para volverá nacer: para ofrecer el segundo
toda la tierra es altar competente : y asi orale
vante el ministro la voz y llame la victima des
de lo profundo del mar, ora desde la sombria es
pesura de los bosques, ora desde la obscuridad
de las profundas grutas, la victima descendera in
defeótiblemente á las manos del Sacerdote. El se
gundo no es otra cosa por todos sus respetos y
circunstancias que sacrificio de amor puro: el cu
chillo que le inmola, es cuchillo de amor; el fue
go que le consume, es fuego de amor; ni admite
para su oblacion sino manos purificadas por el amor;
ni para participar de él, sino corazones llenos é
inundados de amor; ni para adorarle, sino un si
lencio de amor; ni para agradecerle, sino suspi
ros y lagrimas de amor; ni para que éntre en pro
vecho al alma, sino disposiciones que despierten
2II1Or
SO4 SERMoN
amor y deseos de amor; ni para alabarle y cele
brarle, sino exclamaciones y canticos de amor:
todo en fin amor, y la misma fé que le cree, no
se perfecciona sino con amor. Por esto, avivad
vuestra atencion, fieles, por esto no tuvo enemi
gos este misterio hasta que la caridad fue deca
yendo y enfriandose. Como la primitiva Iglesia
amaba, no dudaba: la fé disponia para el amor,
y con el amor se aumentaba la fé: todo era ado
raciones de una fé rendida, fervores de un amor
agradecido; y avivado con el fuego de la caridad
el amor que los primitivos fieles profesaban á Je
sus no conocia terminos ni modo este mismo Sal
vador divino pasa continuamente de un prodigio
á otro prodigio: el sacrificio cruento sucede al mis
tico sacrificio celebrado en la noche de la Cena:
en el primero se ofrece victima del amor que pu
rifica á los santos; en el segundo victima del amor
que satisface por los pecadores. Sale finalmente
del Cenaculo, y se encamina al Calvario.
Qué podré yo deciros, catholicos, en este pa
so? ni qué podria deciros desde este pulpito un pro
feta, un apostol, un Pablo? Qué ingenio, aunque
inspirado del cielo, podria concebir ideas tan su
blimes, ni alcanzar expresiones tan vehementes,
energicas y pateticas, que sean suficientes á referir
y ponderar debidamente lo admirable y asom
broso de este triste y augusto espectaculo? No
hay hombre que pueda hablar dignamente de ma
teria tan alta y tan divina; y solo meditandola y
COl
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 5o5
considerandola en lo interior de su corazon, pue
de formar alguna idea. Venid pues, fieles, y tras
ladaos á la cumbre del monte Calvario. Ved des
de alli á Jesus que va subiendo con pasos lentos
y debiles : considerad el camino que ha andado,
y de dónde salió, y el termino adonde llega y
fenece: mirad la obscura y arruinada cueva don
de da principio á la vida consagrada á expiar los
pecados del mundo; la pobreza y abatimientos de
su vida oculta, las peregrinaciones y penalidades
de su vida pública, su zelo y hambre por pade
cer: él suspira ardientemente por aquella hora en
que ha de reconciliar al hombre con su eterno Pa
dre: él suspira por aquella cruz en que ha de ter
minar su peregrinacion fatigosisima, cargado por
explicarme asi, de las maldiciones de Dios y de los
hombres, desconocido, negado, como reprobado
por el cielo y por la tierra, desamparado de todos,
menos de su amor, que solo le sigue y le acompa
ña para hacer el ultimo alarde de sus finezas en
aquella escena tragica, y que no quedará satisfecho
hasta que extrayendo de las venas de Jesus las po
cas gotas de sangre que hay en ellas, dé quanto pue
de dar. Rumiad, considerad, meditad todas estas
cosas en silencio, y dexad despues obrar á vuestro
corazon: hable, decida, sentencie él si un corazon
que ama con tanta fineza es corazon de un hombre
puro, ó si debe amar mas para amar como Dios?
Sería pues tanta mi dicha, ó dulce Jesus mio, que
huviese en este auditorio almas dedicadas todas á
Tom. III. Sss 2II13l
5o6 - SERMoN
amaros? Haylas ciertamente en aquellas remotas re
giones donde empieza á alumbrar la luz del Evan
gelio: en ellas se va criando un pueblo nuevo, que
por el vinculo de la Fé está unido y enlazado con
nosotros : ó si permitiese el cielo que nunca se
mancomunase con nosotros en quanto á la integri
dad de las costumbres ! Sabed que dociles y obe
dientes aquellos fieles á las inspiraciones de la gra
cia, luego que llegan á entender el misterio de
un Dios Salvador, enternecidos y arrebatados de
los santos impetus de un encendido amor, cor
ren apresurados por las sangrientas huellas de su
Dios crucificado á ofrecer la cerviz al acero de los
tiranos, juzgando que ama tibiamente á Jesus el
que se contenta con vivir por Jesus, sin desear
morir con él. O tierra felicisima prosigue resar
ciendo áJesus de la negligencia, frialdad y olvi
do de los demás christianos Porque ved aqui,
amados oyentes mios, el motivo justisimo de nues
tro dolor, y de vuestra confusion: que haviendo
recibido en la cuna con la sangre de vuestros pa
dres el conocimiento y el amor de Jesus, y sien
do asi que apenas hay nacion de quien sea tan Dios
como lo es vuestro; con todo eso no sé si se po
drá decir con verdad, que no hay nacion mas dig
na de ser su pueblo. Porqué se repite y renueva
entre nosotros aquella prodigiosa ingratitud que
fue causa de la perdicion de los Judios? Vino, es
á saber aquel Dios prometido y anunciado áIs
rael, é Israel no quiso conocerle, y le despreció:
... - ... . . . in
DE LAs GRANDEZAS DE JESUs. 5o7
in propria venit, cºn sui eum non receperunt (1).
Con efecto, esas ciencias vanas y superficiales,
que no sirven sino para pulir y recrear el enten
dimiento, esas ciencias perjudiciales y pestiferas,
que vician y estragan el corazon, estudiamoslas
con ardor, cultivamoslas con todo esmero; pero
la ciencia de Jesus, aquella ciencia que era toda
la erudicion de un Pablo, aquella ciencia, que es
la unica ciencia de la salvacion y de las costum
bres virtuosas, esa ni hay ya casi maestros que la
enseñen, ni discipulos que la aprendan : ya el
christianismo, centro del buen gusto, de la cul
tura, de las artes, de la literatura, empieza casi
á no conocer á Jesus, y hay christianos que pre
sumen vanagloriosamente saberlo todo, menos á
Jesus. Aunque sí le saben, ó por mejor decir, se
glorían de saberle y conocerle: mas para qué? pa
ra impugnarle, para hacerle guerra, para inven
tar en su doctrina y sus maximas imposibilidades
imaginarias, contradicciones aparentes con que
quieren justificar su indocilidad, para formar de
los misterios mas augustos de la Fé, desfigurados
por la insolente impostura de su vana filosofia,
una piedra de escandalo en que ellos y los demás
tropiecen ciegamente, y para contraponer final
mente la temeridad y arrogancia de su presumi
da altaneria á los indelebles caracteres de divini
dad y de verdad, con que quiso marcar su sacro
Sss 2 S211

(1) Evang. S. Joan. c. 1. v. II.


5o8 SERMoN
santa Religion. O vergüenza, ó abominacion de
nuestro siglo ! No salen ya del centro de la Sina
goga y de la Gentilidad, sino de nosotros mis
mos esas Obras pestiferas y llenas de veneno, cu
yas peligrosas sutilezas, cuyos sofismas capciosos,
cuyas reflexiones vagas, cuyos raciocinios, trans
gresores de los limites de la razon, forman un la
berinto y una densa niebla en que se pierde y des
atienta un entendimiento, á quien el incentivo ha
lagüeño de las pasiones estimula y aviva para sa
cudir el yugo de una Religion que pide demasia
das virtudes, para que no se conciten contra ella
las preocupaciones y apetitos de un corazones
tragado: hombres son marcados con el Bautismo
de Jesu Christo los que tienen á sumo y sacrilego
honor disputarle y defraudarle la veneracion y cul
to del pueblo. Ministros del Evangelio, qué mo
tivo mas justo, y mas digno de nuestras lagrimas?
no debemos ya tomar las armas y defender á Je
su Christo contra los idólatras y contra los judios,
sino contra los mismos christianos. Mas qué di
go defenderle ¿no debemos antes temer nosotros
de hacernos tan reprehensibles como los que le
persiguen ? O siglos venideros quién me conce
diera que nunca llegase á vuestra noticia la igno
minia y el escandalo de nuestro siglo Degradar
á Jesus, permitidme esta expresion, degradar á
Jesus de su divinidad, mancomunandole con los
sabios del Paganismo, esto no fue mas que el en
sayo y el primer delirio de ciertos hombres º C
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 5 c9
legamente disolutos é impios, que intentaron, si
era posible, ridiculizarle, y rasgar su tunica incon.
sutil; pero satiras ahora, invectivas, declamacio
nes furiosas, expresiones indecentes y mordaces!
cómo no se estremecen y desploman las bobedas
de este templo! no llegó á tanto la insolencia en
el Calvario; ni el mismo infierno se atrevió á pro
meterse tan horrible impiedad en el dia de su hor
roroso triunfo. Qué es esto? Ha llegado ya aquel
tiempo vaticinado por el Apostol, en que el hom
bre enemigo de Jesus, el adversario del Altisimo,
el abominable Ante Christo, intentará erigir y
contraponer un altar á otro altar, sentandose en
el santuario no para ser adorado por un pueblo
credulo, como autor de una nueva Religion; sino
para recibir la adoracion y el culto de un pueblo
agitado de su misma furia, como destruidor de la
Religion sacrosanta? qui adversatur er ertollitur
supra omne quod est Deus (1). Sabed pues, ó fi
losofos temerarios! que escrito está, y cumplira
se indefectiblemente el oraculo, que es Jesus aque
lla piedra que ha de reducir á la debida obedien
cia y rendimiento á los hijos de la rebelde Babi
lonia: ese Jesus que ahora despreciais, ha de rey
nar sobre vosotros mal que os pese; y pues no que
reis que sea para vosotros un Dios Salvador, él
será un Dios juez, un Rey severo; ó tambien será
vuestro Salvador; pero un Salvador ofendido y
- ul
(1) 2.ad Thessal. cap. 2. v. 4.
IO SERMoN :

ultrajado: él tomará venganza no solo de vuestros


pecados y de sus gracias, sino de lo que haveis he
cho contra él, y de lo que él ha hecho con voso
trOS.

