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DE CATEDRÁTICO
XI. El orden que debe adoptarse para los comestibles principia por
los más substanciosos y termina con los más ligeros.
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XII. Para las bebidas, el orden que debe seguirse es comenzar por
las más ligeras y proseguir con las más fuertes y de mayor
aroma.
XIII. Es herejía sostener que no debe cambiarse de vinos; tomando
de una sola clase la lengua se satura, y después de beber tres
copas, aunque sea el mejor vino, produce sensaciones obtusas.
XIV. Postres sin queso son como una hermosa tuerta.
XV. A cocinero se puede llegar, empero con el don de asar bien, es
preciso nacer.
XVI. La cualidad indispensable del cocinero es la exactitud; también
la tendrá el convidado.
XVII. Esperar demasiado al convidado que tarda es falta de conside
ración para los demás que han sido puntuales.
XVIII. No es digno de tener amigos la persona que invita y no atiende
personalmente a la comida que ofrece.
XIX. La dueña de la casa debe tener siempre la seguridad de que
haya excelente café, y corresponde al amo cuidar que los vinos
sean exquisitos.
XX. Convidar a alguien equivale a encargarse de su felicidad en
tanto esté con nosotros.
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MEDITACIÓN II
D EL GUSTO
DE LOS SABORES
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ANÁLISIS DE LA SENSACIÓN DEL GUSTO
12. Las dotes del gusto no son tan ricas como las del oído, porque
mientras el último puede percibir y comparar varios sonidos a la vez, el
gusto, a la inversa, en su actividad es simple, no pudiendo caberle
impresión de dos sabores a un mismo tiempo.
Pero puede resultar duplicado y aun multiplicado sucesivamente, esto
es: tiene la facultad de percibir en una misma función guturo-palatina,
sucesivamente una segunda y hasta una tercera sensación que, por
grados, son más débiles, y las cuales se designan con las palabras dejo,
saborcillo o fragancia. De manera análoga, al darse un sonido principal,
el oído ejercitado distingue una o más series de consonancias cuyo
número todavía no se conoce perfectamente.
Las personas que comen de prisa y distraídamente, no perciben las
impresiones del segundo grado, correspondientes nada más que a un
corto número de elegidos, los cuales, utilizándolas, pueden clasificar y
ordenar, según el mérito que tengan las diversas substancias sometidas
a su examen.
Los matices fugaces de los manjares permanecen ocasionando
vibraciones en el órgano del gusto durante largos intervalos y, mientras
tanto, los maestros inteligentes, sin sospecharlo, conservan una postura
adecuada a las circunstancias, presentando al pronunciar sus fallos,
cuello estirado con las narices a babor.
13. Echemos ahora una ojeada filosófica sobre el placer o dolor que
puede originar el gusto.
En primer término, encontramos aplicada aquella verdad, por
desgracia demasiado general, que proclama que el hombre está más
fuertemente organizado para el dolor que para el placer.
En efecto: la inyección de substancias acres, agrias o amargas en
sumo grado, son capaces de hacernos sufrir sensaciones
extremadamente mortificantes o dolorosas. Hay quien opina que la
causa porque el ácido hidrociánico mata instantáneamente, consiste en
el dolor vivísimo que produce, que sin extinguirse no lo resisten las
fuerzas vitales.
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A la inversa, muy pequeña extensión posee la escala que recorren las
sensaciones agradables, y aunque la diferencia sea bastante notable
entre el sabor insípido y el que lisonjea al gusto, no aparece, por cierto,
grande el intervalo entre lo que está reconocido como bueno y lo que
tiene fama de excelente. Esto queda explicado con el ejemplo siguiente:
Tómese como primer grado de la escala cocido confortante, sin grasa y
substancioso; como segundo, un buen trozo de vaca, y como tercero,
faisán asado hábilmente.
No obstante, el gusto, considerando a fondo cuanto le concierne y tal
como la Naturaleza lo dio al género humano, es todavía, entre todos los
sentidos, el que más deleites proporciona:
1.º Porque comiendo moderadamente, se recibe el único deleite del
cual no resulte cansancio.
2.º Porque es placer propio de todos los tiempos, edades y
condiciones.
3.º Porque se repite al menos una vez cada día y puede renovarse
sin inconveniente alguno, en este espacio de tiempo, dos o tres veces.
4.º Porque puede promiscuarse con los demás y en la ausencia de
los otros nos consuela.
5.º Porque las impresiones que recibe son de mayor duración y más
subordinadas a nuestra voluntad.
6.º En fin, porque comiendo experimentamos un bienestar único en
su clase e indefinible, que proviene de la conciencia instintiva, que nos
revela que por la acción de comer nos reponemos de las pérdidas
sufridas y prolongamos nuestra existencia.
De lo anterior trataremos ampliamente, presentando los
desenvolvimientos necesarios, en el capítulo dedicado en particular a
los placeres de la mesa, en el concepto donde están colocados por
nuestra actual civilización.
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MEDITACIÓN III
DE LA GASTRONOMÍA
ORIGEN DE LA GASTRONOMÍA
DEFINICIÓN DE LA GASTRONOMÍA
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