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Raul Ruiz

De repente nos percatamos que el mes tres del 23 estaríamos inaugurando una tercera
versión de un Festival Escolar de Cine Raúl Ruiz. Pero eso fue al final de la semana pasada,
y como no somos numerólogos primero nos percatamos que Ruiz más bien rechazaba una
cierta triada hollywodense, a saber: la estructura de tres actos. Un sistema narrativo
depredador, que no permite o al menos en apariencia, ver otros films dentro del film. En
apariencia, porque el mismo Ruiz reconocería que hay siempre en cada film hay un film
escondido, en algunos casos ese filme escondido te llevará al distanciamiento o al
encantamiento, según claro el nivel de “aburrimiento”. Sin embargo, el cine además forja
un tercer film que es el que llevamos nosotros, en nuestra propia imaginación sobre el
film visto. Este comentario está fundado en una tercera coincidencia. Ruiz presenta tres
poéticas, dos integras y deja los apuntes para una tercera. De la cual quisiera compartirles
solo una parte de aquella …el film que nos concierne en esta tarde de otoño seguirá allí
cuando el otro se haya extinguido con los créditos finales. Desde luego durante, durante la
noche siguiente a la proyección de la película, cada uno de nosotros espectadores, verá
desvanecer en el sueño la película fantasma que creyó entrever. Este último film de ser
considerado opera más allá del desdoblamiento inicial, más allá del tercer film, en este
punto del comentario los sicoanalistas ya hablan de un síntoma, y los estudiantes de
quedaron dormidos.

Tal vez ese sea un paso necesario para la creación cinematográfica, del aburrimiento
deviene la impostura y el distanciamiento en los films de Ruiz, entonces su
experimentación no se ubica únicamente en la forma del cine, si no en la forma que
adquiere el cine en nosotros como nos formamos con el cine, a la vez que nos enteramos
de qué de cinematográfico tienen nuestras vidas. En ese sentido es un proceso
profundamente educativo, pedagógico. Cada film funciona en nosotros como nuestra
propia película, en la que cual condimento le agregamos nuestros conocimientos y
nuestras vidas. Vemos los films y los films nos miran.

En ese sentido la potencia de los objetos fílmicos es para Ruiz de radical transcendencia y
lo es para a enseñanza. Desde cierto punto de vista los objetos guardan un potencial de
enunciación, un misterio que requiere de un conocimiento para ser deshilvanados, a la vez
que ese film se hace parte de nosotros como el espejo que devuelve la imagen mezclada
de lo que fue y de lo que es, que como dijimos es un tercer momento que surge en la
película imaginada que surge como membranza de esa apreciación doble.

Quiero por ultimo recordar lo siguiente. Corría el año 1968, del cual corresponde la
fotografía proyectada en la que el joven Ruiz tiene 27 años, eran tiempos revolucionarios
(mayo). En Chile se filmaban tres de los films más importantes de su historia: Valparaíso
mi amor del director Aldo Francia. El Chacal del Nahueltoro de Miguel Littin, y Tres tristes
tigres de Raúl Ruiz. Tres films que fueron realizados con una misma cámara, por tres
realizadores que irían forjando el llamado nuevo cine. Tres films que aunque se conciben
como piezas experimentales nacieron con la idea de unidad, y no lo digo desde el punto
de vista panfletario. Sino desde el concepto profundo de creatividad que esboza Ruiz en
su poética: …. Lo anterior nos ayuda a comprender que lo abultado del grito, el desborde
del gesto, y de la mirada pueden ser parte del acto creativo siempre cuando se busque la
unidad, que ayuda a sostener lo para algunos solo puede ser un síntoma…. Para otros la
fuerza de una diáspora constelar.

Que viva el cine, el cine joven y nuevo


Muchas gracias.

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