O buen Jesus apartad de mi pensamiento


este melancolico presagio: acordaos, Señor, que
el tiempo de la presente providencia, segun vues
tra palabra, mas es nuestro que vuestro, y que
solo es vuestro por ser el tiempo de vuestras mi
sericordias. Allá en la eternidad os vengareis co
mo Dios de justicia rigurosa é implacable; mas
en esta vida temporal costumbre vuestra es casti
gar solo como Dios de paz y de benignidad: alum
brad las tinieblas de sus entendimientos, para que
desengañados de su hinchada ciencia y maligno ze
lo, renueven el triunfo que vuestra gracia consi
guió de Saulo perseguidor: entren, Señor, y ca
minen por las sendas de otro apostolado mas dig
no de sus grandes talentos. Porque si como maes
tros habilisimos en la perniciosa ciencia de domi
nar y cautivar los entendimientos hasta llegará
persuadir á los que se hallan solamente deslumbra
dos, de que están convencidos, hacen tan mara
billosos progresos propagando el error, qué no
drian hacer en beneficio de la verdad? Elevados,
enoblecidos, engrandecidos por la magestad del
objeto, con qué ideas tan altas, con qué solidez
y peso de razones, con qué expresiones tan ener
icas no ponderarian las pruebas incontrastables
de la divinidad de vuestra doctrina qué obscure
ci
DE LAS GRANDEZAS DE JESUS. 5Ir
cida quedaria su primera y funesta fama con los
aplausos de su segunda gloria entonces conoce
rian que la habilidad mal empleada no merece
aprecio, ni tiene lucimiento: la Religion se com
placeria en los servicios que la hiciesen, se con
solaria y enjugaria sus lagrimas, se prometeria
resarcir prontamente sus daños, y os quedaria agra
decida de haverla provisto de tales defensores.
En quanto á nosotros, Señor, que instruidos
por la voz de vuestro Padre celestial, confesamos
en vos á Christo y al hijo de Dios vivo: Tu es
Christus, filius Dei vivi (1), añadid á este bene
ficio la gracia de que correspondamos mejor á él
con la enmienda de nuestra vida. Es posible que
no ha de quedar todavia alguna centella de aquel
fuego de amor ardiente que traxisteis del cielo á la
tierra? en este amor vivian abrasados los fieles
de la primitiva Iglesia; él se alimentaba de las la
grimas de los penitentes, él se inflamaba con los
suspiros de los solitarios; él crecia con el fervor de
los justos; él se propagaba y cundia con la sangre
de los martires; enciendale pues vuestra gracia en
mi corazon ; en este corazon, que tantas veces me
haveis pedido, y yo loco os lo he negado: yo le
he entregado al mundo y á las pasiones, y ellas
os han vengado: porque qué he experimentado
satisfaciendolas, sino turbacion y congojas, velei
dades y traiciones, pesares amargos, y rabiosos
S11 -

(1) S. Matth. c. 16. v. 16.


5I2 SERMoN
sinsabores? Ya vuelvo á vos, benignisimo Jesus,
no me desecheis: mis continuos gemidos y mis la
grimas os pediran sin cesar el perdon de mis exce
sos, aunque no me atrevo á pedirle yo solo y sin
unirme á vos: vuestras lagrimas pues y vuestra
sangre me le alcanzarán: ya empiezo á amaros, y
siempre me doleré de no haveros amado: solo de
seo amaros siempre, sustentandome de vuestro
amor en esta vida, para alimentarme de él en la
eterna. Asi sea.

TA
- - 513
T A BLA
DE LOS SERMONES,
Y ANALYSIS DE CADA SERAMON.

El numero primero denota la pagina donde em


pieza el articulo de que se hace analysis; y
el segundo donde acaba.

SERAMON SO B. R. E EL R.E.S PETO


humano, para el Jueves de la segunda sema
na de Quaresma. Pag. 1.

1vision. Os quereis formar una idea cabal


del respeto humano? Entended pues que
es un pecado enteramente contrario á la Religion.
Como asi ? porque es un pecado no solo injurioso,
sino funesto á la Religion: injurioso á la Religion,
porque la escandaliza y la agravia: funesto á la
Religion, porque la arruina y la destruye.
La Religion deshonrada y envilecida por el
respeto humano, y enflaquecida y aniquilada por
él, es todo el asunto de este Discurso. Ave Ma
ria. Pag. 4.
PARTE I. El mundo triunfando de la fuerza
y del poder de la Religion con la flaqueza del
respeto humano; triunfando de la sabiduria y de
Tom. III. Ttt las
5 I4 TABLA Y ANALYSIS
las luces mas puras de la Religion con la locura
del respeto humano; y triunfando de las gracias
y de sus mas amorosas promesas con los sentimien
tos y, penas del respeto humano: tres puntos que
merecen toda vuestra atencion.
I. De qué se vale el mundo para robar á la
Religion el corazon del hombre? del miedo de una
vana sombra, de la fantasia de un sueño, de una fan
tasma sin cuerpo ni realidad envano se esfuerza la
fé á fixarnos y mantenernos en la virtud. El mun
do habla, ó teme el hombre de darle materia pa
ra que murmure; y desde aquel punto ni la Re
ligion habla ya, ó no es oida. Habla el mundo;
pero qué es lo que premete? el cebo de una alaban
za aerea. Habla el mundo: y con qué amenaza?
con una zumba despreciable. Habla el mundo ¿pe
ro qué mundo? un mundo imaginario muchas
veces y fantastico. Flaqueza y temor tanto mas
injurioso á la Religion, que por lo comun solo
nos acobarda quando se trata de ella, pues es
te respeto humano de que tanto caso hacemos
quando se opone contra Dios, bien sabemos des
preciarle totalmente quando se opone al logro de
nuestras pasiones. Es esta pues aquella Religion
triunfadora del mundo? Ay, que sus triunfos so
lo se conservan casi en la memoria de los tiempos
pasados y si no pudiera gloriarse con la relacion
de las virtudes de nuestros Padres, qué seria sino
una Religion convencida de flaqueza y debilidad
supuesto que la vemos ceder á una cosa tan frivola
y
DE Los SERMONES. 51 5
y despreciable, como es el respeto humano? Aña
dase á esto, que el mundo triunfa de la sabidu
ria y de las mas puras luces de la Religion con
la locura del respeto humano. Pag. 16. 3o.
II. Tal es, dice San Pablo, la incomprehen
sibilidad de los consejos de nuestto Dios, que
queriendo traer á sí las almas fieles, no les se
ñala otra guia que la locura de la cruz. Camino
bien diferente del que la miseria de los christia- .
nos ha empezado á introducir en el christianismo,
quando por designios politicos y por sutilezas de
una falsa sabiduria, han incurrido en una verda
dera locura: porque, qué otro nombre podremos
dar á esa prudencia de carne que el respeto hu
mano aborta entre nosotros? Locura del respeto
humano, que nos hace temer lo que hay en el
mundo menos temible : intentase complacer al
mundo; pero á qué mundo? á un mundo el mas
estragado, el mas vicioso, el menos estimable y
estimado. Locura del respeto humano que nos
hace temer lo que de ningun modo debemos te
mer en el mundo. Pregunto: en qué estado, en
qué condicion aprecia el mundo al vicio ? Locura
del respeto humano que por medio del temormos
precipita y expone á la infelicidad que tememos,
esto es, á las zumbas y desprecio del mundo. Ah,
christianos mios temamos á Dios, y lo que nos
manda temer; pues este es el principio de la sa
biduria. El mundo solo es temible para los que le
temen, y contentar sus caprichos es envilecernos,
Ttt 2 y
516 TABLA Y ANALYSIs
y aun hacernos infelices. Ved pues cómo el mun
do triunfa de las gracias y de las mas ciertas pro
mesas de la Religion con los sentimientos y pe
nas del respeto humano. Pag. 16. 3o.
III. Qué no cuestan los pecados del respe
to humano? y qué pecadores pueden decir con
mas verdad que anduvieron fatigados por los ca
minos de la maldad? No tiene este pecado el ce
bo halagueño de las demas pasiones; pues con el
respeto humano peca el hombre contra todas sus
inclinaciones y gustos, contra las leyes que quisie
ra quebrantar menos, contra las virtudes que el
natural, la educacion, y la Religion hacen mas
respetables. Peca contra los mas agudos remordi
mientos de la conciencia, contra las mas vivas
luces de la fé, y de la razon. Indignase furiosa
mente contra el mundo, cuya tirania conoce: con
tra sí mismo, por verse tan sin fuerzas para re
sistir, y bebe y apura el caliz de amargura, que
es un preludio fatal de aquel caliz de la ira de Dios,
que habra de sorber por toda una eternidad. La
Religion desacreditada y envilecida por el respe
to humano: asunto de la primera Parte. La Reli
gion enflaquecida y aniquilada por el respeto hu
mano, asunto de la segunda. Pag. 3o. 36.
II. PARTE. Una Religion sierva y esclava del
mundo qué cosa es ni puede ser en el hombre sino
una sombravana, y una apariencia de Religion? Es
en suma una Religion que ni honra á Dios, ni santi
fica al hombre, ni ella misma sabe mantenerse.
- I.
DE Los. SERMoNEs. 517
I. Si el respeto humano no impide ser christia
no, impide el parecerlo. Sin embargo pues de to
das las ideas, especies, sentimientos, vestigios de
fé y de piedad que dexe en el alma, desde la ho
ra que limita la Religion al culto que el hombre
presta en su interior, no dudo afirmar que el res
peto humano destruye y aniquila la Religion con
siderada con respeto á Dios; por quanto una Re
ligion que no se descubre en lo exterior, no da
gloria ni honor á Dios, y por consiguiente no es
Religion. De aqui aquellos anatemas del Apostol
contra los filosofos politicos que conocieron á Dios,
y no le dieron á conocer: de aqui aquel precep
to tan formal y expreso del Evangelio, que nos
manda hacer publica profesion de la fé, aunque
nos haya de costar la vida. Luego el respeto hu
mano destruye la Religion en su naturaleza, y
la convierte en una Religion que ni da honor á
Dios, ni santifica al hombre. Pag. 37. 48.
II. El respeto humano, aunque no es pasion,
equivale á todas las pasiones; y sin solicitar nada,
se presta é inclina á todo. Un hombre, esclavo del
respeto humano, es un hombre que sin perder la
fé y la Religion, no tiene fé ni Religion, por
que para abandonar una y otra, solo espera que
el mundo se lo mande : y es un hombre que sin
amar el vicio, se halla dispuesto á adoptar todos
los vicios. El ambicioso, el avariento, el lascivo
podrá ser mayor pecador; pero el esclavo del res
peto humano tiene menos disposicion para ser San
tO.
518 TABLA y A NALYSIs
to. Asi que este vicio fatal del respeto humano no
solo hace de la Religion una Religion que no hon
ra á Dios; sino una Religion que no se sustenta
por sí misma. Pag. 48.54. -

