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2.

LA EVOLUCIÓN POÉTICA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: EN BUSCA DE LA


POESÍA PURA.

En torno a 1910 aparece una nueva generación de escritores, nacidos en torno a


1880, a quienes se les denomina Generación del 14, novecentistas o generación de
intelectuales. Son escritores más sistemáticos, más científicos, que abogan por la
inteligencia, la disciplina y la perfección artística. Entre la nómina de autores de esta
generación, cabe destacar a Ortega y Gasset, fundador de la Revista de Occidente y guía
e inspirador de esta nueva corriente, Eugenio D´Ors, Ramón Pérez de Ayala, Gabriel
Miro, Gregorio Marañón...

El término novecentismo lo acuñó en 1914 Azorín: “Otra generación ha llegado.


Hay en éstos jóvenes más método, más sistema, más preocupación científica […] Saben
más que nosotros. ¿Tienen nuestra espontaneidad? Dejémosles paso.”

También influyen en su génesis varias efemérides: En 1911 se crea la Residencia


de Estudiantes; en 1914 Ortega y Gasset pronuncia la conferencia “Vieja y Nueva
Política” y en el 1915 funda la Revista España de orientación reformista; en 1916,
Cansinos-Assens publica su libro La Nueva Literatura.

El ensayo fue el género preferido por estos autores, pues veían en él el camino
adecuado para plasmar sus reflexiones sobre el problema de España.

Los rasgos que definen a estos autores son:

• Rigor intelectual, búsqueda de la especialización e interés por las novedades


científicas y literarias. Racionalismo: frente al irracionalismo modernista,
prefieren el análisis frío de la realidad
• Todos ellos son universitarios y muchos han realizado estudios en el extranjero.
• Deseo de reformar la sociedad con medidas concretas, no con la evasión y el
irracionalismo.
• Defensa de las minorías egregias, y de lo europeo y urbano frente a lo rural (lo
universal frente a lo local).
• En política son grandes revolucionarios (republicanos), y en el arte se inclinan por
el arte puro.
• Huida del sentimentalismo, inclinación por lo clásico y sereno. Intelectualización
de las emociones. Antirromanticismo, rechazo de lo pasional
• Arte dirigido a las minorías. Buscan lectores cultos y cualificados. Conciben la
literatura para la " inmensa minoría"
• Preocupación por el lenguaje, por la forma. Estilo cuidado
• Búsqueda del arte puro. El arte debe limitarse a la búsqueda del placer estético y
no plasmar preocupaciones sociales, políticas o religiosas. "El arte por el arte".
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Es, sin duda, el principal representante de la poesía de este periodo.
Cronológicamente pertenece a la Generación del 14 pero mantuvo una estrecha relación
con la generación anterior- el Modernismo que influyó en su primera etapa- y posterior (
Generación del 27 a la que apoyó en sus primeros trabajos y de la que fue uno de los
principales modelos, así como referencia para algunos de los autores vanguardistas).

a. La concepción de la poesía como obra en marcha: búsqueda constante de la


belleza y lo absoluto.

Juan Ramón Jiménez es el prototipo del poeta consagrado a su obra. Concibe muy pronto
su Obra como parte de un único libro. Lo que va publicando son para él transitorias
muestras de su obra total. Se trata de una poesía en sucesión, de una obra en marcha, en
palabras del propio poeta. Juan Ramón realizó varias antologías de la misma: Poesías
escojidas(1917), la importantísima Segunda antolojía poética (1922) y Tercera antolojía
poética (publicada en 1957, aunque no es seguro que fuera preparada directamente por su
autor). En definitiva, el escritor concibe su Obra como una unidad en la que se integran
sus nuevos textos a la vez que se encuentran en estado de permanente corrección de los
anteriores, siempre a la búsqueda de la perfección absoluta.

El hilo conductor de su poesía es la búsqueda de la belleza, de lo esencial, de lo


absoluto: un medio con el que combatir el paso del tiempo y dar sentido a la existencia.
Este poeta consagrado por completo a su obra se entrega a la búsqueda del ideal de
perfección.

Su idea de la poesía está presidida por una triple sed: sed de belleza; sed de
conocimiento en una búsqueda constante de la palabra exacta que le permita acceder a la
esencia de las cosas; sed de eternidad, por ser concebida como posesión de la Belleza y
de la Verdad. Es una poesía destinada a las minorías por su dificultad y hermetismo
crecientes.

