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Homero, educador del

pueblo griego
Luis Gustavo Lobo Bejarano
Investigador académico
Costa Rica

L
a figura borrosa de Homero, Homero creó un concepto muy parti-
que se confunde con la leyenda cular de nobleza. Es la “nobleza ho-
en las brumas de la historia de mérica” a la que alude Jaeger en su
la humanidad, es –fundamentalmente– obra Paideia: Los ideales de la cultu-
la figura formadora del pueblo griego. ra griega. Ahora bien, el griego puso
muy en alto ese concepto de nobleza,
Su retrato: un aedo viejo, en cuyos considerándolo fundamental para la
ojos no fulgura la luz del sol y en cuya educación y esa educación es la base
frente hay una luminosidad particular y del ideal del hombre griego. Dicho
sosteniéndose en un cayado por el peso concepto es la areté.
abrumador de los años, así le pinta la
historia con tenues trazos que semejan La nobleza no sólo implica nacer de
un boceto de la efigie de un poeta… cuna ilustre, sino una búsqueda cons-
tante de la belleza. El griego ha busca-
Este hombre, se supone sea el autor do, constantemente, la belleza física y
de dos epopeyas inmortales: La Ilía- moral. Esa condición es fundamental
da y La Odisea. en el hombre griego para no sólo lo-
grar la belleza sino para hacerse acree-
Pero… ¿Existió realmente Homero? dor a una areté que pueda conducir a
la misma gloria que ésta propicia.
Esa es una cuestión que no podemos
dilucidar tan fácilmente. En sí, Ho- Ciertamente, la condición de nobleza
mero es la encarnación del espíritu la proporciona nacer en un abolengo
del pueblo griego. ilustre, mas para el griego esto no es

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lo único. Dicha condición puede darse Ilíada y La Odisea. Tales ejemplos, a sa-
en las personas humildes “honrando a ber, los encontramos en personajes como
los dioses, a los padres, a los extran- Aquiles, Patroclo, Héctor y Odiseo.
jeros, observando reglas de prudencia
para la vida, así se puede lograr una Todos ellos están identificados por una
buena areté.” (Jaeger, 1974, p. 19) personalidad heroica y los cuatro son
–a su modo– poseedores de un dramá-
Si se toma en cuenta que la areté es la tico destino, de los cuales el único que
“excelencia humana” y además “la su- tiene un final venturoso es Odiseo.
perioridad de los seres no humanos”,
Todos los casos reúnen las caracterís-
como “el valor y la rapidez de los ca-
ticas necesarias para cumplir, debida-
ballos nobles” o bien “la fuerza de los
mente, con su areté. Todos son nobles.
dioses” (Jaeger, 1974, p. 20, ver notas
Nobleza de abolengo y nobleza moral.
2, 3 y 4), entonces tendremos que la
Esto es lo que entendemos por noble-
areté es la excelencia en sí misma. Es
za homérica (Jaeger, 1974, cap. II).
esa excelencia que tienen de forma in-
herente los seres superiores, represen- ¿Y la mujer? Jaeger (p. 36) señala que
tados, en este caso, por los habitantes la areté de la mujer “es la hermosura”.
del Olimpo. Es un hecho interesante Así en el caso de la mujer esta nobleza
de observar, según acota Jaeger, que viene dada por su belleza como en el
seres no humanos como los caballos hombre los elementos más relevantes
nobles, también posean areté. son el heroísmo y el valor.

Esto lo podemos resumir en una pre- Por eso, los tipos homéricos modelos
misa: la mayor excelencia puede ser para el griego son héroes que sufren,
obtenida por hombres e incluso, si es que lloran la muerte de sus seres queri-
posible que los hombres lo hagan, ¿por dos (Ilíada, XVlll, 22 ss), que mueren
qué no lo van a hacer también los ani- heroicamente defendiendo sus ideales
males? No se trata, en consecuencia, (Ilíada, XXll, 361-64), o que después
de una facultad selectiva, que pertene- de padecer grandes infortunios, regre-
ce únicamente a los seres considerados san a su hogar (Cfr. Odisea).
como superiores. Por tanto, la areté
es una cualidad que viene inherente a Lo más importante es que son humanos.
cualquier ser vivo, así sea o no humano. Ese sentido de humanidad, esa con-
ciencia de que se va a morir, como en
Hay ejemplos de areté, pudiéndose ha- el caso de Aquiles, hace que el héroe y,
blar de verdaderos modelos para el hom- por supuesto, su areté, no se encuentren
bre griego, en las obras que marcan un tan lejos del ideal griego. Ese es, quizás,
hito en la historia de la humanidad: La uno de sus puntos más importantes.