III. Quién ignora que el respeto humano es


el emponzoñado origen, de donde nacen con tam
ta abundancia los escandolos que estragan las cos
tumbres y destruyen la fé? Quién ignora que del
respeto humano se derivan los primeros excesos de
la juventud, que facilitan el camino para los vicios
de las demas edades? quien ignora que al abrigo
del respeto humano se mantienen y propagan las
maximas y dictamenes de la sabiduria mundana,
tan contrarias á las maximas de la christiana sabi
duria ? Ay, que un christiano es victima muy
preciosa, para ser sacrificada á tal divinidad y
pues tenemos un Dios, digno de nosotros, no
anhelemos sino á hacernos dignos de él, revistien
donos del zelo conveniente para conservar y es
tender su santa ley ; y contribuyendo asi para que
su Magestad reyne en la tierra, podemos espe
rar que nos premie con una corona y reyno eter
no en el cielo. Pag. 54.62.

SER.
DE Los SERMONEs. 519

SERMON SOBRE LA PAZ INFEZIz


del pecador, para el Viernes de la segunda sema
na de Quaresma. Pag. 63. s

IvisioN. La paz en el pecado es de parte


del hombre la mayor culpa; y de parte
de Dios el castigo terrible en una palabra,
el pecado de la paz en la culpa, y su cas
tigo, es el asunto de este documento. Pag.
65.
I. PARTE. Pecador, que te glorías de haber
conseguido finalmente aquietar y tranquilizar tu
corazon viciado, ay cómo te horrorizarias de ti
mismo, si supieras á que precio has comprado
esa infeliz paz que tanto te contenta Sabe que
has sacrificado la fe, la razon, la conciencia, la
gracia, todo Tu apostasia es oculta; pero no
es en cierto modo mas reprehensible y mas in
juriosa á Dios, que aquellas apostasias publicas
tan abominadas en los primeros siglos? no es mas
reprehensible é injuriosa en su principio, en su
duracion, en sus efectos?
I. Por qué grados se llega á conseguir la paz
en el pecado? Como la conciencia ilustrada por
la gracia avisa y clama; y como el hombre no
puede quebrantar unos preceptos expresos, sin
que sienta la turbacion de su interior, y le ator
menten crueles remordimientos, procura no sa
ber
52o TABLA Y ANALYSIS
ber la ley, olvidarla, obscurecersela: evita la
luz, teme ser instruido, y dice con aquellos im
pios del libro del Santo Job: aparta, señor, apar
ta de nosotros ese conocimiento, esa luz que
nos contrista y conturba. En lugar de aquella con
ciencia recta y sana que Dios nos ha dado, subs
tituyese una conciencia erronea y maliciosa: corre
el hombre precipitado tras los objetos exteriores:
muda y trastorna todas las ideas de su entendi
miento, presta gratos oidos á los maestros y doc
tores de la impiedad y de la irreligion: anda de
delirio en delirio, llega hasta cautelarse para no
volverse mas á Dios. Lo qual por consiguiente es
una apostasia en cierto modo mas reprehensible
en su principio, y de mayor malicia en su dura
cion. Pag. 68.84.
II. No permita Dios que disminuya yo en
nada el horror que merece la apostasia de los an
tiguos y flacos christianos que doblaron la rodilla
ante los idolos; pero sin embargo, qué sucedia
en aquellas apostasias? Luego que se apartaban
de la presencia del tirano, corrian casi todos á ocul
tarse en los mas profundos subterraneos, donde se
pultaban su ignominia y su pecado, renegando de
unos dioses á que havian ofrecido incienso, y in
vocando un Dios á quien havian negado; pero en
nuestro caso yo veo una apostasia mantenida de
intento, continuada y renovada por el discurso de
muchos años. Qué se ha hecho aquel amor de la vir
tud que gravó Dios en tu alma? dónde estan aque
llos
DE LOS SER MONES. 52 I

llos principios de Religion, aquellas consideracio


nes de la eternidad, aquel temor del infierno que
te perturbaban tan extraordinariamente? quisiera
reconocerte, y no acierto. Aquel Dios que con
tanta prodigalidad derramó su sangre, no escasea
á la verdad sus gracias; él antes os buscaba so
lícito, y ya no lo hace; con que es indicio de que
se ha cansado de llamarte; mas entiende que no
es posible que hayais obligado á Dios á guardar
este silencio sino con una larga continuacion de
pecar, y perseverando en la espantosa resolucion
de apartaros de él, de abandonarle y renunciarle:
apostasia detestable en su principio, mas detesta
ble en su duracion, y detestabilisima en su esten
sion y efectos. Pág. 84.88. . . . . . . . .»
III. Aquellas palabras, con que reprehen
dian los Santos Padres á los apostatas antiguos,
te convienen á tíá la letra, ó pecador, que tan
de asiento y tan en paz vives en la culpa Ubi est
Deus tuus ?. Ya estás sin Dios, él no es Dios de
tus acciones, que solamente son una tela continua
de pecados; no es Dios de tu memoria, de la qual
se ha borrado su idea ; no Dios de tu entendi
miento, que ya no le conoce, o ya no piensa en
él; no Dios de tu corazon, que ni le ama, ni le
teme; no Dios de tu conciencia, cuya voz no se
oye ya en ella. Para estos ultimos tiempos esta
ba guardado el estudiar y exercitarse el hombre
en el arte de embotar los remordimientos con los
errados principios de un moral detestable, y con
Tom. III. VyV. la
522 TABLA Y ANALYSIS
la disolucion de la impiedad. Conoce que solo has
podido llegar á esta paz infelicisima vendiendo á
tu Dios con la mayor vileza y ruindad: y este es
el delito de tu estado. Pero acaso tambien te ha
desamparado á tí igualmente Dios; y esta es la
desdicha de tu estado, y el asunto de la segunda
Parte. Pag. 88.96. - -

PARTE II. La paz en el pecado es un castigo


que solo envia Dios en el fervor de su mayor in
dignacion; porque es infecto origen de donde di
manan otros muchos y nuevos pecados, y porque
es señal casi infalible de reprobacion etérna.
I. La paz en el pecado es un castigo que so
lo envia Dios, en el fervor de su mayor indigna
cion. Oid cómo se explica su Magestad en las sa
gradas Escrituras. Este pueblo fementido, le dice
al Profeta Jeremias, ha llenado finalmente el nu
mero de sus iniquidades: yo veré con serenidad
cómo se precipita y despeña. Estos hombres ne
cios y ciegos, le dice al profeta Oseas, desean que
yo me aparte de ellos; yo les cumpliré sus deseos;
pero ay desdichados Ve eis cum reces sero ab eis
El abismo y extremo de la miseria es el estar se
parados de Dios, y no habitar Dios con nosotros.
Pag 96.98. . . . . . . . . . o: ; .
II. Es origen de muchos pecados: el camino
por donde anda el hombre que vive de asiento
en la culpa, es tan escabroso y tan resvaladizo,
que no da paso que no sea una caida. El muere
finalmente con una paz tan funesta, y de tanta
- - . ... des
DE Los SERMONEs. 523
desesperacion, que prueban bien claramente que
la serenidad tan infeliz que adquirió, es un in
dicio casi infalible de una eterna condenacion. Pa
gin. 98.99.
III. Quando la conciencia no siente, no hay
ya remedios que aplicar: exhortaciones saludables,
exemplos y persuasiones, sermones fervorosos,
gracias eficaces y poderosas, nada, despierta al
hombre del mortal letargo en que yace sumergi
do: cierra los ojos á las luces mas vivas, y con
siente sumirse sosegadamente en el abismo de una
eternidad infeliz. Ah, Señor no permitais que
yo cayga en esta deplorable ceguedad: no tenga
yo paz conmigo mismo, mientras no la tenga con
vos; o antes, que nunca se separe de vos mi alma,
y que reyneis vos en ella en esta vida para que
logre reynar con vos eternamente. Pag. 99.1 o 5.

