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Vitr., 10.13.1-3 (trad. J.L. Oliver). El relato de Ateneo es básicamente igual al de Vitrubio. Véase la re-
ciente edición de D. Whitehead y P. H. Blyth: Athenaeus Mechanicus, On Machines, Stuttgart, 2004.
La crítica moderna considera que este episodio sobre la invención del ariete, ex nihilo, durante
un supuesto episodio bélico en Gadir, es plenamente legendario, por cuanto que tal dispositivo
de asedio surge en un momento temprano en el Próximo Oriente de forma paralela al propio de-
sarrollo de las técnicas de fortificación. La profecía de Ezequiel (26.7-9) sobre el asedio de Tiro
por Nabucodonosor evidencia que a comienzos del s. VI a.C. ya se utilizaban tanto el ariete como
la tortuga arietaria: E. Ferrer Albelda, «Los púnicos de Iberia y la historiografía grecolatina»,
SPAL, 5, 1996, p. 125, n. 14.
J.L. López Castro, «El imperialismo cartaginés y las ciudades fenicias de la Península Ibérica
entre los siglos VI-III a.C.», Studi di Egittologia e di Antichità Puniche, 9, 1991, p. 93.
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del asedio a Gadir narrado por Ateneo y Vitrubio se conecte con otros
de mayor peso en la historiografía antigua, y se integre como una pieza
más en el complejo entramado argumental forjado en torno a algunos
de los grandes temas de la Historia Antigua peninsular, entre los que se
incluyen la crisis del siglo VI a.C., o el origen y el carácter del imperia-
lismo cartaginés en la Península.
Los otros dos testimonios antiguos en que se documentan ataques
a la ciudad de Gadir se encuentran en las obras de Macrobio y Justino.
Macrobio recoge en sus Saturnalia un episodio célebre por su rareza
y excepcionalidad, en el que se relata el frustrado ataque al templo de
Hércules en Gadir por parte de un tal Terón, rex Hispaniae citerioris, que
es derrotado por las naves gaditanas en fabulosas circunstancias:
que habría protagonizado, a mediados del s. IV a.C., un ataque a la púnica Gadir auspiciado, quizá,
por las comunidades griegas. Se trataría de un reflejo del conflicto más global por las áreas de
influencia en la Península entre los ámbitos griego y púnico. Por su parte, A. del Castillo eleva la
cronología del episodio e interpreta el ataque de Terón a Gadir en el contexto de las luchas de los
pueblos «postartésicos» contra los fenicios peninsulares, como un frustrado intento de recuperar
la «unidad perdida» del antiguo imperio tartésico.
Plb., 1.10.5.
10 Plb., 2.1.5-6 (trad. M. Balasch Recort).
11 Véase P. Barceló, Karthago und die Iberische Halbinsel vor den Barkiden, Bonn, 1988; y su
contribución en este mismo volumen.
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15 J.L. López Castro, «El imperialismo cartaginés y las ciudades fenicias de la Península Ibérica
entre los siglos VI-III a.C.», p. 93; idem, «Pompeyo Trogo (Justino XLIV, 5, 1-4) y el imperialismo
cartaginés en la Península Ibérica», In Memoriam J. Cabrera Moreno, Granada, 1992, 219-235.
16 Una síntesis de las diferentes perspectivas en E. Ferrer Albelda, «Gloria y ruina de la Iberia
Cartaginesa. Imágenes del poder en la historiografía española», CuPAUAM, 28-29, 2002-2003,
pp. 16-17.
17 C.R. Whittaker, «Carthaginian Imperialism in the 5th and 4th Centuries», en Imperialism in the
Ancient World, 1978, Cambridge, 59-90; C.G. Wagner, «Cartago y el Occidente. Una revisión
crítica de la evidencia literaria y arqueológica», In Memoriam Agustín Díaz de Toledo, Granada-
Almería, 1985, 437-460; idem, «The Carthaginians in Ancient Spain. From Administrative Trade
to Territorial Anexation», Studia Phoenicia, 10, 1989, 145-156; J.L. López Castro, «Cartago y la
Península Ibérica: ¿Imperialismo o hegemonía?», en La caída de Tiro y el auge de Cartago, Ibiza,
1991, 73-84; idem, «Las ciudades fenicias occidentales y Cartago (c. 650-348 a.C.)», en Os púnicos
no extremo ocidente, Lisboa, 2001, 57-68; idem, «Carthage and the Mediterranean trade in the
Far West (800-200 B.C.)», Rivista di Studi Punici, 1, 2000, 123-144. Véase también el ya clásico
trabajo de O. Arteaga, «La liga púnica gaditana. Aproximación a una visión histórica occidental,
para su contrastación con el desarrollo de la hegemonía cartaginesa en el mundo mediterráneo»,
en Cartago, Gadir, Ebusus y la influencia púnica en los territorios hispanos, Ibiza, 1994, 23-57.
