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HAPI- I - resumen asinatura (yo aprobe con este doc)

Historia Antigua de la Península Ibérica I: desde las colonizaciones hasta el siglo III d.C.
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GRADO EN GEOGRAFÍA E HISTORIA

HISTORIA ANTIGUA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA I


(DESDE LAS COLONIZACIONES HASTA EL SIGLO III D. C.)

CURSO 2011/2012

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ÍNDICE

1. PROGRAMA DE LA ASIGNATURA.-

2. RESÚMENES TEMAS I a XII.-

3. PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTÍNUA.-

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PROGRAMA DE LA ASIGNATURA

HISTORIA ANTIGUA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA I


(DESDE LAS COLONIZACIONES HASTA EL SIGLO III D. C.)

Primer Bloque:

TEMA I.- FENICIOS, TARTESO Y GRIEGOS.


I.a).- Los fenicios: organización política y económica.
- Los fenicios en la Península: precolonización, rutas y móviles.
- El espacio colonial y testimonios arqueológicos.
- Aspectos económicos y sociales de la colonización fenicia en España.

I. b).- Tarteso y el “Orientalizante”.


- Fuentes de información sobre Tarteso.
- El impacto de la colonización fenicia en el ámbito tartésico.
- La sociedad tartésica y su organización política.

I.c).- Los griegos en el Mediterráneo.


- Los primeros contactos con históricos con la Península.
- Móviles de la colonización griega.
- Colonias griegas en España.

TEMA II.- CARTAGO Y ROMA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA.


- Cartago: su origen y expansión por el Mediterráneo occidental.
- Presencia de los púnicos en la Península y Baleares.
- La conquista bárquida de Iberia y características de su dominio.
- Sagunto y comienzos de la Segunda guerra púnica en Hispania.
- Escipión el Africano y la expulsión cartaginesa.

Segundo Bloque:

TEMA III.- LOS INICIOS DE LA CONQUISTA ROMANA Y LAS GUERRAS


CONTRA CELTÍBEROS Y LUSITANOS.
- La provincialización de Hispania y los primeros pretores.
- Actividad de Catón en Hispania.
- El gobierno de Tiberio Sempronio Graco.
- Documentos históricos de este período: Bronce de Lascuta y la fundación de Carteia.
- Las expediciones contra los lusitanos.
- La figura de Viriato.
- La guerra de Numancia.

TEMA IV.- DE NUMANCIA A SERTORIO.


- Documentos históricos referentes a este período: La Tabula Alcantarensis, la Tabula
Contrebiensis y El Bronce de Áscoli.
- Sertorio en Hispania.
- La intervención de Pompeyo.

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TEMA V.- POMPEYO Y CÉSAR.


- La obra de Pompeyo en Hispania.
- Las provincias hispanas hasta el "Primer Triunvirato".
- La Guerra Civil entre César y Pompeyo.
- El gobierno de Casio Longino y la defección de la Ulterior.
- La llegada a Hispania de los hijos de Pompeyo.
- La batalla de Munda y sus consecuencias.
- Colonización y municipalización cesariana.

Tercer Bloque:

TEMA VI.- HISPANIA DESDE EL SEGUNDO TRIUNVIRATO HASTA LA


MUERTE DE AUGUSTO.
- El “Segundo Triunvirato”: La guerra en Hispania de Sexto Pompeyo, Octavio y
los cesarianos.
- La conquista del norte peninsular.
- La construcción del régimen imperial.
- La reorganización de Hispania.

TEMA VII.- JULIO-CLAUDIOS, FLAVIOS Y ANTONINOS.


- Hispania bajo la dinastía julio-claudia.
- La caída de Nerón.
- Los cuatro emperadores.
- La restauración de Vespasiano.
- La concesión a Hispania del ius Latii.
- Emperadores de la familia Flavia.
- Trajano y Adriano.
- Los Antoninos.

TEMA VIII.- LA ORGANIZACIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVA: EL


GOBIERNO PROVINCIAL.
- El gobierno provincial.
- La organización provincial de Augusto: conservadurismo e innovaciones, política
provincial, provincias "senatoriales" e "imperiales", evolución de la administración
provincial.
- Las divisiones administrativas de Hispania: las fronteras provinciales, la subdivisión
provincial Citerior, Lusitania, Bética y los conventus jurídicos.
- El gobierno provincial: procónsules, los legati Augusti y los concilia provinciales.

TEMA IX.- LA ORGANIZACIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVA: LAS


ESTRUCTURAS LOCALES.
- La extensión del modelo urbano romano en Hispania.
- La política de colonización y municipalización de César.
- La obra de Augusto, Vespasiano y el Edicto de Latinidad.
- Las categorías jurídicas ciudadanas.
- Instituciones municipales de carácter colegial e individual.

Cuarto Bloque:
TEMA X.- LA SOCIEDAD HISPANORROMANA.
- El ejército romano en Hispania.

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- Asentamientos militares, efectivos y reclutamiento.


- Otorgamiento de los derechos de ciudadanía.
- La organización social romana: estamentos superiores (el ordo decurionum, ordo
ecuestre y del ordo senatorial).
- La plebe y el mundo del trabajo.
- Esclavos y libertos.
- Pervivencias de organizaciones sociales indígenas.

TEMA XI.- ASPECTOS ECONÓMICOS.


- Sector agropecuario.
- La minería.
- El artesonado.
- El comercio.
- La moneda.
- Vías de comunicación.
- La hacienda pública.

TEMA XII.- RELIGIÓN Y CULTURA.


- Difusión de la religión romana en Hispania.
- El culto imperial.- Los cultos orientales.
- Las religiones indígenas.
- La Cultura: agentes de latinización, el sistema educativo romano, los escritores latinos
de origen hispano y la difusión de la arquitectura romana en Hispania.

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RPV

TEMA I

FENICIOS. TARTESO Y GRIEGOS


ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.-
2 LA COLONIZACIÓN FENICIA.-
2.1. Los fenicios.-
2.2. Los fenicios en la Península.-
2.3. La sociedad colonial.-
3. TARTESO.-
3.1. Origen.-
3.1. Impacto de la colonización fenicia.-
3.2. La sociedad tartésica.-
3.3. Decadencia.-
4. GRIEGOS.-
4.1. Los griegos en el Mediterráneo.-
4.1. La colonización Focea.-
4.2. La colonia de Ampurias.-

1. INTRODUCCIÓN.-

Desde el I milenio a. C. se produce en el Mediterráneo el denominado “gran fenómeno colonial”,


emprendido por dos pueblos, el fenicio y el griego. Los cambios que se
van a producir en una parte importante del territorio peninsular van a ser
muy importantes, no sólo porque se van a acelerar la incorporación de
innovaciones tecnológicas sino porque todas estas novedades están
relacionadas con un proceso que incidirá en profundas transformaciones
de la estructura de los grupos humanos, acentuando situaciones de
desigualdad hasta niveles no documentados previamente. Ambos
contribuyeron a dar formas a culturas como la tartésica o la ibérica.

2. LA COLONIZACIÓN FENICIA.-

Los fenicios fueron los primeros que iniciaron el largo proceso de influencia cultural sobre los pueblos
indígenas de occidente que estaban aún en plena Prehistoria, con avances tecnológicos (la navegación,
metalurgia del hierro, el torno cerámico, técnicas agrícolas y cultivos nuevos, como la vid y el olivo,
el urbanismo y las técnicas constructivas) y adelantos culturales (el alfabeto, el arte, la religiosidad,
etc.). Son los responsables de la apertura de la civilización y de la entrada en la Protohistoria de los
pueblos sobre los que inciden.

2.1. Los fenicios.- La historia fenicia comienza a finales del II milenio, con la desaparición de las
estructuras políticas de la zona, a la que contribuyeron los conflictos con los Pueblos del Mar, y que
permitió que las ciudades del ámbito cananeo, entre las que destacó pronto Tiro, extendieran sus
empresas comerciales por el mar. Fenicia se abrió camino por el único paso fácil que le había
permitido la Naturaleza: el mar Mediterráneo. El motivo principal de la expansión fenicia fue la
obtención de metales como contrapartida por la pérdida de mercados en el Mar Rojo.

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Los fenicios fundaron factorías y ciudades por todo el Mediterráneo central y occidental, como
Kition en Chipre, Cartago en el norte de África y Gadir en el mediodía peninsular. El resurgir de los
imperialismos asirio y babilónico y la consecuente imposición de tributos frenó en parte esa
expansión. Tiro es destruida en el 572 a. C. por Nabucodonosor II tras un largo asedio.
Posteriormente se integró en el mundo helenístico, hasta que fue absorbida por Roma.

2.2. Los fenicios en la Península.- La tradición literaria remonta la fundación de Gadir a finales
del siglo XII, pero sólo hay pruebas arqueológicas de la actividad fenicia a partir de finales del siglo
IX. El estímulo para atraerlos fue principalmente la abundancia de recursos metalúrgicos,
especialmente plata, oro y estaño. Si bien el metal fue la principal razón del proceso colonizador,
muy pronto comenzó la diversificación económica, motivada tanto por las necesidades de
producción de alimentos como por el deseo de reproducir las formas de vida de su lugar de origen.
La industria de la salazón y, en general, de los productos marinos destaca como una de las más
antiguas. También provenían del mar los moluscos, principalmente el múrex, necesarios para la
producción de la púrpura.
El impacto colonial en ningún caso
parece que se tratara de auténticas
ciudades, con la excepción de Cádiz.
Con frecuencia formaban sólo
pequeños núcleos situados cercanos a
la costa. Gadir, como asentamiento
más antiguo, desempeñó un importante
papel en la organización de la
posterior empresa colonial, que se
extiende en el siglo IX por las costas
andaluzas y alcanza a mediados del
siglo VII el levante y la costa atlántica
hasta la desembocadura del Mondego
(río portugués).
El contacto con la población autóctona terminó con la aceptación, por parte de los indígenas, de
rasgos culturales orientales, que afectaron tanto a los aspectos económicos como a los sociales y
espirituales.

2.3. La sociedad colonial.- En el siglo VI a. C. se produjo un profundo proceso de reordenación


del modelo colonial fenicio: se abandonaron las pequeñas factorías y la población se concentró en
los grandes centros urbanos (Gadir, Malaka, Sexi, Abdera o Baria). Esta
reestructuración estaría probablemente relacionada con la situación política y
económica del mundo fenicio oriental y la caída de Tiro en el 572 a. C. A partir
de ese momento se refuerza la presencia de griegos y cartagineses en Occidente.
El modelo social de las colonias reprodujo inicialmente el de la ciudad madre. Si
bien no hubo reyes, la aristocracia tuvo un papel esencial. Inicialmente, el papel
rector lo representaría el templo de Melqart, cuyo sumo sacerdote pertenecía a la
aristocracia tiria que pretendía controlar el proceso comercial. Poco a poco, la
incorporación de elementos nativos provocó un dinamismo diferente al oriental.

La productividad de las minas del suroeste disminuye a lo largo del siglo, la expansión colonial griega
se consolida y Cartago cobra cada vez más fuerza como potencia marítima. Salvo en los grandes
centros urbanos como Cádiz, el mundo fenicio termina integrándose con la población.

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3. TARTESO.-

Tarteso es el nombre dado al extremo occidental por los griegos, antes de que se usase el de Iberia.
Una vez comienza a usarse este topónimo, el término de Tartessós pasó a designar una parte concreta
de la península, en concreto el SO. Los griegos se referían a este espacio al comprendido entre una
ciudad y un río, lo que ha llevado a ubicarlo en dicha zona. Pero el hecho de que la Biblia hable de un
topónimo parecido (Tarshish), siembra todavía más confusión acerca del origen certero de esta
civilización.

3.1. Origen.- Podemos decir que se trata de una cultura que tuvo una fase de consolidación entre
las poblaciones del Bronce Final (con el comienzo de los primeros intercambios comerciales de la
zona del SO con el resto de la Península, gracias a su riqueza mineral), con una culminación en el
“Orientalizante” que se entiende como el resultado de la recepción de elementos propios de las
culturas de los pueblos colonizadores (fenicios y griegos) por parte de sociedades de la Edad del
Hierro I y que tendría una última fase –turdetana- que se extiende hasta la incorporación de la zona
al mundo romano.

3.2. Impacto de la colonización fenicia.- Los fenicios, desde comienzos del siglo VIII a. C,
establecen relaciones comerciales con las comunidades indígenas peninsulares. El contacto se
afianzó en el momento en que los fenicios, con el propósito de asegurar sus empresas comerciales,
crearon pequeñas factorías costeras; desde la desembocadura del Mondengo en Portugal hasta la
costa alicantina.
Los fenicios buscaban de los indígenas plata, pero también productos agrícolas, carne, pieles, lana y
posiblemente esclavos. A cambio, ellos recibían manufacturas y artículos de lujo los cuales podían
ser fabricados en las metrópolis levantinas o en las colonias occidentales. Incluso podían llegar de
lugares tan lejanos como Grecia, Egipto o Chipre, todo ello derivado del comercio de intercambio.

3.3. La sociedad tartésica.- Se supone que antes de la llegada de los fenicios, las sociedades
indígenas estaban estratificadas en un sistema de familias o clanes y que este sistema comienza a
decaer con la llegada del comercio. La aportación colonial acentuó estas tendencias de desigualdad
social y fomentó la creación de una aristocracia que controlaba los medios de producción y que
posee una riqueza que exhibe incluso en el Más Allá. La aristocracia indígena es la que controla el
comercio con los fenicios y es también la que adquiere los beneficios.
No se puede hablar de un sistema
monárquico y mucho menos de un reino
centralizado. Se trataría de una pluralidad
de territorios sin unificación desde el
punto de vista político. Serían unas
sociedades gobernada por un
representante de los grupos elitistas de
carácter aristocrático que comienzan a
ejecutar una especie de centralización en
territorios donde comienzan a ejercer un
incipiente control político. Serían personajes destacados de las aristocracias locales, gracias a los
beneficios derivados del comercio.
Por Heródoto conocemos al último soberano tartésico y al más conocido de todos: Argantorio, el
cual mantuvo una relación de amistad con comerciantes fóceos que llegaron a estas tierras buscando
plata en el siglo VI. Los griegos los denominarían simbólicamente como Argantorio, el “hombre de
la plata”, con un largo reinado de 80 años, los cuales se corresponden con el período en el que
prosperan las actividades comerciales griegas con el SO peninsular.

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Se conocen los nombres y los hechos de otros personajes tartésicos, como Gargoris, el cual
descubrió el aprovechamiento de la miel. Su hijo Habis, modelo de monarca legislador, enseñó a su
gente a cultivar la tierra con bueyes uncidos al arado, prohibió a los nobles el trabajo y dividió a su
pueblo en siete ciudades.

3.4. Decadencia.- Tartessos inicia su decadencia en el siglo VI a. C., debida a un complejo proceso
en el que intervienen diversos factores:

− Decadencia interna por la disgregación de la monarquía.


− Razones económicas, como la pérdida del monopolio del estaño y la absoluta dependencia de
los fenicios en el mercado mediterráneo.
− Afán imperialista de Cartago.
− Creciente desarrollo de la metalurgia del hierro, con un nuevo entramado económico en el que
actúan las culturas del hierro de la Meseta por un lado, y los ibéricos clásicos por otro, así como
la creciente presión de los celtas que penetran en tierras tartésicas desde finales del siglo VI a.
C.

Todo ello contribuiría a una crisis social y económica que socavaría los cimientos del poder
tartésico, con revueltas de la población indígena y finalmente conquista de Cartago.

4. GRIEGOS.-

Los griegos, que habían experimentado también la colonización fenicia, siglos más tarde inician la
colonización, actuando sobre poblaciones que se habían visto afectadas por la cultura fenicia,
profundizando en todos aquellos aspectos. Las diferencias entre ambos a veces son de matiz y otras
más profundas, que derivan del contraste entre la mentalidad europea y asiática.
Se tienen noticias en la última parte del siglo VII a.
C. del interés griego por la península ibérica,
gracias al viaje de Coleo de Samos. Con su viaje,
narrado por Herodoto, se abre la península al
comercio griego.
Los griegos, en especial los de la ciudad de Focea,
empezaron a visitar los puertos tartésicos y a
comerciar con la plata en competencia con los
fenicios. Como resultado de esta actividad, aumentó
la presencia griega en la península, todavía limitada
a establecimientos de tipo comercial o emporios (mercados), aptos para comerciar con las poblaciones
indígenas o con los fenicios.

4.1. La colonización Focea.- Los foceos fueron los primeros


griegos en protagonizar una relación comercial. Según Heródoto,
desde el último cuarto de siglo VII a. C. Se adaptaron a los
esquemas económicos y comerciales existentes, los cuales
habían sido desarrollados y establecidos por los fenicios.
Aprovecharon sus infraestructuras y en las factorías fenicias
llevaban a cabo los intercambios. No tuvieron ninguna
organización administrativa ni establecimientos permanentes.
La misión de los foceos fue la de servir de intermediarios y
transportistas de una amplia gama de productos de procedencia

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variada. Desde el siglo VI a. C decrecen las importaciones fenicias procedentes de Oriente, al mismo
que aumentan las griegas.
A partir del 546 a. C, fecha en la que Focea cae a manos persas, comienza a disminuir la calidad y el
volumen de los productos importados, los cuales terminan por desaparecer del sur peninsular durante
el último cuarto del siglo VI. Época que coincide con el ocaso tartésico. La falta de rentabilidad del
mercado tartésico dejó de interesar a los comerciantes griegos y fenicios, desplazando sus
actividades al levante peninsular.

4.2. La colonia de Ampurias.- A comienzos del siglo VI a. C se instaló una pequeña factoría de
foceos en un islote de la costa del Ampurdán. Su fundación
nació para servir de punto de apoyo en la ruta surgida entre
Marsella y Tarteso. La mayoría de estos enclaves, situados en
zonas estratégicas, sólo eran una ocupación temporal; en
pocos casos pasaban a ser asentamientos permanentes.
Ampurias se convertirá desde finales del siglo VI en el centro
de la actividad económica griega, con influencia tanto en la
costa como en el interior. A mediados del siglo VI a colonia
había crecido. Entonces fue cuando la nueva aglomeración
recibió el nombre de Emporion, que daba fe a su función
comercial. Gracias al colapso sufrido por Tarteso y a la interrupción de las relaciones con el oriente
griego, el comercio de Ampurias vivió un período de auge. Período en el que competiría con el
comercio de Massalia, los fenicios orientales y los púnicos.
La larga duración de la presencia griega y su vocación claramente comercial tuvieron gran influencia
sobre el mundo ibérico que quedó integrado dentro de los circuitos comerciales griegos.
La ciudad de Massalia (Marsella) fundada en el sur de Francia por esos mismos coceos en torno al
año 600 a. C. desempeño un papel fundamental en la organización de esta red de establecimientos
comerciales.

Desde la segunda mitad del siglo IV y seguramente en relación con el reparto de influencias del
tratado del 348 a. C entre Roma y Cartago, cesan las relaciones del mundo ibérico con los griegos. A
partir de entonces serán los púnicos quienes se hagan cargo del control comercial de la zona.

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TEMA II

CARTAGO Y ROMA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA


ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.-
2. LA CONQUISTA BÁRQUIDA DE IBERIA.-
2.1. Amílcar.-
2.2 Asdrúbal.-
2.3 Aníbal.-
3. CARACTERÍSTICAS DEL DOMINIO BÁRQUIDA.-
3.1 La explotación económica.-
3.2 Organización administrativa.-
3.3 Establecimientos coloniales.-
4. ORÍGENES DE LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA: LA CUESTIÓN DE SAGUNTO.-
5. LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA EN HISPANIA.-
6. ESCIPIÓN EL AFRICANO Y LA EXPULSIÓN CARTAGINESA.-
7. CONCLUSIONES.-

1. INTRODUCCIÓN.-
El interés de Roma por la Península se incluye en el contexto
político de la rivalidad entre Cartago y la república romana.
Roma había extendido su hegemonía a la Italia centro-
meridional después de vencer a la liga de ciudades latinas y a
la confederación de tribus samnitas. Estas victorias
alarmaron a las ciudades griegas del sur de Italia que
recurrieron a la ayuda de Pirro, rey de Épiro. La victoria
sobre éste significó para Roma la aceleración del proceso de
unificación de Italia (Para más información ver resumen
Tema VIII: La Conquista de Italia. Historia Antigua II).
La extensión de los intereses de Roma la enfrentó con
Cartago por la posesión de Sicilia. Este fue el origen de la 1ª Guerra Púnica (264-241 a. C.). El final
de esta guerra significó para Cartago la pérdida de Sicilia, Córcega y Cerdeña

2. LA CONQUISTA BÁRQUIDA DE IBERIA.-

La reducción del ámbito comercial impuesto a Cartago sólo podía ampliarse mediante la penetración
en el interior de la Península Ibérica. Amílcar habría propuesto como solución a los problemas de
Estado, la conquista de Iberia. Esta propuesta contó inicialmente con la oposición de parte del Senado
cartaginés, interesados únicamente en una política agraria y continental. Con este programa, apoyado
unánimemente por el pueblo y que Amílcar Barca logró que aprobara el Senado, se buscaba la
compensación a las pérdidas sufridas mediante la creación de un imperio occidental con la conquista
directa del único territorio sobre el que podía intervenir sin chocar con Roma, un país con gigantescas
posibilidades económicas para su explotación en beneficio del estado púnico.

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2.1. Amílcar.- (275-229 a. C) El ejército púnico al mando de Amílcar, al que acompañaba su yerno
Asdrúbal y su hijo Aníbal, se embarcó rumbo a Gadir (Cádiz) en el 237 a. C. Desde esta base
emprendió la sumisión del valle del Guadalquivir y alcanzó el Mediterráneo. La conquista de la
región se vio coronada con la fundación de una ciudad que serviría de base militar y centro
administrativo, Akra Leuke (Alicante). Falleció en el año 229 a. C.
Mediante alianzas con las comunidades fenicias y acciones militares contra la población indígena,
Amílcar Barca levantó en apenas nueve años un imperio que se extendía desde la costa gaditana
hasta el sudeste peninsular.