SE RAMO N HD E L RES PETO EN LOS


templos , para la Dominica tercera
de Quaresma. Pag. 1o6.
visioN. Qué viene á ser la profanacion de
los templos considerada respeto de la Re
ligion? Es el pecado que mas se opone y mas per
judica á la Religion: asunto de la primera Parte.
Qué viene á ser la profanacion de los templos
considerada respeto de la felicidad pública? Es el
pecado que mas se opone y mas perjudica á esta
Vvv. 2 mis
824 TABLA Y ANALYsIs
misma felicidad: asunto de la segunda Parte. Pa
gin. Io8. . -

I. PARTE. La profanacion de los templos con


siderada con respeto á la Religion es un pecado
de atrevimiento y de impiedad, que se opone di
rectamente á la naturaleza y fin de la Religion: es
un genero de apostasia y de infidelidad, que em
bebe una especie de abjuracion pública y formal
de la Religion; es un pecado de escandalo, que
desprecia y envilece el culto de la Religion; es un
pecado de contagio fatal, que precipita la deca
dencia de la Religion en todo un reyno.
I. Qué efectos causa todos los dias la profana
cion de los templos Abusando y despreciando
sacrilega y escandalosamente de lo mas santo y
sagrado, convierte contra Dios lo que la Religion
ha instituido para Dios: es verdad que los fieles
concurren á nuestros templos, pero no vienen solo
por Dios: vienen por costumbre, vienen por el
bien parecer: vienen (ó sacrilegio inaudito) vie
nen para recibir y comunicar pasiones abomina
bles: vienen á parecer bien, y á buscar algun ob
geto que les parezca bien: ello es que ni vienen
por Dios, ni por pensar en Dios; vienen al tem
plo cargados de sus proyectos, de sus designios,
de sus pasiones : y aquel Dios en cuya presen
cia dobla el christiano la rodilla, no es el mismo
Dios á quien el corazon adora: segundo ca
racter de oposicion. Con que la profanacion de los
templos es un genero de apostasia y de infidelidad,
- - que
-

DE LOS SERMONES. 52
que embebe una abjuracion publica de la Religion.
Pag. 1o9. 119.
II. Quando vemos en nuestros templos un es
trangero, cuyas circunstancias se ignoran; pero
modesto, circunspecto, recogido, necesitamos de
mas pruebas para certificarnos de su fé? Aquel ex
terior devoto no es un testimonio público y sufi
ciente de la Religion que profesa? Pues si alguno
de nosotros se postrase á los pies de un idolo mi
serable, tributandole el mismo culto y adoracion,
le tendriamos por un apostata, que desamparada
la Religion christiana, havia profesado las supers
ticiones gentilicas. Qué quieren decir pues ese ex
terior que manifiesta un hombre distraido y liber
tino: esas posturas soberbias y desdeñosas: esas
risas desenvueltas y provocativas, ese orgullo in
domito é impio que se desdeña de doblar la rodi
lla? qué viene á ser todo esto sino una abjuracion
pública de la Religion? Tercer caracter de opo
sicion: la profanacion de los templos es un peca
do de escandalo que desprecia y envilece el culto
de la Religion. Pag. 1 19.122.
III. Con efecto, qué juicio pueden hacer
de nosotros las naciones cismaticas é infieles? por
una parte ven nuestros templos pobres, sin ali
ño, sin adorno, sin limpieza; y ven por otra
esos hombres opulentos que traen el oro y el mar
mol entre los pies : ya oyen las murmuraciones
y quexas de esos hombres descontentadizos, y
que todo lo censuran, que siempre notan de su
per
426 TABLA Y ANALYSIs
perflua la riqueza y magnificencia de los templos;
ya escuchan las zumbas impias, las declama
ciones exägeradas de esos enemigos del sacer
docio. Enfin, quarto y ultimo caracter de oposi
cion: la irreverencia de los templos es un pecado
de contagioso escandalo, que precipita en todo un
reyno la pérdida de la Religion, al principio por
via del exemplo y de la imitacion, y despues por
via de castigo. Pag. 122.129. -

IV. Las juntas de los christianos eran en otro


tiempo una escuela de virtud : en el atrio del tem
plo los penitentes cosidos con la tierra; en lo inte
rior del templo una multitud grande y fervorosa
de virgenes; todo el pueblo atento, silencioso, re
cogido: pero ay! cómo se han mudado los tiem
pos! ahora en nuestros templos hallan peligros y
escollos hasta la fé y la devocion: en nuestros
templos, á exemplo é imitacion de una juventud
inconsiderada y disoluta, de un padre y de una
madre sin religion, se acostumbran los hijos y se
alientan á despreciar lo mas sagrado: asi la Reli
gion se pierde por via de exemplo; y tambien
por via de castigo; pues bien sabeis que la des
truccion de la fé es uno de los castigos que Dios
tiene destinados para la irreverencia de los tem
plos: disputamosle nosotros sus altares, y él nos
los abandona : ved pues ahí un pecado en que
apenas escrupuliza nuestro siglo estragado.
Haveis visto lo que es la irreverencia de los
templos considerada con respeto á la Religion:
Cl
DE LOS SERMONES. 527
en la segunda Parte vereis lo que es la profana
cion de los templos considerada con respecto á la
felicidad pública. Pag. 129.134.
- PARTE II. Para explicarme con mayor clari
dad, entro distinguiendo dos especies de irreve
rencia: una empezada, por decirlo asi, y menos
grave; y otra total y consumada : la irreverencia
empezada, que consiste en el olvido, en la indi
ferencia, en la distraccion, nos hace inutiles los
templos: la irreverencia consumada, que es una
irreverencia de escandalo, de impiedad, de diso
lucion, nos hace perjudiciales los templos.
I. Puede excogitarse ceguedad mas deplora.
ble, que la de tantos christianos, que no asisten á
nuestros templos, arrastrados del embeleso y en
tretenimientos pueriles del mundo, de los deleites
y diversiones, de la ociosidad y pereza, del tráfa
go y multitud de negocios, y del imperio y tira
nia del respeto humano? y de tantos otros que so
lo asisten á ellos por fuerza y materialmente, sin
rendir á Dios el tributo de una piedad y devocion
fervorosa? enemigos todos de su propia felicidad se
hacen inutiles los templos; y quánto no pierden con
esta conducta de qué nos aprovechará que abun
demos en tantos templos, si no entramos en ellos?
de qué nos aprovechará que tengamos preparados
los dones de Dios en el santuario, si no los solici
tamos en él? profanacion de olvido, de indiferen
cia, de disipacion, de irreverencia empezada, que
nos hace infructuosos los templos: profanacion de
* - CS
28 TABLA Y ANALYSIs
escandalo, de impiedad, de disolucion, irreveren
cia consumada, que nos hace los templos perjudi
ciales. Pag. 135. 144.
II. Lo que experimentamos y vemos en nues
tros templos es un Dios Salvador, un Dios que se
ofrece victima de propiciacion: ojalá que hallase
mos en ellos algun objeto que nos traxese á nuestra
memoria la idea de un Dios vengador de las irre
verencias que profanan su santuario El hijo de
Aaron es destruido con fuego del cielo por haver
encendido en el altar un fuego profano. Antioco
espira entre lagrimas y desesperaciones. Israel es
desterrado, proscripto, disperso por todas las re
giones del mundo. Jerusalen queda sepultada en
las ruinas del templo. Dios al fin se vengará, y
vengará áJesu Christo, su hijo : pues segun doc
trina de los santos Padres, á este pecado especial
mente estan aligadas las calamidades publicas, los
repentinos y pesados castigos. Todo cae, todo
perece, todo se hunde, y llegará tiempo que no
seremos suficientes á contar nuestros infortunios;
pero podemos numerar ahora nuestras irreveren
cias y profanaciones? -

Este pueblo, decia Dios al Profeta Ezequiel,


este pueblo me tiene quiza por injusto: manifies
tale lo que sucede en el templo, y no me culpa
rá de sus desgracias, antes pensará solo en repre
henderse sus pecados. Considerad vosotros, her
manos mios, lo que pasa en nuestras Iglesias, y
quexaos despues, si os atreveis á tanto, del tor
TCIl
DE LOS SERMONES. 529
rente de miserias que inunda la tierra. No, Dios
mio, no verán ya de aqui adelante vuestros ojos
la iniquidad y abominacion en el lugar santo; pues
tendremos á suma felicidad de emplear los dias de
esta vida mortal en solemnizar en el templo de
vuestras misericordias vuestras alabanzas, las qua
les esperamos cantar por eternidades en el templo
de vuestra gloria. Pag. 144. 157.

SER MON so BRE EVITAR LAs


ocasiones, para el AMartes de la tercera
semana de Quaresma.