En general, su idea de poesía está presidida por esa triple sed de la que hablábamos: sed
de belleza, sed de conocimiento y sed de eternidad. Su poesía es siempre expresión y
búsqueda de lo bello, casi siempre matizada de melancolía y dolor por no poder alcanzar,
en su plenitud, esa Belleza. Pero es también un modo de conocimiento, de penetración en
la esencia de las cosas y un camino hacia las verdades últimas, como lo fue para los poetas
románticos. Finalmente, su poesía es expresión de un ansia de eternidad, concebida
precisamente como posesión inalcanzable de la Belleza y de la Verdad. De ahí su
preocupación angustiosa por la fugacidad de las cosas; de ahí también su especial idea de
Dios, a quien identifica con la naturaleza, o con la Belleza Absoluta o incluso, con su
propia conciencia creadora.

“Yo tengo escondida en mi casa por su gusto y el mío, a la Poesía. Y nuestra relación
es la de dos apasionados”
Generalmente la crítica distingue tres etapas en su trayectoria:

1. ÉPOCA SENSITIVA (1898-1915): Influjo del modernismo y Bécquer. Arias


tristes.

Está marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo y el Modernismo. En ella


predominan aspectos como las descripciones del paisaje basado en el sentimentalismo,
los sentimientos vagos, la melancolía, la música y el color, los recuerdos y ensueños
amorosos. También destacan las impresiones sensuales, sinestesias, adjetivos
ornamentales, asociaciones de imágenes, tristeza, languidez y vaguedad. El gusto por lo
popular se plasma en el verso corto, el romance, la copla y la asonancia. Destacan temas
como el amor, la mujer, la sensualidad, la melancolía, la muerte, la naturaleza, lo onírico,
el tiempo y la realidad. Se trata de una poesía emotiva y sentimental que muestra la
sensibilidad del poeta a través del perfeccionismo de la estructura formal.

Una de sus obras más importantes de esta época es Arias tristes, donde encontramos una
poesía “vestida de inocencia”, es decir, sencilla de formas ( octosílabos y asonancias) y
transparente de emoción, y en ella el sentimiento de soledad, de melancolía, o los temas
del paso del tiempo y la muerte alcanzan una enorme expresividad. En esta línea también
se encuentran Jardines lejanos, Pastorales o Baladas de primavera.

Entre 1908 y 1915, compone poemas en los que adopta los “ropajes” del Modernismo
(Elejías, La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes…), si bien su poesía no alcanzó
la fastuosidad formal de Rubén Darío. Como el poeta nicaragüense, exploró otros cauces
métricos (como el alejandrino, las rimas el consonante) , utilizó el color, las referencias
sensoriales y la adjetivación brillante. No obstante, a pesar de los “ropajes” ornamentales,
sus poemas mantienen el tono intimista y su capacidad simbólica. A esta época
corresponde también su memorable Platero y yo prosa lírica modernista y depurada con
preocupación y valoración de la naturaleza. El hombre armoniza con el medio natural.
Sale del simbolismo francés musical y vago y su estado de ánimo proyectado sobre el
paisaje es más alegre.

2. ÉPOCA INTELECTUAL: (1916-1936). Poesía pura. Diario de un poeta


recién casado.

Su primer viaje a América y el contacto con la poesía en inglés (Yeats, William


Blake, Emily Dickinson, Shelley) a través de su amiga Luisa Grimm y su esposa Zenobia,
marca profundamente la segunda etapa o etapa intelectual (1916-1936), que le vincula
a la corriente literaria del Novecentismo. Se produce el descubrimiento del mar como
motivo trascendente. El mar simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo
presente. Se inicia asimismo una evolución espiritual que lo lleva a buscar la
trascendencia: se esfuerza por alcanzar la eternidad a través de la belleza y la depuración
poética. Suprimió, pues, toda la musicalidad, los argumentos poéticos, la aparatosidad
externa y ornamental anterior para adentrarse en lo profundo, en lo bello, en lo puro, en
lo esencial. Los adjetivos desaparecen y se da prioridad al “nombre exacto de las cosas”.
En métrica se rompen los cauces tradicionales de la forma: el verso es libre y narra y la
prosa es lírica. Hay versos blancos y asonancias.

De esta época destacan Diario de un poeta recién casado (1916), Primera antología
poética,(1917), Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1917-23)
y Belleza (1917-23).

Diario de un poeta recién casado(o “reciencasado”, como lo tituló su autor). En este


libro se produce un cambio radical respecto a la etapa anterior: desaparece el léxico
modernista, la adjetivación sensorial o los ritmos sonoros. Se trata de una “poesía
desnuda”, en la que se elimina lo anecdótico para dejar paso a la concentración conceptual
y emotiva. Por eso predominan los poemas breves, densos, con versos breves y sin rima
o con leves asonancias. Se inicia asimismo una evolución espiritual que lo lleva a buscar
la trascendencia. En su deseo de salvarse ante la muerte se esfuerza por alcanzar la
eternidad, que busca conseguir a través de la belleza y la depuración poética.

