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“¿Te enteraste de que a Laura le van a dar un aumento por encima que al
resto?”. “Según parece, este año nos van a dar un bono mayor que el del año
pasado”. “Me dijeron que viene un programa de despidos masivos del que se
van a salvar muy pocos”. “Está confirmado: el jueves, a la una de la mañana,
vieron al gerente general salir de un boliche con su secretaria; iban muy
abrazaditos los dos”.
Ante todo, hay rumores y rumores. Algunos no son más que historias
inofensivas que solo pretenden divertirnos durante un rato relajado con
amigos. Otros tienen el objetivo de llenar silencios incómodos y suelen
diluirse sin causar daño. Eventualmente pueden convertirse en la semilla de
otros de mayor alcance. Esta posibilidad hace que no siempre surjan de
manera espontánea, sino con una intencionalidad específica.
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El autor Ingeniero Industrial y Doctor en Sociología.
El rumor también actúa como profecía autocumplida lo que (según sea el
caso) puede generar y alimentar círculos viciosos o virtuosos. Cuando existen
prejuicios y estereotipos –positivos o negativos– sobre individuos o sobre
grupos, cualquier rumor que sirva para reafirmarlos tendrá mucho mayor
impacto. Por ejemplo, si creemos que los orientales son buenos para las
matemáticas, es probable que un rumor sobre la resolución de un difícil
problema contable por parte de un compañero de oficina de ese origen tenga
mucha más verosimilitud y alcance que si el autor perteneciera a una
nacionalidad a la que asociamos con la albañilería. Si, por el contrario, se
tratara de un grupo denigrado, un rumor adverso podría desatar reacciones
violentas. Esta dinámica hace del rumor uno de los instrumentos más
potentes de la política en cualquier nivel.
Como para prender deben tener una pizca de verdad, solo una persona
advertida de los trucos y de las trampas del rumor desarrolla sistemas de
defensa, del mismo modo que frente a los virus reales se generan
anticuerpos que nos protegen de eventuales epidemias. Pero atención, tal
como en el mundo de la medicina, cada tanto surgen mutaciones y nuevas
cepas para las que no hemos producido antídotos aún. Contra estos virus
debemos mantenernos siempre alertas y cultivar, tenazmente, un sano
escepticismo regado del más agudo espíritu crítico.