Ivrsion. Si no evitais las ocasiones, vuestra


D conversion es una conversion dudosa y sos
pechosa, que os debe traer sobresaltados y rece
losos: asunto de la primera Parte. Y es una con
version fragil é inconstante, de que no debeis fia
ros asunto de la segunda Parte. Pag, 16o.
I. PARTE. Si amais todavia la ocasion del pe
cado, amais todavia el pecado, y es indicio de
que no detestais sincera y verdaderamente del pe
cado: luego vuestra penitencia ni tiene ni puede te
ner sino la exterioridad de la penitencia christia
na. Verdad terrible, que fundo en tres verdades
sencillas y naturales: primera, que las penitencias
de que puede vivir prudentemente asegurado el
christiano convertido, son mas raras de lo que se
piensa; segunda, que de todas las penitencias dudo
Tom. III. Xxx SaS
53o TABLA y ANALYsis
sas y sospechosas ninguna lo es mas, que le que
no llega á privar de la ocasion del pecado: terce
ra, que la penitencia que no huye de la ocasion
de pecar, da indicios ciertos de penitencia falsa.
I. Raros son, y muy raros, aquellos hombres,
esclavos de la iniquidad, que fundan su opinion
y honra diabolica en descender al sepulcro car
gados con el horroroso peso de todas sus malda
des. Lo que puebla el infierno es una impeniten
cia disimulada y disfrazada con el nombre y velo
de penitencia: una impenitencia que trae engaña
da y entretenida una alma que ni tiene desver
güenza para ser impenitente á frente descubierta,
ni resolucion para arrepentirse verdaderamente.
Qué sé yo pues si la penitencia en que yo vivo
confiado, no es un nuevo pecado porque son po
cas las conversiones con señales bastantes de ver
dadera penitencia, sobre que una alma timorata
viva descansada y quieta; con que se infiere bien
que ninguna penitencia debe reputarse por mas du
dosa y sospechosa, que aquella que no llega á pri
var de la ocasion de pecar. Pag. 162. 168.
II. Qué cosa es penitencia verdadera? Es un
dolor, dice el sagrado Concilio de Trento, de ha
ver pecado, y un proposito firme de huir la cul
pa : juzgad pues vosotros ahora de vuestra peni
tencia por las calidades del verdadero penitente;
vosotros digo, que informados por vuestra pro
pia experiencia de lo violento de la ocasion, y de
vuestra fragilidad en
- ...
ella,
s.
no huis no obstante dela

DE Los SERMoNES. 53 r
la ocasion. Qué amor de Dios puede ser el que
no teme el peligro de desagradará Dios! qué odio
al pecado puede ser el que no despoja á la oca
sion del pecado de todos los halagos que nos la
hacen apetecer, y que despues nos engendraron
amor al pecado! Añado, que esta penitencia con
siderada en sí misma, tiene todas las señales de
una penitencia reprobada. Pag. 168. 177.
III. El alma verdaderamente arrepentida no
halla gusto sino en las lagrimas que vierte, y nunca
quiere que cese su manantial : en este estado pues,
qué aficion puede conservar á la ocasion de la cul
pa! Apenas conoció el principe de los Apostoles el
pecado y flaqueza de haver negado áJesus, quando
apresuradamente huyó de aquella casa fatal don
de peligró su inocencia. En qué consiste pues que
sintamos nosotros tanta dificultad en dexar lo que
S. Pedro huviera tenido dificultad todavia ma
yor en no dexar ? Consiste en nuestro corazon: el
arrepentimiento de S. Pedro era de corazon y ver
dadero; el nuestro fingido y imaginario: nuestra
contricion es una contricion puramente exterior,
que estriba en la lengua, y no reside en el alma:
creemos , habernos arrepentido de corazon, por
que hablando con Dios le hemos dicho que nos
arrepentiamos. Si huvieras resuelto resistirte fir
memente á las ocasiones de pecar ayudado con la
gracia, no hay duda que tu determinacion se hu
viera estendido á apartarte de ellas. Engañamo
nos, burlamonos de nosotros, mas no engañamos
4 Xxx 2 á
532 TABLA Y ANALYSIs
á Dios: con que penitencias vanas y quimericas,
que solamente subsisten en la imaginacion, peni
tencias pecaminosas que injurian de nuevo á Dios,
penitencias funestas que acaso consuman el miste
rio de la condenacion, penitencias enfin ligeras,
é inconstantes, de que nadie debe asegurarse: asun
to de la segunda Parte. Pag. 177. 188.
II. PARte. Con efecto, sobre qué podrá ase
gurarse el pecador arrepentido que se expone á las
ocasiones de pecar? Acaso sobre sí mismo, sien
do tan fragil? Acaso sobre Dios? pero exponien
dose al peligro de que le manda huir, alcanzará
de su Magestad fuerzas para vencerle?
I. No espereis, catolicos, que os pondere aho
ra la fuerza de la ocasion, y de la fragilidad del
hombre: ni os preguntaré qué cosa es la ocasion,
supuesto que mil veces la haveis experimentado:
pensais pues que donde tantas veces caisteis, no
volvereis á caer? quien no tiene resolucion para
huir, tendrá valor para resistirse? Pag. 189. 191.
II. Estais fiados que la gracia os defenderá;
pero no tiene declarado Dios que desamparará á
la alma presumida que se expone temerariamen
te al peligro? qué juicio se puede hacer de la ver
dad de vuestras promesas y propositos, quando
se ve que no os cautelais contra los halagos del vi
cio? y quando vuestra conversion haya sido ver
dadera, puede esperarse que sea constante? Sabi
do es pues, que la gloria eterna está aligada
á la perseverancia en el bien. Cargad sobre esto,
- her
DE LOS SERMONES. 533
hermanos mios, el peso de vuestra consideracion,
y vivid con temor y recelo asi de vuestra incons
tancia, como de vuestra temeridad: creed á vues
tra propia experiencia, á cuya costa haveis apren
dido los escarmientos de vuestra fragilidad: sacri
ficad á la virtud los incentivos halagueños del vi
cio; y hallareis en sus exercicios santos un prelu
dio de las delicias de la gloria. Pag. 191. 198.

SE RAMO, N SO B R E LA PRO B 7 DA D
y la Religion, para el Jueves de la tercera
semana de Quaresma.

