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El ensayo fue el género preferido por estos autores, pues veían en él el camino
adecuado para plasmar sus reflexiones sobre el problema de España.
Juan Ramón Jiménez es el prototipo del poeta consagrado a su obra. Concibe muy pronto
su Obra como parte de un único libro. Lo que va publicando son para él transitorias
muestras de su obra total. Se trata de una poesía en sucesión, de una obra en marcha, en
palabras del propio poeta. Juan Ramón realizó varias antologías de la misma: Poesías
escojidas(1917), la importantísima Segunda antolojía poética (1922) y Tercera antolojía
poética (publicada en 1957, aunque no es seguro que fuera preparada directamente por su
autor). En definitiva, el escritor concibe su Obra como una unidad en la que se integran
sus nuevos textos a la vez que se encuentran en estado de permanente corrección de los
anteriores, siempre a la búsqueda de la perfección absoluta.
Su idea de la poesía está presidida por una triple sed: sed de belleza; sed de
conocimiento en una búsqueda constante de la palabra exacta que le permita acceder a la
esencia de las cosas; sed de eternidad, por ser concebida como posesión de la Belleza y
de la Verdad. Es una poesía destinada a las minorías por su dificultad y hermetismo
crecientes.
En general, su idea de poesía está presidida por esa triple sed de la que hablábamos: sed
de belleza, sed de conocimiento y sed de eternidad. Su poesía es siempre expresión y
búsqueda de lo bello, casi siempre matizada de melancolía y dolor por no poder alcanzar,
en su plenitud, esa Belleza. Pero es también un modo de conocimiento, de penetración en
la esencia de las cosas y un camino hacia las verdades últimas, como lo fue para los poetas
románticos. Finalmente, su poesía es expresión de un ansia de eternidad, concebida
precisamente como posesión inalcanzable de la Belleza y de la Verdad. De ahí su
preocupación angustiosa por la fugacidad de las cosas; de ahí también su especial idea de
Dios, a quien identifica con la naturaleza, o con la Belleza Absoluta o incluso, con su
propia conciencia creadora.
“Yo tengo escondida en mi casa por su gusto y el mío, a la Poesía. Y nuestra relación
es la de dos apasionados”
Generalmente la crítica distingue tres etapas en su trayectoria:
Una de sus obras más importantes de esta época es Arias tristes, donde encontramos una
poesía “vestida de inocencia”, es decir, sencilla de formas ( octosílabos y asonancias) y
transparente de emoción, y en ella el sentimiento de soledad, de melancolía, o los temas
del paso del tiempo y la muerte alcanzan una enorme expresividad. En esta línea también
se encuentran Jardines lejanos, Pastorales o Baladas de primavera.
Entre 1908 y 1915, compone poemas en los que adopta los “ropajes” del Modernismo
(Elejías, La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes…), si bien su poesía no alcanzó
la fastuosidad formal de Rubén Darío. Como el poeta nicaragüense, exploró otros cauces
métricos (como el alejandrino, las rimas el consonante) , utilizó el color, las referencias
sensoriales y la adjetivación brillante. No obstante, a pesar de los “ropajes” ornamentales,
sus poemas mantienen el tono intimista y su capacidad simbólica. A esta época
corresponde también su memorable Platero y yo prosa lírica modernista y depurada con
preocupación y valoración de la naturaleza. El hombre armoniza con el medio natural.
Sale del simbolismo francés musical y vago y su estado de ánimo proyectado sobre el
paisaje es más alegre.
De esta época destacan Diario de un poeta recién casado (1916), Primera antología
poética,(1917), Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1917-23)
y Belleza (1917-23).
Asimismo , en el Diario está muy presente el reflejo de la gran ciudad y de los conflictos
sociales que se experimentan. En los poemas irrumpen las nuevas realidades (estaciones,
taxis, metros, tranvías, rascacielos, negros, sufragistas…) y también, cómo no, los
conflictos de la historia (la denuncia de la de la vida deshumanizada y alienante en las
grandes urbes, idea que también retomará más tarde García Lorca en Poeta en Nueva
York):
Otras obras de esta etapa son Primera antología poética, Eternidades o Piedra y cielo.
En Piedra y cielo el tema central es ya la creación poética: la poesía como actividad, el
poema como objeto artístico y el poeta como dios-creador de un universo nuevo. Se abre
así una nueva línea temática que Juan Ramón Jiménez ya no abandonará: la búsqueda de
la sublimación poética y la intensificación creativa de una poesía pura, esquemática.
Termina esta etapa con Estación total, que el poeta no publicará hasta 1946 en Argentina,
pero que está formada por poemas escritos en España entre 1923 y 1936. Esta obra cierra
esta segunda etapa pero también abre el tercer período, y definitivo , pues resulta
imprescindible para acceder a sus grandes poemas últimos como Espacio y Dios deseado
y deseante. Estación total representa el deseo del poeta de dar sentido a lo que rodea, de
abolir el tiempo y llegar a la posesión total de la belleza.
3. ÉPOCA SUFICIENTE O VERDADERA: la plenitud creativa. Dios deseado
y deseante (1937-1958)
La última etapa de su poesía comprende toda su producción de los años de
exilio. Y dos grandes libros: En el otro costado (1936-1942) y Dios deseado y
deseante (1948-1949).En El otro costado aparece el largo poema en prosa
"Espacio" ( iniciado en 1941 y solo terminado en 1954) en el que se recrea
líricamente los conceptos claves del último Juan Ramón (la unidad profunda de
todo lo existente, la visión panteísta de la realidad, la conciencia del poeta como
Dios que da sentido al mundo). En Dios deseado y deseante se llega a la posesión
de esa conciencia según la cual el poeta se identifica con Dios, un dios que nada
tiene que ver con el cristiano. Un dios que se identificará con la Naturaleza y con
la Belleza. Pero al final Juan Ramón es consciente de que no logra alcanzar sus
anhelos, sólo puede perseguirlos.
Juan Ramón Jiménez abrió importantes caminos expresivos para la poesía posterior: el
simbolismo, el neopopularismo, el uso del verso libre, la ruptura de los límites entre la
prosa y el verso, la incorporación de la gran ciudad como sujeto poético, la indagación
metafísica en busca de la verdad y la belleza. Los poetas de la llamada Generación del
27 lo reconocieron como maestro indiscutible. Y su huella ha estado presente en casi
toda la poesía del siglo XX y llega hasta nuestros días.