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EL RUMOR EN LA INVESTIGACIÓN

PERIODÍSTICA

¿El rumor puede ser la base de una investigación?

En los manuales de estilo y en los códigos de ética periodística


se manejan estos criterios: El rumor no es noticia, por lo tanto
nunca se le da esa categoría. El rumor puede ser el germen de
una noticia, en consecuencia debe someterse a comprobación
para extraer la parte de verdad que hay en él. En los estudios
sobre el rumor se destaca el hecho de que buena parte de las
noticias diarias han comenzado como rumor por tanto, el
periodista suele prestarles atención y aplicarles las técnicas de
comprobación de fuentes que se usan en el oficio, sobre todo
cuando se trata de investigaciones extensas.

También, se destaca que el rumor puede ser un arma de


políticos o empresarios. De hecho en la historia se dan casos de
políticos que se han valido del rumor para desprestigiar a sus
oponentes, o para favorecer su propia causa. En la pugna entre
empresarios rivales, el rumor es un arma que puede hacer daños
de consideración en el buen nombre de otros empresarios o
empresas o en la calidad de sus productos. Los militares también
echan mano del rumor para sembrar el pánico entre los
contrarios o para sembrar confusión. Es, pues, un arma corriente
que logra su éxito con ayuda de los medios de comunicación que
la reciben y potencian. En estos casos el periodista les sirve
como idiota útil a los promotores del rumor, y con ello expone
gravemente su credibilidad y deja a un lado la fuerza preventiva
del sentido de responsabilidad que, ante las previsibles
consecuencias de una información, aconseja comprobarla antes
de emitirla.
 Documentación

Cuando uno recibe datos de cualquier informante cuyo nombre


no puede ser revelado, hay que sopesar el valor de la
información con respecto a los intereses de la persona. Sus
motivos pueden ser complicados, pero seríamos ingenuos si no
estuviéramos conscientes de que casi siempre el informante está
entregando la información por interés personal. Puede ser por un
resentimiento, una revancha, disconformidad, o una mezcla de
todos, pero no por eso hay que desestimar la información por
completo.

Cuando se reciben datos privilegiados de alguna fuente que pide


el anonimato, pregúntale de frente: ¿por qué me está dando esta
información ahora? ¿Por qué no antes? ¿Cuál es su motivación
al darme esta información? Y siempre pedile alguna
documentación para respaldar su versión, un memo, una orden
por escrito, la transcripción de lo dicho en alguna reunión, un
correo electrónico. Muchas veces a la misma fuente no se le
había ocurrido la importancia de alguna documentación
probatoria, sin que un periodista se lo propusiera. Cuando se
trata de fuentes reacias a hablar o en posiciones muy sensibles,
es mejor contactarlas en su casa y no en su oficina para permitir
una mayor franqueza. Recuerden, las fuentes anónimas son
exclusivas para la información.

Si alguien quiere opinar sobre alguna persona o institución tiene


que poner su nombre. Todos los datos suministrados por fuentes
anónimas tienen que ser confirmados por otras personas, por
algún documento probatorio. No hay reglas fjjas en este campo,
pero debería tenerse un mínimo de dos fuentes cuando la
información es nueva y discutible. De no confirmar o documentar
la información el periodista puede convertirse en bocina para los
intereses de alguien o prestarse para filtraciones maliciosas
destinadas a perjudicar al periodista o al medio.

 ¿Qué es un rumor?

Un rumor es una información cuya veracidad está en duda o no


puede corroborarse. ... Un partido político opositor a un gobierno,
por ejemplo, puede lanzar rumores sobre supuestos hechos de
inseguridad con la intención de generar un clima adverso y
provocar malestar en la población.
 
 ¿Cómo se crea un rumor?

Los propagadores, generan rumores sacando determinados


incidentes fuera de contexto para que al difundirse parezcan una
realidad evidente o una generalidad, alentando impresiones
incorrectas, o simplemente divulgando informaciones inventadas
de forma descarada y sin ninguna base.
Quienes originan los rumores, o “propagadores”, lo hacen de
manera intencionada con el propósito de favorecer sus intereses
particulares al llamar la atención hacia sí mismos, promover o
generar daño a una causa o persona, sobretodo a celebridades,
sacar partido de una situación o simplemente para atraer
lectores.

 Qué hace que el rumor funcione?