ivisioN. Para ser perfecto hombre de bien


D segun el mundo, es necesario tener Reli
gion: primera proposicio n y primer punto. Para
ser christiano verdadero no basta ser hombre de
bien segun el mundo: segunda proposicion y se
gundo punto. En una palabra, basta la Religion
sola para ser perfecto hombre de bien; y la hom
bria de bien sola no basta para ser verdadero chris
tiano. Pag. 2 o 1.
I. PARTE. Sola la Religion puede formar un
hombre de bien segun el entendimiento y la razon,
y segun el corazon y los afectos.
I. Las obligaciones del hombre de bien se
derivan como de un manantial, de la razon, y la
doctrina de los Filosofos antiguos individualiza tan
por menor las obligaciones de la sociedad civil,
que
534. TABLA Y ANALYSIs
que el Evangelio no hizo mas que acrisolar
las, y perfeccionarlas. Quiero decir con esto, que
el fundamento radical de estas obligaciones estriba
en una razon, que igualmente se funda en la Re
ligion; de suerte que toda doctrina que rompe los
vinculos que enlazan al hombre con Dios, debi
lita y desata los vinculos que estrechan al hombre
con el hombre. Con efecto, la razon dicta las ideas
de orden, de justicia, de fidelidad , de bien pú
blico; pero quando esta razon quiere levantar es
tas mismas ideas á la esfera de obligaciones, de
preceptos, de leyes que obliguen al hombre, si por
otra parte no nos señala un Legislador con dere
cho á nuestra sujecion y adoracion, ni premio para
una virtud por quien se desprecia la felicidad de
este mundo, ni castigos para una felicidad adqui
rida con detrimento y desprecio de la virtud; en
tonces la razon se subleva contra la razon misma,
y contribuye á destruir el edificio que intenta le
vantar. Qué hace pues la Religion? descubrenos
el origen de donde dimanan las obligaciones y le
yes de la sociedad. No es otra cosa este mundo que
una familia numerosa, cuya cabeza, cuyo padre,
cuyo superior, cuyo protector es Dios nuestro Se
ñor: el hombre desaparece, y se ve Dios como au
tor y vengador de las leyes de la naturaleza. Dios
es el que reyna en los Reyes, el que sentencia en
los Magistrados, el que manda en los superiores,
el que gobierna en los padres. La Religion resuel
ve las dudas, desvanece y destruye los pretextos,
ilus
DE Los SERMoNEs. 535
ilustra y fortalece la razon, fixa el entendimiento
en la noticia y convencimiento íntimo de sus obli
gaciones, comunica al hombre probidad de enten
dimiento y de razon; y le comunica ademas de
esto una probidad de corazon y de afectos: se
gundo caracter del hombre de bien, que solo pue
de formar y sostener la Religion. Pag. 2 o 3.2 17.
II. En medio del torvellino y tormenta de pa
siones que andan desmandadas al rededor de no
sotros, dónde hallaremos un asilo para la probi
dad sino en la Religion ? Ella sola puede sumi
nistrar remedios y consideraciones solidas y efica
ces, que comprehendan todas las circunstancias y
todos los tiempos; consideraciones propias para
todos los genios y todos los caracteres. Ensalcen
quanto quieran las luces y fuerza de la razon hu
mana; pues solo ignoran su debilidad los que no han
experimentado sus fuerzas, y solo la juzgan por
capaz de tanto, porque no han llegado á pedirle
nada: razon enfin debilisima, que si bien enseña
la virtud, no la persuade; y si reprueba las pa
siones, no las amortigua. Por esto los Legislado
res no se atrevieron á fiar ni fundar el destino de
sus imperios sobre un cimiento tan caedizo; y asi
arrimaron y fortalecieron sus leyes con los aux
lios de las penas y premios. Vemos que los Apos
toles establecieron su doctrina sobre el principio
de la corrupcion y malicia del corazon: los Filo
sofos inventaron preceptos, comunicaron luces;
pero los Apostoles comunicaron un Dios Legisla
dor,
536 TABLA Y ANALYSIs
dor, vengador, remunerador. Luego los antiguos
sabios hablaban al entendimiento humano ; y los
Apostoles hablaban al corazon: los quales plan
taron en el alma aficiones virtuosas contrarias á
los incentivos del vicio: porque quán pocas serian
las virtudes en el mundo, si no huviese sino vir
tudes hijas de la razon pura Consultemos nuestras
historias, y observaremos que la probidad se ha
ido perdiendo á medida que la fé; y que los tiem
pos mas peligrosos para la fé, fueron justamente
los tiempos de costumbres mas disolutas y derro
tadas. Con que concluyamos que la Religion es
el origen y el apoyo de la probidad; y que la irre.
ligion es enemiga y destruidora de la probidad.
Luego dentro de la Religion hemos de buscar al
hombre de bien segun el entendimiento y la razon;
y segun el corazon y sus afectos. Haveis visto que
solo el christiano constituye al hombre de bien;
vereis brevemente que el hombre de bien solo no
constituye al verdadero christiano. Pag. 2 17.243.
II. PARTE. Las virtudes que intima el Evan
gelio, quán superiores son á las de la probidad!
Ellas son mas sublimes en su perfeccion, son mas
solidas, é interiores en su principio, mas llenas y
completas en su extension, y mas puras y desinte
resadas en sus fines. Continuemos.
I. Son virtudes mas sublimes en su perfeccion.
El sabio segun el mundo es un hombre en quien
prevalece la razon; el sabio segun el Evangelio es
un hombre que antepone la fé á la razon, grande
y
DE LOS SERMONES. 537
y esencial diferencia entre el hombre que solo es
hombre, y entre el que quiere además de esto ser
christiano. Si la doctrina pues del Evangelio, co
mo mas rigurosa, mas severa, mas sublime quita
al entendimiento la libertad , que le dexaba la de
la probidad; tratará con mas suavidad, ó perdo
nará menos las inclinaciones, afectos, y apetitos
del corazon? Las virtudes pues que el Evangelio
intima, son humildad, penitencia, abnegacion de
sí mismo, amor al retiro y á la oracion, libros de
votos, freqüencia de sacramentos, y otras muchas
virtudes de que no tiene noticia el mundo: virtu
des todas mas sublimes en su perfeccion , y mas
solidas, é interiores en su principio. Pag. 243.248.
II. Es necesario que la piedad christiana se
difunda exteriormente; es necesario que salga del
corazon, y que sea de corazon: principio funda
mental de nuestra Religion, tan inculcado en las
Sagradas Escrituras, que es imposible alegar igno
rancia. Luego la virtud Evangelica es una virtud
mas solida interior que la probidad mundana: y
es ademas de esto una virtud mas llena y mas com
pleta en su estension. Pag. 248.253.
III. No es nuestro Dios como el mundo, que
premia los vicios que tienen algunas calidades bri
llantes: el christiano debe tener toda virtud; y alze
lo de su perfeccion no le resta que añadir sinola pu
reza y desinteres en sus intenciones. Pag. 253.255.
IV. Entiendo un desinteres sincero y verda
dero, un desinteres general y universal, un desin
Tom. III. Yyy tC
538 TABLA Y ANALYSIs
teres tan ageno de amor propio, como de ambi
cion: la prueba de que pensamos y mucho en el
mundo, es si queremos que el mundo piense toda
via en nosotros. Desengañado una vez el corazon
del mundo, él se entregará espontaneamente á tí,
ó mi Dios y qué mayor dicha que ser vuestro
en la tierra, para reynar con vos eternamente en
el cielo? Pag. 256. 258.

S E R MO N DE Z A G RA CIA,
para el Viernes de la tercera semana
de Quaresma.

rvisioN. Considerad lo que hace la gracia


por la muger de Samaria de quien habla el
Evangelio de hoy, y considerad lo que esta mu
ger hace con la gracia: lo que hace por ella la gra
cia, os enseñará que á solo Dios se debe la gloria
de la virtud; y lo que ella hace con la gracia os
enseñará que solo es propio del hombre el pecado:
en una palabra la suavidad, los temperamentos
de la gracia no dan al pecador arrepentido ocasion
alguna de gloriarse ; ni la fuerza y eficacia de
la gracia no suministran al pecador pretexto alguno
para escusarse: dos importantes verdades que in
tento desentrañar sin apartarme del presente Evan
gelio. Pag. 262. -

I. PARTE. Exäminad conmigo el Evangelio


de hoy, y vereis claramente que el pecador de e
DE LOS SER MONES. 539
el tiempo y la sazon de convertirse á la suavidad
de la gracia que le espera; que debe á la suavi
dad de la gracia preveniente los primeros deseos
de su conversion; y que ultimamente á la misma
suavidad de la gracia que le llama, le atrae y le
determina, debe el pecador su conversion. Tres
reflexiones con que se prueba que la suavidad y
temperamentos de la gracia no dan al pecador ar
repentido ocasion alguna de gloriarse.
I. Cansado Jesus de un largo camino, se pa
ra; y qué es lo que espera? una pecadora, y una
enemiga de los Judios. Aquel Dios á quien no
conoce ni quiere conocer, aquel Dios á quien tan
tos años ha que está ofendiendo, y quiere conti
nuar ofendiendo, este es el Dios que la espera. De
dónde pues tanta paciencia, tanto miramiento y
suavidad para ella y para nosotros? Su santidad
ultrajada, su gracia menospreciada pedian y exe
cutaban nuestra condenacion; pero su amor des
preciado y mal correspondido pidió y nos alcan
zó tiempo para que nos arrepintiesemos; y este no
es mas que el ensayo, y el principio de sus bene
ficios. Con que el pecador arrepentido debe á la
suavidad de la gracia que le previene, los prime
ros deseos de su conversion. Pag. 264.27o.
II. O gracia preveniente llegaremos nunca
á agradecer debidamente semejante beneficio? En
las demás gracias, dice S. Agustin, interviene Dios
con el hombre; pero en los primeros movimientos
de la gracia preveniente Dios se halla solo, Dios
Yy y 2 obra
54o TABLA Y ANALysIs
obra solo. En las demás gracias se ve el bien que
hace Dios obrar al hombre; pero en esta se ve el
bien que obra Dios sin el hombre. Con que á la
suavidad de la gracia preveniente debe el pecador
los primeros deseos de su conversion: y debe final
mente su conversion á la suavidad de la gracia que
le llama, le atrae y le determina. Pag. 27o. 278.
III. Volvamos al Evangelio. Qué gracia triun
fante y victoriosa manifestó mas claramente su sua
vidad y dulzura? Provido el Salvador y solícito de
preparar y sazonar los momentos de la salvacion
de esta alma perdida, la aparta del bullicio y del
estrepito. Alli le dice Jesus que para él no hay
cosa oculta; ponele delante su cismatica separacion;
inspirale y excitale deseos del Mesias, y luego le re
vela que lo era él. Entonces rinde ella á los pies de
Jesu Christo las preocupaciones de su crianza, sus
errores, sus vicios, sus pasiones. O Dios de mi co
razon! Qué otra cosa seria yo sin vos sino un pe
cador, un impenitente, un reprobo? Si yo empie
zo á amaros, si me atrevo á aspirar á vuestro amor,
á vuestra gracia debo mi penitencia, mi dolor, mis
lagrimas, mis virtudes, mis esperanzas: si he de
seado la salvacion, ella me ha comunicado la fuer
za y la resolucion de trabajar en ella: quanto yo
he hecho, no lo he hecho yo, vuestra gracia lo
hizo al principio sin mí, y despues lo hizo en mí,
y conmigo. Desengañese finalmente el hombre so
berbio y arrogante, que presume ser algo en vues
tra presencia sin vos. A Dios solo se debe puesto
da
DE Los SERMoNEs. 541
da alabanza, todo honor, toda la gloria de la vir
tud : y al hombre solo todo el oprobio, toda la
vergüenza y toda la ignominia del pecado. Con
que las suavidades y atenciones de la gracia no dan
al pecador arrepentido ocasion alguna de gloriarse
vanamente: y añado ahora, que ni la fuerza y efi
cacia de la gracia suministran al pecador pretexto
alguno para escusar sus culpas. Pag. 278.287.
II. PARTE. En tanto atribuis vosotros á la
gracia una eficacia y un poder que no tiene, en
quanto quereis escusar vuestros pecados; y en tan
to perseverais vosotros en pecado en quanto no os
aprovechais ni quereis aprovecharos de la fuerza y
de la eficacia de la gracia: por consiguiente no so
lo no escusan vuestro pecado la eficacia y el poder
de la gracia, sino que vuestras escusas son nuevo
pecado.
I. Cómo se porta el pecador? Conociendo que
quanto se tenga por mas libre, se reconocerá por
mas delinqüente; y conociendo con S.Agustin que
lo que en la presencia de Dios nos hará reos y re
prehensibles, no será por cierto el no haver recibi
do y alcanzado la gracia, sino el havernos resistido
á ella; lexos de confesar con el santo Doctor que
Dios dexa á nuestro arbitrio la facultad de prestar,
ó de negar nuestro consentimiento, pretende el in
feliz pecador, que el hombre no puede negar á la
gracia lo que la gracia pide y exige de él: de don
de infiere y concluye, que jamás le ha pedido la
gracia lo que todavia no ha conseguido de él. En
ga
642 TABLA Y ANALYSIs
gaño manifiesto, ilusion clara, que por eso atribu
ye al parecer mas absolutamente á Dios la gloria
de las virtudes, para descargar al hombre de la ig
nominia del vicio! Desengañemonos, que no hay
otra verdadera gracia de Jesu Christo que la que
conserva y excita en el justo un humilde agrade
cimiento, y en el pecador un baxo conocimiento
de su propio delito. Pecadores perfidos y disimu
lados, entended que ya se acerca el dia en que
Dios justificará su causa, dia en que constará que
por eso atribuis á la gracia una fuerza y una efica
cia que no tiene, ni debe tener, porque quereis es
cusar vuestros pecados: y en que constará que por
eso permaneceis en vuestras culpas, porque no que
reis aprovecharos de la fuerza y eficacia que tiene
y debe tener la gracia. Pag. 289. 3o8.
II. De qualquiera naturaleza que fuese la gra
cia con que quiso el Señor llamar á la Samaritana,
por eficaz, por poderosa que queramos suponer es
ta gracia, si esta muger huviera correspondido á
ella como correspondeis vosotros, de qué la hu
viera aprovechado la gracia sino para condenarse
con mayores ilustraciones , y mayores auxilios?
Decis que esperais que os llame la gracial y quándo
dice esto el pecador? en el tiempo en que por lo
comun le ilustra la gracia, le mueve, le dá mayo
res aldavadas. Decis que esperais la gracia y qué
gracia es la que esperais? una gracia que lo obre
todo, y nada dexe que hacer á la criatura. O
engaño ó error esperais, segun decis, una gra
C13.
DE LOS SERMONES. 543
cia mas fuerte y poderosa. En suma, lo que en
tendeis por esperar una gracia mas eficaz, es tra
bajar continuamente en hacerla esteril é inutil
quanto está de vuestra parte. Ay, hermanos mios
sabed que la fuerza de la gracia hace á los santos,
pero la fuerza de la gracia no escusa al pecador.
Dese á Dios solo toda la gloria de la virtud; y al
hombre solo toda la ignominia del pecado. Acor
demonos que hoy todavia nos habla el Espiritu
Santo; pero no nos olvidemos de que es necesario
responderle hoy mismo; pues de este modo cor
respondiendo con fidelidad á la gracia con que se
hacen los santos en la tierra, conseguiremos la glo
ria que constituye los bienaventurados en el cie
lo. Pag. 3o8.32o.
-