2.2. Asdrúbal.- (270-221 a. C.) A la muerte de Amílcar se nombra strategos a su yerno Asdrúbal.
El nuevo caudillo se caracteriza por el giro dado a la política peninsular, tendente a fortalecer el
dominio cartaginés, más que por la fuerza de las armas, por las artes de la diplomacia. Los íberos
le nombraron general con plenos poderes o caudillo. Asdrúbal fundó una nueva ciudad en la costa
levantina para sustituir a Akra Leuke como base de dominio. Esta ciudad bautizada como Qart
Hadashat o Ciudad Nueva, traducida en las fuentes latinas como Carthago Nova.
En este contexto de extensión de la influencia cartaginesa es cuando se producen los primeros
signos de interés romano por la Península Ibérica. A instancias de la colonia griega Massalía
(Marsella), pues esta ciudad era la más perjudicada con la competencia púnica en las costas
levantinas, Roma envió una embajada en el 226 a. C. que se concretó en el llamado “Tratado del
Ebro” por el que quedaba marcado por este río el límite de las aspiraciones púnicas en Iberia. Se
prohibía a los cartagineses atravesarlo en armas.

2.3. Aníbal.- (247-183 a. C) A la muerte de Asdrúbal, asesinado en el 221 a. C. por un esclavo


celta, las tropas proclamaron como jefe al hijo de Amílcar, Aníbal, y el gobierno de Cartago
ratificó la decisión.
Bajo su mandato se reanudó la actividad bélica, llevando a su ejército hasta el Valle del Duero y
atacando las ciudades de Helmantiké (Salamanca) y Arbucala (Toro) y cuyo propósito pudo ser el
deseo de botín, la captación de mercenarios o el entrenamiento de las tropas para próximas
campañas. El siguiente objetivo, contra la ciudad de Sagunto, precipitaría la 2ª Guerra Púnica.
Aníbal no podía tolerar la actuación independiente de Sagunto, pues se corría el riesgo de que las
ciudades autónomas del área de influencia púnica siguieran el ejemplo de la aliada romana.

3. CARACTERÍSTICAS DEL DOMINIO BÁRQUIDA.-

3.1 La explotación económica.- El dominio cartaginés tenía el propósito de aprovechar las


fuentes de riqueza peninsulares y en especial, las minas de
plata de la zona de Cartagena y de Cástulo (cerca de la actual
Linares). Además de estos metales preciosos, que sanearon la
economía del estado cartaginés y permitieron financiar los
ejércitos de mercenarios, fueron explotadas otras minas como
las de hierro y cobre.
La explotación económica alcanzó también a la agricultura,
impulsada por técnicas altamente especializadas con las que
contaban. Manteniendo la tradición comercial, las factorías de
las costas experimentaron un auge con las instalaciones para la
conserva y salazón de pescado. Es importante conocer que los
recursos humanos conseguidos en Iberia sirvieron a los
cartagineses, no sólo como mano de obra esclava, sino como mercenarios de sus ejércitos.

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3.2. Organización administrativa.- La explotación del terreno conquistado debió ser organizada
mediante un tipo de organización semejante a la de los dominios africanos e Cartago y articulada
en distritos o provincias, los pagi, de número y extensión desconocidos.
Hay evidentes testimonios del culto a Hércules-Melqart (dios de Tiro) como instrumento
ideológico para legitimar y dar contenido a la política imperialista cartaginesa.

3.3. Establecimientos coloniales.- Además de las viejas ciudades fenicias, los Barca
materializan una política de nuevos establecimientos coloniales. Sólo se conocen los nombres de
Akra Leuke y Carthago Nova, aunque no fueron las únicas. El elemento humano necesario para
poblarlas se nutrió, en buena parte, de los veteranos del ejército cartaginés y también de colonos
africanos traídos de Libia.

4. ORÍGENES DE LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA: LA CUESTIÓN DE SAGUNTO .-

Por el desarrollo de los acontecimientos parece evidente que


tanto los romanos, interesados en eliminar cualquier adversario
que les disputara el control económico del Mediterráneo
Occidental, como los cartagineses, deseosos de recuperar las
posiciones perdidas en la anterior guerra, sólo buscaban un
casus belli que les permitiera desencadenar un nuevo conflicto.
Tras sitiar Aníbal la ciudad de Sagunto, que cayó en sus manos
tras ocho meses de asedio, Roma consideró que el Tratado del
Ebro había sido violado, pues la ciudad levantina tenía estatuto
de aliada y por tanto la acción militar contra ella contravenía los
acuerdos firmados. Tradicionalmente se ha atribuido a Polibio el error de situar Sagunto al norte del
Ebro y por tanto en territorio prohibido al expansionismo cartaginés. La estrategia romana, una vez
declarada la guerra, tenía la intención de asestar un doble golpe en la principal base de recursos
púnicos, Iberia, y en la propia Cartago.

5. LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA EN HISPANIA.-

En el año 217 a. C. Publio Cornelio Escipión se reunió con su hermano Cneo Cornelio Escipión en
Hispania con la intención de evitar el envío de refuerzos a Aníbal. Lograron que muchos pueblos
indígenas de la Península se pasaran al bando romano y, como consecuencia, las tropas destinadas a
Aníbal en Italia tuvieron que ser mandadas a Hispania para evitar el dominio romano.
En el año 211 a. C. Publio Cornelio se enfrentó a los ejércitos de Magón, hermano de Aníbal, siendo
derrotado y muerto en las proximidades de Cástulo. Poco después su hermano Cneo también murió al
enfrentarse a Asdrúbal Barca, hermano de Aníbal, en las proximidades de Lorca. Los romanos
debieron retirarse al norte del río Ebro perdiendo todas las posiciones conquistadas.

6. ESCIPIÓN EL AFRICANO Y LA EXPULSIÓN CARTAGINESA.-

Publio Cornelio Escipión, hijo del Publio caído en Hispania, fue investido por voto popular con un
imperium de rango proconsular para llevar la dirección de la guerra en Hispania. En otoño del 210 a.
C. llegó a Ampurias con la intención de apoderarse de todas las fuentes de suministro cartaginesas. En
el 209 a. C. se apoderó de Carthago Nova y desplegó una fructífera labor diplomática que atrajo al
bando romano a numerosos caudillos hispanos.
En el 208 a. C. derrotó en Baécula (Bailén) a Asdrúbal Barca, derrota que marcó el comienzo del
declive púnico en Hispania. Escipión volvió a derrotar a los

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cartagineses en Ilipo, cerca de Alcalá del Río, 206 a. C. Gades, la vieja colonia fenicia decidió
entregarse, lo que supuso la total desaparición del poder cartaginés en la Península Ibérica.

7. CONCLUSIONES.-

Tras la guerra, la principal preocupación de Roma era minimizar el riesgo que suponía Cartago. Todas
sus acciones se centraron en evitar que, en el futuro, Cartago pudiera expandirse más allá de sus
confines naturales. La consecuencia principal de la dominación cartaginesa en la Península Ibérica,
levantada por el primer Barca, Amílcar, fue la instauración, sin solución de continuidad a lo largo de
toda la Edad Antigua del dominio romano en Iberia.
El análisis del enfrentamiento entre Cartago y Roma está compuesto fundamentalmente por los relatos
de Polibio y Tito Livio. Estos relatos recogen el discurso de los acontecimientos con un criterio
anecdótico por un lado; personalista, por otro, destacando el papel de los grandes caudillos -Aníbal,
Escipión- En cambio, cuando se intenta profundizar en la esencia histórica se conforman con
hipotéticas reconstrucciones, susceptibles de contener un margen de error.

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TEMA III

LOS INICIOS DE LA CONQUISTA ROMANA Y LAS GUERRAS CONTRA


CELTÍBEROS Y LUSITANOS.

ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.-
2. LA PROVINCIALIZACIÓN DE HISPANIA.-
2.1. Los primeros pretores.-
3. CATÓN EN HISPANIA.-
3.1. Las campañas militares.-
3.2. La obra de Catón.-
4. EL GOBIERNO DE TIBERIO SEMPRONIO GRACO.-
4.1. Medidas administrativas.-
5. LAS EXPEDICIONES CONTRA LOS LUSITANOS.-
5.1. Viriato.-
6. LA GUERRA DE NUMANCIA.-
7. CONCLUSIONES.-

1. INTRODUCCIÓN.-

La estrategia romana de colaborar con las tribus peninsulares mediante una identificación mutua de
objetivos –la expulsión de los cartagineses- se mantuvo en tanto existieron esos objetivos. Una vez
alcanzados las relaciones con los indígenas sufrieron un cambio radical, explicable en parte por el
aprovechamiento de los recursos que antes habían sido disfrutados por Cartago. En los años siguientes a
la expulsión de los cartagineses la gestión de gobierno romano se redujo a una represión contra las
comunidades indígenas y a la recaudación de metales preciosos

2. LA PROVINCIALIZACIÓN DE HISPANIA.-

Tras la victoria en la batalla de Zama (202 a. C) de P. Cornelio Escipión sobre Aníbal se concluía la
Segunda Guerra Púnica, desapareciendo con ello toda excusa militar para mantener tropas en Hispania.
No obstante el Senado siguió manteniéndolas, así
como el sistema de otorgar poder proconsular a
personajes que no habían obtenido magistraturas con
imperium, entre los que predominaban la familia
Cornelio gracias a la influencia de Escipión.
En las elecciones del año 197, se eligieron dos
pretores que fueron encargados respectivamente de la
Hispania Citerior y Ulterior, las dos provincias
creadas en los territorios sometidos. Por primera vez
dos magistrados regulas con imperium cumplían su
mandato en la Península. Con ello Roma ponía punto
final en la administración de Hispania a la etapa de
gobiernos extraordinarios e irregulares.
Existieron diferentes razones para la creación de estas provincias:

- Compromisos con las comunidades indígenas.

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- Deseo por parte del Senado de frenar la influencia en Hispania de la gens Cornelia.
- Miedo al resurgir del poder cartaginés en la Península.

2.1. Los primeros pretores.- Los primeros pretores con poder proconsular, elegidos para hacerse cargo
de las provincias hispanas y con el encargo de delimitar las fronteras entre ambas circunscripciones, C.
Sempronio para la Citerior y M. Helvio para la Ulterior tuvieron que enfrentarse a una rebelión
generalizada y simultanea de las dos provincias contra el gobierno
romano.
La misión de los pretores se limitaba a mantener la seguridad en las
fronteras e imponer en su interior la autoridad romana en forma de
respeto a los pactos y cumplimiento de las obligaciones fiscales
impuestas. Puesto que su interés no iba más allá de una explotación
material de los recursos, sin contrapartidas, era lógico que las guerras
contra las comunidades indígenas fueran endémicas y así los ejércitos romanos sufrieron varias
derrotas. Los pretores hicieron saber al Senado la grave situación y fue necesario enviar tropas de
refresco.
Ante la situación bélica y el temor a que el levantamiento general se convirtiera en una guerra en toda
regla, en el 195 a. C. además de los correspondientes pretores del año, Roma envió a uno de sus
cónsules M. Porcio Catón, con un gran ejército.

3. CATÓN EN HISPANIA.-

Las fuentes antiguas nos presentan a M. Porcio Catón (234 -149 a. C.) como
paradigma de romano, fiel a las antiguas virtudes romanas. Pero se olvida que
constituye también un ejemplo de latifundista, acaparador de tierras, cultivadas con
mano de obra esclava, responsable de la crisis de la agricultura romana y de los
peligrosos desajustes sociales del último siglo de la República.
En el 194 a. C. terminado el año de su magistratura, Catón volvió a Roma a recibir el
triunfo, llevando consigo el mayor botín que hasta entonces ningún caudillo había
conseguido en la Península.
Fue nombrado Censor en el año 184 a. C. Se distinguió por su conservadora defensa
de las tradiciones romanas. Como político, Catón se distinguió por ser el mayor
defensor e impulsor de la guerra con Cartago

3.1. Las campañas militares.- Desembarco en Rhode (Rosas) en el 195 a. C. al mando de unos
60.000 hombres y expulsó a la guarnición indígena. A continuación se dirigió a Ampurias donde se
deshizo de los ilergetes. Esta victoria hizo que las diferentes tribus se rindieran a su paso,
aprovechando su posición victoriosa para desmantelar las fortificaciones e imponer guarniciones como
garantía contra una nueva sublevación.
Ante la apurada situación en el sur peninsular del ejército romano en su lucha contra los turdetanos, el
gobernador de la Ulterior solicitó la presencia de Catón. El cónsul atendió a la petición de auxilio y
prácticamente sin lucha disuadió a los celtíberos de combatir al lado de los turdetanos, y estos, sin su
apoyo, se avinieron a renovar los pactos.

3.2. La obra de Catón.- La obra de Catón puede definirse con las palabras represión y explotación y
obedece claramente a la voluntad romana de permanecer en Hispania a cualquier precio, administrando
las provincias de una forma brutal. Evidentemente Catón no desarrolló una política de acercamiento a
los nativos ni tomó las medidas necesarias para reforzar la organización del territorio hispano.

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Se inaugura una nueva etapa con las directrices impuestas por él que apenas variaran en los próximos
50 años. Éstas son el control absoluto, impuesto bajo la paz armada, de los territorios sometidos y la
organización de la explotación económica sistemática de los mismos.

4. EL GOBIERNO DE TIBERIO SEMPRONIO GRACO.-

En el año 180 a. C. fueron elegidos como gobernadores Tiberio Sempronio Graco


(210-150 a. C. Padre de Tiberio y Cayo Graco, tribunos de la plebe) para la Citerior
y L. Postumio Albino para la Ulterior. Frente a la caótica conducción de las guerras
emprendidas por sus predecesores, ambos pretores, en un plan fijado de antemano y
actuando de forma combinada, crearon un territorio homogéneo en donde ejercer la
autoridad sobre los pueblos indígenas. Graco derrotó a los celtíberos y fundó
Gracchurris (Alfaro). Postumio derrotó a los vacceos en la Hispania Ulterior.

4.1. Medidas administrativas.- A estas acciones militares iban a sumarse una serie de medidas
administrativas hasta entonces desconocidas. En conjunto, la actividad de Graco significó para las
provincias hispanas un largo periodo de paz, no tanto por la calidad de las iniciativas, como por su
aceptación por ambas partes. Representó un cambio importante en la política cruel que los romanos
habían seguido hasta entonces en Hispania.

- Desarrollo de una administración regular basada en el sometimiento pacífico y el cumplimiento de


una obligaciones fiscales regularizadas, creando puntos de apoyo prorromanos indígenas en áreas
de avanzadilla
- Fomento de la vida sedentaria mediante traslados de población con concesiones de tierra fértil,
beneficios para comunidades aliadas, desmantelamiento de plazas fuertes y prohibición de fundar
nuevas y establecimiento de guarniciones.
- Conversión en impuestos fijos, sobre una base fiscal previamente fijada, de las anteriores
contribuciones en metales o en provisiones.

5. LAS EXPEDICIONES CONTRA LOS LUSITANOS.-

No se sabe con exactitud cuáles fueron las causas reales de las guerras lusitanas, probablemente la propia
situación socioeconómica de las tribus locales, en las que las desigualdades sociales debían estar muy
patentes.
En el año 154 a. C. surgieron problemas en las dos provincias de Hispania que obligaron a la intervención
militar romana. Bandas de lusitanos al mando de Púnico invadieron la Ulterior y llegaron hasta las
ciudades costeras del sur. El nuevo pretor, M. Atilio Serrano, llevó su ejército al interior de Lusitania
logrando la paz con los lusitanos. Esta paz fue un corto paréntesis debido a la brutal conducta de su
sucesor, Servio Sulpicio Galba.
Tras un levantamiento de los lusitanos en el año 150 a. C. Galba, con ayuda de refuerzos del pretor de la
Citerior, hizo que los lusitanos pidieran la paz. Con el señuelo de un reparto de tierras de cultivo,
concentró a los indígenas y sus familias en un punto y dio la orden de exterminio. Muy pocos escaparon a
la matanza y, entre ellos, según la tradición, Viriato, que, a partir de entonces y durante más de diez años
acaudillaría una guerra sin cuartel contra los romanos.

5.1. Viriato.- En el año 147 a. C. fue elegido líder por los lusitanos, ofreciendo una fuerte resistencia
a los romanos. Derrotó a los pretores de la Ulterior y de la Citerior, desbaratando el poder de Roma
en la península.

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En el año 145 a. C. el ejército romano al mando Q. Fabio Máximo (hermano de Escipión Emiliano)
consiguieron contener a los lusitanos recuperando el control del valle del Guadalquivir y castigando
con crueldad a las ciudades partidarias de Viriato. Tras una serie de batallas, Viriato metió al ejército
romano en una trampa y aprovechó para obtener la firma de un tratado de paz. En virtud de este pacto
se consideraba a Viriato amicus populi romani y se concedía a sus seguidores las tierras que
ocupaban.
El hermano de Fabio Máximo, Q. Servilio Cepión, en
base a injustificados atentados de los lusitanos contra la
paz firmada, consiguió del Senado el permiso para
continuar las hostilidades. Las campañas continuaron sin
resultados apreciables, aunque, con un creciente
sentimiento de agotamiento por parte lusitana, que llevó a
Viriato a iniciar conversaciones con Cepión. Viriato no
participó directamente en ellas, sino a través de tres
miembros de su consejo que, en connivencia con el
cónsul le asesinaron en el 139 a. C.
Los motivos que llevaron a la muerte de Viriato pueden encuadrarse en las tensiones socio-
económicas lusitanas. Los estratos más privilegiados de la población consideraban la resistencia que
oponía Viriato el mayor obstáculo a un entendimiento con los romanos y, con ello, a su
enriquecimiento.

6. LA GUERRA DE NUMANCIA.-

Numancia fue uno de los nombres más repetidos entre los historiadores clásicos que narraron los primeros
decenios de la conquista romana de Hispania. Para Roma el caso de Numancia fue un símbolo de la
conquista de Hispania y la resistencia de los pueblos arévacos
Como consecuencia de las acciones de Viriato, las tribus
celtíberas en el 143 a. C. se volvieron a levantar en armas.
Roma envió contra ellas a Q. Cecilio Metelo, que concibió la
guerra como una empresa lenta y continuada, que requería un
lento sometimiento de las distintas tribus, de oriente a
occidente. Antes de dirigirse a Numancia arrasó el territorio de
los vacceos para impedir que suministraran grano a los
numantinos. No pudo proseguir la guerra pues el Senado
romano no prorrogó su mandato nombrando en su lugar Q.
Pompeyo que sufrió importantes bajas debido a las emboscadas
de los numantinos. Posteriormente fueron enviados diferentes
cónsules, fracasando todos en su lucha contra Numancia,
incluso uno de ellos, C. Hostilio Mancino, fue derrotado y obligado a una capitulación que no fue
aceptada por el Senado, quien obligó al deshonrado cónsul a rendirse personalmente a los Numantinos.
En el año 133 a. C. el Senado envió a P. Cornelio Escipión Emiliano, vencedor de Cartago en la 3ª
Guerra Púnica. Restauró la disciplina del ejército y rodeó Numancia con una muralla de 9 kms. y
construyó 7 campamentos perfectamente comunicados entre ellos. Tras 15 meses de asedio los
numantinos se rindieron sin condiciones (deditio), aunque muchos prefirieron el suicidio. A la caída de
Numancia siguió un periodo de paz de 20 años durante el cual el proceso de anexión territorial se
interrumpió o apenas creció.

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7. CONCLUSIONES.-

En el episodio de Numancia no se debe descuidar el componente de propaganda política, empeñado en


realzar como protagonista de las guerras de Hispania a Escipión. La pequeña ciudad arévaca fue
engrandecida y su importancia magnificada para enfrentarla dignamente a Escipión.
Tras la destrucción de Numancia emerge gradualmente la consideración de los territorios peninsulares
bajo la soberanía romana como parte integrante del Imperio Romano y, como tal, objeto de atención
institucional y administrativa. Así, la provincia o conjunto de responsabilidades, esencialmente de
carácter militar, encomendadas a un magistrado romano portador de imperium en suelo hispano, se
convierte en provinciae, es decir, espacio limitado geográficamente, objeto de una administración regular
dentro de un marco legal.

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TEMA IV

DE NUMANCIA A SERTORIO
ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.-
2. DOCUMENTOS HISTÓRICOS.-
2.1. La Tabula Alcantarensis.
2.2. La Tabula Contrebiensis.
2.3. El Bronce de Ascoli.
4. SERTORIO EN HISPANIA.-
5. LA INTERVENCIÓN DE POMPEYO.-
6. CONCLUSIONES.-

1. INTRODUCCIÓN.-

Diversos historiadores han hecho un relato de la vida y obra de Sertorio, desde Salustio a Mommsen,
pasando por Plutarco, Tito Livio, Orosio, etc. Para unos fue un héroe y para otros un traidor. Hoy en día no
es posible intentar una semblanza de Sertorio sin tener en cuenta una serie de condicionantes políticos y
sociales de su época, para lo cual debe tenerse en cuenta la situación de Roma en los años anteriores a la
aparición histórica de Sertorio. VER RESUMEN HISTORIA ANTIGUA II: TEMA 10 - LA CRISIS DE LA
REPÚBLICA.
Un episodio más de las luchas políticas internas de la crisis republicana es la causa de que, durante el
decenio del 82 al 72 a. C. se produce en la Península Ibérica la aventura de Quinto Sertorio, perteneciente al
partido “popular”.

2. DOCUMENTOS HISTÓRICOS.-

De esta época existen tres documentos importantes en los que se ven implicadas gentes de diversas zonas
peninsulares. Los documentos están fechados en los finales del siglo II a. C. y comienzos del siglo I a. C.

2.1. La Tabula Alcantarensis.- El Bronce de Alcántara ("Tabula Alcantarensis") es una placa en


bronce con inscripción en latín del año 104 a. C., hallado en Alcántara (Cáceres) que se conserva en el
Museo de Cáceres. Recoge la rendición incondicional ("deditio")
ante los romanos del pueblo indígena de los seanocos, que habitaban
en una zona intermedia entre el territorio de los lusitanos y el de los
vetones.
Básicamente el documento indica que durante el consulado de Cayo
Mario y Cayo Flavio el pueblo de los seanocos se rindió al pueblo
romano y tuvieron que devolver las armas, los prisioneros y los
caballos de los que se habían apoderado. A cambio se dio orden de
libertad y se les devolvió todo lo que había sido suyo hasta el día
que se rindieron. El historiador Julio Obsequens recoge que en el
año 105 a. C. el ejército romano fue derrotado por los lusitanos. Es
probable, por tanto, que los cautivos y caballos que deben devolver
los seanocos hayan sido capturados en estas operaciones.
Como reflejo de una deditio (rendición) plasmada en un documento epigráfico, la Tabula Alcantarensis
constituye un caso único. En la solución adoptada para la comunidad que se rinde no hay cambios de

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estatuto, ni promoción, ni desplazamiento de la población. El gobernador romano reconoce la realidad


político-social indígena que se mantendrá mientras el pueblo y el senado romano así lo quisieran.

