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Yo no quiero morirme con este desconsuelo
por el arco infinito de esa cúpula triste
donde habitan tus sueños al sol de mediodía.
Algunas veces, el enamorado pierde. Pero el amor sigue marcando su huella como un recuerdo
doloroso que inquieta el pensamiento.
Para el alma enamorada, la entrega es total, íntima, pero no por ello puede develarse el misterio
último de la esencia personal. Cada ser es un misterio, pero en ese misterio, el amor instala su
tienda.
Me tienes y soy tuya. Tan cerca uno del otro
como la carne de los huesos.
Tan cerca uno del otro
y, a menudo, ¡tan lejos!…
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Tú me dices a veces que me encuentras cerrada,
como de piedra dura, como envuelta en secretos,
impasible, remota… Y tú quisieras tuya
la llave del misterio…
Si no la tiene nadie… No hay llave. Ni yo misma,
¡ni yo misma la tengo!
El amante mira la vida transitoria, mientras que adivina en el amor una brasa inagotable capaz
de iluminar la eternidad. ¿O es acaso que el amor es la misma eternidad?
El poeta añora la oportunidad en que, sujetas las manos de su ser amado, pueda susurrarle al
oido palabras amor.
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
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Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
El alma enamorada espera con ansias un mensaje de su ser amado. Una palabra de amor escrita
en un papel es aliento de vida, tras la entrega más absoluta. El amante sufre el silencio, y espera
el alivio.
Para el alma enamorada, la intimidad se abre paso en los finos detalles donde la vida se
muestra gentil y significativa. En lo más pequeño, en lo más discreto, allí se construye la
intimidad entre dos.
Pablo Neruda comienza este poema invocando la imagen de la esclava y suplicando su amor. Al
hacerlo, en realidad nos está mostrando la dialéctica del amo y del esclavo, en la cual el amo es
el verdadero dependiente y dominado. El amor verdadero invierte los términos o, mejor aún, los
anula. Uno es en el otro y viceversa.