S E RAMON DE LA L IMO S NA,


para la Dominica quarta -

de Quaresma.

ivision. Derechos del pobre, derechos rea


les y verdaderos: asunto de la primera Parr
te. Escusas del rico, escusas vanas y frivolas: asun
to de la Parte segunda. Pag. 32 3.
I. PARTE. lntroduzcome desde luego en el
asunto: afirmo con S. Agustin, que el pobre tiene
á los bienes del rico un derecho verdadero y real,
un derecho natural y esencial: tú eres rico, y él
es pobre : son dos titulos que nunca prescriben:
ved
544 TABLA Y ANALYSIs
ved ahí por consiguiente el precepto de la limos
na fundado en la calidad y condicion de rico, y
en la situacion y estado de pobre.
I. Solo con respeto á la eternidad gobierna
y dispone Dios eterno las fortunas y condiciones
temporales, en cuya distribucion se propone san
tificar al rico con las riquezas, y al pobre con la
pobreza: de suerte que crió al pobre para hacer
respetable y adorable su providencia, y al rico pa
ra justificarla. Qué cosa es pues un hombre rico?
Es segun los designios de Dios el consuelo y am
paro del pobre, el tutor y el padre del pobre, y
un hombre destinado por Dios para hacer felices á
los demas hombres.
O alto y sublime destino El Señor ha deposi
tado en el rico las riquezas á titulo oneroso, sien
do su voluntad que sus bienes superfluos sean el re
medio del que no tiene lo necesario; y haciendo
le opulento, no se ha propuesto Dios asegurarle
el gusto y fruicion de poseer riquezas, sino facili
tarle el merito de distribuirlas. De donde se sigue,
añade S. Gregorio, que quando el pobre pide al
rico que le socorra, no le pide un beneficio; y no
tanto es gracia que le hace, quanto deuda que le
paga. Pag. 324.337.
II. No os haria yo un notable agravio si me
detuviese á manifestaros que el pobre es acreedor
á vuestras limosnas, porque es pobre? quién ig
nora que no hay cosa que mueva mas, que enter
nezca mas á los hombres que saben serlo, que la
mi
DE LOS SER MONES. 545
miseria y calamidad agena? Oricos barbaros é
inhumanos vosotros no quereis oir los lamentos
del pobre, porque temeis á vuestro corazon, y no
os atreveis á mostrarle las desgracias agenas, por
que no podriais estorvar que las sintiese y llorase.
Nuestro ministerio que debiera solo reducirse á en
señaros á ser christianos verdaderos, nos vemos
obligados por nuestra desgracia á emplearle en de
sear que seais hombres: infelices de vosotros, si
vuestra codicia llega á desentenderse y ahogar es
tos sentimientos tan naturales mas entended que
siempre será verdad , segun los principios de la
Religion y de la razon, que no cumplir con el
precepto de dar limosna es ir contra la voluntad
expresa del Criador que solo crió los ricos para be
neficio de los pobres; es cargaros con todos los ana
temas y maldiciones del Redentor que no salva
rá á los ricos sino por medio de los pobres. Siem
pre será verdad que quebrantar el precepto de la
limosna es anteponer y sacrificar al cumplimiento
de vuestros iniquos deseos los mas claros é inega
bles derechos. Con que derechos del pobre, de
rechos reales y verdaderos: escusas del rico, escu
sas vanas y ridiculas. Pag. 348. 354.
II. PARTE. Para dispensarse el hombre del
precepto de la limosna, y imponerle á otros, quán
tas vanas escusas inventan, quántos pretextos va
nos pretextos de situacion y de fortuna: pretex
tos de estado y de condicion, pretextos de pru
dencia y de economia.
Tom. III. Zzz I.
546 TABLA Y ANALYsIs
I. Pretextos de situacion y de fortuna. El pre
cepto de la limosna recae sobre lo superfluo del
rico; y yo no tengo sino lo necesario. El infierno
está lleno de ricos. Estos ricos se condenaron por
su dureza con los pobres: estos ricos discurrian y
hablaban como tú: y el mismo derecho parece te
nian ellos que tú, para discurrir que no les com
prehendia el precepto de la limosna; ellos vivian
persuadidos que sus haberes no excedian los limites
de lo necesario: asi se lo persuadian como tú, y se
engañaban: asi te lo persuades tú; y acaso no vives
engañado tú como ellos? Yo veo que solo sois po
bres quando se trata de socorrer al pobre; y que
para el vicio no faltan riquezas; y solo no hay lo su
ficiente nunca para la virtud. El pretexto de situa
cion y de fortuna no será muchas veces delante de
Dios sino una vana y frivola escusa. Pag. 355.366.
II. Pretexto de estado y de condicion: lo que
al parecer de otros es superfluo, decis, lo tengo
yo por necesario para la decencia de mi estado y
del empleo que obtengo en el mundo; pero qué
tal es esa ponderada decencia que os imposibilita
dar limosna ? por lo comun no es mas que decen
cia de fausto, de luxo, de modas, de vanidad, de
imitacion, de emulacion: decencia frivola y pe
caminosa, no menos contraria á la razon, que á
la Religion. Tened presente que la caridad es una
de las primeras obligaciones de la Religion: y que
la bondad, la humanidad, y la generosidad la pri
mera obligacion de la grandeza. Pag. 366. 373.
III.
DE LOS SERMMONES. 547
III. Pretexto de prudente economia: lo que
ahora podria parecer superfluo, puede y debe mi
rarse como necesario en adelante. Aquello que
el Evanglio prohibe, no dispensa de lo que el
Evangelio manda: principio inegable. Es asi que
el Evangelio prohibe la ambicion, y manda dar
limosna ; luego dispensarse del precepto de la li
mosna por facilitar las pretensiones y proyectos
de la ambicion, es valerse de lo que el Evangelio
prohibe para declinar y eludir lo que el Evange
lio manda. Mis proyectos y pretensiones, diras,
son justas, y libres de toda sospecha de ambicion.
Segundo principio: aquello que el Evangelio per
mite, no dispensa de lo que el mismo Evangelio
manda: convengo en que el Evangelio permite al
guna pretension para adelantar vuestra fortuna, y
engrandeceros; pero no ignorais vosotros que el
Evangelio intima el precepto de dar limosna: luego
no cumplir con este precepto, por lograr las preten
siones mas legitimas de subir y engrandecerse, es
abusar de lo que el Evangelio permite para no prac
ticar lo que manda: argumento invencible con que
se destruyen los vanos pretextos de la ambicion
con que queda confundida la avaricia disimulada,
con el oculto disfraz de prudente economia. Amad,
nos dice Jesu Christo, y socorred á los que yo amo:
á este precio se da el cielo y mi amor: y adquirien
do con vuestras limosnas el titulo de hombres mi
sericordiosos, participareis con ellos de la felicidad
y delicias de la santa Sion. Esta os deseo. Pag. 373.
39o. Zzz 2 SER
548 TABLA Y ANALYSIS

SERAMON DEL SERVICIO DE DIOS,


y del servicio del mundo, para el AMartes
de la quarta semana
de Quaresma.