2.2. La Tabula Contrebiensis.- Es una placa de bronce encontrada en Contrebia Belaisca (Botorrita,
Zaragoza) que recoge, a lo que parece, el procedimiento seguido en la resolución de una querella
surgida entre dos comunidades indígenas del Valle
del Ebro y datado en el año 87 a. C. Podemos
considerarlo como el pleito más antiguo de España
Roma permitía que las comunidades indígenas
gozaran de amplias cotas de libertad en la gestión de
sus asuntos internos, siempre que el dominio
romano no se viese comprometido. En
consecuencia, el gobernador de la provincia, no
descuidaba las funciones e arbitraje y dictaba la
resolución, como parece que sucede en el caso reflejado en este documento.
El texto ofrece problemas de contenido y dificultades de interpretación. A pesar de ello, se trata de un
contenido de extraordinario valor, habida cuenta de que la superficie del documento equivale a la de
dos carillas de folio.

2.3. El Bronce de Ascoli.- El bronce de Ascoli es una placa inscrita de bronce del año 89 a. C.
encontrada en 1908 en Roma. Alude a la
concesión de la ciudadanía romana en el año 90 a.
C. por Gneo Pompeyo Estrabón a la Turma
Salvitana por su arrojo durante el asedio de
Asculum (Áscoli en el Piceno) en el transcurso
del conflicto denominado Guerra Social (91-88 a.
C.). Esta concesión de la ciudadanía romana se
realiza en virtud de la lex Iulia de civitate, como
expresa el documento.
Esta Turma Salvitana estaba formada por 30
jinetes hispanos, originarios de varias ciudades
del Valle del Ebro. Cada jinete es designado en el documento por su nombre, filiación y procedencia
geográfica.

3. SERTORIO EN HISPANIA.-
Formado en la escuela militar de Mario, a cuyas órdenes había
combatido contra los cimbrios, Sertorio, de origen sabino,
durante el intervalo de gobierno popular entre los dos golpes de
estado de Sila, había sido nombrado gobernador de la Hispania
Citerior. Tras la subida al poder de Sila fue destituido y, desde
entonces se convierte en un rebelde que, desgajado de su
partido, asumirá la responsabilidad de dirigir la lucha contra el
dictador desde la Península Ibérica.
Conocida su destitución como gobernador, Sertorio apresuró su
entrada en la Península y se instaló en ella en un breve gobierno
en el que se destaca el buen trato a los indígenas y el alivio en
la percepción de tributos, ejerciendo sobre los nativos una
especie de liderazgo.
Pero el gobierno de Sila envió a Annio Fusco que derrotó a las tropas del lugarteniente de Sertorio en el año
81 a. C. y le obligó a embarcarse en Cartago Nova en busca de otros territorios donde rehacerse.

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En el año 80 a. C. desembarcó en Baelo, donde tras aumentar sus fuerzas con lusitanos que le habían
ofrecido el mando se dirigió a Lusitania, donde se hizo fuerte. En el año 79 a. C. Sila, consciente de la
gravedad, envió a la Ulterior a su colega de consulado Q. Cecilio Metelo con dos legiones.
Los desplazamientos de Metelo por Lusitania eran controlados y seguidos por Sertorio, que se anticipaba a
sus movimientos, contando con la colaboración de los nativos. Mientras tanto, en la Citerior, su
lugarteniente Hirtuleyo impedía que las tropas de esa provincia se unieran a las de Metelo.
Metelo hubo de retirarse a Córdoba después de dos años de fracasos, mientras Sertorio encontraba abierto el
camino a la Citerior. En el año 77 a. C. sin apenas resistencia avanzó atrayendo o sometiendo a las
comunidades indígenas. A su vez, se unieron a sus tropas refuerzos procedentes de Cerdeña al mando de M.
Perpenna.
Salvo algunas ciudades de la costa levantina, Sertorio se hizo dueño de toda la Hispania Citerior. Creyó
llegado el momento de reorganizar su ámbito de dominio, no sólo con preparativos de guerra, sino mediante
instituciones que dieran la impresión de un estado de derecho consolidado. Tomó una serie de iniciativas
políticas, como la formación de un “senado” con exiliados romanos, la elección de “magistrados” e incluso
la fundación de una escuela en Osca (Huesca) para la educación romana de los hijos de la aristocracia
indígena.

4. LA INTERVENCIÓN DE POMPEYO.-

Ante la grave situación en Hispania, el senado se decidió a enviar como procónsul


con un imperium extraordinarium a Cneo Pompeyo. Partió de Roma con un nutrido
ejército para tomar posiciones en la costa catalana, donde se ganó la confianza de
las tribus de lacetanos e indigetes.
Dado el volumen de las tropas de Pompeyo, Sertorio se preparó para una guerra que
sólo podía ser de desgaste, evitando además el choque, que le sería desfavorable si
se producía la unión de los ejércitos de Pompeyo desde el norte con los de Metelo
en la Ulterior. Así, en el año 76 a. C. mandó a Perpenna con el encargo de rechazar
a Pompeyo, mientras que Hirtuleyo en la Lusitania se encargaba de entretener a
Metelo.
Pompeyo franqueó el Ebro que Perpenna no pudo defender y avanzó hacía el sur.
Sertorio venció aun destacamento de Pompeyo y puso sitio a Lauro (Liria, Valencia), tras lo que Pompeyo
se retiró de nuevo al otro lado del Ebro. En cambio, Metelo logró vencer a Hirtuleyo en Italica, con lo que
se deshizo el frente occidental.
En el año 75 a. C. Pompeyo tomó Valentia y se produjo la temida unión de los ejércitos de Metelo y
Pompeyo. Perdida la iniciativa, Sertorio, sólo podía ganar tiempo recurriendo a la guerra de guerrillas.
Sin el concurso de Metelo que regresó a la Ulterior, Pompeyo, como único comandante se aplicó a terminar
la obra, barriendo de oeste a este los focos de resistencia. Sertorio desalojado de la Meseta, buscó hacerse
fuerte en el valle del Ebro, pero a finales del año 73 a. C. en Osca, una conspiración de sus más cercanos
colaboradores puso fin a su vida en el curso de un banquete.
Sin Sertorio, los distintos objetivos que habían unido a los distintos elementos en la conspiración sería la
causa de su descomposición. Perpenna fue derrotado por Pompeyo y ejecutado. Los restos del ejército
vencido se acogieron a la clemencia del vencedor.

5. CONCLUSIONES.-

El régimen de Sila, con sus proscripciones, había hecho nacer una fuerte oposición, que, desde el exilio
buscaba el derrocamiento del dictador. El sistema de gobierno oligárquico senatorial no resistió tras su
muerte, en el año 78 a. C. Los ataques populares al sistema obligaron a los débiles gobiernos a ir cediendo a
sus exigencias. En el año 73 a. C. se consiguió una amnistía para los exiliados. Muchos de los romanos que
rodeaban a Sertorio vieron que si continuaban junto a él se cerraban las puertas del regreso a Roma. Por otra

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parte, los fanáticos de la causa popular vieron que estaba llegando demasiado lejos al unir su destinó al de
los indígenas hispanos, que, en muchos casos luchaban simplemente contra Roma sin diferencias de partido.
A unos y otros les estorbaba por igual Sertorio y, tras una primera conjura fracasada, la segunda tuvo éxito.
Este episodio colonial de la crisis republicana tendría repercusiones importantes, porque en él se cimentaría
la ascendencia de Pompeyo sobre amplias zonas del territorio.

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TEMA V

POMPEYO Y CÉSAR
ÍNDICE:

5. LA OBRA DE POMPEYO EN HISPANIA.-


1.1. La pacificación de la Citerior.-
1.2. Captación de clientela.-
1.3. Concesiones de ciudadanía.-
2. LAS PROVINCIAS HISPANAS HASTA EL PRIMER TRIUNVIRATO.-
2.1. La Cuestura de César.-
2.2. La Pretura de César.-
3. LA GUERRA CIVIL ENTRE CÉSAR Y POMPEYO.-
3.1. La Campaña de Ilerda.-
3.2. La Capitulación de la Ulterior.
4. EL GOBIERNO DE CASIO LONGINO Y LA DEFECCIÓN DE LA ULTERIOR.-
5. LA LLEGADA A HISPANIA DE LOS HIJOS DE POMPEYO.-
6. LA BATALLA DE MUNDA Y SUS CONSECUENCIAS.-
7. REORGANIZACIÓN PROVINCIAL TRAS LA GUERRA.-
7.1. Colonización.-
7.2 Municipalización.-
8. CONCLUSIONES.-

1. LA OBRA DE POMPEYO EN HISPANIA.-

Es evidente que la permanencia de Pompeyo en la Península varios meses después de terminar el problema
sertoriano, mientras que Metelo se apresuraba a regresar a Roma para recibir los honores del triunfo, era
debido a poderosas razones, que formaban parte de un vasto plan político. Se trataba de extender prestigio y
poder personal a todas las provincias de occidente como segunda etapa de una obra comenzada en Italia y
rematada en las provincias y territorios conquistados del oriente mediterráneo.
Al abandonar Hispania en el año 71 a. C. Pompeyo dejaba bien cimentado su poder e influencia.

1.1. La pacificación de la Citerior.- Tras la derrota de Sertorio continuó en la Citerior una resistencia
por parte de algunas poblaciones indígenas como: Termantia y Clunia, en la Celtiberia; Calagurris, en
el Valle del Ebro y Valentia, en la costa. Después de una laboriosa campaña durante todo el año 72 a.
C. logró incluir definitivamente en la esfera de influencia romana la Celtiberia, tras casi un siglo de
resistencia.

1.2. Captación de clientela.- La campaña militar del año 72 a. C. en la Hispania Citerior fue, aparte
del remate de las consecuencias de la guerra contra Sertorio, la base de asentamiento de esa política de
prestigio y poder personal. Si bien se conocen sus resultados positivos, apenas hay datos de su
desarrollo. Tras el sometimiento de los focos de resistencia con energía y dureza, Pompeyo empezó su
política de captación. Las tribus fieles fueron recompensadas con reparto de tierras y suscripción de
pactos de hospitalidad y lazos de clientela con sus dirigentes.

1.3. Concesiones de ciudadanía.- En el oriente de la provincia, valle del Ebro y región levantina,
donde el proceso de romanización estaba muy adelantado, las medidas de Pompeyo fueron más
generosas. El principal recurso fue la concesión de la ciudadanía romana a los indígenas que le habían

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servido como auxilia en sus guerras peninsulares y a los eminentes de los núcleos urbanos de
población.

2. LAS PROVINCIAS HISPANAS HASTA EL PRIMER TRIUNVIRATO.-

Durante el periodo desde la salida de Pompeyo de Hispania, en el año 71 a. C. hasta la guerra civil entre él
y César las noticias sobre Hispania son esporádicas. Las zonas conflictivas no eran consideradas
especialmente importantes para merecer la atención de los historiadores ni de la opinión pública romana,
atraída en esos años por la rebelión esclava de Espartaco y la campaña mediterránea de Pompeyo contra los
piratas.
Podemos considerar la presencia de César, primero como cuestor y después como propraetor o gobernador
de la Ulterior como el acontecimiento de mayor trascendencia en estos años. Utilizó todas las posibilidades
que ofrecía la provincia para un hombre de estado. Dado que su próxima meta

2.1. La Cuestura de César.- En el año 69 a. C. César fue investido cuestor, primer escalón de la
carrera de honores, de la Ulterior. Como representante del gobernador tuvo a su cargo la
administración de justicia en algunas ciudades, entre ellas Gades, donde trabó relaciones personales
con los provinciales, como con L. Cornelio Balbo, posteriormente uno de sus más estrechos
colaboradores. Abandonó la Ulterior en el año 68 a. C.

2.2. La Pretura de César.- Una vez cumplida la magistratura pretoria, volvió a la provincia en al año
61 a. C. investido con el cargo supremo de gobernador. César utilizó todas las posibilidades que
ofrecía la provincia para un hombre de estado. Dado que su próxima
meta era llegar al consulado necesitaba ganar prestigio y autoridad en su
cargo y regresar a Roma envuelto en un triunfo.
Con la ayuda del gaditano Balbo, que utilizó su dinero e influencias,
organizó un ejército que sometió a los lusitanos y vetones entre el Tajo y
el Duero. Inició una expedición marítima contra los galaicos, llegando a
alcanzar Brigantium (Betanzos) y obligando a las tribus galaicas a
reconocer la soberanía romana. El botín cobrado le permitió hacer
repartos a sus soldados y enviar fuertes sumas al erario público romano.
Sus soldados le nombraron imperator y pudo así afirmar sólidos lazos de
clientela militar.
El resto de su gestión como gobernador fue aprovechado para cimentar
su prestigio y ampliar relaciones. Se procuró atraer a los elementos influyentes de las ciudades
mediante medidas favorables de carácter fiscal y reajustes en la administración de justicia. La
limitación de tiempo no le permitió extender su influencia a la Citerior.

3. LA GUERRA CIVIL ENTRE CÉSAR Y POMPEYO.-

Tras la llamada Conferencia de Lucca (VER RESUMEN TEMA XI - HISTORIA ANTIGUA II) en que se
ratificó la alianza de los protagonistas del primer triunvirato, Craso, Pompeyo y César, la atmósfera política
de Roma llegó a ser asfixiante y se abrió paso la idea que era necesario un dictador para salvar a la ciudad
del caos. El acercamiento entre Pompeyo y el Senado propició su nombramiento como cónsul único en el
53 a. C.
Pompeyo aprovechó la situación para menoscabar lo más posible el poder de César con propuestas de ley
que dificultaban su acceso al consulado. Con la Galia prácticamente sometida, César necesitaba acceder al
consulado y lograr asignaciones de tierras para los veteranos de sus legiones. El grupo más activo de los
senadores tradicionalistas se propuso, como principal objetivo, arrancar a César su imperium proconsular y
convertirlo en ciudadano privado. El Senado le conminó a entregar el mando de sus legiones, a riesgo de

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declararle enemigo público. A César la única salida que le quedaba era la militar y a inicios del 49 a. C.
atravesó a la cabeza de una legión la frontera de Italia y daba inicio a una nueva guerra civil.
El propio Cesar en su Comentarii de bello civile nos da las
razones que le impulsaron a comenzar la lucha por el imperio a
partir de la Península Ibérica. Ante la imposibilidad de perseguir a
Pompeyo por la falta de una flota, abandonó Roma en la primavera
del 49 a. C. y se dirigió a Hispania. Su estrategia era neutralizar las
fuerzas de Pompeyo en la Península evitando así una lucha futura
en dos frentes. La idea del líder optimate había sido trasladar la
guerra a Oriente y reunir allí tropas y recursos con los que llevar a
cabo la reconquista de Italia, mientras el ejército que mantenía en
Hispania atacaba a César por la retaguardia.
La guerra civil que dará al traste con la República tiene así en la
Península unos de los principales y decisivos teatros. Hispania fue uno de los fundamentales puntos de
interés en la lucha política romana debido a la inagotable reserva de recursos materiales que podía ofrecer.
La presencia de extensas clientelas militares de los veteranos de Pompeyo, dieron a esta guerra en Hispania
caracteres excepcionales de crueldad y encono.

3.1. La Campaña de Ilerda.- En el año 49 a. C. Pompeyo contaba con siete legiones en la


Península: tres en la Citerior al mando de Afranio, dos entre el Guadiana y el Duero al mando de
Petreyo y dos en la Ulterior al mando de Varrón.
Pompeyo envió a un lugarteniente con la orden de concentrar el grueso de las legiones en un lugar
fácilmente defendible, para impedir el paso del ejército de César, y dejar reservas para la protección de
la Ulterior. Petreyo unió sus tropas a las de Afranio en la Citerior y se eligió como punto de
concentración y operaciones la ciudad de Ilerda (Lérida) a la orilla derecha del Segre. Las tropas de
César tomaron posiciones en la ribera opuesta. Tras muchas escaramuzas, golpes de mano y
maniobras, los pompeyanos tuvieron que capitular. Fue importante la defección entre las tropas
pompeyanas de algunos núcleos indígenas del norte del Ebro.

3.2. La Capitulación de la Ulterior.- Cuando Varrón, legado responsable de la Ulterior tuvo noticia
de la derrota pensó en hacerse fuerte en Gades. César proclamó un edicto para que representantes de
todas las ciudades de la provincia se reunieran con él, poniéndose en camino seguido de dos legiones al
mando de Casio Longino. Las ciudades proclamaron su lealtad a César y Córdoba, Carmona e Itálica
cerraron sus puertas a Varrón, mientras que Gades se desembarazó de la guarnición impuesta por el
legado. Varron viendo que era inútil la resistencia se rindió a César. Sin la pérdida de un solo hombre
había completado el desmantelamiento del ejército pompeyano en Hispania.

4. EL GOBIERNO DE CASIO LONGINO Y LA DEFECCIÓN DE LA ULTERIOR.-

Antes de regresar a Roma, César encomendó el gobierno


de la Ulterior a Quinto Casio Longino, al mando de cuatro
legiones. No era este el primer contacto que Casio tenía
con la Ulterior, ya que años atrás había sido cuestor a las
órdenes de Pompeyo. La mejor forma de llevar a cabo su
plan de gobierno era atraerse al ejército, al que colmó de
dádivas. Las ingentes sumas necesarias para conducir tal
política la proporcionaron los gobernados, a los que
extorsionó de todas formas posibles, no sólo exigiendo
dinero sino también hombres, puesto que aumentó las

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fuerzas concedidas por César. Con su pésima administración Casio Longino levantó a toda la provincia en
su contra y en contra de César.
Dos de las legiones bajo su mando -las antiguas de Varrón- se levantaron contra él obligándole a guarecerse
con las legiones que le habían permanecido fieles tras las murallas de Ulia (Montemayor) y ante su apurada
situación tuvo que enviar emisarios pidiendo socorros al gobernador de la Citerior y al rey de Mauritania,
aliado de César. La llegada de los socorros solicitados puso fin a la situación. Casio se embarcó en Málaga
con el producto de sus rapiñas para escapar a la ira de sus administrados. A la altura de la desembocadura
del Ebro la embarcación naufragó y se fue a pique con ella.

5. LA LLEGADA A HISPANIA DE LOS HIJOS DE POMPEYO.-

En otros escenarios César continuaba la guerra contra Pompeyo. En Farsalia, en la Grecia central, derrotó a
Pompeyo, que huyó a Egipto. Allí el líder optimate fue asesinado por el hermano de Cleopatra, Ptolomeo
XIII. Las fuerzas senatoriales y pompeyanas se reagruparon en África, bajo el mando de Catón y los hijos
de Pompeyo.
Los ecos de la sublevación desencadenada por Casio Longino habían llegado a África y los dirigentes del
partido senatorial convencieron a Cneo, hijo mayor de Pompeyo, a intentar la aventura de Hispania. Cneo
embarcó en Útica con un pequeño ejército y desembarcó en las Baleares, que conquistó. Las legiones de la
Ulterior que se habían levantado contra Casio volvieron a amotinarse, provocando el levantamiento de toda
la provincia. La inclinación de la provincia por Pompeyo se puede explicar por la fuerte clientela militar,
pues no hay que olvidar que, Hispania, desde el año 55, había estado sometida a la casi exclusiva influencia
de Pompeyo y el importante papel de estas clientelas en un mundo político de ejércitos personales y de
intereses mutuos entre soldados y generales. Esta inclinación hacia Pompeyo cristalizó también ante la mala
administración del gobernador.
Cneo llegó con sus tropas a la Península y puso sitio a Cartagena. El hijo menor de Pompeyo, Sixto, que
había conseguido escapar de César tras la derrota en Farsalia, se unió al último foco de resistencia en la
Península. En la Ulterior comenzaba el último capítulo de la lucha entre César y el gobierno senatorial.

6. LA BATALLA DE MUNDA Y SUS CONSECUENCIAS.-

Al tener noticias César de la nueva sublevación de la provincia envió a dos de sus legados, que impotentes
para hacer frente a las tropas pompeyanas, se hicieron fuerte en Obulco (Porcuna) y hacían llegar a César
peticiones para que se hiciera cargo de la dirección de la guerra. Tras las elecciones del 46 a. C. César se
presentó en una marcha fulminante de 27 días desde Roma a
Obulco.
Los pompeyanos habían dividido sus fuerzas en dos frentes:
uno al mando de Cneo sitiaba Ulia; el otro bajo su
hermano Sixto, defendía la capital de la provincia,
Corduba.
César consciente de su superioridad trataba de provocar un
combate en campo abierto; mientras que los pompeyanos se
amparaban en la adhesión de las ciudades y su fácil defensa.
A partir de ahí la guerra se convirtió en una sucesión de
sitios de ciudades, emprendidos por César para incitar a los
pompeyanos a la lucha abierta. Al fin, el 17 de marzo del año
45 a. C. César logró encontrase en la llanura de Munda (cerca de Montilla) con el ejército pompeyano, que
fue derrotado. El historiador Dion Casio en Bellum hispaniense retrata la batalla y las dificultades de César
frente a la desesperada resistencia del enemigo.
Tras la victoria César se dirigió a Corduba, que fue incendiada por los pompeyanos comprobada la
inutilidad de la resistencia, lo que desató la furia de las tropas de César, frustrada la esperanza de botín.

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Murieron la mayor parte de los dirigentes pompeyanos, entre ellos el hijo mayor Cneo, solo Sexto logró
escapar a la Celtiberia para reanudar la lucha con apoyos indígenas. En el año 44 a. C. el pretor de la
Citerior, Lépido, el futuro triunviro con Octavio y Marco Antonio, logró mediar con los responsables de la
política en Roma para que Sexto depusiera las armas y se reintegrara a la vida pública.

7. COLONIZACIÓN Y MUNICIPALIZACIÓN CESARIANA.-

Terminada la guerra, César acometió una serie de medidas: escarmiento de los vencidos, neutralización de
la inclinación pompeyana de la provincia y fortalecimiento de la devoción a su persona con una serie de
disposiciones a favor de los indígenas leales.

7.1. Colonización.- César castigó a ciudades y provinciales que habían militado en el mando
pompeyano con la confiscación de tierras, debiendo ceder parte de sus territorios a colonos
cesarianos y la imposición de pesadas cargas fiscales. Las ciudades que le fueron fieles recibieron el
privilegio de elevación a la categoría de colonia latina, incluso, de municipio romano.
Las colonias romanas de Hispania tienen una alta concentración en el valle del Guadalquivir, donde
había discurrido la guerra. César levantó una serie de centros romanos de colonización, en la
Lusitania meridional, destinados a servir de murallas de contención, como Norba (Cáceres) o
Metellinum (Medellín). En la Citerior, Tarraco y Carthago Nova fueron transformadas en colonias
romanas.