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Podríamos intentar un somero análisis se encuentran enlazados no sólo en el


de las personalidades de los héroes en ámbito guerrero sino en el cariño, la
cuestión. No nos proponemos escribir amistad, el aprecio y la devoción que
la vida de cada personaje. El Pbro. los dos héroes se consagran.
Ángel María Garibay (1892-1967),
en su obra Mitología Griega. Dioses y Héctor es el prototipo del héroe troya-
Héroes, ya realizó esa labor. no por antonomasia. Hijo de Príamo,
no podía venir de más noble estirpe,
Aquiles, el protagonista (o causante casó con Andrómaca y tuvo como hijo
de La Ilíada) es de orden divino, po- a Astianax. La historia le pinta como
seedor de un alma vulnerable que se un padre y esposo amantísimo. Hom-
enardece en ira con extrema facilidad. bre valeroso, de conducta intachable,
Valeroso, lucha por obtener la gloria. tiene de su lado al mismo Apolo que lo
Tiene que sufrir la muerte de su ami- salva de ser herido por Áyax, lo que le
go y compañero de tienda Patroclo y da la oportunidad de matar a Patroclo,
le toca sufrir su propia muerte, cuya creando de esta manera su propia per-
narración se inserta –curiosamente– al dición, pues Héctor morirá a manos de
final de La Odisea (XXIV, 15 ss). Tie- Aquiles (Garibay, 1989, p. 115-116).
ne la convicción de que va a morir y
eso lo atormenta. Debe su educación Finalmente, Odiseo. También es de
al centauro Quirón (Garibay, 1989, p. origen noble. Hombre audaz y sagaz.
42), lo que lo convierte en un mode- En La Odisea se muestra también
lo perfecto de héroe. No en vano es el aventurero y prudente. Se le ve, ade-
personaje central de La Ilíada. más, como un hombre agradecido ante
todo por la fidelidad de Penélope y el
Patroclo, el amartelado amigo de Aqui- amor que le profesa su hijo Telémaco
les, constituye un ejemplo de fidelidad, (Garibay, 1989, p. 178-179). No posee
con ciertos rasgos de “valentonía”. De el carácter divino de Aquiles –como
noble estirpe, a causa de un accidente tampoco lo poseían Héctor y Patro-
se refugia en casa de Peleo donde co- clo– por lo que la idea de la muerte
noce a Aquiles (Garibay, 1989, p. 199). que tanto atormentaba a Aquiles, no
Patroclo constituye el compañero ideal, tiene la relevancia que posee en el
el amigo fiel, el apasionado devoto, caso señalado. El caso es muy sim-
creador y víctima de un amor puro. ple: si Aquiles veía la muerte como un
mal que lo separará de su madre –una
Patroclo, en sí mismo, reúne caracte- inmortal–, estos hombres veían en la
rísticas muy similares a las de Aqui- muerte un bien, pues se trataba de ir
les, a tal punto que las hazañas de a descansar al reino de Hades, antes
ambos héroes se confunden porque de reemprender el alma una nueva

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labor en un cuerpo nuevo, según afir- Un hijo implica, necesariamente, un


ma Platón en su diálogo “Fedón o de heredero. Y por lo que Aquiles perdió a
la inmortalidad del alma” (Diálogos, manos de Héctor –al menos en la narra-
1884, p. 415-416). ción del poema homérico-, Odiseo reci-
be el doble.
Así son los tipos homéricos: aguerridos,
gallardos, valientes y fornidos, que sin Ese factor de dicha, de felicidad con que
temor cumplen con su destino y su areté. se cierra esa gran epopeya que es La
Odisea, hace que el personaje se sien-
Sin embargo, hasta los paladines pre- ta más cerca del ser humano; mientras
sentan antagonismos y es factible en- se siente más que Aquiles pertenece al
carar situaciones anómalas entre un mundo de los dioses. Por eso, según Jo-
héroe y otro. El ejemplo más simple: seph Campbell, Aquiles debe morir:
Aquiles-Odiseo.
y abandonando el odio y el amor;
viviendo en la soledad, comien-
El problema de Aquiles es más com-
do poco, dominando la palabra,
plejo de lo que se cree. Lo martiriza
el cuerpo, la mente, siempre en
el asunto de su mortalidad. Es hijo de
meditación y concentración,
una diosa (Tetis) y eso mismo hace
cultivando la liberación de las
que el personaje revele una cierta al-
pasiones; olvidando la vanidad
tanería. Sus decisiones son indiscuti-
y la fuerza, el orgullo y la luju-
bles. Su poder, descomunal y el amor
ria, la ira y las posesiones, tran-
–cuya representación es Patroclo–, le
quilo de corazón y libertado de
es arrebatado de un zarpazo por Héc-
su ego, merece volverse un solo
tor. El orgullo siempre es acompaña-
ser con lo imperecedero. (Cam-
do de aflicción y soledad.
pbell, 1959, p. 197)
Odiseo, caso contrario, de noble es- La disparidad de personajes permi-
tirpe, es un hombre feliz. Valeroso, sí. te entrever las características de cada
Osado. Es consciente de su condición uno, su forma de pensar y de actuar, su
de mortal, lo que le evita los proble- final y eso hace posible, entonces, que
mas de Aquiles. De carácter humilde, se pueda entregar el lauro a Odiseo…
acoge los consejos de quien desee
ayudarlo (como por Eolo, el dios del Pero sólo puede ser propiamen-
viento). Y tiene una ventaja que no po- te educadora una poesía cuyas
see Aquiles: el amor de su esposa se raíces penetren las capas más
duplica con el de su hijo. profundas del ser humano que