La grandeza del verdadero chris


D vision.
tiano contrapuesta á la baxeza del hombre
virtuoso contrapues
mundano: la paz del hombre
ta á la turbacion infeliz del pecador, es todo el
argumento de este discurso. Pag. 39 1.394.
I. PARTE. No paremos la atencion en la su
perficie y corteza de las cosas, leamos con los ojos
de la reflexion en el interior del hombre: qué ha
llamos, qué vemos en él? aunque todo se repre
senta en el hombre mundano como grande é im
portante, todo es pequeño. Deseos violentos que
despedazan el corazon, temores y sobresaltos que
le consternan. Y para qué? Ya nos lo declara el
Espiritu Santo, por un poco de humo que se des
vanece en el ayre. Quereis conocer al hombre que
es hombre verdaderamente? consideradle segun las
leyes del Evangelio, el qual cria hombres gran
des, y verdaderamente sabios en todos estados.
La Religion nos enseña que en el sepulcro don
de fenece la vida temporal, empieza la vida eter
na. Con esta consideracion no havra ya deseos
contrarios á la eternidad, ni se concebiran desig
nios, ni pensamientos que no tengan relacion con
la
DE LOS SER MONES. 549
la eternidad. El hombre mundano se propone por
fin lo temporal; el hombre que vive segun el
Evangelio, la eternidad: de aqui aquel noble des
precio, aquella magestuosa indiferencia que se des
deña de sugetarse á los temores y esperanzas mun
danas. De aqui aquella igualdad de alma que no
se turba con suceso alguno adverso; aquella cons
tancia, aquella intrepidez en los peligros: de aqui
aquella virtud inalterable que guarda siempre una
perfecta igualdad. Pero á lo menos sabra engran
decerse el mundano, con la nobleza y decoro de
sus acciones? Seguid atentamente los pasos y la
vida de ambos; y echareis de ver que los heroes
del mundo apenas quedan reducidos á meros hom
bres comparados con los heroes del Evangelio.
Pag.394.412.
II. No hay cosa tan arrogante y tan baxa, tan
altanera, y juntamente tan servil como el mun
dano: él anda agoviado casi siempre y hecho es
clavo de mil errores, vicios, pasiones, preocupa
ciones, y caprichos; porque como los hombres
mas inutiles é incapaces de servir y de hacer algun
beneficio, son siempre los mas aproposito para ha
cer daño ; al que no quiere tener nada que temer,
convienele congraciarse con todos. El christiano
verdadero es el unico que vive exènto de esta du
ra é ignominiosa servidumbre; porque sola la Re
ligion sabe concordar la grandeza y la sumision,
la libertad y la dependencia. Es verdad que el
christiano obedece; mas obedece como christiano;
y
5.5 o TABLA Y ANALYSIs
y el mundano obedece como un esclavo, sin hon
radez, ni grandeza en sus ideas, ni en sus inten
ciones. Haveis visto la grandeza del christiano ver.
dadero contrapuesta á la baxeza del hombre mun
dano. No me empeñaré en manifestaros la paz del
hombre virtuoso contrapuesta á la infeliz turba
cion del pecador, por no cansar vuestra atencion
con un prolixo discurso; y qué podria yo deciros
que tuviese comparacion con lo que vosotros mis
mos sabeis? Asi que desengañados de los misera
bles errores que nos han defraudado á nosotros mis
mos y á nuestro Dios de los mejores años de nues
tra vida, suspiremos solamente por la eterna bien
aventuranza. Pag. 412. 422.

SERMON DE LAs GRANDEZAs


de Jesus , para el Jueves de la quarta
semana de Quaresma.

IvIsioN. En Jesus halla toda la plenitud


Se

de grandeza y de gloria que puede esco


gitarse en un hombre Dios: asunto de la prime
ra Parte. En Jesus se halla toda la abundancia
de misericordia y de amor que puede caber en
un hombre Dios: asunto de la segunda Parte.
Pag.423.426.
I. PARTE. La Grandeza de Jesus es grandeza
de esperanza y de preparacion, grandeza de fuer
za y de poder, grandeza de sabiduria y de cono
Cl
DE LOS SERMONES. 55 I
cimiento, grandeza de imperio y de magestad,
randeza de virtud y de santidad.
I. La grandeza de esperanza y de preparacion
es la mas alta y viva imagen de la etermidad é in
mensidad del supremo Dios. Jesus es de todos
los siglos, comprehende á todos los pueblos, es la
piedra fundamental en que estriba el Universo, es
el vinculo que enlaza todos los tiempos y nacio
nes. Para saber la historia de Jesus, basta leer ó
los escritos de sus discipulos, ó los de sus Profe
tas; pues si este Jesus cuya historia empieza con
el principio del mundo, no es Dios, qué puede
ser? por espacio de quatro mil años fue anuncia
do y vaticinado: grandeza de esperanza y de pre
paracion: y quando se dexa ver en el mundo,
grandeza de fuerza y de poder que solo es pro
pia de un hombre Dios. Pag. 427. 438.
H. En fuerza de una marabilla que solo puede
obrar un hombre Dios, vivió Jesus en este mun
do en la mayor pobreza y desamparo y al mismo
tiempo en el mayor explendor: pareció menos que
hombre, y al mismo tiempo se mostró igual á
Dios : desconocido al principio y como se
pultado en el silencio de una soledad profunda,
se dexa ver despues en medio de Judá, y Judá
pregunta todavia por él: consiste en que el poder
de un hombre Dios no es un poder ageno y pres
tado, que solo se mantiene y conserva con el luci
miento de una pompa exterior: no obstante aquel
exterior de pobreza y de imposibilidad, la natu
Ta
552 TABIA Y ANALYSrs
raleza reconoce á su hacedor, y le publica por me
dio de los milagros que obra por su imperio: mi
lagros infinitos en numero: milagros estupendos
por su variedad: milagros imposibles á toda imi
tacion: milagros publicos y ruidosos: milagros cier
tos é inconstrastables. Jesus tuvo un poder supe
rior á todo humano poder: y tuvo tambien una
sabiduria y un conocimiento de las cosas, que solo
es propio de un hombre Dios. Pag. 438.451.
III. Os representaré la noticia que tenia Jesus
de lo venidero? os representaré el corazon huma
no patente y descubierto á los ojos de Jesus?
Jesus es Dios, y piensa, y habla, y sabe, y en
seña como Dios. Superior siempre á los sucesos
humanos, nada pierde de aquel imperio, de aque
lla magestad que solo es propia de un hombre Dios.
Pag. 45 1.468.
IV. Al ver que la gloria de Jesus nunca con
servó tanto su resplandor y lucimiento como enme
dio de sus abatimientos, y que nunca se mostró
mayor, que en la ocasion que hubiera obscurecido
y aniquilado qualquiera otra grandeza que no fue
se la suya, atonito nuestro entendimiento no acier
ta á alabar, á adorar y á declararse sino con un
silencio reverente. Muere Jesus. Pero ahora os
invoco yo, ó cielo ó tierra! y os pregunto que
me digais dónde está lo hombre en Jesus al mo
rir? yo solo registro en él lo Dios. Oscurecese la
luz, eclipsase el sol, tiembla la tierra. En Jesus
se halla toda la plenitud de grandeza y de glo
113.
DE Los SERMONEs. 553
ría que es digna de un hombre Dios. Pag.468.471.
V. Grandeza de virtud y de santidad : exā
minadá Jesus, y no hallareis en él el menor re
sabio de pasiones humanas; no lo he dicho todo.
Exàminadá Jesus, y hallareis en él virtudes que
no tienen el menor vestigio del hombre. Todo es
tá manifestando en él al Dios de las virtudes y de
la santidad. En él se halla toda la abundancia de
misericordia y de amor que es propia de un hom
bre Dios. Pag. 471. 477. c. -
II. PARTE. Consideremos lo que hizo Jesus
por el hombre, y no nos cansaremos de repetir,
que Jesus tuvo la mas perfecta semejanza que el
Unigenito puede tener con el Padre de las miseri
cordias. Pag. 477. -

I. Para formar una idea cabal de las gracias


y beneficios que debemos á Jesus, era necesario
haver llegado á entender bien toda la miseria y ba
xeza de nuestro primer origen en Adan, y toda
la nobleza y todas las prerogativas de nuestro se
gundo nacimiento en Jesu-Christo. Como victi
ma de propiciacion reconcilió con su muerte el
cielo con la tierra, él borró el anatema y las mal
diciones proferidas contra el pecador: del corazon
de Jesus se deriva la inmensa multitud de sus do
nes: y en fuerza especialmente de este amabilisi
mo corazon es Jesus Dios de las misericordias.
Pag. 477. 486.
II. O buen Jesus, ó Dios de paz y de ca
ridad! qué conversion tan feliz, si obedeciendo á
los
554 TABLA Y ANALysIs
los llamamientos de vuestra voz, y á las inspi
raciones de vuestra gracia, de repente nos vol
viesemos á vos de todo corazon no havria ya
odios y discordias fatales, codicias insaciables é
inhumanas que asuelan la tierra. Acordaos, Se
ñor, que el tiempo de la presente providencia es
segun vuestra palabra, mas tiempo nuestro, que
vuestro, y que solo es vuestro por ser de mise
ricordia. Ya vuelvo á ti: no me desecheis: ya
empiezo á amaros, nada mas deseo que amaros
siempre, que sustentarme de vuestro amor en es
ta vida, y alimentarme del mismo en la otra.
Amen. Pag. 486. 512. - - -

. .. . . . . .» -

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