7.2 Municipalización.- La política de colonización se completó con otra de extensión de derechos


de ciudadanía a núcleos urbanos indígenas que vieron elevado su rango jurídico en la forma de
municipii civium Romanorum, equiparados en derechos político-jurídicos a las colonias romanas y a
los municipios italianos. Es probable que ciudades como Gades (Cádiz) y Osset (Triana) deban a
César la concesión de carta municipal. En cambio en la Citerior la mayor parte de los municipios
romanos y las ciudades con derecho latino son obra de Augusto.

8. CONCLUSIONES.-

Las medidas tomadas por César se incluían en el marco de una política general, extensible a todos los
ámbitos del imperio, que tendía a ensanchar las bases del viejo estado republicano con la inclusión de
provinciales en el círculo dirigente de ciudadanos romanos y a atacar de raíz los problemas económico-
sociales que había generado la crisis en Roma y la península itálica.
En el verano del 44 a. C. terminaba en Hispania la larga guerra que había comenzado en el 49 a. C. mientras
que el Estado romano volvía a desangrarse en otros trece años de contiendas civiles de los que surgiría el
nuevo orden de Augusto.

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RPV
TEMA VI

HISPANIA DESDE EL SEGUNDO TRIUNVIRATO HASTA LA MUERTE DE


AUGUSTO
ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.-
2. EL SEGUNDO TRIUNVIRATO.-
2.1 La guerra en Hispania de Sexto Pompeyo.
2.2 Octavio y los cesarianos: el triunvirato
3. LA CONQUISTA DEL NORTE PENINSULAR.-
4. LA CONSTRUCCIÓN DEL RÉGIMEN IMPERIAL.-
5. LA REORGANIZACIÓN DE HISPANIA.-
5.1. Reorganización Provincial.-
5.2. Programa de colonización y municipalización.-
6. CONCLUSIONES.-

1. INTRODUCCIÓN.-

Julio César fue el artífice de la Hispania romana tal como se desarrollará a lo largo del Imperio. Sus
planteamientos políticos y sus directrices, aunque en algunos casos sólo esbozados, seguirán la línea por él
trazada y, salvo retoques emprendidos por su heredero político, Augusto, Hispania alcanza aquí la
estructura definitiva bajo cuyos cauces llegará a ser uno de los pilares fundamentales de la romanidad.

2. EL SEGUNDO TRIUNVIRATO.-

2.1. La guerra en Hispania de Sexto Pompeyo.- El hijo menor de Pompeyo había logrado escapar
tras la derrota de Munda y la matanza de Córdoba y encontró refugio en la región lacetana, en los
Pirineos orientales, invocando las viejas clientelas de su padre. Juntó un pequeño ejército con el que
paso a la Ulterior. César envió a un legado con un ejército que no pudo derrotar a Sexto, decidido a no
luchar en campo abierto y planteando una guerra de guerrillas.
Pero no fueron las armas las que decidieron el fin definitivo de las hostilidades. Tras la muerte de
César en el año 44 a. C. el pretor de la Citerior, Lépido, el futuro triunviro con Octavio y Marco
Antonio, logró mediar con los responsables de la política en Roma para que Sexto depusiera las armas
y se reintegrara a la vida pública con garantía de amnistía y restitución de los bienes paternos.

2.2 Octavio y los cesarianos: el triunvirato.- El 15 de Marzo del año 44 a. C. César era asesinado en
el Senado por un grupo de conjurados. Octavio, principal beneficiario del
testamento de César y adoptado por éste, eligió la unión con los cesarianos
Marco Antonio, que tenía la adhesión de los ejércitos provinciales, y
Lépido, por lo que tras una reunión en las cercanías de Bolonia los tres
jefes decidieron repartirse el poder con apoyo de un dudoso recurso legal
que los convertía en “Triunviros para la organización de la República”,
una híbrida componenda entre dictadura y pacto tripartito privado. Así
nació el 2º Triunvirato.
A partir de la victoria de Actium sobre Marco Antonio y Cleopatra (31 a.
C.) se inicia un periodo de paz y el comienzo del Principado. Augusto
utiliza hábilmente la instalación de la paz en su propaganda política.

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3. LA CONQUISTA DEL NORTE PENINSULAR.-

La causa oficial de la intervención romana en el norte peninsular es la eterna de cualquier guerra


emprendida por los romanos: la justificación defensiva. Pero existen otras explicaciones, entre ellas, la
económica, como el aprovechamiento de las ricas minas de la franja cantábrica. Parece también que
Augusto necesitaba acrecentar su prestigio personal con victorias sobre
pueblos enemigos y conquistas de territorios por encima de sus triunfos
sobre compatriotas disidentes como Bruto y Marco Antonio.
La conquista del norte peninsular o también llamadas Guerras
Cántabras, ensalzadas por la propaganda de Augusto, contó con su
participación activa a partir de su llegada a Tarragona a finales del año
27 a. C. donde planeó las operaciones, que debían iniciarse en la
primavera del 26 a. C.
Ya en el año 29 a. C. hay noticias bélicas en el norte de la Península. Se
trata de la campaña dirigida por Estatilio Tauro. Pero el enorme frente y
las características belicosas de las tribus hicieron que se prolongaran las
operaciones.
La campaña de Augusto tuvo por escenario la propia Cantabria
(mientras los astures, por pacto con los romanos permanecen tranquilos),
atacada desde la llanura meridional con el apoyo adicional desde el mar
de una flota. El ejército de la Ulterior debía actuar coordinado con el de
la Citerior, mandado por Augusto. La guerra, ante un enemigo que combatía en guerrillas y en un terreno
donde las legiones no podían desplegarse, fue más larga y dura de lo previsto inicialmente.
Augusto estuvo a punto de morir a consecuencia de un rayo, cayó enfermo y abandonó la Península en el
año 25 a. C. dejando a un legado al frente de las tropas. A finales del año, aunque los romanos habían
explorado todo el noroeste peninsular y establecido puntos fuertes para supervisar la zona, todavía no podía
darse por sometida. Entre los años 24 y 19 a. C. hubo levantamientos cántabros y una rebelión generalizada
de los astures, debido según las fuentes a la corrupción y la crueldad del legado de Augusto.
En el año 19 a. C. fue necesaria la presencia en la zona de Agripa, yerno y favorito de Augusto, que
emprendió una guerra de exterminio que finalmente, no sin grandes pérdidas, consiguió el objetivo de
someter a la zona.

4. LA CONSTRUCCIÓN DEL RÉGIMEN IMPERIAL.-

(VER RESUMEN TEMA XI: AUGUSTO Y LA FORMACIÓN DEL PRINCIPADO-HISTORIA ANTIGUA II)

5. LA REORGANIZACIÓN DE HISPANIA.-

El fin de las guerras cántabro-astures y la definitiva incorporación de todo el espacio peninsular al Imperio
exigía una reorganización administrativa en profundidad, que se mantendría, con pocas modificaciones, con
carácter definitivo a lo largo de los próximos siglos.

5.1. Reorganización Provincial.- La antigua división provincial en dos circunscripciones: la Citerior


y la Ulterior, era a fines de la República prácticamente inadecuada, en especial, por lo que respecta a
la Ulterior. Según testimonio de Dion Casio, en el año 27 a. C. Augusto procede a la división en tres
provincias: Provincia Hispania Ulterior Baetica, Provincia Hispania Ulterior Lusitania y Provincia
Hispania Citerior Tarraconensis. Coincidió con la reorganización general de las provincias y su
clasificación en senatoriales e imperiales, según hubiese paz o exigieran la presencia de ejércitos;
estas últimas quedaban bajo la exclusiva competencia del Emperador. La Bética sería senatorial y, por
tanto, bajo la exclusiva administración del Senado y administrada por medio de un procónsul. Su

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capital radica en Córdoba. En las provincias imperiales, Lusitania con capital en Emérita Augusta y
Tarraconense, capital Tarraco, actuará un legado designado por el Emperador. Las capitales de
provincia crecerían a favor de tal capitalidad, ya que en ellas se centralizaban los procedimientos
administrativos y judiciales y se concentraban las fuerzas económicas regionales. Poco a poco se
convirtieron en punto de confluencia de las rutas y surgieron templos y edificios públicos suntuosos.

5.2. Programa de colonización y municipalización.- En el proceso de urbanización de la Península se


enmarca la política de fundaciones coloniales y promoción de centros indígenas al estatuto municipal ya
iniciado por César. En un ambicioso programa de colonización para resolver el grave problema de
acomodación de los veteranos que habían participado en las guerras de conquista del norte peninsular,
proporcionó tierras a cerca de 300.000 hombres y salpicó de colonias muchas provincias del Imperio.
En Hispania surgieron entre muchas otras las colonias de Astigi (Écija) en la Bética; Emerita Augusta
(Mérida) en la Lusitania o Cesaraugusta (Zaragoza) en la Tarraconense. También practicó Augusto la
política de promoción de determinados centros urbanos indígenas al estatuto de municipio de derecho
romano o latino. Por ejemplo: Bilbilis (Calatayud) e Ilerda (Lérida) en la Tarraconense o Itálica en la
Bética.

6. CONCLUSIONES.-

Tras la victoria de Actium, Octavio se enfrentaba a la difícil tarea de dar a su poder personal una base legal.
La normalización de la vida pública, tras largos años de guerra civil, y los problemas inmediatos que
conllevaba, apuntaban a una única solución: la creación de un nuevo régimen. Su construcción, en un largo
proceso que madurará lentamente, dará lugar a uno de los edificios políticos más duraderos de la Historia, el
Imperio romano.

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TEMA VII

JULIO-CLAUDIOS, FLAVIOS Y ANTONINOS


ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.-
2. HISPANIA BAJO LA DINASTÍA JULIO-CLAUDIA.-
3. LA CAÍDA DE NERÓN.-
4. LOS CUATRO EMPERADORES.-
5. LA RESTAURACIÓN DE VESPASIANO.-
6. LA CONCESIÓN A HISPANIA DE IUS LATII.-
6.1 El Edicto de Latinidad y sus problemas.-
6.2 El alcance del Edicto.-
7. EMPERADORES DE LA FAMILIA FLAVIA.-
8. LOS ANTONINOS.-

1. INTRODUCCIÓN.-

Por lo que respecta a la Península, los sucesores inmediatos de Augusto mantuvieron en general las
iniciativas políticas emprendidas por el fundador del Imperio. Una vez finalizada la conquista, todo el
territorio peninsular quedó integrado en las estructuras generales del estado romano, como parte del
sistema.

2. HISPANIA BAJO LA DINASTÍA JULIO-CLAUDIA.-

Desde Tiberio hasta la crisis de los años 68/69 los Julio-Claudio van a seguir
en líneas generales las directrices políticas de Augusto. Así, se progresa en el
desmantelamiento militar de Hispania, consolidación de la economía,
extensión y regularización del culto al Emperador y exigencia de
gobernadores y legados imperiales honestos. La política fundacional de
colonias y municipios es muy escasa, así como las emisiones monetarias
locales, lo que significa que ya no se necesita de asentamientos de veteranos
y que se prefieren las emisiones monetarias comunes a Italia y al Imperio.
Se generaliza la presencia de hispanos en la primera línea de las letras y la
política en Roma.
Podemos destacar alguna de las medidas tomadas por los emperadores Julio-
Claudio en Hispania:

• Tiberio.- (14-37) En el contexto de la preocupación por una eficiente administración provincial se


inserta el proceso seguido contra el gobernador de la Bética, acusado de abuso de poder y condenado
al destierro. A pesar de ello las provincias seguían siendo instrumentos de enriquecimiento para los
responsables de la administración.
Son de extraordinaria importancia para la historia imperial del siglo I varios documentos de la época
de Tiberio hallados en España: las Tabulae Siarensis e Illicitana. La primera recoge las decisiones
del senado romano concernientes a las honras fúnebres de Germánico, año
19, y que debían difundirse en las colonias y municipios. La segunda, del
año 23, recoge igualmente una rogatio de Tiberio sobre los honores
decretados a la memoria de su sobrino.
• Claudio.- (41-54) El interés del Emperador por el desarrollo de las
fuerzas provinciales se manifestó, sobre todo, en materia de derecho de

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ciudadanía. A los veteranos de las unidades auxiliares del ejército romano, reclutadas entre
provinciales, se les otorgó con carácter general la plena ciudadanía. Concedió el estatuto de colonia a
Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz).
Tradicionalmente se sitúa durante el gobierno de Claudio, la definitiva articulación de las provincias
hispanas en conventus jurídicos. En la tardía República los gobernadores provinciales reunían en
determinados lugares y días a la población para impartir justicia. Estas reuniones o conventus
quedaron regularmente instituidas en determinadas ciudades dentro de la correspondiente provincia.
El término conventus pasó a designar a cada uno de estos distritos, precisando con el término
iuridicus para subrayar su carácter de ámbito de administración de justicia.

3. LA CAÍDA DE NERÓN.-

La negligencia de Nerón (54-68) en la dedicación a los problemas exteriores del Imperio amplió el
círculo de descontentos con su gobierno hasta degenerar en rebelión
abierta. Nerón ignoró la importancia de las provincias y, sobre todo, de los
ejércitos provinciales para la estabilidad política. El destino de varios
generales sacrificados como consecuencia de los caprichos de Nerón
suscitó el malestar entre los comandantes de los ejércitos de las provincias
occidentales, donde ya el aumento de la presión fiscal daba lugar a fuertes
protestas. Los soldados y la población civil de las provincias se sentían
más solidarios con sus comandantes que con un príncipe lejano e
indiferente a sus problemas.
El gobernador de la Tarraconense, Galba, contando con el apoyo de Otón,
gobernador de la Lusitania y del jefe del ejército de África, tomó la
decisión de rebelarse, a la vez que el ejército hispánico le proclamaba
Emperador. Nerón completamente aislado por el Senado y la Guardia
Pretoriana, se suicidó en el año 68. Galba entró en Roma sin necesidad de combatir

4. LOS CUATRO EMPERADORES.-

• Galba.- Tenía 73 años cuando fue reconocido como Emperador. Su gobierno fue efímero, pues el
ejército de Germania proclamó nuevo Emperador a Vitelio. Se atrajo la oposición de la Guardia
Pretoriana al negarse a concederles un prometido donativo y Otón los convenció para que los
asesinaran y lo nombraran Emperador, lo que dio lugar a la guerra civil entre él y Vitelio.

• Otón.- Abandonó su legación en Lusitania y llegó a Roma antes que Vitelio. Recompensó a los
pretorianos e intentó una política de conciliación que no satisfizo a nadie. Extendió en Hispania
ampliamente el derecho de ciudadanía. Salió derrotado en su enfrentamiento con Vitelio y se
suicidó.

• Vitelio.- Su gobierno no fue muy diferente al de Otón. La Guardia Pretoriana fue reemplazada por
soldados de su ejército. Su política corrupta y los favores dispensados al ejército del Rin, a quienes
debía el trono hicieron que se rebelaran los ejércitos de Oriente y el Danubio que proclamaron
Emperador a Vespasiano, que entró en Roma mientras Vitelio era asesinado.

5. LA RESTAURACIÓN DE VESPASIANO.-

Con la llegada al poder de Vespasiano (69-79) se cerraba un grave periodo de crisis, que, por primera
vez, había puesto en tela de juicio el régimen fundado por Augusto. Con Vespasiano, representante de

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la burguesía municipal italiana, se manifiesta la fuerza tradicional surgida de una nueva clase dirigente
al servicio del Principado.
La restauración de Vespasiano incluía una múltiple actividad en los campos de la política, la
administración, las finanzas, el ejército y el mundo provincial, en los cauces
de eficacia y autoridad iniciados por Augusto. Para asegurar la autoridad del
princeps en Roma, Italia y el Imperio, Vespasiano, decidió institucionalizar
ese poder con la intención de hacerlo absolutamente legal. Una ley llamada
lex de imperio Vespasiani, investía formalmente de poder al Emperador,
fijando sus límites.
Con la voluntad de fundar una dinastía, proclamó como herederos a sus hijos
Tito y Domiciano. En el año 73 modificó el Senado con la expulsión de sus
miembros indignos y la inclusión de nuevos senadores procedentes de la
burguesía de las ciudades italianas y la élite colonial de las provincias más
romanizadas.
Realizó una enérgica reorganización administrativa y financiera con una
política fiscal más controlada y llevó a cabo una revisión catastral en Italia y las provincias con el fin de
restaurar al ámbito público tierras acaparadas por particulares. En Hispania reguló las explotaciones
mineras, atendiendo a la gestión y administración

6. LA CONCESIÓN A HISPANIA DE IUS LATII.-

En la línea de Augusto y Claudio, Vespasiano trató de favorecer la urbanización y promoción jurídica de


las ciudades del Imperio, sobre todo en occidente. Hispania, que había experimentado un creciente
proceso de romanización, recibió del Emperador el ius Latii, es decir, el derecho latino. La eclosión de
ese estatuto provocó en algunas partes de la Península la eclosión de la vida municipal produciendo un
cambio radical en las relaciones entre Roma y las comunidades indígenas. El paso desde la condición de
peregrini al que mayoritariamente pertenecían los hispanos, al de ciudadanos latinos tuvo efectos
universales y sin excepción.

5.1. El Edicto de Latinidad y sus problemas.- Existen diferentes fuentes que sitúan la fecha del
Edicto, unas en el año 70, quizá como premio a las provincias hispanas por su apoyo en su lucha por
el poder, y otras que lo datan del año 73, cuando el Emperador y su hijo Tito en su calidad de
censores pusieron en marcha una serie de reformas. En la interpretación de este Edicto para Hispania
hay dos puntos de partida posibles:

• La concesión de latinidad era personal y sólo podía ejercerse a través de una ciudad con
régimen municipal romano.
• La concesión de latinidad era individual sin más condicionantes.

6.2 El alcance del Edicto.- Los numerosos fragmentos de leyes municipales emanadas como
consecuencia del Edicto, apuntan a considerarlo más como una aplicación en el marco del estatuto
jurídico de las ciudades que como derecho individual, es decir, que el ejercicio de este ius latii exigía
una organización municipal para la civitas a la que cada uno debía estar adscrito.
El derecho de latinidad se adquiría globalmente por la comunidad. Era un escalón intermedio en la
adquisición de la ciudadanía romana. La concesión del Edicto de Latinidad trajo consigo una
paulatina desaparición de los modelos locales de organización indígena.
El Edicto significaba que las comunidades urbanas de la Península podían organizarse como
municipios a semejanza de los italianos. Sus habitantes disfrutaban así de los derechos y privilegios
latinos y sus élites locales, tras cumplir las funciones directivas, recibían la ciudadanía romana.

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Existió una fase intermedia entre el Edicto de Vespasiano y la regulación de las ciudades que se
acogieron a sus beneficios, que fueron paulatinamente recibiendo sus cartas municipales de acuerdo
a unas leyes específicas municipales. Ejemplo de estas leyes de época Flavia es la Lex Irnitana,
(VER COMENTARIO DE TEXTO EN PEC –H. A. P. I.)

7. EMPERADORES DE LA FAMILIA FLAVIA.-

• Tito.- (78-91) Las líneas maestras de su gobierno, trazadas por Vespasiano, a penas sufrieron
correcciones y continuó el programa de obras públicas iniciadas por su padre, tanto en Roma como
en las provincias. La Lex Salpensana nos indica que el Edicto de Latinidad de Vespasiano fue
refrendado y desarrollado en sus tiempos, aunque la generalización del cognomen Flavio para
ciudades y personas impide precisar su labor personal.

• Domiciano.- (81-96) Prosiguió en las provincias la política de integración y romanización


iniciada por Vespasiano, que comenzó a dar sus frutos sobre todo en el desarrollo de los estatutos
jurídicos municipales (leyes de Malaca, Salpensa e Irni). En un intento de modificar en sentido
absolutista la figura del Princeps llegó a proclamarse oficialmente dominus et deus, señor y dios,
lo que le llevaría al choque con la aristocracia senatorial que acabaría con su vida.

8. LOS ANTONINOS.-

• Nerva.- (96-98) Tras la muerte de Domiciano el Senado eligió a Nerva para sucederle Con su
llegada al poder, el sistema hereditario de gobierno sería sustituido por el nuevo principio de
adopción. Durante su breve reinado, Nerva trató de aligerar la presión fiscal y con una ley agraria
proporcionó tierras de cultivo a campesinos desposeídos. En Hispania se recuerda su interés por la
conservación de la red viaria y el auge del culto imperial.

• Trajano.- (98-117) Con él llegaba por primera vez al poder un romano procedente del mundo
provincial -nació en Itálica- Se preocupó por mantener un control severo sobre las provincias y los
funcionarios provinciales. Hispania fue uno de los focos de atención preferente del Emperador. Su
infraestructura viaria fue renovada y ampliada. Pertenecen a su época el Acueducto de Segovia, el
Puente de Alcántara y los arcos de Bará y Cáparra. Recibió innumerables dedicatorias en
estatuas e inscripciones.

• Adriano.- (117-138) Era natural de Itálica y pariente de Trajano. Es, después de Claudio, el
auténtico organizador de la administración imperial. Convertirá el consejo
privado creado por Augusto como órgano asesor, en un consejo oficial, el
consilium principis. Se preocupó por mantener y fomentar las
características propias de las diversas regiones, impulsando una política de
urbanización y construcciones monumentales. En Hispania muchas
ciudades fueron promovidas al estatuto municipal o recibieron el rango de
colonia.
Para promover el acceso a la ciudadanía romana de las élites provinciales,
introdujo el ius Latii maius en los municipios de derecho latino, en virtud
del cual se otorgaba los derechos civiles no sólo a los magistrados sino a
todos los miembros del consejo municipal (ordo decurionum).

• Antonino Pío.- (138-161) Su reinado es considerado el periodo de excelencia de la pax romana.


Se señala un importante descenso en el protagonismo hispano en la administración central y son

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escasos los testimonios de obras públicas. Existe una recesión en los sectores mineros y olivareros
de la Bética

• Marco Aurelio.- (161-180) Durante su gobierno, el Estado, lastrado con costosas guerras
defensivas y un ejército y una burocracia creciente se vio obligado a aumentar la presión fiscal,
con lo que los propietarios ricos intentaron sustraerse a la pesada carga municipal trasladando su
residencia a sus fincas rústicas. Se inicia así el proceso de ruralización del Imperio característico
de los siglos siguientes. Se constata en su tiempo una especial preocupación y privatización de las
minas hispanas a favor del fisco imperial. También unidades militares colaboran al mejor
rendimiento de las minas. Durante su reinado Hispania perdió su protagonismo humano y
económico.