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28 G. de Frutos Reyes y Á. Muñoz Vicente, «Aportaciones al estudio de Gadir durante los enfrenta-
mientos romano-cartagineses», en Actas del III Congreso de Historia de Andalucía, t. 4, Córdoba,
2003, 249-271; idem, «La incidencia antrópica del poblamiento fenicio-púnico desde Cádiz a Sancti
Petri», pp. 5-69.
29 Plb. 2.1.5-6.
30 G. de Frutos Reyes y Á. Muñoz Vicente, «La incidencia antrópica del poblamiento fenicio-púnico
desde Cádiz a Sancti Petri», p. 35.
31 En general, así lo creen autores como G. Chic, «La actuación político-militar cartaginesa en la
Península Ibérica entre los años 237 y 218», Habis, 9, 1978, 233-242; J.L. López Castro, Hispania
Poena. Los fenicios en la Hispania romana, Barcelona, 1995, pp. 77 ss.; o C.G. Wagner, «Los
Bárquidas y la conquista de la Península Ibérica», Gerión, 17, 1999, p. 265.
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Amílcar, después que tuvo el mando del ejército en Cartago, pronto acre-
centó su nación y la hizo llegar hasta las Columnas de Heracles, Gadira
y el océano. Así, la ciudad de Gadira es una colonia fenicia, se halla en
los confines del orbe habitado, en medio del mismo océano y tiene un
puerto. Mas, habiendo hecho la guerra contra los iberos y tartesios, junto
con Istolacio, caudillo de los celtas, y un hermano de éste, los destrozó
a todos, entre ellos también a los dos hermanos, a la vez que a otros
caudillos de los más destacados35.
41 D. Ruiz Mata, «El Castillo de Doña Blanca. Yacimiento clave de la protohistoria peninsular»,
Revista de Arqueología, 85, 1988, p. 46.
42 C. Alfaro Asins y C. Marcos Alonso (1993), «Nota sobre el tesorillo de moneda cartaginesa de
la Torre de Doña Blanca (Puerto de Santa María, Cádiz)», Actes du XIe Congrès International de
Numismatique, I, Louvain-la-Neuve, 1993, 39-44. En la misma línea J.L. López Castro, que opina
que el abandono del lugar se produjo en 207-206 a.C., en vísperas de la rendición de Gadir a los
romanos, y que las evidencias de asedio corresponden a los ataques que los romanos someten al
territorio circundante de la ciudad fenicia, según el testimonio de Livio (28.22-23) y Apiano (Iber.
32): J.L. López Castro, «Las ciudades fenicias occidentales durante la segunda guerra romano-
cartaginesa», pp. 59 ss.
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43 Liv. 28.37.1-2.
44 J.L. López Castro, Hispania Poena. Los fenicios en la Hispania romana, pp. 84 ss. J.L. López
Castro, «Las ciudades fenicias occidentales durante la segunda guerra romano-cartaginesa», p. 52.
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45 G. de Frutos Reyes y Á. Muñoz Vicente, «Aportaciones al estudio de Gadir durante los enfren-
tamientos romano-cartagineses», p. 263. Según J.L. López Castro, «Las ciudades fenicias occi-
dentales durante la segunda guerra romano-cartaginesa», p. 53, la imposición de las guarniciones
en Gadir y Baria fue una medida de Aníbal antes de partir hacia Italia.
46 Liv. 28.23.6-8; 28.30.4-5; 28.35.1-2.
47 Liv. 28.36.1-3; Como a su vuelta a Cádiz se le impidió el acceso, Magón zarpó con su flota hacia
Cimbios, localidad ésta no muy distante de Cádiz, enviando unos representantes a quejarse de
que se le hubieran cerrado las puertas a él, un aliado y amigo. Los gaditanos se disculparon
atribuyendo el hecho a una revuelta de la población, irritada porque los soldados al embarcar
habían cometido algunos actos de rapiña; él hizo venir a una entrevista a sus sufetes, que son
los más altos magistrados entre los cartagineses, y a su cuestor, y después de azotarlos los hizo
crucificar. Liv. 28.37.1-2; trad. de J.A. Villar Vidal.
48 Sobre las circunstancias en que pudo haberse gestado el foedus de Gadir y sus condiciones cfr. J.L.
López Castro, «El foedus de Gadir del 206 a.C.: una revisión», Florentia Iliberritana, 2, 1991,
269-280.