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aliente un ethos, un anhelo es- capas, hay posibilidades de crear una


piritual, una imagen de lo hu- civilización como la que lograron
mano capaz de convertirse en crear los griegos. Y Aristóteles lo plan-
una constricción y en un deber. te más claramente, al decir que Home-
La poesía griega, en sus formas ro nos presta hombres de calidad, para
más altas, no nos ofrece un frag- ser imitados por el hombre común, tal
mento cualquiera de la realidad, es su modelo educativo: “Sófocles será
sino un escorzo de la existencia un mismo imitador con Homero, en
elegido y considerado en rela- cuanto ambos imitan a los hombres de
ción con un ideal determinado.” calidad” (Aristóteles, 1978, p. 7).
(Jaeger, 1974, p. 49)
Y también porque la educación sien-
El creador de la más alta poesía griega ta los precedentes inmarcesibles de la
es Homero. justicia, la alegría y la paz.

Homero es, en consecuencia, el edu- Después de sentar bases, dar premi-


cador más preclaro del pueblo griego. sas, ejemplificar y de todo el trabajo
La importancia de Homero como edu- que conlleva, concluyamos: ¿Cuál es
cador, es esencial. el legado homérico?

Dentro del pueblo griego, la formación La respuesta no es solamente La Ilía-


iba de acuerdo con la areté e incluso, de da y La Odisea, porque el legado ho-
acuerdo con la nobleza de una persona. mérico en el factor educativo de la
sociedad griega es de vital importan-
La educación, según lo sentía la socie- cia para el griego antiguo.
dad griega de aquel entonces, era fun-
damental en el panorama de la misma Homero es modelo de poetas, de ar-
civilización helena. tistas, de creadores. La educación que
brindó a sus compatriotas se basó en la
La educación, ante todo, es la base del cima más alta de la literatura: la poe-
pueblo griego y la poesía –en su más sía. Pero no la poesía porque sí, sino la
alta cima- es el principio creador de esa poesía épica, la que permite asomarse
educación. Pero ¿por qué la poesía? a la vida a los héroes y de los dioses,
la que proporciona pautas y ejemplos
Porque la poesía entra, según Jaeger que seguir en todos los campos y, de
(1974), en las capas más profundas manera particular, muestra a sus con-
del ser humano y cuando un baluarte terráneos ls mejores aretés a las que
como la educación penetra hasta esas es posible aspirar.

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De ahí la importancia de Homero Campbell, Joseph (1959). El héroe de


como educador. Y es que su figura es las mil caras. México. Fondo
de una relevancia tal que, si no exis- de Cultura Económica. Recu-
tió, el griego tuvo la necesidad de perado de: http://elcinesigno.
crearlo para hacerlo autor de los dos files.wordpress.com/2011/07/
monumentos más maravillosos de la campabell-joseph-el-heroe-de-
literatura occidental. Quizá por eso, las-mil-caras-241p.pdf
su figura se confunde con la leyenda Garibay, Ángel María (1989). Mitología
entre las brumas de la historia. Griega. Dioses y Héroes. 11a edi-
ción. México: Editorial Porrúa.
Por eso Homero nos infunde respeto, Homero (1990). La Ilíada. Traducción
admiración. Luis Segalá y Estalella. 23a edi-
ción. México: Editorial Porrúa.
Porque su legado, en sí, fue haberle
Homero (1991). La Odisea. Traduc-
cedido a la humanidad una civiliza-
ción Luis Segalá y Estalella.
ción y una cultura que han ilumina-
24a edición. México: Editorial
do a muchas otras –la nuestra entre
Porrúa.
ellas–, y que nos sentó las bases de lo
Jaeger, Werner (1974). Paideia: Los
que hoy día somos. Ese legado es la
ideales de la cultura griega.
civilización de los helenos.
Traducción Joaquín Xirau. 2a
Bibliografía edición, 3a reimpresión. México:
Fondo de Cultura Económica.
Aristóteles (1798). Poética. Traduc- Platón (1984). Diálogos. (Estudio
ción de José Goya y Muniain. Preliminar de Francisco Larro-
Recuperado de: http://www.fe- yo). 20a edición. México: Edi-
edbooks.com torial Porrúa.

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