• Cómodo.- (180-192) La crisis económica del Estado obligaron al Emperador a depreciar la


moneda de plata e intentar un rudimentario control de los precios que dio lugar a la aparición de
movimientos de protesta. El más importante tuvo lugar en la Galia y afectó a la Península: un
desertor del ejército llamado Materno reunió una cuadrilla de salteadores que sembraron el pánico
en la Galia e Hispania. La intervención del legado de Aquitania puso fin al movimiento. Su
desastroso gobierno se refleja en la nula participación imperial en las obras de Hispania.

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TEMA VIII

LA ORGANIZACIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVA: EL GOBIERNO PROVINCIAL

ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.-
2. EL GOBIERNO PROVINCIAL.-
3. LA ORGANIZACIÓN PROVINCIAL DE AUGUSTO.-
3.1 Política Provincial.-
3.2 Provincias senatoriales e imperiales.-
3.3 Evolución de la administración provincial.-
4. LAS DIVISIONES ADMINISTRATIVAS DE HISPANIA.-
4.1 Las fronteras provinciales.-
4.2. La subdivisión provincial: legaturas y conventos jurídicos.-
5. EL GOBIERNO PROVINCIAL.-
5.1 Senadores y administración provincial.-
5.2 Provincias senatoriales: los procónsules.-
5.3 Provincias imperiales: los legati Augusti.-
5.4 Los concilia provinciales.-
6. CONCLUSIONES.-

1. INTRODUCCIÓN.-

El comienzo de la apropiación romana del territorio hispano comienza con la Segunda Guerra Púnica.
En el 218 a. C. el senado romano asignó a toda Hispania, por primera vez, como provincia a uno de sus
cónsules. Con la cobertura semántica del término provincia se designaba un espacio, sin límites fijos y
durables, dentro del cual el magistrado designado tenía capacidad legal para hacer uso de su imperium y
su poder militar. La provincia, por tanto, no se concebía inicialmente como una región administrativa.
El proceso de transformación de Hispania de provincia a provinciae -espacios territoriales de fronteras
estables sometidos a una administración regular- se produce en las décadas a caballo entre el siglo II y el
I a. C.

2. EL GOBIERNO PROVINCIAL.-

La administración provincial republicana se basaba, sobre todo, en


allanar caminos a los recaudadores de impuestos, sin dañar en
principio los intereses de los provinciales con abusos. Roma
permitió en un principio el uso de los derechos nacionales, pero a la
larga se fue constituyendo un sistema de normas jurídicas aplicables
en las provincias. Estas normas emanaban del gobernador a través
de sus edictos.
El gobernador no era un representante del gobierno, sino su
encarnación. Además en la provincia no existía un colega del
mismo rango que pudiera ejercer una prerrogativa de veto ante
cualquier abuso. Frente al ilimitado poder del gobernador, por la lex
Calpurnia del año 149 a. C. éste podía ser llamado al término de su mandato para dar explicaciones
sobre su gestión.

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Las provincias fueron verdaderos sacos sin fondo para las necesidades crecientes de dinero que la
política romana, sobre todo durante el último siglo de la República, imponía a los que tomaban parte
activa en ella.

3. LA ORGANIZACIÓN PROVINCIAL DE AUGUSTO.-

El Principado iniciado con Augusto supuso un compromiso entre las formas de gobierno republicanas y
la esencia monárquica de ese nuevo régimen. El compromiso en el sistema provincial estuvo
fuertemente desequilibrado en beneficio del emperador, que necesitaba crear un sistema de
administración eficiente para soportar el imperio.

3.1 Política Provincial.- La organización provincial, desde la reforma de Augusto, puede ser
contemplada desde dos ámbitos distintos. El primero parte de la administración central y está
constituido por los magistrados y funcionarios, cuya misión es el mantenimiento de la
correspondiente provincia bajo el ámbito de dominación romana. El segundo nace del progresivo
desarrollo del ordenamiento ciudadano del tipo romano en cada provincia.

3.2 Provincias senatoriales e imperiales.- El nuevo principio sobre el que se fundamenta la


división provincial estaba en el hecho de que el princeps asumía el control de las regiones aún no
pacificadas (provincias imperiales) frente a aquellas en las que no era preciso mantener tropas
(provincias senatoriales). Esto no significa que el emperador gobernase unas y el senado otras, sino
que el emperador daba a los gobernadores de sus provincias una lista de instrucciones (mandata),
pero tanto el emperador como el senado emitían normas de aplicación en ambos tipos de provincias.

3.3 Evolución de la administración provincial.- Los gobernadores eran todos senadores, pero el
princeps intervenía, más o menos explícitamente, en la designación de la mayoría de ellos. Cierto es
que los legados imperiales ejercían su función en las regiones más salvajes y peligrosas, pero el
emperador gobernaba realmente, mientras que los senadores de las otras provincias estaban
limitados por la duración de sus mandatos y la presencia de funcionarios nombrados por el
emperador.
El desarrollo de la organización provincial durante los dos siglos siguientes supuso la convergencia
entre los dos elementos desiguales que poblaban el imperio: ciudadanos y súbditos. Este proceso
finaliza cuando en el 212 Caracalla otorga la ciudadanía a todos los habitantes del imperio.

4. LAS DIVISIONES ADMINISTRATIVAS DE HISPANIA.-

4.1 Las fronteras provinciales.- A finales de la República, la división provincial de la península era
claramente artificial, lo que se apreciaba principalmente
en la Ulterior, donde existían dos zonas claramente
diferenciadas: la zona sur del Guadalquivir, antiguo
escenario de una amplia colonización y con una
estructura social casi urbana y gran extensión de la
ciudadanía romana, y el territorio al oeste, que era justo
lo contrario. Augusto decide, probablemente en torno al
13 a. C., dividir la Ulterior en dos provincias, separadas
por el Guadiana, la Baetica y la Lusitania. La primera
fue adscrita al senado, mientras que Augusto se reservó
la Lusitania y la Citerior.
Pocos años después tiene lugar un nuevo cambio en las
fronteras entre provincias, pasando a la Citerior tanto las tierras de la Lusitania al norte del Duero

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como las de la Bética pertenecientes al alto Guadalquivir y el Mediterráneo. Augusto debía estar
buscando con esta operación un doble objetivo: agrupar tanto los distritos mineros importantes como
la totalidad de las fuerzas de Hispania, que estaban en Cantabria, Asturia y Gallaecia, bajo un
mismo mando. Con este nuevo reparto quedaban las fronteras provinciales delimitadas de forma
estable. Las capitales quedaron establecidas en Emerita Augusta, Corduba y Tarraco.

4.2. La subdivisión provincial: legaturas y conventos jurídicos.- Las provincias, especialmente la


Citerior, eran territorios demasiado extensos para una adecuada administración, lo que ocasionó que
poco a poco se fueran creando unidades administrativas más pequeñas. La primera de las mismas fue
la diócesis, que se aplicó sólo en la Citerior,
dividiéndola en tres distritos y siendo
encomendadas a legati dependientes del
gobernador. Probablemente las funciones de los
mismos fueran de carácter militar, lo que se
justifica con el hecho de que con la
desmilitarización del norte peninsular, la
división en legaturas o diócesis dejara de existir
dejando paso a la división en conventus, que se
mantuvo a lo largo del imperio.
Las nuevas divisiones que surgen al amparo de
una administración más estable una vez
pacificadas las regiones del norte buscaban
mejorar la eficacia en la relación entre el
gobierno y los administrados, especialmente en la administración de justicia. Tras la
institucionalización de los conventus de la República tardía (que pasaron a estar acompañados del
término iuridicos para subrayar su carácter de lugares de administración de justicia), terminaron por
fijarse los límites correspondientes a cada distrito y considerar como capitales conventuales de los
mismos las ciudades donde habían venido celebrándose las reuniones.

6. EL GOBIERNO PROVINCIAL.-

Augusto no alteró los antiguos cuadros republicanos sociales, sino, por el contrario, precisó las líneas
divisorias entre ellos y asignó férreamente a cada uno su participación en la vida pública.

5.1 Senadores y administración provincial.- Como en la época republicana, con Augusto los
senadores continuaron siendo el elemento dirigente donde se nutrían los cargos políticos y las
funciones públicas de mayor responsabilidad y prestigio. También el segundo estamento dirigente,
el orden ecuestre, fue incluido en su obra de reorganización y utilizado en la vida pública, como
agentes personales en la administración central y en las provincias.

5.2 Provincias senatoriales: los procónsules.- En el gobierno de las provincias senatoriales se


mantuvo en la elección de gobernadores la aplicación de las normas republicanas. La asignación de
las provincias entre los candidatos cualificados (senadores que hubieran cumplido la magistratura
pretoria) se realizaba por sorteo. Estos gobernadores recibían el nombre de procónsules y aunque
disponían de las bases para el ejercicio del poder: el imperium y la potestas, su competencia se
reducía a la administración civil y la función jurisdiccional. Su periodo de gestión era
habitualmente de un año y estaban asistidos por diversos subordinados y colaboradores: legados y
un cuestor para ocuparse de las cuestiones financieras.

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5.3 Provincias imperiales: los legati Augusti.- Para las provincias atribuidas al Emperador, el
sistema creado por Augusto permitió confiar a personas idóneas la responsabilidad del cargo sin
dañar el concepto de Estado. Entendido como un representante del Emperador, recibió el nombre
de legati Augusti. Eran personas del rango consular o pretorial pero escogidos personalmente por
Augusto. La duración de su cargo se estabilizó en la práctica en un periodo de tres a cinco años.
Además de los poderes militares cumplía funciones administrativas y judiciales para lo cual tenía
adscritos una serie de funcionarios imperiales, los procuradores que estaban subordinados al
procurator, que pertenecía a la orden ecuestre y estaba a la cabeza de la organización financiera de
la provincia.

5.4 Los concilia provinciales.- O asambleas provinciales fue una innovación imperial que
desarrolló un importante papel político. En las asambleas estaban representadas todas las ciudades,
por medio de diputados, elegidos por ellas. Las reuniones eran anuales y se celebraban en la capital
de provincia. Su autoridad, de designación anual, era un flamen, relacionado íntimamente con el
culto imperial. Los concilia se convirtieron, básicamente, en un órgano de control de los
gobernadores provinciales, puesto que podían elevar al emperador su queja por una mala gestión.

6. CONCLUSIONES.-

El logro y éxito de la administración romana residía en el hecho de haber sabido canalizar los asuntos
administrativos a través de las comunidades locales. La ordenación provincial de Augusto se mantendrá
estable hasta la crisis del siglo III d. C.

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RPV
TEMA IX

LA ORGANIZACIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVA: LAS


ESTRUCTURAS LOCALES
ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.-
2. LA EXTENSIÓN DEL MODELO URBANO ROMANO EN HISPANIA.-
2.1 Gobierno provincial y autonomía local.-
2.2 Urbanización en época republicana.-
2.3 Emigración romano-itálica.-
2.4 Colonización republicana: los veteranos.-
3. LA POLÍTICA DE COLONIZACIÓN Y MUNICIPALIZACIÓN DE CÉSAR.-
3.1 Colonización.-
3.2 Municipalización.-
4. LA OBRA DE AUGUSTO. VESPASIANO Y EL EDICTO DE LATINIDAD.-
4.1. El Edicto de Latinidad y sus problemas.-
4.2. El alcance del Edicto
5. LAS CATEGORIAS JURÍDICAS CIUDADANAS.-
5.1 Ciudades privilegiadas.-
5.2 Ciudades peregrinae.-
6. INSTITUCIONES MUNICIPALES DE CARÁCTER COLEGIAL E INDIVIDUAL.-
6.1 El Populus.-
6.2 Los Magistrados.-
6.3 La Curia municipal.-
7. CONCLUSIONES.-

1. INTRODUCCIÓN.-

Durante las primeras fases de la conquista de Hispania los gobernadores romanos administraban las
provincias con mucha improvisación. Para asegurar su dominio Roma necesitaba poner los fundamentos
de una organización territorial capaz de facilitar la integración de los nativos en los modos de vida
romanos. El proceso de urbanización se ha considerado como un vehículo de la romanización que rompe
la inercia de muchas comunidades indígenas a aferrarse a sus formas de integración político-social
tradicionales.

2. LA EXTENSIÓN DEL MODELO URBANO ROMANO EN HISPANIA.-

A medida que la penetración de los romanos iba ampliando el


territorio conquistado, se hacía indispensable la organización
urbana, ya que era en esas agrupaciones donde se encontraban
los elementos fundamentales de la vida económica, política y
cultural. Se ha considerado el proceso de urbanización como
vehículo de la romanización.
Diversos escritores contemporáneos de Augusto (Estrabón,
Plinio, César) nos hablan de las ciudades hispanas y citan más de
500. Evidentemente el concepto de ciudad es relativo, pues en la
mitad norte se trataba mayormente de pequeñas aldeas, mientras
que en el mediodía hispano predominaban las ciudades de mediana importancia.

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En todo caso, es a partir de Augusto cuando vemos un desarrollo creciente de las ciudades. En los dos
primeros siglos del Imperio es clara la tendencia a la urbanización de la población.

2.1 Gobierno provincial y autonomía local.- Por debajo de la autoridad gubernamental, una gran
parte de las funciones de la administración provincial sólo podía sustentarse en la autonomía comunal.
Para ello era necesario contar con colaboradores entre la población indígena, que aceptaran las tareas
de administración en nombre y al servicio de Roma. El camino consistió en la confirmación a las
aristocracias indígenas de sus privilegios económicos y sociales, canalizados ahora al servicio de
Roma.

2.2 Urbanización en época republicana.- Al lado de fundaciones de nuevas comunidades en zonas


de interés como Iliturgi, Pompaelo (Pamplona), etc. se conoce también la reorganización de ciudades
indígenas, para asegurar, en un área determinada, puntos de apoyo leales, generalmente mediante
reparto de tierras y con el deseo de fomentar la vida sedentaria y la creación de bases de
administración estables. Esta política de urbanización se realizó a través de la casi ilimitada libertad de
los gobernadores provinciales y para facilitar la pacificación de los indígenas y una mejor supervisión
de las provincias.

2.3 Emigración romano-itálica.- El gobierno republicano hubo de atender al problema suscitado por
la corriente de emigrantes que en grado creciente eligió como lugar de residencia la península ibérica.
Tanto por las circunstancias económico-sociales de Italia -la crisis de la pequeña propiedad como
consecuencia de la Guerra Social en Italia- como por las favorables perspectivas que ofrecía la
península Ibérica, se daban excelentes presupuestos para la captación de emigrantes. La colonización
agraria fue uno de los motivos que atrajo y retuvo al núcleo fundamental de la emigración.

2.4 Colonización republicana: los veteranos.- En la península Ibérica las condiciones del servicio
militar entre los romanos era distinta a Italia. Entre campaña y campaña, el ejército no era licenciado,
sino que se retiraba a territorios pacificados donde era posible tener contactos con la población
indígena. Se trataba de una colonización irregular de las que no se conocen bien las condiciones de
asentamiento. Pero su incremento hizo pensar al gobierno romano en tomar medidas para regularizar
estos asentamientos mediante la creación de núcleos urbanos donde los colonos pudieran concentrarse.

3. LA POLÍTICA DE COLONIZACIÓN Y MUNICIPALIZACIÓN DE CÉSAR.-

Terminada la guerra, César acometió una serie de medidas: escarmiento de los vencidos, neutralización de
la inclinación pompeyana de la provincia y fortalecimiento de la devoción a su persona con una serie de
disposiciones a favor de los indígenas leales.

3.1. Colonización.- César castigó a ciudades y provinciales que habían militado en el mando
pompeyano con la confiscación de tierras, debiendo ceder parte de sus territorios a colonos cesarianos
y la imposición de pesadas cargas fiscales. Las ciudades que le fueron fieles recibieron el privilegio de
elevación a la categoría de colonia latina, incluso, de municipio romano.
Las colonias romanas de Hispania tienen una alta concentración en el valle del Guadalquivir, donde
había discurrido la guerra. César levantó una serie de centros romanos de colonización, en la Lusitania
meridional, destinados a servir de murallas de contención, como Norba (Cáceres) o Metellinum
(Medellín). En la Citerior, Tarraco y Carthago Nova fueron transformadas en colonias romanas.

3.2 Municipalización.- La política de colonización se completó con otra de extensión de derechos de


ciudadanía a núcleos urbanos indígenas que vieron elevado su rango jurídico en la forma de municipii
civium Romanorum, equiparados en derechos político-jurídicos a las colonias romanas y a los

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municipios italianos. Es probable que ciudades como Gades (Cádiz) y Osset (Triana) deban a César la
concesión de carta municipal. En cambio en la Citerior la mayor parte de los municipios romanos y las
ciudades con derecho latino son obra de Augusto.

4. LA OBRA DE AUGUSTO. VESPASIANO Y EL EDICTO DE LATINIDAD.-

La política colonial de Augusto obedece principalmente a motivaciones de orden militar. Principalmente


el acomodo de los miles de veteranos de las guerras civiles. Este es el origen de colonias como Emerita
Augusta.Junto a fundaciones coloniales y siguiendo el ejemplo de César,
promocionó determinados centros indígenas al estatuto de municipios de derecho
romano y en otros en la concesión de derecho latino. El mayor número de
municipios promocionados se encuentra en la Tarraconense. Al mismo tiempo, el
programa de Augusto buscaba una ordenación y articulación general del territorio
una vez lograda la completa anexión de las tierras peninsulares.
En la línea de Augusto y Claudio, Vespasiano trató de favorecer la urbanización y
promoción jurídica de las ciudades del Imperio, sobre todo en occidente.
Hispania, que había experimentado un creciente proceso de romanización, recibió
del Emperador el ius Latii, es decir, el derecho latino. La eclosión de ese estatuto
provocó en algunas partes de la Península la eclosión de la vida municipal
produciendo un cambio radical en las relaciones entre Roma y las comunidades indígenas. El paso desde
la condición de peregrini al que mayoritariamente pertenecían los hispanos, al de ciudadanos latinos tuvo
efectos universales y sin excepción.

4.1 El Edicto de Latinidad y sus problemas.- Existen diferentes fuentes que sitúan la fecha del
Edicto, unas en el año 70, quizá como premio a las provincias hispanas por su apoyo en su lucha por el
poder, y otras que lo datan del año 73, cuando el Emperador y su hijo Tito en su calidad de censores
pusieron en marcha una serie de reformas. En la interpretación de este Edicto para Hispania hay dos
puntos de partida posibles:

• La concesión de latinidad era personal y sólo podía ejercerse a través de una ciudad con régimen
municipal romano.
• La concesión de latinidad era individual sin más condicionantes.

4.2 El alcance del Edicto.- Los numerosos fragmentos de leyes municipales emanadas como
consecuencia del Edicto, apuntan a considerarlo más como una aplicación en el marco del estatuto
jurídico de las ciudades que como derecho individual, es decir,
que el ejercicio de este ius latii exigía una organización
municipal para la civitas a la que cada uno debía estar adscrito.
El derecho de latinidad se adquiría globalmente por la
comunidad. Era un escalón intermedio en la adquisición de la
ciudadanía romana. La concesión del Edicto de Latinidad trajo
consigo una paulatina desaparición de los modelos locales de
organización indígena.
El Edicto significaba que las comunidades urbanas de la
Península podían organizarse como municipios a semejanza de
los italianos. Sus habitantes disfrutaban así de los derechos y privilegios latinos y sus élites locales,
tras cumplir las funciones directivas, recibían la ciudadanía romana. Existió una fase intermedia entre
el Edicto de Vespasiano y la regulación de las ciudades que se acogieron a sus beneficios, que fueron
paulatinamente recibiendo sus cartas municipales de acuerdo a unas leyes específicas municipales.

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5. LAS CATEGORIAS JURÍDICAS CIUDADANAS.-

Las ordenaciones jurídicas de las ciudades del Imperio Romano se correspondían con las diferencias
jurídicas personales de sus habitantes libres y al igual que había ciudadanos romanos, latinos y extranjeros
(cives romani, cives latini iuris y peregrini), existían comunidades de ciudadanos romanos o
privilegiadas, de derecho latino y de extranjeros o peregrinas.

5.1 Ciudades privilegiadas.- Las ciudades privilegiadas, formadas por ciudadanos romanos se
dividían en dos categorías:

• Colonias.- Se distinguían por su origen, no por su funcionamiento, es decir, fundadas en un


territorio determinado mediante el trasplante de un núcleo de colonos, eran las llamadas colonias
romanas. También existían las colonias titulares, que eran los núcleos urbanos preexistentes que,
sin tener que incluir nuevos miembros, recibieron el título por concesión imperial. Estaban
organizadas administrativamente a semejanza de Roma, llegando incluso, en época de las
fundaciones romanas de César y Augusto, a estar liberadas de la obligación de pagar el impuesto
territorial, al equipararse su territorio jurídicamente al de de las ciudades italianas.

• Municipios.- Eran antiguas ciudades no romanas, cuyos habitantes eran honrados con el derecho
de ciudadanía romana, para lo cual había que reunir una serie de condiciones que les hacia
alcanzado un grado de romanización suficiente, es decir, ser merecedores de la concesión del
privilegio.

Las ciudades de derecho latino, igualmente divididas en colonias y municipios, constituían un grado
jurídico intermedio entre los municipios y colonias romanas y las ciudades peregrinas. Eran antiguas
ciudades peregrinas a las que se había otorgado el derecho latino, como escalón intermedio para alcanzar
el grado de ciudadanía completa. Sus habitantes disfrutaban de los derechos civiles reconocidos a los
latini y administrativamente apenas se distinguían de las comunidades romanas. Tenían la particularidad
de que todos los individuos que hubieran cumplido un año de magistratura municipal eran elevados, junto
con sus parientes, a la categoría de ciudadanos romanos.

5.2 Ciudades peregrinae.- Las ciudades peregrinas o extranjeras carecían de privilegios jurídicos
para sus ciudadanos y eran las más numerosas. Sus habitantes eran peregrini, extranjeros al derecho
romano, sometidos al stipendium, impuesto sobre bienes inmuebles y al tributum capitis o impuesto
por cabeza de cada habitante adulto. No podían desposar con ciudadanos romanos, ni dedicarse al
comercio, además de otras limitaciones en materia de justicia. Se distinguían tres categorías:

• Foederatae (federadas).- Ciudades que habían suscrito un tratado definido con Roma, que las
vedaba para conducir una política exterior independiente, pero estaban exentas de impuestos y
fuera de la jurisdicción de los gobernadores provinciales.