El Diario abre la poesía española a las innovaciones vanguardistas: verso libre,


poemas en prosa, enumeraciones caóticas, palabras y frases en inglés, uso del collage
(textos publicitarios no poéticos–anuncios, letreros pegados al poema), etc.
Pero además de las muchas novedades formales, el Diario supone una nueva concepción
poética en el sentido más profundo. La paulatina desaparición de la anécdota, como
venimos reiterando, conduce a una poesía esencial, poesía pura o desnuda, que busca la
expresión de lo inefable —lo que no alcanzan a expresar las palabras— casi a la manera
de los viejos místicos. El cielo y, sobre todo, el omnipresente mar representan la
Naturaleza concebida de forma panteísta ( doctrina filosófica que identifica a Dios con
el conjunto del universo y la naturaleza). Ambos sugieren las ideas de unidad, armonía,
orden cósmico.

Asimismo , en el Diario está muy presente el reflejo de la gran ciudad y de los conflictos
sociales que se experimentan. En los poemas irrumpen las nuevas realidades (estaciones,
taxis, metros, tranvías, rascacielos, negros, sufragistas…) y también, cómo no, los
conflictos de la historia (la denuncia de la de la vida deshumanizada y alienante en las
grandes urbes, idea que también retomará más tarde García Lorca en Poeta en Nueva
York):

Otras obras de esta etapa son Primera antología poética, Eternidades o Piedra y cielo.
En Piedra y cielo el tema central es ya la creación poética: la poesía como actividad, el
poema como objeto artístico y el poeta como dios-creador de un universo nuevo. Se abre
así una nueva línea temática que Juan Ramón Jiménez ya no abandonará: la búsqueda de
la sublimación poética y la intensificación creativa de una poesía pura, esquemática.

Termina esta etapa con Estación total, que el poeta no publicará hasta 1946 en Argentina,
pero que está formada por poemas escritos en España entre 1923 y 1936. Esta obra cierra
esta segunda etapa pero también abre el tercer período, y definitivo , pues resulta
imprescindible para acceder a sus grandes poemas últimos como Espacio y Dios deseado
y deseante. Estación total representa el deseo del poeta de dar sentido a lo que rodea, de
abolir el tiempo y llegar a la posesión total de la belleza.
3. ÉPOCA SUFICIENTE O VERDADERA: la plenitud creativa. Dios deseado
y deseante (1937-1958)
La última etapa de su poesía comprende toda su producción de los años de
exilio. Y dos grandes libros: En el otro costado (1936-1942) y Dios deseado y
deseante (1948-1949).En El otro costado aparece el largo poema en prosa
"Espacio" ( iniciado en 1941 y solo terminado en 1954) en el que se recrea
líricamente los conceptos claves del último Juan Ramón (la unidad profunda de
todo lo existente, la visión panteísta de la realidad, la conciencia del poeta como
Dios que da sentido al mundo). En Dios deseado y deseante se llega a la posesión
de esa conciencia según la cual el poeta se identifica con Dios, un dios que nada
tiene que ver con el cristiano. Un dios que se identificará con la Naturaleza y con
la Belleza. Pero al final Juan Ramón es consciente de que no logra alcanzar sus
anhelos, sólo puede perseguirlos.

Los dioses no tuvieron más sustancia


que la que tengo yo. Yo tengo, como ellos,
la sustancia de todo lo vivido
y de todo lo por vivir. No soy presente sólo,
sino fuga raudal de cabo a fin. Y lo que veo
a un lado y otro, en esta fuga,
rosas, restos de alas, sombra y luz,
es sólo mío,
recuerdo y ansia míos, presentimiento, olvido.
¿Quién sabe más que yo, quién,
qué hombre o qué dios, puede,
ha podido, podrá decirme a mí
qué es mi vida y mi muerte, qué no es?

Juan Ramón Jiménez abrió importantes caminos expresivos para la poesía posterior: el
simbolismo, el neopopularismo, el uso del verso libre, la ruptura de los límites entre la
prosa y el verso, la incorporación de la gran ciudad como sujeto poético, la indagación
metafísica en busca de la verdad y la belleza. Los poetas de la llamada Generación del
27 lo reconocieron como maestro indiscutible. Y su huella ha estado presente en casi
toda la poesía del siglo XX y llega hasta nuestros días.

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