La función principal del rumor, es provocar desinformación y


desorientación. Su generación y difusión es una constatación de
crisis social. Es una propaganda que despierta al fantasma de la
conspiración.
Siempre las noticias falsas tienen un componente mayor o menor
de verdad, o al menos un alto grado de verosimilitud, lo que las
hace eficientes para su fin. Si alguien difunde que el candidato
posee cuatro brazos difícilmente logre algún efecto fuera de lo
humorístico.

Entonces, las tan mentadas fake news, o noticias falsas, ¿en qué
se diferencian del rumor? Lo que realmente incide en la dinámica
política es el uso del rumor como instrumento de propaganda,
sea que para diseminarlo se utilicen en los medios o las redes
sociales, o incluso la combinación de ambos (lo que por cierto es
mucho más eficiente).

La “psicología del rumor” o la “teoría del rumor”, en estos tiempos


de velocidad extraordinaria en la circulación de la información, es
lo que auténticamente debe analizarse, profundizarse. Manejar el
rumor, es el secreto de la comunicación política de estos
tiempos; ya sea para generarlo y atizarlo como para diluirlo o
controlar sus daños.

Un rumor, es por definición una información no del todo real.


Nadie calificaría de dicho modo a una información precisa y
comprobable, por más que todos los medios masivos de
comunicación y redes sociales la repliquen, comenten y analicen.
No sería esperable que se llame rumor, por ejemplo, a un decreto
del Poder Ejecutivo publicado en el Boletín Oficial o a la difusión
de una sentencia judicial.

Sin embargo, no puede descartarse que muchas de estas


noticias reales se desprendan de rumores. Imaginemos,
siguiendo con el ejemplo, que el decreto se refiere a ciertas
desgravaciones de aranceles, y que un analista económico de un
medio masivo pretende discurrir eventuales consecuencias o leer
alguno de sus artículos entre líneas. Si el prestigio del analista se
encuentra arraigado, o incluso sin ser de tal modo, si algún actor
político se cree beneficiado por su análisis y goza de capacidad
de difusión del rumor, ese análisis, esas presunciones o la
lectura entre líneas, que pueden ser acertadas o no, se
transforman con velocidad en información. Posiblemente
información “no comprobable”, un rumor.

Infinidad de hechos comprobables y verificables, resultan


involuntarios generadores de rumores que completan la
información palpable. El público sospecha. Tiende a creer que lo
que se ve, lo que se le muestra, no es todo, que necesariamente
hay más, que los hechos, especialmente si devienen de las
autoridades, pero también si se dan a conocer por un par,
encierran alguna tercera intención, un fin fatídico y
probablemente terrible. No es posible que se trate solo de eso.
Una convocatoria estatal para la provisión de papel de oficina no
es estrictamente tal cosa, sino, al menos, un negociado, una
trampa de alguien que se está enriqueciendo ilícitamente; o algo
peor: una maniobra para dejar al Estado sin papel o para llenarlo
de papel innecesario. O quién sabe qué más.

De tal modo, el campo para instalar el rumor es fértil, abierto, casi


necesario. Aún el rumor que no se instala de manera apropiada,
se genera solo y se sale de cauce. Esto nos conduce a pensar
que hasta podría resultar necesario generar rumores. Porque un
rumor generado y adecuadamente conducido determina
consecuencias buscadas, ordenadas.

El rumor, es una explicación de la realidad, un modo de saciar la


necesidad de información adicional. Muchos estudiosos del
fenómeno pretenden que la mejor manera de evitar los rumores,
es dar una explicación acabada de cada temática. Pero tal
remedio, resulta ser un error conceptual por varios motivos.
Primero, porque un tema jamás puede ser acabadamente
explicado, especialmente los temas políticos de cierta
complejidad. Siempre van a quedar huecos, vacíos susceptibles
de ser completados por un buen rumor que, incluso, adquiera
mayor notoriedad que la propia información dura que haya
pretendido ser bien desarrollada.

En segundo lugar, porque casi nadie quiere escuchar


explicaciones extensas, ni perder más de cinco minutos en
peroratas prolongadas sobre cuestiones técnicas, posiblemente
muy aburridas y plagadas de términos poco amigables. Resulta
siempre preferible abandonar el texto luego del primer párrafo, o
cambiar el canal luego de los primeros cinco minutos de
explicación y tejer la idea que mejor nos parezca sobre el tema,
guiarnos por lo que opina un amigo, nuestro padre o el vecino, y
especialmente nuestros seguidores y seguidos en las redes
sociales.

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