• Liberae et inmunes.- Su libertad no estaba asegurada por un tratado, sino por la gracia voluntaria y
unilateral del estado romano. Tenían derecho a utilizar sus propias leyes, exención de alojar a
soldados en su territorio, usar su propias aduanas, exentas de tasación, pero sujetas al senado
romano. A pesar de estos privilegios, su categoría era inferior a las federadas, ya que el estado
romano en cualquier momento podía revocar estos privilegios.

• Stipendiariae.- Comunidades sometidas a Roma que no tenían ningún privilegio jurídico y cuya
sumisión les obligaba al pago del stipendium, requerían de ellas tropas, servicios, víveres.

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6. INSTITUCIONES MUNICIPALES DE CARÁCTER COLEGIAL E INDIVIDUAL.-

En todas las ciudades privilegiadas, Roma impuso las normas jurídicas que deberían regirlas. Existía una
asamblea de notables (senatus, ordo) magistrados, sacerdotes y jueces, y la masa social de la comunidad
(populus).

6.1 El Populus.- No toda la comunidad formaba parte del populus o pueblo,


puesto que con ciudadanos de pleno derecho, los civies, existían los simples
residentes o incolae. Tanto unos como otros estaban obligados a la aceptación de
las cargas comunales, munera, aunque la investidura de las magistraturas u
honores, sólo correspondían a los ciudadanos. Los componentes del populus,
distribuidos por tribus o curias, tenían el derecho a elegir a los magistrados y
participar en las distribuciones de dinero y alimentos.
Al margen de los esclavos las ciudades contaban con personas libres (ingenui)
residentes en ellas debido a sus negocios y que no participaban en la vida pública.

• Cives.- Para ser considerado ciudadano o municeps de una comunidad eran precisos los
requisitos de nacionalidad y de residencia. El primero se otorgaba automáticamente a los hijos
nacidos de padres ciudadanos, pero también podía conseguirse por adopción y por manumisión.

• Incolae.- Eran aquellos individuos libres que habían elegido como domicilio o residencia
permanente una comunidad distinta a la de su nacimiento, sin perder por ello los derechos de
ciudadanía de su patria de origen

6.2 La Magistratura municipal.- La magistratura, junto con el populus y al ordo decurionum, era
la portadora de la soberanía del conjunto de la comunidad ciudadana.
En general, la magistratura municipal, como la romana, se ordenaba bajo dos principios básicos: la
anualidad y la colegialidad. Estos magistrados eran elegidos por el populus, reunidos en comicios,
para ser luego aprobada su elección por la Curia Municipal u ordo decurionum.
Las magistraturas municipales eran las siguientes:

• Cuestores.- Constituían el escalón más bajo entre los magistrados de la ciudad. Lo normal es
que fuesen dos, aunque, si la ciudad era muy importante podía tener más. No tenían jurisdicción y
su competencia se limitaba a administrar el tesoro público.

• Aediles.- Ejercían el aprovisionamiento y la vigilancia de los mercados, policía de la ciudad y


la disposición y regulación de los juegos públicos. No manejaban fondos públicos, pero podían
multar con el conocimiento de uno de los dos duo viri. Tenían derecho a veto entre ellos, y sobre
ellos los duo viri.

• Duo viri iure dicundo.- Estos magistrados tenían la autoridad suprema de la ciudad. Cada cinco
años elaboraban el censo de los ciudadanos, por lo que recibían el nombre de quinquenales. Sus
cometidos eran: la administración de los ingresos de la ciudad; la presidencia de las sesiones del
Senado y la administración de la justicia, entre otras.
En ausencia de uno de los duo viri por más de un día, debía procederse al nombramiento de un
praefectus, que le sustituía durante el tiempo que faltaba y que era elegido entre los miembros de
la curia municipal con más de 35 años.

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6.3 La Curia municipal.- Con el término oficial de ordo decurionum se designaba a la curia
municipal o consejo ciudadano que aseguraba la autonomía interna de las colonias, los municipios y
las ciudades libres y federadas. El número de los miembros de la Curia dependía de la importancia de
la ciudad, pero lo más corriente era que fuesen cien. Era su competencia sancionar muchas de las
decisiones tomadas en la asamblea popular. Regulaban también todo lo concerniente a la religión,
defensa de la ciudad, administración de la hacienda municipal, etc.
Sobre el procedimiento seguido para la elección de los miembros o decuriones, se supone que se
realizaba según las normas establecidas por César
en su Lex Iulia Municipalis, dada indistintamente a
todos los municipios del Imperio. Eran elegidas las
personas que habían ejercido algún cargo público o
un sacerdocio y las personalidades más destacadas.
Para ello era preciso reunir varios requisitos: ser de
status libertatis; no haber sufrido condenas por
delitos y tener un censo económico apropiado.
También se fijó una edad mínima, que inicialmente
era de treinta años pero que se fue rebajando hasta
llegar en el siglo IV a los dieciocho años.
El conjunto de familias notables no era homogéneo
en el interior de cada ciudad. Como sucedió con las órdenes senatorial y ecuestre, terminó
formándose una jerarquía social que por la frecuencia de la investidura constituyó el grupo de
familias más prestigiadas y que dio lugar a la exclusividad en el reparto de magistraturas municipales,
fenómeno relacionado, sin duda, con el proceso de concentración de la propiedad que se desarrolló de
forma creciente a lo largo del siglo II.

7. CONCLUSIONES.-

El control y administración de los extensos territorios controlados por Roma no hubiese sido posible sin la
ciudad. Un imperio cuya economía se sustentaba en la agricultura dependió de una organización urbana y
la ciudad -la civitas- fue el instrumento básico con el que el estado romano pudo ejercer su soberanía
sobre un imperio mundial, constituyéndose en la célula fundamental del edificio político levantado por
Roma. Colonización y municipalización indican la creación de una comunidad de ciudadanos romanos o
la concesión a los ciudadanos de una comunidad urbana de privilegios jurídicos semejantes a los que
gozaba el pueblo romano.

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RPV
TEMA X

LA SOCIEDAD HISPANORROMANA
ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.-
2. EL EJÉRCITO ROMANO EN HISPANIA.-
2.1 El ejército republicano.-
2.2 El ejército imperial.-
3. LA ORGANIZACIÓN SOCIAL ROMANA.-
3.1 Ordo Decurionum.-
3.2 Ordo Ecuestre.-
3.3 Ordo Senatorial.-
4. LA PLEBE Y EL MUNDO DE TRABAJO.-
4.1 El mundo del trabajo.-
5. ESCLAVOS Y LIBERTOS.-
5.1 Esclavos.-
5.2 Libertos.-
6. PERVIVENCIAS DE ORGANIZACIONES SOCIALES INDÍGENAS.-

1. INTRODUCCIÓN.-

Roma concedió a las comunidades locales un ámbito de autonomía que creó el marco político necesario
para fijar en la estructura provincial y urbana la posición de los distintos grupos sociales privilegiados
(miembros del orden senatorial, ecuestres y decurional) que sobresalen sobre la masa del pueblo.

2. EL EJÉRCITO ROMANO EN HISPANIA.-

El enfrentamiento entre Roma y Cartago en la 2ª Guerra Púnica trajo los primeros contingentes romanos
a la Península. Una vez derrotado Cartago existía una voluntad de permanencia que puede explicarse en
el deseo de explotar en beneficio propio los recursos de los que antes habían disfrutado los cartagineses.
Esa voluntad de permanencia explica el mantenimiento de un ejército en la Península desde finales del
siglo III a. C.

2.1 El ejército republicano.- En Hispania podían considerarse como fuerzas de ocupación las que
acompañaban a los magistrados encargados del gobierno de las dos provincias hispanas: la Citerior y
la Ulterior. Estos cuerpos de ejército a las órdenes del gobernador o propraetor constaban
inicialmente de una legión formada por 4000 o 5000 ciudadanos romanos como infantería pesada,
apoyada por jinetes e infantería ligera reclutados entre los aliados itálicos, así como elementos
indígenas de infantería y caballería, los auxilia, alistados de acuerdos a pactos suscritos por Roma
con las tribus indígenas o mediante reclutamiento voluntario mercenario. En total unos 10.000
hombres por legión lo que hacia que las fuerzas armadas oscilaran alrededor de los 20.000 soldados.
Como consecuencia de la resistencia indígena -guerras contra celtíberos y lusitanos- fue preciso
aumentar estos efectivos militares. Con Catón estas fuerzas llegaron a los 40.000 hombres.
Asimismo, la guerra sertoriana y la guerra civil entre César y Pompeyo concentró en la Península un
considerable número de fuerzas militares, en parte, indígenas. En Munda, las tropas pompeyanas
contaban con trece legiones frente a las ocho de César.

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2.2 El ejército imperial.- Augusto, finalizadas las guerras civiles y conquistada totalmente la
Península tras la guerra contra cántabros y astures, no consideró conveniente retirar el ejército,
confiándole no sólo las tareas de vigilancia y supervisión, sino también la de implantación de una
infraestructura básica para el posterior desarrollo de la
administración de cara a la explotación de los recursos. Para ello
creo los primeros establecimientos urbanos con marcado carácter
militar a la vez que el ejército participaba en la construcción de una
red viaria. De las siete legiones que participaron en las guerras
cántabro-astures, sólo tres permanecieron en la Península, no
conociéndose con certeza el lugar de su asentamiento.
Durante la época Julio-Claudia, debido a los problemas en el limes
danubiano y al traslado de tropas, el ejército romano en Hispania fue
de sólo una legión. Tras la guerra civil del 69 y la reorganización de
Vespasiano, Hispania recibió como tropa legionaria la VII Gemina,
que constituiría el único cuerpo legionario del ejército peninsular
hasta la caída del Imperio.
Durante el mandato de Septimio Severo el ejército romano en la Península concentra la autoridad
civil en sus manos, convirtiéndose en el brazo secular de las clases dominantes que veían
amenazados sus privilegios.

3. LA ORGANIZACIÓN SOCIAL ROMANA.-

La estructura social romana era reflejo de la propia estructura económica, aunque también dependía de
factores político-jurídicos y sociales. Hoy en día se tiende a considerar la estructura social romana como
una pirámide, formada por dos estratos delimitados: los honestiores o estratos altos y los humiliores o
bajos. Los honestiores son un estamento cerrado y corporativo, ordenado por criterios jerárquicos con
funciones y cualificación económica específica, los ordines. Frente a ellos, los humiliores no constituyen
Un estamento, sino capas sociales con características comunes de acuerdo a su actividad económica en
la ciudad o en el campo y con su cualificación jurídica, según se trate de ingenui (libres de nacimiento),
libertos (siervos manumitidos) o esclavos, así como su carácter de cives romani (ciudadanos romanos de
pleno derecho), o de peregrini (extranjeros, carentes de derechos ciudadanos).
Dos criterios fundamentales determinaban la pertenencia a los estratos superiores de la sociedad, la
riqueza y, sobre todo, la inclusión en un ordo o estamento privilegiado ordenado jerárquicamente.

3.1 Ordo Decurionum.- Con el término oficial de ordo decurionum se designaba a la curia
municipal o consejo ciudadano que aseguraba la autonomía interna de las colonias, los municipios y
las ciudades libres y federadas. El número de los miembros de la Curia dependía de la importancia
de la ciudad, pero lo más corriente era que fuesen
cien. Era su competencia sancionar muchas de las
decisiones tomadas en la asamblea popular.
Regulaban también todo lo concerniente a la
religión, defensa de la ciudad, administración de la
hacienda municipal, etc.
Sobre el procedimiento seguido para la elección de
los miembros o decuriones, se supone que se
realizaba según las normas establecidas por César
en su Lex Iulia Municipalis, dada indistintamente a
todos los municipios del Imperio. Eran elegidas las personas que habían ejercido algún cargo público
o un sacerdocio y las personalidades más destacadas. Para ello era preciso reunir varios requisitos:
ser de status libertatis; no haber sufrido condenas por delitos y tener un censo económico

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apropiado. También se fijó una edad mínima, que inicialmente era de treinta años pero que se fue
rebajando hasta llegar en el siglo IV a los dieciocho años.

3.2 Ordo Ecuestre.- Por encima de la aristocracia municipal se encontraban los equite romani o
miembros de la orden ecuestre, que constituían el sector de más peso y prestigio social. La condición
de miembro se adquiría por la concesión del emperador a título individual, lo que le confería un
carácter de nobleza personal y no hereditaria. Entre los factores que determinaban el ascenso de
estos equites, además de la experiencia previa en la administración, se debía a la vinculación con
importantes familias romanas o con miembros del orden senatorial influyentes.
Su prestigio social estaba basado en sus
recursos económicos, ya que para
acceder al ordo era necesario estar en
posesión de una fortuna superior a
400.000 sestercios. Constituían, con las
aristocracias locales pertenecientes al
ordo decurional, las oligarquías
municipales en Hispania.
Eran principalmente de la Bética y del
este de la Citerior. Se observa una gran
dispersión de los miembros seguramente
producto de la reticencia de las aristocracias hacia la promoción ecuestre y un mayor interés hacia
las magistraturas locales. Los caballeros de la orden ecuestre fueron utilizados por Augusto en su
obra de reorganización y utilizado en la vida pública, como agentes personales en la administración
central y en las provincias.

3.3 Ordo Senatorial.- Era el más alto estamento de la sociedad romana y, por consiguiente de las
ciudades del Imperio. Constituía un estamento muy pequeño y exclusivo. Augusto había fijado su
número en 600. Sus miembros eran los guardianes y
representantes de los viejos ideales des estado romano.
Augusto mantuvo el estilo de vida del ordo senatorial y
aún aumentó sus funciones y prestigio, a cambio de
plegarse a su servicio.
El número de senadores hispanos se consolidó con los
Julio-Claudios y aumentó sensiblemente con los Flavios y
con los Antoninos. Estos senadores se desvincularon no
sólo de las magistraturas municipales, sino incluso de las
familias de las aristocracias locales que las detentaban, al
estar sus miras políticas concentradas en Roma y en Italia, donde invertían buena parte de sus
ganancias. Trajano había obligado a los senadores a fijar su residencia en Roma e invertir un tercio
de su fortuna en suelo itálico. No obstante, las propiedades que mantenían en sus lugares de origen y
las extensas clientelas con que contaban los convertían en portavoces y defensores de los intereses
de sus patrias locales.

4. LA PLEBE Y EL MUNDO DE TRABAJO.-

La inmensa mayoría de la población libre de las ciudades hispanas no pertenecían a los ordines
privilegiados. Así los cives o municeps, ciudadanos de pleno derecho en las colonias y municipios,
tenían una serie de privilegios de los que no gozaban los incolae, habitantes libres sin derechos políticos.
(Ver punto 6.1 El Populus en resumen Tema IX).

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4.1 El mundo del trabajo.- La principal actividad era en el sector agropecuario, aunque también
habían comerciantes y artesanos, desheredados que vivían de las liberalidades públicas o hacían de
jornaleros, etc. La propiedad más común era la parcela familiar completada con el aprovechamiento
de las tierras comunales. La creciente concentración agraria perjudicó a esta población que perdieron
sus tierras, convirtiéndose una parte en jornaleros o colonos, es decir, agricultores al servicio de los
grandes propietarios y otra emigrando a la ciudad para convertirse en plebe urbana.

• Asociaciones populares.- O collegia, estaban formadas por individuos de las capas urbanas
que se organizaban para cumplir una serie de funciones o disfrutar de ciertos beneficios. Eran
controlados por el Estado o administraciones locales. Tenían una divinidad protectora y seguían
un criterio de selección. Estas asociaciones profesionales reunían a miembros unidos por lazos de
una profesión común y tomaban el nombre de la industria u oficio que ejercían. Se estableció una
estrecha colaboración entre las magistraturas municipales y estos collegia, que jugaron un
importante papel en la vida y actividades municipales. En el Bajo Imperio prácticamente toda la
población trabajadora fue constreñida a enrolarse en corporaciones obligatorias y hereditarias

5. ESCLAVOS Y LIBERTOS.-

5.1 Esclavos.- La base de la pirámide social romana estaba constituida por los esclavos. Su
característica fundamental era la no consideración como persona, sino como instrumento, sin
derechos personales ni patrimoniales.
La epigrafía -sobre todo, lápidas funerarias- nos informa de las
condiciones de vida de los esclavos, sobre todo los del servicio
doméstico, los públicos y los del emperador. Se sabe menos de los
de peores condiciones: minas y explotaciones agrícolas o de tipo
artesanal. En las minas las condiciones eran muy duras, tanto por
motivos técnicos como por intereses de los explotadores. Parecida
era la situación en las explotaciones agrícolas. Otros se dedicaban
a: artesanía, zapateros, carpinteros, pero también eran pedagogos,
médicos o gladiadores (muy populares).
Desde las duras condiciones de época republica, en las que el
esclavismo constituyó el modo predominante de producción, el sistema fue derivando, sin
desaparecer, hacia otras formas de dependencia que caracteriza la sociedad del Bajo Imperio.

5.2 Libertos.- La posibilidad de manumisión y promoción social dio carácter al sistema ya que
también beneficiaba a los amos, no era un fin de la dependencia sino
otro sistema de vinculación basado en el obsequium (servicios muy
diversos) que se estipulaban en el acto de manumisión.
Las ventajas de la manumisión obligaron a Augusto a introducir
restricciones a fin de defender los derechos de los ciudadanos y la
estabilidad del sistema. Ello no impidió el aumento de los libertos y
el ascenso económico de algunos (creando una pseudoaristocracia
con intereses en la agricultura, negocios, manufactura, comercio o
banca).
Del mismo modo que libertos privados, existían también libertos
públicos, dependientes de las colonias y municipios, con funciones
religiosas y profesionales. La extensión de la burocracia imperial ofrecía a estos libertos muchas
oportunidades de intervenir en la gestión política y económica, sobre todo como procuratores.

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6. PERVIVENCIAS DE ORGANIZACIONES SOCIALES INDÍGENAS.-

La política romana de respeto por las realidades sociales indígenas significó una simbiosis de elementos
que, a lo largo del tiempo, fue decantándose por la completa sustitución de las formas indígenas por las
correspondientes romanas. Esta transformación paulatina se hizo realidad a través de un proceso de
integración de las unidades suprafamiliares indígenas dentro de las estructuras político-administrativas
romanas.
Los repartos de tierra entre la población indígena, así
como la explotación de recursos mineros, la apertura de
vías de comunicación, el reclutamiento de indígenas para
los cuerpos auxiliares y la propia presencia de fuerzas
militares permanentes fueron un medio de pacificación
social.
Aunque las organizaciones sociales indígenas
mantuvieron su vigencia durante mucho tiempo al lado
de las romanas, la dependencia de Roma introdujo
elementos que terminaron por destruir las formas
indígenas. El más importante de ellos fue la introducción
de un modo de vida sedentario y, posteriormente, al
mismo tiempo que se extendía la propiedad privada, la transformación de estos pequeños núcleos en
civitates.

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RPV
TEMA XII

RELIGIÓN Y CULTURA
ÍNDICE:

1. INTRODUCCIÓN.-
2. DIFUSIÓN DE LA RELIGIÓN ROMANA EN HISPANIA.-
3. EL CULTO IMPERIAL.-
3.1. Los cultos orientales.-
4. LAS RELIGIONES INDÍGENAS.-
5. LA CULTURA.-
5.1. Agentes de Latinización.-
5.2 El sistema educativo romano.-
5.3. Los escritores latinos de origen romano.-
5.4. La difusión de la arquitectura romana en Hispania.-
6. CONCLUSIONES.-

1. INTRODUCCIÓN.-

La religión y la cultura de la Hispania romana son inseparables del proceso de romanización e incluyen
un sinfín de aspectos y matices nacidos de la diversidad de ritmos y circunstancias tanto de la conquista
como de la integración de las regiones peninsulares en el ámbito de dominio romano.

2. DIFUSIÓN DE LA RELIGIÓN ROMANA EN HISPANIA.-

En lo referente a la religión romana implantada en Hispania, los testimonios obtenidos en la península,


lo mismo que los procesos de sincretismo religioso, son muy similares a los registrados en otras
provincias del Imperio romano. No obstante, se
constatará que la difusión de la religión romana y de los
cultos imperiales en la península no logró desarraigar
por completo a la religión indígena, variada y distinta
según pueblos y lugares.
Cuando se inicia la conquista de la Península, la
religión romana se encontraba profundamente
helenizada y el sincretismo entre dioses griegos y
romanos estaba prácticamente completado.
Su difusión en Hispania se fue produciendo
paulatinamente como consecuencia del contacto del
ejército y de los inmigrantes italo-romanos con el
mundo indígena y, por ello, afectó en principio a las
comunidades donde este contacto fue más intenso. De
la religión romana en Hispania hay que distinguir varios aspectos: lo que se entiende por “religión
oficial”, expresada en la oficialidad que asume el texto de las lápidas y lo que se considera en “religión
privada” que se manifiesta en forma menos ostentosa.
El carácter funcional de la religión romana, que implicaba la protección del individuo y de la comunidad
por fuerzas sobrenaturales determinadas en cada una de las actividades cotidianas, facilitó la
introducción de otras divinidades en Hispania, como las protectoras de las aguas, la salud, etc.

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3. EL CULTO IMPERIAL.-

El Principado significó un hito esencial en la historia de la religión romana y la influencia de su creador,


Augusto, fue determinante en su posterior desarrollo.
El princeps fomentó la restauración de la religión
tradicional y el propio Augusto se invistió el
pontificado máximo. Se fue modelando así un culto
imperial que debía proyectar la lealtad política a
Roma y al emperador a través del sentimiento
religioso.
Los cultos oficiales del Imperio Romano fueron: la
diosa Roma, el emperador y los dioses imperiales y la
Tríada Capitolina compuesta por Júpiter, Juno y
Minerva. Otras divinidades como Venus, recibieron
también el apoyo político para la expansión del culto.
En las provincias hispanas, la existencia en el mundo
indígena prerromano de determinadas instituciones
como la devotio -especie de clientela militar mediante la que se vinculaba a los individuos con sus jefes-
facilitó la penetración del culto al emperador. En su difusión fue decisivo el permiso otorgado por
Tiberio en el año 15 para levantar en Tarraco un templo en honor de Augusto.
La materialización del culto imperial, articulada en los tres eslabones de la organización provincial -
ciudades, conventos y provincias- se reglamentaba mediante una organización cuidadosamente reglada
desde el punto de vista jurídico.

