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La novela posterior a 1975 se ve marcada por la muerte de Franco, tras la que se inicia la transición a una

monarquía parlamentaria y democrática. A principios del siglo XXI, se aprecia un agotamiento del sistema
democrático propiciado por el desencanto generacional, el cambio de valores, la corrupción política y la
crisis económica.

Generalmente, a partir del 75 los autores rechazan el experimentalismo último y vuelven a la tradición,
recuperando muchos de sus procesos narrativos y escribiendo historias transparentes que conectan con los
lectores. Los nuevos lectores que surgen buscan una historia bien escrita, exótica, con intriga y misterio. La
novela que inaugura esta etapa es La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza(de género
policíaco).

El panorama general de los 80 destaca por la publicación de obras censuradas en España, como La Colmena
de Camilo José Cela; la coexistencia de distintas generaciones de escritores, ya sean del realismo social
(Delibes, Camilo José Cela, Carmen Martín Gaite), experimentalismo (Juan Marsé y Juan Benet), o de las
nuevas generaciones (Antonio Muñoz Molina, Ana María Matute, Javier Marías); la expansión de los grupos
editoriales, con textos mutilados o inéditos que ahora aparecen íntegros; y de los premios literarios y la
incorporación de numerosas mujeres escritoras, como Rosa Montero, Almudena Grandes o Maruja Torres. 

En cuanto a la novela de las últimas décadas, hay algunas características que podemos destacar. Para
empezar, la variedad temática y estilística, aunque predomina sobre todo el neorrealismo y el neorrealismo
psicológico, como El desorden de tu nombre de Juan José Millas; la simplificación de estructuras narrativas,
huyendo del experimentalismo y simplificando sus técnicas; la recuperación del argumento; el uso de las
personas narrativas tradicionales, primera y tercera sin mezcla; el resurgimiento de las novelas de género
(policíacas, sentimentales, históricas…); el abandono de la intencionalidad ideológica y el compromiso
social, aunque sí el tratamiento de temas como los problemas de la juventud urbana en Historias del Kronen
de José Ángel Mañas; y la fusión de géneros.

Aunque es difícil identificar corrientes o escuelas literarias, sí podemos hablar de tendencias temáticas y
géneros, que como hemos dicho abundan. Para empezar, la novela policíaca es rescatada en los 70 por
Manuel Vázquez Montalbán. Este género da importancia a la construcción del relato, al suspense y a la
intriga, mezclando esquemas policíacos con aspectos políticos e históricos. Destacan Soledad Puértolas con
El bandido doblemente armado, Lorenzo Silva con El alquimista impaciente y Antonio Muñoz Molina con
El invierno en Lisboa . En 1970, Vázquez Montalbán inicia una serie de novelas policíacas con Yo maté a
Kennedy (novela negra). 

Por otra parte, la novela histórica se ve propiciada por el éxito de El nombre de la rosa del italiano Umberto
Eco. En ella se recrean episodios de la historia española, situados en distintas épocas, como en Urraca de
Lourdes Ortiz o El hereje de Miguel Delibes. Destacan numerosas novelas sobre la Guerra Civil española y
la inmediata posguerra, como  Luna de lobos de Julio Llamazares, Beatus ille de Antonio Muñoz, Soldados
de Salamina de Javier Cercas, El corazón helado de Almudena Grandes, La voz dormida de Dulce Chacón o
Los girasoles ciegas de Alberto Méndez.

En la metanovela se incluye la propia narración como centro del relato (Literatura dentro de la literatura).
Son novelas dirigidas a un público minoritario, como Papel mojado de Juan José Millás.

Tenemos también novelas de reflexión intimista que se centran en la interioridad del ser humano y la
búsqueda personal, y donde destacan El río de la luna de José M.ª Guelbenzu, Paraíso inhabitado de Ana
M.ª Matute, Historia de una maestra de Josefina Aldecoa y Malena tienen nombre de tango de Almudena
Grandes. 

Por último, novelas culturalistas y estilísticas, que son reflexivas, como Las máscaras del héroe de Juan
Manuel de Prada; de realismo crítico y social, que plasman el conflicto entre los personajes y el mundo, en
espacios urbanos y rurales y ofreciendo una visión crítica histórica de la época, como Juegos de la edad
tardía de Luis Landero; alegórica, mítica y fantástica, como Lo fantástico, lo soñado y lo simbólico de María
Merino; o las novelas de aventuras como La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón.

Entre los autores más destacados de la narrativa actual encontramos a Eduardo Mendoza, autor de relatos
paródicos de aventuras como El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas. Utiliza una
variedad de técnicas narrativas como el perspectivismo narrativo, el montaje caleidoscópico y de suspense,
el diálogo y el pastiche. Antonio Muñoz Molina es un narrador de gran éxito, con un estilo cuidado y una
maestría en la intriga. Es autor de El jinete polaco y Plenilunio. Javier Marías es de los novelistas de mayor
prestigio y calidad de nuestra época, cuyas novelas poseen una estructura original basada en las obsesiones
del narrador, con obras como Los dominios del lobo, Todas las almas o Así empieza lo malo. Rosa Montero
alterna periodismo con literatura, haciendo en sus páginas testimonio de la época de la transición
democrática. Es conocida por Te trataré como a una reina, Crónica del desamor o La ridícula idea de no
volver a verte.

A estos se suman también Soledad Puértolas, Rafael Chirbes, Almudena Grandes, Juan José Millás,
Benjamín Prado, Enrique Vila-Matas, Elvira Lindo, Elisa Benavent...

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