3.1. Los cultos orientales.- Durante el periodo imperial, Roma fue paulatinamente aceptando los
cultos de divinidades orientales que habían sido perseguidos a finales de la República. El carácter
oriental se terminó por perder para convertirse sin más en divinidades reconocidas dentro del
Imperio. La denominación es ambivalente puesto que engloba todos los cultos de esa procedencia
pero también específicamente los de carácter mistérico.
La manipulación de la religión por el poder político contribuyó a jerarquizar a los diversos dioses
haciendo resaltar unos sobre otros.

• Divinidades egipcias.- Las principales fueron Isis y Serapis. Su culto se difundió en Hispania
durante el siglo II, con especial proyección en círculos acomodados.

• Divinidades iranias.- El dios mazdeista Mitra penetró en la Península a partir del siglo II,
estrechamente ligado a las milicias y a los estratos comerciales que explica su presencia en los
centros costeros.

• El cristianismo primitivo.- El origen del cristianismo en Hispania es obscuro y tardío. Los


primeros testimonios que documentan la existencia de cristianos en la Península son de mediados
del siglo III, por lo que se conoce la existencia de comunidades cristianas en Mérida y Astorga.
A partir de esa fecha el cristianismo va avanzando lentamente, aunque sólo en los grandes focos
urbanos y apoyándose fundamentalmente en la gente humilde.

4. LAS RELIGIONES INDÍGENAS.-

Los habitantes de la península formaban un mosaico de pueblos que tenían sus propios dioses y sus
formas de venerarlos. El número de dioses indígenas documentado en Hispania es inmenso. Muchas de
esas divinidades indígenas están testimoniadas una única vez, otras aparecen varias veces en varios

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lugares de una misma región y otras repartidas por zonas más amplias que las ocupadas por un pueblo
autóctono determinado. Otras repartidas por territorios ocupados por varios pueblos autóctonos. No
puede hablarse por consiguiente de religión indígena, sino de religiones, con sus distintos cuerpos de
doctrina y ritos, que sólo se conocen por informaciones vagas.

5. LA CULTURA.-
La cultura de la Hispania romana es inseparable del proceso de
romanización. Este proceso, que introduce y expande la cultura
romana en la Península se basa en dos pilares fundamentales: la
latinización y la urbanización. La extensión de la lengua latina
como vehículo colectivo de comunicación y la generalización del
urbanismo romano como modelo de espacio de convivencia
social muestran la integración progresiva de las provincias
hispanas en la cultura romana.
Con la conquista romana se inicia la progresiva sustitución de las
diversas lenguas ibéricas existentes en la Península por el latín.
Durante un cierto tiempo existieron en algunas zonas
peninsulares fenómenos de bilingüismo con el uso de la escritura
y la lengua ibérica prácticamente hasta el final de la República.

5.1. Agentes de Latinización.- Los vehículos o agentes de extensión del latín fueron múltiples. El
ejército, la administración, el comercio y, sobre todo, la emigración romano-itálica fueron factores
determinantes. A ello se añade el deseo de las oligarquías indígenas de integrarse mediante la lengua
en el ámbito cultural de los colonizadores, así como el otorgamiento de derechos municipales y la
política de urbanización de César y Augusto.

5.2 El sistema educativo romano.- Con la lengua se introdujo en Hispania el sistema educativo
romano, que se extendió al ritmo de la urbanización desde comienzos del Imperio. Está documentada
la existencia de pedagogos y gramáticos en buen número de ciudades hispanas. Ya en el siglo I a. C.
Sertorio había fundado en Osca una escuela para educar a los niños de las oligarquías indígenas.

5.3. Los escritores latinos de origen romano.- Con el arraigo de la cultura romana, Hispania asume
un protagonismo en una de sus expresiones: la literatura. La literatura latina, como la cultura, es
esencialmente romana y tiene a Roma como punto de referencia. Los escritores nacidos en Hispania
son en todos los sentidos escritores romanos.
Durante el siglo I es cuando se desarrolla el núcleo más importante de escritores latinos de origen
peninsular. Destacan: Lucio Anneo Séneca, preceptor de Nerón, el poeta épico Marco Anneo
Lucano, autor de La Farsalia, Lucio Columela y Marco Marcial.

5.4. La difusión de la arquitectura romana en Hispania.- En torno a la ciudad es donde se


integran los elementos característicos de la cultura romana. El urbanismo y las obras públicas donde
mejor se reflejan los ideales de la cultura helenística-romana.
La primera actividad constructora romana en la Península corresponde a establecimientos de carácter
militar. Con César se inicia la creación de centros urbanos, pero es Augusto, con su programa de
fundación de colonias, el responsable de la transformación del paisaje urbano. Se produce un fuerte
incremento de la actividad constructora: calzadas, puentes, acueductos, así como construcciones
monumentales (templos, teatros, termas….). Corresponde a la época julio-claudia la mayoría de los
teatros de Hispania.

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6. CONCLUSIONES.-

La crisis del Principado en las difíciles condiciones del siglo III condujo a la búsqueda de otros caminos
para la expresión de las inquietudes religiosas como los mistéricos, sobre los que se impondría,
finalmente, el cristianismo.
Asimismo, el agotamiento de las oligarquías municipales explica el descenso de proyectos monumentales
urbanos. La ciudad inicia su decadencia de forma paralela a un progresivo proceso de ruralización. La
crisis del siglo III dio lugar a una profunda recesión y a una decadencia económica que afectó a etapas
posteriores.

BIBLIOGRAFÍA

- Historia Antigua de España I - J.M. Roldán. UNED. Unidad Didáctica. 2010.

- Historia de España Antigua. Tomo II - VV. AA. Editorial Cátedra. 2007.

- Historia Antigua de la Península Ibérica - J. J. Sayas Abengoa. UNED. Unidad Didáctica. 2008.

- Historia Antigua Universal III. Historia de Roma - VV. AA. UNED. Unidad Didáctica. 2009.

- Historia Antigua Universal II. El Mundo Griego – Pilar Fdez. Uriel. UNED Unidad Didáctica 2007.

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PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTÍNUA A DISTANCIA

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1. PREGUNTAS.-

1.1 ¿A qué se debe el colapso del mundo tartésico? Razone la respuesta.-

La historia del mundo tartésico, como monarquía centralizada, enriquecida con el comercio exterior y
capaz de desarrollar la primera civilización urbana de Europa es una deshistorización, sumergida en
oscuridad, cuyo final exigía un dramatismo y
con ello una destrucción debida a agentes
externos. Podemos distinguir entre diferentes
supuestas hipótesis:

- Las pretensiones imperialistas


cartaginesas, reñidas por la competencia
con el libre comercio griego y el
filohelenismo tartésico, lo que impulsará a
Cartago a destruir y precipitar la ruina del
reino.
- Las invasiones de guerreros celtas
procedentes de la Meseta.
- La consideración del fin de Tartesso en el marco de una casi "guerra civil" entre indígenas y
gaditanos, que se resolvería a favor de la colonia fenicia por la poderosa Cartago.

Parece más aceptable la consideración de factores internos de índole socio-económico, ya que a partir
de mediados del siglo VI a. C. la economía tartésica acusó una recesión importante. Se produce un
descenso de las labores de extracción de las minas de Río Tinto, el cese de importaciones de cerámica
griega en Huelva, lo que pudo venir provocado por dificultades tecnológicas para la explotación de las
minas o por cambios en la demanda exterior.
Por las mismas fechas (últimos decenios del siglo VI a. C.) se produce en las colonias fenicias una
reorganización de los asentamientos, desapareciendo las pequeñas factorías y concentrándose la
población en grandes centros urbanos, reorientándose las actividades, económicas hacia los recursos
marinos en vez de los mineros. Todo esto hizo que las aristocracias indígenas orientalizantes, que
basaban su poder y prestigio en la relación comercial con los fenicios se vieran afectadas en los
fundamentos de su posición, renaciendo la economía agropecuaria, dónde la mencionada aristocracia,
en decadencia, termina desapareciendo en el marco de reestructuración de la economía, que repercute,
posiblemente, en las relaciones sociales. Llega así Tartesso, o bien la llamada fase "orientalizante" de
Tartesso, denominada así como etapa de la evolución de las culturas indígenas del Suroeste, al ocaso,
sin solución de continuidad en la nueva etapa, la turdetana, que terminará con la incorporación de la
región al mundo romano.

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1.2. ¿Por qué Hispania, en la lucha de Sertorio contra Roma, fue un objetivo
político?

Hoy en día no es posible intentar una semblanza de Sertorio sin tener en cuenta una serie de
condicionantes políticos y sociales de su época, para lo cual debe tenerse en cuenta la situación
de Roma en los años anteriores a su aparición histórica.
Los problemas que habían promovido la actividad política de los hermanos Graco (133 y 123 a.
C.) tuvieron un efecto destructivo en el interior de la oligarquía y en el modo de conducir la vida
política. La aristocracia dirigente hizo todos los esfuerzos posibles para reprimir las fuerzas
políticas hostiles y devolver su autoridad al Senado. Los propugnadores de estos intereses fueron
llamados “optimates”. Personalidades aisladas de la nobleza, enfrentados a sus iguales,
pretendieron combatir por la reforma del Estado y en nombre de la causa del pueblo; este grupo
recibió el nombre de “populares”.
Cuando Sila, cabeza del partido optimate, después de
recurrir a una magistratura extraordinaria que estaba en
desuso, la dictadura, sin limitación de tiempo ni
prerrogativas, entrega las riendas del Estado a una
nobleza senatorial debilitada por las proscripciones y
sus consecuencias, además de la inclusión en esta
nobleza de arribistas y gentes sin escrúpulos con el
único título de lealtad al dictador, se producen las
primeras amenazas. Los políticos y militantes de las
filas populares buscaron el exilio para salvar la vida.
La consecuencia de la emigración política que se produce
en las primeras décadas del siglo I a. C. será la
conversión de Hispania en campo de refugiados
políticos, pasando a ser la península ya no un campo de
conquista sino un campo de batalla, en la que los
indígenas son llamados a luchar contra Roma por romanos y en el que las ciudades toman
partido. El régimen de Sila había hecho nacer una fuerte oposición, que, desde el exilio buscaba
el derrocamiento del dictador
Un episodio más de las luchas políticas internas de la crisis republicana es la causa de que,
durante el decenio del 82 al 72 a. C. se produce en Hispania la aventura de Quinto Sertorio,
perteneciente al partido “popular”. Lugarteniente de Mario y activo miembro del gobierno de
Cinna, cuyo destino elegido fue la Península Ibérica, ya que había sido nombrado gobernador de
la Hispania Citerior, durante el intervalo "popular" entre los dos golpes de estado de Sila, y
destituido tras la segunda marcha contra Roma y desde un territorio rico en posibilidades,
asumirá la lucha contra el dictador.
Sertorio no es hispano, Hispania jamás representó algo más que un medio, producto de las
circunstancias y nunca un objetivo final. La acción relevante que protagoniza es sólo el hecho de
su desafío, desde la base de Hispania, al gobierno constituido por Sila y el peligro que supondrá
a la estabilidad de ese gobierno sus victorias.

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1.3 Indique los cambios producidos en la administración de las provincias hispanas


desde la época republicana a la Imperial. Razone la respuesta.-

En época republicana la administración provincial era prácticamente inexistente y supeditada, en gran


medida, al albedrío de los gobernadores con un control insuficiente del Senado. Sin experiencias de
administración, Roma hubo e improvisar las directrices de gobierno provincial. El largo periodo de
conquista, no podía dejar de reflejarse también en la organización territorial, que muy lentamente trató
de lograr una homogeneización de las estructuras indígenas con la imposición o adaptación de las
romanas.
La práctica de la administración republicana
tiene, sobre todo, por fundamento allanar
caminos a los recaudadores de impuestos, sin
que ello deba suponer en principio dañar los
intereses de los provinciales con abusos. En el
gobierno provincial, Roma no impone
completamente sus derechos, sino que deja
vigentes los derechos nacionales,
particularmente en aquellos territorios en los
que existen instituciones consolidadas por una
larga tradición civil.
En la época imperial se mantuvo el principio
general republicano de dejar subsistir las
constituciones tradicionales en las comunidades sometidas, al tiempo que se fomentó el desarrollo del
ordenamiento ciudadano de estas comunidades, según esquemas romanos. Así la organización
provincial imperial, desde la reforma de Augusto, se basaría en la administración central, que como en
el período republicano, estaría constituida por magistrados y funcionarios, para mantener la provincia
bajo el ámbito de dominio romano y en el desarrollo del ordenamiento ciudadano de tipo romano en
cada provincia, sus escalones jurídicos y las instituciones municipales.
En el año 27 a. C. Augusto procede a la división en tres provincia de Hispania: Baética, Lusitania y
Tarraconensis. Coincidió con la organización general de las provincias y su clasificación en
senatoriales e imperiales, según hubiese paz o exigieran la presencia de ejércitos; estas últimas
quedaban en la exclusiva competencia del Emperador. La Bética sería senatorial y, por tanto, bajo la
directa administración del Senado y administrada por medio de un procónsul. Lusitania y la
Tarraconense serán provincias imperiales y actuará un legado designado por el Emperador.
De acuerdo con ello, el Principado, inaugurado por Augusto en el 27 a. C. significó desde el punto de
vista formal un compromiso entre las formas de gobierno republicanas y la esencia monárquica del
nuevo régimen.
En el periodo calificado tradicionalmente como Bajo Imperio, la Península quedó afectada como el
resto del Imperio a la nueva división administrativa realizada por Diocleciano, tras su subida al poder
en el año 284. Las provincias de Hispania quedaron integradas en la diócesis Hispaniarum: la antigua
Citerior fue dividida en tres provincias -Tarraconensis, Carthaginiensis y Gallaecia- continuaron
como hasta entonces la Lusitania y la Baetica y se añadió una sexta provincia, la Mauritana Tingitana.
La descentralización administrativa, el incremento del personal burocrático y un nuevo sistema
impositivo basado en el más preciso control de súbditos y bienes son algunas de las importantes
innovaciones que caracterizan al Bajo Imperio.

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1.4 Señale por orden de importancia, las diversas categorías jurídicas de las ciudades
del Imperio romano. Especifique los criterios de valoración que le han servido
para hacer esa clasificación.

Las ordenaciones jurídicas de las ciudades del Imperio Romano se correspondían con las diferencias
jurídicas personales de sus habitantes libres y al igual que había ciudadanos romanos, latinos y
extranjeros (cives romani, cives latini iuris y peregrini), existían comunidades de ciudadanos
romanos o privilegiadas, de derecho latino y de extranjeros o peregrinas.

Las ciudades privilegiadas, formadas por ciudadanos romanos se dividían en dos categorías:

- Colonias.- Se distinguían por su origen, no por su funcionamiento, es decir, fundadas en un


territorio determinado mediante el trasplante de un núcleo de colonos, eran las llamadas colonias
romanas. También existían las colonias titulares, que eran los núcleos urbanos preexistentes que,
sin tener que incluir nuevos miembros, recibieron el título por concesión imperial. Estaban
organizadas administrativamente a semejanza de Roma, llegando incluso, en época de las
fundaciones romanas de César y Augusto, a estar liberadas de la obligación de pagar el impuesto
territorial, al equipararse su territorio jurídicamente al de de las ciudades italianas.
- Municipios.- Eran antiguas ciudades no romanas, cuyos habitantes eran honrados con el derecho
de ciudadanía romana, para lo cual había que reunir una serie de condiciones que les hacia
alcanzado un grado de romanización suficiente, es decir, ser merecedores de la concesión del
privilegio.

Las ciudades de derecho latino, igualmente divididas en colonias y municipios, constituían un grado
jurídico intermedio entre los municipios y colonias romanas y las ciudades peregrinas. Eran antiguas
ciudades peregrinas a las que se había otorgado el derecho latino, como escalón intermedio para
alcanzar el grado de ciudadanía completa. Sus habitantes disfrutaban de los derechos civiles
reconocidos a los latini y administrativamente apenas se distinguían de las comunidades romanas.
Tenían la particularidad de que todos los individuos que hubieran cumplido un año de magistratura
municipal eran elevados, junto con sus parientes, a la categoría de ciudadanos romanos.

Las ciudades peregrinas o extranjeras carecían de privilegios jurídicos para sus ciudadanos y eran
las más numerosas. Sus habitantes eran peregrini, extranjeros al derecho romano, sometidos al
stipendium, impuesto sobre bienes inmuebles y al tributum capitis o impuesto por cabeza de cada
habitante adulto. No podían desposar con ciudadanos romanos, ni dedicarse al comercio, además de
otras limitaciones en materia de justicia. Se distinguían tres categorías:

- Foederatae (federadas).- Ciudades que habían suscrito un tratado definido con Roma, que las
vedaba para conducir una política exterior independiente, pero estaban exentas de impuestos y
fuera de la jurisdicción de los gobernadores provinciales.
- Liberae et inmunes.- Su libertad no estaba asegurada por un tratado, sino por la gracia voluntaria
y unilateral del estado romano. Tenían derecho a utilizar sus propias leyes, exención de alojar a
soldados en su territorio, usar su propias aduanas, exentas de tasación, pero sujetas al senado
romano. A pesar de estos privilegios, su categoría era inferior a las federadas, ya que el estado
romano en cualquier momento podía revocar estos privilegios.
- Stipendiariae.- Comunidades sometidas a Roma que no tenían ningún privilegio jurídico y cuya
sumisión les obligaba al pago del stipendium, requerían de ellas tropas, servicios, víveres.

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2. MAPAS.-

2.1. Mapa con algunos de los más importantes asentamientos fenicios. Indique a
que yacimiento fenicio corresponde cada uno de los nueve números que figuran en
este mapa de la Península Ibérica.

1 ) ONUBA.- Huelva. Fue el nombre de un asentamiento fenicio y tartesio datado desde al menos
el siglo X a. C. La teoría más extendida sugiere que el término “Onuba” se origina a partir del
término fenicio "Onos Baal", que significaría "Fortaleza de Baal" o "Fuerza de Baal".

2) CERRO DEL CASTILLO.- Yacimiento arqueológico fenicio situado en Chiclana, en la


provincia de Cádiz. Los recientes hallazgos que han aportado nuevos datos sobre la colonización
fenicia en la Bahía de Cádiz y demuestra que el casco urbano de la actual Chiclana ya fue una
ciudad fenicia importante gracias a su recinto fortificado construido en el primer momento de la
colonización fenicia. Su datación permite establecer que estuvo ocupada desde el Bronce Final, en el
siglo VIII a. C.

3) DOÑA BLANCA.- El yacimiento arqueológico de Doña Blanca está situado en el término


municipal de El Puerto de Santa María, en la provincia de Cádiz. Es probable que no se trate de un
poblado estrictamente fenicio sino de indígenas que llegaron al lugar al reclamo de Gadir. Su
datación va de los siglos VIII al III a. C.

4) GADIR.- Fue la colonia fenicia más importante de la Península Ibérica (según Plinio, Gadir,
significa en legua fenicia recinto fortificado). Desde el primer momento monopolizó el comercio
con la metrópolis al hacerse con el control de las rutas marítimas comerciales. Fue fundada a
mediados del siglo VIII a. C. La elección de Gadir (Cádiz) como primer enclave fenicio tiene su

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justificación en el desarrollo de un intenso comercio del pueblo tartésico, que dominaba un amplio
territorio en el que se incluye la vega del Guadalquivir.

5) MALAKA.-. Málaga. Se trata de una de las colonias comerciales fundadas el siglo VIII a. C. En
ella se desarrollaron industrias pesqueras destinadas a la producción de púrpura y a la salazón, y se
llegó a acuñar moneda.

6) TOSCANOS.- Actualmente es el yacimiento fenicio mejor conocido de la Península Ibérica.


Situado en un pequeño promontorio en la desembocadura del río Vélez (Málaga) su fundación está
documentada en el último tercio del siglo VIII a. C.

7) SEXI.- Almuñécar. Según la tradición literaria escogida por Estrabón fue el primer punto de
contacto de los fenicios con la costa peninsular. El asentamiento primitivo pudo ser una pequeña
guarnición poco poblada.

8) BARIA.- Actual Villaricos (Almeria). Yacimiento fenicio-púnico que aparece mencionada en


los textos de Plutarco. Su fundación debe estar en torno al siglo VII a. C. Además de una ocupación
fenicia y púnica existen vestigios de época romana, visigoda y bizantina.

9) EBUSSUS.- Actual Ibiza. La llegada y fundación de la colonia fenicia se data en la primera


mitad del siglo VII a. C. Pasará a convertirse en unos de los centros comerciales más activos en
influyentes del Mediterráneo, debido a su posición estratégica en las rutas marítimas de los circuitos
comerciales establecidos por Gadir.

COMENTARIO.- La colonización fenicia en el sur peninsular se caracteriza por una concentración


de asentamientos en la costa mediterránea de Andalucía organizados en poblados o instalaciones
portuarias, aunque también se conocen fundaciones fenicias en las costas levantinas y atlánticas. Está
probado que su establecimiento responde a unas pautas geográficas que seleccionan los promontorios
costeros próximos a la desembocadura de los ríos.

BIBLIOGRAFÍA.-

- Historia Antigua de España I - J.M. Roldán. UNED. Unidad Didáctica. 2010.


- Historia Antigua Universal II. El Mundo Griego – Pilar Fernández Uriel. UNED Unidad Didáctica 2007.
- Historia de la Cultura Material del Mundo Clásico - VV. AA UNED. Unidad Didáctica. 2010

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2.2 En este mapa de la Península Ibérica se encuentran señaladas con una


numeración las zonas que tenían distintos sistemas de escritura antes de la
llegada de los romanos. Ponga en cada número el nombre del sistema de
escritura que le corresponde.

1) Tartésica o Sudlusitana.- Es una escritura paleohispánica y una lengua que no ha podido aún
ser relacionada con ninguna otra. Su ámbito de uso es el cuadrante sudoccidental de la península
Ibérica: fundamentalmente en el Algarve y en el Bajo Alentejo y residualmente en Andalucía
occidental y Extremadura. Su cronología es difícil de establecer, pero parece haber estado en uso
durante los siglos VI y V a. C.

2) Fenicia.- Está representada por una serie de monumentos que cubren una distancia en el tiempo,
de ocho siglos, desde el VII a. C. hasta el I d .C., y se localizan principalmente en el Sur de la
Península (franja costera a derecha e izquierda del estrecho de Gibraltar). Se trata de monedas,
láminas de bronce, vasijas, anillos, como el famoso de Puerta de Tierra, en Cádiz.

3) Libio-fenicia.- Llamada también tartesia, y conocida a través de una corta


serie de monedas, procedentes de ciudades de la baja Andalucía, al oeste del estrecho de Gibraltar.
Su aparición coincide con el siglo II a. C. en su final.

4) Ibérica Suroriental.- También llamada meridional. Es una escritura paleohispánica muy similar,
tanto por la forma de los signos como por el valor que los signos representan, a la escritura tartésica o
sudlusitana que también podría ser su antecedente. Su ámbito de uso es el cuadrante suroriental de la
península Ibérica: Andalucía oriental, Murcia, Albacete y Alicante. La cronología propuesta por los
expertos son los siglos IV y III a. C.

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5) Ibérica Nororiental.- O lengua Ibérica del Levante. Es la escritura paleohispánica que fue el
vehículo principal de expresión de la lengua ibérica se usó fundamentalmente en el cuadrante
nororiental de la península Ibérica: una amplia franja costera desde el sur del Languedoc- Rosellón
hasta Alicante que penetra hacia el interior por el valle del Ebro. Documentada entre el siglo IV y el I
a. C.

6) Feno-púnica.- Escritura fenicia que tiene su versión púnica en la colonia de Ebusus (Ibiza).
Corresponde a una serie de antiguos emplazamientos fenicios y cartagineses que tras la II Guerra
Púnica y durante gran parte de la dominación romana, continuaron utilizando su alfabeto y sus
símbolos.

COMENTARIO.- Las lenguas paleohispánicas de la Península Ibérica pueden clasificarse en dos


conjuntos lingüísticos distintos entre sí que abarcaban espacios geográficos muy amplios:

- Un conjunto lingüístico no indoeuropeo, denominado ibérico: Se extiende a lo largo de una


amplia área geográfica desde Andalucia Oriental hasta el río Herolt en Francia.
- Un conjunto lingüistico netamente indoeuropeo: Abarcaba, prácticamente, el resto de la
Península.

BIBLIOGRAFÍA.-

- Historia Antigua de España I - J.M. Roldán. UNED. Unidad Didáctica. 2010.


- Historia de España Antigua. Tomo II - VV. AA. Editorial Cátedra. 2007.
- Historia Antigua de la Península Ibérica - J. J. Sayas Abengoa. UNED. U. D. 2008.

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3. COMENTARIO DE TEXTO.-

La fundación de Carteia

También llegó de España una legación de un género nuevo. Más de cuatro mil hombres, que se
decían hijos de soldados romanos y de mujeres españolas, con las que los soldados no habían
contraído connubio, rogaban que se les concediese una ciudad donde habitar. El Senado decretó que
diesen sus nombres al pretor L. Canuleyo, y que los que éste manumitiese fuesen enviados a Carteya,
junto al Océano. -Los carteyenses que quisieran conservar su morada podían hacerlo y se les
asegurarían tierras- Esta colonia sería latina y se llamaría colonia de libertos.

T. Livio, 43, 3. Traducción de A. Trepa y E. Valentí Fiol en F. H. A.

1. CLASIFICACIÓN DEL DOCUMENTO. CARACTERÍSTICAS.-

El texto que se nos presenta para su comentario, de carácter histórico-jurídico y fuente primaria,
reproduce un resumen del decreto del Senado de Roma sobre la
fundación en el año 171 a. C. de colonia latina de Carteia.
Está recogido en la obra de Tito Livio - historiador romano que vivió
entre el 59 a. C y el 19 d. C.- “Ab Urbe Condita” (“Desde la fundación
de la Ciudad”), en este caso del Volumen 8 - Libro 43,3. Esta obra es
frecuentemente denominada como Historia de Roma o Historia de Roma
desde su Fundación. Constaba de 142 libros, divididos en décadas o
grupos de 10 libros. De ellos, sólo 35 han llegado hasta nuestros días (del
1 al 10 y del 21 al 45).
La obra presenta una historia general de Roma con un buen estilo
literario que facilita su comprensión y lectura. Al mismo tiempo, los
libros son de un incalculable valor, puesto que reflejan las reacciones de
los propios habitantes de la antigua Roma ante los acontecimientos
históricos, sus intereses y sus diversas costumbres y tradiciones.

2. ESQUEMA DEL TEXTO.-

El texto nos presenta como idea principal el establecimiento de la primera colonia latina fuera de
suelo itálico y asume, como elemento fundamental, que esta colonia era una creación mixta que
integraban libertos de estatuto romano manumitidos y antiguos residentes voluntarios.

3. CONTEXTO HISTÓRICO. ACONTECIMIENTOS RELACIONADOS.-

Tras el regreso a Roma de Tiberio Sempronio Graco y la pacificación de Hispania, el Senado nombró
en el año 171 a. C. como gobernador único de ambas provincias a Lucio Canuleyo pues consideraba
que con la situación de paz y tranquilidad que gozaba la provincia en esos momentos un único pretor
era suficiente. Lucio Canuleyo permaneció en Roma hasta un punto relativamente avanzado del
proceso que se siguió contra los magistrados romanos acusados por los delegados hispanos de abusos y
extorsión.
La cita de Tito Livio señala que una delegación de hijos de soldados romanos y de mujeres hispanas
llegó a Roma en el año 171 a. C. para pedir al Senado que se les concediera un lugar para habitar y un
estatus jurídico superior al que preveían las leyes. El Senado ordenó a Lucio Canuleyo que se hiciese
cargo de aquella causa

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3.1. Lucio Carnuleyo. La Pretura.- La pretura era una de las magistraturas ordinarias
mayores en la época republicana. Los pretores eran elegidos anualmente por los comicios por
centurias y su número inicial era de dos, llegando en los años 80 a. C. hasta ocho. Poseían
competencias judiciales y reemplazaban a los cónsules cuando estaban éstos fuera de Roma.
Estaban investidos del imperium y todo lo que ello conlleva. Una vez terminada su magistratura
anual podían ser designados por el Senado para el gobierno de una provincia con el título de
propretor. Lucio Carnuleyo fue gobernador de la provincia Hispania durante los años 171 y 170
a. C. siendo sustituido por Claudio Marco Marcelo.

3.2. Estatuto jurídico.- Los padres de los denominados en el texto “género nuevo” eran los
soldados romanos que habían llegado a la Península Ibérica para combatir en la segunda guerra
púnica, aquellos mismos soldados para los que se fundó Itálica, una vez alcanzada la condición
de veteranos. Desde el punto de vista legal romano era evidente que los peticionarios no eran
ciudadanos romanos por más que sus padres lo fueran, sino peregrinos que siguen la condición
de sus madres. Desde el punto de vista político el asunto ofrecía una mayor complejidad: eran
fruto de relaciones entre nativas y soldados romanos que se quedaron a residir en Hispania, por
lo que una respuesta negativa haría renacer las tensiones. Se busca romper esta condición
mediante la ficción legal de considerarlos esclavos para que el pretor pueda manumitirlos y
otorgarles la ciudadanía romana.

Mediante la integración en una comunidad física de estos sectores el Senado romano abre el
camino a una tercera realidad de derecho público: una colonia civium Latinorum y libertorum.

3.3. La colonización.- Durante los primeros años de conquista los ejércitos romanos estaban
formados por más tropas aliadas, que por contingentes de ciudadanos romanos, hecho
absolutamente lógico si tenemos en cuenta que antes de la Guerra Social en la península Itálica
(91-88 a. C.) los ciudadanos romanos eran una minoría frente a los latinos. Estas tropas aliadas,
tras su licenciamiento, preferirían permanecer en esta nueva tierra, virgen en cuanto a sus
recursos, que volver a sus lugares de origen, donde las circunstancias no eran demasiado
favorables para ellos a causa del declive
económico y social de Italia centro-
meridional.

Una colonia era el estatuto político romano


del que disponían diferentes civitates de
Italia y de las provincias. Su organización se
caracterizaba por estar reglamentadas por
una carta de municipalidad legislativa y por
las instituciones del pueblo romano. Esta
particularidad le da a la colonia un aspecto
más dependiente, menos libre en su relación con Roma, que la que tenía el municipium. Sin
embargo, la colonia era considerada con una categoría política más favorable a Roma y de mayor
prestigio por contar con la maiestas, supremacía religiosa.

Como nos señala el texto, el Senado decretó que más de 4000 hijos de soldados romanos
inscribieran sus nombres ante L. Canuleyo y decidió establecerlos en la ciudad de Carteia,
concediendo también a los habitantes autóctonos la posibilidad de permanecer en ella y ser
miembros de la ciudad.

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3.4. Carteia.- Se sitúa al norte de la bahía de Algeciras en el actual San Roque, una zona de
notable influencia fenicio-púnica en la antigüedad. El nombre de la colonia deriva de la raíz
fenicio-púnica Karth-, 'ciudad', presente también en otros topónimos como Carthago. Tuvo un
papel preponderante a lo largo de toda la Antigüedad, coincidiendo sus momentos álgidos bajo el
período romano. Su condición de punto estratégico singular para el control del estrecho de
Gibraltar y las comunicaciones entre Europa y África, al amparo de una confortable bahía que
permite la seguridad de una flota, la han dotado de un carácter eminentemente militar y
comercial, debido también a la abundancia de recursos pesqueros y naturales, en un territorio en
el que Roma desplegó un tejido industrial y agropecuario próspero.

4. CONCLUSIONES.-

La continua presencia de emigrantes itálicos contribuirá a ir transformando la base socio-económica de


las regiones donde Roma impone su presencia más directamente. Fundaciones de colonias como
Carteia, representan un fermento de romanización, es decir, de asimilación a formas de vida romanas,
lo que resultará eficaz en el creciente desarrollo de las provincias hispanas.
La fundación de la colonia de Carteia presenta unas particularidades de fundación que todavía no han
sido claramente establecidas debido a un problema de crítica textual, combinado con una cierta
ambigüedad de sentido que ha dividido a historiadores y comentaristas.

5. BIBLIOGRAFÍA.-

- Historia Antigua de España I - J.M. Roldán. UNED. Unidad Didáctica. 2010.


- Historia de España Antigua. Tomo II - VV. AA. Editorial Cátedra. 2007.
- Historia Antigua de la Península Ibérica - J. J. Sayas Abengoa. UNED. Unidad Didáctica. 2008.
- Historia Antigua Universal III. Historia de Roma - VV. AA. UNED. Unidad Didáctica. 2009.
- Observaciones sobre la condición de los primeros colonos de Carteia. Raquel López Melero.
UNED

Fuentes:
- http://es.wikipedia.org/wiki/Colonia_romana

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COMENTARIO DE TEXTO.-
Sobre el derecho y potestad de los cuestores.-

Los que han sido nombrados cuestores, antes de la presente ley, en virtud del edicto, decreto o mandato
de! emperador César Vespasiano Augusto, del emperador Tito César Vespasiano Augusto o del
emperador César Domiciano Augusto, y se hallan actualmente en esa cuestura estos cuestores, hasta el
día para el que fueron nombrados, y los que, conforme a la presente ley, se nombren después, hasta el día
para el que sean nombrados, sean cuestores. Tengan derecho y potestad para cobrar gestar, guardar,
administrar y pagar, según el arbitrio de los duunviros, el fondo común de los munícipes de ese municipio.
Puedan tener para si esclavos comunes de los munícipes de ese municipio que les sirvan como auxiliares
en ese municipio. Tengan derecho y potestad, siempre que nada de todo lo supraescrito se haga contra las
leyes, plebiscitos, senadoconsultos, edictos, decretos y constituciones del divo Augusto, de Tiberio Julio
César (Augusto), de Tiberio Claudio César Augusto, del emperador Galba César Augusto, del emperador
Vespasiano César Augusto, del emperador Tito César Vespasiano Augusto, del emperador César
Domiciano Augusto, pontífice máximo, padre de la patria.

Lex Irnitana, cap. 20. Trad. de A. d´Ors y J. D´Ors, Lex Irnitana (Texto bilingüe), Univ. Santiago
de Compostela, 1988

1. CLASIFICACIÓN DEL DOCUMENTO. CARACTERÍSTICAS.-

El texto que se nos presenta para su comentario, de carácter histórico-jurídico y fuente primaria
reproduce un fragmento de la Lex Irnitana, uno
de los grandes textos legislativos conservados en
Hispania y referido al ordenamiento interno del
municipio de Irni, al que debe su nombre. Su
texto traducido, ha sido dado a conocer por A. y
J. D'Ors en 1984. Está datada en la época Flavia
y firmada por el emperador Domiciano (81-96)
en el año 91.
Esta ley nos ha llegado en un conjunto de placas
de bronce descubiertas en 1981 en El Saucejo
(alrededores de Sevilla). De ella se conservan 6
tablas y un buen número de fragmentos. Tuvo
probablemente 10, sumando en total unas 1.500
líneas de texto ordenadas en 97 capítulos y una
nota adicional que incluye el decreto del emperador y la rúbrica de los magistrados que recibieron la
ley en el municipio.

2. ESQUEMA DEL TEXTO.-

2.1. Idea Principal.- El texto nos recoge las normas jurídicas que Roma impuso y a las que
deberían atenerse las instituciones y las personas que deberían regir las ciudades de derecho
privilegiado, es decir, las colonias y municipios de derecho romano y los municipios de derecho
latino.

2.2. Datos del documento.- En el fragmento de la Lex Irnitana recogido en el texto y referido
a los cuestores nombrados tanto antes de la publicación de la ley como posteriormente a ella,
queda reflejado como se les concede el derecho y la potestad o potestas (poder o competencia
legal concedido a un magistrado en su función), para administrar, según arbitrio de los duo viri,

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los fondos del municipio. Se indica además como pueden tomar esclavos entre los que ya
poseen los munícipes o habitantes del municipio para que les sirvan como auxiliares en su labor.

3. CONTEXTO HISTÓRICO. ACONTECIMIENTOS RELACIONADOS.-

En el último tercio del siglo I, el emperador Vespasiano (69-79) había hecho una concesión general del
derecho latino a las comunidades urbanas de Hispania con el Edicto de Latinidad.
El derecho de latinidad se adquiría globalmente por la comunidad. Era un escalón intermedio en la
adquisición de la ciudadanía romana. Aquellos miembros de las comunidades latinas que
desempeñaban en ellas las magistraturas locales obtenían la ciudadanía romana per honorem.
Posteriormente se concedía la ciudadanía a las personas, y sus familiares, que desempeñaban las
magistraturas y formaban parte del ordo decurionum.
Como nos refleja el texto, Roma concedió a las comunidades locales un ámbito de autonomía que
creaba el marco político necesario para fijar la posición de los distintos grupos sociales de la ciudad.

3.1. Curia municipal.- Con el término oficial de ordo decurionum se designaba a la curia
municipal o consejo ciudadano que aseguraba la autonomía interna de las colonias, los
municipios y las ciudades libres y federadas. El número de los miembros de la Curia dependía
de la importancia de la ciudad, pero lo más corriente era que fuesen cien. Era su competencia
sancionar muchas de las decisiones tomadas en la asamblea popular. Regulaban también todo lo
concerniente a la religión, defensa de la ciudad, administración de la hacienda municipal, etc…
Sobre el procedimiento seguido para la elección de los miembros o decuriones, se supone que se
realizaba según las normas establecidas por César en su Lex Iulia Municipalis, dada
indistintamente a todos los municipios del Imperio. Eran elegidas las personas que habían
ejercido algún cargo público o un sacerdocio y las personalidades más destacadas. Para ello era
preciso reunir varios requisitos: ser de status libertatis; no haber sufrido condenas por delitos y
tener un censo económico apropiado. También se fijó una edad mínima, que inicialmente era de
treinta años pero que se fue rebajando hasta llegar en el siglo IV a los dieciocho años.
El conjunto de familias notables no era homogéneo en el interior de cada ciudad. Como sucedió
con las órdenes senatorial y ecuestre, terminó formándose una jerarquía social que por la
frecuencia de la investidura constituyó el grupo de familias más prestigiadas y que dio lugar a la
exclusividad en el reparto de magistraturas municipales, fenómeno relacionado, sin duda, con el
proceso de concentración de la propiedad que se desarrolló de forma creciente a lo largo del siglo
II.

3.2. Magistratura municipal.- La magistratura, junto con el populus y al ordo decurionum,


era la portadora de la soberanía del conjunto de la comunidad ciudadana.
En general, la magistratura municipal, como la romana, se ordenaba bajo dos principios básicos:
la anualidad y la colegialidad. Estos magistrados eran elegidos por el populus, reunidos en
comicios, para ser luego aprobada su elección por la Curia Municipal u ordo decurionum.
Las magistraturas municipales eran las siguientes:

- Cuestores.- Constituían el escalón más bajo entre los magistrados de la ciudad. Lo normal
es que fuesen dos, aunque, si la ciudad era muy importante podía tener más. No tenían
jurisdicción y su competencia se limitaba a administrar el tesoro público.

- Aediles.- Ejercían el aprovisionamiento y la vigilancia de los mercados, policía de la ciudad


y la disposición y regulación de los juegos públicos. No manejaban fondos públicos, pero
podían multar con el conocimiento de uno de los dos duo viri. Tenían derecho a veto entre
ellos, y sobre ellos los duo viri.

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- Duo viri iure dicundo.- Estos magistrados tenían la autoridad suprema de la ciudad. Cada
cinco años elaboraban el censo de los ciudadanos, por lo que recibían el nombre de
quinquenales. Sus cometidos eran: la administración de los ingresos de la ciudad; la
presidencia de las sesiones del Senado y la administración de la justicia, entre otras.
En ausencia de uno de los duo viri por más de un día, debía procederse al nombramiento
de un praefectus, que le sustituía durante el tiempo que faltaba y que era elegido entre los
miembros de la curia municipal con más de 35 años.

4. CONCLUSIONES.-

Gracias a un buen número de fragmentos de ordenanzas procedentes de la Bética: Urso (Osuna),


Malaca (Málaga) e Irni (provincia de Sevilla) se conoce bastante bien el funcionamiento de la
administración municipal. Sus textos comparados entre sí y con otros de leyes municipales itálicas,
permiten comprobar la gran semejanza y, en ocasiones, identidad de sus apartados, lo que autoriza a
considerar que las formas de organización y prácticas administrativas municipales, desde finales del
siglo I, se extiende prácticamente a todas las ciudades del Imperio con una unificación absoluta del
régimen municipal, que preludia la organización imperial unitaria del siglo III.

5. BIBLIOGRAFIA.-

- Historia Antigua de España I - J.M. Roldán. UNED. Unidad Didáctica. 2010.


- Historia de España Antigua. Tomo II - VV. AA. Editorial Cátedra. 2007.
- Historia Antigua de la Península Ibérica - J. J. Sayas Abengoa. UNED. Unidad Didáctica. 2008.
- Historia Antigua Universal III. Historia de Roma - VV. AA. UNED. Unidad Didáctica. 2009.

Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Lex_Irnitana

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4.- MONEDAS.-

4.1. Clasificar esta moneda rellenando la ficha.

Serie: República Romana/ Antestia/. Ref. RSC Antestia


Autoridad: Antestius Gragulus
Cronología: 136 a. C
Dedicada a: L. Antestius Gragulus
Centro geográfico emisor: Roma
Descripción del campo del anverso: Cabeza Roma con casco alado mirando a la derecha.
Leyenda anverso: Detrás de la cabeza, leyenda GRA G
Descripción del campo del reverso: Júpiter en cuadriga a derecha, con cetro y haz de rayos
Leyenda reverso: L. ANTES (Lucius Antestius) ANTES nexado
Exergo: ROMA (Bajo línea)
Ceca o taller: Roma
Sígnos: Bajo el mentón en el anverso estrella de seis puntas (signo de valor XVI en monograma)
Marcas: No
Tipo: Denario
Soporte en: Plata
Técnica de edición: Acuñación.
Peso: 3,94 gramos
Tamaño o Módulo: 18 mm.
Grosor: 2,2 mm
Ejes: 5
Conservación: EBC/MBC
Referencia bibliográfica: Craw 238/1, Cal 127, Syd 451, FCC 151, Sear 115
http://www.wildwinds.com/coins/sear5/s0115.html
http://www.tesorillo.com/republica/antestia/antestia.htm

Observaciones: Cuando el denario se revaluó (pasando de 10 a 16 ases) la marca "XVI" se indicó


tan sólo durante algunas emisiones en los años 141 y 140 a. C., volviendo de nuevo a la tradicional
"X" que debió dar lugar a confusiones porque precisamente con esta moneda se introdujo un nuevo
símbolo, similar a una estrella de seis puntas que se interpreta como el monograma de "XVI", para
indicar claramente que su valor -hacía ya algunos años- era de 16 ases.

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4.2. Clasificar esta moneda rellenando la ficha.

Serie: Ibérica
Autoridad: Emisión pompeyana
Cronología: 45 a. C. al 44 a. C.
Dedicada a: (No)
Centro geográfico emisor: Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza)
Descripción del campo del anverso: Cabeza viril de gran tamaño, imberbe, a derecha. Delante dos
delfines.
Leyenda anverso: Caracteres latinos CEL
Descripción del campo del reverso: Jinete con palma a derecha
Leyenda reverso:
Exergo: Sobre el exergo ( KE.L.S.E.)
Ceca o taller: Celsa
Signos: Moneda anepígrafa
Marcas: (No).
Tipo: As de Kelsa (Celsa, transición)
Soporte en: Bronce
Técnica de edición: Acuñación
Peso: 15,65 gr
Tamaño o Módulo: 30 mm
Grosor: 2,7 mm
Ejes: 11
Conservación: BC
Referencia bibliográfica: V17 (224) RRC 478/1 y 479/1.
http://moneda-hispanica.com/listado.htm
http://www.moneda-hispanica.com/iberia4.htm
http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=3130

Observaciones: La característica fundamental de esta moneda es que es una moneda ibérica, de


emisión bilingüe. Estas monedas fueran emitidas por los pompeyanos durante la guerra civil que enfrentó
a los partidarios de C. Julio Cesar con los de Cneo Pompeyo Magno, en concreto el responsable sería
Sexto Pompeyo, hijo menor de Pompeyo Magno . Posiblemente sirvieran como moneda fraccionaria de
uso cotidiano; emitida por Sexto Pompeyo cuando aún no había dado a conocer su identidad, cuando
después de la batalla de Munda, efectuó una guerra de guerrillas y no declaró, hasta que tuvo un número
de fuerzas importantes (cita de Apiano BC 4.83). Como estos hechos se documentan en el año 45 a. C.
esta debe ser la fecha de emisión de la serie bilingüe de Celsa.
"La acuñación bilingüe de Kelse/Celsa" de Luis Amela Valverde (A.N.E.)

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